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bak etik Revista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu Junio de 2008 ¿Qué se entiende por ética? La ética como sabiduría existencial El encuentro como cuestión ética La ética como punto de encuentro Charla ofrecida por Javier Garrido 2 de febrero de 2008 22

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Segundo número, dedicado a la charla ofrecida por Javier Garrido el 2 de marzo de 2008: La ética como punto de encuentro ¿Qué se entiende por ética?. La ética como sabiduría existencial. El encuentro como cuestión ética

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baketikRevista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu

Juniode2008

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La ética comopunto de encuentro

Charla ofrecida por Javier Garrido2 de febrero de 2008

22€

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Baketik 2Edita: Baketik (Gandiaga Topagunea - Arantzazu - 20567 Oñati)Impresión: Antza (Industrialdea 2. pab. - 20160 Lasarte)Depósito Legal: junio de 2008

Instituciones colaboradoras

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Junio de 2008

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La filosofía de fondo de la ética como clave de elabora-ción de conflictos a favor de la paz depende de que laética pueda constituirse en punto de encuentro. La éticaes requisito para el encuentro y a la vez el encuentro es elque posibilita procesos de humanización donde creceprogresivamente la ética. El punto de partida de la éticano son códigos preestablecidos sino todo un talante vitalsin el cual no puede haber encuentro, convivencia niprocesos de pacificación. Vamos a tratar de acercarnos aesta clave de la ética como punto de encuentro a travésde los sigui entes apartados.

La ética como punto de encuentro

Este texto recoge la transcripción de unacharla ofrecida por Javier Garrido en Bake-tik, el Centro por la paz de Arantzazu, el 2 defebrero de 2008. El ponente ha revisado eltexto y ha preferido mantener su carácterverbal, aceptando las imprecisiones que esosupone.

1. ¿Qué se entiende por ética?

El objetivo de este apartado no es definir qué es la éticasino ofrecer unos conceptos básicos que posibiliten elencuentro. Este encuentro se da más allá y a través de lospropios conflictos y de las distintas ideologías. Hablaremosde los rasgos de la ética como punto de encuentro.

En primer lugar, la experiencia ética implica responsabi-lidad. La responsabilidad entendida como «hacerse cargode». Por ejemplo, hacerse cargo de la familia, de la socie-dad, de sí mismo, de ser persona, de causas nobles queposibilitan la humanización, etc. Esto no siempre ha sidoevidente. Los primeros códigos éticos son códigos quenacen de la socialización. Todo grupo humano necesitaorganizar una convivencia básica y establece normas deconducta para que funcione correctamente la sociedad.Hay filósofos que consideran que la ética no es más queeso, un proceso de consensos.

En segundo lugar, se sitúa una gran conquista de lahumanidad y que en muchas religiones se denomina la

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Regla de Oro: «tratad a los demás como queréis que ellosos traten». Esta regla de oro supone un proceso. Un proce-so de ética donde el otro adquiere un carácter de valor, nosólo como sujeto de una convivencia correcta. Esto impli-ca que, en vez de hablar de principios o imperativosabstractos, se habla de relaciones.

El tercer rasgo de la ética como punto de encuentro esel concepto de dignidad humana. La dignidad de la perso-na humana es una conquista nueva. Implica que la perso-na tiene un valor incondicional y absoluto. Este reconoci-miento ha supuesto un proceso muy largo de humaniza-ción donde se han puesto en juego movimientos socialesy culturales. La humanidad ha adquirido la capacidad deapreciar este concepto más allá de las distintas cosmovi-siones, ideologías o creencias religiosas. En una sociedadmoderna esto es ya un fruto adquirido lo que no quieredecir que siempre se realice. Nuestra cultura y tradiciónética de siglos han permitido llegar a este punto.

Sin embargo, como fenómeno cultural es tardío. Elprimero que lo formula con nitidez es Kant, lo que suponeque el pensamiento humano y la cultura han llegado aconstruir un pensamiento universal sobre el hombre. Elhombre no es considerado en función de una determina-da sociedad ni en función de un determinado sistema reli-gioso; la persona humana es considerada en sí misma ypor eso ha de ser tratada como fin y nunca como medio.Es uno de los signos de que la ética está adquiriendo unvalor incondicional y que puede diferenciarse de los distin-tos sistemas o cosmovisiones de referencia. Por eso lapersona es el punto neurálgico del encuentro.

El siguiente rasgo de esta ética del encuentro es un prin-cipio muy genérico pero importante porque supone unhorizonte y referencia: «haz el bien y rechaza el mal». ¿Enqué consiste este principio? Es muy discutible según lasdistintas tradiciones. Sin embargo, este principio implicaque la humanidad está sintiendo la necesidad de estable-cer, a partir de la conciencia humana, qué valores o contra-valores posibilitan su humanización o su destrucción. Afir-mar la conciencia con capacidad de distinguir el bien delmal, aunque sea de una manera relativa y condicionada, yque los seres humanos podamos avanzar, consensuar ycaminar hacia esos puntos neurálgicos, es un gran proce-so de experiencia ética.

Por ejemplo, los diez mandamientos formulados por elpueblo de Israel en la Alianza del Sinaí tiene sus referentesexplícitos en siglos anteriores, en el conocido código deHammurabi. La humanidad no trata este tema como códi-gos preestablecidos de una vez por todas sino comoprocesos de conciencia y como procesos culturales.

Esto puede dar impresión de relativismo, es decir, nosaber qué es lo bueno y qué es lo malo en un determina-do contexto. Sin embargo, no es necesariamente unproceso de relativismo sino un proceso de discernimiento.Se trata de discernir en qué puntos podemos estar de

acuerdo y en qué puntos no. Esto mismo posibilita afirmarla confianza básica en la conciencia ética de las personas yde las distintas culturas.

El quinto rasgo de la ética es el carácter de incondicio-nalidad. Se entiende por incondicionalidad todo lo que laconciencia experimenta como deber. Un deber que nodepende de los gustos ni de los beneficios que nos repor-ta. La incondicionalidad puede ser vivida de una maneramuy formal, como mera obligatoriedad. En este caso siem-pre termina volviéndose contra la persona. Pero el deberpuede tener otro sentido, en el que la responsabilidad haalcanzado un nivel de libertad interior en el que ya nodepende de gustos ni intereses. Se produce una correla-ción entre la percepción del valor incondicional de lapersona humana y la percepción de la experiencia deincondicionalidad que supone siempre la ética.

Como último rasgo de la ética se señala un proceso deuniversalización. Al comienzo la ética implica códigos muycircunscritos a sociedades. Una conquista de la humanidades que la ética puede adquirir principios universales.Aunque estamos en sociedades donde cuesta muchoasumir la Declaración Universal de los Derechos Humanos,esta declaración es una de las referencias básicas de esteproceso de universalización de la ética.

2. La ética como sabiduría existencial

La ética no es un saber, ni siquiera tiene como referenciafundamental el comportamiento, socialmente aceptado ono. La ética nace radicalmente de la conciencia personal.En consecuencia, la conciencia ética depende del procesode humanización que viva la persona. Por eso, es impor-tante distinguir niveles de experiencia ética. Se mencionantres niveles pero, lógicamente, hay muchos más.

LLaa ééttiiccaa nnoorrmmaattiivvaaEste nivel de experiencia ética implica el aprendizaje de

códigos de lo que está bien y de lo que está mal, asimilar-los, internalizarlos y obrar en consecuencia. La función deesta ética valiosa es establecer un orden para la conviven-cia y para las personas, que necesitan criterios claros decomportamiento.

LLaa rraacciioonnaalliiddaadd aabbssttrraaccttaaEste nivel de experiencia obra con grandes imperati-

vos. Se trata de abrir horizontes a través de la racionali-dad para establecer cómo hay que cambiar las situacio-nes y cómo caminar hacia un futuro distinto más adecua-do a la dignidad de la persona y de las sociedades. Elproblema se produce cuando esta ética de racionalidadabstracta vive de imperativos formales. En este caso todose subordina a principios y no se es capaz de compaginarestos principios con el discernimiento concreto de lassituaciones.

Los griegos insistían en que la justicia siempre se teníaque compaginar con la prudencia. Intentar implantar idea-

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se codifica pero que, sin embargo, son los dinamismosinteriores desde donde la persona se abre a la realidady toma conciencia de la dignidad de su propio ser.

·El segundo rasgo de la sabiduría existencial suponela capacidad de integrar racionalidad y compasión. Lacompasión entendida no de forma paternalista sinocomo la capacidad del corazón para poder percibir a laspersonas en su unicidad y sobre todo en el mundo delas relaciones interpersonales. Esta combinación deracionalidad y compasión implica asumir los valoresincondicionales y vivirlos desde el corazón. El corazóntiene órganos que iluminan la realidad y el encuentroentre personas y abre horizontes de sentido y de espe-ranza que ninguna racionalidad formal puede captar. Lasabiduría existencial no se centra únicamente en elcomportamiento sino en cómo la persona se sitúa anteel otro.

·El tercer rasgo es más sutil pero muy importante. Sonlos sentimientos básicos de la existencia. Se puede sercoherente y mantener firmemente las convicciones y losimperativos éticos y no tener confianza en la vida ni enlos otros. Sin confianza en la vida y en los otros, ¿quéética se puede construir? Lo mismo ocurre con el apren-dizaje del agradecimiento, es decir, la capacidad depoder percibir la realidad como un don, no como unapropiedad que hay que dominar. Estos sentimientosbásicos son el subsuelo que humaniza la ética, porquesi la ética no es humanizada desde este subsuelo termi-na volviéndose contra el hombre.

·El cuarto rasgo supone la apertura a las cuestionesúltimas de sentido. ¿Por qué la dignidad del hombre?¿En qué se fundamenta? ¿Cuál es el sentido del sufri-

les o principios sin tener en cuenta situaciones concretas,ni la viabilidad real para poder alcanzarlos se convierte enuna ética de imperativos rígidos. Una ética que se rige porimperativos rígidos termina siendo lo contrario de la ética,es decir, la negación de la persona.

LLaa ssaabbiidduurrííaa eexxiisstteenncciiaallEl tercer nivel de experiencia ética es lo que vamos a

denominar sabiduría existencial. Este nivel depende funda-mentalmente de procesos de experiencia personal demodo que se ha podido pasar de una ética normativa o deuna ética de principios a una ética de sabiduría existencial.Vamos a ofrecer los rasgos más importantes de este nivelde experiencia ética.

·En primer lugar, situamos la actitud de autenticidadexistencial. Es importante distinguir entre la autentici-dad moral y la existencial. La autenticidad moral signifi-ca que uno obra según lo que piensa y que su vida escoherente con sus creencias, principios y convicciones.La autenticidad existencial es más honda y radical. Laautenticidad existencial se sitúa antes que todos loscódigos. Implica afirmar y elaborar cuestiones como«tengo derecho a ser yo mismo/a» o «debo tomar lavida en mis manos». Preguntarnos «¿qué voy a hacercon esa vida?» o «¿qué criterios prácticos voy a utili-zar?» es un segundo momento. El primer momento, elde la autenticidad existencial, supone que la personatoma la vida en sus manos, que tiene conciencia de suresponsabilidad de ser persona y desde ahí intenta serfiel a sí mismo. La autenticidad existencial implica nohuir de lo real, ser capaz de abordar conflictos, preferirverdad a seguridad… Esta actitud, previa a las decisio-nes concretas de conducta, supone un proceso deautonomía y de percepción de la ética a un nivel que no

La ética como punto de encuentro

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miento, de la vida y de la muerte? ¿Por qué la éticaexige imperativos incondicionales pero la realizaciónpráctica nunca puede ser ideal sino sólo posible?Puede ocurrir que una persona desde esta sabiduríaexistencial llegue a la conclusión de que el sentido dela vida es exactamente la ética. Por otro lado, desdeun punto de vista creyente, se puede fundamentar elsentido de la ética en la palabra de Dios. Las dos posi-ciones son perfectamente legítimas porque las dostienen el mismos punto de encuentro: la persona y lahumanización.

La pregunta llegados a este punto es cómo llegar a estenivel de la ética como sabiduría existencial. Evidentemen-te, no se aprende en los libros, requiere un aprendizaje através de procesos personales. Algunos requisitos parallegar a este nivel de experiencia ética.

·Es requisito necesario una madurez psicológica. Este proce-so supone que la persona tiene capacidad de autonomía yque no la entiende como defensa de otro sino como fideli-dad a sí mismo que precisamente posibilita la convivenciacon el otro. Sin esta madurez psicológica difícilmente seproducen procesos de niveles superiores de ética.·Este nivel de experiencia ética supone también la capa-cidad de integrar la autonomía personal con la intersub-jetividad, es decir, con la relación con los otros. ·Es necesario, además, desarrollar la capacidad de inte-grar lo concreto con lo universal. Por eso es tan impor-tante en todo lo relacionado con la ética no reducirlotodo a códigos o a ideales sino prestar atención a laética como proceso de humanización.

3. El encuentro como cuestión ética

Una observación de entrada, al hablar de encuentro parti-mos de una experiencia humana. Esta experiencia implicaque somos capaces de encontrarnos más allá de las diferen-cias y que cuando se producen realidades que amenazan elencuentro, se puede encontrar un ámbito común. El encuen-tro se da a pesar de todo, o mejor, a través de todo. ¿Cuálesson los rasgos éticos que posibilitan este encuentro?

·En primer lugar, el respeto. El respeto no supone mera-mente lo que se suele formular como «tú tienes tu vida yyo la mía». A menudo, se utiliza la tolerancia como un prin-cipio individualista para que nadie se meta con nuestravida. Eso puede ser un criterio social, de sentido común enalgunos casos aunque no siempre. Es necesario distinguirel respeto o la tolerancia como principio ético, que supo-ne la dignificación del otro, del respeto como criterio deconvivencia social. Para llegar a un encuentro hace faltatratar al otro en su propia dignidad, piense como piense,sea su conducta como sea. Se puede estar de acuerdo ono pero la dignidad del otro es inviolable.

·El segundo rasgo que posibilita el encuentro es laconfianza. Los seres humanos tenemos una enorme capaci-dad para desconfiar del otro porque lo percibimos como

distinto y como amenaza. La desconfianza es exactamentelo que mina todas las relaciones; en la vida familiar, en losgrupos y cuando hay que llegar a decisiones consensuadas.

·En tercer lugar se sitúa la necesidad de encontrar unaplataforma común que parte de la racionalidad. Desde unpunto de vista científico, esto es muy claro. Los parámetroscientíficos son universales porque la ciencia opera sobre unaracionalidad objetivable. Pero, cuando se trata de la convi-vencia humana y de la ética, la racionalidad funciona de unmodo muy distinto. Es importante hacer esta distinciónentre la racionalidad científica y la racionalidad que requie-re esta plataforma común que busca lo universalmentehumano y donde podemos encontrarnos a pesar de las dife-rencias ideológicas, culturales o religiosas. Si no, corremosel riesgo de caer en códigos cerrados que desembocan enmuchas de las batallas que actualmente se dan en la socie-dad ya que no se distingue dónde podemos encontrarnos ydónde no podemos encontrarnos. Por ejemplo, una educa-ción que no tenga en cuenta esta plataforma común de laracionalidad puede desembocar en una lucha ideológicapor el poder o en una lucha por el poder ideológico.

·El cuarto rasgo implica un empeño y una voluntad explí-cita de llegar a un consenso, máximo o mínimo. Estorequiere simultáneamente capacidad de colaboración. Seañade, además, un matiz que habitualmente se vincula conel mundo religioso pero que supone un sexto sentido paralo humano: que el otro sea considerado prójimo. Esto nosupone que se le ame sino que sea considerado y vividocomo prójimo, es decir, que no es simplemente «el otro»,sino que es alguien conmigo, junto a mí. La cercanía queimplica no es necesariamente afectiva pero sí necesita unaprendizaje de empatía. Una relación de consenso no sebasa en la simpatía pero sí en la empatía, que significa lacapacidad de situarse en el otro. Sin esa capacidad no hayposibilidad de encuentro con el otro. La tendencia habituales la de construir «sistemas frente», sin embargo, es nece-sario romperlos para construir posibilidades de encuentroy esto supone actitudes.Por ejemplo, no puede haber una auténtica democracia

sólo con criterios formales de cómo se organiza la sociedad,un estado o unos partidos. A menudo, las democraciasformales ocultan la falta de ética democrática. Una demo-cracia no puede construirse sin un sentido ético. Suponerespeto a la libertad y a la diferencia, supone la capacidadde vivir con reglas de consenso y también la capacidad deasumir el pluralismo como camino.Otro ejemplo relacionado con esto tiene que ver con la

conocida como asignatura para la ciudadanía. Es importanteestablecer una ética civil que no dependa de las ideologíaspara evitar caer en una lucha por el poder ideológico. Sepuede tener una opinión distinta sobre este tema pero unasociedad que no se plantee seriamente una ética civil difícil-mente podrá asumir la realidad plural en que vive. Dicho de otra manera, se necesitan encuentros que

humanicen y no puede haberlos si no hay una ética comopresupuesto, pero a su vez, la ética nos lleva a encuentrosdonde podemos hablar de procesos de humanización.

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La ética como punto de encuentro

mo social ni los pluralismos de otras religiones suponeotro obstáculo para la ética del encuentro. En este puntose plantea una cuestión de fondo, ¿puede tener el errorlos mismos derechos que la verdad? La respuesta que seha ofrecido, desde un punto de vista religioso, es que elerror no tiene los mismos derechos que la verdad y pues-to que la verdad ya está dada en la Iglesia quienesquedan fuera no pueden tener los mismos derechos. Sinembargo, ni la verdad ni el error tienen derechos, sólo lapersona es sujeto de derechos. Esto cambia radicalmen-te el panorama y eso es exactamente lo que posibilitauna ética del encuentro.·Por último, cuando no hay ética, la ética está sustituidapor el individualismo feroz o cuando la ética es confun-dida con el mínimo de los mínimos con afirmaciones deltipo «puedo hacer lo que me parezca con tal de no hacerdaño a nadie»; con esos principios es imposible construiruna humanización.

3.2. Frutos de la ética del encuentro

Construir poco a poco una ética que posibilita elencuentro puede generar consecuencias esperanzadoras.Mencionaremos algunas de las más significativas.·Mientras se desarrolla este camino de encuentro ya seestá dando un proceso de humanización. Y cuando estecamino de encuentro no es sólo de intereses sino queestá iluminado por criterios éticos entonces la humaniza-ción tiene verdaderas raíces. Los intereses van y vienen,el sentido ético tiene dificultades pero permanece. En lapráctica hay que tener en cuenta esos intereses. A eso lellamamos aprendizajes, destrezas, combinar justicia yprudencia, etc.·Lograr espacios comunes de paz y de convivencia. Siestos espacios comunes son valores que promocionan al

En este punto cabe hacerse la siguiente pregunta ¿no esesto demasiado ingenuo o utópico? Lo es si todo se confíaúnicamente a la buena voluntad. En primer lugar, la buenavoluntad no suele ser lo más evidente pero aunque se dé nobasta con tener actitudes éticas. Necesitamos aprendizajes,destrezas, establecer reglas posibles para encuentros quehumanicen. Lógicamente, ésta es una tarea que nunca termi-na porque los conflictos pertenecen esencialmente a estatarea. Los conflictos pueden ser vividos como algo que hayque suprimir o como un camino de humanización. Elaborarlos conflictos y hacerlo desde las claves éticas es un requisi-to fundamental para el futuro de la convivencia humana.

3.1. Dificultades para el encuentro como cuestión ética

Esta ética del encuentro presenta muchas dificultades quesurgen de los distintos modos de vivir y entender la ética. Semencionan a continuación algunas de estas dificultades.·Una primera dificultad es constituir la ética en sistemascerrados, es decir, o se está de acuerdo con determina-do pensamiento ético o no, es todo o nada. Se presen-ta un pensamiento ético que, además, se justifica convalores absolutos y que, por lo tanto, o se asume o seestá fuera de la ética. Esta dificultad no es propia exclu-sivamente del mundo religioso, creencias igualmenteagnósticas se constituyen en códigos cerrados. Paraque la ética pueda ser punto de encuentro es necesarioque pase de ser un código cerrado a ser proceso yexperiencia de humanización.·Otra dificultad seria se produce cuando las causas sesitúan por encima de las personas. Se sacraliza un deter-minado proyecto político, ideológico o religioso que sesitúa por encima de las personas. Esto implica una difi-cultad grave para cualquier encuentro.·Cuando las ideologías religiosas no asumen el pluralis-

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ser humano hay mucho más que una pacificación social,hay una auténtica educación social. ·La conquista de una ética civil consensuada. Para ello esimportante discernir dónde podemos estar de acuerdo ydónde no podemos estar de acuerdo. Y, por supuesto,es igualmente importante distinguir el derecho de loscriterios éticos. En temas que pueden dar lugar a laconfrontación hay que distinguir entre el consenso jurí-dico en una determinada sociedad plural y los proble-mas de discernimiento ético. Se trata de establecer unasnormas de convivencia sin confundir lo legal con loético, es decir, que algo no sea ilegal no implica necesa-riamente que sea ético. ·Lograr una plataforma para el diálogo interreligioso. Lasreligiones tienen el peligro de que, al percibir la experien-cia religiosa como verdad absoluta, se construya esaverdad como un sistema sin fracturas. Este hecho impideel diálogo interreligioso. Es necesario construir una plata-forma común para este diálogo, un pacto humanista cuyoprimer punto de referencia sea la Declaración Universalde los Derechos Humanos. Si no, se corre el peligro deque las religiones tiendan a los fundamentalismos. Hay unprincipio esencial para esta plataforma: la fe es para laspersonas, las personas no son para la fe.·Actualmente nuestra conciencia de la humanidad ya esplanetaria y esto nos obliga poco a poco a construir unaética mundial. Esto se aplica a la ONU, a los tribunalesde la ONU y a los diálogos interreligiosos e intercultura-les. Evidentemente hay que comenzar siempre por pocopero sería uno de los frutos más importantes. ·Desarrollar una ética de la ecología. Allí donde están enjuego los principios de convivencia que se liberan de siste-mas es donde es necesaria esta ética para el encuentro.

4. Cuestiones pendientes

De todos modos, algunas cuestiones pendientes quedanpara la reflexión.

·Una primera cuestión, ¿qué necesita una persona paravivir una experiencia de este tipo de ética? Las grandesdificultades para que los humanos se muevan se dan enel ámbito de las motivaciones, ¿qué nos motiva? ¿Lamoda? ¿La conciencia individual? ¿La sabiduría existen-cial? ¿La fe? Sin motivaciones no hay conducta y al finallos grandes problemas siempre se dan en este terreno. ·Otra cuestión pendiente muy importante es ¿cómo inte-grar la identidad personal, social, cultural, religiosa con locomún humano? Es una gran conquista el que se puedadiferenciar que encontrarnos en lo común no debe diluir laidentidad. La ilustración desde el siglo XVIII ha usado cons-ciente o inconscientemente como criterio la necesidad deliberarse de lo particular y de la identidad porque suponenun obstáculo para llegar a lo universal y a la humanización.Sin embargo, se puede tener encuentro en lo común yseguir caminando hacia procesos cada vez mayores dehumanización desde la identidad. ·¿Dónde se fundamenta en última instancia la ética? Esotro tema pendiente. Hay pensadores que afirman quelas grandes religiones no son más que estadios previosa esta ética universal y que deben ser superadas paraencontrarnos en lo común. Las religiones son valoradaspor su contribución a los procesos éticos de la humani-dad pero sostienen que no es necesario ningún sentidoúltimo religioso para fundamentar la ética. Ofrecemosalgunas matizaciones a este pensamiento. En primerlugar, una ética humanista no necesita una explicitaciónreligiosa. La racionalidad y el encuentro interpersonal,cuando la ética es sabiduría existencial, no necesitafundamentación religiosa. Segundo, quien vive la éticadesde una fundamentación religiosa tiene un modopeculiar de vivir la ética. Ni mejor ni peor, el mundo delas motivaciones es distinto y este mundo no es secun-dario. No es necesario encontrar una fundamentaciónmetafísica o religiosa para la ética porque la fundamen-tación de sentido no es algo que se deduce de ningúnpensamiento filosófico ni religioso.