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Bajo las Lilas Por Louisa May Alcott

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BajolasLilas

Por

LouisaMayAlcott

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CAPÍTULO1

Laavenidadelosolmosestabacubiertademalezas,elgranportónnuncase abría, y la vieja casona permanecía cerrada desde hacía varios años. Noobstante,seescuchabanvocesporeselugar,ylaslilas,inclinándosesobreelalto muro parecían decir: «¡Qué interesantes secretos podríamos revelar siquisiésemos! …», en tanto que del otro lado del portón, una caléndulaprocuraba alcanzar el ojo de la cerradura para espiar lo que ocurría en elinterior.

Siporartedemagiahubieracrecidodesúbitoymiradodentrociertodíade junio, habría visto un cuadro extraño pero encantador. Evidentemente,alguienibaadarallíunafiesta.

Unanchosenderode lajascolorgrisoscurobordeadodearbustosqueseunían formando una bóveda verde iba del portón hacia el «porch». Floressilvestres y malezas salvajes crecían por doquier cubriendo todo con unhermosísimomanto.Untablónsostenidopordostroncosqueestabaenmediodelsenderosehallabacubiertoporundescoloridoygastadochal,encimadelcual había sido dispuesto, muy elegantemente, un diminuto juego de té. Adecirverdad,lateterahabíaperdidosupico,lalecherasuasa,yelazucarerosu tapa,yencuantoa las tazasy losplatos, todossehallabanmásomenosdeteriorados; pero la gente bien educada no toma en cuenta esasinsignificanciasysólogentebieneducadahabíasidoinvitadaalafiesta.

A cada lado del «porch» había un asiento, y quien hubiera atisbadocuriosamente a través de la cerradura del mencionado portón, habríasorprendidounespectáculoextraordinario.Sobreelasientoizquierdoseveíansietemuñecasyseissobreelderecho,yentalestadoseencontrabancasitodasellas—laquenoteníaunbrazodemenosmostrabalacaraoelvestidollenode manchas— que cualquiera hubiese podido pensar que se trataba de unhospitaldemuñecasyquelaspacientesaguardabanlahoradelté.Graveerror,pues si el viento hubiera levantado el cobertor que las tapaba, se habríaobservadoquetodasestabancompletamentevestidasyquetansóloreposabanhastaquelafiestacomenzase.

Otrodetallequehabríaasombradoaquiennoconocieselascostumbresdeestas criaturas, era el aspecto que ofrecía una decimocuarta muñeca concabezadechinoqueatadaporelcuellopendíadelherrumbradollamadordelapuerta.Unracimodelilasblancasyotrodelilasrojasseinclinabanhaciaella;unvestidodecoloramarilloadornadoconunfestóndefranelarojaenvolvíasu cuerpo; unaguía depequeñas flores coronaba sus lustrososbucles, y suspiececitos calzaban un par de botas azules. Una sensación de sorpresa y

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angustiahabríaestremecidoaquienquieraquepresenciaseesaescena,porque¡oh!,¿porquéhabíancolgadoaesahermosamuñequitadelantedelosojosdesus trece hermanas? ¿Era acaso una criminal cuyo castigo observaban lasdemás con mudo horror? ¿O era un ídolo al cual adoraban con humildedevoción?Niunacosanilaotra,amigosmíos.LapequeñaBelindaocupaba,omejor dicho, colgaba del puesto de honor porque se festejaba su séptimoaniversario y tan magno acontecimiento iba a ser celebrado con una granfiesta.

Era evidente que sólo se aguardaba una señal para dar comienzo a lacelebración,mastanperfectaera laeducacióndelasmuñecasqueniunodelos veintisiete ojos (Hans, el holandés, había perdido el derecho) miro endirecciónalamesaoparpadeoligeramentemientraspermanecíanenperfectoordenobservandoaBelindaconmudaadmiración.Ésta, incapazdedominarlaalegríayelorgulloquehenchíasupechodeaserrínamenazandohacersaltarlaspuntadas,dabapequeños saltos al compásdelvientoquemovía su faldaamarillaeimitabaunpasodebailegolpeandoconsusbotitascontralapuerta.Parecíaqueno le resultabadolorosoestarcolgada,puessonreíaalegrementecomosilacintarojaqueteníaatadaalcuellonolemolestaralomásmínimo.Enconsecuencia,¿quiénpodíaapiadarsedeellasidemostrabahallarse tanagustoenaquellasituación?Poresoreinabaallíunsilenciotanagradablequeni siquiera turbaba el ronquido de Dinah, la punta de cuyo turbante era loúnicoqueasomabadelcobertor,oelllantodelapequeñaJanequeteníaunode sus piececitos torcido de tal manera que hubiera hecho proferir ayes dedoloraunacriaturamenoseducadaqueella.

Enesemomentoseoyeronvocesqueseaproximabanyporlaglorietadeunsenderolateralseacercarondosniñas,unadelascualestraíaunajarraentantoquelaotrasosteníaconcuidadounacanastacubiertaconunaservilleta.Parecíanmellizas,peronoloeran,yaqueBabe,quienmedíaapenasdosotrescentímetrosmásqueBetty,eraunañomayorquesuhermana.Llevabanambasvestidosdepercaloscurobajo los limpiosdelantalesrosadosconfeccionadosexpresamente para usarlos en aquella especial ocasión, lo mismo que lasmediasgrisesylasgruesasbotas.

Las caritas redondas y tostadas por el sol de las dos niñas mostrabanmejillassonrosadas,susnaricitaseranrespingadasypecosas,pícaroslosojosazules, y largas las trenzas que colgaban a sus espaldas (como las de lapequeñaKenwigses).

—¿Nosonpreciosas?—exclamóBabcontemplandoconmaternalorgullolahilerademuñecasqueestabaalaizquierda,lascualeshabríanratificado:

—¡Somossiete!…

—Muy bonitas, peromiBelinda las supera a todas. ¡Creo que jamás ha

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existidounacriaturatanmaravillosa!…—YBettydejolacestaparacorreraabrazarasupredilecta,quegolpeabalostalonesengozosoabandono.

—Mientras acomodamos a los niños el pastel irá enfriándose. ¡Hm!…¡Quédeliciosamentehuele!…—dijoBablevantandolaservilletaymetiendolanarizdentrodelacestaparaaspirarelapetitosoaroma.

—¡Dejaunpocodeolorparamí!…—ordenóBettycorriendoaaspirarlapartedesabrosoaromaquelecorrespondía.

Las respingadas naricillas aspiraron con fruición mientras los ojosbrillabanglotonesalcontemplarelricopastel,tostaditoyesponjoso,conunagranBdibujadaconcremayunpocotorcidahaciauncostado.

—Reciénaúltimomomentomamámediopermisoparadecorarla.Poresose torció. Pero daremos ese trozo a Belinda y así quedarámejor—observoBetty,quien,porserlamadredelahomenajeada,dirigíalafiesta.

—Coloquémoslas aquí alrededor así tambiénellaspuedenver—propusoBahentantoquesaltandoybrincandoreuníaasupequeñafamilia.

Bettyestuvodeacuerdoconella,yduranteunosminutosambasestuvieronmuyocupadassentandoasusmuñecasalrededordelamesa;porquealgunasde sus queridas criaturas eran tan cojas y otras tan rígidas que tuvieron quefabricar toda clasede asientos para acomodarlas.Cumplida esta difícil tarealas amorosas madrecitas dieron un paso hacia atrás para disfrutar delespectáculoqueera,porcierto,imponente.Belinda,sentadacongrandignidada la cabecera de la mesa, sostenía entre las manos que descansabangraciosamente sobre su falda, un pañuelo. Joseph, su primo, en el otroextremo,lucíaunelegantetrajerojoyverdeyunsombrerodepajaelcual,porserdemasiadogrande,restabagallardíaasubizarrapersona.Acadaladodelamesa se sentaban los demás invitados, los cuales, por la variedad de sutamaño, expresión y atavío producían un extraño efecto que acentuaba laabsolutaignoranciadela,modaquerevelabansusvestidos.

—A ellos les complacerá vernos tomar el té. ¿Olvidaste los bollos?—preguntóBettyansiosamente.

—No; los tengo en el bolsillo.—YBah extrajo de ese extraño aparadordosdesmigajadosbollosque salvaradel almuerzoy reservasepara la fiesta.Los cortó y dispuso en platos circularmente alrededor de la torta, que aúnestabadentrodelacesta.

—Mamánopudoguardarnosmucha leche,demodoquemezclaremos laque nos dio con un poco de agua. Además ella dice que el té demasiadocargadonoesbuenoparalosniños.

YtranquilamenteinspeccionóBablapequeñacantidaddelechequedebía

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alcanzarparasatisfacerlaseddetodalaconcurrencia.

—Sentémonosydescansemosmientrassecoloreaeltéylatortaseenfría;¡estoy tan cansada!…—suspiróBetty dejándose caer sobre el umbral de lapuerta y estirando sus piernas regordetas que todo el día habían andado deaquí para allá, yaque— los sábados, así comohaydiversioneshay tambiénobligaciones que cumplir, y hubo que hacer varios trabajos antes de quellegaraelmomentodegozardeaquellaextraordinariadiversión.

Bah seubicó a su ladoymiródistraídamentehacia el portóndondeunagrantelarañabrillababajolosrayosdelsoldelatarde.

—Mamádicequevaairalacasagrandedentrodedosotresdías,puestoque, pasada la tormenta, vuelve todo a estar secoy tibio; ynosotros iremosconella.Duranteelotoñonopudimosirporqueteníamostosconvulsayhabíaallí mucha humedad. Ahora podremos ver muchas cosas bonitas. ¿No teparecequeserámuydivertido?—observóBahdespuésdeunapausa.

—¡Sí,contodaseguridad!Mamádicequeenunadelashabitacioneshaymuchoslibrosyyopodrémirarlosmientrasellarecorrelacasa.Puedeserquetengatiempodeleeralgunoqueluegotecontaré—prometióBetty,aquienleencantabanlashistoriasypocasvecesteníaoportunidaddeleeralgunanueva.

—Yopreferiría subir al desvány ver la rueca, los grandes cuadros y loscuriososvestidosqueguardaelarcónazul.Memueroderabiacuandopiensoque todas esas maravillas con las cuales podríamos divertirnos tanto estánguardadasallíarriba…¡Avecesmedanganasdeecharabajoesaviejapuerta!…—YBahgiróenredondodandoungolpeconsusbotas—.Noterías,quetú lo deseas tanto comoyo—agregó, retrocediendo algo avergonzadade suimpaciencia.

—Nomerío.

—¿Ah,no?¿Suponesquenomedoycuentacuandolagenteseríe?

—Puesteaseguroqueteequivocas.

—Túteríes…¿Cómoteatrevesamentirasí?

—SirepitesesoalzaréaBelindaymeiréderechitoacasa.¿Quéharástúentonces?

—Mecomeréelpastel.

—¡Noloharás!Mamádijoqueeramío;túerestansólounainvitada,demodoque,otecomportascomosedebeoaquíconcluyelafiesta.

EstaterribleamenazacalmóalinstanteelenojodeBab,quienseapresuróacambiardetema.

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—Bueno,nodiscutamosdelantedelosniños.¿Sabesquemamáhadichoque la, próxima vez que llueva nos permitirá jugar en la cochera y guardarluegolallave?

—¡Qué bien!… Eso lo dice porque le confesamos que habíamosdescubiertolaventanabajolaviñaynoobstantepoderhacerlonoentramosenlacochera—exclamóBettysinrastrosderencorhaciasuhermana,yaquealcabo de diez años de vivir con ella estaba acostumbrada a su carácterarrebatado.

—Meimaginoqueelcocheestarátodosucioyllenoderatasytelarañas;pero nome importa.Túy lasmuñecas serán los pasajeros, y yo, sentada alpescante,conduciré.

—Siempreerestúelconductor…Yoquisieraserloalgunavez,enlugardehacer siempre el papel de caballo y llevar en la boca un trozo de maderamientras tú me tiras de los brazos —chilló la pobre Betty, quien estabacansadadehacerdecabalgadura.

—Creo que lomejor será que vayamos a buscar el agua—sugirióBab,quienconsideróconvenientehacercomoquenooíalasquejasdesuhermana.

—Nodebehabermuchaspersonasqueseatrevanadejarsolosasushijosfrenteaunpasteltantentadorconlacertezadequeellosnilotocaránsiquiera—dijo Betty orgullosamente mientras se alejaban hacia la fuente llevandosendosrecipientesenlamano.

¡Ay! …, ¡cuán pronto se desvanecería la confianza de estas buenasmadrecitas!… No habían pasado cinco minutos cuando, de regreso ya,sorprendieron una escena que las dejó atónitas al mismo tiempo que seestremecíande temor.Rígidas, boca abajo, yacían las catorcemuñecas, y latorta,latanapetecidatortahabíadesaparecido…

Durante un instante las dos pequeñas permanecieron inmóvilescontemplandolaterribleescena.MasBab,reaccionandodesuestupor,arrojólejosdesíeljarrodeaguayhaciendoungestoamenazadorconelpuñogritóconfuria:

—¡HasidoSally!…JuróquesevengaríademíporcastigarlacuandoellamolestabaalapobreMaryAnnyha,cumplidosujuramento.Pero¡yamelaspagará!… Corre tú por ese lado. Yo la buscaré por este otro. ¡Rápido!¡Rápido!

Y salieron corriendo: Bab hacia adelante y la asombrada Betty doblóobedientemente en dirección opuesta y se alejó tan ligero como se lopermitieronsuspiernas,mojándoseconelaguadeljarroqueaúnconservabaenlamano.Dieronvueltaalrededorde lacasayseencontraronenlapuerta

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delfondo,sinhaberdadoconlosrastrosdelladrón.

—¡Enlacalle!—gritóBab.

—¡Bajolafuente!—jadeóBetty,ycorrieronambas,unaparatreparsobreunaspiedrasymirarporencimadelmurohacialacalle,entantoquelaotraseprecipitabahaciaelsitioqueacababandeabandonar.PeroBabnodescubriónadamásquelascaritasinocentesdelascaléndulasyBettysólologróasustarconsubruscaapariciónaunpajarilloquetomabasubañoenlafuente.

Regresaronambasadonde lasaguardabaunanuevasorpresaque lashizosobresaltaryproferirungritódetemormientrasescapabanarefugiarseenel«porch».

Un extraño perro estaba tranquilamente sentado entre los despojos delfestínsaboreandolosúltimosbollosquequedaban.

—¡Qué animal malvado!… —chilló Bab con deseos de pelear, peroatemorizadaporelaspectodelanimal.

—Separeceanuestroperrodelanas,¿verdad?—susurróBettyhaciéndoselomáspequeñaposibletrasdesuvalientehermana.

Yasí era enefecto,porqueaunquemásgrandey sucioqueelperritodejuguete,eseperrovivoteníaigualqueaquélunaborlaenlapuntadelacola,largospelosenlaspatasyelcuerpolamitadpeladoylamitadpeludo.Perosusojosnoerannegrosybrillantescomolosdelotrosinoamarillos,sunarizroja husmeaba descaradamente como si se tratara de descubrir dónde habíamástorta.Yporciertoqueellanudoperritodejuguetequedescansabasobrela repisa de la sala jamás había hecho las pruebas con las cuales el extrañoanimalsedisponíaaaumentarelasombrodelasdosniñas.

Sesentóprimeroyalargando laspatasdelanteraspidió limosnacon todagentileza.Enseguidalevantólaspatastraserasycaminócongraciayfacilidadsobrelasdelanteras.Nohabíanvueltolasniñasaúndesuasombrocuandoyaelanimalbajaba laspatasy levantando lasmanosdesfilabaconairemarcialimitando a un centinela. Pero la exhibición culminó cuando el animal,tomándoselacolaconlosdientes,bailóunvalspasandosobrelasmuñecasyyendohastaelportónyregresandootravez.

BabyBetty,abrazadas,sóloatinabanaproferirchillidosdealborozo,puesnunca habían presenciado un espectáculo tan divertido. Pero cuando laexhibiciónconcluyóyelperrojadeandoyladrandoseacercóaellasylasmiróconsusextrañosojosamarillos ladiversiónvolvióa trocarseenmiedoy lasniñasnoseatrevieronamoverse.

—¡Chist,vete!…—ordenóBab.

—¡Fuera!…—articulótemblorosamenteBetty.

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Paraaliviodeambas,ellanudoanimalsedesvanecióconlamismarapidezcon que apareciera.Movidas por unmismo impulso las dos niñas corrieronparaverhaciadóndesehabíaidoytrasunabreveinspeccióndescubrieronelpompóndelacolaquedesaparecíapordebajodeunacerca.

—¿De dónde habrá venido? —preguntó Betty sentándose a descansarsobreunapiedra.

—Másmeagradaríasaberadóndesefueparairadarlesumerecidoaeseviejoladrón—gruñóBabrecordandolasfechoríasdelanimal.

—¡Ojalápudiésemoshacerlo!¡Esperoquesehayaquemadoconla torta!…—rezongópor suparteBetty, acordándosecon tristezade las ricaspasasqueellamismapicaraparaquesumadrepusiesedentrodelatortaquehabíanperdidoparasiempre.

—Lafiestasehaestropeado,demodoquelomejorserávolveracasa.—YconpesarsedispusoBabaemprenderelregreso.

Betty frunció la boca como si estuviera por echarse a llorar, perorepentinamente,rompióareírnoobstantesuenojo.

—¡Quégraciosoestabaelperrobailandoendospatasygirandosobresucabeza!…—exclamó—.Amímegustaríaverlootravezhaceresaspiruetas,¿yati?

—También, pero eso no impide que continúe odiándolo. Quisiera saberque dirá mamá cuando… ¡Oh!… ¡Oh!… —y Bab se calló súbitamenteabriendounosojostangrandescasicomolosazulesplatitosdeljuegodeté.

Betty miró a su vez y sus ojos se dilataron aúnmás, porque allí, en elmismo sitio donde la pusieran ellas estaba la torta perdida, intacta, como sinadielahubieratocado,solamentelaBsehabíatorcidounpoquitomás…

CAPÍTULO2

Ambas permanecieron silenciosas por espacio de unminuto, ya que tangrandeerael asombroqueno teníanpalabrasparaexpresarlo; luego,yaunmismo tiempo, saltaron las dosy tocaron tímidamente la torta conundedo,preparadasparaverlavolarporlosairesarrastradasporalgunafuerzamágica.Sinembargo,elpostrepermaneciótranquilamenteenelfondodelacesta.Lasniñas exhalaron entonces un profundo suspiro de alivio porque, aunque nocreíanenhechicerías,loqueacababadeocurrirparecíacosademagia.

—¡Elperronolacomió!…

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¡Sallynoselallevó!…

—¿Cómolosabes?

—Ellanonoslahabríadevuelto…

—¿Quiénlohizo,pues?

—Loignoro,perodecualquiermanera,loperdono.

—¿Quéharemosahora?—preguntóBettypensandoquedespuésdeaquelsustoibaaserimposiblesentarsetranquilamenteatomarelté.

—Comamosla torta lomásrápidoquepodamos.—Ydividiendola tortaconunsologolpedecuchilloBabasegurósutrozocontratodoposibleriesgo.

Pronto le dieron fin acompañándola con sorbos de leche, y mientrascomíanapresuradamentenodejabandemirarenderredor,puestemíanqueelextrañoperrovolvieraaaparecer…

—Bueno,¡quisieraverahoraquiénseatreveaquitarmemitrozodetorta!…—exclamóBabensondedesafíoalmismotiempoquemordíasumitaddelaB.

—¡O elmío!…—tosióBetty, ahogada por una pasa que no quiso pasarrápidamenteporsugarganta.

—Deberíamoslimpiartodoestoysimularquenosazotóunterremoto—sugirióBab, juzgandoque sólo semejante conmociónde la naturalezapodíaexplicarelaspectodesoladoqueofrecíasufamilia.

—¡Buena idea!… A mi pobre Linda la golpearon en la nariz. ¡Queridamía!…¡Vencontumamáqueellatesanará!—murmuroBettylevantandoasuídoloqueyacíaentreunamarañadepastoylimpiandoelrostrodeBelindaque,sinembargo,sonreíaheroicamente.

—Con toda seguridad que esta noche tendrás tos ferina. Sería buenopreparar una tisana con un poco de agua y el azúcar que nos queda…—manifestóBabaquienagradabaenextremoinventarrecetasparalasmuñecas.

—Quizás ocurra lo que tú dices, pero entretanto no necesitas ponerte aestornudar por mis hijos —replicó Betty fastidiada, pues los últimosacontecimientoshabíanalteradosunaturalcarácterconciliador.

—¡Yonoestornude!…Bastantetengoconconversar,llorarytoserpormispobrescriaturasparaocuparmedelastuyas—gritóBabmásenfadadaaúnquesuhermana.

—¿Quiénlohizo,entonces?Yoheoídounestornudocontodaclaridad—yBettymirohaciaelverdetechocomosielsonidohubieraprovenidodeallí.A excepción de un pajarito amarillo que piando se balanceaba sobre las

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grandeslilasnohabíaningúnotroservivientealavista.

—Los pájaros no estornudan, ¿verdad? —preguntó Betty dirigiendo alanimalitounamiradadesospecha.

—¡Tonta!…¡Porsupuestoqueno!…

—Me agradaría saber entonces quién anda por aquí estornudando yriéndose.Quizáseaelperro…—sugirióBettyalgotranquilizadaporesaidea.

—Excepto el de mamá Hubbard ningún perro se ríe. Pero éste es tanextrañoquetalveztambiénélseparahacerlo.¿Adóndesehabráido?—yBabechóunvistazohaciaambosladosdelaavenidaconeldeseodevolveraveralgraciosoanimal.

—Loqueseesadondemevoyairyo—dijoBettyguardandolasmuñecasensudelantalconmásapuroquecuidado—.Voyderechoacasaacontarleamamáloocurrido.Nomegustanestascosasyademástengomiedo.

—Yono,perocreoqueestáporlloverdemaneraquetambiéntendréqueirme—contestoBabaprovechandolaexcusaqueleofrecíanunasnubesquecruzabanelcielo,yaquelemolestabademostrarquesentíatemorporalgo.

Bablevantolamesarápidamentetomandoelmantelporlascuatropuntas,puso la vajilla en su delantal, amontono encima a sus hijos y declaro queestabalistaparapartir.Bettysedemoróuninstanteguardandolascosasquelalluvia podía estropear y cuando se volvía para recoger el rojo dogal quecolgaba del llamador vio sobre los escalones de piedras dos hermosas rosasrojas.

—¡Oh,Bab!…¡Mira!…Heaquí lasrosasquetantodeseábamos.¿Noesmaravilloso que el viento las haya arrojado a nuestros pies? —gritólevantándolasycorriendotrasdesuhermanaquiensealejabapreocupadasinpoderdejardepensarendeclaradaenemigaSallyFolsom.

Lasflores llenarondealegríaa lasdosniñas.Mucholashabíandeseado,peroresistieronconfirmezalatentacióndetreparsealasrejasparacortarlas.LamamáleshabíaprohibidosemejantespiruetasdesdequeBabsecayeraporquerer alcanzar una rama de madreselva que florecía sobre el dintel del«porch».

SefueronasucasaydivirtieronalaseñoraMosscontándoleloocurrido.Porqueaellanoleimpresionaronnilosmisteriososestornudosnilasextrañasrisas,eimaginóquetodoseríaconsecuenciadealgunatravesuradelasniñas.

—Ellunesharemosunaexcursiónparadescubrirquéhayocultoporallí—fuesuúnicocomentario.

Pero laseñoraMossnopudocumplir supromesaporqueel lunes llovió.

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Protegidas por sus botitas de goma, las pequeñas fueron al colegiochapoteando como dos patitos en cuanto charco encontraban. Llevaron susalmuerzos,yamediodía,entretuvieronaungrupodecompañerasrelatándoleslo que vieran hacer al misterioso perro, el cual andaba merodeando por lavecindadyhabíasidovistoporvariasniñasenelpatiodelfondodesuscasas.A todas se había dirigido como si quisiera pedirles algo, pero ante ningunahabíahecholasexhibicionesyproezasquehicieraanteBettyyBab,razónporla cual ellas se daban importancia llamándolo nuestro perro. El paseo de latortacontinuabasiendounenigma,yaqueSallyFolsondeclarosolemnementeque esa tarde, y a esa misma hora, ella había estado jugando al tejo en elgranero de Mamie Snow. A excepción de las dos niñas, nadie se habíaacercado a la viera casa, de modo que ninguna pudo arrojar una luz sobreaquelsinoalarsuceso.

Lahistoriaprodujogranefecto,puesbastalamaestrasemostróinteresadayrelatolashabilidadesdeunprestigitadorporobradequienellavieracomounapiladepastelespermanecíansuspendidosenelaireporespaciodevariosminutos. Durante el primer recreo Bab casi se desarticulo parte del cuerpotratandodeimitarlascontorsionesdelperro.Lashabíapracticadoenlacamacon gran éxito, pero el piso de madera era cosa muy distinta como lodemostrabansuscodosyrodillas.

—¡Parecíatanfácil!…Peronosécómolohizo…—dijodespuésdedarseuntremendogolpealtratardecaminarsobrelasmanos.

—¡MiDios!…¡Heloaquí!…—gritóBettyquienestabasentadasobreunapiladeleñosjuntoalapuerta,mirándoloconcuriosidad.

Se produjo una corrida general y dieciséis niñas, no obstante la lluvia,asomaron sus curiosas cabecitas como si en lugar de un pobre perro quetrotabasobreelbarrofueranaverlacarrozadelaCenicienta.

—¡Llámalo y hazlo bailar!… —pidieron las pequeñas trinando a coro.Parecíaqueunabandadadegorrioneshabíatomadoposesióndelcobertizo

—Lollamare.Élmeconoce—yBabseincorporóolvidandoquedosdíasanteshabíaperseguidoymaldecidoalanimal.

Pero,evidentemente,éstenolohabíaolvidado,porque,aunquesedetuvoylas miro ansiosamente, no se acercó y permaneció parado bajo la lluvia,manchadodebarro,moviendoconlentitudelpompóndelacolaydirigiendolapuntadesurosadanarizhaciadondeestaban,yavacías,lascanastasdelamerienda.

—Tienehambre;dalealgodecomerasíseconvencerádequenoqueremoshacerledaño—sugirióSallyofreciéndoleellamismasuúltimo trozodepanconmanteca.

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Bab tomo su cesta vacía y recogió todas las sobras y restos de comida;luegotratódeconvenceralapobrebestiaparaqueentraraacomeryabuscarunpocodeconsuelo.PeroelperrosóloseacercóhastalapuertaysentándosesobresuspatastraserassuplicóconojostanconmovedoresqueBabdejoenelsueloelcanastitoyretrocediendounospasosdijo:

—¡Está muerto de hambre!…Dejemos que coma tranquilo todo lo quequiera.

Lasniñasseretiraronhaciendocomentariosllenosdecompasióneinterés.Perohayqueadvertirquelacaridaddelasniñasnofuerecompensadacomoellasesperaban,puesnobienelperrovioelcampolibre,seabalanzohacialacesta,ytomándolaentrelosdientes,desapareciócalleabajoatodavelocidad.Lasniñaslanzarongrandesgritos,especialmenteBabyBetty,quieneshabíansidoviolentamentedespojadasdesucestanueva.Peronadiepudoperseguiralladrón,porquesonólacampanaylasniñastuvieronqueregresaraclase;maslohicieronentalestadodeexcitación,quelosvaronesseacercaronentumultoaaveriguarlacausadetamañoalboroto.

AlahoradesalidaelsolbrillabaenelcieloyBayyBettycorrieronacasapara contarle a lamadre lo que ocurriera seguras de que ella las consolaríacomolohizoefectivamente.

—Nosepreocupen,queridas;yolescomprareunacestanuevasielperronoselasdevuelvecomolavezanterior.Yaqueestámuyhúmedoparajugarafuera, iremos a visitar la vieja cochera como les prometí.No se quiten loszapatosdegomayvamos.

Laperspectivadetanextraordinariaexcursióncalmóeldesconsuelodelaspequeñas, y para allá salieron saltando alegremente por el arenoso senderomientras la señora Moss las seguía recogiéndose la falda con una mano yllevandoen laotraungranmanojode llaves.Ellasvivíanenelpabellóndeentrada,ylaseñorateníaasucargoelcuidadodelacasagrande.

La puerta pequeña de la cochera estaba cerrada por dentro, pero laprincipal teníauncandadoquefueabiertorápidamenteparapermitirque lasniñas entraran. Tal era la curiosidad y ansiedad que las embargaba, que nisiquieraatinaronalanzarunaexclamacióncuandoseencontrarondueñasdelviejo coche que tanto habían deseado. El carruaje se hallaba polvoriento ymohoso, pero tenía un asiento alto, una puertecilla, una escalerilla y variosdetalles más que a los ojos de las niñas superaban todas las maravillasimaginables.

Bah se dirigió derecho al pescante y Betty a la portezuela, pero ambasdescendieronmásrápidodeloquehabíansubidoaloírunladridoquesalíadelinteriordelcocheyunavozmuybajaquedecía:

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—¡Quieto,Sancho!…¡Quieto!…

—¿Quién está allí? —preguntó la señora Moss con acento autoritariomientrasretrocedíaendirecciónalapuertaconambasniñascolgadasdesusfaldas.

Unacabezablanca,lanudaybienconocidaaparecióporlaventanillarotayemitiendounsuavequejidopareciódecir:

«Nosealarmen,señoras;nolesliaremosdaño».

—¡Salenseguidasinoquieresquevayaabuscarte!…—ordenólaseñoraMosssúbitamenteenvalentonadaalverquepordebajodelcocheasomabaunpardepequeñoszapatospolvorientos.

—Sí, señora saldré tan pronto como pueda… —respondió una voz,humildemente, cuyodueño resultó ser un atadode harapos que surgió de laoscuridadseguidodelperro,elcualsesentóalospiesdesuama,enactitudvigilante como si quisiera decir que saltaría sobre cualquiera que osaseacercarsedemasiado.

—¿Medirás quién eres y cómo llegaste hasta aquí?—inquirió la señoraMossprocurandohablarconseveridad,aunquesumirada reflejabaunagranpiedadalposarseenlatristefiguraqueteníadelantedesí.

CAPÍTULO3

—Dispense,señora.MinombreesBenBrown,yestoyviajando.

—¿Adóndevas?

—Adondepuedaencontrartrabajo.

—¿Quéclasedetrabajosabeshacer?

—Detodounpoco.Estoyacostumbradoacuidarcaballos…

—¡Diosbendito!…¿Unacriaturatanpequeñacomotú?…

—¡Tengo doce años, señora, y puedomontar cualquier animal de cuatropatas!…—manifestóelmuchachoconungestodeorgullosaseguridad.

—¿Notienesfamilia?—preguntólaseñoraMossdivertida,perotambiénapenadaalcontemplaraquellatostadacaritadelgada,deojoshundidosporelhambreylossufrimientos,ylaharapientafiguraqueseapoyabaenunadelasruedasdelcochecomosicarecieradefuerzasparamantenersedepie.

—No, señora;no tengoanadie,y lagenteconquienvivíamecastigaba

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tantoque…meescapé—respondiócondecisiónelpequeño.

Lasúltimaspalabrasparecióhaberlaspronunciadomuyapesarsuyo,comosinohubierapodidoresistiralasimpatíadelamujerquesindarsecuentaibaganandosuconfianza.

—Entoncesnoteharéningúnreproche.Pero¿cómovinisteapararaquí?

—Estaba tancansadoquenopudeproseguirmicamino,ysemeocurrióque la gente de la casa grande podría darme algún trabajo. Pero el portónestaba cerrado y yo me hallaba tan desesperado que me dejé caer por allíafuerasinpensarennadamás.

—¡Pobrecito,meimaginotuestado!…—murmurólaseñora,mientraslasniñas contemplaban al muchacho profundamente interesadas al oírlemencionarelportóndeellas.

Elniñosuspiróprofundamenteysusojosbrillaronentantoqueproseguíasurelato;porsuparteelperroparólasorejascuandooyóquelomencionaban.

—Mientrasdescansabaoíquealguienentraba,measoméyviaestasdosniñasjugando.Confiesoquedeseélascosasqueellastraían,peroyonotoquénada;fueSanchoelquemetrajolatorta.

Bab yBetty dieron un respingo ymiraron con expresión de reproche allanudo animal el cual entrecerró los ojos con gesto humilde pero lleno depicardía.

—¿Ytúselahicistedevolver?—indagóBab.

—Sí.

—¿Yfuistetúquienestornudó?—agregóBetty.

—Sí.

—¿Yluegodejastelasrosas?—gritaronambas.

—Sí;yaustedesles,gustaron,¿verdad?

—Pues,¡esclaroquesí!…Pero¿porquéteescondiste?—inquirióBab.

—No podía presentarme con esta facha —murmuró Ben, mirando susandrajosconganasdedesaparecerenlasprofundidadesdelcoche.

—¿Cómoentrasteaquí?—preguntólaseñoraMoss,recordandodeprontosuresponsabilidad.

—Oí a las niñas hablar de una enredadera que cubría una ventanita delcobertizo,ycuandoellassealejaronlabusquéyentré.Elvidrioestárotodemodoque lo único que hice fue descorrer el pestillo.Le aseguro que no hehecho nada malo durante las dos noches que he dormido aquí. Estaba tan

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fatigado que no logre continuar mi camino a pesar de haberlo intentado eldomingo.

—¿Volvisteaquí?

—Sí,señora.Seestabamuymalbajolalluviamientrasqueestelugareracasitanacogedorcomounacasa.Además,oíconversaralasniñasySanchomeconseguíaalgodecomer.Estabamuycómodo…

—¡PorDios!…—articuló la señora almismo tiempo que levantaba unapuntadeldelantalparasecarselosojos,porquelaideadequeaquelpobreniñodesamparado había pasado dos noches con el pasto por lecho y sin másalimentoque los restosdecomidaque leconseguíaelperro ledestrozabaelcorazón.

—¿Sabes qué voy a hacer contigo? —manifestó luego procurandopermanecer serena e impasible mientras un lagrimón corría por su redondamejillayunasonrisadebondadsedibujabaenlacomisuradesuslabios.

—No,señora;peroesonomepreocupa.SólolepidoquenoseaseveraconSancho.Esmuybuenoconmigoy losdosnosqueremosmucho,¿noesasí,viejoamigo?—dijoelmuchacho,echandounbrazoalrededordelcuellodelperro,ansiosoporlasuertequepudieracorrerelpobreanimalmásqueporlasuyapropia.

—Tellevareacasa; te lavarás,vestirásyacostarásenunabuenacama,ymañana…,bueno,yaveremosqueocurremañana.

—Usted esmuy buena señora, y yo sería inmensamente feliz si pudieratrabajar para usted. ¿No tiene un caballo para que lo cuide? —preguntóansiosamenteelmuchacho.

—No,sólotengogallinasyungato.

BabyBettyecharonareíraloírasumadreyBenesbozóunasonrisa.Sinduda se habría unido a la alegría de las niñas si sus fuerzas se lo hubieranpermitido,peroletemblaronlaspiernasyexperimentóunligeromareo.AtinóasostenersetomándosedeSanchoyparpadeócomolohacenlosbúhosfrentealaluz.

—Vamos,vamosacasa.Corranniñasadelante,ponganelrestodelcaldoacalentary llenenlapavadeagua.Yomeocuparedelmuchacho—ordenólaseñoraMoss.Enseguidatomóelpulsoaaquellanuevacargaqueacababadeecharseencima,puesdeprontoseleocurrióqueelniñopodríaestarenfermoyqueentoncesseríapeligrosollevarloacasa.

Lamanoquetomóeraescuálidaperolimpiayfresca,ylosojososcuros,aunque rodeadosdeprofundasojeras,brillaban sanos.Loúnicoque tenía elniñoeraqueestabamediomuertodehambre.

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—Estoyharapiento,pero limpio.Anochemediunbañobajo la lluvia,yestosúltimosdíashevividocasipermanentementedebajodelagua—explicóelniño,extrañadodequelaseñoraloobservaracontantocuidado.

—Sacalalengua…

Élobedeció,peroenseguidalaescondióparadecirprecipitadamente:

—No estoy enfermo. Sólo tengo hambre. Durante estos tres días no hecomido más que lo que Sancho me traía y compartiéndolo con él, ¿no escierto,Sancho?

Elperroladrórepetidasvecesysepaseónerviosamenteentresudueñoylapuerta como si comprendiera cuanto pasaba y quisiera recomendar quesaliesenenseguidaenbuscadelalimentoyelabrigoprometidos.LaseñoraMoss adivinó la insinuación y rogó al muchacho que la siguiera y llevaraconsigotodassuscosas.

—Notengonadaquellevar.Unoshombresmerobaronmiatadoderopa.Poresomeencuentroenesteestado.Loúnicoqueguardoesesto.LamentoqueSancholetomara;yolohabríadevueltodebuenaganasisupiesedequiénes—ymientrashablabasacódelfondodelcochelanuevacestadelasniñas.

—Esotienearreglo:esmía.Mealegrodequefueranparatilosrestosdecomidaqueconsiguiótúperro.Yahoravamos,debocerrar—laseñoraMosshizosonarsignificativamenteelmanojodellaves.

Bensaliórenqueandoyapoyándoseenelmangodeunaazadarota,puessusmiembros estaban entumecidos de vivir en la humedad y su cuerpecitorendidoporlafatigadetantosdíasdevagarporesoscaminosbajoelsolylalluvia.Sanchomostrabagranalegría,puesadivinabaquetantolaspenascomolas fatigas tocaban a su fin, y brincaba alrededor de su amo ladrando decontento o bien se restregaba contra los tobillos de su benefactora quiengritaba:«¡Fuera!¡Fuera!»ysesacudíalafaldacomolohacíaparaespantaralgatoolasgallinas.

Unhermosofuegobrillabaenlacocinabajolaescudilladesaldoylapavaconagua,yBetty,cuyamejillamostrabaunagranmanchadetizne,agregabamásleños,mientrasBabcortabagruesastajadasdepancontalentusiasmoqueponía en peligro sus deditos. Antes de que Ben advirtiera dónde estaba, sehallabayasentadoenlaviejasilladehamacadevorandolostrozosdepanconmantecacomosólopuedehacerlounmuchachomuertodehambre.

Y Sancho, a sus pies, roía un hueso como si fuera un lobo con piel decordero.

Mientraslosreciénllegadossededicabanatangratatarea,laseñoraMosshizosaliralasniñasdelacocinaylesliolassiguientesórdenes:

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—Bab,correhastalacasadelaseñoraBartonypídelealgunaropaviejadeBilly que él ya no use. TúBetty, irás a casa de losCutters y les dirás a laseñoritaClarindyque tedéunpardecamisasdeesasquecosimos losotrosdías.Unpardezapatos,sombrero,medias,cualquiercosalevendrábienaestepobrecitoquenotienemásquehilachassobreelcuerpo.

Partieron las niñas ansiosas por poder vestir a su recogido, y tan bienabogaronporélentrelosbuenosvecinosqueBenapenassereconociócuandohoraymediamástardesaliódeldormitoriovestidoconundescoloridotrajedefraneladeBillyBarton,unacamisadealgodónqueregalaranlosDorcasycalzadoconunpardezapatosviejosdeMillyCutters.

TambiénSanchoestabamáspresentable,pues luegoquesuamosehubodadounbañocaliente, sededicóa lavara superromientras la señoraMossdabaalgunaspuntadasalanuevaropavieja.YcuandoSanchoreapareció,separecíamás que antes al perrito que estaba sobre la chimenea.El pelo biencepillado era blanco como la nieve, y el animal movía orgullosamente elgraciosopompóndelacola.

Sintiéndose respetablesypresentables, losdosvagabundosaparecieronyfueronrecibidosconsonrisasdeaprobaciónporpartedelasniñasentantoquelaseñora,conmaternalsonrisa,losacomodabajuntoalaestufa,puesambosestabanaúnhúmedosdespuésdelaprolijalimpieza.

—Confieso que no los habría reconocido —exclamó la buena mujerobservandosatisfechaalmuchacho;puesaunqueelniñoestabamuydelgadoypálido, tenía un aspecto agradable y el traje, no obstante ser holgado, lesentababien.Losalegresojosnegroslomirabantodo,lavozteníaunacentosinceroylatostadacaritaparecíamásinfantilaldesaparecerlaexpresióndedesconsueloquelaensombrecía.

—Sonustedesmuybuenas,ySanchoyyo lesestamosmuyagradecidos,señora—murmuróBen, turbadoy ruborizándosebajo lamirada cariñosadelostresparesdeojosqueestabanfijosenél.

BabyBettylimpiabanlavajilladeltécondesusadapresteza,puesqueríanestar libres para poder atender al huésped, y en el momento en que BenhablabaBabdejócaeruna taza.Paragransorpresasuyanogolpeócontraelsuelo,pueselmuchacho,inclinándoserápidamente,larecogióenelaire,yselaofreciósobre,lapalmadelamanohaciéndoleunaligerareverencia.

—¡Cielos!…¿Cómolohiciste?—preguntóBah,aquienaquellolepareciócosademagia.

—¡Bah!… ¡Eso no es nada!… ¡Mira! —Y Ben tomó dos platos y losarrojóhaciaarriba recogiéndolosenseguidaparavolverlosaarrojar, con talvelocidadqueBabyBettyquedaronboquiabiertascomosi fuerana tragarse

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losplatossillegabanacaerse,mientraslaseñoraMoss,conelrepasadoraúnentre las manos, contemplaba los saltos que daba su loza, con la ansiedadpropiadeunaamadecasa.

—¡Estovaaterminarmal!…—fueloúnicoquealcanzóadecir,mientrasBen,deseandodemostrarsugratitudenlaúnicaformaquesabíahacerlo,sacódeuncanastoquehabíaporallívariosganchosde la ropa, tiró losplatosalaire,lostomóconlosbrochesycolocandoéstossobreelmentón,lanariz,lafrente,caminóluciendoaquellaespeciedehongosquelehabíansalidoenlacara.

Las niñas se divertían enormemente, y la señora Moss estaba tanentretenidaquehastahabríasidocapazdeprestarlelasoperadeporcelanasielmuchachose lahubiesepedido.PeroBensehallabacansadoparademostrartodas sus 'habilidades esa misma noche, de modo que se detuvo casiarrepentidodehaberiniciadoaquellamaravillosaexhibición.

—Se me ocurre que has trabajado con algún malabarista —insinuó laseñoraMoss,quienobservódeinmediatoquelacaradelmuchachoreflejabaaquellamismaexpresiónquetomaracuandodijerasunombre,BenBrown;laexpresióndequiennodicetodalaverdad…

—Sí,señora…SolíaayudaralseñorPedro,elReydelosMagos,yaprendíalgunosdesusjuegosdemano—tartamudeóBencongestoinocente.

—Óyeme, muchacho, es mejor que cuentes tu historia completa, sinocultarnada,delocontrariotendréqueenviarteacasadeljuezMorris.Nomegustarahacereso,porqueelseñorMorrisesunhombreunpocoduro.Sitúnohashechonadamalonotienesporquétemerqueconozcantuhistoria.Yoharécuantopuedaporti—asegurólaseñoraconseriedadalmismotiempoquesesentabaenel sillóndehamacacomoun juezquesedisponeaescucharunadeclaración.

—¡Yo no he hecho nada malo! ¡No tengo miedo, sólo que no deseoregresar,ysidigodedóndevengo,ustedescapazdehacerlessaberqueestoyaquí!…—murmuró Ben, atribulado por su deseo de confiarse a su nuevaamigayeltemordetenerquevolverjuntoasusviejosenemigos.

—Siellostemaltrataronyonuncalesharésaberdóndeestás.Cuéntamelaverdadqueyoteprotegeré.¡Niñas!,vayanustedesabuscarlaleche.

—¡Oh,mamá!,¡dejaquenosquedemosaquí!…¡Nosotrasnocontaremosniunasolapalabra!…¡Loprometemos!¡Loprometemos!…—gritaronBabyBetty consternadas ante la idea de tener que alejarse precisamente en elinstanteenqueibanapoderconocerunimportantesecreto.

—Pormípuedenquedarse—manifestóBen,gentilmente.

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—Muy bien. Quedaos entonces, quietas y calladas. Y ahora, muchacho,dime:¿¿dedóndevienes?—preguntólaseñoraMossmientraslaspequeñasseubicabancontodarapidezfrenteasumadre,enelbancoqueerapropiedaddeellas,llenasdecuriosidadysatisfechasdepoderenterarsedealgointeresante.

CAPÍTULO4

—Meescapédeuncirco—comenzóBen,peronopudocontinuar,porquelasniñas,dandounsaltogritaronaunmismotiempollenasdeentusiasmo

—¡Nosotrasestuvimosenunociertavez!…¡Quéhermosossonloscircos!…

—No pensarían así si los conocieran tan bien como yo—exclamó Benfrunciendoelceñoyencogiéndosecomosiaúnsintierasobresusespaldaslosgolpesrecibidos.

—Nosotros no los consideramos hermosos, ¿verdad, Sancho? —agregóproduciendo un ruido extraño que hizo que el perro comenzara a gemir y agolpearelsueloconlacolamientrassepegabaalospiesdesuamocomosiquisiesehacerseamigodelosnuevoszapatosdeéste.

—¿Cómo fuiste a parar allí? —preguntó la señora Moss asombrada einquieta.

—Mipadreera«elferozjinetedelosllanos».¿Nuncaoyeronhablardeél?—inquirióBenextrañadodequenoloconocieran.

—¡Diosmío,hijito!…Hacediezañosquenovoyauncircoyteaseguroqueyanorecuerdoloquevieraentonces—replicólaseñoraMossdivertidaytambiénenternecidaporlaevidenteadmiraciónquedemostrabaelhijoporsupadre.

—¿Ustedestampocoloconocen?—interrogóvolviéndosehacialasniñas.

—Nosotrasvimosvariosindios,acróbatas,alossaltimbanquisdeBorneo;vimosunpayaso,monosyunasnoenanodeojosazules.¿Eratupadrealgunodeésos?—dijoBettyinocentemente.

—¡Uf!…Mipadrenoalternónuncaconesaclasedegente.Guiabados,cuatro,seis,ochocaballosalavezymientrasfuipequeñoyoleacompañaba.Eraelprimerdomadordecaballos—explicóBencontantoorgullocomosisupadrehubiesesidoelmismísimopresidentedelarepública.

—¿Muriótupapá?—indagólaseñoraMoss.

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—Loignoroyesoesloquequierosaber.—YelpobreBencarraspeóparadisimularunsollozoqueestabaapuntodesofocarlo.

—Cuéntanosquépasó,querido,yquizásentretodospodamosdescubrirelparaderodetupapá—dijolaseñoraMossinclinándoseparaacariciarlanegracabecitadobladasobreladelperro.

—Así lo haré, señora… —Haciendo un esfuerzo compuso la voz yprosiguiólahistoria.

—Papáfuesiempremuybuenoconmigoyamímegustoiravivirconeldespuésqueabuelitamurió.Estuveconellahastaquecumplísieteaños;luegopapá me llevó consigo y me enseñó a montar. Hubieran tenido que vermeentonces todo vestido de blanco, con un cinturón dorado, subido sobre loshombrosdepapáocolgadode lacoladelviejoGeneralquegalopabavelozmenteobien, siempreconmigosobre loshombrospapáconducíadoso trescaballasmientras yo agitaba unas banderas y la gente aplaudía delirante deentusiasmo.

—¡Oh!…¿No temorías demiedo?—preguntóBetty temblandode sólopensarenaquello.

—¡Quéesperanza!…¡Amímegustabahacerlo!

—Tambiénamímehubieragustado…—exclamóBabentusiasmada.

—Luego aprendí a conducir los cuatro «ponnies» que tiraban de unapequeñacarrozacuandodesfilábamos—continuóBen—omesentabasobreelgrangloboquellevabaeneltechoelgrancarroarrastradoporHannibalyNero.Peroesonomegustaba;elgloboestabamuyaltoysesacudíamucho,elsol demasiado fuerte, los árboles me golpeaban el rostro y las piernas medolíandetenerlasrecogidas.

—¿QuiéneseranHannibalyNero?—preguntóBetty.

—Losgrandeselefantes.Papánopermitíaquemesentaranallíarribaynoseatrevieronahacerlohastadespuésqueélsehubomarchado.Entoncestuvequeobedecer,sinomecastigaban.

—¿Nadietedefendía?—interrogólaseñoraMoss.

—Sí, señora; casi todas las mujeres me protegían. Eran muy buenasconmigo, especialmente Melia. Ésta juró que no saldría a escena si megolpeaban,porqueyomenegabaaayudaralviejoBuckacuidarlososos.Demodoque tuvieronquedejarme tranquiloporqueentre lasmujeresnohabíaquienpudiesereemplazaraMelia.

—¿Teníanosos?¡Oh!,¡cuéntanos,cuéntanosquéhacían!—exclamóBabalborozada.Ellateníapasiónporlosanimales.

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—Buck era dueño de cinco osos —malos bichos— y los exhibía. PordivertirmemepuseajugarconellosenciertaocasiónyaBuckseleocurrióque sería todauna sensaciónqueyo lospresentara ante el público.Pero lososos muerden y arañan, cosa nada agradable, y uno no puede saber nuncacuandoestándebuenhumorocuandotienenganasdearrancarlelacabezadeunmordisco.PoresarazónBuckteníaelcuerpocubiertodecicatricesyyonoqueríaqueamímeocurrieralomismo.YmelibrégraciasalaintervencióndelaseñoritaSt.Johnquiensepusodemiparte.

—¿QuiéneralaseñoritaSt.John?—preguntólaseñoraalgoconfundidaaloírconstantementenombresnuevos.

—LaseñoritaMelia…LaseñoradeSmithers…Laesposadeldueñodelcirco.Éstayanousabasunombre,Montgomery,nielverdaderoapellidodeellaqueeraSt. John.Todossecambianelnombreporalgunoqueproduzcamás efecto en los carteles. Papá se hacía llamar José Montebello y yoAdolphusBloomsburyencuantodejédeserCupidoyelniñoProdigio.

Soltandolarisa,laseñoraMossseechóhaciaatrásanteelasombrodelasniñas que habían quedado muy impresionadas por la elegancia de aquellosnombres.

—Prosiguetuhistoria,Ben,ydinosporquéhuisteyquésehizodetupapá—dijo la dama recobrando la seriedad y verdaderamente interesada por lasuertedelniño.

—Puesbien,papásepeleóconelviejoSmithersypartiódeimprovisoelotoñopasado,alfinalizarlatemporada.Medijoqueibaatrabajarenunagranescuela de equitación de Nueva York y que, cuando lograra asegurar suposición,enviaríapormí.YotuvequequedarmeenelcircoyayudaraBucken sus exhibiciones de prestidigitación. Era éste un hombre bueno, yo lequería,Melia iba a verme amenudo y durante el primer tiempo no extrañénada. Pero papá no me mandaba a buscar y entonces comencé a soportarmalos tratos.SinohubierasidoporMeliaySanchomuchoantesmehabríaescapado…

—¿Quéteobligabanahacer?

—Unainfinidaddecosas,pueslostiemposerandifícilesyyodemostrabaser un muchacho listo. Así pensaba Smithers y yo tenía que obedecer susórdenes sin chistar. A mí no me importaba ayudar en los números deprestidigitación o hacer exhibiciones con Sancho, pues papá lo habíaamaestrado y él estaba acostumbrado a actuar conmigo. Pero queríanobligarmeabeberginparaquemeconservarapequeñoyyomenegaba,puessabíaqueapapánolegustabanesascosas.Solíaviajarencaramadoalcarromásaltoyesomeagradó,hastaquemecaíymelastimélaespalda.Después,

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aunquesufríahorriblementeymemareabatuvequecontinuarhaciéndolo.

—¡Quéhombrebrutodebíasereldueñodelcirco!…YMelia,¿porquénopusofinatussufrimientos?—preguntólaseñoraindignada.

—Ella habíamuerto, señora. Ya nome quedaba nadiemás que Sancho.Fueentoncescuandodecidíhuir.

TornóBenaacariciarasuperrotratandodeocultarlaslágrimasqueseleescaparonalrecordarasudifuntaamiga.

—¿Quépensabashacer?

—Encontrarapapá.Peronolohallé.NoestabaenlaescueladeequitaciónyallímedijeronquesehabíaidoalOesteacomprarpotrossalvajesparaunseñorquequeríaunatropilla.Entoncesmeencontrédesorientadosinsaberadóndeiryaqueignorabaelparaderodemipadreynoqueríaregresaralcircodonde volverían amaltratarme. Procuré ingresar a la escuela de equitación,mas allí no querían niños. Tuve, pues, que continuar mi peregrinación enbuscadetrabajoysinohubierasidoporSanchomehabríamuertodehambre.Al huir lo había dejado atado, pues no quería que dijeran, sime lo llevabaconmigo, que lo había robado. Es un perro de mucho valor, ¿sabe usted,señora? Es el mejor perro amaestrado que he visto en mi vida, y sin dudadesearánmássuregresoqueelmío.Eradepapá,yamímedolía tenerquedejarlo;noobstante,asílohice.Unanocheoscuralodejéatadoynuncapenséque volvería a verlo.A lamañana siguiente, estaba tomando el desayuno avariasmillasdedistanciadelcircocuandoloviaparecermojadoycubiertodebarro,arrastrandoun trozodesoga.Habíamordidohasta romperloelcordelquelosujetabaysiguiómispasossinperdermirastroenningúnmomento.Yanovolveréaabandonarlo,¿noesasí,viejocamarada?

Sancho había escuchado esta parte del relato con gran interés, y cuandoBensedirigióaél,selevantó,pusosuspatasdelanterassobreloshombrosdelmuchacho,lamiólacaradeésteyemitióunsuaveaullidoquepodíatraducirsetanclaramentecomosihubieradichoconpalabras:

—Quédate tranquilo,mipequeñoamo.Lospadrespuedendesaparecer ylosamigosmorir,peroyonuncateabandonaré.

Benapretócontrasíyporencimadelablancacabezalanudasonrióalasniñas,quienesbatieronpalmasdealegríaalobservaraquelcuadroencantador,y se acercaron a acariciar al buen animal para asegurarle que le habíanperdonado definitivamente el robo de la torta y la cesta.Movido por estasternezas y por unas indicaciones que por lo bajo le dio su amo, Sancho seaprestóarealizarsusmejorespruebasconextraordinariagraciaydestreza.

Baby Betty bailaban por la habitación locas de entusiasmo, mientras la

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señora Moss declaraba que le daba miedo tener en su casa un animal tanmaravilloso.LasalabanzasquedirigíanasuperrocomplacieronaBenmásdelo que leí hubieran satisfecho las dirigidas a él, y cuando el entusiasmo secalmóunpoco,elmuchachoentretuvoa suauditorioconuncolorido relatosobrelainteligenciadeSancho,sufidelidadylasnumerosasaventurasenlasqueaquélhabíadesempeñadosupartecongrannobleza.

MientraselniñohablabalaseñoraMossdeliberabaacercadeloqueharíacon él, y cuandoBen concluyóde enumerar las perfeccionesdel perro, dijoellagravemente:

—¿Tequedaríasaquísiyoteencontraraalgunaocupación?

—¡Sí, señora! ¡Me agradaría mucho quedarme!… —respondió Benentusiasmado.Élveíaunhogarenaquellacasa,y la señoraMoss leparecíacasitanbuenaymaternalcomolaseñoraSmithers.

—Bien…Mañanairéavisitaralalcaldeparaconsultarsuparecer.Noseríaextraño que te tomara para que cuidaras su establo, si eres tan listo comoaseguras. Durante el verano emplea siempre un peón, y aún no he vistoningunoporallí.¿Podríascuidarvacas?

—¡Ya lo creo!…—y Ben se encogió de hombros como si consideraseridículo que le hiciesen esa pregunta a él que había conducido a cuatro«ponnies»quearrastrabanunacarrozadorada.

—Noseráun trabajo tan interesantecomoeldemontarelefanteso jugarcon osos, pero será una tarea honrada y te resultarámás agradable azotar aBrindle y a Butter que recibir tú los azotes —declaró la señora Mossacercandoalniñosurostrosonriente.

—¡Oh, sí!…—murmuróBen con súbita humildad al recordar losmalostratosdequefueravíctimayqueleobligaranahuir.

Pocodespuésleenviaronadormiraunapequeñapieza,yaSanchojuntoconélparaquelocuidara.Aamboslesresultódifícilconciliarelsueñodebidoalruidoquehacíanlasniñasenelpisosuperior.BabinsistíaenqueeraunosoyqueibaadevoraralapobreBettyadespechodeloslamentosdeésta.Perolamadre pronto puso fin al alboroto amenazando enviar lejos aBen y a superrosinosequedanquietascomodosgatitos.

Ellasprometieronobedecerycasienseguidaestabansoñandoconcarrozasdoradas y grandes carruajes, con muchachos fugitivos, cestas quedesaparecían,perrosdanzarinesytazasvoladoras.

CAPÍTULO5

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Aldespuntareldíasiguiente,Benmiroasualrededormediodesorientado.Novioni lacarpade lona,nidescubrióencimadesucabezael techodeungranero o el azul del cielo, sino que diviso un blanco cielo raso donde seposabanungrupodemoscasmuysociables.Delexteriorllegabanasusoídoselcacareodelasgallinasyelsonidodedosvocecitasquerepetíanacorolatablademultiplicarenlugardeaquellosotrosruidosqueestabaacostumbradoa escuchar: coces de caballos, piar de pájaros, el rugido de los animalessalvajes.

Sancho,sentadofrentealaventanaabiertaobservabacomolaviejagataselavabalacaraytratabadeimitarla,mascontaltorpeza,queBenseechóareírySancho,paraocultar suconfusión saltóde la silla a la camaycomenzóalamerelrostrodesuamotanenérgicamentequeelmuchachoseescondióbajolassábanasparaescaparasucariñosalengua.

Un ruido que provenía del piso de abajo obligó a ambos a salir de unbrincodelacama,ydiezminutosdespuésunmuchachoderostrosonrienteyunperro juguetóndescendieroncorriendo laescalera.Elprimerosaludoconun:

—¡Buendía, señora!…—Yel segundoagitóalegremente la colaalolordeljamónquesefreíaenlahornallayporelcualeraparticularmenteafecto.

—¿Dormiste bien? —preguntó la señora Moss, dándole la bienvenidatenedorenmano.

—¡Yalocreo!…Jamásdormíenunacamamejor.Estabaacostumbradoadormirsobreuncolchóndehenoyacubrirmeconlamantadeloscaballos,yúltimamente,ni siquiera eso tenía: el cielo eramiúnico techoy la tierramimullidacama—bromeóBenriéndosedelaspenuriaspasadasyagradecidodelascomodidadesquelebrindaban.

—El heno no es lechomalo para los huesos jóvenes, aunque a éstos loscubratanpocacarnecomoalostuyos—comentólaseñoraMossdándoleuncariñosogolpecitoenlacabezaalpasarasulado.

—Ennuestraprofesiónnose tolera lagordura.Cuantomásdelgadomáságilparabailarsobre lacuerda flojaosaltaren los trapecios.Músculoes loquesenecesita,yahílotieneusted…

Ben estiró su bracito delgado como un alambre, el puño cerrado con laactituddeunjovenHérculesdispuestoa jugara lapelotaconlacocinasi ledabanpermisoparaello.Contentadeverlodetanbuenhumorlaseñoraseñalóelpozoqueestabaafueraydijoamablemente:

—Bien,pruebatusmúsculostrayendoaguafresca.

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Benbuscóelbaldeycorriódecididoaserútil:ymientrasaguardabaqueelbalde se llenaramiró a su alrededor y se sintió complacido por todo lo queviera: la pequeña casita rojiza con un penacho de humo que salía por lachimenea,lasdoshermanitassentadasalsol,lasverdescolinas,poraquíyporallá,camposreciénsembrados,unarroyueloqueatravesabasaltandolahuerta,pájarosquecantabanenlaavenidadelosolmosytodalatierracubiertadeesehermosocolorverdequesóloseveaprincipiosdelverano.

—¿No tepareceestomuybonito?—preguntóBabcuando lamiradadelniño,despuésdesuprolongadorecorridoenqueparecióquererabarcarlotodosedetuvosobreella.

—¡Jamáshe visto sitiomás hermoso!Sólo se necesitaría un caballo queanduviera dando vueltas por aquí para que el cuadro fuese completo —contestóBenalmismotiempoquetirabadela largasogaquesubíaelbaldellenodeagua.

—El juez tiene tres, pero los cuida tanto que ni siquiera nos dejaacercarnos a ellosy arrancarles trespelosde la colaparahacer anillos—sequejóBettycerrandosulibrodearitmética.

—CuandoeljueznoestáencasayMikelosllevaalbebedero,medejaamenudomontarelcaballoblanco.¡Estandivertidopasearsesentadasobresulomo,bajarhastaelvalleyluegoregresar!…¡Yoadoroaloscaballos!…—exclamó Bab saltando en el banco tratando de imitar los movimientos deJenny,layeguablanca.

—Meparecequeeresunaniñamuyvaliente.—YBendirigióaBabunamiradadeaprobaciónalpasarasuladosinolvidarseporesodesalpicarconaguaalaseñoraPussquearqueóellomoymostrólasuñasalveraSancho.

—¡Al tomar el desayuno!…—llamó la señora Moss; y por espacio deveinteminutospocosedijo,peroencambioelcerealylalechedesaparecieroncon tal rapidez que hasta Jack el gigante, de la bolsa de cuero, se habríaasombradodeello.

—Ahora,niñas,avolarahacervuestrosquehaceres.Tú,Ben,veycortaunpoco de leña; yo arreglaré la casa. Luego saldremos todos juntos—dijo laseñoraMossalmismotiempoqueseesfumabaelúltimobocadoySanchoserelamíalosbigotessaboreandolasmigasquedesuparteselehabíancaído.

Bensepusoacortarleñacontantoentusiasmoquelasastillasvolabanasualrededorycubríanelpisodelaleñera;Babacomodabaconpeligrosarapidezlas tazas sobreunabandejayBettybarría levantandounanubedepolvoentantoque lamadreparecía estar en todaspartes a la vez.HastaSanchoquecomprendíaquesudestinosehallabaunidoaldeestagenteprocurabaayudarasumodo:orabrincabaalrededordeBenariesgodequelecortaranlacola,

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oracorriendoameter lanarizpor los armariosyhabitacionesque la señoraMoss abría y cerraba en sus rápidas evoluciones por toda la casa, oraarrastrando el felpudo para que Betty lo cepillase o, parado sobre las patastraseras, inspeccionando los platos que lavaba Bab. Y si lo echaban no seofendíasinoqueseibaaladraraPuss,refugiadaenunárbol,espantabaalasgallinasoenterrabaconcuidadounzapatoviejodondeyahabíaescondidounhermosohuesodecordero.

Cuandotodosestuvieronpreparados,Sancho,tranquiloya,trotódetrásdelacomitivacomounperrobieneducadoyacostumbradoapasearcondamas.Sesepararonalllegarauncrucedecaminos:lasniñascorrieronalaescuelamientras la señora Moss y Ben subían la colina hasta la casona del señoralcalde.

—No te asustes, muchacho; yo me ocuparé de contarle por qué hasescapado.Sielseñoralcaldeteemplea,dalelasgraciasyprocuraserjuiciosoytrabajador.Nomecabelamenordudadequesiasílohacesprogresarás—manifestóellaalmismo tiempoquehacíasonar lacampanilladeunapuertalateralsobrela,cualbrillabaescritocongrandesletrasunnombre:MORRIS.

—¡Adelante!—chilló una voz áspera, y Ben, aunque se sentía como sifueran a sacarle una muela, siguió dócilmente a la buena mujer, la cualesbozabasumásagradablesonrisaansiosadecausarbuenaimpresión.

Un anciano caballero de cabeza blanca que leía un diario sentado en unsillón, dirigió a, los recién llegados una mirada escrutadora por sobre susanteojosydijoconuntonorudoquehabríaatemorizadoaquienignorasequebajosuampliochalecoseocultabaungrancorazón.

—¡Buenos días, señora! ¿Qué le trae hoy por aquí? ¿Acaso ha pillado aalgúnladronzuelorobándolesuspollos?

—¡Por Dios!… No, señor —exclamó la señora Moss sobresaltada. Enseguida, en pocas palabras, le relató la historia de Ben y con un tono tanpatéticorefiriólaspenuriasyelabandonodelmuchacho,quelogródespertarelinterésdeljuezyconmoveralmismoBencomosinofueradeéldequienestabahablando.

—Vamos a ver, muchacho, ¿qué sabes hacer? —preguntó el ancianodespuésde escuchar con expresión comprensiva el relatode la señoraMossclavandolapenetrantemiradaqueasomababajosustupidascejasenelpobreBenquiensesintióatravesadoporellacomosifuesetransparente.

—Detodounpoco,señor…

—¿Sabesarrancaryuyos?

—Nuncalohehecho,señor,peropuedoaprender…

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—¿Aarrancarlasremolachasydejarlosyuyos?¿Teenseñaronarecogerfrutillas?

—No,señor.Loúnicoquehehechohasidocomerlas…

—Humm…También hay que saber hacer esa parte del trabajo. ¿Puedesconduciralcaballoquearrastraelarado?

—¡Eso sí, señor!—y los ojos deBen se encendieron de alegría.Queríamuchoaesosnoblesanimales,loscuales,enlosúltimostiempos,habíansidosusmáslealescamaradas.

—Perono se permite ninguna clasedebromas.Mi caballo es un animalmuydelicadoyyoletengomuchoafecto.

El alcalde habló muy seriamente, mas en sus ojos brillaba una luz depicardía.LaseñoraMossporsuparteprocurabadisimularunasonrisa;porqueelcaballodelalcaldeeraelhazmerreírdetodalaciudad,teníamásdeveinteañosyunpasomuycaracterístico:levantabalaspatasdelanterascomosifuesea emprender una veloz carrera, pero luego no pasaba de un lento trote. Losmuchachosdecíanquegalopabahaciaadelantey luego retrocedíay se reíandel gran animal de nariz roma el cual, sin embargo, no permitía que setomaranningunalibertadconél.

—¡Quieromuchoaloscaballosparahacerlesdaño,señor!Yencuantoamontarlo,meatrevoahacerlosobrecualquierbichodecuatropatas.ElReydeMorocco daba coces y mordía como si fuese una fiera, pero yo lograbadominarloconbastantefacilidad.

—Talvezpuedasentoncesllevarlasvacasapaceralcampo…

—Heconducido elefantes y camellos, avestruces y osospardos,mulas yseis ponnies. Si me empeño quizá pueda cuidar vacas… —contestó Bentratando demostrarse humilde y respetuoso aunque le ofendía terriblementequepusieranendudasucapacidadparacuidarvacas.

Alalcaldeleagradólamezcladeindignaciónypicardíaqueasomabaalosojosdelmuchachoylasonrisasocarronaquejugueteabaensuslabios.

Divertido por la lista de animales que enumeraba Ben, manifestó congravedad:

—Porestosalrededoresnocriamoselefantesnicamellos.Huboosos,perolagentesecansódeellos.Abundanlasmulas,massólo lasde laespeciededospatas,yengeneralpreferimoslasgallinasalosavestruces.

NopudocontinuarporqueBenlointerrumpióconunaalegrecarcajadaalaque ellos se unieron; y la risa los hizo ponerse de acuerdo mejor que laspalabras. Tratando de recuperar la seriedad el señor alcalde dio unos

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golpecitosenlaventanaqueestabatrasdeélydijo:

—Te probaremos como cuidador de vacas. El peón te indicará adóndedebesllevarlasytedaráalgúnotrotrabajitoparaquehagasduranteeldía.Asísabremosparaquésirves,ypor lanochese lodiréausted,señoraMoss.Elniñopodrádormirensucasa,¿verdad?

—Desdeluego.Continuaráencasayvendráatrabajarsiasílodesea.Yomeocuparédequenoseaunacargaparanadie—respondiólaseñoraMoss.

—Yyoprocurarédescubrirelparaderode tupadre,muchacho.Mientrastantopórtatebienparaquepodamosdarlebuenosinformesdeticuandovengaentubusca—manifestóelseñoralcaldehaciendoungestodeadvertenciaconelíndice.

—Gracias, señor. Le obedeceré. Estoy seguro de que papá vendrá tanprontocomoleavisen,sinoestáenfermoosehaperdido—murmuróBenalmismotiempoqueparasusadentrossefelicitabadenohaberhechonadaquelohicieratemblardelantedeaqueldedo.

Enesemomento,unirlandéspelirrojoaparecióenelvanodelapuerta,elcual, mientras escuchaba las órdenes que comenzó a darle el juez, echó almuchachounamiradadepocasimpatía.

—Pat,esteniñoquieretrabajar.Llevarálasvacasalpradoylastraeráderegreso.Hazqueseocupedealgunastareaslivianasycomunícamecómosecomporta.

—Sí,señoría…Vamos,muchacho,yateindicaréquéesloquedebeshacer—exclamóPat.YBen,despuésdedespedirseconunligeroadiósdelaseñoraMoss, lo siguió con la secreta intención de jugarle una mala pasada paravengarsedelomalquelorecibiera.

PeroolvidóporcompletolaexistenciadePatencuantodivisóenelpatioa«DuquedeWellington»,elcaballo,alque llamabanasíporsunariz.SiBenhubieseleídoaShakespearehabríaexclamado

—¡Uncaballo!¡Uncaballo!¡Mireinoporuncaballo!…—porqueesoeralo que clamaba su corazón. Echó a correr adonde se hallaba el majestuosoanimal.«Duke»parólasorejasymoviólacolaconenojo,peroBenlomiróalosojos, lediounamistosogolpecitoen lanarizehizounparticularsonidoconlabocaquetranquilizóalanimal.

—Tepatearásilosiguesmolestando.Déjaloyocúpatedelasvacascomoloordenósuseñoría—ordenóPatquienrespetabaenpúblicoa«Duke»,perolocastigababrutalmenteenprivado.

—¡Yono le tengomiedo!Túnomeharásdaño,¿noesasíviejoamigo?Mira,sabequesoysuamigoycomoa talmerecibe—dijoBenpasandosu

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brazo alrededor del cuello del animal y pegando su mejilla al hocico delcaballo.

Porqueélentendíalamiradadelainteligentebestiaycomprendíaquesusrelinchoseranunamistososaludo.

El alcaldepresenció la escenadetrásde laventanay sospechandopor lacaradePatquealgodesagradablesepreparaba,ordenó:

—Dejaqueelniñoateelcaballoalcoche,sipuede…Probaremossisirveparaeso.Debosalirenseguida.

Bensepusotancontentoydesplegótalactividadqueenmenosdeloquecanta un gallo el caballo estuvo atado al coche, y cuando el alcalde salióencontróqueloaguardabanya«Duke»yelsonrienteypequeñopalafrenero.

Al anciano caballero satisfizo la destreza del muchacho y el afecto quedemostrabapor el caballo,perono se lodijoaBeny sólohizoungestodeaprobaciónconlacabezayexclamó

—Muy bien, muchacho… —Y en seguida se alejó en el carruaje querechinabaeibadandotumbos.

PocodespuéscuatrovacaslustrosassalíanporelportónqueabrieraPat,yBenlasllevóaquepacieranaunlejanopradodondeelpastotiernoaguardabaalashambrientassegadoras.Pasaronjuntoalaescuelayelniño,conunpocodecompasión,miróatravésdelaventanaabiertalascabezasrubiasymorenasqueinclinadasrepasabanlalección.Aunmuchachocomoélquetantoamabalalibertadleparecíaalgoterribletenerquepermanecerencerradotantashorasenunamañanasemejante.

Unaligerabrisaquejugabaalegrementeporelsendero,sinsaberlo,hizoaBenungranfavor.Alsoplarconunpocomásdefuerzaarrastróhastalospiesdel muchacho una hoja de papel que aquél levantó al ver que tenía unailustración.Sindudasehabíadesprendidodealgúnviejoyusadomanualdehistoria, pues la láminamostraba unos barcos muy curiosos, próximos a lacosta, un grupo de hombres vestidos con extraña indumentaria que echabanpie a tierra y en la orilla una multitud de indios bailando. Ben procuródescifrar lo que decía acerca de estos extravagantes personajes pero, paradesdichadeljovenlector,latintasehabíacorridoymanchadolahojademodoquedepocopudoenterarse.

—Les preguntaré a las niñas. Puede ser que ellas sepan lo que estosignifica—dijoBen,yluegodebuscarenvanootrashojassiguiósucaminoescuchandoconalegríael cantode lasaves,gozandodelcalordel soly tanagradableeralasensacióndepazyseguridadqueexperimentaba,quesepusoasilbarjubilosamentecomosifueraunmirlo.

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CAPÍTULO6

Esanoche,despuésdecomer,BahyBettysesentaronenelviejo«porch»a conversar con Josephus y Belinda sobre los acontecimientos del día. Laaparicióndelmuchachoysuperrohabíasidoelsucesomásextraordinariodesus vidas.No veían al niño desde lamañana, pues éste había almorzado encasa del alcalde y estaba trabajando con Pat en el campo cuando ellasregresaron.Sanchono sehabíaapartadode suamo,yasombradodelnuevopiro que tomaban los acontecimientos cuidaba de que nada malo fuera aocurrirleaBen.

—Eshoradequeregresen.Elsolsehapuestoyayoigoa lasvacasquemugen en el corral—dijoBetty impaciente, pues ella consideraba al reciénllegadocomosifueseunlibromuyinteresantecuyalecturadeseabaproseguirlomásrápidamenteposible.

—VoyaaprenderlasseñasquelehaceaSanchocuandoquiereordenarlequebaile,asípodremosdivertirnosconél lasvecesque lodeseemos. ¡Eselperromássimpáticoquehevistoenmivida!…—comentóBab,quienteníamásafectoalosanimalesquéasuhermana.

—Dijo mamá… Pero ¿qué es eso? —se interrumpió Betty con unrepentinosobresalto.Algohabíagolpeadoporfueradelportón.Enseguida,enloalto,apareciólacabezadeBenysucuerposebalanceócolgadodelarcodehierroenlugardelfaroldeluz.

—¡Por favor, señores, ocupen sus localidades!… ¡Por favor, suslocalidades!…LafunciónvaacomenzarconelnúmerodelCupidoVolador,el número con el cual el señor Bloomshury se ha presentado ante lasprincipales coronas de Europa. ¡Reconocido por todos los críticos como elniñoprodigioylamaravilladelsiglo!…¡Atención,aquíestá!

DespuésderepetireleleganteyconocidodiscursodelseñorSmither,Bencomenzóadartalesvolteretasenelairequehastaungrupodeseriasgallinasque descendían por la calle e iban a dormir, se detuvieron admiradas eimaginaronsindudaquealguienhabríaechadosalsobreaquelmuchachoparaque se sacudiese de esamanera. Aunque en su tiempo fue testigo de cosasmuy divertidas, el viejo portón no había visto nunca semejantes acrobacias.Porquedetodoslosmuchachosquesetreparonaélningunosemantuvocomoésecabezaabajosobreloscapitelesdelascolumnasoquedócolgadodelarcoporlospies,ocomenzóadarvueltas,sinparar,comounarueda,conlabarraporeje,sacudiendolospiesysosteniéndoseporelmentón,ocaminoapoyado

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sobrelasmanosalolargodelmuroparaconcluirlaexhibiciónconunaposecasiaéreasuspendidodelganchodelfarolbesándoselamanoysaludandoalpúblicocomodebíahacerloCupidoaldespedirse.

Las pequeñas aplaudieron y golpearon con los pies entusiasmadas,mientrasSanchoquecontodacalmahabíaseguidoelespectáculolanzóunosladridosdeaprobaciónycorrióamordisquearlospiesdesuamo.

—Baja y cuéntanos lo que hiciste en casa del alcalde. ¿Esmuy severo?¿Trabajastemucho?¿Tegustael trabajo?—preguntóBabcuandosehizounpocodesilencio.

—Aquí arriba está más fresco—respondió Ben acomodándose mejor yabanicandosucaraenrojecidacon la ramaquehabíaarrancadoaunode losárbolesquecercadeélperfumabanelaire.

—Hicedetodounpoco.Elancianocaballeronoesmalo:porelcontrario,simpaticéconélenseguida.Mediounamoneda.Odioencambioa«PelodeZanahoria».Juracomouncarrero.Metiróconunleño…¡Yamelaspagará!

Metiólamanoenelbolsilloparasacarlarelucientemonedayalencontrartambiénlapáginarotarecordólaansiedaddesaberqueleasaltaraesamañana.

—¡Eh! ¡Mirenustedes! ¿Quéestánporhacer estoshombres?La tintahaestropeado la lámina y es imposible leer lo que dice aquí abajo. ¿Quierenexplicarmeloquesignifica?Llévasela,Sancho.

El perro recogió la hoja que descendía volando y sujetándolacuidadosamenteconlosdientesladejóalospiesdelasniñasyluegosesentófrenteaellasconairedeprofundointerés.BabyBettylatomaronyjuntasyen alta voz se pusieron a leer, mientras Ben se inclinaba para escuchar yaprender.

—«Clareaba el día cuando divisaron tierra. Parecía un hermoso país. Seveían llores maravillosas y árboles gigantescos cuyas hojas y frutos erandesconocidos para ellos. Por la playa corrían hombres desnudos, de pielcobrizaquemirabanasombradoslosbarcosdelosespañoles.Creíanellosqueeran grandes pájaros, sus velas las alas y los tripulantes seres' superioresenviadosporloscielos.»

—¡EsoeseldescubrimientodeSanSalvadorhechoporCristóbalColón!¿Acasono sabesquién es?—preguntóBab, quien se sintió unode aquellosseres superiores y le pareció estar en contacto directo con el inmortalCristóbal.

—No, no lo sé. ¿Quién era? Supongo que es ese que va adelante, pero¿cuáldelosindiosesSanSalvador?—interrogóBenunpocoavergonzadodesuignorancia,perodecididoasaberloquehabíacomenzadoaaveriguar.

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—¡Mi Dios!… ¡Doce años y no sabes eso!—rio Bab muy divertida ycontenta de poder enseñarle algo a aquel muchacho acróbata a quienconsiderabaunserexcepcional.

—¡Al diablo con mis doce años!… Háblame de ese muchacho quedesciendedelbarco;megusta—insistióBen.

AsífuecómoBab,interrumpidafrecuentementeporBettyquienagregabaalgo al relato, le refirió la maravillosa historia con sencillez y en formacomprensible,puesaellalegustabaesamateriayteníaunagranfacilidaddepalabra.

—Me gustaría leer algo más. ¿Podría comprar un libro con mis diezcentavos?—preguntóBen,ansiosodeaprenderpicadoporlasrisasdeBab.

—No,porcierto.Yoteprestaréelmíocuandonolonecesiteyteexplicarétodo—prometióBabolvidandoqueellamismanosabía«todo»aún.

—Peroyonodispondrédemuchotiempo.Sóloestarélibrealatardeceryentonces tú podrás necesitar él libro…—se lamentó Ben, quien no podíadominarlacuriosidadquedespertaraenéllahojadepapel.

—Yo tengo historia por la tarde, pero tú podrás leer el libro por lasmañanasantesdelahoradeiralcolegio.

—Debosalirmuytemprano,demodoquetampocoentoncestendrétiempoparaleer.Perosí,¡lotendré!…Tediréenquemomento:leerécuandollevelasvacasalcampo.Alalcaldelegustaquelasvacascomanlentamentemientrasvan por el camino.Así dijo Pat, y entretanto yo podría estudiar historia enlugardevagardeaquíparaallá—gritóBensatisfechodesubrillanteidea.

—¿Y cuándo me devolverás el libro para que yo estudie? —interrogóprudentementeBab.

—Amiregresolodejarésobreelalféizardelaventanaojuntoalapuerta.Lo leeré con todo cuidado y tan pronto como haya ganado lo suficiente tecompraréunonuevoyyomequedareconelviejo,¿quieres?

—Bueno, pero yo tengo una idea mejor. No conviene dejarlo sobre laventana porque la maestra lo puede ver, ni en la puerta porque alguien lopuederobar.Déjaloenmiescondrijo.Enelrincóndelapared, juntoalgranarceencontrarásunhuecodisimuladoentrelasraícesybajounapiedrachata.

Esmicajadecaudales, allíguardomiscosas.Nohayesconditemejorynosturnamosparausarlo.

—Mepareceunbuenlugar;yaloencontraré—dijoBenagradecido.

—Siquieresalgunasvecespodrédejarmilibrodelectura.Tienemuchoscuentos y láminas preciosas —ofreció tímidamente Betty, pues ella quería

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colaborarenelgenerosoproyectodesuhermanaaunquenoeramucholoquepodíadar,yaquenoeraunaestudiantetanbrillantecomoaquélla.

—Preferiríaunodearitmética.Sipuedespréstameel tuyoparaqueyololeadevezencuando.Ahoraquevoyaganarunjornaldeboaprenderasacarcuentas—dijo con aire de unVanderbilt preocupado por el cuidado de susmillones.

—Yo te enseñare. Betty no entiende mucho de sumas. Pero ella leemaravillosamenteyenesoeslamejordelaclase.Lamaestraestáorgullosadeellaporquenuncaseequivocacuandodeletreapalabrastandifícilescomoex-cep-ción,ex-ha-lar,oex-pli-ca-ción.

BahrebosabadefraternalorgulloyBettyalisabasudelantalconungestodemodestasatisfacción,puesaquéllapocasveces laelogiabayaellaeso legustabamucho.

—Yonuncafuialcolegio;poresarazónsoytanignorante.Sinembargo,seescribir mejor que algunos muchachos que van a la escuela. Vi escritosmuchosnombresenelsoportal.Observenahoraustedes—ydescendiendodeunsaltoBenextrajountrozodetizaydibujóconhermososrasgossobrelaslajasoscurasquecubríanelcaminodiezletrasdelalfabeto.

—¡Qué bien! Yo no puedo hacer esos rasgos tan perfectos. ¿Quién teenseñóaescribirasí?—preguntóBahmientrasellayBettycaminabanarribayabajoadmirandolasletras.

—Lasmantasdeloscaballos—explicóBen,brevemente.

—¿Qué?—exclamaronalunísonolasdosniñasdeteniéndoseamirarlo.

Todos los caballos tenían el nombre escrito en la manta y yo solíacopiarlos.Loscarruajes tenían inscripcionesqueaprendí adescifrardespuésquepapámeenseñóa reconocer las letrasescritasen losgrandescartelonesamarillos.Laprimerapalabraqueaprendíaleerfueleón,puesibaamenudoavisitarlajauladelviejoJubal.Papásemostrómuysatisfechocuandolaleídecorrido.Tambiénsédibujarlo.

Ben comenzó a bosquejar un animal que pretendía se pareciese a superdidoamigo;peroJubalnohabríareconocidosuretrato,puesésteseparecíamás a Sancho que al rey de la selva. No obstante las niñas lo admiraronsinceramenteyacontinuaciónBenlesdiounaleccióndehistorianaturalquelastuvointeresadashastalahoradeirseadormir.Elmuchachocontócuantohabíavistoconunlenguaje tanpintorescoe ilustrósusdescripcionescontalgracia,quenoesdeextrañarqueellasloescucharanencantadas.

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CAPÍTULO7

AldíasiguienteBenfueatrabajarconelmanualdeHistoriaElementalenel bolsillo, y las vacas del alcalde dispusieron de mucho tiempo paradesayunarseconlashierbasquecrecíanalbordedelcaminoantesdellegaralcampode pastoreo. Para entoncesBenno había concluido de leer la amenalecciónporque tuvoque ir hasta la ciudad ahacer unmandado; peroprestomucha atención a lo que leía, se detuvo en las palabras difíciles y dejo lostrozosquenoentendíaparaqueBahselosexplicaseporlanoche.

Tuvo que hacer alto en «La Primera Fundación» porque había llegadofrentealcolegioydebíadevolverellibro.Enseguidadescubrióelhuecojuntoalgranarceyallí,bajo laanchapiedradejóunapequeñasorpresa.Condoscaramelos en forma de bastoncitos, uno rojo y otro blanco, pagaba Ben elprivilegiodesacarlibrosdelanuevabiblioteca.

Cuandollegolahoradelrecreo,grandefuelasorpresaylaalegríadelasniñasalhallarelinesperadoregalo,puesalaseñoraMossnolesobrabanlasmonedasparacaramelos,ylaspequeñasencontraronqueéstosteníanunsaborparticularmente exquisito, pueshabían sido comprados con laúnicamonedaqueposeía el agradecidoBen.Lasniñas compartieron las golosinas con suscompañerasmásíntimas,peronadalesdijeronacercadesuplantemerosasdequeéstesemalograrasinllegabaaserconocido.Emperoselocomunicaronasu madre, quien les dio permiso para que prestasen sus libros a Ben yanimaranaésteaestudiar.TambiénlespropusoqueaprendiesenacoseryleayudaranahaceralgunascamisasazulesparaBen.LaseñoraBartonlehabíadado el género necesario para ello, y se le ocurrió que era una excelenteocasión para iniciar las lecciones de costura y al mismo tiempo hacer unregaloútilaBen,quien,comotodoslosmuchachos,nosepreocupabaporloquesepondríacuandoselegastaralaropaqueteníaenuso.

Elmiércolesporlatardeeradíadecostura,demodoquelasdospequeñas«B» trabajaron afanosamente confeccionando las mangas de las camisas.Sentadasenunbancojuntoalapuertamientraslasagujassemovíansincesar,cantabanconsusvocesinfantilescancionesescolaresqueinterrumpíanacadadosportresparacharlarunpoco.

DuranteunasemanaBentrabajoconmuchoentusiasmoynuncaseleoyóprotestar o quejarse no obstante las tareas rudas y desagradables que leordenabahacerPaty lomonótonasyfastidiosasque leresultaban lasfaenasdomésticas. Su único consuelo era saber que la señora Moss y el alcaldeestabansatisfechosconél;susúnicosplaceres,estudiarlasleccionesmientrasapacentabalasvacasyrecitarlasporlastardescuandosereuníaconlasniñasbajolaslilaspara«jugaralcolegio».

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Comenzósinintencionesdeponerseaestudiarynosediocuentaqueeraesoloqueestabahaciendocuandoleíaloslibrosquesacabadelabiblioteca.Perolaspequeñaslointerrogabanacercadeloqueellassabían,yélsesintiómortificado al descubrir cuán ignorante era. No lo dijo, mas recibió muycontento cuanto ellas le transmitían de su pequeña sabiduría. Deletreabapalabras«sóloparaqueBettysedivirtiera»;dibujabaparaBobtodoslosososytigresquelepedíaacondicióndequeellaleenseñaseahacersumassobrelaslajas,yamenudoseentreteníadurantesussolitariospaseosrepasandoenalta voz la tabla de multiplicar como lo hacían las niñas. El martes por lanoche,elalcaldelepagoundólar,ledijoqueera«unbuenmuchacho»yquepodía quedarse una semanamás si lo deseaba. Ben dio las gracias y pensóquedarse, pero a lamañana siguiente, despuésdehaber levantado las barrasdelportón,sesentóenloaltodelaverjaaestudiarsusperspectivas,pueslemolestabalaideadetenerquesoportarlacompañíadelgroseroPat.Comolamayoría de losmuchachos odiaba el trabajo, amenos que éste fuese de sugusto;enesecasoeracapazdetrabajarcomouncastorsincansarsenunca.Suvidaerrantenolehabíapermitidoadquirirhábitosdedisciplina,ynoobstanteser un niño excepcionalmente dotado para sus años, le gustaba demasiadovagarygozardeunavidavariadaeinteresante.

Peroenaquellosmomentossóloveíadelantedeéldíasdetrabajopacienteyaburridor.Estabahartode trabajaren lahuerta:hasta la tareadeensillaraDulcefrenteasuamohabíaperdidosuinterésysabíaquemuyprontotendríaque apilar en el cobertizo los leños que estaban desparramados en el patio.Inmediatamentedespuésdeplantarespárragostendríaquerecogerlasfrutillas;luego habría que seriar el heno, v así transcurriría todo el verano, sindiversiones,hastaquesupadrefueraabuscarlo.

Sinembargo,noestabaobligadoaquedarsecontrasuvoluntad.Conropanueva, un dólar en el bolsillo, las canastas con las viandas colgadas en ladespensadel colegio adondepodría ir enbuscadeprovisiones si se atrevía,¿quécosamásfácilqueescaparotravez?CuandohacíabuentiempovagarsinrumbofijoteníasusencantosyBenhabíavividodurantemuchosañosbajolascarpascomoungitano.Noteníamiedoanada,yempezóamirarloscaminoscubiertosdehojasconexpresiónansiosaeinquietaamedidaquelatentacióndepartirsehacíacadavezmásfuerte.

Sanchodabamuestrasdecompartiresainquietudporqueladraba,saltabaycorría un trecho: luego regresabay se sentaba a los pies de su amo a quienmirabaconojosinteligentesqueparecíandecir:«Vamos,Ben,escapemosporese alegre camino para no detenernos hasta que nos rinda el cansancio».Pasaban las golondrinas, blancas nubes volaban conducidas por el fragantevientodeloeste,unaardillacorrióalolargodelmuro,todorespondíaaldeseodelniñodetirarlacargaycorrerlibrecomoellos.Unacosalodetenía:laidea

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deque la señoraMoss loconsideraraun ingratoyque lasniñas sufrieranalperder a sus dos nuevos compañeros de juego. Mientras así pensaba, algosucedióque impidióquehicieraaquellode locualsehabríaarrepentido,sinduda,másadelante.

Loscaballoshabíansidosiempresusmejoresamigos,yunodeellosllegotrotando a prestarle un servicio; mas él no lo supo hasta mucho tiempodespués.Enelmomentoenqueibaadarunsaltoparalanzarsealcaminoelsonido de los cascos de un caballo al que no acompañaba ruido alguno deruedasleobligóaaguzareloído;semantuvoquietoyansiosamenteobservoquiénllegabaaesepaso.

Elrápidotrotesedetuvoenlacurvadelcaminoyenseguidavioacercarselentamente a una dama que montaba una yegua baya; una dama joven ybonita,vestidaconuntrajeazuloscuro,luciendoenlasolapaunramilletededientes de león que parecían estrellas amarillas; de la montura de sucabalgadura pendía un rebenque plateado el cual, sin duda, sólo servía deadorno.Lahermosayeguacojeabaunpocoysacudíalacabezacomosialgola molestara, mientras su dueña, inclinándose para saber qué le ocurría,exclamabaconuntonoqueparecíaexigircontestación:

—Vamos, Chevalita, si te has clavado una piedra en una pata, yo laencontraréylasacaré.¿Porquénomirasdóndecaminasymeevitasasíestasmolestias?

—Nosepreocupe,señorita;yomeocuparédeeso.¡Permítamelousted!—exclamóunavozanhelante,que,porloinesperada,sobresaltóalaamazonayasucabalgadura,quevieronenesemomentoaunmuchachoquedescendíadelmurodeunsalto.

—Meharíasunfavor.Notengasmiedo,Litaesmansacomounaoveja—replicóladama,quiensonriódivertidaporlasolicituddelmuchacho.

—Es un animal muy hermoso —murmuro Ben al mismo tiempo quelevantabaunadespuésdeotra las patas del animal hasta encontrar la piedraqueextrajoconalgunadificultad.

—Lohashechomuybienyteloagradezco.¿Puedesdecirmesiesteatajolleva hasta los Olmos? —preguntó la dama, quien prosiguió su caminolentamenteacompañadaporBen.

—Nolosé,señora;reciénhellegadoaestoslugaresysólosédóndevivenelalcaldeylaseñoraMoss.

—Deseo ver a ambos, demodo que indícame el camino.Viví aquí hacemucho tiempoycreíquepodría encontrar el caminoqueconducea laviejacasadelaAvenidadelosOlmosyelgranportal,masnolohelogrado.

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—Conozco la casa. Ahora la llaman «Las lilas» porque estas plantascrecenalolargodelsenderoydelmuro.BabyBettyjueganallí;yotambién.

Bennopudodejardesonreíralrecordarsuprimeraapariciónenaquelsitioe interesada tal vez por la sonrisa y las palabras, la dama preguntóamablemente:

—¿Dequiénhablas?¿BabyBettysontushermanas?

Olvidando por completo su intento de fuga, Ben comenzó a relatar suhistoriacon todos losdetallesyhablodesusnuevosamigosanimadopor laexpresióndebondad,laspreguntasinteresadasylasonrisadesimpatíaqueloacompañaronhastaelfinaldesurelato.Alllegara laesquinadelcolegiosedetuvoydijoextendiendolosbrazosamododeseñales:

—Porallísevaa«Laslilas»,yporestecaminoalacasadelalcalde.

—Ahoraestoymuyapuradaparavisitarlaviejacasa.Iréprimeroporaquísi tú tienes la amabilidad de llevarle mis saludos a la señora Moss y decomunicarlealalcaldequelaseñoritaCeliaalmorzaráconél.Nomedespidodetiporquevolveremosavernosluego.

ConunmovimientodecabezayunasonrisalajovensealejóalgalopeyBenascendiólacolinaparallevarlosmensajes,experimentandolasensacióndequeibaasucederalgoagradable,demodoquedecidiópostergarlafugauntiempo,porlomenos.

LaseñoritaCeliallegoalaunaenpuntoyBentuvoelplacerdeayudaraPat a llevar a Chevalita al establo. Luego de comer ligero su almuerzo sededicó a la ingrata tarea de apilar los leños con desusada energía; es quemientras lo hacía podía echar una mirada en dirección al comedor, donde,entredoscabezascanas,pueserantresloscomensales,seveíaunacastañayensortijada.Como las ventanas se hallaban abiertas no pudode dejar de oíruna que otra palabra y esa conversación escuchada a medias despertó sucuriosidad.Losnombresde«Thorny»,«Celia»y«George»eranrepetidosconfrecuenciaydevezencuandoseoíaunaalegrecarcajadadelajovenseñoraquesonabaamúsicaenaquelsitiohabitualmentetansilencioso.

Cuando el almuerzo concluyo, la furia del trabajo abandono a Ben, ydesganadamente llevo de uno a otro lado la carretilla hasta que la invitadapartió.PeroestaveznotuvoocasióndeprestarayudaporquePat,quequeríaganarseunapropina,atendióconmuchadiligenciaalayeguayasuamahastael momento de la partida. Pero la señorita Celia no había olvidado a supequeñoguíaydescubriendounacaritacontritatraslapiladeleños,sedetuvoenelportónehizoungestoqueacompañoconsumásencantadorasonrisa.SienaquelinstantePatselehubieracruzadoporelcamino,lohabríaderribadoBen,quien,saltandolacerca,corrióconelrostroradiantedeseandoqueellale

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pidieraunúltimofavor.InclinándoselaseñoritaCeliadeslizounamonedaenlamanodelmuchachoalmismotiempoquedecía:

—Litaquierequetedéestoporhaberlesacadolapiedradelapata.

—Gracias, señorita. Lo hice con gusto. Me duele ver que los animalessufran,especialmentecuandosontanlindoscomoestayegua—contestóBenacariciandoconamorelcuellolustroso.

—Diceelalcaldequeconocesmuchoaloscaballos,demodoquesupongoconocerás su lenguaje. Es muy hermoso yo lo estoy aprendiendo —rio laseñoritaCelia.ChevalitarelinchosuavementeymetióelhocicoenunodelosbolsillosdeBen.

—No,señorita.Yo,noheidoalcolegio.

—Noesallídondeseenseña.Cuando regreseporaquí te traeréun libroparaqueloaprendas.Gulliverfuealpaísdeloscaballosyallílosoyóhablarensupropialengua.

—Mipadrehaestadoenlaspraderasdondehaycientosdepotrossalvajes,pero nunca los oyó hablar. Sin embargo, aunque no hablen, yo sé lo quequieren—contestó Ben sospechando que era objeto de una bromamás sinllegaradescubrirla.

—No lo dudo. No obstante, no olvidaré el libro. Adiós, amigo, prontovolveremos a yernos—y la señorita Celia se alejó velozmente como si lecorrieramuchaprisa.

—Si tuviera un vestido rojo y una pluma blanca sería tan bonita comoMelia.Estanbuenaymontatanbiencomoella.¿Adóndeirá?¡Ojalávuelvapronto!…—pensóBenquenoapartolamiradahastaquelaúltimaondadelvestido azul se perdió en un recodo del camino. Entonces regreso a susquehaceressinapartarlacabezadellibroprometido,deteniéndosedetantoentanto para hacer sonar las dos monedas de plata que ya tenía junto con lanuevaypensandoquépodríacomprarconunasumatanenorme.

Entretanto, Bab y Betty habían tenido un día muy agitado: cuando almediodíaregresaronasucasa,encontraronallíalahermosadama,quienleshablo como si fuese una vieja amiga. Les hizo dar una vuelta a caballo, ycuandolasniñasregresaronalcolegiolesdiounbesoacadauna.Porlatardeladamahabíapartido,mashallaron,encambio,laviejacasonaabiertayalamadrebarriendo,limpiandoyventilandolashabitacionescongrananimación.Ellas se divirtieron mucho saltando sobre las camas de pluma, sacudiendoalfombras, abriendo cajones y corriendo desde la bohardilla a la despensacomounpardegatitostraviesos.

Así las encontró Ben, a quien abrumaron con las novedades, las cuales

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excitaronalmuchachotantocomoaellas:laseñoritaCeliaeraladueñadelacasa, vendría a vivir allí y había que poner todo en orden lo antes posible.Cada uno entreveía una hermosa perspectiva: la señoraMoss, para quien lavidahabíasidomuytristeduranteeseañoenquetuvoasucargolaviejacasa;laspequeñas,quieneshabíanoídorumoresdequeenviaríanmuchosanimales,y Ben, que al saber que vendrían un niño y un burro, resolvió que sólo lapresenciadesupadre loarrancaríadeaquel lugarquecomenzabaa tornarserealmenteinteresante.

—Tengomuchasganasdeveryoírgritaralospavosreales.Elladijoquegritanyque reiremoscuandoelviejo Jack rebuzne—exclamóBabsaltandosobreunpiesinpoderdominarsuimpaciencia.

—¿El«faeton»esalgúnpájaro?Dijoque loguardaríanen lacochera—comentóBettyentonodeinterrogación.

—Esuncarruaje—explicoBenhaciendounascabriolasydivertidoporlaignoranciadeBetty.

—Esoes.Lobusquéeneldiccionario.PeronosedicePhaetonaunqueseescribaconp—agregóBabaquien legustabaaprovecharcualquierocasiónparaformularunaregla,sinconfesar,porsupuesto,quesehabíarotolacabezabuscando la palabra en la f hasta que una compañera le enseñó cómo seescribía.

—No serás tú quien me dé lecciones a mí sobre clases de carruajes.Además, loqueahorameinteresasabesesdondepondránaLita—exclamóBen.

—Ladejaránenlascaballerizasdelalcaldehastaquetodoestéenorden.Luegotúlatraerásaquí.Élmismovinoadecírseloamamá,asegurándolequepodíaconfiarseenti,puesyatehabíanprobado.

Ben no contestó, pero secretamente agradeció a su buena estrella que lehubiesedetenidocuandoestabaapuntodehuir,conlocualhabráperdido,pordesagradecido,todasaquellasnuevasalegrías.

—¡Quéhermososeráver lacasasiempreabierta!…Podremosentrar,verlos cuadros y los libros cuantas veces queramos. Sé que podremos hacerloporquelaseñoritaCeliaesmuybuena—comenzóadecirBetty,quienpreferíaesascosasalospavosrealesoalosburros.

—Tendrásqueaguardaraqueteinviten—indicósumadrecerrandodetrásdeellaslapuertaprincipal—.Esmejorquerecojanlosjuguetes;aellanolegustará verlos desparramados por el patio. Ben, si no estás muy cansadopodríaspasarelrastrillomientrasyocierrolaspersianas.Quieroquetodoestélimpioyenorden.

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Las pequeñas exhalaron gritos de aflicción y observaron con tristeza elquerido «porch», las vueltas de la avenida por donde ellas acostumbraban acorrer«mientraselvientosilbabaensuscabellos»,comodecíanloslibrosdecuentos.

—¿Quéharemos?Enelaltillohacecalor,elcobertizoesmuypequeñoyelpatioestásiemprellenoderopasygallinas.TendremosqueguardarnuestrascosasynovolverajugarelamentoBab,trágicamente.

—QuizáBen pueda construirnos una casita en la huerta—sugirióBetty,quiencreíafirmementequeBeneracapazdehacercualquiercosa.

—No tendrá tiempo.A losmuchachos no les gusta hacer casas para lasmuñecas—rezongoBab con gesto desconsolado terminando de recoger susefectosysusbienesquequedabansinhogar.

—Ya verás cuán poco nos importará todo esto cuando lleguen cosasnuevas—exclamóalegremente lapequeñaBettyquiendescubríaun rayodesolenmediodelasnubesmásnegras.

CAPÍTULO8

ComoBen no se hallabamuy cansado, comenzó la limpieza esamismanoche.Ysupremuranoeraexagerada,yaquedentrodeunoodosdíasibanallegar las cosas, para felicidad de las niñas, quienes consideraban que unamudanzaeraunode los juegosmásdivertidos.El faetón fue loprimeroquellegó,yBendedico todossusmomentos libresaadmirarloalmismotiempoque, con secreta envidia, pensaba quién sería el muchacho que ocuparía elpequeño asiento trasero, y decidió que, cuando fuera rico, viajaría en uncarruajeigualqueaquélyllevaríaadarunavueltaenélacuantomuchachoencontraseenelcamino.

Luegollegolapartedelmobiliario,ylasniñaslanzaronexclamacionesdeadmiraciónalverelpiano,algunassillaspequeñasyunamesabajaa laqueconsideraronadecuadaparasusjuegos.Despuéstrajeronlosanimales,yéstoscausaron un gran revuelo en el vecindario; pues los pavos reales erandesconocidosallí,elburroconsusrebuznosinquietoalosdemásanimalesydespertó lahilaridadde lagente, losconejosseescapabancontinuamentedesuscuevas,construidaseneljardínyChevalitaescandalizoalviejoDukeconsus paseos por el establo del que éste había sido único morador durantemuchosaños.

Finalmente, llegaron la señorita Celia, su joven hermano y dos criadas,pero era ya tan tarde, que sólo la señora Moss acudió para ayudarlos a

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instalarse. Los niños se consideraron defraudados, pero los conformaronasegurándolesqueiríanporlamañanaasaludaralosreciénllegados.

Selevantaronmuytemprano,perotantaimpacienciatenían,quelaseñoraMoss losdejósaliraunqueadvirtiéndolesquesólohallarían levantadasa lascriadas.Seequivocaba,sinembargo,puescuandolaprocesiónseacercabaalacasa,unavozlesgritó

—¡Buenosdías,pequeñosvecinos!…

Yelsaludollegótaninesperadamente,queBabestuvoapuntodederramarlaleche,Bettydiounrespingotalqueloshuevosacabadosderecogercasisele caen del plato donde los tenía en tanto que la cara deBen, que asomabasobre el atadode alfalfaque llevabapara los conejos, se iluminabaconunaamplia sonrisa,y, almismo tiempoque saludabacon la cabeza, elniñodijoalegremente:

—Litaestámuybien,señorita;selatraeréencuantoustedquiera.

—Lanecesitaréalascuatrodelatarde.Thornynopodráviajar,puesestámuy cansado, pero yo necesito ir al correo caigan rayos o centellas. —Ymientrasasíhablaba, lasmejillasde laseñoritaCeliasecolorearonde ruborprovocado, talvez,porunpensamientofeliz, talvez,por la turbaciónqueleprodujera la mirada de aquellos sinceros ojos juveniles que sin reparomostrabansuadmiraciónporladamavestidadeblancoquesehallabadepiebajolasmadreselvas.

La aparición deMiranda, la criada, les recordó elmotivo de su visita, ydespués de ofrecer sus presentes con gran confusión se disponían a partircuandolosdetuvolaamablevozdelaseñoritaCelia.

—Quieroagradecerleslaayudaquehanprestadoponiendotodoenorden.Hevistorastrosdemanoshacendosasydepiesligerosporlacasayeljardín.

—Yopasé el rastrillo a los canteros—dijoBenmirando conorgullo losperfectosóvalosycírculosdetierra.

—Yo barrí todos los senderos —agregó Bab al mismo tiempo queobservaba con disgusto algunas hojas de trébol que del manojo de alfalfahabíancaídosobreelsendero.

—Yo limpié el «porch».—Y el delantal de Betty se infló y desinfló aconsecuenciadelprofundosuspiroqueemitiólaniñaalecharunamiradaaloquehabíasidolaresidenciaveraniegadesupobrefamiliaexilada.

LaseñoritaCeliacomprendióel sentidodeesemelancólicosuspiro,yseapresuróatrocarloenunaalegresonrisapreguntandorápidamente:

—¿Quésehahechodevuestrosjuguetes?Nolosveoporningunaparte…

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—Mamádijoqueaustedledesagradaríavernuestrascosasdandovueltaspor aquí, por eso las guardamos en casa —contestó Betty con expresiónapenada.

—Puesamímegustaver juguetesdesparramadosporel jardín.Siemprehequeridoalasmuñecasyechodemenosnoverlasenel«porch»ocaídasenel sendero. ¿Por qué no vienen a tomar el té conmigo esta tarde y traen,algunas?Meapenaríamuchoprivarlasdelsitiodondeacostumbrabanvenirajugar.

—¡Nosotras vendremos, 'sin duda alguna!… Y traeremos nuestros máshermososjuguetes.

—Mamá nos deja llevar el juego de té y el perro de porcelana cuandovamosajugarconalguien—dijeronBabyBettycasialmismotiempo.

—Traigan todo lo que quieran; yo buscaré mis antiguos juguetes. Benvendrátambiényasuperroloinvitamosespecialmente—agrególaseñoritaCelia al ver aSanchoque se acercaba a ella suplicante, como si sospecharaqueestabantratandounagradableproyecto.

—Gracias, señorita.Yo lesdijea lasniñasqueausted legustaríaque lavisitásemos de vez en cuando. Ellas adoran este lugar y yo también—dijoBen,pensandoquepocos sitiosofrecían laventajade reunir árbolespor losque se pudiera trepar, un portón con arcada, un largomuro ymuchas otrasmaravillas, especiales para un muchacho que, desde los siete años, hadesempeñadoelpapeldeCupidovolador.

—Yyo—agregóconcalorlaseñoritaCelia—.Hacediezaños,cuandoeraapenasunaniña,lleguéaquí;bajoesosmismosárbolestejíguirnaldasdelilas,juntépajitasparalospajaritosyporestossenderospaseéalpequeñoThornyensucochecito.Entoncesabuelitovivíaaquíyensucompañíapasamosdíasmuyfelices.Perotodoshanpartidoyaysólonosotrosdoshemosquedado.

—Tampoconosotrastenemospapá—murmuróBab,quiencreyóveralgoen el rostro de la señoritaCelia que la impresionó como si, de pronto, tinanubehubieraoscurecidoelsol.

—Encambioyo, si lo encontrara,podríapresentarles amipadre,queesextraordinario—comentóBenmirandoansiosamenteendirecciónalsenderocomo si esperase hallar a alguien aguardándole del otro lado del portóncerrado.

—Túeresunmuchachoafortunadoyustedesunpardeniñas felicesquetienenunamamámuybuena;yomismalohecomprobado.

Yelsolvolvióabrillarcuandolajovenagitólacabezaalegrementeymiróalassonrientesniñas,depiedelantedeella.

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—Yaqueustedno tienemamápuede compartirla connosotras—musitóBetty con una mirada tan compasiva que sus ojos azules parecieronconvertirseendossuavesyhúmedasvioletas.

—¡Conmuchogusto!…Yustedes seránmishermanitasmenores.Comono he tenido ninguna me causará una gran alegría que ustedes sean mishermanas.

Y la señorita Celia tomó entre las suyas las dos manecitas regordetas,dispuestaaamaratodos,aquellaprimerayhermosamañanaquepasabaensunuevohogar,dondeesperabasermuydichosa.

Bab sacudió la cabecita con satisfacción y contempló los anillos quebrillaban en la bellamano que sostenía la suya. Betty, en cambio, echó losbrazos al cuello de su nueva amiga y la besó con tanta suavidad, que elcorazónansiosodeternuradelaseñoritaCeliaexperimentóundeliciosocalor.Puesesoeraloqueaquélanhelaba,yaqueThornynohabíaaprendidoaúnaretribuirni lamitadde la ternuraquese leprodigaba.Sostuvoa lapequeñajunto a sí, ymientras jugaba con sus trenzas rubias, les hablódeuna, niñasalemanas que ella viera, las cuales usaban graciosas cofias de seda negra,polleritascortas,zapatonesdemaderaycuidabangansosollevabancerdosalmercado,tejiendoohilandoporelcamino.

Depronto,«Randa»—asíllamabaellaasurobustacriada—aparecióparadecirlequeelseñoritoThornynoqueríaesperarniunminutomás.Entonceslaseñoritaentróadesayunarconmuybuenapetitomientraslosniñoscorríanenbusca de la señora Moss, a quien aturdieron contándole todos al mismotiempo,comolocos,losucedido.

—Quiereelfaetónalascuatro…

—Estabamuylinda,consuvestidoblanco…

—Estatardeiremosatomareltéconella;llevaremosaSancho,puesélytodaslasmuñecashansidoinvitados.

—¿Podemosponernosnuestrosvestidosdelosdomingos?

—Litatendránuevosyhermososarneses…

—Yaellalegustanlasmuñecas…

—¡Cómonosdivertiremos!…

Con gran dificultad la señora logró formarse una idea aproximada delasunto y no sin trabajo consiguió que los niños se sentaran a tomar eldesayuno, pues la perspectiva de la reunión se había trastornadocompletamente.

Bab yBetty pensaban que el día no acabaría nunca y pasaron las horas

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imaginandoymagnificandodeantemanolosfuturosplaceres,hastaunpuntotal, que sus compañeras quedaron tristes al no poder ir ellas también. Amediodíalamadretuvoquecontenerlasparaquenocorrieranalacasagrande.Entonces las pequeñas, para consolarse, fueron hasta el bosquecillo de lilasdesderondepudieronaspirarlosricosoloresquellegabandelacocinadondeKaty,sinduda,estaríapreparandodeliciososbocadosparalahoradelté.

Bentrabajófrenéticamentehastalascuatrodelatarde,luegoeacercóaPatquiencepillóaLitahastadejarleelcuerolustroso.

En seguida elmuchacho sehizocargodel animaly con todocuidado locondujohasta la cocheradonde tuvo la satisfacciónde colocarle los arneses«élsolo».

—¿Doylavueltaylaesperojuntoalportón,señorita?—preguntóBenunavezquetodoestuvopreparadomirandoendirecciónal«porch»desdedondelajovendamalocontemplabamientrassecolocabalosguantes.

—No,Ben.Elgranportónnoseabriráhastaoctubre.Yoentraréysaldréporlapuertapequeñaydejaremosquesóloelcéspedylasfloresrecorranlaavenida principal —contestó la señorita Celia al mismo tiempo que, muysonriente,subíaalcocheytomabalasriendas.

Pero no partió, ni aún después que Ben sacudió el nuevo rebenque queluegodejódelicadamentesobrelasrodillasdeladama.

—¿Noestátodoenorden?—preguntóelniñoansiosamente.

—Notodo.Faltaalgo.¿Notedascuenta?

LaseñoritaCeliaobservóelrostropreocupadodelmuchacho,cuyosojosibandesde lapuntade lasorejasdeLitahasta las ruedas traserasdel faetóntratandodedescubrirloquefaltaba.

—No, señorita, yo no… —comenzó mortificado ante la idea de haberolvidadoalgo.

—¿Noteparecequeunpequeñopalafrenerosentadoenelasientodeatráscompletaríaelbuenaspectodelcarruaje?—dijoellaconunaexpresióntalqueno cabía duda de que «él» iba a ser el dichoso muchacho que ocuparía elasientoposterior.

Ben,enrojecidodeplacer,perocontemplandosuspiesdescalzosysublusaazul,vacilóytartamudeó:

—Noestoypresentable,señorita…Notengootrotraje.

LaseñoritaCeliasonriómásbondadosamentequeantesyconuntonoqueBencomprendiómejorquelasmismaspalabras,contestó

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—Cierto gran hombre dijo que toda su armadura eran lasmangas de sucamisayunexcelsopoetadedicósusversosaunniñodescalzo.¿Hedeseryotanorgullosacomoparaquememolestellevaaunmuchachosinzapatosenmi coche? ¡Arriba, Ben, pequeño palafrenero!… Vamos, de lo contrariollegaremosluegotardeanuestrafiesta.

Deun saltoelnuevopalafrenero seencaramóen su sitiodonde se sentómuyderecho,laspiernasrígidas,losbrazoscruzadosylacabezaalta,comoélhabíavistoquelohacíanlosverdaderospalafreneroscuandoacompañabanasus amos en los coches. La señoraMoss los saludó cuando pasaron por lapuerta,yBensetocóelrotosombrerocontodaseriedadsinpoderevitar,sinembargo,unasonrisadeplacer,laquesetransformóenfrancarisadealegríaen cuantoLita arrancó con un trote vivo por la suave carretera, rumbo a laciudad.

Con tan poco se puede hacer feliz a un niño, que es una pena que losmayoresnolorecuerdenmásamenudoydistribuyanunpocodeplacerentrela gente menuda como quien reparte migas de pan entre los gorriones. LaseñoritaCeliasabíaqueBenestabacontento,auncuandoéstenoencontrarapalabrasparaexpresarsuagradecimientoporlagranalegríaqueellalehabíaproporcionado.Sóloatinabaasaludarconunainclinacióndecabezaacuantoscruzaban por el camino, a sonreír cuando la punta del largo velo gris de laseñoritaCelia le rozaba la cara,mientrasde lomásprofundode su corazónbrotaba el deseo de abrazar a su nueva amiga como lo hiciera tantas vecescuandosuqueridaMeliaconmovíasuternura.

Cuandopasaronfrentealcolegio,losalumnosestabanenclase,ylaclarade asombroquepusieronniñosyniñas cuandovieron aBen tan tieso en elcoche,fuetodounespectáculo.Lomismoquelasoberbiaindiferenciaconqueaquélcontemplóalahumildegreyquemarchabaapie.Sinembargo,nopudotejardesaludaramablementeaBabyBettyporqueéstassehallabanbajoelgranarcey,alrecordarlalibreríacirculante,lagratitudlehizoolvidarsedesudignidad.

—La próxima vez las llevaremos también a ellas—prometió la señoritaCelia cuando comenzaron a ascender la loma—, pero hoy deseo hablarcontigo. Mi hermano ha estado enfermo y lo he traído aquí para que serestablezca.Quierohacercuantopuedaparaentretenerloydivertirloypiensoquetúpuedesayudarmedemuchasmaneras.¿Tegustaríatrabajarparamíenlugardehacerloparaelalcalde?

—¡Yalocreoquesí!…—exclamóBencon tantoentusiasmoquenofuenecesarioqueagregasenadamás,razónporlacuallaseñoritaCeliacontinuómuycomplacida:

—Verás: el pobreThorny estámuydébil y esmuymiedoso, no le gusta

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haceresfuerzosapesardelocualselohasacadoapasearamenudoparaqueolvidesuspequeñaspreocupaciones.Nopuedecaminarmuchoaún,poresolehecompradounasilladeruedasparallevarlo.Comolossenderossonbuenos,será fácil pasearlo. Ésa es una de las cosas que tú puedes hacer. Otra, serácuidar sus animales preferidos hasta que él esté en condiciones de hacerlo.También, le relatarás tus aventuras y conversarás con él como sólo unmuchacho puede hacerlo con otro. Eso lo entretendrámientras yo escribo osalgo; nunca lo dejo mucho tiempo solo, y espero que pronto podrá corrercomoelrestodenosotros.¿Quétepareceeltrabajoquetepropongo?

—De primera. Cuidaré muy bien al pequeño y haré cuanto pueda paracomplacerlo, lomismo que Sancho, pues éste quieremucho a los niños—contestóBenentusiasmado,yaqueelnuevotrabajoeraentododesuagrado.

LaseñoritaCeliarioyenfrióuntantoelentusiasmodelmuchachoconlassiguientespalabras:

—No sé qué diríaThorny si te oyera llamarlo «pequeño».Tiene catorceañosycadadíaestámásalto.Amímepareceunniñoporquetengocasidiezañosmásqueél.Cuandoloveas,nodebenatemorizartenisuspiernaslargasni sus grandes ojos: está demasiado débil para causar daño alguno, y sóloprocurarásnoincomodartesitemandademasiado.

—Estoyacostumbradoa ello.Tampocomeenojaré simegritaome tiraalgoporlacabeza—aseguróBenrecordandosuúltimaexperienciaalladodePat.

—Puedoprometertequetalcosanoocurrirá,yestoyseguradequeThornytequerrá.Lehecontadotuhistoriayestáansiosoporconoceral«muchachodelcirco»,comotellama.ElalcaldeAllandicequepuedoconfiarentiyesomealegra,porquedelocontrario,mehabríadadomuchotrabajoencontrarloque necesitaba. Tendrás buena comida y buena ropa, excelente trato yconvenientepagasiresuelvesquedarteconmigo.

—Estádecidido:mequedaréconustedhastaquepapávengaabuscarme.El alcalde le ha escrito a Smithers, pero no ha recibido aún ningunacontestación.Comoestándegira,pasarámuchotiempoantesdequelleguennoticias —respondió Ben, quien ante tan magnífica proposición que leacababandehacer,teníamenosimpacienciaporpartir.

—Bueno.Entretanto,veremoscómonosllevamosyquizáconsigamosquetu padre te deje con nosotros durante el verano mientras él viaja. Ahora,guíame hasta la panadería, la confitería y el correo—concluyó la señoritaCeliacuandollegaronalacalleprincipaldelapoblación.

Ben se mostró muy eficiente, y una vez realizadas todas las diligenciasrecibió,comorecompensa,unpardezapatosyunsombrerodepajaadornado

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con una cinta azul, en cuyos extremos brillaban dos anclas plateadas. Y deregreso, mientras su nueva ama leía la correspondencia, le fue permitidoconducir el coche.Unade las cartas, particularmente larga, conuna extrañaestampilla en el sobre, fue leída dos veces por la joven, quien no volvió apronunciarunapalabraduranteelrestodelviaje.Luego,BentuvoquellevaraLitayentregarlascartasalalcalde,nosinprometerrealizarconpremuraestasdiligenciasparaestarderegresoalahoradelté.

CAPÍTULO9

Alasseismenoscincoenpuntolosinvitadosllegarondegrangala.BahyBettylucíansusmejoresvestidosyllevabancintasenelcabello.Bensehabíapuestozapatosyblusaazulnueva,comosivistieradeetiqueta,yaSancholehabíancepilladoprolijamentedemodoquesupelobrillaba.

Nadielosesperabaaún,perolamesitaenanayaestabacolocadaenmediodelsenderoconcuatrosillasyunbanquitoalrededor.Elhermosojuegoblancoy verde de porcelana china provocó la admiración de las niñas quemiraronembelesadaslastazasyplatos,entantoqueBenobservabatodoconansiedadySanchodebíadominarseparanorepetirsuprimerahazaña.Noeraextrañoqueelperrolevantaraelhocicoparaolfatearniquelosniñossonrieran,puesdelante de ellos había un gran despliegue de postres, bizcochos yemparedados,unabonitalecheraenformadecalablancaparecíaemergerdesus verdes hojas, y una graciosa y sonora tetera colocada sobre un pequeñocalentador,cantabaalegremente.

—¡Qué hermoso es todo esto!… —murmuró Betty, quien jamás habíavistonadasemejante.

—QuisieraqueSallynosvieseahora—comentóBab,quenoolvidabaasurival.

—Y yo desearía saber dónde está el niño—agregó Ben, cuyo corazónrebosababondady amor, aunque trataba de disimularlo, temerosode lo quelosdemáspudieranpensardeél.

Depronto, un rumorque llegabadesde el fondodel jardín, hizoque losinvitados miraran hacia allí. Entonces vieron aparecer a la señorita Celiaempujandouna silla de ruedas y, sentado en ella, a su hermano.Unamantalivianacubríasuslargaspiernas,unsombrerodealasanchasescondíacasiporcompletosusgrandesojosylaexpresióndedescontentodesurostrodelgadoeratandesagradablecomoeltonoirritadoyásperodesuvozquesequejaba:

—Meiréencuantocomiencenahacerruido.Nocomprendoparaquélos

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invitaste.

—Paraentretenerte,querido.Ellos loharánsi túprocurasserlesgrato—susurrósuhermanaalmismotiempoquesonreíaysaludabaconlacabezaporsobreelrespaldodelasillaparaagregarluegoenaltavoz—:¡Quéinvitadospuntuales!…En seguida nos sentaremos a tomar el té. Éste esmi hermanoThorton,delqueesperoseharánbuenosamigos.Yésteeselperrodelcualtehablé,Thorny.¿Noteparecegraciosoysimpático?

Pero, no obstante las amables palabras de la señorita Celia, como Benhabíaoídoloqueelotromuchachodijeradecidióquenoibaasimpatizarconél;entantoqueThornyteníaresueltodeantemanonojugarconunvagabundoaunqueéstesupierahacertodaclasedepiruetas.Poreso,ambosmuchachossemiraronconfrialdadeindiferenciacuandolaseñoritaCelialospresento.PeroSancho, que teníamejoresmaneras y carecía de orgullo, les dio una buenalección aproximándose a la silla, agitando la cola como bandera que pidetregua,yofreciendosupatadelanteraenseñaldeamistososaludo.

Thorny no pudomostrarse indiferente ante ese gesto cordial. Palmeó lacabeza blanca ymientras acariciaba ymiraba amistosamente los afectuososojosdelperro,dijoasuhermana:

—¡Quéanimalinteligente!…Sihastaparecequehablara…

—Pues,¡naturalmentequehabla!—exclamóBen,quien,ablandadoporlaexpresióndeadmiraciónquevioenelrostrodeThorny,ordenó—:¡Sancho!…Di«¿cómoestáusted?»

YSancho,sentándosesobrelaspatastraserassetocólacabezaconunadelasdelanterascomosifueraaquitarseelsombreroyladrosuavemente:

—¡Gua!¡Gua!¡Gua!

Thornyserioapesarsuyo,ylaseñoritaCelia,comprendiendoqueelhieloestaba roto, empujo la silla del niño hasta colocarlo junto a uno de losextremosdelamesa.LuegoubicoalasniñasaunladoyaBenyaSanchoalotro; en seguida se sentó ella a la cabecera e indico a sus invitados quecomenzasenaservirse.

Muypronto,BabyBettyconversabananimadamenteconsunuevaamigacomo si la conociesen desdemucho tiempo atrás.Los niños, en cambio, nohabían perdido la timidez, y Sancho hacía de intermediario. El excelenteanimal se comportaba con toda corrección y se había sentado sobre sualmohadóncontantaseriedad,quehastaparecíaqueeraunafaltaderespetoofrecerlealgodecomer.Habíanpreparadoespecialmenteparaélunplatode«sandwiches»ycuandoBen,detantoentanto,leponíaunodelante,afectabacompleta indiferenciahastaelmomentoenque recibía laordendecomerlo.

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Entonces lo devoraba de un solo bocado, e inmediatamente volvía aabsorberseensusprofundospensamientos.

Pero en cuanto hubo probado aquel delicioso manjar, penoso le fuereprimir sus deseos, y a despecho de los esfuerzos que hacía por quedarsequieto,elhocicoletemblaba,losojosmanteníanunaestrechavigilanciasobreelplatoylacolasemovíainquietaygolpeabaimpacienteelrojoalmohadón.Porúltimo,llegounmomentoenquelatentaciónfuemásfuertequeél.Benescuchaba lo que decía la señorita Celia; encima del plato quedaba unindefensopastel.SanchomiroaThornyycomoéste,quenoapartabalavistadelanimal,hicieraungestodeaprobaciónconlacabeza,seengullodeunsologolpe el pastel y en seguida clavo sus ojos pensativos en ungorrión que sebalanceabasobreunarama.

La astucia del pícaro perro divirtió tanto al niño, que echando atrás elsombrerogolpeolasmanosyrompióareírcomohacíamuchotiemponoreía.Los demás se volvieron a mirar, sorprendidos y entonces Sancho, sinabandonar su aire de inocencia, los observo con una expresión que parecíaquererdecir:

«¿Aquesedebetodoestealboroto,amigosmíos?»

Después de aquello, Thorny olvido su tristeza y timidez y, súbitamente,comenzó también él a hablar. A Ben le halago el interés que el niñodemostraba por su perro. Dio entonces rienda suelta a su buen humor yentretuvoalaconcurrenciarelatandosusaventurasenelcirco.ReciénenesemomentolaseñoritaCeliapudosentirsesatisfechaytranquila.Todocontinuomuybienyenespecial lacomida,pues losplatosvacíoseran reemplazadosinmediatamente por otros llenos, la tetera tuvo que ser llenada dos veces, yllegounmomentoenqueladueñadecasacreyóqueibaasernecesarioponerun límite al voraz apetito de sus invitados. Pero ocurrió algo que libro a lajovenderealizartaningratatarea.

Imprevistamente descubrieron a un niño que, de pie, detrás de ellos, enmediodelsendero,observabatodocongranatención.Eraunhermosoniñodeunosseisañosdeedad,bienvestido,depelonegrorecortadosobrelafrente,carita sonrosada y unas piernas regordetas que las medias caídas sobre loszapatos polvorientos dejaban al desnudo. El sombrero de paja colgaba a suespalda, la mano derecha apretaba con fuerza una pequeña tortuga y laizquierda sosteníaunavariadacoleccióndepajitas.Antesdeque la señoritaCeliahablara,elreciénllegadoanunciosuspropósitoscontodacalma:

—Hevenidoaverlospavosreales.

—Antesmedirás…—comenzóadecir la joven.Peronopudocontinuarporque el niño la interrumpió al mismo tiempo que daba unos pasos hacia

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adelante:

—Ylosconejos.

—¿Noquieresprimero?…

—Yelperro—concluyoconsusuavevocecitaelresueltopersonaje…

—Aquílotienes.

Unapausa,unalargamirada;enseguidaotropedidohechoconelmismosolemnetonoseguidodeunnuevoavance.

—Quierooírrebuznaralburro.

—Siélquiere,nosotrosnotenemosinconveniente.

—Yoírcómogritanlospavosreales.

—¿Algomás,señor?

Como a esta altura de la conversación el pequeño y exigentemuchachohabíallegadojuntoalamesa,descubriósusuperficiearrasada.Estoleindujoa señalar con su dedo gordezuelo un último trozo de pastel olvidado quiénsabecómoyaexigirdejandodeladolosbuenosmodales:

—¿Quierountrozodeeso!…

—Sírveteysiéntateeneseescalónacomerlo.Pero,entretanto,dimequiéneres—pidió la señoritaCelia aquienhabíadivertido extraordinariamente ladescaradaactituddelniño.

Dejando las pajitas en el suelo el pequeño tomó el trozo de torta, yacomodándoseenelescalón,conlabocallena,contestó:

—Soyelhijodemipadre.Élhaceundiarioyyoleayudomucho.

—¿Cómosellama?

—SeñorBarlow.NosotrosvivimosenSpringfield—aclaróelvisitanteporpropiavoluntad,máslocuazgraciasaladulzuradelatorta.

—¿Tienesmamá,querido?

—Estádurmiendolasiesta.Yoaprovechoparasaliradarunavuelta.

—Sospecho que sin permiso. ¿No tienes hermanos o hermanas que teacompañen?—inquiriólaseñoritaCeliaalmismotiempoquepensabaaquiénperteneceríaelpequeñovagabundo.

—Tengodoshermanos:ThomasMertonBarlowyHarrySanfordBarlow.YosoyAlfredTennysonBarlow.Nohayniñasennuestracasa;sólotenemosaBridget.

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—¿Novasalcolegio?

—Mis hermanos van.Yo no estudio griego ni latín todavía. Juego en laarena,leoyhagopoesíaparamimadre.

—¿Nopodríashaceralgunaparamí?Amímegustanmucho laspoesías—propusolaseñoritaCeliaalcomprobarquelacharladivertíaalosniños.

—No creo que pueda componer una ahora.Le diré la que compuse estamañana.

Ycruzandosuscortaspiernas,elpequeñoeinspiradopoetaenparterecitóyenpartecantóelsiguientepoema:

Dulcessonlasfloresdelavida

queadornanlosdíasdemihogar;

dulcessonlasfloresdelavida

queengalananminiñezbendecida.

Dulcessonlasfloresdelavida

queconmimadreymipadrecomparto;

dulcessonlasfloresdelavida

delosniñosquejueganen

lapaternacasaquerida.

Dulcessonlasfloresdelavida

cuandodelhogarlaslámparasiluminanlanoche;

dulcessonlasfloresdelavida

cuandoconelveranollegalaestaciónflorida.

Dulcessonlasfloresdelavida,

quelanievedelinviernomata;

dulcessonlasflores

alasquelaPrimaveradevuelvesuscolores

—Ésteesunpoema.Hiceotromientrasbuscabalatortuga.Selorecitarétambién.Esmuybonito—afirmóelpoetaconencantadorasencillez.Respiróprofundamenteyvolviendoatemplarsuliracomenzó:

Gratostranscurrenlosdías,

enmifelizhogar,

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cruzandoconsusraudasalaselvalledelavida.

Fríossonlosdíascuandovuelveelinvierno.

Cuandopasabalosdíasplacenterosenmifelizhogar,

erangratoslosdíasalaverdeorilladelarroyuelo;

erangratoslosdíascurandoleíaloslibrosdemipadre;

erangratoslosdíasdelinvierno,cuandoardíabrillanteelfuero.

—¿Bendito niño!… ¿De dónde sacará todo eso? —exclamó la señoritaCelia asombrada, mientras los niños reían porque vieron que el pequeñoTennysonenlugardedarleunmordiscoalatortaselohabíadadoalatortuga.Entonces,paradescartarfuturoserrores,metióalpobreanimalenundiminutobolsilloconlamayortranquilidad.

—Los saco de mi cabeza y hago versos a montones —explicóimperturbable.

—Aquí vienen los pavos reales a comer—interrumpió Bab cuando laselegantesaveshicieronsuaparición,exhibiendosubrillanteplumajealaluzdelsol.

El joven Barlow se incorporó para admirarlos; pero su sed deconocimientosnoquedosaciadaconeso,eibaapedirinspiraciónaJunoyaJúpiter, cuando el viejo Jack, deseoso de compañía, asomo su cabeza porencimadelatapiadeljardínylanzountremendorebuzno.

El inesperado sonido sobresalto al curioso indiscreto y lo saco de suscasillas; durante un momento, sus firmes piernecitas temblaron, perdió susolemnecomposturaysusurroasombrado:

—¿Asígritanlospayosreales?

Los niños rompieron a reír como locos y la señorita Celia apenas logrohacerseentenderdelgrupoalcontestaralegremente:

—No,querido;éseeselburroquepideloyayasaver.¿Quieresir?

—Nopuedoquedarmeunmomentomásaquí.Quizámamámenecesite.

Y sin agregar otra palabra, el desconcertado poeta se retiróprecipitadamentedejandoolvidadassuspreciosaspajitas.

Bencorriódetrásdelniñoparacuidarquenoleocurrieranada.Enseguidaregreso y dijo que un sirviente se había hecho cargo del pequeño, el cual,mientras se alejaba, iba recitando un nuevo poema en el que semezclabanpayosreales,burrosy«floresdelavida».

—Ahoralesmostrarémisjuguetesynosdivertiremoshastaquelleguela

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horadehacerentraraThornyencasa—dijolaseñoritaCeliaalmismotiempoqueRandaseocupabaderetirardelamesaelserviciodetéytraíaunaenormebandeja llena de libros ilustrados, mapas juegos de prendas, figuras deanimales y enmedio de todo eso, unamuñecamuy grande vestida como sifueraunacriatura.

Apenaslavio,Bettyextendiólosbrazospararecibirlaenellosconungritóde placer. Bab se apodero de los juegos de prendas y Ben quedo extasiadocontemplando un pequeño jefe árabe que saltaba sobre un caballo blancoenjaezadoypreparadoparalalucha.Thornyrevolviótodohastaencontraruncurioso rompecabezas que armo sin equivocarse luego de un largo estudio.HastaSanchoencontróalgoqueleinteresoy,sentadosobresuspatastraseras,metiólacabezaentrelosniñosysepusoamoverconlapataunasletrasrojasyazulesqueaparecíansobreunoscartones.

—Parecería que las reconociera —dijo Thorny, divertido con losmovimientosyesfuerzosdelperro.

—¡Esclaroquelasconoce!…Escribetunombre,Sancho.—YBencolocóenelsuelotodas las letrasmientraselperro,moviendolacola,aguardabalaorden de su amo. Cuando todo el alfabeto estuvo extendido delante de él,moviólasletrashastaqueseparóseisqueordenóayudándoseconlapatayelhocicohastaquelapalabra«Sancho»apareciócorrectamenteescrita.

—¡Qué inteligencia extraordinaria!… ¿Sabe hacer algomás?—exclamóThornyencantado.

—Infinidaddecosas.AsíganabaSanchosusustentoyelmío—contestóBen.Yorgullosamenteordenóalanimalqueexhibieratodassushabilidadeslocualhizocontantamaestría,quehastalaseñoritaCeliaquedomaravillada.

—Estámuybienamaestrado.¿Sabescómolehicieronaprendertodasesascosas?—preguntólajovencuandoSanchoseechóadescansarentrelosniños.

—No, señorita.Papá loeducocuandoyoeraaúnmuyniño,ynuncamedijo como lohizo.Yo sólo le ayudé a enseñarle a bailar, tareamuy sencillaporqueSanchoesmuyinteligente.Papáasegurabaqueelmejormomentoparadarle leccionesera a lamedianoche.Aesahora todoestaba tranquilo,nadiemolestaba a Sancho ni le hacía equivocarse. Pero yo ignoromuchas de sushabilidades,queaprenderécuandopapáregrese.Élmedijoquemeenseñaríatodoesocuandoyofueramásgrande.

—Tengo un libro sobre animales muy interesante. Hay en él un amenorelato acerca de dos perritos amaestrados que hacían cosas extraordinarias.¿Les agradaría escucharlo mientras ordenan los juguetes? —preguntó laseñorita Celia contenta de que su hermano hubiera hecho amistad, por lomenos,consuinvitadodecuatropatas.

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—¡Sí,señorita!¡Sí!…—replicaronlosniños.

Entonces la joven, tomandoel libro, leyóelbonito relatoqueacortabaosimplificabadondecreyeraconvenienteparaadaptarloasuauditorio.

—Invitéadosperrosacomeryapasarlatarde.Vinieronconsuamo,queerafrancés.Éstehabíasidomaestroenunaescueladesordomudos,eimaginóque podía aplicar el mismo método para educar a sus perros. Había sidotambiénmalabarista,peroenesosmomentoseramantenidoporBlancheysuhija Lyda. Durante el almuerzo, los dos perritos se comportaron comocualquierotroanimal;perocuandolealcancéaBlancheuntrozodequesoylepregunté si sabía cómo se llamabaeso, su amo respondióque sí, que sabríaescribirlo.Demodoqueenseguidaprepararonlamesa,trajeronlalámparaycolocaron las letras de colores del abecedario sobre unos cartones. Plancheaguardóhastaquesuseñorleindicóqueescribieralapalabra«queso»,loqueellarealizódeinmediato,peroenfrancés—FROMAGE—.Luegotradujolapalabra haciendo demostración de su gran inteligencia. Alguien escribió enunapizarralapalabraPferd,queenalemánquieredecircaballo.Blanchemiróypretendióleerlaaproximándosealapizarra.

—Tradúcela al francés —ordenó el hombre, y ella en seguida escribió«CHEVAL».

—Ahora, como estás en casa de un señor inglés, escríbela en inglés. Laperrareuniólasletrasyclaramenteseleyó:«CABALLO».Luego,unouotro,escribiódistintaspalabrasconalgunoserroresquelaperracorrigiósinvacilar.Pero el animal parecía cansado, pues comenzó a gemir y gruñir y sólo sequedótranquilacuandolepermitieronretirarseaunrincónacomeruntrozodepastel,premioasuhabilidad.

EntoncesLydaocupósulugarehizosumasconunosnúmerosdecartónyejerciciosmentalesdearitmética.

Ahora,Lyda—pidió sumaestro—quiero comprobar si has aprendido ladivisión.Supontequetienesdiezterronesdeazúcaryencuentrasdiezperrosprusianos. ¿Cuántos terrones de azúcar le darás tú, un perro francés, a cadaunodelosperrosprusianos?

Lyda,sinvacilar,contestóeligiendoelcartónqueteníaescritoelnúmerocero.

—Supón ahora que tienes que dividir el azúcar conmigo. Lyda buscó elnúmerocincoy,cortésmente,seloofrecióasuamo.

—¡Qué animalmás listo!…Sancho no sabría hacer eso—exclamóBenquien, aun contra su voluntad debía aceptar que el perrito francés era máshábilqueelsuyo—.¿Creeustedqueesdemasiadoviejoparaaprender?

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—¿Continúo?—preguntólaseñoritaCeliaalobservarcuántointeresabaelrelato a los niños aunque Betty no hubiera dejado en ningún momento lamuñecayBabsiguieraarmandounrompecabezas.

—¡Oh,sí…¿Quémáshicieronlasdosperritas?

«Jugaronaldominósentadasensendassillasunafrentealaotra.Tocabanlas piezas que querían jugar mientras el hombre las movía y comentaba eljuegoenaltavoz.Lydafuevenciday,avergonzadayabatida,fueaescondersebajounsofá.EntoncessuornorodeóaBlanchedeuncírculodecartasyélsequedóconotromazoigualenlamano.Noshacíaelegiruna,luegopreguntabaa la perra que carta habíamos escogido y ésta nos traía entre los dientes lamismacarta.Mepidierondespuésque,enlahabitacióncontiguacolocaraunalámparaenelsuelorodeada,decartas.Enseguida,algunodenosotrosdebíasusurrareneloídodelanimallacartaquequeríamosnostrajese.Blancheibainmediatamente a la pieza vecina y nos traía la carta demostrándonos quehabíaentendidomuybienloqueledijéramos.Lydahizotambiéninfinidaddepruebas con los números y algunas de ellas eran tan difíciles que dudo queotro perro pueda hacerlas. Lo que no logre descubrir fue cómo dirigía elhombre a sus animales. Quizá por el tono de la voz, ya que en, ningúnmomentomovía lasmanos ni la cabeza»…«Se necesitaría una hora diariadurantemás de ochomeses para amaestrar así a un perro. Poco después deesta exhibición el dueño de los perros murió y los maravillosos animalesfueronvendidos,aunquenadiesupodespuéshacerleslucirsushabilidades».

—¡Cómo me hubiera gustado haberlos visto y saber cómo losamaestraban!…Sancho:tendrásqueestudiarmuchoporquenoquieroquetederrote ningún perro francés —dijo Ben moviendo el índice con tantaseveridadqueelperrosearrastróasuspiesysellevóambaspatasalosojoscomosiestuvieraapuntodeecharseallorar.

—¿Hayalgunaláminaofotografíadeesosinteligentesperros?—preguntóBen echando unamirada al libro que la señoritaCelia había dejado abiertosobresufalda.

—Deellosninguna,perosídeotrosanimales.Haytambiénanécdotasenlasqueintervienencaballosquenodudote interesaránmucho.—Yla jovenhizovolverrápidamentelashojasdellibrosinimaginarcuántoconsueloiríana prodigar aquellas páginas al muchacho a quien, muy pronto afligiría unaprofundapena.

CAPÍTULO10

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—¡Gracias,señorita!Esunhermosolibrosobretodoporlasláminas,peroalgunasdeéstasmehacensufrir—yBenseñaló lasque representabanaungrupodecaballosenuncampodebatalla.Algunos,yacíanmuertosenelsueloyotros levantaban lacabezacomosiquisierandirigirunpostreradiósa suscompañerosqueseperdíanalolejosentreunanubedepolvo.

—Deberían detenerse a prestarles auxilio —comentó el muchachovolviendoprecipitadamentelahojaparafijarseenotraláminaquemostrabaatrescaballosque,muyfeliceshundíanlaspatasenelpastoaltoquebordeabaelarroyoadondeseacercabanabeber.

—Ese caballo negro es muy hermoso. Me parece que veo sus crinesflotando al viento, y que lo oigo relinchar llamando al pequeño, de caracolorada; o que lo contemplo corriendo y saltando obstáculos para llegarprontoalanietaypoderdescansar.

—¡Cómo me gustaría montar uno de esos caballos y galopar por lapradera!—exclamóBenhamacándoseenlasillacomosiestuvierasentadoenunamontura.

—UndíadeestospuedesmontaraLitaairadarunavueltaporelcampo.A ella le gustará el paseo. Podrás ensillarla con la montura de Thorny queestaráaquílasemanapróxima—dijolaseñoritaCeliacontentadequealniñolehubieseagradadoel libroydequedemostrarasimpatíaporesosanimalesqueellatantoquería.

—No necesito esperar la montura. Me gusta montar en pelo. ¡Ah!…dígame, señorita: ¿era en este libro donde dijo usted que los caballoshablaban?—preguntó Ben recordando de pronto algo que la señorita Celiadijerayquelodejaramuysorprendido.

—No.Atareada con los preparativos para el té olvidé buscarlo. Lo haréestanoche.Recuérdameloensuoportunidad,Ben.

—¡Oh!…Tambiényoolvidéalgo.Elseñoralcaldemedioestacartaparausted.Medistrajetanto,quenomeacordédedársela.

Confundido y avergonzadoBen extrajo la carta de un bolsillo almismotiempoqueasegurabaqueélnoteníaningúnapuroporellibroyquélomismosealegraríasiselodabacualquierotrodía.

Dejandoa losniñosentretenidosensus juegos, laseñoritaCeliasesentóenel«porch»ysepusoaleerlascartas,queerasdos.Ymientraslasleíasurostrosenublóyluegoreflejótalexpresióndetristeza,que,quienlahubieraestado observando, se habría preguntado qué malas noticias podían haberborrado la alegaría de su rostro. Pero nadie presto atención, nadie vio concuántapenafijabaellasusojosenelrostroradiantedeBenycómo,haciendo

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a un lado las cartas, se acercaba a los niños con una expresión de infinitacompasión.Benpensóquenuncahabíaencontradounamujermásdulcequeaquellaqueseinclinabajuntoaélyleayudabaaarmarunrompecabezassinburlarsedesuserrores.

La joven se mostró tan bondadosa con todos, que cuando abandono unmomentoalosniñosparallevaraThornyadescansar, lostresaprovecharonparahacersuselogiosalmismotiempoqueacomodabantodoslosjuguetesysepreparabanparapartir.

—Se parece al hada buena de los cuentos. Tiene la casa llena de cosasmaravillosas—dijoBettyabrazandoporúltimavezalaencantadoramuñecacuyospárpadosquesesubíanybajabaninvitabanacantar:

Arroró,pequeña,duérmete,miamor…

Ycerrarlosojosparanoecharaperderlailusión.

—¡Cuánto sabe!…Mucho más que la maestra… Nunca se impacienta,aunquelaabrumemosapreguntas.Megustanlaspersonasqueconocentantashistorias —agregó Bab cuya imaginación y sus ansias de saber jamás sesaciaban.

—Amímegustamuchoelniñoycreoqueéltambiénmequiere,aunquealprincipiohayamostenidodificultadesparaentendernos,Mehapedidoque,cuandopuedavolverasostenersesobrelaspiernas,—leenseñéamontarylaseñoritaCeliamehaautorizadoahacerlo.Ellasabequéesloquehacefelizasuhermano—.YBen,agradecido,mirabaaljefeárabequelehabíanregaladoyqueera,sinduda,elmejorobjetodelacolección.

—¿No les parece que llegaremos a divertirnosmucho aquí? La señoritadicequepodemosvenirtodaslastardesajugarconellayThorny.

—Ydejaremosnuestrascosasporacáparatenerlassiempreamano.

—Yoserésuayudanteyestaréaquítodoeldía.Creoqueunadelascartasquetrajeeraunarecomendacióndelalcalde.

—Esoes,Ben—afirmólaseñoritaCelia, reapareciendoenesemomento—.Teaseguroquesinomehubiesedecididoantesatomarteamiserviciolohabríahechoahora.

EltonoconquelaseñoritaCeliapronunciólasúltimaspalabrasalmismotiempoqueapoyabaambasmanossobre loshombrosdelniñohizoqueéstelevantaravivamentehaciaellaelrostroqueelorgullohabíateñidoderubor.

—La mamá de las niñas debe también participar de la fiesta. Tomenalgunas de estas cosas y lleven también la muñeca a pasar la noche conustedes.Estátandormidaquedapenadespertarla.Adiós.Hastamañana,mis

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pequeñasvecinas—concluyólaseñoritaCeliadespidiendoalasniñasconunbeso.

—¿NovieneBenconnosotras?—preguntóBabmientrasBettycaminabacomoenajenadallevandoenbrazosasuenormeyqueridaamiga,cuyacabezasebalanceabasobresuhombro.

—Aún no. Tengo muchas cosas que arreglar con mi nuevo ayudante.DíganleasumamáqueBenirádentrodeunrato.

Partieron lasniñasconunplato llenodedulcesycuandolaseñoritayelmuchacho quedaron solos se sentaron ambos en la amplia escalinata. LaseñoritaCeliasacó lascartas;una ligerasombraseextendiósobresu rostro,tan ligera comoesa sombraque, al atardecer, cubre el campoenvolviéndolotodoconunmantosilenciosoyquieto.

—Ben,querido,tengoquedecirtealgo—comenzóellalentamente.

Ben la escuchó con serenidad pensando que, desde que Melia muriera,nadielohabíallamadoasí.

—ElalcaldehatenidonoticiasdetupadreporintermediodeestacartaqueleenviaraelseñorSmithers

—¡Hurrah!…¡Porfavor!…¡Dígameenseguida!…¿Dóndeestápapá?—gritó el muchacho deseando apoderarse de la carta que la señorita Celiaconservabaentresusmanossinhacerademándeofrecérsela.EllahabíabajadolacabezaymirabaaSanchocomosiquisierapedirleayuda.

—Fueenbuscadelospotrosylosenvióaleste.Peroélnopudoregresar.

—Supongo que habrá seguido viaje… Recuerdo que dijo que iría hastaCalifornia y que cuando llegaramemandaría a buscar.Me gustaría ir allá.Dicenqueesunahermosaregión.

—Tupadrehaidomáslejosaún,aunlugarmáshermoso—ylosojosdela señorita Celia se elevaron hacia el cielo, donde comenzaban a apareceralgunasestrellas.

—¿Por que no me ha mandado a buscar? ¿Adónde ha ido? ¿Cuándovolverá?—preguntóBenansiosamente,pueshabíapercibidountemblorenlavozdelajovencuyosignificadonocomprendióperopresintió.

LaseñoritaCelialoabrazóyledijoconternura:

—Querido Ben: si tu papá no volviera más, ¿sufrirías mucho? ¿Teresignaríasaello?

—Talvez.Pero…¡Oh!…¡Señorita!…¿Acasoquiereusteddecirqueel…hamuerto?—gritóBenexhalandounsollozoquepartíaelcorazónyquehizo

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incorporarseaSanchoyladrarlastimeramente.

—¡Mipobreniño!…¡Bienquisierapoderdecirtequeno!…

Nohubo necesidad de agregarmás.Ben comprendió que había quedadohuérfano e, instintivamente, buscó a su viejo amigo que tanto lo quería. Searrojó al suelo, junto al perro, y apretándose contra el cuello del animal,sollozóamargamente.

LoúnicoquesupohacerelpobreSanchofuegemiry lamer las lágrimasquehumedecíanelrostrosemiocultomientrasqueconlosojosdoloridos,deexpresióncasihumana,interrogabaalabuenaamigadeambos.Secandosuspropias lágrimas la señorita Celia se inclinó y acarició primero la cabezablanca y lanuda y luego palmeó la otra, negra, que se apretaba contra elanimal.AlmomentolossollozoscesaronyBensusurrósinmiraralajoven:

—Cuéntemetodoloqueocurrió.Prometoportarmejuiciosamente.

Entonces,conlamayordelicadezaposible laseñoritaCelia leyólabreveesquela que conmuypocaspalabras daba lamala nueva.El señorSmithersconfesabasaberlanoticiadesdehacíavariosmeses,ysinoselahabíahechoconocer al muchacho había sido por temor de que éste no continuaracumpliendodebidamentesusobligaciones.DelamuertedeBenBrownpadrehabíapocoquedecir.Habíasidomuertoenun lugardesiertodeloesteyundesconocidoescribió sobreelparticular a laúnicapersonacuyonombre fueencontradoenunpapelen lacarteradeBen.Smithersofrecíahacersecargootravezdelmuchacho,ayudarlo,asegurandoquesupadredeseósiemprequeelhijopermanecieradondeéllohabíadejadoysiguieraeloficioparaelquehabíasidopreparado.

—¿Quieresvolverallá,Ben?—preguntólaseñoritaCeliaconelobjetodedistraerlaatencióndelmuchachoalhablarledeotrascosas.

—¡No!… ¡No!… Prefiero dar vueltas por el mundo y aun morirme dehambre.EsehombrefuemuymaloconmigoyconSancho,yserápeorahoraque no está papá. No me mande de regreso… ¡Déjeme quedarme aquí!…¡Todossontanbuenosconmigo!…¡Yyonotengoadóndeir!

La cabeza queBen había levantado con gesto desesperado volvió a caersobreelcuellodeSanchocomosiyanohubieraotrorefugioparaél.

—Te quedarás aquí y nadie podrá llevarte contra tu voluntad. Yo tellamabaenbroma«miayudante»;ahora lo serásen serio.Éstaes tucasa,yThorny tu hermano. También nosotros somos huérfanos y viviremos juntoshastaquealguienmásfuertevengaacuidardenosotros—prometiólaseñoritaCeliaconunamezclataldefirmezayternuraqueBensesintióconfortado,ydemostró su agradecimiento apoyando sumejilla sobre el bonito zapatoque

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estabacercadeél,comosinohallarapalabrasparaexpresarloquesentíaporla gentil damita, a quien, desde ese momento, se prometió servir con todafidelidadyabnegación.

Sancho también se consideró obligado a demostrar sus sentimientos y,gravemente, colocó la pata delantera sobre la rodilla de la señorita Celiamientrasgruñía,comosiquisieradecir:

—Cuenteconmigo,siconalgopuedoayudarapagarladeudademiamo.

Lajovenapretócordialmentelapatasuplicanteyellealanimalseacurrucóasuspiescomounpequeñoleón,dispuestoacuidardelacasaydesudueñacontratodoriesgo.

—No permanezcas sentado sobre esa losa fría. Acércate, Ben, que yoprocuraré consolarte—dijo ella inclinándose para secar los lagrimones queaún rodaban por lasmejillas tostadas delmuchacho,medio ocultas entre lafaldadesuvestido.

PeroBensecubriólacaraconambasmanosysollozóconrenovadodolor.

—Ustednopodráconsolarme.Ustednoconocióamipadre.¡Oh,papá!…¡Padrecitomío!…Sipudieravertesiquieraunavezmás…

Nadie podía satisfacer aquella súplica, pero la señoritaCelia encontró lamanerade tranquilizaralpequeño.Unamúsicamuydulceymuysuavequeparecíavenirdesdeelinteriordelacasaflotósobreelambiente.Elniño,casiinstintivamente,dejódellorarysepusoaescuchar.Lágrimasmenosamargasrodaron entonces por susmejillas, sentía que su pena se suavizaba y que lasensación de soledad se hacíamenos terrible.Algún día él iría a aquel paíslejano,máshermosoqueladoradaCalifornia,areunirseconsupapá…

NadiepodríadecircuántotiempoestuvoalpianolaseñoritaCelia.CuandoellasedeslizófueraparaversiBenestabaaúnallí,descubrióqueotrosbuenosamigos habían acogido cariñosamente al niño en su seno. El viento quesusurraba entre las lilas le había cantado una suave canción de cuna, y labondadosa cara de la luna enviaba sus rayos a través del verde arco de lashojas para que besaran y cerrarán los párpados del niño. Y el fiel Sanchopermanecía inmóvil junto a su pequeño amo, quien con la cabeza apoyadasobreelbrazodormíaprofundamente,soñando,feliz,que«papáhabíavueltoabuscarlo…»

CAPÍTULO11

A la mañana siguiente, la señora Moss despertó a Ben con un beso,

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apretando al huérfano contra su corazón sin hallar mejor manera parademostrar su simpatía.Benhabía olvidado sus penas durante el sueño, perotan pronto como entreabrió los párpados pesados de tanto llorar volvió arecordarlas. No lloró, pero se sintió extrañamente solo, y esa sensaciónpersistióhastaquetuvoaSanchojuntoasíylehubocontadotodo.Delantedela bondadosa señora Moss se mostraba turbado y se alegró de que ella semarchara.

Sanchopareciócomprenderquesuamoestabapreocupado,yescuchósutriste relato con demostraciones de interés, gemidos de condolencia, y cadavezqueelmuchachoexpresabalapalabra«papá»,lanzabafuertesladridos.

Era tan sólo una bestia, pero su afectomudo confortaba aBenmás quecualquierpalabra;porqueSanchohabíaconocidoyamadoalpadretantoytanbiencomosupropiohijo,yesesentimientolosuníaconmásfuerzadesdeelmomentoenquehabíanquedadosolos.

—Debemosponernosluto,viejoamigo.Esloindicado;nosotrosseremoslos únicos que rendiremos ese homenaje —dijo Ben mientras se vestía,recordando que toda la compañía había llevado crespones negros durante elfuneraldeMelia.

Significabaunverdaderosacrificioparasuvanidaddemuchachoarrancarde su sombrero nuevo la cinta azul con ancas doradas en los extremos yreemplazarla por la cinta gastada del sombrero viejo, pero Ben lo hizo sintitubeosycongestosincero,aunque,porsupuesto,lavidateatralquellevarahasta hacía poco tiempo influyese en sus actos diferenciándolos de los decualquier otro niño. Entre su mezquino guardarropa no halló nada que lesirviera para enlutar a Sancho, a excepción de un bolsillo de batista negro.Estabacompletamentedescosido,destrozadoporelpesodelasbolitas,piedrasyotrosobjetossemejantesqueelmuchachosolíaguardarenél,demodoquelo arrancóy lo ató al collar del animal exclamandopara sí, con un suspiro,mientrasponíaaunladosustesoros:

—Unbolsilloessuficiente.Hoynonecesitomásqueunpañuelo.

Por suerte, ya que no teníamás que uno, ese accesorio estaba limpio, ycolgándoloostensiblementedelúnicobolsillo, el sombrero en la cabeza, loszapatos nuevos crujiendo tristemente, seguido por Sancho que con sumoñonegro estaba impresionante, salió el único deudo, convencido de que habíahechocuantodebíaparamostrarsurespetoporelmuerto.

LosojosdelaseñoraMosssellenarondelágrimasalver larústicacintanegraycomprenderporquélallevabaBen,peronopudoevitarunasonrisaaldescubrir el simbólico trapo negro que colgaba del cuello del perro. Sinembargo,nadadijoparanoafligiralmuchacho,aquienaquellademostración

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de su duelo parecía consolar. Ben salió a cumplir sus tareas, consciente dehaberseconvertidoenelcentrodeinterésdesusamigos,enespecialdeBabyBetty,quienes,advertidasdelapérdidaexperimentadaporelniño,lomirabanconunamezcladepiedadyadmiraciónqueaaquélleresultaronmuygratas.

—Quisieraquemellevarasalaiglesia.VaahacermuchocaloryThornyno está bastante fuerte aún como para aventurarse a salir—dijo la señoritaCeliacuandoBensepresentóanteella,despuésdeldesayunoparapreguntarlesi teníaalgoquehacer.Porqueconsiderabaqueellaerasuama,auncuandotuviera que aguardar hasta el día siguiente para hacerse cargode las nuevasobligacionesquesehabíaimpuesto.

—Conmucho gusto, señorita, si usted cree que puedo ir así—contestóBen contento de que le pidieran algo aunque inquieto también al recordarcómosevestíalagenteenaquellasocasiones.

—Podrás ir después que yo te haya arreglado un poco.Dios nomira la,ropa.ParaÉlsontanbienvenidoslospobrescomolosricos.¿Túnohasidonunca a la iglesia?—preguntó la señoritaCelia que ansiaba ayudar al niñoaunquesinsabercómohacerlo.

—No,señorita.Nuestragenteibamuyraravezypapáestabatancansadolosdomingosquelosdedicabaalreposoomellevabaapasearalbosque.

UnligerotemblorsacudiólavozdeBen.Conunrápidomovimientoechoelsombrerohaciaadelanteparaocultarsusojosbajoelala,pueselrecuerdode aquellas horas hermosas que no volvería a vivir fue demasiado dolorosoparaél.

—Me parece que es ésa una excelente manera de descansar. Yo la hepuesto en práctica amenudo. Estamisma tarde iremos también nosotros albosque.Perodemañanameagrada ira la iglesia; tengolasensacióndequeesomeayudaaestarbienduranteelrestodelasemana.Ysisetieneunapena,esallíadondesedebeirabuscarconsuelo.¿Quieresvenirycomprobarsiloconsigues,queridoBen?

—Haré todo lo posible para complacerla—murmuróBen sin levantar lavista porque, aunque la bondad de la joven le llegaba hasta el fondo delcorazón, deseaba que, por un tiempo, nadie hablara de su padre. Era difícilcontenerlaslágrimasynoqueríaquelotomaranporunnene.

LaseñoritaCeliapareciócomprenderporquecontonoalegreseapresuróadecir:

—Mira que precioso espectáculo… Cuando era una niña creía que lasarañashilabanlastúnicasdelashadasyluegolastendíanasecarsealsol.

Bendejodecavarelagujeroqueestabahaciendoenelsueloconelpiey

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levantolacabeza.Vioentoncesunahermosateladearaña—uncírculodentrode otro círculo—, que una araña tejía en un ángulo del portón. La luz queatravesaba la tela hacía brillar diminutas gotitas, y una suave brisa la hacíatemblarcomosifueraaarrancarla.

—Esmuyhermosa,perosedesprenderáyperderácomotodas.Nuncahevisto un ser semejante a las arañas.Hilan diariamente su tela, sin cansarse,aunquesepierdasuobra—comentóBenaquien,comoellaimaginara,agradopodercambiardetema.

—Asíseganalaarañalavida.Tejesutelayesperarecibirsupandiario,esdecir, lamoscadesprevenidaquecaeen la trampa.Pronto la tendrá llenadeinsectos,ycuandolaseñoraarañahayahechosusprovisionesyanolamentaráperderladelicadatela.

—Yoconozco a esa señora.Tiene el cuerponegroy amarilloyvive allíarriba, en ese rincón oscuro. Desaparece en cuanto toco el portón, peroreaparece sime quedo quieto.Me gusta observarla, pero ella debe odiarmeporqueundíadejéenlibertadaunamoscayvariashermosasmariposas.

—¿HasoídoalgunavezlahistoriadeBruceysuaraña?Muchosniñoslaconocenyatodaslesgusta—manifestólaseñoritaCeliaadvirtiendoelinterésdesuinterlocutor.

—No la conozco señorita.Yo ignoromuchas de las cosas que saben losniñosdemiedad—contestoBenconseriedad,quien,desdequevivíaconsusnuevosamigoshabíadescubiertomuchaslagunasensusconocimientos…

—Pero en cambio conoces otras que ellos no saben. La mitad de losmuchachos de la ciudad darían lo que no tienen pormontar, correr y saltarcomotú.Ymásdeunapersonamayoresincapazdearreglárselassolocomotú. La vida errante que has llevado ha hecho de ti, enmuchos aspectos, unhombre,peroenotrostehaperjudicado,¿noesasí?Procuraremosahoraquetú olvides la parte mala y sólo recuerdes la buena mientras aprendes a sercomolosdemásniñosquevanalcolegio,alaiglesia;ysepreparanparaserhombresindustriososyhonestos.

Ben había mirado fijamente a la señorita Celia mientras ésta hablabaconvencidodelaverdaddeloqueelladecía,peroconvencidotambiéndequeél habría sido incapaz de expresar todas aquellas cosas aunque lo hubieseintentado.Cuandoellacallo,élexclamósinceramente:

—Quieroquedarmeaquíy llegaraserunhombrerespetable.Desde,quevivoentreustedeshecomprendidoque,aunquevayanalcircoadivertirsenoconsideran muy digna a esa gente. Eso no me hubiera importado antes,tampocopensaba iralcolegio,peroahorasí.Creo,además,queélpreferiríavermeaquíquerondandoporesosmundossinamparoniprotección.

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—Asídebeser.Probaremos,pues,Benny.Alprincipio,latareaserápesadaymonótona,sobretodosilacomparasconlavidallenadevariacionesquehasllevadohastahoyyquesindudaecharásdemenos.Peroaquellavidanoeralaqueteconveníaynosotrosteayudaremoscontodosnuestrosesfuerzosaqueencuentres algomejor.No te desanimes nunca, y cuando algo temortifiquedemasiadoacudeamícomolohaceThornyqueyoprocuraréaliviarelpesode tucarea.Apartirdeestemomento tengodosniñosymepropongohacermuchoporambos.

Antes de queBen tuviera tiempo para demostrar su agradecimiento, unacabeza despeinada apareció por la ventana del piso superior y una vozsomnolientareclamo:

—¡Celia!… No puedo encontrar el cordón de mi zapato. Quiero quevendasahacerelnudodelacorbata.

—¡Baja,perezoso,ytraeunadetuscorbatasnegras!Loscordonesdeleszapatos están en la valijamarrón, sobremi tocador—respondió la señoritaCelia, agregando con una carcajada después que la enmarañada cabezadesapareciómurmurandoaleoacercade las«molestasvalijas»—:Thornyhasido muy mimado a causa de su enfermedad. No debes hacer caso de susmodales bruscos ni de sus caprichos. Pronto se le pasará y entonces estoyseguradequeseránmuybuenosamigos.

Benteníasusdudasalrespecto,perosepropusohacercuantoestuvieradesu parte para contentar a la joven, demodo que cuando el señorito Thornyaparecióysaludoconunindiferente:

—¿Cómoestás,Ben?

Elmuchachocontestorespetuosamente:

—Muy bien, gracias. —Pero su saludo no era muy reverente, porqueconsidero ene unmuchacho que, como él, montaba en pelo y sabía dar undoblesaltomortalnodebíainclinarseanteeseniñoqueapenasteníalafuerzadeungatito.

—Nudo marinero, por favor: dura más —dijo Thorny levantando elmentón para que pudieran ajustarle correctamente la corbata, va que élcomenzabaasentirseunpequeño«dandy».

—Deberíasusarlarojahastaquetengasmáscolor,querido—suhermanafrotó su mejilla sonrosada contra la pálida del muchacho como si quisieraprestarlesuscolores.

—A los hombres no les importa su aspecto físico —exclamó Thornyescapandodesuabrazoporqueaélno leagradabanesasdemostracionesdecariñodelantedelagente.

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—No, ¿eh?Aquí tenemosaunpresumidoque se cepilla el cabellodocevecespordíayqueseacomodaelcuellohastacansarse—riolaseñoritaCeliapegándoleuntironcitodeorejas.

—¿Paraquiénesestaotracorbata?—preguntóThornyconun tonomuydignopresentandolaotraprenda.

—Paramiotroniño.Tienequeveniralaiglesiaconmigo.Lajovenhizoelsegundonudodecorbataalotro jovencaballeroconunasonrisa tanamablequehastalacintanegraparecióiluminarse.

—Bueno, yo quiero que… —comenzó Thorny con un tono que noprometíanadabueno.

Unamiradadesuhermanalerecordóloqueellaledijeramediahoraantesy se calló al instante comprendiendoporqué la joveneramásbuenaconel«pequeñovagabundo».

—Yotambién,puestúnopuedesconduciraúnyyonoquieroestropearmipar de guantes nuevos sujetando a Lita —dijo la señorita Celia con unaentonaciónqueirritóunpocoalseñoritoThorny.

—¿Benvaa limpiarmisbotas antesde salir?—preguntódirigiendounamiradaasuszapatosnuevosquecrujíanylemolestaban.

—No, limpiará lasmías, si quiere tener esa bondad.Tú no necesitas lasbotas esta semana, de modo que sería perder tiempo inútilmente. Ben:encontrarás todo lo que necesitas en el cobertizo y a las diez puedes ir enbuscadeLita.

Despuésdeeso,laseñoritaCeliacondujoasuhermanoalcomedoryBenseretiróadesahogarsuiraconelcepillo,ypusotantasenergíasquelasbotitasquedaronmuybrillosas.

Cuandounahoradespuésviosaliralajovendelacasasedijoquejamáshabíavistonadatanbonito.Ataviadapor,unchalblancoyungorrito,sosteníaun libro y un lirio del valle entre lasmanos cubiertas con guantes de colorperlaqueapenasrozaronelcochealsubir.Benhabíavistoensuvidainfinidaddedamashermosas,perotodasllamabanlaatenciónporloscoloreschillonesdesussombrerosyvestidos,lucíanjoyasbarataseinfinidaddeplumas,cintasy velos. Por eso le asombró que la señorita Celia aparecieran tan bella yelegante vestida con aquel sencillo atavío. No comprendía que el encantoresideenlaspersonasynoenlasropas.Viviendojuntoaesadamaadquiriríamodalesgentiles,buenosprincipiosypensamientospuros.Élsedabacuentaqueeraagradableestarbienvestidoe ir a la iglesiacomounniño serio.Lasensación de soledad que lo abrumaba se suavizo mientras rodaban por laavenida,entrecamposverdes,bajoelsoldejunioquehacíabrillartodoasu

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alrededor:enelaire,flotabaunagranpaz,sentadaasuladosubuenaamiga,silenciosaadmirandolabellezadelmundoconexpresiónfeliz,expresiónqueBen llamódespués«caradedomingo»,quehacíaolvidar el cansanciode lasemanaydabafuerzasparacomenzaralegrementelastareascuandoeldíadefiestaterminara.

—¿En que piensas, muchacho?—le preguntó sorprendiendo una de lasmuchastímidasmiradasqueBenledirigierasinqueellaloadvirtiese.

—Pensabaqueparecíacomosiusted…

—¿Cómosiyoqué?Di:notemas—loanimólajoven,puesBensehabíacalladoytirabadelasriendas,avergonzadodesuimaginación.

—Como si usted estuviera rezando sus plegarias —murmuró apenasdeseandoqueellanolooyera.

—Esohacía,enefecto.¿Norezastúcuandotesientesfeliz?

—No,señorita.Cuandoyoestoycontentonodigonada.

—Talvezlaspalabrasnoseannecesarias,pero,algunasveces,cuandosonsincerasybuenasnosayudan.¿Nohasaprendidoalgunaplegaria,Ben?

—Solamente el Padre Nuestro. Abuela me lo enseñó cuando era muypequeño.

—Teenseñareotras;unamuyhermosaquenosdicetodoloquedebemospedir.

—Nuestragentenoeramuypiadosa;creoquelesfaltabatiempo.

—Quisierasaberquéentiendestúporpiadoso.

—Pues,iralaiglesia,leerlaBiblia,rezarycantarloshimnos,¿noeseso?

—Esascosasformanpartedeello,peroserbuenoyalegre,cumplirconlospropios deberes, ayudar al prójimo y amar a Dios es la mejor manera dedemostrarnuestrapiedad,quetieneasísuverdaderosentido.

—Entoncesusted loes—yBendemostróquea travésde losactosde lajovenhabíaaprendidomejorqueatravésdesuspalabras.

—Procuro serlo, pero a menudo fracaso. Por eso, todos los domingosformulonuevospropósitosydurantelasemanapongomivoluntadalserviciodeellos.Esomesirvedeconsueloydeayuda;túlocomprenderáscuandolopongasenpráctica.

—¿Creeustedquesi,durante lamisa,digo¡nojurarémás!,novolveréahacerlo?—preguntóBenseriamente,puesenesaépoca,aquélerasupecadocapital.

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—Metemoquenoseatanfácilliberarsedenuestrospecados.¡Ojaláfueraasí!…Perositúruegasmuchoycuidasdenodecirmalaspalabras,tecurarásdeesafeacostumbreantesdeloqueimaginas.

—Jamás me había preocupado esa costumbre que tengo de blasfemar,hastaquevineaquí;BabyBettyseespantancuandooyendecir«votoa…»,ylaseñoraMossmereprende.Poresoquierocorregirme.Peromeresultamuydifícil contenerme cuandome enojo. «¡Que lo cuelguen!…», nome pareceunaexpresiónmuyindicadaparadescargarmifuria…

—Thorny exclama«te confundan…»,por cualquier cosa.Yo le aconsejéquesilbaraenlugardedecireso,yavecessilbatansúbitayestridentementequeme hace saltar. ¿Por que no pruebas tú también?—propuso la señoritaCelia a quien no sorprendían las costumbres del niño, ya que éstas eranconsecuencianaturaldesusanteriorescompañías.

Ben sonrió y prometió hacer como la joven decía y experimentó unatraviesaalegríaalpensarquetambiénenesovencería—nolecabíalamenorduda—alseñoritoThorny.Dominaríaa todacosta laspalabrasgroserasquedosotresvecespordíalesubíanaloslabios.

La campana repicaba en elmomento que ellos entraban en el pueblo, ymientrasatabaaLitaveíallegar,detodaspartes,gentequeseagrupabajuntoalos peldaños de la vieja capilla como las abejas alrededor de la colmena.Acostumbradoaverqueloshombresentrabanenlascarpasdelcircoynosequitabanlossombreros,Bennoseocupódelsuyo,ybajabayaporlanaveconel puesto cuando sintió que unamano suave se lo quitaba y que la señoritaCelialesusurraraalentregárselo:

—Ésteesunrecintosagrado;recuérdaloydescúbretesiemprealentrar.

Muy avergonzado, Ben la siguió hasta el banco donde pronto se lesreunieronelseñoralcaldeysuesposa.

—Encantado de verlo aquí —dijo el anciano caballero, con un gestocordial,puesreconocióalmuchachoyrecordósuduelo.

—Espero que no se moverá durante el oficio—suspiró la señora Allenacomodándoseenunrincóncongranruidodesedas.

—Yo cuidaré de que no la moleste —respondió la señorita Celiaempujando un banquito bajo las piernas cortas de la señora y poniendo unabanicodepalmaalalcancedesumano.

Bencontuvounprofundosuspiro; laperspectivaquese leofrecíanoeramuyagradable.Aunmuchachoinquietoselehacedifícilsoportarunahoradecautividad,yélqueríaportarsebien.

Loprimeroquehizofuecruzarlosbrazosysentarseyquedarrígido,como

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unaestatua.Sólolosojosmovía.Loshizogirardeunladoaotro,dearribaaabajo,desdeelaltoyrojopúlpitohastalosviejoslibrosdehimnoscolocadossobre el atril, reconoció dos caritas que asomaban bajo el ala de sendossombreros adornados con cintas azules, y no pudo resistir la tentación deresponderconunamuecaalsolemnesaludoqueBettyyBablehicierondesdeel otro lado de la nave. Al cabo de diez minutos de buen comportamientoexperimentonecesidaddemoverse,demodoqueaflojólosbrazosycruzólaspiernasconlamismacautelaconqueelratónsemuevefrentealgato,pueselojo de la señora Allen no lo perdía de vista, y él conocía por experienciapropiaelalcancedeesamirada.

La música que comenzó a oírse le produjo un gran alivio porque pudosacudirlospiessinquenadieoyeraelruidoquehacía.Cuandosepusierondepie para cantar, tuvo la impresión de que todos los niños lo miraban y sealegrómuchodepodervolverasentarse.

El buen pastor leyó el capítulo dieciséis del sermón de Samuel y luegopronunciounlargoymonótonosermón.Benloescuchabacontodaatención,puesleagradóel«jovenpastorpelirrojodehermosaestampa»queresultóserelescuderodeSaúl.Hubieraqueridoenterarsedelrestodesuvida,sabersilosmalosespíritusvolvieronaturbarlo,peronocontinuaronrelatandosuhistoria;elancianopastorhablodeotrascosashastaquellegóunmomentoenqueelpobreBencomprendióquedebíaoptarentredormirsecomoelalcaldeotirarelbanquitosimulandoquelohacíasinquererparatranquilizarseunpoco.

LaseñoraAllenlediounapastilladementayél,obedientementelacomió,pero era tan fuerte que le hizo saltar las lágrimas. Entonces, paradesesperaciónsuya,laseñoraloabanicóydeshizoelcorrectopeinadoqueeratodo su orgullo. Por fin, un suspiro de aburrimiento atrajo la atención de laseñoritaCeliaquien,aunqueparecíaabsortaensusdevociones,habíadejadoque sus pensamientos volaran por encima del mar junto con las tiernasplegariasqueellaelevabaporelseraquienamabatantoquizácomoDavidaJonathan. Comprendió de inmediato la inquietud delmuchacho y le sonrió;sabía por experiencia que muy pocos soportan un sermón tan largo sinmoverse. Escogió un trozo en el libro que había traído consigo, y,poniéndoseloaBenenlasmanossusurro:

—Leeesto,siestásaburrido.

Ben tomo el libro y obedeció complacido, pero el título «EscrituraNarrativa» no le pareció muy divertido. Sin embargo, atrajo su atención lafiguradeundelicadojovenquelecortabalacabezaaotrohombredelantedeunamultitudquelocontemplabaasombrado.

—Jack,elmatadordelgigante—pensóBenydiovueltalahojaparaleerloquedecía:«DavidyGoliat».Esobastoparaquecomenzaraaleerlahistoria

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congraninterés,porquedescubrióqueelpastorseconvertíaenhéroe.Cesodemoverse,yanooyóelsermón,elabanicopodíaagitarse:élnoloadvirtió,ycuantos esfuerzos hizo Billy Barton por mostrarle las figuras cómicas quedibujara en el libro de himnos y despertar con ellas su admiración, fueronvanos.Ben estaba profundamente conmovido con la historia delReyDavidrelatada especialmente para niños e ilustrada con hermosas láminas quedespertaronextraordinariamentesuinterés.

El sermón y la historia finalizaron casi al mismo tiempo. Ben escuchóentonceslasplegarias,ymientraslohacíacomprendióloquelaseñoritaCeliahabía querido significar al hablar de las palabras que consolaban cuando sepronunciaban con sinceridad y bondad. Muchas de aquellas oracionestraducían exactamente sus sentimientos; las repitió para recordarlas, puesoídas por primera vez y cuandomás necesitaba de ellas, lo conmovieron yconfortaronenextremo.LaseñoritaCeliadescubrióunaexpresióndistintaenel semblante del muchacho y cuando todos se pusieron de pie para salircantandoelHimnodeGracias,oyóunligerosuspiroasulado.

—¿Teagradóeloficioreligioso?—preguntólajovenmientrascaminaban.

—Bastante…—respondióBenconsinceroentusiasmo.

—¿Tambiénelsermón?

Benrioydijoseñalandoconmanifiestoagradoellibroqueellallevabaenlamano:

—Nopudecomprenderelsermón,peroencambioesahistoriamepareciómuyhermosa.Hayotrasyquisieraleerlas,sifueraposible.

—Me alegra que te haya interesado; reservaremos las otras para lospróximos sermones. Thorny también acostumbra leer en esas ocasiones yllamaal libro«el librodelbanco».Yonopretendoqueentiendasdeprimeraintención todo lo que oyes en la iglesia, pero te conviene ir, y después quehayasleídovariasdelashistoriasquecontieneellibroteinteresaráoírhablardelospersonajesqueaparecenenél.

—Sí, señorita… ¿No cree usted que David fue un gran muchacho?Megusta todo lo que dicen de él; la historia del trigo y de los diez quesos, lamuertedelleónyelosoyladelviejo

Goliat a quienmata de un solo golpe. La próxima vez quiero leer algoacercadeJosephporqueviunaláminaconunosladronesqueloponíanenunacuevayesoparecíamuyinteresante.

La señorita Celia no pudo dejar de sonreír al oír como hablaba Ben deaquellascosas,perolesatisfizomuchoquealmuchacholeatrajeranlamúsicaylosrelatosyresolvióqueleharíagratalaobligacióndeiralaiglesiapara

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queseacostumbraraaellaylegustase.

—Bien, estamañaname has acompañado y procedido de acuerdo amiscostumbres.Esta tarde serás tú quien dirija y nosotros te seguiremos.Ven aeso de las cuatro para ayudarme a llevar a Thorny hasta la alameda.Pondremosallíunahamaca,pueselaromadelospinosesbuenoparasusalud.Ustedespodránconversar,reírydivertirseagusto.

—¿MepermitellevaraSancho?Nolegustaquelodeje.Sepusofuriosocuando lo encerré para que nome siguiera y fuera a buscarmedentro de lacapilla.

—Pues claro que sí. Dejemos que el inteligente animal disfrute comoustedesdeestehermosodomingo.

Satisfecho con el programa, Ben se fue a almorzar, lo que hizomuy deprisa para poder contar las mañas de que tuvo que valerse para burlar elaburrimientoqueloinvadiódurantelalecturadelsermón.PeronodijonadadelaconversaciónquesostuvoconlaseñoritaCeliaporquetodavíanoestabamuy seguro de que le agradara o no lo que ella le propusiera y preferíameditarloantesdedecidirnada.

Despuésdealmorzarlequedosobradotiempoparapensarensustristezas;poresodeseocontodassusfuerzasquellegaranlascuatrodelatardeyaque,ponersetristelegustabamenosaúnquecortarleña.

La señoraMoss se fue a hacer la siesta;BahyBetty se sentaron endosbanquitosa leersus librosdominicales.Anadiese lepermitía jugar,yhastalasgallinasfueronacobijarsebajolosárbolesjuntoconelgalloquecacareabasomnoliento,comosilesestuvierarecitandounsermón.

—¡Qué día interminable!… —pensó Ben mientras se refugiaba en elrincónmásapartadodesuhabitaciónparareleerlasdoscartascuyocontenidoleparecíaunahistoriamuylejana.Porquepasadoelprimerchoqueleresultóimposibleaceptarlamuertedesupadre,demodo,pues,quedecidiónocreeren ella. Él era un muchacho sensato y comprendió que sería una tonteríaconsiderarsemásdesgraciadodeloqueeraenrealidad.Poresohizoaunladolas cartas, quito el bolsillo negro del collar de Sancho y hasta se permitiósilbar suavemente mientras guardaba sus tesoros y estar así preparado paramudarsealdíasiguientellevandopocaspenasymuchooptimismo.

—Thorny…QuieroqueseasbuenoconBenestatardeyloentretengassinagitarte demasiado. Yo debo quedarme a esperar a los Morris que hanprometido venir, pero ustedes pueden ir a la alameda y divertirse—dijo laseñoritaCeliaasuhermano.

—No alcanzo a imaginar como podré divertirme charlando con ese

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cuidador de caballos. Me, apena su desgracia, pero no se me ocurre comopodrédivertirlo—replicoThornylevantándosedelsillónenmediodeungranbostezo.

—TúsabesseramablecuandoquieresyporhoyBenyahaestadobastanteconmigo.Mañanatendráquecomenzaratrabajar,cosaqueestoyseguraharámuybien.Perohasta entoncesdebemoshacerle compañía, pues elpobrenosabequéhaceracolasconsigomismo.Además,eselmomentooportunoparainfluirsobreél.Lamuertedesupadrelohaablandadoyestoyseguradequesu mayor deseo es ser un buen muchacho. Debemos ayudarlo nosotrosentonces,yaquenotieneanadiemásasulado.

—Bueno, empecemos la obra. ¿Dónde está?—yThorny dio unos pasosconquistadoporlatiernaseveridaddesuhermanaaunquedudabadesuéxitoconelmuchachodeloscaballos.

—Esperandoconlasilla.Randayallevolahamaca.Sébuenoqueyotelopremiaréalgúndía.

Despuésderecibirunasonrisayunbeso,Thornysalióconpasovacilantey subió al cochecito; saludó de muy buen talante a su conductor a quienencontrósentadosobreeltravesañotraseroconSanchoasuspies.

—Llévame,Benjamín.Noconozcoelcaminodemodoquenosabríacómoir.Loúnicoquetepidoesquenometiresafuera.

—Muybien,señor.—YBenlocondujoporellargocaminoquecruzalahuertayquellevahastaunbosquecillo,dondecrecensietepinos—.¡Hermosolugar!Unsuavesusurrollenabaelaireybajolospiesseextendíaunaoscuraalfombra de agujas de pino, y pequeños conos y por encima de los altoshelechosqueadornabanlalomasedivisabanfugazmentelasierrayelvalle,las granjas y el río ondulado que, como una cinta de plata, corre entre lasprofundasyverdespraderas.

—Una casa de verano —dijo Thorny observando el paisaje—. ¿Quésucede,Randa?¿Nomarchaeso?—preguntóalarollizadoncellaquienhabíadejadocaer losbrazosresoplando,despuésdehaber intentadovanamentedearrojarlasogadelahamacaporencimadeunarama.

—Até la primera muy fácilmente, pero no puedo con la segunda. Lasramasestántanaltasquenolasalcanzo.

—Yolaataré.—Bentrepóalpinocomounaardilla,hizounfuertenudoybajóantesdequeThornysehubieramovidodelasilla.

—¡Mi Dios!… ¡Qué muchacho ágil!… —exclamó Randa llena deadmiración.

—Esonoesnada;mehubiesevistotrepandounpalocompletamenteliso

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—dijoBensacándoselaresinadelasmanosybalanceandograciosamentelacabeza.

—Puedes irte,Randa.Alcánzameel almohadóny los libros,Ben; luego,mientrastehablo,puedessentarteenlasilla—ordenóThornytumbándoseenlahamaca.

—¿Quéme estará por decir?—se preguntó elmuchacho al sentarse, entantoSanchoseacomodabaentrelasruedasdelcochecito.

—Ahora,Ben,creoquelomejorquepuedeshaceresaprenderunpoema.Yosolíahacerlocuandoerapequeño;nohaynadamejorparaundíadomingo—comenzóadecirelnuevomaestrocontalairedesuficienciaqueesoenfadóasudiscípulotantocomoelafrentoso«pequeño».

—Probaré…sipuedo.—YBensilbóparacontenerunjuramento.

—Unapersonabieneducadanosilbacuandoestáenpresenciadeotra—advirtióThornymuydigno.

—La señorita Celia me dijo que lo hiciera. Iba a decir «Dios teconfunda»…Siteparecemejorquelodina—contestóBenalmismotiempoqueunaastutasonrisabrillabaensusojos.

—¡Ah!…Ella te contó algo, ¿no?Bueno, si deseas complacerla en tododebesaprenderuncánticoreligiosoenseguida.Acércate.Mihermanaquierequeseapacientecontigoyyoestoydispuestoaserlo,pero¿cómoconseguirlositútesulfurasporcualquiercosa?

Thornyempleóun tonosinceroqueagradóaBenehizoquerespondieramuyalegre:

—Si no adoptas esa actitud grave yo no me enojaré. Nadie más que laseñoritaCelia puede darmeórdenes, pero si ella lo quiere, yo aprenderé loshimnos.

—«Enlafloridaépocadetuniñez»eselmásindicadoparacomenzar.Loaprendícuandoteníaseisaños.Esmuyhermoso…Toma,léelotú—yThornyle ofreció el libro como lo hubiera hecho un patriarca que se dirigiera a unniño.

Benobservóconpocoentusiasmolapáginaamarillentacuyasgrandes«S»encaracteresantiguosdespertaronsuatención.Cuandohuboconcluidodeleernoresistiólatentaciónderecitarlasdosúltimaslíneas:

«La tierra no puede producir más hermosos frutos que una juventudreligiosa.»

—Jamás lograría aprender esto. ¿No tienes algo más fácil?—preguntó,volviendolashojasconansiedad.

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—Mira al final y fíjate si no hay pegada una poesía.Apréndela y veráscómosealegraráCeliasise la recitas.Laescribióellacuandoeraunaniña;alguienlahizoimprimirparaquelaleyeranotrosniños.Eslapoesíaquemásmegusta.

Contento de matizar con algo divertido las lecturas piadosas, Ben seinclinósobreellibroyleyóconsumointeréslaslíneasquelaseñoritaCeliaescribieraensuniñez:

MIREINO

Dueñasoydeunreinoenelqueviven

todasmisideasypensamientos,

yesingrataydifícillatarea

demantenerlosbajomigobierno.

Mivoluntadvacilayseextravía,

perturbadapormalignaspasiones,

yelegoísmosussombrasarroja

sobremispalabrasymisacciones.

¿Cómoaprenderadominarmisansias,

aserlaniñabuenaquedebiera?

Honestayvalerosa,incansable

enmiafándesersiemprelaprimera…

¿Cómoencenderenmialmalallama

paraquealumbreconsuluzmivida?

¿Cómotemplarmipequeñocorazón

enunaeternaydulcemelodía?

AmadoPadre,quetuamormeguíe

yarrojédemiespíritueltemor.

Yparaquesientaqueestásamilado

llévamehastati,sémiconductor.

Puesningunatentaciónespoca

niesinadvertidalainfantilpena,

paraTi,queconpacienciainfinita

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atodosreconfortasyconsuelas.

Noquieroparamíotracorona

quelaquetodospuedenobtener,

niaspiroalaconquistadeotromundo

másqueaquelqueguardoenmipropioser.

Guía.Túmispasosparaquellegue

aencontrarenmiespírituTureino,

yconducidaportutiernamano

logretomarlobajomigobierno.

—¡Megusta!—declaróBenconénfasiscuandoconcluyódeleerelbrevecanto. Lo comprendo y lo aprenderé en seguida. No me explico cómo hahechoparaescribiralgotanhermosoydelicado.

—Celia lo puede todo.—Thornyhizo con lamanoun ampliogestoqueindicabaclaramentesufeenlospoderesilimitadosdesuhermana.

—Hacepocoyocompuseunapoesía.BabyBetty laencontraronbonita,pero yo no opino igual —murmuró Ben a quien, el descubrimiento de lashabilidadesdelaseñoritaCelialohabíapredispuestoalasconfidencias.

—Dila… —pidió Thorny y agregó inteligentemente—. Yo nunca hepodidoescribirpoesías,peromegustan.

"¡Chevalita!…

Criaturabonita…

Comoaunahermana

laquiero.

Montarla

esmilocura

yaquejamás

muerdeococea…"

Así recitóBenconorgullo,ymodestiaa lavez,esaprimerapoesía suyaque había sido inspirada por un afecto sincero y juzgada «divina» por lasadmiradasniñas.

—¡Muybien!…DebesrecitárselaaCelia.AellalesatisfacequealabenaLita.Tú,ellayelpequeñoBarlowdeberíanoptaraunpremiócomolohacíanlospoetasdeAtenas.Tehablarédeellosotrodía.Ahoradedícateaaprenderel

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himno.

Halagado por los comentarios de Thorny, Ben se aplicó a la tarearevolviéndosetantoenlasillaqueparecíaqueaprenderesosversosfueraparaél un acto doloroso. Pero era inteligente y a menudo había aprendidocanciones cómicas de memoria, de modo que pronto pudo repetir, parasatisfacciónsuyaydeThorny,cuatroversossinequivocarse.

—Conversemos ahora —invitó, complacido, el preceptor—. Y, unohamacándose y el otro dando tumbos por la alfombra de agujas de pinocomenzaronarelatarsusaventuras.AunquelasdeBeneranmásinteresantes,lasdeThornynocarecíandecolor,yaqueélhabíavividomuchotiempoenelextranjero y podía contar toda clase de curiosas anécdotas que tenían porescenariolospaísesquehabíavisitado.

No obstante hallarsemuy entretenida con su amiga, la señoritaCelia nopodía dejar de preguntarse si los muchachos se habrían entendido. Cuandosonóeltimbrellamandoatomarelté,aguardóansiosalallegadadeaquéllos,seguradeque,aprimeravista,advertiríasisehabíandivertido.

—Parece que todo marcha bien —se dijo con una sonrisa al verlosaparecer.BenempujabalasillayThornycaminabaasuladoapoyándoseenunacañaqueacababandecortar.AmbosniñosconversabananimadamenteyThorny reía de rato en rato como si la charla de su compañero fuera muygraciosa.

—¡Mira que hermosa caña cortóBenparamí!…—dijo elmayor de losmuchachosblandiendolacañamientrasseacercaba.

—¿Qué han hecho por allá? Están tan contentos que sospecho habráncometidoalgunatravesura—manifestólaseñoritaCeliaobservándolosdesdelaescalinata.

—Noshemosportadocomounpardeangelitos.Yonohehechomásqueconversar yBen aprendió un himno que te recitará.Acércate y dilo, amigomío—invitóThornymuyalegre.

Quitándose el sombrero Ben obedeció inmediatamente, divertido aldescubrirelcolorqueaparecíaen lasmejillasde laseñoritaCeliaencuantoéstacomenzóaoírlapoesía.Yconsideróquesuestudiorecibíasumerecidarecompensa cuando, luego de concluir el poema con un saludo, la joven ledirigióunacomplacidamiradaacompañadadelassiguientespalabras:

—Me enorgullece que hayas elegido ese poema y advierto que lo dicescomosituvieraunsignificadoespecialparati.Loescribícuandoteníacatorceaños, perome salió del corazón yme hizo un gran bien.Deseo que a ti teocurralomismo.

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Benmurmuróqueasíera,perono legustabadeciresascosasdelantedeThorny,demodoque,precipitadamente,retirólasillaytodosentraronatomarelté.Peromástarde,alanochecer,mientraslaseñoritaCeliacantabaalpianocomo un ruiseñor, se apartó de las medio dormidas Bab y Betty y fue arefugiarsejuntóalaslilasparapoderescucharcontodosucorazón,llenoenesos momentos de buenos propósitos y felices pensamientos. Nunca habíagozado de un domingo como aquél… Y al irse a dormir repitió la terceraestrofa del poema de su amiga. Porque esa estrofa era la quemás le habíaemocionado. El padre que tanto amara y que había perdido le hacíaexperimentar lanecesidaddebuscarelamoryelapoyodeeseotroPadrealquenuncahabíavisto.

CAPÍTULO12

TonossemostraronmuybuenosconBencuandoconocieronsudesgracia.ElalcaldeescribióalseñorSmithersqueBenhabíaencontradonuevosamigosy que se quedaría donde estaba. La señora Moss lo consoló con afectomaternal y las pequeñas hicieron cuanto estaba al alcance de ellas para ser«amables conelpobrecitoBen».Pero suverdaderoconsuelo fue la señoritaCelia, quien ganó por entero su corazón, no sólo a causa de las amistosaspalabrasqueledirigíaoporlascosasqueporélhacía,sino,sobretodo,porlasimpatíaqueledemostrabaatodahora,enlosmomentosprecisos,atravésdeunamirada,conunacariciaounasonrisa,muchomáseficaces,porcierto,quecualquier palabra de condolencia. Ella lo llamaba «mi hombrecito» y Benprocurabaserlosoportandosudolorcon talenterezaque,noobstanteserunniñoaún,inspirabarespetoasuamiga;porqueBeneratodaunapromesaparaelfuturo.

Porotraparteenaquelentonces,ellasemostrabasiempre tanalegrequeresultabaimposibleparaquienesvivíanasuladosentirsetristes,ymuyprontoBenvolvióaestarcontento,puesescondiósupenayguardóelrecuerdodesupadreenunrincónocultodelcorazón.Nohabríasidounverdaderoniñosinose hubiera sentido dichoso en ese hermoso lugar donde, por primera vez,experimentabalasensacióndequeteníaunhogar.

¡Basta de arrancarmalezas!…Sus tareas ya no lo cansaban ni aburrían,pues eran variadas y livianas. Por fin no veíamás la cara desagradable delmalhumorado Pat, sino que podía contemplar el suave rostro de la señoritaCelia,decuyoslabiossiemprebrotabanpalabrasdeelogiograciasalascualescualquiertrabajoparecíaagradable.

Alprincipiosecreyóqueibanasurgirdificultadesentrelosdosniños,ya

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queThornyeraautoritariopornaturalezayacausade laenfermedadque lohabíadejadodébilynerviosoavecessemostrabadespóticoeimperativo.ABenlehabíanenseñadoaobedecersinprotestaralaspersonasmayoresqueél,y siThorny lohubiese sidonohabríahechocuestiones, pero resultabadurotener que obedecer continuamente a un muchacho y, sobre todo, a unmuchachotancaprichosocomoaquél.

Sinembargo,unasolapalabradelaseñoritaCeliaalejabadeinmediatolastormentas.PorcariñoaellasuhermanoprometíaserpacienteyBendeclarabaque no se enfurecería aunque el señorito Thorny lo molestara. Y así, muypronto,ambosniñosseolvidaban,uno,dequeeraelamo,yelotrodequeeraun «hombrecito»; vivían en paz como dos camaradas, se disculpabanmutuamente su mal carácter y encontraban gran placer y provecho en surecíprocaamistad.

Enelúnicopuntoenquejamáslograbanponersedeacuerdoeraenelquesereferíaalaspiernas,cosaqueprovocabalarisadelaseñoritaCelia,quienlosveíadiscutiresacuestióncongranseriedadycalor.ThornyinsistíaenqueBen era patizambo. A Ben le disgustaba el epíteto y manifestaba que laspiernasdetodobuenjinetedebíanser ligeramentecurvas,yquienquieraquesupiesealgosobreelparticularestaríadeacuerdoconélyreconoceríaqueesoeraunanecesidadyunsignodebelleza.

Entonces Thorny le replicaba que esas piernas estaban bien arriba delcaballoperoqueabajo,unhombreparecíaunpatocaminando.AloqueBencontestaba que, por su parte, prefería caminar como un pato antes quetambalearsecomouncaballomareado.Conesodabaenelblanco,porqueelpobreThornyparecía,enrealidad,undébilpotrillocuandointentabacaminar,peropretendíanotomarencuentalaalusiónyabrumabaaBenhablándoledelos centauros omencionando a los griegos y a los romanos, quienes habíansido excelentes jinetes y, sin embargo, habían poseído piernas derechas yhermosas.AesascosasBennopodíaresponder,perohablabaconorgullodelas carreras de caballos en las que él había intervenido y en las que nuncapodrían tomar parte jóvenes de piernas débiles. Entonces Thorny observabaque no era propio de un caballero hacer referencia a las desgracias de susamigos,locualmovíaaBenamirarsesusgrandesmanoscondeseosdedarunbuensacudónasuamigo.Perorecordabaenseguidalacondicióndelpobremuchachoycuántodebíaa su señoritayponíapunto final a lacontroversiacon unos ágiles saltos mortales que calmaban su enojo y le ayudaban arecuperarelbuenhumor.Oaveces,cuandoThornysehallabasentadoenlasilla de ruedas, lo empujaba llevándolo con gran velocidad hasta perder elaliento,conloquequeríademostrarquesilosignorantesconsiderabanquesuspiernasnoeranbuenasélprobaríaquenolashabíamejoresparacorrer.

A Thorny le gustaba aquello, de modo que se olvidaba de la enojosa

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discusiónyseponíaahablardecosasmásagradables.Yasílaamenazadorapelea terminaba en carcajadasque festejaban algunaocurrencia y, por tácitoacuerdo, evitaban el asunto «piernas» hasta que algún accidente lo traía acolaciónnuevamente.

Elsentimientoderivalidadexistehastaenlosmejoresdenosotrosyesunsentimiento inspirador y provechoso si sabemos hacer buen uso de él. Laseñorita Celia sabía eso y se valía de ello para que los niños pudieranbeneficiarsemutuamente.Impedíaquehicierancomparacionesdesagradables,pero los impulsaba a que imitaran y tomaran las cosas buenas y hermosasdondequieralashallaran.ThornyadmirabaladestrezadeBen,suactividadeindependencia; Ben envidiaba los conocimientos ele Thorny, sus buenosmodalesylacomodidadenquevivía,ycuandounapalabraautorizadaponíacadacosaensulugar,ambosquedabantranquilosycontentos,segurosdequehabía una cierta igualdad entre ellos, ya que el dinero no podía comprar lasalud, y el conocimiento práctico demostraba ser tan útil como cualquierconocimientoaprendidoen los libros.De talmaneraque intercambiabansusexperiencias,emocionesysaberyasísesentíanlosdosmejoresymásfelices.Solamentedeesemodopuedellegaraamarsealprójimoconoaunomismoyaextraerlaverdaderadulzuradelavida.

No tenían nunca fin las innumerables cosas agradables que Ben debíahacer:mantenerbiencuidadoslossenderosycanterosdeflores,dardecomeralosanimales,hacerlosmandados,atenderaThornyyrepresentarelpapeldehombre de confianza de la señorita Celia. En la vieja casona ocupaba unahabitaciónqueacababandeempapelarconescenasdecaballeríaqueBennosecansabadeadmirar.EnelarmariocolgabanvariostrajesusadosdeThorny,arreglados, para que pudiera usarlos su pequeño valet. Pero lo que más legustaba a Ben era un par de botas bien lustradas que usaba en las grandesocasiones,cuandomontaba,porejemplo,alasqueagregabaunaespuelaqueencontraraenlabohardillayque,bienlustrada,sóloleservíaparacompletarsuatavío,yaquenuncalausaríaparaespolearaLita.

Muchasláminasyfotografíasdecarreras,pájarosytodaclasedeanimalescolgaban de las paredes, con lo que la pieza había adquirido un aspecto decirco.Esoeraloquehabíahechoquesudueñosesintieraenellacomoensupropiohogar.Dueñode todas esas cosas,Ben se consideraba inmensamentericoyrespetable,casileparecíaqueeraunempresarioretiradoquerecordabaconplacerpasadoséxitossindejarporesodesentirsefelizconsunuevavidamástranquila.

En un cajón de su curiosa cómoda guardaba los recuerdos de su padre;pocosypobres,deinteréssóloparaél.Lascartasquecontabansumuerte,unacadenaderelojbastanteusadayunafotografíadelseñorJoséMontebelloconsu pequeño encaramado sobre la cabeza, ataviados ambos con ligeras

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vestiduras, sonrientes, con esa expresión tranquila y suficiente que usan enpúblicoloshombresdesuprofesión.LosotrostesoroslefueronrobadosaBenjunto con su lío de ropas, pero todas las noches, antes de acostarse,contemplaba con amor los que le quedabanmientras pensaba cómo sería elcielo; si era, en verdad, más hermoso que California, y generalmente sedormíaconunaexpresiónsoñadoraquedebíaparecersealaquepusieraColóncuando descubrió esa hermosa tierra donde crecían vistosas flores y altosárboles de hojas y frutos nunca vistos. Por aquel extraordinario país debíacabalgar supadremontadoenunbonitoyblancocaballo alado, parecido alquevieraenunaláminaqueteníalaseñoritaCelia.

Ensuhabitación,Benvivíamomentosmuyfeliceshojeandosuslibros—muy pronto tuvo sus propios libros—, pero sus favoritos eran «LosAnimales», de Hamerton y «Nuestros amigos mudos», ambos llenos deilustracionesyanécdotasdelasquegustanalosniños.Aúnmásfeliceseranaquellosmomentosquededicabaalostrabajosdelacasa,yayudabaaponertodaslascosasenorden.Peroloqueindudablementepreferíaeranlospaseosdiariosque,siemprequeeltiempolopermitía,realizabaconlaseñoritaCeliayThorny,obiensussolitariosviajesalaciudad,queemprendíaaúnbajounalluvia torrencial, ya que había que llevar o ir a buscar ciertas cartas que noadmitían demora fuera cual fuese el estado del tiempo. Los vecinos seacostumbraron pronto a «las rarezas del muchacho», pero Ben sabía quellamabalaatencióncuandoa todacarrerabajabapor lacalleprincipalentalformaquehacíagritara losviejosyasomarsea lagentea lasventanasparaverlopasar.Alprincipiocreíanqueeraalguienquehuíallevándosealgo.

Litadisfrutabatantocomoélconesosjuegosyaparentabaquererlanzarloporencimadelacabeza,pueshabíaaprendidoaobedecerlasindicacionesqueelmuchacholehacíaconlamanooelpieoconunapalabra.

Estashazañashacíanque losmuchachosmiraran aBenBrowncongranadmiración, y las niñas con tímida reverencia, a excepción de Bab, quienprocuraba imitarlo en la primera oportunidad que se le presentaba paradesesperacióndelpobreJack,puessóloenesesufridoypacienteanimalleerapermitido montar. Por fortuna, ni ella ni Betty disponían de mucho tiempoparajuegos,puescomolasclasesibanaterminarmuyprontotodosestudiabanconahínco,parapodergozarluego,sinpreocupaciones,laslargasvacaciones.Demodoque las reuniones«bajo las lilas»,comoellos las llamaban, fuerondiferidasparamásadelante,ylosmuchachostuvieronqueentretenersesolos,aunquesiemprebajolavigilanciaylosconsejosdelaseñoritaCelia.

MuchotiemponecesitoThornyparaordenarsuscosas,yaqueúnicamentecontabaconlaayudaleBenparavaciarsusvalijas.Mientrastrabajaba,éstenodejabadeadmirartodasesasmaravillasytesorosqueveíaporprimeravez.Lapequeñaprensaleprodujounagranimpresión,yThorny,dejandolodemása

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unladoyencompletodesorden,leenseñoamanejarlaalmismotiempoquese le ocurría fundar un periódico local del cual él sería el editor, Ben elimpresor, su hermana el principal suscriptor, Bab el mensajero y Betty laoficinista.

Entre las cosas, apareció luego un álbum de estampillas y una tardelluviosa se entretuvieron pegando una nueva colección le sellos en suscorrespondienteslugares,yThornydioasuamigoampliasexplicaciones.Bennodemostrómayorinterésporeso,encambioseentusiasmócuandodescubrióunlibroquetraíadibujadaslasbanderasletodaslasnaciones.Seapoderódellibro,puesquisocopiarlasbanderasparasabercómodebíaadornarlacasaenciertas y especiales ocasiones.Al advertir que eso divertía a su hermano, laseñoritaCelia,generosamente,lesabriósuscajonesderetazos,ycomoéstosnodieranabasto,lescomprógénerosdetonosllamativosypapelesdecoloresy provoco el asombro del vendedor pidiéndole varios frascos de goma lepegar.ABabyBettyselasinvitóacoserlasbrillantestirasolasestrellasy,aunque sepinchabancontinuamente losdedos, encontraronesa labormuchomásinteresantequeunircubrecamas.

Todo ese despliegue de tijeras y engrudo, la costura, llenaba la granhabitacióndeatrásqueseleshabíadestinado,yesedesplieguedebanderasypendones que pronto decoraron las paredes habrían hecho resplandecer dealegría,oporlomenosdeadmiración,lamiradadelmástriste.Porsupuestolasestrellasylosgalonesestabanalgobien,yelleóninglésbrincabasobreelestandartereal;despuéscolgabaunagaleríadecuadros:eláguilarusa,dedoscabezas, el dragón negro de la China, el león alado de Venecia y el partrenzadosobrelabanderaroja,blancayazuldeHolanda.Lasllavesylamitrade los dominios del Papa dieron un poco le trabajo, pero por fin se les diotérmino,yasuladoquedaronlaamarillabanderaturcaylarojalunallenadelJapón;debajopendíalahermosabanderaazulyblancadeGreciayencima,lacruzdelalibreSuiza.Silosmaterialeshubieranalcanzado,habríanhecholasbanderas de todas las naciones americanas, pero la goma y la paciencia seterminarony los laboriososobreros tuvieron tiempoparadescansar antesdequellegaraeldíaenque«seagitaranconlabrisasusbanderas».

Alafuriadeconfeccionarbanderassiguióladeconstruirembarcacionesyaparejos, yThorny, que se consideraba demasiado grande para tales juegos,hizounaflotacompletapara«losniños»yaceptosudirecciónentregándolesluegotodo,aexcepcióndelbarcoleguerraqueconsuvelamendesplegadoyel oficial rojo, que sobre el alcázarmovía la espada, continuó adornando suhabitación.

Estos preparativos los realizaban al aire libre, pues tenían que hacer unembalseenelarroyoparaconvertirloenunocéanodondeelbarcopiratadeBen,el«RoverRojo»,conlabanderanegraaltopepudieradarcazaycapturar

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alaelegantefragatadeBab,«LaReina»,mientrasel«Intrépido»,cargadodemaderas,hacía sin tropiezoselviajedesdeKennebunleporthasta labahía leMassachusetts.Desdesuasiento,Thorny,quehacíadeingenierojefe,dirigíasucuadrillacompuestadeunsolohombreaquienhacíacavarelfoso,levantarel dique y, por fin, dejar entrar el agua hasta llenar el pretendido océano;después había que regular la pequeña compuerta para que no se rebalsara ehiciese zozobrar la bonita escuadra compuesta le barcos, botes, canoas ybalsasqueprontoanclaríaenunadesuscostas.

Cavarychapotearenelbarroyenelaguaentreteníaalosmuchachosquecontinuaronenesatareahastaqueconunaseriederuedas,molinosycataratasartificiales transformaron lo que fuera una vez tranquilo arroyuelo en algocompletamente distinto, y una ciudad industrial parecía levantarse en elpacífico rincón donde antes estaban lasmojarritas y donde las ranas habíanpodidoensayarserenatassinquenadielasmolestara.

LaseñoritaCeliaaprobabaaqueljuegolelosniños,porquelegustabaqueThornysedistrajeraalairelibre,yaquelopermitíalasuavetemperaturadelmesde junio, y cuando la noveladde ese entretenimiento se hubodisipado,ellamisma planeó una serie de excursiones de exploración que llenaron dealegría las almas infantiles.Como uno de ellos conocíamuy bien el paraje,revistiógraninteréssalirunagloriosamañanadesolconunlíodemantasyalmohadones, una canasta con comida, libros e implementos para pintar,acomodadosdentrodelcoche,partirsinrumbofijoporlasumbrosaspraderasydetenersedóndeycuándolesplacía.Hicierondescubrimientosmaravillosos,bautizaronmuchos lugares y tuvieron, los peregrinos, toda clase de alegresaventuras.

Todos los días acampaban en un sitio distinto, y mientras Litamordisqueaba a su gusto la hierba fresca, la señorita Celia tomaba apuntesbajounaenorme sombrilla,Thorny leía a sus anchasodormitaba sobreunacolchonetadegoma,yBen tratabade serútil a todos.Descargabael coche,llenaba la botella del agua, acomodaba los almohadones del inválido,preparabalascosasdelamerienda,corríadeunladoaotroenprocuradeunaflorotrasunamariposa,trepabaaunárboldesdedondedescribíaelpaisaje,leía,conversabaojugabaconSancho;realizaba, incansablemente, todaclasedeactividades;lavidaalairelibregustabaaBenyerasumedionatural.

—¡Ben!… Necesito un amanuense —dijo Thorny, cierto día arrojandocuadernoy lápiz, luegodeunmomentode silencio, interrumpido solamenteporelmurmullodelashojasquellegabadesdeloaltoyporelsuavesonidodelacorrientedelarroyuelocercano.

—¿Unqué?—preguntóBenechandohaciaatráselsombrerocontalairedeasombroqueThornypreguntócasiagritos:

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—¿Nosabesquéesunamanuense?

—A decir verdad, ¡no!…A no ser que se trate de algo parecido a unaanaconda.¿Seráesoloquequieres?

Thornynopudocontenerunaruidosacarcajadaqueobligóasuhermana,quien hacía un croquis de un viejo portón, a levantar la cabeza paraobservarlo.

—No necesitas reírte así de mí. Tú no supiste decirme qué era unamanuensecuandotelopreguntéyyonomeechéareíralosgritosporeso.

—Laideadequepudieranecesitarunaanacondamehizotantagraciaquenoconseguídominarme.Estoyseguroquesihubierasidoesoloquetepedía,túmelahabríastraído.Eresunmuchachotanservicial…

—Naturalmente.Noseríaextrañoquese teantojaraunacualquierdíadeéstos.Pidescosastanraras…—respondióBenapaciguadoporelcumplidodesuamigo.

—Por ahora sólo te pido que seas mi amanuense. Para eso hasta queescribaspormí;mecansahacerlosintenerunamesaendondeapoyarme.Túescribesmuybienyayteseráútil,además,adquiriralgunosconocimientosdebotánica.Quiero instruirte,Ben—manifestóThorny,comosipensaraque leconferíaungranfavor.

—Eso parece algo muy difícil —murmuró Ben, dirigiendo una tristemiradaallibroqueyacíasobreunlechodehojasyfloresdeshechas.

—No,noesdifícil.Muyporelcontrario: resultarealmenteentretenidoypodrás prestarme gran ayuda en cuando adquieras algunos conocimientos.Veamos… Supón que te diga: tráeme un «ranunculus bulbosus». ¿Cómosabrías qué es lo que quiero?—preguntó Thornymoviendo el microscopioqueteníaasuladoconairedoctoral.

—Meseríaimposiblesaberlo…

—Haymuchasanuestroalrededoryyoquieroestudiaruna.

—Tratadeadivinar.

Ben recorrió cielo y tierra con lamirada y estaba por darse por vencidocuando cayó una vellorita a sus pies al mismo tiempo que los ojos de laseñoritaCelialesonreíandetrásdelotroniño,quiennohabíavistolaflor.

—Talvezseaésta laquequieres.Yonola llamo«ranunculusbulbosus»,poresonoestoymuysegurodequeseaéstalafloralacualterefieres.—YBenpresentólavelloritacomosiconocieratodassusparticularidades.

—Perfectamente.Acertaste.Ahoratráemeun«leontontaraxacum»—pidió

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Thorny—,encantadoporlarapidezconqueaprendíasualumnoyhalagadodequeselepermitierahacergaladesusconocimientos.

Benvolvióamirarasualrededor,peroelcampoestaballenodefloresdetodaclase,ysinohubierasidoporqueun largo lápiz le señalóundientedeleónqueteníacercanohabríasabidocuálescoger.

—Aquílotiene,señor—ofrecióconunarisitaahogada,yestavezletocóasombrarseaThorny.

—¿Cómodiabloslosupiste?

—Pruebaotravezyquizáslodescubras—rioBen.

Thornyhojeósulibroypidióun«frifoliumplatense».Elinteligentelápizseñaló hacia una dirección determinada y Ben recogió un trébol. Gozabaenormementeconaquellaburlamientraspensabaquelaclasedebotánicanoeradeltodoaburrida.

—Miraaquí.¡Nadadetonterías!…—YThornysevolvióparainvestigaraquelmisterio. Tan rápidamente lo hizo que su hermana no tuyo tiempo decomponerse—. ¡Ah!… ¡Te descubrí!… Haces mal al decirle, Celia. AhoraBen, tendrás que aprender todo cuanto se refiere a esta vellorita ocre comocastigoporelengaño.

—Muy bien, señor. Traiga su «rinoceronsis» —contestó Ben, quien nopodía dejar de imitar a su viejo amigo el payaso cuando se sentíaverdaderamentecontento.

—Siéntate y escucha bien lo que voy a decirte—ordenó Thorny con lagravedaddeunseveromaestrodeescuela.

Encaramándosesobreunmusgosotronco,Ben,obediente,sesumergióenel laberintodel siguienteanálisis, tropezandoconpalabrasdesconocidasqueapenaspodíadeletrearmientraspensabaperplejocómosaldríadetodoeso.

—Phaenogamus. Exogenous.Angrosperm. Polypetalus. Stameus,más dediez. Stameus en el receptáculo. Pistilo,más de uno y separados.Hojas sinestípulas. Familia de las ranúnculas. Ranúnculas Genus. Nombre científico:«ranunculusbulbosus».

—¡PorDios!…¡Quéflor…Pistolasyoxígeno!YPollyqueponesupatasobre ellas y qué sé yo cuántas cosas más… Si esto es la botánica te ladevuelvo:nomegusta—dijoBen,mientrasresollabarojoysudorosocomosiacabaradecorrerunalargacarrera.

—Tienequegustarte.Aprenderástodoesodememoria:Luegotedaréundientedeleónparaqueloestudiesyteloharéveratravésdemilente.Noteimaginas lo interesante que es eso y la cantidad de cosas bonitas que

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observarás—exclamó Thorny, quien había descubierto los encantos de eseestudio y conocía las satisfacciones que proporcionaba, sobre todo a él, aquienhabíanprohibidodistraccionesmásactivas.

—Perodespuésde todo, ¿quéutilidad tieneesto?—preguntóBen,quienhubierapreferidosegartodoelcampoantesquecontinuarconelestudioqueleimponían.

—Eso te lo explicará muy bien mi libro, esta «Botánica de Gray parajóvenes»comorezasutítulo.Peroyopuedodecirtequéimportanciatieneparanosotros—prosiguióThornycruzandolaspiernasenelaire,apoyándoseenlaespaldaypreparándoseparaatacarel tema.SomosdelaSociedadCientíficadeExploradoresydebemosllevaruncómputodetodaslasplantas,animales,minerales,etc.,quedescubrimos.Supongamosquenosperdemosydebemosjuntarplantasycazaranimalesparaalimentarnos.¿Cómosabremoscuálessoninocuos y cuáles no? Oye, ¿conoces la diferencia que hay entre un hongovenenosoyunoquenoloes?

—No.

—Pues bien: te la enseñaré un día de éstos. Hay también gladiolosponzoñosos y toda clase de bayas malignas y conviene que observes biendóndecaminascuandovasporelbosqueotropezarásconalgunahiedraqueteharápasarunmalrato.Yayesqueconvieneconocerbotánica.

—Thornyaprendió todoestoa travésdeuna triste experiencia: convieneque tú atiendas sus consejos —dijo la señorita Celia, recordando losincontablesaccidentesquehabíapadecidoelmuchachoantesqueseapoderaradeéllamaníaporlabotánica.

—Por cierto que nome hizomucha gracia tener que andar durante unasemanaconhojasdeplátanoycremasenlacara.Acércateauncornejo,Ben,ycomprobarásquetucaraseponerojacomouncangrejoylosojossetesalende lasórbitas.Acércateyponteaestudiaralmomento;ello impediráque teveasendificultadescomoleocurreamuchos.

ImpresionadoporestaadvertenciayatraídoporelentusiasmodeThorny,Bensetirósobrelacolchonetayporespaciodeunahoralasdoscabezassemovierondelmicroscopioallibro;elmaestrohacíagaladesusconocimientosyelalumnoseinteresabamásymásconaquellasnovedadesqueveíayoía.Aunque debemos confesar que Ben prefería observar las hormigas,escarabajos,lombricesymoscasdealastransparentesenlugardededicarsealas plantas de nombres largos. Sin embargo, no se atrevió a decirlo. PerocuandoThornypreguntósinoleparecíaunagradableentretenimiento,eludióla respuesta con toda astucia y propuso que juntaran flores para la señorita,prometiendoestudiarlasespeciesvenenosassiemprequeledierantiempopara

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dedicarsecontodaatenciónataninteresanteciencia.

ComoThornyestabayaroncodetantoexplicarseapresuróadartérminoalalecciónvlosdosmuchachossededicaronapescarlabotelladelechequedejaran en el arroyuelo. El recreo se prolongó hasta el día siguiente. Peroambos niños habían encontrado gran placer en este nuevo pasatiempo; elactivoBenrecorríaelbosqueyloscamposprovistodeunacajadelatónquellevabasobreelhombroentantoqueaThorny,quepocosepodíamover, ledestinaron una bonita habitación adecuada a su nueva ocupación, donde seentretenía pegando flores secas en sus cuadernos, hierbas y hojas en lasparedes, donde tenía botellas, probetas, bandejas y recipientes de distintasclasesypodíahacertodoeldesordenquequería.

Pronto Ben trajo tal variedad de ejemplares que arrancaba de verdesescondrijos,delasorillasdelosarroyosdondecrecíanazuladoshelechos,delossitiosdondelaspajarillasdanzabancomosonrosadosduendesalrededordelaspiedras,odelosárbolessobrecuyasramaslospájaroshacensusnidos,lasardillas conversan y las marmotas construyen sus madrigueras, que Thornyexperimentó un vehemente deseo de ver con sus propios ojos todas esasmaravillas.PoresoensillaronaJackyéstesaliódiligentemoviendosuviejocuerpoaltreparporloshermososparajesparatraerdevueltaasujinetemásfuerteytostadoqueantes.

EstascosascomplacíanalaseñoritaCeliaquien,muycontenta,losmirabapartirmientrasellasequedaba tranquilamenteencasaysededicabaacoseralgunasprendasdelicadasoaescribircartasvoluminosasoasoñarconotrascartastanlargascomolassuyas,meciéndoseensusillónhamacabajolaslilas.

CAPÍTULO13

—¡Lasclaseshanconcluido!

—¡Ahorapodremosjugar!…

AsícantabanBabyBettyalregresarasucasaaquelúltimodíadejunio,almismotiempoquecerrabanloslibroscomosinofueranaabrirlosnuncamás.

Lamaestra,agotada,leshabíadadoochosemanasdevacacionesqueellaaprovecharíaparadescansar.Secerró laescuelita, las lecciones tocarona sufin, las vacaciones comenzaron finalmente. La tranquila ciudad se llenósúbitamente de niños tan bulliciosos que las madres comenzaron a pensarcómoaquietarloseimpedirlescometerpeligrosastravesuras,entantoquelospadres,siempreprácticos,selas,ingeniabanparautilizaresaspequeñasmanosociosasylasponíanajuntarbayasoarastrillarelheno,mientraslosancianos,

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noobstanteamarmuchoalosniños,bendecíansecretamentealinventordelasescuelas.

Lo primero que hicieron las niñas fue planear y realizar «pic-nics» yprontoloscampos,sobrelosqueesparcíansussombreros,parecieroncubrirsedegrandeshongos,ylascolinasflorecieronpordoquier,comosilosvestidosdealegrescoloresfueranfloresqueseibandepaseo;ylosbosquessellenaronde pájaros sin plumas que piaban tan alegremente como los tordos, lospetirrojosylosreyezuelos.

Losmuchachosseentregaronal«baseball»comopatoqueseechaalagua,ygrandesbatallasdemuchoruidoperopocasangresacudieronlaspraderas.Alos profanos en estas cosas debía parecerles que estos jovencitos habíanperdidoeljuicio,pues,sinpreocuparseporelcalorquehiciese,ellosestabansiempre allí, sin saco, arremangados, arrojando al aire gorras de todo tipo,dando golpes sobre pelotas de cuero muy gastadas, arrojándolas al aire ycorriendoluegotrasellascomosisusvidasdependierandeeso.

Todoshablabanconaspereza,chillabanavozencuello,disputabansobrecualquier incidentedel juegoy,noobstanteelcalor,elpolvo, lagriteríayelinminentepeligrodeperderencualquiermomentounojooundienteparecíanmuycontentos.

Thornyeraun jugadorexcelente,pero,comonoestaba lobastantefuertecomoparademostrarsudestreza,Benlosustituyó.Aquél,sentadosobreunacerca, actuaba de árbitro con gran alegría de su parte. Ben prometía ser unbuendiscípulo,pueshizorápidosprogresos;susojos,piesymanosquefueranotrora tan bien adiestrados, le prestaron un excelente servicio y Brown fueconsideradocasienseguidaun«catcher»deprimeraclase.

Sanchosedistinguióporsuhabilidadenencontrarlaspelotasextraviadasycuandoeranecesario,cuidabalossacosesparcidossobrelahierbaconelairerespetuosoque tiene laguardiaqueestá junto a la tumbadeNapoleón.Babhubieradeseadounirsealjuegodelosmuchachosquepreferíaalosaburridos«picnics» o a los paseos con lasmuñecas; pero sus héroes no, la querían aningún precio y ella tuvo que conformarse y sentarse junto a Thorny aobservarconansiosointeréslosaltibajosdeljuegode«nuestroequipo».

Parael4deJulio,losmuchachosproyectaronjugarunimportantepartido;perocuandoelclubsereunióparaorganizarlolascircunstanciassemostraronpocopropicias.Thornysehabíaidoconsuhermanaalaciudadapasareldía,dos de los mejores jugadores no aparecieron y los demás estabancompletamenteexhaustosaconsecuenciadelasfiestasquehabíancomenzadoalalba.Setendieronentoncesperezosamentesobreelcéspedbajolosgrandesálamosacomentarsusdecepcionesydesilusiones.

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—Esel4deJuliomáspobrequehevistoenmivida.Nicoheteshahabidoesta vez a causa de un caballo que por ellos se espantó el año pasado—rezongó SamKitteridge, disgustado con el severo edicto que prohibía a losciudadanosquemarcuantapólvora lesvinieseenganascomolohacíanañosanteriores.

—ElañopasadoJimmyperdióunbrazocuandohicieronlassalvasconelviejo cañón. ¿No resultó entretenido ir a visitarlo al hospital y luegoacompañarlo de regreso a su casa? —comentó otro niño, a quien habíadefraudado la falta de accidentes, una de las partes más interesantes delprogramadefestejos.

—Yamenosqueardaalgúngranero,tampocohabráfuegosartificiales—manifestóotromuchacho,elcualenaquellaocasiónsehabíadedicadocontalardoreimprudenciaalapirotecniaquehabíaasadoensusfuegoslavacadeunvecino.

Yonodaríanidoscéntimosporunlugartanviejoyaburridocomoéste.El4dejuliodelañopasadoyomepaseeporlascallesdeBostonsentadoenloalto de nuestro gran coche y vestido conmismejores galas.Hacía un calorsofocante,perodivertíapoderveratravésdelasventanasaltasdelascasasyoír los gritos de las mujeres que se asustaban cuando el carricoche setambaleabayyosimulabaquemecaía—dijoBenapoyadoenunpaloconelaire de un hombre que ha recorrido al mundo y que deplora tener quedescenderdesdesualtaesfera.

—Siyomehubieseencontradoentulugarnuncahubieravenidoaquí—exclamóSamquientratabadesostenerconelmentónsupalode«base-ball»,pero fracasó,ycomonopudomantenerelpaloenequilibrio,éstecayóy legolpeólanariz.

—Tienesmuchoqueaprender,viejo.Teaseguroquelatareaesdifícilynoseavendríacon tushuesosperezosos.Porotraparte, eresdemasiadograndeparaempezaraaprender.Loúnicoquepodríashacerenuncircoesexhibirtecomo ejemplar de gordo, siempre que Smithers necesite uno—declaróBenobservandoalrobustomuchachoconunpocodadesprecio.

—Vamosanadar.Sinopodemosjugarnohaynadaquehaceraquí—dijounpelirrojoquedeseababañarseenelestanquedeSandy.

—Meparecebien.Tampocoyodescubroqueotracosasepuedehacer—suspiróSamqueseincorporóconlamismagraciadeunpequeñoelefante.

Todos se disponían a seguirlo cuando un agudo «¡chist, muchachos!¡deténganse!…», hizo que se volvieran a observar aBillyBarton, quien seacercabacorriendocomounpotrillodesbocadoyagitabaenlamanounagranhojadepapel.

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—¿Qué ocurre ahora? —preguntó Ben mientras el otro, portador dagrandesnoticias,seacercabaresoplandoyhaciendogestos.

—¡Miren!… ¡Lean esto! ¡Acérquense!… —exclamó Bill poniendo elpapel en manos de Sam y observando al grupo con su cara de luna llenaresplandecientedealegría.

—«¡Atención! ¡Gran exhibición!» —leyó Sam—. «Van Amburgh yCompañía.GranCasadeFerias,CircoyColiseo.SepresentaráenBarryvilleel cuatro de julio a las trece y a las diecinueve horas en punto. Cincuentacéntimoslaentrada.Losmenorespaganmediaentrada.Noolvidenaldíaylahoradelaexhibición.H.Frost,Gerente».

Mientras Sam leía, los otros niños se entreteníanmirando las curiosas yatractivasfigurasquecubríanelprograma.Seveíauncarrodoradodentrodelcualcaballerosconcorazasteníanenlamanograndestrompetas;tirabandelacarroza veinticuatro corceles con las cabezas, crines y colas adornadas conplumas; payasos, titiriteros, hombres que levantaban pesas y jinetes quevolabanporelairecomosiparaellosnoexistieralaleydelagravedad.

Peroloquemáslesllamólaatenciónfueelgranconjuntodeanimales:lajirafaemergíapordetrásdelelefante,lacebraparecíaquerersaltarporencimadelasfocas,elhipopótamoseacercabacomosifrieseadevoraraunaparejadecocodrilosyunoscuantosleonesytigressaltabanentodasdireccionesconlas faucesmuyabiertasy lascolas tan tiesascomo ladel famoso leónde laCasadeNorthumberland.

—¡Madremía!… ¡Cómome gustaría ver esto!…—exclamó al pequeñoCyrusFay, quien esperaba que la jaula que encerraba todas esas admirablesbestiasfuerabiensegura.

—Difícilmente lo conseguirás. Eso sólo existe en figuras. En la realidadveráspocomásqueesto—yBen,quehabíaparadoeloídoaloír lapalabra«circo»,señaloconeldedolafiguradeunhombrecolgadoporlanucaconunniñoencadabrazo,otrosdoscolgadosdelospiesyunterceroqueseapoyabasobrelacabeza.

—Yo pienso ir —declaró Sam muy decidido, pues aquel desfile demaravillaslehabíaganadoelalmahastaalextremodehacerleolvidarelpesodesupropiagordura.

—¿Cómo se las arreglarán para ir y pagar la entrada?—preguntó Ban,cuyaspiernas comenzarona temblar como lehabíaocurrido siempreque supadreloalzabaparaarrojarloatravésdelarodefuego.

—IremoscaminandoconBilly.Sonsólocuatromillasytenemosbastantetiempo,demodoquepodremoshacerelviajecontodatranquilidad.Mamáno

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seinquietaránipondráinconvenientessileavisamos—explicóSamalmismotiempoquesacabadelbolsillomediodólarconladesenvolturadequienestáacostumbradoamanejarsemejantesuma.

—Vamos,Brown…Túeresunbuencamaradaynosexplicarás todas lastriquiñuelasdalafunción—agregóBilly.

—Hum…Niséquehacer—murmuróBen,quiendeseaba ir,pero temíaunrotundo«no»delaseñoraMosssiibaapedirlepermiso.

—¡Tiene miedo!… —se mofó un muchacho de cara colorada que seacababadesentarenelsueloyciabaasíriendasueltaatodasuamargurayaqueparaélnohabíaesperanzasdepoderir.

—¡Repiteesoytearrancarelacabeza!…—yBenmiróasualrededorcontalexpresióndefuriaqueelatrevidosediorápidamentealafuga.

—Serátalvezquenotienedinero…—sugirióunmuchachoandrajosoquenuncatuvoenlosbolsillosnadamásqueunpardemanossucias.

Con toda calmaBenmostró un billete de un dólar y lo sacudió ante lasnaricesdelincrédulodiciéndolecondignidad:

—Tengodinerosuficientecomoparallevarlosatodosustedes,siquisiera,pesonopiensohacerlo.

—PuesentoncesvenydiviérteteconSamyconmigo.Compraremosalgopasacomesyharemoselviajesinadvertirlo—dijoBillycontonoconciliadoralmismotiempoqueledabaunosgolpecitosenlaespaldaylesonreíadetalmaneraqueaBenlefueimposiblenegarse.

—¿Porquésedemoran?—preguntóSam—.Yoyaestoypreparadopasapartir.

—No séquéhaces conSancho.Seperderáome lo robarán si lo dejoyustedesestánmuyapuradosparadarmetiempodellevarloacasa—comenzóadecirBenquequeríaconvencersedequeésaeralacausadesuvacilación.

—Dile aCyque te lo lleve.Él lo hará por unos pocos céntimos, ¿no esverdad, Cy? —preguntó Billy, esforzándose por vencer todos losinconvenientes,puesqueríaaBenysabíaqueelmuchachodeseabair.

—No,yonoselollevaré.Nomegustaeseperro.Gruñesiemprequemeleacerco—exclamóeltraviesoCydequienconjustasazóndesconfiabaelpobreSancho.

—AllíestáBab;ella lo llevará.Corre,amiguita,Ben tenecesita—llamóSamhaciendoseñasalapequeñafiguratrepadaenlacerca.

Esta salto y corrió emocionada y orgullosa de que la hubiera llamado el

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capitándelequipo.

—Quiero que lleves aSancho a casa, le digas a tumamáquemevoy acaminasyquetalveznovuelvahastaelanochecer.LaseñoritaCeliamediopermisopasaquehicieraloquequisieseduranteeldía.¿Recuerdas?

Benhablosinlevantaslavistaysimulóestarmuyocupadoarreglandolacorreadelperro.Esqueelmuchachoyelperroraravezseseparabanporqueeso no le gustaba a ninguno de los dos. Pero Ben cometió un error, puesmientrasélsedemorabaajustandolacorrea,Babtuvotiempodeenterarsedelo que decía el papel que Sam sostenía aún entre lasmanos, con lo que seconfirmaronlassospechasquedespertaranenellalascosasdelosmuchachos.

—¿Adóndevan?Mamáquerrásaberlo—preguntódominadaporunagrancuriosidad,

—Esonoteimportaati.Lasniñasnotienenporquésaberlotodo.Tomalacorreayveteacasa.DejaaSanchoatadoduranteunahoraydileatumamáque estoybien—contestóBenquequisohacer gala de su autoridadvaronildelantedesuscamaradas.

—Vaalcirco—susurroFaydeseandoprovocarunapelea.

—¿Al circo?… ¡Oh!, ¡Ben!… ¡Llévame!…—gritóBabmuy excitada aloíshablasdesemejantemaravilla.

—Nopodráshacercuatromillasapie…—comenzóadecirBen.

—Podrécaminarlascomocualquieradeustedes.

—Notienesdinero…

—Pesotienestú…Vicuandomostrabastudólar.¿Nomepuedesprestar?Mamátelodevolveráluego…

—Nopodemosaguardarhastaquetevistas…

—Voycomoestoy.No importaque tengapuesto el sombreroviejo.—YBabseencasquetomássuviejosombrerodepaja.

—Tumadrenoquerráquevayas…

—Entoncestampocoquerráquevayastú…

—Ellanoesmiamaya.LaseñoritaCelianoseenojarácuandolosepa,demaneraquepuedoir.

—¡Por favor!… ¡Llévame,Ben!… ¡Me portaré bien y cuidaré a Sanchodurante todo el viaje!… —rogó Bab uniendo las manos y mirando a sualrededor como si quisiera sorprender un poco de piedad en las casas deaquellosmuchachos.

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—Nonosmolestes;noqueremos tenerniñas siemprepegadasanuestrostalones—exclamóSamquediomediavueltafastidiado.

—Yotetraeréunpaquetedepastillassinosdejasmarchartranquilos—lesusurro por lo bajo el bueno de Billy dándole unos golpecitos en señal deconsuelosobreelviciosombrero.

—Cuando venga el cisco aquí irás con Betty—manifestó Ben un pocomolestodetenerquementirasí.

—¡Nuncavendráelciscoaunpueblotanpequeño!…¡Nomeengañas!…Puesbien:yonocuidaréaSancho.¡Allílotienes…—gritóBabfuriosayalbordedelaslágrimas:¡tantoerasudesconsuelo!

—Supongoquenoserástanmala…—murmuróBillypaseandolamiradadeBenalaniñaquepestañeabapasadisimulaselllanto.

—Me gustaría saber cómo hará para caminas cuatro millas. No meincomodapagas su entrada.Loquemepreocupa es tener que llevarla hastaalláytraerladeregreso.¡Lasniñassontanmolestas!

—No,Bab.Nopuedes ir.Veteacasayno fastidies.Vamos,muchachos.VanaserlasonceynonosconvienetenerqueirmuyaprisaBen—hablómuyresueltamenteyen seguida tomoaBillydelbrazoy los tres sealejaron.Lapobre Bah y Sancho llorando la una y gruñendo el otro tristemente, lossiguieronconlamiradahastaperderlosdevista.

PeroaBenleparecióquelasdosfisurasibandelantesuyoalolargodelhermosocamino.Y laalegríayanopudosercompletaparaél.Puesaunquereíayhablaba sincesar, cortabacañasycantabacomoungrillo,no lograbadejar depensar quedebíahaber pedidopermisoparahacer esepaseoyquedebiósermásbondadosaconBah.Poresomurmurabararasí:

—Quizá la señora Moss hubiera arreciado las cosas de modo quepudiéramosir todos…MehabríagustadollevarapasearaBab,¡hasidotanbuena conmigo!… Pero eso no tiene remedio ahora. Les llevaré algunoscaramelosalasniñasytodoterminarábien.

Seaferróaesaideayasíconsiguiócontinuarelcaminomí,alegremente.Esperaba que a Sancho no le ocurriera nada durante su ausencia ymientraspensabaesonodejabadepreguntarsesiencontraríaaalgunosdeloshombresque formaban la «troupe» de Smithers y hacía proyectes para divertir a suscompañeros.

Elcalorapretaba,yalllenaralosalrededores,delaciudadsedetuvieronjunto a un manantial de agua para lavarse las caras llenas de polvo yrefrescarseantesdesumergirseenelbulliciodelaciudad.Mientrasselavabanllegó junto a ellos, tambaleándose, el carro de un panadero, y Sampropuso

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quetomaranunlivianorefrigeriomientrasdescansaban.Compraronunpandejengibreytrepandoaunalonacubiertadepastoverde,setendieronenelsuelobajouncerezosilvestre;ynimismotiempoquedevorabanlacomidaconaranapetito paseaban lamirada por las grandes carpas del circo cuyas banderasflameabanalvientoyquefácilmentepodíanversedesdelacolina.

—Cruzaremos el campo.Resultarámás corto que ir por el camino y asípodremosdarunpaseoporlosalrededoresantesdeentrar.Quieroverlotodoyenespeciallosleones—dijoSammientrasseengullíaelÚltimobollo.

—Mepareceoírlos rugir.—YBillyse irguióparamirarconsusgrandesojosendirecciónalaslonasqueelvientohacíaondularyqueocultabanasuvistaalosterriblesleones.

—Noseastonto,Bill.Esunavacaquemuge.Cuandooigaselrugidodeunleón temblarás de pies a cabeza—exclamó Ben, quien en esemomento seocupabadehacersecarsupañueloquehabíahechoeldobleoficiodetoallayservilleta.

—¡Convendríaqueteapuraras,Sam!…Lagentecomienzaa irparaallá.Loveodesdeaquí…—Billysemovíaimpaciente.Eralaprimeravezqueélibaairauncircoycreíafirmementequeveríacuantoanunciabaelprograma.

—Aguarda un poco a que beba otro trago de agua. Los bollos sonmuysecos—manifestó Sam, quien se deslizó hacia la orilla de la barranca parapoderdescendermásfácilmente.

Noobstanteello, apuntoestuvode rodardecabeza,puesalmirarabajoantes de saltar descubrió algo que atrajo poderosamente su mirada duranteunosinstantes.

En seguida se dio vuelta e hizo una seña a sus compañeras al mismotiempoquelesdecíaenvozbajaperomuyansiosamente:

—¡Mirenrápido,muchachos!…

Ben y Bill se asomaron y con gran esfuerzo lograron contener unaexclamacióndeprofundoasombro:allí,abajo,sehallabaBahaguardandoqueSanchoconcluyeradecalmarsusedenelarroyuelo.

Tenían un aspecto cansado y miserable. Bab, con la cara roja como uncamarón, surcada de grandes lagrimones, los zapatos blancos de polvo, eldelantaldesgarradodecuyocinturóncolgabaalgoyunodeloszapatosconeltalónafueracomosilelastimaraelpie.Sancho,conlosojoscerrados,bebíaansiosamente;elpelosucio,lacolagachayelpompónamediaastacomosiestuvieradedueloporelamoque lohabíaabandonado.Babsosteníaaún lacorrea como si fuera a conducir al perro; pero se había perdido y el corajecomenzabaa abandonarla.Miraba sin cesar a ambos ladosdel camino,pero

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sin poder descubrir a las tres figuras conocidas a las que había seguido sinperderlespisadacomosi fueraunpequeñoindioquecorriera tras losrastrosdeunenemigo.

—¡Oh,Sancho!…¿Quéharemossinolosencontramos?Sinembargo,nodebenhallarselejos.Éstepareceserelúnicocaminoqueconducealcirco…

Bab hablaba como si el perro pudiera entenderla y darle algunacontestación.YparecióqueSanchoibaahacerlo,porquedejódebeber,parólasorejasymirandoendirecciónalalomasepusoaladrarsospechosamente.

—Debehaberardillas.No te inquietesypórtatebien. ¡Estoy tancansadaque no sé qué hacer!… —suspiró Bab, quién echó a caminar y procuróarrastraralperrotrasdesí,ansiosadepoderadmirar,aunquemásnofuera,laparteexteriordelcirco.

PeroSanchohabíaoídounligerosilbidoydandounfuerte tiróncortó lacorrea, trepo de un salto la barranca y cayó sobreBen que estaba inclinadoespiando.Fuerecibidoconalegrescarcajadasyalencontrarasuamodetanbuen humor, aprovecho para echarse sobre él, lamerle la cara, husmearle elcuello,morderlelosbotonesdelsacoyladrarjubilosamentecomosifueralacosamásdivertidahacerunacaminatadecuatrolargasmillasparajugaralasescondidas.

Antes de que Ben lograra apaciguarlo, Bab había trepado también labarrancaysurostrosucioeinfantilteníaunaexpresióntanpintorescamezcladetemor,fatiga,decisiónyalivio,quelosmuchachosnopudieronserseveroscomohubieranquerido.

—¿Cómo se atrevió a seguirnos, señorita?—preguntóSammientras ellaechabaunamiradaasualrededorantesdesentarseenelsuelo.

—Sanchoquiso seguir aBen.Noconseguí llevarloa casa,demodoquetuve que venir tras él hasta dejarlo seguro aquí donde no podía perderse yevitarasíqueBenseenojase.

Lainteligenteexcusadivirtióalosmuchachos.YentantoqueBenlograbaaduraspenasesquivarlascariciasdelperroyseincorporaba,Samprosiguiósuinterrogatorio:

—Supongoqueahorapretenderásiralcirco…

—Naturalmente…Bendijoqueaélnoleimportaríapagarmelaentradasiyo no lomolestaba.Así lo haré, y luegome volveré sola a casa.No tengomiedo,Sanchosabrácuidarmesiustedesnoquierenhacerlo—respondióBabmuyresuelta.

—¿Qué te dirá tumadre cuando regreses?—interrogo a su vez Ben entonodereproche.

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—Estoy segura que pensará que tú me has inducido a emprender estaaventura…—Ylaastutachiquillasacudiólacabezacomosilodesafiara.

—Eso se arreglará a la vuelta. Ahora será mejor que aprovechemos adivertirnos—aconsejóSamaquienhacíagraciaBabporlasencillarazóndequeningunadelaspicardíasdelaniñaloperjudicabanaél.

—¿Qué habrías hecho si no nos hubieses encontrado?—preguntó Billycuyaimpacienciasetrocóenadmiraciónporlaresueltachiquilla.

—Hubiese seguido por el camino hasta encontrar el circo y luego, deregresoacasa,lehabríacontadotodoaBetty—respondióBabsinvacilar.

—Peronotienesdineroparalaentrada…

—¡Oh!…Lehabríapedidoacualquieraquemepagaralaentrada.Comosoypequeñaelgastonohabríadesermucho.

—Lomásprobableesquenadietelahubierapagadoyentoncesnoibasatenermásremedioquequedarteafuera.

—Penséenlaposibilidad,peroteníamuybienplaneadoloqueharíasinohallabaaBen.ObligaríaaSanchoarealizaralgunaspruebasyestoyseguradequedeesemodoibaaobteneralgunasmonedas.Yahora,sigamosviaje…—exclamóBabmuyresueltaydecididaasalvarcualquierobstáculo.

—Nodudodequehabríaspuestoenprácticaloquedices,Bab.Eresunagranmuchacha,ysimealcanzaeldinero,yotepagarélaentrada—concluyoBillymirándolaconafecto.

—No es necesario. Yome hago cargo de ella. Estámuymal que hayasvenido,perolohecho,hechoestá.Ahoraquédatetranquilaynotepreocupespornada.Yonomesepararédetuladoytedivertirásengrande—manifestóBen resuelto a cargar él con todas las responsabilidades y dispuesto a serbuenoycondescendienteconsufielamiga.

—Espero que así sea—murmuró Bab cruzándose de brazos como si loúnicoquelequedaraporhacer,apartirdeaquelmomento,fueradivertirse.

—¿Tieneshambre?—preguntóBillybuscandoensusbolsillos restosdelpandejengibre.

—Estoy desfalleciente… —Y Bab se comió el trozo de pan con tantadesesperación que Sam, compadecido, le dio una parte de lo que le habíaquedado.Benbuscounpocodeagualímpidaenlaparteenqueelarroyuelosaltabasobreunaspiedras.

—Lávate la cara, arréglate el cabello y enderézate el sombrero. Luegoreemprenderemoslamarcha—ordenóBenhaciendoseñasaSanchoparaqueserevolcaraporelpastoyselimpiara.

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Babserestrególacarahastadejarlabrillanteycuandolevantoeldelantalpara secarse, dejo caer un montón de tesoros que había encontrado en elcamino.Algunasfloresmustias,musgoyramitasverdescayeronalospiesdeBenyunmanojodehojasanchasyunracimodebayasblanquecinasatrajeronsuatención.

—¿Dóndeencontrasteesto?—preguntóremoviendolashojasconelpie.

—En un pantano. Sancho vio alzo allí y yo me acerqué creyendo queencontraríaunarataalmizclera.

—¿Yquéencontraste?—preguntaronlostresmuchachosacoroconsumointerés.

—Ungusano.Peroamínomegustanlosgusanos.Encambiomeagradóesaplantaporloverdeybonita.AThornytambiénlegustanlashojasraras—recordóBabconcluyendodepeinarsustrenzas.

—Peroéstasnodebengustarlesniatiniaélporquesonvenenosas.¿Notehabránenvenenadoya?Porlasdudas,nolasvuelvasatocar.Lasplantasquecrecenen lospantanossonmalas.Así loaseguró laseñoritaCelia.—YBencomenzóamiraransiosamenteasuamiguitaquiensemirabalasmanossuciasasustada.Luegopreguntómuypreocupada:

—¿Creestúquemeenfermaréantesdeiralcirco?

—No.Tengoentendidoqueelefectosólosesientealcabodedoso tresdías.Peroentoncesesterrible…

—Pocome importará si anteshe conseguidover esos curiosos animales.Vamosprontoynobacascasodemalashierbas—aconsejóBabmástranquila,pues la felicidad del presente era lo único que conmovía su juvenil ydespreocupadocorazoncito.

CAPÍTULO14

Olvidando las preocupaciones, el grupo de chiquillos bajó corriendo laloma seguido por el inquieto perro que saltaba alrededor de ellos, y pocodespuéspudieronverdecercalagrancarpadelcirco.Perocomoyalagentecomenzabaaentrar,nopudierondemorarsemuchoenlapuertadeacceso.

Bentuvodeinmediatolasensacióndequepisabaterrenoconocido,ycontalindiferenciaytranquilidadarrojosudólarenlataquilla,recogióelvueltoyecho luegoaandarendireccióna lapuertadeentradacon lasmanosen losbolsillos, que hasta el grandote de Sam domino su impaciencia y siguió

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humildementealcabecillaquelosconducíadeunlinaraotrocomosifueraeldueñodetodoaquelloytuvieraquehacerleloshonoresasusinvitados.Bab,que se había asido fuertemente a los faldones de la chaqueta de su amigo,miraba a su alrededor con los ojos muy abiertos y escuchaba profiriendograndesexclamacionesdeasombroyalegríaaloírelrugidodelostigresylosleones,elchillidodelosmonos,losquejidosdeloscamellosylamúsicadelabandaubicadaenelaltopalcorojo.

CincoelefantescomíansuhenodentrodelasjaulasyBillysintióqueseleaflojabanlaspiernascuandovioesasenormesbestiasdelargastrompasyojospequeños pero muy vivos. A Sam lo divertía tanto el ruido que hacían losmonos, que sus compañeros lo dejaron frente a la jaula de esos animales yellos,sefueronaverlacebra.

—…rayadacomoelvestidodegasademamá—observóBab.

Pero en cuanto descubrió a los «ponnies» con sus crías se olvidó porcompleto de aquélla. Sobre todo le llamo la atención un caballito muypequeñoquedormía sobreun colchóndeheno, tan igualito a sumadre, tanpequeñitoqueparecíamentiraquefueraunanimaldeverdad.

—¡Oh,Ben!…¡Yoquieroacariciaraesecaballito!…—dijoBab.Ypasólassogasparatocarsuavementeconlamanoalhermosocaballitomientraslamadrelavigilabaconojoatento,husmeabaelsombreromarróndelaniñayelcaballitoentreabríaperezosamentelosojosparaverquésucedía.

—¡Sal de allí!… ¡Eso no se debe hacer!… —ordenó Ben que aunquedeseabahacerlomismosabíarespetarlapropiedadysupropiadignidad.

DemalaganaBahsedejóarrastraradondeestabanloscachorrosdeleonesparecidos a grandes perros y los tigres que se lavaban la cara igual que losgatos.

—¿Seenojaránsilosacaricio?—preguntóBabdispuestaapasarsumanoatravésdelosbarrotesdándoleaBentiempojustoparaquelepegarauntiróndelafaldayleimpidieraasícometeresalocura.

—No se te ocurra acercarte porque te arrancarán la mano. Los tigresronronean cuando están satisfechos y contentos, pero nunca son mansos ygruñen constantemente—explicó Ben. Luego se abrió paso en dirección alsitio donde los gibosos camellos con una expresión triste en los ojos queparecíaindicarcuántoañorabanelampliodesierto,rumiabanpacíficamente.

Apoyado contra las sogas, mordiendo con displicencia una paja Benparecíaelempresariodeaquelcirco.Peroelagudorelinchodeuncaballolosacodeaquellaposicióny le recordóqueadentro losaguardabanmaravillassuperiores.

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—Esmejorquenosapuremosaentrarparaconseguirbuenaubicación.Lagentecomienzaaamontonarse.QuieroestarcercadelaentradadelosartistasparaversidescubroaalgunodeloshombresdeSmithers.

—Yo prefiero no sentarme por allí porque no se ve bien y además eltamborhacetantoruidoquenonosdejaráoírnada—dijoSamcuandoselesreunió.

Puestosporfindeacuerdo,seubicaronenunsitiodesdeelcualpodíanvery oír cuanto ocurría en la pista y hasta alcanzaban a divisar a los caballosblancosdearnesesdecoloresyelbrillodelosyelmosqueseencontrabandelotroladodelsuciocortinadorojo.BencompromaníesymaízfritoparaBabyadoptó una actitud de padre indulgente mientras la niña sentada entre él yBilly,murmurabaconlabocallenadepalabrasdeagradecimiento.

Sancho, por su parte, se excitaba con todas aquellas escenas y ruidosfamiliaresysupobrementedeanimalnoalcanzabaacomprenderlaactituddesu amo;porque él considerabaquedebían estar dentrodel escenario, con laropadetrabajoyaguardandosuturnoparaactuar.MirabaconansiedadaBenymordisqueaba la correa como si quisiera indicarle que en lugarde ella unmoño rojo tenía que adornarle el cuello; y luego separaba con la pata lascáscarasdemaníescomosibuscaralasletrasparaescribir.

—Tecomprendomuybien,amigomío,peronosotrosnotenemosnadaquehacerallí.Hemosrenunciadoaesetrabajovahoranosomosmásunesimplesespectadores. Por eso, a quedarse quieto y a portarse bien —musito Benacomodandoalperrobajosuasientoydandounosgolpecitosalacabezaqueasomabaentresuspies.

—¿Quieresaliralescenarioatrabajar?—preguntóBillyyagregó:

—¿Ytú también? ¡Megustaríaverlos!…¿NoseríadivertidoqueBensepresentaraenelescenario?

—Amímedaríamiedoverlomontadosobreunelefanteodandosaltosatravés de los arcos como lo hacen los acróbatas…—respondió Bah que sepusoaestudiarsuprograma.

—¡Bah!…Yohehechoesoinfinidaddevecesymegustaríademostrarlesdequésoycapaz.Nocreoquetenganunmuchachoenlacompañíaynoseríaextraño queme tomaran si llegara a ofrecerme—dijoBen, quien semovíainquietoensuasientoydirigíaansiosasmiradasendirecciónalinteriordelacarpadondesindudasehabríahalladomásensuambientequeallí,enmediodelaplatea.

—He oído decir a unos señores que la ley prohíbe trabajar a los niñosporqueespeligrosoynoleconvieneesaclasedetrabajos.Siesoesverdad,tú

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no tienes nada que hacer aquí, Ben —observo Sam con aire de personaentendidaysinolvidarlasalusionesqueBenhabíahechoconrespectoa«losniñosgordos».

—No creo que eso sea verdad y te aseguro que si Sancho y yo nospresentáramos seríamos contratados al instante. Formamos un número muyinteresante yme están entrando ganas de demostrárselo a todos—dijoBencomenzandoaponersenerviosoyunpocopetulante.

—¡Oh!…¡Yacomienzalafunción!…Vienencarruajesdorados,hermososcaballos,banderas,elefantes…—gritóBabydiountirónalbrazodeBenenel momento en que toda la comparsa hacía su aparición encabezada por labandademúsicacuyosmúsicossoplabancontantasganasensusinstrumentosquesuscarasseponíanrojascomosusuniformes.

Dieronvariasvueltasalrededordelapistaparaquelaconcurrenciapudieraverlosatodos.Luegolosjinetes,conlasplumasdesussombrerosagitadasporel viento, quedaron haciendo caracolean a los caballos que piafabanruidosamente,ylosacróbatassesentaroncondesganosobrelaarenacomosifueranaecharseadormirallínomás.

—¡Qué hermosura!… —exclamó Bab cuando vio como saltaban losjinetessinesperarquesedetuvieransuscabalgaduras.

—Eso no es nada. Aguarda a que monten en pelo y hagan saltosacrobáticos…—dijoBenluegodedirigirunanuevamiradaalprogramayconla entonación de quien conoce todo perfectamente y ya nada puedesorprenderlo.

—¿Quésonsaltosacrobáticos?—preguntóBillyqueansiabatodaclasedeinformaciones.

—Saltarmuyaltohaciendopruebas.Peromiraquéhermosocaballo…—YBenolvido todo lodemásy sólo tuvoojosparacontemplar el espléndidoanimal que se acercaba con paso de danza, tumbaba sillas y las volvía acolocar, derechas, en su lugar, se arrodillaba, saludaba, realizaba variaspruebasyconcluíadandounrápidogalopemientrassujineteseabanicabaconambas piernas cómodamente cruzadas sobre el cuello del caballo—. ¡Eso síqueesmaravilloso!…—YtosojosdeBenbrillabandeadmiraciónyenvidiamientrasseguíanalaparejaquedesapareciótraseltelón.

Dandosaltos,laparejadeacróbatasvestidosderojoyplataentraronalapista.Estapartedelprogramaentusiasmoalosniños,ynoeraparamenos,yaque la fuerza y la agilidad, atributos varoniles que los niños admiran, eranposeídos en alto grado por los saltimbanquis que volaban por el aire comopelotas de goma rivalizando en destreza hasta culminar con el doble saltomortalquedioeljefedelgrupopasandoporencimadecincoelefantes.

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—¿Quémedicen,amigos?¿Quélesparecenesossaltos?—preguntóBenrestregando satisfecho las manos mientras sus amigos aplaudían hasta nopodermás.

—Cuando volvamos a casa instalaremos un trampolín y procuraremosimitarlos—dijoBillylocodeentusiasmo.

—¿Dedóndesacarásloselefantes?—preguntóSamdespectivamente,puesaéllasacrobaciasnoleentusiasmaban.

—Tú harás el papel de uno de ellos —replico Ben, y Billy y Bab seecharona reír con tantasganasqueunhombrequeestaba sentadodetrásdeellosyquehabíaseguidotodalaconversacióndijoqueeranunosniñosmuydivertidosynoapartólamiradadeSancho,quecomenzabaainsubordinarse.

—¡Hola!…¡Esonoestabaenelprograma!…—gritóBenalverentraraunpayasopintarrajeadoseguidodemediadocenadeperros.

—¡Quéalegría!…¡Ahora tambiénSanchopodrádivertirse!…Allívaunperro que podría ser su hermanomellizo.Ese de la cinta azul…—exclamóBabinclinándose llenadesatisfacciónacontemplar losperrosqueocupabansussitiosensillasdispuestasespecialmenteparaellos.

Sanchodemostróquelegustabamuchoestapartedelprograma,puessaliódeabajodelasientoyseadelantóasaludarasuscongéneres.Perocomonopudo hacerlo, se sentó tan humildemente a los pies de su amo, queBen notuvovalorparaobligarloacolocarsenuevamentebajosuasiento.Sanchosequedóquieto unmomento, pero cuando el perro negro que hacía de payasoefectuósugraciosonúmeroytodoslosaplaudieron,intentósaltaralapistayvencer a su rival, lo que obligó aBen a darle un sacudón y ponerle un pieencimaparatenerloquieto,nofueraqueelanimalprovocaraalgúndesordenyporsuculpalosobligaranaabandonarelcirco.

Sancho estaba demasiado bien educado como para intentar rebelarsenuevamente,demodoquesetendióameditarsusculpasmientrasconcluíalarepresentacióndelosperros.Seabstuvodehacerdemostracionesodemostrarsuinterésporlasproezasdelosanimalesycondisimuloydereojomiróadospequeños cachorritosque salierondeun cestoy comenzarona subir ybajarunaescaleraapoyándosesóloensuspatasdelanteras,bailaronluegosobresuspatas traseras y realizaron una serie de cabriolas para gran satisfacción delpúblicoinfantil.

—Si me dejaran, yo podría hacerlo mejor y dejarlos a todosboquiabiertos…—pensabaSanchoencogiéndoseyvolviendolaespaldaaesemundoquenolocomprendía.

—Medapenatenerlequeordenarquesequedequieto,fíjesequeélpodría

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trabajarmejor que todos esos perros juntos.Daría cualquier cosa por poderexhibirlo como antes.La gente lo admiraba y yome sentía orgulloso de él.Ahoraestánerviosoporque lohe tenidoquecastigarynoquieresabernadaconmigo—dijoBenmirando con un poco de remordimiento a su ofendidocamaradaaunquesindecidirsetodavíaapedirledisculpas.

Hubo luego varios números hípicos y Bab miraba conteniendo larespiraciónalahábilamazonaqueconducíacuatrocaballosylosobligabaasaltararosyvallasa talvelocidadycon tantaseguridadysolturaquenadiepodíaimaginarsehubieraalgúnpeligroenaquellosejercicios.Enseguida,dosniñasseecharonavolardesdeuntrapecioybailaronsobrelacuerdafloja,conlo que hicieron pensar a Bab que por fin había descubierto su vocación ypodríaresponderalapreguntaquesumadresiempresehacía:

—Noséparaquémeserviráestahijamía.Loúnicoque sabehacer sontravesuras…

—Cuandovayaacasamearreglaréunvestidoparaqueseparezcaaésosyle demostraré a mamá lo hermoso que es esto. Puede ser que me permita,entonces,usarpantalonesrojosydoradosytreparysaltarcomoestasniñas…—comenzóamaquinarelactivocerebrodeBab,muyexcitadoaraízdetodoloquehabíavistoduranteesedíamemorable.

Pero una pirámide de elefantes en cuya cúspide se hallaba sentado uncaballerovestidoconunbrillanteatavío,conunturbanterojosobrelacabezay altas botas negras consiguió hacerle olvidar ese interesante proyecto. Esenúmero llamópoderosamentesuatención, lomismoque laaparicióndeunajaulacontigresdeBengala juntoconloscualesestabaencerradounhombrequiencorríaelriesgodeserdevoradoporlasferocesfieras.Justamenteenelmomento en que los animales salían a la pista con paso pesado se oyó unespantoso trueno que causó gran alarma entre el público. Los hombres queestabansentadosen losasientosmásaltosseasomaronporentre las lonasyanunciaron que se venía un fuerte aguacero. Algunas madres ansiosascomenzaron a recolectar sus hijos igual que hacen las gallinas al atardecer;algunos graciososmal intencionados relataron divertidas historias de carpasvoladasporelviento,dejaulasqueseabríanydejabanescaparalasfieras.

Muchos huyeron, y los artistas se apresuraron a dar por terminada lafunciónloantesposible.

—Me voy antes de que empiece a salir toda la gente. De una carrerallegaréluegoacasa.Hevistoadosotresconocidosdemodoquememarchoconellos.—Yconunospocos saltosSandesapareciódejandoa sus amigossinmásceremonias.

—Es mejor esperar que pase el chaparrón. Podemos volver a ver los

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animales y luego regresar a casa sin mojarnos —observó Ben procurandoinfundirvalorasuscompañeros,puesnotóqueBillymirabaansiosolaslonasquecomenzabanachorrearaguaylospostesquesebalanceabanyescuchabalaspisadasdelosquehuíandelatormenta,cosasquebastabanparajustificarelmiedodelosniñossinnecesidaddeagregarelmelancólicorugidodelleónquesonabalúgubrementeatravésdelapenumbraqueyainvadíaelrecinto.

—Pornadadelmundoquisieraperdermeelnúmerodelostigres.¡Mira!…¡Ahoraacercanmáslajaulayeldomadorpreparasurifle!¿Letiraráaalgunodeellos,Ben?—preguntóBab,acercándoseasustadaalmuchacho,puestemíamáselestampidodeunriflequelostruenesmásterribles.

—¡Perono,criatura!…Sólolocargaconpólvorayhaceunpocoderuidoparaatemorizara lasfieras.Apesardeello,amínomegustaríaestarensulugar.Papádecíaquenohayqueconfiarenlostigrescomosepuedehacerloen los leones por muy domesticados que aquéllos parezcan. Son taimadoscomolosgatosyunrasguñodesusgarrasnohaceningunagracia—explicóBenmoviendo significativamente la cabezamientras losbarrotesde la jaulacrujíanylaspobresbestiassaltaban,hacíanpruebasyluegovolvíanaponerseenacecho furiosasdeque lasobligaranahacer taldesplieguede fuerzasencautividad.

Babrecogiólaspiernasypestañeórápidamentemuynerviosaalvercómo«el hombre del brillante uniforme» acariciaba a los enormes felinos que setendíana suspies, les abría lasgrandes fauces, seacostabaentreellosy losobligabaasaltarsobresucuerpomoviendoungranlátigo.Cuandoelrifledeldomador dejó escapar un disparo y los tigres cayeron como muertos, Bahapenas sipudocontenerungritóy se tapó losoídoscon lasmanos.PeroelpobreBillynisiquieraoyóelestampidoporque,pálidoytembloroso,estabapendientedela«artilleríaceleste»quedescargabatodasufuriaporencimadesucabezaalmismotiempoquelaluzenceguecedoradeunrelámpagolehizotemerquelospalosylaslonasdelcircosevinieranabajo.Secubriólosojosydeseó con todas sus fuerzas hallarse pronto a salvo en su casa, junto a sumadre.

—¿Tienesmiedo a los truenos, Bill?—preguntó Ben procurando hablardespreocupadamente aunque el sentido de su propia responsabilidadcomenzaba a inquietarlo. ¿Cómo llevaría a Bah a su casa enmedio de esediluvio?

—Las tormentasme enferman.No puedo soportarlas.Desearía no habervenido—suspiró Billy quien, demasiado tarde ya, se daba cuenta que unalimonadayunaspastillasnoeranalimentosuficiente,yqueunacarpacerradanoeraelsitioapropiadoparapasarunacalurosatardedejulio,especialmentesiprometíasertormentosacomoésa.

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—Yonotepedíquevinieras;fuistetúquienmeentusiasmoamí,demodoque yo no tengo culpa ninguna—dijoBen, un poco incomodo,mientras lagenteseamontonabaparasalirsinprestaratenciónalascancionescómicasdelpayasoqueseguíacantándolassinhacercasodelacontusión.

—¡Oh!… Yo estoy tan cansada… —rezongó Bab desperezándose yestirandobrazosypiernas.

—Debistesentirtecansadaantesdevenir.Nadieteinvitoatitampoco—yBen miro con expresión contrariada a su alrededor buscando un rostroconocido o tratando de hallar a alguien conmás cabeza que él para que leayudaraasalirdeaquelatolladerodondesehabíametido.

—Yodijequenolosmolestaríayasíserá.Meiréacasaenseguidita.Noletemoalostruenosylalluvianoestropearámásdeloqueestámiropavieja.¡Vamos!…—gritó Bah muy resuelta y animosa, y decidida a mantener supalabra, aunque una vez concluida la función las cosas ya no parecían tansencillas.

—Me duele la cabeza atrozmente. ¡Cómome gustaría que apareciera elviejoJackymellevaraacasa!—murmuroBilly,aquienunasúbitaenergíalollevaba a seguir a sus compañeros en desgracia mientras se dejaba oír unanuevaymáspotentedescargadetruenos.

—Sería mejor que desearas que apareciera Lita con el coche para quepudiéramos volver todos juntos —contestó Ben al mismo tiempo que losconducía en dirección a la salida donde se había detenidomucha gente queaguardabaqueamainaralatormenta.

—¡PerosiesBillyBarton!…¡Cómodiabloshasllegadohastaaquí?…—gritó alguien con tono de sorpresa mientras un bastón en forma de cayadoalcanzaba almuchachoy lo sujetabapor el cuelloobligándolo a enfrentarsecon un joven granjero quien trataba de abrirse paso seguido de sumujer yvariosniños.

—¡Oh!… ¡TíoEten!… ¡Qué alegríameda quemehayas encontrado!…Teníaquevolvercaminandoacasa,llueveynomesientobien…¡Déjameircontigo, por favor!…—pidióBilly colgándose con desesperación del brazoqueloteníasujeto.

—No me explico cómo tu madre permitió que vinieras tan lejosconvalecientecomoestásdelaescarlatina.Nosotrossomosmuchos,comodecostumbre,peroteharemosunlugarcito—dijolabondadosamujerdeltíoqueseocupabadeabrigaralpequeñueloquellevabaensusbrazosyempujabaaotrosdosparaquenosesepararandelpadre.

—Peroyonovinesolo.Samconsiguióquealguienlollevaraagrupasen

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sucabalgadura.QuedanBenyBab¿nopodríanhacerunlugar tambiénparaellos? Ninguno de los dos ocupará mucho sitio…—rogó Billy ansioso deayudarasusamigos.

—Nosesimposible.Deregreso,debemoslevantaramamáenelcaminoysólonosquedalugarparaella.Estáaclarando;dateprisa.Lucy,yprocuremossalir de este atolladero lo más rápido posible… —dijo el tío Eten conimpaciencia.Porqueesodeirauncircoconunafamilianumerosanoescosamuy sencilla, como lo sabrán muy bien los que han pasado por esaexperiencia.

—Sientorealmentequenohayaunlugarparati,Ben.LediréalamamádeBabdondeestánustedesyquizáellaenvíealguienabuscarlos—explicóBillyapresuradamente,mientraspartíaapesadumbradodetenerqueabandonarasuscompañeros;aunquesucompañíanolesirvieraaellosdemucho.

—Vetetranquiloynotepreocupespornosotros.YoestoymuybienyBabseportarálomejorposible—fuetodoloquealcanzoadecirBenantesdequesucamaradafueraarrastradoporlamuchedumbrequeseagolpabaenlapuertade salida abriendo y cerrando paraguas enmedio de una gran confusión demuchachosyhombresqueaumentabanconsusvoceslaagitacióngeneral.

—Nohaynecesidaddemeterseenesaaglomeracióndondecorreríamoselriesgo de que nos aplastaran. Esperaremos un poco y luego podremos salircómodamente.Lluevemuchoytúteempaparásantesdellegaratucasa.Esono te gustaría, ¿no? —preguntó Ben observando la lluvia que caíaincesantementecomosinofueraapararnunca.

—¡Bah!…Esonomepreocupa…—contestóBabquesebalanceabasobreuna soga con aire satisfecho, pues seguía muy alegre y estaba dispuesta adisfrutardeesedíahastael fin—.Megustaelcircocon locuraymehabríaagradadoquedarmeaviviraquí.Dormirenunodeesoscarros,comolohacíastúyteneresoslindospotrillitosparapoderjugarconellos.

—Notehabríagustadotantositehubierasencontradosola,sinnadiequecuidaradeti—comenzóadecirBenpensativamentemientrasmirabaaquelloslugares,familiaresparaél,dondeloshombresdabandecomeralasbestias,seacomodabanluegoparacomerosetendíanadescansarunpocoantesdequeempezara la función vespertina. De pronto, el muchacho dio un salto ydejandolacorreadeSanchoenmanosdeBahdijoapresuradamente:

—Allíveounmuchachoconocido.Talvezélpuedadecirmealgoacercadepapá.Notemuevasdeaquíhastaqueyoregrese.

Salió corriendo y Bab pudo ver como desaparecía persiguiendo a unhombrequeterminabadedaraguaa lacebraysealejabaconuncuboenlamano.Sanchointentoseguirlo,perolodetuvounenérgico:

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—¡No!… ¡Tú no puedes ir!… ¡Qué molesto eres!… ¿Siempre has decorrertraslagentequenotenecesita?

Sanchopodríahaberrespondido:

—¿Y tú?—pero como era un perro muy gentil se sentó con expresiónresignadaysepusoaobservaralospotrillos,que,despiertosva,comenzarona jugar al escondite con sus mamás. Bab disfrutaba en grande de aquelespectáculoyfestejabalagraciadelossaltosdelospotrillos.Yparaacercarsemásaellos,atoaSanchoaunposteypasopordebajodelascuerdasdemodoquelefueraposibleacariciaralmáspequeño,uncaballitodecolorgrisquesearrimó a ella y le dirigió una confiada mirada con sus ojos oscuros y unamablerelincho.

¡Ay,desventuradaBab!…¿Porque tevolvistedeespaldas? ¡OhSancho,animalinteligente!…¿Porquedesatasteelnudocontantahabilidady,unavezlibre, huistepara ir a reunirte conesedespreciable«bull-dog»que, desde lapuertaprincipal, te llamabaagitandocordialmentesucortorabo?¡OhinfelizBen!… ¿Por que demoraste tanto y llegaste cuando ya era demasiado tardepara salvar a tu querido compañero de las garras de aquelmal hombre quepusounpiesobre lasogaquearrastrabaSanchoyse llevóalperro lejosdeltumulto?

—EraBascum,unantiguoamigo,peronosabíanadadenada…¿DóndeestáSancho?—interrogóBen.

SuvozansiosaobligoaBabadarsevuelta.VioentoncesaBenquemirabaatodosconunaprofundaalarmapintadaenelrostro,comosihubieraperdidoaunniño.

—Lo até aquí… Debe estar por aquí… Yo…, con los «ponnies»…—tartamudeóBab consternada al darse cuenta que por ninguna parte se veíanrastrosdelperro.

Bensilbó,llamóybuscóenvano.Porfin,unhombrequeandabaporallíledijo:

—Si buscas un perro grande, lanudo, vete afuera. Yo lo vi salirpersiguiendoaotroperro.

ConBah tras de él, Ben se precipito en dirección al lunar indicado, sincuidarse de la lluvia.Ambos se daban cuenta que sobre elles se cernía tinagrandesgracia. PeroSanchoya había desaparecidomucho antes, y nadie sehabíapreocupadodelosfuriososladridosquediocuandoloencerraronenuncarrocubierto.

—Si se pierde, no te lo perdonare nunca, ¡nunca!…—y Ben no pudodominarseypropinovarioscoscorronesaBabylediodosbuenostironesde

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trenzas.

—¡Lo siento mucho!… Pero Sancho volverá; tú dijiste que siemprevuelve…—murmuro Bab desconsolada, presa de gran angustia y un pocoasustadatambiéndelaspectofuriosodeBen,yaqueraravezlohabíavistodeaquelhumor,puesélnuncaerarudoconlasniñas.

—Sinovuelvenomedirijaslapalabraporespaciodeunaño.Ahoramevuelvoacasa.

Y comprendiendo que sus palabras no alcanzaban a demostrar todo suenojo,sealejócaminandocontodalaseriedadquecabeenunmuchachodesuedad.

PerocriaturadeaspectomásafligidoydesconsoladoqueBabdifícilmentese hubiera podido encontrar. Caminaba salpicándose de barro, pues no secuidabadeevitarloscharcos,yseempapabadearribaabajocomosiconelloquisiera purgar sus pecados.Camino así, trabajosamente pero resuelta, pocomás de una milla. Ben iba adelante guardando un solemne silencio queterminoportornarseinsoportable.LacastigadaBabdeseabacontodasualmaunapalabradeindulgencia,peroéstanollegaba,yentoncessepusoapensarmuy afligida como haría para soportar la pena si él cumplía la terribleamenazadenohablarladuranteunañoentero.

Peropocoapoco fue apoderándosede ellaunnuevomalestar.Tenía lospies mojados, fríos y cansados, y como los maníes y el maíz frito noconstituyen,enverdad,granalimento,noeraextrañoquetambiénsesintierahambrientaydébil.Eldeseodeverunespectáculodesconocidopudohaberlamantenido antes, pero eso ya había pasado y lo único que tenía en esosmomentoseranganasdeacostarseydormir.Hacerunlargocaminoparairalcirco eramuy distinto a hacer elmismo recorrido de regreso a casa, dondeespera tan sólo una madre enojada y afligida. El fuerte chaparrón se habíatransformado en una tupida llovizna; comenzaba a soplar un frío viento deleste;elcaminoquesubíaybajabalaslomasparecíaalargarsedelantedesuscansadospies,mientraslafiguramudacontrajedefranelagrissealejabaconpasocadavezmásrápidosinvolverlacabeza.EstohizoquelatristezaylosremordimientosdeBabllegaranalmáximo.

Pasaban los carros por el camino, pero todos iban completos y nadie lesofrecía un sitio. Los hombres y los niños los dejaban atrás no sin antesburlarse del pobre aspecto de la solitaria pareja. Pues la lluvia habíatransformado a los dos niños en unos pequeños vagabundos.Y no tenían albravoSanchoparaquelosdefendieraehicierafrentealosimpertinentes.Estaidea se les ocurrió a ambos casi simultáneamente cuando vieron pasar a unperro ovejero que pasaba trotandobajo un coche.El buen animal se detuvoparadirigirlesunapalabradealientoensulenguajemudo.MiróaBabconsus

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ojosmansos,metió luegoelhocicoen lamanodeBenyprosiguió luegosuviajeconlacolalevantada.

Ben se sobresaltó al sentir el frío contacto del hocico entre sus dedos,luegodioungolpecitoenlacabezadelanimalysequedómirándoloalejarseatravés de la niebla que la lluvia y la humedad levantaban. Bah se sintiódesfallecer: la mirada del animal le había hecho recordar la de Sancho. Sepusoasollozarsuavementeyamirarhaciaatrásdeseosadeveralqueridoyviejo amigo aparecer saltandopor el camino.Benoyó el dolorido sollozoymiró a la niña rápidamente por sobre el hombro. Ofrecía aquélla unespectáculo tan lastimeroquesecalmóenpartesuenojoypara justificarsurudezaanteriorsedijo:

—Bab es una niña traviesa, pero que ya ha sufrido bastante. Cuandolleguemosalseñalerovolveréadirigirlelapalabra,peronolaperdonaréhastaqueSanchohayaregresado.

Perosunaturalezaeramásbondadosaquetodossuspropósitos.AntesdealcanzarelposteindicadorBab,cegadaporlaslágrimas,tropezóconlaraízdeun árbol y rodó hasta caer sobre un colchón de ortigas. Ben la ayudó alevantarse y trató, aunque vanamente, de consolarla. La niña se sentía tandesamparadaquenadalograbacalcarlayllorabaalágrimavivaretorciéndoselas manos que le ardían y dejando rodar por sus sucias mejillas gruesoslagrimones que corrían igual que los hilos de agua que descendían hasta elcamino.

—¡OhDiosmío!…¡Diosmío!…¡Estoyllenaderonchasytengohambre!…¡Meduelenlospies,tengofrío!—gemíalapobreniñatiradasobreelpastoconunaspectotanmiserablequehabríaconseguidoablandarelcorazónmásrudo.

—No llores así, Bab. Me he portado mal contigo. Discúlpame. Teperdonaré y nunca más te castigaré —exclamó Ben quien, como buenhombrecitoqueera,seolvidódesuspropiasafliccionesparatenerencuentasólolasdeella.

—Pégame otra vez, si quieres. Sé que procedí mal al atar y abandonarluegoaSancho.Noloharémás.Estoytanarrepentidaquenoséquéhacer—respondióBabcompletamentevencidaporlagenerosidadybondaddeBen.

—Notepreocupes.Límpiatelacaraysigamosviaje.Lecontaremostodoatumamáy ella nosdirá quédebemoshacer.Tal vezSanchohaya llegado acasaantesquenosotros.

Así procuraba Ben darse ánimos y alegrar a Bab con la esperanza deencontraralperro.

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—Nocreoquepuedaseguircaminando.Estoymuycansada,ylaspiernasse niegan a llevarme.Además, el agua que tengo dentro de los zapatos loshacemuypesados.Quisieraqueesemuchachoquevieneporallíme llevarauntrechoensucarretilla.¿Creesquesenegará?—preguntóBablevantándosepesadamente al mismo tiempo que aparecía un muchachón alto arrastrandounacarretilladesdeuncorralcercano.

—¡Hola,Joslyn!…—saludóBenreconociendoalmuchachoqueerauno«de los amigos de la loma» quien bajaba los sábados al pueblo a jugar o ahaceralgúnmandado.

—¡Hola,Brown!…—respondióelotrodeteniendolamarcha,sorprendidoalverlosentandeplorableestado.

—¿Adóndevas?—preguntóBenconparquedad.

—Voyallevarestemalditotrastoacasa.

—¿Haciaallá?…—yelmuchachoseñalólagranjaqueseveíaalpiedelacolina.

—Variosparaallá.Yollevarélacarretilla.

—¿Por qué? —preguntó el prudente muchacho desconfiando de tanespontáneoofrecimiento.

—Babestácansadayquierequelalleve.Tedejarélacarretillaenperfectoestado, te lo prometo…—aseguróBenmedio avergonzado pero ansioso determinar pronto aquel viaje, ya que los contratiempos comenzaban amultiplicarse.

—Nopodrás llevarlaporesecamino.Debepesar tantocomounsacodearena—seburlóelmuchachodivertidoconesaproposición.

—Soymásfuertequelamayoríadelosmuchachosdemiedad.Yaloverás—yBensecuadróehizounsaludoalqueelotrocontestómuyamablemente.

—Estábien:veremossierescapazdehacerlo.

Bah se dejó caer dentro del nuevo carruaje sin temor alguno, y Ben lacondujoabuenpasomientraselmuchachoserefugiabadebajodeungraneropara observar la marcha de su amigo, muy contento de haberse librado deaquellacarga.

Al principio todo anduvo bien, pues el camino era cuesta abajo y lacarretilla,chirriando,dabaligerasvueltas.BahsonreíaasuconductorllenadegratitudyBenproseguía«puestalavoluntadsobreelmúsculo»comosuelendecir.

Peroluegoelcaminosetornómásbarrosoyempezóasubir.Lacargase

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hacíapasoapasomásymáspesada.

—Ahorapuedobajarme.Megustaquemelleves,peromeparecequesoydemasiado pesada—dijo Bab viendo que el otro que tenía frente a ella seponíaviolentamenterojoylarespiracióndelmuchachosetornabaagitada.

—¡Quédate quieta!… Joslyn dijo que no podría llevarte y yo no voy apermitirque tenga razón.Aúnnosestámirando…—jadeóBeny, la cabezagacha,losdientesapretadosycontodoslosmúsculosdesudelgadocuerpoentensión,empujolacarretillaysubióporelcaminoquellevabahastalapuertadelgranerodelosBatchelor.

—¿Vioalguiencosaparecida?¡Ah!…¡Ah!…«Lascallesestabanlimpiasylossenderoseranestrechos.Eltrajoasuesposaderegresoalhogarenunapequeñacarretilla»—cantounavozqueobligoaBenadejarsucarga,echarelsombrerohaciaatrásvlevantar lacabezaparaencontrarseconlarojadePatqueasomabaporencimadelacerca.

Habersidosorprendidoallíporsuenemigoyentalsituaciónfuelagotadehielque rebaso lacopadeamargurasyhumillaciónquebebíaelpobreBen.Unagudosilbidodeadmiraciónque llegódesdeelotro ladode la colina loconsolóunpocoyledioánimosparaayudaraBabadescenderdelacarretillacon toda calma, aunque tuviera las manos llenas de ampollas y sólo lequedaranTientosparadecir:

—Veteacasaynoteocupesdeél.

—¡Qué lindos niños!…Escapande casa, dejan a lasmujeres afligidas ymeobliganacorrerenbuscadeellosenlugardedejarmegozartranquilomidíafranco—rezongóPat,adelantándoseadesataraDuke,cuyanarizromayahabía reconocidoBen, comoasimismoel cómodocochedetenido junto a lapuerta.

—¿Billy les dio noticias nuestras? —preguntó Bab, alegre de haberencontradoaquelcómodorefugio.

—Puesasí,yelseñoralcaldemeenvióaquelosllevaraasuscasassanosy salvos.Ustedesme encontraron justo en elmomento enquemedetenía abuscarfuegoparamipipa.Arribalosdos,ynomehaganperdermástiempo,quenoquieropasarmelavidacorriendodetrásdeungranujaaquiendebuenagana daría con el látigo—dijoPat, ásperamente, cuandoBen, que ya habíadejadolacarretillaenuncobertizo,seadelantabahaciaelcoche.

—Yalocreoqueharíasesosipudieras…Nonecesitasesperarme.Yomeiré cuando quiera —contesto Ben, escabulléndose por detrás del coche,resueltoademostraraPatquenoprecisabadeélaunqueparaellotuviesequepasarselanocheenelcamino.

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—Haz lo que quieras. Me tiene sin cuidado lo que digas o narrascomprobadocentroceunashoras.

Y dicho eso, Pat dio un fuerte rebencazo y arranco antes de que BabtuvieratiempoderecomendaraBenquefuesemáshumildeyaprovecharaelviaje en coche. Bab lamentaba dejar a su amigomientras Pat se reía. PeroambosolvidaronqueBeneraágilcomounmonoyporesonoselesocurriómirar hacia atrás. No advirtieron entonces que el señorito Ben se habíacolgadodelascorreasyloselásticosyhacíagestosburlonesasudespreciadoenemigoatravésdelaventanitatraseradelcoche.

Alllegaralportón,Bensaltóypasócorriendoadelantehaciendomuecaspicarescas, con lo que atrajo a todos a la puerta. Pat tuvo entonces queconformarse con agitar amenazadoramente el puño en dirección al divertidopilluelo,ymientrassealejabaalcanzoaoírlacalurosabienvenidaquedabanalosfugitivoscomosifueranéstosunpardeniñosmodelos.

LaseñoraMossnohabíaestado,enrealidad,muypreocupada,puesCylehabíadichoqueBabibatrasdeBen,yBilly,quetrajeralasúltimasnoticias,aseguroquelaniñahabíaestadoaSalvoentreellos.Poreso,madrealfin,losseco,abrigoyconsolóantesderetarlos.Lareprimendavinodespués,masfuepocoenérgica.Ycuandoellossepusieronarelatarlasaventurascorridastanfantásticas les parecieron; produjeron gran asombro entre Su auditorio, quefestejotodoconruidosascarcajadas,especialmenteelepisodiodelacarretillaqueBabseempeñóenrelatarrontododetalleenpruebadesuagradecimientohaciaelconfundidoBen.

Thorny gritaba de risa y hasta la dulceBetty olvido las lágrimas que lehicieraderramarlanoticiadeladesaparicióndelperroparaunirsealconciertode carcajadas de la familia cuando Bab imito a Pat recitando el poema de«MamáGansa».

—No debemos reír más, de lo contrario estos niños creerán que hanrealizadounagranhazañaalescaparsesindecirnada—manifestólaseñoritaCeliacuandolascarcajadassecallaronunyagrego:

—Yo no estoymuy contenta, pero no agregare una palabramás porquecreoqueBenyaharecibidosuficientecastigo.

—Asíes…—murmuróBen,cuyavoztemblóligeramentealmirarelvacíojergón donde acostumbraba a echarse el lanudo animal y desde donde lomirabaconsusojosbrillantesllenosdesimpatíaycariño.

CAPÍTULO15

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Grande fue el duelo causadopor la pérdida deSancho, porque tanto susvirtudes como sus habilidades eran queridas y admiradas por todos. LaseñoritaCeliapusoavisosreclamándoloyThornyofrecióunagratificaciónaquienlodevolviese,yhastaelrudoPatdirigiómiradasinquisidorasacuantoperrolanudoencontrabaenelcaminocuandoibaalmercado.Peronirastrosdelanimalseveíanporningunaparte.Benestabainconsolableymuyenojado,ledijoaBabquebienmerecidoteníaloqueleocurríacuandoéstacomenzóasentirlosefectosdelvenenosocornejoenlasmanosylacara.LapobreBabtambién lo pensó así y no se atrevió a esperar compasión de nadie, aunqueThorny, muy diligente, se había apresurado a recomendarles fomentos conhojas le llantén, y Betty, compungida, le ponía las hojasmojadas sobre lasronchas.Este tratamiento fue taneficazquebienpronto lapacientevolvióaocupar, comoantes, supuestoen las reuniones.PeroparaelmaldeBennohabíaremedioyelmuchachosufríainmensamente.

—Nopareceque este bien estodequeyodeba soportar tantas perdidas.PrimeropapáyahoraSancho.SinofueraporlaseñoritaCeliayporLita,nosésipodría soportarlo—dijociertodía,enunaccesodedesesperación,unasemanadespuésdequehubieraocurridoeltristesuceso.

—¡Oh!…¡Vamos!…¡Notepongasasí!…Siviveaúnloencontraremos,ysino,yoteconseguiréotrotanbuenocomoél—prometióThorny,dándoleunamistosogolpecitoenelhombro,mientrasBensesentabaentrelasplantasdehabaspordondehabíaestadocarpiendolatierra.

—¡Como si hubiera algún otro perro que se pudiera comparar con él,aunque sea medianamente!…—exclamó Ben indignado—. ¡O como si yofuera capaz de reemplazarlo por otro perro pormás hermoso que sea y porbienquemuevalacola!…¡No,señor!…¡HayunsoloSanchoenelmundo,ysiésenovuelve,yonoquieroningúnotroperro!…

—Buscaotroanimal,entonces.Eligeelqueprefieras.Tecelounode losmíos.Allítieneslospavosreales…ofrecióThornyllenodeinfantilsimpatíaybuenospropósitoshaciasuamigo.

—Sonmuy hermosos, pero yo no los quiero. Gracias—replicó el tristeniño.

—Entoncestomaunconejo.Tómalostodos…

—Eso era un importante ofrecimiento, pues había, por lo menos, unadocenadeconejitos.

—No son fieles como los perros y sólo se ocupan de escarbar entre losdesperdiciosyrumiartodoeldía.Medisgustanlosconejos…

—Noera difícil queBen estuviera cansado de ellos porque había tenido

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que cuidarlos desde su llegada y cualquier niño que haya criado conejosalgunavezsabeeltrabajoquedan.

—Tampoco amímegustan. ¿Qué te parece si hacemosun remate y losvendemos?YJack,¿noteconsolaría?Sifueraasí,estuyo.Yomeencuentrotanbienquepuedocaminaromontarcualquiercaballo—agregóThornyenunnuevoarranquedegenerosidad.

—JacknopodríaestarsiempreconmigocomolohacíaSanchonidormiramilado.

Benprocurabamostrarseagradecidoperonada,aexcepcióndeLita,habríapodidocalmarsuaflicción,yellanopertenecíaaThorny,delocontrarioycontodaseguridadelmuchachoselahabríaofrecidoasudesconsoladoamigo.

—PorsupuestoquenopuedesllevaraJackadormircontigoniguardarloentuhabitaciónymetemo,además,queélnuncaaprenderíaahaceralgocondestreza. Quisiera poseer algo que te gustara y que yo amase paraofrecértelo…

Habló Thorny con tanta dulzura y se mostró tan bondadoso que Benlevantólosojosyalmirarlocomprendióqueelniñolehabíadadounadelascosasmáshermosasquetienelavida:amistad.Quisomanifestarloquesentía,peronosupocómohacerlo,demodoquevolvióatomarelrastrilloysepusoatrabajar diciendo con una voz que permitió a Thorny entender lo queverdaderamentesignificabansuspalabras:

—Eresmuy bueno conmigo.Le prometo no atormentarmemás.Aunqueconsideroqueestadesgraciahaseguidomuydecercaalaotra…

Calló,yunalágrimaardienterodóhastalashojasdeunaplantadehabas.Ben la vis y movió rápidamente la planta para que nadie más pudieraadvertirla.

—¡Por Júpiter!… ¡Yo encontraré a ese perro aunque tenga que buscarlobajolatierra!…¡Anímate,andomío,ynodudesdequevolveremosateneranuestroantiguocamaradaentrenosotros!…

Ydespuésdeesaproféticaexclamación,Thornysepusoahacertrabajarsucerebroparahallarlamaneraderesolveraquelasunto.

Media hora más tarde, la música de un organillo que venía desde laavenidalehizolevantarsedelmullidocéspedsobreelquesehabíarecostadoapensarenelproblema.AsomándosealaparedThornydirigióunamiradadeinspección, y como encontrara buena la música, de aspecto simpático alitaliano que hacía de organillero y gracioso al monito, hizo entrar a todoscomounanuevaydelicadapruebadeatenciónhaciaBen,yaquepensabaquelamúsica y los bailes delmono traerían gratos recuerdos almuchacho y le

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haríanolvidarunpocosupena.

EntraronporelpabellónescoltadosporBabyBettytodoalborozadas,puesrara vez se veían organilleros por esos contornos y a las niñas les gustabanmucho. Sonriente,mostrando sus clientes que resplandecían de blancos queeran y haciendo centellear sus ojos negros, el hombre tocó el organillomientras elmonohacía serios saludosy recogía lasmonedasqueThorny learrojara.

—Hacecaloryustedparece cansado.Siéntese, queordenaréque traiganalgunos bocados—dijo el joven señorito indicándole el asiento que estabajuntoalgranportón.

Despuésdedar lasgraciasenunmal ingléselhombreobedeciódemuybuenagana,yBenpidióquetambiéndejaranqueJacko,elmono,sepusieracómodo.Segúnexplicó,élconocíacuáleseranlosgustosylascostumbresdeesosanimales.Así,pues,quitaronalpobrebichosusombrerodecandilysuuniforme,y lo alimentaronconpanymantecayhasta lepermitieron tirarsesobre el césped fresco a dormir una siesta. Mostraba tal parecido con unpequeño hombrecito cubierto con un abrigo de piel que los niños no secansabandemirarlo.

Entretanto,laseñoritaCelia,quetambiénhabíaaparecido,sepusoahablarenitalianoconGiácomo,conloquepusounpocodealegríaenelnostálgicocorazón del organillero. Ella había estado en Nápoles y comprendía lossentimientos del hombre por la ciudad que le viera nacer. Sostuvieron unalarga conversación en ese musical idioma y el organillero se sintió tanagradecidoque sepusoa tocar el organitoparaque losniñosbailaranhastaqueelcansanciolosrindiera.Ycuandosedetuvo,parecióquelamentabatenerquevolveradeambular,solitario,poresospolvorientoscaminos.

—Megustaríairmeconélyandarrumboporlomenosunasemana.Podríavivir fácilmente si también tuviera mi perro para exhibirlo —dijo BenmientrastratabadeconvenceraJackoparaquesedejaraponereltrajequeelanimaldetestaba.

—¿Vendrásconmigo?¿Sí?—preguntóelhombresacudiendolacabezaysonriendocontentoantelaperspectivadetenercompañía.

Porotraparte,suojoavezadoyloquehabíavistoyoídodeciralosniñosleconvenciódequeBennoeraunodeellos.

—Situviesemiperro,sindudaalguna—contestóconvehemenciaeltristeBen y en seguida relató la historia de la pérdida de su amigo, pues supensamientonoseapartabadeesounsoloinstante.

—Recuerdo haber visto un perro muy gracioso en Nueva York. Hacía

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trampas con las cartas, bailaba y andaba con la cabeza y hacía mil graciasmás…—manifestóelhombredespuésdehaberoídoelrelatodelasproezasdeSancho.

—¿Quiéneraeldueño?—preguntóThornymovidoporunsúbitointerés.

—Un hombre a quien no conozco. Mal tipo, ese… Castigaba al perrocuandoacomodabamallasletras.

—¿Escribíasunombre?—gritóBenconteniendolarespiración.

—No,poresoelhombrelocastigaba.SellamabaGeneral,peroelanimalseempeñabaenescribir«Sancho»yaullabacuandosuamolocastigabaconellátigo… ¿Su verdadero nombre sería Sancho en vez de General? —sepreguntóelhombremoviendo lacabezaycontagiadode la inquietudde losniños.

—¡EsSancho!…¡Vamosenseguidaabuscarlo!…—exclamóBen,quienhubieradeseadopartiralinstante.

—¡Hay cienmillas hasta allí!…Además, apenas si tenemos un indicio.Conviene esperar un poquito y estar seguros antes de partir —aconsejó laseñoritaCelia,quienestabadispuestaahacercualquiercosa,peronosedejabaconvencertanfácilmentecomolosniños.

—¿Quéclasedeperroera?¿Grande,depeloblandoylanudo,yunacolarara?—preguntóaGiácomo.

—No,señorita…Nadadepelolanudoblanco.Negro,lacioyunacolamuypequeñita,chiquititaasí…—yelhombrelevantoundedobronceadohaciendoungestoquerepresentabaunacolamuycorta.

—¿Oyes? ¿Comprendes cuán equivocado estabas? A menudo seencuentran perros de nombre Sancho especialmente ese tipo de perrosespañoles.PorquelarazadeSanchoesdeorigenespañol.Peroeseperronoeseltuyo.Losiento,muchacho…

Losniñosquedaronconlacaralarga,desilusionadosalversusesperanzasfrustradas,mas Ben no se dio por vencido. Para él no podía haber sino unSancho en el mundo y acuciado por su afecto y su inteligencia hizo unaobjeciónquesóloaélpodíahabérseleocurrido:

—Puedemuybiensermiperropintadodelamismamaneracomonosotrossolíamospintaraloscaballos.Yalesdijequeeraunperrodevaloryquieneslorobarondebieronhacerloasí.Deotromodo,¿dequéleshubieraservidosurobo si no lo ocultaban? Cualquiera podría haberlo reconocido, ¿no se dancuenta?

—Pero el perro negro no tenía cola…—comenzó a decir Thorny, quien

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deseabaserconvencido,peroaúnconservabamuchasdudas.

Bentemblócomosiledolieraencarnepropialoqueibaadecir:

—Puedenhaberlecortadolacola…

—¡Oh,no!…¡Nohabránsidocapacesdecometertalvillanía!

—¿Cómo puede haber alguien tal malvado? —gritaron Bab y Betty almismotiempo,horrorizadas.

—Ustedes no saben lo que son capaces de hacer esos hombres paradisimularunroboypoderusarluegolosanimalesdeloscualesseapoderan—explicóBenolvidandoquealgunaveztambiénélhabíapensadorecurriraesosmediosparaganarselavida.

—¿No es tu perro, entonces?… ¡Lástima!… —lamentó el italiano—.Adiós,señorita.Gracias,señorita.¡Buenosdías,buenosdías!…—Ycargandoalhombroorganilloymonoelhombresepreparóparapartir.

LaseñoritaCelialodetuvounmomento,eltiemponecesarioparadarlesudirecciónyrogarlelehiciesesabersiencontrabaalpobreSanchoenalgunodesusviajes;porquelosartistasambulantesamenudosecruzanporloscaminos.Ben y Thorny caminaron con él y lo acompañaron hasta la esquina de laescuela,puesqueríanobtenermásinformesacercadelperronegroysudueño.Ningunodelosdosseresignabaadejardeladotanprontoeseasunto.

Esamisma tarde, Thorny escribió a un primo suyo que vivía en NuevaYorkysuministrándoletodoslosantecedentesdelcaso,lerogótrataradedarcazaalhombrey lovigilase.Averiguaradequiéneraelperroy luegodieracuentaalapolicía.Algomástranquilodespuésdehaberenviadolacartalosniños se dedicaron a aguardar ansiosamente la respuesta. Pero cuando éstallego por fin, poco hallaron en ella que pudiera servirles de pista. El primoHoracio había cumplido sus deberes como un perfecto caballero, perosospechabaquesucontestaciónnoibaadarlesningunaluz.Eldueñodelperrolanudo era considerado un individuo sospechoso, pero había contado unahistoria que parecía verídica acerca de cómo había adquirido el perro a undesconocido,luegolohabíaexhibidocontodoéxitohastaquelefuerobado.Nosabíanadamásdelanimalyelhombreasegurabaqueestabamuyapenadoporqueelperroeraextraordinariamenteinteligente.

«…Lehepedidoamiveterinarioquelobusque,peroelopinaquedebenhaberlomatadojuntoconotrosperros.Poresocreoquenohaymásremedioqueponerpuntofinalalasuntoylamentoquemisgestioneshayanterminadoconestefracaso»,concluíalacartadelprimodeThorny.

—¡BuenmuchachoHoracio!…Yadecíayoqueélseocuparíadelasuntohastadarle fin—comentóThornycuandohubo leídoelúltimopárrafode la

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interesanteepístola.

—Puedeserqueesehayasidoelfindeaquelperro;peronolohabrásidodelmío.Yojuraríaqueseescapó,ysieraSanchovolveráacasa.Yaveránsino tengo razón —exclamó Ben que se negaba a aceptar que todo hubieraconcluidoasí.

—¿Crees que será capaz de recorrer cien millas? No obstante suinteligencia no podrá hacerlo, ni encontrarle sin ayuda —comentó Thornyincrédulo.

Bensesintiónuevamentedescorazonado,perolaseñoritaCelialevantósuánimo,diciendo:

—Síqueseríacapaz…Mipadreteníaunamigoqueabandonóasuperroen París y el pobre animal lo siguió hasta Milán donde, por fin, lo hallóaunquemurióaldíasiguientedefatiga.¡Fuealgomaravilloso!…PoresonodudoqueSanchovolverásivive.Seamosoptimistasyaguardemos.

—¡Asíloharemos!…—exclamaronlosniños,yapartirdeldíasiguiente,los dos muchachos se dedicaron a esperar la vuelta del ausente para quienguardabanunbuenhuesoenel sitiodecostumbreporsielperro llegabadenocheysacudíansucamastroparaqueestuvieramullidoyofrecierasubuendescanso a sus huesos fatigados.Pero los días pasarony siguieron sin tenernoticiasdeSancho.

Sin embargo, ocurrió algo tan serio por ese entonces que el asunto deSancho paso a segundo plano por un tiempo. Y Ben tuvo oportunidad depagar,enparte,ladeudadegratitudqueteníaconsumejoramiga.

La señorita Celia salió cierta tarde a dar un paseo a caballo y una horadespués,mientrasBensehallabasentadoenel«porch»entregadoalalecturavioaLitalanzarsedentrodelpatioconlasriendascolgandoaloscostadosdelaspatas,lamonturadadavueltayuncostadodelcuerpomuyembarrado,loquemostrababienalasclarasqueelanimalhabíarodado.Poruninstante,elcorazóndeBenpareciódetenerse;luegoarrojosulibro,corrióendirecciónalcaballo y se dio cuenta al momento por los flancos hinchados, las naricesdilatadasyelcuerpocubiertodesudorqueelanimalveníadelejosya todacarrera.

—Litaharodado,peronopareceestarlastimadanimuyasustada—pensóelmuchachomientraselhermosoanimal frotaba lanarizsobresuhombroymordisqueabaelfrenocomosiquisieradarlenoticiasdeldesastre.

—Lita,¿dóndeestálaseñoritaCelia?—lepreguntómirándolafijamentealosojosque,aunqueinquietos,noparecíanespantados.

Litalevantolacabezayrelinchoconfuerza,comosillamaraasuamayse

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lamentaradequenolahubieseretenidofuertementeporlasriendas.

—Bien, bien… Ya la encontraremos… —Y arrancándole la monturadestrozadaarrojolejossuszapatos,ajustoconfirmezaelsombreroymontodeun salto. Ben sintió como un hormigueo que le recorría todo el cuerpo yexperimentabaunasensacióndeseguridadypoderalapretarconsusrodillaselcuerpodelanimal,mientrasqueenlosojosdeLitatambiénsereflejabaunamiradadealegría.

—¡Oigausted,señoraMoss!…AlgolehaocurridoalaseñoritaCeliayyosalgoensubusca.Thornyduerme:delelanoticiaconcuidado.Yovolveréencuantolaencuentre.

Luego, aflojando las riendas a Lita partió sin dar tiempo a la asustadamujermásqueparaqueseretorcieralasmanosygritara:

—¡Veenbuscadelalcalde!…¿Quéharemos?

Como si supiera lo que esperaban de ella, Lita hizo el camino y arecorrido,segúnBenpudocomprobarporlashuellasaúnfrescasqueseveíanen el sendero por donde el animal había venido en busca de ayuda.Anduvieronmásdeunamillahastaquesedetuvieron frenteaunasbarrerasbajasparapermitirelpasodeunospesadoscarrosqueibanhacialoslejanoscamposdondeserecogíaelheno.Volvieronenseguidaaemprenderlamarchaagalope tendidoy atravesaroncampos recién segadoshasta llegar al arroyoporelque,evidentemente,layeguahabíapasadoantes.Porquedelotrolado,haciaunsitiodondelosanimalessolíanacercarseabeber,seveían,sobreelbarro,señasdeunacaída.

—Fuisteunatontaalsaltarporaquí,pero¿dóndeestálaseñoritaCelia?—preguntóBen,quien sedirigíaa losanimalescomosi fueranpersonasyeraentendido por ellos mucho más de lo que puede imaginar el que no estáacostumbradoatratarconanimales.

Pero Lita parecía haber perdido el rastro y bajaba la cabeza como siesperaraencontrarasudueñadondelahabíadejado,tiradasobreelbarro.Benllamo, pero no obtuvo respuesta. Siguió entonces a lo largo del arroyuelomirandoansiosamenteentodasdirecciones.

—Talveznosehayaheridoyhaya,encambio,buscadorefugioenaquellacasa—pensóelmuchachodeteniéndoseaecharunúltimovistazoyabarcandoconlamiradatodoelcampobañadoporelsolsobreelcualsólopodíaverseunaenormepiedraqueselevantabajuntoaunadelasorillasdelarroyo.Bensefijóyentoncesleparecióquealgooscurosemovíadetrásdelapiedra;talvez fuerauna faldaconcuyospliegues jugabaelvientoounapiernaqueseextendía. Hacia allí condujo a Lita y hallo a la señorita Celia tendida a lasombradelapiedra,tanpálidaeinmóvilqueBentemióqueestuvieramuerta.

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Saltóatierra,latocoyhablo,ycomonorecibierarespuestacorrióalarroyoparatraerunpocodeaguaensusombrerodetrapoyhumedecerleelrostro,como lohabíavistohacerenel circocuandoalgunode los jinetes sufríaunaccidente o se desmayaba a consecuencia del cansancio, después de habertrabajadosindescansocumpliendoellema«trabajaromorir».

Al instante, los ojos azules se abrieron y la joven reconoció el rostroansiosoqueseinclinabasobreellayacariciándolodijodébilmente:

—MibuenoyfielBen…Yosabíaquemeencontrarías…PoresomandéaLita…Melastimétantoquenopudevolveramontar…

—¿Donde, donde se ha herido? ¿Qué hacer? ¿Serámejor que regrese acasadeungalopeenbuscadeauxilio?—preguntóBencontentodehaberlaencontrado,peroafligidodehaberlahalladoenaquelestado,puessabíamuybien,porhaberlovistoyporexperienciapropialopeligrosasqueeranaquellascaídas.

—Estoymuydoloridaytenloquesemehayarotounbrazo.Litaresbaloyambas rodamos. Yo me arrastré hasta la sombra y creo que después medesvanecí.Buscaaalguienqueteayudeyllévameacasa.

CerrolosojosyvolvióaponersetanpálidaqueBenseapuróacorrerenbuscadeauxilio.SegúnlaseñoraPaine,quienestabatejiendotranquilamentecuandoBen,llego,éstelasobresalto«comounatormentaquesedesataradepronto».

—No hay un solo hombre aquí. Todos están allá, junto a la gran parvarecolectandoheno—fuelarespuestaquedio laseñoracuandoelmuchacho,jadeando,solicitoenfrasesentrecortadas:

—…quevayantodosaauxiliaralaseñoritaCelia.

Ben,quesehabíaarrojadodelcaballoantesdequeelanimalsedetuviera,volvióamontar,perolaanciana,dejandosutejido,lehizo,unastrasotra,másdemediadocenadepreguntas:

—¿Quiénesesaseñorita?¿Quéseharoto?¿Cómosecayó?

—¿Dóndeestá?¿Porquénovinoellahastaaquí?¿Sehainsolado?

Bencontestórápidamenteatodaslaspreguntasparapoderpegarlavueltade inmediato pero la mujer lo detuvo para darle indicaciones, expresar sucompasión y ofrecer hospitalidad, todo ello en un discurso bastanteincoherente:

—¡Diosmío!…¡Pobrequerida!…Latraeremosaquí…¡Lidia!¡Buscaelalcohol!¡Ytú,Melisa,preparaunacamaparaacostarla!…Lascaídassoncosapeligrosa.Noquieronipensarquesepuedahaberrotolacolumnavertebral.

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Papáestáalláabajo,yélyBijahiránensubusca.Veteallamarlosqueyoharésonar el cuerno para advertirlos. Dile a tu señorita que con gusto laauxiliaremosyquenotemacausarnosmolestiaalguna.

Benno se detuvo a oír ni unapalabramás, y cuando la señoraPaine sevolvióatomarelcuernodelatón,élfustigóasucabalgaduraypartió.

VariosylargostrompetazosparecieronazuzarmásaLitaqueyagalopabaporelsendero,pueselsonidodeuncuernosiempreexcitaa loscaballosderaza,y«papá»yBijahalarmadosporelllamadodelcuerno,inesperadoaesahora, se apoyaronen sus rastrillosparamirarmásextrañadosaún la curiosafiguradelpequeñojinetequeseaproximabaenvueltoenunanubedepolvo.

—Talvezelabuelohatenidootroataque…Leaviséquepodíarepetirse—manifestóelcampesinocontodacalma.

—Esperemosquenosehayadeclaradounincendio…—murmuróunpeónbuscandoenelcieloalgunanubedehumo.

Pero en lugar de adelantarse e ir al encuentro del jinete todospermanecieronrígidoscomoestatuasyaguardaronaqueelmuchachollegarajuntoaellosylescomunicaseloqueocurría.

—¡Oh!… ¡Malo,malo!…—comentó el granjero cuando se enteró de losucedido.

—Esearroyosiemprefueunlugarpeligroso—agregóBijah.

Después los dos hombres se pusieron rápidamente en movimiento: elprimerocorrióhaciael lugardondeseencontraba laseñoritaCelia,mientrasqueelsegundotrajouncarroeimprovisóunlechodehenoparacolocarlaallí.

—Ahora tú, muchacho, ye en busca del médico. Mi gente cuidará a laseñoritayserámejorparaellaquedarquietaencasahastasaberqueesloquetiene—dijo el granjero después que hubieron transportado a la pálida niña,conmuchocuidado,cuatropoderososbrazoshastaelcarro.

—¡Montaya!…—exclamóelgranjero—.TendrásqueirhastaBenyville.EldoctorMillsesunmaestroparacomponerhuesos rotos.Nohaymásquetresmillasdesdeaquíhastasucasayserámejorqueyayasensubuscanoseaqueseproduzcanmásinconvenientesporesperar.

—¡Nomates aLita!…—rogó la señoritaCelia desde el carro y cuandoéstecomenzabaaponerseenmovimiento.

PeroBen no la oyó, porque ya estabamuy lejos, cabalgando otra vez atravésdeloscamposcomosidesurapidezdependieralavidaolamuertedealguien.

—¡Ese muchacho se romperá la cabeza!…—dijo el señor Paine al ver

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cómo,caballoyjinete,saltabanunatapia.

—No teman por Ben. Él sabemontar, y Lita está acostumbrada a saltarcualquierclasedeobstáculos—advirtióleslaseñoritaCeliaalmismotiempoque se dejaba caer sobre el colchón de heno con un pequeño quejido.Involuntariamentehabíalevantadolacabezaparamirarasufielescuderoyelmovimientolehizomal.

—Espero que tenga usted razón. Sería un buen «jockey» esemuchacho.Jamás he visto nadamejor. Ni en las pistas de carrera—aclaró el granjeroPainemientras caminaba junto al carro sin dejar demirar la figura ecuestrequeatravesabaelpuentehaciéndolo retumbar, trepabaunacolinay luegoseperdíadevistadejandotrasdesíunanubedepolvo.

Una vez que hubo dejado a su señorita a salvo,Ben podía entregarse alplacerdeaquellacarrera.Ylomismoparecíaocurrirlea layeguahaya.Litaera un animal de pura sangre y así lo demostró ese día recorriendo las tresmillasenuntiempoverdaderamenterécord.Lagentequeibasacudiéndoseencarrosycochesalolargodelcaminomirabanconcuriosidadyasombroalatemeraria pareja que los dejaba atrás. Lasmujeres que plácidamente cosíanasomadas a las ventanasdejaban caer la agujay lanzaban exclamacionesdealarmasegurasdequeeraunmalhechorquehuía;losniñosquejurabanalaorilladelcaminosedispersabancomopollueloscuandoseacercaelgavilán,mientrasBenpasabaprofiriendoungritóde advertenciaparaque ledejaranlibrelasenda.

Pero cuando entró a la población y los cascos del caballo repiquetearonsobre laspiedras, a lavistadeaquelniñodescalzomontadoenun sudorosocaballo,mediadocenadevocespreguntaron:

—¿Quiénsehamatado?

Benpudollegarhastalacasadelmédico,peroéstenoestaba.

—Acabadesalirporallí.Elniñode laseñoraFlynnha tenidounnuevoataque—indicóunarobustaseñoradesdeel«porch»sindejardehamacarseensu sillón.Era laesposadelmédicoyestabaacostumbradaaque llegaranagitadosmensajerosdetodaspartesyatodashorasdeldíaydelanoche.

Ben,sindignarseacontestarningunadelaspreguntasqueselehicieron,siguiósucaminodeseandotenerquesalvarunabismo,escalarunprecipicioovadear un torrente agitado para probar así su devoción a la señoritaCelia ytambién,¿porquéno?,suhabilidadcomojinete.

Peronoencontrónadadeesoensucaminoymuyprontohallóalmédicodetenidopara descansar y dar debeber a su cabalgaduraprecisamente en elmismositiodondeBabySanchohabíansidodescubiertosaquellamemorable

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jornada.

Ben relató loocurrido,ydespuésdeescucharloyprometerque iríaparaallátanprontocomopudiese,eldoctorMillssiguióviajerumboalacasadelosFlynnparacalmarel ataquedelniño,el cual sehabíadescompuestoporhaberingeridountrozodejabónyvariosbotonesduranteunalmuerzoqueélmismosehabríapreparadomientrassumadresehallabalavando.

Benagradecióunavezmása subuenaestrella saberhacerciertascosas.Por ejemplo, cuidar a un caballo cansado y sudoroso. Se detuvo junto alimprovisadobebedero el tiempo suficiente para refrescar aLita y calmar sused pasándole un manojo de hierbas húmedas por la boca y el cuello,dejándola luegoquebebieraunpocodeagua.Regresaron luego lentamente,atravesandolarumorosafrondayBennodejabadepalmearelcuellodeLitaalabandolainteligenciayvelocidaddelbuenanimal.Litasabíaquesehabíaportadobienysacudíalacabezaconorgullo,arqueabaellomoytrotabaconeleganciaconlaconscientecoqueteríadeunajovencita.Sedabavueltaamirara su jinete y devolvía los cumplidos con miradas cariñosas, con alegresrelinchos y pasando su hocico de terciopelo por los pies desnudos delmuchacho.

LamujerylashijasdelgranjerohabíancolocadoconfortablementeenunacamaalaseñoritaCelia,ycuandoelmedicollegósoportóconmuchaenterezaque le arreglaran el brazo. Fuera de eso, lo demás no era de cuidado. LasmagulladuraspocoapocodejarondedolerleyBenfueenviadoderegresoallevar noticias a Thorny y a pedir al alcalde que enviara su coche al díasiguiente para transportar a la señorita Celia, siempre que ella pudieramoverse.

LaseñoraMosshabíasidolosuficientementediscretacomoparanodecirnada,perohabíapreparadovariascosasquepensópodríannecesitarseyquedóaguardandonoticias.BabyBettysalieronalcampoajuntarbellotas,demodoquenadiemolestóaThornyyéstedurmiósulargasiestatranquilamente.Fueuna siesta particularmente larga, debido a la quietud que reinaba con laausencia de todos los niños. Cuando despertó se quedó tendido en la camaleyendohastaqueseleocurrióponerseapensardóndesehallaríanlosdemás.Salióde lacasayencontróaBenyaLitadescansandounoal ladodelotrosobre lapaja enel amplio«box»queen la cocherahabían instaladopara layegua.Loscepillos,elbaldey lasesponjasesparcidosalrededordecíanbienclaramentequeelanimalhabíasidobañadoycepilladoysudevotocuidadoryacíasemidormidoasulado.

—Bueno, de todos losmuchachos raros que yo he conocido ninguno teganaati.¡MiraquepasarteunatardetancalurosagalopandoconLitaporelsoloplacerdehacerlo!…—exclamóThornymirandoaBenmuydivertido.

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—Si supieras lo que hemos tenido que hacer no hablarías así ycomprenderías que ambos tenemos derecho a descansar —contestó elmuchacho levantándose vivamente, como movido por un resorte. Ansiabacontarlaemocionantehistoriatanprontocomofueraposible,ygranesfuerzotuvoquehacerparanocorrerenbuscadeThornynobienllegó.

Hizo un rápido pero detallado relato de todo lo ocurrido y quedó muycomplacido con el efecto que produjo. Pues su oyente se mostrósucesivamente sobresaltado, aliviado, nervioso y por fin tranquilo, aunquetuvo que sentarse en un cajón y suspirar profundamente para descargar laemociónqueoprimíasupecho.Entoncesexclamó:

—¡BenBrown!…¡JamásolvidaréloquehashechohoyporCelia!…Ynovolveréadecirte«piernastorcidas»mientrasviva.

—¡Por San Jorge!…Me parecía que tenía seis piernas cuando íbamos atodogalope.Litayyoparecíamosunsoloserehicimosunabuenacarrera,¿noes así,mi linda?—YBen riomientras apretaba la cabeza deLita contra supecho.Layegualecontestóconunrelinchoquecasilovoltea.

—TeparecesalmensajeroquellevólasbuenasnuevasdesdeCantehastaAix—dijoThornyobservandoalaparejacongranadmiración.

—¿A qué mensajero? —preguntó Ben, imaginando que se refería aSheridan,decuyoviajeélhabíaoídohablar.

—¿Noconocesesosversos?Yolossolíadecirenlaescuela.Telosrecitaréahora.

Y alegre de haber encontrado un desahogo para su nerviosidad, Thornytrepóauncajónyconunavozmuyagudarecitólaconmovedorabaladacontal entusiasmo que Lita paró las orejas y Ben lanzó un admirativo «bravo»despuésdeoírelúltimoverso.

Ytodoloquerecuerdosonamigoscongregados,

Mientrassobremisrodillasloteníanreclinado,

YsusvocesensalzabanamiRolandodivino.

Entantoyoleescanciabanuestroúltimoodredevino,

Que(votaronlosburguesesenunacuerdobrillante)…

SemerecíaquientrajolasbuenasnuevasdeGante.

CAPÍTULO16

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Pocos días después se le permitió a la señorita Celia caminar un cortotrecho, y aunque tenía un brazo en cabestrillo y andaba algo tiesa estabamucho mejor de lo que hubiera podido esperarse, razón por la cual todosestuvierondeacuerdoyafirmaronqueelseñorPainehabíaestadoenlociertoalasegurarqueeldoctorMills«eraunexpertoenarreglarhuesosrotos».Dosdevotas enfermeras la atendían y dos pajes estaban siempre prontos paracumplirsusórdenes;vecinosafectuososenviaban,decontinuo,ricospresentesylagentejoven,graciasaello,estabasiempremuyocupada.

Todaslastardescolocabaneneljardínunasilladereposo,ylainteresanteinválida era llevada hasta allí por la robusta Randa, que era su «nurse» decabecera,mientraslaseguíanchales,almohadones,banquitosylibrosqueerantransportadosporloqueparecíaunenjambredeabejasqueibazumbandoenporde su reina.Cuando todoquedabaenorden, laspequeñasenfermeras seponíanacoserylosdospajesleíanenaltavoz.Lalecturaeraamenizadaconabundantescomentarios,porquesehabíaestablecidoquetodosdebíanatendery que si alguno no entendía debía pedir inmediatamente una explicación.Cualquierapodíadarlaexplicaciónpedida,yalfinaldelalectura,laseñoritaCeliapodíahacerpreguntasoagregarloscomentariosquecreyeseoportuno.De esemodopodía sacarse gran provecho de las lecturas que hacíanBen yThorny,cadaunopodíahacergaladesusconocimientos,y,comosiestofuerapoco,crecíalapiladetoallasfinalmentevainilladas,trabajoporelqueBabyBettyeranremuneradascomocualquiercosturera.

De esta manera, las vacaciones no eran sólo una continua diversión, y,despuésdeaquellahoratranquilaydetrabajotranscurridaencompañíadelaseñorita Celia, las niñas encontraban sus excursiones y sus juegos con lasmuñecasmás divertidas.Thorny también habíamejorado notablemente y seadvertía más energía en él, especialmente después del accidente de suhermana;puesmientrasellatuvoqueguardarcama,élseconvirtióeneljefede la casa y gozómucho con esa nueva posición. PeroBen no semostrabacontentocomoantes.LapérdidadeSancholollenabadetristezaveldeseodeirenbuscadesuperrosehacíacadadíamásimperiosoydifícilmentelograbaresistirlo.Pocohablabadeeso,perodespués,encuantoalgunapalabrase leescapaba,descubríasuestadodeánimoycuáleralaideaqueloobsesionaba.Pero, por ese entonces; poca atención le prestaban, de modo que él sólorumiabasupenadía trasdía,ensilencioyenmediodeunaforzosaquietud.Pueslospaseossehabíansuspendido.Thornysóloseocupabadesuhermanaa quien quería demostrar que no olvidaba lo buena que había sido con élcuandoestuvieraenfermo,ylasniñas,porsuparte,seentregabanasusjuegos.

LaseñoritaCeliafuelaprimeraenadvertirelestadodeánimodeBen,vaquenoteníaotracosaquehacersinomiraralosquetrabajabanosedivertíana su alrededor. Ben demostraba interés por las lecturas porque con ellas

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olvidabasudolor,perocuandoaquellasconcluíanysusdistintastareashabíansido realizadas, buscaba refugio en su cuarto o junto a Lita que, mansa ytranquilacomodecostumbre,parecíacomprenderlomuybien.

—Thorny,¿quéleocurreaBen?—preguntólaseñoritaCeliaciertodíaenqueseencontré,asolasconsuhermanoenel«locutorioverde»,comoellosllamabanalaavenidadelaslilas.

—SupongoquerehuirálamentandolapérdidadeSancho.Teaseguróqueavecesdeseoqueeseperronohubiesenacidonunca.SupérdidahadañadoaBen.Nirastrodealearíaquedavaenélynoquiereaceptarnadadeloqueleofrezcoparaconsolarlo.

Thornyhablaba,conimpacienciavfruncíalascejasmientrasseinclinabasobrelasfloresquedelicadamentepegabaensuherbario.

—¿No estará tramando algo? Actúa como si quisiera disimular unainquietuddelaquenoseatreveahablar.

—¿Nohasconversadoconélrespectoaesto?—preguntólaseñoritaCeliacomosifueraellalaquesufría.

—¡Oh, sí!… He tratado de interrogarlo, de hacerlo hablar, pero hamostradotaldisgustoquehetenidoqueabandonartodaintencióndeayudarlo.Talvezextrañasuvidaenelcirco.Noseríararoquefueseasí.

—No,nocreo.Benjamáshuiríacomounladrón.Poresoloquiero.

—¿No has observado en él ningún signo de deslealtad o villanía? —inquiriólaseñoritaCeliabajandolavoz.

—No. Ben es el mismo de siempre: sincero y honesto. Sólo demuestraestar muy abatido, pero lucha contra su abatimiento como un verdaderohombre. Naturalmente, como no ha vivido antes con nadie como nosotros;todoestoesnuevoparaél.Yoconseguiréquemejoreenpocotiempo.

—Meparece,Thorny,queporaquíhaytrespavosreales,ytúereselmásgrande de los tres —rio la señorita Celia mientras su hermano, que habíahablado con un tono de gran suficiencia, levantaba las cejas en un gestoverdaderamentecómicoydignodeverse.

—Yhaytambiéndosburritos…YBenesunodeellos…Porquenosedacuentadondeestábienypuedeser feliz—replicóelcaballeritopegandounejemplarsecoenunadelashojasdelálbumconunfuertegolpequesindudahabríaqueridodestinaraBenpordescontento.

—Ven para aquí y déjame contarte algo que me tiene inquieta. No tehablaríadeellosinofueraquemesientoimpotenteahora.Creoquetúpodráshaceralgoyresolverelasuntomejorqueyo.

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Thorny,quienmostrógrandesconcierto,buscóunbanquitoysesentóalospiesdesuhermanaparaqueéstapudierasusurrarleconfidencialmentealoído:

—HeextraviadodineroqueteníaguardadoenuncajónytemoqueBenlohayatomado.

—Pero ¿acaso no tienes siempre guardadas las llaves de tus cajones ycerradatuhabitación?

—Sí,maseldinerofalta,aunquenohayaabandonadoenningúnmomentomisllaves.

—¿YporquésospechasdeélynodeRanda,deKittyodemí?

—Porque confío en ustedes tres como en mí misma. Hace años queconozcoalasmuchachasytúnotendríasporquéapoderarteasídeInque,detodosmodos,estuvo,querido.

—Por supuesto, así como todo lomío es tuyo. PeroCelia ¿cómo habríapodido apoderarse del dinero?Sé que él no lograra abrir la cerradura sin lallaveporqueunavezfueincapazdehacerloconladelcajóndemiescritorioquealfinaltuvimosquehacersaltar.

—Tampocoyolohubieracreídocapaz;hastahoy,cuandolovijugaralapelota.RecuerdaqueéstacayóenunadelasventanasaltasyBentrepóporel«porch»parairabuscarla.Recuerdaquetúledijiste:«Sisetehubieracaídoenunodeloscañosdelabohardillanolahabríasalcanzado».Yélcontestó:«Por qué no?No hay caño por el que yo no pueda trepar ni lugar de estostechosquenohayarecorrido».

—Esverdad.Esodijo.Pero junto a laventanadel cuartonohayningúncaño. Hay un árbol, y un niño tan ágil como Ben podría descolgarse de éldentro de mi habitación y luego volver a saltar hasta una rama. Peroentiéndeme,Thorny:mecuestacreerqueseaél,mascomoyahenotadodosvecesquefaltadineroquieroponerfinaesto.Lohagoporsupropiobien.Siélhaplaneadoescapar,eldinero leseránecesario.Yélpuedepensarqueeldineroessuyo,porquetodoloqueganamelodaparaqueseloguardeenelbanco.Talveznoseatrevaapedírmeloporquenohallarazonesparaexplicarese pedido. No sé qué pensar ni qué hacer. Estoy muy preocupada yconfundida.

Y parecía en realidad tan confundida que Thorny la estrechó entre susbrazoscomosiasíquisieradefenderladetodaangustiaopreocupación.

—No te inquietes, Celita querida. Deja este asunto en mis manos. Yoarreglareaesebribóndesagradecido…

—Noesasícomodebeshacerlascosas.Nolodisgustes,delocontrarionopodremosconseguirnadadeél.

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—¿Disgustarlo? Le diré sencillamente y con toda calma: «¡Vamos,acércate,Ben,ydevuélvemeeldineroquehassacadodelcajóndelacómodademihermana;yotedejaréenlibertad!».Oalgoporelestilo.

—No,asíno,Thorny.Sureacciónpodríaserterrible.Quizáhuiríaantesdeque pudiéramos saber si es culpable o no. ¡Ay!… ¿Cómo resolver esteproblema?

—Déjamepensar…—YThornyapoyóelmentónsobreelbrazodelsillónymirófijamenteelllamadorcomosiesperaraquelabocadelleónseabrieraparaaconsejarlo.

—¡Por Júpiter!… No dudo ya de que Ben lo ha robado —exclamó elmuchacho de repente—. Porque cuando subía esta mañana a su habitaciónparasaberporquenohabíabajadoaúnalimpiarmisbotas,oíquecerrabadegolpe el cajón de su cómoda y vi que se ponía rojo al mismo tiempo quepreguntabaporquénohabíallamadoantesdeentrar.

—Nocreoqueguarde allí el dinero.Ben esdemasiado inteligente comoparacometersemejanteimprudencia.

—Tal vez lo esconda temporariamente en ese sitio. Después de eseencuentro apenas simehadirigido la palabray cuando lepreguntéporquéestabasubanderaamediaasta,senegóaresponderme.Además,túmismahasadvertidoque apenas si presta atención a las lecturas y cuando esta tarde lepreguntaste en qué estaba pensando, enrojeció y balbuceó algo acerca deSancho.Teaseguro,Celia,queestonomegustanada,nada…

—YThornymoviólacabezaconairesevero.

—Puede ser como tú dices, pero también puede ser que estemosequivocados.Esperemosunpocomásydémosleoportunidaddequeélmismoconfieseantesdequelehablemos.Prefieroperdereldineroantesqueacusarlofalsamentedeladrón.

—¿Cuántodineroteníaguardado?

—Oncedólares.Primerodesaparecióunbillete,yyosupuseentoncesquehabíahechomal loscálculos,perocuandodesaparecieron losdiez restantes,yanotuvedudas.

—Pues bien, hermana. Has puesto el asunto en mis manos, déjameproceder.NodirénadaaBenhastaquetúmeloindiques,perolovigilare,yahoraqueestoysobreavisonolograráengañarme.

AThornyleagradabasupapeldedetectiveyqueríademostrarquesabríadesempeñarlo.PerocuandolaseñoritaCelialepreguntóqueharía,selimitóaresponderconfuso:

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—Damelasllaves.Yodejareunosbilletesdentrodelcajónypuedequeasílodescubra.

Tomó,pues, posesióndel llaveroy el pequeño tocadordonde la señoritaCeliaguardarasudinerofuecuidadosamentevigiladounoodosdías.Bensemostró algo más alegre, como si adivinara que lo estaban vigilando y laseñoritaCelia,sintiéndosealgoculpableporabrigarsospechasencontradeél,tratódeserbondadosaycomplacienteconelmuchacho.

Thorny quedaba muy cómico con ese aire misterioso y el innecesarioalborotoquedesplegaba.ConafectadaindiferenciaseguíalospasosdeBenyprocurabanoperderningunodesusmovimientos.Seescabullíaarribayabajopor las escaleras haciendo ostentación de las llaves y tendía trampascuidadosamentepreparadasparaatraparalladrón,talescomoarrojarlapelotaporlaventanadelahabitacióndesuhermanayenviarluegoaBenaquefueraa buscarla trepando por el árbol, con lo que salía de dudas respecto a lashabilidades del muchacho ara llegar así hasta la habitación. Otrodescubrimientoquehizofuehallar lacerraduradelcajón tanviejaygastadaque cualquiera podría abrirla con sólo introducir la punta de un cuchillo atravésdesusdientes.

—Ahora todoestáclarocomo la luzdeldíayesmejorquemepermitashablar—pidióThornyllenodeorgulloaunquetambiénapenadoporeléxitodesuprimeralaborcomodetective.

—Aúnno, y te ruegoquenohagasnadamás.Creoquehe cometidounerroral inducirteahaceresta investigación.Meentristeceríaquesecortarantus relacionesconBen,porqueyonopuedocreerloculpable—respondió laseñoritaCelia.

—¿Porquéno?—yThornymostróunpocodefastidio.

—Porquetambiényohehechoinvestigacionespormipropiacuentayheobservado que Ben no es falso ni hipócrita. Hoy le pregunté si necesitabadineroosipreferíaqueseloguardaraconelrestoymirándomealacaraconojos honestos y agradecido dijo con un tono que desvanecía mis dudas:«Guárdamelo,porfavor.Yononecesitonadamás,aquí.Sontodosustedestanbuenosyespléndidosconmigo…»

—¡Vamos, Celia!… No seas niña. Él es astuto y sabe que lo observo.Cuando le pregunté qué vio sobre tu cómoda al ir a buscar le pelota, alobservarqueyoloestabamirandofijamente,sonrióycontestó:«Unratoncitodesvergonzadoquesepaseabaporallí».

—¡Oh!…Hayqueponeruna trampa.Anocheuna lauchaque roíano séquénomedejódormir.Debemosbuscarungato,de locontrario los ratonesinvadiránlacasa.

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—Bienyaarreglaremoseso.¿RegañaréyoaBenoloharástú?—preguntóThorny,quiendesdeñabaesepequeñobotínqueeracazaraunratónresueltoaprobarqueélteníarazónenloqueafirmara.

—Mañana te comunicare lo que haya decidido. Mientras tanto, sébondadosoconBenomearrepentirédehabertepedidoquelovigilaras.

El asunto fue así postergado para el día siguiente y la señorita CeliaresolvióhablarellamismaaBen.Bajabaadesayunarsecuandoelsonidodefuertes voces la obligó a detenerse a escuchar. Provenía de la habitación deBendondeparecíaquelosniñosestabandiscutiendo.

—EsperoqueThornyhayacumplido supromesa—pensóy rápidamentecruzóporlapuertadeatrásparainvestigar.

LapiezadeBenestabaalfinaldelcorredorypudoveryoírloqueestabasucediendoantesdeestarlosuficientementecercacomoparaintervenir.Ben,depiejuntoalapuertadesuarmariosehallabarojodefuror;Thorny,frentedeél,severoyamenazador,decía:

—Tienesescondidoalgoallí;nopuedesnegarlo.

—Noloniego.

—Mejorentonces.Peroyodeboverquées.

—No,noloveras.

—¿Quéesloqueocultas?¿Algorobado?

—Yo no he robado nada. Es algo mío y lo traje aquí cuando lo creíoportuno.

—Sé a qué te refieres. Pero esmejor que lo devuelvas antes de que yoobligueaello.

—¡Quieto!… —gritó una tercera voz al mismo tiempo que Thornyalargabaunbrazopara empujar aBen,quienparecíadispuesto adefendersehastaelúltimoaliento.

—¡Niños!… Yo arreglaré este asunto. ¿Tienes algo escondido en esearmario,Ben?—y la señoritaCelia se interpuso entre los dos contrincantesseparándolosconlamano.

Thorny se apartó al instante avergonzado de su arrebato y Ben contestóbrevemente,ynosepodíasabersierarabiaotimidezloquequitabafirmezaasuacento.

—Sí,señorita.

—¿Estuyoloqueguardas?

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—Sí,señorita:esmío.

—¿Dedóndesacasteeso?

—Deunsitiopróximoalacasadelalcalde,

—Esmentira…—murmuróparasíThorny.

Ben lo oyó. Sus ojos echaron chispas y su puño se levantó amenazador,perosecontuvoporrespetoalaseñoritaCelia,quienparecíamuyconfundidaysinsabercómoproseguirelinterrogatorio.Hizounanuevapregunta:

—¿Esdineroloqueguardas,Ben?

—No,señorita.Noesdinero.

—Entonces,¿quées?

—¡Miau!…—contestó una cuarta voz desde el interior del armario, ycomoBenabrieradepar enpar laspuertasdeéste aparecióungatitopardoronroneandodeplaceralverseenlibertad.

LaseñoritaCeliasedejócaersobreunasillayriohastaquelosojosselellenarondelágrimas.ThornyparecíaatontadoyBen,conlosbrazoscruzadosy con la nariz levantada,miraba a su acusador con gesto de sereno desafíomientraselgatito se sentabaa lavarse lacaritacomosidesearacontinuarelinterrumpidoaseomatinal.

—Todo esto está muy bien, pero las cosas no quedan por ellodefinitivamente aclaradas para que te eches a reír tan tranquila, Celia…—empezóadecirThornyrecobrándoseyresueltoainvestigaryaclararelasuntodesdeelprincipio.

—Nohay nada de particular y yo habría aclarado todo sin necesidad deeste interrogatorio. La señorita Celia dijo que quería un gato; por eso fui abuscar el queme regalaron cuando estuve en la casa del señor alcalde. Salíestamañanatempranoymelo trajesinpedirlo,pueseramío—explicóBenmuydisgustadodequehubiesendesbaratadolasorpresaquepensabadarles.

—Eresmuyamable,Ben,yelgatitomegustamucho.Loencerraremosenmi dormitorio para que cace los ratones que lo están invadiendo—dije laseñoritaCeliaalzandoelgatitoalmismotiempoquepensabacómoharíaparaquelosdosmuchachossereconciliaranybajaranenpazadesayunarse.

—Túconocesel caminode sudormitorio, ¿verdad?Ynonecesitas llavepara entrar—agregóThorny con acento tan sarcástico queBen comprendióque sus palabras tenían una segunda intención y se consideró terriblementeofendido.

—No me pidas nunca que trepe en busca de las pelotas que pierdes ni

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esperesquemigatocacetuslauchas.

—Loquenecesitoesalguienquecaceladrones,ydeesonoseocupanlosgatos.Yoandodetrásdeuno…

—¿Quéquieresdecir?—preguntóBenfurioso.

—A Celia le han sacado dinero del cajón de su cómoda y como tú noquieresdejarmeverquéguardasdentrodetuarmarioyo,lógicamente,puedosospecharquetúlohastomado—gritóThorny,sinconsideraciónalgunahaciasu amigo, completamente trastornado e imposibilitado por su mismo enojoparaencontrarpalabrasmássuaves.

Durante un instante pareció que Ben no acababa de comprenderlo, noobstante la claridad de las palabras de Thorny, pero luego se pusointensamentecoloradoydirigiendounamiradadereprochealaseñoritaCeliaabriódeuntirónelpequeñocajóndesuguardarropaparaqueambospudieranvertodoloqueguardabaallídentro.

—No hay nada que valga algo, pero es cuanto yo tengo…Temí que seburlaran demí, por eso lo escondía…Los otros días fue el cumpleaños depapá,yyoestabatantristerecordandoquelohabíaperdidoaélyaSancho…

LavozindignadadeBenfuehaciéndosemásdébilamedidaquehablabaytemblócuandopronunciólasúltimaspalabras.

Sin embargo, no lloró, pero arrojó sus pequeños tesoros como si éstoshubieran perdido su valor. En seguida, haciendo un supremo esfuerzo paradominarse,miróasualrededoryporúltimopreguntóalaseñoritaCeliacondoloridoacento:

—¿Creyóustedqueyopodríarobarlealgo?

—No quería creerlo, Ben, pero las circunstancias condenaban. Handesaparecidovariosdólaresytúereselúnicoextrañoenlacasa.

—¿Y no había otro a quien echarle la culpa? —preguntó Ben tandesconsoladamente que la señorita Celia quedó convencida de que él erainocentecomoelgatitoqueenesemomentolemordíalosbotonesdelvestidoafaltadeotracosaparacomer.

—No.Conozcomuybienalasmuchachas.Enfin,quelosoncedólaressehan perdido y yo no sé dónde ni cuándo pudo ocurrir eso, pues tanto micómodacomomidormitorioestánsiemprecerradosconllave,yaqueguardoallímispapelesydocumentosdevalor.

—¡Qué fastidio!…Pero¿cómopodíaentraryosi tiene todocerradoconllave?—y Ben hizo la pregunta como si estuviera seguro de que no iba aobtenercontestación.

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—Quienestrepanárbolesysaltanventanasytechosenbuscadeunapelotapueden hacer lo mismo para apoderarse de un poco de dinero, sobre todocuandosólotienenquehacersaltarunacerraduravieja…

LamiradayeltonodevozdeThornydemostrababienalasclarasquéeraloqueellossospechaban,yBen,sabiéndoseinocente,perplejoydoloridonoatinó a defenderse. Sus ojos fueron de uno a otro rostro, y viendo duda enambossintióquesupobrecorazóndeniñoserompíadentrodesupecho.Suprimerimpulsofuehuirdeinmediato,puesbiencomprendíaélquenopodríaprobarsuinocencia.

—Sólopuedoasegurarlesqueyonotoméesedinero.Peroustedesnomecreerán,demodoqueesmejorquevuelvaalsitiodedondevine.Allánoeranmuybuenosconmigo,perometeníanconfianzayestabansegurosdequeyojamás les tocaría ni un céntimo. Ustedes pueden quedarse conmi dinero ytambiénconelgatito.Yonoquierollevarmenada—ytomandoelsombrero,Benhizoademándeirse.YhabríapartidosiThornynosehubieseinterpuestoensucamino.

—¡Vamos!…Noseastonto…Discutamoselasunto,ysimepruebasqueestoyequivocadoretirarémisacusacionesytepedirédisculpas—dijoThornycontonoamistosoyunpocoasustadodelasconsecuenciasquepodríantenersuspalabras,aunquecontinuabacreyendoqueélestabaenlocierto.

—Medestrozaríaselcorazónsitefuesesdeesemodo,Ben.Quédateporlomenoshastaquesepruebetuinocencia…

—Ignorocómopodrádemostrarseeso—respondióBenalgomástranquiloalnotarquelaseñoritaCeliadeseabaconfiarenél.

—Nosotros te ayudaremos, y para eso, lo primero que haremos serárevolverdearribaabajomiviejacómoda.Yolohiceunavez,peropudohaberocurridoquelosbilletessedeslizaranhastadondenopudieseverlos.Vamosaverahoramismo,quenopodréestar tranquilahastaquesehayadisipado tutristezayhayamosconvencidoaThornydesuerror.

La señorita Celia echó a andar y encabezando la marcha entró en suhabitación.TurbadoyaúnconelsombreroentrelasmanosBenlasiguió,entantoqueThornyibadetrásdecididoavigilaral«pequeñobribón»hastaquelos hechos se aclararan satisfactoriamente. La señorita Celia había decididorealizaresapesquisaconelpropósitodeaquietarlossentimientoslastimadosde uno y dar una salida a la energía del otro, ya que no abrigaba ningunaesperanza de que esa investigación arrojara alguna luz sobre la misteriosadesaparición.

La había impresionado la reacción de Ben y estaba muy arrepentida dehaberpermitidoquesuhermanointervinieseenelasunto.

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—Henos aquí —dijo abriendo la puerta con la llave que Thorny leentregarademuymalagana—;éstaeslahabitaciónyallí,aladerecha,estálacómoda.Loscajonesdeabajocasinohansidoabiertosynoguardanmásquelibrosviejosdepapá.Losdearribapuedenabrirlosytomarsetodoeltiempoquequieranparabuscar…¡Diosbendito!…¡Hacaídounratónentutrampa,Thorny!…—ylaseñoritaCeliadiounsalto,puesestuvoapuntodepisarlelalargacolaGrisquecolgabaporlatrampa.

Pero suhermanono le prestómayor atención, pues estaba absorto en sutarea. De un tirón había sacado el cajón, que cayó al suelo, por donde sedesparramótodosucontenido.

—¡Diablos!… Estaba tan duro que tuve que hacer mucha fuerza paraabrirloylascosassehancaído—exclamóThornyconfundidoporsutorpeza.

—Noteaflijas.Nadadeloqueguardabaallípodíaromperse.Ben,buscaen el fondo a ver si algún papel se ha escurrido por allí. Debe haber unahendiduraenlaempuñadura.Vieselátigoenlatalabarteríaporeselado,peroelcajónnoestánuncatanllenocomoparaquelascosasdisparenporallí.

LaseñoritaCeliasedirigíaaBenquien,derodillassobreelpiso,recogíalospapelesesparcidosentrelosqueencontródosdólaresmarcados:elanzueloqueThornyhabíadejadoalladrón.

Benmetiólamanoenelagujeroquehabíatraselcajónydijo:

—Aquínohaymásqueuntrozodetelaroja.

—Mi viejo limpiaplumas. Pero… ¿qué sucede ahora? —preguntó laseñoritaCeliaalverqueBendejabacaerunmontóndebasura.

—Algotibiosemuevedentrodeesto—respondióBeninclinándoseparaexaminarelcontenidodelmontoncitodedesperdicios—.¡Ratoncitos!…¡Quélindos!…¡Tanpequeñitos!…Habráquematarlosparaquesiganelcaminodela pobremadre que cayó en la trampa—exclamóBen, olvidándose por unmomento de sus tribulaciones y lleno de infantil curiosidad por aquel«descubrimiento».

La señorita Celia se agachó y levantó con toda suavidad la cuna roja,dentrodelacualyenmediodeunmontóndehilachaschillabanalarmadoslospequeñosratoncitos.Deprontogritó:

—¡Niños!… ¡Niños!… ¡Encontré al ladrón!… Vengan y reúnan estostrozosdepapel.Conellosformaránlosbilletesperdidos.

Dejaron a los pequeños huérfanos sobre el piso y cuatromanos ansiosasdeshicieronelconfortablenido,yentrelosfragmentosdesmenuzadosfueronapareciendotrozosdepapelverde:losbilletesperdidos.Untrozomostrabaunnúmero bien grande y parte de un grabado, y eso bastaba para explicar el

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destinoquehabíanseguidolosdólares.

—¿Soy un ladrón y un embustero? —preguntó imperiosamente Ben,señalandosatisfecholostrozosreveladoresextendidossobrelamesa.

—No,y te ruegomeperdones.Te aseguroque lamentomuchonohaberinvestigadomásantesdehablar.Deesamaneratodosnoshabríamosahorradoestemalrato.

—Bien,muchachos.Olvidenestoyperdonen.Yonovolveréadesconfiarnuncadeti,Ben.Tedoymipalabradehonor.

Después de pronunciar esas palabras, la señorita Celia y su hermanoextendieron a Ben susmanos con toda franqueza y cordialidad. Ben apretóambas,aunqueponiendounaligeradiferenciaenlosapretones.Tomólamássuave con gratitud, recordando que su dueña había sido siempre bondadosaconél,mientrasquealamorenalaapretócontalfuerzaqueobligóaThornyaretirarla apresuradamente al mismo tiempo que le hacía exclamardesconcertado:

—¡Vamos,Ben!…Nomeguardesrencor.Túhasquedadomejorqueyo.Yohehechoelridículo,yaquedespuésdetodasmisinvestigacionesloúnicoquehecazadohasidounratón.

—Ysufamilia…Peroyoestoytancontentadequehayasidoasí,quecasisientopenaporlapobremamárata.Ellaysushijosdebíanvivirmuycómodosy felices dentro del viejo limpiaplumas… —dijo la señorita Cedaatropelladamente y simulando alegría, deseosa de distraer a Ben, cuyaindignaciónnohabíadesaparecidodeltodoaún,cosaquelamentabalajoven.

—Sinduda, lacasaesbonitaperounpococara—agregóThornyquesepuso a buscar a los huérfanos que habían abandonadomientras examinabanlospapeles.

Peroyanoteníanporquépreocuparseporellos.Elgatitohabíahechosuapariciónen laescenay,haciendode juezy jurado,diobuenacuentade lospequeñosculpables.ApenassialcanzaronavercómodesaparecíalaúltimayrosadalonchitaporlabocadeKitty.

—Aesto le llamaríaYo justicia sumaria.Toda la familia ejecutada en ellugardel hecho.Ahoraque todo elmal entendidohadesaparecidovuelvo atenerapetito—dijo laseñoritaCeliariendo,ysurisaera tancontagiosaqueBen se unió a ella a despecho delmal humor que lo embargabamomentosantes.Poreso, tampocopudo resistirsea lamudasúplicaque ledirigían losojosdelajovenqueparecíanvolverapedirperdón.

—Hay demasiada alegría en este funeral… —comentó Thorny que losseguíaconlatrampaenlamanoyconelgatitopegadoasustalones,yagregó

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comoparaconsolarsuvejadoorgullodedetective—:Bien,aseguréquedaríacazaalladrón,ylohelogrado,aunquelosladronesestoshayanresultado,alfinal,tanpequeños…

CAPÍTULO17

—¡Celiaa!,opinoquedeberíamosregalaralgoaBen.Algoasícomounaofrenda de paz…, ¿me entiendes? Porque creo que él se considera muyofendidoaunpornuestrasanterioressospechas—dijoThornyesedíaalahoradelalmuerzo.

—Sí,tambiényocreoquecontinúaresentido,aunquetratedecomportarsealegreyamablecomosiempre.Heestadopensandocómopodríamoshacerleolvidarestemalrato,peronoaciertoahallarconelmedio.¿Seteocurrealgoati?

—Podríamos regalarle un par de gemelos. Vi unos muy hermosos enBenyville. Eran de plata antigua, adornados con cabezas de perros de ojosamarillos.CreoqueaBen levendríanmuybien, ahoraquevaaestrenar suprimeracamisablanca.

LaseñoritaCelianopudomenosqueecharsea reírante lasugestión taninfantil, pero por eso mismo estuvo de acuerdo con ella, pues pensó queThorny sabría mejor lo que le gustaría al muchacho y deseó que los ojosamarillosdelperrodelosgemelospudieranserunbálsamoparalasheridasdeBen.

—Bienquerido.TúleregalarásesosgemelosyLitaunpequeñolátigoconuna cabeza de caballo de plata en la empuñadura. Vi ese látigo en latalabarteríadelpueblo,yaBenlegustótantoqueyohabíaresueltoregalárseloparasucumpleaños.

—Esoleagradará,sinduda,ysilepermitesqueremiendemisbotasviejas,se las ponga y se coloque un penacho en el sombrero cuando te acompañasentadoenelasientodeatrásdelfaetón,seconsideraráelmuchachomásfelizdelatierra…—rioThorny,quiensabíaqueunadelasambicionesdeBenerallegaraser«palafrenerodeprimeracategoría».

—No,esascosasnoseestilanenAmérica,yseríaabsurdoenunlugartanpequeñocomoésteverlovestidodeazulyllenodeadornos.Megustamásconsu viejo sombrero de paja, y puedes decirle que con librea o sin ella serásiempreelmejorpalafrenerodalatierra.

—Selodiré,ysepondrá tanorgullosocomoPunch.Porqueélconsidera

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queunapalabratuyavalemásquetodaslasquepuedandecirlelosdemás.Ytú, ¿no la regalarás nada? Regálale cualquier cosa, así le demuestras queambosestamosarrepentidosdeloinjustoquehemossidoconélenesteasuntodeldineroylosratones.

—Leregalaréunacoleccióncompletadelibrosyprocuraréquesepongaal día con el estudio para cuando las vacaciones toquen a su fin.Darle unaeducación es el mejor regalo que podemos ofrecerle.Me agradaría quemeayudarasaprepararloparaquenotengadificultades.YaBabyBetty,esasdosqueridasniñas,leayudaronadarlosprimerospasosyleprestaronsuslibros,demodoqueBentienealgunosconocimientos;animándolounpoco,marcharábien,estoysegura.

—¡Esa idea es digna de ti, Celia!… Siempre se te ocurre lo mejor. Teayudarécontodasmisfuerzas,siemprequeélmelopermita.Perohaestadotanserioconmigoquenocreomehayaperdonado.

—Loharámuypronto,ysitúeresbuenoypacienteconél,seborrarásurencoryagradecerátuayuda.Leharécomprenderquieroquetúvuelvasatuslatinesoalálgebraantesdequemealegrarámuchosi,devezencuando, tepermitequerevisessuslecciones.Yestoesverdad,porotraparte,porquenorefresque.Corregirle losdeberesaBenseráunbuenpasatiempopara ti.Lasúltimas palabras de la señorita Celia hicieron que su hermano frunciera elentrecejo;porqueéldeseabavolveratomarsuslibros,ylaideadeserprofesorauxiliardesu«criado»noloentusiasmabamucho.

—Lo prepararé rápidamente. Yo me encargaré de enseñarle geografía yaritmética, y tú puedes prepararlo en escritura y gramática. A mí me ponenerviosoverlamalaletradelosniñosycorregirlosenredosquehacenconlaspalabras. ¿Busco los libros cuando compre las otras cosas? ¿Puedo ir estatarde?

—Sí,aquítienenlalista.Babmeladio.Puedesirsimeprometesregresartempranoytedejascurareldiente.

AlinstanteseensombrecióelrostrodeThorny,yexpresósudescontentocon un silbido tan agudo que sobresaltó a su hermana, la que se apresuró aagregarcontonopersuasivo:

—Noteharádaño,ycuantomástiempodejespasarsiniraldentistapeorserá.EldoctorMannteaguardaencualquiermomento,yunavezquehayasido,quedarástranquilopormuchotiempo.Vamos,mihéroe,prepárateydileaunade lasniñasque teacompañeenestahoradifícil.LlevaaBab;aella legustaráalpaseoytedivertiráconsucharla.

—¡Cómosinecesitaraniñasamialrededorparaunatonteríacomoésa!…—respondió con presteza Thorny, encogiéndose de hombros, aunque en su

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interior continuara protestando, como lo haría cualquiera de nosotros en sucaso.

—NollevaréaBabpornadadelmundo.Conseguridadsemeteráenalgúnlíoyecharáaperdertodosmisplanes.Bettyasmejorcompañíaparamí.Esunaseñoritaformal,delicadaysuavecomounagatita.

—Muybien…Pídelepermisoalamamáycuídalamucho.Dejaquellevesumuñeca,yasísesentiráfelizencualquiersitioquevayan.Soplaunairecitofrescoyelfaetóntienelacapotapuesta,demodoquenohayquetemeralsol.Salganalastresyconduceconcuidado.

Bettysemostróencantadaconlainvitación,puesThornyeraunaespeciedepríncipedeensueñoasusojos,yquelallevaraahacerunaexcursiónconélera un honor que casi la abrumaba. Bab no se sorprendió de que no lainvitaran,yaquedesdelapérdidadeSanchoconsiderabaquehabíacaídoendesgraciaysehabíavueltomuyhumilde.Benladejabasola,yesolaafligíaporque ella lo admiraba y se sentía muy orgullosa cuando el muchachoaprobabasusexhibicionesdedestrezayhabilidad.LoúnicoquelerestabaeraaguardarquesepresentaraunaoportunidadpararecobrarlaconsideracióndeBen.Peroenvanosearriesgóaromperselacabezasaltandodelasmásaltasvigasdelgranero,osemantuvoenequilibriosobreellomodelburritoosaltóelportoncitodeunsolobrinco.Bennoleconcediónielpremiodeunamiradaode una sonrisa o una palabra de estímulo.Entonces comprendió que nadamásqueelretornodeSanchorestableceríalaantiguaamistad.

En el pecho de la fiel Betty volcaba Bab sus lamentaciones llenas deremordimientos,yavecesexclamabaapasionadamente:

—Sipudiera encontrar aSanchoy devolvérselo aBennome importaríadarmeungolpeyrompermelasdospiernas.

EsosdesesperadoslamentoscausabanhondaimpresiónenBetty,yéstaseapresuraba a consolar a su hermana con profecías optimistas y con la firmecreenciadequeelorganilleroapareceríaunbuendíaconelperroperdido.

—Heguardadocincocéntimosdelaventademisbellotas,ysiencuentro,tecompraréunanaranja.—prometióBettydeteniéndoseabesaraBabcuandoelfaetónsedetuvodelantedelapuertayThornydescendiódeélparaayudarala joven señorita, cuyo blanco delantal almidonado crujía como si fuese depapel.

—Tráemeunlimónsinoconsiguesnaranjas.Megustarátomareljugoconazúcar—respondióBab, quien consideraba que en aquellosmomentos, unabebidaácidanoseríaextrañaensucopa.

—¿Noestáhermosa,miquerida?—murmurólaseñoraMossobservando

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conorgulloasuhijamenor.

Enverdad,se laveíamuybonitasentadabajo lacapotaque teníaescrito«Belinda» con grandes letras. Lucía Betty sus mejores galas, y cuando sevolvió para sonreírles y saludarlas con su carita animada y simpática queresplandecía bajo el sombrerito azul, no es de extrañar que ambas,madre yhermana,pensaranquenohabíaniñamásperfectaque«nuestraBetty».

El doctor Mann estaba ocupado cuando llegaron, pero les dijo que losatenderíaal cabodeunahora,demodoqueellos seapresuraronahacer lascompras,luegoqueseaseguraronqueellátigoestabaaúnenlavidrieradelatalabartería.

ThornyagregóunosdulcesaloslimonesparaBab,yBelindarecibióunasmasitasque,naturalmente,sumamácomióporella.BettypensóquenienelpalaciodeAladinohabríatantaspiedraspreciosascomolasqueseveíanenlajoyeríadondeentraronacomprarlosgemelosparaBen.Perocuandoentraronen la librería, olvidó el oro, la plata y las piedras preciosas para gozarcontemplando los libros llenos de láminas,mientras Thorny seleccionaba elequipo escolar para Ben. Advirtiendo el embeleso de Betty y sintiéndoseparticularmentepródigoyconmuchodineroenelbolsillo,eljovencaballerocompletó la felicidad de la niña, diciéndole que eligiera el libro quemás legustase de la colección infantil de Walter Crane, que con mágicos coloresaparecíaantesusojos.

—¡Este!…Babsiemprehaqueridoconoceraestehombre terribleyestaláminalomuestra—respondióBettyapretandocontrasupechounmagníficoejemplarde«GarzaAzul».

—Muy bien. Tómalo entonces. Y ahora vamos; la parte divertida delprograma ha tocado a su fin y pronto comenzará el suplicio—dijo Thornyencaminándoseacumplirsucondena,apretandolosdientesyllenodetemorsuvirilcorazoncito.

—¿Debocerrarlosojosysostenertelacabeza?—preguntócontemblorosavozlaamableBettymientrassubíanlosescalonesqueotrospiestanpesadoscomolosdeellossubieranmuchasvecesantes.

—Noesnecesario,pequeña…Notepreocupespormí.Puedesasomartealbalcón y entretenerte allí. Lomío no llevarámucho tiempo, imagino…—ydiciendoesto,Thornyentróconlasecretaesperanzadequeeldentistahubieserecibido un urgente llamado o que hubiera alguien con un terrible dolor demuelasaguardandoquelocuraranparatenerunpretextoypoderposponersuvisita.

Pero no, el doctor Mann estaba desocupado y lleno de cordial interésesperaba a su víctima mientras acomodaba con desesperante cuidado sus

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pequeñosyhorriblesinstrumentos.

Contenta de no tener que contemplar aquella operación, Betty se retiróhasta la ventana posterior para estar lomás lejos posible, y por espacio demediahorasemantuvoabsortaenlalecturadesulibro,contalintensidad,queyapodríaelpobreThornyhabergritadodedolorqueellani siquierahabríaoído.

—Bueno,hemosterminado—dijoporfineldoctorMann.YThorny,luegodedarungranbostezo,exclamó:

—¡GraciasaDios!…¡Apróntateparapartir,Betty!…

—Estoylista…

Cerrólaniñaellibrodegolpeyabandonóelcómodosillón,sinolvidarsedellevartodaslascosas.PeroeldentistadebíaaúnrevisarlabocadeThorny,loquelellevóbastantetiempo,yantesdequeterminara,Bettytuvotiempodeleerotro cuentomás interesante aúnque el de«BarbaAzul».Peromientrasleía la distrajo un confuso rumor de voces infantiles que llegaba desde elestrechocallejónsituadodetrásdelacasa.Unenormeventanalseabríasobreelpatiocerradoporunportónqueelvientosacudía.

Curiosa como lasmujeres de BarbaAzul, se acercó Betty amirar, perotodo loquevio fueungrupodeniñosmuyexcitadosque tratabandeespiarporentrelosbarrotesdeotroportón.

—¿Qué ocurre?—preguntó a dos niñas que no se atrevían a acercarsedemasiadoalgrupo.

—Losmuchachosquierendar caza a un enormegatonegro—respondióunadelasniñas.

—¿Quieresveniraver?—invitólaotracontodacortesía.

La idea de que un pobre gato estuviese en apuros decidió a Betty aenfrentaralosmuchachos.Poresoresolvióseguiralasdosniñaseiradondeunosniñoscorríandeaquíparaallácomosifuesenportadoresdeimportantesmensajes,ajuzgarporlaansiosaexpresióndesusrostros.

—Sosténcontodastusfuerzas,Jimmy,yustedesmiren,siquieren.Ahoraya no podrá hacer daño a nadie—dijo uno de los cazadores que se hallabasentadosobreunaparedmientrasotrosdosapretabanelportón.

—¡Bah!… Es sólo un perro viejo…—exclamó Susy, una de las niñasdespuésdemirar.

—EstárabiosoyJudhaidoenbuscadeunaescopetaparamatarlo—gritóuntraviesomuchachón,aquiendisgustóeldesprecioconquelaniñasehabíareferidoasupresa.

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—Noestá rabioso—exclamóotrodesdesupuntodeobservación—.Losperros rabiosos no beben agua, y éste está lamiendo un cubo lleno de eselíquido.

—Bienpodríaestarlo,ynosotrosnodarnoscuenta.NotienepuestobozalalgunoylomatarálapolicíasinolohaceJud—comentóelsanguinariojovenque había sido el primero en tratar de dar caza al pobre animal que habíaaparecidocojeandoydandomuestrasdehaberperdidoasudueño,razónporlacuallosniños,seatrevieronaarrojarlepiedras.

—Debemosvolveracasa.Mamáletienemiedoalosperrosrabiososytumadre también—dijoSusy.Y comohabían satisfecho su curiosidad, ambasniñasseretiraronprudentemente.

PeroBettynohabíavistonada todavíayquisoenterarsepor suspropiosojosdeloqueocurría.Habíaoídohablardelextrañoaspectoqueofrecíanlosperros en ese estado y pensó que a Bab le agradaría que ella le hiciese unrelatodetodoeso.Demodoqueseempinóenpuntasdepieylogróveraunperrooscuro,cubiertodepolvo,tendidosobreelpasto,conlalenguaafuerayjadeando como si estuviera exhausto,medio,muerto de fatiga y también demiedo,puesarrojabarecelosasmiradasendirecciónalaparedqueloseparabadesustenacesperseguidores.

—TienelosojosigualesalosdeSancho—sedijoBetty,ynosediocuentaquehabíapronunciadoelnombreenaltavoz,sinocuandovioqueelanimalparabalasorejasyhacíaesfuerzosparaincorporarse,comosiquisieraacudirasullamado.

—Parececomosimeconociera…PeronoesnuestroSancho…Aquéleraunperrohermoso…—explicóBettyaunniñoquesehallabaasulado.Peroantesdequeésterespondiera,elanimalselevantóyladróinterrogativamentemientrassusojosbrillabancomodoscuentasdetopacioylapequeñacolasemovíanerviosamente.

—Sancholadrabadeesemismomodo—exclamóBettyasombradaporlosdetallesfamiliaresqueencontrabaenaquelperrodesconocido.

Comosielnombrepronunciadoporsegundavezhubierapuestofinasusvacilaciones,saltóelanimalendirecciónalportónymetiósuhocicorosadoentre los barrotes, lanzando un alegre ladrido de reconocimiento cuandoestuvomáscercadeBetty.Losmuchachosabandonaronprecipitadamentesuspuestosdeobservación,ylaniñaretrocedióalarmada,aunquenohizoademándehuiryabandonaraaquelpardeojosimplorantesquelallamabanconunaexpresióntanelocuenteatravésdelosbarrotes.

—Se comporta como nuestro perro, pero no puedo creer que sea él.¡Sancho!…¡Sancho!…¿Erestúrealmente?—gritóBettysinsaberaciencia

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ciertaquéhacer.

—¡Guau!…¡Guau!…¡Guau!…—respondiómoviendolacolasiquisieraagregar algo a esos ladridos, y sus ojos estaban tan llenos de amor ymudaalegríaquelaniñanovacilóyayseconvenciódeaquelpobreguiñapoerasuquerido Sancho extrañamente transformado. Un repentino pensamiento laasalto:

—¡Qué contento se pondrá Ben!… Podrá volver a ser dichoso… Debollevarelperroacasa.

Sindetenerse apensar en elpeligroquepodría correrydejandode ladotodassusdudas,BettyapartólamanodeJimmyquesosteníaelpicaportedelportónymanifestóansiosamente:

—¡Esnuestroperro!…¡Déjameentrar!…¡Yonoletengomiedo!…

—No entrarás hasta que Jud vuelva: Él dio órdenes de que no lohiciéramos—dijo Jimmyasombradoy creyendoque la niña estaba tan locacomoelperro.

RecordandoconfusamentequeJudhabíaidoenbuscadelaescopetaparamataraSancho,Bettydiounfuertetirónalapuertaycorrióresueltaasalvarasuamigo.Queerasuamigonohubolamenorduda,pues,aunqueelanimalseabalanzó hacia ella como si fuera a devorarla de unmordisco, lo único quehizofueecharseasuspies,lamerlelasmanosymirarlaalacara,dándoleasílabienvenidaquenopodíaexpresardeotramanera.Unapersonamayorymásprudente, se habría asegurado de que era el perro conocido antes de entrar,pero la confiadaBetty ni se imaginó el peligro que pudo haber corrido. Sucorazón hablómás rápidamente que su cabeza, y sin detenerse a investigar,confióenaquelperritooscuroydescubrióasíqueeraelqueridoSancho.

Sentándose sobre el pasto, lo atrajo hacia ella sin hacer caso de susombrero caído ni de que las patitas llenas de tierra ensuciaban su limpiodelantalnidelgrupodemuchachosque,extrañados,lacontemplabandesdeelotroladodelatapia.

—¡Perrito querido!… ¿Dónde has estado tanto tiempo? —preguntóllorando y con el pobre animal que se apelotonaba sobre su falda como siquisieseestarmáscercadesuvalienteypequeñasalvadora—.Tetiñerondenegroelpeloytemaltrataron,¿verdad?¡Oh,Sancho!…¿Dóndeestátucola,tucolatanbonita?

Un aullido conmovedor y un patético movimiento de cola fue toda larespuestaqueelanimalpudodaratantiernaspreguntas.Jamáslahistoriadesudegradaciónseríaconocidacomotampocopodríaserrestauradalagloriadesu belleza canina. Betty procuraba consolarlo con cariñosas palmadas y

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ternezas cuando otro rostro apareció por el portón y la voz autoritaria deThornyllamó:

—¡BettyMoss!…¿Quédiablosestáshaciendoahíadentroconese sucioanimal?

—¡Es Sancho!… ¡Es Sancho!… ¡Ven y míralo!… —gritó Bettylevantándoseyarrastrandoconsigoasupresa.

Peroelportónestabacerradootravez,porquealguienhabíadicho«perrorabioso», y Thorny, que había visto un animal en ese estado, se sintióprofundamentealarmado.

—No te quedes ahí ni un minuto más. Súbete a ese banco que yo teayudaréasalir—indicóThornytrepándosealaparedpararescatarasuamiga.Enrealidad,elperrosecomportabademaneraalarmante:renqueabaycorríadeunoaotroladocomosiestuvieseansiosoporescapar.Noeraextrañoqueloquisiese,pues,aunquehabíadescubiertootravozyotrorostroconocidonohabíarecibidolasmismasafectuosasdemostracionesdebienvenida.

—No, no saldré si no es con él. Es Sancho y lo llevaré a casa paradevolvérselo a Ben —respondió Betty decidida mientras humedecía supañuelo en un poco de agua y ataba la pata herida que tanto camino habíarecorridoparairaapoyarseenunamanoamiga.

—¡Estásloca!…ÉseeselperrodeBentantocomoyo…

—¡Mirasiloes!…—exclamóBettyinconmovible.YrecordandoalgunasdelasórdenesquedabaBenasuperro,tratódequeSanchorealizaraalgunadesushabilidades.Elpobreanimal,cansadoyheridocomoestaba,hizoloquepudo,perocuandollegóelmomentodetomarselacolaentrelosdientesparabailar no consiguió hacerlo y, dejándose caer, escondió la cabeza entre laspatas como acostumbraba a hacerlo cuando fracasaba en alguna de sushabilidades. La escena era casi patética, pues tenía una ele las patitasdelanteras vendada y con su actitud expresaba la humillación de un espírituvencido.

AquelloconmovióaThornyyconvencidode la identidaddelperroydequenoestabarabiososaltódesdelatapiasilbandocomolohacíaBen,locualalegróaldesconsoladoSanchoalmismotiempoquelastorpescariciasqueleprodigóelmuchachoconsolaronsunostálgicocorazón.

—LlevémosloacasaysorprendamosaBen.¿Nocreesquesepondrálocodealegría?—dijoBetty.Y tandecididaestabaahacerlosinmáspérdidadetiempoquequeríalevantarellamismaalperrazoadespechodesusgruñidosdeprotesta.

—Hasdemostradosermuyinteligentealdescubrirlo,noobstante todolo

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que le hanhechoparadesfigurarlo.Debemosbuscaruna sogapara llevarlo,pues no tiene collar ni bozal. Y ahora que ha encontrado a sus amigos,veremosquién se atreve a tocarlo. ¡Fueradel camino,muchachos!…—ConademánresueltoyaspectoautoritarioThornyabrióelcaminomientrasBetty,pasando un brazo alrededor del cuello de Sancho, sacó orgullosamente a sutesoroignorandoconmagnanimidadasusenemigosysindejardemiraralfielamigoaquiensutiernocorazónhabíareconocido,apesardelocambiadoqueestaba.

—Yo lo encontré… —se adelantó a decir uno de los muchachos queesperabaalgunarecompensaaunqueélhubierasidodelosquemásinsistieronparaquematasenalanimal.

—Yocuidéquenolomataran—agregóJimmy,elcarcelero.

—Yyo dije que no estaba rabioso—gritó un tercero, pensando que esadeclaraciónmereceríalaaprobacióngeneral.

—YonotengonadaqueverconJud—explicóelcuartoansiosodelibrarsedecomplicaciones.

—Perofueronustedeslosqueledieroncaza,yloapedrearon.¿Noesasí?Abran paso, entonces, o de lo contrario haré la denuncia a la «SociedadProtectoradeAnimales».

Con esta terrible y misteriosa amenaza Thorny dejó a los interesadosmuchoslíosconuncuartodenaricesdándoles,además,unabuenalección.

Después de una mirada llena de asombro, Lita recibió cordialmente aSancho y lo saludó refregándole la nariz por el lomo. Después el perro seacomodóen su antiguo lugar, bajo la colchoneta, conungruñidode intensasatisfacción y en seguida se quedó profundamente dormido, vencido por elcansancio.

Ningún conquistador romano que llegara a la Ciudad Eterna cargandovaliosos tesoros se habrá sentido tan contento y orgulloso como lo estabaBettymientras iban en el carruajeque rodaba rápidamente endirección a lapequeña casa rojiza llevando al cautivo que ella rescatara con sus propiosbrazos.LapobreBelindayacíaolvidadaenunrincón.Loscuentosde«BarbaAzul» fueron arrojados bajo un almohadón y el hermoso limón quedómachucadodespuésqueselesentaronencima,pueslosdosniñosnopodíanpensarsinoenlaalegríaqueproporcionaríaaBenenqueliberaríanaBabdesupesadacargaderemordimientos,yenlasorpresaquedaríanalamamáyala señoritaCelia.Betty no acababa de convencerse de que fuese verdad tanfeliz suceso y, a cada instante,miraba si su querido y sucio hallazgo estabatodavíaallí.

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—Te explicaré lo que haremos—dijo Thorny rompiendo el prolongadosilenciomientrasBetty se ajustaba el sombreroque se le escapaba cadavezque inclinaba la cabeza para espiar al perro—. Mantendremos a SanchoescondidoalllegaryluegoloocultaremosenelcuartoqueBenocupabaantesen tucasa.Luegoyome lasarreglaréparaenviaraBenabuscaralgoallíyveremosquéhace.Jugaríaundólaraquenoreconoceasuperro…

—Nosécómomedominaréparanogritárseloapenas lovea…¡Oh!…,¡vaaserunaescenamuydivertida!…—YBettydiounaspalmadasdejúbiloporanticipado.

Elplanhabíasidoperfectamentetrazado,peroThornyolvidólasposiblesreaccionesdelanimalqueenesosmomentosroncabapacíficamenteentresusbotas.Nobiendetuvieronelcochefrentealportónyapenashabíaalcanzadoadecir en su susurro a su compañera: «Allí viene Ben», cuando ya el perrohabíasaltadodelcarruajeysearrojabaconlavelocidaddeunabalasobreelmuchachoqueseacercaba.Ambos rodaronporel suelodondedieronvariasvueltasenmediodegrandesgritosdealegríayreconocimiento.

—¿Quiénsehalastimado?—preguntólaseñoraMosssaliendodelacasamuyalarmada.

—¿Quées eso? ¿Unoso?—interrogó a suvezBab corriendo tras de sumadre.Sumayordeseoeraverunosoalgunavez.

—¡HemosencontradoaSancho!…¡Hemosencontradoa

—¡Sancho!…—gritabaarrojandosugorraenaltocomounposeído.

—¡EncontradoaSancho…¡EncontradoaSancho!…—repetíaBettycomouneco,quienbailabaysaltabacomositambiénhubieraperdidolacordura.

—¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién lo encontró? —preguntaba laseñoraMoss,muycontenta,golpeandosusmanosblancasdeharina.

—¡Nopuedeser!…¡ÉsenoesSancho!…¡Eseguiñaposucioyfeo!…—balbucíaBabincrédula.

EntoncesThorny,interrumpidoconstantementeporBetty,comenzóahacerelrelatodelmaravillosoencuentroentantoqueBabysumadreloescuchabanllenasdeadmiración,olvidandoporcompletolosbollosquehabíanpuestoalhornodondeseestabancarbonizandosinquenadieseocuparadeellos.

—¡Mipreciosa ovejita!…¿Cómo te atreviste a hacer eso?—exclamó laseñoraMossabrazandoasupequeñaheroínaconunamezcladeadmiraciónytemor.

—¡También yo me hubiese atrevido y hasta habría golpeado a esosterriblesmuchachos!…¡Cómoquisierahaberestadoallá!…—manifestóBah

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comprendiendoquehabíaperdidounagranoportunidaddelucirse.

—¿Quiénlecortólacola?—preguntóBencontonoamenazadormientrasseacercabaalgrupollenodetierra,rojoysinaliento,peroradiante.

—Elquelorobó,supongo.Merecequelocuelguen—contestóThornyconénfasis.

—Si lo pudiese encontrar… le cortaría la nariz —rugió Ben con talresplandorenlamiradaqueSancholanzóunfuriosoladrido.Ytuvosuerteelmalvado de no encontrarse allí porque las hubiese pasadomuymal ya quehasta la bondadosa Betty había fruncido el ceño y Bab blandíaamenazadoramente el batidor que tenía en la mano mientras su madredeclaraba,llenadeindignación,«queaquellohabíasidodemasiado».

Apaciguados un tanto los ánimos luego de esa explosión general,procurarontranquilizarse,ymientraselhijopródigoibadeunoaotroenbuscadecaricias,lahistoriadesuhallazgofuecontadaotravez,conmáscalma.BenescuchabasinsepararlosojosdelanimalheridoycuandoThornyconcluyósevolvióhacialapequeñaheroínay,colocandolamanodeéstaylasuyapropiasobrelacabezadeSancho,dijocontonosolemne:

—BettyMoss:nuncaolvidaré loquehashecho.Desdeestemomento, lamitaddeSanchoteperteneceysiyomurieseélserátuyo…—YBensellóesejuramento con un par de sonoros besos que dio a la niña en las sonrosadasmejillas.

Bettysesintióprofundamenteconmovidaysusojosazulessellenarondelágrimasquesindudahabríancorridoporlasmejillas

Sancho no hubiese sacado la lengua como quien ofrece un pañuelo debolsilloparasecarlas.Laslágrimassetrocaronentoncesenrisas,alasquelaúnica que no se unió fue Bab, pues ella se había apartado sombríamentemurmurando:

—Voy a ponerme a jugar con todos los perros rabiosos que encuentre.Puedeque asíme considerenunabuenaniñay alguienune recompenseporello.

—¡Oh!… ¡Pobre Bah… Yo te perdono y te prestaré la parte que mecorresponde de Sancho cuantas veces quieras —dijo Ben que se sentíamagnánimo con todo elmundo, incluso con las niñas que juegan como losvarones.

—VamosallevárseloaCelia—rogóThornydeseosodevolverahacerelrelato.

—Esmejorquelolayesantes.Estáespantoso,pobreanimal…—comentóla señoraMoss antes de correr precipitadamente en dirección a la cocina al

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recordarsusbollos.

—Tendréquedarlevariosbañosparapodersacarleesatinturamarrón.Suhermosa piel rosada está manchada con esa grasa. La haremos desaparecerponiéndoloalsol:elpelolevolveráacreceryprontoseráelhermosoperrodeantes.Todoserácomoantes,excepto…

Bennopudoconcluiryseoyóunlamentogeneralporladesaparecidacolaqueelanimalyanopodríavolveramovercontantoorgullo.

—Le compraré una nueva. Y ahora, pónganse en fila y marchemos enorden —exclamó Thorny alegremente mientras empujaba por el hombro aBettyy caminaba silbando«Atención: el héroe conquistador llega», seguidoporBenysuperro,entantoqueBabcerrabalamarchagolpeandounalecheradealuminioconelbatidor.

CAPÍTULO18

Si el secuestro de Sancho causa tanto revuelo, es de imaginar que suregreso y la noticia de sus padecimientos habrían de provocar un revuelomuchomayor.Leprodigaronunacalurosayafectuosabienvenida.Porvariosdíasfueobjetodedemostracionesdecuriosidadycariñoporpartedelasniñasydelosmuchachosconocidosqueacudíanacompadecerloporelpedazodecolaquelefaltaba.

Sanchosecomportabacondignaafabilidadysentadoenlacocherasobrelacolchonetaobservabaasusvisitantespensativamente,ycontodapacienciasoportabasuscaricias,mientrasBenyThorny,porturno,relatabanlospocoshechosdramáticosqueconocíanrespectoasudesapariciónyasuencuentro.Sialainteresantevíctimalehubierasidoposiblecontarsusaventurashabríareferidocosasemocionantes,peroelpobreno sabíahablary los secretosdeesemesmemorablejamásibanaserconocidos.

Laheridadelapatitacicatrizópronto,latinturafuedesapareciendograciasalosinterminableslavadosyelpelosetornónuevamentesedosoycrespo.UnnuevocollarconelegantesletraslediootravezcategoríadeperrorespetableySancho se consideró que era el mismo de antes. Pero era evidente que sugenio, otroramanso y amable, se había agriado y amenudo parecía que élhabíaperdidolaconfianzaenloshombres.

Anteshabíasidounperrocondescendienteyamigodetodos,perodesdesuretorno observaba a los extraños con gesto receloso, y la presencia de unhombre andrajoso lo hacía aullar y encolerizarse como si acudieran a él elrecuerdodepasadosagravios.

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Porfortuna,sugratituderamásfuertequesusresentimientosydemostróquenoolvidabaquedebíalavidaaBetty,puessalíaalencuentrodelaniñaencuantoéstaaparecía,obedecíaalinstantesusórdenesynotolerabaquenadielamolestara cuando él caminaba vigilante a su lado conducidopor lamanoquelollevabadelcuelloigualquecomolohicieraparasacarlodeaquelpatiofatal.Eranfielesamigosparasiempre.

La señorita Celia los llamaba la pequeñaUna y su león, y viendo a losniñosansiososporsaberaquiénesserefería,lesleyólahistoria.Ben,congrantrabajo,pudoenseñaraSanchoadeletrear«Betty»yasísorprendióalaniñacon esta nueva demostración de inteligencia de su perro. La pequeña no secansabanuncadevercómolapatadelanteradeSanchoacomodabalascincoletras en su sitio y luego corría a poner el hocico entre lasmanos deBettycomosiquisieseagregar:

—Éseeselnombredemiqueridaamita…

Porsupuesto,aBablealegrabaquehubieranretornadolapazyalegríadeantaño,peroenunpequeñoyescondidorincóndesucorazónseocultabaunasomodeenvidiayansiaba,desesperadamente,haceralgoque lapusieraenevidenciafrenteasupequeñomundoyrecibirlosmismoshalagosqueBetty.Comportarseconbondadygentilezanoerasuficiente.Elladebíahaceralgoque demostrara su valor y sorprendiera a todos, pero no se le presentabaningunaoportunidad.Bettyeratanafectuosacomosiempreylosmuchachosmuybondadosos,peroaellanoseleescapabaqueambosniñospreferíanalapequeña Bet, como la llamaban, por haber sido quien encontrara a Sancho,demostrandogranarrojoaldefenderalperrodeaquellosquelaaventajabanennúmeroyfuerza.

Babnoconfióanadie sus sentimientos.Muyporel contrario:procurabaseramablemientrasesperabaquellegasesuoportunidad.Ycuandoéstallegó,secomportólomejorquepudo,aunquenoconsiguióquesuaccióntuvieraunmatizheroicoqueaumentasesuvalor.

ElbrazodelaseñoritaCeliamejorabarápidamente,pero,porsupuesto,nopodríahacerusodeélhastadentrodemucho tiempo.Habiendodescubiertoquelalecturadelatardelaentreteníatantocomoalosniños,empezóasacarsusviejoslibrosfavoritos,conloquedisfrutabadeundobleplaceryaqueveíaque el pequeño auditorio se deleitaba como se deleitara ella de niña. Paratodos,aexcepcióndeThorny,aquellashistoriaserancompletamentenuevas.Uno de estos relatos divirtió extraordinariamente a los niños y produjo unagransatisfacciónaunodeellos.

—Celia, ¿trajiste nuestros viejos arcos? —preguntó con ansiedad suhermano almismo tiempo que ella abandonara el libro del cual había leído«Nomalgastes,nopidas»y«Doscuerdasparatuarco».

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—Sí, traje todos los juegos quedejamosguardados en el desván cuandosalimosdeviaje.Losarcosestánenlacajalargadondehallastelascañasdepescary laspaletas.Creoqueelviejocarcajy laspocasflechasquequedantambién están allí. ¿Qué se te ha ocurrido?—preguntó a su vez la señoritaCelia,mientrasThornyechabaacorrercongranprisa.

—VoyaenseñaraBena tiraralblanco.Esunaexcelentediversiónparaesta época calurosa. Pronto tendremos unos buenos tiradores y tú podrásotorgar premios a los mejores. Vamos, Ben… Hay suficiente cuerda comoparaponerlosarcosencondiciones.Luegoharemosunaexhibicióndetiroalblancoparalasdamas.

—Yonosabré.Jamástuveunarcoentrelasmanos.ElpequeñodardoquesosteníacuandohacíadeCupidonoservíaparanada—respondióBen,aquienleparecíaqueaquelniño«prodigio»quefueraélenotrotiemponoteníanadaqueverconeljovenrespetablequeenaquellosmomentoscaminabadelbrazodeljovendueñodecasa.

—Loúnicoquenecesitasespráctica.Yofuiungrantirador,peroahoranocreoquepuedaacertaraotracosaquenosealapuertadelgranero—comentóThornyparadarleánimos.

Entantoquelosmuchachossealejabancongranruidodebotasyrechinardeespuelas.Babobservócon,esetonodeseñoritaquehabíaadoptadodesdequesededicaraconentusiasmoalacostura:

—Nosotras acostumbrábamos a hacer arcos con ballenas cuando éramosmáschicas,peroahorasomosdemasiadograndesparaentretenernosconeso.

—Yomedivertiría lomismo,peroBab,comoyacumplió losonceaños,no quiere jugar más —declaró honestamente Betty que en ese momentoalisabasuagujaenelesmeril.

—La gente adulta también practica la ballestería, como se llana enInglaterraatirarconarcosyflechas.DíaspasadosestuveleyendoalgoaeserespectoyviunafotografíadelareinaVictoriaconunarco.Demodoquenotienes por que avergonzarte, Bab —dijo la señorita Celia quien se puso arevolver los diarios y revistas que tenía junto a su sillón buscando aquellafotografíadequehablara.

Por suparteconsiderabaqueesenuevoentretenimientodivertiría tantoalosmuchachoscomoalasniñas.

—¡Una reina!… ¿Te das cuenta? —comentó Betty muy asombrada ytambién complacida de que su amiga no la considerara una tonta porque sedivertíaconesossencillosjuguetesfabricadosencasa.

—Enépocaspasadas,losarcosylasflechaseranusadosenloscombatesy

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yahemosleídocómolosarquerosinglesesoscurecíanelcieloconlasflechasycómomatabanasusenemigos.

—También los indios las usaban. Yo he encontrado algunas flechas depiedrajuntoalríohundidasenelbarro—exclamóBabdemostrandorepentinointerés.Lasbatallasatraíansuatenciónmásquelasreinas.

—Mientras ustedes dan termino a sus costuras yo les contare una brevehistoria sobre los indios —dijo la señorita Celia recostándose sobre losalmohadonesmientraslasagujassemovíansincesarenlaspequeñasmanos.

—Hacemásomenoscienaños,enunpequeñocampamentoaorilladelríoConnecticut vivía una niñita llamada Matty Kilburn. Sobre una colina sealzaba el fuerte adonde la gente corría en busca de protección cuandoamenazabaalgúnpeligro.Elpaís erapococonocidoy salvajeymásdeunavezlosindioshabíanbajadoporelríoyhabíanquemadolascasas,matadoaloshombresyllevadoprisionerosamujeresyniños.Mattyvivíasolaconsupadre,perosesentíamuyseguraenlapequeñachozahechadetroncos;puessu padre nunca se apartaba del lugar. Una tarde, mientras los labradoresestaban ocupados en sus campos, la campana de alarma comenzó a sonarrepentinamente,eralaseñalqueindicabaunpeligrocercanorazónporlacualloshombres,abandonandosuspalasyhachas,corrieronhaciasuscasasparaproteger a sus esposas e hijos como también a sus pobres bienes. El señorKilburn tomó la escopeta conuna ruanoy a suhija con laotray corrió tanrápido como le fue posible en dirección al fuerte. Pero antes de llegar oyóalaridosdeguerrayvioaparecerporelríoalospielesrojas.Comprendióquelesseríaimposiblellegarhastaelfuerte,demodoquebuscóasualrededorunsitio donde dejar a salvo a su pequeñaMatty hasta que él pudiese volver abuscarla.

Era un hombre demucho valor y sabía pelear, demanera que no quisoesconderse mientras sus vecinos necesitaran su ayuda. Pero su primerpensamientofuedejarfueradepeligroasuhija.

Enunrincóndelsolitariocampodepastoreoselevantabaunenormeolmohueco y hacia allá se dirigió el granjero rápidamente.Ocultó aMatty en laoscura concavidad alrededor de la cual habían crecido algunos retoños quedisimulabanelhueco.

—Hijamía:quédatehastaqueyovengaabuscarte.Rezay aguarda a tupadre—dijoelhombrealsepararlasramasparaverunavezmásalaasustadacaritaquesealzabahaciaél.

—¡Vuelve pronto!… —susurró Matty y trató de sonreír valientementecómodebíahacerlolahijadeunpadretanvaleroso.

ElseñorKilburnsealejóyenseguidafuehechoprisioneroyllevadomuy

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lejos.Durantemuchosañosnadiesupoquehabíasidodeél:sivivíaaúnosihabíasidomuerto.LagentebuscóaMatty,perocreyeronquehabíacorridolamismasuertequesupadreynocreyeronquelavolveríanaver.Muchosañosdespués vieron llegar a un pobre hombre, andrajoso, que no era otro que elseñor Kilburn quien, habiendo conseguido escapar, trataba de encontrar elcaminoderegresoasucasa.LoprimeroquehizofuepreguntardóndeestabaMatty,peronadiesuporesponderle,ycuandolescontódóndelahabíadejadotodos sacudieron la cabeza como si lo creyeran loco.Sin embargo, fueron amirardentrodelolmohuecoyallíencontraronunpequeñoesqueleto, restosdeungénerodescoloridoydoshebillasdeplatasobreloquepudieronhabersidounoszapatosquedecían«Matty».Unarcoindígenacaídojuntoalárbolexplicabaporquelaniñanohabíasalidonipedidoauxiliosinoquesehabíadejadomoriraguardandoquesupadrefuesearescatarla".

SilaseñoritaCeliapensóquecuandoacabarasurelatohallaríalaslaboresterminadas,buenchascosellevó.Lasniñashabíandadounaspocaspuntadas.LuegoBettyhabíausadolahermosatoalladepañueloyBabhabíadejadocaersu trabajomientras escuchabacon losojos enormemente abiertos labreveytantrágicahistoria.

—Peroeserelato,¿esverídico?—preguntóBetty,quienesperabatenerelconsuelodesaberqueerapurainvención.

—Sí.Yovielárbolylapequeñacolinasobrelaqueselevantabaelfuerte.Y hasta he visto las pequeñas hebillas que una antigua familia de la regiónconserva—respondiólaseñoritaCelia,quienvolvióabuscarlafotografíadelareinaVictoriaparaversiconellalograbaconsolaryalegrarnuevamenteasuauditorio.

—Nosotros podríamos reproducir la historia usando el viejo manzano.Bettypuedeesconderseallí;yoseréelpadreylaocultaréconalgunasramas.Luegomeconvertiréenunenormepielrojaquelaatacará.Haremosarcosytodoserámuydivertido,¿noesverdad?—exclamóBabencantadaantelaideadepoderrepresentarlosprincipalespersonajesdeaquellatragedia.

—¡No,no,no!…Noquieroescondermeenelagujerodeuntroncollenode telarañas y que luego tú me mates —chilló Betty—. Haré un hermosofuerteconhenoycolocaréallíaDinaqueharáelpapeldelapequeñaMatty.Yonoquieromásesamuñecaporquehaperdidosuotroojo,demodoqueaellapuedestirarleconcuantasflechasquieras.

Antes de que Bab pudiera dar su visto bueno a las disposiciones de suhermana, apareció Thorny cantando mientras apuntaba con su arco endirecciónaunpequeñopetirrojocuyochalecodeplumaseradeunhermosocolorrojo.

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Armóconlaflechaelarco,ApuntóaguzandoelojoYdijo:«Leacertaréalpequeñopetirrojo».

«Pero no lo consiguió», pareció gorjear el petirrojo, que voló hacia otraramamoviendodespectivamentesucolitanegra.

—¡Niños!…Eso es lo que deben prometerme que nunca harán.Tiren alblancocuantoquieran, peronohagandañoa lospájaros—pidió la señoritaCelia, mientras armaba a Ben con el equipo de arcos y flechas que lepertenecierayquehacíatantotiemponousaba.

—Noloharemossitúnoslopides,peroestoyseguroque,conunpocodepráctica bajaría cualquier pájaro de un árbol tan bien como lo hacía esepersonajedelcualnosleístelahistoria—respondióThorny,aquienlehabíagustado ese relato tanto como a su hermana le causara pena lamatanza deinocentespajarillos.

—Bienpodríaspedirleprestadaalalcaldesuviejalechuzaembalsamadayusarla de blanco. Podríamos practicar y como es grande, tendría másprobabilidadesdeacertar—bromeósuhermanaqueacostumbrabaaburlarsedeThornycuandoéstesedabaairesdeimportancia.

LaúnicarespuestadeThornyfuearrojarunaflechahaciaarriba,ytanaltofuequeseperdiódevistaytardóunossegundosendescenderyclavarseenelsuelo,cercadeellos.Sancholatrajoentresusdientes,muycontentoconesejuegoenelcualéltambiénpodíaintervenir.

—Noestámal…Ahora,Ben,tiratú…

Pero Ben tenía muy poca experiencia en materia de tiro con arco y noobstantesusesfuerzosparaimitarasupredecesor,laflechadioundébilsaltoydescendiópeligrosamentecercadelanarizlevantadadeBab.

—Siustedesponenenpeligrolavidaylaintegridaddelosdemás,loúnicoqueconseguiránseráqueyo lesconfisque lasarmas.Tomen lahuertacomocampodepráctica.Esunlugarseguroynosotraslosmiraremosdesdeaquí.Situvierasanaslasmanoslesdibujaríaunhermosoblanco—ylaseñoritaCeliamiróapesadumbradaelbrazoquedemuypocoleservíaaún.

—También tú podrías tirar. Vencerías a todos v yo me sentiría muyorgullosodeti—aseguróThornyconafectuosoacentodepersonamayor.

—Gracias. Pero puedo cederle mi lugar a Bah y Betty, si ustedes lesfabricanalgunosarcosyflechas.Ellasnopodránusaresostangrandes.

Losjóvenescaballerosnotomaronlasugestióncontantoentusiasmocomoesperaba la señoritaCelia.Laverdad fueque ambos semostraronmásbienindiferentes, como ocurre generalmente cuando se les propone a losmuchachosqueaceptenensusjuegosadosniñaspequeñas.

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—Talvezseaunamolestiademasiadogrande…—comenzóadecirBettyconsusuavevocecita.

—Yopuedohacermeelmío—declaróBabconunrebeldemovimientodecabeza.

—Nada de eso. Te haré el arco más hermoso que jamás se haya visto.Betty—seapresuróaprometerThornyenternecidopor lamiradasuplicantedelaniña.

—Ytúpuedesusarelmío,Bah.Tienespuñosfuertesycreoquelopodrásmanejar—agregóBenpensandoqueno le vendríamal tener un compañeroque tirarapeorqueél,pues lemolestabasentirse inferioraThornyen tantascosasacostumbradocomohabíaestadoasersiempreelprimero.Peroesoyanoocurríadesdequeseretiraraalavidaprivada.

—Yo seré el árbitro y daré como premio provisorio, y hasta queencontremos otromás apropiado, el aro de plata con que suelo recogermiscabellos —propuso la señorita Celia, contenta de que todo se hubiesearreglado y que el nuevo juego presentara tan agradables perspectivas queayudaríanapasarmásentretenidalaestaciónestival.

Resultóasombrosocómoel juegodearcosyflechassepusodemodaentoda lapoblación.Losniños lopracticaronentusiasmados esa tardey al díasiguientefundaronelclub«GuillermoTell»conBabyBettycomomiembroshonorarios. Antes de que la semana concluyera se pudo ver a muchosmuchachos con «curvados arcos y temblorosas flechas» arrojando lejos susproyectilesconunaencantadoraindiferenciaporlavidadelosmoradoresdellugar.

Advertidospor lasautoridades, lossociosdelclubllevaronsusblancosalugaresmás seguros y practicaron infatigablemente, en especialLeen, quienpronto descubrió que los ejercicios que practicara de niño habían hecho subrazorobustoysuojodemiradacertera.LlevabaaSanchocomosocioparaquerecogieselasflechasyasíhacíamástirosenunahoradelosquepodíanhacerlosotrosquedebíancorrerdeunladoaotro.

Thornyrecuperómuyprontosuantiguadestreza,máslafuerzanoeraladeantes, por lo cual en seguida se sentía fatigado. Bab, por el contrario, seentregóconcuerpoyalmaalnuevodeporteytirabaconelnuevoarcoquelaseñoritaCelialehabíaregalado,pueseldeBenresultabamuypesadoparasubrazo. Ninguna otra niña fue admitida en aquel club, de modo que lasmujercitas tuvieron que fundar el suyo propio que llamaron «Victoria»,nombre que les fue sugerido por el artículo de la revista, que comenzó acircularcomoguíageneralymanualdeconsulta.

Bab y Betty pertenecían también a ese club y con toda puntualidad

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informaban loque sehacía en el de losvarones.Allí tenían ellosderecho atirarconsusarcos,peroprontocomprobaronquelosmuchachossealegrabancuandoellassealejaban.

Lafiebredel tiroalblancosehizotan intensacomolofueraantes ladelbaseball. Y no solamente circuló la revista sino también el cuento «Doscuerdasparatuarco».Loleyeronconavidezyniñasyvaronesimitaronasuspersonajes.

Todosgozabanconelnuevoentretenimiento,quetrajoaparejadounplacermayor ymar duradero, pues persistió hastamucho después que los arcos yflechasfuesenolvidados.

Al comprobar con cuánto afán los niños buscaban nuevos relatos, a laseñoritaCeliaseleocurriómandaruncajóndelibros—nuevosyusados—alabibliotecadelpuebloqueestabamuypocosurtida,comoocurrecontodaslas bibliotecas de las pequeñas ciudades. Esta donación produjo muy buenefecto,yotraspersonasbuscaronyenviaroncuantosvolúmeneshallaronquetratarandelmismoasunto.Demodoquemuypronto,lospolvorientosestantesde la pequeña sala ubicada detrás del correo se vieron asombrosamentecolmadosdelibros.

Como llegaban en vacaciones fueron recibidos conmayor entusiasmo ytantoloslibrosconrelatosdeantiguosviajescomolosdehistoriasmodernaseranleídosconplacerporlagentejovenquedisponíademuchotiempoparadedicarloalalectura.

El éxito de ese primer ensayo en pro del bien público, complació a laseñoritaCelia y le sugirió otrosmedios de ayudar a la tranquila ciudad queparecíanestaraguardandoqueellalopusieseenpráctica.Apocoshablódesusproyectos, a excepción de aquel amigo lejano, y muchos planes trazó ensilencioparairrealizándolospocoapoco.

CAPÍTULO19

El primero de septiembre pareció llegar demasiado pronto. Comenzaronlas clases.Entre el grupo de niños y niñas que subían enmontón hacia «Elrincón del saber», como llamaban a la escuela, se encontraba Ben, quienllevabaunapiladelibrosbajoelbrazo.Sesentíaalgoextrañoymuytímido,pero tomó una actitud resuelta para no dejar traslucir su estado de ánimo.Aunqueteníatreceaños,eralaprimeravezqueibaaunaescueladeverdad.Le señorita Celia había hablado con lamaestra y la había enterado de cuálhabíasidolavidadeBen.Comolamaestraeraunamujercomprensivahizo

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cuantopudoparafacilitarleloscomienzos.Enlecturayescriturademostróserbueno y orgullosamente se colocó entre los muchachos de su misma edad;pero cuando llegó el turno de demostrar sus conocimientos en aritmética ygeografía tuvo que descender casi hasta la altura de los principiantes, noobstante los esfuerzos que hiciera Thorny para «sacarlo a flote». Esto lomortificabaenormementeyenalgunasocasionestuvoquesentarsealladodela querida Betty, quien se condolía cuando él se equivocaba y sonreía converdaderaalegríacadavezqueBenlaaventajaba,coaquefueocurriendopocoapococonmayorfrecuencia.Ellanoeraunaniñamuyinteligenteyavanzabacon trabajo, muy por detrás de Bab que ya se destacaba entre las alumnasmayoresqueella.

Afortunadamente,Beneraunmuchachobajo e inteligente, demodoqueno quedabamuy fuera de lugar entre los niños de diez y once años.Habíatomadocontantoempeñosusestudioscomoenotraépocasusentrenamientospara dar un salto en alto o tocarse la cabeza con los talones. Esa clase deejercicios lehabíandadovigorosa elasticidada supequeñocuerpo; ahora letocabael turnodeadiestrarsumenteparaquesusfacultadeslerespondierancon tanta rapidez y seguridad como susmúsculos que le permitían ubicarsecon confianza donde cualquier otro podía haber temido caer y romperse lanuca. Su consuelo era comprobar que aunque los ejercicios de aritmética ledabanmuchotrabajo,podíaencambiopegarsaltosmortalesyquedarfirmeyderecho sobre el suelo como no sabría hacerlo ningún otro. Cuando losmuchachos se burlaban de él al oírle decir que China estaba enÁfrica, losdejabamudosrevelandolosconocimientosqueposeíaacercadelosanimalesquepoblabanaquelpaís.Ycuandolonombraron«elnúmerounoenlectura»sesintiómuyorgullosoysuperiorasuscompañeros.

La maestra lo estimulaba cuanto le era posible y corregía sus muchoserrorescontalpacienciaqueBendejódesentirseintimidadoyafligidoytratódeabrirsepasohaciaadelante.Nadiepudodejarde respetar susesfuerzosytodosdisimularonsustorpezas.Deestemodosedeslizólaprimerasemanay,aunque el corazón del muchacho más de una vez se había encogido devergüenzafrentealaluchaconsupropiaignorancia,sepropusovencer,volvióa reanudar la batalla al lunes siguiente con renovado celo y nuevos bríosprovocados, sobre todo, por la alegre charla que sostuviera con la señoritaCeliaeldomingoalatardecer.

Noleconfióaella,sinembargo,unadesusmásgrandespreocupaciones,pues pensó que no podría ayudarlo de ningún modo. Algunos de losmuchachos lo trataban un tanto despectivamente llamándolo «vagabundo» y«limosnero»,ylomolestabandiciéndolequehabíavenidodeuncircodondehabía vivido en carpas como los gitanos. Los niños no querían ser crueles,pero lesdivertíamolestarlo, sinpensarporunmomentoque esasbromas lo

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hicieran sufrir tanto. Ben simuló no hacer caso, pero sufría mucho, pueshubieradeseadoolvidarelpasadoysercomo losdemáscompañeros.Noseavergonzabadesuvidaanterior,perocomodescubríaquelosqueestabanasualrededorlacriticabandeseabaolvidarla.Porsupropiobien,además,pueslosrecuerdos de los últimos días que pasara allá no eran muy gratos y lascomodidadesdequegozabaenelpresentelehacíanparecermásterribleslaspenuriaspasadas.

No dijo nada de todo eso a la señorita Celia, pero ella llegó a saberlo.Entoncesloquisomásaldarsecuentadequeeracapazdesoportarcontantaentereza sus sinsabores. Bab y Betty llegaron llenas de indignación ciertolunesporlatardeaconsecuenciadeciertosinsultosqueSamhabíaproferidocontraBen.LaseñoritaCelialasviotanconmovidasquecomprendióquenoibanaprestaratenciónasuslecturas,demodoquelespidióquelecontaranloacaecido. Las niñas prorrumpieron entonces en exclamaciones y frasesentrecortadasquenodieron,porcierto,unaideamuyclaradelmotivodesuindignación.

—…ydijoqueBendebíavivirenlacasadeloscuidadores…

—…yBenlecontestóqueéldebíavivirenunchiquero.

—Y tiene razón. Ése es el sitio que le corresponde a un muchacho tanglotónquesiemprellevagrandesmanzanasynuncaconvidaanadie…

—Sam se enojó y nosotras nos echamos a reír. Entonces él preguntó:«¿Quierespelear?».

—YBencontestó:«Nogracias.Noesmuydivertidogolpearaunfardodeestopa».

—SamsepusofuriosoycorrióaBenhastaelarcegigante.

—AlláquedóBen,trepadoalárbol,dedondeSamnolodejarábajarsinoretiratodolodicho.

—Benseniegayyometemounetendráquequedarseallítodalanoche—manifestóBettyafligida.

—A él no le importa, y nosotros nos divertiremos llevándole la comida.Tortadenueces,quesoytambiénalgunasperasasadas.Selasarrojaremosyéllas recogerá en el aire. ¡Es tan diestro!…—agregó Betty dispuesta a sacarbuenpartidodeaquellasituación.

—Sinoaparecea lahoradel té iremosabuscarlo.MeparecequevaheoídodeciralgoacercadelosmalosratosqueSamhacepasaraBen.Noestoymal informada,¿verdad?—preguntó laseñoritaCeliadispuestaadefenderasuprotegidodelaspersecucionesinjustas.

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—Sí, señorita. SamyMoses están siempremolestando aBen.Ellos sonmásgrandesynosotrosnopodemoshacerloscallar.Yonohepermitidoquelasniñaslosimitenylosmáspequeñosnoseatrevenahacerlodespuésdelareprensiónde lamaestra—explicóBab, ilustrandosuspalabrasconampliosgestos.

—¿Porquénohahabladolaseñoritaconlosotros?

—PorqueBennoloshaacusadonihapermitidoorelohagamosnosotras.Noshadichoquesabedefendersesoloyqueodialoschismes.Estoysegurade que tampoco le gustará saber que se lo hemos contado a usted. Pero noimporta que lo sepa. Todo eso estámuymal.—YBetty parecía próxima aecharsealloraralrecordarlastribulacionesporlasquedebíapasarsuamigo.

—Estoy contenta de que hayan hablado. Ya me ocuparé yo de esto—respondió la señorita Celia después que las niñas le hubieron revelado lasafrentasquehabíasoportadoBen.

EnesemomentoaparecióThorny,quienparecíamuydivertido.

ylasniñascorrieronhaciaélparapreguntarlealunísono:

—¿VisteaBen?¿Loayudasteabajardelárbol?

—Sebajódelaformamásgraciosaqueustedespuedenimanar—contestóThornyriendo.

—¿DóndequedóSam?—preguntóBah.

—MirandoparaarribaparaverpordóndevolóBen.

—¡Oh,cuenta,cuenta!…—rogóBetty.

—Bueno…YopasabaporallíyencontréaBentrepadoalárbolmientrasSam le arrojaba piedras. Ordené al «gordo» que dejara de hacer eso y mecontestóquenoloharíahastaqueBennolepidieseperdón.Benlerespondióquenunca lepediríaperdón,así tuviesequeestarunasemanaallíarriba.Yome disponía entonces a dar sumerecido al bribón de Sam, cuando acertó apasaruncarrocargadodeheno.BensedejócaersobreéltanrápidamentequeSamnoloadvirtió.AmímecausótantagraciaquedijeaSamquelodejabasoloparaqueselasentendieseconBen,yalládebeestarpreguntándosepordóndediabloshadesaparecidosuenemigo.

La idea del chasco que se había llevado Samdivirtió a todos y rieron acarcajadashastaquelaseñoritaCelialoshizocallarparapreguntar:

—¿AdóndehaidoBen?

—Sin duda dará un buen paseo. Luego vendrá para aquí corriendomuydivertido.Peroyo tendréqueponer en su lugar aSam.Noquieroquehaga

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dañoaBenniqueéstesedejeintimidarpornadie.

—A excepción de ti, naturalmente —dijo su hermana con una sonrisaburlona,puesThornysemostrabaavecesmuyaltivoconsuamigo.

—Aélnoleimportaqueyolehagareprochesdevezencuando.Esporsubienqueprocedoasí,ysiempremepongodesupartecontralosdemás.Samesmuypendenciero,lomismoqueMose,yaamboslesdaréunabuenapalizasinodejandemolestaraBen.

Deseando que su hermano no interviniese en ninguna pelea, la señoritaCeliapropusométodosdeconvicciónmássuaves,yaseguróqueellamismaconversaríaconlosmuchachossiseproducíanutrapelea.

—Heestadopensandoque se podría preparar una alegre reuniónpara elcumpleañosdeBen.Miplanerahacerunafiestasencilla,perolaharemosmásgrande, invitaremos a todos los muchachos y Ben será el rey de la fiesta.Necesitaqueselopremieporlosesfuerzosquehahechoenelcolegio.Ahoraque ha dado los primeros pasos, creo que seguirá adelante con muchoentusiasmo. Si lo tratamos con respecto y demostramos que lo tenemossiempre en cuenta, los demás nos imitarán. Y eso será mejor que andarpeleándoseporahí.

—¡Tienesmucharazón!…¿Quéharemosparaquelareuniónresultefiestade primera?—preguntó Thorny, cayendo de inmediato en la trampa que letendierasuhermana.

—Proyectaremos algo interesante. Alguna «gran combinación», comoacostumbrasa llamara tusrarasmezclasdetragedia,comedia,melodramayfarsa—respondiósuhermanaconlacabezallenadedivertidosplanes.

—Haremosalgunarepresentaciónteatral.Creoqueestagentenohavistoteatroensuvida,¿eh,Bab?

—Hevistouncirco…

—Nos disfrazaremos y representaremos «Los niños en el bosque» —propusoBetty.

—¡Bah…Esonovalenada.Yolesenseñaréloqueesrepresentarunaobrayharéqueselesponganlospelosdepunta.Ustedestambiénintervendránenlarepresentación.Babpodráhacermuybienelpapeldelaniñaperversa…—empezóadecirThornyentusiasmadoantelaperspectivadeproducirsensaciónenlastablasysiemprelistoparaazuzaraBab.

Antes de que Betty pudiese protestar diciendo que no quería que sepusieranlospelosdepuntaydequeBabrechazaraindignadaelpapelqueleofrecían, se ovó un agudo silbido y la señorita Celia susurró haciendo unaseñaldeadvertencia:

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—¡Chist!Benseacerca.Élnodebeenterarsedenadaaún.

Eldíasiguienteeramiércoles,ylaseñoritaCeliaconcurrióaunaaudiciónde recitado que daban los niños. Eramuy poco frecuente que lasmadres ohermanasmayoresdispusiesendetiempoparaconcurriraaquellasaudiciones,demodoquecuandolaseñoraMossy laseñoritaCeliasepresentaronenelcolegio,fueronmuybienrecibidasporlacomplacidayorgullosamaestrayunmurmullo general se levantó en el aula al verlas aparecer. Todas las niñasdirigieronsusmiradashacialasvisitantesylasseñalaronluegoaBabyBetty,quienes sonreían con sus redondas caritas iluminadas de alegría al ver a«mamá»sentada juntoa lamaestra.Y losmuchachossonrieronaBen,cuyocorazónsepusoalatirdesordenadamentealverquesuqueridaseñoritahabíavenidosóloparaoírledecirsuparte.

Thorny le había recomendado que eligiese «Marco Bozzans», pero Benprefirió «John Gilpin» e hizo el recitado de la famosa carrera con granelocuencia,poniendomuchomásénfasisenalgunospárrafosysibienenotrosnecesitóayudaconcluyósuparteconéxito,aunquecasisinalientos.Sesentóenmedio de grandes aplausos, algunos de los cuales, cosamuy curiosa, leparecióque llegabandesdeafuera.Yasí era enefecto,puesThorny,quenohabíaqueridoperderseelplacerdeescucharlo,habíapermanecidoafueraparanoconfundiralorador.

A continuación se oyeron otros recitados guerreros o patrióticos los quedecían los muchachos, sentimentales los de las niñas. Sam fracasó en suintento de recitar unode los grandes discursos deWebster y el pequeñoCyFayatacóresueltamente:

—¡Otravezalcombate!

Ylodijotodo,sinequivocarse,consuvocecitaanuda,haciendoasíhonora suhermanomayorquese lohabíahechoensayarcon tantocuidado,Billyhabíaelegidountrozomuyconocido,perolorecitódetalmodoquelohizointeresante.Susgestoseranvivosyasombrosaslasmodulacionesdelavoz.

Cuandorecitó:

"Laselvasobreunfondodecielotormentoso

susgigantesramassacudió"

giraronsusbrazoscomoaspasdeunmolinodeviento.Y«loshimnosdeorgullosos vítores» no solamente «sacudieron las profundidades de lasdesiertastinieblas»sinotambiénalospequeñosniñossentadosensusbancosy la escuela toda celebró «los cánticos de los libres». Cuando «el águilamarina remontó su vuelo»Billy pareció remontarse también.Una expresivamirada representó «el ojo sagaz de la mujer» y los bucles caídos sobre la

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ardientefrentedeloradordieronfuerzaa«lascejasdelhombreseveramentefruncidas».Conun fuertegolpe sobre supecho señalódóndeestaba situado«elfuerocorazóndeljoven».

—«¿Québuscantanlejos?»—preguntóconuntonotannaturalfijandosusojosenMamiePitersquelapequeña,sobresaltada,respondió:

—No sé…—razón por la cual el recitador se apresuró a señalar con sudedogordezuelosupropiocorazónyconcluirInpoesía,quefueconsideradalamáspreciosajoyadelacolección.Billyvolvióasuasientomuyorgulloso,completamenteconvencidodequesupueblonatalteníaunoradorqueconeltiempoeclipsaríaaEdwardEverettyaWendellPhillips.

Sally Folsom atacó «El bosquecillo de coral», elegido con el expresopropósitodesobresaltaryhacersonrojarasuamigaAlmiraMulletalrecitarlasegunda estrofa de ese hermoso poema que hablaba de un «mullet» queefectuabacorrerías.

Una de las niñas mayores recitó «Perdido Amor», de Wodsworth conacento melancólico, apretando las manos y lanzando un ¡oh!… tan fuertecomosilehubiesenextraídounamuela.

Bab prefería las piezas cómicas y ésa divirtió e hizo reír a todos por lagraciaconquedijoel jocosopoema«Lacasade losgatitos».Lanzabaunosestridentes«miau»ycuandoexplicócómola«afectuosamamágataserascabala nariz» imitó tan bien el gesto del animal que los niños lo festejaron conchillidosdealegría.Yconcluyóconun«miau»tanperfectoquesuauditorioconsideróquejamássehabíaescuchadomejorimitación.

La pequeña y dulce Betty murmuró más que recitó «Lirio blanco»,balanceándosedederechaaizquierdacomosisolamenteasípudiesedecirlosversos.

—Hemos llegado al fin de este recital. Si alguna de las señoras deseadirigir unas palabras a los niños yo las agradeceré encantada —dijocortésmentelamaestraantesdedespedirasusalumnosconunacanción.

—Permítame,entonces,señorita.Megustaríadirigirlesunaspalabrasalosniños—manifestó la señorita Celia obedeciendo a un repentino impulso; yadelantándoseconel sombreroen lamanohizoungracioso saludoantesderecitarlahermosabaladadeMaryHowitt,«Mabelenundíadeverano».Selaveíatanjovenyalegreysusademaneserantansencillosyexpresivos,hablabaconvoztandulceyclaraquelosniñosquedaronencantadoscomosihubiesensidohechizados.Aprendieronlalecciónquequeríadarlesestanuevaprofesorayentendieronelconsejoqueratificabalaúltimaestrofa:

"Esbuenohacertodaslastareasgratas,

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estaralertayserbondadoso.

YesbuenotenercomolapequeñaMabel

unespírituansiosodeaprender".

Porsupuesto,mientraslaseñoritaCeliaregresabaasuasientolaacompañóun caluroso aplauso, y en tanto las manos golpeaban con entusiasmo lasconciencias se despertaban y más de uno lamentó sus gestos hoscos y loserrorescometidos.

—Ahora cantemos—propuso la maestra. Y mientras todos se apuran acomponersusgargantaslapuertaseabrióyaparecióSanchoconelsombrerode Ben en la cabeza, caminando sobre las patas traseras, las delanterascruzadas humildemente, acompañada su marcha por una voz que, desdeafuera,cantaba:

Bennyteníaunperrito

depelotodoblanquito;

ydondequieraqueiba

elperritoloseguía.

Ciertavezsefuealaescuela

yentrósinpedirpermiso.

Todosloschicosrieron.

alverunperro…

EltraviesoThornynopudocontinuar;puesunagrancarcajadaahogósusúltimas palabras y la orden de Ben «¡fuera, bribón!»… obligó a Sancho aescaparcorriendosobresuscuatropatas.

LaseñoritaCeliaprocuródisculparasuhermanofrentealamaestra,quienle aseguró que la broma carecía de importancia, en tanto que la señora deMosstrataba,aunqueenvario,dehacercallarasushijospormediodegestos.Ellas,comolosdemás;nopodíandejardereírysóloseapaciguaroncuandosonó lacampanillaordenandosilencio.Lahermosadamaquehabía recitadoantesvolvióaponersedepieydijoconsutonocordial:

—Deseo agradecerles el hermoso momento que me han hecho pasar yespero poder gozar de otro igual muy pronto. También quiero invitarlos atodos a la reunión que haremos para festejar, el próximo sábado, elcumpleaños de nuestro querido amigo Ben. Por la tarde se realizará elconcurso de los tiradores de arco y espero que los dos clubs esténrepresentados.Nosdivertiremosyreiremossintemordecontraveniraningunaregla.LosinvitoennombredeBeneimaginoquevendrántodos,puesdeseo

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queésteseaelcumpleañosmásfelizdesuvida.

Habíaveintealumnosenelaula,perolosochentapiesymanoshicierontalbarullo al escuchar la invitación,quecualquieraquehubiesepasadopor allíhubierapodidopensarqueeranmásdecienlosalumnosdelaescuelita.TodosquisieronunpoquitomásalaseñoritaCeliaaquiensiemprehabíanestimadoporque nunca dejaba de saludar a las niñas, llamaba por sus apellidos a losvarones y hasta los trataba de «señor» algunas veces, y si ella les hubiesedichoquelosaguardabaparadarlesunabuenapaliza,habríanacudidosegurosdequesetratabadeunabromadivertida.

Es de imaginar con cuánta alegría recibieron la invitación; sin que aningunoseleocurrierapensarcualeraelverdaderomotivodeésta,yeraunespectáculodignodeverlacaraquepusoBen.Estabatancontentoyorgullosoporelhonorquelehacíanquenosabíacómoniadóndemirar.Poresorespiróaliviadocuandopudodispararconlosotrosmuchachosysaltarporelcampopara dar rienda suelta a su emoción. No se le había escapado que algotramabanparasucumpleaños,perojamássoñóquefueranainvitarasufiestaalaescuelaenteraconmaestraytodo.Muyprontosevieronlosefectosdelainvitación, cosa que resultó bastante cómica. Los niños pugnaban porsuperarse en atenciones hacia Ben y hasta Sam, quien temió lo dejaran delado,ofrecióelolivodelapazenlaformadeunatibiamanzanaqueextrajodesubolsillo.MosepropusouncambioqueofrecióenormesventajasaBen,peroquienhizoelsacrificiomásgrandefueThorny,puesdijoasuhermanacuandoregresabanasucasa:

—Noquiero ser un competidor de ellos. Tiromejor, pues he tenido unalargapráctica,ynodeseoganarleselpremio.BenyBillyson,despuésdemí,losquetiranmejor.Bentienemásfuerteelbrazo,peroBillycalculamejorlapuntería, y ambos quieren ganar. Si le dejo la vía libre, Ben tendrá másprobabilidades, ya que su único competidor será Billy, pues los demás nopodráncompetirconél.

—Teequivocas.Babpuedeserunaseriacompetidora.TiratanbiencomoBenydeseaganarelpremiotantocomolosdosmuchachos.Habráquedarletambiénsuoportunidad.

—Latendrá,peronoconseguiránada.Lasmuchachasnopuedenganarlealosvarones,pormásdeseosquetengandeconquistarelpremio.

—Si yo tuviese mis dos brazos sanos te enseñaría lo que una mujer escapazdehacercuandoquiere.Notevayastanalto,jovencito,porquepuedesvenirte abajo —advirtió la señorita Celia divertida con la fatuidad de suhermano.

—Nohaypeligrodequeesoocurra—aseguróThornyycontodacalmase

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alejóenbuscadeloscartonesqueibaallevarparaqueBenpracticara.

—Veremos…—contestólaseñoritaCeliaquien,apartirdeesemomentosepropusohacerdeBabsualumnaydarunalecciónalseñorThorny,aquienlegustabademasiadocreersesuperioreinfalible.

Tambiénhacíaaquelloconunpocode traviesa intención,yaqueella,noobstante sus veinticuatro años, era una niña aún en lo más íntimo de sucorazónydeseabademostrarquelasniñaspodíantriunfaryllegarahacerloqueseproponíanconpacienciaytenacidad.

DemodoqueseocupódeadiestraraBabmañanaytarde,guiándolaconlamano que tenía sana. Bab estaba encantada pensando que podía llegar acompetirporsuclubenelconcurso.

Le dolían los brazos y se le endurecían los dedos cuando ponía el arcotenso, pero era infatigable y como, además, eramás fuerte y alta de lo quecorrespondía a su edad y tenía una gran disposición para los deportes,progresómuchoyrápidamente.Aprendióatirarflechatrasflechaycadavezconmayorseguridadymáscercadelblanco.

CAPÍTULO20

Ungrandiosodesplieguedebanderasygallardetessemovíanagitadosporlabrisaaquellamañanadeseptiembre,díaenqueBencumplíasustreceaños.Algo extraño parecía haber invadido la vieja casa, pues estandartes de todaformaytamaño,colorydiseñoseagitabandesdeel interiorhasta lagalería,desdeel«porch»hastalapuertadeentrada,conlocual,eselugartanapacible,parecíaunacarpadecirco:loquemásdeseabaBenyloquemásfelizlehacía.

Losmuchachossehabíanlevantadomuytempranoparapreparartodo,ylabrisamatutinahacíahacerextrañascontorsionesalospendonesamedidaquelosibancolgando.ElleónaladodeVeneciaparecíaquerervolarasutierra;eldragónchinoblandíasudoblecolacomosiquisieseapoderarsedelpavorealbirmano;eláguila rusadedoblecabezapicoteabaconunodesuspicosa lamedialunaturca,mientrasotrosparecíangritaralaefigierealinglesaqueseacercara.Enelapurodeizarlospabellones,elelefantesiamésquedócabezaabajo, y se movía graciosamente sobre su cabeza, con la estrella y bandamoviéndose sobre él.Una gran bandera con un arpa y unmanojo de trébolcolgabade lapuertade la cocinayKaty, la cocinera, les sirvió eldesayunocantando«EldíadeSanPatricioporlamañana».

Cubrieronel jergóndeSanchoconunbrillantepapelquerepresentabaelbrillante estandarte español, y en elmástil de la cochera, izaron el sol y la

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media luna deArabia como un homenaje a Lita, ya que se considera a loscaballosárabescomolosmejoresdelmundo.

Lasniñas salieronaverydeclararonqueaquello era el espectáculomáshermosoquehabíanvistoensuvida,mientrasThornyejecutabaensupífano«ArribaColumbia»yBen,montadosobreelportóndeentrada,cantabaavozen cuello como si fuese un feliz galopín que había llegado a lamayoría deedad.Sehabíasorprendidoyhabíaquedadoencantadoconlosobsequiosqueencontraraesamañana,aldespertarseensuhabitaciónysediocuentaquelospresentes venían de Thorny y la señorita Celia por la caja de fósforos quesimulabaunatrampaderatonesyqueestabajuntoconellos.Losgemelosyellátigo constituían un verdadero tesoro que la señorita Celia no le habíaregalado cuando pensara, ya que el regreso de Sancho había devuelto laalegríaaBen.ÉsteagradeciótambiénalaseñoraMosselricopostreconqueleobsequiaray a lasniñas losmitones rojosque con tantos sacrificiosy ensecretohabíantejidoparaél.ElquehabíatejidoBaheraalzoangostoyteníael pulgarmuy estrecho, en tanto que el deBetty era corto y ancho, con unpulgar casi sin punta. Imposible les resultó emparejarlos; no obstante losesfuerzosquehizolaseñoraMossconlaplancha,paragrandesesperacióndelas niñas. Pero Ben les aseguró que los prefería así, de lo contrario nuncasabríacuáleraelderechonicuálelizquierdo.Selospusodeinmediatoysalióhaciendorestallarel flamante látigoconunaexpresión taldealegríaqueeradianadeverse,mientraslosotrosmuchachoslosseguíanllenosdeadmiraciónhaciaelhéroedeldía.

Estuvieronmuyocupadosdurante toda lamañanapreparandolascosasytan pronto como el almuerzo tocó a su fin corrieron todos a ponerse susmejoresgalas,pues,aunqueestabaninvitadosparalasdosdelatarde,desdelaunayasepodíaveraniñosyniñasdarvueltas,impacientes,porlasavenidas.

El primero en llegar fue un personaje a quien no se había invitado. Encierto momento en que Bab y Betty estaban sentadas en los escalones del«porch» vestidas con sus rosados trajecitos de algodón y sus delantalesalmidonados, descansando hasta que comenzase la fiesta, oyeron un crujidopordetrásdelaslilasyenseguidahizosuapariciónAlfredTennysonBarlow,ataviado como un pequeño Robin Hood, con una blusa verde, una enormehebillaplateadaenelcinturón,unaplumaenlagorrayunaflechaenlamano.

—Hevenidoalconcursodetiro.Oíhablardeélymipapámeexplicóquéeslaballestería.¿Haymasitas?¡Megustantanto!…

Después de pronunciar las anteriores palabras, el poeta tomó asiento yaguardó la respuesta. Las jovencitas rieron divertidas, pero en seguidarecordaron sus buenos modales y se apresuraron a informarle que habíamontañasdedulcesyquelaseñoritaCelianotornaríaamalsuvisitaaunque

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élnohubiesesidoinvitado.

—Ella me pidió que volviera, pero yo he estado muy ocupado. Tuvesarampión.¿Lotuvieronustedes?—preguntóelvisitanteansiandopoderhacercomparacionessobreeseasunto.

—¡Oh,sí!…,perohacemuchotiempo.¿Quéotracosaestuvistehaciendoademásdeeso?—preguntóBettydemostrandograninterés.

—Peleecontraunmoscardón…

—¿Quiénvenció?—preguntóBab.

—Yo…Salícorriendo,yélnopudoalcanzarme.

—¿Sabesmanejarbienelarco?

—Dienelblancoapuntandoaunavaca,peroellanilonotósiquiera.Creoquepensóquesetratabadeunmosquito.

—¿Sabe tu mamá que vendrías? —preguntó Bah que experimentabaextraordinariointerésporlosprófugos.

—No.Ellahabíasalidodepaseo,demodoquenopudepedirlepermiso.

—Esoestámuymalhecho.Mi librode losdomingosdiceque losniñosdesobedientes no van al cielo —observó la virtuosa Betty con tono deamonestación.

—Yonoquieroirallá—fuelarápidarespuestadelniño.

—¿Porquéno?—preguntóseveramenteBetty.

—Allá no hay barro. Así me lo dijomamá, y amíme gusta jugar conbarro. Me quedare aquí donde abunda. —Y el inocente niño comenzó aarrancaryuyosdelsuelo.

—Temoqueseasunniñomuymalo.

—¡Oh!… ¡Lo soy!… Mi papá lo dice a menudo, y él sabe mucho —replicó Alfred con un involuntario temblor que respondía tal vez, a tristesrecuerdos. Luego, como si ansiara cambiar de conversación y que ésta noversase sobre temas tan personales, preguntó señalando en dirección a unahileradeburlonesrostrosqueasomabansobreelmuro:

—¿Ésossonlosblancosdeustedes?

Bab y Betty levantaron rápidamente la cabeza y reconocieron las carasfamiliaresdesusamigos.

—¡Debieranavergonzarsedeespiarantesdequecomiencelafiesta!…—lesgritóBahfrunciendoamenazadoramentelascejas.

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—LaseñoritaCelianosdijoqueviniéramosantesdelasdospararecibiralos invitados si ella no estaba lista todavía —agregó Betty para darseimportancia.

—Están dando las dos. ¡Entremos, niñas!… —invitó Sally Folsomtrepandoporencimadelacercaseguidadevariasaudacescomoella.Enesemomentoapareciólaseñoritadelacasa.

—Parecen ustedes amazonas que toman por asalto un fuerte —les dijomientras lasniñas seacercabanprovistascadaunadesusarcosy flechas—.¿Cómoestáusted,señor?Hacetiempoqueaguardábamossuvisita—agrególa señorita Celia dando la mano al hermoso muchachito, quien ya estabaimpacienteesperandoelrepartodedulcesycaramelos.

Enesemomentoaparecióuntropeldemuchachosyyanosehicieronmáscomentarios porque todos ansiaban que comenzase la fiesta. La columna sepusoenmarchaprecedidaporBen,queocupabaelsitiodehonor,mientraslasniñas y los niños lo seguían en parejas tomados del brazo, con los arcoscolgadosdelhombroencorrectaformación.

ThornyyBilleranlosmúsicoseibanunoconsutrompetayelotroconsutambortocandoconbríounamarchaacuyocompássemovíantodoslospies.Losojosbrillabandealegríayloscuerpossemovíancongracia.Elpequeñoextranjerollevabaelpremiodelicadamentecolocadosobreunalmohadónrojo.Lososteníacongrandignidadycaminabaalladodelportaestandarte,CyFay,quien llevaba la bandera preferida de Ben: blanca como la nieve con unaguirnaldaverdequerodeabaunarcoyunaflecha.

Taleralaalegrecomitivaquemarchabadandovueltasporellugar,queseinternóporlosonduladossenderoshastadetenerseenlahuertadondehabíancolocado el blanco y donde había varios bancos para que se sentaran lostiradores,mientrasaguardabansuturno.Sediscutieronlasreglasydespuésdeponerse de acuerdo comenzó el certamen. La señorita Celia insistió en quedebían invitar a las niñas a competir con los varones y éstos aceptaron sindiscutir,diciéndoselosunosalosotros:

—Dejemosqueprueben,siquieren.Ellasnopodránhacernada.

Hubo muchas demostraciones de destreza antes de que comenzaraverdaderamenteelcertamen.Yenesosensayos losmuchachosdescubrieronquelasniñaspodíanhaceralgo,puesBabySally,porejemplo,tirabanmejorque muchos de ellos. La expresión de asombro que se pintó en todos losrostrosylosmurmullosdeadmiraciónfueronunjustopremioparaladestrezadelasdosniñas.

—¡Vaya,Bab!…,lohacestanbiencomosiyohubiesesidotumaestro—dijoThornymuysorprendidoynodeltodocomplacidoporlahabilidaddela

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pequeña.

—Meentrenóunadamayyopiensovencerlosatodosustedes—respondióBab con arrogancia, mientras sus ojos se volvían hacia donde estaba laseñoritaCeliaparahacerleunguiñotravieso.

—Notehagasilusiones—aconsejóThornymuyseguro,peroseacercóaBeny lemurmuróaloído—:Pórtate lomejorquepuedas,viejo,porquemihermanahaadiestradoaBabylehadescubiertolossecretosdelatécnica,ylamuytunantetiramejorqueBilly.

—Pero nunca podrá superarme a mí —aseguró Ben preparando susmejoresflechasyprobandolacuerdadesuarcocontalairedeconfianzaquetranquilizóaThornyquien,apartirdeesemomento,consideróimposiblequeunaniñapudieseaventajaraunmuchacho,cualquierafueseelcampoenquecompitieran.

Noobstante,pormuchasrazonessehacíapresumibleque,cuandollegaraelinstantedecisivo.Babresultaríaganadora,ylosniñossesentíaninquietosamedida que los seis últimos competidores seleccionados en las pruebaspreliminaresibanocupandosussitiosfrentealblanco.Thornyeraelárbitroyestudiabatodoslostiros,pueslaflechaquemásseaproximasealcentroseríaladel ganador.Cadauno teníaderechoa tres tiros finalesymuypronto losespectadorespudieroncomprobarqueBenyBaberanlosmejorestiradores,yqueunodeellos,seguramente,ganaríalaflechadeplata.

Sam siempre se había mostrado muy perezoso en la práctica del tiro alblancoseretirómuyprontodelcertamenpretextandoeimitandoasíaThorny,«que no estaba bien que un muchacho grande como él compitiera con lospequeños»,declaraciónqueprovocógrandesrisasydemostrósufaltaabsolutadecapacidad.Mosefueuncompetidormásserio,ysisuojohubiesesidotansegurocomosubrazolos«pequeños»habríantemblado.PeroningunodesustirosseacercótantoalcentrocomolosdeBillyytuvoqueretirarsedespuésdeltercertiroerradodiciendoqueeraimposibletirarcontraelviento,aunqueenrealidadapenassoplabaunatenuebrisa.

SallyFolsomestuvoapuntodesuperaraBabyempuñóelarcocongranestilo. Pero todo fue en vano. Lo mismo le sucedió aMaría Newcomb, latercera niña que se presentó en la competencia.Como era un poco corta devistahabíallevadopuestoslosanteojosdesuhermana,razónporlacualteníamucho menos probabilidades de éxito; porque como sentía que algo leapretaba lanarizsedistraíay,parasudesesperación,ningunadesus flechasllegósiquieraalsegundocírculo.Billydemostrómuchadestreza,perosepusonervioso cuando le llegó el turno de efectuar el último tiro y perdió laoportunidaddedarenelblancoaraízdesuimpaciencia.

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ABab y a Ben les quedaba aún un tiro. Ellos sabíanmuy bien que ésedecidiría lavictoria.Ambossehabíanaproximadoalblanco,peronohabíanconseguidoaúndarenelcentro,demodoquetendríanquehacerunesfuerzoy superarse. Los niños se amontonaban a su alrededor gritandoimpacientemente:

—¡Vamos,Ben!…

—¡Ahora,Bab!…

—¡Véncela,Ben!…

—¡Gánaletú,Bab!

Y Thorny estaba tan ansioso como si el destino del país dependiese deléxitodesuprotegido.

Primero le tocaba tirar aBab ymientras la señoritaCelia examinaba suarcoparacomprobarsiestabaenperfectascondiciones,laniñadijoclavandolamiradaenelrostronerviosodesurival:

—Quieroganar,peroBensequedarátantristesiloconsigo,queesperonovencerlo.

—A veces perder un premio puede hacermás feliz que ganarlo. Tú hasdemostradoque eres superior a losdemás competidores, demodoque si noresultaras vencedora, lo mismo podrás sentirte orgullosa —respondió laseñorita Celia con una expresiva mirada que decía mucho más que suspalabras.

Esto dio aBabuna idea.Por su cabeza cruzaron rápidamente recuerdos,deseosyplanesdeotrora,y,obedeciendociegamenteaunimpulsogeneroso,murmuró:

—Creo que Ben será el vencedor —al mismo tiempo que una luz debondad iluminaba sus ojos mientras se acercaba a disparar su flecha sintomarseeltrabajodehacerpuntería.

Suflechafueadaraladerechadelcentro,tancercadeéstecomoocurrieracon la otra flecha que tirara antes sobre el lado izquierdo. Un clamor dealegres gritos acogió el resultado de este tiro proclamado por Thorny. ElmuchachosehabíaacercadoenseguidaaBenparadecirlepreocupado:

—¡Firme, viejo, firme!… ¡Debes ganarle si no quieres que se burlen denosotroshastaelfindenuestrosdías!…

Ben no respondió. Apretó los dientes, arrojó al suelo su sombrero yjuntando las cejas con expresión resuelta se preparó para hacer puntería. Elcorazón le golpeaba dentro del pecho y el dedo pulgar temblaba cuandooprimiólaflechaconlacuerdadelarco.

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—Espero que ganes.Lo deseo sinceramente—susurróBab a su lado.Ycomo si el generoso deseo hubiese servido de impulso, la flecha volóderechamenteyfueaclavarsemuycercadedondelaflechadisparadaporlaniñahabíadejadosuseñal.

—¡Empataron!… ¡Empataron!…—gritaron las niñas y corrieron adondeestabaelblanco.

—¡No!… ¡La flecha de Ben ha dado más cerca del blanco!… —exclamaronlosmuchachosarrojandosussombreroshacialoalto.

LadiferenciaeramínimayBabhubierapodido,honestamente,discutirladecisión.Peronolohizo,aunqueporuninstantenopudodejardedesearquela aclamación general hubiese sido «¡Bab es la vencedora!…»«¡Hurra porBab! …» Esas palabras habrían sonado deliciosamente en sus oídos. Peroluego vio el rostro iluminado deBen, oyó el suspiro de alivio deThorny yalcanzóadarsecuentadelamiradabondadosaconquelaenvolvíalaseñoritaCelia.

Y entonces comprendió, almismo tiempoque su carita se arrebolaba deplacer,queeraverdadaquellodequeperderunpremiodeparaba,aveces,másplacer que ganarlo. Tiró ella también su sombrero al aire y gritó con vozchillona su «¡Hurra!…,hurra!», que sonómás fuerte y gracioso, ya que seoyódespuésqueelrumorgeneralsehuboapagado.

—¡BienporBab!…—exclamóa suvezThorn—.Eresunhonorparaelclubyyoestoyorgullosodeti.—Ylediounapretóndemanos,pues,aunquesuprotegidohabíasalidovictoriosonopodíadejardereconocerquelaniñalohabíapuestoenunseriopeligro.

ABablaregocijaronenormementetalespalabras,peromuchomásorgulloexperimentócuando,minutosdespués,mientrasescondidadetrásdelárbolsechupaba un dedo maltratado y Betty le arreglaba las trenzas deshechas, seacercóBenyledijo:

—Creoquedebiéramoshaberconsideradoqueelcertamenterminóconunempate, Bab. Por eso deseo que tú luzcas esto. Quería ganar, pero no meinteresaelpremio.Serámejorquetú,queeresunaniña,llevessobretupechoesteadornofemenino.

Y diciendo así Ben le ofreció la roseta de cintas verdes que sostenía laflechadeplata.LosojosdeBabbrillarondealegría,puesellahabíadeseadotantoaquel«adornofemenino»comolamismavictoria.

—¡Oh,no!…¡Debesusarlotú!…EsparaelvencedoryalaseñoritaCeliano le gustaría que éste lo rechazara. No me preocupa no haberlo ganado.Demostrésermejorquelosdemásynomehabríadisgustadovencerte,pero

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meconformoconel resultado—respondióBabponiendo inconscientementeen sus palabras infantiles la dulce generosidad que hace que muchas niñasrenuncien, contentas, a los halagos y premios merecidos en favor de susqueridoshermanosmayores.

Pero siBaberagenerosa,Benera justo,y, aunqueno sabía expresar sussentimientos se negó a aceptar toda la gloria para sí y obligó a su queridaamigaacompartirla.

—Debesusaresto.Yonoseríafelizsilorechazaras.Teesforzastemásqueyo,peroamímefavoreciólasuerte.¡Porfavor,Bab!,¡tómalo!…—rogóBenquienqueríaprendereladornoenelblancodelantaldelaniñaconsusmanostorpes.

—Bien, lo aceptaré, pero ¿me perdonas por fin por haber dejado que seperdieraSancho?—preguntóBab con tanta ansiedadqueBen se apresuró acontestar:

—Lohicedesdeeldíaqueélregresó.

—¿Yanomecreesmala?

—No,porcierto.Eresunade lasmejoresniñasyyoestaré siemprea tulado —replicó ansioso por comportarse dignamente con su rival femeninocuyahabilidadlohabíahechoelevarseasusojos.

Comprendiendo que Ben no diría nada más, Bab dejó que colocará laroseta sobre su pecho convencida en su interior de que tenía algún derechosobreél.

—Allí es donde debe lucir. Ben es un verdadero caballero. Obtiene unavictoria,peroofreceeltrofeoasudama—dijolaseñoritaCeliaalamaestraentantoquelosniñossereuníanparajugaryllenabanlahuertaconsusgritos.

—Sinduda los ha aprendido en algún espectáculo del circo.Es un buenmuchachoyyotengomuchointerésenqueprogrese.Él,porsuparte,ponelasdosprincipalescualidadesquenecesitaunhombreparairadelante:pacienciayvalor—respondiólamaestra.

Almismo tiempomiraba cómoel jovencaballero sededicaba a jugar alsaltoderanaylahonorabledamitacorríaconsuscompañeras.

—Babesunaniñadeliciosa—agrególaseñoritaCelia—:esrápidacomounaflechaparacaptarunaideayllevarlaalapráctica.Estoyseguradeque,sisehubieseempeñado,habríapodidovencer,perodebehaberconsideradoqueeramásnobledejarquetriunfaseBenyrepararasí lapenaqueellalecausócuando perdió el perro. Yo vi cruzar un resplandor de bondad por sus ojoshaceunmomento.¡Ah!…¡Bennosabránuncaporquéganó!…

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—Babtienearranquessemejantesenelcolegio.Yonopuedoreprocharleesas pequeñas satisfacciones, aunque a veces sus sacrificios me parezcaninútiles—comentó lamaestra—.Nohacemuchodescubrí que había estadodando —todos los días su merienda a una niña más pequeña. Cuando lepreguntéporqué lohacíame respondiócon losojos llenosde lágrimasqueellasehabíaestadoburlandodesucompañeraporquenollevabamásqueunmendrugodepan.Peroluegoseenteróquelaniñallevabaesoporqueeramuypobreyentonces,paracastigarsutorpeza,resolviódarlesucomidaparasentirencarnepropialoqueerapasarhambreynoburlarsemásdeeso.

—¿Leimpidióustedquecontinuarasacrificándose?

—No.Leordenéqueledieralamitaddesucomida.Yoagregaríatambiénunpocodelamía.

—Venga usted y cuénteme lo que sepa acerca de la pequeña niñanecesitada.Quierohacermeamigadetodaesagentepobre,puesmuyprontopodré ayudarlos.—Yenlazando su brazo al de lamaestra, la señoritaCeliacondujoa aquéllahacia el«porch»dondepodríanconversar tranquilamente.Queríaquesuvisitantepasaraunatardefelizyentretenidaycontalpropósitodeseabaconfiarlesusplanesypedirlesussabiosconsejos.

CAPÍTULO21

Alosjuegossiguióunacomidaservidasobreelcéspedymástarde,haciael atardecer, se condujo a la gente menuda a la cochera transformada enimprovisado teatro. Al abrirse la enorme puerta se vieron los asientosacomodadosalolargofrenteadosgrandesmantelesquehacíandetelón.Unahilerade lámparaseran lascandilejasyunaorquesta invisibleejecutabaunaobertura wagneriana con peines, trompetas, tambores y flautas yacompañamientoderisasahogadas.

Muchosdeaquellosniñosnohabíanvistojamásunacosaparecidayluegodesentarsepaseabanenderredorsusojosagrandadosporelasombro.Perolosmayores criticabancon toda libertadyopinabanacercade los ruidosque seoíantrasdelascortinas.

Mientras la maestra se encargaba de vestir a las actrices para larepresentación, la señorita Celia y Thorny, viejos expertos en esta clase dediversiones,hicieronejecutarasustíteresunapantomimallamada«Lapapa»comonúmeroderelleno.

Deunoaotroladodelaparedhabíanatadounacortinaverdebastantealtacomoparaquenopudieranverselascabezasdelosoperadores.Allevantarse

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una pequeña cortina del mismo color se descubrió el frente de una pagodachinapintadasobrecartónconunapuertayunaventanaquesehabríanporsísolas. Hacia la izquierda, un grupo de árboles con papeles colgados de lasramas que decían «Jardín de té» indicando la naturaleza de ese lugarencantador,ocupabalaescena.

Pocos eran los que habían visto las representaciones de los famosos«PunchyJudy»,demodoqueresultóunéxito laprimicia.Antesdeque losespectadorestuvierantiempodepensarquésignificabaaquelloseoyóunavozcuyaspalabrasseescucharoncontodaclaridad:

«EnChinavivíaunbuenmandarín

cuyonombreeraChingeryWangeryChist».

Nobienlavozcalló,elhéroesehizocargodelaescenacongrandignidad.Vestíachaquetasueltaamarillasobreunacamisaazulbajolacualseescondíalamanoquemovíasucuerpo.Unsombreropuntiagudoadornábalelacabeza,yalquitárseloparasaludar,mostrólacolitanegraquelecolgabasobrelanucay una carita china delicadamente pintada en una papa, hueca en la parteinferior para dar cabida al dedo índice de Thorny, al mismo tiempo que eldedopulgaryeldelmediosedisimulabandentrodelasmangasdelablusa,loquehacíaquelosbrazosparecierantenervida.Mientrassaludaba,lacanciónproseguíaasí:

"Depiernasmuycortasypiespequeñitos;

andarnopodíaelpobrehombrecito".

Pero esta declaración era falsa, ya que el hombrecito poseía una granagilidad,comolodemostróalbailarentantoqueelcorotraviesocontinuaba:

"Chinguery,changuerycaracú,

hombrefelizconlaú.

Minguilymanguilymimimoy

vamosgalopandoaChinahoy".

Alfinalizarelbaileyelcanto,Chinseretiróaljardíndetéybebiótantastacitasdelainfusiónnacionalcongestostancómicosquelosespectadoressesintieronapesadumbradoscuandoseabriólaventanadelotroladoytuvieronque volver la cabeza hacia allí. Tras de la reja apareció un hermoso ser.Laprimerapapateníasupareja,queeraotrapapademejillassonrosadas,labiosrojos, ojos negros y cejas oblicuas. Entre el manojo de seda oscura de lacabezabrillabaninnumerablespinchesylabatasueltacolorrosadoenvolvíalaredonda figura de esta dama china de primera clase. Después de asomarsediscretamenteparaque todospudiesenverlayadmirarla,sepusoacontarel

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dinero que extrajo de una petaca grande, que sus manos pequeñas apenaspodíansostenersobreelalféizarde laventana.Mientrasellaestabaocupadaconaquello,lacanciónproseguía:

«LaseñoritaKiHierapequeñayredondita;

ellateníadinero,peroelno.

Poreso,acantarleunacancioncita

aladamaélseacercó».

YentantoseoíalacanciónpudoversecómoChanafinabaelinstrumentohastaquesedirigióresueltamenteendirecciónalbalcónacantarlasiguienteestrofa:

Whangfunli,

tanghuaki,

HongKongdorame!

¡Ahsinlo

pantofo,

Tsingupchinleute?"

Llevadoporsupasión,Shanabandonóelbanco,cayósobresusrodillasyapretandosusmanos,inclinólafrenteenelpolvodesuídolo.Pero¡oh!…

«KiHioyólacancióndeamor

KiHioyólacancióndeamor

yunjarrolevantócongraciosoademán.

Unchorrodeaguacayósobreelpobrecantor

yésefueelfindeChingeryChan».

Luego empezaron a prepararse para presenciar el número principal de lafunción mientras el empresario Thorny anunciaba que iban a ver elespectáculomáseleganteyvariado«jamáspresentadoenescenarioalguno».Y cuando se lea la no muy afortunada descripción que sigue habrá quereconocerquelapromesafuefielmentecumplida.

Luego de ciertas demoras y ruidos extraños detrás del cortando quedivertían mucho a la concurrencia, el espectáculo comenzó con la bienconocida tragedia «Barba Azul», pues Bab se había empeñado en que serepresentara, y los otros actores, que la habían representado varias veces,estuvierondeacuerdo.Fuefácilporesarazónproveersederopasyfabricarunescenarioapropiado.Thornyestabasoberbiorepresentandoal tiranoconuna

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barbaespesadelanaazul,gransombrerogodoconunalargapluma;sacodepiel, medias rojas, botas de goma y una espada de verdad que sonabatrágicamente cuando caminaba.Hablaba con voz profunda, fruncía las cejaspintadasconcorchoennegrecidoymirabaenformatanterriblequenoeradeasombrarse que la pobreFátima temblase delante de él al recibir un pesadomanojo de llaves en medio de las cuales se destacaba una particularmentegrandeymuybrillante.

Babtambiéneradignadeseradmirada.LucíaelvestidoazuldelaseñoritaCeliacuyacolaarrastraba,llevabaunaplumablancaensuflotantecabellerayuncollarverdadero,confinocierre,alrededordelcuello.Realizósupapelalaperfección, especialmente cuando gritó luego de mirar dentro del fatalgabinete,despuésalrefregarlallavecontodaenergía,yporúltimo,hicieronsu aparición enmedio de un ruido tal que, en lugar de dos, parecían veintejinetes.

BenyBilly nohabían escatimado las armas.Sus cinturones parecíanunverdaderoarsenalylasespadasdemaderaeranlobastantegrandescomoparainfundirterroracualquieraaunquenosacaranchispascomoladeBarbaAzulduranteelterriblecombatequeprocedióalacaídaymuertedelvillano.

Los muchachos disfrutaron intensamente de esta parte y con gritos de«¡Pégale fuerte, Ben!» «¡Otra vez, Billy!» «¡No está bien dos contra uno!»«¡Thorny necesita un compañero!» «¡Ya cayó el tirano y murió agitandoconvulsivamente sus piernas escarlatas!». Las damas cayeron desmayadaselegantemente una en brazos de la otra y los caballeros concluyeronsacudiendolasespadasydándoselasmanossobreelcadáverdesuenemigo.

Elnúmerofueaplaudidoconmuchoentusiasmoylosartistastuvieronqueaparecervariasvecesa saludarconducidosporeldifuntoBarbaAzul,quiendivirtió suavementea laconcurrenciaquesinosedominaban romperían losasientosyentoncessiseproduciríaunaverdaderatragedia.Calmadosporestaadvertencia los espectadores se aquietaron y guardaron ansiosos el segundonúmeroque prometía sermagnífico a juzgar por los gritos y risas ahogadasquellegabandesdeelotroladodeltelón.

—Sancho aparecerá en este número, estoy seguro, pues he oído decir aBen«téngalo firme; no losmorderá»—susurróSamquenopodía quedarsequieto en su asiento ante esa idea. Todos consideraban al perro la primeraestrelladelacompañía.

—MegustaríaqueBabrepresentasealgomás,¡estangraciosa!…¿Noesverdad que estaba muy elegante con ese vestido? —dijo Sally Falsomansiandolucirtambiénellaunvestidolargodesedayunaplumaenelcabello.

—LegustabamásBetty.¡Conqueastuciamirabaporlaventanaparaversi

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veníaalguien!…-comentóasuvezLiddyPeckhamresolviendointeriormenteconseguir que su madre le obtuviera unas rosas como aquellas antes delpróximodomingo.

Porfinvolvióalevantarseeltelónyunavozanunció«Unatragediaentresactos». «¡Allí estáBetty!…», fue la exclamación general, pues el auditorioreconocióenseguidalacaritadelaniñabajolacaperuzaroja.Ellarecibíaunacestademanosdelamaestraquehacíaelpapeldemadreyquien,levantandoundedoparecíarecomendaralapequeñaquenoseentretuvieseenelcamino.

—Yoséquérepresentaesecuadro—gritóSally—.Es«Mabelenundíadeverano».¿NorecuerdanlahistoriaquenosleyólaseñoritaCelia?

—NoseveaningúnniñoenfermoyMabelusabaunpañueloalrededordelacabeza.Yotedigoquees«CaperucitaRoja»—respondióLiddyquehabíacomenzadoaaprenderdememoriaelbonitopoemadeMaryHowittyconocíatodoelargumento.

Todadudaquedódespejadacuandoaparecióelloboenelsegundocuadro.¡Y qué lobo!… En muy pocas representaciones de aficionados podíaencontrarse un actor que hiciese tan bien ese papel, que actuase con tantanaturalidadytuvieseuntrajetanadecuado,yaqueSanchollevabaconmuchagracialapieldelobogrisqueenotrasocasionessolíaversejuntoalacamadelaseñoritaCeliayqueenaquellosmomentosquedabaperfectasobresulomo.Lahabían atadodebajode su cabezaque asomabapor un extremomientrasque por el otro se agitaba la larga cola de la piel. ¡Qué consuelo era paraSanchoaquellacola!…Solamenteotroperroaquien lohubiesenprivadodeellapodíacomprenderlo.Esobastabaparaqueaceptaraconagradoelodiosopapelqueletocabaydesdeelprimerensayodemostrósusatisfacción.Luego,al presentarse delante del público, no pudo dejar de dar varias vueltas paraadmirar aquel apéndice ajenomientras agitaba supropia colita contento conaquellacolaprestada,queeralobastantelargacomoparaquetodos,hombresyperros,lapudiesenver.

Fueelsegundouncuadromuyinteresante.Laniñadelacaperuzaapareciócaminandoyllevandosucestaalbrazo.Erataninocentelacaraqueasomababajolacaperuzarojaqueanadiepodíaextrañarqueellobosedirigieseaellaconfingidaamistad,quelaniñalorecibieraylecontara,confiada,quellevabamanteca,paralaabuelitayqueluegosealejasenjuntosllevandoélcontodagentileza lacestamientrasellaapoyabasumanosobre la innoblecabezasinsospecharsiquieralosmalospensamientosqueallíseescondían.

Losniñospidieronqueserepitieseesecuadro,perocomonohabíatiempo,tuvieron que conformarse con escuchar las risas ahogadas que volvieron aoírsedetrásdeltelóneimaginarsielpróximocuadroseríaaquélenelcualelloboasomabasucabezaporlaventanaalgolpearCaperucitaalapuertaobien

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elquerepresentaeltrágicofindeladulceniña.

Pero ni uno ni otro de los cuadros imaginados representaron, sino aquelquemuestra a la falsa abuela en la cama con un gran gorro de dormir, unacamisa blanca y anteojos. A su lado Betty parecía estar diciendo: «¡Oh,abuelita!, ¡quédientes tangrandes tienes!…»,puesSanchohabía abierto laboca y mostraba su larga lengua roja mientras jadeaba por el esfuerzo queteníaquehacerparaquedarsequietoenesaposición.

Agradótantoalauditoriolalabordelosartistasqueaplaudieronygritarona rabiar hasta el extremodequeSanchoyanopudo estarse quietoyhabríasaltadosobrelosquehacíanesealborotosiBettynolohubiesetomadoporlaspatas traserasalmismotiempoquecaíael telón.Parecióasíqueelmalvadoloboibaadevorarsealaniña.

Tuvieron que presentarse a saludar al público con las ropas en desordenporlalucha:lagorradedormircaídasobreunojodeSanchoylacapadelaactriz completamente fuerade su sitio.Noobstante eso, laniña saludómuygraciosamenteysucompañeroseinclinócontodaladignidadquelepermitíaconservar su corta camisa. En seguida se retiraron ambos para tomarse unmerecidodescanso.

LuegoaparecióThorny,muynervioso,ahacerlasiguientedeclaración:

—Como uno de los actores que intervendrá en el número siguiente esnuevoeneloficio,ruegoatodosquesequedenmuyquietosynosemuevanhasta que yo les permita. Será preciso que no griten, pues estropearían larepresentación.

—¿Quién será? —se preguntaban unos a otros y escuchaban con todaatencióntratandodecaptarelmenorruidoquepudieseorientarlos.Peroloqueoyeronaguzóaúnmás lacuriosidaddel auditorioymás losdesconcertó.SeoyólavozdeBabquesusurró:

—¿NoestáhermosoBen?

YluegohubounruidocomodeunacaídaalmismotiempoquelavozdelaseñoritaCeliapedíaansiosamente:

—¡Oh!, ¡ten cuidado!…—mientras Ben reía sin preocuparse de que looyeran en tanto que Thorny lanzaba un «¡oh! …» que habría atraído laatencióngeneralsiéstanohubiesesidoretenidaporlacabezadeLitaquesehabíaasomadofueradesu«box»paraobservar,asombrada,alosinvasoresdesusdominios.

—Estopareceuncirco, ¿no?—dijoSamaBillyquienhabía salidopararecibir las felicitacionesdesuscompañerosyesperabacontinuardisfrutandodelespectáculosituándoseaunadistanciaconveniente.

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—Esperayverásloqueviene.Esamúsicaqueoyeslatocanentodosloscircos—explicócomosiélhubieseestadoenmuchoscircosynoenunosolo.

—¡Listo!… Dejen el paso libre cuando la soltemos—murmuró Ben, ycomotodoslooyeron,seprepararonparavercohetesopetardosyaquenoselesocurrióquéotracosapodíaseguiratalesadvertencias.

Un«¡oh!…»unánime se dejó oír cuando levantaron la cortina, pero unenérgico «¡chist!» de Thorny los hizo enmudecer. Abrieron entonces muygrandesojosyseprepararonaadmirarelmásextraordinarioespectáculodelatarde.AllíestabaLita,conunamonturaanchayplanasobreellomo,cabezadayriendasblancas,rosetasazulesenlasorejasyunaexpresióndesorpresaensusmansosojos.Pero¿quiéneraesacriaturaalada,brillanteyetérea,conunacoronadorada,unpequeñoarcoenlamanoyunazapatillablancalevantadamientras la otra parecía apenas tocar la montura? Al principio nadie loreconoció,tanextraordinariayhermosaeralaaparición.NoesdeextrañarquenadiedescubrieseaBenbajoaquelsingulardisfraz, sinembargo,esas ropaserantanfamiliaresparaélcomolospantalonesazulesparaBillyolostrajesdebuen corte para Thorny. Había rogado tanto para que se le permitiesepresentarse«unavezmás»,comosolíahacerlocuando«papá»loalzabasobreel lomodelviejo«General»,paraquecientosde espectadores lo admiraran,quelaseñoritaCeliahabíadado,alfin,suconsentimientoaunquemuyapesarsuyo. Rápidamente le arregló un disfraz con un brillante tarlatán, las viejaszapatillas de baile de la joven le calzaron muy bien y Ben, seguro de sudominio sobre Lita, prometió no romperse los huesos. Varios días pasópensando que podría, finalmente, demostrar a los muchachos que no habíamentidocuandorelatósusproezas,habilidadesypasadasglorias.

AntesdequelosniñosvolvierandesuasombroLitacomenzóadarseñalesdequelemolestabanlascandilejas.EntoncesBenalzólasriendasquecaíansobreellomodelanimal,profirióelantiguogritóde«¡op-la!»ydejóqueLitamarcharacomolohacíacuandolasacabadelacocheraparadarungalope.

—Dénsevueltalentamenteypodránverlabien.Peronosemuevanhastaqueellavuelva—ordenóThornyalnotarsignosdenerviosidadenelexcitadoauditorio.

Obedientes, los veinte niños giraron al mismo tiempo la cabeza comomovidosporunresorteyvieronlafantásticafigurailuminadaporlalunaquesemovíadeunladoaotroacercándoseaveceshastapermitirlesdistinguirelrostrosonrientebajolacoronadeoro,alejándosetanto,otras,quesemejabanunaluciérnagaentreelverdesombríodelosárboles.Litadisfrutabacomodecostumbreconesegalope,ycaracoleabacomosiansiaracompensarsufaltade habilidad con rapidez y obediencia. No hay palabras que puedan relatarcuántoycómogozóBenconaquelpaseo,yademáspudocomprobarseelgran

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bien que le habían hecho tres meses de vida reposada y laboriosa. Porquemientrashacíaalegrespiruetasbajo las ramascargadasdemanzanas rojasyamarillas, yamaduras, se dio cuenta que esa carrera al aire libre y ante unauditorio formado exclusivamente por sus pequeños camaradas gozabamásquecuandoseexhibierabajoaquellagrancarpallenadeanimales,hombresdetodasclasesymujerespintadas.

Después que la primera impresión hubo pasado, se sintió contento yenteramentefelizdevolverasusvestidossencillos,alaescuelaprovechosaya la gentebondadosaque cuidabade él parahacerlounbuenmuchacho sininteresarle que hubiese sido el más gracioso Cupido que se viera montadosobreuncaballo.

—Ahorapuedenhacertodoelbullicioquedeseen,Litayahadadounbuengalopeyahorasequedaráquietacomounaoveja.Deténla.Ben,yregresa.Mihermana dice que puedes enfriarte —gritó Thorny mientras el jinete seacercaba a medio galope después de haber saltado dos veces el portón deentrada.

NobienBensedetuvo,losniñosyniñaslorodearonhaciendoelogiosenaltavozmientrascontemplabanalahermosayeguayalpersonajemitológicoquedescansabacómodamentesobresulomo.Parecíamuypequeño,comoelverdadero dios del amor. Había perdido una zapatilla y tenía las piernassalpicadasderocío;lacoronaselehabíadeslizadohastaelcuelloylasalasdepapel colgaban del manzano donde las había dejado al pasar bajo aquél enfantásticacarrera.Yano importabaque le reconocieran,peroporquiénsabequé extraña razón, no quiso que continuaran observándolo y en lugar dequedarseaoírlaspalabrasdeadmiración,huyóydesaparecióconLitatraselcortinado,entantoqueelpúblicosedirigíaalaenormecocinadondeharíanelúltimojuegodeldía:lagallinaciega.

—Y bien, Ben, ¿estás satisfecho? —preguntó la señorita Celiadeteniéndose a su lado para ayudarle a desembarazarse de su túnicatransparente.

—Sí,señorita,¡muchasgracias!…Fueunagranemoción.

—Pero estás muy serio. ¿Te sientes cansado o no quieres quitarte esasropasyvolveraserelsimpleBendesiempre?—inquiriólajovenmirándoloalacaramientraslealzabalacabezaparasacarlelacorona.

—¡Oh, sí!… ¡Quiero quitarme estas ropas! De otro modo no meconsideraríarespetable—ydiounfuertepuntapiéalacoronaqueanteshicieracontantocuidado—.Luegoagregóconunaexpresivamirada:Deseoser«elsimpleBen»porqueéseeselqueustedquiere.

—Asíes,ymealegramuchooírtelodecir,puestemíaqueañoraraslavida

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deantes.Entonces,todocuantohemoshechoparaayudartehabríasidoinútil.¿Esverdadquenodeseas,volveralodeantes?

LaseñoritaCeliasostuvoelmentónparaobservarlacaritamorenaqueledevolvíaconhonestidadlamirada.

—No,nodeseovolver…,anoserqueél fueseallíymenecesitaraa sulado.

Tembló el pequeñomentón pero los ojos negros miraban fijos y la vozsonabasincera.Ellacomprendióquedecíalaverdad.Acariciósuavementeconsumano blanca la ensortijada cabeza y respondió con esa tierna voz que elniñotantoamaba,puesnuncalehabíanhabladoasí:

—Tupapánovolveráalláy,comoséquetequiere,estoyseguradequesealegrarádeverteenestehogar.Ahoraveteavestir,peroantesdimesihasidoésteuncumpleañosfeliz.

—¡Ah,señorita!…¡Nuncaimaginéquepudiesesertanhermosoyésteeselmomentomásdichosodetodos!…Nosécómoagradecérselo,peroprobaréahacerlo.—Ynocontentoconsuspalabras,Benechólosbrazosalcuellodela joven.Luego,avergonzadodesugesto,searrodillóysepusoadesatar laúnicazapatillaquelequedaba.

PeroalaseñoritaCelialeagradósugestomásquecualquierpalabraquehubiesepodidodecirle y se alejó caminandobajo la luzde la lunadiciendoparasí:

«Si puedo hacer volver una oveja descarriada al redil demostrare quepuedoserunabuenaesposaparaunpastor.»

CAPÍTULO22

Muchos días pasaron antes de que los niños se cansaran de hablar de lafiestadecumpleañosdeBen,puesfueéstaunsucesomaravillosoenelmundode la gente menuda. Pero luego otros intereses ocuparon sus cabezas ycomenzaronatrazarplanesparalosjuegosqueharíandurantelarecolecciónde las mieses, faena que, invariablemente, seguía a las primeras heladas.MientrasaguardabanaqueJackabrieselasbarrerasquelesimpedíanllegaralos castaños trataron de matizar la monotonía de los días escolares con unjuegoquellamaban«lapeleadelosleños».

Alasniñaslesgustabajugarenlacocherasemivacíaylosmuchachos,porel simple placer de molestarlas, declaraban que eso no les agradaba ybloqueaban el portón de acceso no bien las niñas terminaban de despejarlo.

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Advirtiendoque la riña eraunpretextoparadivertirseyqueel ejercicio lessentabamejor que estar tendidas tomando sol, o leyendo dentro del aula, lamaestra se abstenía de intervenir y la barrera caía y se levantabacontinuamente.

No hubiese sido posible decir cuál de los dos bandos trabajaba conmásahínco, ya que los muchachos se reunían frente a la escuela a levantar labarricadaantesdequecomenzaranlasclasesylasniñassequedabanluegodefinalizadaslastareasdeldíaparaecharabajohastaelúltimoobstáculopuestoduranteelrecreodelatarde.Ylosmuchachospodíanoírlosgritosyrisasdelas niñas, el ruidode los leños al caer y cómo se venía abajo la barrera tanlevantada. Después, cuando las niñas entraban sonrosadas, sin aliento perotriunfantes, losvarones salíancorriendoa reconstruir labarreray trabajabanafanosamentehastadejarlafirmeyfuerte.

Deestemodosedivertían,ylosúnicosquesalíanunpocomalparadosdeaquellosjuegoseranlosdedos,queavecessellenabandeastillas,loszapatosy los pobres leños zarandeados. Pero algo más resultó de aquel juego: fuehechalapazentredosdelosparticipantes.

Despuésdequeserealizaralagranfiesta,Samvolvióasuantiguoplacerde atormentar aBen llamándole con sobrenombres ofensivos y, como no lecostaba nada inventar motes ridículos, los pensaba para dirigírselos en losmomentos durante los cuales más podía molestarlo. Ben soportaba comomejorpodíaalfastidiosomuchacho,peroalfinycomolessucedesiemprealos que saben tener paciencia, la fortuna se puso de su parte y pudo ponerfrenoasuatormentador.

Tanprontocomolasniñasdemolíanlapiladeleños,festejabaneltriunfousandosuspeinescomoflautasysusjarroscomotamboresylosmuchachos,asu turno,silbabany tamborileabanconpalosen lapareddelcobertizo.Billytrajo su tambor y a Sam se le ocurrió revolver la casa hasta encontrar untamborviejodesuhermanaparaunirsealabanda.Peronoteníalospalillosypensóhacerlosconunosjuntos.

«Meserviránalasmilmaravillas,sipuedoconseguirlos»,sedijosaliendodelcaminoqueconducíaasucasaparairabuscarlos.

Porallíhabíaunpantanomuytraicioneroysecontabaunatrágicahistoriadeunavacaquecayóenélysehundió,yfuehundiéndoseenelbarrohastaquesólosuscuernossevieron.SamhabíavistosaltarágilmenteaBendeunmontículo a otro cuando iba a juntar velloritas que allí crecían enprofusiónparaBetty.Samdiodosotressaltosperoquenolollevaron,precisamente,endirección a los juncos como él esperaba, sino dentro de un charco de aguafangosa donde comenzó a hundirse con rapidez alarmante. Muy asustadoprocuró salir pero apenas si pudo acercarse a un grupo de altas hierbas y

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prendersedeellasparatratardelibertarsuspiernas.Loconsiguióporfin,peronopudollegarhastaelmontículodetierrafirmeysalirdeaquelmardebarro.Exhaló,entonces,ungritóangustiadoysepusoapensarenlassanguijuelasylasculebrasqueandaríanpordebajodel aguaesperandopoderprendersedesuspobrespiernas.Elrecuerdodelavacadesaparecidacruzóporsumenteyentoncesvolvióalanzarotrogritóqueseparecíaestavezaunmugido.

Muypocospasabanporesoslugaresyelsolcomenzabayaaocultarse.Laterribleperspectivadetenerquepasarunanocheenelpantanolediobríoparahacerunnuevoesfuerzoytratarderefugiarseenelislotedejuncosqueestabamáscercanoquelaorilla.Perofracasóysevioforzadoaquedarseprendidode una prominencia que bien podían ser los cuernos de «la pobre vaca»cubiertosdemusgo.Porúltimosequedóquietoycomenzóapedirauxilioagritosyentodoslostonosquepuedemodularlavozhumana.Gritos,aullidosygruñidoscomoaquellosjamássehabíanoídoporesossolitariospantanosyasustaronalagraveranaqueresidíaallíenuntranquilorefugio.

Sam no esperabamás respuesta que el graznido del cuervo que sentadosobreunacerca loobservabacon interésycuandounalegre«¡hola!, ¿quiénestá allí?» llegó desde el camino se sintió tan contento que dos gruesaslágrimasrodaronporsusrollizasmejillas.

—¡Acércate! ¡Soy yo que estoy en el pantano! ¡Dame una mano yayúdame a salir!…—gritó Sana esperando ansiosamente que apareciera susalvadorporquehastaesemomentosólohabíapodidodivisarunsombreroquesurgíayseescondíaentrelosavellanosquecrecíanalosladosdelcamino.

Los pasos se acercaron entre los árboles y entonces, por sobre el cerco,apareció una figura muy conocida que hizo dar ganas de sumergirse en elbarro al pobre Sam para desaparecer de su vista. Porque de todos losmuchachos conocidos, el último que hubiera deseado que lo viese en esaslastimosascondicioneseraaquél,Ben.

—¿Erestú,Sam?Estásenellugarquetecorresponde—ylosojosdeBencomenzaronabrillarcontraviesofulgor,pueselespectáculoqueofrecíaSamhubiesedivertidoalapersonamásformal.

Prendido de aquella saliente, las piernas encogidas en el barro, el rostrodesmayado, salpicado de lodo y lamitad del cuerpo que tenía fuera, negra,como si la hubiese sumergido en un tintero, ofrecía un aspecto tandolorosamentecómicoqueBensepusoabailaryareírasualrededorcomoun alegre fuego fatuo que conduce a un viajero por caminos extraviados yluegolehacebromas.

—¡Bastayaotearrancarélacabeza!…—rugióSamfurioso.

—Salyhazlo.Aquí teespero—respondióBenfingiendoaprontarsepara

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pelearmientraselotrohacíaesfuerzoparanocaersedesupercha.

—No te rías. Sé bueno y sácame de algúnmodo o memoriré aquí, enmediode esta fría humedad—lloriqueóSana cambiandode tonoydándosecuentadequeeraBenquiendominabalasituación.

También Ben lo comprendió así, y, aunque era un muchacho de buencorazón, no pudo resistir el deseo de aprovecharse de esa ventaja, por lomenosduranteunosinstantes.

—Noquisiera reírme,perono lopuedo remediar.Tepareces tantoaunaenormeranagordaymanchadaquenosepuedecontenerlarisa.Tesacaréenseguida, pero antes tengo que hablar contigo —dijo Ben muy serioacercándoseaSamysentándosecercadeél.

—Apúrateentonces.Estoydurodefríoynomediviertehallarmeprendidodeestetronco—gruñóSammuyincómodo.

—Meloimagino,pero«esoesbuenopara ti»,comodices túcuandomegolpeasenlacabeza.Escucha:teheencontradoenunaprietoynoteayudaréhasta que me prometas que, en lo sucesivo, me dejarás tranquilo. Vamos,¡promételo!…—yelrostrodeBensetornógravealrecordarlasmaldadesdesuenemigoaquienmirabaconojosevero.

—Te loprometerési túnocuentasanadie losucedido—respondióSammirándoseyobservandoasualrededorcongrandisgusto.

—Esoloveremos…

—Entoncesnoteprometonada.Noquieroquetodalaescuelaseburledemí—rezongóSamquetemíaalridículomuchomásqueBen.

—Muybien.Buenasnoches,entonces—yBensealejóconlasmanosenlosbolsillostranquilocomosiSamquedaraenelpantanocomoensurefugiopredilecto.

—¡Detente!…¡Noteapresurestantoairte!…—gritóSamcomprendiendoquesiélseibasealejabalaúnicaprobabilidadqueteníadequelorescataranesamismanoche.

—Perfectamente—yBenregresódispuestoaproseguirlasnegociaciones.

—Prometonomolestarte,perotúnohablesmuchodeesto,¿deacuerdo?—propusoSam,impacienteporresolversudilemaloantesposible.

—Ahoraquepienso,creoquehayalgomás.Meconvienehacerunbuentrato—dijoBenconexpresiónastuta—.DebesprometermequetambiénharáscallaraMose.Élteobedeceysiledicesquedejedemolestarmelohará.Siyotuviesesuficientefuerzaenlospuñoslesharíatenerlalenguaquietaalosdos,perocarezcodeella,demodoquemevalgodeesterecurso.

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—Sí,sí,yohablaréaMose.Ahoratraeunpaloyayúdameasalirdeaquí.Tengo las piernas entumecidas… —se lamentó Sam pensando que habíapagadobiencaralaayuda;aunquesindejardeadmirarlainteligenciadeBenquetanbuenpartidohabíasabidosacardesuaccidente.

Benacercóunpalo,peroenelprecisoinstanteenqueibaacolocarloentrela tierra firmey elmontículo se detuvodiciendo conunpícaro fulgor en lamirada:

—Aún hay que resolver una cosita más antes de ponerte a salvo.Prométemequetampocomolestarása lasniñas,enespecialaBabyaBetty.Túlestirasdelastrenzasyaellaslesdesagradaeso.

—Tampocoloharémás.NotocaríaaBabniquemeofrecieranundólar:rasguñaymuerdecomoungatorabioso—fuelaamargarespuestadeSam.

—Mejorasí.Ella sabecuidarse.PeroBettyno,y si tú llegasa tocarle lapuntadeuncabello,digoatodosqueteencontréenelpantanollorandocomoun niño. Bueno, vamos; ahora… júralo—yBen dio un fuerte golpe con elpalomojandolacaradeSamyvenciendosuúltimaresistencia.

—¡Lojuro!…¡Lo

—Júramelopor tuvida—ordenóBenquequeríahacerel juramentomássolemne.

—¡Pormividatelojura!…—prometióSam.Yaljurarseprivabadeunade sus diversiones favoritas: tirarle de las trenzas a Betty y preguntarle siestabaencasa.

—Subiré para sujetar elmadero—dijo Ben y saltó al promontorio paraponervariosmaderosmásquelepermitieronllegaraltroncodondesesosteníaelotromuchacho.

—Nuncapenséquepodríahaberhechoeso—confesóSamobservandolahabilidaddeBen.

—Creíaquehabíasescritotantasveces«mirabienantesdesaltar»quelafrase había terminado por entrar en tu cabeza dura —comentó Benburlonamente—.Ponunpieaquí.Tómatedemimano.

SamobedecióyBensesentósobrelasmaderasparaquenosemoviesenentantoqueelembarradoRobinsonCrusoeatravesabalentamenteelpuente,pasoapaso,hastallegarasalvoysentirlatierrafirmebajosuspies.Entoncessevolvióadecirburlónydesagradecido:

—Yahora,¿quévaaserdeti,ranavieja?

—Lastortugasembarradasnosabensalirsinolasayudan,perolasranassaltanynoseasustanporunpocodeagua—contestóBeny,ágilmente,corrió

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haciaotrolado.Samsemetióenelarroyueloquecorríacercadelsenderoparaquitarseelbarroque lecubría laspiernasantesdepresentarsedelantede sumadreysalíadelaguaysehallabaestrujandolosvestidoscuandoreaparecióBen nuevamente tranquilizado y muy contento con el pacto que habíacelebradoasufavoryaldesusamigos.

—Lávate mejor la cara. La tienes llena de manchas. Aquí tienes mipañuelosieltuyoestámojado—dijoofreciéndoleunobastantesucioqueyahabíaprestadoserviciodetoalla.

—No lo quiero—contestó Sam ásperamentemientras sacaba el agua desuszapatosembarrados.

—Amímeenseñaronadecir«gracias»cuandoalguienmesacabadeunapuro,perotúnuncahassidomuybieneducadoaunquehayasvividosiempreenunacasabajotecho—ledijosarcásticamenteBen,repitiendolafrasequetanto le había dirigido el otro en son de burla. Después se alejó muydisgustadoconlaingratituddeloshombres.

Samolvidólosbuenosmodales,perorecordósuspromesasylasobservótan fielmente que la escuela entera estaba asombrada. Nadie podía adivinarcómohabíaobtenidoBen esepoder secretoque ejercía sobreSamyque sedabancuentaexistíaporqueencuantoésteintentabacomenzarconalgunadesusantiguasburlasBenlevantabaundedoylosacudíaamenazadoramenteobien gritaba «juncos», Samobedecía sumiso aunque demala gana con granasombro de sus compañeros. Cuando se le preguntaba qué significaba eso,Samsetornabairascible.Ben,encambio,sedivertíaengrandeasegurandoalosotrosmuchachosqueaquelloeraelsantoyseñadeunasociedadsecretaalacualpertenecíaélySamylesprometíadarlestodoslosdetallessiSamselopermitía,locual,porsupuesto,nuncaocurría.

Este misterio y los esfuerzos realizados para descubrirlo marcaron unparéntesisenlaguerrade los leñosyantesdequese lesocurrieseunnuevojuegoalgosucedióylosniñostuvieronmaterialparacomentardurantelargotiempo.

Una semana después de que tuviera lugar el pacto secreto, Ben llegócorriendoconunacartaparalaseñoritaCelia.LaencontrógozandodelcalorqueproducíanalquemarselasniñasqueBabyBettyhabíanrecogidoparaellayalasdosniñassentadasensillashamacasentretenidasenarrojar,porturno,máspiñasparaavivarelfuego.LaseñoritaCeliasevolviórápidamenteparatomarlacartatantotiempoesperada,ydespuésdeobservarlaletrayelsellocon alegre sorpresa la apretó contra su pecho y salió corriendo de la saladespuésdehaberdicho:

—¡Havuelto!…¡Havuelto!…¡Ahorapuedescontarlo,Thorny!

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—¿Contarnosqué?—preguntóBabparandoeloído.

—Poca cosa: que George ha vuelto y que tendremos que partir paracasarnosdeinmediato—explicóThornyrestregándoselasmanosy,alparecer,muysatisfechoconlaperspectiva.

—¿Se van a casar los dos? —preguntó Betty con tal seriedad que losmuchachosestallaronencarcajadas.CuandosecalmaronThornycontinuó:

—No,pequeña.Mihermanaesquiensecasayyodeboacompañarlaparacuidarque todo sehaga enordeny traerlesunaporcióndepastel debodas.Benlascuidarámientrasyoestéausente.

—¿Cuándo partirán? —preguntó Bab relamiéndose ya por su trozo depastel.

—Mañana, me imagino. Celia ha preparado las valijas y todo está listodesdehaceunasemana.HabíamosconcertadoreunirnosconGeorgeenNuevaYork y se casarán tan pronto él pueda desempaquetar sus ropas. Somoshombresdepalabrayamboscumplimos.

—Pero¿cuándovolverán?—preguntóBenconevidenteansiedad.

—Nosé.Mihermanaquiereregresarpronto,peroseguramentepasaremosla lunademiel enotro sitio: en lascataratasdelNiágaraoen lasMontañasRocosas —agregó Thorny nombrando los dos lugares que más ansiabaconocer.

—¿Te gusta él?—preguntó Ben pensando almismo tiempo si el nuevoamolesatisfaríaeljovenpalafrenero.

—¡Ya lo creo!… George es muy alegre, aunque tal vez ahora que hallegadoaministroprotestantesehayavueltomásserioyformal.¿Noseríaunapenaquehubieseocurridoasí?—yThornysealarmóantelaideadeperderaaquelamigoconquiencongeniabatanto.

—Hablábamosdeél.LaseñoritaCeliadijoquepodíashacerlo—observóBab cuya experiencia acerca de «alegres ministros protestantes» era muyescasa.

—¡Oh!,nohaymuchoquecontar.NosencontramosenSuizaescalandoelmonteSanBernardoduranteunatormenta…

—¿Esenesemontedondevivenesosperrostanbuenos?—lointerrumpióBettyaquienlehubieragustadoqueesosanimalesparticipasenenlahistoria.

—Sí. Tuvimos que pasar la noche en un refugio y él nos ofreció suhabitación.Comohabíamuchagenteyoquiseiraotraparte,peroélnomelopermitió.Celiaagradeciósuactitudysemostrómuyamableconél.Despuésseguimosencontrándonosymástardemeenteréquesehabíancomprometido.

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Esonomepreocupó,perolomalofuequeélteníaqueregresaraconcluirsusestudios. Eso sucedió hace un año. Durante el invierno vivimos en NuevaYorkencasadenuestrotío,ycomoyomeenfermara,resolvimosvenirparaaquíyaguardarhastaquellegaseGeorge.Esoestodo.

—¿Continuaránviviendoaquí?—preguntóBabcuandoThornysedetuvoparatomaraliento.

—ÉsossonlosdeseosdeCelia.YoiréalcolegioyGeorgeayudaráalviejoministro de aquí hasta que compruebe si le gusta el lugar. Si George siguesiendotanalegrecomoantespasaremosgratosmomentosjuntos.Yaloveránustedes.

—Quisierasabersiyo le resultarésimpático—observóBen,quiennosesentíaconfuerzasparareemprendersuvidadevagabundo.

—Sin duda alguna, demodo que no tienes por qué afligirte, querido—respondióThornydándoleunafuertepalmadaenelhombro,locualvalíamásquecualquierpromesa.

—Megustaríaverunaboda.Podríamoshacerunaconlasmuñecas.TengountrozodetuldemosquiteroyelvestidodeBelindaestábienblanco.¿CreesquelaseñoritaCelianosinvitaráasuboda?—dijoBettydirigiéndoseaBabmientraslosmuchachosdiscutíananimadamentealgoreferentealosperrosdeSanBernardo.

—Quisiera poder hacerlo, queridas—respondió una voz detrás de ellas.Allí estaba la señoritaCelia conunaexpresión tan radianteque lasniñas sepreguntaroninteriormentequépodríadeciraquellacartaparaponerlaasí.

—Noestaréausentemucho tiempoycuandovuelvacontinuarésiendo lamisma.Viviré entre ustedes durante varios años porque adoro esta casonayquieroqueseamihogar—agregóacariciandolasrubiascabezasqueleerantanqueridas.

—¡Ah!… ¡Qué bien!… —exclamó Bab mientras Betty murmurabaestrechando entre sus brazos a la joven—: Yo no podría soportar que otrapersonaquenofueraustedvinieraaviviraquí.

—Mealegraoírtedecireso.Yotengoresueltohacermuchasbuenasobrasenestelugar.Heprocuradocomenzaresteveranoycuandoregresetrabajarécon fervor para ser así la digna esposa de un ministro, religioso. Tú meayudarás.

—¡La ayudaremos!…—prometieron las dos niñas dispuestas a hacer detodo,exceptopredicardesdeelpúlpito.

Entonces la señorita Celia se volvió hacia Ben diciéndole con tonorespetuosoquehacíaqueelmuchachosesintieracomodelafamilia:

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—Nosotrossaldremosmañana.Dejotodoestoatucuidado.Procedecomosiestuviéramosaquíyyoteprometoquenadacambiaráanuestroregreso.

ElrostrodeBenresplandeció,peroloúnicoquepudohacerparademostrarsusatisfacciónyaliviofueecharmásleñaalfuegoyavivarlahoguerahastaelextremodequecasiquemaasuscompañeros.

A la mañana siguiente el hermano y la hermana partieron y los niñoscorrieron a la escuela ansiosos de comunicar la noticia de que «la señoritaCeliayThornyibanacasarseyqueluegoregresaríanparaquedarseavivirallíporelrestodesusdías».

CAPÍTULO23

Durantelassiguientessemanas,BabyBettyseentretuvieronjugandoporlastardesenlaavenidadeárboles.Peroencuantolassombrascomenzabanainvadirlotodo,lasniñasabandonabansusjuegosysesentabanenelpórticoaesperaraBenquien,encompañíadelosotrosniños,sededicabaarecolectarnueces.Cuando jugaban en la casa,Bab siempre hacía de padre y partía decazaodepescaenlasqueteníagranéxito,puesregresabacontodaclasedebichos,desdeelefantesycocodriloshastapicafloresymojarritas.Bettyeralamadre y la más habilidosa de las esposas; pues preparaba imaginarios ydeliciososmanjaresmezclandoarenaenollasy sartenesviejosqueponíaenunhornodesupropiaconstrucción.

Ambashabían trabajadomucho cierto día y estaban contentas cuando seretiraronasulugarfavoritodedescansodondeBabpracticabaequilibriosobrela balaustrada y Betty gozaba hamacándose y mirando cómo se reponía suhermana de los golpes. En aquella ocasión, luego de que ambas hubierandisfrutado de sus respectivos placeres dejaron sus juegos para conversar unpoco sentándoseuna al ladode la otra comounpar depollitos quequierendescansar.

—¿Qué te parece? ¿Traerá Ben su canasto lleno? Nos divertiremoscomiendonuecesycastañasmientrasanochece—manifestóBabcruzandolasmanosbajosudelantalporqueeraoctubreyelaireseponíamuyfresco.

—MamádijoquepodemoscalentarlascastañasennuestrasollitasyBennosprometiólamitaddesucosecha—dijoBettypensandoaúnensustareasculinarias.

—GuardaréalgunasparaThorny.

—YyomuchasparalaseñoritaCelia.

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—¿Noteparecequeyahapasadomuchotiempodesdesupartida?

—Quisierasaberquénostraerán.

AntesqueBabtuvieseoportunidaddehacerconjeturasalrespectoruidodepasosyunsilbidofamiliarlashizomiraransiosamenteendirecciónalcaminoy prepararse para gritar a voz en cuello: «¿Cuántas trajiste?» Pero ambaspermanecieron sin pronunciar ni una sola palabra porque la figura que sedetuvo frente a ellas no era le da Ben sino la de un desconocido, la de unhombrequedejódesilbaryseacercólentamentequitándoseelpolvodeloszapatosenelpatoycepillándoselasmangasdesugastadachaquetadepanacomosiquisieseconseguirunaspectomáspresentable.

—Es un vagabundo. ¡Huyamos!…—susurró Betty luego de dirigir unarápidaojeadaaldesconocido.

—Yo no tengo miedo —aseguró Bab resolviendo adoptar una actitudvaliente,perounrepentinoestornudoechóportierrasucomposturaytuvoquetomarseconfuerzadelportón.

El hombre levantó la vista, mostró su rostro curtido y clavó en ellas lamiradadesusojosrenegridoscontalfijezaqueBettyseechóatemblaryBabpensóquehubiesesidomejorponerseasalvodetrásdelportón.

—¿Cómo están ustedes? —preguntó el hombre con bondadosa sonrisaprocurandotranquilizaralasniñasquelomirabanasombradasyasustadas.

—Muybien, gracias, señor—respondióBab cortésmentedevolviendo elsaludo.

—¿Haygenteenlacasa?—preguntóelhombremirandohacialaviviendaporencimadelascabezasdelasniñas.

—Solamenteestámamá.Losdemáshanidoacasarse.

—Eso suenamuy bien y produce alegría. En otros lugares la gente sólohabladeentierros—yelhombrerioalmismotiempoqueobservabalagrancasonasobrelacolina.

—¿Conoce usted al alcalde? —inquirió Bab muy sorprendida y yatranquilizada.

—Tengoel propósitode ir averlo.Ahora estoydandounasvueltasparaentretenerme hasta que él regrese —dijo el desconocido exhalando unimpacientesuspiro.

—Bettycreyóqueustederaunvagabundo,peroyonoletuvemiedo.MegustanlosvagabundosdesdequeconocíaBen—explicóBab.

—¿QuiénesBen?—YelhombreseaproximótantoaellaqueBettycasi

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se cae al querer retroceder—. No te asustes, pequeña. Amí me gustan losniños,demodoquetranquilícenseycuéntenmeloquesepanacercadeBen—pidióelhombrecontonopersuasivoeinclinandotantosurostroeldelasdoshermanas, que éstas pudieron apreciar bien aquellos rasgos que no lesresultabandesconocidos.

—Ben es el ayudante de la señorita Celia. Lo encontramos desfallecidodentrodelacocheraydesdeentoncesestáconnosotros—explicóBab.

—Dimealgomásacercadeél.Amítambiénmegustanlosvagabundos—yparecióqueeraverdadloqueelhombredecía,loconfirmabasuexpresiónmientrasescuchabael relatodeBabmatizadoconsuscomentarios infantilesquelohacíanmásinteresante.

—Ustedeshansidomuybuenasconelcobremuchacho—fuetodocuantodijoelhombrecuandolaniñaterminósurelato,avecesunpococonfuso,puesmezclaba en él la descripción de la vieja cochera de la señorita Celia, suscacerolasyollas,lascastañasyelcirco.

—Naturalmente,porquetambiénélesmuybuenoynosotrosloqueremosmucho—manifestóBabsinceramente.

—Sobretodoyo—aseguróBettyperdidoeltemoralverquelesuavizabala mirada de los ojos negros y el rostro moreno adquiría una expresión deintensaalegría.

—No se admiren si les digo que ustedes son al par de niñas másencantadoras que he conocido en estos últimos tiempos —y el hombreextendiósusbrazoscomosiquisieseabrazarlas.Peronolohizolimitándoseasonreírles y a dirigirles nuevas preguntas que las niñas, muy confiadas yconversadorascontestabansinvacilarconquistadasporaqueldesconocidoqueyano lo erapara ellas, tan familiar les resultaba su rostro.Babpreguntódepronto:

—¿Noloconozcoyoausted?Meparecehaberlovistoantes…

—Es la primera vez en la vida que nos encontramos, pero tal vez hanconocidoaalguienparecidoamí.

Losojosnegrosseclavaronen lascaritasasombradasy luegoelhombrecontinuó:

—Ando en busca de un niño fuerte y ágil. ¿Creen ustedes que Benmeservirá?Necesitounniñocomoél.

—¿Esustedempresariodecirco?—preguntóBabrápidamente.

—No,creoqueno.Porlomenos,ahoranotrabajoeneso…—Mealegroque así sea. Nosotros no estamos de acuerdo con esa vida aunque yo,

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particularmente,creoqueesmaravillosa.Babempezóahablarrepitiendolaspalabras de la señorita Celia, pero terminó con aquella expresión deadmiraciónquecontrastabaconsuprimeradeclaración.

Bettyagregóansiosamente:

—NodejaremospartiraBenbajoningúnpretexto.Éltampocoquerráirsey la señorita Celia se enojará si eso ocurriera. Por eso, no le pida que loacompañe.

—Supongoqueélresolveráloquedesee.¿Notieneparientes?

—No. Su padre murió en California y él sufrió mucho al enterarse.Nosotros también nos apenamos como él y le ofrecimos que compartieranuestramamáparaquenosesintiese tansolo—explicóBettyconsu tiernavocecita y con una mirada tan suplicante que el hombre se inclinó paraacariciarlelamejillaydecirmuysuavemente:

—¡Diostebendigaporeso,hijamía!…Yonolollevarélejosniharénadaquepuedaocasionarlealgúnsufrimientoaquieneshansidotanbuenosconél.

—Allíseacerca.OigoaSanchoqueladraalasvizcachas—exclamóBabincorporándoseparavermejor.

ElhombresevolviórápidamenteyBettyobservóqueparecíamuyagitadomientras clavaba la mirada hacia el poniente donde el sol, al desaparecer,levantabaunahoguerarojaentrelosarces.

Y en ese lugar, iluminado apareció el desprevenidoBen silbando «RoryO'Moore» con toda energía y caminando y cargando tina pesada bolsa decastañas sobre sus espaldas iluminado por los últimos resplandores del sol.Sanchofueelprimeroquevioaldesconocido,pueslaluzenceguecíaaBen.Desdequeseperdieraodiabaalosvagabundosynobiendistinguióalhombrecomenzóagruñiryamostrarlosdientesqueriendoprevenirlo.

—No te hará daño… —comenzó a decir Bab para tranquilizarlo, peroantes de que pudiese agregar una palabra más el perro había dado unformidablesaltoysehabíalanzadoalcuellodeldesconocidocomosifueseamorderlo.

BettygritóyBabseaprestabaasocorreralhombrecuandovieronqueelanimal le lamía la cara con alegríayque aquél abrazaba la crespa cabezaydecía:

—MibuenoyviejoSancho…Yasabíaquenoolvidaríasatuamo.

—¿Quésucede?—preguntóBabacercándose rápidamentecon lospuñosapretados.

Peronohubonecesidaddedarleexplicaciones,porquecuandoentróenla

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sombrayvioalhombresequedómirándolocomosifueseunfantasma.

—¡Benny!… ¡Soy papá!…¿Nome conoces?—preguntó el hombre convoztemblorosamientrasapartabaalperroytendíasusbrazosalmuchacho.

Las nueces rodaron por el suelo y gritando: «¡Oh, papá!… ¡papitomío!…»BensearrojóalosbrazosdeldesconocidodechaquetadeterciopeloraídamientraselpobreSanchodabavueltasenderredorladrandolocamentecomosiésafueselaúnicamaneradedemostrarsualegría.

—Bab y Betty no se detuvieron a mirar lo que ocurrió después porquecomodosasustadospollitossaltaronycorrieronparacomunicarlaasombrosanoticiadeque…elpadredeBenhavueltoySancholoreconocióalinstante.

LaseñoraMossacababadeconcluir sus tareasysedisponíaadescansarantes de poner la mesa, pero saltó del sillón hamaca cuando las niñas lecontaronlaextraordinariahistoriayexclamónobienlasniñasterminaron.

—¿Dóndeestáél?Tráiganloparaaquí.Esanoticiamehatrastornado.

Antes de que Bab tuviese tiempo de obedecer o su madre ocasión detranquilizarse llegó Sancho y se puso a dar vueltas en derredor como untrompoenloquecido,yaparándosesobrelacabeza,caminandosobrelaspatastraseras, danzando y ladrando al mismo tiempo, pues el buen animal habíaperdidoentalformalacabezaquehastahabíaseolvidadodelapérdidadesucola.

—¡MiDios!…¡Perosi son iguales!…Encualquier lugarque lohubieseencontradohabríaadivinadoqueeraelpapádeBen—exclamólaseñoraMosscorriendomuyagitadaendirecciónalapuerta.

Enverdad separecíanmuchoy resultabacómicover lasmismaspiernascombas,elsombreropuestoigual,idénticobrilloenlosojos,lamismasonrisabondadosa y el andar elástico. El viejo Ben llevaba lamaleta en unamanomientrasel jovensecolgabadelaotra,unpococonfusoporlaemociónqueapenas podía dominar y que denunciaban lasmejillas húmedas de lágrimas,perodemasiado feliz para disimular la alegría enormeque experimentaba altenerdenuevoasupadrejuntoaél.

LaseñoraMoss,sinqueellasedieracuentadeeso,estabamuyhermosacuandodepie,enlapuertadesucasa,elrostroresplandecientedejúbiloylosbrazosextendidosdecíaconvozamablequeeraunacordialbienvenida:

—¡Me alegro mucho de saberlo vivo y sano, señor Brown!… Pase ypóngasecómodo.CreoqueestanochenodebehaberniñomásfelizqueBen.

—Yyo sé quenohayhombremás agradecidoqueyopor sus bondadesconmipobreyabandonadomuchacho—respondióelseñorBrowndejandoaunladolamaletaydesprendiéndosedelniñoparapoderdarunfuerteapretón

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demanosalagentilseñora.

—¡Vamos!…¡Vamos!…Anodecirniunapalabramássobreeseasunto.Asentarse y descansar que yo en seguida prepararé un poco de té.Ben estarácansadoyhambriento,peroseencuentra tanfelizquenisiquieradebedarsecuentadeello—rio laseñoraMossalejándoseparaocultar las lágrimasquebrotabandesusojosydeseandobrindarunrecibimientocómodoyprobarsuhospitalidad.

Pensando así sacó su mejor juego de porcelana y llenó la mesa congolosinasencantidadsuficienteparaunadocenadecomensalesdandograciasasubuenaestrelladequeesedíalohubiesededicadoahacercosasalhornoyquetodolehubierasalidotanrico.Benysupadreconversaronsentadosjuntoalaventanahastaquefueronllamadosparasentarsealamesayservirsetodolo que gustaran, ofrecimiento hecho con tanta bondad que las golosinas lesresultaronmásricasaúnalahambrientapareja.

Ben hacía una pausa de rato en rato para tocar con los dedos sucios demantecalaásperamangadelsacocomosiquisieraconvencersedeque«papa»estabarealmenteallíyelpadreprocurabaolvidartodassuspreocupacionesyemociones alimentándose como si la comida fuese algo desconocido enCalifornia.LaseñoraMosslessonreíaalosdospordetrásdelaenormeteteraconsusonrisacándidadelunallenamientrasBabyBettyseinterrumpíanlaunaalaotraansiosasdecontarmáscosasdeBenyreferircómohabíaperdidoSanchosucola.

—Bueno, ahora dejen hablar al señor Brown. Todos deseamos saber«cómo volvió a la vida» —pidió la señora Moss en tanto que todos seacomodabancercadelfuegoydejabantranquiloslospocillosdeté.

Nofueunahistorialargalaquerelató,perosímuyinteresante.Contótodasuvidaenlugaresdesiertosadondefueenbuscadepotrossalvajes,lapatadaquerecibierayquecasilomata;loslargosmesespasadosinconscientesenunhospitaldeCalifornia;lalentaconvalecencia,elviajederegreso,elrelatodelseñor Smithers sobre la desaparición del muchacho y luego la ansiosabúsquedaparairacasadelalcaldeAllenenprocuradenoticiasdelniño.

—Lespedíalosenfermerosdelhospitaltanprontocomomerepusequeteescribieranyellosprometieronhacerlo.Peroseolvidaron;poreso,tanprontocomome dieron de alta, fui en tu busca esperando hallarte donde te habíadejado.Luegotemíquetehubierasmarchadotambiéndeaquíporqueséquetegustaviajartantocomoatupadre.

—Estuve a punto de hacerlo varias veces, pero la gente de aquí es tanbuenaconmigoquenopudeirme—confesóBen,secretamentesorprendidodeque la perspectiva de tener que irse con su padre le producía una extraña

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angustia. El niño se había arraigado en aquel suelo amigo y ya no era unvagabundoaquienarrojabahaciacualquierparteelvientoquesoplabasobreél.

—Sécuántolesdeboatodosellos.Nosotrosprocuraremosahorapagaresadeudaaunquenecesitemostodalavidaparahacerloodejaremosdellamarnos«B»,«B»—dijoelseñorBrowndandounenfáticogolpesobresurodillaqueBenimitóinconscientementemientrasagregaballenodecalor:

—¡Asísehará!…—Yluegoagregóconmáscalma—:¿Quépiensashacerahora?¿VolverconSmithersalantiguotrabajo?

—¡Nipiensoenesodespuésdeltratoquetedieron,hijo!…HeterminadoconSmithers y estoy seguro de que quedó sin ganas de vermepor un buentiempo—respondió el señor Brown con un fiero brillo en los ojos que lerecordóaBabelquevieraen losojosdeBencuandoéste la sacudiópor lapérdidadeSancho.

—Hay otros circos además del suyo en el mundo, pero yo tendré queentrenarmemuchoantesdeestarencondicionesdevolveraesetrabajo—dijoelmuchachoextendiendoyobservandosusnervudosbrazosconunamezcladesatisfacciónydepena.

—Hasestadoviviendoen laabundanciayhasengordado, tunante—yelpadrelopalmeócomohacíaelseñorSmithersconelgordoWackfordcuandolo exhibía como ejemplar de una famosa dieta—. No creas que podríalevantartecomoantes; sobre todo,porqueyonohe recuperado las fuerzasyambosestamosfueradeentrenamiento.Peronomeinteresa.Heresueltodejarese trabajo y asentarme en cualquier sitio por una temporada. En un lugardondepuedaganarmeelsustento—prosiguióelpadrecruzándosedebrazosymirandoelfuegopensativamente.

—Mepreguntósiaustednolegustaríaquedarseporestoslados.ElseñorTown tiene una gran caballeriza no lejos de aquí y siempre ha dicho, quenecesitaunayudante—comentólaseñoraMoss,ansiosamente,porquetemíaqueBensealejara,yaquenadiepodríaimpediralpadrequeselollevase.

—Megustaesa idea.Gracias,señora,procuraréhablarconesehombreyprobarsuerte.¿Teparecequetupadredescenderíamuchosiseconvirtieraenunsimplepeóndecaballosdespuésdehabersidoelprimerjineteenel«GranColiseoyCasadeFieras»,Ben?—preguntóelseñorBrownsubrayandoaquelpomposotítulocongrandesrisas.

—No, nome importaría.Debe ser hermoso ver el gran establo lleno deanimalesytenerquecuidarmásdeochentacaballos.ElseñorTownmellamóparaquefueseaayudarlocuandomontélayeguaariscaalaquetodostemían.Estuveporaceptar,pero laseñoritaCeliahabíacomprado los librosypensé

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que se entristecería si no regresaba al colegio. Ahora estoy contento de nohaber aceptado, pues soy uno de los mejores alumnos Y me gusta ir a laescuela.

—Hashechobien,hijo.Estoycontentocontigo.Noseasnuncaingratoconlosquetehanhechobiensiquieresprosperar.VisitarélacaballerizaellunesYveré qué se puede hacer. Debo marcharme, pero volveré mañana por lamañana si ustedme permite que lleve a pasear aBen.Me gustaría pasar eldomingo con él para que conversemos, ¿no te parece, hijito?—Y el señorBrown, que se había puesto de pie para partir, apoyó una mano sobre elhombrodeBencomosi lecostarasepararsedeélporunanoche.LaseñoraMosssediocuentadeesoyolvidandoqueelhombreeraaúnundesconocido,dejóhablarasucorazónbondadoso,quedijo:

—Elcaminohastalaposadaeslargoytenemosunapiecitadesocupadaenelfondo.Nomeproduciráningunamolestia,ysiaustednoleincomodapasarlanocheenunlugartanestrecho,puedequedarse.

El señorBrown semostró complacido, pero vaciló antes de aceptar otrofavordeaquellagentilseñoraquetantohabíahechoporellos.PeroBennolediotiempopararesponder,porque,corriendohacialapuerta,laabriódeparenparyhaciéndoleseñasconlamanoledijoansiosamente:

—¡Quédate, papá!… ¡Será muy hermoso tenerte aquí!… Es un lindocuarto. Yo pasé allí la primera noche y la cama me resultó muy cómodadespuésdedormirquincedíasenelsuelo.

—Mequedaréycomoestoymuyfatigado,pidopermisopararetirarmeya—contestó el nuevo huésped. Luego, y como si el recuerdo de lo bien quehabíantratadoasupobremuchachitosinhogarseapoderasedesucorazón,elseñor Brown se detuvo en la puerta para decir precipitadamente poniendoambasmanossobrelascabezasdeBabyBettyenactituddehacerunaformalpromesa:

—No olvidaré sus amabilidades, señora, y estas niñas no tendrán amigomejormientrasvivaBenBrown.

Luego cerró la puerta con tal presteza que no escuchó el ansioso,«¡Escucha!»,queledirigióelotroBen.

—Supongoquehabráqueridodecirquenosotros tendremosunapartedeBen como éste tuvo una parte de nuestra mamá —comentó Bettysencillamente.

—Esoes,¿nocreesqueesunseñormuybueno,mamá?—exclamóBabentusiasmada.

—¡Vayanadormir,niñas!…—fuelarespuestadelamamá.Perocuando

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laspequeñas sehubieronalejadoymientras lavaba las tazasde té la señoraMossmirómes de una vez en dirección a cierta percha donde desde hacíacinco años no se colgaba ningún sombrero de hombre y pensó qué aspectonaturalyquéaireprotectoremanabadeaquelsombreretequecolgabaenesosmomentosdelapercha.

Siunabodanofuesesuficienteparaunahistoriainfantilpodemossugeriralgo que nuestros lectores nunca soñaron. Antes de que pasara un año delencuentrodelosBrown,BenhabíahalladounamadreyBabyBettyunpadrey el sombrero del señor Brown colgaba de la puerta de la cocina como siestuviese en su casa. Pero, por ahora serámejor que no digamos nadamássobreesto.

CAPÍTULO24

A lamañana siguiente losBrown se levantaron tan temprano queBab yBettytemieronquehubiesenhuidodurantelanoche.PeroalirabuscarlosloshallaronobservandoaLitaconojosdeentendidos,lasmanosenlosbolsillos,mordiendounapaja con losdientesy tan iguales elunoalotro comopodíaserlounelefantegrandeyunochico.

—Esunayegüitamuybonita.Hacíatiempoquenoveíaotraigual—decíaBenpadre,enelmomentoenquelasniñashacíansuaparicióncorriendodelamanoysacudiendosustrencitasterminadasenmoñosazules.

—Éstaesmifavorita,peroaquéllacorremejor,aunqueesduradeboca—comentóBendándosetalesairesdeexpertojockeyquesupadreseechóareír.

—Vamos muchacho. Olvidemos esa jerga ya que hemos resueltoabandonarlaantiguavida.Estabuenagentehahechouncaballerodetiynoquieroestropearlaobra.Acérquense,queridas.Yolesenseñarécómosedicebuenos días en California —agregó haciendo señas a las invitadas quellegabansonrosadasysonrientes.

—El desayuno los espera, señor—comunicóBetty contenta de haberlosencontrado.

—Creímosquesehabíamarchado—explicóBabextendiendo lasmanosparaapretarlasquesetendíanhaciaella.

—Esohubiese sidounamala jugada.Peropiensoescaparmeconustedes—yantesdequelasniñassediesencuentadeloqueocurría,elseñorBrownlascargóaambassobresushombrosentantoqueBen,acordándosequeeradomingo hizo un esfuerzo para dominarse y no ir dando vueltas de carnero

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hastalapuertadondelosestabaaguardandolaseñoraMoss.

Después del desayuno Ben desapareció para reaparecer al cabo de unosmomentosvestidoconsutrajedominguero, tanpulcroytanbienpuestoquesupadreloobservóconorgulloysorpresamientraselniñoseacercaballenodeinfantilsatisfacciónalpoderluciresashermosasgalas.

—¡Estoesloquesediceunjovenelegante!¿Tehasarregladoasíparasalira pasear con tu padre?—preguntó el señor Brown acariciando la cabecita,habíanquedadosolosenesemomento,pueslaseñoraMossylasniñashabíansubidoaarreglarseparairalaiglesia.

—Pensé que podríamos ir a misa primero—sugirió Ben mirándolo tancontentoquehabríasidoimposiblerehusarlenada.

—Yo estoy muy mal vestido, hijito; de otro modo te acompañaría conmuchogusto.

—LaseñoritaCeliadicequeaDiosnoleimportaquelaropaseapobreyamí me llevó un día que estaba más desarreglado que tú —murmuró Benhaciendodarvueltasasusombreroentrelasmanos.

—¿Tútienesmuchosdeseosdeir?—preguntóelpadresorprendido.

—Quierocomplacerlaaella,sitúnoteopones.Podríamosirdepaseoporlatarde…

—Yonohevuelto a la iglesiadesdequemurió tumadrey creoquemecostarátrabajovolver,aunquecomprendoquedebointentarloahoraquevoyAvivircontigo—yelseñorBrownmiróconseriedadalegrándosedeestarvivoenaquelhermosomundootoñaldespuésdelospeligrosypenaspasados.

—La señorita Celia dice que la iglesia es el mejor lugar para llevarnuestrosdolores.Yofuiporprimeravezcuandotecreímuertoyquierovolverahoraquetesévivo.

Comonadielospodíaver,Bendioriendasueltaasusdeseosyestrechóasupadreconunfuerteabrazo,quelefuedevueltoconlamismaintensidad.

—IréadarlelasgraciasalSeñorporhaberhalladoamihijomejordeloquelodejé.

Duranteunos segundos, loúnicoqueseoyó fijéel tic tacdel relojy losgruñidosdeSanchoquehabíasidoatadoenelcobertizoparaquenofueraahacersuapariciónenlaiglesiaadondenohabíasidoinvitado.

Después, como se percibiera el sonido de unos pasos en la escalera, elseñorBrowntomórápidamenteelsombrerodiciendo:

—Noestoylobastantepresentablecomoparaentrarconellasenlaiglesia.

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Explícaselo.Yomesentaréenunodelosúltimosasientos,despuésquetodoshayanentrado.Séelcamino.—YantesdequeBenpudiesecontestarlehabíadesaparecido.

Nolovieroncuandosedirigieronalaiglesia,peroélsípudodistinguirlapequeña comitiva y nuevamente se regocijó al contemplar a su hijo tancambiado y mejorado. Ben demostraba que había sabido mantener puro sucorazónatravésdelasborrascasdelavida.

«Prometí aMary que cuidaría al pequeño que ella tuvo que abandonar,perohayalguienquehahechomásqueyoporély leprestósuayudaenelmomento que más lo necesitaba. No me humilla ser yo quien lo siga a élahora»,pensóelseñorBrownmientrastorcíaporlacarreteraprincipalluegodehabercruzadoporunatajo,ysedijoqueresultaríamuyagradablequedarseporesostranquiloslugaresqueloharían,sinduda,tanfelizcomoasuhijo.

La campana ya había llamado a los feligreses cuando él llegó, pero unsolitariomuchachoestabasentadoaúnenlosescalonesdelaentradacuandoélseaproximóycorrióasuencuentrodiciendoconunamiradadereproche:

—Noteibaadejarsoloparaquelagentecreyeraquemeavergüenzodemipadre.Ven,papá;nossentaremosjuntos.

YBencondujoasupadrehastaelbancodelalcaldeylohizosentarasulado con expresión tan llena de alegría e inocente orgullo quemucha gentehabríasospechadolaverdadsiélnosehubieseencargadodecontarlaantes.ElseñorBrown,confusoyavergonzadodesusropasgastadas,demostrabaciertaturbación,peroelapretóndemanosdelseñoralcaldeyelbondadososaludode la señora Allen le dieron ánimos para enfrentar la curiosidad de laconcurrencia entera, cuya parte juvenil lo miró fijamente durante todo eltiempoqueduróelsermón,noobstantelosceñosfruncidosdelosrespectivosylasadvertenciasdelasmadres.

Pero lo que coronó gloriosamente el día fueron las palabras que dijo elalcaldeaBenconvozlobastantealtaquehastaSampudooírlo:

—HerecibidounacartadelaseñoritaCeliaparati.Venconmigoytraeatupadrequequierohablarconél.

Elmuchachoescoltómuyorgullosamenteasupapáhastaelviejocochey,después de sentarse atrás con la señora Allen, tuvo la satisfacción de verdelantedeélelsombreroblandodefieltroal ladodelsombrerodominguerodel alcalde no bien arrancó «Duke» muy briosamente, como si sintiera lafuerzadelamiradaexpertaqueseposabasobreél.

Elinterésquedespertóelpadreenunprincipiofijédebidoalafectoqueseteníaporelhijo,perocuandoseconociósuhistoria,Ben,elviejo,conquistó

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muchos amigos, no sólo por los infortunios que había soportado con tantavalentía,sinoporquenoocultabasuagradecimientoporloquehabíanhechoporsuhijo,ymanifestabasudeseoderealizarcualquiertrabajohonestoquelepermitiesemanteneraBenfelizycontentoenelhogarquehallaraallí.

—LedaréunacartaderecomendaciónparaTownSmithersmehablómuybien de usted, aunque creo que su propia habilidad será la mejorrecomendación—dijoelalcaldealdespedirlosenlapuertadesucasadespuésdeentregaraBenlacarta.

Yahacíaquincedíasque la señoritaCelia sehabía idoy todosdeseabanquevolviese.Alasemana,dehaberseido,Benrecibióundiarioquetraíaunamarcaalrededordeunavisoenlasecciónmatrimoniosseñaladoconunamanoalmargen.Thornyhabía enviadoaquello, y a la semana siguiente llegóunagranencomiendaparalaseñoraMoss.Alabrirlaencontraronunacajaconunaporción de la torta de bodas para cada uno de los miembros de la familia,incluso Sancho, que la devoró de un bocado y luego se quedó largo ratolamiendo lacintadepapelque laenvolvía.Secumplía la tercerasemanadeausenciaycomosinofuerabastantelafelicidadgozadaduranteesedía,Benleyóenlacartaquesuqueridaseñoritaregresaríaelpróximosábado,Unodelospasajesquemáslealegródecía:

«Megustaríaqueabrieranlapuertaprincipalparaqueelnuevodueñohagasuentradaporella.Procuratúquetodoserealicesegúnmisdeseosyquelascosasesténenorden.Randatedarálallaveysiquierespuedessacararelucirtodastusbanderasparaquelaviejacasonanosparezcamásalegreanuestroregresoalhogar.»

Aunqueeradomingo;Bennopudocontenerse,yagitandolacartasobresucabezacorrióacontaralaseñoraMosslasfelicesnuevas,dispuestoaempezaralmomentolospreparativospararecibirydarlabienvenidaalaseñoritaCelia(Élnopodíallamarladeotramanera.)

Duranteelpaseoporlatardeybajoelcálidosol,Bencontinuóhablandodeellasincansarsedecomentarlofelizquehabíasidoduranteelveranoquepasarabajosutecho.YelseñorBrownnosefatigabadeoírlo,porqueacadaminutoque transcurría él comprobaba conmás claridad, la buena influenciaqueellahabíaejercidosobreelalmadelniño.Aumentabaentoncessugratitudyeldeseodedevolverdecualquierformayaunquefuesemuyhumildemente,todaaquellabondadpudorealizaresedeseosuyocuandomenosesperabaquesepresentaríaunaoportunidad.

EllunesfueaveralseñorTownygraciasalabuena,recomendacióndelalcaldelocontrataronapruebaporunmes,Perosemostrótanhábilysehizotan necesario que pronto comprendieron que era el hombre ideal para aqueltrabajo.Vivíaenlapartealtadelacolina,peronodejabadebajardiariamente,

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al atardecer, en dirección a la casita roja para ver a Ben, quien estaba tanatareadocomosiestuviesenporllegarelpresidenteytodosugabinete.

Ordenaron la casa por dentro y por fuera. Limpiaron el gran portónprincipal,ydespuésdegrandeschillidosdegoznesfueabiertadeparenpar.ElprimeroencruzarlafueSancho,quelohizoarrastrandounaenredaderaquehabíacrecidoenlacerraduradelportón.

Lasheladasdeoctubrehabíanrespetadoalgunashojasparaquelucieranenesa ocasión. Y el sábado el cerco de la entrada fue adornado con alegresguirnaldas,cubrieronlasbanderasconrojoyoro,mientrasel«porch»eraunafiestadecolorcubiertoporlaenredaderacuyashojashabíadoradoelotoño.

Afortunadamentelosniñosteníanotravezvacaciones,ypodíanprepararseyconversarcontodalibertad,ylaspequeñascorríanportodaspartesponiendograciosasdecoracioneshastaensitiosadondenadieseleocurriríairamirar.Ben,dedicadoasusbanderas,lasdistribuyóalolargodelaavenida,yelseñorBrownloayudóenestatarea.DesplegarontantaactividadquelaseñoraMosssehabríaafligidosinofueraporqueellamismaestabamuyocupadadandoelúltimo toque al acomodo de las habitaciones, mientras Randa y Katypreparabanunsuculentoté.

TodoprometíasalirbienyfaltabaunahoraparaquellegaseeltrencuandoBabestuvoapuntodetransformarlaalegríaendolorylafiestaendesastre.Cuando oyó que su madre dijo a Randa «debería haber fuego en todas lashabitaciones;elaireestáfríoylacasaparecerámásalegre»saliócorriendosindetenerse a escuchar la explicación de que en algunas chimeneas no podíaencenderse fuego. Llenó su delantal de astillas e hizo un buen fuego en lachimenea de la habitación del frente, que había sido dejada sin encenderporquesurespiraderonofuncionababien.Encantadaconlasllamasluminosasyelcrepitardelfuego,Babvolvióallenarsudelantaldemaderasyaavivarlafogata. Pero la chimenea empezó a retumbar siniestramente, aparecieronchispasenlapartesuperiormientraselhollínyhastaunnidodegolondrinascayóentre lasbrasas.Entonces,asustadapor loquehabíahecho, lapequeñatraviesatapórápidamenteelfuego,barriólasbasurasyescapópensandoquenadiedescubriríasutravesurasiellanolocontaba.

Como todos estaban muy ocupados, la enorme chimenea continuóarrojando llamaradasyhaciendo ruido sinquenadie lo advirtiera, hastaqueuna nube de humo llamó la atención de Ben que estaba concluyendo decolocar el adorno de banderas, en una de las cuales había escrito con letrasrojasmuygrande:«Papáhallegado».

—¡Hola!…Parecequehanpreparado fuegosartificialessinconsultarme.La señorita Celia nunca lo permitió porque el cobertizo y los alrededoresestabanmuyresecos.

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—Debodeinvestigareso.¡Ayúdameabajar,papá!…—gritóBensaltandodelolmosinpreocuparseendonde ibaacaer,comounaardillaquesaltaderamaenrama.

Supadrelorecibióenlosbrazosycorriódetrásdesuhijoquerecorriólaavenidaparadetenersealaentradadelacasaasustadoporelespectáculoqueseofrecióa susojos.Laschispasquevolabanhabíanencendidoel techoenvariossitiosylachimeneavomitabahumoytronabacomounpequeñovolcánmientrascongritosdesesperadosKatyyRandapedíanagua.

—Subeconunostraposmojadosmientrasyosacolamanguera—gritóelseñorBrown,quiendeunaojeadaabarcólamagnituddelpeligro.

Ben desapareció, y antes de que el padre desenrollara la manguera deljardín,yaestabaeneltechoconunasábanachorreandoagua.LaseñoraMosssepercatóalinstantedeloqueocurríaycorrióacerrarlachimeneaparaqueno entrara más aire. Luego de preguntar a Randa si las chispas no habíanquemado el interior, corrió a ayudar al señor Brown, quien no sabía dóndeestabanlascosas.Peronoenvanoélhabíarecorridotantomundo;sinmuchobuscar encontraba los objetos que necesitaba. Viendo que la mangueraresultabademasiadocortaparaalcanzareltechodelacasa,buscódosbaldesde agua y apagó el fuego antes de que hubiese hecho daño. Siguió con eseprocedimientohastaqueapagaronlachimenea,yBenrecorriólagaleríaparaver si no había quedado alguna chispa encendida que pudiese continuar elfuego.

Mientrastodostrabajaban.BettycorríadeunladoaotroconsubaldecitollenodeaguatratandodeayudarySancholadrabaviolentamente.Pero¿dóndeestabaBabquesiempresepresentabacuandohabíaalgunaalgaraza?Nadielaechódemenoshastaqueelfuegofuesofocadoylagentesereunióacomentarelpeligrodelquehabíanescapado.

—¡PobreseñoritaCelia!…Nolehabríaquedadotechodondecobijarsesinohubiesesidoporusted,señorBrown—exclamólaseñoraMossdejándosecaerenunasillitadelacocina,pálidaaúndeemoción.

—Habríaardido todoconmuchafacilidad,pero,porsuerte,elpeligrohapasado.Vigileneltechoqueyodaréunavueltaporelaltilloparaversiallínohaocurridonada. ¿No sabíanqueesa chimeneaestaba sucia?—preguntó elhombremientrassesecabalatranspiracióndesurostrotiznado.

—Sí, Randame lo había dicho yme sorprende que haya ido a prenderfuegoallí—empezóadecirlaseñoraMossmirandoalamucamaquepasabaconuncalderollenodehollín.

—¡Por favor, señora!…, no crea que a Katy o a mí pudo ocurrírsenossemejante cosa. Debe haber sido esa pícara Bab que ahora no se atreve a

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presentarse—respondióRandaenojadaporquesehabíamojadosuhabitación.

—¿Dónde está la niña? —preguntó entonces la madre. Y comenzó abuscarladeinmediatoayudadaporBettyySancho,entantoquelosdemássealejaban:

Inquietayansiosa,Bettybuscóportodaspartes.Llamo,gritó,perotodoenvano,yestabayapordarseporvencidacuandoSanchosemetiódentrodesuperreranuevaysaliótirandodeunzapatoqueteníaunpieadentro,mientrasseoíaunavozquegemíadesdeelfondodeljergóndepaja.

—¡Oh,Bab!…¿Cómopudistehacereso?Mamáseasustóterriblemente—murmuró Betty tirando suavemente de la pierna arañada, mientras Sanchointroducíaotravezsucabezadentrodelacovachaenbuscadelotrozapato.

—¿Se quemó todo?—preguntó una voz ansiosa desde el interior de lacasilla.

Solamenteunapartedeltecho.Benyelpadreapagaronelfuegoyyolosayudé—explicóBettyalegrándoseunpocoalrecordarsuparticipaciónenelhecho

—¿Qué castigo se les da a los que incendian una casa? —preguntó lamismavozangustiada.

—Nolosé,peronotemasporquenohasidomuchoeldañoylaseñoritaCeliateperdonará,¡estanbuena!…

—PeroThornynoloes.Élmellama«lafastidiosa»ycreoquelosoy,—suspirólainvisibleculpableconsinceroarrepentimiento.

—Yo le pediré que te perdone. Él es muy condescendiente conmigo.Llegarándeunmomentoaotro,asíquesalyveaarreglarteunpoco—sugirióprocurandotranquilizarla.

—Nosaldré jamásdeaquíporque séque todosmeodian—sollozóBabmetida entre la paja mientras volvía a esconder el pie como si quisieseabandonarparasiempreesemundoqueleerahostil.

—Mamánotecastigará.Estámuyocupadahaciendolalimpieza,demodoqueeselmomentooportunopara salir.Corramosacasa.Nos lavaremos lasmanos y estaremos limpias cuando nos vean —insistió Betty queriendoconvenceralapobrepecadorayproponiendoloquecreíamásacertadoparaconseguirelperdóndelosmayores,queaúndebíanestarunpocoenojados.

—Quizáseamejorquevuelvaacasa.Sanchoquerrásucama…—YBabse aferró a esa excusa para abandonar su escondite y aparecer con una caracompungidayelvestidoarrugadoyelcabellollenodepaja.

Bettylallevólejos,noobstantelasprotestasdelahermana,queaseguraba

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que nunca se atrevería a presentarse delante de nadie. Pero quinceminutosdespués ambas reaparecieron demuy buen humor y bien arregladas.YBabescapó por aquella vez de una merecida represión porque el tren estaba apuntodellegar.

Alprimersonidodelsilbato todos losánimossecalmaroncomoporartede magia. En seguida corrieron hacia el portón olvidando todos loscontratiempos para esperar a los viajeros. La señora Moss se adelantóvivamentey fue laprimeraque saludóa la señoraCelia cuandoel coche sedetuvoalaentradadelaavenidaparaquepudieranbajarelequipaje.

—Caminaremoshastalacasayasípodráustedcontarmelasnovedades—dijolajovenseñoraconsugentilmaneradespuésquelaseñoraMossleshubodadolabienvenidayhubopresentadosusrespetosalcaballero,quienestrechósumanoconuncálidoapretónque la convenciódequeThorny tenía razóncuando aseguraba que era «sencillo y llano», no obstante su condición deministroprotestante.

Parainformarladetodosehabíaadelantadolabuenamujerylecontólasúltimasnoticiaslomásbrevementequepudo.Losreciénllegadossealegraronal saber feliz a Ben, y poca atención prestaron al relato del fuego queprendieraBab,aunquehubierancorridoelriesgodequedarsesintecho.

—Nohablemosmásdeeso.Todostenemosqueestarcontentoshoy—dijoelseñorGeorgecontalafectodebondadquelaseñoraMossexperimentólasensacióndequelequitabanungranpesodelcorazón.

—Babsiemprepedía fuegosartificiales,perocreoque,porahora, tendrásuficiente—rioThorny,quienescoltabagalantementealamadredeBabalolargodelaavenida.

—Todosustedessonmuyamables.Lamaestraestabaconlosniñosenlapuerta de la escuela para saludarnos a nuestro paso, y aquí han puesto todomuy hermoso para recibirnos —manifestó la señora Celia sonriendo conlágrimas en los ojos,mientras se acercaba al gran portal que presentaba unaspectoimponente.

RandayKaty,luciendosusmejoresropas,estabandepieauncostado;elseñorBrownmedioocultotraselpórtico,delotrolado,sosteniendoaSanchoparaquepresentarasusrespetoscuandoaparecieselanovia.Comolasfloresestuvieranescasas,enlosdostesterosestabandossonrosadasniñasbatiendopalmas,mientrasquesaliendodetenerlasramasdeunmacizorojoyamarilloseveíanlacabezaylasespaldasdeBen,quienagitabasubanderamásgrandequeteníaescritoconletrasazules«¡Bienvenidos!»

—¡Qué maravilla!… —exclamó la señora Celia, arrojando besos a losniños,estrechandolasmanosdelasmucamasydirigiendosubrillantemirada

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aldesconocidoquesujetabaaSancho.

—Muchagenteadornalapuertadeentradaconfigurasdepiedra,vasosoguirnaldas.Peroestosadornosvivientessonmuchosmejores,queridos,sobretodoesealegreniñodelmedio—dijoelreverendoGeorge,mirandoaBenconinterés, no obstante haber estado a punto de tropezar con la bandera queagitabaelniño.

—Tútendráqueterminarloqueyosólohecomenzado—manifestóCelia,agregandoalegrementecuandoSancho,consiguiendorecuperarlalibertad,seacercóaambosaofrecerlesupataysusfelicitaciones—:Sancho,presentaatuamoquetengoqueagradecerlequehayallegadojustoatiempoparasalvarmiviejacasadeundesastreinminente.

—Aunquehubiesesalvadodocecasasnohabríapagadonilamitaddeloqueustedhahechopormihijo,señora—contestóelseñorBrown,saliendodedetrásdelpórticorojodegratitudyplacer.

—Yohice todo conmucho gusto, demodo que, por favor, recuerde queéstecontinuará siendoelhogardelniñohasta tantoustedpuedabrindarleelsuyo. ¡Gracias aDios él yano eshuérfano!…Yeldulce rostrode la jovenexpresabamuchomásde loquedecíansuspalabrascuandosublancamanoestrechóconunapretóncordiallamorenamanchadadetizne.

—Entremos, hermana. Veo la mesa del té servida y estoy terriblementehambriento —interrumpió Thorny, que no se dejaba dominar por lossentimientos,aunquesealegraramuchodequeBenhubieserecuperadoasupadre.

—Acérquense, mis pequeños amigos, y déjenme que les agradezca estaamable bienvenida—y la señora Celia elevó su mirada divertida desde lascabezasinfantilesalaviejachimeneaqueaúncontinuabaechandohumo.

—¡Nomireusted!…—gritóBabocultandolacara.

—¡Ellalohizosinquerer!…—agregóBettyparadisculparla.

—¡Treshurrasporlanovia!…—exclamóBenagitandosubanderacuandosu querida señorita pasó bajo el arco apoyada en el brazo de su marido ycontinuó por el sendero hacia la casa que cobijaría su hogar feliz durantemuchos, muchísimos años. El portal cerrado ante el cual se había detenidociertavezelpequeñoysolitariovagabundo,permaneceríasiempreabierto,yel sendero donde sólo jugaban las niñas ofrecería libre entrada a cualquiercaminante, a quien se brindaría una cálida bienvenida, fuese rico o pobre,jovenoviejo,felizodesgraciado,bajolasLilas.

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FIN

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