Baby's letter (slideshow)
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Mi preciosa muñequita:
Una noche de mayo, llegaste a nuestro hogar enviada por Papito Dios, cual rayito de sol, para iluminar con tu inocente dulzura las vidas de tu papi José y la mía.
Durante cuatro meses, fuiste la estrellita que
brilló en nuestro fiirmamento,
alegrando nuestros días, y llenándolos de experiencias y recuerdos tan
lindos como tú.
Pero como dicen que lo bueno
dura poco, una noche de
septiembre, de la misma e inesperada
forma en que llegaste , te
sacaron de este nido donde como frágil avecilla te cuidamos.
Sí, mi risueña y dormilona, princesita: hoy se cumple un año de la última vez
que te vimos, te besamos, te abrazamos, te
mimamos, y te sacamos esas sonrisas con las que a
diario nos derretías el corazón….
En este año, mi cielo, cuánto te hemos
extrañado; cuántas lágrimas hemos
derramado; cuántos eventos nos hemos perdido: tu primer
dientecito, la primera vez que gateaste, tus primeros pasos, tus
primeras palabritas, tu primera Navidad, tu
primer cumpleaños….tanto!!
Sí, pedacito de mi corazón: Ha sido muy fuerte este
año sin ti. En todo lo que hacemos y dónde quiera que vamos, tú estás
con nosotros, pues todo, todito nos
recuerda esos días en que, gracias a
Dios y a ti, conocimos la
“caóticamente hermosa” vida de padres. Es justo
por este amor tan grande que nació en esos días, que
no nos hemos rendido, y
seguimos de pie, luchando por tu
regreso, mi amor.
Por eso, mi nenita bella, en el nombre de este amor, y con la fe puesta en Dios, hoy no
lloraremos. Hoy tu papito y mamita,
juntitos como siempre, sonreiremos. Sí, para practicar todas esas
sonrisas que aflorarán en nuestros labios el día que regreses a
ésta, tu casa y vuelva a brillar en ella el sol.
¡Te Amamos, princesa! ¡Dios te bendiga
siempre! ♥
Evangelio según San Lucas, Capítulo 18 :
Parábola de la viuda y el juez injusto
18:1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, 18:2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 18:3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 18:4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 18:5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 18:6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 18:7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 18:8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?