Ayuda a la Iglesia NecesitadaMovidos por el amor de Cristo, al servicio de la Iglesia que sufre ABR. - MAY. 18

Luz que dignifica a los más pobres

@AyudaIglesNecesB LETINLa iglesia en elnorte de india

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“¿A la India? ¡Preparaos!” Nos decía la gente. Y nos preparamos… En la Misa previa a nuestro viaje, en la capilla de Ayuda a la Iglesia Necesitada, nuestro capellán, El P. Jesús, nos dijo: “Vais a conocer la Iglesia de la India, tenéis que volver y ser capaces de explicárnoslo. Si os quedáis atascados en la pobreza y el dolor, no habréis cumplido vuestra mi-sión”.

Viajamos al noreste de la India, en con-creto a las diócesis de Patna y Buxar, en el estado de Bihar, una zona muy pobre y de primera evangelización en la que la Iglesia está, realmente, desde hace ochenta años. A principios del siglo XX se creó la diócesis de Patna y se le enco-mendó a jesuitas norteamericanos. Hoy en día, el arzobispo William de Souza es el segundo arzobispo indio de Patna.

Él, como todos los sacerdotes que han evangelizado durante los últimos se-senta años esta zona, viene del sur de la India, donde el Cristianismo está desde sus inicios y a donde llegó Santo Tomás para llevar la Buena Nueva.

La próspera Iglesia del SurLa Iglesia es allí una Iglesia consolidada y educada a través de los siglos. Hoy en día los cristianos de Kerala son una ma-yoría (el 55%) , con unas comunidades prósperas y fecundas, cuna de grandes misioneros que fueron llamados a evan-gelizar el norte. También sigue muy viva la herencia de San Francisco Javier que llegó en el siglo XVI a la región de Goa. Un sacerdote oriundo de esta zona nos

Presidente: Antonio Sáinz de Vicuña Director: Javier Menéndez Ros Asistente eclesiástico: P. Jesús Rodríguez Torrente

Coordinación editorial: Teresa García | Redacción: Raquel Martín, Ana González, Carla Díez de Rivera | Diseño y maquetación: Maleny Medina | Impresión: Grupo Cibeles | D.L.: M-11011-1986

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Querido amigo:

De nuevo lanzamos una campaña en nuestras oficinas del mundo entero, y esta vez va dirigida a la India, un subcontinente con muchas luces y sombras. Es el continente del Apóstol Tomás, de la santa Madre Teresa de Calcuta y de muchos santos desconocidos, incluso de mártires. Allí la Iglesia católica es pequeña, pero, pese a su tamaño, desempeña un papel considerable. Con esta campaña queremos dirigir la atención hacia la situación, el trabajo y la necesidad de los cristianos en la India.

Aprovecho estas líneas para comunicarles mi despedida como presidente internacional de esta Fundación. Hace ahora siete años que respondí a la petición del cardenal Piacenza de dirigir Ayuda a la Iglesia Necesitada. Entonces lo hice exclusivamente por mi sentimiento del deber hacia la Iglesia, pero sin demasiado entusiasmo, porque no conocía esta Fundación y porque tenía planes completamente diferentes para mi jubilación. Hoy miro estos años atrás con enorme gratitud. He podido aportar mi experiencia profesional pero, sobre todo, he podido conocer esta joya entre la instituciones de ayuda eclesiales. Para el Padre Werenfried, nuestra tarea consiste en tender un puente de amor entre vosotros, benefactores, y la Iglesia perseguida y necesitada. A ambos lados de este puente he conocido a gente maravillosa, misioneros extraordinarios y benefactores generosos. En las oficinas nacionales y en la sede central de Königstein (Alemania) me he encontrado con personas que mantienen en pie este puente con pasión y entrega. La fecundidad de esta Fundación solo se explica por las oraciones que las personas a ambos lados del puente del amor ofrecen las unas por las otras. A diario percibo cómo las manos de Dios nos bendicen y protegen.

Estos años han enriquecido infinitamente mi vida.

¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

JohannesHeeremanPresidente ejecutivo internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Hemos viajado recientemente al Norte de la India, para contarte de qué pasta están hechos los cristianos más pobres de entre los pobres. Confirmamos que allí donde está Dios y la Iglesia católica, no hay miseria humana, hay una dignidad personal que trasciende y una fe que transforma la sociedad paupérrima en la que viven.

Viaje a una Iglesia de misión

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decía muy orgulloso: “A mi familia la bautizó San Francisco Javier; en agra-decimiento, soy sacerdote”.

Conocimos a algunos de los misio-neros indios que llegaron para evan-gelizar el norte, en una pequeña casa pastoral que sostiene Ayuda a la Igle-sia Necesitada. Después de cincuenta años de sacerdocio, recordaban cómo de jóvenes en su Kerala natal fueron llamados a la misión: “Soy misionero para trabajar por la gloria de Dios”. Después de toda una vida de fidelidad, nos contaban con emoción los inicios.

Hacían dos horas diarias en bici para ir a los pueblos a dar catequesis y rezar con las familias; levantaron iglesias; crearon el primer y más prestigioso colegio de la zona; se ocuparon de la educación de las mujeres y niñas. Fue-ron donde nadie quería ir porque “le consulté al Señor en la capilla, y le dije: voy yo, ¿Qué hay que hacer?” Creen simplemente que “es Gracia de Dios”. En su ancianidad y enferme-dad, siguen preguntándose: “¿Qué puedo hacer yo por la Iglesia? Ce-lebrar Misa y confesar”. Ellos, los pri-meros que evangelizaron en esa zona de Patna, encomiendan su misión a San José, patrono de la diócesis.

En la diócesis de Buxar, creada en 2005, los sacerdotes son muy jóvenes. Nos contaba su obispo, con una sere-na sonrisa, que sólo tenía 16 presbíte-ros y 22 religiosas porque a su petición de ayuda respondían algunos que, al ver la pobreza extrema y la dureza del lugar, se marchaban con un “me lo tengo que pensar” y nunca volvían. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro vela por ellos y por los dalits (el 100% de los católicos de la diócesis). Es de ellos, de los más pobres entre los po-

bres, de quienes se ocupa la Iglesia en el norte de la India.

Culpabilidad y transformaciónLa sociedad está férreamente dividida en castas, y la última es la de los dalits (oprimidos). Un dalit no sólo sufre la discriminación social, sino también el peso de la culpabilidad al creer que en su vida anterior hizo algo tan grave que le condenó a esa condición. Por eso, cuando oye hablar de Dios Padre, su vida cambia. Se saben hijos de un Dios que es Padre, que les quiere, que envió a Su Hijo para salvarles, les da “el pan de cada día” y les ofrece a Su Madre que vela por ellos “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Viven con serena confianza el “os perseguirán por mi nombre”, sufren la presión social y de sus familias y pierden, al convertirse, cualquier ayuda pública reservada a los dalits.

Si el sur de la India fue evangelizada por Santo Tomás y San Francisco Ja-vier, el norte es y será obra de nuevos santos nacidos en la India, algunos de ellos nacidos en la extrema pobreza del mundo dalit.

Estado indio de Bihar

20 millones de católicos. el 1,5% de la sociedad

La India es un país inmenso, con más de 1.300 millones de habitantes. Un país con una profunda espiritualidad, donde conviven muy distintas reali-dades y religiones. Los 20 millones de católicos, son una minoría (1,5% de la sociedad) y existe una preeminencia de hindúes (966 millones).

Los hindúes son, en su gran mayoría, hospitalarios. Consideran la diversidad cultural y religiosa como un don de Dios, de hecho asisten a ceremonias en la Iglesia y educan a sus hijos en cole-gios católicos. Pero en este momento, el partido nacionalista en el gobierno considera que todo nacido en la India es hindú. En 19 de los 26 estados fe-derales ya rige la ley anticonversión y, especialmente desde las elecciones de 2014, se considera a los cristianos un peligro para la unidad nacional.

Apoyamos proyectos como la construcción de una capilla y habitaciones en el centro de espiritualidad del santuario mariano de Mokama, en la diócesis de Patna, con una aportación de 87.800 euros.

Seminaristas a la salida del seminario en el estado de Jharkhand. © Ismael Martínez Sán-chez | ACN

TENEMOs QUE ESTAR CON ELLOS

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Visitamos la misión de las hermanas misioneras de la caridad de Nazaret que dirigen un colegio llamado “Un rayo de esperanza” con cerca de 200 ni-ñas recogidas en pésimas condiciones, de los pueblos rurales cercanos.

La hermana Rose, que lleva 25 años trabajando en esta región, nos cuen-ta que cuando estas pequeñas llegan a la misión, las alimentan y se pasan días lavándolas. Pertenecen a familias que se dedican principalmente a la fa-bricación de ladrillos y que cambian a menudo de residencia en busca de

trabajo. Estas niñas, con diez años, son entregadas en matrimonio para liberar así a la familia de su sustento.

Observando a estas pequeñas com-prendí lo imprescindible que es la Igle-sia en este lugar. Entendí lo necesaria que es la evangelización en el más am-plio sentido de la palabra. Evangelizar es bautizar y proclamar a Jesucristo y a su Santo Padre pero es también defen-der a la humanidad, proteger y ensalzar la dignidad de cada persona o promo-ver e incentivar valores. Es acompañar al necesitado, compartir la carga de su

cruz, es tratar al prójimo con respeto, hablar y escuchar desde el corazón, es actuar con y por amor en cada instan-te. Evangelizar es contagiar la alegría e inundar las almas de esperanza. Y todo esto lo vimos reflejado en los ojos de aquellas niñas.

La Iglesia en el norte de India se organiza por misiones, espacios compuestos por la casa del sacerdote, la iglesia, un colegio, un internado de niños y otro de niñas, y por el convento de religiosas. Ellas son también parte esencial pues van por los pueblos rezando con las familias; educan a los niños, enseñan a leer a las madres y las animan para que manden a sus hijos a los colegios, abiertos a todas las religiones.

Misionera de la Caridad de San Vicente de Paul abraza a un hombre en el hogar de Cheshire, un centro para discapacita-dos en el estado de Jharkhand. © Ismael Martínez Sánchez | ACN

Acoger para contagiar la esperanza

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Llegamos a la misión de Jahanabad, ubicada en una zona muy rural de la diócesis de Patna. El primer sacerdote que dirigió esta misión hace unos 16 años fue asesinado por un grupo de ra-dicales maoístas de la zona, que asalta-ron su casa en busca de dinero.

La casa del sacerdote que visitamos ha sido financiada por Ayuda a la Iglesia Necesitada. Junto a ella se encuentra, en construcción, la que será la futura iglesia de la misión. Nos cuentan las grandes dificultades que tienen para obtener los permisos para construir una iglesia, para comprar y traer los materiales a esta zona. Nos enseñan la capilla actual donde rezan, un pe-queño salón donde se reúnen casi cien personas. En el mismo edificio se encuentra el internado para niños y ni-ñas y el colegio, que acoge a unos 200 pequeños cristianos, hinduistas, budis-tas y musulmanes. Nos reciben con una canción y con una oración para dar gracias a Dios por nuestra visita y por la generosidad de nuestros be-nefactores.

La labor de las religiosas en esta zona es ejemplar y todo el pueblo sabe apre-ciarla pues no solo permiten que sus hijos estudien sino que además les forman en el amor, el respeto, la convi-vencia, la fraternidad y la dignidad, algo que, para los indios más pobres y dis-criminados, es difícil encontrar en los centros educativos gubernamentales.

Desde la misión de Boyabad, en la dió-cesis de Patna, las religiosas de Regi-na Apostolorum ayudan sobre todo a mujeres y a las personas más desfavo-recidas de su zona. Nos cuentan la his-toria de un niño dalit, perteneciente a la casta más baja de la sociedad india: los musharat, que significa “los come ratas”. Con ocho años le rescataron de la calle y, tras mucho trabajo y esfuer-zo, terminó estudiando con ellas. Los comienzos con este chico no fueron fáciles, se escapaba de las clases y vol-vía a las calles a mendigar, pues era la forma que tenía aprendida de subsistir a diario. Tras demostrar habilidad con los idiomas, las religiosas le enviaron a estudiar chino a una escuela de Calcu-ta. Ahora es guía turístico de la ciudad, sigue manteniendo el contacto con las hermanas y ayuda a otros niños como él. Les muestra que con amor y esfuer-zo se puede salir del abismo social y humillante impuesto por las castas, y les hace ver también que para las religiosas y para la Iglesia, todos so-mos iguales ante los ojos de Dios, to-dos somos sus hijos.

Cuentan también, con un programa de formación a mujeres, para ayudarles a ganar su propio dinero y enseñarles a gestionarlo. El grupo lo conforman unas diez mujeres sin formación aca-démica, sin autonomía ni autoestima y que piensan que no tienen dignidad humana. Para realizar dicho programa, cada una debe aportar un euro al mes. Con los diez euros del grupo, se genera un depósito que guardan y se prestan entre ellas, al margen de los prestamis-tas usureros que no les permiten salir de la pobreza.

Amor, respeto y convivencia

Un futuro mejor es posible

¿cómo les ayudamos?

Misiones para la evangelización

Un sacerdote habla con unas mujeres dalits, empleadas en el nuevo presbiterio financiado por ACN en Bihar. © Ismael Martínez Sánchez | ACN

l50.000 € para la construcción de una sala multiusos en la nueva mi-sión de Nuaon (diócesis de Buxar).

l30.000 € para la última fase de construcción de una iglesia en Je-hanabad (diócesis de Patna).

l36.315 € para la construcción de una capilla en Kudra (diócesis de Buxar).

lCon 69.000 € podremos construir el presbiterio de la misión de Roh (diócesis de Patna).

* Tu ayuda irá destinada a estos proyectos o a otros similares para apoyar a los cristianos de India.

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la fe hecha vida

La hermana Christine nos habló largo y tendido sobre las Pequeñas Comu-nidades Cristianas y, desde el primer momento, intuimos que estábamos oyendo hablar de algo esencial, no sólo porque fuera una prioridad para la Iglesia y, por tanto, para Ayuda a la Iglesia Necesitada, sino porque era “un nuevo camino de ser Iglesia”.

Nos hablaban de grupos de familias, de mujeres, de jóvenes que leían la Biblia y transformaban la sociedad. Para la mayoría de nosotros podía resultar co-nocido pero hasta que no lo vivimos en persona, no experimentamos su fuerza y su poder de transformación.

Estas pequeñas comunidades son una iglesia en miniatura, es la Igle-sia cercana y con rostro humano; un transparente del amor compasivo de la Santísima Trinidad. Se reúnen para rezar, leer la Escritura, recibir catequesis y discutir los problemas más básicos con la mirada puesta en un compro-miso común. Son fuente de evangeliza-ción, son la primera proclamación de la Palabra y cuna de vocaciones.

No son “cristianos de domingo”

El objetivo de estas comunidades es renovar la Iglesia, y nuestras vidas, vol-viendo a las raíces de nuestra fe. No son “cristianos de domingo”, expresan con-cretamente cómo se vive con Cristo en la vida diaria compartiendo la lectura de la Biblia para poder vivirlo: ¿Qué me dice a mí, a nosotros, la Biblia? Viven su fe con una fortaleza tal, que les lleva a un compromiso con el hermano que les transforma y transforma sus pue-blos y la sociedad en la que viven.

En los ejemplos que nos contó la her-mana Christine se manifiesta cómo son instrumentos de reconciliación, de resolución de problemas. En algún caso evitaron un juicio, en otro pueblo erradicaron la pobreza. Pero el que nos llegó al alma fue el ejemplo de los grupos de oración de madres. Las hermanas que visitan a las familias en los pueblos les invitan a reunirse y crear una pequeña comunidad. La mayoría son pobres, sin formación, someti-

dos a sus familias (de hecho lo más difícil es reunirlas porque para poder asistir a la reunión tienen que pedirle permiso a su marido o a su suegra) y suelen estar en manos de los usureros a los que cada vez deben más dinero. El hecho de reunirse para leer la Bi-blia les da dignidad como hijas de Dios, les eleva la mirada y les ayuda a sentirse arropadas en una comu-nidad. Además de crecer en la fe y en educación cristiana, afrontan juntas los dramas de sus vidas y salen adelante construyendo un mundo lleno de es-peranza.

Cada una de ellas aporta una rupia al mes, ponen en común ese pequeño capital de forma que está a disposición de la que lo necesita: devolver su deu-da al usurero y así liberarse de él; poner un pequeño negocio que genera un in-greso para su familia; mandar a un hijo al colegio de la misión… y así van sa-liendo adelante ellas mismas, sus hijos, sus familias y transforman su entorno. No es una simple acción social, es la fe hecha vida.

Empezamos a oír hablar de las Pequeñas Comunidades Cristianas desde nuestro primer día de viaje. Parecía ser el eje vertebrador de la labor evangelizadora de la Iglesia india. Fue la hermana Christine la que, después de un día intenso en el que tocamos la miseria extrema paseando por uno de los ‘slums’ de Calcuta, recogió todas esas emociones y nos hizo entender cómo estaba configurada la Iglesia en la India.

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Las “Pequeñas Comunidades Cristianas”

“Yo quiero vivir así”

Los números son impresionantes: 86.000 grupos, 200.000 animadores con una formación específica, pero lo conmovedor es asistir a una de ellas y vivirlo. En ese momento, a pesar de no entender absolutamente nada de lo que dicen, porque hablan en hindi, te quedas mudo ante el recogimiento, se te ensancha el alma con la profundi-dad de la oración, te invade la presen-cia de Dios y surge el anhelo: “Yo quiero vivir así”.

La primera a la que asistimos tenía lugar en la iglesia de la misión donde vivían los chicos del internado: un gru-po de jóvenes de distintas edades y procedencias. “¿Jóvenes rezando con la Biblia…?”, nos sorprendimos. Se sentaron en el suelo, alrededor de la Biblia que ocupaba un lugar central entre dos velas y se hizo el silencio: la profundidad de la oración, la suave cadencia con la que iban repitiendo la palabra elegida, el silencio posterior para meditarla, nos hicieron dejar de

observar atónitos lo que estaba ocu-rriendo entre los jóvenes, cerrar los ojos y dejar de ser unos meros “turistas espirituales” para entrar en una profun-da oración. No tenemos palabras para describirlo.

La noche siguiente nos invitaron a una casa donde se reunían diez fami-lias. ¡Eran los padres de los chicos de la noche anterior! Dejamos nuestros zapatos en la entrada de la casa y nos fuimos sentando en cada metro cua-drado disponible. En ese pequeño es-pacio central estaban las imágenes del Sagrado Corazón, de la Sagrada Fami-lia, de la Santa Madre Teresa y, en la ha-bitación de al lado, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, a la que le habían colocado el collar de bienvenida…

La Biblia volvía a estar en lugar princi-pal, encima, una guirnalda de flores y el dueño de la casa, sentado al lado. Además de los matrimonios asistían las hermanas que les acompañan.

La lectura, que dirigía una madre de familia, era de San Pablo: “El amor

es compasivo” y el propósito de ese día, visitar a los enfermos de la zona. ¿Se imaginan el estupor que pueden causar diez familias dalits visitando a sus vecinos enfermos, de cualquier religión? Esa noche llamamos a casa para explicar lo que acabábamos de vivir. Hemos vuelto con un propósito: ojalá que ellos si nos vieran, también pudieran decir: ¡Mirad cómo viven! ¡Mirad cómo se aman! Tenemos mu-cho que aprender.

¿QUE PODEMOS HACER POR ELLOS?

* Tu ayuda irá destinada a estos proyectos o a otros similares para apoyar a los cristianos de India.

Un grupo de católicos reza en la capilla de la Misión, en el estado de Jharkhand. © Ismael Martínez Sánchez | ACN

lProgramas para grupos de muje-res católicas y para pequeñas comu-nidades cristianas de la diócesis de Bu-xar. Contribución aprobada: 12.000 €.

lFormación de monitores de Pe-queñas Comunidades Cristianas. Se-gunda fase (2018-2019). Contribución aprobada: 15,000 €.

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¡Feliz Pascua de Resurrección!

Ser dalit en India

Los dalits hacen el trabajo doméstico que los otros no hacen. Sus condicio-nes de vida son con frecuencia deplo-rables. Un brahmán (casta superior) nunca entrará en una casa dalit. Él nunca cogerá un vaso de agua o nada parecido. Si un dalit va a una familia brahmán y coge un vaso de agua ese vaso es lavado por el dalit, no por la fa-milia brahmán. Él no comerá con ellos.

La familia le permitirá sentarse en al-gún sitio fuera y le darán algo de comer, como si les dieran comida a los perros. Ellos le tratarán como tal. El hinduismo siempre considera que si alguien nace dalit morirá como tal.

En el hinduismo, un dalit no puede convertirse en un sacerdote hindú. La adoración corresponde solo a las

clases altas. Y si el dalit se quedara en algún lado, en alguna esquina, no se le permitirá acercarse donde el culto está teniendo lugar. También se les consi-dera intocables.

Los dalits se sienten liberados y con dignidad cuando encuentran el Cris-tianismo. Ellos se dan cuenta que su vida vale y tienen sentido. Que son amados y que les dan una oportuni-dad, a través de la educación, siem-pre negada generaciones tras gene-raciones.

El 60% de los cristianos de la India son dalits, viviendo en extrema pobreza y olvidados. En el estado de Bihar, al nor-te de la India, son cerca del 100%.

En la India hay cuatro castas o clases sociales. Los dalits son la casta más baja. Dalit significa gente oprimida, apartada y rechazada, no considerada como seres humanos, sin dignidad. Teóricamente en la Constitución el sistema de castas está abolido, pero en la realidad no es así.

Familia de dalits en el estado de Bihar. © Ismael Martínez Sánchez | ACN

En aquella leprosería de la India y desde lo alto de aquel muro, él veía el rostro de una mujer cada día. Lejano pero vecino. Después dijo: “Es mi mujer. Me cuidó hasta que la lepra se hizo conmigo. Ahora cada jornada ella anda diez kilómetros, me mira y la miro y yo sé, por ella, que estoy vivo”.

Solo quien cultiva la eternidad puede hacer florecer el presente. Solo quien sabe que el amor, la vida vence y florece, sabe des-cubrir la mirada eterna de un Dios que se ha derramado hasta decir “TE AMO”, sin reservas. Y esa eternidad es la que desde

el primer grito de la noche de Pascua hizo posible la vida, la esperanza, la primavera sin fisuras.

No hay razón para la amargura ni la tristeza. Es Pascua. Es el grito de la Pascua. Es la vida que desde los más pobres y con los más pobres, una leprosería, se hizo amor encarnado y un recuer-do precioso de que no existen muros que nos separen porque Dios hace florecer sin condiciones la vida. Toda vida.

Es Pascua: cultiva la eternidad y harás posible el presente más flo-rido que pueda existir. Derribarás muros y sabrás que por amor ESTÁS VIVO. FELIZ PASCUA.

MENSAJE DE NUESTRO ASISTENTE ECLESIÁSTICO:

Mons. Jesús Rodriguez TorrenteAsistente eclesiástico de Ayuda a la Iglesia Necesitada España

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Con el tiempo caí en una grave enfer-medad. Pensé que moriría y que no habría nadie para cuidar de mis hijas. Mi marido al verme tan mal volvió a lla-mar al vecino cristiano. Vino de nuevo a casa, rezó por mí y me dijo que fuera a una misión católica, a la Misa de 9 de la mañana.

En cuanto me recuperé fui a la Misa. Recuerdo que llevé una flor para dar-le gracias a Dios. Nada más llegar me sentí parte de la misma familia. Nunca había visto una liturgia tan bonita. Per-cibí una alegría que no había sentido nunca. Vi el cielo en la tierra. Si exis-tía el cielo, era allí, pensé.

A la semana siguiente volví a la iglesia y empezaron los problemas con mi ma-rido. Así como mi amor por Jesús se hizo más profundo, el conflicto con mi esposo se intensificó porque yo iba a la iglesia todas las semanas. Él empezó a sospechar y un día destruyó mi Biblia. Sentí como si hubiera destruido mi vida porque la Biblia significa mucho para mí.

Un mañana, preparándome para ir a la iglesia, mi marido vino con una barra de hierro y me golpeó con ella varias veces. Sentí que Jesús estaba conmi-go. Él me protegió del dolor porque apenas sentí daño.

Mi marido no sabía lo que significa-ba ser un esposo y yo no sabía lo que

significaba ser una esposa. No cono-cíamos el significado del amor. Reza-ba por él todos los días y pedía ayuda a Dios: “A pesar del hecho de que me haya golpeado, Tú, mi Dios, nos uniste en matrimonio. No podemos separar-nos”.

El sacerdote de la parroquia nos envió al centro pastoral de nuestra diócesis. Allí aprendimos que el matrimonio es una relación de tres personas: marido, mujer y Dios. Estas clases cambiaron a mi marido y salvaron nuestro matrimonio. Después de diez años era la primera vez que sentíamos que estábamos casados. Mi marido me pidió perdón. Por la fe somos una fami-lia de nuevo unida.

Cada frase del Padrenuestro para mí tenía todo el sentido: “danos hoy nues-tro pan de cada día” , “perdona nuestra ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”…

Tengo muchos problemas con mi familia política. Hay mucha presión negativa y nos critican, pero yo entendí aquello de que “os perseguirán en mi nombre”. Si el Señor ha hecho tan-tos milagros en mi vida, lo hará en la vida de los otros. Cuanta más fe ten-go, más fuerte soy”.

Ahora sólo le pido una cosa al Señor, que alguna de mis tres hijas tenga la vocación a la vida religiosa y pueda ser-vir a Dios.

© Ismael Martínez Sánchez | ACN

mujer dalit de la diócesis de Buxar

“Cuanta más fe tengo, más fuerte soy”Soy una mujer dalit casada y madre de tres hijas. Vivo en una casa muy pobre. Durante años mi marido no trabajaba y no nos daba de comer. Antes de ser católica no puedo describir el dolor que había en mi familia. Mi marido me pegaba grandes palizas. Un día pedí ayuda a mis vecinos que eran católicos. Mi vecino rezó por mí, aunque yo no entendía nada...

Swetha

Un proyecto que podemos apoyar

lImpresión de 50.000 copias del Nuevo Testamento para seis dióce-sis en Orissa: 51.700 €

* Tu ayuda irá destinada a estos proyectos o a otros similares para apoyar a los cristianos de India.

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El pasado mes de febrero tuvimos el pri-vilegio de contar con la visita a España del sacerdote iraquí Salar Kajo, miem-bro del Comité de Reconstrucción de los pueblos cristianos de Nínive saqueados por Daesh entre el verano de 2014 y fina-les de 2016.

El P. Salar fue la primera persona en volver a la pequeña población de Te-lleskuf, tras la expulsión de Daesh y ver

“Si quieres avanzar en el camino de la santidad, imagínate a Cristo delante de tus ojos clavado en la cruz y pre-gúntale: ¿Por qué estás allí clavado? Y verás que te contesta que está allí porque te ama”. El arzobispo de Barce-lona, cardenal D. Juan José Omella invi-taba así a reflexionar el pasado febrero, a los jóvenes de la diócesis para iniciar la Cuaresma venerando una cruz proce-dente de Irak, de la iglesia de San Simón de Bartella (región de Mosul).

con sus propios ojos la magnitud de la barbarie. Ahora, además de coordinar el gran proyecto de reconstrucción en el que seguimos colaborando, está al frente de una parroquia, San Jorge, ha-ciendo una labor ingente: “El Señor nos usa para que estemos más cerca del pueblo en estos duros momentos en todos los ámbitos de la vida, no solo disponibles para lo pastoral”, nos

explicaba. “No trabajamos solos sino con la gracia del Señor. Esto es lo que nos da la fuerza. De hecho, considero que la crisis de Daesh ha hecho crecer mi vocación sacerdotal”. Nos contaba también que los cristianos de Irak no se sienten abandonados: “Dios ha estado con ellos siempre a través de las per-sonas y de las organizaciones que les han ayudado”.

Estuvo en Gerona, en la parroquia de Sant Jaume; en la basílica de la Puríssi-ma Concepció, en Barcelona, dentro de un ciclo de conferencias cuaresmales; en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, y en Madrid, en la parroquia de San Josemaría Escrivá, en Aravaca, en el seminario de Getafe y en la parro-quia Santo Cristo de la Misericordia, en Boadilla del Monte. Damos gracias a Dios por este sacerdote, por el testi-monio que nos dejó y gracias a todos los que habéis contribuido con ora-ción, muestras de afecto y generosi-dad a darle la mejor acogida.

La celebración de la Eucaristía estuvo organizada por la delegación de Pasto-ral de Juventud de Barcelona, en cola-boración con Ayuda a la Iglesia Necesi-tada. Actualmente, la cruz de Mosul está siendo recibida por distintas parroquias de las diócesis catalanas. En mayo la Cruz estará presente en las Noches de los Testigos de Santander, Bilbao, San Sebastián, Logroño, Madrid, Vitoria y Barcelona. Consultar fechas en la agen-da de ayudaalaiglesianecesitada.org

“La crisis de Daesh ha hecho crecer mi vocación sacerdotal”

Miles de jóvenes veneraron la Cruz de Mosul

P. SALAR, DE IRAK

EUCARISTÍA EN BARCELONA

Que tu huella permanezca en los más necesitadosSería maravilloso seguir contribuyendo al sostenimiento de sacerdotes y religiosas en el mundo; a la formación de nuevas vocaciones; a la construcción de iglesias; a facilitar la

difusión del Evangelio… cuando ya no estemos en este mundo.

TESTAMENTOS Y LEGADOS

MÁS INFORMACIÓN: 91 725 92 12 | ayudaalaiglesianecesitada.org

Mons. Omella venera la Cruz profanada y rescatada de la iglesia de San Simón en Mosul.

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“Salgo de aquí dando gracias a Dios por lo que hemos vivido este fin de semana”. María, voluntaria delegada de Pamplona, resumía con estas pala-bras su experiencia en el I Encuentro Nacional de Voluntarios de Promoción de Ayuda a la Iglesia Necesitada, que tuvo lugar los pasados 3 y 4 de febrero, en Madrid. Un fin de semana de mucho color, porque cada uno de los asisten-tes dejaron bien patente la presencia de Dios en sus vidas.

El encuentro contó con más de 40 vo-luntarios de Córdoba, Jaén, Tenerife, Pamplona, Cádiz, Granada, Vitoria, San Sebastián, Barcelona, Albacete, Santander, Zaragoza, Bilbao, Valencia, Madrid y Logroño. Representaban a las más de 150 personas que, con ilusión y

con esfuerzo, dedican parte de su tiem-po a la gran causa de los cristianos ne-cesitados y perseguidos.

Hubo sesiones formativas e informati-vas sobre cómo transmitir más y mejor la realidad de nuestros hermanos que sufren por su fe, momentos de ora-ción… y hasta se formó un coro impro-visado para las celebraciones litúrgicas. El encuentro contó con un invitado de excepción: el P. Alfonso López Quin-tás, presidente honorífico de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España, que fue además el primer voluntario que

Sigue a diario la realidad de nuestros hermanos y la agenda de eventos de la Fundación en ayudaalaigle-sianecesitada.org. No te pierdas cada domingo el programa de televisión “Perseguidos pero no olvida-dos” en TRECE, a las 9.20 h.; en Radio María, los miércoles cada 15 días, a las 12.30 h. Y en redes sociales:

Ayuda a la Iglesia Necesitada ha podido llevar a Barcelona, Pamplona y Madrid una exposición inédita: una colección de unos veinte objetos litúrgicos y reli-giosos destruidos por Daesh durante la ocupación de la Llanura de Nínive, en el norte de Irak. Han sido encontrados y rescatados por la Iglesia local en los templos de los pueblos de Telleskuf y Qaraqosh, dos de los nueve pueblos de mayoría cristiana de la zona.

tuvo esta Fundación en sus comienzos, hace ya 52 años.

“Me gusta de esta Fundación que está en la raíz de la fe”, comentaba Maritri Lechuga, voluntaria delegada de Córdoba. “Aquí se respira Iglesia”, decía Encarna Royo, voluntaria de Za-ragoza. Jose Antonio Pardo, voluntario en Bilbao, utilizando las palabras del apóstol Pedro, concluía: “Qué bien se está aquí, ¿Por qué no montamos tres tiendas?” ¡Tú también puedes ser voluntario! Rellena el fomulario en la web: ayudaalaiglesianecesitada.org

Son crucifijos, cálices, una patena, un copón, una imagen de la Virgen, un báculo, una naveta y un relicario. Todos ellos, dañados y profanados. Han sido cedidos a Ayuda a la Iglesia Necesitada por la diócesis católico-cal-dea de Alqosh y la archidiócesis siro ca-tólica de Mosul. Esta exposición ha es-tado ya en Portugal, Malta y Corea del Sur. En los próximos meses llegará a Austria, Irlanda, Reino Unido y México.

“La vida con Dios tiene otro color”

ENCUENTRO DE VOLUNTARIOS

EXPOSICIÓN DE OBJETOS LITÚRGICOS PROFANADOS POR DAESH

“Lo que Daesh dejó atrás”

Cáliz Siro Católico destruido por una bala en Qaraqosh.

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