Avenida Circunvalar

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 Concurso STADT: historias de la gran ciudad 1 Avenida Circunvalar 1:20 A.M. Veo la figura de un hombre en la mitad de la calle, los ojos encandilados por las luces del carro. Luego, de repente, no hay nadie en la carretera: la figura salta por los aires, rueda por el panorámico, pasa por encima de la camioneta, frenamos, el auto patina, me voy hacia adelante, indefensa, per o el cinturón y el brazo de mi papá me atrapan y yo misma alcanzo a p oner las manos sobre la guantera. El golpe deja un eco en el interior que tarda varios instantes en irse, el tiempo que necesito para comprender que la figura del hombre en la carretera y la que se levanta por los aires son una sola cosa. Estamos atravesados, tapando la línea amarilla de pintura reflectiva que divide el carril en dos. En la radio solo hay estática, no pasa ningún carro, el polvo y las gotas de lluvia bailan en las franjas de luz de las farolas delanteras. Parecen imágenes de un microscopio. Mi papá abre la puerta, yo no me muevo, por la puerta abierta se multiplica el ruido del aguacero, y tengo la impresión de que el f río punzante duele en los dedos, en las mejillas, en los ojos. La noche no podría haber acabado de otra manera, pienso, y me tapo la cara con las manos sin estar segura de lo que siento. 12:45 A.M. El juego me lo inventé en un viaje a la Costa con mis abuel os. Consiste en repetir la última sílaba de cada verso sin perder el ritmo de la canción. Sintonizo una emisora y entonces me pongo a jugar: Soy propietario de tu lado más caliente… ente… soy dirigente de tu parte más urgente… ente… soy artesano de tu lado más humano… ano… y el comandante de tu parte de adelante… ante… La canción gana según acumule más finales graciosos. Hoy no la comparto con mi papá, sino que  juego en silencio. Una lástima porque él se divertiría mucho con esta canción. Desde que colgó el teléfono, hace unos minutos, se puso todavía más serio. Llueve más duro mientras nos alejamos de Chapinero. El agua cayendo desdibuja las pocas luces navideñas que encontramos en el camino. Mi papá gira sin bajar la velocidad, me revuelvo con brusquedad en el asiento del pasajero. Seguramente mi papá está  jugando su propio juego: manejar como un atarván para dejarle claro a su ser interno que él se manda solo y nadie p uede decidir por él, ni mi mamá ni su novia nueva. Si mi mamá viniera aquí aprovecharía para decirle que no lleva un trasteo en el carro. El motor de la camioneta da un brin quito, mi papá pone primera y tomamos la calle inclinada para subir la avenida circunvalar hacia el norte. Las calles están

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  • Concurso STADT: historias de la gran ciudad

    1

    Avenida Circunvalar

    1:20 A.M. Veo la figura de un hombre en la mitad de la calle, los ojos encandilados

    por las luces del carro. Luego, de repente, no hay nadie en la carretera: la figura

    salta por los aires, rueda por el panormico, pasa por encima de la camioneta,

    frenamos, el auto patina, me voy hacia adelante, indefensa, pero el cinturn y el

    brazo de mi pap me atrapan y yo misma alcanzo a poner las manos sobre la

    guantera. El golpe deja un eco en el interior que tarda varios instantes en irse, el

    tiempo que necesito para comprender que la figura del hombre en la carretera y la

    que se levanta por los aires son una sola cosa. Estamos atravesados, tapando la

    lnea amarilla de pintura reflectiva que divide el carril en dos. En la radio solo hay

    esttica, no pasa ningn carro, el polvo y las gotas de lluvia bailan en las franjas de

    luz de las farolas delanteras. Parecen imgenes de un microscopio. Mi pap abre la

    puerta, yo no me muevo, por la puerta abierta se multiplica el ruido del aguacero, y

    tengo la impresin de que el fro punzante duele en los dedos, en las mejillas, en los

    ojos. La noche no podra haber acabado de otra manera, pienso, y me tapo la cara

    con las manos sin estar segura de lo que siento.

    12:45 A.M. El juego me lo invent en un viaje a la Costa con mis abuelos. Consiste en

    repetir la ltima slaba de cada verso sin perder el ritmo de la cancin. Sintonizo

    una emisora y entonces me pongo a jugar: Soy propietario de tu lado ms caliente

    ente soy dirigente de tu parte ms urgente ente soy artesano de tu lado ms

    humano ano y el comandante de tu parte de adelante ante La cancin gana

    segn acumule ms finales graciosos. Hoy no la comparto con mi pap, sino que

    juego en silencio. Una lstima porque l se divertira mucho con esta cancin. Desde

    que colg el telfono, hace unos minutos, se puso todava ms serio. Llueve ms

    duro mientras nos alejamos de Chapinero. El agua cayendo desdibuja las pocas luces

    navideas que encontramos en el camino. Mi pap gira sin bajar la velocidad, me

    revuelvo con brusquedad en el asiento del pasajero. Seguramente mi pap est

    jugando su propio juego: manejar como un atarvn para dejarle claro a su ser

    interno que l se manda solo y nadie puede decidir por l, ni mi mam ni su novia

    nueva. Si mi mam viniera aqu aprovechara para decirle que no lleva un trasteo en

    el carro. El motor de la camioneta da un brinquito, mi pap pone primera y tomamos

    la calle inclinada para subir la avenida circunvalar hacia el norte. Las calles estn

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    solas y la camioneta se desliza por las avenidas como si patinara. Me molesta de

    golpe que mi pap vaya as de rpido. S de inmediato que no es solamente eso lo

    que me molesta, pero ya estoy un poco acostumbrada a lo dems: las discusiones

    con su novia nueva, las peleas con mis abuelos, los reclamos de mi mam por la

    plata y por el ejemplo que le dan a la nia, esa mala onda que se apodera de todos

    en las fechas especiales. Mi pap acelera todava ms. Tiene el poder, que es el

    timn del auto, que cuesta plata, una plata que ni siquiera consigui l trabajando

    porque el carro nos lo prestan mis abuelos. Mi abue es ingeniero. Estuvo en una

    multinacional media vida y la otra media se la ha gastado haciendo algo que l

    llama consultoras. No s qu significa eso. S s que ingeniera es una carrera

    correcta para estudiar y conseguir camionetas costosas como estas. Aguacero,

    curvas, pasto mojado en la montaa de la avenida circunvalar, las luces diminutas

    de la ciudad abajo, un aviso de hombres trabajando, una cinta de seguridad advierte

    que el carril se ha reducido. Le digo a mi pap que baje la velocidad, mi pap no me

    oye. Si no para, me voy a tirar, pienso. Luego se lo digo. Si no para, abro la puerta y

    me boto. No entiende. No es mi culpa que mi mam no lo quiera y que su novia

    nueva no se lo aguante, pienso. Mi pap voltea a mirarme. Me ests retando,

    muchachita de mierda?, dice, y desactiva el seguro de las puertas. Si estuviera mi

    mam, le dira que pusiera de nuevo el seguro. La pelea no es la con la nia, dira

    ella furiosa. Mi mam igual se desquita conmigo: me pregunta a veces si no tengo un

    cepillo para peinarme estos pelos, si voy a salir as andrajosa a la calle o si no le

    parece que me he engordado. Estn locos, le digo a mi pap, locos, locos. Con el

    rabillo del ojo, veo la figura del hombre. No hay tiempo de nada. En un segundo, no

    hay nadie en la calle.

    10:15 P.M. Si todava estuviera en el colegio, esta sera la hora de acostarme. Me

    gusta esa sensacin. Y la sonrisa de la gente sentada en los muebles o en las sillas

    del comedor que rodaron para rodear el sof. Hoy vinieron mis tos, sus esposas y

    las nias pequeas. Mis tos encienden el equipo y ponen msica. Mi abuela vigila el

    lmite del volumen. Las mujeres de mis tos salen y entran con bandejas de snacks

    que se acaban en un momentico. Buuelos, bocados de arepa con atn, pan con

    tomate, queso y albahaca, natilla, of course. Cuando hicimos la novena, casi nadie

    repiti lectura, porque haba muchos y la fila era larga. Yo dije solo un gozo, el del

    Adonai potente que Moiss hablando, y la oracin del nio Jess. Necesito que

    pronto crezcan las hijas de mis tos para dejar de ser la cuota infantil de estos

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    eventos. Las nias de mis tos estn en el cuarto de mis paps viendo muequitos

    en el televisor gigante. Esta noche no han molestado para nada. La nueva novia de

    mi pap se llama Adri. l la convenci de que viniera. Fue raro al principio. En

    especial porque a mis tos les gusta hacer chistes. Esta noche ya empezaron: que si

    Adri era novia de mi pap o amiguita ma del colegio; que si para Adri haba regalito

    del nio Dios; haba descubierto mi pap que el nio Dios no existe y eran mis

    abuelos los que ponan la plata para los regalos? Mi pap agacha la cabeza sin

    responderles, tranquilo. Me siento orgullosa de l. No me caen bien ninguno de mis

    dos tos. Son una parranda de criticones, buena vida, malcriados y borrachos, que

    sin embargo creen tener la autoridad para juzgar. Yo s muy bien quin es mi pap,

    es decir, lo defiendo, porque es mi pap, pero puedo ver qu cosas hace bien y con

    cules no estoy de acuerdo. Tambin me gusta esa sensacin: la de decir que no

    estoy de acuerdo con algo. No por decirlo y ya, sino cuando de verdad siento que

    tengo razn. Nada ms delicioso que tener la razn. Mis tos me preguntan que al fin

    qu voy a estudiar el ao que entra y les digo que fotografa. Se sonren.

    Fotografa?, preguntan, como queriendo decir que si eso se estudia. Me sonro. Esta

    noche yo tampoco quiero disgustarme. Adri viene a sentarse al lado mo. Somos

    aliadas, lo tengo claro. Le pregunto por el color de sus uas, es un rojo precioso.

    Fufurufa, se llama ese color, dice, y las dos aprobamos el nombre alzando las cejas.

    Suena una cancin de Carlos Vives. Mis tos se emocionan y abren espacio para

    sacar a bailar a sus esposas. Los dems nos quedamos sentados. Mi pap se para a

    traerle ms whisky a mi abuelo y copas de vino para l y para Adri. A m me

    dejaron tomarme una cerveza, dicen que no, pero igual todos se escandalizan: la

    cuota infantil no tiene derecho a beber alcohol. No me importa, porque igual sabe

    feo, no le encuentro la gracia. Mis tos bailan con los ojos cerrados. Adri y yo nos

    miramos y tenemos que aguantarnos la carcajada. Las nias entonces salen

    corriendo del cuarto de mis abues: se persiguen entre ellas, primero me parece que

    vienen jugando, luego me doy cuenta que estn bravas, Lu alcanza a la Mariana y le

    jala el pelo, lo hace con tanta rabia que la tira al piso. Mi abuela las regaa, mis tos

    se ponen serios, abren los ojos, las esposas pegan alaridos y corren a reprender a

    las nias. La cancin de Charles Lives parece de golpe fuera lugar. Miro afuera por la

    ventana del apartamento, este ao pusieron la silueta iluminada de unos renos.

    Llueve, no me haba dado cuenta.

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    4:00 A.M. En el pasillo parpadean los tubos fluorescentes. No hay nadie ms en la

    sala. Mi pap estuvo hablando un rato largo con los mdicos y despus con la

    polica. Insistieron mucho en la prueba de alcoholemia. No obtuvieron resultados

    concluyentes, o que decan. Ahora mi pap se fue a buscar un tinto para l y algo

    de beber para m. Al parecer, vamos a tener que ir a una comisara a dar

    declaraciones. El hombre est en cuidados intensivos. Se llama Jos. Tiene nombre,

    pienso. Mi pap regres al carro, escurriendo agua, despus de revisar el cuerpo en

    la carretera. Cerr la puerta y se qued callado, mirando al frente, sin ninguna

    explicacin. Qu pasaba por su cabeza en esos minutos, ah agarrado al volante del

    carro, como si se fuera a caer? Yo segua paralizada por el miedo, incapaz de hacer

    o decir nada. Me pareci que cualquier cosa poda pasar. Me puse nerviosa. Estaba

    muerto el tipo? Pensaba mi pap en prender el carro y salir huyendo? Seramos

    capaces de vivir los dos en adelante con un secreto as terrible? Me imagin

    tambin la cara de mi mam en caso de enterarse, los comentarios de mis tos, la

    rabia contenida en la cara de mis abuelos. Qu iban a decir los familiares del tipo

    llamado Jos? Tendra hijas? Mi pap tom aire y pidi la ambulancia. Sent que

    soltbamos un peso. Sin que me diera cuenta, se me escurrieron unas lgrimas y el

    peso se convirti en un llanto con mocos. Cerr los ojos y esper. No s qu

    esperaba: la mano de mi pap sobndome la cabeza; un abrazo de mi mam; que

    todo terminara de una vez como si fuera un sueo; que el hombre en el asfalto se

    pusiera de pie y nos avisara que estaba bien. La lluvia no cedi hasta cuando lleg

    la ambulancia, recogieron el cuerpo y nos vinimos para ac. Se me ocurre la

    siguiente idea: cualquiera es capaz de hacer cualquier cosa en cualquier momento.

    S que en el fondo es una estpida y enredada frase, pero igual. Mi pap regresa

    con un caf con leche para m. No quiero eso, lo recibo. En vez de sentarse, dice que

    va a preguntar y ya vuelve. Preguntar qu? Por qu no se queda sentado al lado

    mo y punto?

    7:00 P.M. Cuando estaba pequea, me gustaba morder semillas de uva. Mi mam

    dice que era una brega conmigo porque despus andaba con dolor de barriga. El

    mdico dijo que las semillas de uva no hacan dao. Ms all del amargor, dijo, no

    pasa nada, y yo me llev la palabra amargor para la casa. Despus nos explicaron

    que en realidad lo mo era un problema ms complejo. Masticar porqueras y el

    dolor de barriga significaba otra cosa distinta a masticar porqueras y tener dolor de

    barriga. Me llevaron a terapia. Despus, la psico-orientadora del colegio se le pasaba

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    preguntndome cosas sobre mi vida. Haca un tiempo ya que mis paps se haban

    separado y a la psico-orientadora le gustaba recordrmelo. Escojo el vestido

    amarillo, el cinturn caf y me par a mirarme en el espejo. Esta noche la voy a

    pasar con mi pap en casa de mis abuelos. A mi mam le molesta que Adri vaya con

    nosotros. Ella igual tiene una fiesta con la gente de Herbalife. En esas se la pasa: o

    vendiendo productos para adelgazar o en reuniones sociales con sus compaeritas o

    pegada al computador discutiendo en un foro sobre la verdad del batido desayuno

    saludable. Aliso los pliegues de la falda, me pruebo una correa negra. Me cojo el

    pelo con un par de pincitas a cada lado, no me satisface, me suelto el pelo. Al final,

    regreso al cinturn caf y a las pincitas. Oigo el pito de la camioneta. Es mi pap. Me

    apuro. Hay viene mi mam por el pasillo a despedirse, y quin sabe si agregar un

    comentario venenoso, a ella le salen con mucho estilo.

    5:45 A.M. Le digo a mi pap que por qu no hemos llamado a nadie. No dice nada.

    Para qu?, pregunta. Luego agrega que tenemos que esperar el trmite. Hasta yo

    me puedo dar cuenta que eso del trmite es una excusa pobre. Mis abuelos debieron

    dormirse pensando que a m me llevaron a la casa de mi mam y que luego mi pap

    se fue a la suya; mi mam estar convencida que estoy donde mis abuelos. De Adri

    no tengo ni idea. Como ella se fue inesperadamente, mi pap dijo que mejor me

    llevaba adonde mi mam y nos veamos despus. A Adri no le pareca que tuviera

    que aguantarse nada, dijo, cuando bajamos al primero piso del edificio a fumar y

    ellos a fingir que no discutan. Yo no me quise quedar arriba sola, y menos con mi

    abuelo borracho diciendo cosas. En el carro, mientras volvamos a daarle la fiestica

    a mi mam, mi pap sigui hablando por telfono con Adri, lo ltimo que o que le

    dijo fue que entonces ella se fuera a la mierda de una vez. Me pas un frito cuando

    escuch esas palabras. Mi pap va por su tercer tinto. A m me consigui una pony

    malta en un quiosco que hay en el parqueadero de la clnica. Vamos, me dice

    despus de un rato, y me alegro porque pienso en mi casa, en mi cuarto, en las

    cobijas de mi cama. Afuera ha empezado a amanecer. Es un azul clarito el del cielo,

    en medio de las siluetas de los edificios dormidos. En el parqueadero, mi pap

    revisa la defensa del carro. Entonces me dice que busqu un trapito. Voy al quiosco,

    que est en el fondo, vuelvo con un balde y una lanilla. Mi pap est recogiendo los

    pedacitos de farola partida. Me agacho. Mojo la lanilla, la paso alrededor del golpe,

    palpo los sumidos en las latas, cae la pintura levantada. Mi pap se mete los trocitos

    de farola en el bolsillo y dice que va a preguntar a ver si por pura casualidad

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    tendrn una lija (ija, repito para m). Lijar, dice, alguito de pintura verde y yo creo

    que nadie se va a dar cuenta ( enta, trato de nuevo pero no me causa gracia). No

    crees?, me pregunta. Yo sigo pasando la lanilla. No s qu pienso. No crees? (ees:

    nada, ni un cosquilleo de diversin), oigo que repite la pregunta. Me demoro en

    responder. Siento la suavidad del trapo y cmo se desliza. Volteo a mirar a mi pap,

    seria. No reconozco al tipo que veo, o s lo reconozco, pero me siento mal por l. No

    me gusta esa sensacin quiero que se vaya. Entonces, sin ningn esfuerzo, todo se

    vuelve claro para m es extrao, simplemente s cul debe ser la respuesta para

    mi pap... .