Avance del cómic Ramiro, de Vance - Stoquart
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INTEGRAL 1
W.VANCE - J.STOQUARTW.VANCE - J.STOQUART
Color:PETRA
Cuando la bande dessinée dejó de ser infantil —en el sentido más peyorativo del término— William Vance se hizo profesional.
Formó parte de esa nueva oleada de ilustradores que decidieron, repentinamente, introducir en este oficio —no muy serio hasta entonces— nuevas nociones como la expresión artística, la documentación real, el encuadre cinematográfico, la minuciosidad en los colores y otros “detalles” similares.
Como no sabíamos muy bien qué hacer con este talento insólito, William Vance recibe el encargo, para empezar, de contar “historias reales” para niños sobre vidas heroicas —desde Carlomagno hasta el corsario Surcouf, desde Julio Cesar hasta el mariscal Montgomery de Alamein— o acontecimientos históricos que tuvieran una relevancia ejemplar.
Realizó un trabajo excelente que llevó a cabo no sin cierto sentimiento de nostalgia.
Tuve la suerte de conocerlo en ese momento y juntos pudimos explorar nuevas dimensiones del “cine en papel” adentrándonos en las aventuras de Bruno Brazil, un agente secreto que usaba por fin accesorios reales, en escenarios verdaderos, contando hazañas cuyos riesgos eran auténticos.
Paralelamente, William demostraba su extraordinario talento como dibujante con el deslumbrante barroquismo de las aventuras dibujadas de Bob Morane.
Cada detalle, cada objeto, cada personaje alcanzaba una precisión, una realidad, una presencia que dejaba muy lejos las convenciones habituales.
2 3
Prólogo
La ficción de la historieta abrazaba, superándose en cada página, la realidad; sabemos que esta siempre ha sido una inmejorable guionista.
Ya solo quedaba un paso más, y Vance lo recorrió de manera natural. Lo único ficticio que hay en Ramiro es el personaje principal: la época, el entorno, los acontecimientos, los objetos y hasta el vocabulario son, aquí, los de la Historia, los de la Vida. Ni tan siquiera reformulados: resucitados, traídos a la luz como eran, como son, ya que el lector recorre ahora el Camino de Santiago, vive el día a día de aquellos tiempos. Es el lector quien se adentra, finalmente, en el universo de William Vance, periodista del dibujo, reportero de la Historia, fiel cineasta del pasado revisitado.
El único peligro hubiera sido que esta erudición gráfica se convirtiera en pedantería. Sin embargo, la elegancia
de Vance es, también, auténtica y verdadera: no se nota. Ramiro nos cautiva como una gran película rebosante de emoción, exaltación, osadía e ideales.
La primera lectura desata la imaginación, es la aventura, el exotismo, el sueño.
Empecemos de nuevo…
El libro de Historia se iba escribiendo, en segundo plano, sobre el otro. Ambos formarán una obra de nuestra biblioteca de la que enorgullecerse.
Michel GREG
3
Ruinas del castillo de Calatrava
Cubierta del álbum de la editorial Dargaud – 1975
EL BASTARDO
7
7
LA BATALLA DE ALARCOS
Uuuuuaah-hhhhh...
¡Eh! ¿Adónde vas tan temprano,
Ramiro?
¡Pues a recoger madera! Si el botafuego no se levanta, ¿quién hará el
desayuno?
8 9
¡Los moros! ¡Todo el ejército está aquí! ¡Rápido, hemos de informar al Rey!
¡Misericordia, dios mío!
¡Arriba, amigo! ¡Los moros nos atacan! ¡álvaro, combatamos
juntos!
¡Siempre a tu lado, Ramiro!
¡El cuerno! Un centinela habrá dado la alarma,
Yaqub.La confusión será
mayor, El Senani. Ataca por la derecha con tus andaluces. Abu Yahya, carga por la izquierda,
¡ya!...
Desde hace más de un siglo, la Reconquista enfrenta a los reyes cristianos y al invasor islámico. Los territorios van pasando indistinta-mente a manos de moros y cristianos, en función del resultado de las batallas. La de Alarcos, que está empezando, dejará en los cristianos el gusto amargo de la derrota...
19 de julio de 1195
(1) Yihad: guerra santa.
¡Timbalero, llama a la yihad(1)!
¡Por Alá! ¡Al ataque...!
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¡Que Santiago nos
proteja!
¡Acampare-mos aquí!
¿Y bien, Yaqub al-Mansur, dónde queda tu coraje? ¿Alá te ha abandonado?
¡Rápido! ¡Rápido! ¿Qué dirán mis caballeros si no
encabezo la lucha?
¡Treinta días de indulgencia a los heridos! ¡Indulgencia plenaria a quienes mueran
por Cristo! ¡Resistid!
Para los cristianos, fue una sucesión de imprudencias. Alfonso VIII de Castilla se en-frentó solo a los moros sin esperar la ayuda —pro-metida, aunque dudosa— de los reyes de León y de Navarra.
Alfonso VIII, tenso por la espera del día anterior, se viste con premura...
Al amanecer del día siguiente, redoblan los grandes tambores almohades anunciando el ataque.
En el campo cristiano, la confusión reina como en una espantada de pájaros asustados.
Temerario, desciende desde un llano fortificado para desafiar al ejército moro en el valle. El astuto Yaqub dejará que la caballería cristiana se cueza durante un día entero bajo el abrasador sol ibérico.
Alarcos...
¡Los moros! ¡Sálvese quien
pueda!
10 11
Ahora, si morimos, Ramiro... ¡será con el rostro en la
tierra de Castilla!
Cien días de indulgencia a quien salve a un compañero...
¡Vaya! ¡Con qué facilidad reparte el padre regalos!
Siente tu tierra. La
muerte nos rodea, Ramiro.
Huele como el sol sobre los campos de trigo.
¡Compañeros! Recordad que pagaremos con nuestra vida la captura o la muerte de Ramiro. ¡Juremos defenderlo hasta el
último aliento!
Ramiro se encontraba entre estos pobres.Y sin embargo...
Muchos murieron ese día lejos de su Castilla natal. Empezando por quienes no tenían acceso a las costosas armaduras: los pobres.
¡Lo jur amos!
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¡Vamos, álvaro! Tengo un hambre atroz... ¡voy a
devorarme a diez moros para desayunar!
¡Tú los desarmas y yo los mato!
Pero... ¡Todos huyen! ¡Eh! ¿Qué
os pasa? Los moros están por
allí...
¡Imbéciles! ¡Por muy rápido que huyáis, los caballeros moros os alcanzarán y os
exterminarán! ¡Contraatacad!
¡Bien dicho! ¡Vamos a darles su merecido a esas ratas del
desierto!
Eres el primero... Sé bienvenido. ¡Te invito a cenar!
¡Espero que las piedras sean de
tu agrado!
En el frenesí del combate, Ramiro no se imagina que una guardia de caballeros está pendiente de cada uno de sus movimientos.
12 13
¡Solo son un puñado! ¡Formación en círculo
doble!
No saldremos de aquí... ¡a menos que
arriesguemos!
¡Ahora me toca a mí! Eres el jefe...
los arqueros no se atreverán a dispararte...
Una trampa sin escapatoria venía a encerrar a Ramiro y a los españoles enloquecidos.
Pero la resistencia de los cristianos es escasa. Alarcos se convierte en una desbandada general. Abu Yahya, que lidera el ala izquierda de los musulmanes, lo comprende enseguida.
13
¡No lo penséis más! ¡Haced como yo! ¡Saltad sobre los caballos que os están encerrando!
Curioso... Abu Yahya se ha dejado sorprender... ¡Tiene un español en la grupa! Un buen primer
ministro, pero un pésimo estratega...
Mirad a Ramiro, ¡de tal palo tal astilla!
¡Pero se está arriesgan-do mucho! ¡Unámonos
al baile, amigos!
La astuta maniobra de Ramiro llama la atención del general almohade: Yaqub.
¡Y, además,el jefe de la misteriosa guardia de caballeros tampoco se queda impasible!
¡No! ¡Dejádmelo a mí!
¡Cu idado, Ramiro!
14 15
¡Gracias, amigo! ¡Cien días de indulgencia por un cristiano salvado! ¡Tantos hay, que te podrás pasar años salvándolos!
Tú me molestas, ¡a buscar trufas!
Es un sultán, ¡quizá sea Yaqub!... ¡Terminad
con él! ¡Venceremos!
¡Síguenos Ramiro!
Voy Ram...
¡Aghh!
Enseguida... ¡álvaro, a mi
grupa!
¡Dejadme! ¡Es mi amigo desde que nacimos! Que pueda morir al menos en
mis brazos...
De ningún modo. Tenemos orden de... ¡Espolea su
caballo, García!
Ya ves Ramiro, tienes que marcharte... Voy... ¡Ah! Santa María purísima... ¡El rostro en la tierra de Castilla,
Ramiro!
La victoria ya ha caído en manos de los musulmanes, aunque el primer ministro almohade no probará su sabor...
¡Álvaro!
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...¡es casi una traición!
¡Bueno, bueno! Que Abu Yahya se
haya dejado matar, es problema suyo. Pero que le hayan robado uno de mis
cinco mejores caballos...
¡Vamos, bicho malo! ¡Te voy a presentar a las yeguas más hermosas de toda
Castilla!
¡Estáis poniéndolo nervioso de tanto espolearlo!
¡Sooo!
Dirijámonos al este. Allí delante están cayendo nuestras tropas... ¡La tienda del Rey está
siendo aplastada por la caballería árabe!
¡Razón de más para llevar a Ramiro
a buen recaudo!
¡Hay que tocar retirada, Majestad! ¡Rodrigo Sánchez ha muerto!... Y Pedro de Guzmán, y
Ordoño García de Roda... ¡Estamos perdiendo a hombres por
centenares!
Alfonso VIII lucharía como una bestia. Cuando la derrota de Alarcos fue evidente, sus fieles caballeros se lo llevarían a la fuerza.
En cuanto al sultán Yaqub, no pierde a Ramiro de vista...
¡Nunca!
¡Álvarooo!
16 17
O me estoy quedando ciego, ¡o ese joven va vestido con andrajos! ¿Por qué habrá tantos caballeros pendientes
de él? Extraño...
¡Eh! ¿De dónde salen ahora estos sepultureros
con turbantes...?
¡Guardia! Traedme mi caballo... Y capturad al jinete... ¡vivo!
¡Alcancemos a Ramiro! Su caballo va de vuelta al campamento musulmán... ¡Prefiere las
escuadras a las batallas!
¡Diego, Luis, conmigo! ¡Paremos el avance de esos moros! Los demás,
¡proteged a Ramiro!
¡Pero bueno! ¿Acaso necesito de
pronto a diez niñeras?
17
Su caballo toma distancia...
¡Sí! Es una bestia espléndida...
¡Y nosotros pesamos mucho
más!
Perfecto, interroguemos a este pordiosero por el que todo el mundo está dispuesto a dejarse
matar...
Con serenidad, los tres caballeros se enfrentan a la marea negra. Son tres contra diez, no tienen ninguna oportunidad. Si hubiera una salida, se la habrían concedido a Ramiro...
El semental del sultán Yaqub se dirige directamente a la tienda de su dueño, protegida por cincuenta colosos arrancados de su bosque virgen. Esclavos que hubieran huido de esta batalla que nada les importaba, si no fuera porque estaban atados entre ellos...
De repente, Ramiro se encuentra en la boca del lobo.
¡Alerta!
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Entiendo, hijo de un cactus.
¡Me rindo!
¡El sultán Yaqub! ¡Que este
hombre entre en mi tienda! Llamad a mis
consejeros.
¡Tranquilo!
¡Póstrate y di tu nombre!
Ramiro Quintana...
Bueno, Ramiro, por fin vamos a solucionar ese misterio que me intriga desde hace un rato...
¿Quién eres, qué sabes o qué transportas para estar protegido hasta
tal punto?
Para defenderse, los esclavos negros tenían una técnica simple pero eficaz. Ningún caballero lograba escapar...
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Gracias, Laila. ...¿Y bien, Ramiro? Diez caballeros se
han dejado desmembrar para defenderte, ¿por qué?
Pues... para ganar cien días de indulgencia,
¡está claro!
Pobre inocente...
¿o brillante actor?
¿Y si Alfonso VIII intentara infiltrar un
espía entre nuestras líneas disfrazado de harapiento?
¡Desconfiemos!
¡Vamos, Ramiro! Indulgencias... Eran diez, debían andar muy necesitados... Confiésalo, hay
algo más.
¿Qué va a ser? No soy más que un simple botafuego del ejército de Castilla,
señor, yo...¡Señor! ¡El
Senani espera órdenes!
Y a él, que lo encierren en la prisión de mi palacio azul de Córdoba. Otro día
me ocuparé de él.
Los cristianos huyen... salvo un destacamento que se ha resguardado en el castillo de Alarcos.
¡Asaltadlo! Una guarnición desmoralizada no podrá aguantar mucho. ¡Alabemos a Alá por esta
gran victoria!
La guarnición de Alarcos se rendiría, culminando así la derrota castellana. Los hombres ricos de los que Yaqub esperaba conseguir un rescate, fueron enviados a Córdoba, la capital del Islam español.
HAMMAM EN CÓRDOBA
20 21
¿Sois vos Ramiro? ¡Seguidme!
No te entiendo, Yaqub. Hace ya una luna que dejas que ese tal Ramiro se pudra en prisión, ¡mientras
Castilla te ofrece una ciudad fronteriza como rescate!
¡Afortunadamente, Hassan! ¿Sabes que los embajadores de Alfonso IX me ofrecieron ayer,
por este mismo Ramiro, una alianza con el reino de León?
Así es. Una oferta desproporcionada por un
simple botafuego... Así que voy a volver a interrogar a ese Ramiro... Lo he sacado de prisión
para sumergirlo... ¡en el aliento del dragón!
¿Cómo? ¿Una amenaza directa en los flancos de Castilla?
Ramiro, sospechoso de esconder un secreto, formó parte del convoy. El lujo de las prisiones musulmanas -comidas delicadas, vajillas de oro- le fascinaba...
CÓRDOBA
21
¡En guardia!
Te saludo, Ramiro. Y bien, ¿qué te parece
nuestro modo de vida?
¡Qué maravilla! Es bastante mejor
que un barril con agua en el
corral...
¡Por el amor de Dios! Si esto es la cárcel, no me importaría estar
encerrado el resto de mi vida. Dime, primor, ¿qué es eso que huele tan
bien en el agua?
Es azahar, señor.
Lo ves, Ramiro... Este lujo, esta civilización, ¿no es acaso la prueba de la superioridad del
Islam?...
Un reino con el que conviene colaborar,
Ram...¿Qué?
¿Cómo? ¿Cómo?
¿Colaborar con los enemigos de Castilla? ¿Yo? ¡Te vas a
tragar esas palabras!
La boca del dragón soltaba los vapores perfumados del hammam, ese voluptuoso baño oriental a cuyas delicias se abandonaba Ramiro. ¡Una técnica original para ablandar a los prisioneros antes del interrogatorio!
¡Alerta!...
22 23
¿Debe morir?
¡Yo creo que no!
En cualquier caso, primero hay que
atraparme...
¡Venga! Todo el mundo a bañarse, es muy relajante...
Ramiro se da cuenta en seguida de que lo que acaba de hacerle al Sultán Yaqub es un acto de lesa majestad...
¡Detened al prisionero!
¡Ahhh!
¡¿Eeiiiinnn?!
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¡Fuera! ¡Fuera! ¡Esto es un lugar
santo!
¡Estáis locos! ¡Entrar aquí calzados!
¡Sacrilegio!
¡Cuatro hombres conmigo! ¡Los demás, vigilad
la salida!
¡Un cristiano!
¡Alto! ¿Adónde
va?
¡Cristales! Maldita sea... Si estos
zascandiles me atrapan, no apostaría nada por mi pellejo... Que sea lo que tenga que ser, entraré en cualquier parte...
Ya en esa época, las estrechas callejuelas del la alta Edad Media sufrían problemas de circulación.
¡Allí!
¡Ay! ¡Ay!...
24 25
¡Atrapado! ¡Curiosas cons-
trucciones!
Quizá pueda huir por el tejado... o
esconderme...
¡Oye! ¡Tú! ¡Allí está! ¡En el minarete! ¡Ha interrumpido
el rezo!
¡Dios bendito!
¿Qué mosca te ha picado? ¡Se va a enterar toda la ciudad! ¡Me estoy
jugando el pellejo!
Por pura casualidad, Ramiro se dirigió hacia la única salida que había en la mezquita...
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¡Eso dice! Seguro que me empala vivo en cuanto me
coja. ¡Muchas gracias!Entrégate, Ramiro, ¡y
prometo que vivirás!
Ramiro, estás... ¡estás loco! Vas a...
¡Salvado! Ya solo tengo que dejarme caer...¡Allá
vamos!
¡Ramiro! ¡Escúchame, Ramiro! No tienes ninguna
posibilidad de escapar...
26 27
Chapuzón involuntario por chapuzón involuntario.
¡Estamos en paz, Ramiro!
Te entregaremos a León junto a
otros prisioneros castellanos,
Ramiro...
¿A León? ¿A los enemigos
del rey de Castilla?
Yaqub no podía permitirse desaprovechar un rehén tan valioso. Unos días después, le comunica su decisión...
El invierno se echaría encima mientras se firmaban los tratados y los prisioneros castellanos llegaban desde Córdoba a la frontera de León...
27
Lo sé. ¡Estaremos ojo avizor!
Me permito recordarle la importancia de algunos de estos castellanos a ojos de nuestro buen rey Alfonso IX,
doña Inés. Cuenta con su gente para que los
custodie.
¿Adónde nos lleváis, amigo?
No muy lejos: a Sahagún, al castillo
de doña Inés de Camargo.
¡Espero que la paja de sus calabozos nos dé calor!
La guardia mora puede volver a Córdoba. Los prisioneros quedan a nuestro recaudo a
partir de ahora.
Dos días después...
LA DAMA DE SAHAGÚN
28 29
¡Tu pan, Ramiro!
Una caña se encuentra fácilmente... ¡De acuerdo!
...Soy Luis de González, Fernando. Toma la caña,
escucha y pasa el mensaje: mañana a la hora de la
comida...
¡Castilla! ¡Castilla! Soy el botafuego Ramiro...
¿Hay alguien ahí? ¡Yo! ¡Soy Luis de González!
¡Eh, prisionero!
¡Vuestros panaderos lo tallan cada día con una madera más dura! ¡Deberían ir a Castilla para aprender a usar
la levadura!
¡Prisionero! ¿Tienes familia en Sahagún? Si me das un mensaje para ellos me pagarán con un trozo de pan...
¡tengo hambre!
¡Están todos en Castilla, muchacho! Pero me has dado una idea. Te compro tu caña por un
trozo de pan...
Y así, el mensaje de Ramiro pasa de celda en celda...
Ramiro tuvo tiempo de sobra para comparar el lujo de las prisiones musulmanas con la rudeza de una celda española...
29
¿Qué es ese ruido, Avilio? ¡Los prisioneros,
doña Inés! ¡De repente han sido poseídos todos
a la vez!
¡Rápido! Las santas reliquias, el agua bendita... Sácalos de la celda, Avilio, tengo que
exorcizarlos...
¡El pan! ¡El pan!
Al día siguiente...
30 31
¡Adiós, doña Inés! ¡Saludos
al baboso!(1)
(1)Calificativo con el que los musulmanes apodaban al rey Alfonso IX de León.
31
Para ser un botafuego, Ramiro, ¡tienes ideas de
gran capitán!Todavía no lo hemos conseguido. Nuestros
caballos llevan dema-siado peso y no pueden
correr mucho...
¡Por Dios! ¡Los prisioneros se escapan! ¡Detenedlos,
rápido!Es que... se han llevado todos los caballos,
señora.
Doña Inés requisará algunos. Créeme, amigo, más vale que borremos
las huellas.
¿Qué temes? No tienen caballos...
No creo que se les ocurra seguirnos... ya que vamos a entrar
en Sahagún.
Vayamos río arriba por la izquierda. Así no habrá huellas en
la nieve.
Pero... ¡por ahí nos acercamos a
Sahagún!
Los castellanos no se podían creer que hubieran podido escapar con tanta facilidad.
¿Cómo?
32 33
Tengo una cuenta pendiente con esa ciudad.
Allí, en el castillo, el guarda se pavoneó
demasiado...
¡Mirad! Esas sábanas allí tendidas nos pueden servir.
¡Cogedlas!¿Para qué?
Ya verás. También vamos a necesitar un carro... y mucha
leña…
Nos has sacado de prisión, obedeceré. Pero no lo entiendo.
¿Y qué decía el guarda de la
prisión?
Que la última campana de la iglesia de San Tirso, que instalarán mañana, ¡ha sido
fundida con el bronce de tres campanas castellanas, saqueadas
en nuestras ciudades fronterizas por los soldados leoneses!
¡No podemos hacer nada, Ramiro!
¡Sí! ¡Devolver esa
campana a Castilla y llevársela a
nuestro buen rey Alfonso VIII!
¿Estás loco? ¡Eso es
imposible!
¡Somos unos pobres pescadores, soldado! Tras merecer el fuego eterno, suplicamos la clemencia de Dios haciendo votos
de pobreza...
Al caer la noche, se presenta una curiosa caravana ante la guardia que custodia las puertas de Sahagún...
¿Quién anda ahí?
33
Ahí está San Tirso... ¡Y allí la campana! Haremos
como si durmiésemos en el carro. Controlaremos
las rondas de los vigías y actuaremos cuando no
nos vean...
¡Uff! ¡Ha colado, Ramiro! Ni siquiera nos ha pedido un peaje...
Claro... le he dado discretamente dos gallinas robadas
al enemigo...
Otro día se levanta en Sahagún... ¡Un domingo!
34 35
¿Quiénes son esta gente?
Peregrinos que dicen estar expiando sus
pecados. Piden poder alzar la campana para lograr el perdón.
Navarros, según dicen.
Una lástima. Hubiera sido más divertido ver a
unos castellanos alzando una campana fundida en
bronce castellano.
Será aún más divertido de lo que piensas, pretencioso.
¡Chitón, Ramiro! Nos van a descubrir...
Orgulloso y febril, el clero se prepara para alzar la última campana de San Tirso.
Mientras Ramiro y sus compañeros esperan, ansiosos, el éxito de su descabellado plan, la procesión solemne sale de la iglesia de San Tirso...
REHÉN POR REHÉN
35
Y bien, capitán, ¿qué
hay de los fugados? No hay
noticias, ¡doña Inés! Es como si se
los hubiera tragado la tierra...
¡Esto nos va a acarrear problemas! ¿Qué le diremos al rey?
Seguimos indagando. Quizá
tengamos una pista: un robo de sábanas y
de gallinas...
¡Gracias! Sé que todos tenéis
buena voluntad, pero los penitentes primero...
¡A mi orden!
Y... ¡arriba!
¡El arquitecto! ¿Dónde está el arquitecto? ¡La penúltima campana ha
desaparecido!
¡Madre de Dios! ¿Estás viendo
lo mismo que yo, Pepe?
¿Cómo?... Es increíble...
A pesar de todos sus problemas, doña Inés estaba obligada a asistir a la ceremonia, como todos los nobles.
Centímetro a centímetro, la campana va llegando a su destino.
De repente, en la parte superior del andamio...
36 37
¿Pero...?¡Dicen que ha
desaparecido una campana!
¡Nos la han robado!
¡Sacrilegio!
¿Qué estáis diciendo?
¡Seguro que son ellos!
¿Quién los conoce?
¿Eh?
¡A por ellos!
¿Quién ha podido...? Los fundidores
franceses, ¡seguro!
¡Me robaron a mi mujer!
¡Son los peregrinos!
Stella Matutina... ¡Esta es la penúltima campana!
¡La que han robado es la nueva!
El arquitecto tuvo que rendirse a la evidencia...
En ese momento, la situación se pone fea para Ramiro y sus compañeros.
37
¡Mis hombres lo harán, padre!
¡Muy hábiles! ¡Habéis conseguido que
suelten la cuerda! ¡En nombre del
señor todopoderoso! Quietos todos, ¡es
una orden!...
¡Es vergonzoso! ¡No molestéis a estos valientes
penitentes! Nadie les descubrirá: sería como romper el secreto de
confesión. Doña Inés, la Iglesia exige una guardia armada para estos navarros, ¡hasta la frontera
de la ciudad!
¡Aguantad! ¡Ya llegamos!
38 39
Pffff... Pfffff...
¡Ramiro! Deja ya esa risa contenida.
¡Se van a dar cuenta!
Ahora que lo pienso... ¿No me habías hablado de un robo de sábanas?
Sí, ¿por qué? ¡Ohh! ¡Comprendo!
Deberíamos comprobarlo, ¿no?
Por otro lado, si me equivoco...
me ganaré la enemistad de la Iglesia, además
de la del Rey...
¡Así es, doña Inés!
Pero... pero... ¡si ha sonado una
campana!
¡De prisa, Luis! ¡Protejámonos en
el primer lugar que encontremos!
Y así salieron los falsos peregrinos navarros de Sahagún, ¡bajo la doble protección de la religión y de sus antiguos guardas de prisión!
De repente...
39
¿Eso creéis, doña Inés?
¡Estoy convencida de ello, Ramiro!
Atrás, doña Inés... Por favor, ¡no es lugar para una
mujer!
¡Todo tiene su explicación, capitán! La campana estaba
bajo la leña, y nuestros fugados bajo las sábanas... ¡Vamos,
los tenemos!
¡Haceos con todas las armas que podáis, compañeros! ¡Vamos a demostrarles lo que valen los
castellanos en combate!
¡Allí, en la fragua, puede que haya
espadas!No, mis señores, no.
Solo hago ejes, hierro forjado y...
¡Nos las apañaremos perfectamente!
40 41
¡Ja, ja, ja! ¡Dile a tus compañeros que se rindan si quieres vivir, Ramiro! Ningún
caballero se atrevería a desfigurar a una dama con
esos hierros al rojo, ¿verdad?
¡Pero cuando una mujer juega a los soldados, debe aceptar las chanzas de la guerra! ¡Podría mataros en
cualquier caso! ¡Atrás, leoneses! ¡Vamos! ¡Atrás!
¡Quizá no, doña Inés!
¡No se atreverá! ¡Cogedlos!
No intentéis nada... Necesito pensar en
una táctica...
¡Ya está! ¡Rehén por rehén! éramos vuestros rehenes y ahora doña Inés es nuestra rehén. ¡La rehén de los rehenes!
¡Vaya por Dios! La vida de hoy en día es muy complicada...
¡Sí que se atreverá!
Tan temeraria como inteligente, doña Inés aprovechará, en el combate, su única ventaja...
La captura de doña Inés pilló desprevenidos a los soldados leoneses. Ninguno se habría arriesgado a arriesgar la vida de su señora.
41
Esa es su celda, doña Inés. Le hemos quitado el badajo para que esté más
cómoda.
¡Enseguida, Luis!
Está algo desafinada... ¡Lo
siento, mi señora!
Atrás, doña Inés. ¡Tendrá derecho a una prisión musical! ¡Ramiro,
da el tono!
EL BASTARDO
42 43
¡Y ahora, escuchadme bien, leoneses! Dejadnos vía libre hasta
Castilla. Al menor gesto que veamos en el camino, clavaré a fondo esta espada en la rendija. ¡Es probable que se tope
con la tierna piel de doña Inés!
¿Qué hacemos, capitán?
Por ahora, nada. Su carro es lento, galopa sin descanso hasta León y
pídele órdenes al Rey.
Muy listos. ¿Cómo probar que uno de los
soldados se ha adelantado para poner esta roca en
nuestro camino?
¡Capitán! ¡Esta es la orden real! Tenemos que capturar a Ramiro a toda costa, ¡y vivo! Aunque para
ello debamos sacrificar la vida de doña Inés...
Hacen cuanto está en sus manos para ralentizar
nuestra marcha desde hace dos días. ¿Qué pretenden?
A la lentísima velocidad del carro, los castellanos iniciaron el camino hacia su patria... seguidos de lejos por los leoneses.
Esto es lo que esperaban los leoneses. Y no era una buena noticia para Ramiroy los suyos.
43
Todo iba demasiado
bien...
Si nos rendimos, todavía valemos un
buen rescate...
...Doña Inés puede ser sacrificada. Vuestra rehén ya
no os protege, aunque... si muere, ¡no tendremos ninguna piedad
cuando ataquemos!
¡Escuchad! No sé por qué, pero me quieren a mí. Les
propondré algo...
Pensadlo, espero vuestra
respuesta...
¿Cómo? ¿Qué hacen?
¡Lo capturaremos enseguida! Incluso tendremos tiempo de
echarnos una siesta...
...os reto a un combate leal: ¡dejad que mis compañeros
vuelvan a Castilla y yo pelearé solo contra
todos vosotros!
¡Muy bien, Ramiro!
No cuentas conmigo, Ramiro, no te voy a facilitar
el combate.
Perfecto, atadme a ella bien fuerte, que no puedan atacarme por la espalda. Dudo de que
los leoneses quieran atravesarla ellos mismos, ¿verdad doña Inés?
El plan de Ramiro era arriesgado, aunque suponía la última oportunidad de los castellanos. Lo aceptaron...
Sorprendido, el capitán leonés informa a los castellanos de la orden de su rey... Omitiendo que tenía la orden de capturar vivo a Ramiro.
44 45
¡Ya estoy listo, caballeros leoneses!
Venid a buscarme a este palomar... ¡si podéis! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
De acuerdo, Ramiro. Eh, Rodríguez, ve
corriendo a Castilla... ¡Ya está muy cerca!
¡Acordaos, lo queremos
vivo!
¡Llévate la escalera,
Luis!
Iré al galope, ¡ánimo
Ramiro!
¡Y uno! No lo conseguiremos
así...
Sí, subiendo por varios sitios
a la vez...
¡AL ASALto!
45
¡Bravo, soldado, ya lo
tienes!¡Cinco palabras de
más, doña Inés!
¡Incluso las mujeres tienen su arma
secreta, Ramiro!
¡Eh! ¡Eh! ¡Con calma!
Ramiro no se hacía ilusiones. Sabía que no aguantaría mucho frente a los soldados de León. Pero al menos sus compañeros estarían a salvo...
46 47
¡Ah! ¡Fiaos de las mujeres!
¡No te había prometido ayuda,
Ramiro!¡Quitadle la
espada!
¡Imbécil! Refuerzos, sí, ¡pero de Castilla! ¡Liberad a doña Inés y partamos en retirada, son diez veces
más numerosos que nosotros!
¡Castilla! ¡Castilla!
¡Aguantad!¡Justo a tiempo,
Ramiro! Ni siquiera hemos tenido que llegar a la frontera, vieron de
lejos el combate.
¡Gracias, Luis! ¿Has visto cómo huían? ¡Ja, ja,
ja!
Un momento después...
¡Mirad! ¡Refuerzos!
47
¡Ja, ja, ja! ¡Viva la ignorancia! Aunque me gustaría saber algo
más sobre lo que me ha pasado...
De acuerdo, pero lejos de aquí, las paredes
hablan...
¿Adónde me llevas? ¿A la
bodega?Es más
discreto...
Escucha. Cuando nuestro rey
Alfonso VIII era joven, tuvo un amor secreto con una campesina de Burgos. Eres su
hijo, Ramiro. Si todos los herederos del rey fallecieran, podrías ascender al trono. Así que tu padre te
protege. Y su primo de León, Alfonso IX, veía en ti un magnífico
rehén...
En el último momento surgió un problema: nadie me había enseñado a morir,
así que no pude...
¡álvaro! Pensé que habías muerto en Alarcos, ¡con el rostro en la tierra de
Castilla!
¡No! No... Noooo...
A la mañana siguiente, pensó que seguía soñando…
Celebraron su vuelta a tierra castellana en un castillo del conde de Carrión. Ramiro tuvo una noche repleta de pesadillas.
¡Je!
¿¡Pero...!?
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Así que, por los desvaríos de un rey, casi no vuelvo
a ver mi Castilla...
¡Es tu padre, Ramiro!
¡Bien dicho! Yo te armo caballero…
¡Defensor de locos y viudas, de herejes, leprosos y
huérfanos...!
Que cobra con vino peleón y pan duro...
Hijo libre de la tierra y del cielo de Castilla...
FIN del episodio
¡Dueño de nada y vasallo de
nadie!
Gran señor del castillo de las hierbas y de las
nubes...
Mi padre, sea... pero no mi señor ¡álvaro, me declaro
caballero bastardo!
Gama
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la próxima semana,la continuación de las
trepidantes aventuras de
y elCHARLATÁNEl bastardo del rey de Castilla
inicia la persecuciónde un misterioso médico.
¿Conseguirá sortearlas trampas diabólicasde doña Inés y liberaral extraño prisionero
apresado por los Templarios?...
Anuncio del capítulo “EL CHARLATÁN”aparecido en el nº 1537 del semanario Femmes d’Aujourd’hui (1974).