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Avance automático la Pasión de Cristo por la Sierva de Dios, Madre Mercedes de Jesús, Monja Concepcionista de Alcázar de San Juan.

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Reflexiones sobre la Pasión de Cristo por la Sierva de Dios, Madre Mercedes de Jesús, Monja Concepcionista de Alcázar de San Juan. Avance automático . “He aquí que hago nuevas todas las cosas”. El nuevo Adán comenzaba a hacer nueva la creación, purificándola con su santidad y amor. - PowerPoint PPT Presentation

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Avance automático

Reflexiones sobre la Pasión de Cristo

por la Sierva de Dios,

Madre Mercedes de Jesús, Monja

Concepcionista de Alcázar de San

Juan.

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“He aquí que hago nuevas todas las

cosas”. El nuevo Adán

comenzaba a hacer nueva la creación,

purificándola con su santidad y amor.

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La bendición de Dios llega más abundante en la prueba.

En el desierto florece la abundancia… y se escriben las más bellas páginas de amor

entre Dios y el alma.

La fidelidad de Dios se manifiesta en las pruebas.

Dios cuando hiere y purifica al hombre, no lo hace sin que experimente el bien en

sí.Queda algo de suavidad siempre en el

alma, el bálsamo del amor, que es la mano de

Dios.

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La Cruz nos forma, nos madura. El

sufrimiento, la prueba son señales y

prendas de la presencia de

Dios en nuestras vidas…

Donde el hombre pone muerte, Dios saca y pone

vida.

Por los sufrimientos

llevados con amor y sufridos con ejemplaridad,

Dios bendice a su Iglesia.

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El seguidor veraz de Cristo choca con

las tendencias humanas y encara

al pecado.Sin la

transformación en Cristo, no puede el hombre hallar su

perfección y plenitud.

Llegar a ello no podrá ser

sin sufrimiento, por la

contradicción que siente en sí del

pecado.

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La cruz de Cristo es la gran sabiduría de Dios.

Participar los padecimientos

de Cristo con fe y paz

es estar destinados a participar de sus

consuelos.El sufrimiento nos

saca de nuestra carne y nos sitúa

en el espíritu.

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Jesús en su pasión nos

enseña cómo nos aman Él y el Padre y

cómo debemos amar

nosotros.Lo que le hace ser Redentor a Cristo son los

hombres, el pecado del hombre que Él

tiene que superar con su

amor.

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La entrada triunfal en Jerusalén fue el comienzo

de su Pasión, de su glorificación… porque la gloria del Redentor es

redimir.Y más intensa fue su gloria cuanto más

intenso fue el amor que tuvo que poner en ello.

Así sencilla y mansamente sale al encuentro de su humillación…

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Él sabía que aquel triunfo iba a

contrastar más la humillación que

viviría el viernes de aquella misma

semana. Asume en sí el triunfo para decirnos que el triunfo no es el

camino que lleva a la vida, sino que “si el

grano de trigo no cae en tierra y muere,

queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).

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Así el alma tiene que ir aprendiendo o haciéndose de esa mente divina, y cuando le alaben, huya porque no es el camino.El camino es el mismo que el suyo: la muerte y la deshonra humana.Cuando su vocación le exige una vida crucificada está en el verdadero camino: “El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna” (Jn 12, 25)

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Servir a Jesús es compartir su Cruz. La experiencia amarga de la traición, que hizo turbar en su espíritu a Jesús, arrancó de su corazón con inmensa ternura el precepto del amor: “·Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros… Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13, 33s)

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Comienza la demostración del amor de Jesús al Padre, su obediencia rendida y el amor al hombre

con su imponente ejemplo de vida. Empieza el Redentor su Obra. Se entregó a ella, y, como

siempre, comienza orando: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi

voluntad, sino la tuya”.Ahora falta la respuesta del

hombre, que puede estimularse por el

conocimiento de lo que le costó redimirnos.

Y Jesús, en esta angustia, prolongaba su oración. Él cuida

no ocultarnos su angustia y terror, sino que nos la

manifiesta para nuestra enseñanza, nos manifiesta su

humillante situación y también su entrega al Padre en medio de

esta angustia…

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¡Oh Cisne divino, eterno enamorado de los hombres, que próximo a morir por su amor le entregas tus mejores cantos, las notas más

delicadas de tu melodía divina que es la unión que vives con tu Padre amoroso! ¿Qué más puedes hacer sino desangrar esas entrañas

amorosas que hablan de amor?

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La Pasión de Cristo es una victoria sobre el pecado.

Allí, en el monte Calvario, como al principio en el Paraíso, nació el nuevo hombre. En la cima del Gólgota aleteó el espíritu redentor de Cristo. Allí, con su sangre, con su vida, con su amor, ha despertado a los hombres del sueño del pecado para hacernos vivir

nueva vida de amor y de gracia.

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Jesús se manifestó en la cruz, como debe ser el

hombre que Dios creó: el que vence todo

con el amor.Del esfuerzo de Jesús, de su silencio, de su

amor brotó la disculpa y el perdón.

La muerte del pecado,

el triunfo de la santidad,

el del amor frente al odio,

fue la soledad del alma de Jesús el horrendo precio.

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Ahora son dos silencios los que se unen para hacer más fecundo el amor… la redención.“Vosotros todos, los que pasáis por el camino

mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta” (Lam

1, 11s)¿Dónde podría buscar consuelo María ante su Hijo

muerto? ¿Dónde, si Él era su Vida? ¡Sólo en el silencio…

pues que ya sólo el silencio le quedaba en común con Él…!

Y sólo el silencio era capaz de consagrar sus sentimientos…

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Oh muerte, donde brillan los albores

de la eternidad, que es el amor. Sólo en ese monte se habló

de amor, de rendimiento, de obediencia, de confianza, de

dependencia de Dios, de entrega

para contrarrestar el desamor, la soberbia, la

independencia, la desconfianza de

Dios que vivió el hombre

en otro monte del Edén…

No podremos recordar a los hombres, sin

sangre, lo que Cristo no hizo sin

sangre… la redención,

el acercamiento al Padre.

El convencimiento nos impulsará al

sacrificio.

Aquí reside el amor…

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OIC

Realización:Monjas Concepcionistas de Alcázar de San

Juan

Texto:Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús

Egido

Música:“Adagio” de Albinoni

Año 2010

PAX PER SANCTITATEM