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    Pablo Garrido

    Nac en 1aValparaso, el 26 de Marzo de 1905; soy Aries, lo que explicarmuchas cosas. Mi padre, Evaristo Antonio Garrido Briceo, premiado por una

    de sus telas en la exposicin de 1875 y ex combatiente del

    1b

    79, era profesor dedibujo y caligrafa en el Liceo de Hombres de Valparaso; obeso sedentario ybohemio de pera y bigote, chambergo aln e impecable macfarln, tena sumundo propio; la sala de clases, el taller y una tertulia mvil donde reinaban lamitologa greco-romana, 1cDante, 1dQuevedo, 1eCervantesy 1fSorolla, el pintormoderno que le turbaba. Mi madre, Margarita Vargas Valenzuela, airosa

    puritana positivista, formada en disciplinas anglo-germanas, posea hermosa ypenetrante voz caprina y pulsaba varios instrumentos msicos; para dictar sus

    clases de idiomas y msica o acudir en ayuda del desvalido, trepaba cual ardillalas colinas porteas desafiando huracanes, lluvias torrentosas o calores deaverno. Diferan en caracteres y convicciones, pero el hechizo del arte les unaen actos pblicos de tteres, linterna mgica, ardorosa del templo evanglico deSan Martn o picnics misionales.

    Por sus quehaceres, el hogar quedaba a cargo de la abuela materna y de mihermana mayor. La abuela Margarita era todo el campo chileno aromado adicharachos chuscos y cantares arcaicos, y por los puchos ftidos que liaba en

    sedosas hojillas de choclo; llamaba las cosas por su nombre con crudeza ycuando senta el llamado de la raza parta lejos a comadrear y contar sus cuitas,retornando purificada cual herona de incontables lides.

    Laurita, mi hermana, era otra cosa; agridulce ante las barrabasadas de Jimmy yPaul (que as nos rebautiz la gringuera del cerro Alegre y los misionerosyanquis de San Martn), era tierna hasta las lgrimas contndonos los avataresdel Ratn Prez que se cay a la olla y la Hormiguita lo siente y lo llora, y

    eximia amasando, horneando, aliando y preparando, enfurruada, celestialestortillas de alcachofas y toda suerte de guisos.

    Completaban el grupo familiar un bello zorzal adiestrado, que an me debe unazurra por haberle integrado a la libertad, y Al, quiltro dcil que nos odiabacuando aserruchbamos los violines, pero sonrea agradecido cuando

    tocbamos el piano a seis manos con mi madre. Hablo de 1912, poca de losmecheros de gas, mantos de alcahuetera femenina, estudiantinas demandolines y bandurrias de uetas inquisidoras, esencia maravillosa

    saboteadora de los mdicos, fosfatina Fallires cra sanos, y 1gEl Peneca ,

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    donde daban sus primeros pasos los futuros grandes de nuestras letras,

    reinaban las tonadilleras, los transformistas y los Circos, que el bigrafo no

    prenda aun, y automviles, telfonos, gramfono y mquina de escribir eraningenios al alcance de solo algunos potentados. 2aEl terremoto de 1906, los

    festejos del Centenario y el cometa Halley eran aun los temas favoritos a la horadel mate y la sobremesa.

    A media tarde de cada domingo, mi madre nos llevaba al servicio de la iglesiapresbiteriana ubicada en calle San Martn, pleno corazn del mal vivirtrasnochado; mientras en el interior don Federico Figueroa nos suma en trancecon sus sermones iluminados y llanos, fuera circulaban marineros rubios,cetrinos y negros con mujerzuelas pintarrajeadas como para un viaje al infierno.

    Aquel contraste de San Martn, jams me fue explicado, tampoco hubieraentendido de lascivia, amor con tarifa o lacras sociales; era como una anti-msica a sordina. Cuando afuera crecan los voceros de las pendencias, el coro,que diriga mi madre, cantaba a voz en cuello, y Miss Florence Smith, mimadrina misionera, abra los registros del fortssimo del desvencijado

    armonio; cuando se hacia el silencio en la ra, el pastor exclamaba: Oremos,hermanos.

    Un buen da acordaron representar en la Escuela Popular de la misin yanqui la

    cantata 2bLa reina Ester y me asignaron el papel de paje de la reina. Mehicieron una hermosa tnica con anchas franjas de lam de oro y una diminutacorona-cintillo enjoyada; deba entrar varias veces portando una bandeja convasos y jarra de agua y retirarme reculando. Ya en los ensayos se me hizoodioso el papel, pues en la obra los protagonistas tenan sed a cada rato. Eldebut fue un xito, por lo menos las hermanas y hermanos hacan fila para

    besarme; en la repeticin tropec, y a la tercera funcin apenas hube llegado alas bambalinas, hice trizas bandeja, vasos y jarra con tal estrepito que la funcin

    se detuvo para asistir al accidentado, mientras me desternillaba de la risa. Nohabra de pisar la escena hasta muchos aos ms tarde pero no como paje,aunque me qued el picor teatralesco.

    Con Juan decidimos tener una compaa privada y aprovechbamos las salidasde mi madre para desvalijar cmodas y roperos; ramos precursores delhappening impensadamente, y la parafernalia dictaba el argumento, mientrasque nuestro pblico lo constitua el zorzal y el perro, el que a veces tambin

    hacia papeles de monarca de largo manto real en que se enredaba todo.

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    El final de las obras era, irremediablemente, la llegada de mi madre y su temiblecorrea ululando sobre nuestros traseros.

    Tenamos otros pasatiempos ms intelectuales como el de la pirmide. Haba

    que memorizar los rtulos de los 24 volmenes de la flamante New AmericanCyclopaedia (1868), a saber: A-Ara, Ara-Bea, Bea-Bro, Bro-Cha, Cha- Cou -Edu, Edu-Fug, Fug-Hay, Hay-Jer, Jer-Mac, Mac-Nos, etc., y se colocaban lostomos barajados, formando escalera de doble acceso (pirmide), e ir saltando detomo en tomo, detenerse a la orden del contrincante, adivinar el volumen yrepetir las siglas agregando algunas palabras dentro de los lmites, p. ej., parael tomo Bea-Bro, poda decirse Beefsteak, 3aBeethoven o Botica, todo estoantes que se le contara a uno diez y en caso de fallar, se reciba un coscacho o

    se pagaba una prenda, invariablemente todo terminaba en un campo deagramante, sangre y rasmilladuras en los finos empastes.

    Sostenamos tambin conversaciones mgicas, invocbamos el ritualAbracadabra para proseguir con invenciones las que daban por ejemplo A le

    lle vu, a caya tte mompya, o el traspaso del Yu pai d ay d ay d, Yu paid, Yu pai d, que era un texto de cuento escolar cuyo significado nadie supoexplicarnos en el 3bMackay. Mucho tiempo despus, esta suerte de jerigonza lareencontramos en las onomatopeyas de 3cPales Matos y 3dGuilln (que3eAlfonso Reyes bautizo 3fjitanjforas) y an en el 3gAltazor de3h

    Huidobro; estaban, tambin en el Ene tne t, cpe nne n de los coros

    infantiles hispanoamericanos. Todo aquel mundo - que acaso venia deconsonancias africanas o de Oceana lo amasbamos con cantos araucanoscomo el A e u mai dngu, vachi antu ei piei y con toponmicos que yacan

    oscilando en el trasfondo telrico; Camarico, Catapilco, Collupulli, Cunaco,Illapel, Lolol, Paniahue, Panguipulli, Tinguiririca (pueblos chilenos). Esasvoces mgicas eran como un relevo al gringuero porteo de Bruchert,

    Hoschstetter, Schwarzenberg, Atkinson, Swinglehurst, Williamnson

    como tambin de los Maldinie, Queirolos, Tassaras y Beduneaus,

    Potina y Testaris; pero no se puede uno olvidar que por lo menos el3i

    Salmo 23y los versos de 1dQuevedo, se oan en casa en castellano. Para m alos 7 aos, todo era aventura y alborozo, con un vacilante halo de inocenciairresponsable.

    Toda esa alegra hogarea se triz bruscamente el 29 de Enero de 1913, cuando,

    sin cumplir aun los ocho aos, un tranva me troncho la pierna derecha. Elcasual accidente, que nunca se sumi en resentimientos, me oblig a usar

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    muletas hasta cerca de los dieciocho aos. Durante este periodo fui objeto delcompadecimiento de conocidos y extraos, pero todo aquello me sonaba atintineo fofo o impdico. Los maestros del Mackay y otros gringos, solanhablar de mi hndicap, algo que an me intriga, ya que tal voz indica,

    indistintamente, ventaja o desventaja; es posible que ello me tomara cauto envarios sentidos. En un documento que hall a la muerte de mi padre (1926), yque corresponde a algunos argumentos esgrimidos en el juicio entablado a lacompaa de tranvas, el abogado discurra que un joven con la piernaamputada difcilmente encontrar ocupacin y si la encuentra su remuneracinser muy inferior a la de una persona sana y sin ninguna lesin o defecto, que leimpida toda su eficiencia en el trabajo; en otro alegato se lee que mi padreestaba en condiciones de darme una buena educacin para dejarlo apto para

    desempear un puesto del alto comercio de Valparaso. Pienso ese iba a sermi destino, entonces? Aoro, es cierto, muchas veces, jugar cricket y foot-ballcomo mis compaeros del Mackay; pero yo tena mis libros y msica y eso me

    bastaba. Cuando despus de importrseme una pierna de EU y ensayarla, baj alplan, si pens que me felicitaran, aplaudiran, o algo parecido; pero nadie

    repar en m. Todos tenan dos piernas, y yo ahora igual a los dems. Igual?No; hasta la fecha he tenido diez piernas, de materiales y colores distintos.

    Al abandonar graduado el Mackay (1922), me aguijoneaban dos evocacionesestimulantes, una frase de 4aShakespeare -Be thou familiar, but never bevulgar, Sed sencillo, pero jams vulgar -, y 4bNorman Fraser, un condiscpulode mi misma edad, pianista y compositor en embrin. Yo ya pulsaba el violncon cierta expedicin y haba devorado biografas de msicos, pintores yescritores; me apasionaba 4cJulio Verne, 4dAlejandro Dumas, 4eDickens,4f

    Byron y 4gMilton. Pero Norman tocaba 4hDebussy, el impresionista muertoapenas en 1918, discutido en su patria e ignorado entre nosotros; fue una

    revelacin esa msica brumosa y evanescente que rehua formas tradicionales yexiga crear climas y coloraciones insospechadas. Norman me inici adems enlecturas de 4iPoe, 4jJoyce, 4kShawy 4lChesterton. Ms tarde, desde Londres aParis, me relataba sus impresiones sobre pintores innovadores y las nuevastendencias literarias y poticas, edit algunas de sus composiciones, perfeccionsu tcnica pianstica y se entreg a ufanas musicogrficas, hasta que la brumalondinense nos distanci.

    El segundo cicerone fue el pintor chileno 4mFlorentino Previst, beethoveniano

    apasionado y prendado del mar y sus secretos. Mientras le atisbaba pintar sus

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    veleros realistas, me iba abriendo el mundo de 5aPierre Loti, 5bJoseph Conrady 5cLondon, evocando Negro del Narciso, el Mar de los Sargazos, losmascarones de proa, las salseas y sea-chanties. Me haca regresar a mi primerainfancia y a mi to Juan, uniformado marino mercante que apareca de tarde en

    tarde, tras surcar quien sabe qu mares, llenando nuestro hogar con el perfumepenetrante de grandes sacos de frutas tropicales, y pasndonos a Juan y a miunas moneditas deslumbrantes y extraas, nos deca con voz ronca y traviesa:Chu mai chu fto, o Chuma jaji californina, voces que incorporbamos a

    nuestro lenguaje mgico. 4mFlorentino tambin gustaba repetirme una y otravez la 5dLeyenda del Holands Errante, del cuadro sombro y de la dulceSenta y su rueca, y mientras hablaba yo divagaba sonambulescamente con 5eElBuque Fantasma, con

    5fWagner y 5gMinna Planner sumidos, con su

    inmenso perro, en el tempestuoso Mar del Norte buscando tambin un puertoescurridizo. Un buen da 4mFlorentino desapareci, quizs si en uno de susveleros crepusculares de su caballete, o en alguno real; pero nadie supo jamsde l.

    Guardaba recuerdos aguijoneantes al abandonar las aulas, pero quizs si pesabams sobre mi magn el eminente enfrentamiento con la vida, ayuno de toda

    disciplina existencial. Juan me haba iniciado, poco antes y durante mi ltimo

    ao de colegial, en las ufanas orquestales, incorporndolas al pequeo conjuntoinstrumental con que amenizaba las comidas en el suntuoso Hotel Palace, habasido una buena experiencia, acogida a regaa-dientes por mi madre.

    Tuve all mi primer sobresalto, cuando una noche se acerc a la orquesta laimponente Mme. Marie Malafosse, ex soprano de la Opera de Paris; su bellezay timbre de voz me demudaron. Acaricindome la cabellera y poniendo en mismanos un pequeo trozo de papel apergaminado dijo apenas: Para que llegue a

    ser algn da como l, sigui su camino con su donaire usual. Mir con recelo

    el trocito de papel; era un autgrafo de 5hJan Kubelk! Quin entre losmsicos y melmanos no saba que Kubelik era el ms grande violinista de lapoca? Haba reeditado en Chile sus clamorosos triunfos, justamente en 1913, elao que acaeci mi accidente, y por ello mi madre se vio privada de llevarnos aescucharla. Llegar a ser como l? Desde aquella noche, cuando al pasar Mme.Malafosse me sonrea, empec a sentir una especie de rencor a m mismo,quizs si un preanuncio de frustracin o el terror a la confrontacin a la vida

    que comenzaba a aguijonearme con sus ses y nes.

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    Mi entrada a la vida fue por la puerta ancha del Banco de Londres en enero de

    1923, sin cumplir aun los dieciocho aos; no como cliente, sino como junior.Kubelk se esfumaba para siempre; mi madre lo haba dispuesto, que mi padreno intervena en el destino de los tres varones desde mi accidente, y si cruzaban

    palabras era para lo estrictamente indispensable.

    Juan bordeando los veintiuno, era jefe del Saln Vctor, llevaba a casa lasmuestras de discos y nos embelesbamos con la

    6aCabalgata de las

    Valquirias,6b

    la obertura de El Buque Fantasma y trozos cantados de6c

    Lohengrin del Wagner de mis anhelos, o bien con el milagro del violn,

    6dJascha Heifetz o con las sonoridades exquisitas de la orquesta de 6ePaul

    Whiteman; Juan ere excelente pianista, estaba suscrito a la revista musical6f

    The Etude y estaba al da de la vida musical extranjera. Raulito, ya de doceaos estudiaba el piano con ahnco, aun cuando mi padre gustaba hacerlo cantararias de pera y aoraba secretamente que fuera un 6gCaruso! Pero mi madre,artista y todo, quera hijos triunfadores de oficina; su trasfondo puritanoquizs pesaba por sobre su sensibilidad tan delicada; pero, a la larga; los tresiban a ser msicos.

    El jefe en el departamento de Correspondencia del Banco Londres, era hombrejoven y ledo, parco y extrao, me tom simpata no s por qu. Enterado que

    me apasionaba la literatura, me present un jovencito de mi edad, de ojosglaucos y ameno charlador: 6hManuel Eduardo Hbner, pronto simpatizamosy el jefe sugiri que para no recibir reprimendas, bajramos a la bodega donde

    podamos conversar libremente, y aun oigo el taido de las campanas de la6i

    Brujas medioeval con las extraas conversaciones de monjes distantes ymisteriosos. 6hManuel Eduardo me incit, tambin, al mundo de 6jWaltWhithman, 6kMallarmey 6lVarlainey todo aquel clima que 4hDebussyhaba

    puesto en estructuras sonoras evanescentes. All, aspirando el tenso halo de

    libras esterlinas y oro sellado, en el hmedo silencio de las talegas de los6m

    Albericos del Rhinwagneriano, solo all pude hallar el magntico secreto de6n

    Karl-Joris y de la 6oCancin de otoo y el violn crepuscular de 6lPaulVarlaine. Pero 6hHbnerenferm y se retir del banco; hasta hoy, bien vencidoms de medio siglo, su palabra iluminada me acompaa.

    Mi jefequ dara por recordar su nombre! me propuso sacar una revista,lo que pareci fascinante. Yo haba colaborado en la revista del Mackay y haba

    abordado la poesa, el cuento y el ensayo con xito halageo; pero, ahoraenfrentara lectores ms crticos, por lo que decid no firmar, simplemente,

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    conducta que tambin adopto mi jefe. Por sugerencia suya, la revista se llamaraEl Chonchn, nombre que halle gracioso y original; solicit a mi padre quenos dibujara la portada y nos traz la imagen de un hombre joven de rostrovisionario avanzando con una tea alzada en su mano derecha. Una tea? No

    entend por qu. Como no disponamos de dinero, decidimos hacerlamecanografiada, y pronto El Chonchn, peridico de literatura, Arte,

    Sociologa y Actualidades, con sus 18 pginas de apretada lectura, estabacirculando de seccin en seccin del banco. No falt quien, con criteriomojigato, ech a circular la especie que la revista era anarquista, sugerenciaque nos cre un clima muy incmodo. Dentro de mi inexperiencia asociaba elanarquismo con el 5fWagner de 1848, cuando junto a 7aBakunin, reclamabacondiciones sociales ms humanas en las barricadas de 7bDresde, pero el

    ideario, la tcnica o tcticas polticas y grado de penetracin no eran totalmenteftiles. Es ms, asociabaquizs por el trasfondo lejano del A-Ara, Ara-Bea, yel A lelle vu o el Yu pai d ay d ay d las sigla I.W.W. con Y.M.C.A. yP.S.N.C. (con fontica inglesa). Haba publicado mi primer extenso artculo

    periodstico en 7cLa Estrella de Valparaso (Guillermo Ricardo Wagner22/23-V-1923) y el episodio de 7bDresdeno me fue censurado, ni por el directordel peridico ni por quienes lo leyeron. Para abreviar, mi jefe fue llamado por laGerencia en donde se le aconsej que dedicara su potencial intelectual a cosas

    ms provechosas. Al retirar de la circulacin la dichosa revista que anconservo en mi poder la revis detenidamente y, fuera de un escritoreprobando una proyectada ley para los empleados particulares asunto muydebatido hasta 1925 de anarquista el Chonchn quizs si solo tena unsentido metafrico, idealista y poco bancario.

    Por aquel tiempo prosegua con ahnco tanto mis estudios de violn (con EmmaSpuhr) como de armona y composiciones (con Edward van Dooren y Giuseppe

    Quintano); frecuentaba las eventuales exposiciones de artes plsticas y oacuanto solista pasaba por el prestigioso Saln Alemn del 7dCerro Alegre; en elAteneo escuchaba con fruicin las disertaciones de 7eRamn Clars, unhumanista preclaro y mdico cuyas indagaciones en el aun debatido

    psicoanlisis me iluminaron, sobre todo por sus enfoques del caso3a

    Beethoven. Conoc, empero, a otros hombres que ejercieron una influenciadecisiva en mi mundo interior, 7fAlfonso Lengy 7gRicardo Braga. 7fLengmimayor en 21 aos, dentista-compositorera un frvido admirador de 5fWagner,

    en el que Van Dooren me haba iniciado analizando el rico mundo armnico delPreludio de 7hTristn e Isolda (1858); haba editado unas 7iDoloras

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    bellsimas y estrenado recin un sugerente poema sinfnico, 8aLa Muerte deAlsino, sobre el libro de

    8bPedro Prado. Le conoc en su veraneo en

    Valparaso y luego mantuvimos una copiosa correspondencia en la que meguiaba, tanto en mis primeros pasos de composicin, como en el rico mundo de

    las ideas estticas. Por la confianza depositada en l, le hice saber misinquietudes y deseos de dedicarme profesionalmente a la msica, renunciandoal banco. Su contestacin fue tajante, ello significara prostituir la msica, mecitaba el ejemplo de 8cRicardo Len, quien haba alcanzado un apreciable

    prestigio intelectual siendo bancario. Y por no seguir a Ricardo Lende quiennada conoca entonces perd a 7fAlfonso Leng en 1923; nos reconciliamostardamente, cuando, tras asistir al estreno de mi Opera 8dLa Sugestin(1961), me expres que no le haba defraudado. 7gBragaera hombre de visin

    ms eclctica y de ms fcil acceso, por vivir en 8eVia del Mar, amn de serpianista de considerable capacidad. Venia regresando de Europa, donde habaseguido de cerca todo el movimiento musical y artstico de vanguardia. Mefacilit muchas obras que desconoca totalmente (8fBla Bartok, 8gCasella,8h

    Schoenberg, 8iStravinsky, etc.), pero fue de singular impacto miconocimiento de 8jErik Satie y del grupo 8kLes Six, sus seguidores.Charlbamos largas horas y me abri el mundo de 8lProust, 8mJean-PaulRichter, 8nCocteau, y, principalmente, 8oFrobaniusy 8pCendrars, me facilito

    monografas con hermosas reproducciones de 8qPicasso, 8rBracque, 8sLger,8t

    Modigliani, 8uRousseau, en fin. Mi mundo interior giraba como en trance, y elbanco se me torn horrido, burdo y hasta mal oliente. Algo iba a acaecer, yestaba a punto de caer presa de la hipocondra, como el 8vCromwellde quienhaba escrito un copioso ensayo en el Mackay en vsperas de mi graduacin.Pas lo que tena que suceder. Un buen da, mientras sellaba una carta con lacrehirviendo en el banco, me volqu intencionalmente la cacerolita de lquido

    burbujeante sobre la mano derecha; fui a dar a la Posta, vino el permiso de

    convalecencia y, luego, el justificable retiro del banco. Ahora pensabaingenuamente, me entregara a la vida musical profesionalmente.

    Mi madre haba conversado con el gerente de 8wGraham Rowe & Co, - hijo demisionero yanqui de su misma confeccin y hube de presentarme ante l.Como estaba en posesin de mis antecedentes, dispuso nombrarme a cargo delSaln de Exposiciones de los automviles 8xHudson y 8yEssex, prximo ainaugurarse; all pude sugerir ideas sobre alhajamiento y promocin. El cntrico

    local contaba con extensas paredes albas; nada ms indicadas que utilizarlaspara muestras de pintura y grabado, y as lo suger, hallando entera acogida, era

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    una excelente promocin por cierto. Pero he aqu que de pronto el Saln seconvirti en tertulia literaria y artstica, los automviles pasaron a un oscurosegundo plano y, como era de esperarlo, me despidieron. Dir que casi me senthalagado, pues all haba adquirido nuevas relaciones, entre las cuales se

    destacaban 9aCamilo Moriy 9bNeftal Agrella.9a

    Morihaba sido discpulo de mi padre, venia regresando de una provechosagira europea y en ese ao de 1924, se haba casado con 9cMaruja Vargas, unade las mujeres ms espirituales que he conocido. Comenc a frecuentar su taller,y entre caballetes, modelos, alumnos, pocillos de caf y vinillos, fui adquiriendouna visin clarsima de las tendencias plsticas del da, como asimismo uncentenar de nuevos amigos grabadores, pintores, dibujantes, escultores, poetas,

    escritores, msicos, periodistas, es decir, toda suerte de iluminados, muchos delos cuales pasaron a ocupar sitiales singulares en la historia de las artes literariasnacionales y forneas. En 1925 Camilo pint mi retrato, dejando el nicoregistro visual de las corbatas de papel que se pintaba cotidianamente entonces(actualmente en la 9dPinacoteca de la Universidad de Concepcin); en 1932 ,en Paris, vivimos episodios memorables junto a un ncleo montparnasianomultilinge inabatible, y a su regreso decor al batik cubistamente mi violntriangular (cantado por ms de algn poeta), y, con Maruja, mi invariable hada

    madrina, fuimos testigos de la gesta de nuevas iluminaciones y anonadamientode muchas voces incoloras, hasta su deceso (7-XII-73).

    9bAgrellaera un mundo aparte. Haba hecho un viaje de esfuerzo a EU en 1920

    y captado la riqueza del canto, la danza y potica negroides; tan presto escriba9e

    tankas chinas y9f

    Kaikais japonesas, como poemas ricos en metforas yartculos periodsticos preados de saetazos crpticos. Me abri el mundo de laliteratura centro europea y 9gpan-eslava, como as mismo a la iconoclastia de9h

    Marinetti y los msicos futuristas; me entregaba argumentos para ballets

    imposibles que nunca realic. Zozobrando en una decorosa escases, poda sersimultneamente irascible y festivo. Al da con todos los ismos (tena el suyo

    propio ultimsimo), juntos editamos las revistas literarias porteas9i

    Nguillatun (1924) y La Revista Nueva (1925), las que murieron al primer

    nmero. Cant mi violn cubierta en algunos de sus poemas, y fue mi mentor,no sin malquistarse con el ambiente, mantuvimos estrecha amistad, y a la vueltade uno de mis viajes sin fin, me enter de su fallecimiento.

    El 19 de Junio de 1924 haba presentado mi

    9j

    Royal Orchestra, iniciacinprofesional que, durante los prximos 15 aos me iba a llevar, sucesivamente,

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    por escenarios preados de aventuras y experiencias, surgen viajes por lasAmricas y Europa, vnculos con infinidad de intelectuales y artistas, conciertosde jazz sinfnico (un hbrido espectacular, que incluye mi estreno de la10aRapsody in Blue de 10bGershwinel 1-VII-35), la fundacin del 10cClub

    de Hot Jazz de Chile (25-III-39) que marca institucionalmente el cultivo deljazz en jam-sessons (sesiones de improvisacin espontanea), mi traduccinde 10dLe Jazz Hot de 10eH. Panassi (10fEditorial Ercilla, 1939), accingremial (consolidada en el 10gPrimer Congreso de Msicos de Chile, Julio1940); todo aquello con intermitencia y actividades doctas y de divulgacin(radio, prensa), como asimismo creacionales (obras sinfnicas, de cmara, etc.),

    para cerrar la etapa musical-orquestal definitivamente el 31-XII-1939).

    Pero, regresemos a 1925, que hay algo que destacar.En efecto, el 21 de Enero de 1925 ofreca en el Saln Steinway de Valparaso,La Primera Audicin Futurista en Chile, con la participacin de 7gRicardoBraga, Aquiles Landoff, Pedro Olivan (y ma), de 9bNeftal Agrella(prologuista) y de Alfonso Len de la Barra, Anbal y Lautaro Alvial, JulioSorey y Jess Carlos Toro (artistas plsticos que ambientaron la sala con susmuestras). El programa consista de 26 trozos piansticos de; 8jSatie, 8gCasella,8f

    Bartok, 8iStravinsky, 10hPaul Hindemith, 8hSchoenberg, 10iP.H. Allende,4bN. Frasery mas. En el programa impreso se incluan algunos pensamientosde 9hMarinetti (fundador del Futurismo) y sus seguidores msicos 10jBalillaPratellay 10kLuigi Russolo, de los cuales extractamos: Aprobamos en voz altala ejecucin de 10lParsifal en 40 minutos que se prepara en un Music Hall deLondres (

    9hMarinetti); El ruido tiene el poder de volvernos a la vida. El

    sonido, por lo contrario, extrao a la vida, siempre musical, cosa aparte,elemento ocasional, ha devenido para nuestra oreja lo que un gesto demasiadoconocido es para nuestro ojo (

    10kRussolo); Se grita de todaspartes que somos

    locos. Eso no nos sorprende, pues 10mPalestrina habra probablementeconsiderado a 10nBachun loco, Bach habra considerado a Beethoven un loco,Beethoven habra considerado a Wagner un loco (

    10jPratella). Junto al

    programa se reparti a los invitados la lite de Valparaso y Via y algunoscompositores de la capital - un ejemplar de la Revista Nueva, en la queapareca mi Manifiesto a los msicos de Chile, con el epgrafe: Msica- Ruido,Ruido-Msica. La concurrencia, pues, saba bien lo que le esperaba (aunquedistbamos mucho de poseer rumoreadores sino apenas piano). En el prlogo9bAgrella fue deslizando, sutilmente, saetazos a clsicos, romnticos,

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    impresionistas, academizantes y snobs, oyndose algunas protestas dbiles

    que fueron sofocadas con la aparicin de 7gRicardo Braga, quien gozaba degeneral estimacin en los crculos sociales y artsticos; pero los Embriones

    disecados de Santis, el primer nmero, no mejor las cosas y todo se fue

    empeorando hasta mi aparicin con chaleco futurista (pintado al leo por mmismo y con mucha devocin). Pas la prueba de mi versin del 11aBoston de10h

    Hindemithy, a regaadientes la de la 11bTonada IX de 11cP. H. Allende;las siguientes piezas de 8hSchoenberg pusieron tenso al auditorio que yareprobaba con regaos, taconeos y risas y el propietario de la Sala, CarlosDoggenweiler, se acerc a pedirnos que terminramos, lo que no acept pues el

    programa se cerraba con mis obras: Ascensor, Una Semana y un Choapino,

    Raid en Gndola y Fabrica. El alboroto, las pifias y voceros derivaron en

    bofetadas, reclamos e intervencin policaca. La prensa coment el desaguisadonuestro (no el del pblico, que se senta estafado estticamente) y alguien meapod Pablo Garruido (por lo de mi manifiesto); yo segu con mi orquesta de

    pseudo jazz, y el mundo continu tan perfectamente como siempre. Lamsica que all se oy, hoy apenas podra tildarse de disonante y, mayormenteanticuada.A fines de 1925 visit por primera vez a 3hVicente Huidobro en su casa encalle San Ignacio. Su cuasi monlogo hipntico me dej la sensacin de

    catarsis, cual se experimenta plasmar materialmente una idea fija informe yobsesiva. Crear un poema, como Dios crea un rbol, repeta mientras hablaba,

    no de l, de 11dApollinaire, 11eRadiguet, 11fJacob, 11gEluard, 11hErnst,11i

    Tzara, o me mostraba originales de 8qPicasso, 8sLeger, 11jJuan Gris. Me hizoescuchar, luego, cantos punzantes, ritmos jugosos en extraos contrapuntos ymsica instrumental con ecos de bambes y aves mticas: toda el frica negra

    para una experiencia inolvidable. Al despedirme sent la extraa sensacin dehaber hallado un nuevo alero. No me equivoqu, porque aos ms tarde, en el

    Paris de 1932, me hizo compartir el ncleo de sus relaciones de arte y aun meabri el camino al famoso adalid de la msica de vanguardia, 11kErnestAnsermet, discurri un ballet Globe-trotter con bocetos de 8qPicasso,

    proyecto interrumpido por mi regreso forzado. Hacia 1933, reunidosnuevamente en Santiago, tras discusiones apasionadas ante avecillas que

    picoteaban en su jardn, espet una frase fulminante mientras sus ojos despedandestellos de averno y con su ndice tecleaba en mi pecho: Aqu el nico Pablo

    autntico es este, este y aunque ello fue causal de un impensado

    distanciamiento con otros dos homnimos, con los cuales tambin comparta

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    aventuras en el azur, comprend sus temblores de cielo. Cuando trabajaba enuna Cantata sobre su 3gAltazor, emprendi el viaje sin retorno (2-I-48).

    La siguiente grande influencia en mi formacin data de 1927, cuando part hacia

    EU, y llegue solo a

    12a

    Chuquicamata, para mi buenaventura. En este episodioextenso, que habr de resumir en la figura del mdico-poeta 12bAtilioMacchiavello Varas, cuya compaa como la de su gallarda esposa. MartaLetelierfue ms que un oasis en la desolacin crispada del paraje. En distintassobremesas, visitas del oficio a los poblados huraos del campamento, entre

    tmulos funerarios dispersos por las arenas grises y requeros mineralesmilenarios, en la Cuesta de Norte Cristo u orillando los ripios, camino de la

    ciudad non-santa de Punta de Rieles, todo era fruicin la que brotaba de su

    magn:

    12c

    Gngora,

    12d

    Bcquer,

    12e

    Unamuno,

    12f

    Valle Incln,

    12g

    DOrs,12hOrtega, y luego el milagro de la creacin esttica bajo el prisma de 12iFreud,12j

    Jung, 12kDurkheim, 12lBoas y 12mBergler. Durante tres aos, con huasintermitentes mas a la capital, recib el man de la disciplina intelectual, lasistematizacin en el escarceo de expresiones culturales primaverales y laexposicin en la encuesta al ignaro. Publicamos juntos, en Antofagasta lasHojas Literarias Acronal (1929-1930), para un da caminar por senderosdistintos que solo el destino asigna y que no aparecen en las guas camineras.

    Antes de mi primer xodo a mares ajenos, ya en 1929 vi la cohetera inauguralfloreciendo en la aljaba lirica de 12nAndrs Sabellae intu su brjula de changoeterno; escuch, tambin, como en Valparaso otro trovero joven 12oOrestePlath, taa en su Gong agorare las mudanzas de los tiempos y del hombre

    envuelto en mareas ocenicas y pespuntantes savias telricas; y fui recogiendoseas, pulsos y voces de toda la Amrica morena, para desparramarlos con losvientos, las lluvias y las nieves, hasta sentarme hechizado junto a 12pFedericoGarca Lorca, 12qLa Nia de los Peines, 12rAugusto DHalmar, 12sGerardo

    Diego, 12tArmando Carrera, 12uRamn, en el caf de la Granja del Madrid deotoo, despus, Paris con medio centenar de gentes de mi misma levadurachileindiana y otro puado gemelo de tierras dispares, retornos, vacilaciones,reencuentros, vagancias, proyectos, fracasos, ilusiones, sumando y sumando,mientras Marcos Smirnov vibraba, cual el mozuelo bohemio de otrora,destapando caja de milagros lquidos de mil colores en noches sin das, omientras las hermanas Crellana, rodeadas por 12vJulio Barrenecheay 12wAcarioCotapos, nos sumergan en la raz secreta del alma silvestre. Eso, ms y mucho

    ms; tanto que suena a traicin no poder comprimir todo en estas cuartillas, pero

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    que algn da evocar cual corresponde al ciclo 1931-1942. Que entre 1943 y1947 se acumula mi experimento viajero con la Caravana de la MsicaChilena; Anbal Jara y la DIC (con unpuado de talentos difciles de emular yuna accin nacionalista pura sin escuela; la aparicin de mi 13aBiografa de

    la Cueca (1943); centenares de artculos de divulgacin en revistas y diarios,

    amn de nutridos programas radiales. Y sealo el fin de una etapa en 1947,porque debo entrar a considerar someramente un ltimo y vivificante influjo,13b

    Pedro dAndurain.

    Escuch a este genial msico cuando, siendo director artstico del Casino deVia del Mar, lo present en la serie de conciertos que all organizaba, tenadoce aos de edad (1938) y su dominio del violn era tan asombroso como su

    llaneza y gracilidad. En 1944, en el ejercicio de mi cargo de crtico musical, mecorrespondi asistir al concurso del premio Orrego, la ms alta distincinchilena al virtuosismo; convers con l ganador ya y tuve una grandecepcin, pues haba perdido el hechizo de la afabilidad que antes irradiabacontagiosamente, su maestro me pidi que lo ayudara, pues el mozo pasaba porun periodo de gran desazn, y aunque se haban hecho esfuerzos para interesar alas autoridades en el caso, todo resultaba negativo. Efectivamente problemas

    hogareos, la asfixia del medio y, sobretodo el estancamiento de una carrera a

    todas luces brillante, le haba llevado a la introversin. Asum, osadamente, sutuicin en 1944. (Quizs 5hKubelik aun operaba en mi subconsciente).Avanzado el ao 1947, logr que se le enviara a EU para perfeccionarse con13c

    Ivn Galamin, el ms grande pedagogo del violn del momento. A mitad de1948 dAndurain quedo prcticamente desamparado en la ciudad mayor del

    mundo. Decid acudir junto a l y en agosto de aquel ao; despus de asistirlecinco aos y haber observado su total rehabilitacin, (tras una prueba de fuegoeuropeo), regresamos a Chile en 1953; de all hasta su prematura muerte (27-V-

    74), acaecida a apenas diez meses de su matrimonio, y estando yo en el exterior,su arte adquiri progresivamente una madurez que asombr la crtica de losinnumerables pases europeos y americanos donde se present como solista.Figuras de relieve universal fueron sus amigos: 13dJuan Ramn Jimnez,13e

    Pearl Buck, 13fOswaldo Guayasamn, 13gNeruda, 13hSteinbeck, 13iJoaqunRodrigo, 13jPablo Casals, 13kAndrs Segovia, 13lHeifetz, 13mFrancescatti,13n

    Arrau, 13oBritten, 13pCopland, 13qVilla Lobos. Recogi mi mundo de8i

    Stravinsky, 8hSchoenberg, 13rAlban Berg, 8fBartok y lo verti como yo

    hubiera querido hacerlo. Nos adentramos en la articulacin oculta de la obra de10nBach, y paso a ser uno de sus preclaros re-creadores; comprendi el

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    ostracismo de los compositores de su patria y los de su Amrica, y puso a suservicio su arte, postergando el virtuoso constitucional que llevaba en s y alromntico adormido en su alma. Traz un millar de anlisis de pasajes ariscosde la literatura violinistica de todos los tiempos, en una obra didctica sin

    parangn. Su laboriosidad, llaneza y bohemia me dieron la inspiracin que setradujo, durante treinta aos consecutivos, en accin y obra, y que me permiteestar relatando lo que se viene diciendo aqu. Como gratitud a lo mucho queinfluy en mi quehacer intelectual he trazado con su biografa la trayectoriaintegra de su incesante lucha por alcanzar las alturas: la de todo artista humildey noble.

    Desde mi retorno al pas, en Junio de 1974, hasta la fecha, acogido en el alero

    silente de Jorge Cornejo Garridomi primo mdicohe terminado tres libros,un drama musical (sobre texto de 14aWilfredo Mayorga), y musicalizado poetaschilenos jvenes (14bArteche, 14cGonzlez Urzar, 14dJaime Quezada, entreotros); varios de estos trabajos estn en vas de ser editados; otros siete librosaguardan revisin.

    Hay tiempo y soledad auspiciosa, aun cuando ya me preparo para levar anclashacia nuevos horizontes: Asia y Oceana.

    El pintor japons14e

    Katsushika Hokusai(1760-1849), escriba:A los 20 deseaba ser artista pintor

    A los 30 estudi rudimentos de pintura

    A los 40 aprend a mezclar los colores

    A los 50 estudi composicinA los 60 observ la naturaleza

    A los 70 hice bocetos

    A los 80 comenc a prepararme

    Cerca de los 90 he comenzado a pintar

    Moribundo, a los ochenta y nueve exclam pesaroso

    Si el cielo me hubiera prestado

    Solo 5 aos ms, habra llegado

    A ser un gran pintor.

    No deseo parodiar con Hokusai; no soy pintor y pienso vivir ms que l.Pero, que soy?

    No lo s exactamente.

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    Hasta la fecha auto-didacta y sin ttulo alguno, he ejercido 20 oficios: empleadobancario, instrumentista, crooner, director de orquesta de jazz y sinfnica,conferenciante, editor de revistas, periodista, publicista (en el sentido lato de

    la voz), compositor, maestro de ceremonias, pintor, poeta, dirigente gremial,

    catedrtico, traductor, crtico musical, escritor, investigador de antropologacultural, orientador y coordinador.Figuro en numerosos diccionarios, enciclopedias y monografas de Chile y delexterior como compositor; nadie podra citar alguna de mis obras, y la ltimavez que se toc una composicin sinfnica ma en Chile fue18 aos atrs. Comoescritor, aparte de pertenecer a la Agrupacin de Amigos del Libro, y de lasegunda edicin de 13aBiografa de la Cueca lanzada a circulacin el ao

    pasado por la Editorial Nacimento se desconoce lo publicado en el exterior.

    Los 1864 artculos periodsticos de divulgacin escritos entre 1923 y 1975,como asimismo las trescientas y tantas conferencias dictadas en Chile y en elextranjero, y un nmero no inferior de charlas radiales y por televisin, tuvieronla vida del suspiro.

    Es posible que componga mal y escriba peor. Es posible. Y quien sabe si,despus de todo, tenga que atender el consejo de Hokusai y comenzar a

    preprame a los ochenta.

    15aPablo Garrido, Santiago, 14-IV-1977

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