Auditorio Manuel de Falla

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Extracto de la memoria del Auditorio Manuel de FallaJosé María García de Paredes

1. Evolución de una idea...La idea de levantar lo que sería con el tiempo el Centro Manuel de Falla tiene no sólo una larga historia, sino una larga evolución desde su origen hasta sus resultados finales: el primer paso se dio en 1962 cuando el Ayuntamientos de Granada decidió adquirir el carmen, cerca de la Alhambra, donde residió el compositor hasta 1939 para convertirlo en museo. Sin embargo, su estrecha relación con la ciudad sugería algo más que un recuerdo sentimental como hubiera sido la mera restauración de una casa que, además, no ofrecía condiciones para la conservación y exhibición de las documentos, manuscritos y biblioteca de Manuel de Falla.

El siguiente paso fue la idea de construir un Auditorio para el Festival Internacional de Música. De hecho, los patios árabes y renacentistas de la Alhambra proporcionan admirables escenarios naturales, pero a cielo abierto, y aún en Andalucía, puede llover. Pero una solemne sala de conciertos concebida únicamente como paraguas del Festival no hubiera sido el tipo de idea que Don Manuel hubiera aceptado. De acuerdo con las opiniones de las autoridades locales, de los músicos y de los profesores del Curso, se tomó la decisión de moderar el tamaño del Auditorio, de hacerlo lo más versátil posible y de incluir en el programa del edificio un Centro de Estudios integrado por aulas, seminarios, estudios y zonas para exposiciones así como espacios para instalar definitivamente los archivos y la biblioteca de Don Manuel.

El objetivo final consistió pues, no en levantar un monumento sino en construir algo útil para la ciudad. En pocas palabras, el Curso necesitaba instalaciones permanentes, los músicos dentro y fuera de España necesitaban acceso a la información sobre Manuel de Falla, y Granada necesitaba una sala de conciertos moderna y proporcionada, tanto para el uso cotidiano como para complemento del Festival Internacional de la Música.

2. El contenido del CentroEl Centro Manuel de Falla se compone fundamentalmente de la Casa-Museo, el Centro de Estudios y el Auditorio, estos dos últimos comprenden:

El Centro de Estudios:Biblioteca, archivos, discoteca.Sala de conferencias.Nueve aulas-seminario.Nueve estudios insonorizados.Zona para exposiciones.Dirección y administración.

El Auditorio:Vestíbulos, bar, guardarropas, servicios.Sala de conciertos (1311 plazas)Escenario regulable.Vestuarios generales para la orquesta.Sala de descanso.Cuatro camerinos para director y orquesta.

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La importancia de la inversión realizada no sería socialmente justificable si no se obtuviera a cambio un poderoso instrumento con plena eficacia sobre la vida cultural de la ciudad. Para ello el proyecto ha sido estudiado de forma que, dando preferencia absoluta a la finalidad musical, posea sin embargo tales posibilidades de adaptación que permitan una gran versatilidad de usos como son congresos o teatro.

Para congresos, la sala de conciertos está dotada de canalizaciones y cabinas para traducción simultánea y proyecciones, las aulas cumplen además la función de salas de comité y comisiones, y los camerinos pueden ser utilizados eventualmente como despachos.

La disposición del escenario, sus accesos y la previsión de puentes lumino-técnicos, hacen apto el Auditorio para la presentación de obras teatrales dentro de las líneas más actuales de montaje. El planteamiento de la sala permite, aparte de variantes de aforo, la posibilidad de llegar el teatro total en el que el público rodea completamente a los actores.

3. Homenaje a FallaLa construcción del Centro originó dos tipos de problemas: por una parte, los creados por la propia función del edificio, es decir, el diseño perfecto para una sala de conciertos. Por otra, problemas intelectuales ya que este instrumento de cultura debía ser erigido como homenaje a Manuel de Falla, un hombre grande y humilde que vivió muy cerca de este lugar durante los mejores años de su vida creativa y que, sobre todo, tuvo ideas muy claras sobre el papel social del arte. Por tanto, la arquitectura del Centro que lleva su nombre debería de algún modo reflejar su personalidad: una austeridad casi monástica, una gran perfección conceptual, junto con la máxima economía de medios.

La exposición permanente de los documentos y manuscritos de Falla formará un anexo a las zonas públicas del Auditorio cerca de la biblioteca que acogerá sus libros.

4. El emplazamientoUno de los principales factores que incidieron en el diseño del Centro, fue la preocupación de integrarlo con sensibilidad en el paisaje. El Centro Manuel de Falla es el primer edificio importante erigido en esta sagrada colina arquitectónica desde que, en 1537, el Palacio de Carlos V fuera lanzado en medio de la Alhambra. La empresa requería tanto tacto como valor: se diseño, pues, un racimo de formas creciendo a partir de los espacios interiores como las de la Alhambra, en una concepción básica totalmente opuesta a la del noble palacio renacentista de Pedro Machuca, en el que las cuatro fachadas condicionan el recinto.

El resultado es un edificio alargado, con una silueta irregular que apenas sobresale de las copas de los árboles, y con gran parte del mismo bajo tierra aprovechando la fuerte pendiente de la colina. El exterior presenta un mínimo de hormigón combinado con grandes superficies de un hermoso ladrillo rosado y quebradas cubiertas de teja patinada. No se perdió ningún árbol importante de los jardines y las yedras pronto cubrirán sus muros.

El diseño adoptado permite, además, gracias a la subdivisión del Auditorio en dos volúmenes diferentes, la creación de una calle peatonal sobre el escenario que desde el paseo de los Mártires conduce al Mirador de Melisendra, una terraza poligonal con vistas panorámicas sobre la vega y Sierra Nevada. La forma de incrustar el edificio en la colina permite acceder a los vestíbulos del Auditorio a través del jardín de Matamoros, y al Centro de Estudios por el fondo de la calle de la Antequeruela, junto a la Casa-Museo.

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5. El AuditorioCapacidad:Como resultado de un minucioso estudio preliminar sobre las principales salas de concierto existentes se llegó a determinar la relación óptima entre el volumen de aire interior y la capacidad del Auditorio para obtener las mejores condiciones acústicas. Este factor volumétrico íntimamente ligado con el factor económico aconsejó no sobrepasar la capacidad de las denominadas salas “medias” europeas, entre el Konserthus de Gothenburg y el Queen Elizabeth Hall de Londres (1371 y 1106 puestos respectivamente). Por tanto, la capacidad conveniente fue muy detenidamente calculada en función de las necesidades de una ciudad como Granada en periodo de Festival Internacional, y en uso cotidiano durante el resto del año.

Versatilidad:Estas razones condicionaron el estudio del Auditorio con vistas a prever una adaptabilidad máxima, en cuanto a dimensiones y aforo, a necesidades variables y determinaron la situación central del escenario para obtener, dos salas de 414 y 897 puestos separadas por cortinas, con la condición de no ser utilizadas simultáneamente. Esta situación del escenario que coloca parte de los espectadores detrás de la orquesta fue ya utilizada con éxito en al nueva Philarmonie de Berlín por el profesor Scharoun, aparte de ser usual en otras salas de concierto como el Usher Hall de Edimburgo, la Ópera de Sidney o el Concertgebouw de Amsterdam.

La unidad visual del alargado espacio resultante ha sido obtenida suspendiendo del techo acústico de madera cuatro curvas y rítmicas hileras de grandes faroles andaluces, que decrecen en tamaño e intensidad luminosa hacia ambos extremos de la sala.

Todos los accesos a las salas se encuentran situados a nivel de vestíbulo de entrada; el grupo central de puertas conduce a las localidades tras el escenario, y los dos grupos laterales a la zona convencional. Todos estos accesos han sido diseñados como esclusas acústicas para conseguir el más riguroso aislamiento. Las zonas para uso de los actuantes se localizan en un nivel inferior, con circulaciones independientes de las del público, y comprenden salas de descanso y vestuarios para directores y solistas.

Acústica:La selección del emplazamiento para una sala de conciertos es ya un factor muy importante para las condiciones en que se interpreta la música, al necesitarse una sala silenciosa como un pintor pueda necesitar un lienzo en blanco. En este sentido la situación del Auditorio a mitad de altura de la colina de la Alhambra pero alejado de la usual ruta turística, y por tanto del ruido de tráfico, es muy adecuada.

En su interior han sido evitados los ruidos internos del edificio par que no penetren en la sala: sistemas de dobles puertas con profundas esclusas acústicas deben ser atravesadas para entrar en la sala de conciertos de tal forma que en el, siempre algo ruidos, vestíbulo es imposible distinguir si la orquesta está actuando o no.

En un edificio de esta naturaleza existen siempre una gran cantidad de equipos mecánicos, muy especialmente de las instalaciones de aire acondicionado. Desde las unidades acondicionadoras el aire es conducido a la sala a muy baja velocidad atravesando silenciadores bien dimensionados situados entre las unidades y los conductos para la impulsión y el retorno, con lo que se evita que el aire acondicionado pueda oírse durante el concierto o aún durante una pausa total.

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La sala del Auditorio se halla dividida en dos partes, una al modo convencional, delante, y la otra detrás de la orquesta. Ya que una solución similar había sido utilizada con éxito en al nueva Philarmonie de Berlín, se decidió elegir a su asesor acústico, profesor Lothar Cremer, como colaborador principal del proyecto.

Ha sido demostrado por la experiencia que las salas estrechas son, por lo general, mejores que las anchas desde el punto de vista acústico; se decidió, además, evitar suspender reflectores de sonido sobre la orquesta. El techo del Auditorio es el que únicamente refleja el sonido hacia el escenario y hacia los dos grupos de espectadores. En vez de un enorme techo en forma de tienda de campaña como en Berlín, en Granada se encuentra dividido en pequeñas superficies convexas cuidadosamente diseñadas para obtener la máxima difusión del campo sonoro. Es más, las grandes farolas poliédricas actúan también como difusores acústicos adicionales.

La existencia de paredes reflectoras, a ambos lados del escenario, quebradas por pequeños balcones garantizan no sólo un excelente contacto entre los músicos sino también un equilibrio óptimo entre los instrumentos de cuerda y de metal. Este hecho es muy importante sobre todo para el público situado en una posición más elevada, detrás de la orquesta y de cara al director. En el Auditorio de Granada esta posición es aún mejor que en al Philarmonie berlinesa, mucho más ancha, y con un gran número de espectadores a los lados de la orquesta que actúan como grandes superficies absorbentes del sonido.

Tan importante como la elección de la forma, fue la elección de los materiales de revestimiento, según sus diferentes cualidades de absorción: una absorción excesiva produce una sal seca, mientras que una insuficiente origina una sala demasiado reverberante. El tiempo de reverberación adecuado para música sinfónica debe aproximarse a los dos segundos, como en salas tan perfectas como el Concergebouw y la Musikvereinssaal, aunque autoridades como Beranek y algunos famosos directores lo consideran ligeramente alto. Además, es función de la finalidad de la sala, ya que la música, y especialmente la sinfónica, requiere tiempos más largos que la palabra hablada.

Aunque la finalidad primordial del Auditorio Manuel de Falla es la música, también está prevista su utilización para congresos, conferencias y teatro; por consiguiente, de acuerdo con los criterios de cierto número de expertos y de músicos se definición una reverberación de 1,85 segundos para la región de las frecuencias medias, como la más adecuada para una sala de estas características. Esta cifra coincide exactamente la de Boston Symphony Hall, una de las mejores salas del mundo y es ligeramente superior a la de Konserthus de Gothenburg, e inferior a la del Queen Elizabeth Hall de Londres.

Dado que el tapizado de los asientos y las ropas de los espectadores absorben más las frecuencias medias y las altas, se necesitaron elementos de equilibrio para las bajas frecuencias, que fueron obtenidos mediante los paneles curvos de madera del techo, aparentemente iguales pero afinados diversamente en su interior. El diseño de estos paneles, igualmente válido para la vista como para el oído, puede ser considerado como el símbolo de la profunda colaboración con el asesor acústico, donde la perfecta resolución de los complejos problemas planteados es inadvertida por el espectador.

El escenario:El escenario cubre una superficie de más de 180 metros cuadrados, superficie para una orquesta sinfónica con coros, y bajo el mismo se encuentra un amplio espacio de almacenamiento equipado con una plataforma elevadora de pianos.

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La zona en la que se sitúa la orquesta puede ser subdividida mediante podiums modulados para permitir su adaptación a las posibilidades básicas: música sinfónica, música de cámara, recitales, ópera de cámara, teatro y congresos con tres posibilidades de aforo: ocupación del espacio total, 1311 plazas, o las dos salas menores, 897 y 414 plazas respectivamente. En determinados casos los espectadores pueden ocupar los asientos del coro, con un aumento de 96 plazas adicionales.

El órgano, proyectado con la amplitud de registros para interpretación desde el barroco a la música contemporánea, se sitúa en la pared izquierda del escenario, de manera que, cualquiera que sea la subdivisión del Auditorio, siempre pueda ser utilizado.

La zona de servicio sobre el escenario y las galerías laterales facilitan la instalación de equipos técnicos y electrónicos para la interpretación de música contemporánea o teatro.