Atrévete a Ser Diferente

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DAVID BRANDT BERG ATRÉVETE A SER DIFERENTE

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¿Qué animó…

…a los primeros cristianos a divulgar el

Evangelio por todo el Imperio Romano

en un lapso de menos de 200 años?

¿Qué fuerza ha movido a otros cristia-

nos a cambiar calladamente su parte

del mundo?

Atrévete a ser diferente responde a

estos interrogantes. Al mismo tiempo,

llama al cristiano común y corriente a

sobresalir del montón y lo estimula a

emprender cosas extraordinarias. En

esta serie de 9 artículos, David Brandt

Berg presenta con grandes dosis de

dinamismo importantes verdades cristia-

nas que inspiran al lector a refl exionar y

despiertan en él un deseo de ser dife-

rente e infl uir en la sociedad de hoy.

9 7 8 3 9 0 5 3 3 2 2 8 5

ISBN 3-905332-28-0

DAVID BRANDT BERG

ATRÉVETE A SER DIFERENTE

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ATRÉVETEa ser

DIFERENTE

Colección Ríos de la montaña

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Agradecimientos

El editor agradece la ayuda que recibió de MichaelRoy, Keith Phillips y Reuben Rushevsky en la compila-ción y revisión de esta obra

A menos que se indique lo contrario, todas las frasestextuales de las Escrituras que aparecen en este libroprovienen de la versión Reina-Valera de la Biblia,© Sociedades Bíblicas Unidas, 1960.

ISBN 3-905332-28-0

© 1999, Aurora Production AG, SuizaDerechos reservados. Impreso en Tailandia.

En Internet: www.auroraproduction.com/castellano

David Brandt BergSelección y revisión: Phillip SherwoodTraducción: Felipe Howard Mathews, José Florencio Domínguez

y Gabriel García Valdivieso

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Prólogo

Dios es diferente, y Sus hijos también deberíanserlo en cuanto a su modo de vida y a la influencia queejercen sobre sus semejantes y su entorno. Este es eltema central de la presente obra, en la cual hemosreunido varios ensayos que estimularán y fortaleceránla fe del lector.

Los caminos de Dios no concuerdan con los de loshombres, dice la Biblia (v. Isaías 55:8). Recurriendo anumerosos ejemplos bíblicos, David Brandt Bergproyecta al Creador como un iconoclasta, frecuente-mente adverso al statu quo instaurado por Sus propiascriaturas.

Al mismo tiempo, este libro nos revela el amoruniversal e incondicional que Dios abriga por cada unode nosotros, lo único que puede satisfacer realmentenuestra alma, transformar nuestra vida y dotarnos deun sólido cimiento de fe.

«El que no ama no ha conocido a Dios, porqueDios es amor» (1 Juan 4:8). El autor sostiene que elamor de Dios constituye la mayor fuerza del universo—mayor que todas las fuerzas del mal combinadas—y que el cristiano tiene el deber sagrado de transmitirel amor de Dios a sus semejantes. Tomando a Jesu-cristo como modelo e ideal y Sus enseñanzas como

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manual de conducta, David Berg nos incentiva aexpresar nuestra fe de tal manera que marque nuestravida y la de los seres que nos rodean.

Atrévete a ser diferente captará el interés decreyentes de toda edad, origen y formación cultural oreligiosa, tanto a los que buscan la verdad como a losque aspiran a un mayor conocimiento del amor y loscaminos de Dios. Presenta importantes preceptoscristianos de manera muy sentida y sincera, en unplano muy asequible. Pero sobre todo nos comunica laconvicción de que sean cuales nuestras circunstan-cias, ¡podemos contribuir a mejorar el mundo!

Los editores

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ÍndiceCambia el mundo ......................................................... 7

Declaración de amor ................................................... 23

Guerra entre dos mundos ........................................... 29

¿Se equivocó Dios? ...................................................... 39

Montañeses ................................................................. 57

Atrévete a ser diferente ............................................... 71

¿Eres un simple turista o un vidente? ......................... 79

Tommy, el misionero lisiado ...................................... 85

«¿Qué hombre es este?» .............................................. 91

Epílogo ........................................................................ 99

Acerca del autor ......................................................... 101

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Cambia el mundo

Esta mañana, mientras escuchaba la radio, oí unabreve charla a cargo del director de programasreligiosos de la emisora. Contó un relato muy

interesante que no creo que vaya a olvidar jamás, yaque se aplica muy bien a la labor que realizamosdiariamente sirviendo al Señor.

Era la historia de un joven de unos veinte años querecorrió a pie la Provenza, región del sur de Francia,allá por 1913. Iba con mochila y saco de dormir porzonas apartadas y poco pobladas. Las más de las vecestomaba senderos y caminos secundarios y pernoctabaen pequeños campings o albergues juveniles, o encasa de algún campesino hospitalario.

En aquel tiempo, esa comarca era una regiónnetamente rural y estaba muy yerma y abandonada.Había quedado poco menos que devastada por laexplotación forestal y agrícola desmedida.

Para que la tierra produzca en abundancia esnecesario que haya árboles, ya que éstos retienen lahumedad del suelo y lo resguardan del sol que loreseca. Asimismo, lo asientan y reducen los efectos dela erosión. En regiones donde escasean los árboles,

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es frecuente que las lluvias arrastren el suelo ocasio-nando inundaciones. En esas circunstancias elterreno no tarda en volverse estéril, como sucediódurante la Gran Depresión de los años treinta en unaregión del sudoeste de los Estados Unidos que llegóa ser conocida por sus tormentas de polvo.

Los bosques de aquella región del sur de Franciahabían quedado prácticamente asolados a causa de laexplotación abusiva del suelo que, por carecer deárboles que lo asentaran, terminó empobrecido aconsecuencia de las lluvias. Toda la zona se habíatornado árida y estéril, y se cultivaba muy poco. Hasta lafauna había emigrado, ya que los animales necesitan delugares resguardados donde construir sus moradas, esdecir, maleza que les proporcione protección. Sinárboles no hay maleza. Los animales también necesitanalimento, pero sin follaje éste escaseaba. Más aún,precisan agua; sin embargo, cuando no hay muchosárboles y el suelo no retiene la humedad, quedan muypocos arroyos donde abastecerse de agua.

Aquel joven efectuaba un recorrido a pie poraquella región, en la que ya no se cultivaba mucho.Los pueblos se hallaban en estado decadente yruinoso. Las casas se veían deterioradas, y casi todoslos aldeanos habían emigrado a la ciudad.

El muchacho pasó una noche en la humilde cabañade un pastor que, a pesar de sus canas y de sus cin-cuenta y tantos años, se conservaba muy robusto yfornido. Si bien la cabaña era pequeña y el mobiliariomuy modesto, estaba bien mantenida. El joven seacogió a la hospitalidad de aquel amable pastor.Pernoctó allí y terminó quedándose varios días.

Observó con curiosidad que cada noche su anfitrión

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pasaba varias horas a la luz de una lámpara clasifican-do diversos tipos de frutos secos, como bellotas,avellanas y castañas. Con gran concentración y pacien-cia los examinaba, los iba colocando en hileras, loscomparaba y separaba los que a su juicio estaban enmal estado y no servían. Terminada su tarea, guardabaen su morral los que había seleccionado.

Por la mañana llevaba sus ovejas a pastar e ibasembrando por el camino. Tomaba su cayado y, sinperder de vista el rebaño, recorría un buen trecho enlínea recta. Daba unos pasos e, hincando con firmeza enel suelo la punta de su cayado, hacía un hueco de varioscentímetros de profundidad. Dejaba caer en él unasemilla y lo cubría de tierra con los pies. Luego dabaunos pasos más, volvía a clavar su vara en el suelo ydejaba caer otra semilla. A lo largo del día recorría varioskilómetros de aquella comarca apacentando sus ovejas.Cada jornada recorría una zona diferente —todas ellasprácticamente despobladas de árboles— y a su pasosembraba bellotas, avellanas, castañas y nueces.

El joven forastero observaba al pastor sin com-prender qué se proponía. Finalmente le preguntó:

—¿Qué hace?—Como verá, joven, siembro árboles —repuso el

pastor.El muchacho volvió a inquirir:—Pero... ¿para qué? Esos árboles tardarán muchí-

simos años en crecer y serle de provecho. Puede queni viva para verlos.

—Ya sé —respondió el pastor—, pero algún día leserán de provecho a alguien y contribuirán a devolver ala tierra su fertilidad. Quizá no lo vea yo, pero sí mis hijos.

El joven se maravilló de la previsión, el desinterés

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y la iniciativa que mostraba el pastor al preparar elterreno para otras personas sin tener la menorcerteza de que llegaría a ver o cosechar el fruto de sulabor. Las semillas que sembraba se convertirían conel tiempo en árboles que conservarían la tierra paralas generaciones venideras.

Veinte años después, aquel excursionista —ya decuarenta y tantos años— volvió a visitar la región.Quedó boquiabierto ante lo que vio: un extenso valletotalmente cubierto por un bellísimo bosque naturalen el que prosperaban árboles de todas las varieda-des. Naturalmente, eran ejemplares jóvenes, peroárboles al fin y al cabo.

El valle entero había revivido. La hierba habíarecobrado su verdor. La fauna volvía a poblar la zona,la maleza había crecido, el suelo había recuperado lahumedad y los agricultores labraban nuevamente latierra. En contraste con la aridez y la desolación quehabía visto veinte años atrás, toda la comarca florecía.

El viajero sintió curiosidad por saber qué habríasido del anciano pastor, y se quedó sorprendido alenterarse de que aún vivía. El viejo pastor —ya de unossetenta y cinco años— seguía vivo y fuerte como unroble. Aún residía en su cabañita, y no había abandona-do su costumbre vespertina de clasificar frutos secos. Elvisitante se enteró además de que poco tiempo anteshabía llegado de París una comisión de parlamentariospara ver lo que a su juicio era un bosque natural quehabía surgido por milagro. Unos agricultores lesseñalaron que había sido producto de la perseveranciade aquel solitario pastor. Gracias a ella, todo el valle y lacomarca se habían cubierto de un manto de vegetacióny de hermosos árboles jóvenes. Tan impresionados

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quedaron los parlamentarios que a su regreso a lacapital votaron en la Asamblea Nacional para que se leotorgara al pastor una pensión vitalicia en señal deagradecimiento por haber reforestado toda aquellaregión sin ayuda de nadie.

El visitante manifestó su sorpresa por la transfor-mación que se había producido: además de losmagníficos árboles, había resurgido la agricultura, lafauna había retornado y la flora se veía exuberante.Las pequeñas granjas prosperaban, y la actividadhabía vuelto a las aldeas. Con renovadas esperanzas,los campesinos habían reconstruido y pintado suscabañas. ¡Qué contraste con el cuadro de ruina yabandono que había visto veinte años antes!

Gracias a la previsión, la diligencia, la paciencia, laabnegación y la constancia de un solo hombre, quedurante años, día tras día perseveró haciendo lo queestaba a su alcance, la prosperidad había vuelto aaquella región. El hombre que a los veinte años visitópor primera vez al pastor se enteró de que en aquelentonces éste ya llevaba varios años sembrando pacien-temente las semillas que dos décadas después seconvertirían en árboles de gran tamaño. Un solo hombrehabía repoblado de árboles la región, devolviéndole lavida y la belleza. A consecuencia de ello se reactivaron laeconomía y la agricultura, la fauna volvió a habitar lazona, se recuperó el suelo, nuevamente hubo agua enabundancia y las aldeas volvieron a poblarse.

De modo que si a veces te sientes impotente al verla situación en que se encuentra el mundo, no tedejes vencer. Dicen que son los grandes imperios,

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los gobiernos, los ejércitos y las guerras los queproducen alteraciones en el curso de la Historia ycambian la faz de la Tierra. De ahí que a veces nosdeprimamos y pensemos que no somos nada o quenada podemos hacer. La situación nos parece irreme-diable y caemos en la desesperanza. Nos da la impre-sión de que una sola persona nada puede hacer paramejorar las cosas. Terminamos creyendo que ni vale lapena intentarlo, que de nada sirve malgastar esfuerzos.Nos vemos inclinados a desistir y dejar que el mundose vaya al infierno, lo cual al parecer se merece.

Pero como demostró al cabo de varios años aquelhumilde pastor, un solo hombre puede transformar elmundo. Tal vez no consigas cambiar el mundo entero,pero al menos puedes modificar el ámbito en que vives.Sin ayuda de nadie y esforzándose abnegada y perseve-rantemente día tras día, año tras año, aquel pastorrenovó por completo una comarca y le devolvió la vida.

Me recuerda lo que nos dijeron a mi esposa y a míhace algunos años cuando vinimos a vivir aquí. Unmatrimonio de mediana edad que residía en lalocalidad había oído hablar de nuestra fe y del deseoque teníamos de pregonar el amor de Dios y ayudar ala gente del país.

Un día, la señora nos preguntó:—¿No les parece absurdo intentar cambiar la idiosin-

crasia de la gente de aquí? Hace siglos que tiene lamisma mentalidad. Jamás conseguirán que la gente deesta ciudad cambie de actitud. Este país seguirá siempreigual; jamás cambiará. Lo que se proponen es imposible.No lo lograrán. Es una locura intentarlo siquiera.

Yo repuse:—Es posible que no lleguemos a transformar todo

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el país, tal vez ni siquiera esta ciudad. Desde luegojamás conseguiremos que cambien todos sus habi-tantes. Pero no me cabe duda de que, poco a poco,estamos influyendo positivamente en unos cuantos.Todos los días sembramos las semillas de la verdad,las semillas del amor de Dios y de Su Palabra en elcorazón de la gente, y es inevitable que de algunas deellas brote nueva vida.

»¿Quién sabe si algún día no habrá aquí muchasvidas nuevas que lleguen a transformar por completoesta ciudad? Puede que para entonces nos hayamosmarchado, o que ya no estemos con vida para verlo ydisfrutar de sus beneficios; pero tal vez el día demañana lo disfruten nuestros hijos o nuestros nietos,así como su ciudad y su país. Aunque no se beneficiemás que una pequeña parte de la provincia o nolleguemos a cambiar la ciudad o el país en su totali-dad, al menos habremos cambiado una parte.»

Amigo, si se transforma una vida, se ha transfor-mado parte del mundo, y con ello quedademostrado que hay esperanzas de cambiarlo

todo. Si se puede transformar una vida, es indudableque se puede hacer lo mismo con muchísimas otras.Es posible regenerar regiones enteras hasta transfor-mar el mundo por completo, todo a partir de una solapersona... que tal vez seas tú.

Desde que mi esposa y yo llegamos aquí hacealgunos años hemos transformado muchas vidas. Enalgunas ocasiones el proceso ha sido muy lento, arduo ypenoso, y el fruto de nuestros esfuerzos muy escaso, perogracias a la cantidad de semillas que plantamos, esasvidas se han transformado. Te parecerá que no estamos

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cambiando el mundo. Sin embargo, cuando llegamosaquí, si bien no éramos más que dos personas, por lomenos comenzamos a transformar la parte del mundoen que vivimos. Y hemos conquistado para Cristo acientos de almas que ahora dan testimonio de Él, y a suvez siembran semillas de las que un día crecerán másárboles. Todo el mundo habla de nosotros, y de cómovivimos, de nuestra obra, creencias y enseñanzas.

¿Qué pueden hacer, pues, una o dos personas?¿Cómo puede un solo matrimonio llevar a cabo unaobra misionera en un país de una idiosincrasia tanrígida, insensible y cerrada? Al principio parecía unaempresa imposible. No obstante, comenzamos asembrar las semillas de la Palabra de Dios y el amorde Cristo en el corazón de los que nos rodeaban, y asíse transformaron cientos de personas que a su vezcontribuyeron a influir en otras. Nuestra labor decambiar vidas se ha multiplicado colosalmente. Nointentamos convertirlas a todas de una vez; nohubiéramos podido. Más bien emprendimos conpaciencia y detenimiento la labor de renovar uno auno el corazón y la vida de los que nos rodeaban.Sembramos una semilla a la vez, llenando así el vacíointerior de aquellas personas. Día tras día, año trasaño, las atendimos con ternura, cuidado y desvelo.

Ahora todos comentan que los resultados se hacenevidentes, y ellos mismos están cambiando. Undestacado médico que se había mostrado bastanteescéptico ante los esfuerzos que hacíamos por ayudara la gente a experimentar una transformación espiri-tual, reconoció que ejercemos una influencia muygrande en la ciudad. Admitió que era precisa gentecomo nosotros aquí y que desde hacía mucho tiempo

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la ciudad necesitaba esa influencia espiritual. Dijo quetenían una holgada situación económica y razones desobra para estar contentos, pero que carecían delespíritu que traíamos nosotros. Eso les hacía muchafalta. No cabe duda de que hemos tenido efecto enesta ciudad. No todos se han convertido ni hanaceptado la Salvación, pero hemos dado testimonio acasi todos con el mensaje del amor de Dios.

Muchos nos han visitado y han experimentado en símismos el amor y la verdad que transmitimos poco apoco, día a día, persona a persona, corazón por corazón.Una por una sembramos las semillas en esos huecos.Tanto es así que ahora se ve crecer todo un nuevobosquecillo, y la gente se maravilla y habla de ello.

Opinas que no es posible cambiar el mundo?¿Te parece que ya es tarde, que no tieneremedio, que es una tarea demasiado grande y

difícil? Pues, ¿por qué no pruebas a cambiar laparcela en que vives? ¿Por qué no empiezas porrenovar tu propio corazón, tu mente, tu espíritu, tuvida? Por el solo hecho de cambiar tu vida, habráscambiado todo un universo, el universo de tu existen-cia y la esfera en que mora tu alma. Basta con quedejes que el poder del amor de Dios te transforme. Ellugar en que vives y el ambiente que te rodea experi-mentarán a la postre un gran cambio.

No te limites a cambiar solamente tu vida. Ayuda atransformar también la de tu familia, tus seresqueridos. Así se producirán en tu hogar y familiamodificaciones profundas. Llevarán una vida diferen-te, tendrán una nueva mentalidad, un corazón y unespíritu renovados, imbuidos de la verdad y el amor

¿

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de Dios, de Su Palabra y de la vida que Él comunica.Una familia entera habrá cambiado, y eso representatodo un mundo, el tuyo. Cambia el mundo en quevives, transforma tu vida, tu hogar y tu familia. Asíhabrás cambiado el mundo, tu mundo.

Luego tu familia puede hacer lo mismo por susvecinos y amigos, sus compañeros de trabajo o deestudios, por los comerciantes, las visitas y todapersona con quien trabe relación cada día, comohacemos nosotros. En cualquier momento puedensalir y hacer un esfuerzo por acercarse a un almasolitaria y necesitada de afecto, que busque la verdad,que ansíe sentir que alguien se interesa por ella, quebusque algo sin saber a ciencia cierta qué. Gente quebusca afanosamente alcanzar la felicidad y llenar sualma vacía, yerma y sedienta por falta del agua de laPalabra de Dios y del cálido amor que Él nos brinda.

Puedes empezar de forma individual, tú solo ocon tu familia, sembrando cada día semillas de laverdad en este y en aquel corazón. Una forma dehacerlo es distribuir folletos cristianos por donde-quiera que pases. Con paciencia, dedicación yconstancia, se puede implantar en un corazón vacíola verdad contenida en la Palabra de Dios, y cubrirlacon la calidez de Su amor. Luego no resta más queconfiar en que el Espíritu Santo —el inefable sol delamor divino— y el agua de las Palabras de Diosproduzcan el milagro de una vida nueva.

Puede que al principio no parezca más que unadiminuta yema, una ramita insignificante o un simpleretoño. ¿Qué diferencia hace eso en una vasta exten-sión de tierra? ¿Qué es eso comparado con el inmensobosque que hace falta? Pues bien, es el comienzo. Es el

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milagro de la gestación de una vida nueva que con eltiempo crecerá y florecerá, hasta convertirse en unárbol majestuoso, grande y robusto. Se trata de unrenacimiento total. Quizás hasta dé origen a un mundocompletamente nuevo. ¿Por qué no intentarlo?

No me digas que es imposible cambiar el mundo.¿Por qué no haces la prueba? ¿Por qué no intentascambiar la parte del mundo en que vives, tu mundo,el mundo en el que te desenvuelves: tu familia, tucasa, tus vecinos, tu ciudad? Anímate, y puede que tesorprendas al ver lo que sucede.

No es que vayamos a transformar el mundo en lofuturo; dondequiera que damos testimonio a los demásdel amor de Dios, ya lo estamos haciendo. Cada uno denosotros está transformando el pequeño universo enque vive, el universo de nuestro ser, el de nuestra familia,el de nuestro hogar. Por todo el orbe tenemos hermanosen la fe que día a día, por dondequiera que pasan,siembran incansablemente semillas de vida en elcorazón de cada persona. Tengo el convencimiento deque dentro de poco tiempo, de mediar las condicionespropicias para que estas semillas se desarrollen, presen-ciaremos en todo el mundo el surgimiento de uninmenso bosque formado por millones de flamantes yvigorosos árboles en crecimiento, es decir, conversos quemadurarán hasta alcanzar la plena estatura de unverdadero cristiano. Los árboles de ese nuevo bosque—esos conversos— harán revivir la tierra, salvarán elmundo, lo protegerán, lo redimirán, resguardarán elsuelo, haciendo que retenga el agua, regenerarán porcompleto las regiones donde se encuentren y les devol-verán la prosperidad —la espiritualidad—. Dondequieraque estén crearán un mundo enteramente nuevo.

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No vayas a pensar que no vale la pena abocarse al intento, que solo nopuedes hacer mucho porqueno eres gran cosa. Puedesempezar a transformar elmundo hoy mismo, amigo. Noserías el primero ni el último.Johnny Appleseed se hizofamoso en la época de lacolonización de los EstadosUnidos porque siempreenterraba el corazón de lasmanzanas que se comía. Sedice que gracias a sus esfuer-zos, por toda Nueva Inglaterrase ven cantidad de manzanoscuyos frutos siguen aprove-chando sus moradores hastael día de hoy.

¿Que no se puede cambiarel mundo? Claro que sepuede. Si transmites la Pala-bra y el amor de Dios a losque te rodean, ya lo estáscambiando; estás transfor-mando el mundo. Y si perse-veras en ello —como elanciano pastor cuyos esfuer-zos premió el gobierno—, undía de estos, cuando llegue elmomento de tu retribución,Dios te recompensará. Te dirá:

MATEO 13:3-9

Y les habló [Jesús]muchas cosas porparábolas, diciendo:«He aquí, el sembra-dor salió a sembrar.

Y mientrassembraba, parte de lasemilla cayó junto alcamino; y vinieron lasaves y la comieron.

Parte cayó enpedregales, donde nohabía mucha tierra; ybrotó pronto, porqueno tenía profundidadde tierra;

pero salido el sol,se quemó; y porqueno tenía raíz, se secó.

Y parte cayó entreespinos; y los espinoscrecieron, y laahogaron.

Pero parte cayó enbuena tierra, y diofruto, cuál a ciento,cuál a sesenta, y cuála treinta por uno.

El que tiene oídospara oír, oiga.

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1 Mateo 25:212 Mateo 13:3-9, 18-23

«Bien, buen siervo y fiel.Sobre poco has sido fiel,sobre mucho te pondré; entraen el gozo de tu Señor.»1

Puede que en algunos casosno alcances lo que te habíaspropuesto, pero al menoshabrás sido fiel. Aunque nohayas sido una figura destaca-da, se podrá decir de ti que teentregaste de lleno a servir alSeñor, que lo hiciste con grandedicación y que realizasteuna buena labor.

Obraste a conciencia, díatras día, a cada paso y en cadaoportunidad que se te presen-tó. Sin duda segarás lo quesembraste. Como dijo Jesúsen el Evangelio según Mateo2,es posible que no todas lassemillas germinen. Tal vez elEnemigo —el Diablo—arrebate algunas, y quizásotras caigan en terreno áridoo pedregoso. Habrá semillasque por no haber llegado asuficiente profundidad sesecarán, como es el caso delos que abandonan ante laspruebas y las persecuciones.

MATEO 13:18-23

Oíd, pues, vosotrosla parábola delsembrador:

Cuando alguno oyela Palabra del Reino yno la entiende, vieneel malo, y arrebata loque fue sembrado ensu corazón. Este es elque fue sembradojunto al camino.

Y el que fuesembrado entrepedregales, éste es elque oye la Palabra, yal momento la recibecon gozo;

pero no tiene raízen sí, sino que es decorta duración, puesal venir la aflicción ola persecución porcausa de la Palabra,luego tropieza.

El que fue sembra-do entre espinos, éstees el que oye laPalabra, pero el afánde este siglo y elengaño de lasriquezas ahogan laPalabra, y se hace

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20 Atrévete a ser diferente

Otras se dejarán sofocar porlos afanes y las riquezas deeste mundo. Con todo, esinevitable que algunas caiganen tierra fértil y den buenascosechas, unas a treinta, otrasa sesenta y otras al ciento poruno. Éstas compensarán losesfuerzos invertidos en lassemillas infructuosas, y conello habrás transformado elmundo. No me cabe la menorduda. No se trata de unaposibilidad, sino de unhecho; estamos cambiándoloy en parte ya lo hemostransformado. Si hay algo delo que estoy seguro es de queal menos yo he cambiado elmundo en que vivo. ¿Estáshaciendo tú algo por cambiartu parte del planeta?

Quisiera agregar algo másque considero digno demención. Como recordarás,el joven le había dicho alpastor que no viviría para verel fruto de sus labores ni sebeneficiaría de ellas. Es más,que ni siquiera llegaría asaber si su esfuerzo habíaservido de algo. Sin embargo,aquel anciano pastor vivió

infructuosa.Mas el que fue

sembrado en buenatierra, éste es el queoye la Palabra, y dafruto; y produce aciento, a sesenta, y atreinta por uno.

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21Cambia el mundo

1 Gálatas 6:9

hasta los ochenta y nueve años. Alcanzó a ver en todosu esplendor y magnificencia el bosque que habíasembrado y la región que había transformado, esdecir, los cambios que se habían producido a sualrededor gracias a sus esfuerzos. Esa fue la recom-pensa que Dios le otorgó. Llegó a apreciar el milagroque había obrado Dios por su intermedio. Esto metrae a la memoria las palabras que escribió el apóstolPablo en el Nuevo Testamento: «No nos cansemos dehacer bien; porque a su tiempo segaremos, si nodesmayamos».1 ¿Quién sabe? Quizá llegues a ver eldía en que —gracias a ti— el mundo sea diferente.Algún día todos llegaremos a ver el mundo quehabremos transformado, si no aquí en la Tierra, almenos en el Cielo.

Estás haciendo algo por cambiar el mundo enque te desenvuelves? No creas que es muydifícil cambiar la vida de una persona. Aún

recuerdo una oportunidad en que visité con mifamilia la Exposición Universal de Montreal en 1967.Por entonces mi madre tenía ya 80 años, pese a locual todavía era una cristiana de lo más entusiasta.Mientras pasábamos por el pabellón soviéticosucedió algo inesperado. Se acercó el jefe de ladelegación a ofrecer una silla de ruedas a mi ancianamadre. Era un joven ruso muy apuesto, alto, decabello rubio y aspecto impecable. Muy amablemen-te se ofreció a pasearla por el pabellón y explicarlelas diversas facetas de la exposición.

Desde un principio congeniaron bastante y seenfrascaron en una conversación de lo más animada.

¿

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22 Atrévete a ser diferente

Mientras aquel joven ruso le enseñaba a mi madre elpabellón y le explicaba los diversos artefactos queallí se exponían, conversaron casi dos horas. Mástarde me enteré, sin embargo, de que hablaron demucho más que de artefactos. Al final de nuestravisita, el joven se despidió muy efusivamente y nosrogó que volviéramos. Se mostró de lo más cordial, ypor lo que se ve, en el breve tiempo que pasó hablan-do con mi madre estableció una relación bastanteestrecha con ella.

Varias semanas después nos llegó una carta suyaen la que le decía a mi madre: «Usted ha transforma-do mi vida. Reflexioné acerca de lo que me dijo yacepté a Cristo. Usted ha producido un giro total enmi forma de pensar y en mis creencias; soy otrohombre. Pero soy casado, tengo tres hijos y vivo enun país comunista en el que la práctica del cristianis-mo es ilegal. ¿Qué hago ahora?»

El consejo que le dio mi madre en la carta con quele contestó se podría resumir en las siguientespalabras: «Cambie el mundo. Transforme el mundoen que vive. Comience ahora mismo en el lugardonde se encuentra. No deje de dar testimonio de latransformación que se ha producido en su vida.Hable de lo que ha obrado Dios en usted, del efectoque han tenido en su vida el amor de Dios y Suverdad, y así podrá empezar a transformar la partedel mundo donde vive, así sea en la esfera comunis-ta.»

¡Sí puedes cambiar el mundo! ¡Comienza hoymismo! Transforma tu vida, la de tu familia, la de tusvecinos. Transforma tu hogar, tu ciudad. Transformatu país. ¡Cambiemos el mundo!

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231 1 Juan 4:8

Declaración de amor

Nosotros, como cristianos, creemos en el amor.Amor a Dios y al prójimo, porque «Dios esamor».1 En eso consiste nuestra religión: en amar.

El amor lo es todo, pues sin amor no habría nada:ni amigos, ni familias, ni padres, ni madres, ni hijos,ni sexualidad, ni salud, ni felicidad, ni Dios, ni Cielo.Nada de ello existiría sin amor. Y nada de ello seríaposible sin Dios, porque Dios es amor.

La solución a todos los problemas que hanaquejado a la humanidad a lo largo de la Historia hasido siempre el amor —amor verdadero, amor a Diosy al prójimo—. Sigue siendo la solución que ofreceDios aun en una sociedad tan confusa y complejacomo la actual.

Es precisamente el rechazo del amor de Dios y deSus amorosas leyes lo que lleva a los hombres a seregoístas, desamorados, desconsiderados y hastaperversos y crueles. He ahí el origen de su inhumani-dad para con sus semejantes, la cual salta a la vista eneste atribulado mundo actual sometido al yugo de laopresión, la tiranía y la explotación. Tanta gente es

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24 Atrévete a ser diferente

1 Mateo 22:37-392 Se llamaba samaritanos a los pobladores de Samaria, región de laPalestina central que linda con Judea. Como los samaritanos eranmestizos, los judíos ortodoxos los despreciaban y rehuían.

víctima del hambre, la desnutrición, las enfermeda-des, la pobreza, el desamparo, el exceso de trabajo,odiosas vejaciones, los tormentos de la guerra y lapesadilla de vivir con un perpetuo sentimiento deinseguridad y miedo. La causa de todos estos maleses la falta de amor de los hombres para con Dios y elprójimo, y su insistencia en contravenir las leyesdivinas de amor, fe, paz y armonía.

Efectivamente, es así de sencillo: Amar a Dios noshace capaces de amarnos los unos a los otros.Podemos entonces seguir Sus preceptos sobre lavida, la libertad y la felicidad, con lo que todo searregla y todos nos sentimos satisfechos en Él.

Por eso dijo Jesús que el primer y mayor manda-miento es amar: «Amarás al Señor tu Dios con todotu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. [...]Y el segundo es semejante —casi igual, casi lomismo—: amarás a tu prójimo como a ti mismo».1

En otra ocasión en que Jesús procuraba ilustrarese mismo principio, un intérprete de la ley le pre-guntó: «¿Quién es mi prójimo?» La Biblia dice queaquel jurista intentaba enredarlo. Quería saber quiénera técnica y legalmente su prójimo. Lo que enrealidad se proponía era que Jesús le ayudara adiscernir a quién debía amar y a quién no. Pero con laparábola del buen samaritano2 Jesús enseñó que setrata de toda persona que necesite nuestra ayuda, seacual sea su raza, el color de su piel, su religión, sunacionalidad o su condición social.

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25Declaración de amor

1 Lucas 10:30–37

«Un hombre [judío] descendía de Jerusalén aJericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales ledespojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole mediomuerto. Aconteció que descendió un sacerdote poraquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo unlevita [asistente del templo], llegando cerca de aquellugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano,que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fuemovido a misericordia; y acercándose, vendó susheridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en sucabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.

»Otro día al partir, sacó dos denarios [equivalentea dos días de jornal], y los dio al mesonero, y le dijo:“Cuídamele, y todo lo que gastes de más, yo te lopagaré cuando regrese”. ¿Quién, pues, de estos tres teparece que fue el prójimo del que cayó en manos delos ladrones? Él [el intérprete de la ley] dijo: “El queusó de misericordia con él”. Entonces Jesús le dijo:“Ve, y haz tú lo mismo”.»1

Si estamos provistos de amor verdadero, nopodemos presenciar una situación de apuro sinintervenir. No podemos pasar de largo delante

del pobre hombre en el camino de Jericó. Debemosactuar, como hizo el samaritano. Hoy en día haymucha gente que, cuando ve a un necesitado, reaccio-na diciendo: «¡Ay, qué lástima, qué pena!» Sin embar-go, la compasión hay que traducirla en obras. He aquíla diferencia entre lástima y compasión: la lástima noes más que un sentimiento de pena; la compasión loimpulsa a uno a hacer algo.

Debemos manifestar nuestra fe con obras. Es

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26 Atrévete a ser diferente

1 Gálatas 5:62 1 Juan 3:17,18

difícil demostrar amor sin una acción palpable.Afirmar que se ama a alguien y no ayudarlo física-mente en lo que pueda necesitar —proporcionándolecomida, ropa, techo, etc.— no es amor. Si bien escierto que la necesidad de amor verdadero es espiri-tual, éste debe manifestarse físicamente, por mediode obras. «La fe que obra por el amor.»1 «El que tienebienes de este mundo y ve a su hermano tenernecesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo morael amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos depalabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.»2

Por otra parte, consideramos que la forma mássublime de manifestar amor no consiste exclusiva-mente en compartir simples pertenencias y bienesmateriales. Se basa en entregar la vida en servicio alos demás, como expresión de nuestra fe. Las buenasobras y la entrega de dichas posesiones vienen comoconsecuencia. El propio Jesús no tenía nada materialque dar a Sus discípulos, salvo Su amor y Su vida,que dio por ellos y por nosotros, para que todospudiéramos disfrutar de vida y amor eternos.

«Nadie tiene mayor amor que este, que uno pongasu vida por sus amigos.»3 Profesamos, pues, que lomáximo que podemos dar a los demás es nuestrapersona, nuestro amor y nuestra vida. Ese es nuestroideal.

Con esa finalidad precisamente creó Dios alhombre en un principio. Nos hizo para que loamáramos, disfrutáramos de Él eternamente y

3 Juan 15:13

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27Declaración de amor

ayudáramos a los demás a hacer lo mismo. Dios fueel creador del amor y el que puso en el hombre lanecesidad de amar y ser amado. Él es el único capazde satisfacer esa ansia profunda de amor total ycomprensión absoluta presente en toda alma.

Por eso, aunque las cosas temporales de estemundo puedan satisfacer el cuerpo, sólo Dios y Suamor eterno pueden llenar ese angustioso vacíoespiritual que hay en el corazón de cada persona yque Dios creó exclusivamente para Sí. El espírituhumano —ese algo intangible, esa esencia de nuestroser que habita en nuestro cuerpo— sólo halla plenasatisfacción en la unión total con el gran Espírituamoroso que lo creó.

Él es el mismísimo Espíritu del amor, amorverdadero, eterno, amor auténtico que nunca deja deser, el amor de un Amante que nunca abandona, elAmante por excelencia, Dios mismo.

Lo vemos reflejado en Su Hijo Jesucristo, que vinoal mundo por amor, vivió con amor y murió por amorpara que nosotros pudiéramos vivir y amar eterna-mente. «De tal manera amó Dios al mundo, que hadado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que enÉl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.»1

Para recibir el amor de Dios personificado enJesús no tienes más que abrir tu corazón ypedirle que entre en ti. Jesús prometió: «He aquí,

Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz yabre la puerta, entraré a él».2 Con amor y mansedum-bre, Él aguarda a la puerta de tu corazón. No la fuerza,1 Juan 3:16 2 Apocalipsis 3:20

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28 Atrévete a ser diferente

no te obliga a aceptarlo; más bien espera a que lepidas que entre. ¿Se lo pedirás?

Una vez que lo hayas hecho, experimentarás todauna transformación. Será como si acabaras de nacer aun mundo del todo nuevo. Te convertirás en unnuevo hijo de Dios, con un nuevo espíritu. EntoncesSu Espíritu, que morará en ti, te permitirá hacer loque resulta humanamente imposible: amar a Dios y atus semejantes.

Descubrirás la verdadera felicidad, que no se hallabuscando de modo egoísta placeres y satisfacciones,sino al encontrar a Dios, comunicar Su vida a losdemás y procurar la felicidad ajena. Entonces lafelicidad te busca, te toma por asalto y se adueña deti, sin que la hayas procurado siquiera.

«Todo lo que el hombre sembrare, eso tambiénsegará.»1 Si siembras amor, recoges amor. Si siembrasamistad, recoges amistad. Obedece, pues, la leydivina del amor, amor desinteresado, amor a Dios yal prójimo. Manifiesta a los demás el amor que lesdebes, y tú también recibirás amor. «Con la mismavara con que medís, os volverán a medir.»2

Descubre las maravillas que puede hacer el amor.Hallarás todo un nuevo mundo de amor que sólohabías concebido en sueños. En compañía de otraalma solitaria, puedes disfrutar de los milagros queobra el amor. Pruébalo. El amor que manifiestesvolverá a ti.

El amor no se te dio para guardarlo.Para que sea amor, a otros hay que darlo.

1 Gálatas 6:7 2 Lucas 6:38

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291 V. Juan 15:13; 2 Corintios 8:14; Hechos 4:35; 11:29

Guerra entre dos mundosCarta abierta a cuantos desean

sinceramente transformar la sociedad

Todos los que hemos respondido al llamamientode Cristo de seguirlo y llevar Su luz al prójimolibramos una guerra cósmica. Luchamos juntos en

defensa de nuestra fe, de la verdad y la libertad.Movidos por el amor, nos hemos comprometido aentregar la vida por nuestros hermanos de todo elmundo. Estamos empeñados en lograr que la gentehumilde del mundo tenga a su alcance la posibilidadde alimentarse y vestirse adecuadamente y adquiriruna vivienda digna; que pueda gozar de buena salud ytrabajar en paz y libertad a fin de satisfacer sus necesi-dades elementales y alcanzar la felicidad. Nos hemosdedicado de lleno a lograr que todos los habitantesdel planeta, sin restricciones, puedan conocer la dichade vivir fraternalmente y en cooperación unos conotros, de tal modo que cada uno aporte conforme asus posibilidades y reciba según su necesidad.1

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30 Atrévete a ser diferente

Los ideales comunes que perseguimos son que lahumanidad se libre de la miseria, de la dominación,del dolor, del mal y del miedo. Los hombres nopueden ser felices cuando padecen hambre, vivenbajo el yugo de la opresión, la tiranía y la explota-ción, o son víctimas de la desnutrición, la falta desalud, las enfermedades y el exceso de trabajo. Nopueden conocer la alegría cuando soportan laspenalidades que ocasionan interminables guerras yconflictos, y enfrentan la pesadilla de una espantosainseguridad.

Sostenemos que la causa de todos esos males esla falta de amor de los hombres para con Dios y conel prójimo, y su insistencia en contravenir las leyesdivinas de amor, fe, paz y armonía con el Creador,con la creación y con sus semejantes. Esas leyesconstituyen el fundamento de nuestra fe y de la detodos los que creen profundamente en Dios y en Suamor.

Además de saber a favor y en contra de quéluchamos, es necesario tener claro en qué planodebemos hacerlo. La nuestra no es una guerra

de armas y ejércitos que combaten físicamente. No esuna contienda en el plano material, en la que seenfrenten hombres, naciones o grupos étnicos. No esuna guerra entre ricos y pobres ni entre socialistas ycapitalistas. No se trata de un conflicto entre sistemaspolíticos o económicos, entre sociedades o culturas,o entre confesiones religiosas. No nos referimos a

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una conflagración motivada por el rencor y el odio, lasaña y la venganza, que conducen a matanzas y asalvajismo, torturas, sufrimiento y muerte. No se tratade sojuzgar a un pueblo, ni de conquistar territorios,ni de adquirir bienes materiales o satisfacer lavanagloria del hombre.

Tales guerras carnales raramente han contribuidoa superar conflictos o a resolver los problemasfundamentales que aquejan a la humanidad. Por logeneral, solo han dado lugar a más sufrimiento,angustia, dolor, hambre, esclavitud, resentimiento yrevanchas. No han hecho otra cosa que generar másluchas, tormentos, privaciones, destrucción, pérdidas,aflicción, miseria y muerte. El resultado de la inmen-sa mayoría de las mezquinas y execrables guerrasque desatan los hombres no es más que un simplerelevo del tirano de turno en el que se invierten lospapeles entre opresores y oprimidos, un intermina-ble círculo vicioso de males que enriquece aún más aun sector cada vez más reducido de privilegiados, y ala vez engrosa las filas de los pobres. Y tanto unoscomo otros son desgraciados e infelices con la vidaque llevan, asediada por el espectro del miedo y lamuerte.

L a nuestra es una guerra que se libra en el planoespiritual, por medio de la fe y el amor, y tienepor objetivo conquistar el corazón y el espíritu

de los hombres, influir en sus ideas y salvar tanto sualma como su cuerpo. Combatimos por liberarlos de

Guerra entre dos mundos

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32 Atrévete a ser diferente

la maldad que se adueña de su espíritu, de su cora-zón y de su mente, y los induce a ser egoístas, des-considerados, ofensivos, crueles y perversos con suscongéneres. La inhumanidad de los hombres paracon sus semejantes tiene raíz en su ignorancia de loscaminos que conducen a la felicidad. No conocerbien el amor, la fe y el poder de Dios, así como losprincipios espirituales que Él amorosamente hainstituido para que alcancemos la dicha eterna.

Lidiamos en esta contienda a fin de romper lascadenas de iniquidad y el yugo del Diablo queesclavizan el alma, la mente, el corazón y el espíritude los hombres, y que son la causa de que nos hayansobrevenido todas las desgracias que enfrentamoshoy en día. Se trata de una guerra cósmica, unaguerra entre dos mundos. Una guerra entre el bien yel mal, entre Dios y el Diablo, la rectitud y la vileza, lomundano y lo espiritual, ángeles y demonios. Unenfrentamiento entre el amor y el odio, la vida y lamuerte, la alegría y la desdicha. Nos referimos a unconflicto universal en el que las fuerzas celestialesdefensoras del bien se oponen a las fuerzas espiritua-les del Infierno, que luchan por nuestro cuerpo ynuestra alma, tanto en el plano terrenal como en ladimensión espiritual.

Por tanto, es menester que, además de defendernuestros derechos humanos, libremos esta guerraespiritual —de mucha mayor trascendencia quecualquier otra— con armas mucho más eficacescomo son la fe, el amor y la piedad, acompañadas de

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33Guerra entre dos mundos

palabras y actos de bondad. Para liberar a los hom-bres del temor es necesario infundirles fe; paralibrarlos del odio hay que manifestarles amor; paraaliviar su angustia es preciso brindarles alegría; paralibrarlos de la guerra debemos forjar la paz; parasacarlos de la miseria hay que satisfacer plenamentesus necesidades; para salvarlos de la muerte tenemosque indicarles el camino que conduce a la dichaeterna en el Cielo.

L a espada vence, la palabra convence. Nuestraguerra se libra con palabras e ideas capaces deencender en los hombres la llama de la fe y la

esperanza. Aspiramos a colmarlos de alegría, de paz yde amor, a fin de que su espíritu sea libre. Asimismo,nos proponemos liberarlos del dolor físico con actosde amor y de bondad. Debemos, por tanto, librar unaguerra de palabras contra las ideas del mal, unaguerra de fe contra el temor y de esperanza contra laduda. Es vital que inspiremos a los hombres a creeren Dios y en Su amor, y que Él ha concebido un planpara llevar al hombre hacia un futuro glorioso,cuando se instaure el Reino de Dios en la Tierra, en elque gobernarán los justos y ya no habrá pesar, nillanto, ni dolor, ni muerte. Todo será luz y vida, yhabrá paz, felicidad y abundancia para todos.

Es necesario enseñar a la gente las amorosas yvivificantes Palabras que Dios mismo nos legó en Sulibro sagrado, la Biblia, por medio de Sus santosprofetas, a fin de que la humanidad alcance la vida, la

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34 Atrévete a ser diferente

dicha y el amor eternos que Dios ofrece. Imperiospoderosos construidos a punta de espada desapare-cieron con el mismo ímpetu con que aparecieron. Encambio, las divinas Palabras de vida y amor perma-necen para siempre y no han dejado de ser fuente degozo, paz, amor, vida y esperanza para miles demillones de personas generación tras generación.Grandes conquistadores como Alejandro Magno,César, Gengis Kan, Napoleón y Hitler han quedadorelegados al pasado. Sin embargo, las ideas, la fe y laspalabras de los profetas de Dios son imperecederas.

Trascienden las fronteras. Se extienden por todaslas naciones, razas e imperios. No conocen límites detiempo ni de espacio. No han podido ser reprimidaspor personas, por guerras ni por el poder de lasarmas. Engloban a la humanidad entera, y unen lospensamientos, el corazón y el espíritu de los hom-bres en la fe y el amor a Dios y al prójimo, para biende todos.

Los filósofos, maestros, profetas y siervos de Diosen raras ocasiones han dirigido imperios. No obstan-te, han ganado a multitudes de personas a su causapor medio de sus palabras, su fe y sus ideas, quecautivaron corazones, conciencias y espíritus liberán-dolos para siempre. Los seguidores de Dios desde elprincipio del mundo se cuentan por miles de millo-nes, y a diferencia de los efímeros imperios terrena-les, que subyugan por la espada, el Reino eterno deDios conquista los espíritus inmortales de los hom-bres.

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35Guerra entre dos mundos

No se puede obligar a nadie a hacer el bien. Nose puede imponer la moralidad a fuerza deleyes. Para impulsar al hombre a obrar limpia-

mente y a abstenerse del mal por iniciativa propia esnecesario persuadirlo, ganar su corazón, iluminar suespíritu y salvar su alma. Para conquistar de veras elamor de una mujer, de nada vale forzarla. Hay quecortejarla. No es posible cambiar el mundo de loshombres sin cambiar su manera de pensar. Para esoes imperativo transformar su corazón, lo cual sólo esviable mediante la inspiración del Espíritu de Dios,que no sólo salva el cuerpo, sino también el alma.

Debemos empeñarnos en la salvación integral delos hombres, no solamente de su cuerpo y de sumedio ambiente. Nunca podrán ser felices teniendoel corazón amargado, los pensamientos turbados, elespíritu abatido y el alma desprovista de salvación.Tenemos que consagrarnos a la tarea de salvar a loshombres en su totalidad, no en forma parcial. Esnecesario bregar por la salvación de la humanidadentera, no sólo de una parte de ella. Esa salvacióndebe ser eterna y no circunscribirse a la existenciaactual.

Sólo el poder, la vida, la luz, el amor y las palabrasde Dios pueden lograr ese objetivo. Debemos valer-nos de cuanto medio haya disponible en el mundopara comunicar esas palabras a toda persona. Debe-mos hacer llegar a los ojos y pensamientos de todoslos hombres en todo lugar los preceptos de Dios, Suesperanza, fe y amor, y los designios que ha determi-

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36 Atrévete a ser diferente

1 V. Mateo 18:12–14; Lucas 15:3–7; Juan 10:1–16

nado para Sus criaturas, a fin de que se transformentodos los corazones, se eleven todos los espíritus y sesalven todas las almas, así como los cuerpos que lascomponen, para que convivan en unidad y armoníapara siempre.

Es imprescindible que tengamos por objetivo lasalvación universal de la humanidad, no sólo la denuestra nación. No podemos limitarnos a resolver lasnimias cuestiones temporales, los afanes de estavida, las dificultades de nuestro ámbito o los conflic-tos de un determinado pueblo, nación, raza, cultura,religión, ideología, filosofía política o sistema econó-mico.

Para que todos los hombres alcancen la felicidad,la salvación no puede exceptuar a nadie; debeabarcar a la humanidad entera. Aunque las noventa ynueve ovejas estaban en el redil, el pastor no seconformó hasta que hubo hallado y rescatado a laperdida. La grey no estaba completa. El pastor nopodía descansar mientras una de ellas estuvierasufriendo por su descarrío.1

Es preciso que busquemos a todas las ovejasperdidas del Buen Pastor, a fin de transmitirles laspalabras de amor, vida y fe. Hay que traerlas a todasal redil, de manera que sean por la eternidad un solorebaño con un solo Pastor.

Tenemos la obligación de llevar el mensaje atodos, aunque no todos lo escuchen ni respondan niacepten la salvación. Debemos a todo hombre el

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37Guerra entre dos mundos

mensaje de Dios y la vida de amor que Él quiere dar,pero sobre todo a los que se muestren dispuestos acreerlo y aceptarlo. Dios únicamente sacia al almahambrienta; a los que creen no tener necesidad de Élni de una transformación los envía vacíos.1 No tienesentido perder el tiempo discutiendo con los que seniegan a reconocer la verdad. No hay peor ciego queel que no quiere ver. Debemos empezar hoy mismo asaciar a los hambrientos, a dar vista a los que ansíanluz y amor a los abandonados.

Si Dios está de nuestra parte, nadie podrá hacer-nos frente, por mucho poder que ostente o pormuchos que sean sus seguidores. Confía en Dios.

«Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?»2

¿Quién podrá detener al que hace el bien? Ningunopodrá resistirse al poder de Dios en ti ni a Sus hues-tes celestiales si Dios está a tu favor y tú a favor Suyo,y estás obrando conforme a Su voluntad.3

Libramos una lucha sin cuartel, y la victoria esnuestra. Alabado sea Dios. Puede que perdamosalgunas batallas, pero estamos ganando la guerra, ymuy pronto estableceremos el Reino de Dios en latierra. No te des por vencido. No desmayes, nopierdas la fe, ten ánimo. No podemos fracasar.Tenemos la victoria asegurada, porque Dios estácon nosotros y porque luchamos por una causajusta y santa, basada en la fe y el amor a Dios y alprójimo. El amor es infalible, porque «Dios es

1 V. Lucas 1:53 2 Romanos 8:31 3 V. Hechos 5:38–39

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38 Atrévete a ser diferente

amor».1

Jesús dijo que el cielo y la tierra pasarán, pero lasPalabras de Dios no pasarán.2 Para siempre perma-necen en los Cielos, y nadie podrá desmentirlas uoponerse perpetuamente a ellas. Invócalas y divúlga-las, junto con el amor de Dios, tanto de palabra comode hecho. Aprovecha para ello todos los medios quetengas a tu alcance, y así brindarás a los demás luz,esperanza, amor, paz, abundancia, satisfacción yfelicidad celestial para siempre.

No es de necios dar una vida pasajera por unamor imperecedero.

1 1 Juan 4:8 2 V. Mateo 24:35

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1 V. Génesis 3:62 V. Génesis 6:5–7

3 V. Génesis 11:1–94 V. Éxodo 2

¿Se equivocó Dios?

Se equivocó Dios al poner a Adán y Eva en elParaíso y permitirles que tomaran por su cuentauna decisión que resultó ser desacertada?1 ¿No

reconoció Dios Su fracaso cuando tuvo que aniquilara la humanidad por su impiedad mediante el diluviouniversal?2 ¿Fue la torre de Babel un desastre total, yla confusión de lenguas una catástrofe? ¿O fue todoello necesario para cumplir el propósito divino deenseñar humildad al hombre y dispersarlo sobre lafaz de la Tierra?3

¿Fue un error que Moisés matara al cruel egipcio ytuviera que huir para salvar la vida, con lo que acabópasando cuarenta años en el desierto aprendiendo aser un humilde pastor de ovejas?4 ¿No fue aquello unterrible contratiempo para la causa y la liberación desu pueblo? ¿O fue necesario que Moisés terminara enel exilio a fin de que aprendiera lo que Dios tenía queenseñarle y se transformara en la persona que tenía

¿

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40 Atrévete a ser diferente

1 V. 1 Samuel 9–22 3 V. 2 Samuel 152 V. Salmo 76:10

que ser para liberar a su pueblo? Es decir, en unhombre que ponía toda su confianza en Dios y no ensí mismo.

¿Se equivocó Dios cuando escogió a Saúl por reyde Israel, teniendo en cuenta cómo salió? ¿Fue Saúlun fracaso? ¿O sirvió para cumplir el plan divino ypreparar al rey que Dios realmente buscaba: David?1

Dios obtiene algunas de Sus mayores victorias deaparentes derrotas, y hace que la ira del hombre loalabe.2

¿Se equivocó Dios cuando dejó que David sucum-biera en los brazos de Betsabé, cayera en desgraciadelante de sus súbditos, fuera destronado por supropio hijo, el rebelde Absalón, y se marchara a otropaís en medio del oprobio y el escándalo, escoltadopor unos pocos amigos?3 ¿Será que David cayó? ¿O araíz de todo ello acabó subiendo? Algunas veces,Dios para levantar derriba... de hecho, casi siempre.Exactamente lo contrario de lo que pensamos. A Diosle encanta hacer las cosas al revés de lo que unoespera, porque eso requiere un milagro y demuestraque son obra de Dios y no del hombre. Gracias aaquello, David fue humillado, junto con todo el reino,lo que les recordó que todo lo que eran y tenían se lodebían al Señor.

De esos aprietos y quebrantos que sufrió Davidbrotaron la dulzura de los Salmos y la fragancia desus alabanzas al Señor por la misericordia que tuvocon Él. Fue todo obra de Dios, fue todo por gracia,

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41¿Se equivocó Dios?

1 V. 1 Reyes 18–19

nada de sí mismo ni de su propia justicia. Es unaenseñanza que desde entonces ha animado a mu-chos otros grandes pecadores como cualquiera denosotros.

¿Se frustró la misión de Elías cuando huyó deJezabel después de su gran victoria en el monteCarmelo? Cuando se escondió cobardemente en eldesierto, ¿quedó en nada la gran valentía exhibidaen aquella ocasión? Después de matar a cientos defalsos profetas, huyó de una simple mujer. ¡Quécuadro!1 Aquel profeta audaz, formidable e impre-sionante, el que había descollado entre todos losdemás por estar lleno del poder y la fortaleza deDios, el mismo que en la cima del Carmelo habíahecho descender fuego de los cielos, huía esta vez—temerosa y deshonrosamente— de la perversareina Jezabel. ¿No supuso eso un descalabro, laruina total de su obra? ¿No menoscabó aquello todosu testimonio? ¿No demostró que a fin de cuentasno era un gran profeta? ¿No ocasionó que susseguidores lo abandonaran? ¿O será que Diospretendía enseñarle algo que haría de él un profetamejor, más humilde, el cual, después de regresar, notemería siquiera al rey, mucho menos a la reina?

¿No fue un desprestigio y un apoteósico revés parala causa de Dios que Jeremías, el gran profeta demales y destrucción, fuera puesto en un cepo frente ala puerta del templo, para que sus hermanos leescupieran en la cara? ¿O que sus enemigos lo hundie-

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42 Atrévete a ser diferente

1 V. Jeremías 38–41 3 Isaías 55:8–92 V. Isaías 40:13–14; 1 Corintios 2:16

ran hasta las axilas en barro, y tuviera que ir a rescatar-lo en secreto su buen amigo Ebed? Finalmente, ¿no fuelo más ignominioso y escandaloso de todo queterminara en la cárcel, tildado de traidor y delincuente,acusado de ser desleal a su patria y a su pueblo?1

Sí, pero no para Dios. Todo ello formaba parte delplan divino para conservar humilde a Jeremías yevitar que se distanciara de Dios, de manera quepusiera toda su confianza en Él y no en su familia, ensus amigos o en el rey. Dios lo tuvo allí entre rejaspara mantenerlo a buen recaudo hasta que lo libera-ron los babilonios. Fue protegido, sustentado yalentado por aquellos de quienes menos cabíaesperar un trato benigno: los crueles enemigospaganos de su pueblo. ¿Fue todo una equivocación?¿No había acaso una mejor opción, un modo máscorrecto de hacerlo?2

¡Qué importa lo correcto! Los que se preocupanpor hacer las cosas correctamente son los hombres.Dios más bien suele obrar de maneras inesperadas,incorrectas, poco tradicionales, poco ortodoxas ypoco ceremoniosas, al revés de como nos imagina-mos. «Mis pensamientos no son vuestros pensamien-tos, ni vuestros caminos Mis caminos —dice elSeñor—. Como son más altos los cielos que la tierra,así son Mis caminos más altos que vuestros caminos,y Mis pensamientos más que vuestros pensamien-tos.»3 ¿Quién puede conocer la mente del Señor? Y

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43¿Se equivocó Dios?

1 Proverbios 3:5–6 2 V. Jueces 7

¿quién puede enseñarle algo?¿Quiénes nos creemos que somos para decirle a

Dios lo que tiene que hacer y cómo? Dios sabe lo quehace. Su forma de proceder no es asunto nuestro. Nonos corresponde a nosotros instruir a Dios en cómodebe hacer las cosas. «Mira, Señor, debes hacerlo deesta forma o de esta otra, para que la gente nosacepte y nos comprenda.» No te preocupes por losque no entienden. Confía en que Él sabe lo que hace.«Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes entu propia prudencia. Reconócelo en todos tus cami-nos, y Él enderezará tus veredas».1

A Dios le encanta obrar al revés de como nosparece que debería hacerlo. Pero ¿es eso un error?¿Está mal que lo haga así?

¿Por qué no se valió Dios de los 32.000 hombresde Gedeón para aniquilar el ejército de los madiani-tas? Así habrían podido atribuirse el mérito a símismos y jactarse de ser un pueblo superior. Encambio, mandó a una ridícula cuadrilla de 300hombres a que rompieran vasijas en medio de lanoche, montaran un espectáculo luminoso, hicieransonar sus trompetas y gritaran como desaforados. Sinembargo, eso hizo que les temblara la barba a lossoldados enemigos, los cuales acabaron matándoseunos a otros.2

¡Qué manera más ignominiosa de ganar unabatalla! ¡Qué forma más vergonzosa de vencer alenemigo! Una bufonada, un disparate que no tenía

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44 Atrévete a ser diferente

1 Jueces 7:22 2 V. Jueces 14–16

sentido; pero fue todo cosa de Dios. Gedeón y sucuadrilla no tuvieron más remedio que dar gracias aDios por la victoria, pues lo único que se les podíaatribuir a ellos eran tonterías como romper platos,agitar antorchas y soltar alaridos mientras Dios seencargaba del enemigo. ¿A quién sino al Señor se lepodría reconocer el mérito de la victoria en semejan-te batalla? Desde luego no a un hombre simple comoGedeón, que tuvo la intrepidez de creer y obedecer loque Dios le había dicho. Pero con tal de cumplir sumisión, no le importó hacer el ridículo ni que serieran de él.

Quien trate de analizar racionalmente los planesdel Señor más vale que desista. Lo más probable esque de todas formas las cosas no resulten como élpiensa. No sea que diga: «Mi mano me ha salvado».1

Yqué más digo? Porque el tiempo me faltaríapara hablar de Barac y del loco de Sansón. Esesí que dio un pésimo ejemplo. Semejante

melenudo, mujeriego, pendenciero, jaranero, bromis-ta y apostador. Mató a mil filisteos con una quijadade burro, y a veces él mismo hacía tremendas burra-das.2 Vaya forma imprudente, insólita y alocada desalvar Dios a Su pueblo, por medio de semejanterebelde. ¿Se equivocó Dios? ¿O será que para demos-trar que Él puede servirse de cualquiera, hasta depersonas como nosotros, nos dio el alentadorejemplo de esos desastres que tuvieron éxito, esos

¿

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45¿Se equivocó Dios?

1 V. Mateo 1–2

fabulosos incapaces que se atrevieron a confiar en Éla pesar de sí mismos y le atribuyeron toda la gloria, asabiendas de que sin Él nada podían hacer!

No habría sido mucho más respetable y correc-to que el Rey de reyes, Jesús, naciera en unpalacio, en presencia de ilustres cortesanos, y

que lo agraciaran con los honores y alabanzas de lasociedad? En cambio, vio la luz en el suelo sucio deun establo, entre vacas y asnos, y lo envolvieron entrapos para acostarlo en un comedero de animales.Desde entonces, la gente ha venerado tanto elpesebre que olvida el uso que tenía: era simplementeun cajón tosco del que comían las vacas. Los únicospresentes fueron un variopinto grupo de pastorcillospobres hincados de rodillas en el suelo, y unascuantas vacas y asnos.

¿No habría sido más ventajoso que Su padreterrenal fuera un eminente potentado en lugar de unsimple carpintero? De haber recibido el espaldarazodel orden establecido, ¿no se les habrían facilitadomucho las cosas a Jesús y a Sus seguidores y no sehabría agilizado la propagación de Su obra? ¿Y no fueun tanto bochornoso para Sus humildes padresconvertirse en fugitivos de la injusticia y salir huyen-do del país como delincuentes comunes por habertraído al mundo al caudillo de un gobierno revolu-cionario opositor, el Reino de los Cielos?1

Por lo mismo, ¿no le habría convenido vivir un

¿

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46 Atrévete a ser diferente

poco más decente y aceptablemente en lugar denacer en un establo que ni siquiera era de Él, gorro-near comida en campos de otros hombres, dormir encasas ajenas —particularmente en la de un par deadorables hermanas solteras, María y Marta— y sersepultado en la tumba de otro?1

¿Era necesario que estuviera constantementeenfrentándose a las instituciones religiosas, rompien-do convencionalismos, derribando tradiciones yamenazando el statu quo, de tal manera que tuvo queterminar ejecutado junto a delincuentes comunes,dejando atrás la mala reputación de haberse codeadocon publicanos y pecadores, de haber sido uncomilón y bebedor de vino, de andar codeándose conborrachos y prostitutas, de infringir la ley, de ser unagitador, de alterar el orden público, de ser unfanático endemoniado y un falso profeta. Así localificaron.2 ¿No habría podido recurrir Dios a tácticasmenos controvertidas y procedido de forma máspacífica, respetable y aceptable? ¿No habría podido elRey de reyes empezar con mejor pie en lugar dehacerse odiar desde el principio? ¿No fue aquello undesatino de Dios?

Jesús, ¿por qué ofendiste adrede al orden estable-cido? ¿Para qué escoger a propósito, por discípu-los, a unos malolientes pescadores melenudos y a

un odiado recaudador de impuestos? ¿No habría sido

2 V. Lucas 10:38–42; Juan 19:38–423 V. Lucas 7:34; 23:2; Juan 10:20

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47¿Se equivocó Dios?

1 V. Juan 2:13–16; Mateo 21:12–13; Marcos 11:15

más ventajoso actuar a la manera de los hombres yelegirlos de entre los eruditos del Sanedrín [consejosupremo de la antigua nación judía] con la aproba-ción de las sinagogas, la venia de los principalessacerdotes y la autorización de Roma por intermediodel gobernador? Jesús, ¿no te habría convenido máshaberlo hecho así desde el comienzo? ¿No crees queTus tácticas habrían podido refinarse un poco? ¿Nocrees que te creaste muchas dificultades desde elprincipio y te acarreaste penas y persecucionestotalmente innecesarias e inmerecidas con Tusmétodos temerarios y Tu imprudencia?

¿Era preciso que te marginaras de tal manera yque escogieras tal amalgama de inútiles, entre ellosalgunas de las peores rameras y algunos de lospersonajes más radicales de la ciudad? Seguro quehabrías podido adoptar mejores procedimientos. Secomprende que cometieras algunos errores, pero ¿nofue una tontería que actuaras sistemática y testaruda-mente contra la lógica, la razón y las buenas costum-bres?

Si hubieras dado sólo una paliza a los cambistasdel templo, tal vez lo podrían haber pasado por altocomo una atolondrada excentricidad de un demente,de un tipo que andaba mal de la cabeza. Pero echar-los a latigazos, destrozar los muebles y esparcir todoel dinero dos veces... ¡Sabes muy bien que eso ya erapasarse! Era inevitable que alguien se enfureciera yterminara eliminándote.1

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48 Atrévete a ser diferente

1 V. Juan 6:48–63 2 1 Corintios 4:11

Hiciste las cosas de tal modo que nos resulta muydifícil explicar a la sociedad decente por quétuviste que ser tan inconformista y polémico,

semejante iconoclasta. ¿No crees que habrías podidotransigir un poco en algunas de esas cuestiones parano enfrentarte tan de plano a las autoridades ecle-siásticas con Tus doctrinas revolucionarias? ¿Nohabrías podido refinar un poco Tu estilo y Tu mensa-je para que no resultaran tan difíciles de tragar?Como cuando dijiste a Tus discípulos que comieranTu carne y bebieran Tu sangre. Santo cielo, habríanpodido pensar que profesabas el canibalismo.1

Señor, seguro que había mejor forma de proceder.Es indiscutible que habrías podido vivir en mejorescondiciones. ¿Cómo se te ocurre acampar en el pradoa la sombra de los árboles? Eras perfectamenteconsciente de que con eso motivarías gestos deextrañeza y levantarías sospechas sobre Tu carácter ymoralidad y la de Tus discípulos, ya de por sí perso-nas de dudosa conducta. Es evidente que te equivo-caste en algunos de esos métodos de actuación,Señor. Algunas cosas habrías podido hacerlas mejor.

No podemos ser vagabundos como Tú y Tusdiscípulos, Señor. Ni siquiera como el gran apóstolPablo. Imagínate lo que sería «no tener morada fija».2

Eso es inconcebible en esta era moderna. Simple-mente no se hace. Sabes bien que esa forma de vidainevitablemente acarrea críticas y concita el aborreci-miento de la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta

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49¿Se equivocó Dios?

que según la corriente actual la vida no consiste enunos valores espirituales imprecisos sino en laabundancia de bienes materiales.

Francamente, dificultas bastante las cosas. Por lomenos parte de todo eso fue desacertado. Era lógicoque Tus estúpidos e ignorantes seguidores cometie-ran algunos disparates así; pero, ¿Tú, que eras su jefe?¿Cómo es posible que incurrieras en una conductatan deshonrosa? ¿Qué esperabas que la gente pensa-se? Es comprensible que te acusaran de ser unborracho, un glotón, un libertino y un extremista. Laverdad es que no pusiste mucho de Tu parte conmiras a que te aceptaran. Para los que estamosacostumbrados siquiera a un mínimo de honorabili-dad, Tu mensaje y Tu proceder resultaron muydifíciles de tragar. ¿Es que no te importaban nada lasopiniones de los hombres? ¿No te interesaba acaso loque la gente pensara de Ti y de Tus seguidores? ¿Notenían para Ti ninguna importancia los chismes quecirculaban en torno a Tu persona y a los hombres ymujeres que te seguían?

Para colmo, elegiste a ese fanático de Pablo comouno de Tus principales apóstoles. Tenías que habersabido que a los judíos no les iba a hacer ningunagracia que les arrebataras a uno de sus hombresclave y lo convirtieras en cristiano radical. Te habríasdebido percatar de que Tus propios discípulosdudarían de la sinceridad de semejante hombre y deque les iba a costar creer que hubieras hecho seme-jante barbaridad: escoger a su peor perseguidor y

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50 Atrévete a ser diferente

esperar que, después de todo el daño que les habíahecho, se convencieran de que a partir de entoncessería su buen amigo y compañero.1

Señor, ¿cómo pudiste hacernos esto? Nos compli-caste enormemente las cosas. ¿Cómo hacemosahora para que la sociedad te comprenda? ¿Qué

esperas que crea la sociedad, si Tus actos fueronprácticamente inexcusables? La gente se basa en loque ve y oye, y en Tu caso, eso de por sí es terrible.

Señor, por lo que más quieras, déjanos mejorarTus métodos, pulir un poquito Tu mensaje yeliminar algunos rasgos irreconciliables y

polémicos de Tu ministerio. Nosotros no queremoscometer los mismos errores que Tú. Por lo que másquieras, ayúdanos a ser mejor vistos por el mundo.¿No entraría eso en las mayores obras que dijiste queharíamos,2 que nosotros, a diferencia de Ti, consiga-mos ser aceptados por la sociedad; más aún, quepodamos granjearnos el reconocimiento y la bendi-ción de la misma y hasta cooperar con ella? ¿No nospermitirías, en este caso, «unirnos en yugo desigualcon los incrédulos»?3

¿No podrías, en nuestro caso, igualar ese yugosólo un poquito para que no tengamos que padecerla dura persecución que Tú y Tus primeros seguido-res sufrieron? ¿No te parece que algo deberíamoshaber aprendido del pésimo ejemplo que diste Tú,

1 V. Hechos 9 2 V. Juan 14:12 3 2 Corintios 6:14

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51¿Se equivocó Dios?

para evitar caer en los mismos errores? Está claro quese podría sacar alguna lección de Tus metidas depata. De otro modo, si a lo largo de la Historia Tusdiscípulos imitan Tu modelo de inconformismo, severán en constantes aprietos. Tú sabes que el mundono va a tolerar esas cosas y que de seguir así elcristianismo acabará por desaparecer.

Otra cosa, Señor, es que debiste haber manifesta-do mucho más respeto por el templo y las sinagogas.Sabes bien que los templos constituyen la base detoda religión. Sin ellos, ¿qué sería de la nuestra?Válgame Dios, ni siquiera podríamos celebrar cultos.Y si careciéramos de una organización eclesiástica, ¿aqué diríamos que pertenecemos? Nos quedaríamosen la calle, sin otra cosa que hacer que divulgar Tumensaje. No tendríamos más apoyo y respaldo queel Tuyo. Obrar así no resulta muy eficiente. A ese pasono duraríamos mucho. Fíjate en lo que les pasó a Tusseguidores de todas las épocas que se empeñaron enprescindir de las instituciones religiosas y quisieronpredicar en las calles, sin medios económicos tangi-bles, sin empleo, sin vivienda, sin contar con elreconocimiento de los gobiernos. Casi todos sinexcepción —desde Tus primeros profetas hasta Tusmártires más recientes— fueron ridiculizados,escarnecidos, tratados con incredulidad, encarcela-dos, multados, azotados y hasta llevados a la muerte.

Era de esperarse, Señor. Tenías que haber sabidoque la gente no toleraría eso, que la sociedad noaccedería a que personas de esa clase anduvieran

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52 Atrévete a ser diferente

sueltas sin imponérseles limitaciones. Podríansocavar toda la organización social y minar la con-fianza que tiene la gente en su religión, sus templos ysu clero. Tú sabes que esas cosas no se puedenconsentir, Señor. Todo debe hacerse decentemente ycon orden. Es inconcebible dejar que todos esosfanáticos anden sueltos gritando: «¡Jesús te ama!» Loconsiderarán una alteración del orden público, porcuanto no coincide con el orden que ellos hanimplantado, el orden tradicional.

No te habrás equivocado, Señor? ¿No habrá unamanera mejor de trabajar, con gente unpoquito más distinguida, métodos algo más

aceptables y un mensaje menos ofensivo, algo queno moleste y no enoje tanto a la gente contra Ti? Porlo general aspiramos a tener un mínimo de reputa-ción y a ser bien vistos y respetados por nuestrosvecinos. A la mayoría no nos hace mucha graciaaparecer en los titulares de los periódicos, y menosde una forma francamente desagradable. A pocos lesatrae la idea de que se los considere fanáticos religio-sos. ¿No crees que Tú y Tus primeros seguidoresdieron un ejemplo más bien equivocado, que ya deentrada les acarreó una mala reputación? Soy cons-ciente de que tuvieron mucho éxito en la difusión delEvangelio, pero ¡menudo Evangelio!

Y ¿qué tiene de malo realizar estudios superiores?¿No crees que de haber sido Tú y Tus discípulos unpoco más letrados, cultos y versados en los asuntos

¿

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53¿Se equivocó Dios?

1 V. Hechos 4:13 2 V. Mateo 24:1–2

del mundo y en todas aquellas cosas que se esperaque conozcan unos dirigentes religiosos, habría sidomucho más fácil que tuvieran buena acogida entre lagente de bien?1

Y mira que afirmar que su templo sería destruido.¿No era acaso sacrílego proclamar que lo que a juiciode ellos era la mismísima casa de Dios estaba conde-nado a la destrucción?2 ¿Quién crees que nos seguiríasi nosotros dijéramos barbaridades de ese porte,Señor? Sólo la chusma, como la que te seguía a Ti, aJeremías, a San Francisco y a algunos de esos rebel-des inconformistas que fueron discípulos Tuyos. Nonos beneficiaría en nada ante la sociedad y la opi-nión pública, como tampoco los benefició en nada aellos. No los condujo sino a la cárcel, a juicio yejecución. Estoy seguro de que tendríamos que haberaprendido algo de todo ello. No tenemos ningúninterés en repetir Tus errores. En este mundo nuestro,tan moderno y civilizado, es menester aplicar méto-dos nuevos, más avanzados y refinados, más a tonocon la era científica en que vivimos, caracterizada porla cultura y el bienestar económico.

Señor, ¿hace falta que el mundo nos censure demanera tan tajante para poder mantenernosseparados de él y firmes en nuestras conviccio-

nes, y no ser absorbidos otra vez por él? ¿Tiene acasoque rechazarnos por completo a fin de que acudamosafanosamente a Ti? ¿Es necesario cortarnos la retira-

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54 Atrévete a ser diferente

da de esta manera tan total, de modo que nos resulteimposible regresar? ¿No es eso pedirnos demasiado,convertirnos en la hez de la humanidad, como lo fuePablo y como declaró él que eran los apóstoles? Laescoria de la humanidad, al estilo de Tus primerosseguidores. Unos inadaptados, gente rara, fanática ychiflada.1 Si llegamos a ese extremo, ya no podremosvolver atrás. La sociedad no nos aceptará si decidi-mos reintegrarnos. Tal postura podría originar unadivisión y dar lugar a que ciertos elementos deslealesnos traicionaran, como hizo Judas contigo. Podríahacer tropezar a cantidad de hermanos débiles, yquedaríamos muy pocos. No lograríamos persuadir acasi nadie a imitar tales extremos de lealtad, entrega ydoctrina. Sucedería algo parecido a lo que te pasó aTi después del sermón aquel sobre la carne y lasangre.2

Es cierto que Gedeón, por ser tan extremista,despachó a la mayor parte de su ejército; pero eso fuehace muchos siglos. Las cosas han cambiado, Señor.Hoy en día no debes poner pruebas tan difíciles quete hagan perder la mayor parte de Tu ejército. ¿Quésería de la iglesia oficial si procediera así en estostiempos? No quedarían muchos fieles. Tus propiosdiscípulos te abandonaron a raíz de algunas de Tusduras Palabras.3 Eso es pasarse de la raya. Así nuncalograrás reunir un ejército muy grande. Recurriendo aextremismos de ese estilo jamás llegaremos a tener

1 V. 1 Corintios 4:13; 1 Pedro 2:9 3 V. Juan 6:662 V. Juan 6:48–66

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55¿Se equivocó Dios?

muy buena acogida entre la gente. Si predicamos ypracticamos todo lo que dice la Biblia, nunca disfru-taremos de la aceptación del público. Vamos, no nosvas a pedir eso. Sería excesivo. Tiene que ser unaequivocación. No nos exijas eso a nosotros. Te losuplicamos. ¿Es preciso que seamos tan diferentes?¿No estarás cometiendo un error, Señor? ¿No habráotra vía, algún otro camino?

Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadieviene al Padre sino por Mí... Estrecha es lapuerta, y angosto el camino que lleva a la vida,

y pocos son los que la hallan... Muchos son losllamados, y pocos los escogidos... No sois muchossabios según la carne, ni muchos poderosos, nimuchos nobles; sino que lo necio del mundo escogióDios para avergonzar a los sabios, y lo débil delmundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte... Aloír esto, muchos de Sus discípulos dijeron: “Dura esesta palabra; ¿quién la puede oír?”... Desde entoncesmuchos de Sus discípulos volvieron atrás, y ya noandaban con Él. Dijo entonces Jesús a los doce:“¿Queréis acaso iros también vosotros?”» En otraocasión, la Escritura refiere que «los discípulos,dejándole, huyeron».1

«Salgamos, pues, a Él, fuera del campamento,llevando Su vituperio... Se despojó a sí mismo [detoda honra], tomando forma de siervo... Despreciado

«

1 Juan 14:6; Mateo 7:14; 22:14; 1 Corintios 1:26–27; Juan 6:60,66–67; Mateo 26:56

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56 Atrévete a ser diferente

y desechado entre los hombres, varón de dolores,experimentado en quebranto; por cárcel y por juiciofue quitado... y se dispuso con los impíos Su sepultu-ra, mas con los ricos fue en Su muerte... Y seréisaborrecidos por todas las naciones por causa de MiNombre... Porque no sois del mundo, antes Yo oselegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Si aMí me han perseguido, también a vosotros os perse-guirán... El que a vosotros recibe, a Mí me recibe; y elque me recibe a Mí, recibe al que me envió... Eldiscípulo no es mayor que su maestro, ni el siervomayor que su señor».1

Dios no se equivoca, y hasta «lo insensato de Dioses más sabio que los hombres, y lo débil deDios es más fuerte que los hombres». No hay

mejor camino que el de Dios. «A Él oíd.» Y les dijo [alos que habrían de ser Sus discípulos]: «Venid en posde Mí y os haré pescadores de hombres». Ellosentonces, dejando al instante todo, le siguieron...hasta la muerte, y muerte de cruz. «El que se avergon-zare de Mí y de Mis Palabras en esta generaciónadúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergon-zará también de él cuando venga en la gloria de SuPadre con los santos ángeles.» ¡Cuidado «cuandotodos los hombres hablen bien de vosotros»!2

1 Hebreos 13:13; Filipenses 2:7; Isaías 53:3,8–9; Mateo 24:9; Juan 15:19–20; Mateo 10:40,242 V. 1 Corintios 1:25; Mateo 4:19–20; Filipenses 2:8; Marcos 8:38; Lucas 6:26

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571 Mateo 5:1

Montañeses

Cuando Jesús subió al monte, dejó atrás lasmultitudes. «Viendo la multitud, subió al monte;y sentándose, vinieron a Él Sus discípulos».1 Los

picos de las montañas nunca son muy concurridos.He subido a muchas montañas y casi siempre lo hicesolo. ¿Por qué? Porque cuesta mucho esfuerzo. Nohay mucha gente a la que le guste escalar. Es unaactividad solitaria y hay que dejarlo todo atrás.Generalmente se sufren muchos rasguños y golpes.Hasta le puede costar a uno la vida.

En la cumbre hay más luz. Mucho después queha anochecido en el valle, desde los montes todavíase ve el sol. El valle casi siempre está en sombras,lleno de gente y de cosas, pero normalmente oscuro.En las alturas hace frío y viento, pero es emocionan-te.

Para escalar una montaña hay que tener la convic-ción de que realmente vale la pena arriesgar la vidapor ello. Cualquier montaña... la montaña de estavida, la montaña de los triunfos, la montaña de los

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58 Atrévete a ser diferente

obstáculos, de las dificultades. Antes de empezar elascenso hay que tener la sensación de que vale lapena morir por ello y arrostrar el viento, el frío y lastormentas, que representan las adversidades. Pero asolas en la cumbre uno se siente muy cerca del Señor.Allí, la voz de Su Espíritu se oye tan fuerte que casiresulta atronadora. En el valle, en cambio, la voz de lamultitud retumba tanto que no se oye la voz de Dios.El silencio que reina en la cima es ensordecedor. Unose siente verdaderamente transportado. Es estreme-cedor. Casi escalofriante.

Desde luego, escalar es sumamente peligroso.Nunca se está tan cerca del abismo como cuando setiene el pie en el borde. Basta un paso en falso parair a parar al fondo. En el montañismo ocurre algocurioso: la ascensión resulta mucho más fácil que eldescenso. Los que consiguen coronar la cima, quizánunca logren volver. Ese es uno de los riesgos quese corren al escalar. La mayoría de los escaladoresque mueren se accidentan en la bajada, ya quecuando uno sube, ve a dónde va; pero no cuandobaja.

Allá arriba se tiene una sensación muy peculiar:no se quiere abandonar el monte. No hay inspiraciónen el descenso. En cambio, en la subida uno siente unimpulso, casi una inspiración espiritual. Arriesgaríacualquier cosa. Al descender es lo contrario. No sesiente ninguna inspiración, no se persigue ningunameta, no se logrará nada. Uno sólo se deja arrastrarotra vez al pantano de la humanidad, al fango de lamultitud.

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59Montañeses

L os únicos que escalan montañas son los pione-ros, los que quieren hacer algo que nadie halogrado nunca, los que desean sobresalir de la

multitud, superar lo ya realizado o alcanzado. Lospioneros deben tener horizontes, para ver lo quenadie más ve; fe, para creer lo que nadie más cree;iniciativa, para ser los primeros en intentarlo; y valor,agallas para luchar hasta conseguirlo.

Los que están en la cima son los primeros en verel amanecer y los últimos en contemplar la puestadel sol. Divisan el círculo completo de la gloriosacreación de Dios, los 360 grados del horizonte, loabarcan todo. Es como ver la vida entera de principioa fin, y entenderla.

Da la impresión de que se vive en la eternidad,mientras que abajo viven en la dimensión deltiempo. En la sierra se ve el mundo con la debidaperspectiva, cadenas de cumbres que conquistar,todo un mundo que se extiende más allá del horizon-te del hombre corriente, que desde su perspectiva élno alcanza a ver. Se divisan picos que aún no hansido escalados y lejanos valles inexplorados. Seaprecian paisajes que los habitantes de los valles noven nunca y que ni siquiera comprenden.

En el valle, uno se enreda tanto con la multitud ycon la farsa del materialismo que no ve nada másque el tiempo, creaciones temporales y cosas tempo-rales, las cuales pronto pasarán. En cambio, si levantala cabeza por encima de los que lo rodean, él mismose convierte en un monte en medio de ellos. Losdemás se resienten contra él, lo resisten y lo comba-

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60 Atrévete a ser diferente

ten, porque no lo entienden ni lo aceptan. No quierenni saber que existen montes. No quieren que otraspersonas se enteren de que hay montañas ni querespiren siquiera por un instante el aire puro delmonte cristalino. Las quieren mantener encerradas,empantanadas en el fango de los valles.

Cuando los demás notan que uno está en unmonte mientras que ellos siguen en el valle, le tomanodio. Se hace evidente que él se ha elevado sobreellos, y no quieren que nadie descuelle. Lo quierenmantener atascado en el lodo igual que todos ellos.No quieren que se sepa que existe otro lugar y que sepuede salir del valle. Hacen todo lo posible pordisuadirlo a uno de subir.

Has observado que desde tiempos inmemoria-les se han librado guerras entre los pueblosque vivían en los valles y los que habitaban

las montañas? Es histórico. Aunque menos numero-sos, los montañeses siempre han sido más robustos.Sobrevivieron porque siempre podían huir a susmontañas. Los del valle no los seguían, pues estabandesprovistos de la fortaleza y resistencia necesariaspara ello. Los perseguían un poco monte arriba yluego los dejaban escapar. Lo único que les interesa-ba era quitárselos de encima. Los montañeses eranespinas en su carne y aguijones en su costado, porcuanto demostraban que era factible vivir fuera delvalle, lo cual era imposible según la gente del valle.La Historia abunda en casos en que un pueblomontañés conquistó a un pueblo del valle, pero rara

¿

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61Montañeses

vez sucedió lo contrario.Así y todo, para los montañeses el gran riesgo ha

sido siempre que, tras haber conquistado a lospueblos del valle, ellos mismos se asentaban en éste.El mayor peligro se presenta cuando se hace la pazcon el valle, cuando ya no resulta arriesgado bajar. Lamayor amenaza es precisamente la sensación deseguridad. Así se pierde la independencia de lamontaña, la indómita libertad de la montaña.

El valle es territorio del hombre. Las alturas sonterritorio de Dios. En el valle domina el hombre. Enla montaña sólo Dios domina, y los montañeses losaben. Por el contrario, los que viven en los valles secreen dioses, porque se gobiernan a sí mismos. Loshabitantes de los valles se encuentran protegidos yseguros y creen que no tienen necesidad de Dios.Como ya no pueden ver el cielo se han olvidado deque existe Dios. Los montañeses, por su parte,experimentan cosas tan sobrecogedoras y peligrosasque no tienen más remedio que vivir cerca de Dios.

El camino es arduo y difícil, la carga es pesada ypenosa de llevar, y las personas que uno se encuentraen el ascenso no siempre son amables. Pero abajo enel valle son peores todavía. En la montaña no haymuchos sitios donde vivir; sólo refugios toscos ycobertizos. Escasea la comida. Hace frío y viento. Sinembargo, hasta morir en ella es emocionante. Valemás morir en la montaña que vivir en el valle. Losperiódicos nunca dan la noticia de alguien que seresbala y se cae en la calle, en la ciudad. En cambio,cuando alguien muere en la montaña, así haya

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62 Atrévete a ser diferente

1 V. Números 13:30 2 Mateo 5:1

ocurrido en un país lejano, la noticia se publica,porque al menos se atrevió a intentarlo.

Josué y Caleb, dos hebreos del Antiguo Testamen-to que exploraron la Tierra Prometida, fueronverdaderos adelantados, verdaderos montañeses.

Cuando los demás manifestaron temor ante lospeligros y dificultades que se les presentaban, Calebprácticamente dijo: «Los incrédulos se puedenquedar con el valle. Yo tomaré la montaña.»1 Él seguíasiendo un luchador, un pionero. Él y Josué fueron losúnicos de toda la generación mayor que sobrevivie-ron a los cuarenta años en el desierto con Moisés, yDios les permitió entrar en la Tierra Prometida ydisfrutar de ella.

Los caminos trillados son para hombres vencidos,pero las cumbres son para los emprendedoresvalientes.

L os que se deciden a subir la montaña dejan atráslas multitudes. La Biblia dice que cuando Jesússubió al monte, sólo Sus discípulos se le acerca-

ron.2 Ellos fueron los únicos que tuvieron el privile-gio de oír el sermón más famoso del mundo. Losúnicos que oyeron realmente palabras del Cieloaquel día fueron los que dejaron las multitudes ysubieron al monte, los que siguieron a Jesús hasta elfinal.

Me pregunto si hubo muchos que intentaronseguirles un rato y al final se quedaron atrás, cansa-

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63Montañeses

1 V. Mateo 14:14–21

dos y jadeando. No me extrañaría que hubieraservido para eliminar a todos los que no querían másque los panes y los peces,1 los que pensaban: «A verqué saco yo de esto». El precio era muy alto. «Yo novoy a ganar nada trepando esta montaña tan elevadacon esos chalados. A fin de cuentas, son unos fanáti-cos. Si no, no harían esto. ¡Qué estúpidos! ¿No sabenque nadie la ha escalado antes? ¿No saben que no sepuede? ¿Para qué vamos a jugarnos la vida escalandoese cerro, aunque lleguemos a presenciar un milagroo a recibir otro sandwich de pescado? No vale la penafatigarnos subiendo. Sentémonos aquí a esperar y versi consiguen volver. Nos quedaremos aquí descan-sando tranquilamente mientras ellos suben. Primeroveamos si se puede hacer.»

La verdad es que pocas veces se oye hablar de losque esperan a ver si algo es realizable. Los que hacennoticia son los que lo consiguen o mueren en elintento. Pero cuando alcances la cima, oirás la voz deDios. Él te hablará cara a cara. Él mismo te enseñará yte revelará Sus más grandes secretos.

Qué se oye, entonces, en la montaña? Cosas queharán eco en todo el mundo. ¿Qué se percibeen la quietud? Susurros que alterarán el curso

de la Historia. Las leyes más relevantes que harecibido la humanidad, por las cuales se rige aún lamayoría del mundo civilizado, fueron entregadas aun hombre solitario en la cima de una montaña.Luego de que Moisés descendiera de aquellas

¿

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64 Atrévete a ser diferente

1 Mateo 5:3

cumbres con los Diez Mandamientos, ni la naciónhebrea ni el resto del mundo volvieron a ser losmismos.

El sermón más aclamado de la Historia, el de lasbienaventuranzas, lo predicó a un puñado de hom-bres de montaña el más ilustre montañero de todos,Jesús, quien finalmente coronó solo Su últimamontaña —el Monte Calvario, el Gólgota—, paramorir por los pecados del mundo. Ese fue un monteque sólo Él podía escalar por todos nosotros... pero lologró.

Después de oír el sermón del monte, los discípu-los de Jesús descendieron y transformaron el mundo.No volvieron a ser los mismos. ¿Qué los cambió aellos que a la postre cambió el mundo? Que oyeronla voz de Dios comunicándoles verdades diametral-mente opuestas a lo que se pensaba en el valle.

En la montaña justamente Jesús decía: «Bienaven-turados los pobres en Espíritu [los humildes], porque deellos es el Reino de los Cielos».1 Unos sencillos pescado-res incultos escucharon de la boca de un carpinteroenseñanzas que los harían mayores gobernantes quelos césares, de un imperio más formidable que Roma.«Bienaventurados los pobres en espíritu —Sus pobresdiscípulos, ignorantes e incultos—, porque de ellos esel Reino» que regirá el universo.

En el valle proclamaban lo contrario: «Bienaven-turados los romanos —los orgullosos, altivos ypoderosos—. Hay que ver lo que han logrado. Hanconquistado el mundo. Conviene ser romano.»

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65Montañeses

1 V. Juan 19:152 V. Daniel 2:44

3 Mateo 5:44 Mateo 5:5

5 V. 2 Timoteo 2:12

Mientras que de Jesús y Sus seguidores pensaban:«¿Con qué derecho se meten en nuestro valle acontarnos lo que dicen en la montaña. No tenemosotro rey que César. ¡Cómo se atreven a decirnos quehay otro soberano! ¡Fuera! No tenemos otro rey queel César.»1 Y cuando martirizaron a los seguidores deCristo, lo único que consiguieron fue ascenderlos alReino de los Cielos, reino que un día hará desapare-cer a los reinos de este mundo.2

«Bienaventurados los que lloran, porque ellosrecibirán consolación.»3 ¿Bienaventurado llorar? ¿Esmás bienaventurado pasar desdichas? Sí, porque serecibirá consolación. En el valle dicen: «Es másbienaventurado regocijarse, estar alegre y hacerfiesta. Nos la pasaremos en grande ahora. ¡Cómo seatreven a venirnos con advertencias de que tenemosque cambiar!» No obstante, tú —el montañés— serásconsolado, y ellos condenados.

«Bienaventurados los mansos, porque ellos recibiránla tierra por heredad.»4 Los que no se defienden conviolencia y están dispuestos a dar la vida por elEvangelio, ganarán la batalla más importante detodas: la que determinará el futuro del mundo. Losque tengan que ir a la cárcel por su fe, poner la otramejilla y sufrir persecución serán los que rijan el otromundo, el venidero.5 Los pobres en espíritu son gentede la montaña. Los que lloran habitan en la montaña.Los mansos son de las montañas.

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de

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66 Atrévete a ser diferente

1 Mateo 5:62 V. Lucas 1:533 Mateo 5:7

4 Mateo 5:85 Isaías 1:18

justicia, porque ellos serán saciados.»1 La gente de lamontaña tiene un hambre y una sed de la verdad quesólo Dios puede saciar. Los de abajo, del valle, no venmás allá de sus narices. Son individuos satisfechos desí mismos. Están llenos. Y el Señor los envía de vueltavacíos.2

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellosalcanzarán misericordia.»3 Los misericordiosos sonmontañeses. Por ejemplo, en el valle casi no se veningún perro San Bernardo. Es una de las razas másfamosas del mundo, y son perros de montaña.Rescatan y manifiestan misericordia a los montañe-ros. De ahí que alcancen misericordia, gloria y fama.

«Bienaventurados los de limpio corazón, porqueellos verán a Dios.»4 La nieve derretida es el agua máspura del mundo. «Si vuestros pecados fueren como lagrana, como la nieve serán emblanquecidos; sifueren rojos como el carmesí, vendrán a ser comoblanca lana».5 Los de limpio corazón. El rey David nosiempre fue puro; sin embargo, como amaba al Señor,se sabía pecador y se acogía el perdón divino, alcan-zó misericordia. A pesar de los pecados y errores quecometió, agradó a Dios.6 Tenía el corazón limpio. Enla montaña no hay contaminación. Tanto el aguacomo el aire son puros. La gente es limpia de cora-zón. Ve a Dios.

«Bienaventurados los pacificadores, porque ellosserán llamados hijos de Dios.»7 Los que hacen la paz

6 Hechos 13:227 Mateo 5:9

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67Montañeses

1 V. Salmo 120:7 2 V. Lucas 2:14 3 Mateo 5:10a

¿con quién? ¿Con los enemigos? ¿Cómo va uno ahacer eso? ¿Cómo vas a estar en paz con el valle si elvalle se niega a estar en paz contigo? Vienes a hacer lapaz y a pregonar la paz, pero, ¿qué pasa? Ellos quie-ren guerra. No se puede hacer la paz con los quequieren guerra.1

¿Con quién se puede hacer la paz? Con Dios y conlos pacificadores, con los que desean paz. CuandoJesús nació, los ángeles cantaron: «Paz en la tierra alos hombres de buena voluntad».2 No «buena volun-tad para con los hombres», sino como dicen algunasversiones de la Biblia, «a los hombres de buenavoluntad». ¿Cómo se va a estar en paz con los de malavoluntad? Es imposible. Rara vez hay paz entre los dela montaña y los del valle, porque no hay el menorasomo de entendimiento entre unos y otros. Lo únicoque pueden hacer los de la montaña es conquistar alos del valle. Y la vía más fácil es dejar que se pudranen su propia iniquidad, que se vuelvan débiles yperezosos, obesos, enfermos en su pecado. Así dejande ser rivales de peso para los montañeses. LaHistoria lo ha confirmado a lo largo de miles de años.Los de las montañas siempre conquistan a los delvalle.

«Bienaventurados los que padecen persecución porcausa de la justicia...»3 Descienden de la montaña yofrecen la paz de la montaña a los que están en elvalle. Pero éstos los atropellan, los encarcelan y loscrucifican. Así y todo, los perseguidos son bienaven-turados. Más bienaventurado es ser acosado, encar-

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68 Atrévete a ser diferente

1 Mateo 5:10b2 Mateo 5:11

3 Mateo 5:12

celado y crucificado sabiendo que se es de la monta-ña, que se vive la verdad y que se tiene razón, quevivir una mentira en el valle, una vida de ocio yseguridad.

Te persiguen porque eres justo, porque tienes larazón, y ellos no soportan la verdad. Los del vallellevan tanto tiempo sumidos en la oscuridad que laluz los ciega. No soportan descubrir que tú estás en locierto y ellos equivocados. No quieren quedar enevidencia.

«...Porque de ellos es el Reino de los Cielos.»1 Termi-namos donde empezamos. Los que padecen persecu-ción son precisamente los pobres en espíritu, y alfinal, tanto unos como otros heredan el Reino de losCielos.

«Bienaventurados sois cuando por Mi causa osvituperen y os persigan, y digan toda clase de malcontra vosotros, mintiendo.»2 Los del valle dicen:«Están trastornando nuestra falsa sensación deseguridad, perturbando nuestra paz». En realidad loque se quiere hacer es darles paz, pero eso trastornasu confusión. Lo que pasa es que para ellos la confu-sión es paz. Esa es la paz que ellos entienden. Detes-tan que les lleven paz verdadera, por cuanto dejapatente que la suya no es tal. Por eso falsean, enga-ñan y dicen toda clase de mal contra nosotros min-tiendo.

Mas «gozaos y alegraos, porque vuestro galardón esgrande en los Cielos...»3 No siempre en este mundo.

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69Montañeses

1 Lucas 17:21 3 Mateo 5:12b2 Mateo 5:12a 4 Mateo 5:13

Claro que si se goza de la paz y la alegría que brindael Señor, se vive en la gloria y se recibe buena partede ese galardón ahora mismo. Espiritualmente ya seestá en la gloria. Jesús dijo: «El Reino de los Cielosestá dentro de vosotros».1 Grande es, pues, esegalardón del Cielo en nuestro corazón, y grande seránuestro galardón en el Cielo por venir.

«...Porque así persiguieron a los profetas que fueronantes de vosotros.»2 O sea, «a esos que fueron profetasigual que vosotros». Jesús enseñó a Sus seguidoresque ellos también eran profetas. Al recibir persecu-ción por profetizar se alcanza categoría de profeta, y«vuestro galardón es grande en los Cielos».3

«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal sedesvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más paranada, sino para ser echada fuera y hollada por loshombres.»4 Algunos adeptos de las grandes iglesiastradicionales se consideran la sal de la tierra. El librode los Hechos de los Apóstoles relata que hubo unaépoca, en los albores de la Iglesia, cuando los cristia-nos eran perseguidos, detenidos y crucificados. Ellossí que eran la sal de la tierra. Pero hoy en día lamayoría de esos montañeses han bajado a vivir en elvalle y se han desvanecido, han perdido su sabor.

Entonces, ¿qué compromiso asumirás tú?¿Dirás lo mismo que Caleb y Josué: «Yo tomaréla montaña»?, ¿o prefieres vivir en el lujo y la

opulencia del valle con sus momias, que llegaron

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70 Atrévete a ser diferente

1 V. Daniel 2:35,442 V. Isaías 2:23 Salmo 23:1,2

4 Salmo 23:35 Salmo 23:46 Salmo 11:1

hasta cierto punto y no quisieron ir más lejos?¿Qué países del mundo han permanecido libres

por más tiempo? Suiza —enclavada en los Alpes—,Afganistán —situado en la cordillera del HinduKush— y Nepal —en las cumbres del Himalaya—.Otras civilizaciones han dejado de existir, pero ésastodavía perduran. No serán pueblos muy numerosos,de gran poder y prestigio; sin embargo, todavíaexisten.

En las Escrituras, el poder y la grandeza vienenrepresentados por montañas, nunca por valles. Dioscompara Su Reino con un monte que cobra talmagnitud que llena toda la tierra.1 Dice que la casadel Señor es como una montaña, a la cual acudirá elmundo entero para adorar a Dios, y que de ellasaldrá Su Palabra.2

«El Señor es mi pastor, nada me faltará; en lugaresde delicados pastos me hará descansar, junto a aguasde reposo me pastoreará.»3 ¿Dónde te imaginas esospastos? Yo siempre los he visualizado como praderascordilleranas, con apacibles lagunas de aguas cristali-nas. «Confortará mi alma; me guiará por sendas dejusticia por amor de Su nombre.»4 ¿Cómo es Susenda? Es un sendero de montaña, estrecho y escar-pado. «Aunque ande en valle de sombra de muer-te...»5 En el valle hay muerte. La vida está en lamontaña. Sal del valle. Escapa al monte cual ave.6

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711 Mateo 10:16 2 V. Juan 15:19

Atrévete a ser diferente

Cuando un famoso inconformista llamado Jesúsexhortó a Sus discípulos a seguirlo y dejar atrás lavida que llevaban, les advirtió que serían como

«ovejas en medio de lobos».1 «Si fuerais del mundo—les dijo—, el mundo amaría lo suyo. Pero no soisdel mundo; por eso el mundo os aborrece.»2

Con ello en realidad les estaba diciendo: seandiferentes. Atrévanse a disentir de las normas im-puestas por los adictos al sistema, del comporta-miento que exige el orden establecido, y seránodiados por osar cuestionar esa autoridad que seatribuyen para determinar lo que está bien y lo queestá mal.

Si te atreves a pensar, actuar, vivir o enseñar deuna manera distinta que la vasta mayoría —segúndicen, silenciosa—, ya verás que no es tan silencio-sa. No pasará mucho tiempo antes que esa mayoría—esa masa robótica, narcotizada, convencionalista,presuntuosa, conformista, insensibilizada y obse-cuente que engloba al común de la gente munda-

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72 Atrévete a ser diferente

1 Mateo 7:13,14

na— se haga oír, porque cuando se pone el dedo enla llaga, la verdad duele. Y si andas con esos lobos,aprenderás a aullar, sobre todo cuando alguien seatreva a afirmar y demostrar que existe otro modode vida aparte del considerado normal.

L a Historia ha demostrado una y otra vez que lamayoría generalmente está equivocada. Comodijo Jesús: «Ancha es la puerta, y espacioso el

camino que lleva a la perdición, y muchos son losque entran por ella; porque estrecha es la puerta, yangosto el camino que lleva a la vida, y pocos son losque la hallan».1 Al parecer se cumple lo dicho porhistoriador inglés Arnold Toynbee: «Lo único queaprendemos de la Historia es que nunca aprendemosde ella». En consecuencia, los sórdidos anales de laHistoria no cesan de repetirse.

Cuando un valeroso iconoclasta osa destruir losídolos del comportamiento socialmente aceptadopor la vasta y descarriada mayoría, o cuando unvaliente innovador en cuestiones espirituales ocientíficas es tan temerario como para sugerir siquie-ra que hay aspectos en que la sociedad podría estarequivocada, lo abuchean como a un maniático, lotildan de demente, lo persiguen por desviacionista, ya veces hasta lo condenan como a un criminal, lomandan a la horca por hereje o lo crucifican porconstituir una amenaza para la sociedad.

¿Por qué? Porque las tinieblas no soportan la luz,los descarriados no aguantan a quienes llevan larazón, la gran mentira no tolera la verdad, y los

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73Atrévete a ser diferente

1 V. Génesis capítulos 6–8; Hebreos 11:72 V. Génesis 17:1–21; 18:1–19; 21:1–5

confinados se resienten amargamente de la indepen-dencia de que gozan los libres. Todo ello deja enevidencia a la mayoría descaminada. Saca a relucirsus tenebrosos pecados, su hipocresía, su codicia ysu opresión de los explotados. No le queda entoncesa esa mayoría otra alternativa que empeñarse afano-samente en apagar la luz, afirmar que lo malo esbueno, tratar de ahogar a gritos la voz de la verdad,frustrar las tentativas de los libres y exterminar aquienes harían patente la hipocresía de la sociedad yle pondrían fin.

Cuando Noé construyó su enorme arca y afirmóque habría un diluvio —pese a que hasta elmomento jamás había llovido—, fue ridiculizado

por la abrumadora y bulliciosa mayoría de su época,que a la postre acabó pereciendo en aquel diluvio;mientras que Noé y su familia se dieron la últimacarcajada.1

Cuando Abraham, a la edad de 100 años, predijoque se convertiría en padre de muchas naciones yque sus descendientes serían tan numerosos como laarena del mar, su propia esposa —que era estéril— serió de él con desdén. Pero Abraham fue pronto elúltimo en reírse, pues Sara, de más de noventa años,dio a luz a Isaac, antepasado de los judíos. Y la siervade Sara, Agar, engendró a Ismael, padre de losárabes.2

Cuando un humilde pastor del desolado Sinaíafirmó que iba a liberar él solo a seis millones de

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74 Atrévete a ser diferente

1 V. Éxodo 3:1–10; 14:8–302 V. Josué 6:4–5,15–16,203 V. Jueces 6:11–14; 7:1–23

4 V. Jueces 16:23–305 V. 1 Samuel 17:1–10,42–51

esclavos judíos de las garras de sus poderosos yexplotadores amos egipcios, su propio pueblo semofó de él. Pero fue él quien se lo pasó en grande alconducirlo milagrosamente a través del Mar Rojosobre tierra seca.1

La gente de Jericó se burló cuando Josué mandó alos judíos dar siete veces la vuelta alrededor deaquellos muros infranqueables; pero cuando loshombres de Josué hicieron sonar trompetas, losmuros se desplomaron.2

El ejército de miles de madianitas se debió demorir de risa cuando la mayor parte de las tropas deGedeón se marchó y éste quedó con apenas trescien-tos hombres. Pero cuando aquel reducido batallónles dio en mitad de la noche un susto de muerte conapenas unos cántaros, les tocó a ellos el turno dehuir.3

Los poderosos jerarcas de los conquistadoresfilisteos miraban con desprecio a Sansón, el hombrefuerte de los judíos, a quien habían hecho cautivo ycegado. Pero cuando esté separó las columnas deltemplo de ellos, se tomó la revancha matando a másfilisteos con su muerte que durante toda su vida.4

El gigante Goliat ridiculizó al muchachito de lahonda; pero cuando David lanzó certeramente unguijarro, el filisteo grandulón cayó de bruces y loshijos de Dios cantaron de júbilo.5

Los profetas que vaticinaron el fin de los imperiosdominantes de su época fueron acusados de chifla-

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75Atrévete a ser diferente

1 V. Lucas 19:37–44

dos y bufones; pero al caer cada una de esas poten-cias en el momento y del modo predichos, dejaronde ser motivo de risa.

Cuando Jesús dijo a Sus hipócritas adversariosreligiosos, los fariseos, que su ostentoso templo seríadestruido, lo denunciaron con escarnio. Pero cuaren-ta años más tarde, cuando los romanos redujeron elsantuario a cenizas y lo desmontaron piedra porpiedra para hacerse con el oro fundido que se habíaescurrido entre las grietas, lo profetizado por Cristodejó de ser tan gracioso.1

Cuando los primeros cristianos auguraron lacaída del Imperio Romano, Nerón los exiló, losdecapitó, los crucificó, los quemó y los echó a losleones. Sin embargo, él acabó sus días cual maníacopervertido, y Roma ardió. A la larga el imperiosucumbió, y los cristianos mismos se hicieron cargode sus restos.

Los mártires cristianos de la iglesia primitivafueron vilipendiados, escarnecidos, torturados,divididos y separados por los paganos que procura-ban acabar con ellos. No obstante, esos mismospaganos fueron conquistados por la verdad, el amory la paz de aquella magnífica banda de marginados.

Más tarde, cuando el cristianismo tuvo el poder,la institución eclesiástica intentó sofocar loshallazgos de los hombres de ciencia y acallar lasvoces de la libertad. Pero con ello la iglesia firmósu propia sentencia de muerte para dar paso a lanueva ilustración y al renacimiento de las artes ylas letras.

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76 Atrévete a ser diferente

Casi todos los profetas y dirigentes de Dios quevivieron en tiempos bíblicos o en otras épocasfueron considerados chiflados por el resto del

mundo. Los tildaban de soñadores y visionarios quealucinaban, oían voces y estaban medio trastornadospor la religión.

El convencionalista, el tradicionalista, el confor-mista nunca hace noticia y jamás cambia nada. Es unborrego, como los demás. ¿A quién le interesa saberde alguien que no difiere de los demás y se avieneestrictamente a la norma establecida por los hom-bres? Quien por lo general hace noticia es el original,el que se sale de los cánones, el inconformista, elradical, el fanático, el iconoclasta.

Los que se quedan donde están, los que nunca seaventuran a ir a ninguna parte y se atienen a lo quehace el resto de la gente, jamás causan extrañeza, nodespiertan a nadie, no producen revuelo. Siemprepiensan y hacen lo que se espera de ellos, lo que lasociedad les dicta. Ni por casualidad se los encuentrahaciendo algo que no se estila o que nadie hace.

Nunca se oye hablar de los mequetrefes, loscobardes, los pusilánimes y los blandengues que vana la deriva y se dejan llevar por la corriente, igual quetodos los demás; esos que nunca cambian nada nihacen nada diferente, que jamás disienten de lastendencias mayoritarias ni defienden la verdad y loque está bien; los que nunca se salen de la fila ysiempre van al paso de la gran mayoría silenciosa. Sedejan llevar por la manada en medio de los residuos,los desechos, la espuma y el cieno de la normalidad.Jamás dicen ni pío. No contribuyen en modo alguno

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77Atrévete a ser diferente

al progreso. Jamás cambian ni una pizca. No dejanhuella alguna ni causan la menor impresión. Elmundo ni siquiera sabe que existen. Se hunden juntoa todos los demás en la ciénaga del anonimato, en ladimensión de la nada, y en consecuencia quedanrelegados al olvido y jamás pasan a la Historia.

En cambio, los tildados de locos saltan a lostitulares. La Historia está llena de ejemplos depersonas que se atrevieron a desafiar al sistema, a serdiferentes, a nadar contra la corriente, o a escandali-zar a los de su generación; de gente que tuvo lasagallas para cuestionar los principios científicos omorales de su época, para defender una causaimpopular o para hacer más de lo que exige el deber.Los que figuran en los anales de la Historia sonaquellos que se apartaron de la norma, los radicales,los inadaptados, los presuntos herejes, los descubri-dores, los inventores, los exploradores, etc.

Ellos fueron soñadores locos que concibieronhacer algo que nadie había hecho antes, cuyo pensa-miento y conducta diferían de los de sus predeceso-res. En casi todos los casos la sociedad pensaba queles faltaba más de un tornillo o que eran medioexcéntricos comparados con el resto de la gente.Fueran héroes o canallas, buenos o malos, criminalesdiabólicos o santos angelicales, sin duda todossobresalieron; ninguno fue indiferente.

Vivieron rodeados de fama y murieron en lainfamia; pero nada ni nadie podía detenerlos, porquenadie sabía cómo reaccionar a ellos o hacerles frente.No se sabía a dónde se dirigían, dado que nadiehabía emprendido aquel camino ni acometido esa

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78 Atrévete a ser diferente

1 V. Daniel 12:3; Mateo 25:21; 1 Corintios 4:10

empresa antes. Los demás simplemente no estabanpreparados para tales acciones, motivo por el cual lesllevó un buen rato darles alcance.

Huelga decir que la mayoría generalmente se lasarregló para sofocar la llama. Sólo lo lograron afuerza de echarle encima cadáveres. No obstante,jamás han podido borrar de la memoria de la huma-nidad la existencia de hombres y mujeres que sedistinguieron por sus logros. Se atrevieron a discre-par e hicieron lo que todos les advertían que nohicieran, o lo que les aseguraban que no era viable.Se lanzaron a ello por considerar que era menesterhacerlo y que eran capaces, dijeran lo que dijeran losdemás. Lo hicieron, y el mundo entero oyó hablar deellos.

L os caminos trillados son para hombres vencidos.Prender nuestra vela por ambos extremos puedeparecer disparatado, pero así emite más luz.

Aunque no dure tanto, genera mucho calor. Y cuandollegues al final de esta vida y los ángeles te reciban enlas moradas eternas, el mundo te recordará. Siobraste como debías, Dios no lo olvidará. Resplande-cerás para siempre como las estrellas, y te dirá: «Bien,buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor», a ti ya todos los demás que se atrevieron a ser «insensatospor amor de Cristo».1

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¿Eres un simple turistao un vidente?

E sta revelación me vino durante un recorridoen tren por las colinas de Italia. Mi esposa yyo contemplábamos por la ventanilla las

ruinas de castillos, palacios y majestuosas man-siones de otros tiempos. Con el transcurso de losaños aquellas grandes construcciones, aquellosgloriosos edificios, aquellas magníficas obrashumanas se habían convertido en ruina y desola-ción.

Mientras observaba esas históricas colinas, consus soberbias estructuras en ruinas, reviví las gloriasde otros tiempos, los ejércitos que por allí pasaron,primero en una dirección, luego en la otra; laslegiones romanas y las hordas de sus enemigos,siempre alterando la faz de la Historia. Uno construía,y el otro destruía; uno edificaba, y el otro derrumba-ba; uno creaba, y el otro derribaba, según las varia-

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80 Atrévete a ser diferente

bles corrientes de la Historia. Nada fue permanente.Cada nuevo régimen barría con todo, salvo unospocos vestigios del pasado, a fin de que quedara muypoco de qué jactarse. A veces no quedaba piedrasobre piedra que no fuese derribada. En otros caso,gigantescos bloques amontonados obstaculizaban elcamino del progreso. Resultaban completamenteinútiles y sólo de interés para el historiador y elarqueólogo.

Uno de los mayores motivos de orgullo para elhombre son sus edificaciones, «las obras de susmanos». Éstas siempre han sido la causa de su

debacle, desde las torres de Babel del ayer hasta lostemplos de Mamón [el materialismo] de hoy en día.La gloria del hombre está en lo que hace. Se ensober-bece de lo que piensa que serán sus obras eternas,las cuales tienen por objeto provocar el asombro delas generaciones venideras.

Pero su fin es siempre igual: los despojos de lossiglos, los escombros de muchos lustros, que luegosuelen retirarse para levantar un nuevo monumentoa los inútiles esfuerzos y reiterados fracasos delhombre. Tienen escaso sentido en el presente, y a lalarga su destino es el mismo: el sepulcro del olvido.Son escandalosos recuerdos de la transitoria exis-tencia del hombre, clásicos testimonios de susvanas tentativas de inmortalizarse prescindiendo deDios.

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81¿Eres un simple turista o un vidente?

En el transcurso de nuestros viajes misionerosnos preguntan con frecuencia: «¿Han visto esto?¿Han visto aquello? ¿Fueron aquí? ¿Fueron allá?

¿Vieron tal creación del hombre, el edificio tal y tal, latorre tal y cual?» Y descubren con asombro quegeneralmente les decimos que no, incluso en lo quese refiere a los puntos de interés más conocidos queaparecen en todo folleto turístico. Las cosas quequiere ver todo el que va a Nueva York, a Londres, aParís o a Roma, nosotros ni siquiera nos hemosmolestado en ir a echarles un vistazo. No nos intere-san las exánimes construcciones humanas que tienenuna existencia efímera. No son más que gravosos,inertes y costosos montones de escombros.

Más bien lo que suscita nuestro interés son laseternas criaturas de Dios, ver cara a cara las almasinmortales de los hombres, infinitamente másfascinantes; sentir la unión de corazón con corazón,de espíritu con espíritu; descubrir el sello divino enSu creación, la hechura de Sus manos, Su obra másperdurable: la inmortal alma humana. La percibi-mos en cada persona con la que nos cruzamos, entodos aquellos con quienes trabamos relación.Vemos la maravillosa vida espiritual del hombre,vibrante, eterna, inmortal, creada por la mano deDios.

Por eso, a los que nos preguntan si hemos vistoalgún lugar histórico o punto de interés, nos alegra-mos de responderles enfáticamente: «¡No! Ni siquieranos interesa. Solo nos interesas tú. No nos preocupa-

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82 Atrévete a ser diferente

mos por objetos inertes, inanimados, sino por lovivo.»

Eso es lo emocionante. Eso es lo conmovedor.Eso es lo que nos conduce a tierras lejanas, arecorrer continentes y cruzar océanos, a buscar ysalvar a los perdidos, en vez de pasear y contemplarlos rotundos fracasos de los hombres. Lo que vale lapena ver es la anhelante mirada de una joventemerosa, el espíritu aventurero de un muchachoviajero; la sed de conocer al Creador que hay en elcorazón de una persona; el espíritu inmortal, eldestello de la eternidad que brilla en el corazón delos vivientes, no los escombros inertes y ridículosde las cosas del pasado.

Por eso, nos hemos hartado del turismo y de lostours para ver las maravillas de los hombres. Hemosllegado a despreciar sus ridículas creaciones, tanexaltadas y proclamadas por los hijos de los hom-bres, tan elogiadas por quienes les rinden culto. Entoda ciudad, en todo país, en toda gran feria, lasobras humanas son siempre las más aplaudidas. Elhombre se felicita a sí mismo por haberse elevado ala categoría de deidad.

El culto a los lugares, objetos y templos es culto alhombre: su religión, sus intenciones, su vida, sumuerte, sus obras muertas, no la obra viva de

Dios. Nosotros queremos ver criaturas vivientes,seres vivientes, seres humanos creados por la manode Dios. Queremos ver gente: niños, muchachos,

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83¿Eres un simple turista o un vidente?

1 V. Marcos 16:15; Mateo 28:19–20; 2 Corintios 4:18;Colosenses 3:2; 1 Pedro 2:5; Mateo 6:33

muchachas, hombres, mujeres, ¡seres humanos!Queremos ver la tierra de los vivientes, no las crea-ciones de los muertos; las moradas del Espíritu, nolas tumbas del pasado. Queremos ver la vida, quere-mos vivir, palpar y comunicar calidez. Por medio delamor de Dios queremos conquistar y ganar a losvivos, no a los difuntos.

¡Deja que los muertos entierren a sus muertos!Que los muertos vayan a ver los mausoleos. Encuanto a mí y los de mi casa, viviremos en la tierra delos vivientes, en la tierra del Dios vivo, en el corazón,el alma y la vida de los inmortales, en los templos delDios vivo: tú y yo y todos nosotros.

Jesús dijo a Sus seguidores: «Id por todo elmundo y predicad el Evangelio a toda criatura, yhaced discípulos de todas las naciones». No somosturistas, sino videntes —profetas— de las maravillasdel Reino de Dios. «Las cosas que se ven son tempo-rales, pero las que no se ven son eternas.» Por eso,no pongas la mira en las cosas de la Tierra, sino enlas que están arriba, en la dimensión espiritual y enlos corazones de los hombres, el Reino de Dios,cuyo edificio somos cada uno de nosotros, piedrasvivientes, organismos vivientes de una moradaespiritual no hecha de mano, sino eterna, en loscielos. Por eso, «buscad primeramente el Reino deDios».1

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84 Atrévete a ser diferente

Eres un simple turista o un vidente de lo espiri-tual? ¿Eres un turista de tumbas o un evangeli-zador de los vivientes? ¿Haces partícipes a los

demás de la Buena Nueva de Jesús? Él dijo a Susdiscípulos: «Deja que los muertos entierren a susmuertos, y tú, ven y sígueme, y te haré pescador dehombres».1 No hay en el mundo nada más conmove-dor que ver un alma salvarse.

¿

1 Lucas 9:60; Mateo 4:19

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85

Tommy,el misionero lisiado

Aveces, cuando hablamos de la importancia detransmitir nuestra fe a los demás, me acuerdo deTommy, un chiquillo lisiado del que me habla-

ron cuando era joven. Tommy vivía muy humilde-mente con una tía suya en un pequeño apartamentodel tercer piso de un edificio viejo y ruinoso quedaba a una calle bastante transitada. Tenía susfacultades físicas tan disminuidas que no podíalevantarse de la cama.

Un día pidió a un vendedor de periódicos amigosuyo que le trajera el libro sobre un Hombre que fuepor todas partes haciendo el bien. El otro chiquillobuscó y rebuscó aquel libro sin título hasta que unlibrero finalmente cayó en cuenta que debía dereferirse a la Biblia y la historia de Jesús. El vendedorde diarios juntó sus escasos ahorros y el bondadosolibrero le entregó un ejemplar del Nuevo Testamento,el cual llevó a Tommy.

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86 Atrévete a ser diferente

Comenzaron a leerlo juntos y, a raíz de aquellaspalabras, Tommy acabó por convertirse. Acto seguidoresolvió dedicarse él también a hacer el bien, como elHombre maravilloso del libro. Pero era inválido, y nisiquiera estaba en condiciones de salir de aquelapartamento de un solo ambiente. De modo queluego de orar y pedir a Dios que lo ayudara, se leocurrió una idea.

Laboriosamente se puso a copiar en papelitosversículos de la Biblia que pudieran ayudar a otraspersonas. Luego los arrojaba por la ventana para quecayeran en la transitada acera de aquella calle. Lostranseúntes los veían caer revoloteando y la curiosi-dad los llevaba a recogerlos para ver de qué trataban.Al leerlos descubrían que hablaban del Hombre quefue por todas partes haciendo el bien: Jesucristo.Muchos de ellos cobraban ánimo, encontrabanconsuelo y ayuda e incluso se salvaban gracias a lasencilla obra misionera de aquel chiquillo que leía laBiblia.

Cierto día un acaudalado empresario se convirtióal leer uno de aquellos versículos. A la postre retornóal lugar donde había hallado el papelito que lo habíaconducido a su Salvador, deseoso de averiguar suprocedencia. De pronto notó que otros papelitoscaían a la acera. Observó que a una agobiada ancianase le iluminaba el rostro y que cobraba renovadasfuerzas luego de agacharse con dificultad pararecoger una de aquellas misteriosas misivas y leerla.

El empresario se quedó clavado en aquel lugarmirando fijamente hacia arriba, resuelto a determinar

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87Tommy, el misionero lisiado

el origen de aquellos papelitos. Tuvo que esperarbastante rato, pues al pobre Tommy le tomaba variosminutos de esfuerzo garabatear siquiera un versículoen un papelito. De repente, se fijó en una ventanitapor la cual vio extenderse una escuálida mano quearrojó un papelito igual al que había transformadopor completo su vida. Tomó nota con atención de laubicación de la ventana, subió presuroso las escale-ras del viejo edificio y finalmente encontró la humil-de morada del pequeño Tommy, el misionero lisiado.

Enseguida el empresario entabló amistad con elmuchacho y le proporcionó toda la ayuda y atenciónmédica que pudo. Un día le preguntó si le gustaríairse a vivir con él a su mansión, ubicada en lasafueras de la ciudad.

La respuesta de Tommy le causó asombro:—Tendré que consultarlo con mi Amigo —dijo,

refiriéndose a Jesús.Al día siguiente, el empresario regresó con gran

expectativa por saber la respuesta de Tommy. Leresultó extraño que el chiquillo le hiciera más pre-guntas:

—¿Dónde dijo que quedaba su casa?—Ah —contestó el empresario—, en el campo, en

una lujosa propiedad. Tendrás un cúarto hermosopara ti solo, sirvientes que te cuiden, comidas delicio-sas, una buena cama, todas las comodidades yatenciones habidas y por haber y cualquier cosa quequieras. Mi esposa y yo te prodigaremos todo nues-tro cariño y te cuidaremos como si fueras hijo nues-tro.

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88 Atrévete a ser diferente

1 Mateo 10:8

Titubeando, Tommy preguntó:—¿Y pasará alguien delante de mi ventana?Sorprendido, el empresario respondió:—Pues... no. De vez cuando algún sirviente. Tal vez

el jardinero. Es que no entiendes, Tommy. Se trata deuna mansión en el campo, lejos del tumulto de laciudad. Allí gozarás de tranquilidad y podrás leer,descansar y hacer todo lo que desees, lejos de todaesta mugre y contaminación, del ruido y de lasmultitudes.

Al cabo de un largo silencio durante el cualTommy reflexionó profundamente, su expresión setornó triste, pues no quería ofender a aquel hombrede quien se había hecho amigo. Al fin, con los ojosllenos de lágrimas, dijo en voz baja, pero con firmeza:

—Lo siento, pero nunca podría vivir en un sitiodonde nadie pasara delante de mi ventana.

Esta sencilla historia marcó un hito en mi vida.Cuando mi madre me la contó, resolví en esemismo momento que, por la gracia de Dios,

nunca viviría donde nadie pasara delante de laventana de la obra de amor que Dios me encargara.Como dijo Tommy: «Nunca podría vivir en un sitiodonde nadie pasara delante de mi ventana».

Habiendo conocido a Jesús, el Hombre que fuepor todas partes haciendo el bien a todos los quepasaban delante de Su ventana, ¿cómo iba a volveryo a llevar una vida egoísta? Jesús dijo: «De graciarecibisteis, dad de gracia»,1 y: «A todo aquel a quien

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89Tommy, el misionero lisiado

1 Lucas 12:48 2 Malaquías 3:10

se le haya dado mucho, mucho se le demandará».1

Y tú? ¿Tienes tu ventana situada de tal forma quehaya personas que pasen por delante de ella?¿Haces algo por esas personas? En todo

momento pasa alguien delante de nuestra ventana.¿Obtendrá lo que necesita?

El muchacho de este relato era tan sencillo y tandesvalido que fácilmente habríamos podido prescri-bir que era incapaz de desempeñar obra alguna.Habría tenido el mejor de los pretextos para noayudar al prójimo, sino más bien esperar que loayudasen a él. Pero movido por amor descubrió unmedio de ayudar.

Todos los días pasa alguien delante de la ventanade tu vida. ¿Ha hallado tu amor la forma de ayudarlo?¿Te ha indicado el amor de Dios —Jesucristo— cómopuedes ayudar a esa persona? Lo hará si lo deseas,sean cuales fueren las circunstancias en que teencuentres o las limitaciones a las que estés sujeto.Dios también tiene una ventana, y ha prometido quesi le obedecemos y abrimos a los demás la ventanade nuestra vida, Él «abrirá las ventanas de los Cielosy derramará bendición hasta que sobreabunde».2

¿Te interesas tú también por los demás y dejasque el sol del amor de Dios brille a través de laventana de tu vida? Te ruego que no les falles. Esfuér-zate por darles lo que necesitan. Transmite a losdemás el amor de Dios y Su Palabra. Haz «las obrasdel que [te] envió entre tanto que el día dura», antes

¿

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90 Atrévete a ser diferente

1 V. Juan 9:4 3 Proverbios 11:24–25 5 Juan 12:242 Efesios 5:16 4 V. 2 Samuel 24:24

que venga la noche y ningún hombre pueda trabajar.1

«Aprovechando bien el tiempo, porque los días sonmalos.»2 Si te brindas a los demás en mayor medida ypregonas más tu fe, Dios mismo hará más por ti,¡mucho más de lo que nunca soñaste!

En cambio, si te niegas a los demás egoístamente,aun lo que tienes se desvanecerá. «Hay quienesreparten y les es añadido más; y hay quienes retienenmás de lo que es justo, pero vienen a pobreza. Elalma generosa será prosperada, y el que saciare, éltambién será saciado».3 Por mucho que des, Diossiempre te dará más.

David Livingstone, famoso misionero y explora-dor escocés que lo dejó todo para llevar el amor deDios a los pueblos de África y murió allí sirviendo alSeñor, dijo en cierta ocasión: «Jamás hice un sacrifi-cio». Descubrió que no podía dar más que Dios.Aunque entregó su vida, cosechó vida y dividendoseternos a modo de almas inmortales. Dios siemprepaga con creces todo sacrificio.

Pero cuesta. El rey David declaró una vez: «Noofreceré al Señor mi Dios holocaustos que no mecuesten nada».4 Tienes que dar algo, tienes que abrirla ventana de tu vida y tienes que ser fiel. Hay que darpara recibir, verter para llenarse, sembrar para segar,invertir para obtener dividendos, morir a uno mismoa fin de vivir. «Si el grano de trigo no cae en la tierra ymuere, queda solo; pero si muere, lleva muchofruto».5

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«¿Qué hombre es este?»

Vino a la Tierra como un recién nacido débil eindefenso, hijo de una humilde muchacha que loconcibió milagrosamente sin haberse acostado

con varón alguno. Es más, la noticia de su embarazofue tan escandalosa que, cuando el hombre conquien debía casarse se enteró, decidió romper elcompromiso y suspender la boda. Eso hasta queintervino un majestuoso ser celestial y le instruyóque se quedase con ella y criase a aquel niño tansingular.

Si bien estaba predestinado para ser rey —y loque es más, Rey de reyes—, no nació en un palaciorodeado de ilustres cortesanos. En cambio, vio la luzen el suelo sucio de un establo, entre vacas y asnos.Sus padres lo envolvieron en trapos para acostarlo enun comedero de animales.

Su nacimiento no le proporcionó reconocimien-to, honores ni fanfarria alguna por parte de lasinstituciones y gobiernos de Su época. Sin embargo,aquella noche, en una colina cercana, un abigarrado

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92 Atrévete a ser diferente

grupo de pastorcillos pobres quedó atónito cuandouna luz casi cegadora los iluminó desde el cieloestrellado y un coro de ángeles llenó la noche consu proclama y cántico celestial: «¡Gloria a Dios en lasalturas! Paz a los hombres de buena voluntad.Porque os ha nacido hoy un Salvador, que es Cristoel Señor.»

Lejos de allí, al Oriente, apareció otra señal en loscielos. Una estrella resplandeciente llamó la atenciónde ciertos sabios, quienes interpretaron su significa-do y la siguieron. La estrella los condujo a través decientos de kilómetros de desiertos hasta el pueblitode Belén, donde honraron al niño con sus valiosospresentes.

El padre terrenal de este niño era carpintero, unhumilde artesano, con el cual vivió y trabajó mientrascrecía. Se adaptó a nuestra forma de vida, costum-bres, lenguaje y vestimenta a fin de comprendernosmejor y poder comunicarse con nosotros al humildenivel de nuestro raciocinio humano. Aprendió a amara la humanidad. Vio nuestro sufrimiento y tuvo grancompasión de nosotros. Además de sanar nuestroscuerpos enfermos y quebrantados, ansiaba salvarnuestras almas inmortales.

Cuando le llegó el momento de comenzar Suobra maestra, fue por todas partes haciendo elbien, ayudando a la gente, interesándose por

los niños, consolando, fortaleciendo a los cansadosy salvando a cuantos creían en Él. Además de

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predicar Su mensaje, lo vivió entre la gente. Nosolo atendía las necesidades espirituales de laspersonas, sino también sus necesidades físicas ymateriales, sanándolas milagrosamente cuandoestaban enfermas y dándoles de comer cuandotenían hambre. En todo momento compartió Suvida y Su amor.

Su religión era tan simple que afirmó que habíaque volverse como un niño para aceptarla. No dijoque hubiera que celebrar cultos en templos; nopredicó que hubiera que asistir a la sinagoga o a laiglesia. Nunca enseñó a la gente que tenía queobservar complicados ritos ni reglas difíciles decumplir. Lo único que hizo fue pregonar y manifestaramor, procurando conducir a los hijos de Dios alverdadero Reino Celestial, en el que las únicas leyesson «amarás al Señor con todo tu corazón» y «amarásal prójimo como a ti mismo».

Se relacionó muy poco con los pomposos dirigen-tes eclesiásticos de Su época, a excepción de lasocasiones en que insistían en importunarlo con

sus preguntas capciosas. En ese caso los reprendíapúblicamente y los ponía en evidencia demostrandoque eran «ciegos guías de ciegos». Hasta llegó acompararlos con sepulcros blanqueados, que porfuera parecen hermosos, inmaculados y santos, peropor dentro están llenos de corrupción, inmundicia yapestosos huesos de muertos.

«¿Qué hombre es este?»

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94 Atrévete a ser diferente

No fue un mero reformador religioso, sino unrevolucionario. Se negó a transigir con el falsosistema religioso, y obró completamente al

margen del mismo. Comunicó Su mensaje y Su amora la gente corriente y a los pobres, la mayoría de loscuales hacía mucho tiempo que se habían apartadode la religión institucionalizada y habían sido aban-donados por ésta.

Nunca entró en un bar látigo en mano pararomper botellas y echar al barman. Tampoco irrum-pió en un prostíbulo para golpear a las pobresmuchachas, volcar las camas y a arrojar a los hom-bres por las ventanas. En cambió, sí condenó a losdirigentes religiosos por convertir el templo —quedebía ser casa de oración— en cueva de ladrones.Dos veces improvisó un azote, entró en el templo,volcó las mesas, desparramó el dinero y expulsó a loscodiciosos cambistas.

Su reputación lo tuvo sin cuidado. Fue compañerode borrachos, prostitutas, publicanos y pecadores, delos marginados y oprimidos por la sociedad. Hastallegó a decirles que ellos entrarían en el Reino de losCielos antes que la llamada gente buena: los farisai-cos dirigentes religiosos que lo rechazaron y despre-ciaron Su sencillo mensaje de amor. El poder de Suamor y de Su convocatoria era tal e inspiraba tanta feentre los que buscaban sinceramente la verdad quemuchos no vacilaron en dejarlo todo y seguirlo deinmediato.

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En cierta ocasión, mientras Él y Sus discípuloscruzaban un extenso lago, se desató una feroztempestad que amenazaba con hacer zozobrar la

nave en que se encontraban. Ordenó a los vientosque se calmaran y a las olas que se aquietaran, yenseguida hubo gran bonanza. Sus discípulos,atónitos ante tal demostración de poder, exclamaron:«¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar leobedecen?»

En el transcurso de Su obra, dio vista a los ciegos yoído a los sordos, sanó a leprosos y resucitó muertos.Tan prodigiosas fueron Sus obras que uno de losjerarcas del orden religioso que se oponía enconada-mente a Él llegó a afirmar: «Sabemos que has venidode Dios, porque nadie puede obrar estos milagrosque Tú haces si no está Dios con él».

Amedida que Su mensaje de amor se fue propa-gando y Sus seguidores se fueron multiplican-do, los envidiosos dirigentes eclesiásticos se

dieron cuenta de la amenaza que suponía para ellosaquel carpintero desconocido hasta hacía pocotiempo. Al liberar a la gente de la autoridad y domi-nio de la cúpula eclesiástica, la sencilla doctrina deamor que pregonaba iba socavando el orden religio-so de la época.

Finalmente Sus poderosos enemigos obligaron alos gobernantes a detenerlo sobre la base de falsasimputaciones de sedición y subversión. Y aunque fuedeclarado inocente por el gobernador romano,

«¿Qué hombre es este?»

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96 Atrévete a ser diferente

aquellos hipócritas lo presionaron y lo convencieronpara que lo mandara ejecutar.

Horas antes de Su detención, este hombre, Jesúsde Nazaret, había dicho: «No podrían tocarmesiquiera sin el permiso de Mi Padre. A una simpleseñal Mía, Él enviaría legiones de ángeles a rescatar-me.» En cambio optó por dar la vida por ti y por mí.Nadie se la quitó. Él la entregó, la renunció porvoluntad y decisión propia.

Pero ni siquiera Su muerte satisfizo a Suscelosos enemigos. Para impedir que Sus seguido-res sustrajeran el cuerpo y afirmaran que habíaresucitado, cerraron el sepulcro con una enormepiedra y apostaron en el lugar a un grupo desoldados romanos para que la custodiaran. Aquellaestratagema resultó inútil, pues esos mismosguardias fueron testigos del más grandioso de losmilagros. Tres días después que Su cuerpo fueradepositado en aquel sepulcro frío, resucitó de lamuerte, triunfando sobre ella y sobre el infiernopara siempre.

Ni la muerte fue capaz de detener Su obra o desilenciar Sus palabras. Se levantó para conducir aSu pequeño grupo de seguidores a la mayor de lasvictorias: el derrocamiento del Imperio Romanopor medio del amor y el poder del Evangelio. Elamor de Dios arrolló a Sus envidiosos adversarioscual gigantesca marea que cubrió la Tierra, yfueron dejados atrás, tan inertes y áridos como Élpredijo.

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97«¿Qué hombre es este?»

1 Juan 14:6

Desde aquel día milagroso de hace casi 2.000años, este Hombre, Jesucristo, ha hecho más porcambiar el curso de la Historia, de nuestra

civilización y de la condición humana que ningúnotro dirigente, grupo, gobierno o imperio. Ha salvadoa miles de millones de personas de la desesperanza,del temor a morir y de la muerte misma, y ha conce-dido la vida eterna y manifestado el amor de Dios acuantos invocaron Su nombre.

Jesús no fue un simple filósofo, maestro, rabí ogurú. Ni siquiera un profeta, sino el mismísimo Hijode Dios.

Dios, el gran Creador, es Espíritu, omnipotente,omnisciente, omnipresente. Semejante conceptosería para nosotros demasiado difícil de captar. Deahí que para manifestarnos Su amor, acercarnos a Ély llevarnos a comprender Su esencia, dispuso que Supropio Hijo, Jesucristo, tomara forma corporal ybajara a la Tierra. Si bien muchos grandes maestroshan vertido enseñanzas sobre el amor y sobre Dios,Jesús es la quintaesencia del amor. Es Dios. El únicoque murió por los pecados del mundo y que resucitóde entre los muertos. Se encuentra, pues, en un planototalmente distinto a todos los demás, porque es elúnico Salvador. Dijo: «Yo soy el camino, la verdad y lavida. Nadie viene al Padre sino por Mí».1

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98 Atrévete a ser diferente

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Epílogo

¿Cómo puedes saber a ciencia cierta que Jesucris-to es el Hijo de Dios, el camino de la salvación? Muysencillo: ¡basta con ponerlo a prueba! Pídele humilde-mente que se te manifieste y te revele Su amor. Pídeleque entre en tu corazón, te perdone tus pecados yllene tu existencia de amor, paz y alegría.

Jesús es real y te ama. Tanto es así que se sacrifi-có por tus pecados y murió en tu lugar a fin de evitarteel sufrimiento. No pide otra cosa de ti que aceptes Superdón y la vida eterna que te ofrece gratuitamente. Sinembargo, Él no puede salvarte a menos que tú quieras.Su amor es todopoderoso, pero Él no entrará a lafuerza en tu vida. Jesús dice: «He aquí, Yo estoy a lapuerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta,entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalip-sis 3:20). Él toca con suavidad la puerta de tu corazón.No la rompe ni la abre de un empellón, sino queaguarda mansa, paciente y amorosamente que leabras tu vida y le pidas que entre.

¿Aceptas a Jesús? Será tu más íntimo amigo ycompañero. Permanecerá siempre a tu lado. Él vino poramor, vivió con amor y murió por amor, para que todospudiéramos vivir y amar eternamente.

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100 Atrévete a ser diferente

Puedes recibir a Jesús en tu corazón ahora mismo.No tienes más que hacer esta breve oración:

«Buen Jesús, perdóname todas mis malas accio-nes. Creo de verdad que eres el Hijo de Dios y quemoriste por mí. Te abro la puerta de mi corazón y teinvito a entrar en mí. Regálame la vida eterna queprometiste a los que creyeran en Ti. Ayúdame acomunicar Tu amor y Tu verdad a los demás. Amén.»

Dios ha prometido responder a tu oración. A partirde ahora eres hijo Suyo. Además, ha dicho que nuncate dejará ni te desamparará. ¡Tal es el amor que albergapor ti!

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Acerca del autor

David Brandt Berg (1919-1994) se atrevió a serdiferente. Tanto es así que sus planteamientos en tornoal cristianismo, basados en un regreso a lo esencial, alas raíces, dieron origen a un movimiento misionero degran amplitud internacional.

Desde temprana edad tomó parte en el apostoladode sus padres, que se desempeñaban como pastoresy evangelizadores muy activos. Ello lo llevó a despla-zarse por muchas ciudades norteamericanas. En 1941estuvo a las puertas de la muerte, aquejado depulmonía mientras cumplía el servicio militar. Al tomarla resolución de consagrarse nuevamente al serviciode Cristo, experimentó una milagrosa sanación.

Durante los 27 años siguientes fue pastor y partici-pó en distintas iniciativas evangelizadoras, hasta queen 1968 sintió el llamado de Dios para llevar el mensa-je bíblico a los hippies del sur de California. Con elapoyo de sus hijos adolescentes, inició allí un aposto-lado entre la juventud, del que a la postre nacería elmovimiento La Familia, agrupación que actualmenterealiza labores misioneras y humanitarias en unos 90

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102 Atrévete a ser diferente

países.David Berg exhortó a sus seguidores a trabajar con

plena dedicación para difundir por todos los lugaresposibles el mensaje de amor y salvación de Cristo,libres de tradiciones y convencionalismos, y a enseñara otras personas a hacer lo mismo.

Igualmente censuró la descristianización y deca-dencia moral de las sociedades modernas, y estimóque la tendencia actual hacia la globalización y elnuevo orden internacional allanan el terreno para elsurgimiento del Anticristo, impío dictador mundial que,según predice la Biblia, gobernará el mundo en lospostreros días antes del retorno de Cristo.

Sus vívidas descripciones del Cielo y su enfoquerealista, práctico y en ocasiones rupturista de cuestio-nes espirituales hacen de sus escritos un singularaporte a la literatura cristiana. Él mismo dijo una vezque su objetivo era producir en los lectores algunareacción, ya fuese de enojo, de tristeza o de alegría.Sin lugar a dudas, lo consiguió.

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Otros títulos de Aurora…

Claves para descubrir la verdadGuía temática en dos tomos para el estudio de laBiblia. Concebidos para que el lector encuentre conrapidez lo que enseña la Escritura sobre un amplioespectro de temas relacionados con la fe y la vidadiaria.

De Jesús, con cariñoReconfortantes píldoras de sabiduría, instrucción yconsuelo de la boca del mayor Maestro de todos lostiempos: ¡Jesús!

A mi Rey¿Buscas nuevas formas de expresar tu gratitud aDios? Las alabanzas de este librito te darán ideaspara glorificar al Señor y te servirán de base paramanifestarle agradecimiento con tus propias pala-bras. ¡Cultiva desde hoy mismo el arte de laalabanza!

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en los rudimentos de la fe y su aplicación práctica.Consta de los siguientes títulos:

Oración eficaz

Escucha Palabras del Cielo

Cada obstáculo, una oportunidad

Las muchas caras del amor

Para entender la Palabra de Dios

Los dones de Dios

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¿Qué animó…

…a los primeros cristianos a divulgar el

Evangelio por todo el Imperio Romano

en un lapso de menos de 200 años?

¿Qué fuerza ha movido a otros cristia-

nos a cambiar calladamente su parte

del mundo?

Atrévete a ser diferente responde a

estos interrogantes. Al mismo tiempo,

llama al cristiano común y corriente a

sobresalir del montón y lo estimula a

emprender cosas extraordinarias. En

esta serie de 9 artículos, David Brandt

Berg presenta con grandes dosis de

dinamismo importantes verdades cristia-

nas que inspiran al lector a refl exionar y

despiertan en él un deseo de ser dife-

rente e infl uir en la sociedad de hoy.

9 7 8 3 9 0 5 3 3 2 2 8 5

ISBN 3-905332-28-0

DAVID BRANDT BERG

ATRÉVETE A SER DIFERENTE

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