A~TONIO SAURA LA PLAYA DESIERTA DE SALVADOR DALÍ · era peligrosa, dado que el resto de su labor,...

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SAUR A LA PLA YA DESIERTA DE SALVADOR DALÍ Ni llo gtlopolít ico tlSP;tl ndo ", ntIClmltl n/o dtl un homINtI nutlvo. 1943 Estt texto del pintor tSpañol Antonto Saura ¡II ( escrito " año pasado. con motivo de las exposiciones de homenaje a alrador Dolí glu se realizaron en M adrid y Barcelona. Sil lonapolhmco drbr ser bimrr- nido. Hace apenas tres os se celebró París. en el Centro Beaubourg, una imp ortan te exposición de Salvador Dalí que contó para su realización con medios inusitados. En su concepción se hacía hincapié en el periodo más fructífero del pintor, es decir, en aquella parte de su obra, anterior a 1945, que puede inscribirse con certeza dentro de la activi- dad del grupo surrealista. En una mesa redonda celebrada con ta l moti vo, y a la cual fuimos invitados, expusimos algu- nos comentarios críticos -que luego fueron publicados en la 25

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A ~TON IO SAURA

LA PLAYA DESIERTADE SALVADOR DALÍ

Nillo gtlopolítico tlSP;tl ndo ", ntIClmltln /o dtl un homINtI nutlvo . 1943

Estt texto del pintor tSpañol Antonto Saura ¡II( escri to " año pasado.con motivo de las exposiciones de homenaje a alrador Dolí glu serealizaron en M adrid y Barcelona. Sil lona polhmco drbr ser bimrr­nido.

Hace apenas tres años se celebró .e ~ París. en el CentroBeaubourg, una import an te exposici ón de Salvador Dalí

que contó para su realización con medios inusitados . En suconcepción se hacía hincapié en el periodo más fructíferodel pintor, es decir, en aquella parte de su obra, anterior a1945, que puede inscribirse con certeza dentro de la activi­dad del grupo surrealista . En una mesa redonda celebradacon tal moti vo, y a la cual fuimos invitados, expusimos algu­nos comentarios crít icos -que luego fueron publicados en la

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r~vista de dicho centro- en los cuales expresábamos con~Ierta crudeza nuestra decepción. La mayor parte de lasIdea.s entonces manifestadas nos parecen vigentes en la ac­tualidad. Esta reflexión tiene como origen el recuerdo deaquellas palabras y el confrontamiento de ambas situacio­nes.~~s pareció entonces que la decisión de acentuar la parte

mas mter~sante de I~ obra de ~~Ií -que de haberse podidomostrar ?I~!ada hubiera constituido una diferente y hermo­sa eXP<:>slclon a la que el pintor, naturalmente, se opuso­era peligrosa, dado que el resto de su labor, una vez acepta­da la concepción antológica de la muestra, quedaba difumi­nada en beneficio de una indudable confusión. El hecho deque la obra realizada durante los últimos 30 años fuera rele­g~.da a segundo plano producía una impresión de manipula­clan y de escamoteamiento, induciendo al espectador a co­mete~ un grave error de juicio. El compromiso de los plan-teamientos se filtraba solapadamente. .

Había que enmascarar de algún modo la pobreza de susco~cepciones recientes sin dejar por ello de mostrarlas, y lamejor forma de logarlo era la de afirmar una época precisa ymostrar el resto como si se tratase de las diversas facetas deuna actividad polimorfa desarrollada a través del mismoprisma revolucionario, cosa evidentemente falsa .. En aquella ocasión -como en otras muchas- fueron há­

.bilrnente escamoteados aspectos bochornosos de una perso­nalidad, de los cuales el propio interesado no solamentenunca renegó , sino que los fomentó con cinismo. Es ci noque la mayor parte de las obras de Salvador OaU con titu­yen un verdadero insulto, siendo indignas de figurar en unmuseo de arte moderno, pero también lo es el hecho d quno es posible eludir los diversos aspectos de la obra y d 1vida de un artista, en este caso tan íntimamente ligada , ise pretende establecer un juicio valorativo y un compl toanálisis. No cabe duda de que, independientemente d lideas políticas de un hombre, e incluso a pesar de un com­portamiento a juicio de muchos denigrante, era precimostrar al público, de la misma forma que se ha venido h ­ciendo con otros creadores, una obra que ha marcado pro­fundamente un momento determinado de la historia d 1arte. 'l~ ..

El problema es delicado, pues si bien puede resultar be­rrante e injusto'e(si,lencio mantenido alrededor de ciertoartistas de ideas 'marcadamente reaccionarias -asl sucedióen el pasado, por ejemplo, en los casos de los escritores Celiny Ezra Pound, y todavía hoy, en ciertos medios respecto a Bor­ges-, también es cierto 'que el excesooficialen este caso preci­so, toma aspectos grotescos de interesada y sórdida rtcupna-eión. "

En realidad todo debería, objetivamente, reducirse a cali­brar la ímportancía estética de una obra de menosprecio dela fabricada mitología, y es hacia este aspecto esencial de laapreciación artística donde deberían dirigirse fundamental­mente las miradas, al margen no -solarnente de la grotescamitificación, sino también -yen el caso que nos ocupa re­sulta verdaderamente difícil- de las incidencias de un pensa­miento ciertamente retrógrado Ymixtificador.

Degradación de un artista

Cuanto ha sucedido en España durante la celebración de laexposición de Salvador Dalí no ~uede sorprender, dado qu~las mismas coordenadas se repiten de uno a otro pals, SI

bien es cierto que en el nuestro. todo haya adquirid~ un carizpenoso y exagerado bien propiO de la presente realidad cul-

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1'.,.¡. con INlbe, .n 'UI ubezu. 1838

tfstica d~l. pintor , uni~i1 a la decadencia de su trabajo y almercantilismo de su SISt rna, lo cortó definitivamente hace. 'ya mucho tiempo. de su hermoso impulso inicial. El fenó-meno de semejante dimi sión no es inédito en el arte contem­poráneo. Rimbaud y Chirico, yen cierta medida Ouchamp,fueron, también en este dominio, precursores.

Una esperanza maltrecha

Para el joven pin tor quc fui, encerrado en la España gris dela' posguerra, Dali representaba, junto con Picasso y Miró,uno de los ejemplos más hermosos de la invención libertariafrente a una sociedad detestable que combatíamos y recha­zábamos. Muy rápidamente, esta esperanza quedó maltre­cha. Su primera aparición en público en aquella Españatriste y mortificada que comenzaba a asomarse al mundofue con motivo de una conferencia -a la cual asistí- en laque, bajo apariencias divertidas, denigro a Picasso. Oall,como lo supimos poco después, continuaba de esta formatraicionando a los que fueron sus amigos y traicionánd~se'así mismo. Cada declaración suya era una ofensa a la liber­tad y a la ruptura que unos pocos defendíamos contra viento

y marea. . .La esperanza que nos traían ciertas publlca~lOnes que

nos I1egaban dificultosamente se. transformó bien prontoen profunda desilusión. La evolución postenor de su ?bra,sus concesiones cada vez más grandes, las ~eclaracl~nescada vez más débiles, todo un conjunto de actitudes címcasy oportunistas -entre las cuales contaban ~e?osamentesu­cesivos elogios al régimen franquista - no hicieron más queagravar este profundo desencanto. .

En realidad, todo ello denotaba un aberrante trastruequede signos como obedeciendo, de forma anómala y degenera-

~iva , a la aplicación contrahecha de un espléndido método,ormulado c.~n tanta brillantez en sus textosjuveniles, del

que se .nutn~ .con fortuna lo mejor de su obra. El rnltodoparano~co-cntlc? se puso al serviciode un deliberadodelirioc?merclal, perdlend~ t.odacapacidad de convulsi6n asocia.tiva, toda fant?smagonca y poética violencia, y hasta el hu.mo~ se ausento gradualmente hasta convertir en histriónicac~ncatura, en vacía y siniestra mascarada que asociaba in.dlfe.rentementelas declaraciones más viles a una pe etuavacl~ verbor:e~, un realismo de desteñida religiosida1y p:'tendido clasicismo a un onirismo de caseta de feria.

Vacío espacial

La obra de Dalí fue; ant.e t?do, la memoria de una playa, elr~su!tado de una feliz coincidencia en donde se oper61a sim­bIOSIS de u~a cargada realidad adolescente y de un revitali­za.do espacio mental propicio a la cristalizaci6n de acontecí­.mlentos: A pesar de que esta idea del vaclo espacial comoescenano pro?uct.or del ~i~terio y de la aparición está ya.presente en GlOr?l? de Chirico con intensidad inigualada, yen Tanguy y Miro con extremada pureza, es indiscutible-como lo de~uestra la observación de la mayor parte desus.obras antiguas-e que Dalí pobló sus desiertos mentalesde Imágenes poderosas que marcaron indefectiblemente elarte contemporáneo.

En.las playas d~ Salvador Dalí, sin embargo, hace ya mu­cho tiempo q~e mngún.~erdadero acontecimiento se produ­ce. El escenano del orunco teatro que .fascinó nuestra ado­lescencia quedó despoblado de espectros del sex-appeal, degrandes. m~sturbador~s y de carretas fantasmagóricas, paraser sustituidas por agitaciones de otra naturaleza . Ausentela li?~rtad, la ima~inación quedó fosilizada en esquemastradicionales, Xel vlent~ subterráneo de erotismo y morbi­dez desapareció para ?eJar luga.r a ~n~ imaginería religiosade s?s~echosa nostalgia ya un cientificismode pacotilla que 4no sirvieron más que para enmascarar la muerte de un espíri-tu revolucionario. Puede afirmarse con certeza que la obrade Salvador Dalí cesó hace mucho tiempo de ser surrealistapara convertirse en su propia antítesis .

Sistematización de un decorado

La evolución del pintor a partir de 1945 muestra el aban­don? ~radu.al. de los principios revolucionarios para sers~~tltUldos umcam~nte por los esquemas anecdóticos y de­bilitados de un estilo : la sistematización de un decoradoutilizado con fines estrictamente comerciales e inclusopublicitarios , se aúna al ensanchamiento de las superficiespintadas y al empobrecimiento de su densidad onírica. Nin­gún verdadero combate con la imagen, ningún verdaderocombate en el interior del cuadro. Dibujante mediocre -apesar de una reputación que ha sido consuelode muchos-,sus trazo reblandecido y carente de grafológica invenciónquedó únicamente sometido al artificio de una pálida pre­tensión renacentista para abandonar definitivamentesu ca­pacidad de metamorfosis.

Dalí convirtió el surrealismo en un sistema simplificado, yeste sistema, codificado en rudimentarias categorías, acabóempobreciéndose, perdiendo toda agresividad, contradi­ciendo la libertad de lenguaje propuesta por el movimientoal que perteneció. En realidad, toda su obra reciente pareceno tener otro objetivo que el de hundirse en el ámbito de laseducción más vulgar, en el mercantilismo más ofensivo y enla vulgarización mal entendida.

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De le ciuded paranoica crítica (delll lle). 1936

Suplantar la calidad

Pero lo más grave, a nuestro j uicio, es la idea que e h ce dsi mismo, y la falsedad de la imagen que ofrece de aquelloque debe de ser un artista. La apologia de las fuerza máreaccionarias, la aparente y personal liberación lograd a m ­diante el cinismo y el poder del dinero, el empleo de lo me­dios más bastardos y eficaces para gustar su deliberada con­fusión mental, hicieron de él un bufón que la sociedad tolerpor su inofensivo y divertido desliz, aceptando ser explotadpara, a su vez, explotar al domado artista en su benefi~io.

Dali nos ofrece la imagen más patét ica de un arn tencerrado en el engranaje de su propio sistema , condenado arepet ir su discurso, al cual se le perm.it~ decir estupidece •inmed iatamente mitificadas, a condici ón de mantenersdentro de un paciente, sistemático y meticuloso esfuerzo que

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ntura y el