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    Los primeros mapasde la pennsula

    La necesidad de conocer el territorio ydescribirlo ha sido algo habitual a lo largode la historia. Con este objetivo se han rea-

    lizado inventarios, censos, mapas o planosde ciudades, pero estos trabajos solan serparciales y no siempre precisos. En la Espa-a de mediados del siglo XVI, se afrontarontres grandes proyectos sin conexin, almenos aparente, entre ellos, cuya uninhabra permitido completar una Descrip-cin y Cosmografa de Espaa sin prece-dentes, enlazando cartografa, datos geo-grficos y estadsticos. Por un lado seelabor un mapa de Espaa a una escala

    mucho ms detallada que la de los existen-tes hasta el momento (El Atlas de El Esco-rial) y se inicia uno nuevo ms preciso que

    no se lleg a materializar. Por otro lado,Antn van den Wingaerde, dibuja vistas,perspectivas e incluso planos de ciudadescon carcter informativo y estratgico(figura 1). El tercer trabajo consisti enuna recopilacin de datos con carcter geo-grfico, econmico, poblacional y adminis-

    trativo que se agruparon en las denomina-das Relaciones Topogrficas, custodiadas enla Biblioteca de El Escorial y de las que sehizo una copia en el siglo XVIII que se con-serva en la Real Academia de la Historia (1)

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    Un mapa olvidado:el Atlas de El Escorial

    Antonio Crespo SanzGerencia Regional de Castilla y Len-Valladolid

    Direccin General del Catastro

    ... En aquel Imperio, el Arte de la Cartografa logr tal Perfeccin que el mapa de una solaProvincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia.

    Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartgrafoslevantaron un Mapa del Imperio que tena el tamao del Imperio y coincida puntualmente con l.

    Menos Adictas al Estudio de la Cartografa, las Generaciones Siguientes entendieron que esedilatado Mapa era Intil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los inviernos.

    En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animalesy por Mendigos; en todo el Pas no hay otra reliquia de las Disciplinas Geogrficas.

    Jorge Luis BorgesEl Hacedor

    Octubre 2005

    (1) La copia de las Relaciones Topogrficas sellev a cabo para la elaboracin del Diccionario Geo-grfico de la Academia. Para el mismo fin se extracta-ron las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada

    (1750-1756) (Vid. ARROYO ILERA, F. (2002): El Catas-tro de Ensenada y el Diccionario Geogrfico, enDURN BOO, I. y CAMARERO BULLN, C.: El Catastro deEnsenada: magna averiguacin fiscal para alivio de los

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    (figuras 2 y 3). Aunque las tres tareas que-daron inconclusas y aparentemente olvida-das, supusieron un importante paso para larepresentacin del pas y la mejora de lainformacin existente, convirtindose enun lejano antecedente del Catastro comoinventario o conocimiento de los recursosy por sus motivaciones administrativas, sibien, a diferencia del catastro, cuya finali-

    dad primordial era de carcter fiscal, pare-ce que ninguna de las tres iniciativas filipi-nas tena un carcter fiscal al menosdirecto.

    No hay noticias de mapas de pases euro-peos con un cierto grado de detalle anterio-

    res al siglo XIV, si bien se conservan mapa-mundis y algunas representaciones depequeos territorios, condados, etc. La ima-gen ms antigua de la Pennsula se encuen-tra dentro de la Geografa de Tolomeo,publicada por Berlinghieri en 1482, perotenemos constancia de un buen nmero detablas con coordenadas entre las que desta-camos las de Azarquiel en el siglo XI o

    Alfonso el Sabio en el XII que pudieron ser-vir de base para otras descripciones. Des-pus de este mapa surgieron nuevas edicio-nes, unas veces simples copias y en otrasocasiones nuevas cartografas, que presenta-ban una imagen ms correcta del perfilpeninsular y del interior del territorio (figu-ra 4). Siguiendo esta lnea se llegaron a con-feccionar importantes representacionescomo la de Gastaldi de 1544 o la de Gmi-nus al ao siguiente, que fueron grandes xi-

    tos cartogrficos copiados durante muchotiempo. Todas ellas estaban dibujadas a unaescala aproximada de 1:3.000.000, con esca-

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    vasallos y mejor conocimiento de los reinos. Madrid,Direccin General de Catastro, pp. 289 a 397).

    Vase tambin del mismo autor: Las relacionesgeogrficas y el conocimiento del territorio en tiem-pos de Felipe II, en CT/Catastro, 31, pp. 119-129,1997.

    Figura 1. Fragmento de la vista de Madrid de Anton van den Wingaerde.Puede verse el alczar de los austrias, la muralla y la torre de San Francisco.

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    sos elementos geogrficos y notables

    distorsiones en el interior peninsular.Son mapas de carcter general, infor-mativos, portadores de un limitadoconocimiento del espacio y que dif-cilmente podran ser utilizados porlos gobernantes en la gestin delterritorio. Para este fin era necesariauna representacin a escala mediacon una informacin ms completa yprecisa.

    El primer proyecto de un mapa

    detallado de Espaa del que tene-mos noticias corresponde a Hernan-do Coln, hijo ilegtimo del descu-

    Figura 2. Portada del tomo III de la copiade las Relaciones Topogrficas custodiada

    en la Real Academia de la Historia.

    Figura 3. Inicio de la copia de la Relacinde la villa de Segura de la Sierra (Jan).

    (Real Academia de la Historia).

    bridor. Entre 1517 y 1523 recopil unaserie de itinerarios y relaciones en las que

    anotaba el nombre de las poblaciones, lasdistancias entre ellas, su categora urbanay en ocasiones ampliaba la informacincon el nmero de vecinos y referencias acultivos, bosques, ros y puentes queencontraba en el camino. A partir de esosdatos, su principal objetivo consista enordenar alfabticamente todos los pueblosde Espaa y presentarlos en forma de dic-cionario. Otra finalidad era la elaboracinde un mapa en el que se situaran los pue-

    blos a partir de sus coordenadas geogrfi-cas, segn informa el propio Hernando

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    Coln en un prrafo inserto entre las des-cripciones:

    Para hacer las tablas sern cuadra-das por grados de longitud y latitud ycada grado en millas cuyas lneas cru-zarn toda la tabla como en un table-ro de ajedrez, porque fcilmente deloriginal donde se pintare al principiose puedan sacar los otros. (2)

    Del supuesto mapa de HernandoColn no existe ms que esta cita y es

    poco probable que se llegase a desarrollar,pues con tales mimbres pocos cestos sepodan hacer; no hay coordenadas, nimedidas angulares o referencias a lospuntos cardinales, nada que un cartgra-fo de bien pudiese utilizar. Esto mismodebi de pensar Carlos I, quien paralizlos trabajos por medio de una taxativaOrden Real y sin que ello supusiese unaprdida de prestigio para Coln, quiencontinu vinculado a tareas de ndolegeogrfica, participando en la Junta deBadajoz de 1524 que habra de establecerla posicin exacta de la lnea que dividiralos territorios espaoles y portugueses enla disputa por las Molucas. Lgicamente,el Itinerario qued inacabado y, aunquehay datos de casi todos los reinos, algu-nos territorios, como Galicia, Aragn,Vascongadas, Navarra, Catalua, Valenciao Murcia, estn incompletos.

    El mtodo de trabajo empleado porHernando Coln no era el ms adecuadopara realizar un mapa, ya que se trata deuna mera relacin de distancias entre pue-blos, resultado de recorrer los caminos mshabituales y en ocasiones desde una deter-minada poblacin se establecan las distan-cias a otras cercanas como si de una radia-cin se tratase. Las longitudes anotadascoinciden con las indicadas en el Repertorio

    de caminos de Villuga (3), siendo sta lafuente de informacin principal. El grado

    de detalle de los itinerarios vara, pues fue-ron confeccionados por varios emisarios ylas unidades de medida son poco unifor-mes; leguas, leguas dobladas, leguas algodobladas, leguas cortas, leguas buenas lla-nas e incluso tiros de ballesta, lo que com-plicara ms si cabe el dibujo.

    Dos de las incgnitas a resolver son,como en casi todos los mapas de este perio-do, conocer para qu se encargaron estostrabajos y quin fue su promotor. La tarea

    se haba iniciado unos meses antes de la lle-gada a Espaa de Carlos V, probablementepara informar a un joven rey extranjero quedesconoca completamente sus dominios,siendo difcil aventurar si fue solicitado porl mismo o por sus asesores. En Alemania,cuna de su formacin, la cartografa eramuy utilizada y valorada por los monarcas,hasta el punto que, segn se deca, su abue-lo el emperador Maximiliano I era capaz deesbozar sobre la marcha un croquis de cual-quiera de sus regiones (4).

    Con posterioridad al supuesto mapa deColn, el nico documento cartogrfico aescala media que se conserva es el deno-minado Atlas de El Escorial. No hay rela-cin alguna entre el Itinerario colombino yelAtlas y, dado que transcurren casi veinti-cinco aos entre los dos trabajos, tampocopuede ser la continuacin inmediata de lastareas paralizadas por el Rey. Durante este

    periodo tampoco existi documento algu-no que pudiese ser utilizado por el Empe-rador para el conocimiento y gobierno desus territorios. Aunque hay varias razonesque lo justifican, la principal es que Espa-a estaba centrada en la cartografa marti-ma y en la de Amrica que le reportaba

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    (2) COLN, H. (1988). Descripcin y Cosmografade Espaa. Sevilla, Ed. Padilla, tomo I, p. 24.

    (3) VILLUGA, P. J. (1967). Repertorio de todos loscaminos de Espaa. New Cork, Ed. Kraus Reprint Cor-

    poration. Facsmil de la Edicin de Medina delCampo, 1546.(4) RUIZ MORALES, M. (2000). Los cosmgrafos

    flamencos y Carlos V. www.mappinginteractivo.

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 4. Las diferentes ediciones de la Geografa de Tolomeo iban mostrando una imagen de la pennsulams detallada, pasando de los mapas clsicos a las Tablas nuevas, todava influenciadas por los portulanos.

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    magnficos beneficios, relegando la imagendel territorio peninsular a un segundo tr-

    mino.

    Un mapa de Espaa detallado

    El Atlas de El Escorial es la primerarepresentacin a escala media de la Penn-sula Ibrica y est dividido en veinte hojasen las que se detalla la informacin delterritorio. Su estudio ha despertado poco

    inters por tratarse de un mapa manuscrito,incompleto, sin colores ni adornos, concorrecciones y tachaduras; muy diferente delos vistosos mapas impresos en los Atlas definales del siglo XVI. Pero tras su aspectoaburrido, triste y poco interesante (los cali-ficativos han sido tomados de amigos) seesconde un documento enigmtico cuyossecretos intentamos desvelar desde hacealgn tiempo. No hay en sus hojas fechaalguna para datarlo y tampoco est firmado,por lo que desconocemos su autor. Nosinteresa saber cmo fue confeccionado, yaque no disponemos de la toma de datos,medidas y clculos precisos para su dibujoy nos sorprende que, a pesar de la ausenciade un documento tan necesario que mos-trase el territorio con un detalle inusualpara su tiempo, no se haya finalizado nienviado a imprimir. Hay tambin quien sos-pecha que est relacionado con el mapa de

    Espaa que el rey haba encargado a Pedrode Esquivel y quien lo vincula con un volu-minoso legajo encontrado recientemente enSuecia y conocido como los Papeles de Esto-colmo, que contiene observaciones angula-res y mediciones de coordenadas a lo largodel territorio espaol. Si no son suficienteslos misterios que encierra, los reversos delas pginas nos reservan otra sorpresa, puessobre ellos hay lneas, crculos, marcas yanotaciones que han servido para dibujar

    un plano de Toledo que slo se puedeencontrar dentro de un cuadro de El Grecotitulado Vista y Plano de Toledo. Se le puede

    pedir ms a unos papeles apolillados y ama-rillentos? A todo ello debemos unir que

    genera opiniones encontradas, en las quealgunos entusiastas llegan a considerarlocomo el poema del Mo Cid de la cartografiaespaola (5) o el mayor tesoro cartogrficoespaol del siglo XVI (6) en saludable con-tradiccin con aquellos que lo calificancomo un mapa impreciso y pobre.

    Fue realizado a mediados del siglo XVI,hemos de suponer que con un gran des-pliegue de medios y personas. Pero el tra-bajo no debi ser considerado digno de

    imprimirse, ni siquiera de dibujarse en lim-pio, limitndose a encuadernarlo y deposi-tarlo en una estantera de la Biblioteca delMonasterio de El Escorial. All estaba cuan-do, a finales del siglo XIX, algunos entu-siastas de la cartografa, como Jimnez de laEspada o Fernndez Duro, lo descubren ycomienzan a trabajar en l. Se lo muestrana Gabriel Marcel, responsable de la Carto-teca de la Biblioteca Nacional de Pars,amigo y colaborador de Julio Verne, quien,a pesar de ser un gran conocedor de la car-tografa espaola y haber visitado muchosde nuestros archivos, se equivoca profun-damente en algunas de sus valoraciones (7)y llega a afirmar que El Atlas es inferior aotros mapas anteriores. Lo data a mediadosdel siglo XVII, aunque formado a partir dedatos antiguos, lo relaciona con las Rela-ciones Topogrficas, dice que tiene erroresen latitudes de un grado, que no tiene lon-

    gitudes, que la letra es de la mitad del sigloXVII y, dejando a un lado el tono despecti-vo hacia los investigadores espaoles,remata su artculo afirmando no parece

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    (5) SANZ GARCA, J. M. (1989). Una muestra deCartografa del Siglo XVI, en Topografa y Cartogra-fa, 35. Madrid, pp. 5-19.

    (6) REPARAZ RUIZ, G. (1937). Espaa, la tierra, elhombre, el arte. Barcelona, Editorial Alberto Martn,

    168 pp.(7) MARCEL, G. (1899). Les origines de la cartedEspagne, en Revue Hispanique, vol VI, Pars, pp.163-193.

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    tener inters el estudiarlo en detalle, pues notendramos probabilidad de sacar algn pro-

    vecho (8). Aunque estos desatinos empa-an su interesante artculo, es el primeranlisis detallado sobre el Atlas y contienevaliosos datos para el estudio de la carto-grafa espaola.

    Encontramos a principios del siglo XXpequeas alusiones al Atlas en las que se leasigna autor y su datacin es ms acertada,pero no suponen un gran avance. Es Gon-zalo Reparaz, el autor de una magnfica his-toria de la cartografa, quien valora su

    importancia incorporando interesantesnovedades y prometiendo un estudio deta-llado que no pudo llevar a cabo, pues alencontrarse en el bando republicano fueignorado y olvidado tras la guerra civil.Quiz esta circunstancia provoc que,durante un tiempo, muchos de sus textoshayan sido reproducidos sin citar la fuente.Su labor fue recuperada por apasionados dela Cartografa, como Francisco VzquezMaure, Jos Martn Lpez o ngel Paladini,quienes han contribuido con interesantesdescubrimientos, resumidos en apenasmedia docena de artculos y cuya tareaintentamos continuar.

    Desde 1985 el Atlas ha pasado de ser unmapa olvidado a referente obligado, citado yreproducido en todos los libros sobre histo-ria de la cartografa, aunque sin aportarnovedades. Su ausencia en las afamadasobras internacionales empieza a subsanarse

    en las nuevas ediciones, y algunos impor-tantes historiadores (R. L. Kagan (9), G. Par-ker, R. V. Tooley, etc.) participan en la bs-queda de la fecha y el autor, planteandointeresantes hiptesis de las que sera desea-ble conocer sus fuentes para darles mayorpeso. De continuar su trayectoria ascenden-te, quin sabe hasta dnde llegar su fama,

    puesto que ya ha superado la aburrida fron-tera de la investigacin al obtener un peque-

    o papel en una conocida novela de ArturoPrez Reverte (10), en la que un catedrticode Cartografa de la Universidad de Murciaexplica sus trabajos sobre los veintin mapasdel Atlas inacabado de Pedro de Esquivel yDiego de Guevara. Pero la investigacinsobre el Atlas es tarea compleja; no dispone-mos de los trabajos de campo, apenas seconservan mapas contemporneos y algunasde las suposiciones sobre fecha y autor noson acertadas, debiendo revisarse todas las

    afirmaciones publicadas. Por otro lado, estalabor es difcil no por la escasez de docu-mentos, sino por el exceso, ya que hemos deencontrar pistas sueltas entre los millonesde legajos que se conservan sobre el reinadode los Austrias.

    El significado de El Atlasde El Escorial:

    un mapacompleto de la pennsulaque tard siglos en repetirse

    El llamadoAtlas de El Escorial es un del-gado volumen encuadernado en pergaminoque contiene un mapa completo de laPennsula Ibrica compuesto por una lmi-na ndice y veinte hojas, dibujadas sobrepapel verjurado por una sola cara a pluma y

    con tinta negra que el tiempo ha convertidoen sepia. Las hojas desplegadas tienen unasdimensiones de 44 59 cm (algo mayoresque un A3), en el libro van dobladas por lamitad y encuadernadas con cartivanas for-mando un volumen de 45 31 cm, en elque los reversos de las hojas estn en blan-co, aunque en algunos existen anotaciones,crculos, lneas y marcas. Todas las pginasestn apaisadas, excepto la lmina decimo-

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    (8) MARCEL, G. (1899). Op. cit.(9) KAGAN, RICHARD L. (1986). Las ciudades delsiglo de oro. Las vistas espaolas de Anton van den Win-gaerde. Madrid. Ediciones El Viso, 432 pp.

    (10) PREZ REVERTE, A. (1999). La carta esfrica.Madrid, Editorial Alfaguara, 476 pp.

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    sexta, colocada verticalmente para poderrepresentar en la misma hoja toda la costa

    catalana hasta la frontera francesa, ahorran-do as una pgina. En general se encuentrabien conservado, a pesar de algunas man-chas de humedad y pequeos agujeros queindican el paso del tiempo.

    Supera a los mapas de la Pennsulapublicados hasta la fecha, ya que la diferen-cia de escala es muy notable, pasando de loshabituales valores cercanos a 1:3.000.000 auna escala media prxima a 1:400.000.Mientras las diferentes ediciones de la Geo-

    grafa de Tolomeo tienen unas dimensionescercanas a 25 cm 35 cm, el mosaico for-mado por la unin de las hojas del Atlas

    compone un mural (figura 5) de 2,20 m dealto y 3 m de ancho (11). La informacin

    volcada tambin es notablemente mayor,pues las Tabulae Moderna Hispaniae impre-sas difcilmente superaban dos centenas detopnimos mientras que en nuestro mapalas cifras son impresionantes.

    El Atlas de El Escorial mejor la repre-sentacin de la Pennsula y supuso un

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    (11) La construccin de tal mosaico cabe en la

    pared de una habitacin y, aunque al principio provo-ca algn conflicto, luego se incorpora a la dinmicafamiliar y es utilizado para anotar telfonos, recados odibujos a todo color.

    Figura 5. Mosaico resultado de la unin de las veinte hojas, muy til para observar los elementosrepresentados de forma conjunta (en este caso fronteras y bosques) y compararlo con otros mapas.

    Puede apreciarse su visn etnocntrica, con abundante informacin en Castilla que se reduce en la periferia.

    Fuente: Atlas de El Escorial. Elaboracin propia.

    Bosquesportugueses

    Doana

    Palma del ro

    Cazorla

    Aranjuez

    El Pardo

    Monte de Segovia

    Pinar (ro Pirn)

    Montes de Torozos

    Saberquearbor

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    exhaustivo trabajo de campo para situarcerca de 8.500 poblaciones, 68 de las cua-

    les tienen un signo convencional que lasdistingue como obispado, arzobispado ociudad amurallada. Ms de dos mil son losros trazados, de los cuales cerca de seis-cientos estn rotulados con su nombre ysus cursos son cruzados por ms de tres-cientos puentes. Aadimos centenas detextos referentes a islas, cabos, regiones,lagos y lagunas, puertos de montaa, bos-ques e incluso reinos y nos sorprendersaber que se han localizado cerca de diez

    mil elementos geogrficos con su topnimode forma ms que aceptable. Quin puededecir que tal mapa est mal confeccionado?

    El gran valor de nuestro Atlas no resideen su comparacin con mapas anteriores,sino con sus sucesores. Es uno de los esca-sos documentos cartogrficos espaoles delsiglo XVI que se conservan, y el de mayorescala hasta la publicacin de los provin-ciales de Toms Lpez en el siglo XVIII.Aunque nos parezca increble, durante dos-cientos aos no hubo ningn mapa deEspaa que abarcase todo el territorionacional, o por lo menos no lo hemos vistoni tenemos referencias a l. Se hicieronmagnficos planos de fortificaciones, ciuda-des, regiones o reinos, pero ninguno a unaescala media que abarcase todo el territo-rio. Es desconsolador seguir la pista de losmapas posteriores al Atlas, pues no sonsino una sucesin de intentos fallidos y

    resultados incompletos, calificndose muyacertadamente como una historia de fan-tasmas (12); mapas de los que se tienenreferencias pero que nadie ha visto, traba-

    jos interrumpidos o cartgrafos que nodejan rastro de sus medidas y no firman susobras. Por ese motivo, la mayora de lasrepresentaciones de Espaa que circularonpor el mundo durante siglos eran copias de

    los famosos Atlas de Mercator, Ortelius,Blaeu, Jansonio o Witt. Sin embargo, en los

    ltimos doce aos se han materializado dosde estos espectros en las Bibliotecas deSuecia y Viena.

    El sucesor del Atlas fue un mapa delque slo haba referencias de cronistas delsiglo XVI (13) y es probable que nunca sellegase a dibujar. Era uno de los desapare-cidos hasta que en 1993 Rodolfo Nez delas Cuevas localiz en la Biblioteca Real deEstocolmo un manuscrito (M-163) conoci-do como Los Papeles de Estocolmo, que con-

    tiene los trabajos de campo necesarios parala elaboracin de un mapa de Espaa (14)fechado en 1555. Fue desarrollado median-te mtodos topogrficos muy precisos ynovedosos para la poca por el MaestroEsquivel, combinando medidas angulares,coordenadas y distancias, pero la muertedel cosmgrafo responsable de los trabajosparaliz un proyecto que nadie se atrevi acontinuar.

    Cincuenta aos despus, en 1610, elportugus Juan Bautista Labaa form unaprecisa Descripcin del Reyno de Aragn (15)aplicando los mismos mtodos e instru-mentos que Esquivel. Consigui, tras agota-dores esfuerzos, imprimirla en Espaa yaunque mejora la informacin del Atlas, elespacio representado apenas alcanza el 10%del territorio nacional (figura 6). Pocosaos despus, en 1634 Pedro Texeira, tam-bin portugus, elabor la Descripcin de

    Espaa y de las costas y puertos de sus reinos

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    (12) VZQUEZ MAURE, F. (1982). Cartografaespaola del siglo XVI, en Boletn de la Real SociedadGeogrfica, tomo 98, pp. 141-151.

    (13) MORALES, A. (1575). Crnica de las Antige-dades de las Ciudades de Espaa. Alcal de Henares.

    (14) Existe un equipo que actualmente trabaja endescifrar los legajos y esperamos que publique susdescubrimientos en breve plazo.

    (15) LABAA, J. B. (1895). Itinerario del Reino deAragn. Zaragoza, Establecimiento Tipogrfico delHospicio Provincial. 214 pp. Copia del original de

    1610 conservado en la Biblioteca de Leiden. Este iti-nerario es la libreta de campo del Mapa del Reyno deAragn impreso en 1620 y reproducido por el Institu-to Geogrfico Nacional.

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    (16). Es otro de los mapas extraviados delque se saba de su existencia por conservar-

    se la parte descriptiva en la BibliotecaNacional de Madrid: una relacin de lascostas de Espaa empezando en el Bidasoay terminando en Catalua. Se le daba porperdido y as rezaba en las historias de lacartografa, hasta que en el ao 2000 fuelocalizado en la Biblioteca Nacional deViena por un equipo de investigadores espa-

    oles. Aunque contiene un mapa general yvistas parciales de Espaa y Portugal, notiene informacin del interior peninsular y

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    Figura 6. Mapa de Aragn de Labaa, 1610.

    (16) Silo, arte y bibliofilia ha realizado una mag-nfica edicin de esta obra, que ha merecido el premio allibro mejor editado en la seccin de facsmiles de 2004.Vase tambin, ALVARGONZLEZ RODRGUEZ, R. (Int.)(2001): Pedro de Teixeira. Compendium Geographicum.

    Gijn, Museo Naval y Fundacin Alvargonzlez, 200pp. Tambin PEREDA, F. & MARIAS, F. (2002): El Atlas delRey Planeta. La Descripcin de Espaa y de las costas yPuertos de sus reinos. Hondarribia, Ed. Nerea, 396 pp.

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    las imgenes detalladas de la costa son pers-pectivas que pierden el carcter mtrico(figura 7). La parte ausente fue encargada aLabaa, pero no hay rastro ni de la carto-grafa ni de los trabajos de campo.

    El siguiente mapa en orden cronolgico

    es uno de los ms curiosos y tiene una his-toria ciertamente sorprendente (17). Se tratade un gran mural de 2,20 m 2,30 m, for-mado por 36 hojas de papel pegadas y ente-ladas a escala aproximada de 1:440.000,dibujado entre 1739 y 1743 y quiz ampara-do por el marqus de la Ensenada. Hubiese

    sido lo que el pas necesitaba, pero falta porrepresentar Galicia, Asturias y gran parte deCastilla y Len. Se trata pues de una minutade trabajo incompleta, algo que comenzabaa ser habitual. Para gran sorpresa del respe-table, no fue confeccionado por ningn afa-

    mado cosmgrafo, y est firmado por Mart-nez y de la Vega, dos jesuitas de los que nohay referencia alguna, ni personal ni carto-grfica (figura 8).

    Esta fallida tentativa dio paso a un for-midable propsito que pueden imaginarcmo termin. En 1751 Jorge Juan presentun proyecto de red geodsica en el que sedetallaba la escala (1:100.000), los instru-mentos y los mtodos a utilizar, el tiempoque se empleara (diez aos), e incluso ante

    la histrica falta de impresores y cartgrafos,Ensenada enva a Pars a dos jvenes ge-grafos (Toms Lpez y Juan de la Cruz

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    (17) Se guard en la Biblioteca del duque delInfantado, fue adquirido por la Real Sociedad Geogr-

    fica en 1904. Desapareci, de sus estanteras, reen-contrndose aos despus en el mismo sitio. Hoy seencuentra en depsito en la Biblioteca Nacional deMadrid.

    Figura 7. Mapa de Espaa de Descripcin de Espaa y de las costas y puertos de sus reinos,de Pedro de Texeira, 1634.

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    Cano) para aprender de los maestros france-ses cartografa y grabado. Se trataba de unplan detallado en el que todo estaba previs-to. Proyectada la geodesia, se enviarantopgrafos a medir al campo y se dispondrade cartgrafos que lo formasen e imprimie-sen. Todo finaliza antes de empezar, puesEnsenada, el superministro de Fernando VI,

    es depuesto en 1754. El siguiente captulocomienza en 1760, cuando Tomas Lpezregresa de Pars y se encuentra sin mentor ni

    datos para su trabajo. Con un peculiar siste-ma de recopilacin de informacin (18)

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    Figura 8. Mapa de Espaa de los jesuitas Martnez y de la Vega, dedicado al ministro Ensenada,realizado entre 1739 y 1743.

    (18) Siendo un cartgrafo de gabinete, no sale alcampo a medir. Solicita la informacin a los prrocosde toda Espaa, enviando un cuestionario cuyas res-puestas, en ocasiones acompaadas de croquis, son el

    soporte de sus mapas. Fue una solucin ingeniosapara resolver la carencia de datos, aunque los mapasresultantes no alcanzan la calidad de sus contempor-neos europeos.

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    confeccion unos bellos mapas, cartogrfi-camente imprecisos, que por fin y despus

    de ms de 200 aos completan todo el terri-torio. Se trata de hojas provinciales en lasque cada una tiene diferente escala, adap-

    tando el tamao del dibujo al papel, y queno fueron publicadas de forma ntegra hasta

    dos aos despus de su muerte, bajo el ttu-lo de Atlas Geogrfico de Espaa, que com-

    prende el mapa General del Reyno y los Parti-

    71

    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 9. Mapa de la provincia de Palencia, de Toms Lpez.

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    culares de sus provincias (figura 9) (19). Lacompilacin e impresin fue realizada por

    sus hijos en 1804 y comprenda 38 cartasdivididas en ciento dos hojas, con escalasvariables entre 1:139.000 para Len y 1:640.000 en Murcia, imposibles de casar paraformar un conjunto homogneo.

    El final de esta triste historia llega en1880 con la publicacin del primer mapade todo el territorio compuesto por 46hojas con el ttulo deAtlas de Espaa y susPosesiones de Ultramar (1848-1880) a esca-la 1:200.000 dirigido por Francisco

    Coello (20), 330 aos despus del dibujodel Atlas de El Escorial. Coello no es slo elinspirador del moderno mapa nacional,tambin es el renovador del Catastro al queincorpora una excelente cartografa (21).Para ello dividi el territorio en dos distri-tos Geodsico Catastrales y durante sieteaos (hasta 1886), bajo su direccin se rea-lizaron 3.000 hojas kilomtricas y 75.000cdulas catastrales. Lastima que, una vezms, los cambios de gobierno paralizasen

    unos prometedores trabajos bajo la excusade su elevado coste.

    La cuestin econmica ha sido un las-tre para el desarrollo de la cartografaespaola y existen dolorosas referenciasde las dificultades que encontraban loscartgrafos. Aunque gozaban de granprestigio social y hay noticias de salariosms que aceptables, sufran grandespenurias econmicas expresadas en suscartas al rey en las que solicitaban elcobro de los atrasos, el abono de su sala-rio y avances para continuar los trabajos.

    Las campaas eran financiadas por lospropios cosmgrafos, quienes adelanta-ban el dinero para fabricar y comprar ins-trumentos, pagar salarios, viajes y otrosgastos, acumulando importantes deudas.A pesar de contar con el favor del monar-ca, pocas veces perciban el dinero poradelantado y sus quejas hacia los pagado-res y especuladores de palacio eran fre-cuentes. Los testimonios son ciertamentesorprendentes; Alonso de Santa Cruzexplica en varias cartas al Emperador sumala situacin econmica por deudascontradas a su servicio, motivadas porpagos a los oficiales contratados y por laconstruccin de instrumentos. Pedro deEsquivel expone claramente al rey susnecesidades al escribirle estoy sin un realcon que ponerme en camino (22) y los tes-tamentos e inventarios de bienes de JuanBautista Gesio, Luis Georgio o Texeira

    muestran penosos estados financieros.Labaa cobr una importante suma porsu mapa de Aragn, pero el desglose eco-nmico solo le deja 300 ducados de bene-ficios en una labor que se inicia en octu-bre de 1610 y finaliza con la impresindel mapa diecinueve aos despus, traslargas discusiones con sus clientes, en lasque hubo de mediar el propio rey. La

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    (19) Sobre la obra de Toms Lpez, vase: LTERMAYAYO, C. y SANCHS BALLESTER, F. (2002). La obra deToms Lpez. Imagen cartogrfica del siglo XVIII.Madrid, Biblioteca Nacional, y HERNANDO, A. (edit.)(2005): El Atlas Geogrfico de Espaa (1804) produci-do por Toms Lpez. Madrid, Ministerio de Fomento,Direccin General del Instituto Geogrfico Nacional.LTER MAYAYO, C. (1991). Aproximacin a la vida yobra del cartgrafo Toms Lpez, en Catastro, n. 8,

    Ministerio de Economa y Hacienda, pp. 21-27. AtlasGeogrphico del Reyno de Espaa e Islas Adjacentes conuna breve descripcin de sus provincias, de ThomsLopez, facsmil a partir del depositado en la Bibliote-ca Nacional. Centro de Gestin Catastral y Coopera-cin Tributaria. Ministerio de Economa y Hacienda.1992.

    (20) MARTN LPEZ, J. (2000). Cartgrafos espao-les. Madrid, Ed. CNIG, p. 66. NADAL, F. y URTEAGA, L.(2001). Francisco de Coello en la Junta de Estadsti-ca, en Boletn del Instituto de Estudios Gienenses, 169,pp. 209-230.

    (21) Sobre los trabajos de la Comisin de Esta-

    dstica y de Coello, vase MURO, J. I., NADAL, N. yURTEAGA, L. (1996): Geografa, estadstica y catastroen Espaa, 1856-1870. Barcelona, Ediciones delSerbal.

    (22) VICENTE MAROTO, M. I. (1991). Aspectos dela Ciencia Aplicada en la Espaa del Siglo de Oro. Valla-dolid, Junta de Castilla y Len, 534 pp.

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    toma de datos y dibujo de un mapa erauna tarea compleja y poco rentable por lo

    que es probable que, ante la falta derecursos o la muerte del responsable, nohubiese excesivo inters en continuar lostrabajos.

    El autor y la fecha del mapa,dos dilemas casi resueltos

    La determinacin del autor y la fecha

    de ejecucin del Atlas de El Escorial cons-tituyen una difcil labor en la que todavano podemos aportar una solucin definiti-va, aunque nos encontramos muy cerca. ElAtlas fue dibujado con anterioridad a losPapeles de Estocolmo, que datan de 1555, ydebe de ser contemporneo al mapa dePortugal de lvarez Seco publicado en1561. Tambin es previo a la capitalidad deMadrid (1561), que no figura de forma sig-nificativa en la hoja y al inicio de las obrasde El Escorial, ya que hay varios emplaza-mientos con este nombre (figura 10).Otras referencias como la ausencia dedeterminados puentes o la fecha en la quese concedi obispado a algunas ciudades,sin ser definitivas, nos sitan alrededor de1550. Debi de ser encargado por Carlos Vo el prncipe Felipe para conocer sus terri-torios de forma detallada y fidedigna, dadolo impreciso de las representaciones exis-

    tentes.Respecto al autor siempre han existidodos candidatos principales, Pedro deEsquivel y Alonso de Santa Cruz. Dispone-mos de pruebas que nos hacen decantarnospor este ltimo, aunque debi de contarcon la colaboracin de otros cosmgrafosen el trabajo inicial y en las revisiones.Existen noticias de su labor cartogrfica enlas fechas indicadas y parte de sus trabajospueden estar relacionados con el Atlas. Es

    especialmente significativo que las coorde-nadas de ciudades que figuran en suAstro-nmico Real sean similares a las que pode-

    mos medir en las hojas (23). Las tablas quefiguran en el libro (24) se elaboraron en

    1543, fecha a tener en cuenta para la data-cin, as como la carta enviada por SantaCruz a Carlos V el 6 de noviembre de 1551,en la que informa al rey de un particularmapa:

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    (23) PALADINI CUADRADO, . (1996). Sobre elAtlas de El Escorial y su posible Autor, en Exposicinde Cartografa. IV Centenario de la Ciudad de Vallado-lid. Valladolid, pp. 35-50.

    (24) ESTEBAN PIEIRO, M. y VICENTE MAROTO, M. I.(1992). La recuperacin del gran tratado cientfico deAlonso de Santa Cruz, el Astronmico Real, enAscle-pio, 441, p. 18.

    Figura 10. Madrid, que todava no tena una categora

    especial y la situacin de varios monasterios.

    Figura 11. Lneas en el reverso de las hojas. Las marcasde punzn solo se aprecian en el original.

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    de cosas de geografa tengo hechauna Espaa del tamao de un gran

    repostero donde estn puestos todaslas ciudades, villas y lugares, montes yros que en ella hay, con las divisionesde los reinos y otras muchas peculiari-dades (25).

    Santa Cruz vivi en Toledo entre 1540 y1545 y sabemos que envi un plano (queno se conserva) de esta ciudad a Felipe IIen 1572. Curiosamente, en los reversos delas hojas se han descubierto medidas angu-

    lares (figura 11) hechas desde una torre dela Catedral de Toledo y que sirvieron paradibujar un plano, cuya nica copia existen-te forma parte de un cuadro del Greco (26).Se trata de uno de los primeros planos depoblacin realizados con mtodos topogr-ficos y un viejo antecedente de nuestroCatastro Urbano que tiene una extraaconexin con el Atlas. Aunque el argumen-to es algo forzado, podemos suponer queSanta Cruz reutiliz el papel empleado enla toma de datos de Toledo para el dibujodel Atlas, siendo el autor de ambos docu-mentos.

    La importancia del mapandice y su correspondenciacon las hojas

    Comprobada la importancia del Atlasde El Escorial, llega el momento de cono-cer al protagonista de esta historia. La pri-mera pgina es un mapa general de laPennsula Ibrica que sirve como ndice(figura 12) cuyo principal objetivo es pre-sentar la distribucin de las hojas

    mediante una cuadrcula auxiliar super-puesta que identifica cada lmina (figura

    13). Por medio del nmero situado en suinterior, sabemos en qu pgina seencuentra la zona que deseamos consul-tar y as acceder a ella de forma inmedia-ta. Este sistema es un sntoma de moder-nidad utilizado hoy en da en todo tipo demapas, planos y atlas, tanto impresoscomo digitales. Dispone de graduacionesde latitud y longitud, referida esta ltimaal Cabo de Roca y, aunque las lneas no sehan dibujado para no confundirlas con la

    cuadrcula, se marcaron con punzn, deforma que slo se aprecian al contemplarel original.

    Tiene una escala aproximada de1:2.500.000, lo que nos permite compararlocon las representaciones de la pennsula queexistan, desde Berlingueri (1482), hastaMercator (1578), superando a todas ellas eninformacin y precisin. Las escasas simili-tudes entre todos estos mapas y el Atlas nosconfirman que fue confeccionado con datospropios y no se hizo una copia versionada delos mapas existentes, algo muy habitual enla poca. Incluso la toponimia est en caste-llano, eliminndose los rtulos en latn tpi-cos de la cartografa del XVI.

    Realizado por generalizacin de lasveinte hojas, en l se aprecian de formaresumida buena parte de los elementos destas, aunque existen pequeas diferencias.Su perfil es similar al de un mapa actual

    con algunos rasgos exagerados: el excesivoposicionamiento hacia el oeste del cabo deRoca, el desplazamiento hacia el este cercade Oporto o una largusima y rectilneacosta cantbrica. Una observacin minu-ciosa nos descubre otras discrepancias,como la ausencia del delta del Ebro, unanguloso golfo de Cdiz o la comprobacinde que Tarifa no est situada en el puntoms meridional de la pennsula, pero laimpresin general es de gran semejanza.

    Otra cosa son las deformaciones en latitudy longitud que se obtienen midiendo coor-denadas.

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    (25) REPARAZ RUIZ, G. (1937). Espaa, la Tierra,

    el Hombre, el Arte. Barcelona, Ed. Alberto Martn.(26) VZQUEZ MAURE, F. (1982). El plano deToledo de El Greco y su posible origen, en BoletnReal Sociedad Geogrfica, tomo 98, pp. 151-157.

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    La rotulacin de los elementos geogrfi-cos marinos (cabos, golfos, islas, mares,ocanos) que en principio parece muyescasa, es similar a la que figuraba en losportulanos y est ampliada en las hojas.Algunos defectos destacables son el dibujode Cdiz como isla (figura 14), mientrasque en las hojas se encuentra enlazado atierra firme, un pronunciado cabo de Paloso la ausencia de las Islas Baleares y lasCanarias, que tampoco estn representadas

    en las hojas. Resulta sorprendente queMadrid aparezca con mayor significacinque en las hojas (con su inicial mayscula)

    (figura 15), lo que nos hace suponer quefue incorporada con posterioridad, si nocomo capital, quiz como futura corte.

    En el mapa ndice se sitan los principa-les ros con lnea doble y un buen nmerode afluentes con lnea sencilla, todos elloscon un trazado bastante correcto en su tra-yectoria y desembocadura, no as en sunacimiento, que a veces est equivocado. Superfil se simplifica, se hace rectilneo y sesuavizan curvas y meandros, acentundose

    elementos significatios, como la hoz delTajo en Toledo, las islas en la desembocadu-ra del Guadalquivir o las pequeas lagunas

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 12. Atlas de El Escorial. Mapa ndice que precede a las hojas bajo el ttulo de Espaa.

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    Figura 14. Cdiz en el mapa ndice (izqda.) y en la hoja segunda (dcha.).

    Figura 13. Cuadrcula que une la hoja 16 y la superior.Punteado del mar y sombreado de la costa

    Figura 15. Madrid adquiere mayor categora.

    que indican los ojos del Guadiana. Los rosestn rotulados de forma clara y son muypocos los errores en la asignacin de nom-bres. En ocasiones hay topnimos en dosidiomas; el Duero en Espaa se escribe encastellano y al pasar la frontera aparececomo Doyro, ocurriendo algo similar conel Tajo, Taxo en Castilla y Texo en Por-tugal. La hidrografa es ms completa y

    correcta que en sus contemporneos, conmayor nmero de afluentes dibujados, aun-que existan ciertas anomalas.

    Los principales sistemas montaosos sereflejan mediante perfiles abatidos som-

    breados y no tienen ningn texto que losidentifique a excepcin de los Pirineos, queaparecen sobredimensionados, desplazadoshacia el norte y girados casi 20 respecto asu posicin casi horizontal (figura 16). Sugran anchura pretende establecer unainfranqueable barrera montaosa conFrancia, reflejando los continuos conflictosy hostilidades. La estructura general delrelieve est bien trazada en el centro ynorte de la pennsula a pesar de que algu-

    nos sistemas montaosos, sobre todo losBticos, se dibujan como pequeas monta-as aisladas y annimas. El relieve se hasituado a partir de la hidrografa, y recogeel nacimiento de los ros y muestra clara-

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    mente las grandes cuencas fluviales, mejo-rando la representacin del territorio. Suposicin se encuentra condicionada por lahidrografa y no siempre es acertada, por loque se convierte en un elemento comple-mentario.

    Esta forma de mostrar el relieve ha sidomuy utilizada a lo largo de la historia porbabilonios, romanos, mapas europeos dellos siglos XVI al XVIII y en la actualidad lopodemos encontrar en algunos mapastursticos. Era la solucin ms eficienteante la imposibilidad de medir altitudes yla inexistencia de un mtodo de represen-tacin como las curvas de nivel. El som-breado de las montaas es un adorno fre-cuente en muchos mapas de la poca, aligual que el punteado del mar o el rayado

    perpendicular a la costa. A pesar de ser undocumento de trabajo, en el Atlas, y espe-cialmente en el ndice, se utilizan algunossmbolos cartogrficos y dibujos semejan-tes a los de los mapas impresos.

    La frontera que delimita los reinos estmarcada mediante una lnea de puntos, peroal no estar todos ellos representados y sloalgunos de sus nombres rotulados, no puedeconsiderarse como un mapa poltico com-pleto. Portugal (que por entonces no perte-

    neca a la Corona espaola) y Catalua apa-recen con el texto rotulado en maysculas yaunque en el primero la raya es muy preci-

    sa, en Catalua muestra dudas sobre su tra-zado cerca de los Pirineos, donde se dibujacon un punteado muy espaciado e impreci-so. No existe contorno ni mencin algunade los Reinos de Castilla, Len o Valencia, ydel Reino de Navarra slo encontramosparte de sus lmites por el oeste. Las fronte-ras se han obtenido a partir de las hojas, enlas que la informacin es ms completa y enellas aparecen el resto de los reinos, resul-tando extrao que no se haya transferidotoda la informacin.

    Hay representadas 110 poblaciones, delas cuales cerca de la mitad tienen signosconvencionales (figura 17) que marcan una

    jerarqua eclesistica; catorce son obispadoy veintinueve arzobispado. Su posicin esbastante aceptable y se ha obtenido a partir

    de las coordenadas de las hojas, sin alcanzarla exactitud de stas. La distribucin de losncleos no es uniforme, siendo ms nume-rosos en Castilla y escasos en la periferia,pero estn situadas las ciudades ms signifi-cativas. La nica excepcin es la presenciade Segura de la Sierra, un pequeo munici-pio, hoy de Jan, poco poblado histrica-mente. En el siglo XVI tuvo cierta impor-tancia debido a la explotacin maderera yfue residencia del poeta Jorge Manrique,

    pero estos pequeos detalles no parecensuficientes para hacerlo merecedor de unlugar en el mapa. Se encuentra situado en la

    77

    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 16 a. Destaca la inclinacin de los Pirineos

    y su exagerada anchura.

    Figura 16 b. Sierra Nevada queda

    representada como un pequeo grupode montaas sin nombre.

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    cuadrcula sexta (figura 18), donde cabedestacar tambin el dibujo de los ojos delGuadiana y el nico topnimo que alude auna comarca: Campo de Calatrava.

    La abundante informacin y la presenciade varios nombres rotulados con diferenteletra nos confirman que esta hoja ha sidoespecialmente revisada y que se han incor-porado nuevos elementos segn el criteriodel cartgrafo. En el resto del mapa seobservan tambin aadidos de otra manocon diferente tinta; una quincena de ciuda-des entre las que destacan Salamanca, Ovie-do o Benavente, los afluentes del Ebro, yalgunos textos relacionados con la hidro-grafa. Tambin existen correcciones ytachaduras entre las que destacamos las ciu-dades de Lugo o Montiel o la rectificacindel topnimo del ro Zncara. Este mapa

    ndice, al igual que las hojas, est incomple-to, diferencindose zonas con poca infor-macin, como Portugal o la costa medite-rrnea, y otras ms completas, como lasproximidades de Sevilla o las dos Castillas.

    La inexistencia de escala grfica en lahoja ndice nos obliga a calcular su valorpor mtodos indirectos; a partir del valordel grado y determinando distancias entrepoblaciones, obtenindose mediante los dossistemas valores prximos a 1:2.500.000. El

    mapa est enmarcado en una cuadrculaque comprende desde los 36 en la costaafricana hasta los 46 como lmite superior,

    ya en territorio francs. En longitudes, ellmite oeste y origen de longitudes se loca-liza en el cabo de Roca, alcanzando los 13hacia el medioda. Ciertos errores convier-ten a la Espaa del XVI en una dama algobajita y regordeta, alargada en longitudes yachatada en latitud. Los valores son acerta-dos en el sur, pero el error aumenta con lalatitud hasta alcanzar casi un grado en los44 y 45 debido a que se ha elegido unpatrn pequeo. Para verificarlo hemosmedido las latitudes de un buen nmero depoblaciones repartidas en toda la pennsula(todas ellas notables y suponemos quesituadas con cierta precisin) y se ha com-probado que el grado elegido fue de 16leguas, cuando debera ser de casi 18 paraobtener cifras similares a las actuales. Estadiferencia indica que la numeracin es corta

    alrededor de 8 minutos en cada grado, quese acumulan para latitudes crecientes.Podramos pensar que los citados desplaza-mientos son debidos al uso de una proyec-cin cilndrica, pero desechamos la ideapues la retcula tiene iguales dimensionespara todas las latitudes, habindose utiliza-do una cuadrcula plana.

    La determinacin del error en longitu-des tiene mayor complejidad por las difi-cultades que existan para medir este valor.

    Tomando como referencia las publicadaspor el IGN, apreciamos algunos rasgosaleatorios y se confirma una desviacin sis-

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    Figura 17. Signos convencionales utilizados

    en el mapa ndice para representar diferentes categorasde poblaciones; obispado, arzobispado y a la vez

    ciudad amurallada, fortificada, los mismos smbolos

    que se utilizan en las hojas.

    Figura 18. Cuadricula sexta, la que tiene mayor

    informacin.

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    temtica, pues las longitudes medidas en elAtlas son ms grandes. Huelga decir que las

    incorrecciones observadas en el mapa ndi-ce tambin se producen en las hojas y eldesplazamiento de los grados es el mismo.Sera posible construir una cuadrculanueva con los valores de los grados corre-gidos y superponerla sobre el ndice y lashojas para confirmar el error detectado yobtener las coordenadas corregidas, perono es ste nuestro propsito. El mapa nosmuestra una percepcin del territorio enfuncin de sus conocimientos, mtodos e

    instrumentos y la comparacin con nuestravisin de la pennsula slo tiene por objeti-vo comprender su forma de trabajar, nocuantificar las posibles equivocaciones.Esta idea es consecuente con las ms estric-tas reglas de la Hermenutica y, siguiendosus dictados, para el estudio del Atlas noshemos puesto en el lugar del cosmgrafodel siglo XVI y asumido su papel, aunqueen ocasiones regresamos al siglo XXI paraestablecer un marco de referencia.

    Las hojas: caractersticas,escala y signos convencionales

    Cada una de las cuadrculas del mapandice tiene su correspondencia en las res-pectivas hojas, numeradas en la partesuperior por su ordinal desde la tabla

    prima hasta la vigsima. Quedan sinrepresentar dos pequeas reas que exce-

    dan los lmites del marco; la franja coste-ra del estrecho de Gibraltar y el Cabo de

    Palos (figura 19). Tambin se ha alteradola distribucin en la hoja decimasexta,que en vez de ir apaisada se encuadernavertical, para as refundir dos hojas en unasola lmina en la que se incluye el Rosellnfrancs (figura 13).

    La informacin cartogrfica est enmar-cada dentro de una cuadrcula rectangularde 39,7 cm 54,5 cm, si bien se observanerrores de perpendicularidad en dos hojas(figura 20) en los que se modifican leve-

    mente estas dimensiones. En un caso lalnea desviada se corrige, pero, en el otro, elerror se trasmite a la hoja siguiente ya quelos marcos estn construidos a partir de losanteriores. Las esquinas del mapa originalestn todas pinchadas por un punzn ocomps, y los vrtices se han traspasado deuna hoja a otra de forma que coincidenexactamente los marcos de las hojas colin-dantes. Por lo tanto, todas las hojas se pue-den casar y forman (con estas dos excep-ciones) un perfecto mosaico de casi 8 m2.Aunque los marcos coincidan, los elemen-tos geogrficos comunes a dos hojas no tie-nen continuidad y al superponer dos recua-dros contiguos, los ros experimentanpequeos desplazamientos y las ciudadesno concuerdan exactamente, lo que indicaque cada hoja se confeccionaba de formaindependiente.

    El recuadro est dividido en grados,

    sealados con un trazo simple y rotuladoscon poco esmero, que permiten situar los

    79

    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 19. El Cabo de Palos queda fuera del marco de la hoja sptima, y aunque aparece en el ndice,no se plasm en el mapa.

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    puntos por sus coordenadas geogrficas.Las medidas de todos los grados son sen-siblemente iguales entre s, con un valormedio de 23 cm, lo que nos confirma queel mapa se dibuj mediante una red cua-

    drada plana sin proyeccin alguna. Elbloque de hojas central, donde tambin selocalizan los problemas de perpendicula-ridad, contiene errores en la rotulacin delos nmeros (figura 20), pero todos losvalores, excepto uno, se han corregido.En la esquina inferior derecha de cadahoja se han trazado cinco divisiones de 14mm, que corresponden a una leguacomn.

    Se trata de una escalilla auxiliar (figu-

    ra 21) utilizada como patrn para situar laspoblaciones. Si desde una ciudadA hay dosleguas a la siguiente B, se abra el comps

    sobre la escalilla para tomar la medida ade-cuada y haciendo centro en A se situaba lasiguiente poblacin marcando con la punta.Por este motivo las divisiones de la escalillaestn horadadas, al igual que los vrtices del

    marco o los crculos de las ciudades. Existeotra posibilidad para justificar los pincha-zos en las hojas, segn la cual el Atlas seraun calco de otro mapa existente y los ele-mentos habran sido traspasados medianteagujas o punzones, pero el mtodo de tra-bajo utilizado y las revisiones nos hacensuponer que nuestro mapa es un documen-to original. Dado el gran nmero de n-cleos de poblacin, podra pensarse que elmapa es una especie de gruyere, pero no es

    as, los agujeros son casi imperceptibles yslo se aprecian en el original mirando laspginas al trasluz.

    80

    ANTONIOCRESPOSANZ

    Figura 20. Correccin de los errores en la rotulacin de los grados (hoja sptima)y rectificacin de la falta de perpendicularidad del marco, tachado y redibujado.

    Figura 21. Escalilla grfica. En la parte inferior observamos un dibujo fuera del mapa, un croquis o apuntede una iglesia. Suponemos que son ensayos del cartgrafo.

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    Las escalas grficas que aparecen en laprimera hoja son sencillas lneas paralelas

    entre las que se dibujan diez divisiones;una corresponde a leguas grandes y otra aleguas comunes (figura 22), coincidentesen dimensiones con la escalilla auxiliar.Son menos vistosas que los artsticos dibu-

    jos de los mapas holandeses, adornadoscon compases y filigranas, pero su utilidades la misma. Fueron empleadas en carto-grafa hasta el siglo XVIII y permiten medirdirectamente sobre el mapa, evitando losclculos.

    La existencia de escala grfica nos faci-lita el clculo del equivalente numrico ysu traslado al sistema mtrico decimal,pero su conversin no es inmediata pues laequivalencia entre unidades antiguas yactuales no est exactamente determinada.En el siglo XVI haba gran variedad deleguas, todas de dimensiones diferentes;leguas grandes, pequeas, legales, comu-nes, etc.; para complicarlo, eran diferentes

    en Castilla, Aragn o Catalua, y ademscada pas dispona de sus propias unidades.El embajador veneciano Andrs Navagero,quien viaj a Espaa en 1525 para firmarun tratado de paz, expone como nadie elproblema:

    las leguas espaolas son desigualesno estn medidas con exactitud o sedesprecian las fracciones para medirdistancias entre pueblos. Unas son ms

    largas, otras medianas y otras cortas.Las de Catalua son largusimas y a m

    parecer tienen 5 millas cumplidas y por

    haber 3 leguas de Palams a Costesa,pondr 15 millas. (27).

    El valor de la escala de las hojas se hacomprobado por diferentes mtodos; a par-tir del valor del grado, deducindolo de lasescalas grficas (28) que aparecen en la pri-mera hoja e incluso midiendo distanciasentre localidades prximas para que loserrores no se acumulen. Tras numerosascomprobaciones confirmamos un valormedio cercano a 1:400.000, aunque puedehaber errores en la posicin de algunaspoblaciones que disparan esta cifra.

    Un mapa poltico: fronterasy lneas lmite

    El Atlas presenta unas fronteras entrereinos ms precisas y completas que otrosmapas del siglo XVI, pero no se plasman las

    divisiones territoriales menores. Para cono-cerlas debemos recurrir a los vecinda-rios (29): censos de poblacin en los que sereflejan los ncleos por circunscripciones yque eran especialmente tiles para recau-

    81

    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 22: Escalas grficas dibujadas en la parte inferior de la hoja primera.

    (27) GARCA MERCADAL, J. (1999). Viajes de extran-jeros por Espaa y Portugal. Valladolid, Junta de Castillay Len, Consejera de Educacin y Cultura, 862 pp.

    (28) PALADINI CUADRADO, . (1996). Op. cit.

    (29) GARRIGS, E. (1982). Poltica cartogrficaen Espaa en los siglos XVI y XVII, en Historia de laCartografa Espaola. Madrid, Real Academia de Cien-cias Exactas, Fsicas y Naturales, 130 pp.

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    dar impuestos. Se conservan cinco vecinda-rios de la Corona de Castilla, dos de Ara-gn, uno de Catalua y otro de Valencia,con los que puede aventurarse un mapa delas provincias, con desigual extensin ynumerosos recovecos y enclaves.

    Si en el ndice las fronteras estaban incom-pletas, en las hojas se han dibujado con deta-lle los Reinos de Portugal, Castilla, Len,Navarra, Aragn, Valencia y el principado deCatalua, todos ellos mediante una lnea depuntos. El lmite con Francia est determina-do por un tosco dibujo de montaas querepresentan los Pirineos, encontrndose des-plazados al norte de su posicin real en Nava-rra y Catalua y ms acertadamente en Ara-gn. Se incorpora al territorio espaol elRoselln francs, parte del Pas Vasco galo ylos valles de Andorra, quedando al sur de los

    Pirineos ciudades como Bayona, San Juan deLuz, San Juan de Pie de Port, Elna o Perpin.Esta misma divisin fronteriza se reproduceen el mapa de Francia publicado por Orteliusen 1570 (30), lo cual no significa que fuesealgo aceptado por el vecino pas, con el que seproducan continuos conflictos y enfrenta-mientos por los territorios en litigio. El reinodel Algarve, al sur de Portugal, est rotulado,pero no se dibujan sus lmites. Ante lo impre-

    ciso de la frontera francesa, su comienzo fuesealado de forma exacta mediante una nota

    en las proximidades de Fuenterraba, indican-do el punto exacto mediante el siguientetexto: el ro de Veovia parte a Francia de Gui-

    pzcoa. Junto a los grandes reinos, el cart-grafo distingue dos enclaves geogrficos sinindicar su nombre y adscripcin: uno corres-ponde al actual Rincn de Ademuz (figura23) y el otro se encuentra alrededor de Cau-dete, abarcando slo esta localidad. Este lti-mo aparece reflejado en el mapa de Valenciade Ortelius (1570) con el rtulo Insula Valen-

    tiae in Castilla Regine, junto con otro deno-minado Mosqueruela en Teruel, del que nohay rastro en el Atlas.

    Hay algunos topnimos casi ocultos enla maraa de poblaciones que sealancomarcas y regiones (Tierra de Poblaciones,Serena.), pero no son ms que un mano-

    jo de textos aislados sin una frontera que losdeslinde. Nos sorprende una anotacin quepretende aclarar algunos lmites territoria-les, un texto complementario escrito en lahoja decimonona en el que se hace referen-cia a la provincia de Vizcaya y a dos comar-cas: las Encartaciones, en las que todavaexiste conflicto sobre su adscripcin, y lasCuatro Villas, denominadas como el marde Castilla (Laredo, Santander, Castrourdia-les y San Vicente) que desempearon unimportante papel comercial con Europadesde el siglo XV. Este rtulo (figura 24)puntualiza el comienzo de cada territorio:

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    (30) Gallieae Regni Potentiss: Nova DescriptioIoanne Ioliveto autctore.

    Figura 23. Representacin del Rincn de Ademuz,en la hoja undcima.

    Figura 24. Anotacin que hace referencia al comienzo

    de Vizcaya, a las Encartaciones y a las Cinco Villas.

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    desde este lugar Honton por poniente es Viz-caya y desde Portugalete aun es Encartaciones

    y desde all al oxiden(te) sea de las 4 Villas.No todas las fronteras estn dibujadascon igual detalle y en ocasiones la lnea esimprecisa y o se interrumpe. Este signoconvencional ha sido el ltimo en incorpo-rarse al mapa, situndose en funcin de lasciudades y los ros, por lo que pueden coin-cidir varios smbolos. Para evitar la siemprefarragosa y aburrida descripcin de losterritorios y sus lmites, mostramos suposicin sobre el mosaico general (figu-

    ra 5) de forma que observamos claramentesu distribucin y ciertas inconsistencias.

    La rotulacin de los reinos se hace deforma silbica, en maysculas y negrita. Hayun especial inters en indicar en todas lashojas, por pequeo que sea el espacio queocupe, el nombre de determinados reinos(Portugal, Navarra y Catalua) con el claroobjetivo de diferenciarlos. Por el contrario,Aragn, Valencia y Len no estn escritos(en el ltimo se escribe reyno de, pero seolvidan el nombre), y la extensa Castillaslo se deletrea en un pequeo espacio de lahoja octava para diferenciarlo de Portugal.El Atlas de El Escorial muestra una visin deEspaa desde Castilla, cuyos reinos afinesno necesitaban, a juicio del cartgrafo, rtu-lo alguno, aunque las fronteras estn perfec-tamente marcadas. Se detectan algunascorrecciones y errores, como la rectificacinde la frontera entre Navarra y Castilla o

    entre Aragn y Catalua, y la interrupcinde la lnea que separa Castilla de Len en lahoja octava, que no vuelve a aparecer.

    Representacin de loselementos geogrficos:ncleos de poblacin,hidrografa, relieve y bosques

    Los ncleos de poblacin son los ele-mentos ms numerosos del mapa, entre los

    que se incluyen ciudades, pueblos, villas,ventas y monasterios. Se representan como

    en el ndice, mediante un crculo algo toscocon el nombre de la ciudad situado habi-tualmente a la derecha, salvo que interfieracon otros dibujos o textos, en cuyo caso sedesplaza o inclina. En algunas ciudades, elcrculo puede ir acompaado de una cruzde uno, dos y hasta tres brazos, indicadorde la categora de obispado o arzobispado ypuede solaparse con un dibujo que lasseale como ciudad amurallada o fortifica-da (31). Los signos convencionales han

    sido trazados sin un especial cuidado, deforma apresurada, distinguindose una sin-gularidad en la hoja decimocuarta (la quems informacin aporta), donde se hancoloreado cruces, murallas y almenas continta roja en las ciudades de Soria, El Burgode Osma, Valladolid, Burgos y Tarazona.Esta discreta nota de color es un aadidoms al mapa que no se volver a repetir yseala lugares destacados para una cortetodava itinerante. Algunos smbolos signi-ficativos son los de Valencia, con una cruzde tres brazos o El Burgo de Osma, dondese funden una cruz simple, otra de dos bra-zos y un esbozo que ms parece indicar unelemento religioso que militar. En vila esevidente el intento de reflejar que se tratade una ciudad amurallada (figura 25 a)aunque otras ciudades, entre ellas Lugo, noposeen un smbolo que seale sus defensasromanas o medievales.

    Resulta novedosa la representacin deconcejos, valles o entidades menores loca-lizados en Andorra, Galicia, Asturias yValencia mediante varios crculos alrededorde un topnimo (figura 25 b) y que sereproducir posteriormente en el RegniValentiae Typus publicado por Ortelius,para situar poblaciones moriscas (Guada-lest o Almonacid). No podemos confundir-

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    (31) VZQUEZ MAURE, F. (1982). Anlisis y eva-luacin del Atlas de El Escorial, en Boletn Real Socie-dad Geogrfica, tomo 98, Madrid, pp. 203-215.

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    lo con algunos crculos sin rotular existen-tes en Andaluca, que responden a simplesomisiones o errores. Los smbolos relativos

    a poblaciones son similares a los utilizadosen otros mapas contemporneos, aunquehay algunos casos curiosos; en la hoja ter-cera se esconden dos pequeas construc-ciones que pretenden representar algntipo de castillo o fortificacin y que nohemos sabido identificar. Algo similar ocu-rre con dos edificaciones unidas a un rbol,situadas junto a Ganda en la sptima hoja(figura 25 c), que bien pudiera mostrarmonasterios o edificios religiosos.

    El Atlas de El Escorial no es un docu-mento definitivo, se trata de una minuta detrabajo que estaba sometida a revisiones ycorrecciones, reflejadas sobre todo en laspoblaciones y la hidrografa. Hay localida-des desplazadas, tachadas o corregidas pordiferente mano con otra tinta, que puedenafectar a un nico elemento o a un grupo.Las modificaciones son ms numerosas enValencia y el Pas Vasco o Sevilla, menos

    frecuentes en Catalua y Navarra y pocohabituales en Castilla. El autor de esta revi-

    sin fue un discpulo del cartgrafo princi-pal, aunque no hay muchas pistas paralocalizar al personaje. Tambin son snto-

    ma de una supervisin algunos trazos dibu-jados sobre los crculos (figura 26) situadosde forma aleatoria y que indican un recuen-to o chequeo de las poblaciones. Afectan aelementos lineales (ncleos de poblacin ala orilla de un ro) y a pequeas superficiesen las que se puntean los datos, quiz trascotejarlos con un listado o relacin. Lasmarcas, sin ser numerosas, son frecuentesen Castilla y Len o Pas Vasco, parciales enAragn e inexistentes en la mitad sur.

    La informacin plasmada en el mapa notiene la misma densidad en todas las hojas;en la zona central de Castilla, en el PasVasco o parte de Navarra hay gran nmerode elementos dibujados (sobre todo ros ypoblaciones), mientras que el sur portu-gus, Catalua, Aragn y la costa andaluzatienen menos detalle. Corresponde a unavisin etnocntrica, donde se observa lapennsula desde Castilla, con abundante

    informacin en sus territorios que se vareduciendo en la periferia. Esto resulta dif-

    84

    ANTONIOCRESPOSANZ

    a) Diferentes signos convencionales para ciudades

    Figura 25.

    b) Valles y Concejos. c) Smbolos aislados.

    Figura 26. Marcas sobre algunas poblaciones, unas veces a lo largo de un elemento lineal y otras dispersas.

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    cil de apreciar en cada hoja por separado,pero se hace evidente al contemplar elmapa mosaico (figura 5).

    Los smbolos que ms nos han sorpren-dido son los correspondientes a bosques,representados por grupos de cuatro a seisrboles dibujados con un grafismo sencillo,a veces tosco, que se pueden repetir variasveces en funcin de la extensin del espa-cio forestal. Los mapas solan empleardibujos similares para rellenar zonas sininformacin o indicar una regin arboladade forma genrica, sin precisar ni posicinni dimensiones, pero en el Atlas se sitan elemplazamiento de espacios muy concretosy con un especial significado. Son slocatorce signos repartidos en seis hojas(figura 5), alguno de los cuales va acompa-ado de un topnimo que facilita su iden-tificacin y cuyo objetivo es mostrar laposicin de aquellos espacios que sirvieron

    como cazaderos y lugares de recreo de lacorona. El Pardo, Valsan, Aranjuez, Doa-na, Cazorla, Carboneros o los Montes Toro-zos (figura 27) fueron utilizados por losprimeros reyes de Castilla, son citados en elLibro de la Montera de Alfonso XI redacta-do en 1342 y muchos de ellos son todavaReales Sitios y espacios protegidos.

    Aunque la Corona dispona de mayornmero de espacios para su distraccin,localizados gracias a los cronistas y a la

    correspondencia real, slo se han reflejadolos ms significativos y cercanos a los luga-res donde habitualmente se asentaba la

    corte. No todos los bosques son fciles deidentificar; en Portugal hay smbolos acom-paados de dibujos de relieve, pero apenaslos podemos justificar con lejanas referen-cias que informan de las caceras de FelipeII en estas tierras antes de su boda. Resul-tan misteriosos los rboles situados cercade Palma del Ro, pues hoy en da no exis-ten y no hay documento que los recuerde,aunque lo ms sorprendente es un nicorbol dibujado con ms detalle que el restobajo el que se rotula saberquearbor (figu-ra 28) y que seala la frontera entre Ara-gn, Navarra y Francia. Se trata de unanota para marcar el punto exacto de estelmite, ya que poca utilidad poda tener lalocalizacin de una especie arbrea aislada.La representacin de bosques no ha tenidocontinuidad en el tiempo y pocos mapasespaoles siguieron incorporndolos, apesar de existir una notable preocupacin

    por conocerlos y describirlos segn leemosen las Relaciones Topogrficas y otros docu-mentos (32).

    La red hidrogrfica es muy densa,actuando como elemento vertebrador delmapa ante la ausencia de caminos y otroselementos planimtricos, que no eran refle-

    jados en los mapas del Renacimiento. Sin

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    Figura 27. Diferencias en los smbolos de bosque.Unos tienen el tronco con doble lnea (Torozos), otros estn alrededor de una

    poblacin (Dehesa del Pardo) y algunos llevan relieve asociado (Portugal).

    Figura 28. Saberquearbor.

    (32) CRESPO SANZ, A. (2003). La representacinde los bosques en la cartografa antigua, enActas de laII Reunin sobre Historia Forestal. Valladolid, CuadernosSociedad Espaola de Ciencias Forestales, 16, pp. 47-54.

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    simplificndose muchas curvas y ngulosde su trazado, a veces en exceso, hasta el

    punto de que el nico rasgo significativoresulta ser la hoz del Tajo en Toledo. Estndibujados con una sola lnea, y en algunostramos salteados se convierte en doble: elDuero tiene en Portugal dos lneas y alpasar a Espaa se transforma en una sola aexcepcin de un corto trecho cerca deValladolid, mientras que el Sil o el Guadal-me (afluente del Tajo) aparecen con lneadoble durante todo su recorrido. Cuandose une un afluente al ro principal o el

    curso de agua llega a su desembocadura, eltrazado se interrumpe brevemente, deforma que se identifican claramente los rosprincipales y los tributarios. Los cursossecundarios estn peor dibujados y bastaseguir el recorrido de cualquiera de elloscon un mapa actual para descubrir discre-pancias en su curso, menores en Castilla yen zonas accesibles y notables en la perife-ria o lugares montaosos. Tomando dosejemplos, el ro Manzanares est situadocorrectamente, muy simplificado, desta-cando la eliminacin de una gran curvaantes de unirse al Jarama, mientras que losros Cares y Deva equivocan su trayectoriay su direccin.

    Como ocurra con las poblaciones, tam-bin hay tachaduras y correcciones quepueden afectar al trazado o a los nombresde los ros (figura 29 a). Un detalle signifi-cativo es el croquis auxiliar dibujado en la

    hoja dezimanona, en la que se detallajunto al error detectado en el mapa lacorrecta posicin de la desembocadura delNervin, incluyendo un afluente olvidadocercano a Portugalete (figura 29 b).

    De los ms de dos mil ros dibujados,slo tienen rtulo asociado la cuarta partey como ocurre con el resto de los elemen-tos, su distribucin es aleatoria: hay zonasdonde tienen nombre hasta pequeos arro-yos y otras muestran una densa red sin

    texto alguno. Todos los ros importantesvan acompaados de su designacin, rotu-lndose varias veces si su trazado es largo.

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    a) Correcciones en los textos de los ros.

    b) Croquis que corrige el ro Nervin.

    c) El ro Tajo, Taxo en la ortografa de la poca, cercade Aranjuez, signo de bosque y dibujo de un puente.

    Figura 29.

    ella la informacin se reducira a una mara-a de crculos con su topnimo, siendo el

    conjunto ms difcil de interpretar. Los rosprincipales se plasman de forma correcta,

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    Sobre ellos cruzan cerca de trescientospuentes mediante un signo convencionalconsistente en dos lneas paralelas que cor-tan el curso (figura 29 c). Solo en contadasocasiones les acompaa un topnimo rela-cionado con una poblacin o un paraje cer-cano, precedido de la palabra puente o deuna abreviatura. Como viene siendo habi-tual, su distribucin es poco homognea,casi inexistentes en algunas hojas y enotras parecen excesivos por su proximidad,concentrndose solamente en la cuenca deun ro. La localizacin de los puentes tenaun gran valor estratgico, tanto en el aspec-to comercial como militar, aportndole almapa una valiosa informacin.

    Los lagos y lagunas slo aparecen en

    algunas hojas. Tienen todos un tamao exa-gerado y su eleccin no se ajusta a ningncriterio. Nos sorprende encontrar la fuenteartesiana de Cella, o las lagunas de Gredosdibujadas como grandes embalses y seechan en falta otros de gran extensin.Habitualmente estn asociadas al nacimien-to de un ro y ninguna se encuentra rotula-da, resultando complicada su identifica-cin. El mayor nmero de lagunas seencuentra en la desembocadura del Guadal-

    quivir y representan sus marismas y zonasencharcadas. En la orilla izquierda se hallanacompaadas de un signo convencional de

    arbolado correspondiente alactual Parque Nacional de

    Doana (figura 30) y, aunquebuena parte se han desecadopara dar lugar a productivoscampos, aun quedan vestigiosde tierras inundadas. No se hanreflejado las presas, acequias yotras obras de ingeniera quenos podran ayudar a datar elmapa, aunque en este aspectopodemos recurrir a los puentes.Conociendo las fechas de cons-

    truccin de algunos, su presen-cia en el mapa y en ocasiones suausencia puede ayudarnos adatarlo. Faltan dos puentes

    sobre el Guadarrama (uno de 1582 y otrode 1588), el de Cuenca iniciado en 1562 oel de Benamej construido en 1550, perolocalizamos el de Almaraz, terminado en1537. Ante la falta de datos concretos, estainformacin nos puede ayudar a datar elAtlas entre las dos ltimas fechas, aunqueotras fuentes utilizadas tienen mayor peso.

    La costa est dibujada con una lneasencilla, sin elementos decorativos como elpunteado en el mar o el sombreado de lacosta que adornaban el ndice. El perfilpeninsular, aunque simplificado, es bastan-te correcto y algunas inexactitudes o des-plazamientos no desvirtan los rasgos fun-damentales. Se resaltan algunos detalles,como el puerto de la Herradura en Mlaga

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    a) Hoja segunda. Lagunas junto alGuadalquivir y bosque en Doana.

    Figura 30.

    b) Lagunas en Orense,las nicas punteadas.

    Figura 31. El Puerto de la Herradura, Mlaga,uno de los elementos resaltados, de la hoja tercera.

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    (figura 31), las barras de arenas paralelas allitoral en el Algarve, las marismas del Gua-

    dalquivir, el estuario del Tajo, la pennsulade Rosas en Catalua, las albuferas murcia-nas y valencianas, el trazado irregular deentrantes y salientes de las ras gallegas, olas islas de la desembocadura del Ebro,mientras que otros se simplifican segn elcriterio del autor. La informacin costerano es abundante pues este mapa, a diferen-cia de los portulanos, est especialmenteinteresado en reflejar el interior peninsular.Por ello son poco frecuentes los topnimos

    relativos a cabos, puertos o albuferas e ine-xistentes los relativos a golfos o bahas. Noobstante se dibuja un buen nmero deislas, no siempre identificadas con su nom-bre y que a veces van acompaadas de unpunteado indicador de fondos rocosos opoca profundidad.

    El relieve se representa con el signoconvencional de perfil abatido, con senci-llos dibujos que marcan sobre todo pasos

    de montaa. Las nicas cordilleras o siste-mas que se observan son los Pirineos y una

    alineacin sin rotular que corresponde a lasmontaas del alto Pisuerga o Picos deEuropa (figura 32 a) y que fue aadida conposterioridad. Junto a algunos smbolos seescribe el topnimo que indica la sierra o elpuerto de montaa generalmente abreviadocomo P, pero son frecuentes dibujos sintexto o slo los letreros. Las montaassiguen unas imaginarias lneas esquemti-cas que esbozan los Pirineos, la CordilleraCantbrica, el Sistema Central y el Btico,

    sin rastro de sistemas como el Ibrico, lasCordilleras Catalanas o los Montes Vascos.Sierranevada es un pequeo rtulo mien-tras que al puerto de la Ragua, un pasosituado al oeste y mucho ms bajo que lacumbre, le acompaa un dibujo de monta-as (figura 32 b). La orografa se incorporcomo un elemento de relleno en funcin dela informacin disponible y no era funda-mental para el mapa, dada la escasez desmbolos situados y la ausencia de vas decomunicacin que daran ms sentido a lospasos de montaa.

    Mtodos tradicionales paraconfeccionar un nuevo mapa

    El Atlas de El Escorial es una minuta odocumento de trabajo en la que se estaban

    volcando los datos recogidos, por lo quecontiene errores, correcciones, tachaduras,aadidos con otra letra, crculos sin topni-mo, dibujos hechos de forma apresurada ymarcas que indican una revisin del traba-

    jo. Fue dibujado en papel con tintanegra (33) y, por algn motivo desconoci-do, fue abandonado y aparentemente olvi-dado, quiz para iniciarse un levantamiento

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    ANTONIOCRESPOSANZ

    a) Los Picos de Europa aparecen sin rotularen la hoja decimonovena.

    Figura 32.

    b) Diferentes formas de representacin del relieve,unas veces con signos convencionales, otras rotulando

    el puerto o sistema montaoso.

    (33) El lpiz apareci en Inglaterra en 1564, apro-vechando el grafito descubierto en Borrowdale (Cum-berland) y rpidamente fue fabricado en otros pases.

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    ms preciso de toda la pennsula utilizandolos nuevos mtodos topogrficos difundi-

    dos por Gemma Frisius y Pedro Apiano. Noobstante, hemos encontrado interesantessimilitudes con tres mapas contempor-neos, el Portugal de Fernando lvarez Seco(1561), una descripcin de las dicesisandaluzas obra de Jernimo de Chaves titu-lado Hispalenses Conventus (1579) y unmapa annimo de los alrededores de Aran-

    juez denominado Carpetaniae Pars Descrip-tio (1584). Estas coincidencias nos hacensospechar que el Atlas pudo servir de base

    para otros documentos cartogrficos y elexcesivo inters por mantener en secretouna informacin considerada estratgicaindujo a los reyes a mantenerlo oculto.

    Aunque no conocemos las fuentes utili-zadas para confeccionar el Atlas, dispone-mos de las libretas de campo de los Papelesde Estocolmo (1555) y de la Descripcin delreino de Aragn de Labaa (1610). Al com-parar estos documentos con nuestro mapaobservamos que el Atlas fue desarrolladosobre todo a partir de distancias y no se uti-liz el mtodo de triangulacin (en realidadradiaciones encadenadas) que combinabangulos y distancias y aportaba mayor preci-sin. Surgi a partir de datos variados en losque se mezclan coordenadas, itinerarios,distancias, referencias e incluso mapas exis-tentes. Los ncleos de poblacin principalesfueron situados por sus coordenadas dentrode la cuadrcula, y a partir de ellos se marca-

    ba la posicin del resto de los elementosgeogrficos utilizando reseas o itinerarios.El componente principal para situar los

    elementos eran las distancias, utilizndose elcomps para dibujarlos en el papel. Para sumedida en el terreno no se podan utilizarinstrumentos de medida indirecta (ballesti-llas, cuadrados geomtricos, etc.), pues lasmagnitudes a determinar eran demasiadograndes y su clculo por medio de tringu-los semejantes generaba problemas. La

    medicin directa con cuerdas de esparto yvaras de medir tampoco era factible ya quelos trabajos se alargaran eternamente, sien-

    do la estima el nico mtodo posible. Segnestos argumentos, la apreciacin en la esti-

    macin de distancias era habitualmente demedia legua (algo ms de dos kilmetros) yen ocasiones de un cuarto de legua, condi-cionando la precisin del mapa. Una vezsituadas las poblaciones, se incorporaba lainformacin relativa a hidrografa recogidapreviamente en observaciones e itinerarios yse sealaba la posicin del ro respecto a lospueblos; podan estar a mano derecha oizquierda del ncleo y a una distancia apro-ximada expresada en fracciones de legua.

    Montaas, bosques, lagos, fronteras y otrossignos convencionales se aadan por mediode referencias ms imprecisas a partir de laspoblaciones y los ros previamente situados.

    El estudio de mapas antiguos es consi-derado por algunos expertos en cartografadigital, ansiosos de progreso y futuro, comouna prdida de tiempo (lo mismo, hasta tie-nen razn), pero no por ello debemos olvi-darla. Es ms, desde estas lneas propone-mos la incorporacin de la cartografahistrica existente dentro de las Infraestruc-turas de Datos Espaciales y, en particular, ala IDEE (34) (Infraestructura de DatosEspaciales de Espaa) en cualquiera de susnodos, de forma que en un futuro prximo,al consultar las pginas web o geoportalesque nos dan acceso a la cartografa de unterritorio podamos acceder indistintamenteal Mapa Topogrfico Nacional, al Geolgi-co, a la Cartografa Catastral o a un manus-

    crito del siglo XVI (35). Al fin y al cabo, losviejos mapas forman parte de nuestro pasa-do y en ocasiones, para saber donde se quie-re llegar, es conveniente mirar atrs y recor-dar de dnde venimos.

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    UN MAPA OLVIDADO: ELATLAS DEELESCORIAL

    (34) RODRGUEZ PASCUAL, A.F.; LPEZ, E.; ABAD, P., ySNCHEZ, A. (2005). The IDEE (Spanish NDSI) Geopor-tal. Technical Aspects of an emerging reality. InternationalCartographic Conference 9-16 July. A Corua. (CD).

    (35) Tcnicamente es algo muy sencillo; bastacon escanear el documento y georeferenciarlo. A par-tir de aqu puede visualizarse y superponerse concualquier otra cartografa disponible en Internet.

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