ATANASIO ALEGRE LITERALES e ARNALDO ...LITERALES e ATANASIO ALEGRE ¿Para quién escribe el...

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TalCual 15 Fin de semana 2 y 3 de febrero de 2013 Tipología de los duendes D uende caballito de rocas: desde lejos parece una libélu- la que sobre vuela la roca, dándole pequeños toques a la superficie como cuando be- ben agua en los estanques. Mientras más se acerca el observador, la libélula comienza a girar cada vez más rápido desplegando un sinfín de figuras amorfas que poco a po- co van adquiriendo el aspecto de un caba- llito ocre, con ojos ambarinos de catorce milímetros de altura. Los más viejos dicen que el caballito disipa la memoria de las ro- cas, sin él, podrían debilitarse presas de sus propias historias. Duendes sonrisa de campana: conoci- dos también como Campanúbulos. Des- cienden de los acordes simples, directos y tintineantes de las campanas de cristal o de bronce. Odian a los badajos y a las iglesias, pero no a la música sacra. Arvo Part, el mú- sico estonio, es su descubridor durante su período transicional en la década de los se- tenta. Surgen de improviso como abriendo una puerta invisible por el costado derecho de la persona que toca la campana o imita estos sonidos con un piano. Ladea la cabe- za y empieza sonreír. Duende omnisciente inverso: dos mi- llones y medio de duendes cayeron a la tie- rra desprendidos de la voz de Dios en el preciso momento en que expulsó a Lucifer de los predios celestes. Son apacibles cuan- do encarnan en hombres o mujeres escrito- res, pero les cuesta conseguirlos, los que no lo logran, viven atormentados permanen- temente, conscientes de poseer la omnis- ciencia divina y tener que ofrecérsela al án- gel destituido. Son alados, atraviesan el ai- re dejando estelas de oscuridad que son confundidas generalmente con sombras malignas. Cuando encarnan en personas no escritoras, se transforman en dudas. Duendes de casas olvidadas: festejan las mudanzas y coleccionan objetos deja- dos en diferentes sitios de las casas. Tam- bién celebran las muertes de los habitan- tes, sean accidentales o no, pues la elimina- ción de los habitantes se traduce como el acecho del olvido a los albergues, a los ho- gares. Aunque son esencialmente nóma- das, una vez que el olvido ha crecido en for- ma de matojos y telarañas, polvos almace- nados y paredes descascaradas, pueden permanecer décadas dentro de esas casas sin formar ningún tipo de familia. Al nacer, sus cuerpos son pálidos, pero luego adquie- ren la tonalidad de los musgos y los mohos, sus alimentos preferidos. En aquellos casos en que las casas sean habitadas nuevamen- te, ellos esperan un tiempo prudencial pa- ra verificar si la casa efectivamente se dejó habitar, si esto no ocurre, entonces emer- gen en el aire limpio y pueden generar imá- genes de objetos que caen solos, bebés aho- gados en pipotes o pesadillas con armarios que nunca abren. Los Bundetalts: se les denomina tam- bién duendes de cementerios. Acompañan las marchas funerarias para devorar el aro- ma de las flores y los llantos silenciosos. Es- peran a las almas en grupos de quince y las alojan en los ojos de los pájaros. Duendes del silencio: poseen un carác- ter puramente especulativo, ya que al ser los únicos seres que no captan las voces humanas, ignoran la morfología del len- guaje y al lenguaje mismo, por tanto, per- manecen inocentes. Jamás tendrán un cuerpo, ni escucharán las risas de las ho- jas, nunca verán sus rostros en los ma- nantiales ni pertenecerán a la luz que se inflama en el mar. Los duendes del silen- cio podrían algún día volver a poblar los labios de los amantes, de donde partieron cuando la boca fue abierta para darle ca- bida a las palabras. ARNALDO JIMÉNEZ (La Guaira, 1963) es poeta, narrador y ensayista. Ha publica- do, entre otros: Zumos (poesía, 2002), Chis- marangá (cuento, 2005), La raíz en las ra- mas (ensayo, 2007), Tramos de lluvia (poe- sía, 2007), El silencio del agua (poesía, 2007), La honda superficie de los espejos (ensayo, 2007), Cáliz de intemperie (aforismos, 2009), Caballo de escoba (poesía, 2011), Orejada (cuento, 2011). LITERALES e ARNALDO JIMÉNEZ LITERALES e RUBI GUERRA La (imposible) interpretación de un libro M ariano Mastandrea, pro- tagonista de La interpre- tación de un libro (Edito- rial Candaya, 2012), no- vela del argentino Juan José Becerra, es un escritor desconocido en el más amplio sentido. Su novela Una eternidad acumula polvo en las librerías de saldos de Buenos Aires. Mastandrea reco- rre el metro en forma obsesiva, ¿buscando tal vez inspiración? No, buscando un lector. Y un día lo encuentra: una lectora perfecta, no sólo en el aspecto anatómico, sino per- fecta lectora de su libro: capaz de atención inagotable, dotada de una memoria que le permite citar cualquier escena, idea o des- cripción. Camila Pereyra, lectora, y Mas- tandrea, escritor, están condenados al amor. Mastandrea, autor absoluto de un solo libro, vuelve obsesivamente sobre su nove- la, pero, siendo el autor, su lectura siempre será imperfecta. Necesita a Camila, ojo ex- terno que da plena realidad al texto. Mastandrea carece de pasado y su pre- sente es casi inexistente: recorre el metro, no escribe, rumia algunas rencillas litera- rias. Su presente se agota en esas acciones y en la contemplación de las pilas de su li- bro en las mesas de saldo. Se podría decir que comienza a existir a partir de su en- cuentro con Camila, quien le proporciona una razón vital: la contemplación de su obra a través de la lectura ajena. Camila, por su parte, encarna un modo de lectura radical y absorbente, más allá de la comprensión crítica. Vive la lectura, la hace cuerpo. De modo intelectual, interpre- ta, analiza y relaciona hasta el delirio (aquí Becerra manifiesta uno de sus rasgos escri- turales más divertidos y extraños: el afán sobreinterpretativo y “relacional” de Ca- mila encuentra una correspondencia paró- dica en el mismo autor. Como su personaje, Becerra establece relaciones que resultan a la vez lógicas e insólitas, que derivan en un efecto humorístico sabiamente dosifica- do). Mediante el sexo, Camila y Mastan- drea (éste siempre guiado por aquella) ac- tualizan la obra; más que representarla, la ejecutan, no sólo en los aspectos eróticos si- no en los interpretativos. En entrevista reciente, Juan José Bece- rra afirma: “Escribir es una manera de le- er”; para Camila Pereyra leer es una mane- ra de reescribir con el cuerpo y con su pro- pio pensamiento crítico el libro de Mastan- drea y anularlo como autor. Una eternidad, la novela escrita por Mastandrea, corresponde, en sus citas y ar- gumento, a Miles de años, novela de Juan José Becerra editada en 2004. Mediante es- te giro ficcional, Becerra se convierte en una figura imposible: crítico de sí mismo a través de sus personajes. Hay que entender, entonces, la interpretación de Miles de años (enmascarada como interpretación de Una eternidad) como artificio literario, muestra del humor serio de Becerra, quien, mien- tras profundiza sobre los actos paralelos de la escritura y la lectura, relativiza irónica- mente las interpretaciones y exégesis que estos actos suscitan. Mujeres. Paul Delvaux

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TalCual14 Fin de semana 2 y 3 de febrero de 2013 TalCual 15Fin de semana 2 y 3 de febrero de 2013

LITERALES e ATANASIO ALEGRE

¿Para quién escribe el novelista?

Naturalmente, para sus lec-tores. Lo que pasa es quelos lectores pueden ser deíndole distinta. CuandoAntonio Muñoz Molina

escribió El invierno en Lisboa tenía enmente no tanto al lector común, sino alresto de los escritores en cuyas filas pen-saba ingresar. Sucedió igual con Todaslas almas de Javier Marías. Fueron dosnovelas con las que los autores solicita-ban la atención de la gente del oficio paradar aviso de que habían llegado. Logradoel propósito, es decir, la incorporacióngremial, las cosas comenzarían a cam-biar. Hoy estos dos escritores españolesescriben sus novelas para lectores queconsumen una edición tras otra, sin ente-rarse si pertenecen a la élite o al común.Vila-Matas, otro de los grandes –a quienlos italianos consideran una suerte de an-tropófago literario por lo mucho que tie-ne asimilados a los autores–, sigue escri-biendo para adictos a la literatura.La ambientación del tema, según los

casos, puede referirse al presente o al pa-sado. Balzac aprovechó al máximo el ocioque comenzaba a experimentar la mujerde entonces para entretener sus horas va-cías contándoles lo que pasaba en la calle.De modo que sea de una manera o deotra, es decir, actualizando el pasado o no-velando el presente, el novelista escribede acuerdo a la recepción que espera en-contrar en el lector.El éxito de la floreciente novela nortea-

mericana, entre la saga familiar o la mar-cha de la sociedad, nos ilustra en este sen-tido. Norman Mailer, que fue un novelistade cuerpo entero, cercano al Nobel, hacíaperder dinero a los editores, mientras queTom Wolfe que publica una novela cadadiez años sobre la rabiosa actualidad delamericano común se hizo multimillonariodesde la aparición de La feria de las vani-dades. Venía del periodismo al que reno-vó, pero comparado con Mailer, sus nove-las dejan mucho que desear.

No obstante, hay variantes. Brasil esun país donde florece una inmensa canti-

dad de novelistas desconocidos en el exte-rior que escriben para el consumo inter-no. En Francia, la novela presenta su co-secha por esta época, con la famosa ren-tré, que culmina en noviembre con laconcesión del Premio Goncourt. Los fran-ceses traducen poco a sus vecinos los es-pañoles y estos les pagan con la mismamoneda sin que novelas tan formidables

como El arte francés de la guerra de Ale-xis Jenni o El mapa y el territorio deHouellcbeq representen un éxito de ven-tas. En Portugal, cuya literatura siguesiendo un oficio de filigrana, la prolíficaobra de Antonio Lobo Antunes sigueabasteciendo a lectores tan inteligentescomo los alemanes, sin que se haya logra-do entender por qué si la Academia sueca

quería premiar a una literatura románi-ca lo hubiera hecho con Vargas Llosa yno con Lobo Antunes (Manual de inquisi-

dores y Buenas tardes a las cosas de aquíabajo lo reclamaban). Pero así son las co-sas en una institución que dejó a MiguelDelibes, uno de los escritores más impor-tantes en castellano de los últimos cienaños, sin el máximo galardón.

Y aquí entre nosotros, en éste que hedefinido como el momento de la literatu-ra, ¿para quién escribe el novelista vene-zolano? Sin ánimo de molestar, me pare-ce que hay algo de contención en los auto-res ante lo que lo pueda decir el resto delos escritores, autores o no de novelas. Eléxito apunta en todo caso a quienes culti-van la novela histórica. El presente inte-resa menos en razón de esa obsesión porel pasado que domina el acontecer. Demodo que los relatos sobre el presenteresponden a un carácter periodísticoafianzándose en esa figura del mundogriego clásico en virtud de la cual el futu-ro se hace sobre la base de un apotegmasimplista para definir el futuro: si unavez pasó, ¿por qué no va a volver a pasar?Esa manera de afincarse en la historia haobligado a historiadores importantes acopar el campo del periodismo, mientrasque una buena parte de los periodistashan reemplazado al historiador en su la-bor.

Personalmente, me gustaría apuntar,sin desviar el agua a la propia acequia,que algunas de las novelas que he publi-cado sobre el tema venezolano están refe-ridas al presente. Hace poco, un lectorapuntaba sobre mi última entrega, Losmansos o el síndrome del paraíso, que le-erla era como salir a la calle: las intrigasfamiliares, el dinero fácil, el riesgo y laviveza de que hay que servirse, para eva-dir la inseguridad y el malandraje parasacar la vida adelante en el país son os-tensibles en la novela.

Aprecio esta visión del lector comúnpor encima de quienes, de una manera ode otra, recomiendan: ¡con el presente no,por favor!

Balzac. Rodin

Tipología delos duendes

Duende caballito de rocas:

desde lejos parece una libélu-la que sobre vuela la roca,dándole pequeños toques a lasuperficie como cuando be-

ben agua en los estanques. Mientras más seacerca el observador, la libélula comienzaa girar cada vez más rápido desplegandoun sinfín de figuras amorfas que poco a po-co van adquiriendo el aspecto de un caba-llito ocre, con ojos ambarinos de catorcemilímetros de altura. Los más viejos dicenque el caballito disipa la memoria de las ro-cas, sin él, podrían debilitarse presas desus propias historias.

Duendes sonrisa de campana: conoci-dos también como Campanúbulos. Des-cienden de los acordes simples, directos ytintineantes de las campanas de cristal o debronce. Odian a los badajos y a las iglesias,pero no a la música sacra. Arvo Part, el mú-sico estonio, es su descubridor durante superíodo transicional en la década de los se-tenta. Surgen de improviso como abriendouna puerta invisible por el costado derechode la persona que toca la campana o imitaestos sonidos con un piano. Ladea la cabe-za y empieza sonreír.

Duende omnisciente inverso: dos mi-llones y medio de duendes cayeron a la tie-rra desprendidos de la voz de Dios en elpreciso momento en que expulsó a Luciferde los predios celestes. Son apacibles cuan-do encarnan en hombres o mujeres escrito-res, pero les cuesta conseguirlos, los que nolo logran, viven atormentados permanen-temente, conscientes de poseer la omnis-ciencia divina y tener que ofrecérsela al án-gel destituido. Son alados, atraviesan el ai-re dejando estelas de oscuridad que sonconfundidas generalmente con sombrasmalignas. Cuando encarnan en personasno escritoras, se transforman en dudas.

Duendes de casas olvidadas: festejanlas mudanzas y coleccionan objetos deja-dos en diferentes sitios de las casas. Tam-bién celebran las muertes de los habitan-tes, sean accidentales o no, pues la elimina-ción de los habitantes se traduce como el

acecho del olvido a los albergues, a los ho-gares. Aunque son esencialmente nóma-das, una vez que el olvido ha crecido en for-ma de matojos y telarañas, polvos almace-nados y paredes descascaradas, puedenpermanecer décadas dentro de esas casassin formar ningún tipo de familia. Al nacer,sus cuerpos son pálidos, pero luego adquie-ren la tonalidad de los musgos y los mohos,sus alimentos preferidos. En aquellos casosen que las casas sean habitadas nuevamen-te, ellos esperan un tiempo prudencial pa-ra verificar si la casa efectivamente se dejóhabitar, si esto no ocurre, entonces emer-gen en el aire limpio y pueden generar imá-genes de objetos que caen solos, bebés aho-gados en pipotes o pesadillas con armariosque nunca abren.

Los Bundetalts: se les denomina tam-bién duendes de cementerios. Acompañanlas marchas funerarias para devorar el aro-ma de las flores y los llantos silenciosos. Es-peran a las almas en grupos de quince y lasalojan en los ojos de los pájaros.

Duendes del silencio: poseen un carác-ter puramente especulativo, ya que al serlos únicos seres que no captan las voceshumanas, ignoran la morfología del len-guaje y al lenguaje mismo, por tanto, per-manecen inocentes. Jamás tendrán uncuerpo, ni escucharán las risas de las ho-jas, nunca verán sus rostros en los ma-nantiales ni pertenecerán a la luz que seinflama en el mar. Los duendes del silen-cio podrían algún día volver a poblar loslabios de los amantes, de donde partieroncuando la boca fue abierta para darle ca-bida a las palabras.

ARNALDO JIMÉNEZ (La Guaira, 1963)es poeta, narrador y ensayista. Ha publica-do, entre otros: Zumos (poesía, 2002), Chis-marangá (cuento, 2005), La raíz en las ra-mas (ensayo, 2007), Tramos de lluvia (poe-sía, 2007), El silencio del agua (poesía, 2007),La honda superficie de los espejos (ensayo,2007), Cáliz de intemperie (aforismos, 2009),Caballo de escoba (poesía, 2011), Orejada(cuento, 2011).

LITERALES e ARNALDO JIMÉNEZ LITERALES e RUBI GUERRA

La (imposible)interpretación de un libro

Mariano Mastandrea, pro-tagonista de La interpre-tación de un libro (Edito-rial Candaya, 2012), no-vela del argentino Juan

José Becerra, es un escritor desconocidoen el más amplio sentido. Su novela Unaeternidad acumula polvo en las librerías desaldos de Buenos Aires. Mastandrea reco-rre el metro en forma obsesiva, ¿buscandotal vez inspiración? No, buscando un lector.Y un día lo encuentra: una lectora perfecta,no sólo en el aspecto anatómico, sino per-fecta lectora de su libro: capaz de atencióninagotable, dotada de una memoria que lepermite citar cualquier escena, idea o des-cripción. Camila Pereyra, lectora, y Mas-tandrea, escritor, están condenados alamor.Mastandrea, autor absoluto de un solo

libro, vuelve obsesivamente sobre su nove-la, pero, siendo el autor, su lectura siempreserá imperfecta. Necesita a Camila, ojo ex-terno que da plena realidad al texto.Mastandrea carece de pasado y su pre-

sente es casi inexistente: recorre el metro,no escribe, rumia algunas rencillas litera-rias. Su presente se agota en esas accionesy en la contemplación de las pilas de su li-bro en las mesas de saldo. Se podría decirque comienza a existir a partir de su en-cuentro con Camila, quien le proporcionauna razón vital: la contemplación de suobra a través de la lectura ajena.Camila, por su parte, encarna un modo

de lectura radical y absorbente, más allá dela comprensión crítica. Vive la lectura, lahace cuerpo. De modo intelectual, interpre-ta, analiza y relaciona hasta el delirio (aquíBecerra manifiesta uno de sus rasgos escri-turales más divertidos y extraños: el afánsobreinterpretativo y “relacional” de Ca-mila encuentra una correspondencia paró-dica en el mismo autor. Como su personaje,Becerra establece relaciones que resultana la vez lógicas e insólitas, que derivan enun efecto humorístico sabiamente dosifica-do). Mediante el sexo, Camila y Mastan-drea (éste siempre guiado por aquella) ac-

tualizan la obra; más que representarla, laejecutan, no sólo en los aspectos eróticos si-no en los interpretativos.En entrevista reciente, Juan José Bece-

rra afirma: “Escribir es una manera de le-er”; para Camila Pereyra leer es una mane-ra de reescribir con el cuerpo y con su pro-pio pensamiento crítico el libro de Mastan-drea y anularlo como autor.

Una eternidad, la novela escrita porMastandrea, corresponde, en sus citas y ar-gumento, a Miles de años, novela de JuanJosé Becerra editada en 2004. Mediante es-te giro ficcional, Becerra se convierte enuna figura imposible: crítico de sí mismo através de sus personajes. Hay que entender,entonces, la interpretación de Miles de años

(enmascarada como interpretación de Unaeternidad) como artificio literario, muestradel humor serio de Becerra, quien, mien-tras profundiza sobre los actos paralelos dela escritura y la lectura, relativiza irónica-mente las interpretaciones y exégesis queestos actos suscitan.

Mujeres. Paul Delvaux