ASOCIACION DE DERMA T OLOGIA Y SIFILIOGRAFIA
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ASOCIACION DE DERMAT OLOGIA Y SIFILIOGRAFIA
Sesión del 27 de nopiembre de 1959
LOS ESTEROIDES EN LA TERAP.f:UTICA DERMATOLOGICA
X. VILANOVA
l. INTRODUCCIÓN. - Entre las medicaciones más activas y que más recientemente han ingresado en la terapéutica dermatológica, se encuentran los corticosteroides y el ACTH. Su interés deriva tanto de su potente acción resolutiva como de su uso indistú1to por vía tópica, entera! y parenteral, lo que los convierte en fármacos de doble efecto, por cuanto su brillante acción curativa en determinadas afecciones se -consigue sólo en aplicación local, al paso que en otras es preciso administrarlos por vía general. Y, hecho aún más curioso, una vía no suple a la otra y la mayoría de las veces ni siquiera la complementa.
Il. APLICACIÓN TÓPICA DE LOS CORTICOESTEHOIDES. - Hace años es ya bien sabido que los ensayos realizados en las más variadas dermatosis con las aplicaciones tópicas de corUsona hacasaron y si bien algunos autores obtuvieron con su empleo resultados alentadores, éstos se cú·cunscribieron siempre a diversas afecciones óculo-conjuntivales, labiales y perorales. Por dicho motivo fue rápidamente substituida por la hidrocortisona, o compuesto F. de Kendall, del que se emplean indistintamente su alcohol libre o su acetato, quizás este últúno con más prodigalidad. Todos los problemas a discutll' sobre el empleo de los asteroides en aplicación local, los analizaremos con respecto a la hidrocortisona, por cuanto sus resultados pueden aplicarse sin un gran margen de error a sus derivados. Y cuando el margen de error sea suficiente para merecer ser señalado, así lo haremos al tratar de cada uno de ellos.
A) HronocORTISONA. - l. Generalidades. - Si, como hemos dicho ?nteriormente, la aplicación tópica de los esteroides no coadyuva a la meJOría de aquellos síndromes. que obedecen a su empleo parenterai, parece prude~te deducú·, en buena clínica, que su absorción a h'avés de la barrera cutanea debe ser nula o casi nula. Desde el mismo punto de vista, apoya el criterio ~nterior el hecho de que incluso emple¡¡ndo grandes cantidades de este compuesto en pomada sobre extensas superficies de piel sana Y enferma de niños y adultos, nunca hemos observado una repercusión
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general, ni tan siquiera un efecto sobre la eosinofilia circulante. Este punto
interesa mucho aclararlo por el peligro que supondría una aplicación in
considerada de pomada de hidrocortisona, en sujetos en los cuales los cor
ticoesteroides están fom1almente contraindicados. En el campo experimen
tal, MALKINSON y FERGUSON, trabajando con hidrocortisona marcada en el
Cl4, hallan aún radiactividad en la orina a los seis días a partir de la apli
cación, y ScoTZ y KALz, siguiendo histológicamente la peneh·ación de
la hidrocortisona marcada en el mismo Cl4 a través de la epidermis, Ja
siguen hasta Jos vasos de la dermis, de donde desaparece a las seis horas
de aplicada. Esta absorción de la hidrocortisona a través de la piel quizás
inhibiría la secreción corticotropinica normal de las suprarrenales (Frrz
PATRIK, GmsWOLD e Hrcus): sin que, por tanto, su débil absorción tuviese
transcripción clínica demostrable.
La acción antiinflamatoria local de la hidrocortisona, frente a la nula
acción de la cortisona, no parece poderse explicar satisfactoriamente por
su distinta solubilidad, pareciendo más lógico interpretarlo como resiclien·
do en la misma substancia del producto que, una vez en contacto de la
piel, sería más fácilmente metabolizado en otro realmente activo.
Esta acción antiinflamatoria ha sido reiteradamente estudiada a través
de las pruebas epicutáneas, con las cuales determinamos el poder sensibili
zante e irritante de las más variadas noxas frente al tegumento de un
determinado sujeto. El examen de este punto debe permitirnos conocer la utilidad de ma
ridar la hidrocortisona a diversos fármacos empleados tópicamente para
conseguir una mejor tolerancia de los mismos. Con la inyección inh·adér
mica previa de hidrocortisona, GoLDMAt'f consigue suprimir la positividad
epicutánea en los sujetos sensibilizados al Ni y al Hg, pero no al poyson
ivy diluido al 1/500, ni a los irritantes primarios. BnonTHAGEN, por vía
percutánea, no consigue inhibir las positividades a las pruebas epicutáneas
cuando embadwna previamente la piel con pomada de hidrocortisona. Sin
embargo, cuando aplica conjuntamente la noxa y la hidrocortisona atenúa
el prurito, pero siguen incólumes las manifestaciones objetivas de la posi·
tividad y su curso ttlterior. Todos los autores que posteriormente han ex
perimentado por este camino, obtienen resultados c..:uulradictorios, cuando
no sorprendentes. ScoTT y KALz, en un interesai)te n·abajo, estudian los
factores que influyen en la acción protectora de los esteroides aplicados lo
calmente frente a los irritantes primarios y las radiaciones ultravioletas, re
sumiendo así los factores más decisivos: l. Tiempo h·anscurrido entre la
aplicación de la hormona y la inducción del fenómeno, observando que se
necesita un minimo de dos a seis horas para que actúe, siendo la protec·
ción máxima a las seis horas y desapareciendo ésta pasadas las 16 horas;
2. No influye la concentración a que se emplea; 3. El papel protector de
la cortisona se halla en relación inversa a la concentración <:le la noxa
ofensiva; 4. Lo mismo cabe decir respecto al grosor de la capa córnea.
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VILAXOVA. ESTERO!DES l (l5
No estará de más anotar que la lúdrocortisona, aplicada sobre tejidos necrosados, puede inhibix la respuesta inllamatoria que a partir de los tejidos sanos luchará para eliminar los primeros y que, por tanto, si' en algunos casos puede ser favorable (por ejemplo, algunas quemaduras de los ojos, GoLD~JAN), en otros puede resultar perjudicial. Este comporta-miento podría explicar, en parte, la acción realmente desconocida que tie-ne, como hemos visto antes, frente a los ínitantes primarios. Actuaría beneficiosamente siempre que el irritante primario no hubiese lesionado ]os tejidos, pues en el caso contrario podría tener un efecto paradójico.
Frente a este conglomerado, a la vez tan rico y tan dispar de hechos clínicos y experimentales, será difícil intentar, ni tan siquiera esbozar, el mecanismo de acc-i6n local de los corticoesteroides. Sin embargo, nos pa-rece que los corticoesteroides ejercen en las diversas circunstancias en que han sido ensayados y cuyos mecanismos de enfermar no nos son suficientemente conocidos y, además, muy probablemente diferentes de un caso al otro, pueden condicionar de por sí que la respuesta a los corticoesteroides no sea uniforme y sí aparentemente anárquica e incluso contradictoria, ya que los procesos sobre los que los hacemos actuar posiblemente obede- ~--cen a un daño y a una patogenia diferente y desconocida. .}e~
2. Bases para el estudio clínico. -Para valorar la real utilidad deiJ.a .JI hidrocortisona tópica es preciso ante todo tener en cuenta los siguie!lte~ extremos: .___/
La concentración de la misma en el producto aplicado, que las cas~ 1 comerciales han fijado en el 1 y el 2,5 por 100. Por nuestra parte no hemos observado ninguna ventaja con las concentraciones superiores al 1 por ciento y es a ésta que nos atenemos.
El excipiente, que a nuestro juicio debe adaptarse al tipo lesiona! y a la topografía de la erupción. Genéricamente, ningún excipiente nos parece superior a otro. Por lo general, la piel fina requiere bases grasas; mientras que en aquellas regiones sudorosas, axilas, ingles, huecos popHteos, van mejor las secas y aún preferimos las lociones.
La técnica de aplicación es sencilla. Debe friccionarse suavemente la parte enferma dos o mejor tres veces al día. Conseguida la mejoría, muchas veces será suficiente una aplicación cada veinticnab·o horas. Las capas de pomada se aplicarán sucesivamente y sin previo lavado. :E:ste sólo estará justificado en las regiones pudendas, zonas hiperhidrósicas o lesiones muy exudativas. Este lavado se realizará únicamente con agua salina fisiológica o simplemente hervida, y sin abusar de ellos.
La tolerancia, habida cuenta que muchas drogas útiles han caído en desuso por el elevado número de accidentes que provocaban. Hasta hoy 0? parece que la hidrocortisona haya sido, salvo contadas y dudosas excepCIOnes, causa de dermatitis medicamentosa. Las intolerancias a las poma-
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das de hidrocortisona tienen otras explicaciones satisfactorias, como luego
veremos. Debido a su acción antünflamatoria, con su empleo cabia la posibili
dad de agravar infecciones microbianas en su perficie, principalmente en
los eczemas microbianos y, en general, en todas las dermatitis húmedas
que llevan algunas semanas de evolución, y que, por tanto, se hallan so
breinfectadas por los gérmenes saprofitos de la piel, los ·Cuales son capaces
de crear por sí sensibilizaciones secundarias que seguirán perpetuando la
enfermedad una vez la causa primaria haya dejado de actuar. Por estas ra
zones se acostumbra a maridar al corticoesteroide uno o varios antibióticos,
con lo cual su efecto no resulta interferido, su precio no se eleva conside
rablemente y, por oh·a parte, su campo de acción se amplía notablemente.
Entre los diversos antibióticos escogeremos aquellos de espectro más am·
plio y de poder sensibilizante más restringido.
FUHEMAN y DRowz.;s sugirieron que la hidrocortisona maridada al anti
biótico podía exace1'bel!r el poder patógeno de las levadu1'as. Entre los mi·
llares de enfermos tratados, nunca hemos podido observar dicha compli
cación.
3. Expe1'iencia clínica. - Ningm1a distinción vamos a hacer entre los
resultados obtenidos con pomada de hidrocortísona sola, y aquellos otros
observados con pomadas de hidrocortisona maridada con antibióticos. En
ambas circunstancias los resultados han sido idénticos, excepto por lo que
se refiere a las irJtolerancias, que siempre han debido ser refe1idas al ex
cipiente o al antibiótico. En ·cambio, merece mención especial, por los éxi·
tos que nos ha proporcionado, la pomada de hidrocortisona ·y oxiquinoleí
na, y también aquellos menos regulares obtenidos con pomadas de corti
sona a las que se han irJcorporado otros fármacos para sumar su acci6n re·
ductora a la antünfiamatoria del esteroide.
Nuestros primeros resultados, publicados en 1957, no se apartaban del
promedio publicado hasta aquella fecha por oh·os autores. Nuestra exJle
riencia ulterior no ha modificado aquella 1Jroporción de éxitos y fracasos
que dimos a conocer entonces. Por tanto, nos limitaremos a transcribir el
cuadro resumen en el que entonces recopilábamos nuestra experiencia, que
a pesar de ser hoy dia mucho más amplia, mantiene la proporcionalidad
que entonces dimos a conocer:
VILANOVA. ESTEROIDES 107
N.• total de casos Curaciones Mejoriae Frn.caaoa
Eczema infantil y at6pico 8 5 3 Dermatitis de contacto 43 34 2 7 Eczema endógeno y numular 35 8 21 6 Eczema microbiano perioral 9 7 1 1 Eczema seborreíco verdadero 28 28 Eczema retroauricular . 64 51 4 9 Eczema para traumático 14 6 5 3 1'\eurodermatitis crónica circunscrita 84 69 11 4 Prurito ano-vulvar . 76 64 6 6 Otitis externa . 8 5 3 Boceras. •• o • 4 2 2 Queilitis exfolia ti vas 5 3 2 Tiñas cutáneas infectadas 8 6 2 Querion 4 2 2 Dermatitis por estasis . 11 4 3 4 Radiodennitis agudas . 3 3 Radiodermitis crónicas 8 5 3
CIFRAS T01'ALES 412 259 76 77
NoTA: En este cuadro de •·esultados, desde que en el tratamiento de la dermatitis seborreicn hemos introducido la oxiquinoleínn maridada a la bidrocortisona, los beneficios que se han conseguido en dich.a dermatosis han sido tan brillantes, que pueden compararse y aún me-jorar los transcritos para el eczema endógeno y numular.
Sin embargo, quien intentare juzgar del interés de esta medicación, valorando fríamente las cifras estadísticas que arroja el repaso de nuestra enfermería, seguramente no le concedería la primacía que merece. Es preciso, ante todo, recordar lo que significa un eczema infantil, una placa de neuroderrnatosis palpebral, un prurito ano-genital rebelde y muy difícilmente gobernable, que cede a tma medicación innocua, limpia y no molesta.
En los casos seguidos de éxito, hemos visto cómo la me;oría se iniciaba rápidamente antes de tres días, siguiendo la ley del todo o nada, y esta mejoría hemos podido mantenerla siempre mientras ha perdurado el tratamiento.
Al abandonar el tratamiento hemos observado gran número de recidivas, unas inmediatas, antes de los cinco días; las más, tardías, entre dos y seis semanas. No obstante, el porcentaje de recidivas es inferior al encontrado por la generalidad de los autores. Es casi seguro que ello es debido a que al prescribir la pomada de hidrocortisona no lo hacemos como remedio soberano, es decir, por una presunta acción antagónica frente a la causa ele la enfermedad, sino tan sólo como medicación patogénica y orien-. tada a una doble finalidad: sedar nor un lado la sintomatología objetiva Y subjetiva de la afección y, por ~tro, aprovechar -esta pausa para completar la exploración clínica y biológica que nos permita adentrarnos y co~ocer mejor las causas reales que motivan la dolencia y la puesta en práctica conjunta e inmediata de los actos terapéuticos que de ella se deducen.
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En rigor no hemos encontrado ningún caso de intolerancia a la hidro
cortisona, pe1·o sí dos al antibiótico maridado; <:uatro al excipiente y 11 a
la totalidad de ]a pomada, que siempre pudimos atribuir o bien a 11aber
nos valido de un -excipiente inapropiado (seco o graso), a la esencia misma
de la lesión tratada o bien a haber intentado modificar lilla dermatitis ex
cesivamente aguda y exudativa. Tres nuevos casos de intolerancia no pu
dimos aclararlos y aún hemos observado tres enfermos más que no presen
taban tales intolerancias, sino que por haber continuado actuando la noxa 1
y con mayor intensidad que anteriormente, la dermatitis se exacerbó a
pesar del tratamiento.
B) PJ!\EoNISONA Y PREDN!SOLONA. - Las pomadas de prednisona y pred
nisolona, habida cuenta de la mayor actividad de estos esteroides, se pre
paran a concentraciones más bajas que las de hidrocortisona, siendo habi
tual la del 0,5 por 100. Sus resultados son homologables a los conseguidos
con la hidrocortisona, sin superarlos decididamente en ninguna de las nu
merosas dermatosis en que fue ensayada.
C) FLUORCORTISONA. - La 9-a-fluorhiclrocortisona tiene una actividad
diez veces superior a la de la hidrocortisona, de la que deriva, por la in·
troducción de un átomo de flúor en el carbono 9 de su anillo esteroide,
por lo cual la concentración empleada en las pomadas varía entre el 0,1 al
0,25 por 100. Su acción no parece regularmente superior a la de la hidro·
cortisona, puesto que si bien algunos enfe1mos hallan mejor respuesta con
la primera, a otros les sucede lo contrario. Tampoco ha mostrado ser supe
rior en los -ensayos sobre su poder antiinflamatorio realizados con ayuda de
las pruebas epicutáneas. Este esteroide parece que es más fácilmente absorbible a través de la
piel (FrrzPATRICK, GRINSWOLD e HICKS). Su absorción depende más bien
de la cantidad total empleada (dosis tipo en loción, de 2 a 5 mg.; en po
mada; de 5 a 12 mg.), que no de la concentración y es capaz de provocar
retención de Na, elevación del Cl, baja del K, disminución de los eosin6-
fllos circulantes y contracción del volumen de orina emitida (RoBINSON, Jr.,
y CHOEN), todo ello sin aumentar el peso del enfermo. Sin embargo, en
nuestras manos, aplicaciones muy extensas de :Huorhidrocortisona en po·
macla no nos han causado ninguna toxia demostrable. Ello, sin embargo,
no obsta para que en dichas circunstancias recomendemos una prudente
dieta pobre en sodio y administremos un suplemento de potasio.
D) TRIAMCINOLONA, HEXADECADROL O DEXAMETALONA. - Ambos pro·
duetos son derivados de la fluorcortisona, el primero directamente por oxi·
dación del Cl6; la segunda metilando el Cl6 de la tdamcinolona. General·
mente se emplean a la concentración de 0,1 por 100. Están exentos de
VlLA.NOVA. ESTEROIDES
toxia y sus resultados son igualmente comparables a los de la hidrocortisona.
E) COMENTARIO.- Todos estos esteroides, en aplicación local, rinden extraordinarios beneficios cuando son aplicados juiciosamente sobre las afecciones hoy día ya bien determinadas que responden a su acción. El ensayo clínico no nos ha permitido conceder la supremacía a ninguno de entre ellos. Generalmente la superioridad de uno frente a otro, en un caso determinado, se debe más bien al excipiente que al esteroide. Este no parece provocar sensibilizaciones, incluso después de su empleo continuado durante años. Si éstas aparecen, deberían atribuirse al excipiente o bien al antibiótico que se le marida. Se trata de una medicación pmamente sintomática, antiinflamatoria y antipruriginosa y, por tanto, que no excluye la investigación y eliminación de la causa etiológica, so pena de recidiva al suspender su empleo. En algunos casos ayuda a tolerar medicamentos reductores, como fuimos los primeros en sugerir en 1954. Su asociación a la oxiquinoleína constituye el tratamiento de elección de las dermatitis seborreicas irritables.
III. EL ACTH y LOS CORTICOSTEROIDES EN EL TRATAMIENTO Il'H'ERNO DE LAS DERMATOSis. - l. Generalidades. -El ACTH y los esteroides, si bien son capaces de controlar algunas dennatosis, que nosotros sepamos no curan, como a tales, ninguna afección cutánea, por lo cual los consideramos morbistáticos, pe¡:o no cmativos. Cuando a renglón seguido de su empleo exclusivo o preponderante la enfermedad no recidiva, es que se trataba de una afección de curso limitado, o bien de una detmatosis cuya curación espontánea, am1que ex.cepcional, era posible, o de otra, en la cual la noxa responsable ha dejado de actuar en el transcurso del tratamiento, sin que por nuestra parte alcanzásemos a vislumbrarla. Cuando junto con los corticoesteroides, nos valemos para el tratamiento de otros remedios especilicos o complementarios, la primera nos puede prestar gran ayuda en la resolución del caso.
2. Indicaciones generales. - Sentados estos principios, fácil nos será vislumbrar cuáles son las indicaciones dermatológicas fundamentales y relativas a estos remedios.
l. Para salvar la vida del enfermo en aquellas dolencias casi exclusivamente controlables por dicha medicación (pénfigo, lupus eritematoso ngudo).
2. En aquellas que, aunque de curso limitado, en algUJlaS ocasiones adoptan formas graves y mortales que resultan fácilmente dominables con los corticosteroides (síndrome de Stevens-Johnson).
3. Para mitigar las agudizaciones y la exacerbación sintomática de dolencias crónicas que en un momento dado adquieren intensidad, acui-
110 ANALES. SECCIÓN ESPECIALIDADES
dad y ·extensión. Algunas de ellas responden regularmente de manera fa
vorable (dermatitis atópica diseminada y generalizada), otras tan sólo en
cie1tos casos y momentos evolutivos (eritrodermia, psoriasis, eczema se
borreico). 4. Como sintomático y paliativo en algunos pacientes con alopecia
areata, urticaria aguda y crónica, brotes de eczema de contacto, extensos
y violentos, dermatitis ·seborreica, eczema endógeno. En todas estas cir
cunstancias aprovecharemos la mejoría 1·elativa que conseguiremos mientras
dure la administración, pan investigar sus causas, procurar un tratamiento
etiopatogénico y modificar las lesiones cutáneas con el tratamiento local
clásico. 5. En afecciones como la esclerodermia y la dermatomiositis, que a
pesar de su respuesta irregular, en algunos casos es buena o cuando menos
aprovechable. 6. En las infecciones crónicas, sobre todo cuando tenemos en la mano d
un quimioterápico eficaz para reducú· al mínimo las respuestas inflamatorias
tisulares y humorales que, por lo excesivas, consideramos peligrosas.
7. En todas aquellas en las cuales, por no disponer de un tratamiento
eficaz, está justificado el ensayo de una nueva medicación, aun careciendo
de bases biológicas para ello {linfodennias, micosis fungoide, ictiosis con
génitas graves y muchas más). Después de lo transcrito anteriormente, y excepto en aquellos casos
de indicación inexcusable y fundamental, fácil nos será comprender las
dificultades y la reflexión que se precisa, antes de decidir la conveniencia
o no de su empleo en sus numerosas aplicaciones relativas, por cuanto con
su ayuda, si bien controlaremos momentáneamente y temporalmente la en
fermedad, ésta volverá a brotar y aún muchas veces con mayor fuerza al
suspenderla, complicándonos un problema que tan sólo habremos diferido
con poca habilidad y otras veces agravado por la repercusión psíquica que
el fracaso impacta al enfermo. Ello significa que la prescripción de los cor
ticoides exige en dermatología, como en el resto de la patología médica,
el conocimiento exacto de la enfermedad a la que se aplican, so pena de
emplearlos injuiciosamente, desacreditando un factor inestimable de alivio
y control, cuando es bien manejado.
3. Fármacos. - Nuestra farmacopea se emiquece cada día con la apa·
rición de nuevos esteroides, que aspiran a aumentar su acción beneficiosa
al paso que minoriccn sus efectos tóxicos. Con el fin de no repetirnos al
enjuiciar las dosis recomendadas en el tratamiento de las distintas afec
ciones, damos a continuación una tabla de equivalencias lo suficientemente
aproximada para poder referir la dosis de un esteroide a otro, según se<~
la elección que hagamos en cada caso, entre los mismos.
VILANOVA.
CORTJCOROIDES
Cortisona Hidrocortisona . Prednisona . . Prednisolona . . . 6-metil-prednisolona . Triamcinolona . Dexametazona .
ESTERO !DES
Doaie equiva1ente aproximada
25 mg. 20 mg. 4 mg. 5 mg. 3 mg. 2 mg. 0,8 mg.
Dt~ais diaria corriente
75-150 mg. 75-150 mg. 15- 30 mg. 15- 30 mg. 6- 15 mg.
12- 25 mg. 2- 4 mg.
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4. Acción terapéutica y toxia. - En virtud de estas equivalencias, podría pensarse que estos esteroides son .inteJ'Cambiables en nuestros tratamientos teniendo tan sólo en cuenta las dosis administradas. Y si ello es verdad en muchos casos, no lo es en todos los enfermos, en alguno de los cuales un determinado esteroide fracasa, frente al éxito que se obtiene con otro, sin que dicho resultado sea casi nunca previsible antes de su experimentación.
Sabemos, por oh·a parte, que estos esteroides tienen una toxia genérica caracterizada por la retención del Na, depleción del K y algunas veces del Ca óseo, alteraciones diabetógenas, agravan y pueden perforar el ulcus gastroduodenal, provocan psicosis y encefalitis muy violentas, sudoración, rojez de la piel, estrías distensas, púrpura, acné, hirsutismo, cara de luna, masculinización, atrofia del cortex suprarrenal, q1.1e .puede presentar incluso el recién nacido cuando su madre ha sido tratada durante el embarazo con dosis altas y prolongadas de esteroides.
De estos distintos esteroides parece ser que los Huorados son los que ocasionan con mayor facilidad e intensidad debilidad muscular y retención hidros.alina, al paso que en tales enfermos la dexametazona, compuesto igualmente fluormado, provoca una notable diuresis. Esta últ.in1a, empero, al movilizar el Ca óseo, está contraindicada en la osteoporosis, hipervitaminosis D, sarcoidosis y carcinomatosis osteolítica. También es ella la que atrofia mayormente la suprarrenal por inhibición de la hipófisis. En la rata esta atrofia se consigue con dosis 700 veces menores que las de hidrocortisona. Por tanto, debe emplearse en ciclos cortos o interfiriendo de vez en cuando su administración con ACTII. La triamcinolona pueJe acanear el síndrome de Feinberg (cefalea, astenia, vérligo, anorexia y depresión profunda).
De todos estos problemas el que nos parece más importante es el que se refiere a la temida atrofia de las suprarrenales como consecuencia de los tratamientos prolongados. A este respecto nos parece muy demostrativa la experiencia de PUTKONEN, P ESONEN, ROTHIJAlWI y KrusTOFl"ERSSON. Dichos autores, c01tando bruscamente la administración de 120 mg. diarios de Deltahidrocortisona, que se habían administrado durante muchos meses a tres enfermos afectos de eritrodermia exfoliatriz, encuentran que la corlicosuprarrenal al cabo de este tiempo no está lo suficientemente afectada
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para no poder reemprender su función. Por tanto, quizás la aclminishaci6n
de ACTH sea conveniente cuando se intenta cortar algo bruscamente el
hatamíento co1tisónico, pero no ·parece preciso cuando su reducción es
gradual y p aulatina. Este problema es más acuciante en el pénfigo, en el
cual las suprarrenales están ya dañadas por la propia enfermedad.
Todo lo anterior significa que la vigilancia de los enfermos sometidos
a terapéutica prolongada por corticosteroides deberá ser muy rigurosa cuan·
do se emplean dosis de .cortisona superiores a los 300 mg. diarios. Cuando
dicha dosis se reduce a 150 mg. diarios, bastará tma revisión semanal. Es
interesante anotar que incluso en tratamientos prolongados durante más
de cuatro años, no se han ,descrito casos resistentes a la medicación.
5. TRATAMIENTO DE LAS DERMATOSIS. -En este capítulo vamos a pre
cisar la conducta terapéutica que recomendamos seguir según sea la enfer·
medad con la que nos enfrentamos. A) Pénfigo. - En esta afección o se puede debutar con grandes dosis,
de 700 a 1.000 e incluso 1.500 mg. de cortisona diarios, hasta dominar
el brote en ·el sentido ele evitar la aparición de nuevas ampollas y conse·
guida la epidermización de las erosiones resultantes de las ya existentes, o
comenzar con dosis más prudentes de 150 a 300 mg., en espera de lograr
una remisión no rápida y espectacular como en el primer caso, ·sino más 1
tardía al final de la segunda o tercera semana. Seguidamente se disminuí·
rán las dosis, pero con gran prudencia, para evitar rebrotes que serán más
difíciles de dominar. Paulatinamente y según los casos se llega a dosis din·
rías de sostenimiento de 100, 50 e incluso 25 mg. por día, que deberán
continuarse meses y años en espera de un blanqueamiento total y espon·
táneo que permita cortar la medicación. Ello es posible y tenemos ejem·
plos .demostrativos. Por lo que respecta al ACTH también lo hemos em
pleado en algún caso, por vía venosa, 40 ó 50 U. diarias, como dosis ini·
ciales, hallándonos satisfechos de los resultados obtenidos. No son infre·
cuentes en estos tratamientos prolongados la apa1ición de accidentes trom·
boembólicos, alteraciones psíquicas, osteoporosis y úlceras pépticas.
Teniendo en cuenta que las suprarrenales están dañadas en esta enfer· ,
medad, <:onsideramos peligrosa la sustitución brusca de 1-a cortisona por el
ACTH, pero no cuando ella se realiza de manera paulatina, dando tiempo
a recuperarse la corticoadrenal. De las tres modalidades del pénfigo, el ampolloso crónico es el que pro
porciona éxitos más resonantes, menos el eritematoso y vegetante y es poco
cotizable en el pénRgo foliáceo. B) Luptts eritematoso agudo y subagudc.-Los corticosteroides, en
los casos sistémicos, los consideramos una medicación de urgencia y aún
así, en casos avanzados, no llegarán a tiempo para conb·obr la enfermedad.
Iniciaremos el tratamiento con dosis altas, ele 150 a 500 mg. diarios de
cortisona, y aún más si a las 24 hor-as no se ha obtenido una respuesta fa·
VlLANOVA. ESTEROTDES ll3
vorable; bajo cuya acción la .fiebre, Jos dolores a1ticulares, los derrames serosos, la leucopeoia, desaparecerán rápidamente en pocos días. Las lesiones cutáneas se blanquean al cabo de una semana, pero persisten las alteraciones renales ya constituidas, se mantiene alta la V. S. G. y tarda mucho, si es que se consigue, negativizar las L . E. en sangre. Una vez dominado el cuadro, se disminuirán las dosis de cortisona hasta hallar aquella que sea capaz de controlar la enfermedad, que en general serfl de 100 mg. por día. Es digna de señalarse la frecuencia con que estos enfermos presentan a la larga diabetes y úlceras pépticas en mayor porcentaje que otros sometidos a igual terapéutica y asimismo por un tiempo prolongado.
En los ·casos subaguclos, dosis menores de csteroides, maridaclos a Jos antipalúdicos de síntesis, salicilatos, reposo en cama y una dieta ricamente calórica y vitaminada consiguen en general su remisión.
C) Eritema polimorfo ampolloso grave. - Constituye a nuestro juicio una indicación fundamental, puesto que se trata de una afección de curso definido, con tendencia a la curación espontánea, pero que en las formas graves termina n'tpidamente con la muerte. Minimas dosis de ACTH por vía venosa (5 a 10 U.) diarias o dosis reducidas de cortisona, acaban rápidamente con la sintomatología cutánea, febril y general alarmante, pero fracasan cuando intervienen en el momento en que las lesiones viscerales muy graves son ya inevitables.
D) Dermatitis atópica. -El tratamiento por corticoesteroides de esta tenaz enfermedad ha proporcionado grandes éxitos, cuando ha sido puesto en práctica de manera juiciosa. Quien piense que frente a un eczema infantil o un prurigo-eczema constitucional del púber o del lactante, tiene en los corticoesteroides el remedio soberano para su curación, yerra en absoluto. Esta medicación es capaz ele dominar un brote de agudización, pero no infl uencia en absoluto el curso ulterior y prolongado ele la misma. Para su tratamiento básico siguen siendo válidos la totalidad de los principios aceptados de tiempos lejanos.
En los lactantes y los niños por bajo de tres meses, aun cuando Jos efectos secundarios desagradables son infrecuentes, consideramos que los corticoesteroides deben emplearse tan sólo en las exacerbaciones de la dermatosis, a dosis reducidas y por cortos periodos, con la sola pretensión de controlar los signos más molestos de la dolencia. L. W. Hu.r. comienza con 75 mg. de cortisona por día, dosis que rápidamente reduce a 25 mg., para sostener esta misma dosis en días altemos. Aconseja maridar dos tomas diarias de 0,3 mg. de cloruro potásico y antibióticos a la más ligera sospecha de lesión respiratoria. KLIGENFUSs , según la gravedad del caso, inicia el tratamiento con 20-40-80 mg., que reduce y sostiene durante 5-28 días, con una media de dos semanas. Quizás actualmente sea preferible la triamcú1olona.
E) Esclerodermia. - Bajo esta denominación comprendemos una serie de síndromes que van desde la esclerodeimia localizada en gotas y en pla-
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cas -a la esclerodermia generalizada, pasando por sus formas de acroescle
rosis, esclerodactilia y escleroedema. El tratamiento cortisónico en todas estas formas, tanto si van acompa
ñadas de síndrome de Reynaud como no, tiene una acción incompleta y
además inegular, pa.r·eciénclonos tanto más eficaz cuanto más aguda y re·
ciente es la enfermedad. En algunos casos, los menos, con su empleo se
consigue un aparente restitutio ad integrum, en otros hay mejoría subje
tiva u objetiva y en Jos menos la respuesta es totalmente negativa. Casi
siempre, al cesru· el tratamiento, la sintomatología reaparece. Caben tam
bién agravaciones durante el tratamiento de sostén. En general no se pre
cisa de altas dosis para mantener la mejoría sindrómica. :E:sta, en uno de
nuestros enfermos, se continúa desde hace tres años sin daño aparente
para el sujeto. VICKERS, en un niño con esclerema neonatorum, consigue la curación
con 75 mg. diarios de cortisona durante los cinco primeros dlas, 50 mg.
los días siguientes, para terminar con su curación al décimo día.
F) Dermatomiositi.s. - Dejando aparte aquellos casos condicionados
por una neoplasia visceral, en los que su curación debe ser la idea princi·
pal del terapeuta, la acción del ACTH y de la cortisona es muchas veces
brillante en las formas agudas caracterizadas por su comienzo brusco y
febril con estado general tóxico-infeccioso marcado, erupción eritemato·
edematosa, leucocitosis y miopatías dolorosas. En cambio, en la modalidad
de curso crónico ·sólo hemos obtenido, con su empleo, mejorías ocasionales
o pasajeras. G) Pruritos generalizados de variada naturaleza. - Cuando dermat~r
lógicamente se etiqueta un enfermo con tal designación sin precisar roa· yormente su naturaleza, debemos convenir que los datos que poseemos
sobre su etiopatogenia ·son muy incompletos y por tanto el ensayo y re·
sultados que obtendremos administrando corticoesteroides serán forzosa·
mente dispares y muchas veces inesperados. Su empleo sólo estará jus·
tificado en los ·casos intensos, cuando hayamos agotado las otras posibi·
lidades curativas y no existan contraindicaciones evidentes. En los casos
de respuesta favorable, ésta es muy rápida y no se hace esperru·.
H) Dermatitis de contacto y eczema endógeno. - A 1 ocuparnos del
tratamiento local por los corticoesteroides hemos discutido ampliamente
las posibilidades que presenta esta medicación para reducir la positividad
de las pruebas epicutáneas, y aun cuando hemos visto que los resultados
publicados eran discordantes, la mayor parte de los autores no han con· seguido el vú·aje hacia la negatividad de estas pruebas de sensibilizació~ específica y tampoco nosotros. Po~· ello, en las dermatitis de contacto, SI
sigue actuando la noxa, los corticoesteroides por vía general fracasarán, o
a lo ·sumo condicionarán una menor reactividad. Por el contrario, si con
seguimos descubrir 6sta y eliminarla, su acción benenciosa será espectacu:
lar. Sin embargo, incluso en estas circUJ~stancias, sólo los emplearemos 51
VJLANOV A. ESTEROIDES 115
la enfermedad es importante y extensa, cuando no estén absolutamente contraindicados, y en aquellas circunstancias sociales en las que la recuper·ación impone un plazo muy breve. Como el tratamiento debe ser de corta dw·ación, aconsejamos emplear dosis de 150 mg. que reduciremos rápidamente.
En el eczema endógeno combaten las exacerbaciones y dan tiempo mientras dura su acción, a manejar remedios locales y generales complementarios. Si con éstos últimos no se ha conseguido el objetivo buscado, al cesar en la administración de los corticoesteroides, insurge rápidamente la recidiva, que algunos autores consideran violenta y excesiva pero que nosotros creemos es el exponente del curso evolutivo de la enfermedad deformada temporalmente por la cortisona. Mt,IChas veces en estos enfermos es preciso multiplicar los ciclos de tratamiento antiinflamatorio antes de llegar a la curación.
I) Eritrodermias. - Con esta designación com.J.Xendemos una rojez escamosa de la piel, genet•alizada o universal, de curso agudo, subagudo o crónico, de causa desconocida, infecciosa, tóxica, medicamentosa, consecutiva a la generalización de una dermatitis anterior o expresión de m1 trastorno interno muchas veces de naturaleza leucósica. Como comprenderá el lector, discutir el tratamiento córtisónico en síndrome de etiología tan variada, sólo puede justificarse teniendo en cuenta que los coiticosteroídes son simplemente "morbistáticos" y por ende cabe, como tales, considerarlos en este grupo heterogéneo. Su utilidad muchas veces es manifiesta, pero quien no aproveche su acción sedante para profundizar las causas de la dolencia y para modificarlas con tratamiento tópico y general complementario, hará labor incompleta. Por tanto, antes de decidirnos por dicha medicación analizaremos hasta los línlltes de lo posible la naturaleza de la eritrodermia y aun así sólo ~stará justificada cuando el síndrome sea muy agudo o generalizado. Recomendamos comenzar con dosis moderadas de 40 U. de ACTH o lOO mg. de Cortisona, dispuestos a elevarlas si no sedan el cua(h-o clínico, para disminuirlas seguidamente hasta hallar la dosis de sostén. Hoy día, con los nuevos preparados, quizá será posible mantener estos enfermos libres de su dolencia durante años con tratamientos muy prolongados, en espera ele su curación espontánea.
J) Urticaria aguda y crónica.- A este síndrome de orden general, cabe aplicarle los conceptos qU:e hemos vertido sobre la dermatitis de contacto Y el eczema endógeno, variando, esquemáticamente su patogenia en el.punto del ataque antigénico desde la epidermis a la red vascular dérmica.
K) Psoriasis. - Los corticoesteroides actúan deficientemente sobre dicha erupción y se necesitan dosis altas de comienzo, tanto de ACTH intra~uscular (lOO a 150 mg. diarios), como intravenoso (20 a 30 mg.) al J.gUal que de Co1tisona (200 a 500 mg. diarios), siendo también elevadas las dosis de sostén (lOO mg. de Cortisona). Por ello sólo pueden recomen-
116 ANALES. SECCIÓN ESPECIAL!DADES
darse en los casos rápidamente extensivos, eritrodérmicos y en los compli·
cados de artropatías psoriásicas. Quizá los nuevos esteroides (triamcinolo
na) modificarán pronto este criterio restrictivo y le darán mayor elasticidad.
L) Dermatitis seborreica generalizada. - Si tenemos en cuenta que
dicha dermatitis seborreica tiene rasgos que la acercan al eczema (histo·
logía) y otros al psoriasis (aspecto, recidiva), comprenderemos que en los
casos de agudización, los corticoesteroides serán de gran ayuda, sobre todo
maridados a un tratamiento local inteligente, sin embargo, en las formas
rebeldes y generalizadas del adulto y sobre todo del viejo, su actuación
es muy relativa. LL) Alopecia areata. :-Esta común afección, cuya etiopatogenia des·
conocemos, se ha beneficiado igualmente de este avance terapéutico. En·
fermos con alopecia total y universal, datando de muchos años, han visto
aparecer su pelo entre los 10 y los 30 días de iniciado el tratamiento con
ACTH o corticoesteroides. La dosis inicial recomendable es de lOO a
150 mg. de cortisona, o de 15 a 20 mg. de ACTH por vía intravenosa.
Sin embargo, en la casi totalidad de los casos al suprimir la medicaci6n,
el nuevo pelo se pierde con gran rapidez y el enfermo queda en el mismo
estado de decalvación en que se hallaba antes de iniciar el ensayo medí·
camentoso. La dosis de sostenimiento rara vez se halla por bajo de los
50 mg. de cortisona. M) Reacción lepromatosa. - Este grave accidente del curso evolutivo
de la 1e~ra, tanto si aparece espontáneamente como si ha sido provocado
por la medicación, perdura meses y años y al no tener tratamiento apro·
piado se ha ensayado la terapéutica cortisónica. ~sta, a dosis modestas.
domina el brote, que muchas veces no obstante reaparece al suprimirla.
Hay autores (Del Pozo, GoNZÁLEZ OcnoA y Col.) que maridan a la cor·
tisana fánnacos específicos ·antileprosos (sulfonas) con lo cual consiguen
que éstos sean tolerados. Por nuestra parte con los corticoides hemos do·
minado los brotes leprosos, pero a la menor interferencia con sulfonas el
brote reaparecía de ·nuevo. Aconsejamos mucha prudencia en tal even·
tualidad. 1
N) Liquen plarw. -Esta dermatosis puede alcanzar gravedad poi
la intensidad del prurito concomitante, su diseminación universal o abun·
dancia de lesiones que le acompañan. Será tan -sólo en estas condiciones
y aún cuando no podamos controlarlas con los remedios habituales, que
pondremos en práctica el ACTH o los corticoesteroides. La oorticotropína
la inyectaremos por vía intramuscular, 20 mg. una o dos veces al día,
durante un promedio de dos semanas, o en perfusión venosa diaria, du·
rante los primeros 15 días; tres veces por semana la tercera semana Y
bisemanal la cuarta y última semana. Los corticoesteroides los administr.t·
remos a dosis equivalentes. Los resultados son tanto mejores cuanto más
agudo es el cuadro. No todos los enfermos responden satisfactoriamente
y son numerosas las recidivas. En algunos casos es preciso aumentar las
VD..ANOVA. ESTEROIDES 117
dosis anteriormente indicadas. En las modalidades hipertróficas e hiperqueratósicas la recidiva es constante.
O) Aftosis. -En esta enfermedad los cortkoesteroides tienen una acción irregular e incompleta. En algunos casos, sumados al trat-amiento clásico doblado por nuestra antigenoterapia, nos han proporcionado alguna ayuda.
P) Poradenolinfitis. - QUINTIN y DELuc comunican la rápida curación de esta enfermedad -con cortisona, sin que la adición de antibióticos mejore el resultado conseguido. El metacortandracín actuaría también beneliciosamente, pero de manera menos rápida.
Q) Zoster. -Es muy difícil valorar cualquier medicación que se ensaye frente a esta enfermedad. Hoy consideramos los corticoesteroides una buena ayuda para luchar contra el síndrome neurítico que. acompaña la erupción. S.wER recomienda una dosis inicial entre 40 y 80 U. de corticotropina, seguidas de 3 a 4 inyecciones de 40 p. administradas cada dia o en días alternos. A continuación lo sustituimos por cortisona o aspirina. Si se emplea la cortisona bastan dosis iniciales de 1 gr. o de 0,5 gr. como dosis de sostén. La curación se obtiene entre los 4 y los 26 días. Por nuestra parte ·con su empleo -creemos haber disminuido sensiblemente el número de neuralgias post-zosterianas que antes veíamos.
R) Periarteritis nudosa. -Al analizar en la literatura los casos de periarteritis nudosa tratados con corticoesteroides y corticotropina hallamos resultados muy dispares. Seguramente que en ellos influyen decididamente la gt'avedad de las lesiones orgánicas ya constituidas al iniciar la terapéutica.
CoMENTARIO. -Después de este rápido repaso podemos en¡uicJal' la respuesta de las enfermedades cutáneas frente al ACTH y estero:ides, agrupándolos en tres categorías, tal como hicieron SuLZBERGEn y BAER en 1952, cuyo esquema, modificado profundamente, damos a continuación. Dermatosis en las cuales el ACTH y la cortisona o sus derivados con
gran frecuenC'ia, si no siempre, son ef·icaces: Pénfigo ampolloso, foliáceo, vegetante y síndrome de Senear-Usher. Lupus eritematoso agudo y subagudo. Eritema polimorfo ampolloso (síndl'Ome de Stevens-Johnson). Dermatitis atópica diseminada o generalizada. Dermatitis e-n las cuales el ACTH y la cortisona o sus derivados pue-den ser de utilidad. Esclerodermia y esclerodactilia. Dermatomiositis. Pl'Ul'itos generalizados de variada natul'aleza. Eczema de contacto y eczema endógeno. Eritrodermias exfoliativas (medicamentosas o de otras causas). Urticaria aguda y edema angio-neurótico.
118 ANALES. SECCIÓN ESPECIALlDADES
Urticaria crónica. Psoriasis (en sus variedades artropática, eritrodérmica y pustulosa).
Dermatitis seborreica generalizada.
Alopecia areata. Lesiones cutáneas de las linfodermias y de la micosis fungoide.
Infecciones (lepra, tuberculosis, sífilis, virus).
Dermatosis en las cuales el ACTH y la cortisona o sus derivados se
han mostrado inoperantes. Grupo que comprende las restantes dermatosis,
salvo excepciones sorprendentes, como son:
Liquen plano. Aftosis. Poradenolinfitis. Zoster. Periarteritis nudosa. Ictiosis congénita. Fagedenismo geométrico. Piodermia gangrenosum y otros.
Cátedra y Escuela profesional de Dermatología de la
Universidad de Barcelona (Director: Prof. X. Vn.ANOVA).
DISCUSióN
Dn. MoNFORT.- Citó el caso de un enfermo que presentaba una fonnn L,
y que en el pleno brote fue tratado con corticoesteroides. El tratamiento no fue
eficaz y el enfenno falleció. DR. ALo~tAR. - Manifestó que se mostraba muy escéptico en cuanto a los re·
sultados que podían obtenerse mediante el tratamiento local con hidrocortisona.
A su juicio, segufan prevaleciendo las terapéuticas clásicas. Dijo que únicamente
se obtenían buenos resultados con el tratamiento local con corticoesteroides en el
eczema de párpado o neurodermitis de párpado. Y pocos resultados en la neuro·
dermitis de nuca. Creo- dijo- que pueden obtenerse resultados más brillantes
mediante el tratamiento por vía oral con corticoesteroides, que mediante la tera·
péutica local. DR. M.encADAL. - Refirió éxitos obtenidos mediante terapéutica local con bi·
drocortisona en diferentes dermatosis, así como en la micosis fungoide con prcd
nisona por via oral, señalando la posibilidad de reactivaciones dermatofíticas C?n
tales terapéuticas, hecho a tener en cuenta para asociar en los casos necesanos
una medicación antifúngica a las terapéuticas con los corticoesteroides. .
DR. u~mERT. - Refirió efectos lnuy brillantes obtenidos mediante la asoc1a·
ción de vioformo e hidrocortisona, ensayos que ha efectuado en su servicio del
Hospital de San Pedro Claver sobre más de 50 enfermos.
DR. CAPDEVILA.- Refirió ' un caso de mejoría sintomática con tratamie~to. de
hidrocortisona, sin asociación de antibióticos, en un enfermo con herpes c¡rc•na·
do inflamatorio en el que todavia no se había obtenido el resultado definitivo del
estudio parasitol6gico. El enfermo mejoró, y después el laboratorio confinn6 que
se trataba de una dermatofitosis. Quizá - dijo - otros casos empeoran porque se
administra la hidrocortisona asociada a antibióticos y proliferan entonces los hon·
gos por estar inhibidos los gérmenes por la antibioterapia.
VILANOVA. ESTEROIDES 119
DR. CARRERAS GRANADOS. - Citó un caso de dermatofitosis tratado en primer lugar con ACTH y en una segunda ocasión con prednisolona. Se obtuvo mucho mejor resultado con prednisolona que con ACTH.
DR. PoNs Poca. - Felicitó al Prof. Vilanova por su magistral conferencia, fruto de su profundo conocimiento sobre el tema. En su limitada experiencia habla obtenido buenos resultados con las pomadas de hidrocortisona sola, no asociada a antibióticos, aunque recuerda algún caso esporádico en el que se presentaron al finalizar el tratamiento complicaciones piocócicas, siendo por ello preferible asociarla a los antibióticos. Declaró que estaba completamente de acuerdo con el Dr. Alomar en lo manifestado por él relativo al escaso resultado que se obtenía con las pomadas de hidrocortisona en el tratamiento del prurito vulvar y anal¡ sin embargo, en algunas neurodermitis babia conseguido con dichas pomadas resultados apreciables.
DR. CARRERAS VERDAGUER. - Declaró que en la actualidad nos encontramos en plena evolución del tratamiento con corticoesteroides, ya que se hablan obtenido notables avances desde que se introdujo la cortisona, con los sucesivos descubrimientos de la hidrocortisona, prednisona y prednisolona. En cambio- dijo-, la última aportación de la dexametazona no parece representar ning(m avance, ya que, aunque tiene inferior efecto desde el punto de vista de la retención hidrosalina, posee, en cambio, un superior efecto inhibidor de la hipófisis y este hecho puede tener una gran importancia en tratamientos muy prolongados, como los que tienen que efectuarse en enfermedades como el pénfigo, el eritematodes, esclerodermia y dermatomiositis.
RESPUESTAS DEL CONFERENCIANTE: Al Dr. MONFORT. - Dijo que en los casos de forma L estaba contraindicado el tratamiento con esteroides.
Al Dr. ALoMAR. - Contestó que si bien era cierto que los corticoesteroides no habían resuelto totalmente el problema del prurito y de las neurodermitis, le parecía exagerada la posición pesimista, ya que realmente en bastantes casos de prurito anal y de neurodermitis se obtienen notables éxitos y además en los casos en los que la medicación con corticoesteroides es ineficaz, se trata siempre de formas muy rebeldes que también resisten a las medicaciones clásicas.
Al Dr. MERCADAL. - Dijo que él se había preocupado notablemente ele investigar la presencia de levaduras de diversos intértrigos y que no l1abía hallado resultados positivos la mayoría de las veces.