ARTURO PÉREZ-REVERTE · 2 SÁBADO Diario CÓRDOBA Cuadernos del Sur 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020...

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1 Diario CÓRDOBA SÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020 CUADERNOS DEL SUR Conexión a internet: http://www.diariocordoba.com/ PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA DIRECTOR: RAFAEL ROMERO CASTILLO COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA AÑO XXXIV. NÚMERO 1.320 SÁBADO, 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020 ARTURO PÉREZ-REVERTE El periodista y académico regresa con la novela ‘Línea de fuego’, una historia que discurre durante la batalla del Ebro DISEÑO: R. AZAÑÓN Libros CARLOS CLEMENTSON NOVELA: ‘CENTROEUROPA’, DE VICENTE LUIS MORA; ‘UN MUNDO AL ALCANCE DE LA MANO’, DE MAYLIS DE KERANGAL; ‘DOGGERLAND’, DE ÉLISABETH FILHOL . RELATOS: ‘LAS PUERTAS DEL CIELO’, DE JOSÉ ANTONIO SÁEZ . POESÍA: ‘LA LUZ DE LO PERDIDO’, DE JAVIER LOSTALÉ; ‘JARDÍN GULBENKIAN’, DE JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS. El poeta y traductor Carlos Clementson ha publicado ‘Poesía francesa, historia y antología de la Edad Media al siglo XX’, un libro en dos volú- menes editado por las editoriales de la Universidad de Córdoba y de la Universidad de Sevilla.

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1Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

CUADERNOS DEL SUR

Conexión a internet: http://www.diariocordoba.com/

P R E M I O N A C I O N A L D E F O M E N T O D E L A L E C T U R A

SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA

DIRECTOR: RAFAEL ROMERO CASTILLO

COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA

AÑO XXXIV. NÚMERO 1.320

SÁBADO, 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

ARTURO PÉREZ-REVERTEEl periodista y académico regresa con la novela ‘Línea de fuego’, una historia que discurre durante la batalla del Ebro

DISEÑO: R. AZAÑÓN

Libros CARLOS CLEMENTSON

NOVELA: ‘CENTROEUROPA’, DE VICENTE LUIS MORA; ‘UN MUNDO AL ALCANCE DE LA MANO’,

DE MAYLIS DE KERANGAL; ‘DOGGERLAND’, DE ÉLISABETH FILHOL . RELATOS: ‘LAS PUERTAS

DEL CIELO’, DE JOSÉ ANTONIO SÁEZ . POESÍA: ‘LA LUZ DE LO PERDIDO’, DE JAVIER LOSTALÉ;

‘JARDÍN GULBENKIAN’, DE JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS.

El poeta y traductor Carlos Clementson ha publicado ‘Poesía francesa, historia y antología de la Edad Media al siglo XX’, un libro en dos volú-menes editado por las editoriales de la Universidad de Córdoba y de la Universidad de Sevilla.

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2 Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

Alejandro López Andrada

Música lejana

Hay una sinto-

nía misteriosa,

un tono, un

acorde, el silbo

de un pájaro, el

crujido de la luz

en un árbol, el

susurro de la

brisa erizando

‘1980. El terrorismo contra la Transición’. Autores: Gai-ka Fernández y María Jiménez . Editorial: Tecnos . Madrid, 2020.

un trigal, que nos unce a la

inocencia. Es ese pequeño mi-

lagro el que uno siente al

adentrarse en Música lejana, es-

te hermoso poemario de Joa-

quín Fernández de Silva, don-

de fulge un espacio rural con-

dimentado por el cálido alien-

to de una sencillez que abre

ventanas en nuestro corazón.

En el libro encontramos poe-

mas prodigiosos, como el titu-

lado «Olivar en tiempos de

paz», un dibujo emotivo del

paso del tiempo en un rincón

donde «El viento da en las ho-

jas/y se agitan pañuelos triste-

mente». Ahí en ese espacio

anónimo y humilde caben las

sombras y las luces de la gue-

rra. En otro poema, «Triste adi-

vinanza», el tiempo es la nieve

dormida en las sienes de una

madre. Así, en este libro azul

de Fernández de Silva, editado

en Hiperión, uno halla arco

iris, palomas, huertas y cam-

panarios, una esencia rural

galvanizada por la luz. La bue-

na poesía, como es esta de Joa-

quín, deja en nuestra mirada

el oro feliz de un resplandor.

Hubo unos años que han pasado a la historia de este país como «los años del plo-mo» por la cantidad de ase-sinatos que se produjeron en la década de los 80 del pasado siglo. Y, por encima de todos, 1980 tiene el triste récord de haber sido el más cruento, ya que en ese año se produjeron 395 atenta-dos con 132 víctimas morta-les. Aún recordamos la tra-gedia vivida por decenas de

familias, cuyos hijos, padres o hermanos, caían asesinados a manos de bandas terroristas de extrema izquierda o de extrema derecha. 1980. El terrorismo contra la Transición viene a recordarnos lo cerca que estuvo España de volver al pozo más oscuro de su reciente historia, una historia plagada de muerte y destrucción. Conviene no olvidarlo y tenerlo muy presente en tiempos de indiferencia política. L. SANTILLÁN

María Ángeles Pérez

Estaciones

Tras una convul-

sa y ajetreada pri-

mavera, así co-

mo de un verano

colmado de du-

das e incerti-

dumbres, pisa-

mos el tren de aterrizaje hacia

un otoño no menos perplejo

atestado de grandes tensiones

y, aun cuando el paisaje nos si-

gue ofreciendo maravillosas

puestas de sol y alamedas sem-

bradas de hojas caducas, mos-

trándonos desinteresadamen-

te románticas panorámicas,

percibimos en nuestro día a día

que estamos viviendo un otoño

calentito. Seguimos arrastran-

do ansiedades iniciadas en la

atípica y no tan alejada prima-

vera, atravesamos el tórrido ve-

rano y no erradicamos el teme-

roso virus que, supuestamente,

podría haber eliminado de

nuestras vidas el bochornoso

calor. Y para bochorno, éste al

que nos han conducido, hasta

el otoño, los desacuerdos y dis-

putas políticas, sin hacer un es-

fuerzo común y unitario por

aliviar nuestras temidas y justi-

ficadas penas. Pues eso, que a

este país no lo arregla ni la más

aterradora de las plagas ni el

más arrasador y destructivo de

los mortales virus. Algo bueno

hemos aprendido, a conjuntar

nuestro vestuario con esa ade-

cuada mascarilla que todos de-

bemos llevar.

‘Los viejos creyentes’. Au-tor: Vasili Peskov . Editorial: Impedimenta . Madrid, 2020.

La historia que se nos narra en Los viejos creyentes resulta, cuando menos, sorpren-dente. De alguna forma nos retrotrae a ese mundo per-dido del film Dersu Uzalu, que reflejara Akira Kurosa-wa en los años 70 del pasa-do siglo. Por desgracia, aho-ra no estamos ante una pelí-cula de ficción. Porque Los viejos creyentes es una poética celebración de la belleza in-domable de la taiga siberia-

na. Un testimonio conmovedor sobre el poder de la volun-tad humana. No se podría entender de otra manera la su-pervivencia de los Lykov, familia perteneciente a la secta de los Viejos Creyentes, cuya vestimenta, concepción de la vi-da y lenguaje, se habían congelado en el siglo XVII, en tiem-pos del zar Pedro el Grande, si no fuéramos capaces de com-prender el medio en el que vivieron aislados de todo. L.S.

‘Orient-Express’. Autor: Mauricio Wiesenthal . Edito-rial: Acantilado . Barcelona, 2020.

Orient-Express. El tren más fa-moso de Europa y de la lite-ratura gracias a los buenos oficios de Agatha Christie, acaba de hacer una parada gracias a la pluma de Mauri-cio Wiesenthal, quien, ena-morado de los viajes en tren decide subirse al mismo el 19 de mayo de 1977, el día de su ultimo viaje. Esta es la crónica del último recorri-do en tren de París a Estam-bul, pero también de una lí-

nera férrea mítica, plagada de guiños literarios y acompa-ñada de un microcosmos de ciudades, hoteles, restauran-tes, paisajes, países, idiomas, culturas y, muy especialmen-te, de la infinidad y variedad de personajes de toda índole que se enriquecían con el contacto humano en esos viajes. Una historia de fronteras, de civilizaciones y países que for-ma parte del pasado de Europa. L.S.

Libros de siempreAutores recuperados y otros que aparecenLuis Santillán

En ocasiones, la literatura nos depara agradables sorpresas reconvertidas en inesperados reencuen-

tros con autores de culto, con es-critores que un buen día descu-briera por casualidad y que nunca más habría de abandonar. Auto-res de cabecera eternos hay mu-chos, qué duda cabe, pero recuer-do con especial cariño un buen puñado de ellos. Uno de ellos aca-ba de editar un nuevo libro de re-latos, y ya son varios. Gonzalo Cal-cedo, palentino, escritor del inte-rior, decía hace años en una entre-vista que sobrellevaba por convic-ción «la invisibilidad» de ser un autor de cuentos. Eran tiempos en los que el relato corto aún era con-siderado la hermana desafortuna-da de los géneros literarios, en los que no era tan valorado como la novela o la poesía. Por suerte para nosotros, una nueva generación de cuentistas, Gonzalo Calcedo, Mercedes Abad, Ángel Olgoso, en-tre muchos otros, vinieron a dig-nificarlo. Calcedo acaba de publi-car Necios y ridículos en una edito-rial independiente, a las que me referiré con más profundidad en una Carta del Norte próxima, pla-gado de personajes que malviven en su particular infierno diario, llenos de un malentendido bie-nestar que lo único que hacen es arrastrarlos a una herida perpe-tua en donde la soledad es la ma-dre de todos los males en una so-ciedad enferma. Calcedo, autor eterno. Hay otros autores, escrito-ras en este caso, a los que les profe-so un especial cariño porque me llevan acompañando, al igual que Calcedo, desde mis años de adoles-cencia. Me refiero a los que José Luis Hernández Garvi denomina en su ultimo libro publicado co-mo Escritores misteriosos, excéntricos y

‘Rincón de haikus’,

editado por Visor, nos

acerca al Benedetti

más conciso y

profundo

heterodoxos. La desaparición de Agatha Christie. Observarán que he altera-do intencionadamente el título, una pequeña licencia para referir-me así a los literatos góticos del XVIII y XIX, a Mary Shelley y su Frankenstein o el eterno Prometeo, a Ar-thur Conan Doyle, Philip K. Dick y, cómo no, a la gran dama de la novela de misterio: Agatha Chris-

tie. Al contrario del sentir general, no estamos hablando de autores «raros y poco recomendables». To-do lo contrario. Y si en algo esti-man la literatura de culto, no de-jen de acercarse a este curioso ejemplar repleto de anécdotas de los escritores mencionados. Qui-zás, solo quizás, descubran dónde estuvo desaparecida durante once días Agatha Christie, episodio del que muy poco se sabe. Quizás, so-lo quizás, conozcan gracias a este libro un poco más a los autores de su adolescencia, como yo.

Y para finalizar esta Carta del Norte, peculiar e independiente en cuanto a editoriales se refiere, no puedo dejar de referirme a Ma-rio Benedetti, a quien descubriera gracias a las versiones de múlti-ples cantautores antes que sus li-bros. Rincón de haikus, editado por Visor, nos acerca al Benedetti más conciso y profundo, pero, a la vez, al más tierno y sensible. Poco se puede aportar que no se haya di-cho o escrito ya. Tan solo leer sus haikus, disfrutarlos y paladearlos, sosegadamente, y recordar que hubo un tiempo no muy lejano en el que fue feliz escribiéndolos, y nos hizo felices a todos. Eterno Be-nedetti.

EL ZAGUÁN CARTAS DEL NORTE AMANECERES

ENSAYO PERIODISMO ENSAYO

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3Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

Manuel Rivas

PREMIO DE LA CRÍTICA ESPAÑOLA Y DE LA CRÍTICA EN GA-

LLEGO, MANUEL RIVAS CONSIGUIÓ EN 1996 EL PREMIO NA-

CIONAL DE NARRATIVA POR ‘¿QUÉ ME QUIERES, AMOR?’

El autor gallego Manuel Rivas ejer-ce de tal y de manera auténtica. Empezó muy joven (15 años) a es-tar presente en el espacio periodís-

tico como escritor de reportajes, artículos y columnas, y en ello sigue. Pero Manuel Ri-vas es principalmente narrador, poeta y en-sayista. Ha escrito más una veintena de li-bros entre poesía, narrativa y algún que otro ensayo.

– Su última novela hasta ahora es ‘El últi-mo día de Terranova’ (Alfaguara, 2015). En ella, Vicenzo Fontana, un sesentón que es el narrador y cuyos padres abrieron la libre-ría de Terranova en 1945, dice: «Mi memo-ria es una prolongación del aparato respi-ratorio. En estos casos no hay tanta distan-cia entre el viejo y el niño que fui». ¿Respiración física de niño a través del pul-món de acero y respiración de los recuer-dos decadentes de la España de la dicta-dura a lo largo de su vida? – Sí, la respiración de Vicenzo es, de alguna forma, una metáfora de la respiración co-lectiva. La historia de la salud y la enferme-dad, y lo estamos sufriendo en esta época de trazos apocalípticos, un tiempo que pode-mos definir como era Mayday (llamada de socorro por un peligro grave e inminente), es una de las maneras más precisas de con-tar la verdadera historia de los individuos y la sociedad. En la medicina popular gallega se utilizaba mucho la expresión «mal de ai-re». Como suele ocurrir, hay saberes tradi-cionales que adquieren un sentido premo-nitorio, de vanguardia. La polio que padece Vicenzo forma parte de ese «mal de aire». El padecimiento causado por esa enfermedad se agravó por un estado de cosas miserables en España. Ese círculo vicioso, con una co-rrupción de las autoridades que provocó un retraso en la vacunación, asunto en el que me documenté a fondo, también se cuenta en El último día de Terranova.

– Si tuviéramos que hablar de los perso-najes de la novela, diría que el principal es la librería, alrededor de la cual giran todos los demás: Amaro y Comba, con su hijo Vi-cenzo Fontana, que son los dueños de Terranova y el tío Eliseo. Pero, sobre todo, los libros clandestinos, los personajes ex-travagantes, erráticos, marginados, soña-dores, represaliados que van allí en busca de encontrar su tesoro. – La librería Terranova es un lugar inventa-do, pero real. Utilizando un término propio

Juana Vázquez de la Internacional Situacionista, esa van-guardia tan imaginativa, la librería es un lugar psicogeográfico. Un local universal. Un pequeño gran escenario de la humani-dad, como una de esas redomas de cristal que contienen un mundo. Porque en Terra-nova no solo vive el grupo familiar, tan es-pecial, donde cada persona, por decirlo a la manera de Joyce, es «una nación». Incluidas las personas no humanas, los animales de la casa o los que encuentran allí refugio, co-mo la hembra de petirrojo o el sapo cente-nario Teixeira de Pascoais. Pero, claro, Te-rranova está habitada por esos personajes que son los libros. Los que están a la vista y los invisibles, ocultos y protegidos en Tierra Escondida. Cada libro tiene su historia. Los hay prohibidos, excéntricos, refugiados, re-tornados del exilio en secreto. ¡Y cada libro es un hábitat poblado de seres! En Terrano-va conviven los personajes de la imagina-ción y de la realidad. Y al estar los libros, es-tán quienes los han escrito. Terranova es un lugar asediado, acosado, en peligro, porque es donde habita la libertad y la esperanza.

– El suceso o motor de la novela es el cartel de la fachada de Terranova: «Liquidación fi-nal de existencias por cierre inminente». Lo escribe Vicenzo angustiado por el desahu-cio del local, y que registra magistralmente el ambiente de desapego cultural, desen-canto y la corrupción de los especuladores inmobiliarios. – Terranova sufrió muchos embates. Y resis-tió. Terranova, ese lugar psicogeográfico, es también el escenario de la lucha entre Eros y Thánatos, entre la pulsión de eros y el des-tructor, el deseo y la muerte. Es el gran com-bate que se libra en el mundo y a lo largo de la historia. La de la excitación creativa fren-te a la excitación destructiva, depredadora. Lo que ahora acecha a Terranova, que resis-tió tantas vicisitudes, cierres gubernativos, atentados, continua intimidación, es un pe-ligro que se presenta con el rostro del desti-no. Kant decía que las cosas tienen precio y las personas dignidad. Terranova, lo que re-presenta, no tiene precio. Es un espacio que pertenece a la dimensión de la dignidad. Al-go que no entiende esa maquinaria apiso-nadora que amenaza la librería. Es una ma-quinaria, la del capitalismo impaciente, la suma de velocidad y de codicia, que no co-noce freno, que juega a confundirse con la locomotora de la historia. Es muy difícil, con frecuencia imposible, plantarle cara. Lo que Vicenzo vive en su interior es la fati-ga del deseo, la derrota de la humanidad.

– Pero esta historia sólo es el esqueleto de una novela magistral, que recoge decenas

de cuentos, anécdotas, sucesos, sueños, fábulas imaginativas, y que saltan de tiem-po debido a la errática memoria de Vicen-zo, para el cual, el tiempo es como un en-tramado sin ninguna linealidad, donde se acumula la vida de instantes que van de la ficción, casi de ‘Cien años de soledad’, a historias reales de represión franquista. – Cada historia pide una forma para ser contada. El andar de la literatura nunca es lineal. Creo que los libros escritos así, prefa-bricados como best-seller, como un producto transgénico, tienen muy poco que ver con la literatura. Un libro tiene que ser una planta nueva, algo que antes no existía. Tampoco la vida tiene el trazado de una au-topista. Tan importante como ir de un pun-to a otro es lo que ocurre en los márgenes, en el campo a través, en el espacio de lo des-conocido. Mi forma de escribir se asemeja a la manera de andar del vagabundo de Char-lot. No tiene un destino fijo, pero su andar tiene un sentido. Es un andar simultáneo. Un pie pisa en la memoria y otro en el des-cubrimiento, en la vida y en la muerte, en la luz y en la sombra, en el pasado y en el pre-sente, en lo visible y en lo invisible, en la ra-zón y en la imaginación. Es el andar activa-do por la pulsión del deseo y la lógica del asombro. Y lo que busca es la orilla, el acan-tilado, la línea del horizonte. Ir un poco más allá de lo inaccesible. Dicho esto, creo que es una novela muy realista. Pero no de una realidad convencional. Es un realismo lleno de incertidumbre.

– El fondo de la novela es asfixiante por la época de represión donde se desarrolla. Sin embargo, he creído percibir una veta de humor-ironía que corre paralela a las historia principal y que hace que este tiem-po de represión, corrupción y desencanto tome distancia, respecto al mismo, con los cuentos de Eliseo y las vidas de esos per-sonajes que viven a contrapelo de la reali-dad. Este humor no es gratuito, ¿no? – De tener que elegir un rasgo de identidad en mi obra sería la ironía. La ironía permite el matiz, fertiliza el lenguaje. Tiene un efec-to fosforescente. Creo además que la vida es irónica por naturaleza. Pero la ironía que reivindico y procuro cultivar poco tiene que ver con el humor jocoso o campanudo. Decía Mark Twain que el verdadero humor es el que conoce el dolor. Tiene un vínculo con el dolor. Ese es el humor que me intere-sa, el que permite conocer mejor a la gente y no ponerle una máscara superficial.

– Como colofón hay que decir que la prosa, en su mayoría poética o visionaria, es uno de los grandes activos del libro. ¿Puedo re-comendarla? – Quien entra en Terranova, creo que no tie-ne muchas ganas de irse.

– ¿Qué es la literatura para Manuel Rivas? ¿Por qué escribes? – Es una forma de re-existencia. Mi pulmón de acero. Escribo para respirar y hacer fren-te al «mal de aire».

Manuel Rivas.

EFE/LUCA PIERGIOVANNI

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4 Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

‘Centroeuropa’. Autor: Vicente Luis Mora . Editorial: Galaxia Gutenberg . Barcelona, 2020.

Prusia, alegoría de la identidadEl escritor cordobés Vicente Luis Mora vuelve con ‘Centroeuropa’Juan María Prieto

Centroeuropa (Galaxia Gu-tenberg, 2020), la última novela de Vicente Luis Mora, irrumpe en el pa-

norama literario otoñal con una fuerza glacial. El naufragio de la esperanza (Caspar David Frie-drich) anuncia desde la cubierta una historia rotunda y geométri-ca, galardonada con el XIII Premio Málaga de Novela.

Vicente Luis Mora, acaso una de las voces más influyentes y au-torizadas del «espacioso» panora-ma literario cordobés, nos propo-ne una novela mundo que se desa-rrolla en la Prusia de principio del siglo XIX, en una comarca cual-quiera a orillas del Oder. Redo Hauptshammer, nacido y criado en un burdel del Viena, encontra-rá una tierra fecunda donde culti-var remolacha y empezar una vida lejos de su pasado. La narración de su historia consagra una transfor-mación humana y emotiva con la que el personaje protagonista se reinventa y trata de progresar en un ejercicio de una voluntad casi heideggeriana. Será precisamente el germen de la cultura alemana, por la que el autor siempre ha mostrado pública dilección, el que nos ofrezca una mirada precisa y universal en su plan novelístico, tan sintético como perfecto.

La sorpresa sepultada en la tie-rra libre que le aguarda, a la que

«Vicente Luis Mora

proyecta en el lector

su reflexión sobre de

la verdad y la

verosimilitud»

llega después de un largo viaje con su esposa, plantea a Redo un com-plicado desafío para su nuevo pro-yecto de vida. Ya lo anuncia J.W. von Goethe en una de las citas ini-ciales del libro: «A través de los ho-rrores, de las ondas y del oleaje de las soledades, ella me ha guiado hasta aquí en sitio firme». Precisa-mente en Redo, la insatisfacción de Fausto y también un pacto, en este caso con el señor Magnus Duisdorf, antiguo vecino de Szon-den y personaje de dudosa honra-dez. No naufragan su historia ni su esperanza (Hoffnung) entre las ro-cas y un hielo que se resquebraja, pero la inacción de los gobernan-tes prusianos en ese erróneo «mar helado» le conducirán a una serie de vicisitudes que permiten al au-tor retratar las tensiones del con-texto histórico de la época.

A nivel narrativo, en un alarde de metaficción cervantina, Vicen-te Luis Mora proyecta en el lector su reflexión sobre de la verdad y la verosimilitud. La perspectiva de una disciplina como la historia, re-presentada por el personaje de Ja-kob Moltke, se opone a las circuns-tancias en que se concibe el asunto de la obra, contada por un narra-dor, el propio Redo, y transcrita fi-nalmente por la figura de una tra-ductora. La presencia de esta cues-tión en el esqueleto de Centroeuropa nos muestra la resolución del au-tor en la exploración de vías que,

secular, sentida en el retiro prusia-no desde el que nos cuenta, cual Hiperión de Hölderlin, cada etapa de su largo viaje.

Otro de los logros de la novela reside, precisamente, en esa con-densación narrativa ya esbozada: estamos ante una novela ambicio-sa que materializa una trama de complejas posibilidades en una historia reducida -casi un epítome- que no supera las doscientas pági-nas. En el fondo y en la forma, Cen-troeuropa se concibe con procedi-mientos similares a los de un gran poema, no solo por el rastreo en las posibilidades del lenguaje, sino por ese afán fractal y puro de sus-tanciación poética -quizás épica dado el viaje que realiza Redo- en la que la estructura en la que se de-sarrolla la historia anhela un hori-zonte de excelencia literaria.

NOVELA

Vicente Luis Mora.

CÓRDOBA

Como en el óleo de Friedrich, quizás un Elba gélido o una Groen-landia, en esta obra descubrimos que el paisaje -o la literatura- ocul-ta una tragedia más allá de los acres y los camposantos. Sin duda, uno de los logros de Centroeuropa es la convergencia en esta navigatio vi-tae de algunas de las claves de la cosmovisión poética del autor. Si en Redo vemos una ética de la feli-cidad, en Vicente Luis Mora atisba-mos la omnipresencia de una deontología inevitable: la escritu-ra.

aunque conocidas -lejos de estar agotadas- deben seguir interpelan-do a los lectores. En cualquier ca-so, a pesar de esta ficción autorial, la inclinación del narrador, cuya perspectiva oscila entre el recuer-do y la ocultación, nos ofrece un relato creíble que silencia varias incógnitas relevantes que nos acompañarán a lo largo de la his-toria. Existe en Redo una soledad salvífica, una nostalgia germánica

‘Una ética para el siglo XXI’. Autor: Javier Sádaba . Edito-rial: Tecnos . Madrid, 2020.

¿Cómo afronta el filósofo moral el mundo acelerado del siglo XXI? El presente ensayo pretende, modesta-mente, dar alguna respues-ta a esta pregunta funda-mental. Ante una realidad especialmente cambiante e incierta debido, esencial-mente, a la revolución tec-nológica y científica, que plantea interrogantes sobre nuestra propia identidad como seres humanos a un

ritmo vertiginoso, la mirada del filósofo es una mirada preocupada y expectante. Una mirada que pretende abar-car todo el horizonte y adelantar algún tipo de contesta-ción, aunque sea mínima y modesta, a los interrogantes que todos tratamos de afrontar. Javier Sádaba reflexiona so-bre ética y la cultura, ética y política, ética y economía.

‘Suprema moralidad’. Au-tor: Tomás Rodríguez Reyes . Editorial: La Isla de Siltolá . Sevilla, 2020.

En un largo diálogo con la mejor tradición filosófica y poética, donde la música es-tá íntimamente ligada al ser y la poesía al acto de nombrar la realidad, Tomás Rodríguez Reyes formula su sabiduría sin concesiones a la falsedad, por eso puede afirmar con toda lucidez: «La vanidad es el mayor ri-pio de los poetas». Rodrí-guez Reyes es autor de los li-bros de poemas El huerto de-

seado y El umbral de piedra. En prosa ha publicado los prime-ros años de su diario literario: Escribir la lectura, Ars vivendi y Las contemplaciones, que forman parte de la obra en marcha Trópico de la Mancha. «El poeta solo es ser único, silencio limí-trofe, soledad cósmica», escribe en uno de sus aforismos. Y añade: «El poeta que es todos no es poeta».

‘Elogio de la fragilidad’. Au-tor: Gustavo Martín Garzo . Editorial: Galaxia Gutenberg . Barcelona, 2020.

En Elogio de la fragilidad, Gus-tavo Martín Garzo reúne textos breves en los que ha-bla de las obras y los creado-res que le han fascinado y en los que reivindica la ne-cesidad del arte en nuestra vida. Se habla en estos tex-tos de la lectura como acto de creación, tal vez el más íntimo e imprevisible que existe. No se lee esperando obtener una respuesta a la pregunta de quiénes somos,

sino para ver qué nos pasa, en qué nos transformamos. La pregunta que el lector le hace al libro es la pregunta de la ratita del cuento: «¿Qué me harás por las noches?». Leer un libro es caer, como Alicia, por el hueco de un árbol y apren-der a amar las preguntas, antes de estar en disposición de contestarlas.

ENSAYO AFORISMOS ENSAYO

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5Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

En la línea de fuego de Pérez-ReverteNOVELA

Pedro G. Cueto

C on Línea de fuego, la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, nos ha-llamos en el centro de una con-tienda donde republicanos y na-

cionales se enfrentaron, la famosa batalla del Ebro, un momento culminante de una guerra incivil, donde muchos murieron ya no por sus ideas, sino porque les empujó la necedad y la ineficacia de los políticos de la época, produciéndose un golpe de estado a la República que ya había sido fraguado por las insistencias de José Antonio Primo de Ri-vera y por varios generales que fueron fra-guando el gran golpe.

Pérez-Reverte refleja en su nuevo libro el universo de seres en derrota. Si ya lo hizo con mucho tino en Un día de cólera, cuando describió la lucha por la liberación de Espa-ña frente a los franceses, en esta podemos atisbar al reportero audaz que siempre fue, al observador de un mundo que parece más bien un paisaje de sombras donde los que mueren no son los que deberían caer, sino aquellos que son empujados por otros en la inercia de la barbarie.

Hay también una técnica cinematográfi-ca en la novela, porque Pérez-Reverte mira y va filmando como si fuese un director de una película bélica a los seres que, como en-tomólogo, va diseccionando y es ese perfil el que prevalece, el de observador que no evita en algunas ocasiones trazar su visión, pero que intenta, en la línea de los narrado-res objetivos, plasmar el mundo que le ro-dea. Como si hiciese un esfuerzo de volver al pasado, la Guerra Civil es filmada por el escritor y periodista, podemos oír los ecos de todos los que participan. En sus voces es-tán sus miedos y en estos está la esperanza o la desesperanza, son espejos del alma en es-ta nueva mirada al conflicto español.

En la escena, y digo escena porque pare-ce que ha sido filmada, vemos a una mujer de parto, en plena lucha; los nacionales pi-den ayuda para que sea auxiliada y los repu-blicanos dejan que llegue un enfermero a atenderla. Ahí vemos el hilo de humanidad que va trenzando la novela, porque todos son seres que no entienden en realidad qué hacen ahí, cómo se ha llegado a eso, no se odian, sino que se ven abocados a la guerra que no han pedido ni elegido. Personajes como el teniente Zarallón o Ricardo el Ruso son estudiados con calma, como si el escri-tor los hubiese encontrado en una foto y les pasase un foco de luz para hallar en ellos rasgos humanos, como un científico que es-tudia al animal que sirve de prueba para sus experimentos.

No olvida a las mujeres, aquí representa-das por las que asisten al teléfono en las lí-neas que van descifrando mensajes; son tra-ductoras del horror, de aquello que se fra-gua en el escenario bélico. El capitán Bascu-ñana ocupa un lugar importante. Pérez-Re-verte lo observa y le da voz y un eco que lle-ga a nosotros, como si aún viviera.

Da la sensación que te hallas en el frente de batalla, envuelto entre las balas de unos y otros, seres que tienen miedo a la muerte, pero que no les impide enfrentarse cuerpo a cuerpo. Tal es el ardor guerrero de este mundo sin esperanzas que plantea la nove-la de Pérez-Reverte.

Cuando pienso en Stendhal, Tolstoi, nuestro Galdós y tantos otros parece que veo esos seres que ya anidan en nosotros, permanecen, han vivido a través de la lectu-

ra su encarnación en seres reales. En la lí-nea de Miguel de Cervantes, los personajes trascienden y se hacen carne para siempre entre nosotros. En ello, Arturo Pérez-Rever-te acierta porque también ahonda en algu-nos de ellos; en otros son solo trazos los que apunta, pero la influencia de los maestros vive y respira en él.

La sensación final no es la de una novela de buenos y malos, sino de perdedores, por-que todos lo son, ahogados en un mundo opresivo, porque otros, que no están allí, los han conducido al enfrentamiento y a la muerte. Al leerla me viene a la memoria mi abuelo, que murió en el frente en Madrid cuando un obús, que los rusos habían traí-do a los republicanos, falló su bala y retroce-dió hasta destrozar a un ser querido que nunca conocí. Su voz y su eco me llega a tra-vés de la novela, porque lejos de heroísmos,

escucho en susurros su mensaje: tanto todo para nada. Al final, la novela nos envuelve en ese ideario, al igual que lo transmitió Chaves Nogales en sus estupendos libros. Con Pérez-Reverte volvemos a los escena-rios de la contienda.

Línea de fuego no es un libro más sobre la Guerra Civil española, sino una buena no-vela que habla aún de nuestro pasado caini-ta aún presente en muchos de nuestros po-líticos.

‘Línea de fuego’. Autor: Artu-ro Pérez-Reverte . Editorial : Alfaguara . Madrid, 2020.

«La sensación final no es la

de una novela de buenos y

malos, sino de perdedores,

porque todos lo son»

Arturo Pérez-Reverte.

EFE/JUAN CARLOS HIDALGO

Pérez-Reverte nació en Cartagena en 1951. Se licenció en Periodismo en

la Universidad Complutense de Madrid. Fue reportero de guerra en el

periodo comprendido entre 1973 y 1994. En todo ese periodo cubrió

batallas importantes y fue, sin duda, esta labor la que ha ido luego

asentando en su trabajo literario. Comenzó su andadura en el diario

‘Pueblo’, donde permaneció doce años. Su carrera literaria se inició con

la novela ‘El húsar’, en 1990, a la que siguió dos años después ‘El maestro

de esgrima’, cuya acción transcurre en el Madrid galdosiano. Le siguieron

‘El club Dumas’ y ‘La tabla de Flandes’, dos novelas que combinan la

aventura con los acontecimientos históricos. En 1996 publicó ‘El capitán

Alatriste’, que tuvo un gran éxito entre los lectores y que fue llevada al cine

por Agustín Díaz-Yanes. Otra novela importante, más reciente, es ‘Un día

de cólera’, sobre la Guerra de Independencia en España. El 12 de junio de

2003 ingresó en la Real Academia Española y es doctor honoris causa por

la Universidad Politécnica de Cartagena. En 2016 fundó la revista ‘Zenda’

y lleva años colaborando en el suplemento dominical del ‘Abc’.

PERIODISTA Y NOVELISTA

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6 Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

‘Un mundo al al-cance de la mano’. Autora: Maylis de Kerangal . Editorial: Anagrama . Barce-lona, 2020.

Un mundo en la manoMaylis de Kerangal escribe una historia de sueños, amistad y creatividadManuel Molina González

Después de una carrera literaria atípica, la es-critora francesa Maylis de Kerangal (Toulon,

1967) nos ofrece a través de su edi-tora española, Anagrama, la últi-ma obra publicada, Un mundo al al-cance de la mano. Comenzó traba-jando en la editorial Gallimard hasta al año 2002, donde dirigió una colección de viajes y, poste-riormente, una infantil. Pero fue su traslado intencionado a EEUU el que derivó en la creación litera-ria de ficción, con un duro co-mienzo, pero con obras posterio-res muy premiadas. Su deseo de ser enóloga quedó en olvido para entregarse a la escritura.

Sus dos libros más conocidos han sido Nacimiento de un puente, traducida a ocho idiomas y galar-donada con los premios Médicis, Franz Hessel y Gregor von Rezzori y Reparar a los vivos, que alcanzó el mérito de ser uno de los libros más vendidos en Francia durante varios meses y ganador de los principales premios literarios ga-los, no solo institucionales sino de los lectores; en España obtuvo el Premi Llibreter. La historia sobre los trasplantes de corazón que tra-ta este último resultó impactante.

Ahora llega con una peculiar historia protagonizada por tres jó-venes que representan los años a comienzos del siglo XXI en que la preparación y la movilidad de quienes estudiaban se movían ha-cia encuentros multiculturales y de una gran diversidad. Por el con-trario, la rentabilidad y oportuni-dades de poder desarrollar lo aprendido no evolucionaron en la misma línea. La joven parisina Paula Krast se marcha a Bruselas tras una duda vocacional y casi vi-tal. Quiere aprender un tipo de ar-

«Ahora llega con una

historia protagonizada

por tres jóvenes»

te concreto en una escuela deter-minada. Allí conoce a un tímido joven belga llamado Jonas, por el que siente una atracción que no siempre es correspondida, y a un tercer personaje, Kate, una guapa escocesa pelirroja.

Podríamos pensar que presen-ta las normativas características para que la novela pueda centrar-se en lo emocional, en las idas y vueltas que cualquier relación ac-tual puede tener, pero es solo uno de los centros de interés. Va más allá. Durante bastantes páginas la

NOVELA

Maylis de Kerangal.

novela es casi una propuesta ra-diográfica existencial, en la que Paula como cualquier joven in-quieto y con bagaje artístico debe tomar. Vivir del arte es complejo, tal vez la especialización que con-lleva un duro proceso de aprendi-zaje pueda conformar una base de expectativas. Cualquiera relacio-nado con el arte puede reconocer-se por donde gravita la protago-nista al recibir su primer contrato serio de tres meses: «Se acabaron los pequeños encargos privados, las muestras impagadas, los muestrarios delicados que hay que aceptar hombres ausentes, a mujeres vacilantes, tanto más exi-gentes cuanto que van con falsas prisas». En ese sentido, la novela gira y quizás no sea tan apetecible para un lector medio puesto que se adentra en un mundo cargado de técnicas pictóricas, simbolis-mo que sobrepasa lo referente. La técnica en la que destaca la prota-gonista, el trampantojo o trompe l’oeil, sobre mármol, sirve para me-ditar sobre la pintura, el cine o la propia historia del arte.

El hecho de que sea contratada como restauradora especializada y, posteriormente, como creadora de decorados para una obra de Na-ni Moretti en Roma, propician la aparición de elementos descripti-vos, que suponen para quienes co-nocen técnicas pictóricas un goce como lectores. El mismo ritmo na-rrativo cambia varias veces a lo largo del libro, como si las partes marcaran una escritura diferente. Y la parte dedicada a la reproduc-ción de unas cuevas, las de Las-caux después de un periplo mos-covita también creando decora-dos, resulta a nuestro parecer una delicia, lo mejor, todo lo que ro-dea al intento de buscar la copia perfecta, la más real, al que recrea y ahonda en que pintar puede lle-gar a ser una fusión con lo pinta-do, la creación con lo creado.

Otra vuelta de tuercaRELATOS

Félix Ángel Moreno Ruiz

La claridad, publicado por la editorial madrileña Páginas de Espuma, es un libro de relatos que ha recibido el VI Premio Internacional Ribera del Due-

ro. Su autor, el argentino Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973), afincado en España des-de 2003, es un renombrado escritor que cul-tiva el género negro (su novela La mala espera consiguió el Premio Ciudad de Getafe en 2009 y con Moravia y subsuelo se alzó con el Premio Dashiell Hammett en 2016), la prosa poética, la narrativa breve e imparte cursos de creación literaria.

Conforman el libro seis relatos (el último, «Más oscuro que tu luz», no se presentó a

Márquez, lo que no impedía continuar su lectura) que el protagonista nunca llegará a su destino.

Algunos de los cuentos pertenecen al me-jor thriller psicológico o de terror (las dos jóve-nes que se pierden con sus bicicletas en un bosque tenebroso en el relato «Treinta mone-das de carne»), al de fenómenos paranorma-les (la misteriosa joven de la que se enamora el protagonista de «La chica de la banda de folk» o las dos hermanas gemelas del titula-do «Más oscuro que tu luz») o al relato de mis-terio (el camionero que parte de madrugada con un tráiler cargado de pollos en «Esplén-dida noche»). En todos ellos se percibe la in-fluencia del cine americano de los años se-tenta y ochenta: El diablo sobre ruedas de Spiel-berg, las películas de terror para adolescen-

tes (como Viernes 13 o La matanza de Texas) y las de fenómenos paranormales (como Polter-geist) resuenan en sus páginas enriqueciendo unas historias que, no por hollar lugares co-munes, resultan menos originales.

Con La claridad, Marcelo Luján ha cuajado una obra redonda, seis relatos de gran cali-dad y de alto voltaje, que son una invitación a la lectura, una muestra de buen hacer y un ejemplo de cómo un tema trillado y aborda-do hasta la saciedad puede ser tratado de for-ma personal siempre que su autor reúna (co-mo es el caso que nos ocupa) ingenio, intui-ción, una vasta cultura, un conocimiento de las técnicas narrativas y una gran soltura en el manejo del tempo.

‘La claridad’. Autor: Marcelo Luján . Editorial : Páginas de Espuma . Madrid, 2020.

RICARD CUGAT

concurso y se incorporó posteriormente al editarlo tras la concesión del premio) que tie-nen en común un estilo propio, personalísi-mo, en el que Marcelo Luján juega con conti-nuas prolepsis para enganchar al lector des-de la primera línea en unas historias que so-brecogen por su misterio y sus elevadas dosis de adrenalina que invitan a una lectura sin reposo.

«Puede que haya sido el azar. Con la nece-sidad y la voluntad y la siempre desquiciada tentación. O una noche de verano azuzada por las prisas. Puede que haya sido una per-fecta a azarosa y por qué no aciaga mixtura de todo eso. Nadie va a saberlo nunca». Así comienza uno de los relatos y el lector sabe desde el principio (como lo sabía el de Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García

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7Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

Una gran antología de lírica francesaPOESÍA

José Reyes de la Rosa

Hubo un tiempo en el que Fran-cia regía los designios del arte en el mundo y dictaba las pau-tas estéticas de la literatura en

Europa. Desde París nos llegaban «ismos» y vanguardias que se convertían enseguida en guías de artistas que miraban a la capital francesa como el único faro del arte y la cul-tura universales.

La poesía que nos llegaba de Francia se convertía enseguida en el modelo o canon de la creación poética y las obras de autores como Hugo, Baudelaire, Verlaine, Rim-baud, Mallarmé o Lautréamont, entre otros, marcaban para siempre la historia de la poesía francesa y universal. En España la poesía se miró, especialmente en el siglo XIX y parte del XX, en el espejo de la poesía francesa aclimatando corrientes y vanguar-dias de las que, de alguna manera, aún vivi-mos.

Pero ya hace mucho tiempo que París dejó de marcar desde Montmartre o Montparnasse las vías por las que, de mane-ra obligada, había de transitar el arte, y su poesía ha dejado de tener el peso y la in-fluencia que tuvo en el pasado. Sin embar-go, ahora que ya no miramos a París y los fa-ros que nos alumbran, en este tiempo pos-moderno del nuevo milenio, no tienen el brillo de antaño, no deja de ser interesante asomarse a esa poesía que hizo de Francia el país, por excelencia, de la literatura.

Es lo que nos propone el poeta y traduc-tor Carlos Clementson con su imponente Poesía francesa, historia y antología de la Edad Me-dia al siglo XX editada, conjuntamente, por UcoPres, la editorial de la Universidad de Córdoba, y Eus, la editorial de la Universi-dad de Sevilla. Los dos volúmenes que com-ponen esta antología, de más de mil dos-cientas páginas, se erigen como la antolo-gía más ambiciosa y completa de poesía francesa, traducida en lengua española, que haya existido jamás.

Como señala Clementson en su intro-ducción, «el ejemplar que el lector tiene hoy en sus manos pretende recoger, en edi-ción bilingüe, con traducción métrica al castellano en verso blanco, una cierta repre-sentación del rico tesoro de la poesía en len-gua francesa desde la austera grandeza de la Chanson de Roland (...) hasta los que po-demos considerar los grandes clásicos de la poesía gala en la pasada centuria, como Paul Valéry o Guillaume Apollinaire, entre tantos otros».

CASI NOVENTA POETAS Los 87 poetas escogidos por el antólogo en-carnan, ciertamente, los momentos más so-bresalientes de la poesía francesa. Ahora bien, en esta nutrida representación, que comprende desde los albores de la literatu-ra francesa hasta los años veinte del siglo pasado, han quedado fuera, por el momen-to, grandes nombres de la poesía más con-temporánea del siglo XX, y otros que ocu-pan también un lugar relevante en estos primeros decenios del siglo XXI. Pero la pa-sión traductora de Carlos Clementson y su amor por la poesía francesa no cejan en su empeño de darnos a conocer al completo todo el territorio poético de este país, del que completará, en breve, una cartografía exhaustiva, cuando disponga de los permi-sos necesarios para poder publicar a los poetas sujetos aún a derechos de autor.

que la diferencia de la española y que resu-me de esta manera: «La tensión entre clasi-cismo y barroco podría muy bien configu-rar estos dos opuestos entre ambas literatu-ras. Barroquismo hispánico frente a clasi-cismo a la francesa». Así nos lo hace ver en el extenso capítulo preliminar de 178 pági-nas, que titula «Los grandes nombres de la poesía francesa. Noticias crítico-biográfi-cas», donde vemos discurrir, junto con los autores, los movimientos, escuelas y ten-dencias que nos hablan y nos explican el de-sarrollo de esa literatura por la que Francia se convierte en un referente universal.

La antología se estructura en cinco capí-tulos de desigual extensión, en los que co-bran especial relevancia el espacio que de-dica al Renacimiento o al Romanticismo y Simbolismo. Pero lo que resulta más desta-cado en esta antología es la presencia de au-tores hasta hace muy poco marginados y prácticamente desconocidos en España, co-mo, por ejemplo, Maurice Scève o Agrippa d’Auvigné, dos máximos representantes de la poesía renacentista y barroca francesa, que nos descubre Clementson para mayor deleite del lector español.

La atención del traductor se centra con mucho más detenimiento en aquellos poe-tas por los que, como él mismo declara, siente un mayor afecto. De esta manera, ocupan un espacio más amplio autores co-mo Pierre de Ronsard y Joachim Du Bellay en el Renacimiento; André Chénier, en el

Clasicismo; Victor Hugo, en el Romanticis-mo o Paul Valéry y Apollinaire, en el siglo XX. Sin embargo, esta mayor dedicación no significa que la mirada de Clementson ha-ya descuidado nombres importantes de otras épocas y movimientos. Como cabía es-perar, los grandes poetas del Simbolismo y el Parnasianismo están al completo en esta antología, y no faltan tampoco la presencia de notables figuras femeninas, represen-tantes de todas las épocas, como Marie de France, Marguerite de Navarre, Louise Labé o Marceline Desbordes-Valmore, entre otras.

LA TRADUCCIÓN En cuanto al trabajo de traducción, la anto-logía presentada en edición bilingüe, con traducción métrica al castellano, como di-ce el poeta traductor, se nos muestra como ese puente intercultural en el que el traduc-tor, como mediador cultural, nos permite participar, en cada momento, en la sensibi-lidad de cada época y en el mundo espiri-tual y expresivo de cada autor. En este senti-do Carlos Clementson se propone recrear formalmente la musicalidad de cada mo-mento poético, adoptando la métrica equi-valente o más conveniente al verso que re-crea. Porque de eso se trata: de recrear, se-gún la idea de traducción ya argumentada de manera reiterada por el propio poeta tra-ductor, que se pueden resumir en su con-cepción de «transcreación» o de traducción creadora. Es decir, concebir la traducción como una obra de creación personal, y, en consecuencia, original. Una originalidad que el traductor consigue si participa en el mundo espiritual y expresivo del autor y se siente vinculado, nos dice Clementson, «con el latido estético o la palpitación cor-dial de su poesía».

El casi medio millar de poemas de todo tipo y extensión que nos ofrece esta antolo-gía responde, sin lugar a dudas, a esta idea de traducción creadora que intenta como dijera Paul Valéry, «producir con medios di-ferentes efectos análogos». Desde los desga-rrados versos de Villon, en la Edad Media, hasta la plasticidad cubista de las composi-ciones de Apollinaire en nuestro pasado si-glo, pasando por la exquisitez formalista del «Arte por el Arte» de los parnasianos y la convulsa belleza de los poemas de Baudelai-re, toda la poesía francesa circula en esta antología y respira con todos sus acentos en el molde castellano.

Conviene subrayar, ya para concluir, que muchos de los versos que leemos aquí los podemos encontrar traducidos de ma-nera dispersa en algunas antologías parcia-les o estudios de autores, pero otros mu-chos nunca han sido traducidos. Y, sobre to-do, podemos afirmar, sin temor a equivo-carnos, que nunca una antología abarcó con una mirada más amplia, cálida y origi-nal todo el inmenso tesoro de la poesía fran-cesa. Por eso es de agradecer que, en estos tiempos posmodernos, tan necesitados de poesía, se nos invite a los lectores del siglo XXI a una lectura en castellano de esta muestra esplendorosa de la poesía france-sa.

‘Poesía francesa, historia y antología de la Edad Media al siglo XX’. Selección, estu-dio y traducción de Carlos Clementson. Edita: Uco-press y Eus . Córdoba, 2019.

«Es de agradecer que en estos

tiempos tan necesitados de

poesía se nos invite a una

lectura de la poesía francesa»

Carlos Clementson.

SÁNCHEZ MORENO

Hace poco más de un año, en estas mis-mas páginas de Cuadernos del Sur, reseñá-bamos la publicación de la magna antolo-gía de Pierre de Ronsard, el poeta de la Pléia-de, que fue galardonada como «mejor tra-ducción» en los premios nacionales de edi-ción universitaria. Ahora, con esta antolo-gía, el poeta traductor culmina un minu-cioso trabajo de décadas de estudio y activi-dad traductora fruto, como él mismo dice, de ese deslumbramiento que le produjo su primer encuentro con «la Musa gala» en los libros de texto del bachiller de su adoles-cencia.

Desde entonces, la memoria de aquella reveladora Literatura française par les textes, de quinto curso de bachiller, habría de ser la semilla y el impulso decisivo, no sólo para esta encomiable labor de traducción, sino también para la plasmación de un serio tra-bajo historiográfico y de crítica literaria que nos conduce, de manera muy didáctica y amena, a través de toda la historia de la poesía francesa. Una poesía de la que apun-ta, desde una perspectiva contrastiva, lo

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8 Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

‘Tantas cosas dicen’. Autor: Juan Bautista Durán . Edito-rial : Comba . Barcelona, 2020.

Historias que cuentan ‘Tantas cosas dicen’, nuevo libro de cuentos del barcelonés Juan Bautista DuránPedro M. Domene

Un cuento es algo tan nítido y li-mitado que un autor puede re-sumir su poética literaria cuan-do concibe unos textos breves, y

se convierte en un experimento con la no-ción de límite, o en esa manifiesta voluntad impuesta, como escribiera el argentino Pi-glia a propósito de un denostado género li-terario que ha ido ganando fervientes se-guidores en las últimas décadas. Esta gene-ralización merece una reflexión ensayística más oportuna y mejor documentada, y pa-ra situarnos en el concepto tradicional de cuento deberíamos aventurar, entre otras características, la recapitulación de una síntesis capaz de resumir el concepto de un buen relato y de un texto breve, o cómo de-beríamos guardar un secreto cuando se confecciona un cuento, porque los relatos siempre suceden ahora y no hay tiempo pa-ra más. Es, precisamente, en las primeras lí-neas donde un cuento se juega la vida y, a medida que leemos, observamos cómo ac-túan los personajes, y la atmósfera recoge lo memorable del argumento. El lirismo contenido se convierte en la magia de la mejor expresión, la voz del narrador resul-ta tan importante que apenas se nota y es, precisamente, en el ritmo donde muestra su talento. Baste añadir que una frase, un párrafo, una página, pueden ser la exten-sión justa y medida, pero el proceso a se-guir para terminar un buen cuento es, siempre, callar a tiempo.

Buena parte de las características apun-tadas se advertían en el primer libro de cuentos, Convivir con el genio (2014), de Juan Bautista Durán (Barcelona, 1985), doce cuentos que la crítica apuntaba que se ca-racterizaban en torno a dos ejes temáticos. Por un lado, una educación sentimental, en cuyos textos los personajes se encuen-tran a través de amores florecientes o amis-tades truncadas; y, un segundo lugar, bas-tante más original, de esforzadas tramas que hace de los tópicos culturales y de la identidad una metáfora de validación por excelencia de lo literario, y aún añade esa

«El lector parece que se

enfrenta a unos relatos

convencionales, de ejemplar

concepción y desarrollo,

aunque existen excepciones»

Tantas cosas dicen (2020), relatos que parten de situaciones normales y corrientes, la mi-rada de un narrador capaz de dotarlas de esa mágica visión que rodea a la literatura, y a sus posibilidades. Los protagonizan unos personajes solitarios, perdedores o an-tihéroes, cuya irónica mirada salpica a es-tas historias, como «Cena con los suegros», donde un joven casado recibe a sus suegros que vienen a cenar por primera vez, pero tiene una relación peculiar con su perra Fa-bia; una chica francesa, que realiza una te-sina sobre Francisco Umbral, viaja a Madrid a entrevistarlo, y sufre el desengaño que le produce un «Eximio escritor y extravagan-

te ciudadano». El lector parece que se en-frenta a unos relatos convencionales, de ejemplar concepción y desarrollo, aunque existen notables excepciones, la caleidoscó-pica visión de Hugo, el protagonista de «Ad-verbios de modo», que se enfrenta a su yo del pasado, o vive un posible futuro, mien-tras queda para ir al cine con Mónica, y la memoria le devuelve la misma acción con Rosa; o el cuento que da título al volumen, y resulta igual de inquietante por ese juego con el tiempo, porque «Tantas cosas dicen» reproduce la voz de un niño enfermo que cuenta la relación con sus progenitores, y cómo el padre trabaja en un texto de Rosa Chacel, mientras vigila que no le suba la fie-bre y recuerda que hace tiempo tuvo una perra llamada Fabia. Resultan cuentos de una arriesgada búsqueda técnica que rom-pe convencionalismos y marca ese espacio en blanco que suponemos en un buen rela-to, donde no todo queda dicho sino que el lector decide o interpreta su final. En «Foto de pareja» unos amigos van a pasar un fin de semana en una casa de campo, y ante la costumbre de perpetuar el momento en una foto, esperan que el fotógrafo encuadre y haga el clic final ante la perplejidad, sobre todo, de Guillermina; el humor, tan satíri-co como irónico, se percibe en «Mi Venus húmeda», y lo más sobresaliente, en la ma-yoría de estos relatos, caso de «Asueto», o in-cluso, «Currículo de un falso iconoclasta», nadie dirige nuestra lectura, no existe un giro inesperado, o sorpresa final, sino que el autor deja entrever aquello que no dice, nos advierte de esos espacios que debemos rellenar como lectores, porque en algunos de ellos, en no pocos, lo no contado, lo ocul-to, son esas zonas que debemos completar, sobre todo porque percibimos ese guiño que nos muestra a un autor con un singu-lar destello para contar originales historias.

RELATO

Juan Bautista Durán.

CÓRDOBA

dificultad de mantener relaciones sociales justo cuando la sociedad más necesita rela-cionarse.

El narrador catalán vuelve al cuento con

‘Poemas idiotas’, de Velázquez JuárezPOESÍA

Francisco Onieva

Apenas un año después de publi-car Sea un arma, donde se recogía una muestra de la poesía visual y de los aforismos de Ismael Ve-

lázquez Juárez (Iztapalapa, Distrito Fede-ral, México, 1960), Ediciones Liliputienses vuelve a apostar por el poeta mexicano y edita en España su sexto poemario, Poemas idiotas, publicado en 2019, en Bolivia, por la editorial Electrodependiente.

Bajo un título cargado de ironía, que se mueve entre la provocación y la captatio be-nevolentiae, y que, más allá de la falsa mo-destia, encierra toda una declaración de intenciones, Velázquez Juárez ofrece 73 poemas sin título, más o menos breves, es-

cupan al autor: la incomunicación de la sociedad actual («un hombre senta-do/quieto y mudo/al que le pican/las abe-jas/lo lame un perro/se le posan las mos-cas/y se deja cubrir tranquilamente/no es un hombre/es una silla»), el hastío («¿por qué dios/no nos hizo capaces/de dormir de pie/en mitad de cualquier lugar/a mitad de cualquier cosa/a cualquier hora/justo como hacen los caballos/cuando se abu-rren del mundo?»), el amor («tocan/a la puerta/otra vez/no eres tú/salgo por la ven-tana/y toco/ahora yo/la puerta/nadie abre/otra vez no estás tú/entro por la ven-tana/y me siento/espero»), la soledad («que tú vuelvas/y yo no me dé cuenta/ni esa no-che/ni al día siguiente/ni al siguiente del siguiente/y siga mi vida/como si nunca te volviera a ver»), la vejez («envejecer es re-

cordar/lo que no quieres/y olvidar lo que te importa»), la muerte (cambiar un foco/no requiere/casi nada/otro foco/como al-guien/que nace/y se sabe/que es otro/que muere»), la ausencia o dejadez de Dios («o déjame usar/el tuyo/(me refiero a tu silen-cio tan omnipotente)/para calmarme/y no pensar/que pudiste/estar ahí/todo el tiem-po/pero eras sordo»), la incertidumbre («los monstruos/no existen/tampoco/so-mos nosotros/ni los otros/y eso/es triste») o la propia poesía, como el poema que da tí-tulo a este volumen sólido y homogéneo que muestra a un poeta en plena madurez creativa: «un/poema/de verdad/es co-mo/un asesino/nunca/se muestra/solo/un poema idiota/lo hace».

‘Poemas idiotas’. Autor: Is-mael Velázquez Juárez . Edi-torial: Ediciones Liliputienses . Cáceres, 2020.

critos en metros cortos y aparentemente sencillos, nacidos de las pequeñas anécdo-tas cotidianas que son trascendidas por el descaro y el desparpajo de quien ve la vida con el escepticismo necesario para buscar un sentido a nuestra torpe e inútil existen-cia. Y aquí radica la fecunda idiotez de es-tos poemas.

Concebida la poesía como un instru-mento de conocimiento que más allá de buscar respuestas ahonda en las pregun-tas que nos definen -como se plantea en el rotundo poema que abre el conjunto, en el cual un hombre excava un túnel sin inten-ción de encontrar salida alguna-, los poe-mas, en apariencia simples, parten de si-tuaciones triviales para, a través del poder de la palabra directa y despojada, poner el dedo en la llaga de los problemas que preo-

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9Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

‘La luz de lo perdi-do’. Autor: Javier Lostalé . Editorial : Chamán . Albace-te, 2020.

Mística corporal‘La luz de lo perdido’ condensa 45 años de creación de Javier LostaléFrancisco Onieva

En La luz de lo perdido. Anto-logía poética 1976-2020 (Chamán, 2020) se con-densan cuarenta y cinco

años de entrega a la poesía por parte de Javier Lostalé (Madrid, 1942). Se trata de la tercera selec-ción de su obra poética -tras Rosa y tormenta (Cálamo, 2011) y Azul re-lente (Renacimiento, 2014), ade-más del libro-disco Tiempo en luna-ción (Ars Poética, 2019). La edición corre a cargo de Esther Peñas, quien firma un conveniente pró-logo y una más que esclarecedora entrevista que actúa de epílogo. El título, que sintetiza todo el uni-verso creativo de un poeta que es-cribe desde la grieta de una pérdi-da, la de amor, con la intención de restaurarla, está tomado de un verso del poema «Dale la mano» de Jimmy, Jimmy.

Este es el hilo conductor de una obra escasa e intensa que, ale-jada de grupos generacionales y de modas pasajeras, se ha ido construyendo a lo largo de los ocho poemarios recogidos en el presente volumen: Jimmy, Jimmy (1976), Figura en el paseo marítimo (Hiperión, 1981), La rosa inclinada (Rialp, 1995; Premio de Poesía Juan de Baños), Hondo es el resplan-dor (1998), La estación azul (Calam-bur, 2004; Premio Francisco de Quevedo), Tormenta transparente (Calambur, 2010), El pulso de las nu-bes (Pre-Textos, 2014) y Cielo (Van-dalia, 2018; Premio Jorge Gui-llén), a los que habría que sumar el ensayo poético Quien lee vive más (Polibea, 2013) y tres poemas iné-ditos.

Jimmy, Jimmy es un canto cele-brativo del cuerpo masculino y de entrega a un tú capaz de dar senti-

«Este es el hilo

conductor de una

obra escasa e intensa

alejada de grupos

generacionales...»

do a la existencia de un yo que vi-ve de manera conflictiva la ten-sión del deseo y encuentra la ple-nitud en el instante sin tiempo en el cual se une al amado. Esta exal-tación se transforma en soledad en Figura en el paseo marítimo, don-de, ante la brevedad del amor, el yo poético pretende restaurar la ausencia del amado a través de una palabra encendida, iniciando así un proceso de autoconoci-miento en el que tantea los enig-mas de la existencia y las oscuras simas interiores.

Tras un silencio de catorce años, Lostalé publica uno de sus títulos capitales, La rosa inclinada, en el que, a partir de la imagen de la rosa, que siguiendo a Juan Ra-

món Jiménez es símbolo de la per-fección y de lo efímero, aborda te-mas como el paso del tiempo, la soledad, la belleza y la plenitud. Sobre estas mismas coordenadas existenciales construye Hondo es el resplandor, con el que inaugura una poesía de tono metafísico y de gran intensidad expresiva, y La estación azul, donde reúne una se-rie de textos en prosa aparecidos en Abc entre 1998 y 2001, que vio la luz en su poesía reunida La rosa inclinada (Calambur, 2002).

Tormenta transparente, tal vez su libro más conseguido, supone una indagación en la esencia del ser a partir del contacto amoroso con el otro. Aunque su tono sea más sombrío, inicia una búsque-

POESÍA

Javier Lostalé.

da de la transparencia y de la esencialidad que continuará en sus dos poemarios siguientes y en los tres poemas inéditos que se re-cogen para la ocasión -si exceptua-mos Quien lee vive más, un conjunto de textos breves en prosa en los que el autor muestra su entusias-mo por la lectura y su pasión por los libros-. A partir del oxímoron del título se teje toda una arqui-tectura del amor, entendido co-mo anhelo, en la que se mezcla lo inalcanzable, la construcción de la propia identidad desde el amante, la pérdida como origen o el deseo incandescente. En El pulso de las nubes, por su parte, destaca el tono de renuncia que se despren-de de la aceptación de la vida, que se sabe vivida con intensidad y plenitud, y de la certeza de una muerte que es asumida con sere-nidad, al tiempo que plantea el amor como trascendencia y salva-ción.

Este proceso de elevación casi mística se materializa en su parco e inabarcable Cielo, en el cual el poeta se encuentra abandonado de sí mismo, lleno de dicha, una vez conseguida una paz interior que le hace vivir pleno y mirar al mundo con gratitud.

Semejante evolución poética desde Jimmy, Jimmy a Cielo se sus-tenta sobre tres pilares básicos: las imágenes surrealistas de Aleixan-dre, la poética del deseo de Cernu-da y el aliento místico de Rilke, to-do con un lenguaje cuidado e in-tenso que se ha ido decantando, buscando la sencillez, para dibu-jar la cartografía sentimental de un yo que intenta construir el amor a través de la ausencia, colo-cando el cuerpo y la sensualidad en un lugar primordial en tanto y en cuanto son capaces de detener el tiempo y de producir la eleva-ción de quien vive en plenitud y da gracias por ello.

Elegía visionariaPOESÍA

Antonio Luis Ginés

El ser humano ante su nueva reali-dad. Podría ser una frase que resu-miera, a grandes rasgos, lo que es-te libro (Deprisa) nos depara. El su-

jeto poético va asimilando los cambios que ya están aquí, que forman parte de nues-tras vidas, nos guste o no, desde una mira-da que juega con distintos planos. La adap-tación a esa nueva realidad fluye como par-te de la propuesta; el planteamiento de asi-milar lo que llega e incorporarlo a la nueva cotidianidad en un reto irrepetible.

Todo ello a una velocidad y un ritmo acorde con esta época, en la que no parece haber hueco para la reflexión. Jorie Gra-ham construye poemas de largo recorrido, en los que suele jugar con la posición del yo

quicio para la belleza es más arduo si cabe, intenso, pero el lenguaje es el recurso per-fecto para esa indagación, para ahondar en el presente y hacia el pasado, trazando una suerte de recorrido no lineal, en el que hay un canto, una elegía a los seres queridos, desde la plena conciencia de que su finitud, de alguna manera, también es la del sujeto poético. Por ello el concepto de tiempo re-sulta tan relevante en este itinerario. Todo es tiempo, y en todo se revela: «El siguiente paso es que no hay paso». O bien: «Todo será enterrado en la tierra». Se aborda esa inme-diatez dolorosa de lo que nos adelanta o nos suplanta (las máquinas, por ejemplo), de lo que nos abandona por puro ejercicio de desprecio del ser humano (la naturale-za), discurriendo en poemas de cierta longi-tud, en los que resulta nada fácil mantener cierto punto de tensión, siempre buscando

esas nuevas conexiones con el medio; esas nuevas «formas de devoción de lo inmedia-to», y con el que está al otro lado, de recono-cerse también en lo que se deja atrás. «Aca-so soy la falta de preguntas», pero no, las preguntas son constantes, inquietantes a veces, que se lanzan porque así lo exige el momento, sin que se espere una respuesta porque solo la pregunta tiene sentido: «¿He-mos alcanzado ya el lugar en el que estába-mos?».

A pesar de que hay momentos en los que el poema no se deja franquear con cierta fa-cilidad, la autora sabe ofrecer ese resquicio para que podamos entrar en la sugerencia, acabando el poemario que con esa elegía a la madre: «dejando que las palabras se des-prendan como el canto de un arrendajo».

‘Deprisa’. Autora: Jorie Gra-ham . Editorial : Bartleby . Madrid, 2020.

MIGUEL ÁNGEL SALAS

para mirar desde fuera o desde dentro, en-trar o salir, según acontezca. La búsqueda de la identidad, de que el yo encuentre su verdadera posición en el nuevo contexto ambiental y temporal, muestra toda una serie de visiones y posturas, generalmente críticas -no siempre explícitas, otras veces veladas pero siempre incisivas- sobre todo lo que nos está pasando, y dirigidas al pun-to de autodestrucción hacia el que camina-mos. Aunque también lo personal -lo fami-liar, lo más cercano- se contextualiza den-tro de este hilo conductor que son los ver-sos, y la ternura y la reflexión tienen cabida cuando el sujeto poético acude a las emo-ciones.

La vida y la muerte en un contexto que se muestra feroz, irreversible, contra el que el sujeto se revela en algún momento, aun-que también acaba por ceder. Buscar el res-

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10 Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

‘Doggerland’. Au-tora: Élisabeth Filhol . Editorial: Anagra-ma . Barcelona, 2020.

La sombra alargada de un tsunami‘Doggerland’, la advertencia medioambiental de Élisabeth FilholPilar Muñoz Aguilar

La amenaza de una fuerte tormenta en las costas del Mar del Norte de conse-cuencias imprevisibles

nos plantea una seria reflexión so-bre la responsabilidad de la ac-ción del hombre en el desequili-brio de la naturaleza. El deshielo del Ártico presiona las costas y puede desembocar en una volup-tuosa pleamar de inundaciones que devoren parte del planeta en un futuro, como ya sucedió con Doggerland, al norte de Escocia, que servía de tránsito entre Yorkshire y Jutlandia durante el mesolítico. O como aconteció con la Atlántida, situada en algún lu-gar entre el Golfo de Cádiz y el Me-diterráneo oriental, ejemplo de ci-vilización culta y avanzada que fue anegada tras un devastador te-rremoto. La tormenta Xaver es el símbolo de la naturaleza que se re-bela con toda su virulencia. Élisa-beth Filhol (Mende, 1965), gestora y analista financiera, explora en sus novelas La Centrale (2010) y Bois

«Filhol nos propone

una interesante

reflexión sobre el

impacto del hombre

en el entorno natural»

II (2014) las condiciones laborales en el mundo actual. En Doggerland (2019) nos propone una perspecti-va del movimiento ascendente y descendente de la economía en correlación con el mercado del pe-tróleo, la inagotable avaricia del hombre y el dramático impacto sobre el medioambiente.

De vez en cuando, historiado-res, geólogos y arqueólogos vuel-ven a indagar en el pasado y a traernos al presente, como lo hace Filhol en esta novela, la sombra de las terribles consecuencias de una catástrofe natural. Es una forma de agitar las conciencias ante la emergencia climática que, sin du-da, requiere de una actuación contundente e inmediata.

En Doggerland laten con fuerza distintos temas como las fluctua-ciones económicas y las crisis cícli-cas del mercado a merced del pre-cio y la demanda del petróleo, que influyen directamente en la con-tratación o destrucción de em-pleo, en los movimientos migrato-rios de las ciudades y en el ánimo

sus profundidades las hondas he-ridas de las tuberías y cables de prospecciones petrolíferas y de gas natural. En su novela, Élisa-beth Filhol nos insta a rememorar al hombre del pasado que pesca-ba, recolectaba y preservaba su en-torno frente al actual, que erosio-na, invade y destruye los cimien-tos básicos del medioambiente po-niendo en peligro su propia super-vivencia. Trenzada a las mareas, a la lluvia y a la furia del viento, hay una relación romántica frustrada que intenta reencontrarse, a pesar de los elementos adversos. La dis-paridad de propósitos y caracteres los ha mantenido alejados duran-te veinte años: a Margaret en la costa de Escocia, a Marc en la de Dinamarca. Este último represen-ta el hombre actual, ávido de ex-periencias, en continuo movi-

NOVELA

Élisabeth Filhol.

CÓRDOBA

miento en su ascenso profesional, sin límites, centrado en el Mar del Norte en la búsqueda de hidrocar-buros. Margaret, de carácter más sereno, ha formado una familia junto a Stephen y sus incursiones en el mismo mar se deben a su pa-sión por la investigación y divul-gación de la cultura.

Filhol nos propone una origi-nal e interesante reflexión sobre el impacto del hombre en el entor-no natural: una carrera vertigino-sa en la que el equilibrio natural y emocional peligra.

El asombroso mundo del marqués de SotoanchoNOVELA

Alberto Monterroso

Hace veintidós años vino al mun-do, parido por la burlona imagi-nación de Alfonso Ussía, un per-sonaje nobiliario, esperpéntico

y tierno a la vez, llamado Cristián Ildefonso Laus Deo María Ximénez de Andrada y Bel-vís de los Gazules, o más brevemente, el marqués de Sotoancho, un millonario libe-ral, heredero de un pequeño feudo llamado La Jaralera, una finca ficticia, situada entre Cádiz y Sevilla, donde el noble gobierna co-mo si fuera un sátrapa en un reino de taifas.

En su primera entrega ya aparecía una pléyade de personajes estrambóticos como yihadistas, guardias civiles, monjas y una madre superiora. Una de las novicias, lla-mada Paula, será objeto de las ansias libidi-nosas del marqués de Sotoancho, que la raptará con ayuda de un grupo paramilitar de soldados serbios contratados a su servi-cio como mercenarios, personal de seguri-dad y mayordomos. Es el inicio de una tra-ma llena de diálogos breves e intensos, con

Alfonso Ussía.

su serie del marqués de Sotoancho. Es la de-cimoquinta entrega, después de que Memo-rias del marqués de Sotoancho. La albariza de los juncos inaugurase la serie en 1998. La última lleva por título La exhumación de papá y el cró-quet (2020).

El marqués de Sotoancho es la imagen distorsionada y esperpéntica del señorito andaluz, dueño de un feudo donde su pala-bra es la ley, millonario hasta el aburri-miento, conservador hasta el delirio, pero profundamente humano. El autor se sirve de este personaje, a veces ridículo, otras fan-farrón, la mayoría de las veces tierno, para dar un repaso cruel y despiadado de las es-tupideces nacionales a que nos vemos so-metidos diariamente: pasan por las páginas las críticas a los políticos, la superioridad de los poderosos, la forma de vida de los poten-tados, la hipocresía del clero, los engaños, el egoísmo y la vanidad para reírse a carca-jadas de las contradicciones de nuestra so-ciedad, desde la óptica de un señorito anda-luz que podríamos calificar de extrema de-recha pero a quien no se le olvida reírse de sí mismo, de las libertades que se toman sus

criados o de los cuernos que le pone su mu-jer. Es en esa faceta, más que en la crítica po-lítica descarnada, donde reside la virtud del marqués de Sotoancho, en la capacidad de relativizar el mundo en que vivimos, de reírse de uno mismo, de mantenerse en sus postulados como personaje del gran teatro del mundo que habitamos estupefactos, es-pecialmente en este país.

Con ironía y sorna a raudales, sin más pretensiones, en poco más de ciento cin-cuenta páginas de agradable lectura, goza-mos de la virtud de ver la realidad que nos circunda, ahoga o invade, según los casos, no con la angustia de un telediario mil ve-ces repetido sino con las dos armas que pue-den aminorar toda estupidez humana: más sentido del humor y más autocrítica.

‘La exhumación de papá y el cróquet’. Autor: Alfonso Ussía . Editorial : Almuzara . Córdoba, 2020.

ANTONIO GIMENEZ

generalizado de sus habitantes. En el centro de este «carrusel» está el individuo, obligado a resistir frente al capricho incierto e ines-table de los vientos que dirigen las riendas del gran barco o «Dogger» de la economía liberal. Un difícil equilibrio sobre un mar de super-ficie deslumbrante que oculta en

juegos de palabras, lenguaje coloquial, si-tuaciones ilógicas, disparatadas, pero lle-nas de humor por los cuatro costados.

Alfonso Ussía (Madrid, 1948), periodista y escritor, ha sido columnista en Abc, La Ra-zón y en el semanario Tiempo. Ha escrito li-bros como Crónica del desastre (Ediciones B, 2005), Mujeres del reino (2009) y No, no y no. Contra la secesión de Cataluña (2013). Acaba de publicar con Almuzara la última novela de

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11Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

‘Las puer-tas del cie-lo’. Autor: José Antonio Sáez . Edi-torial: Dauro . Granada, 2020.

Ángulo del paraísoJosé Antonio Sáez regresa al relato con el libro ‘Las puertas del cielo’Alejandro López Andrada

Ante la virulencia mono-corde de decenas de li-bros aparecidos última-mente, tanto en prosa

como en poesía, y en ensayo, que aportan escasa hondura literaria, consuela encontrar un volumen de relatos en el que destellan valo-res éticos y sociales, un delicioso retablo narrativo donde el lector halla magia y sencillez. Hemos di-cho en alguna ocasión que la bonhomía o la delicadeza al escri-bir no suelen tener buena prensa en la actualidad. El feísmo gratui-to y la maldad que nos rodean contaminan el arte y la creación literaria; está sobrevalorado el malditismo en el plano estético (también en el fondo moral) y, en consecuencia, suelen desdeñarse los libros que centran su argu-mento en la ternura, en las emo-ciones, o resaltan de algún modo valores humanos y éticos impres-cindibles como la compasión o la entrega a los demás.

En la obra del escritor José An-tonio Sáez (Albox, 1957), tanto en su poesía como en su narrativa, sobresale, además de su calidad poética, ese fondo humanista, a veces sagrado, espiritual, que tan-to agradece el lector aficionado a buscar en el tuétano de una obra literaria no materia oscura e infe-cunda, sino luz, una sutil y redon-da claridad. Esa claridad álgida, rotunda, sobresale en las Puertas del cielo, un volumen de cuentos y estampas memorables publicados en antologías anteriores, como in-dica en su prólogo espléndido Pe-dro Domene, resaltando en un punto que estos relatos tan diver-sos «se pueden traducir como ins-tantáneas íntimas que ocupan una página o dos, una extensión calculada donde abundan las imá-genes, las cadenas de asociaciones o las descripciones de ambientes que producen la misma impresión que un verso». Y el pro-loguista matiza unas líneas después que muchas de estas piezas narrativas «están escritas con una prosa cuidada, musical, fluida y repleta de efectos de luz y color». Coincidi-mos absolutamente con Pedro Domene en que este es un li-bro de relatos singulares, de una profunda carga lírica, sus-tentados por un estilo narrativo donde la prosa bebe, a cada paso, de un manantial poético esencial, como puede apre-ciarse en este fragmento del relato titulado «El caño de San Felipe»: «... entre casas de velados huertos floridos, con unas mujeres que modelaron su naciente sensibilidad. Altas fa-chadas de cal donde la luz hería los ojos y se instalaba para siempre en el corazón» (pág. 86). En el cuento citado el au-tor dibuja con acierto, asistido por una ternura prodigiosa y una sensibilidad nada común, la vida de una ancianita de alma prístina que deja una huella indeleble en el alma de su nieto, un niño asombrado por los olores de una casa, en la que, años atrás, hubo una tienda de ultramarinos y co-mestibles, cuya magia seguía flotando en los pasillos y las estancias del edificio décadas después. Y ese niño, u otro, cargado de una brutal melancolía, asistido por una inocen-cia restallante, es el protagonista de otra pieza del volu-men, «Tardes de domingo», acertado retrato de miles de ni-ños de una época, el tardofranquismo, internados en cual-

RELATOS

Un dolor con fruto

POESÍA

José García Obrero

Seno, de Juan José Ruiz Bellido (Se-villa, 1993), no es un libro de de-but al uso. Sus poemas no adole-cen de las inseguridades que, con

frecuencia, acaban dejando abiertas las costuras de las primeras obras, aun de autores que con el tiempo adquieren una consistencia y originalidad fuera de lo común. La sólida formación de Ruiz Bellido explica en buena medida el resul-tado: profesor, especialista en poesía cu-bana, a la que ha dedicado varios ensa-yos, y lector de griegos y latinos, entre otras muchas inquietudes. Seno nace ro-busto, firme, y supone, más que el inicio de un camino, un origen y fin en sí mis-mo, una culminación circular y brillante como una moneda. Incluso en su presen-tación viene arropado por dos caras des-tacadas de la joven poesía española; un prólogo de Juan F. Rivero y el texto en la contraportada de Rodrigo García Mari-na. El primero facilita al lector algunas claves para penetrar en el ejercicio poéti-co «linguísticamente desbordante», en palabras del propio Rivero, que el autor propone en la primera y última parte del libro –«Exergo» y «Anverso»–. Mientras que el segundo dedica sus palabras al nú-cleo del poemario, la que le da título, donde, afirma García Marina, «brota la vida como un hijo» porque «responde al cuidado». Y es que Seno, más allá del im-portante trabajo de experimentación con el lenguaje que le envuelve, sobresa-le por el fruto que se halla justo en esa parte central. Es el testimonio de un pa-dre, de un hombre joven enfrentándose a la experiencia trascendental, y natural al mismo tiempo, de vivir cómo crece en el seno de su compañera el primer hijo y las preocupaciones que le asaltan en el proceso («cuál es el mayor miedo de un padre/cuál es el mayor miedo de un pa-dre que por primera vez lo es padre», es-cribe). Un planteamiento, el de esta ma-nera de entender la paternidad, de com-partir el cuidado, de proximidad con el hijo y complicidad con la madre, que va de la mano de un modelo de masculini-dad distinto, nuevo, y marca una distan-cia abisal con las relaciones familiares tradicionales. Todo ello desde un profun-do ejercicio de empatía, donde el autor manifiesta no poder, ni querer, suplan-tar a los cuerpos protagonistas: el de la madre y el del hijo, como cuando dice: «Su madre no solo piensa en el cuerpo su-yo, sino en el cuerpo tuyo, su cuerpo su-yo y tu cuerpo», o, más adelante: «el parto es un trabajo/ para la madre». Ruiz Belli-do entra a formar parte de un grupo de poetas –Raúl Quinto en Hijo; Francisco Onieva, en Vértices; Iván Onia, en El hijo de Sharon Ods o, con especial paralelismo por la investigación lingüística, Guiller-mo Morales Sillas, en Pegarle a un padre– que están dejando testimonio, en la poe-sía, de una nueva forma de entender la paternidad y sus vínculos.

José Antonio Sáez.

‘Seno’. Autor: Juan Jo-sé Ruiz Bellido . Edito-rial : Cántico . Córdo-ba, 2020.

CÓRDOBA

quier colegio de una patria olorosa a gamuza, queso ameri-cano, coles hervidas y bolas de alcanfor. José Antonio Sáez dibuja con desparpajo y enorme intuición el espíritu de esas tardes grises y otoñales que impregnaban de saudade y melancolía el aire de las calles y la atmósfera gris que flota-ba en los pasillos de los internados y colegios de una época donde la lluvia cubría el cielo azul y la vida era un lento y plomizo atardecer. Ese halo melancólico e invernal im-pregna muchos pasajes del volumen, como vemos, sin ir más lejos, en este párrafo del relato «El tiempo perseguido»: «Esta luz apagada de finales de enero es como un réquiem, como una liturgia de difuntos» (pág. 109) o en este otro de «Glorieta de los magnolios»: «Has venido a verme hoy preci-samente que la nieve cubre el portal de la casa y resbala el tiempo invernal sobre el cadáver de los erizos atropellados en las carreteras» (pág. 114). En estos relatos, como en mu-chos otros del volumen («El tiempo perseguido», «Luciérna-gas» o «El alma de los pájaros»), asoma la mano intuitiva de un autor, narrador y poeta, dueño de un universo literario absolutamente auténtico, original. Quien se asome a este li-bro y se adentre en sus pasillos saldrá más sereno, azul y re-confortado. José Antonio Sáez nos dibuja con gran tino los ángulos de un paraíso que perdimos el día en que se aleja-ron para siempre las tardes frías y azules de la niñez.

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12 Diario CÓRDOBASÁBADO 7 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Cuadernos del Sur

Parece que cada día nos conformamos con menos, con mucho menos. Tenemos de-lante de nuestros ojos auténticas maravillas y nos empeñamos en defender lo indefendi-ble, la mala literatura. ¿No será que nos he-mos convertido en di-vulgadores de la men-tira? ¿O tal vez somos incapaces de recono-cer lo que realmente merece la pena? Mu-cha culpa de ello la tie-ne nuestra horizonta-lidad. Nos empeña-mos en quedar bien, en manifestar en re-

des sociales nuestro compromiso (¿qué compromiso?), en vaciar nues-tras mentes cubriéndolas de medio-cridades, es la horizontalidad. Escribía Rafael Cadenas: «Quisiera que este trabajo fuese testimonio de un recio amor». Y tal vez falte amor, amor verdadero, pero ese descubri-miento tan solo es posible con la lec-tura de los clásicos, con la lectura y con la relectura, olvidar para siempre lo que nos llega que ya hasta ha perdi-do el sentido del ritmo, el sentido del tono y el sentido de la verdad. Sí, es la horizontalidad. Y cuánto daño hace la filología en to-do esto que comentamos, esa canti-dad de estudios innecesarios, con múltiples notas; la carrera filológica es ahora la carrera de la ignorancia. Si conseguimos dejar atrás nuestra hori-zontalidad y levantamos un poco más la vista, aunque moleste ya que no es-tamos acostumbrados, procederemos a visualizar un inmenso descubri-miento, conseguiremos acercarnos un poco más a la verdad, a la auténti-ca verdad, que es amor. Escribía Auden en su breve ensayo Lo

frívolo y lo serio: «El hombre desea ser li-bre y desea sentirse importante. Esto lo pone en un dilema, pues cuanto más se emancipe de la necesidad se sentirá menos importante». Termina-ba Auden el ensayo: «Ningún ser hu-mano puede hacer feliz a otro». Y aña-do, salvo los clásicos. Y Rafael Cade-nas finalizaba la frase anterior escri-biendo: «El amor a la lengua».

Javier Sánchez Menéndez

VacíoLAS GUARDAS

‘Jardín Gulbenkian’. Autor: Juan Antonio González Iglesias . Editorial : Visor . Madrid, 2020.

Culturalismo humanista‘Jardín Gulbenkian’, de González Iglesias, logra el Premio de la CríticaFrancisco Morales Lomas

Me congratulo de haber partici-pado como jurado en dos de los premios más significativos que ha obtenido González

Iglesias, el Ciudad de Melilla a su obra Con-fiado y el Nacional de la Crítica a Jardín Gul-benkian. Estamos en presencia de un autor con una enorme riqueza cultural que tiene como maestro al valenciano Jaime Siles, uno de los grandes poetas de los 70, que be-be directamente en las fuentes clásicas: Vir-gilio, Ovidio, Horacio, Petronio, los preso-cráticos, Epicuro, Platón, Lucrecio... Gonzá-lez Iglesias asume esta rica tradición, no en vano es catedrático de Filología Latina en la Universidad de Salamanca. Existe una larga tradición de escritores para los que el jar-dín, metonímicamente, y la naturaleza en general simbolizan un espacio para sentir-se ser, para ser más humanos. Así lo encon-tramos en Whitman, Browning, Words-worth, Arnold, Coleridge… pero también Garcilaso, Pedro Soto de Rojas, Antonio Ma-chado, Juan Ramón Jiménez… González Iglesias toma un gran emblema del siglo XX, el conjunto arquitectónico Gulbenkian en Lisboa (con un museo extraordinario, un majestuoso edificio, biblioteca de arte, archivos, editorial… y un jardín extraordi-nariamente asombroso) para desarrollar una poesía con proyección alegórica que sea un paradigma del hombre contemporá-neo, que debe asirse a la naturaleza y la cul-tura como un binomio de largo recorrido que le permita encontrarse consigo mismo. A lo largo del poemario, este encuentro sen-timental consigo mismo, con sus seres que-ridos, con sus espacios para vivir nos permi-ten una lírica de singular energía y de gran interés para despertar lo más profundo del ser, ese que mira hacia su interior, hacia su sensibilidad y su mente, y ve que la cultura, el lenguaje, la poesía… son los elementos que nos definen como humanos. Todos esos referentes culturales nacen, son em-pleados objetivamente por González Igle-sias para mostrarnos una poesía bellamen-te humana, sensitiva y muy apegada al ser humano del siglo XXI: «El jardín -dice en el prólogo- recorta sobre la superficie un frag-mento de un mundo bien hecho, que acaba equivaliendo al mundo». Este mundo es el que nos muestra en treinta y nueve poemas que aúnan poesía y arte, cultura y vida, el encuentro del idioma con la mejor tradi-ción clásica, a un Lucrecio y su De rerum natu-ra en la mejor singladura epicúrea y ese cos-mos de átomos fortuitos que se mueven en el vacío. Con este libro González Iglesias canta «la poesía contemporánea y sus jardi-nes, porque la poesía tiene su lugar en el ar-te», pero sobre todo canta la bondad de la vi-da, sus frutos, su entusiasmo. Existe desde el principio una especie de alegoría litúrgi-ca por la que somos raptados y en la que nos vamos a adentrar para sentir la explicación de la belleza de lo creado, pero también de lo recreado por el ser humano, en este caso por el armenio Gulbenkian. Y nos dejamos embriagar por las sensaciones de lo obser-vado, pero también miramos hacia adentro para contemplar nuestro propio microcos-

«... en esto consiste el

poemario, en la ceremonia

de la salutación hacia la

belleza de lo creado»

esencial es en el que ancla su poesía que bu-cea en lo que «fue reunido por amor». Busca su sentido más intrínseco, explica el desve-lo de su creador, un ser humano, su magni-ficencia y su canto inaugural que nos per-mite salvar lo más profundamente huma-no que existe en nosotros. Penetrar en estos jardines es hacerlo en la verdad del ser, en ese bosque de pinos, en su libertad y hermo-sura indeterminada que prolonga la razón de ser del planeta: «Este pinar, sus troncos inclinados/hacia el Sol desde el centro de la Tierra/son líneas en el cosmos. Se mere-cen/también la reverencia humana».

Y en esto consiste el poemario, en la cere-monia de la salutación hacia la belleza de lo creado, que también es la palabra y su capa-cidad para nombrar, «para hablar de lo be-llo y lo preciso».

POESÍA

Juan Antonio González Iglesias.

ELSA GARCÍA SÁNCHEZ

González Iglesias canta «la

poesía contemporánea y sus

jardines, porque la poesía

tiene su lugar en el arte»

mos: «...Y ahora yo creo/y espero todo. Y nie-go que seamos nada más, solo energía». El jardín no es solo un pretexto contemplati-vo, que también, sino un encuentro con el otro ser humano, alejado del odio («Todo son datos multitudinarios/que conducen al odio») y el mundo profanado, asido a la tierra, donde se alcanza lo sublime en lo más sencillo, y el amor por un cuadro pue-de revelar el mundo. Ese discurso de lo