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    223NMADASFLREZFLREZ, J.Y APARICIO, J. R.: ARTURO ESCOBARYLAPOLTICADELADIFERENCIA

    * Psicloga, Doctora en Psicologa Social. Profesora de la facultad de psicologade la Pontificia Universidad Javeriana (Bogot - Colombia). E-mail:[email protected]

    ** An troplogo. Candidato a Doctor en An tropologa. Profesor asistent e deldepartamento de lenguajes y estudios socioculturales. Facultad de cienciassociales de la Universidad de Los Andes (Bogot - Colombia). E-mail:[email protected]

    Arturo Escobar y la

    poltica de la diferencia:recorridos por los debates delas ciencias sociales

    Juliana Flrez Flrez* y Juan Ricardo Aparicio**

    Este artculo comienza explorando algunas aproximaciones a la obra de Arturo Escobar que han sido reiterativas en laliteratura especializada de los ltimos aos. Los autores rescatan los aportes que se le atribuyen y los cuestionamientos queha recibido, para luego considerarlos a la luz de su vida y de nuestra propia postura frente a lo que han significado susprocesos de creacin para el debate de las ciencias sociales contemporneas. El artculo cierra presentando una aproxima-cin a una faceta de la vida y obra de Escobar que ha recibido menos atencin por parte del mundo acadmico: su apuestapor la poltica de la diferencia, y propone entonces considerarlo un pensador de la diferencia.

    Palabras clave: Arturo Escobar, diferencia, ciencias sociales, Pacfico, Colombia, post-desarrollo.

    Este artigo comea explorando algumas aproximaes obra de Arturo Escobar que foram reiterativas na literaturaespecializada dos ltimos anos. Os autores resgatam as contribuies que lhes foram atribudas e os questionamentos que

    receberam, para logo consider-los luz de sua vida e de nossa prpria postura diante do que significaram seus processosde criao para o debate das cincias sociais contemporneas. O artigo termina apresentando uma aproximao a umafaceta da vida e obra de Escobar, que recebeu menos ateno por parte do mundo acadmico: sua aposta pela poltica dadiferena, e prope ento consider-lo um pensador da diferena.

    Palavras-chaves: Arturo Escobar, diferena, cincias sociais, Pacfico, Colmbia, ps-desenvolvimento.

    Some common approaches to Arturo Escobar work by the specialized literature of recent years are the subject matterof this article. Contributions attributed to him and critiques he has received are gathered here and then analyzed taking intoaccount both his life and our interpretation of his creation processes significance to the contemporary social sciences debate.Then the article analyzes his commitment with the policy of difference, a particular aspect of Escobars life and work thathas got little attention by the academic sphere. Finally, we propose to think of Escobar as a thinker of the difference.

    Key words: Arturo Escobar, difference, social sciences, Pacific, Colombia, pos-development.

    ORIGINAL RECIBIDO: 28-XI-2008 ACEPTADO: 13-III-2009

    [email protected] PGS.: 222-241

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    Hay varias maneras de abordar la vida y obra deArturo Escobar. La nuestra se deriva de conversacio-nes, correos electrnicos, momentos acadmicos, inves-tigaciones, otros momentos ms personales, paseos,comidas, y tambin preocupaciones compartidas a lo

    largo de nuestro propio periplo por Chapel Hill, Barce-lona, Bogot y Cali. No queremos aproximarnos a ArturoEscobar como a un individuo aislado y profundamenteescindido de las mltiples relaciones que han configu-rado su biografa. Tampoco queremos idealizar niromantizar sus propuestas tericas y polticas, lo cualira en contra de muchas de las preocupaciones quehan marcado su trayectoria. Pero en este texto s procu-ramos una mirada no inocente (Haraway, 1991) de lavida y obra de Escobar. Una mirada parcializada por laadmiracin y el afecto construidos tras varios aos dehaber sido sus estudiantes y, ojal, cmplices en su ma-

    nera de habitar y ser en el mundo. Por ser parcializada,esta mirada tambin ser limitada, entre otros asuntos,por el privilegio dado en la academia al lenguajeescritural. De ah que las fotografas incluidas en estetexto, as como los afectuosos intercambios con VickyEscobar, Magda Corredor y Catalina Severino que hi-cieron posible obtenerlas, ocupen un lugar primordialen la produccin de sentido del artculo.

    * * *

    Una entrada comn a la obra de Escobar la ofreceel conocimiento geopolticamente producido en tornoa una regin determinada. Nos referimos a los areastudies, tpicos de la academia estadounidense. Siguien-do esta lnea, se considera a Arturo Escobar unlatinoamericanista o, incluso mejor, un colombianista. Uncerebro fugado del pas1 dedicado durante ms de tresdcadas a comprender las dinmicas nacionales. Des-de esta perspectiva, cobra sentido su ocasional vincula-cin a cargos administrativos, como por ejemplo, ladireccin del Instituto de Estudios Latinoamericanos(ILAS por sus siglas en ingls) de la Universidad de

    North Carolina en Chapel Hill entre 2004 y 2007, o suparticipacin en el Comit Ejecutivo de la Asociacinde Estudios Latinoamericanos (LASA por sus siglas eningls) entre 2002 y 2005.

    La adscripcin de Escobar al saber experto en unaregin determinada es todava ms especfica cuandose lo considera un pacificlogo: un autor entregado aexplicar y cuestionar cmo ha sido construido, imagi-

    nado y disputado el Pacfico colombiano. Su especialsensibilidad por esta regin queda plasmada en el her-moso lienzo de la selva tropical-lluviosa pacfica queocupa la pared central de su oficina; tambin en lahamaca que todava est pendiente de colgar all mis-

    mo. Tericamente, la apuesta por esta regin es reco-gida en el libro que edit junto con su amigo y colegalvaro Pedrosa, Pacfico: desarrollo o diversidad? Esta-do, capital y movimientos sociales en el Pacfico colombia-

    no (1996). En la introduccin a la variedad de textosque compila esta interesante obra, los autores ofrecentres sugerentes claves para estudiar la conformacincontempornea de territorios. Una primera clave, eva-diendo el anlisis excluyente de los procesos deglobalizacin o de localizacin, es analizar la configu-racin de territorios desde una perspectiva multiescalar.

    As, la construccin del Pacfico en la dcada de los

    ochenta y noventa, se entiende como el producto decomplejos y contradictorios cruces entre dinmicasglobales (la irrupcin de lo biolgico como hecho so-cial, la circulacin del discurso de la diversidad tnica,la responsabilidad de guardianes asignada a comu-nidades que habitan en ecosistemas frgiles del pla-neta, etc.), dinmicas en la escala nacional (polticasde apertura econmica) y, tambin, dinmicas locales(proyectos desarrollistas que empezaron a definir elPacfico como una zona pobre destinada a progresarmediante la construccin de vas, presas, puertos, etc.).

    Una segunda clave que proponen los autores es anali-zar el impacto de viejas y nuevas formas de capital en laconfiguracin de territorios. En trminos de Hardt y Negri(2002 y 2004) diramos que plantean un estudio si-multneo del trabajo material e inmaterial. Examinanentonces, las viejas formas de capital que han confi-gurado el Pacfico, verbigracia, las vinculadas con lainstalacin de camaroneras industriales, industriamaderera y minera (sobretodo aurfera), monoculti-vos extensos (de palma africana, planta de coca desti-nada a produccin de cocana, etc.), sin descuidarpor ello el estudio de las nuevas formas de explota-

    cin capitalista centradas, por ejemplo, en labiodiversidad de la regin (multinacionales farmacu-ticas) o en la exacerbacin del exotismo mercantilizado(megaproyectos tursticos). La tercera clave, tal vezla ms general, se refiere a una de las preocupacionescentrales de Escobar: la antropologa de la modernidad,es decir, el anlisis de las construcciones culturalesde la economa, la naturaleza, el sujeto y la sociedadpeculiares a la modernidad occidental.

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    Este tipo de produccin intelectual y poltica de Esco-bar nos permite considerarlo latinoamericanista, colombianista y pacificlogo. Se trata de una catalogacin que hallarvarios reproches en el hecho de que el autor no ha estadola mayor parte del tiempo en ninguna de estas regiones.

    Una crtica en esta direccin la podemos encontrar en laresea que Jean Copans (2008) hace en la Revista de An-tropologa Social europea de la publicacin editada porArturo Escobar y Gustavo Lins Ribeiro World Anthropologies:Disciplinary Transformations in Contexts of Power (2006). Yes cierto que durante los ltimos 32 aos, la carrera profe-sional de Escobar ha tenido como escenario la academiaestadounidense: dos aos en la top University de Cornell;once aos en la Universidad de California en Berkeley,sede de las legendarias movilizaciones de los sesenta ysetenta; once aos tambin en la Universidad deMassachusetts, en el impronunciable pueblo de Amherst

    (como lo refiere el escritor cataln Eduardo Mendoza); y,finalmente, nueve aos en la Universidad de North Caro-lina donde an trabaja, instalado en el idlico y hippiepueblito de Carrboro, junto a Chapel Hill, epicentro de ladieta al autntico estilo del slowfood, y uno de los pocoslugares del mundo donde por decisin popular el transpor-te pblico es gratuito.

    Sin duda estamos hablando de una trayectoria porfuera del pas, con la excepcin de una intensiva esta-da en los ochenta, cuando en el marco del trabajo decampo de su tesis doctoral Escobar realiz una exqui-sita etnografa institucional en el Departamento Na-

    cional de Planeacin; ms especficamente, en la unidadde planeacin alimentaria y nutricional y en la de de-sarrollo rural integrado de las ciudades de Bogot y Cali.Ambas dependencias consideradas por el autor comoimplementadoras, aunque a veces de forma crtica ycreativa, de los discursos del desarrollo. Justamente fueall donde conoci a su amiga Cristina Rojas, quien aosdespus escribira una tesis sobre la configuracin lati-noamericana de regmenes de representacin produc-tores de violencia, dominacin y exclusin (Rojas,2001), que ha estado tan presente en la obra de Esco-bar. Desde entonces, tambin son excepcionales sus

    viajes sistemticos al pas y, muy particularmente, alterritorio-regin del Pacfico (como lo denomina el Pro-ceso de Comunidades Negras). Quizs uno de los via-jes ms especiales fue en 1997. Un ao antes, Escobarhaba coincidido con Maria Keita, Debbie Fredo yCheikh Oumar Coulibali en el taller Desaprenderel Desarrollo, celebrado en Mali. Durante el vera-

    Ceremonia de Graduacin en Chapel Hill - 2007.

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    no siguiente se encontraron de nuevo en el XX Con-greso mundial de investigacin accin participativa(IAP), organizado por Orlando Fals Borda (en la mis-ma ciudad de Cartagena donde veinte aos atrs sehaba celebrado el I Congreso de IAP). Aprovechan-

    do su estancia en Colombia, Escobar y sus colegas crti-cos del desarrollo aceptaron la invitacin del PCN (redde movimientos Proceso de Comunidades Negras) paravisitar la Costa Pacfica. La idea era empezar a tenderpuentes interculturales entre frica y la afrocolombianacomunidad del ro Yurumangu.

    Tambin podemos recordar como excepcional elnexo de Escobar con la Universidad del Valle, dondeinici su carrera acadmica y pudo compartir con lasactivistas que impulsaron una de las primeras publica-ciones feministas del pas: Cuntame tu Vida: Revista deMujeres. De manera ms amplia, podramos hablar desu excepcional vnculo con la ciudad de Cali, escena-rio de esta primera trayectoria. All particip tanto enlos movimientos estudiantiles como en las discusionesexistenciales locales de los aos setenta. Y es que estaciudad que no es su natal Manizales siempre ha es-tado presente en la obra de Escobar, quiz de manerasutil pero permanente. La publicacin Fragments of theCity of Cali condensa este inters del autor. En ella,

    Escobar hace una aproximacin fresca y verstil a laciudad, centrndose en protagonistas y temas comn-mente marginados. Presenta a Cali como una ciudadde contrastes y contradicciones, donde las actividadesde la gente desbordan las lgicas del planeamiento ur-

    bano; donde los controles del espacio, los lugares y lapoblacin, deben vrselas con los complejos crucesidentitarios de clase, gnero y etnia. Se pregunta porlas tcticas de hbitat y las prcticas corporales y espa-ciales que trazan cotidianamente los miles de motoci-clistas que transitan por las calles de Cali, en esa noblemquina, salvacin del pobre para realizar mltiplesactividades en una ciudad de complejidad creciente.Tambin nos habla all de la nostalgia que llega con labrisa sensual de las tardes caleas para rememorar esetiempo pasado de hermosos rboles milenarios arrasa-dos con el advenimiento de la cultura del cemento de

    los Juegos Panamericanos (1971) y, recientemente (enlos ochenta y noventa), recargada con la bonanza delcartel de la droga. En su recorrido por Cali, no podafaltar la referencia a la salsa; msica que se ha esparci-do lentamente por toda la ciudad, transgrediendo lasfronteras de clase y convirtindose en el ritmo hegem-nico (Escobar, 2000). Varias dcadas despus de su for-mativo perodo en la Universidad del Valle, la posturacrtica de Arturo Escobar frente a las dinmicas polti-

    Con estudiantes de doctorado en Buenos Aires, abril-junio del 2008.

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    cas de su ciudad sigue presente, slo que atravesadapor el dilogo con anlisis culturalistas (del corte queacabamos de ver) y con otras fuentes crticas de teoray praxis, como el giro decolonial. Al respecto, en la in-troduccin de su libro Ms all del Tercer Mundo.

    Globalizacin y diferencia, nos dice:Sabemos, por ejemplo con el anlisis de Cristina Rojas(1994), pero tambin a partir de otros autores y autoras,que estos regmenes de representacin como aquel fa-moso modelo de Sarmiento que distingua entre civiliza-cin y barbarie fueron generadores de violencia,dominacin y exclusin de indgenas y negros, mujeres yclases populares, entre otros. Se podra decir que hoysomos, o vivimos, la historia de estos regmenes. Bastamirar a una ciudad como Cali para ver una urbe quevive de espaldas a la realidad cruel de la exclusin,

    marginacin y explotacin de su mayora negra, tantoen trminos espaciales como culturales y econmicos.Esta situacin es tan slo el resultado de una larga histo-ria que en gran medida an est por escribirse: una his-toria social y ambiental amplia del gran Valle del Cauca,de su apropiacin por un pequeo grupo blanco-mestizode hacendados de la caa y ganaderos para su propiobeneficio, con el resultado de una destruccin ambien-tal que pareciera no conocer lmites, la pauperizacin delas clases populares, y la perpetuacin de un rgimenregional profundamente racista. Cosas muy parecidas po-

    dran decirse de la mal alabada colonizacin antio-quea en otras regiones del pas. En el fondo de estosmodelos tambin encontramos manifestaciones localesde un acendrado eurocentrismo (Escobar, 2005: 13).

    Desde la perspectiva regional de los area studies quevenimos refiriendo y frente a los reproches de ausentismodel pas, podemos afirmar que el itinerario de Escobarpor los Estados Unidos no le ha impedido mantener in-tensas conexiones con Colombia, menos tener una fuertepresencia en el debate nacional sobre las ciencias so-ciales. Eso nos indica que hay diferentes maneras de

    estar en los lugares, distintas formas de habitarlos y deentender cmo ellos nos habitan. En este punto es per-tinente recordar la invitacin de Marisol de La Cadena(antroploga, feminista peruana y tambin amiga deEscobar) a reconocer la urgente necesidad de plantearlos debates de las ciencias sociales suspendiendo el prin-cipio aristotlico de la no contradiccin sobre el que seha fundado la modernidad2. Para este caso, diramosque podemos estar y no estar al mismo tiempo y que, tal

    vez, no sea tan importante corroborar la autenticidadregional de un autor/a, sino ms bien, prestar atencina cmo su produccin de saber est contribuyendo acrear territorios. Lo mismo podemos pensar para el casode miles de inmigrantes, quienes dispersos por todo el

    mundo siguen configurando transglobalmente su terri-torio de origen.

    Por otro lado, una aproximacin regionalista a laobra de Escobar resulta bastante limitada si nos perca-tamos de que sus propuestas tericas y polticas van msall de las fronteras colombianas. Esto es significativoporque indica que las miradas sobre Colombia no seagotan en Colombia ni son nicamente por y para Co-lombia; los problemas del pas y los anlisis de este lu-gar del mundo tambin son parcialmente vlidos pararepensar escenarios de lucha de otras zonas similares

    por su riqueza en biodiversidad o por albergar luchasarticuladas por grupos histricamente expoliados. Porejemplo, escenarios de lucha en Sudn, Angola o Sie-rra Leona. En ese sentido, las propuestas de Escobarhan enriquecido los debates de las ciencias sociales deotras regiones distintas a las de este pas. As lo enten-di el Instituto Gore y el Consejo para el Desarrollode Investigacin de las Ciencias Sociales de frica(CODESRIA) cuando en el verano de 1996 le exten-di una invitacin a Dakar, Senegal, para exponer sutrabajo Imaginando una era post-desarrollo (1996a)

    basado en su crtica al desarrollo. En este sentido, esta-mos ante una produccin terica que se reconoce ex-plcitamente producida desde un lugar particular y, sinembargo, logra conectarse con los problemas socialescontemporneos de otros lugares. Un claro ejemplo enesta direccin es la aproximacin de Escobar al doloro-so desplazamiento que azota a nuestro pas. Sin recha-zar las estadsticas ni desestimar los discursos oficialesde los organismos internacionales (ACNUR-ONU) ynacionales (CODHES) que tratan este problema enColombia, el autor examina el desplazamiento ubicn-dolo en el horizonte ms amplio de la modernidad/

    colonialidad. En el artculo Desplazamientos, desarro-llo y modernidad en el Pacfico colombiano (Escobar,2003 y 2005), se adhiere a quienes desde distintas ver-tientes han afirmado que la modernidad capitalista, porsu naturaleza expansiva, es generadora de desplazamien-tos (Marx, Giddens, Virilio). Pero al mismo tiempo, sesuma al inters de quienes examinan los mecanismos atravs de los cuales la propia modernidad ha desplega-do dispositivos de control frente a esos desplazamientos

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    (Foucault, Deleuze y Guattari, Vattimo). Lo interesan-te de la perspectiva de Escobar es que propone consi-derar ambas lgicas de la modernidad operandosimultneamente; insiste en que son dos lgicas en apa-riencia contradictorias pero complementarias entre s.

    De ah que entienda como un grave problema social elaumento de la brecha entre ambas lgicas; en sus pala-bras, que uno de los actuales problemas de la moderni-dad capitalista sea tender a generar procesos de dis-placingcada vez ms difciles de remediar con los dispositivosde re-placingprevistos por la misma modernidad. Desdeel punto de vista heurstico, esta propuesta es sugeren-te porque invita a identificar cules son los dispositivosde desplazamiento que estn operando en un lugar de-terminado. En el caso del Pacfico colombiano, habla-ramos al menos de tres dispositivos de dis-placing: eldesarrollo (las polticas desarrollistas impulsadas por el

    gobierno colombiano durante los ochenta: construccinde vas, puertos, etc.), el capital (tanto el legal de lasmultinacionales y empresas nacionales como el ilegalde la economa narco-centrada) y, por ltimo, la guerra(de actores armados legales e ilegales pero funcionan-do bajo los mismos principios blicos de silenciamientodel otro). Igualmente, este abordaje del desplazamien-to resulta potente porque, en un escenario de comple-jas tensiones globales y locales, contempla no slo losdispositivos de dis-placing producidos por la moderni-dad, sino adems, las estrategias de resistencia cultural

    y ecolgica que para remediarlas estn desplegando losmovimientos sociales. En la Costa Pacfica colombianahablamos de las estrategias desarrolladas, entre otrosmovimientos, por la red Proceso de Comunidades Ne-gras (sobre la que volveremos ms adelante).

    Por ltimo, calificar a Escobar simplemente comolatinoamericanista, colombianista o pacificlogo, obviael hecho de que su inters por escribir sobre Latinoa-mrica, Colombia y el Pacfico est estrechamente vin-culado con su insistencia en producir desde estos lugares.Lo anterior queda claro en la introduccin a la publi-

    cacin Las mujeres y las polticas de lugar, donde ArturoEscobar y Wendy Harcourt apuestan por una poltica dellugar; esto es, por las diversas luchas de mujeres en tor-no al cuerpo, el medio ambiente, la comunidad y elmbito pblico que estn redefiniendo el sentido de lopoltico as como las formas de hacer poltica (Harcourty Escobar, 2007). Sin duda, estamos ante un inters decorte claramente feminista. Y aqu tenemos otra entra-da a la vida y obra de Arturo Escobar. Sus trabajos han

    sido producidos desde lugares concretos no por unregionalismo re-encauchado, sino muy por el contra-rio, por la apuesta abiertamente feminista de producirdesde un lugar situado, desde un lugar encarnado. Eneste punto vale la pena rescatar varias fuentes de in-

    fluencia feminista en la obra del autor.Una fuente primordial en este sentido han sido sus

    polticas de vida feministas procurar la igualdad, la justadivisin sexual del trabajo, una produccin de saberessensibles, el cuidado respetuoso de s mismo y de losotros, incluida la naturaleza, etc. Son polticas queArturo Escobar ha ensayado y debatido en la cotidia-nidad de su relacin con su madre, Yadira Velsquez,su hermana Mara Victoria y, por supuesto, su compa-era Magda Corredor. Otra fuente de influencia femi-nista en la obra de este autor es la complicidad y el trabajoconjunto con intelectuales feministas con quienes ha teni-do nexos ms continuos (Sonia lvarez, WendyHarcourt, Julie Graham, Katherine Gibson, DianneRocheleau o Jackie Urla) o ms espordicos (Magdale-na Len, Lourdes Arizpe, Virginia Vargas, Mara Cristi-na Salazar, Jeannette Rojas o Yolanda Arango). Soncontactos que han nutrido al autor pero tambin al fe-minismo. Como dicen Julie Graham y Katherine Gibson,Arturo Escobar ha sido un excelente colega y compa-ero; su continua apertura, el contagioso entusiasmopor diversas corrientes tericas y las conexiones teri-

    cas e interculturales que traza, nos hacen sentir quesomos parte de algo que est construyendo un mundomejor3. En esta misma lnea de influencia feminista,tambin habra que considerar lo que Escobar entiendecomo la prctica de trabajar en proyectos diversos bajo uncriterio feminista (por ejemplo, con Marisol de La Cade-na, Evelina Dagnino o Libia Grueso). Por ltimo, otrafuente de inspiracin feminista en la obra de ArturoEscobar han sido ciertas pensadoras como Lucy Irigaray,Marilyn Strathern, Gloria Anzalda o Donna Haraway.

    Durante los ochenta en la Universidad de California

    (Santa Cruz), Escobar hall un espacio propicio paracompartir con estudiantes de doctorado que luego se-ran amigos y amigas feministas tambin influyentes ensu trayectoria vital y acadmica. Un legado de Harawayque recoge especialmente la obra de Escobar es la epis-temologa situada, expuesta por la autora en el famosolibro Simios, cyborgs y mujeres. La reinvencin de la Natu-raleza (1991)4. Bsicamente, en este libro la propuestade Haraway es que para evitar el truco divino de mirar

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    A rturo y hermanos (M ara Victoria y Chepe),a los 4 aos de edad.

    En el knder.

    Arturo y Magda Corredor, su compaera.

    Con un colega de Chapel Hill (Mark Driscol) en Tokio, septiembre del 2007.

    Con estudiantes de doctorado en Buenos Aires, abril-junio del 2008. En su oficina de Chapel Hill.

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    desde un solo lugar (el de la verdad absoluta y trascen-dente del positivismo) o el de mirar desde cualquierlugar (segn las convenciones relativas a cada locali-dad, como plantea el relativismo), debemos procurarun conocimiento situado: un saber que, aun partien-

    do del reconocimiento ontolgico de que la realidad essocialmente construida, polticamente debe asumir queslo puede mirar desde un lugar particular, un lugarencarnado (Haraway, 1991); un saber que debe hacer-se responsable de mirar desde un lugar limitado por laspropias condiciones de existencia. La apuesta por unconocimiento situado est presente a lo largo, ancho yprofundo de la obra de Escobar. Y lo observaremos noslo en su insistencia en producir teora desde el Pacfi-co, Colombia o Amrica Latina, sino tambin en la aten-cin que le presta a la escritura. Y aqu vamos a otrolegado de Haraway en la obra de Escobar. Segn este

    autor, uno de los grandes aportes de esta feminista alactual debate de las ciencias sociales ha sido atreversea ensayar una forma distinta de escribir; una escrituraverstil, inadecuada5, irnica, que subvierta las for-mas androcntricas privilegiadas por la academia. Re-cordemos que, segn Haraway (1997), en el centro delmodelo de ciencia occidental y moderna se halla unaforma de escribir masculina que toma como figura cen-tral al testigo modesto propuesto por el filsofo expe-rimental Boyle en el siglo XVII y cuyo punto cero deobservacin garantizara un conocimiento objetivo y

    desencarnado, alejado de cualquier juicio personal(Haraway, 1997). De ah que para la autora debamosensayar formas escriturales situadas. Algo a lo que seha atrevido Arturo Escobar y por lo cual, podemos decirque su inters en producir saber desde un lugar concreto,en este caso Colombia, tambin se debe al hecho deque es un feminista. Es ms, podemos ver la apuesta deEscobar desde una doble perspectiva feminista ydecolonial si nos adherimos a la tesis de Liliana Vargas(2007), segn la cual, el punto cero de observacin re-querido por el testigo modesto en la Inglaterra delsiglo XVII del que nos habla Haraway, es el comple-

    mento moderno del ejercicio colonial de distanciarse ycontrolar al otro, propio del saber desplegado en laNueva Granada del siglo XVII que propone Castro-Gmez en su obra La hybris del punto cero. Hablamosentonces de Arturo Escobar como un feminista-decolonial.

    Una nueva entrada comn a la trayectoria de esteautor es el carcter heterodoxo de su formacin acad-

    mica. Paradjicamente, Escobar es reconocido como unode los antroplogos ms polmicos internacional ynacionalmente (ms adelante veremos por qu); dehecho, ha estado vinculado al Instituto Colombiano deAntropologa e Historia (ICANH) como investigador

    asociado. Y sin embargo, no es antroplogo. A sus estu-dios de Ingeniera Qumica (Universidad del Valle,Cali), sigui un ao de Bioqumica en la Escuela deMedicina de la misma institucin, y luego, una maes-tra en Ciencias de la Alimentacin y Nutricin Inter-nacional (Universidad de Cornell, Ithaca, Nueva York).El mismo lugar donde muchos aos despus su herma-no Jos Fernando Chepe hara una destacada carreracomo matemtico, que le valdra el prestigioso premioPresidential Faculty Fellow otorgado anualmente enEstados Unidos a quince cientficos, muy pocos latinos.Desde la perspectiva de Escobar, la estancia en Cornell,

    adems de ser un lugar de referencia afectivo por suhermano y el lugar de su primer encuentro con EE.UU.,signific comenzar a entender el problema del hambremundial, complejizndolo desde distintas perspectivasdisciplinarias (nutricionales, agrarias, polticas, etc.) ascomo desde variados referentes geogrficos (principal-mente africanos: Etiopa, Gana, Tanzania, etc.). No fuesino hasta los inicios de su doctorado interdisciplinarioen Filosofa, Polticas y Planeamiento del Desarrollo delTercer Mundo (Universidad de California), que ArturoEscobar hizo un giro definitivo hacia la antropologa.

    Pero aqu debemos ser ms puntuales y decir que fueun giro hacia la antropologa post-estructuralista. Comobien sugiere Eduardo Restrepo, esta reorientacin dis-ciplinar toma como escenario Berkeley en el precisomomento en el que esa institucin se constituye en unode los epicentros del giro postestructuralista de laantropologa:

    La inclinacin [de Escobar] hacia la antropologa engeneral y hacia el posestructuralismo en particular co-mienza con una lectura medio accidental del libroMichel Foucault: beyond structuralism and hermeneutics,

    escrito por Paul Rabinow y Hubert Dreyfus. Hasta en-tonces, Escobar haba estado interesado en evidenciarlos lmites del desarrollo mediante la evidencia de espe-cficos casos, en los cuales proyectos particulares ha-ban fracasado en sus objetivos. Pensaba que el problemadel desarrollo subyaca en su implementacin, en elabismo entre sus propsitos y sus operaciones. Sin em-bargo, su encuentro con este tipo de anlisis sobre eltrabajo de Michel Foucault lo condujo a pensar de una

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    forma totalmente diferente el desarrollo. Con un borra-dor de su idea, Escobar fue a hablar con Paul Rabinow,quien hizo parte del comit de su disertacin. Despusde esta primera entrevista, Escobar se acerc a la antro-pologa, tomando clases y siguiendo las discusiones que

    en aquella poca fueron febriles. Literalmente, la puer-ta de entrada de Escobar a la antropologa se superponecon las discusiones, autores y lugares donde se produceel giro posestructuralista en antropologa (Restrepo,2006: 319).

    La orientacin de Arturo Escobar hacia la antropo-loga post-estructuralista queda condensada en su tesisdoctoral (asesorada por Paul Rabinow, entre otros):Encountering Development: The Making and Unmaking of

    the Third World, publicada en 1995 por PrincetonUniversity Press. Un trabajo que en 1996 le mereci el

    premio al mejor libro del New England Council of LatinAmerican Studies, y que ese mismo ao fue publicadoen castellano por la editorial Norma con el ttulo Lainvencin del Tercer Mundo: construccin y deconstruccin

    del desarrollo, convirtindose como dijo alguien hacepoco en uno de los ms sugerentes best-sellers acad-micos de los ltimos aos. Segn Andreu Viola, esta

    obra y otros escritos de Escobar, no slo contribuyeron areabrir el debate sobre la antropologa aplicada, cues-tionando las salidas profesionales de la disciplina fueradel medio universitario, sino que adems, se han con-vertido en uno de los ejemplos ms originales y sistem-

    ticos de la aplicacin del pensamiento foucaultianodesde la antropologa (Viola, 2000). En esta lnea dis-ciplinar tambin debemos considerar el proyecto Redde antropologas del mundo, iniciado a principios delmilenio junto con Eduardo Restrepo, Marisol de LaCadena, Gustavo Lins Ribeiro y Susana Narotzky6. Conbase en los elementos antes sealados, podemos consi-derar que los trabajos de Escobar se inscriben en el cam-po disciplinar especfico de la antropologa y, noobstante, como dijimos, su autor noes antroplogo. Es-tamos de acuerdo con esa rotunda afirmacin porque,en trminos deleuzianos, creemos que ms bien Arturo

    Escobar deviene antroplogo.

    Lo anterior quizs pueda apreciarse en el hecho deque las polmicas suscitadas por su trabajo trasciendenlas fronteras de la misma antropologa. Una de las crti-cas ms frecuentes a su obra es la de reducir a un mis-mo objeto discursivo instituciones tan diversas como

    Con el comit doctoral de Juliana Flrez el da de su defensa de tesis, septiembre del 2007.

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    el Banco Mundial, las agencias estatales o las ONG.Asimismo, se le acusa de generar el efecto discursivode homogenizar Occidente, ocultando sus mltipleshistorias, lgicas e intereses7. En una completa entre-vista que le hace el antroplogo cataln Andreu Viola,

    Escobar acepta ambas crticas, argumentando, no obs-tante, algo muy interesante para quienes nos seduce ladeconstruccin:

    Yo creo que [la deconstruccin del desarrollo] se hizo enun momento en que era importante hacer la crtica concierta fortaleza casi dira con cierto exceso discursivoy por eso el desarrollo aparece como algo muy monoltico,donde cabe tanto el Banco Mundial como USAID, comolas ONGs [...] Hoy en da, yo creo que sera importantehacer esas diferencias. Sin embargo, en trminos de loque Foucault llama las regularidades discursivas, en

    trminos de la posicin de sujeto desde la cual se puedehablar sobre el desarrollo, creo que el argumento conti-na siendo vlido, en el sentido de que para hablar dedesarrollo ya sea una ONG pequea o el Banco Mun-dial hay que localizarse en el mismo espacio discursivo.Se est hablando de desarrollo como el proceso por elcual Asia, frica y Amrica Latina sern transformadaspara que en ellas se den las condiciones que caracteri-

    zan a los pases supuestamente desarrollados: industriali-zacin, urbanizacin, alto nivel de educacin, la adop-cin de valores de la modernidad, tecnificacin de laagricultura, etc. [El efecto discursivo de homogenizarOccidente] me parece que en gran medida, es una crti-

    ca importante, pero de nuevo ira a lo mismo, que a nivelde las regularidades discursivas hay una posicin de suje-to llamada Occidente que se arrogan los sujetos -porlos menos los sujetos hegemnicos, como el Banco Mun-dial, los economistas, las Naciones Unidas- cuando ha-blan en nombre del Hombre, en nombre de lo Universal,cuando hablan en nombre de la Ciencia y la Tecnologa,que es una posicin de sujeto ms bien nica, que vienede los grandes logros de la modernidad, de la ciencia, dela razn, de la racionalidad, del progreso, etc. (Viola,2000: 149-150).

    Sin duda, es una discusin que va ms all de laantropologa y se instala en el debate transdisciplinarde la crisis de la modernidad. Y Escobar lo logra con ladoble tctica de tocar diversos campos de saber y, almismo tiempo, conectarlos entre s manteniendo unapostura crtica consistente. As, en su obra identifica-mos sucesivos mbitos de inters. Todos puedenrastrearse en el ndice de su libro El final del salvaje.

    Sentado en banca en la Plaza Cataluyna de Barcelona, septiembre del 2007.

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    Naturaleza, cultura y poltica en la antropologa contempo-

    rnea (1999) y en su continuacin, el libro Ms all delTercer Mundo. Globalizacin y diferencia (2005). Un pri-mer campo de inters es el de los estudios post-desarrollistas. Adems del trabajo doctoral ya citado,

    diversos artculos como Anthropology and theDevelopment Encounter: the Making and MarketingDevelopment Anthropology (1991) o su participacinen publicaciones colectivas como The DevelopmentDictionary, editado por Wolfgang Sachs (1992) han per-mitido imaginar una era post-desarrollo inclinada avisibilizar y re-inventar modelos de cambio alternativosal decimonnico. Ms adelante, Escobar centra su aten-cin en el estudio de los movimientos sociales. Obras con-juntas como The making of social movements in Latin America: identity, strategy and democracy, editada conSonia lvarez (1992) o Poltica cultural & cultura polti-ca. Una nueva mirada sobre los movimientos sociales lati-noamericanos, editada en conjunto con la misma autoray Evelina Dagnino (2001), fueron un aporte novedoso ysustancial al debate sobre el potencial de los movimien-tos sociales latinoamericanos para ofrecer salidas a lacrisis de la modernidad. Puntualmente, se le reconocea estas publicaciones haber trasladado la preocupacinpor el estudio de los movimientos, desde temas como lamovilizacin de recursos o las oportunidades polticas(comunes en las ciencias polticas y la sociologa) ha-cia temas propios del mbito cultural y simblico. Des-

    de esta visin, la mirada de Escobar sobre losmovimientos sociales se vincula directamente con elproyecto de los estudios culturales de la Escuela deBirmingham, y con el trabajo de autores como RaymondWilliams y Stuart Hall, quienes subrayan la importan-cia de los modos de vida y significados desplegados porlos mismos movimientos sociales en su lucha por la trans-formacin de las polticas culturales dominantes. Otrocampo de inters abordado por Escobar es la ecologapoltica. En esta lnea apunta propuestas tericas comolas polticas de lugar o los anlisis particulares de labiodiversidad del Pacfico, as como los varios aos de

    conversacin con los eclogos Enrique Leff o JoanMartnez Alier. Trabajos de Escobar ms recientes apun-tan hacia otro mbito de inters: los estudios de la tec-nologa y la ciencia. En artculos como Viviendo encyberia?, plantea: cmo las nuevas tecnologasinformticas, de computacin y biolgicas estn trans-formando de modo fundamental las estructuras de lamodernidad, incluyendo los significados y prcticas devida, trabajo, economa y lenguaje (2005:19). Son cam-

    pos de inters, como dijimos, muy variados y, sin embar-go, estrechamente vinculados entre s. Por ejemplo, ensus trabajos el autor ofrece las bases para un anlisisdecolonial de la accin colectiva que no tome el altonivel de desarrollo alcanzado por una sociedad como

    requisito indispensable para que en ella emerjan movi-mientos sociales (Escobar, 1997)8. Otro ejemplo de inter-conexin entre sus mbitos de inters es la invitacinque hace a pensar cmo las nuevas tecnologas de la in- formacin y comunicacin estn impactando las prcti-cas de activismo de los movimientos sociales, incluidoslos ecologistas (Escobar, 1999). Vemos entonces, que latrayectoria intelectual trazada por el autor recoge laspreocupaciones planteadas en los variados mbitos queexplora, guardando una postura crtica consistente.

    Una entrada a la obra de Escobar que no podamos

    pasar por alto es su relacin con la red PCN, articuladaen Colombia desde principios de los noventa. ArturoEscobar ha sido cmplice del PCN. Entre otras cuestio-nes, apoy su nominacin -a travs de su lder LibiaGrueso al premio internacional de ambientalismo msimportante, el Goldman Prize, obtenido en el 2004.Desde las teoras de los de procesos polticos diramosque ha sido un aliado influyente; es decir, un actor(acadmico) que ha favorecido la recepcin de las pro-puestas del movimiento por parte del Estado (Tarrow,1992) y la comunidad internacional. En un sentido

    opuesto, debemos decir que toda la obra de Escobar,como l mismo reconoce, se nutre del saber de las co-munidades negras y ms especficamente del pensamien-to del PCN. En ese sentido, la produccin de saber deeste movimiento ha sido otra condicin de posibilidadpara su vida y obra. Lo anterior es palpable en las si-guientes palabras de Libia Grueso, activista del PCN:

    Conocimos a Arturo Escobar a principios del ao 1992por recomendacin de Jeannette Rojas una amiga nues-tra, feminista que haba entrado en contacto con noso-tros desde la Asamblea Nacional Constituyente del

    noventa y uno. Empezbamos a construir las bases de loque sera la propuesta poltico organizativa del PCN comoparte de la agenda de la asamblea de 1993; tenamosuna discusin interna fuerte entre las distintas expresio-nes que se movan al interior en ese entonces de la Orga-nizacin de Comunidades Negras OCN. Uno de lostemas era las prioridades en las reivindicaciones queabanderara la organizacin partiendo de la visin e inte-rs de la comunidad negra. En ese escenario llega Arturo

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    a Buenaventura y solicita un espacio en la reunin quese adelantaba con lderes de toda la regin incluido Caliy norte del Cauca; nos cont que su inters era conocerexperiencias de movimientos sociales cuyos temas y reasde trabajo tuvieran relacin con el Pacifico; hizo una

    breve exposicin y all se inici un dilogo entre ArturoEscobar y nosotros, un dilogo que lleva ms de 15 aosy que an se mantiene. Recuerdo tambin que en eseentonces la posicin del PCN era la de no admitir aseso-res ni contribuir con investigadores o ONGs que abor-daban a las comunidades y sus organizaciones al estilode los conquistadores y colonialistas y que incluso, lle-gaban a actuar en nombre de ellas (por eso tambin lesdecamos los adelantados). En medio de esas precau-ciones, Arturo Escobar fue la nica persona de la acade-mia que en ese tiempo logr mantener una relacin conel Proceso de Comunidades Negras, por su estilo de

    trabajo, por su respeto por las personas y por la autono-ma del movimiento, por su reconocimiento y valora-cin real de las capacidades y aportes de los lderes, porsu gran capacidad pedaggica para potenciar los cono-cimientos y la produccin colectiva de pensamientocrtico y poltico, por la manera sincera, honesta conque Arturo difundi nuestras experiencias y debates atravs de su anlisis y la ubicacin de esa discusin enun contexto mucho ms amplio, desde lo que luegoconoceramos como parte de los debates de antropolo-ga poltica, la postmodernidad, la postcolonialidad y la

    de-colonialidad en todas sus expresiones. Arturo Esco-bar, ms que un investigador, ha sido para nosotros unmaestro y un gran amigo, presente siempre en nuestrasdiscusiones, contradicciones, fortalezas y debilidades;solidario con nuestros logros y con nuestras prdidas,un apoyo en situaciones difciles, puente en el logro denuevas oportunidades y en el propsito de construir unpas ms digno de la riqueza y diversidad que posee ensus gentes, en su naturaleza. Consideramos que Arturoes un ejemplo a seguir en la relacin entre la academiay los movimientos y lderes sociales, por su coherenciaentre el discurso y su prctica profesional y de vida

    (Grueso, 2008).

    Quizs por este estrecho nexo con el PCN y, ms engeneral, por el afn de visibilizar los logros de los movi-mientos sociales, a Arturo Escobar se le reprocharomantizar la accin colectiva. En otras palabras, se leacusa de sobrevalorar el potencial emancipador y laautonoma de los movimientos (Viola, 2000). Ante estacrtica, Escobar argumenta:

    no son ms romnticos esos seores [del Banco Mun-dial o del Fondo Monetario Internacional] que ven lasituacin del mundo empeorar cada da y sin embargo,insisten con las mismas propuestas? [...] es importantesaber dnde nos ubicamos para ver las posibilidades de

    cambio [...] Me acuerdo de algo que deca un intelec-tual negro de Estados Unidos, Cornel West, de que siobservamos desde arriba, desde la cima del mundo,desde la cima del poder, podremos ver que el mundo seest cayendo a pedazos, que slo hay destruccin quenadie resiste, que el mundo simplemente va hacia lacatstrofe. Pero si nos situamos deca l en las trin-cheras, no podemos no tener esperanza, y se vive con lalucha, y la gente siempre est luchado y siempre estcambiando (Viola, 2000: 151).

    Ver el mundo desde abajo, situarse en las trinche-

    ras de acuerdo con Escobar debe conectar el deseopoltico con la vida acadmica yendo ms all de la ideade un enemigo nico que pueda ser echado al trastepor acciones heroicas. Esto exige, segn l, atreverse apensar y ensayar alternativas que aunque parezcan ut-picas, puedan ser vistas como realizables. Su idea de loalternativo apunta a la centralidad que para el debatede las ciencias sociales contemporneas tiene el temade la diferencia. En sus palabras: lo alternativo no debeser entendido como algo radicalmente distinto pues siem-pre involucra aquello que se quiere transformar. Por eso,

    como ciertos tericos/as y movimientos, enfatizo el temade la diferencia (Escobar, comunicacin virtual, 2004).Tomando en serio la diferencia como constitutiva de loalternativo, desarrollaremos una ltima entrada a laobra de Arturo Escobar: su apuesta por la poltica de ladiferencia.

    Como dijimos en el inicio del artculo, en este textono buscamos rastrear el pensamiento de un individuoya completo y absolutamente determinado por la confi-guracin en la que se encuentra. Al contrario, lo quequiz recordamos y presenciamos a lo largo de estos aos

    de cercana a Escobar, ha sido su llamado a pensar ypracticar en toda su complejidad las mltiplesinteracciones y relacionalidades en las cuales estamosinmersos, asumiendo todas sus contradicciones, incohe-rencias e imprevisibilidades. As, en este ltimo apar-tado, lejos de pretender retratar a un individuo completoy terminado, preferimos seguir a uno de los autores pre-dilectos de Escobar, el italiano Gianni Vattimo (1983 y1988) y su discusin heideggeriana, nietzcheana y cris-

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    tiana opuesta al individualismo liberal y a la metafsi-ca, que plantea debilitar las mismas aspiraciones y cer-tezas de un pensamiento moderno que termine poridealizar y aislar al individuo como fuente primaria yestable de la accin.

    Este llamado a pensar complejamente nuestras pro-fundas interrelaciones e historicidades es quizs unode los mayores impactos que ha tenido en nosotros elpensamiento de Escobar, y apunta a la centralidad queen su obra ha tenido el tema de la complejidad;centralidad que se vislumbra de manera clara en suprximo, y en realidad, segundo libro9 (Escobar, 2008b).El argumento de la complejidad y por ella tambin serla clave de las siguientes pginas, que precisamente tie-nen como objetivo anunciar la importancia de tal senti-pensamiento como proponen otros dos autores

    primordiales en la obra de Escobar: los bilogos chile-nos Francisco Maturana y Humberto Varela con quie-nes comparte varias preocupaciones tericas y polticas,adems del maestro Orlando Fals Borda, otra de las guasde Escobar, y quizs el primer intelectual que hablaradel senti-pensamiento (retomado por Eduardo Galeano).Con esto queremos argumentar que la profunda con-viccin y apego de Escobar a la complejidad no slohace parte de un bagaje ms dentro del andamiaje te-

    rico de su obra a lo largo de los aos, sino que en smismo constituye uno de los vrtices centrales de lamisma, donde confluyen su particular articulacin detemas ya mencionados como el posestructuralismo, laspolticas de lugar, el feminismo, los estudios de la cien-

    cia y la tecnologa, las polticas del conocimiento y losmovimientos sociales, entre otros.

    Por lo dems, pensamos que este vrtice tambin nospermite abordar su misma trayectoria intelectual, aten-diendo a una comn y abierta preocupacin por la dife-rencia como opcin filosfica, poltica y tica a la vez. Msque una atencin privilegiada a lo subalterno lo afro, lofemenino o cualquier otro diacrtico de alteridad, como seha caracterizado y criticado la orientacin de muchas delas comunidades de conversacin a las cuales perteneceEscobar (Grosfoguel, 2005; Yehia, 2007) en la siguientes

    pginas quisiramos afirmar que su obra, as como el tipode preocupaciones que la motivan, se caracteriza por una poltica de la diferencia y se realiza desde ella.

    En este sentido, son varios los autores y las corrien-tes de pensamiento que se articulan en la obra de Es-cobar, para precisamente expandir nuestros imaginariossociales al darle un lugar privilegiado a la diferencia.En buena parte, estos sern informados por lo que l

    En Schumacher Collage, Inglaterra, en el seminario sobre Economa Holstica(con Vandana Shiva y Manfred MaxNef entre otros), noviembre del 2007.

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    denomina en sus cuadros analticos comentados porRestrepo (2006) como una de las tradicionesmenores de la teora social contempornea: lafenomenologa y su especial rechazo a las grandes es-cisiones del pensamiento moderno (incluyendo las delcuerpo/mente, naturaleza/cultura, lugar/individuo,

    lenguaje/realidad, etc.). Gravitando alrededor de di-cha tradicin, estaran, por supuesto, Heidegger yNietzsche. Planteamos que para Escobar esta otramanera de pensar y habitar el mundo va mucho msall de un cambio en las metodologas, la escala deobservacin y la misma epistemologa, an cuando lasmismas estn involucradas; el cambio conlleva unaconcepcin diferente de la vida, y en efecto, de laciencia -una ontologa diferente o una teora de loque la vida es en s misma- (Escobar, 2008a: 155)10.As, en esta tradicin menor de la teora social con-tempornea surgida desde de lo que l mismo llamalugares insospechados (para los cientficos socialesy humanistas) (Escobar, 2005b) podemos hallar in-fluencias en la obra de Arturo Escobar. Por un lado,tendramos los trabajos sobre la complejidad de los bi-logos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela(1980 y 1985) con sus conceptos de autopoiesis y biologadel amor y, por otro, los trabajos del canadiense BrianGoodwin (2007) sobre la complejidad, la emergencia ylos sistemas auto-organizados, como un llamado a pen-

    sar y practicar la misma complejidad de un mundointerrelacionado. Tambin en esa tradicin menor ha-llaramos los trabajos ms espirituales del brasileroLeonardo Boff (2002) y los de Teilhard de Chardin yKrishnamurti. Otra compaa en esta misma tradicin,es Donna Haraway (1991) con su metfora del cyborg

    y el aporte, ya comentado, del conocimiento situadocomo una interrupcin de la epistemologa patriarcalcientfico-universal. La figura de la india Vandana Shiva(1993) y sus crticas a las monoculturas de la mente,tambin son un elemento recurrente en su obra. Asmismo, incluiramos la serie de encuentros a la que Es-cobar ha asistido desde hace varios aos en elSchumacher College de Inglaterra (donde enseaGoodwin) para discutir sobre el problema de lasostenibilidad. Por ltimo, en esta tradicin menor con-sideraramos las investigaciones llevadas a cabo porGilles Deleuze y Flix Guattari (1998) a quienes consi-dera inspirados precisamente por la complejidad de losmodelos rizomticos y las resistencias moleculares.

    Aqu no sobra recordar la formacin como ingenie-ro qumico de Escobar, y la importancia que le da a losargumentos provenientes, a pesar de los temores y sos-pechas de muchos, de las ciencias naturales, la biolo-ga, la geologa y las matemticas complejas. De hecho,en alguna ocasin nos comparti su sentido de frustra-

    En Humahuaca, Norte de Argentina, con la antroploga Gabriela Karasik, mayo del 2008.

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    cin frente a la ceguera o terquedad de muchos de susinterlocutores, al negarse a observar este tipo de argu-mentaciones muy complejas y enriquecedoras, no slopara la explicacin de los fenmenos naturales, sinotambin para la misma vida social y cultural. Tambin

    quisiramos resaltar su paciente y cientfica manerade explicar a travs de grficas los flujos, las tensiones ylas fronteras de argumentos complejos. Esto tanto ensus cursos como en sus conversaciones informales por-que, a pesar de su alta carga de trabajo, Escobar siem-pre tiene tiempo para conversar con sus estudiantes y lohace mediante la escritura en su fina caligrafa de lci-dos esquemas. En otras palabras, Escobar tambin seexplica a travs de grficas.

    En trminos generales, podramos concluir que estebagaje de autores y de diversas posiciones epistemolgicas

    y ontolgicas es el que permite actualizar y afirmar unadiferencia que es a la vez cultural, econmica, corporal,espiritual y ecolgica, y que se opone a los deseos y lacaptura de un pensamiento logocentrista (Escobar,2008b). Sin lugar a dudas, precisamente por oponerse alos deseos y a la captura de tal pensamiento, la diferenciase convierte para Escobar no slo en un especial blancode las operaciones ms brutales de explotacin ymarginalizacin, sino tambin en un reservorio de posi-bilidades no previstas por el radar de instituciones y co-nocimientos expertos, relevos fundamentales de los

    regmenes de poder y saber. Parafraseando a otro de lospensadores que lo han influenciado, Enrique Dussel(1975, 1988, 2000 y 2006), la opcin por la diferencia esprecisamente la opcin tica por la liberacin de esosregmenes de poder y saber.

    De esta manera, junto con el post-estructuralismoy otros marcos de pensamiento provenientes de las hu-manidades y las ciencias sociales comnmente cita-dos en los anlisis de su obra son precisamente estasreferencias de la tradicin menor de las ciencias so-ciales y humanas, sus valiossimas y urgentes fuentes

    de inspiracin para contrarrestar el peso de lo que ltantas veces ha considerado uno de los aspectos mspenetrantes del eurocentrismo moderno: el binarismoperverso y la simplificacin y reduccin de la comple-jidad. De acuerdo con Escobar, ambos vrtices son cen-trales de lo que denomina la colonialidad de lanaturaleza, el gnero, el conocimiento y el poder (Es-cobar, 2008b). Sin duda alguna, muchos de sus crti-cos y comentadores, y dentro de ellos quienes

    escribimos, le hemos cuestionado a sus trabajos la su-puesta visin monoltica y homognea de la moderni-dad. Frente a tales perspectivas y con su siempregenerosa manera de pensar desde el otro y con l, noslo imaginamos argumentando que l efectivamente no

    est negando que exista una pluralidad de moderni-dades o unas modernidades alternativas (Gaonkar,2001); que tampoco se opondra a tener una visin dela modernidad ms negociada, heterognea y llena defricciones alrededor de sus varios relevos y puntos deintervencin. Fiel a su propuesta post-estructuralista,su preocupacin nunca fue la de tener un retrato msverdadero de la realidad como tambin lo recuerdaRestrepo (2006), sino tan slo analizar la funcin quetienen ciertas formaciones discursivas para construirla realidad. No negara, entonces tales posibilida-des, sino que simplemente las pondra y ubicara siem-

    pre en relacin de fuerza con otras que se reproducenen posicin de dominancia.

    Y aqu debemos rescatar a dos de sus pensadorespredilectos y que segn l mismo brillaran por su au-sencia en buena parte de las discusiones de la acade-mia norteamericana: Ernesto Laclau y Chantal Mouffe(1985), quienes han trado su bagaje gramsciano paraintroducir conceptos claves en el anlisis de las rela-ciones de poder y agencia (hegemona, procesoshegemnicos, consenso y la diferencia constitutiva entre

    una democracia de consumidores y una democracia radi-cal). Precisamente, sern estos mismos autores, as comosu tradicin marxista, los que harn referencia a lahegemonizacin de diseos y deseos siempre provincia-les y caracterizados por sus procesos de otrerizacin,simblicos y violentos. En esta lnea, la preocupacinde Escobar no se limitara nunca a que sean incluidoslos subalternos (mujeres, indgenas, afros, homosexua-les, etc.) dentro del orden establecido y sostenido porregmenes de poder y saber. Como bien lo recordara ensu introduccin co-escrita con Sonia lvarez y EvelinaDagnino, su preocupacin va en otra direccin:

    En la medida en que los objetivos de los movimientossociales contemporneos algunas veces se extiende msall de los logros materiales e institucionales, percibidos,en la medida en que los movimientos sociales sacudenlas fronteras de las representaciones culturales y polticasy de la prctica social, en la medida, finalmente, en quelas polticas culturales de los movimientos sociales ponenen marcha cuestionamientos culturales o presuponen

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    diferencias culturales, entonces debemos aceptar que loque est en juego, desde la perspectiva de los movimien-tos sociales y de manera profunda, es una transforma-cin de la cultura poltica dominante en la cual ellosmismos deben moverse y en cuyo mbito buscan consti-

    tuirse como actores sociales con pretensiones polticas(Escobar, lvarez y Dagnino, 2001: 27).

    No sobra recordar en este punto que precisamen-te sera la preocupacin por el poder y sus efectos loque caracterizara la obra de aquel otro intelectualclave dentro de su pensamiento, Michel Foucault,con quien tambin tom clases en la Universidad deCalifornia (en Berkeley), justo antes de que el fil-sofo francs volviera a Francia para morir. Desde elprimer artculo, escrito en 1984, sobre la importanciade Michel Foucault para los estudios del desarrollo y

    del Tercer Mundo, para Escobar es claro que son tantolos diagramas del poder articulados en discursos, dis-positivos y engranajes, como sus variados efectos ma-teriales, los que sern motivo de su atencin ypreocupacin a lo largo de sus trayectoria intelec-tual (Escobar, 1984). Si existen otras formaciones como la que tantas veces le recuerda su colega y granamigo de la Universidad de Carolina del Norte(Chapel Hill), Lawrence Grossberg de una culturaLevantina de la Edad Media, una sociedad globali-zada religiosa, cientfica y pluralstica donde conflu-

    yeron norafricanos, europeos, islmicos, judos ycatlicos, pues todava mejor para precisamente des-estabilizar el mismo mito fundador de la (una) mo-dernidad11. Pero lo que le preocupa a Escobar es quejustamente sea una dentro de las varias formacionesmodernas la que sea hegemnica en tiempos actua-les, y cuyos efectos devastadores pueden observarseen los ms brutales problemas sociales contempor-neos, heredados y constituyentes de la colonialidaddel poder (Quijano, 2000). Segn l y muchos otros,los efectos tambin reduciran nuestras imaginacio-nes sociales (Gibson-Graham, 1996). Eso es enton-

    ces lo que precisamente Grosfoguel (2005) caracterizacomo el sistema-mundo europeo-norteamericanocapitalista/patriarcal moderno/colonial.

    Frente a la perversidad de tales efectos y a la caren-cia de marcos epistemolgicos adecuados que nos per-mitan diagnosticar mejor tanto los contextos como loque dos de sus autores favoritas, Katherine Gibson yJulie Graham (2006), denominan poltica de la posibi-

    lidad, recordamos tambin siempre el valor que tieneel pensamiento del intelectual Boaventura de SousaSantos en el proyecto intelectual y poltico de Escobar.Una de las ideas claves del pensador portugus que tantoilustran la preocupacin de Escobar y que tanto repite

    a lo largo de su obra es el hecho de que:las condiciones que trajeron la crisis de la modernidadno se han convertido todava en las condiciones parasobreponerse a esta crisis ms all de la modernidad. Estaes la complejidad de nuestro perodo transicional esboza-do por la teora oposicional posmoderna: enfrentamosproblemas modernos para los cuales no hay solucionesmodernas (Escobar, 2008a)12.

    Al regresar de conferencias acadmicas nacionalese internacionales, Arturo Escobar suele comentar su

    preocupacin de haber escuchado excelentes ysofisticados diagnsticos sobre fenmenos actuales perosiempre bajo una visin oscura y pesimista. Irnicamen-te, esta misma crtica se la ha hecho a su obra: la de serpesimista y orientada por una visin del poder de arribahacia abajo. Ms curioso resulta lo anterior, si conside-ramos la otra crtica recibida y ya comentada, de teneruna visin romntica y utpica. Si pensamos estos repa-ros desde uno de los ejes del presente artculo, el pen-samiento complejo, iramos en contrava de la clausuray soberana de los significantes (tambin el proyecto de

    Foucault, (1970)). As como el mismo Foucault lo plan-te, su propsito no es el de indicar caminos y sealarcules son los correctos o incorrectos: ni pesimista nioptimista (Foucault, 1997). Su visin ms bien es la deanunciar los peligros que existen en cualquier caminoy alumbrar los desvos y las alternativas ya existentes deun pensamiento otro.

    Justamente, es esta valoracin la que convertir aEscobar, ms que en un estudioso de los movimientossociales, en un pensador desde, dentro y con los movi-mientos sociales13. Sin lugar a dudas, su adscripcin a la

    misma tradicin del intelectual comprometido en AmricaLatina con la diferencia (agregaramos nosotros), tam-bin caracterizan su vida y obra. Y precisamente es enesta misma valoracin y compromiso con la diferenciadonde podemos ubicar, como l mismo lo reconoce, suadmiracin por el maestro Orlando Fals Borda. Variosmeses antes de su fallecimiento, Escobar y su compa-era de vida Magda Corredor, tuvieron la ocasin dealmorzar con l. Nos cuenta que en ese momento le

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    insinu a Fals Borda la posibilidad de hacer algn tipode produccin sobre su vida y obra. Muy a su pesar, nopudo llevarse a trmino este proyecto. Cuando le con-tamos que habamos ido a su funeral, honrado por lasgaitas que tanto acompaaron las avenidas intelectua-

    les de Fals Borda, nos expres su deseo de haber estadoah compartiendo, rindiendo tributo.

    Quisiramos cerrar este texto afirmando que ancuando reconocemos que la trayectoria de Escobarmuchas veces lo aleja de la tradicin del intelectualcomprometido, propia de trabajos latinoamericanos ins-critos en la teologa de la liberacin, la educacinpopular o la teora de la dependencia, tambin recono-cemos que se nutre especialmente de ella en la medidaen que apuesta por una visin y una prctica tica de laacademia comprometida con la diferencia marginal y

    marginalizada, bajo esquemas investigativos que bus-can tenazmente deshacer y descolonizar las geopolticasdel conocimiento que sostienen la misma posicin delprivilegio acadmico. Como un compromiso y una fran-queza tica en la lnea de Fals Borda, Dussel, Boff oGutirrez la opcin por lo marginal y lo marginalizadopara Escobar nunca es un gesto de political correctness.Lejos de ello, es una opcin tica que atraviesa tantosu pensar como su mismo quehacer cotidiano.

    Citas

    1 Segn la revista Poder, edicin 03-13, No. 55/26, julio de 2008.

    2 Intervencin de De La Cadena en el Congreso LASA, PuertoRico, 2006.

    3 Julie Graham y Katherine Gibson, comunicacin virtual, octubrede 2008.

    4 El trmino simios fue reemplazado por el de ciencias en latraduccin al castellano.

    5 Trmino usado por la cineasta vietnamita Trinh Min-ha, en laque se ha inspirado Haraway.

    6 Una referencia de este proyecto puede hallarse en el artculo Otrasant ropologas y antropologa de otros modos: elementos para unared de ant ropologas del mundo, incluido en el libro de Escobar

    Ms all del Tercer Mundo. Globalizacin y diferencia (2005).

    7 Para una referencia a ambas crticas puede verse la entrevistareferida ms adelante que Andreu Viola dedic a Arturo Escobar.

    8 Tal y como proponen teoras de gran acogida en nuestro conti-nen te (Touraine, Laclau y Mouffe y, de manera menos explcita,Melucci).

    9 En el sentido de que no es una compilacin de sus artculos.

    10 Traduccin libre.

    11 Mito fundador en el sentido de Dussel (2000).

    12 Traduccin libre.

    13 Reflexin de Escobar en una de las sesiones del proyecto LASAOtros saberes celebrada en Cali junto con activistas del Proceso

    de Comunidades Negras (julio de 2007).

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