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    MODERNIZACION: UNA PROPUESTAALTERNATIVA PARA EL PACIFICOCOLOMBIANO

    Arturo Escobar V. y Alvaro Pedro G. (*)

    Observando (1) una serie de recientes eventos y manifes-taciones publicitarias, tenemos que admitir que estamosasistiendo al nacim iento de una n ueva era. Esta era sera tanimportante en su alcance como aquella que terminara conlas diversas encontradas conmemoraciones del quinto cen-tenario de la Ilegada de Coln a A mrica. El nuevo lenguajehabla del comienzo de un nuevo orden, de M ar de Balboacomo el Dorado de los Nuevos Tiempos, de naves zar-pando celeramen te desde las costas del pas hacia el Orien-te al encuentro del nuevo desafo. Al dar el gran saltohacia el otro lado de la Cuenca con las recientes misionescomerciales y diplomticas, Colombia manifiesta suvocacin PacfIca. No hablaremos ya, como en su tiempolo hiciera Marco Fidel Surez para marcar un derrotero, deun respice polum; de ahora en adelante nos regir otro tema,respice Pacificum (looking east podramos decir con mspropiedad en estos tiempos ya tan seculares, como de hecholo dicen algunos pases del sureste de Asia al referirse aJapn como modelo). Y no nos asombraremos ms frente aaquellos silenciosos e inescrutables orientales los delmilagro japons, los cuatro dragones, los nuevos dragonesen ascenso como Malasia y Tailandia sino que, connotable pragmatismo y dejando de lado las diferenciasideolgicas, los comenzaremos a mirar como compaerosen el viaje del comercio y la tecnologa. Si bien nuestrasrelaciones con estos nuevos socios requieren de nuestraparte el aprender nuevas prcticas la planificacin a largoplazo, la paciencia, la confianza en las relaciones comercia-les, el nfasis en las acciones concretas est a nuestroalcance el desarrollar las nuevas aptitudes que sean necesa-rias. No en vano nos adentramos en una nueva forma decivilizacin (2).

    La entrada de Co lombia a la Cuenca del Pacfico se con-cibe entonces como una gran ave ntura a la cual hay que lan-zarse con decisin. Como toda aventura, debera estar Ilena(*) Alvaro Pedrosa G. es Profesor Titular en el Departamento de Pedagoffia y Cultura de laUniversidad del Valle. Arturo Escobar V. es Profesor Asociado en el Departamento deAntiopoloffia de Sm ith College en Northampton, Massachusetts, EE. UU ., y Profesor

    Visitante en el Departam ento de Pedagoffia y Cultura de la Universidad del Valle.(I) El presente trabajo se enm arca en ima investipcin en curso dirtiada por los autores. Elproyecto, Poltica Cultural y Altennativas al Desarrollo: Respuestas Afrocolombianas ala Modemizacin, cuenta con la colaboracin de Jess Alberto Grueso (antroplogo),

    Tracey Tsugawa (educacin no formal) y Betty R uth L072110 (sociloga).(2) La expresin el Dorado de los nuevos tiempos pertenece al ministro de

    relaciones exteriores (Santos). La mayora de las otras expresiones pertenecen aNoem Sann de Rubio y Fidel Duque, y fueron expresadas en el 111 ForoColombia en la Era del Pacfico, Popayn, mayo, 13, 14 y 15, 1993. Similaressentimientos fueron enunciados durante el even to por muchos de los asistentes.

    de peligros, aunque en este caso stos han sido allanados deantemano por las buenas acciones de las delegaciones decomercio exterior (la punta de lanza del capital), y el guanteblanco pero firme de la diplomacia. No es coincidencia eluso del imaginario del descubrimiento y la conquista. Allitoral Pacfico Colombiano se le ha visto as en general:como una reserva de recursos que hay que domar para suadecuada explotacin. Es tambin notable, dentro del nuevodiscurso de la Era del Pacfico, la ausencia del Litoralmismo y sus habitantes (3). Mientras que las nuevas ma-croestrategias hacia la Cuenca se anuncian con gran algara-ba, es manifiesta la falta de claridad sobre el papel que elLitoral debe desempear en el gran salto hacia el Este, apesar de que es indudable que el Litoral tiene que propor-cionar puntos clave de articulacin para la insercin en laCuenca buscada por el pas. Esta ambigedad al interior deldiscurso que estamos sealando debe ser examinada porque laconcepcin que se adopte del Litoral, y cmo se Ilegue a ella,influir grandemente en el carcter de dicha articu-lacin.

    Bien apunta Edgar Vsquez que las maneras de ver elPacfico estn siendo moldeadas por dos problemticas: laapertura econmica hacia la Cuenca, y la apertura socialpropiciada por la Constitucin de 1991, particularmente al-rededor del Artculo Transitorio 55. Este segundo componentepodra ampliarse a las variadas formas de movilizacin socialque se estn dando en la regin como resultado de los procesosde desarrollo y los cuestionam ientos territoriales y tnicos. Conestos criterios en mente, queremos avanzar los siguientes puntosprincipales en esta contribucin:

    1. El Litoral pacfico colombiano no es desarrollable.Las concepciones existentes del desarrollo refiejan la expe-riencia de una modernidad hegemnica que al menos enpapel en el caso de las instituciones, y com o ferviente deseoen el caso de un nmero cada vez mayor de organizacionescomunitarias no da lugar a lo que se busca para la regin:accin social autnoma, endgena, pluralista.

    (3 ) En el mismo 111 Foro Colombia en la Era del Pacfico, por ejemplo, no huboningn representante del Litoral entre los ms de veinte panelistas, y poquisimosafrocolombianos entre los asistentes. Con excepcin del anlisis del ArtculoTransitorio 55 en la ponencia del Dr. Edgar Vsquez de la Universidad del Valley de menciones bien intencionadas, pero demasiado generales para ser efecti-vas de la ne cesidad de incorporar a la gen te del Pacfico en su propio desarrolloen dos de las otras ponencias (sobre el Plan Pa cfco y el Proyecto Biodiversidad),no slo sus pobladores, sino el Litoral mismo brillaron por su ausencia o margina -lidad en el debate.

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    No existe, sin emb argo, un modelo P acfco alterna-tivo. Hay toda una economa de modelos y propuestas, in-cluyendo tanto las dominantes como las alternativas. Msan, las propuestas altemativas que estn surgiendo delLitoral son ya un reflejo parcial de lo modemo. Existe portanto la posibilidad de proponer modelos hbridos de accinsocial concertada, dentro de los cuales las concepciones en-dgenas pueden florecer y no sean sepultadas por el lengua-je de la modernidad avasallante.

    Desde el punto de vista de la investigacin, dos tiposde tareas, entre otras, son necesarias para hacer viable lapropuesta de modelos hbridos: una investigacin etnogr-fica de la circulacin de los conceptos y prcticas del desa-rrollo y la modernidad en las comunidades de la regin, qued una v isin real de las dinmicas culturales que estn ope-rando actualmente en ella; y la investigacin y puesta enmarcha de estrategias de comunicacin popular que contri-buyan a la construccin de una estrategia cultural de la ac-cin social por parte de las comunidades de la regin, en laforma ms autnom a posible.4. Lo anterior podra hacer posible visualizar un rgim enposdesarrollo en el Litoral. Suspendido el efecto hegem-nico de la modemidad y el desarrollo, comunidades, in-vestigadores y entidades podran abordar la tarea del diseriode formas sociales a partir de la ingeniera, la educacin, lasalud, etctera, con una base renovada desde el punto devista de las concepciones que las inspiraran.

    EL DESARROLLO NO ES LO QUEPARECE: UNA ANTROPOLOGIADE LA MODERNIDAD

    El pas andino est tan acostumbrado al Ilamadodesarrollo que lo toma como un descriptor verdadero delo real. Desde el punto de vista antropolgico, el desarrolloes, sin embargo, un m uy extrao proyecto: que tantos pasesen Asia, Africa y A mrica Latina fueran definidos al final dela Segunda Guerra Mundial como subdesarrollados ytratados como tales, es una historia peculiar que merece sercontada en detalle. Que estos pases hayan aceptado e inter-nalizado el hecho y sometido desde e ntonces a sus pueblos ainterminables estrategias para su desarrollo es tal vez anms extrao (4). Porque detrs del desarrollo vena toda unahistoria y una cultura: las de la civilizacin econmica yracionalista occidental.

    El desarrollo fue la forma que tom la modernidad en loque desde entonces se da en Ilamar como Tercer Mundo.Es sabido que tal vez el rasgo ms caracterstico de la mo-demidad es el papel que desempean la razn y el conoci-miento cientfico no slo en el diseo, sino en la expe-riencia cotidiana de la vida (5). Como modemos, nuestras(4) La aparicin, puesta en funcionamiento, modos de operacin y efectos del discurso deldesarrollo desde su invencin a finales de los aos cuarenta hasta el presente son a nali-

    zadas en detalle en Escobar, 1986, 1994; Ferguson, 1990; Sachs, ed., 1992.(s) Los grandes tericos de la modernidad Heidegger, Polanyi, I labennas,Foucault, Giddens coineiden en sealar las siguientes como sus caractersticasms esenciales: su reflexividad constitutiva (el hecho de que el conocimientoretroalimenta continuamente a la realidad y se traduce en nuevos diseos socia-les); la progresiva incorporacin de contenidos culturales (the lifeworld por

    vidas estn cada vez ms permeadas de tcnica y conoci-miento cientfico y mediatizadas por stos. Esto es lo quems distingue de las culturas no modernas, dentro de lascuales hay una relacin ms o rgnica entre la produccin delas normas y la vida diaria. Mientras que en estas sociedadeslas normas de vida surgen de las dinmicas intemas de lascolectividades, en las modemas son producidas por losmecanismos annimos de los aparatos cientficos, estatales,econmicos y administrativos. Las formas de ver y tratarnuestros cuerpos, nuestros campos y ciudades, la alimenta-cin y la salud, la mente humana, la sexualidad, etctera, yaestn increblemente cargadas de conocimientos explcitos,los cuales no slo mediatizan, sino que en gran medida dic-tan la naturaleza de esas experiencias. Si bien toda sociedades normativizada, la moderna lo es en trminos de novedo-sas y eficientes formas de normalizacin y disciplina (6).

    Dentro de la divisin intelectual de trabajo que acompa-a a la modernidad, es sabido que la antropologa se hadedicado al estudio de lo que podran Ilamar las terqueda-des culturales, es decir, aquellas formaciones sociales quese resisten a aceptar el aparentemente lgico sentido comnde lo modemo (los campesinos, los marginales, indgenas,etctera). Pero hay otra antropologa que se viene propo-niendo, la antropologa de la modernidad misma. Esta seencaminara a estudiar etnogrficamente la forma en que losindividuos y sociedades m odemas han sido producidos a partirde los discursos y prc ticas cientficas e institucionales. Si nosplanteramos este tipo de investigacin de lo colombianomodem o, encontraramos que el desarrollo como discurso ycomo prctica, ha desempeado un papel fundamental en nues-tra produccin como entes culturales y sociales.

    Este rgimen de produccin de la sociedad slo ha sidoposible por medio de la accin diaria y sostenida de un in-menso dispositivo institucional a todo nivel, desde el localal internacional. Este dispositivo organiza la produccinsistemtica y entrelazada de formas de conocimiento yde poder. En el sector agrario, por ejemplo, la creacincontinua de conocimiento cientfico (por universidades nor-teamericanas y colombianas, el Banco Mundial, la FAO, elDNO, el ICA, etctera) se ha traducido en todo tipo de es-trategias tales como el Programa de Desarrollo Rural Inte-grado (DRI). Desde la perspectiva de la antropologa de lamodemidad, estrategias como el DRI deben ser vistas comoverdaderas mquinas de creacin cultural y de transforma-cin de lo social: pretenden que el campesino colombianomodifique su concepcin y prctica de la tierra, de la agri-cultura, de la econom a; en ltima instancia, de s mismo. A lolargo de este proceso, se le vincula ms decididamente con otrasinstancias de poder, tales como el estado, los mercados y losmedios culturales de la sociedad modema. A pesar de susfrecuentes fracasos en relacin con sus propias metas y a pesarde la resistencia que muchas veces sus usuarios opoblaciones objetivo manifiestan, estas estrategias tienen unaproductividad sociocultural no despreciable.

    discursos cientficos y su consecuente regulacin por aparatos administrativos dediversa ndole; y su profunda ambivalencia, a la vez sombra y luz, libertad ydisciplina, razn y dominacin.

    (6) Esta es, por supuesto, la enseanza ms importante de los trabajos de Foucaultsobre la prisin, la clnica, la sexualidad y la locura.

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    Algo similar se plantea para el Pacfico colombianocuando se habla de su desarrollo (7). Ms an, los diag-nsticos, debates y programas llevados a cabo hasta el mo-mento han logrado, ms que el desarrollo, la construccindel litoral Pacfico com o entidad desarrollable. Al Litoralse lo cuantifica, se lo mide a lo ancho y largo de su territo-rio, se lo conmina a entregar sus secretos. Creemos que loconoceremos a travs de los nmeros, las estadsticas, lasencuestas. Desde la perspectiva de la modernidad, en el Pa-cfico hay poblaciones, hay necesidades, hayrecursos. Todo documento relacionado con el desarrollode la regin comienza con el mismo catlogo de cifras: ex-tensin, recursos, nmero de habitantes, necesidades, ndi-ces de mortalidad infantil, de pobreza; junto a stos, seenumeran sus inmensos recursos. Habra que preguntarsequ hay en juego en esta econom a poltica del nmero, msall de crear un sentido de la urgencia o inminencia de laintervencin desarrollista. No hay que olvidarse de que con-tar es inventar categoras, inaugurar regmenes de visibili-dad o invisibilidad, lo cual nos refiere de nuevo al juego delconocimiento y el poder. Habra que comenzar por pregun-tar: en el Pacfico, hay recursos?, poblaciones?, ca-pital?, ganancia? Q u cuenta la gente en el Litoral? Qule importa? (8).

    Estas preguntas son m s necesarias si aceptamos el crite-rio de muchos investigadores de que el literal Pacfico co-lombiano no puede resistir un desarrollo convencional mo-derno. La geografa humana, fsica y poltica de la regin asparecen dictarlo. El modelo andino, de territorializacionesrgidas, grandes conglomeraciones humanas en espaciosurbanos regularizados, uso intensivo de energa, nivelesaltos de contaminacin y depredacin de recursos, etctera,es sencillamente insostenible en esta regin tan marcada-mente diferente (como lo es en el pas andino, as los eco-nomistas y los polticos traten de convencernos de lo con-trario). Ms an, algunas subregiones del Litoral, que tradi-cionalmente han mantenido poblamiento de baja densidad alo largo de los ros y las playas, no resistiran asentamientosms densos (Sevilla Casas, 1986). Ni qu hablar de la partecultural y social, dado que los afrocolombianos e indgenasan se resisten a equiparse con todo el aparataje de lo mo-derno colonizador, expansivo e individualista.

    EL PACIFICOESTA POR DESCUBRIR:MODELO S HIBRIDOS Y ETNOGR AFIADE PRACTICAS

    El marco ms general al que lo anterior nos refiere es alde la naturaleza de la modernidad, o mejor, modernidades,tanto aquellas que ha creado el desarrollo como las que po-tencialmente podran imaginarse a partir de otras matrices.En Amrica Latina escribe el antroplogo mexicano

    Entre los documentos oficiales de mayor influencia sobre el desarrollo del Pacfi-co se encuentra DNP, 1983, 1989, 1992: PN UD, 199 2.Recordemos que la creencia de que podem os conocernos a travs de los nmeroses esencialmente moderna; fue la rnodemidad quien invent las estadisticascomo ciencia e instrumento del Estado para el manejo de la poblacin. A esterespecto, vase el texto de Michel Foucault sobre la aparicin degobennentalidad en la historia europea (1992).

    Nstor Garca Canclini donde las tradiciones an no sehan ido y la modernidad no acaba de Ilegar, dudamos simodernizarnos debe ser el principal objetivo, segn prego-nan polticos, economistas y la publicidad de nuevas tecno-logas (1990: 13). Esto que el autor dice con relacin a lasculturas urbanas populares se aplica con mayor pertinenciaen casos com o los afrocolombianos e indgenas del Pacfico,quienes han logrado mantener una distancia mayor de lamodernidad: Cules son, en los aos noventa preguntael mismo autor las estrategias para entrar y salir de la mo-dernidad? (p. 13). Esta pregunta nos refere de nuevo aldescubrimiento del Pacfico, pero con un sentido completa-mente diferente al que el discurso de la Ciencia con queempezram os esta seccin quiere darle.

    Toda comunidad humana practica el descubrimiento des misma. Es as com o los grupos indgenas y afrocolombia-nos tienen ya varios siglos de experiencia acumulada de po-blamiento, de vida con sus entornos biofsicos, culturales yespirituales, aunque esta experiencia en g eneral no se expre-se en los trminos tericos de la ciencia. Se encuentra en-carnada en relaciones sociales especficas, en prcticas tc-nicas y estticas y en saberes no cultivados por el mediocientfico ni instrumentalizados por la tecnologa. Ahorabien, la forma en que se est conceptualizando el desarrollodel Pacfico pone en evidencia nuestra ignorancia de lasformas en que los habitantes de la regin se autodefinen; nose reconocen los conocimientos que tienen de s mismos.Hasta ahora y con la excepcin de ciertos estudios antro-polgicos (9) y literarios por autores regionales al Pacfi-co se le entiende, no en sus propias racionalidadesmltiples, heterogneas y diversas, as lo vemos homog-neo--, sino simplemente en relacin a lo moderno. De allsale la percepcin acuciante de la necesidad de desarro-Ilarlo. En este sentido, puede afirmarse que al Pa cfico no sele conoce, que est por descubrir. No slo es nuestro cono-cimiento an precario de sus tradiciones: el de su relacincon la modernidad es prcticamente inexistente. Apenas siempezamos a aceptar y a vislumbrar que all hay unos pue-blos que son muy capaces de decidir su propio destino. Haynecesidad de en tender y recoger las experiencias y propuestasque tradicionalmente han sido de satendidas o descartadas. Yestas propuestas son cada vez ms audibles y articuladas (10).

    Es obvio que mucha de la informacin que ya existe sobre el Pacifico y sus po-bladores, a pesar de su escasez deplorable dada la importancia de la regin, puedeser reinterpretada desde la perspectiva de la etnografia de prcticas del desarrolloy la antropologia de la modemidad. Entre los estudios existentes se destacan losde Escalante (1971), Friedemann (Friedemann, 1966; Friedernann y Morales,1966-69; Friedemann y Arocha, 1984, 1986), Crdoba (1983), Sevilla Casas(1986), as como los de P rice (1955), Weest (1957), Pavy (1967), Whitten (1969,1974/86) y Taussig (1979) entre los antroplogos extranjeros. Ya comienza agenerarse inters por los aspectos ecolgicos (Hemndez, 1992; Semana, 1993)los cuales sin duda experimentarn auge cn el contexto del Proyecto de B iodiver-sidad (PNUD, 1992). De Roux (1991), Pedrosa (1991), Vann y Firedemann(1991), Vann (1991), Villa (1993) y Rosero (1993) han abordado el tema de lamovilizacin social y la defensa cultural en el contexto de la avalanchadesarrollista. Hasta aliora el nico estudio sobre el importante tema del gnero esel de Lozano Lenna (1992). Las cuestiones territoriales han sido tratadas enGarcia y Torres (1992) y, ms recientemente, en el marco del Artculo Transitorio55, en Snchez, Roldn y Snchez (1993). La necesidad de estudios ms detalla-dos del Litoral y sus gentes en el marco del desarrollo continra.La idea de que el Pacifico colombiano est por descubrir se origina en las dis-cusiones del Comit Tcnico para la Celebracin del V Centenario, convocadopor la rectoria de la Universidad del Valle en 1990. Una de las actividades delComit fue la preparacin de un coloquio intemacional bajo el titulo de ElPacifico Colombiano est por Descubrir. Definido como la oportunidad paraIlevar a cabo un dilogo de saberes modemos y tradicionales con vistas a

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    Cmo abordar esta tarea de ver y or al Pacfico conojos y odos que no slo sean los de la civilizacin econ-mica-cientfica de Occidente? Comencem os por lo econm icoque, junto a lo tecnolgico, son las esferas consideradas comoms neutrales. Cualquiera que sea su ideologa afirma elantroplogo Maurice Godelier (1986: 18)--:

    la mayor parte de los analistas tienen una nocin de lo eco-nmico que es profundamente etnocntrica. Su impulsoespontneo es descubrir en toda sociedad instituciones yrelaciones econmicas separadas del resto de relacionessociales y comparab les a aquellas de la sociedad ca pitalistaoccidental.Ms enfticamente an, como lo explica un antroplogo

    que ha trabajado en nuestro medio (Gudem an 198 6: 22):Todo modelo, sea local o universal, es una construccin delmundo; no es una transcripcin de una realidad ya dada.Un modelo local se comprende de las creencias y prcticasque conforman el mundo de la gente. Aquellos que cons-truyen modelos universales [como los de la economaneoclsica o ne oliberal], sin emb argo [...] utilizan una me-todologa recon structiva por medio de la cu al las prcti-cas o creencias observadas son en primer lugar reenuncia-das en un lenguaje formal y luego deducidas de nuevo apartir de conceptos que pertenecen a ese mismo lenguaje,tales como la utilidad, el trabajo, o la explotacin... Desdeesta perspectiva, cualquier modelo local es una racionali-zacin, mistificacin o ideologa; cuando ms slo repre-senta una realidad subyacente a la cual el observador[modem ol ya tiene acceso privilegiado.En otras palabras, el uso de modelos supuestamenteuniversales para entender realidades subalternas o margina-

    les slo aseguran la traduccin de una realidad dada en tr-minos de un lenguaje dominante. Pero todo proceso de vidasocial es construido culturamente de diversas maneras. Estose aplica tanto a las sociedades modernas con sus modelosuniversales como a grupos locales dentro y en la periferiade la modernidad. Todo modelo local como aquellos queexisten en el Pacfico es una construccin con toda sucoherencia e importancia, y cuya naturaleza debe elucidarse.Esto no quiere decir que estos modelos puedan ser observa-dos en estado puro, sino en sus articulaciones con mode-los dominantes u otros modelos locales circundantes. Msan, estos modelos slo existen a travs de su uso y tienenque ver con la supervivencia, la vida diaria, la comida, latierra, el mundo espiritual, las relaciones entre gneros yentre generaciones, etctera (11).

    Un importante aspecto de la investigacin de los mode-los locales en el contexto especfico del desarrollo obedece

    articular propuestas de desarrollo alterno, tales como el etno y el eco-desarrollo,el coloquio no Ileg a realizarse.(11) En un reciente libro sobre la regin andina campesina de Colombia, los

    antroplogos Stephen Gudaman y Alberto Rivera (colombiano este ltimo)arguyen y documentan etnogrficamente que entre los campesinos andinos anexiste un modelo significativamente diferente de la economia y de la tierra enrelacin al modelo econmico modemo. Tanto las nociones de la tierra, losahorros, el trabajo, las ganancias, etctera, como los fines de los mismos de laproduccin son entendidos de maneras diferentes, aunque estas concepcionesestn al tiempo muy ligadas a las modemas. Vase Gudeman y Rivera (1990).

    a preguntas tales como: Cmo son usados por las comuni-dades los nuevos conceptos y prcticas del desarrollo?Cmo son interpretados? Reproducidos? Desafiados,resistidos o transformados? Cules son los cambios queestos conceptos y prcticas inducen en los modelos localesvigentes? En qu formas especficas se dan estos cambios?Se trata de investigar en primera instancia, no si los progra-mas de desarrollo son buenos o adecuados, sino cmolos actores locales se reapropian del espacio de la produc-cin sociocultural que introduce el desarrollo. En otras pa-labras, investigar cmo las comunidades usan, reproducen,subvierten o transforman las prcticas del desarrollo en suesfuerzo por mantener o crear formas de organizar sus so-ciedades y economas que desde su punto de vista pudieranestar ms acordes con su historia y cultura. Este estudioconstituye una investigacin etnogrfica de la circulacin deun conjunto de discursos y prcticas en comu nidades que nolas han generado, pero que sin em bargo responden a e llas enformas concretas (12).

    Investigaciones de este tipo, prcticamente inexistentesen el pas, ofreceran la posibilidad de proceder de unaforma distinta en cuanto a la investigacin y diseo de laaccin social, ya sea por parte del gobierno, las comunida-des o, ms probablemente, grupos mixtos de ellos. No slose empezara desde una base social ms real, sino que po-dran formularse modelos hbridos que no se reduzcan a unaparticipacin de la gente en su propio desarrollo. Com o laexperiencia lo demuestra, esta participacin institucionalrara vez logra efectuar cambios significativos en los diseos.Un modelo hbrido real tendra que acoger en su interior laverdadera diferenciaque las culturas del Pacfico represen-tan con respecto al resto del pas, aunque este reconocimien-to tenga que hacerse innegable y simultneamente dentro delmbito del modelo dominante economicista. De esta forma,las diferentes instancias que estn compitiendo hoy en dapor la produccin y control del discurso del Pacficoomunidades, gobierno, empresarios, intelectuales y ac-tivistas, organizaciones no gubernamentales endgenas yexgenas, etctera pueden ser vistas como comunidadesde modeladores de cuyas deliberaciones colectivas deberasurgir un Pacfco distinto, al menos ms negociado. La pre-gunta crucial que enmarca esta posibilidad es la de la rela-cin entre modelos y poder social. Qu asegurara que losmodelos locales sean escuchados, cuando nunca lo hansido? Volverem os sobre este tema en nuestra discusin de laformacin de identidades colectivas tnicas (13).

    Ms que una propuesta terica, los modelos hbridos se es-tn convirtiendo en una necesidad y realidad social, particu-larmente ante la agravada crisis de la modernidad y el desa-rrollo en el Tercer Mundo. As lo intuyen recientes es-tudios de la modernidad y la posmodernidad en Amrica

    Muy pocos estudios de esta naturaleza se han llevado a cabo hasta el momento,pero su importancia en trminos de repensar el desarrollo es cada vez msreconocida. Estos estudios incluyen los trabajos de Pigg (1992) sobre los efectosde la introduccin de nociones de desarrollo en Nepal, y los de un equipo delDepartamento de Antropologia Social de la Universidad de Estocolmo, quienes seencuentran realizando un proyecto sobre concepciones locales de la modem idad yel desartollo en varios paises de Asia y Africa. Vase D ahl y Rabo, eds. (1992).La nocin de comunidades de modeladores se origina en Gudeman y Rivera(1990).

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    Latina (14). Ya no se concibe la realidad social en base ados polos o estadios separados, tradicin y modernidad. Sehace innegable cada vez ms que estamos ante articulacio-nes complejas de tradiciones y modernidades diversas ydesiguales, frente a la coexistencia de mltiples lgicas dedesarrollo. La reconversin econmica y simblica efec-tuada por el capital y la modernidad ha conllevado adapta-ciones de saberes y de prcticas a todo nivel y en todos losestratos sociales, particularmente los populares. Nuestrocontinente se caracteriza hoy en da por una gran heteroge-neidad cultura y multitemporal, donde coexisten distintasracionalidades histricas. Las culturas tradicionales se desa-rrollan transformndose, con una cierta apertura hacia lamode midad que es a ve ces crtica, a veces irnica, desesperadao trgica, a veces exitosa. Es indudable si miramos a AmricaLatina que las tradiciones an no han sido suprimidas. Sihibridizan con lo modemo, crean nueva s realidades. Lo que hayque entender es cmo los diversos actores sociales popularesreubican sus saberes y sus prcticas ante las contradiccionesposibilidades y dominaciones de la modemidad.

    Pareciera que una integracin crtica a la modemidadfuese la estrategia ms viable para los grupos populares, almenos aquellos ya urbanizados. Las elaboraciones hetero-doxas de la tradicin sin duda pueden Ilegar a ser fructferas(Garca Canclini: 1990). Pero tambin es verdad que la ma-yora de las veces los procesos de acomodo social a que sonforzados estos grupos no revierten por s solos las situacio-nes de dominacin en que se encuentran; ms an, con fre-cuencia se reducen a acomodos pragmticos de superviven-cia. Tambin es necesario preguntarse si las hibridacionesque parecen ser posibles son la nica salida. Para gruposcomo los afrocolomb ianos e indgenas del Pacfico, que hanmantenido por razones histricas una distancia de la moder-nidad que es socialmente significativa, la propuesta de mo-delos hbridos adquiere un carcter especfico. Nocionescomo el etnodesarrollo tratan de acercarse a este hecho,aunque es difcil saber si lograrn escapar al discurso domi-nante. All la hibridacin podra reducirse a un infeliz injer-to o a un estril mestizaje. Volveremos sobre este conceptoen la co nclusin del artculo.

    LA COMUNICACION COMO ESPACIODE DEBATE Y CONCERTACIONDesde tiempo ancestrales, en comunidades como las del

    litoral Pacfico se han venido construyendo identidades ba-sadas en modos artesanales de expresin y en formas com u-nitarias de organizacin. De ah la importancia para el Pac-fco de su tradicin oral, msica, danza, y la diversidad deritos que lo caracterizan. Todos stos son elementos que sehan venido desarrollando a travs de los tiempos. Aunquedesde el punto de vista de la modemidad las comunidadestradicionales aparezcan como estticas, es necesario repe-tir que siempre hay en marcha en ellas una dinmica deactualizacin de la tradicin (Atencio: 198 2); esta dinmica,como hemos visto, incluye una visin de lo modemo y una(14) Vase principalmente Garcia Canclini (1990), Caldern, ed. (1988), Quijano(1988), Lechner (1988).

    hibridacin con ello. Ahora bien, el desarrollo irrumpecomo conquista y avanzada de lo modemo. Apabulla losrdenes culturales existentes, incurriendo en un costo socialque, como el ecolgico, se rehsa a asumir. Dependiendo dequ tan exp uestas estn las poblaciones, esta irrupcin estre-mece las identidades, obligndolas a recontextualizarse y enalgunos casos exterminndolas y reem plazndolas por otras.lle hecho, la lgica del desarrollo legitima la premisa de quelo modemo slo sea posible edificarlo sobre los escombrosde lo no modemo. Desecha la opcin del descubrimientocomo encuentro entre culturas, cada una con su visin de lomodem o animada por el otro. El encuentro desarrollista ha sidoconquista, no descubrimiento mutuo y dilogo de saberes.

    A un nivel muy fundamental, lo que est pasando en elPacfco es una reconfiguracin de los sistemas de produc-cin de identidades. Si desde los cincuenta a los ochentaeste sistema lo conformaban las prcticas tradicionales, porun lado, y el sistema educativo montado por la PrefecturaApostlica, por el otro (educacin por contrato), a partir delPALD EICOP se introducen otros mecanismos. D entro de lamodemidad y el desarrollo, los elementos que marcan laidentidad tales como el gnero, la tnica, la territoriali-dad, la religiosidad, la esttica, etctera son refuncionali-zados a la formacin de identidades homogneas nacionales.Sin embargo, son estos mismos elementos de identidad losque desempean un papel importante en la articulacin derespuestas culturales alternativas al desarrollo y como pro-puestas de otro tipo de modernidad. De acuerdo a la lgicadel desarrollo, la identidad tnica, por ejemplo, debe serreemplazada por la ciudadana. Se presupone sin funda-mento que la identidad tnica da lugar inevitablemente a lasegregacin y constitucin de gettos culturales beligerantes,como puede estar sucediendo en la Europa actual (15).

    Los analistas de los movimientos sociales contempor-neos concuerdan, sin embargo, en el hecho de que la accincolectiva hoy en da se da principalmente en base a la cons-truccin de identidades, a partir de variables tales como elgnero, la etnia, el territorio, la ocupacin, la defensa delambiente, la sexualidad, etctera. Ya no se lucha solamentepor el control de los recursos econmicos, el estado o lasreivindicaciones de clase, aunque estos aspectos continansiendo de vital importancia. Hoy en da, las nuevas formasde construccin de lo poltico se apoyan en aspectos simb-lico-culturales que no pueden reducirse a lo econmico. Losmovimientos sociales de hoy, se dice, luchan primordial-mente por el control de la historicidad, es decir, por el con-trol de los modelos culturales que rigen la prctica social.De esta forma, construyen identidades colectivas (muje-res, afrocolombianos, indgenas, ecologistas, etcte-ra) a travs de complejos procesos de articulaciones discur-sivas que incluyen interacciones, negociaciones y relacionescon otros actores y su entomo.(15) Asi lo manifest el senador Mario Laserna en el 111 Foro Colombia en la Era delPacifico. No podemos fraccionar el pas en etnias, afinn el Ilamado senador.Tambin se refiri al volcn tnico y al dem onio tnico que, de ser desperta-

    dos, podran Ilevar al pas a luchas fratricidas. Opiniones como stas seguirnapareciendo a medida que los movimientos sociales de base tnica cobranvisibilidad. Los discursos de la plurietnicidad, el multiculturalismo y la democra-cia poltica constituyen una propuesta altema a posiciones intransigentes como lasde Mario Lasema.

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    Estas identidades son el resultado de una innovacin yexperimentacin en la produccin de marcos alternativos designificado; esta innovacin se da a nivel de la vida diaria,con frecuencia en formas sumergidas y casi invisibles. Esesta produccin diaria de otros esquemas de significado ysentido lo que nutre a la accin colectiva en su encuentrocon otros actores. Se puede decir entonces que los movi-mientos sociales contemporneos generan una verdaderapoltica cultural (lo cultural que se convierte en hecho pol-tico, lo cultural como resistencia) con el potencial de refor-mar la cultura poltica convencional (basada en los partidos,el voto, las instituciones, etctera). Son las relaciones cultu-rales lo que subyace en las luchas.

    Es innegable que en el litoral Pacfico se est gestandoun movimiento afrocolombiano de importancia que respon-de en general a estas dinmicas. Aunque en estado inci-piente, la aparicin de un movimiento negro con base en losprocesos organizativos dados alrededor del Artculo transi-torio 55 es notable. Su relacin con otros movimientos so-ciales y tnicos (los indgenas, los de mujeres y los ecolo-gistas principalmente), las estrategias de articulacin a suinterior y el papel que desemperiar frente al desarrollodel Pacfico es decir, todo el proceso de construccin deidentidades estn por decidirse. Es verdad que el estudiode las movilizaciones afrocolombianas no concita la aten-cin de quienes se ocupan de estudiar el desarrollo de losmovimientos sociales en el pas, y en el caso de los activis-tas y organizaciones afrocolombianas no ha co ntado hasta elpresente con el suficiente espacio (Rosero 1993: 30). Perode la evolucin de este proceso social podra depender engran parte la suerte del Pacfico. Volviendo a la hiptesis delos modelos hbridos, slo la construccin y proyeccin deuna slida accin colectiva por parte de las comunidades delLitoral puede Ilegar a asegurar el poder social que requeri-ran los modelos locales y alternativos en la lucha por ladefinicin del Pacfico. No es improbable que una de lasmanifestaciones clave de esta accin colectiva sea un mo-vimiento negro heterogneo y pluralista, sin duda con-cebido explcitamente como tal.

    Cul sera el papel de la comunicacin a este respecto?La comunicacin desempea un papel muy importante en laproduccin de identidades culturales. Dentro del paradigmadel desarrollo, la comunicacin acta como un mecanismode integracin a la modernidad. En la prctica, sin embargo,las comunicaciones no obed ecen estrictamente a esta lgica,sino que constituyen espacios de concertacin y discusinde las propuestas de la modernidad. Al am pliar el espacio departicipacin social, la comunicacin ayuda a reconfigurarlas identidades sociales. Por lo tanto, las respuestas cultura-les a la modernizacin tienen que pasar necesariamente porla comunicacin.

    Desde esta perspectiva, es necesario reconocer que lacirculacin de los discursos alternativos cuyo poder de in-fluencia est supeditado a modos artesanales y populares deexpresin y comunicacin con limitada capacidad de reper-cutir y resonar ampliamente, sern probablemente refuncio-nalizados por las comunicaciones masivas que Ilegan comoelementos de la modernidad. Es importante entonces inves-

    tigar las recodificaciones que sobre lo tradicional y lo mo-derno se establecen con la accin de los medios (radio, tele-visin, imprenta). La introduccin en la regin de mediosmodernos d e comun icacin con tecnologas industriales va aestremecer la realidad social. La pregunta es cules son lasformas que p odran tomar la identidad y la cultura durante elproceso de incorporacin de los medios y una vez que stossean implantados. En la medida en que los grupos popularesacceden a los espacios tecnolgicos modernos, podrnellos contribuir a las identidades y a los movimientos? Qugneros y formatos comunicacionales Ilegarn a impulsar?Estos gneros y formatos podrn ser reconstruidos bien apartir de los lenguajes tradicionales, o ser trasplantados delos gneros y formatos convencionales de la radio, el perio-dismo, etctera. Qu pasa, por ejemplo, con la literaturaoral una vez que en tra a compartir activamente el espacio delos medios modernos?

    Tambin hay que reconocer que el desarrollo puede enun momento determinado camuflarse en las expresionesculturales y los modos de comunicacin ancestrales. Paraque el discurso del desarrollo sea ms aceptable, se lo poneen dcima, por dar un ejemplo. Pero igualmente hay quesealar que, como contrapartida, los gneros y formatospopulares caricaturizan con frecuencia al desarrollo. Desdeel punto de vista etnogrfico, es importante mirar los len-guajes que circulan en los gneros y formatos de la comuni-cacin, as como los usos funcionales y refuncionalizadosque se les da en diversos aspectos sociales. Este tipo deanlisis podra dar pautas para discernir el potencial de lacomunicacin alternativa como un estilo favorable para eldebate y la concertacin de m odelos hbridos.

    En resumen, si la comunicacin es de vital importanciapara el capital y la modernidad, tambin lo es para los mo-vimientos sociales y las tcticas populares. La comun icacincultural es un espacio de produccin real. La comunicacines cada vez ms produccin material. Para el capital, en co-municacin ya no existen hechos reales, sino hechos pre-fabricados. Las nueva s lites capitalistas han m ontado sofis-ticadas redes de comunicacin que les brindan una altacompetitividad frente a los grupos sociales precariamentecomunicados. Esto les permite entrar a las redes de mediosmasivos en forma directa y producir los hechos sociales quese ajusten a sus intereses y visin de clase. El otro lado d e lamoneda es que la superviviencia del medio ambiente tropi-cal y las culturas del Pacfco depender en buena medidadel grado de reiteracin con que se puede diseminar su iden-tidad e imagen. Las redes de comunicadores culturales(como la gente entintada y parlante, la red de radios co-munitarios y las fundaciones culturales) que se han venidoestableciendo en los ltimos ao s en varias localidades, pue-den desempear un papel esencial a este respecto. Cul esla poltica cultura que estos grupos avanzan? En qu medi-da dan expresin a lo popular, a propuestas hbridas o alter-nativas?

    La comunicacin y del desarrollo, finalmente, abren es-pacios para la configuracin de grupos de lite locales yregionales. Hoy en da en el Pacfico est apareciendo unanueva clase social, interlocutora del desarrollo, la cual quie-

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    re entrar a gestionar el desarrollo desde las instancias insti-tucionales convenciones. Esto contrasta con otros actoresnuevos que se amparan en identidades alternativas paraasumir un papel de impulsores de modelos altemativos; hayque reconocer, sin embargo, que estos ltimos, aunque msexplcitamente anclados en las comunidades y sus culturas,avanzan igualmente dentro del terreno de lo moderno, confrecuencia como verdaderos hbridos culturales o traducto-res de culturas.

    CONCLUSION: EL POSDESARROLLOCOMO POSIBILIDAD R EAL

    Sabemos bien que las hegemonas de las cuencas no sonetemas. Y que cua ndo el gran capital penetra en zonas ricasen recursos naturales slo va dejando desiertos. De toda laapertura actua l, el nativo ser el gran perdedo r y en ltimainstancia el pas, si no se entiende a tiempo lo que est enjuego... Para quin entonces se preservar o se explotarintensivamente la riqueza? Debem os estar atentos para quela era de la consulta y la concertacin tambin Ilegue alPacfico (Vanin 1991: 6 ).La consulta y la concertacin, hemos insistido en este

    trabajo, involucran procesos culturales complejos. No pue-den reducirse a la participacin en los diagnsticos o aestablecer una lista de prioridades con las comunidades,como en general se pretende. El trabajo soterrado de un pa-radigma como el desarrollo no se suspende tan fcilmente.All donde uno cree que lo ha dejado atrs, all lo descubreactuando, tal vez ms frtil que nunca. Esto pasa, por ejem-plo, con la gran propuesta del momento, el llamadodesarrollo sostenible. Puede afirmarse sin mayores repa-ros que el desarrollo sostenible antes de asegurar la sosteni-bilidad de la naturaleza, asegurar la del capital. Hay queredefinir y reinventar la naturaleza de tal forma que el capi-tal sea sostenible. De esto se trata. Mientras que los ecolo-gistas tratan de rehacer las corporaciones de tal forma que lanaturaleza sea sostenible, las corporaciones rehacen la natu-raleza y el trabajo para que la rentabilidad del capital nobaje. A lo mismo apuntan las acciones del Banco Mundial,cuyo Global Environmental Facility (GEF) debe entendersecomo una estrategia de control mundial de los recursos sil-vestres por el Grupo de los Siete.

    En el Tercer Mundo, el discurso del desarrollo sosteni-ble redefine el medio biofsico como ambiente, y concibea ste como una reserva para el capital. Ms an, dentro deeste discurso es imposible hablar de naturaleza como cons-truccin sociocultural. La naturaleza desaparece al serreemplazada por el ambiente; se declara as la muertesemitica de la naturaleza como agente de creacin social.Al mism o tiempo, el desarrollo sostenible reduce la ecologaa una mayor forma de eficiencia. Se trata ahora de producirms a partir de menos, y con mayor racionalidad. Por otrolado, la biotecnologa se erige como encargada de asegurarel uso eficiente y racional de los recursos. En los ltimosaos, las comunidades locales y los movimientos socialesestn siendo Ilamados a participar en estos esquemas comoguardianes del capital social y natural. De esta forma,

    discursos tales como los de la biotecnologa y la biodiversi-dad asisten al capital en la conquista semitica del territorio:las comunidades, o sus sobrevivientes, son fnalmente reco-nocidos como dueos legtimos de sus recursos o loque queda de ellos, pero slo en la medida en que aceptenver y tratar estos recursos (y ellos mismos) com o capital aser puesto en circulacin en beneficio del proceso de acu-mulacion (16).

    Se debe ser concreto: el desarrollo no puede represen-tar la ruina de quienes se pretende redimir con la retrica(Vanin 1991: 14). Ser concreto en este contexto signifcainsistir en la inevitable pluralidad de concepciones y mode-los; reconocer la crucial importancia de la accin colectivapara avanzar una economa poltica de la diferencia de lacual surja un rgimen de definicin del Pacfico diferente alIlamado desarrollo; significa imaginarse espacios de posde-sarrollo. Ser concreto conlleva experimentar con la realidadsocial en la forma ms seria posible: no en el sentido de laintroduccin de estrategias exgenas impuestas, sino deatreverse, con el concurso de las distintas voces que con-forman el discurso del Pacfico, a pensar esa realidad de unmodo diferente. En el posdesarrollo, se pensar, frente alPacfico, no que hay que desarrollarlo, sino que all hayuna gran oportunidad para que un grupo de comunidades yunas etnias asuman su forma de ser con plena autonomacultural y poltica. Estos grupos sern modernos, pero dife-rentes, si se quiere, en el concierto de aquello que Ilamamos,sin saber an muy bien lo que es, Colombia.

    El Pacfico presenta un gran desafo ante el pas. Es ladefnicin misma de lo colombiano lo que est en juego.

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    RESUMEN

    Estos dos autores tratan de definir en su artculo una propuesta alternativa de modernizacin para el Pacficocolombiano. Pero los modelos de desarrollo que se estn proponiendo y poniendo en marcha ltimamente no re-sultan apropiados para este rea geogrfica, que necesita de una accin social ms autonma, endgena y plura-lista para poder transformar su realidad.

    ABSTRACTThese two authors try to define an alternative proposal of a modernization program for the Pacific Coast of

    Colombia. But the models of development actually implemented are not applicable to this geographical areawhich is required of a more autonomous, endogenous and pluralistic social action in order to transform its reality.

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