Arturo Escobar - El Lugar de La Naturaleza y La Naturaleza Del Lugar

download Arturo Escobar - El Lugar de La Naturaleza y La Naturaleza Del Lugar

of 32

Transcript of Arturo Escobar - El Lugar de La Naturaleza y La Naturaleza Del Lugar

  • El lugar de la naturaleza y la naturaleza dellugar: globalizacin o postdesarrollo?1

    Arturo Escobar 2

    I. Introduccin: Lugary Cultura3

    E n aos recientes, el concepto de lugar ha sido nuevamente abordado des-de varios puntos de vista, desde su relacin con el entendimiento bsico deser y conocer, hasta su destino bajo la globalizacin econmica y la medida en laque sigue siendo una ayuda o un impedimento para pensar la cultura. Este cues-tionamiento no es, por supuesto, una coincidencia: para algunos, la ausencia delugar -una condicin generalizada de desarraigo, como algunos la denominan-se ha convertido en el factor esencial de la condicin moderna, una condicinmuy aguda y dolorosa en muchos casos, como en el de los exiliados y refugiados.Ya sea que se celebre o se denuncie, el sentido de atopa parece haberse instala-do. Eso parece ser cierto en la filosofa occidental, en la que el lugar ha sido ig-norado por la mayora de los pensadores (Casey 1993); las teoras sobre la globa-lizacin que han producido una marginalizacin significativa del lugar, o debatesen antropologa que han lanzado un radical cuestionamiento del lugar y de lacreacin del lugar. Sin embargo, el hecho es que el lugar -como la experiencia deuna localidad especfica con algn grado de enraizamiento, linderos y conexincon la vida diaria, aunque su identidad sea construida y nunca fija- contina sien-do importante en la vida de la mayora de las personas, quizs para todas. Existeun sentimiento de pertenencia que es ms importante de lo que queremos admi-tir, lo cual hace que uno considere si la idea de regresar al lugar -para usar laexpresin de Casey- o la defensa del lugar como proyecto -en el caso de Dirlik-no son cuestiones tan irrelevantes despus de todo.

    113

    1. Traduccin del original en ingls por Eleonora Garca Larralde

    2. Departamento de Antropologa, Universidad de North Carolina.

    3. El presente trabajo le debe mucho al trabajo y al dilogo con Arif Dirlik, a Julie Graham y al eclogo mexicano,Enrique Leff, cuyo apoyo e inters aprecio enormemente. Le debo tambin a Libia Grueso, Yellen Aguilar y CarlosRosero, del PCN (Proceso de Comunidades Negras del Pacfico), a quienes les agradezco hayan compartido conmi-go su sofisticado conocimiento y su comprensin de la ecologa poltica del PCN, presentada en la ltima parte deltrabajo.

  • Arturo Escobar

    Por supuesto, la crtica reciente al lugar por parte de la antropologa, la geo-grafa, las comunicaciones y los estudios culturales, ha sido tanto esencial comoimportante y contina sindolo. Las nuevas metforas en trminos de movilidad-la desterritorializacin, el desplazamiento, la dispora, la migracin, los viajes,el cruce de fronteras, la nomadologa, etc.- nos han hecho ms conscientes del he-cho que la dinmica principal de la cultura y la economa han sido alteradas sig-nificativamente por procesos globales inditos. Sin embargo ha existido una cier-ta asimetra en estos debates. Segn Arif Dirlik (1997), esta asimetra es ms evi-dente en los discursos sobre la globalizacin en los que lo global es igualado alespacio, al capital, a la historia y a su agencia, y lo local, con el lugar, el trabajoy las tradiciones. El lugar, en otras palabras, ha desaparecido en el frenes de laglobalizacin de los ltimos aos y este desdibujamiento del lugar tiene conse-cuencias profundas en nuestra comprensin de la cultura, el conocimiento, la na-turaleza, y la economa. Quizs sea el momento de revertir algunas de estas asi-metras al enfocar de nuevo la constante importancia del lugar y de la creacindel lugar, para la cultura, la naturaleza y la economa4 -desde la perspectiva de lu-gar ofrecida por los crticos mismos.

    Este es de hecho un sentir creciente de aquellos que trabajan en la intersec-cin del ambiente y el desarrollo, a pesar de que la experiencia de desarrollo hasignificado para la mayora de las personas un rompimiento del lugar, ms pro-fundo que nunca antes. Los eruditos y activistas de estudios ambientalistas no s-lo estn siendo confrontados por los movimientos sociales que mantienen unafuerte referencia al lugar -verdaderos movimientos de apego ecolgico y culturala lugares y territorios- sino que tambin confrontan la creciente comprensin deque cualquier salida alterna debe tomar en cuenta los modelos de la naturaleza ba-sados en el lugar, as como las prcticas y racionalidades culturales, ecolgicas yeconmicas que las acompaan. Los debates sobre el posdesarrollo, el conoci-miento local y los modelos culturales de la naturaleza han tenido que enfrentaresta problemtica del lugar. De hecho, y ste es el argumento principal de este tra-bajo, las teoras del posdesarrollo y la ecologa poltica son espacios esperanza-dores para reintroducir una dimensin basada en el lugar, en las discusiones so-

    114

    4. Abordemos, por ejemplo, el rol del lugar en el primer volumen de The Information Age, de Manuel Castells, [TheRise of the Network Society(1996)], un libro magistral y en muchos sentidos esencial para la comprensin de la eco-noma y sociedad actual. Para Castells, el surgimiento del nuevo paradigma tecnolgico basado en la informacin,las tecnologas electrnicas y biolgicas, est produciendo una sociedad de redes en la que el espacio de los flujosse impone al espacio del lugar, y donde no existe lugar alguno por s mismo, dado que las posiciones las definenlos flujos. los lugares no desaparecen pero su lgica y significado son absorbidos por la redel significado es-tructural desaparece, subsumido en la lgica de la metared, p. 412. En esta nueva situacin, los lugares pueden serolvidados, lo que significa su decadencia y deterioro; las gentes y el trabajo son fragmentados en el espacio de loslugares, en la medida en que los lugares son desconectados entre s (las lites son cosmopolitas, las gentes son lo-cales, p.415. La cultura global se impone a las culturas locales, y en el mundo resultante existe slo cultura y na-da de naturaleza; lo que significa el verdadero inicio de la Historia. A pesar de que Castells expresa cierta nostalgiade lugares en los que cuentan las interacciones cara a cara y las acciones locales (como el Belville que lo vio madu-rar como joven intelectual), est claro que el nuevo paradigma lleg para quedarse. Esta es una de muchas instan-cias de la asimetra en el discurso de globalizacin del que Dirlik habla.

  • bre la globalizacin, quizs hasta para articular una defensa del lugar. Reconce-bida de esta forma, la ecologa y el posdesarrollo facilitaran la incorporacin delas prcticas econmicas, basadas en el lugar, al proceso de delimitacin de losrdenes alternativos. Dicho de otra manera, una reafirmacin del lugar, el no-ca-pitalismo, y la cultura local opuestos al dominio del espacio, el capital y la mo-dernidad, los cuales son centrales al discurso de la globalizacin, debe resultar enteoras que hagan viables las posibilidades para reconcebir y reconstruir el mun-do desde una perspectiva de prcticas basadas-en-el-lugar. Esto podra ser de in-ters para la antropologa y los estudios culturales que han visto en la dcada delos noventa una fuerte crtica a las nociones convencionales de la cultura comoalgo discreto, limitado e integrado. Esta crtica ha venido acompaada de una se-rie de investigaciones innovadoras relativas a la relacin entre el espacio, la cul-tura e identidad, desde el punto de vista de los procesos transnacionalizados deproduccin cultural y econmica. Esta crtica tiene sus races en desarrollos ante-riores en economa poltica y en la crtica de la representacin, en especial duran-te la dcada de los ochenta, y ha producido un momentum terico importante,conformando lo que sin duda es hoy una de las instancias ms fuertes del debatey la innovacin en la antropologa5. Tomando como punto de partida el carcterproblemtico de la relacin entre lugar y cultura, estos trabajos hacen nfasis enel hecho de que los lugares son creaciones histricas, que deben ser explicados,no asumidos, y que esta explicacin debe tomar en cuenta las maneras en las quela circulacin global del capital, el conocimiento y los medios configuran la ex-periencia de la localidad. El foco, por lo tanto, cambia hacia los vnculos mlti-ples entre identidad, lugar y poder -entre la creacin del lugar y la creacin degente- sin naturalizar o construir lugares como fuente de identidades autnticas yesencializadas. En la medida en que los cambios en la economa poltica globalse vuelquen hacia concepciones distintas de lugar e identidad, la relacin lugar-/poder/identidad se hace ms complicada. Cmo reconcebir la etnografa msall de los lugares y culturas limitadas espacialmente? Cmo explicar la produc-cin de diferencias en un mundo de espacios profundamente interconectados?

    Estas son preguntas valiosas y necesarias. Ms an, siempre estuvo claro pa-ra la crtica antropolgica -en contraste con las teoras de globalizacin brevemen-te mencionadas anteriormente- que los lugares siguen siendo importantes tanto pa-ra la produccin de cultura como para su etnografa (Gupta y Ferguson 1992). Sine m b a rgo, ha habido cierto -quizs necesario- exceso en el argumento que ha lleva-do a desenfatizar el tema de las bases, los linderos, el significado, y el apego a loslugares, que tambin constituye parte de la experiencia de la creacin de gentes ylugares. Es posible regresar a alguno de estos temas luego de la crtica al lugar?

    115

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    5. No se trata de repetir aqu esos debates. Algunos de los hitos de la literatura antropolgica son: Hannerz (1989);Appadurai (1990, 1991); Gupta y Ferguson (1992). Estos debates se encuentran en Gupta y Ferguson, editores(1997), en los que se basan los comentarios de esta seccin. Esta coleccin constituye, hasta ahora, la intervencincolectiva ms importante en esos temas. El autor de cada captulo contribuye elementos importantes para repensarla cultura, el lugar y el poder, lo que los editores destacan en su diestra introduccin.

  • Arturo Escobar

    Es posible lanzar una defensa del lugar sin naturalizarlo, feminizarlo o hacerloesencial, una defensa en la que el lugar no se convierte en la fuente trivial de pro-cesos o fuerzas regresivas? Si uno ha de desplazar el tiempo y el espacio del lugarcentral que han ocupado en las ciencias fsicas y sociales modernas -quizs inclusocontando con las metforas de las nuevas ciencias que resaltan las redes, la comple-jidad, la autopoesis, etc., conceptos stos que no vinculan tanto al espacio y al tiem-po- es posible hacer eso sin reificar la permanencia, la presencia, la atadura, la cor-poreidad y similares? Puede uno reinterpretar los lugares como vinculndose paraconstituir redes, espacios desterritorializados, e incluso rizomas? Lugares que per-miten los viajes, el cruce de las fronteras, y las identidades parciales sin descartarcompletamente las nociones dee n r a i z a m i e n t o, linderos y pertenencia?6

    Un aspecto final de la persistente marginalizacin del lugar en la teora occi-dental es el de las consecuencias que ha tenido en el pensar de las realidades some-tidas histricamente al colonialismo occidental. El dominio del espacio sobre el lu-gar ha operado como un dispositivo epistemolgico profundo del eurocentrismo enla construccin de la teora social. Al restarle nfasis a la construccin cultural dellugar al servicio del proceso abstracto y aparentemente universal de la formacindel capital y del Estado, casi toda la teora social convencional ha hecho invisiblesformas subalternas de pensar y modalidades locales y regionales de configurar elmundo. Esta negacin del lugar tiene mltiples consecuencias para la teora -desdelas teoras del imperialismo hasta aqullas de la resistencia, el desarrollo, etc.- quepudiesen ser exploradas mejor en el mbito ecolgico. En este mbito, la desapari-cin del lugar est claramente vinculada a la invisibilidad de los modelos cultural-mente especficos de la naturaleza y de la construccin de los ecosistemas. Sola-mente en los ltimos aos es cuando nos hemos dado cuenta de este hecho.

    En lo que sigue he tratado de articular los rudimentos de una defensa del lu-gar apoyndome, en parte, en los trabajos de la geografa postmoderna y en laeconoma poltica, post-estructuralista y feminista que abordan explcitamente lacuestin del lugar. Por otra parte, he reinterpretado desde la perspectiva del lugarlas tendencias recientes en la ecologa antropolgica que descubren los modelosculturales de la naturaleza. Luego sito estos trabajos en el contexto de los movi-mientos sociales, del posdesarrollo y de racionalidades ecolgicas alternativas.Se ha omitido mucho de lo que tendra que ser tomado en cuenta para una defen-sa ms consistente del lugar, incluyendo temas centrales como el impacto de latecnologa digital (particularmente el internet) en los lugares; lugar, clase y gne-ro; la vinculacin de lugares a redes; y las implicaciones ms amplias de la re-patriacin del lugar por parte de la antropologa y la ecologa para los concep-tos de cultura y naturaleza. Estas cuestiones slo pueden ser introducidas en elpresente trabajo como objeto de desarrollo ms adelante.

    116

    6. En otras palabras, es posible abordar los lugares desde la direccin opuesta: no desde el lado de su crtica sinodesde su afirmacin; no desde el lado de lo global sino de lo local. Esto es precisamente lo que la ecologa nos per-mite -de hecho- nos obliga- a hacer.

  • En ltima instancia, el objetivo del presente trabajo es examinar la medida enla que nuestros marcos de referencia nos permiten o no visualizar maneras pre-sentes o potenciales de reconcebir y reconstruir el mundo, plasmado en prcticasmltiples, basadas en el lugar. Cules nuevas formas de lo global pueden serimaginadas desde este punto de vista? Podemos elevar los imaginarios -inclu-yendo modelos locales de la naturaleza- al lenguaje de la teora social, y proyec-tar su potencial a tipos nuevos de globalidad, de manera que se erijan como for-mas alternativas de organizar la vida social? En resumen, en qu medida po-demos reinventar tanto el pensamiento como el mundo, de acuerdo a la lgica deculturas basadas en el lugar? Es posible lanzar una defensa del lugar con el lu-gar como un punto de construccin de la teora y la accin poltica? Quin ha-bla en nombre del lugar? Quin lo defiende? Es posible encontrar en las prc-ticas basadas en el lugar una crtica del poder y la hegemona sin ignorar su arrai-go en los circuitos del capital y la modernidad?

    La primera parte de este trabajo repasa los estudios ms recientes relativos alconocimiento local y a los modelos de la naturaleza llevados a cabo en la antro-pologa ecolgica y en la antropologa del conocimiento; los he reledo desde laptica del lugar. Con esto en mente, la segunda parte introduce un conjunto de es-tudios recientes, en especial de geografa postmoderna y feminista y de economapoltica, los cuales articulan, muy expresamente, una defensa del lugar y de lasprcticas econmicas basadas en el lugar. Se podra discutir que -a pesar de la ne-cesidad de revisar los conceptos y categoras convencionales de lo local- el lugary el conocimiento basado en el lugar, continan siendo esenciales para abordar laglobalizacin, el posdesarrollo y la sustentabilidad ecolgica, en formas social ypolticamente efectivas. Finalmente, la tercera parte rene ambas secciones al in-tentar aportar algunas orientaciones basadas en el lugar, para una defensa de losecosistemas locales y modelos bajo el contexto de la globalizacin y el cambiorpido. El rol de los movimientos sociales y de la ecologa poltica en la articula-cin de la defensa del lugar se resea brevemente. La conclusin invita a visua-lizar nuevas esferas ecolgicas pblicas en las que las racionalidades alternaspuedan ser articuladas y puestas en marcha7.

    II. El Lugarde la naturaleza:conocimiento local y modelos de lo natural

    La cuestin del conocimiento local -en especial, del conocimiento de lossistemas naturales- tambin ha sido abordada en los ltimos aos desde varias p-ticas (cognitiva, epistemolgica, etnobiolgica y, de manera ms general, antro-

    117

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    7. Un esquema refinado del concepto lugar est fuera del alcance de este trabajo. Ver: Casey (1993, 1997) para unensayo dentro de la filosofa. Yo lo trato de una manera emprica y analtica, es decir, como una categora del pen-sar y como una realidad construida.

  • Arturo Escobar

    polgica) y en conexin con una variedad de temas, desde las taxonomas primi-tivas y la conservacin de la biodiversidad, hasta la poltica de territorialidad ylos movimientos sociales. Se ha concentrado la atencin en aspectos tales como:los mecanismos a travs de los cuales el conocimiento local opera, incluyendo elaspecto de si conocimiento local es, en s, una etiqueta apropiada para los me-canismos cognitivos y experimentales que estn en juego en las relaciones de lagente con los entornos no humanos; la existencia y estructuracin de modelosculturales de la naturaleza, en los que el conocimiento local y los sistemas de cla-sificacin estaran inmersos; y la relacin entre formas de conocimiento locales yformas modernas expertas, en ambientes concretos, ecolgicos e institucionales,por ejemplo, en el contexto de los programas de desarrollo y conservacin, en es-pecial en las reas de bosques tropicales. Se puede afirmar que la investigacinsobre el conocimiento local y los modelos culturales de la naturaleza, que surgide tendencias anteriores relativas a la etnobotnica, la etnociencia y la antropolo-ga ecolgica, ha llegado a la mayora de edad. Este resurgimiento ha dado pasoa recuentos cada vez ms sofisticados sobre las construcciones de la naturalezaelaboradas por la gente, y quizs nos ha ofrecido la posibilidad de deshacernos fi-nalmente de la relacin binaria entre la naturaleza y la cultura que ha sido tan pre-dominante y perjudicial para la antropologa ecolgica y campos relacionados(Descola y Plsson, editores 1996).

    Antroplogos, gegrafos y ecologistas polticos han demostrado con crecien-te elocuencia que muchas comunidades rurales del Tercer Mundo construyen lanaturaleza de formas impresionantemente diferentes a las formas modernas do-minantes: ellos designan, y por ende utilizan, los ambientes naturales de manerasmuy particulares. Estudios etnogrficos de los escenarios del Tercer Mundo des-cubren una cantidad de prcticas -significativamente diferentes- de pensar, rela-cionarse, construir y experimentar lo biolgico y lo natural. Este proyecto se for-mul hace un tiempo y ha alcanzado un nivel de sofisticacin muy alto en los l-timos aos. En un artculo clsico sobre el tema, Marilyn Strathern (1980) sostie-ne que no podemos interpretar los mapas nativos (no modernos) de lo social y lobiolgico en trminos de nuestros conceptos de la naturaleza, la cultura y la so-ciedad. Para empezar, para muchos grupos indgenas y rurales, la culturanoprovee una cantidad particular de objetos con los cuales se pueda manipular lanaturaleza...la naturaleza no se manipula (174,175). La naturaleza y la cul-tura deben ser analizadas, por ende, no como entes dados y presociales, sino co-mo constructos culturales, si es que deseamos determinar su funcionamiento co-mo dispositivos para la construccin cultural, de la sociedad humana, del gneroy de la economa (MacCormack y Strathern, editores 1980).

    No existe, por supuesto, una visin unificada acerca de lo que caracterizaprecisamente los modelos locales de la naturaleza, aunque gran parte de los estu-dios etnogrficos comparten algunos puntos en comn, incluyendo los siguientes:un inters en las cuestiones epistemolgicas, que incluye la naturaleza de los dis-

    118

  • positivos cognitivos que se encuentran en juego en los modelos culturales delmundo natural y la conmensurabilidad o no de los distintos modelos; los meca-nismos generales a travs de los cuales la naturaleza es aprehendida y construida,en especial la existencia o ausencia de esquemas generales para la construccinde la naturaleza, ya sean universales o no; y la naturaleza del conocimiento local,incluyendo si este conocimiento est plasmado y desarrollado a travs de la prc-tica o si es explcito y desarrollado a travs de algn tipo de proceso del pensa-miento. Quizs la nocin ms arraigada hoy en da es que los modelos locales dela naturaleza no dependen de la dicotoma naturaleza/sociedad. Adems, y a dife-rencia de las construcciones modernas con su estricta separacin entre el mundobiofsico, el humano y el supernatural, se entiende comnmente que los modeloslocales, en muchos contextos no occidentales, son concebidos como sustentadossobre vnculos de continuidad entre las tres esferas. Esta continuidad -que podrasin embargo, ser vivida como problemtica e incierta- est culturalmente arraiga-da a travs de smbolos, rituales y prcticas y est plasmada en especial en rela-ciones sociales que tambin se diferencian del tipo moderno, capitalista. De estaforma, los seres vivos y no vivos, y con frecuencia supernaturales no son vistoscomo entes que constituyen dominios distintos y separados -definitivamente noson vistos como esferas opuestas de la naturaleza y la cultura- y se considera quelas relaciones sociales abarcan ms que a los humanos. Por ejemplo, Descola sos-tiene que en tales sociedades de la naturaleza, las plantas, los animales y otrasentidades pertenecen a una comunidad socioeconmica, sometida a las mismasreglas que los humanos (1996:14)8.

    Un modelo local de la naturaleza puede mostrar rasgos como los siguientesque pueden o no corresponder a los parmetros de la naturaleza moderna, o slohacerlo parcialmente: categorizaciones del ser humano, entidades sociales y bio-lgicas (por ejemplo, de lo que es humano y lo que no lo es, lo que es sembrado ylo que no lo es, lo domstico y lo salvaje, lo que es producido por los humanos ylo que es producido por los bosques, lo que es innato o lo que emerge de la accinhumana, lo que pertenece a los espritus y lo que es de los humanos, etc.); escena-rios de linderos (diferenciando, por ejemplo, los humanos de los animales, el bos-que del asentamiento, los hombres de las mujeres, o entre distintas partes del bos-que); una clasificacin sistemtica de los animales, plantas y espritus; etc. Ta m-bin puede contener mecanismos para mantener el buen orden y balance de los cir-cuitos biofsico, humano y supernatural; o puntos de vista circulares del tiempo yde la vida biolgica y social, a la larga validada por la Providencia, los dioses odiosas; o una teora de cmo todos los seres en el universo son criados o nutri-dos con principios similares, ya que en muchas culturas no modernas, el univer-

    119

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    8. Tengo en mente, particularmente, los siguientes volmenes: MacCormack y Strathern editores, (1980); Gudeman yRiviera (1990); Hobart, editor (1993); Milton, editor (1993); Restrepo y del Valle, editores (1996); Milton (1996); Des-cola y Plsson, editores, (1996). Este ltimo volumen est dedicado exclusivamente al examen de los modelos cultu-rales de la naturaleza y a desacreditar definitivamente la dicotoma naturaleza/cultura.

  • Arturo Escobar

    so entero es concebido como un ente viviente en el que no hay una separacin es-tricta entre humanos y naturaleza, individuo y comunidad, comunidad y dioses9.

    Aunque las frmulas especficas para ordenar todos estos factores varan enor-memente entre los diferentes grupos, tienden a tener algunas caractersticas en co-mn: revelan una imagen compleja de la vida social que no est necesariamenteopuesta a la naturaleza (en otras palabras, una en la que el mundo natural est inte-grado al mundo social), y que puede ser pensado en trminos de una lgica socialy cultural, como el parentesco, el parentesco extendido, y el gnero vernculo oanalgico. Los modelos locales tambin evidencian un arraigo especial a un terri-torio concebido como una entidad multidimensional que resulta de los muchos ti-pos de prcticas y relaciones; y tambin establecen vnculos entre los sistemas sim-blico/culturales y las relaciones productivas que pueden ser altamente complejas.

    Dos preguntas que emergen de estos estudios son la conmensurabilidad o node las construcciones locales, y con relacin a esto, la existencia o no de meca-nismos subyacentes en juego en todas las construcciones. Debemos limitarnosa describir lo mejor que podamos las concepciones especficas de la naturalezaque las diferentes culturas han producido en distintos momentos? -pregunta Des-cola (1996: 84)-; o debemos buscar los principios generales de orden que nospermiten comparar la aparentemente infinita, emprica diversidad de los comple-jos de la naturaleza/cultura? (ibid.). La pregunta, por supuesto, se remonta a losdebates en etnobiologa (resumido en Berlin 1992) relativos a la universalidad delas estructuras taxonmicas de un mapa de la naturaleza subyacente. Antrop-logos ecolgicos, orientados hacia lo simblico, han respondido al acotado inte-rs etnobiolgico en las taxonomas populares, desplazando la clasificacin de sulugar privilegiado, afirmando que la clasificacin es slo un aspecto del procesopor el que los humanos dotan de significado y propsito las caractersticas del en-torno natural. En un intento de desplazarla, sin embargo, la mayora de los antro-plogos no estn dispuestos a renunciar a la existencia de mecanismos subyacen-tes que organizan las relaciones entre los humanos y su ambiente.

    Para Descola, por ejemplo, estos mecanismos -o esquemas de la praxis(1996: 87)- consisten en procedimientos estructurantes que combinan modos deidentificacin, definiendo linderos entre el yo y el otro en las interacciones huma-nas/no-humanas, modos de relacin (tales como la reciprocidad, la predacin o laproteccin), y modos de clasificacin (la sealizacin lingstica de categorasestables, reconocidas socialmente). Estos modos regulan la objetivizacin de lanaturaleza y constituyen un conjunto finito de posibles transformaciones10. De la

    120

    9. Esta formulacin particular est en el centro del trabajo de un grupo peruano, PRATEC (Proyecto Andino de Tec-nologa Campesina). Ver Grillo (1991); Apfel-Marglin y Valladolid (1995).

    10. En casi toda su obra, Descola (1992, 1994, 1996) se aparta significativamente del estructuralismo de Lvi-Strauss, y sin embargo se mantiene casado con l en otros aspectos, por ejemplo, en sus nociones de una lgica decombinacin y de estructuras subyacentes, aunque stas no se vean como estructuras universales de la mente.

  • misma manera, para Ellen (1996), existen tres ejes o dimensiones cognitivos quesubyacen a todos los modelos de la naturaleza, los cuales determinan la construc-cin de cosas o tipos naturales, la manera en que estas construcciones se llevan acabo en el espacio, y la medida en la que la naturaleza es vista como poseedorade una esencia ms all del control humano. Estos patrones subyacentes o meca-nismos deben ser reconstruidos etnogrficamente: emergen de procesos particu-lares, histricos, lingsticos y culturales. Para Ellen y Descola, estos patronesofrecen una forma de evitar un relativismo que hace que las diferentes construc-ciones sean inconmensurables, a la vez que evitan el universalismo que reduciralas construcciones no occidentales a manifestaciones del mismo mapa de la natu-raleza que la etnobiologa puede discernir. Se llega a estas construcciones a tra-vs de mecanismos cognitivos que an estn siendo discutidos (Bloch 1996); es-to es lo que Ellen comprende como prehensiones: aquellos procesos que, a tra-vs de distintos lmites culturales y otros, dan lugar a clasificaciones especiales,designaciones y representaciones (1996:119)11.

    Esto nos trae de lleno al tema del conocimiento local. Pareciera haber unacierta convergencia en los planteamientos antropolgicos ms recientes relacio-nados con el conocimiento local al tratar el conocimiento como una actividadprctica, situada, constituida por una historia de prcticas pasadas y cambiantes,es decir, al asumir que el conocimiento local funciona ms a travs de un conjun-to de prcticas que dependiendo de un sistema formal de conocimientos compar-tidos, libres de contexto (Hobart 1993:17,18; Ingold 1996). Esto se podra llamaruna visin del conocimiento local orientada hacia la prctica que tiene su origenen una variedad de perspectivas tericas (de Bourdieu a Giddens). Una tendenciasimilar hace nfasis en los aspectos corporeizados del conocimiento local, en es-te caso apelando a las posturas filosficas delineadas por Heidegger y tambinpor Marx, Dewey y Merleau-Ponty. Ingold, el ms elocuente de estos exposito-res, sostiene que vivimos en un mundo que no est separado de nosotros, y nues-tro conocimiento del mundo puede ser descrito como un proceso de adiestramien-to en el contexto del involucrarse con el medio ambiente (1995,1996). Los sereshumanos, desde este punto de vista, estn arraigados en la naturaleza e inmersosen actos prcticos, localizados. Para el antroplogo Paul Richards, el conocimien-to agrcola local debe ser visto como una serie de capacidades de improvisacin,especficas de un contexto y de un tiempo, y no como constitutivas de un siste-ma indgena del conocimiento coherente, como fue sugerido en trabajos anterio-

    121

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    11. Los aspectos cognitivos de las construcciones de la naturaleza no son discutidos de manera significativa en nin-guno de sus trabajos revisados en esta seccin, aunque por supuesto se sabe que juegan un rol central en este pro-ceso. Al revisar algunos de los debates sobre el tema -en especial el de Atran sobre la psicologa cognitiva- Bloch(1996) ha sealado tres requisitos para las explicaciones de las construcciones locales de la naturaleza: 1) lmitesque vienen del mundo como es y como se presenta, como oportunidad para la produccin humana, conjuntamentecon 2) la historia cultural especial de grupos o individuos y 3) la naturaleza de la psicologa humana (p.3). Blochcree que los investigadores psiclogos, etnobilogos, antroplogos- estn lejos de haber aclarado la cuestin delo cognitivo del mundo natural, a pesar de los avances hacia una teora satisfactoria. Estos debates no sern aborda-dos ms en este trabajo.

  • Arturo Escobar

    res. Desde este punto de vista interpretativo del conocimiento, es ms correctohablar de capacidades corporeizadas que estn en juego en la ejecucin de tareasy que ocurren en contextos sociales, configurados por lgicas culturales especfi-cas (1993).

    Estas tendencias son bienvenidas, pero no resuelven todas las preguntasrelacionadas con la naturaleza y los modos de operacin del conocimientolocal, sin embargo, s ubican al antroplogo ecolgicamente orientado, o aleclogo poltico, en una posicin de criticar las perspectivas convenciona-les y de vincular las nuevas perspectivas al tema del poder y a la racionali-dad alternativa de produccin (abajo). Si todo el conocimiento est corpo-reizado o no; si el conocimiento corporeizado puede ser visto como formalo abstracto de alguna manera; si opera y est organizado de maneras con-trastantes, o se asemeja al discurso cientfico de alguna manera; o si existeun continuo o un viraje espordico entre el conocimiento prctico y el co-nocimiento terico/formal que emerge de una sintomtica reflexin sobre laexperiencia, todas estas son preguntas abiertas1 2. Y cul es la relacin en-tre el conocimiento y la construccin de modelos? En un trabajo excepcio-nal, Gudeman y Rivera sugirieron que los campesinos podran poseer unmodelo local de la tierra, la economa y la produccin significativamentediferente de los modelos modernos, y que existe principalmente en la prc-tica. Efectivamente, los modelos locales son experimentos de vida; sedesarrollan a travs del uso en la imbricacin de las prcticas locales, conprocesos y conversaciones ms amplios (Gudeman y Rivera 1990:14). Sine m b a rgo, esta propuesta sugiere que podemos tratar al conocimiento corpo-reizado, prctico, como constituyendo -sin embargo- un modelo de algunamanera comprensivo del mundo. Es en este sentido que el trmino m o d e l ol o c a lse utiliza en este trabajo.

    Las consecuencias de repensar el conocimiento local y los modelos localesson enormes. A pesar de que existe el peligro de reinscribir el conocimiento localde este tipo en formas de conocimiento de constelaciones jerrquicas, reafirman-do nuevamente la devaluacin, estigmatizacin y subordinacin del conocimien-to local que ha caracterizado gran parte de la discusin sobre el tema (incluyen-do los debates etnobiolgicos vinculados a la conservacin de la biodiversidad),el desplazamiento producido por este repensar orientado etnogrficamente es es-peranzador de diferentes maneras. Quizs el ms importante de nuestros objeti-vos es que esta nueva forma de pensar contribuye a desmontar la dicotoma entrenaturaleza y cultura, la cual es fundamental para el dominio del conocimiento ex-perto en consideraciones epistemolgicas y gerenciales. Si tomamos seriamente

    122

    12. La diferencia entre formas de conocimiento nmadas y estadales ofrecida por Deleuze y Guattari (1987), y la di-ferencia que seala Marglin entre las formas epistmicas y tcnicas (1991) ofrecen elementos para resolver algunasde estas preguntas, incluyendo la de la apropiacin de una parte por la otra, un tema propuesto por Gudeman y Ri-vera (1990) en relacin a los modelos dominantes de la economa.

  • las lecciones de la antropologa del conocimiento, debemos aceptar que el puntode vista comn de los dominios diferentes de la naturaleza y la cultura que se pue-den conocer y ser manejados separadamente el uno del otro, ya no es sostenible13.

    Se pueden obtener enseanzas igualmente radicales de la reinterpretacin delo cognitivo de una tendencia relacionada que an no ha sido incorporada a estasdiscusiones, a saber, la biologa fenomenolgica de Humberto Maturana, Francis-co Varela y colaboradores. Brevemente, estos bilogos sugieren que la cognicinno es el proceso de construir representaciones de un mundo prefigurado, por unamente prefigurada, externa a ese mundo, como lo presenta la ciencia cognitivaconvencional; ellos sostienen que la cognicin siempre es experiencia arraigadaque se lleva a cabo en un trasfondo histrico y que siempre se debe teorizar des-de el punto de vista de la ininterrumpida coincidencia de nuestra existencia,nuestro hacer y nuestro saber (Maturana y Varela 1987:25). En lo que ellos lla-man un enfoque enactivo, la cognicin se convierte en la enaccinde una rela-cin entre la mente y un mundo basado en la historia de su interaccin. Las men-tes despiertan en un mundo, comienzan afirmando Varela y sus colaboradores(Varela, Thompson y Rosch, 1991:3) de manera de sugerir nuestra ineluctable do-ble corporeidad -la del cuerpo como estructura experimental vivida y como con-texto de la cognicin, un concepto que toman prestado a Merleau-Ponty- y sea-lan el hecho de que no estamos separados de ese mundo; que cada acto del cono-cimiento de hecho, produce un mundo. Esta circularidad constitutiva de la exis-tencia que emerge de la corporeidad no deja de tener consecuencias para la inves-tigacin de los modelos locales de la naturaleza, al punto de que nuestra experien-cia -la praxis de nuestro vivir- est acoplada a un mundo circundante el cual apa-rece lleno de regularidades, que son en cada instante, el resultado de nuestras his-torias biolgicas y sociales El paquete completo de regularidades propias alvnculo de un grupo social es su tradicin biolgica y cultural... (Nuestro) patri-monio biolgico comn es la base para el mundo que nosotros, los seres huma-nos producimos conjuntamente a travs de distinciones congruentes este patri-monio biolgico comn permite una divergencia de los mundos culturales produ-cidos por la constitucin de lo que se puede convertir en tradiciones culturalesampliamente diferentes. (Maturana y Varela 1987: 241-244)

    Al rechazar la separacin del conocer y el hacer, y stas de la existencia, es-tos bilogos nos ofrecen un lenguaje con el que se puede cuestionar radicalmen-

    123

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    13. Es necesario decir que no todas las prcticas locales de la naturaleza son ambientalmente benignas, y que notodas las relaciones sociales que las articulan no son explotadoras? La media en la que el conocimiento y las prc-ticas de la naturaleza locales son sustentables o no es una cuestin emprica. Quizs sea Dahl quien haya resumi-do mejor este punto: Todas las gentes necesariamente mantienen ideas acerca de, y actan por necesidad, sobre sumedio ambiente natural. Esto no quiere decir necesariamente que aquellos que viven como productores directos tie-nen una gran comprensin sistemtica, aunque en general, los productores que subsisten tienen un conocimiento de-tallado del funcionamiento de muchos pequeos aspectos de su ambiente biolgico. Gran parte de este conocimien-to ha sido comprobado por la experiencia, algunos conocimientos son errneos y contraproducentes, y de alguna for-ma incorrectos, sin embargo funcionan lo suficientemente bien, (Dahl, editor 1993: 6).

  • Arturo Escobar

    te las relaciones binarias y las asimetras de la naturaleza y la cultura, y la teoray la prctica; tambin corroboran las percepciones agudas de aquellos que docu-mentan etnogrficamente la continuidad entre la naturaleza y la cultura, y los as-pectos corporeizados del conocimiento, como en las ideas de desarrollo de habi-lidades y performatividad. La ecologa se convierte en el vnculo entre el conoci-miento y la experiencia (la ecologa como la ciencia de la experiencia transfor-mativa, basada en el reconocimiento de la continuidad de la mente, el cuerpo y elmundo), y esto, a la vez, tiene consecuencias en la manera como establecemos losvnculos entre la naturaleza y la experiencia.

    Estamos en posicin de resumir los diferentes enfoques al tema del conoci-miento local, antes de introducir nuestra indagacin en torno al lugarcomo sucontexto. Hemos repasado hasta ahora diferentes conceptos que se refieren a es-te tema: la performatividad(Richards), el adiestramiento (Ingold/Plsson), laprctica y los modelos basados en la prctica (Gudeman y Rivera) y la enaccin(Varela et al.). De hecho, este conjunto de conceptos no agota el dominio del co-nocimiento local, y tendran que ser diferenciados an ms y refinados analti-camente, sin embargo constituyen una base slida sobre la cual moverse haciaadelante con la antropologa del conocimiento, en especial, en el dominio ecol-gico de la aplicacin. Tambin establecen parmetros alternativos para pensaracerca de la variedad de temas, desde la conservacin de la biodiversidad hastala globalizacin (Escobar 1997a, 1997b).

    Cmo considerar el lugar y su relacin con los nuevos puntos de vista rela-cionados con el conocimiento local y los modelos culturales ya descritos? En tr-minos generales, lo que es ms importante de estos modelos desde el punto devista del lugar, es que se podra afirmar que constituyen un conjunto de significa-dos-uso que, aunque existen en contextos de poder que incluyen ms y ms lasfuerzas transnacionales, no puede ser reducido a las construcciones modernas, niser explicado sin alguna referencia a un enraizamiento, los linderos y la culturalocal. Los modelos de cultura y conocimiento se basan en procesos histricos, lin-gsticos y culturales, que, aunque nunca estn aislados de las historias ms am-plias, sin embargo retienen cierta especificidad de lugar. Muchos de los aspectosdel mundo natural se colocan en lugares. Adems, muchos de los mecanismos yprcticas en juego en las construcciones de naturaleza -linderos, clarificaciones,representaciones, aprehensiones cognitivas y relaciones espaciales- son significa-tivamente especficas de lugar. Las nociones de performatividad, adiestramiento,enacciny modelos de prctica tambin sugieren vnculos importantes al lugar.Pueden ser situados dentro de la antropologa de las experiencias, para la cual eluso, no la lgica, condiciona las creencias (Jackson, editor 1996: 12). Quizs estiempo de renovar nuestra conciencia de los vnculos entre lugar, experiencia y laproduccin de conocimiento.

    124

  • Finalmente, la misma dicotoma entre la naturaleza y la cultura emerge comouna de las fuentes de otros dualismos predominantes desde los que estn entre lamente y el cuerpo, y la teora y la prctica, hasta los del lugar y el espacio, el ca-pital y el trabajo, lo local y lo global. Que las prcticas basadas en el lugar sigansiendo socialmente significativas est quizs ms claramente afirmado por Gude-man y Rivera, cuyos modelos de campesinos mantuvieron un carcter basado enel lugar, a pesar del hecho de que son el resultado de conversaciones y relacio-nes de larga data con los mercados y las economas globalizantes. En su trabajo,encontramos una visin no globocntrica de la globalizacin, esto es, desde laperspectiva del lugar y de lo local.

    III. La Naturaleza del lugar: repensarlo local y lo global

    Las mentes se despiertan en un mundo, pero tambin en lugares concretos, yel conocimiento local es un modo de conciencia basado en el lugar, una maneralugar-especfica de otorgarle sentido al mundo. Sin embargo, el hecho es que ennuestro inters, con la globalizacin, el lugar ha desaparecido. Un conjunto detrabajos recientes intentan superar esta paradoja al resolver algunas de las tram-pas epistemolgicas que limitan las teoras de la globalizacin. Al mismo tiempo,ofrecen elementos para pensar ms all del desarrollo, es decir, para una concep-tualizacin del posdesarrollo que es ms favorable a la creacin de nuevos tiposde lenguajes, comprensin y accin14. Debates nuevos sobre la economa y el lu-gar parecen ser especialmente tiles en este aspecto. En estos trabajos, el lugar seafirma en oposicin al dominio del espacio, y el no-capitalismo en oposicin aldominio del capitalismo como imaginario de la vida social.

    Comencemos con una crtica esclarecedora del capitalcentrismo en los re-cientes discursos de la globalizacin. Esta crtica, que nace de ciertas tendenciasen la geografa postestructuralista y feminista, nos permitir, creo, liberar el es-pacio para pensar acerca de la potencialidad de los modelos locales de la natura-leza. Para las gegrafas Julie Graham y Catherine Gibson, la mayora de las teo-ras acerca de la globalizacin y el postdesarrollo son capitalo cntricas, porquesitan al capitalismo en el centro de la narrativa del desarrollo, por ende tiendena devaluar o marginalizar las posibilidades de un desarrollo no capitalista (Gib-son y Graham 1996: 41). De una manera ms general, estas autoras presentan unaargumentacin poderosa contra la afirmacin, compartida tanto por las corrientesdominantes como por los tericos de izquierda, de acuerdo a la cual el capitalis-mo es la forma actual hegemnica, quizs la nica, de la economa, y que segui-

    125

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    14. La nocin de posdesarrollo es una ayuda para reaprender a ver y revaluar la realidad de las comunidades enAsia, Africa y Latinoamrica. Es posible disminuir el dominio de las representaciones del desarrollo cuando abor-damos esta realidad? El posdesarrollo es una manera de sealar esta posibilidad, un intento de despejar un espaciopara pensar otros pensamientos, ver otras cosas, escribir otros lenguajes (Crush, editor 1995; Escobar 1995).

  • Arturo Escobar

    r sindolo en el futuro previsible. El capitalismo ha sido investido de tal predo-minancia y hegemona, que se ha hecho imposible pensar la realidad social deotra manera, mucho menos imaginar la supresin del capitalismo; todas las otrasrealidades (economas subsistentes, economas biodiversificadas, formas de re-sistencia del Tercer Mundo, cooperativas e iniciativas locales menores) son vis-tas como opuestas, subordinadas o complementarias al capitalismo, nunca comofuentes de una diferencia econmica significativa. Al criticar el capitalcentrismo,estas autoras buscan liberar nuestra capacidad de ver sistemas no-capitalistas y deconstruir imaginarios econmicos alternos15.

    Esta reinterpretacin pone en tela de juicio la inevitabilidad de la penetra-cin capitalista que se asume en gran parte de la literatura de la globalizacin:

    En el guin de la globalizacinsolamente el capitalismo tiene la capacidadde extenderse y de invadir. El capitalismo se presenta como inherentementeespacial y como naturalmente ms fuerte que las otras formas de economano-capitalista (economas tradicionales, economas del Tercer Mundo, eco-nomas socialistas, experiencias comunales) debido a que se presume su ca-pacidad para universalizar el mercado para los bienes capitalistas. La glo-balizacin, de acuerdo a este guin, implica la violaciny eventual muertede otrasformas de economa no-capitalista. Todas las formas no-capita-listas son daadas, violadas, caen, se subordinan al capitalismo. ... Cmopodemos retar la representacin similar de la globalizacin como capaz detomar la vida de los sitos no-capitalistas, en especial del Tercer Mundo?(Gibson y Graham 1996: 125,130).

    No se puede decir que todo lo que emerge de la globalizacin se adecua alguin capitalista; de hecho, la globalizacin y el desarrollo podran propiciar unavariedad de vas para el desarrollo econmico, que se podran teorizar en trminosdel posdesarrollo, de manera que la naturalidad de la identidad del capitalismocomo patrn para toda la identidad econmica sea cuestionada (Gibson y Graham1996: 146). Pero, sabemos lo que est ah en el terreno luego de siglos de ca-pitalismo y cinco dcadas de desarrollo? Sabemos, incluso, cmo ver la realidadsocial de forma que puedan permitirnos detectar elementos diferentes, no reduci-bles a los constructos del capitalismo y la modernidad y que, an ms, puedan ser-vir como ncleos para la articulacin de prcticas sociales y econmicas alternati-vas? Yfinalmente, incluso si pudiramos comprometernos en este ejercicio de unavisin alternativa, cmo se podran promover tales prcticas alternativas?

    126

    15. El argumento es ms complejo que lo presentado aqu, e implica una redefinicin de clase sobre una base anti-esencialista que se apoya sobre el trabajo de Althusser y sobre el marxismo postestructuralista de Wo l ff y Resnick(1987). Brevemente, est en juego la reinterpretacin de las prcticas capitalistas como sobre determinadas y la libe-racin del campo discursivo de la economa respecto al capital, como principio nico de determinacin. Unido a ladefinicin transformada de clase que enfoca el proceso de producir, apropiarse y distribuir el trabajo excedente, estareinterpretacin da paso a una visin de la economa como constituida por una variedad de procesos de clase, capita-listas y no-capitalistas. Por ende, hace visible una variedad de prcticas no-capitalistas llevadas a cabo por mujeres,asalariados, campesinos, cooperativas, economas de subsistencia, etc.

  • El rol de la etnografa puede ser especialmente importante en este aspecto yexisten algunas tendencias que apuntan en esta direccin. En la dcada de losochenta, un grupo de etngrafos se aboc a documentar las resistencias al capita-lismo y a la modernidad en entornos variados. De esa manera se comenz la ta-rea de hacer visibles las prcticas y los procesos que revelaban que haba mlti-ples formas de resistencia activa al desarrollo mismo16. La resistencia misma, sinembargo, es slo una insinuacin de lo que estaba ocurriendo en muchas comu-nidades, no llegando a mostrar cmo la gente siempre crea activamente y recons-truye sus mundos de vida y sus lugares. Trabajos posteriores, como hemos visto,caracterizaron los modelos locales de la economa y el ambiente natural que hansido mantenidos por los campesinos y las comunidades indgenas, en parte arrai-gados en el conocimiento y prcticas locales. La atencin que se le ha otorgado,en especial en Latinoamrica, a la hibridizacin cultural, es otro intento de hacervisible el encuentro dinmico de las prcticas que se originan en muchas matri-ces culturales y temporales, y la medida en la que los grupos locales, lejos de serreceptores pasivos de condiciones transnacionales, configuran activamente elproceso de construir identidades, relaciones sociales, y prcticas econmicas17. Lainvestigacin etnogrfica de este tipo -que definitivamente continuar por mu-chos aos- ha sido importante en esclarecer los discursos de las diferencias cul-turales, ecolgicas y econmicas entre las comunidades del Tercer Mundo encontextos de globalizacin y desarrollo.

    Si el objetivo de Graham y Gibson fue ofrecer un lenguaje alternativo -unnuevo lenguaje de clase- para abordar el significado econmico de las prcticaslocales, y si el objetivo de la literatura del posdesarrollo es, de igual manera, ha-cer visibles las prcticas de las diferencias culturales y ecolgicas que podranservir de base para alternativas, se hace necesario reconocer que estos objetivosestn indisolublemente vinculados a concepciones de localidad, lugar y una con-ciencia basada en el lugar. El lugar -como la cultura local- puede ser consideradolo otro de la globalizacin, de manera que una discusin del lugar debera ofre-cer una perspectiva importante para repensar la globalizacin y la cuestin de lasalternativas al capitalismo y la modernidad.

    Como lo ha sealado Arf Dirlik (1997), el lugar y la conciencia basada en ellugar han sido marginalizadas en los debates de lo local y lo global. Esto es do-blemente lamentable porque, por un lado, el lugar es central al tema del desarro-llo, la cultura y el medio ambiente, y es igualmente esencial, por el otro, para ima-ginar otros contextos para pensar acerca de la construccin de la poltica, el co-

    127

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    16. Los ms importantes son los de Taussig (1980), Scott (1985), Ong (1987), y Camaroff y Camaroff (1991). Foxy Starn, editores (1997) fueron ms all de la formas cotidianas de resistencia hasta considerar aquellas formas demovilizacin y protesta que se dan entre la resistencia y la revolucin. Para un repaso de alguno de estos trabajos,ver Escobar (1995), captulo 4.

    17. La literatura sobre la hibridizacin y su relevancia al posdesarrollo ha sido evaluada en: Escobar (1995), captu-lo 4.

  • Arturo Escobar

    nocimiento y la identidad. La desaparicin del lugar es un reflejo de la asimetraexistente entre lo global y lo local en la mayor parte de la literatura contempor-nea sobre la globalizacin, en la que lo global est asociado al espacio, el capital,la historia y la accin humana mientras lo local, por el contrario, es vinculado allugar, el trabajo y las tradiciones, as como sucede con las mujeres, las minoras,los pobres y uno podra aadir, las culturas locales18. Algunas gegrafas feminis-tas han intentado corregir esta asimetra afirmando que el lugar tambin puedeconducir hacia articulaciones a travs del espacio, por ejemplo, a travs de redesde diferentes tipos. En estos trabajos, sin embargo, la relacin entre el lugar y laexperiencia enraizada, con alguna clase de linderos, aunque porosos e intersecta-dos con lo global, est insuficientemente conceptualizada.

    Quizs en los anlisis de Dirlik son ms fundamentales las consecuencias delabandono del lugar, por categoras actuales del anlisis social tal como clase, g-nero y raza (y deberamos aadir aqu, el medio ambiente), que hacen que dichascategoras sean susceptibles de convertirse en instrumentos de hegemona. En lamedida en que han sido significativamente escindidas del lugar en el frenes dela globalizacin de las identidades desterritorializadas -y en muchos discursoseso privilegia los viajes, la movilidad, el desplazamiento, y la dispora- las no-ciones contemporneas de la cultura no logran escapar a este aprieto, porque tien-den a asumir la existencia de una fuerza global a la cual lo local est necesaria-mente subordinado. Bajo estas condiciones, es posible lanzar una defensa del lu-gar en la que el lugar y lo local no deriven su significado de la yuxtaposicin a loglobal? Quin habla por el lugar? Quin lo defiende? Como un primer pasoen la resistencia a la marginalizacin del lugar, Dirlik convoca la distincin quehace Lefebvre entre el espacio y el lugar (entre primer y segundo espacio, en eltrabajo de Lefebvre), en especial su nocin de lugar como una forma de espaciovivido y enraizado y cuya reapropiacin debe ser parte de cualquier agenda pol-tica radical contra el capitalismo y la globalizacin sin tiempo y sin espacio. Lapoltica, en otras palabras, tambin est ubicada en el lugar, no slo en los supraniveles del capital y el espacio. El lugar, se puede aadir, es la ubicacin de unamultiplicidad de formas de poltica cultural, es decir, de lo cultural convirtindo-se en poltica, como se ha evidenciado en los movimientos sociales de los bos-ques tropicales y otros movimientos ecolgicos19.

    128

    18. Este es claramente el caso en los discursos ambientalistas, por ejemplo, de la conservacin de la biodiversidad, en la que las muje-res y los indgenas son investidos con el conocimiento de salvar la naturaleza. Massey (1994) ya ha denunciado la feminizacin dellugar y de lo local en las teoras del espacio. Para un ejemplo de la asimetra de la que Dirlik habla, ver las citas del libro de Castellsarriba (nota no. 2).

    19. La distincin que hace Lefebvre ha sido retomada recientemente por Soja como una manera de ir ms all del dualismo de muchade la teora social y reinculcarle a la poltica consideraciones del lugar. Basndose en el trabajo de Lefebvre y de los tericos feminis-tas y postcoloniales, Soja sugiere la nocin del tercer espacioque trasciende el dualismo del primer espacio (espacio material) de laciencia positivista (la geografa, la planificacin, etc.) y el segundo espacio (el espacio concebido de la teora y el diseo) de la teorasinterpretativas. El tercer espacio implica tanto lo material como lo simblico; es lo ms cercano al espacio, vivido directamente, contoda su insolubilidad intactael espacio de habitantesy usuarios (1996, 67). La trialctica de los espacios vividos, percibidos yconcebidos de Soja, puede ser vista como proveedores del sustento para una eleccin poltica estratgica en defensa del espacio vivi-do. Sera posible pensar acerca de la primera, segunda y tercera naturaleza de una manera similar (la primera naturaleza como unarealidad biofsica, la segunda como la de los tericos y gerentes, y la tercera naturaleza como la que es vivida por la gente en su coti-dianidad?

  • Puede el lugar ser reconcebido como proyecto? Para que esto suceda, nece-sitamos un nuevo lenguaje. Regresando a Dirlik, lo glocal es una primera apro-ximacin que sugiere una atencin pareja para la localizacin de lo global y parala globalizacin de lo local. Las formas concretas en las que este trfico en am-bos sentidos se lleva a cabo, no se conceptualizan fcilmente. An lo local de losmovimientos sociales en contra del capitalismo y las naturalezas modernas, estade alguna manera globalizado, por ejemplo, en la medida que los movimientossociales toman prestados los discursos metropolitanos de identidad y ambiente(Brosius 1997). A la inversa, muchas formas de lo local se ofrecen para el consu-mo global, desde el parentesco hasta los oficios y el ecoturismo. El punto aqu esdistinguir aquellas formas de globalizacin de lo local que se convierten en fuer-zas polticas efectivas en defensa del lugar y las identidades basadas en el lugar,as como aquellas formas de localizacin de lo global que los locales pueden uti-lizar para su beneficio.

    Construir el lugar como un proyecto, convertir el imaginario basado en el lu-gar en una crtica radical del poder, y alinear la teora social con una crtica delpoder por el lugar, requiere aventurarse hacia otros terrenos. Esta propuesta re-suena con y se mueve un paso ms all de la idea de Jane Jacobs de que al aten-der lo local, al tomar en serio lo local, es posible ver cmo las grandiosas ideasde imperio se convierten en tecnologas de poder inestables, con alcances a tra-vs del tiempo y el espacio (1996: 158). Ciertamente, el lugar y el conoci-miento local no son panaceas que resolvern los problemas del mundo. El cono-cimiento local no es puro, ni libre de dominacin; los lugares pueden tener suspropias formas de opresin y hasta de terror; son histricos y estn conectados almundo a travs de relaciones de poder, y de muchas maneras, estn determinadospor ellas. La defensa del conocimiento local que se propone aqu es poltica yepistemolgica, y surge del compromiso con un discurso anti-esencialista de lodiferente. En contra de quienes piensan que la defensa del lugar y del conoci-miento local es innegablemente romntica, uno podra decir, como Jacobs(1996:161) que es una forma de nostalgia imperial, un deseo de lo nativo into-cado, que presume que tales encuentros (entre lo local y lo global) solamente sig-nifican otra forma de imperialismo. Ser necesario, sin embargo, extender la in-vestigacin hacia el lugar, para considerar cuestiones ms amplias, tales como larelacin del lugar con economas regionales y transnacionales; el lugar y las re-laciones sociales; el lugar y la identidad; el lugar y los linderos y los cruces defronteras; lo hbrido; y el impacto de la tecnologa digital, particularmente Inter-net, en el lugar. Cules son los cambios que se dan en lugares precisos como re-sultado de la globalizacin? Al contrario, cules formas nuevas de pensar elmundo emergen de lugares como resultado de tal encuentro? Cmo podemoscomprender las relaciones entre las dimensiones biofsicas, culturales y econmi-cas de los lugares?

    129

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

  • Arturo Escobar

    IV. La defensa del lugar: algunas implicaciones para la ecologa poltica

    Como ya fue mencionado, la defensa del lugar puede ser vinculada a la prc-tica de un grupo de actores, desde activistas de movimientos sociales hasta ar-quelogos histricos, antroplogos ecolgicos, psiclogos ambientalistas, y ec-logos. Un estudio a fondo de estos vnculos est ms all del objetivo de este tra-bajo; ms bien, esta ltima parte ofrece algunas consideraciones generales, en es-pecial referidas a la investigacin futura. Para comenzar con los movimientos so-ciales, en particular los de los pobladores de los bosques tropicales, invariable-mente enfatizan cuatro derechos fundamentales: a su identidad, su territorio, auna autonoma poltica, y a su propia visin de desarrollo. La mayora de estosmovimientos son concebidos explcitamente en trminos de diferencias cultura-les, y de la diferencia ecolgica que sta significa. Estos no son movimientos pa-ra el desarrollo ni para la satisfaccin de necesidades, a pesar de que, por supues-to, las mejoras econmicas y materiales son importantes para ellos. Son movi-mientos originados en un arraigo cultural y ecolgico a un territorio. Para ellos,el derecho a existir es una cuestin cultural, poltica y ecolgica. Estn obligato-riamente abiertos a ciertas formas de bienes, comercio, y las tecnociencias (porejemplo, a travs de una relacin con las estrategias de conservacin de la biodi-versidad), a la vez que resisten la completa valorizacin capitalista y cientfica dela naturaleza. De esa manera se puede considerar que adelantan, por medio de suestrategia poltica, unas tcticas de racionalidad del posdesarrollo y de una alter-nativa ecolgica, en la medida en que ellos expresan con fuerza y defienden dis-cursos y prcticas de las diferencias cultural, ecolgica y econmica20.

    En Colombia, los activistas negros del bosque tropical de la regin del Pac-fico han estado articulando progresivamente conceptos acerca del territorio y labiodiversidad en su interaccin con las comunidades locales, el Estado, las ONGy los sectores acadmicos. Su territorio es considerado como un espacio funda-mental y multidimensional para la creacin y recreacin de los valores sociales,econmicos y culturales de las comunidades. La relacin entre los significados ylas prcticas -y las relaciones sociales en las que estn arraigadas- est siendo

    130

    20. Estos comentarios estn basados principalmente en mi conocimiento del movimiento de las comunidades negrasdel Pacfico colombiano que emergi en 1990, en el contexto de la reforma de la constitucin nacional (la cual pro-porcion derechos colectivos, culturales y territoriales a las comunidades negras e indias de la regin del Pacfico),as como de la aceleracin en las actividades del capital y el Estado. En la conformacin de este movimiento, en es-pecial desde 1993, es importante destacar la atencin nacional e internacional hacia la regin, dada su rica biodiver-sidad y sus recursos biogenticos. No es mi intencin describir y analizar este movimiento en profundidad en estetrabajo. Slo quiero indicar los aspectos ms relevantes del movimiento para fundamentar mi argumento acerca dellugar y los modelos culturales de la naturaleza. En otro trabajo, discuto las polticas culturales de la biodiversidad(1997a), enfocando la regin del Pacfico. El desarrollo del movimiento negro est registrado y analizado en Grue-so, Rosero y Escobar (1998). La ecologa poltica articulada por el movimiento, mientras enfrentan temas de con-servacin de biodiversidad y desarrollo sostenible, se presenta en Escobar (1997b). Ver Escobar y Pedrosa, editores(1996) para antecedentes del movimiento y la Costa Pacfica en general.

  • transformada hoy por la acometida del desarrollismo que conlleva la prdida deconocimiento y territorio, adems de convertir la naturaleza en una mercanca. Lademarcacin de los territorios colectivos otorgados a las comunidades negras dela regin por la nueva Constitucin del pas (1991) ha llevado a los activistas adesarrollar una concepcin del territorio que resalta las articulaciones entre lospatrones de asentamiento, uso de los espacios, y prcticas del conjunto del signi-ficado-uso de los recursos. Esta concepcin se valida por los estudios antropol-gicos recientes que documentan los modelos culturales de la naturaleza existen-tes entre las comunidades negras de los ros (Restrepo y del Valle, editores 1996).

    Los activistas han introducido otras innovaciones conceptuales importantes,algunas de las cuales han aparecido en el proceso de las negociaciones con el per-sonal de un proyecto de conservacin de la biodiversidad del gobierno, con el quehan mantenido una relacin difcil y tensa, pero fructfera de muchas maneras. Laprimera es la definicin de biodiversidad como territorio ms cultura. Estre-chamente relacionado a esto est una visin del Pacfico como un territorio-re-gin de grupos tnicos, una unidad ecolgica y cultural, que es un espacio labo-riosamente construido a travs de prcticas cotidianas culturales, ecolgicas yeconmicas de las comunidades negras e indgenas. Son precisamente estas din-micas eco-culturales complejas las que raramente son tomadas en cuenta en losprogramas del Estado, los cuales dividen el territorio de acuerdo a sus principios-por ejemplo, la cuenca del ro, de esa manera pasando por alto la compleja redque articula la actividad de varios ros- y que fragmenta la espacialidad cultural-mente construida de paisajes particulares, precisamente porque no ven la dinmi-ca socio-cultural21.

    Se podra decir que el territorio-regin es una categora administrativa degrupos tnicos que apunta hacia la construccin de modelos alternativos de viday sociedad. El territorio-regin es una unidad conceptual y un proyecto poltico.Ello conlleva un intento de explicar la diversidad biolgica desde adentro de lalgica cultural del Pacfico. La demarcacin de los territorios colectivos encaja eneste marco, incluso si las disposiciones del gobierno -que dividen la regin delPacfico entre territorios colectivos, parques naturales, reas de utilizacin y anen reas de sacrificio donde sern construidos megaproyectos- de nuevo violaneste marco. El tema del territorio lo consideran los activistas del PCN como unreto al desarrollo de las economas locales y formas de gobernabilidad que pue-den servir de apoyo a una defensa efectiva. El refuerzo y transformacin de lossistemas tradicionales de produccin y de mercados y economas locales; la ne-cesidad de seguir adelante con el proceso de otorgamiento de ttulos de propiedadcolectivos y el esfuerzo por lograr un fortalecimiento organizacional y el desarro-

    131

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

    21. Esta presentacin del marco de la ecologa poltica desarrollada por el Proceso de Comunidades Negras (PCN)-que ha sido elaborada de una manera ms extensa por Escobar (1997b)- se basa principalmente en conversacionesy entrevistas exhaustivas con activistas claves del PCN, en el perodo entre 1994-97, en especial Libia Grueso, Car-los Rosero y Yelen Aguilar;

  • Arturo Escobar

    llo de formas de gobernabilidad territorial, son todos componentes importantes deuna estrategia total centrada en la regin.

    Est claro que la ecologa poltica creada por estos movimientos socialesconlleva una defensa de la identidad, el lugar y la regin que no da por sentadoni el lugar ni la identidad, an si est formulada como la defensa de stos. Unaconstruccin colectiva de la identidad es, por supuesto, crucial en este aspecto22.De hecho, se ha llegado a esta poltica ecolgica en el encuentro con las fuerzasy discursos nacionales y transnacionales -desde las nuevas formas del capital mi-nero, maderero y agroindustrial que se establece en la regin, hasta las estrategiasde conservacin de la biodiversidad originalmente concebidas por ONG ambien-talistas del Norte y organizaciones internacionales- y en el contexto de un espa-cio nacional que comienza a hacer agua por todas partes, que provoca lamenta-bles descomposiciones y recomposiciones de identidad y regiones. Si se va a con-siderar al territorio como el conjunto de proyectos y representaciones en las queuna serie de nuevas conductas e inversiones pueden emerger pragmticamente, enel tiempo y en el espacio social, cultural esttico y cognitivo -un espacio exis-tencial de autorreferencia en el que disidencias subjetivas pueden emerger(Guattari 1995: 23,24)- entonces est claro que los movimientos sociales del Pa-cfico estn impulsando este proyecto.

    La visin de ecologa poltica de los movimientos sociales del Pacfico resue-na con las propuestas actuales de repensar la produccin como la articulacin deproductividades especficas de lugar, ecolgicas, y tecnoeconmicas (Leff 1992,1995a y 1995b). Leff, en particular, defiende la incorporacin de criterios cultu-rales y tecnolgicos a un paradigma alternativo de produccin que va mucho msall de la racionalidad econmica dominante. Leff insiste que si es verdad que lasustentabilidad debe basarse en las propiedades estructurales y funcionales de losdistintos ecosistemas, cualquier paradigma de produccin alternativa conducentea ello debe incorporar las actuales condiciones cultural y tecnolgicamente espe-cficas bajo las cuales actores locales se apropian de la naturaleza. El desarrollosustentable encuentra sus races en condiciones de diversidad cultural y ecolgi-ca. Estos procesos singulares y no reducibles dependen de las estructuras funcio-nales de ecosistemas que sustentan la produccin de recursos biticos y serviciosambientales; de la eficiencia energtica de los procesos tecnolgicos; de los pro-cesos simblicos y formaciones ideolgicas que subyacen en la valorizacin cul-

    132

    22. Se puede decir que la construccin de identidades colectivas realizadas por el movimiento se adecuan a la dua-lidad de identidad que Hall (1990) encuentra en juego en el caso caribeo y el afro-britnico: se considera la iden-tidad como arraigada en prcticas culturales compartidas, una especie de ser colectivo; pero tambin en trminos delas diferencias creadas por la historia, es decir, en trminos de convertirse en vez de ser, de posicionamiento ms quede esencia, y de discontinuidad ms que continuidad. La defensa de ciertas prcticas culturales y ecolgicas de lascomunidades fluviales es un paso estratgico por parte del conocimiento, al extremo que son considerados como lapersonificacin de una resistencia al capitalismo y la modernidad y como fuente de racionalidades alternativas. Aun-que esta construccin de identidad se basa en redes sumergidas de significados y prcticas de las comunidades flu-viales (Melucci 1989), tiene que ver igualmente con el encuentro con la modernidad (los Estados, el capital, la bio-diversidad).

  • tural de los recursos naturales; y de los procesos polticos que determinan la apro-piacin de la naturaleza (1995b: 61). Dicho de otra manera, la construccin deparadigmas alternativos de produccin, rdenes polticos, y sustentabilidad sonaspectos de un mismo proceso, y este proceso es impulsado en parte por la pol-tica cultural de los movimientos sociales y de las comunidades en la defensa desus modos de naturaleza/cultura. Es as como el proyecto de movimientos socia-les constituye una expresin concreta de la bsqueda de rdenes alternativos deproduccin y ambientales, prevista por los eclogos polticos.

    Se puede decir que esta nocin de territorio que estn investigando los acti-vistas de movimientos y eclogos polticos representa una relacin entre lugar,cultura y naturaleza. De la misma manera, la definicin de los activistas de la bio-diversidad como territorio ms cultura es otro ejemplo de una conciencia-basa-da-en-el-lugar, an ms, de la transformacin de lugar y cultura en fuente de he-chos polticos. Los modelos locales de la naturaleza pueden igualmente ser rein-terpretados como constitutivos de una serie de prcticas no-capitalistas, muchas,si bien no todas, ecolgicas. Se puede considerar, para efectos de este anlisis,que los conjuntos de usos-significados estn dotados, al menos potencialmente,de un significado econmico no-capitalista. Las economas de las comunidadesse basan en el lugar (aunque no atados-al-lugar, porque participan en mercadostranslocales), y frecuentemente mantienen un espacio comn que consiste de tie-rra, recursos materiales, conocimiento, ancestros, espritus, etc. (Gudeman y Ri-vera 1990; Gudeman 1996).

    Las implicaciones de la perspectiva del lugar para la antropologa ecolgicatambin son sustanciales. Etnogrficamente, el enfoque estara en la documenta-cin de los significados-uso de lo natural como expresiones concretas de conoci-miento basado-en-el-lugar. Desde una multiplicidad de conjuntos de significados-uso, los antroplogos ecolgicos pudieran proponer una defensa del lugar formu-lada como la posibilidad de redefinir y reconstruir el mundo desde la perspectivade una lgica de lugar mltiple. Esta es una cuestin que los antroplogos ecolo-gistas parecen evadir, pero que debe ser abordada directamente de manera deofrecer un discurso de la diferencia ecolgica. Los activistas del movimiento so-cial y los eclogos polticos, como pudimos ver, ya estn comprometidos en estatarea. Al hacer nfasis en el carcter vivido, disputado, de los paisajes del pasadoy el presente, los arquelogos histricos tambin han desarrollado una perspecti-va de lugar, apoyndose principalmente en la fenomenologa y el marxismo cul-tural (Bender, editor 1993; Tilley 1994; Bender 1998). Estos son elementos degran importancia para la ecologa poltica erigida sobre la nocin de racionalida-des culturales, ecolgicas y econmicas, basadas en-el-lugar.

    Por ltimo, los psiclogos ambientalistas han comenzado ms claramente adesarrollar un manejo de las herramientas del ecosistema sustentado en el con-cepto de lugar.Al ir ms all de la concepcin instrumental dominante de gestin

    133

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

  • Arturo Escobar

    e inventarios, estos estudiosos hacen nfasis en los significados culturales a tra-vs de los cuales los lugares -y de hecho, los ecosistemas- se construyen. Al verlos ecosistemas como lugares socialmente construidos, concluyen que el centrodel manejo de los ecosistemas es el de guiar las decisiones que afectan un lugarusando un conocimiento abundante de su historia natural y cultural (Williams yPatterson 1996: 18). Igualmente, las decisiones sobre los recursos deberan serguiadas por una comprensin de todos los procesos sociales que definen, estruc-turan y alteran el significado de los paisajes (p. 20). Esta posicin dista de lasopiniones convencionales impulsadas por un paradigma instrumental o mercan-til; constituye una filosofa del manejo de los recursos completamente diferente.La perspectiva de lugar tambin nos permite dar un contenido etnogrfico a la no-cin del ecologismo de los pobres (Guha 1997; Martnez Alier 1992), es decir,la resistencia cultural de facto de muchas comunidades pobres a la valorizacincapitalista estricta de su ambiente. En el fondo del ecologismo de los pobres estel conjunto de usos-significados que se acaban de discutir.

    Ser posible entonces, aceptar que los lugares siempre estn siendo defen-didos, y que siempre surgen nuevas economas? Que las prcticas ecolgicas al-ternativas no slo pueden ser documentadas sino que siempre son objeto de pug-na en muchas localidades? Atreverse a considerar seriamente estas preguntas de-finitivamente supone una poltica de lectura distinta, por parte de nosotros comoanalistas, con la necesidad concomitante de contribuir a las polticas diferentes dela representacin de la realidad. Tambin supone que el posdesarrollo ya est (ysiempre ha estado) bajo una constante reconstruccin (Rahnema y Bawtree, edi-tores 1997). Es en el espritu del posdesarrollo donde podemos repensar la sus-tentabilidad y la conservacin como aspectos claves de la poltica de lugar.

    Queda un tema fundamental, y es el de las condiciones que hacen posible ladefensa y reforzamiento del lugar.A travs de redes reales y virtuales de todo ti-po; a travs de coaliciones de movimientos sociales; y a travs de coaliciones he-terogneas de diversos actores como acadmicos, activistas, ONG, etc. est claroque las pugnas basadas-en-el-lugar comienzan a crear efectos y realidades supra-lugar. Cmo se pueden conceptualizar estas realidades? Cules son los efectosreales sobre lo local y lo global? Tienen una verdadera oportunidad de redefinirel poder, y a cules niveles? Cul coalicin en especial ofrece ms posibilida-des? Las ltimas pginas de este trabajo estarn dedicadas a esta pregunta can-dente.

    En el nivel del conocimiento, la cuestin es engaosamente clara: cmoconvertir el conocimiento local en poder, y este conocimiento-poder en proyec-tos y programas concretos? Cmo pueden las constelaciones de conocimiento-poder construir puentes con formas expertas de conocimiento cuando sea necesa-rio o conveniente, y cmo pueden ampliar su espacio social de influencia cuandoson confrontadas, como es el caso con frecuencia, en condiciones locales, regio-

    134

  • nales, nacionales y transnacionales desfavorables? En una visin antropolgicade la globalizacin se predicaba acerca de la necesidad de identificar los discur-sos socialmente significativos sobre la diferencia (cultural, ecolgica, econmi-ca, poltica), y las maneras en las que pueden operar como discursos de articula-cin de alternativas; se examinaron las mltiples formas de construir la cultura,la naturaleza y las identidades hoy en da, as como la produccin de diferenciasa travs de procesos histrico-espaciales que no son exclusivamente el productode fuerzas globales -ya sea capitalismo, nuevas tecnologas, integracin del mer-cado, o lo que sea- pero tambin vinculados a los lugares y a su defensa. Es im-portante hacer visibles las mltiples lgicas locales de produccin de culturas eidentidades, prcticas ecolgicas y econmicas que emergen sin cesar de las co-munidades de todo el mundo. En qu medida stas formulan retos importantesy quizs originales al capitalismo y a las modernidades eurocentradas?

    Una vez visibles, sin embargo, cules seran las condiciones que permitir-an prcticas basadas-en-el-lugar para crear estructuras alternativas que les ofre-cieran una oportunidad de sobrevivir, y de crecer y florecer? Este ltimo aspectode la cuestin de las alternativas permanece bastante insoluble. Para Dirlik, lasobrevivencia de las culturas basadas-en-el-lugar estar asegurada cuando la glo-balizacin de lo local compense las localizaciones de lo global, es decir, cuandola simetra entre lo local y lo global sea reintroducida en trminos sociales y con-ceptuales, y debemos agregar, cuando el no-capitalismo y las diferentes culturasse conviertan igualmente en centros de anlisis y estrategias para la accin. Talsimetra requiere una paralela entre las abstracciones modernas y la vida cotidia-na, y las consideraciones de contexto, historia y estructura. En ltima instancia,sin embargo, la imaginacin y la realizacin de rdenes significativamente dife-rentes exigen la proyeccin de lugares hacia espacios para crear nuevas estruc-turas de poder de manera de incorporar los lugares a su propia constitucin(Dirlik 1997: 39). Tambin exige la liberacin de imaginarios no-capitalistas pa-ra que formen parte de la constitucin de economas y estructuras econmicas, ydefender las culturas locales frente a la normalizacin por culturas dominantespara que puedan convertirse en fuerzas polticas y de vida efectivas. Para que es-to suceda, los lugares deben proyectarse hacia espacios que son actualmente deldominio del capital y la modernidad (Dirlik 1997: 40). Algunos movimientos so-ciales estn apuntando en ese sentido con su redefinicin de la relacin entre lanaturaleza y la sociedad, lo cultural y lo poltico.

    Est claro que los lugares estn siendo progresivamente sometidos a las ope-raciones del capital global, ms an en la era del neoliberalismo y la degradacindel Estado-nacin. Sin embargo, esto slo le otorga ms urgencia a la cuestin delas regiones y las localidades. Redes tales como las de los indgenas, los ambien-talistas, las ONG y otros movimientos sociales se estn haciendo ms numerosasy de mayor influencia a niveles locales, nacionales y transnacionales. Muchas deestas redes pueden ser vistas como productoras de identidades basadas-en-el-lu-

    135

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

  • Arturo Escobar

    gar y a la vez transnacionalizadas. Tambin se pueden considerar como produc-toras de glocalidades alternativas a aqullas del capital, los medios y la culturaglobal. Todas las glocalidades son tanto locales como globales, pero no son glo-bales y locales de la misma manera (Dirlik 1997). Es importante considerar aqu-llas que promulguen una poltica cultural en defensa del lugar y la naturaleza. Es-tas glocalidades podran propiciar reorganizaciones visibles del lugar desde aba-jo y la reconquista del espacio desde el mismo lugar de su arraigo. La creacin demundos regionales -regiones completas, tales como ecosistemas particulares o lo-calidades interconectadas- se est convirtiendo en un proceso cada vez ms so-bresaliente y disputado con la creciente globalizacin. Actores emergentes, prc-ticas e identidades configuran el proceso de la creacin de mundos sociocultura-les y socionaturales. Y aunque las redes de la creacin de mundos sociocultura-les y socionaturales estn ms y ms atadas a las redes de la economa y las tec-nociencias (Castells 1996), los actores basados-en-el-lugar son cada da ms ca-paces para negociar todo el proceso de la construccin del mundo23.

    Se debe hacer nfasis en el hecho que esto no implica de ninguna manera rei-ficar los lugares, las culturas locales y las formas de no-capitalismo como entesintocados o fuera de la historia. Darle atencin al lugar y a las culturas localeses desestabilizar los espacios ms seguros de poder y diferencia, demarcados porperspectivas geopolticas o de la economa poltica (Jacobs 1996: 15). Jacobsaade, la dicotoma de lo autnticamente local y lo global que todo se lo apro-pia tiene su peculiar nostalgia problemtica. En el mejor de los casos, la catego-ra residual de lo local ofrece una esperanza de resistencia. En el peor de los ca-sos, lo local es visto como sucumbiendo a lo global, un espacio comprometido denegociacin (p. 36). Hablar de activar lugares, naturalezas y conocimientos lo-cales en contra de las tendencias imperiales del espacio, el capitalismo y la mo-dernidad no es una operacin deus ex machina, sino una manera de ir ms all delrealismo crnico fomentado por modos establecidos del anlisis. Sin duda, los lu-gares y las localidades entran en la poltica de la mercantilizacin de bienes y lamasificacin cultural, pero el conocimiento del lugar y la identidad pueden con-tribuir a producir diferentes significados -de economa, naturaleza y de ellos mis-mos- dentro de las condiciones del capitalismo y la modernidad que lo rodean.Las esferas ecolgicas pblicas alternativas pueden abrirse de esta manera encontra de las ecologas imperialistas de la naturaleza y la identidad de la moder-nidad capitalista.

    Finalmente, es en esta interseccin de los modelos de la naturaleza basados-en-el-lugar y la economa, por un lado, y la teorizacin de racionalidades produc-tivas, por el otro, donde podremos encontrar un marco de referencia ms amplioen el cual situar los debates sobre la sustentabilidad cultural y ecolgica. Este

    136

    23. Analizo con cierto detalle la poltica de las redes, en especial aqullas facilitadas por el Internet en otro trabajocuyo foco son las redes de mujeres y las redes ecolgicas (Escobar 1999).

  • marco de referencia ms amplio necesita maneras nuevas de pensar acerca de lasintersecciones globales/locales, tales como aqullas aportadas por las teoras delugar; visiones alternativas del conocimiento e innovaciones locales y su relacinal conocimiento formal, global; una reinterpretacin de las afirmaciones polticasde los movimientos sociales en trminos de la defensa de los modelos locales dela naturaleza y los territorios biolgicos con productividades culturales-biolgi-cas especficas (Varesse 1996; Leff 1995a); y nociones de formas de gobierno debase, sustentadas-en-el-ecosistema, basadas en etnicidades ecolgicas, la protec-cin a las comunidades de ciertos aspectos del mercado y una revitalizacin si-multnea de la ecologa y la democracia (Parajuli 1997).

    V. Conclusin

    Cules redefiniciones de significado y prcticas de la economa, la natura-leza y las relaciones sociales son necesarias para adelantar un proyecto que per-mita imaginarse las alternativas al desarrollo y a las prcticas ecolgicas no sus-tentables y desiguales? Qu tipo de investigacin y cules prcticas polticas lle-vadas a cabo por intelectuales, movimientos sociales y comunidades se requierenpara otorgarle fuerza social a este proyecto? La antroploga de Malasia, Wazir Ja-han Karim se expres sin rodeos en un trabajo inspirado sobre la antropologa, eldesarrollo y la globalizacin. La antropologa necesita ocuparse de proyectos detransformacin social, no sea que nos convirtamos en, como lo afirma ella apro-piadamente, disociados simblicamente de los procesos locales de la reconstruc-cin y de la invencin (1996: 24). Ahora podemos darnos cuenta que esta diso-ciacin est vinculada a la traduccin de lugar en espacio, de las economas loca-les a los lenguajes no reformados de economa poltica y la globalizacin, de mo-delos locales de la naturaleza en dicotomas naturaleza/cultura. Karim ofrece unaalternativa a este tipo de traduccin semejante a lo que hemos expuesto aqu. Pa-ra ella, el futuro del conocimiento local depende contextualmente de su poten-cial globalizante para generar nuevas fuentes de conocimiento desde adentro (p.128), y los antroplogos tienen un papel que jugar en este proceso que tambinexige de nosotros un concepto diferenciado de quin es quin en lo global y lolocal porque se hace importante la eleccin de cules definiciones uno usa (p.135). De lo contrario, la antropologa seguir siendo una conversacin bsica-mente irrelevante y provinciana entre acadmicos en el lenguaje de la teora so-cial.

    Afirmar que la eleccin de las definiciones que uno usa de lo global, el lugar,la naturaleza, la cultura y la economa, es ciertamente crucial, es el argumentoprincipal de este trabajo y de alguna literatura en la que se basa. La crtica del pri-vilegio del espacio sobre el lugar, del capitalismo sobre el no-capitalismo, de lasculturas globales y las naturalezas sobre las locales, es una crtica de nuestra com-

    137

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

  • Arturo Escobar

    prensin del mundo tanto como de las teoras sociales en las que nos apoyamospara obtener dicha comprensin. Esta crtica tambin es un intento de alinear lateora social con los puntos de vista del mundo y de las estrategias polticas deaqullos que existen del lado del lugar, el no-capitalismo y el conocimiento local,un esfuerzo en el que los antroplogos y los eclogos estn usualmente compro-metidos. Si es cierto que las formas del posdesarrollo, del no-capitalismo y de al-ter-naturaleza estn bajo construccin constantemente, existe una esperanza deque podran llegar a constituir nuevas bases para la existencia y rearticulacionessignificativas de subjetividad y alteridad en sus dimensiones econmicas, cultu-rales y ecolgicas. En muchas partes del mundo, estamos siendo testigos de mo-vimientos histricos inauditos de la vida econmica, cultural y biolgica. Es ne-cesario pensar acerca de las transformaciones econmicas que podran convertirdicho movimiento en un viraje esperanzador de los hechos en la historia social delas culturas, las economas y las ecologas.

    En ltima instancia -sugerida al menos por la imaginacin utpica como lacrtica de las actuales hegemonas- la pregunta es: Puede el mundo ser reconce-bido y reconstruido de acuerdo a la lgica de las prcticas de la cultura, la natu-raleza y la economa? Cules mundos regionales, y cules formas de lo globalpueden ser imaginadas desde otras perspectivas mltiples, locales? Cules con-traestructuras pueden ser colocadas en su lugar para hacerlas viables y producti-vas? Cules nociones de poltica, democracia, desarrollo y economa senecesitan para liberar la efectividad de lo local, en toda su multiplicidad y suscontradicciones? Qu papel tendrn que jugar los distintos actores sociales -in-cluyendo las nuevas y viejas tecnologas-, de manera de crear redes sobre las cua-les las mltiples formas de lo local puedan depender en su enfrentamiento con lasmltiples manifestaciones de lo global? Es necesario considerar seriamente algu-nas de estas preguntas en nuestro empeo de darle forma a la imaginacin de al-ternativas al orden actual de las cosas.

    138

  • Referencias bibliogrficas

    Alvarez, Sonia, Evelina Dagnino y Arturo Escobar, (editores): Cultures ofPolitics/Politics of Cultures: Re-visioning Latin American Social Move-ments,Westview Press, Boulder, 1998.

    Appadurai, Arjun: Disjuncture and Difference in the Global Cultural Eco-nomy, Public Culture, 2(2), 1-24, 1990.

    Appadurai, Arjun: Global Ethnoscapes: Notes and Queries for a Transnatio-nal Anthropology, en Recapturing Anthropology. Working in the Present,R.Fox, (editor), School of American Research, Santa Fe, Nuevo Mxico, 1991.

    Appfel-Marglin, Frdrique, y Julio Valladolid: Regeneration in the Andes,Interculture,28(1), 1-56, 1995.

    Atran, S.: Cognitive Foundations of Natural History,Cambridge UniversityPress, Cambridge, 1990.

    Bender, Barbara: Book on Stonhenge, Berg, Oxford, 1998.

    Bender, Barbara: Landscapes, Politics and Perspectives, Berg, Oxford, 1993.

    Berlin, Brent: Principles of Ethnobiological Classification, Princeton Uni-versity Press, Princeton, 1992.

    Bloch, Maurice: Why Trees, too, are Good to Think with: Towards an Anth-ropology of the Meaning of Life, Presentado en el seminario The Explana-tion of Nature: Biology and the Ethnographic Record,Woodrow Wilson Cen-ter, Washington, DC, 14-15 de noviembre 1996.

    Brosius, Peter: Endangered Forest, Endangered People: EnvironmentalistRepresentations of Indigenous Knowledge, Human Ecology, 25(1), 47-69,1997.

    Casey, Edward: The Fate of Place. A Philosophical History,University ofCalifornia Press, Berkeley, 1997.

    Casey, Edward: Getting Back into Place: Toward a Renewed Understandingof the Place-World,Indiana University Press, Bloomington, 1993.

    Castells, Manuel: The Rise of the Network Society, Blackwell, Oxford, 1996.

    Comaroff, Jean, y John Comaroff: Of Revelation and Revolution, Universityof Chicago Press, Chicago, 1991.

    Crush, Jonathan, (editor): Power of Development, Routledge, Nueva York,1995.

    Dahl, Gudrun, (editor): Green Arguments for Local Subsistence,StockholmStudies in Social Anthropology, Stockholm, 1993.

    139

    El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalizacin o postdesarrollo?

  • Arturo Escobar

    Deleuze, Gilles, y Flix Guattari: A Thousand Plateus, University of Minne-sota Press, Minneapolis 1987.

    Descola, Philippe: Constructing Natures: Symbolic Ecology and SocialPractice, en Nature and Society, Philippe Descola y G. Plsson, (editores),Routledge, Londres, 1996.

    Descola, Philippe: In the Society of Nature: A Native Ecology in Amazonia,Cambridge University Press, Cambridge, 1994.

    Descola, Philippe: Societies of Nature and the Nature of Society, en Con-ceptualizing Society. A. Kuper, (editor), Routledge, Londres, 1992.

    Descola, Philipp