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Artículos 7 Encuentro No. 89, 7-38, 2011 La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua? Laurent Dietsch * Recibido: febrero de 2011 / Aceptado: julio de 2011 Se presenta una investigación participativa enfocada en los actores del sector apícola y sus interacciones, tanto a nivel territorial como de cadenas productivas, en tres zonas de laderas del trópico seco de Nicaragua: Boaco, El Sauce y Ciudad Darío. Utilizando la metodología RAAKS se realizó de manera sucesiva en cada territorio un mapa de actores y cadena de miel, un análisis de innovaciones, una identificación y medición de indicadores locales y una construcción de estrategias territoriales de desarrollo de la apicultura. Cada etapa descansó sobre la recopilación de información secundaria, entrevistas y un taller con los actores relacionados a la apicultura. Se analizaron las principales características e interrelaciones, y de forma general, los rasgos comunes y especificidades de las dinámicas de desarrollo de la apicultura en cada territorio. Se evidencia que el sector productivo apícola está principalmente en manos de pequeños productores y presenta un nivel fuerte de organización. Las organizaciones de apicultores juegan un papel muy importante en el desarrollo de la apicultura en su territorio, articulando diferentes servicios y actores de apoyo, y facilitando a los apicultores el acceso a mercados más remuneradores pero con requerimientos que no podrían cumplir individualmente. Se ha logrado identificar, de forma participativa, en cada territorio, de 4 a 8 innovaciones claves para lograr el “progreso” de la apicultura. Su análisis sirvió de base a la formulación concertada de un conjunto de acciones estratégicas para el desarrollo de la apicultura en cada territorio con sus indicadores y metas. Palabras clave: Apicultura / territorio / laderas secas / estrategias de desarrollo / innovaciones * Área de Desarrollo Agrario y Rural, Universidad Centroamericana (UCA-ADAA) correo electrónico: [email protected]

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Artículos

7Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Laurent Dietsch*

Recibido: febrero de 2011 / Aceptado: julio de 2011

Se presenta una investigación participativa enfocada en los actores del sector apícola y sus interacciones, tanto a nivel territorial como de cadenas productivas, en tres zonas de laderas del trópico seco de Nicaragua: Boaco, El Sauce y Ciudad Darío. Utilizando la metodología RAAKS se realizó de manera sucesiva en cada territorio un mapa de actores y cadena de miel, un análisis de innovaciones, una identificación y medición de indicadores locales y una construcción de estrategias territoriales de desarrollo de la apicultura. Cada etapa descansó sobre la recopilación de información secundaria, entrevistas y un taller con los actores relacionados a la apicultura. Se analizaron las principales características e interrelaciones, y de forma general, los rasgos comunes y especificidades de las dinámicas de desarrollo de la apicultura en cada territorio. Se evidencia que el sector productivo apícola está principalmente en manos de pequeños productores y presenta un nivel fuerte de organización. Las organizaciones de apicultores juegan un papel muy importante en el desarrollo de la apicultura en su territorio, articulando diferentes servicios y actores de apoyo, y facilitando a los apicultores el acceso a mercados más remuneradores pero con requerimientos que no podrían cumplir individualmente. Se ha logrado identificar, de forma participativa, en cada territorio, de 4 a 8 innovaciones claves para lograr el “progreso” de la apicultura. Su análisis sirvió de base a la formulación concertada de un conjunto de acciones estratégicas para el desarrollo de la apicultura en cada territorio con sus indicadores y metas.

Palabras clave: Apicultura / territorio / laderas secas / estrategias de desarrollo /innovaciones

* Área de Desarrollo Agrario y Rural, Universidad Centroamericana (UCA-ADAA) correo electrónico: [email protected]

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1. Introducción

En Nicaragua, las zonas de laderas del trópico seco constituyen una banda de tierra que atraviesa la zona Pacífica de Nicaragua de Noroeste a Sureste (Ilustración 1). Se caracterizan por una estación seca y una estación lluviosa, la predominancia de suelos en pendiente, sometidos a muy fuertes erosiones vinculadas a procesos de deforestación, y una poca disponibilidad de agua. A estas condiciones edafo-climáticas difíciles se agrega un nivel importante de marginalización social y económica de estos territorios: accesibilidad limitada, baja cobertura de servicios básicos (educación, salud…), etc.

Sus poblaciones son principalmente campesinas con sistemas de producción agropecuarios que combinan el cultivo de granos básicos (frijoles, maíz y sorgo) y la crianza de ganadería menor (gallinas, cerdos). Se trata mayoritariamente de una agricultura de subsistencia por diferentes motivos: acceso limitado a la tierra, suelos poco fértiles y frecuentemente agotados por un uso excesivo de productos químicos que limitan los rendimientos, riesgos importantes de pérdidas de cosechas por sequía y durante el almacenamiento. En estas condiciones, la actividad agropecuaria raras veces genera suficientes ingresos a las familias que se mantienen en niveles altos de pobreza. Por otra parte, las oportunidades de empleo en estas zonas son limitadas, con bajos salarios y sin prestaciones sociales. Finalmente, las pocas fuentes de ingresos en estas regiones provocan una migración importante, tanto interna (hacia las ciudades o las zonas de frontera agrícola) como externa (Costa Rica, Estados Unidos, principalmente) (Dietsch, 2002).

Ilustración 1. Ubicación de las zonas de laderas del trópico secoFuente: MAGFOR (2006)

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Desde los años 90 se ha dado un aumento significativo de las intervenciones impulsadas por instituciones de desarrollo en estas zonas con el propósito de resolver las problemáticas planteadas. En las acciones impulsadas ha existido generalmente una preocupación por el deterioro ambiental, articulando la búsqueda de alternativas económicas con el rescate y preservación de los recursos naturales. Es en este sentido que el Área de Desarrollo Agrario y Rural de la Universidad Centroamericana (ADAA-UCA,) así como otras organizaciones de desarrollo, han venido realizando esfuerzos desde el año 2000, en torno a la facilitación de procesos de desarrollo, iniciativas e inversiones en la explotación de la apicultura. Han identificado y fomentado esta actividad como un rubro alternativo estratégico para el fomento de un manejo más sostenible de los bosques y para contribuir a favorecer el desarrollo económico en zonas secas de laderas. Su producción se ha visto como factible sin necesitar acceso a grandes extensiones de tierra, relativamente poco vulnerable a los grandes riesgos climáticos en las zonas secas, con externalidades ambientales positivas en zonas tan degradadas y como potencialmente muy interesante desde el punto de vista económico (Dietsch, Ruault & Touzard, 2008).

En el marco de la línea de investigación “Desarrollo Territorial” de la Agenda de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad Centroamericana, el ADAA-UCA, en conformidad con sus propias reflexiones y prioridades de investigación (Dietsch et al., 2008) y su deseo de articular sus investigaciones con la promoción del desarrollo por un lado y la formación de profesionales por el otro (Maestría en Desarrollo Rural), se ha planteado centrar su atención en contribuir a mejorar las formas de intervención para acompañar procesos de cambio centrados en los actores. Uno de los campos que está enfocando, y que se relaciona a la problemática de los métodos de intervención para apoyar el desarrollo rural, concierne los procesos de organización de los (pequeños) productores apícolas frente a las evoluciones de los mercados agroalimentarios locales, nacionales o internacionales. En este artículo se presentan los resultados de una primera investigación participativa realizada en este marco, cuyos objetivos fueron los siguientes:

• Realizar un diagnóstico participativo enfocado hacia los actores del sectorapícola y sus interacciones tanto a nivel territorial como de cadenas productivas.

• Analizarladiversidaddeopcionesorganizacionalesydeestrategiasdeaccesoa mercados de pequeños y medianos productores apícolas en las zonas secas de Nicaragua.

• Analizarlascondicionesymediosquehanfacilitadodificultadoprocesosdedesarrollo de la apicultura en diferentes territorios del trópico seco de laderas de Nicaragua.

• Formularpropuestasconcertadasconlosactoresdeaccionesestratégicasparael desarrollo de la apicultura en laderas secas de Nicaragua.

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2. Los fundamentos teóricos del estudio

2.1. Los procesos de desarrollo como procesos de aprendizaje producto de las interacciones entre actores

El punto de partida de esta investigación es considerar las innovaciones o procesos de cambio como procesos de producción de nuevos conocimientos (aprendizaje) por parte de los actores locales enfocados en la resolución de problemas que enfrentan. Partimos de la idea de que los procesos de cambio o de innovación implementados por actores locales no constituyen fines en sí mismos o asuntos de buena voluntad o de dinamismo individual que hacen que una persona sea más apta que otra para realizar cambios o adoptar las propuestas técnico-económicas provenientes de los técnicos y proyectos. Los actores locales realizan cambios en sus prácticas (técnicas, sociales, económicas, organizativas, etc.) cuando aquellas que realizan en la actualidad ya no les satisfacen frente a las situaciones y dificultades que encuentran en sus actividades productivas. Esto implica para ellos “inventar” nuevas formas de hacer las cosas enfocadas en la resolución de problemas que ellos se plantean y para los cuales no hay soluciones definidas de antemano, es decir, procesos propios de reflexión y producción de nuevos conocimientos y por ende, de aprendizaje.

Un factor clave de estos procesos está constituido por las interacciones entre actores sociales. Arce y Long (1988) utilizan la noción de “interfaz” para describir el encuentro efectivo entre individuos o grupos con intereses, recursos y niveles de poder diferentes, y analizar las interacciones tal como se producen concretamente. En diferentes estudios, Darré demuestra que la manera en que los agricultores pueden apropiarse de las propuestas de una intervención de desarrollo depende del tipo de confrontación, de formas y contenido de los debates que se establecen (o no) con los técnicos que les llevan estas propuestas. No se trata de informar, de transmitir un mensaje, de “convencer o concientizar” sino más bien de entender la visión del otro, de cruzar diferentes maneras de ver las cosas. La dinamización de procesos de innovación por actores locales descansa sobre las posibilidades de diálogos internos (“entre pares”) y de confrontación de puntos de vista con otros actores (Darré, 1989; 1994).

Esto implica pensar los procesos de cambio o innovaciones como producto de interacciones entre agentes de desarrollo (y sus instituciones), los productores y otros actores locales; como un proceso dinámico de aprendizaje que permite a los actores y a sus organizaciones establecer relaciones de largo plazo, definir metas conjuntas, compartir recursos, colaborar en los procesos y coordinar los planes de trabajo para lograr sus objetivos mancomunados (Guharay, Villar & González, 2010).

2.2. El “territorio” y las “cadenas”: espacios privilegiados de encuentro entre actores y por ende, de aprendizaje y desarrollo concertado

La actividad apícola esta “localizada” en ciertos territorios. Las características de estos territorios (ambientales, económicas, sociales, institucionales) presentan condiciones que pueden facilitar o dificultar el desarrollo de actividades como

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la apicultura. A su vez, el desarrollo de una actividad económica tendrá su efecto (positivo o negativo) en la estructuración y dinámica del territorio en su conjunto. Estos procesos son producto de las actuaciones de una serie de actores involucrados directa e indirectamente en la actividad, quienes tienen sus características, roles y relaciones, constituyendo un “sistema de actores” con cierto grado de consolidación y articulación. Fortalecer las interacciones y cohesión de un sistema de actores en el territorio es clave para el desarrollo del mismo (Schetjman & Berdegué, 2003). Para ello, se debe buscar, con todos los actores involucrados, el hilo conductor que conlleva a un objetivo común alrededor de la apicultura y la construcción de un contrato social que permita el desarrollo del sector. Este enfoque debe permitir conducir a espacios de concertación, consenso y negociación con todos los actores para la construcción de una estrategia de desarrollo apícola acorde con la dinámica del territorio en su conjunto.

La actividad apícola está integrada en “cadenas” que se extienden más allá de los territorios. Estas cadenas están constituidas por el conjunto de actores y actividades estrechamente interrelacionadas, y verticalmente vinculadas a un mismo producto (o productos similares) y cuya finalidad es satisfacer al consumidor (Montigaud, 1992, citado por Chavarría & Sepúlveda, 2002). El enfoque de cadena permite conducir al análisis de la interrelación entre los actores y factores involucrados directa e indirectamente en los distintos eslabones de la cadena productiva y de valor. A la vez permite la identificación de otros elementos cómo: el nivel de asociatividad existente entre los productores, el nivel de competitividad prevaleciente para poder insertarse en el mercado local o global, y el nivel de compromiso, cooperación y participación que tienen en la autogestión de los procesos locales de desarrollo apícola.

El análisis de cadenas y a nivel de territorio es clave para propiciar la concertación con todos los actores involucrados y lograr formular estrategias de desarrollo integrales sostenibles (social, económica y ambientalmente).

3. Materiales y métodos: aplicación de la metodología RAAKS enfocada en la consolidación de plataformas de innovación multi-actores en tres territorios específicos representativos

La metodología RAAKS se enfoca en la consolidación de plataformas de innovación multi-actores. Permite la implementación de una metodología de investigación-acción participativa con herramientas dinámicas que ayudan a fortalecer la comunicación y el trabajo en equipo, y a consolidar espacios locales no sólo de participación sino de procesos colectivos de aprendizaje, ayudando a la construcción de una visión común para la innovación (Engel & Salomon, 1997).

Se seleccionaron tres territorios representativos de las situaciones existentes de la apicultura en las laderas secas de Nicaragua:

• Zona seca de Boaco: que es un lugar histórico de desarrollo de la apicultura, con una larga trayectoria y diversos actores constituidos alrededor de esta actividad.

• Municipio de El Sauce: en el cual la apicultura tiene un muy alto nivel de

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desarrollo y concentración. • Municipio de Ciudad Darío: en el cual la actividad apícola es de mucho más

reciente desarrollo.

Con un equipo de investigación constituido por diez investigadores1 se realizó un proceso paralelo en cada territorio basado en tres etapas: a) Mapeo de actores y cadena de la mielb) Análisis de innovaciones e identificación de indicadores locales claves c) Medición de indicadores locales y construcción de estrategias territoriales de

desarrollo de la apicultura.

Cada etapa tuvo como elemento central la realización de un taller con la participación activa de los diferentes actores relacionados a la actividad apícola. Previo al taller se recopiló información primaria y se realizaron entrevistas abiertas con guías de preguntas semi-estructuradas a los actores previamente identificados en la información secundaria. El proceso desembocó en la construcción conjunta y ampliamente participativa de una estrategia de desarrollo para el sector apícola de cada territorio. En el cuadro 1 se presentan los participantes en este proceso:

Cuadro 1. Participantes en el proceso de investigación

El Sauce Boaco Ciudad Darío

Entrevistas sub estudio 1 17 20 18

Participantes taller 1 17 27 22

Entrevistas sub estudio 2 7 19 9

Participantes taller 2 13 19 18

Entrevistas sub estudio 3 5 9 7

Participantes taller 3 14 16 13

Tipos de actores participantes en el proceso

Apicultores organizados e individuales, gran productor individual, transportistas, carpinteros, pulperas, sastres, comercializadores, ONG (Asprodic, Swisscontact,..), microfinancieras (Caruna, FDL, etc.), INTA, MAGFOR, IDR, CAMIPIME, MINSA, DGI, alcaldías.

1 Un binomio encargado del proceso en cada territorio constituido por miembros del ADAA-UCA y/o estudiantes de la maestría en desarrollo rural: Ricardo Ruiz y Eddy Trejos en Ciudad Darío, Felix Pavón y Marlon Rojas en Boaco, Elena Peña y Esmilse Obregón en El Sauce; tres asesores en temas de Análisis de cadenas, desarrollo territorial y/o comunicación y procesos multi-actores y docentes de la maestría en desarrollo rural: Falguni Guharay (SIMAS), Selmira Flores (Nitlapan-UCA), Juan Carlos Polvorosa (FCEE-UCA) y el autor del artículo como coordinador de la investigación.

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3.1. Realización de sub estudio de mapeo de actores y cadena de la miel en cada territorio

Esta fase consistió en la realización de un mapeo de los actores relacionados al sector apícola y su funcionamiento en cada territorio, describiendo las principales características y roles que juegan, e identificando los principales flujos de comunicación, cuellos de botella, ventajas, desventajas, bloqueos y retos.

La revisión de información secundaria fue la primera acción de reconocimiento de los actores involucrados en el rubro de la miel. Posteriormente se utilizó como insumo dicha información para la identificación de contactos claves, permitiendo la elaboración de un listado de actores interesantes para ser entrevistados.

Se realizó un total de 55 entrevistas semi-estructuradas (de 17 a 20 por territorio) a la mayor diversidad posible de actores: apicultores organizados e independientes, prestadores de servicios como carpintería, transporte, sastrería, comercializadores, así como a ONG, microfinancieras y sector estatal (IDR, INTA, MAGFOR, MINSA, DGI, alcaldías, etc.).

El procesamiento de la información recolectada sirvió de insumo para la realización en cada territorio de un primer taller, de “mapeo de actores y cadenas de miel” dirigido a los mismos entrevistados. El taller tuvo una duración de entre 4 y 6 horas y fue desarrollado mediante una guía de preguntas orientadoras y generadoras para profundizar sobre las características, roles, prioridades, relaciones, acciones y visión de los actores involucrados. Mediante un proceso de análisis y reflexión se consensuó un mapa de actores del territorio y sus interrelaciones, y se construyó la cadena de la miel. Como base para la preparación de la siguiente etapa, se finalizó con la identificación de las principales innovaciones que se han realizado en el sector apícola en los últimos años o las que están actualmente en proceso.

3.2. Realización de sub estudio de innovaciones e identificación de indicadores locales

La segunda etapa consistió en la identificación y análisis, con los actores, de las principales innovaciones realizadas, identificadas en base a su visión de los aspectos claves para el desarrollo de la apicultura en su territorio en sus diferentes dimensiones: condiciones ambientales, producción, transformación-comercialización e institucional-organizacional.

Para esta fase se realizaron 35 entrevistas de profundización a los actores directamente involucrados en las innovaciones identificadas de manera colectiva al final del primer taller. Se utilizó la herramienta Línea de tiempo (sobre los 10 a 20 últimos años) para descubrir los cambios e impacto en los procesos y acciones de innovaciones, identificar quiénes han participado, así como los roles que han venido desempeñando los participantes en los distintos períodos que consideran de relevancia y que han conllevado al avance de la actividad apícola.

El procesamiento de esta información sirvió de insumo al segundo taller (de 13 a 19 participantes por taller), en el cual se analizó la implementación y funcionamiento de cada una de las innovaciones llevadas a cabo, los cambios que se han presentado como resultado y/o consecuencia de dichas innovaciones y sobre

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todo la comunicación, articulación y relaciones entre los distintos actores durante el proceso. Este proceso de reflexión permitió la elaboración de una matriz de relaciones entre actores, logrando identificar claramente los roles y articulaciones correspondientes, sacando aprendizajes y desembocando finalmente en la identificación de indicadores locales claves para el desarrollo de la apicultura.

2.3. Realización de sub estudio para la construcción participativa de estrategias de desarrollo apícola

El análisis de la información generada en el segundo taller permitió la identificación preliminar de los indicadores locales de desarrollo de la apicultura en diferentes dimensiones (aspectos tecnológicos, metodológicos y organizacionales). Mediante otra ronda de 21 entrevistas a los actores clave, se validaron y midieron estos indicadores, lo que permitió conocer el punto de partida actual del avance apícola desde los criterios y valoraciones de los actores mismos.

En un tercer y último taller se presentaron y socializaron los resultados de las entrevistas, es decir, el estado actual de los indicadores locales de desarrollo apícola planteados desde cada uno de los actores involucrados. Esta presentación fue la base de una reflexión participativa sobre la visión de futuro de la apicultura en el territorio (metas a nivel de los indicadores formulados y estrategias para alcanzarlas).

3. Resultados y discusión

Este proceso de investigación permitió la realización de tres estudios de caso que presentan los resultados detallados de cada territorio: Boaco (Pavón & Rojas, 2011), El Sauce (Peña & Obregón, 2011) y Ciudad Darío (Ruiz & Trejos, 2010). En este artículo se presenta una síntesis de los principales resultados, se reflejan los principales puntos comunes y diferencias entre territorios como base para la obtención de conclusiones globales de la investigación.

3.1. Mapeo de actores y cadenas vinculados a la apicultura en los tres territorios (resultados del primer sub estudio)

En cada territorio, en el marco del primer sub estudio, se realizó un mapeo del conjunto de los actores relacionados a la apicultura. Esto permitió identificar a los actores, sus principales características e interrelaciones, y agruparlos en cinco grandes categorías según sus funciones en relación al desarrollo de la actividad apícola:

• Productores de miel: cooperativas, grupos organizados, productores individuales

• Organizaciones y servicios de apoyo a la apicultura (financiamiento, asistencia técnica, etc.)

• Organismos reguladores de la actividad apícola • Proveedores de materiales, insumos y servicios • Actores vinculados al proceso de comercialización de la miel

Se evidenció la gran cantidad de actores relacionados con la apicultura y su

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muy alto nivel de presencia directa en los territorios (a nivel municipal), tal como se puede observar en el caso de Ciudad Darío (ilustración 2).

Ilustración 2. Mapeo de actores y su ubicación a nivel territorial (caso de Ciudad Darío)Fuente: Ruiz y Trejos, (2010)

El análisis del sistema de actores se realizó en un primer momento a nivel territorial y en un segundo momento a nivel de las cadenas productivas, enfatizando las diferentes estrategias y canales de comercialización.

a. Los sistemas de actores vinculados a la apicultura en los territorios

A nivel de la producción, la apicultura esta principalmente en mano de pequeños productores que lo consideran como un rubro de diversificación productiva (cuadro 2).

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Cuadro 2. Los diferentes tipos de apicultores en los territoriosTipo de apicultor Características Boaco El

Sauce12Ciudad Darío Total %

Micro-apicultores

1- 10 colmenasMuy pocos materiales y equipos, extracción manual, no hacen trashumancia, no todos tienen trajes de protección ni extractores.

161 25 16 202 39

Pequeños apicultores

10 - 30 colmenasEquipamiento básico completo, todos con trajes, acceso a extractores, hacen trashumancia (El Sauce).

134 77 10 221 42

Medianos apicultores

30 - 60 colmenasMayor nivel de equipamiento y manejo técnico de colmenas - trashumancia

60 - - 60 11

Grandes apicultores

60 – 400 colmenasMuy buen equipamiento y de calidad, medios de transporte (facilita trashumancia)

2 27 - 29 7

Productores empresarios

+ de 500 ColmenasEquipos, taller propio de carpintería, medios de transporte, equipo de acopio, procesamiento de la miel

1 1 - 2 Inf. a 1

Más del 80% de los apicultores son pequeños o muy pequeños y se pueden subdividir en dos grupos: 1) los micro-productores, que carecen de infraestructura, equipos y poseen un número reducido de colmenas, no cuentan con extractor, básico para el proceso de producción (extracción de la miel). Sólo algunos tienen trajes de protección, no cuentan con medios de transporte o recursos para realizar trashumancia que es un estrategia clave para el aumento de la producción muy utilizado por los demás apicultores, particularmente en El Sauce, donde la concentración de apicultura es muy alta; 2) los pequeños productores, que cuentan generalmente con 10 a 30 colmenas, con un mejor nivel de capitalización en herramientas menores y mayores.

Un poco más del 10 % son medianos productores, ubicados principalmente en Boaco, con un mayor nivel de capitalización (tierra, número de colmenas, equipos, materiales y algunos tienen medio de transporte, etc.) lo que les ha permitido tener

2 En el caso de El Sauce los entrevistados mencionan la existencia de una mayor cantidad de pequeños o micro apicultores no organizados, de los que desconocen la cantidad exacta.

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mayor acceso a créditos. El número de colmenas oscila entre 30-60, poseen medios y equipos para el manejo de los apiarios, aplican un plan de manejo sanitario, son productores con mayor experiencia, algunos de ellos han viajado al extranjero a capacitarse o trabajar en apicultura.

Una minoría son grandes productores, cuentan con medios, equipos y materiales propios y de calidad. El hecho de contar con medios de transporte propio les facilita realizar la trashumancia en los lugares y tiempo adecuados. A pesar de ser el grupo de mayor capitalización, no cuentan con la infraestructura adecuada para el proceso de producción: casetas de extracción de miel y centros de acopio. Por su nivel de experiencia y conocimiento en el manejo de las colmenas, pocos hacen uso de asistencia técnica.

Dos productores empresarios apícolas merecen una clasificación propia, ya que por su importante dinámica productiva cuentan con más de 500 colmenas, poseen tierra propia. Además de equipos, materiales e insumos, poseen su propio taller de carpintería para la construcción de material apícola para uso propio y venta de servicios a productores de la zona. Desarrollan por sí solos las actividades de extracción y exportación, contando con su propia sala de acopio y procesamiento, con capacidad de producir sus propias reinas.

Cabe mencionar que solamente en los territorios de mayor tiempo de presencia de la apicultura se encuentran medianos, grandes productores y empresarios apícolas, cuya actividad económica principal es la apicultura. Pero el 80% restante son pequeños o medianos productores agropecuarios que combinan sus actividades más tradicionales (granos básicos, hortalizas, etc.) con la apicultura.

El sector productivo presenta un nivel fuerte de organización a nivel local, ya que en los tres territorios la gran mayoría de los productores están organizados (cuadro 3):

- un total de 318 apicultores están organizados formalmente en siete cooperativas

- un total de 161 apicultores pertenecen a ocho grupos informalesSe puede observar una correlación clara entre el grado de organización

de los apicultores y el nivel de desarrollo de la actividad apícola. Los apicultores afiliados a cooperativas cuentan globalmente con más colmenas y mejores niveles de rendimientos que los productores pertenecientes a grupos informales o individuales. Solamente los grandes productores, los empresarios apícolas y un grupo de muy pequeños productores en el caso de El Sauce no están organizados.

Estar organizados en grupos o cooperativas permite a los apicultores tener mayor acceso a medios o recursos para realizar trashumancia, a extractores para el proceso de cosecha de miel, a asistencia técnica, a productos para el manejo sanitario de sus colmenas y a la comercialización de sus productos.

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Cuadro 3. Apicultores organizados en cooperativas y grupos no formales

Territorio NombreNúmero de integrantes

Colmenas por apicultor/a

Producción por colmena

Cooperativas

El SauceAsociación de Apicultores de El Sauce (APIELSA)

27 200 40 kg

Las Flores 26 25 30 kg

Asociación de Cooperativas Agropecuarias de El Sauce (UCASA)

20 18 35 kg

Boaco Miel de Bosque 106 30 40 kg

Miel Dorada 61 5 45 kg

Encantadora 45 9 40 kg

Nuevo amanecer 17 30 35 kg

Ciudad Darío

(Cooperativa de Apicultores de Maunica)COOPAPIM

16 22 35 kg

Total 7 318 5 -200 35-45 kg

Grupos no formales

El Sauce Nuevo apicultor 26 15 a 20 35 kg

San José 10 10 30 kg

Chemonics 10 5 25 kg

Mujeres APIELSA 10 5 25 kg

Boaco Teustepe 7 13.7 40 kg

Flor de Bosque 13 17 25 kg

Mujeres de Tecolostote

75 1 .3 10 kg

Ciudad Darío

2 grupos de 5 10 4.4 35 kg

Total 8 161 1 a 20 10 – 40 kg

Esta situación refleja que las organizaciones de apicultores juegan un papel muy importante en el desarrollo de la apicultura en su territorio: casi todas de una u otra manera desempeñan cuatro funciones básicas de apoyo al desarrollo de los apicultores, socios pero también no socios (cuadro 4):

• Facilitan el acceso a insumos (alimentos), materiales y equipos proporcionando los contactos con proveedores, negociando precios de compra más favorables, facilitando el traslado de los mismos, financiando el uso de los insumos (a

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pagar con la cosecha) y/o prestando equipos (extractores, salas de extracción, etc.).

• Compran miel para su comercialización de forma directa o para acopiar, fraccionar, envasar y luego vender a diferentes mercados.

• Brindan capacitación y asistencia técnica facilitando el vínculo con técnicos de otras instituciones o realizándolas ellas mismas con sus apicultores más experimentados.

• Gestionan y ejecutan proyectos de cooperación para el desarrollo de la apicultura, lo que les permite acceder a recursos financieros y técnicos requeridos por sus socios y para su propio desarrollo organizacional.

Cuadro 4. Funciones de apoyo a la apicultura desempeñadas por organizaciones apícolas

El Sauce BoacoCiudad Darío

UCASA APIELSALas

FloresTierra Nueva

Encan-tadora

COO-PAPIM

Facilita el acceso a insumos (alimentos), materiales y equipos

x x x x x x

Compra, acopia y comercializa miel a socios y no-socios

x x x x x x

Facilita capacitación y asistencia técnica

x x x x x

Gestiona y ejecuta proyectos de cooperación para el desarrollo de la apicultura

x x x

Facilita transporte (colmenas, equipos, cosecha, etc.)

x x

Financia a los apicultores

x x

Transforma la miel x x

Facilita organización y manejo de apiarios (colectivos)

x

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Algunas organizaciones juegan funciones adicionales: • Facilitación de transporte (colmenas, equipos, cosecha, etc.) con medio de

transporte propio o facilitando contactos, negociando con transportistas privados.

• Financiamiento a los apicultores con fondos de crédito que han adquirido. • Transformación de miel para la obtención de valor agregado • Facilitación de organización y manejo de apiarios (colectivos), en el caso

único, de COOPAPIM en Ciudad Darío. Las funciones que cumplen estas organizaciones las hacen jugar un papel

importante de articulación de los diferentes servicios y actores de apoyo a la apicultura, tal como se puede observar en el caso de El sauce (ilustración 3). Sin embargo, cabe mencionar que aunque tienen vínculos con otros actores locales (artesanos, carpinteros, etc.), tienen muy pocos con autoridades locales (alcaldías).

Ilustración 3. Mapa de relaciones por sector en El SauceFuente: Peña y Obregón (2011)

b. Las cadenas apícolas: actores y estrategias de acceso a mercados

El mapeo de las cadenas apícolas en los territorios permitió diferenciar nueve tipos de compradores diferentes de miel con sus distintas características (requerimientos de producto, precios y condiciones de compras) (cuadro 5).

El análisis de estas características ha sido clave para entender las diferentes lógicas y estrategias de comercialización de productores y organizaciones de apicultores, y evidenciar tendencias comunes a los diferentes territorios:

• Los requerimientos superiores de los mercados “de calidad” nacionales (tiendas naturistas, nichos de mercado específicos, supermercados, etc.) así como de los mercados de exportación, hacen que no sean accesibles de forma directa

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para los micro, pequeños y medianos apicultores, sea por requerimientos de calidad y presentación, sea por los volúmenes de compra o requerimientos de permisos de exportación. Las organizaciones de productores son clave para facilitar el acceso a este tipo de mercados. Una empresa extranjera que se instaló recientemente en el país (Empresa Ingeman) ha venido a jugar un papel en la exportación.

• Los apicultores aprovechan fundamentalmente dos opciones decomercialización, generalmente de forma combinada:- mercados tradicionales, principalmente locales (comunitarios o

municipales) y algunas veces nacionales (mercados tradicionales capitalinos o de cabeceras departamentales).

- venta a las cooperativas (de las cuales son socios, pero no necesariamente), las que facilitan el acceso a los demás compradores, sea fraccionando, etiquetando y empacando la miel (COOPAPIM, UCASA), sea simplemente facilitando procesos de acopio-comercialización y/o certificación (Tierra Nueva, la Encantadora, Las Flores, APIELSA).

• La estrategia generalmente utilizada por los productores es quedarse con una pequeña parte de su producción para la venta local directa, la cual les funciona como una “alcancía” permitiéndoles vender su producto a lo largo del año en función de oportunidades o necesidades. La cantidad guardada para la venta directa depende también de los precios relativos y formas de pago que les ofrecen las cooperativas, de sus capacidades de compra y del grado de “saturación del mercado local”. Por otro lado, vender a cooperativas locales les permite a los apicultores, además de un canal de comercialización, la posibilidad de acceder a los demás servicios de apoyo que facilitan.

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Cuadro 5. Diferentes compradores de miel y sus características

Compradores RequerimientoPrecio de compra

Condiciones de compra

Comunitario-municipal (consumidores locales)

Pocos; venta miel en frascos sin etiqueta o con etiqueta rústica

Boaco ($2.16)El Sauce ($2.5)Ciudad Darío ($1.4)

Pago de contado o se deja en depósito en puntos de ventaMercados tradicionales

departamentales o nacionales (comerciantes de mercados)

Cooperativas apícolas locales:

COOPAPIM Granel $1.4 ContadoLas Flores APIELSAUCASA

Granel $1.9 (+ 0.016 si es certificada)

Contado

Tierra Nueva Granel $2 a $2.16 (según calidad)

50% a la entrega y 50% a los 30-60 días

Encantadora Granel $2.16 Contado

NICARAOCOOP Granel – miel certificada

$2.5 Contado a cooperativas

Nichos de mercado en Managua (empresas, hoteles...)

Etiqueta de calidad,pequeña presentación

Ciudad Darío ($2.6)

Tiendas naturistas Etiqueta de calidad, pequeñas presentaciones (certificación) – miel y otros subproductos

Boaco $4/kg (indiv.)

Ciudad Darío: $2.6/kg

Pago de contado

Supermercados Idem. tiendas más código de barra más constancia en entrega

$5 al consumidor$3.5 al proveedor

Internacional, mercado de calidad (orgánico, comercio justo…)

Certificación – por barril

$3.3/kg (vendido por Tierra Nueva)

50% a la entrega y el restante al mes o a los dos meses

Internacional (mercado convencional) - Ingeman

Cumplir estándar básico de calidad – por barril

$2 a $2.33/kg pagado por Ingeman

Pago a través de CK

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Cada territorio presenta sus especificidades: • En el caso de Boaco (ilustración 4), el mercado local, en particular en la

cabecera departamental, tiende a saturarse rápidamente, por lo cual los socios de varias cooperativas entregan la totalidad de su producción a la misma. No es así de los grupos y cooperativas ubicados en otros municipios (Teustepe, Tecolostote, Santa Lucía). Dos cooperativas (Tierra Nueva y La Encantadora) articulan los procesos de comercialización comprando directamente a socios de las demás cooperativas y grupos no formales que juegan un papel muy limitado en este proceso. Tierra Nueva, de mayor trayectoria en el territorio y con licencia de exportación, es la que comercializa la mayor parte de la miel del territorio e inclusive de otros territorios (Occidente). Sin embargo, La Encantadora va ganando espacio, ofreciendo mejores condiciones de compra (al contado, sin aplicar “castigos” a nivel de precio por la calidad de la miel) pero se ve limitada por su capacidad financiera. Las débiles capacidades de extracción, acopio y fraccionamiento de producción, hacen que muy poco se aprovechen los mercados nacionales “de calidad”. La mayor parte de la miel se dirige a la exportación a través de Tierra Nueva o de Ingeman. Los grandes productores cuentan con sus propios canales de comercialización directa.

Ilustración 4. Actores y rutas de comercialización de miel en BoacoFuente: Pavón y Rojas (2011).

En el caso de El Sauce (ilustración 5), el mercado local presenta la

característica de ofrecer mejores precios que las cooperativas, por lo que guardar un 10–15 % de la producción para la venta local es una práctica generalizada. En este territorio, la comercializadora NICARAOCOOP juega un papel muy importante

75 socias 3 b.

13 socias 18.5 b.

Mapa de relaciones - sector comercialización

Acopio Comercialización Transformación Producción

Tierra Nueva

Grupo,Apicultores deTeustepe

Medianos productores individuales

Gran productorindividual

La Encantadora 650

Grupo, Mujeres de tecolostote

Grupo, Flor de bosque

Mercado internacional

(convencional)

Mercado local (comunitario –

municipal)

INGEMAN

7 socios12.5 b.

Miel de Bosque

Nuevo Amanecer

Miel Dorada

Mercados nacionalestradicionales

(departamental –nacional)

Tiendas naturistas

Mercado internacional

(calidad)

61 socios45 barriles

106 Socios424 barriles

17 socios52.5 b.

38barriles a $650

Acopian 40 barriles

Acopian 750 barrilesExportan 400 barriles a $850/ barril miel convencional

38 + ?? barriles a ?? U$

2 socios 21.5 b.

1 socios 83 b.

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de intermediación entre las cooperativas locales y el acceso a mercados nacionales de calidad (tiendas, supermercados) e internacionales de miel certificada. En este proceso, como prioridad institucional, prioriza las cooperativas de pequeños apicultores (Las Flores y UCASA). APIELSA por ser una cooperativa de medianos apicultores ha estado vendiendo la mayor parte de su producción a Ingeman. Cabe mencionar finalmente que UCASA ha estado desarrollando su propia capacidad de fraccionamiento, etiquetado y venta al detalle, por lo cual se está abriendo canales directos de venta hacia mercados nacionales de calidad.

Ilustración 5. Actores y rutas de comercialización de miel en El Sauce Fuente: Peña y Obregón (2011).

En el caso de Ciudad Darío (Ilustración 6), la COOPAPIM, única cooperativa apícola, presenta la particularidad de manejar un apiario colectivo aparte de las colmenas que sus socios poseen individualmente. Ha desarrollado capacidades de almacenamiento, fraccionamiento, etiquetado, de miel y también de elaboración de sub productos (polen, propóleos) que le permite acceder a mercados de calidad en Managua. Lo hace sea directamente hacia tiendas naturistas o a través de una agente de venta (pagada por comisión) hacia determinados nichos de mercado (hoteles, grandes empresas, restaurantes, etc.). Su principal limitación es su capacidad financiera que no le permite procesar mucho más que la producción del apiario colectivo. La producción individual se vende al mercado local a precios netamente más bajos que en los mercados locales de los demás territorios.

Mapa de relaciones por sectorAcopio Comercialización Transformación Producción

Socios APIELSA

Grupo, San José

Productorindividual

Gran productorindividual

1 Empresarioprivado

Grupo CHEMONICS

Grupo, Nuevo Apicultor

Mercado internacional

(convencional)

Mercado Local (comunitario –

municipal)

Mercados nacionalestradicionales

(departamental –nacional)

Tiendas naturistas

Mercado internacional

(calidad)

Supermercados

Cooperativa Tierra Nueva

Mercado regional

Costa Rica

Socios Las Flores

Socios de UCASA

UCASA

LAS FLORES

APIELSA

NICARAOCOOP

INGEMAN

10 socias 10 barriles

26 socias 53 barriles

10 socios4 barriles

26 socios65 barriles

27 Socios720 barriles

20 socios41 barriles

nd

1 socios 135 barriles

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La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Ilustración 6. Actores y rutas de comercialización de miel en Ciudad DaríoFuente: Ruiz y Trejos (2010).

3.2. Las innovaciones claves para el desarrollo de la apicultura en el territorio: actores y procesos (resultados del 2do sub estudio)

a. El arranque y desarrollo de la apicultura en los territorios (desde las líneas de tiempo)

• LaapiculturasedesarrollaenBoacoyluegoenElSauceenlosaños80conelapoyodelgobierno

Si bien es cierto, se mencionan algunas iniciativas privadas de implementación de la apicultura en los años 50, esta actividad realmente empieza a tomar fuerza en la zona de Boaco y El Sauce en los 80 con el apoyo del gobierno. A través del Programa Nacional Apícola, cuyos impulsores eran el Ministerio de Agricultura y Reforma Agraria, CARE-Canadá y el Banco nacional de desarrollo (BND), que tenía por objetivo diversificar la producción campesina, nacen en los 80 las primeras asociaciones locales de apicultores.

En 1987 se crea el Centro Apícola Nicaragüense de Desarrollo (CAND) que comercializaba el producto entregado por los apicultores a través de las asociaciones; daba dos cursos de capacitación por año llegando a egresar un promedio de 40 nuevos productores; abastecía de materiales y equipo apícola a través de las asociaciones regionales; brindaba asistencia técnica. Con este esfuerzo, se logró consolidar un sector apícola de alrededor de 400 apicultores, principalmente concentrados en

PRODUCCION TRASFORMACIONACOPIO COMERCIALIZACIÓN

PRODUCTORES SOCIOS

INDEPENDIENTES

DistribuidoraFarmacias naturistas

Consumidores departamentales

•IDR Matagalpa, PNUD

COOPAPIM

Mercado informal Sébaco y

Mercado Oriental

Comisariato, INATEC, UCA, El Ciprés en

Managua

Distribuidora Claudia en Managua

Hotel Las Mercedes, Managua

Consumidores•Sébaco

•Ciudad Darío

DistribuidoraM. vial local Ciudad Darío

Carretera panamericana y

Ciudad Darío

Real Plaza Managua

Consumidores•Comunidades

los socios logran producir 12,707.24 Kg

Los grupos no socios producen 1,536 Kg

4,014.65 Kg

COOPAPIM acopia y transforma, con etiqueta, sello y registro, comercializa a C$56.25 /Kg

8,692.68 Kg

se vende a C$37.5/Kg (sin etiqueta ,registro ni sello)

880 Kg

600 Kg

400 Kg

Ferias en Matagalpa y Managua400 Kg

500Kg

5,795.12 Kg

2,897.56 Kg

1,036Kg

1,200 Kg

534.65 Kg

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Boaco y León (El Sauce).En Ciudad Darío se habían involucrado algunos carpinteros para el proceso

de construcción de colmenas, pero no lograron un adecuado establecimiento de los apiarios, que fueron objeto de hurto, saqueo y quemas, provocando desinterés en la actividad en ese momento.

• Crisisdelsectorenlos90

Para 1990, con el cambio de gobierno y la implementación de políticas de ajuste estructural, se detiene bruscamente el apoyo público al desarrollo apícola. Incluso la propiedad donde estaba ubicado el CAND se regresa a sus antiguos dueños. Como consecuencia directa, se desarticula el sector apícola a nivel nacional.

Esfuerzos aislados de algunas organizaciones no gubernamentales intentaron dar continuidad a la promoción del desarrollo apícola en dos grandes ejes principales:

- Apoyo-consolidación de organizaciones de apicultores ya constituidas. Oxfam-Bélgica, logra abrirles espacios en la exportación al mercado justo. Apoyó la creación de una entidad que asumiera el liderazgo y representación ante los productores -Fomento y Comercializadora Apícola Nicaragüense, S.A. (FOCANICSA)- con dos organizaciones miembros: la Cooperativa Agropecuaria de Producción y Desarrollo Apícola (CODAPI) y la Asociación de Apicultores de Boaco (APIBO). FOCANICSA se convirtió en el brazo comercializador de estas organizaciones durante los siguientes cuatro años, encargándose de establecer los contactos, negociar y garantizar el acopio y pago a los productores. Se logra la certificación como productores de miel orgánica por parte de la CCPB de Italia, para un pequeño grupo de 28 productores certificados (INPYME, 2005). Igualmente, en el sector de El Sauce, proyectos de desarrollo (Proyecto Manuel López”) siguen consolidando y ampliando la apicultura en el municipio.

- El fomento de nuevas iniciativas de apicultura. Se destaca la ONG Cantera (apoyada por Trocaire), que ha retomado la iniciativa de organizar una escuela de apicultura para la formación de nuevos apicultores entregando a los egresados equipos y materiales básicos que les permiten arrancar con esta actividad productiva, principalmente en Mateare y Belén (Rivas). Este esfuerzo fue retomado y ‘aprovechado’ por otras organizaciones (ADAA-UCA, Acción contra el Hambre, ACTED, entre otras) para abrir nuevos ‘focos’ de desarrollo de la apicultura como en Ciudad Darío a finales de los 90. Es así que un grupo de productores de la cuenca de Maunica (12 personas), apoyados por ADAA-UCA, reciben las primeras capacitaciones y pasan inmediatamente a manejar un pequeño apiario.

Estos esfuerzos sentaron las bases de un desarrollo más fuerte del sector y auge de la actividad apícola en los años 2000.

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• Nuevodespeguedelaapiculturaenlosaños2000

Las cifras que se presentan aun con sus diferencias e incertidumbres muestran claramente una tendencia al crecimiento rápido del sector en los años 2000. Según Garibay y Zamora (2003), para el ciclo 2002-2003, había en el país un total de 5,187 apiarios atendidos por 132 apicultores. Según datos del Ministerio Agropecuario y Forestal (MAGFOR, 2006), en el 2006 existían aproximadamente 22,656 colmenas y 980 apicultores. Finalmente, de acuerdo con los últimos datos manejados por el MAGFOR, se estima que para el 2008 en Nicaragua existían alrededor de 23,000 colmenas atendidas por unos 1,200 apicultores.

- Los talleres realizados en los tres territorios en el marco del 2do sub estudio de la investigación, evidenciaron que este crecimiento ha sido posible por el apoyo significativo tanto de la cooperación al desarrollo a través del impulso de proyectos de desarrollo con componentes de apicultura en los diferentes territorios (UE, IIZ, etc.), como de instituciones públicas (IDR, INPYME, etc.). Se identificaron los siguientes aspectos claves en el apoyo brindado al desarrollo del sector:

- Asistencia técnica y capacitación para aprender y/o mejorar el manejo técnico de la apicultura: renovación y crianza de reinas, sistemas de alimentación, trashumancia, control de Varroa, etc.

- Inversiones en mejoramiento de equipamientos e infraestructuras, centros de acopio, mejora de calidad de los equipos (extractores de acero inoxidable, etc.).

- Fortalecimiento organizativo de grupos de apicultores: legalización de nuevas cooperativas, constitución de grupos nuevos.

- Gestión de recursos económicos canalizados a través del sector microfinanciero (CARUNA, FDL, FUDEMI, ACODEP y Fundación José Nieborowsky) mediante la apertura de líneas de crédito para la apicultura.

- Apoyo a iniciativas de transformación y generación de valor agregado, de certificación, etc.

Si bien es cierto que estos procesos permitieron un crecimiento del número de apicultores y de colmenas y por ende de los volúmenes de producción apícola en los tres territorios con la creación de muchas capacidades locales, no están exentos de limitaciones o dificultades, algunas transversales a todos los territorios (aparición de nuevas plagas como la Varroa), y otras específicas a la dinámica de cada territorio:

En El Sauce se da una saturación del espacio por el aumento de la cantidad de apicultores y colmenas, obligándolos a implementar la práctica de trashumancia sobre distancias más largas y por ende con costos más altos que disminuyen la rentabilidad de la actividad, tanto más que a pesar de esta práctica los rendimientos han bajado (de más de 50 kg/colmena hasta niveles promedios actuales de 25-35) (ilustración 7).

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Ilustración 7. Lugares de trashumancia de los apicultores de El SauceFuente: Peña y Obregón (2011)

En Boaco el aumento de la apicultura consistió en gran parte en el crecimiento de la cantidad de pequeños apicultores sin equipamiento necesario, dándose una disminución de rendimientos y de calidad de la miel (productores mencionan que tenían antes hasta 80 kg de miel por colmena). Esta disminución se acentuó por la degradación ambiental, vinculada en particular al crecimiento de la ganadería (degradación de bosques, fuertes quemas, etc.). Así mismo, la principal organización de apicultores del territorio (APIBO) entró en crisis en los 90, provocando una desarticulación del sector entre los nuevos grupos derivados (Nuevo Amanecer, Miel Dorada, Tierra Nueva…).

En Ciudad Darío, a pesar de ser la apicultura una actividad reciente, se ha logrado fortalecer capacidades técnicas, organizativas y administrativas pero a una escala muy reducida y aún insuficiente para que tenga un peso real en la dinámica del territorio, principalmente por falta de recursos financieros para dar saltos en el territorio.

b. Las innovaciones claves, actores y aprendizajes (según los actores locales)

En base al análisis de la evolución de la apicultura en su territorio, se pidió a los participantes del 2do taller plantear los elementos que según ellos eran claves para el “progreso” de la apicultura en su territorio (cuadro 6).

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La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Cuadro 6. Elementos claves para el desarrollo según los actores locales

Sectores Boaco El SauceCiudad Darío

Ambiental

Tener mejores condiciones ambientales (reforestación con especies melíferas, regeneración natural, quemas controladas, reducción del despale y la aplicación de agroquímicos)

X

Promoción integral de planes de manejo de finca para la apicultura con reforestación con especies melíferas

X X

Producción

Integrar jóvenes y productores a la actividad apícola

X

Ampliar el número de colmenas por productor

X X

Elevar la productividad de las colmenas (producción/colmena)

X X X

Mejorar el manejo técnico de los apiarios X X

Diversificar la producción apícola X

Mejorar los ingresos económicos de las familias apicultoras y sus condiciones de vida

X X

Procesamiento, comercialización y consumo de la miel

Mejorar la calidad de la miel (y el control de la calidad)

X X

Ampliar y mejorar la transformación y fraccionamiento de la miel

X X

Mejorar el aprovechamiento de los subproductos

X

Mejorar la comercialización a diferentes escalas (local, nacional, internacional)

X

Fomentar hábito y cultura de consumo de miel a nivel local, sensibilizando sobre importancia de la apicultura

X X

Institucional organizacional

Mejorar la capacidad de organización gestión y administración de las organizaciones y grupos de apicultores

X X

Articular los grupos que trabajan en la apicultura y Coordinar con las instituciones del Estado y organismos para que apoyen el tema de la apicultura en los territorios

X X X

Aumentar el financiamiento para el sector apícola (más fondos, mas financieras...)

X X

Mejor aprovechamiento del recurso humano local capacitado a beneficio del desarrollo de los diferentes grupos apícolas

X

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

El análisis de los elementos mencionados por los actores permite evidenciar los siguientes aspectos:

• Su coherencia con el análisis realizado de la situación de la apicultura en cada territorio. En efecto, si algunos problemas son comunes (aumento de productividad y producción apícola), otros reflejan la especificidad de la problemática del desarrollo de la apicultura en cada territorio: - En Ciudad Darío es la necesidad estratégica de consolidar el sector apícola

integrando nuevos productores, en particular jóvenes, de forma articulada con la mejoría de las condiciones ambientales de la producción apícola. Hay muchos avances logrados por COOPAPIM en conocimientos de procesos de transformación y comercialización, pero se requiere de mayor financiamiento para aumentar su volumen de trabajo.

- En El Sauce, espacio saturado de colmenas, se necesita el ordenamiento del aprovechamiento del espacio, el aumento del potencial florístico a nivel global y de fincas, así como la mejoría del manejo técnico de las colmenas (para más rendimientos) y del aprovechamiento de las colmenas (sub productos, transformación, comercialización…).

- En Boaco existe una gran cantidad de muy pequeños productores con equipamientos insuficientes, tanto ellos como sus organizaciones. Su fortalecimiento a este nivel es clave tanto como el manejo técnico de los apiarios. Adicionalmente, estas organizaciones, muchas de ellas nuevas, requieren procesos de consolidación de sus niveles organizativos internos.

• En todos los territorios se enfatiza la necesidad de un mayor reconocimiento de la apicultura como una actividad económica importante en el territorio y su integración en las instancias y planes de desarrollo territorial, lo que también pasa por la consolidación de los mecanismos de articulación internos del sector apícola en los mismos territorios.

Se solicitó a los participantes identificar las innovaciones claves que se han realizado en los últimos años (‘en marcha’) o que se están planteando realizar (‘en espera’) para lograr avanzar hacia este ‘progreso’ de la apicultura, lográndose identificar de cuatro a ocho innovaciones en cada territorio (cuadro 7).

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Cuadro 7. Innovaciones claves identificadas por los participantes

Sectores Innovaciones identificadasBoaco El Sauce Ciudad

Darío

Ambiental

Integración de nuevos socios a la organización apícola para facilitar trashumancia y aprovechamiento de floración en el territorio

En marcha

Manejo técnico de finca (diversificación para mejorar floración)

En marcha

Producción

Renovación de reinas anual o bianualmente

En marcha En espera

Crianza de reinas para la formación de núcleos

En marcha

Eliminación del panal zanganero para control de la Varroa.

En marcha

Procesamiento y comercialización

Fraccionamiento de miel y mercados alternos

En marcha

Acopio de miel a mediana escala (experimental) para ampliación posterior

En marcha

Transformación de la miel (levanta muertos, propóleos en tintura, polen en grano, propóleos, procesamiento de la cera)

En espera En marcha

Centro de documentación y museo En espera

Institucional organizacional

Otorgamiento de crédito apícola como crédito agropecuario

En marcha En marcha

Organización y/o sensibilización de grupo de jóvenes apícolas

En marcha En espera

Creación de recursos financieros En espera

Otorgamiento de crédito para acopio de miel

En marcha

Las entrevistas posteriores al taller con actores vinculados a las innovaciones en marcha permitieron analizarlas más a profundidad para entender cuáles fueron los elementos claves que las hicieron posibles, obteniendo aprendizajes importantes que fueron compartidos en el taller.

Dentro de los aprendizajes centrales se pueden mencionar los siguientes: • Las innovaciones son producto de procesos que involucran a un conjunto de

actores cuya interacción es clave. Así por ejemplo, en las cuatro innovaciones identificada en Ciudad Darío, participaron un total de 11 actores, entre internos y externos, todos jugando un papel importante en el inicio de la apicultura en el municipio, facilitando acompañamientos, equipamiento, capacitación y/o seguimiento técnico (ilustración 8).

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Ilustración 8. Actores e interacciones en los procesos de innovación en Ciudad DaríoFuente: Ruiz y Trejos (2010).

• Los procesos de innovación constituyen procesos de fortalecimiento de capacidades y cuando son exitosos, permiten proporcionar y difundir mucha confianza en las perspectivas de desarrollo de la apicultura.

• Las innovaciones organizativas pueden ser claves para propiciar innovaciones productivas. Por ejemplo, la integración de socios de diferentes zonas del municipio en la COOPAPIM fue estratégica para practicar la trashumancia entre ellas, aprovechando la gradiente de floración entre diferentes micro cuencas.

• La innovación de un servicio de crédito para acopio de miel permitió evidenciar la posibilidad, aun en la ausencia de sistemas de financiamiento específico, de aprovechar fortalezas locales como la alianza con otro actor local (Casa del Agricultor) para acopiar y luego comercializar con mejores precios incidiendo en el mejoramiento de la generación de ingresos para los apicultores.

Se pudieron identificar también aspectos claves que limitan la difusión de ciertas innovaciones en los territorios:

• La ausencia de tierra propia de los apicultores para mejorar las condiciones ambientales de su finca y aumentar su potencial florístico.

• La falta de equipos, medios o recursos para poner en práctica nuevos conocimientos (renovación de reinas, transformación de productos, etc.).

• La ausencia de actores claves: policías para evitar abigeo en lugares potenciales para la trashumancia, autoridades locales para mayores regulaciones ambientales en el territorio.

• Insuficientes conocimientos sobre biología, ecología, control natural y alimentación natural, por falta de una asistencia técnica adecuada.

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

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3.3. Estrategias multi-actores de consolidación del sector (resultados del 3er subestudio)

El análisis de estos procesos sirvió de base a la identificación de indicadores locales claves para el desarrollo de la apicultura que, una vez validados por los actores locales, permitieron la formulación de estrategias de desarrollo de la apicultura en cada territorio en el 3er taller del proceso. Los indicadores claves fueron agrupados por grandes sectores (cuadro 8).

Cuadro 8. Indicadores locales claves para el desarrollo de la apiculturaIndicadores locales claves

para el desarrollo de la apicultura

Boaco El Sauce

Ciudad Darío

Condiciones ambientales

% de áreas de pequeños y medianos productores destinados a la conservación del bosque

X

Número de productores implementando planes de manejo de fincas para el manejo y conservación del recurso forestal melífero

X

Distribución de las colmenas en el territorio en función del potencial florístico

X

Producción

Número de apicultores en el territorio X

Número de comunidades integrando jóvenes en temas de manejo de bosque y manejo apícola

X

Número de colmenas por apicultor X X X

Número de kg/colmena/ciclo X X XNúmero de cooperativas con planes de manejo técnico de los apiarios de sus socios

X

Número de productores que reciben asistencia técnica dirigida para mejorar el manejo de sus apiarios y la calidad de la miel

X

Número de familias que aumentan en número y porcentaje sus ingresos

X

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La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Procesamiento y comercialización

Cantidades de organizaciones que realizan procesos de fraccionamiento de la miel

X

% de productores con producción de miel certificada X

Cantidad de grupos equipados con equipos de extracción de miel (de buena calidad)

X

% de productores sacando sub productos de la colmena X

Cantidad de organizaciones con condiciones y capacidades de acopio en el territorio

X

% de la producción colocada directamente en el mercado internacional

X

Grado de sensibilización de la población del dpto. de Boaco (sobre la importancia económica, social y ambiental de la apicultura y la miel)

X

Número de gramos consumidos per cápita en el territorio X

Organizacional - institucional

Cantidad de cooperativas y grupos que consolidan su funcionamiento interno

X

Existencia de estructura organizativa de los apicultores a nivel local y su participación en GPC

X

Existencia de una estrategia de sostenibilidad de la explotación apícola integrada en planes de desarrollo municipales

X

Existencia de la apicultura en las comisiones y planes municipales

X

Número de micro-financieras con líneas de crédito para el sector apícola

X

Número de productores que acceden a crédito para apicultura

X X

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

El análisis de los indicadores propuestos por los actores permite evidenciar su coherencia con los aspectos claves identificados para el desarrollo de la apicultura (cuadro 6) y su carácter efectivamente local: aunque algunos se refieren a las mismas variables, su formulación precisa responde al contexto local específico en el cual fueron formulados.

Finalmente, este taller permitió a los actores formular estrategias de desarrollo desde cada uno de estos indicadores con tres pasos:

- definición de la meta: el nivel que se espera lograr del indicador a mediano plazo, siendo realistas desde las posibilidades y oportunidades existentes actualmente o el alcance de los actores locales

- valoración del nivel actual del indicador- definición de acciones estratégicas a impulsar por los actores para lograr

la meta planteada tomando en cuenta el punto de partida, así como el conjunto de los análisis realizados, en particular vinculados a las innovaciones.

A manera de ejemplo se presentan los resultados de este proceso para algunos indicadores claves en el caso de El Sauce (cuadro 9).

Cuadro 9. Ejemplos de estrategias formuladas en El Sauce

Indicador Meta Estado actual Estrategia Distribución de las colmenas en el territorio en función del potencial florístico

Lograr mayor equilibrio en la distribución de colmenas en el territorio en función del potencial florístico

Existe saturación y sobre explotación del potencial florístico existente en El Sauce

Desarrollar un estudio florístico y un mapa apícola municipal en El Sauce. Implementación del Plan de Ordenamiento de Desarrollo Municipal con líneas estratégicas de uso de suelo para la apicultura y reforestación y recomendaciones hacia productores.

Número de kgs de miel/colmena /ciclo

Aumentar los rendimientos por colmena en 40 kilos por ciclo

20 a 30 kilos por colmena

Implementación de buenas prácticas apícolas a través del cuido y protección del medio ambiente. Venta de los productos de acuerdo a la demanda del mercado.

Existencia de estructura organizativa de los apicultores a nivel local y su participación en el GPC

Las organizaciones apícolas articuladas con organizaciones e instituciones locales, conforman una instancia organizativa local que vela por el buen desarrollo de la apicultura en El Sauce y participa en el GPC

Los apicultores no están articulados en una sola instancia e integrados en la estructura de los GPC en el municipio

Funcionamiento eficiente de una estructura organizativa de apicultores de El Sauce por medio del fortalecimiento organizativo e integración de representantes de la estructura de apicultores en el GPC.

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Número de productores que reciben asistencia técnica dirigida para mejorar el manejo de sus apiarios y la calidad de la miel producida

60 pequeños apicultores reciben asistencia técnica para mejorar el manejo de apiarios

Los productores y productoras no cuentan con asistencia técnica dirigida para el manejo de sus apiarios

Las organizaciones apícolas articuladas con instituciones locales implementan un plan de asistencia técnica (control de calidad de miel) aprovechando los recursos humanos locales.

Número de productores que acceden a créditos para el desarrollo de sus apiarios

Los productores apícolas acceden a fondos de crédito para el desarrollo de sus apiarios

Pocos apicultores acceden a crédito

Las organizaciones formales tienen programas y carteras de crédito accesibles para los productores y productoras de El Sauce. El FDL y FUDMU dan crédito pero los mecanismos son poco conocido por los/las productores/as, por lo que se van a promocionar.

Fuente: Peña y Obregón (2011).

4. Conclusiones y recomendaciones

Se ha identificado en cada territorio un gran número de actores relacionados con la actividad apícola con presencia directa a nivel municipal, sus principales características e interrelaciones, y se han agrupado en cinco grandes categorías según sus funciones en relación al desarrollo de la actividad apícola: productores de miel, organizaciones y servicios de apoyo al desarrollo de la apicultura, reguladores de la actividad apícola, proveedores de materiales, insumos y servicios, y actores vinculados al proceso de comercialización de la miel.

El sector productivo apícola está principalmente en manos de pequeños productores que lo consideran como un rubro efectivo de diversificación productiva y presentan un nivel fuerte de organización a nivel local, ya que en los tres territorios la gran mayoría de los productores están organizados.

Se puede observar una correlación clara entre el grado de organización de los apicultores y el nivel de desarrollo de la actividad apícola. Los apicultores afiliados a cooperativas cuentan globalmente con más colmenas y mejores niveles de rendimientos que los productores pertenecientes a grupos informales o individuales. Por ende, se evidencia que las organizaciones de apicultores juegan un papel muy importante en el desarrollo de la apicultura en su territorio, articulando los diferentes servicios y actores de apoyo a la apicultura.

Aun si en los diferentes territorios la venta directa en mercados locales-tradicionales no deja de tener su importancia, estas organizaciones juegan un papel clave para facilitar a los apicultores el acceso a mercados más remuneradores (tiendas naturistas, supermercados, exportación de miel certificada) pero con requerimientos que por sí solos no podrían cumplir.

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Encuentro No. 89, 7-38, 2011

La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

Existen rasgos comunes en las dinámicas de la apicultura en los tres territorios que determinan algunas necesidades estratégicas compartidas: crecimiento del número de apicultores y de colmenas con la creación de muchas capacidades locales, pero con una disminución de rendimientos productivos que les plantean como retos comunes el aumento de la productividad y producción apícola.

Cada territorio presenta también sus especificidades que se deben tomar en cuenta al momento de formular estrategias de desarrollo del sector:

• En El Sauce se da una saturación del espacio por el aumento de la cantidad de apicultores y colmenas, lo cual les obliga a aumentar la práctica de trashumancia sobre distancias más largas y por ende con costos más altos que disminuyen la rentabilidad de la actividad. Son claves el ordenamiento del aprovechamiento del espacio, y el aumento del potencial florístico a nivel global y de fincas.

• En Boaco el aumento de la apicultura consistió en gran parte en el crecimiento de la cantidad de pequeños apicultores sin que tengan ellos, ni sus organizaciones, el equipamiento necesario, dándose una disminución de rendimientos y calidad de la miel. Las organizaciones, muchas de ellas nuevas, requieren también de procesos internos de consolidación.

• En Ciudad Darío se ha logrado fortalecer capacidades técnicas, organizativas y administrativas pero a una escala muy reducida y aún insuficiente para que tenga un peso real en la dinámica del territorio, principalmente por falta de recursos financieros para dar saltos. Existe una necesidad estratégica de consolidar el sector apícola integrando nuevos productores -en particular jóvenes- a esta actividad de forma articulada con la mejoría de las condiciones ambientales de la producción apícola.

Se ha logrado identificar, de forma participativa, en cada territorio, de cuatro a ocho innovaciones claves que se han realizado en los últimos años (‘en marcha’) o que los actores se están planteando realizar (‘en espera’) para lograr un ‘progreso’ de la apicultura. El análisis de estas innovaciones permitió obtener y socializar aprendizajes muy importantes a la hora de formular indicadores locales claves y luego estrategias de desarrollo del sector.

Finalmente se logró formular de manera concertada un conjunto de acciones estratégicas para el desarrollo de la apicultura en cada territorio con sus indicadores y metas, los cuales deberían de constituir referencias importantes para acciones futuras.

Agradecimientos

Agradezco a la Universidad Centroamericana que ha financiado este estudio por medio de sus Fondos Concursables de la Agenda I+D+I, así como a los investigadores que han colaborado con este estudio, articulando esfuerzos desde distintas instancias de la UCA: Área de Desarrollo Agrario y Rural (Ricardo Ruiz, Eddy Trejos), Maestría en Desarrollo Rural (Felix Pavón, Marlon Rojas, Elena Peña, Esmilse Obregón y Falguni Guharay), Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (Juan Carlos Polvorosa) y Nitlapán (Selmira Flores).

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La apicultura: ¿Una alternativa de desarrollo rural sostenible para las laderas secas de Nicaragua?

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Encuentro No. 89, 39-62, 2011

El movimiento de mujeres y las luchas sociales por la democratización en la Nicaragua postrevolucionaria (1990-2010)

El movimiento de mujeres y las luchas sociales por la democratización en la Nicaragua postrevolucionaria (1990-2010)

Armando Chaguaceda*

Recibido: junio de 2010 / Aceptado: julio de 2010

El trabajo aborda los antecedentes históricos y los elementos organizativos, identitarios e ideológicos que caracterizan al movimiento de mujeres en la Nicaragua postrevolucionaria (1990 2010). Se describe su desarrollo en relación con una agenda democratizadora de la política y sociedad nicaragüenses, en las coordenadas abiertas tras el fin de la Revolución Sandinista y a partir de la compleja (y convulsa) situación de una Nicaragua inmersa en la transición y consolidación de un modelo neoliberal y la persistencia de prácticas políticas tradicionales.

Palabras clave: Movimiento de mujeres / Nicaragua / Lucha Social / Democratización

(…) Sólo las luchas –a la vez políticas, sociales y culturales– pueden abrir el horizonte hacia nuevos escenarios políticos y, por ende, a la posibilidad de una redistribución del poder social (Svampa, 2008, p. 24).

1. Introducción1

Nicaragua es un país de ricas tradiciones de organización y movilización sociales, ligadas a ciclos de modernización y conflicto vinculados con el ejercicio o confrontación

* Politólogo e historiador, miembro del Observatorio Social de América Latina y Coordinador del Grupo de Trabajo Anticapitalismo & Sociabilidades Emergentes del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Correo electrónico: [email protected]

1 Este texto introduce resultados parciales de una investigación comparada sobre movimientos sociales autónomos y su relación con la política gubernamental, realizada en países enclavados dentro de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).

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Encuentro No. 89, 39-62, 2011

del poder estatal. En la Constitución vigente -aprobada en las postrimerías de la época revolucionaria (1987)- Nicaragua es definida como una república democrática, participativa y representativa (título 2, sobre el Estado, capítulo único, art. 7), en la cual la soberanía reside en el pueblo (título 1, capítulo único, art. 4) que la ejerce a través de instrumentos democráticos y el estado debe garantizar y promover los avances sociales y políticos dirigidos al bien común (art. 4). También se reconoce el pluralismo político y la existencia y participación de las organizaciones políticas en asuntos nacionales sin restricción ideológica (art 5). Los ciudadanos tienen derecho a participar en igualdad de condiciones en los asuntos públicos y la gestión estatal (cap. II, art 50), y hacer peticiones, denuncias y críticas al Estado (art 52) (Asamblea Nacional, 2010).

Lo anterior establece el marco formal por el cual, mediante lo estipulado en legislación complementaria, la ciudadanía organizada puede incidir en la arena pública a través de las organizaciones y movimientos de la sociedad civil (en adelante SC). Las organizaciones de mujeres adquieren inusual protagonismo y beligerancia desde hace dos décadas, ligadas a las luchas por sus derechos y enfrentadas a la conservadurización de la agenda sociopolítica de los actores políticos nacionales. En este trabajo se abordan los elementos (organizativos, identitarios, ideológicos) que caracterizan dicho movimiento y su desarrollo en relación con una agenda democratizadora de la política y sociedad nicaragüenses, en las coordenadas abiertas tras el fin de la Revolución Sandinista y a partir de la compleja (y convulsa) situación de una Nicaragua inmersa en la transición y consolidación de un modelo neoliberal.

2. Presupuestos teóricos

Toda sociedad abarca un conjunto de actores (asociaciones, grupos informales y ciudadanos individuales) que participan cotidianamente en la conformación y reconfiguración de las relaciones dentro de los disímiles espacios sociales, así como en los procesos de interacción sociedad-Estado. Estos actores poseen sus propias estrategias y capacidad de incidencia, integrando diversos tipos de alianzas estables y formales o informales y coyunturales, cuya suma permitiría considerar a la sociedad, en toda su pluralidad y extensión, el factor instituyente de la democracia por encima de los arreglos institucionales específicos (Cansino, 2010, p. 18).

La vida social se teje a partir de la interacción concreta entre individuos y subjetividades colectivas dotadas con diversos niveles de identidad y organización y relativamente descentralizadas. Estas identidades colectivas son tejidas por la práctica, las memorias compartidas, las rutinas y usos de la vida cotidiana en constante reinvención. Podemos diferenciar dentro de éstas aquellas identidades adscriptivas (género, etnia, clase) y otras de índole electiva (organizaciones, movimientos) (Domingues, 2009, pp. 163-170). El movimiento de mujeres constituye un cruce de identidades diversas de ambos tipos que a partir de cierto nivel de sistematización y elaboración, socializan un discurso feminista(s).

Para el estudio del fenómeno es útil recordar cómo el pensamiento sociológico de matriz posthabermasiana (con Andrew Arato y Jean Cohen a la cabeza) distingue tres ámbitos o esferas que se diferencian cualitativamente

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El movimiento de mujeres y las luchas sociales por la democratización en la Nicaragua postrevolucionaria (1990-2010)

entre sí dentro del entramado social: el Estado, orientado por el poder político-administrativo; el mercado, regido por el factor dinero y la SC, no estructurada por lógicas de dominación política o intercambio económico o mercantil, sino por relaciones culturales de cooperación, solidaridad, amistad y otras semejantes. Este enfoque destaca que ni el Estado ni el mercado pueden, por sí mismos, asumir las funciones de integración social, pues estas funciones quedan a cargo del conjunto de instituciones sociales que reproducen los valores culturales y las formas de vida de una sociedad a través de prácticas de entendimiento mutuo que construyen las bases de la solidaridad y la cooperación entre individuos.

Cualquier definición reunirá una tensión entre lo descriptivo (la SC como realmente es) y lo normativo (como debe o aspira ser). Aunque se reconozca su diversidad y heterogeneidad, implícitamente suele asumirse la existencia de una cierta coherencia y misión de la SC como esfera conformada por organizaciones (en adelante OSC) y movimientos que poseen, como norma, fines no lucrativos, dependen materialmente de recursos externos (públicos y/o privados) y del autofinanciamiento, emplean profusamente el voluntariado y producen bienes relacionales colectivos. Se trata de actores que hacen incidencia en diversas políticas públicas y apelan a la solidaridad, pese a lo cual no escapan de procesos negativos como la burocratización.

Siguiendo esa lectura se postula que una moderna SC debe reunir rasgos como la pluralidad (conectando grupos humanos diversos), la publicidad (al expandir instituciones culturales y comunicativas), la legalidad (por promover formas y principios generales que demarcan su espacio de actuación frente a la economía y el Estado) y la individualidad (como campo para el despliegue de la autodeterminación y desarrollo personales (Arato & Cohen, 2002). En tanto espacio social diferenciado y complementario a los estatales y mercantiles, la SC debe contribuir a la formación de la opinión pública, a establecer redes de colaboración en las tareas del gobierno y difundir diversos valores cívicos y políticos, en una permanente tensión entre lo normativo y lo fáctico, entre el potencial democratizador y aquellos valores y prácticas tradicionales presentes en el entorno social y que sus mismas organizaciones reproducen.

Según esa tradición teórica, los actores que conforman la SC se (auto)organizan en torno a dos principios de acción colectiva: la autonomía y la autolimitación (Arato & Cohen, 2000). La autonomía se refiere a la abierta diferenciación de la SC frente al Estado y al mercado, mientras que la autolimitación establece que el fin y los objetivos de las acciones no se guían por la búsqueda del poder o la integración al Estado, sino por apuntar a una reforma radical de la vida pública. La naturaleza del contexto nicaragüense y los conflictos que allí se desarrollan hacen particularmente central la defensa de la autonomía de los actores de la SC (y en especial del movimiento de mujeres) frente a la injerencia de los coludidos poderes políticos, empresariales y eclesiales, cuyo accionar siempre ha tendido al control, la cooptación o supresión de las voces críticas.

Los actores de la SC poseen diferentes tamaños, niveles de organización y lógicas de funcionamiento, a partir de los cuales se insertan en contextos espacio-temporales disímiles y desempeñan roles políticos divergentes, tanto democráticos como autoritarios. El grado de desarrollo de cualquier SC está determinado por

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varios factores: existencia de una cultura y tradición asociacionista; disposición de leyes y políticas estatales que garanticen su desarrollo; vitalidad de la ciudadanía, grado de autoorganización de los grupos, etc. Semejante heterogeneidad y diversidad de elementos también es un factor presente y visible en el movimiento de mujeres nicaragüense.

La SC continúa siendo un lugar de luchas culturales, de interpretación, inclusión y exclusión, de pugnas por la hegemonía. No le corresponde una lógica única, abstracta e internamente indiferenciada. Aunque ciertos discursos la representan como un sujeto homogéneo y cuasi universal -la sociedad civil nacional o global- en tanto comunidad ciudadana formada a partir de la reunión de grupos e individuos disímiles, supuestamente abocados a la consecución del bien común, no puede ignorarse que la heterogeneidad de formatos organizativos, identitarios e ideológicos de la SC es un hecho sociológico y político visible. La tensión entre un oenegismo profesionalizante y un activismo de corte movimientista, con toda su secuela organizativa, ideológica y material, es una expresión de dicha heterogeneidad particularmente visible dentro del movimiento de mujeres nicaragüense.

Tampoco la separación analítica que demarca las organizaciones de la sociedad civil (OSC o movimientos sociales) de aquellas de la sociedad política (partidos) resulta siempre adecuada para comprender los procesos reales. La definición del espacio social en campos o esferas donde los sujetos se relacionan alrededor de una serie de bienes sociales y en los que su distribución se traduce en disputas, es una distinción analítica. La decisión de una OSC o movimiento, de actuar políticamente, involucrándose en una coyuntura electoral, no implica necesariamente que se esté dando una transformación cualitativa en sus objetivos ni en sus relaciones con los ámbitos sociales en los cuales está inserto. La relación y accionar actuales del movimiento de mujeres, en el marco de la contienda por las venideras elecciones presidenciales son reveladores de estas fronteras móviles y porosas.

Para comprender las luchas concretas en las que las organizaciones sociales se inscriben es útil conocer los proyectos políticos con los que aquellas se identifican. Los proyectos políticos son construcciones simbólicas que mantienen relaciones cruciales con culturas políticas e ideologías particulares. Los actores que formulan y difunden los proyectos políticos expresan, por un lado, un aprendizaje normativo e impulsan nuevos principios culturales; y por otro, con frecuencia reproducen, especialmente en sus prácticas concretas, peculiares combinaciones de culturas políticas que muestran la coexistencia y la tensión entre los nuevos y los viejos principios culturales.

En América Latina ha sido destacada la confluencia y contraposición de actores adscritos a los proyectos neoliberal, autoritario y democrático participativo (Dagnino, Olvera & Panfichi, 2006). Entre los actores que han mostrado especial creatividad y beligerancia por expandir a nivel regional los marcos de la política moderna (impulsando procesos democratizadores y participativos) e innovar discursiva y prácticamente, destacan los movimientos feministas o, en un sentido más amplio, las luchas de mujeres organizadas. En ese sentido, Nicaragua no constituye una excepción.

En este texto identificamos de forma genérica como “movimiento de mujeres” al segmento de la SC nicaragüense que reúne diversos grupos, formas de pensar y

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campos de acción dirigidos a la defensa y promoción de los derechos de las mujeres, y que sostiene (en sus plurales visiones) la autonomía e identidad femenina2 como eje de acción de sus organizaciones y grupos (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 5-6). Hablamos de un campo atravesado por contradicciones y desigualdades, tanto en las agendas políticas como en los niveles de madurez y/o separación alcanzados respecto a los actores dominantes en el sistema político, la economía y la sociedad nacionales. Pero que en conjunto se ha destacado por su beligerancia en comparación con el accionar de otros movimientos, organizaciones e incluso partidos políticos.3

Diversos colectivos y activistas dentro del movimiento de mujeres privilegian en sus declaraciones y acciones un conjunto de elementos que resultan sustanciales para la condición democrática: respeto y promoción de libertad personal y justicia social, protección a minorías y grupos vulnerables, defensa de los derechos humanos en su integralidad, entre otros. Se trata de asuntos relevantes y coherentes con nuestra visión multidimensional de la democracia, a la que concebimos como la conjunción de un ideal normativo, un proceso socio-histórico y un régimen político (suma de valores, prácticas y reglas institucionalizados) que garantizan y hacen efectivos los derechos, la participación y la representación de la ciudadanía en un contexto dado. En este trabajo nos interesa destacar cómo el movimiento de mujeres, a partir de sus reivindicaciones particulares y luchas amplias, se ha convertido en un factor esencial para el impulso democratizador en la Nicaragua actual.

Para la comprensión del desarrollo y accionar del movimiento, y en particular de las organizaciones que lo conforman, hemos destacado el elemento participación. Comprendemos la participación en un sentido limitado como el involucramiento de sujetos en las diversas acciones e instancias al interior de una organización particular. En un sentido más amplio, como el involucramiento activo y plural de la ciudadanía (como individuos y colectividades) en el control de las instituciones estatales y partidarias, el desarrollo, ejecución y evaluación de las políticas públicas, y en diversas formas de incidencia pública de la sociedad civil. Aunque en este artículo no podemos introducir toda la información (y conclusiones) extraídas del proceso investigativo, consideramos relevante compartir algunos hallazgos en torno al fenómeno participativo y la forma en que éste revela su estado en el movimiento.

Para el análisis de las experiencias dentro del movimiento de mujeres hemos propuesto un modelo de análisis flexible y a la vez preciso. Éste parte de comprender que cada organización posee una cultura de la participación que reúne los referentes que tiene la gente para participar, los conjuntos de ideas, valores y creencias que sobre la participación posee cada colectivo. También que posee ciertas estructuras participativas que se expresan en normas y/o reglas (formales o informales) que dan cuerpo a las diversas modalidades (directa, delegada, activismo, entre otras) de la participación; así como en el conjunto de espacios organizativos más o menos estables –asambleas, coordinaciones, etc.– que abrigan la participación de los integrantes. Por último procuramos registrar aquellas dinámicas de la participación,

2 Utilizamos el término femenino y no feminista por los contenidos e implicaciones específicos (teóricos y políticos) de este último.

3 Para la comandante sandinista Mónica Baltodano el movimiento de mujeres es el único que conserva su autonomía frente a los poderes establecidos (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 43)

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suerte de componente cronológico del proceso, que expresan el quehacer, el día a día, el conjunto de acciones secuenciadas y temporalmente definibles mediante las que se despliega la participación.

El feminismo ha aportado una crítica a las visiones restringidas de una ciudadanía y democracia liberales que no incluyen una perspectiva de género ni cuestionan las relaciones de poder intrafamiliares. Ha insistido en la necesidad de revisar el impacto político de las categorías convencionales de lo público y lo privado, y el lugar del trabajo domestico en la sociedad. Esta reflexión (y debate) ha marcado las posturas feministas frente a las demandas de participación política, las cuales se concentran en tres ejes fundamentales: a) el énfasis en generar medidas en pro de la paridad, b) la defensa de la autonomía del movimiento, y c) el fortalecimiento de las capacidades de las asociaciones. En el caso de Centroamérica, la lucha por la ampliación de la participación política de las mujeres ha combinado el legado de movimientos insurgentes y revolucionarios, el impacto de los procesos de transición democrática (incompletos y mediatizados por la liberalización económica) y la influencia de los debates y corrientes teóricos globales (Alianza, 2010, pp. 3-4).

3. Una mirada de contexto: la sociedad civil nicaragüense

La riqueza de la sociedad civil en Nicaragua se manifiesta en los tipos de organización, los grupos sociales afiliados, las áreas temáticas y los enfoques de trabajo, las relaciones

con el estado y la población (Serra, 2007, p. 153).

Existe un acumulado diverso de estudios sobre el fenómeno de la SC en Nicaragua (Serra, 2007, pp. 29-31). Unos son informes de las propias OSC y agencias internacionales (ASDI/BID, 2006) que ofrecen visiones (y evaluaciones) de conjunto del espacio asociativo (Borchgrevink, 2006); otros son ensayos críticos con cierto valor teórico (Núñez, 2004) y algunos son estudios empíricos focalizados (Serra, 2010) que evalúan algún desempeño o proceso particular. Hay textos que ubican la problemática asociativa dentro de los escenarios y dinámicas nacionales (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009) y estudios centrados en la relación entre la SC, el Estado y los partidos políticos, con énfasis en las políticas públicas y los espacios de participación que vinculan el accionar de estos actores (Prado, 2009). El tema ha estado atravesado por la polarización política, generando visiones que clasifican a las organizaciones sociales dentro de supuestas intencionalidades y agrupamientos desde una mirada vinculada al oficialismo (Núñez, 2007) que ha provocado respuestas de los aludidos (Wheelock, 2007)4.

Desde una mirada histórica existe bastante consenso en que durante la historia moderna de Nicaragua la existencia de una auténtica SC quedó limitada por el predominio, en la vida política nacional, de actores conservadores aliados a EEUU (Kinloch, 2008). Durante la dictadura de los Somoza, el estado patrimonialista no sólo controló vastos sectores de la economía y política domesticas (perpetuándose

4 Esto demuestra que la afinidad político partidaria resulta clave para determinar el tipo de relación entre las OSC y los gobiernos de turno (Serra, 2007, p. 148) y que es un fenómeno que se extiende a los intelectuales vinculados a las distintas opciones políticas en pugna.

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en una combinación de farsas electorales con oposición leal incluida y represiones sangrientas contra el pueblo) sino que estableció un sistema de control, cooptación y represión hacia los diversos actores civiles y populares. Durante el somocismo se consolidó en el país un modelo de relaciones políticas basado en el patronazgo y el clientelismo, en el que a cambio de empleo, tierras o préstamos, los trabajadores ofrecían su mano de obra y su fidelidad política (Serra, 2007, p. 265).

En la etapa somocista aparece un rasgo repetido en el tiempo dentro de la sociedad y política nicaragüenses: la creación de agentes paraestatales como componente central de una SC oficialista. En la etapa somocista se crearon organizaciones que acosaban a la oposición, denunciaban al campesinado que respaldaba a los guerrilleros y daban aviso a la Guardia Nacional (Silva, 2007). El Frente Sandinista, por su parte, organizó estructuras comunitarias que luego degeneraron en órganos de control: en la insurrección fueron los Comités de Defensa Civil, luego en el poder los Comités de Defensa Sandinista y en la etapa actual parecen reeditarse en los Consejos del Poder Ciudadano (Gertsch, 2010). Durante los años 90 se crearon las Juntas Comunitarias para el Progreso Social (Jcops), que acompañaron los actos y campañas del presidente Alemán (Silva, 2007). Aunque se han señalado (Cruz, 2009) las diferencias entre organizaciones surgidas bajo momentos y móviles históricos diferenciados -los CDS surgen de la población aunque luego se subordinan a los intereses del Estado-partido, los CPC son organizados desde el Estado como mecanismo de participación ciudadana y los Consejos de Liderazgo Sandinista para desarrollar el activismo político- se critica que fenómenos como la pertenencia simultanea a varios espacios (por ejemplo, CLS y CPC) puede generar la utilización de criterios partidistas a la hora de escoger beneficiarios de los bienes y servicios gestionados.

El proceso de fortalecimiento de la SC comienza con la Revolución Sandinista de 1979, donde se produce una expansión de la organización y participación populares (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009) pero son el sesgo de un control estatal-partidista y las restricciones a los derechos ciudadanos típicos de un entorno de guerra civil y un modelo clásico de izquierda revolucionaria. Posteriormente llegará el momento de la autonomización efectiva de la SC, que despegará en 1990 con el fin de recursos y tutela del FSLN, lo cual acompañado con la “retirada del estado” y las demandas de asistencia social derivadas de la implantación del modelo neoliberal, conllevará a una gran expansión de las OSC de 1990-1996 (Serra, 2007, pp. 44-49)

El gobierno derechista de Arnoldo Alemán (1997-2002) excluyó a las OSC del Comité de emergencia, lo cual las llevó a crear la Coordinadora Civil, generando presiones sobre los miembros de las OSC y los cooperantes (Serra, 2007, pp. 50-51). La administración de Enrique Bolaños (2002-2006) redujo el acoso a OSC pero mantuvo la pobre cooperación y falta de transparencia en sus políticas al sector, concretando su atención en el CONPES (por vínculos e intereses del presidente) dentro de una continuidad de las políticas neoliberales que llevó a la Coordinadora Civil (2007, 2009) a lanzar una campaña de denuncia y protestas contra los acuerdos del gobierno con el FMI.

Para el estudio de la SC diversos analistas consideran importante destacar la vinculación existente entre sus organizaciones y los procesos (y modelos) de participación (Prado, 2010; 2009) toda vez que desde éstos se busque canalizar

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demandas sociales y presionar por formas de redistribución del poder desde las organizaciones sociales (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009, p. 52). A partir de los aportes de estos enfoques podemos adelantar una periodización del fenómeno en las diferentes fases de la Nicaragua postsandinista:

(1990-1994) – Caracterizada por las presiones de las organizaciones revolucionarias (campesinas, obreras, estudiantiles) en resistencia al emergente modelo neoliberal; entorno de crisis sociopolítica con poca institucionalización de la participación y concertación. Expansión de las ONG (muchas con personal sandinista) y sus nexos con la Cooperación Internacional.

(1995-1999) – Reducción de la protesta social -con aceptación del rumbo económico y anclaje en la gestión/concertación local- gracias al freno ejercido desde los partidos y el Estado. Creación formal del CONPES, expresión de la demanda histórica por un espacio nacional de concertación para el diálogo Estado-SC5, aunque se trata de una instancia que nace limitada por su carácter consultivo, su dependencia presidencial y la escasez de recursos.

(1999-2006) – Expansión de los espacios de concertación y participación, y creación de legislación afín a la Ley 475 (2003) que incluye a las asociaciones civiles -previo reconocimiento de consejo municipal- como actores en políticas públicas locales.6 No obstante, se fomenta una participación funcional (de impronta neoliberal) que restringe las alternativas a atender políticas inmediatas y locales -sin tocar los problemas nacionales- y desresponsabiliza al Estado transfierendo a la sociedad la respuesta a los graves problemas sociales (ver Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009, pp. 117-122).

(2007-actualidad) – Los modelos de participación están inmersos en la crisis política que divide al país. Se contrapone un modelo de acompañamiento pluralista concertacionista (CDM) frente a otro de acompañamiento partidista y paragubernamental7, donde el Ejecutivo recibe y resuelve demandas y las organizaciones -aunque formalmente deben orientar y corregir la acción del primero- carecen de canales para un diálogo horizontal simétrico y de mecanismos de control sobre éste (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009, pp. 52-55). Se reproduce un “autismo organizativo” con un FSLN que sólo reconoce sus organizaciones y espacios de participación y un “autismo elitista” donde la derecha privilegia sus grupos sociales y cotos de poder (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009, p. 109).

Sin embargo, en los espacios y plataformas del FSLN y el Partido Liberal Constitucionalista (y sus caudillos tradicionales) existe un plural campo de activismo y reflexión sociales, donde encontramos aquellas OSC comprometidas con una salida democrática, antineoliberal y antiautoritaria a la problemática nacional. Como se ha señalado “(…) la base social progresista del país se ha escindido y una buena parte de

5 Por el recelo de los políticos del gobierno y la oposición a compartir su poder dicha instancia no será operativa hasta 1999. Para 2006 estará integrada por 179 miembros procedentes de sindicatos, OSC, gobiernos locales, universidades, movimientos sociales, entre otros (Serra, 2007, p. 130).

6 En los espacios locales las OSC y los gobiernos locales han compartido posturas respecto, por ejemplo, a políticas y distribución de presupuestos del gobierno central (Serra, 2007, p. 157)

7 En otros textos se diferencian tres modelos: el del Sistema de Participación Ciudadana, el modelo del FSLN (CPC-GPC) y el diverso de las OSC. Ver Montenegro, Cuadra y Saldomando (2009, p. 127).

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ella, mayoritaria quizás, a estas alturas está afuera del control del aparato frentista, incluyendo a sectores dentro de las mismas organizaciones de filiación sandinista” (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009, p. 166). Es en estos espacios donde podemos hallar aquellas fuerzas que expresan el potencial auto organizativo de la SC en un estado de mayor madurez y donde hallamos las propuestas más congruentes con una auténtica democracia participativa.

Ello no quiere decir -como algunos de sus miembros se autorepresentan y la retórica opuesta reafirma- que en las OSC y movimientos que afirman la autonomía y la autogestión de cara a las lógicas del Estado y el mercado, se agote la SC realmente existente puesto que ésta, como hecho sociológico, reúne también organizaciones vinculadas (estructural y culturalmente) a los actores dominantes: partidos, empresarios e iglesias.8 Ese es el caso de la Coordinadora Social, vinculada al FSLN, que reúne a organizaciones como el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), la Central Sandinista de Trabajadores (CST), la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (ANDEN), y la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetsalud).

Las críticas al fenómeno de la SC en Nicaragua provienen de dos matrices fundamentales que conviene diferenciar. Una proviene de los ataques vertidos por el oficialismo y combina la hipocresía (pues varios de los críticos oficialistas sobrevivieron durante los años 90 gracias a la creación de ONG y consultorías aprovechando contactos forjados en su etapa de funcionarios Sandinistas) con la perversidad, pues al denunciar los reales peligros de elitización de un sector de las OSC ocultan que -bajo su retórica de democracia participativa y Pueblo Presidente- se oculta un viejo modelo de participación movilizativa y vertical dirigido por una jefatura política ex revolucionaria capaz de armonizar con la elite tecnocrática y empresarial del neoliberalismo.

Por otro lado, existen críticas que toman nota de la repetición dentro de la SC nicaragüense de tendencias afines a las internacionales. La oenegizacion del campo (paulatina sustitución del activismo por la profesionalización) que impide la necesaria complementariedad de roles, la preeminencia de las ONG por sobre los movimientos comunitarios, el impacto de la lógica tecnocrática sobre las experiencias autogestionarias y la aparición de una suerte de “élite (cultural y socioeconómica) de la sociedad civil y la cooperación” son algunos de esos fenómenos (ver Borchgrevink, 2006; Chahim & Prakash, 2010; Stenber, 2010).

Al ser el CONPES un organismo consultivo del Ejecutivo con amplia participación de la SC, Ortega buscó modificar su composición y directiva para asegurar una mayoría para los CPC y organizaciones afines a su partido, y nombró a su esposa la señora Murillo como Secretaria Ejecutiva del mismo CONPES (Chamorro, 2009). Ello provocó el rechazo de las organizaciones agrupadas en la Coordinadora Civil y en la Red de Desarrollo Local, lo que fue replicado por el presidente en el discurso del 1ro de mayo de 2007, cuando sentenció “…que le den chance ahora a los pobres, a los trabajadores (…) invitaremos también a esos grupos que se autodenominan Sociedad Civil, que son financiados por los emisarios

8 Ver http://www.coordinadorasocial-nicaragua.blogspot.com/

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del imperio (…) estamos dispuestos a debatir en el CONPES todas estas políticas económicas, así como los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional” (Radio La Primerísima, 2007). El tono de este discurso fue amplificado en el acto del 19 de julio, día de la victoria de la Revolución Sandinista, siendo una señal de los conflictos que se generarían a partir de ese momento entre el gobierno y sectores de la ciudadanía organizada y continuarían, con altibajos, hasta el presente.

En la política nicaragüense el lugar de la mujer -si bien el más consolidado de Centroamérica- ofrece un cuadro variopinto y refleja las amenazas de los giros conservadores de las pasadas dos décadas. La carencia de una legislación específica orientada a la ocupación de puestos en partidos o instituciones públicas (pese a que el FSLN y el PLC sí contemplan cuotas en sus estatutos) y la persistencia de factores “extrapolíticos” que afectan el desempeño de las mujeres (como la penalización del aborto y la creciente feminización de la pobreza) han lastrado su participación política en la sociedad nicaragüense.

Dentro de los partidos, el MRS ha sido la fuerza más coherente en la defensa de los derechos de la mujer, contando con más de una diputada en su bancada, superando porcentualmente al resto de las formaciones políticas (Alianza, 2010, pp. 27-30). Pese a ello, el partido no ha fijado estatutariamente una cuota para sus mujeres militantes, previendo ante la situación de acoso a que se ha visto sometido, la posibilidad de defenderse de sanciones en caso de no poder cubrir dicho requerimiento en determinado momento (Alianza, 2010, p. 68).

Por su parte, el FSLN ha manejado la retórica de un 50% de poder para las mujeres, ejemplificándolo con el poder que ostenta la primera dama, Rosario Murillo, aunque no existen evidencias de que esta situación se replique a otros niveles locales y espacios institucionales. Donde ha habido cierto avance bajo el actual gobierno ha sido en la presencia femenina en cargos de dirección ministerial, ascendiendo en 2008 a 38%, frente a un 25% en la administración anterior (Bolaños), 10% en la época revolucionaria y similar cantidad en el periodo somocista (Alianza, 2010, p. 28).

4. El movimiento de mujeres en Nicaragua: un actor relevante

La historia del movimiento de mujeres abarca varios momentos atendiendo al carácter de la lucha de las féminas: Sufragistas -de mediados del siglo XX a los años 70-, Compañeras de la Revolución -de los años 70 a 1990-, Autónomas -de 1990 hasta hoy (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 11). Pero sin duda, es con la Revolución Sandinista que emerge, como saldo inesperado, el que hoy es el movimiento feminista más importante de Centroamérica (Kampwirth, 2009, p. 83) a partir de una cantera femenil que abarcaba, en las décadas del 60 y 70, a cerca de un 30% del total de luchadores antisomocistas (Alianza, 2010, p. 4).

En la legislación y las políticas el proceso revolucionario expandió los derechos de las mujer en el ámbito familiar y laboral (Chinchilla, 1994) a partir de su incorporación a la defensa y producción (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 12), aunque pronto se generaron conflictos entre las “identidades oficiales” de la mujer

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revolucionaria y aquellas emergentes. Una protagonista recuerda que “la revolución tenía una idea de mujeres obreras, campesinas y pobladoras, pero la mayoría de las mujeres organizadas no entraba en esas categorías…en plena Revolución se crea el Partido de la Izquierda Erótica (con Gioconda Belli, Sofía Montenegro y Alba Palacio en sus filas) lo que trajo un conflicto con el FSLN […] a partir de los ecos de un encuentro feminista en Tasco (México) se impulsó la necesidad de una representación de las mujeres en las estructuras y la política sandinista, por lo que se plantea a Bayardo Arce, de la dirección del Frente, la necesidad de mayor autonomía; él propone posponer ese análisis y cambio para después de las elecciones de 1990…” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).9

Dentro del proceso revolucionario van emergiendo actores y visiones del movimiento, que en cierto modo sobreviven hasta hoy (Chinchilla, 1994). En 1979 surge la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE), estrechamente vinculada al FLSN -hasta el día de hoy-, que pronto fue acompañada por el Comité de Madres de Héroes y Mártires, organización portadora de la visión clásica de la “madre sufrida y revolucionaria”. A mediados de los 80 aparecen unas secretarías de mujeres en las estructuras sindicales más beligerantes e independientes y se produce el reconocimiento de derechos femeninos en la Constitución (1987). Para fines de la década surgen las primeras organizaciones de mujeres de sesgo autónomo, integradas por militantes desencantadas con la ejecución del FSLN pero que se consideraban revolucionarias10 (Kampwirth, 2009, pp. 85-86).

En 1990 se produce la primera gran ruptura de mujeres con AMNLAE, que se coronó en marzo del siguiente año con la primera movilización autónoma de mujeres conocida como la Feria del 52%11. Dicho foro representó la declaración de independencia del movimiento feminista, emergiendo ocho redes conformadas por unos 250 colectivos, la mayoría de los cuales rechazó formas de coordinación estructuradas frente a una importante minoría que abogaba por más centralización12 (Kampwirth, 2009, pp.90-91).

En febrero de 1992 el novel Movimiento Autónomo de Mujeres13 convoca al Primer Encuentro de Mujeres Unidas en Diversidad, reuniendo unas 800

9 “Se cuestionó el diseño y ejecución de una Reforma Agraria dirigida hacia los hombres que expulsaban a sus esposa cuando agarraban tierra y dinero y se buscaban mujeres jóvenes…” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

10 Una testimoniante recuerda “…hubo una primera generación vinculada al FSLN (la de Sofía Montenegro) que fueron separadas del partido por divisionistas y por no impulsar prioritariamente la agenda de los pobres… allí surge una tensión histórica de origen entre el feminismo y el FSLN… yo formé parte de la generación intermedia del feminismo hace 25 años, donde comencé aprendiendo de las primeras, recreando formas de organización, pasando de una luna de miel a etapas de tensiones y separaciones” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010).

11 El término aludía al porcentaje ocupado entonces por las féminas dentro del total de la población nicaragüense.12 “Existió un debate dentro del movimiento de mujeres donde personas como Sofía Montenegro abogaban por un

movimiento nacional, capaz de centralizar fuerzas y politizarlas, con un liderazgo único… y otras abogaron por redes, articuladas por temas y ritmos diversos, rechazando la organización centralizada heredada del FSLN y la emergencia de un nuevo vanguardismo, esta vez dentro del movimiento feminista.. Esta última postura prevalece, lo cual es valorado por Sofía como “años perdidos” (G. Gómez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

13 Una testigo de esos tiempos recuerda que “El MAM surge con algunas compañeras de corazón rojinegro, pero con diversidad de posturas teóricas y en torno a la autonomía… cobra fuerza la idea de rechazar ser parte del partido, su ala femenina… en el quinquenio 1990-1995 se da un conflicto entre las mujeres populares y las ideólogas, un conflicto de liderazgos donde el MAM rechaza su conexión con el FSLN y las AMNLAE la mantienen” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010). Sin embargo, una dirigente del MAM enfatiza: “Se crean artificialmente confrontaciones entre intelectuales y activistas, en el MAM tenemos tanto sectores populares (campesinas de Jalapa) como medios” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

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participantes en el marco de una búsqueda colectiva de identidad y autonomía de las mujeres organizadas respecto al Estado y los partidos (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 13-14). En el cónclave continúa el debate sobre las formas idóneas de organización (redes, ONG o movimientos)14 conformándose redes temáticas (por ejemplo, Red de Mujeres contra la Violencia) que serán seguidas por redes territoriales (por ejemplo, Red de Mujeres de Matagalpa, conformada en septiembre), concebidas como un espacio de apoyo mutuo, construcción y coordinación colectiva (Grupo Venancia, 2002, pp. 27-28). Cobra fuerza la creación de ONG (producto de la búsqueda de recursos y de las exigencias de formalización gubernamental) y los vínculos con una cooperación internacional que expande su accionar, lo que es aprovechado por las mujeres organizadas15 (Grupo Venancia, 2002).

5. Disensos y conflictos

A partir de 1998 y hasta 2006 se asistió a un proceso de consolidación y rupturas16 dentro del movimiento, que adquirió mayor visibilidad y beligerancia a partir del caso de Zoliamérica Narváez (1997), la respuesta (auto)organizada al impacto del huracán Mitch (1998) , la oposición a los sucesivos pactos (2000 y 2005) dentro de las élites políticas (acuerdos Ortega-Alemán-Bolaños-Obando) y el proceso de penalización del aborto terapéutico, consumado en 2007 con apoyo del FSLN.

Las posibilidades de concertación entre organizaciones de mujeres de diferente filiación ideológica han sido repetidamente saboteadas por la polarización política y por la incidencia directa de los liderazgos y partidos dominantes. En 1995 un intento de conformar una Coalición Nacional de Mujeres plural (integrada por sandinistas, liberales y sin partido) para avanzar en la conformación de una agenda consensuada de políticas públicas fue directamente saboteada por Arnoldo Alemán quien, con el apoyo de jerarquías eclesiásticas, la acusó de ser “una coalición de extranjeros y feministas” enarbolando espantajos de la soberanía nacional y la moral social (Kampwirth, 2009, pp. 93-95).

En el bienio 2005-2006, en pleno proceso de “refundación” del MAM, se produce una crisis que profundiza los disensos dentro del movimiento de mujeres a partir de la decisión de lideresas de establecer una alianza formal con el partido Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Lo que era presentado como una muestra de autonomía y madurez -según las dirigentes del MAM- expresaba una

14 “En 1992, ante una ruptura con el FSLN, se dan dos visiones: la de crear un movimiento unido, defendida por la Corriente Nacional Feminista, y la de crear redes, con influencia de mujeres de origen estadounidense que vivían en Nicaragua, de donde nace y sobrevive la Red de Mujeres contra la Violencia” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

15 En el lado nocivo del fenómeno, el impacto de los vínculos con la Cooperación (que frecuentemente exigió criterios de “unidad y homogeneidad” a un movimiento diverso) generó el auge de la contractualización de los nexos entre las OSC, el cortoplacismo vinculado a la “gestión de proyectos”, la institucionalización excesiva de las agendas y la precariedad de los colectivos pequeños y rurales frente a otros grandes de anclaje urbano (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 58-59).

16 “En los 90 se da una primera ruptura en el Comité Nacional Feminista, grupo que gestaba recursos y elaboraba la teoría, pereciendo la posibilidad de aglutinar diversas expresiones… En el 2000 se da un nuevo intento de reunir una diáspora dispersa, en la segunda versión del Comité, generándose una discusión autocrítica y una nueva luna de miel… pero se mantienen las tensiones por los estilos de liderazgo y las militancias partidarias (en esta ocasión vinculadas al MRS) y las principales lideresas oscilan entre la cercanía a dicho partido y la autonomía” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010).

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amenaza dentro de la lógica de grupos opuestos a la medida (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 54).

Una dirigente del MAM recuerda que “en un análisis que realizamos en abril de 2006, el peor escenario que vimos era el triunfo de una fuerza autoritaria, fundamentalista y neoliberal, capaz de pasar por izquierda, como el FSLN… el mejor escenario sería el arribo de fuerzas democráticas (de izquierda y derecha) que abrieran el espacio político, como el MRS” razón por la cual “vimos que existía una necesidad de alianza, ya que por el pacto (2000) y las reformas constitucionales (2004), el MAM se metió de lleno en conflicto en el espacio político, combatiendo simultáneamente al PLC y al FSLN, y vimos la necesidad de converger con fuerzas nuevas. Entonces escogimos al MRS, ya que la ALN era democrática pero neoliberal” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010)17. Esta dirigente recuerda que “ante el acuerdo con el MRS hubo cuestionamiento de grupos de mujeres por supuestas amenazas a la autonomía; pero nosotros defendimos que era un acuerdo entre iguales y no incondicional, en base a cinco puntos que ellos se comprometían a cumplir…”. Sin embargo, otra participante lo recuerda así: “En 2006 se diseña un plan para participar en la política cuando una facción del MAM decide, sin consultar al resto, endosar un compromiso de alianza del MAM con el MRS… pese a apoyo de la mayoría que simpatizaba con el MRS no queríamos adscribir el movimiento a partido alguno… decidimos que las lideresas que corrían en postulaciones o campañas tenían derecho a hacerlo como personas, pero sin el membrete del MAM (donde habían MRsistas, liberales, orteguistas y sin partido)… la respuesta de estas ocho o nueve lideresas fue expulsarnos con una carta acusatoria de “hacer el juego a Ortega” y ofensas personales como bicheras” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010)18. Otra protagonista testimonia: “La alianza MAM MRS fue necesaria pero se violentaron los tiempos y procesos de toma de decisión, los mismos que nosotras habíamos consensuado, hubo choques de liderazgos y protagonismos… la expulsión de compañeras fue algo penoso que yo apoyé y es de las cosas que me arrepiento de haber hecho…” (G. Gómez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

A partir de esa coyuntura, los conflictos en el movimiento de mujeres (y dentro de su segmento más beligerante y autónomo) que definieron con mayor claridad la existencia de grupos y/o redes más o menos demarcados entre sí19, se suman a las dificultades persistentes para articular agendas con las organizaciones afines al FSLN. La actitud de AMNLAE es ilustrativa de la oscilación entre la lealtad partidista y la defensa de la identidad e intereses femeninos. Recuerda una feminista que “cuando el caso de Zoilamérica, AMNLAE no respaldó la condena a Ortega y se mantuvo al margen, aunque sin subordinarse completamente al FSLN… pero ello va cambiando

17 “Nosotras reconocemos la necesidad de dos variables para avanzar los derechos de las mujeres: un movimiento autónomo y un gobierno progresista… pero éstas nunca han coincidido en nuestra historia” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

18 “Ello generó la ruptura de amistades, significo un duelo, la pérdida de un grupo de pertenencia, donde militar y aportar… al ser expulsadas ocho compañeras con liderazgo y nuestros respectivos grupos creamos el Foro Sexualidad, Maternidad y Derecho… en ese grupo se generó un ulterior conflicto por liderazgos y nuevamente se genera una crisis y expulsada de este espacio” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010).

19 Es en esa coyuntura de ruptura con el MAM donde emerge el Movimiento Feminista (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 24-25) con un formato algo más flexible y menos jerarquizado, con una membresía que combina mujeres y colectivos, y conformado por 14 organizaciones que en ocasiones tienen capítulos locales. Ver www.movimientofeministanicaragua.org

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en los últimos años... hasta 2007 AMNLAE tuvo mejores relaciones con el MAM, hicimos acciones conjuntas por nuestros derechos, incluso introdujo el recurso de inconstitucionalidad del MAM por la penalización del aborto terapéutico… después nos hemos confrontado, pero sí con otras mujeres cercanas al frente” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010). Otra activista destaca: “Hay una suerte de esquizofrenia en las mujeres del FSLN que rechazan la penalización del aborto apoyada por su partido y días después fueron fiscales de mesa disciplinadas que le apoyaron en medio del fraude” (G. Gómez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

En una suerte de balance crítico, una feminista señala: “El campo feminista hoy tiene tres grandes actores: uno es el MAM, fracturado y con hegemonía de Sofía o Azahálea, con una cultura política cuyos discursos son democráticos pero donde la infidelidad a las lideresas define la expulsión; otro es la Red de Mujeres contra la Violencia, que es una suerte de tierra de nadie, una coalición que cuenta con centros para ofrecer servicios a mujeres y posee un trabajo de base destacado pero tiene liderazgos débiles, dentro de ésta se realiza un trabajo sucio detrás de los procesos y rotaciones de cuadros infiltrados tanto por el MAM como por el Movimiento Feminista… el tercero es el Movimiento Feminista, también fracturado, con figuras destacadas… en los tres espacios se combinan un trabajo de calidad con prácticas políticas traídas de la clandestinidad y de la Seguridad del Estado” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010).

Subsisten intentos de concertar acciones y posturas en ciertos temas en aras del interés común. Una activista señala: “Desde 2006 trabajo en espacio institucional (IPAS)20 con el aborto como centro de acción… con nuestra fuerza y adversarios la penalización del aborto no podía ser detenida pero hemos creado un Grupo Multidisciplinario donde hemos compartido información y establecido nexos con sandinistas y opositores, organizaciones de mujeres y autoridades del MINSA; sociedades medicas, centros de DDHH, religiosas, etc… hemos apostado por dedicar energías donde sea productivo, sin peleas, culpas o maltratos a nadie… en el Grupo no hemos tenido bajas y mantenemos las reglas del juego, con altibajos de recursos y trabajo… hemos repartido las tareas como una orquesta, sin bajar línea, aprendiendo con el ejemplo del trabajo de las mujeres religiosas de base” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010)21.

6. La participación y la democracia en el movimiento

La participación dentro del movimiento (y sus organizaciones) está íntimamente relacionada con sus formatos organizativos y estrategias de lucha, articulados alrededor del ejercicio de una ciudadanía plena (incidencia en foros de concertación, creación de leyes, marchas de calle, etc.) y la defensa de derechos e integridad de mujeres (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 31). Existe consenso sobre la emergencia “sobre la

20 Ver http://www.ipas.org/Publications/Ipas_en_Centroamerica.aspx21 En otra muestra de las latentes contradicciones internas del movimiento y del socorrido uso de la autoridad

(¿autoritarismo?) como recurso para el orden, la testimoniante revela “En este espacio otro grupo de feministas intentaron tomar el poder, descalificando la lucha por el aborto terapéutico (lo posible en coyuntura actual) y reclamando el aborto total y pretendieron bajar línea… aquí comencé a ejercer un liderazgo fuerte para frenarles y hacer respetar la democracia…” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010).

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marcha” de las estructuras de participación, sin nacer éste de una reflexión previa de corte teórico (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 60). Hemos constatado que, aunque la personería jurídica y los nexos con la Cooperación favorecen el establecimiento de estructuras permanentes, con división de trabajo y jerarquías internas, hay un discurso crítico respecto a los potenciales y límites de la identidad ONG21.

Como forma de fortalecer sus estructuras y expandir su presencia territorial, actores sociales relevantes como el Movimiento Feminista, el MAM y la Red de Mujeres contra la Violencia han creado capítulos locales privilegiando las zonas rurales (Cuadra & Jiménez, 2009, p. 44). En el caso del MAM, su estructura combina la adscripción individual con el establecimiento de una asamblea amplia y capítulos locales regidos por una Coordinación nacional22. Una dirigente describe así la estructura interna: “El MAM está compuesto por una Coordinadora Política y dentro de ésta una Comisión Ejecutiva que conformamos varias compañeras (Juana, Sofía y Azahálea)… también tenemos una Asamblea con unas 60 integrantes que debe reunirse cada dos meses, pero no siempre ocurre… y hay expresiones territoriales cuando hay más de una persona en cada localidad” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

Las coyunturas políticas nacionales y las dinámicas internas se combinan para fortalecer el liderazgo tradicional de las fundadoras en detrimento de una participación y democracia más abiertas. Se señala que “en 2008 el trabajo de organización (de funcionamiento interno, eleccionario, de ética) fue suspendido por el acoso del gobierno, pero este año (2010) hemos retomado la discusión y tenemos pendiente la Asamblea General” destacando los peligros de la personalización del poder cuando expresa: “tememos que los procesos eleccionarios se conviertan en una competencia, creemos que la Coordinación Política ha estado a la altura de las circunstancias, ya que no es sólo tener personas electas… realmente hay un problema en Managua -donde se solapan la dirección nacional y local- y en los departamentos donde tenemos que definir quien asume lo nacional” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010)23.

En general se reconoce la susbsistencia dentro del movimiento de una visión unificadora, que es por un lado depositaria del legado de la cultura jerárquica y verticalista del FSLN y por otro, considerada la mejor forma de enfrentarse a un partido disciplinado como aquel. Sin embargo, el que exista un pensamiento que coarta el debate y el disenso, y que se generen conflictos por la filiación partidaria de las organizaciones, sin duda cuestiona la calidad de la representación dentro del movimiento (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 62-65).

El activismo social (y por ende político) del movimiento de mujeres les ha

21 Si para Sofía Montenegro las ONG son instituciones aliadas del movimiento y Marta María Blandón las valora como un mecanismo para obtener recursos que permiten promover derechos pero no formas abiertas de participación (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 61) otra destacada lideresa la entiende como “suerte de empresas sociales, no como movimientos” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

22 “Cuando en 2005 refundamos el MAM propusimos una organización mixta individual-organizativa… hoy lo formamos personas que hacemos parte de otras organizaciones de mujeres, de defensa de derechos, etc. e integramos el MAM por decisión propia antes que por representación funcional de organización alguna” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

23 Ante la pregunta sobre la deseabilidad de una rotación de la dirección del MAM, la respuesta fue más bien imprecisa y elusiva “están funcionando los enlaces con los territorios, hay un reto de descentralización y articulación, sin romper la unidad y la lógica del movimiento” (A. Solís, entrevista, 21 de octubre de 2010).

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llevado a agudas confrontaciones con el Estado, especialmente en las administraciones del caudillo liberal Arnoldo alemán y el comandante Daniel Ortega. En esta última (en septiembre y octubre de 2008) se generó un grave conflicto por la acusación a diferentes ONG (entre éstas, dos de mujeres: el MAM y el Grupo Venancia) de realizar lavados de dinero y campañas de promoción del recién ilegalizado aborto. Esto conllevó el allanamiento de las oficinas del MAM y la incautación de documentos de la organización, a la vez que se promovía (con poco éxito) la creación de una suerte de “contramovimiento” filosandinista denominado “Blanca Arauz” (Cuadra & Jiménez, 2009, pp. 29-30). En Matagalpa, las mujeres organizadas en el Grupo Venancia también resintieron la arremetida24.

Semejante acoso combinado de los poderes del Estado, el partido oficial y sus organizaciones/grupos de choque afines, dirigidos contra medios de comunicación críticos y organizaciones feministas, tenía el propósito de enviar señales claras a toda la SC y cooperación de las intenciones gubernamentales de no tolerar desafíos a sus intentos de establecer una hegemonía política nacional. La estrategia atravesó por varias fases: 1) copar espacios existentes y poner personas afines (evidenciado por la imposición del dirigente sandinista Gustavo Porras en el CONPES), 2) ejemplarizar rebeldes (como las acciones contra CINCO y MAM), 3) controlar los recursos de la cooperación y asustarla (imposición de Manual de Procedimientos Administrativos de Organizaciones Internacionales y Nacionales para condicionar el apoyo únicamente a ONG con personería jurídica y negar recursos a campañas o acciones de incidencia política) (Montenegro, Cuadra & Saldomando, 2009).

Sin embargo, la sostenida (y desigual) lucha en defensa de sus posiciones de cara al gobierno no ha disminuido la criticidad de algunas militantes del movimiento sobre las estrategias elegidas por sus compañeras. Ante el apoyo dado por el MRS (y por organizaciones aliadas como el MAM) a la candidatura del líder conservador Fabio Gadea como supuesto candidato unitario de la oposición para las elecciones presidenciales de 2011, una activista señaló “El antidanielismo nos ha nublado la vista, no se puede apoyar a Fabio, hoy no sabemos adónde va el MAM apoyando a un líder conservador que, por sus ideas, quiere retroceder Nicaragua al siglo XIX… en las Venancias no apoyamos esa alianza con Gadea y nos preocupa a dónde va, porque lo que necesitamos es una izquierda crítica, diferente (G. Gómez, entrevista, 23 de octubre de 2010). En idéntica postura otra feminista expresó: “Cuando veo a Víctor Hugo Tinoco, por quien voté, hacer campaña por Fabio Gadea, me arrepiento” (F. Enríquez, entrevista, 23 de octubre de 2010). En ese sentido es notorio el reclamo de constitución de un movimiento social que lleve la política más allá de los espacios gubernamentales. Como decía una feminista: “Aquí no se entiende hacer campaña para otra cosa que no tener lugar en el gobierno… esa lógica está moviendo al MRS, no se cree ni siquiera en hacer presión desde el parlamento, por ejemplo” (L. Pérez,

24 Con amargura y sin ocultar su corazón rojinegro las Venancias recuerdan: “el acoso de 2008 nos dolió mucho viniendo del FSLN, pues dediqué mi vida a la Revolución y no puedo guardar rencor” (F. Enríquez, entrevista, 23 de octubre de 2010). “La orden de allanamiento contra las Venancias fue directo al corazón… ni Alemán nos trató así… decían que las ONG éramos ladronas de la cooperación, que era ilegal organizarse sin aval legal… quitaban el tema de incidencia política del trabajo de las ONG porque sólo les querían permitir hacer labor social… eso fue una campaña de la Ministra de Gobernación” (L. Pérez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

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entrevista, 23 de octubre de 2010).Sin embargo, dentro del movimiento de mujeres podemos encontrar colectivos

y personas cuyo accionar, si bien está imbricado con las grandes luchas nacionales, adquiere una peculiar relevancia cuando se conoce el proceso de génesis y desarrollo de su organización y accionar dentro de espacios locales. Ese es el caso del Grupo Venancia, emblemático en la ciudad de Matagalpa, cuya experiencia abordaremos a continuación en apretada síntesis, tratando de conjugar lo histórico con el presente.

7. Las Venancias: una historia de persistencia y creatividad

Llevamos dos décadas viendo cómo gobiernos neoliberales, con políticas que han venido deteriorando el nivel de vida sobre todo de los sectores empobrecidos, se autoproclamaban gobiernos democráticos. Hoy tenemos un gobierno que en nombre de la justicia social viola nuestro derechos civiles y políticos (Grupo Venancia, 2009, p. 25).

El Grupo Venancia es un colectivo autónomo de feministas que posee su sede en la ciudad de Matagalpa pero destaca por su sostenido activismo en escenarios locales y nacionales, así como por su participación en diversos foros e iniciativas internacionales. Se definen como organización de Educación y Comunicación Popular Feminista implicada en la construcción del movimiento de mujeres (Grupo Venancia, 2002) y hereda su nombre de una líder campesina antisomocista de la región durante los años 60. La idea de desarrollar sus discursos y acciones desde una Educación y Comunicación Popular feministas apunta a varios ejes: a) decodificar identidades tradicionales de género (desde lo psicológico y cultural) y socializar visiones alternativas a partir de la generación de materiales y campañas de comunicación, b) comprender la organización como un espacio de desarrollo colectivo, y c) rechazar los fenómenos de elitización y las tendencias a presentarse como “expertas” o “perfeccionadas” por feminismo, manteniendo un vínculo orgánico con la comunidad y otras organizaciones y grupos no formalizados de mujeres de extracción popular (Taller, 23 de octubre de 2010).

En 1991 se produce la creación del Grupo a partir de la iniciativa de dos activistas extranjeras (Helen y Yeta) vinculadas a tareas de alfabetización y comunicación popular25. Desde los inicios hace una apuesta por la autogestión y la solidaridad como valores de su cultura de participación pues los primeros recursos para su activismo provienen de pequeñas donaciones, al mismo tiempo que surge la idea de mantener una igualdad de salarios entre todos los miembros como parte de una vocación democrática26. Es testimonio compartido por “las Venancias” que en el Grupo no se trabaja (pese a la carencia de recursos) persiguiendo la aprobación de proyectos, por lo que se promueve la generación de “estrategias y fondos propios” para preservar “la autonomía” al punto que se han “cortado relaciones” con la cooperación cuando se precie injerencia (Grupo Venancia, 2002).

25 La salida de las fundadoras de la organización para dedicarse a otras tareas generó un duelo colectivo que “las Venancias” procesaron creando un espacio de crecimiento personal para el manejo de las relaciones interpersonales y la autoreflexión (Grupo Venancia, 2002, p. 32).

26 “El Grupo Venancia intentó funcionar como una cooperativa donde la guardiana y la directora ganaban lo mismo, y con una apuesta ideológica por la igualdad… así funcionaron hasta el 2000 y pico…” (V. Delgado, entrevista, 25 de octubre de 2010).

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Para 1992 el Grupo obtiene los primeros financiamientos de parte de ONG extranjeras, por lo que comienzan a realizar una planificación estratégica creando varias líneas de trabajo (capacitación, organización y cultura) e imprimiendo sus primeros materiales de trabajo y difusión. Como parte de su proceso de fortalecimiento y desarrollo organizativo, en 1993 obtienen su personería jurídica, lo que amplifica su acceso a las ONG y la cooperación internacional, conformando una primera junta directiva del Grupo que incluye a todos sus miembros.

7.1. Las estructuras y dinámicas de participación

A partir de la experiencia de dicha junta directiva en el Grupo se constituye un espacio participativo y de debate (Grupo Venancia, 2002, p.21) como eje del colectivo, donde todas comienzan a planificar, evaluar y decidir. Al tiempo se va estableciendo un periodo de integración para nuevos miembros, identificándolos, orientándolos en su incorporación al trabajo y cuidando la calidad de los procesos internos. Todo el tiempo en los documentos y testimonios de las integrantes se destaca la importancia de simultanear la participación individual y representación colectiva en los diferentes espacios del movimiento feminista (Taller, 23 de octubre de 2010) y de evitar tanto el oenegismo como el activismo sin profundización de pensamiento ni articulación con otras organizaciones (Grupo Venancia, 2002, p. 15).

La cultura y estructuras de participación del Grupo surgen -a partir de las propias experiencias vitales de sus integrantes (Taller, 23 de octubre de 2010)- del cuestionamiento de las jerarquías patriarcales y las experiencias de izquierda27, derivando en la búsqueda de horizontalidad en las estructuras y la igualdad solidaria expresada en una remuneración igualitaria (Grupo Venancia, 2002, p.81). Ello no significa el desconocimiento de la existencia de cierta jerarquización de roles y protagonismos basada en el liderazgo informal y el compromiso desigual de las personas. Sin embargo, en la investigación se pudo observar que ésta era menor que la apreciada en otros espacios del movimiento feminista. Por otro lado, las Venancias reconocen que existe dentro del Grupo una hibridación de identidades entre ONG y colectivo, pero tratan de forma consciente y sostenida de preservar lo segundo (Grupo Venancia, 2002, p. 81) y no ser “capturadas” por las modas y discursos de la cooperación y el oenegenismo28.

El Grupo nunca tuvo un modelo fijo predeterminado de cómo participar

27 Una Venancia recuerda: “Yo venía de trabajar en el Ministerio de Salud y conocí muchos compañeros cubanos; aunque eran muy abnegados y preparados tenían una visión dogmática del proceso y la militancia revolucionarios que no era la nuestra” (L. Pérez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

28 En esa dirección las Venancias deciden utilizar el término “contraparte” para las mujeres con que trabajan, pues sienten que la noción de “beneficiaria” lesiona su dignidad. Con premisas como ésta han desarrollado el trabajo en comuidades rurales, logrando impulsar la creación de otros grupos (Waslala) que tienen la meta de volverse, a su vez, autónomos (Grupo Venancia, 2002, p. 40).

29 Como nos dice una protagonista, “Las Venancias funcionaron sin necesidad de formalizar una estructura. Ésta (con Asamblea y Junta Directiva) tuvimos que dárnosla a partir del gobierno de Alemán, ya que la legislación y la gestión de recursos nos la pedía)… la Junta es más formal, firma los documentos, etc.… pero el poder está en la Asamblea y eso no lo queremos cambiar… también tuvimos que mejorar la organización para definir las responsabilidades y aumentar nuestro trabajo… yo, por ejemplo, soy profesional” (G. Gómez, entrevista, 22 de octubre de 2010).

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(Taller, 23 de octubre de 2010), sino que fue adecuándolo conforme aumentó la complejización del accionar después de 199829, con el trabajo con mujeres rurales30, la participación en el movimiento de mujeres, y el fomento de la capacitación, democracia y participación internas. Aparece la planificación anual y trianual, se formaliza y norma la membrecía del Grupo, se organizan tres equipos (Facilitación, Institucional y Comunicación) y tres comisiones para el trabajo interno (Recursos, Finanzas y Legal) en las que participan las trabajadoras, cooperantes y voluntarias (Grupo Venancia, 2002, pp. 38-39) innovaciones que les permiten ir paulatinamente delegando y descentralizando decisiones, lo que reduce frecuencia y duración de la coordinación, sin perder por ello el carácter colectivo y rotativo del involucramiento de las Venancias en las actividades del Grupo31 (Grupo Venancia, 2002, p. 82). Además, cada mes se efectúa una Reunión de Participación Política con todos los miembros, donde se realizan análisis de la coyuntura y propuestas de acciones (Taller, 23 de octubre de 2010), sirviendo como nexo con las iniciativas realizadas a partir de la participación personal de miembros del Grupo en otros espacios de mujeres (Grupo Venancia, 2002, pp. 50-51).

Pese a lo anterior, los recelos dentro del movimiento y las tentaciones (a veces inconscientes) de imponer o asumir un rol protagónico, pueden introducir tensiones en las redes. En 1996 los intentos del Grupo de reactivar la Red de Mujeres del Norte, con apenas un año de creada, generó recelos de otros colectivos a partir de lo que percibían como “protagonismo” de las matagalpinas. Aprendiendo la lección, las Venancias deciden convocar a la iniciativa a otras, viendo cómo la Red se fortaleció32 (Grupo Venancia, 2002, pp. 53-54). Una investigadora reconoce que “las Venancias han tenido la capacidad de incorporar nuevos miembros sin la agresividad de otras organizaciones; por ejemplo, el colectivo de Mujeres de Matagalpa -colectivo hermano de Venancias- tiene mujeres más comprometidas con el FSLN, con posturas tipo AMNLAE, y trabajan juntas en temas y acciones” (V. Delgado, entrevista, 25 de octubre de 2010), situación relevante dada la tirantez de los nexos al interior del movimiento de mujeres.

No obstante, es indudable que el entorno de polarización política actual ha afectado el trabajo desarrollado por el Grupo en su comunidad (Taller, 23 de octubre de 2010). Éste ha alcanzado hitos como, por ejemplo, cuando ante la devastación del huracán Mitch el Centro Guanuca devino durante tres meses albergue para más de 100 personas, involucrándose las Venancias en las actividades de protección civil a partir de su inclusión en el Comité de Emergencia Municipal, además de

30 “Las Venancias se distinguen por su trabajo en temas de DDHH con mujeres rurales mientras otros grupos sólo apoyan el trabajo de las cooperativas. Eso es importante porque después de las elecciones de 2006 se pierde mucho vínculo con mujeres rurales y municipalistas por presiones partidarias” (V. Delgado, entrevista, 25 de octubre de 2010).

31 Enfatizan la necesidad de que todas incorporen como aprendizaje la importancia de una buena presupuestación y contabilidad, así como la preocupación por diversificar los fondos del Grupo, incluyendo la búsqueda de fórmulas autogestivas.

32 En esa dirección se ha dicho que “las Venancias han ganado respeto como espacio de consenso y mediación, que trata de distanciarse de las disputas dentro del movimiento de mujeres y asiste al esfuerzo de reconstrucción, pero sin olvidar lo que sucedió, sacando lecciones de eso” (F. Enríquez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

33 Eso es reconocido por otras feministas que plantean: “Las Venancias, aunque replican estilos de liderazgo protagónicos en su localidad, tienen una capacidad y reflexión de medio nivel, y hacen un buen trabajo en su localidad” (M. M. Blandón, entrevista, 20 de octubre de 2010).

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ayudar a la ulterior rehabilitación de la devastada población de Waslala al construir junto a la comunidad y otras organizaciones 44 viviendas para los damnificados33 (Grupo Venancia, 2002, pp. 62-67). Sin embargo, bajo las nuevas directrices del Gobierno Nacional (establecer un modelo de participación controlado) el trabajo del gobierno local (cuyo alcalde fue innovador con políticas de participación en su gobierno anterior trabajando con los CDM, pese a críticas del FSLN34) da un giro, abandonando la colaboración con el Grupo, aunque sin reproducir las situaciones de violencia y acoso que se ven en otras ciudades (G. Gómez, entrevista, 22 de octubre de 2010).

7.2. La cultura política de las Venancias

Como sucede en todo grupo, la cultura de participación de las Venancias se ha formado a partir del entrecruzamiento de tradiciones previas (en ocasiones no democráticas), emergencias organizativas surgidas a partir del trabajo cotidiano, y la reflexión a partir de éstas. Como reconoce una protagonista: “al inicio teníamos la idea de construir un movimiento con mujeres y jóvenes rurales más horizontal, comenzamos con el grupo de capacitación, donde Helen y Yeta provenían de trabajar con UNAG y de las Madres de Mártires… ellas traían su propia cultura de la jefatura, aunque no sentías que te daban ordenes… yo venía de militar en el FSLN y trabajar en el Estado con el Movimiento Comunal (1989-1990), reforzando el trabajo comunitario para garantizar las tareas de la Revolución… al inicio no teníamos estructura, éramos pocas trabajando encima de un jeep… pero la idea siempre era funcionar como colectivo” (F. Enríquez, entrevista, 23 de octubre de 2010).

La idea de preservar el legado de la Revolución Sandinista, diferenciándolo de las actuales acciones del partido FSLN y su liderazgo, es notoria y obedece en buena medida al origen y militancia rojinegras de la mayoría de las Venancias. Una de ellas testimonia: “en nuestro Centro Cultural ofrecemos actividades como la Semana de la Revolución, donde analizamos el papel de la mujer para dar una mirada de dicho proceso más allá del FSLN y sus acciones actuales” (G. Gómez, entrevista, 22 de octubre de 2010).

Evidentemente los aprendizajes en torno a la participación dieron sus frutos en el marco de una reflexión colectiva que posteriormente ha sido sistematizada y difundida. En uno de sus textos, las Venancias enuncian un conjunto de características que definirían la democracia: unión de procedimiento e instituciones, práctica de libertad y justicia social, gobierno de mayorías con respeto a minorías y derechos individuales, elecciones libres y abiertas, descentralización, protección de DDHH, estímulo de participación, valores de tolerancia, colaboración y compromiso (Grupo Venancia, 2009, pp. 1-5). Con independencia del nivel desigual de asimilación/contribución de las integrantes, la pesquisa nos reveló la existencia de un consenso y capacidad de análisis suficiente sobre los ejes y rasgos principales de la noción democrática (Taller, 23 de octubre de 2010).

En los textos producidos por el Grupo se visibiliza una capacidad de

34 “Las Venancias habían apostado desde el 2000 al trabajo local con la alcaldía del FSLN, pero ahora ese mismo alcalde no respondió a las expectativas” (V. Delgado, entrevista, 25 de octubre de 2010).

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análisis de la coyuntura (y de las estrategias para enfrentarla) poco frecuente en otros colectivos de similar tamaño y recursos. En sus documentos encontramos críticas a la transición al modelo neoliberal (1990) a partir de sus nocivos impactos en la vida cotidiana, en los cambios en el rol (cada vez más represivo) de la Policía, en la expansión del revanchismo y conservadurismo (machismo, homofobia) de derecha, mostrando claramente la mirada de izquierda del colectivo (Grupo Venancia, 2002, pp.13-15). Son notorias sus valoraciones a la visión de la presidenta Violeta Chamorro, convertida en una suerte de “gran ama de casa de la oligarquía, que buscaba manejar el país como una familia y combatir la pobreza con caridad cristiana” (Grupo Venancia, 2002, p. 35). Por su parte, el caudillo liberal Arnoldo Alemán es caracterizado repetidamente como un populista de derecha con un mensaje cargado de revanchismo antisandinista y un rechazo a las organizaciones sociales a las que veía simplemente como una “extensión del FSLN”.

En otros textos es sostenida la crítica al pacto FSLN-PLC y su secuela de corrupción, ataque a instituciones y democracia, a las fraudulentas elecciones municipales de 2008 y a la creación de los CPC como espacios de cooptación y control oficial de la participación. También se analiza cómo las políticas de combate a la pobreza del actual gobierno (Hambre Cero, Usura Cero), si bien pueden aliviar las penurias acumuladas por años de neoliberalismo, no resuelven causas estructurales de la exclusión social y tienden a generar clientelismo, además de no poseer recursos para ser sostenibles (dependiendo de préstamos externos y cooperación venezolana) y servir de justificación para la violaciones de derechos cometida contra las voces críticas de la ciudadanía (Grupo Venancia, 2009, pp. 8-22).

8. Conclusión…. sobre una lucha inconclusa

Las poco más de dos décadas transcurridas de desarrollo histórico de la Nicaragua postrevolucionaria han estado marcadas por procesos contradictorios en los terrenos social, económico, político y cultural. La expansión del modelo neoliberal, con sus secuelas de empobrecimiento y desigualdad, vino de la mano con un fortalecimiento de las agendas y reformas institucionales y democratizadoras, impulsadas por asociaciones civiles y movimientos populares que, apoyadas por agencias de la cooperación internacional y algunos funcionarios, enfrentaron la oposición de los poderes fácticos (empresas, iglesias, medios) y las elites políticas tradicionales, tanto liberales como sandinistas. Dentro de estos actores prodemocráticos, interesados por conjugar las luchas tradicionales de la izquierda (justicia y desarrollo socioeconómico) con demandas democratizadoras (respeto al pluralismo y los derechos) destaca el beligerante y acosado movimiento de mujeres, cuyas luchas antipatriarcales y en defensa del derecho de las mujeres de disponer de su cuerpo y vida le han granjeado, alternativamente, el respeto y la animadversión de distintos sectores de la sociedad nicaragüense.

Un estudio atento de sus acumulados de luchas, propuestas y caídas nos alejará de las visiones románticas y simplificadoras. La articulación de una comprensión histórica de largo aliento con análisis situado de las experiencias particulares debe revelar, en lugar de la falsa imagen de un actor coherente y

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unitario, el caleidoscopio de una red de colectivos e identidades que se debaten entre la transformación de sus estructuras, dinámicas y culturas de participación o la reedición (dentro del movimiento) de los vicios de la política dominante que cotidianamente combaten. Los testimonios y la observación de las activistas y sus entornos revelan la persistencia, en el seno del movimiento y sus organizaciones, de identidades tradicionales (verticalistas, conspirativas, personalistas) heredadas del liderazgo revolucionario, que coexisten con el parto de nuevos modos de ser y relacionarse marcados por la horizontalidad y la diversidad como valores emancipadores.

La suma de luchas (parciales o articuladas) del movimiento de mujeres significa un legado inocultable al empeño por una Nicaragua más justa y democrática. Pese a temas pendientes y contradicciones, el haber plantado cara a todos los poderes seculares y los mitos enajenantes en dos décadas de predominio neoliberal y autoritario revela una mezcla de creatividad, persistencia y valentía encomiables y dignas de imitar por aquellos movimientos sociales nicaragüenses que quieran escapar del abrazo mortal de la política tradicional. De seguro “las generaciones venideras de la Nicaragua libre y luminosa” que nos anunciaba en su hermosa lírica aquel bardo rojinegro, tendrán mucho que agradecer al aporte de estas mujeres empeñadas en heredar a su descendencia un país más decente.

Agradecimientos

El autor agradece el apoyo de las personas e instituciones que hicieron posible esta investigación, en especial el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México, el Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad Veracruzana, el Centro Interuniversitario de Estudios Latinoamericanos y Caribeños (CIELAC) de la Universidad Politécnica y el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA) de la Universidad Centroamericana. En particular agradece a todas las compañeras activistas de diferentes expresiones organizadas del movimiento de mujeres, por su testimonio y ejemplo.

Entrevistas realizadas (por orden cronológico)

Marta María Blandón: miembro y fundadora del movimiento de mujeres (20/10/2010)

Azahálea Solís: integrante del MAM (21/10/2010)Filomena Enríquez: integrante del Grupo Venancia (23/10/2010)Luisa Pérez: integrante del Grupo Venancia (23/10/2010)Geni Gómez: integrante del Grupo Venancia (22 y 23/10/2010)Taller & Grupo de Discusión: integrantes del Grupo Venancia e invitadas

(23/10/2010Violeta Delgado: investigadora de CINCO (25/10/2010)

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Griet Steel* y Carlos Sosa**

Recibido: junio de 2011 / Aceptado: julio de 2011

Existe una preocupación creciente en la industria del desarrollo sobre la situación de hombres y mujeres jóvenes creciendo en contextos de pobreza. Sin embargo, aún hay una escasez de investigación que dé cuenta de lo que ocurre en la vida diaria de los jóvenes y la forma en que éstos experimentan y tratan de manejar las situaciones de pobreza. Los estudios de juventud generalmente consideran a las personas jóvenes como pasivos receptáculos de las decisiones y políticas definidas por los adultos, y tienden a ignorar la capacidad que tienen las personas jóvenes de generar riqueza. En el presente artículo enfatizamos la necesidad de hacer investigación más profunda sobre las estrategias de vida de los jóvenes y su transición hacia la adultez. Sobre la base de estudios de caso de jóvenes rurales nicaragüenses, analizamos cómo los jóvenes de Muy Muy y Matiguás negocian sus estrategias de vida con sus padres, con la perspectiva de acumular recursos necesarios para lograr independizarse. En el desenvolvimiento de sus estrategias de vida reconocemos a los jóvenes como agentes activos del desarrollo de sus hogares y localidades. En esta medida, promovemos que las instituciones de desarrollo razonen sobre las iniciativas de los jóvenes en sus intervenciones de desarrollo. En este sentido, el presente estudio tiene la perspectiva no sólo de enriquecer el debate académico alrededor de las estrategias de vida de los jóvenes sino también de proveer insumos a las organizaciones que implementan estrategias de desarrollo con jóvenes en Nicaragua y la región.

Palabras clave: Jóvenes / Estrategias de vida / Desarrollo rural

* Instituto de Políticas y Gestión del Desarrollo (IOB), Universidad de Amberes, Amberes, Bélgica.** Instituto de Investigación Aplicada y Promoción del Desarrollo Local, Nitlapan. Universidad

Centroamericana, Edificio Nitlapan. Managua, Nicaragua. Tel. (505) 2278-0627 ext: 154, correo electrónico: [email protected].

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1. Introducción

En los últimos años se observa una preocupación creciente en las agencias de desarrollo sobre la situación de hombres y mujeres jóvenes madurando en un contexto de pobreza y privaciones. Véase por ejemplo el “Programa de Acción Mundial para los Jóvenes” de las Naciones Unidas. Sin embargo, hay todavía pocos estudios académicos sobre la vida cotidiana de jóvenes marginalizados y la manera en que ellos viven y tratan de enfrentar situaciones de pobreza. La posición socioeconómica de las personas jóvenes y sus estrategias de vida no ha recibido mucha atención de los académicos, las políticas y las organizaciones de desarrollo (Ansell, 2004). Por consiguiente, hay una escasez de conocimiento académico y experiencia práctica sobre cómo se puede incorporar activamente a los jóvenes en programas de desarrollo y facilitar sus transiciones hacia la adultez.

Intentando contribuir a llenar esta laguna, este trabajo se enfoca en los jóvenes rurales de Muy Muy y Matiguás que viven en situaciones de pobreza. Para analizar las diversas estrategias de vida de estos jóvenes nos preguntamos cómo implementan y negocian sus estrategias de vida para sortear la pobreza y transitar hacia la adultez. Tratamos de encontrar repuestas siguiendo la forma en que los jóvenes buscan opciones agropecuarias y no agropecuarias, dentro y fuera de la comunidad, visualizando diferencias entre las experiencias de los hombres y de las mujeres. Este esfuerzo busca abrir la discusión alrededor del rol de los jóvenes en los procesos de desarrollo y la necesidad de analizar los medios y estrategias de vida de las personas jóvenes con el propósito de identificar y entender las rutas de desarrollo que toman estas personas para mejorar las intervenciones de desarrollo en el territorio. De esta forma queremos dar reconocimiento a la diferenciación generacional existente en las estrategias de los hogares y mostrar rutas similares y contrastantes entre las generaciones.

Este artículo se basa en un trabajo etnográfico realizado en 2010 en siete comunidades de Muy Muy y Matiguás, dos municipios del centro del país. De Muy Muy se escogió el territorio El Bálsamo1; y de Matiguás el territorio Pancasán2 (ver ilustración 1). En un equipo de dos investigadores implementamos siete talleres de investigación con 136 jóvenes. Estos jóvenes se encuentran entre los 20 y los 30 años y cuentan con cierto nivel de autonomía frente a sus padres, algunos forman su propia familia y estrategias de vida. Con ellas y ellos implementamos métodos que les permitieron expresarse fuera del formato convencional de preguntas y respuestas (Caputo, 1995). En los talleres hicimos ejercicios escritos donde pudieron expresar sus sueños y perspectivas. Organizamos mesas de discusión promoviendo el debate grupal sobre las oportunidades de los jóvenes en la comunidad. También se hicieron mapas cognitivos con grupos de mujeres y hombres, donde plasmaron los vínculos que establecen entre diferentes lugares importantes en su vida. Posteriormente entrevistamos a 19 mujeres y 11 hombres para juntar información detallada sobre sus estrategias de vida y la interacción con las de sus padres. En seis casos entrevistamos al hombre y a la mujer del hogar joven. El artículo se basa en 24 casos. Además

1 Compuesto por las comunidades de El Bálsamo 1 y El Bálsamo 2, El Dorado y La Luna.2 Que contempla las comunidades de El Jobo, Pancasán y Sitio Histórico.

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experimentamos con la metodología de fotovoz (Collier & Collier, 1996), con la que los entrevistados visualizaron la realidad socioeconómica local y sus aspiraciones.

Ilustración 1. Mapas de los territorios de El Bálsamo y PancasánFuente: Elaborado por Carlos Sosa, Nitlapan, 2011. Datos del CENAGRO (INIDE, 2001).

En el presente artículo abordaremos aspectos teóricos sobre los procesos de transición hacia la adultez, y revisaremos el aporte de los enfoques de medios de vida y la centralidad del actor al entendimiento de las estrategias de vida de jóvenes, contrastándolos con experiencias de desarrollo con jóvenes. Proveemos posteriormente información de contexto de los hogares estudiados para luego presentar tres tipos de estrategias de independencia: las estrategias integradas; las estrategias mediadas por los padres; y finalmente, las de mayor autonomía frente a los padres. Exploramos las características de cada tipo, sus oportunidades y también sus amenazas en el contexto en el que viven. En las conclusiones hacemos hincapié en entender los procesos de interdependencia para intentar dar pistas sobre cómo mejorar las acciones de desarrollo con jóvenes.

2. Estrategias de vida de jóvenes y transiciones hacia la adultez

Transitar hacia la adultez para muchos jóvenes en el mundo de hoy “es quizá más complejo y competitivo que en épocas anteriores” (Jeffrey & Mcdowell, 2004). La desregulación laboral, la creciente concentración de la riqueza y la crisis económica global dificultan que los jóvenes empobrecidos puedan independizarse. Sin embargo, todavía hay pocos estudios que documentan las transiciones hacia la adultez, sobre todo en países en vías de desarrollo (exceptuando los estudios de Punch, 2002; Ansell, 2004; Van Blerk, 2008; y Crivello, 2010). Además, como Chant y Jones (2005, p. 196) expresan, los académicos y profesionales del desarrollo todavía ven la

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transición hacia la adultez como rutas unilineales, tal como de la educación hacia el trabajo, del trabajo hacia el alivio de la pobreza o de la niñez hacia la adultez.

En realidad la transición hacia la adultez se desenvuelve en múltiples procesos complejos en que se pueden observar interrelaciones entre la educación y el trabajo o entre las estrategias de vida de los jóvenes y las de sus padres. En este sentido, no son transiciones en las que todos los roles del adulto son asumidos al mismo tiempo (Lloyd, 2005, p. 27). O como Punch (2002) lo expresa, no se puede hablar de una transición de niño dependiente hacia adulto independiente porque en países en vías de desarrollo, la gente joven negocia y renegocia sus estrategias y responsabilidades todo el tiempo con sus padres y otros familiares. En este sentido, ella propone el concepto de ‘interdependencia’ para poder analizar las relaciones entre jóvenes y adultos en áreas rurales de países en vías de desarrollo y sus transiciones hacia la adultez.

Bajo esta perspectiva es necesario pasar de un enfoque pasivo a uno activo sobre el papel que juegan los jóvenes en la sociedad. Con frecuencia, los estudios sobre juventud todavía ven a ‘la juventud’ como receptora de decisiones y políticas definidas por los adultos, aparentemente ignorándose la capacidad que tienen los jóvenes de generar ingresos por su propia cuenta. Contrariamente a este enfoque pasivo, de los nuevos estudios sociales sobre niñez y trabajo infantil ha surgido el enfoque en la agencia, el cual remarca la construcción social de la niñez (James & Prout, 1990). Este enfoque considera a las personas jóvenes como actores sociales con derecho a ser respetados en su propia manera (Bucholtz, 2002; Caputo, 1995; James & Prout, 1990; Liebel, 2003; Valentine, 1996).

La incorporación de un enfoque en el actor a los estudios de las estrategias de vida de jóvenes pobres da luces sobre la diversidad y multidimensionalidad de sus vidas. Dicha incorporación integra la conceptualización dinámica, multidimensional y participativa de la pobreza, tal como es desarrollada en el enfoque de medios de vida (Chambers, 1995; Carney, 1998; Kaag et al., 2004). Este enfoque centrado en la gente enfatiza que los jóvenes construyen sus estrategias de vida con una perspectiva socioeconómica y espacial más amplia. Los jóvenes pueden estar limitados por el contexto estructural de un ambiente de pobreza institucionalizada (Bastiaensen, De Herdt, & D’Exelle, 2005) y las expectativas culturales de responsabilidades familiares. No obstante, tienen la habilidad de actuar dentro y en medio de estas restricciones estructurales (Giddens, 1984; Long, 2001) y usar, adaptar, interpretar e incluso cambiar, sus posibilidades y limitaciones de acuerdo a sus propias preferencias y oportunidades. Por tanto, sus transiciones hacia la adultez deberían ser interpretadas desde una perspectiva de ‘interdependencia negociada’ en que por un lado se reconocen las restricciones estructurales y culturales -como las expectativas de responsabilidades familiares- pero por otro lado no se niega la agencia del joven sobre sus elecciones de transición (Punch, 2002).

El enfoque en la agencia nos permite escuchar las voces marginalizadas de las personas jóvenes rurales y enfocarnos en su capacidad de ser y hacer lo que ellos y ellas consideran valioso. Tal como señala Sen (1999), el desarrollo debe ser entendido como un proceso social que amplía la libertad de una persona o que brinda oportunidades a grupos e individuos de mejorar su situación sobre la base de los criterios que ellos valoran. Por esto es importante considerar las percepciones

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locales de bienestar que tienen las personas jóvenes, así como la forma en que estas percepciones influyen en sus capacidades de salir de la pobreza (véase Miyashita, 2009; Steel & Zoomers, 2009). ¿Qué es para ellas y ellos ‘una mejor vida’? ¿Qué hacen ellos para mejorar sus condiciones socioeconómicas y acumular activos claves para transitar hacia la adultez? Una mejor comprensión de los jóvenes, sus transiciones hacia la adultez y la manera en la cual acceden a recursos en sus hogares puede afinar las intervenciones de desarrollo articulándolas a las necesidades concretas de los jóvenes.

Por ejemplo, en los últimos años hemos visto que la promoción del emprendedurismo entre los jóvenes ha adquirido popularidad en los programas de desarrollo. Las microfinanzas para jóvenes se han convertido en una estrategia de desarrollo popular para ofrecer a los jóvenes acceso a activos financieros. Esto implica el desarrollo de productos financieros específicos para jóvenes sobre la base de que ellos y ellas son agentes económicos con necesidad de capital para invertir en estudios, iniciar negocios o comprar una casa (Storm, Porter & Macaulay, 2010). Sustentado en la experiencia del Youth-Inclusive Financial Services Linkage Program (YFS-Link) se plantea que los servicios financieros juegan un rol importante en el desarrollo de las vidas de las personas jóvenes (2010). Awogbenle (2010) propone la promoción del emprendedurismo como forma de contrarrestar las tasas de desempleo juvenil en países deficitarios como Nigeria. Plantea que las iniciativas emprendedoras son un medio importante para que los jóvenes mejoren sus medios de vida y alcancen la independencia económica. Sin embargo, Bennell (2007, p. 10) afirma que se han encontrado muchos problemas con estos proyecto pilotos de jóvenes. Muchas veces representan una opción solamente para ciertos grupos de jóvenes y además es difícil controlar los créditos de los jóvenes porque son los padres quienes garantizan los créditos y quienes les involucran en las estrategias del hogar más amplio.

De esta forma vemos que en las experiencias de proyectos concretos el enfoque teórico de la agencia raras veces se traduce en un enfoque práctico. Para orientar las intervenciones de desarrollo hacia las realidades de los jóvenes, sus aspiraciones, posibilidades y restricciones todavía necesitamos analizar con mayor detalle la capacidad de los jóvenes de emprender estrategias que les permitan salir a flote (Bucholtz, 2002; Kamete, 2010). Importa en particular saber sus posibilidades de capitalizacion, la interacción con las estrategias del hogar materno y el éxito de sus estrategias. Por esta razón, queremos analizar la posición de las personas jóvenes de la Nicaragua rural en el proceso de desarrollo y sus transiciones hacia la adultez. ¿Cuáles son sus estrategias principales y sus posibilidades de enfrentar situaciones de pobreza mediante rutas que desde su óptica resulten la mejor opción?

3. Los jóvenes de escasos recursos y sus hogares en la Nicaragua rural

Muy Muy y Matiguás son municipios atravesados por una vía de pujante producción lechera y cárnica que une Boaco, Muy Muy, Matiguás, Río Blanco y Mulukukú (ver ilustración 2). Sobre esta carretera y sus ramificaciones funciona una red de centros

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de acopio y plantas procesadoras de queso que compiten diariamente por captar la producción láctea de la zona. Estas dinámicas han promovido el incremento de la desigualdad en la zona, quedando marginados grandes segmentos de la población rural (Bastiaensen & Marchetti, 2010; Flores & Delmelle, 2006). La mitad de las familias de Matiguás no tiene tierra (INIDE, 2001) y en Muy Muy quienes trabajan principalmente en las cadenas agroindustriales de leche y carne son los ‘grandes productores’ que tienen más de veinte manzanas, siendo éstos menos de la mitad de la población. Esto implica que la mayoría de la población de ambos municipios, dependiente de actividades agropecuarias, está desventajosamente integrada a estas dinámicas dominantes. Los sin tierra no tienen la posibilidad de involucrarse más que como asalariados informales y quienes tienen pequeñas parcelas no pueden producir lo suficiente como para sacar provecho del mercado de la leche y la carne. Esto se refleja en el hecho de que a pesar de existir una dinamización económica en las cadenas lácteas y cárnicas, la mitad de la población de Muy Muy y Matiguás vive en pobreza extrema (INIDE, 2007)3.

Ilustración 2. Mapa de la vía láctea que conecta Boaco, Muy Muy, Matiguás, Río Blanco y MulukukúFuente: Elaborado por Carlos Sosa, Nitlapan, 2011. Datos del CENAGRO (INIDE, 2001).

Muchos jóvenes rurales en estas zonas están viviendo en situaciones de pobreza y encuentran restricciones para incorporarse a los rubros económicos más dinámicos en el territorio. En la mayor parte de los casos se vinculan con estos rubros más dinámicos mediante los mercados laborales (ordeño, cercado, chapeo de potreros, transporte de leche) y en menor medida como productores de leche a pequeña escala en consorcio con sus progenitores. Tanto El Bálsamo como Pancasán son de

3 Dato construido sobre la base del indicador de Necesidades Básica Insatisfechas (NBI).

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reciente formación campesina, producto de los procesos de reforma agraria de los ochenta. Están poblados por antiguos asalariados estatales y cooperativistas que han sobrevivido a los ajustes estructurales y los procesos progresivos de reconcentración de la tierra (Alemán, 2010). Hemos observado que la mayoría de los jóvenes en este conglomerado carece de tierra propia. Por lo general los hombres tienen acceso a una o dos manzanas de sus padres. En cambio, pocas mujeres acceden a la tierra o usufructúan la de sus padres. Las que más pueden acceder a la tierra son mujeres ‘juntadas’, donde en la mayoría de los casos su pareja maneja la parcela.

También en el acceso a otros recursos los jóvenes con quienes hemos trabajado encuentran restricciones importantes. Por ejemplo, pocos jóvenes pueden ahorrar, gastando la mayoría sus ingresos en el sostenimiento del hogar. Quienes ahorran lo destinan principalmente al manejo de riesgos, algunos guardando efectivo en su casa o pasándolo a una persona de confianza. Otros se involucran ocasionalmente en el engorde de cerdos. Por otro lado, hay quienes han recibido crédito para un ciclo agrícola o la compra de ganado mediante micro-financieras o préstamos de familiares; mientras otros han prestado a bancos para viajar Costa Rica. En general, hemos encontrado muchas familias que vivían de préstamo en préstamo, incluso prestando para el consumo del hogar. Estos usos crediticios muestran que varios de sus proyectos económicos son de corto plazo y a veces los jóvenes están endeudándose incluso para comer.

En medio de estas restricciones las personas jóvenes con quienes trabajamos se involucran en una diversidad de actividades agropecuarias y no agropecuarias para asegurar sus medios de vida. Varios hombres jóvenes se incorporan al cultivo de granos básicos, la ganadería de leche y el cultivo de café de sombra, realizándose por lo general en pequeñas parcelas pre-heredadas4 o alquiladas. En Pancasán estos hombres tienen más posibilidades de empleo agropecuario estacional, ofreciéndose en haciendas cafetaleras de los alrededores. Algunos además se desenvuelven en labores de carpintería, ocasionalmente en construcción y en acopios de leche y cacao. Las mujeres están más involucradas en el trabajo doméstico (a veces pagado), pulperías y venta de productos caseros (nacatamales, buñuelos, cuajadas) principalmente durante los cortes de café. Ellas se incorporan a actividades de la economía de patio como la crianza de gallinas, engorde de cerdos y cultivo en huertas familiares. Trabajan igualmente en la producción agrícola por lo general como mano de obra familiar o como asalariada temporal en haciendas cafetaleras. Encontramos muchos casos de jóvenes que salen temporalmente a desempeñar labores agrícolas a otras zonas de Nicaragua o a Costa Rica. Por lo general los hombres van a buscar trabajo en la construcción y la agricultura y las mujeres principalmente van a buscar trabajo como domésticas en las ciudades grandes (Steel, Winters & Sosa, 2011). Estas actividades diversas se imbrican en estrategias de independencia que nosotros mapeamos para entender cómo se despliegan en las rutas de desarrollo de estos jóvenes.

4 En este caso nos referimos a una condición en la cual el padre pone a disposición del hijo o yerno (en su defecto) cierta cantidad de tierra pero no su titularidad. Las mujeres no heredan la tierra, salvo casos excepcionales.

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4. Las estrategias de acumulación e interdependencia

Para poder analizar las estrategias de vida de los jóvenes rurales en Muy Muy y Matiguás identificamos tres diferentes grupos de jóvenes en base a la interdependencia que guardan sus estrategias con las de sus padres. El primer grupo está conformado por jóvenes con estrategias integradas con las de sus padres. El segundo grupo está compuesto por jóvenes con estrategias mediadas por los recursos de sus padres. El último grupo son los jóvenes con las estrategias más autónomas. Esta es una agrupación general de las estructuras de los hogares sobre las cuales estos jóvenes transitan hacia la adultez. Conscientes de las limitaciones de encuadrar las dinámicas que los jóvenes implementan en sus hogares, realizamos estas particiones para facilitarnos el análisis de las rutas de desarrollo que siguen los jóvenes, permitiéndonos ver similitudes y contrastes entre los casos e identificar pistas para las intervenciones de desarrollo en el territorio.

4.1. Estrategias integradas

El primer grupo, compuesto por once de los veinticuatro casos, lo constituyen jóvenes que continúan viviendo con sus padres o suegros5. Este es el grupo más heterogéneo, pues está conformado por jóvenes solteros, parejas jóvenes y madres solteras. En general, estos jóvenes negocian sus estrategias dentro del hogar materno, sosteniéndose estrategias interdependientes. Observamos que es común en estas circunstancias que los jóvenes ya generen ingresos propios bajo el techo del hogar progenitor pero además se suman a la mano de obra familiar. Por ejemplo, Pedro, Juan y Carlos son hombres solteros y ‘juntados’ que viven con sus padres pero al mismo tiempo trabajan ya sea asalariadamente o en su propio negocio para su bolsa. Además, trabajan la tierra junto con sus padres para la mantención del hogar materno. Aunque hay un caso excepcional donde el padre paga la mano de obra del hijo, la mayor parte de quienes viven en el hogar materno trabajan en la tierra de sus padres sin remuneración monetaria. Por esta razón, analizamos sus estrategias de vida como estrategias integradas con las de sus padres.

En general los jóvenes solteros continúan formando una unidad de producción y consumo con sus padres. Sus actividades económicas forman parte de las estrategias de vida de sus padres, involucrándose en la distribución del trabajo y la manutención del hogar. Sin embargo, estos jóvenes generan ingresos propios para poder desarrollar sus rutas de desarrollo. Por ejemplo, Pedro y Heraldo son una pieza clave de sus hogares pues sus trabajos asalariados representan una entrada significativa para sus hogares, sin las cuales sus padres probablemente se verían en situaciones más precarias. Ellos a su vez han admitido que de los ingresos que generan guardan un parte para sus gastos personales y para poder en algún momento invertir en un negocio propio. Heraldo quiere poner un taller de bicicletas y Pedro está valorando si montar una venta o comprar una vaca.

Las parejas jóvenes que viven con sus padres se maneja en otro nivel de

5 En los casos de parejas, las mujeres por lo general se pasaban a vivir a la casa de los suegros.

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coordinación. Como ya han formado una familia nueva, estos tipos de hogares tienen un centro de decisión emergente, constituido por la pareja joven que les introduce en actividades tanto a lo interno como extra-finca para generar ingresos propios. Sin embargo, al estar adscrita a la estrategia del hogar materno, se involucran en la división del trabajo establecida en este hogar. Esto implica que los hombres por lo general se dividen la coordinación del trabajo en las parcelas y las mujeres en las labores reproductivas. En el caso de los padres o suegros que tienen casa y terreno, el trabajo agropecuario se hace en conjunto con los papás para asegurar el autoconsumo del hogar materno. Algunos incluso pueden hacer trabajo asalariado extra-finca para generar ingresos propios o acceder a crédito con respaldo paterno para poder incrementar el ganado o los cultivos anuales6. Las parejas jóvenes que viven con sus padres sin tierra sienten la presión socio-económica de complementar los ingresos del hogar extendido con trabajo asalariado, comercio u ofreciendo servicios. Para generar ingresos que permitan mantener a su familia nuclear y contribuir así a los ingresos del hogar materno, muchos de estos jóvenes salen de la comunidad. Por lo menos hemos conocido que varios hombres salen por temporadas a vender su mano de obra en otros departamentos de Nicaragua o en Costa Rica.

En otras palabras, vivir con los padres representa un reto para la acumulación de recursos propios para vivir aparte, pues se depende mucho del éxito de la estrategia del hogar extendido. Esta situación de dependencia parece ser más sentida por las mujeres. En distintas ocasiones las mujeres juntadas mencionaron el sueño de su propia casa, que se traduce en un sueño de emancipación, pues implica ganar cierta cuota de poder en su núcleo familiar. Por ejemplo, Diana vive en casa de sus suegros junto con su pareja Carlos. Mientras Diana fue enfática en expresar su deseo de moverse a un lugar propio, Carlos parecía más cómodo en la división laboral que tiene con su padre, ya que él se ocupa del ganado y su padre de los cultivos.

Por su parte, las madres solteras que viven con sus padres tienen aún menos posibilidades de independizarse. Sin el apoyo de un compañero para la generación de ingresos y la crianza, ellas tienden a recurrir a sus padres para poder vivir y si se puede, acumular recursos para la manutención de los hijos. Observamos que es común que ellas salgan a trabajar a otros departamentos o a Costa Rica como domésticas o asalariadas agrícolas. En este caso, sus padres constituyen una red social fundamental para las labores de cuido. Hay, por lo general, un fuerte lazo entre la madre que se va y sus padres que se quedan, pues la mama envía remesas al hijo y la familia que le mantiene, contribuyendo así con los gastos del hogar extendido (Steel et al., 2011). Esto se da en un contexto en que el hogar extendido no cuenta con los recursos suficientes para sostener a un nuevo miembro dependiente. En muchos casos la dependencia del cuido de los hijos también se traduce en el hecho de que las madres solteras no puedan trabajar continuamente fuera de la comunidad. Muchas veces las mujeres solteras deben regresar al poco tiempo o al menos siempre que

6 Logramos visualizar que los padres han jugado un papel clave en el acceso y manejo de los créditos. Esto sucede sobre todo en la medida en que dicha inyección de capital se integra a la estrategia del hogar extendido. Así por ejemplo, Carlos y Ana tienen padres en la cooperativa Flor de Pancasán. Gracias a esto pudieron de manera individual acceder a un proyecto de jóvenes emprendedores promovido por la Asociación para la Diversificación y el Desarrollo Agrícola Comunal (ADDAC). Sin el apoyo familiar difícilmente se podrían haber mantenido estas iniciativas empresariales.

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surge una emergencia con su hijo, lo que les impide poder acumular para poder moverse del hogar materno.

En general, el inconveniente de desarrollar actividades económicas integradas a la estrategia del hogar extendido es que se alimenta la interdependencia entre los jóvenes en este grupo y sus padres. Es decir, la salida de los hijos o hijas significaría en parte una pérdida de activos (ganado, tierra o infraestructura) para los padres, pero sobre todo una pérdida de fuerza de trabajo para la estrategia del hogar materno. Por ejemplo, la decisión de Diana y Carlos de moverse del hogar materno hacia una casa y tierra propia significaría para el padre la pérdida de algunas cabezas de ganado que pertenecen a Diana, pero aún más importante, la mano de obra fija de su hijo quien está a cargo del ganado. Y desde la perspectiva del joven, salir sin los recursos suficientes implica también abandonar parte de los activos (casa, tierra y ganado) a los que puede acceder por medio del padre.

Por estas razones, las perspectivas de este primer grupo que convive con sus padres se centran en la posibilidad de acumular suficientes recursos para conseguir un lugar para vivir aparte. Sobre todo para las mujeres ‘juntadas’, esto significa tener mayor autonomía sobre las rutas de desarrollo que quieren seguir. Aparece como otra perspectiva compartida por los hombres ‘juntados’ y las madres solteras, la de moverse -al menos por un tiempo- de la comunidad, principalmente para trabajar por salarios más atractivos. Continuar estudios constituye una perspectiva estratégica en este grupo, pues sosteniéndose en los activos de sus padres (casa y tierra) se puede invertir tiempo y recursos en formación. Para quienes siguen estudiando, la probabilidad de escalar en sus estudios recae aparentemente en la posibilidad que tengan ellos mismos de costeárselo vía salario7. Sin embargo, esta no es una posibilidad compartida por la mayoría, que carente de recursos e incentivos para invertir en su formación tiende a priorizar la perspectiva de generar más ingresos para eventualmente dejar el nido materno.

4.2. Estrategias mediadas por los padres

El segundo grupo cuenta con nueve casos y está conformado por hogares jóvenes viviendo en casa aparte, pero en terreno de un familiar. Estos hogares los constituyen principalmente parejas jóvenes que están intentando construirse una vida independiente sin desvincularse de las estrategias socioeconómicas de sus padres. Esto dependerá de los recursos disponibles de los padres o suegros y el nivel de colaboración que mantengan. Por ejemplo, en muchos casos los padres son ’mediadores de recursos’ para estos hogares jóvenes, abriéndoles puertas para financiamiento y redes sociales. Dicha mediación está relacionada a la interdependencia prevaleciente entre las estrategias de vida del hogar joven y el de sus padres, a pesar de no vivir bajo el mismo techo. Los jóvenes aún tienen que negociar sus rutas de desarrollo con sus padres, ya que éstos no dejan de ser clave en

7 Observamos que quienes han tenido esta experiencia previamente se enfrentan a la problemática de no poder pagar estudios superiores con sus bajos salarios, lo que al regresar al territorio restringe sus oportunidades laborales (Krauskopf, 1998 citado por Wolseth & Babb, 2008). Como Sayra explica: “El trabajo de doméstica te da para estudiar secundaria pero no alcanza para la universidad, es demasiado poco lo que se gana”.

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el alcance de metas relevantes para la estrategia del nuevo hogar joven. A su vez, el hogar materno estará interesado en seguir manteniendo la fuerza de trabajo de los hijos en su unidad de producción.

Una modalidad en que los padres funcionan como mediadores es cuando éstos forman parte de una organización y los jóvenes pueden acceder a ciertos beneficios por ser hijos de los asociados. Por ejemplo, Ileana y Alfredo son jóvenes ‘juntados’ que tuvieron la oportunidad de participar en el proyecto de jóvenes emprendedores promovido por ADDAC gracias a que sus padres pertenecen a la cooperativa Flor de Pancasán. A diferencia de los casos de Ana y Carlos (del primer grupo) que acceden a activos financieros capitalizados por el hogar materno, los créditos a los que acceden Ileana y Alfredo no se integran a la estrategia del hogar materno sino que son activos mediados por éste para la estrategia del hogar joven.

Encontramos que en estos hogares jóvenes la ruta agropecuaria (estrategias de vida basadas en actividades agrícolas y pecuarias) ocupa un espacio importante en sus estrategias de vida a diferencia del primer grupo, en donde en muchas ocasiones las rutas están menos explícitamente vinculadas a lo agropecuario. Quienes priman las actividades agropecuarias en sus estrategias de vida mantienen un vínculo de interdependencia con sus padres sostenido en gran parte por acuerdos de pre-herencia, los que hemos explicado en el apartado anterior. Ésta también resulta en una modalidad de ’mediación de recursos’ que forma parte tanto de la estrategia del hogar materno como del hogar joven. El padre, al ofrecer tierra en pre-herencia asegura que el hijo no se separe completamente de la estrategia de sus padres, sobre todo porque representa una mano de obra comprometida, que puede resultar costosa vía mercado en la zona rural. El hijo, por su lado, se asegura el acceso al activo tierra -y por tanto indirectamente a productos agrícolas para el autoconsumo-, con las posibilidades de que le sea heredada. De esta forma, en varios casos continúan trabajando sin salario la tierra de sus padres, como compromiso (explícito o implícito) por esta mediación de recursos de sus padres.

Dentro de las posibilidades que ofrecen las pequeñas parcelas en pre-herencia8, la estrategia de estos hogares jóvenes es poder diversificar los cultivos por épocas. Por lo general cultivan granos básicos combinándolos con cultivos más dirigidos a la venta, como hortalizas, tubérculos y frutas. Quienes se dedican solamente a la agricultura alquilan tierra adicional, mientras otros complementan con trabajo asalariado, dentro o fuera de la comunidad, en tiempos muertos9. En ambos casos se trabaja también con el ganado o con los cultivos de los padres. No obstante, enfrentan las tensiones de pre-herencia al sentir la inseguridad por la tenencia sobre la inversión en cultivos de alta renta. Siendo las tierras de sus familiares, les preocupa no tener certeza sobre la recuperación de las inversiones que hagan en éstas. Por ejemplo, Mayra y Alfredo, viendo las oportunidades de mercado del café en la zona, han comprado las semillas para sembrar café en tierras de un tío. Normalmente la primera cosecha con la que ellos podrían recuperar la inversión sería en cuatro años, lo que les hace dudar sobre la conveniencia de esta inversión en una tierra

8 Por lo general, los jóvenes pre-heredan entre 0.5 y 2 manzanas dependiendo de la disponibilidad de tierra del padre.

9 Tiempo en que no hay actividad agrícola cuando se trabaja con sistemas dependientes de las estaciones. Éstos por lo general se dan entre finales de febrero y de abril.

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que no les pertenece. Por otra parte, dichas estrategias interdependientes no están ausentes de tensiones e inequidades. A veces, el acuerdo de trabajo sin salario por parte de los hijos puede implicar una carga de trabajo que no permite dar el salto a los hogares jóvenes que desean acumular recursos para alcanzar su independencia socioeconómica. Por tanto, lo que ocurre en ocasiones es que el hogar joven puede sostenerse con la tierra pre-heredada y los ingresos complementarios pero no siempre tiene las posibilidades de acumular lo suficiente para alcanzar sus objetivos de tener una casa y terreno propio.

Logramos observar, a su vez, que estos acuerdos de pre-herencia se dan predominantemente entre padres e hijos. Las mujeres parecen no tener derecho a heredar bajo el argumento de que ellas no trabajan la tierra. De esta forma se oculta el papel que juegan ellas en la estrategia del joven hogar, donde ellas se suman a la mano de obra familiar en la parcela. Además, ellas buscan cualquier oficio para poder ganarse algún dinero extra para contribuir al sustento del hogar. Ellas van a cortar café, venden gallinas ocasionalmente, engordan cerdos o venden productos caseros como buñuelos, pan, nacatamales, etc. De acuerdo con lo que ellas comentan, todas sus ventas tienen auge principalmente en la época de corte de café porque en general la gente tiene más dinero para comprar. Sin embargo, esto no significa que ellas no sean sujetas de acceso a otros activos. En diferentes casos ellas habían logrado obtener animales -como vacas, cerdos y gallinas -, equipos o capital financiero para montar un negocio, por medio de sus familiares o incluso de fuentes externas como proyectos de desarrollo.

Otro elemento característico de este grupo que vive aparte es que sus viviendas son comúnmente pequeñas estructuras de tabla que han logrado construir con el apoyo de familiares y del trabajo asalariado. Estas casas son vistas como ‘temporales’, siendo fáciles de desmontar y remontar en otro lado. Pudimos averiguar que la condición temporal de estas casas no sólo responde a una evidente limitante de recursos para edificar unas más estables, sino también a la estrategia misma del hogar en condiciones transitorias. Efectivamente, para estos jóvenes, mientras vivan en tierra ajena y exista la posibilidad e intensión de moverse a otras tierras, difícilmente podrán invertir en la estabilización de su vivienda actual. Esto coincide con la perspectiva compartida en este grupo de poder tener su propio terreno donde hacer su casa.

Las aspiraciones de estos hogares jóvenes es acumular por medio de la actividad agropecuaria. Por lo menos una parte de sus planes se articula alrededor de conseguir tierra propia. No obstante, vale mencionar que en el caso de las mujeres hay una perspectiva de involucrarse en nuevas actividades de comercio y servicios o mejorar el que tienen -ya sea pulpería, repostería o costura. Lo que sí es compartido por estos hogares jóvenes es el plan de construirse una casa más firme y acceder a capital de inversión para sus proyectos. Uno de estos proyectos importantes es formar a sus hijos para que amplíen sus oportunidades laborales y que al crecer les retribuyan este apoyo. De tal manera, los hijos de estos jóvenes ya entran a jugar un papel, aunque a largo plazo, dentro de la estrategia de vida de su joven hogar. Esto implica invertir en la educación básica de sus hijos actualmente y acumular recursos para invertir en su educación superior.

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4.3. Estrategias de mayor autonomía

El tercer grupo, compuesto sólo por cuatro casos, lo conforman jóvenes que viven en terreno y casa propia. El hecho de que sean pocos casos nos muestra lo complejo que es para muchos jóvenes rurales alcanzar la meta de tener una casa y terreno propios, pero sobre todo, lo difícil que resulta transitar hacia la adultez y ganar independencia. Siendo personas mayores de 27 años, este es el grupo más independiente, viviendo en casas más estables y en algunos casos de concreto. Aunque son sólo cuatro casos, las edades en las que rondan nos dicen que para lograr su independencia socioeconómica los jóvenes tienen que pasar por un arduo proceso de idas y venidas. Sin embrago, cada caso tuvo su particularidad en el proceso de lograr conseguirse un terreno y casa propia para vivir.

Guillermina, por ejemplo, es el caso excepcional de una mujer soltera que se fue nueve años a trabajar a Costa Rica como doméstica y luego regresó a su comunidad. Ha juntado dinero con su hermana menor para comprarse un terreno y una casa para ellas, sus hermanos y sus padres. La otra joven que regresa de Costa Rica es Jesenia. Ella, su esposo e hija salieron a Costa Rica donde vivieron por cinco años donde un hacendado al que le trabajó su marido. El salario devengado les permitió ahorrar e invertir sus ahorros de vuelta en la comunidad de origen. Su experiencia es una historia poco común que constituye el logro al que las familias jóvenes de la zona aspiran y muchas veces fracasan en el intento de alcanzar. Esto significa tener la posibilidad de salir de la comunidad para acumular los recursos necesarios que les permitan hacerse una vida al retornar (Steel et al., 2011).

Los otros dos casos son madres solteras que pudieron aprovechar el apoyo puntual de sus padres y de fuentes externas para lograr tener un lugar propio para vivir. Sus experiencias no sólo representan el aprovechamiento de las oportunidades para adquirir una vivienda o terreno, sino a su vez la confluencia del apoyo efectivo de sus padres al mediar recursos. En el caso de Isidora, la herencia de una vaca fue un activo importante para poder comprar un terreno en un momento en que estaba barato. Mientras Ligia, para acceder a un proyecto habitacional auspiciado por DESWOS10 y ejecutado por el Grupo Sofonías11, logra conseguir una manzana de tierra de sus padres para poder sembrarla y mantenerla con árboles maderables, y así cumplir con el requisito que la vuelve beneficiaria de su actual vivienda.

Entonces lo interesante de este grupo es que el salto dado hacia el alcance de mayor independencia ha dependido no sólo de actividades agropecuarias. Dos de los casos han logrado acumular recursos para independizarse trabajando asalariadamente varios años en Costa Rica, mientras los otros dos casos son madres solteras que han aprovechado el acceso a activos claves gracias al manejo de sus redes familiares, por medio de las cuales han fluctuado activos como tierra y ganado para poder tener una casa y terreno propios.

Las perspectivas de este grupo de jóvenes apuntan, por un lado, a la persecución de mejores oportunidades laborales, considerándose opciones como salir del país a trabajar asalariadamente o que el marido encuentre trabajo asalariado

10 Deutsche Entwicklungshilfe für soziales Wohnungs- und Siedlungswesen (Ayuda Alemana para el Desarrollo de Viviendas y Asentamientos Sociales)

11 El Grupo Sofonías es una ONG nacional ubicada en Diriamba, Carazo. Durante el año 2003 ejecutó un proyecto de construcción de viviendas en Matiguás priorizando a madres solteras.

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en la zona, como sucede con Jesenia. Por otro lado, apuntan a la adquisición de activos para emprender una actividad propia como la ganadería o la apertura de pequeños negocios de panadería y pulpería. La meta más importante aquí consiste en generar más ingresos para la manutención y educación de sus hijos. En este sentido, muchas de las aspiraciones de estos hogares jóvenes recaen en las hijas e hijos, particularmente en la posibilidad de que éstos se profesionalicen para tener más oportunidades laborales que puedan ser retribuidas.

Por último, es válido mencionar que observamos un cambio importante en el ciclo de vida de estos jóvenes mayores. A pesar de que mantienen algún vínculo socioeconómico con sus padres, ahora estos jóvenes comienzan a construir estrategias interdependientes con sus propios hijos. Los hijos e hijas mayores de Isidora y de Ligia están generando ingresos mediante trabajo asalariado y apoyando la producción familiar. En el caso de Ligia, quien vive con sus cinco hijos, su hijo mayor, de 17 años, se responsabiliza junto con ella de la producción de granos básicos de autoconsumo. Él estudia en secundaria y también trabaja en las plantaciones de su abuelo como mano de obra familiar, volviéndose así un hijo potencialmente heredable. De esta forma, las estrategias del hogar materno y del hogar de Ligia se mantienen vinculadas. Por su parte, Isidora quien tiene una hija de 18 años y uno de 10, depende en buena medida del trabajo asalariado de su hija, quien es también madre soltera y trabaja como doméstica en Managua enviando remesas a Isidora por cuidar al nieto. La estrategia de vida del hogar de Isidora se sostiene sobre el vínculo de colaboración entre ella y su hija. De esta forma podemos observar un ciclo repetitivo en las estrategias de vida de estos jóvenes, pues los hijos de los jóvenes en este grupo están en la misma posición de los jóvenes en el primer grupo, pues sus estrategias de vida están integradas con las de sus padres.

5. Conclusiones

En este artículo hemos analizado las estrategias de vida y las rutas de desarrollo de jóvenes rurales en Muy Muy y Matiguás con la intención de poder formular algunas recomendaciones para las intervenciones de desarrollo con jóvenes. La primera conclusión importante es que los jóvenes rurales resultan ser un grupo heterogéneo. Las personas jóvenes no pueden ser clasificadas únicamente sobre la base de su edad, pues también hay diferencias de género, de medios y estrategias de vida, así como de fases en el ciclo de la vida.

El acceso a recursos es, por ejemplo, claramente diferenciado entre hombres y mujeres. Los hombres con oportunidades de usufructuar tierra de familiares tienen más posibilidades de acceder a otros capitales como activos financieros para la producción. Las mujeres jóvenes, contrariamente, al no pre-heredar ni recibir tierra para usufructo, reducen su oportunidades de acceso a otros activos. La edad también tiene influencia en el nivel de autonomía y dependencia que pueden tener los jóvenes con sus padres. Aunque el vínculo con las estrategias de vida de los padres está siempre presente, hemos observado que sólo los jóvenes mayores constituyen el grupo más independiente, teniendo estrategias más autónomas frente a sus padres y viviendo en casas independientes y más estables. Las estrategias de vida de los demás jóvenes se perfilan en medio de ‘interdependencias negociadas’ (Punch, 2002)

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donde sus estrategias de vida están integradas con las del hogar materno o mediadas por los recursos de los padres.

Este énfasis que hacemos en la heterogeneidad de los jóvenes quiere llamar la atención sobre la necesidad de reconocer las historias personales de los jóvenes, sus posibilidades y limitaciones en la búsqueda de mejores oportunidades de vida. Si queremos mejorar las estrategias de desarrollo con jóvenes es importante identificar estas diferencias pues nos indican que no todos los jóvenes que viven en el medio rural comparten las mismas necesidades, aspiraciones y percepciones. Por ejemplo, reconocer que las estrategias de las personas jóvenes varían según el nivel de interdependencia que mantienen con la estrategia del hogar materno implica que sus demandas de activos y perspectivas dependerán del nivel de interdependencia en que se encuentren.

A su vez, esta identificación de heterogeneidades nos permite visualizar cómo el alcance de ciertas metas en las estrategias de vida de los jóvenes -como acceder a casa y tierra propia- es posible según distintas rutas de desarrollo. Las rutas de los hogares jóvenes son mixtas, es decir que no están solamente vinculadas a actividades agropecuarias. Las actividades asalariadas y no agropecuarias también juegan un papel clave en las estrategias de los jóvenes que vimos en los diferentes grupos.

En este sentido, la ‘movilidad’ ha mostrado ser un activo mediante el cual los jóvenes pueden acceder a recursos en su transición hacia la independencia. Con movilidad nos referimos a las salidas que hacen los jóvenes de sus territorios para acceder a recursos mediante trabajo asalariado. Dentro de quienes implementan estrategias integradas con sus padres, la movilidad es comúnmente usada como puente entre el hogar materno y la posibilidad de construirse un propio hogar aparte, tal como sucede con las madres solteras de este grupo (Steel et al., 2011). Para quienes gozan de la mediación de sus padres o quienes tienen estrategias más autónomas, el moverse puede servir para múltiples propósitos dentro del hogar joven. Moviéndose de la comunidad unos pueden pagar deudas, otros logran mantener a sus hijos, e incluso algunos pueden acumular capital para invertir en tierra o negocios no agropecuarios.

Sobre la base de estas estrategias de vida, consideramos a los jóvenes como agentes activos en el proceso de desarrollo. Los jóvenes y sus hogares no actúan de forma aislada para enfrentar las restricciones y aprovechar las oportunidades que el medio les provee. Por el contrario, se articulan con sus redes, sobre todo familiares, ya sea para echar a andar una empresa conjunta, para conseguir capital financiero, para labores de cuido o para resolver emergencias. Pero al mismo tiempo los jóvenes rurales son actores que ya están involucrados en varias iniciativas propias para tratar de mejorar su situación. Las intervenciones de desarrollo presentes en la zona deberían partir del fortalecimiento de estas varias iniciativas en que los jóvenes ya están involucrados. Desde nuestra perspectiva, al menos correspondería considerar las estrategias móviles de las personas jóvenes en cualquier plan o proyecto de desarrollo que considere trabajar con jóvenes. Esta observación intenta responder al hecho de que los jóvenes muchas veces tienen un interés en proyectos pequeños que presenten resultados a corto plazo, pues proyectos de largo plazo pueden restringir su movilidad, lo que significa correr el riesgo de bloquear un recurso importante para sus estrategias de vida.

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En este sentido, es preciso recalcar que la vida de los jóvenes mismos está aun en movimiento, sobre todo cuando no tienen un lugar fijo donde vivir. Además tenemos que reconocer a los jóvenes como agentes económicos con necesidades de financiamiento para inversiones claves (casa, tierra, activos líquidos, etc.) que pueden permitirles dar saltos en sus procesos de transición hacia la adultez. En este cometido, la promoción del emprendedurimo como iniciativa de financiamiento tiene una limitada posibilidad de difusión. Por un lado debido a que no todos los jóvenes quieren formar empresas y por otro lado, a que en el contexto rural la demanda de servicios es escasa. Por tanto, para jóvenes que están orientándose por rutas más agropecuarias y cuentan con algunas posibilidades como ‘acuerdos de palabra’ sobre tierra en pre-herencia o arrendada, habría que experimentar con algunas modalidades de formalización de acuerdos de pre-herencia o arriendos a largo plazo que puedan generar cierta seguridad sobre la tenencia y estimular la inversión.

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En búsqueda de los salvadoreños en los Estados Unidos: contextualizando los datos etnográficos

Milton Ricardo Machuca∗

En este artículo presento una visión de conjunto de la literatura etnográfica sobre los salvadoreños en Estados Unidos. La migración salvadoreña a los Estados Unidos comienza a finales del siglo XIX, sin embargo los salvadoreños no llegan en masa a ese país hasta principios de la década de los ochenta, a principios de la guerra civil que duraría doce años (1980-1992). En las pasadas tres décadas, la literatura general sobre salvadoreños en Estados Unidos es extensa y cubre una amplia variedad de disciplinas. Muchos trabajos académicos estudian a los migrantes salvadoreños bajo la categoría de “centroamericanos”. Con el notable incremento de la migración salvadoreña a los Estados Unidos a partir de 1980, se ha publicado un número significativo de etnografías sobre su experiencia migratoria en las pasadas dos décadas. En este artículo se discuten y comparan nueve de esos trabajos académicos. Estos trabajos tratan a los salvadoreños desde temas, tópicos y perspectivas particulares, los cuales incluyen inmigración y emigración, diáspora y transnacionalismo, cambios en relaciones de género, leyes migratorias estadounidenses y estatus migratorio, remesas y derecho al voto. A medida que los migrantes salvadoreños forjan nuevas redes de conexión e interacción social entre su país de origen y los Estados Unidos, los trabajos académicos buscan entender y teorizar sobre estos emergentes espacios transnacionales.

Palabras clave: El Salvador / Migración / Etnografía / Estados Unidos

Nos hemos convertido en un pueblo de emigrantes.El vice-presidente salvadoreño durante una conferencia

en San Salvador en agosto del 2000(Citado en Coutin, 2003, p. 523)

* Pitzer College, Claremont, California. Correo electrónico: [email protected]

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En búsqueda de los salvadoreños en los Estados Unidos: contextualizando los datos etnográficos

La migración se ha convertido en la principal forma de participación de El Salvador en la globalización.

(PNUD, 2005, p. 6)

1. Introducción1

Una socióloga dominicana, amiga y mentora, me dijo una vez que “lo que El Salvador produce más es gente”. Si bien su comentario no era completamente en serio, tampoco era inexacto. En efecto, aparte del café, la principal exportación de El Salvador (y con toda probabilidad igualmente cierto para el resto de países centroamericanos vecinos) ha sido su gente, en especial en su historia más reciente.

El Salvador es el país más pequeño de Latinoamérica con un área de 21,041 km2 –más o menos del tamaño de New Hampshire, 23,227 km2. Durante el siglo XX, progresivamente, El Salvador se convirtió también en el país más densamente poblado de Latinoamérica. Estimados recientes indican que en 2009, a una tasa de crecimiento natural del 2%, su población alcanzó los 7.3 millones; en consecuencia, su densidad poblacional sigue siendo la más alta del continente: 349 personas por km2 o 903 personas por m2 (Population Reference Bureau, 2009)2. Alta densidad poblacional y recursos naturales limitados han sido las causas subyacentes de muchos de los problemas sociales, económicos y políticos de la nación. A lo largo de su historia el país ha visto una amplia variedad de alzamientos cíclicos organizados en particular por comunidades marginadas y excluidas de campesinos e indígenas (Woodward, 1988; Anderson, 1992).

Hasta la década de los setenta, para la gente en los Estados Unidos El Salvador no era más que un país poco conocido en algún rincón de Centroamérica. En la década de los ochenta, sin embargo, la coincidencia de factores sociales y políticos que precipitaron la guerra civil que duró 12 años, de 1980 a 1992, repetidamente sacó al país desde su proverbial anonimato a titulares de primera plana. La guerra civil salvadoreña fue una expresión de la desigual estructura económica en el país complicada por el contexto internacional más amplio de la Guerra Fría y la activa participación e influencia de los Estados Unidos. A finales de la década de los setenta y a lo largo de la de los ochenta, Centroamérica se convirtió en el escenario del capítulo final de la Guerra Fría. Esta situación afectó a todos los países en la región, particularmente a Guatemala, Nicaragua y El Salvador.

La guerra civil salvadoreña, el capítulo más oscuro y sangriento en la historia del país, sigue siendo el evento que definió la vida del pueblo salvadoreño contemporáneo. Su precio en muerte, violencia y éxodo fue muy alto. Como consecuencia, una característica significativa de El Salvador contemporáneo es que se ha convertido en

1 Este artículo fue originalmente publicado en inglés como “In Search of Salvadorans in the United States: Contextualizing the Ethnographic Record” en Urban Anthropology and Studies of Cultural Systems and World Economic Development. 39, (1-2) Spring/Summer 2010, 1-45. Por respeto a ese contexto original de publicación, a riesgo de sonar redudante o pedante, decidí respetar esa posicionalidad en mi traducción al castellano.

2 Por contraste, la densidad poblacional de New Hampshire a mediados del 2009 era de 57 personas por km2

o 147 por m2.

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un país de emigrantes. No se niega que la migración salvadoreña existiera antes de la guerra, pero durante los años de la guerra civil subió a niveles nunca antes vistos. No obstante, la migración internacional salvadoreña no se detuvo cuando los acuerdos de paz fueron firmados en 1992 y la guerra concluyó oficialmente. Más aún, una maltrecha economía de post-guerra, una serie de desastrosas políticas económicas neoliberales implementadas en la década de los noventa por varias administraciones del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), un extendido clima de violencia e incertidumbre, un devastador huracán en 1998 y varios terremotos letales en el 2001, todo ello contribuyó a dar forma, estimular y sostener el proceso de migración salvadoreña iniciado más de una década antes y que se extendió ya entrado el siglo XXI (Winschuh, 1999; Córdova, 2005; PNUD, 2006).

Entender la trayectoria de los salvadoreños a los Estados Unidos como parte de la “Nueva Inmigración” post-19653, primero como residentes temporales y luego como comunidades reconocibles, presenta importantes problemas para los científicos sociales. Mi meta en este ensayo es responder a dos preguntas: primera, ¿cuál ha sido la experiencia de las comunidades salvadoreñas asentadas en los Estados Unidos en las pasadas tres décadas? Segunda, ¿cómo han abordado etnográficamente los científicos sociales el estudio de dichas comunidades?

Para responder a estas preguntas se condujo una revisión exhaustiva de los principales trabajos etnográficos sobre salvadoreños en los Estados Unidos4. Sin embargo, el lector debe tener en consideración las limitaciones del alcance de esta revisión de literatura. Limitaciones de tiempo impidieron discutir trabajos de académicos no estadounidenses o de trabajos escritos en castellano. No se incluyeron algunos trabajos no publicados porque sería difícil escoger una muestra representativa de tales publicaciones. De manera similar, si bien relacionados a la migración salvadoreña a los Estados Unidos, los trabajos académicos que tratan de las pandillas salvadoreñas fueron deliberadamente excluidos de este ensayo. Los estudios de pandillas salvadoreñas están abriendo fructíferas áreas de discusión con respecto a geografía vinculada y constructos culturales compartidos entre Estados Unidos y El Salvador. Los estudios de pandillas también demuestran la influencia que ejercen las políticas sociales, tales como la deportación criminal, en la determinación de la fisonomía de flujos transnacionales de población. Mi decisión para excluir el trabajo sobre pandillas obedece a que ésta es una situación política y etnográfica que requiere un tratamiento mucho más profundo y extenso del que

3 En Estados Unidos, “Nueva Immigración” y “Nuevos Immigrantes” se refiere usualmente a aquellos que llegaron después de que fuera aprobada la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965. Se la conoce también como la Ley Hart-Celler porque fue propuesta por el representante democrático de Nueva York Emanuel Celler, co-patrocinada por el senador demócrata de Michigan Philip Hart y fuertemente apoyada por el senador demócrata de Massachussetts Ted Kennedy. Esta ley implementaba una serie de políticas que permitían una corriente migratoria mayor desde Latinoamérica y Asia (Ver Fuchs & Forbes, 1985; Daniels, 1990; Haines & Rosemblum, 1999; Waters & Ueda, 2007).

4 Una búsqueda exhaustiva de la literatura ubicó los estudios citados en este ensayo. Se hicieron busquedas en Anthropological Index Online, Anthropology Plus, Dissertation Abstracts, JSTOR, Web of Science, WorldCat. Las estrategias de búsqueda variaron dependiendo de la base de datos; en particular hubo variaciones en el gentilicio en inglés de la gente de El Salvador; el más común fue (El) Salvadoran, y menos frecuente (El) Salvadorean y (El) Salvadorian. A partir de los estudios primarios aparecieron otras fuentes. En resumen, se encontraron cerca de 100 trabajos publicados sobre salvadoreños en los Estados Unidos a través de las diferentes búsquedas.

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este ensayo permitiría5 .Los trabajos que se discuten en este ensayo dan una visión de conjunto de las

etnografías estadounidenses publicadas sobre salvadoreños en los Estados Unidos desde 1979. A pesar de este “E.U.A.-centrismo”, éstas son útiles para formular conclusiones sobre el conocimiento académico sobre la migración salvadoreña hacia Estados Unidos y sobre comunidades transnacionales en un mundo globalizado. Estos trabajos se enfocan en la migración salvadoreña desde temas, tópicos y perspectivas muy particulares, los cuales incluyen inmigración y emigración, diáspora y transnacionalismo, cambios en relaciones de género, cambios en relaciones generacionales, y status migratorio legal versus ilegal. Los académicos que se discuten aquí son predominantemente de Estados Unidos y sus trabajos están escritos en inglés. El trabajo concluye con algunas sugerencias para futura investigación.

2. La migración salvadoreña hacia Estados Unidos

La migración salvadoreña no es un fenómeno nuevo; varios académicos han estudiado la migración salvadoreña interna y dentro de Centroamérica (ver, por ejemplo, Sermeño Lima 1999). Del mismo modo, la migración salvadoreña específicamente hacia los Estados Unidos no es un fenómeno nuevo (ver, por ejemplo, Peterson, 1986; Menjívar, 1999; Smith, Shue, Vest & Villarreal, 1999; Córdova, 2005; Wright & Moody, 2005; Rodríguez, 2009). Sin embargo, antes de la década de los ochenta, la escala cualitativa y cuantitativa era mucho más pequeña que en años siguientes. En la búsqueda para entender los patrones migratorios salvadoreños hacia Estados Unidos, diferentes intelectuales han utilizado diferentes fechas y períodos. Por ejemplo, Peterson (1986, p. 11) coloca la migración salvadoreña significativa a los Estados Unidos tan temprano como en los sesenta; Montes Mozo y García Vásquez (1987, 1988) marcan su cronología desde 1941, dividiéndola en cuatro períodos desiguales. En un extenso y detallado reporte, el PNUD (2005, pp. 31-34) sitúa la génesis de la migración salvadoreña en los años veinte, dividiéndola en cuatro olas sucesivas. Por otro lado, Córdova (2005, pp. 60-68) la rastrea hasta 1870 y la divide en seis períodos. Si bien no hay consenso en las fechas de las primeras migraciones significativas, sí hay acuerdo en que cuantitativa y cualitativamente la migración internacional salvadoreña desde la década de los setenta ha alcanzado niveles y tenido un impacto nacional e internacional nunca antes visto.

El grueso de la migración salvadoreña en las últimas tres décadas ha sido hacia los Estados Unidos. Con respecto a los registros sobre migración internacional, Douglas Massey (1987) afirma que son de lo más contradictorios; él añade que la migración internacional “involucra dos culturas, dos sistemas administrativos, dos gobiernos, dos intereses políticos y, usualmente, dos idiomas”. Los datos sobre migración a Estados Unidos no están libres de este padecimiento. El resultado se traduce en que los números están lejos de ser precisos, y en lugar de un un cálculo

5 El impacto de las pandillas no sólo en los Estados Unidos y en El Salvador, sino también en la región mesoamericana es un fenómeno complejo. Ha sido el enfoque de varios trabajos sociopolíticos y etnográficos – por ejemplo, Gómez y Vásquez (2001); Vigil (2002); Garland (2009); Narváez Gutiérrez (2002). Particularmente importante es el trabajo de Elana Zilberg (2004; 2007).

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exacto, dan solamente una idea aproximada de la magnitud del proceso. Números recientes muestran que a la mitad de la primera década del siglo XXI, cerca del 90% de los salvadoreños residentes en el extranjero vivían exclusivamente en Estados Unidos; menos del 6% vivían en Canadá; cerca del 3% en México y países centroamericanos vecinos6; menos de un 1% en Australia7 y menos de un 0.5% estaban desperdigados en el resto del mundo (PNUD 2005, pp. 34-35).

Antes de los años ochenta los salvadoreños emigraban hacia Estados Unidos pero en números comparativamente menores a los de tres décadas siguientes. Ciertamente, hay una carencia de estudios académicos que aborden la migración salvadoreña pre-guerra civil a Estados Unidos. Es más, la información disponible es dispersa, incompleta o anecdótica. Córdova, por ejemplo, indica que el otrora Servicio de Migración y Naturalización (conocido como INS por sus siglas en inglés)8 “solamente comenzó a llevar registros detallados de las migraciones centroamericanas después de 1932” (2005, p. 60). En octubre de 1976 ocurrió un cambio: el INS empezó a “mantener registros separados sobre los números de salvadoreños capturados que entraban [ilegalmente] a los Estados Unidos. Antes de esa fecha, los salvadoreños capturados se incluían en la categoría miscelánea otros del hemisferio occidental [Other Western Hemisphere]” (Stanley, 1987, p. 134). A pesar de esta “mejoría”, la presencia salvadoreña en los Estados Unidos de mediados de los setenta a principios de los ochenta sería difícil de establecer; la cuenta no es más que un indicador indirecto pues los registros muestran solamente el número de salvadoreños capturados y deportados por el INS, y no aquellos que no fueron ni capturados ni deportados.

En un reporte del censo estadounidense, Peterson (1986, p. viii) indica que desde finales de la década de los setenta, en medio de la progresiva inestabilidad social en Centroamérica, el creciente interés en la migración dentro y fuera de la región por parte de los gobiernos nacionales, las organizaciones humanitarias y los académicos, había llamado la atención sobre un enorme incremento en el volumen de la migración anual neta desde Guatemala, El Salvador y Nicaragua hasta 15 veces más que niveles previos. Claramente, el abrupto y medible influjo de inmigrantes salvadoreños no

6 Inmigrantes salvadoreños huyeron a paises centroamericanos vecinos durante la guera civil y se asentaron en Belice (Palacio, 1985), Nicaragua (Morel, 1992) y Costa Rica (Quizar, 1998; Hayden, 2003; Basok, 1993).

7 El censo australiano de población y vivienda en el 2006 indicaba que 6,874 salvadoreños residían en ese país. El porcentaje más alto se concentraba en Melbourne (32%), seguido por Brisbane (21%) y Sidney (18%) (Australian Bureau of Statistics, 2009).

8 El otrora INS fue creado en 1870. Era ampliamente conocido por su inefectivada, especialmente después de las controversias surgidas después del 11 de septiembre de 2001. En marzo de 2003, después de que la Ley de Seguridad Interior (Homeland Security Act) de 2002 entrara en vigor, las funciones del INS se pasaron a tres diferentes agencias dentro del recientemente creado Departamento de Seguridad Interior (Department of Homeland Security o DHS). La administración de servicios de migración -que incluyen residencia permanente, naturalización, asilo político y otros- pasó a ser responsabilidad de la Oficina de Servicios de Migración y Ciudadania (Bureau of Citizenship and Immigration Services o BCIS), la cual existió por un breve período antes de cambiar a su nombre actual, Servicios Estadounidenses de Migración y Ciudadania (U.S. Citizenship and Immigration Services o USCIS). Las funciones investigativas y de aplicación de la ley (incluyendo investigaciones, deportaciones e inteligencia) se le asignaron a los investigadores aduaneros (U.S. Customs investigators), al Servicio Federal de Protección (Federal Protective Service) y al Servicio Federal de Policía Aérea (Federal Air Marshal Service), las que se combinaron para crear el U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE). Las funciones de vigilancia fronteriza del INS, que incluían la Patrulla Fronteriza (Border Patrol) junto a los inspectores del INS, se combinaron con las de los inspectores de aduanas (U.S. Customs Inspectors) en la recientemente creada U.S. Customs and Border Protection (CBP) (http://purl.access.gpo.gov/GPO/LPS18952).

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pasó desapercibido por las agencias gubernamentales estadounidenses (INS, Censo, etc.) y por los académicos; no obstante, es difícil estimar cuántos inmigrantes había, ya que su número depende de quién hace la cuenta y de la metodología aplicada, lo que ha resultado en un cálculo inferior de porciones significativas de la población9. Peterson (1986) dice que el censo poblacional estadounidense de 1980 enumeraba 73,000 salvadoreños, si bien no indica las áreas geográficas de asentamiento o status legal; Restrepo, trabajando con datos corregidos y mejorados, calcula 94,447 salvadoreños en 1980 (2004, p. 9). Hacia el final de la década de los ochenta, Montes Mozo y García Vásquez revelaron un sorprendente estimado “de aproximadamente un millón de salvadoreños residiendo en los Estados Unidos” (1988, p. 6).

Mil más, mil menos, la realidad es que la guerra civil en El Salvador generó un éxodo hacia Estados Unidos10. Los números actuales estiman entre 2.0 y 2.7 millones de salvadoreños residentes en Estados Unidos. En los albores del siglo XXI, la población latina total es ahora el grupo minoritario más grande en los Estados Unidos. Mexicanos, puertorriqueños y cubanos respectivamente todavía son la primera, segunda y tercera comunidad más grande de latinos según el país de origen; para 1990 los salvadoreños se convirtieron en la cuarta comunidad de latinos más grande según el país de origen (Restrepo, 2004). Sin embargo, este orden ha variado en los últimos diez años, disputándoselo con dominicanos y colombianos. Aún así, en menos de tres décadas los salvadoreños se han convertido en uno de los grupos latinos de más rápido crecimiento; la población salvadoreña es el grupo más grande de origen centroamericano, ciertamente una minoría en expansión (Wright & Moody, 2005).

Dependiendo cada vez más de las redes sociales existentes -en expansión o ya maduras-, los salvadoreños (como cualquier otro grupo inmigrante) han establecido áreas distintivas de asentamiento en muchas ciudades y zonas suburbanas de Estados Unidos. Tradicionalmente se han asentado en estados tales como California (particularmente en el Gran Los Ángeles11 y el Gran San Francisco), Texas (Houston), Nueva York (Ciudad de Nueva y Long Island), Washington, D.C., Maryland y Virginia; en la actualidad están asentándose en estados “no-tradicionales” tales como Florida, Nevada (especialmente Las Vegas), Carolina del Norte y Georgia. Los salvadoreños hoy están dispersos en todos los Estados Unidos (Córdova, 2005; Wright & Moody, 2005).

9 Mientras que el Censo de los Estados Unidos no permitió una identificación directas de los salvadoreños a lo largo de la década de los ochenta en la pregunta sobre “origen hispano”, sí suministró otros acercamientos a través de los archivos resumen en cinta (Summary Tape Files o STF) y los microdatos de uso público (Public Use Microdata o PUM) (ver Logan, Zhang & Alba, 2000).

10 El PNUD indica que, de acuerdo a cifras de la oficina del Censo de Estados Unidos, se estima que 0.2% (cerca de 5,000 personas) de un total de 2.5 millones de la población vivían en Estados Unidos en 1960; esta cifra se duplica al 0.4% (cerca de 14,400) de un total de 3.6 millones de población en 1970; se quintuplica al 2.1% (cerca de 96,600) de un total de 4.6 millones de población en 1980; y luego brinca a un 9.1% (cerca de 464,100) de un total de 5.1 millones de población en 1990. En 2000, los estimados muestran cifras tan bajas como 10.5% (cerca 651,000) y tan altas como 40% (cerca de 2.5 millones) de 6.2 millones. Para el 2005 la diáspora salvadoreña se estima en un 28% (cerca de 2.6 millones) de un total de una población de 9.4 (PNUD, 2005, pp. 35-40).

11 Tradicionalmente, California ha sido el punto de destino para los inmigrantes salvadoreños; aproximadamente la mitad de los salvadoreños en los Estados Unidos viven allí. De hecho, el segundo grupo hispanohablante más grande en el estado, después de los mexicanos, son los salvadoreños. Cerca de la mitad vive en el Gran Los Angeles, el cual se ha convertido en el hogar del grupo más grande de salvadoreños, la segunda ciudad más grande después de San Salvador, la capital de El Salvador (Baker-Cristales, 2004, p. 4).

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Llegar a los Estados Unidos no ha sido fácil; establecerse en el país no ha estado libre de conflictos y de contradicciones. En la década de los ochenta, durante el período de creciente violencia a causa de la guerra civil, los salvadoreños huyeron en masa de su país. Obtener una visa para los Estados Unidos tomaba tiempo y gradualmente se hizo más y más difícil; aquellos salvadoreños que la pudieron conseguir (usualmente de turista) se quedaron después de que ésta expiró. Quienes no pudieron obtener una visa entraron al país sin autorización, usualmente cruzando la frontera ayudados por coyotes, después de una larga jornada por Guatemala y México. Caldeados debates surgieron alrededor de las políticas estadounidenses disputando si era una migración política o económica, en su mayor parte exacerbada por el apoyo oficial del gobierno estadounidense para el gobierno salvadoreño. Los que solicitaron asilo político se dieron cuenta rápidamente de que, independientemente de la evidencia, el gobierno estadounidense por los general no los consideraba como refugiados políticos sino como “inmigrantes económicos en busca de mejores oportunidades como cualesquiera otros inmigrantes”, haciéndolo por tanto sujetos de deportación, sin consideración alguna de su bien fundamentado miedo a la persecución de ser enviados de regreso (Hamilton & Chinchilla, 2001, p. 134). Fue una instancia de la ideología estadounidense de la Guerra Fría que prevalecía sobre la racionalidad o la sensibilidad, la que veía el mundo solamente en blanco y negro: refugiados que huían del comunismo calificaban, no así refugiados que huían de regímenes autoritarios. Hamilton y Chinchilla (2001, p. 135) concisamente resumen así la situación:

A diferencia de los inmigrantes de países comunistas considerados como enemigos de Estados Unidos, los salvadoreños y los guatemaltecos huían de gobiernos que estaban recibiendo, o habían recibido, ayuda económica y militar de Estados Unidos a cambio de su “alianza en la lucha contra el comunismo”. Dadas estas consideraciones, incluso la evidencia dramática de persecución individual era raramente suficiente para otorgar asilo político ante jueces inclinados a tomar decisiones en materia migratoria consonantes con las políticas del departamento de estado durante las administraciones Reagan y Bush.

Estas acciones oficiales chocaron con mucha crítica y resistencia: el Movimiento Santuario representó quizás el esfuerzo más emblemático y extendido “para hacer que el pueblo estadounidense cayera en la cuenta de la guerra y la situación de derechos humanos en la región y la apremiante situación de los inmigrantes centroamericanos” (Hamilton & Chinchilla, 2001, p. 144-147; ver también Coutin, 1995 y Rader, 1999). A través de los años, sin embargo, algunos eventos políticos y legales abrieron la puerta a ciertas políticas que le permitieron a los salvadoreños documentación legal a corto plazo y/o a un estatus más permanente en el país, a saber, la ley de reforma de inmigración de 1986 (conocida como IRCA por sus siglas en inglés), el status temporal protegido (conocido como TPS por sus siglas en inglés) y la partida obligatoria extendida (conocida como DED por sus siglas en inglés), ambas en la década de los noventa, el estatus ABC de 1991, y la ley de asistencia centroamericana y de ajuste nicaragüense de 1997 (conocida como NACARA por

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sus siglas en inglés) (Coutin, 2000, 2007; Córdova, 2005). El cambio en el proceso de las políticas ha tomado su tiempo. Mientrastanto, a pesar de los desafíos legales que enfrentan, el número de salvadoreños autorizados para vivir y trabajar en el país ha crecido significativamente, y un número considerable ha optado por la ciudadanía estadounidense. No obstante, muchos académicos sostienen que numerosos salvadoreños en los Estados Unidos carecen de documentos legales a largo plazo y que cerca de la mitad de ellos permanecen indocumentados, lo cual, de ser cierto, convierte a los salvadoreños en el mayor grupo indocumentado por país de origen en los Estados Unidos (Menjívar, 2000; Coutin, 2000; Baker-Cristales, 2004, 2008). Sea este el caso o no, es controversial porque es difícil obtener datos exactos sobre una población que ha sido empujada por las leyes migratorias estadounidense a una vida de exclusión y de marginación (ver Córdova, 2005, p. 72 y Baker-Cristales, 2008).

Casi tres décadas después del inicio de su inmigración a los Estados Unidos, los salvadoreños se han convertido en una comunidad transnacional en un mundo post industrial y globalizado. Por medio de una serie de procesos simultáneos han forjado y sostenido relaciones sociales multifacéticas que los vinculan a El Salvador y a los Estados Unidos (Basch, Glick Schiller & Szanton Blanc, 1994, p. 7). Estos procesos han afectado a los salvadoreños en los Estados Unidos y en otros sitios a nivel político, cultural, ideológico y social. Tal como Baker-Cristales concisamente lo expresa, la diáspora salvadoreña “mantiene una presencia única en el imaginario [salvadoreño] nacional como una antítesis para construcciones de identidad nacional, como el proveedor invisible que sostiene la economía con remesas y en el sector político es un significativo sector del electorado, aunque privado de sus derechos” (Baker-Cristales, 2008, p. 349).

Económicamente hablando, El Salvador contemporáneo es extremadamente dependiente de las remesas de su población transnacional. Estas remesas -transferencias de dinero de inmigrantes salvadoreños que trabajan en los Estados Unidos a sus familias en El Salvador- siguen siendo una de las principales fuentes de ingreso externo y ayudan tremendamente a mantener a flote la economía salvadoreña12. Las remesas han sostenido la economía de la post-guerra civil salvadoreña. A medida que el número de inmigrantes salvadoreños aumentó, así lo hicieron las remesas. Su impacto es evidente; en 1978, estas sumas representaban el 8% del total del producto nacional bruto (PNB); en contraste, el 81% venía de exportaciones agrícolas tradicionales. En el 2004, la proporción se invirtió completamente: las remesas representaban el 70% del total del PNB, mientras que las exportaciones agrícolas tradicionales representaban solamente el 5% (PNUD, 2005). En la última década las remesas aumentaron continuamente y alcanzaron, de acuerdo al Banco Central de Reserva de El Salvador, una cifra sin precedentes de $3.8 billones. Las remesas son en efecto una fuente vital del ingreso nacional salvadoreño y constituyen más del 18% del producto interno bruto (PIB). Las encuestas muestran que un estimado

12 El impacto económico que los salvadoreños han tenido con sus envíos de dinero es claro (por ejemplo ver, García Vázquez, 1994, 1996; PNUD, 2005, 2006). Las fuentes no indican que éste sea el caso para los salvadoreños que viven en países vecinos tales como Nicaragua, Guatemala o Costa Rica, ni tampoco para aquellos que emigraron a Australia, Sur América o Europa.

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de 22.3% de familias salvadoreñas recibe remesas (PNUD, 2005). En el período después de la crisis económica mundial, las remesas todavía se mantienen como la fuente de ingresos más importante para el país. Los anteriores gobiernos de derecha tenían lazos estrechos con la administración Bush. El número de salvadoreños indocumentados que residen en los Estados Unidos y el monto de remesas que ellos envían a El Salvador llevó a los presidentes salvadoreños Flores y Saca (las dos previas administraciones del partido de derecha ARENA) a hacer frecuentes viajes a Washington para solicitar a la administración Bush que no aplicara una deportación a gran escala de inmigrantes salvadoreños indocumentados, so pretexto que significaría una catástrofe económica para El Salvador. La respuesta de la administración Bush fue una política implícita de no-deportación y el otorgamiento de documentos legales a corto plazo a cambio del apoyo incondicional a las políticas estadounidenses, lo cual es evidente, por ejemplo, en el apoyo político y militar que le dieron a la ocupación de Irak en el 2003: el Salvador desplegó 389 soldados en agosto del 200313.

Cultural e ideológicamente, los salvadoreños que viven en Estados Unidos también han tenido un impacto en el imaginario social de su país. Dos procesos ilustran este punto: el discurso gubernamental de el hermano lejano y el Departamento 15. Primero, en El Salvador de la post-guerra civil, el estado desarrolló un discurso alrededor de el hermano lejano14, en un esfuerzo para reincorporar a los emigrantes salvadoreños como parte del imaginario social salvadoreño, y para simultáneamente legitimar el proyecto económico estatal y para calmar cualquier tensión que pudiera surgir por parte de los emigrantes salvadoreños dada su inelegibilidad para votar en las elecciones salvadoreñas a menos que estuvieran físicamente presentes en el país (Landolt, 2003; Baker-Cristales, 2008). Baste decir que este discurso no fue bien recibido como metáfora dado su tono paternalista; las autoridades salvadoreñas han descontinuado su uso, si bien el monumento dedicado a el hermano lejano sigue de pie en la intersección de dos importante vías en San Salvador. Segundo, los medios de comunicación salvadoreños han denominado a los Estados Unidos como el Departamento 15, lo cual identifica a la diáspora salvadoreña como el décimo quinto departamento del país, además de los 14 departamentos dentro del territorio nacional (Rodríguez, 2009, pp. 170-194; Booth, Wade & Walker, 2006, pp. 193-194)15.

Políticamente, los salvadoreños que viven en los Estados Unidos han tenido un existencia a medias; como Baker-Cristales indica, los inmigrantes salvadoreños han sido excluidos de la participación formal en la política nacional

13 El Salvador, Nicaragua, Honduras y República Dominicana fueron los únicos países latinoamericanos que enviaron tropas para esta invasión de Irak.

14 Llama la atención que la expresión el hermano lejano haya resistido una traducción unívoca al inglés. Por ejemplo, Landolt, Autler y Baire lo traducen como the distant migrant-brother (1999, p. 293), Baker-Cristales como the distant brother (2004) o the long-lost brother (2008: 355) y Rodríguez como the distant relatives (2009). En mi artículo en inglés utilicé the faraway brother.

15 En enero del 2000, bajo la previa administración de derecha del partido ARENA y la presidencia de Francisco Flores, el ministerio de relaciones exteriores salvadoreño legitimó este concepto de Departamento 15 al crear una nueva oficina específicamente designada para comunicarse con los salvadoreños que viven en el extranjero, la Dirección General de Atención a la Comunidad en el Exterior (DGACE), y con ella el puesto de vice-ministro para los salvadoreños que viven en el extranjero. Bajo la nueva administración de iziquierda del FMLN la oficina sigue operando y se ha nombrado un nuevo vice-ministro.

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en El Salvador y en los Estados Unidos, a pesar de “su importancia como actores políticos transnacionales por medio de la creciente dependencia de El Salvador en las remesas de migrantes” (Baker-Cristales, 2008, p. 349). Esta situación jugó un papel importante en los resultados de las elecciones presidenciales de 2009; los candidatos se dirigieron a las comunidades salvadoreñas en Estados Unidos (y hasta las visitaron) buscando una influencia indirecta sobre sus parientes en El Salvador. El derecho de los salvadoreños en el extranjero a ser reconocidos como una fuerza política y no sólo como una fuente de ingresos es un tópico que espera ser resuelto; si la actual administración de izquierda del FMLN lo resuelve, añadirá una nueva dimensión a la transnacionalización de El Salvador.

3. Salvadoreños en los Estados Unidos: Estudios iniciales

Durante la década de los ochenta, a medida que la escala de la migración centroamericana en general y la salvadoreña en particular progresivamente aumentaba, la mayoría de los investigadores durante este período (1) incorporaron el estudio de la inmigración salvadoreña dentro de la investigación sobre inmigración centroamericana16 y/o (2) intentaron discernir si estos flujos de inmigrantes eran o no estrictamente de naturaleza económica (como las fuentes oficiales estadounidenses enfatizaban), política (como la realidad de la guerra civil indicaba), o una mezcla de ambas (Menjívar, 1994). Dos estudios son los más importantes durante este período inicial de trabajo académico sobre salvadoreños en los Estados Unidos. Ambos trabajos se enfocaban en la dinámica de la migración salvadoreña a los Estados Unidos: el reporte del politólogo Guy Poitras sobre migración de retorno, publicado primero como una versión corta (1980a) y luego como una más larga (1980b) y el estudio de los sociólogos Segundo Montes Mozo y José García Vásquez, en ese momento el estudio exploratorio más grande sobre salvadoreños en los Estados Unidos, publicado primero en castellano (1987) y más tarde en inglés (1988). Estos estudios iniciales se preocupaban por establecer cuántos salvadoreños había y en qué parte de Estados Unidos estaban viviendo. En general ambos estudios se basaban primordialmente en métodos cuantitativos y menos en métodos cualitativos; los dos reunieron sus datos principalmente a través de encuestas, datos gubernamentales y entrevistas estructuradas. No eran estudios etnográficos per se sobre salvadoreños en los Estados Unidos. Dadas sus diferencias de enfoque, los discuto por separado.

3.1. El Reporte Poitras

In 1979, Guy Poitras completó un estudio financiado por la USAID: International Migration to the United States from Costa Rica and El Salvador, un análisis preliminar corto que fue publicado en abril de 1980, y The United States Experience of Return

16 Cualquiera que tuviera alguna familiaridad con América Central como región, aunque fuera superficialmente, reconocería de inmediato que, a pesar de las similitudes en historia y lenguaje compartidos, hay obvias e incluso notables diferencias entre los cinco pueblos de las naciones centroamericanas. Además, en términos de procesos migratorios y de números, cada país tiene un muy diferente historial de inmigración a los Estados Unidos. Con todo, el grueso del trabajo académico ha tendido a tratar a los centroamericanos como un grupo homogéneo.

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Migrants from Costa Rica and El Salvador, una versión más extensa y completa que fue publicada en agosto del mismo año. Este estudio descriptivo y cuantitativo se basó en las respuestas a 573 cuestionarios de una muestra de 314 costarricenses y 259 salvadoreños inmigrantes que regresaron. Es decir, personas que trabajaron en Estados Unidos y regresaron a sus países de origen, en un esfuerzo por obtener datos de grupos que no fueran mexicanos (1980a, b)17.

Poitras reconoce que los salvadoreños y los costarricenses estaban incluidos en el estudio por razones fundamentalmente logísticas, a saber, financiamiento, contactos locales e información disponible (1980a, p. 5; 1980b, p. 5). El criterio de selección dentro de cada muestra incluía edad al momento de la entrevista (al menos 18 años), duración de la estadía en Estados Unidos (al menos un mes), número de viajes a los Estados Unidos (al menos uno) dentro del período 1969-1979. La muestra incluía más hombres que mujeres, entre 20 y 40 años de edad, en su mayoría solteros. Además, una de las metas del estudio era establecer una línea de base de comparación para estudios futuros; sin embargo, hay un problema metodológico con este estudio: su énfasis en la migración de retorno. Poitras trabaja bajo la suposición de que la migración salvadoreña y costarricense a los Estados Unidos, si bien empujada por factores económicos, es una migración circular y temporal (aunque no de temporada o de estación). Consecuentemente, en su afán por estudiar la migración internacional por medio de los migrantes de retorno y “no aquellos que se consideran a sí mismos como residentes permanentes de los Estados Unidos” (1980a, p. 3) Poitras incorrectamente concluye que “muy pocos de estos inmigrantes tendrán un efecto directo y duradero en la economía de los Estados Unidos en el futuro. Ellos no están interesados en trabajo permanente en Estados Unidos” (1980b). Quizás, al momento del estudio de Poitras, aquellos salvadoreños y costarricenses incluidos en la encuesta no estaban interesados en regresar a los Estados Unidos; sin embargo, como veremos más adelante, ese no sería el caso para la migración salvadoreña en los siguientes cinco años. Y aún así, Poitras indica que la migración centroamericana “seguirá [siendo importante] en la década de los ochenta” (1980a, p. 1). Por cierto, en un momento cuando la violencia en El Salvador estaba escalando y el país estaba al borde del conflicto armado, él destacó, de manera ominosa, la importancia de su estudio: “especialmente si los eventos en El Salvador demuestran ser tan importantes como para afectar la migración internacional desde ese país” (1980a, p. 4).

El estudio de Poitras también subrayaba tres tendencias que adquirirían relevancia en el futuro inmediato de la migración salvadoreña a los Estados Unidos: primera, en cuanto a su estatus migratorio, sus hallazgos indicaban que, comparados con los costarricenses, los salvadoreños eran “más propensos a depender de traficantes de personas y a una entrada indocumentada”. Él observaba que si bien

17 En su estudio, Poitras estaba interesado en “residentes temporales” más que en “establecidos” si bien él no utilizó esta terminología. El entendimiento convencional de la inmigración distinguía entre “residentes temporales” y “establecidos”. En esta dicotomía, los primeros van a otro país por un breve período, mientras que los segundos buscan quedarse en el país de destino (ver, por ejemplo, Chávez, 1988; Cornelius, 1992). La más reciente investigación sobre inmigración, con su enfásis en el transnacionalismo, ha desafiado esta dicotomía. En un mundo globalizado, nuevas tecnologías permiten a los inmigrantes mantener relaciones y orientar sus acciones hacía su país de destino y su país de origen casi de manera simultánea. El espacio ya no es una limitación.

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el 81% de los que respondieron a la encuesta indicaban haber logrado alguna forma de “entrada legal”, esta legalidad de entrada no les impedía que a la larga trabajaran ilegalmente (1980b, pp. 33-50). Segunda, con respecto a las áreas geográficas de asentamiento, los salvadoreños de la muestra del estudio de Poitras se habían establecido y trabajaban principalmente en California (52%), seguido por Nueva York (19.5%), Florida (8.9%) y Texas (3.5%) (1980b, p. 83). Tercera, Poitras indicaba que la meta de los migrantes era “repatriar tanto efectivo y bienes como pudieran a sus países de origen”. Esta “repatriación de entradas” o “ingreso repatriado”, como él lo llamaba, presagia una de las características más sobresaliente de los migrantes salvadoreños a los Estados Unidos, la contribución a la economía de su patria a través de las remesas (Poitras, 1980a, pp. 98-102; 1980b, pp. 94-97).

3.2. Una visión desde el sur: El reporte de Montes Mozo y García Vásquez

Los sociólogos salvadoreños Segundo Montes Mozo18 y Juan José García Vázquez19 fueron los primeros académicos en examinar los factores fundamentales sobre la migración salvadoreña a los Estados Unidos. El Salvador 1987: Salvadoreños refugiados en los Estados Unidos, el extenso y completo estudio original en castellano fue publicado en 1987; un año más tarde, Salvadorean Migration to The United States: An Exploratory Study, una versión resumida y compendiosa fue publicada en inglés. Cuando se publicó, representaba el análisis más exhaustivo a la fecha sobre migración salvadoreña a los Estados Unidos; presentaba un coherente y lúcido análisis las razones económicas, políticas y personales para esa migración salvadoreña, oponiéndose por tanto a las pretensiones por parte del gobierno estadounidense de que los inmigrantes salvadoreños eran solamente refugiados económicos quienes, en consecuencia, no calificaban para asilo político. El estudio de Montes Mozo y García Vásquez incluía datos reunidos a través de tres encuestas y de entrevistas detalladas en El Salvador (a 2,121 familias que tenían algún pariente en Estados Unidos) y en los mismos Estados Unidos (a 1,350 inmigrantes). Sus hallazgos primariamente cuantificaban y en menor grado calificaban un fenómeno que no era sorprendente pero que sorprendió a muchos. El hallazgo más importante era el cálculo de que al menos un millón de salvadoreños ya estaban viviendo en Estados Unidos, con altas concentraciones en California (Gran Los Ángeles), Washington, D.C. y Nueva York (en la ciudad de Nueva York y en Long Island). El estudio también estimaba que tres cuartos de los migrantes salvadoreños llegaron en 1979 cuando la guerra civil recién comenzaba. En sus respuestas, el 36% indicaba que había emigrado por razones económicas, el 28.5% por razones políticas y el 20% por ambas. Revelaba que la

18 Montes Mozo era sacerdote jesuita. Fue un escritor prolífico; el cuerpo de su trabajo es muy extenso. Si embargo, escribió principalmente en castellano y sólo algunos de sus trabajos han sido traducidos al inglés. Fue el fundador y director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA) en San Salvador, El Salvador. La publiación de su investigación sobre migrantes salvadoreños a los Estados Unidos, los salvadoreños desplazados internamente y los refugiados salvadoreños en Honduras, le dieron a conocer internacionalmente. El 16 de noviembre de 1989, Montes Mozo, cinco jesuitas más, su empleada doméstica y la hija de ésta fueron asesinados por el ejército salvadoreño en el campus de la Universidad Centroamericana (UCA) en San Salvador, El Salvador.

19 Bajo la actual administración del partido FMLN y la presidencia de Mauricio Funes, García Vasquez fue recientemente nombrado como vice-ministro de los salvadoreños residentes en el extranjero.

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situación legal salvadoreña en Estados Unidos era muy frágil y tenue: “apenas un tercio de los emigrantes goza de estatus legal, mientras que un quinto está en proceso de legalizar su estatus” (1987:19). En general, la muestra indicaba que la escolaridad de los inmigrantes salvadoreños era mayor que la media salvadoreña (8.7 versus 6 años), que eran jóvenes (24.8 años en promedio) y en su mayoría hombres (58% de la muestra total); dos tercios estaban empleados y sus remesas (un promedio de $113 al mes) eran la fuente más grande del ingreso externo de El Salvador de $1.3 billones (la ayuda económica del gobierno estadounidense y las exportaciones de café eran las otras dos), por tanto manteniendo a flote la descalabrada economía salvadoreña en medio de una guerra civil financiada por Estados Unidos20 (Montes Mozo & García Vásquez, 1987).

Otro descubrimiento inesperado de su estudio fue el impacto que las remesas de estos inmigrantes tenían sobre las comunidades en El Salvador. Su descripción de dos pueblos salvadoreños dependientes de las remesas, Intipucá, en el departamento de La Unión en el oriente, y Casitas, en el departamento de Santa Ana en el occidente, subraya una tendencia que habría de convertirse en una característica de la sociedad salvadoreña: el creciente impacto de las remesas en la economía salvadoreña. Gracias a las remesas los más olvidados y remotos cantones y pueblos, y muchas familias pobres en áreas urbanas, disfrutarían de la prosperidad y el beneficio del dinero mandado por sus familiares en el extranjero. Montes Mozo y García Vásquez llamaron la atención a la curiosa paradoja que estas remesas representaban: “mientras que la huida del capital de los sectores adinerados de la sociedad salvadoreña ha extraido muchos millones de dólares de la economía nacional, los sectores pobres han introducido nuevo capital al país” (1988, p. 26).

Estos estudios son importantes porque establecen la línea de base para entender la migración salvadoreña a los Estados Unidos. Para los científicos sociales, el altamente técnico reporte de Poitras es útil por los descriptores que revela (género, remesas, áreas de asentamiento, modo y punto de entrada a los Estados Unidos, duración de la estadía, deportabilidad, etc.). También llama la atención al movimiento humano a punto de empezar en Centroamérica en la década de los ochenta. Ocho años más tarde, Montes Mozo y García Vásquez, trabajando con datos obtenidos cuando la década está más avanzada, fueron los primeros académicos en ofrecer una perspectiva y comprensión más profundas de la huida masiva de salvadoreños a los Estados Unidos. La contribución de Montes Mozo y de García Vásquez fue más allá del trabajo académico al punto de suministrar documentación y asesoría a los miembros del Congreso de los Estados Unidos sobre asunto de refugiados salvadoreños durante el período de la guerra civil. Su investigación da un cuadro más exacto y suministra una útil compilación de datos, la combinación de información cuantitativa con análisis político.

20 En total, el gobierno de los Estados Unidos contribuyó con $3,500 millones en el esfuerzo bélico en El Salvador.

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4. Salvadoreños en los Estados Unidos: el registro etnográfico

Desde la década de los ochenta, los salvadoreños se establecieron en números significativos y formaron comunidades reconocibles en los Estados Unidos. El crecimiento y la significación de la diáspora salvadoreña se ha hecho evidente en el trabajo académico producido en la literatura de inmigración, en particular en las ciencias sociales. Se han escrito varias disertaciones sobre salvadoreños en los Estados Unidos desde que los trabajos de Poitras y Montes Mozo y García Vásquez fueran publicados en los ochenta (ver por ejemplo, Ward, 1987; Mahler, 1992; Menjívar, 1992; Repak, 1992; Zentgraf, 1998; Baker-Cristales, 1999; Landolt Marticorena, 2000; Hernández, 2002; Zilberg, 2002; Stowers, 2003; Rivas, 2007 y Kent, 2008). Algunas de ellas fueron más tarde publicadas como libros. En lo que sigue, discuto estos trabajos agrupándolos para propósitos comparativos. Si bien cada trabajo individual puede ser considerado en sí mismo, encontrar similitudes y diferencias ayudará a clarificar la experiencia salvadoreña en los Estados Unidos y los temas más relevantes que les afectan.

4.1. Sirviendo, soñando y sobreviviendo en los Estados Unidos

El primer grupo que discuto incluye cuatro etnografías publicadas entre 1995 y 2000: Waiting On Washington [Sirviendo a Washington] de Terry A. Repak (1995)21; American Dreaming: Immigrant Life On The Margins [Sueño americano: vida inmigrante desde los márgenes] (1995) y Salvadorans in Suburbia: Symbiosis and Conflict [Salvadoreños en suburbia: simbiosis y conflicto] de Sarah J. Mahler (1995b)22; y Fragmented Ties: Salvadoran Immigrant Networks In America [Lazos fragmentados: redes inmigrantes salvadoreñas en Estados Unidos] de Cecilia Menjívar (2000)23. Cada autora se ocupó de una comunidad migrante salvadoreña específica dentro de la geografía de los Estados Unidos: Repak en Washington, D.C.; Mahler en el Long Island suburbano; y Menjívar en San Francisco.

El contexto de recepción de los inmigrantes en los Estados Unidos, como se explica más abajo, es la clave para entender estas etnografías. En Lazos fragmentados, Cecilia Menjívar postula un patrón configurado por el interjuego de tres fuerzas

21 Waiting On Washington se basa en la disertación doctoral de Repak, Mixed And Bitter Blessings: Migration Experiences Of Central Americans In Washington, D.C (1992).

22 Ambas etnografías tienen su origen en la disertación doctoral de Mahler Tres Veces Mojado: Undocumented Central And South American Migration To Suburban Long Island (1992). American Dreaming (1995a) es un trabajo más completo y significativamente más grueso comparado con Salvadorans In Suburbia (1995b). Otra característica que contrasta es que en American Dreaming, incluye dos grupos opuestos en busca de una nueva vida en el Long Island suburbano: los salvadoreños (en su mayoría de extracción rural, pobres y menos educados) y los peruanos, chilenos y colombianos (en su mayoría de clase media y trabajadora, de origen urbano y más educados). A pesar de las obvias diferencias, muchos de estos inmigrantes, si no la mayoría, eran indocumentados (1995a, pp. 17-25). Salvadorans In Suburbia (1995b) se enfoca enteramente en los salvadoreños; este volumen fue publicado como parte de la serie the New Immigrants, editada por Nancy Foner y publicada por Allyn y Bacon.

23 Fragmented Ties: Salvadoran Immigrant Networks In America se basa en la disertación doctoral de Menjívar, Salvadorean Migration to The United States: The Dynamics of Social Networks in International Migration (1992).

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macro-estructurales que le dan forma a este contexto: “la política [migratoria] gubernamental, la economía local y la organización de la comunidad receptora” (2000, p. 77). En una lectura comparativa, la configuración de este patrón triádico, que se entrecruza con las redes sociales al darle forma a la estructura de las oportunidades socioeconómicas con las que los inmigrantes salvadoreños se encuentran en Estados Unidos, está presente de manera implícita en las etnografías de Repak y de Mahler; por tanto me parece útil examinarlas una junto a la otra. Un examen más cercano a cada etnografía revela diferencias substanciales en cómo estas fuerzas se configuran para crear los contextos de recepción. Los migrantes salvadoreños en Washington D.C encontraron el contexto de recepción más favorable; para los que llegaron a Long Island y San Francisco las tres dimensiones del contexto de recepción fueron desfavorables, lo cual explica las condiciones inhóspitas que hubieron de soportar.

Sirviendo a Washington de Terry A. Repak es un estudio del crecimiento gradual de una migración salvadoreña antes de la guerra civil, a la capital de Estados Unidos. Se basa en trabajo de campo que condujo entre 1988 y 1990, financiado por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos para examinar los efectos de IRCA sobre los mercados laborales en el área de Washington, D.C en negocios e inmigrantes. Repak estructuró sus hallazgos dependiendo principalmente de datos de encuesta recolectados en 100 hogares centroamericanos en Washington, D.C, y de entrevistas detalladas de historia de vida conducidas con 50 hombres y mujeres, en su mayoría salvadoreños24, a quienes conoció a través de tres agencias de servicios sociales (1995, pp. 197-201).

Sueño americano y Salvadoreños en suburbia de Sarah Mahler se basan en investigación etnográfica conducida entre principios de 1989 y finales de 1990 en varias comunidades suburbanas en los condados de Nassau y Suffolk en Long Island, New York. Mahler reunió sus datos localizando salvadoreños en ambos condados y entrevistando organizaciones que trabajan con ellos. El estudio se basa en una muestra de 350 cuestionarios anónimos, primordialmente de clases de inglés como segunda lengua; entrevistas con un número limitado de encuestados; entrevistas extensas e intensas con un grupo selecto de informantes cercanos que conoció a través de organizaciones comunitarias y por trabajar como voluntaria; y un estudio a profundidad de una comunida en la que ella vivió y trabajo durante seis meses (1995a, pp. 26-28).

Lazos fragmentados de Cecilia Menjívar es un estudio etnográfico de migrantes salvadoreños en el distrito de Mission District de San Francisco, basado en trabajo de campo hecho entre 1989 y 1991. Menjívar trabajó en varias organiaciones comunitarias locales donde reunió sus datos a traves de observaciones sistemáticas, una encuesta con 150 salvadoreños y entrevistas intensas con otros 50 (2000, pp. 12-21). La etnografía examina las interacciones personales, los intercambios y las redes sociales en las que los inmigrantes participan y construyen con el propósito de sobrevivir en Estados Unidos.

El estudio de Repak ofrece una importante perspectiva para comprender, a través de consideraciones basadas en la teoría de contratación laboral, que

24 La muestra entrevistada incluía algunos guatemaltecos y nicaragüenses; la muestra encuestada incluía guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses y panameños (Repak, 1995, p. 38).

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las mujeres salvadoreñas lenta pero constantemente fueron las pioneras de la emigración a Estados Unidos en los años sesenta y setenta. Repak, enfocándose en patrones de contratación e inserción en el mercado laboral, revela que las mujeres salvadoreñas fueron directamente reclutadas/enganchadas y traidas directamente como empleadas domésticas y cuidadoras de niños por empleados profesionales, diplomáticos y gubernamentales de Washington en las dos décadas previas a la guerra civil. Con el paso de los años, las redes sociales provistas por las primeras migrantes salvadoreñas, el desarrollo de Washington hacia una “ciudad mundial” y el resultante auge económico que creó demanda de mano de obra no calificada, abrieron amplias oportunidades de trabajo para hombres salvadoreños en la construcción, la jardinería, los restaurantes, los hoteles y los servicios de aseo. Por tanto, Repak describe un contexto positivo de recepción, si bien su discusión sobre los efectos de IRCA revela un gobierno federal que intentaba manejar la inmigración por medio de controles legales más severos.

En contraste, el Sueño americano de Mahler ilustra un contexto de recepción mucho menos favorable, tal como lo indica la apertura de su etnografía: “[E]ste libro”, anuncia sombriamente, “es una narrativa de la desilusión” (1995a, p. 3). De allí procede a presentar un relato de la desilusión con el así-llamado-y-ahora-difícil-de-alcanzar “Sueño Americano”. En su trabajo de campo ella fue confrontada repetidamente con la falta de solidaridad étnica, lo que la llevó a cuestionarse el significado del concepto y su existencia en las comunidades que ella estudió. Teorías de incorporación económica de inmigrantes en un nuevo medio ambiente sostienen que, para tener éxito, la solidaridad étnica entre inmigrantes es crítica (1995a, pp. 10-13); el locus de esta solidaridad étnica está en la comunidad receptora tal y como se refleja en su organización. Confrontada por sus datos, Mahler se pregunta por qué había tanto “engaño, desazón, marginación y explotación” entre los inmigrantes indocumentados salvadoreños, peruanos, chilenos y colombianos que ella estudió. ¿Cuál fue la causa de estas desafortundas realidades y cómo se perpetuaron? (1995a, pp. 3-4 y 13-14). Ella sugiere que estas maneras inescrupulosas de trato mutuo surgen del proceso de migración en sí, desde el principio hasta el final. Leyes migratorias restrictivas, particularmente IRCA, colocaron a los salvadoreños en una situación de marginación social y económica. Mahler considera que IRCA fue principalmente una condición agravante añadida a los problemas creados por los cambios económicos estructurales contemporáneos y la incapacidad de los inmigrantes para cumplir con sus demandas, es decir, falta de inglés, falta de destrezas para el mercado laboral y falta de credenciales. Todos estos factores socavan la posibilidad de crear el tipo de apoyo y de reciprocidad mutuos de familiares y compatriotas necesarios para que se den oportunidades de solidaridad étnica.

Como si la guerra civil no hubiera sido suficiente pesadilla para los salvadoreños pobres que huyeron para salvar sus vidas, Mahler ofrece una descripción sumamente perturbadora de los migrantes “intensamente alienados del Estados Unidos mayoritario y de sus instituciones” y enfocados en “su mutuo resentimiento” (1995a, p. 3). A lo largo de su etnografía ella muestra numerosas situaciones homo homini lupus, en las que aquellos migrantes que llegaron antes encuentran cualquier oportunidad para explotar económicamente a sus compatriotas más recientemente llegados con el fin de cubrir sus gastos diarios y sus obligaciones en El Salvador.

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Por otra parte, en Lazos fragmentados Menjívar indica que una característica de la literatura de migración ha sido identificar los lazos sociales que unen a los immigrantes y demostrar que estos lazos juegan un papel positivo y central en el proceso migratorio. Para los inmigrantes recientemente llegados, las redes informales de familiares y amigos en el lugar de destino idealmente proveen apoyo social, afectivo y económico que puede aminorar el impacto del desplazamiento; de ahí la atención que se da a las redes de inmigrantes. Sin embargo, ¿qué pasa cuando estas redes no funcionan de la manera como la teoría lo indica? En su estudio, Menjívar confirma que algunas de las expectativas usuales sobre redes sociales de migrantes fueron corroboradas, pero también se encontró con que las redes de inmigrantes salvadoreños no guardaban semejanza alguna con “extremadamente romantizadas nociones de unidad y solidaridad entre inmigrantes” (2000, p. 241). Ella revela que el conjunto de redes sociales informales entre los inmigrantes salvadoreños en San Francisco es fragmentado, frágil y dinámico antes que estable, cohesivo y estático. Menjívar se enfoca en las razones de la inestabilidad de estas redes, mostrando que “las redes sociales de inmigrantes no son inmumes a las condiciones físicas y materiales dentro de las que existen. Fuerzas macro-estructurales pueden servir para facilitar intercambios entre immigrantes y por tanto pueden contribuir a formar lazos duraderos pero también pueden impedir que la gente se ayude mutuamente” (2000, pp. 235-36).

En el proceso migratorio los migrantes dependen de redes y lazos sociales. Nuevas identidades sociales son creadas a través de la reconfiguración de redes sociales en respuesta a presiones de adaptación y a oportunidaes en la comunidad receptora; sin embargo, las nuevas identidades sociales creadas bajo estas circunstancias podrían no ser lo suficientemente fuertes como para sostener y reflejar las redes y los lazos sociales existentes en el país de origen. Además, Menjívar afirma en su etnografía que estas redes sociales se ven afectadas más que nada por el contexto de recepción en los Estados Unidos. Como resultado, ella sostiene que, “un contexto de recepción empobrecido, como el que se encuentra entre la mayoría de los salvadoreños, inhibe la capacidad de los inmigrantes para mantener normas de reciprocidad y normas de ayuda socialmente aceptadas e influye sobre el proceso a través del cual los immigrantes se ayudan mutuamente” (2000, p. 156).

En contraste con los hallazgos de Repak y más en línea con los de Mahler, Menjívar identifica y discute cómo la política migratoria estadounidense, la economía local y la organización de la comunidad receptora se configuran para crear un contexto desfavorable de recepción. Primero, el fallo de la la política migratoria estadounidense para conceder estatus de refugiado a los inmmigrantes salvadoreños, aunado con la aplicación de leyes migratorias cada vez más estrictas tales como IRCA, coloca a los inmigrantes salvadoreños en un perpetuo limbo legal, limitando así el acceso al empleo, la educación, la salud y otras oportunidades (Repak, 2000, pp. 80-89). Segundo, la difícil situación económica en San Francisco, agravada por la reacción violenta contra los inmigrantes en California a principios de los años noventa, significó que a los salvadoreños solamente se les ofrecieran trabajos inestables de baja remuneración, los cuales presentan poca oportunidad de ascenso social. Además, estas escasas oportunidades se redujeron substancialmente con la recesión de la década de los noventa. Esta situación disminuyó considerablemente

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las oportunidades de los inmigrantes salvadoreños para ayudarse mutuamente (Menjívar, 2000, pp. 89-109). Y tercero, varias organizaciones para refugiados se vieron delibitadas por la recesión económica y enfrentaron serios reveses para poder ayudar al mismo ritmo que en el pasado (2000, pp. 101-104). Además, familiares y amigos -que ahora carecían de los recursos necesarios para participar en intercambios mutuos- más que ser conductos de apoyo continuo e intercambio, demostraron haber debilitado e incluso ignorado los lazos que una vez fueran fuertes en El Salvador. Estos problemas fueron agravados por la evidente distancia social existente entre los nuevos inmigrantes salvadoreños y los antiguos residentes salvadoreños en el área, quienes diferían de los recién llegados en términos de clase social, estilo de vida e ideología política (2000, pp. 104-107).

Mientras Menjívar demuestra que la configuración específica de las tres fuerzas descritas arriba contribuye a la fragmentación de los lazos sociales y restringe las redes sociales. Ella también demuestra cómo el género y la edad afectan la interacción, específicamente en detrimento de las mujeres (2000, pp. 191-193), y cómo las diferencias generacionales son a veces modificadas de manera dramática por la inmigración: la generación mayor que ve su autoridad socavada por los hijos de la segunda generación o de la uno y medio -quienes a menudo actúan como intermediarios culturales-, se siente frustrada por la relación asimétrica entre la creciente responsabilidad y la falta de autonomía y respeto (2000, pp. 194-228). El género no es una nueva categoría analítica, la edad sí. Este análisis acerca del papel de las diferencias de edad agrega un substancial nivel de significación a la etnografía de Menjívar. En contraste, la investigación de Repak realza la importancía del género en la experiencia de inmigración al examinar cómo los roles de género de las mujeres y los hombres centroamericanos dentro de sus familias y hogares cambiaron como resultado del proceso migratorio (1995, pp. 159-176). Ella indica que las diferencias de género en los patrones de participación del mercado laboral eran notables en los datos que ella reunió. Las mujeres centroamericanas, que fueron las primeras en emigrar a la capital de Estados Unidos, se encontraron ganando mucho menos que su contraparte masculina en el mercado laboral. En contraste con las mujeres, los hombres disfrutaban un aumento de tres veces más salario en su trabajo actual que en su primer trabajo. En cambio, aun cuando las mujeres centroamericanas experimentaban autonomía y una independencia que les había sido negada en sus países, ellas experimentaban poca movilidad laboral o salarial, principalmente debida a factores estructurales, es decir, el limitado rango de ocupaciones disponibles para ellas y el que algunas veces estan confinadas a trabajos en el sector informal. No obstante, Repak argumenta que las teorías laborales existentes se quedan cortas para identificar o explicar las diferencias de género en las experiencias de hombres y de mujeres en el mercado laboral, en particular en cuanto a su movilidad económica (1995, pp. 116-122).

Las etnografías discutidas hasta este punto subrayan que efectivamente las redes sociales juegan un papel importante en el proceso migratorio y que, al mismo tiempo, la capacidad de las redes sociales migratorias no es fija. Puede variar a través del tiempo y bajo diferentes circunstancias. No se considera que las redes sociales puedan ser tranplastadas automáticamente a un nuevo territorio, el contexto de recepción, y que las fuerzas sociales más amplias que modifican este contexto, como

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se ha visto, tienen un efecto considerable sobre las redes sociales en sí y sobre la experiencia migratoria.

4.2. La ley es una cosa, la justicia otra

La política migratoria gubernamental, como se discutió en la sección anterior, es una de las fuerzas macro-estructurales que determina el contexto de recepción. En Legalizing Moves: Salvadoran Immigrants’ Struggle For U.S. Residency [Movimientos legalizantes: La lucha de los salvadoreños por su residencia en los Estados Unidos] (Coutin, 2000), la autora coloca esta fuerza en primer plano. Coutin realizó su trabajo de campo entre 1995 y 1997, trabajando en agencias de inmigrantes en el área del Gran Los Ángeles que prestaban tutela legal a los salvadoreños. Ella estuvo presente en entrevistas con clientes migrantes salvadoreños, participó en una variedad de eventos (reuniones, sesiones de entrenamientos sobre leyes migratorias, manifestaciones, etc.) y asistió a audiencias en las cortes de migración. Además, entrevisto “un total de 90 organizadores comunitarios, proveedores de servicios legales y centroamericanos con casos de migración pendientes” (Coutin, 2000, pp. 19-20).

Coutin describe su trabajo como “una etnografía del proceso legal” más que una etnografía tradicional. El innovador enfoque de Coutin reside en su énfasis en el proceso legal más que en la descripción de migrantes salvadoreños específicos. El proceso legal que ella examina en su trabajo es el que los inmigrantes salvadoreños en los Estados Unidos tratan de seguir para obtener su estatus legal o definirse como legales; en la base de esta condición descansa la deficiente política migratoria estadounidense, tal y como es puesta en vigor por su cancerbero, la antigua INS, bizantina en sus procedimientos y kafkiana en sus categorías multiples, contradictorias y surrealistas de legalidad e ilegalidad. Coutin hábilmente ilustra las consecuencias concretas creadas por esta política de migración, experimentada por muchos inmigrantes salvadoreños como vivir en un estado legal de no-existencia (2000, pp. 23-25).

Las leyes de migración estadounidenses establecen serpenteantes límites de legalidad e ilegalidad, producen aquello a lo que Coutin se refiere como “espacios de no-existencia” (2000, pp. 29-34). Los migrantes salvadoreños indocumentados han sido consignados a un estatus ilegal que los ha reducido a vivir en estos espacios de no-existencia, de contradición entre su presencia física en los Estados Unidos y su falta de estatus legal. La no-existencia legal no impide su presencia física, participación social o activismo político, pero es una condición limitante que permea la vida diaria, desde los más pequeños y aparentemente más triviales eventos, tales como manejar u obtener una tarjeta para la biblioteca pública, a eventos relevantes en la vida, tales como enfermedad, deportación o muerte.

Coutin explora el impacto que las leyes de migración tienen sobre las vidas de los inmigrantes salvadoreños no como sujetos pasivos sino como agentes activos cuyos “movimientos” tienen un impactos sobre las posibilidades de legalizar su estatus desde el punto en que entran a Estados Unidos como inmigrantes indocumentados hasta el punto en que obtienen la legalidad o son deportados (2000, pp. 8-10 y 49-55). Su enfoque es hacer un relato de los esfuerzos de los

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inmigrantes mismos para legalizar su estatus mientras siguen viviendo en los Estados Unidos. En la descripción de esta lucha Coutin presenta cuán injusto, absurdo y obtuso es el sistema de ley migratoria; por ejemplo, “legalizarse requiere de obtener la documentación para la legalización, a la que sólo los documentados tienen fácil acceso” (2000, pp. 130- 131). Por medio del cuidadoso empuje de los límites de la ley migratoria estadounidense, los inmigrantes salvadoreños pueden en muchos casos influenciar sus estipulaciones para su propia ventaja; es decir, al idear negociaciones y desafios a las interpretaciones del INS sobre la ley con respecto a su situación actual y a sus estrategias de legalización, ellos pueden bregar con los laberínticos procedimientos del INS.

Coutin también discute el papel de los defensores en organizaciones centroamericanas en el área del Gran Los Ángeles, quienes añaden una textura comunitaria al proceso. Estos juegan un papel importante como proveedores de tutela legal a su clientela salvadoreña en búsqueda de legalidad y de inclusión, situados como lo están entre sus clientes salvadoreños y la institución legal, y actuando “simultáneamente como agentes y críticos de la ley” (2000, p. 104). Consecuentemente, ellos acomodan las narrativas de sus clientes para conformarlas a códigos descontextualizados de linealidad, coherencia y temporalidad prescritos, a fin de argumentar efectivamente los casos de los inmigrantes mientras también critican la brec ha existente entre ley y justicia. “La ley es una cosas, la justicia otra”, Coutin nos recuerda en el capítulo 4 (2000, p. 100).

La fuerza de la etnografía de Coutin deriva de su detallada descripción de la condición legal de los inmigrantes salvadoreños y de la posterior contextualización del continuo proceso de asentamiento de los salvadoreños en los Estados Unidos. En general, al enfocar su análisis en cómo lo legal engendra el criminalizante y categorizante estatus “ilegal”, Coutin contribuye al entendimiento del impacto que la política migratoria estadounidense tiene sobre las vidas de los migrantes salvadoreños y provee un componente teórico clave para entender discusiones sobre transnacionalización, ciudadanía y legalidad a través del caso específico de El Salvador contemporáneo. Por otra parte, leer a Coutin junto a otros trabajos sobre legalidad versus ilegalidad -por ejemplo, el trabajo del 2005 de De Genova sobre migrantes mexicanos en Chicago-, da una perspectiva útil sobre este ejercicio, no sólo por el aspecto comparativo entre migrantes salvadoreños y mexicanos, sino por las maneras en que ambos trabajos ilustran cómo la política migratoria estadounidense toca todos los aspectos de la vida del inmigrante.

4.3. Maneras de construir comunidad en una ciudad global

A diferencia de los trabajos discutidos previamente, Seeking Community in a Global City: Guatemalans And Salvadorans In Los Angeles [Buscando comunidad en una ciudad global: Guatemaltecos y salvadoreños en Los Ángeles] de Nora Hamilton y Norma Stoltz Chinchilla (2001) ofrece una detallado relato de la historia de la migración centroamericana al sur de California (es decir, el área del Gran Los Ángeles) -particularmente de guatemaltecos y salvadoreños- apoyado en 20 años de trabajo de campo longitudinal que documenta la evolución de ambos grupos desde el principio de la migración a esta zona de California. El libro está basado

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en una variedad de métodos de recolección de datos: interacción continua con los miembros de las comunidades salvadoreña y guatemalteca; entrevistas con una amplia variedad de actores sociales que incluye refugiados, activistas, líderes comunitarios, proveedores de servicios, gente de negocios, organizadores laborales, profesores y líderes religiosos; investigación bibliográfica; y tres encuestas: la primera administrada en 1987-1988 a 83 pequeños negocios centroamericanos, la segunda conducida en 1989-1990 con trabajadores mexicanos y centroamericanos en el área del Gran Los Ángeles y la tercera como parte de un proyecto de investigación en San Francisco que involucró a 600 centroamericanos (2001, pp. 13-14).

El libro sigue un formato de narrativa progresiva, documentando la inmigración centroamericana al sur de California desde una amplia perspectiva. Por ejemplo, sucintamente esboza la historia de El Salvador y Guatemala; discute el contexto sociopolítico que provocó las olas masivas de refugiados empobrecidos que huyeron de la guerra civil y de la opresión política hacia el Gran Los Ángeles en los años ochenta, siguiendo los pequeños grupos de inmigrantes más de clase media en los años setenta quienes buscaban mejores oportunidades económicas. Prosigue a examinar detenidamente el contexto de recepción, el patrón de asentamiento, el desarrollo de las redes sociales guatemaltecas y salvadoreñas, y el establecimiento de vecindarios específicos, en particular de la comunidad centroamericana en Westlake en el centro de Los Ángeles. Las autoras ofrecen un excelente análisis que discute la entrada de los salvadoreños y los guatemaltecos a trabajos de bajo nivel y baja remuneración en los mercados laborales secundario e informal como trabajadores en la industria del vestido, personal de limpieza, trabajadoras domésticas, vendedores de la calle y jornaleros, y examina sus esfuerzos de organización: La United Needletrades, Industrial and Textile Employees (UNITE); la campaña Justice for Janitors; los esfuerzos por organizar a las trabjadoras domésticas bajo un programa patrocinado por la Coalition for Humane Immigrants’ Rights of Los Angeles (CHIRLA); y los centros de vendedores de la calle y de jornaleros. También examinan un abanico de organizaciones políticas y de servicio social que sirven principalmente a salvadoreños y guatemaltecos: El Rescate, el Central American Refugee Center (CARECEN), el Central American Refugee Committee (CRECEN), Integración de Indígenas Mayas (IXIM), CHIRLA, el Comité en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador (CISPES) y el Guatemalan Information Center (GIC). Se discute el período post-guerra civil de los años noventa, subrayando la creciente violencia que siguió durante esa década, la decisión resultante de muchos salvadoreños y guatemaltecos de quedarse en los Estados Unidos, y las nuevas formas de organización de la comunidad centroamericana en el Los Ángeles de la década de los noventa.

Si bien el libro junta a salvadoreños y guatemaltecos bajo el engañoso término de centroamericano, es ejemplo de un sólido y comprometido trabajo de investigación que se extiende por 20 años. La base teórica del libro aparece efectivamente integrada con el análisis de los resultados de las encuestas y la riqueza de las historias personales de los inmigrantes, colocando su análisis en el contexto del creciente racismo y sentimiento anti-inmigrante de la década de los noventa y más allá.

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4.4. La transnacionalización de la migración salvadoreña

Salvadoran Migration to Southern California: Redefining El Hermano Lejano [Migración salvadoreña al sur de California: Redefiniendo El Hermano Lejano] de Beth Baker-Cristales (2004) examina los lazos transnacionales entre los migrantes salvadoreños en Los Ángeles y su patria25. La investigación se realizó entre 1992 y 2001 en el sur de California y en El Salvador. Baker-Cristales fue voluntaria durante largos períodos de tiempo en organizaciones comunitarias, mientras vivía en el vecindario de Pico-Union, altamente poblado de migrantes salvadoreños. Ella visitó los pueblos saladoreños que más habían sido afectados por la emigración, participó en eventos comunitarios, se empapó de la cultura popular salvadoreña y condujo entrevistas formales con una amplia variedad de líderes comunitarios, emigrantes salvadoreños en los Estados Unidos, y migrantes de retorno y sus familiares en El Salvador (2004, pp. 6-11).

A diferencia de los trabajos discutidos previamente en este ensayo, la etnografía de Baker-Cristales busca esclarecer el flujo y reflujo de las formas culturales y de los discursos identitarios entre los salvadoreños en el sur de California y los que se quedaron en El Salvador. Al discutir una sesión de teleconferencia (la mejor tecnología disponible en ese entonces, antes que subsecuentes desarrollos tecnológicos hicieran las telecomunicaciones más simples, más baratas y más accesibles), ella propone la metáfora de la “mirada recíproca”: “Los salvadoreños en ambos países sirven como la antítesis de memorias reconstruidas y como el fundamento de sueños no cumplidos” (Baker-Cristales, 2004, p. 48). Sin embargo, la mirada no garantiza exactitud, crea un fenómeno de distorsión transnacional: los migrantes salvadoreños idealizan un El Salvador ya desaparecido y sus familias en El Salvador idealizan un Estados Unidos lleno de promesas de éxito económico.

Más aún, ella explora la manera en la que el Estado salvadoreño ha respondido ambiguamente a sus ciudadanos que residen en Estados Unidos, a pesar de la dependencia económica en sus remesas. Su relato de la evolución y significado del discurso oficial sobre el hermano lejano aclara el entendimiento sobre este tema. Los capítulos en la etnografía de Baker-Cristales enfatizan las prácticas transnacionales de los migrantes salvadoreños, su relación con los gobiernos de los Estados Unidos y de El Salvador y sus relaciones con la gobernanza del Estado salvadoreño. Por medio de narrativas personales y otros datos etnográficos presentados en el libro es evidente que lejos de ser una entidad monolítica, “los salvadoreños en Los Ángeles no son un grupo claramente unido y cohesivo, lo cual hace que sus retratos etnográficos aparezcan como necesariamente fragmentados y parciales” (2004, p. 6). Inmigrantes de ambos bandos del espectro político salvadoreño salieron del país; cada lado tiene una perspectiva diferente de la guerra civil y de sus secuelas.

En los trabajos discutidos previamente, las autoras demuestran cómo la guerra civil salvadoreña, la economía local y la legislación migratoria estadounidense han configurado las vidas de los migrantes salvadoreños en los Estados Unidos; Baker-Cristales lleva la cuestión aún más lejos al explorar cómo estas fuerzas

25 El libro es parte de la serie New World Diasporas publicada por la University Press of Florida y editada por Kevin A. Yelvington.

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macro-estructurales tienen también un impacto político y social en El Salvador. Su atención a instituciones estatales, formas legales de marginación y estructuras económicas evoca el análisis del postmodernismo como la lógica cultural ocasionada por regímenes de producción del capitalismo tardío propuesto por los académicos críticos Harvey (1990) y Jameson (1991). La contribución teórica más importante de esta etnografía proviene de la exploración del debate estatal y cómo es transformado por la reestructuración económica y política global. En lugar de postular la desaparición e irrelevancia del Estado tal y como lo conocemos, Baker-Cristales arguye que el Estado es transformado por la nueva economía política global (2004, pp. 20-30). Más aún, en el capítulo 4, la autora muestra cómo la gobernanza es transformada desde lo local a lo transnacional impactando las nociones de nacionalismo y culturas salvadoreños dentro y fuera del país, suministrando apoyo económico para las familias de los emigrantes y sus comunidades en El Salvador, participando en negocios transnacionales, promoviendo la mercantilización de la nostalgia por la patria y participando en la vida política transnacional, a pesar de no poder votar (2004, pp. 47-98). De muchas maneras el trabajo de Baker-Cristales hace una importante contribución para las teorías de la transformación del estado-nación en el capitalismo tardío tal como es discutido y significativamente desarrollado en el trabajo Nations Unbound: Transnational Projects, Postcolonial Predicaments, and Deterritorialized Nation-States [Naciones sin consolidar: proyectos transnacionales, situaciones postcoloniales y estados-naciones desterritorializados] de Basch, Glick Schiller y Szanton Blanc (1994).

El gobierno salvadoreño apoya la emigración de sus ciudadanos y anima a que se mantenga la economía de remesas; sin embargo, sigue reticente a otorgar el derecho al voto a los que residen en el extranjero. Este es un tema polémico en la política salvadoreña; necesitados por sus contribuciones para la economía salvadoreña, el entonces partido de derecha en el poder le temía y cortejaba a los migrantes salvadoreños. En consecuencia, Baker-Cristales señala que además del riesgo que supone el transnacionalismo de dejar a sus ciudadanos emigrantes en el limbo, este conlleva más explotación y somete a los migrantes al control de múltiples Estados (2004, pp. 120-125).

5. Salvadoreños en los Estados Unidos: algunas conclusiones

Los trabajos discutidos en este ensayo representan algunos de los más importantes trabajos académicos sobre salvadoreños en los Estados Unidos en los últimos 30 años. Es importante tener en mente que estos trabajos contribuyen a la literatura sobre migración internacional que trata sobre redes sociales de inmigrantes, política migratoria, estudios transnacionales, ciudadanía y estados-naciones en tiempos globales.

La guerra civil salvadoreña, que duró doce años, es el elemento histórico clave que precipitó el masivo éxodo salvadoreño hacia el Norte. Cada etnografía discutida incluye un capítulo de recuento de la guerra y de sus secuelas. En los Estados Unidos la visibilidad de El Salvador y de su conflicto armado siguió una

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ruta desde la cuasi-oscuridad (una “república bananera” en algún lugar en América Central) hasta una extensa cobertura en los medios de comunicación y luego convertirse en un tenue y casi olvidado recuerdo. No obstante, para los que migaron a los Estados Unidos y no han podido legalizar su situación migratoria, el calvario aún no ha terminado y todavía sufren las consecuencias de la ahora desacreditada ideología que obsesivamente guiara la política exterior estadounidense durante casi cinco décadas.

Un aspecto importante de la experiencia migratoria salvadoreña es la peligrosa jornada (usualmente por tierra) que los inmigrantes tienen que soportar de camino a los Estados Unidos. Mahler (1995a, pp. 58-82; 1995b, pp. 47-52) y Menjívar (2000, pp. 58-78) explícitamente discuten esta jornada como una experiencia transformadora para sus protagonistas; el resto de los autores aborda el tema de manera breve o implícita. Al final, esta tumultuosa historia revela que miles de personas fuera del país terminarían formando una comunidad salvadoreña reconocible en los Estados Unidos.

En las etnografías discutidas es evidente que los salvadoreños no son un grupo homogéneo ni social ni étnicamente a pesar de compartir un origen nacional común. Los migrantes salvadoreños discutidos en la etnografía de Mahler no podían ser más diferentes que los que aparecen en el trabajo de Repak; lo mismo se aplica para los migrantes que Menjívar estudió en San Francisco y los grupos más grandes y organizados en el área del Gran Los Ángeles estudiados por Coutin, Hamilton y Chinchilla, y Baker-Cristales. Asímismo, la solidaridad “étnica” automática no se da por sentada en la experiencia migratoria. Estas interacciones, como cada autor lo demuestra, están mediatizadas por factores como orígenes rurales versus urbanos, niveles de educación, edad, género, tendencias políticas y razones para dejar El Salvador. El ejemplo más terrible de cómo estos factores entran en juego es claramente ilustrado a lo largo del trabajo de Mahler, Sueño americano (1995). Menjívar (2000) ilustra una situación similar en Lazos fragmentados. Hamilton y Stoltz Chinchilla (2001) en Buscando comunidad apuntan a las tensiones existentes entre las organizaciones comunitarias salvadoreñas de diferentes orientaciones políticas. Finalmente, Baker-Cristales brega con las divisiones políticas entre diferentes organizaciones e individuos y con su dificultad para mantenerse políticamente neutra (2004, pp. 11-15).

Como se discutió más arriba, se calcula que casi la mitad de los salvadoreños en los Estados Unidos siguen indocumentados, hecho que los convierte en el mayor grupo nacional indocumentado en el país; es notable que los académicos no se hayan enfocado en esos individuos. Una etnografía que discuta salvadoreños que “lo lograron” en los Estados Unidos así como sus hijos nacidos en ese país queda por escribir.

Los trabajos etnográficos discutidos apuntan a dos importantes resultados precipitados por la experiencia migratoria en los Estados Unidos, combinados con fuerzas estructurales: el precario estatus legal que los salvadoreños todavía tienen que soportar a causa de las leyes migratorias estadounidenses y la masiva transnacionalización de El Salvador causada por la reestructuración política y económica global.

Las leyes migratorias estadounidenses uniformemente han impedido que

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justamente los salvadoreños logren el estatus de refugiados. Muchos años después de que la guerra civil terminara, estas políticas siguen en vigor, lo cual significa que un número alto de migrantes salvadoreños todavía siguen indocumentados, “viviendo en un estado de clandestinidad, en los márgenes de las regulaciones estatales” (Coutin, 2000, 2003). La falta de estatus legal o de documentos a corto plazo neutraliza su presencia física, los hace invisibles en Estados Unidos pero no en El Salvador. Los migrantes salvadoreños (con y sin documentos) “se han convertido en importantes actores políticos transnacionales, debido en gran parte a la creciente dependencia de El Salvador en las remesas de los inmigrantes” (Baker-Cristales, 2008). La diáspora salvadoreña ha mantenido vínculos económicos y culturales con su patria y los inmigrantes se han convertido en parte de la vida salvadoreña. En consecuencia, ellos juegan un importante papel en la constante transnacionalización de El Salvador.

Paradójicamente, los migrantes salvadoreños en los Estados Unidos constituyen una comunidad políticamente privada de sus derechos: no pueden participar en ninguna elección a menos que regresen a votar a su país, a pesar de las promesa de la administración del partido de derecha de cambiar esta situación. Por cierto, tampoco pueden participar de la vida política en Estados Unidos a menos que se hagan ciudadanos, lo que sólo unos pocos han logrado.

A excepción del estudio de 1988 de Montes Mozo y García Vásquez, el resto de trabajos discutidos están escritos en inglés y a la fecha no estaban traducidos al castellano. Existen varias etnografía escritas en castellano sobre inmigrantes salvadoreños en los Estados Unidos, estos trabajos tampoco han sido traducidos al inglés (ver por ejemplo, Sánchez Molina, 2005, 2006). Del mismo modo, la investigación sobre migración salvadoreña en general está dominada por estudios de salvadoreños en los Estados Unidos; poco se conoce de las comunidades salvadoreñas en otros países. La migración salvadoreña a los Estados Unidos a finales del siglo XX se entiende mejor como parte de los procesos contemporáneos de transnacionalización; por otro lado, la migración salvadoreña es parte de un assemblage social, político y cultural que incluye no sólo las formas e identificaciones culturales transnacionales de los migrantes sino una compleja telaraña de relaciones estatales, regulaciones y regímenes de observancia. Dada su naturaleza transnacional, esta situación crea un auténtico reto para el trabajo etnográfico. Si bien las etnografías tradicionalmente han tratado con grupos sociales a pequeña escala y en contextos específicos, la insuficiencia de estas nociones convencionales se revela cuando el lente de lo local apunta al complejo funcionamiento de fuerzas globalizantes mayores y cambio sistémico. Al conceptualizar la disciplina de esta manera se hace visible un nuevo conjunto de sitios etnográficos y de nodos para investigación en una variedad de contextos, por ejemplo, gubernamentales frente a no gubernamentales y narrativas oficiales frente a historias orales de redes transnacionales enraizadas en movimientos de solidaridad en tiempos de guerra en tanto que ellos le dieron forma a las rutas migratorias.

Hasta la fecha no existe ningún estudio unificador de los migrantes salvadoreños en los Estados Unidos. Cada etnógrafa enfatiza una región geográfica específica. Sería una contribución enorme para las ciencias sociales saber, por ejemplo, cómo les va a los salvadoreños en las áreas geográficas en las que se han

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concentrado con respecto a otros grupos y por qué, cómo les va en comparación a comunidades salvadoreñas menos visibles en otros lugares en Estados Unidos, en qué maneras son similares o diferentes a otros grupos de inmigrantes y qué tan útil es el concepto de transnacionalismo para entender su experiencia.

Agradecimientos

Agradezco a Jack Rollwagen por invitarme a contribuir en este número especial y por su paciencia, guía y apoyo durante el proceso de escritura. Agradecimientos especiales a los dos evaluadores anónimos, cuyos comentarios y sugerencias me ayudaron a mejorar la versión final de este artículo. Estoy en deuda con Peggy Seiden, jefe de biblioteca, y con todo el personal de McCabe Library, en Swarthmore College, por su fantástico apoyo durante todo el proceso. Ellas y ellos me acogieron en su biblioteca, me proporcionaron todos los recursos que necesitaba y, sobre todo, siempre tuvieron una amplia sonrisa y una palabra amable para mí. Finalmente quiero agradecer a Michael Ballagh, Roberta Camp, Betsy Morgan, Jim Stricks y Susan Phillips por su apoyo y amistad durante las fases del proceso de escritura. Todos los errores y omisiones son de mi total responsabilidad.

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What is the ‘Fight Against Corruption’ in Nicaragua?

Jon ClokeDepartment of Geography, Loughborough University, The United Kingdom, E-mail: [email protected].

Two hundred years ago in Great Britain, the political system was dominated by electoral power exercised through rotten boroughs, a system characterized by institutionalized corruption - these electoral boroughs were owned by local elites, and voting was restricted to a handful of people. Whilst industrially she was the wonder of the world, the political system in Great Britain was restricted, corruption was the norm, and it seemed impossible to imagine that such an ancient system could be changed. By the time of the Reform Act of 1832 however, Britain had already been going through a process of constitutional change lasting for hundreds of years – it is only now, from our position of 20/20 hindsight, that we choose to interpret all of the events since the signing of the Magna Carta in 1215 as if it were some seamless whole, an inevitable process that would lead to the position of superior moral governance that we appear to think we are in now.

Similarly in the USA, at a time from the 1860s onwards when that country began to emerge as a dominant global force, administrations such as that of Taft and of Ulysses S. Grant became by-words for corruption, and graft in the US was widespread at the beginning of the 20th century. Even after the beginning of the ‘cleansing’ of US politics that began in the 1900s, there was plenty of substance to the sub-text of corruption that continued throughout that century and -if we are to believe some observers- plenty of reason to believe that corruption in the US is on the rise again, as the stories of mass corruption from the administration of Iraq and contracts and procurement from the Pentagon would seem to testify.

But the point is that both Great Britain and the USA have experienced massive increases in economic and political power at a time when politics could be bought and paid for. Since that era, examining the succession of scandals emitting from the European Commission and in particular the seemingly never-ending involvement of European countries in indefensible arms deals with some of the most repressive regimes on the planet, it might sometimes appear that if we have

Tribuna Académica

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Encuentro No. 89, 110-113, 2011

What is the ‘Fight Against Corruption’ in Nicaragua?

on the whole removed gross corruption from our own countries, it’s merely been to externalize it and visit it on the poor South.

The countries now laying claim to moral superiority are quick to forget not only their own history, then, but also their roles in fostering corruption during the Cold War. Corruption in Nicaragua didn’t matter to the USA when Somoza was an ally against communism (typified by Franklin Delano Roosevelt’s famous ‘Our-son-of-a-bitch’ attitude to the Somoza and other Latin American dictatorships), and after 1990 neither did increasingly rampant corruption in both the Chamorro and Aleman administrations; so long as Nicaragua kept on liberalizing and adjusting, so long as the FSLN (the Sandinistas) could be kept out of power, the international financial institutions stood by and watched. When we talk about new discourses like ‘the fight against corruption’, what we’re really talking about is ideology, hegemony.

Among those countries which constituted the anti-communist alliance globally such as the Philippines, South Korea, Taiwan, Japan, not only has the development of many of these countries into fully-fledged members of the developed nations club been accompanied by widespread corruption and exclusionary political practices. This has frequently been at the urging of the US, the G8 and the supra-national financial institutions. As the scenery changed after 1989, however, in many respects the political dynamics have remained the same; in 2005 the Philippines was excluded from the short-list for the Millennium Challenge Accounts set up by the US whilst Nicaragua is included, on the public grounds that the Philippines has failed to make satisfactory progress against corruption. More cynical observers believe, however, that inclusion on the list has more to do with the fact that Nicaragua continues to maintain a symbolic military presence in Iraq, whilst the Philippines unilaterally withdrew its’ troops.

Similarly, the massively corrupt and oppressive dictatorship of Karimov in Uzbekistan continues to receive millions of dollars of US aid whilst the US maintains Karshi-Kanabad Airbase (named, with delightful irony, Camp Stronghold Freedom) in Uzbekistan. As Mr. John J. Maresca, vice president of international relations for Unocal Corporation made plain in 1998 when he appeared before the congressional committee on international relations, however, this has less to do with the spread of good governance and democracy than with oil: “Unocal foresees a pipeline which would become part of a regional system that will gather oil from existing pipeline infrastructure in Turkmenistan, Uzbekistan, Kazakhstan and Russia.”

In addition, as the frequent appearance of an unmarked CIA Gulfstream V at Karshi-Kanabad airbase suggests, Uzbekistan is one of those countries to which unnamed prisoners are extraordinarily rendered by the US intelligence services so that they can be tortured. How delightful, then, that in the aftermath of the May 2005 massacres of unarmed civilians by security forces in Uzbekistan the Foreign Office of the UK claimed with pride that one aspect of UK aid to Uzbekistan was a centre for the rehabilitation of torture victims - the UK is providing a rehabilitation centre for the victims of the torture which, as a member of the US-sponsored coalition in Iraq, we are aiding and abetting.

Not only governments or political parties are involved in this new environment for corruption. Today, corruption is commonplace within financial organizations such as the Inter-American Development Bank which are loudest in

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Encuentro No. 89, 1 10-1 13, 2011

their public declamation of corruption and where, as Martin Andersen of Insight Press reported on 30/9/02, kickbacks to bank officials by contractors are not so much rife as an expected part of the bidding process. In their dealings with external agencies, whilst organizations such as the International Development Bank and the World Bank are unable to cure themselves of their addiction to large dam projects, cases such as that of the Itaipu (Brazil), Bujagali (Uganda) and Yacyreta (Argentina) dams, projects creating little except millions of dollars in bribes and kickbacks for the wealthy, will continue.

The plaintive cries of ex-President Arnoldo Aleman of Nicaragua that those attacking him are “ingrates, sinverguenzas (shameless)” should therefore attract some sympathy; he was selected not only by the rich elites in Managua and Miami but by influential actors in the USA for being exactly what was needed – just as in the fable of the frog and the scorpion1, Aleman simply was what he was, but the rules of the game had changed around him. The powerful international financial institutions sang his praises and continued to shower him with loan money, large amounts of which has now disappeared and which increasingly impoverished Nicaraguans will be expected to pay back on his behalf. The principles of sovereign debt and sovereign responsibility, like the principle of papal infallibility, mean that the powerful aid/loan institution never has to say sorry, never admit that it was wrong and never, never has to take responsibility for the misery that it has wrought.

Nicaragua’s corruption isn’t just the creation of external intervention, though - from the position of Nicaragua as a colony of the Spanish Crown up until today, the exploitative cultural and social dynamic that led to caudillismo made the development of an internally-regulated, just and equitable society a virtual impossibility. Immunity from the law under the Nicaraguan constitution for the President on downwards may have derived originally from Spanish law as a means of protection from the power of the crown, but those who were to be protected by such laws quickly began to use them to become that from which the majority of Nicaraguans need to be protected. Power in Nicaragua is to be kept away from the people, a bargaining token for elite to deal with elite – how else to explain the continuing negotiations between the ‘avowed enemies’ of the FSLN and the Alemanista faction of the Liberal party to negotiate the ex-president’s release from jail?

Under the PLC/FSLN pact up to 2001, the exploitative dynamic was worsened through the constitutional ‘reforms’ passed by the national assembly in 1999 and 2000, in which immunity was extended to both ex-president and vice-president, as well as the candidates for both posts in the losing party, and in which the president could confer immunity at will. Despite the current plight of Aleman, the Nicaraguan state is still divided between the Alemanista PLC and the FSLN, so

1 The scorpion was stranded on an island in the middle of a stream which was rapidly rising because of a flood. A frog swam past, and the scorpion called out: “Frog, give me a ride on your back to the other side, or I shall surely drown.” The frog replied: “I think not – you are a scorpion and if I give you a ride you will sting me.” But the scorpion carried on pleading, and eventually persuaded the frog to give him a ride.

As the frog got half-way over to the other side, he felt a sharp pain in his back as the scorpion stang him. “Why did you do that?” the frog cried, as he felt the poison paralyse him, “for now we shall both surely die!”

“Why, I am a scorpion and it is in my nature,” said the scorpion, “you knew what I was when you picked me up…” and with that, both slipped below the waters and were drowned.

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What is the ‘Fight Against Corruption’ in Nicaragua?

that this two-headed monster of Nicaragua continues to treat the republic as an estado botín (booty state). Until this corrupt political arrangement is done away with, fighting corruption will mean little or nothing.

So what of the initiatives of President Enrique Bolanos against corruption? This is the Don Enrique who, as the Nicaraguan daily El Nuevo Diario reported on 5/1/2001 had at least 16 members of his family in state posts, and who as president claimed in addition a vice-presidential pension, despite not having retired. The same Don Enrique, as El Nuevo Diario reported on 14/10/02, who claimed a salary and stipends greater than half the salary of the US President in an economy 1/87th the size, a man still dependent on negotiating power with an FSLN equally as corrupt as the PLC.

In reality, not much could be expected from Don Enrique, underpinned as he was by a vicious form of the clientelism that affects all countries – a clientelism and poverty that in Nicaragua are locked together in a downward spiral. It is easy in Nicaragua to dismiss the corruption of Aleman under the glib phrase ‘roba pero hace’ (he steals, but he acts); to assume that Nicaraguans accept anyone who’s at least a half-competent crook. But in Nicaragua, clientelism for the poor is a survival mechanism; support dictated by economic necessity, the whole system a malignant ghost of the pre- and post-colonial epoch when survival required attaching yourself to a caudillo.

But from the people with a will to change, everything is to be expected. The emergence of organizations such as Ética y Transparencia (Transparency and Ethics) marks a departure for those factions in Nicaragua determined to form a new civil society. It is still too early to tell and many of the leading figures in these organizations remain linked into the old, abusive system, but if such organizations are viewed alongside the groundswell of popular discontent that has been unseating the old regimes across the Southern American continent, it may be that at last something is beginning to change.

As an observer in the Nicaraguan presidential elections in 2001, I watched queues of hundreds, thousands, waiting in a ferocious sun for up to eight hours, just to vote. These people, along with the hundreds of supporters who gathered in Managua in July 2002 to demand signatures from passers-by for the removal of Aleman’s immunity are people no longer prepared to accept an imposed reality for their country. Old Cold War relationships continue to characterize the South as much as the East and it may well be that these Nicaraguans see what is happening in Ecuador, in Venezuela, in Argentina, in ‘Orange’ eastern Europe and the ex-Soviet Union and are no longer prepared to accept a reality dictated to them by their over-powerful neighbour to the north.

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VentanasenlaMemoria:recuerdosdelaRevoluciónenlaFronteraAgrícola, de Fernanda Soto Joya

Michele Najlis

1. Las subjetividades

Wendy Bellanger me preguntó hará unos diez días si aceptaría presentar el libro de Fernanda Soto. ¿Qué me hizo apasionarme tanto con este libro, al punto de decir irresponsablemente que síiiiiiiiiiiiii lo quería presentar? Es lo que voy a tratar de explicar...

1.1. Por qué esta investigación

Como vemos en el libro, Fernanda realiza esta investigación para optar al doctorado en Antropología.

Pero también, y quizá sobre todo, para conjurar sus pensamientos, angustias, fantasmas y dolores; que son también los de esta generación a la que pertenezco y posiblemente también de la generación intermedia (la de mi hijo mayor Túpac, la de Vidaluz Icaza, José Luis Rocha y de otros entonces chavalos y chavalas que cortaron café y algodón, y que, con 14 ó 15 años, integraron batallones que fueron a las zonas de guerra).

Aunque este texto nació de un deseo personal, es inseparable de preguntascolectivas, preguntas que también tienen su memoria (p. 5).

Preguntas y memorias ciertamente personales y colectivas. Porque Fernanda Soto y su generación han cargado con sus dolores, pero también con los nuestros,

Crítica de libros

114Encuentro No. 89, 114-118, 2011

Recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola

FERNANDA SOTO JOYA

Ventanas en la Memoria

El trabajo de Fernanda Soto es fresco, entrañable y analítico. Con su inserción en Fátima, allende en "la montaña" de Siuna, su enfoque trasciende la especificidad para convertirse en un clásico sobre la mítica "frontera agrícola". Su calidad socio-antropológica y literaria convierte este trabajo en un aporte fundamental a la narrativa nicaragüense y a los estudios para entender la construcción de las memorias individuales y colectivas, y sus influencias en la vida cotidiana, ideologías y opciones políticas. El estudio es un aporte para la reflexión sobre sociedades empobrecidas y Estados multiétnicos contemporáneos en donde mujeres y jóvenes como Fernanda, esgrimen la imaginación, la poesía y el contacto humano para proponer nuevas herramientas de análisis y transformación social.

Galio C. Gurdián Board of Directors, Caribbean & Central American Research Council (CCARC)

Este es un texto esencial para comprender a los campesinos y campesinas vinculadas al sandinismo en la frontera agrícola: su vida, sus sentimientos, la manera en que se perciben y han percibido su realidad en relación a la Revolución. Fernanda Soto Joya analiza los factores que han determinado la construcción de esas memorias en un texto ameno, trabajado con pasión, rigurosidad académica y respetuosa empatía con sus protagonistas.

Dora María Téllez Coordinadora Ejecutiva, Portal Memoria Centroamericana

Fernanda Soto Joya nació en Santiago de Veraguas, Panamá. Luego de completar sus estudios secundarios en el Colegio Centroamérica de Managua, estudió en la Universidad de Kentucky en Lexington, donde recibió su licenciatura en Antropología. En el otoño del año 2000, ingresó en la Universidad de Texas en Austin, donde obtuvo una maestría en Antropología en 2002 y un doctorado en Antropología Social en 2009. Actualmente, se desempeña como investigadora asociada del Instituto de investigación aplicada y promoción del desarrollo local Nitlapan-UCA, y en el 2012 iniciará un posdoctorado en el programa de Antropología Social de la Universidad de Estocolmo, en Suecia.

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AUSJALCONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS

ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES

EN AMÉRICA LATINA

MIEMBRO DE LA

EDITORIALESRED DE

DE UNIVERSITARIAS

AUSJALwww.ausjal.org

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Encuentro No. 89, 114-122, 2011

Comentario al libro Ventanas en la Memoria: recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola, de Fernanda Soto Joya

que echamos sobre sus hombros. Han cargado con la estupefacción del 26 de febrero de 1990, cuando nadie entendía lo que había pasado, ni siquiera los que ganaron esas elecciones. Han cargado con sus desencantos y los nuestros; nuestros cuestionamientos y depresiones, además de los propios, que no eran pocos.

Mucha carga para esta juventud.

1.2. Una pasión asombrada

No cabe duda de que Fernanda cuenta con un bagaje de conocimientos y un entrenamiento que la lleva a ser rigurosa en sus análisis. Esto es una gran cualidad pero al mismo tiempo un riesgo, que ella ha sabido sortear exitosamente.

No ha sucumbido a la tentación académica siempre acechante de realizar una investigación “aséptica”, con pretensiones de estar incontaminada de afectos, sentimientos, confusiones y confesiones.

Escribí este texto impulsada por una idea. [...] hablar de la Revolución y de la memoria de esa etapa de la historia de Nicaragua.

Lo hice con la intención de escuchar, entender y después escribir para aportar a las discusiones pendientes que hay sobre la Revolución Sandinista y sobre cómo la recuerdan quienes la defendieron en la montaña. Escribiendo, quería defender la Revolución por otro camino (p. 5).

Por si fuera poco, confiesa que

Esa defensa era también autodefensa.

No sólo no tiene pretensiones seudocientíficas de “neutralidad”, sino que afirma todo lo contrario.

Sin embargo, su parcialidad no le hace perder la capacidad de dejarse sorprender por la realidad. Y en eso consiste para mí la verdadera ciencia. Sin parcialidad no hay pasión –y este libro la tiene–. Pero sin capacidad de asombro y reconocimiento de lo esperado o de lo inesperado, no hay ciencia. Ya lo decía Einstein.

2. El marco teórico

El marco teórico que nos presenta Fernanda en la primera parte de su libro está construido por cuestionamientos importantes que no nos van a permitir sucumbir a una lectura fácil, complaciente.

2.1. Sujetos/as construidos

El propio sujeto que recuerda es construido.Nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos está definida por grandes narrativas sociales en un espacio dado y en un lugar concreto.

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Comentario al libro Ventanas en la Memoria: recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola, de Fernanda Soto Joya

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Encuentro No. 89, 1 14-122, 2011

Desde finales del siglo pasado ya no es posible sostener la ilusión de que somos sujetos sólidos, identidades sabidas, desde donde recordamos. Esto introduce ya una primera dificultad para la autora de esta investigación, pero también para quienes hemos leído o vayamos a leer este libro.

2.2. Memoria personal y memoria colectiva

Aquí comienza a sacudirnos, a cuestionarnos: ¿Cuánto de esta memoria personalísima, que defendemos como parte de nuestro tesoro vivencial, resulta ser colectiva? ¿Cuánto de lo colectivo es personal?

En todo caso, esta memoria personal-colectiva no ha sido una memoria fácil de construir.

Primero, había que vivir el duelo por la Revolución perdida. Pararnos frente al “muro de las lamentaciones” 1 y llorar todo lo que había que llorar, y era mucho.

Luego, tuvimos que recuperar la capacidad para vivir el presente, habiendo perdido los referentes del pasado. Nada fácil si queríamos hacerlo con dignidad. Un amigo me dijo una vez, en tono de reproche: “pero es que ustedes no saben qué hay que hacer”. Le respondí: “Pero algunos sabemos lo que NO hay que hacer. Y eso es mucho en estos tiempos”.

Sólo después pudimos comenzar a recuperar esa memoria, cuyas heridas habían dejado de sangrar, pero cuyas cicatrices no han dejado de doler.

Mientras tanto Para la derecha, borrar la Revolución no era sólo destrozar las evidenciasfísicas, sino deslegitimar como negativos, incluso malvados, a ese proyecto político y a quienes lo apoyaron (p.6).

Y sigue diciendo:

La memoria revolucionaria era una memoria contra-hegemónica: recordaba que había otra forma de hacer las cosas, demostraba que había valido la pena, reafirmaba el valor de haber sido parte de un colectivo en el que se colaboraba por convicción, por algún tipo de fidelidad, porque ésa había sido la propia historia.

2.3. Nueva hegemonía: la memoriacomplaciente

Mientras se forjaba la capacidad de construir esta memoria, quienes se quedaron en el actual partido de gobierno habían creado una nueva memoria que se convirtió en otra hegemonía. Crearon una memoria oficial que se fue haciendo colectiva a partir de la campaña pre-electoral 2005-2006 y desde luego desde su regreso al poder en el 2006.

1 Poema de Vidaluz Meneses

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Encuentro No. 89, 114-122, 2011

Comentario al libro Ventanas en la Memoria: recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola, de Fernanda Soto Joya

En los años que duró este proceso se reconfirmó una memoria de la Revolución que idealizó aquel momento histórico y afianzó antiguas narrativas sandinistas. Ésta es la memoria colectiva de la Revolución que impera hoy. Una memoriacomplaciente, (...) que inhibe preguntas internas y resalta el imperativo de la defensa. Como señala Fernanda, para ser parte de ese nuevo presente y acogerse a

sus beneficios –clientelares o no– había que aceptar de manera acrítica esa nueva memoria oficial. Cualquier intento de hacer lo contrario se considera traición. Hacer memoria es pues, como señala la autora, tomar partido en el momento pre-electoral 2005-2006.

2.4. La nueva contra-hegemonía

Podríamos quedar entrampados/as ahora entre los dos relatos hegemónicos: el de la derecha y el del partido de gobierno. Más adelante, ambos construirán su nueva memoria complaciente para intentar legitimar sus desmanes de hoy.

Quedamos quienes intentamos recuperar la memoria doblemente contra-hegemónica... pero también sucumbimos a la memoria complaciente.

Señala Fernanda cómo fueron apareciendo publicaciones que recogieron parte de esta memoria necesaria, ubicando sus recuerdos desde las posiciones que sus autores/autora tuvieron en los años 80.

Las más conocidas fueron los textos de Sergio Ramírez (1999), Gioconda Belli (2001) y Ernesto Cardenal (2003), figuras nacionales que a mediados de los 90 ya se habían distanciado públicamente del FSLN. En sus escritos se percibía el peso del privilegio que derivaron de los cargos que ocuparon durante el gobierno sandinista.

2.5. La nueva complacencia

Para Fernanda Soto, tampoco escritores como Sergio Ramírez, se escapan de esa memoria complaciente que hoy tiene por objeto distanciarnos de los que están ahora en el poder.

Sergio, Ernesto, Gioconda, como muchos de nosotros/as, estamos en el bando de los “buenos”. “Ellos”, los nuevos “otros”, fueron los malos. Pero hay que reconocer que las fronteras no fueron tan claras ni tan tajantes.

3. La investigación

Fernanda ha escogido para su investigación los recuerdos de personas que suelen no ser escuchadas y cuyas memorias ellos y ellas no dejan por escrito. Una pequeña población campesina de Siuna, sandinistas que viven y trabajan en un medio adverso.

En un municipio mayoritariamente liberal y ante la proximidad de un año electoral (p. 121.)

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Comentario al libro Ventanas en la Memoria: recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola, de Fernanda Soto Joya

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Encuentro No. 89, 1 14-122, 2011

Cuestiona la concepción romántica de “la montaña” (Omar Cabezas), de los campesinos (no aparecen mujeres), que paradójicamente coexiste con

el menosprecio a la población rural, un menosprecio que se evidenciaba en la falta de interés por escucharlos y entenderlos. La autora nos presenta un esbozo histórico de los principales acontecimientos

ocurridos en la zona y regiones aledañas, especialmente migraciones de indígenas desplazados por la “modernización”, de campesinos que “huyen de la pobreza y de una vida ligada al patrón” (p.25). Oye historias de mestizos que convierten los bosques en pastizales, de campesinos ricos que sin embargo apoyaron a la Revolución, y de pobres que se fueron con la “contra”.

Sobre todo, Fernanda escucha. Escucha a hombres y mujeres. Escucha historias, memorias que tienen un sustrato común pero que no son homogéneas. Escucha dolores, orgullos, fantasías y también –por qué no– esperanzas.

3.1. Sus propias complacencias

Pero como a la hoy Dra. Fernanda Soto no se le escapa nada, cuestiona también sus propias complacencias:

Al final, las entrevistas orales son la construcción de una narrativa conjunta, producida por el entrevistador y el entrevistado (James,2000). Sin embargo, la interpretación de esas narrativas conjuntas no tiene una responsabilidad compartida. Es responsabilidad exclusiva del entrevistador. Y aquí estoy yo, la entrevistadora, la antropóloga, la narradora, la mujer, con mis opiniones, mis objetivos y mis deseos.[...] El texto que están leyendo ahora es una narrativa tan construida como lo es la memoria

4. Entonces ¿quién podrá salvarnos?

¿Quién podrá salvarnos de nuestros antiguos dolores, de las dudas –las viejas y las nuevas– de los fantasmas que siempre acechan la memoria; y por si esto fuera poco, también del laberinto epistemológico de esta vertiginosa post-modernidad?

Pues precisamente los hombres y mujeres como Fernanda, de esa nueva generación ahora adulta, incómoda, aguda y rigurosa, que lo cuestiona todo, capaz de estar alerta frente a sus propias complacencias y demonios. Ellos /ellas pueden redimir, al encontrales sentido, sus propios dolores y fantasmas... y los nuestros.

Un sentido de lo vivido que sólo puede surgir de reconocer y celebrar este caos necesario, este cambio de era, parido por corazones dolidos de recuerdos y esperanzas.

Gracias, Fernanda, por abrir estas “Ventanas en la memoria”.

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Encuentro No. 89, 114-122, 2011

Comentario al libro Ventanas en la Memoria: recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola, de Fernanda Soto Joya

VentanasenlaMemoria:recuerdosdelaRevoluciónenlaFronteraAgrícola, de Fernanda Soto Joya

¿Memoria crítica o complaciente? El uso político de la memoria en el debate actual sobre el sandinismo y el orteguismo

Carlos Fernando Chamorro

Gracias a Fernanda Soto por invitarme a comentar este libro porque me ha dado la oportunidad de detenerme a pensar, un ejercicio que suele ser escaso en estos tiempos, sobre todo para quienes vivimos inmersos en el medio periodístico que se mueve a un ritmo vertiginoso. Me ha permitido pensar y repensar sobre un tema que resulta ineludible en nuestros tiempos, como es la memoria de la Revolución Sandinista y sus implicaciones políticas para el presente.

Debo confesar que me sentí un poco intimidado al leer este libro, porque su autora como antropóloga profesional emplea una metodología muy diferente a la que usamos los reporteros. De los periodistas suele decirse que cubrimos todos los temas con la amplitud de un océano, pero con solamente una pulgada de profundidad. Es el caso del todólogo, del generalista, que salta de un tema a otro todos los días, o a veces varias veces en el mismo día, casi sin percatarse, y tiene que recurrir a la intuición y la observación aguda para no perderse en el camino.

Del método del antropólogo supongo que se puede decir que es todo lo contrario: algo así como una inmersión profunda en la realidad, en una comunidad, un sitio y un tema determinado, de alguien que se propone escarbar hasta llegar a cavar un pozo muy hondo, y analiza todas las capas de la realidad social y las relaciones entre la gente, con mucha paciencia y curiosidad científica. En efecto, este libro está basado en un trabajo de campo de varios años con los cooperativistas

Recuerdos de la Revolución en la Frontera Agrícola

FERNANDA SOTO JOYA

Ventanas en la Memoria

El trabajo de Fernanda Soto es fresco, entrañable y analítico. Con su inserción en Fátima, allende en "la montaña" de Siuna, su enfoque trasciende la especificidad para convertirse en un clásico sobre la mítica "frontera agrícola". Su calidad socio-antropológica y literaria convierte este trabajo en un aporte fundamental a la narrativa nicaragüense y a los estudios para entender la construcción de las memorias individuales y colectivas, y sus influencias en la vida cotidiana, ideologías y opciones políticas. El estudio es un aporte para la reflexión sobre sociedades empobrecidas y Estados multiétnicos contemporáneos en donde mujeres y jóvenes como Fernanda, esgrimen la imaginación, la poesía y el contacto humano para proponer nuevas herramientas de análisis y transformación social.

Galio C. Gurdián Board of Directors, Caribbean & Central American Research Council (CCARC)

Este es un texto esencial para comprender a los campesinos y campesinas vinculadas al sandinismo en la frontera agrícola: su vida, sus sentimientos, la manera en que se perciben y han percibido su realidad en relación a la Revolución. Fernanda Soto Joya analiza los factores que han determinado la construcción de esas memorias en un texto ameno, trabajado con pasión, rigurosidad académica y respetuosa empatía con sus protagonistas.

Dora María Téllez Coordinadora Ejecutiva, Portal Memoria Centroamericana

Fernanda Soto Joya nació en Santiago de Veraguas, Panamá. Luego de completar sus estudios secundarios en el Colegio Centroamérica de Managua, estudió en la Universidad de Kentucky en Lexington, donde recibió su licenciatura en Antropología. En el otoño del año 2000, ingresó en la Universidad de Texas en Austin, donde obtuvo una maestría en Antropología en 2002 y un doctorado en Antropología Social en 2009. Actualmente, se desempeña como investigadora asociada del Instituto de investigación aplicada y promoción del desarrollo local Nitlapan-UCA, y en el 2012 iniciará un posdoctorado en el programa de Antropología Social de la Universidad de Estocolmo, en Suecia.

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AUSJALCONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS

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y las comunidades campesinas en la zona de Siuna, en el que la investigadora se hace bastantes preguntas sobre la memoria de la Revolución en la vida cotidiana, pero sobre todo tiene una extraordinaria capacidad de escuchar, que es otra de las cualidades de que muchas veces carecemos los periodistas. Y todo eso lo combina con una reflexión teórica rigurosa, que le permite analizar eso que llama “el uso político de la memoria”, y en particular la manera como estas comunidades campesinas viven las emociones y sentimientos que se generan a partir de su propia vivencia en la Revolución Sandinista.

Se trata, por lo tanto, de una investigación novedosa que tiene muchas implicaciones para explicar y entender la persistencia de ese fenómeno que ahora llamamos el “orteguismo”. Un fenónemo político masivo que con frecuencia ha sido simplificado, ya sea por desconocimiento, por la falta de un análisis crítico, o por la tendencia a asimilar en las prácticas de la cúpula dirigente, asociadas al pragmatismo, la corrupción y el verticalismo autoritario, con las de la mayoría de la gente que sigue aferrada a sus banderas políticas.

Ventanas en la Memoria es un texto escrito con rigor académico y al mismo tiempo con la intención de incidir en el debate político actual, pero sobre todo refleja de principio a fin una gran honestidad intelectual. Y por lo tanto, como mínimo merece leerse con respeto por quienes no estamos involucrados en los debates profesionales de la antropología. Al menos así lo leí yo y debo decir que su lectura me capturó desde la primera línea, que bien pudo haber sido el comienzo de una novela porque empieza diciendo: “Tengo un gusto por los cuentos que nació gracias a la imaginación de mi madre”. Pero también me resultó un poco difícil de leer y entender, pues me hizo girar a través de muchos argumentos circulares, llevándome de un punto a otro, entre anécdotas, vivencias, reflexiones, sin que yo pudiera en esta amalgama de verdades, llegar a mi propia verdad conclusiva.

Por eso quiero aprovechar que su autora me ha invitado a reflexionar sobre este libro, para abusar de ustedes haciendo gala de mi deformación profesional como periodista, y más que comentarios o conclusiones, quiero lanzar a Fernanda algunas preguntas que me surgieron de la lectura de Ventanas en la Memoria. Tengo muchas preguntas, pero voy a resumirlas en cuatro puntos y aunque quizás van más allá de los alcances de este libro, espero que sirvan para animar la discusión.

Lo primero es cuáles son los mecanismos de reproducción de la memoria y cómo funcionan e interactúan con la realidad. Cuál es la incidencia en esto de la transmisión oral, generacional, y cuánta incidencia tiene el proceso que conduce la dirigencia política, a través de sus discursos y sus aparatos de propaganda, y la propia lectura que hace la gente de la realidad

Recuerdo que en los años 80, cuando estuve involucrado directamente en el aparato de comunicación y propaganda del FSLN, había una orientación de trabajo que tenía tres ejes de pensamiento: el primero era el discurso de los dirigentes sobre los objetivos, las metas y las tareas de la Revolución, para movilizar a la población; el segundo era el sustento ético, moral, histórico, en la memoria, en Sandino, Carlos Fonseca, los símbolos, los héroes de la Revolución, sobre quienes se escribieron unas biografías que el poeta Erik Blandon, que ahora está muy metido en el tema de estudios culturales, criticaba porque decía que eran más bien estereotipos, gente sin defectos, y no como las personas normales de carne y hueso; y el tercero, era

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la muralla contra la que nos estrellábamos todos los días los que intentábamos hacer periodismo, y se derivaba de las contradicciones de la realidad, sobre todo después de la primavera de la Revolución, de sus primeros tres años de liberación y de grandes proezas. Y estoy hablando de la dureza de la guerra, el dolor de la muerte, la destrucción, el militarismo, el servicio militar, la escasez económica, la hiperinflación, los enormes desequilibrios macroeconómicos, el maniqueismo político, de un mundo dividido entre buenos y malos que después resultó que habían muchas zonas grises y las dos partes del conflicto tenían que negociar, dialogar y hasta reconciliarse. De la resultante de esos tres vectores, el discurso, la historia oficial, y una realidad contradictoria, quedó un país dividido en 1990, y memorias contradictorias.

Mi pregunta es cuáles son los principales mecanismos de reproducción de las memorias en esta larga transición política, primero, y ahora en esta nueva etapa del gobierno presidido por Daniel Ortega. ¿Es posible identificar esos mecanismos en el proceso de asimilación de esa versión de la historia que hoy está ocurriendo de forma masiva y acrítica con una nueva generación de jóvenes que respaldan decididamente al comandante Ortega?

Lo segundo es que eso que en este libro se llama memoria de la Revolución, esos valores, aspiraciones, vivencias, símbolos y estructuras sentimentales, me parece que forman parte de lo que generalmente conocemos como cultura política. Y al menos yo siempre he pensado que la cultura política no es completamente autónoma, no depende exclusivamente de la prédica de valores o creencias como la religión, no es un acto de fe, sino que se modifica en base a la práctica política, a las correlaciones de fuerza, y a las crisis que se dan en el ejercicio del poder y de las instituciones.

Para poner un ejemplo, una persona puede tener un comportamiento democrático, no como resultado de una prédica de valores sino porque aprende a gestionar sus derechos participando a nivel local. Y también un dirigente autoritario puede tener un comportamiento democrático cuando se ve obligado por una correlación de fuerzas, cuando no le queda de otra que aceptar el resultado adverso de una elección, o cuando se ve obligado a ceder una cuota de poder en una negociación.

La pregunta es, en este estudio de la memoria de la Revolución en la frontera agrícola, si es posible plantear una hipótesis sobre cómo ha evolucionado la cultura política del sandinismo en la época de la transición, o en eso que el discurso oficial llama la pesadilla neoliberal -es decir fuera del poder- y bajo al gobierno actual -en el poder-. ¿Hay una relación entre memoria política y cultura democrática y construcción de ciudadanía? ¿Se puede construir una cultura democrática en un proceso que privilegia el clientelismo y el debilitamiento de prácticas de construcción de ciudadanía?

La tercera pregunta tiene que ver con uno de los temas más fascinantes que se abordan en este libro y es la crítica de la memoria como apología del pasado, o de la falta de una visión crítica de la historia, y peor aún, la utilización de esa visión acrítica como un mecanismo de manipulación política. Y la pregunta es: ¿Por qué se genera esa resistencia tan fuerte para no tener una visión crítica de la historia de la Revolución? ¿Es un mecanismo de sobrevivencia política, porque la gente no tiene otra alternativa política a la cual recurrir para lograr seguridad y protección? ¿Cambia

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esta actitud acrítica, cuando las personas, en este caso los sandinistas de base, cuentan con un mecanismo autosostenible de mayor autonomía, o es simplemente una cuestión subjetiva? ¿O acaso se trata de un mecanismo de acomodamiento con el poder, ahora que esa entidad que se llama Frente Sandinista, ha regresado al gobierno?

Y también habría que preguntarse, porque este libro lo menciona, por qué la crítica de la Revolución no desde la derecha sino desde dentro del sandinismo no ha logrado echar raíces masivas profundas y generar otra clase de cultura política revolucionaria y democrática.

Y hay que recordar que a inicios de los años 90, desde la primera Asamblea de Cuadros del FSLN en El Crucero a mediados de 1990 y luego el primer congreso en 1991, y el segundo congreso hasta 1994, hubo una autocrítica oficial sobre el modelo político de los años 80 en la que se admitía la existencia de un proyecto democrático popular, con un modelo de poder total que era intrínsecamente autoritario. Y se reconocía que en Nicaragua no solamente había habido una guerra de agresión, sino también una guerra civil, causada por los graves errores y el autoritarismo de la Revolución. Pero la verdad es que esta autocrítica nunca fue asumida integralmente por la dirigencia del FSLN en su conjunto, y por lo tanto no tuvo consecuencias políticas que pudieran derivar en una nueva lectura crítica de la historia, sino que desembocó en el debate de las corrientes del FSLN y la posterior división del FSLN, primero en 1995 y luego una segunda ruptura cuando se produjo el pacto Ortega-Alemán en 1999.

Entonces, aunque está claro que existe una visión acrítica de la historia de la Revolución, una memoria complaciente, que además es políticamente interesada, y que en esta nueva etapa del orteguismo con el monopolio absoluto de los símbolos del sandinismo, entra ya incluso a reescribir parte de la historia para exaltar un protagonismo omnipresente de Daniel Ortega cubierto por una aureola mesiánico religiosa, está menos claro por qué el discurso crítico de la Revolución desde el sandinismo, con sus distintos matices ideológicos, no logró tener eco, continuidad y mecanismos de reproducción masivos.

¿Acaso éste tiene que ver con la falta de coherencia de ese nuevo discurso, o simplemente con el hecho de que ese discurso se devaluó porque después de perder tres elecciones consecutivas, finalmente Daniel Ortega ganó la elección del 2006, aunque haya sido con menos votos que la última vez que perdió en el 2001?

Y la última pregunta está relacionada con las conclusiones de este libro y lo que podemos aprender de él. ¿Esta historia de las memorias de los cooperativistas de Siuna, responde a una particularidad de la frontera agrícola, o contiene verdades que se pueden extrapolar al resto del país, o al menos a las zonas rurales?

¿Es posible generalizar algunas de estas conclusiones, o tendrían que hacerse otros estudios de comunidades o sectores, como de la juventud, por ejemplo, para entender como funciona la memoria política en el sandinismo?

Espero que estas no sean preguntas necias, y que por lo menos contribuyan al debate que tanta falta hace en este país.

Mi reconocimiento a Fernanda Soto por su trabajo y desde ahora estamos esperando su próximo libro.

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Encuentro No. 89, 123-125, 2011

Comentario al libro “Expulsados de la globalización: políticas migratorias y deportados centroameri-canos” de José Luis Rocha

Expulsadosdelaglobalización:políticasmigratoriasydeportadoscentroamericanos de José Luis RochaMiguel Huezo Mixco

Le agradezco infinitamente a la maestra Amparo Marroquín la invitación a participar como comentarista de este libro de José Luis Rocha. Me siento triplemente complacido. Primero, por el honor de sentarme al lado de Amparo, cuyo trabajo y sensibilidad admiro y aprecio. Amparo Marroquín es una de las intelectuales más brillantes de nuestro país y tiene mucho camino por delante. Por favor no olviden esto que les digo: este país tiene suerte de contar con una mujer como Amparo.

En segundo lugar, porque José Luis Rocha es hijo de un estimado poeta nicaragüense, a quien conocí hace algunos años cuando él formaba parte del directorio de La Prensa Literaria Centroamericana, un proyecto auspiciado por Pedro Joaquín Chamorro, ese mártir de las libertades públicas. El padre de José Luis pertenece a la rica tradición literaria nicaragüense, una corriente con la que me siento muy identificado. Más que de Claudia Lars, Pedro Geoffroy Rivas o Hugo Lindo, me siento más cerca de Joaquín Pasos, Pablo Antonio Cuadra y Carlos Martínez Rivas. Siempre me he sentido como un salvadoreño “arrimado” a la tradición poética nicaragüense.

En tercer lugar, porque el tema del libro de José Luis –las migraciones internacionales, y en este caso las centroamericanas– constituye un tema apasionante. Se trata de una de las más grandes epopeyas de la historia del mundo. Las migraciones son una suerte de revolución pacífica protagonizada por los pobres, los desesperados, los “bárbaros”, cuyas acciones está trasformando nuestra historia y nuestra cultura.

Se trata, además, de un libro que trae importante documentación y que ha sido escrito en un estilo bastante alejado del bla-bla académico, en donde abundan aquellos especialistas en decir mucho sin que se les entienda nada.

Esta revolución pacífica, como venía diciendo, está enfrentándose permanentemente con numerosas violencias; no sólo a la violencia de los poderes políticos y económicos, sino también a la violencia de la xenofobia y el crimen

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Comentario al libro “Expulsados de la globalización: políticas migratorias y deportados centroameri-canos” de José Luis Rocha

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organizado. Por si fuera poco, a su paso por México, estas personas que corren peligros inmensos por encontrar un trabajo, también sufren escarnio y ultraje por parte de otros probablemente tan pobres y desesperados como ellos.

Conocí el libro de Rocha porque tuve la suerte de ser parte del jurado del Certamen convocado por la UCA y el Programa Desarrollo Humano y Migraciones, del PNUD, un programa que cuenta desde hace tres años con el generoso patrocinio de la Unión Europea. Como viene haciéndolo desde sus inicios, el Programa premió este libro que, como dice el autor, “trata de los centroamericanos que son castigados por querer trabajar donde no nacieron. (Y) describe las distintas facetas del castigo ejemplar al que son sometidos –la deportación– y los peligros asociados al incremento de los controles y barreras migratorias”.

Como escribe Rocha: “La criminalización y penalización de las migraciones internacionales ha devenido en sentido común, plenamente legitimado por las leyes, la opinión pública y los aparatos coercitivos estatales. Los centroamericanos que quieren vivir el sueño americano son abruptamente despertados a una pesadilla de redadas, prisiones y deportaciones”. Mucha de esta pesadilla proviene de lo que el autor, retomando un ensayo de Todorov, denomina “el miedo a los bárbaros”, un miedo que se ha convertido en una verdadera pasión en los países industrializados, cuyas grandes ciudades son la meca de los migrantes.

Desde finales del siglo pasado las migraciones vienen constituyendo un tema central del debate académico y político a escala nacional, regional y global. Una buena parte de la agenda de discusión de las relaciones entre migraciones y el desarrollo ha estado dominada fundamentalmente por Estados Unidos y los países europeos receptores de migrantes.

Por su parte, los gobiernos de los países de origen y tránsito suelen adoptar un papel poco activo en este debate. La mayoría de las veces lo que escuchamos son discursos o reclamos en defensa de los migrantes, discursos que, como en un macabro Tarot, esconden la carta del estrepitoso fracaso de las políticas de desarrollo nacional. Un fracaso que en el caso de El Salvador obliga a que cada año 60 mil personas, la mayoría jóvenes, abandonen el país para encontrar trabajo y oportunidades de crecimiento personal y familiar. Esta cifra, equivale a 164 personas por día o, para ser más precisos, a un promedio entre 7 u ocho personas por hora, que se van.

Este fracaso implica, como lo destaca el reciente Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, que de cada tres personas en edad de ingresar en el mercado laboral, dos han encontrado trabajo fuera del país. Este fracaso, insisto, provoca grandes tragedias humanas, la mayoría desconocidas para nosotros, y que sólo saltan a la mirada del mundo cuando tienen la dimensión de lo ocurrido, por ejemplo, en Tamaulipas el año pasado.

Para sumar tragedias a tragedias, el asunto de los derechos humanos de los migrantes parece haberse convertido en un asunto poco interesante. Los derechos humanos siguen siendo el “patito feo” de los estudios y de los esfuerzos en políticas públicas, y probablemente es también el campo en donde se pueden exhibir menos victorias, porque aquí la cosa más bien ha ido para peor. El tema de los derechos humanos también se ha convertido en un asunto poco noticioso para los medios de comunicación de nuestros países, como lo muestra un reciente estudio coordinado

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Encuentro No. 89, 123-125, 2011

Comentario al libro “Expulsados de la globalización: políticas migratorias y deportados centroameri-canos” de José Luis Rocha

por Amparo Marroquín, y que esperamos publicar próximamente como parte de nuestro Programa.

***Como sabemos, la realidad trabaja con mucha rapidez, siempre va delante

de nuestra capacidad de comprenderla. Por eso vivimos quejándonos de la realidad, de las leyes sobre migración, de la estupidez de los políticos, de los discursos de los gobernadores y de los gobernantes, de las groserías de las autoridades migratorias; de la estupidez, otra vez, de los xenófobos, de la criminalidad de los narcos, las pandillas y los policías federales.

La realidad nos ha convertido en expertos de la queja. Entre queja y queja a menudo olvidamos que también nosotros tenemos responsabilidades. Y una de esas responsabilidades consiste en aportar nuevos elementos teóricos y empíricos para entender la complejidad del fenómeno de las migraciones a fin de proponer alternativas de solución.

Y en este punto, quienes desde la academia o los organismos internacionales tenemos interés y emprendemos acciones sobre el tema de las migraciones, debemos comenzar por hacer una autocrítica profunda. Para empezar, necesitamos hacer una revisión de las bases conceptuales de los vínculos entre las migraciones y el desarrollo. Aquí hay tela para cortar.

Por otra parte, pese a la importancia que tienen, me parece inexplicable que todavía existan tan pocos estudios sobre las migraciones, que nos permitan entender el contexto, los procesos y los actores involucrados a lo largo del proceso migratorio. Sólo el estudio permanente del fenómeno migratorio nos ayudará a descubrir los nuevos problemas y dinámicas asociados a las causas, costos y contribuciones del fenómeno migratorio en su relación con el desarrollo.

Esta perspectiva requiere, desde luego, de indicadores y mejores bases de datos que revelen los costos y beneficios de las migraciones, y, una vez más, sus vínculos con el desarrollo.

Esto, de alguna manera, es un amistoso reclamo para que estudiosos como José Luis Rocha y Amparo Marroquín hagan más esfuerzos por ofrecer perspectivas novedosas y frescas sobre las migraciones.

En este caso, el libro de José Luis Rocha nos permite conocer mejor los mecanismos y las contradicciones del discurso anti-inmigrante, y nos propone mirar el empeño del cruce ilegal de fronteras como un gigantesco acto de desobediencia civil de dimensiones transnacionales. Una desobediencia que es expresión de una tremenda desesperación ante entornos sociales y económicos concebidos para excluir a los migrantes, a los otros, a los extraños.

Quiero finalizar utilizando una cita contenida en las páginas finales de este valiente libro: “Los migrantes, dice Rocha, ingresan con sobrado conocimiento de que su entrada no cuenta con la bendición legal de las autoridades ni con el beneplácito de una gran porción de la opinión pública. Pero saben que su acto tiene un carácter ambiguo. Por un lado es transgresor. Por otro tiene el respaldo de un principio elemental, fundacional: “Vamos buscando vida”.