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    Contribuciones desde Coatepec

    ISSN: 1870-0365

    [email protected]

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    Mxico

    SOL-ZAPATERO, FRANCISCO XAVIER

    El albur: del simple retrucano a una visin utpico-carnavalesca del mundo

    Contribuciones desde Coatepec, nm. 23, julio-diciembre, 2012, pp. 49-66Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    Toluca, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28125330004

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    ACEPTACIN: 26/05/201249

    ISSN: 1870-0365,AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PGINAS49-66

    RECEPCIN: 28/02/2012REENVO: 29/05/2012

    CoatepecContribuciones desde

    El albur: del simple retrucano a una visin utpico-carnavalesca del mundo

    The Albur: From the Simple Pun to a Utopian-Carnivalesque

    World Vision

    FRANCISCOXAVIERSOL-ZAPATERO*

    Resumen: El presente artculo pretende dar cuenta de manera limitada, y un tanto abstracta, no slo

    de las caractersticas propias del albur, en relacin con otras manifestaciones similares, como, por

    ejemplo, los insultos que se manifiestan entre los indios del Per, sino tambin de algunas de las

    posibles races genricas, socio-culturales e histricas que les subyacen, como producto de la relacin

    de la cultura europea popular y carnavalesca, y la autctona festiva de Mxico.

    Palabras clave: Carnaval, Albur, Visin utpico-carnavalesca de mundo

    Abstract: This paper seeks to explain, in a limited way, and somewhat abstract, not only the characteristics of the albur in relation

    to other similar events, such as insults that occur among the Indians of Peru, but also some of possible generic socio-cultural and

    historical roots behind them as the product of the relationship of European popular and carnivalesque culture, and the autochthonous

    festive in Mexico.

    Keywords: Carnival, Albur, Utopian-Carnivalesque World Vision

    * Universidad Autnoma del Estado de Mxico, Mxico, [email protected]

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    50 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    FRANCISCOXAVIERSOL-ZAPATERO

    C

    abra iniciar por preguntarse: qu es el albur? De acuerdo con el DiccionarioEnciclopdico Grijalbo(1988), es un pez, una liza; son las dos primeras cartasque el banquero en el juego del monte; se relaciona con el azar o riesgo que

    implica un negocio o una empresa, como cuando se dice: me voy a jugar un albur; y,especficamente en Mxico, significa retrucano. Por su parte, el Diccionario EnciclopdicoEspasa-Calpe(1979) nos dice que la palabra viene del rabe: al-bri, que significa el pez,la pescada; o del rabe: al-br, que significa: el acto de someter a prueba alguna cosa,y para el caso concreto de Mxico: equvoco malicioso, retrucano, palabra de doblesentido. Finalmente, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola(2001) plantealas siguientes acepciones: 1. m. Mjol. Pez telesteo ; 2. (Por designar en origen unacarta que saltaba inopinadamente en el juego, como pez fuera del agua) m. En el juego

    del monte, dos primeras cartas que saca el banquero; 3. m. Contingencia o azar a que sefa el resultado de alguna empresa. Jugar, correr un albur; 4. m. Mx. y R. Dom. Juego depalabras de doble sentido; 5. m. Nic. Aventura amorosa; 6. m. P. Rico. Mentira, rumor,7. m. pl. Parar. (Deparar, arriesgar en el juego). Juego de cartas en que se saca una paralos puntos y otra para el banquero, y de ellas gana la primera que hace pareja con las quevan saliendo de la baraja; 8. m. pl. Hond. Mentiras, infundios.

    Ahora bien, para el comnde la gente, cuando se habla del albur, siempre le vienena la mente la grosera, la banalidad, el doble sentido, lo bajo, lo sexual, lo cochino, etc.

    Resulta ser algo desagradable, ofensivo, que es utilizado tan slo por las clases bajas,proletarias, incultas, por lo mismo, es algo despreciable, absurdo e intolerable.

    Lo curioso de todo esto es que si se estudia el albur, no desde una perspectivainmediata, cotidiana, a partir del simple prejuicio, sino como un producto cultural delargo plazo, se descubre que tiene una historia sumamente interesante, la cual se remontahasta casi los principios de la humanidad. Ms an, el albur mexicano tiene un dobleorigen: proviene, por un lado, de la cultura europea, la cual se originacon los griegos yromanos, transitapor la Edad Media y el Renacimiento, con sus complejas relaciones con

    los rabes, los judos, chinos, etc., y desembocaen la conformacin de las diversas nacionesque la constituyen hoy en da, entre las cuales se encuentra la espaola, cuyos habitantesdescubren, conquistan y colonizan la mayor parte de Amrica; por el otro lado, se en-cuentra la historia sumamente compleja de las diversas y heterogneas culturas indgenas,que, en el caso de Mxico, iniciancon los Olmecas y concluyencon los aztecas.

    Resulta que el albur mexicano es importante para los filsofos s, para los filso-fos; baste recordar el libro de Jorge Portilla, La fenomenologa del relajo; para los psiclogos

    recordemos la obra de Freud:El chiste y su relacin con el inconsciente, para los socilogos,

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    51Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    ELALBUR: DELSIMPLERETRUCANOAUNAVISINUTPICO-CARNAVALESCADELMUNDO

    los antroplogos, los estudiosos de la cultura, etc. Esto se evidencia en Picarda mexicana,del escritor mexicano Armando Jimnez, libro del cual se haban vendido 4.2 millones deejemplares, hasta el punto de que, al fallecer su autor en 2010 sirva esto de homenaje

    pstumo a su memoria, se haban lanzado 143 ediciones.1Los ejemplos de libros que he puesto no son sobre el albur, pero nadie negar que

    los temas tratados por estos textos el relajo, la burla, el sarcasmo, el choteo, la irona,el humor, la parodia, el chiste, etc. estn directa o indirectamente relacionados con elalbur. Es ms, yo dira que todos a su manera por supuesto pasan a formar partede su estructura verbal, con lo que podemos aseverar, ya de entrada, que el albur resultaser mucho ms complejo que las manifestaciones culturales particulares mencionadas,puesto que en l se contienen, se aglutinan, se conjugan, se unifican todas ellas.

    De aqu que para entender por qu dos o ms hombres dentro de un grupo, en de-terminadas condiciones de tiempo y espacio sociocultural, se enfrentan en un desafo dealbures, para comprender que lo que se juega entre ellos est ms all de lo que se dicen;para poder explicar cul es su profunda funcin sociocultural, etc., parece necesario noslo estudiarlo en sus manifestaciones actuales, reducidas y limitadas en que siempre selos considera, sino tratarlo como una manifestacin que posee en su interior de maneraviva y actuante las huellas y los vestigios, los recuerdos y las memorias, de los diversosmomentos histrico-culturales de su heterogneo y complejo desarrollo.

    Por el momento, no nos importar si se trata de dos muchachos en las calles dealgn barrio popular de la ciudad de Toluca que se alburean entre s; de dos hombres enuna competencia de albures organizada exprofeso o realizada de improviso; sea comoparte de alguna actividad oficial o producto de algn reventn callejero; resultado dealguna festividad civil, poltica o religiosa; que se manifieste entre blancos e indioso entre indios y mestizos, formen o no parte de algn grupo tnico, sea mexicano,maya o peruano; que se insulten en castellano o en su lengua, que se enfrenten en laciudad o en algunafiestade pueblo. Finalmente lo que importa es que se enfrentan y se

    confrontan de igual a igual, y que el perdedor reconoce y respeta al vencedor.S que se refutar que ni en Europa, ni entre los indios se dan los albures. Y tienen

    casi toda la razn, si consideramos el asunto desde una perspectiva limitada, es decir,desde la manera en que se reduce generalmente el problema. Recordemos al respecto lo

    1 http://es.wikipedia.org/wiki/Picard%C3%ADa_mexicana_(libro). Si bien el dato pueda ser controver-tible, dada la fuente de la que fue tomada desgraciadamente, no pudimos encontrar una ms pertinente, lo que importa es sealar el alcance y trascendencia que tiene el albur entre sabios e iletrados, legosy profanos.

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    52 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

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    que nos decan los diccionarios: albur: equvoco malicioso, retrucano, juego de pala-bra de doble sentido. Ni duda cabe que, desde esta perspectiva, el albur o el desafode albures, se convierte en un simple y trivial juego de palabras, con una fuerte carga

    sexual, y nada ms.Es importante observar que la idea de desafo se manifiesta en todos los niveles,

    en todos los estratos socioculturales, en todas partes del mundo y en diversos grados,con distintas modalidades, con muy variadas y heterogneas perspectivas socioculturales.Ejemplos de ello, a nivel verbal, los encontramos en los insultos de dos seores de la altasociedad de la high society en las fiestas elegantes y aqu cabra preguntarse porqu slo se manifiesta generalmente el albur entre los hombres, si bien el asunto haya idocambiando ; pasando por los desafos de la clase media, hasta llegar a los verdaderos

    desafos de albures, que se producen en las carpas, en las tandas, en los burlesques, enlas competencias de albures, con toda su carga sexual combinada con lo poltico, loreligioso y lo sociocultural de corto y largo alcance.

    Esto me recuerda, justamente, a los viejos cines de piojito. Eran cines de segun-da, de tercera o de cuarta, ubicados en los barrios populares, donde haba que llevar unladrillo, un palo y un paraguas. El ladrillo para sentarse, el palo para matar las ratas, elparaguas para evitar las aguas. Pero lo interesante de estos cines era que, mientras seestaba exhibiendo la pelcula, por ejemplo una de esas tremendamente dramticas, para

    las cuales era necesario llevar una caja de kleenex, siempre haba algngracioso relajientoenel pblico que, en plan de choteo, con toda la carga humorstica, irnicaypardica, durantela escena ms dramtica y pattica, se echaba un par de albures hechos y derechos, queni tardo ni perezoso alguien contestaba. Y entonces, scatelas!, se armaba la de SanQuintn: un verdadero desafo verbal se iniciaba; mientras las lgrimas de la pantallallovan a cntaros, la sala se converta en una verdadera plaza de carnaval, festiva y jocosa,donde todos participaban con risotadas y comentarios, tanto del desafo mismo, comode lo ambiguo y ambivalente de la situacin. Lstima que ya casi no existan, pues les

    recomendara que fuesen alguna vez: eran de pelcula!Ya se imaginarn cmo esto ocurra en las carpas o en las tandas, donde dos o

    ms cmicos entraban en desafo con albures sobre sucesos recientes o que ya formabanparte del espacio de experiencias de los espectadores, acerca de polticos de la pocay anteriores, llenos de alusiones sexuales muy complejas, con un pblico que les hacatercera y que entraba de lleno al debate mismo. Era realmente de teatro popular!2

    2 Existe una buena variedad de textos que menciona este tipo de eventos y que vale la pena consultar, peroqu mejor que recordar o ver en vivoy en blanco y negrolas pelculas donde aparecen Manuel Medel, Resortes,

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    53Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    ELALBUR: DELSIMPLERETRUCANOAUNAVISINUTPICO-CARNAVALESCADELMUNDO

    Resulta claro, pues, que nos encontramos frente a un producto, a un gnero so-ciocultural, de tipo serio-cmico: el del desafo de albures, tal como se manifestaba,guardadas las distancias, desde pocas antiqusimas en la plaza del carnaval europeo y

    en la plaza durante lafiestaindgena, es decir, a partir de una visin entre carnavalesco-festiva y simblico-ritual del mundo. Con este primer acercamiento se puede dar cuentade la larga y compleja historia de la que el albur forma parte.

    Existen otras manifestaciones, no exclusivamente verbales, de este tipo de desafos.Baste con mencionar las que se declaran entre dos grupos regionales con msica y canto:las topadas y encuentros entre decimeros, jaraneros, e improvisadores orales producidas desur a norte y de este a oeste en Mxico, o entre grupos de danzantes autctonos, donde seenfrenta una comunidadcon otra. Si bien existen tambin muchas fiestas de pueblo, civiles

    y religiosas, donde esto se exhibe en acciones rituales entreveradas y complejas. Ustedesseguramente conocern muchas de estas expresiones, e incluso las vivirn y gozarn ensus propios pueblos, evidentemente, todas ellas se cultivan y generan a lo largo y anchode nuestra Amrica.

    Al respecto, y precisamente por ser relativamente poco conocidas, bien vale lapena recordar las topadas huastecas,3particularmente las que se celebran en la sierra deQuertaro e Hidalgo, con la participacin del famoso grupo de Guillermo Velzquez yLos leones de la Sierra Xich.

    Otro caso son los Danzantes de Tijeras en el Per, donde el desafo y la compe-tencia pasan a primer plano: con dos placas independientes de metal que se entrechocany acompaados de la orquesta indgena: arpa y violn, se ejecutan sorprendentes pruebasde pericia y valor.

    Un ejemplo verbal que se presenta en esta zona, donde se conserva de la manerams profunda la cultura originaria, es en la zona de los Andes, especialmente en losDepartamentos de Huancavelica, Ayacucho, Apurmac y Cuzco. All se mantiene, noslo la lengua, el quechua, sino tambin la cultura propia,4la cual, para el caso que nos

    interesa, se manifiesta a travs de lo que ellos mismos llaman insulto. Lo curioso es

    Clavillazo, Cantinflas o incluso a Roberto Soto, El Panzn Soto (cmico de carpa conocido por sustira al lder sindical Luis N. Morones), a Jess Martnez Palillo, a Fernando Soto Mantequilla, y atantos otros a quienes pedimos disculpa por no mencionarlos.

    3 Vase al respecto, Marco Antonio Molina La improvisacin en el huapango arribeo: temas y estruc-tura de la topada, en Revista de Literaturas Populares, Ao X, nm. 1 y 2, enero-diciembre de 2010, Mxico,Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    4 A diferencia de Mxico, que ya es relativamentelimitado lo que se conversa.

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    54 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

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    que ste se da no slo entre los indios-campesinos, tambin entre los mestizos, e inclusoentre la clase seorial, cuando menos hasta los aos sesenta del siglo pasado.

    En ciertas partes, tales como Huamanga y Andahuaylas, este insulto es tambin

    ceremonial, puesto que se representa durante la noche de San Juan que era una de lasfiestas importantes dentro de las festividades carnavalescas durante la Edad Media y elRenacimiento, y que posteriormente se combin con las fiestas indgenas propias. En lasierra peruana se encienden fogatas y un grupo insulta a otro desde cierta distancia,con respeto a algunas formalidades e iniciando as una cadena de insultos con frasescomo sta: Nisunkichu, nisunkichu... (Dicen que ti, dicen ti, que eres...).

    Hay dos clases de insultos: el alln bueno y qacha soez, con referenciaspornogrficas . Generalmente el insultador prefiere el primero, por ser donde me-

    jor puede manifestar su ingenio y su talento. Curiosamente se enfrentan entre s indioscontra mestizos, mestizos contra seores, e indios contra seores, resultando en muchasocasiones ganadores los indios o los mestizos, y perdedores lo seores. Ser un recuerdo,una reactualizacin de la conquista espaola? Sin duda.

    Jos Mara Arguedas, el importante escritor y etnlogo peruano, de quien se tomla informacin aqu mencionada (Arguedas, 1956), dice al respecto:

    El insulto constituye una forma de recreacin en casi oda el rea del quechua ayacuchano

    y cuzqueo [...] / Para el caso y en cualquier tipo de reunin, puede surgir la competenciaentre dos insultadores famosos o no. La concurrencia escuchar a los insultadores yfestejar con grandes risotadas las comparaciones con que, frecuentemente, tratarn deridiculizarse el uno al otro. Como ese ejercicio es probablemente muy antiguo, existeninsultos clsicos de gran difusin. Son las improvisaciones las que dan prestigio alinsultador y tambin el triunfo sobre el rival. / Esta clase de insulto rara vez resultaverdaderamente hiriente. El insulto puede hacer resaltar defectos reales de las personaspero siempre con irona piadosa o jocunda. La finalidad no es la de zaherir al contende-

    dor sino la de recrear a la concurrencia y constituye una oportunidad, tradicionalmentecondicionada, para el ejercicio de la inspiracin de quienes tienen talento para la ironay la observacin aguda de las situaciones y actitudes equvocas. / En algunas provincias,como Huamanga y Andahuaylas, el insulto es tambin ceremonial. Se cumple durantela noche de San Juan [...] / Los seores de los pueblos tambin compiten en insultos.Fui testigo de cmo, dos veces, mestizos derrotaron a seores. Un famossimo caballeroinsultador cuzqueo, fue aplastado por un msico coracoreo. El caballero me

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    55Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    ELALBUR: DELSIMPLERETRUCANOAUNAVISINUTPICO-CARNAVALESCADELMUNDO

    dijo luego: No se puede contra estos mestizos; hacen combinaciones que a uno no sele pueden ocurrir (Arguedas, 1956: 68).

    Pudiera parecer que con lo dicho nos alejamos del verdadero asunto a tratar, pero comoveremos a continuacin esto no es as. En la poca de los Incas, todos estos insultos,que para entonces deban ser rituales, se relacionaban con cuestiones ertico-simblicasy mgico-mticas, pues sus races estaban basadas en la relacin del hombre con la Pa-chamama, as todas las fiestas, rituales, canciones y danzas, refieren a la creacin yprocreacin que sta acarrea consigo.5No obstante, es poca la informacin que se tienedel periodo prehispnico y colonial de esa zona, a diferencia de la mucha que se posee enMxico. De manera que lo que podamos observar aqu est muy articulado con lo que

    aconteca all, con las diferencias inevitables por tratarse de dos pueblos con culturas muydiferentes, dado que el espacio geogrfico que habitaban era radicalmente opuesto: unaubicada en largos y extensos valles, otra establecida en las altas y profundas quebradasde los Andes.

    As, de acuerdo con Patrick Johansson del Instituto de Investigaciones Histricasde la UNAM, en su artculo Diloga, metforas y albures en cantos erticos nahuas delsiglo XVI:

    5

    Dice al respecto Csar Valencia Solanilla, en su artculo: Relatos mticos incas: visin del mundo yeducacin (Revista de Ciencias Humanas, nm. 22, Universidad Tecnolgica de Pereira, Colombia, 2000):Tomado de la recopilacin de Francisco de vila y traducido por el gran escritor peruano Jos MaraArguedas, el mito de Huatyacuri [...] ofrece tambin unos matices muy interesantes en la esfera de lo peda-ggico, mostrando la reiteracin del amor y el erotismo en la cultura inca, en especial de su literatura [...]El relato congrega multiplicidad de sentido y caractersticas bien definitorias de los mitos incas: el carcterpreponderante del amor y la sensualidad, el papel de la mujer en la conformacin de la historia, el castigoa la soberbia, la integracin de lo cotidiano con lo maravilloso y la ndole didctica de los microrrelatosque lo componen. Por estas razones, se trata de un relato que connota una pluralidad de significados yest provisto de gran simbolismo [...] / Participa de lo cosmognico, en cuanto remite al origen remoto yfundamental de lo existente, con la metfora de los huevos que contienen los dioses principales, al tiempoque relata la proveniencia del hroe cultural, Huatyacuri [] / As mismo, es un relato de carcter etio-lgico y ldico, que de forma divertida narra el origen sagrado de ciertos animales como los zorros, lasaves, las llamas, los venados y su relacin con los hombres, as como la explicacin de ciertas toponimias(montaas, lagos, cerros) que estn ligadas a la vida de los enamorados y al amor. Esta intervencin delsubstrato amoroso que inspira la relacin entre el hombre y la mujer dota a los relatos mticos incas de unaexpresividad muy especial, que aparece tambin en la diversidad de manifestaciones poticas, como lo sonel wawaki(poema ertico propiciatorio del amor y de la maduracin de los frutos), el taki(poema-cancinde tono picaresco), pero sobre todo eljarawio turpi(especie lrica del amor, de la endecha de enamoradoque generalmente se la menta por el cario no correspondido). / En todos ellos, el amor y el erotismofuncionan como ncleo estructurante de la visin del mundo, que nos brinda posibilidades bien sugestivasde aproximacin a la idiosincrasia indgena de los andes suramericanos, en particular del Per, Ecuador yBolivia.

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    56 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    FRANCISCOXAVIERSOL-ZAPATERO

    En el mundo nhuatl prehispnico, la sexualidad culturalmente encauzada tena uncarcter vital. Contenida por diques socio-ticos que las leyes y la moral vigentes esta-

    blecan para la vida cotidiana, era ritualmente canalizada para lograr efectos mgico-religiosos, o se desparramaba de manera espontnea en espacios y momentos de recreoy esparcimiento socialmente definidos. Muchas son las fuentes que revelan un erotismosutil o exacerbado de los antiguos nahuas. Las crnicas de autores nativos, mestizos yespaoles, los textos indgenas recopilados, as como la iconografa de los cdices, ponende manifiesto ese erotismo en diferentes contextos.

    En lo que concierne a la oralidad, mitos, ritos, cuentos, encantamientos mgicos yotros gneros expresivos correspondientes al macrognero tlahtolli,6contenan elementos

    erticos. Es, sin embargo, el cucatl canto-baile, por la motricidad msico-dancstica ylas inf lexiones de la voz que implica, el que constituy el medio expresivo por excelenciadel erotismo nhuatl prehispnico.

    Ahora bien, si la mayora de los cuicah, cualquiera que sea su ndole genrica, ma-nifiestan la sensualidad propia del indgena nhuatl, algunos gneros parecen habersecaracterizado especficamente por su tenor ertico. El xopancucatl canto de primavera,el cuecuechcucatl canto travieso, el cihuacucatl canto de mujeres, el huehuecucatl canto deancianos, as como el cococucatl canto de trtolas, son probablemente las modalidades

    expresivas en las que el erotismo nhuatl se manifiesta ms claramente.En cada uno de estos gneros o subgneros de la oralidad nhuatl, palabras y

    frases con un tenor sexual manifiesto o encubierto se combinaban con circunvoluciones,contorsiones o gestos lbricos para expresar un erotismo ritual o ldico. El xopancu-catl, canto de primavera, era el ms discreto de los cantos erticos. En el cuecuechcucatl,canto travieso, la libido se canalizaba ritualmente hacia los mbitos religiosos para re-energetizar el cosmos. En el cihuacucatl, canto de mujeres, Eros se volva ofensivo, irnico,sarcstico, para derrotar al varn. El canto de ancianos, huehuecucatl, esgrima tambin

    el escarnio, un ingenio sarcstico y un erotismo ldico, pero para distraer y recrear. Elcococucatl, canto de trtolas, como su nombre lo sugiere, manifestaba una jocosa sen-sualidad relacionada con la intimidad matrimonial. Todos estos gneros erticos tenanen comn una lascividad gestual y dancstica, as como un lenguaje ambiguo, preadode sentidos potenciales que llegaban a constituir, a veces, lo que hoy se considerara enMxico como un albur(Johansson, 2006: 63-64).

    6 En el tlahtolli, cuyo significado es palabra o discurso, la palabra se impone a otros recursos expresivospropios de la oralidad, como son el gesto, la msica, la danza, la indumentaria, etctera.

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    57Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    ELALBUR: DELSIMPLERETRUCANOAUNAVISINUTPICO-CARNAVALESCADELMUNDO

    Segn este autor, en el siglo XVIfueron transcritos distintos cantos de ndole ertica,especficamente en el manuscrito conocido como Cantares mexicanos.Veamos un ejemplode la relacin entre el Cucatly el erotismo:

    En los cantos erticos, la motricidad lbrica de los gestos, la voluptuosidad lasciva dela danza, la sensualidad de la voz, el sonido deleitoso de los instrumentos, as comola ambigedad libidinosa o la refinada lujuria de las palabras, suscitaban placeres conmatices distintos segn el gnero.

    Al erotismo manifiesto del canto, el cual consideramos en detalle adelante, espreciso aadir todo un aparato mitolgico y un conjunto de creencias que hacan delsonido, de la msica, del canto y de la mmesis dancstico-gestual un medio para fecundar

    el silencio y la muerte.El mito que relata la gestacin del ser humano en el inframundo (Cdice Chimalpopo-

    ca, 1992: fol. 79) y su encarnacin mediante la ingestin de un grano de maz, confiere ala msica del caracol un valor gensico. En efecto, lo primero que pide Mictlantecuhtli,el dios telrico de la muerte, a Quetzalcatl, el numen uranio, es soplar en su caracol.Quetzalcatl se esfuerza, pero no se oye nada, ya que el caracol no est agujereado y porlo tanto no puede salir sonido alguno. l llama a los gusanos que perforan el caracol,despus de lo cual sopla de nuevo, generando el sonido primordial, que oye Mictlan-

    tecuhtli y por tanto fecunda el silencio y la muerte.El tenor ertico del esquema mitolgico es manifiesto: el soplo masculino de

    Quetzalcatl penetra, en el sentido sexual de la palabra, en el caracol femenino pro-duciendo un sonido, el cual a su vezpenetra en el odo de la divinidad de la muerte,fecundndola. Los gusanos que agujeran el caracol realizan tambin a nivel mtico-simblico una perforacin con tenor sexual al desflorar al ente femenino del quedebe surgir la vida.

    La segunda peticin del dios de la muerte es que Quetzalcatl-Ehcatl le d cuatro

    vueltas a un crculo de jade (chalchiuhteyahualco).El hecho de dar vueltas en torno a un enteque funge como eje tiene tambin un carcter ertico-gensico. El enredo subsecuentetiende a estructurar lo que adviene, en este caso, un ser humano. A nivel ms crptico,el hecho de dar cuatro vueltas a un crculo simboliza la unin hierogmica de la tierra(cuadratura) y el cielo (redondez).

    Las danzas en crculo, tpicas de los cantos erticos, adems de los gestos y ade-manes especficos que las constituyen, deben de tener esta funcionalidad gensica.

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    58 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    FRANCISCOXAVIERSOL-ZAPATERO

    En los contextos mortuorios, las lgrimas, los gritos, las danzas y los cantostendrn frecuentemente un valor ertico-gensico propiciatorio, tendiente a estimularla vitalidadpost mortem del difunto.

    Puede parecer inslito integrar danzas y cantos erticos en contextos mortuorios;

    sin embargo, esta prctica ritual corresponda a una cosmovisin indgena en la que laexistencia y la muerte establecan un antagonismo frtil, generador de vida.

    La omnipresencia de la muerte en los cantos erticos nahuas muestra de maneraimpactante el estrecho vnculo que exista entre el amor y la muerte en el pensamientonhuatl prehispnico.

    A este arraigo de la sexualidad en la atemporalidad del mito se aunaba lapresenciade los cuerpos en movimiento en una instancia de canto. Las deshonestas monerasde las que hablan los frailes tenan como fin propiciar la fertilidad de la tierra, alejar

    sequas, conjurar malos augurios, pero permitan tambin drenar las pulsiones erticasy tanticas fuera de los cuerpos individuales y del cuerpo colectivo, y ms generalmente,recrearse, relajarse ldicamente. (Johansson, 2006: 67-69).

    Vemos pues, que el desafoverbal, no-verbal o combinado, laico o ritual, jocoso oertico-mgico-mtico se presenta en todas partes de Amrica Latina y entre todo tipode gente, y que el desafo de albures mexicano no es ms que una manifestacin msde entre todos ellos, si bien con sus caractersticas socioculturales particulares y nicas.

    Una cosa que hay que tomar en cuenta es que el albur nunca est definido comoun molde que se repite segn la ocasin, sino que siempre se crea y se recrea, es decir, encada desafo depende del oponente, del pblico, del ingenio del que los crea, del lugarfsico, geogrfico, sociocultural, etc., dnde se manifiesta, de si se trata de destronaral oponente directo o tiene una connotacin mucho ms amplia, la cual puede ir desdela hermana o la mam, hasta los polticos, artistas u otros hroes nacionales, pasandopor personajes connotados de la iglesia. En funcin de todo ello se podr delimitarsu forma y su contenido, es decir, el tipo de gnero del que forma parte. Hacer una

    tipologa, una clasificacin de albures, no nos llevara ms que a convertir al albur vivoen un albur muerto o casi muerto ,7como sucede, de alguna manera, por ejemplo,en los famosos libros o discos de Picardas Mexicanas.

    7 sta es la razn por la que hemos evitado exponer albures en el presente artculo. De cualquier manera,para que no se pierda de vista cmo se manifiesta un desafo de albures, he aqu un ejemplo: Echo elpulque en jarra o en vaso? / chamelo, pero que sea curadito de cacahuate. / Bueno, pues comenzar acomer. Psame dos teleras. / Cmo no! Oye, te molesto con el chile? Es que me agarra lejos. / Sintateahorita te lo paso. (Tambin se puede decir: Pus entonces para qu se sent hasta all? Ah le va, agrre-lo). / De postre no quieres unos pltanos con crema? / Me llama la atencin que me digas eso, si bien

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    59Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

    ELALBUR: DELSIMPLERETRUCANOAUNAVISINUTPICO-CARNAVALESCADELMUNDO

    Justamente estas manifestaciones muertas del albur son las que han llevado a lasdefiniciones de diccionario: equvoco malicioso, retrucano, juego de palabras de doblesentido. Si realmente esto fuese un albur, no tendra ninguna importancia, puesto que

    todos somos capaces de jugar pardicamente con las palabras al hablar y hacerles tenerun doble sentido, incluso con connotacin sexual. Pero eso nunca llevara a organizar,como en muchas ocasiones se ha hecho en Mxico, verdaderos debates de albureros. Sihan tenido la oportunidad de estar en una de esas competencias, habrn podido notar queel asunto es extremadamente ms complejo y que tiene una profundidad mucho mayor.No cualquiera resulta ser un alburero profesional.

    Por tanto, el verdadero albur no se entiende tan slo como un doble sentido, puesen el albur importa tanto la forma de expresin, el tono, el acento y la entonacin, como

    las imgenes que crea. Quizs lo ms importante del albur est dado justamente por laimagen. Quien responde un albur, debe hacerlo a la imagen que se le presenta a travsdel discurso. Esta imagen ser tanto ms amplia y profunda en funcin de los conoci-mientos, del espacio de experiencias y del horizonte de expectativas, tanto del que estcompitiendo como del pblico que participa de manera activa en ella.

    Las imgenes que se movilizan en el albur ciertamente son imgenes sexuales, perosi estuvieran tan slo delimitadas por las imgenes propiamente dichas, en su sentido msdirecto, ms pornogrfico digamos, el albur sera un producto cultural sumamente

    pobre y limitado. Por tanto, la imagen tiene que vehicular muchos ms elementos comopara que se convierta realmente en una imagen sociocultural, con toda la carga de lastradiciones correspondientes.

    Para entender esto, tenemos que ir hacia atrs en la historia cuando menosdesde la perspectiva europea, puesto que de la parte indgena conocemos lo que hemosmencionado, y de esto el albur callejeroactual ya ha perdido mucho, si bien dependa, comovimos, del contextodonde se manifieste , de manera que seamos capaces de or y ver alalbur desde esta postura, con todo lo que de ello se halla conservado y perdido, as como

    renovado, es decir, tomando en cuenta la sedimentacin y la innovacin de las mltiplesy heterogneas tradiciones vehiculadas y movilizadas.

    sabes que estoy a dieta. Mejor dame un cafecito. / Ah, flojo que eres. / Aqu te dejo unos chiles / Vas air al baile? / S, por qu? / No pelees. / No wey, no me rinde este negocio. / No te desesperes, esto estranquilo, es que a ti te gusta meter tela y sacar listn, y as no es. / Cuando naci ese nio? / En agostocreo. / A que se deber que est tan gordito? / A gobiernos como el que tenemos, ya ve que pura comidachatarra promocionan [http://www.buscasdeweb.com/albures.html].

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    60 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

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    Vale la pena comentar al respecto que es lo mismo que uno debiera hacer cuandolee literatura, puesto que esto permitira que nuestras interpretaciones de los textosliterarios se volvieran realmente amplias y profundas. Es decir, habra que leer a travs

    de la tradicin, pero no de corto plazo, en cuanto a corrientes, movimientos o escuelasliterarias, sino de largo o muy largo plazo.

    Un ejemplo es suficiente para entender esto. Cien aos de soledades una novela su-mamente impregnada de elementos carnavalescos, con toda la profunda y espesa visincarnavalesca del mundo que expresa y representa en imgenes el narrador. Por tanto, sise lee esta novela considerndola tan slo como un problema de realismo mgico, deimgenes hiperblicas y grotescas, pero desde una perspectiva reducida casi a la fanta-sa del escritor, resultar totalmente empobrecida y distorsionada. En cambio, si se le

    oye, lee, e interpreta, a travs de toda la visin carnavalesca milenaria del mundo, tantoeuropea como indgena, con todos los tiempos, espacios y movimientos socioculturalesyuxtapuestos y superpuestos que se van manifestando en cada una de las imgenes quese expresan y representan; tomando en cuenta adems todos aquellos textos literarioscon los que est relacionada, gracias a que recurren a una tradicin o tradiciones literariasque tienen el mismo tipo de visin, con los cuales, sea dicho de paso, el escritor dialogay polemiza; en sntesis, si leemos la novela con toda esa carga cultural por medio de lacual Garca Mrquez crea las imgenes expresivas y representativas que finalmente le

    sirven de base para releer la historia de Amrica Latina, la novela se convierte en algorealmente indescriptible. Dicho en breve, leeramos la novela con la carga de una tradicin

    o tradiciones con varios siglos de antigedad, con todas las consecuencias que ellotraera consigo.

    Se podran mencionar, a nivel de informacin, que otras novelas ms o menoscontemporneas de la de Garca Mrquez, con una visin carnavalesca semejante, son:Pedro Pramo, de Juan Rulfo; Gran Sertn: veredas, de Guimares Rosa yEl zorro de arriba y elzorro de abajo, de Jos Mara Arguedas. Todos ellos escritores, por tanto, transculturados.

    Por supuesto, cada uno de ellos, en cuanto tal, moviliza dicha tradicin carnavalescaeuropea-indgena de maneras muy diversas, tanto en funcin de la tradicin particulara la que se adscribe cada escritor, como del lugar sociocultural donde se producen: laBarranquilla caribea de Colombia, el latifundista Jalisco mexicano, el sertanejo nordestebrasileo o la sierra sur andina peruana.

    Justamente as debe leerse tambin el albur, en cuanto producto sociocultural: enfuncin de la tradicin a la que parece pertenecer, a pesar de todo lo que ya haya perdidode la misma en sus manifestaciones ms urbanas.

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    61Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

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    Pasemos, pues, revista de manera breve y general a algunos elementos del carna-val bsicamente europeo, dado el relativo desconocimiento existente sobre las fiestaslatinoamericanas,8para ver qu rasgos de ellos parecieran conservarse y recrearse en

    el albur mexicano y en las competencias que con l se realizan.Para empezar, cabe mencionar que, a diferencia de Mxico y de Amrica Latina

    en general, donde dicha tradicin puede todava ser contemplada en vivo, mejor an,puede ser vivida existencialmente, con los lmites inevitables por nuestra posicin decierta manera externa a ella, la tradicin carnavalesca europea ha quedado limitada casiexclusivamente a su versin literaria. Esto es importante justamente porque demuestrala importancia de manifestaciones socioculturales como la que aqu nos rene: el albur,por lo menos para aquel que se interese por entender mejor quines somos y de dnde

    venimos, de qu manera se ha ido configurando nuestras heterogneas y complejas cul-turas, y cmo a partir de ellas han surgido las diversas y yuxtapuestas manera en queexplicamos y comprendemos la realidad.

    Para entender mejor esto, hay que mencionar que cuando vemos la realidad siemprela observamos bsicamente a travs de una especie de lentes: nunca la vemos tal cual es,independientemente de nuestra percepcin. Es decir, nuestra postura cognitiva y tica

    y hasta esttica individual, familiar, grupal, social, cultural, etc., determinanuestramanera de explicar, comprender e interpretar todos nuestros actos en relacin con los

    dems, nuestras actitudes, juicios propios y ajenos. O dicho de otro modo, todo aquelloque vivimos como parte de nuestro entorno inmediato, cercano y lejano, y en relacin connuestro presente, que est siempre en devenir; nuestro pasado, por cuanto espacio de expe-riencias, y nuestro futuro, por cuanto horizonte de expectativas. Todo esto coloca nuestraspalabras y nuestras imgenes en una relacin especial con respecto a la realidad.

    Pues bien, si esto queda claro, se puede decir que justamente la visin carnavalescadel mundo implica una relacin especfica de la palabra y la imagen respecto a dicharealidad, sea que nos refiramos a la realidad fsica o geogrfica, a la sociocultural o a la

    artstica. Pero a diferencia de nuestra percepcin individual, limitada por nuestro contextoms cercano al presente, ms cotidiano, sta se manifiesta a travs de una percepcin quese ha ido configurando a travs de siglos de elaboracin y reelaboracin.

    8 Para mayor informacin respecto al carnaval y la carnavalizacin literaria, vase Francisco Xavier SolZapatero, La muerte y la muerte de Quincas Berro Dgua: problemas de su solucin artstica, en RevistaLa Colmena, nm. 72, octubre-diciembre de 2011, Toluca, Estado de Mxico, Universidad Autnoma delEstado de Mxico, pp. 30-46.

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    62 Contribuciones desde CoatepecISSN: 1870-0365, AOXII, NMERO23, JULIO-DICIEMBRE2012, PP. 49-66

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    Es obvio que sta slo se puede mostrar a travs de los seres humanos, puesto que larealidad no habla por s misma, mas justamente por ser una cosmovisin socioculturalheterognea, sta se manifiesta a travs de ciertos gneros discursivos, tales como el

    albur, los insultos, la cancin, la danza, etc. De aqu que slo se descubra en condicionesespeciales: en el carnaval, en la fiesta, en la competencia, en el desafo, en el ritual,etc., es decir, en todos aquellos casos en que lo serio, lo oficial, lo dogmtico, lo acabado,se pone en tela de juicio. Es decir, aparece cuando se crea un clima, un ambiente de fiesta,al estilo latinoamericano, o de carnaval, al estilo europeo.

    Con todo, antes de seguir, debo mencionar que quien moviliza toda esta complejatradicin no necesariamente es consciente de ello. Es como si la memoria objetiva delgnero, de la tradicin, y no su memoria subjetiva, individual, fuese la que se expresase

    y representase. De aqu una de las fundamentales razones para conocerla y comprenderla:nos permite entender mejor nuestras maneras de interpretar la realidad, nuestra manerade relacionarnos con ella y con los seres con los que convivimos, adems de poder sealarlos lmites y la relatividad de las mismas.

    Debo sealar tambin que aqu nos interesa la forma genrica de esa cosmovisindel mundo y no la cosmovisin como tal, es decir, nos interesa el gnero albur porcuanto tiene caractersticas propias para relacionarse con la palabra, la imagen, la realidady los otros seres sea que participan activamente en la competencia, en el desafo, o

    que formen parte de las imgenes expresada y construidas por el albur. Vamos a tratarlocomo si fuese de hecho de alguna manera lo es un gnero artstico, aunque ensu fase oral, tal como podra serlo un cuento una leyenda, un mito, etc., en el que hay unhablante y un oyente, aunque en este caso se trata de una especie de dilogo.

    As, una de las caractersticas del carnaval, o mejor, de la relacin entre los hom-bres cuando se expresan en estos gneros festivos-carnavalizados, radica justamente enel hecho de que se viven y se configuran en el momento mismo de su creacin, tomandoen cuenta, las palabras e imgenes propias, las oponente, al pblico y aquellos que son

    movilizados durante el desafo.Es, pues, un espectculo sin escenario, ni divisin en actores y espectadores: to-

    dos participan. Mas justamente por esto, la vida carnavalesca, festiva, que se encarnadurante la competencia, radica en el hecho que se convierte en un mundo al revs;todas las leyes, prohibiciones y limitaciones que determinan el curso y el orden de la vidanormal, se cancelan. De aqu que se enfrenten indios contra mestizos, mestizos contraseores, o indios contra seores y, por tanto, que se supriman las jerarquas y las formasde miedo, que se elimine todo aquello determinado por la desigualdad social. Dicho de

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    ELALBUR: DELSIMPLERETRUCANOAUNAVISINUTPICO-CARNAVALESCADELMUNDO

    otro modo, se aniquila toda distancia entre las personas y empieza a funcionar el con-tacto libre y familiar entre la gente. Hasta las imgenes de los hroes, de los polticos, delos artistas, o simplemente del otro, de aquel con quien se compite, de aquel al que se

    insulta, se colocan en un plano de igualdad. Por tanto, se manifiesta una nueva manerade relacionarse los hombres entre s y con la realidad.

    Otro elemento importante es que todo aquello cerrado, desunido, distanciado porla visin jerrquica de la vida normal, entra en contacto y en combinaciones cercanas,especialmente aquellas que se refieren a lo sexual. Pero no slo eso, se rebaja al contrin-cante para hacerlo renacer de otra manera. De ah que uno de los elementos del albur seala coronacin burlesca y el subsiguiente destronamiento del rey del albur, es decir, delcontrincante, pero como un rito doble, en el que se da simultneamente ambos eventos:

    se corona y se destrona, para volver a coronar, lo que se manifiesta en cada intervencinde ambos contrincantes. Ello produce un ambiente de alegre relatividad, de ambigedad,de risa universal; si bien uno de ellos sea el ganador, en realidad lo importante no radicaen eso, sino en el juego, en el desafo mismo, en la igualdad y renovacin.

    Pudiera parecer que se trata de la idea de liberacin desde una perspectiva racional,pero esto no es as, y aqu radica justamente la base de estos desafos. Se trata de una ma-nera viva de percibir la realidad y a los otros, las cuales se viven mientras se manifiestan.De aqu que durante el tiempo que dura la fiesta, el carnaval, y en el cual se manifiestan

    los insultos o los desafos de albures, todo se vuelve relativo, ambiguo, donde ambaspartes tienen la misma posibilidad. La alegre relatividad de todo estado y orden, de podery de situacin jerrquica, la relacin entre el cambio y la renovacin.

    Cabe mencionar que en este caso lo sexual toma tambin una connotacin muchoms amplia que la limitada a nuestra percepcin cotidiana, pues se convierte en unespecie de cuerpo sexual universal, donde son la propia tierra y el todo del cosmos losque se ponen en movimiento: donde se fecunda la tierra y el universo todo a travs de laexageracin universal de lo sexual.

    As, lo fundamental de todo lo dicho aqu de forma esquemtica y breve, es quepermite ver la realidad, las relaciones humanas, la historia, etc., desde otra perspectiva,con otra lgica, una lgica sexual-universal, donde se muestra que todo aquello queparece slido y estable, jerrquicamente determinado, definido y acabado, es una solade las posibilidades de las muchas que en la vida podemos vivir, explicar, comprendery explicar.

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    Las imgenes del otro, aparentemente fijas y dadas de una vez para siempre, desdeuna perspectiva sexual, se vuelven tambin ambivalentes, relativas, se las desenmascara yse las ponen en movimiento, se las familiariza y se las profana.

    Pero, curiosamente, al decir esto es donde comienza la necesidad de rastrear elorigen de los albures mexicanos, puesto que, hasta donde se puede percibir, por lo queconocemos, ni en lo carnavalesco europeo propiamente dicho, ni en lo indgena encuanto tal, pareciera contener una carga sexual tan abierta como en este caso dado. Re-pito, aqu es donde habra necesidad de profundizar y rastrear histricamente sus racesaparentemente tan especiales.

    Con todo, lo que importa sealar finalmente es la nueva relacin especfica que se dacon la realidad y con los otros que, en condiciones normales, jams se podra manifestar.

    Con la consecuente posibilidad de contemplar y vivir nuestra vida cotidiana, a nosotrosmismos y a los otros, nuestro pasado y futuro, nuestra historia personal y sociocultural,desde otra perspectiva totalmente diferente, relativa, ambigua, donde tanto es posibleuna cosa como la contraria.

    Ciertamente, aqu me he referido al albur en sus manifestaciones ms elaboradas,puesto que en las ms limitadas, todos estos elementos se reducen considerablemente, sindesparecer del todo. Cualquier que tenga un odo fino y una vista aguda ser capaz de ory veren dichas manifestaciones los ecos ms o menos lejanos de esta visin carnavalesco-

    festiva del mundo.Ahora bien, hemos revisado el albur a partir de las relaciones con la realidad y con

    los hombres, as como con las imgenes que se configuran al manifestarse el desafo,la competencia, sea propiamente de albures o sea de insultos. Ciertamente lo he-mos hecho de una manera bastante abstracta; de hecho, la intencin de hacerlo as, hasido la de mostrar algunos de los elementos histricos-genticos que estn detrs de esamanifestacin sociocultural aparentemente vulgar y obscena.

    Pero cabra tambin estudiarla del otro lado. Me refiero al problema de la expresin.

    Dado que se trata de un dilogo, me gustara relacionar mnimamente el albur, si bientambin de manera abstracta, con el dilogo socrtico, por cuanto, segn esto, resultaser un gnero carnavalesco por excelencia. Es claro que nos referimos de nuevo al alburen sus manifestaciones ms complejas, donde se trata no slo de entronar-destronarsexualmente al oponente, sino de hacerlo con respecto a la visin del mundo oficial:poltica, histrica, etc., monoltica y acabada, que pretende poseer una verdad ya hecha,y de aquellos hombre que creen poseer una verdad determinada.

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    Desde esta perspectiva, este tipo de albur pretende justamente demostrar, a travsde la palabra, la relatividad de toda verdad, y sealar el hecho de que sta se encuentraal originarse entre los hombres, tal y como sucede en los dilogos socrticos. O di-

    cho de otro modo, que la verdad siempre es dialgica, si bien es cierto que con el alburno se pretende encontrar ninguna verdad, sino precisamente mostrar su relatividad alconvertirla en una cosmovisin sexual del mundo. De aqu que sea tan importanteel lenguaje simblico sexual-universal que se utiliza para participar en el desafo,como las imgenes que se crean a travs de l. Son como las dos partes inseparables deun mismo objeto: del albur.

    Se podra decir como sealaba de manera muy vaga uno de los diccionarios alprincipio, refirindose a la palabra rabe al-brque significa: el acto de someter a prue-

    ba alguna cosa , que se trata precisamente de poner a prueba, desde una perspectivasexual-universal, la percepcin que tenemos de la realidad, del hombre, de la historia,etc.

    Cabe aclarar, para terminar, que si bien aqu hemos sobredimensionado las carac-tersticas del albur desde una perspectiva carnavalesca europea, ha sido con la intencinde mostrar que, a pesar de los prejuicios que sobre l pesan, es necesario e importanteestudiar esta manifestacin cultural con mayor detenimiento, tanto por su relacin connuestra manera de ver y comprender al individuo: en cuanto yo, t y l, al mundo, a la

    sociedad, a la cultura etc., como por la manera que tenemos de expresarnos acerca deellos.

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    FRANCISCOXAVIERSOL-ZAPATERO

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    Francisco Xavier Sol-Zapatero es Doctor en Literatura Hispanoamericana por laUNAM. Coordinador y Docente del rea de Estudios Literarios de la Maestra-Docto-rado en Humanidades de la UAEMx. Profesor-Investigador en la Licenciatura en LetrasLatinoamericanas de la misma universidad.