Arte y Cultura No.781

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Suplemento mensual núm. 781 | Domingo 4 de octubre de 2009 décadas de pintura contemporánea en Puebla IMPOSIBLE DETENER 3 Mariano Morales Corona | Montserrat Gali Boadella

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3Mariano Morales Corona | Montserrat Gali Boadella

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Domingo 4 de octubre de 2009

Arte y cultura

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Imposible detenerTres décadas de pintura contemporánea en Puebla *Mariano Morales Corona

Puebla, ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, capital del estado del mismo nombre y una de las más importantes ciudades de México y de América, por his-toria, por arte e industria, por cultura… es una enti-dad viva y en constante desarrollo.

Es una ciudad monumento y también una ciudad universitaria, sede de las ins tituciones de educación superior, públicas y privadas, más destacadas de México, y por ende un polo de atracción para la juventud y la creatividad. Así sucede con las artes plásticas y, particu-larmente, con la pintura: que en las postrimerías del siglo XX y lo que va de éste ha tenido un enorme auge.

Sin embargo, muchas veces ni las inversiones pri-vadas ni las políticas públicas van aparejadas a ese impulso. Es triste ver cómo los creadores arrastran sus vocaciones.

Los extranjeros que visitan Puebla, que por cierto cada día son (y serán) más, lo hacen en la mayoría de los casos con los ojos críticos del viajero cultural; y, en apa riencia, la ciudad sólo les ofrece tradición. Por ello nos tildan de conservadores.

Una veintena de museos públicos, la mayoría, a los que se suman algunos privados, dan cuenta del paso de nuestra historia y de la creatividad acunada y/o avecindada en Puebla. Es posible ver historia natu-ral, historia política y social, arqueología, antropología, arquitectura, pintura, artesanado… testimonios de siglos pasados. Lo nuevo, la respiración de la ciudad viva, los impulsos actuales y actuantes, escasamente podrán ser atestiguados por el visitante.

Por ahí en 1998, algunos amigos escritores nos planteamos ese pro blema y decidimos antologar las pruebas de la creación artística que maduraba con el fin de siglo y despuntaba hacia el nuevo milenio.

Dimos inicio entonces a la tarea de hacer un catálogo de los pintores profesionales que trabajan en Puebla (y algunos de Tlaxcala, por cercanía). Había que convocar-los, fotografiar obra, situarlos y pedirles un pensamiento en torno a su labor creativa. En la región hay muchos más pintores que los aquí seleccionados.

Los criterios para antologar exigían la dedicación profesional a la pintura, pero incluían otros más:

* Fragmentos del libro Imposible detener, tres décadas de pintura contemporánea en Puebla, de reciente aparición, disponible en las oficinas del periódico Síntesis, 23 Sur No. 2504, colonia Volcanes, Puebla, Pue.

Obras en portada:

1 Hombre en el universo, José Luis Hernández, mixta sobre tela, 100 x 120 cms., 1985

2 El bongocero y la noche, Dalia Monroy, acrílico sobre lona, 180 x 140 cms., 2000

3 Espíritu de San Luis, Gerardo Ramos Brito, mixta, 150 x 150 cms., 1998

4 Soplo del norte, José Villalobos, mixta: óleo y encausto sobre tela, 160 x 140 cms., 1997

5 Perla, Ernesto Vázquez Díaz, óleo sobre tela, 30 x 40 cms., 1998

6 Fin de fiesta, Teresa Morán, óleo sobre tela, 170 x 140 cms., 1996

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básicamente trabajar las formas contemporáneas de expresión plástica. No fueron incluidos, entonces, ni las expresiones electrónicas, ni las formas más tra-dicionales, pese a que aportan todas ellas, desde su propia visión a la vida cultural: instalaciones, perfor-mances, videoarte, fotoarte, escultura, retrato, paisaje, bodegones y otros géneros aún más clásicos.

Esperamos que Imposible detener, Muestra de tres décadas de pintura en Puebla sea una aportación al conocimiento de la pintura en Puebla (y Tlaxcala).

En un catálogo de esta naturaleza, necesaria-mente habrá ausencias y, posible mente, alguna presencia en tránsito. Pero fue elaborado con la mejor buena fe, para dar una panorámica de la for-taleza alcanzada por la pintura contemporánea en Puebla (y Tlaxcala) hasta el tránsito de siglo y de milenio. Por ello, es necesario aclarar que en los

primeros años del siglo XXI algunos de los artistas han ido evolu cionando hacia propuestas distintas a las aquí recopiladas. La antología pretende dar cuenta de los logros obtenidos en las últimas tres décadas del siglo XX. Ya vendrán quienes mejoren el trabajo y quienes nos brinden las necesarias actua-lizaciones, las que quizás tengan que hacerse con otros medios diferentes a la reproducción en libro (y disco compacto).

Y ya que se toca ese tema, hay que mencionar que a quienes ven a las personas como meros veedores en la era de la electrónica y que piensan que la pintura, el grabado, el dibujo… son cosa del pasado, habrá que decirles que este libro mues tra la fuerza de la expresión plástica sobre bastidores, papeles, telas, retablos… y confirma que, al igual que la novela, el cine, el libro, el periódico… recibirán a sus nuev@s herman@s videoelectrónic@s para acompañarl@s y señalarles rumbos por muchos, muchos años más. De ahí que a nuestras artes plásticas sea imposible detenerlas.

Por último, es necesario reconocer el trabajo de Armando Prida Huerta, quien apoyó la idea desde el principio; de los propios artistas, que mostraron dis-posición y colaboración inmediatas; el de Montserrat Gali que accedió a escribir el estudio introductorio; de Adolfo Santiago Durán Sánchez que contribuyó a la edición y construcción del libro; Javier González Carlos, que ayudó con gran parte de la fotografía; y de los diseñadores Carlos Jiménez Montaño, en el con-cepto y Patricia Palacios en la formación del libro, así como a las autoridades universitarias, siempre prestas a colaborar con la cultura. Cuije, Marco Antonio Durán, aguafuerte con aguatinta.

Travesía de los vientos, José Villalobos, mixta sobre tela, 2000

Distinto amanecer, Mihael Dalla Valle, acrílico sobre papel, 90 x 60 cms., 1987.

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De visiones y religiones, Samuel Macnaught, óleo sobre tela, 120 x 110 cms., 2004

Judas (pirotecnia de la ciudad de Puebla), Desiderio Hernández Xochitiotzin, óleo sobre tela, 70 x 100 cms., 1970

Diez años antes de finalizar el siglo XX, con motivo de la exhibición México, 30 siglos de esplendor en Los Ange-les, California, en la que se mostró al mundo, luego de haber estado en Nueva York, la vasta y rica historia del arte mexicano, se llevaron a cabo colateralmente diversos eventos que fedataban impulsos y estancos de nuestros compatriotas, en los desarrollos de la música, la pintura, el cine y otras artes…

Acompañando ese evento, fue montada una intere-sante muestra de pintura de Puebla, debida al empuje de Lizette Maurer y de Juan Sordo —quien viera trun-cada su vida y su carrera, en esos años, por aquellas

tierras. Ellos, los galeristas, la llamaron la “Nueva escuela poblana de pintura”, intentando rememo-rar viejos y un poco oxidados blasones de la plástica novohispana asentada en estas tierras. Y “poblana”, también como sucedió antes, aunque hubiera artistas de varias nacionalidades y de diferentes estados de la república, pero que aquí desarrollaban la mayor parte de su trabajo creativo.

Invitado a dar mis opiniones, señalé entonces que no había los suficientes elementos como para hablar de una “escuela”, si acaso se había conformado un “movi-miento”, muy interesante, eso sí; pero que aún no cohe-

Antecedentes

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Carcachita con gallode morado, Teódulo Rómulo, óleo sobre tela, 116 x 89 cms., 1994

Serie El violín y la flauta XXV, Germán Venegas, óleo sobre tabla, díptico 244 x 244 cms., 2006

Panteón, Federico Silva, piedra, 1200 x 92 x 8 cms.

Mártir en el paisaje, Sando Berger Soart, encáustica, 22 x 27 cms.

sionaba ni encontraba sus derroteros, a pesar de ser rico en matices y de propiciar un fructífero intercam bio de ideas estéticas y técnicas. Señalaba entonces que como escuela sí podría reconocerse a la pintura oaxaqueña, que había brindado varios pin-tores, originales todos, pero que en equipo significaban un aporte peculiar a la plástica de la mano de Tamayo y de Toledo.

Finalmente, “escuela” remite a maestro y a pupitre. Eso pudo haber sucedido siglos atrás. Hoy en la era de la (des)información —que posibilita informarse, tanto como difundir modas— es más propio retomar aquella idea de los surrealistas, expresada por André Bretón, que habla de esas coin-cidencias históricas, que por debajo de la superficie permite comunicar cosas profun-das: los vasos comunicantes.

Delimitando la propuestaPara colocar fronteras en este libro lo hare-mos de manera un tanto circunstancial; ya que la vastedad concentrada en la capital mexicana ha sido el primer signo ins pirador y ha influido mucho, directamente y/o de rebote, para el resto de la pintura del alti-plano; región que, aunque debería sumar a Puebla, Tlaxcala y Oaxaca, como reco-nocimiento a la importancia de la tercera, aunado a razones geográficas redu cimos en esta ocasión el estudio a Tlaxcala y Puebla (a pesar de ello, el nombre de Oaxaca, apare-cerá en este trabajo de manera reiterada).

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Leopold, Aziza Alaoui, óleo sobre tela, 30 x 40 cms.

Puebla Babel, María Eugenia Jiménez Melo, impresiones de placa de linóleo intervenidas (mixta sobre papel), 120 x 120 cms. (nueve impresiones de 40 x 40 cms. cada una, 1997De la serie Betty Blue, BB Galaxia, Javier González

Tratar en un solo texto tantos artistas y tan distintos nos obliga a algún tipo de cla sificación. Y como es bien sabido, las clasificaciones entrañan distinciones y éstas, a su vez, nos llevan a eventuales valoraciones; por todo ello resulta pertinente ubicar a nuestros artistas y explicar los criterios de selección. Los pintores que aparecen en este libro, de acuerdo con los editores y patrocinadores del mismo, se han distri buido en tres grupos siguiendo a grandes rasgos un criterio cronológico; en algunos casos, sin embargo, se considera adecuado tomar en cuenta

no sólo la edad, sino también la experiencia y la pro-yección internacional. La mayor parte de los pintores considerados aquí han expuesto en la galería Síntesis y forman parte de la colección que el periódico ha ido con-formando. Como en todo libro hay lagunas y ausencias, pero se trata de un libro pionero que trata de despertar el interés por la actualidad artística de Puebla.

No contamos con la nómina completa de los pintores activos en la ciudad de Puebla desde 1920, pero es pro-bable que rebase las dos centenas. Algunos de los que

La pintura contemporánea en PueblaMontserrat Gali Boadella *

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Aquelarre, César Gordillo, acuarela y caseína sobre papel, 80 x 80 cms., 2000

estuvieron activos entre 1950 y 1970 han quedado presos de estilos tra dicionales y estrictamente figurativos; otros, han derivado hacia expresiones más contemporáneas. Este libro, como se ve claramente al revisar las láminas, se inclina por aquellos pintores que desarrollan expre-siones actuales, sin que por ello se esté condenando el arte tradicional y académico. Trataremos pues, funda-mentalmente, del movimiento artístico iniciado hace dos décadas, fortalecido a mediados de los ochenta y en franca expansión desde que inició la última década del siglo. Dentro de este panorama jugó un papel importante la llamada “escuela poblana”, término poco acertado según algunos artistas y críticos, pero que sin duda sirvió para tomar conciencia de que algo importante estaba ocurriendo en la ciudad.

En efecto, a pesar de un pasado colonial glorioso, de un siglo XIX nada despre ciable y de un modesto pero digno inicio de siglo XX, el arte contemporáneo de la Puebla de los Ángeles vivía agazapado: no sabemos si por falta de vita-

lidad o por no contar con el apoyo institucional y social necesario. Se trataba con toda probabilidad de una com-binación de ambas cosas, pero también por falta de iden-tidad, ocasio nada en gran medida por la nula recepción que le dispensaba su entorno social: los artistas poblanos parecían no tener público, eran artistas sin interlocutores. Todas las galerías que se fundaban en Puebla parecían des-tinadas al fracaso: las escasas ayudas del gobierno a proyec-tos culturales no se destinaban al arte moderno. Durante los años setenta la ciudad de Puebla contaba con más de cien artistas, entre pintores, grabadores y fotógrafos, sin embargo las circunstancias no les permitieron crecer y se frustraron muchas vocaciones.

Todos estos factores dejaron paso a otras circunstan-cias más favorables que se observan desde principios de los ochenta: la ciudad creció mucho y se diversificaron los grupos sociales con acceso a la cultura, llegaron artistas de otras partes del país y del extranjero, en especial pintores que también ejercieron la docencia y ampliaron el bagaje artístico

de los más jóvenes: se promovió la pintura de Puebla hacia el exterior, se presentaron exposiciones de tipo más vanguar-dista, aparecieron promotores y gale ristas que apostaron por el arte poblano, aunque sus esfuerzos a veces parecían caer en el vacío. Museos como el Amparo y/o el universitario, así como algunas galerías, entre ellas la Galería 180 Grados, la galería Síntesis y, últimamente, la denominada 20

Entre Espacio & Galería, presentaron algunas exposicio-nes notables. Finalmente, a partir de los noventa, las becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) ayuda-ron a los más jóvenes a consolidarse como profesionales.

Fue así como la ciudad logró por fin contar con un grupo de artistas, que además de vivir de la pintura y pro-porcionar una producción artística digna, son muestra de la vitalidad cultural de Puebla hacia el exterior en el recién terminado milenio y el iniciado siglo.

* Fragmento del ensayo incluido en el libro Imposible dete-ner, tres décadas de pintura contemporánea en Puebla

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