Arte Musical

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AÑO III. MADRID, 15 DE OCTUBRE DE 1917. NUM. 67. ARTE MUSICAL REVISTA IBEROAMERICANA SUSCRIPCIÓN i DIRECTOR j ADMINISTRACIÓN Esp.-ma y Portugal, año 12 pesetas. j jOSÉSUBIRÁ j Paseo del Prado, número 18. Los demás países, ano 16 francos ¡ •> i ' MÚSICOS Y DANZANTES «La triste envidia, avaricia espiritual de ías almas pobres, fructifica, sin florecer, como la higuera, en estos tristes páramos del espíritu. Y con ella, con la envidia, la manía persecuto- ria, que es su correlativa. Donde el espíritu propende a envidiar es muy natural que se crea envidiado y perseguido. Y así encontra- réis tantos ánimos amargados, entristecidos, quisquillosos y recelosos. El recelo y la quis- quillosidad reinan por dondequiera aquí.» Este fragmento de un artículo de Unamuno esta muy bien para los músicos, cuyo carácter especial hace que no nos conozcamos ni artísti- ca ni socialmente. Gracias que el artista, por lo general, es mejor que el hombre, no obstan- te ese sentimiento desagradable de la envidia que le corroe. El escribir no produce más que la admiración de los conocidos y la enemistad, o por lo menos cierta frialdad de los amigos. Esto lo habrá observado todo el que escribe para el público. ]Es tan difícil escribir a gusto de todos, si se ha de ser justo y sincerol Mientras no prefiramos lo nuestro a lo ex- tranjero, no haremos una labor verdaderamen- te intensa y fructífera. Si yo confeccionara los programas de los conciertos que se celebran en Madrid y en España, pondría a nuestros auto- res en primer término, aún a los que por sus tendencias no nle satisfacen plenamente. Has- ta el microbio modernista se debe de cultivar, pues conociéndole bien se libra uno mejor de su. contacto y de sus efectos merbosos para el arte. En principio no soy partidario de las subven- ciones del Estado (excepto para un teatro na- cional, por lo costoso del espectáculo). ¡Da tan mal resultado el arte oficial! Contribuye en la mayor parte de los casos a hacer reputaciones falsas que, ayudadas por los bombos de la Prensa (esta Prensa nuestra que a fuerza de anuncios, como los específicos, los hombres po- líticos, los sabios y los artistas, ha llegado a convertir en nuestro país un plantel de media- nías en hombres eminentes) llegan a ocupar puestos inmerecidamente, cultivando y utili- zando los bombos para sus fines. Pero, puesto qne todas las artes están subvencionadas, no hay ninguna razón para que la música no goce de ese privilegio. ROGELIO VILLAR. DE PIERMARINI A ANDRADE EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO REGLAMENTO DEL CONSERVATORIO (CONTINUACIÓN) LOS ALUMNOS Por el reglamento de 1830, se establecían seis clases de alumnos en el Conservatorio, a saber: 1,' Gratuitos de ambos sexos, internos. 2.* Auxiliados de ambos sexos, externos. 3.* Pensionistas o contribuyentes de ambos sexos, de toda educación, internos, que paga- ban al aflo 4.800 reales vellón. 4.^ Gratuitos de ambos sexos, de sólo edu- cación facultativa, externos. 5,^ Medio pensionistas de ambos sexos, de toda educación, que sólo pagaban alimento y equipo (2.880 reales), internos. 6.* Contribuyentes de ambos sexos, exter- nos, cuya cuota era de 1.440 reales. El equipo que debía llevar al Conservatorio y entretener a su propia costa cada alumno de la tercera y quinta clase debía ser igual al que

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Arte Musical (Madrid). 15-10-1917, No. 67

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  • AO III. MADRID, 15 DE OCTUBRE DE 1917. NUM. 67.

    ARTE MUSICAL REVISTA IBEROAMERICANA

    SUSCRIPCIN i DIRECTOR j ADMINISTRACIN Esp.-ma y Portugal, ao 12 pesetas. j j O S S U B I R j Paseo del Prado, nmero 18. Los dems pases, ano 16 francos > i '

    M S I C O S Y DANZANTES La triste envidia, avaricia espiritual de as

    almas pobres, fructifica, sin florecer, como la higuera, en estos tristes pramos del espritu. Y con ella, con la envidia, la mana persecuto-ria, que es su correlativa. Donde el espritu propende a envidiar es muy natural que se crea envidiado y perseguido. Y as encontra-ris tantos nimos amargados, entristecidos, quisquillosos y recelosos. El recelo y la quis-quillosidad reinan por dondequiera aqu.

    Este fragmento de un artculo de Unamuno esta muy bien para los msicos, cuyo carcter especial hace que no nos conozcamos ni artsti-ca ni socialmente. Gracias que el artista, por lo general, es mejor que el hombre, no obstan-te ese sentimiento desagradable de la envidia que le corroe.

    El escribir no produce ms que la admiracin de los conocidos y la enemistad, o por lo menos cierta frialdad de los amigos. Esto lo habr observado todo el que escribe para el pblico. ]Es tan difcil escribir a gusto de todos, si se ha de ser justo y sincerol

    Mientras no prefiramos lo nuestro a lo ex-tranjero, no haremos una labor verdaderamen-

    te intensa y fructfera. Si yo confeccionara los programas de los conciertos que se celebran en Madrid y en Espaa, pondra a nuestros auto-res en primer trmino, an a los que por sus tendencias no nle satisfacen plenamente. Has-ta el microbio modernista se debe de cultivar, pues conocindole bien se libra uno mejor de su. contacto y de sus efectos merbosos para el arte.

    En principio no soy partidario de las subven-ciones del Estado (excepto para un teatro na-cional, por lo costoso del espectculo). Da tan mal resultado el arte oficial! Contribuye en la mayor parte de los casos a hacer reputaciones falsas que, ayudadas por los bombos de la Prensa (esta Prensa nuestra que a fuerza de anuncios, como los especficos, los hombres po-lticos, los sabios y los artistas, ha llegado a convertir en nuestro pas un plantel de media-nas en hombres eminentes) llegan a ocupar puestos inmerecidamente, cultivando y utili-zando los bombos para sus fines. Pero, puesto qne todas las artes estn subvencionadas, no hay ninguna razn para que la msica no goce de ese privilegio.

    ROGELIO VILLAR.

    DE P I E R M A R I N I A A N D R A D E EL PRIMERO Y EL LTIMO REGLAMENTO DEL CONSERVATORIO

    (CONTINUACIN)

    LOS ALUMNOS

    Por el reglamento de 1830, se establecan seis clases de alumnos en el Conservatorio, a saber:

    1,' Gratuitos de ambos sexos, internos. 2.* Auxiliados de ambos sexos, externos. 3.* Pensionistas o contribuyentes de ambos

    sexos, de toda educacin, internos, que paga-ban al aflo 4.800 reales velln.

    4.^ Gratuitos de ambos sexos, de slo edu-cacin facultativa, externos.

    5,^ Medio pensionistas de ambos sexos, de toda educacin, que slo pagaban alimento y equipo (2.880 reales), internos.

    6.* Contribuyentes de ambos sexos, exter-nos, cuya cuota era de 1.440 reales.

    El equipo que deba llevar al Conservatorio y entretener a su propia costa cada alumno de la tercera y quinta clase deba ser igual al que

  • ARTE MUSICAL

    daba S. M. a los de la primera, y consista en una cama, esto es, un tablado, un jergn, un colchn, dos almoha las, cuatro sbanas, cuatro fundas, dos mantas, dos colchas, seis toallas, seis servilletas, seis camisas, seis cuellos, seis pauelos de narices, seis dem para el sudor, un pauelo negro para el cuello, un corbatn negro, seis pares de calcetas, dos pares de pan-talones obscuros de verano para casa, uno dem de pao para el invierno, dos pares dem de mahn para salir en verano, un par dem de pao para el invierno,- dos chaquetas de vera-no, una dem de invierno, un uniforme y som-brero como el figurn, una levita para el invier-no, dos chalecos para verano y uno para in-vierno, guantes celestes, dos pares de zapatos rusos para salir y uno dem para casa.

    El equipo de las alumnas de la tercera y quinta clase consista en cama, como arriba, seis toallas, seis servilletas, seis camisas, dos corss, cuatro pares de enaguas blanca5, cua-tro pares de medias cenicientas, dos pares de dem blancas, un refajo de lana, doce paos de hilo, cuatro pauelos de narices, ocho blaicos para el sudor, dos delantales negros de cbica, dos vestidos de percal obscuro para casa en verano, dos dem forrados para el invierno, un vestido de guinga color de mahn para salir en verano, uno de alepn, de la Reina, azul celes-te, de uniforme como el figurn para el invier-no, un chai de lana encarnada para salir en invierno, otro de madras obscuro para casa en invierno, dos pafiuelitos del cuello para casa en verano, una peregrina de moselina guarnecida para salir en verano, con lazo de cinta celeste, un sombrero de paja con lazo celeste para el verano, uno dem de paja negra con lazo celes-te para el invierno, un par de zapatos de cabra para casa, un par de botinas para salir en in-vierno, un par de dem de cut ruso para salir en verano, guantes y abanico y todo lo nece-sario para las labores de su sexo, debiendo ser todo igual a lo que daba S. M. a las de la pri-mera clase.

    Segn el reglamento de 1917, slo hay dos clases de alumnos: oficiales y no oficiales o libres.

    Mientras la disposicin suscrita por el se-or Andrade slo exige, para solicitar el ingre-so, acreditar legalmente que se est vacunado y que no se padece enfermedad contagiosa (aadindose, para los que desem cursar decla-macin, la condicin de no tener defecto fsico ostensible), la de Permarini ordenaba que* los aspirantes a la entrada en el Conservatorio como alumnos presentasen los siguientes do-cumentos:

    1." Fe de bautismo. 2." Una certificacin del cura prroco, en

    que justificasen pertenecer a familia pobre, pero de conocida honradez; estar impuestos en

    los dogmas de la religin, y dar pruebas de buena ndole.

    3." Otra certificacin de un maestro de M-sica hbil e imparcial, acreditando que los as-pirantes tenan buena disposicin para el ramo que queran aprender.

    4. Otra de un facultativo, asegurando que estaban vacunados (1) y que gozaban buena salud.

    5.* Otra del Alcalde del cuartel para los re-sidentes en la corte, y de la Justicia del pueblo para los residentes fuera, acreditando que los padres o tutores de los pretendientes eran fie-les y leales vasallos de S. M. C.

    Una vez dentro de la Casa, no podan tocar ni un solo comps ajeno de las lecciones que les estaban sealadas o que ya haban pasado. Esta falta, que es gravemente perjudicial al alumno y contraria a la responsabilidad y cr-dito del Conservatorio y de los Maestros, ser reprendida severamente cuando se averigie, y aun podr, si se reitera, ocasionar la exclusin absoluta del alumno que as desprecia su pro-pio inters, y el concepto de quien con la auto-ridad de la experiencia y el legtimo celo de la responsabilidad se compromete con S. M. y con el publico a guiarlo por el camino ms llano, corto y seguro desde el primero basta el ltimo paso de la carrera clsica. Si eran internos, no podan tener dinero en su poder, ni hablar con nadie cuando salan a la calle acompaados del rector espiritual, ni recibir cartas cerra-das... o que vinieran con el porte debido, ni es-cribirles a sus padres sin que antes las leyera el director. Slo por excepcin, se les permi-tir una vez en el ltimo mes de cada semes-tre escribir cartas cerradas y selladas a SMS pa-dres o tutores exclusivamente. Las alumnas, cuando no se lo impedan sus ocupaciones, de-ban coser y planchar las ropas del uso del Conservatorio.

    Comparadas ambas disposiciones, nadie duda que los que hoy son alumnos, no lo hubieran querido ser entonces y que la grey estudiantil de aquellos tiempos envidiara a la de ahora si alcanzase los nuestros.

    IXIN. (Concluird.)

    (1) Observemos el ao en que se exige este requisi-to de la vacunacin, Ello sugiere varias preguntas: Fueron el influjo personal de Fiermaf ini y el de la rei-na Maria Cristina - que venan del Extranjerolos de-terminantes de que se instituyera dicha condicin? Y fu aquel Reglamento el primero que en Espaa impuso la vacuna obligatoria con carcter oficial? Tienen la pa-labra los investigadores.

    Pdase el Boletn de novedades de la Casa ILDEFONSO ALIER

    Editor de Msica Paseo del Prado, nmero 18, lYIadrid.

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    F A N T A S A M U S I C A L

    UN DIRECTOR DEL CONSERVATORIO I

    SUBIENDO LA PENDIENTE Don Perfecto Mentecatez llevaba el apellido

    de un" gobernante influyente. A los veintids aos era doctor en Derecho, y a los veinticinco, diputado a Cortes. Por carecer de dotes orato-rias, desisti de aventurarse en la poltica; por carecer de picarda jurdica, renunci a ocupar un puesto en el foro. Pero necesitaba resaltar en algo, y como tecleaba un poco el piano, decidi meterse a crtico musical.

    No pegaba l a nadie, aunque hubiera sido justa la censura en algunos casos, para evitar enemigos. Nadie le pegaba a l, aunque lo me-recan sus atrocidades crticas, pues todos que-ran estar bien con tal sujeto.

    Despus de comentar a su guisa peras y conciertos durante un ao, not que eso de gacetillero era poco para l, y quiso ascen-der a musicgrafo. Saba francs porque se haba educado fuera de Espaa; compraba re-vistas musicales, porque poda vivir sin hacer equilibrios econmicos. Con esta doble base, trat desde cierta altura variados temas arts-ticos y diferentes problemas estticos. Merced a su posicin social, ningn peridico le cerr sus puertas. Se conquist muchas admiracio-nes. Vieron en l un modelo digno de imita-cin algunas personas que juzgaban por apa-riencias mentirosas, y como tal modelo lo en-salzaban ante quien, con ms talento, cultura y entusiasmos que Mentecatez, no lograba bri-llar, sin embargo, porque le faltaban el dinero, la suerte y los valedores que a Perfecto le so-braban.

    No hay como ser hijo do un pap, sobrino de un to o yerno de un suegro que brille en las altas esferas polticas o plutocrticas, para as-pirar a todo, por muy inverosmil que parezca, y para ver realizadas esas aspiraciones. Las que anidaron en el alma de Mentecatez fueron la de lucirse algn da como director del Con-servatorio, lo cual vala ms que ser un simple musicgrafo. Se dedic entonces a la msica tan de lleno como lo permita su capacidad. Decidi examinarse de Solfeo y Piano, y como era hijo de su excelentsimo seor pap, ob-tuvo diez sobresalientes, aunque, a],lo sumo, mereca tres aprobados y siete suspensos. Se puso a leer libros de literatura musical, y tras-lad los frutos de sus lecturas a numerosos ar-tculos sin orden ni concierto, pero con firmeza y constancia. Adems, anunci repetidas veces que preparaba dos obras monumentales; una, sobre un msico del que nada caba descubrir, porque era Mendelsshon, y otra, sobre un com-

    positor totalmente indito hasta el da y al cual Mentecatez iba a descubrir de pies a cabeza, comenzando por su partida de bautismo, si-guiendo por su coleccin manuscrita de obras inditas y terminando por su partida de defun-cin. Esto acrecent el contingente de sus ad-miradores.

    Cuando un hombre es tan laborioso como haca creer que lo era Perfecto Mentecatez, y es por aadidura hijo de un pap como el que a l le haba cado en suerte, qu ms ne-cesita para lograr verse encumbrado cualquier da, en virtud de ministerial disposicin, a un puesto que proporciona muchas pesetas y mu-chos honores?

    II

    EN LA CUMBRE Cuando subieron al Poder los amigos del

    pap, Perfecto Mentecatez se vio designado para la Direccin del Conservatorio. Comen-tse con dureza el nombramiento; mas no le importaba, pues le tenan sin cuidado los ata-ques de los inferiores, mientras contara con el apoyo de los superiores. Claro que, aqu, los inferiores eran los maestros competentes, y los superiores, los ministros indoctos.

    Para consolidar su reputacin musical, se propuso obtener alguna ctedra en aquel Esta-blecimiento docente. Eranle inaccesibles las de Armona, pues jams pudo saber, a pesar de su barniz erudito, cmo se forma un acorde de sptima dominante. Las de Piano estaban por encitia de sus fuerzas. Las de Solfeo estaban por debajo de su categora, Yo profesor de Solfeo? Qu bochorno para la ilustre familia de los Mentecatez!se deca.

    La nica que le vendra pintiparada era la de Historia y Esttica musicales. Como no exista, l logr que se creara.. Y como, por razones financieras, no podra salir a oposicin esa ctedra hasta pasados un par de aos, l decidi aprovechar ese tiempo para fortificar su preparacin y para amaar un Tribunal in-competente y complaciente que le votase a l... por Mentecatez. Que era suya esta frase, digna del ms redomado egosta: lo que quieras para t, no lo quieras para los dems. Y no tomando tales medidas profilcticas corra el albur de que un contrincante ms listo le bir-lase la prebenda.

    Al anunciarse la nueva ctedra, se prepar para esas mismas oposiciones Modesto Leal. Modesto Leal era un joven desprovisto de in-fluencias y de proteccin, pero lleno de capaci-dad y entusiasmos. Haba aprobada en el Con-servatorio las enseanzas de Solfeo y piano,

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    como Perfecto Mentecatez, y, adems, las de Armona y Composicin. Despus de recoger cuantos elementos le ofreca Madrid para su formacin cientfica en problemas de Historia y Esttica musicales, hacia los cuales siempre se sinti inclinado, resolvi pedir, en concurso pblico, una beca que le permitiese ampliar aquellos estudios en el Extranjero, especial-mente en Leipzig con Riemann.

    Solicit la beca, presentando trabajos diver-sos donde revelaba el grado de su aptitud y la intensidad de su preparacin. Encargado de examinar esa peticin y otras ms Perfecto Mentecatezpues a tales honores le haca acreedor su calidad de director en el primer centro docente musical de nuestro pas, se dijo al verla:

    iTate, tatel... Un rival en canutillo a estas alturas? Eso s que no puede ser...

    Ni siquiera se tom la pena de examinar los trabajos de Leal, como pudo comprobar ste, que, siempre receloso, haba pasado un pincel de goma por el filo de las hojas, y aquellas cuar-tillas volvieron al autor tan pegadas como l las haba presentado en el concurso.

    Y suscribi un informe exponiendo: No cabe tomar en consideracin esa solicitud, porque conviene favorecer con las becas a profesores procedentes del Conservatorio, caso en el que no- se halla el Sr. Leal. A propuesta suya, la beca recay sobre un profesor de cometa, el cual, a su vuelta del Extranjero podra for-mar excelentes discpulos en esa rama de la en-seanza musical.

    No par ah la cosa. Mentecatez hizo saber a Leal, valindose de una persona amiga de am-bos, que perda el tiempo si se preparaba para las oposiciones a la ctedra de Historia y Est-tica musicales, pues esta ctedra sera para Mentecatez y para ninguna otra persona, o en en el caso ms adverso, ni para l ni para nadie.

    II UN RUMBO TORCIDO

    Qu sucedi eatonces? Que Leal sufri una desilusin inmensa y un desaliento profundo. Los estudios a que se haba dedicado, abando-nando por ellos una solucin lucrativa que se le present, no ofrecan ms porvenir fiuancie-ro que aquella ctedra por la que l suspiraba y para la cual se haba preparado coa tanta fir-meza. No iba a dolerle que as se la usurpara, prevalindose de su posicin, un seor, cuyo nico mrito,"era pertenecer a la familia de los Mentecatez? Si me hubieran desahuciado por ignorante o por torpe, yo me resignarase dijo. Pero se me ha eliminado sosteniendo una falsedad: la de que yo no procedo del Con-servatorio. Y lo peor es que tal falsedad ha sido formulada a saBlendas.

    En efecto. Leal present con su solicitud una certificacin acadmica expedida por la Secre-tara del Conservatorio, en la que se expona que hizo all todos los estudios, desde el primer curso de Solfeo hasta el ltimo de Composicin. Y el propio Mentecatez haba signado el visto bueno a esa certificacin, como director de aquella Casa. De modo que lo que antes afirm documentalmente, ahora lo negaba descarada-mente.

    Abatido y maltrecho por aquel golpe de la adversidad, sufri Leal una crisis honda. Fin-gi una indiferencia que en el fondo encerraba una pasiva protesta contra el desinters que su labor se haba conquistado, y afirm, con el alma destrozada, pero con risueo semblante, que se despreocupara de todo estudio serio, lo cual dio lugar a que se dijera de l que estaba perdiendo el tiempo, cuando, en reali-dad, lo haba perdido antes, al seguir unos es-tudios que no ofrecen en nuestro pas una po-sicia social ni un porvenir econmico. Pens que haba vivido lejos de su familia, con poca holgura y con muchos entusiasmos, para fijar una situacin que le permitiera satisfacer sus idealismos artsticos, y que jams alcanzaba esa situacin, aunque un falaz espejismo se la mostraba cada vez ms prxima. Y vio que pasaban los aos, y que su vida tena tantas in-terrogaciones como el da en que, terminado sus estudios en el Conservatorio, se dedic a los de Historia y Esttica musical que le eran gratsimos, pero que no servan para resolver-le su problema financiero.

    A Leal le ofreci entonces un reflejo de su existencia el maravillossimo preludio de Tris-tn e IsoUa. En aqulla, como en ste, suce-danse con ardorosa constancia retazos y frag-mentos que ansiaban resolverse en una armo-na perfecta, y mantenan el triunfo de la diso-nancia; que aspiraban a la felicidad de vivir, y se sentan abrumados por la pertinaz sombra de un augurio fatdico. Jams se hallaban en una ni en otro un acorde perfecto, o una sucesin ordenada, o uaa cadencia que invitase al repo-so. Siempre triunfaban lo inestable, lo dubita-tivo y lo enigmtico. A lo sumo, se descubra la ms admirable ponderacia dentro de cierta falta de equilibrio y la ms portentosa unidad dentro de la falta de concordancia. Y Leal vea d nuevo tras aquel fracaso, del cual era res-ponsable una mala voluntad, que su vida lle-vaba trazas de no concluir en una solucin, sino en una disolucin sin solucin posible...

    Para colmo de males, coincidi la prdida de su pequeo caudal con aquella sentencia de Mentecatez, que haba destruido todas las ilu-siones y todas las esperanzas de un espritu an-, helosode trabajar. Leal necesit buscar sin de-mora un ntodus vivendi. Siguiendo el ejemplo que le daban otros msicos menos inteligentes

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    que l, se dedic a la composicin... y a la com-posicin lucrativa. Comenz a escribir cupls que valan poco y producan mucho, y este filn, astutamente explotado, le proporcion una renta que jams habran obtenido ni l ni nadie de la musicologa cientfica en nuestro pas.

    IV LA CADA

    Transcurrieron dos aos ms. Cay el Go-bierno, y pasaron a la oposicin los Menteca-tez. El nuevo ministro de Instruccin pbli-caque en el Foro y en el Parlamento era rival del Exorno. Sr. Mentecatezhizo una destitu-cin y una sustitucin. Creyendo que deba re-caer sobre alguna persona prestigiosa la direc-cin del Conservatorio, priv a Perfecto Men-tecatez de ese cargo. Proponindose proteger al profesor de miisca de su hija, cambi por una ctedra de piano, que habra de recaer en este maestro, la de Historia y Esttica musica-les, cuyas oposiciones se haban convocado tres das antes de aquel cambio ministerial con un Tribunal compuesto por caballeros totalmente adictos a la dinasta de los Mentecatez.

    El ex director del Conservatorio sufri du-rante aquella poca ratos amargusimos. Quiso volver a ser diputado, y le derrotaron en las alecciones. Present su candidatura a un silln vacante en la Real Academia de San Fernando, y le pretirieron por otro individuo que ni si-quiera haba sido diputado y que aleg, como nico mrito, el de saber msica.

    Consideraba l aquel ostracismo como cosa transitoria, de la que pensaba tomarse el des-quite en plazo ms o menos breve; y fu cosa definitiva, pues algunos meses despus se le concluy su preponderancia social al morir aquel Excmo. Sr. Mentecatez sin legarle la in-fluencia que se granje con sus picardas ha-bilidosas ni el caudal que se apropi con sus prevaricaciones reiteradas, porque se haba llevado consigo estas picardas a la tumba, de igual modo que antes se haba llevado aquel caudal a la timba.

    Comprendiendo Perfecto Mentecatez que sin tales asideros jams volvera a ocupar la direc-cin conserva toril, se content con ser music-logo, solamente musiclogo. A fin de que se fija-ran en l, sigui anunciando aquellas dos obras magnas sobre Mendelssohn y sobre un indito compositor, que tan esperadas eran por sus ad-miradores desde haca varios aos. Pero cmo podan salir a la calle dichos libros, si no haban salido ni saldran nunca de un cerebro que era incapaz de crearlos?

    El musiclogo Mentecatez escribi entonces graves artculos, que fueron recibidos con gra-ves vapuleos, pues ya es cosa sabida que del rbol cado todo el mundo hace lea. Las Revis-

    tas musicales que antes se honraron con su co-laboracin, se negaban ahora a admitirle nue-vos trabajos, o se los admitan por compromiso. iQu pena le causaba todo ello!

    Convencido, por fin, de que ni para music-logo serva, decidi reducir su radio de accin y descender a gacetillero. Y acab agazapn-dose en un msero diario, despus de observar apesadumbrado que todo peridico importante le pona la proa. En aquel rgano inofensivo, que no ejerca el menor LAUJO sobre la opi-nin, coloc reseas de peras y conciertos caracterizadas por su hinchazn petulante y su vanidad inocua.

    Aquello era demasiado para Perfecto Men-tectezl Y as lo reconoci l mismo un da, despus de recapitular los rasgos ms salientes de su existencia, al ver que su haber slo con-taba con los siguientes ttulos: abogado sin plei-tos, ex diputado a Cortes, ex director del Con-servatorio, catedrtico frustrado, acadmico in partibus, musiclogo de pega y gacetillero de ocasin. Sinti un desaliento enorme. Deci-di romper todo trato con Euterpe y con Orfeo y se refugi en el hogar, esperando que Dios le llamase a su santa Gloria. Porque slo soaba con la gloria aquel iluso desengaado, y estaba seguro de obtenerla en el otro mundo ahora que la vio fuera de su alcance en este. En lo cual se pareca a Breosa, el protagonista de mi novela Su virginal pureaa, obra que, de paso, me permito recomendar a mis lectores,

    MORALEJA Si se quiere fomentar la cultura, recompen'

    sar el trabajo y estimular el estudio, no hay que buscar puestos para las personas^omo se suele hacer hoy, sino personas para los pues-tos. Yenvea de incurrir en la supina torpeaa de poner los cargos al servicio de los hombres, se debe realiaar la noble aspiracin de que sean los hombres los que estn al servicio de los cargos.

    JOS SUBIR,

    NUESTRAS ARTISTAS

    JULIA PARO D Y Bajo sus dedos marfileos surgen vibraciones

    armnicas que conmueven nuestro organismo Escuchamos la Tocata y fuga, de Bach, trans-crita por Tansig, con los ojos cerrados, para reconcentrar mejor el pensamiento. La ilusin es completa: creemos hallarnos en un mundo desconocido, bajo las caricias voluptuosas del arte, de un arte refinado, exquisito, en el cual, y en cada nota, pone la Parody todo su espri-tu, Su alma de artista.

    Terminada la audicin, nos tiende la mano: Una intervi?

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    Y al interrogarnos, clava en nosotros sus grandes ojos negros, cuya viveza inslita re-vela una sensibilidad nada comn.

    Y por qu no?nos apresuramos a contes-tar. El pblico olvida pronto cuanto concier-ne al arte, por eso mismo es necesario recor-darle de vez en vez que existen artista?.

    Julta Parody hace un mohn de protesta-Nosotros continuamos:

    Tengo entendido que cuando tena usted los diez aos, en un solo examen, obtuvo el ttulo de profesora en el Conservatorio de Madrid.

    Eso se ha dicho; pero no es ciei to. A los diez fios hice lo ms que se puede hacer: exa-minarme de tres de solfeo y cinco de piano, como alunina libre. Para ingresar en el Con-servatorio, hice oposiciones; y una vez dentro, fui discpula del maestro Trag.

    Es verdad que los ejercicios llamaron la atencin del Tribunal?

    Sonre la artista, y el carmn colorea ligera-mente su rostro. Nosotros insistimos.

    Por lo menos tuve la suerte de que me fe-licitara.

    Gan usted el premio Erard en reida opo-sicin y por unanimidad, no es eso?

    La artista, siempre sonriendo, contesta: A los catorce aos, en mil novecientos cin-

    co, obtuve, en efecto, dicho premio, consistente en un magnfico piano. Como consecuencia de esto, me pension el Estado, primeramente en Pars, en donde fui discpula de Marmontel y Cortot, y despus en Berln. En esta ciudad hice mis estudios bajo la direccin de BOssler. Tanto en Pars, como en Berln, obtuve los pri-meros premios,

    Cuntos conciertos ha dado usted? |0h, muchos, muchos! Es imposible enu-

    merarlos. Estoy dndolos desde los siete aos; pero serios, puedo asegurar que pasan de cien. Me han odo los pblicos de Munich, Stetin, Grauders, Hamburgo, Colonia, Hof, Basilea, Zuricb, Lucerna... Para qu ms? He visitado toda Europa, excepto Inglaterra. En la actua-lidad me preparo para hacer una turnee arts-tica por Espaa, la cual comenzar a prin-cipios del prximo Noviembre. Entre otras poblaciones, visitar Valencia, Barcelona, Za-ragoza, Gijn, Oviedo, Corufia y Bilbao.

    De todos los conciertos, cual es que ms recuerdos ha dejado en su espritu?

    Todos los pblicos me han prodigado sus aplausos hasta el punto de emocionarme. Pero el que ms me ha impresionado, el que per-dura en mi alma, es el primero que di en Ber-ln, ante un pblico de unos dos mil oyentes, acompaada de la orquesta de Bhitner... Qu recuerdo ms grato!suspira la artista despus

    ' de una pausa. Cules son sus autores favoritos?

    Bach y Schumann; pero el preferido es Bach. Parece mentira que, siendo mi carcter alegre, me guste Bach! Su msica es tan so-lemne y, sobre todo, tan triste, que, al orla, el espritu se transporta a la regin de los en-sueos.

    Oh, con qu arte siente usted la msica! La siento y la amo. Alguna ancdota de su vida artstica? No recuerdo ninguna. Mejor dicho, res-

    pecto a mi vida artstica, no puedo referirle nada digno de contarse. Concerniente al idio-ma, sobre todo en Alemania, s me ocurrieron varios incidentes,"algunos de ellos muy cmi-cos. Cuesta tanto trabajo entender y hacerse entender en un idioma tan difcil como el ale-mn y del que yo no conoca ni un vocablo!

    Y maliciosamente agrega: Hoy ya no se reiran de m los alemanes,

    pues hablo su idioma perfectamente; no en vano conviv con ellos tres aos.

    Y al hacer nosotros un movimiento negativo para expresar nuestras dudas de que no re-cuerde ninguna ancdota, ella se percata de nuestra insistente mirada, y exclama:

    Ah! Viene a mi memoria un suceso que me ocurri en este mismo sitio, har prxima-mente mes y medio, al principio de llegar. Unos amigos quisieron orme. Junto al piano, dos seoritas de la colonia escuchaban con verdadero deleite una romanza cursi, que una tercera ejecutaba araando las teclas, como vulgarmente se dice. Uno de mis amigos rog-les me cedieran el piano, invitndolas, l mis-mo tiempo, a oirme. Debieron acceder para reir a mi costa: sin duda creyeron se trataba de una aficionada mediocre. Yo toqu como siem-pre lo hago, poniendo mi alma en cada nota. Antes de terminar, aquellas seoritas hici-ronme el desaire de marcharse sin oponer el ms mnimo pretexto, y con tal algaraba, que ahogaron los sonidos del piano.

    Y su menudito cuerpo se yergue a impulsos de un orgullo lgico en todo artista que, con-vencido de su valer, se ve menospreciado por gentes ineducadas, sin la ms pequea nocin de arte.

    Amigo lector, si oyes tocar a Julita Parody, llegars a convencerte de que el genio no es accesible a todos los mortales. Son muchos los que buscan la gloria, pero muy pocos los ele gidos.

    NIEVES MERELO CASTRO.

    El Escorial, Septiembre de 1917.

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  • ARTE MUSICAL

    Dnyenes l i U o s le la triloga wagneriana. (CONTINUACIN)

    De estas leyendas particulares se descubren, sin esfuerzo en el Nibelungen-Lied, adems de las cclicas de Siegfried y Briiohilda, de la des-truccin de los borgoones por los hunnos, y de Dietrich von Bern, esto es, del famoso rey de los ostrogodos Diterico o Teodorico de Va-rona, las individuales de Hagen, de Rdeger, de Wolker el msico, de Hildebrand y algunas otras de menos significacin y relieve. Todas ellas, unidas en el Nibelun^en Noth, conservan un fiel sentimiento de la poesa popular, cuyos enrgicos rasgos no han podido ser borrados, ni atenuados siquiera.

    La sangre, el incendio, la ruina, forman la tremenda peroracin de este poema, que co-mienza en una cancin de amor y termina na-rrando las ms espantosas crueldades, descri-tas con clido lenguaje e intensa emocin. As, el desafuero de Volker dando muerte al hunno con quien justaba; la lucha heroica de Dank-wart contra los guerreros de Bloedel; el inten-to feroz que parece iniciarse en Kriemhilda de sacrificar a su propio hijo para provocar el combate que haba de saciar su venganza; las amenazas de Hagen declarando su intencin de matar al inocente Ortlieb, y el terrible tajo que el tvaleroso hroe dio al pobre nio, cuya cabeza salt desprendida de los hombros hasta el regazo de su madre, y cuya sangre corri desde la empuadura hasta la punta por la hoja de la espada; el hermossimo dilogo de Rde-ger con los borgoones, cuando se apresta a combatirlos previa la caballeresca cesin a sus enemigos de su propio escudo; la retirada de Hagen, Volker y Giselher, prometiendo al generoso margrave que sus manes la respeta-rau en el combate; el vencimiento por el hroe de Verona de Hagen y de Gunther, conduci-dos por l mismo fuertemente amarrados a presencia de Kriemhilda; la horrenda vengan-za de sta, haciendo decapitar a su hermano y quitando a Hagen por su propia mano la vida; y, por ltimo, el espantoso castigo de Kriem-hilda, recibiendo de Hildebrand l muerte, son pginas admirables de salvaje belleza, magn-ficos trozos de brbara poesa que ofrecen la vida palpitante de la viscera herida, cuyos estremecimientos horrorizan y salpican de sangre.

    Las sagas escandinavas que abarcan las tra-diciones mitolgicas del Norte y las leyendas relativas a sus hroes, han penetrado en la li-teratura alemana e influido notablemente en sus orgenes. Las viejas canciones aprendidas por los guerreros germanos prisioneros en Di-

    namarca, conservan el recuerdo de tradiciones y mitos que, andando el tiempo, llegaron a con-vertirse en patrimonio comn a los trovadores del Medioda. Estas canciones originarias esta-ban unidas a la personalidad de un dios o de un hroe, cuyas empresas narraban y exaltaban, unas veces de modo fragmentario, otras for-mando verdaderos ciclos en que se contena, como, por ejemplo, en nuestro Romancero del Cid, su total historia, y su conjunto no puede considerarse armnico, ni, en general, va uni-do al nombre de un solo poeta. Tales poesas, anillos sueltos de una cadena que slo mucho ms tarde lleg a formarse, eran transmitidos por la tradicin oral entre los soldados que ale-graban las penalidades de la guerra con los placeres de la msica y predisponan su esp-ritu a los peligros de la lucha con la relacin de hazaas legendarias. Reunidas despus por annimos compiladores, se fundieron en un conjunto que aspiraba a ser armnico y dieron vida al VoelsUMgasaga, representacin de la forma escandinava de la leyenda que ofrece rasgos ms venerables y primitivos en su esen-cia que la forma germana contenida en el Ni-belungen-Lied.

    El Voelsungasaga, la ms inmediata fuente del poema wagneriano es nicamente prlogo a la crnica de Radnar Lodbrok, que hace re-montar hasta el dios Odin la estirpe de un rey que floreci en el siglo IX, con idntico pruri-to genealgico que en nuestra Gran Conquista de Ultramar aparece el Caballero del Cisne como progenitor de Godofredo de Bulln.

    Woelsung, que en la vieja epopeya de Beo-wulf est denominado ms propiamente Waels, da nombre a toda una raza, y es hijo de Sigi y nieto de Odin, el Wodan de los escandinavo^. Su hija Signi, nica hembra entre sus oncp vastagos, se casa con el rey Siggeir, que habi-ta en las costas meridionales de Suecia. Duran-te las fiestas de la boda, un viajero misterioso en quien nadie reconoce al dios Odin, clava su espada en el aoso tronco que sirve a la vivien-da de ncleo y de sustento. Siggeir y sus ami-gos, uno tras otro, intentan intilmente arran-car el arma, rebelde a todo esfuerzo, y que, al fin, slo cede al de Sigmund, el hijo mayor de Woelsung, quien orgulloso de su hazaa, re-chaza cuantas ddivas le ofrecen por la cesin de la espada que su ventura le depar.

    La humillacin de Siggeir despierta en su pensamiento anhelos de castigar el agravio, y algn tiempo despus procura traidoramente el exterminio de la familia de su esposa. Woel-sung y sus hijos mueren todos, excepto Sig-mund, que con el auxilio de su hermana, con-sigue huir y salvarse.

    MANUEL MANRIQUE DE LARA. , {Continuar.)

  • ARTE MUSICAL

    BIBLIOGRAFA MUSICAL LA MSICA RABE

    Uno de los musiclogos espaoles que con ms tesn cultiva este linaje de estudios, ha-cindolo con absoluto desinters y con el ms acendrado amor al arte, es D. Francisco Gas-cue. Prueba evidente de ello es la lista, ya co-piosa, de sus obras, entre las cuales debemos, resear su notable libro Historia de la Sona-ta, sus conferencias sobre la Msica popular vascongada, sus trabajos sobre La Opera Vascongada, y sobre La simetra y el comps 5 por 8, su Ensayo de crtica musical acerca de producciones lricas firmadas por Usandiza-ga, Guridi e Inchausti, su excelente estudio. Origen de la msica popular vascongada, que public primero la Revue Internationale des Estudes Basques, y fu recopilado des-pus, formando un extenso, volumen, y su eru-dita produccin Homero y la msica.

    El ltimo trabajo del Sr. Gascue que llega a nuestro poder es una conferencia. Se titula Influencia de la msica rabe en la msica castellana, y su autor la ley el 19 de Abril pasado en el Crculo de Bellas Artes y Ateneo de Bilbao.

    El Sr. Gascue opina que'en nuestro pas lu-charon dos intensas corrientes, nacidas ambas en el Oriente, pero diferentes entre s. Una de ellas es la msica de los griegos, cuyas gamas y caracteres esenciales adopt la Iglesia, es-parcindolas por todo el cristianismo, sin ex-cepcin; y otra es la msica arbigo-persa, que los caudillos mahometanos llevaron con la con-quista a Andalu-a, a Sicilia, y ms tarde a Constantinopla. La lucha principal entre am-bas tendencias musicales se verific en la Es-paa musulmana, invadiendo la inuencia ra-be a Castilla.

    Para demostrar este aserto, hace el Sr. Gas-cue un estudio comparativo de las gamas de uno y otro sistema musical, y esta parte de su trabajo merece ser leda con atencin suma, tanto por lo interesante como por lo prove-chosa.

    A continuacin examina, a falta de las can-ciones rabes que se cantaron en nuestra Pen-nsula durante la dominacin musulmana, las melodas y canturrias de los pueblos donde pue-de verse el reflejo fiel de ellas. Son, a este res-pecto, numerosos y valiossimos los ejemplos que el Sr. Gascue presenta: algunos, legtima-mente orientales, como los divulgados por Kieswetter y Bourgault-Ducoudray, y otros indgenas, como los recogidos por el conde de Morphy, por Barbieriy por Olmeda.

    Esta obra nueva del Sr. Gascue es una nota-ble contribucin al estudio de la msica patria.

    Felicitemos por ello a su autor. Y felicitmos-le con mayor ardimiento al considerar que el Sr. Gascue jams persigue lucro a'guno con esta clase de trabajos, sino una satisfaccin in-mensa y el anhelo de sembrar entre el pblico el Inters por problemas musicales que suelen pasar inadvertidos, no obstante su capital im-portancia.

    J. S.

    [unos de aimoDa y toiDpo[iin.-Le[[ones por conespondeDcia. Solicitar Informe* y dcUIks a la DiMccin de cata RevMa.

    UNA PRDIDA INVEROSMIL La Gaceta de Madrid, en su nmero del 2 del

    corriente mes, publica el siguiente anuncio, que suscribe el actual director general de Be-llas Artes, seor Conde de Pea Ramiro, con fecha 28 de Septiembre ltimo:

    A peticin del maestro compositor D. Emi-lio Serrano, se hace saber que ha sufrido ex-travo la partitura de la pera de que es autor titulada La Maja de rumbo, que, previo in-forme favorable de la Real Academia de San Fernando, y en cumplimiento de la base sexta del pliego de condiciones para el arriendo del teatro Real, de 2 de Noviembre de 1911, fu remitida a la Comisin inspectora del Regio Coliseo en 6 de Noviembre de 1912

    La noticia no deja de tener gracia. Sobre todo anunciada en la Gaceta. Y se nos ocurre este par de interroeaciones: Ser castigado el responsable de la prdida, o en el caso de que no pudiera saberse a quin atribuirla personal-mente, la entidad en cuyas manos se confi esa produccin? Ser gratificada la persona o en-tidad que logre dar, si es que logra dar, con la extraviada partitura?

    El teatro Real merece una Fantasa como las que viene pubcardo Jos Subir. Permta-nos nuestro director que le alentemos a escii-birla, aunque nos consta que, dada su activi-dad, no necesita de tales estmulos, y s slo una leve indicacin, para satisfacer nuestros deseos.

    LA VIDA MUSICAL MADRID

    Muchos aplausos alentadores^, pues se los merece su juventud, obtuvo el pianista Gui-llermo Cases en el conciei to que dio el 28 de Septiembre en el teatro de la Comedia.

    Toc un programa variado, dedicado en su segunda parte a Chopn y constituido en las otras dos por obras de Scarlatti, Couperin, Mo-zart. Granados, Albniz, Mecdelssohn y Liszt.

    PORTUGAL He aqu las bases principales del concurso

    abierto para la explotacin del teatro de Doa Carlos, en Lisboa.

    Se atender ante todo al carcttr artstico y se preferirn las proposiciones de representar peras portuguesas nuevas o conocidas.

    La temporada comenzar entre 15 de No-viembre y 31 de Enero y conculir antes del ltimo da de Carnaval.

    Podrn alternarse con las peas piezas sin-fnicas y bailables. Las compaas de pera po-drn ser italianas y francesas.

    Habr un mnimum de 54 coristas y de 54 profesores de orquesta. El nmero de stos se aumentar y ser reforzado por una banda cada vez que lo requiera la obra.

    La Empresa queda obligada a dar cada ao una pera notable, de autor consagrado nacio-nal o extranjero y completamente nueva para el pblico lisbonense.

    SACAVEM.

    Imp. Helnica. Pasaje de la Alhambra, 3. Madrid.