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1 UNIVERSIDAD DEL SALVADOR Escuela de Estudios Orientales Rev. Padre Ismael Quiles S. J. “ARTE EN LOS PALACIOS NAZARIES DE LA ALHAMBRA”. Tesina de Licenciatura Alumno: Jorge Alberto Santucho. Directora de Tesina: Profesora Luisa Rosa Rosell. Buenos Aires, marzo de 2005.

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UNIVERSIDAD DEL SALVADOR

Escuela de Estudios Orientales Rev. Padre Ismael Quiles S. J.

“ARTE EN LOS PALACIOS NAZARIES

DE LA ALHAMBRA”.

Tesina de Licenciatura

Alumno: Jorge Alberto Santucho.

Directora de Tesina: Profesora Luisa Rosa Rosell.

Buenos Aires, marzo de 2005.

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En nombre de Allah, El Clemente, El Misericordioso.

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Lema de la dinastía nazarí: Sólo Allah es vencedor.

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Palabras Preliminares.

Mucho se ha escrito sobre la Alhambra pero, exceptuando algunos cuantos autores y

poetas que se han dejado emocionar por su belleza, creemos que la gran mayoría la ha

descrito sólo arqueológica y eruditamente. Será nuestra misión encontrar un punto

intermedio entre ambos para innovar y, de esta manera, lograr un trabajo novedoso,

más atractivo y más agradable que permita al lector sentir que está recorriendo junto

con nosotros este maravilloso palacio que, además, es la construcción civil musulmana

más visitada del mundo.

Estas palabras que acaban de leer, fueron el último párrafo del trabajo que

realicé para el Seminario de Investigación correspondiente al cuarto año de la carrera,

en el que resumí los datos que había investigado hasta ese momento.

La tesina con la que hoy ustedes se encuentran, es el resultado de las posteriores

investigaciones, de la posibilidad de apreciar in situ todo lo que había leído en libros, y

es la conclusión de un ciclo que, en realidad, espero recién comience, ya que es mi

deseo hacer una posterior especialización sobre el tema.

Uno de los profesores que estará a cargo de la evaluación, me sugirió que si

elegía este tema debería buscar algo nuevo, algo que no fuese más de lo mismo, porque

sobre la Alhambra ya se ha escrito demasiado. Estas palabras, que me fueron dirigidas

un día de Julio del 2004, al final de un examen, quedaron vibrantes y me hicieron

pensar acerca de la manera de lograr tal innovación.

Tras el viaje que realicé a Granada, únicamente para conocer este sugerente y

magnífico palacio, se me ocurrió realizar la tesina describiendo y analizando las

distintas instalaciones de la Alhambra como si estuviese allí. Fui al despacho de la

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directora de la escuela, Profesora Luisa Rosa Rosell, quien es la directora del presente

trabajo, a solicitarle el permiso correspondiente ya que consideraba que mi idea no

estaba dentro de los cánones de formalidad que una tesina requiere. Al comentarle cómo

deseaba realizarlo, se mostró muy sorprendida y alegre, y me otorgó el permiso.

El problema surgió cuando llegué a tipear más de la mitad del texto y me di

cuenta de que me estaba saliendo como un diario de viaje. Volví al despacho de la

directora a comentarle esto mismo, y me dijo que era normal, que la idea de escribirlo

como se me había ocurrido, no podía tener otro formato.

Con este segundo permiso otorgado solté riendas a mi imaginación: inventé un

par de personajes, agregué días extras a mi permanencia en la ciudad, diagramé una

forma más didáctica de recorrer los recintos y hasta incluí a dos amigos que

verdaderamente me acompañaron en aquel viaje.

Intenté redactar la obra con las cinco premisas que también se propuso Ricardo

Villa-Real al hacer su libro Historia de Granada: integridad, objetividad, veracidad,

amenidad y que sea accesible para todos.

Debo aclarar que la tesina apunta principalmente a la descripción y análisis de

los elementos arquitectónicos y decorativos de los palacios nazaríes. Pero, por el

concepto de Integridad, y por recomendación de la directora de la tesina, incluí la

descripción de las estancias más importantes de la Alhambra, para una posterior y

mayor comprensión de los elementos que se encuentran en esas otras partes. También se

incluyen datos de la historia nazarí, la literatura y la religión de los mismos.

La Objetividad y la Veracidad intenté seguirlas a la hora de describir los

distintos motivos decorativos y alzados de los recintos. Para confirmar tal existencia

intercalé fotos de las partes más importantes descritas.

Con respecto al concepto Para Todos, decidí utilizar un lenguaje que fuese el

indicado para una tesina, sin caer en la aridez y pesadez del uso de palabras extrañas

que sólo los eruditos manejan y conocen. En el caso de tener que utilizarlas por fuerza

mayor, incluiré el significado de las mismas.

En lo que hace a la idea de Amenidad, transcribo las palabras que el autor antes

mencionado escribió en la presentación de su obra, con las que me sentí identificado no

bien leída mi propia tesina: “Amenidad, esto es, el don de recrear apacible. Ya sé que

este objetivo es difícil, muy difícil de lograr. Y ello en cualquier materia, o dentro de

cualquier temática o actividad, intelectual sobre todo. Porque, avizorante, acechante, se

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halla la aridez, la pedantería, el fárrago, la obnubilación expresiva, la torpeza en el

decir, la plúmbea pesadez. Ese es nuestro peligro y nuestro solapado enemigo, que se

opone a lo placentero, a lo que respira encanto y sencillez, a lo que, dentro de su

variedad, ofrece sus gráciles y deliciosos perfiles de gracia y de atractivo… Te confieso,

lector amigo, que yo la he buscado –la amenidad-…, con tozudez y con ahínco. Que lo

haya logrado o no, es harina de otro costal”1.

Desde el 14 de enero del corriente año, día en que comencé el tipeo, hasta hoy,

15 de Marzo, en el que escribo estas palabras para darles una explicación previa de lo

que sigue y el por qué de la redacción no tradicional, he trabajado incansablemente para

desarrollar esta tesina donde considero que abarqué, en gran medida, todos los

conceptos antes mencionados y que cierra, como dije antes, un ciclo que espero que

recién comience.

Por otra parte, he utilizado, para citar algunos de los poemas que se encuentran

en las estancias palaciegas, el libro de Emilio Lafuente Alcántara titulado Inscripciones

árabes de Granada, el cual es considerado aún hoy, de capital importancia para el

estudio de las mismas. El ejemplar del cual me he servido, es una edición facsímil del

publicado en 1859; por lo tanto, utiliza un castellano antiguo que no quise modificar a

pesar de los cambios que se han producido en nuestra lengua.

Con respecto al resto de la bibliografía, usé tanto libros modernos como

antiguos. De entre los primeros, rescaté aquellos de gran valor, por ejemplo la obra de

Olef Grabar (La Alhambra: Iconografía, formas y valores), las de Ricardo Villa Real

(Historia de Granada y La Alhambra y el Generalife) y la de Rachel Arié (El reino

nasrí de Granada). De entre los segundos, evité los que poseen viejas, erradas, confusas

e incompletas conclusiones, por ejemplo la Historia del arte hispánico del Marqués de

Lozoya, quien ni siquiera se atrevió a explicar las distintas estancias: “No es posible una

descripción de las salas que rodean al patio y es preciso dejar a las fotografías la misión

de dar alguna idea de esta arquitectura escenográfica”2.

Sin más que decir y sin más que aclarar, los dejo en compañía de los lluviosos,

cálidos y hermosos días del otoño granadino del año 2004, en los que conocí, junto a un

par de amigos, aquel fascinante Castillo Rojo ubicado en al-Andalus. En otras palabras,

trataré de transportarlos a tan increíble y maravillosa construcción; esa que antiguos

1 VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, pp. 8-9. 2 MARQUES DE LOZOYA, Historia del arte hispánico, T. II, p. 422.

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hombres musulmanes, habitantes de las granadinas tierras, lograron construir inspirados

por la gracia y los designios de Allah.

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Llegada a Granada.

“Hizo Dios a la Alhambra y a Granada, por si le cansa un día su morada”3.

A las seis de la mañana estaba ya instalado en el desayunador del tren. Los dos

amigos que me acompañaban en esta aventura dormían.

Miraba por las ventanas de uno y otro lado para ver si en algún momento

aparecía ante mí el palacio encantado de la Alhambra, pero nada se divisaba.

Recién amanecía; faltaba media hora para arribar a la ciudad. Mi ansiedad me

desbordaba tanto que se hizo evidente para quienes me rodeaban, al punto de que el

encargado del vagón en el que me encontraba gritó:

-¡Ahí está la Alhambra, señores!-, señalando el lado opuesto al cual yo estaba.

Corrí hacia allí, pero nada logre ver. Todos los presentes sonreían. El gracioso me miró

y me pidió que me acercara; una vez a su lado me dijo:

-Ve a dormir; durante el resto del viaje no podrás apreciar ni a Granada ni a su

Castillo Rojo-. A pesar del consejo, decidí quedarme allí un rato más y luego fui a

despertar a mis compañeros.

-¡Casi llegamos, despiértense! –les dije-. Nada contentos, accedieron a entreabrir

los ojos una vez más, pues ya había amenazado varias veces con la supuesta llegada.

Mirando sus relojes, se dieron cuenta de que esta vez no mentía.

Caras con sueño, pero alegres, vieron el fin del viaje. Quince horas, más o

menos, tardamos en llegar desde Barcelona hasta la ciudad de Granada (o Medina

Garnata), a la que los árabes llamaron también la Damasco de al-Andalus, y fue la

capital de la provincia de Elvira (o Cora Ilvira, en árabe). 3 Versos de Alejandro Dumas, citado por CORTES, Narciso, Zorrilla, T. III, p. 216.

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A medida que el sol iba asomando, se perfilaba un día hermoso. Pero por su

parte, la ciudad nos ocultaba su belleza. Eran ciertas las palabras del encargado del

desayunador: la última media hora del viaje no dejó apreciar absolutamente nada de

aquello que habíamos conocido por medio de fotos, libros y revistas… Era cuestión de

seguir esperando, porque el paisaje desde la estación tampoco nos pareció ninguna

maravilla.

Tomamos un taxi para dirigirnos al hotel. El conductor, un hombre muy gentil y

de aspecto moro, se presentó amablemente bajo el nombre de Abdullah.

Durante el recorrido comenzamos a observar una ciudad realmente bella pero

completamente dormida.

-¡Son las siete de la mañana! ¿Nadie sale a trabajar a esta hora? –le pregunté al

taxista.

-Muy pocos… la actividad comienza en un par de horas. Entonces sí, casi toda la

gente de Granada estará en la calle –me respondió.

Aproveché la ocasión para hacerle otra pregunta:

-¿Dónde está la Alhambra?

Me miró y me dijo sonriendo:

-Desde esta parte de la ciudad no se ve; deben ir al Albaicín, que queda hacia el

otro lado, para apreciarla completamente.

Fuimos pasando por distintos lugares que conocíamos a través de guías

turísticas: la Catedral, el Corral del Carbón, plazas, edificios residenciales y algunos

monumentos, a cual más hermoso. Era imposible no recordar en ese instante los versos

de Francisco Icaza: “Dale Limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de

ser ciego en Granada”4.

Llegamos al hotel. Mientras nos registrábamos, noté en mis compañeros unas

caras que evidenciaban pocas ganas de salir luego de conquistar la habitación.

-¿No se te habrá ocurrido empezar a correr desde temprano? –me preguntó uno

de mis amigos, Enrique, con cara de desorbitado.

-La verdad quería, pero… podemos descansar un rato si lo prefieren –respondí.

Héctor, mi otro amigo, que realmente no había podido dormir muy bien, agregó:

-¿Un rato? ¡Yo hasta después del mediodía no pienso poner un pie en la calle!

4 Estos versos se encuentran en una de las paredes del Jardín de Adarves, en la Alhambra.

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¡Obviamente no había quórum! Ellos representaban las dos terceras partes en la

toma de decisiones. Así que me fui a mi habitación con un poco de enojo, pero, debo

reconocer que también estaba exhausto.

Mientras descansaba con los ojos muy abiertos, ya que me era imposible

conciliar el sueño, pensé en los motivos que me habían traído hasta aquí: Tengo que

hacer mi tesina. Tema: Arte en los palacios nazaríes de la Alhambra… Necesito ver

todo, absolutamente todo. Pero… ¿sólo arte? ¿No quedará incompleta?... ¿Debo escribir

sobre la historia de la Alhambra y su origen, y sobre la historia del reino nazarí? ¿Y qué

de sus poetas?... Alguna mención religiosa del Islam de aquellos tiempos debe tener. ¿Y

que importancia daré a cada una de las instalaciones?

Decidido, tema central: Arte. Puntos importantes que no deben faltar: un

recorrido a vuelo de pájaro por todo el recinto y datos fundamentales sobre la historia,

la literatura y la religión de la dinastía nazarí. Después de todo, el tema que elegí fue,

en gran medida, producto del amor que despertaron en mí las clases de las profesoras

del área islámica del tercer año de la carrera, que se completó con las dadas por la

profesora de la cátedra de Introducción al Arte Oriental, quien es, además, la directora

de mi tesina.

Conclusión: además de lo que pueda obtener de los libros, debo buscar algún

granadino que conozca muy bien la Alhambra, su historia, sus leyendas y que,

fundamentalmente, vea a ese monumento como uno de los palacios encantados de las

Mil y una Noches; es decir, alguien serio, erudito y confiable, pero que también esté

dispuesto a poner sus pies en una alfombra mágica en cualquier momento, para

diferenciarse de aquellos estudiosos que nos abruman con términos y medidas.

También decidí que desde hoy en adelante, todo lo que me ocurra durante el día

(todos los que pase en esta ciudad) lo escribiré por la noche; ya que estaré más

tranquilo, y a la vez podré rendir un homenaje a esas maravillosas colecciones de

historias que les eran contadas tanto a los famosos sultanes de Oriente como a los de al-

Andalus.

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Primera noche.

En busca de un guía.

Naturalmente, no sería tarea fácil encontrar a alguien con semejantes valores.

Todo lo que últimamente leí sobre el tema marcaba dos tendencias: o era en extremo

árido o demasiado fantástico.

Parece que los autores no pueden hacer una fusión de ambos o, quizás, no

quieren. Según mi parecer no creo que sea tan complicado. Después de todo si el siglo

XIX y principios del XX fue la etapa de aquellos autores que escribían de acuerdo con

lo que recibían de la tradición popular y comenzaban sus investigaciones en las distintas

fuentes, tanto cristianas como musulmanas; y si el resto del siglo XX lo fue de los que

preferían extenderse en citas bibliográficas para demostrar cuánto habían leído, no veo

por qué el siglo XXI, no pueda significar la fusión de ambas corrientes, de un equilibrio

entre una y otra. No sé si estoy equivocado o no… no lo creo.

Fuimos a la parada del ómnibus 32, el que lleva a la Alhambra. Una vez allí, más

precisamente en su recepción, preguntaríamos por un guía con tales características.

¡Estábamos emocionados, pero con mucho calor! Eran las dos de la tarde, y el

sol de Granada no es muy amigable con aquellos que quieren pasear a esas horas.

Había muy poca gente en las plazas y avenidas; según nos había contado el

taxista que nos llevó al hotel, Abdullah, la gran mayoría de la gente que no necesita salir

durante el día, recién vuelve a manifestarse en las calles de la ciudad después de las

siete de la tarde.

La verdad es que los tres ya queríamos volver al hotel pero ninguno se atrevía a

proponerlo. Además, justo que estábamos a punto de claudicar, vimos acercarse un

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pequeño ómnibus, de apariencia muy simpática, de color rojo (el color oficial de los

nazaríes), con el número indicado y con una inmensa virtud: aire acondicionado.

Inmediatamente subimos arreados por los rayos solares. Con arena y unas

palmeras el vehículo se hubiese transformado en un verdadero oasis con ruedas, el

sueño de todo habitante del desierto.

El rodado comenzó su recorrido de forma accidentada, ya que la ciudad era

cabal ejemplo de completo embotellamiento. De repente, encontró un lugar por donde

esquivar a unos autos y salió de una manera un tanto abrupta.

Mientras nos sosteníamos con todas nuestras fuerzas, el ómnibus salió de la

avenida principal para tomar hacia la izquierda; recorrió unas cuadras y giró a la

derecha para subir por una calle empinada, que no pude ver muy bien. Por deducción

comprendí que era la Cuesta de Gomérez, el camino que lleva directamente a la

Alhambra. Poco más adelante atravesamos una puerta renacentista que tampoco pude

observar con detenimiento, aunque logré entrever el escudo aquilino de Carlos V.

-¿Va muy rápido o me parece a mi?- pregunté. Las caras de mis amigos

respondían por sí solas; también lo hacían sus manos firmemente sostenidas de

cualquier lugar aferrable.

Vi parte de las murallas por encima del bosque que íbamos transitando, pero

todo pasaba a tal velocidad que no pude distinguir con precisión qué era lo que estaba

viendo.

¡Llegamos!... Al bajar del ómnibus, casualidad o no, vimos a nuestro ya

conocido taxista, Abdullah, quien nos saludó cordialmente a la vez que nos dijo:

-Veo que vienen a visitar la Alhambra.

Le respondí que se equivocaba. En realidad, primero queríamos contratar un

guía especializado para que nos orientase de la mejor manera para no perder ningún

detalle ya que debía realizar la tesina final de mi carrera.

-¡No se hable más! ¡Conozco la persona indicada para lo que tú buscas; además

es mi amigo! –exclamó.

-¡Tu necesitas los servicios de Raschid!

-Perdón, ¿cómo dijo que se llama su amigo? –pregunté.

-Raschid… lindo nombre ¿no? –respondió.

-¡No puede ser mejor! ¡Un guía con ese nombre es más de lo que jamás hubiese

imaginado! –exclamé.

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-¿Dónde lo podemos encontrar? –preguntó Héctor.

-Tienen suerte, suele venir por aquí todos los días alrededor de las tres de la

tarde y ya es casi esa hora –nos respondió.

Pasados unos minutos, vimos llegar a un señor al que todos los que estaban en el

lugar saludaban con mucho cariño y respeto. A decir verdad, sólo le faltaba un turbante

blanco, unas babuchas y una túnica, para ser un sultán nazarí. El taxista se le acercó y,

tras hablar con él por unos minutos, como intentando convencerlo, lo trajo luego hasta

nosotros.

-Raschid, ellos son los caballeros de los que acabo de hablarte.

Nos presentamos amistosamente; y después de haberle contado con mayor

detenimiento el motivo de nuestra visita al palacio aceptó de manera cordial ser nuestro

guía.

Desbordaba de felicidad; tenía contratado mi propio cicerone, al igual que

Washington Irving en su visita de 1829. Pero el mío era superior: un descendiente puro

de los moros. Al menos sabía que no era un motivo de festejo para él, a diferencia del

de Irving, Mateo Jiménez, el día 2 de Enero, la fecha en la que se festeja la Toma de

Granada por Fernando e Isabel.

Quedamos en encontrarnos al día siguiente para comenzar nuestra visita al

recinto. Aprovechamos el resto de la jornada para visitar ciertos lugares tradicionales: el

zoco, los restos de la madrasa yúsufiyya fundada en 1349, la Catedral y la Capilla Real,

donde se encuentran los restos de los Reyes Católicos y de Juana la Loca y Felipe el

Hermoso. Por último, compramos unos libros de gran interés para mi investigación.

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Segunda noche.

La historia del reino nazarí de Granada y de la Alhambra.

Debido a unas obligaciones que, según nos dijo, ya había contraído, Raschid

recién pudo encontrarse con nosotros a las dos de la tarde. El lugar de la cita era una

confitería que estaba en la plaza de Bib-Rambla, muy cercana al zoco y en pleno centro

de la ciudad. Desde allí partiríamos hacia la Alhambra, suposición que no llegó a

concretarse; otras fueron sus intenciones: quería que empezáramos a ver, saber y

conocer sobre la Alhambra y su historia, pero no desde su interior.

Echando por tierra nuestras intenciones, nos llevó al famoso barrio del Albaicín,

el lugar desde donde -según nos había comentado Abdullah- se apreciaba una excelente

vista del monumento. Ya sabíamos que allí había un mirador, el de San de Nicolás,

porque las imágenes panorámicas más conocidas que se publican en los libros y

revistas, o son tomadas desde ese lugar o vistas aéreas.

Mientras subíamos, pudimos ver distintas partes de las murallas del complejo

alhambrino. Si bien ya conocíamos algunos sectores por las imágenes publicadas, en

ningún momento nos imaginamos que eran tan toscas.

Sorpresivamente para mí y para mis compañeros, no fuimos al mirador; nos

detuvimos en una especie de bar, para hablar de la historia de los nazaríes y de la

Alhambra.

Como sabía que el más interesado era yo, Raschid me preguntó si había leído

algún libro sobre la fundación del reino nazarí. Le contesté que varios. Entre ellos, la

clarísima Historia de Granada de Ricardo Villa-Real y las Inscripciones árabes de

Granada de Emilio Lafuente Alcántara. En el último hay un resumen introductorio

sobre la llegada al poder de los reyes de la dinastía nazarí, otro sobre la obra de cada

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gobernante y la traducción de las escrituras epigráficas de la Alhambra y de Granada,

tema principal del libro.

Creí ver en su cara deseos de que le contara algo sobre mis lecturas. Comencé

diciéndole que el reino nazarí de Granada fue el último de los musulmanes en España.

Gobernaron desde 1238 hasta 1492. Su primer sultán fue Muhammad I, más conocido

como Ibn al-Ahmar (epíteto que significa el rojo) y el último, el llamado Boabdil por

los españoles, fue Abu Abdillah Muhammad XI, de quien los Reyes Católicos tomaron

las llaves de la ciudad en aquel famoso 2 de enero, día en que “la cruz de Cristo y el

pendón de Santiago ondearon en la más alta de las torres del último bastión de la

España mora”5.

También le comenté que las palabras nazarí, nasrí y nazarita, provienen del

nombre del antepasado de esta familia conocido como Nasr que -según dicen los

distintos cronistas árabes- descendía “por línea directa de Sad ibn Obada, compañero y

amigo del profeta Mahoma”6, y que provenía de la ciudad de Arjona.

Su historia se remonta a un miembro de esta familia, Jahíe ibn Nasr, quien no

admitiendo el poder de Ibn Hud, un líder que se había independizado de los almohades

y que había enarbolado un “15 de junio de 1228, el estandarte negro de los califas

abbasies de Bagdad”7, se declaró independiente.

Por lo tanto, este reino, “como se ve, nacido a consecuencia de una guerra

civil,… comprendió, hasta su desaparición en 1492, las actuales completas provincias

de Granada, Málaga y Almería, y parte de las de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz; desde

Gibraltar hasta cerca de Aguilas (Murcia)”8.

A continuación me pidió si podía comentarles a mis compañeros de viaje algo

sobre los reyes que gobernaron Granada por aquellas épocas.

Comencé explicando que Jahíe ibn Nasr, quien no había admitido su vasallaje

ante el poder de Ibn Hud declarándose independiente, tenía un sobrino que le secundaba

llamado Muhammad, un “joven de extraordinarias cualidades de valor y discreción”9.

Ambos conquistaron Jaén; pero, en plena guerra Jahíe murió, aunque ya había declarado

a su sobrino como heredero legítimo al trono. 5 SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana, T. II, p. 501. 6 VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, p. 50. 7 ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 19. 8 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 50. 9 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 50.

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Por otra parte, Ibn Hud, que había logrado conquistar Granada, pero que luego

decidió abandonarla, hizo que Muhammad -quien se consideraba el único heredero a la

corona de los territorios musulmanes de toda España- comenzase a reorganizar sus

dominios a fin de hacerle frente en las próximas guerras. La tarea se le complicaba ya

que tenía en contra al pueblo granadino, el cual recién comenzó a apoyarlo y a

reconocerlo como rey cuando Ibn Hud perdió la ciudad de Córdoba en 1236 -que pasó a

poder de Castilla-, y tras el asesinato de éste a manos de Ibn al-Ramimi, un antiguo

aliado suyo. Estos acontecimientos hicieron que las puertas de Granada le fueran

ampliamente abiertas a Muhammad, quien hizo “su entrada triunfal en la gran ciudad en

el mes santo del ramadán del año 1238… Esta fecha, a efectos cronológicos, es la que…

[se considera] como el inicio del reino nasrí”10. En otras palabras, Muhammad I contó

entre sus tantos logros, el haber vencido a Ibn Hud, quien tras dos años de lucha había

logrado coronarse jefe de los musulmanes españoles, pero tras sufrir sucesivas derrotas

ante los ejércitos de Castilla su poder se debilitó.

Bajo el mandato de este primer rey nazarí, comenzaron a llegar a la ciudad las

familias musulmanas expulsadas de los territorios conquistados por los castellanos.

Estos nuevos inmigrantes convirtieron a Granada “en centro de la riqueza, del saber y

de la civilización morisca”11. Fue un gran gobernante y aseguró la paz mediante el

refuerzo de las fronteras con nuevas fortalezas y muros.

Cuando subió al poder, y en relación con la historia de la Alhambra, ya existían

unos torreones y muros que mandó a reforzar y unir en parte. También comenzó la

construcción de su fortaleza, en la que se instaló una vez que fueron concluidas las

habitaciones más indispensables. Murió en camino hacia una guerra en defensa de sus

territorios.

Bajo el siguiente rey, Muhammad II, se consolidaron las fronteras del reino y se

completó la construcción de la Alcazaba en la Alhambra. Fue un rey que protegió a los

intelectuales, filósofos y poetas.

Durante el gobierno de Muhammad III, se dieron una serie de intrigas palaciegas

que hicieron que el rey tuviese que abdicar y retirarse a la ciudad de Almuñecar, donde

10 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 53. 11 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 23.

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luego murió asesinado. Por primera vez, la Alcazaba fue invadida. Fue el promotor,

entre otras edificaciones, de la Mezquita Mayor de la Alhambra.

Nasr, el cuarto, era un legítimo heredero de la corona, pero igual había

participado en la rebelión contra Muhammad III. Nunca se ocupó de gobernar

directamente, sino que dejó el mando en manos de aquellos que eran sus más allegados.

El pueblo, sabedor de esto y furibundo, comenzó a hacer audible el nombre de un

príncipe malagueño llamado Abul Walid Ismail. Este último combatió con Nasr

obligándolo “á encerrarse en la Alhambra, y á capitular después”12.

Ismail I, el quinto rey, peleó incansablemente contra los castellanos, pero varias

conspiraciones terminaron finalmente con su vida. Fue asesinado en alguno de los

recintos de la Alhambra.

Muhammad IV, sexto monarca e hijo del anterior, fue proclamado rey a los 10

años de edad. La regencia estuvo en manos de algunos wacires o visires. A su mayoría

de edad, tomó el poder y destituyó a quienes no habían desempeñado correctamente sus

funciones. Pero, como su padre y otros que vendrían después, murió asesinado al

intentar firmar un pacto con los Beni-Merines de Africa.

Yúsuf I, el séptimo, era hermano del anterior. Su gobierno fue próspero y en

gran medida pacífico. Mejoró la administración, elaboró nuevas leyes y propició el

desarrollo de la literatura y de las artes.

Para hacerles la guerra a los castellanos, le pidió ayuda a Abul-Hásan Aly, rey

de los Beni-Merines, pero en batalla a orillas del río Salado, el 30 de Octubre de 1340,

fueron destruidos completamente por Don Alfonso XI, coaligado con el rey de Portugal.

Firmaron una tregua por un tiempo, aunque cuando los enfrentamientos se reiniciaron

debieron volver a suspenderse una vez más, por la muerte del rey castellano a causa de

la Peste Negra13.

La historia recuerda a Yúsuf I como un gran rey que sentó las bases para el

desarrollo posterior de Granada. Su nombre aparece en no pocos poemas murales de los

12 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 32. 13 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 42.

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palacios alhambrinos y en la Torre de la Cautiva. Mientras oraba en la mezquita, en el

día que se festejaba la Fiesta de Ruptura del Ayuno14, fue brutalmente asesinado por el

puñal de un demente, quien luego fue masacrado por el pueblo, en su desconsuelo por la

muerte del rey.

Muhammad V, el octavo, fue llamado “Alganí bil-lah (el contento con Dios)”15.

Era el primogénito de Yúsuf. Tanto él como su padre fueron los más importantes para el

desarrollo de la Alhambra.

“De natural modesto, Muhammad acostumbraba a ir a caballo sin séquito alguno

por las calles de su capital. Así pues, sus virtudes fueron apreciadas por el pueblo de

Granada”16. Su figura nos recuerda al Harun de las Mil y una Noches, también muy

afecto a escapar de su palacio, junto con su visir, para recorrer las calles y mezclarse

con sus súbditos. Reinó dos veces. Su primer gobierno fue pacífico ya que había paz y

amistad con el rey Don Pedro I de Castilla; pero, intrigas internas hicieron que a los

cinco años de su próspero gobierno debiera huir disfrazado con ropas de una esclava a

la ciudad de Guadix. Se dirigió al Africa donde fue muy bien recibido por el rey de

Marruecos. Viajó acompañado, entre otros, por su visir Ibn al-Jatíb y su entonces

secretario de cancillería, Ibn Zamrak17. Será durante su segundo gobierno que realizará

los edificios más bellos de la Alhambra.

Ismail II, el noveno, hermanastro del anterior y miembro de la conspiración, fue

colocado en el trono. Era un rey débil, “sin personalidad… incapaz… afeminado [que]

formaba con sus cabellos unas trenzas entre las que intercalaba hilos de seda que le

llegaban hasta la cintura”18. Pronto fue asesinado junto con su hermano Cais, por su

primo Abu Abdil-lah Muhammad, otro de los principales conspiradores contra

Muhammad V. Luego de los asesinatos logró hacerse con el poder.

Muhammad VI, el décimo rey, nunca estuvo seguro en su puesto. No sólo sabía

de la amistad que existía entre Don Pedro de Castilla y el ex rey granadino Muhammad

V, sino también que el primero llegó a prestarle al segundo sus escuadrones para 14 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 42. 15 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 37. 16 ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 43-44. 17 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 46. 18 ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 46.

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19

batallar contra el usurpador de su trono. Cuando Muhammad V llegó a la vega de

Granada y vio los “estragos que la guerra causaba en sus propios estados, renunció a la

empresa, y prefirió vivir modestamente en Ronda, adonde se trasladó acompañado de su

secretario Ebnul-Jathib”19. Finalmente, Muhammad VI se entregó al rey de Castilla,

quien lo hizo asesinar. Tras ello, envió “su cabeza ensangrentada á Muhammad, su

aliado”20.

Volvió al poder entonces Muhammad V. Como primera medida, reafirmó la paz

con Castilla; luego, hizo mejoras en la administración e innumerables construcciones en

la Alhambra, entre ellas el Patio de los Leones y sus dependencias; también restauró

muchísimas de las instalaciones ya existentes.

Con el tiempo se volvió muy desconfiado. Mandó decapitar a muchos de sus

colaboradores por este motivo e incluso llegó a acusar de traidor a su secretario Ibn al-

Jatib (o Ebnul-Jatib) quien debió huir al Africa donde finalmente fue asesinado. El

cargo lo ocupó su discípulo y famoso poeta Ibn Zamrak, quien aparentemente tuvo

mucho que ver con la muerte de su predecesor. Muhammad V –también por

desconfianza- mandó arrestar a su hijo y heredero al trono, Yúsuf, quien recuperó su

libertad una vez probada su inocencia. Este monarca murió el 16 de enero de 1391.

Yúsuf II, el undécimo, además de la corona, heredó de su padre los delirios de

persecución; tanto, que hizo encarcelar a sus tres hermanos por este motivo. Según

parece, no estaba tan equivocado: luego de solo dos años de gobierno murió,

aparentemente, envenenado.

Muhammad VII, el duodécimo, usurpó el poder que le correspondía a su

hermano y primogénito Yúsuf. Para solucionar con rapidez las cosas, el último fue

encarcelado. En el transcurso de su gobierno se puede decir que tuvo varios

enfrentamientos con los castellanos; aunque no se registran hechos de importancia. A su

muerte, el encarcelado Yúsuf fue liberado y pudo ocupar su merecido trono.

19 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 38. 20 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 39.

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20

Yúsuf III, el décimo tercero, quiso firmar la paz con los castellanos. Don

Fernando la rehusó en un primer momento aunque, más tarde, accedió al pedido del

nazarí. Un acuerdo semejante fue firmado con los Beni Merines. Otorgó a su pueblo

días de paz y armonía hasta su fallecimiento, ocurrido el 9 de noviembre de 1417.

Le aclaré a mis amigos, que desde aquí en adelante el orden de los sucesivos

monarcas se volvía un tanto difícil de precisar ya que, en algunos casos, llegó a haber

más de un rey gobernando al mismo tiempo.

Bajo el reinado de Muhammad VIII comenzó el gran declive de la dinastía. Se lo

conoció como al-Saguer, el chico, el pequeño. A partir de su gobierno “la historia de

Granada se reduce á una série no interrumpida de motines, asesinatos, rebeldías,

venganzas parciales y rencores de partidos; causas todas suficientes para desconcertar,

no ya un débil y apocado reino, sino aun el mas floreciente, poderoso y bien organizado

imperio”21. Durante su gobierno aparecen en escena la tribu de los Banu Sarray, más

conocidos como los Abencerrajes, quienes “precipitaron con sus rencillas la ruina de

aquel Estado”22.

Incapaz de resolver todas las escaramuzas existentes, dejó el gobierno en manos

de Yúsuf, jefe de los Banu Sarray, hecho que le costó la sublevación de aquellos que

estaban en contra. Finalmente un golpe de Estado de los abencerrajes lo hizo abdicar,

aunque no de manera definitiva pues volvió a ocupar el trono dos veces más.

Muhammad IX era tío del anterior monarca. Lo llamaban al-Iasar, el Izquierdo.

“Pocos reinados habrá en la historia tan complicados como el de este monarca

granadino-nasrí del siglo XV, llamado por sus contemporáneos El Izquierdo (o porque

era zurdo en verdad, o porque todo le salía al revés o porque todo lo complicaba con

sus intervenciones… Arrojado del trono en varias ocasiones, otras tantas lo

recuperaría”23. Los distintos vacíos de poder fueron llenados por Yúsuf IV, Yúsuf V e

Ismail III.

21 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 42-43. 22 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., p. 43. 23 VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, p. 82.

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21

Muhammad X, era enemigo acérrimo de los Abencerrajes; éstos debieron huir a

la ciudad de Montefrio donde nombraron un nuevo rey llamado Abun-nasr Saád.

Muhammad, a quien le llamaban al-Ahnaf (el cojo), era bastante violento e

inestable. No podía soportar las derrotas de sus ejércitos a favor de los abencerrajes. Por

tal motivo, decidió abdicar y huir de Granada en 1453, aunque luego se arrepintió e

intentó sacarle el poder al nuevo rey, Saád; pero no fue más que un intento fallido que

terminó con su muerte.

Saád fue un rey pacífico y bondadoso. Su gobierno fue relativamente tranquilo

debido a que su principal rival, Castilla, tenía por rey a un hombre débil (Enrique II de

Trastámara) y, por tanto, manejable. Se empeñó en mejorar la administración. Cuando

los cristianos comenzaron con las ofensivas y sucesivas victorias, entregó el solio a su

hijo. Durante su gobierno se dio el interregno de Ismael IV.

Abul Hásan Aly, hijo del anterior, fue un rey que peleó contra los castellanos

incansablemente tratando de que éstos dejasen de reducir el tamaño del Reino de

Granada. Todo empeoró cuando en 1474 Isabel subió al trono de Castilla, y, a

posteriori, cuando Fernando heredó las tierras de Aragón. De ahí en adelante, juntos

comenzaron su campaña de exterminio contra los árabes en España.

Casado con la cristiana Isabel de Solís (Zoraya), comenzó a escribir el último

acto del drama granadino. El desprecio de la esposa repudiada, Aysha, encendió las

rivalidades y las ambiciones en el pequeño reino. Las dos familias más influyentes de la

corte, Zegríes y Abencerrajes, fueron sus principales actores. Este rey finalmente

abdicó. Mejor dicho, fue obligado a abdicar en favor de su hijo Abu Abdil-lah

Muhammad, por ambición de su madre secundada por los Abencerrajes.

Abu Abdil-lah Muhammad XI fue el famoso Boabdil. Subió al poder en 1482.

Pero tuvo tanta mala suerte que, al año siguiente, en su primera campaña contra los

castellanos (más precisamente en la Batalla de Lucena) fue derrotado y encarcelado.

Ante el hecho, volvió a ocupar el trono de Granada su padre Abul Hásan Aly; aunque

sólo lo hizo entre los años 1483 y 1485 debido a que su hermano, otro señor también

llamado Abu Abdil-lah Muhammad, le arrebató el poder. Entonces Aly fue confinado

en Salobreña donde murió.

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22

Los partidarios de Boabdil pactaron con los Reyes Católicos el vasallaje a

cambio de la libertad del soberano; pagaron además un enorme tributo y entregaron, en

calidad de rehenes, a varios miembros de la aristocracia nazarí, entre ellos, al hijo del

rey, Ahmad24.

Abu Abdil-lah Muhammad XII recibió el epíteto de al- Zagal, que significa

valiente. Mientras este monarca se trasladó a Vélez-Málaga (en 1487) para oponer

alguna resistencia a los ataques de las tropas castellanas, el ya liberado Abu Abdil-lah

Muhammad XI o Boabdil, entró en Granada haciéndose con el trono por segunda vez.

El Zagal se refugió en Almería.

De nuevo en el poder, Boabdil pactó con los Reyes Católicos “entregarles

Granada en circunstancias propicias; en contrapartida, los Reyes le reconocían la

posesión de un principado… [donde él y los suyos] conservarían sus mezquitas y

gozarían de una dispensa de impuestos durante diez años”25. Pero no cumpliendo con lo

pactado, la guerra se reanudó en 1490. En inferioridad de condiciones, los árabes –ya

debilitados- fueron destruidos por completo cuando los alimentos escasearon por causa

de las intensas nevadas que impidieron las comunicaciones hacia finales de 149126.

Boabdil y los Reyes Católicos firmaron secretamente un Acta de Capitulación el día 25

de noviembre. Uno de los dieciséis ítems con los que contó, estipulaba que el primero

debía entregarle a los segundos sus tierras, la Alhambra y otros palacios dentro de los

siguientes 65 días27.

Demás está decir que la historia finaliza, como ya es sabido, con la posesión

total de los Reyes Católicos de todo el territorio. A Boabdil sólo le quedaban como

últimas propiedades hipotecadas la ciudad de Granada y el Palacio de la Alhambra, las

cuales pasaron a manos cristianas el 2 de enero de 1492. A cambio, se lo indemnizó con

algunas tierras dentro los límites de sus antiguos dominios y una considerable suma de

dinero28.

24 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 88. 25 ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 95. 26 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., p. 103. 27 Cfr. SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana, T. II, p. 501. 28 Cfr. SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, Op. Cit., T. II, pp. 502-503.

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23

Raschid se mostró muy sorprendido por el relato. Para mí, fue como si hubiese

pasado el examen de admisión para que él accediera a revelar algunos de sus

conocimientos sobre aquel enigmático y bello castillo.

-Bueno –me dijo-, veo que sabes bastante de la historia de Granada. Ahora

pasaré a detallarte qué sultanes, de todos esos que nombraste, promovieron la creación

de las partes más importantes de la Alhambra: a Muhammad I, se le debe la

construcción de la Alcazaba, de algunas murallas y de la Acequia Real; a Muhammad

II, el Generalife, la Puerta del Arrabal, el Palacio del Partal alto, el de los Abencerrajes

y de otro más que luego se transformó en el ex convento de San Francisco, hoy Parador

Nacional de Turismo. A Muhammad III, debe atribuírsele el Palacio del Partal, la

Mezquita mayor, los baños de ésta y la fachada oeste de la Puerta del Vino; a Nasr, la

Torre del Peinador de la Reina; a Ismael I, la Rawda o cementerio; a Yúsuf I, el Palacio

de Comares, el oratorio del Partal, La Puerta de La Justicia y la de los Siete Suelos; a

Muhammad V, el Patio de los Leones, la fachada de Comares y la del lado este de la

Puerta del Vino, el Cuarto y Patio Dorado y la ampliación y remodelación del Mexuar;

a Muhammad VII, la Torre de la Cautiva, y a Yúsuf III, la reforma del Palacio del Partal

alto29.

Como se estaba haciendo de noche, debimos bajar nuevamente a la ciudad sin

haber llegado nunca al mirador y, como consecuencia, sin haber tenido una vista

panorámica de nuestro objeto de estudio.

Nos prohibió volver solos al Albaicín, con la inocente excusa de considerarlo

peligroso. Era obvio que estaba queriendo crear en nosotros una sensación de inquietud,

de incertidumbre y de ansiedad; algo así como el mecanismo de transición utilizado en

las Mil y una Noches, donde el sultán Schahriar arde en deseos de volver a escuchar a

Scherezad. Poco a poco iba siendo atrapado en la trama que tejía nuestro guía, quien

hasta ahora sólo nos había arrojado unas migajas de su tan mentado saber; pero no era

para menos, estábamos en período de prueba y recién superaba mi primer examen.

Quedamos en encontrarnos en el mismo lugar que hoy y a la misma hora, para

luego iniciar el recorrido. No se por qué, pero algo me decía que mañana tampoco

29 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales (ANA BLASCO), Areas temáticas, Naturaleza, Paisajes.

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24

veríamos la Alhambra, al menos por dentro. Y además, creo que hay un serio problema

con las mañanas granadinas… ¡nada significativo ocurre durante ellas!

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25

Tercera noche.

La Alhambra desde el Mirador de San Nicolás.

“Detente en la explanada de la Sabika y mira a tu alrededor. La ciudad es una dama cuyo marido es el monte.

Está ceñida por el cinturón del río, y las flores sonríen como alhajas en su garganta…

La Sabika es una corona sobre la frente de Granada, en la que querían incrustarse los astros.

Y la Alhambra -¡Dios vele por ella!- es un rubí en lo alto de esa corona”30.

A las dos de la tarde en punto llegamos al lugar indicado; Raschid ya estaba allí.

¡Dicho y hecho! Rumbeamos otra vez para el lado contrario de la Alhambra; es decir,

hacia el Albaicín. Para sorpresa de todos, no nos detuvimos en el bar de mi examen sino

que seguimos hasta mucho más arriba. Sí; íbamos al mirador… Pero antes nos

detuvimos en otro bar, ahora por deseo de mis amigos quienes estaban agotados y

sedientos. Aunque parezca mentira, fue una muy buena idea, ¡que calor hacía! El sol

castigaba a todos los transeúntes sin piedad alguna.

Mientras tomábamos algo, Raschid aprovechó para prevenirnos:

-Lo que van a ver en unos minutos es la ciudad palaciega más bella y mejor

conservada de toda la época medieval islámica31; es el monumento más hermoso de

España y uno de los más visitados32; es el lugar que Dios elegiría si desease morar en la

tierra. Sin duda es un palacio encantado, ya que en esta zona los movimientos sísmicos

castigan las edificaciones, llegando incluso a hacer desistir al propio Carlos V en la

30 Versos de Ibn Zamrak citados por VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 3. 31 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 20. 32 Es el segundo monumento más visitado. El primero es la Sagrada Familia de Gaudí, en Barcelona.

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26

culminación de su palacio33; y a la Alhambra no le ha hecho absolutamente nada grave,

sólo el agrietamiento de algunos de sus cimientos. Es sin duda una maravilla del mundo

islámico.

-¿Vamos? –preguntó mientras se ponía en pie

-¡Sí, adelante! -gritaron Enrique y Héctor.

Por mi parte no podía casi ni hablar, incluso ni moverme. Cuando íbamos

llegando la vi… estaba allí frente a nosotros: brillante, fantástica, increíble. La

sensación de no saber hacia dónde mirar primero se adueñó de mí; entonces opté por

mirar en todas direcciones: a la derecha estaba Granada; a la izquierda, y a lo lejos, se

veía el Generalife; abajo, el barranco por donde corre el río Darro; y adelante, de belleza

imponente, la Alhambra, la joya buscada por mí desde antes de llegar a la ciudad.

Traté de evitar el centro del complejo. Allí estaba, muy a nuestro pesar,

rompiendo lo armónico del resto de las construcciones, el frío símbolo de la dominación

cristiana sobre la musulmana: el inconcluso Palacio de Carlos V. Es de lamentar que, se

mire desde donde se mire, se ve su silueta discordante. “Ese babilónico picadero, que no

ha servido más que para circo de ratas”34, realmente parece una extraña y mal ubicada

plaza de toros. Pero no importa, no me iba a amargar; lo importante es que sabía, al

igual que el resto de las personas que visitan el palacio, qué es lo que quería ver allí: una

ciudad palaciega perteneciente al viejo reino nazarí de Granada. Nadie viaja para

conocer específicamente ese Palacio, salvo algún estudioso de la arquitectura

renacentista. Por lo leído y visto en libros y fotos, es imposible obviarlo una vez dentro

del recinto alhambrino ya que está en la ruta obligada hacia los palacios nazaríes. Los

que ingresan en él lo hacen generalmente porque allí funciona el Museo de Arte

Hispano-Musulmán y el Provincial de Bellas Artes; y de paso ven el patio circular para

luego retirarse. Algo semejante ocurre en la ciudad de Córdoba: nadie va a conocer la

Catedral sino la Gran Mezquita de Abdelrahmán y sus sucesores. Esto significa un

triunfo definitivo de los moros: ni palacio renacentista ni estatuas de santos podrán

erradicar ese arabismo que lo inunda todo y se opone a cualquier conversión edilicia.

Pasada la primera emoción y el primer enojo, lo miré a Raschid y allí estaba…

contemplando enamorado el palacio que en tiempos lejanos había sido de sus

antepasados. Estaba totalmente compenetrado con aquella maravilla arquitectónica de la

33 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 31. 34 ZORILLA, José, Los Gnomos de la Alhambra, Obras Completas, T. II, p. 378.

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27

que se sentía un poco dueño; y seguramente también un poco triste porque nadie vive

hoy allí; sólo hay turistas… y de paso.

Tras habernos tomado el tiempo necesario para dispersarnos por el mirador y

apreciar lo que más nos atraía, volvimos a reunirnos los cuatro. Observando hacia un

lateral del mirador, divisamos un bar muy tranquilo con una vista que difícilmente se

repita en algún otro del lugar. Decidimos ir a sentarnos para tomar algo en una de sus

mesas con sombrillas.

Fue allí donde Raschid comenzó con su primera exposición:

-Lo que ven delante es el complejo de la Alhambra; debemos considerarlo una

ciudad, una fortaleza y un conjunto de palacios. La palabra Alhambra es una abreviatura

del árabe Qalat al-Hamra, cuya traducción puede ser castillo rojo o fortaleza roja, entre

otras tantas. Esa colina sobre la que está emplazada recibe el nombre de Sabika; es la

más alta de todas y, como consecuencia, su defensa más natural, ya que la altura del

barranco hace aún más inaccesible el ataque de enemigos. Para completar la ayuda, el

río Darro, un afluente del Genil, la rodea por completo.

La construcción de la Alhambra –continuó- comenzó bajó el primer sultán de la

dinastía nazarí, Muhammad I. Una vez conquistada la ciudad, visitó este lugar y decidió

establecer su residencia sobre los restos de una fortaleza que ya existía desde el siglo

XI, y que había pertenecido a un judío llamado Samuel Ibn Nagrela; su nombre

proviene del árabe Nagid, el príncipe. Fue visir de dos reyes ziríes de Granada, Habus

Ibn Maksan y Badis Ibn Habus35. No hay que confundirlo con su hijo José o Yúsuf,

quien lo sucedió en el cargo. El mismo que según la tradición, al ser crucificado por el

pueblo ante su palacio, maldijo a los musulmanes. Su espíritu no descansaría, hasta

tanto quedara un árabe en Granada. Supuestamente, para liberarse de la maldición, los

nazaríes incluyeron entre las epigrafías de la Sala del Trono una sura protectora.

Tras esta introducción, Raschid comenzó a señalarnos las distintas

construcciones que desde el mirador podían apreciarse:

-La parte más vieja de toda la Alhambra es la Alcazaba. Aquel recinto que se

encuentra a la derecha, en el sector más occidental del complejo. Alcazaba viene del

árabe al-Qasba cuya traducción más exacta es fortaleza. Su construcción fue iniciada

por Muhammad I y completada por su hijo, Muhammad II. Tiene cuatro grandes torres,

la primera que sobresale, por ser más ancha y estar al frente, se llama Torre de la Vela. 35 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, Historia de Granada, p. 35.

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Imagen 1. Alcazaba desde Mirador.

Ya fuera de la Alcazaba, si siguen el recorrido de la muralla hacia la izquierda, pasando

la primera torre almenada que aparece y la posterior parte de la muralla, que también

posee almenas, verán unas instalaciones de techos bajos que reciben el nombre de

Galería de Machuca. A continuación, unas construcciones de paredes más altas,

corresponden a las dependencias conocidas como el Mexuar y el Cuarto Dorado.

Si miran un poco más al centro –continuó explicando- podrán observar una torre

muy ancha rematada por almenas: es la de Comares, el lugar donde se encontraba el

Salón del Trono o la Sala de los Embajadores. Siguiendo un poco más a la izquierda,

casi llegando al final de estas construcciones, pasando esa galería abierta de dos pisos

con techo de tejas, se ve otra torre de tamaño bastante más chico: es la del Peinador de

la Reina. Aún más a la izquierda, aunque un poco cubierta por la vegetación, se deja

entrever parte de la Torre de las Damas.

Avanzando hacia atrás, hay otras torres, cada una con su propio nombre. En total

son veintidós, “espaciadas de manera bastante irregular pero que se adaptan a las

necesidades y requisitos del terreno”36.

Como pueden observar, todo el recinto está cerrado por murallas; éstas,

“extraordinariamente gruesas, son de mampostería recubierta con albañilería de piedra y

ladrillo y una capa fina de enlucido”37.

36 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, pp. 41-42. 37 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 41.

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29

Imagen 2. Vista Palacios desde Mirador.

Con respecto al tema de murallas y torres concluyó explicándonos que “pueden

interpretarse como creación defensiva y de protección, como medio para separar

diferentes modos de vida, como reflejo de una planificación interior o como

combinación de estas finalidades”38.

Particularmente, pude notar que, sacando los elementos defensivos anteriores,

las construcciones techadas son todas de tejas de diversas formas, y que todas las

dependencias poseen ventanas que permiten la iluminación y ventilación. Además,

percibí que no todas las torres ni todas las murallas están rematadas por almenas, lo cual

pone en evidencia la falta de uniformidad.

-Noten lo irregular de la planta –seguía explicando. Es casi imposible describirla

porque la Alhambra es “un monumento por adición en el espacio… cada una de las

unidades que hemos descrito es una entidad propia y separada que puede verse y

examinarse independientemente”39. “La Alhambra es finalmente el resultado de una

serie de construcciones no concebidas como una unidad. De ahí deriva parte de su

carácter”40. Sólo se puede decir que tiene una planta rectangular, de setecientos cuarenta

por doscientos veinte metros.

38 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 42. 39 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 97. 40 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 144.

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Imagen 3. Plano general de Alhambra y el Generalife.

Frunciendo el ceño y con voz un poco más seria, agregó:

-Si volvemos la vista al centro, por detrás de las instalaciones árabes, verán un

edificio cuadrado de muy poca gracia, es el Palacio de Carlos V. Por detrás del mismo,

se ve un techo de tejas al que le sigue un gran campanario: es la Iglesia de Santa María

de la Alhambra. Dos edificaciones que se construyeron demoliendo previamente

algunas de las dependencias árabes más importantes, que luego les contaré cuáles eran.

Si las obviamos –continuó-, notaremos que el conjunto de palacios de la Alhambra “es

un perfecto ejemplo de los conceptos que caracterizan a la arquitectura civil islámica e

hispanomusulmana… Edificios para deslumbrar y seducir al extraño y para complacer a

sus habitantes. Espacios donde exteriores e interiores se suceden, se yuxtaponen sin

solución de continuidad, haciendo que los límites entre adentros y afueras, entre

estancias, patios y jardines se desdibujen”41.

Bien lejos, y a la izquierda, fuera del recinto amurallado, hay unas

construcciones de paredes blancas: es el Generalife. En árabe se lo llamó Jennat Alarif,

cuya traducción más exacta es Jardín del arquitecto, ya que la palabra que se usa para

41 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 144-145.

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31

arquitecto o maestro mayor de obras en árabe es alarife42, tal como pasó al castellano

corriente. Consta de una serie de restos de palacios y jardines entremezclados y era la

residencia de verano de los sultanes.

Obviamente la primera lección de Raschid fue informarnos sobre el origen de la

Alhambra, el reconocimiento de todas las construcciones que desde el mirador pueden

apreciarse y de las características principales de sus murallas y torres. Estaba muy claro

que lo mejor estaba dentro de dichos muros, pero había que aguardar…

Se fue haciendo de noche y Raschid debía irse. Otra vez nos citó en la misma

confitería del centro de Granada, a la misma hora; es decir, a las dos de la tarde.

¡Sigo sin entender que es lo que ocurre con las mañanas! Aunque después de

bajar y subir dos días seguidos al Albaicín, estamos agradecidos de tener más tiempo

para el descanso. No importa si es de mañana o de tarde el encuentro, creo que ya no le

quedan más excusas para llevarnos a la Alhambra ¿o me equivoco? Mañana sí o sí

deberíamos ir. Es su obligación moral llevarnos; más tiempo sería someternos a una

tortura inexplicable.

42 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 49

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32

Cuarta noche.

La Puerta de la Justicia y otros accesos a la Alhambra.

Estaba equivocado a medias. Nos dirigimos a la Alhambra, pero no entramos. En

esta oportunidad, nos llevaría a los distintos accesos de ésta que se utilizaban en tiempos

árabes. Ni siquiera fuimos a la entrada principal por la que ingresan los visitantes de

hoy; a esa que quisimos llegar el primer día en búsqueda de nuestro posible cicerone, y

que no alcanzamos nunca debido a que Abdullah nos detuvo primero para dar solución

a nuestro problema.

Como era de esperar, el trayecto comenzó y terminó a pie. Tomamos por las

calles del centro de la ciudad -por esas mismas que los primeros días nos mareaban por

el desconocimiento y por el tránsito- como si las hubiésemos recorrido desde la

infancia. Llegamos hasta la esquina en la que aquel ómnibus (el pequeño, simpático y

con aire acondicionado) había girado para tomar por la calle empinada que llevaba a la

Alhambra. Allí realmente comenzó nuestro primer acercamiento al recinto.

Todavía no sabíamos que no íbamos a ingresar, de modo que empezamos a

preparar nuestras cámaras digitales para inmortalizar todos los momentos allí vividos,

cuando Raschid dijo:

-Ah, me olvidé de decirles algo. No conseguí entradas para hoy, estaban

agotadas.

¡Para qué! Las caras de dicha suprema se transformaron en desconcierto total.

No entendíamos nada.

-¿Nadie revende sus entradas aquí? –preguntó Enrique.

-A veces sí, pero igual prefiero que vayamos primero a conocer algo que les va a

llamar mucho la atención: La Puerta de la Justicia.

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33

-¿Más que los palacios? –preguntó Héctor.

-Obviamente no; pero es importante que veamos esa puerta primero –contestó

con amabilidad nuestro guía.

-¿Por qué? ¡Yo leí que se puede salir por ella luego de la visita general! –

agregué.

-¡Bueno, basta de cuestionamientos! ¡Ya les dije que no había entradas! Aparte

sé muy bien por qué lo hago –replicó Raschid medio enojado.

Entonces, callados comenzamos a subir la Cuesta de Gomérez, nombre que

recibía la calle empinada; quizás arriba podríamos persuadirlo de conseguir entradas e

ingresar. Un poco más tranquilo, comenzó por explicarnos por qué esa calle recibía tal

nombre:

-Esta calle se llama así debido a que existió una familia de ese apellido, de

origen africano, que era muy influyente y muy conocida por “sus crónicas y cantares”43.

A los pocos metros de subida, nos topamos con la puerta renacentista que no

había podido observar bien el otro día cuando íbamos en el pequeño rodado. Raschid

continuó con otra explicación:

-Esta es la Puerta de las Granadas; Carlos V fue su promotor. Desde aquí en

adelante ingresaremos en el llamado bosque de la Alhambra, cuyo origen se remonta a

los siglos XVIII y XIX 44.

Ni se detuvo, ni se explayó demasiado en explicaciones sobre esta construcción

de piedra; sabía que el motivo principal de nuestra visita era ver y conocer la Alhambra

árabe y no la cristiana.

Una vez en el bosque, tomamos un camino que se bifurca hacia la izquierda y

que lleva directamente a la Puerta de la Justicia. Por lo que había leído, era el portal de

ingreso oficial a la Alhambra en tiempos musulmanes. Al final de la bifurcación, y

girando a la izquierda, estaba la puerta. Para suerte y sorpresa nuestra no había casi

nadie; sólo unas gitanas que querían vendernos unos ramitos de un yuyo que, según

decían, servía para atraer la buena suerte. Avisados previamente por Raschid, no les

prestamos atención pues eran un poco molestas. ¡Aunque podríamos haberles comprado

algunos para ver si conseguíamos entradas!

Tras habernos dejado unos minutos para que la observáramos, Raschid preguntó:

43 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 33. 44 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 8.

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34

-¿Les gusta?

-Mucho mucho, es muy sólida. Semejante pórtico debe haber infundido un

respeto singular –acotó Héctor.

-Así es – dijo nuestro guía.

-Además debió de haber sido infranqueable –intervino Enrique.

-Jamás pudo ser violada. Nunca –volvió a contestar.

Yo seguía mirando todo cuando Raschid comenzó una nueva lección:

-Les voy a explicar por qué los traje hasta aquí primero… Este portal era el

acceso principal a la Alhambra en el tiempo de los moros. Su nombre en árabe es Bab

al-Sharia, cuya traducciones posibles pueden ser Puerta de la Justicia o Puerta

Judiciaria, aunque la más acertada es Puerta de la Ley. En total había cuatro grandes

puertas de acceso: ésta, la del Hierro, la de los Siete Suelos y la de las Armas.

Volviendo a la que ahora nos atañe, podemos decir que su nombre se debe a que en ella,

según algunos estudiosos, se llevaban a cabo los juicios de menor importancia 45. Para

otros, entre ellos Leví-Provenzal, “designa una zona reservada para importantes fiestas

religiosas, un tipo de zona que en otras partes del mundo musulmán recibe

generalmente el nombre de musallas. Poner nombre a una puerta de acuerdo con lo que

queda fuera es práctica bastante común, y existen pruebas suficientes de que la justicia

se administraba a veces cerca de las musallas… El hecho de que el Islam occidental

haya, al parecer, atribuido a la divina Justicia… un emplazamiento físico, es una

ilustración del formalismo ortodoxo que caracteriza una gran parte de la cultura

musulmana en el Magrib. Su aparición en el monumento más importante de la España

nazarí demuestra el apego de la dinastía a las conservadoras doctrinas sunnies, al menos

en las apariencias externas”46.

Por mis lecturas preliminares, sabía que aún era motivo de conflicto el por qué

del nombre, ya que no se escribieron o sobrevivieron textos árabes referentes al tema.

-Vamos ahora a analizar el edificio –continuó-. Como ven, es una torre de planta

cuadrada, cuya fachada posee un enorme arco de herradura. Este, como es de lo más

común en el mundo musulmán, está enmarcado o cerrado por un alfiz; arriba, a los

costados de la parte superior del mismo, hay dos ventanitas también en forma de arco de

45 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 34 46 Citado por GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 134.

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35

herradura. Volviendo al arco mayor, si miran la parte de arriba, en la dovela central,

verán que hay esculpida una mano abierta. Para la gran mayoría de los estudiosos

representa los cinco pilares del Islam.

Imagen 4. Puerta de la Justicia.

Percibí que no tenía ningún elemento ornamental que se destacara. Luego

recordé que eso era bastante común ya que, como nos había explicado Raschid, los

materiales que se utilizaron para murallas, torres y puertas exteriores no eran de la

mejor calidad. Además “muchos monumentos, especialmente los palacios, se construían

rápidamente, ya fuera porque la inseguridad del poder hacía difícil que llegaran a

terminarse… o porque los proyectos tendían a ser personales más que dinásticos y no se

pensaba ni se esperaba que sobrevivieran a su inspirador. No es necesario atribuir

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36

profundos significados filosóficos o religiosos a esta preferencia por las paredes

construidas con materiales baratos y profusamente decorados”47.

Nunca más acertadas las palabras de Irving con respecto a la apariencia externa

de la Alhambra: “Exteriormente es un tosco conjunto de torres y almenas, sin

regularidad en su planta ni gracia en su arquitectura… apenas da idea de la gracia y

belleza que reina en su interior”48. La puerta está constituida por madera maciza, chapas

y cerrojos de metal49.

-Ingresemos –fue la invitación de Raschid. Como pueden observar tiene en

realidad una doble fachada, la que recién estuvimos analizando y esta otra interior; la

cual también posee un arco de herradura de menor tamaño, aunque un poco mejor

decorado y sostenido por columnas. Verán que al igual que en el arco exterior tiene algo

esculpido en su dovela central: en este caso, una llave. Según dicen, es un símbolo de

fuerza.

-Una llave y una mano esculpidas deben tener algún otro significado ¿no? –

preguntó Enrique.

-Sí; la tradición popular conserva una explicación fantástica: dicen que ambas,

mano y llave, eran talismanes de los que dependía “la suerte de la Alhambra”; también

dicen que el rey creador de esta puerta fue un mago que hizo un encantamiento para que

todo el recinto sobreviviera a los embates del clima. No debió andar muy errado porque,

según, les dije, de todos los monumentos reales moros, es el único que se mantiene en

pié. Los sostenedores de esta tradición, aseguran también que este hechizo continuará

siendo eficiente “hasta que la mano del arco exterior se alargase hacia abajo y cogiese la

llave; en cuyo instante todo el edificio se desplomaría en pedazos, y todos los tesoros en

él encerrados por los moros quedarían al descubierto”50.

Héctor, que también lo observaba todo, miró hacia arriba y notó algo que le

llamó la atención:

-¿El techo que está abierto entre las dos fachadas servía, al igual que en otros

castillos medievales, para tirar piedras desde lo alto en aquellas ocasiones en las que los

enemigos querían ingresar?

-Exactamente igual –le respondió Raschid. 47 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 169. 48 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 31. 49 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Estructura Militar, Puertas. 50 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 35.

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37

De pronto comenzamos a ver salir personas; todas muy contentas por la visita

que habían realizado. Nosotros, que ni siquiera habíamos puesto un pie adentro,

sentimos ganas de ingresar pero ya estaba oscureciendo y era mejor no irritar más a

Raschid con ese tema. Además, me sentía satisfecho porque su clase resultó muy

interesante y por estar parado en el lugar por el que varias veces habían entrado y salido

mis sultanes favoritos: Yúsuf I y Muhammad V.

Con respecto a las otras tres puertas, estaba enterado de que no se conservaban

en buen estado, y sabía perfectamente que no iríamos porque no eran imprescindibles

para nuestro propósito. Tampoco me interesaba conocer una de ellas: la de los Siete

Suelos. Primero, porque fue destruida casi completamente por los franceses en su

retirada, conservándose en parte sólo el arco de la fachada; y segundo, porque fue por

ella por la que debió salir Boabdil cuando entregó la Alhambra51.

¡Oscurecía y las gitanas seguían insistiendo en vendernos sus ramitos! En

silencio comenzamos nuestra retirada. Nos despedimos de Raschid hasta el día

siguiente. No hacia faltar fijar hora ni lugar, era un dato obvio: a las dos de la tarde en la

dichosa confitería.

Ya no sólo me preocupaba por las mañanas de nuestro guía. Noté que de noche

tampoco quería encontrarse con nosotros.

51 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 106.

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38

Quinta noche.

El Generalife.

Esta vez, como sabíamos que no le quedaban excusas a nuestro buen amigo para

llevarnos a la Alhambra, nos munimos de nuestras cámaras fotográficas para registrar

todo, no estábamos dispuestos a guardar nuestras vivencias valiéndonos únicamente de

lo mirado y visto.

Las dos en punto.

-¡Ahí viene! –dijo Enrique.

-Hola ¿Cómo están ustedes? –saludo Raschid.

-¡Genial!, dispuestos a recorrer la Alhambra, aunque sea bajo este sol. Trajimos

todo –le respondí- ¿Cómo estás vos?

-Más que bien, los que no creo que sigan tan contentos son ustedes. No lo

podrán creer, sólo había entradas para recorrer los jardines del Generalife.

-Perdón, ¿estás bromeando? – pregunté con bastante ironía.

-No, es cierto. En estos días es un infierno conseguirlas, la gente las compra por

anticipado en el banco –respondió con una sonrisa que se le escapaba.

Sabía perfectamente que sólo un treinta por ciento de las entradas se vendía de

esa manera pero no quise discutir ya que quizás podrían haberse agotado durante la

mañana en las boleterías. Además íbamos a ingresar de todos modos, lo cual era un

avance significativo; recorrer los jardines del Generalife no era poca cosa. Dicen los

granadinos que son los más bellos del mundo. Veremos…

Por fin conocimos la bendita puerta de acceso actual. Es linda y moderna; se

destaca un mural con el nombre de la Alhambra en árabe y en español y, por debajo, un

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plano general de las instalaciones. Algo más alejado, puede verse otro muro donde se

transcriben unos versos de Borges sobre la Alhambra.

¡Ingresamos! El camino hasta el Generalife es largo. Durante el recorrido

encontramos una alameda, jardines, restos de construcciones árabes, edificios cristianos,

un hotel, oficinas administrativas, tiendas de recuerdos y, entre otros, un negocio muy

simpático decorado como palacio alhambrino, donde ingresamos a sacarnos una foto

vestidos a la usanza árabe.

-Pasen a buscarla dentro de tres horas –nos dijo la fotógrafa.

Cuando salimos del lugar, la mayoría de los que ingresaban seguían por el

camino que lleva a los palacios nazaríes; un cartel chiquito, al ras del suelo, con una

flecha, así lo indicaba; nosotros debimos doblar a la derecha guiados por otro cartelito

con la consabida flecha que indicaba nuestro destino: el Generalife, lugar donde “antaño

hubo allí una almunia (huerta) real, acomodada como casa de recreo de los emires

nasríes… [Y hoy es]… una mezcla de huerta, de geométricos y perfilados jardines y de

miradores y galerías”52.

Raschid ya nos había contado que la palabra Generalife provenía del árabe

Jennat Alarif, cuya traducción más correcta era Jardín del arquitecto. Nombre que se

debía a que, supuestamente, en una parte de las instalaciones vivía un arquitecto cuyas

propiedades fueron adquiridas por Ismail I, quien transformó el lugar en un palacio real

para que sirviera como una residencia de carácter más privado donde pudiese estar

alejado de sus funciones oficiales.

Fue aquí, en el Generalife, donde se encontraba Muhammad V cuando se gestó

la conspiración que finalmente lo hizo huir. Me venía el recuerdo del texto que había

leído con referencia a este tema: “Aquel día -10 de agosto de 1359-, el sultán

Muhammad estaba con un hijo suyo en el Jennat Alarif, sitio delicioso por sus

arboledas, por la sanidad del aire y refrescado continuamente por corrientes de agua. El

sultán fue despertado por el chasquido de los aceros, los gritos de los conspiradores y el

ruido de los atabales. Desconociendo la causa del tumulto, Muhammad marchó hacia la

Alhambra; pero, enterado de lo que ocurría, retrocedió rápidamente, y Alá dispuso lo

posible para su salvación. Encontró rápido corcel, ya ensillado; galopó hacia Guadix,

donde llegó el mismo día, y se presentó al gobernador del castillo, que le recibió sin

sospechar lo que estaba ocurriendo en Granada. Muhamad recibió el homenaje de los 52 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 49.

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habitantes de Guadix y se mantuvo allí como soberano hasta 1362, que pudo regresar a

Granada, donde permaneció ya sin competidor hasta el año 1391, en que falleció”53.

Al Generalife se llega atravesando “una cancela de hierro, [de la que] se abre un

camino umbroso, bordeado por elevados cipreses, llamado Paseo de los Cipreses, el

cual se continúa con el de las Adelfas, con bóveda floreada… [Luego de éste] se llega al

Patio de la Acequia, que ofrece edificaciones árabes”54.

Todos los jardines que vimos hasta llegar al Patio de la Acequia eran muy

lindos, pero no árabes sino modernos. Los únicos jardines árabes son, en el Generalife,

los de este patio y los que lindan con la Escalera del Agua; y en la Alhambra, el del

Palacio de Comares y el del Patio de los Leones. El jardín de Adarves (del siglo XVII),

El Jardín de Lindaraja o Daraxa y el Patio del Ciprés del Generalife son renacentistas.

El Paseo de los Cipreses (de mediados del siglo XIX) es romántico. Los jardines del

Partal, diseñados por el arquitecto Torres Balbás y los Jardines Bajos del Generalife son

del siglo XX. Pero el sistema de regadío de todos ellos sigue siendo el mismo que

utilizaron los nazaríes setecientos años atrás; es decir, el agua llega a las diversas

huertas por medio de norias y pequeños canales. Aún hoy, en el Generalife se siguen

cultivando las mismas hortalizas y frutas55.

Ingresamos al magnifico Patio de la Acequia desde el lado sur.

Las construcciones árabes se encuentran de este lado y del lado norte, aunque

todo el largo del patio, que es rectangular, está dominado, en su lado oeste, por una

galería techada, también de origen árabe, que posee dieciocho arcos apuntados desde

donde se puede apreciar, hacia adentro, todo el patio; y hacia fuera, una magnífica vista

de la Alhambra y de la ciudad. Completan la decoración del patio, setos de mirtos,

rosales, naranjos, etc.

Raschid comenzó con su plática:

-Como pueden observar, nos encontramos en el famoso Patio de la Acequia. Su

nombre, viene del árabe al-saqiya, cuya traducción es canal, y hace alusión a este

estanque o acequia que lo recorre de un extremo al otro. La planta es rectangular, siendo

un clásico patio musulmán de crucero. Ya vieron que tiene dos pabellones, y se supone

53 PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 539. 54 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 49. 55 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Naturaleza, Jardines. Areas temáticas, Naturaleza, Uso Agrícola.

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Imagen 5. Patio de la Acequia.

que había otras construcciones por los restos encontrados, pero nada se ha podido

reconstruir56. De estos dos que quedan, el mayor en importancia es éste que está al

norte. Su nombre es Mirador del Generalife. Algunos sostienen que era el lugar

destinado a hospedar al sultán57. Entre otros tantos detalles, sobresale por la belleza de

su pórtico; el cual está formado por cinco arcos de medio punto muy esbeltos, de los

cuales el central es más alto y más grande. El material del que están hechos es yeso o

estuco; sus ajimeces tienen rombos calados con decoración vegetal o de ataurique. 56 Cfr. PIJOAN, José, Op. Cit., T. XII, p. 540. 57 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte Hispanomusulmán, p. 173.

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42

Están sostenidos por finas columnas de mármol con capiteles de la misma decoración

que los ajimeces.

Cuando nos acercamos, vimos que el pórtico descrito da acceso a una galería

posterior que tiene otro portal un tanto más pequeño, pero no menos bello. Esta

conformado por tres arcos más chicos que los anteriores, del mismo tipo, decoración y

también sostenidos por columnas del mismo material. El alfiz que cierra esta arquería

revela la fecha de construcción y el nombre de su promotor: 1319, Abul Walid Ismail.

Por encima del mismo, se recortan cinco ventanas cerradas por celosías de escayola o

yeso.

Esta segunda puerta da ingreso a una sala en la que se puede contemplar una

panorámica y exquisita vista de la Alhambra, del Sacromonte y del Albaicín, barrio al

que ya fuimos varias veces.

Imagen 6. Pórtico del Pabellón Norte del Generalife.

También notamos que este pabellón tiene pisos superiores a los que no pudimos

acceder. Raschid me confirmó que no se destacaban por su decoración; y debía ser

verdad ya que los diversos libros que conocíamos no detallan ni muestran su contenido.

También nos explicó que la gran mayoría de los palacios de la Alhambra contaban con

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43

un piso superior. Esto era debido a que en las épocas calurosas los nazaríes utilizaban la

planta baja ya que, por una parte, los techos altos permitían que el calor subiese y

saliera por ventanas más elevadas; y, por otra, porque los pisos de mármol, cerámicas de

las paredes (o alicatados) y estanque del patio, en caso de haberlos, refrescaban las

estancias inferiores. En los rigurosos inviernos, se valían de la planta alta debido a que

en la parte baja se concentraba mucho más el frío que ingresaba por las grandes

ventanas. En las dependencias de arriba, sólo las había pequeñas y cerradas por celosías

que impedían el ingreso del viento frío. Además de este método de defensa utilizaban

braseros y era común que todas las puertas tuviesen un pequeño postigo de acceso, para

no tener que abrir por completo el portal58.

Desde este pórtico pasamos al Patio de los Cipreses, el cual también recibe el

nombre de Patio de la Sultana. Fue aquí, según cuenta la tradición, donde

aparentemente, uno de los sultanes encontró in fraganti a su esposa con un miembro de

la familia abencerraje y fue por tal motivo que el sultán ordenó la matanza de todos los

caballeros de ese linaje.

Subiendo por una escalinata de piedra llegamos a unos jardines que conducen a

un sitio que quería conocer: la Escalera del Agua. Es una escalinata muy simpática que

tiene en sus pasamanos acequias de piedra por donde corre el agua. En los descansos, se

ubican algunas fuentes bajas. Conduce a los restos de un edificio que, según se piensa,

era un oratorio. Por tal motivo, los investigadores suponen que el agua servía para las

abluciones previas a la oración59.

Imagen 7 y 8. Escalera del Agua.

58 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Arquitectura, Climatización. 59 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 175.

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Mucho más arriba vimos unas ruinas y le preguntamos a Raschid sobre ellas:

-Es la Silla del Moro. Está en el llamado cerro del Sol o colina de Santa Elena.

Recibe ese nombre porque Boabdil fue allí a sentarse a mirar y a esperar que pasase una

rebelión que se había suscitado en la ciudad60 –respondió.

No fuimos a visitar el lugar porque ya era muy tarde y seguía haciendo mucho

calor, pero Raschid nos contó que posee una maravillosa vista.

Paseamos por otros jardines hasta llegar al camino por el que habíamos venido.

Mientras hacíamos dicho recorrido notamos que estaban construyendo un anfiteatro

para espectáculos al aire libre. Raschid no estaba muy contento con el nuevo edificio,

pero a mi la idea no me desagradó.

Casi sin fuerzas fuimos a buscar la foto y salimos del complejo. Nos despedimos

de Raschid, le agradecimos de corazón el habernos llevado, casi de la mano, por el

Generalife y quedamos que mañana nos encontraríamos donde siempre y, para no

variar, a la misma hora.

-O se acuesta muy tarde o no le gusta salir de mañana –dije a mis compañeros

mientras lo veía irse.

-Vaya a saber –dijo Enrique- quizás se trae alguna sorpresa escondida.

Con lo que hoy habíamos caminado, nadie le cuestionó absolutamente nada. Es

más, si nos hubiese propuesto algo distinto para la mañana siguiente no nos hubiera

caído nada bien.

A decir verdad, y como conclusión final sobre los jardines del Generalife, debo

decir que no me parecieron tan maravillosos como se los describe. Según Héctor –que

conoce mucho de jardines, plantas y flores- no estaban en todo su esplendor porque

recién había terminado el verano y éstos no llegan a soportar estoicamente las

temperaturas de dicha época. ¡Tendremos que volver en primavera!

60 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 74.

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45

Sexta noche.

La Alcazaba, la Puerta del Vino y el Palacio del Partal.

“…ruda fortaleza por fuera, voluptuoso palacio por dentro;

guerra amenazando desde sus almenas pero respirando poesía

por toda la encantada arquitectura de sus salones”61. Estábamos emocionados todavía por nuestra visita de ayer al Generalife. Fue la

primera vez que vimos, in situ, los famosos arcos de yeso, las columnas de mármol y los

miradores con vistas increíbles de los nazaríes. Todo eso lo volveríamos a ver

nuevamente hoy, pero exaltado, ya que la decoración de los palacios es mucho más rica

y más compleja.

Como esta vez necesitábamos de todas nuestras fuerzas para la visita, decidimos

llamar a Abdullah para que nos llevase en su taxi hasta la entrada a la Alhambra. Nos

negábamos rotundamente a subir a pie una vez más.

-¡Ahí viene Raschid! -indicó Héctor.

-Hola -nos saludó en un tono muy apagado.

-Hola -le respondimos.

-¿Pasó algo? -pregunté.

-A decir verdad, sí... De nuevo no había entradas.

-¡No, otra vez no! -exclamé.

-Quédate tranquilo…, igual iremos. Tengo un amigo en el Patronato de la

Alhambra que me facilitó un permiso para ingresar.

-¡Buenísimo! ¡Vamos! -grité.

61 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 292.

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46

-El único problema es que el permiso sirve para visitar varias de las

instalaciones, pero entre ellas no están incluidos los palacios nazaríes –me contestó con

la sonrisa de siempre.

A esta altura comprendimos bien su propósito: crear en nosotros un

conocimiento previo de todo aquello que compone el complejo alhambrino para luego

disfrutar con mayor intensidad de los palacios. En su defecto, existía otra explicación:

disfrutaba viendo nuestras caras de disgusto y sufrimiento, cosa que no quise creer.

-¿Qué podemos ver con ese permisito? –pregunté despectivamente.

-La Alcazaba, la Puerta del Vino y el Palacio del Partal, entre otros -me contestó.

Mientras Raschid respondía, el taxi de Abdullah se acercaba. Para llamar nuestra

atención y pregonar su llegada inundó de bocinazos la plaza. Al mismo tiempo preguntó

con su alegría habitual:

-¿Y… salimos o no salimos?

Inmediatamente nos paramos y subimos. Por lo menos no íbamos a pie. Una vez

dentro de su auto, me miró y me dijo:

-¡Por fin llegó el día! ¿No?

Le respondí con una cara que contestaba por sí sola. Por el espejo retrovisor lo

miró a Raschid, quien estaba muy contento por el logro de su permiso. Durante el resto

del trayecto no hubo más preguntas por parte de Abdullah.

Mientras viajábamos a la Alhambra, completé el entramado de las verdaderas

intenciones y metodología de Raschid: quería que conociésemos primero las

construcciones más antiguas, para finalmente llevarnos a los palacios, los edificios más

modernos del período musulmán.

Habiéndome dado cuenta de sus ideas y pareciéndome muy acertadas por cierto,

me tranquilicé y me dispuse a observar el paisaje.

-¡Adiós, que disfruten el paseo! –nos saludó Abdullah una vez que estuvimos

fuera del coche.

-¡Gracias! nos vemos a la salida –le contesté. Obviamente, no pensábamos

volver a pie.

Nos dejó cerca de la Puerta de la Justicia, y hacia ella nos encaminamos.

Muy buena la idea de Raschid de ingresar por aquella puerta que se utilizaba en

tiempos moros. Observamos una vez más sus misteriosas y toscas fachadas, la interior y

la exterior. Ingresamos por un pasillo que dobla hacia la derecha y luego hacia la

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47

izquierda; los dos en pendiente hacia arriba. Según nos explicó Raschid, servía para

dificultarle el acceso a aquellos que quisieran ingresar en caso de ataques62.

Una vez fuera del pasillo, llegamos a una calle que sigue cuesta arriba y

desemboca en una plaza llamada de los Aljibes, nombre que recibía por los depósitos de

agua que tiene por debajo63. Ese lugar nos sirvió como punto de distribución para la

visita. A la izquierda, estaba la Alcazaba; a la derecha, la Puerta del Vino y, atravesando

la misma, la calle principal de la Alhambra, llamada Real Alta. Tras cruzarla, se llega al

Palacio de Carlos V.

Demás está decir que fuimos primero a la Alcazaba, la construcción más antigua

de todas; aquella que se debe a Muhammad I, y que comenzó a edificar sobre los restos

del palacio de aquel visir judío. Se ingresa a la misma por una escalinata que antecede a

una puerta. Ya dentro, debimos mostrar el permiso.

Luego de subir otras escaleras que llevan a un lugar desde donde se puede tener

una vista general de las instalaciones, Raschid comenzó diciendo:

-Esta es la Alcazaba o fortaleza. Está situada en la parte más occidental de todo

el complejo. “Servía de cuartel, de almacén militar y, muy probablemente, como cárcel

de la Alhambra en el siglo XIV”64, manteniendo tal función hasta el XIX.

Está compuesta por cuatro torres principales. Las tres que están aquí atrás

reciben el nombre de Torre del Homenaje, de la Quebrada y la de las Armas. Son de

planta cuadrada y en su parte superior están rematadas por almenas.

Como pueden observar, entre estas tres y la del frente, llamada de la Vela -que

es la más ancha y alta- aparecen los restos de unas viviendas, las cuales también forman

parte del complejo. Recuerden que la Alhambra no era sólo un palacio, sino una ciudad

palatina que para principios del siglo XIV se autoabastecía independientemente de la

ciudad de Granada65, con sus propios talleres, mezquitas y demás necesidades básicas.

Mientras caminábamos por los restos de esa ciudad, en árabe medina,

dirigiéndonos hacia la torre principal del recinto, iba observando las murallas que

cierran el complejo, esta vez por dentro. Desde fuera las había visto en la primera visita

que hicimos al mirador del Albaicín. Entonces me di cuenta de que “las primeras 62 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Estructura Militar, Puertas. 63 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 35. 64 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 48. 65 Cfr. BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 189.

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construcciones acometidas por Muhammad I se atuvieron a la lógica intención de

adaptar el lugar a las necesidades básicas de un recinto residencial y defensivo… [que]

Imagen 9. Medina de la Alcazaba.

las gruesas murallas… [eran] de mampostería y de tapial, recubiertas en ciertas zonas

por ladrillo o piedra y ocasionalmente enlucidas… [y que] ese recinto fortificado inicial,

defendido por torreones, fue enriqueciéndose a lo largo del tiempo con reformas y la

incorporación de nuevas puertas y torres”66. Por otra parte, también percibí que todo el

complejo de la Alcazaba está exento de escrituras epigráficas67.

Al llegar a la Torre de la Vela Raschid dijo:

-¡Subamos!-. Salvo Enrique, que veía escalones y le agarraba fobia, decidimos

seguirlo.

66 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte Hispanomusulmán, p. 151. 67 Cfr. GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 48.

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49

Tuvimos que subir por una escalera muy empinada y de escalones bastante altos,

mientras que, a la vez, esquivábamos a aquellos que bajaban casi sin aliento. Con el

mismo cansancio, llegamos nosotros.

Al igual que las otras tres, ésta también es de planta cuadrada, pero tiene de

diferente el no estar rematada por almenas, sino por un campanario de la época

cristiana. Desde la parte superior se puede contemplar una vista espectacular de la

ciudad de Granada, donde sobresale entre sus más importantes monumentos, la

Catedral; y además se puede reconocer que la Alcazaba no tiene uno, sino un doble

recinto de murallas.

Como estábamos un poco cansados, antes de bajar, Raschid nos contó algo más

sobre el constructor de este monumento: Muhammad I.

-Se lo conocía como al-Ahmar –comenzó-, que como ya sabemos significa rojo

o bermejo; aparentemente, este calificativo lo recibió por la coloración de la piel. Su

poder creció cuando, en 1238, Ibn Hud murió. Dicha muerte provocó que todos los

pueblos que a éste último obedecían se convirtieran en sus vasallos. “No contento con

las disposiciones de la ley musulmana, que convierte en soldado a todo hombre, reclutó

un ejercito regular… concediendo a cada soldado destacado en la frontera una porción

de tierra… interesándole de este modo en la defensa del terreno en que poseía una

propiedad”68. Al ver la superioridad de Castilla en la guerra por la reconquista de

Valencia y Jaén, se declaró vasallo del Rey Fernando III el Santo, e incluso le ofreció

todas sus riquezas y dominios, llegando a arrodillarse y besarle la mano como prueba de

su fidelidad, pero el Rey Fernando “alzó del suelo a su antiguo enemigo, le abrazó como

amigo y, rechazando las riquezas que le ofrecía, le dejó como soberano de sus dominios,

bajo la posesión feudal de un tributo anual, asistencia a las Cortes como uno de los

nobles del imperio y servicio en la guerra con cierto número de jinetes”69. Aprovechó

esta relación amistosa con Castilla para reforzar las fronteras y para reabastecerse de

armamento militar. Y tanta fue su lealtad a Don Fernando que cuando éste murió, envió

una embajada de “cien caballeros moriscos de distinguido rango, que habían de

acompañar al féretro real durante las ceremonias fúnebres llevando cada uno de ellos un

cirio encendido”70. Además, con motivo del aniversario de la muerte de dicho rey, envió

cada año la misma embajada hasta que en 1272, a los 79 años, murió de una grave 68 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 58. 69 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 58. 70 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 61.

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enfermedad mientras se dirigía a una campaña; los médicos lo llevaron de nuevo a

Granada pero murió en el camino “a las pocas horas, vomitando sangre y con violentas

convulsiones… Su cadáver fue embalsamado, metido en un ataúd de plata y enterrado

en la Alhambra”71.

-Lamentablemente –agregó un entristecido Raschid-, en la primera batalla en

que debió asistir a Castilla fue en una contra sus hermanos de religión de Sevilla,

vencida finalmente en 1248. Luego de dicha guerra, el sultán, de regreso en Granada,

recibió los gritos de la multitud: ¡El Ghalig! (el vencedor), a lo que Muhammad I se

limitó a responder: ¡Wa le ghalig ile Alah! (Sólo Dios es vencedor). Fue así que esta

última frase quedó entonces instituida como lema de la dinastía nazarí y es la

inscripción epigráfica que más se repite en toda la Alhambra.

En lo que respecta a la construcción de esta Alcazaba –prosiguió evidentemente

emocionado-, gustaba de mezclarse entre los constructores y artistas para supervisar y

dirigir él mismo los trabajos72.

Sabía que este rey era conocido por sus costumbres sencillas y que sus ropas no

se distinguían de las de sus súbditos. También se dice que en su Harén no había muchas

mujeres, y que, incluso, las visitaba muy pocas veces. Accedía fácilmente a recibir a

aquellas personas que así lo requerían. Además, construyó cantidad de edificios

públicos para el bienestar del pueblo: baños, fuentes, acueductos, canales, escuelas y

hospitales a los que visitaba sin previo aviso para observar el correcto mantenimiento de

los mismos.

Fue el primero en acuñar sus propias monedas de oro y plata, las cuales llevaban

su nombre. Se dice que pasaba gran parte del tiempo en los jardines de la Alhambra y

gustaba que durante su estancia en éstos, le sean contadas historias una y otra vez73, ya

que éstas nunca lograban cansarlo y agotar su pasión por ellas. Igual que el Harun de las

Mil y una Noches.

Ya más recuperados y enriquecidos por la disertación de Raschid, decidimos

bajar. Si bien se podía salir por el mismo lado que habíamos entrado, preferimos tomar

un camino-jardín lateral llamado de los Adarves, que posee a un lado de su puerta de

ingreso, los versos de Francisco Icaza en los que se alaba la belleza de Granada y la

pena de no poder verla. 71 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 61. 72 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 60. 73 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., pp. 60-61.

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Imagen 10. Versos de Francisco Icaza, ubicados en el Jardín de Adarves.

Otra vez en la Plaza de los Aljibes, nos detuvimos a observar y analizar la Puerta

del Vino, una de las más importantes del interior de la Alhambra. Fue promotor del

edificio Muhammad III, pero, la fachada interior fue remodelada por Muhammad V. Su

nombre, nos mostró Raschid, se encuentra en las inscripciones epigráficas del edificio.

En su disertación correspondiente, Raschid nos explicó que era un edificio de

planta cuadrada que posee dos fachadas: una exterior, que mira a la Alcazaba, y otra

interior, que se puede apreciar desde el camino que lleva a los palacios nazaríes y al de

Carlos V. Vimos que de ambos lados tiene arcos de herradura; en el de la fachada

exterior, aparece nuevamente la llave “o talismán, indicadora de que esa puerta, ahora

aislada, comunicaba antaño con la medina o ciudad”74. En general, es una construcción

de ladrillo, de dos plantas, cerrada -como es común- con techo de tejas. De ambos lados,

por encima del alfiz que cierra los arcos, hay frisos en cuyo centro puede verse un arco

doble o biforio, cerrado por celosías de escayola. Particularmente noté que dentro de los

elementos decorativos había “ladrillos, estucos pintados y loza fina azul y blanca”75.

Habiendo visto la puerta del Vino de ambos lados partimos rumbo al Palacio del

Partal, “el más antiguo de cuantos se han conservado en la Alhambra”76. Por las fotos,

sabíamos que era muy bello. También fue construido por Muhammad III.

74 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 14. 75 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 191. 76 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Op. Cit., p. 189.

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Imagen 11. Puerta del Vino.

Partal es una palabra árabe cuya traducción más exacta es pórtico. “Consiste hoy

en un reducido pabellón palatino del que forma parte la torre de las Damas, que está

conectado con un oratorio y unas viviendas posteriores. Debía ser parte de un complejo

más amplio del que sólo quedan restos de cimientos hacia el sur, posiblemente con una

significación y unas funciones más importantes que las que en sus límites actuales

pueden atribuírsele…”77.

Este pórtico o Partal es una construcción alargada de ladrillos. En su frente

posee cinco arcos de medio punto, destacándose el del centro, más grande y alto. A

77 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 168-169.

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diferencia de los vistos en el Generalife, sólo los ajimeces son de estuco. Los lados

exteriores de los arcos más laterales no están sostenidos por columnas como aquéllos,

sino por los muros del edificio. El material de las columnas, es el mismo que habíamos

visto en aquel otro complejo: mármol. La diferencia radica en los capiteles: los dos que

sostienen el arco central son de mocárabes y los otros dos están decorados con motivos

vegetales.

Tras el pórtico se abre una galería que tiene a sus lados dos miradores formados

por triforios. En el centro, otro pórtico más pequeño, también formado por un arco de

medio punto, da ingreso a la torre de las Damas, en cuyo interior también hay miradores

que, como todos, dan al Albaicín. La totalidad del conjunto está cerrado por techos de

tejas.

Imagen 12. Palacio del Partal.

Precediendo y engrandeciendo la belleza del Partal, hay un estanque cuadrado, a

cuyos lados crecen ligustros y palmeras que vivifican aún más el lugar. En las esquinas

de su parte anterior se colocaron dos leones, que al parecer integraban la decoración del

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demolido Maristán u hospital que había mandado construir Muhammad V78. Este

estanque, como todos los que se encuentran precediendo los distintos recintos reales,

cumple la función de refrescar el lugar; es decir, humedece el aire extremadamente seco

de Granada y, a la vez, el reflejo del sol sobre el mismo, permitía que la luz ingresase a

las estancias interiores a través de las puertas y de las celosías de las ventanas

superiores79. Por las noches los nazaríes solían iluminar los recintos con candelabros de

cobre o plata80.

Completa las instalaciones de este sector un oratorio, de una nave perpendicular

al muro qibla, al que se accede por una escalinata. Aunque hoy no se puede ingresar,

notamos desde afuera, que su mihrab está finamente decorado.

El sol de Granada se iba desvaneciendo cuando iniciamos la partida. Nuestros

ojos, extasiados de placer por los monumentos vistos, se rebelaban contra el

agotamiento corporal. Rogábamos que Abdullah no se hubiese cansado de esperarnos,

pues era mucho más tarde que lo previsto.

Al vernos, protestando nos dijo:

-¡En buena hora!… ¡Ya casi me iba!

Una vez dentro, no sólo se calmó, sino que también se alegró ya que le habíamos

comprado un presente clásico que la gente lleva de la Alhambra: un adorno rectangular

de yeso que tiene escrito en su centro la profesión de fe musulmana.

Ya en la puerta del hotel pregunté:

-A la misma hora y lugar, ¿no?

-¡Pues claro! –me respondió Raschid desde el taxi- Hasta mañana.

-¡Chau, suerte! –los saludamos a medida que se alejaban.

Cuando bajamos del taxi notamos que unas nubes amenazadoras se acercaban a

gran velocidad a la ciudad, pero no nos preocupamos demasiado. Supuestamente, por

estar en la tierra del sol, con la misma rapidez con que venían se irían…

78 Cfr. BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Op. Cit., p. 189. 79 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Arquitectura, Iluminación. 80 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 252.

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Séptima noche.

Presencia y función del agua en la Alhambra.

Cuando amaneció llovía bastante; durante la mañana el aguacero se intensificó

aún más y a la hora de salir casi necesitamos la ayuda del arca del primer profeta, Noé.

En su lugar, fue Abdullah quien nos vino a buscar al hotel. Luego de saludarnos y

conversar sobre cualquier cosa nos dijo:

-No quiero amargarlos, pero salvo que haya ido muy temprano, me parece que

Raschid no fue a buscar las entradas. Todas las veces que pasé con el taxi durante la

mañana lo vi sentado en la confitería leyendo unos libros. Además, y no es para

defenderlo, yo también considero, por comentarios que me han hecho, que no es buena

idea visitar los palacios en día de lluvia. Si llegaran a ir, es muy posible que disfruten a

medias, ya que los pisos se ensucian, se pueden resbalar, no van a ver como la luz del

sol ingresa por las celosías, va a estar todo oscuro y quizás ni siquiera puedan ingresar

al museo de la Alhambra.

Dicho y escuchado todo esto, esperábamos que no se le hubiese ocurrido a

Raschid comprar los tickets.

Al llegar a la confitería Abdullah volvió a decir:

-Ahí está, sentado en la misma mesita de esta mañana. Es seguro que no fue. No

se enojen con él; lo conozco desde hace muchísimo; algo ingenioso les tendrá reservado

para hoy.

-Quedate tranquilo –le contesté. Después de todo lo que dijiste, me quitaste

completamente las ganas de ir… Todos esperamos que no los haya comprado… Adiós,

que tengas buen día.

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Desde adentro, Raschid nos saludaba con su infaltable sonrisa y con signos de

que ingresáramos pronto.

-¡Hola! –nos saludó contentísimo.

-¡Hola! –le respondimos a coro.

-Se imaginarán que con este día no vamos a ir a ninguna parte.

-Obvio… Jamás se nos habría ocurrido semejante cosa –le respondió Enrique,

más aliviado.

-¿Y qué vamos a hacer? –preguntó Héctor.

-¡Tuve una idea espectacular! Qué les parece si nos quedamos aquí el resto de la

tarde y aprovechamos, a modo de homenaje a la lluvia, para conversar sobre la

presencia y función del agua en la Alhambra.

Risas y más risas respondieron a su propuesta, aceptándola sin dudar. Era

increíble, sólo a él se le podría haber ocurrido una salida tan perfecta y un tema tan

acorde con las circunstancias.

Raschid sin preámbulos comenzó su nueva lección:

-Primero que nada, si la Alhambra existe, es por la creación de la llamada

Acequia Real. Las aguas que por ella corren todo el año provienen del río Darro; pero,

para prevenir cualquier sequía, los nazaríes construyeron albercones “a… los cuales se

subía el agua mediante norias movidas por tracción animal. En otros casos se utilizaban

aljibes subterráneos cubiertos por bóvedas de ladrillo que garantizaban el suministro a

los baños y a la población”81.

Tan interesante era el tema que le fuimos haciendo diversas preguntas entre

todos:

-¿Cuál es el recorrido general que realiza esta acequia?

-Primero, desde el Darro llega al Generalife; recorre todos sus jardines

fertilizando sus tierras. Luego, para alcanzar la Alhambra debe atravesar un barranco;

por tal motivo, se necesitó construir un acueducto que llegase hasta la llamada Torre del

agua. Desde allí, por debajo, recorre toda la Calle Real finalizando su trayecto en la

Alcazaba.

-Específicamente, ¿cuales eran los principales usos que se le daba al Agua?

81 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, El agua, Sistema hidráulico.

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-En primer lugar servía para las necesidades básicas: higiene, riego y,

obviamente, como bebida. En segundo, y tanto o más importante que lo anterior, se

utilizaba para las abluciones previas a la oración; por lo mismo, debía haber agua en

todos los lugares próximos a las mezquitas y oratorios.

-¿Y dónde la almacenaban?

-En tinajas o en vasijas, lejos de la luz solar. Cuando visitemos los palacios,

podrán observar que en las jambas de las puertas hay Tacas o nichos cuya función era la

de albergar jarras con agua fresca.

-¿Todas las casas tenían agua?

-Sí, hasta las más pequeñas contaban con agua corriente y sistemas de desagüe.

En las más humildes estaba el llamado Cuarto del Agua o bayt al-ma, donde se

encontraba la letrina, conectada con el sistema hidráulico general. Sólo en las casas de

los más adinerados había baños.

-¿Cómo encontramos el agua y cuál es su función en la Alhambra?

-Partiendo de lo básico, el agua siempre está presente en las construcciones

islámicas de este tipo. Por otra parte, no está de más recordar que es el elemento natural

más valorado por los musulmanes y, como consecuencia, su presencia es obligatoria en

los palacios. Si nos remitimos a nuestro objeto de estudio, el agua tiene varias

funciones, iguales en importancia. En el caso de los estanques, el objetivo principal era

refrescar el lugar reduciendo las altas temperaturas. También, cuando el sol refleja sobre

ellos, permite que su luz ingrese en los salones, obteniendo sorprendentes efectos de

claroscuros que los embellecen aún más. Por lo tanto, sus fines son tanto funcionales

como estéticos.

-¿Y ediliciamente en qué influye y qué modifica?

-Por ejemplo, la Alberca del Patio de Comares, al ser rectangular, produce un

efecto de alargamiento del mismo, a la vez que permite que se reflejen los edificios,

creando una sensación de mayor belleza. Este efecto de espejo también existe en el

estanque que precede al palacio del Partal.

-En los patios que no hay estanques ¿cuál es el elemento que hace posible la

presencia del agua?

-Las fuentes. Ellas permiten un efecto completamente distinto a los estanques.

En los patios que hay albercas o estanques, el agua se encuentra en una actitud estática,

produciendo los efectos que ya les he mencionado. En el caso de las fuentes, su actitud

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es dinámica, interrelacionando todos los sectores por los que circula, tanto los abiertos

como los cerrados; es decir, hace posible el concepto islámico de indelimitación del

espacio. “El suave murmullo del agua brotando en fuentes y surtidores o corriendo por

canalillos era el sonido más delicado para los habitantes de la ciudad palatina”82.

-¿Cuántos tipos de fuentes hay?

-Se las puede dividir en dos grupos: las bajas, que se encuentran a nivel del

suelo, y las elevadas sobre un pie. En el complejo del Patio de los Leones encontramos

de los dos tipos.

-¿Hay más de una fuente en dicho lugar?

-Sí, hay once en total. La fuente central que tiene a los doce leones que dan

nombre al patio y otras diez a nivel del suelo.

-¿Y desde dónde sale el agua y hacia dónde va?

-“Dos ejes de agua surgen en habitaciones adyacentes y se mueven hacia el

centro del patio para volver a la fuente y derramarse a través de las fauces de los

leones”83.

-¿Cómo están distribuidas las fuentes alrededor del complejo palaciego de los

leones?

-En el centro mismo del patio está la principal, es decir, la única elevada

sostenida por un pie. Luego hay diez fuentes bajas que se encuentran: dos dentro de las

salas de las Dos Hermanas y de los Abencerrajes, dos en los quioscos que avanzan

sobre las galerías de los lados más pequeños del patio, y seis en dichas galerías.

-¿Cuál es el material empleado en las fuentes?

-Generalmente son de mármol.

-¿Hay muchas variantes de tazas?

-Algunas. Las variantes de las de las fuentes elevadas no están clasificadas,

mientras que las bajas si lo están: “pueden ser de taza gallonada, de gárgola o

esquemática”84.

82 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, El agua. 83 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, pp. 117-118. 84 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, El agua, Fuentes.

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Imagen 13. Plano del Patio de los Leones (Ubicación de las fuentes).

Durante todo el santo día permaneció lloviendo. Igual quedamos en encontrarnos

al día donde siempre y a las dos.

De vernos por la mañana, ni la más mínima insinuación por parte de Raschid; de

noche, mucho menos… De nuestra visita a los palacios al día siguiente si dijo algo:

-Si mañana llueve tanto como hoy tampoco podremos ir, ¿Vale?

-Sí, sí, claro… Esperemos que no llueva hasta el 13 de octubre inclusive –le dije.

-¿Por qué? -preguntó

-Es la fecha en que debemos regresar a Buenos Aires –le contesté.

-Bueno hombre, no seas tan pesimista. Aquí, por estas fechas, a lo sumo llueve

tres días seguidos… y esto como mucho –me dijo-. Hasta mañana, que disfruten el resto

del día.

-¡Vos también… Adiós! –le respondimos.

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Octava Noche.

La Literatura y la Religión en tiempos de la Alhambra.

“No son las formas mismas [de los recintos] las que expresan el significado

sino las palabras escritas sobre ellas. Un poema proporciona especificidad iconográfica

a un motivo bastante simple y tradicional”85.

Era mediodía y se iba cumpliendo notoriamente la profecía de Raschid: llueve

por segundo día consecutivo; tanto o más que ayer. Seguros de que no iríamos a la

Alhambra, nos adelantamos y preparamos una serie de preguntas para nuestra tarde en

la confitería sobre la literatura y la religión en tiempos de la Alhambra árabe. Abdullah,

como ya se había hecho costumbre, nos pasó a buscar para llevarnos hasta el centro. Se

mostró sorprendido al ver que no estábamos tristes y tras saludarnos preguntó:

-¿Están bien?

- Sí… ¿Por qué? –respondió Héctor.

-Es que no los veo angustiados por el temporal, ni porque seguramente pasarán

la tarde en la misma mesita de ayer.

-A decir verdad, hubiera sido preferible que no lloviese. Pensamos aprovechar

este acuoso día para hacerle algunas preguntas a Raschid que complementarán y

completarán aún más el trabajo que debo realizar –le dije.

-Bienvenida la tormenta entonces –acotó.

Al llegar a la confitería comprobamos que Raschid ya ocupaba su lugar. Nos

despedimos de Abdullah para invadir el local y salvarnos de la mojadura.

-Salud a todos –dijo al mismo tiempo que se ponía de pie. 85 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 127.

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-Hola, ¿Todo bien? –contestamos.

-Sí… salvo la lluvia –irónicamente respondió.

-No te preocupes… aquí y en esta fecha suele llover dos o tres días como mucho

¿no? –le dije en un tono amigable.

-Claro, claro –contestó sonriendo.

-¿Qué quieren que hagamos entonces? –preguntó Raschid.

-Mirá… para un paseo guiado por la ciudad no está muy lindo; y además ya lo

hicimos… Así que si no tenés otra idea mejor, podríamos quedarnos aquí charlando

sobre algo interesante ¿no te parece? –acotó Enrique.

-¡Pues claro, como no! –respondió Raschid muy admirado por nuestro buen

sentido del humor- ¿Y de qué quieren que hablemos?

-Empecemos por literatura –le dije-. Sabemos que los palacios de la Alhambra

están cubiertos de inscripciones epigráficas, especialmente de poemas, debido a la

prohibición de todo arte figurativo. Nos gustaría saber quiénes fueron los poetas de la

Alhambra; qué función cumplen los poemas; qué tipos de caligrafía usaron y dónde se

encuentran los textos más sobresalientes.

Tras la pregunta, Raschid comenzó a satisfacer nuestras inquietudes una vez

más:

-Bueno… para comenzar, es importante saber que por sus escrituras la Alhambra

llegó a ser calificada como “la edición más lujosa del mundo”86, frase felicísima de

Emilio García Gómez.

Hoy –siguió- se sabe que fueron tres los poetas que decoraron las paredes de la

Alhambra: Ibn al-Yayyab, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak. En principio, se creía que el

último era el responsable de todos los versos; estudios recientes a cargo de la Lic. María

Jesús Rubiera Mata, sacaron a la luz que también los otros dos tienen poemas de su

autoría en las paredes. La idea de que sólo Ibn Zamrak fue el único, surgió de un poema

descubierto por García Gómez en el que el poeta dice:

“Le serví [a Muhammad V] treinta y siete años: tres en el Magrib y el resto en al-

Andalus. En ellos compuse para él sesenta y seis qasídas, destinadas a otras tantas

fiestas. Todos los versos admirables y las peregrinas alabanzas que hay en sus felices

mansiones –tanto en los alcázares y en los jardines [de la Alhambra] como en los 86 Citado por GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 98.

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Alixares y la Sabíka, lo mismo en cúpulas que en táqas, turuz y otros sitios- son obra

mía…”87.

Como es fácil de notar –continuó Raschid-, Ibn Zamrak mintió. No contó con los

descubrimientos filológicos posteriores que otorgaron a cada poeta su lugar y sus obras,

aunque es importante reconocer que los versos de éste decoran, entre otras, la parte más

bella de la Alhambra, el Patio de los Leones.

En conclusión, los poetas de la Alhambra fueron tres y no uno: Ibn al-Yayyab

(1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1391). El primero fue

maestro del segundo, y el segundo del tercero. Los tres fueron Kuttáb o funcionarios del

Diwán al-Insa, es decir, de la Oficina de Redacción Real. También ocuparon el cargo de

arraez o jefe, el cual “tenía rango de ministro y estaba encargado de redactar, en prosa

rimada, la correspondencia real y los panegíricos”88.

Por otra parte, Ibn al-Jatib fue el historiador oficial por excelencia de la dinastía

nazarí. Muchos de los datos que sabemos sobre ella, se deben a su famoso Lamha al-

badriyya fi l-dawla al-nasriyya, el cual es del año 1364. Incluye nombres de reyes,

secretarios, visires, jueces, etc. Además redactó otros libros de gran valor. Muy

importante también fue el trabajo de Ibn al-Jaldún, quien dedicó parte de su Kitab al-

‘Ibar a la historia de los nazaríes89.

Durante el segundo reinado de Muhammad V –agregó-, más precisamente en

1371, Ibn al-Jatib debió huir a Marruecos donde finalmente murió estrangulado. Su

cargo lo ocupó Ibn Zamrak, quien gozó de gran prosperidad durante el resto del

gobierno de este monarca. Luego, bajo Yúsuf II, fue encarcelado y enviado a la

fortaleza de Almería para ser liberado, al año siguiente, tras la muerte del rey. Su

sucesor, Muhammad VII, lo hizo destituir y asesinar irritado por la arrogancia de

Zamrak y por su inclinación a las conspiraciones90.

Con respecto a las otras preguntas que le hice, nos dijo que las poesías destacan

la belleza y las virtudes del lugar en el que se encuentran y, por otra parte, elogian al

sultán que mandó construir dicho recinto. Generalmente están escritos en caligrafía

Nasji. 87 GARCIA GOMEZ, EMILIO, Cinco poetas musulmanes, p. 170. 88 RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 27. 89 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 12. 90 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 52-55.

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63

Concluyó explicándonos que estas inscripciones se encuentran tanto en las

cerámicas (o alicatados) como en las yeserías interiores y exteriores, en las lápidas de

mármol y en algunas tazas de las fuentes91.

Subrayó que los poemas escritos en las yeserías internas, es decir, dentro de las

habitaciones, se encuentran generalmente justo por encima de los alicatados; más

precisamente a la altura de los ojos, para que todos puedan verlos y leerlos92.

-Además de poemas, ¿hay otros tipos de inscripciones? Y en caso de haberlos

¿cómo se los puede clasificar? –le pregunté.

-Sí, hay más de uno. Se puede hacer una clasificación dividiéndolos en tres

categorías. Las primeras son las informativas, que brindan las fechas de construcción

del edificio y el nombre de su promotor. También están las llamadas reiterativas, debido

a que se encuentran repetidas muchas veces y en todos los recintos. Los ejemplos más

evidentes son: Poderoso es nuestro señor Abu Abdallah y No hay más vencedor que

Dios. Por último, están las iconográficas, cuya fuente es el Corán, aunque los poemas

suelen considerarse parte de éstas ya que, por lo general, no son simples versos

incrustados en las paredes sino que cada uno de ellos fue compuesto específicamente

para el lugar en que se encuentra y guarda una relación muy íntima con el edificio. Los

versos se refieren a cada una de sus partes y no a un sentido general únicamente93.

Por otra parte –continuó- deben saber que las suras coránicas están escritas en

caligrafía Qúfica. Aunque suelen aparecer en el estilo Nasji y en el mixto, es decir,

mezclando la primera con la segunda.

La mejor obra para estudiar las inscripciones, no sólo de la Alhambra sino de

todas las que se encuentran en otros monumentos de la Granada musulmana, es la del

orientalista y africanista Emilio Lafuente Alcántara (1830-1868), publicada en 1859, la

cual “no ha sido superada, en su totalidad, en el siglo XX… [El] transcribe todos los

textos árabes que se encontraban en su tiempo en los edificios y monumentos nazaríes

de Granada… Sólo quedaron fuera algunos pequeños fragmentos que no vio o que no

pudo ver en su época como… [por ejemplo algunos versos] de la Torre de la Machuca,

el Salón del Partal, Torre de las Infantas o las hornacinas del Generalife… La honradez

de Lafuente Alcántara en su lectura de las inscripciones le lleva a dejar en blanco

91 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Epigrafía árabe, Tipos de inscripciones. 92 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 101. 93 Cfr. GRABAR, Olef, Op. Cit., pp. 100-101.

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aquellos versos o palabras que no logra descifrar”94. Pocas fueron las críticas a su

trabajo, sólo recibió las de Eguilaz, Simonete y Almagro Cárdenas.

También Raschid nos dio los nombres de estudiosos previos y posteriores a él.

Dentro de los anteriores encontramos al morisco Alonso del Castillo, intérprete arabista

de Felipe II, quien, al parecer, hizo una obra bastante incompleta debido a una doble

intención: evitar el traducir algunas inscripciones -como por ejemplo el lema de los

nazaríes y otros textos en los que se nombra a Allah y/o a Muhammad- para salvarlas de

las atrocidades de la Santa Inquisición. El padre Juan Velázquez de Echevarría, Manuel

Casiri, Pablo Lozano y John Shakespeare son otros de los mencionados. También está la

obra de Girault de Prangey, la cual se publicó con un apéndice de Joseph Dernburg, el

primero en realizar un trabajo filológico de las inscripciones. Lafuente Alcántara se

sirvió del trabajo de Dernburg, al cual consideraba de gran valor. Por último, debemos

recordar la obra de Pascual de Gayangos.

Posteriores a él, y también pertenecientes al siglo XIX, encontramos a Leví-

Provenzal, Almagro Cárdenas, Rodrigo Amador de los Rios, Rafael Contreras y a los

hermanos José y Manuel Oliver Hurtado.

En el siglo XX las inscripciones fueron estudiadas por A. R. Nykl, Mariano

Gaspar Ramiro, O. J. Tallgren, Darío Cabanelas, Antonio Fernández-Puertas y Emilio

García Gómez.

El último gran aporte del siglo que recién comienza, es la obra del doctor Saláh

Yarrár llamada Díwán al Hamrá o Diván de la Alhambra95.

-¿Tienen alguna pregunta más? –cuestionó Raschid.

-No, no… quedó todo muy claro ¿Hay algo importante que no te hayamos

preguntado? –acotó Enrique.

-Por ahora creo que saben todo lo necesario referente a la literatura de la

Alhambra –le respondió.

¿Qué te parece si pasamos al ámbito religioso? –pregunté.

-Sí, claro –fue su respuesta.

-Contanos algo del Islam de aquellos tiempos –le dije.

94 RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 11-22. 95 Cfr. RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 17-22.

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65

-El Islam de la dinastía nazarí experimentó variaciones a través de los siglos. Al

principio fue muy riguroso, pero con el tiempo se volvió más flexible y permisivo,

probablemente por la influencia cristiana. Esto se puede comprobar analizando las

distintas construcciones alhambrinas. Las más antiguas están exentas de decoración

suntuosa y hasta de epigrafías; claro ejemplo de esto es la Alcazaba. En cambio, las

últimas, más precisamente las correspondientes al Patio de los Leones, están ricamente

decoradas. Esto hace alusión a su tendencia de vivir cómodamente y de entregarse a los

grandes placeres de la vida material. Por otra parte, y mucho más importante que lo

anterior, es que en la Sala de los Reyes, más precisamente en las cúpulas de las alcobas

principales, hay representados distintos motivos de arte figurativo, que, como sabemos,

está terminantemente prohibido dentro del Islam. Este ejemplo no es el único, también

hay, entre otros, un jarrón que se encuentra expuesto en el Museo de la Alhambra que

posee el mismo tipo de arte.

Muhammad I, el fundador de la dinastía, no reconoció por mucho tiempo la

sumisión al califa de Bagdad, Al-Mustansir. Luego de unos años de gobierno se alejó de

aquel para alinearse con los distintos reyes del Magrib. Con el correr del tiempo, esta

alianza con los sultanes de Túnez y Fez se rompió. Durante el gobierno de Muhammad

V, el acercamiento a Castilla fue muy grande. Hacia el final del período, debido a los

problemas que tenían tanto los gobernantes orientales como los del Magrib, se

encontraron completamente aislados. Por tal motivo, fueron derrotados.

“El rojo fue desde temprano el color de los estandartes nasríes. Se ha pretendido

ver en él un rechazo a la soberanía de los abbasíes de Bagdad que habían escogido el

pendón negro como emblema de su dinastía”96. Es decir, tampoco se alinearon bajo los

antiguos Omeyas cuyo color fue el blanco.

Como todos los sultanes occidentales, los nazaríes continuaron la tradición de

llamarse amir al-muslimín o Príncipe de los musulmanes. Como tales, presidían las

oraciones del día viernes en la Mezquita y las celebraciones más importantes,

ubicándose en un recinto de madera, cercano al mihrab.

En lo que hace al Derecho, siguieron los lineamientos de la escuela Malikí97.

96 ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, p. 200. 97 Cfr. ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 195-220.

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66

Además de la fiesta del Rompimiento del ayuno y la del Sacrificio, celebraban

dos más: la de la Ashura, que consistía en ayunar dos días y hacer regalos a los

maestros, y la de Mawlid, en la que se festeja la fecha del nacimiento del Profeta98.

-¿Qué minorías religiosas existían en los territorios nazaríes y cuál era su

situación social?

-Había cristianos y judíos, también llamados Gentes del Libro. Los primeros,

considerados inferiores, trabajaban la tierra y pagaban grandes tributos. Con lo

recaudado los nazaríes financiaron, en gran medida, la Mezquita Mayor de la Alhambra.

Los apresados solían ser pastores, cazadores, jardineros, muleteros y labradores

capturados en las fronteras. “Estaban sometidos a trabajos duros, mal alimentados y con

frecuencia azotados”99. En la Alhambra se los solía encarcelar en la Alcazaba, más

precisamente en la Torre de la Vela y en la del Homenaje. Muchos terminaban

convirtiéndose por su propia voluntad; incluso, llegaron a formar parte de la guardia

personal de los diversos sultanes. Otros tantos eran obligados a convertirse; pero, en

1431, se firmó el Tratado de Ardales entre Juan II de Castilla y Yúsuf IV, donde una de

sus cláusulas estipulaba la prohibición, por parte de los sultanes posteriores a éste, de

forzar a los cautivos a convertirse. Si éstos deseaban recuperar la libertad, debían pagar

por ella. Por otra parte, había colonias de cristianos comerciantes que no eran

encarcelados, ya que se habían firmado pactos previos entre Castilla y Granada. Los

comerciantes que gozaban del mayor favor de la realeza nazarí fueron los provenientes

de Italia, más precisamente de Génova.

Hubo algo que los nazaríes no toleraron: la presencia de misioneros cristianos;

todos los que fueron, murieron asesinados.

Con respecto a los judíos –continuó- se puede decir que en Granada, antes de la

llegada al poder de los nazaríes, eran numerosísimos y gozaban de grandes beneficios.

Pero, con el arribo de éstos, se vieron obligados a utilizar ciertas ropas que los

distinguían y a pagar impuestos. A partir del siglo XIII se les prohibió usar turbante y,

en su reemplazo, debieron utilizar gorros amarillos. También existieron aquellos que se

dedicaron al comercio y a la medicina; llegando estos últimos a ocupar el cargo de

médico personal del sultán. Tras la derrota de los nazaríes, su situación empeoró con la

reconquista del territorio por los Reyes Católicos en 1492. El 31 de marzo de ese año se 98 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, La vida en la Alhambra, Vida cotidiana. 99 ARIE, Rachel, Op. Cit., pp. 134-135.

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firmó el edicto en el que se fijó su expulsión o, en su defecto, la conversión. Para esa

fecha sólo quedaban unos mil quinientos distribuidos por todo lo que había sido parte

del territorio del antiguo sultanato100.

Luego de conversar por unas horas sobre estos temas, y notando que Raschid

necesitaba irse –pues lo había visto mirar su reloj varias veces- le dije:

-Bueno, por ahora no tenemos más preguntas. ¿Te parece bien si seguimos

conversando mañana?

-Por supuesto… Esperemos que sin lluvia.

-No te preocupes más por eso… Al final de cuentas, como dice el refrán:

siempre que llovió paró… Quiero suponer que ésta no será la excepción –contesté

sonriendo.

-Espero… Adiós –saludó.

-Adiós –le respondimos.

El cielo celeste de Granada que habíamos conocido los primeros días no daba el

más mínimo indicio de querer regresar. Por otra parte, tras haber escuchado la

descripción de Abdullah sobre las condiciones de los palacios en estos días grises,

estábamos dispuestos a esperar el tiempo que fuese necesario para conocerlos en todo su

esplendor.

100 Cfr. ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, pp. 132-151.

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Novena noche.

La Alhambra cristiana y el Museo de la Alhambra.

Según había presagiado nuestro querido y admirado Raschid, en Granada no hay

dos sin tres; o para mejor decir, no hay dos días de lluvia sin un tercero. Demás está

decir que no fuimos a los palacios nazaríes. Pero como no llovía tanto y todavía

conservaba el permisito que nos autorizaba el ingreso a algunos recintos, decidió

llevarnos.

Sin esperar que bajáramos del taxi de Abdullah, salió de la confitería y nos dijo:

-Buenas tardes; pónganse contentos, vamos a la Alhambra.

-¿Adónde? –le pregunté.

-Has escuchado bien: ¡a la Alhambra!

-¿A qué? ¿Con esta lluvia? ¿Y si Allah se enoja? – le cuestioné.

-Pues no hombre, no se va a enojar… sólo iremos al Palacio de Carlos V, a

conocer el Museo y, si el tiempo lo permite, veremos otros monumentos cristianos.

Una vez que Raschid estuvo sentado dentro del coche, Abdullah se dirigió con

rapidez hacia el destino señalado.

-No sea cosa que cambie de parecer y los deje otra vez allí –comentó con gracia.

Como el paseo podía ser muy corto, o quizás por miedo a que el clima

empeorara y debiéramos regresar, Raschid comenzó su nueva clase dentro del coche:

-A las construcciones correspondientes a la época cristiana se las denomina

Ciudad Real Nueva; como contrapartida, a los palacios nazaríes hoy se los llama Ciudad

Real Vieja101. Entre las muchas instalaciones, la Nueva, incluye al Palacio de Carlos V.

101 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte Hispanomusulmán, p. 155.

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Su construcción fue iniciada en 1527 por el arquitecto Pedro Machuca. “El Palacio es

un edificio de planta cuadrada, constituido por dos cuerpos, el primero de estilo toscano,

y el segundo con pilastras de orden jónico, con un gran patio circular y una bóveda

como anillo”102.

Según algunos estudiosos –continuó- y aunque me cueste admitirlo, el palacio de

Carlos V “además de convertirse en el símbolo del poder cristiano sobre el musulmán,

hay que entenderlo como el palacio propio añadido por el nuevo sultán de Granada…

Los orígenes del proyecto y la actitud de Carlos V así lo sugieren”103. Pero, como Allah

es justo, el sultán cristiano nunca llegó a terminar su palacio; más aún, ni siquiera lo

habitó jamás. No conformándose con eso, El Clemente y Misericordioso logró que sus

instalaciones se utilizasen como sede del Museo Nacional de Arte Hispano-Musulmán y

del Provincial de Bellas Artes.

Una vez dentro de la Alhambra, recorrimos la Calle Real Alta para llegar al

palacio de este señor –así se refería Raschid al emperador- y recorrer el museo.

En él se conservan, entre otros objetos, la Puerta de la Sala de las Dos

Hermanas, un enorme jarrón que tiene representada la imagen de dos gacelas

enfrentadas, columnas, restos de estucos con sus colores originales (rojos, amarillos,

azules y verdes) y la piedra fundacional del Maristán u hospital construido por

Muhammad V en 1365.

También hay varias lápidas funerarias. Entre ellas, la de Yúsuf I, el sultán que

fue asesinado en 1354 mientras oraba. Su epitafio dice en parte lo siguiente: “Aquí yace

un rey y mártir, de ilustre linaje, noble, sabio y virtuoso; famoso por los dones de su

persona y por su carácter; cuya clemencia, piedad y benevolencia enaltecieron todo el

reino de Granada. Fue un gran príncipe, un capitán ilustre, una afilada espada de los

musulmanes, un valiente portaestandarte entre los más poderosos monarcas…”104.

Después de recorrer el museo, imitando a todo el mundo, visitamos el patio

circular y nos fuimos.

A un costado del palacio hay un templo católico.

-Esta es la Iglesia Santa María de la Alhambra –indicó Raschid-, está ubicada en

el lugar en que se encontraba la Mezquita Aljama, construida en 1308 y demolida en el

siglo XVI. No era muy grande: según los textos, constaba de tres naves perpendiculares 102 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 47. 103 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 144. 104 Citado por IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 65.

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al muro qibla y es posible que haya tenido un minarete105. Según excavaciones

realizadas, la planta era rectangular, de trece por dieciséis metros. Se sabe que su

promotor fue Muhammad III ya que “su nombre puede leerse en el lampadario que se

conserva en el Museo Arqueológico de Madrid”106. Por otra parte, “su púlpito estaba

hecho con ébano incrustado de marfil… [y] el mihrab… adornado con arabescos de oro

y plata, incrustados con jacintos”107. La mezquita fue una de esas dos construcciones

que les mencioné en el Albaicín, aquellas que fueron destruidas para construir estos dos

soberbios y fríos monumentos. Gracias a Allah, no destruyeron los baños que se

encuentran cerca de aquí.

La lluvia cada vez más intensa, secundada ahora por el viento, nos obligó a

emprender la retirada. Mientras íbamos rumbo a la salida, también nos contó que dentro

de las otras construcciones de la época cristiana debían señalarse “los jardines de los

mártires, donde hubo un convento de carmelitas descalzas del que fue prior San Juan de

la Cruz… [y] el convento de San Francisco (hoy Parador Nacional de Turismo),

levantado sobre un palacio árabe, con el interés sentimental de haber sido sepultura

transitoria de los Reyes Católicos hasta su traslado a la Capilla Real de Granada”108.

Aunque suene muy raro y cueste decirlo por temor a la incredulidad, una vez que

estuvimos dentro del coche de Abdullah, misteriosamente paró de llover. Incluso se

veían muchas partes celestes en el cielo. Fue justo en ese momento cuando Raschid me

dio un sobre y nos dijo:

-Habrán notado que nunca nos hemos encontrado por las mañanas. Fue porque

viéndonos por la tarde, jamás nos hubiera dado el tiempo para visitar plena, cómoda y

placenteramente los palacios más suntuosos de la Alhambra. Primero quería que

conociesen todos aquellos elementos artísticos que hay en los distintos sectores, y

también que se fueran enamorando de a poco de esta maravillosa construcción árabe.

Por otra parte, también estaba esperando un día ideal, y según confirmó el pronóstico

local, mañana será una de esas jornadas de clima agradable, con sol y sin el agobiante

calor de los anteriores. Es por tal motivo, y porque considero que ya están preparados,

que en ese sobre tienen un ticket que les permitirá el ingreso a ustedes tres. Deberán

acostarse temprano, pues son para el primer turno de la mañana.

105 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 171. 106 PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 536. 107 ARIE, Rachel, El reino nasrí de Granada, pp. 274-275. 108 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., pp. 46-47.

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-Genial… Pero… ¿Y tu ticket… no vas a venir con nosotros? –le pregunté.

-¡Sí, claro que iré con ustedes! Pero yo no necesito entradas. Ese permiso que

supuestamente había conseguido, era la hoja de un trámite que había hecho, allá lejos y

hace tiempo, cuando quise preparar mi tesina para graduarme en la Universidad de

Granada, y que desde entonces me permite el ingreso siempre que quiera.

-¿Vos también hiciste una tesina sobre la Alhambra? –le pregunté.

-Sí. Por eso cuando Abdullah me contó el motivo de tu visita a Granada,

inmediatamente acepté ser tu guía. Hacía años que no ejercía esa profesión. Me había

hartado de guiar a turistas pesados que nada entienden ni quieren entender. Tú y tus

compañeros son los primeros a quienes acompaño a la Alhambra en años.

-Te agradezco infinitamente… Espero devolverte el favor escribiendo lo mejor

que de mí pueda salir –le dije muy emocionado y abrazándolo.

-¿Y… cuál fue tu tema? –le volví a preguntar.

-El mismo que el tuyo: una descripción general de toda la Alhambra, enfatizando

los detalles artísticos que se encuentran en los palacios, principalmente, en el de los

Leones.

Considero –siguió diciendo- que después de haber visto, reconocido y evaluado

todo, a partir de mañana podremos conocer las zonas vedadas hasta hoy; ¿te parece

bien?

-Me parece genial –le conteste.

A medida que la conversación se desenvolvía, Abdullah parecía estar tan

contento como nosotros. Y no era para menos: por un lado, se sentía dichoso por

haberle devuelto la alegría a Raschid; por otro, porque sabía que, gracias a él, habíamos

hallado a nuestro guía perfecto.

Héctor le preguntó: ¿nos vas a venir a buscar, no?

-¡Sí, claro! –aceptó rápidamente.

Enrique, observando el ticket, confirmó que la hora de ingreso a los palacios era

entre las ocho y media y las nueve de la mañana, y le preguntó:

-¿Te esperamos alrededor de las ocho más o menos?

-¡No! Sería muy tarde; pasaré a las siete de la mañana. De esa manera podrán ser

los primeros en la fila y en ingresar.

-¡Que excelente idea! ¡Me encantaría estar sólo en el Patio de los Leones! –dije.

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-Bueno, si eso es lo que quieres… ve a dormir temprano que mañana será un día

largo y fascinante –agregó Raschid, al mismo tiempo que Abdullah estacionaba el coche

en la puerta de nuestro hotel. Mientras nos saludábamos volvió a decir:

-Jorge, no olvides traer el libro de Lafuente Alcántara. Nos será muy útil para

identificar algunas inscripciones epigráficas.

-Sí, por supuesto que lo llevaré.

-Adiós –saludamos los tres.

-Adiós –respondieron Raschid y Abdullah.

Ya tengo esclarecido el tema de las mañanas. Me queda por saber qué es lo que

le ocurre por las noches o qué nos tendrá reservado para una de ellas. Habrá que esperar.

Imagen 14. Jarrón con arte figurativo.

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Imagen 15. Piedra fundacional del Maristán.

Imagen 16. Restos de Estuco con colores originales.

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Imagen 17. Columnas.

Imagen 18. Puerta de la Sala de las Dos Hermanas.

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Décima noche.

Los Palacios Nazaríes.

“¡Desgraciado el hombre que perdió todo esto!”109.

¡Por fin llegó el gran día! El sol amaneció junto con nosotros. No hizo falta

preparar nada; todo estaba listo desde el primer día. Fue sólo cuestión de levantarnos,

bañarnos rápido, ponernos ropa cómoda, desayunar, y munirnos de las mochilas

correspondientes (la mía con el libro de Alcántara y otros), y esperar a que Raschid y

Abdullah pasasen a buscarnos, tal como habíamos quedado. A las siete en punto

arribaron. Pusimos los bolsos en el baúl y ocupamos nuestros estrechos lugares.

-¡Buen día, buen día! –saludamos muy contentos.

-¡Buen día! –saludaron también.

-¿Trajiste todo? –me preguntó Raschid.

-Sí. Ticket, libro y cámara están en la mochila… sin que falten algunos

bocadillos para comer mientras esperamos que abran –contesté.

-Vamos entonces –dijo Abdullah.

Una vez más partimos hacia la Alhambra. Esta vez para conocer el corazón del

lugar: el Patio de los Leones y sus dependencias. También veríamos, antes de llegar a

él, una serie de estancias previas que son parte de los palacios nazaríes; entre ellas: el

mexuar, el Cuarto y el Patio Dorado y el Palacio de Comares.

Raschid tomó la palabra en el auto:

109 Fue la exclamación de Carlos V cuando ingresó en el recinto de Comares y vio la magnifica vista que éste ofrecía. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 52.

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-Les tengo que anticipar algo: lamentablemente, hay unas dependencias que no

podremos conocer porque están cerradas al público: la Galería y Patio de Machuca y el

Hamman o Baño del Palacio; tampoco veremos las pinturas del techo de la Sala de los

Reyes porque las están restaurando. Les diré unas palabras sobre ellas cuando estemos

dentro del recinto.

-El resto, ¿se puede ver sin restricciones? –preguntó Héctor.

-Casi todo. Lo más importante es visitable. Hay otros lugares vedados, pero no

afectan en nada nuestra visita.

¡Llegamos! Para nuestra desgracia, ya se había formado una pequeña fila.

Abdullah nos miró y dijo:

-No se preocupen por la gente que se les adelantó. Una vez que presenten el

ticket, deberán tomar por la Alameda que recorrieron el día que fueron al Generalife;

seguir la calle Real Alta, para llegar, al final del camino, al Palacio de Carlos V. Van a

tener que rodearlo para llegar a la entrada a los palacios. Durante ese trayecto, lo único

que tienen que hacer para llegar primeros, es caminar directo hacia allí. Los que están

ahora en la fila, al entrar, deberán conocer esos sectores que ustedes ya tienen visto.

-Gracias por el consejo amigo. Te aseguro que, aunque no se detengan a mirar

nada, echo a correr y llego igual primero –le dije.

Nos despedimos de Abdullah y nos fuimos los cuatro a la fila. Abrieron las

puertas a las ocho en punto. ¡A esa hora la cola era larguísima! Menos mal que llegamos

bien temprano. Sólo teníamos alrededor de veinte personas adelante y creo que

fácilmente había más de trescientas detrás. Ni hablar de la fila de aquellos que no

habían comprado el ticket por anticipado: ¡era interminable!

Mientras la cola avanzaba, Raschid nos dijo:

-Una vez dentro, tengo que hacer un pequeño trámite en la recepción. No me

demoraré más de cinco minutos. Sigan el camino que yo los alcanzo en la entrada de los

palacios.

-Bueno, pero no tardes –le contesté con un dejo de preocupación.

Presentado el ticket y ya en el camino, fuimos acelerando el paso; cada vez un

poco más; cada vez más y más rápido. Seguimos el itinerario que Abdullah nos había

indicado, aunque igual era imposible perderse, ya que los cartelitos con las flechas,

viejos conocidos para nosotros, nos guiaban.

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A las ocho y diez, como era de esperarse, llegamos primeros a la entrada del

sector palaciego. Una señorita, que aparentemente se encargaba de la seguridad, nos

informó:

-Hasta las ocho y media no abrimos. Pueden ir a dar una vuelta por los jardines

si así lo desean.

-No, no queremos. Gracias –le contestamos los tres a coro-. En verdad, sí

queríamos, ya que en el último tramo del recorrido, habíamos visto la Galería y el Patio

de Machuca, a los que, como ya sabíamos, no se podía ingresar, pero nada impedía

hurgar desde fuera.

A los cinco minutos llegó Raschid. Todavía no había llegado nadie. Cuando la

señorita lo vio, lo saludó muy gentil y amablemente. Tras intercambiar algunas palabras

con él, y como a la orden de Abrete Sésamo, la mujer franqueó las puertas y nos invitó a

pasar antes de la hora estipulada. No bien ingresamos, y como respondiendo a un

Ciérrate Sésamo, cerró el acceso evitando que nadie supiese lo que allí había ocurrido.

¡Estábamos dentro de los palacios! ¡Los cuatro solos! ¡Grandioso!

Atravesando un pequeño pasillo descubierto, ante nosotros apareció el Mexuar,

la primera de las tantas estancias que veríamos en nuestro recorrido.

Su promotor inicial fue el Sultán Ismail I; posteriormente Muhammad V lo

remodeló y redecoró. Los cristianos hicieron nuevos cambios y utilizaron el lugar como

capilla. En el siglo XVII se construyó un coro del cual sólo quedan los restos de su

baranda de madera110.

Raschid nos explicó que la palabra Mexuar, proviene del árabe maswar, que

hace referencia al Tribunal Real. Es por tal motivo que muchos de los estudiosos, entre

ellos Torres Balbás, consideran que aquí se alojaba tal tribunal. Otros, basándose en un

poema de Ibn Zamrak, sostienen que esta sala servía para tareas administrativas, aunque

dicho texto justificativo, no se encuentra en esta dependencia o no sobrevivió a las

distintas remodelaciones efectuadas. Pero, si bien estos son los puntos de vista de

muchos investigadores, no se puede asegurar absolutamente nada; es decir, su función

aún continua siendo una incógnita111.

110 Cfr. MOMPLE MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 156-157. 111 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, pp. 53-54.

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Desde la entrada pude observar que el Mexuar es una sala de planta rectangular.

Su piso es de ladrillos; las paredes están revestidas, desde el suelo hasta la altura de un

metro y medio, más o menos, con cerámicas o alicatados y los techos son de madera.

Aún se conservan algunas columnas de mármol; dos de ellas sostienen la baranda de

madera del antiguo coro.

Imagen 19. Mexuar.

Hacia la izquierda, cuatro ventanas dan al Jardín o Patio de Machuca, de planta

cuadrada (22,50 metros de lado). Este constituía “la primitiva entrada para los que

venían del barrio de la Almanzora y del Albaicín, a través de los puentes del río

Darro”112. Antes del patio en cuestión hay otro más pequeño (14,60 metros de lado) en

el que se conservan los restos de una mezquita y un edificio de planta cuadrada que

pudo haber sido su minarete, ambos en pésimo estado de conservación113.

Por detrás del patio de Machuca, es decir, en el lado norte, está la Galería de

Machuca, la cual posee como pórtico una arquería con nueve arcos de medio punto. El

112 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 20. 113 Cfr. GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 51.

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nombre de estas dependencias se debe a que, durante el siglo XVI, se instaló en ellas

Pedro de Machuca, arquitecto del Palacio de Carlos V.

Imagen 20. Patio y Galería de Machuca.

Siempre observándolo desde la entrada, el Mexuar posee, detrás de su pared

posterior, un oratorio de planta rectangular, con la particularidad de estar abierto hacia

el exterior por una arquería formada por seis arcos de medio punto. Al él también se

puede acceder desde la Galería de Machuca. Una de las posibles hipótesis que se

sostienen con respecto a su ubicación, es la de no alejarse demasiado del recinto para

cumplir con las oraciones; otra, la de servir para reuniones muy privadas del sultán, ya

que en oriente era común usar estos lugares de oración en horas no canónicas para tales

fines114. Una de las inscripciones de este oratorio dice: “No seas de los negligentes, ven

a orar”115.

114 Cfr. PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 518. 115 VILLA-REAL, Ricardo, Op. Cit., p. 20.

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Tras observar dichos lugares, salimos por una pequeña puerta que se encuentra

en la parte final de la sala, casi pegada a la de ingreso al oratorio, que nos condujo a una

galería que separa al Cuarto del Patio Dorado. Al ingresar me pareció que no llegaba a

ningún lugar significativo hasta que volví la mirada hacia el Patio, o mejor dicho, a la

fachada que posee el patio. El resto, aunque no pierde todo su valor, pasa bastante

desapercibido.

Tras bajar los dos escalones de una gradería que nos dejaba instalados en el

patio, Raschid explicó lo siguiente:

-Este es el Patio del Cuarto Dorado. Como pueden observar, es de planta

cuadrada, sus pisos son de mármol y tiene una fuente baja gallonada. Hacia el lado

norte, por donde entramos, hay un pórtico formado por tres arcos de yeso de medio

punto; el central sostenido por columnas de mármol con capiteles de mocárabes. Dicho

portal da acceso a la galería que tuvimos que descender. Tras ella, tres puertas; dos

pequeñas a los laterales y una grande central, todas enmarcadas por alfices de yeso, dan

acceso al Cuarto Dorado. Por encima de la puerta central, hay dos arcos cerrados por

celosías de escayola.

El cuarto tiene planta rectangular y, como detalle destacable, varias ventanas

desde las que se puede apreciar una hermosa vista del Albaicín. “Originalmente… se

destinaba a albergar la espera de aquellos que iban a ser recibidos en audiencia ante la

fachada… [obra de] Muhammad V en conmemoración de su victoria en la batalla de

Algeciras”116. Allí el sultán, dos veces por semana, ejercía la función de administrar

justicia y la de escuchar los problemas de sus súbditos.

Desde este otro lado del patio –continuó Raschid- se puede observar la

magnífica Fachada de Comares, nombre que recibe por dar acceso al complejo

palaciego del mismo nombre, al que se ingresa por una de esas dos puertas enmarcadas

con azulejos o alicatados. Tres escalones de mármol la elevan del nivel del patio.

Las paredes tienen alicatados hasta la altura de un metro, después yeserías con motivos

vegetales, geométricos y epigráficos. Presenta dos arcos dobles laterales y uno simple

central. Todos de medio punto y cerrados por celosías. En la parte más alta, puede verse

un friso de mocárabes, también de yeso. Del techo sobresale un gran alero de madera.

Si prestan atención a la composición de los distintos elementos decorativos de la 116 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 157.

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fachada, observarán que la unidad básica y fundamental de los alicatados y de las

yeserías es el panel rectangular117.

Imagen 21. Patio del Cuarto Dorado y Fachada de Comares.

117 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 188.

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Lo que acabo de explicarles se va a repetir en todos los recintos más importantes

de los palacios. Es decir, el alzado de esta fachada comprende todos los elementos que

los nazaríes utilizaron para la decoración: mármol en los pisos, cerámica o alicatado

para las partes más bajas de las paredes, yeso o estuco hasta la altura del techo y madera

como cerramiento para sostener los tejados. El mármol, el material más caro, lo extraían

dentro de su propio territorio, en la Sierra de los Filabres118.

De las dos puertas de la fachada, la de la derecha lleva a los patios delanteros,

mientras que sólo la izquierda conduce al Palacio de Comares. Por esta última

ingresamos; y, tras atravesar un pasillo, llegamos al Patio de la Alberca, o de Comares,

o de los Arrayanes. El primer nombre se debe a la alberca o estanque que lo recorre en

toda su extensión; el segundo, por el complejo palaciego en que se encuentra, y el

tercero, por los dos setos de mirtos o arrayanes que posee a sus lados.

Raschid tomó nuevamente la palabra:

-Este es el espectacular Patio de la Alberca; su nombre proviene del árabe al-

birka; su planta es rectangular (36,60 por 23,50 metros). El estanque que lo recorre

también lo es (34,70 por 7,15 metros). En su lado norte se puede observar la torre de

Comares; la más alta de toda la Alhambra, pues alcanza los cuarenta y cinco metros.

Allí es donde se encuentran la Sala de la Barca y la del Trono. Del lado sur, sólo se

conserva esa fachada en forma de pórtico de lo que habrían sido las habitaciones

reservadas para vivienda del futuro monarca119 o la residencia de invierno del sultán120.

Estas fueron las otras estancias demolidas para construir el palacio de Carlos V, que les

había mencionado en nuestra visita al Albaicín. Además, “es aquí donde podría haberse

situado la supuesta entrada principal al Palacio de Comares desde la Calle Real”121. Por

otra parte, la gran mayoría de los estudiosos, cree que las dependencias que se

encuentran en los lados más largos del patio, cuatro en total, servían para alojar a las

esposas reales antes de construirse el Patio de los Leones. Llegan a tal conclusión,

debido a que el número de instalaciones coincide con la cantidad de esposas permitidas

por el Corán.

118 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Arquitectura, Elementos arquitectónicos. 119 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 160. 120 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 36. 121 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 160.

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Imagen 22. Patio de la Alberca y Torre de Comares.

Al analizar las fachadas, distinguimos que la del lado sur, la contraria a la Torre

de Comares, tiene en su nivel inferior una arquería formada por siete arcos de yeso -el

central mucho más alto que los otros- sostenidos por columnas de mármol. Los

capiteles, salvo los de las centrales que son de mocárabes, ostentan motivos vegetales.

Estos arcos dan acceso a una galería que posee una gran puerta central. Por encima de

ella, se encuentra el primer nivel, cerrado por ventanas con forma de arcos -seis simples

y uno doble central- protegidas por celosías. El segundo nivel presenta un pórtico que

consta de siete arcos de medio punto, todos de igual tamaño, que da acceso a una galería

que tiene una puerta en el centro.

Había notado que las paredes de ambas galerías, la sur y la norte, tienen en sus

partes más bajas alicatados; luego un friso de yeso; después una gran franja de simple

mampostería, la cual antiguamente debió haber sido de yeso también, y por último,

nuevamente estucados o yeserías hasta la altura del techo. Las puertas centrales de

ambas, tienen en su parte superior tres ventanitas en forma de arcos de medio punto

cerradas por celosías de yeso.

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Imagen 23. Patio de la Alberca y Fachada sur del Patio de Comares.

-Vamos a la fachada de la Torre de Comares, para conocerla y analizarla –dijo

Raschid-. El pórtico está formado por una arquería de yeso. Son siete arcos en total,

todos de medio punto; el central es más elevado como casi siempre sucede. Tras él, una

galería, con un arco doble, mezcla de apuntado y peraltado, en su parte central, de yeso

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con decoración de mocárabes, da acceso al interior de la torre. En las jambas de este

arco, como en los de otros tantos, hay nichos o tacas -en este caso de mármol- que

servían para colocar las vasijas o tinajas con agua o flores122.

-Entremos –dijo nuestro guía-. Esta primera habitación de planta rectangular, es

la Sala de la Barca. Su nombre tiene dos orígenes posibles; el primero, por el techo de

madera, reconstruido luego de un incendio que se produjo en 1890, que semeja la quilla

de un barco; el segundo, porque en las inscripciones epigráficas de este sector se repite

muchas veces la palabra baraka, cuya traducción es salutación o bendición.

Desde la Sala de la Barca ingresamos, a través de un portal formado por un gran

arco de medio punto, a la Sala del Trono. Es de planta cuadrada (11,30 metros de lado)

y tiene una altura de 18,20 metros. Era el lugar donde se llevaban a cabo las más

importantes reuniones de estado; el recinto donde el sultán se reunía con su consejo de

visires para la toma de decisiones cruciales. “Fue concebido como el gran lugar de

recepciones y salón del trono de Yúsuf I… [y] constituye el ejemplo más grandioso de

los espacios representativos de poder de la Alhambra”123.

-Este es el Salón del Trono o de los Embajadores de la Torre de Comares –

comenzó Raschid-. “El nombre Comares, según Mármol, provendría de una labor de

decoración… llamada comaraxia, que se supone [haya sido] una técnica de vidrios para

el exterior y el techo. Actualmente éste [el techo] es un rico entramado de madera…”124.

El antiguo era de estuco con estalactitas (es decir, una cúpula de mocárabes), pero un

terremoto hizo que cayera junto con un gran arco que cruzaba el salón. A raíz del

accidente se construyó el actual techo o cúpula de madera de cedro, formado por más de

ocho mil tablillas poliédricas. Principalmente, es una cúpula que, a simple vista, semeja

el cielo estrellado; en realidad hace “alusión a los siete cielos superpuestos, descritos en

la literatura escatológica islámica”125. La técnica utilizada para su construcción fue el

artesonado, la cual consiste en unir entre sí pequeñas piezas de madera de distintos

tamaños, formas y colores126.

También nos contó que tanto este tipo de cúpulas, a las que se denomina

armaduras, (como a los techos planos o alfarjes) se las suele dividir en dos categorías:

122 Cfr. VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, pp. 20-21. 123 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, pp. 161-162. 124 PIJOAN, José, Summa Artis, T. XII, p. 517. 125 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 194. 126 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 175.

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las llamadas Ataujeradas, como en esta sala y en la de la Barca, en las que sólo se ven

las tablillas decorativas; y las Apeinazadas, en las que es la estructura la que se ve,

acompañada o no de decoración. Es por encima de estas armaduras donde se coloca el

tejado127.

Pude notar que la luz del lugar era muy tenue; ingresaba por dieciocho ventanas

cerradas por celosías de yeso, que se encuentran en la parte alta de los muros, por otras

más en forma de arco de medio punto, ubicadas en las nueve alcobas que se encuentran

en las tres paredes que dan al barranco, y por unas más pequeñas situadas

inmediatamente arriba de las anteriores. Raschid nos contó que fue intención del

constructor que el lugar tuviese poca iluminación, ya que el efecto que producía la

escasa luz que entraba por las celosías envolvía el ambiente de un espíritu de

solemnidad, digno de la presencia del sultán.

En una de estas nueve alcobas, más precisamente en la que se encuentra opuesta

a la puerta de entrada al salón, se ubicaba el sultán para presidir las sesiones de sus

visires o para recibir a embajadores de otros sultanatos o reinos. Seguramente ocuparía

un magnífico trono, según lo explica la poesía que se encuentra en ese preciso lugar:

“Te saludan de mi parte por mañana y tarde

bocas de bendición, de prosperidad,

de felicidad y de amistad.

Esta es la cúpula excelsa, y nosotras [las alcobas]

somos sus hijas,

pero yo tengo mayor excelencia y gloria

que todas las de mi linaje.

Soy como el corazón entre los miembros,

pues estoy en medio de ellos,

y en el corazón reside la fuerza del

espíritu y alma.

Aunque mis compañeras sean

los signos del zodíaco de su cielo,

á mi sola pertenece, no á ellas,

la gloria de poseer un sol.

127 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Carpintería.

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Me vistió mi señor, el favorecido de Dios… [Yúsuf I]

E hizo de mí el trono de su imperio;

sea su alteza mantenida por el señor de la luz

y del asiento y trono divinal”128.

Salvo el piso que es de cerámica, la decoración presenta una riqueza

impresionante: las partes bajas de las paredes poseen diferentes tipos de alicatados, con

motivos que no se repiten en ninguna de las distintas salas de la Alhambra; en todas son

diferentes. Por encima de éstos, se suceden e intercalan espectaculares yeserías con

motivos geométricos, epigráficos y vegetales.

Imagen 24. Interior del Salón del Trono.

Raschid nos explicó cómo realizaban las yeserías:

-Para lograr este maravilloso estucado, los nazaríes primero extendían el yeso

sobre las paredes, lo alisaban y, utilizando plantillas o útiles de trabajo, superponían el

motivo que deseaban lograr, ya fuese vegetal, epigráfico o geométrico, para luego

128 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 114.

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tallarlo y, de esa manera, quedar listo. Este mismo trabajo podía realizarse sobre placas

que luego fijaban sobre las correspondientes superficies129.

Después de tomarnos el tiempo necesario para verlo todo, reverlo todo,

admirarlo y volverlo a admirar, salimos del recinto para ir en dirección al Patio de los

Leones y sus dependencias. Allí llegamos atravesando una pequeña puerta situada en el

lado oriental del Patio de Comares.

En cuanto lo vi, me fue imposible moverme; entonces, sin poder dar un paso, me

quedé contemplándolo. La primera sensación fue desbordante: los leones, la fuente, las

columnas, las galerías, los quioscos, los interminables arcos; todo parecía fantástico,

digno de las Mil y una Noches. Estoy seguro de que Muhammad V quiso copiar uno de

esos majestuosos palacios que aparecen en aquellos cuentos; quizás aquel que el genio

le edificó a Aladino.

-Bueno, al fin llegamos, ¿te gusta? –me preguntó Raschid.

-Muchísimo. Además me parece increíble estar aquí. ¡Y solos! –le contesté.

-¿Quieren que empiece a hablarles de sus características principales? –volvió a

preguntarme.

-Sí, claro –le respondimos.

Entonces comenzó una vez más:

-Como pueden observar es un patio de crucero. Su planta es rectangular (28,50

metros por 15,70 metros), de este a oeste. En el centro está la fuente con los leones que

da nombre al complejo. La taza, del siglo XIV, es de mármol; en el borde está el famoso

poema de Ibn Zamrak. Si bien tiene un pie, la fuente también descansa sobre los lomos

de los doce leones de piedra que forman un dodecágono. Estos, aparentemente,

pertenecían a la fortaleza-palacio del visir judío Yúsuf ibn Nagrela. Dicha interpretación

se debe a un poema de Ibn Gabirol (siglo XI) que describe una fuente igual a la que hoy

vemos aquí:

129 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Yeserías.

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Imagen 25. Patio de los Leones desde Sala de los Reyes.

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“Hay un copioso estanque que semeja

al mar de Salomón,

pero no descansa sobre toros;

tal es el ademán de los leones,

que están sobre el brocal, cual si estuvieran

rugiendo los cachorros por la presa;

y como manantiales derraman sus entrañas

vertiendo por sus bocas caudales como ríos…”130.

Imagen 26. Fuente del Patio de los Leones.

El crucero –continuó- está formado por cuatro pequeñas acequias o canales que

hacen que el agua se disperse por todas las estancias, dando la sensación de un fluir

constante hacia adentro y hacia fuera; es decir, el agua se encuentra en actitud dinámica

tratando de interactuar con los espacios cerrados. Por un lado “el líquido asciende y se

130 Citado por GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 127.

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derrama desde la taza… a la boca de los leones, desde donde se distribuye por todo el

patio”131; por otro, sale de las fuentes que se encuentran en la Sala de las Dos Hermanas

y en la de los Abencerrajes para dirigirse al patio.

Si miran a su alrededor, verán que el patio se encuentra rodeado por una galería

porticada formada por una arquería de yeso. Todos son de medio punto; salvo los que se

encuentran en los quioscos o pabellones adelantados de los lados menores del patio, que

son una mezcla de apuntados y peraltados. En los ajimeces de la mayoría de los mismos

hay, como elemento decorativo, rombos calados, también llamados sebka. Todos están

sostenidos por esbeltas y bajas columnas de mármol, en total ciento veinticuatro, que

tienen en su parte superior una cantidad variable de anillas o collarines. Las columnas, a

veces agrupadas (de a dos o tres) y a veces en forma individual, representaban palmeras;

junto con el agua y el jardín que antes existía en los cuatros espacios formados por el

crucero, imitaban un oasis, objetivo a lograr en todas las construcciones residenciales

islámicas132. “Las columnas de Muhammad V no son de por sí nada nuevo, pero el tipo

de ordenamiento rítmico que se da alrededor del patio de los Leones no se había visto

antes… Hasta entonces sólo se habían antepuesto a determinadas fachadas, pero jamás

habían rodeado a un jardín o un patio”133.

Con respecto a las columnas del Patio de los Leones, más precisamente a sus

capiteles, Raschid nos explicó que estos se dividen en dos partes: la primera,

corresponde a la parte más alta del fuste “decorada con una greca o banda en bajo

relieve”134; y la segunda, ubicada inmediatamente por encima del mismo, está

compuesto por una yesería que puede tener decoración de mocárabes o de ataurique. Y

como con este agregado de yeso aún seguían siendo bajas, se vieron en la obligación de

crear un sistema de impostas para elevarlas mucho más.

131 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 28. 132 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 145. 133 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, Op. Cit., pp. 196-211. 134 GRABAR, Olef, Op. Cit., p. 171.

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Imagen 27. Detalle de los Capiteles de las columnas del Patio de los Leones.

Noté que las paredes de dicha galería no tienen en su parte baja los azulejos o

alicatados de costumbre; algunas presentan desde la altura de un metro y medio, más o

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menos, una franja de yeso; seguida por otra de simple mampostería; tras esta,

nuevamente yeserías hasta alcanzar el techo, con inscripciones, motivos geométricos y

vegetales. Algunas paredes carecen de estucado. El piso es de mármol y el techo de

madera, en la clásica forma de alero. Por encima de todas las instalaciones, se ven

también los habituales techos de tejas.

No salía de mi asombro y emoción, cuando me di cuenta que estaba escuchando

el relato de Raschid dentro de la Sala de los Mocárabes.

Su nombre lo recibe, por su original cúpula con esa decoración, la cual hoy ya

no existe y en su reemplazo hay un techo renacentista que desentona de una manera

indescriptible. La planta es rectangular y su decoración se encuentra muy deteriorada.

Es la estancia más occidental del complejo de los leones. A decir verdad, la sala no dice

nada; es más, muchos estudiosos no la consideran como tal, sino como un simple

vestíbulo que daba paso al resto de las instalaciones, o quizás, el lugar usado para tareas

administrativas135.

Fue la segunda decepción del complejo. Para ser sincero debo reconocer que los

leones no me parecieron tan atrapantes como aparecen en los poemas y en las guías

turísticas. De acuerdo con mi gusto personal, su tosquedad desentona con lo exquisito

del lugar.

Tras analizar esta estancia, Raschid me miró y me preguntó:

-¿Cuál de las otras tres salas quieres conocer primero?

-La más hermosa –le contesté, esperando que tuviésemos el mismo gusto.

¡Hubo coincidencia! Sonriendo, Raschid tomó rumbo al lado norte del patio

donde se encuentra la más espléndida de todas.

Una vez en su puerta, formada por un arco de medio punto sostenido por

columnas, dijo:

-He aquí lo más bello de cuanto puede llegar a verse en la Alhambra: la Sala de

las Dos Hermanas. Subamos los dos escalones e ingresemos.

El nombre de esta sala –siguió- tiene dos posibles orígenes: el primero,

descriptivo, es por aquellas dos grandes lozas de mármol que se encuentran en el piso;

el segundo, de origen romántico, se basa en la historia de “dos hermanas cautivas de las 135 Cfr. MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., Op. Cit., p. 166.

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que se dice que perecieron de amor a la vista de los encuentros amorosos que

presenciaban a un nivel inferior, pero en los que no podían participar”136.

Imagen 28. Sala de las Dos Hermanas.

Esta magnifica sala –continuó- a la que se denomina Qubba Mayor, tiene dos

alcobas o alhamias rectangulares en los laterales. Se denomina Qubba a todas las salas

que tienen planta cuadrada y techo no plano; en este caso se le aplica el calificativo

Mayor, por ser la más grande de este tipo en el sector. Los elementos decorativos son

los típicos de la dinastía nazarí: mármol en los pisos con una pequeña fuente baja en el

centro del mismo; resaltan en importancia los alicatados, por tener piezas muy pequeñas

y, por lo tanto, de una muy compleja labor de realización. Por encima de éstos, se

encuentra, en las yeserías más inmediatas, el famoso poema de Ibn Zamrak escrito en

dieciséis círculos (o medallones) y ocho cartelas (o tarjetones)137. En total tiene

veinticuatro versos. “Esta inscripción es la más larga y acaso la más bella de todos los

textos poéticos de la Alhambra, y, al mismo tiempo, la menos maltratada por el tiempo

136 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 85. 137 Cfr. RUBIERA MATA, María Jesús, Estudio preliminar a LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 21.

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y los restauradores”138. Sólo su último verso se perdió; pero fue posible traducirlo

gracias a un manuscrito que copió Alonso del Castillo in situ, antes de que el de yeso de

la pared se destruyera.

Imagen 29. Detalle alicatados y yeserías de Sala de las Dos Hermanas.

Imagen 30. Medallón con escritura.

Imagen 31. Cartela con escritura.

138 GARCIA GOMEZ, Emilio, Cinco poetas musulmanes, p. 213.

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Acto seguido leímos el hermoso poema:

“Yo soy el jardín que aparezco por la mañana ornado de belleza; contempla

atentamente mi hermosura, y hallarás explicada mi condición.

En esplendor compito, á causa de mi señor el príncipe Mohammad, con lo más noble de

todo pasado y venidero.

Pues por Dios que sus bellos edificios sobrepujan, por los venturosos presagios (bajo

que fueron fabricados), a todos los edificios.

¡Cuantos amenos lugares se ofrecen a los ojos! El espíritu de un hombre de dulce

condición verá en ellos realizadas sus ilusiones.

Aquí frecuentemente buscan su refugio de noche las cinco pléyades, y el aire nocivo

amanece suave y deleitoso.

Y hay una cúpula admirable, que tiene pocas semejantes. En ella hay hermosuras

ocultas y (hermosuras) manifiestas.

Extiende hacia ella su mano la constelación de los gemelos en signo de salutación, y se

le acerca la luna para conversar secretamente.

Y desearían las estrellas resplandecientes permanecer en ella, y no tener en la celeste

bóveda fijado su curso.

Y en sus dos galerías, á semejanza de las jóvenes esclavas, apresurarse á prestar el

mismo servicio con que ellas le complacen.

No fuera de admirar que los luceros abandonasen su altura, y traspasen el límite fijado.

Y permaneciesen á las órdenes de mi señor, por su mas alto servicio alcanzado mas

alta honra.

Hay aquí un pórtico, dotado con tal esplendor, que el alcázar aventaja en él aún a la

bóveda del cielo.

¡Con cuantas galas la has engrandecido (¡oh rey!) Entre sus colores hay colores que

hacen poner en olvido los de las preciadas vestiduras del Yémen.

¡Cuántos arcos se elevan en su bóveda sobre columnas, que aparecen bañadas por la

luz!

Creerás que son planetas, que ruedan en sus órbitas, y que oscurecen los claros

fulgores de la naciente aurora.

Las columnas poseen toda clase de maravillas. Vuela la fama de su belleza, que ha

venido a ser proverbial.

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Y hay mármol luciente, que esparce su resplandor, y esclarece lo que se hallaba

envuelto en las tinieblas.

Cuando brilla herido por los rayos del sol, creerás que son perlas á pesar de su

magnitud.

Jamás hemos visto un alcázar de mas elevada apariencia, de mas claro horizonte, ni de

amplitud mas acomodada.

Ni hemos visto un jardín mas agradable por lo florido, de mas perfumado circuito, ni de

mas exquisitos frutos.

Paga doblemente y al contado la suma que el cadí de la belleza le ha señalado.

Pues está llena la mano del céfiro desde la mañana de dirhames de luz, que contienen

lo suficiente para el pago.

Y llenan el recinto del jardin en torno de sus ramas los adinares del sol, dejándole

engalanado…

[Entre la victoria y yo hay la mas noble semejanza; mas aun, porque la semejanza es

identidad]139.

Una vez leída la poesía, Raschid continuó con su disertación:

-Si miran el techo, observarán la famosa cúpula de mocárabes “de base

octogonal, con diseño estrellado y tambor con ventanas”140. Las distintas partes de esta

cúpula “fueron colgadas –como bóvedas ya terminadas- del entramado del tejado,

quedando sujetas a él mediante unos tirantes que no se aprecian desde abajo”141.

Nos explicó que estos mocárabes, creación exclusiva de la arquitectura islámica,

que en la Alhambra son generalmente de yeso, están compuestos de prismas de diversas

formas, con un corte curvo apuntado o no en su parte inferior, a los que se une de

manera tridimensional para semejar estalactitas o colgajos142. Son motivos decorativos

de alta complejidad que no cumplen función estructural alguna. En el caso de esta sala

la cúpula imita un panal de abejas.

139 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 129-131. 140 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 166. 141 BARRUCAND, Marianne y BEDNORZ, Achim, Arquitectura Islámica en Andalucía, p. 192. 142 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Mocárabes.

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Imagen 32. Cúpula de la Sala de las Dos Hermanas.

También nos dijo que estos mocárabes, junto con los techos de madera, con las

columnas y con los muros, son los elementos principales del alzado de la Alhambra.

Tanta belleza posee esta sala, que los Reyes Católicos y Carlos V se hospedaron

en ella durante sus estadías en la Alhambra143.

Por detrás de la misma, se dejaba ver el espectacular Mirador de Lindaraja o

Daraxa. El primer nombre es una deformación del segundo. Daraxa proviene del árabe

Dar Aixa o Dar Aysha, cuya traducción es Casa de Aysha, aludiendo al nombre de la

madre de Boabdil, el último sultán de la dinastía144.

Una vez allí, entre los tantos poemas epigráficos que hay, leímos el siguiente:

“Todas las artes han contribuido á embellecerme,

y me han dado su esplendor y sus perfecciones.

El que me vea, creerá que soy una esposa,

143 Cfr. MARQUES DE LOZOYA, Historia del arte hispánico, T. II, p. 423. 144 Cfr. PIJOAN José, Summa Artis, T. XII, p. 530.

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que se dirije á este vaso, y le pide sus favores.

Cuando el que me mira

contempla con atención mi hermosura,

su misma vista desmentirá al pensamiento.

Y creerá, al ver los tibios rayos de mi esplendor,

que la luna llena tiene aquí fija su aureola,

abandonando sus mansiones

por las mías”145.

Este grandioso mirador, para mí, el más bello de cuantos había visto hasta ahora

en la Alhambra, es un pequeño recinto de planta cuadrada; sus tres paredes exteriores

tienen arcos dobles (o vanos geminados) que permiten la vista hacia el exterior.

“Extraordinario es el zócalo de azulejos, acaso el más complejo, rítmico y sutil

de toda la Alhambra, y desde luego el de piezas más diminutas. Las ventanas son bajas

porque así lo requiere la costumbre árabe de reclinarse sobre cojines y otomanas”146. En

tiempos islámicos, éstas le permitían tener al sultán y a quienes lo acompañaran, una

espectacular vista del barrio del Albaicín; pero luego, y obviamente bajo dominio

cristiano, se cerró mediante una muralla el jardín que se encuentra en un nivel inferior,

imposibilitando el disfrute del panorama. Se afirma que desde el piso superior de la Sala

de las Dos Hermanas, más específicamente desde una estancia privada que no se puede

visitar, aún se consigue una visualización semejante.

Para alcanzar el mirador de Daraxa hay que salir por la parte posterior de la Sala

de las Dos Hermanas. Un gran arco de medio punto da paso a una sala rectangular con

dos balcones en sus laterales, llamada de los Ajimeces. Desde ella, se accede al mirador

atravesando un arco de yeso, esta vez combinación de apuntado y peraltado, con

decoración de mocárabes.

Tanto deseábamos ver los diminutos alicatados de este mirador, y tanta era

nuestra intriga por saber cómo los habían hecho que Raschid nos explicó lo siguiente:

-Para realizar los alicatados, los nazaríes utilizaron baldosas cuadradas de

cerámica vidriada de diversos colores (azul, negro, blanco, verde, etc.), las que

dibujaban en su parte posterior y luego tallaban las distintas partes con martillos. Los

145 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, pp. 135-136. 146 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 34.

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Imagen 33. Mirador de Lindaraja.

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paños formados se montaban en el taller para más tarde fijarlos a las paredes147. “Los

alicatados más complicados son los que combinan grandes ruedas de lazo y tienen

estrechas cintas blancas separando los otros colores diferentes. El remate habitual

superior de los zócalos consistía en una cenefa de almenillas escalonadas en color negro

o blanco”148.

Volvimos al Patio de los Leones para seguir nuestro recorrido. Esta vez fuimos a

la Sala de los Reyes, que “probablemente se utilizaba durante el buen tiempo para

reuniones y festines en torno al sultán, como lo sugieren su carácter abierto,

complejidad arquitectónica y parte de su decoración”149. Es la estancia ubicada en el

lado este del patio.

-Esta sala –comenzó nuestro guía- cuenta con varias dependencias. Como

pueden apreciar, en su parte anterior tiene un largo corredor o galería dividida por seis

arcos dobles, combinación de apuntados y peraltados, con decoración de mocárabes,

que dan origen a siete estancias, cuyos techos en forma de cúpula, repiten el decorado.

De forma alternada, cuatro de ellas tienen planta cuadrada; las otras tres, rectangular.

Detrás de cada una, también se alternan cuatro habitaciones menores con tres alcobas

principales, correspondiendo estas últimas a los sectores más importantes de esta Sala

de los Reyes.

Como Raschid ya nos había anticipado, no pudimos entrar en las alcobas

principales, pues estaban en vías de restauración. Lo más representativo y llamativo de

ellas, son las famosas pinturas figurativas, que ya conocíamos por las fotos que se han

publicado en todos los libros sobre el tema. Realizadas en cuero, se encuentran en los

techos, simulando ser sus bóvedas. Tienen, por lo tanto, forma curva y alargada.

De las tres pinturas, la más importante es la de la alcoba central; que además es

la causante del nombre de la sala. En la misma aparecen diez hombres vestidos a la

usanza árabe de aquel momento. Raschid nos contó que su significado exacto no ha sido

descubierto. Algunos piensan que es una representación de diez reyes de la dinastía

nazarí, mientras que otros opinan que es una representación de Muhammad V con su

corte, promotor de esta sala y de todo el complejo de los Leones. Aquí, en presencia de 147 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Alicatados. 148 La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Alicatados. 149 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 167.

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los Reyes Católicos, se realizó la primera misa tras la posesión, oficiada por el principal

cardenal español y otros importantes miembros de la iglesia150.

Imagen 34. Sala de los Reyes.

150 Cfr. IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 91.

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Imagen 35. Pintura de la alcoba central de la Sala de los Reyes.

Seguimos el recorrido por la galería hasta llegar a la última de las cuatro salas

que nos quedaba por ver: la de los Abencerrajes, ubicada al sur del complejo. Su

nombre deriva de viejas tradiciones que aseguran que los miembros de esa familia

fueron asesinados, en este recinto, en los últimos años del período musulmán. No pocos

autores, desconociendo la literatura española, atribuyen a Chateaubriand el fondo de la

leyenda, concediéndole un origen puramente romántico151. Basta con leer a Mármol

Carbajal para echar por tierra juicio tan apresurado152. Basándose en estas muertes

Washington Irving escribió: “¡Cuán difícil es conciliar la antigua leyenda de violencia y

sangre con el suave y apacible lugar que me rodea! Todo aquí parece pensado para

inspirar gratos y dichosos sentimientos, pues todo es delicado y bello”153.

Los Abencerrajes eran miembros de la familia de los Banu Sarray (o Hijos del

Sillero), “una de las tribus que fueron Ansares o compañeros del profeta”154.

Al igual que en la Sala de las Dos Hermanas, debimos subir un par de escalones

y atravesar un gran arco de medio punto para ingresar. Pero, a diferencia de aquélla, esta

habitación posee la puerta que cierra el arco, mientras que la de la otra se encuentra

expuesta en el Museo de la Alhambra. La técnica utilizada en ambas puertas fue la de

151 Cfr. GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 87. 152 Cfr. MARMOL CARBAJAL, Luís del, Historia de la rebelión de los moriscos del reino de Granada, p. 139. 153 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 90. 154 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 96.

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Lazo Apeinazado, es decir, aquella en que la estructura queda a la vista, acompañada, en

estos casos, con decoración vegetal.

La planta de la sala es cuadrada; sus pisos de mármol, con una fuente baja en su

centro del mismo material. Dos alcobas rectangulares se abren en sus laterales.

Imagen 36. Sala de los Abencerrajes.

La luz ingresa por las ventanas que anteceden a la cúpula; ésta es de base

octogonal con decoración de mocárabes. Posee una habitación privada en un nivel

superior que no puede visitarse.

Para concretar, se puede decir que esta sala es casi igual a la de las Dos

Hermanas, aunque de menor tamaño; las dos son de excelente realización.

Personalmente, creo que le falta el encanto que le brinda a la otra estancia el Mirador de

Daraxa.

También aquí se encuentra la misma poesía de Ibn Zamrak, aunque no completa;

sólo están los versos 5, 8, 11, 15, 18 y 19, colocados, muy probablemente, tras la

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restauración del siglo XVI, cuando la sala se hundió como consecuencia de una

explosión155.

La fuente posee unas manchas que, según la creencia popular son los restos de la

sangre de aquellos asesinatos. En realidad, son simples manchas de óxido del mármol.

Los mismos que sostienen esta fantástica tradición, también dicen que de noche se

escuchan los gritos de los muertos, pero en realidad son los ruidos del agua corriendo

por las acequias que se encuentran por debajo de la sala156.

Imagen 37. Fuente de la Sala de los Abencerrajes.

Lo que tiene de grandioso, aunque también ocurre en la sala de enfrente, es que

“la línea de ventanas de su tambor permite la entrada de una ancha faja de luz, que, a

ciertas horas de sol le confiere una cierta sensación de ingravidez, como si la bóveda no

estuviera realmente apoyada sino flotando sobre la sala”157.

155 Cfr. LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Inscripciones árabes de Granada, p. 126. 156 Cfr. IRVING, Washington, Op. Cit., p. 38. 157 MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispanomusulmán, p. 167.

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Después de recorrerla, volvimos a dar una vuelta general por la galería para

deleitarnos con cada una de las magnificas vistas que posibilitan los distintos ángulos

del patio y, para leer, una vez más desde el libro de Alcántara, la poesía que se

encuentra en el borde de la fuente central:

“Bendito sea el que concedió al iman Mohammad

mansiones deleitosas, que son por su belleza la gala de las mansiones.

Sino, este es el jardin; en él hay obras tan peregrinas

que no ha permitido Dios haya otra hermosura

que pueda comparársele.

Y estas figuradas perlas de transparente claridad,

que engalanan los bordes con una orla de aljofar.

Líquida plata que corre entre las joyas,

y que no tiene semejante en belleza por su blancura

y transparencia.

Confúndese á la vista el agua y el mármol, y no sabemos

cual de los dos es el que se desliza.

¿No veis como el agua corre por los lados,

y sin embargo se oculta después en las cañerías?

A semejanza de un amante cuyos párpados

están henchidos de lágrimas, y que las oculta

por miedo de un delator.

¿Y qué es en verdad sino una nube que derrama

sobre los leones sus corrientes?

Asemeja á la mano del califa, cuando aparece por la mañana

derramando sus dones sobre los leones de la guerra.

¡Oh tú que miras estos leones, que acechan,

el respeto (al califa) les impide manifestar su enemistad!

¡Oh heredero de los Ansares, y no por línea trasversal;

herencia de grandeza, con la cual despreciarás

á los más encumbrados!

La paz de Dios sea contigo eternamente;

multiplíquense tus placeres,

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107

y aflijas a tus enemigos”158.

Luego de leer el poema, volvimos a ingresar en la Sala de las Dos Hermanas

porque desde allí, una habitación lateral da paso a una galería que lleva hacia las

llamadas Habitaciones del Emperador. Entre ellas están las que Washington Irving

ocupó en su visita de 1829, y desde donde se accede a la Torre del Peinador (o Tocador)

de la Reina, lugar en el que se hospedó la emperatriz Isabel y, posteriormente, a

principios del siglo XVIII, Felipe V y su esposa, Isabel de Parma. Obviamente, no se

permitía ingresar a ninguno de esos recintos, pero me contenté con tocar la puerta de

madera y sacarle una foto. Aunque pueda parecer tonto, le pedí a Irving, como si fuese

un santo de las letras, que me iluminara durante la realización de mi tesina. A cambio le

prometí seguir estudiando su lengua.

Imagen 38. Puerta de una sala utilizada por Washington Irving.

158 LAFUENTE ALCANTARA, Emilio, Op. Cit., pp. 122-123.

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108

Avanzando en nuestra visita, encontramos la galería abierta de dos pisos, con

techos de tejas, que habíamos visto desde el Albaicín. Es un magnifico lugar de

descanso que ofrece una excelente vista. Además, tiene la particularidad de que le hace

tomar conciencia al que allí se encuentra, de que si baja la escalera que sigue a la

misma, y cruza el Jardín de Daraxa, que está por debajo, sale del palacio sin posibilidad

de regreso. Cuando me percaté del peligro lo miré a Raschid y, sin que mediaran

palabras, volvimos sobre nuestros pasos. Disfrutamos de todas las instalaciones una vez

más, pero, ¡esta vez ya había gente… y mucha! Nos quedamos un buen rato admirando

el Mirador de Daraxa; para él también era la estancia más deliciosa y refinada de todas.

Pletóricos de emoción, volvimos a reunirnos con Enrique y Héctor.

Imagen 39. Galería abierta que conduce al Jardín de Daraxa.

Mentalmente esbocé una rápida conclusión: el Patio de los Leones y sus

dependencias es la construcción árabe más bella de toda la España musulmana y, quizá,

del mundo islámico. No hay otra que la iguale. Hubo palacios más grandes, pero no más

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109

hermosos: la Medina Azahara de Abdelrahman, conocida en su tiempo como la Bagdad

de occidente, no está en condiciones de defender su primacía.

Cruzamos la Galería, bajamos la escalera e ingresamos en el Jardín de Daraxa.

Me pareció bello, pero no demasiado espectacular. Lo mejor que tiene es una fuente

árabe colocada en el centro. Es posible que lo hayamos mirado con un poco de

menosprecio, ya que Raschid nos había explicado que no era islámico sino renacentista.

En uno de sus lados están los subterráneos de los palacios y una estancia conocida como

Sala de los Secretos.

Imagen 40. Jardín de Daraxa.

Lo que sí tenía de magnífico, y que no pudimos comprobar con nuestros propios

ojos, es que otro de sus lados da ingreso a los baños reales o hamman. Para suplir dicha

imposibilidad, Raschid nos habló de la distribución de éstos:

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110

-La primera sala es la del Reposo (o al-bayt al-maslaj), también llamada de las

Camas, servía como vestuario, como lugar de descanso y en ella terminaba el baño. El

mismo comenzaba en la sala de Inmersión, donde hay pilas de mármol para baños fríos

(o al-bayt al-barid) y calientes (o al-bayt al-wasta-ni). Otra sala era la de la Exudación

(o al-bay al-sajun). Tras haber pasado por ellas se llegaba nuevamente a la del Reposo.

“Esta última sala, restaurada, es encantadora, con sus cuatro columnas de mármol y sus

alicatados y los tres arcos gemelos de los lados. El piso superior tiene cuatro

galerías”159.

También nos explicó que la luz ingresaba a las distintas salas por lucernas

poligonales ubicadas en los techos, al igual que en los baños de la Mezquita Mayor.

Imagen 41. Interior de la Sala de las camas del Hamman.

159 VILLA-REAL, Ricardo, La Alhambra y el Generalife, p. 40.

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111

Tras habernos deleitado con todas las instalaciones palaciegas, salimos por una

puerta que lleva directamente al jardín del Palacio del Partal, así que lo visitamos

nuevamente. Luego, yendo hacia la salida, volvimos a recorrer el Museo de la

Alhambra y por último, cruzamos la Puerta del Vino para ir en dirección a la Plaza de

los Aljibes, y de esa manera rumbear hacia nuestra salida preferida: La Puerta de la

Justicia; ese portal en que Boabdil dejó, aquel 2 de enero de 1492, a Yúsuf Ibn Kumása

(o Aben Comixa), su visir, para que recibiese a los miembros del ejército enemigo y les

entregase la Alhambra.

Difícil es imaginar, a pesar de haberse escrito tanto sobre el tema, la angustia

que debió haber sentido ese sultán de Granada, al perder este último bastión de los

musulmanes en la Península Ibérica.

Inexpresable debe haber sido el dolor que debió soportar al cruzar por última vez

la Puerta de los Siete Suelos para alejarse definitivamente de su palacio.

Una vez fuera de la Alhambra, Boabdil debió seguir por la colina de los Mártires

y luego descender por un barranco bastante intransitable. No quiso pasar por la ciudad

para no ser visto caído en semejante humillación; evitaba también cualquier tipo de

levantamiento popular. Pasó por la Puerta de los Molinos, que lleva al paseo del Prado,

para seguir el curso del Genil y llegar a lo que en su tiempo era una mezquita, donde

entregó las llaves de la Ciudad al Rey Fernando. En ese preciso momento, Boabdil le

dijo: “Toma, Señor, las llaves de tu ciudad, que yo, y los que estamos dentro somos

tuyos”160. Dichas llaves, tras pasar por las manos de los Reyes y del príncipe, fueron

tomadas por el Conde de Tendilla, quien junto con el Duque de Escalona y gran parte

del ejército castellano se dirigieron a la Alhambra para apoderarse de ella161.

A Boabdil, más adelante, lo esperaban sus familiares, entre ellos su madre y su

esposa. Siguieron viaje por las estribaciones de los montes de las Alpujarras. Una de sus

cumbres es llamada Cuesta de las Lágrimas y una roca recibe el nombre de El último

suspiro del Moro. Desde ella, Boabdil dirigió su postrera mirada a su antiguo reino para

luego dirigirse definitivamente al exilio. En el mismo lugar su comprensiva madre

pronunció aquella hiriente y malvada frase: “haces bien en llorar como mujer lo que no

160 Citado por SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, La España musulmana, T. II, p. 508. 161 Cfr. SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio, Op. Cit., T. II, p. 508.

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112

supiste defender como hombre”162; palabras soberbias de una madre orgullosa, ofendida

y resentida por semejante pérdida material.

Al retirarse los árabes, los Reyes Católicos y posteriormente su nieto Carlos V,

utilizaron las instalaciones del Palacio como vivienda real. Sus últimos moradores

coronados fueron, en el siglo XVIII, Felipe V e Isabel de Parma.

Durante el período de la ocupación francesa (1808-1812), el jefe militar

Sebastiani, algunas veces moró en sus instalaciones163. Según Washington Irving, fue el

siempre distinguido y refinado gusto francés lo que salvó a la Alhambra. Los invasores,

a pesar de haber destruido algunas instalaciones en su retirada (17 de septiembre) -por

ejemplo la Puerta de los Siete Suelos-, hicieron restaurar parte de los tejados,

fomentaron la protección de los recintos más finos y pusieron en funcionamiento

algunas de las fuentes. El mismo autor también dijo que España debe “agradecer a sus

invasores el haberle conservado el más bello e interesante de sus monumentos

históricos”164.

Fuera de la Alhambra, es decir, habiendo cruzado la Puerta de la Justicia,

encontramos a nuestro queridísimo Abdullah -con taxi incluido- quien nos condujo al

centro de la ciudad, donde festejamos la excelente visita.

En la ya habitual confitería Raschid me dijo:

-Misión cumplida: has visto todo lo que querías, comprado los libros más

eruditos sobre el tema y sacado fotos de todos los recintos para hacer tus propias

descripciones. En fin, tienes lo necesario para tu tesina.

-Es verdad. Creo que tengo casi todo –le contesté.

-¿Casi todo… Qué faltó? –preguntó desorientado.

-Enseguida te explico… Ya vuelvo.

Me levanté de la mesa y fui hasta la esquina, donde había una sede del banco

encargado de la venta de entradas anticipadas.

-Buenas tardes, ¿tiene ingresos para visitar la Alhambra de noche? –le pregunté

a la cajera.

162 IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, p. 107. 163 Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada, Art. Alhambra, T. 4, p. 673. 164 IRVING, Washington, Op. Cit., p. 32.

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113

-Recién para mañana –contestó.

-Perfecto, quiero cinco-. La quinta, por supuesto era para invitar a Abdullah.

-Hay un problema, sólo quedan dos.

-¡No puede ser! ¿Sólo dos… seguro?

-Sí, seguro.

-Bueno, los llevo –contesté angustiado; esperando que los demás me

comprendieran, solo invitaría a Raschid.

Hecha la transacción, volví a la confitería. Miré a mi guía y le dije:

-He aquí lo que faltaba.

Al ver el sobre supo enseguida de lo que se trataba. Lo abrió, sonrió y dijo:

-Yo tuve la misma idea; era la otra sorpresa que quería darles. Tengo un sobre

igualito en mi bolsillo, y es para tres personas.

-¡Perfecto, cinco en total, podemos ir todos! –exclamé dichoso.

Abdullah, que hacía tiempo que no ingresaba a los palacios, tan sorprendido

como emocionado dijo:

-No se imaginan la alegría que siento… ¡Hace años que no voy! ¡Y tenía tantas

ganas de volver con ustedes!

Terminados los largos festejos nos despedimos. Todos debíamos descansar. Tal

como Raschid nos había adelantado ayer: ha sido un día largo y fascinante.

Por otra parte, ya tenía mi segunda inquietud resuelta: Raschid me dijo que no

nos había invitado por las noches, pues supuso que durante esas horas yo podría ir

pensando, elaborando y anotando todo el material recogido. Es decir, este verdadero

Hijo de la Alhambra y heredero de los rapsodas árabes, adivinó mi primera intención de

escribir por las noches todo lo que me sucediese en Granada.

Si todo sale como espero, mañana, nuestro último día en esta cautivante ciudad,

será inolvidable. Para satisfacer sus posibles inquietudes en lo que hace a su desempeño,

mientras visitemos la Alhambra nocturna, trasmitiré a Raschid las conclusiones a las

que fui llegando tras sus enseñanzas.

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114

Undécima noche.

Los Palacios Nazaríes de noche.

Para no romper la tradición a la que habíamos dado origen, los cinco nos

encontramos en la confitería de siempre. Nuestros sentimientos se entremezclaban de

alegría y tristeza, pues si bien estábamos juntos, sabíamos perfectamente que esta sería

nuestra última reunión. Por tal motivo, ocultamos de una forma muy sagaz nuestras

emociones hablando de cualquier cosa.

Como Raschid nos había contado que el cupo para la visita nocturna era muy

limitado, no fue necesario llegar temprano. Nueve y media en punto arribamos a la

puerta de acceso. La noche era ideal. Estaba completamente despejado y, para mejor,

había luna llena. Había llegado muy poca gente. Ni siquiera hizo falta formar una fila. A

la hora que abrieron, diez en punto, simplemente nos paramos e ingresamos. Esta vez,

sin proponérnoslo, también llegamos primeros al acceso a los palacios. Y eso que

fuimos muy lentamente observándolo todo, como queriendo retrasar el momento de

separarnos.

Una vez dentro, comenzamos nuestro recorrido. Abdullah, cautivado por las

últimas restauraciones efectuadas, y que por cierto no conocía, se iba maravillando con

cada uno de los sectores. Además, desbordaba de alegría pues era la primera vez que

visitaba, al igual que nosotros, la Alhambra de noche. Mis dos amigos rápidamente se

transformaron en guías suyos y le fueron detallando cada una de las maravillas que

habían conocido.

Mientras recorríamos los estancias del Palacio de Comares los perdimos de

vista; aproveché la ocasión para pedirle a Raschid que fuéramos hacia el Patio de los

Leones para conversar sobre las distintas conclusiones a las que había llegado, pedido al

Page 115: Arte en los palacios nazaries de la Alhambra.pdf

115

que accedió muy gentilmente. Una vez allí, nos dirigimos a la Sala de las Dos

Hermanas, pues la iluminación del patio, a pesar de los reflectores y de la luna que

brillaba en todo su esplendor, era muy tenue. La sala, por su parte, estaba excelente y

exquisitamente iluminada. No podía ser de otra manera: la estancia más bella de todo el

complejo requería de una producción especial. Es más, creo que, gracias a tal

iluminación, se pueden apreciar mucho mejor todos los elementos decorativos.

Después de sentarnos en unas sillas, que en realidad correspondían al uso de los

guardias del lugar, le dije:

-Rassssh…, quiero confesarte que después de haber recorrido contigo los recintos de la

Alhambra a lo largo de estos increíbles días, y haber recibido tus precisas enseñanzas

sobre los mismos, interpreté lo siguiente:

Primero: nos encontramos ante un complejo urbanístico civil que no fue pensado

como una unidad, sino como adición de sucesivos edificios, creados con la mayor

armonía y calidad por los sultanes granadinos para que todos se integrasen

armoniosamente.

Es de lamentar que esa armonía se haya roto con la construcción del Palacio de

Carlos V que, sacando algunas murallas y torres es, muy a nuestro pesar, la

construcción que más se destaca desde la vista panorámica que ofrece el mirador del

Albaicín. Es evidente que, desde el aspecto visual cumplió con su función: demostrar la

supremacía cristiana sobre la musulmana.

Segundo: si bien es, como dije antes, una arquitectura pura y estrictamente civil,

hay que reconocer que en el ámbito musulmán, lo civil convive íntimamente ligado con

lo religioso. De hecho, el lema de los nazaríes Sólo Allah es vencedor, es la escritura

epigráfica que más se repite en todo el complejo. Además, certifican dicha convivencia

la presencia de mezquitas y oratorios en varios puntos de la ciudadela.

Por lo tanto es una construcción en la que la omnipresencia de Allah se respeta

estrictamente. Fue el Clemente y Misericordioso la fuente de inspiración para la

creación de la Alhambra, por lo cual debe considerarse como su casa.

Tercero: con respecto a las inscripciones epigráficas podemos decir que éstas

son las que le dan el significado a la habitación en la que se encuentran. Por ejemplo, si

bien no se puede decir que la Sala del Trono fue tal durante todo el período nazarí, al

Page 116: Arte en los palacios nazaries de la Alhambra.pdf

116

menos sí lo podemos pensar de ese modo durante el reinado de Yúsuf I y de

Muhammad V. Dichas inscripciones mencionan a esos reyes y la función oficial que

estos ejercían en tal recinto.

Cuarto: con respecto a los materiales empleados en la Alhambra, se puede llegar

a la siguiente conclusión: no todos ellos son baratos o de mala calidad como dicen

varios autores. Creemos que los elementos utilizados son los que los sultanes querían

emplear; ya sea porque eran los más recomendables o porque se ajustaban a las

necesidades de aquella época. No incidía en la elección ni el dinero ni los medios para

conseguirlos. Es importante recordar que las partes más fastuosas de la Alhambra se

realizaron durante períodos pacíficos con Castilla y, a la vez, de excelentes relaciones

comerciales con otros países, por ejemplo Italia. Es decir, quizás la situación política,

internamente hablando, no era la mejor; pero, a nivel económico no existían mayores

preocupaciones. Por otra parte, el material más caro utilizado en las construcciones, el

mármol blanco, lo conseguían dentro de sus propios territorios.

En el caso de las yeserías, las más involucradas en este conflicto, al ser un tipo

de decoración rápida y económica y, como consecuencia, de poca vida, requería el tener

que cambiarlas o renovarlas periódicamente, lo cual hacía que la decoración de los

distintos recintos pudiese variar y no ser siempre la misma165.

Para finalizar, y aún más a favor de los constructores responsables, se puede

decir que si con esos elementos de escasa calidad lograron crear este palacio único,

mágico y enigmático, es difícil suponer lo que pudieran haber logrado con otros de

calidad y refinamiento superior.

Quinto: si bien no se puede determinar su función específica por falta de

información escrita, considero, como muchos autores, tanto antiguos como modernos

(Mármol, Marqués de Lozoya, Pijoan, Villa-Real, Momplet Míguez, etc.), que el Patio

de los Leones y sus dependencias correspondía a las habitaciones privadas del sultán y

de su familia; conclusión que podría confirmarse debido a que la única puerta de acceso

al mismo es muy pequeña.

165 Cfr. La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, (ANA BLASCO), Areas Temáticas, Decoración, Yeserías.

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117

Su ubicación, decoración y delicadeza, dan lugar a pensar que era aquí donde la

familia real se reunía para pasar los momentos más íntimos. Aunque esto no impide que

haya habido recintos dedicados para grandes festividades y celebraciones oficiales. Es

decir, “un conjunto cuidadosamente compuesto y abundantemente decorado con salas

alrededor de un patio porticado [sin detenernos en su funcionalidad] no sugiere otras

funciones concretas que el placer sensual y el recreo de los ojos”166.

Después de detallarle mis conclusiones, le comenté que había llegado a ellas,

primero que nada gracias a sus valiosas enseñanzas y, en segundo lugar, por medio del

análisis de los textos modernos y antiguos que había leído. Raschid, que me había

escuchado con atención, me señaló que se sentía complacido por ellas, puesto que,

dejando de lado su contribución personal, estaban sustentadas por obras de gran valor.

Luego de esta charla, fuimos a buscar a nuestros compañeros. Los cinco juntos

recorrimos todo aquello que nos faltaba apreciar, y emprendimos nuestra retirada. No

sin agradecer previamente a los espíritus de Yúsuf I y a Muhammad V, la creación de

tan bello palacio. Demás esta decir que salimos por donde siempre: la Puerta de la

Justicia.

Para festejar esta visita nocturna fuimos al bar del Mirador del Albaicín, a aquél

en el que nos sentamos a reconocer por primera vez las diferentes partes de la

Alhambra; pero esta vez, a cambio de aquella, Abdullah participó de la reunión. Era a él

a quien, en primer lugar, le debíamos todo lo maravilloso que nos había ocurrido en esta

ciudad. Su actitud, su humildad, y por sobre todo su nombre, lo confirmaban como un

digno siervo de Allah; un musulmán ejemplar que había ayudado a un hermano de

religión, Raschid, a dignificar y enaltecer una vez más a ese milianuchesco palacio

creado por antiguos creyentes del Islam. Ese que hicieron tan digno, lujoso y misterioso,

para que sirviese, como dijo un poeta, como residencia de Allah cuando éste ya no

quiera vivir más en lo alto.

Y qué decir sobre Raschid… Mil y una hojas llenas de palabras serían pocas

para describirle y agradecerle. Para resumir, simplemente debo confesar que sin él

hubiese sido imposible llegar hasta aquí. Mi eterno agradecimiento por todo; desde la 166 GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, p. 90.

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118

enseñanza del primer día hasta la de hoy inclusive. Sin la energía, entrega, dedicación y

conocimientos que me trasmitió, jamás hubiese podido realizar mi tesina. Por tal

motivo, se la dedicaré pura y exclusivamente a él.

Quisiera seguir escribiendo mucho más, pero los rayos solares del nuevo día

ingresan por la ventana de mi habitación, anunciándome no sólo que está

amaneciendo, sino que también debo prepararme para partir a Córdoba, donde me

esperan otros arcos, otras columnas, otros deslumbramientos…

Jorge Alberto Santucho.

Page 119: Arte en los palacios nazaries de la Alhambra.pdf

119

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Y

RECURSOS ELECTRONICOS UTILIZADOS.

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El Reino de Arabia Saudí, El progreso continúa, Publicación del Ministerio de

Información.

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J. Espasa Editores, Barcelona, s/f.

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Calpe Argentina, Buenos Aires, 1945.

GRABAR, Olef, La Alhambra: Iconografía, formas y valores, Alianza Editorial,

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IRVING, Washington, Cuentos de la Alhambra, Editorial Everest, León, 1971.

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MOMPLET MIGUEZ, Antonio E., El arte hispano musulmán, Ediciones Encuentro,

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La Alhambra de Granada, Visitas Virtuales, Escuela de Estudios árabes, Ana Blasco,

Dirección y coordinación: Patronato de la Alhambra y el Generalife,

http://www.arsvirtual.com/visitas/otros_monumentos/alhambra/alhambra.jsp,

[14/03/2005].

Page 121: Arte en los palacios nazaries de la Alhambra.pdf

121

INDICE DE IMAGENES.

Imagen 1. Alcazaba desde Mirador.* Pág. 28

Imagen 2. Vista Palacios desde Mirador.* Pág. 29

Imagen 3. Plano general de Alhambra y el Generalife. Pág. 30

Imagen 4. Puerta de la Justicia. Pág. 35

Imagen 5. Patio de la Acequia. Pág. 41

Imagen 6. Pórtico del Pabellón Norte del Generalife. Pág. 42

Imagen 7. Escalera del Agua. Pág. 43

Imagen 8. Escalera del Agua. Pág. 43

Imagen 9. Medina de la Alcazaba.* Pág. 48

Imagen 10. Versos de Francisco Icaza, ubicados en el

Jardín de Adarves.* Pág. 51

Imagen 11. Puerta del Vino. Pág. 52

Imagen 12. Palacio del Partal.* Pág. 53

Imagen 13. Plano del Patio de los Leones

(Ubicación de las fuentes). Pág. 59

Imagen 14. Jarrón con arte figurativo. Pág. 72

Imagen 15. Piedra fundacional del Maristán.* Pág. 73

Imagen 16. Restos de Estuco con colores originales.* Pág. 73

Imagen 17. Columnas.* Pág. 74

Imagen 18. Puerta de la Sala de las Dos Hermanas.* Pág. 74

Imagen 19. Mexuar. Pág. 78

Imagen 20. Patio y Galería de Machuca.* Pág. 79

Imagen 21. Patio del Cuarto Dorado y Fachada de Comares. Pág. 81

Page 122: Arte en los palacios nazaries de la Alhambra.pdf

122

Imagen 22. Patio de la Alberca y Torre de Comares. Pág. 83

Imagen 23. Patio de la Alberca y Fachada sur del

Patio de Comares.* Pág. 84

Imagen 24. Interior del Salón del Trono. Pág. 87

Imagen 25. Patio de los Leones desde Sala de los Reyes. Pág. 89

Imagen 26. Fuente del Patio de los Leones. * Pág. 90

Imagen 27. Detalle de los Capiteles de las columnas del

Patio de los Leones. Pág. 92

Imagen 28. Sala de las Dos Hermanas.* Pág. 94

Imagen 29. Detalle alicatados y yeserías de

Sala de las Dos Hermanas. Pág. 95

Imagen 30. Medallón con escritura. Pág. 95

Imagen 31. Cartela con escritura. Pág. 95

Imagen 32. Cúpula de la Sala de las Dos Hermanas. Pág. 98

Imagen 33. Mirador de Lindaraja. Pág. 100

Imagen 34. Sala de los Reyes. Pág. 102

Imagen 35. Pintura de la alcoba central de la

Sala de los Reyes. Pág. 103

Imagen 36. Sala de los Abencerrajes. * Pág. 104

Imagen 37. Fuente de la Sala de los Abencerrajes.* Pág. 105

Imagen 38. Puerta de una sala utilizada por

Washington Irving. * Pág. 107

Imagen 39. Galería abierta que conduce al Jardín de Daraxa. Pág. 108

Imagen 40. Jardín de Daraxa.* Pág. 109

Imagen 41. Interior de la Sala de las camas del Hamman. Pág. 110

Las imágenes marcadas con (*) son del autor. El resto se tomó de la bibliografía

consultada.

Page 123: Arte en los palacios nazaries de la Alhambra.pdf

123

INDICE

Palabras preliminares Pág. 5

Llegada a Granada Pág. 8

Primera noche. En busca de un guía. Pág. 11

Segunda noche. La historia del reino nazarí de Granada

y de la Alhambra. Pág. 14

Tercera noche. La Alhambra desde el Mirador de

San Nicolás Pág. 25

Cuarta noche. La Puerta de la Justicia y otros accesos

a la Alhambra. Pág. 32

Quinta noche. El Generalife. Pág. 38

Sexta noche. La Alcazaba, la Puerta del Vino y

el Palacio del Partal. Pág. 45

Séptima noche. Presencia y función del agua en

la Alhambra. Pág. 55

Octava noche. La literatura y la Religión en tiempos

de la Alhambra. Pág. 60

Novena noche. La Alhambra cristiana y el Museo

de la Alhambra. Pág. 68

Décima noche. Los Palacios Nazaríes Pág. 75

Undécima Noche. Los Palacios Nazaríes de noche. Pág. 114

Bibliografía consultada y Recursos electrónicos Pág. 119

Indice de imágenes. Pág. 121