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Volumen 18 número 106 agosto-septiembre de 2008 27 Artículo Agricultura y biodiversidad Federico Weyland, Santiago L Poggio y Claudio M Ghersa Facultad de Agronomía, UBA ¿Son compatibles la agricultura y la biodiversidad? El tema fue objeto de discusión en un taller sobre valoración de la biodiversidad en agroecosistemas –cuyas discusiones sintetiza esta nota–, realizado en noviembre de 2006 en la Escuela para Graduados Alberto Soriano de la Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires.

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Volumen 18 número 106 agosto-septiembre de 2008 27

Artículo

Agricultura y biodiversidadFederico Weyland, Santiago L Poggio y Claudio M GhersaFacultad de Agronomía, UBA

¿Son compatibles la agricultura y la biodiversidad? El tema fue objeto dediscusión en un taller sobre valoración de la biodiversidad enagroecosistemas –cuyas discusiones sintetiza esta nota–, realizado ennoviembre de 2006 en la Escuela para Graduados Alberto Soriano de laFacultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires.

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s común preguntarse en estos momentos, tanto enmedios académicos como en la prensa y entre elpúblico, si la expansión agropecuaria y las nuevas

tecnologías que la permiten conducen necesariamente aun deterioro ambiental o, más precisamente, si llevan aun menoscabo de los sistemas naturales que soportan lavida en la Tierra. Aparentemente, nos encontraríamosante el dilema de mantener y expandir la producciónagropecuaria para responder las demandas sociales, oconservar los ambientes naturales para satisfacer lasnecesidades biológicas del conjunto de seres que pue-blan el planeta, incluida la humanidad.

Al plantear que nos encontramos en una encrucijadade este tipo, se postula, implícitamente, que ambascosas resultan incompatibles: que la producción agríco-la aumenta a expensas del capital biológico presente enla naturaleza como biodiversidad. Los especialistas seña-lan, por su lado, que la pérdida de la biodiversidad oca-siona el deterioro de una proporción significativa de lasfunciones de los ecosistemas, por ejemplo, la conversióndel dióxido de carbono atmosférico en biomasa vegetal,la regulación del escurrimiento del agua de lluvia, losciclos biogeoquímicos y la regulación del tamaño de laspoblaciones de plagas.

En el mundo actual, sin embargo, la sociedadhumana no sólo depende de la producción agropecua-ria, sino que también muchos otros ecosistemas terres-tres y acuáticos funcionan en gran medida gracias a laagricultura. Existe, así, una compleja trama de relacio-nes que es necesario tener en cuenta cuando se postu-lan acciones conducentes a conservar la biodiversidady sus funciones.

Esta última constatación sugiere la revisión críticade la idea simplista de que intensificar la agriculturaproduce la ineludible consecuencia de destruir la biodi-versidad. La información disponible más verosímil indi-ca que la agricultura y la biodiversidad están relaciona-das de manera compleja con la vida humana y con losecosistemas naturales. Es una relación simbiótica, queafecta tanto a la naturaleza como a la sociedad, y cuyosresultados, beneficiosos o perjudiciales, pueden depen-der de cómo se administren las relaciones, es decir, losflujos de materia o energía, entre los sistemas agrícolasy los naturales.

Es claro, además, que si es necesaria una masiva pro-ducción de alimentos y fibras para sustentar la expan-sión demográfica y la complejidad social de la humani-dad de hoy, es igualmente necesaria la conservación dela integridad funcional y evolutiva de los sistemas quesostienen la vida en el planeta. Es posible pensar que,con la ayuda del conocimiento adecuado, se puedanalcanzar ambos objetivos: expandir la producción agro-pecuaria y conservar la biodiversidad en niveles sufi-cientes para mantener sus funciones biológicas regiona-les y globales.

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Biodiversidad y ecosistemas

El término biodiversidad comenzó a circular en la décadade 1980. En una reunión celebrada en Río de Janeiro en1992, en el marco del Programa de las Naciones Unidas parael Ambiente (UNEP), se la definió como la variabilidad entrelos organismos vivientes de todo origen, incluyendo, entre otros,los organismos terrestres, marinos y de otros ecosistemas acuáti-cos, así como los complejos ecológicos de los que forman parte;esto incluye diversidad dentro de especies, entre especies y de eco-sistemas. Esta definición quedó incluida en la Convenciónde las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica.

Definida de esta manera, la biodiversidad implica unaconcepción jerárquica. Un primer nivel es la diversidad delos individuos o grupos de individuos de una misma espe-cie: se refiere, por ejemplo, a las distintas razas de perros,los diferentes colores de piel u ojos de los seres humanoso las diversas variedades de trigo o papa, producto de lainteracción entre genotipo y ambiente. Un segundo nivelmarca la diferencia entre seres vivos que permiten hablarde especies como el girasol o el trigo, las ballenas o los zor-zales. Un tercer nivel se refiere a las diferencias entre losecosistemas, por ejemplo, entre una selva y un pastizal,cuyas composiciones, estructuras y funciones son diversas.

Para evaluar el efecto de la acción humana sobre elambiente, es necesario medir la biodiversidad. El núme-ro de especies, o riqueza, ha recibido más atención paracumplir con este propósito. Si bien se han creado variosíndices para cuantificarla, todos tienen limitacionesestadísticas y no terminan de eliminar la incertidumbreen la estimación del número real de especies presentesen un ecosistema.

Como se aprecia, hablar de biodiversidad también hacenecesario definir qué es un ecosistema. Por lo común seentiende por ecosistema al conjunto de seres vivientes,materiales no vivientes (o abióticos) y sus relaciones (entreotras, flujos de materia y energía, competencia, etcétera)que existen en un sitio particular; por ejemplo, en unalaguna o una selva tropical.

Los agroecosistemas son ecosistemas particulares, regu-lados parcialmente por el ser humano con fines específi-cos. La vegetación en los agroecosistemas está compuesta,principalmente, por especies domesticadas o cultivadas, ytambién sobresalen en ellos los animales domesticados ocriados. Pero en todo agroecosistema existe una biodiver-sidad asociada, que no se aprovecha para propósitoscomerciales pero ejerce gran influencia sobre la producti-vidad agropecuaria.

Habitualmente se suele distinguir, en forma dicotómi-ca, entre ecosistemas naturales y ecosistemas antrópicos. Talclasificación es más bien artificiosa y poco realista.Algunos ecosistemas ‘naturales’, como la selva amazónica,son el producto de una interacción de siglos o milenios delambiente natural con las culturas asentadas en él, cuyatransformación no es menor, e incluso domesticaron plan-

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no subsidiados, naturales subsidiados, culturales subsidia-dos y urbano-industriales (figura 1).

Los ecosistemas naturales no subsidiados sólo transfor-man la energía solar en tejidos vegetales (que pueden con-siderarse energía bioquímica) mediante la fotosíntesis; suprincipal valor reside en la regulación del clima y de cier-tos ciclos naturales, además de ser apreciados por la belle-za del paisaje y por su potencial recreativo. Los ecosiste-mas naturales subsidiados, además de transformar la ener-gía solar, como los anteriores, reciben aportes de estos; porejemplo, a un estuario o un delta llegan detritos transpor-tados por los ríos que los forman, originados en selvas delas altas cuencas de tales ríos. Estos sistemas suelen permi-tir la extracción de productos y requieren escaso o ningúnmanejo ambiental.

Los sistemas culturales subsidiados son los agropecua-rios, los cuales, en adición a los procesos que caracterizana los dos anteriores, son intensamente manejados, esdecir, reciben de la acción humana materia y energía,principalmente bajo la forma de fertilizantes y laboresagrícolas u otras; su función principal es la provisión debienes, pero también conforman un paisaje culturalapreciado por la población. Los sistemas urbano-ruralesson capaces de suministrar una gran cantidad de bienesy servicios mediante los subsidios provenientes de losdemás sistemas.

Esta clasificación está basada en los procesos ecológi-cos y muestra que todos los ecosistemas están conectadospor flujos de materia y energía, por lo que el manejo deuno influye en los demás. Ningún sistema es totalmentesustituible por otro y todos son necesarios para la supervi-vencia del ser humano. En ese contexto, nuestro esfuerzo

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tas y animales. Hoy, las áreas naturales protegidas, aun lasque se desean mantener intactas o se denominan prísti-nas, son objeto de considerable intervención humana, quellega hasta el manejo activo, por ejemplo, el control de losfuegos para evitar grandes incendios. La actividad huma-na también afecta indirectamente a zonas deshabitadas ypoco modificadas (como la antártica, la alta montaña, losestratos superiores de la atmósfera o las profundidadesmarinas). Asimismo, los ecosistemas tienen límites muypermeables e intercambian organismos y materia inerteentre ellos (o materia y energía).

La división entre sistemas naturales y antrópicos con-lleva la idea de que los últimos siempre afectan negativa-mente a la biodiversidad. Se piensa que los agroecosiste-mas no tienen demasiado valor para su conservación, yaque las especies que contienen son abundantes y suelenencontrarse en casi todas partes, además de resultar estéti-camente poco llamativas. Aunque así fuere, muchas deesas especies silvestres asociadas con los agroecosistemascumplen funciones ecológicas esenciales para su funciona-miento. Por ejemplo, en la pampa húmeda argentina cum-plen tales funciones, entre otros, los teros y chimangos,aves insectívoras y cazadoras-carroñeras respectivamente,que están además incorporadas al paisaje cultural delmedio rural. De la misma manera, ciertas malezas tienenimportancia agronómica como hábitat y alimento deinsectos polinizadores.

Uno de los pioneros de la ecología académica, el esta-dounidense Eugene Odum (1913-2002), propuso una cla-sificación alternativa de los ecosistemas, basada en losaportes externos (o subsidios energéticos) que recibe cadauno. Estableció cuatro categorías de ecosistemas: naturales

Figura 1. Clasificación de losecosistemas. La productividadrepresenta la cantidad de biomasaproducida por unidad de área y detiempo. La capacidad de trabajo esel flujo de energía en unecosistema en el tiempo.(Modificado de E Odum, Ecología.)

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ta componentes destacados de los ecosistemas, en particu-lar especies animales o vegetales llamativas, como los aler-ces de los bosques andino-patagónicos, el venado de laspampas o la ballena franca austral. En otras latitudes,podríamos pensar en las secuoyas gigantes o los pandas.La opinión pública es propensa a adherir con fuerza a lasiniciativas de conservación de esas especies, por una com-binación de razones estéticas, éticas y culturales. Las espe-cies así valoradas se tienden a denominar carismáticas y, enocasiones, se transforman en insignias o símbolos para lasacciones de conservación.

La simpatía que despiertan estas especies, sin embar-go, puede ser un arma de doble filo: los castores introdu-cidos en Tierra del Fuego, que son animales exóticos enun ecosistema frágil al que causan serios disturbios,como la destrucción de los bosques de lengas, capturaronla imaginación de la gente, que opondría una significati-va resistencia a su beneficiosa erradicación. Además, esteenfoque, en sentido estricto, no guarda relación con elconcepto de biodiversidad, sino que refiere a poblacio-nes, y la conservación o recuperación de poblaciones dedeterminadas especies no necesariamente asegura la sus-tentabilidad del ecosistema.

Además, elementos poco visibles de los ecosistemas,aunque igualmente importantes para la conservación de labiodiversidad, como los microorganismos del suelo o losmoluscos, no despiertan demasiada simpatía en el públi-co. Quizá por ello, a veces se opta por asociar el conceptode biodiversidad con funciones ecológicas, como la depre-dación, que pone de relieve la existencia de una red trófi-ca compuesta por numerosos elementos y relaciones. Así,

debería orientarse a entender cómo se interrelacionan,para poder realizar un manejo razonable de la biosfera,asegurar la sustentabilidad del conjunto y resolver los con-flictos de objetivos.

¿Cuánto vale la biodiversidad?

Cómo valorar los beneficios de la biodiversidad es unapregunta candente que se formulan los científicos nomenos que los economistas o los políticos, los que se venen la situación de recomendar o tomar decisiones. La res-puesta dista mucho de ser sencilla, esencialmente, porquelos beneficios que brinda a la sociedad son difíciles decuantificar en términos de precios de mercado, perodeben, de alguna manera, compararse con los beneficiosde la agricultura, que sí los tienen.

Un camino que a veces se toma es considerar que suconservación constituye un imperativo ético, lo que leconcede un valor intrínseco e irrefutable. Pero alcanzarun acuerdo sobre esa clase de valores intrínsecos es unproceso lento y difícil. A veces se procura definir benefi-cios utilitarios para facilitar el camino a la aceptación delvalor intrínseco. Esto es algo parecido a postular la abo-lición de la esclavitud por razones utilitarias o pragmáti-cas (por ejemplo, que los asalariados son laboralmentemás productivos que los esclavos) como camino paralograr que se acepte el valor intrínseco e irrefutable de ladignidad humana.

Un aspecto de la biodiversidad cuyo valor suele acep-tarse con cierta facilidad por la ciudadanía es el que resal-

LA DIVERSIDAD DE LOS PASTIZALES PAMPEANOS: TRANSFORMACIÓN DE UN PAISAJE

as pampas rioplatenses son conocidas por constituir exten-

sas llanuras y por presentar un horizonte abierto, con

visuales sin confín. Su relieve llano tiene escasos desniveles:

apenas alcanzan los 2 a 3 metros y sólo excepcionalmente lle-

gan a 10, salvo en su zona austral, en la que hay serranías con

afloramientos rocosos.

Se formaron en el pasado geológico por la acción del viento, que

acumuló limo, arcillas y cenizas volcánicas en tiempos de clima

seco. Su fisonomía original era la de un pastizal sin árboles, algo

singular cuyas causas están en discusión. Se han buscado distintas

explicaciones para la total ausencia de vegetación arbórea, que van

desde las condiciones climáticas hasta la acción humana.

El paisaje pampeano condicionó el asentamiento humano,

que se concentró en las costas marinas o de los grandes ríos.

La topografía llana y la homogeneidad del pastizal dificultaban

discernir la ubicación de cursos de agua, esenciales para ese

asentamiento o para realizar incursiones prolongadas. La aso-

ciación tradicional de esas extensiones con el concepto de

desierto se refiere, precisamente, a la ausencia de pobladores

sedentarios en buena parte de las pampas cuando llegaron los

europeos. Los indígenas sólo pudieron adentrarse en ellas

cuando adquirieron nueva movilidad con los caballos traídos

por los españoles.

La colonización europea, con la que llegaron la ganadería,

primero, y luego la agricultura, provocó cambios fisonómicos

notorios, en especial el progresivo reemplazo de la flora nativa,

que ya se advertía en el temprano siglo XIX, como puede apre-

ciarse leyendo los relatos de Charles Darwin (1809-1882) y

Guillermo Enrique Hudson (1841-1922).

El inmigrante europeo de ese siglo, trasplantado a la llanura

pampeana y a un paisaje que le resultaba monótono, trabajó

incansablemente contra factores adversos como hormigas, roe-

dores y sequías estivales para rodear su vivienda de los árboles

que le eran familiares y consideraba protectores. Encontró ya ins-

talado al ombú chaqueño, que probablemente se desplazó hacia

el sur acompañando al ganado vacuno traído desde Asunción.

Tempranamente, cultivó la acacia blanca y el duraznero; luego

álamos y sauces.

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en un agroecosistema la red trófica puede regular las pla-gas de los cultivos.

Este enfoque de las funciones ecológicas, sin embargo,tampoco está exento de dificultades. Las malezas son unejemplo ilustrativo. En principio, la definición de malezatiene connotaciones negativas para la agricultura, pues, enla postura clásica, el aumento de su diversidad provocaríauna disminución del rendimiento de los cultivos, incre-mentaría su capacidad de invadir y perpetuarse en sitiosnuevos y podrían aparecer poblaciones resistentes a losherbicidas. Pero los datos empíricos muestran que estaspredicciones a veces no se cumplen, y que las respuestasdependen de la especie y el contexto. Incluso, muchasespecies de malezas también cumplen funciones positivas,como conformar el hábitat para insectos benéficos, ayudara preservar la fertilidad del suelo, proporcionar biorreme-diación (la capacidad de restaurar las condiciones ambien-tales mediante el uso de organismos vivos) y otros.También, ciertas malezas resultan atractivas en el paisaje yse incorporan a la imagen que la gente asocia con elcampo, o, llamativamente, poseen propiedades alimenti-cias, como algunas que contienen más vitamina C queverduras de consumo tradicional.

Si sólo interesaran las funciones de los ecosistemas, laidentidad de las especies que los componen sería poco

Rolando J C León

La voracidad de las mangas de langostas impuso el paraíso,

único árbol cuyo follaje respeta esa plaga, y en la segunda mitad

del siglo se hicieron comunes eucaliptos, casuarinas, ligustros,

cipreses, pinos, acacias negras y palmeras del género Phoenix.

Las nuevas arboledas, extrañas al paisaje pampeano original, los

alambrados y los tendidos telegráficos, que acompañaban la

extensión de las vías férreas, proporcionaron sitios para que nidi-

ficaran aves que no lo hacen en el suelo, provenientes del monte

o de bosques nativos de regiones vecinas. Esas aves, a su vez,

resultaron eficaces dispersoras de las semillas de árboles como

talas, ombúes o ligustros, que se diseminaron por el paisaje pam-

peano a pesar de los ataques de hormigas, liebres o roedores.

Hacia 1950, en la parte norte de la región, en la llamada pampa

ondulada, aún se reconocían pastizales dominados por especies

nativas como parte de una trama de trigales, maizales, linares y

alfalfares. Esto era posible por las rotaciones de actividades agrí-

colas y ganaderas. En la cuenca del Salado o pampa deprimida,

inundable, y en la zona occidental seca, siguieron predominando

los pastizales naturales hasta muy avanzado el siglo XX.

Actualmente, la agricultura intensiva, por la adopción gene-

ralizada de herbicidas y de la siembra directa, creó un paisaje

nuevo, dominado por cultivos invernales de trigo y estivales de

soja, con un rastrojo inerte durante el período sin cultivos. En

algunas partes de la pampa ondulada desaparecieron los alam-

brados y se cultivan las banquinas de las rutas principales. Las

áreas peridomésticas y periurbanas, que aumentaron en super-

ficie, se transformaron en refugio de muchas especies del pas-

tizal nativo, que conviven con árboles y arbustos exóticos, de

origen diverso.

Las nuevas prácticas agrícolas, que protegen el suelo, como la

siembra directa, han quitado el último impedimento para la difu-

sión espontánea de los árboles, que aparecen como malezas en

las parcelas agrícolas y no son más removidos por el arado. Si

nacieron en lugares en que no entorpecen las labores agrícolas,

se dejan crecer y lo hacen sin impedimento. Como consecuencia,

en muchas zonas el horizonte sin límites del pasado se ha cerra-

do y el paisaje de pastizales autóctonos ha desaparecido.

Figuras 2 y 3. Dos manejos contrastantes de los márgenes de loscultivos en la pampa húmeda. En un planteo el alambrado fue

pulverizado con herbicidas y la banquina fue sembradarecientemente, mientras que la vegetación espontánea crece en

el alambrado y la banquina, en el otro. (Foto: S L Poggio)

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análisis de la rentabilidad social de las inversiones, enespecial las inversiones públicas. Así, esos beneficios pue-den compararse con los que la sociedad obtendría si elecosistema en cuestión desapareciera para dar lugar a otro,por ejemplo, si se reemplazara un área natural por agricul-tura, o si esta última se urbanizara.

Aun así, quedan muchas dimensiones que no son sus-ceptibles de una valoración numérica. La biodiversidades un reservorio de funciones, por lo que su conservaciónse puede ver como una póliza de seguro ante las conse-cuencias de cambios ambientales. Por ello, es sensatotomar a priori la posición que ninguna especie puededescartarse en los esfuerzos de conservación. Además,dentro de las funciones de la biodiversidad deberíanincluirse valores culturales muy diferentes según los gru-pos humanos, desde estéticos hasta éticos o espirituales,y todo ello es inconmensurable. En síntesis, podemosafirmar que la biodiversidad vale mucho, independiente-mente de con qué se la compare, y debemos abordar conmucha prudencia los intentos de ponerle un valor numé-rico, si bien ellos pueden ayudarnos a comprender deter-minados aspectos de la cuestión.

relevante, mientras cumpliesen esas funciones. Pero esimposible conocer exhaustivamente todas las especies queparticipan en cada una de tales funciones ecológicas o,recíprocamente, conocer y comprender todas las funcio-nes que cumple cada especie en el ecosistema. Elloaumenta la incertidumbre sobre cuáles de los elementosresultan claves para mantener el funcionamiento de unagroecosistema. Aun cuando sus funciones ecológicassean sustituibles, cada especie es única tanto en su dota-ción genética como en sus valores culturales y estéticos, ypor ello es irreemplazable.

Es posible, de todos modos, encontrar una vía parasuperar hasta cierto punto estas dificultades, lo que permi-te ensayar métodos para asociar valores numéricos a losbeneficios que crean las funciones de los ecosistemas. Estose ha hecho muchas veces, por ejemplo en el marco de los

Figura 4. Franja con vegetación espontánea que divide dos lotes agrícolasen la pampa húmeda. Esta franja es un reservorio de especies y funcionesecológicas en un agroecosistema. Los árboles en el horizonte muestran unelemento relativamente reciente en este ecosistema. (Foto: Jon Marshall)

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Biodiversidad y agroecosistemas

Actualmente se discute acerca de si la biodiversidaddebe servir a la agricultura o, en cambio, si la agriculturadebe sostener la biodiversidad. Los defensores del primerenfoque consideran que las funciones ecológicas contribu-yen a la sustentabilidad de la agricultura y pueden reempla-zar parcialmente los insumos de los agroecosistemas. Porejemplo, la depredación ejercida por aves e insectos contro-laría las poblaciones de ciertas plagas y disminuiría el usode pesticidas. Algunos estudios muestran que determina-dos sistemas agrícolas, diseñados para aprovechar este prin-cipio, alcanzan rendimientos comparables con los sistemasconvencionales, más costosos en insumos. Los defensoresdel segundo enfoque, numerosos en Europa, sostienen quela agricultura debería servir para incrementar la biodiversi-dad, independientemente de que ello produzca mejoras enla productividad agrícola. Incluso proponen hacerlo a costade la producción, por ejemplo, abandonando tierras agrí-colas para generar hábitats de vida silvestre. Esta perspecti-va, que prioriza los valores intrínsecos de la biodiversidad,contempla también sus beneficios a la producción.

Si bien ambos enfoques se superponen parcialmente, suscostos y beneficios se distribuyen de manera diferente en lasociedad. El primero, que se centra en las mejoras obtenidaspor la agricultura, favorece de manera directa al agricultorporque obtiene funciones ecológicas que mejoran su renta-bilidad. El segundo, en cambio, tiende a concentrar costosen los agricultores pero a dispersar los beneficios entretodos. Sería, en tal caso, un ejemplo de iniciativas con ren-tabilidad privada reducida e incluso negativa, pero alta ren-tabilidad social, o iniciativas caracterizadas por externalida-des positivas. Ello no significa que no puedan llevarse acabo proyectos inspirados por el segundo enfoque, sino queel empresario no los implementará en ausencia de mecanis-mos que compensen la disminución de rentabilidad. Lasdos soluciones a que se puede recurrir para concretarlos sonla prestación por parte del Estado o que este subsidie dealguna forma al agricultor. Es prioritario hacer esfuerzoseducativos para que tanto los encargados directos de arbi-trar sobre los usos de la tierra y las prácticas agrícolas comolos que influyen mediante políticas y subsidios participenen las acciones para preservar la biodiversidad.

Cómo opera la biodiversidaden los agroecosistemas

En los sistemas agropecuarios, algunas especies cum-plen funciones únicas e irremplazables, entre ellas ciertosmicroorganismos que descomponen la materia orgánica:si falta uno, el proceso se interrumpe. Su pérdida afecta elfuncionamiento del ecosistema a tal punto que se lasdenomina especies claves. En cambio, existe una alta super-posición de funciones entre otras especies, por lo que la

pérdida de una tiene escaso efecto sobre el funcionamien-to del ecosistema. Su valor para la conservación reside ensu redundancia, pues ella otorga al sistema la capacidad demantener estable su dinámica ante perturbaciones (cuali-dad designada por el anglicismo resiliencia, de resilience).Tal redundancia garantiza la continuidad de la función encaso de pérdida de alguna de las especies que la ejercen.

¿Por qué la biodiversidad es mayor en un sistemaagrícola que en otro? Uno de sus determinantes es laheterogeneidad del paisaje, que ha recibido particularatención durante los últimos años. La teoría ecológicapredice que la biodiversidad será mayor en paisajes másheterogéneos, que contienen más tipos de hábitat y pue-den albergar mayor número de especies. Algunos estu-dios realizados en la región pampeana muestran que ladiversidad de roedores disminuyó con la intensificaciónagrícola, que dio lugar a la remoción de los bordes de cul-tivos y a una mayor homogeneidad del paisaje por el pre-dominio de la soja. Tampoco los pastizales naturales secaracterizan por tener una gran diversidad, pues sonestructuralmente homogéneos. La mayor diversidad seencuentra en paisajes heterogéneos, producto de distin-tas actividades y tipos de hábitat (como agricultura,ganadería, bordes de cultivo, etcétera).

Estas características difieren con las especies o regiones.Por ejemplo, en la región pampeana no se encontró mayordiversidad de artrópodos en paisajes heterogéneos. EnEuropa, en cambio, se constató una más alta diversidad deabejas en sitios donde hay más cercos con vegetaciónnatural o implantada, es decir, elementos que confierenheterogeneidad al paisaje agrícola.

Otros determinantes de la biodiversidad han sidomenos estudiados, entre ellos, las interacciones entre plan-tas con flores y sus agentes polinizadores. En la pampa

Figura 5. Banquina de una ruta de la provincia de Buenos Aires quemuestra la actual tendencia a cultivarlas, afectando un reservorio debiodiversidad de los paisajes agrícolas. (Foto: J Marshall).

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húmeda se ha encontrado una relación positiva entre ladiversidad de insectos que polinizan el girasol y la diversi-dad de plantas con flores en los bordes del cultivo. En esaregión se han registrado más de cincuenta especies deinsectos polinizadores del girasol, solo una de las cuales (laabeja doméstica) es manejada para aprovechar su funciónecológica. Un manejo apropiado de esta diversidad deespecies tendría efectos muy positivos sobre la producciónde girasol, cuyo rendimiento depende estrechamente delos polinizadores.

La complejidad de los agroecosistemas hace necesariocontemplar también otros factores, como la dinámicatemporal o la influencia de los ingredientes sociales y cul-turales. Los agroecosistemas son dinámicos en distintasescalas; en la pequeña varían por la sucesión de cultivos y,en la mayor, por los sistemas agronómicos, como el reem-plazo de la labranza convencional por la siembra directaen la región pampeana. En materia social, la colonizaciónde la región pampeana por inmigrantes de origen europeoafectó la biodiversidad, pues diseminaron especies vegeta-les y animales no nativas o exóticas, como lo describe elrecuadro ‘La diversidad de los pastizales pampeanos: trans-formación de un paisaje’.

Promoción de la biodiversidad

Muchos países de la Unión Europea aplican medidasde política ambiental para promover la diversidad en losagroecosistemas. Dado que la extrapolación del modeloeuropeo a la región pampeana no sería adecuada, es acon-sejable buscar instrumentos de política apropiados al con-texto de la actividad agropecuaria local. Europa y América

difieren en las escalas temporales y espaciales de su agri-cultura. Europa tiene una historia agrícola muy antigua.Los cultivos se realizan en lotes cuya extensión media nosupera las 10 hectáreas. En la región pampeana, en cam-bio, la agricultura es mucho más reciente y se practica enlotes de mayor área (30 a 100 hectáreas). Esto crea condi-ciones ambientales distintas, que deben contemplarsepara diseñar instrumentos de política destinados a la con-servación de la biodiversidad.

El contexto socioeconómico de la actividad agrícolatambién es fundamental para diseñar y aplicar políticasagroambientales. Los grandes subsidios concedidos a losagricultores europeos como parte de esas políticas agroam-bientales son posibles porque la sociedad está dispuesta apagar dinero para fomentar la biodiversidad. La disposi-ción de la sociedad argentina en esta materia todavía no seha puesto en discusión. En la Unión Europea se han teni-do en cuenta diferentes idiosincrasias de los países miem-bros. Por esto, las políticas varían por regiones y algunospaíses, como el Reino Unido y los Países Bajos, realizanevaluaciones y ajustes periódicos. En Alemania los esque-mas agroambientales están orientados a la obtención deobjetivos concretos, como aumentar la diversidad de espe-cies vegetales, y dejan a los productores la elección delmodo de alcanzarlos.

Se ha avanzado mucho en la comprensión de los pro-cesos determinantes de la biodiversidad y sus funciones.Pero gran parte de ese conocimiento no fue obtenido enagroecosistemas, lo que deja abierta la pregunta sobre quéambientes agrícolas son los más aptos para aplicarlo. Serequiere, en consecuencia, focalizar ahora la investigaciónen los ecosistemas agropecuarios, para completar la teoríacon los aspectos específicos que se les apliquen.CH

El taller mencionado al comienzo se realizó merced a un sub-sidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica yTecnológica (RC 2006-1477) y la Escuela para Graduados'Alberto Soriano' (FAUBA).

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LECTURAS SUGERIDAS

AUTORES VARIOS, 2005, ‘La transformación de la agricultu-

ra argentina’, CIENCIA HOY, 15, 87.

NAVEH Z y LIEBERMAN A S, 1994, Landscape Ecology. Theory

and Application, Springer Verlag, Nueva York (traducción al

castellano: Ecología de paisajes. Teoría y aplicación, Editorial

Facultad de Agronomía, UBA, Buenos Aires, 2002).

ODUM E P, 1978, Ecología. El vínculo entre las ciencias natura-

les y las sociales, Compañía Editorial Continental, México.

WILSON E O, 1992, The Diversity of Life, Harvard University

Press (traducción al castellano: La diversidad de la vida,

Crítica, Barcelona, 1992).

SITIOS DE INTERNET:

www.agrobiodiversity.com www.dow.wau.nl/natcons/NP/EASY

http://plato.stanford.edu/archives/sum2003/entries/biodiversity

www.biodiv.org

www.biologia.edu.ar/biodiversidad/index.htm

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Artículo

¿CÓMO CONSERVAR LA BIODIVERSIDAD EN LOS AGROECOSISTEMAS ARGENTINOS?

a reducción de la biodiversidad en los agroecosistemas es una de

las consecuencias de la intensificación de la agricultura. Las pér-

didas de hábitat para la vida silvestre en el chaco argentino o el cerra-

do brasileño son a menudo comentadas por la prensa y resultan cono-

cidas por la opinión pública. No es mucho menor la magnitud de las

pérdidas ocurridas en la región pampeana, aunque no sea por lo

común objeto de interés de los medios.

El cultivo de las banquinas de las rutas y la remoción de alambra-

dos, allí donde la agricultura reemplazó a la ganadería, necesariamen-

te implican la pérdida de hábitat para la vida silvestre de las pampas,

porque antes tanto los bordes de los caminos como una pequeña fran-

ja a lo largo del alambrado constituían hábitats remanentes de flora

nativa y proporcionaban alimento, refugio y sitios de anidamiento para

insectos, aves y pequeños mamíferos.

El empobrecimiento ambiental de los agroecosistemas pampeanos

hace aconsejable tomar medidas de conservación que contemplen, al

mismo tiempo, las necesidades productivas. La política agropecuaria

actual se concentra en esas necesidades, sin considerar la conserva-

ción de la biodiversidad y los servicios ecológicos asociados. Para

cambiar lo anterior, como sería deseable, es necesario lograr que la

sociedad cobre conciencia de la situación, sus consecuencias y las

posibles medidas a tomar para promover la conservación de la vida

silvestre y el buen funcionamiento de los procesos ecológicos.

En la Unión Europea esto sucedió hace más de dos décadas y dio

lugar a los programas agroambientales de la Política Agrícola

Común de 1985, orientados a contrarrestar los efectos negativos de

la intensificación agrícola sobre la biodiversidad de los paisajes rura-

les. Los agricultores siguen voluntariamente sus disposiciones,

atraídos por incentivos financieros. Se comprometen a adoptar prác-

ticas agrícolas benévolas para el ambiente, como excluir insectici-

das, herbicidas y fertilizantes, o abstenerse de cultivar parte de los

lotes para crear un hábitat para la flora y fauna silvestres o, incluso,

preservar sitios de interés histórico o arqueológico. Actualmente, un

25% de las tierras agrícolas de los quince miembros más antiguos de

la Unión Europea es manejado en el marco de esas políticas. Para

Santiago L Poggio

aplicarlas, en 2003 los responsables de esas tierras recibieron unos

3700 millones de euros en subsidios.

Después de años de aplicación, se lanzó un intenso debate acer-

ca de la efectividad de esas prescripciones. Se han realizado evalua-

ciones en distintos países con resultados muy variables, lo que

generó preocupación y numerosas críticas. También las evaluacio-

nes recibieron críticas, a veces porque no incluyeron mediciones

anteriores a la aplicación de las medidas, o comparaciones con

sitios donde no fueron aplicadas, para corroborar su efecto. En

algunos casos, los agricultores las restringieron a lotes agrícolas

con menor capacidad productiva, que generalmente sostienen una

biodiversidad mayor, lo que genera un desvío en la evaluación de

los resultados y, en otros, los objetivos ecológicos fueron formula-

dos vagamente, sin definir los indicadores de éxito.

Esta experiencia europea debe ser tenida en cuenta a la hora de ini-

ciar cualquier discusión sobre las acciones de conservación de la bio-

diversidad en los agroecosistemas argentinos. Si bien la realidad

nacional es distinta de la europea, los problemas ambientales son

semejantes y las diferencias son más de grado que de especie. En

Europa se concluyó que las políticas y sus instrumentos deben definir-

se claramente para cada caso particular, y que la disponibilidad de

dinero no garantiza el éxito de las prescripciones.

La discusión que se necesita realizar en la Argentina es compleja y

contiene numerosos interrogantes. Entre ellos, cuál es la responsabi-

lidad social de los distintos actores directos o indirectos (políticos,

empresarios agropecuarios e industriales, agricultores, técnicos y

científicos, población rural y urbana), qué balance se puede establecer

entre los beneficios económicos de la conservación y los costos de las

medidas que la promuevan, quién soportará esos costos y cómo se

compensará a los agricultores por posibles pérdidas, qué programas

de investigación es necesario fomentar. Encontrar las respuestas que

concilien la diversidad de opiniones e intereses en juego desafía la

madurez y la responsabilidad social y ambiental de la sociedad argen-

tina. En comparación con esto, hallar soluciones científicas y tecnoló-

gicas parece una tarea más sencilla.

L

Federico Weyland

Licenciado en ciencias

biológicas, UBA.

Becario de posgrado,

CONICET.

Ayudante de primera,

cátedra de ecología,

FAUBA.

[email protected]

Santiago L Poggio

Doctor en ciencias

agropecuarias, UBA.

Investigador asistente,

CONICET.

Jefe de trabajos

prácticos, cátedra de

producción vegetal,

FAUBA.

[email protected]

Claudio M GhersaIngeniero agrónomo,

UBA.

Investigador principal,

CONICET.

Profesor asociado,

IFEVA, CONICET,

cátedra de ecología,

FAUBA.

[email protected]

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36

Las siguientes actividades fueron pensadas para alumnos de escuela media, en elmarco de las asignaturas Biología, Geografía, Economía Natural, ProducciónAgropecuaria o materias afines. Cada docente podrá adaptarlas al nivel de su cursoy a los temas enseñados previamente. Pueden realizarse juntas o por separado.

Actividad 2:El debate (tiempo estimado: una hora de clase para el debate, más

el tiempo necesario para preparar los argumentos, que puede realizarse

como trabajo en casa).

En esta actividad, los alumnos recrean un debate en el quese ponen en juego las tres grandes posturas que aparecen en elartículo en relación a la producción agropecuaria y la preserva-ción de la biodiversidad. El debate tiene como propósito que losalumnos utilicen los conceptos discutidos en el artículo comopunto de partida para elaborar argumentos en favor de una pos-tura determinada. De este modo, se busca que puedan desarrollar

Ciencia en el aula

una de las competencias fundamentales en el aprendizaje de lasciencias: la capacidad de argumentar sobre la base de evidencias.

Les proponemos dividir a los alumnos en tres grupos y asig-narles arbitrariamente una de estas tres posturas:

• Resulta prioritario mantener y expandir la producción agro-pecuaria para responder a las demandas sociales (como laalimentación o la obtención de biocombustible).

• Resulta importante conservar los ambientes naturales parasatisfacer las necesidades biológicas del conjunto de seresque pueblan el planeta. Intensificar la agricultura producela ineludible consecuencia de destruir la biodiversidad.

• La agricultura y la biodiversidad están relacionadas demanera compleja con la vida humana y con los ecosistemasnaturales. Los resultados de esta relación, beneficiosos operjudiciales, dependen, precisamente, de cómo se admi-nistre esta relación, es decir, los flujos de materia o ener-gía entre los sistemas agrícolas y los naturales.

A continuación, se explicará la lógica del debate: cada grupodeberá presentar un “panel de expertos”. Cada panel tendrá tresexpertos, que representarán un cierto ángulo de la postura quedeben defender. Por ejemplo, en el panel que defiende a la pro-ducción agropecuaria podrá hablar una madre de una familia muypobre y numerosa que sostenga que si no se privilegia la produc-ción agropecuaria los alimentos subirán de precio y ella no podráalimentar a su familia. En el panel que defiende la postura con-servacionista podrá hablar un guardaparque que cuente los efec-tos de las topadoras sobre el ecosistema de su zona. En el tercerpanel podrá hablar un geólogo que explique que la relación entreproducción agropecuaria y cuidado del ambiente no es de “todoo nada” y dé ejemplos de cómo se puede llegar a una tercera vía.

Parte 1: PreparaciónLos alumnos podrán preparar sus argumentos en grupos uti-

lizando el texto del artículo y lo que conocen del tema. Si esnecesario, podrán recurrir a otros recursos para expandir losargumentos en favor de su postura.

Agricultura y biodiversidad:una propuesta didáctica

LEER PARA PENSAR: AGRICULTURA Y BIODIVERSIDAD

Luego de leer el artículo respondé con tus palabras a las siguientespreguntas:

1. ¿Cuál es el dilema que plantea el texto en relación a la producciónagropecuaria y la conservación del ambiente?

2. ¿Existe una tercera postura en este dilema? ¿Cuál es?3. ¿Por qué es necesario medir la biodiversidad? ¿Qué se tiene en

cuenta para medirla?4. ¿Cuáles son las diferentes formas de argumentar que la biodiversi-

dad es valiosa? ¿Con cuál estás más de acuerdo y por qué?5. Los autores sostienen que las medidas de política ambiental euro-

peas no son extrapolables a la región pampeana. ¿En qué se basanpara decir esto? ¿Cuáles son las principales diferencias entre uno yotro contexto? ¿Pensás que tienen razón en lo que dicen? ¿Por qué?

Actividad 1:Leer para pensar (tiempo estimado: 40 minutos)

Les proponemos que comiencen discutiendo con sus alumnoslas respuestas a las siguientes preguntas, que apuntan a la com-prensión de los conceptos centrales del texto. Los alumnos pue-den trabajar de manera individual o en grupos.

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Volumen 18 número 106 agosto-septiembre de 2008 37

Ejemplos de recursos

Preparar un debate es una tarea compleja que, como tal,debe ser enseñada. La siguiente es una guía para ayudar a losalumnos a preparar su panel:

¿CÓMO PREPARAR UN DEBATE?

A partir de la lectura del artículo y de otras fuentes de infor-mación que hayan encontrado, elaboren una lista corta conlos principales argumentos a favor de la postura de su equi-po. (¿Qué argumentos son los MÁS importantes para con-vencer a la audiencia de que tienen razón?)

Argumentos:

Luego, utilicen la lista de argumentos como ayuda para pen-sar en diferentes roles para los panelistas. Cada panelistatiene que representar un argumento (o a lo sumo dos) paraque su presentación sea efectiva.

Miembros del panel y argumentos que representan:

1.

2.

3.

¿Cuáles piensan que van a ser los argumentos de los otrosdos paneles? Anticipen cómo refutarían cada uno de susargumentos e incluyan estas ideas en las presentaciones desus propios panelistas. Finalmente, ensayen las presentaciones. ¡Y adelante con eldebate!

Parte 2: El debateEn el comienzo del debate se organizan los tres paneles. Los

miembros de cada panel hablan por turno y se alterna entre unpanel y otro. Esto permite que los panelistas puedan refutar o dis-cutir los argumentos presentados por el panelista anterior. En gene-ral, las primeras presentaciones son más estructuradas pero a medi-da que avanza el debate los argumentos empiezan a refinarse y losalumnos piden evidencias y discuten las ideas de los oponentes.

En el final de la presentación la audiencia (formada por losalumnos que participaron en los grupos pero no presentaron en elpanel) toma una decisión. Aquí vale la pena que los alumnostomen una decisión personal y la pongan por escrito, fundamen-tando la decisión sobre base de qué argumentos los convencieron.Esto puede quedar como tarea para la próxima clase (como en elcuadro que sigue). También es posible realizar una votación, siem-pre y cuando los alumnos puedan decidir en función de la calidadde los argumentos más que por el equipo al que pertenecían.

DECISIÓN PERSONAL

Pienso que tiene razón el panel que propuso que ....

Los argumentos que me convencieron fueron:

Cambié/ No cambié de opinión porque

Actividad 3:¿Cómo influye la biodiversidad en el funciona-miento de los ecosistemas? (tiempo estimado: 40 minutos)

Uno de los ejemplos utilizados por Weyland y col. proponeque la diversidad de los polinizadores guarda una relación posi-tiva tanto con la diversidad de plantas como con el rendimientode los cultivos. En esta actividad los alumnos analizan datosrecopilados por un grupo de investigadores que estudiaban poli-nizadores en cultivos de café. Los lotes estaban a distinta dis-tancia de relictos de vegetación nativa (selva). El objetivo de laactividad es que los alumnos puedan comprender el efecto delnivel de biodiversidad en el funcionamiento de un ecosistema apartir del análisis de los resultados de una investigación real.También se discuten cuestiones metodológicas relacionadas conel trabajo en ecología.

Repartan a cada grupo los gráficos que siguen y discutanentre todos las preguntas que se proponen. Las respuestas espe-radas se incluyen debajo de cada pregunta.

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Distancia a la selva (m)

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Número de especies de abejas

65

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1. ¿Qué se mide en cada uno de los ejes? ¿Qué representacada uno de los puntos? ¿Cómo te parece que se realizaronestas mediciones?

El eje de abscisas de los primeros dos paneles representa ladistancia, en metros, que hay entre un determinado punto dellote cultivado al borde del parche de selva, mientras que el pri-mer y el segundo eje de ordenadas indican cantidad de especiesdistintas de abejas y cantidad de frutos de café producidos res-pectivamente. El tercer panel combina los datos de cantidad deespecies de abejas y frutos producidos que se utilizaron en lospaneles anteriores. Cada punto es el resultado de una mediciónde cada variable en cuestión a distancias crecientes del borde dela selva. Los investigadores trazaron transectas dentro del culti-vo de café, perpendiculares a la selva, y midieron, a distanciaspreestablecidas (por ejemplo, 0, 5, 10, 15m), la cantidad de fru-tos producidos (por cosecha manual) y la cantidad de poliniza-dores (con redes entomológicas o por observación y registro).

2. ¿Qué preguntas habrán querido contestar los investigado-res cuando hicieron este relevamiento de datos?

¿Existe alguna relación entre la diversidad de poliniza-dores y el tipo de vegetación? ¿La diversidad de polinizado-res guarda alguna relación con la producción de frutos?

(Aquí es importante diferenciar entre correlaciones yrelaciones causa-efecto).

3. ¿Qué conclusiones podés sacar de cada uno de los gráficos? El primer panel muestra que hay una relación negativa

entre la diversidad de abejas y la distancia a la selva, lo quesugiere que el cultivo de café reduce la diversidad promedio deabejas, o bien que el ambiente de selva contribuye al mante-nimiento de una alta diversidad de estos insectos. El segundopanel simplemente muestra la correlación negativa entre lacantidad de frutos formados y la distancia al bosque mientrasque el tercer panel relaciona lo que los dos primeros panelessugieren: la asociación positiva entre la diversidad de polini-zadores y los frutos formados.

4. Discutí con tus compañeros: ¿Pensás que estos datos demues-tran una relación causal entre la diversidad de abejas y la for-mación de frutos? ¿Por qué? Si tu respuesta es negativa, ¿quédiseño experimental se te ocurre que podría poner a pruebauna relación causa-efecto entre estas dos variables?

Estos gráficos solo muestran pares de variables que, si bienpresentan una relación positiva y lineal, no demuestran unarelación causal, ya que pueden ser simplemente variables nonecesariamente relacionadas pero que respondan de la mismamanera frente a cambios en una tercera variable. Una manerade poner a prueba relaciones causales sería generar ambientessimilares en los que solo se modifique, de manera controladapor el experimentador, la diversidad de polinizadores. En el casode que se observe una respuesta positiva, es posible concluir quela diversidad de polinizadores afecta la producción de frutos.

5. ¿Qué rol cumplirán las abejas en el cultivo de café? Las abejas cumplen un rol de polinización en el cultivo

de café, de modo que la selva, aumentando su diversidad,contribuye al mantenimiento de este servicio natural.

Melina Furman elaboró este texto sobre contenidos brindadospor los autores del artículo.