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arquitectura religiosa en Cantabria 1956-1970 cambio litúrgico y Modernidad. Curso de doctorado. Universidad Politécnica de Madrid. Santander 2005 Luis Alberto Alonso Ortiz Tutor: D.Antón González-Capitel Martínez

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Curso de doctorado. Universidad Politécnica de Madrid. Santander 2005

Luis Alberto Alonso Ortiz

Tutor: D.Antón González-Capitel Martínez

Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 1

ARQUITECTURA RELIGIOSA EN CANTABRIA 1956-1970. Cambio litúrgico y Modernidad. I. Introducción. II. De la autarquía a la recuperación de la modernidad. III. 1956-1970. Las iglesias del cambio. Torrelavega Iglesia de la Virgen Grande Luis Moya Blanco 1956Santander Iglesia de la Bien Aparecida Gabriel de la Torriente 1956Mataporquera Capilla de Nta. Sra. del Carmen Ramón Lavín del Noval (atribuida) 1957Laredo Iglesia de La Trinidad PP.TT. Ramón Canosa de los Cuetos 1958Argomilla Iglesia Colegio seminario San Luis Manuel Bringas 1960Santander Iglesia de la S.Familia. La Albericia Javier González Riancho 1961Torrelavega Iglesia de San Miguel. Campuzano Ricardo Lorenzo 1961Santander Capilla de la Obra San Martín Juan José Resines 1961Laredo Iglesia de Nta. Sra. de Loreto Ángel Hernández Morales (atribuida) 1963Sarón Iglesia de San José Emilio Mª. de la Torriente Castro 1963Torrelavega Iglesia del colegio de los SS.CC. Fray Francisco Coello de Portugal 1964Torrelavega Iglesia del colegio de La Paz Fray Francisco Coello de Portugal 1965Brañavieja Capilla del Centro Cívico Ángel Hernández Morales 1965Santander S.Mª. de los Ángeles. Franciscanos Luis Alústiza 1966Reinosa Iglesia del convento de Carmelitas José A. Olano Moliner 1966Santander Nta. Sra. del Faro. Cueto Jaime Carceller Fernández 1966Espinama Iglesia de San Vicente mártir Ángel Hernández Morales 1966Helguera Iglesia de Nta.Sra. de la Asunción. José Pérez de Regules 1967Santander S.Miguel y Santa Gema. Pasionistas Ricardo Lorenzo 1969La Hermida Iglesia de San Pelayo Ángel Hernández Morales 1970 IV. Los artistas y los espacios sacros de la región. V. Arquitectura moderna para nuevos templos. VI. Fuentes y bibliografía. VII. Anexo fotográfico.

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I. Introducción. La arquitectura religiosa del siglo XIX y principios del siglo XX en Cantabria ha sido objeto de estudios, principalmente realizado por historiadores, en los que desde una perspectiva general los trabajos de Sazatornil Ruiz (1996), y Rodríguez Llera (1987 y 2003), y desde un enfoque más concreto sobre los arquitectos más destacados como los estudios de Sazatornil Ruiz (1992), Ordieres Díez (1986, 1987 y 1992) y Basurto (1986), se ha mostrado y puesto en valor un tipo arquitectónico que, sin embargo, no ha merecido la atención de los especialistas en su desarrollo a partir de la Guerra Civil española.

Aun no se ha realizado un catálogo de la arquitectura moderna en Cantabria y respecto a la arquitectura religiosa contemporánea las aportaciones realizadas se reducen a unos análisis de carácter general poniendo en valor algunos de los edificios más representativos de este periodo, artículos de Fernández Abascal y Santamaría (1998) y de Rodríguez Llera (2000). La creciente concienciación sobre este patrimonio encuentra su reflejo en el meritorio trabajo del Museo Diocesano de Santillana del Mar cuyas guías de patrimonio religioso incluyen las iglesias contemporáneas de más calidad.1 Circunscrito a Santander, el Colegio de Arquitectos también a mostrado su interés por valorar los edificios religiosos modernos incluyendo a varios de ellos en la Guía de Arquitectura de la ciudad.2 La mayor aportación teórica la proporcionan los trabajos publicados sobre algunos de los arquitectos que proyectaron espacios religiosos en la región en las décadas de los cincuenta y sesenta, como los centrados en Luis Moya3, Ricardo Lorenzo4 y Francisco Coello5, fundamentales para comprender sus edificios.

La valoración social de las iglesias modernas no alcanza el de otras construcciones religiosas de periodos anteriores que merecen la catalogación oficial de monumento, una categoría que en muchos casos parece otorgarla la antigüedad y no la calidad arquitectónica. Distintas instituciones han promovido la publicación de catálogos histórico-artísticos comarcales y municipales en los que se hecha de menos una mayor atención al patrimonio religioso moderno. La propia Administración regional no ha mostrado aun la suficiente sensibilidad sobre estos edificios y solo uno de ellos, el colegio de La Paz de Torrelavega, ha merecido la declaración de Bien Inventariado; 6 en la misma ciudad otra de sus iglesias, La Virgen Grande, se incluye en la guía de arquitectura española editada por Tanais.

Me ha parecido oportuno realizar este trabajo sobre las iglesias proyectadas en Cantabria

entre los años 1956 y 1970, de modo que sea posible avanzar en un estudio sobre la contribución que estos edificios hicieron a la modernización arquitectónica de la región y a partir de un estudio compilatorio y analítico colaborar en un posible catálogo más general sobre la arquitectura moderna en Cantabria. Una manera de crear una mayor conciencia social e institucional, si cabe, del patrimonio arquitectónico religioso contemporáneo y poner en valor unos edificios que por la calidad arquitectónica de algunos de ellos, merecen ser objeto de las protecciones jurídicas y administrativas que establece la ley. 1 CAMPUZANO RUIZ, Enrique. Guías del Patrimonio Artístico Religioso de Cantabria. Museo Diocesano de Santillana del Mar. 2 Guía de Arquitectura de Santander. 100 edificios mirando al sur en una bahía del Norte. Colegio Oficial de arquitectos de Cantabria, 1996. 3 CAPITEL, Antón, “La arquitectura de Luis Moya”. COAM. 1982. 4 PORRAS,F y SORIANO, F., “Ricardo Lorenzo 1927-89”. Circus. COACAN. 1990. 5 FERNÁNDEZ COBIÁN, Esteban (coord.). “Fray Coello de Portugal, dominico y arquitecto”. Fundación Antonio Camuñas y Editorial San Esteban. 2001. ITURGAIZ CIRIZA, D., “La arquitectura religiosa del Padre Francisco Coello de Portugal”. Ars Sacra, 6. 1998. 6 B.O.C. 20/02/2002

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En aquellos años finales de la década de los cincuenta concurrieron una serie de factores,

sociales, económicos y culturales que hicieron posible que la arquitectura española, concretamente la de carácter religioso, se acercase con mucho retraso a los debates contemporáneos sobre los espacios sacros. En Cantabria, como en el resto del país, la Guerra Civil había truncado cualquier posibilidad de evolución de unas primeras y tímidas propuestas racionalistas que, en clave lingüística, habían reaccionado frente a la identificación de los estilos históricos medievales como la acertada imagen del edificio sagrado. Los estilos históricos dejaron paso a nuevas figuraciones, apoyadas en las diversas tendencias de los lenguajes modernos; la disponibilidad de nueva tecnología y materiales modernos posibilitaron la investigación sobre nuevas organizaciones espaciales y sobre la capacidad expresiva de la construcción. Se retornó al Movimiento Moderno en lo arquitectónico y se vivió un Renacimiento Litúrgico en lo religioso cuestiones que protagonizaron un debate cultural sobre la modernización del templo, que en España estuvo animado especialmente por los Dominicos, que habían construido las iglesias que llegaron a ser paradigmáticas en la arquitectura religiosa nacional: Colegio Apostólico de Arcas Reales de Valladolid (Miguel Fisac 1952), Capilla del colegio “Aquinas” de Madrid (José García Paredes y Rafael de la Hoz 1954), Estudio general de Teología de Alcobendas (Miguel Fisac 1955), Santuario de la Virgen del Camino en León ( Francisco Coello 1955). Precisamente fray Coello de Portugal en 1957 aun está terminando sus estudios de Filosofía en Las Caldas de Besaya donde escribirá varios artículos sobre la necesidad del arte moderno en el templo, publicaciones que estaban dirigidas a un público restringido7. Sin embargo esta relación con Cantabria serviría para que pocos años mas tarde construyese para la orden de los Sagrados Corazones sus dos colegios de Torrelavega.

El periodo de estudio así acotado comprende desde la aparición de los primeros edificios religiosos que decididamente rompen con la trayectoria de iglesias neoherrerianas que se venían construyendo en Cantabria tras la guerra; hasta el momento en que la interpretación de las directrices del Concilio Vaticano II hicieron cambiar de rumbo a la construcción de templos, cuando en detrimento de los aspectos arquitectónicos se primaron los de la urgencia y la economía en un momento gran actividad edificatoria.

El año 1956, cuando Luis Moya proyecta la iglesia de la Virgen Grande, concluye el largo

pontificado de mas de tres décadas del obispo don José Eguino y Trecu, muy vinculado a la época nacional-católica, lo que significó para la iglesia diocesana un punto de inflexión iniciándose una participación mas activa del clero en los cambios sociales que se producían en aquel momento. En la cátedra de la diócesis santanderina se sucedieron a partir de entonces y hasta 1972 cuatro obispos y dos obispos auxiliares: Doroteo Fernández Fernández (1956-1961), Eugenio Beitia Aldazábal (1962-1965), Vicente Puchol Montís (1965-1967), José María Cirarda Lachiondo (1968-1972) y Rafael Torija de la Fuente (1969-1972). Sus cortos pontificados hicieron imposible una planificación adecuada sobre la construcción de templos de los que la región estaba necesitada, sobre todo en las zonas de un espectacular crecimiento en torno a Torrelavega y Santander.

Termina el periodo con el final del mandato de José María Cirarda quien nombrado obispo de Santander fue destinado a los cuatro meses de la toma de posesión, Administrador Apostólico de Bilbao. La conflictividad social y eclesial de Vizcaya centró su atención pero aun pudo impulsar 7 COELLO DE PORTUGAL, Francisco. “Nuevo Premio arquitectónico para otra construcción dominicana” y “La evolución de la arquitectura”, artículos aparecidos en “Mensaje”, publicación de los estudiantes dominicos del Estudio General de Filosofía de Las Caldas de Besaya (Cantabria), nºXXVI (1957).

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en Cantabria una notable actividad edilicia de templos. Vio con claridad los cambios que se habían operado en la sociedad “ El hombre de la ciudad se caracteriza por su gran movilidad en el trabajo, en la diversión en la cultura y en su vida social.... La mentalidad del hombre de la ciudad es más técnica, menos sagrada, más secularizada, reacia al autoritarismo y a aceptar el peso de la tradición.... Será necesario... adecuar nuestras formas de acción pastoral y nuestras técnicas de evangelización, a sus propias peculiaridades. “8 Decretó la erección de dieciséis nuevas parroquias en Santander y cinco en Torrelavega, iniciándose un nuevo periodo en la construcción de templos en Cantabria donde la arquitectura sólo dará respuesta a las necesidades más elementales en la solución de espacios para la reunión de fieles, en este periodo se acondicionaron como templos, bajos comerciales, sótanos, naves industriales y se construyeron anodinos contenedores para salones parroquiales.9

A partir de un trabajo de archivo se ha podido hacer una relación de las iglesias construidas

en la región en el periodo de estudio, y junto con la información facilitada por las personas que directamente intervinieron en las obras se han desvelado muchos de los condicionantes de los proyectos y la evolución particular de cada uno de ellos. También se ha prestado atención a la documentación gráfica original, que revela en muchos casos los pasos previos al proyecto definitivo, las modificaciones que se introdujeron en el proceso de construcción e incluso las propuestas y proyectos que fueron rechazados. El resultado es el de veinte iglesias construidas de nueva planta en esos quince años, a las que habrá que añadir la del convento carmelita de Torrelavega, un edificio anacrónico, promovido, diseñado y trasplantado desde Madrid. De los veinte edificios, ocho fueron construidos para parroquias de los cuales dos se promovieron por particulares; seis construyeron distintas órdenes religiosas de los cuales en 1969 cinco de ellos se habían convertido también en parroquias; La Diputación de Santander, la Caja de Ahorros de Santander y el Ayuntamiento de Santander fueron promotores de otras tres iglesias. A diferencia de otras diócesis, la de Santander no promovió directamente ninguno de sus templos a excepción del colegio seminario de San Luis, aunque participó con ayudas económicas en la construcción de algunos de ellos; tampoco mantenía un empleo de arquitecto diocesano, por lo tanto la iniciativa de levantar una nueva iglesia y la responsabilidad de elegir quien diseñase el edificio recaían en los párrocos más activos y comprometidos. La valoración en su conjunto de estas iglesias evidencia un hecho significativo, la ruptura con el lenguaje y los modelos historicistas fue radical durante todo el periodo, venciendo en algún caso a las presiones de una parte de la sociedad más tradicional. En mayor o menor medida en cada uno de los veinte edificios existe una voluntad de participar de la modernidad, de la arquitectónica y de la litúrgica.

8 Carta Pastoral de 25 de Julio de 1969 del obispo Mons. José María Cirarda. Boletín Oficial del Obispado de Santander, núms..8-9. 1969. 9 Mons. Cirarda creó una Comisión Pro Templos Parroquiales que durante su existencia no tuvo mas que un carácter consultor. Impulsó también la Comisión que ya existía en Bilbao donde sus específicos canales de financiación la permitieron abordar la construcción de gran número de iglesias.

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II. De la autarquía a la recuperación de la modernidad

Tras la guerra civil como consecuencia de las circunstancias que habían rodeado al conflicto y fruto, en muchos casos de la presión social y política del momento, se produjo una efervescencia religiosa que de manera significativa mediatizó toda actividad social del momento; no solo tuvo su reflejo en el aumento de las prácticas religiosas10, sino que la propia iglesia fue protagonista en el soporte del régimen entre los años 1937 a 1959. En lo ideológico, el episcopado se caracterizó por una estrecha colaboración con el poder político, una unión de intereses y objetivos que se ha venido en denominar, el nacional-catolicismo; que supuso un Inmovilismo en las ideas y la imposibilidad de introducir un discurso innovador.

Tal circunstancia facilitó, en un momento de carencias, que las distintas administraciones impulsasen un proceso de reconstrucción de los templos que habían sido destruidos durante la guerra. La falta de materiales modernos, obligó a soluciones con sistemas constructivos tradicionales y a la utilización de mano de obra poco especializada. Organizaciones como la Dirección General de Regiones Devastadas y la Obra Sindical del Hogar en menor medida, promovieron o financiaron en parte numerosas obras de reconstrucción de iglesias.11

Dos edificios muy representativos de Santander se construyeron recién terminada la

Guerra: la iglesia de San Roque en el Sardinero (1940-1944) y la iglesia de San Francisco junto al ayuntamiento de la ciudad (1941- 1953). Las dos habían sido demolidas en el periodo de gobierno del Frente Popular y se reconstruirán en lugares distintos a su ubicación original. Las dos obras fueron simultáneas pero si bien en San Roque hubo un intento de interpretar el tema religioso con las nuevas formas de la modernidad, que ya se habían ensayado en la ciudad aunque restringido al ámbito de la arquitectura civil; en San Francisco se materializó la teoría arquitectónica de la España de posguerra, que encontraría su más épica realización en la reconstrucción y ampliación de la catedral santanderina tras el incendio que asoló la ciudad en febrero de 1941.

Iglesia de San Roque en el Sardinero, Santander. Ramiro Sáiz Martínez. (1940)

La iglesia del Sardinero obra de Ramiro Sáez Martínez, supone la ruptura con los lenguajes eclécticos e historicistas que habían dibujado el skay line neogótico de la ciudad; apostando por un cubismo art decó. Un efímero indicio de la modernidad, que sin alterar las composiciones de tradición clásica, incorpora un repertorio volumétrico simple y depurado que no oculta sus preocupaciones racionalistas. Eminentemente formal el decó de esta iglesia de San Roque, en lo 10 Boletín Oficial Eclesiástico de Santander, BOES, 2-II-1959, Francisco Odriozola según el cual la asistencia a misa en la diócesis alcanza al 48% de la población. 11 En 1953 el Estado había invertido en la diócesis santanderina 5.751.000 pts. en la reconstrucción de templos.

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que fue un intento de síntesis entre clasicismo y modernidad, resultó estéril, y el espíritu de exaltación nacional del momento encontró en la nueva iglesia de San Francisco su lenguaje mas apropiado.

Javier González de Riancho Gómez12 (1881-1953) proyectó la nueva iglesia de San Francisco. Autor modernista en sus primeras obras, cosechó un extraordinario éxito con el aristocrático estilo inglés, y llegó a ser uno de los adalides del “montañesismo” arquitectónico. Planteamientos que no abandonó a pesar de algún escarceo racionalista en algunos de sus proyectos de los años 3013. Sus obras religiosas anteriores a la Guerra Civil se habían desenvuelto en los historicismos ya tardíos del neogótico y, como él mismo nombra en las memorias, “barroco modernizado”, “herreriano” y “montañés”14. San Francisco, una obra de significación simbólico-política en la ciudad recuperó con nuevos componentes ideológicos el “estilo montañés” 15. El regionalismo arquitectónico de las primeras décadas de siglo encontró su marco apropiado en la “arquitectura nacional” de posguerra; y además en Cantabria de modo mas justificado que en otros lugares del país, pues como explicó el propio González de Riancho, eligió el estilo “Greco-Romano”, “por ser el estilo propio de la Región derivado de las tradiciones del Herreriano por la gran influencia ejercida por el glorioso Arquitecto Montañés autor de la fábrica del Escorial”. 16

Iglesia de San Francisco, Santander. Javier González Riancho. (1941).

La unión de estas dos visiones del herrerianismo, como expresión del regionalismo montañés y como teoría estética de la España de posguerra, fue la base teórica en la que se sustentó la nueva imagen arquitectónica del Santander reconstruido tras el incendio17, donde uno de sus elementos urbanos más representativos fue la nueva catedral ampliada.

Con el patrocinio del General Franco se acometió en 1944 las obras de reconstrucción y

12 MORALES SARO, María Cruz. “Javier González de Riancho (1881-1953). Arquitecto.”. C.O.A.de Cantabria, 1983. 13 Chalet de García lago en El sardinero, 1930; casas para D.José Canal en la calle Antonio López, 1930; proyecto para un “Nuevo Salón de Actos” en el palacio de La Magdalena, 1933. 14 Iglesia de los Redentoristas, 1927; Convento de las Esclavas,1929; Convento de las MM.Reparadoras, 1931; Capilla de las Agustinas h.1940. 15 ALONSO DEL VAL, José María; ARAMBURU ZABALA, Miguel Ángel y SAZATORNIL RUIZ, Luis. “San Francisco. De convento a Parroquia.” Parroquia de San Francisco y Ayuntamiento de Santander. 1994 16 Archivo General de la Administración. JAVIER G. DE RIANCHO: “Proyecto de la nueva iglesia de San Francisco. Memoria”. Santander, 3 de noviembre de 1941. 17 Fue el propio Javier González de Riancho el encargado de dirigir las obras de reconstrucción de la ciudad en 1943, proyectando obras tan “hispanocastizas” como la Plaza Porticada.

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ampliación de la catedral18. El proyecto de José Manuel Bringas, Jefe de Obras de la Dirección General de Regiones Devastadas y Director General de Arquitectura, se acercó al problema de ampliación del edificio medieval con iguales mecanismos compositivos eclécticos utilizados desde el siglo anterior, aunque aquí la imagen exterior no fue la neogótica sino la herreriana y barroca con claras referencias al clasicismo nacional. Utilizó en la ampliación de nueva planta un orden toscano que articuló los espacios de inspiración medieval de los nuevos transepto, cimborrio, presbiterio y girola, que al igual que las iglesias rurales montañesas de los siglos XVII y XVIII se cubrieron con bóvedas nervadas gotizantes. Hacia el exterior todo el conjunto se cerró con fachadas estructuradas con fajas, pilastras y frontones con remates de bolas y pirámides. Bringas defendió su propuesta ecléctica enfrentándose a un cabildo que presionaba para dotar al conjunto de una mayor uniformidad con el estilo gótico del siglo XIII de la colegial primitiva.19

Perspectiva del proyecto de reconstrucción de la Catedral de Santander. José Manuel Bringas. (1941).

En todo caso el estilo neo-herreriano de San Francisco y también el de la nueva catedral de

Santander, mas deudores de la catedral de Valladolid que de El Escorial20, son el resultado de la ecléctica combinación de elementos compositivos traídos de distintos momentos del clasicismo histórico. Verdaderos hitos de la “arquitectura imperial” en la autarquía, los proyectos clasicistas de la capital santanderina marcaron la pauta en las iglesias construidas en la región durante la década de los cuarenta.21

Hasta el final de la década de los años cincuenta son escasos los edificios religiosos

construidos de nueva planta. La nuevas iglesias se levantaron en el entorno de Torrelavega y en el llamado arco sur de la bahía de Santander donde la implantación industrial propició un notable crecimiento demográfico. Excepcionalmente en la comarca de Campoó, se construyeron las nuevas iglesias en los pueblos que habían sino inundados por el Pantano del Ebro. 22

18 ARAMBURU ZABALA, M.A. “De Colegiata a Catedral” en “La Catedral de Santander. Patrimonio Monumental”, José Luis Casado Soto (Ed.) Fundación Marcelino Botín. 1997. 19 Ante las presiones del cabildo que entre sus peticiones consideraban necesario sustituir las pilastras renacentistas del presbiterio por pilares góticos en armonía con el templo primitivo, Birngas argumentó que el proyecto correspondía al “organismo estatal que sufraga las obras en cuyo nombre y delegación actúa”. A.C.S. A 103, 18-XII-1942. 20 El propio Riancho proyecto en 1939 la Capilla de los Agustinos de Santander, con una portada clasicista inspirada en la Iglesia de las Angustias de Valladolid. 21 Gabriel Alomar en su revisión crítica “Sobre las tendencias estilísticas en la arquitectura española actual” B.I.D.G.A.,junio 1948, ya señalaba que el cariz nacionalista de la arquitectura española de los años cuarenta responde tanto a argumentos sentimentales como políticos: 1/ reacción frente a las tendencias internacionales anteriores a la guerra; 2/ obligada pobreza de los materiales; 3/ aislamiento autárquico; y 4/ ley histórica de coincidencia entre regímenes autoritarios y periodos de clasicismo en el arte. Así en el B.I.D.G.A. de diciembre de 1947, se observa que, “en tanto en países democráticos impera un riguroso criterio funcionalista, en Rusia se impone la vuelta a la arquitectura clásica”. Véase R.RODRÍGUEZ LLERA: “Herrerianismo imperial y castizo” en Herrera y el Clasicismo. Valladolid, 1986. 22 ALLENDE VALCUENDE, Jesús A. “Arquitectura de compensación en el pantano del Ebro”. Cuadernos de Campoo nº26, 2001.

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La Confederación Hidrográfica del Norte encargó en 1943 los proyectos de las nuevas

iglesias que debían construirse al arquitecto oscense Luis Vallet de Montana Echandia, de los que sólo se llegaron a construir cuatro edificios: las iglesias de Bimón, Las Rozas, Arroyo y La Población.23 En estas iglesias se repiten los modelos que la “arquitectura nacional” imponía, utilización mimética de elementos rescatados de los edificios históricos del entorno: espadañas, ábsides, torres,.. y con un tradicionalismo mas acentuado que en las obras de arquitectura civil que también proyectó en la comarca.

Iglesia en Las Rozas. Luis Vallet. (1943) Capilla de La Lastra. Regino Borobio. (1954)

Años mas tarde, en 1954 La Confederación Hidrográfica del Norte encargó el proyecto de

otra iglesia, la capilla de La Lastra, al arquitecto Regino Borobio Ojeda24 jefe de su servicio de arquitectura, un edificio que no se construyó. Borobio quien había construido 25 años antes el “moderno” pabellón de la CHN en la Exposición Universal de Barcelona, proyectó la capilla en Campoó con una inspiración también basada en la tradición como las anteriores, aunque sus testeros asimétricos y machones inclinados muestran una creatividad alejada del pastiche de las obras de Vallet. En este periodo se construyeron en el entorno de Santander además de la iglesia del Carmen en el poblado de Maliaño (1942) promovida por la Obra Sindical del Hogar para realojar a la población de pescadores tras el incendio de 1941, las iglesias de San José en Astillero (1949) y el Santo Cristo de Maliaño (1948); en Torrelavega la nueva parroquia de Santa María de Barreda (1940-1950) y la iglesia de Sierrapando (1957). Los nuevos poblados para obreros y técnicos levantados de nueva planta por distintas empresas incluyeron en su programa un edificio religioso; así se levantaron la iglesia del Salvador en el poblado de Sniace en Torrelavega (1948-1951) y la iglesia del poblado de Nueva Montaña en Santander (1951).

La construcción del pantano del Ebro supuso la desaparición de cuatro pueblos (Medianedo, Quintanilla de Medianedo, La Magdalena y Quintanilla de Bustamante); otros tres casi totalmente (Las Rozas, Villanueva y Renedo) y en otros ocho se perdieron partes significativas de sus barrios y trazado urbano. En total 300 casas, 8 iglesias, 2 ermitas y la ruina de los inmuebles descontextualizados y aislados. 23 Luis Vallet construyó los cementerios de La Población, Villanueva, Bimón y Arroyo. También realizó dos proyectos para una nueva iglesia en Villanueva, obra que demandó el pueblo y que nunca se construyó por considerarse excesivamente cara. 24 POZO MUNICIO, José Manuel. Regino Borobio Ojeda, 1895-1976: Modernidad y contexto en el primer racionalismo español. Monografías de arquitectura. 1991. También POZO MUNICIO, José Manuel. Regino y José Borobio. Edificio de la Confederación hidrográfica del Ebro. AACC1. E.T.S.A.U.N. 1999.

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Iglesia del Salvador, Poblado de Sniace . Torrelavega. (1948). Archivo parroquial. S/C.

Javier González Riancho fue el autor del proyecto de Nueva Montaña y Valentín Ramón

Lavín del Noval, arquitecto relacionado con la Dirección General de Regiones Devastadas25 fue el autor de las iglesias del Santo Cristo de Maliaño y la de Nuestra Señora de Barreda. Los templos de estos dos arquitectos fueron los de mas calidad, unida también a soluciones forzadas y contradictorias entre la imagen clasicista como única posible y la necesidad de soluciones económicas. La mas depurada es la inacabada iglesia de Barreda26 donde un envoltorio “nacionalista” que como dijo el párroco el día de su inauguración “es del más puro estilo herreriano, de honda tradición en la Montaña”27, encierra un rico programa decorativo contaminado de modernismo.

Proyecto inacabado de Iglesia de Nta. Sra. de Barreda, Torrelavega. Ramón Lavín del Noval (1940). A.M.T. Secc. P1, B8, 1027.

Torrelavega, donde se construirán las mejores iglesias modernas de la región, inició la

década de los sesenta con la inauguración de una gran obra religiosa, que fue el canto del cisne de una arquitectura ya anacrónica, el convento de Carmelitas Descalzas de Tronquerías. Proyectado por el arquitecto madrileño Eusebio Calonge, resultó una obra de hormigón y ladrillo revocado que a parte de las mejoras higiénicas introducidas, apenas difieren sus trazas de las de un convento carmelita de siglo XVII. Se iniciaron las obras en 1956 tres años después de realizado el proyecto, y finalizaron en 1961.

Fundaron el Carmelo en Torrelavega el convento carmelita de Ruiloba, y fue sufragado por una manda testamentaria de una aristócrata madrileña. El albacea de aquel testamento don 25 Para la Dirección General de Regiones Devastadas entre 1940 y 1950, trabajó junto con Juan José Resines del Castillo en la reconstrucción de Potes. 26 El proyecto original contemplaba la construcción de una torre, una arquería y una vivienda del párroco. 27 Libro de Fabrica Nta.Sra. de Barreda. Archivo parroquial.

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Eduardo Rodríguez de la Legísima hermano del que fuera rector de San Francisco el Grande en Madrid, fue el verdadero impulsor del proyecto; un hombre devoto religioso de ideología reaccionaria.28

El solar se compró a la familia Argumosa que tenían un palacete levantado en la finca

proyectado por Rucabado. Los intentos del municipio y de la Comisión Provincial de Monumentos para salvar el edificio fueron en vano, en 1953 se demolió el chalet con el acuerdo de que el ayuntamiento trasladaría por su cuenta el edificio a otro lugar, cosa que nunca se hizo. En las gestiones con el ayuntamiento y los albaceas en Madrid el sr. Obispo comisionó en varias ocasiones a quien era párroco en Torrelavega, don Teodosio Herrera, el mismo que se embarcaría en los mismos años en la obra de la Virgen Grande.

Fachada principal del monasterio de Carmelitas Descalzas en Torrelavega. Eusebio Calonge (1956-1961). A.M.Torrelavega. Legajo H246;9. Chalet del Cierro, de Leonardo Rucabado. Torrelavega. Demolido para la construcción del convento carmelita.

En los años finales de la década se construyó el edificio que marcó una ruptura con la arquitectura religiosa del momento29, la iglesia de Nta. Sra. del Carmen de Colindres (1955). La zona oriental de la región, en el entorno de Laredo, comenzó en aquellos años a experimentar un significativo desarrollo turístico con gran afluencia de veraneantes, sobre todo procedentes de Madrid. Este germen cosmopolita propició que un arquitecto madrileño oriundo de Colindres construyese una iglesia con claras intenciones de participar de la modernidad. Emilio Canosa Gutiérrez proyectó un edificio de planta todavía tradicional de cruz latina, pero es significativa la utilización del ladrillo desnudo por primera vez en una iglesia de la región. Proponen una simplificación en las formas de líneas estructurales limpias y una apuesta por la abstracción, propia de la arquitectura moderna, evidente en la solución de la torre. También resulta interesante la

28 Fue la fundadora del convento la Excma. Sra. Doña Maria Luisa Maldonado y Salabert, marquesa viuda de Torneros.(+1947). Actuó como albacea y promotor de las obras Eduardo Rodríguez de la Legísima, abogado de profesión y Caballero de la ínclita Orden del Santo Sepulcro, Capítulo Noble de Castilla y León, Caballero comendador de la Pontificia Orden de San Silvestre Papa, Adorador Nocturno “Veterano constante” y Terciario Franciscano. (+1978). En, ABAD LEON, Felipe. El Carmelo de Ruiloba. Remanso de oración y de belleza. Logroño 1991. 29 CIRICI, A. “La estética del franquismo”, Gustavo Gili. Barcelona, 1977. Interpreta el cambio de dirección en la estética franquista, del estilo imperial a la arquitectura moderna como consecuencia de la ayuda americana de 1949. Se pretendía desde las artes plásticas dar una imagen renovada ante los países democráticos.

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incorporación del complemento escultórico formalmente moderno tanto en la fachada monumental como en el mobiliario litúrgico. Cuatro años mas tarde junto con su hijo Ramón Canosa de los Cuetos proyectó en Laredo una iglesia en la que abandonaría la monumentalidad y la rigidez de la planta de Colindres.

Iglesia de Nta. Sra. del Carmen. Colindres. Emilio Canosa Gutiérrez (1955). Archivo municipal de Colindres.

Los últimos años de la década de los cincuenta serán también los últimos para una arquitectura religiosa, en algunos casos de buena factura, pero que no fue acompañada de una reflexión sobre el espacio sagrado. Los arquitectos que trabajaron en Cantabria se habían acomodado a las imágenes estereotipadas de iglesias historicistas que las circunstancias políticas del momento imponían, muy lejos de las experimentaciones que en Europa se habían realizado con los espacios eclesiásticos, sobre todo en Alemania, donde destacaron los arquitectos católicos Dominikus Böhm, su discípulo Rudolf Schwarz, y el luterano arquitecto y filósofo Otto Bartning.

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III. 1956-1970. Las iglesias del cambio. Iglesia de San José Obrero, “la Virgen Grande”. Torrelavega. “la traza es oval, propia para ser cándida clausura de la mejor Ave”30

Torrelavega contaba desde 1901 además de su iglesia parroquial, con una soberbia iglesia

neogótica, Nta. Sra. de la Asunción, proyectada por José María Basterra. Avanzado el siglo XX la iglesia parroquial, casi en abandono, se mantenía a duras penas en pié adosada a las ruinas de lo que había sido el torreón y palacio de los duques del Infantado. De capilla del señor de la Vega había pasado a ser la parroquial de la villa, e iniciado el siglo XIX la burguesía local promovió la reconstrucción del viejo templo medieval encargando en 1848 el proyecto de una nueva iglesia de tres naves al arquitecto Manuel Gutiérrez Vélez (1820-1873). El mismo arquitecto construirá tres años mas tarde iglesia de San Pelayo en Arredondo financiada por el indiano Antonio Gutiérrez Solana, pariente que llegó a ser de otro arquitecto, Luis Moya, quien aportaría significativos datos sobre la neoclásica iglesia, su autor y su promotor.31 Curiosa relación entre estos arquitectos, pues Luis Moya, proyectó la nueva iglesia de Torrelavega sobre el edificio demolido de Manuel Gutiérrez.

Proyecto de Reconstrucción de la iglesia “La Virgen Grande”, Torrelavega. Manuel Gutiérrez Vélez (1848). A.M.T. Leg. H.205, exp.3.

Planta de proyecto de la nueva iglesia de “La Virgen Grande”. Luis Moya (1956).

El Frente Popular ordenó el derribo de La Virgen Grande en agosto de 1936, 32 terminada

la Guerra Civil comenzaron las gestiones para su reconstrucción guiadas con empeño por su párroco, Teodosio Herrera. Fue este quien tras visitar la Universidad Laboral de Gijón puso su interés en que Luis Moya construyese su iglesia; en 1956 el proyecto estaba redactado33 30 Torre de la, F. Reales fiestas a la soberana imagen de la Virgen de los Desamparados, de la ciudad de Valencia, en su traslación a la nueva capilla, Jerónimo Villagrasa, Valencia 1667. 31 Moya Blanco, Luis. Notas sobre el cuadro de José Gutiérrez Solana que representa la iglesia de Arredondo. Madrid, 19 de febrero de 1966. Publicado en ALONSO FERNÁNDEZ, L.: J. Solana, Catálogo de la exposición Homenaje, Madrid. Centro cultural del Conde-Duque, 1985, Cat.P.84. 32 Tras el informe favorable de la Comisión del Tesoro Artístico y de la Comisión de Incautaciones; el 19 de agosto de 1936 acuerda el ayuntamiento el derribo de la iglesia por importe de 16.400 pts., y utilizar parte del material para la construcción de un grupo escolar en Barreda. A.M.T, Leg.H.174, exp.3,6. 33 Sobre el pensamiento arquitectónico y la obra de Luis Moya véase: CAPITEL, Antón. La arquitectura de Luis Moya. Monografías 3. COAM. 1982

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iniciándose un largo proceso de construcción que por las dimensiones, complejidad y falta de medios llegó en algún momento a tener carácter de épico.

Planteó Luis Moya una gran nave de planta elíptica cubierta con una bóveda nervada de

arcos de ladrillo que se cruzan formando una geometría estrellada, trabados con plementerías también de ladrillo. El presbiterio, adosado al espacio central elíptico y elevado respecto de la nave, y la puerta en el extremo oeste, trazan un eje litúrgico que se corresponde con el diámetro mayor de la elipse. El eje ritual tensiona el contundente espacio central al que además se le incorpora un eje transversal trazado desde el camarín de la Virgen Grande hasta la puerta lateral, que se prolonga hasta la plaza, cuando las puertas abiertas permiten participar de las grandes ceremonias y procesiones desde el exterior. Los dos anillos de lunetos acristalados entre los arcos y la linterna sobre el óculo central, aligeran la enorme bóveda e inundan de luz a la nave. La luz provoca nuevas tensiones al cerrarse la fachada del tambor orientado al sur con alabastro traslúcido que baña el interior de la nave reforzando una vocación de centralidad.

Interior de la iglesia de la Virgen Grande. Torrelavega. Publicado en CAPITEL, Antón, Op.cit.

Vista interior del proyecto de iglesia Circumstantes. 1922, Dominikus Böhm y Martin Weber.

Si Luis Moya se inspiró en los espacios barrocos de la arquitectura española para dar

forma a su pensamiento sobre los espacios religiosos de planta central deformados en la dirección de camino hacia el altar, el teórico alemán Dominikus Böhm a partir de las experiencias del expresionismo había llegado a trazar similares esquemas para su iglesia de Circunstantes (1922) y sobre todo en su proyecto de iglesia en Menden (1925).

La fachada principal de la Virgen Grande se resuelve con un cuerpo prismático vaciado con

una hornacina gigante al modo de las fachadas barrocas españolas. La diferenciación de materiales y el aparejo en estrella del ladrillo refuerzan la composición que sirve de marco a la imagen de la Virgen. Sobre el cuerpo de ingreso se levanta el campanario-espadaña a mas altura que el proyectado en un principio. Su estilizada y aérea estructura de hormigón se ha convertido en una imagen icónica de la ciudad. Esta relación con la ciudad será uno de los aciertos de este

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edificio que integra con naturalidad su compleja volumetría en el tejido del núcleo histórico. Su escala monumental cierra una manzana de viviendas por lo que solo ofrecerá tres fachadas al exterior. Su planta elíptica se adosa a la medianería en su eje mayor de modo que en el lado opuesto la presencia del tambor de la nave y su bóveda presiden la plaza porticada; hacia esta plaza se abría la puerta de la antigua iglesia. La puerta principal de la nueva se construyó donde antes se levantaba la torre de campanas y sirve de remate a la perspectiva de una corta calle que la relaciona visualmente con los espacios de bulevar cercanos.

Iglesia de la Virgen Grande. Luis Moya (1956) Una de las propuestas para la portada principal.

Iglesia de la Virgen Grande. Andamiaje en la torre-espadaña. Fot. José Gutiérrez Portilla. Ayuntamiento de Torrelavega. Archivo Municipal. Col.Nuria Gutiérrez. Sign nº387.

Básicamente la iglesia de Torrelavega evoluciona de los planteamientos que Luis Moya

había plasmado en la Iglesia de San Agustín de Madrid (1945-1959) y en la capilla de la Universidad Laboral de Gijón (1946-1956). En Torrelavega se depuran los elementos lingüísticos utilizados en aquellas, con una intención “modernizadora de lo clásico” en donde se busca el valor expresivo de los materiales, sus texturas y sus posibilidades estructurales desde los procesos artesanales. Luis Moya, un arquitecto posicionado ideológicamente como “anti-moderno” proyectó, contradictoriamente, una de las iglesias modernas de mas interés en la región.

La relación entre el emprendedor párroco de Torrelavega y el arquitecto Luis Moya aun

producirá en 1975 un nuevo proyecto de iglesia que se construiría como una avanzadilla urbanizadora en los prados de la Mies de Vega, al oeste de la ciudad. El modelo propuesto en esta iglesia ya lo había construido en Madrid quince años antes34. La nave se cubre con una bóveda paraboloide de vértices achaflanados; la forma y la organización funcional tensionan el espacio en la dirección del eje ritual. El interior del templo se percibe unitario, donde la bóveda se apoyaría, según se intuye en los planos, sobre las superficies traslúcidas que aligeran las fachadas. La introducción en el programa de una cripta semienterrada obliga a un exceso en los recorridos a los

34 En colaboración con J.A.Domínguez Salazar, Luis Moya construirá la capilla del colegio de Nta. Sra. del Pilar en Madrid (1959-1960), modelo utilizado en Torrelavega.

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que se incorpora la conexión con un baptisterio exento.35

Iglesia del Sagrado Corazón. Mies de Vega. Torrelavega.

Luis Moya (1975)

A.M.Torrelavega. Legajo 2463.

35 Las obras para esta iglesia dieron comienzo años mas tarde y el proyecto fue modificado manteniéndose el paraboloide hiperbólico de cubierta.

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Iglesia de la Bien Aparecida, Santander. Mientras Torrelavega reconstruía su monumental iglesia parroquial la capital, Santander, levantaba su discreta iglesia de La Bien Aparecida, su primer edificio religioso que rompe con la tradición de iglesias historicistas en la ciudad. La modernidad de este edificio reside en una apuesta por la abstracción e intención expresiva de la estructura, la combinación de materiales con un criterio de funcionalidad y significación austera, que se complementa con la incorporación al espacio litúrgico de la escultura que participa ya de la plástica moderna. En 1945 se inicia la gestión para disponer del solar en el entorno de la calle Vargas, una zona de la ciudad que había experimentado un fuerte crecimiento de población eminentemente obrera; y para tal fin fue el cardenal Herrera Oria quien donó una propiedad familiar. Con motivo de la coronación en 1955 de la virgen Bien Aparecida patrona de la región, el obispo José Eguino y Trecu decidió poner bajo su advocación la nueva parroquia. Se encargó el proyecto a Gabriel de la Torriente (1899-1977)36 pero se tuvo que esperar hasta 1961 para poner su primera piedra. La iglesia fue inaugurada el día de san José de 1966, evento que despertó gran expectación ciudadana trasladándose desde su santuario de Hoz de Marrón la imagen de la patrona.

Inauguración de la nueva parroquia de Nuestra Señora La Bien Aparecida. Diario Montañés 20-III-1966

La prensa del momento se hizo eco del acontecimiento e incidió en los valores de modernidad del nuevo edificio: “...una gigantesca imagen de Cristo de concepción moderna.”, “ La virgen sin peana como ya hemos visto en otras iglesias modernas “, “Todo el conjunto es armónico, clásico, con aire de modernidad y buen gusto”. Es significativa la entrevista que se publicó del joven párroco don José María Torre:37 P. ¿Qué ha significado esta parroquia? R. Una renovación litúrgica dentro del arte funcional. P. ¿Se adapta mejor al culto? R. Puedo decir que se encuentra plenamente de acuerdo con las normas conciliares sobre el arte sacro. P. ¿Qué opinan los fieles? R. Están encantados, y en todas las esferas sociales y culturales. P. ¿No ha extrañado a nadie? R. La gente conservadora admite el arte moderno sin estridencias, como es el de la parroquia. P. ¿Lo cree un ejemplo a seguir? R. Esta aceptación puede dar la tónica. Volvemos a las fuentes primitivas en la vida religiosa. Un templo como marco, debe acomodarse a ellas.

36 Su padre Emilio de la Torriente (1859-1949) había sido arquitecto diocesano desde 1893, arquitecto municipal de Laredo y autor de los proyectos del Colegio de los PP.Salesianos en Santander y del convento de las MM. Salesas. Nta Sra de la Visitación. 37 Alerta 5-IV-1966. La Bien Aparecida.

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P. ¿De qué manera? R. Simplificando los adornos que sobrecargaron el arte sagrado..... P. ¿Qué elementos arquitectónicos considera principales? R. La simplicidad, la luminosidad matizada de las vidrieras, y la gran visibilidad de todas las partes del templo, para participar directamente de la liturgia. P. ¿Y las imágenes? R. La imagen de la Virgen es de hechura primitiva, policromada, que encuadra en la sencillez del arte actual.

Se construyó en un solar en ladera lo que obligó a disponer la iglesia sobre un zócalo de

planta baja, elevada sobre la rasante de la calle Vargas. El templo tiene planta basilical de tres naves, la central con mayor altura, con crucero y ábside de planta trapezoidal. La estructura se resuelve con pórticos transversales de hormigón armado que se dejan vistos en el interior, el esqueleto estructural toma el protagonismo en la nave; y se ha buscado su mayor ligereza con esbeltos pilares de sección variable. Los huecos se abren con limpieza resolviendo con prefabricados de hormigón vidrieras de geometrías abstractas; el muro del presbiterio se significa con un chapado de paneles lisos de madera donde limpiamente destacan el Cristo y una Virgen.

Aunque la planta mantiene los esquemas de un templo tradicional, el interior es una

apuesta decidida a la supresión de cualquier formalismo historicista.

Iglesia en construcción de La Bien Aparecida, Santander. Gabriel de la Torriente (1956-1966). Archivo del Obispado de Santander S/C.

Reforma de 1992. El Diario Montañés. 11-10-1992

Si en 1966 el párroco José María Torre veía en la simplicidad y funcionalidad de su nueva

iglesia una vuelta a las fuentes primitivas en la vida religiosa; con el paso del tiempo ya octogenario cambió de criterio. En 1992 promovió la reforma de la iglesia financiada con la venta de parte del solar, los lenguajes historicistas totalmente anacrónicos enmascararon la iglesia; pilastras, entablamentos,... incluso se construye un pastiche de torre de campanas. El párroco comentó en prensa que el nuevo “templo, de aspecto colonial, humaniza en lo posible con sus colores blanco y rosa la calle de edificios tan altos, de ladrillos que casi ahogan a la población.”

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Capilla de Nuestra Señora del Carmen. Mataporquera.

Al tiempo que se comenzaba la monumental iglesia de la Virgen Grande, se levantaba en Mataporquera el pequeño edificio de la ermita de Nta. Sra. del Carmen. La ermita ya existía de antiguo, y su reparación fue pretexto para construir un espacio más grande que diese cabida al notable aumento de población. Tal como se venían haciendo en las reformas de otras iglesias, se optó por la incorporación de estructuras de hormigón armado que garantizasen un fácil mantenimiento; la de Mataporquera hubiese pasado como una reforma mas, pero en este caso la estructura concentra la carga expresiva del templo. Es posible que este sea un resultado no intencionado desde el proyecto, quizás un efecto inesperado.

La geometría del solar, muy forzada para planear una ampliación, es un triángulo muy

agudo definido por dos calles a diferente cota y una medianería que forma la base del mismo. La solución fue aparentemente simple, se proyectó una sola nave con ocho cuerpos; el acceso en el vértice y el altar apoyado en el muro que cerraba la base de la planta triangular. Cada cuerpo gana anchura para adaptarse al solar, y se cubren a dos aguadas, lo que implica que las cumbres de los cuerpos estrechos rematan a una altura inferior que las cumbres de los mas altos. En el interior, a la vez que se avanza hacia el altar, la iglesia gana en anchura y en altura. Para evitar apoyos interiores, las dos aguadas se resuelven con faldones apoyados en cerchas de hormigón armado y directriz quebrada que cargan en los machones de fachada que van resolviendo los recrecidos entre cada cuerpo de nave.

Capilla de Nuestra Señora del Carmen. Mataporquera (1957) Archivo particular.

Los elementos estructurales se convierten en el cierre de fachada en los tramos de testero

visibles al elevarse el tejado; por los huecos de estas cerchas entra la luz al templo. En el caso de los dos últimos cuerpos que se igualan en altura la cercha central se manifiesta en el interior; y en el muro de cierre de fondo, la cercha mantiene los huecos de entrada de luz pero se aumenta su canto para formar el cargadero y la embocadura del presbiterio.

La única luz natural que se introduce al templo lo hace por los huecos de las cerchas de

cubierta; esta y la presencia evidente de esta estructura caracterizan el interior de la capilla de

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Mataporquera. Los muros limpios, la presencia de la piedra reutilizada de la antigua ermita en los muros transversales como si fuesen contrafuertes, la renuncia a cualquier referencia de estilo y la inmediatez de la solución constructiva, confieren a este espacio un carácter industrial.

No está documentada la autoría del proyecto conservándose los planos de obra sin firmar.

Un vecino, albañil responsable de los trabajos recuerda las visitas a la capilla del arquitecto Ramón Lavín del Noval, el mismo quién apenas seis años antes concluyó la iglesia de Santa María de Barreda o las obras de reconstrucción de Potes para Regiones Devastadas. Parece lo más probable, que los servicios técnicos de las empresas locales, Cementos ALFA, UNQUINESA y Ferrocarriles de La Robla fuesen los que realmente proyectasen la obra. Directivos de estas empresas fueron miembros de la comisión para la reforma de la capilla, y aportaron para la misma además de cantidades en metálico, distintos materiales y mano de obra. No sería difícil para los gabinetes técnicos de estas fuertes empresas adaptar en esta obra las soluciones estructurales que estaban acostumbrados a utilizar en sus naves.

Si la luz en esta capilla fue un hallazgo, el exterior aun muestra las contradicciones del

momento. Se diseñó una fachada utilizando ladrillo cara vista donde destaca una desproporcionada cruz blanca perforada en el centro para colocar la campana. Si el uso aun no se evidenciaba lo suficiente, consideraron oportuno colocar un capirote de hormigón rematando cada uno de los machones transversales de piedra, seguramente este remedo de pináculos góticos atemperaría la imagen exterior de una iglesia que no parecía serlo. El propio edificio era reflejo de la sociedad local del momento; la funcionalidad y eficacia del mundo empresarial, y los iconos neomedievales que serían reconocibles por una feligresía todavía rural.38

Fachada principal y alzado sur. Capilla de Nta. Sra. del Carmen. Mataporquera (1957). Archivo particular.

38 Las obras de reforma y ampliación de esta capilla dieron comienzo el 8 de junio de 1957, inaugurándose el 21 de diciembre de 1958. Se amplió de nuevo este edificio en 1963, alargándose el presbiterio e incorporándose dos espacios de sacristía y almacén. Archivo parroquial de Santa Eulalia Mártir de Mataporquera.

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Iglesia de La Trinidad. PP.TT. de Laredo.

Primer proyecto de iglesia de La Trinidad. Laredo. Emilio y Ramón Canosa. (1958). Archivo PP.TT.de Laredo S/C.

Los trinitarios fundaron convento en Laredo en 1926, cuando se hicieron cargo de las

escuelas del Patronato del Dr. Velasco que ocupaban un ecléctico edificio proyectado e 1908 por Joaquín Rucoba en el que se incluía una capilla con la advocación de la Santísima Trinidad. En septiembre de 1959 el superior de los PP.TT. solicitó al obispo de Santander licencia para construir frente al colegio una nueva iglesia capaz para los muchos fieles, que sobre todo en verano, acudían a los oficios. En el mismo solar, donde existía un edificio de viviendas que se pretendía demoler, se levantaría la residencia de convento, una obra que nunca se hizo manteniéndose dicho edificio reformado para tal uso. Se localiza el solar en el inicio del primer ensanche de la villa en el borde norte de la alameda Miramar; tiene forma triangular delimitada por viales, siendo su lindero oeste el que se abre al parque.

El proyecto fue publicado en prensa en diciembre de 1958, los autores fueron los

arquitectos Emilio Canosa Gutiérrez y a su hijo Ramón Canosa de los Cuetos39, oriundos de la villa. Tres años antes el padre había proyectado la iglesia de Nta. Sra. del Carmen en Colindres. Desde la primera solución que aportaron, la iglesia tomó una forma triangular en la planta que ocuparía el vértice sur del solar rematándose en su extremo con una esbelta torre de campanas, planteamiento que no se abandonó en las propuestas siguientes, aunque las respuesta formales fueron bien diferentes.

En el primer proyecto la planta triangular de la iglesia presenta una organización espacial

totalmente simétrica; los muros de la nave convergen hasta las gradas del presbiterio donde un muro perforado da acceso al espacio del altar ocultando las entradas de luz laterales que bañan un muro curvo que hace de ábside40. En el fondo de la nave donde se dispone un coro soportado por

39 Ramón Canosa proyectó en 1961 para la Orden Trinitaria la iglesia de San Juan de Mata en Alcorcón, Madrid. 40 Una solución que recuerda la proyectada por Emiliano Amann Puente y Celestino Martínez Diego en la Iglesia de San José Obrero en de Romo, Getxo (1956-1959). Otros elementos de esta iglesia vizcaína pudieron ser referentes para Emilio y Ramón Canosa en sus iglesias cántabras, como la formalización de la torre de campanas y la composición de la fachada de ingreso.

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dos pilares se abren las puertas de acceso, en uno muro de trazado curvo. En el mismo eje y adosado al ábside se levanta la torre de planta cuadrada.

Al exterior la iglesia y la torre son de ladrillo, los dos volúmenes se cubren con cubierta

plana; la iglesia muestra una fachada maciza, limpia, apenas una línea dibuja un remate sin cornisas en donde solo abre el hueco rasgado del presbiterio. En una composición que recuerda la arquitectura de los primeros modernos holandeses de los años veinte, la torre esbelta compensa a masa horizontal del templo. La torre también maciza se aligera con un cuerpo de troneras calado en sus cuatro fachadas que se remata con un elemento escultórico metálico que pudiera cumplir una función de pararrayos.

Al primer proyecto le sucede una segunda propuesta donde los cambios son significativos.

No existe un eje rígido de composición, los muros convergen hacia el presbiterio, pero esta vez son continuos cerrándose tras el altar; excepcionalmente la fachada oeste se fragmenta en tramos desplazados que permite introducir luz rasante a la nave, y se prolonga con un aparejo de piedra en un trazado curvo que formaliza el ábside. El presbiterio se abre a la nave procurando un mayor acercamiento a los fieles, presenta mayor altura que aquella lo que permite iluminar cenitalmente el muro de piedra que enfatiza la importancia del lugar de culto, fondo que también recibe luz de la vidriera dispuesta en el muro oriental.

En 1957 Miguel Fisac había proyectado la iglesia de Nta. Sra. de la Coronación en Vitoria,

donde es posible encontrar algunos referentes utilizados en la iglesia de Laredo; como la convergencia de un muro ortogonal con otro de trazado más libre, el bañado del presbiterio con una luz misteriosa, incluso la perforación del muro recto con pequeños huecos dispuestos a tresbolillo.

El proyecto definitivo mantuvo el acceso principal entre la nueva iglesia y el edificio

preexistente a través de un patio, en una relación confusa con la alameda a la que da frente la fachada occidental. No se construyó el nuevo convento previsto y en la actualidad la medianería en la que debía adosarse se ha convertido en una nueva fachada a la iglesia con tres puertas de ingreso puestas en valor con un mural figurativo de elementos metálicos.

La torre también fue objeto de indecisiones; se mantuvo su localización en el vértice del

solar, aunque ahora la limpieza del ábside impedía su adosamiento. Se dibujaron dos propuestas de torre exentas que presentaban una conexión mediante una ligera marquesina con un acceso secundario a la nave. En las dos la apuesta por la abstracción es evidente; en un caso la torre solo es una estructura de elementos verticales que soportaban la escalera de dos tramos que asciende hasta las campanas; en el otro caso la misma escalera se desarrolla entre dos esbeltos muros cerrándose los costados con una especie de celosía de vigas, pilares y muros en una disposición muy libre de atractivos juegos de sombras. Se intuye como los distintos planos tendrían diferente color lo que hubiese supuesto un singular y atrevido elemento neoplasticista en la arquitectura religiosa regional. Fue esta última torre la que aparece en el dibujo publicado en la prensa anunciando el inicio de la obra; pero ninguna de estas propuestas se construyeron. Hubo que esperar veinticinco años para que la iglesia de la Trinidad tuviera su torre que se construyó exenta en un diseño estilizado de planta cruciforme, que no llegó a articularse correctamente con el cuerpo de nave.

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Diario Montañés, Diciembre de 1958.

Soluciones B y C para el Campanil de la iglesia de la Trinidad de Laredo. Emilio y Ramón Canosa (1958) Archivo del Obispado de Santander S/C.

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Iglesia del colegio seminario San Luis. Argomilla de Cayón. El obispado de Santander que estaba considerando aumentar la capacidad del seminario

de Corban41, aceptó el ofrecimiento de unos terrenos en el valle de Cayón para construir un edificio nuevo.42 El colegio seminario fue diseñado por el arquitecto José Manuel Bringas que planteó el proyecto en varios edificios autónomos conexionados por corredores cubiertos en planta baja: Pabellón de cocinas, enfermería, residencia de monjas y servicios generales, pabellón de dormitorios, pabellón de clases, edificio de residencia de profesores y por supuesto una iglesia. El edificio más grande era la residencia de estudiantes, un bloque laminar que organizaba el conjunto, y al que se le adosaba el volumen de iglesia; bajo esta se disponían espacios de comedor y otros usos comunes.

El edificio de dormitorios de seis plantas tiene testeros ciegos revocados y fachadas

ordenadas por la estructura vertical que se evidenciada al exterior. En el centro de la fachada occidental se adosa directamente el volumen de la iglesia; su color blanco destaca de los pardos edificios de ladrillo y se extiende también al cerramiento de la planta inferior de servicio. Las formas de la iglesia significarán el lugar de culto, la nave con cubierta curva y el presbiterio contenido en un prisma de cara exterior mas alto que la nave y cubierto con un plano inclinado.

Colegio seminario San Luis. Argomilla. J. Manuel Bringas. (1960). Archivo del Obispado de Santander S/C.

Los muros que cierran la nave se desplazan en una operación ya conocida de introducir luz

rasante al interior, sin embargo aquí la superficie acristalada no solo se dispone entre los dos planos de muro sino que se prolonga en la esquina introduciendo luz directa a la nave. El efecto de luz indirecta si se consigue en el presbiterio donde un muro curvado de fondo recibe luz de dos esbeltas vidrieras laterales no visibles por los fieles. Los paramentos interiores están revocados terminados con pintura; el techo se traza con una bóveda rebajada terminada en madera.

Conexionada la iglesia con una torpe articulación al programa general del seminario y

resueltos los condicionantes de capacidad, con una generosa tribuna incluida, el templo se piensa al modo tradicional, nave abovedada, coro, arco triunfal y presbiterio. El empleo de formas nuevas son solo un pretexto para construir más grande con menos costo.

41 Como consecuencia de los acuerdos de la Santa Sede con el estado español, a la diócesis de Santander se anexionaron 200 parroquias pertenecientes a las diócesis de Oviedo, León, Palencia y Burgos. 42 Los terrenos fueron cedidos por la Fundación de don Luis Catalán Fernández y doña María Cabello Sierra su mujer.

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Secciones de la iglesia del Colegio seminario San Luis. Argomilla. J. Manuel Bringas. (1960). Archivo del Obispado de Santander S/C.

José Manuel Bringas había sido Jefe de Obras de la Dirección General de Regiones

Devastadas y tras su liquidación, Director General de Arquitectura. En Cantabria había proyectado y dirigido las obras de reconstrucción de la catedral de Santander y veinte años mas tarde su propuesta de espacio religioso en el nuevo seminario fue radicalmente diferente. Las soluciones de la iglesia de San Luis deben mucho a los muros escalonados de la capilla de las “Aquinas” en Madrid de García Paredes y de la Hoz (1954), y a la solución de presbiterio con las entradas de luz laterales y cierre exterior curvado de la iglesia de Arcas Reales de Fisac (1952). Sin duda Bringas que proyectó los Colegios Mayores José Antonio y el Hispano-Árabe (hoy Residencia Santa Teresa) de la Ciudad Universitaria de Madrid se familiarizó con el repertorio formal moderno ya probado en iglesias muy conocidas, aunque en esta de Argomilla falta mucho de la emoción que contienen aquellas.

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Iglesia de La Sagrada Familia. La Albericia. Santander. La Albericia fue uno de los barrios mas degradados de la periferia de Santander, donde se

trasladó parte de la población de pescadores que se quedó sin vivienda tras el incendio de la ciudad en 1941. Contó después de terminada la Guerra Civil con una capilla escuela, habilitándose para tal fin el cine Radio Cinema, un edificio que proyectó en 1928 Javier González Riancho. Tres décadas mas tarde, fue su hijo Javier González de Riancho Mazo el encargado de proyectar la nueva iglesia del barrio.

Desde 1960 se redactaron varios proyectos pero fracasaron las gestiones para adquirir el

solar. Distintas administraciones cedieron los terrenos de lo que había sido un refugio de la guerra en la carretera a Monte Corbán donde definitivamente se levantó el centro parroquial. La Obra Social de la Caja de Ahorros de Santander costeó las obras que fueron inauguradas el primero de mayo de 1963.

Planta el centro parroquial La sagrada Familia. La Albericia. Javier González de Riancho Mazo (1961). Archivo del Obispado de Santander S/C.

La primera impresión al acercarse a esta iglesia es de que está al revés, y es posible que

un proyecto anterior, se mantuviera con pequeños cambios para adaptarle a la nueva parcela. El centro parroquial se organiza en una disposición en ele, en un brazo el templo y en el otro un edificio de salón de actos y viviendas que se adosa al muro sur de la iglesia con el soportal del salón. Los edificios acotan un espacio ajardinado bien orientado por donde todo indica debían ser los accesos. Sin embargo la iglesia presenta hacia la carretera lo que debía ser el volumen del ábside, y es por este por donde se abre su puerta principal y se dispone el coro.

La iglesia es un espacio de una sola nave iluminada por generosas vidrieras abiertas en

sus muros laterales. La cubierta a dos aguadas de pizarra se manifiesta al interior con un falso techo que presenta un despiece de fajas lungitudinales. El ábside se reinventa disponiendo de forma exenta un muro curvo de piedra oscura que oculta los espacios de almacén y sacristía.

Aunque el proyecto se sustenta en un planteamiento formal ya antiguo, revestido con una

estructura y materiales modernos es de valorar la intención compositiva en los acabados exteriores. Los chapados de piedra en los pilares de hormigón estructuran los paños enfoscados y de ladrillo visto. Mas logrado en expresividad es el resultado de la torre, donde se invierte el juego y la piedra

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hace de relleno entre la estructura limpia de hormigón. En cierto modo recuerda algunos aspectos de los muros texturados que Luis Moya había utilizado en La Virgen Grande, aunque en este caso sin el rigor, claridad y calidad de la iglesia de Torrelavega.

Alzados norte y este de la iglesia de La Albericia. Javier González de Riancho (1961). Archivo del Obispado de Santander S/C.

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Iglesia de San Miguel. Campuzano

Planta y localización de la nueva iglesia de San Miguel en Campuzano. Primer proyecto (c.1957). A.M.Torrelavega. PA05-011

Arruinada la antigua iglesia medieval de Campuzano se tomó la decisión de construir una

nueva. El primer proyecto lo redacta el servicio técnico municipal de Torrelavega que estaba dirigido por el arquitecto Federico Cabrillo Vázquez. El edificio que se propuso continuaba repitiendo los esquemas clasicistas y las parafernalias neoherrerianas de las iglesias que se habían construido durante las dos décadas anteriores. No sin ciertas incongruencias se organizaba una planta en cruz latina con capillas laterales, ábside poligonal con falsos contrafuertes, bóveda falsa con sección de arco carpanel, cuerpo avanzado de ingreso y torre de campanas.

La venida de un nuevo párroco tras un grave conflicto social en el pueblo, llamado entonces

“la pequeña Rusia”, aceleraron las gestiones para que el entonces joven arquitecto torrelaveguense Ricardo Lorenzo proyectase el nuevo templo. Este nuevo proyecto de 1961 tomó una dirección bien distinta. Provocador en su momento, supo resolver el programa en un complicado solar de geometría triangular y dar una respuesta formal completamente nueva en el panorama arquitectónico de la región. La pregnancia de sus volúmenes en el barrio, las relaciones interior-exterior, y la voluntad de reinterpretar los espacios rituales son claves para entender y valorar un edificio en el que va parejo el gran interés que merece, al olvido al que fue relegado desde que fue construido.

Se iniciaron las obras en 1961 con una primera ayuda del Estado y la colaboración de la

empresa Sniace; el pueblo se involucró en la obra trabajando en ella los fines de semana, durante años se sucedieron los problemas económicos y casi paralizadas en 1967 se las dio nuevo impulso con el tesón del párroco de Torrelavega don Teodosio Herrera.43

43En 1969 se daba por terminada la iglesia cuando aun se debía cerca de un millón de pesetas. En aquellos últimos años dirigió las obras el arquitecto Ángel Álvarez de Eulate Peñaranda. Archivo del Obispado de Santander S/C. Solicitud de ayuda económica al sr. Obispo firmada por Ángel Álvarez de Eulate, año 1969. Este mismo arquitecto proyectó en 1974 el centro parroquial construido en Tanos, Torrelavega; donde Ricardo Lorenzo había también realizado un proyecto en 1970.

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Primer proyecto para la iglesia de Campuzano. (1960). A.M.Tvg. PA05-011.

Perspectiva de proyecto. Ricardo Lorenzo. (1961)

Para Ricardo Lorenzo fue su primer edificio público y tal vez su obra más radical. Desarrolló

el programa dentro de los límites del reducido y complicado solar triangular disponiendo en cada uno de los tres vértices el altar, la torre de baptisterio y el acceso. Una “banda sin fin” de color blanco acota el perímetro del conjunto que se construye a partir de una compleja geometría de generatrices curvas. El templo adopta una planta oval donde el espacio ritual se organiza en el eje que definen los accesos y el altar. El aforo del templo se aumenta disponiendo un graderío limitado por un peto blanco que repitiendo un trazado ovoide desciende por ambos lados de la nave hasta las primeras gradas del presbiterio. El altar que se eleva media planta para disponer una capilla del sagrario justamente debajo y visible desde la nave, se percibe distante y enfatizado por una controlada luz que se introduce por un lateral y por el techo.

La apertura con una cristalera del muro sur de la nave hacia un jardín interior provoca una

tensión perpendicular al eje del altar, justificada por la posición en el exterior de la torre-baptisterio, donde la pila bautismal se cierra en una mampara circular de vidrio para ser vista desde el interior del templo. Alrededor del baptisterio una rampa contenida por el muro exterior asciende hasta la planta primera donde la torre se continúa con un cuerpo ligero de perfiles metálicos en la actualidad sin los vidrios que cerraban el cuerpo cilíndrico.

Los muros curvos que envuelven a la iglesia permiten disponer en los intersticios que dejan

los espacios de circulación, sacristía y locales, convirtiéndose el pequeño jardín interior y su galería superior en el centro distribuidor de las actividades parroquiales.

La cubierta de la torre acristalada es una pesada cubeta de hormigón visto, una solución

que se repite en las cubiertas del presbiterio y de la nave, donde el hormigón no llega a cargar en los muros blancos del templo, dejando una continua faja de luz. Estas cubiertas se pensaron inundables para proteger las impermeabilizaciones, incluso Ricardo Lorenzo barajó la posibilidad de ajardinarlas, ninguna de las dos soluciones se llegó a materializar.

La iglesia de Campuzano se conforma como un edificio-organismo de espacios fluidos en

una sutil relación exterior-interior. Consigue la unidad entre espacio interior y volumen exterior con un lenguaje expresionista que aparece más contundente en las cubiertas y en el elemento de cruz que enfatiza los accesos, pero que alcanza a los acabados, al tratamiento de materiales, al mobiliario, a la introducción de la luz, los detalles...

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Iglesia de Nuestra Señora de Loreto. Laredo. Fue espectacular el desarrollo urbanístico de la villa pejina que se consolidaba en la

década de los años sesenta en el arco sur del arenal de la playa de La Salvé. La primera dotación con la que contó el nuevo ensanche fue la iglesia de Nta. Sra. de Loreto que se construyó entre 1963 y 1965, cuyo objetivo era prestar servicio religioso a los numerosos veraneantes de la villa.

El primer estudio fue encargado a Ramón Canosa de los Cuetos, que como hemos visto

había construido la cercana iglesia de La Trinidad. Proyectó un volumen de planta rectangular, esbeltos muros transversales a modo de contrafuertes dividían en nueve módulos las fachadas laterales. Entre los contrafuertes el muro se convertía en una pared de vidrio que inunda de luz el interior cerrado con techo plano. Una caja luminosa dentro de la cual el mobiliario litúrgico define los espacios de culto.

Primer proyecto de la iglesia de Nta. Sra. de Loreto. Laredo. Ramón Canosa de los Cuetos (1963).

Archivo PP.TT. de Laredo S/C.

Se ha llegado a atribuir el proyecto definitivo al arquitecto Ángel Hernández Morales, pero

lo cierto es que sus diseños fueron rechazados. Será el equipo técnico de la empresa FEMSA quienes desarrollaron el proyecto bajo la supervisión y las indicaciones del mismo propietario de la empresa radicada en Colindres, don Emilio Caprile Poloni, quien además corrió con los gastos de la construcción de esta iglesia de Nta. Sra. de Loreto. 44

Esta iglesia aun conserva cierto carácter de construcción industrial. Su diseño desapegado

de convencionalismos, la ausencia de referencias a otros espacios religiosos conocidos y la decidida confianza de los nuevos materiales lograron formalizar una iglesia tan atípica como interesante.

El edificio concluido en 1965 es una nave limpia de planta rectangular, la estructura

formada por pórticos metálicos de pilares de celosía y cerchas poligonales se oculta en el doble cerramiento de fachada y tras el falso techo. Solo el muro del presbiterio está chapado en piedra, el

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resto de los paramentos están trasdosados con tabla de madera, incluso los dos planos inclinados del techo. Las cerchas se peraltan en sus apoyos para trazar dos bandas de luz a lo largo de la nave, abiertas entre las dos aguadas de cubierta y la coronación de las fachadas.

En el exterior las fachadas se cierran con paneles de hormigón prefabricado Durisol,

material utilizado en el cierre de las naves en FEMSA y que en origen eran de color blanco. Un muro blanco delante del testero oeste donde se coloca la escultura de la Virgen hace de fachada principal. Tras este muro el coro en planta primera protege el acceso a la nave. El testero oriental también incorpora un muro blanco, pero en este caso está enrasado con la fachada, y se perfora con una cruz en su centro para introducir luz hacia el altar.

Además de los volúmenes de la vivienda del sacerdote y otros usos adosado por el sur, el

volumen de la nave traduce el sistema estructural empleado en el perfil poligonal de los testeros. Las placas de fibrocemento de cubierta, las traslúcidas de las bandas de luz, los prefabricados, todas las soluciones constructivas son evidentes y no hay intención de enmascararlas aminorando un carácter que pudiera parecer industrial.

La torre de campanas se resuelve con estructura metálica tubular pintada de blanco. Se

compone con seis cuerpos y un remate, en un principio asimétrico, que porta una cruz . Transmite una sensación de inmediatez, de haber usado el mínimo material para la función a la que se destina, colocar una campana y delimitar el volumen virtual suficiente para ser un referente urbano.

El edificio que contemplamos en la actualidad es el resultado de una reforma de 1975, diez

años mas tarde de concluirse la iglesia original. En aquel año se construyó la ampliación del coro uniéndole a dos galerías laterales que necesitaron de dos líneas de pilares metálicos en la nave para su apoyo. Se amplió la nave hacia el norte, se añadieron nuevas dependencia adosadas a la fachada sur y se reformó el cuerpo de ingreso. No se llegaron a construir todas las reformas proyectadas, en las que se incluían el trasdosado general de las fachadas de panel prefabricado utilizando piedra de mampostería y ladrillo; también se proponía en la torre su forrado con muros de ladrillo cara vista. Aun así el interior de la iglesia de Nta. Sra. de Loreto perdió la claridad, la tensión y sinceridad constructiva del edificio primitivo.

44 Posiblemente Demetrio Acebedo Fraila, técnico de FEMSA, fue quien desarrolló gráfica y técnicamente el proyecto definitivo.

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Entrada principal y coro. Nave y muro del presbiterio.

Ángulo noreste de la iglesia.

Fachada sur.

Iglesia de Nta. Sra. de Loreto, Laredo. Fotografías tomadas en 1965. Col. privada.

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Iglesia de San José. Sarón.

Sarón, un antiguo barrio de Santa María de Cayón, se consolida en la década de los sesenta como nudo estratégico de comunicaciones y centro comercial de la comarca, dentro del área de influencia de lo que se llama el Arco Sur de la Bahía.45 Sólo contaba con un edificio religioso, la ermita de Nta Sra del Socorro, insuficiente para el servicio de una población en aumento. Un matrimonio indiano de México costeó la obra, mobiliario y ornamentos de la nueva iglesia que se puso bajo la advocación de San José.46 Encargaron el proyecto al arquitecto Emilio Mª. de la Torriente Castro quien con dificultades para defender sus diseños ante sus clientes, vio inaugurar el nuevo edificio en noviembre de 1966. Se construyó exenta en la pradería que fue antiguo ferial de ganado, junto a la carretera de Villacarriedo, por donde tiene su acceso y desde donde tiene sus vistas. La complejidad de sus geometrías y la esbelta torre de hormigón caracterizan el lugar. En el Libro de Fábrica se recoge una singular explicación del proyecto: “su forma de estilo es la de una campana cortada al medio. La parte de agarre de la misma forma el presbiterio, sigue la nave central que termina abriéndose para formar el filo de la campana donde toma contacto el badajo para el sonido de la misma. El pasillo central es como si fuera el badajo de la campana.” 47 La misma metáfora utilizó el arquitecto en el documento de memoria del proyecto, aunque para este, el badajo era el cuerpo cerrado de atrio que interrumpía el porche abierto en el acceso al templo, solución que no llegó a construirse.

Planta a cota del coro y planta baja. Iglesia de San José. Sarón. Emilio Mª. de la Torriente. (1963) Archivo municipal de Santa María de Cayón. Leg.7.nº5 La planta en forma de campana se traduce en alzado en una volumetría fragmentada, ordenada por dos esbeltos muros curvos de ladrillo de perfil ascendente. Entre los dos muros una cubierta en cascada que permite entrar la luz por dos fajas de vidrieras, cubre la nave de la iglesia

45 Por decreto de monseñor José María Cirarda se crea la parroquia de San José en Sarón en 1969 (B.O. pgas 372-373); segregada de la de Santa María de Cayón. 46 Don Eusebio Gómez García y doña Justina Berdia López, fueron los promotores y benefactores de la nueva iglesia de Sarón, en la que gastaron 8.000.000 de pesetas mas el mobiliario de mesa de altar, confesionarios, ambón, trece bancas y sede, san José, Cristo, via crucis, cruz parroquial y ciriales, seis candelabros, facistol... que suministró la casa Raventós de Barcelona y cuyo coste ascendió a 1.500.000 de pesetas. 47 Memoria de la inauguración de la iglesia del párroco don José Cevallos Quintanal. Libro de Fábrica, parroquia de San José, Sarón.

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y desciende hasta la fachada curva y acristalada del acceso que mira al oeste. Adelantada y al lado norte se levanta la torre campanario construida en hormigón armado visto. Seis pilares se elevan entrelazados con vigas en una composición helicoidal hasta el cuerpo de troneras que se maciza en un cuerpo hexagonal de cuyos vértices nacen muros radiales en un diseño que recuerda mucho la torre del templo de Alvar Aalto de las Tres Cruces en Imatra (1955-1958). Desde la torre un atrio abierto protege los recorridos desde esta, hasta la puerta principal y se prolonga por el sur hasta la puerta de la sala de catequesis. Esta sala se adosa al muro curvo con una geometría trapezoidal de borde exterior también curvo. El programa se completa con oficinas parroquiales, sacristía y vivienda del sacerdote que se disponen en un volumen adosado también por el sur al muro curvo de la nave. Si en el exterior los dos muros curvos son protagonistas del volumen general, es una sorpresa no verlos traducidos al interior. El espacio de nave no se ha resuelto tal como se podría adivinar, amplio y luminoso en el acceso, que se comprimiría en el recorrido hacia el altar para expandirse en anchura y altura sobre el presbiterio. En el interior descubrimos una potente estructura porticada de hormigón dispuesta en una malla ortogonal que soporta la cubierta. Los muros curvos cumplen solo una función de cerramiento exterior, que en el interior se perforan, desaparecen e incluso se sustituye su material de acabado. El referente de la iglesia del convento dominicano de Alcobendas se ha convertido en Sarón en una planta basilical de tres naves con bordes quebrados en geometrías mas o menos arbitrarias. Al lado de la Epístola el coro de dos plantas perfora la fachada para cerrarse con un volumen acristalado, en el lado opuesto el ensanchamiento sólo se produce en planta baja donde se disponen los confesionarios.

Alzado principal oeste y sección longitudinal. Iglesia de San José. Sarón. Emilio Mª. de la Torriente. (1963) Archivo municipal de Santa María de Cayón. Leg.7.nº5

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Iglesia del Colegio de los SS.CC. Torrelavega. Procedentes de Francia las religiosas de los Sagrados Corazones se establecieron en Torrelavega en 1881. En su primitivo colegio construyeron una capilla que se transformó a principios del siglo XX en una iglesia neogótica obra del arquitecto Joaquín de Rucoba.48 En 1963 encargarán un proyecto de nuevo colegio al arquitecto dominico fray Coello de Portugal, cuando la congregación ha tomó la decisión de vender el solar y antiguas construcciones para trasladarse a las afueras de la ciudad.

Calle Alonso Astúlez de Torrelavega, año 1951. Iglesia de los SS.CC. proyectada por Joaquín Rucoba (h.1903).

Fray Coello de Portugal estudió sus últimos años de teología en el cercano convento de Las Caldas de Besaya49, y aun sin terminar sus estudios se trasladaba frecuentemente para dirigir las obra del santuario de la Virgen del Camino que concluyó en 1957. En Torrelavega además de este colegio proyectó al año siguiente el colegio de La Paz para la orden masculina de los SS.CC. obras que supusieron un hito en la arquitectura de la ciudad. La obra religiosa de Fray Coello y el trabajo de Ricardo Lorenzo50 representan la mejor arquitectura moderna de Torrelavega.

Maqueta de proyecto. Colegio de los SS.CC. Torrelavega

Fray Francisco Coello de Portugal. (1964).

Fray Francisco Coello se había incorporado al ambiente cultural propiciado por el también

48 Joaquín de Rucoba y Octavio de Toledo (1844-1919), había construido en Torrelavega edificios tan singulares como el palacio Demetrio Herrero, actual ayuntamiento. En 1903 para el convento de las religiosas de los SS.CC. reformó también la capilla y sacristía viejas, obras que había proyectado el maestro de obras Piqué. A.M.Torrelavega. Leg. H.205, exp19. 49 En este convento de Las Caldas proyectó distinta obras; la mas singular fue la transformación del presbiterio de la iglesia barroca. Diseñó un coro para la comunidad de religiosos en el crucero, y para ello eliminó dos retablos monumentales del transepto. Contrastando con la excelente colección de retablos barrocos dispuso los sitiales de geometría simple y altos respaldos de madera lisa sobre los fondos desnudos de los muros; la Contrarreforma y el signo de los nuevos tiempos .

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dominico Fray José Manuel de Aguilar quien había emprendido desde el convento de Atocha de Madrid un movimiento de arte sacro (M.A.S.) que buscaba enlazar Arte e Iglesia, artistas y templos contemporáneos; en un ambiente abierto al lenguaje de la arquitectura moderna. El colegio se organiza a partir de un cuerpo bajo de zócalo que contiene usos comunes y el cual, alrededor de un patio, estructura las conexiones a tres bloques alargados y paralelos destinados a aulas y residencia. Las pastillas se prolongan sobre pilotis resolviendo los patios de juego cubiertos y acotando los distintos espacios que rodean el conjunto. La iglesia se levanta en la zona más pública, en la zona ajardinada de acceso y conectada a un extremo del zócalo de planta baja. Sus formas que contrastan con la ortogonalidad de los edificios que la rodean, presiden con naturalidad el espacio de ingreso al colegio.

El espacio religioso se resuelve con una planta cuadrada sobre una planta semisótano que sirve de salón de actos. Su cubierta es una lámina de hormigón conformada en paraboloide hiperbólico con los vértices altos rematados a distinta altura. Se cierra con muros de ladrillo visto que no llegan a cerrarse con la lámina de cubierta, completando el cerramiento con vidrio que permite la iluminación interior. Esta solución, en la que incluso la fachada de ladrillo no llega a conectar con los soportes verticales dibujándose una línea de luz entre ellos, transmite una serena sensación de ligereza. Se ordena el templo con un eje en diagonal, trazado desde el acceso bajo el coro hasta el presbiterio en el ángulo de la sala donde la cubierta alcanza mayor altura. El interior es limpio, directo donde la presencia del hormigón de encofrados vistos de cubierta ascendiendo hacia el altar delimita como un paraguas el espacio religioso. La bóveda aparentemente suspendida, el ladrillo pardo de las paredes y la piedra oscura del suelo con la que también se resuelve el mobiliario litúrgico son los únicos materiales delimitan un templo que se percibe como una caja diáfana donde la buena visibilidad, la disposición radial de los bancos y limpieza del presbiterio consiguen un acercamiento real de la asamblea con el oficiante.

La iglesia no tiene un acceso desde el exterior al proyectarse como parte del programa del colegio y vinculado a los recorridos del conjunto. En el muro de fachada que se abre al colegio, junto al vértice del paraboloide se coloca una sencilla cruz de tubo metálico, único elemento simbólico. El referente de la iglesia de los SS.CC. es la iglesia de Félix Candela de san José de Altillo de Coyoacán, arquitecto por quien sentía admiración fray Coello. Fueron los mismos colaboradores de Candela, José Ruiz-Castillo y Ricardo Urgoiti quienes trabajaron en esta iglesia de Torrelavega.

Iglesia del colegio de los SS.CC. Torrelavega. Alzado principal. A.M.Torreavega. Legajo H477;1.

50 Edificio de viviendas en c/Francisco García (1955), 43 viviendas y lcales en c/Ceferino Calderón, en colaboración con Manuel Calatayud (1956), 12 viviendas y locales en c/Confianza y A.G.Linares (1958), Edificio de viviendas en c/Ruiz Tagle, Círculo de recreo y viviendas en c/ Barón de Peramola en colaboración con Domingo I.Lastra (1960).

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Iglesia del colegio La Paz. Torrelavega

En 1922 se estableció en Torrelavega la comunidad masculina de los SS.CC. cuando construyeron según el proyecto del arquitecto José Moliner, el primer colegio de primera y segunda enseñanza llamado de La Paz51. La planta baja de este edificio se destinaba a capilla que espacialmente ofrecía poco interés y donde toda la estructura metálica quedaba oculta por molduras y falsos de escayola.

Primer colegio de La Paz de los SS.CC. en Torrelavega. Proyectado por el arquitecto José Moliner (1922-1924).

Capilla del antiguo colegio en planta baja. A.M.Torrelavega, Legajo H232.

Un año mas tarde del proyecto de las monjas de los SS.CC., fray Coello de Portugal

redactó el proyecto del nuevo colegio masculino, que también se trasladará a una parcela en lo que entonces eran las afueras de la ciudad.

El planteamiento de los colegios es muy similar en cuanto la utilización de los bloques laminares racionales para aulas y residencia donde destaca con aire expresionista el volumen del templo. Las dificultades topográficas y la presencia más urbana del colegio de La Paz condicionaron el diseño del conjunto, y significativamente el del volumen de la iglesia que como el colegio femenino tendrá un salón de actos bajo su planta. Con una dificultosa articulación con el resto del edificio la iglesia, en este caso, se resuelve con un potente volumen de hormigón visto de muros convergentes hacia el altar. La cubierta está suspendida sobre perfiles metálicos articulados que trazan una catenaria desde el coro trasero hasta el muro del presbiterio. La cubierta asciende hacia el altar y en todo su perímetro no llega a conectar con el muro de hormigón, disponiéndose en la separación los vidrios por donde entra la única luz a templo. La luz entra rasante sobre unos muros texturizados por un encofrado intencionado, mientras que la cubierta se muestra ligera como una tela suspendida.

La primera iglesia de planta convergente de cierta importancia que Coello había construido había sido en el Colegio menor Santo Domingo de Guzmán en Palencia (1962-1965), sin duda tomando como referencia el proyecto de Miguel Fisac para Cuenca (1959).

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Planta baja y fachada norte. Colegio de La Paz. Torrelavega. Fray Coello de Portugal (1965-1968) A.M.Torrelavega. Legajo H477;1

La percepción urbana del templo no habría sido la misma sin la monumental fachada que cierra el ala norte del colegio. El muro de fachada del aulario se proyecta como prolongación compositiva del edificio religioso. En el proyecto de Coello contemplaba en esta fachada la colocación de una imagen escultórica en su extremo oeste sobre la puerta de ingreso. Fue Subirats quien diseñó el muro definitivo. Actuó en toda la superficie del muro trabajando con los encofrados del hormigón que dejaron el paño compuesto con impresiones y resaltados de la palabra paz en distintos idiomas, además de incorporar la imagen de la Virgen de bulto. El resultado es de gran potencia convirtiendo el cierre norte de la residencia de religiosos en la auténtica fachada del templo.

Colegio de La Paz. Torrelavega. Proceso de construcción y encofrado de la fachada norte de la residencia diseñada por José María Subirachs.

51 En 1900 se propuso a los dominicos de las Caldas del Besaya que se estableciesen en Torrelavega con un colegio masculino, un proyecto que no cuajó. La venida de los religiosos del instituto de los SS.CC. fue posible por el legado de Gregorio Martín Blanco alcalde de la ciudad, gestiones iniciadas en 1917.

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Iglesia de Santa María de los Ángeles, Franciscanos. Santander. La orden franciscana inició la construcción en Santander se su nueva iglesia, convento y residencia para estudiantes en 1964, según el proyecto del arquitecto Luis Alustiza. El solar ocupa la parte central de una manzana de viviendas limitado por dos medianerías paralelas y las dos calles a las que da frente, c/ Perines y c/ Indianos, perpendiculares a la c/ San Fernando, una de las vías importantes de la ciudad. El solar se ocupó en su totalidad disponiéndose la iglesia en la superficie disponible con un desarrollo en altura de tres plantas y construyendo sobre ella cuatro plantas mas para completar el programa. El templo adopta una planta rectangular donde los lados más largos corresponden a las medianerías y los dos cortos se abren con fachadas hacia las dos calles. La estructura de las plantas superiores arranca de grandes pórticos de hormigón armado de potentes secciones que permiten dejar diáfano el espacio interior del templo. Cuatro pórticos paralelos a cada fachada corresponden con los volúmenes edificados superiores, una crujía central más ancha evidencia el patio de parcela. Estos elementos estructurales y la luz que penetra por las fachadas y por los huecos abiertos en el techo de la crujía central ordenan el espacio.

Las dos fachadas opuestas se resuelven de forma idéntica mediante un pórtico de hormigón armado, con cuatro vanos que se cierran con vidrieras. Los pilares de sección variable y los arcos poligonales conforman una fachada con intención de monumentalidad en la que el trabajo de los elementos de hormigón, su encofrado y caras afacetadas le confieren un carácter escultórico. El resto del edificio presenta una composición de huecos muy directa y simple, que aunque refuerza la singularidad de las fachadas del templo, la ausencia de elementos simbólicos y de referencias religiosas evidentes, hacen que el carácter de iglesia se diluya entre los bajos comerciales de la calle.

Diario Montañés 26-III-1966 "En agosto será inaugurado el nuevo templo de los PP.Franciscanos"

La iglesia tiene por tanto dos accesos tratados de igual modo estableciendo una relación

visual y de recorridos entre las dos fachadas opuestas, alineadas en el eje largo de la planta. El eje litúrgico se dispone perpendicular a los accesos; el presbiterio se adosa en el centro de la medianería elevado por tres gradas semicirculares. El cambio de textura al introducir un chapado de mampostería, la iluminación cenital y el mobiliario litúrgico colaboran en la focalización del ámbito mas reservado de la celebración religiosa. Los fieles ocupan las cuatro filas de bancos orientados hacia la medianería del altar, en una disposición perpendicular a la de una nave tradicional, tomando un desarrollo en anchura mayor que el fondo.

Ante las dificultades de encajar la iglesia en el solar se optó por una solución en principio comprometida, dos accesos enfrentados y perpendiculares al eje litúrgico que obligaba a orientar el templo en la dirección más corta de las dos. Solución que ha tenido el acierto de conseguir un verdadero acercamiento entre el oficiante y los fieles, seguramente más eficaz si la disposición de los bancos hubiese sido radial en torno a las gradas del presbiterio.

El espacio primario rectangular donde la estructura, la utilización de distintos materiales en

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los muros y en el techo, la focalización de la luz,.. colaboran en fijar y reforzar la posición singular del altar, se ve alterada por la introducción de una desproporcionada galería coro. La necesidad de dotar de mas capacidad a la iglesia obliga a esta solución aunque en este caso el amplio desarrollo de graderío, su voladizo terminado con trazados curvos y la formalización tan elaborada del peto restan limpieza y claridad la caja templo de la que se parte. Reinosa. Carmelitas Descalzos.

Primer convento de Carmelitas descalzos en Reinosa (1938). Demolido en 1964 para construir el nuevo.

Los primeros carmelitas llegan a la villa de Reinosa en 1930 cediéndoles el arzobispo de

Burgos la ermita de San Roque para comenzar la fundación. Los proyectos para construir iglesia y convento se paralizaron durante la Guerra Civil pero finalmente se inauguraron en 1939, fue su primera iglesia y convento en Reinosa. En 1963 comienza a estudiarse la construcción de un nuevo convento y dos años mas tarde el arquitecto burgalés José Antonio Olano Moliner realizó un proyecto cuya obra se concluyó en 1966.

La iglesia aunque formando parte del convento, se piensa para el uso público de fieles y

por tanto se construye una fachada representativa al exterior con acceso desde la calle. El conjunto edificado ocupa el extremo de una manzana dando frente a tres viales; la iglesia ocupa una posición residual en el extremo de una de las fachadas.

El templo es un prisma construido con ladrillo visto cubierto a dos aguadas de pizarra y de

pronunciada pendiente que busca una relación con la arquitectura tradicional de montaña que no existe en Reinosa. La sencillez y limpieza del espacio interior: cuatro lados de ladrillo, techo plano de madera, presbiterio elevado, resuelve torpemente la cualificación del espacio ritual. La nave unitaria se ilumina por ventanales estrechos y rasgados abiertos entre machones volados entendidos mas como adorno que como recurso arquitectónico; un hueco cuadrado en el techo proyecta luz natural sobre el altar sin llegar a establecer tensión entre el espacio de fieles y el presbiterio. Más atractiva resulta la fachada. Los dos faldones de cubierta dibujan un frontón que se acristala con una vidriera decorativa, debajo de ella la fachada se estructura en tres bandas verticales, las extremas aparejadas de ladrillo en continuidad con los cierres laterales, y la central donde un bajorrelieve monumental de piedra hace de cargadero al limpio hueco de paso hacia el atrio interior. El alero embonado con madera que remata la fachada se deforma hacia la cumbre donde adquiere mayor vuelo provocando un conseguido efecto de sombra. Sin mas elementos que caractericen el edificio religiosos, esta fachada compuesta con un sencillo recurso de abstracción y la intención del alero, logra una presencia urbana que singulariza el volumen de iglesia.

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Iglesia de la Virgen del Faro. Cueto, Santander.

El que fue arquitecto municipal, Jaime Carceller Fernández, proyectó esta singular iglesia en el pueblo de Cueto, levantada sobre la antigua capilla del hipódromo de Santander y cercana al camping de Bellavista. Él mismo, en un documento manuscrito52 explica que en el verano de 1965 paseando por Mataleñas se encontró con el alcalde y con el nuevo obispo monseñor Puchol, allí mismo le encargaron el proyecto, encontrando el encargo muy atractivo y la oportunidad de aplicar las directrices del recién terminado el Concilio Vaticano II.

“Las premisas eran que debía acoger a bastante público, el correspondiente al turismo en general y al camping en particular, pero debía estar supeditado a ala atención religiosa, sin que se tuviera en cuenta ornamentación, en palabras del sr. Obispo que fuera como un garaje incluso el suelo fuera de cemento y un presupuesto mínimo”. La primera idea de Carceller fue construir un templo central de planta hexagonal, muros de ladrillo con grandes vidrieras y una cubierta de estructura metálica convencional. La prensa elogió el proyecto... “Merece destacarse por su novedad la cubierta, toda ella metálica, y el airoso campanil también metálico, completamente al aire, todo lo cual dará un aspecto singularmente moderno y muy vistoso a esta nueva iglesia”.53

Primera idea. Iglesia de la Virgen del Faro, Cueto. Santander. Jaime Carceller Fernández (1966) El Diario Montañés. 31-V-1966. “El Ayuntamiento va a levantar una iglesia parroquial en Cueto.”

Sin embargo, tras algunas indecisiones el propio arquitecto comenta.... ”inclinándome por una bóveda laminar de hormigón armado, solución que el arquitecto Candela había desarrollado en México, que era desde el punto económico más beneficiosa, dando por otra parte una sensación menos fría que la que me había indicado de Pabellón”. Se cambió el proyecto por una solución de paraboloides hiperbólicos ejecutados con láminas de sección mínima en hormigón armado, con seis apoyos y muros de cerramiento bajo ellos con un trazado en planta hexagonal. Terminada en Torrelavega la iglesia de los SS.CC. los resultados podían ser contrastados y fueron los mismos arquitectos José Ruiz-Castillo y Ricardo Urgoiti quienes se encargaron de la dirección técnica en la ejecución de las láminas de Santander. La distribución interior también cambió significativamente: el altar que iba a ocupar una posición central se ha desplazado al muro de fondo y al cuerpo principal del edificio se le adosan los volúmenes de capilla, sacristía y despacho.

52 Archivo del Obispado de Santander S/C. 53 El Diario Montañés. 31-V-1966. “El Ayuntamiento va a levantar una iglesia parroquial en Cueto.”

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Segunda propuesta. Iglesia de la Virgen del Faro, Cueto. Jaime Carceller Fernández (1966)

Archivo del Obispado de Santander S/C.

El edificio que finalmente se construyó54 logró la unidad espacial y simplicidad que se buscó desde un principio. Las fachadas triangulares se resuelven con un muro de ladrillo de dos metros de altura trabajado con tizones salientes, sobre estos una vidriera triangular cierra los paños que adoptaron en planta un trazado curvado. En el acceso los muros se pliegan a cada lado de la puerta en una forma curva que en el interior se prologan para dar cierta privacidad a las capillas. Se eliminan los volúmenes adosados disponiéndose la sacristía y el despacho en un sótano al que se accede por una escalera tras el altar. El espacio del presbiterio se delimita por las gradas de ladrillo que ascienden a las distintas plataformas donde se dispone el mobiliario litúrgico: altar, sede, púlpito, etc. Su diseño de formas curvadas y su posición exenta respecto los muros de cierre le confieren un carácter escultórico Sin duda son las formas alabeadas de las bóvedas las que toman el protagonismo en este espacio. Un templo que fue pensado como lugar de celebración para las distintas religiones de los extranjeros que visitaban la ciudad en verano. Nunca cumplió este edificio con dicha función ecuménica, aunque su diseño de planta central y la ausencia de volúmenes o referencias simbólicas exteriores indican esa primera intención.

Iglesia de la Virgen del Faro. Proyecto de rehabilitación. Eduardo Cabanas Moreno y Pedro Fernández Lastra. 2002.

54 Comenzaron las obras en octubre de 1969 y se inauguraron el 21 de agosto de 1970. Tuvieron un presupuesto de dos millones de pesetas. El contratista Gervasio Ruiz contrató a “Construcciones Laminares” empresa de Madrid la ejecución de la cubierta.

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Iglesia de San Vicente mártir. Espinama. Ante el estado ruinoso de la antigua iglesia parroquial del pueblo de Espinama, la familia

Calvo Briz55 sufragó los costos de una nueva iglesia. Las instituciones civiles colaboraron cediendo los terrenos que ocupaba el edificio escuela de la Obra Pía fundada a mediados del s.XVIII por el indiano Alejandro Rodríguez de Cosgaya56. Fue el arquitecto de la Diputación Provincial Ángel Hernández Morales el encargado de realizar el proyecto en 1966.

Diario Montañés 27-III-1966 Iglesia de Espinama. Planta de proyecto.

Archivo del Obispado de Santander S/C. La iglesia ocupa una plataforma elevada sobre el pueblo desde la cual son espectaculares

las vistas sobre el paisaje de los Picos de Europa. El complejo parroquial consta de una iglesia y un local de salón de actos. Una dualidad que Hernández Morales reforzó planteando dos edificios autónomos y adosados. La iglesia presenta el volumen mayor cubierto con dos aguadas resolviendo la fachada principal con su acceso en el muro testero que se orienta al sur; una disposición poco habitual en las construcciones tradicionales de la zona. Los usos civiles ocupan una planta rectangular de similares dimensiones, el edificio de salón de actos ocupa el fondo de la planta, mientras que resto está ocupada por un patio abierto. El patio es cuadrado con fuente central y está limitado por la fachada acristalada del salón, una galería porticada adosada a la iglesia y dos tramos de pórtico-átrio abierto resuelto con cubierta plana sobre ligeros pilares metálicos.

En el exterior los rotundos volúmenes yuxtapuestos se revisten de piedra, pizarra, revocos

y madera en una composición libre, utilizando un lenguaje moderno con cierto aire alpino. El estilizado campanario exento se construye con un diedro de hormigón que se proyectó para soportar una singular estructura de ligeras barras metálicas de donde cuelgan las campanas que Morales repetirá en otras de sus iglesias.

El interior de la iglesia de Espinama se resuelve con cierta autonomía respecto al volumen.

La geometría rectangular que proyecta la cubierta se deforma y los cerramientos se pliegan para abrir el hueco de acceso y manipular las entradas de luz hacia el interior. La nave se cierra con un techo plano de madera, dos muros ortogonales de piedra y un plástico muro de ladrillo rojo, que se traza convergente hacia el presbiterio rodeando el espacio del altar hasta el ventanal lateral que le ilumina con un efecto emocionante. El resultado es un espacio unitario cualificado por el

55 Rafael Calvo y María Jesús Briz fueron los promotores de la iglesia de Espinama, para recuerdo de sus padres; el que fue presidente del consejo de administración del Banco Santander don Saturnino Briz y su esposa Marcelina Calvo. 56 El escudo colocado en el muro oeste de la iglesia perteneció al antiguo edificio de la Obra Pía. PRELLEZO GARCÍA, José Manuel. "Una institución educativa en Liébana. La Obra Pía de Espinama" (Roma, 1983) y "Utopía de un indiano lebaniego. La Obra Pía benéfico docente de Espinama" (Santander, 1984).

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protagonismo de la luz en el presbiterio y las texturas de los paramentos.

Iglesia de Espinama. Alzado sur de proyecto. Ángel Hernández Morales. (1966) Archivo del Obispado de Santander S/C. En las mismas fechas que se proyecta la iglesia de Espinama la Diputación de Santander encargó a Ángel Hernández Morales un edificio de uso social en la estación de esquí Alto Campoó que incluía en su programa una iglesia. La capilla del Centro Cívico de Brañavieja se integra en una elaborada ordenación del conjunto que se recrea en los espacios de relación y donde los distintos volúmenes se yuxtaponen revestidos de distintos materiales, utilizando un lenguaje moderno con cierto aire alpino, muy relacionado con las soluciones ya utilizadas en Espinama.

La iglesia es un espacio elemental de planta rectangular cubierta a dos aguadas que al interior se traduce literalmente con los faldones trasdosados con madera. Con una sencilla operación de manipular el muro testero de hormigón que se prolonga sin recibir la entrega del faldón de cubierta, se consigue un muro blanco de geometría triangular que concentra las referencias simbólicas de la capilla. El expresivo muro texturado por el encofrado del hormigón, se convierte en una abstracción de las espadañas tradicionales que en este caso se remata con la cruz y corona de espinas metálicos, un elemento que Morales repetirá en sus iglesias. El triángulo blanco, puro, no solo sirve para caracterizar el edificio desde el exterior sino que su encuentro con el faldón se resuelve con un paño acristalado que bañará de luz su cara interna, consiguiendo en el interior del espacio religioso singularizar el altar y el fondo del presbiterio.

Destacar de esta iglesia la economía en la utilización de recursos arquitectónicos, la

limpieza y sencillez de las soluciones constructivas para resolver un espacio con intensidad, quizás con una poética más sutil que la utilizada por el mismo arquitecto en la iglesia de La Hermida.

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Iglesia de Nta. Sra. de la Asunción. Helguera

Iglesia de Nta. Sra. de la Asunción. Helguera Juan Manuel Pradillo y José Pérez de Regules (1967).

Archivo particular. La primitiva capilla del pueblo, maltrecha tras ser incendiada durante la Guerra, fue definitivamente demolida hacia 1958 cuando José Pérez de Regules realiza el primer proyecto de nueva iglesia. Se levantaría esta en el mismo solar y se terminaría en piedra. Los presupuestos que se manejaron hicieron inviable el proyecto y por decisión del entonces obispo, msr. Vicente Puchol Montís se modificó la primitiva idea para proyectar una iglesia de menor coste de construcción sin que por ello pareciese “un almacén de piensos”. En 1967 realizado el proyecto se comienza la construcción de la nueva iglesia de Helguera en los terrenos públicos situados frente la hilera de viviendas en donde se adosaba la vieja capilla del barrio. El esquema de la iglesia es claro y sencillo, también eficaz. Se plantea un espacio de templo como una sala diáfana a la que se le perfora uno de los muros para disponer una pequeña capilla penitencial. La planta rectangular se cubre con dos faldones asimétricos con la cumbre perpendicular al eje del acceso-altar. De este modo el faldón más largo cubre el espacio reservado a los fieles donde el techo asciende hacia el altar. El faldón mas corto limita virtualmente el espacio de presbiterio que se desarrolla en toda la anchura de la planta. La luz en la nave entra por la parte alta de los muros que se han recortado en una geometría escalonada, mientras que en el presbiterio la luz es rasante proyectada por un ventanal rasgado en el lateral, bañando el muro de fondo.

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Las estructuras metálicas y los cerramientos de ladrillo se manifiestan limpiamente, los aparejos del ladrillo enfatizan sutilmente los accidentes en el muro: huecos, remates, albardillas, etc. El resultado es de una sinceridad constructiva que cualifica con pocos recursos los espacios de la liturgia. En el exterior el volumen propone una integración con un entorno rural de construcciones con grandes tejados a dos aguadas. El cerramiento de ladrillo y el atrio de ligeros pilares le confieren el carácter de edificio público.

Iglesia de Nta. Sra. de la Asunción. Helguera Juan Manuel Pradillo y José Pérez de Regules (1967). Archivo particular.

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Iglesia de san Miguel y santa Gema. Pasionistas. Santander.

El Diario Montañés. 23-I-1969. Los Pasionistas van a edificar una nueva iglesia.

Croquis de proyecto. Ricardo Lorenzo (1969) Archivo. Ricardo Lorenzo.

La iglesia de los Pasionistas era un edificio neogótico que ocupaba una manzana en la calle Castilla de Santander. El notable crecimiento en esta zona de la ciudad tras el ajuste en el trazado de las líneas de ferrocarril y la urbanización de los arenales ganados al mar, hizo necesaria la construcción de una iglesia con mas capacidad. El proyecto contempló también la construcción de un nuevo convento financiado con la promoción de viviendas en el resto de solar. Ricardo Lorenzo proyectó el edificio que debía resolver un programa complejo: iglesia para 1.200 personas, salón de actos, aulas, residencia universitaria, casa de ejercicios y dependencias del convento. La solución dada es un bloque compacto hacia la calle, que se estructura en una

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estratificación por paquetes que contienen los distintos usos. Las fachadas de ladrillo evidencian las funciones del edificio en una acumulación de intenciones plásticas concentradas en significar el uso de iglesia oculto. La esquina del bloque se convierte en una posible torre-campanario cilíndrica visible desde la calle principal, mientras que los muros que forman el ábside en la calle secundaria se pliegan en un juego de curvas de gran potencia visual a la altura de planta primera. El interior de la iglesia se organiza en una planta rectangular donde el eje litúrgico se dispone con la anchura menor, focalizado hacia el muro que se pliega para permitir una singular iluminación en el presbiterio. Los fieles ocupan la nave en una disposición en abanico que se repite en la planta de anfiteatro al que se accede por las escaleras laterales que arrancan desde las gradas del presbiterio. La desproporción en las dos direcciones de la nave, la falta de matización de la luz, la densa presencia de la estructura del graderío, la formalización de falsos techos y los incómodos recorridos de acceso hasta la planta primera, hacen que esta iglesia de Ricardo Lorenzo no tenga la intensidad que logró en la de Campuzano. En Santander primó la solución del programa en una interesante composición de piezas en altura de gran atractivo plástico en las fachadas, donde reside el mayor interés del proyecto.

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Iglesia de San Pelayo. La Hermida. La pequeña iglesia de San Pelayo en La Hermida se levanta en el estrecho terreno que separa la carretera a Potes del río Deva, donde anteriormente existía una iglesia que maltrecha y expuesta a las avenidas del río fue demolida para construir la nueva. Al otro lado de la carretera y escalonado sobre las peñas del desfiladero se levanta otra obra interesante, el grupo de viviendas para empleados de Viesgo proyectado por Ignacio Álvarez Castelao. La arquitectura moderna de las dos obras se integra en el entorno natural y construido sin estridencias. Después de varios intentos, será definitivamente la empresa Viesgo quien tome la iniciativa y Ángel Hernández Morales será finalmente quien proyecte la nueva iglesia de La Hermida 57. Parte de una caja esencial de ladrillo visto que se cubre a una aguada, en la parte más baja se adosa un pequeño cuerpo cerrado por los planos que resultan de desplazar el faldón hacia arriba y los muros de fachada a los lados; las aberturas que dejan serán las entradas de luz al presbiterio. La sacristía y el atrio cubierto se adosan de forma simétrica en los muros este y oeste. Delante de la fachada sur, frente a los espacios públicos de relación del pueblo se levanta la estructura metálica del campanil.

Iglesia de San Pelayo. La Hermida.Ángel Hernández Morales (1970).

Archivo del Obispado de Santander S/C. El interior traduce limpiamente el simple juego de volúmenes exterior. El ladrillo se ha pintado de blanco, las vigas metálicas se ocultan tras un techo de madera de tablas longitudinales que desciende hacia la embocadura del presbiterio misteriosamente iluminado. El muro de fondo está chapado con la misma madera y despiece que el techo de la nave de manera que los planos aparecen en continuidad, solo la luz cualificará el espacio del altar. Buscar la sencillez constructiva y por ello también un presupuesto más ajustado, a veces depara estas sorpresas. Como este espacio religioso planteado como un espacio elemental, limitado con limpios planos que se cualifican con muy pocos recursos, y donde la luz es protagonista. Hernández Morales también diseñó los bancos y las sencillas lámparas que proyectan luz

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rasante sobre los muros blancos de ladrillo; pero quizá el elemento que más curiosidad despierta es el campanario. En la iglesia de Espinama cuatro años antes también había propuesto para remate de la torre una estructura similar, pero fue simplificada en el proceso de ejecución. En los planos del proyecto se describe una estructura metálica de elementos verticales e inclinados que se cruzan arriostrados por conexiones diagonales; cables tensados recorren el campanario donde aparentemente no son necesarios para sostener la estructura; se busca que las campanas se sujeten de modo ocasional como si se tratase del fruto en un árbol metálico. La conexión con la iglesia se realiza por una pasarela de baranda inclinada que tiene algo de náutico.

Contrasta el esquematismo, incluso en el dibujo, para concretar la iglesia, con el detalle y libertad compositiva del campanario que recuerda a las estructuras tensionadas del constructivismo ruso. El campanario que finalmente se construyó simplificó el diseño original e incluso no se realizó la conexión con el interior de la iglesia, ni la estructura de escalera para acceder a la campana, sin embargo se ha convertido en el elemento referente de la iglesia del pueblo.

Iglesia de San Pelayo. La Hermida. Campanario definitivo. A. Hernández Morales (1970) Archivo del Obispado de Santander. S/C.

57 En el año 1960 el arquitecto José Pérez de Regules había proyectado una nueva iglesia, coincidiendo que su hermano era párroco en La Hermida. Aun hubo un segundo proyecto realizado por el servicio técnico de Viesgo que colaboraría también en el suministro de cemento y hierro.

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IV. Los artistas y los espacios sacros de la región.

Retablo en la iglesia de La Sagrada Familia de La Albericia. Evolución del diseño en los croquis del escultor Jesús Otero. Archivo Diocesano de Santillana del Mar. Leg.1953, 1969 y 1970.

José María Subirachs delante de la recién terminada fachada monumental del colegio de La Paz. Torrelavega.

El espíritu de cambio que centró la producción arquitectónica en los años precedentes y posteriores al Concilio Vaticano II también afectó a la función que las otras artes como la pintura o la escultura, debían desempeñar en los espacios sacros. La Iglesia Católica utilizó el arte moderno para desplegar su mensaje salvífico, aunque con ciertas reservas en el tono de las propuestas. Se tendió hacia una cierta iconoclasia ortodoxa, que limitaba el número de imágenes en el templo y se obvió en gran medida la posible fe de los artistas, poniendo como condición para trabajar en el templo el hecho de que fueran capaces de interpretar plásticamente un pensamiento poético. La iglesia asumió que la tendencia hacia la depuración lingüística y a la abstracción era propia del espíritu de los tiempos, limitándose a recomendar moderación, salvaguardando la dimensión cultual y catequética del arte sacro. Una de los conceptos mas utilizados en el debate sobre el arte sacro en aquellos años fue el de “autenticidad”, en el sentido de que se debía usar para el culto al dios verdadero un arte verdadero.

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No solo se simplificó el repertorio de imágenes en el interior de las iglesias sino que en gran medida se abandonaron las piezas de repertorio comercial y los templos se abrieron a los artistas del momento, sobre todo locales, fuera cual fuere su creo o su ideología. En Cantabria fue notable la participación de artistas que desde la figuración moderna colaboraron en la definición de los nuevos espacios religiosos. En el periodo estudiado es de destacar las obras del ceramista Santiago Padrós en los mosaicos de la iglesia de la Virgen Grande y en los de Santiago de Cartes; del escultor Jesús Otero, comunista confeso, quien realizó distinta obra en piedra y madera en las iglesias de La Albericia, Espinama, La Hermida, en la de Loreto de Laredo, en la Virgen del Faro de Cueto y el bajorrelieve exterior en la Virgen Grande. José María Subirachs diseñó la monumental fachada parlante del colegio de La Paz en Torrelavega y la cruz del altar en la iglesia de Campuzano; en esta misma iglesia Armando Lorenzo esculpió en madera el apostolado de la nave. Las esculturas en la torre y fachada de la Virgen Grande son obra de Higinio Sainz Abascal, en La Bien Aparecida de Santander hizo obra el escultor burgalés Florentino Lomillo, en la iglesia de los Franciscanos el P.José Luis Iriondo y en los Carmelitas de Reinosa, Jaume Perelló i Miró.

Cristo en la iglesia de san Vicente de Espinama. Talla en madera de Jesús Otero y croquis preparatorios. Archivo Diocesano de Santillana del Mar. Leg.423

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Algunos de los arquitectos se involucraron en el diseño del mobiliario litúrgico, entendiendo el espacio religioso como una unidad. Ramón Canosa y Ángel Hernández Morales diseñaron algunos objetos de enorme simplicidad y calidad plástica; En las iglesias de Fray Coello de Portugal los elementos para el culto en el presbiterio son parte de la construcción, pesados y simples como en el colegio de los SS.CC. donde la utilización del mismo material para los solados simplifica la percepción de las distintas piezas en el conjunto. Ricardo Lorenzo en su iglesia de Campuzano fue sin duda el que tuvo una concepción más unitaria de la obra, su construcción de una manera artesanal a partir de unos primeros bocetos facilitó la toma de decisiones al momento, en un proceso de inspiración in situ como si se tratase de un escultor. Incorporó el color como elemento activo en la concepción espacial y diseñó para su iglesia todo el mobiliario concebido como una parte mas del discurso arquitectónico: la pila bautismal como generadora de la estructura que la cubre, el altar elíptico, los bancos acomodados al despiece del suelo, ... muy involucrado en su particular visión de la Liturgia, su obra fue la de un “místico laico” como le decía el párroco de Campuzano.

Iglesia de la Virgen Grande. Torrelavega.Relieve esculpido. Dintel de la portada sur.

Croquis preparatorio del escultor Jesús Otero. Archivo Diocesano de Santillana del Mar.

Leg.1440.

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V. Arquitectura moderna para nuevos templos. El nombramiento en 1956 de don Doroteo Fernández como obispo auxiliar de la diócesis de Santander coincidió en una época de debate sobre la definición del templo. Los artistas, el clero y una parte de la sociedad que comenzaba a exigir espacios de libertad, demandaban una arquitectura religiosa que reflejase los cambios que se estaban gestando. Este renacimiento litúrgico despertó una sensibilidad que se movió entre dos polos; el que defendía que lo sacro fuese un concepto más funcional que emocional; y el que pretendía recuperar la dimensión subjetiva y contemplativa de las nuevas formas. En Cantabria las primeras iglesias modernas se construyeron en el entorno de Laredo, que se configuraba como un importante centro turístico en el norte, con gran atractivo para la población madrileña. Es significativo que fuesen dos arquitectos madrileños Emilio y Ramón Canosa los que introdujesen una nueva concepción de espacio religioso en la región. Madrid protagonizaba en aquellos años una gran actividad cultural a favor de la modernización del arte sacro en torno a la figura del prior del convento de Atocha, el dominico José María Aguilar.58 En Laredo fueron los Trinitarios los promotores de una iglesia moderna, iniciándose un periodo en que las órdenes religiosas tuvieron un gran protagonismo en la renovación arquitectónica de los templos en la región. Pasionistas, franciscanos, carmelitas y dominicos construyeron nuevos conventos y colegios donde apostaron decididamente por una arquitectura moderna proyectada la mayoría por miembros de misma orden, como Luis Alustiza franciscano, José Olano carmelita y Coello de Portugal dominico. En Santander representaron la vanguardia en la construcción de nuevos templos, una ciudad donde la iglesia diocesana solo construyó La Bien Aparecida en la que el compromiso con la modernidad fue bastante tímido. Otro factor que merece destacarse es la participación de grandes empresas en la construcción de iglesias. Si en el periodo anterior los poblados obreros que promovieron incluían un templo, con la significación socio-política que ello suponía, mas tarde su implicación aunque determinante se equiparó con la de un benefactor mas de la obra. En el entorno de Torrelavega las aportaciones, generalmente en materiales y mano de obra, de distintas empresas hicieron posible la conclusión de varios proyectos. Aun resultó más interesante, por los resultados que se obtuvieron, cuando los propios técnicos de estas compañías se ofrecieron para diseñar los nuevos espacios. Así ocurrió con FEMSA en Laredo, ALFA en Mataporquera y VIESGO en La Hermida. En las dos primeras la utilización de materiales y soluciones que hasta entonces estaban restringidas a las construcciones industriales supusieron un nuevo margen de libertad en la solución de espacios sacros.

La nueva Liturgia también condicionó en gran medida la solución arquitectónica; no solo en lo que se refiere a la artisticidad del edificio y a los aspectos más funcionales como fue la nueva posición del altar oficiándose la misa frente a los fieles; si no en un aspecto que se potenció desde entonces, el de considerar la iglesia como “casa de oración”. Si en épocas anteriores el templo era

58 Fray José Manuel de Aguilar Tremoya, en 1947 invitó a varios artistas jóvenes a terminar la reconstrucción de Atocha, convirtiéndose en foco de irradiación cultural. La residencia de estudiantes aneja al convento fue el germen del Colegio Mayor Aquinas que el propio Aguilar encargó a José María García Paredes y Rafael de La Hoz. En este entorno de Atocha surgió el M.A.S. Movimiento de Arte Sacro. La labor de este dominico en la modernización del arte sacro fue relevante promoviendo la publicación de la revista Ara (1964-1981) dedicada al arte religioso. Escribió en 1967 el libro Casa de oración decisivo para dar carta de naturaleza a los principios del concilio sobre arte sacro en la arquitectura española contemporánea, y que vino a culminar su libro pionero Liturgia, pastoral, arte sacro de 1959.

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la “casa de Dios” ahora se convierte en lugar de reunión de fieles; este debate recogía la necesidad de un mayor acercamiento del altar a la asamblea y la necesidad de que el sagrario no ocupase una posición central en el templo. Se huye de la monumentalidad y se busca en la construcción del espacio sacro la sinceridad, la autenticidad y la pobreza cristiana. Si en 1917 la Iglesia Católica estableció una distinción entre los materiales mas adecuados para sus templos,59 ahora la construcción tiene una connotación religiosa, una cualidad espiritual, considerando la sinceridad constructiva como imprescindible para acceder a una mayor profundidad evangélica.60 Las iglesias modernas en Cantabria que en lo arquitectónico se distancian de la monumentalidad y formalismos historicistas anteriores (exceptuando la singular obra de Luis Moya), no proponen ordenaciones litúrgicas novedosas. En Helguera, Espinama y La Trinidad de Laredo, según las nuevas directrices, el sagrario se dispone en una pequeña capilla penitencial junto a la nave; en el resto el tabernáculo ocupa posiciones mas o menos centradas dentro de una composición estudiada del mobiliario litúrgico en el presbiterio. En Campuzano con mucha intencionalidad se introdujo en una semi-cripta visible desde la nave que aleja excesivamente el altar situado en alto con un acceso incómodo; si la respuesta arquitectónica fue provocadora y atractiva, su adecuación litúrgica fue muy conservadora, baptisterio exterior incluido.

La búsqueda de un mayor acercamiento del oficiante con la asamblea se resuelve eficazmente en la iglesia de los Franciscanos en Santander girando el eje litúrgico a una posición perpendicular con el eje mayor que une los accesos enfrentados. En la capilla del colegio de los SS.CC. de Torrelavega se logra una continuidad espacial notable organizando el templo en la dirección de la diagonal de su planta cuadrada donde el presbiterio sutilmente se delimita por la elevación del solado. La más radical en su planteamiento será la iglesia de Nta. Sra. del Faro en Cueto, el propio obispo Puchol quiso que el proyecto interpretase las directrices del recién terminado Concilio; y el resultado fue una iglesia casi circular con el presbiterio exento sin llegar a ocupar el centro del espacio. El eje trazado entre la puerta y el altar orientan a los fieles en un interior que se percibe central, homogéneo en las otras direcciones. El acceso a las nuevas tecnologías hizo posible explorar la capacidad expresiva de materiales como el hormigón, los perfiles metálicos y los elementos acristalados, y sobre todo las soluciones estructurales de cubierta que buscaron la eliminación de apoyos intermedios. La inmediatez en la solución estructural cercana los modos industriales, en Mataporquera, Loreto y Helguera son buen ejemplo de la sinceridad constructiva buscada. En la Virgen Grande la estructura de su cubierta y su construcción artesanal tiene mucho que ver con el sentido de autenticidad que Luis Moya pretendía en su arquitectura cualidad que el también consideraba un valor religioso. Las cubiertas en las iglesias de Coello de Portugal y en la de Carceller en Cueto consiguieron una directa traslación del espacio interior al volumen; sus formas resultado de su adecuación a la función estructural cumplen también una función simbólica; concentrando gran parte de la significación espacial y caracterizando el espacio religioso. En el caso de Ricardo Lorenzo en Campuzano el contenido simbólico de sus cubiertas de hormigón visto, es mas oculto, él interpretaba la potente cubeta que remataba el edificio como un barco de salvación, pero 59 “Pueden bendecirse las iglesias de madera o de hierro, pero no pueden ser solemnemente consagradas”. Código del Derecho Canónico de 1917. Cf.VARIOS, “Código de Derecho Canónico y legislación complementaria”, canon 1165$4; véase un comentario a este canon en Anasagasti y Algán, T., “El nuevo Código Canónico y sus preceptos arquitectónicos”, La construcción Moderna (Madrid), 10(1918), 1-2. 60 Cf. FERNÁNDEZ ARENAS, Arsenio. “Sintomatología de la arquitectura religiosa moderna”, Arquitectura (Madrid), 17(1960), 4.

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seguramente las pregnantes formas de Campuzano son mas el resultado de la solución de cubierta inundable que enfatizada fue utilizada como elemento plástico de gran expresión en la concepción volumétrica del exterior. Cantabria inició un proceso de modernización de su cultura arquitectónica religiosa con el empeño del clero mas joven concienciado socialmente, y con el compromiso individual de los arquitectos llamados a proyectarla.61 No hubo ningún debate particular en la región ni una evolución crítica en los arquitectos locales, sino que fueron los profesionales religiosos de las distintas órdenes y los arquitectos afincados en Madrid los que iniciaron un periodo de cambio en la formalización de los nuevos templos; a los que más tarde se sumó la generación joven de arquitectos locales, como fue el caso de Emilio de la Torriente y de Ricardo Lorenzo cuyas iglesias fueron sus primeros proyectos de edificios públicos, san José de Sarón y san Miguel de Campuzano, las obras más radicales en cuanto intención expresiva. Esta recuperación de la Modernidad no encontró sus referentes en las obras del primer Movimiento Moderno, sino en las arquitecturas que habían abierto nuevas vías de investigación, el organicismo y sus derivaciones formales. Las iglesias construidas en aquellos años por Sáenz de Oiza, Luis Laorga, José García Paredes, Rafael de la Hoz, Joaquín Masramón y sobre todo las de Miguel Fisac representaron en España el inicio de una nueva cultura arquitectónica en los templos, cuyas experiencias fueron el referente más cercano para las iglesias que se construyeron en Cantabria.

Iglesia de la Trinidad de Laredo. Emilio y Ramón Canosa (1958)

61 “No es cierto que exista un problema de arquitectura religiosa al margen del problema de la arquitectura en general siendo como es la arquitectura expresión de una cultura. El problema evidente es otro: falta en el pueblo, falta en el clero, falta en la autoridad competente, el deseo y la necesidad de esa arquitectura, porque falta una Cultura moderna de la religión católica”. FERNÁNDEZ ALBA, Antonio. “El espacio sagrado de la problemática religiosa contemporánea”, Arquitectura (Madrid),17 (1960),8.

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Iglesia de San Pelayo en La Hermida. Ángel Hernández Morales. (1970)

Si de forma mas general en los nuevos espacios religiosos se eliminan los soportes intermedios buscando un espacio unitario y la luz tomará un papel protagonista, las soluciones de Fisac supusieron un paso cualitativo más expresivo. Su concepto de “dinamismo” que debía incorporarse al templo católico que él mismo explicaba como el movimiento casi material del ambiente, del aire hacia el altar; es eficazmente traducido en la iglesia del colegio de La Paz de Coello de Portugal donde se utilizan los mismos recursos: los muros convergentes, el trazado ascensional hacia el altar y el tratamiento intencionado de la luz. Ángel Hernández Morales trabajó con los mismos mecanismos, de forma más sutil y con mas trabajo de reinterpretación personal en sus sugerentes tratamientos de la luz natural para significar los espacios rituales. En su iglesia de Espinama utilizó el muro texturado fluido, y convergente con el muro recto que le sirve de referencia estática, una interesante traslación del esquema utilizado por Fisac en la iglesia de la Coronación (1957).

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Iglesia de San Vicente en Espinama. Ángel Hernández Morales. (1966)

Iglesia de la Asunción en Helguera. José Pérez de Regules. (1967)

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En aquellos años de búsqueda de los medios plásticos que cuajasen como definitivos en el proceso de expresar lo sagrado, vaticinó Miguel Fisac que ...” las circunstancias especiales en que nos encontramos hacen prever que se han de utilizar unos medios que se podrían llamar antifantásticos, sin trucos teatrales, de crudísima sencillez que nos den, por contraste de la fantasía maquinista de la civilización que nos rodea, una posición real del hombre: de su alma desnuda ante Dios”.62 En este contexto y en esta dirección, las formas laminares de Félix Candela fueron otro de los referentes de las iglesias en Cantabria. Coello de Portugal cubrió con un paraboloide la capilla del colegio de los SS.CC. de Torrelavega, una estructura económica que permitió cualificar el espacio sin ningún elemento más. Jaime Carceller también recurrió en la Virgen del Faro en Cueto a la misma solución estructural conformando un espacio sin tensiones, más ecuménico. En ambas obras los calculistas fueron los mismos que habían colaborado en Méjico con Candela al que Coello conoció personalmente.

Hormigonado del paraboloide en la iglesia del colegio de los Sagrados Corazones. Torrelavega.

Cimbrado y andamios en la cubierta de Nta. Sra. del Faro. Cueto, Santander.

La iglesia de san Miguel en Campuzano, de Ricardo Lorenzo merece una consideración

particular. En los años cincuenta surgió un camino proyectual ajeno a los sistemas de orden convencional fundamentado en la inspiración del arquitecto que intentó transmitir a los fieles las sensaciones de un espacio sagrado proyectado desde la subjetividad. Esta manera de hacer había caracterizado el periodo expresionista hasta llegar a la solución ejemplar de Le Corbusier en Nôtre Dame du Aut en Ronchamp (1959-55)63. En la iglesia de Campuzano se opera con esos mismos mecanismos: la metáfora de la cubierta convertida en un barco, el aspecto orgánico, la intención poética, la imagen mítica e imagen mística; las referencias son más evidentes en los acabados blancos rugosos, los despieces del pavimento, el hormigón interior coloreado,... Según el párroco de Campuzano, mientras se construyó la iglesia Ricardo Lorenzo no dejó de hablar de Le Corbusier.

62 “Problemas de la Arquitectura Religiosa actual”, 5. 63 Sobre los aspectos psicológicos y sentimentales del proyecto en la arquitectura del templo, “El espacio de la empatía” véase GIL, PALOMA, El templo del siglo XX, Ediciones del Sebal, 1999.

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Iglesia de San Miguel en Campuzano. Ricardo Lorenzo (1961).

La última consideración será para destacar la cantidad y la calidad de la arquitectura

religiosa en Cantabria de este periodo, que no guarda comparación con la escasa arquitectura civil de aquel momento; y denunciar el deterioro en el que se encuentran algunos de estos edificios, como la iglesia de Campuzano una de las piezas más singular cuya restauración debería ser urgente.

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VI. Fuentes y Bibliografía. Fuentes orales.

La información documental manejada se ha complementado con las entrevistas realizadas a los curas que administraron los nuevos edificios, y a personas que participaron en el proceso de construcción de los mismos. D. José Oláiz Hoyuela, rector que fue del Colegio Seminario San Luis de Argomilla. D. Nicanor Arce, párroco que fue de Campuzano. D. Isaac Rayón y D.Miguel Expósito, párrocos que fueron de La Hermida. D. José María Ruiz González párroco en San Roque de Santander y lo fue de Brañavieja. D. Antonio Miyares Gómez, párroco de Barreda. D. José Luis Sisniega, párroco que fue de Helguera. D. Constancio Rodríguez obrero en la capilla de Mataporquera. D. Antonio Quintana hijo del propietario de Construcciones Manuel Quintana Santayana, contratista

en la iglesia de La Trinidad de Laredo Fuentes manuscritas. Archivo Diocesano de Santillana del Mar. Fondos de la Fundación Jesús Otero. Archivo municipal de Colindres. Archivo municipal de Torrelavega.

Legajos: H205 / H288;20 / H206 / H232 / H246;9 / H269 / H292;1;6 / H481 / H477;1 / 743 / H172;2,16 / H172;1,7 / H205;3 / H206;1,4 / 1279 / 2463 / PA05-011 / PA05-023 / PA05-056-05 / PA05-056-01 / PA05-056-02/04 /

Fondos fotográficos: Col.Manuel Quevedo Alb H8;5 / Col.Ricardo Bueno nº38 / Col.Nuria Gutiérrez nº387 / Am.Alb.H6;146 / AM.Alb.H6;171.

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Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 64

VII. Anexo fotográfico.

1. La Virgen Grande Torrelavega. 1956 Luis Moya Blanco

2.

La Bien Aparecida Santander.1956 G. de la Torriente

3. Nta. Sra. del CarmenMata porquera.1957 Ramón Lavín (atrib.)

4. La Trinidad Laredo. 1958 Ramón Canosa

Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 65

5. San Luis Argomilla. 1960 Manuel Bringas

6. La Sagrada Familia. La Albericia. 1961 Javier G. De Riancho

7. San Miguel. Campuzano. 1961 Ricardo Lorenzo.

8.

San Martín Santander.1961 Juan José Resines

Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 66

9. Nta. Sra. de Loreto Laredo. 1963 A.Hernández Morales (atrib.)

10. San José Sarón. 1963 E. de la Torriente

11. Colegio SS.CC. Torrelavega. 1964 Coello de Portugal

12. Colegio La Paz Torrelavega. 1965 Coello de Portugal

Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 67

13. Centro Cívico Brañavieja. c.1965 Hernández Morales

14. S.Mª. de los ÁngelesSantander. 1966 Luis Alustiza

15. Carmelitas Reinosa. 1966 José A. Olano

16. Nta. Sra. del Faro Cueto. 1966 Jaime Carceller

Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 68

17. San Vicente Espinama. 1966 Hernández Morales

18. La Asunción Helguera. J. Pérez de Regules

19. Pasionistas Santander. 1969 Ricardo Lorenzo

20. San Pelayo La Hermida. 1970 Hernández Morales

Curso de doctorado 2003-2005. Luis Alberto Alonso Ortiz. 69

Torrelavega. Julio de 2005 Luis Alberto Alonso Ortiz