Arquitectura Precerámica Monumental en La Costa Central

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105 investigaciones sociales Vol.17 N°30, pp.105-129 [2013]UNMSM-IIHS. LIMA, PERÚ Arquitectura precerámica monumental en la costa central: la tradición El Paraíso César Augusto Cornejo Maya Universidad Nacional Mayor de San Marcos <[email protected]> RESUMEN Recientes investigaciones en Pampa de los Perros, un sitio del Precerámico Final ubicado en el valle bajo del Chillón, han revelado una larga y compleja secuencia constructiva que incluye la edificación de recintos, pirámides y una plaza circular. Basados en esta y en información previamente publicada sobre sitios contemporáneos con arquitectura monumental de la costa central, y especialmente a partir de los conceptos iniciales de Ettore Napoli (1967) y Michael Moseley (1992), se precisa y amplía el concepto de la Tradición El Paraíso. Además, planteamos las relaciones que esta tuvo con otras tradiciones arquitectónicas del Precerámico Final, es decir con las tradiciones Mito y El Aspero. PALABRAS CLAVE: Precerámico Final, Costa Central, Valle del Chillón, Arquitectura. Preceramic architecture in the central coast: El Paraíso tradition ABSTRACT Recent researchs in Pampa de los Perros, a Final Preceramic site located in the lower valley of the Chillón, have revealed a long and complex constructive sequence that includes the building of enclosures, pyramids and a circular plaza. Based on this and in previously published information about contemporary sites with monumental architecture of the Central Coast, and especially from the initial concepts of Ettore Napoli (1967) and Michael Moseley (1992), we specify and extend the concept of El Paraíso Tradition. Further- more, we propose the relations that this one had with other architectural traditions from Final Preceramic, i.e. with the Traditions Mito and El Aspero. In addition, we raise the relations that this one had with other architectural traditions of the Precerámico Final, that is to say with the i.e. traditions Mito y El Aspero. KEYWORDS: Final Preceramic, Central Coast, Chillón Valley, Architecture.

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Arquitectura Precerámica

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investigaciones sociales Vol.17 N°30, pp.105-129 [2013]UNMSM

-IIHS. LIMA, PERÚ

Arquitectura precerámica monumental en la costa central: la tradición El Paraíso

César Augusto Cornejo MayaUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

<[email protected]>

RESUMENRecientes investigaciones en Pampa de los Perros, un sitio del Precerámico Final ubicado en el valle bajo del Chillón, han revelado una larga y compleja secuencia constructiva que incluye la edificación de recintos, pirámides y una plaza circular. Basados en esta y en información previamente publicada sobre sitios contemporáneos con arquitectura monumental de la costa central, y especialmente a partir de los conceptos iniciales de Ettore Napoli (1967) y Michael Moseley (1992), se precisa y amplía el concepto de la Tradición El Paraíso. Además, planteamos las relaciones que esta tuvo con otras tradiciones arquitectónicas del Precerámico Final, es decir con las tradiciones Mito y El Aspero.

pAlAbrAs ClAve: Precerámico Final, Costa Central, Valle del Chillón, Arquitectura.

Preceramic architecture in the central coast: el Paraíso traditionABSTRACTRecent researchs in Pampa de los Perros, a Final Preceramic site located in the lower valley of the Chillón, have revealed a long and complex constructive sequence that includes the building of enclosures, pyramids and a circular plaza. Based on this and in previously published information about contemporary sites with monumental architecture of the Central Coast, and especially from the initial concepts of Ettore Napoli (1967) and Michael Moseley (1992), we specify and extend the concept of El Paraíso Tradition. Further-more, we propose the relations that this one had with other architectural traditions from Final Preceramic, i.e. with the Traditions Mito and El Aspero. In addition, we raise the relations that this one had with other architectural traditions of the Precerámico Final, that is to say with the i.e. traditions Mito y El Aspero.

Keywords: Final Preceramic, Central Coast, Chillón Valley, Architecture.

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Este sitio arqueológico se ubica en la margen de-recha del río Chillón, aproximadamente a 2.35 km del océano Pacífico, a una altitud promedio de 47 msnm, sobre el cono deyectivo de una

quebrada seca rodeada por los cerros Cucaracha, Blan-co, Huacho, Resbalón y La Cuchilla. Políticamente se encuentra en el distrito de Ventanilla, provincia Consti-tucional del Callao (fig. 1).1

Investigaciones anteriores

Pampa de los Perros fue registrado por primera vez por Louis Stumer a inicios de la década de 1950, pues aun-que en el texto solo menciona algunas construcciones de El Paraíso, en el mapa que presenta en su publi-cación este sitio está indicado junto a Cerro Culebras (Stumer, 1954: fig. 1).

Posteriormente, a mediados de la década de 1960, Frédéric Engel llevó a cabo trabajos de investigación y restauración en El Paraíso. A este sitio lo dividió en

1 Los mapas de las figuras 1 y 2 están proyectados con el sistema Universal Transverse Mercator (UTM), zona 18S y el datum PSAD 56, mientras que el mapa de la figura 11 fue elaborado a partir de coordenadas geográficas.

ocho unidades, siete de ellas agrupadas en la margen izquierda, y la restante (Unidad VII) ubicada en la margen derecha, corresponde a Pampa de los Perros (Engel, 1966a: 54; 1966b: 43, plano de la página 45; 1967: 245, fig.2).

Si bien desde esta fecha son numerosas las referen-cias hechas a este sitio arqueológico (Agurto Calvo, 1984: 56; Bonavia, 1966: 37; FAUA-UNI, 1994: ficha 15-1239; Holmberg, 1989: 47, fig. 21; Paredes, 1992: 60, fig. 3; Quilter, 1985: 281, fig. 1; Silva, 1991: 13-14, fig. 2; 1992: 395, fig. 2; 1996: 113, 130, figs. 63 y 74; 1998: 257, fig. 9), las únicas excavaciones realiza-das antes de nuestra intervención fueron las realizadas por Rikard Holmberg entre 1989 y 1990.

Así, entre julio y diciembre de 1989 y marzo-julio y diciembre de 1990, Holmberg realizó trabajos de limpieza y rehabilitación en Pampa de los Perros. Du-rante la segunda mitad de 1989 descombró la esquina noreste de la pirámide, encontrando muros hechos de piedras irregulares y cantos rodados. Según Holm-berg (1990: 1) el material recuperado pertenece a la “… época arcaica tardía, época cuando se construyó la huaca, pero también hay algún material de la época formativa inicial de una construcción con fogones al

Figura 1. Mapa de ubicación de Pampa de los Perros.

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este de la huaca…”. Entre los materiales recuperados destaca los restos de un loro, soguillas y telas pintadas.

Al año siguiente la mayor parte del trabajo se de-dicó a la excavación de la plaza circular, la cual según Holmberg (1991: 1) se hallaba cubierta “… por una capa de basura con fragmentos de cerámica y telas y restos alimenticios…” correspondientes a la cultura Lima, lográndose limpiar una gran parte del paramen-to interno del muro circular.

Adicionalmente debemos señalar que Hugo Lude-ña (1975: 62) indica que en la Pampa de los Perros existía un cementerio y restos de viviendas correspon-dientes a la población de Cerro Culebras, todo lo cual se hallaba cubierto por basura moderna. Este mismo investigador también manifiesta que Engel ubicó va-rios sitios precerámicos en la quebrada que se halla al norte de Pampa de los Perros, dos de los cuales se denominan Lomas Negras I y Lomas Negras II. Del primero se obtuvo un fechado de 7480 ±120 (I-7890), mientras que el fechado del segundo fue 5430 ±130 (I-1793) (Ludeña, 1975: 63, 88). Bajo el nombre de Pampa Los Perros, Ziólkowski et al. (1994: 211-213) han publicado otros fechados, al parecer de muestras provenientes de estos mismos sitios.

El Sitio antes de la intervención

Pampa de los Perros ocupa un área de 1.5 ha y al menos está formado por cinco sectores (fig. 2):

I. Pirámide

Se trata de una construcción formada por dos niveles orientada al N67°W. El nivel superior tiene 41 m NE-SW por 31 m NW-SE y 3.4 m de altura, mientras que el inferior mide 29 m NE-SW por 23 m NW-SE y 2.2 m de altura. Además, en la esquina NE se observa una ampliación de 14 m de lado. Al haber sido parcialmente construida sobre la ladera de una quebrada, esta pirámi-de aparenta tener más volumen del que realmente tuvo.

Antes de nuestra intervención, sobre la superficie del nivel inferior solo se observaba un muro de piedras, mientras que en la superior se apreciaban unos pocos alineamientos, además de una depresión que podría corresponder a un pasadizo.

En la esquina noreste, lugar donde a fines de la década de 1980 Rikard Holmberg descombró parte de las fachadas, se observaban unos pocos muros hechos con cantos rodados y piedras angulosas, algunos de los

Figura 2. Mapa de ubicación de las Unidades Excavadas.

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cuales presentan una pintura rosada que originalmen-te pudo haber sido de color rojo. En esta misma zona también existe un acceso.

Debido a que en el pasado esta estructura ha sido sa-queada para extraer sus piedras, su forma original ha sido alterada, siendo evidencia de este saqueo la existencia de una rampa que servía para el acceso de los camiones.

II. Recintos al sur de la pirámide

Al sur de la pirámide se observa un área sinuosa de 54 m NE-SW por 22 m NW-SE que se eleva por sobre la superficie de la quebrada. En los perfiles de dos de los cuatro hoyos hechos para la instalación de una torre de alta tensión, se observaba una compleja estratigrafía de muros, pisos y rellenos, lo cual evidencia una larga se-cuencia constructiva. A partir de esta última evidencia se pudo determinar que debajo de toda el área sinuosa existen restos arqueológicos.

III. Plaza circular

Señalada y excavada por primera vez por Rikard Holm-berg (1991: 1), se encuentra aproximadamente a 16 m al noroeste de la base de la pirámide, y fue construida directamente en el lecho de una de las quebradas que atraviesan esta área. Nuestras excavaciones revelaron que tuvo un diámetro aproximado de 17.4 m además de dos escaleras en su eje SE-NW. Antes de nuestra intervención esta plaza se encontraba llena de basura y desmontes, pues después de las excavaciones de Holm-berg fue utilizada para represar las aguas provenientes de las chancherías clandestinas.

IV. Recintos al norte de la pirámide

En la foto aérea del año 1945 al norte de la pirámide se aprecia un área de características similares a la de los recintos de la parte sur. Aunque actualmente en el terreno no se distingue ninguna evidencia de estas es-tructuras, ellas deben estar enterradas debajo de la su-perficie actual, extendiéndose hasta la Av. Del Bierzo.

V. Plataforma

En la fotografía aérea de 1945 también se observa una plataforma de aproximadamente 25 m NE-SW por 28 m NW-SE ubicada 25 m al noroeste de la plaza cir-cular. Aunque al igual que en el caso anterior, actual-

mente no se aprecia ninguna estructura, es posible que ella se encuentre debajo de la superficie, pues esta zona ha sido rellenada y nivelada. Desconocemos por qué la mayor parte de esta plataforma no fue incluida en el área intangible de este sitio arqueológico.

Excavaciones2

Desde su planificación las excavaciones en Pampa de los Perros fueron trabajadas en área con el fin de definir los espacios arquitectónicos y sus secuencias construc-tivas. Además, con la ubicación de las cuatro unidades se trató de abarcar la mayor cantidad de sectores, ello con el fin de poder obtener una mayor comprensión de la configuración general de este sitio (fig. 2).

La Unidad 1 comprendió la excavación de la mitad sur de la fachada oeste del nivel superior de la pirámide, así como parte de la superficie del nivel inferior. Antes de nuestra intervención en esta zona solo se observaba dos pozos de huaqueo y partes de dos muros hechos con pie-dras angulosas, uno en el nivel superior y otro en el nivel inferior. En total se intervino un área de 284 m² (fig. 3).

La Unidad 2, que abarcó las cuadrículas N01-05: W13-16, tuvo como objetivo principal definir el sis-tema de acceso desde el exterior del sitio hacia lo que inicialmente habíamos denominado nivel inferior de la pirámide. En total abarcó un área de 80 m².

La excavación de la Unidad 3 tuvo como objetivo principal relacionar la arquitectura que se observaba en los perfiles de los hoyos, con la que formaba la fachada sur

2 Para una detallada descripción del proceso de excavación ver Cornejo (2012: 209-306, fotos 21-116).

Figura 3. Vista desde el Noroeste del acceso al recinto 1.

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de la pirámide. Si bien inicialmente esta unidad abarcó las cuadrículas S05-10: E01-10, con el fin de vincular la ar-quitectura hallada con la de la Unidad 1, se tuvo que reali-zar una ampliación hacia el oeste. En total, en esta unidad se intervino un área aproximada de 368 m² (fig. 4).

La Unidad 4 compendió la excavación de la plaza cir-cular que se halla al oeste de la pirámide (fig. 5). Esta plaza había sido parcialmente excavada por Rikard Holmberg (1991) en el año 1990. Aunque al inicio de nuestros tra-bajos en el terreno solo se observaba una depresión rellena de basura moderna, en la fotografía aérea de 1945 clara-mente se apreciaba la existencia de una plaza circular.

Resultados

Las excavaciones realizadas en Pampa de los Perros han revelado importante información sobre recursos ma-rinos, textiles, secuencia y técnicas constructivas, plu-mas, etc. que añaden nuevas evidencias a la discusión sobre el Precerámico Final en los Andes centrales (Cor-nejo, 2012). Debido a la naturaleza de este artículo solo vamos a tratar y discutir en detalle la información relacionada a la arquitectura. Así, se ha establecido una larga secuencia de fases constructivas que incluyó la construcción y remodelación de una pirámide, recintos y una plaza circular (fig. 6), al final de la cual, con ex-cepción de la plaza circular, todas las demás estructuras excavadas fueron cubiertas con shicras.3

3 Para una descripción detallada de esta secuencia constructiva ver Cornejo (2012: 309-353, planos 33-46).

Como se aprecia en la figura 7 durante la fase 1 se construyeron y remodelaron los primeros recintos (Recinto 4) en algunos casos utilizando shicras, y en otros capas de basura y ceniza. El material constructivo más utilizado fue el canto rodado. Además, desde el inicio estos cambios no respetaron la forma original del recinto, y algunas veces implicaron la destrucción parcial de la arquitectura. Luego, durante la fase 2 se construyó una pirámide cuya fachada sur cubrió par-cialmente el Recinto 4. Esta pirámide se alineó con una plaza circular de 17.4 m de diámetro, la cual tenía dos escaleras en su eje SE-NW. Entre la pirámide y la plaza circular se construyeron y remodelaron los Recintos 2 y 3 cuyos accesos se orientaban hacia un espacio que hemos denominado patio central, pues es posible que en su lado norte haya otros recintos similares (fig. 8).

Durante la fase 3 se amplió y remodeló las fachadas sur y oeste de la pirámide. Además se siguió remodelan-do los Recintos 2 y 3 y se construyeron otros (Recintos 1, 5 y 6). En general estas remodelaciones respetaron las formas originales y no hay evidencia de destrucción o desmantelamiento de la arquitectura. Hay un mayor empleo de piedras angulosas. En esta fase el sitio llegó a su máxima complejidad (fig. 9).

En la fase 4 se cubrió totalmente con shicras los recintos y el patio central. En el relleno de este patio se encontró una ofrenda compuesta por dos guacamayos (Ara sp.) envueltos en fibras vegetales muy mal conser-vadas. Si bien no hallamos ninguna evidencia concreta que nos señalara que estos últimos rellenos soportaran nuevas estructuras, ellos al menos indican un drástico cambio en esta parte del sitio.

Figura 4. Vista desde el Noroeste del Piso 263 y su fogón asociado (265) en el recinto 4.

Figura 5. Vista desde el Sur de la Escalera Oeste de la Plaza Circular.

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Ocupaciones posteriores en este sitio son eviden-ciadas por el hallazgo de una vasija Lima sobre una de las escaleras de la fachada sur de la pirámide, además de basurales de esta misma cultura al oeste del Recinto 3 y al interior de la plaza circular. Finalmente, se hallaron dos entierros Ichma: uno muy mal conservado corres-pondiente a un niño de aproximadamente 7 años ± 9 meses cerca al Recinto 4, y un fardo cuya colocación destruyó parte de la esquina sureste del Recinto 5.

Tradiciones constructivas

Mientras que para la sierra se ha planteado la existencia de la Tradición Religiosa Kotosh (Burger y Salazar-Burger, 1980: 27) o Mito (Bonnier, 1997: 121-122),4 para la cos-ta Feldman (1992: 75) planteó la Tradición El Paraíso, la cual se caracteriza por “… templos con múltiples cuartos, con una evidente diferenciación de funciones entre cuar-

4 A decir de Bonnier (1997: 121) “… la tradición Mito está basada en la definición de las formas y cánones arquitectónicos, mientras que la otra, la tradición Kotosh, se refiere al tipo de rituales realizados en las estructuras ceremoniales”. Por ello, a decir de ella “Esta [última] definición no es suficientemente precisa ya que la ofrenda de productos incinerados, a las divinidades o a los muertos, existe en los Andes hasta la época colonial” (Bonnier 1988: 358). En consecuencia, nosotros preferimos la primera denominación.

tos y entre los espacios internos y externos. Las estruc-turas son importantes construcciones de mampostería, diseñadas para durar algún tiempo. El enterramiento de templos tuvo lugar en un menor grado que en los sitios de la Tradición Religiosa Kotosh: el relleno añadido no en-terró un cuarto, de manera que nuevos muros a menudo prolongaron los antiguos en vez de separar nuevas cons-trucciones. Como resultado, la disposición arquitectónica muestra más continuidad de nivel a nivel”.

De manera similar, Morales (1993: 192-233) divi-dió la arquitectura monumental del Precerámico Final en dos tradiciones: La Tradición Serrana se caracteriza por grandes montículos conformados por una superpo-sición de recintos cuadrados o de esquinas redondeadas con un acceso y hornacinas en el paramento interno de los muros. En su interior se observa un piso a desnivel con un fogón con ducto de ventilación. Por su parte la Tradición Costeña destaca por sus grandes volúmenes, el uso de shicras, emparrillados de cascajo entre los mu-ros, adobes hechos a mano, enlucidos muy elaborados, además del enterramiento de los templos como parte del rito. Morales también indica que a partir de Lurín esta tradición se diluye, presentándose hacia el sur asenta-mientos aldeanos como Chilca, Paloma, Asia y Otuma, sin llegar a desarrollar grandes monumentos.

Figura 6. Planta y Corte General de las Unidades Excavadas.

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Por su parte, Moseley dividió la arquitectura costeña precerámica en dos tradiciones: El Aspero y El Paraíso. La primera de ellas, que engloba casi a la totalidad de sitios correspondientes al Precerámico Final de la costa nor-central, “… enfatiza monumentos de cimas planas como escenarios de exhibición ritual para grandes audiencias

reunidas frente a las plataformas. Esta es una doctrina de ceremonialismo de orientación más pública que en la Tra-dición Kotosh de pequeñas cámaras privadas. Sin embargo, además de las plataformas de tamaño variable, la Tra-dición El Aspero no está definida por muchos otros rasgos arquitectónicos estandarizados” (Moseley, 1992: 115). Además, indica que “Al final del Perío-do Precerámico tres principales tipos de estructuras figuran en la tradición arquitectónica costeña: los montícu-los, los patios rectangulares, y las plazas circulares hundidas. Estos elementos podrían encontrarse de manera indivi-dual, pero más frecuentemente varios de ellos fueron construidos asociados” (1992: 118).

Recientemente Vega-Centeno (2007b: 122) ha cuestionado esta propuesta de Moseley, señalando que esta “… se basaba principalmente en registros de superficie, que permitían la identificación de dichos montí-culos-plataforma y patios adyacen-tes…”. Las excavaciones en sitios como Caral, Chupacigarro, Cerro Lampay e, incluso, Áspero, han reve-lado que los «montículos-plataforma con cimas abiertas» nunca existieron como diseño arquitectónico original.

A partir de sus excavaciones en Cerro Lampay y al análisis de los re-sultados de las excavaciones en otros sitios cercanos, el mismo Vega-Cen-teno ha determinado la existencia de la Tradición NCC (costa norcentral por sus siglas en inglés), la cual define como “… una estructura de dos re-cintos, en la cual el espacio frontal es el doble de grande del posterior. Ade-más, el espacio frontal usualmente es

cuadrado, mientras que el posterior es alargado. Este tipo de estructura tiene múltiples accesos (frontales, posterior y laterales) en ambos espacios, y tiene banquetas que la dividen en mitades o cuartos” (2005a: 284, 286; 2006: 47). Y a continuación añade: “Las estructuras pueden ha-ber sido construidas en dos eventos, con un recinto largo

Figura 7. Secuencia Constructiva de Pampa de los Perros.

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original y un recinto cuadrado tardío con dimensiones de ‘patio’. Ellos también pueden haber sido construidos des-pués que un espacio cuadrado es dividido por un muro interno en dos áreas con proporciones de 1 a 2… Por lo tanto, la estructura de dos recintos aparece como una unidad modular que regula el crecimiento y desarrollo de unidades más grandes y complejas, tales como la identi-ficada en Chupacigarro, Caral u otros grandes sitios del sistema de Pativilca (Vega-Centeno, 2005a: 286).

En general, además de Cerro Lampay, esta tra-dición es identificada por este investigador en Caral (Templo de la Banqueta, Templo del Anfiteatro y Pi-rámide Mayor), Chupacigarro, Aspero (Huaca de los Idolos y Huaca de los Sacrificios) (2005a: 279-286, 370, fig. 7.14, tablas 7.1 y 7.2; 2006: 43-49, fig. 6).

Con respecto al desarrollo de esta tradición señala que “… es posible plantear que, dentro de la secuencia de cambios y continuidades sucedidas a lo largo del tercer milenio a.C., existió un desarrollo de patrones arquitectónicos que habría tenido una etapa experi-mental, representada en la arquitectura de Huaca de los Ídolos, y que se dio antes de 2500 a.C. Posterior-mente, se tiene una etapa donde el patrón adquiere su formalización plena, con el conjunto de dos recintos. A esta configuración se le habrían añadido las plazas circulares, tal como puede observarse en Cerro Lampay y las fases finales de la Pirámide Mayor o el Templo del Anfiteatro” (Vega-Centeno, 2005a: 370; 2006: 54).

Si bien a diferencia de la propuesta de Moseley, el planteamiento de Vega-Centeno se basa en informa-ción obtenida a partir de excavaciones, su empleo aún no se ha generalizado y creemos que aún faltan más evidencias que lo confirmen. Por ello, en este trabajo la Tradición El Aspero básicamente se utilizará para de-finir la dualidad arquitectónica pirámide/plaza circu-lar. Sin embargo, como mencionamos algunas páginas adelante, la propuesta de Vega-Centeno nos debe hacer reflexionar e investigar en el futuro si todas las estruc-turas englobadas como Tradición El Aspero realmente corresponden a una misma tradición arquitectónica.

Por otra parte, en la Tradición El Paraíso, Mo-seley solo incluye al sitio de este nombre (el cual era el único que por ese entonces se conocía en algún detalle), por lo que sus características son exclusivas de él, siendo una de las más resaltantes los patios y recintos interconectados (Moseley, 1992: 119-121).5

5 Será esta y no la definición de Feldman la que en adelante utilizaremos para esta tradición.

Si bien Napoli (1967: 107, 109, 112, 117) no define con precisión lo que llamara “unidad formal” para la Unidad I de El Paraíso, podemos mencionar que ella consiste de un recinto de forma rectangular dividido en dos espacios por medio de un muro más delgado y de menor altura, en el cual existe un acceso que los comunica. El primer espacio, que por lo general es el de mayores dimensiones, además de su acceso prin-cipal, puede o no tener uno o más accesos laterales, mientras que el segundo espacio solo tiene el acceso ya mencionado.

Efectivamente, si observamos el plano de la Uni-dad I de El Paraíso, podemos observar siguiendo la idea de Napoli (1967), que la mayor parte de su confi-guración final no es más que la suma de varias de estas “unidades formales” orientadas de manera similar a los recintos de Pampa de los Perros,6 siendo las más evi-dentes, siempre siguiendo la nomenclatura de Quilter (1985: fig.2), las formadas por los Recintos 2 y 37, 5 y 6, 10 y 11, además de las formadas por los Recintos 16 y 17, y 18 y 19, y aunque hay otros dos casos que no

6 Si bien en esta estructura actualmente no se observa evidencia que los muros divisorios hayan tenido menos altura, ello puede deberse a la reconstrucción de la que fue objeto a mediados de la década de 1960, pues el mismo Engel (1967: 257) señala que “… podemos haber errado en lo que se refiere a la altura exacta de cada pared, tomándola en forma individual… Así se ha formado un edificio plano por su parte superior, lo que no parece corresponder a la forma primitiva…”.

7 En la secuencia planteada por Napoli (1967: plano frente a la pág. 117) se observa que el acceso en la esquina sureste del Recinto 3 fue creado durante la cuarta y última fase. Quilter (1985: 284) también comparte esta idea.

Figura 8. Vista Isométrica desde el Suroeste (Fase 2B).

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son tan claros (Recintos 12 y 13, y 8 y 9), ellos también están formados por dos espacios contiguos.

Además de esta estructura, el Recinto 1 identifi-cado por Quilter (fig. 10; 1985: 289-290, figs. 7 y 8) en la Unidad II de El Paraíso, también corresponde a este mismo rasgo arquitectónico, aunque no sabemos si no se identificó o no existió el espacio posterior. Este recinto tuvo 5 m de lado y dos de sus tres accesos ha-bían sido sellados. Además, su orientación es similar a la de los recintos de Pampa de los Perros, y al igual que algunos de ellos originalmente estuvo pintado de color rosado. En su lado norte se halló tres cámaras, las cuales parecen haber sido construidas posteriormente.

Esta “unidad formal” recientemente también ha sido hallada en Buena Vista, siendo denominada “Templo del Paraíso del Valle”. Como ya lo han seña-lado Benfer et al. (2007: 76) esta estructura es muy pa-recida a la “unidad formal” de El Paraíso formada por los Recintos 2 y 3, pues en ambos casos en el espacio anterior existe una depresión de forma cuadrangular con pozos circulares cerca de sus cuatro esquinas. Sin embargo, en el caso de Buena Vista existen esculturas en relieve y bulto, además de nichos en una platafor-ma que rodea el espacio interno del recinto (fig. 10), rasgos arquitectónicos que casi no se han reportado en los sitios de la costa, pero que aparecen en varios de la sierra, especialmente en el sitio de Kotosh (Izumi y Sono, 1963; Izumi y Terada, 1972; Onuki, 1999).8

8 En el valle del Huallaga se han reportado otros sitios con características similares a las de Kotosh (Terada 1972: 304; Morales 1989).

Por ello, si bien estamos en desacuerdo con Benfer et al. (2007: 66, 69, 95) cuando señala que el “Templo del Zorro” corresponde a la Tradición Mito, pues este además tiene dos estructuras que flanquean a la “cá-mara de ofrendas” que guardan cierta semejanza con la “unidad formal”,9 no podemos negar que algunas características del “Templo del Paraíso del Valle” han sido halladas en los sitios de esta tradición. Sobre esto último volveremos más adelante.

Si bien solo cuatro de los seis recintos identificados en Pampa de los Perros fueron bien definidos, todos ellos son importantes para entender diferentes aspec-tos de la naturaleza de las “unidades formales”. Así, el Recinto 2 con su área de 35.20 m² tuvo la forma típica de estas “unidades formales”, mientras que el acceso al espacio anterior del Recinto 5, el cual tuvo un área de 32.12 m², estuvo ubicado en uno de los lados laterales.

En contraste con los dos recintos anteriores, el muro divisorio del Recinto 3 era paralelo a los muros laterales y su ingreso se hallaba en el extremo sur, de manera que guarda algunas semejanzas con la “unidad formal” de El Paraíso formada por los Recintos 18 y 19.

La diferencia del Recinto 1 con los que acabamos de señalar parece radicar en que para edificarlo solo se contaba con un espacio de 3.85 m de ancho y 27.8 m² de área total, lo cual se debío al crecimiento en sentido contrario de los recintos y de los muros de contención del paramento oeste de la pirámide.

El Recinto 6 fue el menos excavado, y aunque se desconocen sus dimensiones, probablemente tenga un área similar a la del Recinto 3. Al parecer tuvo un solo espacio, en la parte posterior del cual posteriormente se construyó una plataforma de 1.44 m de ancho.

A diferencia del resto, en el Recinto 4 se halló evidencia de constantes remodelaciones, las cuales in-cluyeron nuevos pisos, el desmantelamiento de la ar-quitectura existente y una distinta disposición de los muros, así como la construcción de un fogón y el uso de capas de ceniza debajo de los pisos. Además, parte de él fue cubierto durante la remodelación de la pirá-mide y muy probablemente también lo haya sido por la primera pirámide.

Esta rápida revisión de los recintos de Pampa de los Perros nos evidencia dos hechos importantes:

9 Por otra parte, en la Huaca de los Idolos de Aspero (Feldman 1980: 70-71, fig. 21; 1985: 75, fig.4) también se ha hallado un acceso con umbral escalonado muy similar a los reportados en Buena Vista (Benfer et al. 2007: figs. 7, 11, 13-15; s/f: figs. 2c-e).

Figura 9. Vista Isométrica desde el Oeste (Fase 3A).

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– primero, que las “unidades formales”, al menos en Pampa de los Perros, inicialmente fueron construi-das con propósitos al parecer domésticos, siendo evidencia de ello la presencia de un fogón y la gran cantidad de cambios y remodelaciones que inclu-yeron rellenos con restos de alimentos y ceniza en el Recinto 4. Estas remodelaciones además no res-petaron su configuración inicial, y son anteriores a la construcción de la arquitectura caracterizada por la dualidad arquitectónica pirámide/plaza circular. Es decir, la Tradición El Paraíso es más antigua en la costa central.

– segundo, cuando se construyó la pirámide y su plaza circular asociada durante la fase 2A, las “unidades formales” continuaron siendo edifica-das (Recintos 1-3, 5 y 6) es decir co-existieron con ellas, pero su connotación y ubicación cam-bió, pues ahora se hallaban en el espacio entre la pirámide y la plaza circular, fueron mantenidas limpias y sus cambios respetaron su configura-ción inicial, es decir los nuevos muros fueron

construidos a partir de las cabeceras de los ya existentes.

Con respecto a la Tradición El Aspero, como ya mencionamos, una de sus características principales es la dualidad arquitectónica pirámide/plaza circular, y si bien durante el Precerámico Final los sitios se encuen-tran en mayor cantidad en los valles de Huaura, Supe, Pativilca y Fortaleza (zona denominada “Norte Chico” por Haas y Creamer 2004: 35-36, 45), los recientes tra-bajos de Fuchs en Sechín Bajo, en el valle de Casma, han hallado una plataforma asociada a plazas circulares y rectangulares construidas sucesivamente, estructuras que han sido firmemente fechadas entre 3000 y 2900 a.C., es decir varios siglos antes que las construcciones del “Norte Chico” (Fuchs et al., 2009: 80).10 Por ello, es

10 A menos que sean citas o referencias directas de otros investigadores, todos los fechados presentados han sido calibrados con el programa OxCal 4.1 (Curva ShCal 04), y los lapsos de tiempo, ya sea que aparezcan o no entre paréntesis, se refieren a la calibración con una probabilidad del 68.2%. El esquema de la figura 12 también está elaborado con estos mismos criterios.

Figura 10. Comparación de las Plantas de los Principales sitios con Arquitectura Monumental de la Costa Central.

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probable que sea en Casma donde se originó esta idea constructiva (la que inicialmente no incluía la pirámide) y su ideología vinculada, la cual luego de unos pocos siglos se expandió al sur, donde se formalizó al añadír-sele la pirámide y se popularizó en la zona comprendida por los valles de Fortaleza y Huaura, y luego de algunos siglos más llegó hasta el valle del Chillón. Sin embargo, tal como recurrentemente ha sido demostrado para el caso andino, esta expansión no necesariamente implicó algún tipo de conquista territorial o expansión de enti-dades políticas.

Por tanto, con la información actualmente dispo-nible podemos señalar que por el norte esta tradición

tuvo sus antecedentes en el valle de Casma y mantuvo sus características formales (pirámide/plaza circular) solo hasta el valle de Fortaleza, pues los sitios ubicados más al norte son posteriores y tienen características dis-tintas (fig. 11).

En este sentido, contrario a las ideas de Bischof (2009: 10-20, figs. 1, 6 y 7) y Fuchs et al. (2009: 67, 79), sostenemos que la ubicación cronológica del Edi-ficio de Barro de Cerro Sechín aún es un problema que las muestras fechadas Hd-6958 y Hd-6959 no han re-suelto por no tener una real asociación con la arquitec-tura de barro (Fuchs, 1997: 158-159; Samaniego et al., 1985: 179 y 182, figs. 6, 12-13).11

Además, si bien Alto Salaverry (Shelia Pozorski y Thomas Pozorski, 1977; 1979) y Las Salinas de Chao (Alva, 1986) cuentan con plazas circulares, ellas no están asociadas con pirámides sino se hallan aisladas o ubicadas frente a plataformas tal como el caso de Sechín Bajo, y los fechados obtenidos para Las Salinas de Chao indican que este sitio corresponde a un desa-rrollo tardío con respecto a los sitios ubicados al sur. Posiblemente esto último también sea cierto para Alto Salaverry.

Si bien la arquitectura identificada en Ventarrón (Alva, 2008; Proyecto Especial Naylamp Lambayeque - Unidad Ejecutora No 111, 2010) comparte algunas características con los sitios de la Tradición El Aspero, tales como el uso de fogones, la construcción de am-plias escaleras centrales y de recintos con banquetas en su parte posterior, también son notables las dife-rencias, las cuales se expresan en el uso de represen-taciones polícromas en el paramento de los muros, y la construcción de elevados contrafuertes que ro-dean las plataformas, así como el empleo de bloques de sedimento arcilloso como material constructivo. Por ello estos recientes descubrimientos no pueden ser adscritos a esta tradición, y aún debemos esperar reportes adicionales para poder evaluarlos en su real dimensión.

Por el sur las características de la Tradición El As-pero son observables hasta el valle del Chillón, especí-ficamente en Pampa de los Perros, lugar en donde, tal

11 Efectivamente, en el reporte original Samaniego et al. (1985: 179; Ziólkowski et al. 1994: 298-299) indican que la capa de donde provino la muestra Hd-6059 (2286 - 2050 cal. a.C.) “… puede haber sido redepositada”, y que la muestra Hd-6958 (2139 - 1981 cal. a.C.) “probablemente se relacionó con la estructura central de barro (énfasis nuestro)”. Por tanto, adscribir estos fechados a la construcción del Edificio de Barro solo es una probabilidad y no un hecho concluyente como se nos quiere presentar.

Figura 11. Mapa de las Tradiciones Arquitectónicas del Precerámico Final de la Costa y Sierra Central y Norcentral.

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como ya hemos mencionado, durante la fase 2A ella se sobrepuso y coexistió con una tradición que ya existía en la zona, la Tradición El Paraíso.12

En Pampa de los Perros también hemos identifi-cado el “patrón de acceso graduado” definido para los sitios de la Tradición El Aspero (Feldman, 1980: 191; Haas et al., 2005: 45), pues mientras que las activida-des realizadas en la plaza circular pudieron ser obser-vadas por una cantidad relativamente elevada de per-sonas, al patio central que tiene un acceso de 1.48 m de ancho ingresó una cantidad menor de personas, y a los recintos que se hallaban a sus lados, con ingresos que variaban entre 73 (Recinto 2) y 80 cm (Recinto 3), solo ingresó una parte aún más pequeña de la pobla-ción. La restricción del ingreso a estos espacios también se evidencia en la disminución paulatina de sus áreas, pues mientras que la plaza circular tuvo aproximada-

12 De cierta manera esta última propuesta ya había sido señalada por Shady, quien escribió que “La información cultural y temporal disponibles sugiere que la influencia del sistema social de Supe fue avanzando progresivamente y hacia los 2200 a.C ya había alcanzado por el sur a los constructores del Paraíso en el valle del Chillón” (2005: 91).

mente 245 m2 y el patio central alrededor de 150 m2, los recintos variaron entre 27.8 (Recinto 1) y 53.02 m2

(Recinto 3). Por ello, a diferencia de lo que que se ha indicado para El Aspero (Vega-Centeno 2005a: 331-332; 2007b: 123), en este caso creemos que este patrón es una idea integral de la construcción.

Para finalizar con las tradiciones arquitectónicas de la costa, sostenemos que la sobreposición observada en Pampa de los Perros podría repetirse en otras áreas, es decir cabe la posibilidad que en otras áreas la Tradición El Aspero se haya sobrepuesto a tradiciones locales, cu-yas construcciones actualmente se hallan cubiertas o no hayan sido correctamente identificadas.

Con respecto a los sitios del Precerámico Final de la sierra, englobados bajo el nombre de Tradición Mito, si bien desde un inicio las distintas investigacio-nes han precisado sus diferencias con los sitios de la costa, el más cercano a esta última área y el que pre-senta algunas similitudes evidentemente es La Galgada (Bueno y Grieder, 1979; Grieder y Bueno, 1988), ello debido a la existencia de una plaza circular y a la forma piramidal con escalera central de la estructura donde se hallaban las cámaras. Además, al igual que una de

Figura 12. Esquema Cronológico de los Sitios del Precerámico Final de la Costa Central y Norcentral.

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las estructuras de Lurihuasi en el valle de Supe (Shady, 2007: 19), tiene plataformas de esquinas curvas. Este último rasgo arquitectónico también ha sido hallado en Tumshukayko, cerca de Caraz (Bueno, 2005).

Según los conocimientos actuales esto indica que la idea de la construcción de las pirámides con plaza cir-cular asociada se difundió hacia el este donde se mezcló con la arquitectura de la Tradición Mito,13 mientras que el hallazgo de estructuras de esta última tradición en si-tios de la costa, tal como Huaynuná (Thomas Pozorski y Shelia Pozorski, 1990: 19-21, fig. 3; 1996: 342-343; 1999: 174-176 fig. 4), y Caral (Flores, 2006: 141-142, figs. 55-56; Shady y Machacuay, 2000; Shady, Macha-cuay y López, 2000), también indica que ella se difun-dió de este a oeste. Su escasez en la costa y el hecho que ni en Huaynuná ni en Caral estas estructuras ocupen espacios de primera importancia, evidencia que ellas no llegaron a tener la significación que sí tuvieron en la sierra, por lo cual posiblemente se hayan originado en esta última zona (Thomas Pozorski y Shelia Pozorski, 1996: 350). El fechado de 2283-2041 cal. a.C. (UGa-5612) proveniente del fogón del ejemplar de Huaynu-ná refuerza esta propuesta (Thomas Pozorski y Shelia Pozorski, 1990: 21, tabla 1; 1996: 342, tabla 1).

Si bien es probable que una de las principales rutas de esta mezcla de tradiciones haya sido el río Santa y sus afluentes, donde además de La Galgada (Bueno y Grieder, 1988) se han encontrado otros sitios como El Silencio (Montoya, 2007) y probablemente San Juani-to (Chapdelaine y Pimentel, 2008),14 el caso de Buena Vista nos presenta un panorama distinto, pues como ya mencionamos, una de sus estructuras, el Templo del

13 De manera contraria, Bueno (1983: 15) sostiene que la arquitectura de La Galgada, incluyendo la plaza circular, tiene antecedentes locales, en sitios cercanos como Morín y Cerro Pajillas, y que de allí se difundió hacia el sur, llegando a la costa central (1983: 20, 22).

14 En el único reporte que conocemos de este sitio se menciona que “San Juanito es un sitio que comparte ambas tradiciones culturales pues corresponde al momento de transición entre dos épocas de la prehistoria andina [Período Inicial y Precerámico Final]… ” (Chapdelaine y Pimentel 2008: 248), y más adelante se agrega que a pesar de los diferentes elementos asociados, el contexto funerario reportado no tenía cerámica (Chapdelaine y Pimentel 2008: 252). Si tenemos en cuenta estas menciones, las semejanzas que encuentran estos mismos autores (2008: 248, 253) entre los textiles recuperados en este sitio y los hallados por Bird en Huaca Prieta, además del hecho que el contexto funerario esté fechado en el 1600 a.C. y la arquitectura en el 1800 a.C., los cuales se corresponden con los fechados obtenidos en Las Salinas de Chao (Alva 1986: 54-55; Cárdenas 1979: 28; 1999: 158; Felber 1984: 448), es muy posible que al menos una de las ocupaciones de San Juanito corresponda al Precerámico Final. Sin embargo, es evidente que para llegar a mejores conclusiones aún faltan mayores trabajos en este sitio, o al menos reportes más detallados.

Paraíso del Valle, si bien presenta características gene-rales de la Tradición El Paraíso, al mismo tiempo com-parte ciertos rasgos con algunos de los sitios de la Tra-dición Mito, tal como las esculturas en bulto y nichos (Izumi y Sono, 1963; Izumi y Terada, 1972; Onuki, 1999), y también tiene el piso a desnivel, lo cual es considerado por Bonnier (1997: 128) “… como la marca de distinción de la arquitectura Mito y uno de los principales criterios, sino el mejor, para definir la tradición Mito”. Adicionalmente, en el sitio Polvareda 01 (PV44-P/01) ubicado en la quebrada Orcón-Pacay-bamba en el valle medio de Chancay, Goldhausen y su equipo han hallado evidencias de una estructura par-cialmente destruida muy similar a los Templos Mito ya que en ella se observan nichos, ventanas y un posible fogón central con ducto de ventilación (Goldhausen et al., 2006: 154, figs. 17-19). La existencia de al menos dos sitios del Precerámico Final en la costa central con características de los Templos Mito de la sierra nor-central, nos lleva a plantear, siguiendo a Benfer et al., (2007; s/f ) y Goldhausen et al. (2006: 154, 160), otra ruta de contacto directamente con la costa central, en este caso con los valles de Chancay y Chillón, lo cual no es sorprendente dado el alto grado de interacción de las sociedades de este tiempo, hecho que ha quedado establecido tanto a través de la evidencia arquitectónica como de los artículos comercializados a larga distancia (p.e. guacamayos).15

Si bien aún estamos lejos de tener una mejor ca-racterización de estas tradiciones y sus interrelaciones, ello en parte debido a la falta de investigaciones, a lo limitado de las excavaciones (nuestro caso), y a la falta de publicaciones donde se detallen las secuencias cons-tructivas identificadas y los contextos asociados, estas propuestas nos pueden servir de hipótesis guía para in-vestigaciones futuras.

Un caso claro de estas deficiencias corresponde a la Tradición El Aspero, pues a pesar que cuenta con la mayor cantidad de sitios excavados, la falta de detalles en la mayoría de publicaciones nos impide por ahora caracterizar de una mejor manera a las construcciones de esta importante tradición arquitectónica y sus cam-bios en el tiempo. Las comparaciones de las secuencias constructivas también nos ofrecerán la información necesaria para establecer si todas las construcciones

15 Además, algunos investigadores, tal como Quilter (1991a: 420) ya habían señalado las semejanzas entre las estructuras de la Tradición Mito y el espacio hundido de forma cuadrangular en la Unidad I de El Paraíso.

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que hoy englobamos bajo el nombre de “Tradición El Aspero” en realidad son parte de una sola, o si ellas corresponden a más de una tradición.16 Dicho en otras palabras ¿Las estructuras que subyacen a las pirámides finales son otras pirámides de menores dimensiones pero de características similares o pertenecen a algún otro tipo de arquitectura?, ¿las plazas circulares fueron parte de la construcción original de los sitios o fueron añadidas? y ¿a qué se debe la diversidad de los tama-ños y volúmenes de las estructuras al interior de un mismo sitio? Los trabajos realizados por Vega-Centeno (2005a, 2005b, 2006, 2007b) han permitido comen-zar a responder estas interrogantes.

En el caso de los tres sitios adscritos a la Tradición El Paraíso debemos señalar que así como presentan similitudes, ellos también tienen características parti-culares. Así en la Unidad I de El Paraíso las “unidades formales” forman agrupamientos contiguos; en Buena Vista existen esculturas en bulto, nichos, y accesos con umbrales escalonados; mientras que en Pampa de los Perros los recintos conservados presentan un desnivel en sus cabeceras, y al menos dos de ellos originalmente tuvieron muros frontales de menor altura. A pesar de estas particularidades creemos que este agrupamiento nos puede servir de guía para continuar con la carac-terización iniciada por Engel, Napoli, Moseley y Ben-fer de la arquitectura del Precerámico Final de la costa central.

En realidad, además del Templo del Paraíso del Valle y de cierta manera las estructuras adyacentes a la cámara de ofrendas del Templo del Zorro, Buena Vista tiene poco en común con Pampa de los Perros y El Paraíso, por lo cual es probable que la Tradición El Paraíso se haya originado en la parte baja del valle del Chillón. Por otra parte muchas de las características del Templo del Zorro, tal como las ventanas escalonadas, no han sido reportadas en los otros dos sitios.

Por el contrario, además de las formas de sus re-cintos, Pampa de los Perros y El Paraíso comparten muchas características, como por ejemplo el color rojo o rosado original de sus muros y pisos que poste-riormente fueron pintados de color gris claro (Engel, 1966b: 53; 1967: 251; 1987: 74; Napoli, 1967: 58; Quilter, 1985: 287, 290). En ambos sitios también se

16 En este mismo sentido Morales (1993: 220) ha afirmado que “El surgimiento de la arquitectura monumental en la costa peruana es un problema muy complejo, por abarcar un conglomerado de subtradiciones que no tienen un orden ni un estudio detallado de sus elementos, unidades y conjuntos”.

han hallado adobes hechos a mano utilizados de ma-nera excepcional ya sea como parte de la reparación de muros (Engel, 1966b: 55; 1967: 254; 1987: 79) o en los rellenos (Quilter, 1985: 291 y 292, 295 y 296, tabla 3).

Si bien Las Shicras se encuentra a menos de 35 km de Buena Vista, la falta de una detallada presentación de la información recuperada, no nos permite hacer mayores apreciaciones al respecto, pues aunque apa-rentemente corresponde a la Tradición El Aspero, cabe la posibilidad que la arquitectura final esté cubriendo a estructuras de una tradición local, sino es que a otras “unidades formales”.

Por tanto, al igual que La Galgada y Las Salinas de Chao, Pampa de los Perros es un sitio donde se eviden-cia la mezcla de tradiciones arquitectónicas, las cuales evidentemente reflejan diferentes religiones o al menos una distinta manera de materializarlas.

En conclusión, no será sino hasta que se tengan secuencias constructivas completas cuando podamos comenzar a comparar con mayor detalle los desarro-llos arquitectónicos de las diferentes zonas de los An-des centrales. Además, no debemos olvidarnos que las tradiciones mencionadas básicamente agrupan a sitios monumentales, y sitios tales como Asia (Engel, 1958: 25-26; 1963: 14-20, figs. 4-8, 10-11) y Río Seco del León (Engel, 1957: 89-91; 1958: 23-24; Lanning 1960: 45; 1967b: 70; Wendt, 1964: 239-242, fotos 3-6; 1976: 23-27), difícilmente pueden ser adscritos a alguna de ellas, y lo mismo sucede, entre otras estruc-turas, con las terrazas halladas en El Tanque de Ancón (Rosas, 1970: 34-39, 70-75, 111; figs. 2a, 2b, 2c, 2d, 3a) y Punta Grande en Ventanilla (Moseley, 1968: 36; 1975: 25), la estructura de la ladera de Huaynuná al norte del valle de Casma (Thomas Pozorski y Shelia Pozorski, 1990: 21-22, figs. 4-5), y las plataformas ais-ladas halladas en Los Gavilanes (Bonavia, 1982: 60-66, planos 14-15, fotos 12 y 14), Tortugas (Shelia Pozors-ki y Thomas Pozorski, 1992: 849; Thomas Pozorski y Shelia Pozorski, 1999: 173, fig. 2) y Aspero, aunque en este último sitio los dos ejemplares fueron parte de una estructura de mayor complejidad (Strong y Willey, 1943: 12, láms. 3b, 4a, y 4b; Willey y Corbett, 1954: 25-29, lám. V, plano V).

Finalmente, aunque solo parcialmente excavados, es llamativa la forma arquitectónica de los Recintos 1-3 y del patio central así como sus disposiciones con res-pecto a la pirámide, pues en alguna medida recuerdan a lo que Williams (1978-80: 97, fig. 2; 1985: 230, fig.

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2; 1988: fig. 2) a partir de la evidencia superficial deno-minó vestíbulo, el cual está ubicado antes del ingreso de muchos de los Templos en “U” de la costa central. Recientemente Jorge Silva (comunicación personal, 30 de marzo de 2010) ha excavado estructuras con ciertas semejanzas en el vestíbulo derecho de Huacoy.

Yendo un paso adelante, y a manera de hipótesis para desarrollar en el futuro, planteamos que los Tem-plos en “U” construidos mayormente durante el Perío-do Inicial no son sino la reinterpretación y fusión en la costa central de estas distintas tradiciones arquitec-tónicas del Precerámico Final. Evidencia de ello son los grandes volúmenes a los que se ascendía por me-dio de una escalera central (Tradición El Aspero), y los vestíbulos formados por recintos contiguos (Tradición El Paraíso). A diferencia de la Tradición El Aspero, los Templos en “U” principalmente se difundieron de sur a norte, llegando según Williams (1978-80: 95, fig. 1; 1981: fig. 2.5; Williams y Merino, 1979: 263, fotos 224-226, láms. 92 y 93) hasta el valle de Supe, en el sitio La Empedrada. Por el sur esta nueva tradición con seguridad llegó hasta el valle de Lurín, donde se han re-gistrado y excavado sitios como Cardal, Mina Perdida, y Manchay Bajo.17

Mientras que en la costa central esta reinterpre-tación de la ideología, tal como está reflejada en la arquitectura, hizo que las plazas circulares tuvieran un rol menos importante18, en la costa norcentral, ellas continuaron siendo de primera importancia, lo cual está evidenciado en los imponentes sitios del Pe-ríodo Inicial del valle de Casma, como Sechín Alto

17 Aunque repetidamente Williams (1978-80: 95, fig.1; 1981: 419, fig. 2.5; 1985: 233; Williams y Merino 1976) ha señalado a El Salitre en la desembocadura del río Mala como el límite sur de los Templos en “U”, pues indica la existencia en este sitio de una plaza circular de 18 m de diámetro y 2.5 m de profundidad asociada a una estructura principal de 30 m de lado, primero Tantaleán (1995: 69) y posteriormente Campos (2006: 6, fig. 10) han esgrimido que la plaza circular en realidad solo es un pozo de huaqueo. En esta misma línea de opinión recientemente Pinedo (2008) ha presentado información donde rebate la propuesta de Williams al considerar la inexistencia de la morfología en “U”, la falta de cerámica comúnmente asociada a estas estructuras y, nuevamente, el hecho que la supuesta plaza circular no es más que un gran hoyo ubicado en el cuerpo central de una plataforma construida con adobes hechos en molde que asigna al Horizonte Tardío (Inca). Esta idea también es compartida por Fuentes (2009: 44-nota 5, 74).

18 Una de las pocas excepciones podría ser Pucará en la margen izquierda del valle del Chillón, donde existe una plaza circular de 8 m de diámetro que se halla al interior de una estructura cuadrangular (Silva y Jaime 2000). Sin embargo, a nuestro criterio la falta de materiales diagnósticos y lo reducido de las áreas excavadas no permite estar seguros de su ubicación cronológica, y planteamos la posibilidad que en realidad se trate de un sitio correspondiente al Precerámico Final.

donde se han encontrados las plazas circulares más grandes.19

En otras palabras y a manera de respuesta de una problemática de larga data, es decir si El Paraíso fue o no el antecedente de los Templos en “U” (Bonavia, 1996: 14-15; Fung, 1988: 92; Moseley, 1985: 46; Sil-va, 1984; Williams, 1978-80: 103, 109, fig. 1; 1981: 418-419; 1985: 230-232), planteamos que cuando la Tradición El Aspero, representada por la dualidad arquitectónica pirámide/plaza circular llegó a la cos-ta central, en esta zona ya se hacían construcciones a partir de recintos divididos en dos espacios (“unidad formal” característica de la Tradición El Paraíso), cuyo ejemplo mejor conocido es El Paraíso. Si bien en este último sitio no hay evidencia arquitectónica que nos indique la presencia tan cercana de una construcción de otra tradición, en Pampa de los Perros ambas tra-diciones coexistieron con un claro predominio de la Tradición El Aspero, la cual a la vez incorporó y adaptó el canon arquitectónico anterior.

Posteriormente, una reinterpretación y fusión más compleja de ambas tradiciones, donde debieron de ju-gar importantes roles los prestigios de las religiones re-presentadas así como la capacidad de los sacerdotes, fue la que produjo el origen y desarrollo de los llamados Templos en “U”.

Cronología

Uno de los errores que han cometido y siguen come-tiendo los arqueólogos es fechar parte o todo un sitio a partir de pocas o incluso una sola muestra, sin tener en cuenta qué es lo que realmente se está fechando, y cuál es el contexto dónde ellas se obtuvieron, además de considerar si el resultado obtenido concuerda o no con la datación relativa que se evidencia a partir de los materiales recuperados (Vega-Centeno, 2008: 431-432). Consecuencia de esto es el hecho que ha sido común presentar dataciones sin especificar el contexto del cual se obtuvieron las muestras procesadas, como si esto fuera de poca importancia o innecesario, al creer que el fechado por sí solo es suficiente para demostrar la antigüedad de un sitio.

19 En este sitio se han reconocido con certeza plazas circulares que se hallan a lo largo de su eje principal, en medio de plazas cuadrangulares. Una de ellas, la más alejada del montículo principal, tiene 80 m de diámetro, mientras que la otra mide 50 m de diámetro. Además, cerca del montículo principal parece haber un tercer ejemplar (Fung y Williams 1977: 112, 114, 116, fig. 2; Shelia Pozorski y Thomas Pozorski 1987: 71-75; fig. 46; Williams 1981: 428; fig. 2.11).

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Por ello, de los 55 fechados existentes para la costa central, solo 44 son de utilidad para nuestra discusión, e incluso algunos de estos últimos deben ser tomados con reservas. A través de estos fechados podemos plan-tear la siguiente secuencia cronológica general (fig. 12):1. Sitios del litoral. Chilca, Camino, Banco Verde,

Pampa, Yacht Club y Ancón. Aunque no cuenta con fechados creemos que Chira-Villa también puede ser adscrito a este mismo grupo. Al parecer San Genaro tuvo un desarrollo continuo que in-cluso se inició antes del Precerámico Final (Díaz, 2005).20

2. Estructuras pequeñas e inicios de la arquitectura mo-numental. Río Seco del León y Asia en el primer caso, y Las Shicras en el segundo. Es posible que la ocupación de algunos de los sitios del litoral haya continuado.

3. Sitios del litoral y generalización de la arquitectura monumental. Ocupaciones finales de Pampa, Ya-cht Club y Ancón, además de Punta Grande en el primer caso, y en el segundo la construcción de El Paraíso, Pampa de los Perros y Buena Vista. En este último grupo también consideramos las plata-formas de Ancón. Al no haberse fechado las ocupa-ciones finales de Las Shicras, no sabemos cuál fue su fecha de término.

Si bien cabe la posibilidad que este planteamiento sea sesgado debido a la destrucción de los sitios ubica-dos al interior del valle como consecuencia de la ex-pansión agrícola y urbana, creemos que representa con mucha veracidad el desarrollo del Precerámico Final en esta parte de los Andes centrales.

En un sentido estricto esta secuencia para el Pre-cerámico Final de la costa central presenta algunas semejanzas con la secuencia de Moseley (1968: 170-202; 1975: 29-34, Moseley y Barrett, 1969; Patterson y Moseley, 1968: 117-118), así como con la indicada por Lanning, quien en base a investigaciones realizadas a inicios de la década de 1960 en la zona comprendida entre Ancón y la parte baja del valle del Chillón, y a otros trabajos, dividió el Precerámico en seis períodos (Lanning 1967b: 22-25, tabla 2). A Yacht Club, Chil-ca, Pampa y Banco Verde (PV 45-135) los ubica en el Período V (4200-2500 a.C.) (1967a: 21-25; 1967b: 50-51, 53-54, fig. 4), mientras que a Río Seco del

20 Por su parte Díaz (2005) asigna Chira-Villa a su fase Marcavilca V (4000 - 3500 a.p.). La información publicada para el sitio FAP es insuficiente para proponer su ubicación cronológica.

León, El Tanque, Punta Grande,21 El Paraíso, Chira-Villa, Asia y un componente de Pampa, los considera del Período VI (2500-1800/1500 a.C.) (1967a: 25-28; 1967b: 69-72).

Si ampliamos nuestro panorama y consideramos a los principales sitios de la costa norcentral, obser-vamos que también las ocupaciones más tempranas corresponden a sitios del litoral, ya sea que posean arquitectura monumental (Aspero) o correspondan a áreas domésticas (Bandurria),22 ello a pesar de haber-se fechado numerosas muestras de los sitios ubicados al interior de los valles (fig. 12). Sin embargo, como ya mencionamos, los recientes trabajos en Sechín Bajo han demostrado la existencia de una plataforma que fue ampliada de manera progresiva y siempre estuvo asociada a plazas circulares o rectangulares (Fuchs et al. 2009), construcciones que han sido firmemente datadas entre 3000 y 2900 a.C., lo cual convierte a estas estructuras en la arquitectura monumental más temprana hasta ahora reportada, y por tanto ejemplo de que la prioridad temporal de los sitios del litoral no fue un hecho generalizado.

A través de la figura 12 también podemos apreciar que los sitios ubicados al sur del valle de Supe, con excepción de Las Shicras, presentan fechados posterio-res a los sitios que se concentran entre este valle y el de Fortaleza (Aspero, Caral, Lurihuasi, Cerro Lampay, Caballete, etc.), evidencia que, sumada a la alta densi-

21 Con esta denominación Lanning también incluyó a un pequeño sitio posteriormente denominado Camino por Moseley.

22 Hasta ahora Aspero es el único sitio con arquitectura monumental de la costa norcentral donde los fechados evidencian la prioridad temporal de los sitios ubicados cerca de la playa sobre los construidos valle adentro, pues a pesar que Chu (2008: 29, 31, figs. 12 y 13) incluye a Bandurria en un “Aréa Primigenia”, la única muestra fechada publicada (UCI25188) de la arquitectura monumental de este sitio produjo un resultado de 1850 - 1770 cal. a.C., por lo cual no será sino hasta cuando se profundicen las excavaciones que se definirá la fecha de inicio de sus construcciones. Evidentemente esta idea, en la que además incluye a La Perlita o Vichama, ubicado al norte de la desembocadura del valle de Huaura, se origina en la propuesta de Moseley (Sandweiss y Moseley 2001: 1652) acerca de la prioridad temporal de los sitios del Precerámico Final ubicados en el litoral marino, planteamiento que aún requiere de fechados adicionales que lo confirmen o rebatan. A este respecto Las Aldas nos presenta un caso interesante donde la arquitectura monumental visible fue construida durante el Período Inicial sobre basurales del Precerámico Final y de una ocupación anterior del mismo Período Inicial (Fung 1969; Shelia Pozorski y Thomas Pozorski 1987: 16-28), y si bien no es nuestra intención desconocer a Bandurria como un sitio del Precerámico Final, sí consideramos que por ahora no existe evidencia que su arquitectura monumental sea anterior a la de los numerosos sitios de la costa norcentral ubicados al interior del valle. En otras palabras aún debe confirmarse la antigüedad de la arquitectura monumental de Bandurria que ha sido propuesta en base a los fechados de las áreas residenciales.

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dad de estos sitios no igualada en otras zonas, permitió plantear que el origen de la tradición arquitectónica pirámide/plaza circular, denominada El Aspero (Mose-ley, 1992: 115) tuvo lugar en esta área (Chu, 2008: 29, 31-32, figs. 12 y 13; Haas y Creamer, 2004: 36, 47-48; Shady, 2005, 2006a, 2006b), idea que debe ser replan-teada a la luz de los recientes resultados en Sechín Bajo.

Por tanto, esta comparación cronológica indica que el inicio de las construcciones monumentales en la costa central, a excepción de Las Shicras, es varios si-glos posterior al de la costa norcentral, y si bien es cier-to que en ambas zonas son muy pocos los casos donde se han fechado muestras con seguridad procedentes de las fases constructivas iniciales de los monumentos del Precerámico Final (p.e. Cerro Lampay), lo más pro-bable es que futuros fechados confirmen la prioridad cronológica de la arquitectura monumental de la costa norcentral con respecto a la costa central.

Como acabamos de mencionar, especialmente im-portantes son los fechados obtenidos en Las Shicras, pues ellos indican que el inicio de su construcción se remonta al menos hasta el año 2500 a.C. siendo uno de los sitios con arquitectura monumental más anti-guos de la costa central y norcentral. A pesar de esto último, hasta no contar con fechados radiocarbónicos de las muestras recolectadas, preferimos ubicar los ini-cios de Pampa de los Perros en el último siglo del ter-cer milenio, y si bien por este mismo motivo también desconocemos durante cuánto tiempo fue utilizado y construido, calculamos que esto debió suceder por tres o cuatro siglos, es decir aproximadamente hasta el 1700/1800 a.C. Esta ubicación cronológica se apo-ya en las semejanzas arquitectónicas con El Paraíso y Buena Vista, y en la base de subsistencia compartida con el primero de ellos, sitios que han sido fechados aproximadamente en este lapso de tiempo.

Al parecer los desarrollos al norte del valle de Cas-ma fueron muy tardíos, y si bien en algunos de ellos también se construyeron plazas circulares, ellas no es-tuvieron asociadas a pirámides, sino delante de terrazas (Las Salinas de Chao) o aisladas (Alto Salaverry), por lo cual su presencia respondió a una necesidad distin-ta. Por otra parte, a pesar que San Juanito, en el valle del Santa, aún necesita de más dataciones, el fechado de 1800 a.C. (Chapdelaine y Pimentel, 2008: 252) lo ubica muchos siglos después de la Tradición El Aspero.

En resumen, según las evidencias actuales, y como ya lo hemos señalado, planteamos que la arquitectura monumental de la Tradición El Aspero, que incluyó

la presencia de plazas circulares, tuvo sus antecedentes en el valle de Casma alrededor de 3000 a.C., luego se difundió al sur, donde se formalizó al añadírsele la pi-rámide, y se generalizó entre los valles de Fortaleza y Huaura, zona donde fue ampliamente construida du-rante los dos últimos tercios del tercer milenio e inicios del segundo milenio a.C., y es recién en esta última fecha cuando esta tradición llega a la costa central, es-pecíficamente al valle del Chillón, área donde, como también ya hemos mencionado, ya se había desarro-llado la Tradición El Paraíso. Aproximadamente en la misma fecha o poco después, se construyó Las Salinas de Chao, el cual a pesar de presentar plazas circulares, tiene una configuración distinta, razón por la cual no puede ser adscrita a la Tradición El Aspero. En el fu-turo es importante investigar el por qué del aparente desarrollo tan tardío al norte de Casma, ello a pesar de haberse evidenciado un desarrollo tan temprano en este valle (fig. 11).

La información de Kotosh y La Galgada y es im-portante, pues permite contrastar las evidencias obte-nidas en la costa central y norcentral con un sitio de la sierra norcentral donde se ha evidenciado la existencia de lo que ha sido denominado Tradición Religiosa Ko-tosh (Burger y Salazar-Burger, 1980: 27) o Mito (Bon-nier, 1997: 121-122). Si bien los fechados muestran que tanto en la costa como en la sierra se planificaban y construían edificios de manera simultánea, aún son muy pocos los fechados que provienen de las construc-ciones iniciales de los sitios de ambas regiones, lo cual por ahora impide definir con certeza los inicios de la construcción de la arquitectura pública monumental en ellas, y si ambos estuvieron relacionados.

Finalmente, con respecto al planteamiento de El Paraíso, Alto Salaverry y Las Salinas de Chao como sitios acerámicos propuesto por Shelia Pozorski y Thomas Pozorski (1990: 488-489; Thomas Pozors-ki y Shelia Pozorski, 1999: 179, tabla 2; ver Shibata, 2004: 83) por considerarlos contemporáneos con sitios del Período Inicial, en respuesta al caso de El Paraíso, Quilter (1991b: 452) ha mencionado que si bien “… pudo haber un período cuando ambos sitios estuvie-ron en uso al mismo tiempo” hay que tener en cuenta que “… El Paraíso consiste de construcciones indivi-duales y ninguno de los fechados disponibles puede ser adscrito a las fases más tempranas de su construcción” (1991b: 451). Por tanto, aunque de primera impresión La Florida (Patterson, 1985) ofrece evidencia de arqui-tectura con cerámica temprana contemporánea con

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construcciones monumentales del Precerámico Final, lo cual en nuestra consideración es probable dado el desarrollo tardío de la arquitectura monumental en la costa central, aún estamos lejos de llegar a una conclu-sión, pues antes debemos obtener más fechados con contextos seguros y detallados de estos y otros sitios del Precerámico Final y Período Inicial. Además, como el mismo Quilter (1992: 119) ha señalado “En mi pun-to de vista, el traslape de los fechados radiocarbónicos probablemente es el resultado de las complejidades al establecer fechas significativas en sitios grandes y del emocionante potencial de la arqueología de la costa del Perú para documentar cambios políticos, sociales, y fortunas económicas de las poblaciones locales y sus complejos arquitectónicos de una manera más minu-ciosa y precisa”.

Con respecto a Alto Salaverry, el hecho de contar con un solo fechado procedente de un basural y no aso-ciado directamente con la arquitectura, solo nos ofrece una idea muy general de su fecha de ocupación. Fi-nalmente, Las Salinas de Chao presenta un panorama distinto, pues sus numerosos fechados lo ubican con seguridad en la primera mitad del segundo milenio, lo cual lo convierte, en uno de los sitios del Precerámico Final más tardío, y probablemente contemporáneo con otros del Período Inicial (Thomas Pozorski y Shelia Po-zorski, 1999).

Conclusiones

Pampa de los Perros llegó a tener su configuración final después de una larga secuencia de fases constructivas. Hasta donde hemos podido definir, inicialmente (fase 1A) existieron recintos aislados construidos casi en su integridad con cantos rodados, de los cuales solo he-mos excavado uno (Recinto 4). Aunque no pudimos relacionar la secuencia de este recinto con la del resto del sitio, creemos que gran parte de su historia cons-tructiva es anterior a la primera pirámide y a los otros recintos. Después de la construcción de esta primera pirámide y su plaza circular asociada en la fase 2A se continuó con las remodelaciones, la más notable de las cuales adscribimos a la fase 3A, y al final de esta larga y compleja secuencia constructiva identificamos, espe-cialmente en las Unidades 1 y 2, una fase de rellenado de las estructuras con shicras (fase 4A).

A diferencia de otros sitios (p.e. Cerro Lampay) donde se ha identificado y publicado en detalle una larga fase de sellado de estructuras que además inclu-

yó restos de alimentos (Vega-Centeno, 2005a, 2005b, 2007a), en Pampa de los Perros este fue un rápido even-to, pues se cubrió de manera simultánea con shicras todo el patio central y los Recintos 1 y 3, mientras que el Recinto 2 parece haber sido rellenado poco antes. Si bien no estamos seguros si estos rellenos sirvieron para soportar nuevas estructuras, al menos ellos indican un drástico cambio en esta parte del sitio.

Tanto la evidencia recuperada en Cerro Lampay como en Pampa de los Perros demuestra que la forma observada y registrada durante el reconocimiento ini-cial no correspondió a la construcción original de estos sitios (Vega-Centeno, 2005a: 154-179; 2007b: 122), por lo cual los trabajos donde se pone énfasis en los vo-lúmenes y formas arquitectónicas de los sitios arqueo-lógicos (p.e. Shady et al., 2000; Aguilar, 2006) deben ser considerados como preliminares hasta que se lleven a cabo excavaciones en área que nos permitan definir realmente cuál fue la historia constructiva de cada uno de ellos con el fin de precisar cómo fueron cambiando sus formas y espacios en el tiempo.

Las investigaciones de los sitios con arquitectura monumental del Precerámico Final y Período Inicial (además de otros períodos) han demostrado que todos ellos son el resultado de múltiples fases de ocupación, lo cual queda demostrado en los continuos cambios ar-quitectónicos identificados a través de las investigacio-nes. Por ello tenemos nuestras dudas que el Montículo 1 de Bandurria haya sido construido “en un solo mo-mento”, siendo nuestro parecer que esta falsa impre-sión se debe a la poca profundidad de las excavaciones (Chu, 2006: 105, figs. 5-8; 2008: 132, figs. 47-52). Posiblemente a esto último también se deba la aparente ausencia de shicras en esta estructura (Chu, 2006: 102; 2008: 124, 132).

La comparación de los fechados obtenidos en los sitios del Precerámico Final de la costa central y nor-central, por ahora nos permite plantear que la tradición arquitectónica El Aspero, representada por la dualidad pirámide/plaza circular, tuvo sus antecedentes en el va-lle de Casma, específicamente en Sechín Bajo (Fuchs et al., 2009), y se formalizó y popularizó en la zona com-prendida entre el valle de Fortaleza por el norte y el de Huaura por el sur, y que de allí se difundió tanto hacia el noreste, posiblemente a través del valle del Santa, mezclándose con la Tradición Mito (La Galgada) como hacia el sur, donde en Pampa de los Perros se sobrepuso al menos a una “unidad formal” (Recinto 4) de la Tra-dición El Paraíso.

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Por tanto, basándonos en nuestras excavaciones y a la revisión bibliográfica proponemos que en Pampa de los Perros existe la presencia de las dos tradiciones costeñas propuestas por Moseley (1992: 115-121), es decir la Tradición El Aspero de la costa norcentral, que se caracteriza por la dualidad arquitectónica pirámide/plaza circular y la Tradición El Paraíso de la costa central, caracterizada por la “unidad formal” compuesta por un recinto dividido en dos espacios, y aunque esta última es la más antigua en la zona (tal como lo evidencia el Re-cinto 4), cuando se construyó la primera pirámide y la plaza circular, también se edificó el Recinto 3, el cual si bien comparte algunas semejanzas con el precedente, su construcción tuvo otros propósitos. Posteriormente, la pirámide tuvo varias remodelaciones, y se construyeron otros recintos, es decir ambas tradiciones funcionaron simultáneamente, lo cual se evidencia por el alineamien-to de la pirámide, patio central y plaza circular.

Además de Pampa de los Perros, la Tradición El Paraíso también ha sido definida en el sitio del mismo nombre y en Buena Vista, especialmente en el “Templo del Paraíso del Valle”. A nuestro criterio fue la reinter-pretación y fusión en la costa central de estas distintas tradiciones arquitectónicas del Precerámico Final las que dieron origen a los Templos en “U” construidos durante el Período Inicial.

A manera de propuesta señalamos que la ubicación tan cercana de Pampa de los Perros y El Paraíso, sitios que representan tradiciones arquitectónicas distintas y donde la dualidad pirámide/plaza circular (Tradición El Aspero) es posterior, se debe a que en Pampa de los Perros estos rasgos arquitectónicos fueron construidos sobre “unidades formales” e incorporados a su sistema de creencias, lo cual posiblemente estuvo motivado en la amplia aceptación y prestigio de esta arquitec-tura y su credo asociado en los valles situados al norte (Haas et al., 2005: 44). Esto no necesariamente llevó a desconocer o abandonar su religión originaria repre-sentada en El Paraíso, específicamente en el recinto de la Unidad I donde existe un espacio hundido y cua-tro estructuras circulares cerca de sus esquinas, y en la estructura de características similares identificada en Buena Vista. Como ha sido señalado para distin-tos períodos de la arqueología andina, la adopción de una religión a un área donde ya existían otras creencias no significó el abandono de la religión existente, y por el contrario muchas veces ellas se mezclaron en una relación simbiótica o al menos compartida (Burger, 1988: 114-117). Evidencia de esto último es la adap-

tación de las nuevas “unidades formales” a la tradición arquitectónica foránea, y el hecho que la base de sub-sistencia continuara siendo básicamente la misma. Sin embargo, somos conscientes que esta propuesta necesi-ta fechados precisos que nos permitan comparaciones más finas entre las secuencias cronológicas de ambos sitios, y que es necesaria más información acerca de las creencias religiosas representadas por estas tradiciones arquitectónicas.

Agradecimientos

El proyecto Pampa de los Perros fue dirigido por Ro-xana Gómez y los fondos para los trabajos de campo fueron proporcionados por el programa social deno-minado “A Trabajar Urbano” (actualmente “Trabaja Perú”) del Ministerio de Trabajo y Promoción del Em-pleo. Agradecemos a todas los colegas y amigos que de una u otra manera nos apoyaron desinteresadamente a lo largo de esta investigación. Mi reconocimiento al Lic. Daniel Morales y al Dr. Alberto Bueno por alen-tarme a publicar este artículo que es parte de mi tesis de licenciatura.

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