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Desde hace tiempo vengo prestando una especial atención a las construcciones, exis-tentes o no, que la nobleza o miembros de la administración levantaron en Valladolid durante la Edad Moderna, y he dedicado al asunto diversos trabajos1. Ahora toca el tur-no a otras que sin haber pertenecido a la no-bleza titulada, tuvieron cierto protagonismo presencial o nominal en el viario urbano de Valladolid y de las que se conservan restos o suficiente presencia documental como para reavivar su memoria. La utilidad que tuvie-ron o las funciones que desempeñaron cin-co de estas casas —una para capellanes, dos hospederías de religiosos, una casa hospital

y otra colegio— les otorga el calificativo de singulares puesto que funcionaron como vi-viendas semiprivadas. En cambio, la particu-laridad de la sexta radica en representar un modelo intermedio entre el señorial y la vi-vienda popular, en el carácter pintoresco de su patio y en la sabia armonización de sus materiales de construcción.

* * *La casa parroquial, denominación que

habitualmente se daba a la habitada por el sacerdote que tenía la condición de párroco de una determinada feligresía, no presentaba ningún signo exterior significativo salvo, en

ARQUITECTURA DOMÉSTICA DEL VALLADOLID ANTIGUO. CINCO CASAS SINGULARES Y UNA CASA PARTICULAR*Jesús UrreaUniversidad de Valladolid

Resumen: Se estudian algunas construcciones del siglo xvi que no pertenecieron a la nobleza pero que tuvieron cierto protagonismo en el viario urbano del Valladolid antiguo y de las que se conservan restos o noticias como para reavivar su memoria. La utilidad que tuvieron o las funciones que desempeñaron (una para capellanes, dos hospederías de religiosos, una casa hospital, un colegio y otra casa privada) les otorga el calificativo de singulares.

Palabras clave: Arquitectura doméstica. Siglo xvi. Valladolid. Hospedería. Hospital. Colegio. Cartujos. Bernardos.Velardes.

DOMESTIC ARCHITECTURE OF ANCIENT VALLADOLID. FIVE PECULIAR HOUSES AND ANOTHER PRIVATE HOME

Abstract: This article analyses some constructions of the sixteen century that although they didn’t belong to the nobility they had some importance inside the old city of Valladolid and of which we still have some remains or news as to revive their memory. Their utility or the function they executed (one for priests, two religious guest quarters, one hospital house, one college and another private home) gives them the qualification of unique.

Keywords: Domestic Architecture. Century xvi. Valladolid. Hospital house. College. Carthusian Order. Order of Saint Bernard. Velardes.

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que yo tengo en la calle principal como se va desde mis casas principales vía recta a la di-cha iglesia de la Magdalena», además de otra casa vieja que confrontaba con dicha iglesia y compró a la ciudad «un pedazo de ronda que está junto al Prado de la Magdalena» para am-pliación del solar resultante una vez derriba-dos todos estos edificios.

En 1606 el arquitecto Diego de Praves dio la traza para levantar la nueva construcción y de la cantería se encargaron los maestros Pe-dro de la Vega y Juan de la Lastra, contratando también los escudos de la fachada. Las obras prosiguieron en años posteriores y todavía en 1611 el cerrajero Juan del Barco cobraba las rejas que había hecho para la casa4.

En el Catastro del siglo xviii se cita en la calle Ancha de la Magdalena (hoy c/ Colón) la casa denominada «de la capellanía del Obispo Lagasca», con piso bajo, principal y segundo; medía 30 por 26 varas (=24,90 × 21,58 m) y confrontaba con la referida calle y con casa del marqués de Revilla5.

La vivienda continuó manteniendo la fun-ción para la que fue construida hasta poco antes del año 1859 en que el apoderado de don Manuel Gutiérrez de la Concha y doña Francisca de Paula Tovar, marqueses del Duero y Revilla y condes de Cancelada, vecinos de Madrid, permutaron varias fincas con don Juan y don Cipriano Solórzano, entre ellas «una casa denominada de los Capellanes en el casco de esta ciudad, frente de la iglesia de la Magdalena en la calle del mismo nom-bre nº 1 antiguo y 8 moderno», ocupada en-tonces como Cuartel de la Guardia Civil, que lindaba por la derecha según se entraba en ella «con paseo que se dirige al Puente de la Es-gueva, por la izquierda calle de los Ánades y accesoria casa titulada de la Orden», recibien-do a cambio sus antiguos dueños una finca lla-mada «de España en las afueras de Madrid», a continuación de la Puerta de Recoletos6.

La Benemérita aún seguía ocupándola como cuartel en el año siguiente ya que así

ocasiones, el emblema de San Pedro, es de-cir, las llaves cruzadas en aspa y sobremon-tadas por la tiara o un bonete. Su tamaño y disposición de la misma no obedecía a nin-gún patrón previo y estaba condicionada por el origen de su propiedad. Por lo general se hallaba situada próxima al templo que regía el sacerdote responsable del mismo —inclu-so, en ocasiones, adosada a la iglesia, y en ella, además de la vivienda del cura y de al-gún miembro familiar próximo, se hallaba el despacho parroquial con su archivo y su pe-queña biblioteca de espiritualidad.

Por ello resulta excepcional la construc-ción de una vivienda destinada a habitación de una pequeña comunidad sacerdotal que, sin ser párrocos, se hallaban encargados de atender los servicios religiosos y demás car-gos propios de la capellanía establecida por el obispo don Pedro de La Gasca en la capi-lla mayor del templo parroquial de La Mag-dalena.

LA CASA DE LOS CAPELLANES DE LA IGLESIA DE LA MAGDALENA c/ Colón, n.º 3

El que fuera presidente de la Audiencia de Perú (1546), obispo de Palencia (1551) y pos-teriormente de la diócesis de Sigüenza (1561-1567)2, ordenó en su testamento, redactado en 1567, que se edificase una casa para vivienda de los capellanes de las memorias que deja-ba instituidas en la capilla mayor de la iglesia vallisoletana de la Magdalena en cuya parro-quia tenía sus casas principales la familia La Gasca3.

Sin embargo esta decisión no comenzó a ponerse en práctica hasta que la tercera pa-trona de esta fundación, doña Ana de la Vega Barros y Matanza, esposa del doctor don Die-go Gasca y Ávila hermano del fundador, hizo entrega en 1602 al capellán mayor de la igle-sia de La Magdalena de «dos casas pequeñas

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servir para la venta de su producción vinícola. A su cuidado se hallaba un fraile o un herma-no y disponían de una habitación como capi-lla. En Valladolid tenían hospedería los mon-jes basilios8, los jerónimos9, los cartujos y los bernardos. Su utilidad resultaba patente cuan-do tenían que desplazarse hasta la ciudad para solucionar asuntos legales en la Real Chanci-llería o atender a otro tipo de negocios mate-riales como el dar salida a la cosecha de vinos.

LA CASA HOSPEDERÍA DE LA CARTUJA DE ANIAGO c/ Fray Luis de Léon, n.º 1 con vuelta a plaza de Cánovas del Castillo

Desde el 8 de septiembre de 1572, los car-tujos de Nuestra Señora de Aniago dispusie-ron, en la calle de las Damas (hoy c/ Leopoldo Cano), de una casa que utilizaban como hos-pedería cuando algún monje venía a la ciudad y en la que vendían también su cosecha de vinos. La habían comprado, con sus bodegas, a doña Elena Juárez por 1.800 ducados y en-tonces lindaba con otra que poseyó Mondison Bernal que después recayó en Hernán Sanz de Tovar, vecino y regidor de la villa, y por su derecha con la calle que unía la de las Damas

se dice al describirse los lindes que poseía la denominada «Casa de la Orden» que con-frontaba por su parte posterior con el pequeño acuartelamiento que tenía dispuesto en ella la Guardia Civil.

La «casa de los capellanes de la Magda-lena» subsistió hasta la década de 1970 mo-mento en que se derribó para construir en su solar un nuevo edificio en el que se reutilizó la parte inferior de la antigua fachada de pie-dra con puerta de ingreso, en arco de medio punto, flanqueada por el escudo, partido, re-matado por capelo episcopal y orlado de ocho banderas, propio de la familia La Gasca (león rampante con bordura de castillos) y Ávila (trece roeles) en el lado de la izquierda y por las armas de D.ª Ana de la Vega (Ave María) Barros y Matanza (brazo armado) en el escu-do partido del lado derecho que aparece rema-tado con yelmo7.

* * *Por hospedería se entendía la casa destinada

al alojamiento de visitantes o transeúntes, en especial las que tenían aquellas comunidades religiosas que a causa de su regla vivían ale-jados del centro urbano (bernardos, cartujos, jerónimos o basilios) y que se utilizaban para alojar a su huéspedes aunque también podían

Casa de los capellanes de la Magdalena situada enfrente de la iglesia (h. 1950).

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en la parroquia de San Esteban, «un suelo de casa en la calle de la Galera» por precio de 1.100 reales que estaba situado a mano iz-quierda, «como subimos de la calle Pedro Barrueco a la iglesia de El Salvador», y que lindaba «antes de llegar a él con casa de esta dicha cofradía en que al presente vive Joaquín de Villarán y al otro lado con la que pertene-ce al colegio de Niñas Huérfanas; por detrás con casas que fueron de la Santa Inquisición y hoy posee el mayorazgo de Ciadoncha»12. Como se hallaba arruinada se encomendó su reconstrucción a José Cortijo y su trabajo lo tasó el maestro José Morante en 1.000 duca-dos, considerándola muy apropiado para su alquiler. Sin embargo la Cartuja no conservó su propiedad por mucho tiempo.

Después de negociar con la parroquia de El Salvador, los frailes hicieron un trueque con el párroco para que les cediera, a cambio de ésta, la casa que la iglesia poseía en la calle de Pedro Barrueco (hoy c/ Fray Luis de León), esquina a la actual plaza de Cánovas del Cas-tillo, la cual era «fábrica antigua, muy estre-cha y de malas conveniencias para habitarla el cura» párroco. El cambio de una por otra se efectuó el 24 de febrero de 1736 e inmediata-mente los cartujos fabricaron «nuevo hospicio en la calle de Pedro Barrueco con bodega su-ficiente para el encierro de sus vinos» porque ya no les servía para tal efecto su casa de la calle de Las Damas.

Para utilizarla como hospedería los cartu-jos se sirvieron de esta última casa y de otras más, situadas en la plaza de Orates (hoy Pla-za de Cánovas del Castillo) esquina a la calle de Pedro Barrueco (hoy c/ Fray Luis de León), que habían adquirido en 1730 a doña Petroni-la Manuela de Mata, esposa de Antonio García Baamonde, las cuales lindaban entonces «por un lado con casa de la cofradía de Santa Elena, que gozaba la de los Caballeros de Juan Hurta-do de Mendoza, y por otro [lado] casa que go-zaba a censo perpetuo el curato de El Salvador que había sido de Tomás Gutiérrez»13.

con la de Cantarranas, que en 1737 se halla «cerrada con puerta a uno y otro lado». Esta casa la vendió el monasterio el 24 de enero de aquel mismo año al regidor perpetuo don José de Santisteban Haedo10.

Además, en la misma calle, los cartujos dis-ponían de otra vivienda levantada en parte so-bre una bodega con cuatro bastos de cubas y un sitio de lagar que en 1670 pertenecía a las memorias fundadas por Damián Sanz, admi-nistradas por la cofradía del Sacramento de la parroquia de La Antigua, situada en frente de las casas del regidor don Francisco de Angu-lo y lindante con el callejón del vergel de las casas de don Francisco de Villasante, la cual adquirió Aniago por 200 ducados11.

Por otra parte, en 14 de febrero de 1733, la Cartuja compró a la cofradía de Santo Tori-bio de Mogrovejo, fundada por Pedro Miago

Situación de las casas de la Cartuja de Aniago en el plano de Bentura Seco, 1738.

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doles libros, papel, plumas y tinta, pagándose a los maestros de los productos de bienes na-cionales. Principiará en 2 de enero de 1811»17.

Estuvo en manos de la Cartuja hasta que en 1821 se remató en don Pedro González, veci-no de esta ciudad, en 56.000 reales, a pagar en créditos contra el Estado, «una casa que fue hospedería del monasterio suprimido de la Cartuja de Aniago, sita en el casco de esta ciudad y calle del Obispo, 8 y otra pequeña unida a ella, y todo es una posesión, que linda por la mano derecha según se entra en ella con casa de don Antonio Gayoso y Claudia Ubón, vecinos de esta ciudad y por la izquierda con otras de Francisco Rodríguez y don Gregorio Baraona y por lo accesorio hace fachada con puerta carretera a la calle de la Cárcaba... en la cual hay una bodega por debajo de ella que pertenece al referido don Gergorio Baraona de la que hace uso por dicha su casa y tiene la servidumbre de zarzera que toman aires del patio y corral de la deslindada».

La adquirió entonces el pintor y académico don Pedro González18 y al fallecer en 1849 la heredaron sus hijos Mariano y Laureana Gon-zález Soubrié que la vendieron, en 1853, por 100.000 reales a doña Isabel Hickman, viuda de Robbione. Entonces estaba señalada con el n.º 2 de la calle del Obispo y el n.º 49 de la Plaza de Orates, confrontando por su izquier-da con la que «ocupan y han ocupado por mu-chísimos años los Rodríguez, padre e hijo, de oficio libreros», y por su derecha con casa del arquitecto don Francisco Javier Berbén19, re-cordándose que la finca se llamaba «casa hos-pedería del monasterio de Aniago».

LA CASA HOSPEDERÍA DE LA ORDEN DE SAN BERNARDO c/ Don Andrés de Laorden

En el Catastro del marqués de Ensenada, elaborado a mediados del siglo xviii, se dice que la Congregación cisterciense de la coro-

Antes habían pertenecido al escribano Diego de Arbulu que las compró en 1676 por 3.000 ducados a la señora doña Isabel del Cas-tillo, viuda del médico Juan Lázaro14. Esta las había hipotecado tres años antes, en nombre de sus hijos —Francisco y Juan, éste último abogado de la Audiencia—, describiéndolas como «casas principales nuevas que tene-mos en la calle de Pedro Barrueco que lin-dan con casas del Hospital de Esgueva y con casas de Juan Gutiérrez del Mazo que valen 5.000 ducados y tienen su bodega y cubas»15. En el momento de su venta se dice «que las unas son las principales de fabrica nueva y las otras dos que la una a su lado que hace fronte-ra también a la plazuela de los Orates y la otra que está también junto a la dicha casa nueva dentro de la calle de Pedro Barrueco y linda en la parte de arriba con casas de los herederos de Juan Gutiérrez del Mazo y por detrás el co-rral de dicha casa nueva que sale a la Cárcava y esta casa pequeña tiene 910 maravedís de censo al Hospital de Esgueva».

En el Catastro del marqués de la Ensenada se mencionan, como propias de la Cartuja de Ania-go, en la calle de Pedro Barrueco tres casas: la mayor (39 por 20 varas = 32,37 × 16,60 m) la utilizaban los monjes como hospedería y su alquiler se reguló en 1.300 reales, disponía de planta baja y principal y confrontaba entonces con casas de don José Blanco Helguero y del monasterio Premostratense. Otra, de inferior tamaño (8 por 16 varas = 6,64 × 13,28 m), lindaba con la calle de Pedro Barrueco y con casa de la Cartuja, y la más pequeña (8 por 7 varas = 6,64 × 5,81 m) tenía como mediane-rías casas de la cofradía de la Consolación y de don Antonio Granelo16.

A esta casa se refería el edicto mandado fijar en la ciudad el 22 de diciembre del año 1810 por el general francés Kellerman haciendo sa-ber al público que tenía dispuesta una escuela en la hospedería que fue de la Cartuja de Ania-go, para leer, escribir, contar y gramática; que se enseñaría gratuitamente a los pobres, dán-

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corral de la condesa de Cancelada y marquesa de Revilla21.

Madoz en el apartado que en su Diccionario dedica a la instrucción pública de Valladolid, cita entre las escuelas de párvulos, el «Cole-gio de Morales», fundado con aprobación de S. M. en 1849 y establecido en la calle de la Orden, casa conventual del mismo nombre, por don Blas López Morales: «es de segunda clase y sus estudios comprenden 1.º de ins-trucción primaria; 2.º la enseñanza secundaria; 3.º la de estudio privado, y 4.º la de adorno22. Este colegio funcionaba, al menos, desde tres años antes ya que entonces se cita, en la llama-da calle de los Capellanes, la «Casa titulada de la Orden, la cual perteneció al suprimido mo-nasterio de Bernardos de Palazuelos, que hoy se titula el Colegio de Humanidades»23.

Fue este mismo colegio el que los profeso-res Joaquín Rubió y Ors, Félix Pérez Martín y Atanasio Álvarez arrendaron en 1855 y que dos años después regentaba en exclusiva el fa-moso autor del Gayter de Llobregat hasta que abandonó Valladolid para trasladarse definiti-vamente a Barcelona24. El colegio todavía con-tinuaba activo en 1860 cuando doña Gabina Rodríguez, viuda de don Blas López Morales,

na de Castilla, León y Galicia, poseía «en esta ciudad una casa de hospedería para los padres que transitan por esta ciudad y para la habita-ción del Procurador general que dicha orden tiene en ella, que por ser de religión y estar destinada solo al efecto referido no se redimió ni reguló renta alguna»20.

Aunque no se especifica su localización, sin embargo en el Boletín Oficial de Valladolid, de 8 de marzo de 1842 se anuncia la subasta de «una casa titulada de la Orden, situada en la calle de los Capellanes, que perteneció al suprimido monasterio de bernardos de Pala-zuelos, la cual consta de tres altos en la parte del norte y dos en lo restante, patio con co-lumnas de piedra, corral y jardín y dos pozos, siendo su figura la de un polígono irregular de ocho lados, en el que están comprendidos 30.330 pies cuadrados de superficie, de los cuales... corresponden... 18.164 a la casa edi-ficada». Los arquitectos Epifanio Martínez de Velasco y Francisco Javier Berbén la tasaron en 175.644 reales. La entrada principal esta-ba situada en la calle de los Capellanes; por su izquierda lindaba con calle de la Orden y Prado de la Magdalena, en donde poseía una puerta carretera, y por lo accesorio con casa y

Situación de la Hospedería de la Orden de San Bernardo. Plano de Valladolid, por Francisco Marrón, 1839.

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LA CASA DEL COLEGIO DE «VELARDES» c/ Velardes, n.º 4

El fundador del denominado «Colegio Velardes» fue Juan Velarde28 que nació hacia 1540 en Castrogeriz (Burgos)29. Durante algún tiempo trabajó como recaudador de la Bula de la Santa Cruzada y su rica biblioteca permite suponerle una gran cultura. Vivía en Valla-dolid en una casa de la calle de Francos (hoy c/ D. Juan Mambrilla) propiedad de Pedro de Valerón y testó el día 26 de junio de 1615 or-denando ser enterrado en la vieja colegiata va-llisoletana, en la capilla de Nuestra Señora del Sagrario, mientras se fabricaba la capilla que mandó hacer en el nuevo templo catedralicio y que se dedicó a Nuestra Señora de los Reme-dios. Falleció el 25 de agosto de 161630.

alquiló la casa n.º 2 de la calle de los Ánades, conocida todavía como Casa de la Orden25.

* * *Además de las instituciones dedicadas a la

enseñanza, como la Universidad, el Colegio de Santa Cruz, el Colegio de San Gregorio, el Colegió de San Gabriel, el Colegio de San Ambrosio y el Colegio de San Albano, la ciu-dad contó con otros establecimientos que si bien tuvieron la denominación de colegios como el de Daza o de doncellas nobles po-bres, que funcionó en realidad como casa de recogimiento entre 1592 y 172626, o el de Ni-ñas Huérfanas, dotado y construido a lo largo de la primera mitad del siglo xvii, que acabó absorbiendo al anterior27. Un caso aparte fue el denominado Colegio de Velardes, que po-dría estimarse como colegio menor.

Fachada del colegio Velardes en 1947 (foto de J. J. Martín González).

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rando mucho el recogimiento y encierro de la dicha casa a la hora de anochecer y que de ordinario se cierra en los colegios mayores y menores».

Al anochecer, antes de entrar a estudiar, los colegiales deberían rezar el santo rosario, ro-gando por el fundador y sus deudos difuntos. Escucharían misa a diario, confesarían quin-cenalmente y comulgarían juntos en la capi-lla de la catedral. En su codicilo, dictado el 20 de agosto de 1616, aumentó en 441 reales la dotación de sueldo anual que percibían los capellanes por su trabajo de decir misas y el cuidado y recogimiento de los colegiales.

Cuando hizo testamento el edificio destina-do a colegio aún no lo había adquirido pero ordena que «se compre en esta ciudad a don-de más convenga». Así se hizo, adquiriéndo-se una casa en la «calle que va a la puerta de San Juan», prolongación de la calle de Fran-cos, en el mismo barrio de San Juan, lugar que, con el tiempo, acabó denominándose calle de Velardes por los colegiales que en ella vivían31.

Databa de la segunda mitad del siglo xvi y ofrecía una estrecha fachada de piedra de si-llería en su planta baja y de ladrillo en la su-perior, con puerta principal de arco de medio punto que se flanqueaba con escudos del pa-trono a ambos lados; en el extremo opuesto una puertecilla de arco permitía el acceso a la bodega de la vivienda. Al patio se llegaba a través de un alargado zaguán, con puerta enfi-lada con respecto a la entrada de la casa, que

En su testamento destinó una renta perpe-tua de 9.062 reales para sostener a dos ca-pellanes clérigos de misa así como seis es-tudiantes procedentes de sus linajes paterno y materno, que deberían vivir juntos en una casa, a manera de colegio. A los colegiales se les daría diez años de estudios y cuando se concluyera la capilla de la catedral se podría aumentar el número hasta diez. Vestían beca verde y ropón pardo.

La intendencia del colegio la ejercería uno de los capellanes elegido por los tres patro-nos que designa, «al cual se le haya de obe-decer por los demás en el gobierno de asistir a las comidas y cenas y hora de estudios, a la hora que por él les fuere ordenado, procu-

Elementos arquitectónicos y escudos del Colegio Velardes. Colegio mayor Velardes.

Planta del Colegio Velardes (según J. J. Martín González).

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Vega (1820-1827), Juan Prado (1831-1836) y Pablo Vega (1833-1836).

En 1863 se concluyó una obra importante de reforma del edificio, a cargo del maestro Pedro Bolado, para acomodarlo definitiva-mente como vivienda la cual ocupó el maes-tro de carpintería Alejandro Pedrosa. La fun-dación desapareció como tal en 1872 pasando la propiedad de la casa a don Eugenio Vega Villegas y a los herederos de don Antonio Jalón, descendientes del fundador don Juan Velarde36.

Por último la vivienda se destruyó en la dé-cada de 1960 y en su lugar se construyó un nuevo edificio destinado igualmente a Cole-gio Mayor de la Universidad en cuyo interior se conservan, además de los restos en piedra de una ventana de la antigua casa, los dos es-cudos que tuvo su fachada y que Agapito y Revilla describió como coronados por cabeci-tas aladas y cuartelados con punta, ofreciendo en el primero tres lises; en el segundo águila

disponía de altas columnas, coronadas de za-patas, únicamente en sus lados norte y este, presentando una planta casi cuadrada. En la parte posterior del edificio se disponían las caballerizas y gozaba también de corral y huerto que colindaba con casas de la c/ de los Reyes32.

En 1626 don Fernando de la Bastida, ma-gistral de la Catedral y canciller de la Univer-sidad, y don Mateo de Cerecedo, doctoral y oidor en la Audiencia, patronos perpetuos de las memorias tomaron las cuentas al adminis-trador del Colegio, figurando diversos gastos de albañilería, cerrajería, retejos, fabricación de una campana, licencia para decir misa, or-namentos y cajonería para ellos, cáliz, vina-jeras, etc. Años después (1677) el maestro de obras Roque Alonso de Briones reparó la casa del colegio, trabajo que consistió en apoyar el sótano, socalzar una tapia, demoler un cuarto arruinado y levantarlo de nuevo, además de blanquear toda la obra y poner la capilla al ni-vel del patio. En 1655 el entallador Martín de Villanueva había hecho los estantes de la li-brería y se procedió a blanquear también esta dependencia33.

A mediados del siglo xviii el Catastro des-cribe el edificio del Colegio situado en la pla-zuela del Duque [de Lerma] constando de piso bajo, principal y oratorio, propio de dicho Colegio de los Velardes «en donde tienen los colegiales su asistencia por lo que no se midió ni reguló renta, confrontado con la expresada plazuela y con calle que va a la Cruz de San Juan»34. No obstante, en tiempos de Canesi se afirmaba que «por la adversidad de los tiem-pos se han minorado mucho sus rentas, de tal forma que en estos días sólo se han podido mantener dos o tres colegiales de su sangre»35.

A causa de la guerra de la Independencia los ingresos del Colegio se redujeron consi-derablemente, el número de colegiales des-cendió y comenzó a alquilarse parte de la vi-vienda. Los últimos alumnos de que se tiene noticia fueron: José Jalón (1818), Nicolás de

Situación del Colegio Velardes en el plano de Bentura Seco, 1738.

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pasajeros lo que necesitaban para su alivio y descanso». Esto hizo que doña Beatriz Delga-dillo, «el 26 de septiembre de 1494, algunos dicen de 44», decidiera nombrarlo heredero de toda su rica hacienda ordenando ser ente-rrada en él donde «yace sepultada en su igle-sia en un sepulcro de alabastro en medio de la capilla mayor».

Sin embargo, Canesi se lamenta que en su tiempo había ya cesado «la cura y albergue de los pobres peregrinos» y se habían perdido gran parte de los bienes del hospital quedando este «con muy pocos cofrades pero ilustres». Tampoco a su templo, por su pobreza, acudían los fieles y se habían perdido así «muchos te-soros espirituales»40. En él existió un altar de-dicado a San Sebastián cuya visita otorgaba a los fieles las mismas indulgencias que, a se-mejanza suya, empezaron a obtenerse en 1560 cuando se dedicó otro a San Francisco en el vecino monasterio de Santa Isabel41.

En el libro Becerro de la cofradía de la Ca-ridad, escrito igualmente en el siglo xviii, se apunta que la casa principal de la cofradía de la Caridad se hallaba situada en la calle de San

explayada; en el tercero un dragón; en el cuar-to dos lobos y en la punta un árbol37, armas que corresponden a la heráldica del linaje de los Ruiz de Velarde38.

* * *La reducción de hospitales planteada en

1578 por iniciativa regia para racionalizar gastos y esfuerzos no se decretó en Valla-dolid hasta 1616 pero la integración en el denominado General o de la Resurrección no representó la desaparición de todos los que existían hasta entonces en la ciudad39. Al menos, continuaron funcionando y cum-pliendo sus fines asistenciales en sus res-pectivos edificios el de Nuestra Señora de Esgueva, los Desamparados (San Juan de Dios), Convalecientes (Santos Cosme y Da-mián), San Antonio Abad, San Juan de Le-trán y el de Orates o Inocentes. El dedicado a Nuestra Señora de la Caridad mantuvo su casa y capilla pero cesó en su función hos-pitalaria.

LA CASA HOSPEDERÍA DE LA CARIDAD c/ San Ignacio, n.º 3

El historiador Manuel Canesi aseguró, gra-cias a los papeles que manejó en la primera mitad del siglo xviii, que el hospital de la Ca-ridad debía haberse fundado «por los años de 1305, otros dicen 45, reinando en Castilla el muy valeroso D. Alfonso el onceno». Lo des-cribe como «situado junto a la parroquia de San Julián, frente del colegio de San Ignacio de padres jesuitas» y recuerda que antigua-mente se recogían en él «pobres peregrinos y viandantes y curaban de varias enfermeda-des».

Su hospitalidad estaba tan acreditada que «en ella estaban alistados más de 50 cofra-des, todos caballeros y de piadosísimas entra-ñas que asistían a los enfermos y daban a los Puerta de la Hospedería de la Caridad.

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anodinas, vulgares o sencillas, sin ostenta-ción de materiales ni rejas en sus adintela-dos vanos. Casas del pueblo, de una o dos plantas, destinadas muchas a viviendas de alquiler, una y otra vez remendadas por al-bañiles y modestos maestros de obras, que cumplían en el trazado urbano el papel de humildes acompañantes de las que en sus puertas o fachadas lucían crípticos blasones. Pero en alguna ocasión, la casa revestía cier-to interés por el pintoresquismo de algún ele-mento o por la curiosidad de su patio interior y acabaron siendo útiles para un destino o como posada o para la celebración de anima-dos festejos verbeneros. Casas particulares, especiales que conservaron hasta su final el sabor y el valor de lo diferente.

LA CASA DEL BACHILLER PEDRO SÁNCHEZ CIMBRÓN c/ Renedo, n.º 12 con salida por la c/ Verbena, n.º 13

Tanto llamó la curiosidad de Agapito y Revilla una lápida, colocada sobre la puerta de ingreso a la vivienda n.º 12 de la calle de Renedo, que se detuvo a describir somera-mente la casa en que se hallaba, estimando que era lo único apreciable que tenía la men-cionada calle. Según él, la fachada era «sen-cillísima; lisa, con huecos de ventanas modi-ficados; puerta de arco de medio punto, con una inscripción grabada sobre una piedra co-locada encima de la clave; zaguán regular; patio con columnas bajas que sostuvieron piso», sospechando que, por su carácter, el edificio dataría del siglo xvi. También indicó que se hallaba relacionada, como accesoria, con la casa n.º 13 de la calle de la Verbena (antiguamente c/ del Obispo viejo), «que se dice fue palacio de un obispo», recogiendo la tradición popular de que pudo pertenecer al vallisoletano fray Prudencio de Sandoval, obispo de Pamplona (1553-1620).

Ignacio, denominada antiguamente c/ de la Caridad, que la cofradía la había adquirido en 1469 por donación de García de Tovar, y que lindaba con un mesón propio del monasterio de San Benito42.

Sin duda, la cofradía fue una de las que en Valladolid tuvo rentas, patronatos y regalías más pingües pero los derechos que había per-dido, debido a una mala gestión económica, determinó que el tribunal eclesiástico decreta-ra su extinción otorgando la administración de sus escasos bienes a un particular. La casa se vendió, a censo reservativo, el 1 de diciembre de 1803 al herrero don Andrés Herrarte43.

Entre la ermita y hospital de la Caridad y la iglesia parroquial de San Julián existió una casa que pertenecía al monasterio de San Be-nito. En el Catastro44 del siglo xviii se dice que constaba de planta baja, principal y bodega; medía 13 por 34 varas (=10,79 × 28,33 m) y se hallaba alquilada en 260 reales. En 1822 don Hilario Durán compró al Estado la casa mesón que en otro tiempo había sido propie-dad del monasterio desamortizado de San Be-nito, en la calle de San Ignacio n.º 6 antiguo y 2 moderno (1848); lindaba por la derecha y accesorio con casa de don Domingo Herrero que no era otra sino el antiguo hospital de la Caridad y por la izquierda con terreno que fue cementerio de la iglesia de San Julián45. A su vez, la de don Domingo hacía medianería con casa de la familia Solpérez que antes había sido de los marqueses de Castrofuerte46.

Modernamente el local de su planta de ca-lle, coincidente su ingreso con la antigua puer-ta de acceso al hospital de diseño adintelado y vano moldurado en piedra, lo ha ocupado la ya desaparecida «Imprenta Americana».

* * *Sin duda, en el pasado como ahora, la ma-

yor parte de las viviendas que configuran el viario de la ciudad no se significaron en su exterior por el especial diseño de su morfo-logía ni tampoco por su valor estético. Eran

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es interesante por su aspecto pintoresco». Por desgracia, su derribo se produjo en la década de los años 60 del siglo xx.

En su libro publicó una fotografía del pa-tio principal y describió la vivienda señalan-do que el zaguán tenía las puertas desenfi-ladas, su patio presentaba dos corredores de altas columnas de piedra sobre los que car-gaba, mediante zapatas, la galería superior con sus barandillas de madera y pies dere-chos. Con objeto de aumentar la capacidad de la vivienda, las columnas se rebajaron avanzándose el entresuelo por el espacio li-bre del corredor. Sin embargo no pudo aña-dir ningún dato que clarificara el misterio de sus antiguos dueños49.

A pesar de que tampoco he podido des-velar la complicada inscripción de la lápida que estuvo colocada sobre su ingreso, ahora perdida o destruida, aporto noticias que cla-rifican la historia de esta vivienda.

Las Huelgas dieron a censo al bachiller Pedro Sánchez de Cimbrón un sitio y suelo

Apuntaba Agapito, con mucha razón, que la inscripción de la citada lápida podría aclarar la historia de la casa pero sospechaba que la losa se hubiese trasladado desde otro lugar, «quizá de lo que fue monasterio de Templarios, que no estaba muy lejos»47. Sin embargo sus in-tentos para interpretar la inscripción, precedi-da por una cruz de San Juan, fracasaron pero publicó un grabado de la misma «por si alguna persona... pudiera resolver la duda»48.

Estudiada la casa por Martín González, la consideró ejemplo de «una fase intermedia hacia la vivienda popular» insistiendo sobre la falta de caracteres distintivos que permitiesen determinar su cronología dentro de la primera mitad del siglo xvi aunque se inclinó por con-siderarla como «de principios del mismo». Va-loró que la ausencia de ornamentación en su fachada «no es signo de sencillez sino de cierta pobreza constructiva que se refleja en el em-pleo de mampuesto, en la escasez de piedra y en la irregularidad con que está distribuido el material». No obstante reconoció que «la casa

Fachada y lápida de la casa de Pedro Sánchez Cimbrón (desaparecidas).

Arquitectura doméstica del Valladolid antiguo. Cinco casas singulares y una casa particular 65

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A su muerte recayó en su hijo o nieto Esta-cio Sánchez Cimbrón quien en 1580 pleiteaba con Juan Arias Dávila Portocarrero, conde Puñonrostro, sobre el alquiler «de una casa en el arrabal de San Juan, en la calle de Renedo», pidiendo el embargo de sus bienes y desahu-cio. El conde se defendió alegando que había hecho reparos en la casa que, por otra parte, no la tenía alquilada en su totalidad y además era propia también de un hermano del litigan-te monje en el convento de la Merced51.

Después heredó la vivienda su hermana doña Catalina Sánchez Cimbrón, vecina de Don Jimeno, tierra de Arévalo, que como ha-bía perdido la escritura original que acredi-taba la propiedad del dominio que tenían las Huelgas, la nueva propietaria otorgó otra en 1614 reconociendo el censo a favor de las monjas52.

para edificar casas en la calle nueva de Re-nedo por 800 maravedís y 4 gallinas. Su pri-mer propietario y quien las mandó edificar, quizás fuese originario de Ávila donde un regidor llamado Sancho Sánchez Cimbrón apoyó la sublevación de los comuneros. Del bachiller se sabe que el claustro de la Uni-versidad de Valladolid le otorgó el 6 de octu-bre de 1531 la cátedra de Retórica y Poesía, hasta entonces desempeñada por el bachi-ller de La Pradilla, «atento lo mucho que a trabajado en este estudio, con salario de 5.000 maravedís, por los tres años que el es-tatuto dispone, contando que lea hora y me-dia cada día de las lecturas que le mandasen los reverendos maestros Pedro de Bitoria o Antonio de Alcaraz, e a las horas que le de-clarasen que no aya ocupación de lecciones de los otros catedráticos»50.

Patio de la casa del bachiller Sánchez Cimbrón. Reconstitución de Javier Benito Montoya sobre fotografías de J. J. Martín González

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con dicha calle y línea que mira al norte, y por la lima que mira al poniente linda con dos casas que la una es de las memorias de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad y la otra es de una capellanía que hoy goza el padre fray Tomás García, religioso del or-den de predicadores de Nuestro Padre San Francisco, y por la lima que mira al medio-día que es donde tiene dicha casa su puerta accesoria, linda con calle del Obispo viejo y por la lima del oriente linda con otras dos casas que la una es del curato de la igle-sia parroquial de San Lorenzo de esta men-cionada ciudad y la otra de la redención de cautivos de padres mercenarios calzados de ella».

En 1845 la casa señalada como la n.º 11 de su calle, pertenecía a don Cleto Écija y a doña M.ª Sancho Baraona y lindaba, por su izquierda, con casa del curato de San Nicolás y, por su derecha, con otra del Cabildo de la catedral; disponía, además de las habitacio-nes bajas y altas, de patio, jardín, paneras, cuadras, pajar, horno y un corral que lindaba, por su parte trasera, con otra casa también de los mismos propietarios, situada en la c/ Obispo viejo, n.º 12, que confrontaba, por su izquierda, con casa de la cofradía del Cristo de las Injurias, por su derecha, con otra del Hospital de la Misericordia y que contaba con bodega, paneras, pajares y cuadras con puertas carreteras además de la principal de acceso a las habitaciones57.

Con la nueva numeración establecida en 1864 la vivienda pasó a ser la n.º 12 de la calle Renedo. En 1878 pertenecía a Emilio Calzada Valcabado y lindaba, por su dere-cha, con casa de José Pelayo, por su izquier-da con la de Gregorio de la Fuente y por la parte posterior con otra de Francisco María Arias58. En 1939 el propietario de la casa n.º 12 de la calle Renedo, con salida a la calle Verbena, n.º 13 (antes c/Obispo viejo), era don Santiago Arranz59 y su último propieta-rio se apellidaba Dulce.

Sospecho que en la propiedad de esta misma casa sucedieron doña María Muñoz Igual, viuda de Roque González, y su hijo Manuel González Barbero, quienes el 11 de abril de 1673 fundaron un censo redimible de 1.650 reales de principal a favor del con-vento de Nuestra Señora de la Laura, para lo cual tuvieron que hipotecar las dos casas grandes que poseían «la una en la calle nue-va de Renedo», con sus paneras y dos co-rrales que lindaban con casas de doña María de Moya que entonces poseía don Francisco Mazcarán y de la otra parte con casas de los herederos de Antonio Martín, cuyo precio se estimaba en 2.000 ducados; la otra se hallaba en la calle del Obispo, con los mismos linde-ros, valorada en 100 ducados. Ambas casas las había heredado de su padre Pedro Muñoz Igual y tenían dos censos a favor del monas-terio de Las Huelgas Reales53.

Estos bienes recayeron, ignoro por qué cir-cunstancias, el 13 de octubre de 1739 en don Fernando de la Hoz Ruiz de Chaves, vecino de Valladolid54 quien, el 29 de diciembre de 1774, redimió el censo pagando a Las Lauras 1.683 reales y 6 maravedís55. Don Fernando de la Hoz y Chaves, que era cura del lugar de Sitrama de Tera (Zamora), decidió ceder su propiedad a la cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio de los que se ente-rraban en la iglesia parroquial de San Juan, a cambio de determinados sufragios anuales por su alma. Sin embargo las monjas de las Huelgas que todavía eran las propietarias del terreno se negaron a que se efectuase la ce-sión, por lo que la casa se puso en venta pre-via tasación hecha por los maestros Anacleto Tejeiro y José de Laya en 17.500 reales, re-matándose en don Juan Campero Gutiérrez quien el 16 de abril de 1776 pagó por ella 12.000 reales56.

Los citados maestros la identificaron con la señalada «con el azulejo número sexto...situada en el barrio de San Juan y calle ti-tulada de Renedo que por su fachada linda

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el tenía arrendada a don Fernando de Henao, mayordomo que fue de la cofradía de Juan Hurtado de Mendoza, «que está en la placeta de los Orates a la esquina de la Cárcava que es de don Luis Fernández de Castro... y la dicha co-fradía tiene la posesión», cfr. AHPV, leg. 682, fol. 903.

14 AHPV, leg. 2579, fol. 708.15 AHPV, leg. 2060, fol. 207.16 Caja, fol. 268vº. 17 Francisco Gallardo, Noticia de casos particulares,

Valladolid, 1886, p. 134 y ed. 1989, p. 252. Juan Orte-ga rubio (Historia de Valladolid, Valladolid, I ed. 1985, p. 281) y Araceli Rico de la Fuente (Monasterio de Nues-tra Señora de Aniago. El sueño de una reina, Valladolid, 2007, p. 38) creyeron que la escuela se abrió en la propia Cartuja.

18 AHPV, leg. 11967. Don Pedro González y la Car-tuja de Aniago, casa en la c/ Obispo. 1826.

19 AHPV, leg. 4092 y 15876, fol. 456 e Idem, Hacien-da, Contaduría de Hipotecas, Lib. 405.

20 AMV, Catastro, Religiosos, 2.º, fol. 194.21 AHPV, Hacienda, 2.º serie, leg. 733. La com-

pró en 1846 don Cayetano Sánchez Andrés y la cedió a don Agustín Teijón.

22 «El primero se extiende a todos los ramos de la ins-trucción primaria elemental completa y superior, a saber: lectura en prosa y verso y en manuscritos antiguos y mo-dernos; caligrafía o escritura, por los acreditados métodos español e inglés de Iturzaeta y Stirling; principios de re-ligión y moral; elementos de gramática castellana, dando la posible extensión a la ortografía; aritmética; elementos de geografía y sus aplicaciones más usuales; dibujo lineal; nociones generales de física e historia natural, acomoda-das a las necesidades más comunes de la vida y elementos de historia, principalmente de España...». Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España… (1852), Valladolid, ed. 1984, pp. 207-208.

23 Escrituras ante E. García Noriega, 4-VII-1853 y ante Baltasar de Llanos, arriendo del Colegio de 2.ª en-señanza de 2.ª clase, en la c/ Ánades, cfr. AHPV, Sec. Ha-cienda, lib. 425.

24 Narciso Alonso cortés, «El Gayter del Llobregat en Valladolid», Miscelánea vallisoletana, I, Valladolid, 1955, pp. 611-627.

25 3-III- y 17-VI-1860 (ante Baltasar de Llanos Gon-zález) «linda por la derecha según se entra con la misma calle, por la izquierda forma otro lado con la calle de la Orden y por lo accesorio con casa cuartel de la guardia ci-vil» o «linda con la calle de la Orden y por otro con la que da paso al Prado de la Magdalena y accesorio con la casa que hoy es cuartel de la Guardia civil», cfr. AHPV, Sec. Hacienda, lib. 409.

26 Luis Fernández Martín, S. J., «El Colegio de Doncellas Nobles de Valladolid», Investigaciones His-tóricas, XI, 1991, pp. 55-85.

27 M.ª Antonia Fernández del Hoyo, Desarrollo ur-bano y proceso histórico del Campo Grande de Valla-dolid, Valladolid, 1981, pp. 326-330. Permaneció en pie hasta 1962 momento en que se vendió a don Pedro Gar-cía Lobato por la hoy irrisoria cifra de 60.625 €.

Notas

* Estudio elaborado en el marco del GIR (Identidad e intercambios artísticos: IDINTAR) de la Universidad de Valladolid.

1 A las estudiadas en «Casas, casonas y algún que otro palacio de Valladolid» en VV.AA., Conocer Va-lladolid, IX, Valladolid, 2016, pp. 127-159 debo añadir los trabajos: Jesús Urrea, «El palacio vallisoletano de los marqueses de Távara», Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, 40, 2005, pp. 63-74; «La verdadera historia de la supuesta Casa de Colón en Valladolid», en VV.AA. Valladolid y Colón. La ciudad frente al personaje, Valladolid, 2006, pp. 65-70; «Caballeros de la orden de San Juan de Malta en Va-lladolid», Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, 75, 2009, pp. 157-168.

2 Sobre la figura de don Pedro La Gasca, cfr. T. HaM-pe Martínez, Don Pedro de la Gasca (1493-1567). Su obra política en España y América, Palencia, 1990.

3 Jesús Urrea, Arquitectura y nobleza. La casa de los marqueses de Revilla, Madrid, 2011.

4 Cfr. Luis. Fernández Martín, S. J. «La construcción de la iglesia de la Magdalena. Sus diversas etapas», Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, 1989, pp. 338-342.

5 Archivo Municipal de Valladolid. Catastro, Caja 32-3, fol. 60.

6 Archivo Histórico Provincial de Valladolid, leg. 16558, fol. 1067 y ss.

7 Juan Agapito y revilla, «Heráldica en las calles de Valladolid», BSAA, 1944, pp. 156-157. En esta casa se instaló, en la década de 1940, la congregación religiosa de las Discípulas de Jesús.

8 M.ª Antonia Fernández del Hoyo, Patrimonio perdido conventos desaparecidos de Valladolid, Valla-dolid, 1998, pp. 436-439.

9 Jesús Urrea, «Los bienes artísticos del monaste-rio. El Prado disperso», en VV.AA. El monasterio de Nuestra Señora Prado (coords. E. Wattenberg y A. Gar-cía Simón), Valladolid, 1995, pp. 274-275.

10 Las casas de Mondison Bernal, en 1737, pertene-cían a don Jerónimo Pardo, del consejo de S. M. de Casti-lla, cfr. AHPV, leg. 3278.

11 Todavía en 1752 Aniago poseía una casa en la calle de las Damas, que constaba de piso bajo, principal y segun-do, medía 10 por 37 varas (= 8,30 × 30,71 m) y confronta-ba con calle cerrada y casa del Santo Tribunal, situada en la acera de enfrente. Sobre ésta y otras casas de la Cartuja en Valladolid cfr. Santiago Cantera Montenegro, La Cartuja de Santa María de Aniago (1441-1835), Salzburgo, 1998, pp. 132-134 y 189.

12 En 13-V-1612 el sastre Santiago García arrien-da al mayordomo de la cofradía de don Pedro Miago la «casa que la cofradía tiene en la calle que va de la de Pedro Barrueco a la de San Salvador, junto a las casas de los herederos de Pedro Hernández de la Vega», cfr. AHPV, leg. 682.

13 El 18-V-1612 Bartolomé Rodríguez, portero de vara de la ciudad, subarrienda «una casa sin tienda» que

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44 Caja 31-3, fol. 47vº.45 Don Hilario en su testamento (17-XII-1844) la legó

a su hermana doña Epifanía, declarando que la había com-prado (ante Ramón Santillana) el 7-VI-1822, cfr. AHPV, leg. 15767, fol. 109 (7-III-1845). En 1848 se vendió a don Juan Dominé (AHPV, leg. 15899, fol. 34).

46 Jesús Urrea, Arquitectura y nobleza. Casas y pala-cios de Valladolid, Valladolid, pp. 218-220.

47 En efecto, próximo a la antigua puerta de la villa titulada de San Juan estuvo situado el convento de caba-lleros templarios; al disolverse en 1312 la orden del Tem-ple, la reina doña María de Molina lo donó al abad de Santander don Nuño Pérez Monroy que lo convirtió en hospital cediéndolo en 1326 a las monjas de las Huelgas.

48 Las calles de Valladolid, pp. 378-379 y 511.49 Arquitectura doméstica del Renacimiento en Va-

lladolid, p. 122. Le interesó mucho la vivienda porque en los 60, a punto de derribarse la casa, la volvió a fo-tografiar. Precisamente sus fotos nos han servido para proponer la reconstitución del patio con dibujos del ar-quitecto don Javier Benito Montoya, amigo y discípulo.

50 Julián Martín abad y Pedro Martín baños, La obra del bachiller de La Pradilla en Gramática, Poesía y Rethórica (Logroño c. 1503), Salamanca, 2013, pp. 46-47.

51 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Pleitos civiles. Fernando Alonso (F). Caja 1328-1. Esta-cio Sánchez Cimbrón aún vivía en1599 cuando sostiene pleito, contra el estudiante Domingo de Quintana al que reclama el alquiler de aposento. Cfr. Mariano Alcocer Martínez, Historia de la Universidad de Valladolid. Ha-cienda universitaria y jurisdicción del rector, Valladolid, 1922, p. 3.

52 AHPV, leg. 3904, fol. 248 y ss. La calle vieja de Renedo era la hoy titulada de La Pólvora (AHPV, leg. 15778, fol. 147).

53 AHPV, leg. 2260, fol. 273 y ss.54 AHPV, leg. 3360, fol. 4, 32 y ss. sin duda sería pa-

riente de don Pedro de Chaves y Girón de la Hoz, regidor perpetuo de Segovia, que en 1714 fue creado marqués de Quintanar. Sobre esta familia cfr. Jesús Larios Martín, Nobiliario de Segovia, I, Segovia, 1956, pp. 387-393.

55 AHPV, leg. 3898, fol. 970. Juan Agapito y revilla conoció esta escritura (Las calles de Valladolid, p. 378) pero creyó que los otorgantes eran D.ª María Muñoz y su hijo y dedujo que estos eran los dueños en el siglo xviii.

56 AHPV, leg. 3900, fols. 738 y ss.57 AHPV, leg. 15767, fol. 109 y ss. En 1854 la casa

del curato de San Nicolás, señalada con el n º 13, linda-ba por su derecha con casa y corral de don Cleto Écija y por la izquierda con corral de don Pedro Sánchez. El año anterior fue denunciada por ruinosa ya que el segun-do cuerpo de su fachada se hallaba casi en esqueleto, el vuelo ruinoso y sus huecos sin orden. Su edificio lo tasó el arquitecto Francisco Javier Berbén en 6.200 reales y tenía 20 pies (=5,60 m) de ancho y otros 41 (=11,48 m) de fondo, cfr. AHPV, leg. 15832, fol. 295 y ss.

58 AHPV. Amillaramientos.59 Juan Agapito y revilla, Las calles de Valladolid,

pp. 378-379.

28 Federico Sangrador Minguela, «Noticias sobre el colegio y capilla de Velardes, en Valladolid», BSCE, VI, 1913-1914, pp. 350, 376 y 397; Jesús Urrea, El retrato en la pintura vallisoletana del siglo xvii (Catálogo de ex-posición), Valladolid, 1983; Margarita TorreMocHa Her-nández, «Los Velardes. Historia de un colegio menor de la Universidad de Valladolid», Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 20, 2002, pp. 5-64.

29 Su hermano Antonio murió en la provincia de Charcas (Perú) en 1588 «viniendo de un socorro que se dio al puerto de Arica que le quisieron tomar corsarios in-gleses», próximo a un lugar llamado Calacoto, cerca de la ciudad de La Paz, dejando una herencia de 12.000 pesos de oro.

30 AHPV, leg. 801, s. f. El 25-VIII-1616 «se sepultó el cuerpo de Juan Velarde en la capilla del Sacramento que está detrás del coro de la dicha iglesia enfrente del altar del Cristo», cfr. AHPV, leg. 1721, fol. 1181. Sobre su capilla en la catedral, cfr. Jesús Urrea, «Capillas y patronos de la catedral de Valladolid», BRAC, 40, 2005 pp. 107-124.

31 Juan Agapito y revilla, Las calles de Valladolid, pp. 509-511.

32 Juan José Martín gonzález, La arquitectura do-méstica, Valladolid, 1948, pp. 172-173 publicó la planta y foto de la fachada.

33 AHPV, leg. 2441, fols. 296 y 306.34 Fol. 169vº.35 Manuel Canesi, Historia de Valladolid (1750),

Valladolid, ed. 1996, I, p. 406.36 ACV. Colegio Velardes. «Libro de cuentas de las

memorias y colegio que fundó don Juan Velarde vecino de esta ciudad (1810)» y varios legajos.

37 Juan Agapito y revilla, «Heráldica en las calles de Valladolid», BSAA, 1951-1952, pp. 117-118.

38 Indigna comprobar que en internet [todocolec-ción.net] se anuncia en venta, a un precio desorbitado, el archivo de este colegio.

39 Elena Maza zorrilla, «Pobreza y hospitalidad pública en la ciudad de Valladolid a mediados del siglo xviii», Investigaciones históricas, 1982, pp. 33-75; Juan José Martín gonzález, «El arte en los hospitales de Va-lladolid», Anales de la Real Academia de Medicina y Ci-rugía de Valladolid (n.º extraordinario con motivo del 250 aniversario de la fundación de la Academia), Valla-dolid, 1982, pp. 179-200.

40 Manuel Canesi, Historia de Valladolid (1750), Valladolid, ed. 1996, t. II, p. 199.

41 Jesús Urrea, «Revisión y novedades junianas en el V centenario de su nacimiento», Boletín del Museo Nacional de Escultura, 10, 2006, pp. 2-13.

42 Según el libro Becerro (fol. 199) el título de propie-dad se halla en el cajón 1.º, leg. 13, n.º 1.

43 AHPV, Hacienda, Lib.132 (Cofradías). Real Casa de la Misericordia de Valladolid. Libro de su hacienda, rentas, cargas y obligaciones impuestas sobre ella (1796-1797). AHPV, Hacienda. 1.º serie. Censos. leg. 485, n.º 21. No se conserva la escritura que pasó ante el notario Manuel Ortega.