Arqueología Simétrica: Un giro teórico sin revolución paradigmática

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En este breve dossier se recogen cuatro artículos cortos en los que se aborda el concepto de “arqueo- logía simétrica”. La intención es proporcionar al público hispanohablante un panorama teórico novedoso en el mismo momento que se está fra- guando – los artículos derivan de conferencias pre- sentadas en Gran Bretaña y Estados Unidos duran- te finales del año 2005 y el año 2006. Asimismo, se ofrecen unos breves comentarios a los artículos realizados por arqueólogos españoles que han tra- bajado en el terreno de la teoría: Almudena Her- nando Gonzalo, Víctor Fernández Martínez y Ós- car Moro. La arqueología simétrica debe enmarcarse den- tro de una serie de preocupaciones generales que afectan en estos momentos a las ciencias sociales en el mundo anglosajón y nórdico, como son los dualismos cartesianos que condicionan nuestra percepción del mundo, la crítica al post-estructura- lismo, la rigidez de las divisiones disciplinarias y la necesidad de tener en cuenta la materialidad de las cosas. La materialidad, en concreto, es la nueva palabra clave en las disciplinas de la cultura mate- rial e incluso está empezando a expandirse a terre- nos refractarios al estudio de los objetos, como la sociología (Dant 2005). Se trata de una inversión en las tendencias hermenéuticas e interpretativas que han dominado el panorama teórico de los últi- mos veinte años. Al carro de la materialidad se han sumado no sólo las arqueologías posprocesuales, con figuras prominentes como Christopher Tilley (2004), sino también la escuela cognitivo-proce- sual, con Colin Renfrew (DeMarrais et al. 2004) a la cabeza. La idea clave es que no todo se puede reducir a la materialización de significado social, a lo simbólico, a la capacidad de acción humana de imponer sentido sobre la cultura material. Sin embargo, mientras que muchos siguen mantenien- do una relación dialéctica entre humanos y objetos (p.ej. Gosden 2005), la arqueología simétrica, como veremos, no establece una división a priori. Nos hallamos, desde el principio, inmersos en un mundo de personas, animales y cosas, que mantie- nen múltiples “transacciones” entre ellas, se cons- truyen simultáneamente y forman colectivos híbri- dos. La arqueología simétrica, sin embargo, va más allá de las teorías de la materialidad al uso y pro- pone una nueva forma de mediar (traducir) estas relaciones entre personas y cosas y una práctica más reflexiva de la disciplina – pero no una refle- xión de tipo post-estructuralista, donde se ensalza al sujeto individual pensante, sino más bien una etnografía de la práctica arqueológica (Edgeworth 2005). Entre los nuevos gurús y fuentes de inspira- ción encontramos a Bruno Latour, Michel Serres, John Law, Donna Haraway y en general la tecno- ciencia y la sociología de la ciencia. Sin embargo, la arqueología simétrica pretende, ante todo, pro- ducir un pensamiento puramente arqueológico, que no necesite de otras disciplinas para autoafirmarse, como tradicionalmente ha sucedido en nuestra área de conocimiento, de ahí que los autores recurran constantemente a metáforas arqueológicas y subra- yen la relevancia de lo material. Es más, no sólo se trata de reafirmar la independencia de la arqueolo- gía, sino de demostrar su utilidad para repensar otras ciencias sociales. Ha pasado ya un cuarto de siglo desde que Ian Hodder comenzara a demoler la Nueva Arqueolo- gía mediante lo que más tarde se conocería como teoría posprocesual. Para muchos es tiempo ya de cambio teórico. 25 años es lo que suele durar un paradigma en la mayor parte de las ciencias socia- les y humanas. No es casual que tal período de tiempo sea el necesario para un cambio generacio- nal en la academia, como señalaría la sociología de la ciencia al uso. La realidad, en el caso de la ar- queología, es que en este cuarto de siglo ha pasado de todo y los micro-paradigmas, dentro de la línea posprocesual, se han sucedido a una velocidad ver- tiginosa, tan vertiginosa que es difícil con frecuen- cia mantenerse al día de las innovaciones teóricas. Eso, por supuesto, si queremos estar al día: en bue- na parte de la Europa continental “nuevo arqueólo- go” es una etiqueta que sirve para englobar desde Lewis Binford hasta Michael Shanks. O sea, cual- quiera que no sea histórico-cultural o que se arries- gue a decir algo que parezca lejanamente filosófico. 283 Complutum, 2007, Vol. 18: 283-319 Arqueología Simétrica: Un giro teórico sin revolución paradigmática Alfredo González-Ruibal (editor) ISSN: 1131-6993

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En este breve dossier se recogen cuatro artículoscortos en los que se aborda el concepto de “arqueo-logía simétrica”. La intención es proporcionar alpúblico hispanohablante un panorama teóriconovedoso en el mismo momento que se está fra-guando – los artículos derivan de conferencias pre-sentadas en Gran Bretaña y Estados Unidos duran-te finales del año 2005 y el año 2006. Asimismo, seofrecen unos breves comentarios a los artículosrealizados por arqueólogos españoles que han tra-bajado en el terreno de la teoría: Almudena Her-nando Gonzalo, Víctor Fernández Martínez y Ós-car Moro.

La arqueología simétrica debe enmarcarse den-tro de una serie de preocupaciones generales queafectan en estos momentos a las ciencias socialesen el mundo anglosajón y nórdico, como son losdualismos cartesianos que condicionan nuestrapercepción del mundo, la crítica al post-estructura-lismo, la rigidez de las divisiones disciplinarias yla necesidad de tener en cuenta la materialidad delas cosas. La materialidad, en concreto, es la nuevapalabra clave en las disciplinas de la cultura mate-rial e incluso está empezando a expandirse a terre-nos refractarios al estudio de los objetos, como lasociología (Dant 2005). Se trata de una inversiónen las tendencias hermenéuticas e interpretativasque han dominado el panorama teórico de los últi-mos veinte años. Al carro de la materialidad se hansumado no sólo las arqueologías posprocesuales,con figuras prominentes como Christopher Tilley(2004), sino también la escuela cognitivo-proce-sual, con Colin Renfrew (DeMarrais et al. 2004) ala cabeza. La idea clave es que no todo se puedereducir a la materialización de significado social, alo simbólico, a la capacidad de acción humana deimponer sentido sobre la cultura material. Sinembargo, mientras que muchos siguen mantenien-do una relación dialéctica entre humanos y objetos(p.ej. Gosden 2005), la arqueología simétrica,como veremos, no establece una división a priori.Nos hallamos, desde el principio, inmersos en unmundo de personas, animales y cosas, que mantie-nen múltiples “transacciones” entre ellas, se cons-

truyen simultáneamente y forman colectivos híbri-dos. La arqueología simétrica, sin embargo, va másallá de las teorías de la materialidad al uso y pro-pone una nueva forma de mediar (traducir) estasrelaciones entre personas y cosas y una prácticamás reflexiva de la disciplina – pero no una refle-xión de tipo post-estructuralista, donde se ensalzaal sujeto individual pensante, sino más bien unaetnografía de la práctica arqueológica (Edgeworth2005). Entre los nuevos gurús y fuentes de inspira-ción encontramos a Bruno Latour, Michel Serres,John Law, Donna Haraway y en general la tecno-ciencia y la sociología de la ciencia. Sin embargo,la arqueología simétrica pretende, ante todo, pro-ducir un pensamiento puramente arqueológico, queno necesite de otras disciplinas para autoafirmarse,como tradicionalmente ha sucedido en nuestra áreade conocimiento, de ahí que los autores recurranconstantemente a metáforas arqueológicas y subra-yen la relevancia de lo material. Es más, no sólo setrata de reafirmar la independencia de la arqueolo-gía, sino de demostrar su utilidad para repensarotras ciencias sociales.

Ha pasado ya un cuarto de siglo desde que IanHodder comenzara a demoler la Nueva Arqueolo-gía mediante lo que más tarde se conocería comoteoría posprocesual. Para muchos es tiempo ya decambio teórico. 25 años es lo que suele durar unparadigma en la mayor parte de las ciencias socia-les y humanas. No es casual que tal período detiempo sea el necesario para un cambio generacio-nal en la academia, como señalaría la sociología dela ciencia al uso. La realidad, en el caso de la ar-queología, es que en este cuarto de siglo ha pasadode todo y los micro-paradigmas, dentro de la líneaposprocesual, se han sucedido a una velocidad ver-tiginosa, tan vertiginosa que es difícil con frecuen-cia mantenerse al día de las innovaciones teóricas.Eso, por supuesto, si queremos estar al día: en bue-na parte de la Europa continental “nuevo arqueólo-go” es una etiqueta que sirve para englobar desdeLewis Binford hasta Michael Shanks. O sea, cual-quiera que no sea histórico-cultural o que se arries-gue a decir algo que parezca lejanamente filosófico.

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Arqueología Simétrica: Un giro teórico sin revolución paradigmática

Alfredo González-Ruibal (editor)

ISSN: 1131-6993

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Así, quienes vivimos fuera del núcleo teóricoanglosajón y nórdico, sabíamos que después de laNueva Arqueología habían surgido unos radicalesque lo echaban todo por tierra y renegaban de laciencia y de la arqueología hecha comme il faut(aunque más de uno incluiría ahí a Binford, a pesarde su amor por la estadística y las leyes universa-les). Si bien en España siempre hemos estado mu-cho más al tanto en teoría arqueológica que enotros países de Europa (Alemania o Francia), locierto es que la fragmentación y los giros dentrodel posprocesualismo no han llegado a trascendermucho, ni muy a tiempo, en nuestro país. Al fin yal cabo por aquí la teoría se sigue relacionando enbuena medida con el marxismo o con el infierno(suma de todo mal sin mezcla de bien alguno).Dentro del paradigma posprocesual ha habidopost-estructuralismo canónico (Derrida, Foucault ycompañía), hermenéutica (Ricoeur, Gadamer),fenomenología (Merleau-Ponty, Heidegger), teoríade la práctica (Bourdieu) y de la estructuración(Giddens), teoría queer (Butler), neomarxismo(Althusser y la escuela de Frankfurt), poscolonia-lismo (Said, Spivak, Bhabha) y feminismo/estu-dios de género. La propia estrategia del triunfoacadémico ha obligado al consumo de filósofos,antropólogos y sociólogos cada vez a mayor velo-cidad y por lo general sin tiempo para digerirlosintelectualmente – lo que ha producido las consi-guientes indigestiones: algunos ejemplos dearqueología teórica resultarían irreconocibles parael pensador que – sin saberlo – los inspiró (sobreesto véase el artículo de Olsen en este dossier).

Para quien esté al tanto de este panorama defragmentación teórica, la idea de “arqueologíasimétrica” le hará pensar que nos hallamos anteotro giro dentro del paradigma posprocesual. Másde lo mismo: más nombres franceses (Latour,Serres), más jerga incomprensible. Quien piensetal cosa, le dirán nuestros autores, se equivoca depleno – quizá no respecto a la jerga, seamos fran-cos. Porque la arqueología simétrica NO esarqueología posprocesual, aunque no reniegue deella. En esto, por lo menos, ya hallamos un ele-mento de originalidad, porque los partidarios delposcolonialismo, de Derrida o de Foucault rara-mente han rechazado su adscripción vaga a un con-junto teórico variopinto denominado posprocesua-lismo. El porqué la arqueología simétrica NO esarqueología posprocesual es algo que deberánexplicarnos los autores de los artículos aquí recogi-

dos. Sería redundante tratar de resumir en la pre-sentación qué aporta de nuevo este enfoque. Bastedecir, sin embargo, que la teoría simétrica criticaen términos de igualdad los distintos paradigmasprevios, pero pretende al mismo tiempo tomar enconsideración sus aportes positivos. Esto se advier-te especialmente en el texto de Tim Webmoor,quien ha leído e incorporado a su trabajo a pensa-dores procedentes de la arqueología conductual ydarvinista, pese a proceder él mismo de un ambien-te posprocesual – no en vano ha sido Ian Hodder sucodirector de tesis. Michael Shanks también reco-noce la presencia de una “actitud simétrica”, segúnél la denomina, en gente tan diferente como lospartidarios de la teoría de sistemas y en los artistascontemporáneos. Bjørnar Olsen crítica a los pos-procesuales no por usar filosofía fenomenológica,sino por usarla mal. Y Christopher Witmore insisteen rechazar el gesto revolucionario de las nuevasescuelas (la Nueva Arqueología tanto como el pos-procesualismo), un gesto típico de lo que él deno-mina “amnesia moderna”, y señala la necesidad deconsiderar a todos los autores como “nuestros con-temporáneos”.

De este modo, la arqueología simétrica no pro-pone una típica revolución teórica en la que se con-dena a la guillotina o al limbo de los pre-creyentesa todos aquellos que no han sabido salir del oscu-rantismo de su paradigma. Como en toda nuevaescuela, sin embargo, el tono puede resultar aveces profético, polémico y radical, pero al fin y alcabo se trata de un producto en construcción, quenecesita pulirse con el tiempo, quizá moderarse, y,desde luego, ganar adeptos. Así ha sucedido conotras propuestas teóricas. En los cuatro artículosaquí reunidos encontramos versiones ligeramentedistintas pero en el fondo semejantes, y desdeluego complementarias, de lo que es la arqueologíasimétrica – la misma complementariedad que sepodrá encontrar en los comentarios al final del dos-sier. Independientemente de lo qué enfaticen en susrespectivas propuestas, los cuatro autores insistenen la necesidad de superar los dualismos cartesia-nos que sustentan la disciplina arqueológica: pasa-do/presente, objeto/sujeto, naturaleza/cultura.

En la arqueología simétrica hay, potencialmen-te, algo para todo el mundo. Para quienes se rego-dean en los objetos-en-sí-mismos, tipólogos dehonda raigambre y positivistas irreductibles, laarqueología simétrica propone regresar a las cosasmismas, a la materialidad cruda del objeto, despo-

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jada de los significados a los que son tan aficiona-dos los arqueólogos posmodernos. La culturamaterial, dicen, es mucho más que un mero signoo un discurso. Los arqueólogos procesuales, darvi-nistas, sistémicos y demás partidarios de la cienciadura, simpatizarán con la crítica simétrica a la divi-sión entre las ciencias humanas y naturales y a lahiper-fragmentación favorecida por el posproce-sualismo. El ser humano puede que sea un animalsimbólico, como decía Clifford Geertz, pero al des-cribirlo como tal nos hemos olvidado realmente deque es un animal. La arqueología simétrica trata derecuperar lo natural en lo humano – más bien, de

deshacer la división radical entre naturaleza y cul-tura. Es obvio que los posprocesuales lo tendránmás fácil para entender o apreciar el nuevo para-digma – después de todo Michael Shanks y BjørnarOlsen han sido progenitores del posprocesualismo.La arqueología simétrica es ambiciosa porque tratade dirigirse a todo el mundo, de fundir teorías muydiversas y avanzar en la consecución de un para-digma más o menos unificado en la arqueología –algo que a muchos les resultará sospechoso e inclu-so conservador. La lectura de los textos que aquí serecogen permitirá a cada uno decidir sobre lasposibilidades de éxito de tales objetivos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

DANT, T. (2005): Materiality and society. Maidenhead: Open University Press.DEMARRAIS, E.; GOSDEN, C.; RENFREW, C. (eds.) (2004): Rethinking materiality: the engagement of mind with the

material world. Cambridge: McDonald Institute for Archaeological Research.EDGEWORTH, M. (ed.) (2005): Ethnographies of archaeological practice: cultural encounters, material transforma-

tions. Lanham, MD: AltaMira Press. TILLEY, C. (2004): The materiality of stone: explorations in landscape phenomenology. Oxford; New York: Berg.

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Bjørnar Olsen es profesor en el Instituto de Arqueo-logía de la Universidad de Tromsø (Noruega) desde1994. Ha sido profesor invitado en la Universidad deLondres (1997-98) e investigador invitado en la Univer-sidad de Stanford (2003). Pasó por Cambridge, becadopor su país, cuando se fraguaba el posprocesualismo(1985-86): fruto de ello son importantes contribucionesa la arqueología hermenéutica. Su investigación se hacentrado en la Prehistoria escandinava (en la que intro-dujo la teoría posprocesual), la museología y la teoríaarqueológica. En su faceta teórica es necesario destacaruna serie de textos en los que desarrolla ideas clave de laarqueología simétrica: “Material culture after text: Re-membering things”, Norwegian Archaeological Review

36 (2): 87-104, 2003; “Archaeology, hermeneutics ofsuspicion and phenomenological trivialisation”, Ar-chaeological Dialogues 13 (1): 28-35, 2006; y ”Scenesfrom a troubled engagement: post-structuralism andmaterial culture studies”, en C. Tilley et al. (eds.) Hand-book of Material Culture. Sage, Londres: 85-103.

Michael Shanks es Omar and Althea Hoskins Pro-fessor of Classics en la Universidad de Stanford. Es unode los padres de la arqueología posprocesual, junto a IanHodder y Christopher Tilley. Menos conocido es que susfamosas y polémicas obras en colaboración con Tilley –Reconstructing archaeology y Social theory and ar-chaeology (1987) – fueron escritas mientras trabajabacomo profesor de latín y griego en un instituto de ense-ñanza secundaria. Otras importantes obras de teoría,donde desarrolla sus intereses por el arte y el teatro, sonExperiencing the past (1992) y Theater/Archaeology conMike Pearson (2001). Además de la teoría arqueológicase ha interesado por la arqueología de Grecia y en parti-cular la ciudad-estado: Art and the Greek city-state: aninterpretive archaeology (1999) y Classical Archaeolo-gy of Greece: experiences from the discipline (1996),dos libros para poner los pelos de punta a la mayor partede los arqueólogos clásicos. En la actualidad supervisauna serie de proyectos relacionados con los media digi-tales y las humanidades como director del StanfordHumanities Lab. Para saber más sobre sus proyectos:http://traumwerk.stanford.edu/~mshanks/

Los textos aquí presentados fueron concebidos para ser leí-dos en diversas conferencias y apenas han sido elaboradospor los autores para su publicación. Este origen se advierteen la traducción que aquí ofrecemos. Por otro lado, buenaparte del aparato conceptual que utilizan los autores es rela-tivamente novedoso en castellano. Se ha tratado de mante-ner el término inglés en lo posible: “transacciones” (trans-

Timothy Webmoor obtuvo el grado de doctor en elDepartamento de Antropología Social y Cultural de laUniversidad de Stanford (2007). Su tesis – Reflexividadestructural y el mandato de la arqueología multivocal –aborda la arqueología de Teotihuacán (México) desdeuna perspectiva simétrica, aunque incluye preocupacio-nes clásicas del posprocesualismo, como es la gestióncontemporánea del patrimonio arqueológico. Su tesisestá disponible en Internet: http://traumwerk.stanford.edu:3455/Teotihuacan/ Home. En la actualidad esSawyer-Mellon research fellow en Stanford. Entre susintereses figuran las cuestiones sociales en arqueología(patrimonio, propiedad cultural, códigos éticos, multivo-calidad), los estudios críticos de los nuevos media y lafilosofía en arqueología – con especial atención a la teo-ría del conocimiento y el pragmatismo. Algunos de susintereses los ha desarrollado en “Mediational techniquesand conceptual frameworks in archaeology. A model in‘mapwork’ at Teotihuacán, Mexico”, Journal of SocialArchaeology 5(1): 52-84 (2005).

Christopher Witmore se doctoró por el Departa-mento de Clásicas de la Universidad de Stanford en 2005(cf. http://traumwerk.stanford.edu:3455/witmore/Home).En la actualidad disfruta de una beca posdoctoral en elJoukowsky Institute for Archaeology and the AncientWorld de la Universidad de Brown y codirige el StanfordMetaMedia Lab con Michael Shanks. Sus intereses abar-can la arqueología de Grecia, arqueología del paisaje,estudios de cultura material, teoría, historia de la arqueo-logía y las formas en que se traduce el pasado arqueoló-gico en el presente a través de múltiples medios. Haexpuesto sus ideas sobre la arqueología simétrica y lamediación del pasado en el presente en revistas interna-cionales como Visual Anthropology Review, Journal ofMaterial Culture y Archaeological Dialogues. En laactualidad está editando el libro Conversations throughArchaeology con Michael Shanks y William Rathje, enel que se recogen conferencias y entrevistas de impor-tantes arqueólogos invitados a la universidad deStanford durante el curso 2002/03.

actions), “colectivos” (collectives o assemblages). Otrostérminos corrientes ya en la teoría anglosajona, como agen-cy o embodiment, carecen de una buena traducción españo-la y no son habituales en la arqueología de nuestro país, porlo que se ha optado por mantener la palabra inglesa junto ala propuesta (a veces perifrástica) de traducción.

Sobre los autores

Nota sobre la traducción

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El objeto de este artículo es, por un lado, discu-tir por qué las ciencias sociales han marginado lascosas y, por otro, explorar los vínculos crucialesentre las filosofías sospechosas de tal marginaliza-ción y las principales aproximaciones en los estu-dios recientes de cultura material.

Decir que las cosas han sido olvidadas en lainvestigación de las ciencias sociales del siglo XXno es precisamente una noticia chocante. Una ins-pección me ha proporcionado un archivo de cercade 100 autores que han afirmado tal cosa desde1980, incluyendo sólo publicaciones en inglés. Lamayoría de estos investigadores son, por supuesto,arqueólogos, pero hay también algunos sociólogos,antropólogos y filósofos. Entre los filósofos másprominentes que han llamado la atención sobreeste hecho se encuentra Michel Serres, quien haseñalado la paradójica situación de que, pese a quelas cosas se consideran diagnósticas de lo humano(“la humanidad comienza con las cosas; los anima-les no tienen cosas”), éstas no poseen papel algunoen el estudio de la humanidad. Así, “en el estadoactual las denominadas ciencias humanas o socia-les parecen poder aplicarse sólo, en el mejor de loscasos, a los animales” (Serres/Latour 1995: 165-166, 199-200).

Dada esta conciencia crítica del exilio de lasciencias sociales respecto a las cosas, habríamos deesperar que se tomasen acciones para repatriar alobjeto. Y así es precisamente cómo se cuenta lahistoria actualmente. De este modo, una afirma-ción popular últimamente – casi tan popular comodecir que nos hemos olvidado de las cosas – es quelas cosas han retomado buena parte de su territorioperdido: “se ha ganado la batalla contra la cienciadominante”, afirmó Daniel Miller valientementeen 1998, “puede decirse que la idea de que las co-sas importan ya ha sido expuesta” (1998: 3).

Tal triunfo, sin embargo, me parece que se hadefendido de forma un poco prematura. Las cosas,la cultura material o la materialidad no son real-mente las palabras de moda en los debates actualesde las ciencias políticas, la sociología o la econo-mía. Hay un cambio de actitud, sin embargo, quese halla confinado básicamente a las disciplinas ycampos en el límite de la ciencia social dominante.

Dentro de estos parámetros, el campo creciente deestudios de cultura material y la preocupación másgeneralizada con los paisajes y la experiencia so-mática pueden interpretarse como una rehabilita-ción de las cosas.

Independientemente de su impacto académico,se puede poner en cuestión todavía hasta qué puntoel regreso de los estudios de cultura material ha tra-ído también de vuelta lo material - la materialidadcomo algo intrínsecamente implicado en lo quesolíamos considerar vida social. Hasta donde puedoopinar, difícilmente se puede decir que esto hayasucedido. Aparte de algunos intentos heroicos, loque vemos es básicamente una prolongada asime-tría, en la cual se continúa tratando a las cosas comoalgo secundario o como epifenómenos de alguna“primera instancia” cultural o social. Se permitehablar a las cosas fundamentalmente para dar testi-monio de las intenciones y acciones humanas enlas cuales ellas mismas tienen su origen, según secree. Las cosas pueden ser sociales, incluso actores,pero raramente se les asigna un papel más desa-fiante que el de dotar a la sociedad de un medio sus-tancial donde ésta pueda inscribirse, materializarsey reflejarse a sí misma. El significado es algo quesiempre se inscribe en las cosas y paisajes, los cua-les se ven vaciados en sí mismos de toda relevan-cia para facilitar su denominada “construcción cul-tural”. En resumen, nos quedamos con una nociónde lo material como algo que siempre se convierteen trascendental, siempre se deja de lado, y en laque el papel de las cosas nunca es el de ser ellasmismas, sino siempre el de representar algo más.

En este artículo haré una excavación preliminaren la genealogía de esta situación asimétrica. Mipropósito es mostrar que la razón principal por lacual la materialidad de las cosas todavía se mantie-ne firmemente a distancia, es que existe una onto-logía hostil a las cosas que continúa condicionandolas aproximaciones dominantes en los estudios decultura material: una ontología que desde Kant hanegado finalmente cualquier acceso directo a lascosas, y que desde entonces se ha generalizado co-mo una actitud escéptica en la que lo material se hatratado siempre con sospecha y nunca se le ha atri-buido una existencia no trascendental.

Genealogías de la asimetría:

por qué nos hemos olvidado de las cosas

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1. Por qué nos hemos olvidado de las cosas

El exilio de las cosas respecto a la ciencia socialdel siglo XX está en estrecha relación con la her-menéutica de la sospecha, y con la historia másamplia de olvido y relegación de las cosas en elpensamiento occidental desde el siglo XVII. Losfilósofos racionalistas y de la Ilustración nos deja-ron con una noción de la materia como algo pasivoe inerte, mientras que la mente humana se percibíacomo algo activo y creativo. La actitud escépticaque siguió la estela de la “duda metodológica” deDescartes situó una barrera aparentemente infran-queable entre el mundo material y la mente huma-na. Así, el denominado “mundo externo”, la mate-ria y la naturaleza, no tendrían necesariamente unaexistencia inmanente; en realidad, podría tratarsesimplemente de una construcción en nuestro cere-bro. Si no irreal, la materia era al menos una merasuperficie sin ningún poder o potencial; todas lascualidades e ideas sobre ella tenían que localizarseen el sujeto pensante.

Los esfuerzos de Immanuel Kant por revelar ela priori de las estructuras de la experiencia tuvie-ron un gran impacto sobre estas cuestiones, al igualque en la mayor parte del pensamiento moderno.Según Kant, la cosa en-sí-misma – das Ding-an-Sich – no puede comprenderse directamente: lascosas se nos aparecen sólo como phenomena – elproducto refinado de nuestro pensamiento. La ne-gación kantiana de cualquier encuentro cara a caracon el mundo material significa que no podemoscomprender la cosa-en-sí-misma, sólo podemosentenderla en la manera en que nosotros mismos(esto es, nuestro pensamiento o nuestra razón) nosla representamos. El legado kantiano implicó quelas cosas en-sí-mismas, como entidades no trans-cendentales, se encontraban fuera de nuestro alcan-ce. Se las dejó fuera de nuestra experiencia inme-diata y por lo tanto del mundo cognoscible. Sólo selas podía admitir todavía en su condición abstractacomo objetos de ciencia. Más aún, en esta ontolo-gía moderna la implicación creativa del hombre enel mundo dejó de ser una implicación relacional –en otras palabras, dejó de revelar o hacer manifies-to lo que todavía residía en las cosas y en la natu-raleza. Creatividad, influencia y poder se convir-tieron en posesiones raras, sólo disfrutadas por loshumanos. Así, el nacimiento del hombre comosujeto creador dominante presuponía simultánea-mente la muerte de un mundo material vivido,

viviente y con propósito. En resumen, nos dejó conuna materialidad separada, sin forma y básicamen-te sin significado (Andersson 2001).

El hecho curioso de que las cosas se volvieran“visiblemente” presentes en el mundo cotidianoapenas un siglo después de Kant, no ayudó muchoa su reputación. Al contrario, para la mayor partede los filósofos y teóricos sociales el objeto produ-cido, distribuido y consumido en masa a fines delsiglo XIX era el signo de un mundo ilusorio, unSchein (apariencia) que transmitía la imagen enga-ñosa del mundo como cosa-hecha. Las cosas, queproliferaban en el “paisaje de ruinas” dejado por laavalancha del capitalismo y la industrialización,los bienes de consumo, las máquinas, la tecnologíafría e inhumana, se convirtió en la encarnación denuestro ser inauténtico y alienado, lo que produjosimultáneamente una definición poderosa y dura-dera de libertad y emancipación como aquello queescapa a lo material. Se consideraba que las cosaseran peligrosas en su engañosa apariencia, eranuna amenaza contra los auténticos valores huma-nos y sociales, como quedaba elocuentemente demanifiesto en el vocabulario marxista (y de la teo-ría social): dinglich machen, versachlichung – lareificación, la objetivación, la “razón instrumen-tal”. Las cosas acabaron representando el papel devillano como el “otro” del humanismo, dando unapoderosa justificación moral a su relegación porparte de las disciplinas que estudiaban prácticassociales y culturales genuinas. No es de extrañarque durante el siglo XX el estudio de “cosas sim-plemente” llegase a ser un motivo de vergüenza.Los intentos de abordar las cosas-en-sí-mismas,cualquier preocupación por ellas en su materiali-dad no-trascendente, se consideraba en el mejor delos casos una herencia del anticuarismo más absur-do, y en el peor, una condición patológica que re-flejaba cierta adición fetichista por sustancias másallá de los límites de la experiencia.

2. Repatriadas y despreciadas

De acuerdo con la trama romántica dominantetodo esto cambió por fortuna durante los años 80del siglo pasado. Se rescató a las cosas del frío yéstas emergieron como una nueva preocupación enuna serie de campos a los que se aplicó el término,en cierto modo ambiguo, de “estudios de culturamaterial” (material culture studies). Por supuesto,

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la arqueología había sido con más o menos tozudezun estudio de la cultura material todo el tiempo,pero, según se creía, excepto su vástago posproce-sual, no se había mantenido a la altura de los nue-vos criterios. El nuevo estudio de las cosas teníaque ser una preocupación social, dedicada a lacomprensión de nosotros mismos y otros humanos.Aquí es donde los arqueólogos pre-posprocesualeshabían fracasado estrepitosamente, nos informaDaniel Miller en 1987, puesto que “se obsesiona-ron cada vez más con los objetos en sí mismos, tra-tándolos como si tuvieran un comportamiento in-dependiente, de modo que quedaban separados decualquier contexto social, hasta el punto que sepodría hablar de un auténtico fetichismo del arte-facto” (Miller 1987: 110-111). Mencionar el des-precio de Miller no es sólo pura ironía por mi par-te. El antagonismo expresado por los nuevos con-versos respecto a aquellos que estudiaban “simple-mente cosas”, y que expresaban ostentosamente lanecesidad de liberar su investigación de cualquiersospecha de fetichismo, era indicativo probable-mente de algo más que de una estrategia de auto-identificación por la negación. Indicativo, por ejem-plo, del legado ontológico aún efectivo, que conti-nuaba definiendo quién estaba en el poder y quéfronteras no convenía difuminar. De hecho, al rele-er la agresiva retórica lanzada contra las denomi-nadas aproximaciones tradicionales y procesuales,por muy apropiada que pareciera – y todavía pare-ce, queda poca duda sobre cuán persistentementese fundamentaba sobre un dualismo ontológicoasumido entre el mundo intencional de los sujetoshumanos y el mundo objetivo de las cosas materia-les. Era este a priori, que defendía la existencia dedos zonas ontológicas totalmente distintas, lo queproporcionaba al edificante discurso crítico su vir-tud justificadora.

El poder para definir el mundo y adscribirle sig-nificado continuó siendo una propiedad soberanadel sujeto que experimenta el mundo. Los habitan-tes materiales de tal mundo eran plásticos y recep-tivos – y se sentaban en silencio esperando a que seles otorgara relevancia cultural. En la escena socialpodían proporcionar contexto, pero no tenían pro-pósito ni capacidad de acción (agency) – algo muyparecido a los sirvientes de las novelas victorianas:están ahí pero ausentes, excepto como una parteútil del decorado. Al hacer la introducción de loque hoy se considera un gran paso adelante en elestudio social de las cosas – The Social Life of

Things (Appadurai 1986) – el editor plantea el es-cenario diciéndonos que estas mismas cosas socia-les “no tienen significados aparte de aquellos queles otorgan las transacciones, atributos y motiva-ciones humanas” (1986: 4). Una expresión peculiarde esta efectiva carga histórica era la actitud dedomesticar o “suavizar” filosofías que en principiodesafían radicalmente el legado cartesiano y kan-tiano, haciéndolas inofensivas para que coincidie-ran con el subjetivismo predominante y el régimenhumanístico. Un ejemplo puede ser el modo en queel post-estructuralismo fue recibido y aplicado porlos estudios de cultura material, enfatizando las no-ciones, placenteras desde un punto de vista liberal,de multivocalidad y libre interpretación (aunque sepuede cuestionar hasta qué punto el post-estructu-ralismo constituyó un desafío real al legado carte-siano). Otro ejemplo es el modo en que BrunoLatour figura en algunos trabajos como una espe-cie de guerrero humanista que defiende el cons-tructivismo social. Un tercer caso tiene que ver conla fenomenología y el modo en que se introdujo yfue recibida por los estudios de cultura material.Dedicaré a este caso en particular algo más de con-sideración.

En su influyente libro, The Phenomenology ofLandscape, Chris Tilley nos cuenta que “la feno-menología implica la comprensión y descripciónde las cosas tal y como son experimentadas por elsujeto. Trata de la relación entre el Ser y el Ser-en-el-mundo” (1994: 12) (mi cursiva). La última partede esta afirmación esperamos que haya sido unlapsus calami, pero incluso la primera parte es tangeneral y digerible subjetivamente que pudo habersido pronunciada casi por cualquiera – exceptoprobablemente por Heidegger y Merleau-Ponty alos que el texto se refiere. Casi rivaliza con la con-densación en una frase que hace Ian Hodder deHeidegger, en la que afirma que “toda compren-sión humana es interpretativa” (Hodder1999: 32).

Enfatizar el sujeto interpretador es por supuestocorrecto, pero es absolutamente problemático afir-mar que esto sea fenomenología en el sentido enque Heidegger y Merleau-Ponty acuñaron el térmi-no, que era una aproximación mucho más recepti-va – incluso mimética – respecto a las cosas en símismas, pues afirmaba un parentesco o “coinci-dencia” entre el que percibe y lo percibido”. Hei-degger nos dice en su Sein und Zeit que la fenome-nología es permitir que “lo que se manifiesta a símismo sea visto desde sí mismo – en el mismo

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modo en que se manifiesta a sí mismo… expresan-do nada más que la máxima (…): ‘a las cosas mis-mas’” (Heidegger 1962: 58). La fenomenologíasignifica “devolver a las cosas su fisionomía con-creta” (Heidegger 1962: 57). Según Merleau-Pon-ty, “Es a las cosas mismas, desde la profundidad desu silencio, a las que se desea devolver su expre-sión” (Merleau-Ponty 1968: 4). Estas breves afir-maciones – que a los arqueólogos sociales de todoslos tipos probablemente parecerán increíblementefetichistas – revelan de forma bastante precisa porqué la fenomenología supuso un reto a la nociónidealista kantiana de percepción, un aspecto críticoy fundamental que se pierde en la versión suaveque Tilley nos ofreció por primera vez. Se pierdeporque trató de acomodar la fenomenología almismo legado ontológico del que Heidegger yMerleau-Ponty trataron de hecho de despren-derse.

A pesar de que trabajos posteriores de Tilleyreflejan un intento admirable de acercarse a lascosas, fue esta primera aproximación, domesticadae inofensiva, la que proliferó en los estudios decultura material y libros de texto; cobró vida pro-pia con el disfraz de fenomenología, mientras queen realidad ponía de relieve un pensamiento idea-lista y constructivista social. Los estudios del pai-saje parecen haber sido especialmente susceptiblesa esta “fenomenología” – un campo donde, encualquier caso, la mente activa y creativa estabaflotando sobre la materia, inventando paisajes cog-nitivos continuamente cambiantes. En la introduc-ción de su libro, Landscape: politics and perspec-tives de 1993, Barbara Bender nos dice que los“paisajes son creación de las personas, a través desu experiencia y de su implicación con el mundoque las rodea” (1993: 1). En un artículo reciente,afirma la autora que una “aproximación fenomeno-lógica [al paisaje] nos permite tener en cuentacomo nos movemos por el entorno, como nosotrosaplicamos significados a los lugares, mezclándoloscon memorias, historias y narraciones…” (mi cur-siva). “Los paisajes” – se nos dice – “son experi-mentales y porosos, concentrados y abiertos”(Bender 2002: 136-137). Ashmore y Knapp resu-men en 1999 esta dimensión “fenomenológica” alafirmar que “hoy (…) las nociones más destacadasde paisaje ponen de relieve sus dimensiones socio-simbólicas: el paisaje es una entidad que existe envirtud de ser percibida, experimentada y contex-tualizada por la gente” (1999: 1).

Otro ejemplo estrechamente relacionado de có-mo el antiguo régimen ontológico está marcandolas líneas de trabajo, es el concepto inmensamentepopular de “materialización” (embodiment), quehasta ahora parece haber escapado casi cualquierpreocupación crítica en los estudios de culturamaterial. Materialización (embodiment) ha llegadoa significar el acto por el cual la gente estableceuna tipo de relación “cuasi-social” con los objetospara vivir en una forma material “real” sus relacio-nes sociales abstractas (Dant 1999: 2). Así, y deforma un tanto desconcertante, cuando nos encon-tramos con megalitos, paisajes o decoraciones do-mésticas, con lo que nos encontramos realmente noes nada más que con nosotros mismos y con nues-tras relaciones sociales (Latour 1999: 197). Mi preo-cupación aquí, no obstante, tiene que ver con cómotoda la idea de embodiment – que etimológicamen-te se refiere al acto por el cual un alma o espíritu seencarna en una forma física (body) – es difícil deconcebir sin un marco ontológico donde objetos ysujetos aparecen separados. Como acto, la materia-lización implica necesariamente la existencia posi-ble de una fase previa de separación (“no-materia-lización”) en la cual mente y materia habrían exis-tido de forma separada. En otras palabras, que lascosas, cuerpos, naturaleza, no son parte de lo socialen origen, pero pueden posteriormente incluirse ydotarse de historia y significado por la generosidadhumana: la cultura donante.

3. Conclusión

Hay una famosa anécdota sobre un paquete, pe-queño pero pesado, que llegó una mañana del sigloXVIII a la puerta de Immanuel Kant en Königs-berg. Cuando Kant logró desenvolver finalmente elpaquete, se encontró con que no contenía nada másque un ladrillo y una nota escrita a mano que decía“Das Ding an Sich” (la cosa en sí misma).

El repentino encuentro cara a cara de Kant conla cosa en sí misma pone de manifiesto algunas delas profundas discrepancias entre auto-representa-ción y práctica sobre la que se iba a fundar la mo-dernidad. A pesar de que nos encontramos siempre“arrojados” en una coexistencia directa, enmaraña-da y simétrica con las cosas, nuestra vida intelec-tual se ha llegado a caracterizar por fuerzas de gra-vedad totalmente opuestas que luchan por separar-nos. El régimen de conocimiento dividido que fun-

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damenta esta asimetría ha impuesto en las cienciassociales un tipo de amnesia colectiva en relación ala naturaleza y a las cosas, que nos deja con la ima-gen persistente y fantástica de sociedades que ope-ran sin mediación de artefactos. Las personas, almenos en condiciones “sociales” ideales, son acto-res sin cosas.

Los nuevos estudios de cultura material puedenverse como un intento valiente por poner fin a estadiáspora. Sin embargo, lo que se repatrió no fuetanto quizá el objeto como el velo que lo cubría.Por tanto, si la idea de que “las cosas importan”puede decirse que ya se ha expresado, es la cosatrascendental la que importa, la que ofrece a losantropólogos y arqueólogos sociales otro campo deestudio sobre cómo la gente negocia significadosculturalmente constituidos. La “cosidad” (thing-ness) de la cosa todavía está exiliada y olvidada.He defendido que la principal razón de esto es queel legado ontológico responsable de esta deporta-ción se ha revelado bastante más fuerte y persisten-temente engañoso, que las buenas intenciones deliberar las cosas.

La arqueología simétrica es, en mi opinión,nada más que un intento de hacer nuestro conoci-miento y nuestra auto-imagen compatible con lapráctica, con el mundo como lo vivimos. No im-

porta lo atrás que nos vayamos a la Prehistoria, loshumanos siempre han extendido sus relaciones so-ciales a los no-humanos con quienes han intercam-biado propiedades y con quienes han formado co-lectivos. Si hay una trayectoria social que recorratodo el camino desde la Garganta de Olduvai hastaPost-Modernia, ésta debe ser la de una crecientematerialidad – más y más tareas que se delegan enactores no-humanos, más y más acciones mediadaspor cosas. Los paisajes y las cosas no se sientansimplemente en silencio esperando a materializar(embody) significados socialmente constituidos,sino que poseen sus materialidades y competencias,propias y únicas, y que llevan consigo en su convi-vencia con nosotros. Lo que promete la arqueolo-gía simétrica es que si dejamos de tratar la acción,la influencia y el poder como posesiones raras delas cuales sólo disfrutan los humanos, quizá sea-mos capaces de producir historias más justas, inte-resantes y realistas sobre los colectivos del pasadoy del presente.

Bjørnar Olsen

Institutt for Arkeologi. Universitetet i Tromsø, 9037.Tromsø. Noruega.

[email protected]

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La noción de arqueología simétrica es vaga. Es,en cierto modo, metafórica, evocativa incluso. Tie-ne relación con el “principio de simetría” del filó-sofo y sociólogo de la ciencia David Bloor. SegúnBloor (1976) los estudios de la ciencia de filósofos,historiadores y sociólogos deberían ser imparcialescon respecto a la verdad o falsedad, racionalidad oirracionalidad, éxito o fracaso de las teorías cientí-ficas cuyo contenido tratan de explicar. Esto impli-ca que la verdad o racionalidad de la “naturaleza”(o cualquier otro objeto de interés como la “histo-ria”) no pueden hablar por sí mismas, sino quenecesita ser representada a través del trabajo de uncientífico, en el proceso de debate en torno a unexperimento, evidencia o argumento. La arqueolo-gía simétrica defiende esta imparcialidad metodo-lógica. Esto requiere que no demos por hecho quela forma en que el pasado ocurrió vaya a imponer-se en nuestra comprensión por la mera fuerza de laevidencia. En vez de eso, tenemos que trabajar so-bre el pasado. Desde este punto de vista, el éxito deuna narración sobre el pasado no consiste tanto enuna concordancia entre la forma en que sucedieronlas cosas y nuestra descripción, como en un acier-to personal y social.

Esta es una de las principales proposiciones dela arqueología simétrica – que necesitamos obser-var el trabajo de los arqueólogos para llegar aentender el pasado. Pero la arqueología simétricaabarca mucho más que esto.

La noción de simetría aborda las grandes divi-siones y dualismos que han sido tan característicosde la arqueología desde su cristalización modernaen los siglos XVII y XVIII, como Julian Thomas(2004) ha mostrado recientemente de forma tanefectiva en su libro sobre modernidad y arqueolo-gía. Por ejemplo, la radical separación del pasado(que se estudia) y la ubicación y punto de vistacontemporáneos de los arqueólogos supone por logeneral otorgarle primacía al pasado, pues el pasa-do, según se cree, sólo pudo haber sucedido de laforma que lo hizo y lo que sucedió no lo puedecambiar el antojo de un arqueólogo. La realidadobjetiva del pasado, presente de forma tan inme-diata en los restos arqueológicos, se manifiesta alarqueólogo contemporáneo poseído por un deseosubjetivo de saber. Las mismas relaciones desequi-

libradas y dualísticas, carentes de simetría, se man-tienen también, en esta ortodoxia moderna, entreciencia y superstición popular, entre arqueologíapopular y profesional, que, nuevamente, otorganprimacía a la pericia y conocimiento del profesio-nal. De otra manera, se considera que el conoci-miento del pasado corre el peligro de sucumbir an-te el mito y la propaganda. Otros dualismos fami-liares en la arqueología, ahora muy discutidos, in-cluyen aquellos que se imponen entre personas yartefactos, especies biológicas y formas culturales,estructura social y agente individual. Muchas deestas relaciones poseen una clara connotación degénero.

Todos los arqueólogos, lo reconozcan o no, ne-gocian estas relaciones en sus prácticas diarias.Mucha arqueología posprocesual desde los añosochenta se ha dedicado a exponer estas relacionesy a corregir desequilibrios. Esto es por lo que losarqueólogos se han llegado a interesar por la signi-ficación cultural, así como por las relaciones eco-lógicas, el significado de las cosas y las exigenciaseconómicas, las relaciones de género, la capacidadde acción (agency), esta última entendida no comola investigación del individuo en la (Pre)historia(frente a fuerzas históricas y medioambientalesmás amplias), sino como el reconocimiento de quela estructura social es al mismo tiempo el medio yel resultado de prácticas (individuales) motivadas.Las personas hacen historia, pero bajo circunstan-cias heredadas sobre las cuales no tienen controlinmediato.

Más allá de las agendas posprocesuales, la polí-tica de la práctica arqueológica diaria, la planifica-ción local y nacional, la experiencia turística y elmercado ilegal de antigüedades se encuentran aho-ra fuertemente entrelazados con cuestiones meto-dológicas y teóricas, en una convergencia globalde historicidad, patrimonio, industria turística yepistemología arqueológica. Y debe tenerse encuenta que prestar atención a tales asociaciones ín-timas se consideraba simplemente tabú hace sólo25 años.

En esta nueva negociación de relaciones dualís-ticas, la arqueología simétrica no es un nuevo tipode arqueología. No es una nueva teoría. No es otrametodología prestada. Más que una crítica de la

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arqueología, la simetría resume simplemente lo queyo veo como una serie de ángulos fructíferos enestas relaciones arqueológicas entre pasado y pre-sente, personas y cosas, biología y cultura, indivi-duo y cultura.

La arqueología simétrica es una actitud. La simetría llama la atención sobre el acuerdo

mutuo y la relación. La simetría, en esta correspon-dencia mutua, implica una actitud, según la cualdeberíamos aplicar las mismas medidas y valores anosotros mismos y a aquello por lo que nos intere-samos. Una consonancia entre el pasado y el pre-sente, individuo y estructura, persona y artefacto,forma biológica y valor cultural: la simetría tratade relaciones.

Hay cuatro componentes en esta actitud: proce-so, creatividad, mediación y distribución. En miopinión, estos cuatro componentes son bastantecontra-intuitivos, al menos con respecto a nuestraimaginación arqueológica convencional.

1. Proceso

Como dije más arriba, “una descripción exitosadel pasado no es tanto una medida de concordanciaentre el modo en que las cosas fueron y nuestradescripción arqueológica, como un hallazgo perso-nal y social”.

Los arqueólogos, con esta actitud y compren-sión, no descubren el pasado. Los arqueólogos tra-bajan con lo que queda del pasado. Y este proceso,naturalmente, es algo que nos lleva más allá de ladisciplina académica y la profesión. Una sensibili-dad arqueológica que estudia trazas y restos es algoque une a la disciplina y a la profesión con la me-moria y con muchas prácticas y culturas del colec-cionismo.

La arqueología es un proceso de auto-constitu-ción mutua, según esta actitud. El trabajar en elpasado nos hace lo que somos. Este es un procesodinámico porque no tiene resolución; simplementecontinúa sucediendo. El proceso es iterativo. Y haypor tanto una profunda conexión con la fabricacióny el diseño, con los estudios de cultura material. Enesta dinámica y mutua auto-constitución de pasadoy presente, humanos y artefactos, hacer cosas hacea las personas.

Lo simétrico implica también que no somosesencialmente diferentes de esa gente y de esosrestos que estudiamos. Estamos todos unidos por

diferentes tipos de relaciones con la materialidaddel mundo: al hacer artefactos, a nosotros mismos,o al construir narrativas a partir de los objetos-me-moria. Hay una continuidad entre los procesos defabricación que estudian los arqueólogos, y el pro-ceso arqueológico de trabajar sobre los restos delpasado.

2. Creatividad

El proceso arqueológico simétrico es profunda-mente creativo. El pasado no es un dato, sino unarealización. El pasado es el resultado de procesosde descubrimiento y articulación, de forjar cone-xiones con y a través de los restos. El pasado serecrea constantemente porque el pasado es un pro-ceso, una trayectoria, una relación genealógica conel presente y con el futuro. Esto significa simple-mente reconocer que el pasado sólo puede revelar-se con visión retrospectiva, y que el pasado noqueda abarcado completamente por determinadasfechas, sino que fluye y se filtra a través de su pre-sencia y efecto contemporáneos y futuros. Tal pro-ceso creativo no compromete en modo alguno laontología del pasado – el hecho de que realmenteocurrió. El pasado creativo y creado requiere queadmitamos dos cosas relacionadas: que el pasadono se acabó en determinado punto, y que el pasadoes lo que fue a través de determinadas conexionesque llevan al arqueólogo que lo investiga más alláde los confines de cualquier contexto particular ylocal, hasta un campo antropológico e histórico deejemplos comparativos y conexiones.

El pasado, en esta actitud, es tanto un recursocomo una fuente. Nuevamente, los arqueólogos nodescubren el pasado, sino que tratan los restos co-mo un recurso en su (re)producción o representa-ción creativa. Y, como en cualquier campo de re-cursos, este proceso creativo de fabricación del pasa-do tiene su propia política: la política del acceso yla capacidad de acción (agency), de quién tiene per-miso para hacer el pasado y bajo qué condiciones.

3. Mediación

El proceso creativo de trabajar sobre lo que que-da del pasado implica traducción y mediación, me-tamorfosis, transformar los restos en algo diferen-te. El yacimiento arqueológico y sus materiales se

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convierten en texto o imagen, descripción o catálo-go, recombinados en una exposición de museo,revisados en la narrativa de un libro de texto sinté-tico o un programa de televisión, reelaborados enla retórica de una clase para un programa de ar-queología.

Hace ya tiempo que se ha reconocido que lapublicación es un componente esencial del proyec-to arqueológico, simplemente porque el futuro dela arqueología, del pasado, es imposible, inconce-bible, sin que el pasado se “documente”. En la acti-tud simétrica, esta traducción a través de un medio(medium) se entiende como un proceso dinámico:con el pasado que existe en su re-presentación; conel texto que es un proceso de inscripción; con elmedio que es un proceso de mediación.

Y esto nuevamente hace que dirijamos nuestraatención hacia el contenido político de tales proce-sos. La representación implica simultáneamenteinscribir, dar testimonio y hablar por el pasado (enausencia de éste y en circunstancias de evaluacióny juicio) y conectar el hecho pasado con la com-prensión contemporánea. La arqueología es un ac-to representativo, semejante al del representantepolítico que habla por su electorado.

Y como proceso de realización, nuestra atenciónse dirige a las prácticas materiales de referencia,representación y movilización – cómo se desplazael yacimiento y sus artefactos hacia conexiones,ecologías y ambientes nuevos y diversos, que noson los del contexto “original” del yacimiento y losartefactos, y que no obstante permiten que yaci-miento y artefactos sean reconocidos, potencial-mente, por lo que fueron.

4. Distribución

La re-contextualización, la re-mediación de losrestos arqueológicos, que es la base de su propioreconocimiento como pasado, me lleva al cuartocomponente de una actitud simétrica: que el proce-so creativo de mediación trata de conexiones yrelaciones.

El pasado llega a ser lo que es a través de unatrayectoria de conexiones que lo apartan de su ori-gen temporal en el pasado cronométrico de unlugar datado. Desde esta perspectiva simétrica, elpasado no debe verse como un dato, sino como unared de relaciones que continuamente reconstituyenel pasado en sí. Esto es exactamente lo mismo que

sucede con la memoria. Es mejor concebir lamemoria como una “obra de memoria” (memorywork), la cual sólo adquiere significado medianteel recuerdo: el acto de conectar la traza de memo-ria con algo en la actualidad que provoca la rein-serción de la memoria en nuestra comprensióncontemporánea, según re-evaluamos la importan-cia del pasado a la luz de lo que nos sucede ahoraa nosotros. De este modo acabamos re-contando elpasado de una forma nueva.

No sólo la arqueología contextual ha reconoci-do que la comprensión depende de las relaciones,al poner las cosas en contexto. Pensemos en los di-ferentes contextos de conexiones involucrados enesta arqueología simétrica – trayectorias del pasa-do al presente que conforman un monumento me-galítico como lo que es; el trabajo de mediaciónque convierte un yacimiento en otro artefacto, deun orden bastante diferente incluso, pero que mo-viliza ese mismo monumento en debates muy rea-les sobre cómo sucedió la Prehistoria. Esta actitudsimétrica implica una perspectiva relacional quetrata con redes y sistemas de fenómenos distribui-dos, redes heterogéneas, según el término acuñadopor el sociólogo de la tecnología John Law, ecolo-gías culturales que se burlan de las disciplinas tal ycomo se encuentran sancionadas.

5. Genealogía

La arqueología simétrica no es un nuevo descu-brimiento. No es otro “ismo” para que los arqueó-logos lo imiten. Esta actitud, tal y como la he esbo-zado brevemente, tiene una genealogía larga y dis-tinguida. Es importante relacionar la arqueologíasimétrica con una tradición de pensamiento que hahecho mucho con los cuatro componentes señala-dos de la actitud simétrica. El que esto sea una ge-nealogía intelectual significa que existe una conti-nuidad y conexión, sin que ello implique necesa-riamente identidad o igualdad.

Por lo tanto, tras lo simétrico podemos trazaruna línea heideggeriana de interés por el procesomás que por el “ser”, que incluye a filósofos comoel presocrático Heráclito (“nunca puedes meter tumano dos veces en el mismo río”). La filosofía delas relaciones internas de Hegel, particularmenteen su recepción por el primer Marx, es otro mo-mento constituyente fundamental – véase la intere-sante versión arqueológica de esta tradición pro-

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puesta por Randy McGuire (1992). El propio pen-samiento genealógico de Nietzsche, por supuesto,resulta familiar a la actitud simétrica, no en pocamedida a través de la historia del discurso de Fou-cault. La profunda y fundamental exploración designificados esenciales por parte de varios marxis-tas, como Adorno y Benjamin, es otra conexión fa-miliar. Se puede citar asimismo el interés antropo-lógico de Bataille por la experiencia transgresora,así como el enfoque deconstructivo derrideano so-bre los sistemas de diferencia.

He mencionado ya trabajos recientes en los es-tudios de ciencia (después de Thomas Kuhn) quecontribuyen a esta actitud; en este contexto, debe-mos referirnos a Bruno Latour. Hay también unaimportante escuela de sociología e historia de latecnología de la que participan investigadores co-mo Thomas Hughes, Donald Mackenzie y MichaelCallon. El arte contemporáneo trata a veces de for-ma espectacular y sutil con procesos materiales deauto-constitución humana y co-creación técnica,como ha reconocido bien Colin Renfrew (2003). Y,quizá irónicamente en semejante compañía, loselementos fundamentales de la teoría de sistemas yla ciencia de la información reconocen la relevan-cia de la conexión relacional y el comportamientoemergente (emergent behavior). Esto me lleva a latecnociencia y al pensamiento post-humanista (enlas humanidades), que desmontan las distincionesesenciales entre humanos y máquinas.

Y ciertamente espero que se reconozca una acti-tud simétrica en buena parte de la arqueología pos-procesual – como la exploración del significado delas cosas y el estudio de las redes socio-técnicas,cosas ambas que he abordado en mi trabajo sobrela ciudad-estado griega (Shanks 1999).

Por lo tanto, esta propuesta está lejos de ser otrocaso de préstamo disciplinario. La simetría es másun término sintético que pone en cuestión el carác-ter de la coherencia disciplinaria y sugiere nuevasformas de articulación entre disciplinas. Algunasde ellas las hemos explorado en nuestro MetaMe-dia Lab en la universidad de Stanford (http://metamedia.stanford.edu). Quizá en última instan-cia la actitud simétrica depende de conceptos dehistoricidad – qué significa ser un agente histórico.Porque su premisa subyacente es que los procesoshistóricos se han de comprender como el resultadode la creatividad humana – una creatividad disper-sa que pertenece a conjuntos colectivos y que de-niega la distinción convencional (cartesiana) entrecreador y artefacto, diseño y realización, individuoy contexto cultural.

Michael Shanks

Department of Classics. Building 20, StanfordUniversity, 94305, California, EEUU.

[email protected]

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1. Introducción a una “Arqueología Simétrica”

¿Qué es la arqueología simétrica y por qué deci-mos que es simétrica tal arqueología? En esta in-troducción al trabajo colectivo de un grupo hetero-géneo de arqueólogos (Hicks 2005; Olsen 2003,2005; Webmoor 2005; Witmore 2004), pretendoabordar brevemente ambas cuestiones. No obstan-te, mi intención es que se haga evidente, a lo largodel texto, la existencia de una tercera cuestión queabarca a las otras dos y da consistencia a nuestraempresa: cómo es la arqueología simétrica. El có-mo la arqueología simétrica permite reconfiguraruna multitud de dualismos básicos – tales comopasado / presente, sujeto / objeto, significado / sig-nificante, representación / representado – nos ser-virá como planteamiento de base para abordar lascuestiones sobre el qué y el porqué.

Antes de nada es importante destacar los princi-pales puntos que caracterizan la arqueología simé-trica y fundamentalmente cómo aborda la relaciónentre personas y cosas. A partir de la “teoría del ac-tor-red”, Actor Network Theory (Callon 1997; La-tour 1993, 1999 [1992]; Law 1999), que nace – demodo no muy diferente a la arqueología anglo-americana contemporánea – de la discusión entreidealistas / constructivistas y realistas científicos,la arqueología simétrica emprende igualmente unare-caracterización de esta ontología primordial.Este es nuestro punto de partida a la hora de repen-sar algunos de los otros dualismos que acabo demencionar. Y si la arqueología es etimológicamen-te el “estudio de las cosas antiguas” por los con-temporáneos, tal definición debería convertirse enun denominador común suficiente para unir, nodividir, todos nuestros intereses en arqueología.

Es necesario subrayar la relación entre personasy cosas como un elemento básico de la disciplinadesde el comienzo, pues esta cuestión no sólo com-prende la totalidad del campo de razonamiento ar-queológico, sino que es precisamente en este su-puesto objetivo común donde se produce una cre-ciente fragmentación de la arqueología en una di-versidad de campos intelectuales. Con la madura-ción de la disciplina, la roca madre sobre la queoriginalmente se asentaba la casa de la arqueología

se ha fracturado de forma múltiple. Existe hoy díaun abanico de teorías especializadas en arqueolo-gía – que se manifiestan en los diversos interesesde los readers y declaraciones teóricas, agrupadosbajo las arqueologías procesuales y posprocesuales(p.ej. Hodder 2001; Meskell 2004; Preucel 1991;Preucel 1996; Tilley 1993; Ucko 1995; VanPool2003). Es cierto que, como algunos historiadoresde la arqueología (Trigger 1989) han señalado,nunca ha existido un corpus monolítico de intere-ses entre los arqueólogos. No obstante, hemos detener en cuenta que la onda expansiva de la imagenpost-Kuhniana de la investigación científica llegóa la arqueología precisamente en un momento enque ésta se encontraba – especialmente en los Es-tados Unidos y Gran Bretaña – tratando de cons-truir una aproximación unificada al pasado. Debi-do a esta influencia post-Kuhniana, la mayor partede los meta-comentaristas y teóricos de la arqueo-logía, al compás de esta visión desunificada de laciencia, han defendido, más que lamentado, laexistencia de un creciente número de prácticas di-versas en arqueología. La falta de unidad de estasprácticas parece encajar bien con la idea de los“estilos de razonamiento” de Ian Hacking (1987),quien afirma que cada estilo viene motivado pordiferentes cuestiones y diferentes procesos de eva-luación de proposiciones, lo cual constituye unaprolongación de las divergentes metodologías ycreencias teóricas.

No es mi intención atacar tales diferencias,puesto que una evaluación franca del panorama ar-queológico contemporáneo debería ser suficientepara ponerlas de relieve – se pueden observar enlas variadas prioridades pedagógicas de los progra-mas de postgrado, las diversas prácticas de citaciónen las publicaciones, los temas de las propias pu-blicaciones, los criterios de evaluación del rendi-miento en la investigación y la enseñanza, etc. Elporqué traigo a colación el hecho manido de lafragmentación de la arqueología se debe a que, pe-se a estar toda nuestra disciplina enraizada en laecuación personas-cosas, ésta se ramifica rápida-mente alejándose de su simiente original, a lo largodel espectro que se extiende entre las categoríassupuestamente imposibles de mezclar que son las

Un giro más tras el “giro social”.

El principio de la simetría en arqueología

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personas y las cosas. La arqueología simétrica re-chaza la división entre personas y cosas, y, comosu propio epíteto testimonia, opera en cambio a par-tir de la premisa de que humanos y cosas no pue-den separarse artificialmente desde el principio,sino que deben tratarse en términos de igualdad.

2. Asimetría procesual

Para poner de relieve el modo en que las perso-nas-cosas se encuentran actualmente mediadas enlas tradiciones de investigación, ofreceré unos po-cos ejemplos sucintamente para ilustrar mi argu-mento. Podría parecer que las aproximaciones quese alinean más claramente con la arqueología pro-cesual destacan las interacciones entre personas ycosas, particularmente porque ambas forman partede los procesos deposicionales que constituyen elregistro arqueológico recuperable por los arqueó-logos. Así, en una reciente declaración programáti-ca de la arqueología conductual (behavioralarchaeology), LaMotta y Schiffer (2001: 20) afir-man que:

“Los arqueólogos conductuales definen launidad básica de análisis precisamente comola interacción de uno o más individuos vivoscon elementos del mundo material. Como unaunidad de análisis, el comportamiento (beha-vior) incluye tanto gente como objetos”.

Un enfoque que hace referencia tan explícita alas personas y los objetos y su mutua implicaciónen los procesos de formación del registro no debe-ría producir sorpresa, teniendo en cuenta que den-tro de tal programa se encuentra el nacimiento delos “estudios de cultura material contemporánea”,que, en su reencarnación en el Departamento deAntropología del University College de Londres,pone un gran énfasis en la “co-constitución” depersonas y objetos a través de procesos de objeti-vación hegelianos. La arqueología conductual nosofrece un intento matizado y bien pensado por con-seguir la igualdad en el estudio de personas y co-sas, puesto que ambas son objeto de teorización ala hora de definir colectivamente el “comporta-miento” (behavior) recuperable arqueológicamen-te. Esto distingue a la arqueología conductual deaproximaciones funcionalistas coetáneas, que en-fatizan el papel de los condicionamientos externos

y materiales – por lo general condiciones medioam-bientales – como determinantes del comportamien-to humano. Los propios Schiffer y Lamotta subra-yan esta diferencia:

“El enfoque analítico sobre los aspectosmateriales y orgánicos [organismal] del com-portamiento distingue a la arqueología con-ductual de otras perspectivas teóricas fundadassobre concepciones puramente orgánicas [or-ganismal] del comportamiento” (ibid.).

En las publicaciones que se adscriben a la ar-queología conductual, sin embargo, el énfasis de laexplicación se centra directamente en desenmara-ñar a los humanos-en-sí-mismos de las cosas-en-sí-mismas, con la esperanza de cribar las variablesextrañas, para hacer posible la reconstrucción delos procesos de formación responsables del estadoen que se encuentra el registro arqueológico. Ymientras que estos procesos de formación giran entorno a acciones protagonizadas por el homólogohumano – acciones como “abandono”, “reutiliza-ción”, “desecho”, etc. – el resultado final que tipi-fica tales estudios se manifiesta en las “historias devida de los artefactos (o la arquitectura)” (Schiffer1976: 46). A lo largo del espectro mencionado másarriba que abarca de las personas a las cosas, laarqueología conductual aborda admirablementeambos polos considerándolos propios de la inves-tigación arqueológica, pero al final se desvía haciauna posición basada únicamente en las cosas. Ob-viamente, se puede responder que el hecho de fa-vorecer a las cosas es una consecuencia metodoló-gica inevitable, debido a la realidad del registroarqueológico: los artefactos pueden recuperarse,mientras que su homólogo conductual, las perso-nas vivas y en acción, no lo son. Según la arqueo-logía conductual, las motivaciones de la gente delpasado – sus decisiones conductuales – deben infe-rirse a través de la delimitación de las transforma-ciones naturales (n-transforms), que son más fáci-les de demostrar y permiten a su vez definir lastransformaciones culturales (c-transforms) de lascosas.

Esto parece bastante de sentido común. Y a pe-sar del debate entre evolucionismo y arqueologíaconductual, la arqueología evolucionista toma uncamino semejante respecto al espectro humanos-cosas. En principio, ambas, personas y cosas, sesubsumen bajo la categoría analítica agregada del

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“fenotipo humano”. Con intención de aplicar la Se-lección Natural Darviniana, Leonard (2001: 72)explica que:

“los objetos de la arqueología han sido partede organismos vivos. El comportamiento (be-havior) y la tecnología son componentes delfenotipo humano”.

Al fusionar cosas y personas en lo que se postu-la como una novedosa tercera categoría ontológica– el “fenotipo”-, que se ve afectado por las fuerzasde la selección natural, Dunnell y Leonard son ca-paces de explicar la visibilidad arqueológica y lavariabilidad de las cosas a partir de su “éxito de re-producción” (replicative success) (Dunnell 1980;Leonar 2001: 73). Como la categoría ontológicaque postulan incluye al mismo tiempo cosas y per-sonas, la observación de la variabilidad de los arte-factos en el registro lleva a la suposición de que laspersonas del pasado son los portadores de fenotipo,tal y como lo definen Dunnell y Leonard. Hay algomuy histórico-cultural en esta identificación direc-ta entre lo visible y lo invisible. Y al igual que enlas narraciones histórico-culturales, el resultado detales estudios evolucionistas consiste en buena me-dida en diagramas de flujo y árboles genealógicosde la variabilidad de los artefactos (cf. Leonard2001: 84-92). Una vez más, se privilegia el polo delas cosas a lo largo del espectro arqueológico(Figura 1), lo que refuerza no sólo la idea de distin-ción entre personas y cosas, sino el propio dualis-

mo en sí. Condenada a un dualismo tan profunda-mente arraigado, la arqueología se ha desplazado alo largo de todo el espectro entre personas y cosas.

3. La asimetría posprocesual –la canonización de lo social

Esto se demuestra perfectamente en el subsi-guiente giro posprocesual. Como reacción frente alas aproximaciones procesuales, la línea posproce-sual fomentó la recuperación de las personas, in-cluso de individuos singulares, que, según se decía,habían sido minusvalorados o caracterizados deforma excesiva como meros epifenómenos de lacomprensión arqueológica. En mi opinión, esteolvido procesual de las personas se exageró conpropósitos retóricos, como demuestran los princi-pios del programa conductual a que nos hemosreferido. Pero el cambio programático resultó tandrástico como enconada la discusión teórica. Bá-sicamente, los primeros defensores del nuevo pro-grama invirtieron la relación de personas-cosas ensu enfoque teórico y en su método explicativo, dan-do prioridad al polo de la sociedad a expensas delas cosas en el espectro personas-cosas (Figura 2).A partir de la arqueología posprocesual, cuando sevinculan personas y cosas en el registro arqueoló-gico, se le da prioridad a las cosas tan sólo por suscualidades como portadoras de significados. Seme-jante paso puede verse como un antídoto frente aldescuido procesual por la dimensión simbólica de

Figura 1.- Mediación de las cosas-personas en la expli-cación procesual.

Figura 2.- Mediación de las cosas-personas en la expli-cación post-procesual.

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la humanidad en el pasado y su capacidad de ac-ción (agency). Sin embargo, también respondía(aunque un poco tarde) a las críticas extra-discipli-narias post-Kuhnianas de la práctica científica, es-pecialmente las desarrolladas en los ámbitos socio-lógicos del “programa fuerte” (strong programme)que surgieron a partir del esquema paradigmáticode Kuhn con su reconocimiento de la inevitableinfluencia de los factores sociopolíticos en cual-quier empresa científica.

La posición generalmente identificada como“constructivista social” aceleró el impulso de estasteorías. Para los estudios arqueológicos que se pue-den incluir en este ámbito teórico, las cosas adqui-rieron una naturaleza maleable, modelada al capri-cho de los actores del pasado, que utilizaban lascosas para objetivar y manipular significados, ytambién por parte de los propios arqueólogos post-Kuhnianos en sus estrategias sociales y políticasdel presente. Los posprocesuales anunciaron elfinal de la inocencia para la disciplina y para lascosas-en-sí-mismas. Como la oscilación del pén-dulo, este movimiento en arqueología resultó nece-sarioy terapéutico por su crítica de la disciplina.

Los estudios de cultura material nos ofrecen uncampo de estudio que se desarrolló a partir de (y ala vez que) buena parte del pensamiento posproce-sual (p.ej. Buchli 2002; Miller 1987). No obstante,incluso aquí permanece “lo social” recalcitrantecomo una permanente ironía en un programa tanorientado al “materialismo”. Así, si bien este pro-grama trae a primer plano el concepto de lo mate-rial como constitutivo de la cultura, al final los es-tudios de cultura material acaban situando la expli-cación dentro del reino de lo social, al utilizar mo-delos interpretativos de explicación – en particularel de la cultura material como texto (Olsen 2003).El resultado práctico de estos estudios consiste enenvolver la materialidad – tanto las cosas del pasa-do como del mundo contemporáneo – en el camposocial al considerarla un mero recipiente de signi-ficados adscritos por parte de la consciencia huma-na. Un claro ejemplo para los estudios de culturamaterial es la noción de capacidad de acción social(social agency) de las cosas defendida por AlfredGell (especialmente Gell 1998). Gell reconoce quelas cosas son activas, no pasivas espectadoras en lasociedad. Sin embargo, en su formulación teórica,las cosas sólo tienen capacidad de acción en tantoque se encuentran insertas dentro de la interacciónhumana. Las acciones de las cosas únicamente tie-

nen importancia en relación a la “capacidad de ac-ción social”. Al final, tales relaciones entre perso-nas y cosas continúan siendo asimétricas, puestoque son las personas, una vez más, las que consti-tuyen la sociedad, a priori y por encima de todo lodemás, y las cosas sólo se incluyen como un factora tener en cuenta ex post-facto, al afectar a la rela-ción entre humanos.

Podemos decir que las tres aproximaciones enarqueología que se han mencionado continúansiendo fundamentalmente humanistas a la hora derelacionar personas y cosas. Es decir, al discutirseel papel más o menos fundamental de las cosaspara la reconstrucción arqueológica de la cultura,la explicación en todas estas teorías privilegia obien el polo de las cosas o bien el polo de las per-sonas en el espectro personas-cosas. El problema,desde una perspectiva simétrica, es que una asun-ción humanista corrompe el objetivo de la explica-ción antes de que la investigación haya siquieraempezado, al separar las cosas y las personas. Los“giros” (turns) resultantes en arqueología, o al me-nos los múltiples programas de investigación, cru-zan este espectro de distinta manera, dependiendode qué componente se enfatice en la explicación.La arqueología simétrica considera que esta esci-sión inicial entre personas y cosas es poco útil yresponsable de las grandes divergencias, o hiper-pluralismo, de las aproximaciones que caracterizanla arqueología actual.

El creciente debate sobre la multivocalidad – oel imperativo ético de incorporar a los individuosafectados e interesados en la interpretación arqueo-lógica – puede ser un elemento diagnóstico delfuturo que espera a tales programas inconmensura-bles. Las aproximaciones multivocales se han de-sarrollado a partir de las llamadas de atención den-tro de la propia disciplina, que exigen tener cuentael contexto sociopolítico contemporáneo del traba-jo arqueológico, así como a partir de mandatoslegales externos e independientes. Estas aproxi-maciones colaboran a la desacreditación de dicoto-mías heredadas, como pasado-presente y objetivi-dad-subjetividad. La influencia de concepcionesneoliberales sobre la autonomía de los individuos yel estatus legal sirve para encadenar estas manifes-taciones progresistas a un favoritismo humanista –lo que supone, nuevamente, una profunda divisiónentre los principales temas que conciernen a la dis-ciplina.

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4. La proposición de simetría

La arqueología simétrica no se presenta a símisma como una teoría unificadora de la discipli-na. La arqueología simétrica se ocupa específica-mente de la recaracterización de los temas que sonfundamentales en arqueología: excava bajo la dua-lidad de personas y cosas. La proposición que nosorienta es la siguiente: ¿qué pasaría si tratáramos alas personas y a las cosas simétricamente? (Figura3). Este cambio, que sería “un giro más después delgiro social” (Latour 1999: 281), literalmente daríauna vuelta de 90 grados a la dirección de la expli-cación, de modo que en vez de la naturaleza y lasociedad equilibradas sobre un eje horizontal, loque encontraríamos es la naturaleza-sociedad co-mo una compleja maraña de personas y cosas queno puede reducirse a partes y donde la explicaciónprocedería verticalmente del polo común naturale-za-sociedad. Este reposicionamiento post-huma-nista descentra a los humanos como seres autóno-mos e independientes, necesitados de conceptosexplicativos diferentes, y admite el reconocimien-to no-moderno (amoderno) de que las cosas sonparte igualmente importante del ser.

¿Cuál es la justificación última para tratar a laspersonas-cosas, o a las naturalezas-culturas, demodo simétrico? Con el pensamiento moderno ta-les categorías se llegaron a percibir como algo se-parado por diferencias debidas a cualidades inhe-rentes o esencias. La supuesta posesión de estascualidades situaba a una entidad en una categoría oen otra. La primera de todas estas cualidades era la“intencionalidad” o “conciencia”. Aunque parez-can demasiado filosóficas, tales supuestas esenciashan dado como resultado a una serie de conceptosclaves para la arqueología y basados en un razona-miento del tipo “o esto o aquello”. Así pues, si loshumanos poseen intencionalidad, la naturaleza,como sustrato, carece de ella. De este modo, lasdiscusiones sobre la capacidad de acción o el sig-nificado en arqueología se introducen, con esterazonamiento, en el ámbito humanidad-sociedad;mientras que tiempo, medio ambiente u objetos,que carecen de intencionalidad, se insertan en el denaturaleza-cosas. El problema, como se manifiestaclaramente en las “trincheras” del estudio del uso(o no) de tales divisiones en la práctica científica,es que las “esencias” se revelan indemostrables yse encuentran, además, frecuentemente mezcladas

Figura 3.- Personas-cosas en la explicación simétrica.

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en la investigación real. Los mejores ejemplos vie-nen de la ciencia de la tecnología donde los objeti-vos y modelos de la investigación humana y las ca-pacidades de los instrumentos crean áreas grises enlas cuales ambos son responsables de una maneraindisoluble de los resultados de la investigación.

Un ejemplo en arqueología es el Mapa Millonde Teotihuacán – un hito en las técnicas de prospec-ción y cartografía arqueológica. Se pretendía queeste mapa fuese tan exhaustivo como la tecnologíadel momento (años 60) hacía posible. Sin embargo,el dibujo a mano, basado en el reconocimiento aé-reo, tan sólo permitía una determinada resoluciónde imagen. La reciente construcción de un super-mercado Walmart en el sector sudoeste de la zonaarqueológica reveló más estructuras bajo la super-ficie de las que el mapa era capaz de predecir consu tosca resolución ¿Se trata de un fallo de las téc-nicas de cartografía disponibles, de omisiones oinexactitudes de los equipos de prospección? Nue-vamente, ninguna de estas acusaciones es justa¡muy al contrario! Es más razonable decir que setrata del resultado de la unión, al mismo tiempo, deuna instrumentación particular y unos objetivosconcretos de investigación. Argumentos similaresse han puesto de relieve incluso para la tecnologíapaleolítica, donde la composición lítica se fusionacon el resultado deseado por el tallador para produ-cir determinados “tipos diagnósticos” de herra-mientas – de manera que una punta Folsom decuarcita sería francamente rara. ¿Dónde acaba laintencionalidad del investigador y comienza la ca-pacidad material del instrumento? ¿Quién es másresponsable de la estabilización temporal del resul-tado?

Al incorporar y desarrollar estas perspectivasprovenientes de campos tan interdisciplinarios, loscuales han sufrido igualmente la polémica delconstructivismo social frente al realismo científico,la arqueología simétrica defiende la necesidad dedejar en suspenso las cuestiones metafísicas (asu-midas o explícitas) relativas a las “esencias”, la“intencionalidad”, el realismo frente al idealismo,etc. ¿Por qué? Porque al igual que los ejemplos dela “intencionalidad humana”, tales cuestiones, ca-racterísticas de la investigación metafísica, conti-núan siendo indefinidas y conflictivas, lo que haceque se mueva el péndulo de la renovación teórica.En cambio, la aproximación simétrica mantiene lasperspectivas de las arqueologías previas, al tiempoque deja de lado los callejones sin salida epistemo-

lógicos y que han llevado a rechazos tan radicalescomo prematuros. Como señalé al principio, coneste artículo espero dejar de manifiesto la necesi-dad de recentrar, reenfocar y suministrar nuevasherramientas teóricas a la arqueología como disci-plina enraizada simétricamente en el estudio de laspersonas y las cosas.

5. Implicaciones de una práctica simétrica enarqueología

Como indica el diagrama (Figura 3) este cambioanalítico hace más complejo lo que antes se cate-gorizaba como entidades separadas: ésta es la con-trapartida a las divisiones analíticas tajantes. Así sereconfiguran también toda una serie de nocionessubsidiarias que consideraban pertenecientes ex-clusivamente a un polo o a otro, como práctica, ca-pacidad de acción (agency), representación, cam-bio y tiempo. La práctica, más que entendida en lostérminos de la dialéctica de Pierre Bourdieu, en laque el individuo activo manipula estructuras quefacilitan y constriñen al mismo tiempo la acción, seconvierte en el objeto del éxito o del fracaso deconjuntos de personas y cosas (tanto instrumentoscomo objetos de investigación) a la hora de crearestabilidad. En arqueología, este lenguaje deberíaresultar razonablemente familiar: los “conjuntos”(assemblages) son un tipo taxonómico que caracte-riza ciertos períodos de tiempo.

Por ejemplo, la cerámica naranja común se en-cuentra en Teotihuacán durante toda la ocupacióndel sitio (aprox. 100 a.C. – 600 d.C.). Más que dis-tinguir estos objetos de la gente que los utilizó, laarqueología simétrica tratará a los teotihuacanos ya la cerámica naranja del período como algo inex-tricable – como un conjunto o colectivo. Para en-tender la práctica prehistórica ¿es útil distinguir alos usuarios de las omnipresentes cerámicas de laspropias cerámicas? Con la proliferación de “cy-borgs” (cf. Haraway 2003) a través de la historia,un ejemplo contemporáneo y políticamente rele-vante sería la discusión de Latour acerca de la Aso-ciación Nacional del Rifle en Estados Unidos (elconservador adalid de los “derechos de las armas”):¿es el arma en las manos de un individuo quienmata gente? ¿O es el individuo con un arma en lamano? Ninguna de las dos cuestiones, en términossimétricos, es correcta: es el conjunto, o “cyborg”,de arma + individuo el responsable del homicidio,

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una responsabilidad que no puede reducirse ni a laintención humana ni a la función mecánica. Es ne-cesario que se dé este (terrible) colectivo para prac-ticar el homicidio. Y por triste que resulte, tal con-junto, de forma muy similar al del homínido con sutosco bifaz, se ha revelado muy estable a largoplazo.

Esta noción de práctica, que se centra en los co-lectivos estabilizadores compuestos de tecnologíay personas, redistribuye la capacidad de acción(agency) de un modo más democrático: “democrá-tico” porque es inclusivo, independiente del sesgohumanista. Por consiguiente, la “capacidad de ac-ción material” (p.ej. Pickering 1995) de las cosasdebe considerarse asimismo como parte general dela acción. De hecho, debido a la inserción del con-cepto de “capacidad de acción” (agency) en el pen-samiento humanista, “acción” (action) sería un tér-mino preferible para descentrar la idea de los hu-manos como centro de la acción en general. En elejemplo mencionado más arriba, una vez que elconjunto de homínido + herramienta se estabilizó,referirse a la capacidad de acción de los humanoscomo si actuaran sin prótesis tecnológicas seríauna descripción parcial. Las cosas (bifaces, armas,microscopios de electrones) deben recibir su pro-pio crédito. Si bien el reconocer acción a las cosaspuede inicialmente sorprender como antropomor-fismo o incluso fetichización (en el sentido deMarx), es más apropiado pensar en la “des-fetichi-zación” de los humanos, que dejan así de ser seresmisteriosos y autónomos, dados por hecho y sepa-rados de sus “relaciones de producción” con lascosas.

En cambio, el prestar atención a las mezclas decosas-personas elimina el peso de la representa-ción heredado del pensamiento platónico y carte-siano y reificado en la filosofía de la ciencia anglo-

americana. Concebida en la filosofía realista e idea-lista como una brecha entre la palabra y el mundo,o la mente y la realidad, se consideraba que larepresentación científica tenía que cubrir tal brechahaciendo coincidir la representación con las cosasdel mundo, lo que a su vez justificaba las afirma-ciones de verdad como correspondencia con la rea-lidad (Figura 4). Como heredera de semejante teo-ría del conocimiento, la arqueología no es unaexcepción en el campo científico. De hecho, laarqueología se basa en un grado excepcional en lasrepresentaciones que produce – mapas, planos,perfiles estratigráficos, fotografía – como testigosinmortales de un pasado que se “destruye” para surenacimiento como representación (Figura 5). Conel fracaso de las teorías de la correspondencia, muyespecialmente el programa lógico-positivista de lasciencias, la arqueología se ha ido fragmentado másy más en “campos intelectuales”, debido a la resul-tante dispersión epistémica: algunos practican unaversión probabilística-estadística aguada de la ve-rificación, otros han acudido a la justificación me-diante las teorías de la coherencia, otros hacia lafalsificación de Popper, y muchos, si no todos, delos posprocesuales han adoptado una hermenéuticabasada en una espiral de preguntas y respuestaspara la justificación de la correspondencia episté-mica – en caso de que todavía presten alguna aten-ción a la evaluación de las afirmaciones científicas.

¿Qué sucede cuando no se da por supuesto unaescisión entre personas y cosas? Popper y Kuhn re-conocieron la incapacidad de los positivistas hem-pelianos de ofrecer una forma segura de “engan-char el mundo” a la representación, y en conse-cuencia desviaron su atención del contexto de jus-tificación de las afirmaciones al contexto del des-cubrimiento. A partir de sus consejos, los estudiosde la ciencia, que emergieron de las “guerras de la

Figura 4.- El “espejo” del representacionalismo. Figura 5.- La teoría de la correspondencia en arqueología.

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ciencia” de los años ochenta y noventa, se detuvie-ron a observar la práctica de los científicos y anun-ciaron que no había una brecha entre los científicos(los arqueólogos) y su objeto de estudio. Según losestudios de la ciencia, ambos se encuentran involu-crados en continuas relaciones que movilizan gen-te (científicos, políticos, testigos) y cosas (instru-mentos, objetos) para estabilizar ciertos fenómenostemporalmente con el propósito de justificar deter-minadas afirmaciones. Esta aproximación pragmá-tica a la justificación enfatiza la mediación, que esco-activa y continua (Figura 6). La mediación(re)equilibra las reivindicaciones de conocimientodel mundo al excavar bajo la representación tal ycomo se entiende convencionalmente. Al mismotiempo, proporciona una ontología de la co-crea-ción de las personas-cosas y una epistemología li-bre de las trabas que trae consigo la brecha sujeto-mundo (ese irresoluble callejón sin salida).

Finalmente, el cambio y el tiempo son otros delos elementos definitorios de la arqueología. Perosi mezclamos personas y cosas ¿cuáles son las im-plicaciones que esto tiene respecto al “contenedor”

de su acción, es decir, el tiempo? Como arqueólo-gos, sabemos de primera mano que las cosas delpasado permanecen hoy en día como ruinas, comoresiduos de lo que existió antes. Cuando nos para-mos a pensar simétricamente, resulta que estamoscontinuamente mezclados con cosas: somoscyborgs con teléfonos móviles, coches y otros ele-mentos tecnológicos. Pero, como nos hace vernuestra sensibilidad arqueológica, nos encontra-mos igualmente mezclados con cosas del pasado:los automóviles son conjuntos de tecnología re-ciente y de la Edad de Piedra (el diseño de las pri-meras ruedas), los teléfonos móviles y los ordena-dores incorporan el descubrimiento inicial y elaprovechamiento del silicio, y de forma más mun-dana, según nos recuerdan los florecientes estudiossobre el patrimonio, las ruinas y los monumentosdel pasado actúan sobre nosotros cada día dirigien-do el tráfico en torno a obeliscos egipcios, alteran-do la ciudad y el crecimiento de los suburbios,transformando nuestras economías hacia el arqueo-turismo, o creando conflictos territoriales o religio-sos en torno a santuarios hindú-islámicos.

Figura 6.- Rumbos-de-acción arqueológicos.

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Desde una perspectiva simétrica, el pasado estácon nosotros cada día, actúa sobre nosotros y poneen tela de juicio nuestra reivindicación de libera-ción humanista y moderna respecto a los mundosincivilizados de las cosas y del pasado. La arqueo-logía simétrica, muy afín a la posición del tercerpartido en las situaciones de bipartidismo político,o al movimiento ecologista, exige una reforma ra-dical a partir de un programa impopular, con el ob-jetivo de reconocer un papel igual a las cosas ennuestro futuro colectivo. Exigir menos que esto,como el confiado neoliberalismo que coloca a loshumanos en el centro de todas las preocupaciones

y acciones, conlleva el riesgo de una ecología par-cial e insostenible. La arqueología, la disciplina delas cosas y de la visión a largo plazo por antonoma-sia, está llamada a realizar un importante aporte ala comprensión de un futuro que sea progresista einclusivo.

Timothy Webmoor

Department of Cultural and Social Anthropology.Building 110. Stanford University, 94305,

California, EEUU. [email protected]

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1. Introducción

La arqueología como disciplina se ha transfor-mado profundamente durante los últimos treintaaños. En contraste con lo que fue en su día, la ar-queología de hoy se caracteriza por una ampliavariedad de perspectivas, aproximaciones y líneasde actuación (cf. Hodder 2001). Si bien algunosdefienden esta riqueza y diversidad como un triun-fo del pluralismo (Hodder 2000), otros argumentanque la actual fragmentación es un estado post-hipercrítico que existe simplemente porque el frag-mento es lo más resistente a la crítica (Olsen et al.2003). En cualquier caso, lo que es cierto es que ennuestro actual ambiente disciplinario la inconmen-surabilidad se despacha rápidamente como diversi-dad (para una discusión sobre la inconmesurabili-dad véase Kristiansen 2004). Y lo que es más, confrecuencia esta fragmentación ha dejado a la ar-queología en una posición tal que la obliga a lucharbajo la bandera de otras disciplinas y ciencias,frente a lo que sería una forma de pensamiento pu-ramente arqueológico. En resumen, nuestra com-plicidad con la situación actual es el modo másfácil y menos arriesgado de darle la espalda al ca-rácter único – y más bien atormentado – de la ar-queología, como disciplina que se extiende a lo lar-go de la división entre las humanidades y las cien-cias, y que se ve asolada por las escisiones entreideas y cosas, pasado y presente, etc.

La arqueología simétrica mantiene que tales di-visiones son nuestra propia creación. Al socavar ladivisión entre humanidades y ciencias a lo largo dela cual se expande y segmenta continuamente laarqueología en su forma actual, la arqueologíasimétrica sostiene que existe una gran cantidad depuntos en común entre ambas formas de conoci-miento que debe reconocerse. Desde esta perspec-tiva, la arqueología simétrica ofrece la posibilidadde una nueva síntesis – audaz, osada y arriesgada.Define convergencias y propone construir a granescala frente a la fragmentación imperante.

¿Qué es exactamente la arqueología simétrica?Antes de abordar esta cuestión, debemos entenderlo que es la simetría. El principio de simetría co-mienza con la proposición de que los humanos ylas cosas se construyen simultáneamente (cf. Bloor

1991; Callon y Latour 1992; Latour 1993, 1994; enarqueología Olsen 2003; Witmore 2006b). Así, alos “sujetos” y “objetos”, cargados de connotacio-nes por la modernidad, se los ha de ver, siguiendoa Latour (1993), como los “productos” purificadosde nuestras particulares relaciones con el mundo.En consecuencia, ni nuestros análisis, ni nuestrasexplicaciones, ni nuestras interpretaciones deberíancomenzar nunca con tales dualismos. Pensamientoy acción, ideas y materiales, pasado y presente,aparecen totalmente mezclados en la realidad.Cualquier separación y oposición radical entre laspersonas y el mundo material con el que viven sehan de considerar, desde un punto de vista simétri-co, como el resultado de un modo específicamentemoderno de distribuir entidades y segmentar elmundo.

La simetría hace referencia a la nivelación ana-lítica de estas entidades diversas. Pero no se tratade la reivindicación de un mundo indiferenciado.La nivelación simétrica no es ni axiológica ni ética.La arqueología simétrica no explora cómo las per-sonas se encuentran en el mundo, sino más biencómo un colectivo distribuido, una maraña de hu-manos y cosas, negocia una compleja red de inter-acciones con una serie de entidades diversas (ma-teriales, cosas y “especies compañeras”). Así pues,la arqueología simétrica es un programa que sepuede describir como una nueva “ecología” reple-ta de cosas, humanos y “especies compañeras”(companion species: Haraway 2003) y que da prio-ridad a la presencia multi-temporal y multi-senso-rial del mundo material (Witmore 2006a y 2004brespectivamente; también González-Ruibal enprensa; Webmoor y Witmore 2005).

En este breve manifiesto, mi intención es com-partir el proyecto en rápido desarrollo de un pro-grama que tiene – como he sugerido – repercusio-nes en toda la disciplina de la arqueología. En micontribución a este dossier, pretendo ofrecer sucin-tamente al lector parte de nuestro trabajo prelimi-nar. Al mismo tiempo, quiero mostrar las conexio-nes que unen a la arqueología, al menos por lo querespecta a su estado actual, bajo la bandera de lasimetría. En este manifiesto, no es mi intención cri-ticar ni refutar. Lo que me interesa es, más bien,proponer y construir. A continuación, identificaré

Arqueología simétrica: un manifiesto breve

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seis temas claves de interés – puesto que se trata deintereses y obligaciones comunes para todos los ar-queólogos – asociados con la arqueología simétri-ca. A través de una serie de ejemplos muy diversos,abordaré algunas de las cuestiones en arqueologíarelacionadas con la práctica, la capacidad de acción(agency), la materialidad, el espacio y el tiempo.

2. Primer tema de interés: la práctica

¿Cómo se relacionan los arqueólogos con elmundo material? En esta cuestión, desgraciada-mente, la epistemología ha sido y continúa siendouno de nuestros más grandes escollos. Mientrasdemos por hecho definiciones de lo que significaser humano, sobre lo que es un “objeto”, sobre quéconstituye un agente (agent), o incluso sobre cómolos arqueólogos producen conocimiento, nosseguiremos viendo continuamente arrastrados ha-cia una espiral de polémicas, que simplemente lle-van a la repetición de transformaciones extremasuna vez por generación (Serres con Latour 1995:144). Nos encontramos aquí con la neblina carac-terística de una amnesia moderna, que conduce agestos intelectuales repetitivos. La arqueología si-métrica contempla las bifurcaciones convenciona-les – tales como datos e interpretación, campo ycontextos de producción de conocimiento, logrosdel pasado y prácticas arqueológicas del presente –como el resultado de las relaciones con entidadesparticulares del mundo y no como el punto de par-tida. Una forma de dar un paso adelante es dejar ensuspenso por un tiempo nuestros intereses episte-mológicos y reformular localmente (es decir, den-tro del campo arqueológico) aquellos aspectos quedamos por hecho (cf. Witmore 2004a). En otras pa-labras, seguir de cerca lo que la arqueología real-mente hace en relación al pasado material. Estoimplica trazar cuidadosamente los múltiples pasosy transacciones que se dan en la práctica (sobre laetnografías de la práctica arqueológica véase Ed-geworth 2005).

En otro lugar he abordado la cuestión de la prác-tica a través de la noción de campos múltiples(multiple fields). Los campos múltiples se basan enla teoría del actor-red, Actor-Network-Theory (La-tour 2005), y cubren los componentes, contextos yconexiones implicados en la práctica arqueológicamientras esta se lleva a cabo.

El concepto de “campos múltiples” tiene doble

sentido. En primer lugar, se refiere a los vínculosrecursivos implicados en nuestra práctica sobre elterreno, sea en la prospección de un transect en elcampo griego o en el sondeo de un metro cuadradoen algún lugar del suroeste americano. En otraspalabras, los campos se corresponden con todos loscomponentes necesarios de una red heterogénea,que contextualiza la práctica a través de sus diver-sos estadios de iteración.

Pensemos en las excavaciones del tell neolíticode Çatalhöyük, en Turquía: en este yacimiento losarqueólogos concentran buena parte de su energíaen saber todo lo posible acerca de qué es lo queestán excavando en el momento en que lo estánexcavando. Y hacen bien, pero la recirculación delconocimiento sobre, por ejemplo, la clasificaciónde una semilla para comprender mejor el contextoque se está excavando, incluye muchos más inter-locutores que un especialista medioambiental quesimplemente interprete la semilla carbonizada co-mo einkorn. Hay muchas más entidades en juego –tanto los paletines, cintas métricas, niveles, reci-pientes etiquetados, cuadernos, o el excavador hu-mano, como el fragmento de cerámica del área1889 en el cual se encuentra la semilla, los espa-cios limpios y ordenados del laboratorio, el mi-croscopio, los textos con las taxonomías de plan-tas, y demás (Last 1997). De este modo, el éxito oel fracaso de la “interpretación” se basan en la mo-vilización de una vasta y heterogénea red que sub-yace a tal interpretación (Figura 1).

En segundo lugar, la noción de “campos múlti-ples” va en contra del esquema excesivamente

Figura 1.- Los campos múltiples de la práctica arqueo-lógica.

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simplificado de la correspondencia entre lenguajey mundo material (p.ej. James 1978; Preucel yBauer 2001; cf. Webmoor, figura 1 en este dossier).Así, el concepto de campos múltiples hace referen-cia a toda una serie de pasos presentes en el proce-so de traducción de los materiales arqueológicosen su publicación final (Figura 2). En relación a es-to, “el campo”, que se considera normalmente ellugar donde se recogen los datos, se encuentra enrealidad disperso a lo largo de toda una serie detransformaciones: las que existen, por ejemplo,entre unas cerámicas dispersas junto a un bosque-cillo de olivos griego y el listado de las densidadesde artefactos por unidad de cuadrícula en el planoa escala 1:5000 que acompaña a un “yacimiento”.Aquí, la precisión se halla en la posibilidad de se-guir nuestros pasos entre el mundo material y loque decimos o mostramos de él, y no en la corres-pondencia entre el lenguaje y el pasado material(Latour 1999: 123).

Al atender a lo que hacemos los arqueólogossobre el terreno, en vez de a lo que a veces decimosque hacemos, reconocemos que “el campo” no estásimplemente “ahí fuera”, puesto que las cosas querecogemos cuando excavamos o prospectamos sedesplazan a través de otros contextos de interac-ción, estudio y articulación (Witmore 2004a). Lascosas de la arqueología circulan por todas partes através de constantes sustituciones (cuadernos, nú-meros de catálogo, ilustraciones, fotografías, etc.).Se trate de fragmentos de cerámica a mano, trozosde una piedra de molino o núcleos de obsidiana,estas cosas existen en última instancia como garan-tías materiales de una interacción en las estanteríasde un archivo. En este punto la simetría socava unaaproximación centrada en el sujeto a la hora deproducir una explicación o interpretación, al teneren cuenta muchas más entidades y muchos máspasos en la co-constitución del saber.

3. Segundo tema de interés: la capacidad deacción. O ¿qué es ser humano?

Buena parte de la arqueología sigue una defini-ción restringida de la capacidad de acción (agen-cy), que queda relegada al sujeto humano indepen-diente (para una discusión general vease Dobres yRobb 2000). Es cierto que algunos hablan de “ca-pacidad de acción material” o “la acción de los ar-tefactos”, pero con demasiada frecuencia se trata alas cosas como productos de la “intencionalidadhumana” y en consecuencia en tanto que agentes(más apropiadamente “actuantes” [actants]) debeuno referirse a ellos utilizando el adjetivo “secun-darios” (Wobst 2000: 42). El problema aquí es elmantenimiento del mito moderno de que la inicia-tiva siempre viene del ser humano independiente ydel mantenimiento de una separación firme entrehumanos y cosas. Si esperamos entender cómo lascosas tienen una participación activa, no podemoscomenzar con los “sujetos” y “objetos” que se en-cuentran al final de un largo proceso de purifica-ción asociado con la Ilustración (Latour 1993). Porlo tanto, debemos preguntarnos cómo encajan loshumanos y las cosas en este enrevesado puzzle ycómo tienen lugar sus relaciones en la realidad. Laexcavación del derrumbe de un muro es un buenlugar para comenzar.

En la realidad, el ser humano no es más que unaentidad entre otras muchas. Por lo tanto en el cursode una excavación el primer motor de una acciónes una “serie distribuida de prácticas cuya suma esposible que tenga sentido, pero sólo si respetamoslos roles mediadores” de todas las series partici-pantes (Latour 1999: 181). Aquí, la noción de “me-diación” se refiere a los múltiples modos en que loshumanos y no humanos intercambian propiedadesen el proceso de lograr una determinada meta oresultado – por ejemplo, la excavación del derrum-be de un muro densamente compactado para llegaral nivel del pavimento.

Así, por poner un ejemplo muy básico, un ar-queólogo-con-un-pico es diferente de un arqueólo-go-sin-un-pico, del mismo modo que un pico es di-ferente cuando está en las manos de una arqueólo-go. El resultado de su acción combinada en la re-moción de un nivel superficial o el derrumbe de unmuro es diferente del resultado que puede obtenerun arqueólogo que excava sin pico. Se ha produci-do una transformación en lo que habrían sido losobjetivos si las entidades, el pico y el arqueólogo,

Figura 2.- Mediación cosas-personas en la explicaciónposprocesual.

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se hubieran mantenido independientes el uno delotro. Se produce, pues, un resultado totalmente di-ferente cuando se da la acción combinada de unnuevo híbrido dentro de un colectivo sociotécnicomás amplio – el arqueólogo y el pico.

El centro de este “programa de acción” no sehalla ni el pico ni en el arqueólogo. La acción seencuentra en el arqueólogo-con-un-pico. No se tra-ta de que un determinado ser humano independien-te excave (en este caso añadir la designación “ar-queólogo” implica situar al humano en un red com-pleja y heterogénea), lo que excava realmente es elcolectivo distribuido del arqueólogo-con-un-pico.Pero este rápido esbozo es sólo parte del argumento.

A través del proceso de excavación el colectivosociotécnico se encuentra en constante estado deflujo. “Nosotros”, ahora entendidos como colecti-vos distribuidos denominados arqueólogos, cam-biamos continuamente nuestros objetivos depen-diendo de los aliados que movilizamos para alcan-zar un determinado fin. Naturalmente este fin cam-bia dependiendo de las propiedades del aliado o, eneste caso, de la herramienta. Un derrumbe de muroexcavado por un arqueólogo-con-un-pico es muydiferente de un derrumbe de muro excavado por unarqueólogo-con-un-paletín. De hecho, el derrumbede muro, junto con la persona, también actúa comomediador a la hora de alistar al pico por encima delpaletín. Si seguimos esta simetría, no patinaremosnuevamente en la dualidad de humano-en-sí-mis-mo y herramienta-en-sí-misma.

4. Tercer tema de interés:traducción y mediación

La arqueología, al contrario que otras ciencias,transforma activamente su campo de estudio. Des-graciadamente, no todos los pasados materialesson tan estables como las monumentales murallasde la ciudadela de la Edad del Bronce de Micenas.Una vez que la excavación ha tenido lugar, uno nopuede volver directamente a un depósito de ceni-zas de un pequeño hogar, como no puede volver aun pavimento levantado unos pocos niveles atrás.Todas estas cosas se apuntan, se dibujan y se foto-grafían y los contextos materiales se muestrean, seraspan y se deshacen en el curso de la práctica ar-queológica. Al final de una excavación o inclusode una prospección de superficie, siempre nos que-damos con la traducción de estas interacciones. Só-

lo podemos volver a los medios (media) que reve-lan estos contextos y características; tan sólo pode-mos seguir las huellas del proceso a través de lossustitutos de un mundo material permanentementetransformado.

Al igual que sucedía con el anterior punto de in-terés referido, que trataba de la capacidad de ac-ción (agency), la mediación tiene lugar a través demúltiples entidades – herramienta, contexto y ar-queólogo. En el curso de una excavación estas en-tidades pueden involucrar interacciones previas,teodolitos, paletines, cintas métricas, cuadernos,cámaras, vídeos digitales, una directora de excava-ción, un especialista en cerámica – quien sea, loque sea – y el resultado de sus largas y complejastransacciones es, frecuentemente, un determinadomodo de documentación. En este proceso de mani-festar el mundo material, la complejidad del mun-do material va más allá de lo que se puede traducirsimplemente en los medios basados en papel – li-bros, revistas, informes (Olsen 2006; Witmore 2006a); la comprensión es algo más que significado.

Si bien nosotros, arqueólogos, tenemos la obli-gación de producir medios legibles, compatibles,ópticamente consistentes, estandarizados y que cir-culen, también tenemos la responsabilidad de pres-tar atención a otras cualidades del mundo material.Tenemos una responsabilidad con las cualidadesmúltiples, polisémicas e inefables del pasado. Eneste punto nos encontramos con otro sentido másdel término “mediación”, que tiene que ver con elproceso de traducción.

La mediación se concibe como un proceso másamplio que el de simplemente dar sentido al mun-do material. Sin embargo, de un modo más especí-fico, el complejo término mediación significaríamanifestar las cualidades particulares de las cosas(Witmore 2004b). Desde esta perspectiva, el con-cepto hace referencia a la articulación de aspectosdel mundo material – parte de su materialidad, desu carácter local y múltiple – que con frecuencia sedejan de lado en los modos de documentación ba-sados en el papel – combinaciones escenográficasde texto, mapa, plano e imagen. En este sentidomás específico, mediación es un modo de traduciraquellas cosas sobre las que hablamos pero que nosomos capaces de plasmar adecuadamente. Es unaforma de manifestar algo de lo inefable del pasado(cf. Shanks 1997). Aún es más, la mediación es unproceso que nos permite alcanzar traducciones másricas y completas de la experiencia corporal y de la

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materialidad, que se encuentran situadas de formaespecífica, poseen texturas múltiples, son reflexi-vas, sensoriales y polisémicas. De hecho, como ar-queólogos tenemos una responsabilidad hacia lascualidades de las cosas: tenemos la responsabili-dad de abordar las multiplicidades, ambigüedadesy presencias del mundo material dentro del proce-so arqueológico.

Podemos atender a estas responsabilidades aña-diendo a nuestros medios modos de interacción di-gitales y analógicos. Estos modos incluyen simplesregistros sonoros de ruido ambiental; incluyen fo-tografías de alta calidad tratadas con software dezoom, al estilo de los mapas de Google, que permi-te ampliar una imagen hasta los detalles más dimi-nutos; incluyen también mezclas de medios varia-dos, como vídeos de un acontecimiento (la excava-ción de un enterramiento en fosa) o un contexto(un pavimento) tomados desde distintas direccio-nes. Mediante estos modos podemos traducir algode la presencia física y sensorial del pasado mate-rial. Desde esta perspectiva, la simetría implicauna preocupación equivalente por las variadas cua-lidades de las cosas.

5. Cuarto tema de interés: el cambio

Otro grupo de escollos se encuentra en los con-ceptos extrañamente cronológicos, pero no com-pletamente arqueológicos, de revolución tecnoló-gica, transformación cultural, cambio epistémico,transformación paradigmática, etc. Conocimiento,comprensión, ser: tales cualidades de la vida nuncase encuentran claramente estratificadas. De hecho,como sabemos bien, el concepto de “estratifica-ción” tiene un sentido parcial en el mejor de loscasos. En el peor, amontona los períodos en cajasbien ordenadas y los separa con secuencias lamina-res y divisiones arbitrarias (cf. Lucas 2005). Latransformación, desde este punto de vista, normal-mente sólo se produce mediante revoluciones radi-cales. En otras palabras ¿cómo documentamos elcambio?

Irónicamente, uno de los medios de romper contal estratificación es mediante la noción de genea-logía. Pero antes de nada es necesario añadir eladjetivo “sociotécnico”, para deshacer cualquierdivisión firme entre sociedad y tecnología. El tér-mino genealogía sociotécnica es ligeramente mássimétrico.

Pensemos en la historia de la cueva de Franch-thi, que se encuentra en el sur de la Árgolida (Gre-cia). La historia de Franchthi es sinónimo de tran-sición – de la caza y la recolección al sedentarismoy la agricultura. Sus depósitos estratificados cu-bren un período de 20.000 años a lo largo de tresperíodos críticos – el Paleolítico Superior, el Meso-lítico y el Neolítico Inicial. Franchthi, según sesuele decir, contiene una historia de los “orígenes”de la agricultura (cf. Jacobsen 1981). Aquí, los orí-genes yacen enterrados.

Las discusiones sobre el origen de la agricultu-ra tienden a centrarse en cómo los humanos, conformas radicalmente diferentes de vida, puedenadoptar una totalmente nueva. Así, a un lado de ladivisión, viviendo en el Mesolítico, se encuentranlos cazadores-recolectores, al otro lado, habitandoel Neolítico, los agricultores y pastores – humanosde la naturaleza a un lado y humanos de la culturaal otro. Siguiendo a Catherine Pèrles (2001: 38-51), se pueden plantear cuatro posibles escenariospara la transición a la agricultura en Grecia: 1) au-toctonismo –desarrollo local de la agricultura; 2)difusión cultural –ideas que comparten otras co-munidades; 3) difusión démica –otras poblacionesse asientan en Grecia; 4) un conjunto de interaccio-nes más variado entre cazadores locales y agricul-tores que vienen de fuera. Si bien los especialistasdebaten sobre la naturaleza exacta de la transición,todos están de acuerdo en que se produjo un cam-bio radical – es decir, que existió un origen de laagricultura (cf. Price 2000). Sin embargo, la presu-posición de una transición revolucionaria es pro-blemática.

La imagen de una transición del Mesolítico alNeolítico en Grecia descansa sobre una noción de-sorientada y moderna sobre lo que es ser humano ycómo los humanos a su vez se relacionan con elmundo. La innovación, para Perlès y otros, tieneque ver con el descubrimiento. Ello implica cam-bios radicales en cómo los humanos interactúancon el mundo.

No obstante, los seres humanos, como com-puestos y colectivos distribuidos con nuestrosmundos materiales, se encuentran situados dentrode redes de asociación y comprensión que absorbey permite cambios que nosotros, modernos, consi-deramos radicales de forma retrospectiva. Si bienalgunos han podido pensar en términos semejantesen el pasado, no hay porqué asumir que haya sidoasí. Ciertamente, nuevos artefactos, nuevas “ideas”,

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nuevas entidades que entran en escena pueden cau-sar transformaciones en otra entidad o en el modoen que otras entidades se relacionan con el mundo.

Las transformaciones que ocurren en torno al7000 a.C., sin embargo, no tienen que ver solamen-te con cómo cosas nuevas, nuevas comprensionesy nuevos miembros se alistan dentro de una comu-nidad – dentro de un colectivo –, más bien tieneque ver con cómo el papel de los miembros ya pre-sentes o de las relaciones de los miembros ya pre-sentes cambia. En otras palabras, en vez de dejaratrás alguna Lens nigricans o Lens ervoïdes paraque germine, los humanos ahora ayudan a madurara la Lens orientalis, que aparece en los depósitosde Franchthi en torno al 7000 a.C. Un nuevomiembro ha entrado en el colectivo. Y aunque elpapel de los instrumentos líticos puede cambiar, lagente todavía puede pescar atún, recolectar cebaday cazar animales salvajes como hicieron otros an-tes que ellos, todo esto en el contexto de un con-junto modificado de relaciones con las cosas.

Las revoluciones radicales no son la única ex-plicación para la emergencia de nuevos colectivos,como se advierte en los depósitos de la cueva deFranchthi. Con aproximaciones simétricas al cam-bio, se pueden trazar también transformaciones ge-nealógicas más sutiles.

6. Quinto tema de interés: el tiempo

La arqueología ha venido tratando el tiempocomo algo separado, demarcado y distinto (Cf.Lucas 2005: 1-31; Shanks y Tilley 1992; Thomas2004). A este respecto, los practicantes de la ar-queología hoy se encuentran definitivamente divi-didos del pasado por rupturas científicas y cambiosepistémicos, que distancian y definen un “noso-tros” ahora frente a un “otros” entonces (Latour1993: 67-69). Como hemos roto de una vez portodas con el pasado, éste se ha convertido en un lu-gar que debe ser protegido y preservado (Lowen-thal 1985). El pasado es un “objeto” al que hay queencerrar y conservar tras el cristal de una vitrina.Desde este punto de vista, la flecha del tiempo esinequívoca y unidireccional. Pero el tiempo es mu-cho más complejo que esta forma de historicismomoderno.

El tiempo no debería contemplarse únicamentepor su medida. El tiempo no es un simple paráme-tro externo. No es otra dimensión más que afecte al

mundo material desde el exterior. Es mucho máscomplicado.

El tiempo pasa y no pasa a la vez. Es turbulen-to. Es como el tiempo atmosférico. Está lleno demomentos de calma, torbellinos y fluctuacionescaóticas. El tiempo se filtra (cf. Serres 1995; Serresy Latour 1995). En una arqueología simétrica, lospasados se tratan como ya no pasados. Algo delpasado existe en lo material aquí y ahora. Se leconcede acción y de este modo, los pasados múlti-ples continúan mediando aspectos de la vida de lagente en la actualidad de múltiples maneras (véasetambién Olivier 2003).

Sabemos que el paisaje es un complejo agrega-do de tiempos dispares. Al articular este conjunto,los arqueólogos pueden tratar el tiempo como elelemento clasificador y situar cada componente enrelación a otro dentro de la serie de cajas amonto-nadas que denominamos cronología. Si bien la me-dida del tiempo es extremadamente importante, noes el tiempo en sí (Serres y Latour 1995: 60-61).Frente a la medición cronológica, uno puede tratarla clasificación como la auténtica hacedora deltiempo y documentar los múltiples pasados mate-riales de los paisajes, sitios, elementos y cosas co-mo la reunión de tiempos dispares que realmenteson. Esto último es la realidad de la presencia ma-terial tal y como la encontramos sobre el terreno.

Aquí tropezamos con el problema de nuestravieja metáfora del palimpsesto. La naturaleza delpalimpsesto consiste en el borrado y la sedimenta-ción. Los estratos se escriben, borran, reescriben,los procesos del palimpsesto llevan en sí mismos ala entropía, la descomposición y la estratificación.Pero esto sólo nos hace andar una parte del caminoen nuestra comprensión de la naturaleza del tiem-po ¿Qué hay de los puntos de conexión, proximi-dad y acción entre varios pasados? ¿Qué hay de lospliegues y dobleces en el tejido del tiempo?

Por ejemplo, a lo largo de Europa occidentalparte de la red romana de calzadas todavía dirige elcurso de la vida de las personas hoy en día (Figura3). El pasado no ha pasado, sino que todavía tieneacción. Porciones de la antigua red romana de cal-zadas y segmentos de la infraestructura contempo-ránea de transportes europea se encuentran próxi-mos y la vida de la gente se ve directamente impac-tada cada día por los logros de los romanos. Estafiltración del tiempo es profundamente arqueológi-ca (Witmore 2006a; Witmore en prensa). Más aún,mediante la nivelación simétrica podemos recono-

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cer cómo el pasado material vuelve a ejercer su ac-ción de un modo sutil pero con frecuencia pro-fundo.

7. Sexto tema de interés:las cosas (arqueología y pragmatogonía)

La etimología de la arqueología se fundamentaen el término ta archaia. Esto se puede traducirliteralmente como las “cosas viejas”. Pero ahoraque entendemos que los pasados ya no son pasadosse abre todo un mundo de ta archaia a las que seha negado su debido reconocimiento. Dentro delhistoricismo moderno la gente tiende a tratar el pa-sado como algo pintoresco y anticuado (otro con-junto de connotaciones que rodean la raíz arché).Pero sin el pasado material, estaríamos limitados ainteracciones mediadas por muchas menos entida-des. Basta con decir que el mundo sería un lugarmuy diferente.

Esta idea nos lleva a otra connotación de la“cosa” como reunión (“gahering”) Pensemos en elMercedes S600, considerado una maravilla de in-geniería alemana. Sin embargo, lo que un ingenie-ro usa para la construcción de un automóvil es unamezcla de partes bien diseñadas y continuamenterefinadas (desde cámaras de combustión a árbolesde levas), algoritmos, materiales e instrumentos,todos los cuales son el producto de transaccionesentre humanos, especies compañeras (pensemos enel tapizado de cuero), y cosas que se extienden enel tiempo desde hace unos días a cientos o miles deaños. El S600 no iría a ningún lado sin la tecnolo-gía neolítica de la rueda. No iría tampoco muy le-jos sin la manipulación de metales, una innovación

de hace varios miles de años. Sin realizacionesacaecidas en la distancia, tanto temporal como es-pacial, que dieron como resultado la rueda y el re-finamiento de los metales, la industria alemana delautomóvil no habría siquiera existido. Aquí, ta ar-chaia se encuentran fusionados en la tecnologíamás futurista.

La arqueología se enfrenta al reto de abrir lascajas negras que invaden el mundo contemporáneoy subrayar la relevancia de ta archaia. En el cursode nuestras vidas diarias interactuamos con regula-ridad con cosas complejas – televisiones, ordena-dores, teléfonos móviles – a los que se declara ma-ravillas de la ingeniería moderna, pero que son enrealidad reuniones de logros procedentes de diver-sos tiempos y numerosos lugares. Al trazar las ge-nealogías de estas cosas articulamos “pragmatogo-nías” (Latour 1994). Las pragmatonías son uncompuesto de la palabra griega para materiales,pragmata, y el término para creación, gonos. Laspragmatonías, pues, se producen cuando prestamosatención a los caminos que llevan a una cosa parti-cular, cuando cartografiamos una reunión concreta.

La idea aquí es que como seres materiales co-lectivos, nos encontramos enrededados en transac-ciones entre gente y cosas que se hallan a distancia,desde un punto de vista espacio-temporal, y quesin embargo dan lugar a acciones, actuaciones yprácticas en la actualidad. Es como si estuvieranpresentes también aquí y ahora. A través de las co-sas lo están. Y así encontramos ta archaia enmara-ñadas en algunas de las cosas aparantemente másmodernas y futuristas de nuestra vida diaria.

8. Futuros arqueológicos y simetría

La arqueología ha luchado durante largo tiempocon divisiones tales como lo material y lo social, elpresente y el pasado, las ciencias y las humanida-des. Apresada en lo que se puede definir en líneasgenerales como fluctuaciones cíclicas entre preo-cupaciones por el realismo y el constructivismo ola objetividad y la subjetividad, nuestra historia de“giros” disciplinarios en la negociación de talesdivisiones (de la historia cultural al procesualismoy al posprocesualismo) resulta familiar para mu-chos. El camino hacia la simetría no termina en losciclos recurrentes de una “guerra dialéctica” don-de, mediante la repetición persistente y fiel del ges-to de la revolución kantiana (o copernicana), aban-

Figura 3.- Oxford Street de Londres, en la actualidad.Originalmente era una calle romana.

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donamos a un pasado obsoleto aproximaciones ar-queológicas previas y por lo tanto hacemos casoomiso de ellas (Serres y Latour 1995: 52-56). Esteciclo somete a la arqueología a la fragmentación yal olvido; este gesto expone a la disciplina a la am-nesia moderna por la cual nos arriesgamos a la re-petición (Cf. Wilye 2002: 25-41).

Sin simplificar el mundo con un vocabularioempobrecido de bifurcaciones contradictorias, lasimetría implica una serie provechosa de perspec-tivas y prácticas para reconocer el impacto de lascosas, a las que generalmente se deniega un papelen los mitos modernos del mundo. La arqueologíasimétrica entiende como los humanos viven con(que debe distinguirse de en) el mundo en términosde mezclas y enredos. Tal comprensión abre nue-vos campos de posibilidades y nuevos potencialesde invención, los cuales nos liberan de las cargasconceptuales asociadas con los problemas de lamodernidad. Esta nueva ecología está llena de po-sibilidades para comprender qué es ser humano;cómo los pasados están enredados en el presente yposeen intimidad y relevancia más allá de su com-prensión como un patrimonio anticuado.

El prestar atención a nuestros temas de interéscomunes es una forma de explorar un nivel de inte-rés y obligación mutua. En este breve manifiestohe abordado práctica, capacidad de acción (agen-cy), traducción, cambio, tiempo y cosas – seis te-mas de interés que creo que compartimos todos losarqueólogos. Comenzar con los puntos fuertes dela arqueología es el mejor camino para construirsíntesis arqueológicas audaces.

Las humanidades y las ciencias sociales estándespertando a una sensibilidad arqueológica en ge-neral (Witmore 2006b). Somos testigos de un re-greso a las cosas (p.ej. Latour 2005b). En estosmomentos, es urgente que la arqueología ocupe unlugar central. Ante la invasión del pensamiento acorto plazo, la arqueología, con sus perspectivas alargo plazo, con su enfoque en las relaciones entrepasados y presentes, con su comprensión del im-pacto de las cosas y sus cualidades multisensoria-les, nunca ha sido tan relevante. Pero no podemosresponder de forma satisfactoria a esta llamada sino llegamos a un acuerdo sobre como interactuarcon el mundo material, si no reconocemos la ac-ción simultánea de los pasados materiales en elmundo contemporáneo. No podemos continuar sino abandonamos la seguridad conservadora denuestras listas de prioridades fragmentarias y co-rremos riesgos. Nuestro mundo está hecho de con-juntos de realizaciones procedentes de una granvariedad de tiempos y lugares. La arqueología si-métrica es un paso necesario para articular un sen-tido renovado del compañerismo en sentido amplio(entre personas, cosas y especies). La simetría esun paso necesario para una arqueología innovado-ra y audaz que lucha bajo su propia bandera.

Christopher Witmore

Joukowsky Institute for Archaeology and the AncientWorld. Brown University Box 1837 / 70 Waterman

Street Providence, RI 02912 EE [email protected]

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La “Arqueología simétrica” profundiza en laconvicción de que la interdisciplinariedad es fun-damental para entender al ser humano (de cual-quier tiempo o lugar) y, de ese modo, introduce im-prescindibles reflexiones que ya venían realizán-dose en otras disciplinas sociales, basadas en elconvencimiento de que las dualidades en que se habasado el pensamiento científico cartesiano occi-dental han constituido parte de un mecanismo cog-nitivo particular que ha caracterizado a nuestra so-ciedad, pero que no caracteriza a aquellas socieda-des que estudiamos a través de la Arqueología. Sucarácter post-moderno queda plenamente de mani-fiesto en el convencimiento de que la Arqueologíano descubre “verdades”, no desvela el pasado, sinoque trabaja con lo que queda de él, convirtiéndolo,de forma creativa, en un recurso útil a la sociedadque lo crea (cfr. supra Shanks). Todos los plantea-mientos vertidos en las páginas precedentes (la con-vicción de que el presente contiene todos los cam-bios y todos los pasados, y que por tanto, el pasadono es algo separado y ajeno al presente, por ejem-plo), constituyen reflexiones lúcidas y a mi juicioimprescindibles para realizar una Arqueologíaconsciente, crítica y abierta a una profunda com-prensión de lo que es el ser humano y las diferen-cias que presentan las culturas que ha protagonizado.

La Arqueología posprocesual estableció la quie-bra irreversible de los fundamentos en los que sebasaba la Arqueología procesual, al evidenciar elpapel que la subjetividad del investigador jugabaen la elaboración del pasado. El pasado nunca vol-vió a gozar de la independencia y consistencia quela Modernidad le había otorgado, quedando relega-do a una construcción sesgada que obedecía a losintereses de reafirmación de un presente en constan-te elaboración. El papel que el cambio y el tiempojugaban en esa elaboración fue demostrando cómoel pasado que íbamos construyendo era sólo unaestrategia etnocéntrica o sociocéntrica, que preten-día basar la superioridad que nos atribuíamos ennuestra capacidad de cambiar a lo largo del tiempo.

Indudablemente, para alcanzar esas conclusio-nes era necesario acudir a estudios multidisciplina-res que permitieran ampliar el foco de estudio, in-cluyendo el propio trabajo del arqueólogo en elcampo de visión. Fue así como iba haciéndose obvioque desde la selección de los temas a investigar, a

la metodología empleada, o a la organización deltrabajo de campo, existía toda una serie de eleccio-nes –en general inconscientes– que determinaban elcarácter de los resultados y la consiguiente carac-terización del pasado que íbamos construyendo.

Estos planteamientos auto-críticos se iban desa-rrollando también en las demás disciplinas socia-les, tales como la Antropología o la Sociología, deforma que al ampliar las fuentes de las que nutrir elpensamiento y la reflexión, la Arqueología no sólocomenzaba a comprender mejor la complejidadinherente a las sociedades que estudiaba, sino quereforzaba el cuestionamiento y la crítica a los fun-damentos positivistas de sus elaboraciones del pa-sado. En la base de esos fundamentos se encontra-ba el dualismo sujeto/objeto, sociedad/naturaleza,especies biológicas/formas culturales, persona/grupo social, etc,. con el que opera el pensamientooccidental y que ya venía siendo sometido a serioescrutinio y demoledora crítica por parte de antro-pólogos (Lévi-Strauss, Descola, o Viveiros de Cas-tro...) o sociólogos (Elías o Giddens, por ej.). Así,por ejemplo, Descola (1997) o Viveiros de Castro(1996) venían insistiendo, a partir de las aportacio-nes que en su día hiciera Lévi-Strauss, que seme-jantes dualismos eran particulares de nuestro modocartesiano y moderno de entender la realidad, porlo que no podían proyectarse a las sociedades decazadores-recolectores que ellos estudiaban.

De esta forma, los arqueólogos que realmente seinteresaban por entender esas “otras” culturas queprotagonizaron el pasado, comenzaban a nutrirsede reflexiones y elaboraciones que reforzaban elcuestionamiento de las categorías en las que se ha-bía basado hasta entonces nuestra disciplina, y co-menzaban a interesarse por las claves en las queconsistía su diferencia. Pero no sólo. Al entenderque otras culturas no se fundaban en esas dualida-des, comenzaron a verlas como inherentes sólo auna forma de entender el mundo, la del investiga-dor, y no al mundo en sí. Y creo que de esta refle-xión, arranca lo que se ha dado en denominar “Ar-queología simétrica”.

En mi opinión, la Arqueología simétrica repre-senta la incorporación a la Arqueología posproce-sual de algunas de las reflexiones más lúcidas yútiles que el controvertido planteamiento estructu-ralista había hecho al estudio de las culturas; en

Comentario a la Arqueología Simétrica

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concreto, su convencimiento (contrario a la filoso-fía posprocesual) de que la subjetividad humana yel orden de racionalidad de una cultura variaba, enrelación estructural y por tanto mutuamente inter-dependiente, con las condiciones materiales en lasque se desarrolla la vida. Es cierto que la arqueolo-gía posprocesual había introducido la “subjetivi-dad” como una variable de imprescindible consi-deración en el trabajo arqueológico, pero no porello profundizaba en el hecho de que la subjetivi-dad humana varía en un nivel más amplio que elindividual, o que se ha transformado históricamen-te, por lo que consideraba legítimo proyectar laspercepciones subjetivas del investigador actual a lagente del pasado, representando así una suerte depresentismo o positivismo (fenomenológico, aun-que parezca contradictorio) que impedía profundi-zar en las dinámicas que habían caracterizado ycaracterizan a sociedades distintas de la nuestra. Alreflexionar sobre la posibilidad de “tratar simétri-camente a personas y cosas”, la Arqueología simé-trica da un paso adelante en esa reflexión, aunquea mi juicio, todavía no en los términos precisos.Porque aceptar la interdependencia entre el mundomaterial y el mundo subjetivo no implica asumirnecesariamente que “las cosas son parte del ser”,sino simplemente asumir que la relación que exis-te entre lo material y lo subjetivo/cognitivo es tanprofunda que resulta estructural. Es decir, que laestructura básica de percepción del mundo setransforma a medida que se transforma el mundomaterial, a la vez que este último, el de las cosas,es modificado de distinto modo a medida que cam-bia el mundo subjetivo/cognitivo. Esta relación fuedefinida por el sociólogo Norbert Elías (1990 a yb) como “de enlace doble”:

“(…) los seres humanos se encuentran en con-tacto con un mundo –sus pulmones con el aire, susojos con la luz del sol, sus piernas con la tierrafirme, su corazón con otras personas-. La interde-pendencia es fundamental y determina la maneraen que los “objetos” actúan sobre los “sujetos”,los “sujetos” sobre los “objetos”, los fenómenos

naturales no humanos sobre las personas, y laspersonas sobre la naturaleza no humana. Comoquiera que se la quiera llamar, se trata de una in-terdependencia ontológica, existencial. El dualis-mo ontologico, la concepción de un mundo dividi-do en “sujetos” y “objetos”, conduce al error.Crea la impresión de que los “sujetos” puedenexistir sin los “objetos”. Induce al ser humano apreguntarse cuál de los dos es la causa y cuál elefecto. Cuando consideramos unidades que se en-cuentran antológicamente en una interrelaciónfuncional mutua (…) nos topamos con relacionesde un tipo que ya no puede ser abarcado comple-tamente por un modelo mecánico de relacionescausa/efecto. Los procesos circulares, y entre elloslos enlaces dobles, marcan la pauta en estos ca-sos” (Elias 1990 [1983]: 70).

Creo que es a esta idea a la que hace referenciaahora la Arqueología simétrica, proponiendo tratarsimétricamente a personas y cosas, en una relaciónen la que no cabe concebir la capacidad de acciónde unas sin las otras y viceversa. Sin embargo, alentenderlo como relación estructural, se evita caeren lo que a mi juicio queda menos claro de laspáginas que preceden, y es esa propuesta de unapráctica sin ontologías cuya metodología no quedabien precisada, o en la dificultad de atribuir una ca-pacidad de acción material (agency) a las cosas mis-mas, cuando se valoran en relación a las personas.

En cualquier caso, todas las páginas que prece-den no hacen sino contribuir a avanzar en lo que ami juicio es la dirección correcta de la reflexiónsobre qué es el ser humano, qué es la cultura queprotagoniza, qué es el pasado y en qué consistenuestro trabajo como arqueólogos. Y lo hacen deuna manera profunda, honesta y valiente. Bienve-nida sea, por tanto, la Arqueología simétrica.

Almudena Hernando Gonzalo

Departamento de Prehistoria. Facultad de Geografía eHistoria. Universidad Complutense. 28040. Madrid.

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Noticias y Recensiones

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Leyendo los trabajos reunidos en este pequeñodossier sobre arqueología simétrica (AS), recuerdolo que he escuchado sobre el significado ambiva-lente del movimiento (mal) llamado post-moderno.Para algunos, entre los que me cuento, el post-mo-dernismo supone sobre todo un intento de transfor-mación radical del pensamiento dominante occi-dental, en el sentido de una mayor justicia hacia elresto de grupos y pueblos desfavorecidos de esteplaneta y de su propia forma de pensar. Al mismotiempo, nos parece una consecuencia inevitable (un“descubrimiento”, si esta palabra fuera aceptable enel nuevo paradigma) del mismo pensamiento mo-derno anterior, que en su continua reconstrucción(“avance”) acabó naturalmente traspasando sus pro-pios límites. Otros interpretan el post-modernismocomo un conjunto de movimientos artísticos, enespecial arquitectónicos, que tratan de contrarres-tar la frialdad de los edificios modernos incorpo-rando viejas formas y materiales, más humanos porpertenecer a culturas e historias concretas. Se po-drían seguir dando definiciones hasta llegar a laque es hoy más común en la mayoría del públicoenterado y de los intelectuales de nuestro país: elpostmodernismo es una movida exótica más, laúltima tontería que se les ha ocurrido a ciertos pen-sadores delirantes de allende los Pirineos, algo quepor otro lado ya está viejo y “superado”.

Ciñéndome a la primera definición, en ella seadvierte claramente la doble justificación, intelec-tual y ética, de ese post-modernismo que podría-mos llamar crítico. Renunciamos a nuestras esen-cias tanto porque acabaron siendo intolerables paranuestra propia lógica como porque siempre lo fue-ron para las demás racionalidades humanas. No esuna simplificación excesiva decir que la primeravertiente hunde sus raíces en el estructuralismo y lasegunda en el marxismo. La contribución del pri-mero fue mostrar la arbitrariedad de los significan-tes y más tarde la de los mismos significados (post-estructuralismo) y al marxismo debemos el desve-lamiento de la base social e histórica de todo cono-cimiento. También se podría decir que quienes den-tro del movimiento se adscriben más a la primeralínea (el famoso “giro lingüístico”) se concentranen la crítica intelectual, deconstructiva, de las pro-ducciones del conocimiento, mientras los renuentesa cortar el hilo materialista que los une al marxis-

mo seguimos creyendo, como decía hace poco Sla-voj ZiZek, que “la economía no es simplemente unaesfera social entre otras”, sino que “tiene cierto ca-rácter social proto-transcendental” y que muchosmovimientos post-modernos actuales (multicultu-ralistas, feministas, etc.), aunque indudablementeválidos adolecen de un aspecto negativo común:“la desaparición de la economía como el lugar fun-damental de la lucha” (ZiZek 2006: 138-40).

Dicho lo anterior, me parece algo claro que lanovísima AS pertenece en cuerpo y alma, tanto enlo que dice como en lo que olvida, a la corrientemás lingüística de la arqueología post-moderna opost-procesual, junto con otros intentos anterioresde síntesis: arqueología contextual, reflexiva, mul-tivocal, etc. Aún así, reconozco en ella una volun-tad mayor de conjunción de muchas de esas ten-dencias, un intento de responder afirmativamente ala pregunta: ¿hay algo en común en toda la (“peli-grosa por inconmensurable”) dispersión del pos-procesualismo? Como creo que en el terreno filo-sófico a quien más debe todo el movimiento post-moderno es a Jacques Derrida, estoy de acuerdo conla identificación que (parece que) hace la AS de eseelemento común con la búsqueda de una ciertasimetría conceptual (¿no sería mejor “equidad”?),mediante la deconstrucción de las oposiciones quecomponen el lenguaje y que son la expresión soli-dificada de viejos sistemas de dominación.

Es notable el intento que se hace desde la AS pa-ra analizar las entidades que necesitan de esa “nive-lación analítica”: sujeto/objeto, ciencia/mito, espe-cie humana/otras especies, individuo/estructura so-cial, ciencia hecha/ciencia en proceso, etc. Pero sor-prende que todas estas dualidades tengan siempreun carácter poco problemático, escasamente social,y que conserven tan poco de las que hace ya casi20 años el mismo Michael Shanks señaló como ta-reas esenciales de una arqueología crítica y com-prometida con los valores (Shanks y Tilley 1987:205). La insistencia en resolver la contradicciónentre seres humanos y objetos materiales, colocan-do a ambos a la misma altura, que parece ya comola “marca” de la AS (por cuanto otras de sus apor-taciones habían sido ya planteadas previamente), ylos alambicados procedimientos discursivos em-pleados para justificarla, no han dejado de recor-darme algunas parodias humorísticas que se hicie-

Arqueología simétrica: ¿Nueva síntesis o nueva etiqueta?

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ron hace años para criticar el estilo de los primerosposprocesuales, pareciendo que los últimos hanacabado imitando a sus imitadores (Gifford-Gon-zalez 1992: 219). Resulta chocante que se habletanto de derechos de las cosas frente a los huma-nos, y tan poco de los desiguales derechos que se-guimos teniendo nosotros frente a ellas: las crecien-tes diferencias que existen con respecto a la apro-piación y disfrute de los productos materiales delpropio trabajo. El cansancio de muchos ante la queya parece como una viejísima reivindicación noimplica que haya sido resuelta siquiera en parte,por cuando últimamente las distancias no hacenmás que aumentar.

Otro aspecto que tiendo a rechazar de la AS esel individualismo que implícita o explícitamentedefiende. Al igual que otras aproximaciones, comola fenomenología o el interaccionismo simbólicopor citar dos de relativo éxito reciente, la AS, aun-que tome de la Teoría de la Red de Actores de Bru-no Latour y Michel Callon la dependencia tecnoló-gica respecto al mundo circundante, imagina a unoshumanos desprovistos de atributos sociales. En eltexto de T. Webmoor en este dossier, se llega a acu-sar a lo social de “recalcitrante” por su molesta per-manencia en el campo de los estudios de culturamaterial. Pero antes que nuestra imposición al mun-do de los objetos, repito que me preocupan muchomás las imposiciones que nos hacemos los huma-nos unos a otros, y que constituyen la esencia de losocial para la perspectiva materialista. Aunque laexperiencia de la sociedad y del mundo sea en cadauno de nosotros individual, y de ahí del éxito deconceptos recientes como el de “agencia” o acciónpersonal, yo diría que ninguna de esas sensacioneses única, y que es compartida también, antes o des-pués y de forma más o menos recurrente, por otrosindividuos que pertenecen al mismo género, clase,etnia, lengua, etc. que la nuestra. Aunque ninguna

de esas pertenencias implique una asignación esen-cial y necesaria, es mediante las articulaciones he-gemónicas basadas en ellas como se construye laidentidad de cada sujeto (Laclau y Mouffe 1987).Mejor que a la agencia personal, los arqueólogosdeberíamos aproximarnos a las sociedades del pasa-do escrutando las diversas formas en que la ideolo-gía y hegemonía se representaron a través de lacultura material.

Según los deconstruccionistas derridianos, en elanálisis de todo texto hay que buscar una ausencia,un signo borrado, un concepto reprimido que con-diciona todo el argumento (Cusset 2005: 121). Co-mo decía antes, es el silencio sobre lo social lo quedefine a la vez que denuncia internamente al dis-curso de la AS. Aunque personalmente tambiéntengo mucho afecto por los animales (las “especieshermanas” de la AS), y apoyo las conocidas tesisde Peter Singer, o de Jesús Mosterín en España, nocreo que esta característica, también surgido de laobra de Latour y Callon como el inusitado cariñopor los objetos, pueda considerarse un punto teóri-co central de la arqueología en nuestros días.

En definitiva, la AS me ha recordado las críticasque algunos marxistas, como Perry Anderson y Te-rry Eagleton, realizaron del post-estructuralismocomo una “inflación del discurso”, acusándole almismo tiempo de ser la coartada teórica perfectapara el abandono de las prácticas revolucionarias ysu sustitución por el reformismo moderado hoy im-perante en la izquierda occidental (Eagleton 1997:272-3), y también a la consideración displicentedel postmodernismo en general como la “lógicacultural del capitalismo tardío” (Jameson 2002).

Víctor M. Fernández Martínez

Departamento de Prehistoria. Facultad de Geografía eHistoria. Universidad Complutense. 28040. Madrid.

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El ligero retraso con el que las principales co-rrientes de pensamiento en ciencias humanas ysociales suelen llegar a la arqueología nos permiteanticipar cuáles serán los temas fundamentales quemarcarán la orientación de la teoría arqueológicaen los próximos años. En este sentido, no creo queme equivoque cuando afirmo que los estudios post-coloniales (postcolonial studies) y la sociología delconocimiento científico (SSK, sociology of scienti-fic knowledge) están llamados a convertirse en lasreferencias teóricas fundamentales en un futuroinmediato. De hecho, la propuesta de una arqueo-logía simétrica (symmetrical archaeology) puedeser considerada como la irrupción de la sociologíade la ciencia en el campo de la teoría arqueológica.

Tomando como referencia la idea de simetría deDavid Bloor1, el presente conjunto de textos explo-ran la aplicación de algunas ideas procedentes de lasociología de la ciencia en arqueología. Particular-mente, estos autores toman como referencia la Ac-tor-Network-Theory, popularizada por Bruno La-tour, para contestar alguna de las dicotomías fun-damentales que han estructurado el saber arqueoló-gico: persona/cosa, sujeto/objeto, presente/pasado.Como los trabajos de Shanks, Olsen, Witmore yWebmoor demuestran, propuestas como la necesi-dad de repensar la relación entre los seres humanosy las cosas, el análisis de la práctica arqueológica através de la noción de campos múltiples (multiplefields), o el examen de la capacidad de acción(agency) están llamados a renovar un debate teóri-co que parecía encerrado en la ya sempiterna dis-puta entre procesualistas y posmodernos. Sin negarel interés de estos trabajos, creo que todos ellos de-jan de lado un elemento fundamental que me gus-taría explorar brevemente en este comentario: lanecesidad de elaborar una sociología que permitadeterminar las condiciones socio-históricas de pro-ducción del conocimiento arqueológico. Ese es elsentido fundamental de la sociología de la cienciay, en mi opinión, esa debería ser una de las orien-taciones fundamentales de la arqueología simétricaen el futuro.

La sociología de la ciencia es una disciplina cu-yos orígenes se remontan a la sociología del cono-cimiento de principios del siglo XX2. Durante el

último siglo, numerosas teorías se han sucedido.Así, desde las aproximaciones anti-relativistas deRobert K. Merton o Pierre Bourdieu, hasta los en-foques relativistas de Harry Collins, Bruno Latouro Michael Mulkay, pasando por la Sociología his-tórica del conocimiento científico de Stephen Sha-pin, Donald MacKenzie o Michael Lynch, la socio-logía de la ciencia se ha convertido en un espaciodonde tienen cabida multitud de enfoques cuyodenominador común es su interés por los factoressociales que determinan el conocimiento3. Así, du-rante los últimos años, disciplinas tan diversas co-mo la medicina, la química o la filosofía de la cien-cia se han visto sacudidas por la irrupción de estu-dios sociológicos de muy diversa índole.

No ha sido este el caso de la arqueología. Excep-tuando algunos artículos escritos desde la perspec-tiva de la arqueología de género (que, con su aná-lisis de la distribución de fondos, el acceso a lospuestos universitarios o a las publicaciones, handemostrado el marcado carácter sexista de las es-tructuras universitarias) y algunos trabajos muy re-cientes, la sociología del conocimiento ha tenidomuy poca incidencia en la teoría arqueológica. Es-ta situación ha provocado una asimetría fundamen-tal: la que se deriva de considerar el conocimientoarqueológico como algo dado y no como algo pro-ducido. En otras palabras, por utilizar la jerga deBruno Latour que ha hecho fortuna, la teoría ar-queológica se ha centrado casi exclusivamente enel estudio de la “ciencia ya hecha” (ready madescience) y ha olvidado el examen de “cómo se hacela ciencia” (science in the making). Con el objeti-vo de superar esa asimetría, la arqueología simétri-ca debería promover análisis a propósito de lascondiciones socio-históricas que determinan, influ-yen o condicionan la formación del conocimientoarqueológico. Estudios sobre cuestiones tales co-mo la configuración del campo académico, la cons-titución del habitus disciplinar, el papel de las pu-blicaciones científicas como mecanismo dinámicode competencia fundamental de la comunidad cien-tífica o la autonomía del universo científico debenconvertirse en problemas fundamentales en un fu-turo próximo.

Quedarían por responder dos preguntas. En pri-

La “arqueología simétrica” o la irrupción de la sociología delconocimiento científico en arqueología

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mer lugar, ¿qué puede aportar la sociología a laciencia arqueológica? En mi opinión, sólo a travésde este tipo de análisis se puede introducir la refle-xividad (otro de los conceptos esenciales del Strongprogramme de Bloor) necesaria para conocer losdeterminismos sociales que pesan sobre el arqueó-logo y, de este modo, trabajar para contrarrestarlos.En segundo lugar, y aceptando que la verdad cien-tífica estuviese determinada por las condicionessociales de su producción, ¿Para qué mostrar di-chas condiciones? ¿Acaso no le estamos haciendoel juego al relativismo más extremo al considerarque dicha verdad, como diría Bourdieu, reside enuna especie particular de condiciones sociales deproducción? Para responder a estas cuestiones esnecesario aclarar que no toda la sociología científi-

ca se reduce a los enfoques relativistas de BrunoLatour (idolatrado en el mundo anglosajón -comodemuestran los cuatro textos que componen estedossier- y mucho más criticado en el mundo fran-cés). También existen versiones menos radicales(como las de Merton o Bourdieu) cuyo objetivo noes relativizar el conocimiento científico, sino refor-zarlo. Ese debería ser, precisamente, uno de los ob-jetivos de esta arqueología simétrica que está emer-giendo.

Oscar Moro

Department of Anthropology.University of Toronto, Canadá

NOTAS

1. Según Bloor, las explicaciones de la sociología del conocimiento deben responder a los cuatro principios de su Strong pro-gramme. En primer lugar, deben ser causales, es decir deben determinar las causas de las creencias, esto es, las leyes gene-rales que relacionan las creencias con las condiciones que las determinan. En segundo lugar, deben ser imparciales con res-pecto a la verdad y a la falsedad, a la racionalidad y a la irracionalidad, al éxito o al fracaso de las teorías analizadas: las dospartes de estas dicotomías precisan de una explicación. En tercer lugar, deben ser simétricas; es decir, las mismas causasdeben explicar tanto las teorías falsas como las verdaderas. Por último, deben ser reflexivas; i.e. tienen que explicar la emer-gencia y las conclusiones de la propia sociología del conocimiento.

2. En realidad, se podría considerar que la sociología de la ciencia tiene sus raíces en las aproximaciones sociológicas al cono-cimiento de finales de siglo XIX y de principios del siglo XX. Esa primera “sociología del conocimiento”(Wissenssoziologie) se desarrolló fundamentalmente en Alemania y “se [impuso] la tarea de resolver el problema de las con-diciones sociales en que nace el pensamiento, al reconocer valientemente esas relaciones, al llevarlas al horizonte de la cien-cia y al utilizarlas como comprobantes para las conclusiones de nuestra investigación” (Mannheim 1929: 231). La idea fun-damental de estos autores (entre los que destacaron Ernst Grünwald y Karl Mannheim) era que, en algunas ramas del saber,el conocimiento está determinado por factores extra- teoréticos de diversa índole (seinsfaktoren).

3. Para una breve introducción a la sociología de la ciencia, ver mis trabajos: Moro 2005 y 2006. Para introducción a la socio-logía de la ciencia en arqueología, ver el trabajo de Víctor M. Fernández Martínez 2006.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

MANNHEIM, K. (1929): Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento. México, Fondo de CulturaEconómica, 1987.

MORO ABADÍA, O. (2005): La nueva historia de la ciencia y la sociología del conocimiento científico: un ensayo his-toriográfico. Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, LVII (2): 255-280.

MORO ABADÍA, O. (2006): La sociología como metodología crítica de la ciencia: La historia social de las ciencias so-ciales de Pierre Bourdieu. Empiria, 11: 71- 91.

FERNÁNDEZ, V.M. (2006): Una arqueología crítica. Ciencia, ética y política en la construcción del pasado. Crítica,Madrid.

319 Complutum, 2007, Vol. 18: 283-319

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