Arqueologia Iberoamericana 2009

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  • ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANANmero 1 Enero-Marzo 2009 ISSN 1989-4104

    Revista electrnica en formato PDF de periodicidad trimestralhttp://www.laiesken.net/arqueologia/

    De esta edicin, Pascual Izquierdo Egea, 2009. Todos los derechos reservados.Correo electrnico: http://www.laiesken.net/arqueologia/contacto/

    Impresa digitalmente en Espaa

    EDITOR Y DIRECTORDr. Pascual Izquierdo Egea

  • ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANANmero 1 Enero-Marzo 2009 ISSN 1989-4104

    http://www.laiesken.net/arqueologia/Revista electrnica en formato PDF de periodicidad trimestral distribuida a travs de Internet.

    Online journal published quarterly in PDF electronic format. ISSN 1989-4104. Tt. abreviado: Arqueol.Iberoam. De esta edicin, Pascual Izquierdo Egea, 2009. Todos los derechos reservados.

    All Rights Reserved. Impresa digitalmente en Espaa. Printed in Spain. Portada: Machu Picchu (Per).

    EDITOR Y DIRECTOR (Editor and Publisher)Dr. Pascual Izquierdo Egea

    CONSEJO ASESOR EDITORIAL (Editorial Advisory Board)Prof. Dra. Mara Eugenia Aubet Semmler (Univ. Pompeu Fabra, Espaa), Prof. Dr. JavierBaena Preysler (Univ. Autnoma de Madrid, Espaa), Prof. Dra. Teresa Chapa Brunet (Univ.Complutense de Madrid, Espaa), Prof. Dr. Matthew R. E. Des Lauriers (California StateUniversity at Northridge, EUA), Prof. Dr. Jos dEncarnao (Universidade de Coimbra, Por-tugal), Prof. Dr. Jordi Estvez Escalera (Univ. Autnoma de Barcelona, Espaa), Prof. Dra.Pilar Lpez Garca (CSIC, Espaa), Prof. Dr. Miquel Molist Montaa (Univ. Autnoma deBarcelona, Espaa), Prof. Dra. Assumpci Vila Mitj (CSIC, Espaa).

    SUMARIO (Contents)

    Editorial. Pascual Izquierdo Egea, p. 4

    Analizando la variabilidad del registro arqueolgico en sociedadescazadoras-recolectoras desde la etnoarqueologa. Ivn Briz Godino,

    Jordi Estvez Escalera y Assumpci Vila Mitj, pp. 5-16

    Farming and Catastrophe at La Joya: A Consideration ofAgricultural Intensification and Risk in the Formative Sierra de los

    Tuxtlas. Amber M. VanDerwarker, pp. 17-40

    Garganta seca y arena en las botas: prospectando antecedentesarqueolgicos de las tierras ridas del noreste mendocino (Centro

    Oeste Argentino). Horacio Chiavazza, pp. 41-77

    Normas Editoriales (Norms of Publication), pp. 78-79

  • 4 ISSN 19894104ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA 1 (2009)

    EDITORIAL

    ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA nace con elpropsito de convertirse en una revista cientfica inter-nacional que sepa promover eficazmente, con espritu cr-tico y abierto, el estudio arqueolgico de las sociedadesamericanas, ibricas y filipinas, conectando en un mis-mo medio las distintas investigaciones regionales.

    Teniendo como objetivo primordial el servir a la co-munidad investigadora con la mxima eficacia y sin ni-mo de lucro alguno, pretende hacerse un hueco entre laspublicaciones existentes a fin de contribuir a ampliar elnivel de difusin necesario para comunicar con rapidezlos continuos avances derivados de las investigacionesen curso. Si a todo ello unimos la calidad y el rigor, po-dremos ofrecer al lector especializado una informacinvaliosa y fcilmente asequible. Naturalmente, iremos me-jorando progresivamente tanto los aspectos tcnicos comolos contenidos de la revista para adaptarla a las deman-das ms exigentes de todo su pblico, atendiendo siem-pre cuantas crticas y sugerencias vayamos recibiendo.

    Tambin su enfoque multilinge (espaol, ingls, por-tugus) y multidisciplinar facilitar su fin principal, ascomo la creacin y ampliacin del Consejo Asesor Edi-torial, rgano consultivo autnomo integrado por autori-dades acadmicas de reconocido prestigio, permitir ve-lar por la excelencia cientfica de la revista, examinandocon objetividad la idoneidad de los trabajos remitidos parasu publicacin a travs de una poltica de revisin parita-ria mediante dos evaluadores externos para cada caso,dictaminando justificadamente sobre su aceptacin, re-visin o rechazo en funcin de la calidad de los mismos.

    Como garanta de imparcialidad para servir de la ma-nera ms ecunime, ARQUEOLOGIA IBEROAMERICA-NA se declara independiente de cualquier institucin p-blica o privada, as como abierta a todos cuantos se sien-tan identificados con la meta de hacer avanzar nuestroconocimiento arqueolgico sobre los pueblos america-nos, ibricos y filipinos.

    Naturalmente, su periodicidad trimestral, el soporte en-teramente electrnico elegido y su distribucin mundialgratuita a travs de Internet, permiten tanto ofrecer unamxima difusin y celeridad en la edicin como reducirmuchos de los costes tradicionales, agilizando extraordi-nariamente el proceso de comunicacin cientfica. La ma-quetacin en el estndar PDF ha procurado mantener unequilibrio entre la calidad de la lectura por pantalla y so-bre papel. No olvidemos que dicho formato fue creadopara mantener la fidelidad original pero teniendo comodestino final la impresin. En este contexto, pasa a se-gundo plano la cuestin de las suscripciones como nicafuente de ingresos para intentar cubrir parcialmente losgastos soportados. Sin embargo, aunque todos los conte-

    nidos sean accesibles libremente, se reserva para los sus-criptores la obtencin de copias impresas, reduciendo ala mnima expresin la aplicacin de restricciones.

    Por ltimo, la edicin inaugural presenta tres intere-santes artculos dedicados a la etnoarqueologa de los y-manas de la Tierra del Fuego, a los olmecas de la sierrade los Tuxtlas y a las investigaciones arqueolgicas en elnoreste de la provincia argentina de Mendoza, respecti-vamente, dejando para nmeros posteriores la progresi-va inclusin de secciones fijas. Agradecemos profunda-mente la confianza depositada por los cinco brillantesinvestigadores que han hecho posible la aparicin de larevista: Dr. Ivn Briz Godino, Prof. Dr. Jordi EstvezEscalera, Prof. Dra. Assumpci Vila Mitj, Prof. Dra.Amber M. VanDerwarker y Prof. Dr. Horacio Chiavaz-za; que hacemos extensiva a todos nuestros asesores yfuturos colaboradores.

    Pascual Izquierdo Egea

  • ANALIZANDO LA VARIABILIDADDEL REGISTRO ARQUEOLGICO EN SOCIEDADES

    CAZADORAS-RECOLECTORAS DESDELA ETNOARQUEOLOGA

    Ivn Briz Godino,* Jordi Estvez Escalera** y Assumpci Vila Mitj** Dpto. de Arqueologa y Antropologa, Institucin Mil y Fontanals, CSIC ** Dpto. de Prehistoria, Univ. Autnoma de Barcelona (Espaa)

    ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA 1 (2009), 516. ISSN 19894104.

    RESUMEN. Desde 1986, nuestros proyectos de investi-gacin (en colaboracin con una contraparte argentina)en la Isla Grande de Tierra del Fuego han tenido comoobjetivo destacado el desarrollo de una metodologa paraun adecuado reconocimiento de la organizacin social apartir de la evidencia arqueolgica. El trabajo aqu pre-sentado se concentra en uno de los asentamientos exca-vados durante estos proyectos, Tnel VII, ubicado en laparte argentina de la Isla Grande de Tierra del Fuego.El yacimiento, un conchero, es altamente representa-tivo de las sociedades canoeras de los canales fuegui-nos, al menos en su fase final. El mtodo de excavacinnos ha permitido reconocer la detallada secuencia deuna serie de, al menos, diez episodios discretos de ocu-pacin a lo largo de un siglo, que tuvieron lugar en laprctica totalidad de las estaciones del ao. Los momen-tos de ocupacin de Tnel VII no llevan vinculadas es-pecficas pautas estacionales. Son estrategias de subsis-tencia especializadas pero flexibles que no se ven re-presentadas en la estructura conceptual dual collectoro forager, es decir, una especializacin en la no es-pecializacin. La misma evidencia ha servido para fi-jar claros y definitorios comportamientos generales res-pecto al uso del espacio.

    PALABRAS CLAVE: cazadores-recolectores, etnoar-queologa, Tierra del Fuego.

    Recibido: 02-02-2009. Aceptado: 09-02-2009.

    TITLE: Analyzing Archaeological Record Variability inHunter-Gatherers Societies from Ethnoarchaeology.

    ABSTRACT. From 1986, our research projects in IslaGrande of Tierra del Fuego, in collaboration with otherArgentinian team, have emphasized the goal of develo-ping a methodology for a proper archaeological recog-nition of the social organization from archaeologicalevidence. The work presented here focuses on one of the

    settlements excavated during these projects, VII Tunnel,located on the Argentine side of the Isla Grande of Tie-rra del Fuego. The site is highly representative of thecanoe societies of the fueguian channels, at least in itsfinal phase. The excavation method allow us to recogni-ze the detailed sequence of a series of at least ten discre-te episodes of occupation, over a century, which took pla-ce in almost all the seasons. The Tunnel VII moments ofoccupation do not carry specific seasonal patterns linked.Livelihood strategies are highly specialized but flexi-ble that are not represented in the conceptual dual co-llector or forager, ie specialization in non-specia-lization. The same evidence has served to set clear anddefining general behavior regarding the use of space.

    KEYWORDS: hunter-gatherers, ethnoarchaeology, Tie-rra del Fuego.

    PARA HALLAR LOS ORGENES DE NUESTRAS INVESTIGA-ciones sobre las sociedades cazadoras-recolecto-ras de Tierra del Fuego debemos remontarnos a lanecesidad de repensar y replantear, terica y metodol-gicamente, las lneas que la Arqueologa (especialmentela prehistrica) estaba desarrollando en Europa y, msespecficamente, en Espaa durante la pasada dcada delos ochenta (Estvez y Vila 1999). La investigacin ar-queolgica se encontraba inmovilizada frente al lmiteauto-impuesto de las lneas terico-metodolgicas que sehaban seguido desde la dcada de los cincuenta (Est-vez y Vila 2006a). En esos mismos aos ochenta, los avan-ces en teora y metodologa arqueolgica, producto de laperspectiva procesual, permitan importantes desarrollosen el estudio de la paleoeconoma (asumida y empleadacomo sinnimo de sistema de subsistencia) de las so-ciedades cazadoras-recolectoras, sobre todo mediante elempleo de destacadas aportaciones desde la Arqueozoo-

    Editor: Pascual Izquierdo Egea. Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser redistribuida sin permiso escrito de su editor.Published by Pascual Izquierdo Egea. All rights reserved. This publication may not be redistributed without written permission of the publisher.

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    loga, el anlisis de paleoambientes y la tafonoma. Sinembargo, la organizacin social de estos grupos prehis-tricos segua siendo identificada y fijada a partir de teo-ras generales surgidas del estudio de grupos cazadores-recolectores actuales o sub-actuales (negndoles la posi-bilidad de haber tenido un desarrollo propio), o bien asu-miendo una correspondencia automtica (adaptacin)entre variables del sistema de subsistencia y del sistemasocial, siempre buscando ejemplos etnogrficos que po-seyeran similitudes adecuadas a las sugerencias surgidaspreviamente desde los datos arqueolgicos paleoecon-micos y paleoambientales. Ambas lneas carecan deuna adecuada contrastacin y no dejaban margen a unadisconformidad entre ambiente y organizacin social porlo que la explicacin histrica del cambio se remita inexo-rablemente a los cambios ambientales abiticos.

    Frente a esta situacin, nuestros esfuerzos se dirigie-ron a intentar superar tal impasse terico-metodolgico.Desde 1986, diferentes proyectos de investigacin (siem-pre en colaboracin con una contraparte argentina) hantenido como objetivo destacado (Piana et al. 1992) eldesarrollo de una metodologa y una teora para un ade-cuado reconocimiento de la organizacin social a partirde la evidencia arqueolgica, evitando la asuncin de una(no contrastada) correspondencia entre los sistemas so-cio-econmicos de este modo de produccin del pasadoy las sociedades cazadoras-recolectoras-pescadoras delpresente.

    Para alcanzar este objetivo general, debamos poner aprueba nuestras metodologas habituales de recuperaciny anlisis arqueolgico (Estvez et al. 1984; Vila 2006)para comprobar hasta qu punto la imposibilidad era in-trnseca del mtodo y, consecuentemente, inevitable. Paraello, nuestra propuesta se focaliz en analizar arqueol-gicamente una sociedad cazadora-recolectora bien des-crita etnogrficamente. Partamos de que, conociendo lasrespuestas a nuestras preguntas (organizacin social),sera posible evaluar las posibilidades del mtodo.

    Las condiciones ptimas para desarrollar nuestra pro-puesta las hallamos, como hemos explicado en diversasocasiones (cf. Piana et al. 1992, Estvez y Vila 1998, porej.), en Tierra del Fuego. All, en resumen, tuvimos laoportunidad de excavar ejemplos socialmente relevantesde una comunidad (ymana) descrita exhaustivamentedesde el siglo XVI.

    Nuestro propsito puede incluirse en los de la Etnoar-queologa slo entendida en un sentido amplio y plural,ms acorde con su sentido original (VV. AA. 1983) y nocon el restrictivo de algunos investigadores americanos(un anlisis etnogrfico del resultado material de las ac-ciones observadas directamente en sociedades contem-porneas, para ser trasladado a la interpretacin de la evi-dencia arqueolgica). Etnoarqueologa significara pues

    el constante uso dialctico de diferentes disciplinas (ar-queologa, antropologa, etnografa, etnologa, etc.) paraevaluar y desarrollar la metodologa arqueolgica y susinstrumentos terico-metodolgicos (Briz y Vila 2006,Estvez y Vila 1996). Este planteamiento permite la eva-luacin de los estndares arqueolgicos gracias a la con-frontacin de diferentes fuentes de informacin: la obte-nida del registro arqueolgico (adecuadamente validadapor el anlisis tafonmico), la comprobacin mediante lareplicacin experimental y la informacin social dispo-nible desde el registro etnogrfico (documentos escritos,fotografas, dibujos y objetos conservados en coleccio-nes de museos etnogrficos).

    As pues esta metodologa etnoarqueolgica aplicadaa la investigacin sobre la sociedad ymana nos permitereevaluar y reajustar las metodologas estndar en la ar-queologa prehistrica (Piana et al. 1992).

    La poblacin pescadora-recolectora-cazadora de los ca-nales meridionales, la sociedad Ymana, ha sido descritacomo una tradicin cultural adaptativa (Piana 1984), unaadaptacin exitosa y sostenida al litoral (Orquera y Pia-na 1999a: 89), una adaptacin de xito en un ambienteadverso (Legoupil 1986) o como un sistema forager(sensu Binford) con una cierta flexibilidad y con algnrasgo collector como la caza de guanacos por parte deequipos masculinos relatada en descripciones etnogrfi-cas (Orquera y Piana 1999a: 93). Su subsistencia estababasada en la explotacin y gestin de moluscos, la pescay la caza de aves y lobos marinos, junto con una pobreexplotacin de los vegetales como fuente nutricional (queno como recurso). Pese a existir variaciones en la ofertaambiental entre invierno y verano (por ejemplo, en lasespecies de pinnpedos, aves y peces presentes en los ca-nales), no podemos asumir que las estrategias de gestiny explotacin de las unidades cazadoras-recolectoras-pes-cadoras estuvieran determinadas por las variaciones es-tacionales. La sobreexplotacin de recursos generada porel consumo contnuo y reiterado, como es el caso de losmoluscos, era evitada mediante una estrategia de movili-dad en canoa por los canales e islas. Pero en la dimen-sin del largo plazo, el equilibrio (dinmico) del sistemay su reproduccin fue conseguido mediante una organi-zacin social que posibilitaba el control tanto de la pro-duccin como de la reproduccin biolgica, mediante elmecanismo de la divisin sexual del trabajo; a partir desta fue posible generar una desvalorizacin del trabajo/aporte subsistencial de las mujeres y su consiguiente des-valorizacin social (Vila y Ruiz 2001).

    El trabajo que presentamos en estas pginas se con-centra en uno de los asentamientos excavados, Tnel VII(fig. 1), ubicado en una pequea caleta a unos diez kil-metros de Ushuaia, en la parte argentina de la Isla Gran-de de Tierra del Fuego (54 49 15 S-68 09 20 E). El

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    yacimiento, un conchero, es altamente representativotanto de la morfologa como de los procesos de forma-cin de los yacimientos arqueolgicos de asentamientoscorrespondientes a las sociedades canoeras de los cana-les fueguinos, al menos en su fase final. El rpido proce-so de formacin, caracterstico de este tipo de yacimien-to, la neutralizacin de la acidez sedimentaria por efectodel carbonato clcico, as como la ausencia de problemastafonmicos destacados, producto de la cronologa delsitio y la baja incidencia de posteriores actividades an-trpicas en el rea, han generado un excelente estado deconservacin del sitio. Tnel VII, fechado en el s. XIX(Orquera y Piana 1996b), es plenamente representativode los momentos finales de la sociedad Ymana y de laincorporacin del territorio magallnico-fueguino a la ex-plotacin y ocupacin industrial.

    Los trabajos de excavacin, incluidos en un amplioproyecto de colaboracin hispano-argentino (Piana et al.1992, Estvez y Vila 1996), se ajustaron metodolgica-mente a un reconocimiento de los procesos de trabajo (opartes de los mismos) all desarrollados o representados,con una especial incidencia en la generacin de un regis-tro adecuado para identificar estas actividades sociales apartir del anlisis de las interrelaciones espaciales(Wnsch 1996).

    La excavacin inicial afect a 72 m2, concentrndoseposteriormente en una rea determinada de 32 m2, en lacual se haba identificado una topografa circular en cuyo

    centro se localizaban unas reas afectadas por un foco decombustin. Su periferia se caracterizaba por la acumu-lacin reiterada de desechos de procesos de trabajo y deconsumos directos, con especial importancia de las val-vas de los moluscos ingeridos (Estvez y Vila 1998).

    El desarrollo del mtodo de excavacin, generado pornuestros colegas argentinos (Orquera y Piana 1990 y1992) especficamente para el trabajo en este tipo de con-cheros, ha posibilitado distinguir diferentes subunidadesestratigrficas relacionadas con eventos discretos de des-carte (Orquera 1996, Orquera y Piana 1996a), permitin-donos as reconocer una detallada secuencia de episo-dios de ocupacin. En esta secuencia, hemos podido ais-lar 274 unidades micro-estratigrficas (Estvez y Vila2000) que corresponden a una serie de, por lo menos,diez episodios discretos de ocupacin. Estos han sido de-terminados a partir de la superposicin estratigrfica dediez fogones en el espacio circular central (dominado poruna sedimentacin hmico-terrosa). Esa zona central es-taba rodeada por el depsito de unidades con una matrizfundamentalmente compuesta de valvas de moluscos (enespecial, mejillones) (fig. 2).

    El sistema de excavacin empleado nos permiti, tam-bin, localizar pequeas concavidades (interpretablescomo agujeros de palos) que delimitan parcialmenteun rea ms o menos circular de unos 3,5 m de dimetroalrededor de la zona central (fig. 3). A partir de esta evi-dencia, y destacando que coincide con las descripciones

    Fig. 1. Ubicacin geogrfica de Tnel VII.

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    etnogrficas, podemos apuntar que nos encontramos anteel emplazamiento de una choza que fue empleado en rei-teradas ocasiones como se desprende del estudio micro-topogrfico, estratigrfico y morfolgico.

    El planteamiento inicial de que la organizacin inter-na de una unidad social se refleja en la gestin del espa-cio habitado (Estvez et al. 1984) requiere una metodo-loga de excavacin en extensin, como la que realiza-mos en Tnel VII, que permita un ptimo anlisis deluso del espacio micro, y que es diferente de la estrate-gia orientada a la verificacin macro de la dinmicaadaptativa de grano grueso o baja resolucin tal comose plantea en los objetivos de la orientacin de la Ar-queologa ecolgica o la Ecologa cultural (Gassiot 2000).Nuestro enfoque tambin requiere fijar las variables ade-cuadas en el estudio de los diferentes materiales en baseal anlisis de las estrategias de gestin (obtencin, pro-cesado, consumo, etc.) de los elementos producidos y con-sumidos en los diferentes episodios (Briz 2002, GrupoDEVARA 2006). Necesitamos, en resumen, generar unreconocimiento cientfico de la realidad material arqueo-lgica capaz de trasladarnos del mbito de la estricta des-cripcin de los materiales (que aunque est basada en unajustado mtodo clasificatorio, no nos permite avanzaren el conocimiento de la esfera social), a la efectiva ca-pacidad explicativa de las dinmicas sociales. As, unode los objetivos metodolgicos incluidos en nuestro tra-

    Fig. 2. Tnel VII

    bajo es alcanzar una adecuada construccin de las dife-rentes categoras de anlisis, en coherencia con los obje-tivos interpretativos que nos hemos fijado y los mtodosa implementar; evitando la asuncin acrtica tanto de ele-mentos bsicos identificativos-clasificatorios como de lasteoras implcitas en ellos.

    En este intento por llevar ms all nuestra capacidadexplicativa sobre las dinmicas de aquellas sociedadesque no controlan directamente la reproduccin de los re-cursos, es esencial comprender las causas de la variabili-dad evidente en el registro arqueolgico. Variabilidad pre-sente en las diferentes escalas de anlisis e interpreta-cin, y que debe ser evaluada para discriminar aquellasocial e histricamente significativa de la no relevantepara nuestras investigaciones.

    Las metodologas analticas concretas desarrolladaspara alcanzar nuestro objetivo han sido ya presentadasen varias ocasiones y no son objeto detallado en este tra-bajo (Briz 2004, Briz et al. 2005, Clemente 1997, Cle-mente et al. 1996, Estvez et al. 1996, Estvez y Mart-nez 1998, Mameli y Estvez 2005, Terradas 1997 y 2001,Piqu 1999, Wnsch 1996, Zurro 2002). Por contra, enestas pginas intentaremos describir una primera aproxi-macin a los resultados de estos anlisis integrales de lasactividades documentadas en los diferentes episodios deocupacin que se desarrollaron en el sitio Tnel VII y, ala vez, lo generaron.

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    LOS EPISODIOS DE OCUPACINA. El primero de los episodios de ocupacin tuvo lu-

    gar, segn las evidencias existentes, al menos durante laprimavera. En esta ocupacin, la presencia de restos delobo marino es baja, en contraposicin a la importantepresencia de huesos de guanaco y cetceo. Se pudo cons-tatar un interesante y no habitual consumo de cotorra aus-tral, muchos de cuyos huesos presentan evidencias dedescarne y consumo antrpicos. Pese a su reducido ta-mao, el papel de este animal puede ser importante, ade-ms de por la alimentacin, por otros motivos, por ejem-plo, es la nica ave de la costa fueguina con plumas decolor verde, y as podemos considerar la posibilidad deconsumos no nicamente alimentarios aunque los docu-mentos etnogrficos no hacen una especial mencin alrespecto.

    B. Durante el segundo episodio, probablemente tam-bin en primavera, se realizaron diferentes procesos detrabajo sobre hueso. El consumo de lobo marino est biendocumentado, as como el de huesos de cetceo para lamanufactura de instrumentos. En relacin a los trabajosdesarrollados mediante el uso de instrumentos lticos(siempre a nivel de los filos activos de los instrumentos ,1exclusivamente), podemos sealar la importancia de lostrabajos sobre madera y hueso. Los trabajos sobre made-ra (tanto en movimientos transversales como longitudi-

    nales) presentan un elevado nivel de especializacin enlas morfologas empleadas, as como en el caso de losefectuados con cinemtica transversal sobre hueso; en elcaso de la madera procesada con cinemtica transversal,con especial relevancia las morfologas que, sin ser espe-cficamente especializadas, s se encuentran en un segun-do nivel en la seleccin/produccin de rasgos morfotc-nicos (Briz 2004 y 2006). Junto con la presencia de ins-trumentos para la caza (slo dos piezas), tambin pode-mos indicar una destacada especializacin morfolgicaen el instrumental para el procesado con cinemtica lon-gitudinal de recursos faunsticos y, ms especficamente,la carne.

    C. Para el tercer episodio de ocupacin, de corta dura-cin, se pudieron reconocer indicadores correspondien-tes al final del invierno o inicios de primavera. En esteepisodio se consumi guanaco, cuyos restos fueron em-pleados tambin como materia prima para la produccinde artefactos. En relacin a la fauna marina, lobo marinoy cetceos estn presentes en las actividades de consu-mo, pudiendo ser el segundo tipo de estos restos seostanto residuos de alimento como de materia prima para

    Fig. 3. Tnel VII. Ubicacin de los posibles agujeros de poste e hiptesis de delimitacin de la choza.

    1 El anlisis funcional del material ltico del yacimiento Tnel VII

    ha sido realizado fundamentalmente por el Dr. I. Clemente Conte(1997) en el marco de nuestros proyectos.

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    este de la choza; el centro de la choza empieza a ser ro-deado por el conchero y a quedar situado en una depre-sin.

    E. El quinto episodio de ocupacin, con indicadoresque apuntan al invierno, es uno de los de mayor comple-jidad. En esta ocupacin se documenta un rea de tallaltica en el exterior de la choza. Las principales eviden-cias de consumo existentes son los restos de guanaco yde lobo marino, as como una muy alta proporcin dehuesos de cetceo, reducindose, respecto al patrn ge-neral del sitio, el consumo de aves. La variabilidad de lasrelaciones forma-funcin en instrumentos lticos va in-crementndose: las morfologas empleadas van siendoms lejanas de las tendencias hacia la especificidad, es-pecialmente en el caso de los trabajos transversales so-bre madera (pese a que contina manteniendo, respectoal conjunto de los procesos productivos all desarrolla-dos, su importancia destacada). El trabajo sobre hueso,

    la produccin de artefactos. Las relacionesforma-funcin identificadas en el instrumen-tal ltico son parcialmente similares a las delepisodio anterior: pese al reducido nmerode instrumentos identificados, la preeminen-cia de los trabajos sobre madera y hueso vuel-ve a repetirse pero, en esta ocasin, para losprocesos de trabajo sobre madera, las morfo-logas empleadas son mucho ms diversas, ala vez que las empleadas sobre hueso son des-tacadamente caractersticas. El instrumentalpara la caza contina presente, acompaadode la aparicin de instrumentos para trabajarla piel con cinemticas transversales con uninteresante grado de especializacin morfo-lgica.

    Durante estas primeras ocupaciones, lagentes ocupantes de las sucesivas chozas de-positaron los restos de su consumo de mo-luscos en el costado sudoeste de la estructu-ra, generando as varias capas de conchero.Del sudoeste proviene el viento ms moles-to. En base a esto, apuntamos la posibilidadde que este proceso se llevara a cabo cons-cientemente, para incrementar levemente laproteccin frente al viento.

    D. El cuarto episodio, con presencia de ma-nufactura y uso de puntas de flecha, poseeun rea especfica de talla prxima al rea decombustin central. Otros dos pequeos fo-gones, secundarios, fueron encendidos en la zona nortede la choza: uno en el interior y, el segundo, en el exte-rior. El trabajo sobre madera con instrumental ltico y elconsumo de lobo marino fueron las actividades destaca-das, aunque tambin fueron abandonados restos de hue-sos de cetceo. Las dinmicas de forma-funcin del ins-trumental ltico poseen una variabilidad marcadamentesuperior a las de las ocupaciones (fig. 4) anteriores, aun-que tambin debemos reconocer la baja cantidad de ca-sos en cada uno de los procesos. Tanto para el trabajo dela madera como del hueso con cinemticas transversales,la dinmica prxima a la especializacin de los episo-dios anteriores se mantiene; junto con una presencia re-sidual de trabajo sobre piel con cinemticas longitudina-les. Los datos del episodio apuntan a invierno-primave-ra, como en el caso anterior, pero en esta ocasin las di-nmicas de acondicionamiento y mantenimiento del es-pacio acumularon los residuos y desechos en el costado

    Fig. 4. Ejemplo de anlisis espacial e identificacin dereas de actividad en tres episodios de ocupacin (A,B y C).

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    aunque presente, ha visto reducida su importancia e in-crementada su variabilidad. La presencia de puntas parala caza es, tambin, importante. Y los trabajos longitudi-nales sobre piel destacan, aunque caracterizados por eluso de una elevada polimorfologa, fenmeno coincidenteen los instrumentos para el procesado de recursos anima-les con cinemtica longitudinal, que se caracteriza porunas dinmicas morfolgicas poco estandarizadas. El cli-ma invernal puede tener relacin con un mayor e intensouso del fuego: junto a la entrada se emplaza una segundahoguera prxima al rea de combustin central. Asimis-mo, varias manchas de termo-alteracin del suelo indi-can la posible presencia de reas de combustin secun-darias. Este uso de fuegos secundarios es ya sealado enlas fuentes etnogrficas.

    F. Las evidencias del sexto episodio de ocupacin in-dican inicios del verano. Contiene gran cantidad de ins-trumentos sobre hueso, una importante disminucin enel volumen de lobo marino consumido y un destacadoincremento de huesos de cetceo, as como evidencias de

    consumo de pescado y aves. Es en esteepisodio donde podemos constatar al-gn caso de caza de lobo marino me-diante arco y flecha. Pequeas reastermo-alteradas nos indican la ubica-cin y presencia de diferentes zonas decombustin secundarias en el interior,alrededor del lmite de la choza. Losresiduos de alimentacin y de manu-factura, as como objetos realizadossobre hueso, fueron abandonados al-rededor de la parte norte interior de lachoza. Las dinmicas reflejadas en elinstrumental ltico son especialmenteinteresantes en este episodio: pese a labaja diversidad de actividades desarro-lladas, la importancia del trabajo so-bre madera se mantiene, continuandocon lo ya observado previamente detrabajos realizados con cinemticatransversal e incorporando una mayordiversidad en las morfologas emplea-das. Para este conjunto, la caractersti-ca es la homogeneidad en la falta dehomogeneidad: diversas morfologasestn siendo empleadas para un mis-mo proceso productivo. Junto a esto,tambin podemos remarcar la impor-tancia de cinemticas longitudinales(fig. 5) sobre piel, lo cual incorpora una

    diversidad de formas lejanas de las morfologas caracte-rsticas de este proceso productivo. Finalmente, desta-car, adems, la presencia de dos instrumentos relaciona-dos con el procesado de algn vegetal no leoso.

    G. Este episodio de ocupacin se caracteriza, por en-cima de todo, por su aparente corta duracin a juzgar porlas pocas unidades de acumulacin asociadas y la bajacantidad de residuos generada. Pese a esto, se ha podidodocumentar la manufactura sobre hueso y la produccinde puntas de flecha lticas. La representatividad de lasactividades de caza ve incrementada su importancia, a lavez que los trabajos transversales sobre hueso ganan, lo-gicamente, importancia respecto al episodio anterior, ala vez que muestran destacados niveles de especializa-cin. Los trabajos con movimiento transversal sobre ma-dera indican una marcada especializacin morfolgica, ala vez que podemos constatar una disminucin de los tra-bajos sobre piel.

    El episodio se caracteriza, a nivel de los consumos di-rectos, por la presencia de lobo, aves caractersticas de

    Fig. 5. Interpretacin estratigrfica de TnelVII.

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    mbito marino y destacada importancia del pescado. Enel interior de la choza una reducida rea de combustincentral y algunas pequeas fogatas secundarias reparti-das por el lmite.

    H. El octavo y noveno episodio tienen, ambos, indica-dores de verano. Debido a que tal vez son muy prximosen el tiempo, fueron difciles de segmentar y diferenciar.En ambos episodios, los fogones casi se superponen, ytanto el permetro de la choza como las unidades estrati-grficas asociadas son difciles de correlacionar espec-ficamente con cualquiera de los dos eventos. Contieneninstrumentos lticos para el procesado animal y eviden-cias de consumo de cetceo, tambin guanaco y abun-dantes aves y pescado. Los trabajos con dinmicas for-ma-funcin altamente especficas se desarrollan sobrefauna, madera y piel (especialmente, con dinmica trans-versal), pudiendo inferirse tambin, en este ltimo pro-ceso de trabajo, gracias a la presencia de residuos de re-valorizacin de los instrumentos, un elevado grado deaprovechamiento del instrumental. Para la ocupacin Hpodemos especificar ms: los trabajos con cinemticatransversal sobre piel y hueso mantienen un destacadonivel de especializacin, tendencia que tambin sigue(aunque no en el mismo grado) el procesado con movi-miento longitudinal de recursos animales. Finalmente,destacar la ausencia de instrumentos para la caza.

    J. En el ltimo de los episodios, los depsitos incluyenmuy pocos instrumentos lticos. Pese a esto, podemosidentificar, junto a la ausencia de tiles para la caza, unadestacada importancia (y especializacin morfolgica) delinstrumental para el procesado (longitudinal) de recur-sos animales. Pero tambin debemos reconocer que enlas restantes dinmicas de trabajo representadas, muchomenores en importancia (segn el nmero de instrumen-tos identificados), existe una gran diversidad morfolgi-ca, a excepcin del trabajo sobre madera con movimien-to transversal.

    REFLEXIONES SURGIDAS

    El modelo dual forager-collector, generado desde lainvestigacin procesualista de los 70/80, ha alcanzadoun elevado grado de popularidad, convirtindose en unmaleable concepto explicativo empleado con independen-cia de la cronologa o las tradiciones culturales. As,por ejemplo, ha sido aplicado tanto a las poblaciones nean-derthales como a las de pescadores-cazadores-recolecto-res del mesoltico europeo (Estvez y Vila 2006c; Gas-siot y Estvez 2006). El significativo contraste, la signi-ficativa diferencia, entre el desarrollo del mundo nean-derthal y el mundo mesoltico (con su altamente especia-lizada tecnologa) ha provocado dificultades porque mi-

    nimiza la importancia del conocimiento acumulado en lagestin social de los recursos y la posible organizacinestrictamente logstica y previsora de una explotacin queoptimizase de forma flexible (aparentemente oportunis-ta) los recursos local o temporalmente (aunque no esta-cionales) ms rentables. Por otro lado, la cualidad (o ta-mao) de los recursos no condiciona tampoco la organi-zacin social como es bien sabido (cf. Grier et al. 2006;Price y Braun 1985).

    Lo que era simplemente un modelo de clasificacinsimplificada ha sido reiteradamente forzado en su apli-cacin a casos concretos, extrapolndolo, de forma arries-gada, a sociedades arqueolgicas y/o etnogrficas. Frutode este procedimiento, en ocasiones se ha asignando uncomportamiento estacional a sociedades cazadoras-reco-lectoras-pescadoras que viven en zonas litorales, pese ano existir evidencias directas. El riesgo de este razona-miento es evidente. Y, por ejemplo, podemos observarun excelente caso en los trabajos de Stuart (1972) en re-lacin a los grupos costeros de Tierra del Fuego; espe-cialmente si los contraponemos a las obras de Orquera yPiana (1999a).

    En el caso que nos ocupa, la orientacin hacia una ex-plotacin intensiva de los recursos marinos y litorales,complementada con la de los recursos terrestres, est muyclara y se correlaciona con una ergologa especializadarelativamente compleja (canoas, deslapadores, arpones,puntas multidentadas, pesos de lnea, horquillas y cestospara pesca, etc. por un lado; y arco y flechas, trampaspara aves, etc. por el otro). Pero las pautas recurrentes,representadas claramente a lo largo de la secuencia deepisodios de ocupacin, esconden las dinmicas espec-ficas ms complejas que se desarrollaron y hemos podi-do identificar en cada uno de dichos momentos.

    No existe una tendencia monoltica en relacin a laexplotacin de recursos de la zona: en algunos episodioshay elementos destacados como el consumo de cotorrasen un caso y, en otros, una orientacin mayor hacia lacaptura de aves o hacia la extraccin de pescado.

    La informacin global de la secuencia nos ofrece unamuestra representativa de una serie de ocupaciones rei-teradas a lo largo de un siglo prcticamente, que tuvieronlugar en la prctica totalidad de las estaciones del ao.Pero los momentos de ocupacin de Tnel VII no llevanvinculadas pautas estacionales especficas.

    A partir del registro arqueolgico del sitio, tambinpodemos indicar que la evidencia permite fijar claras ydefinitorias pautas generales respecto al uso del espacio.El elemento reiterado ms destacado en la gestin y so-cializacin del espacio fue el uso del centro de la depre-sin para la ubicacin del fuego principal, en todos losdiferentes episodios de ocupacin. Pero se observa unaflexibilidad y una variabilidad que no se correlaciona con

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    la atribucin estacional de la ocupacin. Algunos de losepisodios de establecimiento son breves, otros, en cam-bio, son de una duracin destacada sin que exista tampo-co una correlacin clara entre el tiempo de permanenciay la estacin del ao en que se desarrolla la actividad enel asentamiento.

    La microtopografa generada a lo largo de las diferen-tes ocupaciones, producto de la misma acumulacin noaleatoria y de la naturaleza de los depsitos de restos deconsumo, condicion las dinmicas de las subsiguientesestancias. Si bien la perspectiva global de las ocupacio-nes provee claros indicadores de las estrategias econ-micas, el microanlisis de la secuencia es, creemos, degran inters.

    En suma, el examen de los diferentes episodios reflejauna serie de modelos reiterados comunes a todos ellos.Pero tambin evidencia una variabilidad en las estrate-gias de gestin social del medio y su explotacin econ-mica que permite un oportunismo especializado. Y enambos casos, con especial inters en relacin a la explo-tacin y gestin de las fuentes alimentarias (caza de pin-npedos con arpones, fabricacin de puntas de flecha, tec-nologa para la pesca) y al uso del espacio habitacional.

    En Tnel VII existe una tecnologa especializada, ycon un elevado grado de inversin en revalorizacin paramantener su capacidad productiva, para proveer al grupode unas dinmicas de subsistencia no simples, interrela-cionadas, maleables. Este sistema no-rgido articula, in-terrelacionadamente, diferentes estrategias: desde la cap-tura de pinnpedos con arpones hasta la pesca desde lascanoas, o la caza de guanacos con arco y flecha; as comootros procedimientos oportunistas, como por ejemplo lacaza ocasional de pinnpedos con arco y flecha. Estasestrategias especializadas, pero flexibles, de subsisten-cia no se ven representadas en la estructura conceptualdual collector o forager que tan til ha resultado paraorganizar la evidencia en las dos ltimas dcadas del si-glo pasado.

    El anlisis detallado de las dinmicas de los 10 even-tos apunta como ms acertado llamar a esta estrategiaespecializacin en la no especializacin (Estvez, Vilay Terradas 2002). Cada episodio de ocupacin revela di-ferencias en las especies explotadas y en sus frecuenciasrelativas. Consecuentemente, podemos proponer que laspersonas ocupantes de Tnel VII emplearon una ampliavariedad de estrategias (organizacin) para ajustarse alas reducidas variaciones ambientales en el tiempo y elespacio.

    Si bien la tendencia general se dirige hacia la explota-cin de los recursos litorales y la recoleccin de mejillo-nes, aprovechar la mejor oportunidad tambin es una es-trategia factible y altamente rentable desde determinadasformas de organizacin social con un notable desarrollo

    de instrumentos y medios de produccin especializados.El papel esencial de la caza de pinnpedos o la recolec-cin de moluscos, evidentes en la subsistencia de la so-ciedad Ymana, debe ser analizado en un marco generalde mayor diversidad de estrategias, llammoslas oportu-nistas (y sin olvidarnos del importante recurso vegetalque, como hemos visto incluso por los instrumentos lti-cos, tiene un papel decisivo, aunque no sea en la alimen-tacin). Podemos observar el uso oportunista de instru-mentos en el hecho de que aunque sin duda el ms ade-cuado instrumento para la caza de pinnpedos es el arpn(en combinacin con la canoa de corteza), estos anima-les tambin fueron cazados en tierra con arco y flecha(Mameli, Estvez y Piana 2005).

    Esto es esencial para distinguir la diferencia entre unamuestra secuencial y una ocupacin discreta. La clasifi-cacin reducida, reductora, de cualquier comportamien-to a collector o forager impide un anlisis adecuadode esta variabilidad en las estrategias de subsistencia deun grupo. Pero no podemos, evidentemente, comparar ala sociedad Ymana con un grupo forager del Paleol-tico Medio, aunque ste tuviese una subsistencia basadaen la recoleccin de recursos R semejante a la de aqulla(cf. Stiner 1994). Ni es posible categorizar, estrictamen-te, los grupos costeros mesolticos como collectors oforagers. Necesitamos evaluar afinadamente la varia-bilidad social reflejada, materializada, en toda la variabi-lidad material (tanto de las estrategias de explotacin delos recursos como en las de organizacin del espacio ha-bitado). Necesitamos una arqueologa orientada a la re-presentacin de las estrategias organizativas para la pro-duccin (y distribucin y consumo) y para la reproduc-cin social, ya que son estas estrategias las que marcanlas diferencias esenciales entre grupos.

    El anlisis articulado de material ltico y huesos notiene traslacin (o traduccin) directa sin preguntarnospor el significado real de la muestra estudiada. Conside-rando el palimpsesto como un todo, podramos haber re-presentado los modelos de comportamiento dominanteen trminos de estrategias de subsistencia, pero esto ocul-tara un comportamiento ms relacionado con una im-provisacin oportunsta y a corto plazo que tambin esnecesario evaluar.

    El palimpsesto que constituye los yacimientos (inde-pendientemente de su cronologa, asignacin social o mor-fologa) debe ser segmentado para evidenciar las dife-rentes estrategias sociales desarrolladas. nicamente me-diante esta dinmica de investigacin tendremos accesoa las diferentes alternativas que pueden haber estado yestar representadas arqueolgicamente en los yacimien-tos. Podremos entonces empezar a evaluar la capacidadde xito o fracaso, o de conservacin o cambio, de lassociedades que intentamos estudiar.

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    IVN BRIZ GODINO ([email protected]) es Doctor enArqueologa Prehistrica por la Universidad Autnomade Barcelona (2004). Investigador Contratado Icrea-Ju-nior por la AGAUR en la Institucin Mil i Fontanalsdel CSIC de Barcelona, dirige el proyecto de investiga-cin Social aggregation: a Ymana Societys short termepisode to Analyse Social Interaction, financiado porThe Wenner-Gren Foundation for Anthropological Re-search (Estados Unidos).

    JORDI ESTVEZ ESCALERA ([email protected]), Doc-tor en Historia Antigua por la Universidad de Barcelona(1979), es Profesor Titular de Prehistoria en la Univer-sidad Autnoma de Barcelona (UAB) y Doctor Vincula-do al CSIC. Coordina el Grupo de Arqueologa SocialAmericana en la UAB. Ha dirigido proyectos de investi-gacin sobre Paleomesoltico en la Pennsula Ibrica ycodirigido otros sobre arqueologa en Argentina, Nica-ragua y Uruguay.

    ASSUMPCI VILA MITJ ([email protected]), Doctoraen Historia Antigua por la Universidad de Barcelona(1981), es Profesora de Investigacin en la InstitucinMil y Fontanals del CSIC en Barcelona, donde fund elLaboratorio de Arqueologa en 1990. Es la coordinado-ra del grupo de investigacin AGREL del AGAUR. Hadirigido proyectos de investigacin sobre sociedadescazadoras-recolectoras y etnoarqueologa en Tierra delFuego (Argentina), as como de desarrollo metodolgi-co y de tcnicas en Arqueologa.

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  • ABSTRACT. This paper examines the process of agri-cultural intensification as it occurred during the Forma-tive period (1400 BC-AD 300) along the southern GulfCoast of Mexico. Over the course of two millennia, ruralvillagers living in the Olmec hinterland of the Sierra delos Tuxtlas invested more time and labor into farmingactivities as they became increasingly sedentary and dealtwith episodic volcanic eruptions and ash fall. This pe-riod of time witnessed the development of a regional po-litical hierarchy in the Tuxtlas, which also had conse-quences for village-level subsistence. In examining agri-cultural intensification in the context of volcanic catas-trophe and political development, I analyze archaeolo-gical plant and animal data from the site of La Joya, afarming village located in southern Veracruz, Mexicospanning the Formative period. The subsistence data in-dicate that maize intensification was a long, incrementalprocess that began in the Middle Formative period, hun-dreds of years before political development and the esta-blishment of a regional center. At the close of the LateFormative period, after the regions political consolida-tion, a severe volcanic eruption blanketed the region withash, leading to significant, if temporary, environmentalcircumscription. La Joya villagers responded to this ca-tastrophe by intensifying maize production on infieldsand expanding their hunting and fishing territories toexploit a wider range of animal prey.

    KEYWORDS: Olmec, Formative, zooarchaeology, pa-leoethnobotany, agricultural intensification, risk.

    Received: 10-02-09. Accepted: 17-02-09.

    TITULO: Agricultura y catstrofe en La Joya: un exa-men de la intensificacin agrcola y riesgo en el perodoFormativo de la Sierra de los Tuxtlas.

    RESUMEN. Este estudio examina el proceso de seden-tarizacin, intensificacin agrcola y desarrollo de unajerarqua poltica regional durante el perodo Formati-

    vo (1400 a. C.-300 d. C.) a lo largo de la costa meridio-nal del Golfo de Mxico, en la zona olmeca de la Sierrade los Tuxtlas. Los resultados obtenidos analizando losdatos de animales y plantas provenientes del sitio de LaJoya, un pueblo agrcola ubicado en el sur de Veracruz(Mxico) que abarca todo el Formativo, indican que laintensificacin del maz fue un proceso largo y gradualque se inici en la fase media de esta etapa, cientos deaos antes del establecimiento de un centro regional. Afinales del Formativo Tardo, despus de su consolida-cin poltica, una severa erupcin volcnica cubri conceniza la regin. Los aldeanos de La Joya respondierona esta catstrofe incrementando la produccin de mazen las inmediaciones y ampliando sus territorios de cazay pesca para explotar una gama ms amplia de anima-les.

    PALABRAS CLAVE: olmeca, Formativo, zooarqueolo-ga, paleoetnobotnica, intensificacin agrcola, riesgo.

    THE RELATIONSHIP BETWEEN AGRICULTURAL INTENSIFICA-tion and the emergence of political complexityhas received a great deal of archaeological atten-tion (Boserup 1965, Clark and Blake 1994, Cohen 1977,Scarry 1986). This paper examines agricultural intensifi-cation during the Formative period (1400 BC-AD 300)along the southern Gulf Coast of Mexico (fig. 1). This isthe time and the place of the Olmec, one of the earliestcomplex societies in Mesoamerica. Because the terms in-tensification and complexity have been used in a myriadof different ways, it is necessary to clarify the manner inwhich I use them here. By agricultural intensification, Irefer to an increased investment of time and labor byhumans into farming increasingly smaller areas of land. Iuse the phrase emergence of political complexity to referto the development of a regional political hierarchy cha-racterized by administrative centralization and institutio-nalized social inequality.

    FARMING AND CATASTROPHE AT LA JOYA: A CONSIDERATIONOF AGRICULTURAL INTENSIFICATION AND RISK IN THE

    FORMATIVE SIERRA DE LOS TUXTLAS

    Amber M. VanDerwarkerDepartment of Anthropology, University of California, Santa Barbara, USA

    ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA 1 (2009), 1740. ISSN 19894104.

    Editor: Pascual Izquierdo Egea. Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser redistribuida sin permiso escrito de su editor.Published by Pascual Izquierdo Egea. All rights reserved. This publication may not be redistributed without written permission of the publisher.

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    To examine agricultural intensification in the contextof political development, I analyze archaeological plantand animal data from the La Joya site, a farming villagelocated in southern Veracruz, Mexico that spans the Form-ative period (Arnold 1999, 2000, 2002; McCormack 2002,VanDerwarker 2006a). Plant and animal data are rarelyconsidered together, and almost never by the same ana-lyst, which often creates a false dichotomy between plantand animal subsistence. The research I present here isone of an increasing number of studies to ask similar ques-tions of both data sets (see also Bakels et al. 1992, Ben-dremer 1999, Cartwright 1998, Cooke et al. 1996, Craneand Carr 1994, Di Lernia 2001, Fischer 1998, Jackson1989, Kidder and Fritz 1993, Lovis et al. 2001, Martinand Parks 1994, Mbida 2000, Moore et al. 1994, News-om and Wing 2004, Pauketat et al. 2002, Reitz et al. 1985,Scarry and Reitz 2005, Sobolik 1994, Spielmann andAngstadt-Leto 1996, Smith and Egan 1990, VanDer-

    warker 2006a, VanDerwarker and Detwiler 2000, Wet-terstrom 1994, Walker et al. 2001).

    The development of political complexity occurred veryearly along the southern Mexican Gulf Coast. Large ci-vic-ceremonial centers were established at places like SanLorenzo during the Early Formative (1400-1000 BC) (Coeand Diehl 1980a, 1980b; Cyphers Guilln 1994; Cyphers1996, 1997), La Venta during the Middle Formative(1000-400 BC) (Drucker et al. 1959; Gonzalez Lauck1989, 1996), and Tres Zapotes during the Late Formati-ve (400 BC-AD 100) (Pool 2003). These large politicalcenters served as seats of power for regional elites whooversaw large labor projects like extensive earthenmound-building and monument construction in the formof colossal heads, stone altars, and stelae (Pool 2007).Most explanations for social organization and the emer-gence of political complexity in the Olmec lowlands hin-ge on economic control through possession of prime le-

    Fig. 1. Map of Gulf Coastal Mexico including the Sierra de los Tuxtlas.

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    vee lands, trade in basic subsistence tools, and maize sur-plus and tribute (Coe 1981; Coe and Diehl 1980a, 1980b;Heizer 1960, 1962; Rust and Leyden 1994). Unfortuna-tely, the lack of reported subsistence data from these si-tes inhibits our ability to support or refute explanationslinking agriculture and political complexity.

    Subsistence data from the neighboring Sierra de losTuxtlas, however, make it possible to trace the relations-hip between agricultural intensification and the develop-ment of political complexity during the Formative pe-riod. Located approximately 60-100 km northwest of SanLorenzo and La Venta, the Sierra de los Tuxtlas servedas the source for basalt used in carving Olmec heads andother monuments (Williams and Heizer 1965). Despiteis geographical proximity to the lowland centers, howe-ver, the Sierra de los Tuxtlas did not experience its ownregional political development until after the fall of LaVenta, during the Late Formative period. In this paper, Idocument the process whereby rural Olmec inhabitantsintensified maize production at the Formative site of LaJoya through the analysis of macrobotanical and zooar-chaeological assemblages spanning this 2,000 year pe-riod. The subsistence data indicate that maize intensifi-cation was a long, incremental process that began in theMiddle Formative period, hundreds of years before poli-tical development and the establishment of a regionalcenter.

    AGRICULTURAL INTENSIFICATION INTHE OLMEC WORLD

    Michael Coe and Richard Diehl (1980a, 1980b) have ar-gued that kin groups occupying the levee lands aroundSan Lorenzo rose to power as a direct result of the grea-ter agricultural potential of these lands. Because river le-vees offered higher maize productivity in terms of yields,these lands probably achieved renown as prime maize-producing areas (Coe and Diehl 1980b:148). Kin groupsfarming these lands would have been able to generateand store more surplus maize than other farming groupsin the region, which may have translated into the increa-sed ability to underwrite feasts and other prestige-buil-ding events (Coe and Diehl 1980a, 1980b; see also Clarkand Blake 1994). In other words, the disparity in maizeproduction between groups occupying levee lands andgroups located elsewhere would have ultimately led toincreasing social inequality among these groups, with theformer achieving political eminence over the region.

    Joshua Borsteins (2001) recent settlement analysis,however, suggests that people were not so much focusedon agriculture prior to 1000 BC as they were on the ex-ploitation of aquatic resources. He argues that aquatic

    foods, not maize, underwrote the rise to power by Olmecelitesthe exploitation of which would have still madeland along river levees important to this process (Bors-tein 2001, see also Wendt 2003). In all probability, leveelands were important both for farming maize and for ac-cess to aquatic resources. Blake et al. (1992) and Ro-senswig (2006) make similar arguments for the Formati-ve-period Soconusco.

    The Olmec have often been characterized in terms of atribute-based political economy. Presumably, political eli-te would have commanded tribute from villages and far-msteads in the form of maize, and labor for monumenttransport and mound-building (Bernal 1971, Coe 1965;Heizer 1960, 1962, 1971). Assessing the validity of the-se tribute models is difficult. Most archaeological researchhas focused on the civic-ceremonial centers, and as a re-sult, we know very little of those sites comprising otherportions of the settlement system (but see Arnold 1999,2000, 2002; Borstein 2001; Kruger 1996, 1999, 2000;Pool 1997, Pool and Britt 2000, Wendt 2003). Anotherproblem with these tribute models is the lack of suppor-ting subsistence data (but see Rust and Leyden 1994, Rustand Sharer 1998; Wing 1980, 1981; Zurita-Noguera1997). Most regional studies that have related politicalcomplexity to agriculture have explored this relationshipusing indirect methods such as carrying capacity calcu-lations, ecological and settlement studies, analogy tomodern farming practices, and non-subsistence materialculture (Borstein 2001, Coe 1981; Coe and Diehl 1980a,1980b; Drucker and Heizer 1960, Grove 1981, McCor-mack 2002).

    The use of indirect methods for assessing agricultureis largely a product of a lack of available subsistence data.Preservation of organic remains in tropical environmentslike the Gulf Coast is often poor. Thus, there have beenfew analyses of plant and animal data (but see Rust andLeyden 1994, Rust and Sharer 1998; Wing 1980, 1981;Zurita-Noguera 1997), and many analyses that have beenconducted are not adequately reported. So although mostregional studies have modeled the relationship betweenfarming and political complexity in the absence of directsubsistence evidence, they have nevertheless been criti-cal for exploring the possibilities of this relationship. Thenext step, however, must involve testing these possibili-ties with actual subsistence data, which is precisely thegoal of this paper (see also VanDerwarker 2006a).

    In addressing the relationship between intensificationand political development, I focus on key questions re-garding the timing of intensification related to the deve-lopment of a settlement hierarchy in the Sierra de los Tux-tlas, approximately 60-100 km from the lowland Olmecsites (fig. 1). Did villagers intensity their cultivation sys-tems? If so, how and why did they intensify, and what

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    were the consequences of intensification for the subsis-tence economy, and for local and regional political deve-lopment? And finally, how did volcanic eruptions affectthis process of intensification? I address these questionsby considering subsistence practices at the site of La Joya,a farming village that spans the Formative period (1400BC-AD 300). Following a description of regional his-tory and site background, I organize my analysis aroundthe discussion of two datasets: the maize remains fromflotation samples and the zooarchaeological remains fromthe screened assemblage.

    SIERRA DE LOS TUXTLAS AND THESITE OF LA JOYA

    The Sierra de los Tuxtlas is a volcanic uplift locatedapproximately 60-100 km from San Lorenzo and La Venta(see fig. 1). Recent excavations in the Olmec hinterlandregion by Robert Santley, Philip Arnold, and ChristopherPool make this an ideal place for examining FormativeOlmec foodways (Arnold 1999, 2000; Arnold et al. 1992;Pool 1997, 2007; Santley 1992, Santley et al. 1997).Though settlement in the Tuxtlas does not appear to havebeen controlled or dominated by the lowland Olmec, Tux-tlas residents were not unaware of their neighbors to thesoutheast (McCormack 2002, Santley and Arnold 1996).It is noteworthy that political development in the Tuxtlasoccurred much later than in the lowlands, after the fall ofLa Venta at the end of the Middle Formative (Santley etal. 1997, see also Stark and Arnold 1997). This later de-velopment may be related in part to severe and recurrentvolcanic eruptions in the Tuxtlas (Santley et al. 1997).Indeed, there were at least three major eruptions in theTuxtlas during the Formative period (see below).

    Tuxtlas Settlement Surveys

    Settlement surveys by Santley and colleagues (Santley1991, Santley and Arnold 1996, Santley et al. 1997) havelaid the foundation for current archaeological research inthe Sierra de los Tuxtlas. In the 1970s, Robert Santleybegan a project of combined survey and excavation, em-ploying techniques similar to those used in the Basin ofMexico (Sanders et al. 1979) and the Valley of Oaxaca(Blanton et al. 1982). They surveyed an area of approxi-mately 400 km2, locating 182 sites representing 577 com-ponents (Santley et al. 1997).

    These regional survey data provide critical informa-tion regarding the emergence of a settlement hierarchy.During the Early Formative, the Tuxtla regional settle-ment system was composed only of villages and hamlets.By the Middle Formative, people began to aggregate into

    larger villages and mounded architecture appeared, butsites remained functionally undifferentiated (Santley etal. 1997). Given these data, social organization in theTuxtlas during the Early and Middle Formative has beencharacterized as relatively egalitarian with only minorsocioeconomic differentiation (Santley et al. 1997). Du-ring the Late Formative, a small regional center emergedat the site of Chuniapan de Abajo (see fig. 1), althoughmost people still resided in small villages and hamlets.This period may mark the beginnings of a differentiatedsociopolitical system with Chuniapan de Abajo represen-ting a level of hierarchy above the village tier (Santley etal. 1997). A three-tiered settlement hierarchy has alsobeen identified during the Terminal Formative period,with a regional political center located at the site of Chu-niapan de Arriba, just a few kilometers east of Chunia-pan de Abajo (Santley et al. 1997:183).

    Both Stark (1997) and Pool (2000) have argued forincreasing regional political fragmentation during the Ter-minal Formative period. Indeed, the Terminal Formativeperiod in the Tuxtlas is marked by a radical decrease inregional population. Nevertheless, settlement data indi-cate the continued presence of a three-tiered regional po-litical hierarchy during this time (Santley et al. 1997).Santley et al. (1997; see also Santley 2000, 2003) linkthis episode of regional depopulation with volcanic acti-vity during the Late and Terminal Formative periods. Theimplication is that volcanic eruptions and their after-effects were severe enough that many of the regional in-habitants chose to leave. But why did some people cho-ose to flee the region while others chose to stay? Thoughvolcanic ash may affect the entire area surrounding theblast, it does not fall in a homogenous fashionbecauseof wind and precipitation, areas will be differentiallyaffected. Were the people who left the region living atsites that were the most severely affected by ash fall?Possibly. The decision to stay or to go may have alsobeen influenced by social ties to central administrators.Perhaps regional elites offered benefits and incentivesfor people to stay, or perhaps people simply remainedout of a sense of obligation to their leaders (e.g., tributedemands) and/or kin groups. While we may never knowthe full range of factors that influenced peoples decisio-ns about staying or leaving, we can assume that peoplewere probably motivated by a combination of social, en-vironmental, and political factors.

    Volcanism in the Tuxtlas

    The volcanic eruptions that blanketed parts of the Sierrade los Tuxtlas with ash during the Formative period origi-nated from vents near Cerro Mono Blanco. The first erup-tion coincided with the end of the Early Formative

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    (1250900 BC), the second towards the end of the LateFormative (150 BC), and the third during the TerminalFormative (AD 150250) (Santley 2000, 2003; Santleyet al. 1997). Volcanic eruptions and subsequent ash fallsundoubtedly impacted local climate, ecology, agriculture,and human health and livelihood. The accumulation ofash in the sky reduces the amount of solar radiation thatcan penetrate the lower atmosphere, resulting in changesin air pressure, temperature, and precipitation, amongother climatological factors (Gill 2000:199). Eruptionsand ash fall also destroy vegetation, crops, buildings, andin some cases human and animal life. Based on a studyof the 1943 eruption of El Paricutn in Central Mexico,Eggler (1948:426427) found that it was not the lava,but the volcanic ash that most negatively impacted veg-etation. The deposition of volcanic ash can reduce theamount of oxygen that plants absorb into their root sys-tems, in addition to causing mechanical breakage fromthe weight of the ash (Eggler 1948:427).

    Volcanic ash can also be dangerous to humans andanimalsheavy ash fall can result in death, and light tomoderate ash fall can irritate eyes and respiratory sys-tems (Chase 1981:63). Moreover, gases released fromboth the eruption and the volcanic ash combine with at-mospheric water, resulting in acid rains, which are detri-mental to humans, plants, and animals (Chase 1981:63;Warrick 1975:1112). Acid rains also contaminate wa-ter sources and thus reduce the abundance of aquatic re-sources and fresh drinking water (Chase 1981:64). Theweight of the ash on buildings can collapse roofs, espe-cially during the rainy seasonsChase (1981:64) calcu-lates that 1 inch (2.5 cm) of ash on a roof adds 10 poundsof weight per square foot (14.7 kg per m2). If ash falloccurs during the rainy season, it can also lead to flood-ing, erosion, mudflows, and landslides (Chase 1981:64).

    Regional recovery from such a major environmentaldisaster would be a slow process. It would take approxi-mately 30 to 40 years after ash fall, or 1 to 2 generations,for soils to weather sufficiently to support climax vege-tation (Chase 1981:64). While larger trees might surviveand continue to fruit, most plant life would require timeto regenerate (Eggler 1948:427). The potential for localterrestrial fauna to rebound is directly dependent on thesuccession of plant life. We can also expect that smallermammals with shorter reproductive cycles (e.g., rabbits)would rebound more quickly than larger mammals withlonger reproductive cycles (e.g., deer). Aquatic resour-ces, on the other hand, tend to rebound more quickly thanterrestrial plants and animals (Chase 1981:64). Thus, inthe short term, people would have had to adjust their sub-sistence strategies in order to survive. This may havemeant a reduction in large game hunting, and an increasein the exploitation of small mammals and aquatic resour-

    ces. Overall, we can expect that people would have di-versified their subsistence strategies (see Morton and Shi-mabukuro 1974) and expanded their collecting and hun-ting ranges to extend beyond the area of volcanic impact.Indeed, those villagers who had begun to diversify theirsubsistence base prior to volcanic eruption and ash fallwould have had a distinct advantage for weathering thenew environment. Despite these immediate issues, howe-ver, volcanic eruption and ash fall has a positive long-term impact on agricultural production, in that volcanicash significantly contributes to soil fertility (Giller 2000).Once soils have weathered sufficiently for plant life toregenerate, we would expect that Formative people wouldhave gradually invested more time and labor towards far-ming activities.

    While active volcanism certainly had ill effects, thelong-term result of repeated ash fall was ultimately posi-tive in terms of creating fertile soils for farming. The bestfarmland in the adjacent lowlands was located along themajor rivers, such that annual flooding renewed soil fer-tility. The only significant river in the Tuxtlas, however,is the Catemaco, which in no way compares in size to theCoatzocoalcos or the Papaloapan; indeed the CatemacoRiver lacks the levee lands so characteristic of these lo-wland rivers. In the absence of significant expanses ofannually renewed river levees, Formative Tuxtla farmerswould have had to practice shifting cultivation, alterna-ting between fields located close to the residence andothers located at a distance (e.g., infields versus outfields).Thus, since much of the farmland in the Tuxtlas was notsituated along water sources, farming and fishing taskswould have been exclusive activities requiring differen-tial scheduling. In other words, as farmers invested moretime and labor into farming, they would have fewer op-portunities for fishing excursions. Such a scheduling pro-blem could be offset through coordinating fishing tripsduring lulls in the farming cycle, or through establishingand/or strengthening existing trading relationships withcoastal groups. Nevertheless, and contra to the lowlandcase, it is reasonable to expect an inverse relationshipbetween fishing and farming activities in the Tuxtlas.

    La Joya

    The site of La Joya represents a sizable Formative occu-pation in the Sierra de los Tuxtlas. Excavations uncove-red substantial evidence of domestic occupation, inclu-ding domestic architecture, hearths, and storage pits.Excavated by Philip J. Arnold III during 1995 and 1996,the site covers approximately 25 ha and is located on thealluvial flatlands along the Catemaco River in the southernportion of the Tuxtlas. La Joya was occupied throughoutthe Formative period (1400 BC-AD 300), although sett-

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    lement intensity varies over the sites occupation (Ar-nold 2002). Despite this variation in settlement intensity,there is clear cultural continuity in the people living atLa Joya throughout this period, as demonstrated by Ar-nolds (1999) recent ceramic analysis that has revealed agradual stylistic change indicative of an in situ culturaltransition.

    Analysis of residential patterns from La Joya indicatesthat the sites residents were sedentary by the end of theEarly Formative period (McCormack 2002:192). Priorto that, people were moving seasonally or annually, oc-cupying multiple locations (Arnold 2000, McCormack2002:192). Architecture during this time was mostlyephemeral, consisting mainly of packed earthen sur-faces with associated low-density sheet midden (Arnold2000:126). McCormack (2002:192) relates the transitiontowards sedentism at the end of the Early Formative tothe eruption of Cerro Mono Blanco around 1250900 BC.La Joya was located along the edge of the area impactedby the eruption, evidenced by a paltry 8-10 cm of ash,which may have influenced the decision to settle down(McCormack 2002:193). Given new constraints on ar-able land as a result of ash fall, McCormack (2002:193)suggests that households located on good agriculturalland [that] abandoned the location for a season [could]risk losing claim to that land. By the Late Formativeperiod, architecture was more substantial and included asmall residential mound approximately 1 m high (Arnold2000; Arnold et al. 1997).

    Indirect evidence of subsistence suggests an increa-sing reliance on maize throughout the sites occupation.An increase in the presence and size of subsurface stora-ge pits from the Early to Late Formative periods indica-tes that La Joya residents may have been producing, ac-cumulating, and storing more maize (and perhaps otherfoodstuffs) through time (see Arnold 2000). Moreover,the remains of ridged agricultural fields were identifiedin several excavations unitsthese fields were overlaidwith a layer of volcanic ash from the Terminal Formati-ve eruption (Arnold 2000). Thus, by the end of the Ter-minal Formative period, residents of La Joya were inves-ting more labor into field maintenance.

    Analysis of the ground stone artifacts from La Joyademonstrates that the design and use of grinding toolsbecame more specialized from the Early to Middle For-mative periods (Arnold 2000:127; McCormack 2002:169). McCormack (2002:175, 178) has identified a shiftfrom one- to two-handed manos and an increase in thequantity of two-sided metates from the Early to Late For-mative periodsboth patterns suggest an increase in theuse of grinding implements which likely reflects an in-crease in maize processing (see also Arnold 2000:127).An increase in the use of naturally rougher basalt (vesi-

    cular) through time also indicates more intensive maizeprocessing (McCormack 2002). These changes in the LaJoya ground stone assemblage suggest a shift to a set oftools geared toward maize processing. Moreover, this pat-tern may be reflective of a broader trend seen throughoutMesoamerica during the Early to Middle Formative tran-sition (see Rosenswig 2006).

    Overall, the artifactual and architectural evidence fromLa Joya reveals a long history of settlement marked byincreases in sedentism, maize reliance, and social diffe-rentiation (Arnold 1999, 2000, 2002; McCormack 2002).Throughout the sites tenure, people became increasin-gly sedentary and eventually intensified maize produc-tion. The emergence of social differentiation at the siteduring the Late Formative occurs within the context ofregional political changea three-tiered settlement hie-rarchy emerged at this time, centered at Chuniapan deAbajo (see fig. 1). How closely were the residents of LaJoya integrated into this regional political system? Werepeople dependent on regional elites for access to esotericmedia? Did they provide tribute to regional elites in theform of food and/or labor? Lithic evidence from La Joyareveals that the sites Late Formative residents were pro-curing non-local obsidian from several sources (McCor-mack 1996). Moreover, the high percentage of obsidiandebitage relative to finished blades at La Joya suggeststhat people were producing obsidian blades on site (Mc-Cormack 1996). These data suggest that the people li-ving at La Joya maintained their own obsidian exchangenetworks and thus were not dependent on regional elitesfor access to long-distance exchange (McCormack 1996).But were La Joya residents obligated to provide maizetribute to regional leaders? An increase in storage areathrough time suggests that people were producing andstoring surplus maize (see above). Without a comparati-ve analysis of plant datasets from different sites in theregional settlement hierarchy, however, it is impossibleto trace the movement of surplus grain. Identifying theshift to maize intensification at La Joya and its correla-tion to the establishment of a regionally-consolidated po-litical order, however, may provide clues as to the causeof increased production. If people intensified maize pro-duction after the establishment of the regional settlementhierarchy (which occurred during the Late Formative pe-riod), then one might argue that elites spurred intensifi-cation through their demands for tribute. With this inmind, I now turn to the subsistence data.

    THE ARCHAEOBOTANICAL DATA

    The details of the recovery and analysis of the carboni-zed plant materials, as well as the raw data, are reported

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    and published elsewhere (VanDerwarker 2006a). Thus, Ilimit my present discussion of these issues to very basicinformation. More than 600 flotation samples were takenduring the excavations of La Joya; the present analysisincludes all those samples that derive from features andwell-defined activity areas (n = 318). The volume of soilsampled was not standardized, but it was systematicallyrecorded, with most samples measuring 3-8 liters. Soilwas floated using a modified SMAP system, and carbo-nized remains from both the light and heavy fractions areincluded in the analysis. Because of the extremely frag-mented nature of the specimens, I identified carbonizedremains down to the 0.71 mm sieve size. Samples fromEarly and Terminal Formative contexts were the mostnumerous, thus resulting in greater quantities of carboni-zed remains. There were fewer samples from Middle andLate Formative contexts, making it more difficult to as-sess changes in plant use during these periods (see be-low).

    All plant specimens were identified to the lowest pos-sible taxonomic level. Once the plant specimens weresorted and identified, I recorded counts, weights (ingrams), portion of plant (e.g., maize kernels versuscupules), and provenience information. Nearly all maizekernels were too fragmentary to obtain length or widthmeasurements or to determine variety. Other than soli-tary maize cupules, no cob fragments were identified, thusprohibiting additional observations regarding variety.

    Modern botanical guides were used to determine whattaxa might occur in the assemblages (Manriquez and Co-lin 1987, Soriano et al. 1997); the serial journal Flora deVeracruz was extremely helpful in this pursuit. Identifi-cations were made with reference to modern comparati-ve specimens housed in the paleoethnobotanical labora-tory at the University of North Carolina at Chapel Hill. Icollected most of the relevant comparative specimens du-ring a trip to southern Veracruz, Mexico in May 2000. Inaddition, several specimens were sent to Dr. Lee New-som at the Pennsylvania State University for identifica-tion.

    Preservation of carbonized plant remains in tropicalenvironments is generally poor. The archaeobotanical as-semblage from La Joya is no exception, and the diversityof species recovered and identified probably does notreflect the diversity of plant resources originally exploi-ted by the sites inhabitants (Table 1). Of the plant taxaidentified at La Joya, maize (Zea mays) is ubiquitousthroughout the sites occupation. Moreover, maize, beans(Phaseolus sp.), avocado (Persea americana), coyol(Acrocomia mexicana), and mamey sapote (Pouteriasapote) appear to be the most common food resources atthe site. The latter three resources are all fruits from tro-pical trees. Two other taxa identified in the La Joya plantassemblage include trianthema (Trianthema sp.) and apossible achiote specimen (Bixa orellana cf.). Both plantswere probably used to season other foods. Given the cu-rrent topic of agricultural intensification, I focus this dis-cussion around maize. Please refer to VanDerwarker(2005, 2006a:79-89) for a more thorough discussion ofbroader plant resources and plant subsistence at La Joya.

    A variety of quantitative techniques were used in theanalysis of the archaeobotanical data, including ubiquitymeasures, relative percentages, species diversity indices,independent ratios, box plots, and multivariate analyses(see VanDerwarker 2006a, 2006b). Because this paperprimarily addresses agricultural intensification, I restrictthe present analysis to measures that deal specifically withthe production and consumption of maize.

    Expectations of Maize Intensification

    There are a variety of methods for assessing the intensi-fication of maize production in the archaeological past,most of which involve measures of non-food data, suchas changes in ground stone tool assemblages, increasesin storage volume, carrying capacity calculations for aparticular site or region, etc. It is far trickier to assessintensification from the maize remains themselves (butsee Scarry 1986). In considering the process throughwhich maize cultivation becomes intensified, there aretwo basic outcomes that can be expected: (1) an increase

    Table 1. Plant Taxa identified at La Joya.

    Common Name Taxonomic NameFIELD CROPSMaize Zea maysTepary bean cf. Phaseolus acutifolius cf.Bean Phaseolus sp.Bean cf. Phaseolus sp. cf.Bean family FabaceaeBean family cf. Fabaceae cf.TREE CROPSAvocado Persea americanaAvocado cf. Persea americana cf.Coyol Acrocomia mexicanaSapote Pouteria sapoteMISCELLANEOUSTrianthema Trianthema sp.Achiote cf. Bixa orellana cf.

  • 24 ISSN 19894104ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA 1 (2009)

    or stability in the overall quantity of maize through time;and (2) an increase in the evidence of maize processingthrough time.

    If people begin to invest more time and labor into far-ming maize, we might expect levels of maize consumptionto increase. Indeed, the whole point of intensification isto increase crop yields on a given plot of land throughstrategies that reduce competitors and encourage plantgrowth (Netting 1993). Thus, with expectations of hig-her yields also comes the expectation of more maize ap-pearing in the archaeological record through time. Whilethis may be a simple and compelling picture, it is not,however, the whole picture. Intensive farming strategieslead to a reduction in shifting cultivation, and longer pe-riods of cropping the same plot of land. Declining soilfertility on a given plot of land is in part mitigated throughconstruction of field ridges, small-scale irrigation, inter-cropping with nitrogen-fixing plants (e.g., beans), wee-ding to reduce competitors, and fertilizing with humanand animal waste. Despite all these efforts to maintainhigh yields on a plot of land, yields will decline, and even-tually the plot will be allowed to fallow. The point hereis that in the short term, yields will increase dramaticallyfor a single plot (Conelly 1992), but given declining yieldson that plot over the long term, the net increase in overallyields may not be much higher than more extensive far-ming methods, such as field scattering and annual croprotation (Boserup 1965). Thus, in terms of the archaeo-logical plant data, we can expect maize intensification tobe represented by either an increase or continuity in theoverall quantity of maize remains through time.

    In addition to considering the overall qua