Arqueologia Del Sector Central de Las Sierras de Cordoba

download Arqueologia Del Sector Central de Las Sierras de Cordoba

of 19

description

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Transcript of Arqueologia Del Sector Central de Las Sierras de Cordoba

  • | 31

    Intersecciones en Antropologa 8: 31-47. 2007. ISSN 1666-2105Copyright Facultad de Ciencias Sociales - UNCPBA - Argentina

    Sebastin Pastor. CONICET. Ctedra de Prehistoria y Arqueologa, Facultad de Filosofa y Humanidades, Universidad Nacional

    de Crdoba, Crdoba, Argentina. Gutemberg 140. 5152 Villa Carlos Paz, Crdoba. E-mail: [email protected]

    Eduardo Berberin. CONICET. Ctedra de Prehistoria y Arqueologa, Facultad de Filosofa y Humanidades, Universidad Nacionalde Crdoba, Crdoba, Argentina. San Lorenzo 550 11B. 5000 Crdoba. E-mail: [email protected]

    Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba(Argentina). Hacia una definicin de los procesos

    sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    Sebastin Pastor y Eduardo BerberinRecibido 29 de Noviembre 2006. Aceptado 20 de Abril 2007

    RESUMEN

    Se efecta un breve repaso de la informacin arqueolgica e histrica disponible para los diferentes valles y piede-

    montes que rodean al cordn central de las Sierras de Crdoba (Argentina), tambin conocido como Sierras Grandes. A

    partir de la misma se plantean consideraciones generales sobre los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (ca.

    900-1573 DC), as como en relacin a algunas persistencias de la organizacin nativa durante los inicios del rgimen

    colonial espaol (1573-1620 DC). El perodo tardo es definido por el advenimiento de la produccin agrcola que las

    sociedades serranas integraron a sus tradicionales prcticas de caza y recoleccin. La evolucin del modo de vida articu-

    l, a partir de esta transformacin econmica, una serie de innovaciones y permanencias. Se configur un pequeo siste-

    ma productivo, caracterizado por la escasa tecnificacin y los elevados niveles de prdida, cuya reproduccin favoreci

    la dispersin poblacional y el sostenimiento de un escenario de alta fragmentacin poltica. En forma paralela, se registra

    una marcada intensificacin de las prcticas extractivas, a travs de la continuidad de mecanismos como la dispersin

    estacional y el surgimiento de contextos grupales de apropiacin y consumo de recursos silvestres. La complejidad de estos

    procesos advierten sobre las dificultades de algunas categoras y conceptos utilizados para describir y especificar el caso

    de estudio: sociedades agrcolas de pequea escala, adaptacin formativa, organizacin tribal, neolitizacin, etc.

    Palabras clave: Sierras de Crdoba; Perodo Prehispnico Tardo; Expansin agrcola; Economa mixta; Integracin/fragmentacin poltica.

    ABSTRACT

    ARCHAEOLOGY OF THE CENTRAL SIERRAS DE CRDOBA, ARGENTINA. TOWARD A DEFINITION OF LATE

    PREHISPANIC PERIOD SOCIAL PROCESSES (900-1573 AD). This paper presents archaeological and historical data obtained

    from valleys and foot-hills around the central Sierras de Crdoba, Argentina, known as the Sierras Grandes. A preliminary

    analysis of late pre-Hispanic social processes (ca 900-1573 AD) and continuities in native organization during the early

    Spanish colonial period (1573-1620) is offered on the basis of these data. The late pre-Hispanic period is defined by the

    development of processes of agricultural expansion in the region. The mountain societies integrated this agriculture into

    their traditional hunter-gatherer practices. In relation to this economic transformation, the evolution of the way of life

    (modo de vida) articulated several innovations and continuities. A small productive system, defined by little use of

    technology and high levels of loss, was configured. The reproduction of this system permitted population dispersal and

    the continuity of a period characterized by political fragmentation. At the same time, a significant intensification of

    extractive practices has been recorded, implying a continuity of mechanisms such as seasonal dispersion and the rise of

    group contexts for the appropriation and consumption of wild resources. The complexity of these processes is a warning

    about the limitations of some categories and concepts used to describe the population in the case study area: small

    agriculturalist societies, formative adaptation, tribal organization, neolithization, etc.

    Keywords: Crdoba Mountains; Late Prehispanic Period; Agricultural expansion; Mixed economy; Political integration/

    fragmentation.

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4732

    INTRODUCCIN

    La reflexin contempornea sobre el pasado ind-

    gena de las Sierras de Crdoba, producida en un cam-

    po de estudios arqueolgicos de creciente especifica-

    cin, reconoce -entre otros aspectos- el impacto de dos

    hechos significativos. Durante las dcadas de 1950 y

    1960, el establecimiento del esquema bsico de la

    secuencia prehispnica regional (Gonzlez 1960;

    Marcellino et al. 1967; Menghin y Gonzlez 1954)desarticul el paradigma que utilizaba las fuentes co-

    loniales tempranas y los materiales arqueolgicos para

    la composicin de un cuadro carente de profundidad

    histrica, donde se detallaban aquellos elementos -ras-

    gos- que distinguan a la cultura local. El principal

    ejemplo de estas investigaciones fue la obra de Anto-

    nio Serrano titulada Los Comechingones (Serrano

    1945). La necesidad de tratar con una secuencia de

    varios milenios, en la que se constataban importantes

    cambios en la organizacin de las sociedades prehis-

    pnicas, redujo la eventual pertinencia del empleo de

    las fuentes coloniales a una etapa agroalfarera, cuyo

    inicio se estimaba entre el 500 y 1000 DC.

    Posteriormente, y en particular durante las dcadas

    de 1980 y 1990, se consolid el inters por el uso de

    categoras de tipo neoevolucionista para la interpreta-

    cin de diversas situaciones arqueolgicas -i.e., caza-

    dores-recolectores (igualitarios o complejos), socieda-

    des agrcolas de pequea escala, organizaciones triba-

    les, adaptaciones de tipo formativo, etc.-. No es ste el

    lugar para un anlisis de las dificultades para represen-

    tar el pasado que han debido enfrentar estos ltimos

    esfuerzos. Slo se seala que la tendencia a la com-

    posicin de unos cuadros sincrnicos de la integra-

    cin de rasgos culturales fue reemplazada por otra que

    produjo aproximaciones igualmente sincrnicas, aun-

    que referidas a probables formas de organizacin de

    la economa, movilidad o tecnologa. Es aqu donde

    las categoras neoevolucionistas aportaron la justifica-

    cin terica para la combinacin de imgenes surgi-

    das de las fuentes histricas locales con otras relativas

    a si mismas, aunque no necesariamente adecuadas para

    la descripcin de las sociedades serranas del perodo

    prehispnico. Entre otras, se pueden citar la centrali-

    dad econmica de la produccin agrcola, el carcter

    complementario de las prcticas extractivas, un mar-

    cado sedentarismo o la organizacin de partidas lo-

    gsticas para la apropiacin de recursos distantes.

    En este trabajo se resume brevemente la evidencia

    arqueolgica disponible para los valles y piedemontes

    que rodean al cordn central de las Sierras de Crdo-

    ba y se plantea, con relacin a la misma, una evalua-

    cin preliminar de los principales procesos sociales del

    perodo tardo. En la interpretacin de estos datos se

    ha mantenido una actitud crtica hacia imgenes y

    nociones relativas a categoras tericas generales de

    base etnogrfica. Por el contrario, se recurre con fre-

    cuencia a las fuentes coloniales tempranas de la regin

    -fines del siglo XVI y principios del XVII- en un esfuer-

    zo orientado hacia la observacin de cambios y con-

    tinuidades en torno a un conjunto de prcticas hist-

    rica y culturalmente situadas -i.e., modos de articula-cin de microambientes locales, contextos de la reali-

    zacin de festejos, costumbres funerarias, etc.-.

    CARACTERSTICAS GENERALES DEL CASODE ESTUDIO

    La informacin radiocarbnica disponible (Tabla 1)

    permite fijar el inicio del perodo tardo en el sector

    central de las Sierras de Crdoba hacia el 900 DC. La

    evidencia arqueolgica indica importantes transforma-

    ciones en la organizacin de las sociedades serranas,

    con la introduccin de prcticas agrcolas y una gene-

    ralizacin en el empleo de la tecnologa cermica. Es-

    tos procesos fueron interrumpidos en 1573 -ao de la

    fundacin de Crdoba- cuando la poblacin de las

    sierras comenz a ser efectivamente incorporada al

    rgimen colonial espaol.

    El sector central de las Sierras de Crdoba compren-

    de los valles situados a ambas mrgenes del cordn

    central o Sierras Grandes, as como los encadenamien-

    tos y piedemontes que los limitan por el este -Sierras

    Chicas- y oeste -Sierras de Pocho y de Altautina-, ms

    all de los cuales se extienden las planicies pampea-

    nas (Figura 1). Un rasgo que distingue a este sector de

    su prolongacin septentrional -Sierras del Norte- y me-

    ridional -porcin sur de la Sierra de Comechingones-

    es la presencia de grandes altiplanicies cubiertas de

    pastizales sobre las Sierras Grandes, que abarcan una

    superficie de ms de 5000 km2. Las principales son la

    pampa de Achala -2200 msnm-, de San Luis -1900

    msnm- y de Olaen -1100 msnm- (Figura 2). An cuan-

    do estos ambientes serranos de altura fueron entornos

    inapropiados para el desarrollo de prcticas agrcolas o

    la recoleccin de frutos silvestres, constituyeron a lo largo

    de milenios los principales territorios de caza, ya que

    sostuvieron poblaciones de guanacos (Lama guanicoe)y venados de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), ex-

  • | 33Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    tinguidas localmente en el pasado reciente -ca. siglosXVIII-XX-.

    Los encadenamientos, valles y piedemontes que

    rodean al pastizal presentan menores altitudes -entre

    600 y 1500 msnm- y se distinguen por caractersticas

    ambientales propias del Chaco Serrano (Bucher y Aba-

    los 1979; Demaio et al. 2002; Luti et al. 1979). Losprincipales valles orientales -entre las Sierras Grandes

    y Chicas- son los de Punilla, Los Reartes y Calamuchi-

    ta, mientras que los occidentales -entre las Sierras Gran-

    des y las de Pocho y Altautina- incluyen los de Gua-

    sapampa, Salsacate y Trnsito (Figura 2). Se destacan

    las frondosas formaciones boscosas, con distintas espe-

    cies de importancia econmica: algarrobos (Prosopisspp.), chaar (Geoffroea decorticans), molle de beber(Lithraea ternifolia) y, en algunos sectores, mistol

    (Zizyphus mistol). An cuando las especies faunsti-cas propias de estos ambientes parecen haber tenido

    una menor importancia -i.e., corzuelas (Mazamaguazoupira ), armadillos (Euphractinae), cuises

    (Caviinae; Medina 2005a; Pastor 2007)- se debe con-

    siderar que, adems de los variados

    frutos silvestres, los valles y piede-

    montes concentraron la casi totali-

    dad de tierras cultivables.

    LA EVIDENCIAARQUEOLGICA DE VALLES

    Y PIEDEMONTES

    Poblados o caseros

    La mayor parte de la evidencia

    arqueolgica del perodo tardo pro-

    viene de sitios al aire libre que con-

    tienen variados restos en superficie

    -tiles y desechos lticos, fragmen-

    tos cermicos, instrumentos de mo-

    lienda, etc.-, con baja o ms fre-

    cuentemente nula visibilidad de ras-

    gos arquitectnicos. El tamao de

    estos sitios puede ser estimado en-

    tre 0,5 y 3 ha, segn la dispersin

    de materiales superficiales. En forma

    invariable se articulan con fuentes

    de agua y tierras cultivables.

    A lo largo de las diferentes eta-

    pas de la investigacin regional, los

    mismos fueron identificados con di-

    ferentes trminos, a menudo indica-

    tivos de marcos conceptuales ms amplios con los

    cuales han sido interpretados -i.e., paraderos, al-

    deas, bases residenciales-. En todos los casos, han

    sido entendidos como aquellos espacios donde prefe-

    rentemente desarrollaban su cotidianeidad las socie-

    dades serranas de fines del perodo prehispnico.

    La baja visibilidad de elementos arquitectnicos

    impone severas dificultades para estimar los lmites de

    estos poblados o caseros, as como los principales as-

    pectos de su estructuracin. Si bien en diferentes oca-

    siones se han reconocido indicios concretos de vivien-

    das semi-subterrneas o casas-pozo (Gonzlez

    1943; Grils 1951; Serrano 1945), los datos ms preci-

    sos provienen de Potrero de Garay (Berberin 1984;

    Berberin et al. 1983).

    Este sitio ocupa una suave lomada sobre la mar-

    gen izquierda del ro San Pedro, colector del sector

    norte del valle de Los Reartes, con una superficie esti-

    mada en 2,5 ha (Figura 2). Se identific un grupo de

    viviendas semi-subterrneas distantes entre 1 y 5 m.

    Laguna Mar Chiquita

    Ro Su

    qua

    Sector

    Serrano

    Central

    Ro

    Xana

    es

    Ro Ctalamochita

    Sier

    ras

    del N

    orte

    S. d

    e A

    ncas

    ti

    S. B

    rava

    Salin

    as G

    rand

    es

    S . d

    e Lo

    s Ll

    anos

    Valle

    de

    Con

    car

    n

    S. De

    Salin

    as d

    e

    Amba

    rgas

    ta

    Ro Dulce

    Ro Salado

    Figura 1. El sector central de las Sierras de Crdoba y regiones aledaas.

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4734

    La mayora de estas unidades tiene unos 6 m de largo

    por 4,7 m de ancho, aunque existen otras de menores

    dimensiones. Estos recintos presentan ngulos rectos

    o ligeramente redondeados y paredes verticales, que

    alcanzan una profundidad de 0,6 a 1,2 m a partir del

    nivel actual del terreno. El acceso se efectuaba por una

    rampa de alrededor de 1,5 m de ancho. Se hallaron

    agujeros de postes y pisos planos bien consolidados,

    a los cuales se asociaban concavidades ovaladas que

    contenan tierra calcinada (Figura 3).

    Tanto en el relleno como en el piso de estas vivien-

    das, pero con mayor frecuencia en sus adyacencias,

    se recuperaron abundantes residuos de actividades

    caractersticas de los contextos domsticos. Los arte-

    factos lticos tallados comprenden puntas de proyectil

    y preformas, perforadores, variados tiles informales,

    percutores, ncleos y desechos de talla. Se registraron

    tiles de molienda -morteros, conanas y manos-, azue-

    las, un cuchillo con filo aserrado, alisadores, adornos

    y una pequea estatuilla antropomorfa. Los instrumen-

    tos de hueso incluyen puntas de

    proyectil, perforadores, puales, re-

    tocadores, cuchillos con filo aserra-

    do, agujas, esptulas, tubos, ador-

    nos, torteros e instrumentos de

    doble punta. Los restos cermicos

    comprenden fragmentos de recipien-

    tes, recipientes completos, torteros li-

    sos, fichas, cucharas y estatuillas zoo

    y antropomorfas, tanto enteras como

    fragmentadas (Berberin 1984; Mar-

    tn 1983). El conjunto arqueofauns-

    tico indica el consumo de crvidos

    -venados de las pampas y corzue-

    las-, camlidos (Lama sp.), armadillos,vizcachas (Lagostomus maximus),iguanas (Tupinambis sp.), andes

    (Rheidae) y huevos de and (Me-

    dina 2002).

    Los materiales reunidos mues-

    tran una clara identidad tecnolgi-

    ca y estilstica que se extiende ha-

    cia distintos poblados del sector

    serrano central, donde las interven-

    ciones efectuadas no han logrado

    detectar unidades de vivienda, en

    general por su limitada extensin:

    Los Molinos (Marcellino et al.1967), Huaycondo (Berberin y

    Roldn 2001), La Mandinga (Berbe-

    rin 1969), C. Pun. 39 (Argello de

    Dorsch 1983; Medina 2005a),

    Puesto La Esquina 1 (Medina

    2005b), Los Campitos (Crowder

    1983). Tambin es el caso del con-

    tenido superficial de numerosos si-

    tios donde no se practicaron exca-

    vaciones, al menos sistemticas.

    Una situacin paradigmtica es la

    de los diferentes poblados a orillas

    R. Xana

    es

    Olaen

    P. de

    P. deSan Luis

    Pocho

    Achala

    R. Cruz del Eje

    R. Pichanas

    R. Guasapam

    pa

    R. Soto

    Salsacate

    Trnsito

    Punilla

    Los Reartes

    Calamuchita

    R. Suqua

    9

    8

    7

    64

    3

    1

    21

    20

    1716

    11 10

    18

    1412

    19

    15

    13 5

    2

    Ctalamochita

    0 20 km

    Ocupaciones multipropsitos en abrigos rocosos: 2- Cueva de los Indios,

    Figura 2. Sitios arqueolgicos del sector serrano central.

  • | 35Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    del lago San Roque, en el fondo del valle de Punilla,

    cuyos materiales aportaron una de las bases de la cita-

    da obra de Serrano Los Comechingones.

    Adems de las variadas actividades de produccin,

    almacenamiento y consumo, estos contextos domsti-

    cos fueron el espacio elegido para efectuar las inhu-

    maciones. En Potrero de Garay se ubicaron 17 ente-

    rratorios debajo de los pisos de las viviendas, los cua-

    les no tuvieron una localizacin especfica dentro de

    las mismas. Las fosas tienen planta elptica, de alrede-

    dor de 0,8 m, y en ocasiones se encontraron vacas. A

    excepcin de una tumba doble, se trata de entierros

    individuales, con el cuerpo colocado en posicin

    flexionada. Hay tres entierros secundarios con ausen-

    cia de algunas unidades anatmicas, en particular el

    crneo. En un nico caso se hall un acompaamien-

    to consistente en un collar formado por 2300 cuentas

    de caracol y cuatro de malaquita. En

    tres oportunidades se identificaron in-

    dicaciones superficiales, consistentes en

    tapas abovedadas de piedras, incluyen-

    do algunos tiles de molienda.

    Como en otros numerosos aspec-

    tos, la documentacin colonial tempra-

    na contiene importantes referencias, de

    indudable valor para la interpretacin

    de la evidencia arqueolgica regional.

    Con respecto al carcter semi-subterr-

    neo de las viviendas son conocidas las

    descripciones de la Relacin Annima

    son las casas bajas e a la mitad dealtura que tienen esta debajo de tierray entran a ellas como a sotanos (Ber-berin 1987: 227), o Pedro Cieza de

    Len cavaban la tierra hasta queahondando en ella quedaban dos pa-redes, poniendo la madera armaban lascasas, cobijandolas de paja a manera

    de chozas (Berberin 1987: 130).Debemos mencionar la elocuente res-

    puesta del testigo Vayamaacan, del pue-

    blo de Casancatich en el valle de Sal-

    sacate, ante un requerimiento de la jus-

    ticia colonial: preguntado que asien-to y casa vieja segun parecia por elhoyo viejo fue el que le enseo Dixo

    que aquella era la casa de su padre ydeste declarante y que alli muri supadre donde esta enterrado (Archi-vo Histrico de Crdoba -AHC.-, Escri-

    bana 1 -E1-, Legajo 4 -L4-, Expediente 11 -E11-, cita-

    do por Martn de Zurita 1983: 132)

    La informacin obtenida en Arroyo Tala Caada 1,

    en el oriente del valle de Salsacate (Figura 2), plantea

    la posible articulacin de los espacios domsticos y

    productivos, aspecto tambin mencionado por las

    fuentes histricas1 y sugerido por la invariable asocia-

    cin de los poblados tardos con tierras agrcolas.

    Este sitio se localiza en las proximidades del faldeo

    occidental de las cumbres de Gaspar, en un pequeo

    fondo de valle rodeado por lomadas, a 1325 msnm

    (Figura 4a). La dispersin de restos superficiales es

    apenas superior a la media hectrea. Se excav un rea

    de 4 m2 donde se detect un piso consolidado a 0,6

    m de profundidad, al que se asociaban restos de car-

    bn, especimenes faunsticos y fragmentos cermicos

    Rampa de acceso

    Corte en planta

    Agujero de poste 0 1 mFigura 3. Potrero de Garay. Vivienda semi-subterrnea.

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4736

    en posicin horizontal. Se destaca una concentracin

    de tiestos pertenecientes a dos recipientes, que junto a

    algunos restos faunsticos son considerados desecho

    de facto (Figura 4b). Se ubicaron dos depresiones cir-culares, de unos 0,25 m de dimetro por 0,3 m de pro-

    fundidad, distanciadas por unos 0,8 m, muy similares

    a los agujeros de postes de Potrero de Garay (Figura

    4c). Es probable, en consecuencia, que este contexto

    corresponda a un espacio interior o prximo a una vi-

    vienda. Con carbn concentrado proveniente del piso

    se obtuvo una datacin tarda: 900 70 C14 AP (LP-

    1511; 1018-1263 cal AD [p= 1,00], calibrado a 2 sig-ma con el programa CALIB 4.3 [Stuiver y Reimer 2000]).

    A slo 8 m al norte se excavaron 6 m2, siguien-

    do un rasgo detectado entre 0,3 y 0,4 m de profun-

    didad. Se trata de una estructura de surcos sub-pa-

    ralelos de 0,3 m de ancho, separados por unos 0,2

    m, orientados en forma transversal a la pendiente del

    terreno. La misma es reconocible por un cambio en

    la consistencia de los sedimentos y parece extender-

    se en todas las direcciones (Figura 4d). Se hallaron

    abundantes restos arqueolgicos sobre, debajo y en

    asociacin directa con esta estructura. Entre ellos se-

    millas carbonizadas de Phaseolus spp., una de las

    cuales fue datada en 1028 40 C14 AP (AA-64820;

    C13= -22,5; 897-922 cal AD [p= ,07]; 941-1044 calAD [p= ,83]; 1090-1121 cal AD [p = ,06]; 1139-1155cal AD [p= ,04], calibrado a 2 sigma con el programa

    CALIB 4.3 [Stuiver y Reimer 2000]). Es probable que

    este segundo contexto corresponda a un rea de cul-

    tivo, cuya proximidad con espacios domsticos pue-

    de dar cuenta de los abundantes restos recuperados.

    La incorporacin de basura domstica a las parcelas

    agrcolas es un rasgo frecuente, an en la agricultura

    de pequea escala que se practica actualmente en las

    sierras.

    Figura 4. Sitio Arroyo Tala; a) Caada 1. Fondo de valledonde se ubica Arroyo Tala Caada 1. Sitio Arroyo TalaCaada 1; b)Concentracin de fragmentos cermicos;c) Depresiones circulares; d) Estructura de surcos.

    a

    b

    c

    d

  • | 37Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    En relacin al descarte de restos alimenticios en

    este espacio se debe mencionar, adems de los poro-

    tos (Phaseolus vulgaris y P. lunatus) y la variada ar-

    queofauna, el hallazgo de fitolitos pertenecientes a los

    frutos de Zea mays (maz) y Cucurbita sp. (probable-mente zapallo). Por otra parte, el reconocimiento de

    fitolitos correspondientes a las hojas de Zea mays y

    Phaseolus sp. confirma la relacin entre la estructurade surcos y la ejecucin de prcticas agrcolas (Lpez

    2007).

    Muchos poblados contienen dentro de su perme-

    tro o en adyacencias inmediatas agrupamientos detiles de molienda en grandes soportes rocosos hori-zontales -morteros y conanas-, en nmeros que osci-

    lan entre 10 y ms de 100 ejemplares. Es muy escasala informacin estratigrfica asociada a estos contex-

    tos, pero la evidencia de sitios de propsitos especia-les de caractersticas similares -i.e., definidos por la pre-sencia superficial de numerosos tiles de molienda-apunta a considerarlos espacios utilizados en una es-cala grupal, en relacin al procesamiento y consumo

    de alimentos. En los ejemplos investigados se observuna estrecha vinculacin con la ejecucin de diferen-

    tes prcticas extractivas, como las caceras de grandesherbvoros en el pastizal de altura o de fauna chaque-a en los valles circundantes -en este caso, junto a una

    intensa recoleccin de huevos de and y, seguramen-te, frutos silvestres- (Pastor 2005a). Es importante des-

    tacar, en este sentido, que muchos poblados y reasde molienda se localizan en zonas de grandes alga-

    rrobales. Las notables evidencias del consumo de unavariedad de alimentos, tanto obtenidos en los alrede-dores como trasladados desde considerables distancias,

    se encuentran en lnea con las descripciones histri-cas de juntas y borracheras, tanto locales como

    referidas a regiones vecinas (Arana 1999; Castro Ola-eta 2002; Noli 1999; Piana de Cuestas 1992; Quiro-ga 1999).

    An cuando son evidentes las dificultades surgidas

    de las condiciones de visibilidad superficial y del ca-rcter preliminar de los estudios, existen elementos para

    sostener -segn lo planteado- la articulacin de espa-cios domsticos, productivos y en ocasiones pblicosdentro o en los alrededores inmediatos de los sitios de-

    nominados poblados o caseros.

    En 1944, Anbal Montes -observador agudo y ex-cepcional conocedor de la regin- emita una senten-

    cia, apenas exagerada, que resume grficamente unaparte del patrn de asentamiento tardo: he explo-rado centenares de paraderos indgenas de superficie

    y puedo asegurar, que no hay chacra cercana al aguaen las sierras, que no sea uno de dichos paraderos(Montes 1944: 4). Los numerosos poblados tardos

    distribuidos a lo largo de valles y piedemontes, a am-

    bas mrgenes del cordn central, constituyen indica-

    dores de la importante expansin de las sociedades se-

    rranas tras la incorporacin de prcticas agrcolas, en

    particular si se los compara con los sitios de perodos

    precedentes2.

    Se pueden distinguir, al menos, tres situaciones

    referidas a la distribucin de estos sitios. La primera se

    observa en los fondos de valle, donde existen grandes

    extensiones de tierras cultivables y una articulacin

    directa con los principales cursos de agua de la regin.

    Aqu los poblados se encuentran a escasa distancia

    entre s -ca. 100 a 400 m-, aunque se mantienen comounidades diferenciables. Este patrn se halla, por ejem-

    plo, en el fondo del valle de Calamuchita (Gonzlez

    1943), Los Reartes (Marcellino et al. 1967), Punilla ySalsacate (Figura 5). Indudablemente, se relaciona con

    algunas descripciones histricas generales para la re-

    gin las poblaciones tienen muy cercanas unas deotras, que por la mayor parte legua y media leguay cuarto y tiro de arcabuz y vista una de otra(Relacin Annima; citada por Berberin 1987: 227),

    o de sectores especficos como el valle de Salsacate,

    donde el cacique Chicanhongolo estaba pobladodel pueblo de cositonos y de los demas como dos ti-ros de arcabuz (AHC, E1, L1, E5, citado por Martn

    de Zurita 1983: 122).

    Una segunda situacin, se observa ms all de los

    grandes fondos de valle, donde la accidentada topo-

    grafa serrana determina la discontinuidad y reducida

    extensin de las tierras cultivables. En las prospeccio-

    nes efectuadas en el sudoeste o norte del valle de

    Punilla (Medina y Pastor 2006; Roldn y Pastor 1997),

    as como en el sector oriental de Salsacate (Figura 6),

    se ha registrado un mayor distanciamiento entre los

    poblados, de acuerdo a la distribucin de las tierras

    agrcolas. Es preciso apuntar que en diferentes ocasio-

    nes no se hallaron evidencias arqueolgicas superfi-

    ciales, lo cual aconseja no tomar las afirmaciones de

    Montes (1944) en forma literal.

    Por ltimo, se identificaron poblados en sectores

    aparentemente prximos a los lmites ambientales de

    la expansin territorial de la agricultura prehispnica.

    En Caada de Salas se presentan condiciones de mar-

    cada aridez comunes a los piedemontes de las Sierras

    de Pocho, con serias restricciones en cuanto a la dis-

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4738

    ponibilidad de agua superficial, lo cual seala un cla-

    ro contraste con aquellas zonas que integran cuencas

    hidrogrficas originadas en las Sierras Grandes. Aqu

    los poblados se encuentran alejados segn la distribu-

    cin de aguadas, antes que de tierras cultivables (Figu-

    ra 7). Por otra parte, los recientes estu-

    dios en la pampa de Olaen -que com-

    prende los entornos ms deprimidos de

    los pastizales de altura, entre 1000 y

    1200 msnm-, sealan la apropiacin

    residencial y posiblemente productiva

    de algunos espacios protegidos de las

    bajas temperaturas que caracterizan a

    este microambiente -i.e., sitios Los Al-garrobos 1 o Puesto La Esquina 1- (Me-

    dina 2005b). El endurecimiento de es-

    tas condiciones a mayores alturas -por

    ejemplo en la pampa de San Luis o de

    Achala- parece haber constituido un l-

    mite efectivo para la expansin de la

    agricultura serrana.

    Viviendas dispersas

    En los ltimos aos, la concrecin

    de diferentes investigaciones de escala

    microrregional ha permitido reconocer

    sistemticamente diferentes tipos de

    manifestaciones arqueolgicas acerca

    de las cuales existan escasos antece-

    dentes bibliogrficos, en particular si-

    tios pequeos y ocupaciones discretas

    (Berberin y Roldn 2001, 2003; Me-

    dina y Pastor 2006; Pastor 2007; Pau-

    tassi 2003; Recalde 2006; Rivero 2003;

    Roldn y Pastor 1997).

    En diferentes sectores del valle de

    Punilla, piedemonte oriental de las Sie-

    rras Chicas y valle de Salsacate se han

    identificado pequeos sitios al aire li-

    bre, generalmente asociados a reduci-

    dos espacios cultivables dentro de es-

    trechas quebradas tributarias (Figuras 5,

    6 y 7). Su apariencia superficial es si-

    milar a la de los poblados o caseros,

    con presencia de restos variados -ti-

    les y desechos lticos, fragmentos ce-

    rmicos, instrumentos de molienda- y

    nula visibilidad de elementos arquitec-

    tnicos. Sin embargo, la dispersin de estos materiales

    rara vez alcanza 0,2 ha. Lamentablemente, es muy

    escasa la evidencia estratigrfica asociada a estos con-

    textos, aunque los residuos de actividades domsticas

    recuperados en algunos sondeos permiten suponer la

    existencia de viviendas dispersas.

    Figura 5. Sitio Arqueolgico del sur del valle de Punilla (A) y del valle deSalsacate-Pitoba- (B).

    A

    B

  • | 39Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    En otros casos, estos residuos se asocian a abrigos

    rocosos prximos a los terrenos agrcolas, circunstan-

    cia que ha facilitado la recuperacin de informacin

    estratigrfica de mayor calidad. A modo de ejemplo,

    se repasan las caractersticas de tres de ellos. El Fanta-

    sio es un abrigo localizado a orillas del ro San Anto-

    nio, en el sur del valle de Punilla (Figuras 2 y 5). A unos

    100 m en direccin opuesta al ro se encuentra un pe-

    queo terreno cultivable ubicado en el tramo final de

    una quebrada tributaria, mientras que a unos 200 m,

    a orillas del ro, se localiza un rea de molienda for-

    mada por nueve morteros y 20 conanas fijos. Se trata

    de un alero de 14 m de largo, 2 m de profundidad y

    1,6 m de altura mxima con respecto al sedimento

    actual. El nivel ocupacional se ubic entre 0,3 y 0,6 m

    a partir de este punto. En rocas emplazadas dentro del

    abrigo o en sus proximidades se identificaron tres mor-

    teros y una conana fijos (Nielsen y Roldn 1991). Se

    excavaron 5 m2 en distintos puntos debajo de la lnea

    de goteo. El material cermico comprende fragmentos

    de recipientes, de los cuales slo se pudieron identifi-

    car dos formas: una olla y una escudilla. Se hall una

    ficha y un tortero con decoracin

    incisa en una de sus caras. El

    conjunto ltico comprende dese-

    chos de talla, ncleos, tres pun-

    tas de proyectil fragmentadas,

    una mano de moler fragmentada

    y una sierra de pizarra. La ar-

    queofauna incluye restos de Lamasp., Ozotoceros bezoarticus,Mazama sp. y Lagostomusmaximus (Medina 2002). En uno

    de los sondeos se identific un

    enterratorio correspondiente a un

    individuo adulto, sumamente de-

    teriorado por el accionar de ra-

    ces.

    Cueva de los Indios se en-

    cuentra en la margen derecha de

    la quebrada del arroyo Las Cue-

    vas, en el sector noroccidental del

    valle de Punilla y a escasa distan-

    cia de los faldeos que dan acce-

    so a los pastizales de la pampa

    de Olaen (Figura 2). En este sec-

    tor del valle los terrenos agrco-

    las son pequeos y disconti-

    nuos. Se trata de un alero de

    grandes dimensiones: 16 m de

    frente, 3 m de fondo y 3 m de altura mxima. A nivel

    superficial se identific un mortero fijo, mientras que

    se seala la existencia de otros dos en las proximida-

    des del abrigo (Gonzlez 1949). En el espesor del se-

    dimento se detectaron numerosos fogones asociados

    a abundantes huesos de animales, algunos de ellos

    parcialmente carbonizados. Los ms frecuentes se atri-

    buyeron a Lama guanicoe, Ozotoceros bezoarticus,Mazama sp., Chaetophractus villosus, Rhea americana

    y Tupinambis teguixin. Dentro del conjunto ltico sedestacan puntas de proyectil triangulares sin pedn-

    culo y triangulares con pednculo y aletas. Se halla-

    ron varias conanas, manos de conana y un adorno

    pulido. El instrumental de hueso comprende dos pun-

    tas de proyectil enteras, algunos perforadores y dife-

    rentes artefactos de uso desconocido. Se identificaron

    numerosos fragmentos de recipientes cermicos y cin-

    co torteros, tres de ellos lisos y dos con decoracin

    incisa. Finalmente, se localiz un enterratorio de un in-

    dividuo adulto en posicin flexionada, adems de res-

    tos dispersos de un individuo adulto y otro infantil.

    Figura 6. Sitios arqueolgicos en el oriente del Valle de Salsacate -Tala Caada-.

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4740

    Por ltimo, el sitio Abrigo de los Chelcos es un ale-

    ro localizado en el sector oriental del valle de Trnsi-

    to, prximo al faldeo occidental de las Sierras Grandes

    (Figura 2). Se ubica en un sector de quebradas y loma-

    das bajas, con distribucin discontinua de terrenos

    agrcolas de reducidas dimensiones. Tiene 8,5 m de

    largo, 1 m de altura desde los sedimentos actuales y

    2,8 m de profundidad, con una superficie cubierta de

    15 m2. En bloques rocosos ubicados en las proximi-

    dades se localizaron cuatro morteros fijos (Gonzlez y

    Crivelli 1978). Se efectuaron excavaciones en el inte-

    rior del abrigo y en el talud exterior, que permitieron a

    los autores distinguir dos componentes ocupaciona-

    les, uno precermico y otro cermico. Los conjuntos

    artefactuales atribuidos al ltimo componente incluyen

    puntas de proyectil triangulares pequeas, peduncu-

    ladas y apedunculadas, tiles lticos informales, n-

    cleos, desechos de talla, cuchillos elaborados en ro-

    cas esquistosas, una cuenta de collar, manos de cona-

    na y un fragmento de bola. El mate-

    rial cermico comprende fragmentos

    de recipientes, uno de ellos corres-

    pondiente a una vasija de forma res-

    tringida y contorno compuesto. Se

    identific un til de hueso de uso

    desconocido. La arqueofauna inclu-

    ye restos asignados a Lama sp.,Cervidae, Ctenomys sp., Microcaviaaustral is , Chaetophractus sp. ,Tupinambis sp. y cscaras de huevo

    de Rheidae. Se identificaron tres en-

    terratorios, dos de ellos muy incom-

    pletos por remociones anteriores, que

    los autores atribuyen por considera-

    ciones estratigrficas al componente

    precermico. Sin embargo, y an

    cuando no se detectaron fosas, se

    plantea la posibilidad que correspon-

    dan a la ocupacin tarda, la cual

    pudo producir una penetracin en

    los niveles del componente precer-

    mico al remover los sedimentos para

    efectuar las inhumaciones. Como se

    ha visto, la presencia de enterratorios

    es un rasgo frecuente en las ocupa-

    ciones tardas de este tipo.

    Este conjunto de sitios indica que

    los poblados no fueron los nicos

    contextos de actividad domstica -y

    seguramente productiva- dentro de

    los valles y piedemontes serranos. Los mismos regis-

    tran la apropiacin de pequeos espacios cultivables

    dentro de las quebradas tributarias, seguramente efec-

    tivizada por pocos individuos que, con frecuencia,

    aprovecharon abrigos rocosos con fines habitaciona-

    les. Los diferentes restos recuperados se relacionan con

    la ejecucin de actividades caractersticas de los espa-

    cios domsticos e incluyen rasgos distintivos como la

    incorporacin de enterratorios.

    La presencia de sitios que pueden ser considera-

    dos poblados o viviendas dispersas, en articulacin

    con tierras agrcolas ubicadas en diferentes situaciones

    microtopogrficas y ambientales -fondos de valle abier-

    tos, piedemontes, quebradas tributarias, etc.-, parece

    ajustada con las descripciones histricas que mencio-

    nan la distribucin dispersa de la poblacin serrana y

    sus parcelas agrcolas. Entre ellas, la que figura en la

    Relacin Annima:son los pueblos chicos, quelmayor tern hasta cuarenta casas y hai muchos de

    Figura 7. Sitios arqueolgicos del occidente de Salsacate -Caada de Salas-.

  • | 41Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    treinta y veinte y quince y diez y menos songrandes labradores, que en ningun cabo hay aguas tierra baada que no la siembren por gozar de las se-

    menteras (Berberin 1987: 227).

    DISCUSIN

    De acuerdo al conjunto de informacin que se pre-

    sent en este trabajo interesa analizar, en esta oportu-

    nidad, tres fenmenos ntimamente relacionados, in-

    tentando mostrar su centralidad para la comprensin

    de los procesos sociales del perodo prehispnico tar-

    do.

    En primer lugar, la existencia de mecanismos desegmentacin asociados al crecimiento de los grupos,los cuales dan cuenta de la distribucin dispersa de la

    poblacin y de cierto equilibrio en el tamao de los

    poblados. Se trata, por cierto, de un fenmeno amplia-

    mente extendido, al que se ha apelado con frecuencia

    para la interpretacin de situaciones arqueolgicas, en

    particular relativas a sociedades agrcolas y/o pastori-

    les de pequea escala (Flannery 1976; McAndrews

    2001; Nielsen 2001; Tarrag 1996; Vargas Arenas

    1990, etc.).

    En el caso tratado aqu se puede observar la situa-

    cin de los grandes fondos de valle, donde la concen-

    tracin de tierras agrcolas no coincidi con la forma-

    cin de grandes poblados o centros regionales, sino

    con su ocupacin por pequeos caseros prximos

    aunque separados. Este patrn se ajusta satisfactoria-

    mente a las expectativas de un modelo de segmenta-

    cin alcanzado un punto crtico de crecimiento.

    Las fuentes histricas locales registran la continui-

    dad de este proceso durante los primeros aos del

    rgimen colonial, al mencionar el surgimiento de nue-

    vos poblados por la separacin de parcialidades, en

    general ante circunstancias de conflicto y tensin in-

    ternos. Un testigo del valle de Salsacate sealaba en

    un pleito que Chilahene es una parsialidad que

    estava poblado en el pueblo Niclistaca que todos sonde un pueblo con el cacique toniche y questa parsia-lidad tuvo pesadumbre con toniche y se salieron deldicho pueblo y se fueron a poblar a un sitio que se

    llama pulmahalon... (AHC, E1, L6, E5, citado porMartn de Zurita 1983: 118). En la zona de Copacaba-

    na, aledaa al sector serrano central, otro testigo de-

    claraba que ...antes solan estar todos juntos con los

    dems caciques que estn divididos agora al presente;que por muchos hechizos con que se mataban, se

    dividi cada parcialidad a sus chcaras... (AHC, E1, L3,E3, citado por Cabrera 1931: 108).

    La segmentacin asociada al crecimiento de los

    grupos fue inseparable de la reproduccin de una agri-cultura de pequea escala, a travs de la apropiacin

    productiva de nuevas tierras. En aos recientes, se han

    logrado avances en el estudio de la agricultura prehis-

    pnica, a pesar de las dificultades surgidas de la au-

    sencia de evidencias arquitectnicas superficiales -i.e.,

    cuadros de cultivo, andenes, represas, canales- o de

    la escasa o nula recuperacin de macrorrestos vegeta-

    les en las excavaciones.

    La informacin disponible seala el empleo de di-

    ferentes cultgenos como el maz (Zea mays), dos va-riedades de poroto (Phaseolus vulgaris y P. lunatus) y

    zapallo (Cucurbita sp.; Lpez 2007)3. Por su parte, elemplazamiento de los poblados, viviendas dispersas y

    quizs algunas ocupaciones discretas en tierras poten-

    cialmente cultivables (Medina y Pastor 2006; Roldn

    1999; Roldn y Pastor 1997), sugiere la instalacin de

    parcelas en distintos tipos de terreno, caracterizados

    por diferentes condiciones para la produccin agrco-

    la. Los pequeos espacios cultivables dentro de las

    quebradas tributarias, por ejemplo, retienen por ms

    tiempo la humedad en los suelos y son menos afecta-

    dos por las heladas que los fondos de valle.

    La dispersin de parcelas o la ausencia de obras

    de infraestructura tambin son rasgos caractersticos de

    la agricultura nativa de los primeros aos del rgimen

    colonial, as como de la que an se practica en algu-

    nos sectores de las sierras (Berberin y Roldn 2003;

    Medina y Pastor 2006; Ochoa de Masramn 1977;

    Piana de Cuestas 1992). Las fuentes histricas de fines

    del siglo XVI y principios del XVII mencionan el em-

    pleo de diferentes cultgenos -maz, frijoles, zapa-

    llos, quinua, man, camote-, as como la exis-

    tencia de chacras dispersas aprovechando diferentes

    tipos de terreno -caadas, huaycos, laderas de

    cerros-.

    El uso de policultivos y la dispersin de parcelas

    agrcolas pueden ser entendidos como una estrategia

    para enfrentar numerosos factores de riesgo ambien-

    tal, algunos de ellos de accin localizada y otros con

    potencialidad de afectar diferencialmente a los distin-

    tos terrenos -i.e., tormentas de granizo, plagas, hela-das, sequas-. Piana de Cuestas (1992) cita el ejemplo

    de los caciques de Saldn, en el piedemonte oriental

    de las Sierras Chicas, quienes en un pleito de 1586

    deban justificar la posesin de tierras que no cultiva-

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4742

    ban habitualmente. Ellos declararon que al no contar

    con regados deban ubicar las chacras en diferentes

    lugares, segn como van los aos, para poder obte-

    ner cosechas (AHC, E1, L1, E10, citado por Piana de

    Cuestas 1992: 44).

    Los pequeos agricultores actuales enfrentan estos

    factores de riesgo utilizando variedades de maz con

    distintos ritmos de maduracin y dispersando los cam-

    pos de cultivo. La fecha de inicio de la temporada de

    lluvias determina la cantidad de parcelas roturadas. Si

    comienza a llover a principios de Septiembre se siem-

    bran varias chacras; si las lluvias se retrasan hasta fi-

    nes de Noviembre, el ciclo agrcola debe ser interrum-

    pido (Medina y Pastor 2006). Sin dudas, los elevados

    niveles de prdida caracterizan a estos pequeos sis-

    temas productivos. Piana de Cuestas (1992) ha estima-

    do que durante las primeras dcadas del rgimen co-

    lonial existieron crisis agrcolas en uno de cada tres

    aos, originadas por el accionar aislado o en combi-

    nacin de algunos de los mencionados factores.

    Las definiciones del perodo tardo han resaltado

    discontinuidades con el proceso precedente, como la

    introduccin de la agricultura y las tcnicas alfareras,

    o el desarrollo de una vida estable en aldeas. Sin em-

    bargo, estas afirmaciones deben ser cuidadosamente

    evaluadas. La adopcin de prcticas agrcolas y la ge-

    neralizacin en el empleo de la tecnologa cermica

    fueron fenmenos contemporneos en las Sierras Cen-

    trales, aunque desde varios siglos antes existieron an-

    tecedentes de una limitada utilizacin de recipientes

    cermicos y probablemente de la circulacin de cult-

    genos4.

    Los poblados y viviendas dispersas, por su parte,

    no fueron los nicos contextos de actividad domsti-

    ca, ya que se han reconocido numerosas ocupacio-

    nes estacionales en entornos inapropiados para el

    desarrollo de la agricultura prehispnica, como los

    pastizales de altura. Las mismas pueden ser ligadas a

    fenmenos de dispersin vinculados a la ejecucin de

    diferentes prcticas extractivas5. La presencia de estos

    sitios relativiza el alto grado de sedentarismo asociado

    a la ocupacin de los poblados tardos, as como la

    centralidad econmica de la produccin agrcola.

    Por el contrario, la agricultura prehispnica parece

    haber formado parte de una economa mixta, que pa-

    ralelamente implic una importante intensificacin de

    las prcticas de caza y recoleccin, en buena medida

    inseparables de los fenmenos de dispersin estacio-

    nal. Se debe considerar que la articulacin de los dis-

    tintos ambientes serranos a travs de una alta movili-

    dad y de cambios estacionales en los niveles de agru-

    pamiento comprendera rasgos organizativos persisten-

    tes, que favorecieron la especificacin del modo de

    vida serrano (sensu Vargas Arenas 1990), al menosdesde fines del Holoceno medio (Pastor 2007). En tal

    contexto, las actividades productivas constituyeron un

    complemento econmico cuyo desarrollo no deman-

    d ni dio lugar a grandes concentraciones ni movili-

    zaciones de fuerza de trabajo, sino a la dispersin

    poblacional y la roturacin continua de nuevas tierras.

    Un tercer fenmeno asociado a la segmentacin de

    poblados y al desarrollo de la agricultura serrana fue

    el sostenimiento de un escenario de alta fragmentacinpoltica, con considerables limitaciones para el surgi-miento de jerarquas locales o regionales. Lamentable-

    mente, las dificultades inherentes al estudio del proce-

    so sociopoltico no son menos considerables que las

    relativas a las actividades agrcolas. Las mismas se re-

    lacionan con la falta de estudios especficos y con

    deficiencias en el registro de evidencias fundamenta-

    les para tal evaluacin, como la estructura de los po-

    blados y las prcticas mortuorias.

    Las caractersticas del patrn de asentamiento con-

    firman, no obstante la existencia de pequeas comu-

    nidades similares entre s, al tiempo que niegan fen-

    menos de integracin multi-comunitaria o de forma-

    cin de centros polticos regionales. Por su parte, la

    presencia de adornos de hueso o caracol, usados

    como collares u ornamentos en las vestimentas, y que

    slo ocasionalmente se incorporaron a los enterrato-

    rios, no parece consistente con un escenario de surgi-

    miento o consolidacin de desigualdades sociales es-

    tructurales.

    La documentacin colonial temprana describe una

    poblacin serrana dividida en pequeas comunidades

    que se apropiaban colectivamente de tierras agrcolas,

    montes, aguadas y territorios de caza, exhibiendo un

    alto nivel de autonoma poltica y econmica. Como

    sintetizaba un testigo en un pleito en la zona de Copa-

    cabana: ...ser cosa notoria en esta tierra que ningnpueblo que tenga cacique sealado no es sugeto a otrocacique ni pueblo; de lo qual viene a ser gente de tan-ta bejetra... que no obedecen un pueblo a otro ni uncacique a otro, sino que teniendo nombre de puebloe cacique, se apartan unos de otros como cosa distin-ta y de por s... (AHC, E1, L2, E2, citado por Cabrera1931: 96). Por otro lado, las referencias a uno, dos y

    hasta tres caciques principales, junto a varios secun-

  • | 43Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    darios, sugieren que el ejercicio de la autoridad den-tro de las comunidades estaba repartido entre diferen-

    tes personas (Montes 1950, 1956).

    Esta tendencia a la fragmentacin no representa, sinembargo, ms que un aspecto del proceso sociopolti-

    co, del mismo modo en que la agricultura slo com-

    prende una parte de la economa tarda. La introduc-

    cin de prcticas agrcolas en las Sierras Centrales no

    slo fue acompaada por la generalizacin en el uso

    de la tecnologa cermica o una probable disminucinde la movilidad residencial. Este proceso estuvo uni-

    do, adems, al desarrollo de una esfera de actividad

    colectiva ligada a la apropiacin, procesamiento y

    consumo de recursos silvestres, tanto en los pastizales

    de altura como en los entornos chaqueos circundan-

    tes, y cuyo testimonio son los ya mencionados sitiosde propsitos especiales cuyas ocupaciones pueden

    ser interpretadas de acuerdo las descripciones histri-

    cas de juntas y borracheras (Pastor 2005a)6.

    Con relacin a los fenmenos de dispersin esta-cional a los que se hizo referencia ms arriba, estas

    ocupaciones grupales representan modalidades proba-

    blemente alternativas y complementarias de apropia-

    cin de los recursos silvestres, al tiempo que sugieren

    un escenario de intensificacin econmica a lo largodel perodo tardo. Por otra parte, y a diferencia de los

    procesos de segmentacin, las juntas daran cuenta

    de fenmenos de integracin poltica que pueden ser

    vinculados a crecientes relaciones de competencia te-

    rritorial.

    La reproduccin del escenario definido por una

    poblacin dispersa, una economa mixta y una eleva-

    da fragmentacin poltica debi depender, en forma

    progresiva, de la integracin de las comunidades en

    una red de alianzas y colaboraciones, posiblementeexpresada en trminos de parentesco y reafirmada

    peridicamente mediante la realizacin de festejos.

    Segn la ya citada declaracin del testigo del valle de

    Salsacate, una vez que la parcialidad de Chilahene se

    separ del pueblo de Niclistaca para instalarse en Pul-

    mahalon, dada su pesadumbre con el cacique Toni-

    che, volvieron a conformarse y siempre se junta-ron a sus fiestas de un pueblo con el otro (AHC, E1,

    L6, E5, citado por Martn de Zurita 1983: 118).

    CONSIDERACIONES FINALES

    El avance de las investigaciones ha fortalecido la

    imagen del perodo tardo como un escenario en el que

    se desplegaron cambios y continuidades sociocultu-

    rales, cuya percepcin resulta obstaculizada por insu-

    ficiencias en la documentacin arqueolgica y dificul-

    tades unidas al empleo de categoras como socieda-

    des cazadoras-recolectoras o agricultoras de peque-

    a escala. Estas ltimas favorecieron una representa-

    cin dicotmica y en buena medida apriorstica de las

    sociedades tardas en relacin a las de perodos pre-

    cedentes, que no practicaban la agricultura ni utiliza-

    ban -o utilizaban muy limitadamente- la tecnologa

    cermica. Sin embargo, y an cuando resulta innega-

    ble que la expansin de la agricultura serrana conlle-

    v una discontinuidad fundamental, sta no puede ser

    separada de procesos de mayor escala, que implica-

    ron una sostenida intensificacin econmica, al me-

    nos, desde mediados del Holoceno medio.

    La organizacin de las prcticas extractivas duran-

    te el perodo tardo muestra significativas transforma-

    ciones -como la consolidacin de los contextos gru-

    pales de consumo-, pero se debe considerar que es-

    tos fueron inseparables de mecanismos persistentes

    como los fenmenos de dispersin estacional, que se

    citan como un rasgo definitorio de la evolucin del

    modo de vida serrano, entre mediados del Holoceno

    medio y los primeros aos del rgimen colonial. Am-

    bos contextos de apropiacin y consumo de recursos

    silvestres dan cuenta de la continuidad del referido

    proceso de intensificacin, aunque a partir de este

    momento en el marco de la conformacin de una eco-

    noma mixta agrcola-cazadora-recolectora.

    Este trabajo se limita a un breve repaso de una parte

    de la informacin arqueolgica e histrica relativa al

    sector central de las Sierras de Crdoba y a una defini-

    cin preliminar de los procesos sociales del perodo

    prehispnico tardo7. A pesar de la marcada -y por el

    momento inevitable- generalidad de tales propuestas,

    se espera que las mismas puedan favorecer mayores

    profundizaciones en futuros estudios.

    Agradecimientos

    Estas investigaciones fueron concretadas gracias al

    apoyo econmico del CONICET (beca doctoral a SP y

    subsidio PIP N 02433 a EB). Timothy Jull (NSF Arizo-

    na AMS Facility) y National Science Foundation (Grant

    EAR01-15488) colaboraron en la realizacin de data-

    ciones radiocarbnicas. Deseamos expresar nuestro

    reconocimiento a los integrantes de la Ctedra de Pre-

    historia y Arqueologa (Universidad Nacional de Cr-

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4744

    doba), quienes participaron en los trabajos de campo

    y laboratorio, en el anlisis y en la discusin de los

    aspectos interpretativos.

    REFERENCIAS CITADAS

    Arana, M.

    1999 El tiempo de la algarroba. En En los tres reinos:

    prcticas de recoleccin en el cono sur de Amrica,

    editado por C. Aschero, M. Korstanje y P. Vuoto, pp.

    197-203. Instituto de Arqueologa y Museo (U.N.T.),

    Tucumn.

    Argello de Dorsch, E.

    1983 Investigaciones arqueolgicas en el

    Departamento Punilla (Provincia de Crdoba -

    Repblica Argentina). Sitio: C. Pun. 39.

    Comechingonia 1: 41-60.

    Austral, A. y A. Rocchietti

    1995 Arqueologa de la pendiente oriental de la sierra

    de Comechingones. Actas y Memorias del XI

    Congreso Nacional de Arqueologa Argentina 10, pp.

    61-80. Museo Municipal de Historia Natural, San

    Rafael, Mendoza.

    Berberin, E.

    1969 Investigaciones arqueolgicas en Cosqun.

    Revista Ilustrada Cosqun 8: 28-29.

    1984 Potrero Garay: una entidad sociocultural tarda

    de la regin serrana de la provincia de Crdoba

    (Rep. Argentina). Comechingonia 4: 71-138.

    1987 Crnicas del Tucumn. Siglo XVI. Editorial

    Comechingonia, Crdoba.

    Berberin, E. y F. Roldn

    2001 Arqueologa de las Sierras Centrales. En Historia

    Argentina Prehispnica, editado por E. Berberin y

    A. Nielsen, tomo II, pp. 635-691. Editorial Brujas,

    Crdoba.

    2003 Limitaciones a la produccin agrcola,

    estrategias de manejo de terrenos cultivables y

    ampliacin de la dieta en comunidades formativas

    de la regin serrana de la Provincia de Crdoba.

    Relaciones de la Sociedad Argentina de

    Antropologa XXVIII: 117-131.

    Berberin, E., V. Martn y J. Martn de Zurita

    1983 Contribuciones arqueolgicas a la arquitectura

    aborigen en la regin serrana de la provincia de

    Crdoba (Repblica Argentina) durante el perodo

    hispano-indgena. Presencia Hispnica en la

    Arqueologa Argentina I: 69-86. Museo Regional de

    Antropologa (U.N.N.E.), Resistencia.

    Bucher, E. y J. Abalos

    1979 Fauna. En Geografa Fsica de la Provincia de

    Crdoba, editado por J. Vzquez, R. Miatello y M.

    Roqu, pp. 369-434. Editorial Boldt, Buenos Aires.

    Cabrera, P.

    1931 Crdoba del Tucumn Prehispana y

    Protohistrica. Revista de la Universidad Nacional

    de Crdoba XVIII, nos. 7-10: 1-288.

    Castro Olaeta, I.

    2002 Recuperar las continuidades y transformaciones:

    las juntas y borracheras de los indios de Quilino y su

    participacin en la justicia colonial. En Los pueblos

    de indios del Tucumn colonial: pervivencia y

    desestructuracin, editado por J. Farberman y R. Gil

    Montero, pp. 175-202. UNQ Ediciones Ediunju,

    Quilmes.

    Crowder, R.

    1983 Sitios arqueolgicos en las proximidades de

    Mina Clavero (Cba.). MS.

    Demaio, P., U. Karlin y M. Medina

    2002 rboles nativos del centro de la Argentina.

    Editorial L.O.L.A., Literature of Latin Amrica,

    Crdoba.

    Fabra, M., A. Laguens y D. Demarchi

    2006 Inferencias paleodietarias a partir de evidencias

    isotpicas en poblaciones humanas del sector austral

    de las Sierras Pampeanas del Holoceno tardo.

    Trabajo presentado en el Taller Arqueologa e

    istopos estables en el sur de Sudamrica. Discusin

    e integracin de resultados, Malarge, Mendoza.

    Museo Municipal de Historia Natural de San Rafael.

    San Rafael, Mendoza. MS.

    Figini, A.

    1999 Anlisis de la calibracin en aos calendarios

    de las edades C-14. Correccin para el Hemisferio

    Sur. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueologa

    Argentina II, pp. 349-352. Editorial de la Universidad

    Nacional de La Plata, La Plata.

    Flannery, K. (editor)

    1976 The Early Mesoamerican Village. Academic

    Press, San Diego.

    Gambier, M.

    1998 Arqueologa de la Sierra de San Luis.

    Publicacin del Instituto de Investigaciones

    Arqueolgicas y Museo (U.N.S.J.), San Juan.

    Gonzlez, A.

    1943 Arqueologa del yacimiento indgena de Villa

    Rumipal (Provincia de Crdoba). Publicaciones del

    Instituto de Arqueologa, Lingstica y Folklore

    (U.N.Cba.) IV: 3-71.

    1949 Nota sobre la arqueologa de Pampa de Olaen

    (Crdoba). Notas del Museo de La Plata XIV,

    Antropologa N 56: 463-503.

    1960 La estratigrafa de la gruta de Intihuasi (Prov. de

    San Luis, R.A.) y sus relaciones con otros sitios

    precermicos de Sudamrica. Revista del Instituto de

    Antropologa (U.N.Cba.) I: 1-290.

  • | 45Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    Gonzlez, S. y E. Crivelli

    1978 Excavaciones arqueolgicas en el abrigo de Los

    Chelcos (Dpto. San Alberto. Crdoba). Relaciones de

    la Sociedad Argentina de Antropologa XII: 183-212.

    Grils, B.

    1951 La barranca misteriosa. Diario Democracia 21

    de Noviembre de 1951. Villa Dolores, Crdoba.

    Laguens, A.

    1999 Arqueologa del contacto hispano indgena. Un

    estudio de cambios y continuidades en las Sierras

    Centrales de Argentina. BAR, International Series

    801, Oxford.

    Lpez, L.

    2005 Los pobladores productores de alimentos en las

    sierras de Crdoba. Primeras evidencias

    arqueobotnicas en los sitios Arroyo Tala Caada 1 y

    C. Pun. 39. La Zaranda de Ideas 1: 89-91.

    2007 La produccin de alimentos en las sociedades

    prehispnicas tardas de Crdoba. Comechingonia

    Virtual. Revista Electrnica de Arqueologa 1: 29-78.

    www.comechingonia.com/vitual1/

    AlimentacionTardioLopez.pdf. 25 de Marzo de 2007.

    Luti, R., M. Bertrn de Sols, F. Galera, N. Mller de

    Ferreira, M. Berzal, M. Nores, M. Herrera y J. Barrera

    1979 Vegetacin. En Geografa Fsica de la Provincia

    de Crdoba, editado por J. Vzquez, R. Miatello y

    M. Roqu, pp. 297-368. Editorial Boldt, Buenos Aires.

    McAndrews, T.

    2001 Organizacin y crecimiento de los sistemas de

    asentamiento tempranos basados en aldeas en el

    altiplano andino sur central. En El perodo Formativo

    en Bolivia: regiones y sociedades, editado por C.

    Rivera Casanovas, M. Michel Lpez y J. Capriles

    Flores, pp. 135-145. Textos Antropolgicos 13 (1-2).

    Universidad Mayor de San Andrs, La Paz.

    Marcellino, A.

    1992 Sntesis historiogrfica de los estudios

    antropolgicos en la provincia de Crdoba. Junta

    Provincial de Historia de Crdoba. Cuadernos de

    Historia 11: 11-47.

    Marcellino, A., E. Berberin y J. Prez

    1967 El yacimiento arqueolgico de Los Molinos

    (Dpto. Calamuchita - Crdoba). Publicaciones del

    Instituto de Antropologa (U.N.Cba.) XXVI: 1-68.

    Martn, V.

    1983 Representaciones plsticas antropomorfas del

    yacimiento Potrero de Garay (Dto. Santa Mara,

    Pcia. de Crdoba-Repblica Argentina).

    Comechingonia 3: 49-60.

    Martn de Zurita, J.

    1983 Etnohistoria del Departamento Pocho (Pcia. de

    Crdoba - Rep. Argentina). Durante el siglo XVI.

    Comechingonia 1: 113-149.

    Medina, M.2002 Arqueofaunas y tafonoma: la importancia de la

    caza en contextos formativos tardos del sectorcentral de Sierras Centrales. Tesis de Licenciatura

    indita. Facultad de Filosofa y Letras, Universidadde Buenos Aires, Buenos Aires.

    2005a Zooarqueologa de los sitios agroalfareros C.Pun.39 y LCh 2 (Punilla, Crdoba). Trabajo presentado enlas VI Jornadas de Investigaciones en Arqueologa yEtnohistoria del Centro-Oeste del Pas, Universidad

    Nacional de Ro Cuarto, Ro Cuarto. MS.2005b Anlisis zooarqueolgico del sitio agroalfarero

    Puesto La Esquina 1 (Pampa de Olaen, Crdoba).Anales de Arqueologa y Etnologa. En prensa.

    Medina, M. y L. Lpez2005 Evidencias prehispnicas de Phaseolus spp. en

    Puesto La Esquina 1 (Crdoba, Argentina).Arqueologa 13. En prensa.

    Medina, M. y S. Pastor2006 Chacras dispersas. Una aproximacin

    etnogrfica y arqueolgica al estudio de laagricultura prehispnica en la regin serrana de

    Crdoba (Argentina). Comechingonia 9: 103-121.

    Menghin, O. y A. Gonzlez1954 Excavaciones arqueolgicas en el yacimiento

    de Ongamira, Crdoba (Rep. Argentina). Notapreliminar. Notas del Museo de La Plata XVII,Antropologa N 67: 213-267.

    Montes, A.1944 Los Comechingones de la Punilla. Edicin del

    autor, Crdoba.1950 Nomenclador Cordobense de toponimia

    autctona (primera parte). Anales de Arqueologa yEtnologa XI: 33-80.

    1956 Nomenclador Cordobense de toponimiaautctona (segunda parte). Anales de Arqueologa yEtnologa XII: 75-114.

    Nielsen, A.2001 Evolucin social en Quebrada de Humahuaca

    (AD 700-1536). En Historia Argentina Prehispnica,editado por E. Berberin y A. Nielsen, tomo I, pp.171-264. Editorial Brujas, Crdoba.

    Nielsen, A. y F. Roldn1991 Asentamientos satlites y asentamientos agrcolas

    permanentes: el caso El Fantasio (Depto. Punilla -

    Crdoba). Comechingonia 7: 65-75.

    Noli, E.1999 La recoleccin en la economa de subsistencia

    de las poblaciones indgenas: una aproximacin atravs de fuentes coloniales (piedemonte y llanuratucumano-santiaguea, gobernacin del Tucumn).En En los tres reinos: prcticas de recoleccin en elcono sur de Amrica, editado por C. Aschero, M.Korstanje y P. Vuoto, pp. 205-215. Instituto de

    Arqueologa y Museo (U.N.T.), Tucumn.

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4746

    Novellino, P., A. Gil, G. Neme y V. Durn

    2004 El consumo de maz en el Holoceno Tardo del

    oeste argentino: istopos estables y caries. Revista

    Espaola de Antropologa Americana 34: 85-110.

    Ochoa de Masramn, D.

    1977 Prcticas tradicionales del cultivo del maz en

    San Luis - Repblica Argentina. Actas del Cuarto

    Congreso Nacional de Arqueologa Argentina

    (segunda parte). Revista del Museo de Historia

    Natural de San Rafael (Mendoza) IV (1-4): 283-306.

    Pastor, S.

    2005a Juntas y cazaderos. Las actividades grupales

    y la reproduccin de las sociedades prehispnicas

    de las Sierras Centrales de Argentina. Trabajo

    presentado en el Taller Procesos sociales

    prehispnicos en los Andes Meridionales. Instituto

    Interdisciplinario de Tilcara. Tilcara, Jujuy. MS.

    2005b El sitio Ro Yuspe 14 (pampa de Achala,

    Crdoba). Perspectivas sobre el uso prehispnico

    tardo de los ambientes serranos de altura. Revista

    Mundo de Antes 4: 87-104.

    2007 Arqueologa del Valle de Salsacate y pampas de

    altura adyacentes (Sierras Centrales de Argentina).

    Una aproximacin a los procesos sociales del

    perodo prehispnico tardo (900-1573 d.C.). Tesis

    Doctoral indita. Facultad de Ciencias Naturales y

    Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata.

    Pautassi, E.

    2003 El sistema de produccin de instrumentos

    formales tallados en cuarzo, en la cuenca del ro

    San Antonio (Provincia de Crdoba). Tesis de

    Licenciatura indita. Facultad de Filosofa y

    Humanidades, Universidad Nacional de Crdoba,

    Crdoba.

    Piana de Cuestas, J.

    1992 Los indgenas de Crdoba bajo el rgimen

    colonial (1570-1620). Direccin General de

    Publicaciones de la Universidad Nacional de

    Crdoba, Crdoba.

    Quiroga, L.

    1999 Los dueos de los montes, aguadas y

    algarrobales. Contradicciones y conflictos coloniales

    en torno a los recursos silvestres. Un planteo del

    problema. En En los tres reinos: prcticas de

    recoleccin en el cono sur de Amrica, editado por

    C. Aschero, M. Korstanje y P. Vuoto, pp. 217-226.

    Instituto de Arqueologa y Museo (U.N.T.), Tucumn.

    Recalde, A.

    2006 Las representaciones rupestres y su relacin con

    el paisaje. Aproximacin a un anlisis regional en el

    sector occidental de las Sierras de Crdoba.

    Comechingonia 9: 77-90.

    Rivero, D.

    2003 Distribuciones superficiales de artefactos y uso

    del espacio en poblaciones cazadoras-recolectoras

    de las Sierras de Crdoba. Actas del II Congreso

    Argentino de Cuaternario y Geomorfologa, pp. 447-

    454. Tucumn.

    2007 Ecologa de los cazadores-recolectores en las

    Sierras de Crdoba. Tesis Doctoral indita. Facultad

    de Filosofa y Humanidades, Universidad Nacional

    de Crdoba, Crdoba.

    Roldn, F.

    1999 El proceso de desarrollo del modo de vida

    productor en el sector serrano de la provincia de

    Crdoba. Informe presentado al CONICOR, Crdoba.

    MS.

    Roldn, F. y S. Pastor

    1997 Tipos de asentamientos prehispnicos en la

    porcin meridional del valle de Punilla (Pcia. de

    Crdoba). Actas de las Jornadas de Antropologa de

    la Cuenca del Plata III, pp. 48-54. Editorial de la

    Universidad Nacional de Rosario, Rosario.

    Roldn, F., D. Rivero y S. Pastor

    2005 Las Sierras Centrales durante el Holoceno:

    perspectivas desde El Alto III (Pampa de Achala,

    Provincia de Crdoba). Actas del XIII Congreso

    Nacional de Arqueologa Argentina IV, pp. 277-286.

    Crdoba.

    Serrano, A.

    1945 Los Comechingones. Serie Aborgenes

    Argentinos, vol. I. Instituto de Arqueologa,

    Lingstica y Folklore (U.N.Cba.), Crdoba.

    Stuiver, M. y P. Reimer

    2000 Radiocarbon Calibration Program 2000 Rev. 4.3.

    Quaternary Isotope Lab., University of Washington,

    Seattle.

    Tarrag, M.

    1996 El formativo en el Noroeste Argentino y el Alto

    Valle Calchaqu. Actas y Memorias del XI Congreso

    Nacional de Arqueologa Argentina 10, pp. 103-119.

    Museo Municipal de Historia Natural, San Rafael,

    Mendoza.

    Vargas Arenas, I.

    1990 Arqueologa, ciencia y sociedad. Ensayo sobre

    teora arqueolgica y la formacin econmico social

    tribal en Venezuela. Editorial Abre Brecha, Caracas.

    NOTAS

    1 Haciendo igualmente referencia al carcter semi-subte-

    rrneo de las viviendas de los habitantes de las Sierras de

    Crdoba, Diego Fernndez El Palentino sealaba que

    viven estos indios en cuevas debajo de tierra, de suer-

  • | 47Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)

    te que, aunque lleguen a los pueblos, no se parecen sino

    por los maizales; citado por Berberin (1987: 53).

    2 De acuerdo a los resultados de prospecciones efectua-

    das en diferentes sectores, un mayor nmero de sitios tar-

    dos resulta innegable, an cuando las condiciones que

    suelen permitir la deteccin de sitios multi-componentes

    sugieren una baja visibilidad para muchas ocupaciones

    pre-tardas, dada la reocupacin de los mismos lugares.

    De todos modos, existen otros slidos indicadores de la

    expansin de las sociedades tardas, por ejemplo, en cuan-

    to a los trminos de apropiacin de los recursos del pasti-

    zal de altura.

    3 Se identificaron fitolitos de maz en sustancias adheridas

    a fragmentos cermicos y conanas en C.Pun.39 -valle de

    Punilla-. En Arroyo Tala Caada 1 -valle de Salsacate-,

    C.Pun. 39 -Punilla- y Puesto La Esquina 1 -pampa de

    Olaen- se recuperaron semillas carbonizadas de Phaseo-

    lus vulgaris y P. lunatus. En los ltimos dos sitios tambin

    se registraron macrorrestos pertenecientes a maz (Lpez

    2005, 2007; Medina y Lpez 2005). Como se mencion

    anteriormente, se hallaron fitolitos de maz, poroto y za-

    pallo asociados a surcos enterrados en el sitio Arroyo Tala

    Caada 1 (Lpez 2007).

    4 Los contextos datados entre ca. 2000 y 1500 AP se ca-

    racterizan por la presencia de escasos fragmentos cer-

    micos (Austral y Rocchietti 1995; Gambier 1998), o bien

    por la ausencia de este tipo de materiales (Rivero 2007).

    Los contextos conocidos para el perodo 1500-1200 AP su-

    gieren una generalizacin en el empleo de recipientes ce-

    rmicos (Gambier 1998; Pastor 2007). Con respecto a la

    circulacin de cultgenos, se reconocieron fitolitos de maz

    en asociacin al trtaro dental de un individuo inhumado

    en el sitio Cruz Chiquita 3, en el valle de Salsacate. A

    partir de la fraccin de colgeno de una muestra sea se

    obtuvo una datacin pre-tarda: 2466 51 C14 AP (AA-

    68146; dC13= -16,1; 763-676 cal BC [p= ,27]; 674-410

    cal BC [p= ,73]; calibrado a 2 sigma con el programa

    CALIB 4.3 [Stuiver y Reimer 2000]). El valor de dC13 es

    consistente con una dieta mixta que incluy plantas de

    patrn fotosinttico C4, probablemente maz (Novellino et

    al. 2004). Por otra parte, se conoce el resumen de una

    presentacin en un taller en el que se menciona eviden-

    cia radiocarbnica e isotpica obtenida sobre muestras de

    colgeno de nueve individuos de la regin, datados entre

    ca. 4500 y 300 AP (Fabra et al. 2006). Sintticamente, se

    plantea que en el momento ms tardo, posterior a ca. 2000

    AP, se observa un incremento en el consumo de plantas

    C4.

    5 El patrn de asentamiento en los ambientes serranos de

    altura difiere con respecto al descrito para los valles y

    piedemontes circundantes. Algo ms del 80% de los sitios

    identificados, sobre una muestra prxima a los 90 casos,

    comprende pequeas ocupaciones en abrigos rocosos,

    aparentemente efectuadas por pocos individuos. Se han

    recuperado residuos caractersticos de actividades de tipo

    domstico: tiles de molienda, fragmentos pertenecientes

    a recipientes cermicos de distintas formas, instrumentos

    lticos informales y desechos de talla, puntas de proyectil

    y preformas y restos faunsticos relacionados con el con-

    sumo de grandes herbvoros -guanacos, venados de las

    pampas- y fauna menor -roedores, armadillos- (Pastor

    2005b, 2007).

    6 Las juntas y borracheras, tambin referidas como con-

    vites, fiestas, regocijos o reuniones destinadas a hol-

    garse, estuvieron estrechamente relacionadas con algu-

    nas caceras y, fundamentalmente, con la recoleccin de

    la algarroba. Durante el perodo colonial temprano fue-

    ron el principal contexto de integracin comunitaria de la

    poblacin nativa, lo cual justific el establecimiento de

    diversos mecanismos de control por parte de autoridades

    civiles y eclesisticas. Las mismas fueron inseparables del

    consumo ritual y festivo de alimentos y bebidas, as como

    del establecimiento de alianzas intergrupales para la de-

    fensa territorial (Arana 1999; Castro Olaeta 2002; Noli

    1999; Piana de Cuestas 1992; Quiroga 1999).

    7 Es decir, aquella referida a los valles y piedemontes que

    circundan a las Sierras Grandes. La informacin arqueo-

    lgica proveniente de los ambientes serranos de altura, as

    como los modelos relativos a su ocupacin, no son trata-

    dos en detalle en este artculo.

  • | S. Pastor y E. Berberin - Intersecciones en Antropologa 8 (2007) 31-4748

  • | 49Arqueologa del sector central de las Sierras de Crdoba (Argentina).

    Hacia una definicin de los procesos sociales del perodo prehispnico tardo (900-1573 DC)