Arlt Si Yo Fuera Alacran

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Aguafuerte

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AGUAS FUERTES PORTEAS ROBERTO ARLT

AGUAS FUERTES PORTEAS ROBERTO ARLTSI YO FUERA UN ALACRN

Si yo fuera un alacrn, dira que estos corsos son calamidades agravadas por el aburrimiento de ciudadanos que mueven las quijadas dibujando fenomenales bostezos. Si yo fuera un alacrn, dira que los bailes de los teatros son los ms lamentables contubernios de fmulas y cocineras, en tren de seducir mocosos tenderos y viudos calvetes y libidinosos. Si me fuera permitido dedicarme a la filosofa desde las columnas de un peridico, afirmara, sin empacho ninguno, que esta es una ciudad de hombres que no conocen mujeres sino tapas, tal es el afn de bailar que tienen, y el consiguiente estmago. Y no es que yo hable mal; no. Me pongo la mano en el pecho. Si me pudiera jugar la cabeza, me la jugaba. No hablo mal, mas cuando se ha visto a las momias de Tiahuanaco bailar en compaa de chiquilines que al otro dirn en la oficina: Tens que ver con qu dona bail anoche!; cuando se ha sido testigo del macabro espectculo de ver una negra flaca como la misma muerte y vieja como los siglos; y fraganciosa como un atad disputada por mozalbetes, bien se puede exclamar: Ya ni en la paz de los sepulcros creo! En cambio, creo en el fiambre. Los corsos dieron la ms extraordinaria prueba de lo que puede originar un aburrimiento colectivo. Qu cartulas, qu bostezos, qu miradas comprensivas de la gente, dicindose, entre serpentinazo y serpentinazo!: Realmente, la vida es un opio, agravado por el carnaval. Admito que uno pueda rerse tres minutos seguidos. Por imbcil que sea, tres minutos y medio no son incompatibles con la sonrisa. Pero pasarse la noche en un palco, dicindole gansadas a chicas de familia que pasan en la capota de un auto con el mismo tedio que iran a escuchar el sermn de un preste aburrido, es desesperante. A tal punto, que la gente se gritaba irnicamente, de un coche al otro y de un palco a otro: Derroche alegra!

Alguien - no se quin (si lo encuentran le levantarn una estatua), afirm que en estos corsos se hizo derroche de espiritualidad. El fulano ese debe haber confundido el sudor de los peatones con las facultades del alma. Jams la gente se ha aburrido tan extraordinariamente como en esta oportunidad, que es la misma que todos los aos, a esta fecha, se le brinda a la humanidad para que se estufe colectivamente. No quisiera hablar de los bailes. Sobre las trasijadas morconas, que hediendo a ajo y a agua de colonia, fueron cual hipoptamos, a balancear sus cien kilos en brazos de jovenzuelos imberbes, que las confundan con princesas, como confundi Don Quijote a la Maritornes de la posada, donde le tundieron los huesos.Francamente hablando, jams he presenciado tal coleccin de fealdades como en los festivales teatraleros. Uno no saba si documentarse en la arqueologa, en los leprosarios o en los infiernos.Qu cataduras! Qu hocicos! Me acordaba de Goya, de Durero y de Brughel, el viejo: tres satnicos seores que tuvieron el buen o mal gusto de pintar lo ms horrible que la naturaleza produce para escarmentar a los aficionados al placer y hacerles pensar en la muerte.Alguien me pregunt por qu yo no bailaba, y le contest que no danzaba porque sino tendra que baarme inmediatamente con agua oxigenada.Qu fenmeno, Dios mo! Qu fenmeno! Sin embargo, escuch una tesis interesante. Fue la poeta Condal Ros que me dijo: Todas estas mujeres parecen y son enormemente feas, porque se las ve en conjunto.

Yo no s si es cierto; pero es indiscutible que de cada monstruo se poda hacer una nota y un punto macabro. Eran las narices? los ojos? los trajes? las piernas? Eran, acaso, los brazos gordos como jamones o flacos como los de las agotadas por fiebres tropicales? Eran las cabezas tipo meln, calabaza o tacho? Eran las narices en caballete, en forma de trompeta, aplastadas, largas, finas, torcidas? Eran las manos, verdaderas manoplas de fregonas, encallecidas, rotas, esportilladas como los pies de mulos? No s. Haba frentes dignas de un puntaje lombrosiano; piernas estevadas como las de jinetes consuetudinarios, torsos descoyuntados, de tal modo, cual si un carpintero apurado hubiera ensamblado psimamente las piezas. Con estos esperpentos semibrujestos, pesados, macizos, trasunto de pasteleras autctonas, bailaba una juventud extasiada, y orgullosa, tal que si llevaran del brazo a las infantas o unas duquesas. Yo miraba extraado y descompaginado, semejantes idilios extravagantes, con esas seoras que haban colgado el repasador y se enfundaron en un batn cochinchino. S perfectamente que los marineros, despus de una larga travesa, encuentran luminosa y perfectsima a la trotacalles ms espeluznante; s que para un preso el fantoche ms destartalado adquiere prestigios divinos; pero que estos muchachos que todos los das se cruzan en la calle con muchachas pasables, perdieran la cabeza al punto de sonreir dulce y lentamente mientras bailaban engarfiados con semejantes grgolas, me ha dejado fro y encuriosado de saber qu diablos les poda atravesar el aserrn del crneo mientras deliraban con los ojos en blanco y los labios entreabiertos. Esta gente haba ido a divertirse, no .o niego; pero para poder divertirse se necesita humor, inteligencia y compaa Lo que yo no saba era que para divertirse hay que tener un estmago hecho a prueba de aguarrs y unos ojos insensibles para el adefesio.