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Periodismo, testimonio y representación artística

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PERIODISMO, TESTIMONIO, Y REPRESENTACIN ARTSTICA

PERIODISMO, TESTIMONIO, Y REPRESENTACIN ARTSTICA.Por Maria Elena LegazEste trabajo fue publicado en Avances,Revista del rea Artes. Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofa y Humanidades de la Universidad Nacional de Crdoba, nmero 4, 2000-2001.El buen periodista es un elemento escasoen nuestro pas, porque para ser buen periodistaes necesario ser buen escritor.(Roberto Arlt, Para ser periodista)Nuevo Periodismo En Amrica Latina con creciente inters, tericos y crticos procuran definir qu es un testimonio; as hablan de gnero documental , especial forma discursiva, narracin de un testigo, efecto de la tensin entre escritura y voz oral.1 La voz enunciadora ante determinadas circunstancias que presencia o conoce o investiga, produce impacto individual, cultural e institucional por sus reclamos ante la sociedad. En el marco de esa discusin suele incluirse el Nuevo Periodismo que, oficialmente surge a mediados de la dcada del sesenta en Estados Unidos de Amrica. Tom Wolfe- a quien se considera uno de sus principales representantes- recuerda como antecedente cercano en las columnas del Herald Tribune, a Jemy Breslin. De ste exalta como renovacin de su oficio, la exhaustiva tarea investigadora en la bsqueda de materiales y la inclusin en sus crnicas de detalles novelescos. Los procedimientos que rescata Wolfe2 para superar los viejos mtodos periodsticos, se vinculan a las tcnicas de los escritores realistas del siglo XIX, esttica en ese momento en retirada a causa de la experimentacin vanguardista. Para lograr la capacidad de inmediatez y la comunicacin emotiva, propias de un escritor como Balzac por ejemplo, se necesita la construccin escena por escena, reduciendo la narracin histrica a lo indispensable; el registro del dilogo en su totalidad que, segn Wolfe, capta el mayor inters del pblico; una perspectiva de tercera persona para entregar al lector los acontecimientos a travs de los ojos de un personaje particular, transfirindole as su experiencia; el relevamiento de gestos cotidianos, costumbres, estilos, mobiliarios, comportamientos de vida que se vinculan con el status social y cultural de los protagonistas. La apropiacin de estos procedimientos realistas, une a las descripciones ms intensas de las escenas, la vida subjetiva o emocional de los personajes, rasgos que antes slo podan encontrarse en la narrativa. Al mismo tiempo ,adquieren un nuevo estatuto ya que el lector sabe que los hechos que se cuentan han sucedido realmente. Ana Mara Amar Snchez, en una misma lnea de indagacin,3 opina que nos encontramos en una zona neutra: a la verdad de los hechos se unen las tcnicas de la ficcin. Por lo tanto se produce el entrecruzamiento de dos imposibilidades: la de mostrarse como ficcin, puesto que el receptor sabe que los sucesos ocurrieron, y la de mostrarse como espejo fiel de los hechos, ya que se ha construdo una atmsfera ficcional y un peculiar montaje de materiales.Cuando Truman Capote (A sangre fra) y Norman Mailer (Los ejrcitos de la noche), llevan a la extensin y apariencias novelsticas los mismos recursos, los rasgos documentales del reportaje, se incorporan a un nuevo realismo anunciado por Wolfe, lo que se di en llamar no ficcin,4 notacin discutible y paradjica pero que se impuso en su momento.La aparicin en la misma dcada del sesenta de variadas obras testimoniales como las de Miguel Barnet en Cuba, en que el escritor obra como transcriptor o mediador, propone, segn Josefina Ludmer, un problema particular: la negacin del imaginario narrativo y lo que ella considera sus corolarios, como la superacin de la subjetividad creadora, la resolucin de la dualidad realidad / ficcin (no parece resolucin sino tensin) y el surgimiento del escritor a partir de un contenido ajeno.5 Ms recientemente, Pierre Bourdieu habla de un nuevo pacto de lectura cuando presenta diversos testimonios a travs de entrevistas periodsticas. Aunque l trabaja en el campo del conocimiento social, no deja de poner en juego en sus comentarios cuestiones de forma y de escritura; en ese aspecto las elecciones tienen ingerencia en el modo en que lo real es representado en el discurso. Bourdieu reconoce que transcribir es escribir en el sentido de reescribir y encuentra en esas entrevistas una intensidad dramtica y una fuerza emocional cercanas a las del texto literario.6 FiliacionesRodolfo Walsh es reconocido como pionero de la literatura de no- ficcin, ya que compone y publica Operacin masacre en 1957, antes del conocimiento entre nosotros del Nuevo Periodismo. Tom Wolfe tambin acepta que en su pas se estaba fraguando en los aos 50 en The New Yorke o en True y an antes, en la Escuela de Reportajes de los aos 30, centrada en la revista New Masses. Pueden leerse en esa misma tradicin anticipatoria las Aguafuertes escritas por Roberto Arlt entre 1928 y 1942, fecha de su muerte, en especial las de la dcada del 30? Los textos que publica durante catorce aos en el diario El Mundo, tienen como referente la experiencia cotidiana o la denuncia puntual de problemticas que necesitan urgencia de recepcin pblica.Si bien muchos creadores argentinos se han dedicado al periodismo o sus trabajos se conocieron a travs del folletn que provean los diarios, Arlt presenta una peculiar ambigedad entre su rol de escritor y de cronista. Califica a sus Aguafuertes de crnicas pero se nombra a s mismo como escritor en ellas, o explica que para ser buen periodista es necesario ser un buen escritor ya que de lo contrario su labor se reduce a un simple empleo.7 A su vez en su narrativa mayor:Los siete locos- Los lanzallamas existe un cronista o comentador que entrevista a los personajes, transcribe las palabras de Erdosain quien se confiesa con l antes de suicidarse, y reconstruye la historia con ayuda de un presunto diario; es decir, obra como mediador entre las historias contadas y el pblico. El desenlace de la novela - las circunstancias del final de la vida del protagonista- son reveladas a travs de las reacciones del secretario de redaccin de un diario, cuando es informado del suicidio por telfono y por el artculo que escribe con premura para incluir en la edicin que ya se encuentra en prensa: es decir puede hablarse de un desplazamiento hacia el discurso periodstico poniendo de relieve el entrecruzamiento constante de la percepcin novelstica con los medios de comunicacn masiva.8 El modelo de escritor- periodista es para l Juan Jos de Soiza Reilly, a quien debe su publicacin inicial:Jehov(1916)en La Revista Popular y el Prlogo de la segunda, Diario de un morfinmano(1920). El reconocimiento al maestro est explcito en la alusin de Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires (1920), en el primer captulo de El juguete rabioso (1926) y sobre todo en Este es Soiza Reilly, Aguafuerte portea fechada en Ro de Janeiro en 1930.Adems de las filiaciones que pueden hallarse- y Ludmer se ocupa de ellas-9 entre La ciudad de los locos, novela satrica y utpica de Soiza Reilly publicada con enorme xito de pblicos en 1914 y la obra de Arlt, en lo que concierne a la relacin literatura- periodismo, se destaca Cien hombres clebres, (Confesiones literarias) de 1909 que rene 533 entrevistas publicadas en Caras y caretas entre 1907 y 1908 y que constituye otro best- seller de la poca. Los hombres que resultan objeto de sus reportajes, tanto en Europa como en Amrica, son no slo prncipes, religiosos, escritores famosos, pintores, toreros, polticos anarquistas y socialistas, cantantes... sino tambin seres marginales, derrotados, criminales, mendigos, bohemios, apaches, futuros suicidas. En la combinacin entre crnica periodstica y confesin literaria construye una esttica que procura acercar al lector la intimidad de la fama.Para ello coincide con uno de los aspectos resaltados por Wolfe como el menos comprendido entre los nuevos recursos del periodismo: la importancia de la escenografa y de los gestos de los entrevistados, ms que de sus palabras. Yo cre ese sistema de la intimidad con el retrato fsico, el ambiente, los gestos, las sonrisas, para saber lo que realmente quiere decir el clebre, afirma Soiza Reilly. En esa Aguafuerte dedicada a recordar el momento en que el joven Arlt lleva a Soiza Reilly el relato que despus ste le publicar, utiliza los recursos aprendidos con l, dando importancia a los detalles del ambiente y sobre todo la biblioteca y que preparan la aparicin de el hombre que todos conocemos en las fotografas, el hombre que vio a DAnnunzio10. Pero en la mayora de las restantes crnicas, resalta el dilogo fuerte y directo, el tono y el clima semejantes a los de un relato breve que rene el tipo de informacin que maneja un reportero que pregunta, opina y se relaciona con los protagonistas, como los autores del testimonio con sus informantes, y elabora pequeos detalles que el lector nunca sabr si son veraces o inventados para resolver en la crnica en su dimensin esttica. La participacin del lector, a su vez, es ms activa que la habitual, ya que Arlt transcribe su voz en la reconstruccin dialgica pero tambin publica y a veces contesta, diversas cartas de lectores y de lectoras: introduce opiniones annimas o firmadas con un simple nombre , como materia citable a la par de su propio pensamiento sobre los temas tratados o el de las autoridades e instituciones que por lo general se cuestionan o satirizan. Tcnicas del Aguafuerte En sus Apuntes de relectura, prlogo a las Obras Completas (1984)de Arlt, Cortzar resalta que su escritura tiene en l una funcin de cauterio, de cido revelador, de linterna mgica proyectando una tras otra las placas de la ciudad maldita ...metaforizando con la tcnica que elige para denominar a sus crnicas periodsticas , la fuerza de todo el conjunto. Recordemos que la tcnica de aguafuerte, tcnica de huecograbado, consiste en recubrir una plancha de metal (cobre, latn cinc...) con una fina capa de fondo, consistente en asfalto, brea u otra mezcla semejante. Con una aguja grabadora, un perno mecnico o cualquier otro objeto puntiagudo, se graban las lneas sobre el fondo como un dibujo. Debajo de esas lneas queda descubierto el metal. Enseguida se sumerge la plancha en un bao de cido (cloruro frrico, cido clorhdrico o cido ntrico). El cido corroe la plancha solamente en los puntos descubiertos por la aguja de grabar, profundizando as mecnicamente las lneas trazadas. La profundidad que se logra depende de la mayor o menor duracin del bao, y de su reiteracin sucesiva resultan diversos niveles de profundidad. Adems si se refuerza galvnicamente la plancha antes de la impresin, se posibilita mayor cantidad de copias. Para obtener esas copias se impregna la plancha de tinta, se limpia superficialmente y se oprime contra ella un papel adecuado.11 Admirador de Goya y entre nosotros de Facio Hbequer, artista de Boedo que ilustra importantes libros producidos por el grupo, entre ellos Castelnuovo o Barletta, Arlt reconoce los alcances y riesgos de esa forma artstica apta slo para los grandes dibujantes y para una resolucin agresiva sin posibilidades de error. Debe combinar cada vez , cada da, la tcnica precisa y ardua con la bsqueda expresiva.Puede decirse que se trata casi de una labor de alquimista. Nada de colores; tinta y carbn, dice Arlt, coincidiendo con Facio Hbequer a quien dedica su Aguafuerte del 1 de julio de 193112. Sin embargo es posible imprimir aguafuertes policromas combinanndolas con el procedimiento del aguatinta (la plancha es espolvoreada con resina) para obtener planos de diferente claridad y luego con un pincel sumergido en cido pintar sobre la plancha. De esta manera se obtienen superficies entonadas que recuerdan la tcnica de la acuarela.13 El artista independiente no necesita respetar ninguna clase de normas; puede mezclar procedimientos y descubrir nuevos, ya que cada uno encierra un campo vasto de actividad creadora. Arlt habla de sus Aguafuertes silvestres y despliega en ellas esbozos, pinceladas, sntesis, penetracin psicolgica y aguda capacidad de observacin. Constituye el escenario, dramatiza el cuadro, pone en movimiento a los personajes; trasciende siempre el mero valor informativo de la noticia y en muchas logra una notable composicin esttica.Claudicar? Ni siquiera cuando- al final del camino-sin ninguna salida de salvacin, me encuentre delantede la muralla de la muerte(Severino Di Giovanni, 31- 12-1929) He visto morir El 2 de febrero de 1931, Roberto Arlt asiste al fusilamiento del anarquista Severino Di Giovanni en la Penitenciara de la calle Las Heras. En esa noche, y en asombrosa coincidencia con lo que ocurrir en junio de 1956 con los fusilamientos de los basurales de Len Surez, (que dieron lugar a la investigacin de Rodolfo Walsh plasmada en Operacin masacre), tambin habr un importante match de boxeo: Justo Surez, el torito de Mataderos, vence a Bruno Petrarca. As los diarios, entre ellos, La Repblica, se jactarn de cubrir la pelea y el final del anarquista, con dos ediciones simultneas. Si comparamos esta Aguafuerte , He visto morir, con las crnicas de otros diarios, tiene aspectos coincidentes en cuanto a los preparativos de la ejecucin, los momentos previos, la curiosidad que despierta, la serenidad y firmeza del ajusticiado, su rechazo de la venda antes de la descarga, su exclamacin final vivando a la anarqua, los datos de certificacin de la muerte por el mdico. Sin embargo, pueden observarse algunos rasgos que lo apartan de las dems y la definen ideolgica y sobre todo artsticamente, (incluso teniendo en cuenta que la nota escrita en Crtica,segn Ral Gonzlez Tun manifest en 1970, perteneca a su hermano Enrique, quien muri poco despus que Arlt.) Puntualizar los ms significativos, susceptibles de ser ampliados y profundizados en la investigacin. La lectura de la sentencia, no reproducida sino aludida en otras crnicas, en el texto de Arlt, introduce la voz institucional del gobierno militar , gobierno de facto de Uriburu ,a travs del oficial que est a cargo y se convierte de este modo con la propiedad de los trminos que se destaca en el texto, en un costado documental que le confiere a la ceremonia la legalidad de un contrato trgico:...de acuerdo a las disposiciones... por violacin del bando... ley nmero... Segn el subttulo suena como letana que acompaa al rito, y aunque entrecortada y por lo tanto ms imaginada que entendida, acompasa teatralmente a la accin:...estando probado... apercbese al teniente... Rizzo Patrn, vocales...tenientes coroneles...bando...dse copia... foja nmero... Una serie de sonidos estridentes y de presencias relacionadas con el ejrcito y la polica se corresponden con ese plano del relato: el rechinar de los cerrojos al abrirse la puerta de hierro, los ruidos de culatas, la presencia de la tropa, los museres, el pelotn fusilero, las balas, el herrero que quita los grillos... Si bien en los otros informes periodsticos se seala que el condenado pide hablar pero no se lo permiten, Arlt traza una arista de conflicto cargada de tinta y de cido ntrico cuando hace decir a Di Giovanni: Quisiera pedirle perdn al teniente defensor.Este reconocimiento del condenado hacia el defensor de oficio Juan Carlos Franco, muestra la intuicin de Arlt para avizorar el dibujo del escndalo que se desencadenar, ya que el ejrcito y el ministro del interior, Snchez Sorondo, consideran que en la defensa se haba hecho la apologa de un pistolero extranjero y a travs de alguien que lleva el uniforme militar. Poco despus Franco ser dado de baja y encarcelado en Villa Devoto. Ms adelante en el exilio paraguayo se ganar la vida como periodista. Al volver al pas, luego de la cada de Uriburu, indultado por el gobierno de Justo, lo reincorporan al Ejrcito y lo trasladan a Jujuy donde muere en 1934. Su deceso, de acuerdo a la palabra oficial, se produce a causa del tifus, pero de acuerdo a la denuncia de sus familares, ha sido envenenado en un banquete de oficiales.14 Arlt no registra el impacto del aullido atroz que desgarra el silencio que cuenta Enrique Gonzlez Tun y que proviene de los presos que se despiden de su compaero15. Tambin Osvaldo Bayer en su completa biografa: Severino Di Giovanni. El idealista de la violencia, provista de una amplia documentacin, seala el grito a coro y le aade otros matices: y golpearon frenticamente los barrotes cuando oyeron los disparos. Ese grito que se profiere al unsono no est escrito por Arlt, borra su tremendismo de golpe bajo. Y sin embargo, como reconoce Horacio Gonzlez, en este texto no hay un desgarrador bramido pero omos el grito16. All reside su maestra. La alusin al rectngulo en que se coloca la silla de la ejecucin como ring de la muerte, asocia la imagen de inusitada fuerza visual, con el otro suceso de la noche: la pelea ya mencionada, y resalta la calidad de espectculo que para muchos habitantes de Buenos Aires constituy el fusilamiento All se dar la ltima pelea de Severino Di Giovanni en una larga lucha para defender sus ideas. El detenimiento en detalles cotidianos le da a la tragedia apariencia de naturalidad y al mismo tiempo se escamotea la tensin mxima, se la relativiza: . .hombres que se precipitan como si corrieran a tomar el tranva...y en el rectngulo, una cmoda silla de comedor en medio del prado(en la que ser ejecutado), el adoquinado rstico, y sobre todo su posicin de espera: ...Parece, con las manos abandonadas entre las rodillas abiertas, un hombre que cuida el fuego mientras se calienta el agua para tomar mate... Para Horacio Gonzlez, este ltimo detalle corta como un latigazo de candor la pesada escena del patbulo. Es un logro imaginal que condensa el segundo de vida en que se despide de ella al repetir un gesto familiar; (En forma consciente o inconsciente la escena aparece reescrita por Macedonio Fernndez en su relato Ciruga psquica de extirpacincuando narra los minutos finales de Csimo Schmitz ejecutado por error.)17 El estilo del comienzo de esta Aguafuerte est constitudo por frases cortas, por imgenes expresionistas, provocando un ritmo vertiginoso que introduce el suspenso inmediato a la ejecucin con la alusin precisa del tiempo que transcurre: Las 5 menos 3 minutos. Rostros afanosos tras de las rejas. Cinco menos 2 ... El reemplazo de las figuras o cuerpos en su totalidad por metonimias que destacan partes separadas: cabezas, piernas, sombras, anticipan una realidad ya fragmentada, discontinua, que estalla diseminada por los futuros disparos sobre el pecho del anarquista. Como advierte David Vias, Arlt focaliza la escena en la figura humana del condenado, (recuerda a Goya o Facio Hbequer en sus grabados), y la roda de coros enmudecidos. Para Vias, Di Giovanni, es el nico marcial en ese escenario castrense a pesar que camina como un pato obligado por la barra de hierro que aprisionan los pies y los ligan a las esposas de las manos. Sobre esa figura realiza un juego de claroscuros a la manera de Rembrandt: una cabeza recibe toda la potente luz y el negro crculo de cabezas acapara las sombras. Arlt trabaja la penumbra luminosa, la figura de un segundo trmino que viene de adentro hacia afuera cuando an no ha llegado a la zona encendida. Adems elige un color simblico para subrayar la figura central, para darle relieve como en la ltima etapa de Rembrandt. Los tonos del rojo inundan la escena, se apoderan del rostro, los labios, las mejillas, la lengua del condenado. El rojo identifica la accin poltica que defiende, esas auroras rojas, esas banderas rojas del anarquismo que impulsan la lucha y sealan la utopa revolucionaria. Recuerda, por otra parte, el color que utiliza el narrador para pintar el infierno de los tuberculosos de Ester Primavera (El jorobadito), que se asoman a la grieta de la muerte. Aqu el testigo Arlt siente que Di Giovanni paladea la muerte; la senestesia concretiza una imagen siempre rozada por l, tan cercana y palpable, ahora tan inminente: coronacin digna de la lucha. Por eso sus labios parecen llagas pulimentadas y el cuerpo arde en temperatura. Kandinsky seala18 que la asociacin del rojo con un rostro, cuando el rojo puede ser la consecuencia de una emocin o de una iluminacin especial, introduce un elemento dramtico en una composicin triste, aunque aislado sea un color esencialmente clido, desbordante de vida ardiente y agitada. Su potencia siempre es innegable, as como su ardor, la vehemencia de la pasin sin lmites. El patetismo del discurso est dado por el juego del claroscuro y el empleo de la lnea y del color simblico como elemento contrapuntstico. Adems la inundacin de rojo en la escena central reemplaza a la presencia de la sangre bajo el cadver del fusilado, sangre que se describe en las dems crnicas como la de Crtica: ...El respaldo del banquillo salt hecho astillas. Un gran charco de sangre inund el asiento cayendo al suelo.19 La escena central no registra sonidos, slo el contrapunto de la orden y la exclamacin final Viva la anarqua!; el resto: la descarga y el tiro de gracia, se presentan al lector en fogonazos y resplandores visuales, para no romper el imponente silencio.Es ah donde se se ubicara el grito al unsono de los presos que Arlt calla, el grito ausente que sentimos dentro nuestro.Luego, como en las dems crnicas se cuenta que un herrero martillea a los pies del cadver. Quita los remaches del grillete y de la barra de hierro. Vuelven los sonidos puesto que todo ha terminado. Osvaldo Bayer entiende que Arlt aplica una suerte de distanciamiento brechtiano a su crnica ya que segn su mirada crtica, no surge en el texto ni admiracin ni misericordia por el anarquista. Pero s una profunda curiosidad. No tiene odio ni desprecio por la sociedad que lo condena. No necesita decir cmo es ni calificarla.20 Por su parte, Horacio Gonzlez considera que retira el juicio moral a otro plano de la enunciacin21. La recomendacin irnica del final, esa suerte de moraleja de no rerse o de no asistir a una ejecucin con zapatos de baile, que provoca un desenlace que se toca con el absurdo, requiere una compleja lectura. Por un lado, no rehuye los datos curiosos de la crnica aunque no los explicite, los da por conocidos por la lectura de los diarios y por los comentarios que circulan en Buenos Aires. En algunos de ellos se comenta que entre los personajes que por curiosidad se acercan en esos momentos a conocer al reo, est el Barn de Marchi, yerno de Roca y presidente de la organizacin de obreros fascistas. Este viste levita negra y Di Giovanni rechaza su presencia, al ser observado como un objeto de exposicin por quien alardea de su nobleza. En el diario El Da de Montevideo realiza la crtica al triste espectculo que da la gente, sobre todo algunos copetudos que fueron a presenciar el brbaro acto vistiendo de smocking o sea verdaderos trajes de gala. Por lo tanto Arlt parte del dato real, pero lo exacerba en el detalle grotesco de los zapatos. Al mismo tiempo, este final se corresponde con los anticlimax o contradicciones de atmsferas habituales en su narrativa, como la recriminacin de Erdosain a la Bizca luego de matarla; se rompe as con la identificacin y se obliga a reflexionar al lector golpeado por la violencia de la palabra. Por otra parte , deja planteados los secretos motivos, los enigmas que se esconden detrs de las actitudes o gestos humanos, de sus reacciones ms recnditas. Cuando observa que algunos espectadores se ren, se pregunta: Zoncera?Nerviosidad? Quin sabe!.Cuando destaca la serenidad, el orgullo y la voluntad frrea del reo agrega: Si sufre o no es un secreto. Y podra tambin preguntarse en cuanto a los que concurren vestidos de frac y galera desde el cabaret,por qu lo hacen? La irona del final que desemboca en el detalle absurdo, apunta a la falta de respeto por la tragedia, a las marcas de frivolidad de los despreocupados que la atraviesan como espectadores divertidos. Se oponen a la cruda valenta de quien da la vida por una causa.. Por otra parte, despus de oir la sentencia y asistir a la ejecucin , no se presenta todo el mundo como absurdo? Un detalle ms, ese insulto que se oye al final (Otro dice una mala palabra), conecta He visto morircon Los lanzallamas, continuacin de Los siete locos y que Arlt publica unos meses despus de esta Aguafuerte. Adems del captulo, Los anarquistas en que se habla de una visita del Astrlogo y Erdosain al taller de falsificacin de dinero de un grupo de anarquistas que poseen una imprenta clandestina,(episodio en que se cree reconocer a Di Giovanni,) en el desenlace de la historia, un anciano respetable, el padre del Jefe Poltico del distrito grita Anarquista, hijo de puta! Tanto coraje mal empleadoy escupe el rostro de Erdosain ya muerto que la polica introduce en la comisara luego de retirarlo del tren22 Como la opinin pblica general sabe que Erdosain ha matado a la Bizca, el insulto demuestra que para ella todo asesino es un anarquista, as como en la ceremonia del fusilamiento se acepta con la sentencia, que todo anarquista es un delincuente. En el coro de los espectadores que rodean a la figura central ya cada, se destaca otro coro que Arlt individualiza, abstrae del conjunto. El miedo, el dolor, no se narran, pero estn no slo en el cuerpo de los lectores alcanzados por la potencia de las imgenes, sino en los semblantes y cuerpos de los cronistas presentes a quien enumera con sus nombres propios y el de los diarios a los que representan. Describe la palidez de sus rostros como muertos y desfigurados, la impotencia manifiesta en el gesto de morderse los labios, su propio desconcierto y vrtigo: Yo estoy como borracho. Horacio Gonzlez asegura con acierto, que el tema de esta Aguafuerte es tambin el periodismo. Las alternativas de la tragedia se perciben en trminos de escritura y materiales de escritura: ...Un cuerpo recio convertido en una doblada lmina de papel... Las balas han escrito la ltima palabra en el cuerpo del reo...Certifica que el condenado ha muerto...debera ponerse un cartel que rezara... La fuerza apelativa y no simplemente de informacin de He visto morir, reside en que el yo es espordico y discreto y desde el comienzo asume el nosotros de la memoria colectiva, de la responsabilidad colectiva del testimonio: Todos vamos en busca de Severino Di Giovanni para verlo morir. El futuro autor de obras dramticas se encuentra presente en esta puesta en escena, en la estatura heroica del anarquista, en el ritmo nervioso, casi cinematogrfico que se desacelera luego del climax dramtico ,y en la representacin poltica del teatro mayor de la escena pblica. El novelista narra , pero con detalles singulares los acontecimientos que repiten todos los periodistas; el aguafuertista traza con lneas contundentes e inapelables, ya imposibles de retocar, los claroscuros de la tragedia, y el pincel inunda de rojo el cuerpo del dolor. El espectculo de la narracin est acompasado por la lectura entrecortada e inteligible de un documento pblico emanado de la Ley. El periodista - que no toma partido ni fabrica un panfleto poltico- se siente identificado con el desconcierto de sus compaeros al ser testigo de este hecho; se sabe parte de la conciencia ciudadana. Lo invade la sensacin de absurdo en esa confrontacin entre la pasin revolucionaria, y la rigidez ilegtima del poder representada en la sentencia ,ya que an algunos de sus propios representantes, como el defensor de oficio, no pueden sostenerla porque entienden que se estn violando los derechos humanos. No hace falta que estallen crticas explcitas: de lo que Arlt est seguro es que ni l ni sus compaeros periodistas forman parte del coro de espectadores que ha asistido a un espectculo ms ,semejante a la pelea que tiene lugar esa misma noche. Ellos han visto morir no como una acto privado sino como una ceremonia pblica ,pero el cuadro que producen pertenece a la Historia. Es posible que Arlt en el momento de trazar esta Aguafuerte haya tenido presente el famoso trabajo de Goya, El 3 de mayo en Madrid. Los fusilamientos en la montaa del Prncipe Po, acontecimiento de 1808 que marca el comienzo de la Guerra de la Independencia contra Napolen. Su criado, Isidro, cuenta que Goya contempla los fusilamientos desde la ventana de la quinta en que se encuentra, a orillas del Manzanares, con un catalejo en la mano derecha y un trabuco naranjero cargado con un puado de balas en la izquierda. Cerca de la medianoche se dirigen a la montaa donde an estn insepultos los fusilados y Goya sacando sus cartones y pinceles comienza a pintar entre charcos de sangre. Por eso, Antonio Onieva23 cree que esta referencia tiene el innegable fondo de verdad de quien ha visto. Es un cuadro- dice- que produce una impresin completa, el horror se une a la protesta. Aunque aqu son muchos los protagonistas y cada uno ha sido recreado con un gesto irrepetible, uno de ellos, el que est iluminado de lleno por la luz del farol, hace confluir todas las miradas y se convierte en el espritu de la lucha, el harapiento de la guerra. Frente a l, como en He visto morir de Arlt, la masa indiferenciada y alienada, la mquina humana que dispara y mata. Y en el fondo, la gran soledad y el gran silencio, una naturaleza impasible ante el drama. Ese cuadro trabajado con ira, a manchas brutales- el de Goya- (tambin el de Arlt), no pretende impresionar al espectador. Los episodios estn tan preados de dramatismo, que cualquier movimiento para intensificar las tintas sera negativo e intil. Goya vi los fusilamiento y dibuj del natural un grupo de cadveres. Despus, en su etapa expresionista, dejar testimonio de Los desastres de la guerra. Arlt presenci entre nosotros con el fusilamiento de Di Giovanni, el principio de una larga serie de abusos del poder.Notas1 Un interesante trabajo es Anatoma del testimonio de John Beverley (Revista de Crtica literaria latinoamericana XIII, n 25, 1987).2 Tom Wolfe, El nuevo periodismo.Barcelona, Anagrama, 1994.3 Ana Mara Amar Snchez, El relato de los hechos.Rosario, Beatriz Viterbo, 1992.4 Elena de Lorenzo Alvarez seala que tal calificacin es por un lado, discutible, si pensamos en la lteratauridad como un rasgo de cualquier disurso, y paradjica aceptando el presupuesto inherente a tal expresin (que por lo general la narracin es ficcin), puesto que segn tal nocin los textos no-ficcionales son alguna suerte de extraa mutacin que merecen ser calificados como corpus aparte. Elena de Lorenzo ALvarez,Formas autobiogrficas en la literatura testimonial (En: Desde la niebla. Sobre lo autobiogrfico en la literatura argentina.Coordinacin Mara Elena Legaz.Cba. Alcin, 2000)5 Josefina Ludmer, Miguel Barnet: el montaje de las palabras (En: Los Libros, n 3.Bs.As. setiembre de 1969 ).6 Pierre Bourdieu, La miseria del mundo.Bs.As. Fondo de Cultura Econmica. 1999.7 Roberto Arlt, Para ser periodista(En: Obras.Tomo II.Bs.As. Losada, 1998.8 Roberto Arlt, Los siete locos. Bs.As. Losada, 1965.Roberto Arlt, Los Lanzallamas. Bs.As. Ca Gral. Fabril Editora, 1966.9 Josefina Ludmer, El cuerpo del delito. Un manual.Bs.As. Perfil, 1998.10 Roberto Arlt, Este es Soiza Reilly, 31 de mayo de 1930. (En: Nuevas aguafuertes porteas.Bs.As. Hachette, 1960).11 Nik Des Bilddruks, Arte grfico alemn de hoy (Deutsche graphik der Gegemwart. Una exposicin del Consejo artstico alemn ).Museo Folkwang, Esse, 1963.12 Roberto Arlt, Los atorrantes de Facio Hbequer (Citado por David Vias en Las aguafuertes como autobiografismo y coleccin (Obras II de Arlt, op. cit. pg. 7).13 Catlogo citado: Arte grfico alemn de hoy. 14 El teniente Franco tena entonces 35 aos. En su juventud haba actuado con Atahualpa Yupanqui y compuesto piezas folclricas. Respecto a su alegato se deca que haba sido asesorado por Alfredo Palacios o por Garca Lcube.15 Citado por Osvaldo Bayer en Severino Di Giovanni. El idealista de la violencia.Bs.AS. Planeta,1999.16 Horacio Gonazlez, Arlt. Poltica y locura.Bs.As. Colihue, 1996.17 Macedonio Fernndez, Ciruga psquica de extirpacin (En:Papeles de Recienvenido. Poemas. Relatos. Cuentos, Miscelneas.Bs. As. Centro Editor de Amrica latina, 1966).18 Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte.Bs.As. Galatea, Nueva Visin, 1957. 19 Crnica de Crtica citada en Notas de Severino Di Giovanni. El idealista de la violencia de osvaldo Bayer, op. cit.20 Osvaldo Bayer, op. cit. pg. 349.21 Osvaldo Gonzlez, op. cit. pg. 63, captuo 4.22 Roberto Arlt, Los lanzallamas.op. cit. Eplogo, pg. 271.23 Antonio J. Onieva, Nueva gua completa del Museo del Prado.Madrid.EdPAGE 7