Arguedas nos engañó las ficciones de la etnografía. LITERATURA

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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXXVI, N° 72. lima-Boston, 2^° semestre de 2010, pp. 129-154 JOSÉ MARÍA ARGUEDAS NOS ENGAÑÓ: LAS FICCIONES DE LA ETNOGRAFÍA Ladislao Landa Vásquez' Universidad Nacional Mayor de San Marcos a Alvaro Mayu, meufilho Resumen Este trabajo plantea algunas, ideas sobre la experiencia etnográfica de José María Arguedas. La narración, que es un tema preferentemente explotado en la literatura, en este caso puede trasladarse hacia la escdtura antropológica, supe- rando la dicotomía entre literatura y etnografía, que a veces induce a ciertos en- gaños entre sus analistas. El autor considera los escritos de José María Ar- guedas muy sugerentes para seguir explorando los distintos planos de su obra más allá de las fronteras disciplinadas. Palabras clave: Arguedas, etnografía, literatura, estrategias narrativas, fronteras disciplinadas. Abstract This article puts forth some ideas on José María Arguedas ethnographic expe- rience. Narration, a theme much explored in literature, can in this case transfer to anthropological writing, and move beyond the dichotomy between literature and ethnography, which has sometimes deceived analysts from both disciplines. This author suggests that Arguedas' writings suggest the need to further ex- plore the different levels of his work beyond disciplinary boundaries. Keywords: Arguedas, ethnography, literature, narradve strategies, boundaries be- tween disciplines. La vida y obra de José María Arguedas ha sido anaUzada inten- samente, pues existe una voluminosa producción que ha trasvasado ' Debo agradecer al Dr. Luis Millones, profesor y amigo con quien dialo- gamos desde los difíciles años 80, quien me invitó a escribir este texto y recupe- rar algunas ideas que había esbozado hace más de diez años.

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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANAAño XXXVI, N° 72. lima-Boston, 2^° semestre de 2010, pp. 129-154

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS NOS ENGAÑÓ:

LAS FICCIONES DE LA ETNOGRAFÍA

Ladislao Landa Vásquez'Universidad Nacional Mayor de San Marcos

a Alvaro Mayu, meufilho

ResumenEste trabajo plantea algunas, ideas sobre la experiencia etnográfica de JoséMaría Arguedas. La narración, que es un tema preferentemente explotado en laliteratura, en este caso puede trasladarse hacia la escdtura antropológica, supe-rando la dicotomía entre literatura y etnografía, que a veces induce a ciertos en-gaños entre sus analistas. El autor considera los escritos de José María Ar-guedas muy sugerentes para seguir explorando los distintos planos de su obramás allá de las fronteras disciplinadas.Palabras clave: Arguedas, etnografía, literatura, estrategias narrativas, fronterasdisciplinadas.

AbstractThis article puts forth some ideas on José María Arguedas ethnographic expe-rience. Narration, a theme much explored in literature, can in this case transferto anthropological writing, and move beyond the dichotomy between literatureand ethnography, which has sometimes deceived analysts from both disciplines.This author suggests that Arguedas' writings suggest the need to further ex-plore the different levels of his work beyond disciplinary boundaries.Keywords: Arguedas, ethnography, literature, narradve strategies, boundaries be-tween disciplines.

La vida y obra de José María Arguedas ha sido anaUzada inten-samente, pues existe una voluminosa producción que ha trasvasado

' Debo agradecer al Dr. Luis Millones, profesor y amigo con quien dialo-gamos desde los difíciles años 80, quien me invitó a escribir este texto y recupe-rar algunas ideas que había esbozado hace más de diez años.

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las fronteras del Perú; se han realizado coloquios, simposios, mesasredondas, homenajes, estudios completos y un sinnúmero de even-tos en su nombre; no obstante, en estas diferentes miradas (literaria,sociológica o antropológica), incurrimos en ciertos espejismos queme gustaría discutir bajo la expresión de engaño; esto es, consideroque Arguedas tuvo un proyecto que los investigadores no logramosdescifrar cabalmente. Entonces de lo que se trata es de apuntar esospropósitos para seguir explorando la figura de este autor. Este arti-culo, sin pretender abordar el universo arguediano, intenta contri-buir básicamente a la discusión sobre la producción etnográfica deArguedas, partiendo desde la temática de la textualidad, esto es, ex-plorar la construcción del discurso desde el plano antropológica; deotro lado, trazar algunas ideas sobre la imagen de este escritor en elcontexto de su época y su impacto en la sociedad peruana; y final-mente mencionar algunas hipótesis sobre las posibles interpretacio-nes de su obra.

¿Un buen escritor peto un mal antropólogo o un buen an-tropólogo y mal escrítor?^

La Mesa Redonda del 23 de junio de 1965, donde se discutió lanovela Todas las sangres, ahondó la disyuntiva "¿es Arguedas un lite-rato o un cientifico social?"; pregunta que además suponía la enga-ñosa afirmación de si las novelas de Arguedas son análisis sobre lasituación social peruana. Estos cuestionamientos siguieron mani-festándose en uno u otro campo, como el expresado por uno de losnovelistas más destacados del siglo XX, don Mario Vargas Llosa,quien manifestó sus reparos a la obra del escritor andahuaylino,considerándolo no apto para entrar en el panteón de sus escritores

La formación académica de Arguedas es conocida. Tenemos a un jovenprovinciano que ingresa a la Universidad de San Marcos en 1931 a estudiar Le-tras, concluyendo en 1937. Luego, cuando se creó la especialidad de Etnologíaen 1946, se matricula para concluir en 1950. Según estas formalidades académi-cas, dene dos grados (bachillerato y doctorado) en Etnología y no exactamenteen Antropología. Es perdnente señalar que la disciplina fundada por Luis E.Valcárcel fue Etnología al crear el Insdtuto de Etnología en 1946 en San Mar-cos y en el Museo de la Cultura. La denominación Antropología, fruto de lainñuencia de la escuela norteamerícana, sólo se consolidará durante la décadade 1970.

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preferidos. En una especie de declaración de principios, a modo deadvertencia en su célebre La utopia arcaica. Vargas Llosa señala:

Entre mis autores favoritos, esos que uno lee y relee y Uegan a consdtuir sufamilia espiritual, casi no figuran peruanos, ni siquiera los más grandes,como el Inca Garcilaso de la Vega o el poeta César VaUejo. Con una excep-ción: José María Arguedas. Entre los escritores nacidos en el Perú es elúnico con el que llegado a tener una relación entrañable, como la tengo conElaubert o Faulkner o la tuve de joven con Sartre. No creo que Arguedasfuera tan importante como ellos, sino un buen escritor que escribió porlo menos una hermosa novela. Los ríos profundos, y cuyas otras obras, aunqueéxitos parciales o fracasos, son siempre interesantes y a veces turbadoras(Vargas Llosa 9, énfasis mío).

Esta negación puede interpretarse de varias maneras, pero lo queinteresa resaltar es la distancia que asume Vargas Llosa frente a unescritor a quien no acepta digno de construir una obra representatí-va en la tradición Uteraria.

De manera parecida, aunque en otro tono, en la antropología pe-ruana existen voces que tíenen sus observaciones a la producciónarguediana. Esta vez un antropólogo representatívo del Perú, Ro-drigo Montoya, también afirma sobre su

endeblez teórica, fruto de los h'mites de la antropología cultural norteameri-cana de su dempo. Lo que aprendió de la antropología venía de los EstadosUnidos, y lo que hay de insadsfactorio, de insuficiente, es atribuible a esacorriente antropológica antes que a una elaboración propia de José María.Cada uno de nosotros trabaja con los límites de las concepciones teóricasde nuestro dempo. Treinta años después, otros juzgarán, y a la luz de lectu-ras e intereses diversos. Ese es el inevitable proceso de la historia, duro, fríoy pétreo. Las dificultades del concepto de cultura, propio de la antropologíanorteamericana, aparecen en el manejo teórico, no en el manejo prácdco.Porque en la prácdca, la vida era mucho más importante en Arguedas queen el conocimiento que él tenía de la vida, que la teoría que él podía elabo-rar de la vida (Montoya, "Antropología y pojídca" 27).

Aún así, estudios recientes reconocen a Arguedas como una fi-gura transicional en la historia de la antropología peruana (Degrego-rí y Sandoval; De la Cadena); los historiadores y sociólogos tambiénlo consideran una fuente de refiexión (Flores GaUndo; Portocarre-ro); de manera que sus textos y su vida parecen mostrar situaciones

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que van más aUá del anuncio desesperado de un escrítor que se des-pide afirmando "conmigo se cierra una época" \

Afguedas como paradigma en la antropología

En este debate antropológico, tomaremos como ejemplo unarticulo de Marisol De la Cadena ("La producción de otros conoci-mientos..."), quien nos propone una problemática ya conocida enlos 60, pues nos presenta la interpretación negativa que los críticosde la Mesa Redonda de 1965 plantearon a la producción ficcional deArguedas. En este caso. De la Cadena se refiere al personaje Deme-trio Rendón WiUka de Todas las sangres, que, habiéndose urbanizadoen Lima, al volver a Puquio nuevamente se habría mimetizado conel mundo comunal. Arguedas habría intentado construir un discursoen nombre de los indígenas y los cientificos sociales objetarían talesinterpretaci.ones. En efecto. De la Cadena sostiene que Arguedasfue incomprendido por su condición de participar en un pensamien-to mágico''.

' Por cierto, Degregori y Sandoval señalan que "José María Arguedas es lafigura emblemática de una de las posibilidades de tránsito, y de su frustración.De manera intuitiva, desgarrada, tanto en sus trabajos antropológicos comoliterarios, él avizora la posibiHdad de un 'nosotros diverso' mas allá de los des-garramientos coloniales y del mestizaje homogenizante. A partir de su expe-riencia vital y recogiendo lo mejor del culturalismo y de la Teología de la Libe-ración, Arguedas logra intuiciones que lo convierten en precursor de una inter-culturalidad sustentada teóricamente y popularizada recién diez o quince añosdespués de su muerte" ("Dilemas y tendencias..." 39).

'' "Los científicos sociales ortodoxos no hubieran tolerado la afirmación deArguedas, salvo, según señalaron algunos de ellos, como objeto de estudio an-tropológico. Limitadas epistemológicamente al plano puramente literario —almenos hasta Todas las sangres— las descripciones del autor pueden considerarse'real maravillosas', como parte del género literario donde lo 'extraordinario' dejade ser tal, para convertirse en cotidiano, no sólo un objeto de estudio sino partede su subjetividad. Poco antes de su muerte, y refiriéndose a la controversia deTodas las sangres, explica sus razones para escribir esta novela: 'Conozco el Perúa través de la vida y entonces intenté escribir una novela que mostrara todasestas jerarquías con todo lo que tienen de promesa y todo lo que tienen de las-tre'. Con la vida como fuente de conocimiento, la literatura le permitia borrarlas distinciones entre 'realidad' y 'ficción', y así describe su trabajo como: 'Ab-solutamente imaginado. Carne y hueso y pura ilusión'" (De la Cadena 129).

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¿Será que la antropología fue y es una discipUna intolerante, po-sitívista, e incapaz de entender lógicas diferentes a la ciencia occi-dental? Aunque De la Cadena comienza distínguiendo entre científi-cos sociales ortodoxos y (posiblemente) otros tolerantes o fiexibles,concluye señalando que "La antropología estaría en desacuerdo: elpaisaje animado y los insectos 'mágicos' pertenecían al dominio delas creencias indígenas y como tales eran sólo distantes objetos deestudio, que además se desvanecían. La discipUna era polítícamenteinconsistente con la versión de Arguedas" (De la Cadena 129-130).Como se puede ver, no se trata de las ciencias sociales en general,sino específicamente de la Antropología, que no habría sido compa-tíble con la sensibiUdad de Arguedas. No se trata de sociólogos "in-sensibles" como Quijano, sino de antropólogos. Aunque en reaUdadno nos muestra cuáles serían otras expresiones de la ortodoxia posi-tívista de los científicos sociales que no admitíeron la sensibiHdadarguediana, suponemos que se refiere básicamente a la famosa MesaRedonda del IEP donde se critícó Todas tas sangres.

Tratándose de incomprensiones o falsas representaciones entrelos antropólogos, habría que preguntarse si más bien no se trata deventriloquias múltíples cuando hablamos de este personaje, RendónWiüka, puesto que Arguedas, diríamos, intenta "hacer hablar" a uncholo y los crítícos cuestíonan la pretensión de Arguedas de "hacerhablar" a este cholo. A mi modo de ver, la interpretación arguedianaes igualmente tmnca e inconmesurable; pues Arguedas, aún cuandose presente como el intérprete ideal del mundo andino -siguiendo aRanajit Guha-, diríamos que la voz de WiUka (si es que un persona-je de ficción "existe") es difícil de representarse, pues se trata, a pe-sar de todo, de otros intérpretes y no de él mismo.

Volviendo al debate discipUnario, no pretendo defender la an-tropología, pero creo que no debemos ser tan injustos con este típode generaUzaciones. Aunque hija del imperiaUsmo (Paz) y de la üus-tración (Lévi-Strauss), la antropología creo tíene también un rostrotolerante; de otro modo no podríamos entender cómo pudo haber-se ganado el lugar de una discipUna que trata prinrípalmente con losotros. Precisamente Lévi-Strauss nos aclaraba que

en vez de oponer magia y ciencia, sería mejor colocarlas paralelamente,como dos modos de conocimiento, desiguales en cuanto resultados teóricosy prácdcos (pues, desde este punto de vista, es verdad que la ciencia dene

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más éxito que la magia, aunque la magia prefigure a la ciencia en el senddode que también ella acierta algunas veces), pero no por la clase de opera-ciones mentales que ambas suponen, y que difieren menos en cuanto a lanaturaleza que en función de las clases de fenómenos a las que aplican(Lévi-Strauss 30).

Entonces habría que preguntarse por qué este andahuayUno de-masiado sensible, por cierto, pudo haber elegido una carrera comoetnología ya en plena madurez. Pensemos a Arguedas como soció-logo o economista tratando de discutír con Quijano y Favre en esafamosa Mesa Redonda: otro hubiera sido el desenlace. Creo impro-bable un Arguedas economista o sociólogo. Arguedas eUgió la etno-logía porque posiblemente pensaba en una discipUna flexible y sen-sible. En este sentído, es posible que nuestro autor haya estadoorientado por otras perspectívas más propias de su época, donde eltrabajo consistía en transitar entre actívidades y formas de pensarque no estaban parametradas en disciplinas fijas, de manera que laimagen de intelectual me parece más propicia.

¿Pensar como intelectual?

Más aUá de estos desaciertos o errores discipUnarios, la figura deArguedas como etnólogo sólo se perfiló en la segunda mitad del si-glo XX, lo cual significa que gran parte de las actívidades previas aesta etapa básicamente puede describirse como la vida de un intelec-tual, y según esos tíempos también como una especie de publiásta(hoy podría identíficarse con un comunicador, pero en un ampUosentído), entendiendo esto últímo como un impulsor permanente depubUcaciones (revistas, Ubros)^ Con intelectual quiero identíficaruna labor un poco más compleja que va más aUá de las etíquetasformales. Esto nos ayudará a pensar en Arguedas con diversas actí-vidades: traducción interUngual, noveUsta, poeta, folclorista, etnólo-go y propulsor de poUtícas culturales. Aunque su figura como Utera-

' Es bueno recordar que el trajín publicista de Arguedas se inició en Huan-cayo, publicando artículos en Antorcha. Como estudiante de Letras en San Mar-cos y empleado de Correos, pudo conocer el arte de publicar. Estando en Si-cuani también escribió y publicó varios artículos y opúsculos, intentó hacer unarevista, y fue miembro de diversos consejos editoriales. Y, por supuesto, su la-bor como editor de revistas como Historia y Cultura y Folklore y Soáedad.

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to es dominante, posiblemente él y su generación consideraban lanovela y la narrativa como otra forma de exposición de ideas, talcomo se puede desprender de los argumentos que esgrime, sobretodo en el famoso Encuentro de Narradores de Arequipa en 1965.

En cuanto a su trayectoria en planos disciplinarios o intereses detrabajos, si aceptamos las afirmaciones de John Murra, podríamosdecir que la trayectoria de intereses intelectuales de Arguedas fuetransitando desde la literatura-folclor-etnología-Uteratura, lo cual noimplica que haya ocurrido un alejamiento de una u otra actividad, esdecir un abandono. Arguedas expresó sus ideas en estos tres rubros,y habría que decir que sus énfasis fueron cambiando entre una yotra actividad. Para Murra, el periodo de bloqueo para la literaturafue cubierto por la "terapia etnológica", y es interesante notar que laterapia de Arguedas consistió en su dedicación a la etnología ayuda-do por el psicoanálisis (sobre todo con Lola Hoffman)^ Si bien escierto que su primera elección como profesión fue el estudio de Le-tras en la década del 30, con el surgimiento de la carrera de etnolog-ía, lo vemos regresar a las aulas sanmarquinas para realizar estudiosen esta especialidad. Habría que discutir entonces las múltiples ra-zones por las que eügió esta segunda carrera y definitivamente sugraduación en eUa. Así, Murra señala que la etnología es la "segundafase de su vida intelectual": "Tengo la impresión de que los literatosno han aprovechado esta segunda fase de su vida intelectual, unafase que niega la aparente esterilidad. Es un periodo creador; peropor otros caminos, ya que la ficción quedaba vedada" (Murra, "JoséMaría Arguedas: dos imágenes" 271).

Es bueno recordar que, entre los que reivindican a un Arguedasetnólogo, fue precisamente John Murra quien insinúa que hubo dosfactores para su recuperación frente a la depresión y el bloqueo; por

'' "Hay un período que empieza en los años 40 ó 42 y que dura alrededor de14 ó 15 años, en los cuales nuestro héroe no sé si no escríbe, pero no publicanada de carácter ardsdco. Este es el periodo de mayor acdvidad antropológica[...]. Lo he conversado con él. Hay una complementariedad: cuando escríbecosas de carácter antropológico esto coincide con períodos estériles en lo Utera-río y viceversa. Cuando en el año 58 empieza otra vez a escribir obras literarias,se reduce mucho su acdvidad antropológica, y aquella que sí hace se limita ma-yormente a cosas folklorísdcas, que encajan mucho más fácü con la acdvidadliteraría" (Murra, "Semblanza de Arguedas" 288).

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un lado, la terapia con Lola Hoffman y, luego, su aprendizaje de laetnología:

Al hablar de los "años estériles", habla Arguedas también de la importanciade la etnología que estudió y ejerció en este periodo. No sé si alguno de losque enseñan literatura hacen leer conjuntamente una novela como Yawarfiesta con la monografía sobre Puquio, incluida en la colección que preparóÁngel Rama. Me parece que se complementan para el lector; pero creo queel beneficiado principal será el estudioso del arte de Arguedas. [...] Sugieroque la etnología moderna ayudó a Arguedas porque le ofreció dos tácdcas,dos dimensiones positivas que le permideron seguir trabajando, aprove-chando cualidades y talentos que no fueron afectados por "la larga depre-sión" (Murra, "José María Arguedas: dos imágenes" 271).

Tratando de abrir otros escenarios para comprender a nuestroautor, y por razones sobre todo gremiales, quisiera explorar la figurade Arguedas como etnólogo y más específicamente como un etnó-grafo\ que correspondería a su últíma etapa. Como nos recuerdaWilUan Rowe en 1995, Arguedas permanentemente estaba reaUzan-do exploración y recopilación etnográfica". Entonces muy bienpodría definirse también como un emógrafo experimental. Y consi-derando que desde los años 70 las fronteras discipUnarias entre et-nografía y Uteratura han sido cuestíonadas con la pubUcación de va-rios trabajos, entre eUos del colectívo Wríting Culture compüado porCUfford y Marcus (1986), Arguedas podría ser un buen ejemplo paraestos encuentros transdiscipUnarios.

' Es perdnente remarcar que hablar de etnografía y plantear la obra de Ar-guedas en este ámbito no es disminuir su aporte; al contrario, posiblemente laetnografía sea una metonimia de antropología; y como sugiere Geertz (9) "eltérmino 'antropología' se emplea aqiu de modo regular como equivalente de'etnografía' u 'obras de base etnográfica'. Este uso, por común que resulte, has-ta el punto de haberse hecho normal, no por ello deja de ser inexacto".

* Algunos estudiosos incluso afirman que "la verdadera fuerza de la narrad-va de Arguedas, en cualquier caso, no nace de sus conocimientos literarios sinode la udlización que él hace de sus estudios etnológicos y antropológicos, asícomo de la aplicación de éstos a su narradva" (Alemany Bay 164).

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Etnografía arguediana'

En efecto hoy estamos más conscientes de que etnografía y Ute-ratura son viejos amigos I enemigos, tema, además, largamente discutidodesde el denominado boom postmoderno en antropología de los 80.Existen, pues, comparaciones interesantes, incluso anáUsis de auto-res clásicos de la antropología, de los cuales podemos mencionar elreaUzado por James CUfford (125-126) entre el noveUsta JosephConrad y el antropólogo Bronislaw MaUnowski (ambos polacos denacimiento y contemporáneos). Asimismo, pensar Tristes Trópicos deClaude Lévi-Strauss como un relato antes que memorias de campoevocativas, ha sido planteado por CUfford Geertz (^l antropólogo comoautor) al anaUzar el trabajo de un grupo de antropólogos clásicos'".Es decir, hoy estamos más conscientes que los antropólogos no es-tuvimos muy alejados de la narrativa.

Ocurre también un proceso inverso. Por ejemplo, desde la Utera-tura puede decirse que Mario Vargas Llosa asume el papel de investi-gador etnógrafo cuando en la década de 1960 acompañó a un grupo deantropólogos a la selva peruana -cuya experiencia está plasmada enuna fotografía en los archivos de la Escuela de Antropología de SanMarcos-, Esta incursión posiblemente le permitió la elaboración desu novela Pantaleóny las visitadoras, sin mencionar otras experienciasetnográficas como la que le permitió la elaboración de su novela Eajiesta del chivo (2000) que no fue producida sólo en el "gabinete" delescritor, pues requirió visitas de campo a Santo Domingo para co-nocer de cerca la historia de Rafael Leónidas TrujiUo.

A partir de esto podríamos repensar las intenciones de Arguedasy comprender su creación etnográfica y preguntarnos en qué medi-da puede considerarse singular su técnica narrativa, en este caso enel piano de las emografías experimentales. Si bien es cierto, la crítica

' Hoy se admite abiertamente que lo que hacen los antropólogos es básica-mente etnografía. CHfford Geertz fue quien insistió desde 1973 cuando afirmócategóricamente "en antropología o, en todo caso, en antropología social, loque hacen los que la practican es etnografía. Y comprendiendo lo que es la et-nografía o más exactamente lo que es hacer etnografía se puede comenzar a captara qué equivale el anáüsis antropológico como forma de conocimiento" ("Lainterpretación de dos culturas" 20)

'" Melisa Moore ha rastreado hipótesis similares, aunque con otras conclu-siones, en su libro En la encrucijada: las dendas sodalesy la novela en el Perú (2003).

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Uteraría ha hecho gala del descubrimiento de experiencias innovado-ras (que a veces son tan imperceptíbles que sólo lecturas sofistícadashacen descubrirlas), en el terreno antropológico peruano muy pocose ha avanzado. Entonces, la importancia de la producción etnográ-fica arguediana podría evaluarse a partír de sus materiales existentes,pues en eUos podríamos haUar algunos datos relevantes para com-prender su papel como etnólogo que lamentablemente los exégetasde Arguedas aún no han explorado suficientemente".

Así, por ejemplo, revisando su tesis doctoral, podemos haUar al-gunas diferencias entre el original presentado al Instítuto de Etno-logía de la UNMSM en 1963 y la pubUcación posterior de 1968. Le-yendo la versión original uno percibe un apresuramiento en la pre-sentación (como a veces sucede en la Academia), con muchas co-rrecciones a mano sobre el texto mecanografiado. De otro lado, noexisten datos sobre el o los asesores de la tesis, ni los miembros deljurado; e incluso el Sumario (índice) no está enumerado. Además,existen algunos reacomodos de frases muy significatívas entre laedición mecanografiada y la pubUcación; la dedicatoria completa enel original consigna "a la doctora Lola Hoffmann, con fiUal gratítudy admiración", reducida en la pubUcación de 1968 simplemente "ALola Hoffman". Ha eUminado afirmaciones muy interesantes como:

He aquí una imagen trazada con una alta proporción de información y deelementos objedvos, de dos comunidades castellanas en las que empleandoel recurso metafórico de Kluckhonhn, podemos contemplarnos como unespejo. Los elementos subjedvos inevitables; yo me aventuraría a afirmarque convenientemente empleados, infunden a esta imagen la animación ne-cesaria. Aunque en tales elementos puede estar lo falible, lo impreciso deestas imágenes, declaramos que hemos aspirado a mostrar la vida y no lafaz de una piedra (Arguedas, Estudio de dos comunidades de Castilla... 548).

Observar estas afirmaciones que fueron censuradas en las edi-ciones pubUcadas puede ser muy significatívo para un estudio másprofundo del autor, tal como ya se ha reaUzado en el plano Uterariopara la edición de sus Obras completas (1983). En este caso, los do-

" He revisado las invesdgaciones de antropólogos como Rodrigo Montoya,Fermín del Pino, Juan Javier Rivera Andía y Carmen Pinilla. Ninguno de ellosha recuperado aún los materiales originales de sus tesis doctoral y de bachillera-to presentadas por Arguedas. Udlizan solamente las ediciones publicadas. Estosdocumentos se hallan en la Biblioteca de Ciencias Sociales de la UNMSM.

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cumentos etnográficos de Arguedas nos muestran también los posi-bles recursos extra-académicos que intenta resaltar vaUdando la sub-jetívidad (frente a la objetívidad académica y formal), la condiciónhumana de una investígación etnográfica, e incluso la figura Uteraríade la metáfora utiUzada por un influyente antropólogo norteamerica-no en ese tíempo como fue Clyde Kluckhonhn (que por cierto, noincluye en su bibUografía, y cuyo Ubro se títula Anthropology, Mirrorfor Man, de 1949, traducido al casteUano simplemente como Antropo-logia). A esto debemos agregar que el título original de la tesis docto-ral de Arguedas es Estudio de dos comunidades de Castilla con referencia alas comunidades indígenas del Perú (1963)^ que me parece muy significa-tívo (algo distínto a Las comunidades de España y el Perú que corres-ponde a la edición de 1968), puesto que expresa de manera másacertada el contenido de la misma: un ampUo anáUsis de las socieda-des de Sayago y La Muga, frente a escuetas referencias a las comu-nidades andinas peruanas.

¿Un estilo etnográfico de lo local? ¿La antropologia en casa?

Se ha insistído suficientemente (Cornejo Polar; Flores Galindo)que el material para la creación ficcional de Arguedas es su propiabiografía'^ A esto podríamos agregar una práctíca etnográfica ar-guediana, un recurso frecuente que podemos definir como vivenáa,esto es, el autor recurre con mucha reiteración a su experiencia devida, en partícular a su sociaUzación infantil y de adolescente, y a susviajes por varios lugares del sur peruano. En este sentído, tanto laproducción etnográfica y ficcional de Arguedas está aUmentada poresta vivencia". Y sobre esto incluso podemos afirmar que un peso

'2 En cuanto a su producción ficcional, en este caso definida como expe-riencia biográfica, la cual habría ayudado a la construcción de sus textos, comomencionamos, Antonio Cornejo Polar señaló que "su experiencia le servirá,frecuentemente, de sustrato narradvo. Novelará, entonces, su propia vida. Latrágica incorporación de su muerte como capítulo final de su úldma novela co-rresponde, pues, a la misma constante que le condujo, en instancias anteriores,a incorporar a Ernesto, a Juan, a Sandago, personajes evidentemente autobio-gráficos, en Agua, Los rios profundos. Amor Mundo" (Cornejo Polar 123).

" Melisa Moore expresa de otra manera esta situación: "La memoda, o 'tes-dmonio', desempeña un papel fundamental en su propósito de describir expe-riencias que son tanto más 'reales' puesto que él las ha vivido" (23-24).

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importante en la "creación" etnográfica de Arguedas en el ámbitoperuano está sustentado en esta experiencia vivida.

En otro texto (Landa, Visitando y etnografiando) he señalado porejemplo que en su tesis doctoral Las comunidades de España y el Perú, lacomparación entre estas dos experiencias etnográficas es desigual:las referencias hacia el Perú son mínimas y marginales, las cualesestán sustentadas básicamente en estas vivencias; por otro lado, elgrueso de la exposición que se refiere principalmente a la experien-cia etnográfica en Sayago de Bermülo y La Muga, en cambio tienesustento en su trabajo de campo (ver Millones en este volumen).Cuando se refiere al Perú, son escuetas memorias personales antesque etnográficas ("cuando fui niño", "mis paisanos los puquianos",así por el estilo). Este recurso vivencial no requiere mayor demos-tración que la autoridad mencionada por el autor como testigo.

Si una de las fórmulas clásicas de la antropología es la búsquedade otros lugares para el ejercicio etnográfico, esto es lo que precisa-mente Arguedas elude o justifica en algunos tramos de sus trabajos,parapetándose en sus vivencias. De esta manera, prescinde de laretórica que los antropólogos acostumbramos asar ante nuestroslectores, el haber ido allá (estar aUí)'''. En el caso de nuestro autor,de antemano ya nos convenció con su experíenüa vivida y nosotros ledebemos creer. La fórmula geertziana "estar allí", en su tesis docto-ral, por ejemplo, sólo funciona para su etnografía en España, masno para el Perú. Se trata, pues, de un recurso de autorídad vivencial local ypreviamente adquirída. Este recurso, autobiográfico o experiencia vivi-da que sirve de fuente a Arguedas, tanto para sus cuentos y novelas,ha Uevado también a los antropólogos a usufructuar su producciónficcional de manera que se formaliza una especie de fuente etnográ-fica a partir de las novelas arguedianas y aprovechada en los trabajosde Rodrigo Montoya, Ricardo Melgar Bao y Hiromi Hosoya, Alber-to Flores Galindo y Alejandro Ortiz Rescaniere, quienes consideranen particular la novela Yawar fiesta como una fuente interesante.

" Geertz dice a este respecto: "La habilidad de los antropólogos parahacernos tomar en serio lo que dicen dene menos que ver con su aspecto fac-tual o su aire de elegancia conceptual, que con su capacidad para convencernosde que lo que dicen es resultado de haber Dodido penetrar (o, si se prefiere,haber sido penetrados por) otra forma de vida, de haber, de uno u otro modo,realmente 'estado aUí'. Y en la persuasión de que este milagro invisible ha ocu-rrido, es donde interviene la escritura" {Et antropótogo como autor 14).

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A partír de eUo, pienso que los rescates etnográficos de la ficciónarguediana podrían interpretarse como complementarios de la pro-ducción etnológica o antropológica propiamente dicha. Es decir, lasnovelas deben ser consideradas en la práctíca como otros modos deinterpretar reaUdades sin que necesariamente sustítuyan la experien-cia etnográfica. Y volviendo a la creatívidad escritural de Arguedasreconocemos que ambos se complementaron. Arguedas recreó fic-cionalmente mucha información etnográfica. Y para decirlo de otromodo, la información etnográfica y personal (su sociaUzación infan-til, su vivencia) fue utiUzada para ambos territorios (la novela y laetnología). Creo que nadie puede dudar hoy sobre la pertínencia decaUficar a Arguedas como un autor con posibUidades diversas deescritura o, como diría Fermín del Pino, "Arguedas era un escritordoble, Uterato y etnógrafo, aun es Ucito exigir a nuestra interpreta-ciones una lógica adecuada a tal autor" (s. p.).

En términos de este típo de discurso emográfico, se podría decirque Arguedas {Las comunidades... 25) tíene un estUo que apela fre-cuentemente a su "experiencia de campo original", es decir, cons-truye su argumento como un experto que muestra su conocimientovivido en aqueUos espacios. No precisa como otros antropólogosque deben revelar una retórica con expresiones, "cuando reaUcé talinvestígación" o "tal informante me sugirió". Arguedas, en cambio,se escuda en frases como "para un hijo de los Andes" y esto se ex-presa con mayor evidencia cuando señala en su tesis de bachiUerato:

Nuestra experiencia y conocimiento directo de la cultura andina actual del Peni hizo

que insisdéramos el mayor interés por encontrar una explicación a la dife-rencia muy grande que existe entre la evolución socio-económica del valledel Mantaro y la de los demás valles y provincias andinas del País (Ar-guedas, El Valle del Mantaro y La dudad de Huancayo 1, énfasis añadido).

Entonces, podemos haUar dos planos en la retórica etnográficade Arguedas: por un lado, su experiencia vivida o sociaUzación in-fantíl y de adolescente y, por otro, su incursión etnográfica en Pu-quio, Huancayo, Huamanga y Chimbóte (sin mencionar su expe-riencia en España que corresponde a otro ámbito de anáUsis). A de-cir verdad, Arguedas en ningún otro lugar del Perú (fuera de losmencionados) reaUzó propiamente investigación etnográfica. En-tonces, el grueso de su referencia etnográfica lo hace recurriendo asu experiencia vivida. Su permanencia, en otras épocas (principal-

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mente en su infancia y adolescencia), en Puquio, Lucanas, Sicuani,Andahuaylas, Huancayo, lea, sirvió como referencia para su argu-mento etnográfico. Podemos caUficar este tipo de retórica como evo-cación, mas no como investigación. Creo que no está de más señalarque una etnografía profesional (según los parámetros trazados porla ortodoxia antropológica desde MaUnowski en adelante) general-mente requiere de una programación y una formulación estricta depropósitos que están diseñados desde criterios académicos. Enton-ces, Arguedas apela a estas dos estrategias para construir su discur-so: una etapa pre-antropológica (su experiencia de vida) y otra yaplenamente antropológica que corresponde desde cuando inicia susestudios de etnología.

A partir de esto, es interesante discutir también la obra etnográ-fica de Arguedas recurriendo a la representación de las miradas loca-les, que en términos de la antropología contemporánea se ha reco-nocido en la versión inglesa como anthropology at home, asimismo enla perspectiva del movimiento de la Red de Antropologías Mundia-les se han señalado como antropologías periféricas y centrales. A este res-pecto, se argumenta que han surgido desde hace ya algún tiempomiradas interiores como un aporte interesante que descentra las ver-siones alterízantes de la antropología clásica (el largo viaje enbúsqueda del otro); la aparíción de los antropólogos en el TercerMundo habría permitido otras miradas; sin embargo, como diríaMarüyn Strathern (The Eimits of Auto-Anthropology) las versiones delos antropólogos locales se convierten en interpretaciones particula-res con los mismos valores que los de alguien que viene de afuera,que observará algunos ángulos que no son percibidos localmente.Por otro lado, las Umitaciones de estas perspectivas son señaladaspor Degregori y Sandoval (21), planteando que "el árbol puede im-pedir ver el bosque" y evitar la comparación. ¿Arguedas puede serconsiderado como un ejemplo de auto-etnografía?

Para tratar de responder, es bueno recordar que Anthony Jack-son (1987) nos ha mostrado las raíces folcloristas de la antropologíacasera, pues nos recuerda que la antropología también es una cons-trucción que tiene su origen en preocupaciones domésticas, en elfolclore local. Así sucedió en Europa del siglo XIX. No es extrañoentonces que José María Arguedas haya tenido un pie en dichas ac-tividades, de manera que un capítulo decisivo en su investigación ysu labor de funcionario púbUco fue en terreno del folklore. Enton-

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ces debemos entender el folclore también como una etnografíadoméstíca, como una investígación local que aUmenta el discursoromántíco de la identídad nacional.

Esta antropología local o casera puede ser expresada también co-mo una exploración etnográfica interna, o para retomar el lenguajede la discipUna, "desde el punto de vista del natívo" maUnowskiano,que en la perspectíva de CUfford Geertz, más bien está expresadocrítícamente como "con el punto de vista del natívo"'l A este res-pecto, los crítícos Uterarios han argumentado también la perspectívapreferente "desde adentro"" que Arguedas habría desarroUado ensus novelas (Rowe, Mito e ideología; Del Llano; Aibar Ray). MartínUenhard incluso define a Arguedas como un "un documentaUsta"en alusión a su papel de etnógrafo, insistíendo en la figura "desde elinterior del indio", es decir una auto-etnografía; y Alberto Escobarplantea la idea de una etnoUteratura arguediana.

La etnología de Arguedas, entonces, podría reconocerse comouna variante etnográfica desde una mirada interna, ofreciendo anáU-sis de la reaUdad social de manera comparada (tanto al interior delpaís, como con el caso de España), pues su experiencia de vida (vi-vencia) y sus variados trabajos de campos como etnólogo, nos ofre-cen un panorama partícular de las sociedades que anaUza. Ha logra-do reaUzar pinceladas sobre la situación de algunas comunidades

Quizás vale la pena mencionar la corriente denominada AntropologíaCognidva que estaba interesada en invesdgar las categorías nadvas, lo que im-plica explorar muy atentamente este punto de vista interno.

Podríamos tomar como ejemplo su literatura y según Rowe, "en Los ríosprofundos, la visión de la realidad está desarrollada desde adentro, en vez de laobservación externa. Naturalmente esta elaboración se desarrolla a través de lasensibilidad del protagonista Ernesto. En cambio Ernesto-Juan de Agua es con-siderablemente diferente: el protagonista vive entre los indios, pero su ardientedeseo de verdadera idendficación con ellos es impedido por el hecho de que élse siente aüenado. Por el contrario, el Ernesto de Los ríos profundos no vive entreindios sino en un colegio para los hijos de los 'blancos'. Una de las experienciasformadvas de su niñez fue su residencia en un ayllu; después, en el colegio, sepreocupa por mantener vivos los lazos que lo unen al mundo indígena, preocu-pación fundamentada en su propia afinidad con la cultura quechua. Se crea asíuna situación en que dicha cultura debe reafirmarse y ponerse a prueba en unmedio hostil. Esto, a su vez, corresponde a la elección consciente de un Argue-das maduro que busca en la cultura quechua la fuente principal de su visión dela sierra peruana" (Rowe, Mito e ideología 68).

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indígenas o campesinas del Perú y España, ha descrito ciertas lógi-cas de transformación, ha comparado regiones y nos ha ofrecidouna interpretación, la cual se debe leer de acuerdo con sus propiosparámetros. Se podría aprovechar su información (como ya vienenhaciéndolo antropólogos e historiadores), no obstante, también sedebe deUmitar sus afirmaciones a sus propios parámetros teóricos ointuiáonales.

Competencia intelectual: ¿wawatukuy o añañaka'r

Una vez observado el plano etnográfico, es necesario señalar al-gunos retos que nuestro autor enfrentó y en ocasiones no pudo su-perar. Por cierto, en casi todas las discipUnas, la competítívidad en-tre sus miembros es una rutína, y Arguedas tuvo que enfrentar esteproblema, en unos momentos con cierto ímpetu, pero en otros conmucha debiUdad. Sin tratar de ser exhaustívo, podemos dar una mi-rada a dos típos de cartas: las enviadas a Moreno Jimeno (década del30-40) y las que escribió a Murra (década del 60 principalmente). EneUas se advierte una gran diferencia de actítud frente a las actívida-des académicas, polítícas e intelectuales en general. Las de las déca-das del 30-40 tíenen el entusiasmo de un joven ávido de escribir ycomentar todo lo que lee; sin duda se puede admitír que Arguedastenía la caUficación de cualquier intelectual culto de aqueUa época;sin embargo, en la década del 60 se nota un retroceso y se advierteuna inseguridad. Esto se puede notar en sus innúmeras confesionesa John Murra y Alejandro Ortíz. Podemos justíficar de mües de ma-neras este cambio: 1) no pudo absorber totalmente los nuevos co-nocimientos que estaba ofreciendo la antropología (reciente aún enesa época en el Perú); 2) su bloqueo psicológico y su depresión nole permitían una rutína de lecturas y aprendizaje; 3) la diversificaciónde fuentes en la antropología-etnología (francesa, inglesa, que sesumaba a la norteamericana) desubicaba a nuestro autor.

No me gustaría transitar por la discusión sobre la biografía trági-ca de Arguedas, aunque hoy es casi inevitable en los estudios sobreeste insigne personaje. En este caso trataré de mostrar solamente su"debilidad" frente a las Udes de autor, escritor e intelectual. En efec-to, Arguedas se quejaba de su condición de waqcha" en cuanto a su

Waqcha, del quechua, puede traducirse como orfandad o desvalimiento.

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í'ormación teórica -una de sus tantas "waqchitudes", además de lapsicológica y de orfandad-. Pero sería fructifero hablar también deuna "waqchitud" sociológica en un contexto de cambio social yeconómico, además de los cambios paradigmáticos en las disciplinasacadémicas que testimonió Arguedas. Entonces, en un personajecomo él, que había absorbido un discurso formal del "culturaUsmonorteamericano en su fase aculturacionista", y que de pronto tuvoque enfrentar los balbuceos de la teoría de la dependencia, un arse-nal dóxico diferente, obviamente esta asimilación pudo ser infruc-tuosa. Con esto no quisiera justificar su "waqchitud" —que en len-guaje serrano o en quechua podríamos decir también wawatukuy oañañaka (debilidad)- o su fácü derrotismo que impidió enfrentar losdebates normales y naturales en toda disciplina.

Esta debilidad está expresada también, a manera de venganza, ensu famoso poema Huk Docturkunaman, donde plantea el contra-retoa los estudiosos sobre la imposibilidad o inconmensurabilidad de lacomunicación. Arguedas parece decirnos "si tú dices que no en-tendí, tampoco tú alcanzaras a conocer lo que yo conozco, las milflores de la papa, el nido de los cóndores, ven tú señor doctor, atré-vete a conocer, yo sé que no puedes". Esta sentencia se podría plan-tear también en terrenos de la etnografía con la consabida imposibi-lidad de ubicarse en los zapatos del nativo, mirar con los ojos delnativo, que la antropología ha explorado ampliamente a lo largo desu historia. Pero ¿qué pasaría si el nativo se convierte en doctor yhabla con el lenguaje de ese lugar? Arguedas, que intentó convertir-se en un broker, intermediario o traductor, siente que fracasa cuandoescríbe Huk docturkunaman. La famosa Mesa Redonda de 1965 losensibilizará, reaccionando bruscamente y retando a quienes lo criti-can; a partir de esto podríamos decir, de acuerdo con Gayatrí Spi-vak, que la fórmula varía en la expresión de Arguedas, en vez de lossubalternos no pueden hablar, cambiaría el sentido del discurso hacia loscientíficos no pueden conocer. Este reproche, cabe insistir, es básicamentehacia los "doctores" de las ciencias sociales, la disciplina que quisodominar Arguedas para "hablar" desde ese "otro lugar", puesto quedesde la ficción (literatura) ya había conseguido su lugar y autoridad.Por eso dirá:

Confesamos carecer de formación profesional suficiente, debido en parte aque no es la etnología ni los trabajos de invesdgación nuestra vocación

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principal, y en segundo término, al hecho de haber iniciado estudios univer-sitarios de la especialidad un poco tarde. Estas deficiencias explicarán, sinjusdficar, la seguramente débil sustentación de nuestra tesis y el muy tardíointento, de nuestra parte, de obtener un dtulo académico (Arguedas, ElValle del Mantaro y La dudad de Huancayo 1).

Esta modestía abrumadora fue también resaltada por Fermín delPino (s. p.), posiblemente porque fue en el plano antropológicodonde más lo expresó Arguedas. Esta persistente auto-descripciónde un Arguedas trágico induce a que algunos estudiosos planteen lanecesidad de buscar los momentos alegres de nuestro autor paraequiUbrar frente a su lado trágico'l No podemos dudar de los mo-mentos feUces de Arguedas, y para volver a sus cartas: es claramenteperceptíble la diferencia entre las cartas escritas en los años 40 (aManuel Moreno Jiménez) y las hechas a John Murra (años 60). Enlas enviadas al primero se nota un gran entusiasmo y mucha seguri-dad, se muestra un joven con mucho ímpetu e iniciatíva. En las queenvía a Murra, en cambio, existen muchas quejas y desánimo, aun-que no deja de percibirse la persistencia de sus sueños y deseos.

¿Por qué nos reta Arguedas?

A los cien años de su nacimiento, y luego de haber vivido azaro-samente, José María Arguedas parece estar ubicándose en los reco-dos más inverosímiles de nuestra sociedad y abriéndose camino másaUá de nuestras fronteras. La pregunta que se ha convertído en lugarcomún es ¿por qué interesa tanto Arguedas? Podríamos responderde varias maneras, pero esta vez me gustaría contestar a partír delconcepto interpelación que Louis Althusser (a quien no se mencionacuando se usa esta idea) ha resumido en un famoso texto pubUcadooriginalmente en 1970", con lo que nos permite expUcar las formas

'̂ Rodrigo Montoya ("Arguedas en España" 165), por ejemplo, dice: "Megustaría señalarles que esta idea de Arguedas sufriente es sólo una cara de laluna, y que hay otro Arguedas: vital. Muy rico, muy alegre..."; otro tanto, Mi-guel Gudérrez en su Estructura e ideología en Todas las sangres (2007) presenta unafoto de Arguedas carcajeándose.

" Althusser (133) describe su fórmula de esta manera: "vamos sugerir que aideologia 'age' ou 'funciona' de maneira tal que 'recruta' sujeitos entre os indi-viduos (ela os recruta a todos), ou que 'transforma' os individuos em sujeitos(transforma-os a todos), por essa operaçâo muito precisa que denominei de

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en que un discurso nos Uama la atención, nos sacude y tal vez nosturba (como diría el mismísimo Vargas Llosa). En efecto, el discursoarguediano nos habla desde un lugar que nos permite conocer unasociedad, y en otros casos nos reconstruye la misma, pero a todosnosotros nos importa su pasado, su presente y su futuro. Al parecerquisiéramos ocupar el lugar de Juan {Agua) o Ernesto (LÖJ- ríos pro-fundoí), la "mejor" novela de Arguedas; otras descubrir ese mundodesconocido de la serraru'a; evocar la vida en aqueUos parajes; y aveces penetrar ese tórrido mundo de Chimbóte de los 60; es decir,queremos sentirnos en los relatos de este autor o participar en sudescripción. Para concretizar la idea interpelativa habría que mencio-nar también por qué AUcia Maguiña compone unos años después desu muerte una canción para este autor; por qué Edwin Montoyaigualmente escribe otra; la primera sin duda es desde un mundo cos-teño que desea conocer el mundo infantU de Arguedas; el segundodesde un lugar muy famiUar a Arguedas (desde Puquio). A esto de-bemos agregar que un pintor joven, de padres japoneses, como Jor-ge Miyagui, pretende una incursión plástica evocando a nuestro au-tor. Estos tres ejemplos bastan, para ya no mencionar las decenas decríticos Uteraríos, antropólogos y de otras discipUnas que se hanacercado a Arguedas, la mayoría muy identificados con su obra. Es-to nos permite afirmar que existe una ideología (para seguir conAlthusser) o un discurso que nos remite a un país complejo como laobra mostrada por Arguedas. Es una reaUdad ficcionada la que nosmuestra este autor, aUí están las preguntas, las inquietudes, la intui-ción sobre un país, sin que necesariamente haya respuestas. Pensarque Arguedas trazó un programa, una fórmula de país, al parecer esun deseo de identificación con el autor; por eso debemos entendereste proceso de mitificación de un héroe tanto en los planos de laUteratura como de la antropología.

Tal vez sea impertinente, pero quiero considerar otro plano de lainterpelación, esta vez desde los andinos quechuablantes del sur pe-ruano, aqueUos que junto con Arguedas pretendemos emografiardesde adentro. Podría ser el caso de otro joven surandino, sin mu-cha experiencia en los trajines Uteraríos (sofisticados o académicos),o que no haya pisado una Universidad, y al leer a Arguedas, no sólo

interpelaçào, e que pode ser imaginada nos moldes da mais corriqueira interpela-çào cotidiana da Policia (ou de outro) 'Ei, voce ai'!".

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se siente interpelado, sino sobre todo se sentírá identíficado con laprosa arguediana (y no tendrá dificultades como posiblemente ocu-rre desde otras miradas). Si existe conflicto, en la perspectíva de loscrítícos Uterarios frente a obras "mal escrítas" de los serranos (in-vención de una sintaxis propia de un país büingúe), al parecer no losufrimos drástícamente los propios serranos, sobre todo cuandoleemos Yawar fiesta, "Warma Kuyay" e incluso El ^orro de arriba y elt^orro de abajo; nos parece fluir naturalmente. Debo confesar quecuando leí por primera vez a Arguedas pensé que así se debería es-cribir, con esa sintaxis "compUcada". No obstante, cuando trajina-mos en el mundo académico, aUí se compUca; debemos transformarnuestras sintaxis y escribir de otra manera. Esta hermandad en ladificultad Ungíiístíca es posible que sea de los büingúes en general,de Perú, Ecuador, BoUvia y parte de Argentína, para no mencionarlas múltíples combinaciones Ungíiístícas en el mundo. Sin embargo,debo constatar que a los quechuahablantes también nos parece ma-ravillosa la escritura pura de los monoUngúes. Cuando leí a Lorca,por ejemplo, quedé muy complacido al observar la exactítud y flui-dez de las palabras bien puestas. Arguedas, al parecer, tuvo esta sen-sación, y lo expresa muy elocuentemente, como se puede observaren una carta:

Ayer y ander he estado embebido con la lectura de Poeta en Nueva York.Muchos poemas los he leído más de cinco veces: los tres de "Los Negros",casi todos los de "Calles y sueños", "Cielo vivo", "El Nocturno delHueco", "Paisaje con dos tumbas y un Perro Asirio", "Vuelta a la ciudad",y esa oda maravillosa a Whitman. Todo el libro es de una infinita hermo-sura. Es un García Lorca completamente nuevo para mí, y acaso más pro-fundo y más poeta; estos deben ser "sus versos", me parecen más legídmos;los otros del "Romancero", de "Cante Jondo", de sus dramas, son la expre-sión de cuando su vida se funde con la del pueblo; pero estos de "Poeta enNew York", en cierto senddo denen la universalidad de la poesía, la raíz delmundo, de lo bello infinito y de lo infinito humano ("Carta de Arguedas aManuel Moreno Jimeno", en Forgues 98)

¿Claves en el discurso arguediano?

Arguedas posiblemente quiso decir muchas otras cosas más delo que el mismo declarará. Incluso, tal vez (como es frecuente en elarte), él mismo no pudo controlar todos sus mensajes. En este sen-tído, descifrar a Arguedas corre el riesgo de interpretaciones diver-

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sas y divergentes, y hasta engaños. Luis Mülones y Martín Lienhardsospechan que Arguedas estaba hablando en clave cuando escribíaEl^orro.... En estas posibles claves, habría que mencionar la famosaintuición arguediana^", que pudo abrir temas sobresaUentes para laantropología, como aqueUos de la transformación de la sociedad derural a urbana, claro que en expresiones de Arguedas serían "de lofolclórico a lo popular", de la ficción sobre lo rural (LÖJ- ríos profun-dos, Yawarfi.esta. Todas las sangres) a la novela urbana (E/ ^0^0 de arríba

y el n^ono de abaja). En efecto, en contextos de la antropología perua-na pudieron haber ocurrido transformaciones que van desde los es-tudios de la comunidad (décadas del 50 y 60) a lo urbano (década delos 80). Esta "antícipación" es desde una intuición, en este caso gra-cias a que Arguedas, como buen broker, pudo trajinar en esos "dosmundos", con campesinos migrantes y con intelectuales teóricos,con su trajín en investígaciones en comunidades y su larga experien-cia urbana.

Esto se compUca más cuando tenemos que hablar del propiolenguaje. No es sorprendente que varios crítícos Uterarios (Rowe,Aibar Rai) coincidan en señalar que Arguedas estuvo afrontandouna gran batalla en terrenos Ungúístícos que consistía en una formade traducción en todo el sentído de la palabra, se trata de una tra-ducción -en palabras de Roman Jakobson- intraüngual e interUn-gual; por decir de alguna forma, estaba constoiyendo un casteUanoal interior del casteUano pero con incrustaciones del quechua. Ar-guedas denomina a todo esto "mistura" -como bien lo recuerdaRowe (fSAito e ideología 46)-. Se trata, pues, de una hermenéutíca inter-textual en la que nos movemos los bUingúes quechua-cas teUano, portanto podríamos interpretar como mixtos a Guaman Poma, SantaCruz Pachacutí y Arguedas. ¿Qué produjeron y siguen produciendoestos intelectuales en estas fronteras idiomáticas porosas? Queda uncamino aún por descifrar.

°̂ Cario Ginzburg, el historiador italiano, ha rastreado la historia de la intui-ción y la ha señalado como paradigma conjetural: "La tela es el paradigma quehemos reunido desde atrás, a pardr de varios contextos, cazar, adivinar, conje-turar, o hacer semiódca. Estos no son obviamente sinónimos, sino descdpcio-nes alternativas que, sin embargo, se refieren originalmente a un modelo epis-temológico común, elaborado para un número de disciplinas, ellas mismas amenudo enlazadas a métodos prestados o palabras clave" (Ginzburg 44).

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Conclusión: ¿por qué Arguedas?

Mi acercamiento a Arguedas ha intentado ser distanciado. Esverdad que nos interpela de varías maneras, como antropólogo,como provinciano, como quechuahablante; no obstante, tambiénnos reta en el sentido de los vacíos que no Uenó como intelectual enmomentos decisivos. Me he acercado a Arguedas en un sentidocrítico, como lo hizo Cesar Lévano (11), porque el escritor andahu-aylino se fue "cometiendo el menos ejemplar, el menos combatientede los actos"; pero además quise opinar como alguien que puedehablar desde su lugar de enunciación y no tanto desde su punto devista. En realidad, quise entender a Arguedas evitando contribuir asu mitificación, y más exactamente contribuir a su desmitificación, yesto, si es posible, observando su condición de etnógrafo y no nece-sariamente su lugar como literato y menos como héroe cultural.

Un buen trecho de la escritura arguediana está trazado en unmodelo evocativo donde la experiencia etnográfica tiene menor pe-so puesto que la presentación del estar allí -tal cual formuló la tradi-ción antropológica- es prácticamente ínfima. Arguedas manifiestaun discurso como si estuviese diciendo constantemente "estuve aUÍ"y "no requiero demostrar porque viví allí". Si bien los materíales et-nográficos son mostrados en su producción etnológica, no obstante,su autoridad etnográfica está trazada a partir de su primera expe-riencia.

No existen fronteras entre un Arguedas escritor y antropólogo.Nuestro autor recurre frecuentemente a los dos planos^'. Posible-mente, su tesis doctoral. Las comunidades de España y el Perú, sea lamuestra más elocuente de este intercambio de planos; en ellos susinformantes prácticamente se convierten en personajes (Landa, Visi-

'̂ Esta convergencia entre antropología y literatura pudo ser comprendidapor el antropólogo Rodrigo Montoya ya en 1994, cuando afirma que "la obraantropológica está hecha por un escritor y por eso las fronteras entre la literatu-ra y la antropología -en el caso preciso de Arguedas- no son níddas. Puede ser-lo con toda clarídad si uno compara a dos personas diferentes: un escritor, deun lado, y un antropólogo de otro. Pero cuando una persona es un escritor y unantropólogo, al mismo dempo, no puede dejar de ser antropólogo cuando es-cribe literatura y no puede dejar de ser literato cuando hace antropología. Todaseparación en este aspecto no tendría senddo" (Montoya, "Arguedas en Espa-ña" 166)

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lando y etnografiando). La forma de evitar esta dicotomía y proponerunidad en su obra, tal vez sea definir a nuestro escritor como un in-telectual. Con eUo lo describimos como a una persona que intentaconocer, expUcar, exponer y preguntarse sobre una sociedad com-pleja como es el Perú, para lo cual recurrirá indistíntamente a la an-tropología y a la Uteratura como discipUnas que sirven para formularsus argumentos.

Esto nos Ueva a plantearnos una experiencia singular reaUzadapor Arguedas en el plano etnográfico. En efecto, la etnografía-Uteratura de Arguedas puede caUficarse como densa, pues en eUaestán expresados varíos planos del conocimiento del país, pero eneste caso, siguiendo a CUfford Geertz, diremos que en la diversidadde interpretación, la de nuestro autor es una más, como puedenexistír otras similares. No obstante, las obras arguedianas y sobretodo la misma vida del autor crece y nos interpela como sociedad.

En este sentído, Arguedas nos engañó tanto en el plano de la U-teratura como en la etnografía, puesto que recurrió a ambos terre-nos sin necesidad de distínguir cuál plano es mejor, y el engaño con-siste en que nosotros, en la interpretación de sus obras, tratamos deconstruir planos diferentes. Esto podemos entenderlo hoy posible-mente debido a la distensión entre ciencias sociales y Uteratura, en-tre ficción e interpretación. Y, en todo caso, en los recursos paraconstruir un texto o discurso que podría atreverse a proponer ideassobre algo como la sociedad peruana, utiUzando la ficción como ladescripción densa.

Para terminar, trataré de expUcar sucintamente lo que metafóri-camente considero los engaños de Arguedas; aunque algunas de es-tas propuestas no han sido desarroUadas en este texto, las mencionocomo hipótesis. En efecto, habría que explorar este engaño en losmismos territorios de la Uteratura y al parecer no es tan mala estafigura si la asimüamos a la ficción. Carlos Reis nos recuerda que Gé-rard Genette señalaba que "el enunciado de ficción no es verdaderoni falso (sino solamente, habría dicho Aristóteles, 'posible'), o es almismo tíempo verdadero y falso: se encuentra más aUá o más acá delo verdadero y de lo falso, y el paradójico contrato de irresponsabi-Udad recíproca que establece con su receptor es un perfecto emble-ma de la famosa independencia estétíca" (Genette, en Reis 12-13).

1) es frecuente leer la tragedia de la escritura de El t^orro de arrí-ba. .. como un corpus que distíngue al verdadero autor (Arguedas de

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los Diarios) y la novela como ficción; falso, los dos son ficciones,nos engañó. Combinar el falso autor con el verdadero, la ficcióncon la autobiografía, ésa es la clave de una nueva forma de escrituraexperimental que se puede recuperar de JMA.

2) los antropólogos hemos creído que Arguedas era mejor nove-Usta y pésimo etnólogo; los Uteratos creen al revés, buen etnólogo,pésimo novelista. ¿Nos engañó? ¿Qué es Arguedas?

3) Los noveUstas creen que Arguedas fue un arcaico y anticuadonarrador que no tema idea sobre las formas vanguardistas de la na-rración. Tal vez nos engañó, y el engaño es una habUidad del buennarrador.

A) Si el arte de la narración es el engaño, JMA fue un gran enga-ñador. Tal vez no es el dominio de la técnica la única que producerevoludones científicas en la narración, sino la experimentación inocen-te, la posibiUdad de mirar desde la otra oriUa; los inexpertos podríanengañar en los términos de la ficción local. Arguedas creo se ubicaen este grupo.

5) Si Arguedas engañó a los antropólogos y Uteratos, espero queno lo haga con los hermeneutas. El^orro... es una novela que debeseguir leyéndose como un material aun indescifrable, por tanto, in-terpretable.

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