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    En el pasado Congreso La-tinoamericano de Sociologa del Tra-bajo1 , el segundo que se realiza en laregin y cuyo tema general fue: Elmundo del trabajo en el contexto de

    la globalizacin: desafos y perspecti-vas, la problemtica de gnero estu-vo presente de mane-ra significativa. Sobreun total cercano a300 ponencias anun-ciadas, 62 se inscri-bieron en el campo degnero y trabajo;34 de ellas en gruposde trabajo especializa-dos (Trabajo, Dere-

    chos y Ciudadana delas Mujeres en Am-rica Latina; Gnero yTrabajo: CuestionesTericas; Gnero, Sa-lud y Trabajo), y lasrestantes en diversasmesas de discusin.Aunque el nivel deincorporacin de laproblemtica de g-

    nero es desigual, conconsecuencias teri-cas y conceptualesvariables, es induda-ble que entre el Pri-mer Congreso Lati-noamericano, realiza-do en Mxico en1993 y el segundo, elasunto gan espacioy legitimidad2 , apor-tando perspectivas

    crticas y ampliandolas preguntas en temas clsicos y nue-vos de los estudios del trabajo.

    El rea que actualmente co-nocemos como gnero y trabajo re-sulta de investigaciones originadas enla dcada del 60 que buscaron anali-

    zar la participacin de las mujeres enel desarrollo, en el marco de discipli-nas como la sociologa del desarrollo,la antropologa y la economa, desdedos grandes polos terico-polticos: las

    teoras de la modernizacin y la crti-ca feminista marxista. Si las preocu-

    paciones que predominaron durante ladcada del 60 se relacionan con laparticipacin de las mujeres en el pro-ceso de urbanizacin y en las migra-ciones campo/ciudad, su vinculacinal servicio domstico y al sector infor-mal, en los aos setenta la configura-

    cin de un nuevo orden econmicomundial y el desarrollo de programasfronterizos de industrializacin queapelan ampliamente a la contratacinde mano de obra femenina, interesan

    a un buen nmero de investigadoras.A partir de la dcada del 80, el debatesobre la divisin in-ternacional del traba-

    jo da paso al de laglobalizacin, alcual se aaden temascomo la transforma-cin de los procesosproductivos en lasempresas, la introduc-cin de nuevas tecno-

    logas y prcticasgerenciales o el agota-miento del paradigmaproductivo taylorista/fordista. Las investiga-doras feministas sepreocupan entoncespor el impacto de es-tos procesos en la di-visin sexual del tra-bajo en las empresas,

    la reconstitucin desegmentaciones ocu-pacionales con baseen el gnero, la califi-cacin y descalifica-cin de la fuerza detrabajo femenina. Pa-ralelamente, el temade la flexibilidad labo-ral y la precarizacindel empleo aportanuevas variables al

    problema de la participacin de lasmujeres en el mercado de trabajo. Sibien muchas de estas temticas se de-sarrollan en el mbito de la produc-cin y el mercado, es claro que unode los aportes ms significativos deeste campo de estudios ha sido el ha-ber puesto en evidencia las necesarias

    Mara Cano, 1915. Archivo Melitn R.

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    donde se establecen las primeras Zo-nas de Produccin para la Exportacindesde finales de la dcada del 50, nu-merosos pases en Amrica Latina yAsia desarrollan programas similares:

    Mxico, El Salvador, Repblica Do-minicana, Corea, Taiwan, Pakistn,

    Filipinas, Sri Lanka, China(Fernndez-Kelly, 1989). El programade maquiladoras en la frontera nortemexicana, que llega a emplear cercadel 10% de la fuerza de trabajo del pas(Fernndez-Kelly, 1994) se erigecomo modelo de estrategia de indus-trializacin para los pases latinoame-ricanos, siendo sin duda uno de losms estudiados. La mayora de lasinvestigadoras que se interesan por el

    trabajo de la mujer en estas nuevasfbricas, se inscriben dentro de la co-rriente feminista socialista, cuyas in-quietudes tericas se centran en lasinterrelaciones entre capitalismo ypatriarcado, lo cual orienta las in-vestigaciones de la dcada del 80(Fernndez-Kelly 1983a, 1983b,

    interrelaciones entre el universo labo-ral y el mbito de la familia, la repro-duccin y el trabajo domstico. El es-tudio de las estrategias familiares, elciclo de vida, las trayectorias labora-

    les femeninas y masculinas permitie-ron aprehender muchas de estasinterrelaciones. Losltimos diez aoshan visto ampliarselos temas de investi-gacin y el espectrodisciplinar, al tiempoque la introduccindel concepto gne-ro enriquece y mo-difica la anterior

    perspectiva concep-tual centrada en ladivisin sexual deltrabajo. En este art-culo haremos un bre-ve recorrido por al-gunos de los princi-pales debates quemarcaron este cam-po de estudios duran-te los ltimos aos3 .

    Las mujeres en la divisin interna-

    cional del trabajo

    La divisin internacional deltrabajo que se va configurando a fina-les de la dcada del 60 se caracterizapor una reestructuracin industrial quetraslada a los pases del Tercer Mun-do fragmentos del proceso de produc-cin manufacturera que requieren unuso intensivo de mano de obra. La

    bsqueda de mano de obra barata, es-pecialmente femenina, lleva al capita-lismo mundial a explorar reservas defuerza de trabajo, atravesando fronte-ras y rompiendo barreras culturalescomo las tradiciones islmicas de al-gunos pases (Benera, 1994). Si-guiendo el ejemplo de Puerto Rico, en

    1989, 1994; Safa, 1991, 1994, 1995;Benera, 1994; Truelove 1990) conpreguntas como las siguientes: A questrategias del capital obedece estanueva preferencia por las mujeres?

    Qu caractersticas familiares yreproductivas tienen estas trabajado-ras? Qu impactogenera su vincula-cin laboral sobresu subordinacinde gnero en el es-pacio productivo yen la familia?

    N u m e -rosos estudios, rea-

    l i z a d o smayoritariamenteen Mxico, docu-mentan la sobre-explotacin de es-tas trabajadoras yevalan negativa-mente el potencialemancipador de es-tas formas de traba-

    jo: los empleos son

    inestables y mal re-munerados, la segregacin ocupacio-nal entre trabajos femeninos y mas-culinos se reproduce, la vulnerabili-dad econmica y poltica de las obre-ras las obliga a aceptar condiciones detrabajo inferiores a las que tiene la cla-se obrera del pas y dificulta su orga-nizacin sindical, los controles queejercen supervisores y gerentes en lafbrica reproducen la dominacin pa-triarcal. Por otra parte, estas mujeres -

    ya se trate de hijas de familia solteraso de jefas de hogar- se vinculan almercado laboral respondiendo a nece-sidades de sus familias afectadas porel desempleo masculino y raras vecesobedecen a bsquedas de autonomaindividual. Este enfoque interpretativocorresponde a lo que Susan Tiano

    Fbrica de Tejidos Hernndez. Benjamn de la calle

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    y de proteccin estatal, el tipo de uni-dades familiares que predominan, lascaractersticas generales del mercadode trabajo para ambos sexos, el nivelde desempleo de hombres y mujeres,

    as como el nivel educativo, el statusconyugal, el ciclo de vida y los patro-

    nes reproductivos de las mujeres, in-troducen variaciones importantes.Tanto Safa como Benera, en unacompilacin reciente (1994), hacen unbalance agridulce del empleo femeni-no en la industria maquiladora, comoproceso contradictorio, con aspectospositivos para las mujeres. Lo que re-sulta sin duda interesante en este casoes que las mujeres parecen haber te-nido ms xito en transformar las re-

    laciones familiares que sus condicio-nes de trabajo.

    El surgimiento de unamaquiladora de segunda generacin(Carrillo, 1989, 1994; Kopinak 1995,Tiano 1994) en Mxico a mediadosde los 80 transforma los parmetros

    (1994), en una revisin de la literatu-ra sobre la industria maquiladoramexicana, identifica como la tesis dela explotacin. A ella se opondra latesis de la integracin (Stoddard,

    1987; Lim 1990) que sostiene que eltrabajo en la industria maquiladorarepresenta una me-

    jora sustantiva conrespecto a las con-diciones de empleoaccesibles a las mu-

    jeres en Mxico,proporcionndolesrecursos econmi-cos y psicolgicospara negociar mejor

    con los hombres ensus hogares.

    Sin em-bargo, las crticasfeministas marxis-tas a la industriamaquiladora con-tienen ms maticesde los que sealaTiano. Helen I. Safa

    (1990, 1995), porejemplo, en un estudio comparativosobre la industria maquiladora enPuerto Rico, Cuba y Repblica Do-minicana muestra cmo el acceso delas mujeres a este tipo de trabajo re-munerado s tiene efectos sobre lasideologas de gnero y sobre las rela-ciones de poder y autoridad en la fa-milia, aunque no se cuestione radical-mente la divisin sexual del trabajo.Uno de los principales aportes de su

    investigacin es poner en evidencia lapresencia de estrategias empresarialesmuy similares, orientadas a una reduc-cin de costos mediante el empleo demujeres, pero cuyo impacto varasutancialmente en funcin de los con-textos econmicos y culturales. Fac-tores como el grado de sindicalizacin

    que dominaron durante los primerosaos, obligando a revisar las interpre-taciones sobre las dinmicas de gne-ro. En efecto, la industria maquiladoraque se expande en Mxico despus de

    1983, por obra de la poltica neoliberalde De la Madrid, es ms heterognea,incluye sectores contecnologa de punta yse diversifican los pa-ses inversionistas, conun peso importantedel Japn. Tambindesarrolla nuevas es-trategias hacia lamano de obra: recurrea un personal ms ca-

    lificado, ofrece mejo-res niveles salariales yprestacionales y con-trata de manera cre-ciente mano de obramasculina. Los estu-dios recientes sealanc o n d i c i o n e sheterogneas de tra-bajo para las mujeres:predominan en la in-

    dustria de confeccio-nes cuyas circunstancias de trabajo yempleo no han mejorado, mientras enlos otros sectores, incluyendo los dealta tecnologa, se emplean en lospuestos de ms baja calificacin(Escamilla y Rodrguez 1989;Shaiken 1990, Muoz Ros, 1991,citados por Kopinak 1995). Pero tam-bin se han encontrado, en la indus-tria de auto-partes, trabajadoras enpuestos calificados, anteriormente

    ocupados por hombres (Carrillo1989).

    La expansin de la maquilaha abierto puestos de trabajo para unamano de obra ms heterognea queincluye hombres con distintos nivelesde calificacin -tanto tcnicos y pro-

    Clementina Duque con su hija muerta. Benjamin de la Calle. Archivo MAMB

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    dependencia, en lugar de generar au-tonoma (Kopinak, 1995).

    Otra de las formas precariasde incorporacin de las mujeres a la

    industria dentro de la nueva divisininternacional del trabajo, es el trabajoa domicilio como ltimo eslabn de

    cadenas de subcontratacin que vande empresas multinacionales, ubica-

    das en pases desarrollados, pasandopor empresas y talleres nacionales,hasta llegar a las obreras en sus casas.La investigacin ms completa en estesentido es la que realizaron Benera yRoldn en Mxico D.F. (1992). En ellaponen en evidencia formas de articu-lacin entre clase y gnero en nivelesmacro y micro-sociales. En efecto, poruna parte, reconstruyen las cadenas desubcontratacin que ligan a empresasmultinacionales con empresas nacio-

    nales e identifican el trnsito difusoentre las formas legales e ilegales deproduccin, aportando nuevos argu-mentos a la discusin sobre los secto-res formal e informal, pero tam-bin analizan las dinmicasintrafamiliares y conyugales, as comolas trayectorias sociales de las obreras

    fesionales como migrantes rurales,an ms descalificados que las muje-res urbanas generalmente empleadasen estas industrias-, pero no por elloha perdido su caracterstica central de

    servir de laboratorio para ladesregulacin laboral. Aunque hanmejorado los niveles salariales en al-gunos sectores, siguensiendo inferiores a los delresto de la industria; deigual modo, ha prospera-do un nuevo tipo de sin-dicalismo subordinado,con escasa capacidad ne-gociadora (QuinteroRamrez, 1990). El recur-

    so inicial a mano de obracasi exclusivamente fe-menina permiti consoli-dar una estrategia deflexibilizacin ydesregulacin de las rela-ciones laborales, apoyadaen la legitimidad queofreca la subordinacinde gnero. Actualmente, si bien la es-trategia empresarial no se ha neutrali-

    zado en trminos de gnero como lopretenden algunos investigadores(Sklair, 1989, citado por Kopinak), sse han diversificado las interrelacionesentre capitalismo y patriarcado. ParaFernndez-Kelly (1994), el antiguomodelo de relaciones laborales queconceba al obrero industrial comovarn proveedor de una familia, locual le permita legtimamente aspirara un salario familiar, es reemplaza-do por nuevos discursos que

    individualizan a los trabajadores, hom-bres y mujeres, concibindolos comoresponsables de su propia reproduc-cin. Este discurso individualista con-trasta con la realidad de estos trabaja-dores, cuyo bajo nivel salarial obliga amultiplicar el nmero de proveedoresen los hogares, aumentando la inter-

    a domicilio. Gladden (1994) y Pea(1994) estudian las formas desubcontratacin y trabajo a domicilioen la industria de las confecciones enPereira (Colombia) y en Mrida

    (Yucatn), respectivamente, confir-mando la similitud de las estrategiasde los empresarios de distintos pases.

    Mercado de trabajo y

    empleo

    Una de las pri-meras preocupaciones delas estudiosas del trabajo dela mujer y de su incorpora-cin al desarrollo ha sido la

    medicin de su participa-cin en la economa. Des-de la dcada del 60, la ta-rea de numerosas econo-mistas y socilogas ha sidoel hacer visible el trabajo dela mujer, subvalorado pormltiples mecanismos: enprimer lugar, por la

    invisibilidad del trabajo domstico noremunerado, considerado un no-traba-

    jo, pero tambin por la invisibilidad delas mltiples actividades agrcolas desubsistencia desarrolladas por las mu-

    jeres campesinas; y por la invisibilidaddel trabajo informal de las amas decasa para completar el ingreso fami-liar. Los esfuerzos de estas investiga-doras lograron en muchos pases mo-dificar significativamente losindicadores utilizados en las Encues-tas de Hogares, los Censos de Pobla-cin y otras estadsticas oficiales, sin

    que todava den cuenta plenamente delas diversas formas de participacineconmica de las mujeres (Bruschini,1996, Blanco y Pacheco, 1996). Lamedicin del trabajo femenino a unnivel macro-econmico ha sido un ele-mento poltico decisivo para probarla existencia de inequidades de gne-

    Oficialidad del Noveno Batalln, 1908. Archivo Melitn R.

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    (1988), enfrentando esta dificultad enel caso francs, propone una intere-sante reflexin en torno a los concep-tos de trabajo y empleo e invita aconstruir sociolgicamente el concep-

    to de empleo, enfocando la relacinempresa/mercado laboral, frontera endonde se definen los criterios de in-

    corporacin y expulsin de los traba-jadores y trabajadoras. Segn ella, sibien la segmentacin entre ocupacio-nes femeninas y masculinas siguesiendo un elemento explicativo fun-damental de las inequidades de gne-ro en el mercado laboral, las formasde empleo -incluyendo la capacidad deacceder a ste y de mantenerse en l-,son las que actualmente establecen las

    mayores desigualdades entre hombresy mujeres, observacin que parececoincidir con los fenmenos latinoa-mericanos. Sin embargo, a la relacinempresa/mercado de trabajo habraque articular la relacin unidad doms-tica/mercado de trabajo, en donde se

    juegan otras relaciones sociales deci-

    ro e identificar prioridades que orien-ten las polticas pblicas.

    Los estudios latinoamerica-nos de los ltimos aos (Valds y

    Gomariz, 1995; Abreu, 1995;Filgueira 1993; Cartaya, Arango,Jaramillo, 1995; Arango, 1996b, en-tre otros...) coin-ciden en sealarvarias tendenciasen el mercado detrabajo, presentesen la mayora delos pases: au-mento sostenidode la participa-

    cin femeninacon un incremen-to superior de lastasas de actividadde las mujerescon respecto a lasde los hombres;distribucin des-igual de hombresy mujeres en laestructura ocupa-

    cional, conser-vndose un perfilque concentra a las mujeres en los ser-vicios; importante vinculacin de lasmujeres al empleo asalariado, que seconstituye en la principal categoraocupacional para ellas; mayor partici-pacin de las mujeres en el desempleourbano y rural, importante presenciaen el sector informal; ingresos clara-mente inferiores a los masculinos apesar de un incremento visible del ni-

    vel educacional de las mujeres, quealcanza o supera al de los hombres.No obstante, la mayora de estos estu-dios se ha limitado a describir una si-tuacin o la evolucin de ella, sin apor-tar explicaciones sobre las relacionessociales que la soportan y sus dinmi-cas subyacentes. Margaret Maruani

    sivas para la definicin del empleo fe-menino.

    Gnero y modernizacin en las em-

    presas: nuevos paradigmas produc-

    tivos

    Los procesos detransnacionalizacindel capital han idoacompaados en laltima dcada deuna serie de trans-formaciones tecno-lgicas, producti-vas yorganizacionales

    que han sido sea-ladas en la sociolo-ga del trabajocomo el surgimien-to de un nuevoparadigma produc-tivo que sustitui-ra al modelotaylorista-fordista yla produccin demasas. El debate

    en torno al nuevomodelo de espe-cializacin flexible, caracterizado aspor Piore y Sabel (1984), ha puestoen evidencia muchas continuidadesentre los dos modelos y relativizadola dimensin del cambio, destacndo-se entre otros elementos la presenciade significados diversos de la flexi-bilidad, vista como panacea del nue-vo paradigma: flexibilidad en la defi-nicin de tareas, asociada con exigen-

    cias de polivalencia a lostrabajadores(as); flexibilidad en lasrelaciones entre empresas, con redesde subcontratacin; flexibilidad en elmercado laboral, con facilidades parala contratacin y despido detrabajadores(as) (Abreu, 1995). Deacuerdo con Danile Kergoat (citada

    Grupo de la escuela Normal, Ca. 1900. Archivo Melitn R.

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    estos sistemas combinados detaylorismo y produccin flexible, ellono ha repercutido en incrementos sa-lariales ni en oportunidades de promo-cin y capacitacin formal. Las estra-

    tegias de las empresas varan consi-derablemente entre uno y otro sectory van desde la bsqueda de mano deobra nueva, lejos de los centros in-

    dustriales, que pueda ser incorporadaa la produccin con bajas calificacio-nes y salarios, en condiciones contrac-tuales precarias, hasta la introduccinde innovaciones tecnolgicas que in-corporan a las mujeres en condicio-nes de relativa marginalidad, limitan-

    do las posibilidades de re-calificacinde su trabajo y conduciendo en algu-nos casos a procesos de expulsin dela fuerza de trabajo femenina. Losestereotipos de gnero son un compo-nente importante en la definicin delas polticas de recursos humanos yproyectan la imagen de una mujer pri-

    por Abreu, 1995) la flexibilizacin seconjuga de manera distinta en mascu-lino y en femenino: mientras para loshombres, la flexibilizacin est asocia-da con una reprofesionalizacin del

    trabajo, integracin de funciones, nue-vas oportunidades de entrenamiento,calificacin y promocin, para lasmujeres se refiere fundamentalmentea la flexibilidadcontractual. EnAmrica Latinase han realizadoestudios de em-presa en distintospases y ramasindustriales -ali-

    mentos, textiles,artes grficas,metalurgia, qu-mica, electrni-ca-, buscandoevaluar el impac-to de los procesosde moderniza-c i norganizacional yreestructuracin

    productiva sobrelas trabajadoras.El nfasis ha es-tado en el anlisisde las estrategiasempresariales con respecto a la manode obra femenina, en trminos de re-clutamiento, desplazamiento, y/o ex-pulsin; definicin de la calificacindel trabajo femenino y masculino; seg-mentacin de gnero de los puestosde trabajo; polticas de recursos huma-

    nos y estereotipos de gnero de losempleadores (Roldn, 1993, 1994,1995; Lovesio, 1993a, 1993b; Lpezet al. 1993; Holzman y Rubin 1993,Bustos, 1994; Hernndez, 1994;Arango, 1991, 1996a; Abramo,1995). Si bien muchas mujeres handebido tornarse polivalentes dentro de

    sionera fundamentalmente en la vidafamiliar y domstica, con dificultadespara desempearse adecuadamente enel mundo laboral. En la mayora de lasempresas, las polticas de capacitacin

    y promocin de las mujeres sonprcticamente inexistentes.

    Dentro de estas investiga-ciones, se desta-can los trabajosde Marta Roldnpor la originali-dad de su pro-puesta terica.Apoyada en elanlisis de algu-

    nos casos de re-estructuracinde la industria si-derrgica deautopartes, elec-trnica, metalr-gica liviana y delplstico en Ar-gentina (1993,1994, 1995),examina el im-

    pacto de tecno-logas blandas,como los siste-mas Justo atiempo y Con-

    trol total de calidad sobre hombres ymujeres e identifica formas de flexibi-lidad diferenciadas para uno y otrosexo, dentro de una amplia gama deopciones generizadas4 . En trminosgenerales, los procesos en curso esta-ran dando lugar a la formacin de una

    clase obrera polivalentemayoritariamente masculina,segmentada entre un centro mascu-lino (con mayor estabilidad laboral ya cargo de tareas que exigen un nivelms alto de capacitacin tcnica) yperiferias masculinas y femeninasmultifuncionales (Roldn 1995: 27).

    Gobierno de Marco Fidel Surez. Pedro B. Bernal. Archivo MAMB.

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    que define como no calificados los tra-bajos desempeados por los grupossociales diferentes, siguiendo de-marcaciones de gnero, raza y edad.

    Estrategias familiares, trayectoriaslaborales y ciclo de vida

    Desde finales de la dcadadel 60, en el marco de teoras del de-sarrollo signadas por el enfoque de la

    modernizacin, las poblaciones rura-les que emigraron masivamente a lasgrandes ciudades latinoamericanas ali-mentando un importante sector infor-mal, despertaron preocupacin por

    parte de antroplogos, socilogos yeconomistas. De esa poca datan lostrabajos pioneros de Oscar Lewis so-bre poblaciones marginales en Mxi-co y Puerto Rico. En la dcada del 70,autoras como Lourdes Arizpe enMxico y Elizabeth Jelin en Argenti-na recurren al concepto de estrate-

    Uno de los problemas ms importan-tes para analizar las desigualdades degnero en el interior de las empresases la definicin social de las califica-ciones, ya que los estudios sealan cla-

    ramente un reconocimiento desigualde las habilidades, destrezas y conoci-mientos de hombres y mujeres. Si enel caso de las calificaciones masculi-nas algunos estudios han concludoque stas resultan en ltima instanciade correlacio-nes de fuerzaentre capital ytrabajo, en elcaso de lasmujeres, no

    solamente in-tervienen lasrelaciones ca-pital-trabajosino tambinlas relacionesentre hombresy mujeres.Frente a esteproblema, lapropuesta te-

    rica de Roldnse orienta aanalizar elcambio tecno-lgico no sola-mente comoun medio porel que la empresa busca descalificar ycontrolar a la clase obreraindiferenciada, sino tambin y funda-mentalmente como vehculo de con-trol masculino sobre el sector obrero

    femenino en particular (1993:42). Enotro sentido, an ms radical en sucrtica, para Fernndez-Kelly (1989)la definicin de un trabajo como cali-ficado o no calificado no tiene nadaque ver con las destrezas o conoci-mientos de las personas sino que setrata de un mecanismo discriminatorio

    gias familiares de supervivencia, paraentender la dinmica de la incorpora-cin de la mujer popular al trabajo, enrelacin con.el ciclo de vida familiar yla divisin del trabajo productivo y

    reproductivo entre los distintos miem-bros de la unidad familiar, segn sexoy edad. Este enfoque permiti enten-der la insercin laboral de la mujercomo resultado de una lgica familiaro domstica, que defina la disponibi-

    lidad de los distin-tos miembros delhogar para vincu-larse al mercadolaboral en diver-sos momentos del

    ciclo de vida, es-tableciendo limi-taciones particu-lares para las mu-

    jeres con hijos enedad de crianza.El concepto fueretomado y per-feccionado poste-riormente enmltiples investi-

    gaciones (Jelin1991; Gonzlezde la Rocha1986, 1994;Benera y Roldn1987, Bruschiniy Ridenti 1993;

    Arango 1991, 1996c; Safa 1990,1995; Pea Saint Martin 1994, Abreu1993). Si bien en un comienzo se in-sisti sobre el carcter colectivo deestas estrategias como recurso nece-

    sario para asegurar la supervivenciadel grupo, rpidamente se enfocaronlas relaciones de control, poder y sub-ordinacin internas, poniendo en evi-dencia el carcter inequitativo de lasestrategias domsticas y el alto gradode violencia que existe en su interior.Trabajos como los de Benera y

    Nios guerrilleros. Tolima, 1953. Archivo MAMB.

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    to de la violencia masculina contra lasmujeres.

    El condicionamiento fami-liar de las historias de las mujeres re-

    dunda en trayectorias laborales preca-rias e interrumpidas, en los segmen-tos ms desfavorecidos del mercadolaboral. La investigacin de Rainer

    Dombois (1993) en Colombia sobrelas trayectorias laborales de los obre-ros de industria muestra claramenteuna insercin de las mujeres en lossegmentos ms desvaforables y me-nos calificados del mercado de traba-

    jo y ello a lo largo de toda su trayecto-

    ria laboral. Del mismo modo, la alter-nativa del trabajo a domicilio, paraobreras industriales (Gladden, 1994;Pea Saint Martin 1994; Abreu 1993)como para mujeres de sectores medios(Bruschini y Ridenti 1993), respondea estrategias familiares que buscanconciliar las responsabilidades doms-ticas y maternas de las mujeres con la

    Roldn (1987) y Gonzlez de la Ro-cha (1986, 1994) muestran el papelde la familia o la unidad domsticacomo instancia intermedia en dondese define una estructura de oportuni-

    dades desigual para hombres y muje-res, papel que juegan tanto la familiade origen como el hogar conyugal. Enla primera se establecen las posibili-dades de acceso a laeducacin y capaci-tacin de las hijas,o la calidad del pri-mer empleo, mien-tras la segunda im-pone lmites a la ca-pacidad de ubicarse

    en el mercado detrabajo, desarrollaruna trayectoria la-boral mnimamenteascendente, obtenerautonoma econ-mica. Mediante undetallado segui-miento de las histo-rias de vida de lasobreras industriales

    a domicilio enMxico, Benera yRoldn establecensu itinerario de in-sercin de clase,mostrando cmo el matrimonio sig-nifica para muchas de ellas un des-censo en las categoras proletarias ysubproletarias. Por su parte, Gonzlezde la Rocha (1994) analiza las estra-tegias familiares de los sectores de es-casos recursos de Guadalajara duran-

    te la crisis econmica mexicana de1985-87. Entonces, para contrarres-tar los efectos de la crisis, los hogaresponen en marcha estrategias colecti-vas para defender su nivel de vida, lan-zando al mercado de trabajo a muje-res casadas y con hijos, sin que cam-bie la estructura interna de poder, ygenerando, al contrario, un incremen-

    generacin de un ingreso considera-do complementario para la familia.Generalmente se inscriben en histo-rias laborales sin ninguna proyeccinde carrera, es decir, de mejoramiento

    o promocin.

    Sin embargo, la definicinde las formas de insercin laboral de

    las mujeres a lolargo de su ci-clo de vida noest determina-da exclusiva-mente por lasestrategias fa-miliares. Tam-

    bin influyen laconfiguracinde los merca-dos laborales yla demanda detrabajo femeni-no por parte delas empresas,as como laspolticas estata-les en trminos

    de proteccin ala maternidad,y los regmenescontractuales.En muchos ca-

    sos, las polticas de los empleadoresno responden simplemente a patronesculturales y estereotipos de gnerosino que contribuyen a generar trans-formaciones en los comportamientosfamiliares y reproductivos as como enlos valores y las ideologas de gnero.

    Una poltica como la de algunos sec-tores industriales colombianos de losaos 40 a los 70 que contrataban mu-

    jeres sin hijos, propici alternativas devida femeninas basadas en una solte-ra prolongada o permanente y estra-tegias familiares sui-generis (Arango,1991). Otros estudios han sealadocambios en las opciones reproductivas

    Quintin Lame detenido con algunos de sus hombres. Archivo MAMB.

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    de las mujeres trabajadoras, que dis-minuyen el nmero de hijos y contro-lan su fecundidad utilizando mtodosanticonceptivos- as sea ocultndolo asus maridos- (Hernndez 1994). Se

    han detectado igualmente cambios enlas estrategias de vida y arreglos depareja de las obreras de las ltimasgeneraciones, las cuales exigen a suscompaeros un reparto ms equitati-vo del trabajo domstico y un manejoigualitario del presupuesto familiar(Bustos 1994, Arango 1991). Todoello conduce a concluir que si bien lasestrategias familiares juegan un papelpreponderante en la definicin de losdestinos femeninos y de sus trayecto-

    rias laborales en particular, stas pre-sentan muchas variaciones dependien-do del tipo de empleo de las mujeres yde sus cnyuges, de las estrategiasempresariales, las polticas estatales,los patrones familiares yreproductivos.

    Perspectivas

    El panorama anterior da

    cuenta de algunos de los ejes temti-cos que marcaron el desarrollo de uncampo tan amplio como los estudiosde gnero y trabajo en Amrica Lati-na en los ltimos diez aos. Sin em-bargo, esta seleccin no resulta nece-sariamente de la mayor produccinque presentan estos temas sino queobedece indudablemente a mi propiorecorrido. Quiero sealar algunos as-pectos importantes que no fueronincludos: uno de ellos, no tan nuevo,

    es la problemtica de la mujer rural,participante numerosa e invisible enlos procesos de desarrollo; otro, cen-tral en los debates tericos sobre elconcepto mismo de trabajo, es eltrabajo domstico -remunerado y noremunerado-. En los ltimos aos seha salido de la problemtica de las

    mujeres de sectores populares -y de lasobreras industriales en particular quedespertaron un inters nada ajeno a laherencia marxista de muchas de lasinvestigadoras-, incursionando en la

    experiencia de mujeres de clase me-dia y alta: profesionales, ejecutivasy empresarias, mientras otros sectoresde trabajadoras siguen bastante aban-donados por la investigacin, como lasempleadas de los servicios y el comer-cio -secretarias, cajeras o vendedorasasalariadas-, que representan un por-centaje bien importante de la pobla-cin femenina activa. Existen igual-mente temas como la participacinsindical y poltica de las trabajadoras,

    que en la actualidad estn siendo abor-dados en relacin con la problemticade la ciudadana; o el de las polticaspblicas y la legislacin laboral, consus debates concomitantes en torno alos conceptos de igualdad, diferencia,acciones afirmativas, discriminacin.

    La incorporacin de la cate-gora gnero ha tenido un impactoque an no ha desarrollado todo su

    potencial. Esta ha permitidodesconstruir el concepto de clase obre-ra descomponindola por sexo, y elconcepto de mujer trabajadora, po-niendo en evidencia la gran heteroge-neidad que oculta. De esta manera hantomado nueva importancia problem-ticas como la identidad, la construc-cin de las trabajadoras como sujetos,la diversidad cultural, etrea y tnica,y han empezado a abordarse dimen-siones como las subculturas laborales

    y de gnero en las organizaciones, ellenguaje y la territorializacin del es-pacio de trabajo. Sin duda, una de lasgrandes limitaciones en la aplicacindel concepto a la investigacin estrelacionada con la dificultad para es-tudiar a los trabajadores varones comosujetos igualmente genricos. A pesar

    de la conocida afirmacin la claseobrera tiene dos sexos, popularizadaen Amrica Latina por ElizabethSouza Lobo (1991), el obrero hom-bre sigue apareciendo como el refe-

    rente universal y la mujer obrera comoel caso particular. Para poner en evi-dencia la divisin genrica de la clasetrabajadora, no basta con hacer visi-ble al sexo femenino: hace faltagenerizar al hombre y enfocar conmayor complejidad la dimensinrelacional del concepto gnero. Esteser uno de los retos para los prxi-mos aos, tal vez el nico que puedaremover seriamente los supuestos b-sicos de la sociologa del trabajo.

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    1Se reuni en Aguas de Lindoia, Brasil, del 1 al 5de diciembre de 1996.2 A pesar de su nombre, el Congreso

    Latinoamericano de Sociologa no reneexclusivamente a socilogos(as) sino que incluyeuna importante participacin de economistas,antroplogos, politlogos, administradores,profesionales de la salud y psiclogos,convirtindose en un buen indicador del estadodel debate en las distintas disciplinas y pases.

    Cerca de la mitad de las(os) ponentes en el temade gnero y trabajo proceden de institucionesbrasileas(os) y las dems provienen en orden deimportancia de Mxico, Chile, Argentina, Uruguay,Colombia, Venezuela, Estados Unidos y Per.

    3 No incluyo los estudios sobre mujer rural quehan sido abundantes, desde la problemtica de lasmujeres campesinas a la de las trabajadoras tem-porales en la agroindustria, ni sobre las empleadasdel servicio domstico. Tampoco incorporo el ba-lance de los aportes del II Congreso Latinoameri-cano de Sociologa del Trabajo ya que las ponen-cias no se encuentran todava disponibles y mipercepcin se limita al grupo de trabajo en el cualparticip.

    4 Marta Roldn califica las estrategias yracionalidades empresariales, as como todos losprocesos de cambio organizacional comogenerizados para indicar que stos nunca sonneutros en trminos de gnero. En efecto, ladiferenciacin de gnero interviene necesariamentedentro de una amplia gama de posibilidadesdefinidas por el juego concreto de los actoressociales en el marco de condiciones particularesde insercin en el mercado y de supervivencia delas empresas.

    El Bogotazo, 9 de abril de 1948. Lus Gaitan. Archivo MAMB