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TEMA 6 LA PENÍNSULA IBÉRICA EN TIEMPOS DE LAS COLONIZACIONES 1. LA LLEGADA DE LOS PUEBLOS COLONIZADORES. 1.1. Los fenicios. Los fenicios alcanzaron las costas andaluzas en el siglo VIII a.C., instalándose en el estrecho de Gibraltar. Sus principales colonias se encontraban en Cádiz (Gadir), Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa María), Abdera (Adra), Sexi (Almuñécar), Malaca (Málaga) y Toscanos (Vélez-Málaga). Los fenicios obtenían de la Península hierro, plata, cobre y oro, importando productos de lujo del Mediterráneo oriental. También iniciaron intercambios comerciales de sus productos manufacturados (joyas, piezas de hierro y salazones) con las poblaciones autóctonas (Tartessos). 1.2. Los griegos. Entre los siglos VIII a.C. y VI a.C., griegos procedentes de Focea se instalaron en la costa mediterránea de la Península Ibérica, fundando colonias en Emporion, Rhode, Hemeroskopeion y Mainake. Establecieron relaciones comerciales con las poblaciones indígenas (Tartessos), introduciendo el uso de la moneda. La presencia griega disminuyó tras su enfrentamiento con los cartagineses, que pretendían monopolizar el comercio en esa zona. 1.3. Los cartagineses. En su expansión por el Mediterráneo, los fenicios habían creado la colonia de Cartago en el Norte de África. A partir del siglo VI a.C., cuando Fenicia fue ocupada por los asirios, los cartagineses se hicieron con el control de las antiguas colonias fenicias. La ocupación de la Península Ibérica fue primero de forma comercial y pacífica, y luego de forma militar a finales del siglo III a.C. En el marco de la Segunda Guerra Púnica contra los romanos, el general cartaginés Amílcar 1

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TEMA 6LA PENÍNSULA IBÉRICA EN TIEMPOS DE LAS COLONIZACIONES

1. LA LLEGADA DE LOS PUEBLOS COLONIZADORES. 1.1. Los fenicios. Los fenicios alcanzaron las costas andaluzas en el siglo VIII a.C., instalándose

en el estrecho de Gibraltar. Sus principales colonias se encontraban en Cádiz (Gadir), Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa María), Abdera (Adra), Sexi (Almuñécar), Malaca (Málaga) y Toscanos (Vélez-Málaga).

Los fenicios obtenían de la Península hierro, plata, cobre y oro, importando productos de lujo del Mediterráneo oriental. También iniciaron intercambios comerciales de sus productos manufacturados (joyas, piezas de hierro y salazones) con las poblaciones autóctonas (Tartessos).

1.2. Los griegos. Entre los siglos VIII a.C. y VI a.C., griegos procedentes de Focea se instalaron

en la costa mediterránea de la Península Ibérica, fundando colonias en Emporion, Rhode, Hemeroskopeion y Mainake. Establecieron relaciones comerciales con las poblaciones indígenas (Tartessos), introduciendo el uso de la moneda.

La presencia griega disminuyó tras su enfrentamiento con los cartagineses, que pretendían monopolizar el comercio en esa zona.

1.3. Los cartagineses. En su expansión por el Mediterráneo, los fenicios habían creado la colonia de

Cartago en el Norte de África. A partir del siglo VI a.C., cuando Fenicia fue ocupada por los asirios, los cartagineses se hicieron con el control de las antiguas colonias fenicias.

La ocupación de la Península Ibérica fue primero de forma comercial y pacífica, y luego de forma militar a finales del siglo III a.C. En el marco de la Segunda Guerra Púnica contra los romanos, el general cartaginés Amílcar Barca desembarcó en Gadir (Cádiz) en el año 238 a.C. y extendió su domino por toda la región.

1.4. Aportaciones de los colonizadores. Las colonizaciones aportaron a los pueblos autóctonos de la Península Ibérica

toda una serie de innovaciones: nuevos cultivos (olivo y vid) y nuevas técnicas agrícolas; nuevos animales (gallina y gato); uso del hierro y técnicas de explotación minera; aprovechamiento de las salinas y desarrollo de la industria de salazón del pescado; uso del torno alfarero y de la moneda; y nuevos conceptos urbanísticos.

2. EL REINO DE TARTESSOS. 2.1. El origen de Tartessos. Tartessos fue una civilización surgida del contacto entre los pueblos que

habitaban el Sur de la Península y los pueblos colonizadores, que tuvo su expansión entre el año 1000 y el 500 a.C. Esta influencia comportó un proceso de orientalización de las formas de vida y cultura de los tartesios.

Tartessos se extendió por el Sur peninsular, aunque su eje principal se situó en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.

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Tenemos escasa información sobre el mundo tartesio. Son pocos los restos materiales que han llegado hasta nosotros (tesoro de El Carambolo) y las únicas fuentes escritas provienen de los relatos de historiadores griegos y romanos.

2.2. La sociedad tartesia. Los tartesios vivían en poblados dispersos por el territorio, en ocasiones

rodeados de murallas y con viviendas de planta rectangular. La sociedad estaba dominada por la aristocracia, dedicándose la mayoría de la

población a la agricultura, la ganadería, la minería y la metalurgia. En la cúspide social se constata la existencia de caudillos o monarcas (Argantonio).

Los tartesios desarrollaron una lengua y una escritura, estando su alfabeto compuesto por treinta signos que representaban los sonidos de su lengua. La religiosidad tartesia era politeísta y reflejaba la influencia oriental (cultos a Astarté, Baal y Melkhart).

2.3. Las actividades económicas. La actividad económica más sobresaliente fue la minería, aunque también se

practicaba la agricultura, la ganadería y la pesca, existiendo pequeños talleres metalúrgicos. Su ubicación estratégica le atribuyó un papel clave en las rutas comerciales atlánticas hacia Galicia y las islas británicas (ruta del estaño). Además, los intercambios comerciales con los pueblos colonizadores eran muy frecuentes.

2.4. El final del mundo tartesio. Hacia el siglo VI a.C., el reino de Tartessos comenzó a debilitarse hasta

desaparecer, siendo sustituido por los turdetanos. Entre las causas de la decadencia tartesia se encontrarían el agotamiento de las riquezas mineras y la interrupción del comercio fenicio en el Mediterráneo.

3. LOS PUEBLOS IBÉRICOS. Las relaciones de los pueblos colonizadores y los pueblos indoeuropeos

asentados en la Península Ibérica con las comunidades indígenas dieron lugar a la aparición en la Península de dos grandes áreas étnicas y culturales: iberos y celtas. Del contacto entre ambos surgieron los celtíberos.

3.1. Los poblados ibéricos. Los íberos vivían en poblados amurallados, que se construían en lugares

elevados, de fácil defensa y dominando un amplio territorio. Las viviendas tenían planta rectangular y podían presentar una o varias dependencias y, en ocasiones, algún altillo. Sus paredes estaban construidas de adobe y paja, y se levantaban sobre un zócalo de piedra. Las techumbres eran de madera y ramas, y se impermeabilizaba con una capa de arcilla para no dejar pasar el agua.

3.2. La sociedad ibérica. Los pueblos ibéricos tuvieron una estructura monárquica. Junto al monarca o

caudillo, una aristocracia propietaria, de carácter guerrero y sagrado, ejercía un papel dominante en la sociedad.

Por debajo se situaban los artesanos, los comerciantes y los soldados. Los agricultores, ganaderos y mineros constituían los grupos sociales inferiores, entre los que se hallaban los siervos y esclavos.

Los pueblos ibéricos conocían la escritura.

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3.3. Las creencias religiosas. Las divinidades tartesias tradicionales estaban vinculadas a la naturaleza y relacionadas con el culto a la Diosa Madre. Por otro lado, los enterramientos muestran que los íberos incineraban a sus difuntos (Dama de Baza).

3.4. Las actividades económicas de los pueblos ibéricos. La economía íbera se basaba en la agricultura de secano (cereales, vid, olivo y

legumbres), aunque también utilizaban el regadío y practicaban la ganadería. Igualmente, los íberos explotaban los recursos mineros y practicaban la metalurgia. La actividad artesanal también fue importante, destacando sobre todo el tejido y la cerámica.

Los íberos comerciaban con los mercaderes griegos, fenicios y cartagineses y también con el resto de las tribus íberas. Exportaban cereales, metales y tejidos a cambio de cerámica de lujo, armamentos, joyas, perfumes, etc. Este intercambio comercial impulsó la acuñación de moneda y la adopción de un sistema de pesos y medidas.

3.5. El arte ibérico. En cuanto a la arquitectura ibérica, tenemos poco conocimiento de ella. Sin

embargo, se han hallado restos de templos o recintos sagrados, destacando los llamados pilares-estela.

Dentro de la escultura, las representaciones más conocidas del arte ibérico son la escultura figurativa y el relieve. Las damas, como la de Baza (Granada) y Elche (Alicante), constituyen las piezas más relevantes de la escultura ibéricas.

4. LOS PUEBLOS CELTAS. Los celtas eran ganaderos seminómadas y agricultores que conocían la

metalurgia del hierro. Trabajaban la cerámica, el tejido de la lana y fabricaban instrumentos y armas de hierro y bronce. Mantenían pocos intercambios comerciales y no conocían el uso de la moneda ni la escritura.

La sociedad se organizaba en clanes que formaban una tribu dominada por una casta guerrera.

Los celtas vivían en pequeños poblados amurallados conocidos como castros, fortificados mediante murallas y fosos, con varios recintos concéntricos. En el interior se ubicaban las viviendas, que se hallaban dispersas sin formar calles y sin compartir paredes medianeras. Las viviendas eran sencillas, de planta circular, con muros de adobe o piedra y cubiertos por techumbres de ramas y paja que se sostenían en un poste central. Finalmente, en el centro del poblado se solían situar los edificios de mayor tamaño, dedicados a funciones religiosas y políticas.

Las manifestaciones artísticas de los celtas eran escasas, aunque estos pueblos alcanzaron un alto grado de maestría en el arte de la forja y la orfebrería. En escultura destacan los verracos, figuras talladas en piedra, bastante toscas y esquemáticas, de cerdos, toros y jabalíes (Zamora, Salamanca, Ávila, Cáceres).

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