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TEMA 6. POBLAMIENTO ESQUEMA: 6.1. LOS PROCESOS DE URBANIZACIÓN EN ESPAÑA: EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y SITUACIÓN ACTUAL. 6.2. FUNCIONES DE UNA CIUDAD. 6.3. LA MORFOLOGÍA Y LA ESTRUCTURA DE LAS CIUDADES ESPAÑOLAS 6.4. ORGANIZACIÓN JERARQUICA DE LA RED URBANA ESPAÑOLA 6.5. LAS AGLOMERACIONES URBANAS EN ESPAÑA 6.6. EL SISTEMA URBANO PENINSULAR 6.7. EL POBLAMIENTO Y EL HÁBITAT RURALES 6.1. LOS PROCESOS DE URBANIZACIÓN EN ESPAÑA: EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y SITUACIÓN ACTUAL. Las primeras ciudades españolas surgen en la época de las colonizaciones (primer milenio a.C.), tanto fenicia (Almuñécar, Adra), como cartaginesa (Cádiz, Málaga, Ibiza) y griega (Ampurias, Alicante). La estructura urbana se generaliza durante la dominación romana (siglo II a.C.-siglo II d.C.), momento en el que se reestructuran o fundan numerosas ciudades, todas similares en su estructura, siguiendo el modelo de planta cuadriculada experimentada previamente en los campamentos militares (León, Tarragona, Mérida, Zaragoza...). Estas ciudades sufren una fuerte decadencia y abandono con el final de la dominación romana y el posterior establecimiento de la monarquía visigoda (siglos V al VII). Las ciudades volverán a recuperarse a lo largo de la Edad Media, tanto en la zona musulmana (Sevilla, Córdoba, Toledo...), como en zona cristiana (León, Burgos...). En el caso de la España musulmana, nos encontramos con ciudades marcadas por el plano irregular o anárquico, con un trazado confuso y desordenado, y que presenta como centro vital la “Medina”, donde se encuentra la Mezquita y donde se desarrolla la mayor parte del comercio. La huella musulmana es especialmente visible en la actualidad en las ciudades del sur y el levante peninsular. ÄLBERTO MOLINA 1

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TEMA 6. POBLAMIENTO

ESQUEMA:

6.1. LOS PROCESOS DE URBANIZACIÓN EN ESPAÑA: EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y SITUACIÓN ACTUAL.

6.2. FUNCIONES DE UNA CIUDAD.6.3. LA MORFOLOGÍA Y LA ESTRUCTURA DE LAS CIUDADES ESPAÑOLAS6.4. ORGANIZACIÓN JERARQUICA DE LA RED URBANA ESPAÑOLA6.5. LAS AGLOMERACIONES URBANAS EN ESPAÑA6.6. EL SISTEMA URBANO PENINSULAR6.7. EL POBLAMIENTO Y EL HÁBITAT RURALES

6.1. LOS PROCESOS DE URBANIZACIÓN EN ESPAÑA: EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y SITUACIÓN ACTUAL.

Las primeras ciudades españolas surgen en la época de las colonizaciones (primer milenio a.C.), tanto fenicia (Almuñécar, Adra), como cartaginesa (Cádiz, Málaga, Ibiza) y griega (Ampurias, Alicante).

La estructura urbana se generaliza durante la dominación romana (siglo II a.C.-siglo II d.C.), momento en el que se reestructuran o fundan numerosas ciudades, todas similares en su estructura, siguiendo el modelo de planta cuadriculada experimentada previamente en los campamentos militares (León, Tarragona, Mérida, Zaragoza...). Estas ciudades sufren una fuerte decadencia y abandono con el final de la dominación romana y el posterior establecimiento de la monarquía visigoda (siglos V al VII).

Las ciudades volverán a recuperarse a lo largo de la Edad Media, tanto en la zona musulmana (Sevilla, Córdoba, Toledo...), como en zona cristiana (León, Burgos...).

En el caso de la España musulmana, nos encontramos con ciudades marcadas por el plano irregular o anárquico, con un trazado confuso y desordenado, y que presenta como centro vital la “Medina”, donde se encuentra la Mezquita y donde se desarrolla la mayor parte del comercio. La huella musulmana es especialmente visible en la actualidad en las ciudades del sur y el levante peninsular.

Por lo que respecta a la España cristiana, las ciudades resurgen casi siempre con carácter militar o comercial. Su estructura se asemeja bastante a las anteriores, aunque con un centro más marcado, generalmente ocupado por los edificios de gobierno y la iglesia o catedral principal. En ambos casos, las ciudades medievales suelen estar amuralladas.

Durante la Edad Moderna, el renacimiento (siglo XVI) aporta los planos radiocéntricos (Vitoria), dentro de las teorías de los utopistas urbanos, que buscan modelos ideales de ciudad, y en el periodo barroco (siglos XVII-XVIII), las actuaciones más destacadas son las encaminadas a mejorar las ciudades existentes: es el momento de la construcción de grandes monumentos y espacios públicos (Plazas Mayores de la mayoría de las ciudades, Palacio Real de Madrid).

La época de la Ilustración (siglo XVIII) viene marcada también por los intentos de mejorar ciertas infraestructuras de las ciudades. Se abren grandes paseos (el del Prado, en Madrid, o el del espolón, en Burgos), plazas mayores (Plaza Real de Barcelona), se mejoran los sistemas de alumbrado de las ciudades, etc.

A finales del siglo XIX comienza el gran crecimiento poblacional de las ciudades en relación con la industrialización, que atrae numerosa emigración procedente del campo. Las ciudades van a extenderse muy notablemente: es el momento de construcción de los ensanches.

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Los ensanches se plantean como grandes barrios construidos de nueva planta en terrenos baldíos, en lo que hasta ese momento era la zona extramuros de la ciudad. Para ello, el primer paso imprescindible es el derribo de las murallas. En el espacio que ocupaban éstas surgirán las “Rondas”, grandes avenidas que todavía hoy rodean los cascos históricos (es decir, los barrios medievales). La construcción de los ensanches se lleva a cabo partiendo de planes urbanísticos perfectamente diseñados, y basados en el plano en cuadrícula originario de las ciudades romanas.

En estos barrios, en principio, son todo ventajas: las calles son amplias, largas, rectas, dando una gran sensación de orden. Además, estarían bien dotados de servicios de aguas, iluminación, alcantarillado... El siglo XX, sin embargo, hará aparecer en ellos un problema: al haber muchos cruces de calles en ángulo recto, el aumento de circulación provocará la necesidad de demasiados semáforos. Para solucionarlo, se construirán las “Diagonales”, calles en diagonal a las existentes que atraviesan todo el barrio. La alta calidad de la urbanización y de las viviendas de estos ensanches responde al tipo de población a quien van dirigidos, ya que son barrios para la nueva alta burguesía que se está enriqueciendo con la Revolución Industrial.

Los dos grandes ejemplos de Ensanches construidos en España son el Barrio de Salamanca, en Madrid, y el Barrio del Ensanche en Barcelona. Más pequeños, los de Burgos, Almería o Valencia. Aún en el siglo XX se realizan proyectos similares, por ejemplo en Palma de Mallorca o Pamplona. Estos barrios, en la actualidad, y dado su altísimo precio, están tendiendo a convertirse en zonas de servicios, donde aparecen grandes oficinas, comercios representativos...

Al tiempo que se construyen los ensanches, en el siglo XIX también aparecen los primeros intentos de urbanización periférica, es decir, de construcción de nuevos barrios en zonas más apartadas de las ciudades, algo posible ahora gracias a las mejoras de los medios de transporte.

Un ejemplo de ello es el proyecto de Ciudad Lineal de Arturo Soria para el noroeste de Madrid, proyecto del que sólo se llevó a cabo una mínima parte. En este plan, de haberse llevado a cabo en su totalidad, se habría plasmado el modelo de “ciudad ideal” basado en residencias unifamiliares, con amplias zonas reservadas para jardines y muy bien comunicadas mediante transportes públicos.

El otro gran momento de crecimiento de las ciudades españolas, tras la crisis provocada por la Guerra Civil y la posguerra, van a ser los años 60 del siglo XX. Este crecimiento viene determinado por la abundante emigración que, desde el campo, llega a la ciudad atraída por las posibilidades de trabajo de la industria., dando lugar a un crecimiento considerablemente desordenado y a una fuerte destrucción de edificios histórico-artísticos, para aprovechar el espacio para viviendas. Es el momento también en que en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Bilbao) empiezan a surgir las grandes áreas metropolitanas. El espectacular crecimiento de estos años se verá frenado con la crisis de los 70, para volver a recuperarse, aunque de una forma mucho más ordenada, en los años 80.

En la actualidad, el crecimiento de las ciudades sigue siendo un fenómeno imparable, lo que se manifiesta, especialmente en las grandes capitales (Madrid, Barcelona) en la consolidación de grandes áreas metropolitanas, ya que el elevado coste de la vivienda en el centro obliga a las nuevas generaciones a desplazarse hacia la periferia. Se forman así auténticas conurbaciones con intenso movimientos diarios de población. Al tiempo, se consolida también la tendencia marcada por la urbanización con viviendas unifamiliares, que constituyen áreas residenciales periféricas de alto nivel. Unas y otras exigen grandes inversiones en infraestructuras para el transporte, tanto público como por carretera.

Estas conurbaciones, al ser áreas en expansión, presentan a veces la peculiaridad de mostrar mezclados usos muy diferentes del suelo. No es infrecuente encontrar, junto a zonas residenciales, zonas industriales, grandes superficies comerciales e incluso lo que suele denominar “barbechos especulativos”, suelos que hasta hace unos años eran rurales y de uso agrario y que en la actualidad permanecen improductivos a la espera de edificar sobre ellos.

Junto a este fenómeno de crecimiento hacia el exterior, en muchas ocasiones se asiste a la degradación de las zonas menos monumentales de los cascos históricos. Al tratarse de viviendas frecuentemente poco adaptadas al tipo de vida actual, y en muchas ocasiones en malas

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condiciones, acaban por atraer a un tipo de población con bajo nivel adquisitivo (jubilados e inmigrantes, básicamente), e incluso población claramente marginal.

6.2. FUNCIONES DE UNA CIUDAD

Denominamos “funciones de una ciudad” a las actividades que se desarrollan en ella; son, básicamente, industriales, comerciales y de servicios. Aunque la mayoría de las ciudades son, en realidad, multifuncionales, no es extraño que una función destaca sobre las demás, sobre todo en las urbes pequeñas y medianas. Dependiendo de cual sea esa actividad predominante se puede realizar la siguiente clasificación:

A) FUNCIÓN COMERCIAL.- El comercio marca históricamente el origen de muchas ciudades (aquellas que aparecen en encrucijadas de caminos). Todas las ciudades tienen, en mayor o menos medida, esa función, que desempeñan sobre su área de influencia (mercado local), convirtiéndose en ocasiones en grandes mercados nacionales o internacionales.

B) FUNCIÓN INDUSTRIAL.- La ciudad es el lugar ideal para la localización industrial, ya que dispone de mano de obra, mercado y capital. A su vez, la industria hace crecer la ciudades. Lo normal es la diversidad industrial, aunque también hay ciudades mono- industriales: será el caso, por ejemplo, de Palencia con la factoría Renault.

C) FUNCIÓN ADMINISTRATIVA O POLÍTICA.- Es el origen de muchas ciudades que nacieron casi exclusivamente para regir un territorio (Estado o provincia): es el caso de Washington o Brasilia. A veces, aunque esa función no haya marcado su origen, si ha conseguido elevar enormemente la categoría y tamaño de la ciudad: es el caso de Madrid (Capital desde 1561, es a partir de ese momento cuando inicia realmente su crecimiento) o Berlín. Esta función se fundamente en que la ciudad es el único lugar donde se pueden emplazar todas las instituciones que necesita el poder político. Lo normal es que en los grandes núcleos urbanos se combinen estas tres funciones.

Otras funciones más específicas son:

D) FUNCIÓN MILITAR.- Es el origen de muchas ciudades, y tiene una enorme importancia a lo largo de la historia. En la actualidad, tiende a unirse con la función administrativa, quedando prácticamente como ciudades exclusivamente militares las Bases (Rota, en Cádiz, por ejemplo).

E) FUNCIÓN CULTURAL.- También ha sido el origen de muchas ciudades. Actualmente es una función que de una forma u otra aparece en cualquier ciudad. Tipos:

- Ciudad religiosa.- grandes centros de peregrinación (Roma, Lourdes, Fátima, La Meca; en España, Santiago de Compostela)

- Ciudad histórico-artística, con una gran atracción turística (Praga, Venecia, Florencia; en España, Toledo o Cáceres, con un importante patrimonio).

- Ciudad Universitaria.- Oxford, Cambridge; sería el caso en España de Salamanca.

F) FUNCIÓN TURÍSTICA O DE ESPARCIMIENTO.- Ciudades que viven de sus playas, balnearios, estaciones de esquí, etc. Ejemplos serían Montecarlo, Cannes, Las Vegas...En España, Marbella, Benidorn o Salou como ciudades playeras o Jaca, con sus estaciones de esquí, servirían como ejemplos.

Las ciudades ejercen sus funciones sobre un área que sobrepasa sus propios límites como urbe, dando lugar al área de influencia urbana, la región que utiliza los servicios de la ciudad de referencia. El tamaño de este área de influencia viene determinado por la especialización y el tamaño de la ciudad. En este sentido, podríamos establecer la siguiente jerarquización:

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1. Las grandes ciudades españolas son Madrid y Barcelona (“metrópolis nacionales”), con influencia sobre su área directa y sobre todo el territorio nacional.

2. El siguiente escalón lo formarían las metrópolis regionales de primer orden que, como Valencia, Sevilla, Bilbao o Zaragoza, todas entre 600.000 y 1.500.000 habitantes, ejercen su influencia sobre amplias áreas regionales.

3. Un tercer grupo sería el de las ciudades metrópolis de segundo orden, con un área de influencia menor que las anteriores pero con cifras importantes de población (más de 200.000 habitantes) y servicios especializados: sería el caso, por ejemplo, de Murcia, Santander, Alicante, Oviedo, Granada o Vigo.

4. El cuarto grupo es el integrado por las más pequeñas de las capitales de provincia, las llamadas “ciudades subregionales” (Logroño, Jaén, Castellón...), con funciones comerciales y de servicios a nivel provincial.

5. Por último, los centros comarcales serían pequeñas ciudades que surten de comercio y servicios básicos a la población rural de alrededor (Aranda de Duero, Talavera de la Reina, Astorga...).

6.3. MORFOLOGÍA Y LA ESTRUCTURA DE LAS CIUDADES ESPAÑOLAS

I. LA MORFOLOGÍA URBANA

La morfología es el aspecto externo que presenta la ciudad. Está influída por el emplazamiento y la situación urbana.

a) El emplazamiento es el espacio concreto sobre el que se asienta la ciudad. Depende de las características del medio físico (topografía), y sobre todo, de la función para la que se creó la ciudad. Así, las ciudades fundadas con fines básicamente defensivos se emplazan sobre colinas, y las surgidas con función comercial, a lo largo de vías de comunicación.

b) La situación es la posición relativa de la ciudad respecto a un entorno geográfico amplio (montañas, ríos, vías de comunicación). La situación está en relación con la función de la ciudad respecto al entorno (control político o militar de una zona, control de una ruta de comunicación, mercado para áreas de economía distintas, etc.)

La morfología de la ciudad es el resultado de la combinación del plano, la construcción y los usos del suelo.

a) El plano es el conjunto formado por las superficies construidas y libres de la ciudad (calles, plazas, parques, etc.). Pueden distinguirse tres tipos de planos. El plano irregular se caracteriza por tener calles estrechas y tortuosas y plazas sin formas definidas. El plano radiocéntrico tiene un centro del que parten calles radiales, cortadas por otras que forman anillos en torno al centro, pudiendo ser regular o irregular. El plano ortogonal o en cuadrícula o damero está formado por calles que se cortan en ángulo recto.

b) La construcción influye la trama urbana y la edificación. La trama es la disposición de los edificios. Puede ser compacta o cerrada (cuando los edificios se disponen unos junto a otros a lo largo de grandes extensiones) o abierta (cuando los edificios dejan amplios espacios libres entre ellos). La edificación puede ser colectiva (bloques y torres) o individual (viviendas exentas o adosadas).

c) Los usos del suelo son las diversas utilizaciones que se hacen del espacio urbano (comercial y de negocios, residencial, industrial, de equipamiento, etc.)

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II. LA ESTRUCTURA URBANA

Se llama estructura urbana a la división de la ciudad en áreas con morfología y funciones características. Como resultado del largo proceso de urbanización, la ciudad española actual tiene una estructura compleja. En las ciudades convencionales, claramente individualizadas respecto al campo circundante, estas zonas son el casco antiguo, el ensanche y la periferia. Sin embargo, la intensidad de la urbanización ha llevado a otras ciudades a conectar con núcleos de población próximos, dando lugar a la formación de aglomeraciones urbanas.

1) El casco antiguo

Es la parte de la ciudad urbanizada desde su origen hasta la época industrial del siglo XIX. Ocupa una pequeña superficie de la ciudad actual, pero tiene un importante valor, pues suele poseer destacados conjuntos históricos y artísticos. Por su larga historia, en el casco antiguo se encuentran elementos muy dispares pertenecientes a diversas etapas, desde el nacimiento de la ciudad hasta nuestros días.

a. La herencia de la época preindustrial se concentra en el casco antiguo. Aunque las ciudades preindustriales responden a modelos distintos según las épocas y las culturas, suelen presentar algunas características comunes.

Casi todas estaban rodeadas de murallas que tenían finalidad defensiva, fiscal y sanitaria

El plano solía ser irregular, siendo la mayoría de calles estrechas y tortuosas.

La trama urbana era cerrada y en la edificación predominaban las casas unifamiliares, con corrales y huertos. También había edificios destacados que varían según el período histórico.

Los usos del suelo eran diversos: con las viviendas se entremezclan talleres, comercios, almacenes y edificios públicos.

Desde el punto de vista social, en la ciudad coexistían varios grupos, aunque existía cierta jerarquización: el centro era el lugar más destacado, donde se localizaban los principales edificios públicos y vivía la élite de la ciudad, que concentraba el poder político, religioso y cultural; los trabajadores ocupaban la periferia

.A estas características comunes se unen las peculiaridades aportadas por las distintas sociedades preindustriales, que, en función de sus necesidades, crearon su modelo de ciudad:

La ciudad romana suele presentar plano regular; derivado del campamento militar; en el cruce de las dos vías principales se encontraba el foro que albergaba lso edificios principales. Ejemplos de ciudades romanas son Zaragoza, León, Mérida, Barcelona, Valencia y Tarragona.

En la Edad Media, las dos culturas peninsulares, musulmana y cristiana, realizaron sus aportaciones a la morfología urbana.

o La ciudad musulmana tenía un núcleo principal amurallado, la medina, donde se situaban los edificios más destacados. Fuera de ella estaban los arrabales o barrios de trabajadores. El plano era muy irregular, frecuentemente sin salida (adarvas). Ejemplos de ciudades musulmanas son Córdoba, Sevilla y Toledo.

o La ciudad cristiana también estaba rodeada de murallas. Sus planos eran variados: irregulares, radiocéntricos, lineales o en damero. Sus edificios más destacados eran iglesias y palacios nobiliarios.

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En el Renacimiento se crearon nuevos barrios de plano regular más allá de las antiguas puertas, así como plazas mayores donde se instalaron primero el mercado, y luego el ayuntamiento. Las primeras fueron irregulares (Cáceres), pero tras la planificación de la de Valladolid, se hicieron regulares y se rodearon de edificios a los que se dotó de fachadas uniformes. Las plazas solían estar vinculadas a la apertura de nuevas calles, o “calles mayores” de trazado rectilíneo, que prolongaban algunas existentes o eran de nueva creación. Entre los edificios más destacados de este período están las casas consistoriales (ayuntamientos). También se crearon palacios, conventos de órdenes religiosas y otros edificios de fundación real o municipal.

En el Barroco y la Ilustración las ciudades se embellecieron con la creación de calles amplias y rectas trazadas en perspectiva, grandes plazas, jardines y paseos arbolados. También se construyeron edificios monumentales, religiosos y civiles ( hospitales, hospicios, edificios administrativos y culturales). Además, se mejoraron las infraestructuras de abastecimiento e higiene.

b. La herencia de la primera etapa industrial en el casco antiguo se refleja en las modificaciones que sufrió la ciudad preindustrial como consecuencia del crecimiento urbano entre mediados del siglo XIX y primer tercio del XX.

En la primera mitad del siglo XIX el casco absorbió el incremento demográfico sin necesidad de extender el plano en superficie. El crecimiento era todavía poco intenso por la escasa industrialización. Todo ello permitió realizar reformas interiores (apertura o ensanchamiento de calles y plazas) y reutilizar los edificios eclesiásticos para otras funciones que exigían ubicaciones en el centro de la ciudad, como hospitales, bibliotecas, museos…

Desde mediados del siglo XIX al primer tercio del XX, la industrialización dio lugar a un notable crecimiento urbano que obligó a ensanchar la ciudad fuera de las murallas y produjo notables transformaciones en la morfología del casco antiguo.

o En el plano los espacios más valorados por la burguesía se abrieron grandes vías, calles amplias y largas, que en algunos casos rompían la trama del casco histórico. En sus edificios se instalaron funciones terciarias (el comercio de lujo, la banca, sedes de empresas, de seguros, casinos, teatros,…), de modo que se convirtieron en las calles principales de las ciudades.

o La trama del casco antiguo se densificó para aprovechar más el espacio. La edificación se verticalizó con la sustitución de la vivienda unifamiliar de una o dos plantas por la vivienda colectiva localizada en edificios de tres a cinco alturas o más. Se adoptó el eclecticismo en el estilo arquitectónico, y además, algunos edificios incorporaron los nuevos materiales aportados por la industria, como el hierro combinado con el cristal.

o Desde el punto de vista social, la industrialización trajo consigo el desarrollo de dos grupos fundamentales en la ciudad: la burguesía industrial y comercial por un lado, y el proletariado por otro. La primera fue la que se apropió de las zonas del casco antiguo más valorada por su centralidad, que fueron elegidas como su lugar de residencia, con la consiguiente revalorización.

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c. El auge industrial trajo consigo el deterioro y la renovación del casco antiguo. Desde fines del siglo XIX, con la construcción de ensanches, una parte de la burguesía abandonó el centro. Ello favoreció un proceso de deterioro morfológico, tanto de calles como de casas, y social, quedando generaciones de adultos de escasas posibilidades económicas. A esta degradación colaboró la ley de arrendamientos, que impedía la actualización de los alquileres y hacía que los dueños buscasen el desalojo de los inquilinos mediante la declaración de ruina del inmueble.

El deterioro del centro dio lugar en la década de 1960 a políticas de renovación que se concentraron en las zonas de mayor accesibilidad:

En el plano, con el pretexto de sanear el centro, se destruyó parte de la trama urbana antigua al modificarse el trazado de algunas calles o abrirse otras nuevas, ocasionando daños al patrimonio.

En la edificación se sustituyeron edificios antiguos por otros de mayor altura, volumen y precio y con una morfología que no guardaba relación con la tradicional de la zona.

En los usos del suelo, las zonas y edificios renovados recibieron actividades terciarias, que necesitaban accesibilidad y que podían rentabilizar el alto precio del suelo (bancos, sedes empresariales, instituciones públicas, despachos y estudios de proporcionales, hoteles, cines…). Así estas zonas del casco antiguo se consolidaron como el C.B.D. (Central Busines District) o Centro Comercial y de negocios. Ello supuso el consiguiente desplazamiento de los usos residenciales.

Estas transformaciones determinaron la aparición de problemas medioambientales y sociales en el casco antiguo, entre los que destacan: La saturación del tráfico y de las personas, al confluir en el centro las

redes de transporte urbano, los empleados de los negocios y el público en general. Ello produce atascos de tráfico en horas punta y en horarios comerciales, graves problemas de aparcamiento y congestión en las calles, aumento de la contaminación y del ruido, y deterioro en los edificios.

Una excesiva segregación interna. En algunos barrios del centro dominan los grupos sociales de bajos ingresos y de edad avanzada, así como la población marginada (inmigrantes pobres), con lo que el deterioro se acentúa. Otros barrios mantienen cierto prestigio y calidad, y en ellos se produce la expulsión de las clases populares mediante la declaración de ruina y desalojo de lo inmuebles y su sustitución por grupos de más renta que pueden ocupar los nuevos edificios.

d. En la época postindustrial (a partir de 1975) se inician las políticas de rehabilitación integrada en el casco antiguo. Su objetivo es la conservación, recuperación y revitalización de la morfología tradicional, evitando tanto el conservadurismo a ultranza como al renovación especulativa.

En el plano, se peatonalizan las calles de los espacios más congestionados, recuperándolas como lugar público; las plazas se ensanchan y se ajardinan para devolver su uso tradicional de lugar de encuentro y asueto.

En la edificación, se conceden ayudas para la rehabilitación de viviendas privadas y se rehabilitan edificios del patrimonio histórico, a veces para usos distintos del original (viejos mercados se convierten en centros comerciales, hospitales y conventos en museos, etc.)

En los usos del suelo, las políticas de rehabilitación combinan la defensa de los usos tradicionales (en especial la residencia de las clases populares) con la implantación de actividades innovadoras.

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Los resultados de estas políticas han sido modestos hasta ahora por las grandes inversiones que requieren y los conflictos que suscitan entre las partes implicadas.

2) El ensanche urbano

Entre mediados del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, la creación y afianzamiento de la industria moderna atrajo a la población del campo a las principales ciudades industriales, ocasionando la expansión urbana más allá de las murallas preindustriales.

En las ciudades que rebasaron el casco antiguo se crearon, por una parte, ensanches para los burgueses, y por otra, en la entonces periferia urbana, áreas industriales, barrios obreros y barrios ajardinados.

a. El ensanche burgués. Fue un intento de dar respuesta al crecimiento de las

ciudades de acuerdo con los intereses de la burguesía. Para realizarlo, en la mayoría de los casos se derribaron las murallas, cuya función defensiva había quedado anulada por los progresos de la artillería. En el espacio antes ocupado por la muralla se construyeron paseos de ronda o bulevares, que diferencian el casco antiguo de la nueva ciudad.

Por tanto, el ensanche es un espacio nuevo que plasma las ideas burguesas: orden (plano regular), higiene (pavimentación, alcantarillado, espacios verdes, abastecimiento de agua, etc.) y obtención de considerables beneficios con la construcción de viviendas, comercios y transportes.

Evolución del ensanche.- En el momento de su creación, el ensanche adoptó un plano regular en

cuadrícula, con calles rectilíneas y más anchas que las del casco antiguo. La trama fue de baja densidad, en manzanas amplias; además, quedaban extensos espacios sin construir ocupados por jardines. Los altos precios del suelo hicieron que el ensanche fuera ocupado principalmente por la burguesía, que se instaló en los sectores más próximos y mejor comunicados con el centro histórico.

Con el paso del tiempo, el ensanche experimentó modificaciones. La trama se densificó, la edificación se verticalizó, en los usos del suelo el ensanche comenzó a recibir funciones terciarias.

b. Las zonas industriales y barrios marginales. Se crearon en el siglo XIX para el

proletariado, y ofrecen un claro contraste con el ensanche burgués. Las instalaciones industriales se establecieron en la periferia urbana, junto a los principales caminos que conducían a la ciudad o junto a las estaciones de ferrocarril, zonas muy aptas para el transporte de materias primas o de productos. Asimismo surgieron toda una serie de servicios ligados al ferrocarril, como apeaderos, talleres, almacenes, depósitos, mercados centrales, mataderos…, que contribuyeron a una escasa valoración del suelo. Como además los trabajadores que emigraban a estas ciudades industriales no podían instalarse ni en el casco antiguo ni en el ensanche dado su alto precio, encontraron acogida principalmente en barrios marginales, que fueron surgiendo alrededor del ensanche y en el extrarradio.

Evolución de los barrios marginales.- En el momento de su creación estos barrios obreros se caracterizaron por un

plano diverso, muchas veces irregular, debido a la falta de control en la parcelación del suelo, una trama cerrada y densa, el predominio de viviendas de escasa dimensión y calidad, en algunos casos autoconstruidas. Los usos del suelo entremezclaron las residencias obreras con industrias,

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talleres y almacenes; las infraestructuras (transportes), servicios (comercios) y equipamientos eran escasos. Así, estos barrios se convirtieron en focos de enfermedades infecciosas y descontento social.

En la actualidad, estas zonas industriales y barrios obreros han experimentado modificaciones.

o Las instalaciones industriales ya no dependen del ferrocarril, ante el auge de la carretera. Por otra parte, estas áreas han quedado incorporadas a la ciudad, lo que revaloriza el suelo que ocupan. En ocasiones se ha producido la sustitución del suelo industrial por otros usos, principalmente terciarios, que conllevan también la progresiva sustitución de los grupos sociales de menos renta.

o Los antiguos barrios proletarios han quedado, asimismo, plenamente incorporados a la ciudad, lo que les ha afectado de manera desigual. Los más próximos y mejor conectados se han revalorizado por su relativa centralidad y se han remodelado, con la consiguiente sustitución de la población residente. Pero por otro lado, los sectores menos accesibles y desorganizados se mantienen como espacios marginales cuyo deterioro se acentúa.

c. Los barrios ajardinados. Se crearon a fines del siglo Xix y en el primer tercio del XX y son el resultado de la difusión en España de las ideas naturalistas (acercamiento a la naturaleza) e higienistas (valoración del aire libre y del sol sobre la salud), que llevaron al deseo de acercar el campo a la ciudad.

A fines del siglo XIX empezaron a construirse en España barrios de viviendas unifamiliares con jardín. En principio fueron ocupadas por las clases medias o el proletariado, ya que la burguesía era reacia a abandonar las áreas prestigiosas del centro o del ensanche. El objetivo de la administración era eliminar las viviendas insalubres del extrarradio y crear barrios obreros de viviendas unifamiliares subvencionadas. Se crearon barrios de casas baratas, monótonas, de tamaño reducido y con pequeños jardines. Ante la escasa rentabilidad, pronto pasaron a orientarse hacia las clases medias.

3) La periferia urbana actual

Los años posteriores a la Guerra Civil fueron de depresión económica y escasa actividad constructiva. En cambio, desde mediados de la década de 1950 y sobre todo en la década siguiente, debido al enorme crecimiento de la población, de la industria y el desarrollo de los servicios, se amplió considerablemente el área edificada de las ciudades, lo que dio lugar a la creación de grandes periferias, a lo largo de los principales ejes de transporte.

Las periferias se estructuran en diversas áreas que se caracterizan por sus contrastes morfológicos, funcionales y sociales: los barrios ajardinados, las áreas industriales y las áreas de equipamiento.

a. Los barrios residenciales de la periferia son de distintas clases:

Los barrios marginales de infravivienda o chabolas, que surgen sobre suelo rústico y sin organización urbanística. Las viviendas suelen ser autoconstruidas y con graves deficiencias en cuanto a cimentación y materiales. Carecen de los servicios elementales (agua, luz saneamiento). Estos barrios alcanzaron su máxima dimensión en la década de 1950 con el éxodo rural. En los años 60 se incorporaron con lentitud las dotaciones básicas y se inició algún proceso de renovación y sustitución por bloques en altura. En los últimos años han tenido

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lugar campañas de erradicación del chabolismo y realojamiento de la población en viviendas sociales, construidas en los propios barrios o en nuevas periferias.

Los barrios de viviendas de promoción oficial tuvieron su mayor desarrollo

entre 1940 y 1950. Son viviendas construidas para intentar paliar el problema de alojamiento, y llevan ayuda estatal y limitaciones en el precio de venta. A veces formaron barrios de trama cerrada en manzanas, pero frecuentemente adoptaron trama abierta, con zonas libres entre las viviendas. La edificación en bloques de viviendas, se caracterizó por la monotonía, la pobreza de materiales y la baja calidad constructiva, que ha ocasionado su envejecimiento prematuro. Actualmente están viéndose sometidas a políticas de rehabilitación para recuperar los edificios y parap dotar a los barrios de equipamientos escolares, deportivos, sanitarios, comerciales, etc.

Los polígonos de vivienda de promoción privada surgieron a partir de 1960. Se crearon de forma aislada y mal conectados entre sí. En la trama se adoptó el planteamiento abierto, en bloques o torres de vivienda colectiva. Así surgieron inicialmente amplios espacios libres entre las viviendas para jardines o aparcamiento.

Las áreas de vivienda unifamiliar y de segunda residencia proliferaron a partir de los años ochenta, debido a la difusión entre la clase media del contacto con la naturaleza y al incoremento del uso del autonóvil. Presentan trama abierta, edificación individual en viviendas exentas o adosadas, y un uso del suelo fundamentalmente residencial. Socialmente suelen acoger a clases medias. También en las sierras o en zonas turísticas cercanas a grandes ciudades se han incrementado como segundas residencias.

b. Las áreas industriales de la periferia surgieron en las décadas de 1950 en 1960 con la creación de polígonos industriales junto a las principales vías de acceso a la ciudad. En algunos casos se planificaron bien, pero en otros no hubo control en su instalación produciendo impactos medioambientales negativo, así como en las comunicaciones. En la actualidad se están creando en la periferia nuevos espacios industriales relacionados con las exigencias de la sociedad postindustrial. e trata de áreas de gran calidad ambiental, dotadas de espacios libres y equipamientos para instalar parques empresariales (oficinas) y parques tecnológicos (para industrias innovadoras y centros de investigación).

c. Las áreas de equipamiento de la periferia son fruto de la descentralización actual de las actividades económicas hacia la periferia de las grandes ciudades. Junto a las carreteras de salida de la ciudad se han instalado grandes superficies comerciales y de equipamiento (centros escolares, infraestructuras sanitarias, centros administrativos y otros servicios) que buscan en estos nuevos emplazamientos grandes espacios y precios del suelo más baratos.

6.4. LA ORGANIZACIÓN JERÁRQUICA DE LA RED URBANA ESPAÑOLA.

Los sistemas urbanos tienen como elementos principales las ciudades y las relaciones que se establecen entre ellas. Estas relaciones, y con ello el sistema de ciudades, se organizan de

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manera jerárquica, en función del tamaño y las funciones de las ciudades principales, y teniendo en cuenta la zona más o menos amplia sobre la que ejercen su influencia.

La posición jerárquica de las ciudades en el sistema urbano viene determinada por:

A) El tamaño de las ciudades.Las grandes ciudades españolas son Madrid y Barcelona, con influencia sobre su área

directa y sobre todo el territorio nacional.El siguiente escalón lo formarían las ciudades regionales de primer orden que, como

Valencia, Sevilla, Bilbao o Zaragoza, ejercen su influencia sobre amplias áreas regionales.Un tercer grupo sería el de las ciudades regionales de segundo orden, con un área de

influencia menor que las anteriores pero con cifras importantes de población (más de 200.000 habitantes) y servicios especializados: sería el caso, por ejemplo, de Murcia, Santander o Alicante.

El cuarto grupo es el integrado por las más pequeñas de las capitales de provincia, las llamadas “ciudades subregionales” (Logroño, Jaén, Castellón...), con funciones comerciales y de servicios a nivel provincial.

Por último, los centros comarcales serían pequeñas ciudades que surten de comercio y servicios básicos a la población rural de alrededor (Aranda de Duero, Talavera de la Reina, Astorga...).

B) Las funciones urbanas, entendidas como las actividades socioeconómicas que la ciudad desarrolla de cara a otras ciudades. Los tipos irían en relación con el sector productivo dominante:- Ciudades primarias, las especializadas en actividades del sector primario, como las ciudades mineras del norte peninsular o las agrarias de la Mancha o Murcia.- Ciudades secundarias, como Bilbao o Barcelona, en las que predomina la actividad industrial.- Ciudades terciarias, especializadas en servicios, como es el caso de Madrid.

C) El área sobre el que ejercen su influencia. En el caso español, Madrid sería la ciudad principal, extendiendo su influencia a toda España. Le seguirían ciudades periféricas, como Valencia, Sevilla, Barcelona o Bilbao, y, entre ambas, situándose después ciudades con posición intermedia en el mapa, como Ciudad Real o Zaragoza.

En función de estos elementos, las ciudades españolas se agruparían en:A) Metrópolis, las ciudades mayores en población, tamaño y área de influencia. Todas tendrían más de 250.000 habitantes, pero se diferenciarían las metrópolis nacionales (Madrid y Barcelona), con más de 3.000.000 de habitantes, las regionales (Valencia, Bilbao, Sevilla y Zaragoza), con más de 500.000, y las subregionales (Murcia o Alicante), con más de 250.000.B) Ciudades medias, entre 50.000 y 250.000 habitantes, con un área de influencia limitada al ámbito provincial.

C) Pequeñas ciudades, de menos de 50.000 habitantes (Aranda de Duero), con área de influencia comarcal.

6.5.- LAS AGLOMERACIONES URBANAS EN ESPAÑA

Algunas ciudades han crecido hasta conectar con otros núcleos de población. Se crean así aglomeraciones urbanas, que pueden ser de diferentes tipos: áreas metropolitanas, conurbaciones, regiones urbanas y megalópolis.

1) El área metropolitana.- Es una gran extensión urbana que rodea a una ciudad importante y abarca administrativamente a varios municipios, entre los que existen importantes relaciones económicas y sociales que hacen necesaria la planificación conjunta y la

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coordinación de determinados servicios y obras. En España, su creación comenzó en el primer tercio del siglo XX en Madrid, Barcelona y Bilbao, ciudades que llevaron a integrar y anexionar administrativamente a antiguos municipios rurales. En los años sesenta, la metropolización plena llegó a las grandes ciudades españolas.

El área metropolitana se caracteriza por los siguientes rasgos:

Existe una jerarquía urbana presidida por una ciudad importante (ciudad central) cuya actividad económica se proyecta al exterior y es el origen del área metropolitana.

Entre la ciudad central y los núcleos del área se establecen relaciones económicas y sociales. La ciudad central proporciona empleo y servicios a la población del área. A su vez, en el área se instalan actividades económicas de la ciudad central, ya que dispone de más espacio y más barato (industrias, comercios, transportes y servicios). El área también alberga a trabajadores de la ciudad principal: en unos casos, en zonas de vivienda unifamiliar, permanente o secundaria, y en otros, en suburbios o agrupaciones extensas de casas y población. Los suburbios pueden ser satélites (cuando presentan cierta independencia de la ciudad central al disponer de abundantes puestos de trabajo, bienes y servicios para su población) o suburbios dormitorio (cuando son principalmente lugares de residencia o dormitorio para los trabajadores de la ciudad central).

En todas las áreas metropolitanas la red de comunicaciones es esencial para garantizar las relaciones entre los núcleos que la forman. La expansión del área a partir de la ciudad central hace que la red tenga una estructura principalmente radial. Sin embargo, a medida que madura el área, aparece también una estructura concéntrica que garantiza su conexión entre los núcleos secundarios sin tener que pasar por el central, dando lugar a un modelo radiocéntrico.

Desde el punto de vista social, el área metropolitana se caracteriza por un estilo de vida urbano, fuerte movilidad de su población, predominio de los jóvenes y variedad social.

Las áreas metropolitanas españolas presentan problemas como la excesiva densificación de la población y de al edificación, la decadencia y transformación de algunas de sus actividades económicas, la necesidad de nuevas infraestructuras de transporte y equipamientos, y la presión sobre el espacio no urbanizado. Para resolver estos problemas es necesario la ordenación de las áreas metropolitanas, competencia de las comunidades autónomas.

2) La conurbación. Es un área urbana contínua formada por el crecimiento paralelo de dos o más ciudades hasta unirse. Cada ciudad de la conurbación mantiene su independencia. El factor de fusión suele ser un eje de tráfico (por ejemplo, Málaga y Marbella).

3) La región urbana. Es un área urbana discontinua, integrada por ciudades dispersas, pero lo suficientemente densa como para que todo el territorio posea características urbanas. Funcionalmente, las ciudades forman un espacio unitario. Suele crearse también por el crecimiento paralelo de varias ciudades (por ejemplo, el centro de Asturias).

4) La megalópolis, se crea cuando la urbanización alcanza escala suprarregional. Esta constituida por diversos elementos urbanos (áreas metropolitanas, conurbaciones, regiones urbanas, pequeñas ciudades) con funciones distintas, que crecen y forman una red urbana discontinua, pero sin fracturas importantes. En España podría considerarse como tal el eje mediterráneo, desde la frontera francesa hasta Cartagena. Está formado por las áreas

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metropolitanas de Barcelona, Valencia y Alicante, conurbaciones turísticas o industriales, ciudades medias y pequeñas ciudades industriales.

6.6. EL SISTEMA URBANO PENINSULAR

Las ciudades constituyen un sistema, la red urbana, que cumple un destacado papel en la organización del espacio. El sistema de ciudades está formado por unos elementos (las ciudades) y por las relaciones que se establecen entre ellos. Las ciudades tienen unas características (tamaño y funciones) a partir de las cuales ejercen su influencia sobre un área más o menos amplia (local, regional, nacional o mundial) y ocupan un aposición jerárquica centro del sistema urbano.

1) El tamaño de las ciudades

El tamaño demográfico de las ciudades es una de las bases de la jerarquía urbana. Se establece de acuerdo con la regla rango-tamaño, que relaciona la población de una ciudad y su rango (número de orden) en el sistema urbano

En España, Madrid es la ciudad con mayor población y ocupa el rango número 1 en el sistema. Barcelona tiene un rango mucho mayor del que suele corresponder a la segunda ciudad de un sistema nacional, de modo que se produce un brusco salto entre ella y la tercera y cuarta aglomeración del sistema, Valencia y Sevilla. .En torno al medio millón de habitantes se encuentra Málaga, mientras que han un elevado número de ciudades con población entre 300.000 y 400.000.

La distribución espacial de las aglomeraciones urbanas por su tamaño demográfico se caracteriza por dos rasgos principales:

a) En la península, las grandes ciudades se disponen de forma semianular en la periferia, en torno a un espacio interior poco urbanizado en cuyo centro está la mayor aglomeración urbana del país, Madrid, rodeada de pequeñas ciudades. Las aglomeraciones urbanas de la periferia forman cuatro ejes: El eje septentrional discontinuo, está integrado por el eje atlántico de Galicia y las

ciudades interiores que dependen de él, y por el eje cantábrico, el País Vasco y Pamplona, también con ramificaciones hacia el interior (León, Burgos y Logroño respectivamente).

El eje mediterráneo oriental que comprende desde Girona hasta Cartagena La red urbana andaluza se dispone a lo largo de un doble eje: el valle del

Guadalquivir (desde la costa atlántica a Jaén), y el eje litoral (desde Almería a Huelva).

El eje del valle del Ebro funciona como corredor de comunicaciones entre el Cantábrico y el Mediterráneo y tiene como ciudad principal a Zaragoza.

b) Las grandes metrópolis se concentran en el nordeste, donde se localizan cinco de las siete ciudades con más de 500.000 habitantes: los grandes polos de actividad económica (Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia) y Zaragoza, que ocupa una posición estratégica como lugar de encrucijada.

2) Las funciones de las ciudades españolas

Las funciones que realizan las ciudades son otro de los actores que determinan su posición en el sistema urbano. Entendemos por funciones las actividades socioeconómicas que

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desempeñan las ciudades hacia el exterior, no las encaminadas al servicio interno de la ciudad. De acuerdo con su función, las ciudades pueden clasificarse en diversos tipos:

a) Ciudades primarias. Tienen una especialización en actividades del sector primario. Destacan por su importancia las agrociudades andaluzas, manchegas, murcianas y levantinas, y las ciudades mineras, como muchas asturianas.

b) Ciudades secundarias. En unos casos están especializadas en la industria, como las primeras ciudades que se incorporaron a la Revolución Industrial ( en el País Vasco, Cataluña y Asturias) o como muchas de las que forman parte de las áreas metropolitanas. En otros casos están especializadas en la construcción, como ocurre con ciudades de gran dinamismo económico y demográfico o muy afectadas por el turismo.

c) Ciudades terciarias. Están especializadas en servicios, que son las actividades que mejor definen el rango de una ciudad y su papel organizador del espacio, como las grandes metrópolis nacionales. Estos servicios pueden ser comerciales, administrativos, culturales, sanitarios, religiosos, turísticos, etc.

3) El área de influencia urbana

Por las funciones que desempeñan hacia el exterior, las ciudades se consideran lugares centrales que abastecen de bienes y servicios a un área más o menos extensa, denominada área de influencia. Esta será mayor cuanto más diversas y especializadas sean las funciones urbanas.

La distribución en el caso español es relativamente aceptable y equilibrado: Madrid es el lugar central principal y su influencia se extiende por toda España. En la periferia se sitúan los núcleos que le siguen en influencia (Barcelona, Valencia,

Sevilla, A Coruña y Bilbao) A una distancia intermedia se encuentran las ciudades de rango medio (Burgos,

Zaragoza, Murcia, granada), y después los núcleos de influencia menor.

4) La jerarquía urbana española

El tamaño demográfico, las funciones y la extensión del área de influencia, dan lugar a una organización jerárquica del sistema de ciudades. Las categorías son las siguientes:

a) Metrópolis. Son las ciudades que se encuentran en la cima de la jerarquía del sistema urbano. Su población supera el cuarto de millón de habitantes. Desempeñan funciones más especializadas y diversificadas que las restantes ciudades, relacionadas con el sector terciario de mayor nivel y con la industria (cada vez en mayor medida de alta tecnología). Su área de influencia es amplia. Dentro de las metrópolis existe una jerarquía en función de su tamaño, de sus funciones y de la extensión de su área de influencia. Las metrópolis nacionales son las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona. Su

población supera los 3 millones de habitantes y cuentan con las funciones más diversificadas. Su área de influencia se extiende por todo el territorio nacional y se encuentran estrechamente relacionadas con otras metrópolis mundiales.

Las metrópolis regionales son las áreas metropolitanas de Valencia, Bilbao, Sevilla, Málaga y Zaragoza. Tienen una población entre 1,5 millones y 500.000 habitantes y cuentan con servicios de alto rango, especialmente administrativos y comerciales. Tienen un área de influencia regional y mantienen relaciones intensas con las metrópolis regionales.

Las metrópolis subregionales o regionales de segundo orden son ciudades como Oviedo, Murcia, Alicante, A Coruña, Granada o Valladolid. Tienen una población entre 500.000 y 250.000 habitantes y todavía cuentan con funciones y algunos servicios altamente especializados (universidad). Su área de influencia es subregional o regional en el caso de comunidades autónomas uniprovinciales. Mantienen relaciones intensas

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con las correspondientes capitales regionales o son capitales de espacios regionales poco extensos.

b) Ciudades medias . La mayoría son capitales de provincia no incluidas en los apartados anteriores. Su población está en torno a los 250.000-50.000 habitantes y sus funciones son principalmente terciarias, pero menos especializadas: el comercio y servicios de ámbito provincial (administrativos, educativos y sanitarios). Son puntos terminales de una densa red de autobuses que las comunican con los pueblos próximos. Algunas pueden tener alguna especialización industrial (Avilés) o portuaria (Algeciras) y contar con un área de influencia provincial.

c) Ciudades pequeñas o villas . Tienen una población de menos de 50.000 habitantes. Sus funciones son mucho menos especializadas –administrativas y comerciales-, aunque pueden contar con algunos equipamientos de cierta especialización (educación secundaria y profesional). Son nodos de transporte para la comarca, y su área de influencia es comarcal.

5. Las relaciones urbanas en el sistema español de ciudades. (Consecuencias de la configuración del sistema urbano español)

Las relaciones entre las ciudades de un sistema pueden ser unidireccionales (lo que implica dependencia de un núcleo respecto a otro) o recíprocas (lo que supone integración). Ambas pueden ser directas, entre un núcleo y otro, o indirectas, a través de centros intermedios. De acuerdo con las relaciones que establecen entre sí las ciudades, el sistema urbano español se caracteriza por los siguientes rasgos.

Madrid mantiene relaciones intensas con las demás metrópolis Barcelona tiene una influencia general más débil, aunque intensa en el sector oriental El mayor grado de integración se da en el cuadrante nordeste, cuyas cinco metrópolis

principales mantienen intensas relaciones, especialmente Madrid y Barcelona. En el resto del sistema el grado de integración es más reducido e incompleto. El área

con mayor desconexión es la que rodea a Portugal, salvo Galicia; en la Meseta sur hay espacios ampliamente desconectados; las relaciones a lo largo del Cantábrico se debilitan hacia el oeste y las relaciones entre las metrópolis andaluzas y levantinas son poco intensas.

6.7.- EL POBLAMIENTO Y EL HÁBITAT RURALES

El poblamiento rural está integrado por los núcleos de población menores de 10.000 habitantes. Esta definición es imprecisa porque existen núcleos rurales con cifras superiores (principalmente en el sur peninsular) y ciudades que no alcanzan estos valores.

El hábitar rural está constituido por las células de los asentamientos rurales: las viviendas y otras dependencias

1) El poblamiento rural

El censo considera núcleos rurales en sentido estricto a los inferiores a 2.000 habitantews y núcleos semiurbanos a los que tienen entre 2.000 y 10.000. En ellos predominan las actividades agrarias.

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a) Tipología del poblamiento rural. El poblamiento rural puede presentar tipologías variadas que se incluyen en dos grandes grupos, disperso y concentrado, que se distribuyen de forma desigual por la geografía española

i) En el poblamiento disperso, la casa rural está rodeada de campos de cultivo, bosque o prados y separada de las otras casas. Domina en la periferia peninsular (norte, Cataluña, Valencia, Murcia y andalucía), Baleares y Canarias. Existen varios tipos de poblamiento disperso:

Absoluto: no incluye ningún tipo de población agrupada. Es excepcional y seda en espacio sreducidos de montaña media basados en la explotación ganadera o agrícola-ganadera-forestal (montaña cantábrica y Prepirineo catalán)

Concentrado laxo: son pequeñas agrupaciones de casas que forman aldeas, parroquias o pueblos. La vivienda es exenta y está separada por la tierra.

Disperso intercalar: es el más frecuente. Se trata de una dispersión de casas a partir de primitivos núcleos concentrados debida al crecimiento demográfico y al deseo de explotar nuevos terrenos de cultivo o de monte. Las casas mantienen con los núcleos concentrados relaciones religiosas (parroquia), sociales y administrativas (ayuntamiento) o comerciales (mercado).

ii) En el poblamiento concentrado, las viviendas se sitúan unas junto a otras, independientemente de la localización de las respectivas tierras de cultivo, pasto o bosque. Presenta dos formas básicas: pueblo lineal, a lo largo de una vía o carretera, o apiñado, con las casas agrupadas de forma irregular o mas o menos regular. El poblamiento concentrado se extiende prácticamente por todo el territorio español, predominando los núcleos pequeños en el interior septentrional de la Península (cuencas del Duero y Ebro) y los núcleos medianos y grandes en la zona meridional.

b) Transformaciones recientes del poblamiento ruralEl poblamiento rural ha experimentado transformaciones recientes:

i) En el interior se ha reducido el tamaño de los núcleos a raíz del éxodo rural de la década de 1960, que afectó especialmente a los situados en áreas de pocos recursos o de difícil accesibilidad, provocando su envejecimiento demográfico y la escasez de infraestructuras y de equipamientos, a no alcanzarse el umbral de demanda mínimo para instalarlos. Hoy se intenta revitalizar estos núcleos como forma de preservar el medio ambiente rural. Para ello se adoptan medidas como la recuperación de sus actividades tradicionales (se conceden ayudas comunitarias con este fin) o el fomento de otras nuevas, que se ven favorecidas por la actual tendencia a la descentralización de la actividad económica y por la mejora del transporte y de las comunicaciones Entre estas actividades están la industrialización y el turismo rural. El resultado ha sido una disminución del éxodo rural e incluso retornos al campo, protagonizados mayoritariamente por antiguos emigrantes y prejubilados y, en menor medida, por jóvenes neorrurales.

ii) En las áreas costeras, principalmente en la mediterránea, se ha desarrollado un poblamiento nuevo dedicado al ocio que ha llenado el campo de urbanizaciones y chalets, con lo que se ha perdido el carácter agrario a los espacios afectados.

iii) En las áreas periurbanas, el crecimiento demográfico y económico de la ciudad va incorporando a los núcleos rurales próximos, que terminan por formar parte del continuo urbano. Los núcleos más alejados y con valor ecológico acaban dedicados a usos residenciales.

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2) El hábitat rural.

La morfología del hábitat rural viene dada por le material utilizado en la construcción y por la distribución de los espacios (el plano).

a) Los materiales empleados tradicionalmente en la construcción de la casa son los existentes en la zona. Han dado lugar a varios modelos de vivienda

La casa de piedra puede aparejarse sin escuadrar o escuadrada (sillería), y sin cemento que una las piedras o con cemento de barro o cal. Predomina en la periferia peninsular (Galicia, montes de León, Asturias, Montes Vascos, Pirineos, Cataluña, Valencia, Murcia y Litoral mediterráneo andaluz), así como en Baleares y Extremadura.

La casa de madera entramada, la estructura de madera se proyecta al exterior y se rellena con mampostería, ladrillo, etc. Es característica del País Vasco (caseríos), Tierra de Pinares en Segovia y la Alcarria en Guadalajara.

La casa de barro utiliza como material barro mezclado con paja, crudo o secado al sol. Puede moldearse en forma de ladrillos (adobe) o configurarse por medio de grandes moldes de madera (tapial). La casa de barro es característica del valle del Duero, valle medio del Ebro, gran parte de la Meseta, huertas de Valencia y Murcia, y campiña del Guadalquivir. Actualmente, el barro cocido o ladrillo se ha difundido por todas partes gracias a su facilidad de transporte.

b) El plano de la casa está relacionado con la actividad agraria realizada por sus habitantes. Puede dar lugar a varios modelos:

La casa bloque tiene todas las dependencias bajo el mismo techo (vivienda, establo, granero, almacén). Puede estar a ras de suelo o en altura. La casa a ras de suelo tiene un solo piso. En unos casos es de dependencia única, donde conviven hombres y animales, como la palloza gallega. La casa en altura está dividida en plantas: baja (establo, almacén, bodega), superior (vivienda), y, a menudo, un espacio bajo el tejado (pajar o granero). Ejemplos característicos son el caserío vasco y la casona asturiana y santanderina.

La casa compuesta está integrada por varios edificios (vivienda, almacén, establo), en torno a un patio interior cerrado o abierto, como es el caso de la masía catalana y el cortijo andaluz.

En la actualidad se está produciendo una homogeneización del hábitat rural, tanto en los materiales como en el plano, debida en parte a la imitación de los modelos urbanos de chalet. Sólo recientemente empieza a respetarse la armonía con el paisaje y el estilo tradicional.

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