Apunte 29; Colombres, 1492-1992 A los 500 años del choque

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Apunte N ° 29 Historia Americana i “1492-1992: A los 500 años del choque de dos mundos. Balance y prospectiva” Coordinación y Prólogo de Adolfo Colombres. Serie Antropológica. EDICIONES DEL SOL – CEHASS I En 1937 Germán Arciniegas se adelanta a afirmar que los españoles no descubrieron América a fines del siglo XV y principios del XVI, pues no es posible “…considerar como descubridores a quienes, en vez de levantar el velo de misterio que envolvía a las Américas, se afanaron por esconder, por callar, por velar, por cubrir todo lo que pudiera ser una expresión del hombre americano”. En realidad, aquél fue el tiempo de los conquistadores, de los asesinos, de los “antidescubridores”. ¿Por qué el conquistador iba a ser descubridor? Descubrir y conquistar son dos posiciones opuestas en el hombre. Descubrir es una función sutil, desinteresada, espiritual. Conquistar, una función grosera, material, sensual. El siglo XVI sería el del cubrimiento de América, en el que fueron ocultadas sus principales manifestaciones. Lo que signó a la conquista de América es ese negarse a ver al otro para no tener que reconocer su importancia, la validez del modelo que se viene a destruir y la fragilidad de la “razón” que se invoca. El mexicano Miguel León Portilla propuso como solución feliz la palabra “encuentro”, pero ésta fue cuestionada como un inaceptable eufemismo, ya que, consideraban que no se puede llamar “encuentro de dos mundos” al aplastamiento de un mundo por otro. La idea de encuentro se riñe con la imposición de sangre y fuego, lo que ocurrió fue un desencuentro. Europa no encontró entonces a América, pero América, especialmente en las últimas décadas, se esfuerza por encontrarse a sí misma, al plantearse el problema de su identidad. Sería una especie de autoencuentro, tomando el medio milenio como una fecha de balance y prospectiva, de recuperación de nuestra historia y desalienación de la misma. Quizá la idea más correcta, y la que prefieren los indios, es la de invasión. Europa logró casi conquistar buena parte del territorio indígena en El debate de los 500 años. 1

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Apunte N ° 29Historia Americana i

“1492-1992: A los 500 años del choque de dos mundos. Balance y

prospectiva”

Coordinación y Prólogo de Adolfo Colombres.

Serie Antropológica. EDICIONES DEL SOL – CEHASS

I

En 1937 Germán Arciniegas se adelanta a afirmar que los españoles no descubrieron América a

fines del siglo XV y principios del XVI, pues no es posible “…considerar como descubridores a quienes, en

vez de levantar el velo de misterio que envolvía a las Américas, se afanaron por esconder, por callar, por

velar, por cubrir todo lo que pudiera ser una expresión del hombre americano”.

En realidad, aquél fue el tiempo de los conquistadores, de los asesinos, de los “antidescubridores”.

¿Por qué el conquistador iba a ser descubridor? Descubrir y conquistar son dos posiciones opuestas en el

hombre. Descubrir es una función sutil, desinteresada, espiritual. Conquistar, una función grosera,

material, sensual. El siglo XVI sería el del cubrimiento de América, en el que fueron ocultadas sus

principales manifestaciones. Lo que signó a la conquista de América es ese negarse a ver al otro para no

tener que reconocer su importancia, la validez del modelo que se viene a destruir y la fragilidad de la

“razón” que se invoca.

El mexicano Miguel León Portilla propuso como solución feliz la palabra “encuentro”, pero ésta fue

cuestionada como un inaceptable eufemismo, ya que, consideraban que no se puede llamar “encuentro de

dos mundos” al aplastamiento de un mundo por otro. La idea de encuentro se riñe con la imposición de

sangre y fuego, lo que ocurrió fue un desencuentro. Europa no encontró entonces a América, pero

América, especialmente en las últimas décadas, se esfuerza por encontrarse a sí misma, al plantearse el

problema de su identidad. Sería una especie de autoencuentro, tomando el medio milenio como una fecha

de balance y prospectiva, de recuperación de nuestra historia y desalienación de la misma.

Quizá la idea más correcta, y la que prefieren los indios, es la de invasión. Europa logró casi

conquistar buena parte del territorio indígena en la primera mitad del siglo XVI, el que sirvió a su vez de

base de nuevas invasiones. Para este enfoque, el 12 de octubre marcaría el comienzo de una larga serie

de invasiones, de avances y retrocesos, de rebeliones. Al caracterizar los hechos de esta manera, los

indígenas, quieren tomar la fecha en ciernes como ocasión propicia para renovar su reclamo por la

sistemática negación de sus derechos humanos.

II

Elegí el concepto de choque porque éste supone la existencia de al menos dos cuerpos diferentes,

con su propia identidad y mecánica, que se topan en un punto, lo que ya de por sí dificulta esa metódica

abolición del otro que suele formar parte de toda conquista realizada con fines coloniales. Cierta

metafísica se las ingenia para presentar como desierto, como espacio vacío, al territorio en el que vive el

indígena, y que se quiere conquistar militar y/o espiritualmente. La cabal comprensión del comienzo de la

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conquista nos obliga al análisis de lo que había aquí hasta ese momento, sino también de lo que había

sido hasta entonces el ritmo del proceso evolutivo de tales culturas, porque este impulso es lo único que

puede permitir conjeturar el nivel que podrían haber alcanzado dichos pueblos sin el corte violento que los

puso al servicio de otra historia, de los sueños y delirios de otra civilización, o sí en vez de una conquista

se hubiera dado un verdadero encuentro con Europa. Hubo tribus que dormían en la llamada Edad de

Piedra, pero también grandes civilizaciones y, entre esos dos extremos, una variada gama de culturas que

cubrían los distintos estadios de los diferentes esquemas que inventó el evolucionismo unilineal para

justificar la dominación blanca.

La llegada de Colón inauguró el proceso de cubrimiento. Obras de arte, quipus, códices, estelas,

tabletas y otros registros históricos fueron quemados, enterrados, destrozados, convertidos en lingotes,

con el pretexto de erradicar “idolatrías”. Se demolieron muchas grandes obras de arquitectura, se

ignoraron los descubrimientos astronómicos y matemáticos, las redes camineras, los sofisticados sistemas

de regadío y andenería, así como muchas valiosas técnicas agrícolas. Pero no sólo la cultura, el arte, se

consumieron en esta hoguera del “descubrimiento”. Asimismo, o sobre todo, hay que tomar en cuenta su

costo en vidas humanas. Centenares de miles de indígenas murieron combatiendo al invasor o fríamente

asesinados por éste. Muchos más cayeron víctimas de la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes

aquí desconocidas, que hicieron fácil presa en cuerpos minados por la mal alimentación y el trabajo

intensivo. En los primeros 50 años de la Conquista la población de las zonas dominadas quedó reducida a

un 25%. Semejante genocidio causó la completa desaparición de cientos de grupos étnicos, y también de

un incalculable caudal de conocimientos.

III

El Cubrimiento fue en general una obra de la conquista española, pero en particular es un producto

de la llamada Conquista Religiosa o Espiritual, basada más en la compulsión que en la inducción. Un indio

no estaba verdaderamente derrotado mientras no se convirtiese al Cristianismo, lo que implicaba desertar

de su cultura, de su historia. No conforme con esta conversión, se le pidió que celebrase su derrota militar

y cultural como un hecho positvo.

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