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REFLEXIONESFICCIÓN APOCALÍPTICA ENTIEMPOS DE COVID-19
Departamento: Asociación Ministerial
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REFLEXIONES
Los tiempos de agitación global, como la actual pandemia de COVID-19,
proporcionan un terreno fértil para la especulación apocalíptica. Antes de que
saquemos implicaciones escatológicas del COVID-19, debemos recordar que
muchas otras epidemias y pandemias han afectado a la raza humana a lo largo
de la historia. En el 430 a.C. una plaga devastadora que se creía que era tifus
atacó Atenas. Comenzó durante la Guerra del Peloponeso, duró tres años y mató
entre 75 mil a 100 mil personas, casi un cuarto de la población de la ciudad.1 A
medida que la plaga devastaba la ciudad, los atenienses se entregaron a la
gratificación desenfrenada de los instintos carnales. Al ver que todos los estratos
de personas perecían, “juzgaron que la piedad y la impiedad eran lo mismo, y […]
nadie pensó que vivirían para ser llamados a rendir cuentas y pagar la penalidad
de sus malas obras”.2
En el 541 d.C., el mundo bizantino fue golpeado por la que fue denominada
como la primera pandemia de verdad. Conocida como la Plaga de Justiniano, fue
causada por el bacilo Yersinia pestis y mató a miles de personas.3 La plaga hizo
resaltar las expectativas escatológicas, pues algunos creían que el año 6 mil a
partir de la creación habría caído entre los años 492 y 508 d.C. De esta manera,
muchos veían a la plaga como una premonición del regreso de Cristo y del juicio
final.4
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En la década de 1340, la Plaga de Justiniano se levantó otra vez, pero esta vez con
nuevo nombre: la Peste Negra. Nada así había sucedido antes; azotó a Europa con
furia sin piedad y mató a la tercera parte de su población, lo que borró a ciudades
enteras del mapa.5 Algunos veían esta plaga como la demostración del juicio de
Dios sobre el pecado y como “precursora del fin del mundo”.6
En 1918 surgió un virus de influenza que mató más personas que cualquier otro
brote de enfermedades en la historia de la humanidad. Aunque la Peste Negra del
1300 mató a una proporción muy grande de la población, en números crudos, la
influenza mató más que la Peste Negra, e incluso más que el SIDA hasta hoy. Los
epidemiólogos estiman que “causó al menos 50 millones de muertes en todo el
mundo, posiblemente cerca de 100 millones”.7 Sin sorprender, la influenza captó
su justa medida de frenesí religioso, y actuó como una “poderosa partera de la
profecía y el conocimiento escatológico”.8
Se podrían mencionar otras plagas, pero este bosquejo será suficiente para
señalar dos puntos: por un lado, vemos que la lucha de la humanidad con el
mundo de los microbios no es exclusiva al COVID-19. De hecho, los humanos han
estado bajo la espada de los enemigos microscópicos desde la entrada del
pecado. Por otro lado, al igual que otras grandes crisis, como las guerras, las
pandemias pueden disparar el frenesí escatológico, e incluso en el mundo
posterior a la Ilustración, algunas personas continúan siendo vulnerables a las
especulaciones apocalípticas. Más que un gatillo escatológico de los últimos
eventos, la COVID-19 puede verse mejor como un indicador de los efectos
devastadores del pecado en el mundo.
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Por desgracia, uno de los efectos
colaterales de la COVID-19 ha sido el
aumento de las interpretaciones
sensacionalistas de la escatología
bíblica. Uno de estos casos yace en
la idea propagada por Walter Veith,
un autor y conferencista sudafricano
adventista del séptimo día que
conduce el ministerio de los medios
Amazing discoveries.9 Para introducir
el argumento de que el fin del
mundo es inminente, Veith
construye un escenario escatológico
al correlacionar los eventos actuales
con citas de Elena de White y
pasajes bíblicos.
Con la creatividad de un escritor de ficción, Veith une teorías conspirativas
mezcladas con una comprensión idiosincrática de la escatología adventista para
transmitir el mensaje de que el fin está cerca. En principio no debería haber
problemas en proclamar la inminencia del regreso de Jesús; esto sigue siendo un
componente vital del mensaje del evangelio y la bienaventurada esperanza de la
iglesia. El problema está en el hecho de que la exposición de Veith consiste en:
01 02Elaborar teorías conspirativas
basadas en titulares de noticias.
Postular un marco de tiempo
para el fin del mundo.10
La crítica que se presenta a continuación trata estos dos aspectos de lasenseñanzas de Veith y no debe interpretarse como una evaluación de supersona, su experiencia cristiana o sus motivos.
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Teorías conspirativas
En su presentación, Veith alaba la posición historicista, pero parece más
preocupado por las especulaciones concernientes a la correlación de los
eventos actuales y la profecía bíblica. A pesar de reconocer correctamente que
Jesús relacionó la “abominación desoladora” con la destrucción romana de
Jerusalén en el año 70 d.C., Veith reaplica la abominación desoladora a la futura
implementación de la Ley Dominical. Al hacer eso, pasa por alto la visión
historicista que ha relacionado la abominación desoladora a la obra de Roma
papal y a la opresión al pueblo de Dios durante los 1260 años que se mencionan
en Daniel y Apocalipsis.11 De manera irónica, la interpretación de Veith se acerca
más a una comprensión más futurista que historicista de la profecía apocalíptica.
Para que este escenario profético fuera plausible, Veith argumenta que el
presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el vicepresidente, Mike Pence,
y Anthony Fauci, quien se desempeña como el director del Instituto Nacional de
Alergias y Enfermedades Infecciosas, son parte de una conspiración jesuítica
para restablecer el dominio Católico Romano del mundo. El hecho de que estos
tres estén involucrados en la implementación de las normas sobre el COVID-19
serían una señal de que los últimos eventos están sobre nosotros. Pero, ¿sobre
qué fundamentos hace Veith tal deducción? Para Veith, la evidencia parece
clara: los tres hombres han estudiado en escuelas jesuitas y esto debe ser parte
de un plan jesuita para devolverle al Catolicismo Romano su gloria pasada. De
hecho, Trump y Fauci han estudiado en escuelas católicas y Mike Pence viene
de un entorno católico.12 Pero argumentar que estos factores los convierten en
parte de un gran plan católico romano para recuperar su antiguo poder no se
puede sostener con argumentos sólidos..
Veith argumenta que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, es parte de una conspiración jesuítica para restablecer el dominio Católico Romano del mundo.
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En el mismo sentido, Veith también entiende la designación de William Barr
(católico romano) para el puesto de Fiscal General de los Estados Unidos como
otro paso en esta maquinación católica romana.
De acuerdo con Veith, Barr supuestamente restableció la pena de muerte; puesto
que la segunda bestia de Apocalipsis (Estados Unidos) haría uso de la pena de
muerte, Veith cree que el nombramiento de Barr tiene alcances proféticos. De
hecho, Barr restableció la pena de muerte para “la ejecución de cinco internos del
corredor de la muerte condenados por asesinatos de niños y ancianos”.13 Pero la
idea de que las acciones de Barr tienen algo que ver con la profecía de
Apocalipsis 13 carece de credibilidad. Siguiendo la misma lógica, Veith también ve
la designación de Brett Kavanaugh, quien es católico romano, a la Corte Suprema
como otro elemento en su vasta red de estratagemas jesuitas/católicos para
restaurar el Catolicismo.
Como resultado de su exposición para presentar la influencia del Catolicismo,
Veith menciona a John Henry Newman (1801-1890), un sacerdote anglicano
convertido al Catolicismo que luego fue cardenal.14 Veith argumenta que la
conversión de Newman destruyó el Protestantismo en Inglaterra. Dicha postura
parece exagerar el significado histórico de la conversión de Newman.15 Además,
desde una perspectiva teológica, las declaraciones de Veith parecen minimizar
las estrechas similitudes entre la Iglesia Anglicana y la Iglesia Católica Romana.
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En este mismo contexto, Veith se refiere a la canonización de Newman, a manos del
Papa Benedicto XVI, con información que no puede corroborarse con ninguna
fuente creíble. Por ejemplo, Veith asegura que el Papa hizo exhumar los restos de
Newman, sostuvo en sus manos los huesos mohosos, y ordenó que esos huesos
fueran esparcidos por el mundo para recibir veneración. Una investigación de estas
informaciones revela que la reconstrucción de Veith carece de credibilidad
histórica. De hecho, el Vaticano decidió transferir los restos de Newman de su
tumba en un pequeño cementerio cerca de Rednal a un sarcófago de mármol en el
Oratorio de Birminham, una congregación establecida por Newman. Sin embargo,
cuando se abrió la tumba,
Tumba original en Rednal, donde el cardeal Newman fue enterrado (s.f.). Recuperado de https://https://templariodemaria.com.br/newman-um-santo-para-o-nosso-tempo/
“El cuerpo de Newman había desaparecido de manera mística, [y] allí había un
grupo insignificante de materiales secos: “artefactos de cobre, madera y tela.” La
tumba vacía era predecible desde el punto de vista forense: según la opinión de
profesionales médicos presentes en la exhumación, la arcilla empapada nativa
del área, unida al molde en el que Newman había insistido que se encofrara su
ataúd, dieron las condiciones para la descomposición rápida y completa de un
cuerpo”.16
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A la luz del relato ficticio que hizo Veith de los huesos de Newman, uno se
pregunta cuánto de la presentación proviene de la imaginación fantasiosa en
contraste con investigación seria. Si la descripción de Veith sobre el Papa con los
huesos de Newman en las manos se toma como una medida de su respeto por
los hechos, podemos cuestionar cuánto de las predicciones proféticas de Veith
cumplen con esos mismos estándares. Por desgracia, muchas de las
correlaciones que hace Veith entre los eventos de la actualidad y el cumplimiento
profético derivan más de una imaginación fértil que de un compromiso serio con
los textos bíblicos y las fuentes históricas. Para Veith, la presencia de católicos en
el gobierno de los Estados Unidos y la Corte Suprema indica una conspiración
Católica Romana.
Veith alega no estar propagando teorías conspirativas, pero su razonamiento
indica lo contrario. Él ve el cumplimiento profético no solo en los Estados Unidos,
como se mencionó anteriormente, sino también en movimientos entre los líderes
islámicos, los rabinos ortodoxos, el Primer Ministro de Israel, el presidente de
Turquía, y el líder ruso, Vladimir Putin. También hace referencia a plagas de
langostas en África y la llegada de soldados estadounidenses a Europa como
parte de una amplia red de eventos que señalan el inminente despliegue de los
eventos escatológicos. Con prestidigitación, la presentación de Veith establece un
entramado de ficción escatológica.
Sin embargo, detrás de la especulación escatológica de Veith yace un problema
aún mayor: su inclinación a establecer tiempos, lo que trataremos ahora.
Pero ¿qué hay de la presencia deprotestantes, evangélicos, mormonesy personas seculares que en sumayoría sobrepasan en número a loscatólicos en el gobierno de losEstados Unidos? Además, ¿un título degrado de una institución católica yaconvierte a alguien en un agentejesuita? Para Veith, la respuesta es unsí rotundo.
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Con una distinción entre el establecimiento duro de tiempos (una fecha precisa)
y establecimiento blando de tiempos (una fecha aproximada), Veith parece
inclinarse a favor del segundo. Pero, ¿cómo puede Veith argumentar tal
establecimiento blando de tiempos a la luz de pasajes bíblicos como “Pero del
día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”
(Mateo 24:36)?17 Veith sostiene que ese texto excluiría incluso a Jesús, lo que
claramente no tendría sentido, puesto que Jesús es uno con el Padre. Veith
parece ignorar la explicación estándar de que
“Como hombre en la Tierra, Cristo limitó de manera voluntaria su conocimiento y
poder a las capacidades del ser humano para que su vida perfecta fuera un
ejemplo que pudiéramos vivir y que su ministerio fuera un patrón que
pudiéramos seguir, ayudados por la misma guía y ayuda divinas que él (ver
Lucas 2:52)”.18 En lugar de esto, Veith apela a un folleto de Jaime White titulado
“The second advent” [el segundo advenimiento], de acuerdo con el cual, el verbo
“sabe” debería ser traducido como “hace saber.” A partir de esta implicación se
infiere que otros pueden llegar a saber la hora, pero que solo el Padre tiene la
autoridad para “hacerla saber”. Veith apela a 1 Corintios 2:2, donde el verbo
“saber” probablemente puede leerse como “hacer saber”: “Pues me propuse no
saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Cor.
2:2). El problema con este tipo de interpretación es que pasa por alto el contexto
y la intención comunicativa real de la oración en la que está el verbo.
Ninguna persona que fije una fecha para la venida de Cristo tiene un mensaje verdadero. Podéis tener la seguridad de que Dios no da a nadie autoridad para decir que Cristo demora su venida cinco, diez o veinte años.
Establecer tiempos
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No se puede simplemente tomar el significado de una palabra en un pasaje y
decir que la misma palabra en otro pasaje tiene el mismo significado sin prestar
atención al contexto. Si bien las señales de la segunda venida registradas en la
Biblia le permiten al creyente saber que el fin se acerca, Veith defiende un grado
de precisión que no se puede corroborar con el texto bíblico.
Por ejemplo, Veith intenta basar su “establecimiento blando de tiempos” en citas
de Elena G. de White, de acuerdo con el cual la Tierra ha estado bajo el dominio
del pecado por cerca de 6 mil años. Para darle sentido a esta tesis, Veith toma
una cita en la que White dice que el bautismo de Jesús se llevó a cabo 4 mil
años luego de que Adán cayera en pecado:
“En el desierto de la tentación, Cristo estuvo en el lugar de Adán para soportar la
prueba que éste no había podido resistir. Aquí venció Cristo en lugar del
pecador, cuatro mil años después de que Adán dio la espalda a la luz de su
hogar. Separada de la presencia de Dios, la familia humana se había apartado
cada vez más, en cada generación sucesiva, de la pureza, la sabiduría y los
conocimientos originales que Adán poseyera en el Edén. Cristo llevó los
pecados y las debilidades de la raza humana tal como existían cuando vino a la
tierra para ayudar al hombre. Con las debilidades del hombre caído sobre él, en
favor de la raza humana había de soportar las tentaciones de Satanás en todos
los puntos en los que pudiera ser atacado el hombre”.19
SUPERANDO LAS 3 TENTACIONES DE CRISTO (s.f.). Recuperado de https://revivenations.org/es/tentaciones/
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Por consiguiente, el bautismo de Jesús en el año 27 a. C. señala el comienzo de
los últimos 2 mil años de la historia de la Tierra. En ese caso, el 2027 marcará la
finalización del período de los 6 mil años de la historia de la Tierra. Pero antes de
concluir que Cristo regresará en 2027, Veith argumenta rápidamente que los “seis
mil años” durante los cuales “Satanás luchó por mantener la posesión de la
tierra”20 deben incluir el corto período que tendrá Satanás luego del milenio para
reunir a su ejército para la batalla final contra Dios. Por supuesto, aunque no
sabemos cuánto tiempo pasará Satanás en ese proceso, el lapso debe
descontarse de los 6 mil años, lo que implica que Jesús podría regresar en algún
momento antes de 2027.21
Veith señala que lo que él hace no esestablecer un momento para lasegunda venida de Cristo, pero almismo tiempo declara que estamosen la semana final de la historia de laTierra, que finalizará en 2027.
Él argumenta estar basado en lo que dice el Espíritu de Profecía, pero al unir las
citas de Elena de White con pasajes bíblicos sin consideración apropiada del
contexto y en una moda literalista, él establece el tiempo anterior a la venida de
Jesús. ¿Qué es esto si no es establecer una fecha?
Veith no considera el hecho de que “cuatro mil años después de que Adán dio
la espalda a la luz de su hogar” puede ser un número redondo que no tiene la
intención de establecer la duración del período entre la caída de
Adán y el bautismo de Jesús. De hecho, Elena de White dice que en la ocasión
en la que Jesús fue tentado por el diablo, el pecado había estado azotando el
mundo por “más de cuatro mil años.”22 De manera significativa, en otra
publicación, Elena de White indica que desde que Satanás derrotó a nuestros
primeros padres, han pasado “más de seis mil años”.23
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“Ninguna persona que fije una fecha para la venida de Cristotiene un mensaje verdadero. Podéis tener la seguridad deque Dios no da a nadie autoridad para decir que Cristodemora su venida cinco, diez o veinte años. “Por tanto,también vosotros estad preparados; porque el Hijo delhombre vendrá a la hora que no pensáis”, Mateo 24:44. Estees nuestro mensaje, el mismo mensaje que estánproclamando los tres ángeles que volaban por en medio delcielo. La obra que debe realizarse ahora consiste enproclamar el mensaje final de misericordia a un mundocaído”.25
“Ninguna persona que fije una fecha para la venida de Cristotiene un mensaje verdadero. Podéis tener la seguridad deque Dios no da a nadie autoridad para decir que Cristodemora su venida cinco, diez o veinte años. “Por tanto,también vosotros estad preparados; porque el Hijo delhombre vendrá a la hora que no pensáis”, Mateo 24:44. Estees nuestro mensaje, el mismo mensaje que estánproclamando los tres ángeles que volaban por en medio delcielo. La obra que debe realizarse ahora consiste enproclamar el mensaje final de misericordia a un mundocaído”.25
“Ninguna persona que fije una fecha para la venida de Cristotiene un mensaje verdadero. Podéis tener la seguridad deque Dios no da a nadie autoridad para decir que Cristodemora su venida cinco, diez o veinte años. “Por tanto,también vosotros estad preparados; porque el Hijo delhombre vendrá a la hora que no pensáis”, Mateo 24:44. Estees nuestro mensaje, el mismo mensaje que estánproclamando los tres ángeles que volaban por en medio delcielo. La obra que debe realizarse ahora consiste enproclamar el mensaje final de misericordia a un mundocaído”.25
De esta manera, parece claro que esas definiciones cronológicas del Espíritu de
Profecía son aproximaciones y no cálculos precisos de un lapso exacto.24
De manera significativa, ni Elena de White ni ningún otro pionero interpretó esas
referencias a los cuatro y seis mil años con la precisión cronológica que lo hace
Veith. Para llegar a establecer esas fechas, Veith agrupa una letanía de citas de
Elena de White y la Biblia sin considerar con seriedad el contexto de estas. Al
hacerlo, deja de lado algunas citas de la misma Elena de White en las cuales ella
instruye a alejarse de la práctica de establecer fechas. Las siguientes citas son
ejemplos representativos de la posición de la escritora sobre este asunto:
Ellen G. White
“Muchos de los que esperaban la venida de Cristo pensaban que nopodían ser celosos y diligentes en la obra de preparación, a menos quecimentaran su fe en una fecha definida para esa venida del Señor. Perocomo sus esperanzas no fueron estimuladas una y otra vez sino para serdefraudadas, su fe recibió tales golpes que llegó a ser casi imposible quelas grandes verdades de la profecía hiciesen impresión en ellos. […] Losrepetidos esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas fechas parael principio y fin de los períodos proféticos, y los argumentos para sostenereste modo de ver, no solo alejan de la verdad presente, sino quedesacreditan todos los esfuerzos para explicar las profecías. Cuanto más amenudo se fije fecha para el segundo advenimiento, y cuanto mayor sea ladifusión recibida por una enseñanza tal, tanto mejor responde a lospropósitos de Satanás”.26
“Muchos de los que esperaban la venida de Cristo pensaban que nopodían ser celosos y diligentes en la obra de preparación, a menos quecimentaran su fe en una fecha definida para esa venida del Señor. Perocomo sus esperanzas no fueron estimuladas una y otra vez sino para serdefraudadas, su fe recibió tales golpes que llegó a ser casi imposible quelas grandes verdades de la profecía hiciesen impresión en ellos. […] Losrepetidos esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas fechas parael principio y fin de los períodos proféticos, y los argumentos para sostenereste modo de ver, no solo alejan de la verdad presente, sino quedesacreditan todos los esfuerzos para explicar las profecías. Cuanto más amenudo se fije fecha para el segundo advenimiento, y cuanto mayor sea ladifusión recibida por una enseñanza tal, tanto mejor responde a lospropósitos de Satanás”.26
“Muchos de los que esperaban la venida de Cristo pensaban que nopodían ser celosos y diligentes en la obra de preparación, a menos quecimentaran su fe en una fecha definida para esa venida del Señor. Perocomo sus esperanzas no fueron estimuladas una y otra vez sino para serdefraudadas, su fe recibió tales golpes que llegó a ser casi imposible quelas grandes verdades de la profecía hiciesen impresión en ellos. […] Losrepetidos esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas fechas parael principio y fin de los períodos proféticos, y los argumentos para sostenereste modo de ver, no solo alejan de la verdad presente, sino quedesacreditan todos los esfuerzos para explicar las profecías. Cuanto más amenudo se fije fecha para el segundo advenimiento, y cuanto mayor sea ladifusión recibida por una enseñanza tal, tanto mejor responde a lospropósitos de Satanás”.26
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“Declaré definidamente a estas personas fanáticas, en las
reuniones espirituales celebradas en Jackson, que estaban
haciendo la obra del adversario de las almas; que se
hallaban en tinieblas. Pretendían poseer una gran luz según
la cual el tiempo de gracia terminaría en octubre de 1844.
Entonces declaré en público que al Señor le había placido
mostrarme que no habría una fecha definida para el
mensaje dado por Dios desde 1844”.27
“Declaré definidamente a estas personas fanáticas, en las
reuniones espirituales celebradas en Jackson, que estaban
haciendo la obra del adversario de las almas; que se
hallaban en tinieblas. Pretendían poseer una gran luz según
la cual el tiempo de gracia terminaría en octubre de 1844.
Entonces declaré en público que al Señor le había placido
mostrarme que no habría una fecha definida para el
mensaje dado por Dios desde 1844”.27
“Declaré definidamente a estas personas fanáticas, en las
reuniones espirituales celebradas en Jackson, que estaban
haciendo la obra del adversario de las almas; que se
hallaban en tinieblas. Pretendían poseer una gran luz según
la cual el tiempo de gracia terminaría en octubre de 1844.
Entonces declaré en público que al Señor le había placido
mostrarme que no habría una fecha definida para el
mensaje dado por Dios desde 1844”.27
Ellen G. White
“La gente no tendrá otro mensaje acerca de un
tiempo definido. Después de este lapso
(Apocalipsis 10:4-6), que ahora abarca desde 1842
a 1844, no puede haber ningún cómputo definido
de tiempo profético. El cálculo más prolongado
llega hasta el otoño de 1844”.29
“La gente no tendrá otro mensaje acerca de un
tiempo definido. Después de este lapso
(Apocalipsis 10:4-6), que ahora abarca desde 1842
a 1844, no puede haber ningún cómputo definido
de tiempo profético. El cálculo más prolongado
llega hasta el otoño de 1844”.29
“La gente no tendrá otro mensaje acerca de un
tiempo definido. Después de este lapso
(Apocalipsis 10:4-6), que ahora abarca desde 1842
a 1844, no puede haber ningún cómputo definido
de tiempo profético. El cálculo más prolongado
llega hasta el otoño de 1844”.29
“Nuestra posición ha sido de esperar y velar, sin
que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga
lugar entre el fin de los períodos proféticos en
1844 y el momento de la venida de nuestro
Señor”.28
“Nuestra posición ha sido de esperar y velar, sin
que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga
lugar entre el fin de los períodos proféticos en
1844 y el momento de la venida de nuestro
Señor”.28
“Nuestra posición ha sido de esperar y velar, sin
que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga
lugar entre el fin de los períodos proféticos en
1844 y el momento de la venida de nuestro
Señor”.28
De las citas que anteceden, parece claro que Elena de White no apoya
especulaciones con respecto a la fecha del regreso de Jesús o el fin del mundo.
De hecho, ella advierte contra esas suposiciones basada en que “alejan de la
verdad presente” y atiende mejor a “los propósitos de Satanás”.
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FICCIÓN APOCALÍPTICA ENTIEMPOS DE COVID-19
Muchos corazones se abren al Evangelio en
tiempos de crisis, pues las personas toman
conciencia de sus limitaciones y de la fragilidad
de la condición humana y social. Esos anhelos,
sin embargo, no pueden llenarse con
predicciones sensacionalistas, teorías
conspirativas o establecimiento de fechas. La
exposición de la Palabra de Dios debe estar
basada en la verdad, y tampoco en expectativas
erróneas generadas por ficción apocalíptica. De
hecho, las interpretaciones idiosincráticas de las
profecías del final del tiempo solo sirven para
disparar una excitación emocional y
desprestigian el mensaje del fin de los tiempos
de la iglesia.
Nuestra predicación y proclamación deben
estar centradas en Jesucristo, su amor y
cuidado por un mundo que sufre y su ofrenda
de perdón y restauración para todos. Y, por
supuesto, nuestro mensaje incluye la
proclamación del pronto regreso de Jesús. No
hay nada malo en predicar sobre las señales del
fin. Jesús mismo, cuando le preguntaron sobre
las señales de su venida, les mencionó a sus
discípulos sobre guerras, “pestes, hambres y
terremotos” (Mat. 24:7; Marcos 13:8; Lucas 21:11).
Pero el mensaje del fin de los tiempos debe
estar basado en la Palabra de Dios y no en
titulares de noticias o comprensiones
especulativas de los eventos actuales.
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FICCIÓN APOCALÍPTICA ENTIEMPOS DE COVID-19
De manera significativa, cuando los discípulos le
preguntaron a Jesús sobre la hora de su
regreso, él les dijo: “No os toca a vosotros saber
los tiempos o las sazones, que el Padre puso en
su sola potestad” (Hechos 1:7). Y luego les hizo
una promesa: “pero recibiréis poder, cuando
haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea,
en Samaria, y hasta lo último de la tierra”
(Hechos 1:8). Mientras que los discípulos querían
saber la fecha, Jesús dirigía sus miradas al don
del Espíritu y la predicación del evangelio.
Entonces, si bien la enfermedad COVID-19 azota
al mundo, nuestra mirada debe estar en un
compromiso personal más profundo con Jesús,
de
modo que abracemos una compasión como la
de Cristo por un mundo necesitado y sufriente.
Por el poder del Espíritu, podemos convertirnos
en testigos efectivos de Jesús y disfrutar así del
privilegio de ser parte de la señal más evidente
de que Jesús vuelve pronto: “Y será predicado
este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces
vendrá el fin” (Mateo 24:14).
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