Aprendizaje en La Nube

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Javier Chiliquinga Curso Telescopio – Galileo Quito, 22 de septiembre de 2013. Nube, aprendizaje y realidad virtual La nube es un no-lugar. El aprendizaje será en un no espacio, pero si en un tiempo determinado. La educación en la nube es un aprendizaje de contenidos abstractos, pero, con aplicación concreta. Pensemos en un hombre que sube la mano hasta el cielo y baja un video de él. Quienes lo ven, tienen la vista puesta sobre imágenes. Ven la nube. La Ilustración, su filosofía, uso las categorías de tiempo y espacio para entender y controlar el mundo. El mundo de hoy no es el de la Ilustración. En el siglo XXI el espacio se borra (metafóricamente) con el correo electrónico y su forma instantánea de enviarse y recibirse. El tiempo se desvanece en el aire (en la nube) porque vamos a la velocidad de la luz. ¿Qué es sino la electricidad? Tiempo y espacio ya no son categorías que permitan pensar el mundo hoy. Al menos no el mundo de quienes están conectados a la nube. No podemos decir lo mismo de los pueblos en aislamiento voluntario, por ejemplo, o de los países donde ni el 20% de la población tiene acceso un computador, mucho menos a internet. Tampoco podemos pensar en los estados nacionales que no cuentan con la libertad de circulación de información necesaria para vivir en lo que hoy conocemos como “sociedad del conocimiento”. Pero, aquí no haremos un análisis de las limitaciones de este tipo de sociedad, sino, de sus alcances. Los alcances. Para quien está dentro del sistema tecnológico e informático, parece que el mundo no tiene fronteras, que todo está al alcance de un click, que las relaciones personales, o de comunicación inmediata no comunican tanto como lo hacen las nuevas formas de comunicar por la red. Lo mismo ocurre con la educación.

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Breve descripción de cómo se considera a la educación en la Nube, es decir, un tipo de estudio on-line y en interacción con otros compañeros en la red.

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Javier ChiliquingaCurso Telescopio – Galileo

Quito, 22 de septiembre de 2013.

Nube, aprendizaje y realidad virtual

La nube es un no-lugar. El aprendizaje será en un no espacio, pero si en un tiempo determinado. La educación en la nube es un aprendizaje de contenidos abstractos, pero, con aplicación concreta. Pensemos en un hombre que sube la mano hasta el cielo y baja un video de él. Quienes lo ven, tienen la vista puesta sobre imágenes. Ven la nube.

La Ilustración, su filosofía, uso las categorías de tiempo y espacio para entender y controlar el mundo. El mundo de hoy no es el de la Ilustración. En el siglo XXI el espacio se borra (metafóricamente) con el correo electrónico y su forma instantánea de enviarse y recibirse. El tiempo se desvanece en el aire (en la nube) porque vamos a la velocidad de la luz. ¿Qué es sino la electricidad?

Tiempo y espacio ya no son categorías que permitan pensar el mundo hoy. Al menos no el mundo de quienes están conectados a la nube. No podemos decir lo mismo de los pueblos en aislamiento voluntario, por ejemplo, o de los países donde ni el 20% de la población tiene acceso un computador, mucho menos a internet.

Tampoco podemos pensar en los estados nacionales que no cuentan con la libertad de circulación de información necesaria para vivir en lo que hoy conocemos como “sociedad del conocimiento”. Pero, aquí no haremos un análisis de las limitaciones de este tipo de sociedad, sino, de sus alcances.

Los alcances. Para quien está dentro del sistema tecnológico e informático, parece que el mundo no tiene fronteras, que todo está al alcance de un click, que las relaciones personales, o de comunicación inmediata no comunican tanto como lo hacen las nuevas formas de comunicar por la red. Lo mismo ocurre con la educación. Para quienes somos nativos digitales nos parece que todo el conocimiento está almacenado en la nube, que no hay mayor necesidad de un educador del modelo del siglo XX para poder aprender lo mismo que conoce el promedio de las personas, sino que hay que investigar más allá del sistema educativo tradicional.

¿Experiencias personales? Personalmente, a veces, no entiendo que las personas pregunten cosas como ¿Dónde está tal institución? ¿Quién fue Sartre? ¿O cómo se produce la precipitación atmosférica? Todas estas preguntas no tienen sentido, o al menos no uno profundo, porque pueden resolverse con cinco (5) o diez (10) minutos frente a una pantalla de una pc, mac, tab, Smartphone, etc., y solo basta digitar las palabras: “Sartre quién es”, “precipitación atmosférica” o “Ministerio de Industria de tal nación”; y, todas las respuestas a esas preguntas te las da la Wikipedia, la página de las instituciones públicas de cada país, o alguna página de biografía y vida de las personas. No tiene sentido tener a un profesor a algún sabio que nos explique aquellas cosas.

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Es distinto cuando quieres conocer algún dato específico. Ahí sí recurres a algún especialista, porque son datos o información que no están subidas a la red. Aquí entran las preguntas como ¿Cuál es la relación que hace Bolívar Echeverría entre Levi-Strauss y Sartre, en su libro “La definición de la Cultura? ¿Cómo está cambiando el calentamiento global y la continua extracción de materias primas del subsuelo, a la precipitación atmosféricas en las estaciones climáticas tradicionales y si pueden aparecer nuevas estaciones? ¿Cómo y cuándo se puede y debe poner a consideración un caso de violación de derechos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos o en los organismos permanentes de la Naciones Unidas? Son cosas que el internet puede resolver que los profesores universitarios promedio quizá ni se lo hayan pensado.

Por otro lado. No es solo investigar sobre los conocimientos específicos, sino, hacer que se presenten de forma amigable parar el espectador. Aquí entran las herramientas multimedia que permiten hacer entretenido y “comestible” la información pesada del conocimiento. Videos, imagen combinada con audio, movimiento de imagen, imagen y vida virtual, etc., todas estas permiten ver el mundo virtual como superior al mundo real.

¿Mundo virtual superior? ¿Cómo superior? Pues bien, creo que a muchos nos ha pasado que cuando vamos a un centro comercial y vemos las imágenes de la comida que venden, éstas nos provocan apetito, esa apetencia espera ser saciada con el producto ofrecido; pero, si por ejemplo es un hamburguesa de alguna cadena, la imagen de la hamburguesa se ve mucho mejor que la hamburguesa material. Lo mismo ocurre con las demás mercancías presentadas por la imagen virtual. Los cuerpos de hombres y mujeres son mejores que los de la realidad, la familia virtual es mejor, la iglesia virtual es mejor, “second live” te permite experiencias más vivas e intensas que tus familiares más cercanos a quienes ves todos los días.

Deténganse un momento a pensar. Los profesores virtuales son mejores que los reales. La educación en la nube parece más provechosa que la real. El sentido profundo de todo esto es que la vida virtual, en un no-lugar y no-tiempo, resulta más atractiva que la vida misma. En la realidad virtual no hay desigualdades, en la vida real sí; en la vida virtual no existen diferencias geográficas, étnicas, etc.; en la vida real sí.

Resulta que los aportes educativos más importantes los encuentras en la nube, no en tu compañero académico de tu ciudad. La nube, como metáfora, nos permite bajar (descargar) las mejores cosas imaginables e inimaginables. Pero, no son materiales, no son objetos; son objetos materiales y materiales mentales, no físicos. Colaboras mejor desde un no-espacio que desde el espacio físico de tu escuela, colegio o universidad.

La nube te saca del mundo limitado de la realidad y te lleva al mundo infinito de la velocidad, imaginación y mundo perfecto, pero, virtual solamente.