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Diferencias en la percepcion de la realidad de la pareja

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APRENDER A AMAR PARTE 4Diferentes en la percepcin de la realidad (VIII)

Tema 8: Diferentes en la percepcin de la realidad

Dialogar es todo un arte, el arte de buscar entre dos o ms personas una verdad, una solucin, una respuesta, partiendo tal vez desde puntos de vista distintos, de prejuicios personales, de formas propias de ver la realidad. Este arte es hermoso, y acerca a los seres humanos. Supone actitudes de respeto, de humildad, de amor a la verdad.

Pero hay otra forma de relacionarse entre los seres humanos: la discusin. Una falsa forma de dilogo que hiere, que crea resentimientos, que impide encontrar la verdad de las cosas. Tambin en este tema la mujer y el hombre actan de forma diferente, y desde estas diferencias con frecuencia el trato entre ambos es muchas ms veces una discusin infructuosa que un dilogo conciliador y constructivo. En el matrimonio muchos de los momentos ms difciles de los cnyuges obedecen a discusiones intiles que en lugar de favorecer la armona y el encuentro aleja a los cnyuges entre s, provocando daos irreparables a la vida conyugal. Vamos a analizar en este captulo cmo manejar el tema del dilogo para llegar a evitar las discusiones.

1. Anlisis de la discusin:

Como hemos venido reflexionando a lo largo de estas charlas, mujer y hombre son tan distintos que lgicamente tiene que ser casi necesaria su distinta percepcin de las cosas. No es malo que entre mujer y marido se d una percepcin distinta de las cosas. Al revs, ello puede convertirse en un elemento enormemente vlido para enriquecer los puntos de vista en comn. Sin embargo, con frecuencia se convierte esta percepcin en motivo de desacuerdo, de alejamiento, de resentimiento. El problema pues, no est en la distinta percepcin de las cosas, sino en la mala comunicacin. Sin casi darse cuenta pasan del dilogo buscando la discusin, es decir, a herirse el uno al otro, a negarse lo dicho por uno de los dos, a querer a ultranza imponer una forma de ver las cosas que se acomode al gusto de cada uno.

Hay un problema en toda esta realidad. Cuanto ms cerca es nuestra relacin con alguien, ms cuesta escuchar con objetividad su punto de vista. Pareciera que surgen con excesiva rapidez mecanismos de autodefensa. Al revs parece que a uno le cuesta menos el permanecer sereno, tranquilo, objetivo con personas lejanas o de otra ndole. Por ello, parece que siempre se da ms serenidad en los dilogos con otros que en los tenidos en casa entre mujer y marido o padres e hijos. Si profundizamos un poco en este problema nos encontramos que con frecuencia en le dilogo, el hombre automticamente se siente desafiado, en lugar de interpelado, y la mujer atacada en lugar de consultada. El hombre pasa automticamente a la defensa mediante el silencio y la mujer pierde la ecuanimidad emocional.

En toda esta situacin se viven situaciones que demuestran lo diferente que son ambos. El hombre al ser interpelado, se siente desafiado entonces se centra en lograr tener la razn, perdiendo su capacidad de mantenerse afectuoso y sereno; usa a veces un tono desconsiderado e incluso despreciativo; piensa que atacando logra imponer su criterio. La mujer, por el contrario, al ser interpelada, se siente atacada; al sentirse atacada emocionalmente se altera, perdiendo objetividad; y la falta de objetividad complica la solucin de las cosas. Ambos, mujer y hombre necesitan una actitud ms positiva.

2. Actitudes del hombre y la mujer frente a la discusin.

a. El hombre frente a la discusin adopta dos actitudes. En primer lugar, pelea, es decir adopta una posicin generalmente ofensiva; se lanza al ataque, juzga, acusa, critica y se esfuerza por hacer quedar mal a la otra persona. Con frecuencia pierde el control y grita. En el fondo busca intimidar. Cree haber vencido cuando la otra persona se amilana. Y en segundo lugar, huye, es decir, otras veces para evitar el enfrentamiento se esconden en sus escondrijos; se niegan a hablar. Se trata de una postura pasivo-agresiva que exaspera a la mujer.

b. La mujer frente a la discusin adopta otras dos actitudes. En primer lugar, trata de fingir, es decir, actuar como si no hubiera problemas, llegando incluso a forzar una sonrisa como si no hubiera ningn problema. Pero ello termina creando resentimientos. De ello la mala comunicacin en los conflictos afecta a la mujer emocionalmente crendole ira. No est siempre bien el negar sus sentimientos y necesidades para evitar la posibilidad de un conflicto. Y en segundo lugar, ceden, es decir, asumen la culpa y la responsabilidad por cualquier cosa, pudiendo caer en depresiones o problemas graves de autoestima.

c. Ninguna de estas cuatro actitudes son positivas en el manejo de los conflictos o de las discusiones. En el fondo se huye de algo, pero no se busca nunca construir algo positivo. Se olvida en general, juntos buscan construir lo mejor para ellos y para su hogar. Por eso, cualquier tema se puede convertir en motivo de acercamiento: el tiempo, el trabajo, los hijos, la casa, el aprovechamiento el tiempo libre, la relacin con a familia poltica, el manejo del dinero. Todo es importante.

3. Elementos que estropean el dilogo.

En el interior del hombre y de la mujer la falta de dilogo y el abuso de discusiones responde muchas veces a ideas preconcebidas que se podran enumerar de la siguiente forma.

a. El hombre discute porque en los dilogos se siente criticado o rechazado porque no se siente admirado; porque no se siente animado, porque no se siente valorado; porque no se siente digno de confianza; porque no se siente respetado; porque se siente infravalorado para ciertos temas. En el fondo esto es lo que siente muchas veces y ello lo conduce a discutir agriamente o a evitar el dilogo encerrndose en sus silencios.

b. La mujer discute porque en los dilogos se siente despreciada; porque se siente infravalorada; porque se siente acusada; porque siente que su opinin tiene poco valor; porque que no existe para l; porque se siente descalificada; porque se siente herida en sus sentimientos. Por lo mismo, se refugia en su ira callada o se exalta excesivamente, perdiendo su armona.

4. Para construir un verdadero dilogo.

Si el matrimonio es por definicin una vida en comn, la comunicacin se convierte automticamente en ese instrumento vlido para potenciar el acercamiento, el conocimiento, la comprensin mutua. Y dentro de la comunicacin, hay que potenciar el dilogo, no la discusin, fomentando actitudes positivas que acerquen los corazones desde la diferencia propia del hecho de ser hombre y mujer. A continuacin vamos a exponer algunas de esas actitudes fundamentales para construir el verdadero dilogo.

a. Actitud de escucha: escuchar es ms que or. Es entender las palabras, leer los sentimientos, captar las emociones, interpretar los silencios, comprender los comportamientos, sacar conclusiones de las reacciones. Es, por ello, un arte difcil. Exige esta actitud el tratar de meterse en la piel de la otra persona y desde la otra persona comprender las cosas.

b. Actitud de respeto: respetar es aceptar a la otra persona y sus opiniones con nimo abierto. Y el respeto afecta la visin de las cosas de la otra persona, sus enfoques de los problemas, sus diferencias respecto a uno mismo. De entrada, en el respeto siempre se da un fenmeno: me interesa el punto de vista de la otra persona, aunque tal vez termine no comprendindolo. Se basa esta actitud en la humildad para reconocer que los dems me pueden enriquecer.

c. Actitud de delicadeza. El dilogo en el matrimonio debe estar marcado por el tacto, la consideracin, la cortesa, la educacin. Se facilita el dilogo cuando marido y mujer saben sentarse cara a cara sabiendo cundo y cmo decirse las cosas y tomar conciencia de la trascendencia de otras. Delicadeza es la capacidad de decirse las cosas sin herir, sin humillar, sin provocar culpabilidades.

d. Actitud de inters. Nunca es una salida correcta en un matrimonio huir del dilogo amenazando convertirlo en discusin. Generalmente, en un matrimonio los temas son de inters comn, pues afectan a la vida y desarrollo de lo que los esposos ms deberan cuidar. Por ello, es signo de abandono afectivo cuando no se sabe enfrentar, aunque sea con ardor, los problemas de una vida familiar o de una vida en comn, aunque no se tengan los mismos puntos de vista.

e. Actitud de sinceridad. Al dialogar an en temas candentes hay que buscar siempre por encima la verdad, esa verdad que se coloca por encima de los propios sentimientos, por encima del propio orgullo. La verdad no pertenece a nadie, y est por encima de todos. Y adems hay que buscar la verdad basndose en el bien autntico de las personas, de la familia.

f. Actitud de alegra. Hay que aprender a dialogar, incluso sobre temas serios, con cierta dosis de humor. Muchas tensiones se suavizaran con un poco de humor y de alegra, con una sonrisa, con un comentario gracioso. No vale la pena querer arreglar el mundo, manteniendo un espritu triste y acongojado.

g. Actitud de oportunidad. Con frecuencia gran parte de las discusiones entre esposos nace de querer afrontar un tema en un momento inoportuno. Hay tiempo para todo y debe haber tiempo para tratar temas de inters, buscando el bien y la verdad. Se requiere para ello adems saber escoger el momento, el lugar, la soledad. Los cnyuges deben planear esto con un poco de inteligencia. En un clima de paz y tranquilidad hasta los temas importantes encuentran ms fcilmente respuesta.

h. Actitud de humildad. Muchos dilogos no se convertiran en discusiones cuando los cnyuges buscan ayuda externa para enfrentar temas que ellos difcilmente pueden encontrar respuesta. Con frecuencia sucede que, partiendo de una visin subjetiva de la realidad, el enfrentamiento se hace realidad y se prolonga porque nadie ayuda a encontrar la objetividad o el punto de equilibrio adecuado. Por ello, se trata de abrirse a la ayuda externa o al consejo de profesionales en un determinado tema.

5. Conclusin.

Entre las diferencias ms grandes del hombre y la mujer se encuentran tambin estas posturas tan diversas sobre la forma y la manera de concebir la vida y las cosas. Es natural que en lugar de atrincherarse en las propias posturas, se haga el esfuerzo de ir al encuentro del otro, escuchando y hablando, abrindose a la verdad y al bien verdadero, no sintindose humillados por las equivocaciones posibles, no convirtiendo el dilogo en grito para obtener la razn. Desde la humildad y la sencillez se obtienen mejores resultados. Cuidado con usar armas a la hora de dialogar!Diferentes por la trayectoria de la vida

No podemos menos, casi al fin de este curso, de terminar sealando tambin las diversidades coyunturales que viven los cnyuges y que se convierten en motivo de conflicto entre ambos, incluso sin pretenderlo. Hombre y mujer no slo son distintos en razn de su naturaleza, sino que a ello se aaden otros factores importantes como la educacin, el ambiente familiar, los gustos, las aficiones, los valores en los que creen, la concepcin de la relacin con la propia familia, los conceptos sobre la familia, el trabajo, el dinero, la religin, la respuesta a los problemas a los que se enfrentan, etc., se podra tal vez hacer una lista interminable, pero slo queremos citar esos datos a modo de ejemplo, de formas que cualquier matrimonio la puede ampliar. Queremos tomar conciencia de ello y establecer algunos criterios de comportamiento para reaccionar adecuadamente desde la diferencia en un clima de paz y armona.

1. La realidad de estas diferencias.

No hay duda de que quienes llegan al matrimonio y quieren vivir una vida en comn para el resto de sus das, vienen con una carga muy importante a sus espaldas: es su pasado modelado, sin duda, en primer lugar por las influencias familiares (valores, concepcin de la vida, gustos, etc); en segundo lugar, por el ambiente (amistades, actividades realizadas, modelos de vida, etc); y en tercer lugar, por la propia naturaleza (tendencias, tipo de vida, criterios, etc). Todo ello marca fuertemente la vida y se puede convertir en causa de mltiples problemas en la convivencia matrimonial, estorbando la alegra de la unin. Vamos a repasar muy por encima el contenido de esas diferencias.

a. La familia. La familia marca y construye generalmente al ser humano, salvo raras excepciones. La inmensa mayora de los valores, de los gustos, de las aficiones empiezan a consolidarse en la etapa de la estancia en casa. A partir de ah, toda relacin en el mundo que rodea a una persona va a estar marcado por esas coordenadas. Cuando se llega al matrimonio, todo ese bagaje debe ponerse al servicio de la construccin de una profunda unidad y comunicacin, y no en causa de problemas o distanciamiento. Salvo en casos muy concretos, es muy difcil romper con ese pasado, incluso no sera ni conveniente. La marca de la familia hay simplemente que tamizarla a la luz del nuevo estado de vida con una actitud de gran generosidad y una comunicacin.

b. El ambiente. Tambin en este campo encontramos grandes diferencias entre el hombre y la mujer, aunque hayan convivido ambos de una manera amplia con personas de otro sexo. No hay duda de que le entorno marca profundamente la vida. As, por ejemplo, puede conducir a tomar ciertas cosas por normal, convirtindose en motivo posterior de problemas en el matrimonio; o bien a asimilar criterios o desarrollar gustos que no van a encontrar fcilmente acogida en la otra parte. Tampoco se trata de tener que encontrar en la vida a personas idnticas a uno mismo; pero hay que contar con ello para el futuro. Cuntas veces provoca problemas en un matrimonio la aparicin de antiguos amigos a los pocos meses de la boda.

c. La naturaleza. La naturaleza se ha encargado tambin de conducir a cada uno por caminos distintos en gustos, juegos, aficiones. Hay que contar, siendo realistas, que a los hombres y a las mujeres les gustan con frecuencia cosas muy distintas. Difcilmente el hombre disfruta horas interminables en unos almacenes, acompaando a su mujer; o la mujer viendo en la televisin partido tras partido tardes enteras. Pero a ello se aaden criterios diversos sobre gustos de carcter esttico, apreciacin de la vida, juegos, formas de organizar una casa, colores para pintar unas paredes, por decir cosas de corte bastante sencillo. Sin embargo, hay matrimonios que rompen la comunicacin e invaden las relaciones mutuas de agresividad por tonteras.

2. Algunos criterios de actuacin al respecto.

Como realmente es muy difcil que la mujer y el marido lleguen a tener una misma visin de las cosas, es conveniente recordar algunos de los criterios que deben ayudar a formar la unidad desde la diversidad en estos temas, sin descartar cambios profundos en cualquiera de ellos hasta el punto de aprender a gustar cosas impensables.

a. La aceptacin mutua. Es difcil el poder afirmar que el bagaje de uno de los dos es netamente superior al del otro. Ms bien, en cada campo ser uno de los dos el que est ms centrado y ubicado. Para empezar es importante aceptar a la otra persona y todava ms importante no criticar sin ms, no sentirse superior, no burlarse de algo por curioso que pudiera parecer. La aceptacin es respeto, clave vital para cualquier comunicacin. No hay que olvidar adems que el respeto es esencial para el amor.

b. La apertura. Es hermoso en un matrimonio cuando el amor susurra en los odos de los cnyuges el interesarse de veras por las cosas del otro, aun cuando en la vida nunca hubiera uno tenido la oportunidad de conocerlas. La apertura es signo de generosidad y en la vida enriquece siempre al ser humano, proyectndolo hacia la universalidad del espritu, de los gustos, de la sensibilidad. Encerrarse ante las cosas es empobrecer radicalmente la propia experiencia.

c. La magnanimidad. Hay que ser fuertes en la vida para acoger a los dems como son, incluso con lo que no se comprende de ellos. En el caso del matrimonio, la magnanimidad o grandeza de corazn es esencialmente generosidad ante el otro, para secundar sus gustos, acoger sus experiencias, comprender sus curiosidades, y sobre todo, no criticar despiadada y continuamente sus cosas. Son los espritus egostas generalmente los que siempre buscan atraer a los dems hacia s mismos, porque son incapaces de dar un paso en direccin a los dems.

d. El sacrificio. La renuncia a uno mismo constituye uno de los grandes xitos de la vida conyugal. Precisamente por no querer renunciar a ser uno mismo y por querer obligar al otro a ser como yo soy, llegan a los matrimonios la mayora de los problemas. En todo matrimonio debe darse siempre la renuncia a todo aquello que lesione y lastime objetivamente la convivencia, el amor, la paz, la cercana. Tambin en base a la misma ley del sacrificio hay que tratar de poner buena cara ante aquellas realidades que a uno de los dos no les gusta, pero que son buenas y satisfacen al otro.

e. El dilogo franco y sereno. De todas maneras con amor y con respeto seguirn dndose realidades anteriores al matrimonio, que forman ya parte de la vida de ambos, que objetivamente dificultan la convivencia y daan el nuevo proyecto de vida. Descubiertas estas realidades por medio del dilogo franco y sereno, hay que saber prescindir de ellas con generosidad, y no simplemente porque s, sino sobretodo, por amor, con ilusin, con espritu de generosidad. Esto podr costar ms a uno que a otro, segn las circunstancias, pero ser prueba de un amor sin lmites, capaz de todo.

f. La vida en comn como ideal por encima de todo. Si el matrimonio es una vida en comn, en la que un yo y un t se ha convertido en un nosotros, ser preciso tambin a lo largo del matrimonio el establecer de comn acuerdo una serie de prioridades en las que se pueda realizar este tipo de vida, evidentemente sin exageraciones. As por ejemplo, las actividades de descanso sern siempre mejores si se pueden realizar en pareja. Mal camino es ese falso respeto en donde los esposos encuentran caminos por separado para seguir dando pbulo a todo aquello que les gusta o motiva. Ello no quiere decir que tambin se deba dar una cierta libertad mutua en otras ocasiones.

g. La conciencia de haber dejado atrs a los padres. Casarse no es romper con la propia familia, pero casi. Es decir, a partir del momento de casarse, la nueva familia, la construida por el matrimonio, adquiere una prioridad en todos los sentidos. NO se debe convertir en arma de destruccin la relacin con las familias de cada uno. Al revs la propia familia debe seguir siendo un punto de referencia, pero nunca conflicto. No hay que olvidar que el deber de seguir amando, venerando y respetando a la propia familia no desaparece nunca.

Conclusin:

En todas estas realidades coyunturales, -no tan importantes tal vez como las anteriores-, a veces se estrellan muchos matrimonios. Tal vez nunca hablaron de ellas antes de casarse o tal vez nunca consideraron que se convertiran en temas de friccin o ya casados nunca fueron entendidas desde una buena comunicacin. Por ello, hay que tomar conciencia de que es fundamental tambin establecer una buena comunicacin en estos aspectos coyunturales o circunstanciales. No se casa uno slo con el espritu; tambin trae al matrimonio la vida.

Hemos llegado al final de estas reflexiones sobre la comunicacin en el matrimonio, y puede parecer indudablemente que nos encontramos ante un tema difcil de manejar. Y es verdad. Solamente el verdadero amor entre dos personas capacita a ambas para salir se s mismas y tratar de comprender el mundo de la otra persona. Es una tendencia muy natural esa comodidad que conduce con frecuencia a los esposos a encerrarse en su propio mundo, a criticar el mundo del otro y a rechazar todo aquello que no concuerde con la propia realidad.

Pero si el amor vale la pena, si la armona en el matrimonio merece un esfuerzo, si la superacin de la tentacin de la soledad se convierte en reto para los cnyuges, entonces el arte de la comunicacin debe aprenderse como uno de los principales objetivos para la vida de cualquier matrimonio. Lgicamente se trata de aceptar el hecho de ser diferentes y la incapacidad a priori para saber manejar esas diferencias.