Apocaliptica xMarin

78
UNIVERSIDAD EVANGÉLICA DE EL SALVADOR FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES LICENCIATURA EN TEOLOGÍA INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS” REPORTE SOBRE APOCALIPTICA LIC. GABRIEL GIRÓN HERRERA Estudiante: Luis Alonso Marín 1

Transcript of Apocaliptica xMarin

Page 1: Apocaliptica xMarin

UNIVERSIDAD EVANGÉLICA DE EL SALVADOR

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

“INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS”

REPORTE SOBRE

APOCALIPTICA

LIC. GABRIEL GIRÓN HERRERA

Estudiante: Luis Alonso Marín

07-03-14

1

Page 2: Apocaliptica xMarin

INTRODUCCION

El presente reporte busca contextualizar el fenómeno de la Apocalíptica, para que el lector logre un conocimiento general sobre sus orígenes, estilo, motivaciones, circunstancias, y demás características de este género literario o quizá corriente ideológica común entre muchos judíos y algunos cristianos hoy día.

Este reporte se divide en tres secciones siendo la primeras dos meramente resúmenes de textos recomendados por el orientador y las consiguientes un pequeño trabajo hecho por el estudiante donde la tercera será información concentrada sobre todo lo investigado y la cuarta una humilde opinión luego de haberse alimentado con todo este conocimiento.

1

Page 3: Apocaliptica xMarin

OBJETIVOS

Se busca presentar un reporte-resumen para demostrar que se leyó acerca de la apocalíptica, escatología, y el apocalipsis (control de lectura).

Reconocer y diferenciar las definiciones de escatología, apocalíptica y apocalipsis.

Hacer un análisis descriptivo superficial de algunas lecturas del género apocalíptico como lo son el libro de Daniel así como algunas comparaciones.

Que el alumno aterrice la importancia de conocer a que se refieren realmente los escritos apocalípticos.

Conocer la psicología Judía, respecto al apocalipsis.

Conocer la importancia de la literatura apocalíptica para el consuelo, esperanza y resistencia del pueblo ante los diferentes acontecimientos que atacan su fe como pueblo escogido del único Dios vivo.

ESTRUCTURA

A. Se presenta el resumen del capítulo XIV LA APOCALIPTICA; del libro HISTORIA, NARRATIVA, APOCALIPTICA.A. González Lamadrid - J. Campos Santiago - V. Pastor Julián - M. Navarro Puerto.

B. Se presenta resumen de: LITERATURA APOCALIPTICA, José Alonso Diaz.

C. ANEXO: (se presenta bajo esta denominación para tener libertad y autonomía respecto al trabajo en general, ya que se incluye información muy concentrada de diversas fuentes que permiten comprender mejor la importancia de este fenómeno que es la Apocalíptica y como debe aproximarse el nuevo teólogo a ella.)

En el ANEXO se encuentra las dos corrientes Apocalíptica Judía y cristiana.

D. Conclusiones de parte del estudiante.

2

Page 4: Apocaliptica xMarin

CONTENIDO Pág.

A LA APOCALIPTICA, Gonzales Lamadrid y otros. 4

1 Observaciones preliminares: escatología y apocalíptica 4

2 Literatura e Historia 4

3 Contexto histórico y social. Función de la apocalíptica 5

4 Orígenes de la apocalíptica: profecía y sabiduría 7

5 Teología 8

B RESUMEN DE LITERATURA APOCALIPTICA, José Alonzo Díaz. 13

1 Descripción de la Apocalíptica 13

2 Ambiente psicológico que supone la literatura Apocalíptica 14

3 El Salmo 74 como ilustración 16

4 El libro de Daniel libro no profético, si no apocalíptico 18

5 Breve historia de las explicaciones 18

6 Posición de la exegesis católica en los últimos años 21

7 Valoración de los argumentos críticos y las dificultades que ofrecen 21

8 Peculiaridades y aportaciones de la Apocalíptica 22

9 Ángeles y demonios en la literatura apocalíptica 25

10 Angelología 26

11 Satán y los demonios 27

12 El mensaje en síntesis de la apocalíptica 30

C

ANEXO CON INFORMACION SINTETIZADA SOBRE EL

FENOMENO LITERARIO DE LA APOCALIPTICA Y ESCRITOS

SOBRE EL APOCALIPSIS

33

1 Definiciones y origen 33

2 Características del género apocalíptico 35

3 Valoración global de la literatura apocalíptica 37

4 Los escritos apocalípticos 38

5Sintetizado por el alumno aproximaciones a la apocalíptica (fuentes

múltiples)43

CONCLUCIONES 50

3

Page 5: Apocaliptica xMarin

A. LA APOCALÍPTICA

1. Observaciones preliminares: escatología y apocalíptica

La escatología (del griego eskhaton, fin último) es un término relativamente reciente, que designa en el ámbito de la teología las realidades últimas de la vida del hombre, entendiéndose por ellas la muerte y la vida del más allá en sus diferentes posibilidades.

Pero en la Escritura, la realidad de la «escatología» no se corresponde con su uso dogmático-teológico y el término necesita ser usado con rigor, sobre todo para distinguirlo de la apocalíptica. Sin entrar en análisis de detalle, se puede decir que se entiende por escatología «la esperanza en una acción futura y definitiva de Dios en favor de su pueblo».

El esquema de base de la escatología profética tiene tres elementos fundamentales. En primer lugar, una conciencia aguda de que el Dios de Israel ha actuado en el pasado en favor de su pueblo. En segundo lugar, la constatación de que Israel no ha respondido convenientemente a esa acción liberadora de su Dios y de que, en consecuencia, el castigo, del que ha sido objeto, se lo ha ganado con creces. En el fondo, se trata de una conciencia de pecado, que va a impregnar a toda la comunidad, sobre todo a partir de la caída de Jerusalén y del exilio. Por último, la convicción de que el Dios de Israel, como al comienzo y a pesar del pecado de Israel, actuará en el futuro, pero de forma definitiva, en favor de su pueblo. A partir de este esquema de base, los distintos textos ofrecerán representaciones y modelos escatológicos de diversa índole, con Mesías (descendiente de David), con gran apertura hacia los otros pueblos (Segundo y Tercer Isaías) o excluyéndolos definitivamente, después de haber sido vencidos militarmente por Dios (Joel).

La apocalíptica comparte estas perspectivas con la escatología, pero va más allá y, en definitiva, la transforma radicalmente mediante los ingredientes que aporta. Cronológicamente, la apocalíptica aparece después de la escatología, aunque no la sustituye, ni mucho menos, y, de hecho, durante bastante tiempo coexisten. La escatología se convirtió en un elemento constitutivo de la fe de Israel. La apocalíptica es un fenómeno secundario, aunque tuvo repercusiones importantes incluso en el cristianismo.

2. Literatura e Historia

Los apocalipsis, ¿un género literario?

Descubrir la articulación de una obra y el grupo productor permite aproximarse con bases seguras a su sentido y función.

4

Page 6: Apocaliptica xMarin

«El apocalipsis -dice Collins- es un género de literatura de "revelación", configurado narrativamente, en el que se ofrece la revelación por medio de un ser de otro mundo a un destinatario humano, desvelándole una realidad trascendente, que es al mismo tiempo de naturaleza temporal en la medida en que se apunta a una salvación escatológica, y espacial en tanto en cuanto supone o conlleva otro mundo, sobrenatural».

a) El cómo de la revelación

Por lo que al modo de transmisión de la revelación se refiere, se trata de una revelación visual, la cual puede darse o en forma de visiones, en cuyo interior se ve el contenido de la revelación, o en forma de epifanías, en las que se describe la aparición del mediador.

El elemento auditivo de la revelación sirve normalmente para aclarar el elemento visual. A la epifanía sigue normalmente la audición de la revelación. La audición puede desarrollarse de dos formas: o mediante un discurso ininterrumpido del mediador o con un diálogo, que tiene lugar entre el mediador y el receptor, muchas veces en forma de preguntas y respuestas.

Enmarcando los elementos visuales y auditivos, aparecen muchas veces viajes extraterrestres, en los que el visionario viaja a través de los cielos, los infiernos o regiones remotísimas, más allá del mundo normalmente accesible. La revelación en el transcurso del viaje es normalmente de tipo visual. Otro medio de comunicación, dentro de la visión o del viaje, puede ser un documento escrito, generalmente un libro celeste.

b) El quién de la revelación

Un mediador sobrenatural comunica la revelación. La mediación consiste muchas veces en la interpretación de la visión. El mediador es generalmente un ángel. En algunos textos apocalípticos cristianos el mediador es, a veces, el mismo Cristo.

c) El destinatario de la revelación

El receptor humano es generalmente identificado con una venerable figura del pasado, lo que implica la «seudonimia», es decir, la atribución del escrito apocalíptico a una figura diferente del que realmente lo escribe. Unos pocos apocalipsis cristianos no son seudónimos.

3. Contexto histórico y social. Función de la apocalíptica

Por sí mismos, ni los apocalipsis como género literario, ni la apocalíptica como fenómeno necesitan una situación de persecución o de alienación; unos y otros pueden existir independientemente tanto en la antigüedad como actualmente».

5

Page 7: Apocaliptica xMarin

Hay que constatar, pues, que tanto apocalipsis como apocalíptica se dieron en el ámbito judío antes de la crisis macabea. Esta situación da razón a Goldingay: no es imprescindible la persecución para que surja la apocalíptica o el género literario apocalipsis Pero lo que no se puede negar es que, con persecución o con paz, o con presión o libertad personal y colectiva, la apocalíptica es una literatura dualista y de confrontación o, por lo menos, de separación. Es evidente que el enfrentamiento se exacerba en la persecución. Pero la oposición e incluso el enfrentamiento entre dos grupos se puede crear únicamente en la imaginación de uno de los grupos, sin que haya correspondencia alguna con la realidad. Y, como dice Goldingay, tanto en la antigüedad como actualmente.

Con opresión o sin ella, la apocalíptica es una literatura de combate y de oposición. La seudonimia y la antidatación son datos que van en el mismo sentido. Y es probable que haya que ir más lejos y decir que se trata de una literatura de clandestinidad, críptica. Una vez más, la alquimia y los esoterismos de todo tiempo muestran que no es necesaria la persecución para crear clandestinidad. Ahora bien, la dimensión política de la apocalíptica indica igualmente que esta literatura surge en un grupo de oposición al poder y que hay que buscar conflictos de suma gravedad tras ella.

Conflicto político no quiere decir necesariamente conflicto militar.

El ambiente social y religioso tras la vuelta a Judea de grupos importantes de exilados, la pérdida de independencia política y el predominio oficial de la cultura persa a pesar de su ejemplar liberalidad, eran circunstancias propicias no sólo para el cultivo de la escatología, sino para que, partiendo de ella tal y como la configuraron los últimos profetas, fueran cuajando las grandes líneas de la apocalíptica.

Es imposible determinar un único entorno para todos los apocalipsis. No hay que olvidar que, exceptuados los mismos apocalipsis, tenemos poca documentación sobre el marco social concreto en el que nacieron y, sobre todo, sobre los grupos que los produjeron. Salvo en el caso de Qumrán, donde la documentación, comparada con la de otros grupos, es muy abundante. Pero, incluso respecto de este último grupo, si todos aceptan el carácter apocalíptico de sus textos propios y de su orientación teológica global, no hay consenso por lo que a su origen se refiere y a la relación que pueda existir con otros grupos de tinte apocalíptico. No es posible tampoco postular un medio distinto o un grupo social particular constituido como tal para cada uno de los apocalipsis conocidos. Ni imaginar que cada libro, cada apocalipsis, sea el fruto consciente y programático de un grupo social bien definido y determinado. J. J. Collins dice, con razón: «De todo lo que hemos dicho se deduce, obviamente, que hablar de "movimiento apocalíptico" es una grosera simplificación. En el mejor de los casos, podemos hablar de varios movimientos en épocas diferentes y no necesariamente conectados entre sí de manera genética».

6

Page 8: Apocaliptica xMarin

La finalidad social de los apocalipsis no es preparar sus adeptos al enfrentamiento concreto, a la resistencia activa, militar o no, sino educarlos y sobre todo informar del final de una situación de sufrimiento y opresión, real o imaginaria. «Consolar», «dar seguridad y garantías», dar la «clave de la inteligencia de la historia» que, a primera vista, parece absurda y sin sentido desde el punto de vista de la fe del creyente. Se trata de dar fuerzas para mantenerse y resistir, no para luchar.

4. Orígenes de la apocalíptica: profecía y sabiduría

Tradicionalmente se ha venido diciendo que la apocalíptica es la «hija de la profecía». Cronológicamente, la apocalíptica aparece después de la profecía y en algunos libros proféticos aparecen textos que, literariamente por lo menos, se emparentan con la apocalíptica. Es evidente, por otro lado, que entre apocalíptica y profecía hay una fuerte relación; hay que ver, sin embargo, si se trata de filiación o de recuperación.

Esta atribución de relación filial entre profecía y apocalíptica se debe también a una de las concepciones del profeta muy extendida en la época del judaísmo antiguo y en la del NT, según la cual el profeta «anuncia de antemano» los acontecimientos. la estrecha relación entre sabiduría y apocalíptica. La concepción de la historia constituye el tema esencial, en el que se distinguen profundamente profetas y apocalípticos. Los apocalípticos, como se verá más adelante a propósito de su teología, están dominados por una irresistible tendencia a considerar y vivir la historia de forma determinista.

Los apocalípticos se separan radicalmente no sólo de los profetas, sino también de la Torah y de los Salmos. La concepción de la historia no determinista se enraiza y se exprime con su mayor fuerza en los profetas.

La misión misma del profeta no tiene sentido fuera de una concepción no determinista de la historia. La llamada a la conversión es un componente estructural de su ser profeta. Quien dice conversión, dice libertad, aunque no sea más que para aceptar y responder al don de Dios, si no ya para iniciar por sí mismo el camino de retorno al Dios de Israel. Paralelamente, tanto en la Torah como en los Profetas, Dios gobierna evidentemente la historia, pero nada hace pensar en un determinismo cualquiera. Dios, ciertamente, tiene un plan sobre su pueblo y sobre las demás naciones. Y hace «lo que puede» para sacarlo adelante, pero no está solo en la arena y depende de la re-acción de su interlocutor. Las intervenciones de Dios son absolutamente imprevisibles, salvo si se parte del principio de que Dios acabará por actuar en favor de su pueblo, perspectiva esencial de la escatología. Los tres protagonistas de la historia -Dios, Israel y los otros pueblos- están pues empeñados en la historia, pero ésta es fruto de sus relaciones y de su diálogo.

Dios, sin embargo, actúa «en función de...», espera a ver lo que sucederá (lo cual quiere decir que no está determinado de antemano) para actuar. Como dice von Rad, en la Torah y en los Profetas no hay nada que se pueda saber de antemano,

7

Page 9: Apocaliptica xMarin

ya sea a base de estudio o de reflexión o -se puede también añadir- de «revelación» particular.

Lo cual no impide que el horizonte de la esperanza de Israel se afirme sin dudas por los profetas. Pero una cosa es el horizonte de la historia y otra la historia misma. La decisión y la acción de Dios es algo que está siempre pendiente y el profeta está siempre a la expectativa de nuevas decisiones de Dios. Las escenas de corte divina lo muestran claramente (1 Re 22; Is 6; Is 40,1-11; Jr 18,5-10). La irrupción de la palabra es para el profeta, como para su auditorio, algo inesperado. Si el parentesco entre sabios y apocalípticos es patente en el campo de la concepción de la historia, lo es también respecto a su forma de conocimiento. Tanto unos como otros dan una gran importancia al estudio y a la reflexión como medios de acceder al deseado conocimiento; Eclo 38,24-39,11 describe la superioridad del sabio. Los apocalípticos están obsesionados por el «cuándo», por un saber especial, por los cálculos, por los signos que permitan determinar el «fin». Aunque lo revistan, evidentemente, con las ropas de la revelación. No se puede olvidar, sin embargo, una diferencia importante entre apocalípticos y sabios por lo que toca al saber. Dejando de lado a Qohelet, sabio que no cree en la sabiduría, los otros creen en sus métodos y resultados, aunque sin absolutizarla. Los apocalípticos, por el contrario, al tener como fuente de su saber una revelación divina, no dejan espacio ni a la distancia, ni a la prudencia de los sabios.

5. Teología

a) Características teológicas de la apocalíptica

i. Trascendencia

J. J. Collins " afirma que «el término clave en la definición (del género apocalipsis) es trascendencia». Al mismo tiempo, «trascendencia » funciona conceptualmente tanto a nivel formal, como de contenido.

Por su parte, P. Sacchi ha focalizado el contenido, la esencia de la apocalíptica en la concepción que los apocalipsis tienen del mal y de su origen: «una concepción particular del mal, considerada como una realidad autónoma, antecedente a las posibilidades mismas de elección del hombre, fruto de una contaminación que ha corrompido su naturaleza... y que tuvo lugar antes del comienzo de la historia».

La presencia masiva del concepto del mal, que impregna los apocalipsis, conduce inevitablemente a otro de sus aspectos teológicos estructurales: el dualismo.

8

Page 10: Apocaliptica xMarin

ii. Dualismo

«La Regla de la Guerra», cuyo dualismo esencial se manifiesta en el contenido, ya que se trata de la «guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas». Para la mentalidad apocalíptica el mundo está dividido en dos bandos bien distintos: «los buenos y los malos». Evidentemente, los «buenos», los «benditos», los «elegidos » son los destinatarios de la revelación, los que la reciben para ser consolados y resistir, mantenerse durante la prueba hasta el final, hasta el futuro despertarse. Y en la variante más desarrollada de la creencia en la resurrección se prolonga el dualismo: premio para los buenos y castigo para los malos.

iii. Determinismo

Como ya se dijo al tratar de los orígenes de la apocalíptica, un elemento decisivo, el más importante quizá, es su concepción determinista de la historia. Hay que reconocer que las discusiones a este respecto han sido y son todavía abundantes.La opinión más clásica es, sin duda, la de G. von Rad. Según este autor, hay que entender por determinismo «la idea de una originaria predeterminación divina, que pone en marcha ciertos acontecimientos y establece unos destinos concretos» Ciertamente, no se puede hablar del determinismo de los apocalipsis de manera rígida y mecánica, como de ningún otro elemento tanto literario como teológico.

Tampoco hay que hablar de un determinismo total sino, como dice von Rad, de un determinismo que concierne algunos acontecimientos y algunos destinos personales, aquellos que normalmente son decisivos e importantes para la realización de los planes de Dios con su pueblo y cara a los demás pueblos en su relación con Israel. Dice von Rad: «La predeterminación se distingue de la fe en una providencia o de la convicción de que Dios da sentido a los acontecimientos y a los azares de la historia, por una vinculación teórica mucho más radical. ... En el determinismo Dios ve los acontecimientos dos veces: en primer lugar en su determinación original, luego, por segunda vez, cuando entran en la historia, "en su tiempo". ...Desde siempre las decisiones de Dios sobre la vida y la muerte, la salvación y el juicio han sido establecidas; los tiempos establecidos se cumplen exactamente como habían sido establecidos»

Por otro lado, esta «credulidad» no ha desaparecido ni con los avances técnicos, ni con el paso del tiempo. No hay que olvidar que se trata de una literatura «sectaria», de grupos minoritarios y que cada grupo se «organiza» su propio mundo referencial y conceptual. La posibilidad de que Dios anuncie los acontecimientos futuros a unos privilegiados depende de la concepción que se tenga de Dios, y ésta no es, a priori, estrafalaria. La atribución de esas revelaciones a personajes ilustres del pasado era una banalidad en la

9

Page 11: Apocaliptica xMarin

antigüedad. No hay más que pensar en la atribución de buen número de obras del NT.

La sustancia misma de la apocalíptica desaparece si se niega la posibilidad de este anuncio previo, pues se socava la confianza en el pronto y feliz final que dichos textos proponen constitutivamente, cumpliendo así su función teológica y social de «consolar» e informar en vistas a resistir y mantenerse hasta ese final. Si el final no está establecido previamente para la «inmediatez » que se aproxima a pasos agigantados, y si ese final no puede ser conocido por los «elegidos y benditos» perseguidos, la apocalíptica no tiene ni operatividad, ni razón de ser. Teniendo en cuenta la abundancia de estas obras y el amplio lapso de tiempo en que circularon y actuaron, la conclusión se impone. Recuérdense algunos textos citados ya por von Rad26. Dios ha tenido paciencia con el hombre «no por miramiento con respecto a vosotros, sino a causa de su predeterminación de las épocas históricas» (4 Esd 7,74). Y en otro lugar, «Dios no perturba su trayectoria ni crea nuevas condiciones hasta que alcancen la medida prefijada.

iv. Libertad y responsabilidad

Es inevitable plantearse, en este contexto, el problema de la libertad y responsabilidad del hombre y la del mismo Dios. Ahora bien, incluso en los apocalipsis más deterministas, la libertad del hombre se mantiene a toda costa. Se mantienen ambas afirmaciones como vitales dentro de su concepción de las relaciones del hombre con Dios en la historia, más exactamente de las del israelita con su Dios. 1 Henoc 98,4 es explícito: «Os juro, pecadores, que como ningún monte se hizo ni se hará esclavo, ni ninguna colina sierva de mujer, así tampoco el pecado fue enviado a la tierra, sino que los hombres lo crearon de sí y gran maldición tendrán los que lo hicieron».

v. Historia y mitología

Como subrayó K. Koch, la remitologización de la historia constituye otra de las características del tratamiento que los apocalípticos dan a la historia. Esto tiene como consecuencia la introducción de referencias cosmológicas abundantes (unidas frecuentemente con especulaciones sobre el tiempo) y el interés por subrayar la interconexión entre el mundo de los hombres y el celeste, como es fundamental en todos los mitos. En efecto, el carácter sapiencial de los mitos es bien conocido; el mito pretende explicar realidades humanas «inexplicables».

10

Page 12: Apocaliptica xMarin

vi. Ángeles y demonios

La abundancia de ángeles y demonios en los apocalipsis es otra de sus características. Una vez más no es una exclusividad apocalíptica, sino uno de los elementos que junto con los otros la configuran y que adquiere en ella dimensiones extraordinarias, tanto desde el punto de vista cuantitativo, como cualitativo. En el AT se encuentra una interesante variedad de entidades intermedias entre Dios y el hombre. Los «mensajeros», mal'ak Yhwh o Elohim actúan o aparecen abundantemente, sin que se pueda distinguir en muchos de estos textos a Dios de sus mensajeros.

Como puede verse en el libro de Daniel, los ángeles ocupan un papel clave en los textos apocalípticos (Dn 7-12). Aparecen los ángeles protectores de cada país, el de Persia, el de Israel, el de Grecia. Pero lo más decisivo es la presencia constante y determinante del llamado «ángel intérprete», el encargado de explicar la visión o el mensaje al vidente. Es éste uno de los elementos constitutivos de los apocalipsis y que los distingue, junto con las otras características, de los demás textos del AT. El vidente no tiene acceso directo al mensaje visto y escuchado. Necesita una explicación. La distancia entre, por un lado, el mensaje y su emisor, Dios, y, por el otro, el vidente se amplía radicalmente. Entre Dios y el hombre se necesita un intermediario que no era preciso anteriormente. Con Moisés Dios hablaba «cara a cara», con los profetas directamente o por sueños; con los apocalípticos a través de sueños, visiones y viajes, interpretados por un ángel.

Paralelamente a los «ángeles buenos», mensajeros y guardianes de naciones e incluso de individuos, aparecen los «ángeles malos» los nefilim (caídos), responsables en muchos textos de la caída del hombre, del origen del mal y del pecado. Esta tendencia a la personificación del origen y de la responsabilidad del mal es patente ya en el AT. Lo mismo se encuentra en el libro de Job. En la apocalíptica, partiendo de la base dualista y determinista de su teología, la angelología y la demonología adquieren dimensiones enormes. Es posible, por lo que se refiere a jerarquías, clasificaciones, mitos de caídas y rebeliones de ángeles, que la angelología apocalíptica haya sido influenciada por el pensamiento persa; pero no se pueden olvidar los elementos presentes en el AT como base de dicho desarrollo.

vii. Resurrección

Otro de los elementos más destacados, que forma parte de las estructuras teológicas de la apocalíptica, es la creencia en la resurrección. Por lo que toca al AT, no la encontramos de forma explícita más que en Dn 12. En los apocalipsis es una constante. Lo cual no quiere decir que se trate de un cuerpo de doctrina perfectamente desarrollada, coherente en todos sus puntos y maneras. La documentación sobre la resurrección en los albores de la era cristiana es sumamente compleja. Una vez aceptada la idea de base

11

Page 13: Apocaliptica xMarin

(que hay que distinguirla de la inmortalidad) aparecen preguntas de la más diversa índole.

Siempre ha llamado la atención que en el AT no se encontrase rastro de la creencia en la resurrección hasta épocas tan tardías. Tanto más, cuanto que Egipto, con quien Israel no dejó de estar en relación política y cultural desde el comienzo de su historia, había hecho de esta creencia el núcleo de su religión.

Por otro lado, en el AT existen una serie de elementos que, «sin querer y sin concretar», apuntaban hacia una vida real más allá de la muerte; la separación definitiva que la muerte acarrea entre el fiel y su Dios encajaba cada vez menos en los textos sobre todo proféticos. Algunos textos famosos utilizaban un lenguaje y unas imágenes y metáforas que se prestaban como anillo al dedo, para verter en ellas la creencia en la resurrección una vez que, conceptualmente, se hubiera dado el paso.

Es comprensible que la justicia de Dios se plantease radicalmente en el marco de la persecución, ya que precisamente los más fieles eran privados de la vida muchas veces sin gozar del premio evidente de su fidelidad: «los largos días». Lo que en el libro de Job no aparece todavía, ni se aceptará en la sabiduría inmediatamente anterior a Daniel, Qohelet y Sirácida, cristaliza en la apocalíptica.

Es uno de los elementos esenciales del consuelo, que aporta a los «benditos y elegidos»: los bienes terrenos no son nada comparados con los futuros, los de después de la resurrección. El Testamento de Job, relativamente tardío, es un canto a esta convicción escatológica. Aunque la esperanza en la resurrección pueda tener únicamente una dimensión comunitaria y en otros casos individual, esta creencia constituye uno de los elementos fundamentales de la apocalíptica. Una cierta dimensión paradisíaca, unida a la coloración mítica de la que se habló, acompañan frecuentemente a la afirmación de la resurrección.

b) Apocalíptica y cristianismo

Desde el punto de vista teológico, la apocalíptica, más en ruptura que en continuidad con la profecía, sobre todo por su comprensión de la historia, de la acción de Dios y de su relación con el hombre en ella, se presenta como un callejón sin salida. En efecto, si no se rompe la dinámica de la apocalíptica, el dualismo, el determinismo y la obsesión por «el cuándo y el cómo» del final acaban por absorber toda la energía disponible, y la vida se convierte en una elucubración permanente, cada vez más alejada de Dios, de los hombres y de la historia. El ejemplo de varios grupos apocalípticos actuales, que acaban en suicidios colectivos (son ya por lo menos cuatro en los últimos 15 años), son una muestra del destino de la apocalíptica desenfrenada.

12

Page 14: Apocaliptica xMarin

Es curioso, sin embargo, que, a pesar de ofrecer un callejón sin salida, se encuentre en el NT un magnífico ejemplar de apocalipsis. La presentación de la apocalíptica en las páginas que preceden ha distinguido con sumo cuidado el apocalipsis como género literario, de la apocalíptica como teología. Ambos pueden ir juntos, pero no necesariamente. Puede darse apocalíptica sin apocalipsis y apocalipsis sin apocalíptica.

Teniendo en cuenta la concepción de la historia de la apocalíptica parece imposible leer el Apocalipsis del NT en clave apocalíptica. La concepción de la historia en el NT, y en el último de sus libros, es la de una historia abierta, nada determinista, ni dualista, ni pesimista. Por otro lado, la revelación de Jesucristo consiste precisamente en el anuncio de su muerte y resurrección y ahí radica precisamente ese «final», que la apocalíptica anuncia y espera. Si un apocalipsis habla y presenta un «final» ya realizado, no es apocalíptica. No hay ya para el cristianismo transformación radical, fundamental y futura, «final », sino la realizada en Cristo. Que este final no esté «consumado» en todos los miembros del Cuerpo de Cristo es un hecho.

El famoso «ya, pero todavía no» escatológico expresa bien la situación. Las primicias son un hecho, una realidad. Ya no se espera más que su plena realización, no su irrupción en la historia. A pesar del parentesco, la diferencia con la apocalíptica es radical.

B. RESUMEN DE LITERATURA APOCALIPTICA. José Alonzo Diaz.

1. Descripción de la Apocalíptica

Como el nombre lo indica, literatura apocalíptica es aquella literatura judía en la que es prominente el carácter revelatorio, o contenido de revelaciones (fingidas o reales, eso se verá después) hechas por Dios o un ángel a los que aparecen como protagonistas de los libros, Daniel, Henoc, Esdras, San Juan, Baruc, etc. En general, estos personajes son figuras veneradas del pasado tras las que se oculta el nombre del verdadero autor. Esta literatura es predominante seudonimica."Apocalipsis" es una palabra griega que significa "revelación" (al Apocalipsis de San Juan los ingleses, por ejemplo, le llaman "Revelation"). Las revelaciones de estos escritos suelen aparecer, generalmente, en forma de visiones de símbolos en las que se contiene la historia de Israel y su conflicto con las naciones paganas con el triunfo final de Dios en favor de su pueblo. Es el enfrentamiento del Bien y del Mal que invade la historia humana avocada, en definitiva, al triunfo de Dios.

Esta literatura apocalíptica se extiende en el tiempo desde el siglo II antes de Cristo, hasta el I después de Cristo, aunque pueda haber esbozos de "'apocalipsis" por el fondo o por la forma antes del siglo II. Componen esta literatura escritos bíblicos canónicos (como Daniel) y escritos no canónicos (como Henoc). No obstante, no ser canónica la mayor parte de la literatura apocalíptica,

13

Page 15: Apocaliptica xMarin

reviste un grande interés porque ella es la que deja la más fuerte impronta en el alma judía de la última época.

Coexiste por ese tiempo otra literatura de otro tipo, sin las marcadas características de la literatura apocalíptica. Por eso, no es lo mismo literatura intertestamental, o literatura de la última época del judaismo que literatura apocalíptica. La literatura apocalíptica es intertestamental, pero no toda literatura intertestamental (v.gr.: tercer libro de Esdras o cuarto de los Macabeos) es apocalíptica. Lo más específico de la literatura apocalíptica es que se presenta como revelatoria.

2. Ambiente psicológico que supone la literatura Apocalíptica

Es conveniente fijar de nuevo la atención en la historia desde el ángulo del alma judía bajo diversos aspectos. Sólo así se pueden comprendí la desesperanza y al mismo tiempo la febricitante espera preguntándose "¿hasta cuándo"?, el odio a este mundo detentado por poderes malvados, el complejo de persecución, la protesta, la evasión hacia el mundo de los sueños, la fe heroica a pesar de todas las decepciones, toda esa constelación de sentimientos que es la literatura apocalíptica reflejando al alma judía en un momento determinado de su historia. La literatura apocalíptica se la ha llamado "literatura de la resistencia".Ella ha brindado al alma judía en tiempos muy difíciles aguante en grandes dosis para resistir sin sucumbir en la prueba.

Vayamos a ese aspecto inquietante de la historia. La historia de Israel y las promesas recibidas en contraste con el presente, son elementos constitutivos del alma judía.

a) El pueblo de Israel había visto tiempos gloriosos en tiempo de David, pero aquellos tiempos habían pasado, y en vez de ellos venían desventuras tras desventuras. Primero la división del reino cuando el cisma de las diez tribus; luego la desaparición del reino del Norte tragado en la invasión asiría; después más adelante, tras otros infortunios de menor cuantía, el golpe formidable que destruye a Jerusalén y el templo y la nación, y lleva a un país extraño, ya sin rey, los restos desamparados del deshecho pueblo judío. Volvería del destierro a vivir en Palestina, pero para llevar una vida precaria de mísera colonia bajo un poderoso extranjero. Esta es en síntesis la historia de las desventuras, tanto más sensibles cuanto que se trataba de un pueblo fieramente nacionalista.

b) Paralelamente con estos infortunios había actúa, dones de profetas que tendían a mantener en alto la esperanza, pero que de hecho habían venido a ser una nueva fuente de angustia.

Había magníficas profecías.

14

Page 16: Apocaliptica xMarin

i. A David le había dicho el profeta Natán (2 Sam 7, 12 ss.), que por siempre se sentaría un descendiente suyo en su trono, pero el trono davídico había desaparecido a partir del destierro sin esperanza en lo humano de restauración.

ii. Jeremías había predicho setenta años de cautiverio (Jer 25, 11; 29, 10), luego con la vuelta coincidiría el Reino Mesiánico (24, 5-6; 23, 5-6). El Deutero-Isaias se había explayado dando rienda a su imaginación en pintar las magnificencias de la vuelta (cf. Is 40, etc.), que coincidirían con la inauguración triunfal del Reino de Yahvé; pero la vuelta y el restablecimiento en Palestina habían sido miserables.

iii. Ageo y Zacarías concentran todas sus esperanzas en Zorobabel a quien saludan como el Mesías (cf. Ag 2, 21 ss.; Zac 4, 7 ss.), pero las autoridades persas, sin duda preocupadas, intervienen y Zorobabel se eclipsa sin que sepamos cuál fuese su paradero.

iv. Ageo promete la inauguración de los tiempos mesiánicos para cuando esté terminada la construcción del templo {Profecía de Ageo). Esta se terminó, pero los tiempos mesiánicos no vinieron.

v. Conjuntamente las esperanzas daban una llamarada más potente, pero para apagarse después, cuando se presentía un acontecimiento histórico de envergadura, pues podría ser un signo precursor de los tiempos esperados.

Se presentía la caída de Babilonia, la odiada ciudad, conforme venían avanzando del Norte los ejércitos de Ciro. La ciudad cayó, pero los judíos no hicieron sino cambiar de soberano, pasando del dominio babilónico al domino persa. Las esperanzas se hunden. Vuelve a haber una exultación, cuando avanzan los ejércitos de Alejandro y va a asestar al coloso persa el polpe definitivo. Es muy probable que a ese acontecimiento se refiera el Salmo 29 bajo la imagen del desencadenamiento de una violenta tempestad, que viniendo del Noroeste (de Grecia), y habiendo atravesado todo el Mediterráneo aborda la costa de Fenicia, descuaja los cedros, derrumba las montañas del Líbano, hace estragos en el desierto de Cades. Parecen ser los reinos que se derrumban, en una especie de juicio de Dios, como el acto previo a la exaltación de Israel, según la mentalidad apocalíptica. Pero otra vez fue para los judíos un hundimiento de sus esperanzas con un nuevo cambio de soberano.

He aquí el clima de esperanza y desesperanza en que vive el alma judía, nunca respuesta del golpe del destierro, que no llegó a asimilarse plenamente, porque le resultaba incomprensible que el pueblo escogido por Dios viniera a pasar por tales trances dolorosos y precisamente por causa de los paganos triunfadores.

15

Page 17: Apocaliptica xMarin

3. El Salmo 74 como ilustración

El Salmo 74 puede ser aducido como un ejemplo confirmativo de la situación psicológica del alma judía. Pertenece muy probablemente a la época macabáica y preludia la literatura apocalíptica tocando sus temas principales. "¿Por qué, o Dios, nos han rechazado para siempre"?" "¿Por qué se enciende tu ira contra las ovejas de tu rebaño?"

a) Este por qué torturador resume largos períodos de la historia hebrea. Es una pregunta angustiada al Dios incomprensible, que ha escogido a un pueblo y luego lo abandona sin causa visible. Podemos creer que para las almas especialmente sensibles, que no faltaban en Israel, esta incomprensibilidad en el proceder de Dios resultaría más dolorosa que los mismos infortunios temporales.

Este mismo "¿por qué?" es el que suena otras veces en lamentaciones individuales en la forma: "¿Y tú Yahvé, hasta cuándo?" (6, 4; 13, 1-3; 74, 10-11). Se trata, por ejemplo, en el caso del Salmo 6 de un enfermo perseguido por sus enemigos, y que parece abandonado de Dios. De ahí el grito angustiado: "¿Y tú, Yahvé, hasta cuándo?".

b) El recuerdo del pasado es lo que hace más angustiante el comportamiento actual de Dios ¿Cómo antes tantas intervenciones respecto de su pueblo y ninguna ahora? Esto es lo que aparece en el v. 2: "Acuérdate de tu comunidad, la que fundaste hace tanto tiempo; de la tribu, la que libraste para hacerla tu posesión; del monte de Sión donde fijaste tu domicilio".

Es un llamamiento a la historia, a la Historia del Éxodo, a la historia de la conquista de Jerusalén, y a la construcción del templo, en el que se suponía moraba Dios.

c) Con esta visible intervención de Dios en otros tiempos contrasta la pasividad con que ahora abandona a su pueblo a merced de sus enemigos (v. 3-9).

"Dirige tus pasos a las ruinas eternas, el enemigo lo ha arrasado todo en el santuario. Rugieron tus adversa, ríos en el lugar de tu reunión; pusieron sus banderas como trofeo. Se asemejan a los que en la espesura blanden la segur, y ya con el hacha y la maza derriban sus puertas. Entregaron al fuego tu santuario. Profanaron por tierra el tabernáculo de tu nombre. Dijeron en su corazón: "Destruyámoslos a ellos juntamente, incendiad todos los santuarios de Dios en la tierra."

d) Ocasión. Toda esta descripción puede bien referirse a la destrucción de Jerusalén y del templo cuando Nabucodonosor terminó con la nación judía llevándola cautiva a Babilonia: pero puede referirse también a Antíoco Epífanes cuando quemó las puertas del templo (1 Mac 4,38; 2 Mac 1, 8) y profanó el santuario (1 Mac 1, 23-30;2 Mac 6, 5). El verso que sigue:

16

Page 18: Apocaliptica xMarin

"Nuestros portentos ya no los vemos; no hay profetas ni nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo", parece decidir mejor a favor de la época de Antíoco Epífanes, cuando ya hacía tiempo que se había callado la voz de la profecía. Por el tiempo del destierro babilónico estaba en su apogeo el gran profeta Ezequiel.

e) Vuelve a la pregunta que es el leitmotiv del Salmo ante el enigma del comportamiento divino: "¿Hasta cuándo, Dios, insultará el enemigo? ¿Blasfemará sin interrupción el adversario tu nombre? ¿Por qué apartas tu mano y mantienes tu derecha metida en tu seno?".

Aparece la esperanza tensa, pero se lee entre líneas una especie de desesperanza al ver que la historia sigue su curso normal y el Omnipotente no interviene. Este espectáculo de destrucción del Santuario que sucede ante la desconcertante pasividad de Dios contrasta con la profusión de portentosas intervenciones divinas de otros tiempos, ya lejanos, en favor de Israel, como en el Éxodo, o en general, estableciendo las leyes de la creación. El salmista los describe con complacencia, para indicar que si Dios no actúa, no es porque le falte poder. Por eso mismo hace más angustiante la situación sicológica del pueblo.

"Dios es mi Rey desde antiguo que produce la salvación en medio de la tierra." Y pasa a hablar a Dios en segunda persona entonando un himno a la omnipotencia divina con fraseología de trasfondo mitológico. "Tú rompiste con tu poder al mar, trituraste las cabezas de dragones en las aguas. Tú quebraste las cabezas de Leviatán; le diste como alimento a monstruos marinos." En la cosmogonía babilónica se pinta la creación como una lucha de la Deidad con el caos o el mar primordial representado como un monstruo marino. Este monstruo vencido es partido por medio y de él salen el cielo y la tierra. Prosigue el himno con una alusión al paso por el desierto y la entrada en Palestina: "Tú has hecho brotar fuentes y torrentes. Tú secaste ríos caudalosos" (el Jordán). Y pasa otra vez a la creación: "Tuyo es el día y tuya es la noche; tú estableciste la luna y el sol. Tú fijaste todos los confines de la tierra. Tú hiciste el verano y el invierno".

f) Y se concluye el Salmo con la súplica a Yahvé de que castigue a los blasfemos, no entregue a su pueblo a los enemigos y que defienda su propia causa: "Recuerda esto: El enemigo te insultó, Señor, y un pueblo necio ha maldecido tu nombre. No entregues al buitre la vida de tu tórtola; no olvides para siempre la vida de tus pobres. Mira a tu alianza, pues llenos están de violencia los escondrijos de la tierra y los campos. Que no vuelva confuso el humilde, y que el pobre y el necesitado alaben tu nombre. Levántate, Dios, y ventila tu causa. Acuérdate del deshonor que el necio te infiere cada día. No olvides las voces de tus adversarios. El tumulto de los que se levantan contra ti crece siempre."

17

Page 19: Apocaliptica xMarin

Los motivos que se indican son el honor de Dios, el nombre de Dios conculcado. El honor de Dios que está, en la opinión del Salmista, vinculado a la suerte que corre su pueblo. Y así termina este Salmo que tiene como trasfondo la inexplicable pasividad divina, oscilando entre la angustia y la fe.

4. El libro de Daniel libro no profético, si no apocalíptico

Se tratarán unos puntos claves particulares del libro de Daniel. El punto de base es que el libro de Daniel no es un libro profético, como se ha mantenido vulgarmente durante mucho tiempo, sino un libro apocalíptico.

Autor y Género literario del libro de Daniel

El libro de Daniel plantea muchos problemas críticos. El principal es el que se refiere a la fecha de composición del libro y al género literario. ¿El libro de Daniel fue compuesto en el período del destierro babilónico (587-538), o fue compuesto cuatro siglos más tarde, en los comienzos de la insurrección macabea, entre los años 167 y 164? El contenido del libro ¿son verdaderas profecías al estilo de las de Isaías, Jeremías o Ezequiel pertenecientes a un personaje del tiempo del destierro llamado Daniel, o son profecías resultado de una ficción literaria (Apocalipsis), que un autor del tiempo de los Macabeos puso en labios de un personaje que se supone viviendo en tiempo del destierro? ¿La parte narrativa que hay en el libro de Daniel juntamente con las visiones, refleja historia estricta, o son narraciones más o menos legendarias con un fin de edificación (Miarás)! Estos son los problemas básicos del libro de Daniel.

5. Breve historia de las explicaciones

a) Casi hasta la época moderna no había ninguna dificultad en admitir que un personaje por nombre Daniel, profeta, llevado cautivo en tiempo de Nabucodonosor, hubiese relatado los hechos y las visiones que constituyen el contenido de este libro bíblico. Los comentaristas siguen en general la línea abierta por San Hipólito, que escribió el Comentario católico sobre Daniel más antiguo que se nos ha conservado (202-204).

Sin embargo, no faltaron ya en la antigüedad voces en contra que colocaban la composición del libro de Daniel en tiempo de los Macabeos.

Tal era la idea de Porfirio (m. 304). La interpretación de Porfirio del libro de Daniel nos la resume San Jerónimo en el Prefacio de su Comentario: "Contra el profeta Daniel escribió Porfirio el duodécimo libro (Contra los Cristianos), pretendiendo que no fue compuesto por aquel bajo cuyo nombre figura, sino por uno que en los tiempos de Antíoco, llamado Epífanes, estuvo en Judea, y que no tanto Daniel predijo lo futuro, cuanto que ese otro narró lo pasado. Finalmente, que lo que hasta Antíoco dijo contiene verdadera historia; pero

18

Page 20: Apocaliptica xMarin

que si se había pronunciado sobre alguna otra cosa posterior, que había mentido".

Porfirio fue refutado por Eusebio de Cesárea, Metodio, Apolinar de Laodicea y por Jerónimo. Los escritos de Porfirio fueron más tarde condenados al fuego por orden imperial, y sólo se conservan fragmentos en sus refutadores.

En el siglo XVII y XVIII también Newton y Spinoza son adversarios en parte de la tesis tradicional. Newton se expresa así: "Los seis últimos capítulos contienen profecías escritas en diversos tiempos por Daniel mismo; los seis primeros son una colección de relatos históricos escritos por otros".

Sin embargo, Newton seguía creyendo que Daniel con. tenía auténticas profecías: "Quien quisiera rechazar sus profecías, dice, sería como si se quisiera destruir la religión cristiana que ha sido fundada también sobre las profecías de Daniel acerca de Cristo".

Parecida es la manera de expresarse de Spinoza. Sostenía que los capítulos 8-12 habían sido escritos por Daniel, pero sospechaba que los precedentes eran extractos de los Anales del Reino caldeo.

b) En la época moderna, hacía el final del siglo XVIII y en el XIX, es negada sistemáticamente la tesis tradicional, proponiéndose como época de la composición del libro el tiempo de Antíoco Epífanes. El primero que dirigió sus ataques contra todo el libro fue H. Corrodi, que afirmó haber sido compuesto el libro por un impostor en la época de Antíoco Epífanes. Eichhorn en la 1.a y 2.a edición de su Introducción al A. T. sólo se atrevió a rechazar la autenticidad de los seis primeros capítulos, pero en la 3.a y 4.a edición (1824) niega también la autenticidad de las visiones.

Desde entonces es bastante frecuente la opinión de los críticos independientes que tienen al libro de Daniel por una ficción, por lo menos literaria, aunque algunos hablaron también de impostura. La cuestión de los géneros literarios no se había valorado todavía por entonces suficientemente en el campo de la exégesis.

En favor de una legítima ficción literaria podemos invocar el testimonio de C. J. Ball, que se expresa así a propósito del libro de Daniel: "El rabí" encuadra su lección en narración, ya sea parábola, ya alegoría, o relato de apariencia histórica; y lo que menos se le ocurre a él o a sus discípulos es preguntarse si las personas escogidas, los acontecimiento y la circunstancias, que con tanta viveza sugieren la doctrina, son en sí mismas reales o fingidas. La doctrina es todo; el modo de presentación no tiene valor independiente".

c) Pero se requeriría tiempo para admitir en la Biblia diversidad de géneros literarios, y por eso es comprensible que se levantara una fuerte reacción, tanto de parte de los católicos, como de los protestantes, contra estas

19

Page 21: Apocaliptica xMarin

posiciones críticas, que iban extendiéndose. Podemos citar, como ejemplo en este sentido, al autor protestante E. B. Pussey, en una serie de Conferencias sobre el Profeta Daniel.

Empieza así la primera Conferencia (p. 1): "El libro de Daniel es especialmente indicado como campo de batalla entre la fe y la incredulidad. No admite términos medios. O es divino o es una impostura. Escribir un libro bajo el nombre de otro, y darlo como si fuera suyo, es en todo caso una ficción, fraudulenta en sí misma y destructiva de toda confianza... Si el autor no fue Daniel, mintió... atribuyendo a Dios profecías que nunca fueron pronunciadas y milagros que nunca fueron realizados. En una palabra, todo el libro es una mentira en nombre de Dios".

d) Extrínsecos.

El canon judío no coloca a Daniel entre los profetas, sino entre los otros escritos. Esto indica que cuando se formó el canon judío referente a los profetas, todavía no existía el libro de Daniel. Sí existía, en cambio, cuando se formó el canon alejandrino. En los LXX y en la Vulgata Daniel figura como el último de los cuatro grandes profetas.

El autor del Eclesiástico (por el año 180) no menciona a Daniel en el elogio dedicado a los Padres. De Ezequiel se pasa a los profetas menores (cf. 49, 8-10). Esto parece indicar que la figura de Daniel, y, por tanto, el libro, no era conocido para entonces, pues no se ve razón para silenciar la alabanza de un personaje de tanto relieve en la historia de Israel según aparece en el libro de su nombre, si es que este libro era conocido del Sirácida. Hay que tener en cuenta que en el elogio de los Padres también se omite el nombre de Esdras.

Se añade también que si el autor del Eclesiástico hubiera conocido a Daniel, no hubiera dicho (49, 15) que ninguno había nacido nunca como José, sostén de sus hermanos en tierra extraña. Matatías, el padre de Judas Macabeo, sí nombra a Daniel con otros personajes ejemplares (1 Mac 2, 49-64).

e) Intrínsecos.

Argumento general. El autor deja la impresión de que escribe en tiempo de Antíoco Epífanes, a juzgar por el grado de conocimiento o desconocimiento que muestra de los diversos períodos históricos, que van desde la destrucción de Jerusalén hasta los tiempos macabaicos. Si un personaje escribe por el tiempo del destierro, esperaríamos una referencia exacta de los sucesos de entonces, sobre todo tratándose de un personaje como Daniel, que aparece ocupando un alto puesto en primer plano. Esperaríamos de lo que aparece como predicción del futuro, las vaguedades propias de las predicciones. Sin embargo, no es así. El autor muestra tener conocimientos vagos o inexactos del imperio babilónico o persa. Conoce algo más del imperio griego, y sobre todo de los seléucidas y tolomeos (cf. cap. 11). Conoce perfectamente lo que

20

Page 22: Apocaliptica xMarin

se refiere a Antíoco Epífanes, aunque lo presente como profecía. Lo que ha de venir después de Antíoco Epífanes reviste las vaguedades de las predicciones. Todo concurre a pensar que el autor es un contemporáneo de Antíoco Epífanes y que vive en medio de la persecución desencadenada contra los judíos por este rey.

6. Posición de la exegesis católica en los últimos años

Steiman (1950), considera el libro de Daniel como mirarás en las narraciones y como apocalipsis en las visiones.

P. P. Saydon (1953), adopta esta posición: El libro fue escrito por Daniel, pero en el correr del tiempo fue retocado y ampliado por copistas y editores. Las visiones fueron adaptadas a la época de Antíoco Epífanes por un autor inspirado que vivió en aquel tiempo.

A. Brunet, S. J., resumía en un artículo de 1955 la tónica católica en este particular. La mentalidad católica sigue alejada de la mentalidad de los "críticos". No sólo en cuanto que sostienen la posibilidad de los milagros y las profecías, sino también porque, en el caso de Daniel, va contra ellos el testimonio constante de la tradición después de las palabras de Jesucristo en Mt 24, 15. Y además porque repugna el que se admita simplemente que el libro de Daniel sea midrásico y apocalíptico.

7. Valoración de los argumentos críticos y las dificultades que ofrecen

Los argumentos son muchos en número y parecen objetivos y fuertes. Se ha tratado de dar respuesta a las dificultades históricas que presenta el libro de Daniel, pero las soluciones no parecen tales que disipen las dudas. De hecho los críticos han permanecido en sus opiniones.

La dificultad procedente de la cita de Jesucristo, en que se atribuye a Daniel el libro que lleva su nombre, puede solucionarse fácilmente, a la luz de otros casos similares.

La cita está en Mt 24, 15. Se refiere especialmente a Dn 9, 27. "Cuando viereis la abominación de la desolación, de que habló el profeta Daniel, instalada en el lugar santo...".

En el lugar paralelo de Marcos (13, 14) no se nombra a Daniel ("cuando viereis la abominación de la desolación instalada donde no debe ser"). La referencia a Daniel puede ser no de Jesucristo, sino del evangelista que añade la frase explicativa "de que habló el profeta Daniel".

21

Page 23: Apocaliptica xMarin

La frase no implica la cuestión de la autenticidad del libro, cuestión que no estaba planteada, sino que era una manera de citar el libro y es equivalente, por tanto, de que habla el libro del profeta Daniel". El Kempis designa el libro de la Imitación de Cristo, y los que emplean la palabra "Kempis" en ese sentido hacen abstracción de la cuestión de si fue realmente Tomás de Kempis o fue otro autor (v. gr. Gersón) el que escribió la Imitación de Cristo. De la misma manera se puede solucionar la dificultad procedente de la cita que hace Judas (14-15) del Apocalipsis de Henoc.

En cuanto al testimonio de la tradición, habría que empezar por probar que se trata de un asunto concerniente a la fe o a las costumbres para que se imponga como tradición dogmática, en vez de como simple tradición histórica. Lo referente al género literario, una vez que queda inmutable la doctrina, no parece que pertenezca a la fe. Si en otros tiempos no se ofrecieron dudas respecto al género literario de Daniel, y ahora sí, es porque en otros tiempos no se tenían los conocimientos de la historia antigua que se tienen hoy. Si se abandona la opinión tradicional, no se la abandona a la ligera, sino por razones que se creen de peso.

Los géneros literarios midrásico y apocalíptico, no se ve por qué han de ser incompatibles con la Sagrada Escritura, cuando consta por una parte que eran muy usados en los últimos tiempos del Antiguo Testamento, y por otra, la norma de Dios de encarnar su palabra en plena palabra humana.

8. Peculiaridades y aportaciones de la Apocalíptica

a) El surgimiento de la apocalíptica y su empalme con la profecía

El anonimato y la pseudonimia

Se comprende perfectamente, estando ya clausurada la época de la profecía en tiempo de Esdras con la canoni zación de la Ley, que si había algún "profeta" que se sentía en posesión de algún mensaje, que no pudiera declararlo en su nombre para no caer ya desde el primer momento en el descrédito y que tuviera que recurrir al anonimato o a la pseudonimia. Los que tenían que decir algo a su propia generación tomaron deliberadamente un nombre de fama antigua, anterior a Esdras: Henoc o Moisés, Isaías o Daniel, o el mismo Esdras, y pusieron en boca de estos personajes, como si estos personajes lo hubieran anunciado en profecía, el mensaje que querían transmitir a sus contemporáneos los reales autores del escrito.

Ellos, los apocalípticos, eran tan auténticos profetas como los antiguos, pero, dadas las circunstancias de descrédito en que estaban los profetas, no podían presentarse como tales si no querían quedar condenados al fracaso desde el primer momento.

22

Page 24: Apocaliptica xMarin

La apocalíptica en vez de la profecía

Así, la Apocalíptica reemplazó a la Profecía, y gozó de gran prestigio y popularidad durante mucho tiempo y salvó, se puede decir, de la ruina total al judaísmo en circunstancias muy difíciles, a base de grandes dosis de esperanza.

Mucho material de la apocalíptica, anónimo o pseudonímico, logró entrar en el canon de los Profetas, cuando por el año 200 se seleccionó y canonizó todo el material que se creía perteneciente a los antiguos profetas, antes de que enmudeciese la voz de la profecía. La Apocalíptica a su vez desaparecería desprestigiada.

Noción de esperanza escatológica.

La esperanza escatológica no es la esperanza de una intervención cualquiera de Dios respecto de su pueblo, sino la esperanza de la intervención definitiva que cambiaría el rumbo de la historia (escatología germinal). Se comprende que a partir del destierro se acentúe la escatología. Creyeron los judíos que se cumplirían las profecías en el momento de la vuelta del destierro babilónico, pero éstas no se cumplieron, ni llevaban, en lo humano, trazas de cumplirse. Si el alma judía no puede dudar de la fidelidad de Dios, y aquí abajo no encuentra más que decepciones, es inevitable que esté asomada al porvenir.

Esto es la característica que lleva gran parte de la literatura de la última época y que se ha designado como escatología. El resultado de la intervención de Dios se designa muchas veces como el Reino de Dios (en la tierra o en el cielo). Es típico de la esperanza escatológica el dualismo: Este mundo estaba bajo el poder de dominios diabólicos y se esperaba un orden nuevo, el mundo venidero, con una renovación radical de todo el universo (Pesimismo).

Mesianismo y escatología.

Mesianismo no es sino una forma de la esperanza escatológica, a la que está subordinado. La esperanza escatológica abarca más que el mesianismo. Hay muchas veces escatología sin que haya propiamente mesianismo. Mesianismo es la realización de los planes de Dios en el futuro escatológico mediante el Mesías, como instrumento, pero muchas veces el instrumento no aparece.

Los profetas y apocalípticos judíos concebían muchas veces el reino sin el Mesías. Se trata entonces de un mesianismo sin Mesías. No hay ninguna mención del Mesías en los siguientes pasajes escatológicos: Amos 9, 11-12; Sofonías 2, 8-20; Is 24-27; 54, 11-17; 60-62; 65-66; etc. No se hace ninguna mención del Mesías en la 1.a y 2.» colección del libro de Henoc, ni en el 1.° y

23

Page 25: Apocaliptica xMarin

2.° libro de los Macabeos, ni en otros libros apocalípticos. El Mesías, pues, no es esencial a la concepción del Reino, y cuando está ausente la persona del Mesías, el Reino aparece bajo el dominio de Yahvé.

b) La diversa concepción antropológica

La diversa concepción antropológica del judaísmo y del helenismo había de manifestarse en la concepción de la vida ultraterrena.

El judaísmo no influenciado de helenismo no sabía concebir una existencia digna de tal nombre para el alma separada, sin el cuerpo. Y por eso, cuando llega a formarse idea de otra vida (en el verdadero sentido de la palabra) no sabe concebirla sino como vida resucitada, recobrado el cuerpo.

El helenismo, en cambio, que al cuerpo, como material, lo tenía por esencialmente malo, y lo consideraba como cárcel del alma, no podía concebir una vida feliz ultraterrena sino como inmortalidad de alma, liberada ésta del cuerpo; y la resurrección era para ellos un absurdo, como se advierte en algunas controversias con Pablo.

c) En cuanto a la concepción de la transformación del Seol

El seol antes de Daniel era la eterna morada de los difuntos, sin distinción moral entre ellos, en una existencia de sombras.

En Daniel ya no es la eterna morada de todos los difuntos; muchos han de resucitar y, por tanto, el seol es para ellos un estado intermedio; pero mientras están en él, llevan una existencia soporífera ("los que duermen").

En escritos posteriores a Daniel se advierte a la vez una "densificación" de la vida del seol y una "moralización". En muchos escritos apocalípticos extrabíblicos.

1.° Los difuntos no están ya descritos como sombras o espectros, sino que son designados como "almas" (Parabólas de Henoc, Salmos de Salomón, 2 Henoc, Testamento de Abraham, 4 Esdras, 2 Baruc, etc.).

2.° Las almas o espíritus de los difuntos no solamente experimentan conciencia, son capaces de reacciones emocionales. Gritan y se lamentan (1 Henoc 9, 10), son capaces de premio o de castigo (cf. 4 Esd 7, 80 ss.).

3.° Pero esta vida está limitada por la carencia de cuerpo y sólo en la resurrección alcanzará su plenitud. Es pues un "síntesis" del pensamiento griego (hostil al cuerpo) y el pensamiento hebreo (favorable al cuerpo).

4.° La moralización llevó a dos compartimientos en el seol, uno para los justos y otro para los pecadores. De aquí surgirán el paraíso, el cielo, el

24

Page 26: Apocaliptica xMarin

infierno y la gehenna. La idea del infierno como un lugar de tormento aparece por primera vez en Hen 22, 9-13. 1 Hen 91-194 el autor polemiza insistentemente contra la idea de los saduceos de que en la vida de después de la muerte no hay diferencia entre la suerte de los justos y la suerte de los pecadores. Los pecadores estarán en gran tribulación, en oscuridad, cadenas y fuego (103, 7-8).

El autor del Testamento de Abrahán expresa la misma creencia en la pintura que hace de las dos puertas por las que pasan las almas de los hombres. "Esta puerta estrecha es la del justo, que lleva a la vida, y los que entran por ella, entran al paraíso. La puerta ancha es la de los pecadores que lleva a la destrucción y al castigo eterno (cap.11) (cf. Mt7, 13; Le 13-24). El término gehenna deriva del hebreo ge Hinnon que significa "el valle de Hinnon". Era aquí donde se sacrificaban los niños a Moloc (cf. 4 Rey 16, 3; Jer 7, 31, etc.). En la literatura apocalíptica el término es empleado para designar el lugar del tormento de fuego reservado a los malvados después de la muerte (cf. Mt 5, 22; 13, 42).

5.° Sobre el cambio moral en la vida del más allá, hay algunos autores que expresan la creencia en la posibilidad, pero la mayor parte de los escritores apocalípticos favorecen la idea de que no es posible el cambio una vez que el hombre ha concluido esta vida. Su destino queda fijado tanto en el seol como en el último juicio por la vida que vivió en la tierra.

9. Ángeles y demonios en la literatura apocalíptica

a) Factores del desarrollo del mundo de los espíritus en la literatura apocalíptica

No se trata de hacer toda la historia bíblica de los ángeles y demonios, sino de hacer algunas breves indicaciones de cómo el mundo de los espíritus se desarrolló muy ampliamente en el tiempo de la Apocalíptica debido a varios factores:

El creciente sentimiento de la transcendencia. Uno fue el creciente sentimiento de la trascendencia divina. Si en los comienzos se atribuía a Dios la actuación de todo tipo (buena y mala) en la historia humana, esta actuación pasó después a los ángeles y los demonios. Dios intervenía, pero al mismo tiempo quedaba lejano de los acontecimientos.

El buscar solución para el problema del mal. El factor del sufrimiento contribuyó también mucho.

25

Page 27: Apocaliptica xMarin

Desde los días de la cautividad el problema del sufrimiento fue un gran misterio para el pueblo judío, aplicado a la nación y a los hombres justos dentro de ella. No se encontraba solución satisfactoria.

Además el problema del sufrimiento era sólo un aspee, to del más amplio problema del mal moral que constituye el tema de no pocos escritos de este período. Aquí surgió gradualmente, sin duda, bajo el influjo de pensamiento extranjero, la idea de que los ángeles a quienes Dios había dado la autoridad sobre las naciones y sobre el mismo universo físico, habían abusado de su poder y se habían independizado de Dios rebelándose contra Él. De ahí procedía el mal. El mal es tan exorbitante que tenía que tener un origen supra humano.

En la literatura apocalíptica Satán y sus legiones están presentados como los supremos enemigos de Dios y de su obra. Pero no todos los ángeles se rebelaron contra la autoridad de Dios. Muchos permanecieron fieles. Ahora existen dos campos. Vendrá el Fin; el Reino de Satán será destruido y quedará establecido el Reino de Dios no sólo en la vida humana, sino a través de todo el universo. Es el dualismo típico de la Apocalíptica que, sin embargo, no contradice al monoteísmo. Sin embargo, este aspecto de fe antagonista fue uno de los factores que contribuyeron a hacer impopular entre los rabinos la literatura apocalíptica.

10. Angelología

a) ProliferaciónSe puede hablar de una proliferación de la angelología en la literatura apocalíptica. El libro de Daniel nos dice que "millares de millares servían al Anciano de Días" (cf. 7, 10).

b) Jerarquización de los ángeles Están jerarquizados (cf. Jubileos 2, 2 y 2, 18). En las Semejanzas de Henoc

están descritos como Serafim, Querubín y 'opannim, y son los que nunca duermen y velan el trono de su gloria (1 Henoc 71, 7). Interceden por los hombres (1 Henoc (15, 2). Guían a los hombres por el recto camino (Jubileos 4, 6). Revelan a los los secretos de Dios referentes a los cielos y la tierra (1 Henoc 60, 11).

c) Nombres propiosPor primera vez en este período reciben nombres propios.Miguel (Dan 10, 13. 21).Gabriel (Dan 8, 16; 9, 21).Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel (1 Henoc 9, 1 s.).Fanuel (1 Henoc 40, 6 ss.).

26

Page 28: Apocaliptica xMarin

d) Funciones

Las funciones realizadas por estos siete arcángeles aparecen en 1 Henoc 20, 2 ss. Aparecen otros ángeles de inferior categoría y ministerio:

1.° Custodios de los elementos.

En Jubileos 2, 2 aparece una larga lista de tales espíritus donde se dice que cada uno de los elementos naturales y cada una de las estaciones tiene su propio ángel que es responsable ante Dios de su recto funcionamiento (cf. etiam 1 Henoc 60, 11-24). Para la imaginación popular la multitud de las estre. lias no representaban simplemente los ejércitos angelíeos (cf. 1 Henoc 80, 6; 4 Esdras 6, 3); se las consideraba como creaturas vivientes. Así en 1 Henoc 85-90, por ejemplo, la leyenda de los ángeles caídos está referida en términos de estrellas que caen de los cielos (v.g.: 86, 1 ss.). Estas estrellas son juzgadas en el Fin por los siete arcángeles y lanzadas al abismo (1 Henoc 88, 1 ss.).

2.° Ángeles custodios de los hombres. En algunos de estos escritos aparecen los ángeles custodios no sólo de los elementos sino también de los hombres particularmente, de los justos (cf. 1 Henoc 100, 5). Cf. Jubileos 35, 77 donde se dice que "el guardián de Jacob es más grande y poderoso que el guardián de Esaú.

3.° Custodios de las naciones.Las naciones también tiene su ángel custodio (cf. Dan 10,13. 20, etc.; Jubileos 15, 31-2, etc.). Detrás de todos estos pasajes está Deut 32, 8-9 según los LXX: distribución de los pueblos entre los ángeles, mientras Israel queda reservado a Dios.

Los ángeles caídos y el origen del mal

Hay varias explicaciones. Una muy popular parte del relato de Gen 6, 1-4: "Los ángeles bajaron a la tierra, se casaron con las hijas de los hombres e introdujeron toda clase de mal en el mundo (cf. 1 Henoc 6-36. Véase el resumen del Libro de Henoc, págs. 65-66).

11. Satán y los demonios

Agentes malos antes de la caída de los ángeles

Una tradición distinta del origen del mal por los ángeles caídos afirma que existían agentes malos antes de la caída de estos ángeles. En las Semejanzas de Henoc (1 Henoc 37-71) se da una referencia de un número de "Satanes" mandados por un jefe "Satán" (53, 3; 54, 6). Su función es triple: acusar a los hombres que habitan en la tierra (40, 7), tentar a los hombres al

27

Page 29: Apocaliptica xMarin

mal (69, 6) y actuar como ángeles de castigo (53,3; 56, 1; 62, 11; 63, 1). Jerarquización.

Según el Libro de los Jubileos los malos espíritus están regidos por uno, Mastema "enemistad" (10, 8, etc.), cuya función es, a través de todo el curso de la historia, apartar a los hombres del camino de Dios. En el Testamento de Doce Patriarcas los demonios están regidos por un jefe llamado Beliar. Al Fin Beliar será aherrojado (Test, de Leví 18, 12) y será arrojado al fuego para siempre.

a) Ángeles y demonios dentro de la línea fundamental de la apocalíptica

Los ángeles y demonios son piezas dentro de la construcción teológica de la Apocalíptica.

El empeño de la apocalíptica

El empeño de los autores apocalípticos es sustituir por la esperanza de una edad de oro la desesperación actual y presentar una teodicea que muestre que Dios es justo en su comportamiento con Israel. Si en el presente Dios "ha rechazado" a su pueblo, ¿cómo puede reconciliarse eso con la concepción de un Dios justo, que es fiel en cumplir la alianza?

La respuesta de la apocalíptica

La respuesta a que llegaron estos hombres fue en ciertos respectos curiosa. El mal de este mundo es debido al pecado, pero no primariamente a pecado de hombres, sino de ángeles. El relato del Gen 6,1.8 les daba la explicación. Los ángeles pecadores son ahora malos espíritus en cuyo poder estamos indefensos. Una teoría (cf. Jubileos, por el 60 p. C), era que el Diluvio fue planeado para anegar a los gigantes, pero sus espíritus todavía permanecían en el mundo tentando y persiguiendo a la humanidad. Tales ideas eran posibles sólo porque la prevalente concepción de Dios de tal manera acentuaba su trascendencia que se le pensaba como un ausente terrateniente que había dejado todo su poder en manos de "colonos" angélicos, que abusaban ahora de su confianza. De aquí que los males de los tiempos no eran debidos a la ira de Dios, sinos a los malos espíritus angélicos que gobernaban este mundo y que instigaban a los gentiles a actos de maldad contra los justos, es decir, los judíos.

b) El dualismo apocalíptico y el monoteísmo hebreo.

1.° El dualismo superado antes de la Apocalíptica por los autores sacerdotales y el Deutero Isaías.Ahora bien, los hebreos habían heredado un "mito de conflicto" que pudo muy bien haberse convertido en una teología dualista, pero tan fuerte se había

28

Page 30: Apocaliptica xMarin

hecho el monoteísmo en la conciencia hebrea que los autores sacerdotales habían editado el viejo relato removiendo todo rastro (o casi todo) de pensamiento dualista. (Tiamat (deidad en el mito bobilónico) queda despersonalizada al nivel del Tejom o del "Abismo", cf. Gen 1).

2.° El modo de superación de los Apocalípticos.Pero en la Apocalíptica el dualismo parece recuperar su camino debido en parte al influjo iraniano. Los Zorostrianos tratando de explicar el mal lo atribuían a Ahriman, el enemigo de Ahura. Un intransigente monoteísta, sin embargo, como el Deutero-Isaías parece totalmente dispuesto a cargar toda la responsabilidad sobre Yahvé mismo: "Yo soy Yahvé y no hay otro, quien forma la luz y crea las tinieblas; quien hace el bienestar y crea el mal (atención para Gen 1). Soy yo Yahvé quien hace todas estas cosas" (Is 45, 6-7). Pero el Deutero-Isaías tenía fe en la bondad fundamental de la vida. Los Apocalípticos creían en la maldad fundamental de la vida, como algo que, siendo bueno originariamente, había venido a ser ahora desesperadamente malo. El mal a tal escala, en su opinión, no podía ser obra de Yahvé; pero tampoco podía ser obra del hombre —no porque necesitase un "caper emissarius" distinto de ellos mismos—, sino porque su absoluto pesimismo no permitía al hombre ser suficiente explicación.

El mal ha venido a ser parte y parcela del Universo, y la naturaleza misma está infectada con él. El hombre no es de suficiente estatura como para ser su explicación. Así, bajo la influencia del dualismo zoroastriano, se volvieron al relato de Gen 6 y encontraron en él su explicación, Pero eran monoteístas, y estaban todavía enfrentados con el problema de por qué Dios había permitido a estos ángeles malos señorear al mundo de esta manera. También aquí el influjo persa debió de guiar su pen. Sarniento, pues como el zoroastrismo enseña una duración del mundo fija de doce mil años subdividida en períodos y subperíodos, así los autores judíos enseñan una duración fija de tiempo que ha sido determinada por un decreto de Dios antes de la creación (determinismo), y lo que Dios ha hablado no puede ser alterado.

Ese periodo de tiempo que Dios ha pre ordenado tiene que ser vivido totalmente, sufran lo que sufran los santos (cf. 4 Esdras 4, 36). Así la respuesta es de naturaleza dualista, pero no contradictoria de su monoteísmo, pues, es Dios quien creó los ángeles, quien ahora permite su reino, y quien al FIN los destruirá.

3.° Dios destructor del Imperio de Satán.Los Apocalípticos son totalmente deterministas. La esperanza de la intervención final de Dios destruyendo el Imperio de Satán y este mundo esencialmente malo es fundamental en la Apocalíptica. Sería una destrucción de catástrofe de todo el Universo. Así podemos entender la complacencia que tenía el Apocalíptico al pintar ese holocausto del Universo en ruinas, pues encontraba real solaz para su alma, puesto que sólo en un Fin a tal escala podía hallar una base de esperanza.

29

Page 31: Apocaliptica xMarin

12. El mensaje en síntesis de la apocalíptica

En síntesis el mensaje de la Apocalíptica es este: "yo conozco los secretos del futuro, y cuándo va a ser el Fin. Así, que, hermanos, ¡ánimo, pues está para acontecer! Este es el mensaje, por ejemplo, tanto de Daniel como del Apocalipsis de Juan, y deben ser leídos como incumplidos pronósticos de lo que iba a suceder en el propio tiempo del autor apocalíptico. La profecía incumplida (una y otra vez reinterpretada) forma parte de la apocalíptica.

Cuestiones colusorias sobre la apocalíptica prestigio o desprestigio de la apocalíptica o la fortuna que ha tenido.

a) Popularidad de la apocalíptica

La Apocalíptica no fue una literatura "popular" en el sentido que fuera escrita para las masas. Procedía de hombres de gran erudición en la historia del Judaísmo. Pero las ideas estaban mucho más extendidas que los mismo libros (cf. Dan 12, 4. 9-10).

1.° Proliferación.El cuarto libro de Esdras (14, 13. 26. 46) se refiere a no menos que 70 libros secretos (presumiblemente escritos apocalípticos) que habían de entregarse a los sabios de entre el pueblo, que estaban en circulación en su día y que menciona a la par de las mismas Escrituras canónicas (cf. 14, 45-6). Referencia en los Padres de la Iglesia y en los escritos rabínicos tardíos confirma este extendido influjo de la Apocalíptica y sugiere que estos libros apocalípticos que ahora quedan son o sólo una fracción de lo que debió de haber sido en su tiempo una muy considerable literatura. Lo confirman los hallazgos de Qumran.

2.° Influjo.No hay duda que terminaron estos escritos por ejercer grande influjo desde muy al comienzo en la vida del pueblo judío como un todo. Sin duda, que durante los reinados opresores de los jefes herodianos, por ejemplo, y los turbulentos años de los Procuradores Romanos hasta la explosión de la guerra judaica del 66, fueron una fuente de confortación para la nación ante el serio peligro.

3.° Múltiples traducciones y difusión entre los cristianos. Un signo de la popularidad de estos libros es el gran número de idiomas a que fueron traducidos (latín, siriaco, árabe, armenio, etiópico, copto, eslavónico, georgiano, etc.). Esta amplia gama de traducciones refleja también el grado de popularidad que vinieron a tener entre los cristianos.

30

Page 32: Apocaliptica xMarin

b) Descredito y sus causas

1.° El hecho del eclipse.Sin embargo, posteriormente cayó en descrédito. Alguno afirma (Torrey) que desde el año 70 en adelante fue tan grande la devoción de los jefes judíos a la Ley y a las Sagradas Escrituras, que se tomó la decisión de destruir como indeseables todos los originales semíticos de los "libros extra canónicos" incluyendo los escritos apocalípticos, efectuándose así el repentino y completo abandono por los judíos de su popular literatura. (De hecho L. Ginzberg ha notado que en toda la literatura rabínica de los seis primeros siglos no se encuentra ni una cita de la existente literatura apocalíptica). Tal vez esto sea exagerado.

De hecho esta literatura un día popular perdió continuidad y las ideas que propugnaba fueron rechazadas como peligrosas y heréticas. Alusiones a las ideas apocalípticas (v.gr.: venida del Mesías) sí se encuentran. Pero aparte de estas exageraciones es claro que después del año 70 la Apocalíptica comenzó a perder su puesto en la corriente principal del Judaísmo. Es improbable que el Judaísmo "oficial" y "normativo" que emergía entonces mostrase ninguna acre hostilidad hacia esos libros. Pero no sorprende al mismo tiempo que cayesen en desuso. Había ciertos rasgos en ellos que podían ser considerados adversos a la "pureza" del Judaísmo. El peligro teológico del dualismo, por ejemplo.

2.° Se eclipsa con el eclipse del exaltado nacionalismoTodo el modo de ser y de sentir de la Apocalíptica tenía que aparecer como fuera de sitio en el reformado judaísmo. En los primeros días de la lucha de la nación por la supervivencia, cuando el nacionalismo era un poder con el que había que contar, la Apocalíptica encontraba un puesto natural y perfectas condiciones para su crecimiento; el mensaje de que el Reino de Dios estaba al alcance tenía una urgencia y una importancia para todos los que lo escuchaban. En el mundo del judaísmo rabínico, sin embargo, este sentido de urgencia había pasado y los fuegos del nacionalismo en gran parte se habían extinguido (paralelo con la aparición el Documento Sacerdotal). El acento estaba ahora sobre la Ley de Dios contenida en las Sagradas Escrituras, en la "tradición de los Ancianos" y en la vida de obediencia a la voluntad revelada de Dios a la luz de estos sagrados escritos. Se efectúa un repliegue de interioridad, que es típico de la literatura sapiencial.

3.° El peligro que entrañaba por su fanatismo.

De hecho el típico fanatismo de los Apocalípticos tenía que ser una advertencia para los rabinos de los peligros inherentes en tales escritos. Tenían que recordar la parte que estos libros habían desempeñado en las recientes revueltas contra las autoridades romanas en los años pasados y es presumible, sin duda, que su continuada popularidad condujera a similares

31

Page 33: Apocaliptica xMarin

tragedias en el futuro. De esta manera eran un desafío tanto a la autoridad rabínica como la seguridad del estado.

4.° La utilización que de ella hacía la propaganda cristiana.Otro, y tal vez decisivo factor para el ocaso de la Apocalíptica pudo ser el rápido crecimiento del cristianismo y la adopción y adaptación por la Iglesia de muchos escritos apocalípticos cuyas enseñanzas mesiánicas y escatológicas se acomodaban estupendamente a los fines de la propaganda cristiana.

5.° ¿Destruida por los romanos!Se ha sugerido que en el tiempo de las persecuciones de Adriano, cuando, por ejemplo, el estudio de la Torah estaba castigado con la muerte, pudieron los romanos haber destruido los libros apocalípticos que considerarían como ofensivos y peligrosos. A la vuelta de tiempos más pacíficos los textos originales hebreos y aramaicos ya no existían. Su supervivencia se debería al hecho de haber sido traducidos a otros idiomas, y la persistencia de las ideas apocalípticas dentro del judaísmo rabínico sería el resultado de la transmisión oral (cf. J. Bloch, p. 37). Esto es una sugerencia. Pruebas no existen. Existe el hecho.

c) La relación de la literatura apocalíptica al canon

Hay referencias en el Rabinismo de que no son canónicos determinados libros. No sabemos a punto fijo por qué no los admitieron en el Canon y admitieron a Daniel.

d) El valor permanente de la apocalíptica

1.° Lo que hay que "desmitologisar". Si algo en el Nuevo Testamento necesita ser "desmitologizado" es seguramente la esperanza apocalíptica con su tradicional imaginería, sus extraños conceptos, figuras, símbolos, presupuestos, su idea de la historia y aun su concepción de Dios. Como siempre en religión y en literatura religiosa, la prueba es simple: ¿Qué aporta este sistema de pensamiento —o colección de fantasías— a la idea de Dios? Sí hace a Dios inmerecedor de nuestra confianza, o le convierte en un tirano arbitrario o monarca absoluto "sobre la ley", entonces el sistema tiene que ser abandonado. Por esta prueba, totalmente aparte de su fracaso en predecir el curso posterior de los eventos, la Apocalíptica está desacreditada; y cuando los sueños apocalípticos, finalmente, se esfumaron, podemos darnos cuenta de cómo los dejó en el foso de nebulosas especulaciones cósmicas que la Iglesia encontró necesario repudiar y destruir.

2.° La heroica fe en el triunfo de Dios (que comparte con la profecía).Pero detrás de dos o tres siglos de entusiasmo y literatura judía y cristiana primitiva está toda la larga historia del profetismo, con su heroica fe en Dios,

32

Page 34: Apocaliptica xMarin

su seguridad del triunfo final de la justicia social y de la justicia personal, su convicción de que los caminos de Dios, aun. que oscuros para nosotros, son saludables y buenos y conducen en definitiva a la plena realización de sus planes. La "Verdad" en la Apocalíptica es precisamente —y solamente— la que comparte con la profecía, no los rasgos que la hacen distinta y diferente Jesús fue un Profeta, no un Apocalíptico.

C.ANEXO CON INFORMACION SINTETIZADA SOBRE EL FENOMENO LITERARIO DE LA APOCALIPTICA Y ESCRITOS SOBRE EL APOCALIPSIS.

1. Definiciones y origen

De acuerdo con su etimología (apocalipsis = revelación) estamos ante una literatura de «revelación» de misterios. Su objeto viene perfectamente descrito en el texto paulino de 1 Co 2,9. Pero que se trate de una literatura de revelación no significa que sea fácil determinar los contenidos propios y precisos de una obra apocalíptica. Con frecuencia se constata la existencia de temas y motivos característicos de los escritos apocalípticos en otros escritos que no lo son específicamente y, al revés, obras claramente apocalípticas no presentan todas las peculiaridades propias del género. Algún autor ha tratado de concentrar los elementos temáticos fundamentales de toda apocalíptica en estos dos:

• La creencia en la vida ultraterrena, bien a través de la resurrección o de la inmortalidad del alma.

• El convencimiento de que el mal tiene su origen en una esfera superior al hombre.

Literatura apocalíptica es la expresión con que se designa en el judaísmo tardío y en el cristianismo naciente (150 a. C. - 100 d. C) a un tipo de literatura importante y original.

La apocalíptica es un modo peculiar de «decir» y «sentir» y «pensar» típico de una época del judaísmo.

Conviene advertir que ni los escritores se denominaron a sí mismos apocalípticos ni titularon como apocalípticas a sus obras. El término fue adoptado más tarde, dentro del mundo cristiano, habida cuenta de los puntos de contacto entre estos escritos y el libro neotestamentario del Apocalipsis. En

33

Page 35: Apocaliptica xMarin

la actualidad existe una cierta diferencia de criterios por lo que se refiere a la definición de la naturaleza propia de la apocalíptica: ¿Se trata de un simple género literario o estamos ante una corriente de pensamiento religioso específico?

Los orígenes de la literatura apocalíptica judía hay que situarlos muchos años antes de la composición de los libros estrictamente apocalípticos. En realidad la apocalíptica surge en el corazón mismo de la historia judía, no como una simple moda literaria, sino como una verdadera necesidad vital para superar la grave crisis de desesperanza por la que pasó la sociedad israelita posterior al destierro babilónico.

En efecto, la desilusión nacional que siguió a la vuelta del exilio a Babilonia produjo una profunda modificación en las perspectivas proféticas de salvación y en la manera de entender la realización de las promesas en torno al futuro reino mesiánico nacional de acuerdo con los sueños de la época monárquica.

En tales circunstancias las antiguas promesas de salvación fueron consideradas desde un nuevo ángulo. Con los profetas, las esperanzas de alcanzar un futuro glorioso y feliz, aunque se habían desplazado hasta situarse en el final de los tiempos, se mantenían dentro del plano de la presente historia terrena. La aportación de la apocalíptica consistirá, precisamente, en desgajarlas de este plano terrestre y situarlas en un mundo transcendente, más allá de este mundo y de esta historia. De esta forma, las promesas salvíficas de los antiguos profetas fueron sometidas a un proceso de reinterpretación, con el fin de revitalizarlas y ponerlas al día. Para ello, los autores de apocalipsis utilizaron materiales heterogéneos procedentes de distintas fuentes, pero siempre con una fidelidad fundamental a la tradición, lo que imponía a los escritores judíos una severa selección y una cuidadosa interpretación de los materiales acumulados.

En tal sentido, cabría decir que la literatura apocalíptica es un gigantesco «midrash» (= comentario) de la literatura profética. Es cierto que las apocalipsis no pertenecientes a la Biblia (que son la mayoría) han sido, con frecuencia, bastante permeables a infiltraciones ideológicas extrañas, pero esto no destruye la originalidad fundamental de la apocalíptica judía que, al igual que en su día el profetismo, supo mantener viva la esperanza israelita seriamente amenazada.

Tres momentos históricos pueden establecerse como determinantes en la configuración de la época dorada de esta literatura: la persecución de Antíoco IV Epífanes (años 168-165 a. C.), la conquista de Jerusalén y asalto al templo por las tropas de Pompeyo (año 63 a. C.) y, por fin, el aniquilamiento total del pueblo, llevado a cabo por Vespasiano y Tito (años 66-70 d. C). Pero los

34

Page 36: Apocaliptica xMarin

primeros vestigios literarios deben y pueden identificarse, como ya hemos indicado, con anterioridad al s. II a. C. Algunas secciones de libros bíblicos exílicos y posexílicos; en concreto, pasajes como ls 24-27 y 34-35, conocidos también como «grande y pequeño apocalipsis» respectivamente, y 65-66; Zac 9-14 y JI 3-4 contemplan ya el fin de la historia en una perspectiva nueva y claramente distinta del resto de los escritos proféticos y constituyen el comienzo de un nuevo género literario en la Biblia: el género apocalíptico.

Precisamente esta presencia de gérmenes apocalípticos en algunos libros proféticos ha llevado a algunos a considerar a la apocalíptica como una derivación de la profecía. Y es verdad que existen algunas coincidencias entre ambas, pero en conjunto son más determinantes las diferencias. Otros consideran al movimiento apocalíptico vinculado con las tradiciones sapienciales. Valga, quizá, como exponente del estado de la opinión científica al respecto la de un eminente conocedor del tema: «Los orígenes de la apocalíptica son muy complicados. La tradición apocalíptica israelita tiene dentro y tras de sí variedad de tradiciones. Tuvo contactos no sólo con la sabiduría de Israel sino también con los círculos sapienciales del Oriente Medio» (M. McNamara).

2. Características del género apocalíptico

Aunque cada obra presente características peculiares, tal vez ninguna otra corriente ideológico-literana presente notas distintivas tan acusadas y estereotipadas como ésta en lo que se refiere al lenguaje, elementos estructurales y doctrinales.

Señalemos las principales:

a) Una revelación centrada en el porvenir

No es que los autores de apocalipsis se despreocupen del presente o del pasado. Pero el centro de gravedad de sus consideraciones es el futuro, y en función del porvenir describen e interpretan el presente y el pasado. La realización de los designios divinos en el pasado constituye el cimiento de la fe inquebrantable en la liberación futura; el presente, por su parte, contiene ya en germen los signos precursores de un mundo nuevo. Un mundo donde los judíos fieles verán cumplidas sus esperanzas y donde los impíos sentirán el peso implacable del juicio y la justicia divina. En este sentido uno de los elementos de mayor relieve lo constituye la figura del elegido de Dios —el Mesías-, una figura no uniformemente tratada y en la que, junto a su función religiosa, se destaca la connotación política.

35

Page 37: Apocaliptica xMarin

b) Visión esquemática de la historia

Para los autores de apocalipsis, la historia se desarrolla en dos grandes planos: el humano y el divino. Vistas las cosas desde el plano del hombre, desde el plano terrestre, parece que todo acontece al azar, al margen de la justicia y sabiduría divinas. Pero no es verdad. Mirado desde el plano de Dios, todo el decurso histórico se explica y se ilumina. Todo está previsto y querido por Dios. La historia avanza inexorablemente hacia el fin prefijado por Dios. Los actores protagonistas de este drama de la historia son libres y responsables de sus actos, como lo prueban los reproches que los escritores dirigen a los enemigos de Israel, pero, en realidad, tenemos la impresión de que una secreta maquinaria pone en movimiento toda la representación y lo hace en una dirección determinada, tal como Dios, señor de la historia, lo tiene prefijado.

c) Pseudonimia y carácter esotérico

Los escritores apocalípticos necesitaban que se valorase positivamente su mensaje, que era fundamentalmente un mensaje de esperanza. Pero conscientes de que sus nombres no tenían, tal vez, mucho prestigio ante los lectores y, consecuentemente, sus revelaciones tendrían poco éxito y causarían poco impacto, buscan una solución. Y la encuentran presentando sus reflexiones sobre la historia como revelaciones escritas en el pasado por personajes célebres del pueblo de Israel: Adán, Henoc, Noé, Abrahán, Moisés, Esdras, Daniel... (pseudonimia). Nadie mejor que estos personajes para conocer los secretos celestiales, puesto que ellos habían sido los amigos de Dios y los portadores de su espíritu.

Si estas revelaciones tan venerables habían sido ignoradas durante tanto tiempo, fue porque se trataba de revelaciones que sólo en el momento oportuno podían ver la luz. Esto es lo que llamamos carácter esotérico de los escritos apocalípticos. Hay que decir al respecto que los autores de apocalipsis eran, en cierto modo prisioneros del género literario que utilizaban y, una vez metidos en el engranaje, debían llevar hasta el fin la lógica de su ficción.

d) Simbolismo y ambigüedad del lenguaje

El simbolismo pertenece al corazón de la expresión literaria semita. Los profetas lo habían empleado con profusión, pero para los autores de escritos apocalípticos el símbolo se convierte en necesidad. Al tener que hablar de cosas pertenecientes a la órbita de lo misterioso, de lo no conocido experimentalmente, nada como el lenguaje simbólico se adapta a las

36

Page 38: Apocaliptica xMarin

exigencias de este género. La dificultad para el intérprete y el lector moderno, sobre todo occidental, dificultad que a veces se convierte en una verdadera cruz, reside en la gran cantidad de símbolos y en la no rara incoherencia de los mismos. Pero hay más: las realidades apocalípticas son tan inefables que ni los mismos símbolos son adecuados para expresarlas, de ahí que los escritores recurran con frecuencia al lenguaje aproximativo, al uso de palabras de contornos imprecisos, al empleo masivo de términos de comparación: «como, «semejante a" (cf. Dn 10,6; Henoc 14, 10-13).

3. Valoración global de la literatura apocalíptica

a) Apocalíptica y mesianismo

Una de las constantes de la corriente apocalíptica es la figura del elegido de Dios para conducir la historia a un final donde se reivindique la causa de Dios mediante un juicio que sancione los comportamientos humanos, individuales y comunitarios. La figura de este elegido -Mesías- no es tratada uniformemente en todos los escritos, pero siempre aparece como un personaje cercano a Dios. Junto a su perfil religioso, el mesianismo apocalíptico aparece revestido de una fuerte connotación político-nacionalista.

b) Jesús y los movimientos apocalípticos

La situación histórica de Jesús es contemporánea al florecimiento de esta corriente político-religiosa. Aunque marca las distancias respecto de sus representantes más cualificados -celotes y esenios-, no cabe duda de que participaba de algunas de sus convicciones: el restablecimiento de la justicia de Dios mediante la instauración de su reino y la existencia de un juicio definitivo.

c) Presencia e importancia de la Apocalíptica en el NT.

Los escritos neotestamentarios no son ajenos a la mentalidad y el lenguaje apocalípticos. A modo de ejemplo, además del libro del Apocalipsis, pueden citarse: Mc 132; Mt 24; Lc 17,22-37; 21,5-26; 11 Tes 1,7-10; 2,3-12; 1 Co 15,2328. 35-37. Es precisamente en estos «momentos» apocalípticos del NT donde es más necesaria la desmitologización del lenguaje para llegar a la percepción del mensaje. De todas formas, estas afinidades muestran cómo la literatura bíblica neotestamentaria no es algo desconectado de los movimientos culturales y religiosos del entorno, aunque tampoco se identifique con ellos. Analizando estos temas afines se percibe la singularidad que el NT supone respecto del judaísmo.

37

Page 39: Apocaliptica xMarin

d) El ocaso de la apocalíptica

La ideología y literatura apocalíptica perdieron progresivamente fuerza hasta desaparecer en el mundo judaico. Algunos factores pueden sugerirse como determinantes de su ocaso: el eclipse del exacerbado nacionalismo que condujo a la destrucción total, su fanatismo, el peligro de animar un dualismo teológico y el uso que de ella hacían los grupos cristianos. -> apocalíptica; Qumrán.

4. Los escritos apocalípticos. 

El primer paso que se impone para una comprensión de la apocalíptica es una verificación de los escritos que la expresan. Aun cuando la atribución de la mayor parte de los textos al género literario apocalíptico no presenta ninguna dificultad, sobre algunos de ellos los autores no están de acuerdo.

En realidad, no todos los escritos apocalípticos lo son en el mismo grado. Pero algunas características literarias típicas permiten trazar un cuadro bastante completo. El primer apocalíptico en orden cronológico que se señala como tal es el libro de Ezequiel, que, especialmente en los capítulos 38-39, parece expresar, junto con la conciencia aguda de la misión profética y la exuberancia de la forma literaria, un primer síntoma del paso de la profecía a la apocalíptica. También el libro de Isaías contiene algunas partes reconocidas como apocalípticas: el gran apocalipsis de Isaías, que comprende los capítulos 24-27, y que puede fecharse en el siglo V o más tarde, así como el pequeño apocalipsis de Isaías, que comprende los capítulos 34-35, de fecha más reciente. Encontramos luego, siguiendo siempre un probable orden cronológico, al Segundo Zacarías (Zac 9-14), que hay que situar después del destierro, y el libro de Daniel, que más que cualquier otro escrito del AT presenta las características literarias de la apocalíptica. Se compuso probablemente entre el 167 y el 163 a.C.

En torno a Daniel encontramos todo un florecimiento de literatura apocalíptica: el representante más completo es el Libro de Henoc. Escrito en arameo, sólo nos ha llegado entero en la versión etiópica (por eso se le llama también el Libro etiópico de Henoc), que a su vez es traducción de una versión griega. El material es muy amplio: los 104 capítulos se dividen en secciones: libro de los Vigilantes (cc. 1-36), libro de las Parábolas (cc. 37-71), libro de la Astronomía (cc. 72-82), libro de los Sueños (cc. 83-90), epístola de Henoc (cc. 91-104). La fecha varía según las diversas partes; a excepción de algunos añadidos más tardíos, se piensa que el libro se formó entre el 170 y el 64 a. C. El Libro de los

38

Page 40: Apocaliptica xMarin

Jubileos (llamado también Apocalipsis de Moisés o Pequeño Génesis) se interesa especialmente por la historia: presenta su desarrollo en períodos "jubilares" de cuarenta y nueve años; cada período se divide a su vez en siete semanas de años. Escrito en arameo, fue traducido al griego y del griego. al etiópico; es ésta la traducción que tenemos. La fecha es discutida, pero ordinariamente se piensa que fue escrito en el siglo II a.C.

De menor importancia, pero también significativo, es el libro III de los Oráculos sibilinos. Pertenece a una serie de libros llamados precisamente Oráculos sibilinos (15 en total, pero de los que se han perdido el IX, el X y el XV), que, copiando el estilo hermético de las sibilas, se esforzaban en presentar el mensaje judío o cristiano en los ambientes paganos. De naturaleza muy bien cuidada, el libro III fue escrito en parte a mediados del siglo II y en parte en el siglo II a. C.; algunos capítulos pueden fecharse en el siglo I d. C. Se refiere eminentemente a la ley de Moisés (la Sibila que habla es la nuera de Moisés), que, una vez puesta en práctica, acabará trayendo la paz escatológica.

El Testamento de los doce patriarcas, escrito en hebreo, nos ha llegado entero sólo en la traducción griega. El libro se presenta como expresión de las últimas voluntades de los 12 hijos de Jacob y tiene un carácter predominantemente parenético. La parte más propiamente apocalíptica está contenida en el "Testamento de Leví".

Los Salmos de Salomón constituyen una colección de 18 salmos, escritos en hebreo, pero que se han conservado en griego y en una traducción siríaca dependiente del griego, completada hacia la segunda mitad del siglo I a.C. Los salmos de carácter apocalíptico son sobre todo el 17 y el 18.

La Asunción de Moisés, escrita probablemente en arameo, nos ha llegado en una versión latina. Más que de una asunción propia y verdadera (descrita en una parte que se ha perdido), se trata de una predicción interpretativa de la historia desde la entrada en Canaán hasta los días del autor (6 a.C.-30 d.C.); la perspectiva final se abre a la conclusión escatológica.

También en la literatura de Qumrán encontramos varios escritos reconocidos como apocalípticos, por ejemplo, el libro de las Doctrinas misteriosas (1Q Myst), la descripción de la Nueva Jerusalén (5Q JN), la Oración de Nabónides (4Q Pr N), el Pseudo-Daniel (4Q Ps Dan) y el Rollo de Melquisedec (11Q Melch).

También en el ámbito del NT encontramos algunos escritos apocalípticos. Antes del Apocalipsis de Juan se encuentran ya elementos claramente apocalípticos, pero que no pueden separarse del cuadro de conjunto en que están insertos. El más conocido es el Apocalipsis sinóptico, el discurso escatológico de Jesús (Mc

39

Page 41: Apocaliptica xMarin

13,131; Mt 24,1-44; Lc 21,5-36): la narración de Marcos es reelaborada por Mateo y Lucas, pero siempre dentro de un estilo típicamente apocalíptico, que se aparta claramente del que es usual en los evangelios. También algunos trozos de Pablo presentan las características del estilo literario apocalíptico, como 1Tes 4,16-17; 2Tes 2,1-12; 1Cor 15,20-28. Esta misma observación vale para 2Pe 3,1-13 y, aunque en proporción menor, para la carta de Judas.

La apocalíptica, presente sin duda en el NT, no se detiene en él, sino que continúa desarrollándose posteriormente durante algunos siglos en dos filones distintos, aunque con influencias mutuas: el judío y el cristiano.

a) Perspectiva apocalíptica judía

En el filón judío encontramos la Ascensión de Isaías (su primera parte se llama también Martirio de Isaías). El libro nos ha llegado en etiópico y, parcialmente, en latín. Con algunos elementos de clara tradición judía (como el martirio de Isaías partido en dos) se mezclan otros de origen cristiano, hasta tal punto que es imposible establecer una distinción clara.

Todavía en la línea judía encontramos la Vida de Adán y Eva, escrita en arameo, reconstruida según las varias versiones, especialmente latinas y griegas (estas últimas llevan impropiamente el título de Apocalipsis de Moisés). Escrito probablemente en la primera mitad del siglo V d.C. (antes del año 70), el libro es un comentario midrásico a los datos bíblicos relativos a Adán y Eva. Mayor importancia tiene el Apocalipsis de Abrahán: poseemos el texto eslavo, traducido del griego. El grifo parece haber sido escrito a finales del siglo I d.C. La parte propiamente apocalíptica (cc. 9-32) nos presenta una visión de Abrahán que, en contacto directo con Dios, ve el devenir de la historia en su sentido religioso: el hombrees responsable de ello y será castigado o premiado en el jucio que se avecina: las fuerzas paganas serán destruidas por el fuego, y Dios, al sonido de la trompeta, reunirá a sus elegidos. El Testamento de Abrahán constituye igualmente un apocalipsis judío cuyo texto griego actual es la traducción de un original semita escrito en el siglo I d.C.Presenta una acentuación marcadamente escatológica e individual; se aparecen en visión a Abrahánlos tres tipos de juicio que se llevarán a cabo y en los que se decidirá el destino de cada alma.

El libro de los secretos de Henoc (llamado también II Henoc o Menoc eslavo) fue escrito en griego en los siglos I y IV d.C.;pero sólo nos queda una versión eslava. Las interpolaciones cristianas, particularmente numerosas y evidentes, le dan al libro un aspecto arreglado y sincretista, haciendo dudar incluso de su origen judío. Henoc describe los siete cielos que va atravesando; después su atención se centra en la tierra: se le revela la historia hasta el diluvio, y luego

40

Page 42: Apocaliptica xMarin

una panorámica de la era presente, que después de siete períodos de mil años llegará a su conclusión final.

El libro IV de los Oráculos sibilinos, por su alusión a la erupción del Vesubio del 79 d.C., parece ser que se escribió a finales del siglo I. Presenta las características propias del grupo de libros sibilinos anteriormente recordados.

Tiene un relieve especial el IV libro de Esdras (llamado también Apocalipsis de Esdras). La versión latina (Vulgata) añadió a lo que era presumiblemente el original arameo algunos capítulos (1-2; 15-16) que no se encuentran en las otras traducciones que conocemos (siríaca, etiópica, árabe, aramea) y que representan otras tantas interpolaciones cristianas. Parece haber sido escrito a finales del siglo V d.C. El libro, sustancialmente unitario a pesar de su carácter un tanto farragoso, se divide en siete visiones sucesivas que, con diversas imágenes, expresan una renovación radical de la situación presente de pecaminosidad: intervendrá Dios y, después de un reinado mesiánico de cuatrocientos años, juzgará a los individuos, destruirá con el fuego a sus enemigos y sustituirá la Jerusalén actual por una Jerusalén nueva y definitiva.

El II Libro de Baruc, llamado también Apocalipsis de Baruc, fue compuesto a finales del siglo I o comienzos del II d.C. Se escribió en arameo, pero sólo tenemos su versión griega. Baruc se preocupa de la historia presente y futura: los justos serán oprimidos, pero resucitarán y tendrán cuerpos celestiales; las fuerzas hostiles, como las del imperio romano, serán derrotadas. Al final vendrá el mesías y establecerá su reino.

El III Libro de Baruc, llamado también Apocalipsis griego de Baruc, fue escrito en griego, en el siglo II d.C.; queda de él un resumen en griego y una traducción sintética en eslavo. El libro tiene la forma literaria de un viaje a través de cinco de los siete cielos; el autor constata, entre otras cosas, la mediación de los ángeles y la función decisiva de las oraciones.

Con el libro IV de los Oráculos sibilinos cesa prácticamente la gran apocalíptica judía, al menos de las obras que han llegado hasta nosotros.

b) Perspectiva apocalíptica cristiana

También en un filón específicamente cristiano se desarrolla la apocalíptica, a partir del Apocalipsis de Juan. Contemporáneo o algo posterior al Apocalipsis de Juan es el capítulo 16 de la Didajé (100-150), que recoge las ideas y las imágenes del apocalipsis sinóptico y de 2Tes 2.

41

Page 43: Apocaliptica xMarin

La Asunción de Isaías, unida a la Ascensión de Isaías judía, se escribió en griego entre los años 100 a 150 d.C. El libro se divide en dos partes: el martirio de Isaías y su asunción al cielo, en donde se revelan las luchas que la Iglesia y los individuos tendrán que sostener antes de la conclusión positiva final

Del Apocalipsis de Pedro, escrito en griego por el 135, nos quedan un largo fragmento (llamado "fragmento de Akmin", publicado en el 1887) y una traducción etiópica (publicada en el 1910). En el gran marco de la conclusión positiva de la lucha entre el bien y el mal, presentada con mentalidad sincretista, se dedica una atención especial al premio escatológico de los buenos y al castigo de los malvados.

El Pastor fue escrito por Hermas por el 150. Su plena pertenencia a la literatura apocalíptica es discutida por los autores. Su punto de contacto con la apocalíptica es la forma literaria de visiones.

El IV Libro de Esdras (cf supra) recoge, en las antiguas Biblias en latín, dos capítulos iniciales (1-2) y dos finales (15-16) que faltan en las versiones orientales y que constituyen una obra apocalíptica cristiana. Los dos primeros capítulos se suelen llamar V Esdras y los dos últimos VI Esdras. El texto original estaba en griego.

El V Esdras se compone de dos partes: 1,4-2,9: mensaje de maldición contra Israel por su infidelidad; 2,1048: mensaje de exhortación y promesas (la nueva Jerusalén) al pueblo cristiano. Se escribió por el año 200.

El VI Esdras contiene varios "¡ay!" contra las potencias enemigas de Dios, expresadas en símbolos (Babilonia, Asia, Egipto). A los cristianos, perseguidos y oprimidos, se les hace vislumbrar la victoria final. La fecha de composición oscila entre el 250 y el 300.

En la colección de los Oráculos sibilinos (cf supra) figuran también partes cristianas, que se encuentran insertas en los oráculos sibilinos judíos o bien tienen un desarrollo autónomo. La fecha más probable de las partes cristianas es la mitad del siglo 11. Las partes que se pueden identificar con mayor probabilidad como cristianas son las siguientes: libro 1, versículos 323-400; libro II, versículos 34-56 y 150-347; libro VI, versículos 1-25; libro VII, entero; libro VIII entero (excepto algún que otro-verso).

El Apocalipsis de-Pablo se compuso en griego en la primera mitad del siglo III. De naturaleza ecléctica, la obra presenta dos visiones de Pablo, que ha subido hasta el tercer cielo. Pablo ve toda una serie de cuadros, que le va explicando un ángel: los justos son premiados, los malvados son castigados según

42

Page 44: Apocaliptica xMarin

diversas categorías, con interrupciones momentáneas (los domingos) de sus penas.

El juicio de san Agustín (" ... personas frívolas, con una presunción loca han inventado el Apocalipsis de Pablo..., lleno de no sé cuántas fábulas", recogido por M. Erbetta es quizá demasiado severo. Pero estamos ya en el ocaso de la verdadera apocalíptica -que apreciaba san Agustín- y se va cayendo en una pura y simple descripción imaginativa del más allá, del juicio, de las penas, de los premios. El estilo se va haciendo cada vez más artificioso.

Volvemos a encontrar estas características decadentes en la serie de "Apocalipsis" tardíos, que a veces se conservan tan sólo en fragmentos, como el Apocalipsis de Tomás (¿antes del siglo v?), el Apocalipsis de Sofonías (el texto copto fue escrito por el 400), el Apocalipsis de Elías (¿finales del siglo iv?), el Apocalipsis de Zacarías, tres Apocalipsis de Juan (ss. v, vi-vii, xi), dos Apocalipsis de María (ss. vii, ix), el Apocalipsis de Esteban (s. v, del que sólo hay noticias indirectas).

5. Sintetizado por el alumno aproximaciones a la apocalíptica (fuentes múltiples)

a) Génesis de la apocalíptica

En el origen de la apocalíptica se impone un hecho: sucede cronológicamente a la gran profecía, aun cuando la presencia mutua de elementos característicos de una corriente en la otra impide pensar en una separación histórica violenta.

Partiendo de este dato de hecho, algunos autores consideran que la apocalíptica es, bajo otras formas, una continuación de la profecía: representaría la antítesis de tipo profético a la tendencia legalista, que encuentra en el movimiento farisaico su expresión más patente (Charles, Rowley, Frost, Russel, Eissfeldt).

Pero esta solución no convence del todo. La gran apocalíptica, especialmente en el libro de Daniel, presenta rasgos indudablemente sapienciales. El primero y más destacado es la existencia de una interpretación, de un desciframiento de enigmas, expresados en sueños, visiones o imágenes de otro tipo. Y a Daniel se le designa expresamente como un sabio (cf Dan 2,48). ¿Por qué, entonces, no ver la apocalíptica como un desarrollo de la literatura sapiencia¡? (G. von Rad). Sobre todo si se tiene en cuenta que el estilo profético en su sentido más pleno parece haber sido empleado, a partir del siglo v, sólo por Juan Bautista y por Jesús (J. Wellhausen, G. Duhm), mientras que la

43

Page 45: Apocaliptica xMarin

apocalíptica se ocupa del plan general de Dios sobre la historia (O. Plóger, D. Rössler).

¿Origen profético u origen sapiencial? Una mirada a la situación histórica judía sugiere una tercera solución. Las causas que llevan a un agotamiento de la gran profecía son múltiples. Una de las más evidentes hay que buscarla en el hecho de que, tras la vuelta del destierro, había desaparecido el elemento político oficial. Cesaba así aquella antítesis dialéctica entre el rey y el profeta que encontramos en tantas grandes figuras proféticas, desde Elías hasta Jeremías. Esta antítesis acaba con la destrucción de Jerusalén y con Ezequiel, que es un profeta típico del drama religioso de la destrucción y, a la vez, es también el primer apocalíptico. Una vez reconstruido el templo y reorganizado el culto, nace una religiosidad nueva, que se desarrolla casi durante dos siglos.

La situación socialmente aséptica y tranquila supone, por una parte, la posibilidad de una profundización y de un desarrollo sin perturbaciones; por otra, eliminando los diversos tipos de antítesis (religión-política, religiosidad-culto, disparidades sociales-religión, etc.), le quita a la profecía tradicional su espacio de supervivencia.

En el pueblo judío no existe ya libertad política. Se da, sin embargo, una notable libertad para la vida religiosa, que se desarrolla y se profundiza unidireccionalmente, casi por su propia cuenta, sin la confrontación obligada con la situación política y social. Una nueva prueba de esta profundización silenciosa que se ha llevado a cabo se tiene cuando los dominadores políticos intentan entrar en el terreno religioso (Antíoco IV Epífanes); entonces la reacción es tan fuerte que se convierte en sublevación política.

En este punto nace la verdadera y auténtica apocalíptica. Es fruto, por una parte, de la profundización religiosa que fue madurando en el AT; y por otra, de la urgencia imprevista de interpretar religiosamente unos hechos nuevos y desconcertantes, como las persecuciones de Antíoco IV Epífanes. La apocalíptica intenta aplicar a la historia concreta la visión religiosa del AT. Para hacer posible el paso de las categorías religiosas abstractas a una interpretación válida de los hechos, interviene una forma nueva de discernimiento sapiencial. El sabio es aquel que, por un lado, sabe comprender el plan de Dios sobre la historia en sus dimensiones fundamentales y lo sabe explicar; por otro lado, sabe identificar y señalar las implicaciones concretas que atañen al comportamiento de los personajes contemporáneos. Los hechos históricos desconcertantes provocan una exigencia de lectura profética, que se realiza de una forma en la que ocupa un

44

Page 46: Apocaliptica xMarin

papel predominante el intérprete sabio. Vuelven a nacer la sabiduría y la profecía, pero constituyen ahora una nueva síntesis original: "La apocalíptica es una hija legítima de la profecía, aunque tardía y particular, la cual, aunque no sin haber sido instruida en sus años juveniles, se fue abriendo a la sabiduría con el correr de los años" (P. von der Osten-Sacken, Die Apokalyptik in ihrem Verhültnis zu Prophetie und Weisheit, München 1969, 63). Un desarrollo análogo se encuentra en la apocalíptica cristiana. Las expresiones más antiguas que tenemos -Pablo, apocalipsis sinóptico- muestran una clara dependencia de la apocalíptica judía en su contenido teológico y en su forma literaria. Pero en el I Apocalipsis de Juan la apocalíptica cristiana encuentra su propia expresión original y autónoma, que la distingue también de la judía. El vacío en el tiempo que había habido en el área judía entre la profecía y la apocalíptica aquí simplemente no existe. El Apocalipsis de Juan se presenta expresamente como "profecía" (Ap 1,3); la función del sabio la ejerce aquí la comunidad que escucha (cf Ap 1,3), la cual tiene que utilizar "la mente que tiene sabiduría" (cf Ap 13,18) tanto en la interpretación del mensaje del Espíritu como en el desciframiento y en la aplicación del símbolo a la realidad histórica.

Nacido en tiempo de "tribulación" (Ap 1,9), como eí libro de Daniel, el Apocalipsis de Juan, lo mismo y más aún que el de Daniel, presenta ciertas categorías teológicas que habrá que aplicar en todos los tiempos. La Iglesia podrá siempre, descifrando el mensaje y aplicándolo a su simultaneidad histórica, interpretas su propia hora, con la misma validez y eficacia incisiva de la gran profecía del AT.

Efectivamente, el Apocalipsis de Juan, más que de la apocalíptica judía precedente, depende en gran parte del AT; la experiencia profunda, quizá litúrgica, del mensaje del NT le lleva a una reelaboración original del AT, al que nunca se cita expresamente. Se tiene así una síntesis nueva del contenido religioso tanto del AT como del NT, que habrá de aplicarse en la interpretación histórica.

Los apocalipsis cristianos sucesivos ofrecerán muchos elementos útiles de clarificación, pero raras veces añadirán otros nuevos. El nivel, aunque notablemente rebajado en comparación con el del Apocalipsis de Juan, se mantendrá durante algún tiempo, para degenerar luego, con el correr del tiempo, en simples fantasías.

45

Page 47: Apocaliptica xMarin

b) La forma literaria

Nacida a impulsos del afán de contactar con la revelación divina anterior, que fue madurando y que se profundizó en el trato con el campo fluido de la historia, la apocalíptica tenía que recurrir al símbolo. Una exposición sin símbolos se habría resuelto fácilmente o en una repetición del mensaje teológico anteriormente madurado, pero sin ninguna vinculación con. las realidades históricas concretas, o bien en una exposición de los hechos con una interpretación religiosa inevitablemente circunscrita.

Para la apocalíptica el simbolismo es una exigencia endógena [I Símbolo].

El punto de partida del simbolismo apocalíptico es el sueño; el sueño constituía en la mentalidad antigua, incluso en la bíblica, un modo de entrar en contacto con Dios, una forma de revelación de Dios al hombre (cf Gén 37,5.10; Sab 18,17; Job 4,1221; Dan 7,1; Jl 3,1; etc.), pero que luego tiene necesidad en concreto de la interpretación de un sabio iluminado y ayudado por Dios (cf Gén 41,8.38; Dan 4,Ss.15; 5,11.14).

Al evolucionar, el sueño se convierte en visión: un cuadro simbólico, a veces límpido y preciso, pero de, ordinario sobrecargado de imágenes. Tal es la forma habitual de expresarse de la apocalíptica: la función del sabio que interpreta la desarrolla en parte un ángel, llamado precisamente ángel intérprete, que es una figura constante en la apocalíptica, y en parte el mismo que lee o que escucha el mensaje: la comunidad, los discípulos, los "hijos" del apocalíptico que han sido invitados a escuchar, a convertirse, pero sobre todo a comprender.

El contenido de las visiones se expresa a través de diversas cifras simbólicas que, por repetirse con una cierta constancia, constituyen una de las características literarias más típicas de la apocalíptica. El símbolo más llamativo suelen ser las convulsiones cósmicas: el sol, la luna, las estrellas cambian de naturaleza; la tierra tiembla y sobre ella se ciernen fenómenos particulares, totalmente fuera del curso ordinario de las cosas. De este modo se señala una presencia muy especial de Dios en el desarrollo de la historia que, presente en la evolución de los hechos, los orienta hacia una consumación positiva que supere el mal o potencie infinitamente el bien. Bajo el impulso de Dios, el mundo actual tendrá que cambiar.

Es típico de la apocalíptica el simbolismo teriomórfico. Intervienen a menudo seres fuera de lo normal e incluso monstruosos, que desempeñan a veces el papel de protagonistas. De este modo se refieren a una esfera de realidad y

46

Page 48: Apocaliptica xMarin

de acciones que está por encima del simple nivel humano, pero por debajo del nivel propio de Dios.

El simbolismo aritmético, quizá de origen persa, atribuye generalmente a los números un valor cualitativo, más allá del valor cuantitativo que tiene en el lenguaje normal. Este valor a veces sigue siendo genérico, pero a veces se determina y se hace específico; así, por ejemplo, el número 7 y sus múltiplos indican la totalidad; la mitad de 7 y las fracciones indican la parcialidad; 1000 es el número de Dios, etc.

En dependencia del AT, la apocalíptica recoge y reelabora muchos de sus elementos simbólicos: el cielo es la zona propia de Dios, y señala la trascendencia; la tierra es la zona propia de los hombres, en donde se desarrollan los hechos de su historia; el abismo (el mar) es el depósito del mal, etc.

Una forma literaria típica de la apocalíptica, que aparece también en los escritos sapienciales, es la pseudonimia. El autor se expresa en primera persona, pero sin decir su verdadero nombre; se presenta como un personaje conocido del pasado remoto o reciente, con el que siente cierta afinidad y al que considera particularmente adecuado para pronunciar su mensaje. De este modo vamos escuchando a Henoc, a Moisés, a Elías, a Isaías, a Baruc, a Esdras, a Juan, a Pedro, a Pablo, etc. Esta evocación de los personajes del pasado nace de la exigencia de la apocalíptica de unir el pasado con el presente. No se trata de una falsedad literaria -eso sería increíble-,sino de un recurso literario de eficacia particular.

c) La teología

La apocalíptica se propone una meta atrevida, que no siempre logra alcanzar plenamente: la lectura de la historia concreta a la luz de un mensaje religioso anterior.

Es posible trazar un cuadro a grandes rasgos de los elementos que están implicados en esta función.

La apocalíptica tiene como materia específica los hechos de la historia. Pero los hechos no se ven ni se prevén en los detalles de su crónica. Tienen una lógica superior, un hilo que los liga por encima de cada episodio; existe un plan que los encierra y los engloba a todos ellos; es el plan de Dios, creador y artífice trascendente de la historia. Los hechos "tienen que acaecer"; están unidos entre sí en un proyecto de Dios, proyecto que no se le revela al hombre

47

Page 49: Apocaliptica xMarin

en su totalidad, sino sólo en aquellos puntos de referencia orientativos que le permiten captar el sentido religioso de su situación.

LA DIALÉCTICA DE LA HISTORIA. Dado que la apocalíptica se ocupa de la aplicación interpretativa de un mensaje religioso a los hechos que "han de acaecer", adquiere un relieve especial en el cuadro de su teología la concepción dualista de la historia.

La historia se desarrolla linealmente hacia una conclusión, pero su desarrollo es de tipo dialéctico: se realiza a través de un choque entre el bien y el mal, concretamente entre los justos y los malvados, identificados estos últimos normalmente con los paganos. Este choque se desplaza del plano individual al colectivo, y afecta a grupos sociales de diversa extensión: categorías, centros de poder, estados, etc. No es un dualismo de tipo maniqueo. Por encima de las vicisitudes humanas y, en. cierto modo, envuelto en ellas, está Dios, dueño absoluto de la historia y de su desarrollo.

ÁNGELES Y DEMONIOS. Es típica de toda la apocalíptica una presencia acentuada de los /ángeles y de los demonios. Siempre se les ve a los unos y a los otros por debajo de Dios y por encima del puro nivel humano. Normalmente no se hace ninguna lucubración sobre su identidad, pero se acentúa su función dialéctica: participan en el choque entre el bien y el mal que se desarrolla en la historia, hasta llegar a convertirse en sus protagonistas especiales. Pero el choque no suele ser directo; tanto los unos como los otros tienden a insinuarse en el mundo de los hombres y a obrar con los hombres y por medio de ellos.

ESCATOLOGÍA. El contraste se desarrolla en una serie de episodios dramáticos. Cabe la posibilidad de una victoria de las fuerzas hostiles a Dios; esto significará, por otra parte, persecuciones, sufrimientos, tribulaciones, muerte... Habrá también períodos de victoria de las fuerzas positivas; pero esto no tiene que engañarnos, ya que las potencias del mal siguen estando activas. A1 final llegará la conclusión: las fuerzas positivas vencerán definitivamente, y las negativas no sólo quedarán derrotadas, sino que desaparecerán por completo, aniquiladas por una intervención de Dios que se indica con imágenes múltiples y diversas (juicio, derrota campal, fuego que baja del cielo, etcétera).

La situación definitiva que se constituye de este modo traerá consigo la resurrección, una renovación radical del ambiente en el que se desarrollará la vida, que ya no se verá acechada por las dificultades y limitaciones de ahora (muerte, enfermedad, cansancio).

En este marco se le atribuye una importancia destacada a la situación de los justos que desaparecieron de la escena de este mundo. Aguardan la

48

Page 50: Apocaliptica xMarin

conclusión final, están seguros; los malos ya no pueden hacer daño ni librarse del juicio de Dios; los buenos están ya parcialmente recompensados y colaboran con sus oraciones al desarrollo positivo de la historia.

EL MESÍAS Y EL HIJO DEL HOMBRE. El gran protagonista que impulsa hacia su conclusión positiva el choque entre las fuerzas positivas y las negativas es el "mesías". Se recogen y condensan los datos que se encuentran sobre él en el AT; en la apocalíptica judía surge ya con claridad la figura del mesías elegido por Dios: hijo de Dios, resume en sí toda la fuerza que Dios manifiesta en la "guerra santa" del AT. Sabrá derrotar a todos los enemigos del pueblo de Dios, realizando de este modo el reino definitivo, que coincide con la situación escatológica final. El reino de Dios realizado por el mesías no será una situación soñada, sino que tendrá su concreción. Ésta llega a veces hasta el punto de que se afirma la existencia de un reino del mesías, previo al reinado final, de duración limitada. La concepción de un reino mesiánico preescatológico ronda por toda la apocalíptica, asumiendo duraciones, tonos y contenidos diversos: situación de premio, participación funcional en el reino definitivo en devenir, expresión puramente simbólica de la presencia activa del mesías en la historia. Relacionada más o menos estrechamente con el mesías, identificada a veces con ella, está la figura enigmática del "hijo del hombre". Expresión inicial probablemente de una personalidad corporativa y casi identificada con el pueblo, el hijo del hombre adquiere poco a poco un relieve más marcadamente personal. En unión con el mesías, subraya su vinculación con la historia propia de los hombres [l Jesucristo III; I Mesianismo].

LO ESPECÍFICO CRISTIANO. Las persecuciones de Antíoco IV Epífanes habían hecho tomar bruscamente conciencia de que en el AT el material religioso que había madurado estaba dispuesto para ser aplicado a la historia. Un fenómeno análogo se verifica para la apocalíptica del NT. El cristianismo había tenido contactos interesantes, pero esporádicos, con la sociedad civil no cristiana. Con las persecuciones llega una sacudida que obliga a mirar cara a cara una realidad social compleja y ordinariamente hostil; resulta irremediable una confrontación teológica global. Obligada a enfrentarse con los hechos, la apocalíptica cristiana consigue expresar su mejor mensaje, que encontramos especialmente en el Apocalipsis de Juan. Los temas teológicos que habían aparecido en la apocalíptica judía encuentran así una profundización característica. Dios, señor de la historia, es trascendente y nunca se le describe en sus rasgos, pero está presente y envuelto en la historia, que es a la vez salvación y creación. Y sobre todo,

49

Page 51: Apocaliptica xMarin

incluso teniendo en cuenta la historia tal como se desarrolla, Dios es Padre de Jesucristo (cf Ap 1,6; 3,21).

La figura central del mesías y la otra más fluida del hijo del hombre de la apocalíptica judía confluyen en Cristo y encuentran en él una expresión nueva, inconcebible a nivel del AT: en Cristo mesías (cf Ap 12 10) e hijo del hombre (cf Ap 1,13; 14,14), aparecen los atributos operativos de Dios mismo. Se da una cierta intercambiabilidad entre ellos: son Padre e Hijo, y esto lleva su acción en la historia a un nivel vertiginoso de paridad recíproca: Dios "vendrá" en Cristo y Cristo será llamado alfa y omega, no menos que Dios (cf Ap 1,4 y 1,7; 1;8 y 22,13). Se da un desplazamiento de perspectiva también en lo que se refiere a las fuerzas intermedias, entre el cielo y la tierra, que colaboran en el desarrollo de la historia de los hombres. Lo demoníaco se hace más histórico la conexión entre las fuerzas del abismo y la historia humana se hace más estrecha y más completa: afecta al Estado, a los centros de poder negativos, a "Babilonia", a la concreción consumista de la ciudad secular (cf Ap 17,1-18).

Las fuerzas positivas reciben mayor claridad e importancia: los ángeles colaboran con el hijo del hombre (14,14-20); el hijo del hombre asocia a su acción activa al pueblo que le sigue (cf Ap 1,5 y 19,14). Y el mesías hijo del hombre es presentado audazmente como una fuerza positiva inmersa en la historia al lado y en contraste con las fuerzas hostiles (cf 6,1-2).

En síntesis: aunque no podamos compartir la afirmación de E. Kasemann, según el cual la apocalíptica es la madre de toda la teología cristiana, no podemos desconocer el papel que ha representado la apocalíptica en el paso de los hechos brutos de la historia de la salvación a su comprensión teológica. Precisamente porque su especificidad está en la interpretación sapiencial de la realidad dialéctica y fluida de los hechos, la apocalíptica estimula la formulación de todos aquellos elementos del mensaje religioso que necesita en su interpretación. Al mismo tiempo, la constante apelación a la realidad en que se vive ahora y al futuro que se prepara impide a la teología propiamente apocalíptica degenerar en fantasía o girar ociosamente en torno a sí misma.

50

Page 52: Apocaliptica xMarin

Bibliografía

Arndt, William F. y Gingrich, F. Wilbur, A Greek-English Lexicon of the New Testament (Cambridge: University Press, 1957).

Charlesworth, James H., "Pseudepigrapha", en HarperCollins Bible Dictionary, Paul J. Achtemeier ed. (San Francisco: HarperCollins 1996), pp. 894-899.

Charlesworth, James H., The Old Testament Pseudepigrapha 2 tomos (Nueva York: Doubleday, 1983, 1985)

Coenen, Lothar y otros, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Tomo III (Salamanca: Sígueme, 1983).

Collins, John J., "Towards the Morphology of a Genre", Semeia #14, 1979, pp. 1-20.

Danker, Frederick William, Greek-English Lexicon of the New Testament (Chicago: University of Chicago Press, 2000).

Díez Macho, Alejandro, Apócrifos del Antiguo Testamento (5 tomos), tomo I: Introducción General (Madrid: Cristiandad, 1984)

Ford, J. Massyngbaerde, "Millenium", Anchor Bible Dictionary, David Noel Freedman ed., tomo IV (Nueva York: Doubleday, 1992).

Hanson, Paul D, "Apocalypse, Genre" y "Apocalypticism", Interpreter's Dictionary of the Bible: Supplementary Volume, Keith Grim y otros ed. (Nashville: Abingdon, 1962), pp. 27-34.

Ladd, George Eldon, "Apocalyptic, Apocalypse", Baker's Dictionary of Theology, Everett F. Harrison ed. (Grand Rapids: Baker, 1960), pp.50-54.

Leipoldt, Johannes y Walter Grundmann, El mundo del nuevo testamento, tomo I (Madrid: Cristiandad, 1973), pp. 234-249.

Paul, André, Inter-testamento, Cuadernos bíblicos #12 (Estella: Verbo Divino 1979).

Prévost, Jean-Pierre, Para leer el apocalipsis (Estella: Verbo Divino, 1994).

Rowland, Christopher, The Open Heaven (New York: Crossroad, 1982).

Stam, Juan, "El Apocalipsis y el Imperialismo" en Capitalismo: Violencia y Anti-Vida (San José, DEI: 1978) Vol.1, pp.359-394, y en Lectura Teológica del Tiempo Latinoamericano (San José, Sebila: 1979), pp.27-60.

Stam Juan, Apocalipsis y profecía (Buenos Aires: Kairós, 1998).

Stam, Juan, Apocalipsis Tomo I (Buenos Aires: Kairós, 1999); Tomo II (Kairós, 2003).

Strack, Hermann y Paul Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament Tomo III (Munich: C.H. Beck'sche, 1926).

http://www.mercaba.org/DicTB/A/apocaliptica.htm

51