APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De...

32
C ontexto histórico. El Apocalipsis es un libro que refleja confideli- dad los avatares del tiempo, particularmente la acometida del im- perio romano contra la Iglesia naciente, en variadas formas de persecución o relegación. El autor ha visto en los signos de aquellos tiem- pos de ostracismo y persecución la antítesis de dos mundos irreconcilia- bles, da testimonio de este enfrentamiento a muerte entre la Iglesia cristiana y el imperio romano y de la lucha permanente entre dos ciuda- des: la nueva Jerusalén y Babilonia. El Apocalipsis es el libro del testimonio cristiano: de los mártires, de los que no han adorado a la fiera ni a su imagen, de los que han sido ex- cluidos, perseguidos y matados. Este libro comporta una denuncia contra la idolatría del imperio, que pretende erigirse como dios y exige la ado- ración a sus adeptos. Muchas de sus difíciles expresiones son inteligibles desde este trasfondo histórico. Sus frecuentes aclamaciones litúrgicas a Jesucristo (6,8; 12,10; 13,10; 15,4) son una réplica cristiana a los himnos APOCALIPSIS DE JUAN

Transcript of APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De...

Page 1: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

C ontexto histórico. El Apocalipsis es un libro que refleja confideli-dad los avatares del tiempo, particularmente la acometida del im-perio romano contra la Iglesia naciente, en variadas formas de

persecución o relegación. El autor ha visto en los signos de aquellos tiem-pos de ostracismo y persecución la antítesis de dos mundos irreconcilia-bles, da testimonio de este enfrentamiento a muerte entre la Iglesiacristiana y el imperio romano y de la lucha permanente entre dos ciuda-des: la nueva Jerusalén y Babilonia.

El Apocalipsis es el libro del testimonio cristiano: de los mártires, delos que no han adorado a la fiera ni a su imagen, de los que han sido ex-cluidos, perseguidos y matados. Este libro comporta una denuncia contrala idolatría del imperio, que pretende erigirse como dios y exige la ado-ración a sus adeptos. Muchas de sus difíciles expresiones son inteligiblesdesde este trasfondo histórico. Sus frecuentes aclamaciones litúrgicas aJesucristo (6,8; 12,10; 13,10; 15,4) son una réplica cristiana a los himnos

APOCALIPSISDE JUAN

Page 2: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 2006

paganos que tributaban una gloria al emperador, concretamente a Do-miciano (81-96), quien se creía un dios y exigía culto divino.

Autor. Quien escribe se llama a sí mismo Juan (1,1.4.9; 22,8) y diceestar confinado en una isla por confesar a Jesucristo. Siendo tan frecuen-te el nombre de Juan, la cuestión de la autoría se presta a múltiples in-terpretaciones. En los primeros siglos se le identificó con el apóstol yevangelista. Pero ya en la segunda mitad del s. III se comenzó a dudar eincluso negar su autoría, atribuyendo el libro a otro Juan. En la actualidadseguimos uniendo este libro al «cuerpo joánico» (obras del apóstol Juan),pero son pocos los que atribuyen el libro al apóstol, aunque conservencomo válido el nombre de otro Juan.

De una somera lectura, deducimos que el autor es de origen judío,mediano conocedor del griego, muy versado en el Antiguo Testamento,especialmente en los profetas, y conocedor de géneros literarios enton-ces en boga. Del género apocalíptico, además del nombre, tomó muchosrecursos, pero se distanció en puntos fundamentales. Mientras otros au-tores apocalípticos se esconden en nombres ilustres del pasado –Enoc,Abrahán, Moisés, Isaías, Baruc–, y trasforman el pasado en predicción,nuestro autor se presenta con su propio nombre, se dice contemporáneode los destinatarios y se ocupa declaradamente del presente (1,19).

Destinatarios, fecha y lugar de composición. Los destinatarios in-mediatos son las siete Iglesias de la provincia romana de Asia, a las queel autor se siente particularmente ligado y a las que escribe para com-partir sus penas y por el encargo «profético» recibido. Como Pablo escri-bía desde la prisión, este Juan escribe desde el destierro o confinamientoa unas comunidades que ya saben de hostilidad y acoso, que ya han te-nido mártires (2,13; 6,9) y que ahora se enfrentan a una gran persecu-ción. El autor intenta prevenir y alentar a sus hermanos cristianos para lagrave prueba que se avecina (3,10), cuando el emperador exigirá adora-ción y entrega (13,4.16s; 19,20). ¿A quién se refiere en concreto? Bara-jando los datos que proporciona el libro, es probable que el autor aludaal emperador Domiciano, quien exigió en todo el imperio honores divi-nos, «nuestro Dios y Señor», declaró delito capital el rehusar la adoración,y la leyenda lo miró como a un Nerón redivivo (13,3). En este caso, el li-bro habría sido escrito en la segunda parte de la década de los 90.

Pero su contenido no se agota en la referencia a la coyuntura históri-ca concreta. Con tal de no tomarlo a la letra ni como trampolín de espe-culaciones, el libro sigue trasmitiendo un mensaje ejemplar a todas lasgeneraciones de la Iglesia. Las hostilidades comenzadas en el paraíso (Gn3) no acabarán hasta que se cumpla el final del Apocalipsis, la manifesta-ción plena de nuestro Señor: «Sí, vengo pronto. Amén» (22,20).

El Apocalipsis, memoria viva de nuestros mártires. El libro quieremantener vivo el recuerdo de nuestros mártires (2,13; 6,9-11; 7,9-17;11,7-10; 13,15; 16,5s; 17,6; 18,24; 20,4), quienes dieron testimonio desu fe al igual que el Cordero degollado; y vencieron gracias a la sangredel Cordero (12,11). El Apocalipsis suscita una tremenda actualidad en al-gunos contextos de nuestro mundo, especialmente en América Latina,Asia y África, tierras regadas por la sangre del testimonio cristiano. Hacer

Page 3: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2007 APOCALIPSIS

memoria viva de nuestros mártires constituye uno de los más hondos co-metidos del libro. El primer mártir fue Jesucristo: el Apocalipsis es el úni-co libro del Nuevo Testamento que lo llama «testigo fidedigno» (1,5;3,14), en estado absoluto; y tras de él y con él, multitud de mártires, quie-nes cumplen los preceptos de Dios y conservan el testimonio de Jesús(12,17b).

El Apocalipsis, un libro-compromiso. El Apocalipsis es una obra sub-versiva contra los poderes de todo imperio (el romano en la época en quefue escrito, y a continuación, todo imperio opresor y todo sistema impe-rialista), que persigue y masacra al pueblo empobrecido por no secundarlos valores (o contra-valores) que engañosamente presenta. El Apocalipsisno es un escrito evasivo, apto para soñar y desentenderse de la realidad,sino para acrecentar el compromiso de nuestra fe, que debe ser lúcida,libre de esclavitudes y operante en el servicio del amor.

El Apocalipsis, el libro de la esperanza de la Iglesia ante el miste-rio de la iniquidad. El Apocalipsis cristiano no es un libro ingenuo, fan-tástico, para entretener la imaginación o para dar rienda suelta a lossueños. Está anclado en la más dura realidad; vive en la historia y la pa-dece. El libro ofrece una lúgubre simbología que permite ver el dominiode las fuerzas del mal: la violencia, la injusticia social y la muerte cabal-gan a lomos de caballos desbocados (6,3-8). También ofrece cuadros depesadillas, como el de la plaga de las langostas (9,3-12) y la caballería in-fernal (9,13-21). Se asombra con pesar de la presencia devastadora delmal en la historia y descubre el origen demoníaco de tantas ramificacio-nes negativas.

La Iglesia sufre persecución, es martirizada en sus miembros; tambiénla humanidad sufre la opresión de los poderosos. El Apocalipsis está es-crito con la sangre de muchas víctimas. ¡Su lectura merece respeto sagra-do! Es el libro de la consolación universal. La historia tiene un destino queno acaba ni en el caos, ni en la barbarie, sino felizmente, cumplidamen-te: el reino de Dios. El libro muestra que ese reino se va haciendo pre-sente en esta tierra de fatigas e irrumpirá en todo su esplendor con eladvenimiento de la nueva Jerusalén, y vendrá como don de Dios parapremio y consuelo de la Iglesia de todos los tiempos.

Contenido. El libro comienza con una grandiosa autopresentación deJesucristo resucitado, Señor y dueño de la historia (1,17s) que tiene unmensaje para la Iglesia universal (20). Este mensaje está contenido en lascartas a las siete Iglesias de Asia (2s), en las que Jesucristo conoce y reco-noce, reprocha y amonesta, promete y cumple, pide atención e interpe-la: llamada solemne a la conversión ante la prueba que se avecina.Después de las siete cartas, el tema de conjunto (4–22) es la lucha de laIglesia con los poderes hostiles. Juan despliega netamente los campos,como sucede en las guerras. El jefe de la Iglesia es Jesucristo, tiene sus tes-tigos, sus seguidores «servidores de nuestro Dios» (7,3). Enfrente está Sa-tán que tiene su capital en Babilonia (símbolo de Roma, capital delimperio), con sus agentes y un poder limitado. La lucha va acompañadade impresionantes perturbaciones en el cielo y en la tierra. La concepciónapocalíptica impone el dualismo dentro del mundo y de la historia, las

Page 4: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

antítesis, las oposiciones simétricas de personajes, figuras y escenas, comoen un gran drama. La victoria de Jesucristo y los suyos es segura, peropasa por la pasión y la muerte. El Jefe, el Cordero, fue degollado; sus tes-tigos, asesinados (11,1-12); sus siervos han de superar la gran tribulación(7,14). Pero llegará el juicio de la capital enemiga y su caída (17s), la ba-talla final (19,11-21) y el juicio universal (20,11-15). Después vendrá elfinal glorioso y gozoso, hacia el cual tiende el curso y el oleaje de la his-toria. El final de la obra tiene la forma de una boda del Mesías-Corderocon la Iglesia.

APOCALIPSIS 2008

Page 5: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

Introducción1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase a sus siervos

lo que va a suceder pronto. Él envió a suángel para transmitírsela a su siervo Juan,2 quien atestigua que cuanto vio es Palabrade Dios y testimonio de Jesucristo. 3 Feliz elque lea y felices los que escuchen las pala-bras de esta profecía y observen lo escritoen ella, porque el tiempo está cerca.Mensaje a las siete Iglesias: saludo

4 De Juan a las siete Iglesias de Asia: lesdeseo el favor y la paz de parte de Aquelque es, que era y que será, de parte de lossiete espíritus que están ante su trono 5 y departe de Jesucristo, el testigo fidedigno, elprimogénito de los muertos, el Señor de losreyes del mundo.

Al que nos ama y nos libró con su san-gre de nuestros pecados, 6 e hizo de noso-tros un reino, sacerdotes de su Padre Dios,a él la gloria y el poder por los siglos [de lossiglos] amén.

17 Mira que llega entre las nubes:todos los ojos lo verán,también los que lo atravesaron;y todas las razas del mundose darán golpes de pecho por él.Así es, amén.8 Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor

Dios, Aquel que es, que era y que será, elTodopoderoso.Visión de Jesucristo

9 Yo Juan, hermano de ustedes, conquienes comparto las pruebas, el reino y lapaciencia por Jesús, me encontraba exila-do en la isla de Patmos a causa de la Pala-bra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 Undomingo, se apoderó de mí el Espíritu, yescuché detrás de mí una voz potente,como de trompeta, 11 que decía: Lo que vesescríbelo en un libro y envíalo a las sieteIglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira,Sardes, Filadelfia y Laodicea. 12 Me volvípara ver de quién era la voz que me habla-ba y al volverme vi siete lámparas de oro

1,1-3 Introducción. «Apocalipsis», en griego, signi-fica «des-velación» o «re-velación» de algo oculto.Con estas dos palabras se inicia la lectura: «Revelaciónque Dios confió a Jesucristo». La centralidad de Jesu-cristo y la riqueza de su misterio son puestas de relie-ve desde el comienzo del libro (1,1) hasta el final(22,21).

A la presentación del libro sigue la proclamación deuna bienaventuranza o felicitación. Es la primera delas siete bienaventuranzas que jalonan la obra (1,3;14,13; 16,15; 19,9; 20,6; 22,7; 22,14). Ello significaque el Apocalipsis no es un libro terrible, un calenda-rio de desdichas, sino que anuncia de parte de Diosuna inmensa dicha (el siete quiere decir la suma total)para la Iglesia. Esta primera bienaventuranza consisteen proclamar la Palabra de Dios, escucharla con cora-zón noble y guardar su mensaje. Aparece ya la comu-nidad cristiana como el grupo destinatario del libro.

1,4-8 Mensaje a las siete Iglesias: saludo. La gra-cia y la paz divinas se dirigen a toda la Iglesia (las sie-te Iglesias de Asia representan a la Iglesia universal). ElDios que saluda y bendice no es una presencia imper-sonal, sino el Dios cristiano por excelencia, a saber, laSantísima Trinidad. Dios es considerado (cfr. Éx 3,14)como «Aquel que es, que era y que será», el Dueñodel tiempo, el Señor que dirige toda nuestra historia.En sus manos está nuestra suerte. Los «siete Espíritus»(4) no se refieren a siete ángeles destacados, sino a lapresencia viva y dinámica del Espíritu Santo en su más

honda realidad personal, que es inmensa totalidad(simbólico número siete) en sus incesantes manifesta-ciones de fuerza, profecía, inspiración, perdón y múl-tiples carismas.

Jesucristo es celebrado con tres atributos principa-les. Es «testigo fidedigno», porque con su vida, muer-te y resurrección expresa soberanamente todo cuantoDios ha querido revelarnos. Es «primogénito de losmuertos» por su resurrección. Es «Señor de los reyesdel mundo» porque como Señor resucitado, con lafuerza de su Espíritu y con nuestra colaboración, em-puja la historia hacia una plena realización humana ycristiana.

¿Quién es Jesucristo para la Iglesia? La comunidadrememora tres grandes beneficios que el Señor contanta abundancia le ha concedido: amor, redención yparticipación en el sacerdocio regio. La Iglesia vivegracias a este amor de Jesucristo, que experimenta go-zosamente a lo largo y ancho de su historia.

1,9-20 Visión de Jesucristo. Esta visión es una delas más impresionantes que ofrece el Nuevo Testa-mento. Juan alude a las circunstancias precisas en lasque ocurre. Se encuentra en Patmos, una pequeñaisla del mar Egeo, donde está recluido por su valentíaen predicar la Palabra de Dios y el testimonio de Je-sús. Aunque lejos, no se siente abandonado; sabe quees nuestro hermano y compañero; comparte con to-dos los cristianos perseguidos las tribulaciones por elreino de Dios. Es la primera vez que en el Nuevo Tes-

Page 6: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 1 2010

13 y en medio de las lámparas una figurahumana, vestida de larga túnica, el pechoceñido de un cinturón de oro; 14 cabeza y ca-bello blancos como la lana blanca o comonieve, los ojos como llama de fuego, 15 lospies como de bronce brillante y acrisolado,la voz como el estruendo de aguas torren-ciales. 16 En su mano derecha sujetaba sieteestrellas, de su boca salía una espada afila-da de doble filo; su aspecto como el sol bri-llando con toda su fuerza. 17 Al ver esto, caía sus pies como muerto; pero él, poniéndo-me encima la mano derecha, me dijo:

—No temas. Yo soy el primero y el últi-mo, 18 el que vive; estuve muerto y ahoraves que estoy vivo por los siglos de los si-glos, y tengo las llaves de la muerte y elabismo. 19 Escribe lo que viste: lo de ahoray lo que sucederá después. 20 Éste es elsímbolo de las siete estrellas que viste enmi mano derecha y de las siete lámparas de

oro: las siete estrellas son los ángeles de lassiete Iglesias, las siete lámparas son las sie-te Iglesias.

Mensaje a las siete Iglesias: contenidoA la Iglesia de Éfeso

1 Al ángel de la Iglesia de Éfeso es-críbele: Esto dice el que sujeta en la

mano derecha las siete estrellas, el que ca-mina entre las siete lámparas de oro: 2 Co-nozco tus obras, tus fatigas, tu paciencia,que no toleras a los malvados, que has so-metido a prueba a los que se dicen apósto-les sin serlo y has comprobado que sonfalsos; 3 has soportado y aguantado por micausa sin desfallecer. 4 Pero tengo algo con-tra ti: que has abandonado tu amor delprincipio. 5 Fíjate de dónde has caído, arre-piéntete y haz las obras del principio. De locontrario, si no te arrepientes, vendré y re-moveré tu lámpara de su puesto.

2

tamento aparece la palabra «domingo» o «día del Se-ñor». También, en ese día señalado, el Espíritu –diceel texto muy gráficamente– se apodera de Juan.

El vidente contempla un personaje misterioso (13),una figura humana (cfr. Dn 7,13). Tiene el dominio yel derecho para juzgar a la humanidad. A continua-ción se describe su porte externo, que se relacionacon la vestidura del sumo sacerdote (cfr. Éx 28,2-4;Zac 3,1.3s; Sab 18,20s.24); aparece en medio de sie-te candelabros de oro; y estos candelabros son las sie-te Iglesias (1,20).

Descripción de la cabeza (14). Se inspira y aplica aJesucristo la visión del anciano de largos días del pro-feta Daniel (7,9). Se insiste en el color blanco, típicode la resurrección. La metáfora de los ojos como lla-ma de fuego (2,18; 19,12) destaca el poder de cono-cimiento de nuestro Señor, su penetrante mirada quetodo lo ve y lo sondea.

Los pies y la voz (15). El Señor está de pie y no setambalea, no es como aquella frágil estatua con lospies de barro (cfr. Dn 2,31-36). Sobre su fuerza seapoya la debilidad de la Iglesia. La voz de Jesucristo secompara a la voz de Dios, que es también «voz deaguas torrenciales» (cfr. Ez 1,24; 43,2; Dn 10,6). Sesubraya la autoridad y la potencia de la palabra deJesucristo.

Mano, boca y rostro (16). La espada es, conforme auna larga tradición bíblica, el símbolo de la Palabra deDios (cfr. Is 49,2; Sab 18,15s; Heb 4,23). La imagen estodavía amplificada, es «afilada de doble filo». Se des-cribe la fuerza y el poder combativo de la palabra deJesús.

El vidente que no dobló sus rodillas ante el empe-rador de Roma, se echa en tierra y adora a Jesucristo,

como su único Dios y Señor. Pero Jesucristo no ate-moriza, sino que –supremo gesto de delicadeza–pone su mano derecha, sobre la cabeza de Juan y loconforta.

La Iglesia es contemplada en un simbolismo espa-cial y litúrgico: lámparas y estrellas. La Iglesia es, segúnla visión del libro, una lámpara con vocación de es-trella. Es lámpara, a saber, vive en la tierra y en la his-toria, pero su esperanza está en el cielo. Jesucristosujeta con su mano poderosa la vocación de su Igle-sia. La Iglesia puede confiar en la providencia de suSeñor que nunca la abandonará.

2,1–3,22 Mensaje a las siete Iglesias: contenido A la Iglesia de Éfeso (2,1-7). La ciudad de Éfeso,

metrópoli de la provincia romana de Asia, ocupaba laprimacía política, comercial y religiosa del entorno.Por ello aparece situada en el primer lugar de todas lasIglesias. Aunque Jesucristo reconoce su leal esfuerzo yperseverancia, sin embargo echa en cara a la comuni-dad que ha dejado «el amor primero». «Primero» noen el tiempo cronológico sino en su exigente calidady en entrega absoluta del corazón. He aquí una admi-rable síntesis de todo itinerario de la conversión cris-tiana, que contiene tres pasos necesarios: Fijarse,arrepentirse y hacer (5). La expresión «nicolaítas» (6)es la traducción literal griega de la palabra hebrea«Balaán» (2,14s), significa «amo o dominador del pue-blo». Ambos vocablos son emblemáticos y aluden,juntamente con la profetisa Jezabel (2,20), a un movi-miento herético que se infiltraba en la Iglesia de Asiamenor. Estos personajes despreciaban el valor de laEncarnación y Redención de Jesús, se alejaban consu conducta pagana de las radicales exigencias delEvangelio.

Page 7: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2011 APOCALIPSIS 2

6 Sin embargo tienes a tu favor esto, quedetestas la conducta de los nicolaítascomo yo la detesto. 7 El que tenga oídosescuche lo que dice el Espíritu a las Igle-sias. Al vencedor le permitiré comer del ár-bol de la vida que está en el paraíso deDios.

A la Iglesia de Esmirna8 Al ángel de la Iglesia de Esmirna es-

críbele: Esto dice el primero y el último, elque estaba muerto y revivió. 9 Conozco tuaflicción y tu pobreza, pero eres rico; séque te injurian los que se dicen judíos y sonmás bien la sinagoga de Satanás. 10 No teasustes por lo que has de padecer; porqueel Diablo va a meter en la cárcel a algunosde ustedes y sufrirán durante diez días. Séfiel hasta la muerte, y te daré la corona dela vida. 11 El que tenga oídos escuche loque dice el Espíritu a las Iglesias. El vence-dor no padecerá la segunda muerte.

A la Iglesia de Pérgamo12 Al ángel de la Iglesia de Pérgamo es-

críbele: Esto dice el que tiene la espada afi-lada de doble filo. 13 Sé que donde túhabitas tiene su trono Satanás. A pesar de

todo mantienes mi nombre sin renegar demí, ni siquiera cuando Antipas, mi testigofiel, fue asesinado en la ciudad de ustedes,donde habita Satanás. 14 Pero tengo algocontra ti: que toleras allí a los que profesanla doctrina de Balaán, que indujo a Balac aponer un tropiezo a los israelitas empuján-dolos a comer víctimas idolátricas y a co-meter inmoralidades sexuales. 15 Lo mismotú toleras a los que profesan la doctrina delos nicolaítas. 16 Arrepiéntete; de lo contra-rio, iré pronto allá para luchar contra elloscon la espada de mi boca. 17 El que tengaoídos escuche lo que dice el Espíritu a lasIglesias. Al vencedor le daré del manáescondido, le daré una piedra blanca y gra-bado en ella un nombre nuevo que sólo co-noce el que lo recibe.

A la Iglesia de Tiatira18 Al ángel de la Iglesia de Tiatira es-

críbele: Esto dice el Hijo de Dios, el que tie-ne los ojos como llamas de fuego y los piescomo bronce lustrado. 19 Conozco tusobras, tu amor y tu fe, tu paciencia y tuhonradez, tus obras recientes, mejores quelas precedentes. 20 Pero tengo contra ti quetoleras a Jezabel, que se declara profetisa y

A la Iglesia de Esmirna (2,8-11). La ciudad, que segloriaba de su fidelidad a Roma, había recibido a mu-chos judíos sobrevivientes de la destrucción de Jeru-salén por los romanos; éstos se habían convertido enenemigos de los cristianos. La oposición de los judíosa los cristianos es conocida en el Nuevo Testamento(cfr. 1 Tes 2,15s; Hch 13,50; 14,2.5). En la carta noexiste ni un sólo reproche a esta Iglesia por parte delSeñor, sino una continua exhortación a la perseveran-cia. La persecución será intensa pero breve, de «diezdías» (cfr. Gn 24,55; Dn 1,12.14.15). La expresión«muerte segunda» no se encuentra en la Biblia; peroes de uso frecuente en la literatura inter-testamentaria(100 a.C.-100 d.C.); significa la exclusión del mundovenidero, no poder entrar en la nueva Jerusalén.Quien esté libre de esta muerte segunda tendrá, pues,acceso a la nueva Jerusalén, donde la muerte ya noexiste (21,4).

A la Iglesia de Pérgamo (2,12-17). La ciudad, resi-dencia del gobernador romano promotor del culto alemperador, era célebre en la antigüedad por su flo-reciente industria de pergaminos y por la abundanciade templos paganos, en donde destacaba un colosalaltar dedicado a Júpiter. El ambiente resultaba as-fixiante para la fe cristiana. La comunidad ya hapadecido en uno de sus cristianos, Antipas, el preciode la fidelidad. Al igual que Jesús, ha dado testimonio

y ha derramado su sangre. Sólo el Apocalipsis llama aJesús «el testigo fidedigno» (1,5). Quiere el Señor quela comunidad se mantenga fiel a pesar de la idolatríacircundante. La imagen de los banquetes y de lafornicación expresa la comunión con los valorespaganos de los cultos imperiales y del gnosticismo. Lapiedra blanca indica la nueva condición del cristianoa quien se le impone un nombre nuevo. Así consigueentrada o señal para poder participar en el banquetede bodas del Cordero y tener acceso a la nueva Je-rusalén.

A la Iglesia de Tiatira (2,18-29). Jesucristo se pre-senta –única vez en el Apocalipsis– con el título mássolemne «Hijo de Dios». Con su mirada penetrante,«ojos como llama de fuego», y con la firmeza de quiense apoya en pies como bronce lustrado, quiere con-solidar la vida de la Iglesia. Tiatira era la ciudad menosimportante de las siete mencionadas, y resulta para-dójicamente la carta más extensa. Aunque es enco-miable el juicio positivo de Jesucristo, grande es laseveridad con que asimismo la recrimina. La comuni-dad ha caído en la dejación y permite a los herejes(los secuaces de Jezabel) continuar su obra de engañoy captación. El Señor la amenaza con severas pala-bras, válidas para la Iglesia de todos los tiempos: ¡Nose puede ya dejar pasar la oportunidad. Ahora quehay tiempo, es preciso convertirse!

Page 8: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 2 2012

engaña a mis siervos conduciéndolos a lainmoralidad sexual y a comer carne sacri-ficada a los ídolos. 21 Le he dado tiempopara que se arrepienta, y no quiere arre-pentirse de su prostitución. 22 Mira, a ella lapostraré en cama y a los que cometieronadulterio con ella, si no se arrepienten de suconducta, les enviaré sufrimientos terribles.23 Daré muerte a sus hijos, y sabrán todaslas Iglesias que soy yo quien examinaentrañas y corazones, para retribuir a cadauno según sus obras. 24 A los demás de Tia-tira les digo que, si no han aceptado esadoctrina ni aprendido los supuestos secre-tos de Satanás, no les impondré otra carga.25 Basta que conserven lo que ya tienenhasta que yo vuelva. 26 Al vencedor, al quepermanezca fiel hasta el final le daré podersobre las naciones: 27 los apacentará convara de hierro, los quebrará como vaso dearcilla 28 –es el poder que recibí de mi Pa-dre–; y le daré la estrella matutina. 29 El quetenga oídos escuche lo que dice el Espíritua las Iglesias.

A la Iglesia de Sardes1 Al ángel de la Iglesia de Sardes es-críbele: Así dice el que tiene los siete

espíritus de Dios y las siete estrellas: Co-nozco tus obras: pasas por vivo y estásmuerto. 2 Vigila y robustece el resto que to-davía no ha muerto; porque no encuentrotus obras justas a juicio de mi Dios. 3 Re-cuerda lo que recibiste y escuchaste: ob-

3

sérvalo y arrepiéntete. Si no estás en vela,vendré como un ladrón, sin que sepas aqué hora llegaré. 4 Con todo, tienes en Sar-des unos cuantos que no han contaminadosus vestiduras. Vestidos de blanco se pa-searán conmigo, porque son dignos. 5 Tam-bién el vencedor se vestirá de blanco y noborraré su nombre del libro de la vida; loconfesaré ante mi Padre y ante mis ánge-les. 6 El que tenga oídos escuche lo quedice el Espíritu a las Iglesias.

A la Iglesia de Filadelfia7 Al ángel de la Iglesia de Filadelfia es-

críbele: Esto dice el Santo, el que dice laverdad, el que tiene la llave de David; elque abre y nadie puede cerrar, el que cierray nadie puede abrir: 8 Conozco tus obras.Mira, te he puesto delante una puerta abier-ta que nadie puede cerrar. Aunque tienespoca fuerza, has guardado mi palabra y nohas renegado de mí. 9 Mira lo que haré a lasinagoga de Satanás, a los que se dicen ju-díos sin serlo, porque mienten: haré quesalgan a postrarse a tus pies, reconociendoque yo te amo. 10 Como tú guardaste mi en-cargo de perseverar, yo te guardaré en lahora de la prueba, que se echará sobre elmundo entero para probar a los habitantesde la tierra. 11 Voy a llegar pronto: conservalo que tienes para que nadie te arrebate lacorona. 12 Al vencedor lo haré columna enel templo de mi Dios y no volverá a salir; enella grabaré el nombre de mi Dios y el nom-

A la Iglesia de Sardes (3,1-6). Sardes, situada a 50kilómetros al sudeste de Tiatira, era un florecientecentro comercial, con una próspera industria de lanablanca, a la que parece referirse el texto de la carta.Sus habitantes tenían fama de comodones y luju-riosos. En contraste con su prosperidad material, lacomunidad cristiana apenas lograba vegetar lastimosa-mente. Jesucristo se presenta dotado de la plenituddel Espíritu Santo («los siete espíritus de Dios») y conla capacidad para reanimar la vocación de la Iglesia.Con su poderosa palabra, interpretada por el Espíritu,dará vida a la comunidad. El reproche de nuestro Se-ñor reviste acentos de amarga dureza. La comunidadsólo «tiene nombre de», mantiene apariencia o facha-da externa; pero por dentro, en su vida de fe y deamor, está muerta. No todos, sin embargo, se hanperdido; aún sobrevive un resto palpitante (4). Estospocos deben vigilar y estar atentos para que no seapague cuanto de bueno todavía permanece. El Señor

les recuerda los dones recibidos; en un emocionadofinal climático, les llama a una conversión urgente.

A la Iglesia de Filadelfia (3,7-13). Filadelfia era unapequeña ciudad al sudeste de Sardes. La comunidadcristiana está al límite de sus fuerzas, y recibe del Se-ñor una carta llena de elogios y de ánimo. La presen-tación de Jesucristo insiste en su carácter divino, puesestos dos títulos se aplicaban a Dios: el Santo (cfr. Jn6,69; 1 Jn 2,20; Ap 4,8) y el Verdadero (cfr. Jn 17,3; 1Jn 5,20). También tiene la llave de David, es decir,Jesucristo detenta todo el poder mesiánico, es el nue-vo David, el rey eterno que ha vencido a la muerte yal abismo (1,18). Sólo Él posee la llave de acceso a lanueva Jerusalén. El Señor no hace ningún reproche;sabe que es una comunidad pequeña y que padece lapersecución de los judíos. Los cristianos fieles cons-tituyen el verdadero Israel. Nadie va a ser capaz deborrar la consagración de su nombre, grabada in-deleblemente por el Señor.

Page 9: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2013 APOCALIPSIS 4

entraré en su casa y cenaré con él y él con-migo. 21 Al vencedor lo haré sentarse en mitrono junto a mí, igual que yo vencí y mesenté junto a mi Padre en su trono. 22 El quetenga oídos escuche lo que dice el Espíritua las Iglesias.Liturgia celeste(Ez 1,26-28)

1 Contemplé después una puertaabierta en el cielo y oí la voz de trom-

peta que me había hablado al principio:Sube acá y te enseñaré lo que va a sucederdespués. 2 En ese momento se apoderó demí el Espíritu. Vi un trono colocado en elcielo 3 y en él sentado uno cuyo aspecto erade jaspe y cornalina; rodeando al trono bri-llaba un arco iris como de esmeralda. 4 Al-rededor del trono había veinticuatro tronosy sentados en ellos veinticuatro ancianos,con vestiduras blancas y coronas de oro enla cabeza. 5 Del trono salían relámpagos yse escuchaban truenos. Siete antorchas defuego ardían ante el trono, los siete espíritusde Dios. 6 Delante del trono había como un

4

A la Iglesia de Laodicea (3,14-22). Laodicea eraconocida en la antigüedad por su famosa escuelamédica para enfermedades de los ojos. La ciudad seconsideraba autosuficiente (17). El juicio de Jesucristoresulta tremendamente severo. La situación de la Igle-sia le produce náuseas. La razón de tan insufrible re-pugnancia es la tibieza eclesial: se cree rica, perfectay, en el colmo de su ceguera, no quiere reconocer suextrema pobreza. Vive torpemente instalada en elpeor de los pecados: el orgullo religioso. La comuni-dad debe buscar sólo en el Señor el remedio a su de-plorable situación de vergüenza: tiene que vestir lavestidura blanca de su dignidad de esposa de Jesu-cristo. El oro de su riqueza, que colmará su miseria,está en el Señor (18) no en su vacua soberbia. Nece-sita nuevos ojos –es decir, ojos iluminados por la fe–para poder ver.

El versículo 20 es el más hermoso y enigmático detoda la Biblia. A pesar del juicio tan severo, el SeñorResucitado, el que está de pie, aguarda paciente a lapuerta. Llama con insistente porfía, como la Sabiduría(cfr. Sab 6,14), como el Esposo del Cantar (cfr. Cant5,2). El Señor siempre está esperando en vela, aposta-do a nuestra puerta. Pide con solicitud que la Iglesiaescuche su voz. Esta voz no es otra sino la que está re-sonando de forma incesante en todas las cartas a lassiete Iglesias. Suplica con delicadeza entrar, pero lapuerta sólo se abre desde dentro, es decir, dependeen última instancia de la libertad del cristiano. Pero siéste responde generosamente, el Señor, convertido yaen anfitrión de la casa, anudará con él una íntima re-

lación de alianza, hecha de amor recíproco, y le con-cederá el don de la cena eucarística.

4,1-11 Liturgia celeste. Este capítulo se abre conuna visión de la corte celestial. El autor parece teneren mente la corte imperial –romana o persa– con elsenado y consejeros que acompañan al emperadorcomo parte de su séquito. Dios aparece sentado en eltrono, es, por tanto, dueño y dominador de todo eluniverso. El brillo de las más rutilantes piedras pre-ciosas le rodean como una aureola cromática: Es Diosde Dios. Luz de luz. La suprema belleza. El arco irisque le envuelve es como el brillante anillo de su alian-za con la humanidad. Dios se compromete con lapaz (cfr. Gn 9,13-15). Los ancianos poseen algunascaracterísticas llamativas: vestiduras blancas como eluniforme de su configuración con el Señor resucita-do (7,13); coronas de oro, en señal de victoria conJesucristo vencedor (14,14). Son la egregia estampade la Iglesia glorificada. Su función es litúrgica y soli-daria: no cesan de alabar a Dios ni de interceder pornosotros.

Dios, ataviado con los signos típicos de una nuevateofanía (cfr. Éx 19,16; Jue 5,4s; Ez 1,13), se acerca yva a intervenir poderosamente en la historia de la sal-vación. Los siete espíritus de Dios son descritos con elsímbolo de siete antorchas de fuego. El régimen tem-poral de los verbos griegos insiste en que arden demanera continuada, sin extinguirse. Toda la expresión(5b) habla de la presencia del Espíritu Santo brillandoen vela perpetua: es la imagen luminosa de la solici-tud de Dios por la humanidad.

bre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Je-rusalén que baja del cielo desde mi Dios, ymi nombre nuevo. 13 El que tenga oídos es-cuche lo que dice el Espíritu a las Iglesias.

A la Iglesia de Laodicea14 Al ángel de la Iglesia de Laodicea es-

críbele: Así dice el Amén, el testigo fidedig-no y veraz, el principio de la creación deDios. 15 Conozco tus obras, no eres ni frío nicaliente. Ojalá fueras frío o caliente; 16 perocomo eres tibio, ni frío ni caliente, voy a vo-mitarte de mi boca. 17 Dices que eres rico,que tienes abundancia y no te falta nada; yno te das cuenta de que eres desgraciado,miserable y pobre, ciego y desnudo. 18 Teaconsejo que me compres oro refinadopara enriquecerte, vestidos blancos paracubrirte y no enseñar desnudas tus ver-güenzas, y medicina para ungirte los ojos ypoder ver. 19 A los que amo yo los reprendoy corrijo. Sé fervoroso y arrepiéntete.20 Mira que estoy a la puerta llamando. Siuno escucha mi llamada y abre la puerta,

Page 10: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 4 2014

mar transparente, como cristal. En el cen-tro, rodeando el trono, estaban cuatro seresvivientes cubiertos de ojos por delante y pordetrás. 7 El primer ser viviente tenía figurade león, el segundo de toro, el tercero teníarostro humano, el cuarto tenía figura deáguila volando. 8 Cada uno de los seres vi-vientes tenía seis alas, cubiertas por dentroy por fuera de ojos. No descansan ni de díani de noche y dicen: Santo, santo, santo,Señor Dios Todopoderoso, el que era y es yserá. 9 Cada vez que los seres vivientes da-ban gloria y honor y gracias al que estabasentado en el trono, al que vive por los si-glos de los siglos, 10 los veinticuatro ancia-nos se postraban ante el que estaba senta-do en el trono, adoraban al que vive por lossiglos de los siglos y ponían sus coronas de-lante del trono diciendo: 11 Eres digno, Se-ñor Dios nuestro, de recibir la gloria, el ho-nor y el poder, porque creaste el universo ypor tu voluntad fue creado y existió.El Cordero y el libro

1 A la derecha del que estaba sen-tado en el trono vi un rollo escrito por5

delante y por detrás y sellado con sietesellos. 2 Vi un ángel poderoso que prego-naba con voz potente: ¿Quién es digno deabrir el rollo y romper sus sellos? 3 Nadieen el cielo ni en la tierra ni bajo tierra po-día abrir el rollo ni examinarlo. 4 Yo llora-ba mucho porque nadie era digno de abrirel rollo y examinarlo. 5 Pero uno de losancianos me dijo: No llores; que ha ven-cido el león de la tribu de Judá, retoño deDavid: él puede abrir el rollo de los sietesellos.

6 Entre el trono y los cuatro vivientes ylos veinticuatro ancianos vi que estaba enpie un cordero como sacrificado, con sietecuernos y siete ojos –los [siete] espíritus deDios enviados por todo el mundo–. 7 Seacercó a recibir el rollo de la mano derechadel que estaba sentado en el trono. 8 Cuan-do lo recibió, los cuatro vivientes y los vein-ticuatro ancianos se postraron ante elcordero. Cada uno tenía una cítara y unacopa de oro llena de perfumes –las oracio-nes de los santos–. 9 Cantaban un cánticonuevo:

El mar, símbolo del mal en la Biblia (cfr. Sal 66,6;74,13) está ya vencido. No es un mar de aguas turbu-lentas, sino una balsa cristalina. Como un lebrel se so-mete a los pies de su amo (imagen que tanto gustabaal Cura de Ars), así el mar ha sido despojado de sumalicia. Domesticado, es un instrumento de paz (cfr.Mc 4,39-41). El simbolismo de los cuatro vivientes,descritos con detalles enigmáticos no fáciles de enten-der, muestra la desbordante vitalidad que emana deltrono. Dios es vida, y no puede dejar de dar vida enabundancia y sin mengua, incesantemente. Un himnode adoración cierra el capítulo. Dios es celebradocomo el Creador. Su actividad creadora, desplieguede su designio de vida, queda subrayada en la estruc-tura del Apocalipsis: al comienzo (4,11) y al final(21,6).

5,1-14 El Cordero y el libro. Dios toma la iniciati-va en la historia de la salvación. Admiremos la maes-tría narrativa del Apocalipsis: Del trono de Dios surgeuna mano (único detalle antropomórfico del que estásentado en el trono), la todopoderosa mano de Dios

ofrecida en son de paz. En la mano hay un libro es-crito por fuera y por dentro; todo él es elocuente peropermanece cerrado con siete sellos. El libro contieneel designio de la historia, el misterio de la salvación.Nadie es capaz de leerlo ni de interpretarlo. A la sor-presa inicial sucede la turbación. Por eso la humani-dad errática, representada en Juan, llora amargamenteporque no halla un sentido a su vida, ni encuentra aalguien que oriente sus pasos perdidos. El llanto deJuan cesa cuando un anciano le consuela con una ve-lada mención a Jesucristo. Él cumple las profecías an-tiguas. Sólo Jesucristo, muerto y resucitado, victorioso,será capaz de leer e interpretar el libro de la historia.

Viene ahora la visión más emblemática de todo elApocalipsis. Aparece Jesucristo, el Cordero, pletóricode dignidad divina (en medio del trono), muerto (sa-crificado), resucitado (de pie), dotado de la plenituddel poderío mesiánico (siete cuernos) y poseedor ydador –al mismo tiempo– del Espíritu Santo (siete ojosque son los siete espíritus de Dios). Se trata, pues, deJesucristo quien, mediante su misterio pascual de

Eres digno de recibir el rollo y romper sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dioshombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;10 hiciste de ellos el reino de nuestro Dios y sus sacerdotes, y reinarán en la tierra.

Page 11: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2015 APOCALIPSIS 6

11 Me fijé y escuché la voz de muchosángeles que estaban alrededor del trono, delos vivientes y los ancianos: eran millones ymillones, 12 y decían con voz potente:

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, el saber, la fuerza, el honor,la gloria y la alabanza. 13 Y escuché a todas las criaturas, cuan-

to hay en el cielo y en la tierra, bajo tierra yen el mar, que decían:

Al que está sentado en el trono y alCordero

la alabanza y el honor y la gloria y elpoder por los siglos de los siglos.

14 Los cuatro vivientes respondían Amény los ancianos se postraban adorando.

Los sellos1 Vi al Cordero que abría el primero delos siete sellos y oí a uno de los cua-

tro vivientes que decía con voz de trueno:6

Ven. 2 Vi un caballo blanco y a su jinete conun arco; le pusieron una corona, y salióvencedor para seguir venciendo.

3 Cuando abrió el segundo sello, oí al se-gundo viviente que decía: Ven. 4 Salió uncaballo color fuego; al jinete le encargaronque retirase la paz de la tierra, de modo quelos hombres se matasen. Le entregaron unaespada enorme.

5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercerviviente que decía: Ven. Vi salir un caballonegro y su jinete llevaba una balanza en lamano. 6 Oí una voz que salía de entre loscuatro vivientes: Se vende una ración detrigo, por una moneda de plata y tres racio-nes de cebada también por una moneda deplata; pero no hagas daño al aceite ni alvino.

7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la vozdel cuarto viviente que decía: Ven. 8 Vi salirun caballo amarillo; su jinete se llamamuerte y los acompaña el que representa elreino de la muerte. Les han dado poderpara matar a la cuarta parte de los habitan-

muerte y resurrección, es investido con toda la autori-dad divina y derrama sobre la tierra el don personalde su Espíritu, quien es íntimamente descrito –bajo elsímbolo de sus siete ojos– como la mirada resplande-ciente de su amor. Nuestro Señor es entronizado. Re-cibe el poder y la gloria divina. Su entronización regiadesencadena una verdadera cascada de alabanzas.Los veinticuatro ancianos presentan a Dios las oracio-nes de los «santos». Se refiere a las oraciones de loscristianos, pues los santos –en términos del NuevoTestamento– son los cristianos. La oración es paraDios alabanza, fragancia digna de ser aceptada.

Se resalta aquí la universalidad de la redención. Amanera de coros concéntricos, la alabanza a Dios y alCordero asume dimensiones cósmicas. Nadie está ex-cluido de la participación en esta liturgia universal. Laadoración de toda la creación se dirige hacia el trono(que es el elemento central del capítulo 4) y el Cor-dero (personaje central del capítulo 5). De esta mane-ra estratégica ambos capítulos logran su unidadliteraria y teológica: Dios y el Cordero, ambos enalte-cidos en el mismo ámbito de la divinidad compartida.

6,1-17 Los sellos. Los sellos eran usados en la anti-güedad para identificar la propiedad, dar validez a losdocumentos y para proteger cosas valiosas o secretas.El libro sellado es propiedad exclusiva de Dios y con-tiene los planes secretos de su plan salvador. Jesucris-to, el Cordero, puede desatar, uno por uno, los sietesellos de libro. Lo abre de par en par para que se cum-plan los decretos de Dios. De ese libro van saliendo,casi por encantamiento, caballos. Hay que apreciar el

dramatismo plástico de estas imágenes en movimiento«casi cinematográficas» y tratar de visualizarlas. A ellonos invita el texto con la cadencia de acciones sucesi-vas: «Vi... oí... decía: Ven…» (1s). El primer caballodesigna a Jesucristo resucitado, adornado con el carac-terístico color blanco de la resurrección. Ha vencidopor su misterio pascual. Y está dispuesto a seguir com-batiendo contra las fuerzas negativas que invaden lahistoria, representadas en la visión de los otros tres ca-ballos. Al final de la historia será el vencedor absoluto.

El segundo caballo es color fuego, color de la san-gre. Es la «violencia» que quita la paz y perpetra elasesinato, desde la sangre de Abel hasta la de Jesús ysus testigos pasando por toda la sangre injustamentederramada a lo largo de toda la historia humana. Laviolencia desnaturaliza a los hermanos. La humanidadescribe su historia a base de sangre y de guerras.

El caballo negro significa «el hambre», la carestía dela vida provocada por la opulencia de unos pocos in-fligida sobre los demás, a quienes oprime, empobrecey mata de hambre. Es el gran pecado de la injusticiasocial.

El cuarto caballo, símbolo de la «muerte», tiene elcolor de la hierba cuando se está secando (amarillo).La interpretación nos viene ofrecida: es la muerte, lasuerte fatal de la humanidad. El texto ofrece el lúgu-bre cortejo que acompaña a la muerte: la espada o laviolencia, el hambre, las diversas plagas de peste yepidemias.

Dios no aparece como el «vengador sediento desangre» sino como el «defensor» que vela por el dere-

Page 12: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 6 2016

tes del mundo, con la espada, el hambre, lapeste y las fieras.

9 Cuando abrió el quinto sello, vi convida debajo del altar a los que habían sidoasesinados por la Palabra de Dios y por eltestimonio que habían dado. 10 Gritabancon voz potente: Señor santo y verdadero,¿cuándo juzgarás a los habitantes de la tie-rra y vengarás nuestra sangre? 11 Entoncesles dieron a cada uno una vestidura blancay les dijeron que esperaran todavía unpoco, hasta que se completase el númerode sus hermanos que, en el servicio deCristo, iban a ser asesinados como ellos.

12 Cuando se abrió el sexto sello, vi quesobrevino un violento terremoto, el sol sevolvió negro como ropa de luto, la lunatomó color de sangre, 13 las estrellas caye-ron del cielo a la tierra, como caen los hi-gos verdes de la higuera sacudida por elhuracán. 14 El cielo se retiró como un rolloque se enrolla, y todas las montañas e islasse desplazaron de sus puestos. 15 Los reyesdel mundo, los nobles y los generales, losricos y poderosos, los esclavos y los hom-bres libres se escondieron en grutas y cue-vas de montes, 16 y decían a los montes y

peñascos: Caigan sobre nosotros y ocúlten-nos de la mirada de aquel que se sienta enel trono y de la ira del Cordero. 17 Porque hallegado el día solemne de su ira y, ¿quiénpodrá resistir?Los que se salvan

1 Después vi cuatro ángeles de pie enlos cuatro puntos cardinales, sujetan-

do los cuatro vientos de la tierra para queno soplasen sobre la tierra, sobre el mar nisobre los árboles. 2 Vi otro ángel que subíadesde oriente, con el sello del Dios vivo, ygritaba con voz potente a los cuatro ánge-les encargados de hacer daño a la tierra yal mar: 3 No hagan daño a la tierra ni al marni a los árboles, hasta que no sellemos enla frente a los servidores de nuestro Dios.4 Oí el número de los marcados con el se-llo: ciento cuarenta y cuatro mil de todaslas tribus de Israel:

5 De la tribu de Judá doce mil, de la tribu de Rubén doce mil, de la tribu de Gad doce mil, 6 de la tribu de Aser doce mil, de la tribu de Neftalí doce mil, de la tribu de Manasés doce mil,

7

cho de todos sus hijos e hijas. Ante el sacrificio de tan-tas víctimas inocentes (degolladas como el Cordero),Dios responde no con venganza, sino enviando a suHijo quien derramó su sangre inocente por nuestrospecados.

Dios cuenta con la oración de los cristianos. Parahacer frente a la avalancha de males (simbolizados enlos tres últimos caballos) que invade a nuestra huma-nidad, y para hacer avanzar con decisión la historia dela salvación, es necesaria, desde la visión de Dios, laoración sincera y perseverante de los cristianos.

Los cataclismos de 12-14 indican, según un esque-ma bíblico y apocalíptico, la inminente aparición divi-na, la llegada de la ira de Dios (cfr. Is 13,10; 50,3;34,4; Jr 4,24; Jl 3,3s).

Sorprende al lector la expresión «la ira del Corde-ro» (16). Hay que decir que Jesús no es insensiblefrente al mal. En su vida dio pruebas elocuentes de suira ante la obstinada maldad de la gente (cfr. Mc 3,1-5). Le duele profundamente la injusticia humana y sucerrazón ante la gracia. Tampoco se puede silenciar elmisterio humano de la iniquidad. La obcecación hu-mana aparece frecuentemente registrada en nuestrolibro (11,18; 14,10; 16,19).

7,1-17 Los que se salvan. Los siervos de Dios se-rán preservados. Tal es el epígrafe y el consuelo queofrece el capítulo siete. Estos personajes marcados o

sellados son los cristianos, los que ya poseen indele-blemente el sello del bautismo (cfr. Ef 1,13; 4,30; 2Cor 1,2); éstos se verán asistidos por una especial pro-videncia divina. Obsérvese el significativo cambio enel orden de los doce patriarcas: se comienza no porRubén, sino por Judá, pues en él se prefigura el Me-sías (Jesucristo es llamado «el león de la tribu de Judá»(5,5).

El simbólico número de ciento cuarenta y cuatromil es el resultado de multiplicar las doce tribus de Is-rael por doce (los doce apóstoles del Cordero: 21,14),y luego por mil, que es la cifra de la historia de la sal-vación. Es el número de los elegidos del nuevo Israel,mucho más numeroso que el Israel antiguo de lasdoce tribus. Dios abarca en su abrazo salvador a todoslos pueblos, razas y lenguas.

Hay un cambio de escenario (9). Se describe eltriunfo de los mártires-testigos cristianos en el cielo,ante el trono y el Cordero. Es muchedumbre inmensae innumerable, pues abarca a todas las naciones.Acontece, por fin, el cumplimiento de la vieja prome-sa hecha por Dios a Abrahán sobre su descendencia(cfr. Gn 22,15-18). La muchedumbre está de pie, enseñal de victoria como el Cordero que «está de pie»(5,6). Endosan túnicas blancas, pues participan ya dela resurrección de Cristo y reciben el premio prometi-do. Hay que apreciar el atrevido simbolismo de la ex-

Page 13: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2017 APOCALIPSIS 8

7 de la tribu de Simeón doce mil, de la tribu de Leví doce mil, de la tribu de Isacar doce mil, 8 de la tribu de Zabulón doce mil, de la tribu de José doce mil, de la tribu de Benjamín doce mil mar-

cados con el sello. 9 Después vi una multitud enorme, que

nadie podía contar, de toda nación, raza,pueblo y lengua: estaban delante del tronoy del Cordero, vestidos con túnicas blancasy con palmas en la mano. 10 Gritaban convoz potente: La victoria es de nuestro Dios,que está sentado en el trono, y del Cordero.11 Todos los ángeles se habían puesto enpie alrededor del trono, de los ancianos yde los cuatro vivientes. Se inclinaron con elrostro en tierra delante del trono y adorarona Dios 12 diciendo: Amén. Alabanza y glo-ria, sabiduría y acción de gracias, honor yfuerza y poder a nuestro Dios por los siglosde los siglos. Amén.

13 Uno de los ancianos se dirigió a mí yme preguntó: Los que llevan vestidurasblancas, ¿quiénes son y de dónde vienen?Contesté: Tú lo sabes, señor. 14 Me dijo: És-tos son los que han salido de la gran tri-bulación, han lavado y blanqueado susvestiduras en la sangre del Cordero. 15 Poreso están ante el trono de Dios, le dan cul-to día y noche en su templo, y el que sesienta en el trono habita entre ellos. 16 No

pasarán hambre ni sed, no les hará daño elsol ni el calor los molestará, 17 porque elCordero que está en el trono los apacenta-rá y los guiará a fuentes de agua viva. YDios secará las lágrimas de sus ojos.El séptimo sello y el incensario

1 Cuando abrió el séptimo sello, sehizo en el cielo un silencio de media

hora. 2 Vi a los siete ángeles que estabandelante de Dios: les entregaron siete trom-petas. 3 Otro ángel vino y se colocó junto alaltar con un incensario de oro; le dieron in-cienso abundante para que lo añadiese alas oraciones de todos los santos, sobre elaltar de oro, delante del trono. 4 De la manodel ángel subió el humo del incienso con lasoraciones de los santos hasta la presenciade Dios. 5 Después tomó el ángel el incen-sario, lo llenó con brasas del fuego del altary lo arrojó a la tierra. Hubo truenos y es-tampidos, relámpagos y un terremoto.Las siete trompetas

6 Los siete ángeles con las siete trom-petas se dispusieron a tocarlas. 7 El prime-ro dio un toque de trompeta: hubo granizoy fuego mezclados con sangre, que fuearrojado a la tierra. Se quemó la terceraparte de la tierra, junto con la tercera partede los árboles y toda la hierba verde.

8 El segundo ángel dio un toque de trom-peta: una montaña enorme se desplomó ar-

8

presión, pues rompe toda coherencia cromática, al es-cribir: «Han lavado y blanqueado sus vestiduras en lasangre del Cordero» (14).

La escena que presenta los versículos 15-17 es evo-cadora: cesarán todas las penalidades, Dios enjugarátodas las lágrimas y restañará todo cuanto hace sufrira la humanidad. La razón de tanto bienestar es queJesucristo resucitado, el Cordero, se convierte ennuestro pastor que nos conduce hacia las fuentes dela vida (cfr. Is 49,10; Sal 121,6; Ap 22,1).

8,1-5 El séptimo sello y el incensario. Jesucristo,el Cordero, abre el último de los sellos. La acción seinicia con un silencio de media hora: silencio elo-cuente ante la sublimidad de Dios (cfr. Zac 2,17; 4 Esd6,39), el propio de la liturgia. Todo está preparado.Las siete trompetas van pronto a resonar. La comuni-dad cristiana que lee el libro debe abrirse, desde unsilencio atento y receptivo, al misterio y juicio de Dios(cfr. Sof 1,7). Un ángel realiza una acción simbólica.Mezcla perfume con las oraciones de los santos. Cris-to despliega en la fragilidad de nuestras oraciones lafuerza de su intercesión. Asimismo, el apóstol Pablo

ha dicho que, aunque nosotros no sabemos orar, el Es-píritu viene en ayuda de nuestra debilidad (cfr. Rom8,26). Dios cuenta con nuestras oraciones, que sontransformadas y asociadas eficazmente a la obra de lasalvación. Dotada ya la oración de la fuerza divina,tendrá unas consecuencias insospechadas. El incensa-rio, lleno de fuego, es arrojado a la tierra (cfr. Ez10,2.6). Se producen los signos típicos de la teofanía:truenos, relámpagos... Se pone en movimiento el jui-cio de Dios. Se oye el toque de las trompetas.

8,6–9,21 Las siete trompetas. La primera trompe-ta provoca una colosal tormenta de granizo y fuego,con sangre. Se insiste en el castigo que simbolizaba elcuarto caballo, el del color verde-amarillo (6,8) y seevoca la séptima plaga de Egipto (cfr. Éx 9,22-26). Lasegunda alude a una convulsión volcánica de dimen-siones cósmicas, que recuerda la primera plaga deEgipto (cfr. Éx 7,20s). La tercera produce una catástro-fe de signo astral: una estrella ardiente aplasta la tierray emponzoña las aguas, volviéndolas amargas. Existeuna coincidencia sorprendente en la aplicación deeste desastre en nuestra historia reciente. El nombre

Page 14: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 8 2018

diendo en el mar. La tercera parte del marse volvió sangre, 9 la tercera parte de losseres vivos marinos pereció, y la terceraparte de las naves naufragó.

10 El tercer ángel dio un toque de trom-peta: cayó del cielo una estrella gigantesca,ardiendo como una antorcha; cayó sobre latercera parte de los ríos y sobre los manan-tiales de agua. 11 La estrella se llama Ajen-jo. Un tercio del agua se volvió ajenjo ymuchos hombres que bebieron de esasaguas murieron, porque se habían vueltoamargas.

12 El cuarto ángel dio un toque de trom-peta: se oscureció la tercera parte del sol,de la luna y de las estrellas, de modo queuna tercera parte de todo se oscureció; fal-

tó una tercera parte de la luz del día y lomismo sucedió con la noche. 13 Vi un águi-la volando por lo más alto del cielo y oí quegritaba muy fuerte: ¡Ay, ay, ay de los habi-tantes de la tierra cuando suenen las trom-petas que van a tocar los otros tres ángeles!

1 El quinto ángel dio un toque detrompeta: vi un astro caído del cielo a

la tierra, que recibió la llave del calabozodel abismo. 2 Abrió el pozo del abismo y su-bió un humo del pozo, como humo de unhorno gigante; el sol y el aire se oscurecie-ron con el humo del pozo. 3 Del humo sa-lieron langostas que se extendieron por latierra. Y recibieron un poder como el quetienen los escorpiones de la tierra. 4 Pero les

9

de la estrella es «Ajenjo» o «aguas amargas», que en elcontexto bielorruso traduce la palabra «Chernóbil», elaccidente nuclear de tan vastas y mortíferas conse-cuencias para la humanidad y la naturaleza. La cuartatrompeta alude a un eclipse simultáneo de planetas ysatélites (cfr. Éx 10,21; Jl 3,4).

Respecto a la comprensión cristiana de estas plagas,ayuda saber que el Apocalipsis ha efectuado una librerecreación sobre varios modelos inspirativos: la des-trucción de Sodoma y Gomorra, las plagas de Egipto yelementos de su propia visión. Se evoca, en definitiva,el poder perverso del mal, que realiza una obraopuesta a la primera creación, como una «anti-crea-ción». Todo cuanto Dios había hecho bueno (la luz,las aguas, la tierra), ahora se menciona en orden in-verso, se lo desnaturaliza, el «cosmos» (orden) regresaal «caos» (confusión). La reiteración de estas catástro-fes posee una función pedagógica: actúan a manerade llamada insistente para que no se endurezca el co-razón (como ocurría al faraón en Egipto) y la humani-dad opresora se convierta.

La lectura del capítulo 9 produce sensación de vér-tigo; aparece la eclosión del mal «in crescendo». Véa-se su progresión en cadena. De las profundidades delabismo se levanta una humareda; de la humareda sur-gen saltamontes, y esos saltamontes resultan tan dañi-nos como los escorpiones. Éstos son caracterizadoscon rasgos grotescos, casi humanos o des-humaniza-dos. Su rey se llama «Abadón» (el Exterminador). Se-rán tiempos de calamidad, en donde hasta la vida seconvertirá en náusea. Sería preferible, entonces, lamuerte; pero la muerte huye. El objetivo de tanta ca-lamidad es buscar la profunda conversión del corazónhumano.

El Apocalipsis describe con la extravagancia de al-gunos rasgos simbólicos la tremenda fuerza del mal enla historia. Son en síntesis éstos: los centros de poderopresivo simbolizados en coronas «como de oro»; enrostros que han perdido todo rasgo de humanidad:

son ya inhumanos; en cabellos como de mujer, redu-cida ésta sólo a una fatal seducción; en dientes comode león, aludiendo a la crueldad del ser humano; enel poder de los escorpiones, puestos para hacer daño.Todo ello configura un cuadro impresionista, «goyes-co» o «picassiano» (el Guernica, por ejemplo). Se en-cuentran aquí burdamente bosquejados los horroresde la guerra y de la inhumanidad.

Para la comunidad que lee el Apocalipsis se abre untiempo de reflexión sobre el imperio del mal que in-vade nuestra historia. Pero el mal tiene un origen. Noproviene de Dios, sino de un opuesto a Él. Tan enor-me es su fuerza que no puede explicarse a partir deun hombre, sino de una instancia más potente e in-humana. El Apocalipsis lo designará como el gran Dra-gón, Diablo o Satanás. La comunidad cristiana debesaber que este tiempo de calamidad y de persecuciónserá de cinco meses, es decir, tendrá una duración li-mitada y pasajera.

Con el toque de la sexta trompeta se intensifica laacción corrosiva del mal. Quedan sueltas las fuerzasnaturales que ocupaban toda la tierra, representadaen sus cuatro puntos cardinales; y el mal se desenca-dena a sus anchas, ahogando a la humanidad con suveneno. Surgen unos caballos cuyo número es incon-table (9,16). Cabalgan en estampida, están provistosde una enorme ferocidad, pues más adelante se trans-forman en leones. Sus jinetes son apenas entrevistos.Ambos, caballos y caballeros, forman una unidadecuestre, casi como centauros de la muerte. Llevan uncolorido fantástico, un pelaje diabólico. Con todo ellose expresa dramáticamente la suma violencia. Estánhechos sólo para dañar. Son partícipes de las fuerzasnegativas, pues tienen colas como de serpiente.Quien los mueve y azuza es el Diablo, la serpiente pri-mitiva (12,3.14.15; 20,2).

Todo este conjunto de símbolos e imágenes aterra-doras que nos pueden parecer como salidos de unadesbordada fantasía, están apuntando a la realidad del

Page 15: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2019 APOCALIPSIS 10

prohibieron hacer daño a la hierba de la tie-rra o al pasto o a los árboles. Sólo les per-mitieron hacer daño a los hombres que nollevaban en la frente el sello de Dios; 5 nopara matarlos, sino para atormentarlos cin-co meses. El tormento es como el de unhombre picado por un escorpión. 6 Enaquel tiempo los hombres buscarán envano la muerte, desearán morir, y la muer-te huirá de ellos. 7 Las langostas se parecena caballos preparados para la batalla; lle-van en la cabeza coronas como de oro, tie-nen rostro como de hombres, 8 cabello co-mo de mujer, sus dientes como de león.9 Llevan corazas como de hierro. El rumorde sus alas es como el fragor de muchoscarros de caballos corriendo a la batalla.10 Tienen colas como de escorpión, comoaguijones, y en la cola poder para hacerdaño a los hombres por cinco meses. 11 Surey es el ángel del abismo, cuyo nombre enhebreo es Abadón y en griego Apolión.12 Pasó el primer ay; atención, que detrásllega el segundo.

13 El sexto ángel dio un toque de trom-peta: escuché una voz que salía de los cua-tro salientes del altar de oro que estádelante de Dios 14 y decía al sexto ángelque tenía la trompeta: Suelta a los cuatroángeles encadenados junto al río Grande–el Éufrates–. 15 Soltaron a los cuatro ánge-les, que estaban preparados para una horade un día de un mes de un año, para matara una tercera parte de la humanidad. 16 Oí

el número de los escuadrones de caballería:doscientos millones. 17 Éste es el aspectoque vi de los caballos y sus jinetes: llevabancorazas de fuego, color jacinto, y azufre.Las cabezas de los caballos como de leo-nes; de las bocas salía fuego y humo y azu-fre. 18 Por esas tres plagas que salían de suboca, fuego y humo y azufre, pereció unatercera parte de la humanidad.

19 Los caballos tienen su fuerza en laboca y en la cola. Sus colas parecen ser-pientes con cabezas y con ellas hieren. 20 Elresto de los hombres que no murieron porestas plagas, no se arrepintieron de lasobras de sus manos: no dejaron de adorara los demonios y a los ídolos de oro, platay bronce, de piedra y madera, que ni ven nioyen ni caminan. 21 No se arrepintieron desus homicidios, ni de sus brujerías, ni desus inmoralidades sexuales ni de sus robos.

El pequeño libro1 Vi otro ángel poderoso bajando delcielo, envuelto en una nube, con el

arco iris sobre la cabeza; su rostro como elsol, sus piernas como columnas de fuego.2 Tenía en la mano un pequeño libro abier-to. Apoyó el pie derecho en el mar y el iz-quierdo en tierra firme 3 y gritó con voz po-tente, como ruge un león. Cuando gritó, ha-blaron con su voz los siete truenos. 4 Cuan-do los siete truenos hablaron, me dispuse aescribir. Pero oí una voz del cielo que medecía: Guarda en secreto lo que dijeron los

10

«mal» que padecen cada día millones y millones de se-res humanos víctimas de toda clase de violencia: gue-rras, injusticia social, opresión, hambre, marginación,asesinatos, abortos, carestía de lo más esencial para lavida. Y todo ello, en un planeta llevado a la destruc-ción por la desenfrenada e incontrolada explotaciónde los recursos naturales. Lo que vemos cada día ennuestras pantallas de la TV y leemos en nuestros pe-riódicos, nos lo presenta el autor del libro en una vi-sión apocalíptica que lleva consigo el rechazo de Diosante los males que sufre la humanidad y una llamadauniversal a la conversión. Conversión «vertical», quesignifica adorar al único Dios y tenerle a Él solo comoSeñor. Y conversión «horizontal» que elimine todas lasfuerzas del mal que oprimen a la humanidad.

10,1-11 El pequeño libro. Aparece un ángel vigo-roso. Sus rasgos deslumbrantes lo describen como unafigura celestial muy cercana al Señor, tal como fuecontemplado al inicio del libro (1,9-20): le envuelveuna nube, un arco iris nimba su cabeza, el brillo solea-

do de su rostro y la firmeza de sus pies son aspectoscaracterísticos del Señor. Toda esta vistosidad icono-gráfica insiste en la trascendencia divina del persona-je y en la gravedad del mensaje que va a proclamar.Admírese el poderío impresionista de las imágenes delApocalipsis. Como si de ese sol surgiesen verticalmen-te dos enormes rayos, fulminando el universo, así apo-ya sus dos pies sobre el mar y la tierra este ángel. Igualque un coloso que realiza un acto de posesión abso-luta. En señal de dominio lanza un rugido de león.

El misterioso ángel levanta su mano al cielo (cfr. Dt32,40) para acompasar con su gesto un juramento so-lemne (cfr. Dn 12,7). Toma por testigo al mismo Dios,aquí contemplado como el Viviente y el Creador detodo cuanto existe.

El contenido del juramento se refiere a la plena se-guridad de que el «Misterio» o designio universal desalvación se va a realizar por entero. Dios sostiene,orienta y empuja este cumplimiento. Pero no hay quefijarse en los cálculos temporales, sino en la certeza de

Page 16: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 10 2020

siete truenos y no lo escribas. 5 El ángel quevi de pie sobre el mar y la tierra firme alzóla mano derecha hacia el cielo 6 y juró porel que vive por los siglos de los siglos, quecreó el cielo y cuanto contiene, la tierra ycuanto contiene, el mar y cuanto contiene:que ya no queda tiempo; 7 que, cuandosuene el toque de trompeta del séptimo án-gel, se cumplirá el plan secreto de Dios,como anunció a sus siervos los profetas.

8 La voz celeste que había oído me diri-gió de nuevo la palabra: Anda, toma elpequeño libro que tiene abierto en la manoel ángel plantado sobre el mar y la tierrafirme.

9 Me dirigí al ángel y le pedí que me en-tregara el pequeño libro. Me dice: Toma ycómelo, que en la boca te sabrá dulcecomo miel y amargo en el estómago. 10 To-mé el pequeño libro de mano del ángel y locomí: en la boca era dulce como miel; perocuando lo tragué, sentí amargo el estóma-go. 11 Me dicen: Tienes que profetizar denuevo sobre muchos pueblos, naciones,lenguas y reyes.

Los dos testigos1 Me entregaron una caña semejantea una vara de medir y me ordena-11

ron: Levántate y mide el templo de Dios yel altar y cuenta a los que adoran en él. 2 Elatrio exterior del templo exclúyelo de lamedida, porque se entrega a los paganos,que pisotearán la Ciudad Santa cuarenta ydos meses. 3 Enviaré a mis dos testigos,que, vestidos con hábitos de penitencia,profetizarán mil doscientos sesenta días.4 Son los olivos y las dos lámparas que es-tán ante el Señor del mundo. 5 Si alguien in-tenta hacerles daño, echarán por la boca unfuego que consumirá a sus enemigos. Asíha de morir quien intente hacerles daño.6 Ellos tienen poder para cerrar el cielo, demodo que no llueva mientras ellos profeti-zan, y poder sobre las aguas para conver-tirlas en sangre, y poder sobre la tierra paraherirla con plagas cuando quieran. 7 Cuan-do terminen su testimonio, la fiera que subedel abismo les declarará guerra, los derro-tará y los matará. 8 Sus cadáveres queda-rán tendidos en la calle de la Gran Ciudadque lleva el nombre simbólico de Sodoma yEgipto, donde fue crucificado su Señor.9 Durante tres días y medio, gente de diver-sos pueblos, razas, lenguas y naciones vigi-larán sus cadáveres y no permitirán que lossepulten. 10 Los habitantes del mundo sealegrarán de su derrota, y lo festejarán en-

su consumación y en la seguridad ineluctable deltriunfo final. Tanta grandeza del ángel misterioso seconcentra en el «pequeño libro» (así descrito en elgriego del texto). A saber, el plan de Dios ha ido rea-lizándose paulatinamente en la historia. Dentro deeste proceso, Juan, como profeta, asume su importan-cia. Ahora se revela el gesto simbólico del ángel quele ofrece el libro para que lo devore. Juan se traga ellibro. Existe una alusión al profeta Ezequiel quien rea-liza idéntica acción (cfr. Ez 2,8–3,3). El gesto plásticomuestra el proceso de interiorización de la Palabra. Esmenester asimilarla e incorporarla, a fin de que el pro-feta viva ya de la fuerza de la Palabra de Dios. El sa-bor que depara resulta agridulce. Por una parte,conlleva el gozo de anunciar el mensaje de Dios; porotra, la amargura que implica el rechazo deliberado ala palabra predicada. (cfr. Am 3,3-8; Jr 20,9).

11,1-14 Los dos testigos. El horizonte de la pro-clamación de la Palabra de Dios se abre a la universa-lidad. Nadie debe quedar al margen del anuncio delmisterio de Dios. Juan es investido profeta: su libro –elApocalipsis cristiano que estamos leyendo– goza de lagarantía autorizada de Dios. La Iglesia es comparada aun templo. El santuario de Dios y el altar son medidos,a saber, preservados por Dios; aunque el patio exte-rior es pisoteado y entregado a los paganos. La ima-

gen-secuencia quiere decir que la Iglesia conocerátiempos de persecución (42 meses, a saber, un tiem-po limitado), pero no será destruida ni aniquilada porcompleto. El poder de Dios la asiste y protege lo mássagrado que hay en ella.

El relato de los dos testigos-profetas (3-14) es, sinduda, uno de los más enigmáticos y difíciles de todoel libro, pero asimismo de los más fecundos e inspira-dores para entender la vocación profética de la Igle-sia. Estos dos testigos, por los rasgos con que sondescritos, pueden ser: Josué y Zorobabel (cfr. Zac 4,2s= Ap 11,4); Elías (cfr. 2 Re 1,5-12 = Ap 11,4; 1 Re17,1 = Ap 11,6) y Jeremías (cfr. Jr 5,14 = Ap 11,5);Moisés y Aarón (cfr. Éx 7,17.19s = Ap 1,16). O bienMoisés y Elías, los dos testigos que aparecieron juntoa Jesús durante la transfiguración (cfr. Mt 17,1-9).Pero, debido a la acumulación de alusiones, complici-dades, insinuaciones... el autor pretende sugerir nouna interpretación restringida, sino representativa. Endefinitiva, estos dos testigos son figura de la Iglesiaprofética, muestran simbólicamente a toda la Iglesiaen el ejercicio de su misión evangelizadora ante elmundo. Según el Apocalipsis existe una potencia de-moníaca –«bestial»–, que pone en marcha toda perse-cución histórica contra la Iglesia profética. Se llama la«trinidad demoníaca».

Page 17: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2021 APOCALIPSIS 12

viándose mutuamente regalos, porqueaquellos dos profetas atormentaban a loshabitantes del mundo. 11 Pasados los tresdías y medio, el aliento de vida de Dios pe-netró en ellos, y se pusieron en pie. Los quelo vieron se llenaron de terror 12 y oyeronuna voz potente, del cielo, que les decía:Suban acá. Subieron en una nube al cielomientras sus enemigos los miraban.

13 En aquel momento sobrevino un granterremoto y la décima parte de la ciudad sederrumbó y murieron en el terremoto sietemil personas. Los restantes se aterrorizaron

y confesaron la gloria del Dios del cielo.14 Pasó el segundo ay; mira que pronto lle-ga el tercero.

La séptima trompeta15 El séptimo ángel dio un toque de

trompeta: voces potentes resonaron en elcielo: Ha llegado el reinado en el mundo denuestro Señor y de su Mesías y reinará porlos siglos de los siglos. 16 Los veinticuatroancianos sentados en sus tronos delante deDios se inclinaron hasta el suelo y adorarona Dios 17 diciendo:

Los testigos mueren donde «su Señor fue crucifica-do», es decir, son maltratados en nombre de Jesús. Sipersiguieron al Maestro, también son perseguidos susdiscípulos (cfr. Jn 16,20). Tal es la razón profunda detoda persecución y el timbre de gloria de todo mártir:ser testigo de Jesús.

Se asiste ahora a la presentación de la más durapersecución que el mundo, cerrado al mensaje de lasalvación, infiere a la Iglesia. A los testigos-profetas seles niega hasta el derecho de una sepultura (cfr. Jr 3,2;Sal 79,2s; Tob 1,18). Ante su muerte degradante, lospueblos no se conduelen, sino que en danza maca-bra, contrapartida de la fiesta de los Purim (cfr. Est9,10; Neh 8,10-12), se alegran y se hacen regalos. Conqué razón a Juan le supo amargo el libro (10,10b).

11,15-18 La séptima trompeta. Pero los profetascristianos, asistidos por Dios, no sucumben finalmen-te ante el mal. Su predicación no acaba en fracaso.Tras un tiempo de persecución limitado (tres días ymedio), el Espíritu de Dios les da vida; se levantan yse ponen de pie, resucitan igual que el Cordero quienestá permanentemente de pie (5,6) y suben triunfan-tes al cielo, a la región de Dios. El destino de la Iglesiaprofética se calca en el de Jesús; los testigos cristianos

reproducen su misma vida: predicación, muerte, ig-nominia. Si mueren con Él, también resucitarán conÉl. Cristo sigue dando hoy testimonio al mundo a tra-vés de sus profetas y testigos.

En la visión de Juan se han roto las fronteras entreel cielo y la tierra: existe una comunicación perfecta.Todo cuanto realiza con empeño la Iglesia terrestretiene su reflejo en el cielo. Ésta ha cumplido fielmen-te su misión. De todo ello participa la Iglesia celeste,y se alegra. La presente doxología es la respuesta ju-bilosa al testimonio doloroso, pero fecundo, de la Igle-sia profética. El himno insiste en el reinado de Dios yde Cristo, quien lo hace visible en la tierra a través desus testigos. Su instauración y establecimiento van aencontrar una doble repuesta. Una negativa, de re-chazo, que es calificado con el bíblico nombre del«tiempo de la ira»; otra, acogedora, de recompensa alos profetas y santos, y a quienes veneran el nombredel Señor. Pero el reino de Dios posee un dinamismoexpansivo que ningún impedimento será capaz de so-focar.

11,19–12,18 La mujer y el dragón. Este capítulo seencuentra saturado de detalles simbólicos muy com-plejos, que han dado lugar a interpretaciones invero-

Te damos gracias, Señor, Dios Todopoderoso, el que es y el que era, porque has asumido el poder supremo y el reinado. 18 Los paganos se habían enfurecido, pero llegó el tiempo de tu ira, la hora de juzgar a los muertos y de dar el premio a tus siervos los profetas, a los consagrados, a los que respetan tu Nombre, pequeños y grandes; la hora de destruir a los que destruyen la tierra.

La mujer y el dragón19 En ese momento se abrió el templo de

Dios que está en el cielo y apareció en eltemplo el arca de su alianza. Hubo relám-pagos, estampidos, truenos, un terremoto yuna fuerte granizada.

1 Una gran señal apareció en el cie-lo: una mujer revestida del sol, la

luna bajo los pies y en la cabeza una coro-na de doce estrellas. 2 Estaba encinta y gri-taba de dolor en el trance del parto. 3 Apa-reció otra señal en el cielo: un dragón rojo

12

Page 18: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 12 2022

enorme, con siete cabezas y diez cuernos ysiete turbantes en las cabezas. 4 Con la colaarrastraba la tercera parte de los astros delcielo y los arrojaba a la tierra. El dragón es-taba frente a la mujer que iba a dar a luz,dispuesto a devorar a la criatura en cuantonaciera. 5 Dio a luz a un hijo varón, que hade apacentar a todas las naciones con varade hierro. El hijo fue arrebatado hacia Diosy hacia su trono. 6 La mujer huyó al desier-to, donde tenía un lugar preparado por Dios

para sustentarla mil doscientos sesentadías.

7 Se declaró la guerra en el cielo: Miguely sus ángeles luchaban contra el dragón; eldragón luchaba asistido de sus ángeles;8 pero no vencía, y perdieron su puesto enel cielo. 9 El dragón gigante, la serpienteprimitiva, llamada Diablo y Satanás, queengañaba a todo el mundo, fue arrojado ala tierra con todos sus ángeles. 10 Escuchéen el cielo una voz potente que decía:

símiles basadas en mitos primitivos. El mensaje funda-mental se refiere a la Iglesia, como nuevo pueblo deDios, quien da a luz, en medio de la hostilidad y per-secución a muerte, a Jesús, el Mesías. La palabra «se-ñal» no quiere decir un portento espectacular, sino unsigno misterioso que exige una clarificación. Dos se-ñales, de signo antagónico, la mujer y el dragón, apa-recerán en permanente conflicto a lo largo de nuestrocapítulo.

La mujer está adornada con un cúmulo de rasgosvistosos, que deben ser interpretados. Su vestido desol indica la predilección con que Dios la envuelve(cfr. Gn 3,21; Is 52,1; 61,1), un vestido hecho de ce-lestial hermosura (1,16). Pisa la luna, a saber, superalas fases del tiempo (cfr. Sal 88,38): es perpetuamen-te joven y hermosa como la Amada del Cantar (6,10).Su corona de doce estrellas alude al premio (coronacomo galardón: 2,10; 3,11), que significa poder com-partir una condición gloriosa («la estrella matutina»2,28). Doce es el número de las tribus y de los após-toles (21,12-14). Esta mujer representa a la Iglesia enla feliz plenitud de su realización, anclada en la eter-nidad de Dios, partícipe de la misma vida de Dios, ycomo la coronación ideal del pueblo de Dios.

Junto a esa imagen gloriosa de la mujer, aparecetambién, en continuidad visual, otro aspecto más te-rreno y doloroso. La mujer es madre anunciada. «Gri-ta», es decir, se queja por el parto que se avecina ysuplica a Dios que la socorra. Se debate entre los do-lores del alumbramiento; pero éstos no son sino elpreludio de la era mesiánica (cfr. Miq 4,9s; Gál 4,27).Ambas facetas, de gloria y sufrimiento, deben com-plementarse; las dos se refieren a la Iglesia contem-

plada ya sea en su escatología realizada, ya en su de-venir histórico.

Se presenta la otra señal: un gran dragón. Tiene co-lor sanguinario –el rojo de la sangre (6,4)– y posee unpoder inhumano pero no absoluto, pues no tiene sie-te cuernos –es la cifra del Cordero (5,6)– sino diez. Enun gesto inaudito, barre con su cola la tercera parte delas estrellas. Para percibir su trasfondo histórico, con-viene recordar que la expresión se aplicó a Antíoco IVEpífanes cuando ambicionó una gloria divina (cfr. Dn8,10). El dragón posee, pues, una manía obsesiva enser como dios. La otra ambición consiste en perseguircon saña a la mujer. Repárese en la desproporciónmanifiesta. Un enorme dragón se aposta frente a unapobre mujer impedida para devorar al débil hijo en elmomento de su nacimiento. Se presiente un drama demuerte, allí donde va a nacer la vida.

A pesar del asedio y amenaza, la mujer consiguedar a luz a un hijo varón, cuyo oficio es «pastorear».Por su clara alusión al Sal 2, que ha sido interpretadoen clave mesiánica (cfr. Is 7,14; Ap 2,27; 19,15), estehijo varón se refiere a Jesucristo. Aquí se habla princi-palmente del nacimiento pascual de Jesús. Tal es laóptica del libro acerca de Jesús, contemplado en sumisterio de muerte y resurrección. A través de la re-surrección, Jesús escapó de las garras de muerte deldragón y fue llevado junto al trono de Dios (cfr. Jn12,24; Hch 2,24). En la imagen de la mujer está re-presentada la Iglesia, la que da a luz a Cristo (cfr. Ef4,13; Gál 4,19) y también María, su madre, quien loda a luz en contexto de dolor. El desierto es lugar dela ambivalencia: puede ser escenario de dura pruebay también servir de encuentro con Dios en la soledad

Ha llegado la victoria, el poder y el reinado de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo; porque ha sido expulsado el que acusaba a nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios. 11 Ellos lo derrotaron con la sangre del Cordero y con su testimonio, porque despreciaron la vida hasta morir. 12 Por eso que se alegren los cielos, y sus habitantes. Pero, ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha bajado hasta ustedes, enfurecido, porque sabe que le queda poco tiempo.

Page 19: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2023 APOCALIPSIS 13

13 Cuando vio el dragón que había sidoarrojado en tierra, persiguió a la mujer quehabía dado a luz al varón. 14 A la mujer ledieron las dos alas del águila gigante, paraque volase a su puesto en el desierto, don-de la sustentarán un año y dos años y me-dio año, lejos de la serpiente. 15 Laserpiente echó por la boca agua como unrío detrás de la mujer, para arrastrarla en lacorriente. 16 Pero la tierra auxilió a la mujerabriendo la boca y bebiendo el río que ha-bía echado por la boca el dragón. 17 Enfu-recido el dragón con la mujer, se alejó apelear con el resto de sus descendientes,los que cumplen los preceptos de Dios yconservan el testimonio de Jesús. 18 Y sedetuvo a la orilla del mar.

Las dos fieras(Dn 7)

1 Vi salir del mar una fiera con diezcuernos y siete cabezas; en los cuer-

nos diez turbantes y en las cabezas títulosblasfemos. 2 La fiera de la visión parecía unleopardo, con patas como de oso y bocacomo de león. El dragón le delegó su poder,su trono y una autoridad grande. 3 Una desus cabezas parecía herida de muerte, perola herida mortal se sanó. Todo el mundoadmirado seguía a la fiera y adoraba al dra-gón que dio su autoridad a la fiera; 4 y ado-raban a la fiera diciendo: ¿Quién se midecon la fiera?, ¿quién podrá luchar con ella?5 Le permitieron decir cosas arrogantes yblasfemas, le dieron autoridad para actuar

13

(cfr. Os 2). Dios protege a su Iglesia a lo largo de suéxodo por el desierto; la alimenta con el maná (cfr. Éx16) y –en clave cristiana– con el nuevo maná, que esla eucaristía (cfr. Jn 6).

La resurrección posee efectos fulminantes: el cielo,adquirido por Cristo, exige que sea liberado de espíri-tus rebeldes. A través de reliquias de antiguas creen-cias (cfr. Dan 10,13.21; 21,1), el libro recuerda unagran contienda en los cielos. El arcángel Miguel, cuyonombre significa «¿Quién como Dios?» o el «comba-tiente de Dios», y sus ángeles pelean contra el dragóny los suyos. Lo que el libro pretende subrayar es la de-rrota sin paliativos, para siempre, del gran dragón ysus secuaces. Los evangelios también lo afirmarán (cfr.Lc 10,18; Jn 12,31). El texto insistentemente reiteraque el Diablo o Satanás, el instigador del mal en elmundo, ha sido arrojado del cielo y echado a la tierra.La victoria es celebrada de inmediato y con toda so-lemnidad en el cielo, donde resuena una voz inmen-sa. Se trata de la voz de los veinticuatro ancianos (4,4)y los mártires que clamaban bajo el altar (6,9) y lamultitud de los sellados (7,9). Toda la asamblea delcielo se regocija. Se ha hecho realidad la victoria deDios y de Cristo; ha sido derrocado el «acusadorpermanente de nuestros hermanos». El Diablo es in-terpretado conforme a su escritura griega, a saber,«Satán» o el «Acusador» (cfr. Job 1,9-11). En lugar deser acusados, los cristianos son ahora los vencedores.Como Cristo, su Señor (5,9.11), y juntamente con Él,han vencido por medio de su sangre derramada y desu testimonio.

El dragón persigue sin tregua a la mujer por el de-sierto, pero su esfuerzo es vano. Esta mujer que re-presenta la Iglesia, es asistida por Dios quien la llevasobre alas de águila (proverbial imagen bíblica de laprovidencia: cfr. Éx 19,4; Dt 32,11), y es nutrida porel simbólico maná (cfr. 1 Re 17,4; 19,5-7). La perse-cución contra la mujer no cesa. Aparece una nuevatrampa mortal, simbolizada esta vez en las aguas tur-

bulentas (cfr. Sal 18,5; 32,6; 124,4); pero resulta inútilacabar con la Iglesia. Las aguas se pierden en la tierra,como torrentes engañosos.

Otra nueva decepción acrecienta la rabia del dra-gón. Se hincha de cruel despecho. Ya le queda pocotiempo y arremete con saña; la persecución se torna-rá más severa contra los hijos de la mujer, es decir,contra los cristianos, quienes dan testimonio de Jesús.La comunidad eclesial debe vivir alerta y alentada,participando en el canto de victoria de sus hermanosya triunfantes en el cielo (10-13).

13,1-18 Las dos fieras. El presente capítulo apare-ce abigarrado de una confusa simbología animal (bes-tias, leopardos, cuernos...). Se trata de una denunciadel mal (dicha en clave apocalíptica), que el mismoautor está padeciendo en Patmos y que, como profe-ta inspirado, ve desplegarse en la persecución contrala Iglesia. La primera fiera surge del mar, del oscuromundo del caos (cfr. Gn 1,2; Sal 88,10s) como las cua-tro bestias que ve el profeta Daniel (cfr. Dn 7): repre-senta la hostilidad hacia Dios. Su aspecto es híbrido,extraño cruce de varios animales feroces. En la fiera seconcentran las bestias anunciadas por el profeta Da-niel: es la suma de todos los imperios que habían opri-mido históricamente al pueblo de Dios. Nuestro librocontempla esa fiera encarnada en el anticristo o im-perio romano, que persigue y mata a los cristianos.

Juan reconoce que sólo Dios se sienta en el trono(4,2) y que detenta toda autoridad (4,11), sin embar-go el gran dragón va contra Dios y quiere arrebatarlesu poder. Tal es la profunda perspectiva del libro. Es-tos tres animales no son sino una burla de la Santa Tri-nidad. Frente a Dios Padre, a Jesucristo y al Espíritusanto, se levantan el gran dragón, la primera bestia, yla segunda bestia. El mal en la historia tiene raíces de-moníacas. La esencia de esta trinidad diabólica es laperversión: ir contra Dios y combatir la Iglesia con to-dos los medios a su alcance, con la violencia de la san-gre o el engaño de la captación.

Page 20: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 13 2024

cuarenta y dos meses. 6 Abrió la boca blas-femando de Dios, blasfemando de su Nom-bre y su morada y de los que habitan en elcielo. 7 Le permitieron hacer la guerra a lossantos y vencerlos; le dieron autoridad so-bre toda raza, pueblo, lengua y nación. 8 Laadorarán todos los habitantes de la tierracuyos nombres no están registrados desdeel principio del mundo en el libro de la vidadel Cordero degollado. 9 El que tenga oídosque escuche: 10 El destinado al cautiverioirá cautivo, el destinado a la espada a es-pada morirá. ¡Aquí se pondrá a prueba laperseverancia y la fe de los santos!

11 Vi subir de la tierra otra fiera, con doscuernos como de cordero, que hablabacomo un dragón. 12 Ejercía toda la autori-dad de la primera fiera en su presencia, yobligaba a todos los habitantes de la tierraa adorar a la primera fiera, cuya heridamortal se había sanado. 13 Hace grandesseñales: hace caer rayos del cielo a la tierraen presencia de los hombres. 14 Engaña alos habitantes de la tierra con las señalesque le permiten hacer delante de la fiera.

Manda a los habitantes de la tierra fabricaruna imagen de la fiera herida a espada y to-davía viva. 15 Le permitieron infundir alien-to en la imagen de la fiera, de modo que laimagen de la fiera hablara e hiciera morir alos que no adoraban la imagen de la fiera.16 A todos, pequeños y grandes, ricos y po-bres, libres y esclavos, hace que les ponganuna marca en la mano derecha o en la fren-te; 17 de modo que el que no lleve la marcacon el nombre de la fiera o con los nume-rales de su nombre no pueda comprar nivender. 18 ¡Aquí se pondrá a prueba el ta-lento! El que tenga inteligencia que calculeel número de la fiera; es número de unapersona y equivale a 666.

Los salvados1 Vi al Cordero que estaba en elmonte Sión y con él ciento cuarenta

y cuatro mil que llevaban su nombre y elnombre del Padre grabado en la frente. 2 Oíun ruido en el cielo: como ruido de aguastorrenciales, como ruido de muchos true-nos, el ruido que oí era como el de muchos

14

La primera fiera –con diez cuernos y herida mortal-mente–, es una siniestra parodia de Cristo, el Corderodegollado pero de pie, a saber, muerto y resucitado(5,6). Ante ese grito blasfemo de la bestia, que pre-tende en su soberbia suplantar a Dios y erigirse comodios invicto, el libro responde que Cristo es más gran-de que el imperio y que los cristianos que sufren y sonsacrificados serán los verdaderos triunfadores. La pri-mera bestia posee una enorme vitalidad. No acaba demorir. Es el imperio de Roma pero no se agota en él,se reproduce fatalmente en otros sistemas totalitarios,centros de poder que atentan contra Dios y tratan deesclavizar su más viva imagen, el ser humano.

El libro está solicitando del lector o comunidad cris-tiana, un esfuerzo de suma atención. Debe la comu-nidad descifrar estos símbolos, discernir los signos delos tiempos, hacer una aplicación a la historia que vivey padece. Sólo el Espíritu Santo concede esta inteli-gencia espiritual para captar lúcidamente el hondomensaje del libro, y junto a esta labor sapiencial, tam-bién se reclama una gran dosis de resistencia para ha-cer frente y soportar tanta adversidad.

La segunda fiera sube de la tierra, que significa elhorizonte donde se desarrolla la historia humana. Entoda su actuación, aparece como una contrapartidadel Espíritu Santo de profecía. Pretende dar voz y vi-talidad a la primera fiera, seduce a los seres humanoscon los falsos valores del imperio. La segunda fiera esel espíritu de la mentira, el falso profeta. Representatodo el poder de propaganda del estado. Marca la

frente –capacidad de pensar– y la mano –capacidadde iniciativa–, es decir, crea fanáticos a su sistema ce-rrado. Impide también el libre comercio de las ideas yde las mercancías. Crea un falso bienestar para unospocos adeptos y hace que el resto quede encandiladoante tanta opulencia. Representa toda ideología –esatremenda fuerza de la propaganda– que anula la ca-pacidad de libertad, a fin de lograr un culto idolátrico,y que los hombres vivan como esclavos, al «dictado»servil de cuanto se les diga.

El capítulo acaba con una llamada a la reflexión sa-piencial. Según las reglas de la «gematría», la cifra 666,leída en caracteres hebreos, da como resultado estafrase: «Nerón César». Con ello se alude a que el po-der demoníaco de la fiera se encarnó en Nerón, elperseguidor de los cristianos. Pero el siniestro perso-naje parecía encarnarse en sucesivos emperadoresasimismo sangrientos. Uno de ellos: Domiciano. ElApocalipsis denuncia una atroz persecución; pero almismo tiempo anuncia un consuelo. La cifra no llegaa la totalidad, que sería exactamente 777 (tres vecessiete). Habrá, pues, una persecución cruel, pero seráparcial y transitoria. La comunidad cristiana no debevenirse abajo en su fidelidad y perseverancia.

14,1-5 Los salvados. Como contraste ante la capi-tulación casi generalizada de los habitantes de la tie-rra, los adoradores de la fiera (13,8.12), queda unresto que está con el Cordero victorioso. Importa su-brayar la novedad. Ya no aparece Jesucristo en suegregia soledad (5,1-14), sino acompañado de

Page 21: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

2025 APOCALIPSIS 14

arpistas tocando sus arpas. 3 Cantan uncántico nuevo delante del trono, delante delos cuatro vivientes y de los ancianos. Na-die podía aprender el cántico fuera de losciento cuarenta y cuatro mil rescatados dela tierra. 4 Son los que no se han contami-nado con mujeres y se conservan vírgenes.Éstos acompañan al Cordero por dondevaya. Han sido rescatados de la humanidadcomo primicias para Dios y para el Corde-ro. 5 En su boca no hubo mentira: son inta-chables.

La hora del juicio6 Vi otro ángel volando por lo más alto

del cielo llevando la Buena Noticia eterna,para anunciarla a los que residen en la tie-rra, a toda nación, raza, lengua y pueblo.7 Él proclamaba con voz potente: Res-peten a Dios y denle gloria, porque ha lle-gado la hora de su juicio. Adoren al que

hizo el cielo y la tierra, el mar y los ma-nantiales.

8 Un segundo ángel lo acompañaba di-ciendo: Cayó, cayó la gran Babilonia, laque embriagaba a todas las naciones con elvino furioso de su prostitución.

9 Un tercer ángel los acompañaba di-ciendo a grandes voces: El que adore a lafiera y a su imagen, el que acepte su mar-ca en la frente o en la mano 10 habrá de be-ber el vino de la cólera de Dios vertido sinmezcla en la copa de su ira; será atormen-tado con fuego y azufre delante de los san-tos ángeles y delante del Cordero. 11 Elhumo del tormento se eleva por los siglosde los siglos. No tienen descanso de día nide noche los que adoran a la fiera y a suimagen, los que reciben la marca de sunombre. 12 ¡Aquí está la constancia de lossantos, que observan los mandamientos deDios y se mantienen fieles a Jesús! 13 Oí

144.000. Este número (7,4-8) representa el resto deIsrael (cfr. Is 1,9; 4,2s; 6,13; Ez 9,1-4; Am 3,12): sonla fuerza viva de la Iglesia. No llevan la marca de la fie-ra (13,16), sino grabado en sus frentes el nombre deJesucristo y del Padre. Los cristianos están consagradosenteramente a Dios: viven protegidos por él y seránvictoriosos con Jesucristo. Hay que admirar la bellezadel texto que logra hacer música hasta con la mismaletra, con la cadencia de las palabras. La música sin-fónica se va modulando, en varios movimientos. Pri-mero es voz celeste, luego se convierte en un truenoimpetuoso, más tarde el trueno se refracta en voz deaguas torrenciales (cfr. Ez 1,24). Y este inmenso fragorse remansa en música suave: el «de arpistas tocandosus arpas»; se escucha la música sagrada de la liturgia(5,8; 15,2; 18,22).

El cántico nuevo es el que inaugura Jesucristo consu misterio de muerte y resurrección. Sólo Él es la no-vedad absoluta. Su triunfo posee el poder instauradorde hacer nuevas todas las cosas: el Nombre de Dios,la ciudad de Jerusalén, el cristiano y el universo (2,17;3,12; 21,5). Cinco rasgos caracterizan a los compo-nentes del cortejo del Cordero. Son vírgenes, es decir,se abstienen del culto de la idolatría (ya descrito en elcapítulo 13). Siguen al Cordero de manera fiel e in-condicional hasta donde sea preciso. Han sido resca-tados, a saber, son propiedad exclusiva de Dios.Tienen labios sinceros (cfr. Sof 3,9.12s), como el sier-vo del Señor (cfr. Is 53,9) y el mismo Jesús (cfr. 1 Pe2,22). No practican la mentira, es decir, la idolatría(cfr. Is 44,20; 57,4). En definitiva, frente a aquella vi-sión negativa de la tríada demoníaca y sus secuaces, ellibro ofrece ahora la positiva imagen de Jesucristo vic-torioso y de los cristianos leales: una Iglesia fiel y mi-sionera, en marcha con su Señor.

14,6-20 La hora del juicio. Aparecen tres ángeles.Son heraldos de Dios y presagian los últimos aconte-cimientos. El primero, bien visible en lo alto del cielo,proclama un mensaje universal. Urge la conversión(cfr. Hch 14,15; 1 Tes 1,9), pues ha llegado la hora deljuicio. El segundo ángel, para dar mayor realismo a laurgencia de la conversión, proclama como ya realiza-do el juicio definitivo sobre Babilonia, cuya destruc-ción será descrita más tarde (18). El tercer ángelanuncia el destino final del adorador de la fiera. Conimágenes lacerantes, tomadas del castigo proverbialde Sodoma y Gomorra (cfr. Gn 19,24; Ez 38,22), y deoráculos de exterminio (cfr. Jr 25,15), se muestra la se-veridad del juicio divino. Esta desdicha fatal queda re-sumida en tres penas: negación de la vida («tormentode fuego y azufre»), privación de relaciones sociales(«sube el humo de su incendio desde la ciudad deso-lada») y perennidad del sufrimiento, pues «no tienenreposo ni de día ni de noche».

Los versículos 11-14 ofrecen otro momento de pau-sa sapiencial. Para no dejarse abatir por la suerte ad-versa de los idólatras, hay que reflexionar. Se requierela constancia de los santos, gran capacidad de aguantey mantener la fe de Jesús, el testigo fiel del Padre. El Es-píritu Santo resulta garante de una dicha inmensa. Loscristianos, que mueren en el Señor, los que han per-manecido fieles, son ya bienaventurados. Se insiste enel comienzo sin retorno y sin mengua de tanta dicha:ya desde el momento de su muerte son felices. No lesaguarda una desdicha fatal (como a los adoradores dela fiera), sino una bienaventuranza eterna. Sus obras deamor no morirán perdidas estérilmente en el olvidosino que permanecerán para siempre.

Tras el consuelo de la bienaventuranza, el libro re-fiere el cumplimiento de la proclama de los tres ánge-

Page 22: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

APOCALIPSIS 14 2026

una voz celeste que decía: Escribe: Feliceslos que en adelante mueran fieles al Señor.Sí –dice el Espíritu– descansarán de sus fa-tigas porque sus obras los acompañan. 14 Viuna nube blanca y en la nube sentada unafigura humana, con una corona de oro en lacabeza y en la mano una hoz afilada.

15 Salió otro ángel del templo y gritó envoz alta al que estaba sentado en la nube:Mete la hoz y siega porque llegó la hora dela siega, cuando la cosecha de la tierra estábien madura. 16 El que estaba sentado en lanube metió la hoz en la tierra y la tierraquedó segada.

17 Salió otro ángel del templo del cielo,también él con una hoz afilada.

18 Salió otro ángel de junto al altar, elque controla el fuego, y dijo a grandes vo-ces al de la hoz afilada: Mete la hoz afiladay vendimia las uvas de la vid de la tierra,porque los racimos están maduros. 19 Elángel metió la hoz en la tierra y vendimió lavid de la tierra y echó las uvas en la cubagrande de la ira de Dios. 20 Pisaron la cubafuera de la ciudad y se desbordó la sangre

de la cuba, que llegó a la altura del freno delos caballos en un radio de trescientos ki-lómetros.Las siete últimas plagas

1 Vi otra señal en el cielo, grande yadmirable: siete ángeles que llevan

las siete últimas plagas, en las que se ago-ta la ira de Dios. 2 Vi una especie de martransparente veteado de fuego. Los que ha-bían vencido a la fiera, a su imagen y al nú-mero de su nombre estaban junto al martransparente con las cítaras de Dios. 3 Can-tan el cántico de Moisés, siervo de Dios, yel cántico del Cordero:

Grandes y admirables son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y acertados tus caminos,Rey de las naciones. 4 ¿Quién no te respetará, Señor, quién no dará gloria a tu nombre? Tú sólo eres santo,y todas las naciones vendrána adorarte en tu presencia, porque se han reveladotus decisiones.

15

les (15-20): el juicio inapelable de Dios. La represen-tación se inspira en el profeta Joel (cfr. Jl 14,1) peroaquí disociada: primero descrita como cosecha, luegocomo una vendimia. El recolector es Jesucristo, quienaparece en la figura humana y adornado con una co-rona de oro, característica de su victoria ya lograda(6,2; 19,2).

Tres ángeles, en claro paralelismo literario a los tresanteriores, son los encargados de interpretar y dar laorden de la ejecución (cfr. Mt 9,38). La sangre quedesborda de la cuba no forma un charco, sino unlago inmenso, que alcanza una altura desmesurada yse extiende ampliamente (300 kilómetros). Son vi-sualizaciones a propósito distorsionadas con un obje-tivo teológico: dramatizar la grandeza y severidad deljuicio.

15,1-8 Las siete últimas plagas. Juan se sitúa denuevo en el escenario del cielo; contempla allí otra se-ñal, la tercera, tras la manifestación de la mujer (12,1)y del gran dragón (12,3). Ve siete ángeles que llevansiete plagas: son las postreras, porque en ellas se va aconsumar la ira de Dios. El capítulo quince ofrece unabreve introducción a la ejecución de estas siete pla-gas, cuya pormenorizada descripción se dará en el ca-pítulo siguiente. Este pasaje pretende fortalecer la fede la comunidad cristiana tras la adversidad sufrida yla calamidad de las plagas que se avecinan. Fiel a suproverbial costumbre, el Apocalipsis sigue siendo el li-bro cristiano de la consolación.

Aparece un mar cristalino, veteado de fuego. Esbíblica referencia al Mar Rojo (cfr. Éx 15,1-9; Sab19,2-21). Igual que los israelitas siguieron tras las hue-llas de Moisés, a pie enjuto, así marchan los cristianosfieles tras la senda abierta por el Cordero. Los vence-dores son la contrarréplica a los adoradores idolátricos(13,7.14.15): han desafiado a la fiera, no le han pres-tado acatamiento ni han seguido sus consignas. Aun-que se encuentren en medio del mar, símbolo de latribulación, no hacen fondo ni se hunden en sus aguasformidables. Estar de pie es alusión a la firmeza y re-surrección, como Jesucristo, el Cordero vencedor(5,6). Al final han resultado victoriosos con Él (12,11);por eso están de pie y entonan una liturgia de victo-ria. No hay dos cantos opuestos: el de Moisés y el delCordero, sino un largo y continuado canto de victoria.Se insiste en la perspectiva unitaria de la economía dela liberación. Existe una sola historia de salvación queempezó en el Antiguo Testamento y que ahora se hahecho plena realidad con la victoria de Jesucristo y delos suyos.

El cántico se presenta como una rica composición,entreverada de citas de los profetas y de alusiones alos salmos. Tres partes principales lo configuran. La ad-miración que despierta la grandeza de las accionessalvadoras de Dios. Estas obras maravillosas desem-bocan pronto en una alabanza a Dios, como SeñorTodopoderoso y rey de las naciones. Por fin, una tri-ple motivación recapitula el sentido de la alabanza: la

Page 23: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

santidad divina, la universalidad de la salvación y lainvitación a verificar las buenas obras de Dios en lahistoria.

Tras esta visión alentadora, viene una escena que sedesarrolla con rapidez. Aparecen siete ángeles ejecu-tores, vestidos igual que la figura humana, con ropassacerdotales y regias (1,12). Los ángeles reciben la or-den de parte de Dios, mediante uno de los vivientes.Las copas de oro ya fueron presentadas con las ora-ciones de los santos (5,8). Hay que recordar que lasoraciones siempre son eficaces, aceleran el ritmo posi-tivo de la historia de la salvación. El templo, rebosan-te de la majestad divina, se llena de humo (cfr. 1 Re8,11; Éx 19,18; 40,34s). Se ha cumplido el plazo. Losdesignios de Dios están a punto de realizarse. Las sie-te copas se van a consumar.

16,1-21 Las copas de la ira. El septenario de lascopas sigue el modelo dramático de las siete trompe-tas, ya mencionado anteriormente (8,7s). Pero no esmera repetición o apéndice. Con el sonar de las trom-petas se aludía a la parcialidad –se hablaba con fre-cuencia de cifras incompletas–. Ahora las copasadquieren una dimensión universal: afectan a la tota-lidad de la humanidad y de la naturaleza. Llega la úl-tima oportunidad para la conversión. El Apocalipsis norealiza una simple evocación del Éxodo, sino que loreinterpreta en clave de cumplimiento. La ira divinallega a sus últimas consecuencias. Pero Dios pide con

urgencia una respuesta positiva de adoración. Así loreconocen en el cielo, donde es alabado como santoy poderoso, como el «defensor» que escucha el cla-mor de la sangre de sus elegidos.

A pesar de tanta calamidad, de la extrema gravedadde las plagas, los seres humanos, tan recalcitrantes, nose convierten de sus fechorías ni reconocen la gran-deza de Dios. Al contrario, en el colmo de su iniqui-dad, lo maldicen. Nos topamos de bruces con elmisterio de la iniquidad. En la sexta copa se observaque el castigo señalado no consiste en la irrupción deranas como acontecía en el Éxodo (7,26-29), sino enel secamiento del río Éufrates. Con la aridez de esterío se abre repentina y peligrosamente una calzadaexpedita para la invasión de los temidos reyes deoriente. Se avecina la destrucción, que nadie puedeya impedir.

De la boca –insistentemente señalada– de cada unode los componentes de la tríada demoníaca, salen tresespíritus inmundos. Su presencia y acción es la antíte-sis a la ejecutada por los tres ángeles ya reseñados(14,6-20). Tienen la misión de hacer señales y congre-gar a los reyes para la gran batalla. Son instrumentosde tinieblas y actúan de forma clandestina y viscosa(como sapos). Ya el Nuevo Testamento había adverti-do con palabras de Jesús (cfr. Mc 13,22) y de Pablo(cfr. 2 Tes 2,8s; 1 Tim 4,1-2) sobre el peligro de estospseudos-profetas y sus falsas señales de captación.

2027 APOCALIPSIS 16

5 Después vi cómo se abría el templo, latienda del testimonio en el cielo. 6 Del tem-plo salieron los siete ángeles de las sieteplagas, vestidos de lino puro resplande-ciente, ceñida la cintura con cinturones deoro. 7 Uno de los cuatro vivientes entregó alos siete ángeles siete copas de oro llenasde la ira de Dios que vive por los siglos delos siglos. 8 El templo se llenó de humo porla gloria y el poder de Dios, y nadie podíaentrar en el templo hasta que se completa-ron las siete plagas de los siete ángeles.

Las copas de la ira1 Oí una voz potente que salía deltemplo y decía a los siete ángeles:

Vayan a derramar a la tierra las siete copasde la ira de Dios.

2 Salió el primero y derramó su copa enla tierra: a los que llevaban la marca de lafiera les salieron úlceras malignas y graves.

3 El segundo derramó su copa en el mar:Se convirtió en sangre como de muerto, ymurieron todos los seres vivientes del mar.

4 El tercero derramó su copa en los ríosy manantiales y se convirtieron en sangre.5 Oí que el ángel de las aguas decía: Justa

16

es tu sentencia, oh Santo, el que eres y elque eras, 6 porque derramaron la sangre desantos y profetas; les darás a beber sangrecomo se merecen. 7 Y oí decir al altar: Sí,Señor, Dios Todopoderoso, tus sentenciasson justas y acertadas.

8 El cuarto derramó su copa en el sol, yle permitieron quemar a los hombres confuego. 9 Los hombres se quemaron terrible-mente y blasfemaron del nombre de Dios,que controla estas plagas; pero no se arre-pintieron dando gloria a Dios.

10 El quinto derramó su copa sobre eltrono de la fiera: su reino quedó en ti-nieblas, y se mordían la lengua de dolor.11 Blasfemaron del Dios del cielo por sus úl-ceras y dolores; pero no se arrepintieron desus acciones.

12 El sexto derramó su copa en el ríoGrande –el Éufrates–: su agua se secó paraabrir paso a los reyes de oriente. 13 Vi salirde la boca del dragón, de la boca de la fie-ra y de la boca del falso profeta tres espíri-tus inmundos como sapos. 14 Son los es-píritus de demonios que hacen señales y sedirigen a los reyes del mundo y los reúnenpara la batalla del gran día del Dios

Page 24: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

Todopoderoso. 15 ¡Atención, que llegocomo ladrón! Dichoso el que vela y guardasus vestidos; así no tendrá que pasear des-nudo enseñando sus vergüenzas. 16 Losreunió en un lugar llamado en hebreo Har-Maggedon.

17 El séptimo derramó su copa en el aire.Del templo y del trono salió una voz poten-te que decía: ¡Se terminó! 18 Hubo relámpa-gos, estampidos y truenos; hubo un granterremoto como no lo ha habido desde quehay hombres en la tierra; así de violento erael terremoto. 19 La Gran Ciudad se partió entres y se derrumbaron las ciudades de lasnaciones. Dios se acordó de Babilonia laGrande y le hizo beber la copa de la ira desu cólera. 20 Huyeron todas las islas y noquedaron montañas. 21 Granizo gigantescocomo talentos cayó del cielo sobre loshombres. Los hombres blasfemaron deDios por la plaga de granizo, que era unaplaga terrible.

El juicio de la gran prostituta1 Uno de los siete ángeles que teníanlas siete copas se acercó a mí y me

dirigió la palabra: Ven que te muestre elcastigo de la gran prostituta, sentada a la

17

orilla de los grandes ríos 2 con la que forni-caron los reyes del mundo, y con el vino desu prostitución se embriagaron los habitan-tes del mundo. 3 Me trasladó en éxtasis a undesierto. Allí vi una mujer cabalgando unafiera color escarlata, cubierta de títulosblasfemos, con siete cabezas y diez cuer-nos. 4 La mujer vestía de púrpura y escarla-ta, enjoyada de oro, piedras preciosas yperlas. En la mano sostenía una copa deoro llena de las obscenidades e impurezasde su fornicación. 5 En la frente llevaba untítulo secreto: Babilonia la Grande, madre delas prostitutas y las obscenidades de la tie-rra. 6 Vi a la mujer emborrachada con la san-gre de los santos y la sangre de los testigosde Jesús. Me llené de estupor a su vista.

7 El ángel me dijo: ¿De qué te admiras?Te explicaré el secreto de la mujer y de lafiera que la soporta, la de las siete cabezasy los diez cuernos. 8 La fiera que viste exis-tió y ya no existe, pero va a subir del abis-mo para ser aniquilada. Los habitantes delmundo cuyos nombres no están escritosdesde el principio del mundo en el libro dela vida se asombrarán al ver que la fieraexistió y no existe y se va a presentar.9 ¡Aquí se pondrá a prueba el talento del

El mismo Señor refuerza la exhortación a la vigilan-cia, avisando que viene repentinamente como un la-drón. Hay que estar alerta y conservar con decoro lasvestiduras de la dignidad cristiana, a saber, configurar-se con el Señor. Igual que el séptimo sello iniciaba unnuevo desarrollo en la gran visión del Apocalipsis (8,1-5), así también la séptima copa inaugura el desplieguede la sección que describe el desenlace final de la his-toria: 16,17–22,5. El derramamiento de la últimacopa provoca una serie de fenómenos naturales queconmueven el cosmos: truenos, relámpagos y temblo-res (8,5); las ciudades se cuartean y desaparecen. Unaplaga de granizo se abate sobre la tierra. El paisajedescrito es desolador. A pesar de tan vasto castigo, laimpenitencia de la gente se manifiesta aún más perti-naz; no se convierten, sino que continúan en su obs-tinada obcecación maldiciendo a Dios.

17,1-18 El juicio de la gran prostituta. Un ángelmuestra a Juan la extraña presencia de una prostituta.Esta cortesana, por la abundancia de sus fornicacio-nes, es calificada como «grande». La prostitución sig-nifica en la Biblia la idolatría del pueblo. Ha sido infiela la alianza y ha adulterado contra Dios (cfr. Nah 3,4;Is 23,16). El Espíritu Santo hace posible la visión deeste espectáculo onírico del mal, encarnado en unamujer. También, más adelante, capacitará a Juan paracontemplar la esposa del Cordero, la nueva Jerusalén

(21,10). Es siempre el Espíritu quien con su fuerza ins-piradora promueve a Juan para la honda comprensiónde la historia.

El símbolo de la mujer se descompone en una seriede elementos visuales. La gran prostituta se convierteen fiera, y ésta en la gran ciudad. Tenemos, pues, tresemblemas fundamentales: la prostituta, la fiera, la ciu-dad. Se trata, en definitiva, de la hostilidad demoníacacontra Dios y la Iglesia, que por su enorme ferocidadasume acepciones agresivas diversas, mostrando así laespiral de su vitalidad incesante.

La más honda realidad de la prostituta, su perver-sión, se descubre cuando es puesta en parangón conla esposa del Cordero. Preciso es no extraviarse en unlaberinto de extraños símbolos. Veamos cómo el Apo-calipsis ha conseguido describir con la fuerza del pa-ralelismo literario dos figuras antagónicas: la santidady el pecado, la Iglesia y la idolatría. La prostituta llevaen su mano una copa de oro; ya sabemos que el oroes el color/metal de la liturgia (1,12; 2,1; 15,6.7), peroella profana ese uso divino, pues su cáliz dorado estálleno de la impureza de sus fornicaciones. Va vestidade un lujo ostentoso, de púrpura y escarlata. En cam-bio, la esposa viste de lino brillante y puro; y este ves-tido no significa sino las obras justas de los santos(19,8). La gran prostituta aparece grotescamente bo-rracha, embriagada de la sangre de los mártires. La

APOCALIPSIS 16 2028

Page 25: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

perspicaz! Las siete cabezas son siete coli-nas, donde está entronizada la mujer. Sontambién siete reyes: 10 Cinco han caído,uno está reinando, otro no ha llegado aún;cuando venga, durará poco. 11 La fiera queexistía y no existe ocupa el octavo puesto,aunque es uno de los siete, y será destrui-do. 12 Los diez cuernos que viste son diezreyes que todavía no reinan; pero duranteuna hora compartirán con la fiera la autori-dad. 13 Tienen un solo propósito y sometensu poder y autoridad a la fiera. 14 Lucharáncontra el Cordero, pero el Cordero los de-rrotará, porque es señor de señores y rey dereyes, y los que él ha llamado son elegidosy leales. 15 Añadió: los ríos que viste, dondeestá sentada la prostituta, son pueblos,multitudes, naciones y lenguas. 16 Los diezcuernos que viste y la fiera aborrecerán a laprostituta, la dejarán arrasada y desnuda,se comerán su carne y la quemarán. 17 Por-que Dios los ha movido a ejecutar su de-signio, aunando propósitos y sometiendosus reinos a la fiera, hasta que se cumplanlos planes de Dios. 18 La mujer que viste es

la gran capital, soberana de los reyes delmundo.

Caída de Babilonia1 Después vi bajar del cielo a otroángel, con gran autoridad, y la tierra

se deslumbró con su resplandor. 2 Gritó convoz potente: ¡Cayó, cayó la Gran Babilonia!Se ha vuelto morada de demonios, guaridade toda clase de espíritus inmundos, guari-da de toda clase de aves impuras y repug-nantes, 3 porque todas las naciones hanbebido del vino furioso de su prostitución, ylos reyes del mundo han fornicado con ellay los comerciantes del mundo se han enri-quecido con su lujo fastuoso. 4 Oí otra vozceleste que decía: Pueblo mío, salgan deella, para no ser cómplice de sus pecados yno sufrir sus castigos. 5 Porque sus pecadosse apilan hasta el cielo, y el Señor tiene encuenta sus crímenes. 6 Páguenle en su mis-ma moneda, denle el doble por sus accio-nes; la copa en que preparó sus mezclasllénenla el doble; 7 cuanto fue su derroche ysu lujo dénselo de pena y tormento. Se de-

18

Iglesia es la esposa del Cordero degollado. Con su san-gre derramada Cristo, el Cordero, la rescata y la ad-quiere para sí (5,6.9.12; 13,8). La aparición de laprostituta llena de asombro a Juan. El «ángel intér-prete» no explica el símbolo de la mujer, sino el de lafiera: «existió pero ya no existe» (8). Con esta entre-cortada expresión –que se encuentra de manera re-petida en nuestro pasaje– se indica la debilidadtemporal de este poder corrosivo. Aunque el mal sigaencarnándose en sucesivos personajes y aconteci-mientos, al final serán destruidos. Sólo Dios posee eldominio y la eternidad; Él se erige verdaderamente en«el que es, el que era y que será» (1,4).

Se habla sucesivamente de siete colinas y de sietereyes. Obvia alusión a las siete colinas de Roma y a sussiete emperadores: Augusto, Tiberio, Calígula, Clau-dio, Nerón, Vespasiano y Tito; el octavo, Domiciano,de quien se dice que es uno de los siete, es como unnuevo Nerón que persiguió a los cristianos con grancrueldad. El autor escribe en tiempos de Domiciano,pero aparenta vivir en tiempos de Vespasiano, el sex-to emperador; así puede anunciar la brevedad del rei-nado de Tito –solo dos años– y dar más credibilidad asus predicciones. Algo semejante hizo el autor del li-bro de Daniel aparentando vivir durante la cautividadde Babilonia.

También puede verse en la cifra siete el «totali-tarismo» del imperio que se opone a Dios y la índolefrágil de este imperio, que marcha irremediablemen-te hacia su perdición. Cuando venga el octavo –que

aún está por venir–, durará poco. Comienza el iniciodel fin.

Los versículos 12-17 narran un combate entre losdiez reyes, emisarios de la fiera, es decir, todo el po-der anticristiano de la historia. Pero no se describe lacontienda, sino que se certifica la consecución de unavictoria. Vence el Cordero, porque sólo Él es «Rey dereyes y Señor de señores». Con semejante título Jesu-cristo asume funciones divinas, las propias de Dios enel Antiguo Testamento (cfr. Dt 10,17; Dn 2,47). La vic-toria posee también un carácter reivindicativo y anti-imperial; pues el emperador Domiciano era aclamadocomo «dominus et deus noster», es decir, «nuestrodios y señor». Sólo Jesucristo es para los creyentes elverdadero césar y emperador.

La presentación de este drama simbólico, un tantoenmarañado, pretende conducir a una profunda acti-tud sapiencial. Debe discernir el lector y la comuni-dad cristiana en cada momento quién asume en lahistoria estas exigencias de absoluto poder, propias deDios y quién combate contra la Iglesia.

18,1–19,4 Caída de Babilonia. El anuncio de lacaída de Roma y del final de las persecuciones estánarrado en sentido épico. El autor canta la caída deRoma con una lamentación parecida a la que se usa-ban en las tragedias griegas de la antigüedad. Los ami-gos de Roma, reyes, príncipes, comerciantes, pilotos,navegantes y marineros, cada cual a su turno, pro-nuncia una estrofa de lamentación. La presencia delos marineros acentúa el dramatismo (cfr. Ez 27,30s).

2029 APOCALIPSIS 18

Page 26: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

cía: Tengo un trono de reina; no quedaréviuda ni pasaré penalidades. 8 Por eso, enun día le llegarán sus plagas: matanza, due-lo y hambre, y la incendiarán; porque el Se-ñor Dios que la condena es poderoso.

9 Por ella llorarán y harán duelo los reyesdel mundo que con ella fornicaron y se die-ron al lujo, cuando vean el humo de su in-cendio, 10 y desde lejos, por miedo a sutormento, dirán: ¡Ay, ay de la Gran Ciudad,Babilonia la poderosa, que en una hora secumplió tu sentencia!

11 Los comerciantes del mundo llorarány harán duelo por ella, porque ya nadiecompra su mercancía: 12 oro y plata, pie-dras preciosas y perlas, lino y púrpura,seda y escarlata, maderas aromáticas, ob-jetos de marfil, instrumentos de maderaspreciosas, de bronce, hierro y mármol,13 canela y especias, perfumes, mirra e in-cienso, vino y aceite, flor de harina y trigo,vacas y ovejas, caballos, carros, esclavas yesclavos. 14 La ganancia que codiciabas sete escapó, tu refinamiento y esplendor loshas perdido y no los volverás a encontrar.15 Los comerciantes en esos productos, quese enriquecían con ella, se mantendrán adistancia por miedo a sus tormentos, llora-rán y harán duelo 16 diciendo: ¡Ay, ay de laGran Ciudad, que se vestía de lino, púrpuray escarlata, que se enjoyaba con oro, pie-dras preciosas y perlas! 17 Tanta riquezaarrasada en una hora.

Todos los pilotos y navegantes, marine-ros y traficantes marinos se quedarán lejosy, al ver el humo de su incendio, 18 gritarán:¿Quién como la Gran Ciudad? 19 Se echa-

rán polvo a la cabeza, llorarán y harán due-lo gritando: ¡Ay, ay de la Gran Ciudad, decuya abundancia se enriquecían los que na-vegan por el mar; que en una hora ha sidoarrasada! 20 Alégrense por ella, cielos, san-tos y apóstoles y profetas, porque, al con-denarla a ella, Dios les ha hecho justicia.

21 Después un ángel poderoso levantóuna piedra como una rueda de molino y laarrojó al mar diciendo: Así será arrojadacon ímpetu Babilonia, la Gran Ciudad, y nose la encontrará más. 22 No se escuchará enti sonido de cítaras, cantores, flautistas ytrompetas; no habrá allí artesanos de nin-gún oficio; no se oirá en ti el ruido del mo-lino 23 ni brillará en ti la luz de la lámpara,ni se oirá en ti la voz del novio y de la no-via. Tus mercaderes eran grandes del mun-do, con tus hechicerías se extraviaron todaslas naciones, 24 en ella se derramó la sangrede profetas y santos y de todos los asesina-dos en el mundo.

1 Después escuché en el cielo un ru-mor como de una gran multitud que

decía: ¡Aleluya! A nuestro Dios correspon-den la victoria y la gloria y el poder, 2 por-que son justas y acertadas sus sentencias.Porque ha condenado a la gran prostitutaque corrompió al mundo con sus inmorali-dades y le ha exigido cuentas de la sangrede sus servidores. 3 Y repitieron: ¡Aleluya!El humo de ella asciende por los siglos delos siglos.

4 Los veinticuatro ancianos y los cuatrovivientes se postraron y adoraron al Dios sen-tado en el trono y dijeron: ¡Amén, aleluya!

19

Repiten un grito idolátrico, muestra de la ambicióncon que la gran ciudad ha pretendido usurpar la glo-ria a Dios: «¿quién como la gran ciudad?». No acabande dar crédito a la catástrofe que están presenciandoy, en un gesto de total desesperación, se echan polvode duelo sobre sus cabezas.

En manifiesto contraste, se invita a la alegría de loscristianos, congregados en tres grupos (como en 12,12y en paralelismo con los grupos satélites de la gran ciu-dad). Mas no es la ruina de Babilonia lo que se debecelebrar (¿para qué cebarse en el sufrimiento ajeno?).Se festeja el definitivo restablecimiento de la justiciadivina. La bien detallada enumeración de desgraciasse inspira en los profetas (cfr. Ez 27; Jr 25,10). Se aca-ba todo cuanto significa gozo, esperanza de vida,música. Sólo queda lamento, tristeza de muerte. Hay

que notar el gran contraste con la nueva Jerusalén.Aquí sí arderá la lámpara del Cordero (21,22) y se oirála voz del esposo y de la esposa (22,17).

Se reseña al final, como una grave recapitulación,su horrendo crimen: haber dado muerte inicuamentea los profetas y a los santos, a tantos hombres y mu-jeres anónimos que han sido «degollados» como elCordero degollado (5,6). Nótese la semejanza termi-nológica y la denuncia, pretendidas por nuestro libro.

Esta ciudad representa, en primer lugar, a Roma, lacapital del imperio. Pero el símbolo del Apocalipsis serefiere a toda ciudad idólatra y autosuficiente, es de-cir, la que crea en su interior un sistema cerrado paraunos pocos, hecho de consumo desenfrenado, desa-tento hacia los pobres y oprimidos, y en donde ni lavida humana se respeta.

APOCALIPSIS 18 2030

Page 27: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

La boda del Cordero5 Del trono salió una voz que decía: Ala-

ben a nuestro Dios, todos sus siervos y fie-les, pequeños y grandes. 6 Y escuché unrumor como de una gran multitud, comoruido de aguas torrenciales, como fragor detruenos muy fuertes: ¡Aleluya ya reina elSeñor, Dios [nuestro] Todopoderoso! 7 Ale-grémonos, regocijémonos y demos gloria aDios, porque ha llegado la boda del Corde-ro, y la novia está preparada. 8 La han ves-tido de lino puro, resplandeciente –el linoson las obras buenas de los santos–.

9 Me dijo: Escribe: Dichosos los convida-dos a las bodas del Cordero y añadió: Sonpalabras auténticas de Dios. 10 Caí a suspies en adoración. Pero me dijo: ¡No lo ha-gas! Soy siervo como tú y como tus her-manos que mantienen el testimonio deJesús. A Dios has de adorar –el testimoniode Jesús es el espíritu profético–.

El jinete victorioso(Is 63)

11 Vi el cielo abierto y allí un caballoblanco. Su jinete [se llama] Fiel y Verda-dero, Justo en el gobierno y en la guerra.12 Sus ojos son llama de fuego, en la cabe-za lleva muchas diademas. Lleva grabado

un nombre que solamente él conoce. 13 Seenvuelve en un manto empapado en san-gre. Su nombre es la Palabra de Dios. 14 Lastropas celestes lo siguen cabalgando blan-cos caballos, vestidos de lino blanco lim-pio. 15 De su boca sale una espada afiladapara herir a las naciones. Los apacentarácon vara de hierro y pisará la cuba del vinode la ardiente ira de Dios Todopoderoso.16 En el manto y sobre el muslo lleva escritoun título: Rey de reyes y Señor de señores.

17 Vi un ángel de pie sobre el sol, que gri-taba a todas las aves que vuelan por el cie-lo: Vengan, reúnanse para el gran banquetede Dios. 18 Comerán carne de reyes, carnede generales, carne de poderosos, carne decaballos con sus jinetes, carne de libres yesclavos, de pequeños y grandes. 19 Vi quela fiera y los reyes del mundo con sus tro-pas se reunían para luchar contra el jinete ysu tropa. 20 Cayó prisionera la fiera y conella el falso profeta que, haciendo señalesante ella, engañaba a los que aceptaban lamarca de la fiera y a los que adoraban suimagen. Los dos fueron arrojados vivos alfoso de fuego y azufre ardiente. 21 Los de-más fueron ejecutados con la espada del ji-nete, la que sale de su boca. Y todas lasaves se cebaron en sus carnes.

19,5-10 La boda del Cordero. Desde el cielo, losrescatados siguen la suerte de los cristianos. Existe es-trecha comunión entre el cielo y la tierra. La Iglesiaceleste celebra ahora el triunfo sobre la gran Babi-lonia, pormenorizadamente detallado en el capítuloanterior. La inmensa muchedumbre, compuesta porángeles (5,11; 7,11) y cristianos ya vencedores(7,9.10; 12,10), alaba a Dios. Tiene tres poderososmotivos. Dios ha juzgado con rectitud (15,3; 16,7), hacondenado a la gran prostituta (17,1-2.4; 18,9) y havengado la sangre de sus mártires que con tanta ve-hemencia le suplicaban (6,10). Una voz que sale deltrono exhorta al reconocimiento de Dios. Se invita alos santos y, en enumeración polar, a los pequeños ylos grandes. Toda la humanidad, pues, sin exclusiónde nadie, está convocada a la alabanza ecuménica de«nuestro Dios».

La alegría invade el cielo y la tierra («¡Aleluya!»).Dios ya ha establecido su reinado y han llegado lasbodas de Cristo con su Iglesia. Viene la plenitud delgozo. El poder del amor de Cristo triunfa sobre el malde este mundo. Estas palabras resultan tan sublimesque Juan cae de rodillas, anonadado y reverente. Perono un ángel, sino el mismo Dios es el garante de tan-to gozo y esperanza para los cristianos. Él solo debe

ser adorado. La expresión es breve pero reviste enor-me importancia para la vida apostólica de la Iglesia.Jesucristo sigue dando hoy su testimonio (Él es el úni-co «testigo fiel» 1,5) ante el mundo mediante la pre-sencia de sus profetas cristianos, que el Espíritu Santoinspira y fortalece.

19,11-21 El jinete victorioso. En este denso relato(11-21), donde cada frase suena a reclamo proféticodel Antiguo Testamento, se enuncia la definitiva victo-ria de Jesucristo. En dicho triunfo colaboran tambiénlos cristianos. Se asiste, pues, a la clamorosa victoriade nuestro Señor con la Iglesia sobre las fuerzas delmal. Aquel caballo blanco que apareció fugazmenteen la apertura del primer sello (6,2), muestra ahoratodo su esplendor. Se dijo entonces que salió como«vencedor» y para «seguir venciendo». Ahora ha llega-do el momento de su victoria final. Conocemos ya sujinete: Jesucristo es quien lo monta; quien apareceadornado con multitud de símbolos que insisten en sucarácter divino. Su verdadero nombre es la Palabra deDios. Su manto, empapado en sangre, recuerda laprofecía de Isaías (cfr. Is 63,3) y es alusión a su muer-te cruenta, por la cual ha conseguido la victoria. El Se-ñor es confesado por la comunidad cristiana como elCordero degollado y victorioso (5,6.9.12). Pero el ji-

2031 APOCALIPSIS 19

Page 28: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

El gran milenio1 Vi un ángel que bajaba del cielocon la llave del abismo y una enor-

me cadena en la mano. 2 Sujetó al dragón,la serpiente primitiva, que es el Diablo ySatanás, lo encadenó por mil años 3 y loarrojó al abismo. Cerró y selló por fuera,para que no extravíe a las naciones hastaque se cumplan los mil años. Después lohan de soltar por breve tiempo.

4 Vi unos tronos, y sentados en ellos losencargados de juzgar; vi también las almasde los que habían sido decapitados por eltestimonio de Jesús y la Palabra de Dios,los que no adoraron a la fiera ni su imagen,los que no aceptaron su marca ni en lafrente ni en la mano. Vivieron y reinaroncon Cristo mil años. 5 Los demás muertosno revivieron hasta pasados los mil años.Ésta es la resurrección primera. 6 Dichoso ysanto el que tome parte en la resurrecciónprimera. No tendrá poder sobre ellos la

20muerte segunda, sino que serán sacerdotesde Dios y de Cristo y reinarán con él milaños. 7 Pasados los mil años soltarán de laprisión a Satanás, 8 y saldrá a extraviar a lasnaciones en las cuatro partes del mundo, aGog y a Magog. Los reunirá para la batalla,innumerables como la arena del mar.9 Avanzarán sobre la anchura de la tierra ycercarán la fortaleza de los santos y la ciu-dad amada. Pero caerá un rayo del cieloque los consumirá. 10 El Diablo que los ha-bía engañado fue arrojado al foso de fuegoy azufre, con la fiera y el falso profeta: allíserán atormentados día y noche por los si-glos de los siglos.El juicio

11 Vi un trono grande y blanco y a unosentado en él. De su presencia huyeron latierra y el cielo sin dejar rastro. 12 Vi a losmuertos, grandes y pequeños, de pie anteel trono. Se abrieron los libros, y se abriótambién el libro de la vida. Los muertos fue-

nete vencedor, que es nuestro Señor, no cabalga solo.Le acompañan otros jinetes: los cristianos fieles hastael final. Van vestidos de blanco, es decir, han lavado yblanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero, hanmuerto y resucitado con Él (7,10). Se subraya de nue-vo el carácter divino de Jesucristo, pues porta un títu-lo que sólo a Dios se tributa: Rey de reyes y Señor deseñores. Es, además, título imperial.

El combate es dado ya por concluido con un vere-dicto de victoria. Un ángel lo proclama con un gritoque recuerda oráculos proféticos (cfr. Ez 39,4s). Lasdos fieras, engendros del gran dragón, son arrojadas alestanque de fuego y azufre. Tal precipitación significasu destrucción completa. Todos los demás autores demuerte también fueron aniquilados. La victoria denuestro Señor y de los suyos consigue el triunfo ina-pelable del bien sobre el mal.

Importa ver –conforme avanza la lectura del libro–la progresión en la destrucción inexorable del mal.Tras la caída del imperio del mal, simbolizado en lagran prostituta (17,1-18), de la gran Babilonia(18,1–19,4) y de las dos fieras (20), ahora se asiste a laaniquilación del enemigo número uno: el gran dragón.Éste es designado con sus apelativos más conocidos enla Biblia: la serpiente primitiva, el Diablo y Satanás.

20,1-10 El gran milenio. Se menciona con fre-cuencia (2.3.4.5) la expresión de «mil años», una cifraque ha creado a lo largo de los siglos muchas e inne-cesarias elucubraciones y que ha dado lugar al célebremilenarismo, condenado repetidas veces por la Igle-sia. Se ha pensado en un periodo de bienestar rebo-sante en la humanidad. Incluso en la unión plenaentre Iglesia y estado... «Mil años», en la intención de

Juan, es una cifra simbólica, es «el tiempo de Dios»(cfr. 2 Pe 3,8). Indica nuestra época presente inaugu-rada por la muerte y resurrección de Jesucristo, mar-cada definitivamente por su victoria sobre el Diablo.Una victoria sobre las fuerzas del mal aún presentesque se va realizando día a día hasta la segunda veni-da del Señor que marcará el final de los tiempos.

Conforme a la visión de Daniel (cfr. Dn 7), apare-cen unos tronos y sobre ellos unos personajes senta-dos. Son los mártires que no han sucumbido ante lasacometidas del dragón y de sus engendros bestiales.Se presentan como jueces y reyes. Ser vencedor conJesucristo significa poder participar de su realeza, sa-cerdocio y juicio (1,9; 2,26s; 3,21; 12,11).

Llega el ataque final, personificado en Gog y Magog(cfr. Ez 38), proverbial símbolo de todas las potenciashostiles al pueblo de Dios. La invasión se extiende so-bre la «anchura de la tierra» (cfr. Hab 1,6), mostrandola magnitud del combate. Con símbolos extraídos dela tradición bíblica se describe el último asalto contrala Iglesia. Por fin, es destruido el Diablo, el gran insti-gador y padre de la mentira, el origen de todo mal enla historia, quien ha deshumanizado a la humanidad yperseguido a la Iglesia. Es arrojado por la fuerza su-prema de Dios al foso de fuego y azufre. El Apocalipsisañade que también allí se encuentran sus engendros:la primera fiera y la segunda fiera, o falso profeta. Lostres, la «tríada diabólica», la antítesis de la TrinidadSanta, serán torturados en una duración sin límite(«día y noche», «por los siglos de los siglos»). Con lamención de su extremo tormento, se ha acabado porfin el gran tormento de la humanidad, y se prepara elnacimiento de un nuevo mundo.

APOCALIPSIS 20 2032

Page 29: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

ron juzgados por sus obras, según lo escritoen los libros. 13 El mar devolvió sus muer-tos. Muerte y abismo devolvieron sus muer-tos, y cada uno fue juzgado según susobras. 14 Muerte y abismo fueron arrojadosal foso de fuego –ésta es la muerte segun-da, el foso de fuego–. 15 Quien no esté ins-crito en el libro de la vida será arrojado alfoso de fuego.

Cielo nuevo y tierra nueva1 Vi un cielo nuevo y una tierra nue-va. El primer cielo y la primera tierra

habían desaparecido, el mar ya no existe.2 Vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén,bajando del cielo, de Dios, preparada comonovia que se arregla para el novio. 3 Oí una

21

voz potente que salía del trono: Mira lamorada de Dios entre los hombres: habita-rá con ellos; ellos serán su pueblo y Diosmismo estará con ellos. 4 Les secará laslágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte nipena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo hapasado. 5 El que estaba sentado en el tronodijo: Mira, yo hago nuevas todas las cosas.Y añadió: Escribe, que estas palabras míasson verdaderas y dignas de fe. 6 Y me dijo:Se terminó. Yo [soy] el alfa y la omega, elprincipio y el fin. Al sediento le daré a be-ber gratuitamente del manantial de la vida.7 El vencedor heredará todo esto. Yo seré suDios y él será mi hijo. 8 En cambio, los co-bardes y desconfiados, los depravados yasesinos, los lujuriosos y hechiceros, los

20,11-15 El juicio. Sorprende la sobriedad en ladescripción del último juicio, en contraste con las pro-lijas e incluso aterradoras visiones de los libros apoca-lípticos judíos y sus ecos en algunos pasajes del NuevoTestamento (recuérdese 1 Cor 15,22). Toda la secuen-cia es breve, y se inspira discretamente en Dn 7. Apa-rece un gran trono blanco. No se dice nada de Dios;pero nosotros, lectores del Apocalipsis, sabemos queDios lo ocupa, pues sólo Él está «sentado en el trono»(4,2.9; 5,1.7). Dios es juez. No se menciona a Jesu-cristo, que ya intervino como juez en la cosecha yvendimia de la tierra (14,14-20).

Hay una comparecencia generalizada. Todos estánde pie delante del trono para ser juzgados. Es un jui-cio universal. Existía una antigua tradición judía sobrelos libros. Había un libro de «cuentas» donde se re-gistraban las acciones de los hombres (cfr. Dn 7,10).También se menciona el libro de la vida (cfr. Éx 32,32;Sal 70,29; Flp 4,3). Ambos aparecen como el anversoy reverso de una suerte final. Cada uno es juzgadoconforme a la letra o sentencia que ha ido escribien-do en el libro con las obras de su vida. Finalmente, lamuerte como personificación del mal o negación dela vida, trágico destino de la historia, es aniquilada.También el infierno, el lugar de la muerte. Desapare-ce ya todo ámbito del mal y la infeliz fatalidad de loshombres.

La narración del juicio acaba con la mención del li-bro de la vida. En el Apocalipsis sólo hay un libro: «Ellibro de la vida del Cordero degollado» (3,5; 21,27).La comunidad cristiana sabe por la lectura creyentedel libro que el Cordero ha sido sacrificado para reu-nir un pueblo inmenso de toda tribu y nación (5,9). Susangre nos purifica y nos salva. El amor y la misericor-dia de Dios triunfan definitivamente sobre todas nues-tras miserias y pecados.

Desaparecidos ya todo origen y huella de mal (elgran dragón, la primera y segunda fiera, la gran pros-tituta, la gran Babilonia, la muerte y el infierno) –tam-

bién desaparece el mar, símbolo de la hostilidad–, yanada impide la irrupción de la renovación ansiada.

21,1-8 Cielo nuevo y tierra nueva. Un cielo nue-vo y una tierra nueva (cfr. Is 65,17; 66,2) se ofrecencomo el espacio luminoso para acoger la presencia dela nueva Jerusalén. La nueva Jerusalén representa laculminación del libro del Apocalipsis, como asimismode toda la revelación bíblica. Es geografía, concentra-ción de la historia milenaria de Israel y, sobre todo, lasuprema aspiración de la humanidad creyente: ben-dición de Dios para colmar de dicha –como una es-posa– el corazón del esposo. Se insiste en la absolutagratuidad del regalo divino. Por fin, Dios establece sumorada, de manera permanente. No es una frágiltienda, no es un templo de piedra, sino su presenciaviva y estable (shekiná) en medio de los hombres.Dios instaura una alianza universal.

El lector del Apocalipsis puede sorprenderse ante laatrevida originalidad de lo que está leyendo. Se haterminado ya todo particularismo. Dios no se fija enun solo pueblo o etnia o religión restringida, sino queinaugura una alianza con «los pueblos», hace unaalianza de salvación universal. Se acaban ya todo tipode penalidades. Dios seca con el pañuelo de su mise-ricordia el copioso llanto de los ojos que sufren. El tex-to del Apocalipsis corrige con su delicadeza a Isaías25,6-8. Se consuma la victoria de Jesucristo sobreaquellos caballos desbocados y las plagas. La muerte ysu lúgubre cortejo desaparecen para siempre.

Dios es contemplado en su gesto primero y último:como creador en acto. Así lo reconocía la Iglesia ce-leste (4,11). Así se revela al final del libro (21,5). Dioscrea y recrea siempre un mundo nuevo. Y esa nove-dad absoluta se llama Jesucristo. Se insiste en la com-pleta gratuidad de la vida desbordante que Diosconcede (6b). El adverbio –«gratis»– está colocado enposición enfática. Dios es el que da (sujeto donante) yda de balde (con extrema liberalidad). Al cristiano fielo «vencedor» le concede la suprema gracia: ser hijo

2033 APOCALIPSIS 21

Page 30: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

idólatras y embusteros de toda clase ten-drán su lote en el foso de fuego y azufre ar-diente –que es la muerte segunda–.

La nueva Jerusalén(Is 54,11s; 60,10-18; Ez 40–48)

9 Se acercó uno de los siete ángeles quetenían las siete copas llenas de las últimasplagas y me habló así: Ven que te enseñaréla novia, la esposa del Cordero.

10 Me trasladó en éxtasis a una montañagrande y elevada y me mostró la CiudadSanta, Jerusalén, que bajaba del cielo, deDios, 11 resplandeciente con la gloria deDios. Brillaba como piedra preciosa, comojaspe cristalino. 12 Tenía una muralla gran-de y alta, con doce puertas y doce ángelesen las puertas, y grabados [los nombres] delas doce tribus de Israel. 13 A oriente trespuertas, al norte tres puertas, al sur trespuertas, a occidente tres puertas. 14 La mu-ralla de la ciudad tiene doce piedras de ci-miento, que llevan los nombres de los doceapóstoles del Cordero. 15 El que hablabaconmigo tenía una caña de medir de oro,

para medir la ciudad y las puertas y la mu-ralla. 16 La ciudad tiene un trazado cuadran-gular, igual de ancho que de largo. 17 Midiócon la caña la ciudad: doce mil estadios:igual en longitud, anchura y altura. Midió lamuralla: ciento cuarenta y cuatro codos, enla medida humana que usaba el ángel. 18 Elaparejo de la muralla era de jaspe, la ciu-dad de oro puro, límpido como cristal.19 Los cimientos de la muralla de la ciudadestán adornados con piedras preciosas. Elprimer cimiento de jaspe, el segundo de za-firo, el tercero de calcedonia, el cuarto deesmeralda, 20 el quinto de ónice, el sexto decornalina, el séptimo de crisólito, el octavode berilo, el noveno de topacio, el décimode crisopraso, el undécimo de turquesa, elduodécimo de amatista. 21 Las doce puer-tas son doce perlas, cada puerta una solaperla. Las calles de la ciudad pavimentadasde oro puro, límpido como cristal. 22 No vien ella templo alguno, porque el Señor DiosTodopoderoso y el Cordero son su templo.23 La ciudad no necesita que la ilumine elsol ni la luna, porque la ilumina la gloria de

de Dios. La formulación es típica de la alianza, y po-see carácter mesiánico-regio: «Yo seré para él padre yél será para mí hijo» (cfr. 2 Sam 7,14). No pretende elApocalipsis atemorizar a nadie con la mención de ma-yores castigos, sino que, con una intención parenéti-ca, anima a todo cristiano a que, dejando el lastre delpecado, las «obras de la carne» –cuya conocida enu-meración presenta–, pueda entrar con entera libertaden la ciudad de la nueva Jerusalén.

21,9–22,5 La nueva Jerusalén. Desde un altomonte (antítesis de aquel desierto en que contemplóa la gran prostituta: 17,3), Juan, el vidente, con la fuer-za del Espíritu, tiene acceso a una maravillosa visiónprofética: una nueva ciudad, una esposa resplande-ciente. Hay una mutua transformación. La esposa secambia en ciudad y ésta se muda en esposa. Léase, enidéntica relación, la secuencia de estos pasajes pro-féticos en Is 54; 60; Ez 40; 48. Uno y otro simbolismoposeen un sentido esclarecedor. La Iglesia como es-posa se refiere a la consagración personal-bautismalde cada cristiano a Dios. La Iglesia como ciudad alu-de a la convivencia, la mutua solidaridad, que nosreúne a todos los hermanos creyentes.

La gloria de Dios, es decir, la presencia de su ma-jestad, habita y está dentro de la ciudad; la convierteen una gema preciosísima, como el jaspe o diamante.La ciudad entera brilla con el resplandor de Dios. Lasmetáforas alusivas a la luz, muestran la exhuberanciade vida que Dios, «luz de luz», ha derrochado conprofusión en la ciudad.

Comienza ahora la descripción prolija de loselementos arquitectónicos de la ciudad. Tiene unamuralla alta y elevada; es, por tanto, una ciudad per-trechada y bien protegida. Sorprende la cantidadexcesiva de puertas, con las que se insiste en su uni-versalidad: la nueva Jerusalén es una ciudad abierta.Por sus puertas siempre francas deben entrar todos lospueblos y naciones.

La ciudad está cimentada por los doce apóstolesdel Cordero: la fe en Cristo, el testimonio y/o elmartirio constituyen su firme fundamento (cfr. Mt16,8). Esta ciudad continúa con la mejor tradición delpueblo de Dios; pues en sus almenas están grabadoslos nombres de las tribus de Israel. El Antiguo Tes-tamento culmina en la Iglesia apostólica del NuevoTestamento.

Se ofrecen ahora unos extraños datos relativos a susmedidas. No conviene que la imaginación vuele sincontrol tras la búsqueda de remotas ciudades o altastorres. Las medidas de la nueva Jerusalén son simbóli-cas, no siguen un metro material. Nos atenemos conrigor a las referencias iluminadoras de la Biblia. La ciu-dad, descrita por el Apocalipsis, tiene forma de cubo.El Santo de los santos tenía asimismo forma cúbica(cfr. 1 Re 6,20). Significa que la nueva Jerusalén estoda ella santuario, ciudad santa y sacerdotal, en don-de Dios permanentemente habita.

Cada uno de los doce cimientos es una perla pre-ciosa. Mucho se ha especulado sobre su origen ysentido. Una atenta lectura bíblica nos da la clave in-

APOCALIPSIS 21 2034

Page 31: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

Dios, y su lámpara es el Cordero. 24 A su luzcaminarán las naciones, y los reyes delmundo le llevarán sus riquezas. 25 Sus puer-tas no se cerrarán de día. No existirá en ellala noche. 26 Le traerán la riqueza y el es-plendor de las naciones. 27 No entrará enella nada profano, ni depravados ni menti-rosos; sólo entrarán los inscritos en el librode la vida del Cordero.

1 Me mostró un río de agua viva, bri-llante como cristal, que brotaba del

trono de Dios y del Cordero. 2 En medio dela plaza y en los márgenes del río crece elárbol de la vida, que da fruto doce veces:cada mes una cosecha, y sus hojas sonmedicinales para las naciones. 3 No habráallí nada maldito. En ella se encontrará eltrono de Dios y del Cordero. Sus siervos lo

22

terpretativa. Las doce piedras preciosas colgaban delpectoral del sumo sacerdote (cfr. Éx 28,17-20; 39,10-12); han sido ampliamente comentadas y magnifica-das por la tradición judía (Flavio Josefo). Pero estaspiedras preciosas no reposan ya en el pecho del sumosacerdote, sino que configuran los cimientos de la ciu-dad. Quiere decirse que la nueva Jerusalén es una ciu-dad sacerdotal, toda ella cimentada en Dios yconsagrada a su adoración.

¡La ciudad no tiene santuario! La frase es casi unaprovocación. ¿Cómo es posible que en la nueva Jeru-salén no exista templo, a imagen de la Jerusalén deaquí abajo? La realidad nueva ha cambiado totalmen-te. Al escándalo inicial sucede la explicación esclare-cedora. El Señor Dios y el Cordero son su santuario.Dios no aparece ya como objeto de culto, sino comolugar de culto. No se trata ya de una ciudad que tie-ne un templo, sino de un templo que se ha converti-do en ciudad. Y es Cristo, muerto y resucitado, ellugar del encuentro permanente entre Dios y el serhumano.

La nueva Jerusalén, resplandeciente por la luz deDios, se convierte en meta o alto faro para toda la hu-manidad. Se subraya de nuevo la vocación universalde la Iglesia. Se cumple la vieja profecía de la peregri-nación de todas las naciones (cfr. Is 60,3.5.7). Lospueblos acuden en busca de luz; mas la Iglesia no esluz, sino lámpara (cfr. Jn 5,34-36). No debe erigirse fa-tuamente en la fuente de luz, ni tampoco debe es-conderla debajo de un cacharro. Su misión es ofrecera todos los hombres la única luz que dentro de ellabrilla, a saber, la presencia viva de Dios. Su misión esser sacramento de salvación universal.

Con el inicio del capítulo 22, se pasa ahora del re-gistro simbólico de la ciudad al del paraíso. En estosprimeros cinco versículos se expresa un anhelo, pre-sente en todas las religiones y al que cada una de ellasha dado un nombre: el Edén soñado. Es la búsquedade los orígenes perdidos, la nostalgia de la paz divinacon toda la creación renovada. La descripción delApocalipsis no resulta extravagante ni se desbordacomo otras literaturas afines; mantiene una intensidadretenida, de continuas remembranzas bíblicas. Lanueva Jerusalén extiende su contagio a la humanidady a la naturaleza. No se trata, sin embargo, de un re-torno a aquel jardín lejano del Génesis, pues la histo-ria ya no puede repetirse, sino de un paraíso nuevo.Es la comunión perfecta, sin sombras de pecado, anu-

dada entre Dios y la humanidad: la armonía cósmica.La historia de la salvación llega a su plena culminaciónfeliz.

Se muestra la presencia de Dios-Trinidad, dador devida. Así lo ha mostrado el libro, al principio y final desu lectura (1,4-6; 22,1-3). Ahora Dios y el Corderoson los ocupantes simultáneos del mismo trono. Conesta atrevida hipérbole se indica la comunión perfec-ta en el Padre y el Hijo; ambos comparten la divinidady son fuente de vida para toda la humanidad. El Es-píritu es contemplado en ese río impetuoso que bro-ta del trono; sólo Él hace posible la fecundidad paratoda la Iglesia.

Esta imagen fluvial se inspira en aquel río que rega-ba el primer jardín (cfr. Gn 2,10) y, sobre todo, en lavisión del profeta Ezequiel quien ve manar del Temploagua que pronto se convierte en río creciente, a cuyaribera brota una feraz arboleda, y cuyas aguas danvida (cfr. Ez 47,1-12). El Apocalipsis crea las expresio-nes «agua de vida» y «árbol de vida». Insiste en la fe-cundidad sin mengua de esta vida y en su alcanceuniversal, pues las hojas del árbol de vida sirven parala sanación de las naciones.

¡Feliz promesa! Ya no existirá ninguna condenaciónni anatema, como aquella desdichada maldición queempañó las relaciones entre Adán, Eva, los animales yla naturaleza (cfr. Gn 3,16-22). Ya nada podrá entur-biar la transparente coexistencia de la humanidad conDios. Los creyentes podrán, al fin, realizar su más pro-fundo sueño: ver el rostro de Dios. Lo que anhelóMoisés (cfr. Éx 33,20); el deseo ardiente del salmista(cfr. Sal 17,15; 42,3)... ahora se cumple verdadera-mente. Los creyentes portan el Nombre de Dios escri-to en sus frentes. Dios se convierte ya en el horizonteindeclinable de sus vidas: su destino glorioso, su gozomás íntimo.

La luz de Dios es tan poderosa que ante su fulgorpalidecen las luces astrales (sol y luna) y las lámparasdel culto. El simbolismo de esta luz misteriosa mues-tra la vida divina que envuelve gloriosamente a toda lahumanidad. Es sobreabundancia de vida, inmarchita-ble, para siempre.

22,6-21 Venida de Cristo. Este epílogo forma in-clusión con el prólogo inicial (1,4-8). Ambos estánconfigurados como diálogos litúrgicos. Intervienen elautor del libro, el ángel, Jesucristo y la asamblea cris-tiana. Pero este diálogo no es sólo un bien logrado ar-tificio literario o vestigio de una antigua liturgia. Ha

2035 APOCALIPSIS 22

Page 32: APOCALIPSIS DE JUAN C - Libro Esotericolibroesoterico.com/biblioteca/Apocalipsis/Apocalipsis De Juan... · Introducción 1 Revelación que Dios confió a Jesu-cristo para que mostrase

adorarán 4 y verán su rostro y llevarán en lafrente su nombre. 5 Allí no habrá noche. Noles hará falta luz de lámpara ni luz del sol,porque los ilumina el Señor Dios, y reinaránpor los siglos de los siglos.Venida de Cristo

6 Me dijo: Estas palabras son verdaderasy fidedignas. El Señor, Dios de los espíritusproféticos, envió a su ángel para mostrar asus siervos lo que ha de suceder en breve.7 Mira que llego pronto. Dichoso el queguarde las palabras proféticas de este libro.

8 Yo soy Juan, el que ha oído y vistoesto. Al escuchar y mirar, me postré a lospies del ángel que me lo enseñaba paraadorarlo. 9 Pero él me dijo: ¡No lo hagas!que soy siervo como tú y tus hermanos losprofetas y los que guardan las palabras deeste libro. A Dios has de adorar. 10 Me aña-dió: No ocultes las palabras proféticas deeste libro, porque su plazo está próximo.11 El malvado que siga en su maldad y elimpuro en su impureza, el honrado en suhonradez y el santo en su santidad. 12 Yo lle-garé pronto llevando la paga para dar acada uno lo que merecen sus obras. 13 Yo

soy el alfa y la omega, el primero y el últi-mo, el principio y el fin. 14 Dichosos los quelavan sus vestidos, porque tendrán a su dis-posición el árbol de la vida y entrarán porlas puertas en la ciudad. 15 Fuera quedaránlos invertidos, hechiceros, lujuriosos, asesi-nos, idólatras, los que aman y practican lamentira. 16 Yo, Jesús, envié a mi ángel a us-tedes con este testimonio acerca de lasIglesias. Yo soy el retoño que desciende deDavid, el astro brillante de la mañana.

17 El Espíritu y la novia dicen: Ven. Elque escuche diga: Ven. Quien tenga sedvenga, quien quiera recibirá sin que lecueste nada agua de vida. 18 Yo amonesto alos que escuchan las palabras proféticas deeste libro: Si alguien añade algo, Dios leañadirá las plagas escritas en este libro.19 Si alguien quita algo de las palabras pro-féticas de este libro, Dios le quitará suparticipación en el árbol de la vida y en laCiudad Santa, que se describen en este libro.

20 El que atestigua todo esto dice: Sí,vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús.21 La gracia del Señor Jesús esté con todos.[[Amén.]]

sido escrito para que todo cristiano o comunidad ten-ga acceso a él y participe de su riqueza cristológicacada vez que lea y escuche con fe «las palabras deprofecía de este libro». Toda la revelación que ante-riormente se ha mostrado, resulta tan inaudita eincreíblemente consoladora que es preciso una auto-ridad divina que la garantice. Por eso, la formulación:«éstas palabras son verdaderas y fidedignas» confirmaque su contenido íntegro se apoya en la verdad divi-na. Dios mismo es el que inspira a los profetas, entrelos que se encuentra el autor del Apocalipsis.

Jesús mismo se presenta adornado con dos símbo-los bíblicos. Como «retoño y descendencia de David»,recapitula la vieja historia de las promesas anunciadasal rey, modelo de reyes en Israel. Como «astro brillan-te de la mañana», asume ser el nuevo Mesías y el Rey.Jesús ha nacido, victoriosamente, surgiendo de la no-che de la muerte en la mañana de pascua. Ahora, yavivo y resucitado, ilumina con la luz de su vida a todala humanidad.

El Espíritu y la esposa proclaman una voz comparti-da, al unísono, como una «sinfonía». El Espíritu nuncaha dejado de animar a la Iglesia para que su amor porCristo no decaiga, sino que se acreciente. Así comocon un grito de amor se abría la Biblia –«esta sí que escarne de mi carne y hueso de mis huesos» (Gn 2,23)–;así se cierra el último libro de la revelación. Es el grito

de la Iglesia, sostenida por su instinto más profundo,el Espíritu Santo. La Iglesia ansía la venida de Cristo,su Esposo y Señor. Repite con incesante vehemenciala primitiva oración cristiana del «Maranatá» (cfr. 1 Cor16,22).

Se formula una petición para que todo cristiano,que escucha estas palabras del Apocalipsis, se acerquey personalmente venga a tomar parte y recibir gratis eldon de la vida divina que se celebra. El diálogo litúr-gico no es neutro, sino abierto y participativo. Es fór-mula de canonización del libro, que, como escritoinspirado y alimento de fe para la Iglesia, debe per-manecer ya inalterado e intocable.

La venida del Señor constituye el motivo centralque organiza el diálogo litúrgico. Jesús anuncia supronta venida (7.12). Esta iniciativa del Señor prendey encuentra eco en la asamblea cristiana, que, ani-mada por el Espíritu, suplica la llegada del Señor (17).Jesús responde afirmativamente al anhelo de la co-munidad: «Sí, vengo pronto» (20a), y ésta afirma conmás ardor su venida, proclamando «Amén», y renue-va otra vez su anhelo, insistiendo: «¡Ven, Señor Jesús»(20b). De esta manera, la Iglesia va alimentando su es-peranza, y experimentando que el Señor viene, inten-samente en la celebración de sus misterios, con unapresencia cada vez más creciente hasta que se hagadel todo plena.

APOCALIPSIS 22 2036