Apareciste

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Apareciste. No recuerdo bien cómo fue, en qué momento nuestras miradas se cruzaron por primera vez... El caso es que apareciste, así, sin que nadie lo esperara, de la manera más sencilla, como si no fueras importante. Pasaron muchos meses antes de que me diera cuenta, muchos meses en los que te veía a diario, hablaba contigo, compartíamos anécdotas, risas, algún que otro sueño... Meses de tranquilidad en los que la vida, iba tejiendo esos lazos imposibles que terminaron por unirnos, con la calma de quien prepara una venganza durante largos años de vacía alegría, de oscura iniquidad... Formabas parte de mi día a día, del presente más rutinario, pero nunca llegué a imaginar que te harías dueña de mi futuro, de todas las mañanas que, aún hoy, me quedan por conquistar en tu nombre. Por aquel entonces, aparecías con la ingenuidad del que se atreve a soñar, y lograbas contagiarme de tu alegría, de tus historias, de todas esas pequeñas cosas que, pese a ser pequeñas, despiertan los sentimientos más grandes. Un día, dejamos de compartir simples palabras, y comenzamos a regalarnos frases, oraciones, textos que, en ocasiones, se leían a través de miradas, sonrisas, pequeños gestos imperceptibles... Fue cuando comencé a verte con otros ojos, con los ojos de la amistad... Amistad, sí, pura y simple amistad... De ser una más, una de tantas, ese brillo especial que solo tienen las estrellas comenzó a deslumbrarme con una confianza impensable, imposible, incluso terrible, pues el cariño que se despertó en mi interior, llegó a asustarme, a hacer temblar los cimientos sobre los que basaba mis pensamientos, mis sentimientos, mi manera, en definitiva, de vivir. Y llegó el derrumbe, el caos más absoluto, la ruina para alguien que, como yo, creía tener siempre el control de todas las cosas, el desconcierto y el miedo... Tu pequeña sonrisa se había convertido, de la noche a la mañana, en el motor de todos mis sueños. ¿Cómo era posible? ¿Tú?, ¿esa chica que había estado a mi lado durante meses y que, con el tiempo, pasó a ser mi amiga, se convertía, de la noche a la mañana, en todo cuanto deseaba, todo cuanto necesitaba, todo cuanto soñaba? ¿Cómo era posible? Lo mejor era escapar, negar esa realidad, huir de ese temblor de piernas, de ese sudor frío, de esos pensamientos transformados en sueños, que me llenaban cuando te acercabas, simplemente, y me dabas los buenos días, o cuando me mirabas a los ojos, fijamente, y me decías que me notabas muy extraño... Extraño por ti, ahora lo sé, perdido en un sueño con final en tu boca, ingenuo e ilusionado como un niño que intenta alcanzar a una estrella, débil, pese a mi seguridad, ante una sola palabra tuya, enamorado, al fin, enamorado... Me costó tiempo darme cuenta. Conocía tu magia y me gustaba dejarme hechizar cada día por tus sortilegios, reconocía el brillo intenso de una estrella en tu mirada emocionada, y sentía que tras tu sonrisa se escondía el motivo de todos mis sueños. Pero me daba miedo enamorarme. No quería enamorarme, ¡y menos de ti!, porque tú...tú... ¡Tú eras imposible! Tanto sangró mi corazón, en otras ocasiones, que aún me dolían las heridas; tantas lágrimas derramé en nombre del amor, que juré, alzando el puño hacia el cielo, no volver a llorar por nadie... ¡Cuántas noches oscuras me vieron amanecer, por callejones lejanos, lamentando mis pérdidas!, ¡cuánta bohemia bebí abandonándome a la nada! Y ahora... ¿volver a soportar el dolor, la perfidia, la pérdida de confianza, el desencanto, la amargura que mata lentamente y envejece rápido? ¿Volver a notar cómo te falta el aire, cómo muere el futuro, cómo pierdes la identidad? ¿Sentir el frío de otras sonrisas, vivir las noches sin su calor, y las mañanas sin su ternura, y las cartas sin su firma? ¡No!, no basta el amor para tanto sufrimiento, es preferible estar solo y sentirte seguro, feliz, libre, sin causa para el dolor o la preocupación... No basta el amor para la fuerza del desencanto, no hay amor que acabe con todas las lágrimas...

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Carta de amor original a alguien que fue importante.

Transcript of Apareciste

  • Apareciste. No recuerdo bien cmo fue, en qu momento nuestras miradas se cruzaron por primera vez... El caso es que apareciste, as, sin que nadie lo esperara, de la manera ms sencilla, como si no fueras importante. Pasaron muchos meses antes de que me diera cuenta, muchos meses en los que te vea a diario, hablaba contigo, compartamos ancdotas, risas, algn que otro sueo... Meses de tranquilidad en los que la vida, iba tejiendo esos lazos imposibles que terminaron por unirnos, con la calma de quien prepara una venganza durante largos aos de vaca alegra, de oscura iniquidad...

    Formabas parte de mi da a da, del presente ms rutinario, pero nunca llegu a imaginar que te haras duea de mi futuro, de todas las maanas que, an hoy, me quedan por conquistar en tu nombre. Por aquel entonces, aparecas con la ingenuidad del que se atreve a soar, y lograbas contagiarme de tu alegra, de tus historias, de todas esas pequeas cosas que, pese a ser pequeas, despiertan los sentimientos ms grandes. Un da, dejamos de compartir simples palabras, y comenzamos a regalarnos frases, oraciones, textos que, en ocasiones, se lean a travs de miradas, sonrisas, pequeos gestos imperceptibles... Fue cuando comenc a verte con otros ojos, con los ojos de la amistad...

    Amistad, s, pura y simple amistad... De ser una ms, una de tantas, ese brillo especial que solo tienen las estrellas comenz a deslumbrarme con una confianza impensable, imposible, incluso terrible, pues el cario que se despert en mi interior, lleg a asustarme, a hacer temblar los cimientos sobre los que basaba mis pensamientos, mis sentimientos, mi manera, en definitiva, de vivir.

    Y lleg el derrumbe, el caos ms absoluto, la ruina para alguien que, como yo, crea tener siempre el control de todas las cosas, el desconcierto y el miedo... Tu pequea sonrisa se haba convertido, de la noche a la maana, en el motor de todos mis sueos. Cmo era posible? T?, esa chica que haba estado a mi lado durante meses y que, con el tiempo, pas a ser mi amiga, se converta, de la noche a la maana, en todo cuanto deseaba, todo cuanto necesitaba, todo cuanto soaba? Cmo era posible? Lo mejor era escapar, negar esa realidad, huir de ese temblor de piernas, de ese sudor fro, de esos pensamientos transformados en sueos, que me llenaban cuando te acercabas, simplemente, y me dabas los buenos das, o cuando me mirabas a los ojos, fijamente, y me decas que me notabas muy extrao... Extrao por ti, ahora lo s, perdido en un sueo con final en tu boca, ingenuo e ilusionado como un nio que intenta alcanzar a una estrella, dbil, pese a mi seguridad, ante una sola palabra tuya, enamorado, al fin, enamorado...

    Me cost tiempo darme cuenta. Conoca tu magia y me gustaba dejarme hechizar cada da por tus sortilegios, reconoca el brillo intenso de una estrella en tu mirada emocionada, y senta que tras tu sonrisa se esconda el motivo de todos mis sueos. Pero me daba miedo enamorarme. No quera enamorarme, y menos de ti!, porque t...t... T eras imposible! Tanto sangr mi corazn, en otras ocasiones, que an me dolan las heridas; tantas lgrimas derram en nombre del amor, que jur, alzando el puo hacia el cielo, no volver a llorar por nadie... Cuntas noches oscuras me vieron amanecer, por callejones lejanos, lamentando mis prdidas!, cunta bohemia beb abandonndome a la nada! Y ahora... volver a soportar el dolor, la perfidia, la prdida de confianza, el desencanto, la amargura que mata lentamente y envejece rpido? Volver a notar cmo te falta el aire, cmo muere el futuro, cmo pierdes la identidad? Sentir el fro de otras sonrisas, vivir las noches sin su calor, y las maanas sin su ternura, y las cartas sin su firma? No!, no basta el amor para tanto sufrimiento, es preferible estar solo y sentirte seguro, feliz, libre, sin causa para el dolor o la preocupacin... No basta el amor para la fuerza del desencanto, no hay amor que acabe con todas las lgrimas...

  • Y, entonces, apareciste. No recuerdo bien en qu momento mi corazn comenz a latir al ritmo de tu nombre, ni cmo la vida dej de importarme sin ti a mi lado... El caso es que apareciste, as, sin que nadie me avisara ni me preparara para ello, de la manera ms humilde, como si amarte fuera el nico fin de mi nacimiento.

    Hoy vengo a decirte lo que siempre has sospechado: que estoy enamorado, felizmente enamorado, orgulloso de tener a alguien a quien decirle, algn da, las dos palabras ms hermosas, la frase ms mgica: te quiero... te amo... Ms hermosas, an, si salen de tu boca. Seguro de vencer el miedo al dolor, de tener armas para vencer al desencanto, pues tu recuerdo ser la armadura de mi llanto, y el calor de tus abrazos me mantendr a salvo de la fra noche. Qu importan las lgrimas! Llorar cien noches seguidas si, al menos, una sola, he podido tenerte frente a m, perdido en tu sonrisa, mirando, ms all de tu mirada, las manos entrelazadas, calmando el dulce temblor con el suave roce de dos espritus condenados a encontrarse, susurrndote, al odo, que ese momento siempre fue mi sueo, que nac para acunar tu nombre en mis labios, y morir con la certeza de haber amado a una estrella.

    Hoy vengo a decirte lo que siempre me he callado: que eres pura magia, pura poesa, que existes porque el mundo necesita ms luz, y la noche ms misterios. Amarte es una locura!, pero el amor no entiende de verdades, no se cura con recetas, ni entra en razn a base de consejos. Ser el loco que corre tras la sombra de una estrella, volar, an sin alas, por alcanzar a respirar el perfume de tu cuello, conquistar cada territorio que me pidas, cada fortaleza, cada palacio, cada lejana cumbre, con tal de darte ms vida. Te quiero, te quiero, te quiero, no hay motivo para no decirlo a cada segundo, ni las horas ni los das podrn contra tu eternidad, ni los relojes se atrevern a seguir corriendo, parados ante cada caricia, cada sonrisa, cada secreto desvelado. Del cielo, eres del barrio del cielo, la envidia de tantas aves que vuelan sin alcanzar tu vuelo, hermana de estrellas y confidente de todos los sueos; Cada instante a tu lado es una cancin, y mi nombre, saliendo de tu boca, es el adagio del sueo imposible.

    Hoy vengo a decirte que apareciste; y que, a lo mejor, yo no he aparecido an para ti; quiz ignores todos estos sentimientos, o tal vez los hayas escuchado entre sueos, entusiasmada con la idea remota de que alguien como yo pueda llegar a pretender, no ya tu corazn, sino tu corazn y tu alma. Imagname frente a ti, en una de estas veces que hablamos, a diario, de cosas sin importancia, mientras t res por banalidades, y yo muero de emocin al or tu risa. Imagina que te pido un abrazo, y que, cuando me lo das, cuando nos fundimos en uno, corazn con corazn, cabezas y sueos unidos, yo te digo, en un susurro: Vale; est bien. S que es una locura, pero ste es mi sueo y voy a contrtelo. Es fcil: te amo. Te amo con todas mis fuerzas. Te amo hasta hacer temblar las tumbas de los poetas. Te amo como no se ha amado nunca en el cielo. Te amo sin porqus ni explicaciones, sin caminos ni condiciones. Te amo porque existes. Te amo porque no temo al dolor de amarte y s al vaco de no llegar a conocerte. Te amo porque ms all de tu mirada veo a Dios. Te amo con la fe ciega del amigo, del creyente, del hermano, del rebelde. Te amo y no voy a amar a nadie ms. Te amo y te entrego lo que soy, y lo que quiero llegar a ser, siempre a tu lado. Te amo porque entiendes mi vida sin necesidad de preguntarme por ella. Te amo por el gusto de amarte. Te amo con la esperanza de que llegues a amarme. Te amo sin beso ni poema de amor, y te amo an ms con ellos. Te amo porque te he conocido y me he reconocido en ese amor. Te amo porque no hay nada en el mundo que pueda hacer para dejar de amarte. Te amo en la soledad de querer ser dos. Te amo con la tristeza del que espera la mayor alegra. Te amo, mi vida. Te amo, princesa. Te amo, mi nia, porque un da cualquiera, sin saber cmo y sin que nadie lo esperara, como si no fueras importante, t APARECISTE.

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