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1 “Un pueblo en la ciudad”: Paternalismo industrial franquista en el Parque Móvil del Estado (1939-1978). Pablo López Calle (Universidad Complutense de Madrid) [email protected]; José Carpio-Pinedo (Universidad Politécnica de Madrid) [email protected];; José María Sierra Álvarez (Universidad de Cantabria) [email protected]; y Borja Ruiz- Apilánez (Universidad de Castilla-La Mancha) [email protected] Resumen Tras la victoria del ejército sublevado en la Guerra Civil, es perentorio dotarse de medios de transporte y comunicación para reconstruir la estructura administrativa y la organización territorial del Estado. Una de las primeras grandes operaciones constructivas del franquismo será la edificación del Parque Móvil en 1939, destinado a la recolección, el desguace y posterior remontaje del parque automovilístico nacional del Estado. Para producir la fuerza de trabajo capaz de hacerlo funcionar deberá dotarse de los principales dispositivos característicos del paternalismo industrial: el poblado obrero, los servicios de ocio y consumo, centros de formación, instituciones de culto, etc. La iniciativa consigue, en definitiva, hacer de la Colonia del Parque Móvil una comunidad plenamente autosuficiente y aislada en pleno tejido urbano. La función del Parque Móvil de Ministerios Civiles en la movilización general de postguerra. A partir de 1939, tras la Guerra Civil, España se encuentra devastada por el combate. El país se halla deshecho en buena parte de sus infraestructuras y dolosamente mermado en su capital humano. La imperiosa reconstrucción nacional implicaba tanto la reparación material como la confirmación de una fe absoluta en “la renovación del espíritu de la Nueva España”, tal y como aclaraba el arquitecto Víctor D´Ors en la primera Asamblea de Arquitectura celebrada a finales de junio de 1939 en Madrid (Box, 2011). La constitución de un sistema de administración estatal de tipo militar, muy vertical y totalmente centralizado, hacía prioritario el restablecimiento del sistema nacional de comunicaciones y transporte. Entre las iniciativas tomadas en esta dirección se encontraba la reactivación del Parque Móvil de Ministerios Civiles, que, a pesar de haber sido creado en los últimos años de la República, no llegó a construirse en su totalidad (Las instalaciones de este primer parque se encontraban en la Calle Doce de Octubre de Madrid con capacidad para albergar escasos 550 vehículos [González y Pons, 2015:24]). Finalizada la guerra “la práctica totalidad del material automóvil que tenían para su uso los ministerios y organismos oficiales presentaba un triste desolador aspecto”, tal y como relataba el locutor de uno de los noticiarios oficiales del régimen (NODO) en 1946 1 . 1 Documental sobre el Parque Móvil de Ministerios dirigido por F. Hernández Blasco…, https://www.youtube.com/watch?v=PQQYqVSHTMs, NODO 184A, 15-VII-1946, http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-184/1487533/

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“Un pueblo en la ciudad”: Paternalismo industrial franquista en el Parque Móvil del

Estado (1939-1978).

Pablo López Calle (Universidad Complutense de Madrid) [email protected]; José Carpio-Pinedo (Universidad Politécnica de Madrid) [email protected];; José María Sierra Álvarez (Universidad de Cantabria) [email protected]; y Borja Ruiz-Apilánez (Universidad de Castilla-La Mancha) [email protected]

Resumen

Tras la victoria del ejército sublevado en la Guerra Civil, es perentorio dotarse de medios de transporte y comunicación para reconstruir la estructura administrativa y la organización territorial del Estado. Una de las primeras grandes operaciones constructivas del franquismo será la edificación del Parque Móvil en 1939, destinado a la recolección, el desguace y posterior remontaje del parque automovilístico nacional del Estado. Para producir la fuerza de trabajo capaz de hacerlo funcionar deberá dotarse de los principales dispositivos característicos del paternalismo industrial: el poblado obrero, los servicios de ocio y consumo, centros de formación, instituciones de culto, etc. La iniciativa consigue, en definitiva, hacer de la Colonia del Parque Móvil una comunidad plenamente autosuficiente y aislada en pleno tejido urbano. La función del Parque Móvil de Ministerios Civiles en la movilización general de

postguerra.

A partir de 1939, tras la Guerra Civil, España se encuentra devastada por el combate. El país se halla deshecho en buena parte de sus infraestructuras y dolosamente mermado en su capital humano. La imperiosa reconstrucción nacional implicaba tanto la reparación material como la confirmación de una fe absoluta en “la renovación del espíritu de la Nueva España”, tal y como aclaraba el arquitecto Víctor D´Ors en la primera Asamblea de Arquitectura celebrada a finales de junio de 1939 en Madrid (Box, 2011).

La constitución de un sistema de administración estatal de tipo militar, muy vertical y totalmente centralizado, hacía prioritario el restablecimiento del sistema nacional de comunicaciones y transporte. Entre las iniciativas tomadas en esta dirección se encontraba la reactivación del Parque Móvil de Ministerios Civiles, que, a pesar de haber sido creado en los últimos años de la República, no llegó a construirse en su totalidad (Las instalaciones de este primer parque se encontraban en la Calle Doce de Octubre de Madrid con capacidad para albergar escasos 550 vehículos [González y Pons, 2015:24]).

Finalizada la guerra “la práctica totalidad del material automóvil que tenían para su uso los ministerios y organismos oficiales presentaba un triste desolador aspecto”, tal y como relataba el locutor de uno de los noticiarios oficiales del régimen (NODO) en 19461.

1 Documental sobre el Parque Móvil de Ministerios dirigido por F. Hernández Blasco…, https://www.youtube.com/watch?v=PQQYqVSHTMs, NODO 184A, 15-VII-1946, http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-184/1487533/

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En un primer momento (sigue la locución), los encargados de poner nuevamente en servicio el parque móvil del Estado

“no sólo tuvieron que vencer una gran cantidad de dificultades, sino que al final tuvieron que instalarse de cualquier manera en las mismas jaulas de un pequeño garaje sito en la calle del Doce de octubre de Madrid. Por todos lados, restos retorcidos y quemados, como trágica simiente guerrera. Cantidades enormes de material viejo y chatarra, que era preciso ordenar y clasificar. Se trabajó a un ritmo acelerado con ansias de superación y reconstrucción hasta el punto de que una gran parte de las reparaciones hubo que hacerlas en plena calle, porque en los talleres primitivos, que era una extraña amalgama donde se hallaban reunidos oficios diversos y a veces dispares, no cumplían las condiciones imprescindibles”.

Y para remediar ese estado de cosas “se dispuso en el decreto de creación del Parque Móvil de Ministerios Civiles, que se agrupasen en una sola organización todos los vehículos procedentes de todos los departamentos ministeriales, quedando este organismo compuesto por un parque central en Madrid y seis parques regionales, centralizando toda la chatarra existente en los diferentes depósitos de España en el de Madrid2”

Figura 1: Situación de la CPPM (Colonia Parque Móvil) en Madrid. Fuente: Elaboración propia.

No se escatimaron recursos urbanos, materiales y económicos para edificar el nuevo Parque (integrado por un garaje de pisos, una nave de montaje y reparación, y un poblado industrial anejo a ambos espacios de trabajo) en un tiempo récord y en la localización logísticamente más adecuada. Patrimonio compró una extensa superficie de terreno cerca del cruce de las calles de Cea Bermúdez y Bravo Murillo, que incluía parte del antiguo cementerio del norte de Madrid, el llamado cementerio Patriarcal3. Fue ímprobo el trabajo de allanado y preparación de los muy irregulares terrenos para iniciar cuanto antes la construcción del parque. Si el decreto de creación de la institución data del 9 de marzo de 1940, en 1943 ya se estaba aprobando el reglamento de régimen

2 Imágenes del NODO de 1945 reproducidas en un Documental sobre el Parque Móvil de Ministerios dirigido por F. Hernández Blasco, 198? https://www.youtube.com/watch?v=PQQYqVSHTMs

3 “Dicho cementerio estuvo en principio destinado a trabajadores del Palacio Real, condición que desapareció con el tiempo pasando a ser de uso general. Tras el abandono y deterioro fruto de la guerra, fue demolido y adoptado por la juventud del barrio como campo de fútbol, motivo por el cual llegó a ser conocido como el “campo de las calaveras”, debido a los restos humanos presentes”. Bustinduy, M. Los poblados obreros. Análisis del Tipo y propuesta de protección urbanística en la Colonia de San Cristóbal, 2017, p. 7 [xerocopiado]

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interior del garaje y los talleres, cuyos edificios se terminarían de construir en 1945, así como las primeras viviendas para mandos de la calle Cea Bermúdez. Tal es así que en 1944 tenemos noticia de que se empiezan a entregar las primeras llaves de las viviendas de esta primera fase constructiva.

Vista aérea del Parque Móvil, 1945-46. (Vuelos fotogramétricos, 1945-46, Army Map Service EEUU, Serie A) https://fototeca.cnig.es/

En esta formidable tarea trabajan multitud de personas, tanto en la construcción de los edificios como directamente en el desguazado de los coches, clasificación de las piezas y re-montaje de los vehículos: militares, funcionarios de la administración, trabajadores contratados….

Pero también lo hicieron muchos presos del franquismo. Los que eran provenientes del campo de concentración de Cuelgamuros, actual valle de los Caídos, trabajaron en la construcción de viviendas y talleres. Los penados de la cárcel de Porlier (situada en la calle del General Díaz Porlier) hacían las citadas tareas de desguazado y clasificación del material en el patio del penal. Muchos de estos presos represaliados del franquismo, de hecho, que en un principio trabajaron “voluntariamente” en este tipo de actividades de reconstrucción, vía el servicio de reducción de penas por el trabajo, fueron amnistiados posteriormente, y contratados en el Parque, en un contexto de carencia relativa de población obrera cualificada en el bando nacional 4 . Hacía falta reclutar –y posteriormente producir- una fuerza de trabajo relativamente excepcional.

En primer lugar, eran necesarios cuadros de dirección con conocimientos técnicos avanzados (fundamentalmente ingenieros), los cuáles se reclutan, en su mayor parte,

4 80 años del parque…., op. cit. p. 49

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de entre los escalafones medios y altos del estamento militar afines al Régimen5. El director, por ejemplo, Jesús Prieto Rincón (Palencia, 1894), era ingeniero del ejército, y también hijo de militar6. Había estudiado en la Academia de Ingenieros de Guadalajara hasta su ingreso en el Cuerpo en 1914. Dos años más tarde, ascendía de Subteniente a Teniente, haciéndose experto en radiotelegrafía y radiotelefonía, accediendo al grado de Capitán en 1926. En los años de la República destacó por su oposición, a veces recurriendo a las armas, al régimen democrático7. Ricardo Goytre Bayo, al frente de Material y Servicios desde el 28 de abril de 1942, también era hijo de militar. Era amigo personal de Prieto pues había también en Guadalajara, y en el parque era el segundo de a bordo del Director (incluso sucedería a Prieto en el cargo desde 1967). Además era un gran conocedor, en este caso, de la mecánica de automóviles y motocicletas8 . Era motorista de competición deportiva y había sido miembro del consejo de administración de las dos empresas más importantes fabricantes de camiones y automóviles del primer tercio del siglo XX, como la Hispano-Suiza y de Ford. Durante la República, de hecho, había estado destinado en el Parque Central de Automovilismo de Madrid, con lo que conocía bien el funcionamiento de un centro de estas características. Además era presidente del Real Moto Club de España y fundador y director de la revista especializada Móvil que se comenzó a publicar, con sede en el Parque, desde 1942.

También era mando militar Luis Matamoros González (Madrid, 1906), que fue reclutado como jefe de Talleres. Teniente de Artillería desde 1928, había participado igualmente en las rebeliones militares que se produjeron en 1936, y durante la guerra estuvo encarcelado por sedición. Terminada la contienda, y ascendido a comandante, entró en el parque como Ingeniero Jefe de la Oficina Técnica y Sección de Compras.

Pero, más allá de los cargos de dirección, también harían falta multitud trabajadores de oficio especializados. Un tipo de mano de obra muy escasa en los años de postguerra. Ello por varias razones: era un grupo social de hombres adultos muy mermado por la guerra, al haber formado parte, además, en su mayoría, del bando republicano. Un tipo de obrero de taller, obrero de oficio, que era escaso ya antes de la sublevación militar

5 El propio artículo 9º de la ley fundacional de 8 de marzo de 1941 así lo establecía: “El Director del Parque Móvil, los Ingenieros de Talleres y los Jefes de Parques Regionales, deberán ser militares profesionales, con el título de Ingeniero para los dos primeros cargos”. Boletín Oficial del Estado, 22-XI-1941.

6 Su padre, Jesús Prieto de la Cal era general de Sanidad, y otros varios hermanos siguieron también la carrera de las armas. Por ese mismo lado, era sobrino del marqués de Seoane, senador por Guipúzcoa en varias legislaturas, y nieto de Felipe Prieto Aguado, maestro en Palencia desde 1859 y regente de la escuela masculina de prácticas aneja a la Normal entre 1861 y 1894. Véanse El Día de Palencia, 15-VI-1908; La Correspondencia de España, 31-V-1908, 31-V-1908, 4-VI-1908, 11 VI-1908, 26-VI-1914, 27-VI-1914, 10-XI-1918, 11-V-1919; El Diario Palentino, 17-I-1919; Diario de Burgos, 21-IX-1918; y El Telegrama del Rif, 16-IV-1930.

7 Véanse La Época, 4-XI-1932; Ahora, 5-XI-1932; La Nación, 7-XII-1932; El Siglo Futuro, 25-III-1933; Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 17-I-1933; y El Heraldo de Madrid, 3-VII-1933.

8 Se llamaba Ricardo Goytre Bejarano, retirado como teniente coronel en 1931 (véase La Correspondencia Militar, 25-VI-1931). Había sido autor de varios libros sobre automovilismo y mecánica: C. Ortega Agulla, R. Goytre Bejarano. Tratado práctico de automóviles. Madrid: Imp. y lit. de Bernardo Rodríguez, 1906 (otras dos ediciones en 1908 y 1914); G. Ortega Agulla, R. Goytre Bejarano. Cartilla para mecánico-automovilistas. Madrid: Imp. de Blass y Cia, 1921 (era la 4ª ed.); y R. Goytre Bejarano. Manual del mecánico automovilista. Madrid: Prensa Nueva, 1929.

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que dio origen a la contienda: la exigua industrialización del país hasta los años treinta venía aplicando, además, los incipientes modelos tayloristas de fabricación orientados a la racionalización y la división del trabajo que habían hecho de este tipo de perfil profesional una especie en peligro extinción. Una reconstrucción de las características del proceso productivo nos permitirá descubrir la excepcionalidad de los perfiles profesionales de los obreros del Parque, así como entender, a partir de las necesidades de producción de esa fuerza de trabajo específica, la edificación del poblado industrial y de la organización de la vida social de esta comunidad obrera aislada en el centro de la ciudad. El proceso productivo: re-creación del trabajo artesanal.

El conjunto productivo es una suerte de macro-taller mecánico, a caballo entre dos sistemas de fabricación sustancialmente diferentes. Por una parte, la fábrica de automóviles prefordista: en la que los diferentes oficios trabajan separadamente en talleres especializados -fabricando de forma semiestandarizada las diferentes partes y componentes-. Componentes que se montan luego sobre el chasis en puestos estancos. Por otra, el sistema característico del taller de reparación, o de las empresas de “soluciones”, en el que la gran variedad de tareas hace que los oficios se entremezclen y las operaciones se superpongan y cambien constantemente. El primer modelo productivo tiende a la estandarización de las tareas y la división del trabajo, lo que permite acercarse al sistema de trabajo en cadena y aplicar técnicas de racionalización, reduciendo así los famosos poros o tiempos muertos, acelerando los ritmos y disminuyendo los costes de fabricación. El segundo, todo lo contrario, la productividad del sistema depende del saber hacer del operador, dejando a su consideración, necesariamente, la duración de cada tarea y la forma de proceder. Las estructuras jerárquicas son mucho más horizontales, el trabajo se organiza en equipo. Los equipos tienen una gran capacidad de definición del producto, que bien es único o parte de lotes muy reducidos,y por tanto, de cómo organizar el proceso de trabajo, lo que es consustancial a la necesidad de conocer el proceso completo de producción donde se integra su tarea.

En una época en la que el espíritu de la racionalización llegaba a todos los rincones de los departamentos de gestión en Europa y América, se habían publicado en el extranjero algunos artículos y manuales sobre “la organización racional de la reparación automóvil”9:

9 En Le courrier automovile, nº 26, 15-9-1933, pp. 1-4, encontramos, por ejemplo, un artículo-publicitario titulado “L´organisation rationnelle de la réparation automobile au Garage Aviat”, Garaje de reparación mecánica para vehículos Ford situado en Indochina, entre cuyas características se remarcan, como principales factores de eficiencia, aspectos muy similares a las que vamos a encontrar en los talleres del Parque: “su concepción audaz y sus dimensiones, la disposición racional de los talleres, los amplios almacenes dispuestos de tal suerte que las piezas son visibles y accesibles” generando así las “condiciones más favorables para obtener el máximo rendimiento con los mínimos recursos”. (p.2) […] “El visitante que penetra en los diferentes talleres: forja, carrocería, pintura, electricidad, mecánica general y puesta a punto de los motores, percibe una impresión de grandiosidad, de fuerza, de orden, de confianza. En resumen, tiene la sensación de que está ante una organización modélica en su género”, (p. 3)

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“el taller de reparación y la puesta a punto de los motores, es organizada, para obtener un rendimiento de calidad máxima, mediante la especialización de equipos de obreros que se dedican a una tarea cada uno: 1º Equipos de desmontaje de los diferentes órganos del coche; 2º, Equipos de limpieza de las diferentes piezas mecánicas; 3º Equipo de verificación de piezas y almacenamiento; 4º Equipo de restauración del chasis, del sistema de dirección, de ruedas y frenos; 5º Equipo de reparación de cajas de cambio y del puente trasero, 6º Equipo de reparación del sistema de transmisión, 7º, Equipo de verificación del remontaje de los motores y del reglaje de la distribución del combustible y la iluminación, 8º Equipo de puesta a punto de los motores después del rodaje, 9º Equipo de puesta a punto de los equipos eléctricos; 10º Equipo de remontaje de los diferentes órganos sobre el chasis y ensayos en

carretera”10.

10 Ibíd, p. 4

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Diferentes Secciones del Taller de reparación del Parque: Mecanizado; Vestido de Puertas; Fragua y Fundición, Carpintería, imágenes del Documental sobre el Parque Móvil de Ministerios dirigido por F. Hernández Blasco (196?), https://www.youtube.com/watch?v=PQQYqVSHTMs,

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Plano de talleres de Ambrosio Arroyo, (en Arroyo, A.: “Parque móvil de ministerios, en Madrid”, Revista Nacional de Arquitectura, 1952, pp. 5-11, p. 7, redibujado por José Sierra Álvarez a partir del original

Montaje

Lavado y engrase

Cuerpo de Guardia

Motores

Vulcanizado

Electricidad

Máquinas

Platinista

Lunas

Montaje de carrocerías

Laboratorio, ingenieros, delineantes

Cambio diferenciales, direcciones y puertas

traseras

Carpintería

Niquelado, Soldadura,

Forja, Cerrajería

Almacén de materias primas y

guarnecido

Chapistería

Gasolineras

Conductores

Guarnecido Pintura

Ajuste

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Podemos igualmente hacer un análisis detenido de la división y el orden de las distintas tareas, separadas en secciones, siguiendo el plano del edificio de talleres de 1951, y dibujado por el propio arquitecto: Ambrosio Arroyo. Recomposición que hemos completando con el visionado de la visita virtual a los talleres disponible en la web de la exposición dedicada a los 80 años de vida del Parque realizada en 201511. El tercer documento arqueológico del que nos nutrimos para ello es, por supuesto, el espectacular mural de Germán Calvo sobre los “oficios del automóvil” dibujado en una de las paredes laterales del taller12.

En primer lugar, resulta muy llamativa la imagen de conjunto. Es un espacio diáfano, sin apenas divisiones físicas interiores. De forma que las distintas fases productivas siguen una distribución zonal de fronteras difusas. A veces incluso se mezclan actividades de naturaleza muy distinta, tales como la inclusión de la peluquería, sastrería o el botiquín en el mismo espacio que el resto, apenas separadas por mamparas.

El ordenamiento en el plano de las distintas zonas anuncia una secuencia ideal de las fases productivas, reuniendo tareas afines o complementarias, y siguiendo una secuencia ordenada de “dentro a afuera” en el montaje de los vehículos, como es habitual en los modelos fordistas de fabricación. Todo ello con el fin de economizar traslados, tanto de personal como de materiales y vehículos. Los pasillos centrales indican, no obstante, que cada coche, motocicleta o camión puede llegar a cualquier estación directamente, en función de los trabajos que éste precise. A grandes rasgos, un primer campo de trabajo incluiría las tareas relacionadas con la mecánica (motorización, sistemas de dirección, transmisión, baterías…). En segundo lugar podríamos distinguir un área de carrocería (montaje de carrocerías, lunas, chapistería, niquelado, guarnicionería….), y una última área de pintura y acabados.

A lo largo de uno de los laterales del edificio, en este caso separados por la pared que muestra el citado mural, se localizan los distintos talleres auxiliares: Electricidad, Carpintería, Cerrajería, Forja, Soldadura, Mecanizado, Guarnicionería…, y en el lado frontal de la entrada, una galería corrida con ventanales hacia el taller que albergaba las diferentes oficinas, las actividades de “cuello blanco”: Laboratorio, Ingeniería, Oficina de Delineantes, Compras. Hacia la mitad del taller, en el lateral que da al Garaje, y en un piso elevado que permite la visión del conjunto, se encuentran las oficinas del Jefe de Taller y el Jefe de almacén. La dotación de talleres auxiliares propios es otra de las particularidades específicas de este centro productivo, en el que la escala de la producción, por una parte, y la escasez de materiales, útiles y piezas de la economía de postguerra y la autarquía, por otra, hace necesario y relativamente rentable integrar todo un conjunto de actividades anejas y trabajos de oficio que dotaban a la unidad productiva de un alto grado de autosuficiencia.

Por último “En los sótanos posee un garaje eléctrico con capacidad para encerrar cien coches y camiones con los que se presta servicio urbano a distintas dependencias

11 http://visitapme.minhap.gob.es/index.php

12 El mural, pintado en 1951 mide 26 metros de largo y tiene 1,6 de alto, y representa las distintas escenas de los oficios del taller: Carpintería, Fragua, Pintura, Tapicería, Soldadura… hasta la propia construcción del edificio del parque

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oficiales. A estos vehículos se les cambian las baterías apropiadas por la noche mientras se cargan las viejas”13.

El sistema organizativo también es muy poco común: en la medida que cada vehículo requiere trabajos y soluciones distintas, de diferente duración y complejidad, de variada naturaleza, implicando múltiples oficios, se aleja, como decíamos, de la posibilidad de aplicar sistemas de racionalización y eficiencia clásicos. Y ello, obviamente, tiene consecuencias también sobre diferentes aspectos del trabajo: las formas de aplicación de la disciplina en el taller; la selección y la gestión de recursos humanos; las formas de retribución; y las condiciones de trabajo en general: jornadas, descansos, asignación de tareas y tiempos, etc.

La estructura jerárquica, por ejemplo, no podía ser demasiado vertical, ordenándose sólo en cuatro categorías. Más allá del equipo de dirección, formado como sabemos por militares, la primera categoría, según el BOE de 31 de diciembre de 1943, estaba compuesta por los denominados jefes de sección14. Eran sólo 10, y todos ellos nacidos entre 1889 y 1900, es decir con más de 50 años, y eran así mismo funcionarios del Estado. En la segunda había 27 empleados con una media de edad de 40, y todo apunta, como veremos más abajo, a que eran técnicos y empleados de oficina. En la tercera, el grupo más numeroso, que componía el grueso de los obreros del taller, había 172, nacidos ya en las primeras décadas del siglo XX, con antigüedad media de 5 años. Y en la cuarta, trabajadores de entre 15 y 25 años, algunos de ellos aprendices de los distintos talleres, se contaban 129.

A partir de los datos del padrón de 1950, podemos también extraer alguna información acerca de los diferentes oficios y los salarios medios en cada uno, lo que nos puede servir de indicador de la diferente cualificación, especialización y experiencia requeridas.

Había un reducido grupo de “empleados”, de segunda categoría, que eran, como sabemos, técnicos y personal de la administración, que podrían llegar a cobrar unas 14.000 ptas. al año. Pero el grueso de la plantilla lo conformaban, como hemos visto, los obreros de tercera y cuarta categoría. Sabemos, por ejemplo, que los metalúrgicos con más de 4 años de antigüedad, esto es, de tercera categoría, cobraban en torno a las 6.000 pesetas anuales, mientras que los más jóvenes, de cuarta, percibían en torno a las 4.500. Entre ellos, se cuentan mecánicos, ajustadores, soldadores, cerrajeros, carroceros, entalladores, carpinteros, chapistas, albañiles, guarnicioneros, electricistas, pintores, fundidores. Los aprendices ganaban en torno a las 10 ptas. al día, o sea, rondaban las 2.500 al año.

Un cuerpo de trabajadores aparte, por las características del servicio y las condiciones de realización, lo constituían los conductores, que en 1943, a dos años de haber echado a andar el parque, ya estaba formado por 333 trabajadores. Estos eran en su mayoría funcionarios, muchos de ellos de la policía armada, aunque había también conductores

13 NODO 184A, 15-VII-1946, También en los sótanos parecía encontrarse, según imágenes de este mismo NODO el almacén de neumáticos y ruedas, en la entrada del Refugio nuclear que según algunas informaciones había en el subsuelo del parque.

14 BOE 218, del 6-8-1943, p. 7661

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contratados (que llevaban diferente uniforme, incluida la gorra). Estos chóferes, cuando no tenían servicio, desarrollaban sus actividades de mantenimiento de sus vehículos (engrase, lavado…) en una zona del garaje destinada a tal efecto, o bien esperaban de guardia en las salas también habilitadas para ello. Trabajaban y vivían separados del resto de obreros del taller. Pues, quizás por la flexibilidad requerida por los servicios, un gran número de ellos, especialmente los solteros, vivían en una de las “residencias” construidas en el interior del propio garaje, cuyas habitaciones daban a la calle Cea Bermúdez. Su salario medio rondaba las 7.500-8.500 pesetas anuales. Aunque los que eran policías o militares tenían salarios muy disímiles en función de su graduación, desde las escasas 5.000 de los puestos más bajos del escalafón a las 10.000 de los cabos primeros y los sargentos. Entre sus tareas, además de la conducción, se hallaban la de hacerse cargo de sus vehículos en todo lo concerniente a su mantenimiento, para lo cual tenían que conocer “perfectamente, sin excusa ni pretexto alguno, las características de los vehículos del parque”, por esa razón pasaban un riguroso examen de oposición que les habilitaba como “mecánicos conductores”, tenían que engrasar todos los elementos del motor y el chasis, conservar la instalación eléctrica, regular los frenos, realizar el mantenimiento del motor, el chasis y la carrocería… Por último, el grupo de trabajadores que hemos denominado de “cuello blanco”, y que se denominaban “empleados” para distinguirse de los obreros y conductores, agrupaba diferentes departamentos (Laboratorio, Oficina de Ingenieros, Departamento de Dibujo Técnico o Despacho de Arquitectos), más todas las oficinas necesarias al funcionamiento del Parque (compras, contabilidad, personal, gestión del tráfico y asignación de vehículos). Dentro de este grupo había profesionales con cualificaciones y especialidades muy diferentes y por tanto también con retribuciones variadas: aparejadores (14.000), delineantes, ingenieros o médicos (18.000). Otro contingente de empleadas lo constituían las “oficinistas” (secretarias, telefonistas y mecanógrafas), que eran en su inmensa mayoría solteras, todas funcionarias y cobraban en torno a las 9.000-10.000 pesetas, aunque las mecanógrafas podían llegar a percibir 13.000. La mayor parte de ellas vivían, como veremos más abajo, en el Edificio A, es decir, el más alejado del centro productivo, y cuya fachada daba a la calle Bravo Murillo. Por último, también residían en el poblado los trabajadores de los distintos servicios y comercios necesarios para la vida de la comunidad: camareros, cocineros, limpiadoras, jardineros, sirvientas, peluqueros, etc… Un “pueblo en la ciudad”

Es en este contexto en el que se comprende el aura de distinción que caracteriza la creación del Parque Móvil de Ministerios Civiles (en adelante PMM) y del poblado de San Cristóbal. Carácter de excepcionalidad que ha acompañado a la historia del Parque hasta la actualidad. De hecho, todavía hoy se sigue significando popularmente al conjunto del Parque y el poblado como un “Pueblo en el centro de Madrid] (E01).

El Parque móvil es exclusivo también al respecto de la normal excepcionalidad que ha caracterizado a la ciudad fábrica históricamente, en tanto que sistema cerrado al exterior para la integración al interior de la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. El modelo clásico de colonia industrial ha seguido tradicionalmente una tendencia a huir de los núcleos urbanos. De hecho la lejanía de las ciudades y sus

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barriadas obreras ha sido una de las razones que han justificado la creación de poblados obreros al lado de las plantas por parte de las empresas, y por tanto también que han legitimado su poder de control sobre esos espacios como una “necesidad técnica”15.

Sin embargo, las experiencias de ciudades fábrica bajo el fascismo, tanto en España como en Italia, por ejemplo, no cumplen con ese patrón, y se localizan, como en este caso, en el interior de regiones urbanas. En este caso veremos cómo esta idea de isla, de «burbuja, un mundo, súper cerrado y familiar» (E01) se construye más bien como cierre del exterior, al estilo, por ejemplo, de los barros cerrados bonaerenses en la actualidad. No era que nadie pudiera salir, sino más bien que todos querían entrar. Pues entrar a vivir en el poblado San Cristóbal en los años de postguerra era, por las razones que vamos a explicar más abajo, un objetivo muy deseado16. Y ese realmente era el objetivo.

“El nuevo parque y el pueblo que se construirá a su lado, abarca una extensión de 50.000 m2 aproximadamente, y será una ciudad en pequeño con todos los adelantos y necesidades que exige la vida moderna”17

El papel de la arquitectura como dispositivo movilizador y jerarquizador fascista

“Éstas eran las viviendas de los jefes, que eran las que tenían calefacción central y estaban en Cea Bermúdez. Luego ya en el piso del director, la terraza tiene ciento y pico metros”

En primer lugar, el cierre perimetral al exterior, limitando a un número de tres las puertas de entrada y salida, y dotándolas con garitas de vigilancia, parecía estar orientado más bien a controlar las entradas que a impedir las salidas. Algo que no estaba prohibido pero que no se hacía nunca, según recuerdan sus habitantes.

Por lo demás, al interior de este perímetro, y circunscribiéndonos puramente al estilo constructivo, el visitante inmediatamente nota la presencia de una suerte de “arquitectura nacional”, aquélla que representara el triunfo del “orden nuevo” sobre el comunismo y que expresaría la concepción del estado de los vencedores (Capitel, 1977). Este estilo arquitectónico nacional, que tuvo como máximos referentes a Juan de Herrera y Juan de Villanueva, pretendía sublimar el carácter de la época dorada del Imperio español potenciando lenguajes historicistas, aun usando nuevos materiales, como el hormigón armado y el cemento blanco.

En el Parque confluyen, sin embargo, esta función simbólica de la arquitectura nacional que proyecta la idea de un Estado fuerte y austero, un estado de orden, con las

15 Gràcia Dorel plantea la pregunta central acerca de las ciudades fábrica: “son una necesidad técnica o un proyecto social a arglo plazo”. Dorel-Ferré, Gràcia Les colònies industrials a Catalunya: el cas de la Colònia Sedó. Prólogo de Jordi Nadal: Abadia de Montserrat Ajuntament d´Esparreguera, Barcelona, 1992, 426 pp.

16 Prueba de ello es la cantidad de candidatos que se presentan al concurso oposición para cubrir plazas de obreros y conductores del Parque Móvil de Ministerios Civiles, cuyo listado se publicó en el BOE 155, 01/07/1942, que sumaba 700 personas en total.

17 Así “vendía” de hecho, el locutor del NODO del 15-VII-1946, los atractivos del nuevo parque.

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funciones productivas propias de su naturaleza18. Ambas funciones se dan cita en el edificio del garaje y la rampa helicoidal que da acceso a los diferentes pisos. Su espectacular dimensión estética, muy parecida en su concepción a la del famoso edificio de la Fiat en Lingotto, tiene “dos facetas completamente diferentes, pero indispensables en este tipo de edificios: la circulación propiamente dicha, y el control y la vigilancia [pues] todo el acceso, tanto de vehículos como de obreros, empleados, visitas, etc. es único, así como única es la salida” 19 , en palabras del propio Ambrosio Arroyo, su arquitecto.

La distribución de los bloques de viviendas para trabajadores del poblado se organiza de manera homogénea a la organización del proceso de trabajo. La organización de los bloques se hace en forma de peines, ordenados por letras, formando un conjunto cerrado sobre sí mismo y agotando, como hemos visto, las entradas y salidas al poblado. Al interior, todo el tránsito pasa por un punto central, donde está la iglesia y la administración. La distribución de las edificaciones maximiza el número de miradas posibles sobre cada uno de los ángulos del espacio público, tanto de patios interiores como de la plaza central20.

La promoción se financiará gracias a la Ley de Viviendas Protegidas de 1939 y el Plan Nacional de la Vivienda de 1944-1945 impulsadas por el arquitecto José Fonseca (Sambricio, 2003). Pero el parque en su totalidad se construye en tres fases.

La primera, proyectada 1942, promueve un conjunto de 363 viviendas para alojar a los primeros trabajadores del parque, especialmente mandos militares, empleados y conductores funcionarios, en la manzana delimitada por las calles Cea Bermúdez, Bravo Murillo, Donoso Cortés y Escosura, colindante al propio edificio de garajes, talleres y oficinas (Figura 1). El proyecto se encarga a un conjunto de arquitectos (Ruiz de la Parada, Rodríguez Cano) entre los que sobresale José Fonseca, arquitecto que había destacado por sus preocupaciones en torno al problema de la vivienda previos a la

18 En el mes de febrero del año 1938 se celebró en Burgos, sede del Mando Militar del Ejército de Franco, una reunión con más de doscientos arquitectos liderados por Pedro Muguruza, arquitecto huido de zona republicana e incorporado al Estado Mayor de Franco, quien le encargó la reorganización de la arquitectura nacional, objetivo de este encuentro de arquitectos patrocinado por Falange. En esta reunión se trataron temas relacionados con la arquitectura y el urbanismo de cara al momento de la reconstrucción, entre ellos la problemática de la "vivienda humilde". En las palabras del discurso de clausura, el líder falangista Raimundo Fernández Cuesta abogaba por construir "hogares" frente a edificios, definiendo la casa como "el centro de expansión del espíritu, el marco que encuadra la familia". Fernández Cuesta esbozaba algunos de los principios y valores que debían regir la ciudad ideal que sueña el falangismo, "la ciudad del Movimiento", elementos que el falangismo intentará promover, sin éxito, en la futura política franquista (pues chocarán con otras "familias" políticas): "... no construir barriadas obreras aisladas que no es otra cosa que llevar la diferenciación de clases a la arquitectura, construyendo edificios que parecen tener la finalidad de hacer resaltar la diferencia de los seres que en ella habitan respecto de los demás. Cuando el ideal sería que en los distintos pisos de una misma casa pudieran habitar, indistintamente, personas de distinto rango social.» [López Díaz, 2003, p. 1]

19 Arroyo, Ambrosio, “Parque móvil de ministerios, en Madrid”, Revista Nacional de Arquitectura, 1952, pp. 5-11.

20 ¿Todos los ángulos?... no, había un par de pasadizos que comunicaban patios entre bloques, como el conocido como “Callejón Lozoya”, lugar de escondite y ligoteo, “territorio de nadie” (E01), donde los jóvenes aprendían a fumar, por ejemplo, cuya sola fama da cuenta del efecto panóptico conseguido en el resto del poblado.

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Guerra, siendo responsable de la creación y cumplimiento de la normativa de vivienda protegida y bajo el que se construyeron gran parte de los proyectos del período de la autarquía (Sambricio, 2003).

A lo largo de la segunda fase (1945-1946) se desarrollan el grueso de los bloques residenciales. Y en la tercera fase (1946-1955) se construyen las dotaciones comunitarias: la Iglesia parroquial de San Cristóbal, el colegio, el dispensario, la piscina cubierta, el frontón y el economato (Figura 2).

Figura 2: Planta esquemática de la Colonia. Fases de construcción. Fuente: Elaboración propia (JSA).

El conjunto de edificios muestra una arquitectura de fachadas sobrias y abstractas, «imbuidos por contenidos de monumentalidad y simbolismo, sin concesiones a la individualidad de la escala doméstica» (Sambricio, 2003:273). Los edificios de vivienda no difieren en su aspecto de los de oficinas, teñidos del lenguaje nacional académico (Figura 3). Los bloques de seis alturas se componen mediante huecos repetidos y la diferenciación clásica entre basamento y coronación.

Figura 3: Imágenes de época. Vistas generales de la colonia de viviendas. Fuente: Fotogramas del Documental sobre el Parque Móvil de Ministerios dirigido por F. Hernández Blasco (196?), https://www.youtube.com/watch?v=PQQYqVSHTMs

Los bloques se generan mediante dos crujías iguales sobre muros de carga paralelos a fachada. Los edificios se disponen paralelos separados mediante patios en una

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configuración convencional deudora de la vivienda corredor en patio. Sin embargo, el proyecto de Fonseca incorpora nociones higienistas –tan ampliamente desarrolladas en los debates en torno a la cuestión social del cambio de siglo- al incorporar en las viviendas doble orientación, ventilación cruzada, concentración de las instalaciones en núcleos y separación de áreas diurnas y nocturnas (Figura 4).

Figura 4. Clasificación de las viviendas por número de dormitorios. Fuente: Archivo central del Ministerio de Vivienda (Planos del Parque Móvil del Estado).

Las visibles diferencias de espacio y distribución en las viviendas dan cuenta de una jerarquía residencial que reproducirá, como un espejo, la jerarquía profesional al interior de oficinas y talleres.

“La jerarquía existía en el Parque y la colonia. Si un jefe llegaba a la peluquería te levantaban para cortarle el pelo a él.”

Las viviendas más grandes de 6[dormitorios], 5d y 4d, estarán destinadas mayormente a personal de dirección y a oficiales, y se localizan en el edificio que en los bajos albergaba en primer economato (figura 2, nº 4), en la calle Cea Bermúdez 3, en la fachada norte del Parque, a continuación de la puerta de entrada al garaje. Viviendas cuyos alquileres oscilaban entre las 250 ptas. mensuales y las 350 ptas. Allí viven, según el padrón de 1950, diferentes cargos militares, funcionarios del cuerpo superior, ingenieros, arquitectos, aparejadores, así como los diferentes jefes de sección.

El número contiguo, en Cea Bermúdez 5, a cuya espalda se levantaba el garaje, tenía forma rectangular con un patio interior, y se situaban, en los pisos de la fachada a la calle, las residencias de oficiales, y en los pisos de interior, las residencias de conductores y empleados solteros. En la azotea de este edificio, comunicada por una rampa exterior que permitía llegar en coche hasta ella, se construyó la casa-pabellón del director, Jesús Prieto Rincón, que vivía en esta residencia con su mujer, sus 9 hijos y tres sirvientas.

Las viviendas de 4d, 3d, 2d y 1d, más pequeñas, corresponden a los bloques en altura que forman los diferentes peines que se van a edificar en el poblado en diferentes fases. Y que se asignan, en este caso, en función de la categoría del trabajador, pero también del tamaño de la familia, pues las viviendas van desde las más pequeñas, con alquileres

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de 70 y 90 ptas. mensuales -de 1 o 2 dormitorios-, situadas en las puertas de la izquierda o la derecha según el bloque, pasando por las 170 que pagaban los vecinos de las puertas del centro de cada bloque -pisos de tres dormitorios- (en una de las cuales, por ejemplo, vivía un empleado del ministerio que cobraba 8.400 ptas. al mes, su mujer, su hijo pequeño y una sirvienta). Las viviendas más grandes, de 4 dormitorios, se situaban también a la derecha o la izquierda según el bloque, y su alquiler era de 240 ptas. En una de ellas, por ejemplo, vivían los miembros de la familia de un funcionario del ministerio de agricultura que ganaba 9.5000 ptas. anuales: él, su mujer, su hijo, y 2 sirvientas.

Del mismo modo, según las informaciones orales recogidas, las viviendas de un mismo bloque o patio se solían asignar a familias del mismo oficio o ramo, con lo que es muy probable que las diferentes categorías y niveles salariales de los empleados en los talleres se reflejaran también en el diferente tamaño de la vivienda de cada familia al interior de los bloques.

Los bloques exteriores (A y B en la figura 2) estaban reservados a empleados técnicos, funcionarios y oficinistas, mientras que, del bloque C en adelante, encontramos una suerte de concatenación de oficios y bloques, desde los obreros más especializados como ajustadores, soldadores, mecánicos o torneros, hasta los menos: cerrajeros, carroceros, entalladores, carpinteros o chapistas, incluso otros oficios de actividades auxiliares como albañiles, jardineros, carteros e incluso botones. También encontramos, claro está, un gran número de chóferes en este tipo de bloques, casados, que vivían con sus familias en el poblado. Obreros que ya empezaban a cobrar salarios por debajo de las 5.000 pesetas anuales y que podían llegar a pagar alquileres en torno a las 60-70 ptas., como las familias que vivían en los bloques postreros de la calle de Donoso Cortés. De manera tal que, según parece, la empresa también ajustaba los precios de los alquileres a las posibilidades económicas de los empleados. Siempre de acuerdo a los datos del padrón de 1950 y cuando todavía faltaban por construir tres cuartas partes de lo que será el conjunto completo dos décadas después.

La mayoría de las dotaciones comunitarias se presentan diseminadas a lo largo de los diferentes patios. El espacio comunitario se abre hacia la calle Bravo Murillo donde se localiza una gran plaza presidida por la Iglesia de San Cristóbal que constituye el mayor espacio público del recinto y protagoniza la apertura de la Colonia al resto de la ciudad. El conjunto se presenta cerrado y delimitado excepto en la gran plaza mencionada anteriormente donde la colonia se abre visualmente al exterior, aunque vallada, y en otros tres pequeños puntos de acceso situados en las calles colindantes.

Otros proyectos coetáneos impulsados por el régimen, como la Colonia Virgen del Pilar de Madrid (1.200 viviendas junto a la calle Francisco Silvela, primera fase concluida en 1945), Ciudad Pegaso, colonia industrial de 1.500 viviendas para los trabajadores de ENASA construida en 1956, también aportan espacios libres de convivencia, así como espacios para pequeñas dotaciones comerciales, pero son asignadas a trabajadores de diversos oficios y situaciones laborales. Igualmente, los Poblados Dirigidos del Plan Nacional de la Vivienda de 1955, mucho mayores en dimensión, eran dotados de algunos espacios libres y equipamientos básicos. También parecen otras actuaciones destinadas a un mismo colectivo profesional, como las viviendas militares de Argüelles o para el cuerpo de funcionarios en Cea Bermúdez; pero se trata de bloques de vivienda que no

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plantean un modelo comunitario programático o espacial, al no dotarse de equipamientos propios ni espacios de relación.

Paternalismo industrial franquista como estrategia de gestión de la fuerza de trabajo

El paternalismo industrial y la filantropía empresarial han sido interpretados y explicados tradicionalmente como dispositivos manageriales para conseguir la abnegación y la adhesión no forzadas de los empleados a sus empresas, mediante determinados beneficios sociales o formas de salario diferido e indirecto. No obstante, la cuestión a resolver acerca del paternalismo industrial franquista es porqué precisamente algunas empresas del régimen implementaron este tipo de prácticas en un contexto en el que la movilización y disciplinamiento de la fuerza de trabajo se conseguían por la vía directa del control policial y la restricción de libertades.

Tratando de resolver esta cuestión, hace algunos años nos planteábamos21 que quizás las estrategias paternalistas son más bien formas de gestionar los recursos humanos que corresponden a un tipo de proceso productivo y una forma de organización del trabajo específicos, al margen del sistema político en el que se desarrolla la actividad, pero al marguen también de determinadas épocas históricas más o menos proclives al “armonicismo social”.

La filantropía empresarial, a fin de cuentas, a través de la concesión de distintos servicios de empresa y beneficios sociales, permite organizar la esfera de la reproducción de la fuerza de trabajo, tanto con el fin de racionalizar y abaratar sus costes de reproducción –cuando los servicios sociales destinados a tal fin no están universalizados-, como para, precisamente, establecer determinados vínculos relacionales con los empleados que son necesarios a un tipo de tarea específico: por ejemplo, tareas de tipo artesanal -tanto en oficios tradicionales como, por ejemplo, en la nueva industria 4.0-; o determinados puestos de control en la industria de procesos; o actividades que tengan que ver con la resolución de problemas; etc… Es decir, tareas que permiten un escaso grado de “contractualización” de la relación laboral, o dicho de otra manera, en las que no es fácil establecer una vinculación directa entre la carga de trabajo entregada y el salario percibido por los operadores. Empleos que requieren del establecimiento de marcos de confianza, estabilidad, cooperación y compromiso de los trabajadores con su misión o su función en el proceso productivo, como es el caso.

Las prácticas paternalistas tampoco se pueden asociar, por supuesto, a la existencia de ciertas culturas empresariales, de espíritu filantrópico, o a la especial benevolencia desplegada unilateral y voluntariamente por ciertos empresarios y organizaciones con un particular espíritu altruista o humanista. Fundamentalmente porque estas estrategias, son, antes que nada, estrategias de rentabilidad. Es decir, al contrario de lo que parecen (un sobrecoste), la concesión por parte de las empresas de beneficios

21 Esta pregunta centraba precisamente nuestra la reseña sobre el libro de José Babiano: Paternalismo industrial y disciplina fabril en España (1938-1958), Madrid, Consejo Económico y Social, Colección Estudios, núm. 59, 1998. En López Calle, Pablo, “Paternalismo industrial y disciplina fabril en España (1938-1958)”, Revista de Investigaciones Sociológicas, nº 90, 2000 p. 331-336

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sociales que se suman a la retribución salarial nominal de los operarios no encarece, sino que abarata, los costes laborales.

En la medida que, según plantean los postulados de la teoría crítica, los salarios no retribuyen el trabajo entregado por el operario en su puesto, sino el montante necesario para satisfacer sus medios de vida y de ocio, abaratar por cualquier medio el coste de estas necesidades es una forma de abaratamiento salarial. De modo que, mediante las políticas de vivienda obrera; el establecimiento de economatos, la gratuidad del agua y la electricidad, la dotación de escuelas, hospitales, teatros, cines, piscinas, campos de deportes…, todos los cuáles son servicios muy económicos para los habitantes del poblado San Cristóbal, la empresa reduce así la parte del salario que el trabajador debe destinar a estos menesteres y placeres, reduciendo con ello las aspiraciones salariales de los trabajadores para contratarse o permanecer en la empresa. Al mismo tiempo la empresa tenía un control directo de la organización del consumo de cada familia, pues la mayor parte de los pagos en estos servicios se realizaban, bien mediante apuntes en la cartilla de cada operario que luego eran descontados de su nómina, bien mediante bonos o tokens provistos por el servicio de personal del Parque. Y en muchos casos inclusive, estos beneficios se concedían arbitraria y discriminadamente, mediante concursos o sistemas de evaluación de la conducta que premiaban el comportamiento de adultos y niños (E11).

Estos beneficios explican por qué, a pesar de que los salarios nominales medios que hemos enumerado más arriba no son superiores a los del contexto madrileño de los años cuarenta y cincuenta, en parte por estar regulados por la reglamentación del trabajo que a partir de 1946 impedía variaciones al alza respecto de los salarios fijados por la norma, la posibilidad que daba emplearse en el PMM para entrar a formar parte de la comunidad de trabajadores del poblado de San Cristóbal, compensaba con creces lo ajustado de dichas retribuciones22.

«Esto era un todo […] Esto era como un pueblo […] No necesitabas salir para nada» (E02). La propia configuración espacial cerrada y la concentración de actividades también produjeron en el interior de la colonia, una intensificación de las relaciones y encuentros entre vecinos. Las familias tenían derecho al uso de las dotaciones y servicios exclusivos de la comunidad: economato (cuyos precios eran más económicos que los comercios exteriores a la Colonia), colegio, durante algunos años instituto de secundaria, cine (los domingos), servicio de fontaneros, carpinteros, zapatería, peluquería y todo tipo de profesionales. Todos ellos servicios exclusivos para los trabajadores del parque:

«El economato era para trabajadores del Parque, para gente que vivía aquí. Hacía falta un carné, esto era cerrado» (E02)

22 Como hemos señalado, el salario diario medio calculado por un estudio de la Fundación Primero de Mayo para el año 1945 en la industria para trabajadores calificados era de 21 ptas al día y de 16 ptas día par trabajadores sin calificar. Que multiplicados por unos 280 días de la jornada laboral oficial daban un total de 8.880 ptas anuales para los primeros y de 4.620 ptas para los segundos. A partir de 1946, tras la Reforma de la Regulación del Trabajo (3-IV-1946 BOE 14-IV-1946) los salarios diarios para unos y otros pasarán en la década de los cincuenta pasarán a rondar las 40 ptas día para los primeros y las 34 para los segundos. Vilar Rodríguez, Margarita, (2005), “El precio del trabajo industrial en las primeras décadas del franquismo (1936-1963): las limitaciones de las fuentes estadísticas”, Documentos de trabajo, Doc 1/2005, Fundación 1º de Mayo.

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La alta densidad edificatoria y la diversidad de servicios de uso cotidiano existentes no fomentaban la salida de los vecinos al exterior. A la concentración de actividades cotidianas en la comunidad, hay que sumar la dotación de numerosos y variados espacios libres para el encuentro: plaza y jardines delanteros, soportales y patios.

Pero estas concesiones tienen también una función disciplinaria de cara a la gestión de recursos humanos, muy necesaria también a la organización de la producción. El salario indirecto (las distintas formas de salario en especie que acabamos de enumerar) y el salario diferido (derechos de antigüedad, cajas de retiro, cajas de socorros mutuos23, etc..), coadyuvan, en primer lugar, a la normativización de la relación empresa-trabajador. Es decir, articulan pactos implícitos de seguridad y estabilidad por ambas partes. Lo cual es muy necesario en modelos productivos que requieren de la formación de mercados internos de trabajo, en los que la experiencia del trabajador y la alta especialización (competencias específicas para desempeñar un puesto determinado) obligan a establecer cláusulas de estabilidad en las que el trabajador renuncia a formarse en competencias regladas y universales, que le permitirían participar en los mercados externos, a cambio de estabilidad y derechos adscritos a la propiedad del

23 El PMM creó la Caja de socorro, como una mutua de carácter benéfico-social, financiada con las cuotas de los asociados y cuya finalidad era la de otorgar beneficios para el “socorro o ayudas económicas”, en caso de fallecimiento de sus miembros. y funcionó hasta 1999.

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puesto de trabajo. La estrategia paternalista, en este sentido, bien refuerza la regulación del contrato fijo de trabajo vigente cuando éste existe, o bien la suple cuando no la hay.

Por ejemplo, en la mayor parte de las ciudades fábrica que hemos estudiado, las empresas se cuidan mucho de ceder en propiedad las viviendas a los empleados, sino que establecen rentas muy bajas, lo que supone que para el trabajador, la permanencia en la vivienda de él y su familia está ligada a la conservación de su empleo. En este caso, los empleados no conseguirán adquirir sus viviendas en propiedad después de varias décadas de ser ocupadas. Lo cual es también una especie de “premio” a la permanencia del vínculo con la empresa. Únicamente los padres de familia trabajadores en el Parque Móvil Ministerial podían acceder a las viviendas de la Colonia a cambio de un alquiler reducido. El despido, dimisión, jubilación o defunción del padre de familia suponía la pérdida de la vivienda. Los vecinos de la Colonia eran por tanto inevitable y simultáneamente vecinos y compañeros de trabajo.

Pero quizás el principal dispositivo para promover la creación de estos mercados internos, así como la fidelización de los trabajadores, fuera la creación de la escuela de aprendices del Parque, situada en el corredor central del poblado, entre la iglesia y los talleres, y en la que se enseñaban diferentes oficios relacionados con el mundo del motor, e incluso había un centro de formación para mujeres como secretarias y mecanógrafas. Con ello la empresa se aseguraba un sistema de reproducción de la fuerza de trabajo especializada difícil de conseguir en los mercados externos, aplicando, al mismo tiempo un sistema de reclutamiento discrecional para los mejores puestos y oficios entre los hijos de los empleados más implicados.

Ahora bien, a pesar de todo, la estrategia paternalista requiere que estas prácticas se presenten en forma de concesiones empresariales a los empleados, es decir, al margen de la retribución monetaria que perciben, entendida como una suerte de premio. Porque este tipo de relaciones laborales no admiten su articulación mediante retóricas de conflicto, reivindicación y negociación clásicas. Para decirlo como el Marqués de Camarines, en su Algo sobre la Cuestión obrera: “lo que el obrero consigue por la fuerza no lo agradece jamás”24.

El prócer social, personaje muy característico del catolicismo social falangista de ese tiempo, justifica la limitación de derechos políticos y económicos de las clases obreras y populares en determinados ámbitos -tales como las ciudades fábrica-, en claves fundamentalmente morales. Su poder no puede ser tildado de despótico, pues no existen relaciones de poder o dominación entre personas que son moralmente diferentes. La infantilización de las clases trabajadoras (bien por su falta de formación o bien por haber asumido ideas equivocadas) permite establecer con ellas una relación tuitiva, en la que la restricción de sus libertades se hace en su propio beneficio. Beneficio que los agraciados, claro está, no conocen todavía.

24 Álvarez Estrada y García Camba, Antonio, Marqués de Camarines: Algo sobre la cuestión obrera. Sucesores de Ribadeneyra, 1903.

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Las prácticas paternalistas también han ido lógicamente unidas a la consideración de la comunidad obrera como una gran familia industrial25.

“En el poblado de San Cristóbal nos conocíamos todos. Todas las mañanas 50 o 60 hombres íbamos juntos a trabajar” [E02].

El recurso a la metáfora familiar no es baladí, en la familia el padre protege y disciplina, el resto de miembros obedece y es cuidado. En este tipo de instituciones se produce lo que algunos autores han llamado una solidaridad mecánica, el sentimiento de pertenencia a una familia industrial implica asumir que el bienestar individual depende del progreso del conjunto. Para ello, entre el Poblado y el Parque se superponen esferas sociales, familiares y laborales, tanto de los trabajadores como de sus familias. Así mismo, las relaciones entre géneros y generaciones eran estrechas a todos niveles: el trabajador con sus vecinos y compañeros de trabajo, su mujer con otras amas de casa, los hijos con otros hijos de empleados, etc. No son, en definitiva, técnicas de dirección alejadas de las llamadas a la implicación de los empleados (tipo “social engagement”) que practican muchas empresas tecnológicas hoy.

Al establecerse esta serie de usos privilegiados los vecinos poseían una percepción y conciencia de pertenencia a una comunidad que conformó con el paso de los años símbolos, tradiciones e imaginario específico. Aparecieron fiestas y ritos particulares como las fiestas patronales de San Cristóbal (Figura 5), un concurso decoración de patios, la celebración de la llegada de los Reyes Magos para todos los niños de la Colonia etc. La vida social de la comunidad estaba tan integrada en el espacio de trabajo que muchas de estas celebraciones y actividades sociales se realizaban en el edificio del Garaje, bien en la rampa o bien en el salón de actos-cine situado en la quinta planta. Todas las navidades, por ejemplo, el director del parque entregaba personalmente un regalo a cada niño fabricado en los talleres del parque.

Figura 5. Imágenes de época. Procesiones y fiestas. Fuente: Fotogramas de video documental (https://www.youtube.com/watch?v=ndFzScllzK8).

Al mismo tiempo los dispositivos disciplinarios aplicados en talleres y garajes se extendían a la vida social de la comunidad.

«Como estaba regido por militares. Esto era un régimen militar. Era como la mili. Los sábados revista. Había que estar con el vehículo al lado limpio, vestido con los botones dorados […] si te castigaban aparecías en la orden del día, como en el ejército» (E03)

25 Jacquelyn Dowd Hall, James L. Leloudis, Robert R. Korstad, Mary Murphy: Like a Family: The Making of a Southern Cotton Mill World, 1987, University of North Carolina Press

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Efectivamente, el poblado funcionaba casi «como un cuartel» en el que «se vivía bien, pero se vivía con miedo» (E08). En muchas de las entrevistas realizadas son reiteradas las referencias al reglamento y normas de conducta del poblado, e incluso algunas de ellas han perdurado hasta la actualidad, tales como normas de higiene pública acerca de los horarios y los días en los que se podía tender la ropa, sobre la tenencia de animales domésticos; control de ruidos; prohibición de juegos en la calle, como jugar a la pelota y circular en bici; comer y beber en la calle, hasta la interdicción de poner carteles o anuncios en el espacio público sin permiso de la Mancomunidad (E04).

No obstante, las colonias industriales, por su propia configuración como espacios arquitectónicos y comunidades humanas impostadas, artificiales, viven siempre en un ambiguo ambiente de teatralidad. Por una parte, y paradójicamente, la dramatización de la armonía social actúa como un sutil elemento de control social. Como en el famoso cuento de Andersen en el que todos ven desnudo al emperador pero nadie se atreve a manifestarlo al pensarse el único que lo piensa, en instituciones totales de tipo goffmaniano como la colonia industrial, se crea una ilusión de adhesión generalizada que cercena la disidencia.

La iglesia, en este sentido jugará también un papel central en el mantenimiento de ese clima de adhesión a la empresa. En las máquinas de confesión dispuestas en esos lugares santos, los curas hablan con las mujeres y los niños y éstos hablan de sus maridos y padres. Quizás por esa razón las familias que se alejaban de la práctica religiosa eran directamente sospechosas, y en alguna ocasión, según fuentes orales, los trabajadores hubieron de recibir de sus jefes en el puesto de trabajo comentarios acerca de la escasa afección al culto. Por lo demás, y como se observa en la figura 5, el cura está presente también, en calidad de maestro de ceremonias, en todas las actividades sociales de la comunidad y en las celebraciones propias de la fábrica.

«Los mandos del Parque (militares) eran muy creyentes y tenían preferencia en la iglesia. También el padre Clemente (uno de los primeros capellanes) tenía mucha influencia en los servicios del Parque y a lo mejor podía recomendarte.» (E02)

Conclusiones

Ahora bien, a pesar de la práctica ausencia de manifestaciones en contra de este clima de armonía forzado en instituciones de este tipo, ello no implica que en el foro interno de algunos habitantes, para utilizar el acertado término hobbesiano, o incluso en círculos privados de confianza, esta teatralización sirva también para aprender a mantener las apariencias y proyectar un ambiente de paz social, mientras se ensayan diferentes fórmulas de subversión creativa.

Conocemos, de hecho, numerosos casos en los que, precisamente en colonias industriales de este tipo, han emergido de repente, como de la nada, movilizaciones de trabajadores de gran calado, sorprendiendo a propios y extraños: «Cuando llegó la democracia salieron todos como la espuma, resulta que ¡eran todos de Comisiones Obreras!» (E03)

En este caso, y paradójicamente, incluso uno de los últimos curas que se hicieron cargo de la parroquia, terminaría siendo uno de los canalizadores de la incipiente movilización

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de algunos trabajadores del parque ya en los años 7026 . Pues según parece había recalado en el parque, precisamente, en represalia de sus escarceos con la teología de la liberación durante sus años como misionero en latinoamérica.

Algunos de estos trabajadores más mayores, recordamos, fueron reclutados como represaliados del franquismo, y mantenían intactas sus ideas de izquierdas, pero tal origen y condición se había ido inconscientizando colectivamente, sufriendo un proceso de sublimación social, a base de su ocultación y represión. Pues no olvidemos que muchos de los propios vecinos eran Policías pertenecientes a la Dirección General, los conocidos como los “grises” en los tiempos más oscuros del franquismo. Otros, más jóvenes, habían empezado a ir a la universidad, y, anteriormente, habían tenido acceso a algunas lecturas censuradas por el régimen allí mismo, a través de la biblioteca del parque, que era regentada por Edmundo de Ory (Cádiz, 1923), uno de los poetas más relevantes y originales del último medio siglo español, fundador del “postismo”, y que, en función de los datos de que disponemos, debía ser un conocido proveedor de lecturas prohibidas en los círculos universitarios de Madrid ya en los años 50:

“2 de diciembre [1953]

Viene a las 4,30 un joven de veinte años, estudiante de Derecho y escritor, que se había hecho anunciar antes por teléfono. Le dedico una hora de charla, en vista de que se trata de un estudiante de izquierdas. Viene a pedirme que le dé una lectura para los estudiantes de un aula de la Universidad”27

Estas circunstancias llevaron a que a finales de año 77 se abriera un período de paros y huelgas en el Parque, meses antes de ser aprobada la constitución, y solo dos años después de muerto el dictador, los trabajadores del parque se sumaran al ciclo de huelgas y movilizaciones iniciado en 1976, y en el parque se organizara una de las primeras huelgas obreras de la capital, tras haberse formado un comité de empresa no reconocido por la dirección del PMM formado por Comisiones Obreras (CCOO), la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT)28.

26 «A comienzos de los 70, durante el gobierno Allende en Chile, es repatriado un cura, y destinado a la parroquia de PMM (al parecer, para tenerlo “controlado”, pues pudiera pertenecer a la onda de la teología de la liberación). Para los adolescentes y jóvenes del poblado, “lo revolucionó todo”: discusiones políticas, grupos a la Sierra» (E11)

27 De Ory, Carlos Edmundo: Diario 1944-1955, Diputación de Cádiz, Cádiz, 2004, p. 370

28 “Vuelta al trabajo en el Parque Móvil de los Ministerios, El País, 23-2-1978; “Continúa la huelga en el Parque Móvil ministerial”, El País, 14-11-1978. La noticia sobre la huelga que da el diario ABC, además, confirma que los paros y movilizaciones habían comenzado dos años atrás «cabe recordar, por otra parte, que el conflicto arranca de hace dos años, en que ya se plantearon distintas reivindicaciones y se produjeron asambleas y paros. A finales del pasado año también hubo movimientos similares», “Paralización en el Parque Móvil”, ABC, 23-02-1978, P. 12

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Bibliografía

Box, Zira. (2011). Hacer patria. La arquitectura al servicio de la nación durante el primer franquismo. In Nuevos horizontes del pasado: culturas políticas, identidades y formas de representación.

Capitel, A. (1977). Madrid, los años 40, ante una moderna arquitectura. In Arquitecturas para después de una guerra. 1939-49.

González Chico, D. y Pons Carlos-Roca, M (2015). El parque móvil del Estado, 80 años de servicio público a través de la movilidad, Gobierno de España.

LÓPEZ DÍAZ, J. (2003): "Vivenda social y falange: ideario y construcciones en la década de los 40". Scripta Nova, Vol. VII, núm 146 (024)

Sambricio, C. (2003). Un siglo de vivienda social. Editorial Nerea.

Documentación audiovisual

Documental sobre el Parque Móvil de Ministerios dirigido por F. Hernández Blasco (196?), https://www.youtube.com/watch?v=PQQYqVSHTMs, A partir de imágenes de los NODOs: 184A, 15-VIII-1946 602B 19-VII-1954 618B 8-XI-1954 1130C 31-VIII-1964 El jefe de producción y asesor técnico de este documental fue Ricardo Goytre Bayo, director del PMM desde 1968. Francisco Hernández Blasco sería fundador del Círculo de Escritores Cinematográficos (1945)

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ANEXO ENTREVISTAS

-E01-Mujer, 56 años, Residente en el parque, hija de trabajadores del Parque. Profesora del Colegio Público San Cristóbal, PMM -E02-EGD, Varón, 46 años, trabajador en el parque con residencia fuera del poblado. -E03-AF, Varón, 63 años, residente en el Parque desde los 20 años. Entró a trabajar en el PMM a los 14 años -E04-A, Varón, 55 años, residente en el parque desde los 15, conductor de motocicletas para el Ministerio de Información y Turismo. -E05-M, Mujer, 50 años, residente en el parque desde 1990, regenta la tienda de chucherías desde 1998. -E05-J, Varón, párroco de la iglesia de San Cristóbal del parque desde 1996 -E06-Señora 1, nacida en 1950 en el Parque y residente desde entonces -E07-C. nacido en 1967, Trabajador del PMM, vivió fuera de la colonia hasta que le dieron piso -E08-Señora 2, nacida en 195?, esposa de chófer -E09-Señor 1, 60-70 años, entró a trabajar en los talleres del Parque en 1980 -E10-DT, Mujer, 60-70 años, profesora del Colegio Público San Cristóbal desde 1960 a 2000. -E11-BGM, Mujer, nacida en 1955 en el Parque, hija de un comisario de policía de la DGS. Su madre también trabajó como oficinista contable en el Parque de soltera. Segunda de siete hermanos, también trabajó en las oficinas del PMM desde los 18 años.