“Encontraba su inspira- ción en la naturaleza y también en ...Joan Miró, y el otro en Palma de...

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No todos los artistas del si- glo XX consiguieron llegar a lo más alto del Olimpo del surrea- lismo, en cambio, Joan Miró al- canzó con creces ese merecido puesto. Considerado el pintor español surrealista más impor- tante del siglo pasado, Miró no solo logró la fama nacional, sino que también la internacional, aunque cabe destacar, que el reconocimiento a nivel mundial llegó mucho antes que la fama en España, su país natal. Nacido en Barcelona a finales del siglo XXI, paso la mayor parte de su juventud en Montroig, una finca de la fami- lia en las afueras de Barcelona. Allí fue donde descubrió su pa- sión por el arte. Años más tarde, entró en contacto con los van- guardistas catalanes y también con muchos artistas parisinos, a los que conoció durante sus largas estancias en París. Gra- cias a ellos, se puede decir que descubrió un mundo lejos de la realidad, un mundo adentrado en los sueños y en plasmar en un lienzo aquello que uno mis- ma imagina o siente y no lo que ve. Descubrió el movimiento su- rrealista. La mayor cualidad de Joan Miró fue su gran devoción por su trabajo, ya que desde el día de su nacimiento, hasta el día de su muerte años después de trasladarse a Palma de Ma- llorca, nunca descansó. “Se- ñor, se hace lo que se puede, y yo he hecho lo que he podi- do: trabajar, y lo haré mientras tenga fuerzas”, estas fueron las palabras de Joan Miró cuando su majestad el Rey Don Juan Carlos, en una exposición en la que el artista mostraba sus obras junto a otros, elogió su obra. La modestia también era otra de sus grandes cualidades, con lo cual la gente se sorprendía al verlo ya que era un hombre no muy corpulento, de aspecto sencillo y que siempre vestía ro- pas comunes, motivo por el cual muchas veces, cuando la gente iba a su casa a visitarlo lo con- fundían con el jardinero. A pesar de la fama mun- dial que alcanzó, el camino no fue fácil. Antes de convertirse en quien se convirtió, tuvo que sufrir un sinfín de despechos y incomprensiones referentes a sus obras. Nunca nadie había plasmado en un lienzo lo que él había hecho y, como era de es- perar, muy pocos lo entendían. Muchos lo tacharon de loco, de pintor de pacotilla, pero él siem- pre se mantuvo firme a sus creencias y a sus ideales: pintar aquello que estaba en sus sue- ños y en su imaginación, en su propia realidad, que para Miró eran todo palabras sinónimas. “Encontraba su inspira- ción en la naturaleza y también en la isla de Ma- llorca” Como hemos comentado antes, su obra es tan extensa que podemos encontrar obras miro- nianas en todo el mundo: en Pa- rís, Milán, Nueva York, Japón… Además de las innumerables obras que se encuentran con- finadas en las dos fundaciones que creó poco antes de su muer- te, con la finalidad de conseguir que no se perdiera la esencia de sus obras y mucho menos, sus crea- ciones. Dichos centros se encuen- tran uno en Barcelona, Fundación Joan Miró, y el otro en Palma de Mallorca, Fundación Pilar y Joan Miró, haciendo referencia a Pilar Juncosa, su esposa por la que sentía un gran afecto. Miró sentía una gran atracción por lo sencillo, por aquello que pasaba desapercibi- do a ojos de los demás mortales, por la naturaleza y por los deta- lles insignificantes. Esto explica en gran parte su obra. Colores vivos y sólidos, trazos muy de- finidos, formas sencillas, pocas lineas... Su objetivo era consegir con el mínimo de trazos, formas y lineas la emoción que él sentía en el acto. No era una persona precisamente conformista, por lo cual empezó muchísimos cua- dros, pero algunos de ellos nun- ca consiguieron superar el visto bueno de su mismo autor. Encontraba su inspira- ción en la naturaleza y también en la isla de Mallorca, lugar al que decidió trasladarse al volver de París, ya terminada la Gue- rra Civil. Los siurells mallorqui- nes, esas figuritas que inspiran formas humanas y formas ani- males, le fueron de gran ayuda para algunas de sus obras. Mu- chos artistas no españoles se sor- pendían al ver la gran cantidad de figuritas que guardaba en su taller y que, a algunos de ellos les recordaban a enanitos de bosque. Para una de sus obras más importantes encontró la inspiración que necesitaba en la Catedral de Mallorca, conocida como la Seu. La obra fue bauti- zada como Bailarina oyendo el órgano en una catedral gótica, Figura inspirada en los siurells Bailarina oyendo el órgano en una ca- tedral gótica

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No todos los artistas del si-glo XX consiguieron llegar a lo más alto del Olimpo del surrea-lismo, en cambio, Joan Miró al-canzó con creces ese merecido puesto. Considerado el pintor español surrealista más impor-tante del siglo pasado, Miró no solo logró la fama nacional, sino que también la internacional, aunque cabe destacar, que el reconocimiento a nivel mundial llegó mucho antes que la fama en España, su país natal.

Nacido en Barcelona a finales del siglo XXI, paso la mayor parte de su juventud en Montroig, una finca de la fami-lia en las afueras de Barcelona. Allí fue donde descubrió su pa-sión por el arte. Años más tarde, entró en contacto con los van-guardistas catalanes y también con muchos artistas parisinos, a los que conoció durante sus largas estancias en París. Gra-cias a ellos, se puede decir que descubrió un mundo lejos de la realidad, un mundo adentrado en los sueños y en plasmar en un lienzo aquello que uno mis-ma imagina o siente y no lo que ve. Descubrió el movimiento su-rrealista.

La mayor cualidad de Joan Miró fue su gran devoción

por su trabajo, ya que desde el día de su nacimiento, hasta el día de su muerte años después de trasladarse a Palma de Ma-llorca, nunca descansó. “Se-ñor, se hace lo que se puede, y yo he hecho lo que he podi-do: trabajar, y lo haré mientras tenga fuerzas”, estas fueron las palabras de Joan Miró cuando su majestad el Rey Don Juan Carlos, en una exposición en la que el artista mostraba sus obras junto a otros, elogió su obra. La modestia también era otra de sus grandes cualidades, con lo cual la gente se sorprendía al verlo ya que era un hombre no muy corpulento, de aspecto

sencillo y que siempre vestía ro-pas comunes, motivo por el cual muchas veces, cuando la gente iba a su casa a visitarlo lo con-fundían con el jardinero.

A pesar de la fama mun-dial que alcanzó, el camino no fue fácil. Antes de convertirse en quien se convirtió, tuvo que sufrir un sinfín de despechos y incomprensiones referentes a sus obras. Nunca nadie había plasmado en un lienzo lo que él había hecho y, como era de es-perar, muy pocos lo entendían. Muchos lo tacharon de loco, de pintor de pacotilla, pero él siem-pre se mantuvo firme a sus

creencias y a sus ideales: pintar aquello que estaba en sus sue-ños y en su imaginación, en su propia realidad, que para Miró eran todo palabras sinónimas.

“Encontraba su inspira-ción en la naturaleza y también en la isla de Ma-llorca”

Como hemos comentado antes, su obra es tan extensa que podemos encontrar obras miro-nianas en todo el mundo: en Pa-rís, Milán, Nueva York, Japón… Además de las innumerables obras que se encuentran con-finadas en las dos fundaciones que creó poco antes de su muer-te, con la finalidad de conseguir que no se perdiera la esencia de sus obras y mucho menos, sus crea-

ciones. Dichos centros se encuen-tran uno en Barcelona, Fundación Joan Miró, y el otro en Palma de Mallorca, Fundación Pilar y Joan Miró, haciendo referencia a Pilar Juncosa, su esposa por la que sentía un gran afecto. Miró sentía una gran atracción por lo sencillo, por aquello que pasaba desapercibi-do a ojos de los demás mortales, por la naturaleza y por los deta-lles insignificantes. Esto explica en gran parte su obra. Colores vivos y sólidos, trazos muy de-finidos, formas sencillas, pocas lineas... Su objetivo era consegir con el mínimo de trazos, formas y lineas la emoción que él sentía en el acto. No era una persona precisamente conformista, por lo cual empezó muchísimos cua-dros, pero algunos de ellos nun-ca consiguieron superar el visto

bueno de su mismo autor. Encontraba su inspira-ción en la naturaleza y también en la isla de Mallorca, lugar al que decidió trasladarse al volver de París, ya terminada la Gue-rra Civil. Los siurells mallorqui-nes, esas figuritas que inspiran formas humanas y formas ani-males, le fueron de gran ayuda para algunas de sus obras. Mu-chos artistas no españoles se sor-pendían al ver la gran cantidad de figuritas que guardaba en su taller y que, a algunos de ellos les recordaban a enanitos de bosque. Para una de sus obras más importantes encontró la inspiración que necesitaba en la Catedral de Mallorca, conocida como la Seu. La obra fue bauti-zada como Bailarina oyendo el órgano en una catedral gótica,

Figura inspirada en los siurells Bailarina oyendo el órgano en una ca-tedral gótica

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Grande de los grandes, estas son las palabras que a mi pa-recer, definen mejor a Joan Miró. Todo un inovador en su época que, pese a las muchas críticas que recibió, la mayoría de ellas en su contra, nunca se dio por vencido ni cayó en la tentación de crear un arte para ser entendido. Rompió muchos tabúes sobre lo que debía ser el arte y, por primera vez, logró mostrar en sus lienzos, grabados y esculturas, lo que muchos no habían conseguido. Con-siguió crear un mundo propio, que después mostraría a los que lo supieran entender.

Para mi, Joan Miró es uno de los pocos artistas que se mantuvo firme a sus decisiones y nunca cambió su forma de ver el mundo por el simple hecho de que los demás no lo entendieran. Un hom-bre modesto, que trabajó toda su vida en lo que más amaba y que consiguió un muy merecido puesto en el mundo del arte.

Es difícil que artistas así sean olvidados y por eso, creo decir con seguridad que su alma sigue viva en muchos sitios. Las dos fun-daciones que creó, hoy en día han conseguido mantener más viva que nunca su esencia y lo harán por muchos años más. Además, es de los pocos artistas sobre los cuales se siguen haciendo muchas esposiciones, en las que la gente sigue viendo sus obras como lo que son, muestras de un pintor que en sus inicios no fue entendido por nadie, pero que años después, tras el trabajo duro y su perseveran-cia, consiguió hacerse un hueco muy grande en el mundo del arte, un hueco que ha dejado una huella muy honda y que a pesar de los años, nadie podrá reeplazar.

Conclusión, Mª de Lluc Mayol

En la mayoría de sus obras, sean obras primerizas u obras de su etapa final, predo-minan las formas orgánicas, las curvas. Los colores azulados del mar Mediterraneo y los verdo-sos de su flora tampoco pasan desapercibidos en sus obras.

“No se conformó solo con la pintura, sino que probó muchas otras técnicas”

Pero Miró, al igual que la mayoría de artistas contem-poraneos a su obra, no se con-formó solo con la pintura, sino que probó muchas otras técni-cas. Una de ellas fueron los gra-

bados y litografías. Se introdujo en el mundo de las planchas de hierro para poder dar mucha más salida a sus obras. Siguien-do su propio estilo, elaboró mu-chísimas planchas con las que proyectó muchas litografías, algunas las regaló y otras se en-cuentran expuestas en algunos de los museos más importantes del mundo. Otra de las disci-plinas en las que destacó fue la escultura. Siguiendo con la te-mática de la naturaleza y de lo orgánico sus dos esculturas más famosas fueron bautizadas con los nombres de Pájaro lunar y Pájaro solar. Los tapices tampo-co pasado desapercibidos ante sus ojos, hasta el punto de cola-

borar con algunas compañías de teatro para diseñar los decora-dos y el vestuario de los actores.

Además, se mantuvo fiel a los republicanos durante toda su vida, hasta el punto de intentar evitar los acontecimiento sociales en los que acudieran adeptos al Régimen franquista. Todo un re-volucionario en el arte como en la política, esto le costó la ignorancia del régimen ante sus obras, motivo por el cual todo su arte era desco-nocido por muchos españoles, ya que se encontraba en la lista de los pintores que iban en contra de la dictadura y por eso éstos mismos no querían que su obra se hichiera famosa en el país.

Taller de Miró en Mallorca

Tapiz de Joan Miró