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aÑo12 mApA21285Concurso de Cuentos

Institutos Cervantes

Lisboa . París . Bruselas . Berlín . Pekín . Tel AvivRoma . Marrakech

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INSTITUTO CERVANTES

Director: Víctor García de la ConchaSecretario General: Rafael Rodríguez-Ponga SalamancaDirector de Gabinete: Luis Prados CovarrubiasDirector Académico: Francisco Moreno Fernández

Director del Instituto Cervantes de Lisboa: José Mª Martínez ValenzuelaDirector del Instituto Cervantes de París: Enrique CamachoDirector del Instituto Cervantes de Bruselas: María A. González Encinar Director del Instituto Cervantes de Berlín: Gaspar Cano PeralDirector del Instituto Cervantes de Pekín: Inma González PuyDirector del Instituto Cervantes de Tel Aviv: Julio Martínez Mesanza Director del Instituto Cervantes de Roma: Mario García de CastroDirector del Instituto Cervantes de Marrakech: Vicente Luis Mora

PUBLICACIÓN

Edición y coordinación: Araceli Ballesteros Bailón. IC París

Colaboración en los centrosLisboa: Elena Blanco FuenteBruselas: Paz García de Arboleya y Maurcio Narváez SotoBerlín: Esther BarrosPekín: Francisco Javier López TapiaTel Aviv: Joaquín López ToscanoRoma: Teresa de Santos BorregueroMarrakech: Ana Vélez Alcalde y Sanae Mesmoudi

Diseño: Nacho OrmaecheaLogo aÑo12 mApA21285: Jesús Ruiz DíezImprenta: Imprenta Nacional

NIPO: 503-12-045-7DL: M-23210-2012

© Instituto Cervantes, 20121ª edición, junio 2012www.cervantes.es

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Don Quijote y Sancho Panza se encuentran aquí en su segunda salida. Parten de Lisboa, pasan por Marrakech y Tel Aviv, llegan a Pekín y regresan al final, después de visitar Bruselas, a Roma.

¿Qué dirá don Quijote de Pekín, qué dirá Sancho de París y Roma? La sabiduría proverbial de Sancho tendrá mucha materia de reflexión.

La fantasía de don Quijote volará por torres pekinesas, por rascacielos berlineses.

Todo es buen material para contadores de historias.

Cuando la razón nos mata, la imaginación podría salvarnos.

Jorge Edwards. París, 9 de mayo de 2012

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EL BORRADOR

(Para los escritores participantes en aÑo12 mApA21285)

Inclinado sobre el escritorio, en una buhardilla de un país nórdico cuyos ventanales de doble cristal resguardan bien del frío, del tránsito y hasta de las ideas ajenas, el escritor acaba de hacer un descubrimiento desconcertante, tanto que no termina de darle crédito.

Cada vez que redacta una línea, garabatea una frase pluma en ristre o teclea una letra en el ordenador, de modo instantáneo y simétrico, desaparece una línea, una frase o una letra de la historia universal de la literatura, borrada para siempre del interior de todos los volúmenes, anaqueles o discos de memoria.

Es como si la literatura universal se comportara igual que un recipiente colmado hasta los bordes, y cada vez que recibe una nueva dosis,

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la acepta a cambio de derramar una parte equivalente del contenido previo.

El escritor ha descubierto esta circunstancia por una improbable casualidad, y ahora se estremece al comprender que lo más natural hubiera sido no caer jamás en la cuenta: tanta y tan infinita es la literatura que existe desperdigada por el mundo. En un trajín constante, a caballo entre el escritorio y la biblioteca y la computadora, el escritor ha dedicado las últimas semanas a ensayar numerosas verificaciones, a tratar de sorprender alguna frase literaria memorable en el tránsito de desintegrarse por su culpa, como consecuencia de la sentencia que él mismo acaba de pergeñar, acaso en las antípodas, en otro idioma y al cabo de los siglos del texto aniquilado.

Por más que investiga, el escritor nunca puede saber si, al redactar su nueva frase, acaba de borrar un fragmento de la Odisea, unos versos anónimos o un libro de autoayuda escrito con el fin de reblandecer los escrúpulos de empresarios con demasiada conciencia social. Nunca logra averiguar si el texto destruido era peor o mejor que el suyo, si ha cometido un atentado ecológico o una heroicidad. Se pregunta si el mismo fenómeno no estará sucediendo al mismo tiempo en otros puntos del planeta, con otros escritores.

Intimidado, deja de trabajar durante un tiempo.

Le tienta la eugenesia, la posibilidad de limitarse a reescribir una y otra vez los textos que más admira de los grandes maestros, pero comprende que teclear Macbeth para curarse en salud y protegerlo es un sinsentido si la operación implica poner en riesgo Hamlet.

Al cabo del tiempo, retomará la escritura con suma prudencia, meditando largamente cada frase, asegurándose de que merece la pena correr por

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cada letra el doble riesgo del holocausto y -eso lo asusta aún más- del consiguiente sentimiento de culpa.

Pronto comprobará que sobre su prosa se cierne el peligro de resultar agarrotada, pretenciosa, académica. Recordará la frase de Chesterton: los ángeles vuelan porque se lo toman a la ligera. Deseará que, al menos, esta frase memorable no haya desaparecido aún.

Siguiendo su consejo, pasará al extremo contrario y se volcará en torrentes de escritura automática: durante esos ejercicios de infinita concentración, se obligará a sí mismo a fingir que toda aquella historia de los textos desaparecidos no era más que una superstición pasajera, un engaño de los sentidos que nunca pudo ni podrá corroborar.

Solo de vez en cuando, algunas noches en las que el viento del norte sopla con tanta fuerza que incluso los dobles cristales de la buhardilla retumban, se atreverá a recordar su extraño poder. Y como quien mira de reojo el borde de un acantilado, seguirá escribiendo, bailando de puntillas al filo del abismo, como se ha hecho siempre.

Isaki Lacuesta. 23 abril de 2012

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SALIDA: LISBOA

¿Cómo no iba a estar presente Lisboa en esta original ruta de Don Quijote por el mundo? Sin duda se hubieran sentido estafados Sancho y su amo si en esta nueva aventura se les hubiera apartado de lo que también es territorio de la Mancha. Y no hubieran tenido ocasión de conocer a Aquilino Ribeiro, a Júlio Pomar y reconocerse en las marionetas del Grande Dom Quixote e o Gordo Sancho Pança, de António José Silva, o Judeu.

Pero aquí están: en el interés de quienes estudian español y son capaces de expresar en esta lengua cercana sentimientos tan próximos.

José María Martín Valenzuela. Director del Instituto Cervantes de Lisboa

PRIMERA ETAPA: PARÍS

aÑo12 mApA21285 es un proyecto de escritura y de libertad, un libro en el que las páginas se convierten en espacios donde los personajes analizan y ejercitan movimientos para desplazarse sin apenas rozamiento -pero rozándose todo el rato- y donde las palabras de los textos dan vida a cada una de las historias a través de sus autores, esos estudiantes dispersos en ocho ciudades tan diferentes pero conectados por el español que estudian en nuestras aulas. Allí por donde vayan, la huella de la lengua de Cervantes les abrirá puertas de cerraduras mágicas. Por y para ellos es este mapa imaginario que ellos mismos han trazado; por y para ellos es este desafío y todo nuestro esfuerzo, alegría y gratitud…

Enrique Camacho. Director del Instituto Cervantes de París

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SEGUNDA ETAPA: BRUSELAS

Entre senderos y aventuras escudero y caballero traban “pláticas sabrosas”, Sancho con su exquisita lengua de refranes, el Quijote con la suya, elegante y ceremoniosa. Ambos hablan en el mismo idioma y sin embargo, sin darse cuenta, aprenden la lengua del otro. Un idioma no se domina, se mora en él. En los cuentos aquí recogidos vemos al vivo ese mágico proceso de impregnación de una lengua; nos cuentan historias quienes al contarlas las crean, aprenden el español y, sin quererlo, entre líneas, nos dejan respirar el aire fresco de muchas otras lenguas que se cuelgan de sus frases. Estos cuentos nos regalan instantes, que son nuestra comida para la vida, semejantes a aquellos en los que los personajes de Cervantes, al unísono, después de atenta escucha, exclamaban: ¡qué “sabrosa historia”!

María A. González Encinar. Directora del Instituto Cervantes de Bruselas

TERCERA ETAPA: BERLÍN

Nunca pasa nada

Hasta aquella mañana de abril, en que todo pareció adquirir otro sentido. A las ocho en punto, como todos los días, Luisa atravesó con su bicicleta la puerta de la verja que rodea la vivienda familiar. Remontó la cuesta, no sin esfuerzo, y una vez acompasada la respiración y coordinado el pedaleo, repasó mentalmente los temas del día. La ponencia que sobre antisemitismo en los países escandinavos iba a presentar aquél día en la Universidad, ocupó todo el espacio. Siguió pedaleando animada por la seguridad de sus conclusiones y bajó la pendiente hasta el cruce a más velocidad de la acostumbrada. Fue allí, cuando sucedió. El tiempo pareció detenerse, el bosque enmudecer.

Gaspar Cano Peral. Director del Instituto Cervantes de Berlín

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QUINTA ETAPA: PEKÍN

¿Cuál es la única cosa que al compartirla se destruye?... De algo estamos seguros y es que no se trata de esta iniciativa, en la que la confluencia estimula,  completa y enriquece.

En 2009 fue un diálogo a dos, Albuquerque-Pekín. El año pasado recorrimos juntos los 19216 kilómetros que unen Bruselas, Moscú, Pekín, Tel Aviv y Marrakech, con culminación  apadrinada  por  Mario Vargas Llosa, a la  sazón  el Día E  en  Pekín. Este año son 21285 los kilómetros que separan ocho  centros diseminados entre tres continentes. Todos saben que el ocho en China es un número auspicioso: su pronunciación suena como “enriquecerse”. Y, precisamente, eso es lo que persigue en el espacio del conocimiento nuestra ruta imaginaria, experiencia que cuanto más compartida, más indestructible deviene. Inma González Puy. Directora del Instituto Cervantes de Pekín

QUINTA ETAPA: TEL AVIV

Tel Aviv es un poco la Babel de las terceras lenguas. ¿Cuál es el problema de Babel? Que no entiendes a nadie. ¿Y la ventaja? Que tienes que esforzarte para hacerte entender. Hay un millón de rusos en Israel. No sé nada de ruso y bastantes rusos no saben nada de inglés; y, con una palabra en español, otra en francés y otra en hebreo, la maldición de Babel se convierte en el milagro de Babel. Si cada lengua es un mundo, este país alberga innumerables mundos, y nuestros queridos aventureros, que serán políglotas para entonces, lo van a saber disfrutar.

Julio Martínez Mesanza. Director del Instituto Cervantes de Tel Aviv

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SEXTA ETAPA: ROMA

Es probable que estemos en el infierno. No sólo cambia la manera de escribir y leer, cambia la manera de pensar, pero el historiador del libro Roger Chartier sostiene, de modo semejante a como pensaba el filósofo alemán Walter Benjamin, que de ningún modo puede decirse que las técnicas de reproducción sean, por su misma naturaleza, buenas o perversas. Todo depende del uso que se les da. Como el buril y el pincel, como la voz y la pluma, la cámara de fotos y de video, como la moviola o las editoras digitales, las técnicas pueden alejarnos o acercarnos más a la realidad. Todo depende de la voluntad que anima el dedo que presiona la tecla “ENTER”.

Mario García de Castro. Director del Instituto Cervantes de Roma

LLEGADA: MARRAKECH

Marrakech se une de nuevo a esta feliz cadena que tiene como eslabones a ciudades de todo el mundo. Hitos en un camino que recorre diversas geografías y que sigue teniendo como elemento conductor al idioma español. Un idioma que, como las migas de Hansel y Gretel, va mostrando el sendero por el cual los relatos de este proyecto van cruzando las fronteras y encontrando su hogar, que no es otro que la mente de los lectores.

Marrakech es una ciudad repleta de voces, de cuentos narrados que analizan y ejercitan movimientos para desplazarse sin apenas rozamiento, de relatistas orales que tejen sobre el telar de la plaza Xemáa el Fna su urdimbre de siglos. A estos relatos puramente verbales se unen ahora los escritos los estudiantes y relatistas de otras partes del planeta. Ojalá el lector encuentre en este bullicio la voz, la historia, que andaba buscando.

Vicente Luis Mora. Director del Instituto Cervantes de Marrakech

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El concurso de cuentos del Instituto Cervantes –este año con la rúbrica aÑo12 mApA21285– se consolida ya, con su ronda de ocho centros (Lisboa- París- Bruselas- Berlín- Pekín- Tel Aviv- Roma- Marrakech), como una iniciativa de especial interés, dado el estímulo que supone para el desarrollo de la creatividad de los alumnos mediante el uso del español. La lengua no es solo un instrumento de comunicación sino que, mediante un uso creativo, puede ser la materia más moldeable para construir sueños y fantasías. La fascinación por la magia de las cosas narradas abre el apetito de leer y, con él, un mundo infinito de posibilidades de disfrute… Los adultos que llegan a una lengua nueva tienen la ventaja, con respecto a los nativos, de que pueden relacionarse, también mediante el juego y las evocaciones, con un extraño aparato de palabras al que poco a poco, mediante la lógica de la gramática, van dotando de sentido. Y este proceso, si está adecuadamente estimulado en el aula, puede ser muy placentero (y muy fértil). Desde hace años, el uso lúdico y creativo de la lengua en las clases de ELE se ha ido abriendo paso poco a poco en los manuales y en los materiales que proponen los profesores. Iniciativas como el presente concurso de cuentos permiten dar mayor proyección a esta apasionante dimensión del uso de la lengua.

Con gran satisfacción comprobamos que nuestros personajes vuelven a sus andadas internacionales y amplían su radio de acción. Desde la Dirección Académica animamos a todos los alumnos de los centros concursantes a que construyan sus propias fantasías en español. Y, aún mejor que eso, a que se dejen llevar por el español hacia territorios desconocidos, como el Quijote y Sancho en su ruta por las maravillas de las ciudades del mundo. Seguro que las lecturas del buen loco se quedarán cortas respecto a lo que sus ojos le van a ir mostrando, en realidad de verdad, al llegar a las plazas fascinantes de su ruta por los centros del Instituto Cervantes.

Dirección Académica. Instituto Cervantes

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INICIAL A

Ganador:Mi timidez. Fabio Deferente - (Roma) pág 27

Islados. Tiago Filipe Fernandes Cristóvão - (Lisboa) pág 30

Yo compré una flor. Cong Lulu - (Pekín) pág 35

Todos me llaman Juan. Orion Cohen - (Tel Aviv) pág 41

La duda continua. Anabela Botas Rodrigues Vitoriano - (Lisboa) pág 45

Pensamientos de Asunción. Corinna Fuhrer-O’Brien - (Bruselas) pág 52

El Camino Correcto. Oren Arzony - (Tel Aviv) pág 57

El grande huevo. Daniel Dickmeis - (Berlín) pág 60

INTERMEDIO B1

Ganador:Meditaciones nocturnas de un estadista jubilado. Stefano Fredda - (Roma) pág 65

Un error. Anastasia Malinovskaya Papanian - (París) pág 69

El gazpacho y el chocolate. YanJia Guo - (Pekín) pág 75

El rey y el pintor. Karine Weber - (París) pág 80

El niño y la hada. Caroline Bocquet - (París) pág 86

Algunas mujeres. Donatella Recchia - (Bruselas) pág 93

El regalo. Jean-Paul Delbrouck - (Bruselas) pág 96

El fin. Jas Chong Wei Chin - (París) pág 99

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AVANZADO B2

Ganador:Una extraña noche en Madrid. Gennaro Saragnano - (Roma) pág 107

La venganza de Dante. Claire Villaume - (Bruselas) pág 113

Rebelión en el museo. Sylvette Renard - (París) pág 119

El regreso. Anne Oppermann - (Berlín) pág 124

Secretos de familia. Maud Scelo - (Bruselas) pág 128

La búsqueda de la Verdad. Las nuevas andanzas de Don Quijote y Sancho. Jean-Pierre Edrei - (París) pág 132

El misterio del collar desaparecido. Laura De Gennaro - (Roma) pág 135

Gracias a Brel. Manon Homans - (Bruselas) pág 140

SUPERIOR C

Ganador:Dueña del Mundo. João Manuel de Carvalho Miranda - (Lisboa) pág 147

Deolinda. Maria Elina Lima Clemente Machado - (Lisboa) pág 152

Con la crisis me vuelvo Sordo, Ciego, Ignorante e Inquieto. Ricardo Leandro Pereira Rodrigues de Oliveira - (Lisboa) pág 156

El Taller. Jacqueline Thouement - (París) pág 160

¿Una misión imposible?. Rémi Tuma - (París) pág 166

La viuda con el Pomerania heredado. Jennifer Sklar Gilbert - (París) pág 172

El vals de los cuervos. Gerard Saubiez - (París) pág 177

El viaje de don Quijote de la Mancha y Sancho Panza en el año 2012. Ana Cristina dos Santos Amaral Couto Florêncio - (Lisboa) pág 181

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Una o dos veces -respondió Sancho-, si mal no recuerdo, he suplicado a vuestra merced que no me enmiende los vocablos, si es que entiende lo que quiero decir en ellos.

Capítulo VII; Segunda Parte. Don Quijote de la Mancha

La extrema libertad de un libro de cuentos radica en la posibilidad de empezar de cero en cada pieza. Exigirle unidad sería como ponerle un candado al laboratorio.

Hacerse el muerto. Andrés Neuman

A menudo la calidad del mundo depende de un simple monosílabo.

Gritar. Ricardo Menéndez Salmón

La admiración, la pregunta, los silencios y las pausas de los puntos y las comas (que son también tomar aliento y respirar), los paréntesis son hablar en voz baja o en un aparte, los acentos imprimen volumen y música a las palabras, los asteriscos y los guiones dirigen o sitúan los pensamientos colaterales .

Escrito en los cuerpos celestes. Exposición de Soledad Sevilla (Madrid, nov. 2011 - abr. 2012)

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A todos los concursantes que nunca dejarán de ser magos…

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INICIALA

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El tema de los cuentos era libre, pero todos los participantes tenían que respetar tres restricciones que han incluido en sus cuentos:

1ª restricción

Este extracto de la obra del autor chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011:

. no sé nada 1

2ª restricción

Había que elegir un fragmento entre estos dos. Ambos son de obras de Isaki Lacuesta, cineasta español ganador de la Concha de Oro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2011:

. aquellas salas enormes y preciosas2

. son nuestra comida3

3ª restricción

La tercera frase ha sido extraída de canciones en español, así que el otro fragmento que había que escoger era uno entre estos tres:

. aquí nunca pasa nada 4

. viene ese panadero5

. ha entrado el sol por la ventana6

1 Nicanor Parra. Poema “Catalina Parra” en Poemas y antipoemas (Cátedra, Letras Hispánicas. Madrid. 8ª ed, 2011)

2 Isaki Lacuesta. Cravan vs Cravan (2002) 100’3 Isaki Lacuesta. El rito (DVD 2010) en la revista Matador serie N. 7’ 12’’4 Espanto. «La casa» en Ísimos y Érrimos (2011)5 Los Super Elegantes. «Panadero» en Channelizing Paradise (2002)6 Los Planetas. «Un buen día» en Unidad de desplazamiento (2000)

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MI TIMIDEZ

Fabio Deferente (Roma)

Imaginad... esconderse, querer desaparecer, huir de algo y alguien, no hablar por no equivocarse, no aceptar felicitaciones porque no crees merecerlas, me decían que era hermoso, bueno e inteligente, en cambio yo pensaba no sé hacer nada, no logro hacer nada, no sé nada, tenía miedo de lugares nuevos y también de personas nuevas que por un motivo u otro tenía que conocer por fuerza, todo eso me espantaba, era un niño y nadie podía entenderme, sin embargo decían que era tímido, ¡qué descubrimiento!, pero yo no entendía la palabra tímido, para mí era miedo, tenía miedo de todo y de todos, pero descubrí un sitio donde me sentía seguro, donde nadie podía encontrarme, nadie podía saber lo que hacía, nadie podía saber lo que decía, escribía, inventaba, imaginaba, nadie, nadie podía saber donde estaba escondido, en cambio para mí era fácil esconderme en

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aquel sitio, yo no decía nada, y me escondía dentro de mí. A medida que pasaban los años las cosas cambiaron, por supuesto, antes la adolescencia y luego la madurez fueron dos etapas fundamentales para mi vida, aun cuando los acontecimientos que siguieron no fueron siempre de los mejores, ella no me abandonaba, me daba cuenta de que se había enamorado de mí, pero a veces con la madurez veía que de vez en cuando disfrazarme con la ayuda de ésta amiga era útil, estaba acostumbrándome a ella, tal vez me había enamorado de ella. Descubrí la música y fue un mundo fantástico, aprendí a tocar la guitarra y empecé a escribir canciones, era todo fácil para mí, yo tenía siempre un lugar donde esconderme, donde me esperaba mi amiga y juntos escribíamos, tocábamos, cantábamos, ahora lograba hablar a la gente gracias a mis canciones, afectarla, emocionarla, lograba compartir sensaciones que hasta aquel momento yo tenía encerrado en aquellas salas enormes y preciosas de mi corazón, abarrotadas de esa fuerza de la naturaleza de todas esas ideas artísticas que siempre había escondido dentro de mí, pero por supuesto mi amiga había tenido un papel importante en ese momento de mi historia, quizas sin ella no habría logrado sacar nada de lo que Saqué de mi alma. Un día encontré el amor, pero tuve que luchar con mi amiga, claro ella se puso celosa, sabía que más tarde o más temprano podía perderme, entonces se puso en medio de ese camino que yo tenía que recorrer hacia el amor, obstaculizándome con maleza, matorrales y espinas que me pinchaban el corazón y no me permitían ver la llegada; fue una lucha sin piedad, pero logré vencer, ganando el amor de mi mujer. Desde entonces, de todos modos nunca me abandonó definitivamente esa cariñosa amiga, o también podemos llamarla mi secreto amor. Ella seguía andando cerca de mí aunque yo la había alejado bastante, claro que los años pasaban, los miedos que me seguían desde niño desaparecieron, ahora los problemas eran diferentes, tal vez más importantes, pero ahora tenía a mi mujer que me ayudaba y con ella todo era más sencillo, ahora tenía otro lugar donde esconderme, había descubierto que podía encontrar refugio en su corazón, y aunque afuera podía ocurrir algo de trágico,

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yo dentro de mí pensaba, aquí nunca pasa nada de peligroso, me siento seguro, no tengo miedo, entonces me quedo aquí, es lo mejor. Hace diez meses descubrí un nuevo mundo que me ayudó en esta lucha contra esta sombra, que todavía oscurece mi camino, empecé a conocer gente por internet, en particular conocí a unas personas hispanohablantes y entonces empecé a estudiar también español. Me gustaba hundirme en ese nuevo entorno lleno de gente, y gracias a ese mundo había logrado alejar mi timidez, arrastrandola hasta la hondura de un abismo que me había creado dentro de mí, donde arrojaba todo lo que me fastidiaba. Había encerrado allá esa maldita enfermedad, en la esperanza que no volviera nunca; por supuesto tenía miedo que podía regresar. De todas formas para mí comunicar por medio de ese nuevo mundo era fácil, podía esconderme detrás de una pantalla y eso me ayudaba a no tener miedo, me sentía más seguro, lograba enfrentarme con la gente como nunca había pensado de hacerlo, tenía la ventaja de ese muro que me protegía de los demás por si acaso tenía necesidad de protegerme de alguien. Tuve la suerte de encontrar gente muy amable que me ayudó, hubo gente que entendió mi problema y también alguien que aprovechó de mi forma de ser, aunque después de algun tiempo distinguí a la gente, dejando a un lado quien no merecía comunicarse conmigo. Tengo que agradecer a este idioma, que de manera importante ha contribuido a ayudarme para comunicar con los demas y también les agradezco a todas aquellas personas que contribuyeran a todo eso cogiéndome de la mano, llevándome hasta donde he llegado. Pero no puedo olvidar tampoco el hecho de que todo lo que a veces sale de mi corazón, todo lo que tengo encerrado en mí y luego logro convertirlo en algo de artístico. Seguramente por todo eso tendré que darle las gracias y nunca olvidarla ella, a mi timidez.

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ISLADOS

Tiago Filipe Fernandes Cristóvão (Lisboa)

Fue la primera vez en que me he sentido verdaderamente feliz. Después de tanto tiempo cerrado mirando a las mismas cuatro paredes, me pusieron una nota, daquellas pequeñas que se colgan en la nevera, por bajo de la puerta.

Durante unos minutos ní sabia lo que pensar o hacer. Había pasado tanto tiempo, ya… Era casí como si me libertassen. Bueno, no tanto como eso pero un sentimiento parecido seguro. Me acercé lentamente primero, cogi el papel con mis dedos y retorné para mi canto. Lo abrí: solo decía, “Hay alguien ahí?”.

Pues, sí, sí que estaba yo. Pero como responder? No tenía ní bolígrafo, ní lápiz o outra herramienta que tal. Intenté gritar “Sí, estoy yo, Hernando

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de Herrera, quién eres tú?”, pero mí voz salió un poco nublada como la água en mi vaso y se perdió. Aún que audible, no hubo respuesta.

En mi pequeño cuarto solo podía mirar a una ventana muy alta. Incluso si me pusiera en pié sobre mi cama, solo vería el cielo. El azul de dia y el negro estrellado de noche. Me aburría muchíssimo todos los días mirando aquello, pero tenía que elegir entre eso o cuatro paredes blanco palido, blanco hueso, blanco sujio o blanco negro. Cuanto tiempo había pasado?

Mientras mirava y me aburría y me dava el sueño, un ruído seco me despertió. Un bolígrafo ya gasto hecho de plastico amarillo rodó hasta mí. Salté instantaneamente. Me puso de pié como si me tirasen un tigre por bajo de la puerta.

Colgé el bolígrafo y escribí la primera cosa que me ocurrió: “Holá, aquí está Hernando de Herrera, espero que esta nota lo encontre bién. Quién es usted?”. Con párrafo, punctuación y todo. Vaya tonto, casí escribía una carta al presidente del consejo. Pero estaba muy nervioso. “Estoy muy nervioso, lo siento”. Bah, ahora ya casí no tenía espacío. Tiré la nota por bajo de la puerta y aguardé ansioso.

Las nubes volavan tranquilas en el cielo por cima de mi cabeza, pero dentro de ella, en mis pensamientos, navegaban truenos y temblores. Aguardaba y aguardaba y mi pulsación ya iba a ciento veinte o más, pero la respuesta tardaba. Hasta que me acordé que si no tenía bolígrafo no podría responder.

Tiré el bolígrafo y grité: “Lo siento!”. Ninguna respuesta.

Pocos minutos después nueva nota. “Me llamo Sofía”, y nada más. Viene el bolígrafo. Le contesté, ahora más calmo: “Que bueno no estar solo. Sabes tu donde estamos?”

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Le puso todo por bajo de la puerta.

“No sé nada. Tenemos poco espacio, no lo gastes. Sola. Mucha comida”, fue la respuesta. Pues ahora era un enigma casí en codigo morse.

“Vale, me alegro que tengas comida.”, y me acordé del espacio. “Preso, agua sin espacio. Tumbado.” Miré aquello por un momento. Pués ahora no hacía sentido. Como le decir todo lo que quería solo en un pequeño trozo de papel!No me ocurrió nada y le puso todo por bajo de la puerta.

A parte de mi cama, mi ventana y mis paredes, mí cuarto solo tenía una pequeña mesilla en la que aparecía la comida y la agua. Todos los días, por la mañana, tenía comida y água. Tenía que racionarlas para que se prolongasen por todo el día, pero era posible y muchos dias hubieron en que quedaba comer.

Ya me olvidaba de cuanto tiempo había pasado. Si me ocurriera, la primera mañana en que despertié, podía haber empezado a contar mís dias como los prisioneros que vía en la tele, marcando los días en la parede con pequeñas líneas o trazos. “Bueno, empiezo ahora”, pensé, pero antes que pudiera de nuevo el papel por la puerta.

“No entendí. Porque nos arrestan? Como has venido parar aquí?”

No era facil de contestar. Incluso, no tenía respuesta. Solo me acuerdo de despertar aquí un dia y eso es todo. Sé que muchas cosas han ocorrido en los ultimos tiempos pero porque me arrestarian. Politicamente? No hacía sentido. Socialmente? Solo era um peligro para mi mismo creo. Por diñero? Es la respuesta más lógica, pues que soy…

No, no hace sentido.

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“Tampoco no sé nada”, fue todo lo que contesté. “Como es tú dormitorio?”.

Cuando cogí la nota se leía: “Muy grande. Tengo un piano”. Un piano?! Vaya, por qué tiene ella un piano y yo un dormitorio mas sujio que las patas de un perro. Me puso rojo como un tomate.

“Quién eres tú? Por qué tienes un piano y yo solo una cama y una mesilla de nada. Eres la hija de un coronel o què?”, gasté mucho espacio en el papel pero estava furioso.

La respuesta: “Tampoco lo sé. Me acuerda aquellas salas enormes y preciosas que tienen los reyes. Oro incorporado en todas partes.” Oro. Por todas partes. Esas frases tardaron un poco hasta hacer sentido para mi. Que broma era esta que pusieron Hernando de Herrera en un cuarto sín nada, pobre, de madera llena de baches y de cucarachas y le dan uno lleno de oro y de pianos a una chica qualquier. Pero si es eso, que se bromea de mí, no puede ser verdad. Vaya, que malo gusto, gastar así el papel para bromearse de mí, cuando estamos en una situación tan delicada. Sofía. Incluso será ese su nombre? Esto me parece un cárcel. Un guarda bromeandose de mí? Que sentido tiene todo esto?

Escribí: “No haz sentido. No lo creo. Libertenme y les daré todas mís riquezas.” Solo sobraba un espacio muy pequeño, una isla blanca rodeada por nuestras mensajes escritas a negro.

La respuesta fue clara. Por bajo de la puerta, al revés del papel un trozo de madera cubierta de oro del más rico y más precioso que yo había visto. Y la nota: “Rompí una silla. Eso es un pedazo. No sé que hacer. Ayudame”.

Estaba verdaderamente en choque y la boca se me caya hasta los piés. Empecé a creer que esto era mucho más complicado, mucho

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mayor que yo o Sofía y que no podría escapar solo. La puerta era de madera, enorme, masiva. Incluso con el espacio por bajo, por onde comunicábamos, ni un sonido escapaba por ella, ni el piano, ni cuando sofía rompió la silla ni nada. En pié corri hasta la puerta y con mi hombro intenté romperla. El choque me dejó tumbado por el suelo. Bueno, la fuerza nunca fué mi forte pero esto era ridículo. En el suelo cogi el papel, pero ahora ya no podía escribir. Estaba completo. Y yo me sentía vacio. Perdido.

No podía hablar con ella, me dolía el hombro, no sabía donde estaba. Respiré fondo. He intentado todo. Miré hacía la ventana. “Vaya, en que prisón te han puesto Hernando”. Primero el silencio. No se escuchaba nada. Pero después ha entrado el sol por la ventana y senti la luz más alegre y caliente que había alguna vez experimentado. Y con eso la puerta, lentamente, se abrió y escuché algo parecido a una voz que no la mía.

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YO COMPRÉ UNA FLOR

Cong Lulu (Pekín)

Y yo compré una flor en una tienda pequeña. La dueña me dio la maceta marrón medio llena de tierra sin mirarme. Había tres o cuatro personas en la tienda, levantaban unas macetas con flores de distintos colores, las miraban y las dejaban un rato después. La dueña las miraba distraídamente, no daba señal de impaciencia. Era una mujer gorda, tenía las mejillas rosadas.

Ya tenía en los manos la flor, veía las raíces grandísimos agarrando un trozo de tierra. Las raíces se parecían a la mano de un hombre que tenía mucha hambre.

- ¿Podrías darme un poco más de tierra? Pienso que necesita más tierra.

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Le dije.

- Es suficiente, es suficiente para una flor pequeñísima como ésta. Me dijo.

Miré otra vez el flor, y me fui.

Andaba con mi flor en las manos cuando encontré un césped, no muy verde pero bastante grande. Había unos árboles a su alrededor y había gente paseando a sus perros a lo lejos.

Dejé la flor en el suelo para descansar. Seguía mirandola atentamente cuando oí el ruido de unas hojas deslizandose por el suelo. Siempre hace mucho viento en primavera en Beijing. Me gustan los ruidos de las hojas, las que están en el árbol y las que se han caído, pensaba yo. El ruido cesó de pronto.

Volví la cabeza y ví un perro. Me saludó meneando la cola tranquilamente. Me he equivocado. Los pasos de un perro y el sonido de los hojas son muy parecidos. Me sonreí y empezé a buscar en mi bolsa algo para comer, pero nada.

- Lo siento, perrito, hoy no tengo comida para tí.

Extendí la mano para acariciar la cabeza del perro. La mancha marrón en el frente del perro se parecía a la mapa de una ciudad desconocida.

- No te preocupes, no tengo hambre, he comido unos minutos antes.

Dijo el perro.

Me quedé en silencio por un rato para respirar mejor. Miré la flor y volví a mirar el perro en los ojos. El sonrió, los ojos brillaban. Eso no me

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sorprendió, los perros siempre tienen buenas sonrisas.

- ¡Pero hablas tú! ¡Lo sabía yo! Lo sabía desde era niña. Y...

Bajé la voz al ver el perro miraba a su alrededor vigilantemente.

- Y...¿ siempre así?

- Bueno, sí. Pero la verdad es que no nos gusta hablar en vuestra lengua.

Sonreí al ver en su boca abierta meneaba la lengua.

- ¿Y porqué?

- Porque normalmente no hacen falta las palabras. Tenemos nuestra propia manera de comunicar, ya lo sabes, y de celebrar la belleza, la felicidad, la comida, los olores...

- Ladráis, os dais vueltas, saltáis de un sitio a otro...

Dije yo pasando por la mente las imágens de todos los perros que conozco.

- Que nos conoces muy bien.

Dijo el perro sonriendo.

- ¿Tienes perro?

Me preguntó con curiosidad.

- Tenía un perro, ha muerto. Hace unos meses.

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Suspiré profundamente.

- Lo siento mucho. Los perros somos así, llevamos una vida demasiada corta.¿No? Tengo 7 años, aún me siento un jóven adentro. Y, es tan maravillosa, ¡La flor que tienes! Ese es precisamente el motivo por el que he venido a hablar contigo.

Nos fijamos la flor el perro y yo. Era una flor pequeñísima, tenía los pequeños pétalos amarillos, danzando en el viento. No sabía si era bella o fea. La verdad, no me importa el aspecto de la flor. He comprado varias flores y otras plantas, todas murieron, una después de otra. Ahora prefiero las más fuertes.

- No sabía que los perro podían valorar las flores.

- Todos sabemos valorar las flores, somos expertos. ¿Cómo se llama esa flor?

- No me lo ha dicho la dueña de la tienda.

- Está bien. Lo importante es reconocer los méritos de una flor, y sobre todo, los olores. ¿Y de qué color?

- Amarillo

- ¡Fantástico! Es el color del sol, ¿no?

- Ahora lo recuerdo todo. A mi perro le gustaban las plantas, las olfateaba, las tocaba, bebía el rocío y a veces comía la hierba.

El perro se echó a reír.

- No las comemos, no son nuestra comida. Los sabores de las hojas

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llevan distintos mensajes a los que no podemos resistir. Hacemos todo lo podemos para conseguirlos, de maneras tiernas o violentas, y a veces las flores terminan debajo de los pies o dentro del estómago. Somos amantes apasionados, aunque les robamos la vida sin querer. Entiendes?

Yo pensaba por un momento, luego le contesté.

- No estoy segura. Pero he visto unas películas documentales sobre los toreros. Ellos afirman que aman a los toros con toda su alma, pero los matan sin excepción. Por eso, pienso que los toreros y los perros tienen algo en común.

El perro me miraba con los ojos grandes, parecía perdído.

- Bueno, de eso no sé nada. No conozco a ningún torero. Y ¿Por qué siguen los toros? Tienen un olor horrible...

- ¡Chicha! -

Gritó un hombre viejo a lo lejos.

El perro volvió la cabeza, después me decía muy contentamente.

- Es mi amo. Tenemos que volver a casa. Me ha encantado conocerte.

- A mí también.

Dije yo, casi llorando.

Ha entrado el sol por la ventana. Abrí los ojos, y ví la flor en el balcón. Me puse mi prenda favorita y salí a la calle. Paseaba por la calle tomando el sol. Un vendedor ambulante estába al lado del un carro lleno de jaulas. Me acerqué a una jaula. Había dentro un conejo

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que estaba comiendo hierba. Cuando comía, temblaban los labios y me miraba con los ojos de rubí.

- Dime, conejo. Tus labios simpre temblan como si tienes algo que decir. ¿Qué es lo que quieres decirme? Dimelo.

El conejo me miraba sorprendido, los ojos más grandes que antes, y, los labios temblaban sin parar. Me fijé en los labios esprando con angustia la primera palabra.

El animal bonito dejó de temblar los labios, se metió en el montón de hierba y volvió a comer con mucho gusto.

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TODOS ME LLAMAN JUAN

Orion Cohen (Tel Aviv)

Todos me llaman Juan. Pero si no me habéis visto, es porque nunca estoy en la calle. Odio la calle. Nunca paso par allá. Ni siquiera cuando tengo hambre. Podéis estar seguros que nadie me verá corriendo atrás de la comida entre los coches. Ni buscándola en las basuras y no robándola de otros. Si no hay nadie que me la da al frente de mi cara, me muero de hambre. En realidad soy modesto, y no hago mucho ruido. Nunca voy gritando a las chicas como un Babuino o quejando de como la vida esta mal. Me gusta mi vida y la vivo muy tranquilo. No molesto a nadie, y no hay nadie que me molesta. Dormido sobre un pedazo de cartón en el parque principal de la ciudad de Barcelona. Puedo decir con felicidad que aquí nunca pasa nada. Y, Dios quiera, nunca pasara algo. ¡Que buena esta la vida sin aspiraciones y sin complicaciones!

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El que camina al frente es Rafael. Al contrario de mi, Rafael es inteligente. Tiene ambiciones, carisma y habilidad de invención. Además, puedo decir a vosotros con honestidad, que Rafael es un gato de color marón con puntos blancos.

Yo sé que estáis preguntando, y la repuesta es si: Hablo el idioma de los gatos.

¿Por qué estáis tal sorprendidos? ¡El idioma de los gatos es muy fácil! Especialmente si eres un gato. Y soy un gato también…

Creo que soy el único gato que puede hablar ambos idiomas (el idioma de los gatos y el idioma españolito). Y me voy a usar esta oportunidad (el concurso de los cuentos en los institutos de Cervantes) para contar a vosotros (los seres humanos, que hablan español) una descripción de nuestra vida.

Nota del autor: Hay otros gatos que también hablan español. ¡Pero, todos viven en Cataluña y nunca, nunca, nunca van a usar el español para expresarse (también cuando es una cuestión de vida o muerte)! Lo que escribí ahora es casi toda verdad. Yo digo ‘CASI toda’, porque, hay una excepción que es muy importante: Para seducir a una chica (que esta gata y hermosa), los gatos catalanes inmediatamente hablan y se expresan en todos los idiomas del mundo (de los seres humanos, de todos los otros animales y también de los extraterrestres).

Entonces, vamos a empezar:

La vida de los gatos puede ser muy difícil: Nunca sabemos a que dirección mirar antes de cruzar las calles. Si, yo se, tenemos que mirar los semáforos y cruzar solamente cuando están verdes. Pero los gatos son todos daltónicos y no pueden distinguir entre color verde y color rojo. Además, para nosotros es muy difícil entender que significan

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los estúpidos dibujos allí. Porque los animales (normales), tienen que caminar con cuatro patas. ¡Entonces, dibujos rojos y verde de extraños animales que caminan solamente con 2 patas – no sirven para ninguno de nosotros!

Otra cosa es la comida. Por una razón u otra, todos los seres humanos piensan que somos animales lindos y quieren darnos la comida gratis. ¡Pero no nos gusta parecer lindos para nadie! Lee mis labios: Somos descendientes de los enormes aterradores leones que están en África. Tal ves no parecemos muy grandes ni amenazantes, pero todos los gatos tienen alma de predadores. Pensar que somos lindos es humillarnos... Además, no queremos comer comida seca y aburrida de una caja que habéis comprado en el supermercado. Tenemos que coger un ratón o un pájaro en una caza paranoica y después hacer lo pedazo. Pero desafortunadamente, en la ciudad de hoy en día, no es fácil coger nada. Especialmente las chicas…

Y si ya hablamos de las chicas (gatas), puedo decir a vosotros un hecho desafortunado: La verdad es que no existe, en todo el mundo (y probablemente en otros mundos tampoco), una gata guapa. Eso es porque todas las gatas tienen mostachos. Y si no es suficiente, nadie de ellas se depila. Ni se duchan tampoco. Y no me digan que los gatos se limpian. ¡Si realmente crees que lavar el cuerpo con mocos es igual a una ducha, hay que mandarlos a un manicomio! Para mi no hay nada mas repulsivo que una gata descuidada… Entonces, por las razones que acabo de describir, los gatos masculinos nunca quieren tener relaciones sexuales con gatas femeninas. Pero, en rara ocasiones, los gatos masculinos cantan serenatas a las gatas femeninas. Probablemente habéis oído (por lo menos una vez en la vida) una de estas canciones en el medio de la noche. La canción suena generalmente como: “MAUUUU… BAUU… AUUU…” ¡Pero, si pensáis que el gato esta enamorado, vosotros equivocáis! ¡No es una serenata romántica! El caso es muy simple: El pobre gato esta demasiado borracho para ver que la gata es

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fea, y en este momento de debilidad, le canta palabras como: “Tu me caes bien, cuando estas durmiendo…” En este caso, casi siempre, la gata aprovecha del momento y viola al pobre gato. Si no me equivoco, esta es la única manera que gatitos pueden venir a nuestro mundo…

Pero yo, soy un gato diferente de todos los otros. Como les dije antes, no me gusta correr atrás de la comida, y no me importan los semáforos ni las chicas. A mí, no me importa nada en la vida, no se nada, y no quiero a saber nada sobre el gran mundo que esta afuera de Barcelona. Todos hablan sobre terribles armas nucleares, que estamos destruyendo nuestro planeta, y que España esta en el medio de una enorme crisis económica. ¿Pero porque me importaría la crisis económica si los gatos son todos demasiado perezosos para trabajar? Nunca, en todos los ocho anos que he vivido, vi, al menos una vez, un gato que esta buscando trabajo. Os lo juro: Los gatos jóvenes no quieren trabajar. Tampoco quieren casarse. Todo lo que les importa es comer, rascarse, y tomar drogas. Una vez tuve hambre y pedí permiso para comer un poquito. Pero me gritaron con descortesía:”! Son nuestra comida, MIAUUU!”, y se volvieron a aspirar cocaína.

Había anos que vivía tranquilo, y nada me molestaba. Excepto una cosa: Mi nombre. Todos me llaman Juan, pero no es realmente mi nombre. La verdad es que soy un gato de Persia, y mi familia es descendiente a la monarquía antigua del imperio babilónico. Mi verdadero nombre es ‘Mahshi Gushnag Banug’ (el tercero). Pero para no morir virgen, y para evitar de recibir una paliza, he cambiado mi nombre a Juan. Entonces, en la próxima vez que nos juntemos, llamarme Mahshi. Banug Mahshi.

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LA DUDA CONTINUA

Anabela Botas Rodrigues Vitoriano (Lisboa)

- ¡Mami, mami, mami!!!!....

- Si Carlota ¿qué pasa?....

Era una noche de neblina cerrada que tapaba todo el lago Titicaca.

- Mama mira la ventana. Hay un barco muy viejo en el lago.

Juana miró, miró y no vio nada:

- Debes tener soñado. No hay nadie en el lago. Duerme…

- Yo vi mami, te lo juro, no ha sido un sueño – respondió Carlota.

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Juana la cubijó con la sabana y la manta y le dio un beso.

Carlota se viró muy aburrida pensando que su mama no acreditaba mas era verdad, ella había visto un barco, lo juraba y se durmió.

Por la mañana fue hablar con Pedrito, el nieto de Señor Pedro que hacia barcos antiguos como lo que había visto por la noche.

- Pedrito, ¿Cómo se llama el barco antiguo que tu abuelo está construyendo?

- No sé nada! Tienes que preguntar a mi abuelo o quieres que yo se lo pregunte.

- Te agradecería mucho se lo hicieres por mí.

Esa noche Carlota casi no durmió mirando el lago, pero el barco no apareció.

En el día siguiente Pedrito le dijo:

- Mi abuelo me ha contado que el barco es hecho de papiro.

- ¿Qué es el papiro?

- Una especie de papel antiguo que utilizaban los egipcios.

- Sabes ¿qué pueblo lo utilizaba?

-Se no hicieres más preguntas te contare todo. El barco era construido por los egipcios que tentaron travesar el mar en ellos, y hube uno que llego a América. En los años setenta se hubieron dos expediciones para probarlo, y la segunda consiguió hacer el viaje todo desde norte de África hasta América.

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Los días fueron pasando, pero casi un mes después, en una noche de luna llena, las ventanas no conseguían tapar el resplandor. El cuarto estaba iluminado como se fose día. Carlota acordó y pensó:

- ¡Ya ha entrado el sol por la ventana! Y mi mami no me ha llamado, voy llegar tarde a la escuela.

Se levantó y cuando abrió la ventana, vio que era la luna que iluminaba todo el cuarto, como se fose día.

Cuando miró el lago, casi dio un grito de espanto, el barco de papiro estaba parado cerca las orillas del lago. Miró y miró y le parecía que estaba vendo personas junto de él.

- Tengo de ir buscar los binóculos de mi padre, para ver mejor.

Puso los binóculos en los ojos y cuando vio por ellos, se admiró, el barco ya no estaba allí ni tampoco las personas.

Todo resto de la noche no durmió y por la mañana tenia solventada no contar a su madre lo que tenía visto, so lo contaría a Pedrito, pero se olvidó de los binóculos en la ventana.

- ¿No has dormido bien?

- Si, pero desperté muy temprano.

- Quizá la luna llena, a tu padre ha sucedido el mismo, ya estaba levantado y miraba por la ventana cuando yo he acordado.

- ¿Ha visto algo de extraordinario?

- No lo creo, no me ha dicho nada, ¿y tú? No me digas que has tenido otro sueño.

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- No mami, también no he visto nada, so el lago muy brillante y colorido con los rayos del sol, era de todos los colores, blanco, rosa, naranja, violeta, azul, verde, lindo, lindo, como siempre.

Salió corriendo para hablar con su amigo Pedrito antes de las clases.

- ¡Pedrito, Pedrito! - llamó cuando lo vio.

Pedrito paró y espero por ella.

- Tengo que te contar una cosa, pero juras que no dices nada a nadie. ¿Prometes? Y que no te reís de mí.

-¡Te lo juro!- dice Pedrito haciendo una cruz sobre el pecho.

- Es mejor hablar después de las clases, ¡Espera por mí, cerca del molino viejo a las cinco! ¿Está bien?

- Sí, hasta luego.

Carlota entró en la clase y durante las horas siguientes no oyó nada, su cabeza estaba muy lejos de allí. Estaba en lo que había visto durante la noche.

Cuando oyó la campana, salió corriendo. Llegó muy cansada, casi no conseguía hablar.

Después de tener descansado un poquito, empezó a contar lo que había acontecido ayer y el mes pasado.

- Ahora, ya comprendo tus anteriores preguntas. ¿Por qué no me has contado luego? Tenías miedo que yo pensase lo mismo que tu madre. Nosotros vamos a quedar un plano.

- Si, ¿Cuál?

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- Una noche, veo yo el lago y la noche siguiente tú lo ves.

- No es necesario, el barco solo aparece en las noches de luna llena.

- ¿Cómo lo sabes?

- Estuve toda la noche despierta y me recordé que la otra noche había sido casi un mes antes de esta.

- Pero has dicho que fue una noche nublada.

- Pero la luna está llena todos los 28 días, ¿no es verdad?

- Es verdad, tienes razón.

- ¿Vamos a estar con atención a la luna llena, y vamos a ver se vemos el barco? ¿sí?

- De acuerdo.

Carlota llegó a casa, fue a su cuarto hacer los deberes y a escribir en su diario lo que había quedado con Pedrito.

- ¡Carlota! ¿Por qué tenias los binóculos de tu padre en tu habitación?

Carlota pensó en una respuesta, no podía decir la verdad, mientras bajó los escalones.

- Para ver se era un ratón o un conejo, el animal que estaba viendo en la isla del Sol, ayer.

Los días y las noches parecían no tener fin. Finalmente llegó aquella noche. En esa tarde los dos quedaran estar despiertos toda la noche.

Por la medianoche, abrió las ventanas y vio el barco en el lago, hube

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señales de luces con la linterna como había quedado con Pedrito. Esto respondió. Puso los binóculos y miró el barco. Esto había acostado y había muchos hombres cerca.

- ¡No podía ser! ¡Su padre y el abuelo de Pedrito estaban en la playa con los otros hombres!

Los otros levaban en las espaldas paquetes, y su padre parecía que los comandaba. Un paquete cayó y salió un polvo blanco que se dispersó por la arena.

Estuve despierta hasta que el barco se fue, viendo los paquetes ser llevados para un coche que partió aún el sol no tenia nacido.

- Tengo que hablar con Pedrito- pensó

- Mami, ¿Lo padrecito estuve toda la noche en casa?

- ¿Por qué preguntas eso? Tu padre ha dormido conmigo toda la noche como siempre.

Corrió hasta el molino viejo para encontrarse con Pedrito. Todavía Pedrito no apareció.

Desalienta da siguió por la escuela donde estuve toda la mañana como se no estuviera allí. Por la tarde encontró Pedrito. Esto dijo que había estado despierto y que no había visto el barco.

- ¡Yo he visto! ¡ Y también a tu abuelo e otros hombres cargando paquetes con polvo blanco!. ¿Cómo podes no tener visto? ¡Estás a mentir!...

Giró las espaldas y corrió muy irada y triste. Cuando caminaba a su casa, quedó de repente.

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- ¿Sabías que fue encontrado polvo blanco en la playa?

Ha parado y sin querer ser vista, oyó la conversación de los dos hombres en el bar.

- ¿Quién ha encontrado la droga?

- El policía que vive en la Casa Grande, aquella con aquellas salas enormes y preciosas donde moraba antiguamente el conde de Manco Kapoc, que murió en el lago y su barco de papiro fue incendiado en una noche de luna llena, ha casi doscientos años, cuando llevaba polvo blanco para la otra orilla del lago.

- En algunas noches de neblina hay personas que ven un barco en el lago.

- Eso es una aparición que las gentes mestizas cuentan a sus niños como una historia para dormir, es apenas una creencia del pueblo.

Carlota casi empezó a hablar, pero no lo he hecho. Todavía se reirían de ella y le dirían que estaba loca.

La duda se era un sueño o verdad lo que había visto creció con ella, hasta veinte años después cuando su hija jovencita, con solo seis años, lo tener contado una mañana, tener visto también un barco de papel en el lago en la noche anterior (una noche de luna llena) y unos hombres con paquetes.

- ¿Mi Mami y Pedrito dijeron la verdad? - pensó

¡Y la duda continua hasta hoy!

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PENSAMIENTOS DE ASUNCIÓN

Corinna Fuhrer-O’Brien (Bruselas)

“Mi llamo Asunción. Soy señora de la limpieza en el edificio más impresionante del mundo. No he viajado muy lejos y realmente no conozco muchas lugares, pero este es realmente especial. Tengo mucho trabajo: muchas ventanas para brillar y suelos para pulir. Pero, cuando el sol de la tarde hace que aquellas salas enormes y preciosas parecen de oro, y que estoy ahí con mi cubo lleno de agua jabonosa y mi escoba, me siento orgullosa de estar a cargo de este lugar. Yo trabajo los turnos de tarde. Sólo cuando los nietos están con mi para las vacaciones y todos tenemos la oportunidad de pasar la noche alrededor de la mesa riendo y hablando, prefiero trabajar por la mañana, cuando todo el mundo sigue durmiendo en casa - pero normalmente hago el turno de tarde.

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Las otras señoras que trabajan en el edificio se sorprenden cuando les digo que me gusta trabajar en este lugar. Dicen: ¡Aquí nunca pasa nada! Es verdad que no hay grandes eventos, como conciertos o bolas; no hay debates políticos o congresos científicos. Estoy muy feliz de que no hay nada de esto. ¡El estado de el parquet después de que cientos de personas han estampida el lugar durante toda una tarde! Es cuasi imposible de conseguir de nuevo el brillo en la madera. Yo sé lo que es, porque antes trabajé en un grande hotel. La gente es sucia. ¡Le digo - es una vergüenza! Fue mi marido Joan quien me encontró este trabajo; estuvo contable en el edificio y aprendo que una señora de la limpieza era necesario. Me trajo el formulario de solicitud y lo llené. Tuve conseguir una carta de referencia del gerente del hotel y después todo la burocracia se ha hecho, comencé a trabajar aquí. Hay muchas años. Poco después, Joan murió. Creo que el trabajo era demasiado para él. Murió de un ataque masivo al corazón cuando salió de la casa por la mañana, justo en la esquina de el Camino de las Estrellas y la carretera de la Providencia. Fue un día terrible! El sol brilló, pero una nube negra se había apoderado de mi cabeza.

He recibido una pequeña pensión, pero he preferido mantener mi trabajo porque necesitaba los dineros para criar los niños. Creo que lo hice bien. Todos ellos tienen un trabajo, se casaron y tienen hijos. Tuvieron que partir a otra ciudad para encontrar trabajo. Es el precio a pagar si quieres tener un futuro. Los veo durante las vacaciones. Entonces, vivimos todos juntos en la pequeña casa que Joan compró y tenemos un buen rato. Pero, estoy hablando y hablando, mis pensamientos errantes y voces sabes nada más de este lugar donde trabajo...

...Bueno – el edificio es circular, no es enorme, ciertamente no tan grande como el Palacio Real de Madrid, aunque no he visto de verdad, sólo en la televisión. Tiene una torre baja con un techo dorado que parece un turbante gigante coronado con un unicornio de oro.

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El edificio se encuentra en un jardín de palmeras y rosas. Sólo hay rosas blancas y su olor es abrumador cuando las flores están en flor. Las plantas crecen tan juntos que no se puede caminar entre ellas. Tenéis que seguir un camino muy estrecho que rodea el edificio varias veces, como una espiral, para llegar a las grandes escaleras que conducen hasta la entrada. Tenéis que ser muy cuidadoso al caminar. Las piedras son desiguales y es muy fácil tropezar y rasgar las medias de un rosal. A mí me pasó una vez. Tuve que tirar las medias.

Hay exactamente cincuenta y dos pasos de mármol blanco hasta la puerta. El mármol se ha agrietado en los lugares y, a veces plantas pequeñas logran en las grietas. Por general, en verano se mueren de sed. Lo siento por ellos, pero no puedo regar las escaleras. Yo pido disculpas a ellos por la falta de agua.

Cuando llego a la cima me encuentro en una magnífica terraza. Desde aquí puedo ver por encima de toda la ciudad y al mar. Es un lugar precioso para detenerse por un momento, sólo para recuperar el aliento. Siempre hay un poco de brisa. Tengo la llave de la puerta de entrada, porque cuando llego mi turno, todo la gente ya ha ido. Es una puerta doble, grande y pesado con grandes manijas de bronce. Yo soy bastante fuerte, pero tengo que poner todo mi peso contra la puerta para abrirla. Normalmente, sólo una mitad de la puerta está abierta, pero cuando limpio, abro las dos para dejar entrar la brisa del mar. ¡No hay nada como el aire fresco para limpiar un edificio!

La primera cosa que veo cuando abro las puertas es la doble escalera de la sala de entrada. Las paredes y las pasos están cubiertas de azulejos verdes y turquesas. Hacen un patrón muy complejo de estrellas. Creo que este mosaico se necesitó muchos anos de trabajo. Pero valió la pena. Es simplemente hermoso. Cuando he terminado de lavar las

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escaleras y ellas son todo mojados y brillantes, enciendo las luces de la grande araña que cuelga encima de la escalera, sólo para ver si no me he perdido un punto. Entonces parece que dos caídas de azules y verdes se caían suavemente a mí. ¡Es estupendo! En el medio de las escaleras se encuentra una escultura. No estoy seguro si me gusta o no. Parece una cinta de color rojo brillante, que nunca termina. Debo admitir que el rojo es muy bonita en contra de los colores de la escalera. La escultura está realmente difícil de limpiar. Tengo que usar un paño muy suave para limpiarla. ... Lo siento, aquí voy de nuevo, divagando ....

En el primer piso hay un corredor que llevas como una espiral a una sala circular. Es la mas grande de todas las salas y en el medio del techo hay una ventana redonda. Se puede ver el techo de la torre, en lo alto. El techo es pintado. La pintura es muy difícil para describir porque no hay nada como esto en la vida real.

El fondo de la pintura es azul como el cielo o como el mar, no es el mismos azul en todas partes. Hay formas de colores brillantes y vibrantes y entre las formas están flotando espirales y estrellas y líneas que van en todas direcciones. Hay círculos y manchas de diferentes tamaños. Pensaba una vez que vi un collar hecho de planetas y a veces creo que puedo detectar un loro, pero luego resulta que es un sombrero de mujer, un coche, un zapato o una pequeña criatura. Todas estas cosas parecen estar vivos y nadando en un enorme estanque de cielo lleno de puntos de colores y círculos. Es como mirar las estrellas, las constelaciones. Joan supo mucho acerca de las constelaciones, no sé nada acerca de ellos.

Cuando he terminado limpiar los pasillos interminables, las oficinas y las salas, y cuando he puesto mi cubo, mi escoba y los paños especiales, tomo algunos minutos para mirar la pintura.

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Me recuesto en el suelo, justo en el centro de la sala, debajo de la torre y entrecierro mis ojos. De repente puedo ver a través de la nube que se cierne sobre mi cabeza las colores de la pintura. Son siempre diferentes, depende le la hora y de la luz. A veces creo que un polvo de oro cae sobre mí y que yo nado como una estrella en este estanque de cielo. Es un milagro - es la cosa más hermosa que he visto en toda mi vida. El hombre que pintó este milagro también fue llamado Joan. Terminó su trabajo en el día en que mi Joan murió.Coincidencia? No.

Creo que fue una señal para decir a nosotros que estamos vivos, que hay muchas cosas bellas en la vida, que a veces tenemos que mirar hacia arriba y que por eso a veces tenemos que tumbarse en el suelo.

Bien, es hora de dormir. Las vacaciones comienzan y los niños están llegando. Así voy a hacer el turno de la mañana... Hace mucho tiempo que vi la pintura de Joan en la madrugada.

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EL CAMINO CORRECTO

Oren Arzony (Tel Aviv)

Cuando Numan llegó a mi barrio hace 2 años, él llamó a mi puerta en un día llueve, llamó tan fuerte que todo los vecinos se despertó.

Pero, ¿qué me importa?... aquí no pasa nada de todos modos ...Corrí a la puerta para abrir y él estaba allí completamente mojado. Invité a venir, porque eso es lo que correcto lo que hacer. Le dije que estar cerca del fuego y lo llevó a algunos de mis ropas, pantalones viejas, una camiseta y calcetines que encontré en el armario. Él tomó las ropas y fue feliz de usarlos.

No sé nada sobre por qué confió en mí, pero él no ocultó nada de mí. fue involucrado en una actividad problemática que estaba a punto de

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ocurrió aquella noche y él dijo que algunas personas que no simpatizan le persiguen ...

¿Por que esta fue lo correcto a hacer? yo no saber, tuve que ayudarlo. Antes de saber su nombre, le dijé que lo que no se preocupe, que le voy a ayudarlo.

Él sonrió y me dijo, “gracias”, “gracias” ... él fue como un niño asustado.“Lo siento que venir a ti en este momento” ... él agregó.

No me importó, sólo quería hacer lo correcto y ayudar. Así que le permitió quedarse pocas días ... siempre y cuando recibí mi puntaje no me importa.

Tu tiene que ganar 7 puntos que recibe una tostadora, estoy ahorrando para un avión. Necesita 400 puntos para un avión. Yo no tengo una licencia de vuelo, pero sólo quiero veo un avión en mi jardín y me siento feliz.

Numan sintió en su casa muy rápido. Él empezó a ayudarme a hacer los trabajos de la casa. Él incluso arreglaró mi coche. Confié en él y se convirtió en uno de mis amigos más cercanos.

Así se convirtió mi compañero. Cada mañana él despertó y se puso a trabajar en el jardín. Parece que él tenía conocimiento de muchas cosas. Él sabía matemáticas, entender en el arte, recuerdo los días que observamos los cuadros en mi casa durante horas. Un día me sorprendió cuando la casa fue pintada todo de color blanco, fui en una reunión de trabajo cuando él me llamó y dijo: “Tienes que venir y ver las aquellas salas enormes y preciosas.”

Cada día cuando que volví a casa, algo era diferente, las nuevas plantas, estantes nuevos, una vez él incluso destruyó una de las paredes porque

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él dijó que está haciendo la casa “más abierto y que trae la luz a la cocina”. Al principio a mi no me gustó esto, pero después de un tiempo aprendí a vivir con ella.

Él sabía muy bien cómo trabajar con madera, él construyó un nuevo buzón, puerta nueva, incluso un techo nuevo. Los vecinos siempre detuvó en sus camino sólo para mirar y quedaron muy impresionados.

Recuerdo que fue 3 de Mayo, cuando todo comenzó a ser vagos… …

Volví a mi casa de trabajo y la puerta fue cerrada con llave. Revisé mis bolsillos y encontré la llave, traté de abrir la puerta pero la llave no encajaba. La puerta tenía cerradura nueva. Oí ruidos en el interior de la casa así que empecé a tocar la puerta pero nadie respondió. Ví Numan desde la ventana, él fue caminando cerca de la puerta y gritandó “¡Vete! que tu no viven aquí nunca más. “... tuve la suerte de encontrar por lo menos mis llaves del coche en mi bolsillo. Cuando llegué a mi coche, encontré de todas mis cosas fue dentro de maletas. En el asiento delantero, encontré una letra: “Gracias por todo, hay algo de dinero y comida en la bolsa. Gracias de nuevo y adios”.

No entendí por qué lo hizo ... de repente sentí rabia y corrí a la puerta y empecé a dar patadas con todas mis fuerzas, pero muy rápido mi pierna fue tan dolido, así dejé.

En la proximo dia fui a visitar un amigo mío, él es muy inteligente y yo quería saber que él piensa sobre lo que ocurrió. Después que expliqué que ocurrió, él me dijo que me quedara lejos de esta casa y “dejar Numan encontrar el camino correcto a sí mismo”. Después, salimos a beber algo.

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EL GRANDE HUEVO

Daniel Dickmeis (Berlín)

Pasados unos días después de sus partida de La Mancha Don Quijote y Sancho llegan Lissabon. Por la tarde Sancho pregunte “¿Donde nosotros dormimos anoche? La luna ya está en el cielo.“ Don Quijote conteste “Nosotros somos invitados a el rey de Portugal. Está es el palacio por su huéspedes.“ Ellos encontan delante de una casa muy vieja. La puerta es abierta. “Yo creo que Portugal es una republica“, Sancho dice. “Y esto es una ruina.“ “Sancho, mi amigo, yo soy muy seguro que el rey Mammon un buen tiempo domine in Portugal. Su palabra es la ley. ¡Entramos!“

Los dos entran la casa. En la penumbra ellos notan que la casa es más espacioso que esperan. ¡Más espacioso en el interior que desde fuera! Aquellas salas enormes y preciosas realmente son los salas

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de uno rey. “¡Que milagro! Que riqueza de rey Mammon!“ dice Don Quijote. Pero el palacio es vacío. Nadie es está.

In uno sala Don Quijote y Sancho encontran uno huevo gigante in uno igualmente monumental huevero. “¿Esto es nuestra cena?“ pregunte Sancho. “Yo soy hambriento.“  Pero al lado de el huevero esto uno escudo: “Uno regalo de la emperatriz de China.“ “¡Ah, la emperatriz de China!“ dice Don Quijote. “¡Se llama Pecunia! Esto no es cena nuestra.“

¡De repente escuchan uno ruido de el huevo! Los dos se asustan. Ellos observan el huevo, que se hace vivo. La cáscara crepite más y más, y finalmente forza. En el monumental huevero está posada una cebra.

“Oh cebra, ¡tú eres el máximo milagro!“ grita Don Quijote. “¿Como te llamas?“ “No sé nada“, contesta la cebra. “Por suerte vosotros habláis español. Yo no comprendo otras idiomas. Por eso mi piel es negra y blanca. Negra por comprender, blanca por no entender. Ahora yo estudio todo, y in el fin voy a ser gris.“

“Muy bien“, gruñe Sancho en voz baja. “Tú comenzas como uno filósofo y terminas como uno burro.“

Ha entrado el sol por la ventana. El día nuevo comienza. La cebra, el monumental huevero, la sala preciosa y todo el palacio desaparecen. Don Quijote y Sancho están in una ruina.

“Creo que ponemos en marcha“, dice Sancho. “Nosotros quedamos a alguien todavía un recorrido largo a Marrakesch.“

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INTERMEDIOB1

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El tema de los cuentos era libre, pero todos los participantes tenían que respetar tres restricciones que han incluido en sus cuentos:

1ª restricción

Este extracto de la obra del autor chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011:

. no había visto flores tan hermosas1

2ª restricción

Había que elegir un fragmento entre estos dos. Ambos son de obras de Isaki Lacuesta, cineasta español ganador de la Concha de Oro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2011:

. a mí me cuesta dormir y a ella despertar2

. no sé si alguien verá la diferencia3

3ª restricción

La tercera frase ha sido extraída de canciones en español, así que el otro fragmento que había que escoger era uno entre estos tres:

. los recuerdos de tu infancia te señalan con el dedo4

. visualiza esas palabras en el buzón de tu casa5

. sabes que no hay nada mejor que risas por la mañana6

1 Nicanor Parra. Poema “Sigmun Freud” en Chistes para desorientar a la policía poesía (Colección Visor de poesía. Madrid 4ª ed., 2009)

2 Isaki Lacuesta. Todas las cartas. Correspondencias fílmicas (Carta a Naomi Kawase) Carta 1 “Despertar lentamente” (2008) 11’ 35’’

3 Isaki Lacuesta. Cortometraje 2012; Notodofilm (2010) 3’ 51’’4 Breton Armada. « En la azotea» en Principios de siglo (2010)5 Astrud& Col-lectiu Brossa. «La boda» en Lo Nuevo (2010)6 Dotore. «La mañana» en Los veranos y los días (2010)

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MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN ESTADISTA JUBILADO

Stefano Fredda (Roma)

«¿Y si hubiese sido un letrado? Se está apagando...» Se inclina para arreglar la chimenea, se detiene un momento en frente del fuego. Observa. Por un buen rato las llamas atraen su mirada y lo apartan de sus razonamientos, luego camina en el salón: un salón sobrio, en una casa sobria. La casa de una anciana pareja alemana.

«Letrado... ¿Cómo se me ocurre?»

Ahora el fuego se ha reavivado, Hannelore non tendrá frío. El silencio de la madrugada llena la casa. Camina, mira las fotografías, la niñez de los hijos, los nietos. Su vida. No había visto flores tan hermosos. «¡Cuantos años han pasado!» Se vuelta, cruza los brazos detrás de espalda y vuelve a sus meditaciones: «¡Bien dicho, alguién tenía que

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decirlo! ...Menos egoismo y más Europa... Alguién tenía que decir la verdad ...Tienen que comprender...»

Piensa en su última entrevista: el periodista, muy joven, le recordaba su hijo, el pequeño: los mismos ojos y la misma timidez.

Camina. La librería está ordenadisima. La grande mesa en el centro del salón, las pesadas tiendas bermejo, el sofa y la grande alfombra definen el espacio. El espacio de la vida familiar, de los cumpleaños de su esposa, de los primeros pasos de los pequeños, antes los hijos, luego los nietos. El refugio de los afectos. Las Navidades. Los inviernos.

El fuego en la chimenea chisporrotea y acompaña las reflexiones de este gran hombre con el pelo blanco, un poco despeinado, bien abrigado en su bata a cuadros escoceses. Sigue andando por la casa.

Se asoma a una puerta: Hannelore está durmiendo y sonríe. Sonríe él también.En su despacho, una pequeña oficina respaldada de una estantería de madera oscura abarrotada de volúmenes, se detiene en frente del escritorio, su actual sitio de combate: hay muchos libros apilados desordenadamente, diarios, revistas, notas.

Hay una hoja llena de garabatos y palabras. Una se repite, calgada y subrayada muchas veces. Acompañó sus respuestas al periodista, sus razonamientos, su convinción profunda: ¡Europa! Palabras, apuntes y garabatos que constellaron y todavía acompañan las reflexiones de toda la vida. Una reflexión larga como una vida.

No consigue dormir por la noche: da vueltas por la casa, enciende la chimenea, piensa.

«El libro que me regaló Willy... adversarios altivos, pero que respeto... el respeto de las ideas verdaderas, no esta ficción ridícula de lo

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políticamente correcto... Qué estupidez... Tenía que decir lo que he dicho, de otra manera no entienden... ¡Ideas y un poco de valentía... Esto necesitamos! ¿De otra manera que sería la política? No es solo gestión, casi nunca es gestión. ¡Si hubiese sido un aministrador cauto y temeroso aún existía el Muro... es más... se habría derrumbado también encima de nosotros! ¡Necesitamos más Europa! ...Europa... a mi me cuesta dormir y a ella despertar...» sonríe, pero en seguida se pone muy serio «dicen que ahora las cosas son muy complejas... ¿Ahora? ¿Y antes? ¿Creían que era fácil unificar un país... un continente... dos mundos adversarios? Estos no entienden... ¿Y ahora quién queda? El francés ha ido... estamos solo yo y Michail, «el enemigo»... un jubilado y un exiliado en su tierra... ¡Bah!» Se arregla las gafas «...No se dan cuenta de cuales riesgos puede comportar la esitación, no se dan cuenta de la importancia de la Unidad Europea, de lo que puede comportar la falta de confianza y coraje... No se dan cuenta de cuales tragedias nos esperan fuera de la puerta de la Unión Europea si esta fallece...»

Trata de peinarse con las manos el pelo desordenado.

«Quiero marcharme... viajar por Europa... Europa verdadera... sin la tortura de las visitas oficiales, comidas, piquetes de honor, no, no... Quiero viajar en mi coche, yo y Hannelore... pequeños hostales con los geranios a las ventanas, como en Baviera... cuanta paciencia ha tenido... y yo también... nunca conseguí pasear con ella a lo largo de la Sena, regalarle flores... nunca conseguí recorrer España como deseaba... Madrid... Toledo, Salamanca... Granada, Sevilla... querría probar la morcilla de Burgos... querría bailar Sirtaki, ver Grecia... recorrer Lisboa en tranvía... visitar Roma y oír sus gritos... ¿Gritaran todos como en sus películas? Quiero marcharme... mañana lo digo a Hannelore...» Se asoma otra vez y la observa con ternura...

«Cuando nos encontramos, nos conocimos y nos amamos... en seguida... el país estaba destruido, arrasado, era un cúmulo de ruinas.

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Escombros. Nosotros alemanes también lo erámos... la vergüenza... no lográbamos mirarnos en la cara... el complejo de culpa. Habíamos sido nosotros... Nos conocimos y nos amamos... luego los niños... los nietos... y ahora dos viejos...» Se acuerda de una frase: los recuerdos de tu infancia te señalan con el dedo. «Quiero marcharme con ella”.

Vuelve al salón, se acerca al ventanal y aparta la cortina. Huele el perfume de los tulipanes en la mesa.

Son casi las cinco de la madrugada, observa el cielo, amoratado, violáceo y nublado que empieza a despertarse. «Quiero viajar... Europa no puede ser solo una frontera... tenemos que abrir puertas y ventanas... los que actualmente son nuestros puntos débiles pueden convertirse en importantes recursos... Grecia es la cuna de la civilización occidental... Italia y España tienen una historia maravillosa... ahí se mezclaron muchas culturas y gentes diferentes... Grecia, Italia y España pueden volverse en la puerta de Europa y en una importante ventana para mirar el mundo... lo que falta ahora... despues de todo Europa nació en el Mediterraneo... lo que falta ahora... una visión del mundo...»

Entra otra vez en su despacho y detiene la mirada en algunos famosisimos desconocidos que bailan abrazados sobre el Muro. Aquella noche. La Puerta de Brandeburgo en el fondo. «¡Qué bella foto!»

O freunde nicht diese töne... Amigos, no estos tonos, levantemos al cielo un canto más agradable ¡de alegría! ¡Alegría! Recuerda Schiller y la Sinfonia numero 9 de Beethoven. An die freude, la Oda a la Alegría. El himno de la Unión Europea.

Al amanecer Helmut Kohl vuelve en el dormitorio y, sin despertar a Hannelore, la mujer que adora desde toda su vida, se acuesta.

«Quiero viajar por mi Europa»

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UN ERROR

Anastasia Malinovskaya Papanian (París)

 

Soy un teléfono móvil de cuarta generación. Puedo grabar 64 mega octetos de información, filmar y fotografiar, puedo conectarme a Internet, puedo también organizar las videoconferencias para Sonsoles, mi maestra. Mi maestra es una persona muy importante en su trabajo. Tiene que hacer muchas cosas a la vez: hablar al teléfono (¡mi!), mirar la televisión para supervisar los últimos reportajes y dar ordenes a su estúpido ayudante Pablo. Sonsoles es une chica ideal, si pudiera casarme con ella, haría lo inmediatamente. Es una bomba morena, con los ojos verdes y el cuerpo de diosa. Además tiene un trabajo de ensueño a la televisión madrileña, es una periodista importante, encuentra mucha gente famosa: los artistas, los deportistas, los políticos Estoy enamorado de ella y no me gusta todas estas relaciones.

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La última vez que Sonsoles estaba enamorada de un chico, por poco falté morir. Este patán le anunció por SMS que estaba casado y padre de un niño de algunos meses. El otro tarde mi maestra reservó una mesa en el mejor restaurante de la ciudad para celebrar el día de San Valentín y cuando recibió el mensaje, me tiró bajo la mesa. Comprendo que estaba enfadada y ofendida, pero mi pantalla estaba rota. ¡Pasé tres días en el servicio al cliente! Cuando volvió, Sonsoles pasaba las horas enteras al teléfono (¡mi!) para contar su historia a Estela, su mejora amiga, y para llorar sobre su destino injusto.

Después este accidente decidí preservar Sonsoles de las historias parecidas, estábamos bien los dos. La seguía en todas partes: a la casa, al trabajo, al deporte, a los restaurantes Estaba su mejor amigo, su confidente, casi su amante Estaba listo hacer todo para impedirla las relaciones con los hombres. Quería haberla para mi y para mi solo.

Una mañana, ella tenía una cita con un grande futbolista de Real. Después la parte oficial el hombre cogió su número, prometió llamarla pronto para salir una tarde, etcétera No podía permitirlo. Sonsoles grabó su número en mi. Cuando la llamó, me puse en marcha silenciosa y borré su llamada de mi memoria. Repetí este manejo tres veces y él dejó de llamarla. Sonsoles estaba un poco triste y mismo dijo a su amiga Estela que no podría más fiarse de hombres.

Mi maestra continuaba sus viajes a través los países, continuaba encontrar la gente muy famosa e importante pero no daba más su número a nadie. Un año pasó así y yo estaba muy contento. Vivíamos una relación perfecta: dormí cerca su almohada, estaba el primero que ella buscaba al despertar y después, me tenía en sus manos durante todo el desayuno. Una vez Sonsoles tenía una entrevista con el presidente del Gobierno de España por la mañana temprano y por la tarde tenía que ir a París para encontrar el presidente de un canal de televisión francés. Estuvo mi día de mala pata.

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La guardia personal del presidente prohibió a todo el mundo la utilización de les móviles. Estuve puesto sobre la mesa con una decena de otros teléfonos. Cuando la entrevista estaba terminada Sonsoles llegaba tarde por su avión. Y ella me olvidó sobre la mesa, me esforcé llamarla pero estábamos todos en marcha silenciosa

Lo que pasó después estaba horrible. Sonsoles llamó Pablo, su ayudante, del aeropuerto para que traiga su teléfono rápidamente en el taxi. ¡Pablo, este tonto de remate, me confundió con el otro! Sonsoles vio su error en el avión y pidió salir. La azafata la respondió que ya estaba imposible. ¡Es así que mi maestra viajó en París, la ciudad más romántica del mundo, sin mi!

Ella llamó Pablo desde París para que haya encontrado su teléfono (¡mi!) y que haya organizado la vuelta del otro a Madrid. El entrevista con el presidente de canal francés se pasó muy bien y como no tenía el teléfono con ella y no pudo trabajar, salía de la tarde. Estaba la Noche Blanca de Museos. No sé como, pero encontró un francés que la sedujo. ¡Sabéis como están estos franceses! No pudo preservar la esta vez. Mi maestra le dio su número, le invitó venir a Madrid. ¡Qué horror!

Cuando Sonsoles volvió lunes al trabajo y me cogió en sus manos, estaba vibrando de felicidad. Tenía tantas cosas a mostrarla: 347 nuevos mensajes, 63 llamadas y 134 SMS (borré el 135 porque estaba de un pretendiente). No pude imaginar en este momento qué desgracia ocurrió. Sin embargo, vi la diferencia rápidamente.

Ella empezó para regalar una Torre Eiffel a Pablo en lugar de echarlo por su falta. Después, fue al oficina de otra periodista (que no soportaba habitualmente) para hablar con ella:

- ¿Cómo estás Leticia? ¡Qué flores tienes sobre tu mesa! ¡No había visto flores tan hermosas!

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- Muy bien, Sonsoles, gracias, ¿y tú? ¿Cómo estaba París?

- Muy bien, gracias. Tenemos que salir una tarde porque te cuente.

- No puedo esta semana, el lunes de la semana próxima?

- De acuerdo, anoto en mi agenda para el lunes.

- Apenas echó un ojo sobre sus correos y e-mails y partió a la peluquería.

- ¡Buenos días!

- ¡Buenos días, señora! ¿Qué quería?

- Un brushing vivo, no sé si alguien verá la diferencia, pero estoy de humor para cambiar mi estilo un poco clásico.

Por poco vibro de resentimiento. Sugerí su peinado un día que Sonsoles navegaba sobre Internet para cambiar de cabeza (le he sustituido una pagina Web por una otra), después su historia triste de San Valentín. Y ahora quería cambiarlo, no le gustaba más mi idea.

La tarde misma entendí todo. Un número largo con el prefijo +33 llamó mi maestra. Cuando entendió el timbre, empezó a temblar. Su voz estaba suave y emocionada durante la conversación con un hombre extranjero que hablaba español con un acento gutural.

- ¡Hola! ¿Sonsoles?

- ¡Sí!¡Hola Philippe! ¿Cómo estás en París?

- No es lo mismo que contigo.

- Te echo de menos a mí también. Que haces mañana? Vas a tu colegio?

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- Sí, tenemos un final del concurso de nuestros alumnos. Tienen que presentar a escena un número humorístico de algunas minutas, me temo lo peor

- No tengas miedo, ¿sabes que no hay nada mejor que risas por la mañana?

- Te contaré mañana por la noche, si reía o lloraba.

- De acuerdo, te contaré mi entrevista con Marc Levy. No he leído un solo libro de él y tengo que preparar las preguntas pertinentes por la mañana.

- Pienso en ti todo el día, espero con impaciencia la noche del viernes.

- Mí también. Buenas noches y que el viernes venga pronto.

- Buenas noches, muchos besos.

Al fin de la conversación, Sonsoles me besó. No esperaba tal pasión, su comportamiento me cogió desprevenido. ¡Es ardientemente enamorada de mí! ¡Estoy su amor, su amante, su prometido!

Algunas minutas después, mi maestra llamó Estela para contarla que esté enamorada, que no vivió jamás une historia parecida, con un extranjero (¿Porqué extranjero? ¡Estoy americano de origen, pero español de corazón! Mi lengua es español, aunque tenga una manzana sobre mi cáscara, me siento madrileño). Le dijo que estaba muy guapo (ahí, enrojecí hasta mis antenas), muy atento (claro que pruebo estar siempre cerca ella para conocer sus menores deseos) y tenía sentido del humor (finalmente, le gustaba las paginas Web que le enviaba de tiempo en tiempo para sustituir sus paginas de trabajo).

Toda la semana estaba en la gloria. ¡Sonsoles me ama! Vamos a pasar nuestras vidas juntos, hasta la muerte. Vamos a viajar, salir de noche

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(sólo nosotros dos) y trabajar el día. Con todas estas emociones, he hecho algunas faltas: corté tres o cuatro (o un poco más, no sé) veces mi maestra cuando estaba hablando con la gente, borré algunas SMS (sobre todo extranjeros, tienen más tiempo para grabar) y estaba lento para fijar las paginas Web. Compréndame, la mujer de mi vida se declaró enamorada de mí.

El viernes, Sonsoles llamó Pablo en su oficina. Me estaba tenido en sus manos y me dio a su ayudante:

- ¿Pablo, podría, por favor, transferir todas las informaciones de este móvil en mi nuevo, y después limpiar su memoria completamente? Funciona cada vez más malo.

- Desde luego, dentro de una hora, voy a traer el nuevo teléfono.

- Gracias, Pablo.

¡No! ¡No! ¡Sonsoles, mi amor! ¿Qué haces?

Soy un teléfono móvil de cuarta generación. Puedo grabar 64 mega octetos de información, filmar y fotografiar, puedo conectarme a Internet, puedo también organizar las videoconferencias para Pablo, mi maestro. Mi maestro es una persona muy importante en su trabajo. Tiene que hacer muchas cosas a la vez: hablar al teléfono (¡mi!), mirar la televisión para supervisar los últimos reportajes y llevar a cabo los ordenes de su estúpida jefe Sonsoles. Pablo es un chico ideal, si pudiera casarme con él, haría lo inmediatamente. Es un guapetón moreno, con los ojos marrones. Además tiene un trabajo de ensueño a la televisión madrileña, es un ayudante de una periodista importante, ve pasar mucha gente famosa: los artistas, los deportistas, los políticos Estoy enamorado de él y no me gusta todas estas relaciones

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EL GAZPACHO Y EL CHOCOLATE

YanJia Guo (Pekín)

La historia tuvo lugar en una ciudad muy tranquila que estaba cerca de una montaña pequeña. Durante todo el año las calles se llenaban de las flores. Cuanto Pedro llegó a esta ciudad por la primera vez, le encantó un restaurante bonito que se llamaba Gazpacho. Tenía sillas de colores distintos, rojas, amarillas, verdes, marrones y blancas, como un plato de gazpacho, una mezcla de colores frescos. Durante mucho tiempo, solía cenar allí. Le hacía sentir bien tomar sopa fría, pero nunca se sentaba en las sillas blancas. Para él el color blanco significaba tristeza y muerte.

Pedro era un hijo ilegítimo y no sabía quién era su padre. Hace un año, salió de casa hacía allí con su madre, Lucía. En aquel momento, Lucía se encontraba muy mal por un dolor de estómago. El médico dijo que tenía un cáncer grave y era probable que sólo viviera 3 meses.

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Estaba de pie al lado de la cama mirando la sábana blanca y la cara blanca de Lucía, se dio cuenta de que no podría abrir sus ojos otra vez. No hubo mucha gente en su funeral. Cuento el cura le pidió que se despidiera de su madre, se quedó en silencio durante mucho tiempo y al final dijo “a mí me cuesta dormir y a ella despertar.”

La gente salió poco a poco, le dejó en la llovizna, con la lápida alrededor de las flores. La lápida era verde y tenía un trébol. En la hoja de arriba había una foto en blanco y negro de Lucía, en la de la izquierda, había una foto en color de Pedro, y en la de la derecha, había una palabra ̈ Gazpacho¨ en marrón. Justo cuando vio “Gazpacho”, no supo por qué, Pedro sintió un olor a chocolate. Le recordó a un día muy especial en su vida.

A Lucía se le daba muy bien cocinar. Cada verano, un día y sólo en ese día, vestía la mesa con un mantel blanco y ponía platos de gazpacho muy especiales que incluso Pedro pensaba que eran flores. No había visto “flores” tan hermosas hasta ese momento, es decir, que no había tomado un gazpacho tan rico. Eran tres platos verdes, como un trébol. La sopa estaba de decorada con círculos hechos con pétalos de rosa roja, con crisantemo amarillo, con menta verde y con chocolate marrón. En el centro había un lirio blanco con estambres rosas.

A Lucía, le gustaba el gazpacho porque todo era fresco. Si tuvieras una sopa caliente, te preocuparías de que no se enfriara y la darías calor y la protegerías, pero por último, acabaría fría. El amor es lo mismo. Cuando quieres que esté más fresco, estás más cansado. A toda la gente enamorada le parece que su pajera es un chocolate. Sin embargo, el chocolate se derrite en agua caliente y de la misma manera, nosotros nos perdemos en el amor, y no somos nosotros mismos. Sólo en la sopa fría, el chocolate es chocolate y tú eres tú.

Había tres gazpachos, Lucía se tomó uno, Pedro se tomó otro y el que quedaba. Siempre se quedó allí hasta el día siguiente. Por la mañana,

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desapareció. Lo más seguro es que fuera para su padre, un hombre al que nunca había visto pero existía. Para Pedro, su padre sólo era un gazpacho con chocolate.

- “Buenas tardes. ¿Qué desea?” una chica preguntó.

- “Un gazpacho con chocolate……” Pedro habló consigo mismo.

- “Perdona, entonces…” la chica dijo.

- “Perdón, perdón, estaba hablando conmigo mismo, nada, nada.” Pedro dijo.

- “Sí, sí, lo tenemos, pero lo servimos en la zona blanca.”

- “¿lo tienen?”

- “Sí, sí.”

- “¿Seguro?”

- “Sí, tenemos gazpacho de flores.”

- “¿De flores?”

- “Y con chocolate.”

- “¿Por qué sólo hay en la zona blanca?”

- “Porque sólo en las mesas blancas, es llamativo.”

Pedro tenía muchas ganas de verlo. Aunque no quería cenar en la zona blanca, pero le fascinaba la chica vestida de blanco. En verdad, estaba radiante y su cara era rosa y fresca. Su sonrisa era muy natural y amable, como un lirio blanco con estambres rosas. Hace mucho tiempo, Pedro

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no tenía este sentimiento, como un rayo de sol caliente, directo a su corazón.

- “Es el primer señor que lo pide por su propia cuenta.”

- “¿Y otros?”

- “Se lo recomendamos. Siéntese por favor. Ahora mismo le sirvo la sopa.”

Diez minutos después le puso. El gazpacho era justo lo que esperaba, era exactamente igual que el gazpacho que su madre hacía.

No comió nada.

- “¿No le gusta?”

- “Sí, pero no es para mí.’

- “Pero, ha pedido gazpacho con chocolate y eso es.”

- “Sí, sí, lo he hecho, lo pago, pero no es para mí, sino mi padre, un hombre que hacía este gazpacho muy bien.”

- “¿Su padre puede hacer este gazpacho?”

- “Creo que sí...... y mi madre también. Cada año, en el día de hoy, lo hacía porque era el día que se conocieron.”

- “Ah, pues mi padre también…”

- “¿Y hoy?, ¿lo ha hecho tu padre?“ Pedro abrió sus ojos de repente.

- “No, este año no ha podido y nunca más podrá aunque me dijo que le apetecía mucho.”

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- “¿Está mal?”

- “Ya no está entre nosotros…”

Pedro se decepcionó mucho. Un minuto antes, creía que casi había encontrado a su padre, justo en ese momento, se dio cuenta de que iba a estar solo siempre. La chica parecía que entendía lo que Pedro pensaba y le consoló poder llevar a Pedro a ver su padre. Pedro no sabía si era su padre o no y nadie lo sabía, ¿pero qué podía hacer a partir de seguir la?

El fin de semana por la mañana, hacía sol y brisa. Fueron a ver al padre de la chica. No era un sitio desconocido para Pedro porque su madre dormía allí también. Pasearon por la misma ruta y pararon justo al lado de la tumba de su madre. Estaba una lápida marrón sin fotos ni palabras, como un trozo de chocolate.

- “Mi padre deseaba que la lápida no tuviera nada. A menudo me decía que los ojos eran ciegos. Le parecía importante que la gente tuviera que ver con el corazón. Es fácil ver algo que está encima del color blanco, lo mismo, si tienes un corazón límpido, podrías ver más.” Hacía al sol de la mañana, la chica dijo sonriendo. Pedro sentía que estaba en el paraíso y había dejado toda pesadez.

- “¿Sabes?, ¿que no hay nada mejor que risas por la mañana?.... Ya no quería saber quién era mi padre.”

- “¿No?”

- “No. ¿No has visto? Ya estaban juntos y tiene más significado. Y yo, un gazpacho fresco, necesito un lirio blanco sonriendo.”

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EL REY Y EL PINTOR

Karine Weber (París)

Un rey, cuya historia no recordó el nombre, hizo venir a su palacio a un pintor cuya fama había llegado hasta él. Era un hombre sin edad que vivía en una pequeña casa colgada a las laderas de una montaña. Su fama era grande y ya había sobrepasado las fronteras del reino. Por el Mundo ya se susurraba su nombre con fuerza suspiros y genuflexiones. El rey le encargó un retrato para sus nuevos apartamentos. Quería que esté representado las bellezas de nuestra madre a todos: La Tierra Una clase de  tríptico azul, amarillo y blanco en símbolo de las energías primordiales cuya unión había generado, hay mucho tiempo, la armonía única de nuestra planeta. El pintor prometió realizar una obra maestra y poner  toda la quintaesencia de su arte. Pidió algunos días de inspiración, víveres y materiales ilimitados y volvió el camino de su retiro. Algunos días más tarde, tenía su tema. No le faltaba nada sino

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probar los colores de los polvos y otras aguadas sobre una simple tela antes de empezar el retrato. Comenzó por un azul profundo para el mar. Pero desde de los primeros golpes de pinceles, le pareció que algo no iba bien. ¡No volvía de su asombro! El color no parecía querer guardar su textura… el azul entonces tomó completamente posesión de su tela y se puso a perder tinta  hasta inundar literalmente los suelos de su pequeña casa. Las oleadas se propagaban y se fluían bajo la puerta. ¡¡¡El tubo de aguada parecía contener todos los mares y los océanos del Mundo!!! Los rodales que se escapaban eran tan violentos que hizo falta a nuestro pintor toda su fuerza y su valentía para conseguir por fin cerrar el tubo de aguada y no acabar ahogado. Una vez repuso por sus emociones, mojado pero salvo, nuestro pintor se preguntó qué diablos podía significar todo eso. ¡Nunca había tenido a pegarse así con sus pinceles, polvos o pinturas! ¿Qué significaba toda esta agua? Perplejo, decidió reflexionar un poco.

Los meses pasaron, durante los cuales las caravanas de rey seguían acarreando hacia el refugio del pintor provisiones, antorchas, pinceles, polvos de oro y colores.

Seis meses se habían pasado y el pintor no había encontrado respuesta a sus preguntas. Pues, se decidió, retomar su obra. Ya que comenzar con el azul Océano no le había dado éxito, decidió que esta vez empezaría el retrato por un color amarillo ocre espléndida que ilustraría muy bien, los trigales, las tierras ocres de los continentes del Sur y el sol que le gustaba tanto. Estableció el material, juzgó distancias adecuadas y se agarra del tubo de aguada color ocre. Vaciló. Lo abrió delicadamente preparándose al mismo tiempo en lo peor… ninguna agua. ¡Qué alivio! Ninguna ola parecía decidida a aparecer. Apretó delicadamente el tubo. Nada… el tubo parecía vacío. Aun apretó más firmemente. Siempre nada. Lo sacudió violentamente. No hubo nada. Y cuando estaba a punto de saltar a pies juntillas encima, le pareció oír como un murmullo, un quejido, luego un gruñido y un guirigay enorme… ¡¡todo se puso a

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temblar alrededor de él y una montaña gigante de arena broto del tubo sobre nuestro pobre pintor y lo propulsó violentamente, fuera de su casa!!

Un año había pasado y el artista siempre no había dejado su retiro.

El rey daba rabia cada vez que pasaba delante de la pared desesperadamente vacía.

Envió un mensaje al pintor, ordenándolo venir cuanto antes para comenzar su trabajo. No pudiendo soportar más la tela blanca que parecía provocarlo con insolencia, el pintor se decidió a actuar. Tenía una idea vaga de lo que le había ocurrido pero tenía que aclarar lo que sucedido. Sabía que la próxima vez, tendría que pintar a la pared del palacio. Pero antes, debía asegurarse que ningún incidente importante ocurriría. Imposible dejar al Rey arriesgar un ahogamiento o la asfixia. Por eso tenía que encontrar su viejo amigo a Merlin a fin de que este le ayude de su luz y sabiduría.

Éste vivía muy lejos, pero nuestro pintor no tenía otra posibilidad.

Dos años habían pasado cuando el pintor, que el rey casi había acabando por olvidar, volvió a aparecer en el palacio. El artista se planta delante la pared, se agarra de la pintura blanca y pintó la primera parte del retrato directamente en la pared. El blanco estaba perfecto para figurar las grandes extensiones blancas polares y los glaciares majestuosos que se podían cruzar por Océano Ártico. El rey vino a contemplar esta obra maestra tan esperada. ¡Esta primera parte era espléndida! ¡Todas estas extensiones de blancos provocan tal serenidad! Y este oso polar que el pintor había añadido al lejano le gustaba mucho. Pero mientras que contemplaba esta primera parte tan esperada, comprobó con estupefacción que la banquisa parecía borrarse. Al cabo de algunas horas los glaciares no se parecían más que a pequeños cubitos de

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hielos groseramente esbozados en medio de un océano inmenso. Hasta el oso polar sin embargo tan imponente había desaparecido… la cara real revistió a su vez la máscara de la estupefacción, la mueca de la indignación para estallar en mueca de cólera. Su majestad, furibunda, hizo llevar a la cárcel el pintor que se había burlado tanto de él.

El rey había hecho instalar su cama delante del retrato porque deseaba contemplar la maestra durmiendo. Estaba malogrado pero, agotado por tantas emociones, no tuvo la valor de hacer desplazar su cama y se acostó, resueltamente dando la espalda al garabateo odioso. En lo más hondo de la noche, cuchicheos despertaron al dueño del palacio. Éste se volvió hacia el retrato y en la parte iluminada por un claro de luna, le pareció adivinar a una vieja mujer cubierta de hojas muertas. Se adelantó hacia él, esbozó algunos pasos de baile y después de haberse presentado como Dama Naturaleza, le deslizó  que hueco de la oreja “los recuerdos de tu infancia te señalan con el dedo” y del final de suyo le dibujó todos los paisajes del Mundo que había podido visitar con su padre, a lo largo de su infancia. Vio de nuevo, con mucho gusto ,el río majestuoso de  Lisboa, Obidos y estas pequeñas casas blancas, Mafra y su palacio gigantesco y barroco, Marrakech, su llanura adornada de alminares magníficos que mirarán la cadena de las montañas del Atlas, la Llevará y sus olivos, París y sus puentes que atraviesan la Seine, Bruselas el gran lugar y su elegante silueta, la puerta de Brandemburgo de Berlín, la muralla de China y su citada prohibida, la vieja ciudad de Jerusalén, Tel-Aviv y su combinación asombrosa de rascacielos y de playas, él Coliseo de Roma y las bellezas del villa Borghèse, la Pampa Argentina, las playas Australianas, los colores mágicos de la India. Luego los pasos de bailes de la vieja dama sus hicieron cada vez más rápidos, volvió sobre sí mismo cada vez más rápidamente, los dibujos se hacían cada vez más turbios. El rey vio entonces la fundición de los glaciares, las deforestaciones, los huracanes, las tempestades, el éxodo de las poblaciones, los campos áridos y secos, el avanzada de los desiertos, las guerras…el rey estaba HORRORIZADO. La vieja

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mujer paro de repente, se acercó y le murmuró a la oreja, antes de desaparecer: “El hombre de los colores te ayudará”.

El día siguiente, al amanecer, el rey hizo salir el pintor de su cárcel con el fin de contarle su visión nocturna. El viejo artista sonríe y le conto sus desventuras y su visita a Merlin. La naturaleza necesitaba ser oída. Estaba en peligro y se había servido de sus poderes y de ellos para darlo a conocer. Debían alertar los poderosos de este mundo. El rey, por su sangre y su rango, tenía esa posibilidad. Era famoso como muy sabio y bueno. Todos lo conocían. Puede ser que lo escucharían…

El rey confió su reino al pintor y se fue por el Mundo para informar todos los dirigentes, reyes, emperadores y representantes religiosos de peligro que amenazaba. Ya era hora que todos se dan cuenta de lo que los esperaba. Tenía que despertar las conciencias. Dama Naturaleza se lo había encargado.

Tres largos años habían pasado cuando, con la cabeza llena de recuerdos, el cuerpo dolorido, pero con el sentido del deber hecho, recorrió de nuevo los senderos de su país natal. Encontró el pintor en su palacio. Le conto lo que había visto, cuánto el planeta le había parecido ya muy enfermo y lo que había dicho a cada uno.

Todos se habían comprometidos en tener en consideración sus declaraciones pero permanecía escéptico: “no sé si alguien vera la diferencia” fue la última frase que se le oída pronunciar antes de que se fuera a encerrar en su habitación donde quedó recluso por años.

Volvió a abrir su puerta, para hacer por fin algunos pasos en su jardín, 5 años más tarde, cuando le llegó la noticia que 150 países de por el Mundo habían decidido apagar durante una hora la iluminación de sus monumentos más bonitos, en señal de conciencia del calentamiento climático. Sus rasgos tensos demostraron su descontento: “Está bien.

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Pero todavía está muy poco” dijo antes de volverse en su habitación real. Los años pasaron, todo el reino estaba preocupado por la salud del rey que se había vuelto muy flaco y muy triste. Sin embargo, un día, el pintor decidió intentar el todo para todo. Debían saber. Pidió al rey acompañarlo y le comunicó su proyecto.

Diez minutos más tarde, se encontraban delante del retrato inacabado. El pintor coge uno de los pinceles, invocó mentalmente a Dama Naturaleza, le pidió una señal y dibujó pequeños lotos azules y girasoles. Esperaron mucho tiempo, mucho tiempo, mucho tiempo y mientras pensaban en lo peor, los vieron enderezarse, crecer, abrirse, multiplicarse. La pared no parecía más poder contenerlos.¡Habían sido oídos! La naturaleza había podido repetir sus derechos.Hasta hoy “no había visto floras tan hermosas” dicho el rey llorando.Tomó calurosamente las manos del viejo pintor y le sonríe, maravillado.

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EL NIÑO Y LA HADA

Caroline Bocquet (París)

El niño mira la pequeña hada que está bailando, sus hermosas alas transparentes a punto de abrirse, inmóvil, silenciosa, fijada sobre un zócalo de madera. El niño la está mirando, diciéndo: “Bonita hada, tu que pareces tan alegre, porque no puedes volar? Porque no puedes jugar conmigo, reír conmigo? Sabes que no hay nada mejor que risas por la mañana, pequeña hada mía? Si tu me respondes, yo haré todo lo que me preguntes”. Sorda a la oración del niño, la hada sigue mirando en la lontananza con sus ojos de cera. El niño sigue admirando sus pequeños pies dispuestos a bailar, sus manos suspendidos en el aire, sus labios rojos y su mirada reidora.

La noche está cerrando los ojos del niño que no ha dejado mirar a la hada y hablar con ella. No quiere el niño dejar la hada sola en la noche,

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por eso la pone sobre su almohada y se acuesta, la cabeza girada hacia la hada. Al cerrar los ojos, después de haber dado un beso a la hada, el niño ve ella sonreír y guiñar los ojos. “Estoy soñando?”, se pregunta el niño? Pestañea: la hada le sonríe otra vez. Se restriega los ojos: la hada mueve los brazos. Cierra los ojos y les reabre de prisa: las alas de la hada se estremecen. “Hada, puedes oírme? Estas viva, yo lo sabía!”. La hada vuela hasta su oído y le dice: “Amable niño, quieres venir conmigo en el mundo imaginario? En el mundo donde vivo, nunca tendrás miedo, nunca seras triste, nunca tendrás hambre, nunca conocerás el dolor, nunca te aburrirás. Quieres venir conmigo?”. “Linda hada, yo quiero ir contigo”, responde el niño. “Por eso tienes que darme tres cosas. Tienes tres días para traérmelas”. “Todo lo que quieres, cara hada”. “Yo quiero que me descuelgues la luna, yo quiero que me traigas una estrella-mar del fundo del mar, y quiero que me cojas una edelweiss, la flor que crece en la cima del monte”. Dice la hada y desaparece.

Desesperado, el niño llora, mojando el almohada en el sitio donde estaba la hada. Nunca podrá buscar las cosas que la hada le ha pedido. En aquel momento, sus lágrimas forman un charco centelleante. El en charco, el niño ve su reflejo. Mira su cara y súbitamente el reflejo desaparece y ve el fundo del mar, llena de peces colorados. El niño cae en el mar y nada, maravillado. El mar está brillante como un diamante que refleja la luz del sol. Una pareja de delfines nada abrazados, dando vueltos en el agua. El niño les sigue un poco, a él le gusta sentir el agua fresca deslizar sobre su cuerpo, a él le gusta respirar el agua que recorre dentro de su cuerpo como si perteneciera al mundo submarino. Se recuerda que tiene que buscar la estrella-mar. Pero donde puede estar en los abismos del mar? De repente tiene miedo de nadar hasta el agotamiento, sin poder subir hasta la superficie y encontrar la luz del cielo. Y si la hada fuera mala y quisiera llevarle en una trampa? El agua se oscurece como si el sol se hubiera escondido detrás de una nube. Nunca el niño va a buscar la estrella-mar en esta agua oscura, fría y hostil. Desdichado, el niño está perdiendo la esperanza: quien va

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a conducirle en esta noche? Donde está su madre para consolarle? Sin embargo la confianza del niño en el poder de la hada esta más fuerte que el miedo de la muerte. La alegre hada es la vida: si cree en ella, el miedo nunca podrá destruirle. El niño cierra los ojos y piensa en la hada. Cuando les abre, ve un rayo de sol que perfora el espesor de la agua negra. Centelleada, en la mitad del rayo, la estrella-mar está al alcance de su mano. Con mucho respecto, el niño la agarra delicadamente y sube a la superficie del agua. Apenas ha tocado el aire cuando se encuentra en su cuarto, sorprendido. No intenta saber como todo eso fue posible. Una sola cosa le importa: tiene la estrella-mar en su mano. Una magnifica estrella-mar de colores brillantes, que centella en la oscuridad de su cuarto como si le mostrara el camino y le diciera que mientras le cree, todo era posible.

Ha pasado el primer día. La luz entra en la habitación del niño que sonríe al sol que le invita a despertarse. El niño se entretiene tomando un rayo de sol y encerrándole en sus manos para que no se huya. Mira la pequeña luz vacilante dentro de sus palmas, disfrutando del calor que le acaricia antes de soplar el rayo que, libertado, se dispersa en una multitud de partículas que se desvanecen en el aire puro. Feliz, el niño sabe que tiene una cita con la Luna. Va en el bosque pedir consejo a sus amigos los aves. Corre el niño, salta en la hierba mojada, baila entre los arboles. Sus brazos embrazan el aire, sus pies rozan la tierra, su cuerpo invade el espacio, su boca bebe las gotas de roció que caen de las ramas de los arboles. En la copa del árbol más alto del bosque está el gran águila, majestuoso. El niño se dirige a él: “Tu que puedes volar más alto que las nubes, dime como puedo descolgar la Luna”. El águila planta sus dos ojos a la mirada penetrante como una navaja bien afilada en los ojos del niño que no baja la mirada. “Tienes el corazón puro, lo veo en tus ojos limpios como un diamante transparente. Tienes animo y fe. Alta es tu alma. Por eso te ayudaré a subir en el cielo hasta la Luna. Anda a través del bosque hacia el norte y hasta un lago muy frío. En este lago beben los unicornios alados cuando cae la noche.

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Escondete detrás del gran roble y espera que los caballos vengan. Gana la confianza del unicornio blanco y pídele que te lleves hasta la Luna en su espalda. Va cumplir tu destino”. “Gracias, gran águila, señor prudentísimo del bosque”.

Dice el niño y el corazón ligero, sonriendo a los arboles y a los aves, empieza su camino hacia el norte. El camino se oscurece, los arboles se vuelven tan frondosos que esconden el cielo. Pero el niño sigue el norte como si fuera guiado por una buena estrella. En realidad tenía la brújula dentro de su corazón. El sol había desaparecido detrás de las colinas desde ya un momento cuando el niño llegó una gran llanura. Al centro de la llanura está el lago. Que alivio para el niño que por fin puede sentarse y descansarse! Bebe un poco del agua fría del lago. Que agradable es sentir correr esa agua refrescante en la garganta seca! Luego el niño se esconde detrás de un árbol como le había dicho el águila y espera los unicornios. El niño cansancio cierra sus ojos y duerme un poco.

Cuando abre los ojos ve un espectáculo maravilloso. Alrededor del lago cinco unicornios beben, sus pelajes brillando a la luz blanca de la luna. La luna había subido en el cielo, y reinaba, majestuosa, en el cielo nocturno. Sus rayos se reflejaban particularmente en un unicornio blanco al pelaje tan puro que parecía compuesto de diamantes. Era el mas fuerte y orgulloso, su cabeza levantada como si quisiera perforar el cielo con su cuerno. El niño se levanta y se acerca de él con mucho respecto. El unicornio le fija de sus ojos que le hipnotizan. “O jefe de los unicornios condúceme hasta la Luna”. El unicornio había reconocido el valor del niño. Dobla las rodillas y baja sus alas para que el niño pueda montar en su espalda. Los dos, el niño y el caballo echan a volar en el cielo negro donde la única luz viene de la Luna redonda. El niño se deja llevar, quiere perderse en el cielo profundo, forma parte del mundo animal y aéreo. A él le encanta sentirse ligero, dejando la atracción terrestre para sentirse atraído por la Luna. La Luna aparece como una mujer a la belleza fatal que fascina y puede matar. El niño

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la mira fijamente aunque sea deslumbrado por el blanco agresivo del astro de la noche. A medida que se acerca, la Luna se empequeñece. Al principio no cree sus ojos. Pero no hay más duda. Pronto la Luna no está más grande que un pomelo. Un poco dubitativo, el niño tiende el brazo y toma la Luna en su mano. Parece tan frágil así! Sin embargo no ha perdido su luz resplandeciente. Pero el cielo se ha puesto totalmente negro. “Como hacer, se dice el niño, todo el mundo verá que la Luna fue robada! Qué puedo poner en su sitio?- “ El niño mira lo que tiene en su bolsa. Solo había el cruasán de su desayuno que no había comido. El cruasán tenía aproximadamente la misma tamaño que la pequeña Luna. - “Una mitad de Luna vale mejor que nada- “ se dice el niño. Cuelga el cruasán en el cielo y a él le parece muy bonito el pastel dorado, untado y redondeado. - “No sé si alguien verá la diferencia. Ahora volvemos en la Tierra- “ le pide el niño al unicornio. Aletea el unicornio y se hunden en la noche negra. Cuando el unicornio pone el pie en la tierra, las primeras luces de la alba pintan la naturaleza en rosa. El niño se había dormido la cabeza sobre la Luna. El unicornio le deposita con cuidado en una cama de hojarasca y de musgo. El niño tiene que recobrar sus fuerzas para cumplir la tercer prueba.

El tercer día había ya bien empezado cuando el niño se despierte. Le ha dejado su buena humor. A el le falta su casa y su madre. Quiere ver la hada maravillosa que le ha prometido el mundo imaginario donde la gente está siempre feliz, donde las nubes nunca esconden el sol, donde el mal no existe y los animales pueden vivir con los humanos sin temer de estar matados. Ese mundo le parece muy lejano ahora, y la flor en forma de copo de nieve tan alta que nunca podrá alcanzarla. Se desanima. Se sienta en el musgo y esconde su cabeza entre sus rodillas. De repente siente algo húmedo y rugoso que le frota el pelo. Se sobresalta de miedo, levanta la cabeza y se encuentra a cara a cara con el unicornio blanco. Estalla de risa reconociendo su amigo cuyos ojos le miran con malicia. “Que estás haciendo lamentándote mientras que tienes que colgar la flor para la hada? Levántate y venga conmigo”. El niño toma su

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bolsa donde están la estrella-mar y la Luna y monta en la espalda del unicornio. Ha recobrado su ánimo. La imagen de la hada no le deja ahora. Como ha podido perder la esperanza? No está capaz de hacer todo para la hada que quiere? Si quiere estar digno de la bonita hada con las alas de mariposa, no puede abandonar tan cerca del objetivo. El unicornio galopa a través de los campos tan rápidamente que el niño siente las altas hierbas golpear sus piernas. Cada golpe está como una gota de sangre fresco que corre por sus venas y le da nuevas fuerzas. Una alta montana se levanta delante de ellos. Las pendientes están cubiertas de flores de todos los colores. “Aquí me paro. Nos caminos se separan.” El unicornio se encabrita y se va galopeando.

El niño mira su amigo alejándose y después echa una ojeada al monte insolente. No había visto flores tan hermosas. Altas o pequeñas, blancas o abigarradas, exhalando olores embriagadores o suaves, las flores estaban como fuegos artificiales de colores, verdadera fiesta para la mirada. Pero el niño sabía que ninguna podía estar comparada a la edelweiss que tenía que colgar a la cima de la montaña. Se pone en marcha. El principio es fácil, hace calor, el camino ondea entre las flores. Pero a medida que toma altura, el camino se hace abrupto, las flores desaparecen, la temperatura baja. Los pies del niño tropiezan con las piedras. En aquel entonces, el camino se divide en dos ramas. El niño, cansado, se sienta en una roca para reflejar un momento. El camino de derecha estaba mas angosto y escarpado, mientras que el camino de izquierda parecía mas fácil. Estaba a punto de dirigirse hacia la izquierda cuando vio un serpiente acercarse de él. Le dice: “Tomas el buen camino, amable niño. Sígueme”.

El niño no se fía del serpiente. El unicornio no le había dicho que entraría un animal para conducirle y a él no le gusta el serpiente que le parece hipócrita. “Gracias, amigo, le dice, pero prefiero seguir solo mi camino.”Y el niño corre en el camino de derecha. Pero el serpiente, furioso, le sigue reptando muy rápidamente. El niño tiene miedo y

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acelera la velocidad de su paso. “Parate, o voy a morderte y mi veneno te matará”, le amenaza el serpiente. Aterrorizado, el niño cree que está perdido cuando se siente dejar el suelo. Sus pies están suspendidos encima del sol y el serpiente que se levanta no puede alcanzarle. Entiende que alas han crecido en su espalda y que le llevan hacia la cima del monte sin que tiene que hacer algo. De repente ve algo brillante al sol. La edelweiss! Tiende el brazo hacia ella. Las alas le dejan en el sol cerca de la flor preciosa. Parece tan frágil esta flor blanca con el corazón amarillo y los pétalos delicados. Con cuidado rompe el tallo y pone la flor contra su corazón, la flor que le promete el paraíso, el fin de los sufrimientos, y el amor eterno de la hada.

El niño cierra los ojos, un sonrisa flota sobre sus labios. Se siente tan ligero como un globo, su cuerpo no pesa más sobre la tierra, se siente llevar de nuevo. Todo gira en su cabeza, gira cada vez más deprisa. Cuando abre sus ojos, la hada con los ojos verdes sonríe, su cara cerca de la cara del niño que puede sentir el olor de su piel y la caricia de su mano contra la suya.

“Angel, despiértate, cariño”, dice la voz dulce de su madre. El niño abre los ojos y ve su madre que le sonríe. Que pasa? Donde está la hada? Sorprendido, mira en la habitación y ve sobre la mesilla de noche la hada de cera... que guiña el ojo a él.

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ALGUNAS MUJERES

Donatella Recchia (Bruselas)

T. tiene un ángel de la guardia muy simpático y eficaz. Su ángel le cuenta, cada mañana, “Sabes que no hay nada mejor que risas por la mañana”. Gracias a su ángel, no obstante le hubieran ocurrido cosas bastante dramáticas que normalmente pasan solo en los libros, T. ha guardado su buen humor. Originaria del norte, se trasladó a la capital cuando tenía 20 años. No obstante el hecho que más o menos 30 años hayan pasado, T. no ha perdido todavía su acento del norte, muy fuerte. Imposible no notarla.

Y efectivamente un chico la notó y se enamoró de ella. Estaban comprometidos desde hacía 10 años cuando decidieron casarse. Todo estaba preparado para la boda: invitaciones, regalos, restaurantes, vestidos, etc. cuando su novio simplemente cambió idea. El casamiento no tuvo lugar. Un golpe terrible para T.

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Pero ella era (y es todavía) una mujer muy fuerte, tal como una heroína de un libro, y gracias a su ángel, siguió viviendo su vida, sin renunciar a los sentimientos y a las cosas preciosas que la vida puede ofrecer.

Y así se enamoró otra vez, y de un hombre muy diferente de ella. Quizás T. se enamoró de él justamente porqué era tan diferente. Parecía una historia de amor muy bonita, todo iba bien. Cuando nació su hija, ocurrió otro episodio literario: su hombre se volvió casi loco, pero no de felicidad. Su personalidad cambió completamente. El cambio fue tan repentino y radical y peligroso que T. tuvo que huir. Fue al norte, para ser protegida para su familia de origen. Sin embargo, T. no estuvo al abrigo de la sociedad, que puede ser despiadada con una mujer soltera que tiene una hija negra.

De G. se dice que nació en una cueva, como Jesús, mientras su familia dejaba su casa para huir de los alemanes durante la segunda guerra mundial.

Oficialmente, ella no se llama G., se llama A. Pues, durante la guerra había mucha confusión en las oficinas públicas. Pero todo el mundo la conoce como G. y nosotros seguiremos llamándola G.

G. era una niña muy guapa, y, creciendo, se hizo la mujer más linda de todo el pueblito donde vivía. Allí, no había visto flores tan hermosas. G. era también tímida e introvertida. Ella condujo una vida muy regular, casi ordinaria: se casó, compró una casa con su marido, tuvo dos hijos (un niño y una niña, como en los cuentos), intentó comprender a sus hijos y los tiempos que cambian. Sin éxito, desgraciadamente.

G. siguió viviendo su vida siempre igual, y por eso, tranquilizadora, hasta cuando los hijos se hicieron grandes y dejaron la casa y su marido murió de repente. G. no supo que hacer. Simplemente, ella siguió haciendo las mismas cosas que hacía antes del evento trágico. Y el resultado

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fue que el vacío de su vida fue, si es posible, también más vacío y la depresión se acerca siempre más de ella

Hace poco tiempo, R. y yo tuvimos una conversación sobre las narices. O, mas exactamente, sobre nuestras narices. R. piensa que mi nariz es perfecta, pero esta afirmación no corresponde a la realidad, la mía es una nariz simplemente ordinaria. Es verdad que la nariz de R. no es propiamente graciosa. Diría que la nariz de R. es bastante fea. Pero R. la lleva bien, muy bien. Su nariz da personalidad a toda su cara, y también le da un aspecto “noble”.

Esta es quizás la razón por la cual cuando encontré a R. por primera vez, yo creía que era de una familia noble del sur. Todavía yo no lo sé si ella tiene orígenes nobles. El hecho es que R. se comporta y se viste absolutamente como la mayoría de las mujeres de su edad. Si R. es noble de verdad, no sé si alguien verá la diferencia conmigo, por ejemplo.

Quizás su nariz “noble” es la razón de un episodio curioso. Cuando estudiábamos en la universidad, nos gustaba encontrar lugares extraños y escondidos para descansar entre un curso y otro. Un día, una mendiga nos siguió y nos pidió la limosna. Nosotros no teníamos dinero y lo dijimos à la mujer. Ella no nos creyó, o, más exactamente, me creyó a mí, pero no a R. La mendiga le dijo: “tu tienes dinero, y lo sé, tu lo tienes!”

Cuando nos recordamos este episodio tan curioso, todavía reímos.

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EL REGALO

Jean-Paul Delbrouck (Bruselas)

Desde siempre mi hermana y yo vivimos en Bélgica pero no más con nuestra madre que ahora trabaja et vive en Australia.

Cada año, durante las vacaciones de verano tomamos el avión hasta Sydney con Tia Berta, la hermana de mamá. Debemos ser acompañados porque siguemos demasiado juveniles.

Hoy estamos en julio y estamos sentiendo en el avión. Aterrizamos en Singapur para hacer escala y debemos esperar durante tres horas.

Como me aburro, he decidido pasearme por el aeropuerto yo solo en el que hay pleno de arriates con centenas de flores. ¡No había visto

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flores tan hermosas! Sobre un cartel es escrito que son orquídeas y que son uno de los orgullos de Singapur.

Hay orquídeas de todos los colores. Son tan hermosas que quiero ofrecer algunas a mi madre que veré pronto en Sydney. Un poco más lejos hay almacenes donde se venden orquídeas. Querria comprar todas estas flores lindas pero son bastante caras sobre todo para mi porque no tengo más que diez dolares. ¡Que desgracia! Las más baratas cuestan quince dolares. Si voy a preguntar dinero a Tia Berta no tendré tiempo comprarles porque queda un cuarto de hora antes el despegue. Y quiero orquídeas para Mamá.

¿Cómo hacer? Las otras flores al lado de las orquídeas son muy baratos pero tan fleas. Pff. Tengo una idea ; voy a cambiar las etiquetas. Si lo hago, podré comprar tres orquídeas puesto que las feas cuestan tres dolares. No sé si alguien verá la diferencia en la caja  ; es un poco arriesgado pero quiero hacerlo.

¡Deprisa  ! Despegar, volver a pegar, tres veces.  ¡Ya esta  ! Puedo comprarles.

No era difícil pero tengo un poco miedo haciendo cola a la caja. Me toca a mi. Pero repentinamente un hombre me agarra por el brazo. Otro hombre me coge las flores, les enseña a la cajera y despega una etiqueta.

Caramba, seguro que estos hombres me han visto cambiar los precios. Empezan a hablarme de manera mala. No les comprendo  ; hablan ingles o chino, no lo sé. Chillan. Sigue agarrandome por el brazo. Tengo miedo. ¿Que tengo que hacer ?

Consigo escapar, empiezo a correr lo más rápido possible pero con las

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prisas veo demasiado tarde que voy a estrellarme contra un pilar. !Ay ! Siento mi cabeza que explota, y nada mas.

Me desperto. ¿Que pasa? Tengo dolor de cabeza. ¡Que horrible ! ¿Dónde estoy ? Estoy en una cama en una habitacíon vacia. Hay una ventana pequeña. Veo que empieza el día. Una mano es atada a la cama con esposas.

Ah si, me recuerdo que…

Entiendo gente que viene. Se abre la puerta y entran un policía con Tia Berta y mi hermana. Mi tia tiene una mala cara viendome pero no mi hermana. Dice que es cómico verme atado con esposas y empieza a reir a carcajodas. Pff ¡Que tonta !

Y pensar que mi madre me dijó a menudo : Sabes que no hay nada mejor que risas por la mañana. 

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EL FIN

Jas Chong Wei Chin (París)

No había visto flores tan hermosas. En la sala, hay girasoles, las flores favoritas de Julia; rosas, las favoritas de Mira y tulipanes, las favoritas de Lena y las mías también. Algunos invitados llevan en las manos flores de todos los colores. Alrededor de mi cuerpo hay tulipanes azules, blancos y amarillos. Es como la boda que nunca tuve en vida, celebración de mi matrimonio con la muerte.

“¿No sería maravilloso que pudiéramos casarnos aquí en la playa, con el sol en la cara y con nuestros amigos cerca?” – Le dije a mi amor. “Sí. Y te regalaré una casa junto al mar.” – Me respondió él tomándome en sus brazos mientras reíamos de camino a la playa. Fueron los días más felices de mi vida. Pero él soñaba con viajar por el mundo y me dejó. No

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sé dónde está ahora, quizás, en México o Colombia o en alguna parte perdida del mundo. Le echo tanto de menos…

“No sé cómo localizarle pero le he enviado un email para ver si puede venir. Imagínate, que podemos contarle esta extraña historia. Lo que no entiendo es cómo sus padres han decidido no venir. Después de todo, es su hija”.

“Al parecer, no eran muy cercanos y había pasado mucho tiempo desde la última vez que ella había hablado con su madre.” – Mira y Julia están sentadas juntas hablando.

Mi vida era muy diferente a lo que mis padres habían imaginado. Nadie conoce a mis padres y mis padres no conocen a nadie de mi vida.

No sé si alguien verá la diferencia. Me había cortado el pelo. Si mi madre estuviera aquí diría que no hay ninguna diferencia. Para ella, soy fea. Y mi madre, sin duda, se enfadaría conmigo, como siempre.

“¿Sabes que estas feo y perezoso?” - Solía decirme mi madre cuando era una niña.

“Pero mamá, quiero siempre dormir un poco. He trabajado este día en el cocina desde las 8 de mañana.”

“¿Y yo? También he trabajado todo el día y cuando vuelvo a casa, tengo que cocinar y limpiar. Que sepas que no eres tan guapa como tu hermana, que tienes que trabajar más duro y ganarte la vida. Nadie te amará.”

Sí, mamá. Desde los 12 años, me he ganado la vida. Quizás, tienes razón. Como dijiste, finalmente, estoy sola, sin novio, sin amor. Pero mamá, sabes que lo he intentado, lo he intentado con todas mis fuerzas. Para

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no molestarte, trabajé cuando estaba estudiado. Cada oportunidad de trabajo, la aproveché. Pero con la crisis ya no está en mis manos.

“¡Déjame ver tu mano! ¿Estas comprometido? Felicidades!” - Mira coge la mano de Julia.

“¡Felicidades, chica!” – Dijo Luna sentándose al lado de las demás – ¡Anda pero si estás embarazada!

“¡Cuídate! ! ¿Cuándo das a luz? En dos meses?” - Mira pone una mano sobre la barriga de Luna y otro en las manos de Julia. “Deseo que ella pudiera haber visto esto. ¿Crees que ella ha perdonado?”

Mis amigas, Julia, Mira, Luna, a las que no había visto desde hace mucho tiempo. El ultima vez que nos vimos fue el verano pasado. Aún recuerdo la conversación…

“Tratas de entender. No lo dijimos porque estas sin novio. Sólo queríamos una vacaciones juntos con nos parejas.” – Julia ha dicho.

“¿Quieres ser solo con nosotros?” – Mira he ajotado.

“No podemos estar juntos como siempre. Tal vez, como tu madre te dijo, debes estar solo.” – Luna exclamó.

“¡Luna, no!” – Julia & Mira no podía para Luna.

“¡Luna, no! Por favor, no crees que estas culpable. En ese momento, estas preocupado que nunca tendrás niños. Y tú, Julia, te fuiste de un portazo …”

“Mira, tienes razón. Pero, no puedo dejar de pensar si fuéremos mas franco y le dije la verdad…”

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“La verdad es que ya no te amo.”

“La verdad es que ya no te necesito.”

“La verdad es que eres fea.”

“La verdad es que eres …”

“Lamentable. Siempre lamentable. Tan joven, un futuro por delante. Una chica muy inteligente, pero no sabia cuando para.” “Buenos días señor. ¿Es usted un colega de ella?”

“Se puede decir así. Trabajó para mí.”

Trabajaba para él. Todos días desde las 8 hasta las 8 o las 10, qué importa. Todo lo que quería, lo consiguió. Han sido 6 años de trabajo en la empresa con ese jefe del infierno. No sé quién va a preparar su presentación en el último minuto, sus informes y análisis. Tal vez, otra idiota como yo.

“La verdad es que ya no te necesito.” – Me dijo mi jefe.

¿Es la verdad tan importa? No lo sé. Hacia tanto tiempo que he tratado de ser la mejor a los ojos de mi familia, mis amigos, mis compañeros. ¿Pero quién es yo? ¿Qué quiero? He perdido mi camina. He perdido mi risa. Estoy cansada, quiero dormir; estoy triste, quiero parar de llora.

La verdad es que todo esto ha sido un error. No debería haber nacido. Pero la vida me he elegido y he luchado de guardar mi sitio en este tierra. ¿Cómo puedo ganarme el cielo?

Sabes que no hay nada mejor que risas por la mañana. Mis amigos,

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me han dado algunas días de amor y alegría. Pero las mañanas de risas las tengo cada vez menos. No aguanto más. Estoy enferma, me han robado el alma.

“Con el alma llena de amistad y amor, venimos por nuestra amiga…”

La ceremonia ya ha empezado. Pocos me dio la bienvenida a este mundo. Pero partiré con el adiós de mucha gente. ¿No es una ironía?

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El tema de los cuentos era libre, pero todos los participantes tenían que respetar tres restricciones que han incluido en sus cuentos:

1ª restricción

Este extracto de la obra del autor chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011:

. es probable que estemos en el infierno1

2ª restricción

Había que elegir un fragmento entre estos dos. Ambos son de obras de Isaki Lacuesta, cineasta español ganador de la Concha de Oro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2011:

. ¿cuál es la única cosa que al compartirla se destruye?2

. sin duda se hubieran sentido estafados3

3ª restricción

La tercera frase ha sido extraída de canciones en español, así que el otro fragmento que había que escoger era uno entre estos tres:

. hay miles de cosas en el mundo que son mucho peor que lo tuyo4

. ya no recuerdo la última vez que te dije que el cielo se está abriendo5

. romper un silencio así no tiene perdón6

1 Nicanor Parra. Poema “Esto tiene que ser un cementerio” en Parranda Larga. Antología poética (Alfaguara. Madrid, 2010)

2 Isaki Lacuesta. Los pasos dobles (2011) 87’. Película ganadora de la Concha de Oro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2011

3 Isaki Lacuesta. El cuaderno de barro (2011) 59’4 Hidrogenesse. «Nada más triste» en Gimnàstica passiva (2002)5 Dorian. «Cualquier otra parte» en El futuro no es de nadie (2006)6 Standstill. «¿Por qué me llamas a estas horas?» en Vivalaguerra (2006)

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UNA EXTRAÑA NOCHE EN MADRID

Gennaro Saragnano (Roma)

Por razones que no creo tengan que ser explicadas aquí, en el mes de enero de hace dos años fui a Madrid para cumplir estudios reservados sobre un misterio específico y muy peculiar, el de la desaparición del cráneo de Francisco de Goya. El cuerpo del gran pintor aragonés, que falleció en 1828, se encuentra enterrado en la bella y fascinante ermita de San Antonio de la Florida, en la capital española, sin la cabeza que nunca más fue recuperada después del afortunado hallazgo del cadáver acéfalo en el cementerio de Burdeos, en Francia, muchos años después de su muerte. Luego necesitaron otros diecinueve años para que el cuerpo de Goya pudiera llegar a ser inhumado para siempre en su tierra de España. Las razones de este enorme retraso, sólo aparentemente debido a cuestiones burocráticas, constituyen parte integrante de este gran enigma. A pesar de las numerosas hipótesis

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hechas a lo largo de los años para explicarlo, en las cuales no quiero explayarme, el misterio sobre la verdadera suerte de este genio del arte permaneció impenetrable. Ya hace mucho tiempo un lejano tío abuelo mío por parte de madre, que se llamaba Joaquin R. F., publicó en Zaragoza un libro que pasó casi desapercibido, en que por primera vez él dejaba entrever una explicación nueva y mucho más inquietante, pero sin documentarla y sobre todo sin llegar a extraer las conclusiones finales. Quizas por miedo, o quizas con conocimiento de causa, con razón o sin ella, había quitado de su libro todo lo que entonces habría podido suscitar un gran escándalo. Sin embargo él había guardado con mucho cuidado todas sus cartas, y muriendo las había dejado a sus dos hijos que ni siquiera las leyeron y las dejaron a su vez a un lejano primo mío que vivía en Londres y que se murió hace casi tres años. Él quiso en su testamento que esas cartas fuesen entregadas a mí, y yo las recibí tres meses después de su muerte. Una ojeada sóla me bastó para comprender la enorme importancia de lo que Joaquin había llegado a descubrir. En pocas palabras, según lo que se podía deducir del conjunto de los documentos, Goya habría sido guillotinado en Francia, con la secreta complicidad de los dos gobiernos de Francia y de España, por decisión de la misma Masonería de la que el pintor era miembro. Por lo tanto era necesario suponer que Goya hubiera hecho algo verdaderamente muy grave hacia sus hermanos masones, que éstos lo hubieran descubierto y que sin duda se hubieran sentido estafados a tal punto que decidieron su condena a muerte. Ni siquiera por un segundo dudé de que fuera mi preciso deber llevar todo eso a conocimiento de las personas que yo sabía por cierto que actuarían de la mejor manera. Pero éstas, con mi gran sorpresa y de una forma que no admitía réplicas, me ordenaron que fuera de inmediato a Madrid para aclarar todo lo que aún quedaba irresuelto. Ustedes me perdonarán si no puedo entrar aquí en mayores detalles.

Fui entonces a Madrid, y durante siete largas semanas me sumergí en el estudio del caso, sin pensar en nada más que no fuese la razón por

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la cual estaba allí. Había alquilado una habitación cerca de la Biblioteca Nacional de España, para frecuentar la cual ya había obtenido, y rápido, un permiso especial de las autoridades gubernativas españolas, y allí tuve la rara oportunidad de examinar documentos que nunca habían sido ni siquiera tocados desde hace casi doscientos años. Tuve suerte, y bastante pronto pude descubrir la verdad que devolvía a Francisco de Goya y Lucientes su dignidad y toda su grandeza. Él mismo había descubierto la vil traición de un grupo de afiliados a su misma logia de Burdeos, los cuales, abandonando los ideales altos y nobles de la Asociación, habían fundado una secta secreta entregada al culto demoníaco, de la que eran miembros incluso embajadores y representantes del gobierno. Goya los había desenmascarado, y por eso había sido matado, aparentemente por razones políticas e ideológicas como el uso de la guillotina dejaba creer. La noche en que me di cuenta de que había logrado mi objetivo, era el último viernes del mes de febrero, y Dios sabe si me lo acuerdo bien, sentí que la verdad estaba por fin restablecida. Quedaba el misterio de la desaparición del cráneo, y sin embargo, después de un último gran esfuerzo cerebral, al final creí haberlo resuelto. Aunque me sintiese terriblemente cansado, quería poner la palabra fin a esta dramática historia. Cerré los ojos, y empecé a pensar en la manera de recuperarlo de una vez para siempre.

De repente me levanté, como si hubiera tenido una necesidad impelente de correr a un lugar que ya tenía claro en mi mente sin jamás haberlo visitado antes. Es increíble como a veces las distancias parecen anuladas, y como todo se cumple como si el tiempo se parase y el espacio se estrechase hasta el punto que sólo el pensamiento de un sitio lo hace materializar delante de nuestros ojos. Debo haber cruzado muchas calles, y atravesado enteros barrios, después de mi salida de la Biblioteca, en aquella noche inquietante y fría. Me hallé frente a una gran iglesia, cuya fachada blanca y austera resplandecía bajo la luz de la luna, y yo sabía que allí encontraría lo que buscaba, porque mi corazón que ya batía a tontas y locas me lo decía. Entré en la Catedral, por una

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pequeña puerta lateral dejada abierta, y pronto me encontré en un largo pasillo que estaba totalmente a oscuras y que yo empezé a recorrer a tientas, esperando que mis ojos se acostumbrasen a la oscuridad total que reinaba en aquel lugar. Encontré una estrecha escalera y, sin darme cuenta de lo que hacía, empezé a bajarla, siguiendo con las manos aquellas paredes húmedas y brutas que parecían querer acompañarme al vientre de la tierra. Más de una vez quise pararme y escuchar tremblando aquel silencio profundo y lleno de misterio que nunca había conocido antes. Por fin acabò la escalera, y de repente tuve la sensación de que ya no estaba solo aunque el silencio siguiera absoluto. De improviso, una luz se encendió en un entrante de la pared que tenía de frente. En el interior de una teca de cristal estaba la cabeza de un hombre mayor, tan perfectamente conservada que parecía viva. Pronto reconocí aquellos rasgos nobles y fuertes que tantas veces había admirado en los últimos espléndidos autorretratos del gran pintor. Pero lo que me estremeció fue la expresión de su rostro, la mirada cargada de odio y de terror que todavía parecía maldecir a los que la miraban. El miedo tomó la delantera, y grité con toda la fuerza de mi voz. El eco de mi grito retumbó agigantándose, y pareció que ya no tuviera fin. Volvió el silencio, y luego oí aquella voz que nunca más olvidaré:

“Quinquiera que sea, sepa que romper un silencio así no tiene perdón.”

Quedé inmóvil, casi paralizado por el terror. Sabía que mi vida ya estaba en peligro. Escapé de aquel horrible lugar, volviendo a subir la escalera en un momento, y me hallé en el interior de la iglesia. Allí vi a un cura que estaba encendiendo unas velas y, a pesar de la prisa que tenía de alejarme lo más rápido posible, apelándome a todo mi coraje me acerqué a él y le pregunté dónde estábamos.

“Esta es la Catedral de N. S. D. M.“ me dijo “deberíamos estar en un lugar sagrado, señor, y en cambio...“ Bajó la voz el cura y, agarrándome

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con fuerza el brazo, con una mirada desesperada añadió: “en cambio... ¡es probable que estemos en el infierno!”

Me retraje con horror y salì corriendo de la iglesia, sumergiéndome en la noche oscura. Madrid me parecía desierto aunque estuviera en el corazón de la ciudad. Corría lo más aprisa posible, sin respiro y sin meta, y de nuevo el tiempo y el espacio me parecieron estrecharse. Sin embargo, con un terror indescriptible, sentí detrás de mí los pasos pesados y siempre más cercanos de un hombre que me perseguía. Intenté acelerar aún más pero pronto comprendí que ya no tenía las fuerzas. Me faltaba el respiro y las piernas me dolían. Al final, tuve que pararme. En un momento el hombre me alcanzó y su mano me agarró por detrás.

Me despertó la mano de alguien que sacudía mi hombro. Reconocí a Miguel, el guardián de la Biblioteca, que me sonreía y llamandome señor Profesor me decía que era tarde, y que como era sábado tenía que cerrar la sala a las dieciocho. Miraba con infinito alivio y gratitud la cara simpática de aquel hombre, cuando, después de unos pocos segundos, de golpe me apareció claro todo el horror de sus palabras.

“¡Cómo sábado!“ le dije casi gritando “hoy es viernes...“

“Perdóneme, señor Profesor“ dijo Miguel “yo soy sólo un empleado, he estudiado poco en mi vida, pero conozco los días de la semana. Hoy es sábado, 27 de febrero.“

Volví a mi habitación todavía trastornado y con la duda atroz de que me hubieran secuestrado y quizas drogado por una cualquier razón. Pasé los dos días siguientes pensando en lo que me convenía hacer. Al final, decidí dejar inmediatamente Madrid y volver a Roma. Referí pronto lo que había descubierto a mis referentes, y luego intenté olvidarme de esta historia. No era fácil. Quizas andando el tiempo hubiera podido

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convencerme de que fue sólo una pesadilla, y que simplemente me había equivocado acerca de las fechas, si algo no me obligase a pensar diversamente. Tres veces en estos últimos dos años, desde que volví de Madrid, mi casa ha sido visitada por los ladrones, que extrañamente no buscaban dinero ni cosas preciosas sino solamente mis cartas y documentos. Además estoy seguro de que recientemente por lo menos una vez, en el que podría parecer un accidente casual, intentaron asesinarme. Por lo tanto he decidido dejar todos mis documentos, incluso los escritos originales de mi pariente lejano, a los responsables del Instituto Cervantes de Roma, en los cuales tengo la máxima confianza, para que los guarden con cuidado, y los publiquen si debiera de pasarme algo malo. De esa manera quedo tranquilo de que el misterio de la desaparición del cráneo de Francisco de Goya pueda un día llegar a ser aclarado. En cambio publico enseguida estas pocas notas, para que los que tienen que entender entiendan.

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LA VENGANZA DE DANTE

Claire Villaume (Bruselas)

Cuando Juan se asomó a la ventana de la sala de lectura se dio cuenta de que la oscuridad había empezado a caer sobre los jardines de la ciudad y por lo tanto recordó que tenía que darse prisa. A sus pies yacía el cuerpo yerto del bibliotecario que acababa de matar sin remordimiento como si hubiese sido un mero insecto. Lo había estrangulado, por lo cual parecía un muñeco roto. Al lado di Juan se encontraba Isabel, su mujer, que temblaba horrorizada por lo que había hecho el hombre por quien probaba un amor ciego y sin limites. Juan se puso a sonreír. Se sentía muy satisfecho y sereno porque sabía que estaba a punto de alcanzar el objetivo de su vida.

Desde muy pequeño Juan se había interesado por lo libros. Sin embargo el momento clave que cambió toda su vida fue cuando de adolescente

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descubrió y se apasionó por Dante Alighieri, el “Poeta Supremo” italiano. La lectura de su obra maestra, La Divina Comedia, lo dejó trastornado. Desde aquel momento había dedicado todo su tiempo libre a la exégesis de este texto y había soñado con ir a estudiar literatura en la universidad de Florencia, donde nació Dante, para acercarse al espíritu de su maestro y aprender su lengua. Desgraciadamente sus padres no aprobaron su proyecto y lo forzaron a matricularse en economía para que pudiera conseguir una buena colocación. Siendo muy inteligente, Juan aprobó todos los exámenes con las notas más altas porque se fijó la meta de encontrar un trabajo gracias al cual pudiera ganar bastante dinero para no depender de sus padres y hacer lo que le gustaba. Sus esfuerzos dieron resultados ya que llegó a ser un financiero muy astuto que ahora trabajaba en una banca muy grande y famosa. Pero por lo de sus padres se hizo una persona muy cínica, fría y sin corazón, que vivía en dos mundos paralelos. Trabajaba conscientemente, aunque no le gustaba nada, sólo porque ganaba un montón de dinero con el que podía saciar su pasión devoradora. En efecto se pasaba todo el tiempo libre en buscar libros sobre Dante y La Divina Comedia en las librerías y las subastas de todo el mundo o por internet. Incluso se atrevía a robar libros en muchas bibliotecas gracias a la complicidad de tantos empleados que Juan compraba con cantidades astronómicas de dinero, exactamente como corrompió al sacerdote a quien tuvo que asesinar para llevar a cabo su proyecto y que ahora se encontraba muerto en el suelo frío del Archivo Secreto de la Biblioteca Vaticana.

En esta búsqueda bibliófila sin freno lo ayudaba Isabel, a quien había conocido en una librería, y que lo adoraba. Estaba tan enamorada de él que no se daba cuenta de que se aprovechaba de ella y la utilizaba como mera asistente. En realidad la locura de Juan lo había llevado hasta el punto de amar secretamente a un ideal de mujer, es decir a Beatriz, de la que Dante estuve enamorado y para la que escribió La Divina Comedia aunque él mismo nunca habló con ella. Sin embargo a pesar de que Juan había logrado poseer la biblioteca más completa

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del mundo sobre Dante Alighieri, todavía se sentía frustrado. Su deseo más grande era encontrar el manuscrito original de La Divina Comedia escrito por Dante mismo. Isabel no entendía que no pudiera ser feliz con todo lo que ya había conseguido en su vida. Cuantas veces le habría dicho la misma canción: “Hay miles de cosas en el mundo que son mucho peor que lo tuyo”, una frase que lo había alejado cada vez más de su mujer y que jamás había aguantado. El sólo hecho de pensar en esta cantinela lo hacía odiar aún más a Isabel y le daba la gana de matarla. Como muchos otros expertos de Dante, estaba convencido de que este manuscrito existía y después de muchos años de investigaciones había llegado a la conclusión que dicho manuscrito se encontraba en el Archivo Secreto del Vaticano y que la Iglesia católica había logrado guardar este secreto hasta ahora. Era tan seguro de eso, que había gastado mucho tiempo y dinero a fin de ponerse en contacto con el bibliotecario del Archivo y convencerlo de dejarlo entrar en uno de los lugares más secretos del mundo. Pero ahora que se encontraba en este lugar tan anhelado y que había salvado el primer obstáculo tenía que ser cuidadoso y no relajarse hasta el final.

Dejó de perderse en su pensamiento y volvió a la realidad. Desde ahora lo importante era el futuro de felicidad que lo esperaba y que era legado al descubrimiento del manuscrito. No perdió un minuto más y seguido por Isabel se dirigió hasta el estante donde creía que encontraría la copia original de La Divina Comedia. Había conseguido proporcionarse la planta del Archivo y suponía que el libro tan deseado estaba entre las obras de Virgilio, un poeta romano a quien Dante admiraba, y uno de los personajes principales de La Divina Comedia, el que acompaña a Dante en su viaje por el Infierno y el Purgatorio. No se había equivocado. Al descubrir el manuscrito probó un gozo inmenso e indescriptible y pensó que finalmente su vida tenía un sentido. Al principio se puso tan emocionado que no consiguió mirar la cubierta del libro. Sus ojos se empañaron de lágrimas. Isabel le puso las manos sobre los hombros que acarició para calmarlo y le susurró

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palabras dulces. Después de un buen rato Juan volví en sí y admiró el manuscrito que estaba encuadernado en piel marrón usada por el tiempo y sobre la que no había nada escrito. Finalmente se atrevió a abrirlo y descubrió la caligrafía de Dante. No se lo podía creer. Estaba frente al origen de una de las obras más importantes de la literatura universal, momento por lo que había consagrado toda su vida. Se puso a leer el texto desdibujado por el pasar de los años. En el margen superior de la primera página descubrió una pequeña nota escrita por Dante que logró descifrar y que leyó en voz alta: “¿Cuál es la única cosa que al compartirla se destruye?”. Se quedó muy sorprendido preguntándose porque Dante había inserido este acertijo. De golpe su mujer, de la cuya presencia se había olvidado, declaró: “¡Se me ha ocurrido la respuesta! ¡Es el secreto! Porque se lo compartes con otra persona, deja de ser un secreto”. Tan pronto como Isabel terminó su frase, se sintió un ruido inaguantable por lo que los dos se desmayaron. Al recobrarse se pusieron muy asustados. No recordaban el lugar donde se hallaban. Ya no se encontraban en la biblioteca sino en una selva oscura y terrorífica con árboles muy altos. Hacía mucho frío y todo parecía amenazador. Después de los primeros momentos de asombro y mientras intentaba calmar a Isabel, Juan se puso a pensar bien lo sucedido. De pronto se sintió invadido por un gozo inmenso porque lo entendió todo y entonces dijo a Isabel: “Es probable que estemos en el infierno, no, es más, creo que nos encontramos en el infierno dantesco, es decir en el universo de La Divina Comedia”. Cegado por su megalomanía empezó a creer que era Dante y que iba a hacer el mismo viaje que el poeta hace en su obra o sea por el Infierno y el Purgatorio hasta el Paraíso donde encontraría a Beatriz y a Dios. Por lo tanto tenía que cargarse a Isabel quien iba a ser un obstáculo a la consecución del sueño de toda una vida. Entonces aunque tuvo un rato de indecisión porque recordó que Isabel había adivinado la respuesta al acertijo no vaciló un minuto más en su proyecto y la estranguló sin piedad. Excitado por la aventura que lo esperaba Juan echó a andar por la selva sin aun mirar al cadáver de su pobre mujer. Pero después

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de caminar por mucho tiempo en este ambiente muy hostil se puso preocupado ya que todavía no había encontrado a Virgilio, que habría tenido que guiarlo por el Infierno y el Purgatorio come está escrito en La Divina Comedia. Pese a que estaba decepcionado por no conocer al famoso poeta romano, recordó que sabía de memoria el texto del libro y que entonces no necesitaba una guía para orientarse. Seguro de sí prosiguió su viaje por el infierno. Al reconocer todos los lugares y paisajes descritos en el libro se dio cuenta de que estaba siguiendo exactamente el mismo camino que toma Dante en La Divina Comedia. Las única diferencias eran que iba solo y que no encontró a los personajes mencionados en el texto sino a otras personas famosas que habían vivido después de la muerte del poeta y que eran conocidas por haber cometido muchos crímenes. Luego la ruta lo llevó al Purgatorio que consiguió recorrer con menos dificultades. Después de un viaje que le pareció muy largo atravesó un muro de fuego y llegó finalmente al pie de la escalera por la que se entraba en el Paraíso. Estaba tan emocionado e impaciente por encontrar a su amada Beatriz que al subir la escalera le temblaba todo el cuerpo. Apenas abrió la puerta del Paraíso se dio de narices con un personaje muy alto y rodeado por una luz deslumbradora. Al principio pensó que era Dios, pero al fijarse mejor en él reconoció a Dante mismo. ¡No podía creerlo! ¡Frente a él estaba su maestro! Se quedó muy intimidado preguntándose que iba a decirle. Antes de que pudiera abrir la boca, Dante se puso a hablar con una voz fuerte y profundísima: “Juan, eres un hombre muy malo. Con objeto de ganar mucho dinero para apropiarte mi obra has puesto mucha gente en la pobreza. Además has corrompido a muchas personas y robado libros en las bibliotecas que son los custodios del conocimiento universal y por lo tanto pertenecen a todos. De modo egoísta has desviado de la memoria colectiva gran parte de lo que yo escribí. Para saciar tu pasión te has hecho un asesino sin piedad y has sacrificado tu pobre mujer, que te profesaba un amor que no merecías. No quiero gastar más saliva para hacer la lista de todos tus pecados. No sé si Dios existe y tampoco si hay un infierno. Pero ahora que te

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encuentras en mi mundo, te condeno a errar a lo infinito en el infierno que he creado y a experimentar todas las torturas que has visto durante tu viaje. No necesito añadir que nunca encontrarás a Beatriz y a Virgilio. El manuscrito que has buscado por tanto tiempo se ha convertido en tu sepulcro y recuérdate que jamás podrás salir de aquí”.

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REBELIÓN EN EL MUSEO

Sylvette Renard (París)

Alex quien estudiaba en la facultad de Bellas Artes de Madrid durante el día estaba a punto de acabar su servicio de vigilante nocturno en el museo de la Reina Sofía, cuando, de repente, unos ruidos extraños perturbaron la calma que solía reinar en ese momento. Prestó más atención: oyó unos gritos que exprimían una honda tristeza y que parecían proceder de la sala 206. Con muchas precauciones, Alex entró en esa sala y asombrado, se dio cuenta de que el caballo del famoso cuadro “Guernica de Picasso” había salido del lienzo y lanzaba unos relinchos desgarradores.

Luego, mirando el cuadro, el caballo empezó a hablar consigo:

- ¡Qué espanto! Ver a esa mujer, sus ojos en forma de lágrimas, su

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lengua en forma de cuchillo sosteniendo contra su pecho a su hijo que acaba de morir e implorando al cielo con gritos desesperados. Y también esa segunda mujer quién deambula encorvada por el dolor y el miedo que le impiden de huir pareciendo preguntar al cielo: ¿Por qué? E incluso esa tercera con los brazos tendidos hacía el cielo rezando para obtener ayuda. Y además el soldado yaciendo en el suelo, muerto y decapitado con un brazo armado de una espada rota. Y encima, el ave con un ala rota herida de muerte. Todos parecen sentir un gran sufrimiento salvo el toro que mira con una perfecta indiferencia.

Se calló un momento. Parecía completamente desanimado y se echó a llorar. Cuando vio a Alex le dijo, con una voz llena de desesperación:

- Es probable que estemos en el infierno

- ¿Por qué dices eso? le preguntó Alex,

- Al ver todo lo que figura en este cuadro, sólo veo tristeza, luto, barbaridad y crueldad del hombre para el hombre. Me parece imposible quedarme en un tal caos, respondió el caballo,

- Seguro que todo lo que está representado allí es un horror que resulta de la violencia ciega de la guerra pero, sabes, hay miles de cosas en el mundo que son mucho peor que lo tuyo, afirmo Alex.

El caballo, por lo visto, no estaba nada de acuerdo con lo que acababa de decirle pero Alex siguió diciendo:

- Si miras con atención el cuadro, podrás ver que hay unos detalles que pueden incitarnos a la esperanza. Desde luego, son detalles muy pequeños como la florcita creciendo sobre la espada rota del soldado y este brazo inmenso que blande una lámpara con una luz débil.

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El caballo después de un momento de silencio se empeño en repetir, con firmeza:

- Pero, aun así, me parece imposible quedarme en un tal caos y encima no lo quiero en absoluto.

Con comprensión y dulzura, Alex añadió:

- Hay que saber que Picasso pintó este cuadro después del bombardeo de Guernica para denunciar y protestar contra los horrores de la guerra. Fue su manera de comprometerse en la lucha a favor de la paz en el mundo. Además, Picasso no fue solo a reaccionar; arrastró en su actuación a unos de sus amigos del movimiento surrealista como el poeta francés Paul Eluard, quién escribió una poesía cuyo titulo lleno de ironía es “la victoire de Guernica”. Entonces, puedo decirte que si Picasso y Eluard se habían dado cuenta de tu deseo de no quedarte en el cuadro, los dos, sin duda se hubieran sentido estafados. Es que para realizar la obra Picasso utilizó numerosos símbolos y eres uno de los más importantes ya que representas el pueblo español. Así que, tu ausencia reduciría considerablemente el impacto de la obra.

- Pero todo eso parece tan irrisorio le interrumpió el caballo nervioso. No veo que pueden ser sus efectos enfrente a la falta de sabiduría de los hombres.

- Entiendo que tengas dudas, replicó Alex. Pero, mira todos los símbolos que figuran allí: la mujer y su hijo muerto símbolos de la maternidad y de la inocencia, la paloma herida símbolo de la paz, el soldado muerto símbolo de la defensa del pueblo, la florcita y la luz símbolo de la esperanza y tú símbolo del pueblo español todos enfrente del toro, símbolo de la brutalidad y de la crueldad. Cada uno de vosotros desempeña un papel muy importante y tiene que figurar en la obra para que el público se entere de lo que ocurrió al pueblo español durante la guerra civil y que,

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desgraciadamente, todavía podría ocurrir en cualquier país del mundo.El caballo se quedaba sin hablar pero escuchaba con interés, lo que sintió Alex quien prosiguió:

- Fíjate que Picasso realizó el cuadro en un tiempo muy corto para que estuviera exhibido en el pabellón español de la Exposición Universal de Paris de 1937 Después la obra fue expuesta en varias ciudades de Europa durante tres años y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York hasta 1981 antes de llegar y quedarse definitivamente en Madrid, como lo había decidido Picasso. Por supuesto, mucha gente pudo ver Guernica y tomar conciencia de los horrores de la guerra y de la necesidad de actuar a favor de la paz en todo el mundo. Pero debemos acordarnos de que la sabiduría humana, como tu le decías, es algo muy frágil y que, por eso, hay que recordar siempre a los hombres lo que ocurrió para que no se olviden y aprendan de sus errores. Además, hoy en día, una copia de Guernica está expuesta en la sala de las deliberaciones de la ONU en Nueva York. Así que, Guernica se ha convertido en uno de los símbolos más fuerte de la lucha a favor de la paz representando lo que, nunca más, debería ocurrir. ¿Nunca te has dado cuenta del número importante de personas que vinieron y que siguen a venir para ver Guernica?

- De verdad, no, murmuró el caballo. Yo había muerto desde hace mucho tiempo y sólo me he despertado hoy y no sé por qué.

- Quizás, es el trabajo del robot Pablito que te ha despertado, contestó Alex. Ese robot fue construido especialmente para estudiar el estado del lienzo y para evaluar si se debe restaurarlo, lo que muestra la importancia y el carácter emblemático de la obra a través del mundo. Te aseguro que si todos los protagonistas de Guernica tuvieron hasta ahora una actuación muy importante como profetas de la paz, queda aún un largo camino que recorrer para que lleguemos a la paz universal.

Al oír lo que le explicaba Alex el caballo parecía serenarse. y después

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de un ratito exclamó:

- Bueno, me has hablado con una tal pasión que me has convencido. Mi plaza está en el lienzo y voy a regresar allí para desempeñar el papel que me había dedicado Picasso.

En cuanto acabó de decir eso, el caballo volvió al lugar del que nunca hubiera debido irse.

Ahora, cada vez que Alex pasa delante del cuadro haciendo su ronda, se pregunta si todo eso fue una realidad o sólo un sueño, fruta de su imaginación resultando del importante trabajo que estaba haciendo para su tesis sobre la obra de Picasso. Sin embargo, le parece, a menudo, que el caballo le sonríe y le da un guiño de complicidad.

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EL REGRESO

Anne Oppermann (Berlín)

“¡Arrepiéntete!” mandó la estatua. “¡No!” respondió Don Juan, “¡No!” y una vez más casi gritando “¡No!”. Algo le pareció raro, normalmente sentía una quemazón en esta situación antes de que fuera al infierno. Pero solo había humo y él mismo desaparecía por la trampa bajo del escenario. Nunca había tenido tiempo para mirar alrededor, porque normalmente los diablos ya le estaban esperando, pero esta vez no había diablos, no había fuego, nada más que los reflejos mortecinos de las maquinas del escenario en la luz de la guardia. En una esquina descubrió a un conocido que estaba durmiendo. Juan le despertó preguntando: “Jago, ¿que pasó? ¿Porqué no estas en el infierno sino durmiendo aqui? ¿Porqué no nos recogen los diablos?” Jago le saludó cansado: “¡Don Juan, por fin! Estaba esperándote desde algunos días. El infierno está superpoblado, por eso no nos dejan volver, tenemos

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que quedarnos afuera.” Juan cayó de las nubes: “¡No pueden hacerlo! La condenación pertenece a mi historia desde el año 1630. ¿Niegan cuántas mujeres he seducido?” “¡Tranquilízate primero! Cambiaron las reglas para la condenación porque hoy en día existen tantos asesinos múltiples y otros criminales peligrosos así que no caben todos en el infierno. Pero encontraremos una solución. ¡Inicialmente quitemos el teatro! Hace frío aqui.”

Los pensamientos de Juan daban vueltas. Jago negaba siempre la existencía del infierno, esta situacíon no cambiará nada para él. Al contrario, perder una mujer como Desdemona y quedar impune, sería un mejoramiento para Jago. Pero para él mismo, Don Juan, cambiará todo. ¿Quíen sería él, si no los muertos regresaran para condenarlo? Sin el infierno, Don Juan solamente sería uno de los millones de seductores. ¡Que idea tan espantosa!

Cuando llegaron a la calle, vieron a un diablo: “¡Mefistófeles, gracias a Dios! ¿Has venido para recogernos?” “¿Recogeros? ¡No! Me han echado tambíen. Simplemente porque dije una vez que fui una parte de aquel poder que siempre quiere el mal y siempre obra el bien.” Jago se puso a reír: ¿Ya echan los diabolos del infierno? ¿Entonces quién se queda adentro?” “Quedan bastantes. Pero que tantas almas estuvieron dejado en libertad, indignó los diabolos pequeños. Sin duda se hubieran sentido estafados, porque costaba mucho trabajo atrapar estas almas. Sin embargo también hay nuevos ingresos, Horatio por ejemplo.” “¿Horatio, el amigo de Hamlet? ¿Qué delito cometió?” “No se calló, después Hamlet dijo la cosa con el silencio eterno. Y Dios decidió que romper un silencio así no tiene perdón. ¡Pero acabemos con los recuerdos! Tengo que irme, ojalá cualquier científico necesite de mis habilidades. Además muero de frio. ¡Cerrar el infierno en noviembre, que barbaridad!” Y con estas palabras Mefistoféles desapareció en el aguanieve.

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Una mujer cruzaba la calle, limpiandose la nariz. Juan le sonrió, pero la mujer le ignoró, tiró el pañuelo de papel en la basura y continuó andando. De repente Jago resplandeció de alegría: “Ahora sé, como regresaremos al infierno. ¡Sigamos cometiendo crimenes! Yo voy a perder a esta mujer. Todo lo que hace falta para una intriga indisoluble es este pañuelo. Y tu: ¡Seduce a algunas mujeres, asesina a algunos maridos y padres! ¡Vamos a ver si no nos dejarán entrar! ¡Que te diviertas!” Jago sacó el pañuelo de la basura y siguió la mujer.

A Juan le gustó la idea. Buscó una tasca para ligar con mujeres y entró en la primera que encontró. Al entrar se quedó de piedra. Vio a mujeres casi desnudas que estaban bailando, en este lugar el arte de sedución no fue necesario. Oyó una voz conocida: “Juan ¿qué se te ha perdido por aquí? Esto no es un lugar para ti.” Juan saludó a Salome y ella le contó su historia: “Después de que decidieran que yo no fui la culpable en el caso de la muerte de Juan el Bautista, buscó a una casa real para instalarme como reina. Pero hasta el presente no encontró una familia real en este país. Por eso trabajo actualmente como artista de strip-tease, pero a los hombres de aqui no les gusta el baile de los siete velos. No tienen buen gusto. Pero algún día me servirán las cabezas de ellos en bandeja de plata, te lo prometo.” Juan no tuvo dudas sobre esto asunto. Como tenía ganas de seducir una mujer que no se desnuda por dinero, se despedió para buscar una mujer que sea un desafío para un seductor.

Una semana después encontró a Jago y le narró como le había ido: “No he matado a nadie. No he seducido a nadie. Hay mujeres que han intentado seducirme. Como si yo tuviera interés en relaciones sexuales. A mi me interesa la caza no el resultado final. Hay mujeres que se ríen de ti si prometes casarlas. ¡Imaginate! Responden que no quieren casarse. ¡Ya no puedo más!” Jago respondió desilusionado: “Mi semana fue aún peor. La intriga no funcionaba en absoluto. La chica tenía tantos pañuelos y todos los días tenia un novio nuevo. Y

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toda insignificancia de su vida describía en facebook. No supe que hacer. No me ocurrí nada para comprometerla, porque todo el mundo ya sabe todo de ella.”

“¿Jago? Aqui no existe moral. Todos se parecen a nosotros. Es probable que estemos en el infierno.”

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SECRETOS DE FAMILIA

Maud Scelo (Bruselas)

Era una noche de boda en el pueblo de Valdeconcha. En la pequeña iglesia, una gran asistencia estaba escuchando las palabras del señor cura como si fueran monaguillos. Este verano era especialmente caluroso y tanto las abuelas como las viejas tías tenían abanicos que hacían volar sus velillos de encaje.

De repente, mientras terminaba el Ave María en un silencio solemne, el padre de la novia se cayó de golpe.

“Así terminó mi noche de boda ese julio de 1953“ me dice entonces mi abuela Antonia como si fuera revelando la intriga de una película de suspense. “Mi hermana Tara tuvo tanto miedo que se huyó de la iglesia con la rapidez del rayo para llorar a lágrima viva la muerte de su padre“.

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Pepe y yo nunca habríamos pensado que sería la última vez que la veríamos en toda nuestra vida.

Nunca nadie conoció la razón de la muerte del abuelo. Cada uno en el pueblo tenía su propia interpretación o anécdota sobre esta boda: el abuelo murió como último recurso, en señal de protesta porque su hija no quiso casarse con el rico granjero del pueblo vecino, otros pensaban que él había sucumbido a un ataque al corazón mientras otros imaginaban que su mujer le había envenenado para salvar a sus hijas. El médico quizás sea el único personaje que posea la verdad y toda la verdad.

Así pasaron los días. Ni Pepe, ni Antonia ni siquiera su madre tuvieron noticias de Tara hasta que ella volvió a casa un día a destiempo. Antonia y Pepe dejaron Valdeconcha cuando tuvieron su primera hija y después se mudaron a Madrid donde siguen viviendo ahora. “¡No me olvidaré jamás la noche de mi boda! Desde entonces, he vivido con el recuerdo doloroso de mi hermana perdida; yo no sabía nada de ella, si había encontrado un hombre, si tenía niños, dónde vivía y si nos veríamos de nuevo un día…“ suspiraba Antonia. Hasta esta noche de mayo de 2006 cuando Tara salió de un taxi y llegó a casa con una sonrisa y unas ropas cansadas.

Pepe acababa de morir y tendríamos que enterrarle el siguiente sábado. Entonces, la mayoría de la familia había decidido volver a Valdeconcha para asistir al funeral. Aunque Tara tenía ya el pelo blanco, estaba muy elegante, con su eterno moño, sus pequeñas gafas negras y su bolso de terciopelo anticuado. Lloramos mucho, nos hicimos un café con galletas y comenzó una de estas discusiones interminables.

¡Qué sorpresa! Yo estaba mirando a Tara como si fuera una extranjera. “¿Total, que habrá hecho de su vida de chica bailarina?“ me decía mi

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abuela Antonia con tristeza, mirando la fotografía de Tara, vestida con una faldilla de bailarina, que se había puesto amarilla y que ocupaba ahora el frontón de la chimenea. “La verdad es que mi hermana me fascinaba tanto más cuanto que había conservado sus encantos, su mirada y su inconmovible energía“.

Las dos mujeres se instalaron en el salón polvoriento de la casa de Valdeconcha para conversar brevemente sobre los asuntos relativos al entierro de Pepe. Lo que más les preocupaba era recuperar los años pasados; alrededor de dos cafés tan negros como los cuervos y galletas secas, las dos hermanas comenzaron a contar sus vidas respectivas hasta en los más mínimos detalles. Desfigurada por la pena, Tara se lamentaba tanto que era casi imposible no perdonar su horrible ofensa. “¡Mí querida pequeña hermana Antonia, perdóname, perdóname! Aquella noche, huí de la boda como una ladrona“. Antes de servir la cena, Antonia sacó fuerzas de su flaqueza y le preguntó las razones de su ausencia tan larga. Tara se deshizo en llanto y empezó a contar su vida desde el momento que había huido de la boda. Las dos mujeres tenían los ojos rojos, se sonaban la nariz con tanto ruido que casi podrían despertar a los muertos. Mientras tanto Pepe seguía durmiendo de un sueño pesado.

Tara había seguido bailando hasta que un productor la encontró en un bar de Madrid donde actuaba para pagar su alquiler. En esta época, ya tenía una hija. “¿Pues, y quién es el padre?“ se arriesgó Antonia. Un silencio de muerte siguió… Romper un silencio así no tiene perdón, pero con mucha inseguridad, Tara le respondió que era Pepe.

En este momento, mi abuela Antonia que acusaba el golpe se levantó para cerrar las puertas de su habitación y asegurarse que nadie podía escuchar el resto de nuestra conversación. Un secreto de familia tan bien guardado no merecía todavía salir a la luz.

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“Entonces, fue mi segunda traición“ me dijo Antonia con despecho.

En Valdeconcha, Tara le explicó que se había enamorado de Pepe algunos meses antes de la boda. Ni Pepe ni ella se atrevieron a revelar su secreto así que nunca nadie conoció la clave de la historia. Su hija, Magdalena, nació y creció en Madrid; era tan graciosa como su madre: “Magdalena tenía un parecido sorprendente a su padre, la misma mirada maliciosa, una boca delicada y un gran frente“ me explicó Antonia. Hoy Magdalena está trabajando en una pequeña agencia de viajes hasta que se jubile en tres años. Antes de que Pepe se muriera, nunca habría aceptado visitar a su padre ni a su familia escondida para respetar la voluntad de su madre.

“No me importaba que se olvidaran de mí“ decía Tara, “pero me sentía tan mal no conocer la causa de la muerte de mi padre que fuí en busca de su médico para desvelar el secreto de su muerte“. Hace un año, el médico le explicó que papá murió de un ataque al corazón: “Lo más seguro es que el pobrecito tuviera problemas de salud y que tal vez hubiera descubierto nuestro secreto. Entonces, comenzó mi pesadilla. Yo siempre he pensado que había matado a mi padre“ dijo Tara.

De repente, Antonia miró a su hermana manteniendo una cólera fría. Le dijo:“¿Tara, sabes cuál es la única cosa que al compartirla se destruye?”. Tara sabía bien que el amor y los secretos de familia podrían destruir sus destinos respectivos. Pero esta vez, la vida y la vejez habían decidido sonreírlas. El día del funeral, hubo dos hermanas encorvadas que salieron de la iglesia con unas sonrisas resplandecientes, alegradas por encontrarse de nuevo.

Mientras la noche estaba cayendo y que me volvía a mi habitación por el pasillo poco iluminado, mi abuela me dijo “Escúchame pequeñita, es probable que estemos en el infierno. Pero no, porque al final, con el regreso de mi hermana, fue el entierro más feliz de toda mi vida“.

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LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD. LAS NUEVAS ANDANZAS DE DON QUIJOTE Y SANCHO

Jean-Pierre Edrei (París)

Voy a contarles la historia de las nuevas andanzas de Don Quijote y Sancho después del viaje que habían hecho en su lucha contra la maldad y para proteger los oprimidos. En ese primer viaje, Don Quijote había terminado encontrando la razón y la sabiduría y Sancho, él, se había cambiado en un hombre respetable y perspicaz.

En estas nuevas andanzas, recorrerán 21  285 kilómetros, partiendo de Lisboa para llegar a Marrakech pasando por París, Bruselas, Berlín, Pekín, Tel Aviv y Roma. Esta vez el objetivo del viaje será comprender como los hombres pueden alcanzar la Verdad.

En este nuevo viaje, Don Quijote y Sancho se preguntan si la Verdad se encuentra solo en el Cielo o también en la Tierra. ¿Si se revela por

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un mensaje divino o bien es parte de la realidad humana construida por nuestra razón? ¿Si es objetiva e independiente de nosotros o es relativa y condicionada a nuestros recursos intelectuales y a nuestras facultades emocionales? ¿Está fuera de nosotros? ¿En nosotros? ¿En las pruebas más simples o en las teorías más complicadas? ¿En la razón o en el corazón? Por ejemplo: ¿qué significan realmente amor, felicidad o libertad? Sobre estos temas observaron, reflexionaron y discutieron mucho durante este largo trayecto. Un día, después de haber observado o soportado tanta injusticia y maldad, Sancho concluyó diciendo: “Es probable que estemos en el infierno” a lo que Don Quijote aprobó pensando en todas las cosas irracionales que habían encontrado.

Continuaron su investigación en los países que visitaban. Sin duda se hubieran sentido estafados después de enfrentarse a tanta mentira y manipulación que obstaculizaban su loable objetivo pero, finalmente, terminaron por aceptar a los hombres tal como eran y continuaron obstinadamente su investigación con un celo empecinado.

En Marrakech, una vez terminado el viaje, discutieron acerca de las enseñanzas obtenidas con sus investigaciones. Para consuelo de los descontentos, Don Quijote dijo “Hay miles de cosas en el mundo que son mucho peor que lo tuyo” y Sancho aprobó después de reflexionar sobre la diversidad de situaciones que habían visto y vivido. Luego, juntos, resumieron los dos métodos principales por los cuales llegan los hombres a la Verdad tomando en cuenta todas las formas que habían podido observar en su larga travesía.

Algunos hombres están convencidos de que la Verdad se encuentra por la experiencia y la intuición porque mantienen el contacto entre la realidad y la intimidad del alma. Las facultades emocionales, como por ejemplo el amor y la compasión, ayudan a alcanzar la Verdad.

Para otros, se llega a la Verdad mediante el uso de la razón. El acceso

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a la Verdad es una cuestión de método, es decir, del uso efectivo de nuestra razón que es capaz de distinguir lo verdadero de lo falso. El error es solo el resultado de precipitaciones. La Verdad es requerida como prueba irrebatible.

Don Quijote et Sancho no llegaban a concluir sobre la superioridad de un método sobre el otro. Después de largas discusiones, estimaron que el orden del corazón o emocional debe contribuir de igual manera que el proceso de la razón en la búsqueda de la Verdad. Para ellos, estas dos normas están en conexión permanente e inseparables. Por lo tanto, es con un intercambio constante entre la orden del corazón y aquella de la razón que es posible salir del marco completamente emocional, intuitivo, o completamente racional, lógico, para llegar, gradualmente, a identificar la Verdad.

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EL MISTERIO DEL COLLAR DESAPARECIDO

Laura De Gennaro (Roma)

Era una noche oscura y tormentosa.. Sabía que él estaba volviendo pero sólo faltaba la prueba de su culpa y.. “¿Que escribes, tonto?” “Nada, Carmen, sigue jugando con tus muñecas”. “Que muñecas, soy demasiado grande,¡ tengo 8 años! Ohi, esto es el cuento de nuestra adventura, ¡y no me dices nada!” “Esto es el cuento de MI adventura, tontita, y..“ “¡Y nada! Estás equivocado, no era noche, y no había rayos ni truenos.. ¡Eres un mentiroso!“ “No, no, Carmen, así se cuenta entre los grandes lo que pasa”. “ Tu no eres grande, tienes solo 14 años, entonces ¡cuenta lo que occurriò de verdad!” “Vale, tontita..”. Hubiereis entendido, a este punto de la historia, que soy un chico, me llamo Pedro García y Carmen es mi hermana menor. Voy a contar lo que pasò hace algunos días, y como empezò MI adventura como detective. Mi familia y yo vivimos en el segundo piso de un edificio en carrer de la Gran

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Bretanya, en Barcelona. No sè si hay un destino en los nombres que encontramos en nuestra vida, pero Gran Bretanya, y su literatura de aventura, siempre me encantò, y ahora tengo la oportunidad de transformarme en un pequeño Sherlock Holmes. La mañana del sábado pasado, un caliente y húmedo sábado de agosto, mientras estaba jugando.. ehm estudiando en mi habitación, oí un grito desde las escaleras. Era la señora Duarte, la que habita en el tercer piso, y no dejaba de gritar “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme! Oh Dios mío,¿ qué te he hecho de malo? ¿Por qué a mí?“ Mis padres corrieron en su ayuda, pensando que estaba mal, pero no era asì. Ella explicò que no encontraba más su collar, su “único y maravilloso collar de perlas” , y que sin duda alguien lo había robado. Tengo que ser sincero, mis queridos lectores, mi primer pensamiento fue que la señora podía haberlo dejado en algun sitio de su casa, olvidandoselo porque, digamoslo, ella no es una chiquita, pero ella enseguida añadiò: “..y no penseis que estoy loca y me lo olvidè en algun sitio, porque el ladrón dejò prueba de su crimen, el copo de cloroformo que utilizò para adormecerme. Pero no tengo idea de como aquel delincuente pudo entrar en mi casa, las ventanas y la puerta estaban cerradas y no hay signo de que alguien haya forzado las cerraduras“. En aquel momiento mi picor investigativo se despertò.. Y decidì enseguida investigar sobre aquel misterio. Para empezar, dejé a la señora Duarte en las manos de Juan, nuestro portero, mientras exploraba la escena del crimen. Ningun signo del ladrón, y el copo no podía ayudarme. Empecé a reflexionar: llegar ahì entrando por las ventanas no era posible, el apartamento está en un piso demasiado alto y si alguien hubiera visto algo sospechoso habría dado el alarma. Entonces el ladrón entrò por la puerta. Pero ¿quién tiene las llaves? Nuestro edificio es pequeño, entonces todos tenemos las llaves de nuestros vecinos. Descartè pronto a mi familia (¡claro que sí!) y a la familia Duarte, simplemente porque la señora es viuda y no tiene familiares. ¿Un seguro sobre el collar? No, demasiado maquiavélico para una mujer de 75 años, que no tiene ninguna idea de que es una tarjeta de credito y que cada mes retira su pensión en efectivo. Los

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Torres, que viven en el ático en el quinto piso, estaban de vacaciones desde hace una semana en París (¡qué envidia! Pero, como dice mi mamá cuando me lamento de la escuela y de los deberes, “hay miles de cosas en el mundo que son mucho peor que lo tuyo, cariño“). Entonces quedaban Antonio Sánchez y la familia Perez, con la que decidì empezar mi investigación. Conozco a la familia Perez desde que nacì, una familia de médicos agradable y que por cierto no necesita un collar de perlas pero, como se ve en el telediario, todos pueden hacer locuras.“Hola, Pedrito, ¿Como estás? ¿Y Carmencita?“ “Estamos bien, gracias señora Perez, ¿y Rosa?“ “Ah, Rosita, aquel pequeño demonio, està en casa de sus abuelos por todo el fin de semana, ellos están felices y ella puede disfrutar del mar y del sol”. “¡Qué suerte! Habeis sabido lo que occurriò a la señora Duarte?” ”Si, qué pena, ¡pobrecita! Y me han dicho que el ladrón utilizò cloroformo. No es un profesional, ahora hay substancias que no dejan huella y que actúan de manera mejor.” Me salì de casa Perez con el convencimiento que no eran culpables, porque mi unica sospecha, la del cloroformo, fue destruida por la señora Perez en cuatro palabras ..que no dejan huella. Porque habrían decidido utilizar algo que pudiera culparles enseguida por su trabajo? Pronto fui a la puerta de Antonio Sánchez, el pintor que vive en el cuarto piso. Antonio es un bicho raro, simpático pero con la cabeza en las nubes, viste siempre con los mismos vaqueros y camiseta, que ahora estan bien escondidos por capas de barniz, y nadie sabe sus colores originales.”Hola Antonio, ¿Como estás?” “Mmm.. bien, gracias..””..¡Pedro!””..si, si, claro, Pedro. Tengo un montón de cosas que hacer, ¿Qué haces aquí?”dijo con un tono agradable pero no cariñoso. ”Estaba buscando un poco de comida para la señora Duarte, sabes, después de lo que le pasó está un poquito espantada..““No sé que le occurriò, pero no tengo ni siquiera un trozo de pan, ayer algunos amigos mios vinieron aquí para festejar mi primera exposición de cuadros, y comimos todo lo que había en casa. Creía que hubieras venido aquí para lamentarte del ruido..“ “No, no, y muchas gracias, harè cocinar algo a mi mamá.” Entonces mi último sospechoso tenía una coartada

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de hierro, y estaba empezando a ganar dinero, no tenía algun motivo de robar el collar. Lleguè a mi casa, y desesperado me tumbé en mi cama, mientras Carmen me guardaba con su mirada interrogativa.”¿Qué pasa, tonto?” “Déjame, Carmen, no tengo ganas de jugar“.“Yo tampoco. Dime lo que te occurriò, tienes una cara..“ “Decidì buscar el culpable del robo de la señora Duarte, pero no es nadie de los que interroguè“.“Entonces, como dice Sherlock Holmes, cuando has eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”. “Y tú,¿ Cómo lo sabes?“ “Está escrito en el poster sobre tu cama, tonto”. Permanecì algunos segundos reflexionando sobre lo que me había dicho Carmen, o mejor el espíritu de Sherlock Holmes através Carmen..Y al final tuve una iluminación, ¡el ladrón debería ser Juan Navarro, nuestro portero! Él tiene las llaves de todos los pisos, y habría podido hacerlo sin molestia. Pero ¿Cómo demonstrarlo? Tenía que buscar el collar, sin duda. ¿Pero donde? Claramente él no habría escondido el collar en su casa, donde la policía hubiera podido encontrarlo. ¡El local de las calderas! Ahì nadie va, porque solo hay calderas y aparatos de aire acondicionado, con un ruido increíble y un calor infernal. Enseguida me fui al local y “Ah-ah. He visto lo que has escrito, y no es verdad. FUIMOS al local, ¡mi querido Sherlock! Sabías que cada Sherlock necesita a su Watson, y me trajiste contigo, ¡Cuéntalo bien!” (La verdad es que nuestros padres estaban de compras y no me gustaba dejarla sola en casa, pero esto no lo escribo..) Mi fiel Watson Carmen y yo fuimos al local de las calderas. Cuando entramos un aire caliente y maloliente nos inundó, y Carmen enseguida dijo “Es probable que estemos en el infierno. ¡Este calor no es soportable!“ y tenía razon, esta vez. Entonces con rapidez analizè el local, mirè en todas las esquinas, pero ni collar ni nada. Volviendo a casa, otra vez con cara triste, me tumbè en la butaca del salón, comiendo un helado consolatorio (sin padres que te dijen que basura estás comiendo, todo tiene un gusto esquisito), y Carmen también con mirada reflexiva empezò a comer el suyo. Después de algunos momentos, ella me dijo “Mira, mi helado ha ensuciado el sofà, ¡ahora

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mamá va a matarme!“ y yo contestè “No te preocupes, ahora limpiamos todo, nuestro sofà no es de piel como el de los Torres..“Y mientras terminaba la frase, me dí cuenta de lo que siempre había estado delante de mis ojos: ¡Los Torres,claro! Juan quizas había podido esconder el collar en su casa, porque estaban de vacaciones y nadie habría pensado que ellos eran los ladrones, entonces la policía no la había registrado. Enseguida Carmen y yo tomamos nuestra copia de las llaves de la familia Torres y subimos al quinto piso, abrimos la puerta y empezamos nuestra investigación. No fue difícil, el collar estaba sobre la mesa de la cocina, como si hubiera sido normal. Claramente Juan no había tenido tiempo para esconderlo, porque tuve que socurrer a la pobre señora Duarte. Cuando explicamos todo a mamá, y después a la policía, lo primero que todos hicieron fue reprendernos dulcemente “¡Pedrito! ¡Carmelita! ¿Estáis locos? ¿Y si alguien os hubiera hecho algo malo para esconder su crimen?” pero mamá añadió “Sin embargo soy muy orgullosa de vosotros, ¡Mis chicos tán valientes!“. La policía, después de sus comprobaciones, encarcelò a Juan Navarro, que en realidad se llamaba Pepe Molina, y que en algunos años había llegado a ser un nombre famoso entre la policía como ladrón. Cuando el comisario devolvió a la señora Duarte su collar, ella nos abrazò dejandonos sin respiro, y prometiò una tarta gigante, llena de fresas frescas. Con las lágrimas en sus ojos, añadiò: “Este collar es muy especial para mí, mis pequeños amigos, es una reliquia de familia que mi abuela regalò a mi madre antes de su boda y mi madre hizo lo mismo conmigo. Según vosotros, ¿cual es la única cosa que al compartirla se destruye? La tristeza, mi queridos chicos, y con vuestra ayuda hoy me he vuelto feliz, gracias por todo.“ Entonces aquí termina el cuento de nuestra adventura, espero que os guste. “Psss.. tonto.. escríbelo..” ”No, Carmen, cállate, he terminado escribir”. “A la gente le gustan estos dettales, añádelo”. “Vale, vale, pero eres terible”. Ehm.. Y la tarta de fresas estaba muy rica.

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GRACIAS A BREL

Manon Homans (Bruselas)

Este cuento no empieza por « érase una vez » porque no empieza, sino prosigue una historia. O, mejor, revela el fin auténtico (pero inverosímil) de una historia.

A pesar de lo que escribió su creador, Alonso no había muerto: al contrario, ofreciéndole una nueva vista - por fin, conforme a la realidad -, la razón le había dotado también de una nueva vida. Una vida larga: a ver a los suyos, y a los hijos de los suyos, morirse. Así, por primera vez, Alonso conoció verdaderamente al dolor y, buscando a huirlo, retomó el camino. Pero, no era el mismo que antes: ya no había nadie a su lado, ya no había ningún fin. De él, quedaba solamente un cuerpo desplazándose.

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1958.

Alonso. Curvado. Quizás a causa del viento.

Alonso. Totalmente gris. Quizás a causa de la lluvia.

Sus pasos lo han traído hasta otra ciudad. No se pregunta dónde está. Le da igual. No mira los árboles negros y el cielo blanco (como cansado de su equimosis eternal), ni la luz casi inexistente de los faroles. No ve este ambiente que le habría hecho decir “en su otra vida“ con la ironía de un hombre, lleno de bravura y listo por la lucha contra cualquier enemigo: “es probable que estemos en el infierno”. Sigue la vía dibujada por estos árboles que el invierno ha vuelto hostiles.

Ha llegado al centro de la ciudad. Pronto será la hora de comer sin hambre: entonces, entra en un bar cuyo nombre celebra, extrañamente, el rey de su antigua patria. Las puertas se cierran detrás de él. El humo que sale de los cigarrillos forma una nube blanca donde se pierde la gente. Alonso se ha sentado y se deja invadir por este idioma desconocido. Sin pedirlo, ha recibido algo de comer y de beber. Acerca de sus labios la comida sin sabor, sin olor.

Un rumor le sale de su anestesia permanente. Las luces, ahora más fuertes, rompen el humo espeso y, de repente, aparece un hombre. Lleva un traje negro y una camisa blanca. Su presencia ha reducido el ruido a la nada. El silencio es tenso y, por primera vez desde hace una eternidad, Alonso abre realmente sus ojos grises, como despertado por un peligro inminente. El hombre tiene una boca enorme. El micro deja escuchar un chisporroteo - seguramente su respiración - ; después su voz. La lengua sin sentido se modifica: de la melodía incomprensible se destacan claramente palabras que pegan el corazón del oyente, dolorido por los años de vagabundeos:

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Telle est ma quêteSuivre l’étoile

Peu m’importent mes chancesPeu m’importe le temps7

Mientras el hombre desaparezca en el humo, Alonso se levanta y rompe la muchedumbre para correr fuera. Por encima de las fachadas de la Plaza Mayor, ve la estrella de la canción (- de su revelación -) que le indica la vía.

A cada de sus pasos, son siglos que se marcan en su cuerpo (los años pasados y inmóviles parecen desfilar ahora tan rápido como su carrera). La lluvia, ella, es fuerte y, inexplicablemente, le quita su gris uniforme (sus ojos han recuperado su verde original). Cruza a un niño minúsculo y desnudo que le grita que su orina lo ha hecho famoso en esta ciudad; ve también un arco de triunfo que le aparece como la boca verde y sin diente de la Tierra. Es la derrota de la razón: la fabulación ha reconquistado su antiguo terreno tan fértil.

Alonso no para de correr. Sin embargo le cuesta cada vez más seguir su marcha: el aliento le falta y sus recuerdos lo vuelven pesado (las llanuras de la Mancha, su Dulcinea), hasta que finalmente no se mueve. Delante de él, se levanta un monstruo enorme de hierro y luces. Alonso querría acercarse más (aunque está bastante cerca para descifrar en el letrero el nombre de su enemigo – Atomium –), movido por su deseo encontrado de proteger a los hombres de las fuerzas del Malo, pero ya tiene más de trescientos años y su cuerpo frena sus ganas de lucha.

7 « La Quête », Jacques Brel : « Esa es mi búsqueda / Seguir la estrella / No importan mis posibilidades / No importa el tiempo ».

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Incapaz de combatir, se deja caer en el suelo mojado por la lluvia incesante. Sin entenderlo, nota que lleva su antigua armadura. Por encima de él, aparece la panza, luego la cara, de su amigo Sancho. No puede contener su sonrisa y le dice “Ya no recuerdo la última vez que te dije que el cielo se está abriendo, que los molinos son gigantes malos, que el plato del barbero es mi casco”. “Desde hace demasiado tiempo. Sin usted, he aprendido a mi costa que la vida puede no tener ningún sabor y que la respuesta a la adivinanza popular ¿cuál es la única cosa que al compartirla se destruye? es la tristeza. Qué alegría de verle de vuelta, mi Don.” A escuchar su título olvidado en la voz de su amigo, Alonso se llena de complacencia: cierra los ojos - siente el agua sobre sus párpados - y no los abre nunca más

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El tema de los cuentos era libre, pero todos los participantes tenían que respetar tres restricciones que han incluido en sus cuentos:

1ª restricción

Este extracto de la obra del autor chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011:

. en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar1

2ª restricción

Había que elegir un fragmento entre estos dos. Ambos son de obras de Isaki Lacuesta, cineasta español ganador de la Concha de Oro del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2011:

. nada se podía hacer sin exponerse a su mirada escrutadora2

. a mí me gustaría que rebobináramos un poquito3

3ª restricción

La tercera frase ha sido extraída de canciones en español, así que el otro fragmento que había que escoger era uno entre estos tres:

. el aire helado que fuiste y que vino a traición4

. el verano fue tan imparcial que nos hizo polvo a los dos5

. analizan y ejercitan movimientos para desplazarse sin apenas rozamiento6

1 Nicanor Parra. Los profesores, 1971 en Obras Completas & algo + 1935- 1972 (Galaxia Gutemberg- Círculo de lectores. Ópera Mundi. Barcelona, 2006)

2 Isaki Lacuesta y Sergi Dies. Las variaciones Marker. Un ensayo en imágenes. “El fotógrafo ciego” (2007) 34’

3 Isaki Lacuesta. La leyenda del tiempo. “La voz de Isra” (2006) 110’.4 Sr. Chinarro. «Los ángeles» en Ronroneando (2008)5 Christina Rosenvinge. «La idiota de mí (mayor)» en La joven Dolores (2011)6 La casa azul. «Todas tus amigas» single digital y videoclip (2010)

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DUEÑA DEL MUNDO

João Manuel de Carvalho Miranda (Lisboa)

- Yo soy Paloma. ¡Soy dueña del Mundo!

Se presentaba siempre así, como si su belleza no fuera suficiente y tuviera que añadir algo para impresionar a los demás. En realidad, los ojos no eran suyos, sino de su madre, grandes, cautivadores, llenos de vida. Tenía una de esas sonrisas gulosas, que apetece comerlas sin dejar nada en el plato.

Manolo todavía no imaginaba que Paloma llegaría a ser su diversión semanal del mediodía. Paloma tampoco sabia lo putañero que él era. Pero su buena primera impresión fue recíproca.

- ¡Encantado! Me llamo Manolo, el rey del desierto.

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Nunca se hubiera presentado así, pero fue el mejor epíteto que se le ocurrió. Su primer día de trabajo no podría haber empezado mejor.

Manolo tenía los músculos bien definidos e inflados, resultado de largos años de entrenamiento físico de fin de semana y de trabajos de verano como albañil. En los fines de semana siempre hacia corridas de doce kilómetros en el bosque cerca de su casa. Se ponía una camiseta justa y una cinta en la frente y se sentía como esos héroes marciales de las películas. Hacia como ellos, con ejercicios que parecían de entrenamiento militar. En su cabeza siempre tocaba la misma música, como si le ayudara a marcar el ritmo.

En esa noche, Paloma no durmió. Le encantaron los ojos negros y la piel morena del rey del desierto y se imaginó como una de esas mujeres que bailan para sus príncipes. Su último novio ya había sido hacía algunos años y desde entonces ocupaba su tiempo con quienes sabían tirar el mejor provecho de su intimidad. Siempre decía que si no fuera puta sería una querida.

A Paloma no le gustaba trabajar. Para ella la energía era más bien empleada en otras cosas. Desperdiciar energía trabajando era un absurdo. Siempre le parecían un rollo las tareas que le daban en su trabajo pero las ejecutaba con mucho profesionalismo, como si fueran tareas que le gustaran. Era muy versátil y no había nada que no supiera hacer.

Era una maestra del teatro, fingida. Una experta en técnicas de socialización: memorizaba los acontecimientos recientes de todos sus conocidos y cuando los encontraba siempre tenía algo para preguntarles, para mostrarse interesada y, indirectamente, hacerlos sentirse importantes. Así tenía amigos por todas partes. Sabía vivir. Tenía una memoria sin fundo y un poder de observación raro. Nada se podía hacer sin exponerse a su mirada escrutadora. Eran sus superpoderes.

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Se acordaba de todo y usaba sus capacidades en provecho propio.

Paloma sonreía poco, una pena, pero carcajeaba mucho. A veces demasiado, y siempre demasiado alto. En el comedor siempre se sabía si ella estaba o no. Andaba como los hombres, de pierna abierta. Eructaba cuando comía con sus colegas, decía obscenidades como ellos decían, y daba el alerta cuando alguna mujer más vistosa se acercaba. Le encantaban los chistes con lenguaje grosero y le gustaba más estar entre los hombres, como si tuviera un lado masculino latente dentro de sí. Pero sabía ser muy femenina. Y fue ese lado femenino que Manolo supo aprovechar.

Manolo vivía con su novia hacia algunos años, una turca, de ojos verdes, guapísima, pero no tanto como su hermana, increíblemente aún más guapa. Se sentía bien con ella, pero a él siempre le gustaron las novedades. Era un ejemplo vivo de la teoría de la vaca vieja, vaca nueva, que afirma que el toro no busca siempre a la misma vaca sino a una nueva, no porque sea mejor, sino porque es diferente. Y Manolo se sentía como un toro, siempre pronto a experimentar una vaca nueva.

En la empresa donde trabajaban había la costumbre de uno traer una tarta cuando era su cumpleaños. En su primer cumpleaños, Manolo se encargó de traer una muy bonita, pero pastosa y de sabor horrible. ¡Por lo menos fue barata! Paloma le trajo, a él, una tarta de limón que hizo con todos los cuidados, cosa que nunca hubiera hecho a nadie. Tenía una crema blanca que cubría toda la tarta, demasiado dulce y ácida al mismo tiempo. Se sentían los granos de azúcar en los dientes, que empezaban a doler con una increíble precisión de siete segundos después de trincarla. Era muy bonita por fuera y apetecible, pero, en realidad, era ácida por dentro, sin interés. A Manolo no le importaba. La comió y se chupó los dedos.

- ¡Qué sabrosa! - murmuró.

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A Paloma le gustaba muchísimo bailar y lo hacia como pocas. Bailaba como una de esas lolas presumidas que analizan y ejercitan movimientos para desplazarse sin apenas rozamiento. Se movía como una loca, transfigurada, como si tuviera un estanque adicional de energía en su cuerpo que le permitiera seguir bailando cuando todos ya estaban agotados. Manolo aprovechaba lo que conseguía, poniendo las manos donde podía sin hacerlo de una forma demasiado evidente.

- ¿Donde aprendiste a bailar así?

- Cerca de mi casa había una escuela de danza. Asistí a las clases durante seis años. Entré muchas veces en concursos de baile.

- ¿Y ganaste alguno?

- Si. Gané cuatro. Lo peor eran las críticas del jurado. Pero en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar.

Mientras bailaban aprovecharon un rincón más oscuro de la sala y se besaron.

Empezaron a salir al mediodía. Él salía siempre diez minutos después, para que nadie se diera cuenta. Se encontraban en la casa de Paloma, para no correr el riesgo de que su novia hallara cabellos de otra en su casa. Se entregaban un al otro, de las formas más modernas que conocían. La pasión, ese generador de adrenalina, era mayor que el amor. Comían el almuerzo después, y a veces al mismo tiempo, como si fueran romanos en sus trazos de exagero. Tomaban una ducha rápida, los dos al mismo tiempo, porque las horas para almuerzo eran limitadas y tenían que volver al trabajo. Él llegaba siempre diez minutos después. Seguían este método para que no se notara, pero todos sabían. No se les ocurría que resultaría extraño que se ausentaran al mismo tiempo en los mismos días de la semana por el mismo período, con las diferencias

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de diez minutos al inicio e al final. Igual que los niños que se esconden detrás de las cortinas con los pies visibles por debajo. Era, también, una forma de escape, de reducir el estrés y responder a las contrariedades que se les presentaban en su vida y su trabajo. Regresaban siempre más bien humorados de lo que estaban por la mañana. Manolo se sentía más completo, libre de las reglas y ayunos que tenía que cumplir en su casa. Paloma se sentía más mujer, valorizada, por lo menos, durante algunos minutos. Ahí se sentía importante, e lo engrandecía lo más posible, para que compensara su baja autoestima que portaba del trabajo.

Pero Manolo se fue cansando de la novedad, como si las arrugas y el polvo fueran tomando cuenta de su lío con Paloma. Últimamente ya no sentía el mismo entusiasmo y lo que empezó siendo una inyección de refuerzo fue ganando contornos de obligación. Y a los toros no les gusta sentirse obligados.

Cuando ya los tenía bien vaciados, y una nueva vaca bajo la mirada, le dijo que mejor sería que cada uno siguiera su camino. Ella no estaba de acuerdo.

- ¿Qué coño dices, cabrón? ¿Como te atreves? ¿Acaso sabes con quién hablas? Yo soy Paloma. ¡Soy dueña del Mundo!

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DEOLINDA

Maria Elina Lima Clemente Machado (Lisboa)

Aquel día amaneció cenizo, lleno de sencillez y al mismo tiempo de preguntas sin respuesta. Una ventana multicolor se abriría hacia un pasado lejano y olvidado, pero eso aún no lo sabía.

Mi cuerpo se negaba a levantarse, no quería abandonar el cálido nido. Mi alma rechazaba las asperezas cercanas que tendría que afrontar. Mis ojos se llenaron de aguas saladas al recordar el intenso olor a muerte de la última noche.

Veinticinco años. Hacía veinticinco años que no veía a Luis. Su rostro gordo y sonriente era casi el único recuerdo que quedaba de esos tiempos de lucha, de mítines y protestas. Fuimos camaradas durante cuatro años locos en los cuales teníamos prisa de vivir porque

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pensábamos que íbamos a cambiar el mundo con nuestras ideas y dedicación a la causa de los oprimidos. La vida, la vivíamos como toros rabiosos en una plaza, las banderillas eran simples contratiempos que en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar. Si nos pidieran la vida, la entregaríamos orgullosamente. Una duda se enroscó en mi pecho. ¿Sería capaz de reconocer a Luis?

Con el corazón apretado entré en la capilla. Una luz tenue apenas iluminaba el grupo negro reunido alrededor del ataúd. Miré los rostros: todos desconocidos. Mujeres susurraban rezos mientras echaban miradas furtivas a los presentes. Una voz venida de tiempos lejanos resonó como un lamento perdido. Cuando me volví, mis ojos pudieron comprobar lo que mis oídos ya habían entendido. ¡Estaba delante de Luis! Pero este Luis no tenía cara de luna llena, tampoco sonreía. Al contrario, en cuanto me vio empezó a llorar suavemente. Me abrazó diciendo que no esperaba verme, que me había echado de menos, igual que su madre. Hacía veinticinco años que habíamos elegido caminos distintos a causa de divergencias políticas. Irónicamente la muerte reunía lo que la vida no había conseguido reunir.

Nos separamos. Él tenía que contestar a las expresiones de dolor que desfilaban a nuestro alrededor. Al fondo, en la oscuridad, logré reconocer a una amiga de mis padres. Me senté a su lado. El dolor que revoloteaba en aquel lugar se clavaba en la piel, en el corazón, así que ella no pudo decir nada más que palabras de tristeza y desolación. Pero no hablaba de la muerta, hablaba de mi vida, de mis padres. Reviví cada episodio, cada rato, de su relación con mis fallecidos padres. No fue la caja de Pandora que ella abrió, sino un cajón de mi vida, el más precioso, aquel que yo no quería abrir por nada de este mundo. Tras dos largas horas, el dolor era tan insoportable que salí corriendo de la capilla. Cuando entré en el coche, mi corazón estaba tan negro como aquella noche.

Día desapacible, desasosegado, deprimente, deplorable. Día de despedida.

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Deolinda, la madre de Luis, abandonó este mundo y sus amigos se reúnen para rendirle el último homenaje. Al final de media hora de esfuerzos vanos, conseguí levantarme y salir de casa.

Cuando llegué, una mar de gente rodeaba la iglesia. A la izquierda, un grupo de hombres mayores, reunido en círculo, charlaba despreocupadamente. Me acerqué. Entonces la iglesia, la gente, la muerte, se desvanecieron y yo era una chica de diecisiete años que defendía ardientemente un ideal de vida. Estaba con mis compañeros de lucha. Él mayor, aquel que llevaba una barba de intelectual, era nuestro mentor y guía. Era él quien decidía lo que tendríamos que hacer: vender periódicos a las puertas de las fábricas, pegar carteles en los muros del pueblo o hablar con la gente, regalándole mensajes de esperanza. Nada se podía hacer sin exponerse a su mirada escrutadora. Respetábamos su liderazgo sin cuestionarlo.

Uno a uno los reconocí a todos. El sindicalista que nos habló, por primera vez, de los derechos de los trabajadores, el operario de la siderurgia que lideró una huelga, el sociólogo que escribía los artículos de nuestro periódico, el maestro, los estudiantes, el estibador, todos estaban allí. Dos mujeres se añadieron a nuestro grupo. Una era muy famosa en aquellos tiempos por su elocuencia.

Hablamos de historias pasadas. Recordé aquel día en el que mi padre me prohibió de ir a una manifestación y yo le desobedecí. Durante todo el trayecto de la manifestación, mientras gritaba eslóganes de defensa de los trabajadores, pensaba que una paliza me esperaría cuando llegara a casa. Al final, cuando llegué por la noche, mi padre no consiguió pegarme. Otra vez mi novio y yo conseguimos engañar a la policía. Cuando salimos de unas escaleras donde nos habíamos escondido, topamos con un escenario terrífico: la policía dispersaba la protesta con bastones eléctricos. Cargaban a diestro y a siniestro. Nuestros colegas intentaban huir pero los agarraban y los pegaban

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violentamente. Delante tal espectáculo tuve una idea: abracé a mi novio y caminamos tranquilamente en el medio de la confusión, mirándonos apasionadamente. Inexplicablemente la policía no nos cogió, incluso creo que no nos vio. El amor pasó invisible a los ojos del odio.

Hablamos también de Deolinda, una simple operaria de la industria textil que afrontó los patrones durante una revuelta en su fábrica y consiguió mejores condiciones laborales para sus compañeras. Me contaron que la noche anterior, después de mi salida, un conocido comandante había estado en la capilla para despedirse de nuestra querida amiga. Un compañero nos acordó de las artimañas de Deolinda para conseguir dinero para nuestros periódicos y carteles: las rifas. Era tan simpática que nadie rechazaba comprarle una rifita, pero esperábamos que no nos saliera el premio, algo cursi en ganchillo, que ella había hecho con dedicación. Por eso, cuando el premio salía a alguno de nosotros, se lo regalábamos a Deolinda diciendo que era muy bonito pero que no lo necesitábamos, así que podría sortearlo de nuevo.

Nos dimos cuenta de que estábamos riéndonos en un funeral. El pasado se había entremetido en el presente y nos regalaba historias de vida, de victoria y de felicidad. Nuestros rostros, nuestros cuerpos, enseñaban marcas del tiempo, sin embargo nuestros corazones seguían latiendo al compaso del amor al próximo. Pensé: “Muerte, a pesar del aire helado que fuiste y que vino a traición, no lograste borrar la escritura de la vida.”

Entonces el pasado y el presente se dieron las manos convirtiéndose en una amalgama de color y oscuridad, de alegría y sufrimiento, de dádiva y de renuncia. Porque eso es la vida. Y el miedo del dolor voló para lejos de mi alma. Ya podía recordar a mis muertos sin sufrir.

Más tarde, en el cementerio, cuando me despedí de Luis, me pareció escuchar a Deolinda: “No es algo en ganchillo, lo que te regalo, pero es algo muy valioso: la paz contigo misma.”

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CON LA CRISIS ME VUELVO SORDO, CIEGO, IGNORANTE E INQUIETO

Ricardo Leandro Pereira Rodrigues de Oliveira (Lisboa)

Sí, ya lo sé que estamos viviendo una de las peores crisis de los últimos años, pero ¿qué tengo yo que ver con eso? si soy un mileurista1 que vive en la periferia con sus padres, que tarda un montón desde que sale de su casa hasta que llega al trabajo, y que no tiene dinero ni siquiera para alquilar una tienda de campaña. ¡TODO! En verdad ¡Yo tengo todo que ver con eso!. Estoy harto, harto y muy harto de lo que la gente habla en los transportes sobre el paro y la crisis. La gente da la periferia piensa que la crisis solamente les toca a ellos y no a los demás, ¡está loca!. En realidad, como yo estoy verdaderamente harto de tal nombre monstruoso, que pone la gente en paro, que hace

1 Mileurista – Sinónimo de voluntario, que gana poco o casi nada.

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bajar los sueldos y por supuesto la calidad de vida y que le quita a la gente las perspectivas de una vida mejor, me estoy volviendo sordo. Cada vez que la escucho, enciendo mi ipod, que me he comprado en las rebajas, empiezo a escuchar canciones de las

mejores que hay, como las que escuchamos y que de tan poéticas que son, las echamos en la basura, y cuando pienso que no voy a conseguir escuchar nada más, y si oigo algo como isiss, aumento inmediatamente el volumen de este reproductor de audio digital portátil creado por alguien inteligente. Hay veces que pienso, ¡mira tío de tan alto que está este volumen, cualquier día te pones Sordo.! No me importa!, al menos no la escucho, y al mismo tiempo pienso muchas veces ¿Cómo sería yo si fuera Sordo? ¡Posiblemente alguien más feliz! Sí, sí, seguramente más feliz ya que no escucharía a nuestros representantes2 ni tampoco los amables clientes a quien contesto todos los días haciéndome un esfuerzo tremendo para aguantarlos.

“Vosotros tenéis que ser amables con ellos, los clientes tienen siempre razón y además, los objetivos de la empresa también son los vuestros”. A ver, esto es algo de que me acuerdo todos los días, gracias a mi jefe gordo, que lleva siempre los mismos pantalones y chaquetas y que no se parece nada más que un cerdito. Sí, ¡de verdad! Dicen que el nombre se adecua al sujeto, ya que él se queda con el bonus anual del equipo, y no lo reparte. ¡Qué va!

Sí, pero no quiero hablar de cerdos sino de crisis o de no crisis. A mí me gustaría que rebobináramos un poquito hasta el primer año que empecé a trabajar. Me puse un traje apretado, aquel traje que solía usar en todas las ocasiones. Bodas, funerales, fiestas de bautizo

2 Representante – Alguien en el que votas y que pasa los días sentado en una silla tomando decisiones por ti, mientras tú pagas su sueldo y trabajas a tope.

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y cumpleaños. En todas las fotos de esa época, ahí estaba yo, y el traje también. Fue una época de ilusión, en la que pensábamos que trabajar mucho, incluso sin calidad o con poca, sería el suficiente para crecer en una empresa. Solía trabajar hasta tarde, y las horas extras me las pagaban. Decían que era un derecho3 de los trabajadores. Ahora, sí ahora, te sonríen y dicen que eres un buen trabajador, y que probablemente vas a sacar el título de trabajador del mes ¡Pero no eres tan bueno para que saques el bonus anual! ¿Vale? En esa época los compañeros de trabajo también solían no ser tan competitivos. Todavía me acuerdo de mis superiores. Yo pertenecía a un grupo de recién

graduados, y los jefes al principio hablaban con nosotros como si fuéramos niños desprotegidos. Tenían siempre la conducta más correcta, enseñar una generación para la vida activa, era como siempre nos decían. Había veces, que en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar de pasión por todas las tareas que íbamos a desarrollar, sin pedir nada en cambio. ¡Que buenos jefes eran! ¡Como echo de menos a esa época!

Bien, volver al planeta tierra. Con la de la crisis tampoco puedo ver televisión. No hay muchas opciones pues cada vez que la enciendo, desde la publicidad, “ya la venta con descuento de x% para que pueda ahorrar”, hasta el telediario “una fábrica que cierra por la subida de los precio de las materias primas”, son cada vez más las restricciones que mi limitado cerebro de mileurista tiene que saber lidiar, para que no se quede envenenado por el nombre monstruoso. Otra de sus limitaciones, y que me pone los pelos de punta, es cuando yo me acerco de un cajero automático. Al rededor del día 20 de cada mes,

3 Derecho – Palabra con varios significados, puede ser una asignatura, el opuesto de izquierdo, o una palabra usada en el pasado por la cual la gente luchó muchas veces y ahora se encuentra en desuso.

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cuando yo ya no tengo plata, él envía por mis venas unas descargas y es cuando yo pienso: Madre de Dios ¡que me voy a morir,! ¡Si no me muero de la descarga me muero de hambre!

Es por eso que este mes, antes del día 20, pensé en ir buscar al videoclub una película como forma de entretenimiento. Sí porque nosotros, los mileuristas, también tenemos derecho a la vida ¿no? Cuando llegué pregunté a la dependienta si había alguna película, de las buenas para adultos. La pobre, que probablemente pensaba en su vida de mierda, que al fin y al postre deberá ser tan interesante como la mía, me contestó diciendo que había una de las buenas, cuyo nombre era “El aire helado que fuiste y que vino a traición”. Yo pensé inmediatamente. La madre que me parió, yo no quiero saber de amores ni tampoco de desamores, quiero una peli porno, una de aquellas que me pone lleno de alegría.

Sí eso, la Alegría, ese substantivo que no sé si alguna vez lo voy a tener en su plenitud. Necesito algo más para mi vida, respirar un nuevo aire, algo que me traiga la verdadera felicidad. Una perspectiva, es esa la palabra, una perspectiva. Algo que mis padres y sus padres tenían y que las nuevas generaciones la buscan. Y es por eso que mis padres hay veces me dicen cuando yo me quejo de mi trabajo. Mira hombre, más vale pájaro en mano que ciento volando. Lo dicen porque aún la tienen, y yo ni siquiera he probado de su esencia. ¿Será que tendremos que continuar bajando los pantalones a estos jefes y a estos políticos que cuyo desarrollo sostenible que defienden, no pasan de palabras tontas, sin factibilidad? O ¿será que alguna vez lo usaremos de forma correcta el órgano que se encuentra donde la espalda pierde su nombre cuyo el propósito que Dios le dio es muy diferente? Estoy harto, y muy harto. Pero tengo algo como cierto, voy a continuar a luchar por mi vida, siempre escuchando mi ipod con las canciones que ¡están de moda! Y cuando salga de casa de mis padres, saldré de cabeza erguida diciendo ¡Mileurista, mileurista, formaste parte de una generación que no tiene más que las memorias de una vida.

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EL TALLER

Jacqueline Thouement  (El taller) 

Estaba durmiendo en el sofá del taller. Este sofá que acogía desde hacia diecisiete días una mujer enigmática con una piel parecida a la arena del desierto y a veces, casi transparente según el rayo de luz que penetraba en el cuarto a través de mis persianas parisinas.

Al rayar el alba, el Paris tranquilo apenas se hacia notar por el ruido que se alzaba de las calles dónde los primeros vendedores de flores y especias empezaban sus instalaciones como cada fin de semana. Pero hoy, con el aire del ambiente cargado de olores frescos y colorados, con el perfume que emanaba ya del exterior, me desperté con la cabeza atolondrada de recuerdos y sueños de la noche pasada.

Mi amigo tan querido, Luis Ricardo, estaba de vuelta después de una

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larga estancia en Granada. Pero durante su primera visita en Paris, exaltado por la vida nocturna, pronto descubrió que su corazón latía por la silueta femenina con los rasgos orientales de una mujer que él llamaba Princesa. Esta misma Princesa por la que mi amigo eufórico usaba sus pinceles y vaciaba sus bolsillos para comprar los pigmentos los más dignos de la belleza de su modelo.

El taller de pintura que ocupaba al quinto piso de un edificio construido por Haussmann, el arquitecto contemporáneo que admiraba por su obra genial, era muy grande, ¡que suerte! Se componía de dos pequeños dormitorios pero de dos inmensas salas cuyas ventanas permitían la entrada de la luz perfecta para mis creaciones y actualmente, las de mi amigo Luis Ricardo.

Lamentablemente, el verano fue tan imparcial que nos hizo polvo a los dos. Una noche de embriaguez con mi compañero de borrachera, habíamos saqueado una parte del taller asolando el entarimado. Fui, desde entonces, obligado de restaurar el suelo de roble que hacía, con la altura del plafón y sus molduras, el otro atractivo del lugar.

Así, vinieron los acuchilladores de parqué. Llegaron un día que mi compañero estaba abstraído por su trabajo que consistía en la exacta transcripción de la emoción que experimentaba a la vista de la sensualidad de su Princesa oriental. Ella, llevaba por sólo traje una diadema y un aderezo de perlas de vidrio de un brillo parecido a los destellos de un diamante. Yo, estaba mirándolos, sentado en un sillón de cuero maltratado por los años en un rincón del taller, casi escondido para que no se viera el turbio creciendo que se apoderaba de mí. La desnuda sublime y sus ojos enigmáticos, que, en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar, ahora, es este día de calor y, dado por parte a la botella de ajenjo que nos acompañaba, nos perturbaban en nuestros sentidos.

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Tocaron a la puerta. Me puse de pie y salí con pesar del taller para abrir a los obreros.

Entraron. Fueron tres. Tres hombres. El que parecía el más joven podía tener algo como veinticinco años, y los otros entre treinta y cuarenta años, pensé. Les dejé entrar y les acompañé en la habitación sacrificada por nuestros excesos y exuberancia. Pusieron sus alforjas llenas de herramientas, formón, cepillo, tarteras y otra botella de vino tinto en el suelo; en jarras, observaron el desastre. Había evacuado todas mis cosas y el taller estaba vacío y desolado. Sin esperar nada más, y sin una palabra, se quitaron sus camisas y empezaron el trabajo. Me quedé un momento indefinido en el marco de la puerta y les miré, medio ausente pero como atraído por un sentimiento extraño que todavía no podía identificar.

Volví al otro taller donde trabajaba Luis Ricardo. Él también me parecía que estaba evolucionando en un mundo surrealista. Su tela ya tomaba influencias fantásticas. El cuerpo sensual de la Princesa oriental se destacaba sobre un fondo mezclando un universo de sueños y la fantasía de un estado que mi amigo conocía muy bien cuando se abandonaba a las ansias de la vida nocturna. Me senté en el sillón y pronto me dormí.

El calor, las emanaciones de la esencia de trementina, el olor de las virutas de madera, el ruido de la cadencia de los cepillos en el entarimado pronto empezaron a crear una atmosfera donde me sentí bien. Mi pensamiento vagueaba y mi imaginación tomó el relevo. Pasé el resto del día observando mi amigo y su modelo sin darme cuenta que ya nacía en mi mente el tema de mi próxima tela.

Al día siguiente me desperté muy pronto. Aproveche que Luis Ricardo no estaba en el taller para instalar mi caballete y una tela virgen de gran tamaño. La última que me ofrecí el mes pasado no la había utilizado ya

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por falta de inspiración después de “los hortelanos”, una tela todavía no acabada pero por la que esperaba dar el último toque para presentarla en el salón de pintura y de bellas artes del otoño de 1875 en Paris. La nueva tela estaba enfrente de la Encantadora. Empecé. Fue un día productivo. El lápiz corría sobre la tela. Mis gestos eran precisos. Era como si apenas pudiera controlar mi brazo, mi mano, mis dedos. Ya se dibujaban los cuerpos esbeltos pero musculosos, las espaldas inclinadas, los hombres arrodillados en el suelo que poco a poco dejaban adivinar las nervaduras y los nudos de la madera. Cuando la noche se invitó en el taller, agotado, me dormí en el sofá.

Al día siguiente, comencé con los colores. Preparé los pigmentos con óleo. Solía preparar mis pigmentos cuidadosamente eligiendo las tintas adecuadas que traducirían mis emociones y sensaciones escondidas muy dentro de mí, pero que se revelarían en la tela. Otro día sin tregua, sin descanso, sin comer porque la inspiración no es paciente pero tiene sed. Luis Ricardo por su lado y yo por el otro lado, absortos y obnubilados cada uno por su propio tema, apenas hablamos pero al ponerse el sol, estábamos como dos espectros de color cetrino y, sin más resistencia nos fuimos a dormir. Me desplomé en el sillón y me hundí.

Oí un ruido. Mis parpados pesados tardaban en abrirse. Fue como si fuera una rapadura, un rozamiento apoyado más que un frotamiento. “¡Este ritmo, conozco este ritmo!”, pensé. ¡Si, claro, lo había notado! De repente, todo mi cuerpo volví rígido. Un arranque de angustia llenó mi ser. Un pavor me sobrecogió. Me puse de pie, las orejas zumbantes, la cabeza en fuego, bañado en sudor y las piernas temblando. Me acerqué, el miedo al vientre. No me atreví a dar un paso más. Sentía una sima insalvable debajo de mis pies. Les vi. Estaban trabajando, sudando, la espalda brillante de la huella del esfuerzo. “¡Me vuelvo loco, Luis, me vuelvo loco!” dije en un grito ahogado. Les miré, fascinado y cautivado por el ritmo incesante de las garlopas. ¡Desde cuando estaban

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deslomándose para decapar el entarimado manchado! Me quería hacer invisible para que no me notaran. La luz nocturna creaba un ambiente sensual pero espantoso. Cuando la botella de ajenjo se me escapó de las manos, la escena se paralizó. Irguieron la cabeza mientras que perdía la mía. No me vieron, pero vieron la moza medio desnuda en frente. Les estaba mirando, echándoles una ojeada sugestiva. Y nada se podía hacer sin exponerse a su mirada escrutadora. Observaba con atención cada movimiento, cada músculo en tensión o aflojamiento mientras que la desnuda se prestara de buen grado a las guiñadas de los obreros. Ya una complicidad se establecía entre la moza y los acuchilladores. La cadencia de las herramientas seducía la Sublime que poco a poco ondulaba, jugando con sus curvas atrayentes. Los obreros hicieron una pausa para aprovechar del baile oriental. Tomaron del armario una copa y se sirvieron el vino. El joven tomó un mantón descuidadamente abandonado en el sofá y cubrió los hombros de la bailadora; Le ofreció una copa de vino. Bailaron, cantaron, patearon sin hacer ningún caso de mi presencia. Yo, no me movía, era apenas si respiraba queriendo derretirme al decorado. El ritmo sacado entraba en mi cabeza; mas rápido, mas fuerte, mas poderoso, mas enajenador. Tomé mi cabeza en mis manos tratando de taponarme los oídos. Mi cabeza estallaba. No soportaba más. ¡Basta! ¡Basta! grité. Y caí.El día siguiente, me desperté con las campanas de la iglesia Saint Augustin que tañían las once. Estaba en mi cama. Me habían traído mi desayuno compuesto de chocolate caliente, pan tostado con mantequilla, mermelada y un zumo fresco de naranjas. Tocaron a mi puerta. Luis Ricardo entró, el rostro preocupado. Me dijo que había oído un ruido durante la noche y que me había hallado en el suelo temblando, los ojos trastornados en blanco y diciendo palabras incomprensibles. Atribuyó mi estado a un surmenaje artístico.

En la tarde me junté con mi amigo en el taller. El sol inundaba la sala. Luis Ricardo estaba pintado el fondo de su tela con motivos extraídos de su imaginación, especias de volutas, matizando los colores para

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exacerbar la belleza del modelo. Me quedé mirando la tela. Me parecía que conociera algo más del retrato, una especia de connivencia entre la Princesa-Encantadora y yo, que no pertenecía a mi amigo; una intimidad, una complicidad entre la moza y yo. Extrañamente, esta situación no me perturbó; aunque no pude explicarla, me aseguró. “Tu obra esta casi terminada”, le dije. “¡enhorabuena! amigo”. “Gracias” me respondió, “pero la tuya no esta mal” y se volvió a mi tela. Hice lo mismo. Mi tela estaba terminada, completamente acabada. Me acerqué más para escrutar los detalles. “¡que realismo!, ¡que agudeza!” Dijo Luis Ricardo. “De verdad, es la mejor de todas las telas que has pintado”. Dejé estupefacto, sin embargo, con una duda, como un malestar. Los obreros estaban exactamente en la misma postura en la que les había visto cuando vinieron el primer día para decapar el suelo; exactamente los mismos gestos salve... me acerqué otra vez… ¡sus ojos! me exclamé. Luis Ricardo miró pero no percibió lo que yo vi en los ojos del joven: un agradecimiento, una gratitud, pero, ¿por que? Entonces, su mirada cambió y se dirigió hasta la desnuda en la tela de mi compañero. Pero eso, fui el único a notarlo…

En otoño, presenté la tela al salón de Paris. La rechazaron.

“¡No te preocupes, Gustave!”, me dijo Luis Ricardo cuando subía en el tren a destino de España. “¡Veras, un día se lo disputaran tus acuchilladores de parqué!”.

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¿UNA MISIÓN IMPOSIBLE?

Rémi Tuma (París)

El tiempo era gris, con muchas nubes, una lluvia incesante...Yo y Sancho estábamos sentados en una pequeño sala, sin trono... Qué extraño: nunca había sido en un lugar tan alto. Estaba en un palacio inmenso, llamado “Comision europea”. ¿Que podía ser? Desde la ventana podía ver numerosas cositas, pequeños detalles: caballos mécanicos, luces artificiales, pájaros de hierro en el cielo... Pensé: ¿Por qué yo y Sancho hemos decidido volver a este mundo tan diferente? ¿Lograremos difundir nuestros valores y la confianza en Dios : honor, fidelidad, y amor?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la entrada de esa persona tan esperada.

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El hombre se acercó a mi, con una sonrisa, y un vestido gris muy extraño: “Buenas tardes señor Quijote, buenas tardes señor Pancho: me presento: ¡Soy Joao Manuel Durao Barroso, Presidente de la Comisión europea!”

¡Qué sorpresa! El Rey no era español, sino portugués! ¡Qué verguenza! Sabiendolo, en el mejor de los casos, apenas nos hacía temblar.

Aparté la vista, enseñando así mi desprecio. Pero el hombre no se enfadó. Tuvo solamente una expresión de sorpresa. Tenía una cara redonda, unos ojos marrones llenos de comprensión, de curiosidad y de malicia a la vez, y una rapidez en los gestos que inspiriban la confianza.

Sin tregua empezó a hablar: «Bueno hombres, conocéis el motivo de vuestra presencia aquí en Bruselas. Vamos directo al grano: vuestra misión consiste en viajar para observar al mundo, y anotar todo los hechos relevantes. Tendréis que visitar Lisboa, París, Berlín, Pekín, Tel Aviv, Roma, Marrakech, y por supuesto Bruselas”.

¡Cuantos destinos distintos! Pensé. “¿Pero solo observar?” (contesté).

- “Mire, Señor Quijote: En primer lugar se trata de comprender, luego de actuar”.

- “¡Vaya hombre! Yo, Don Quijote de la Mancha, servidor del Rey, no he venido aquí solamente para observar! ¿Y Usted, Quién es?”

- (presidente Barroso): “Pero yo creía que el Creador ya le había explicado todo: aquí en Bruselas simplemente tratamos de solucionar los problemas de nuestros conciudanos”.

- (El Quijote) “¿O sea? ¿El Rey de España no manda?”

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- “No, el Rey no manda. Solo representa…

- “¿Y quien va a mandar?”

- (presidente B) : “Es un poco complicado señor Quijote. El mundo ha cambiado mucho en cuatro siglos, ahora le voy a explicar, sintetizar!

- (el Quijote): “Bueno, si Espana no es líder, Francia será sin duda la primera potencia del continente...”

- (presidente B): “Eso tampoco… El problema con Francia es que cree todavía en su misión universal, mientras que su líder gesticula, se enfada, dice palabrotas, dice algo y su contrario…”

- (El Quijote): “¿E Italia ?”

- (presidente B): “Las cosas están mejorando un poco. Poco Antes, el jefe del gobierno pensaba sólo en el asunto, me entiende…”

- (El Quijote): “No, no la entiendo, lo siento mucho”.

- (presidente B):”Cuando hablo de bunga bunga, ¿me sigue?”

- (El Quijote): “No, tampoco”.

- (presidente B): “Bueno, tenía relaciones con muchas chicas, total que dejó completamente sus actividades profesionales.”

- (El Quijote): “¡ Un hombre de honor tiene que tener solamente una esposa: su amor por la vida, bajo la benedicción de Cristo!”.

- (presidente B): “Claro que sí, aunque en nuestro modelo de sociedad las personas son libres de creer y de escoger sus prácticas religiosas.

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¿Y usted Sancho, qué piensa ?”

- (Sancho): “Bueno, Si Francia, Italia y España no mandan, ¡nos queda Alemania.¡ ¡La hostia¡, ¡tienen unas cervezitas, el paraíso en la tierra!”

José Manuel abrió grande sus ojos, con una expresión de delusión: «¡Pero se ha olvidado a Portugal!” Nada se podia hacer sin exponerse a su mirada escrutadora. “Está claro que Alemania cuenta… Además su jefa es una persona muy valiente”.

- (El Quijote) “¡Qué va ! ¿Una mujer? ¿Por encima de todo una mujer dirige? ¡Es el colmo!”

- (presidente B): “Si, menos mal que en Europa la mujeres puedan tener papeles importantes. Entonces, lleguemos al motivo de su presencia. Ustedes van a viajar, y cuando terminen, vuelvan aquí para devolverme su «reporting». Les pido que lo escriben en Inglés”.

- Sancho: “ ¡ Pero Inglaterra ni siquiera forma parte de Europa ¡, ¡ No es justo !

- (presidente B): “Será vuestro primer camino de cruz. No os preocupéis; habrá otras pruebas”.

- (El Quijote): “Espere: Usted no habló de China, Israel, O Marruecos”.

- “Os dejo la libertad de descrubrir vosotros mismos la belleza de esos paises”.

Ya era tarde. Teníamos que irnos y el presidente de la Comisión tenía que encontrar a otras personalidades de gran importancia: entre ellos un cierto Herman Van Rompuy, también presidente europeo… ¿Cómo? ¿Dos presidentes al mismo tiempo? Luego tenía que encontrar al

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presidente de turno del consejo de ministros: el primer ministro danés. ¿Trés presidentes ?

Cuando salimos del despacho de José B, el telefono sonó. Era el presidente francés. Se podía oir su voz enérgica y nerviosa: «¡Pero José Manuel, ayer me dijiste que las agencias de calificación no irían a bajar la nota de Francia! ¡Me lo prometiste! Ten cuidado José: si no cumples con tus promesas voy a cerrar las fronteras. ¡Adios Schengen!”.

José me miró con tristeza, pero recobró el ánimo: «No se olvide senor Quijote, el reporting… ¡En inglés!”

La vida es así: Dios te confía una misión y al final acabas con un simple «reporting».

¡Pero qué vida rica! Sin embargo las cosas non fueron fáciles: viajar en un mondo totalmente diferente de lo que habíamos conocido era una verdadera aventura.

Cada día yo y Sancho descubríamos hechos nuevos y sorprendentes sobre este mundo tan complejo : En Israel visité los lugares sagrados de Jerusalén. Allí Sancho pudo pasear con un burro al que, con mucho afecto, puso el nombre de Platero. Allí el verano fue tan imparcial que nos hizo polvo a los dos. Malgrado el sol y el calor implacable, estuvimos encantados por la ciudad: por la tarde, cuando bajaba el sol, la ciudad se iluminaba con un color mezclado de oro y de púrpura, como si estuviéramos en Salamanca. También los símbolos religiosos se confundían: presencia de los rabines en las calles, sonidos de la campanas, llamadas de los muecines.

El mismo verano decidimos irnos a Marrakech. Allí constaté que, como en China, los jóvenes sabían utilizar a la perfección los nuevos medios de comunicación: facebook, twitter… Pero fue en Portugal que cumplimos

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la misión de traducir nuestro reportaje por el mundo en inglés !

Fue el Primer ministro portugués quien nos salvó: Joés Passos Coelho en persona. A través de internet, nos enseñó los enlaces de traducción automática. Así que convertimos inmediatamente el texto desde el español hasta el inglés.

¡Misión cumplida senor Barroso! ¿Quién dijo qué era una misión imposible?

De vuelta a Bruselas, entregamos el informe a José Manuel. Entramos en su despacho, pero nos quedamos solamente un par de minutos. No tenía tiempo. Estaba discutiendo por teléfono: «Pero Mariano, compréndame, no puedo decirte que sí. ¡Mariano... Qué no! ¡Por favor, escúchame! »

Talvez si José Manuel hubiera hablado en francés...

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LA VIUDA CON EL POMERANIA HEREDADO

Jennifer Sklar Gilbert (París)

La parte más complicada y difícil de mi vida no había hecho más que empezar. Para empezar tenía que regresar a San Petersburgo. ¿Pero como regresar a un lugar donde nunca había ido? El lulú empezó a gruñir. ¿Cómo le debía alimentar? ¿Pollo? ¿Res? Nunca había estado cuando C. le daba de comer. Pero lo que más me pesaba eran aquellas imágenes que me rasgaban la mente: dos zapatillas en el fregadero, el acné del investigador, un unicornio negro pendiendo del espejo retrovisor del taxi. Discúlpame, querido lector. Cómo C se había marchado, tenía que contar esta pesadilla a ti.

Un día llovioso, regresé de mi última día de clases para encontrar que mi marido ahorcado en el cuarto de baño. No hubo funerario en mi sueño. Fui directo para un pueblo al borde del Mediterráneo donde

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hacía tanto calor que tuve que comprar un abanico antes de buscar un hostal. Pasé todo el día andando por la plazuela, la playa, el jardinillo público. El tercer día cruce un hombre paseando a su Pomerania. Tenía una cara que ya había visto en algún lugar: rostro pálido, barbudo, con los ojos borrosos de alguien que pasa demasiado tiempo leyendo. Me esbozó una sonrisa ansiosa sin mirarme en los ojos.

El próximo día, mientras que me descansaba bajo un roble, el Pomerania saltó sobre el banco y empezó a mordisquear mis uñas. “No muerde,” disculpó el hombre en un acento eslavo. A pesar del calor llevaba una chaqueta y una boina de terciopelo negro. Me extendió un diario forrado de la misma tela: “Me gustaría escuchar lo que opinas de eso.” En el interior de la portada había una etiqueta con el apellido C.- por eso había conocido la cara. Era un autor ruso famoso por sus cuentos y obras de teatro. C. se sentó al lado del perro mientras que leí las páginas siguientes:

En el pueblo hacía un calor satánico. Gurov (mi Lulú) y yo lo habíamos escogido expresamente por eso. Gurov tenía 16 años, y con la edad había desarrollado una meticulosidad sólo comparable a la de su dueño. El verano pasado, hice el error de alquiler un apartamento en el norte, pensando que un clima moderado iba a agradar al perro y permitirme de escribir una novela entera. Pero me equivoqué. El verano fue tan imparcial que nos hizo polvo a los dos. No escribí ni un capítulo. Desafortunadamente este sol violento tampoco nos estaba motivando. Antes de que llegaras, pasaba todo el día en la terraza, mirando la gente pasar para evitar de confrontar las páginas blancas de mi diario.

Había pasado quince noches en el pueblo cuando te vi pasar: una señorita joven, de porte severo y glacial. Supe de inmediato que acababas de sobrevivir algo horroroso, un crimen que no debe de existir fuera del mundo literario. Durante tres días te vi deambular todo el día, lánguidamente. Esperaba el momento cuando te ibas a sentar para que pudiera empezar a ayudarte con tu historia.

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Cerré el diario en mi regazo. El Pomerania se sentó encima. C. estaba me estaba escrudiñando, como si estuviera midiendo las dimensiones de mi cara. “Me imagino que no vayas a querer darme tu nombre real. Eso no importa. En el cuento tu personaje será anónimo. Pero necesito que escojas el nombre que tendrás a partir de mañana.”

Le dije que no entendía y que aunque me gustaban sus obras necesitaba en este momento que me dejara en paz. C. insistió.

“Soy C, autor. Estoy aquí para ayudarte. Nadie debe vivir con lo que viviste. Vamos a cambiar tu historia. Pero necesito que elijas la persona en la cual transformarás.” Le dije que él podía escoger. Que yo no tenía nada que ver con su literatura.

“¿Cómo te va Anna Sergueevna? Eso sería lo más fácil.”

“No soy rusa.”

“No te preocupes.” C. siguió analizándome. “¿Sabes qué? A mí gustaría que rebobináramos un poquito. Para llenar bien los espacios. No quiero ser brusco pero ¿Qué te pasó exactamente? ¿Fue un violo? No. ¿Un asesinato? Tampoco. ¿Un suicidio?”

El calor me estaba agobiando. Devolví el libro a C. con el Lulú encima y empecé a marcharme. C. me detuvo. Su mano sobre mi hombro mi dio miedo y alivio al mismo tiempo.

“Sí, fue un suicidio,” C. confirmó, “Pero ¿quién fue? ¿Tu padre? ¿Tu hermano? Me pareces demasiado joven para estar casada.” ¿Sí? Tu marido. Nuevo marido. Vamos a rebobinar un poco más. ¿Entiendes por qué lo hizo? ¿Sufría de depresión? ¿Esquizofrenia? ¿Lo hizo con cuerda, veneno, un arma? ¿Te dejó alguna carta?

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Ya no podía más. Me liberé y me fui para el restaurante (extrañamente en ese momento tuve hambre por la primera vez desde el incidente). Alguien había dejado los Cuentos de Chejov al lado del lavabo en el baño. Lo cogí y empecé a leer un cuento que se llamaba “La dama del perrito” mientras que esperaba el primer plato.

“Qué coincidencia” Me dijo una voz de arriba. Fue C, poniendo su boina y su diario en la mesa al lado. “Qué interesante que escogieras este cuento.”

“Disculpe,” le dije. “Pero pensaba que habíamos terminado. ¿Qué más necesita de mí?”

“Mira, me dijo. “A mí me gustaría que rebobináramos de nuevo. Yo no te necesito. Tú me necesitas a mí.”

El mesero me trajo un plato de salchichas con una jarra de vino tinto. C. pidió lo mismo para él y dos huesos para el Pomerania.

“Cada verano Gurov y yo conocíamos jóvenes como tú vagando por los pueblos litorales. Siempre eran lindas, resplendentes, pero con caras aterrorizadas. Gurov siempre intentaba ir hacia ellas, queriendo darles cariño. Muchas veces ni le hacían caso. Solo podíamos imaginar las historias que acompañaban estos rostros, rostros que en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar. Ninguna cara real, sobre todo de una mujer joven, debe verse así. La pesadilla no se puede existir fuera de la literatura. Necesitamos trasladar tu tragedia al mundo de las palabras, para seas una nueva persona, para que puedas vivir en paz. Pero antes de que seas Anna Sergueevna,”

“Necesita que rebobináramos un poquito.”

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“Exacto. Necesito más detalles. Sobre la persona que eras antes de venir para este pueblo. ¿Usted trabajaba, no? ¿Era estudiante, enfermera, maestra? Maestra.”

Esta vez no le dejaba adivinar. Le dije todo lo que quería saber, hasta el color de la tiza que usaba en mi clase. Luego me fui para el hotel. Me dormí por la primera vez en días, hasta las tres de la tarde siguiente. Al levantarme, vi en el espejo que mi cara se había transformado. Mis mejillas eran gordas, rojas. Era rubia, dos o tres años mayor de edad. Me puse las prendas que estaba plegado sobre la silla: un corsé, un vestido rosado, y una boina del mismo color.

Bajé al restaurante y pedí un café con leche. El mesero me lo trajo junto con un paquete destinado a Anna Sergueevna. “Un señor con maletas vino esta mañana antes de coger el tren.” Me dijo. “Quería que le diera eso.” - Estimada Anna, Te dejo tu biografía y el lazo del Pomerania. Los dos, desde ahora, pertenecen a ti. – C.

Fui a sentarme con el perro en la plazuela y empecé a leer la historia que C. me había escrita, el cuento de una mujer Rusa que pasa sus vacaciones al borde del mar negro. Yo imaginaba que C. iba a llegar para ver lo que pensaba, o al menos para recuperar su Lulú. Nunca llegó. Comprendí que nunca iba a llegar. Al final de la historia, parecía como si dentro de pocos momentos todo fuera a solucionarse y una nueva y espléndida vida empezara para mí; y pero vi claramente que aún me quedaba un camino largo, largo que recorrer, y que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar.

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EL VALS DE LOS CUERVOS

Gerard Saubiez (París)

El acordeón desgrana su música al compás de la danza, y Olga baila, baila en su falda roja...Ríe y ríe como una loca si se equivoca. Sus pies delcazos cuentan los pasos, su falda roja revolotea.

Se enfurece la música en un torbellino de vals, estalla el acordeón y sus teclas negras se transforman en un vuelo de cuervos surcando el aire de un relámpago negro que me conduce hasta la verja del cementerio, en lo alto del acantilado que domina el mar.

Puedo verle, Señor, de pie delante de la tumba de la que fue su esposa y también era mi hermana. Respetando su dolor me quedo bajo los cipreses verdes envuelto en el ruido de los remolinos del agua.

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Mirando en el fondo del espejo de mi memoria, la veo agonizante dando a luz a su criatura. En estos momentos, Señor, nuestra pena nos unía en una sola familia. Unos días después, cuando usted llamó a nuestra puerta pidiendo ayuda, fue sin vacilar que mi hermanita se le ofreció a atender al recién nacido. Aliviaba así el duelo por la hermana que le sirvió de madre. Entonces, todos pensábamos haber encontrado la solución y que Olga nos hubiera dado su bendición ya que nada se podía hacer sin exponerse a su mirada escrutadora.

Fue visitándoles cuando me dí cuenta que había peligro. Viendo a la chica con la criatura, sentí demasiada felicidad. No le miraba, Señor, como a su cuñado, sino como al padre de un niño que ya consideraba suyo. Comprendí que tenía que arrancarla de este destino ciego fuera de su propio albedrío. Desde entonces, Señor, su puerta nos fue cerrada para siempre y nos invadió un silencio de desconocidos.

Del drama, nadie tiene la culpa, solo son cosas que los cuervos llaman vida, envenenando las dosis de anestesia. Tampoco merece su hijo sufrir el castigo. Acepta Señor mi mano tendida y mi anhelo a conocer a este sobrino que tiene mi sangre. Así lo habría querido su madre, la que fue su esposa, y también era mi hermana.

Oigo la música del Ave María que le gustaba a Olga, entonado por el cura como un réquiem por la paz de su alma, llenando de sollozos la iglesia fría.

¡Olga, Olga, quiero verte bailar el vals para siempre, en esa falda roja que llevabas el Domingo de las Rosas!

¿Te acuerdas del Domingo de las Rosas? Entonces ya teníamos nuestros cuervos, y en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar, pero este día empezaron su obra carnívora, desgarrando sin piedad la vida de nuestra tía, novia de la fiesta.

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La amábamos tanto nuestra tía ¿Te acuerdas? Al principio no nos gustó que encontrara a un novio. A sus cuarenta años, no pensábamos que se hubiera casado, y a nosotros, no nos importaba que fuese coja. Porque sí que era guapa y tenía una voz tan cristalina que cuando cantaba el “Veni Creator” en la Iglesia hasta sangraban las almas acercándose de Dios.

Se había hecho muy amiga de nuestra nueva vecina, una mujer encantadora que nos miraba con un pedazo de cielo azul y nos hablaba con un acento ensordecedor, destacando los bonitos sonidos de nuestra lengua. Con su hermano, habían comprado el castillo del pueblecito. A él no se le veía mucho, nos parecía distante o tímido, pero al parecer, nuestra tía le encontró muy a su gusto. Recuerdas Olga, se había convertido en una mujer más guapa, más joven, y su felicidad nos alegraba. Decidieron casarse, quizás un poco demasiado rápidamente. Organizaron el Domingo de las Rosas en el parque del castillo, esta fiesta de nuestra región destinada a la confección de las rosas de papel para la boda. Fueron invitados los amigos, los vecinos, las del coral “Las hijas de María” y nosotros la familia. Animando la danza, nuestro padre tocaba su acordeón a la sombra del nogal, donde jugaba el viento con las hojas en un ruido de tafetán arrugado. Bailabas el vals en tu falda roja riendo a carcajadas de alegría. Era un día estupendo, pero acechaban los cuervos que siempre analizan y ejercitan movimientos para desplazarse sin apenas rozamiento.

¿Te acuerdas? De repente se puso a gritar la loca, hermana de Melina, torciéndose en el suelo, la baba le saliendo de la boca. Lo más que nos sorprendió al instante fue el silencio pesado, después de un largo gemido sostenido del acordeón. Hasta los pájaros cortaron su llanto. Y Melina, acercándose del novio, quitándose la blusa y alzando su brazo desnudo donde chillaban cinco cifras azules inscritas en la piel . ¡Olga! ¿Sentiste el espanto cuando le escupió a la cara? ¿Oíste la risa maliciosa de los cuervos? ¡El clac del acordeón que se cerró, el furtivo deslizamiento de los pasos huyendo corriendo !

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¡Recuerdas que nunca se casó nuestra tía! Tampoco cantó el “Veni Creator”, puesto que nunca volvió en una Iglesia.

Desaparecieron los nuevos vecinos. Del episodio nunca se habló, agobiado bajo la capa de silencio. Vendido fue el castillo, casa de huéspedes dice el cartel. Queda el nogal con sus bandadas de cuervos graznadores, único testigo del Domingo de la Rosas, cuando fuimos a punto de ser los sobrinos de un verdugo SS.En una ráfaga de viento se escapan los cuervos, cortejo fúnebre reventando las nubes en un bramido de trueno. Veo sus plumas por los aires volviéndose teclas negras y cayendo en el corazón del acordeón que llora su canción

Olga baila, baila en su falda roja al compás de la música. Ríe y ríe como una loca si se equivoca, sus pies delcazos cuentan los pasos, su falda roja

Me despierto.

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EL VIAJE DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA Y SANCHO PANZA EN EL AÑO 2012

Ana Cristina dos Santos Amaral Couto Florêncio (Lisboa)

Este cuento, es una muestra de lo lejos que puede llegar la imaginación humana. De hecho, ¿qué es la imaginación y qué es la realidad? La mente humana es preciosa y nadie lo puede olvidar.

Seguramente sabrán que el destino de los hombres es trazado por los dioses, y por lo visto, también ellos cometen errores. Lo peor es que pueden cambiar el transcurso de la historia de una forma irreparable.

Estamos en verano, en el año 2012 y hace mucho calor. Clío, la musa de la historia, se ha quedado dormida, mientras trabajaba en la tapicería del destino y tocaba la cítara. Parece, que no es la primera vez que esto le pasa. Luego se entrelazaron dos hilos, y enseguida dos fechas se

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sobrepusieron: el 23 de junio de 1615 y el 23 de junio de 2012. Justo en ese momento, don Quijote de la Mancha, el famoso caballero andante y su fiel escudero Sancho Panza estaban revisando sus planes de viaje. D. Quijote había decidido salir a ver mundo por segunda vez, pero quería ampliar su andadura. Sabiendo de la existencia en Portugal de una máquina voladora llamada “Pasarola” su plan consistía en desplazarse en ella por el aire. Además de hacer un recorrido más largo, desde lo alto vería con más detalle dónde era necesaria su ayuda, buscaría nuevas aventuras y viviría como los famosos caballeros andantes. Así don Quijote lo comentaba con Sancho:

- Pues, ¡Sancho amigo! mañana empezará un viaje muy largo. Iremos hasta Portugal y seguramente nos prestarán la máquina. A los caballeros andantes, se les debe como privilegio y derecho, en pago de las penas que sufren buscando aventuras noche y día.

Le ordenó a Sancho que llevara dinero, comida y otras cosas necesarias en las alforjas.

Al otro día, todavía no salía el sol, se armó de todas sus armas, pues en todo imitaba lo que había leído en sus libros. Muy satisfecho, subió sobre su caballo, Rocinante, y junto a Sancho, que subió sobre su asno, se pusieron en camino.

De vez en cuando, Sancho bebía un trago de vino con mucho gusto, considerando de cierta forma agradable andar buscando una vez más aventuras peligrosas. Caminaron tanto que al anochecer se hallaron cansados. La noche la pasaron entre unos árboles. D. Quijote durmió pensando en su señora Dulcinea del Toboso. Al día siguiente, se despertaron muy temprano. Había que pasar por el Toboso, ciudad donde vivía su amada. Pasaría junto a su palacio, para recibir su protección, como era su costumbre antes de iniciar una aventura.

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Empezaba a anochecer cuando llegaron a la ciudad, que parecía haber cambiado mucho, pues, sin que nuestros personajes lo supiesen, estaban en el año 2012. D Quijote pasando junto a la iglesia, se imaginó haber llegado al palacio de su amada, e imaginándola allí, se puso de rodillas frente al palacio, como pidiendo protección. Sancho viendo estas tonterías de su amo, intentó disimular la risa, pero no hizo ningún comentario.

Al otro día, continuando su recorrido, don Quijote vio dos hombres, que venían tirando de un carro que estaba cubierto con una lona, y dijo a Sancho:

- Mira, seguro que llevan a princesas prisioneras, ¡Tengo que deshacer esta injusticia!

- y en voz alta dijo:

- Señores, ¿Qué lleváis en ese carro?

- Somos campesinos y llevamos trigo que acabamos de recoger - contestaron los hombres - ¿y vosotros quiénes sois?

- Yo soy don Quijote de la Mancha y combato bajo el nombre de Caballero de los Leones. Ando por el mundo reparando las injusticias como es uso y costumbre de los caballeros andantes, y este es mi escudero Sancho Panza. Veo que estáis trabajando, así que seguid vuestro camino y no os olvidéis de mi nombre.

Iban muy callados, cada uno en sus pensamientos, cuando Sancho empezó a reír.

- ¿De qué te ríes, Sancho? - dijo don Quijote

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- Me río de aquel día con los leones, ¿se acuerda? - Preguntó Sancho

- En el mejor de los casos apenas nos hacían temblar, porque nada puede contra la verdadera valentía del Caballero de los Leones.

- ¡Así es!- contestó don Quijote -, por eso cambié el nombre de Caballero de la Triste Figura a Caballero de los Leones.

Tras dos días de jornada por la sierra, llegaron a Silves, un lugar al sur de Portugal. Eran las nueve de la noche del mes de junio de 2012 y estaba abierta la “Feria Medieval de Silves”. Alrededor del castillo de Silves habían organizado una pequeña aldea medieval, decorada con telas y pendones de colores vistosos. La animación era grande. Por las calles, además de los visitantes, circulaban los más variados personajes de la época.

Claro que nuestros amigos pasaban desapercibidos, pues también ellos llevaban trajes medievales. Había artesanos, feriantes, tabernas, artesanía, juegos, trovadores, torneos, teatros y un espectáculo de magia con una atracción especial, un globo aerostático de aire caliente. Todo animado con música antigua y flautas.

D. Quijote y Sancho Panza estaban extasiados con tanta belleza, y maravillados con elprogreso de aquel pueblo. Entonces era verdad, lo que decían de Portugal sobre las riquezas que venían de las Indias. Pero lo que más sorprendió a don Quijote fue, ver que estaba allí, presa con unas cuerdas, la máquina voladora que estaban buscando. Y los hombres, la hacían subir como por artes de magia. A todo esto d. Quijote estaba muy atento, y volviéndose a Sancho le dijo:

- ¡Oh Sancho! Esta máquina está puesta aquí para que yo me embarque.

Luego, dio instrucciones a Sancho para liberar a las bestias en la sierra

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y traer agua y comida. Esperarían a que todos se fueran para poder embarcar en la máquina voladora.

Cerca de las dos de la mañana, miró don Quijote a todas partes y no viendo persona ninguna, sin más, encendió el globo como había visto hacer, se montó en el, y ordenó a Sancho que desatara las cuerdas e hiciera lo mismo. El globo empezó a elevarse y a subir muy alto. Sancho estaba en pánico, blanco como la nieve. Desde lo alto veían la tierra, todo muy pequeñito. Sancho decía a su amo:

- ¡Ay, señor! ¡Válgame Dios! ¿Cómo vamos a parar la máquina?

- No te preocupes, ¡Sé valiente, amigo! - replicó don Quijote - vamos a dar la vuelta al mundo en esta máquina. A los caballeros los llevan adonde es necesaria su ayuda, así que parará cuando sea necesario.Empezaba a amanecer, pero Sancho no se calmaba, el miedo le hacía recordar a su familia que nunca más vería, y dijo:

- A mí me gustaría que rebobináramos un poquito, estas aventuras que andamos buscando solo nos conducen a desgracias y desdichas.

En esta discusión iban don Quijote y su escudero, cuando vieron que venía hacia ellos una gran y espesa nube negra. Volviéndose para Sancho dijo:

- ¡Escóndete amigo!, quédate ahí mientras yo voy a combatir aquellos gigantes en una batalla.

- Pero señor, - dijo Sancho -, no son gigantes, ni ejércitos, ni encantamientos, ¡es solo una nube gigante que nos va a comer!

- Bien se ve que no sabes nada de aventuras - contestó don Quijote - yo nací para vencer los peligros.

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Y pensando de todo corazón en su señora Dulcinea, cogió su espada y arremetió contra la nube como si combatiera a enemigos, imaginándose un valiente caballero.

Y así, durante muchos días, don Quijote y Sancho anduvieron a merced del viento, sin nada poder hacer. Estaban allí aprisionados, expuestos al viento y a las tormentas. Sancho seguía con mucho miedo, temiendo por sus vidas. Lo peor lo pasaba cuando llegaba la noche, por la oscuridad y por el ruido del viento, que le causaban horror y espanto. En cuanto a don Quijote le empezaba a molestar aquella quietud, consideraba que lo habían encantado pues no podía apearse. Lo cierto es que recorrieron mundo en el globo. Hicieron un viaje colosal: 21.285 kilómetros desde Lisboa, pasando por París, Bruselas, Berlín, Pekín, Tel Aviv y Roma hasta Marrakech, donde llegaron sanos y salvos. Como no había ni pizca de viento, el globo aterrizó justo en las arenas del desierto. Sus rostros y ropa, estaban cubiertos de polvo y presentaban un aspecto espantoso.

- ¡Virgen Santa! - dijo Sancho - En realidad el verano fue tan imparcial que nos hizo polvo a los dos.

- Venga amigo, ¡Ahora libres, volvamos a nuestra patria! - dijo don Quijote

En aquel momento, la diosa Clío se dio cuenta de lo sucedido y enseguida les recondujo a su tiempo, o sea al año 1615, pero mucho había pasado. Por artes de magia, la diosa hizo desaparecer el globo y puso en su lugar a Rocinante y al asno, para que don Quijote y Sancho pudieran regresar a su pueblo. Con respecto a la diosa, Zeus como castigo le quitó la cítara para siempre, para que jamás volviera a dormirse.

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Las ideas que don Quijote llevó a España, fueron de gran importancia, pues no hay nadie en el mundo, que no conozca a este personaje y sus hazañas, a través de su notable creador, el escritor Miguel de Cervantes, uno de los mejores escritores españoles de todos los tiempos.

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Este libro también es de…

… Vanda Maria dos Reis Ferreira Manso . Guillemette Callies . Homa Theron

Rogatien de Sesmaisons . Gilles Blanchard . Vera Mälzig . André Jahn

Chengcheng Huang . Olga Nevenchannaya . José Manuel Batista Pinto Correia

Sandra Marisa Simões Ferreiro . Antonio Guarro . Alessia Gauci . Patricia

Montironi . Luísa Clara Cartaxo Fresta . Marilyn Waite . Tao Ma . Renzo

Romagnoli . Stefano Fabrizi . Mathieu Uger . Laurence Fron . Philippe Combel

Claire Jangoux . Cécile Rolin

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Agradecimientos a…

...Jorge Edwards . Isaki Lacuesta . Valentín Cózar Granja . Juana María

Feijóo Lorenzo . Antonio Jurado Aceituno . Diana Krenn . Mercedes Fornés

Guardia . Manuel Fernández Conde . Ivonne Lerner . Antonio Vañó Aymat

Karine Fernel . Lander de Rop . Amparo Conde . Rosa Wang . Larbi Afallass

Rocío Álvarez . Jesús Azogue . Adrián Álvarez González . Christi Cerdà . Paz

V. Troya . Cristina Barón . Raquel Caleya Caña . Francesc Puértolas . Sylvie Leroux

Laurence Benarie . José Agost Caballer . Sonia Fernández Delgado . Maydel Zarza

Molina . Selma Balsas . Pilar Pérez Carmena . los profesores de los Institutos

Cervantes de Lisboa, París, Bruselas, Berlín, Pekín, Tel Aviv, Roma y Marrakech.

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Este libro

nació en Lisboa, París,

Bruselas, Berlín, Pekín, Tel Aviv,

Roma y Marrakech

en junio

2012

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