AÑO IV 15 DE SEPTIEMBRE DE 1915 NÚM. 70 HOJITA … · de despedida de la SANTÍSIMA VIRGEN DE...

6
AÑO IV 15 DE SEPTIEMBRE DE 1915 NÚM. 70 HOJITA PARROQUIAL DE ALORA Se publicará ios días I y 15 de cada mes, con permiso de nuestro Exorno. Prelado Hora est jam nos de somno surgere AD ROM., XIII, 11. Con estas palabras exhortaba S. Pablo á los primeros cristianos al exacto cum- plimiento de la Ley, y he de valerme yo de las mismas para excitaros á reanudar nuestros Ejercicios Espirituales, no inte- rrumpidos, pero sí muy decaídos y flojos durante el excesivo calor del verano. Y EN PRIMER LUGAR EL CATECISMO Doy preferencia á esta obra, siguiendo la norma de Su Santidad Pío X, de feliz memoria: La obra del Catecismo es la más excelente á que podemos dedicarnos: me- jor que predicar y confesar, y dar misio- nes, y enseñar en el Seminario y otros ministerios. La asistencia media durante el verano, ha sido de unos treinta niños y cincuenta niñas, y casi completas las vaca- ciones de las Srtas. Catequistas. Esto no puede seguir así, y no seguirá. Es nece- sario de toda necesidad, que los Padres y Maestros se preocupen de esta obra y cuiden de la puntual asistencia al Cate- cismo, de sus hijos y discípulos. Las Cela- doras del Apostolado de la Oración, las Marías, las Socias de la Conferencia de San Vicente, y cuantas personas tengan un poco de celo por la salvación de sus hermanos, no olviden que la principal obra Precio de suscripción: Cualquier limosna para las obras sociales de la Parroquia de misericordia en nuestros días, es la enseñanza del Catecismo. Para resolver- nos á trabajar por la gloria de Dios y la santificación de las almas, será útilísimo EL RETIRO MENSUAL No fui yo quien lo dispuse, fuisteis vosotras mismas, convencidas, á raiz de los Ejercicios, de que era preciso caldear frecuentemente nuestras almas en el santo retiro, para emprender las obras de celo. Dios mediante, comenzaremos su práctica el día 18, con los actos que se dirán en otro lugar de esta HOJITA, continuándolos los terceros jueves de cada mes. LA ASISTENCIA Á LA IGLESIA El excesivo calor del estío, es una atenuante de vuestro retraimiento; pero ya pasó, y es menester reanudar la asis- tencia á la Santa Misa, al Rosario y demás ejercicios piadosos que se celebran en la Parroquia, pero sobre todo, á LA HORA DE ADORACIÓN, hermosa práctica que comenzamos con tanto fervor, y que son ya contadas per- sonas las que la continúan. ¿No tenéis nada que pedir al Buen Jesús? ¿Ni nada que consultarle? ¿Ni nada que aprender de Él? Pues avivad vuestra fé y sabed que Él continúa en el Sagrario siendo Dueño de todos los bienes, y Luz del mundo, y Ejemplar de toda virtud. Buscad la Pa- tente ó pedid otra y escuchad su invita-

Transcript of AÑO IV 15 DE SEPTIEMBRE DE 1915 NÚM. 70 HOJITA … · de despedida de la SANTÍSIMA VIRGEN DE...

AÑO IV 15 DE SEPTIEMBRE DE 1915 NÚM. 70

HOJITA PARROQUIAL DE ALORA Se p u b l i c a r á ios d í a s I y 15 de cada mes,

con permiso de nuestro Exorno. Prelado

Hora est jam nos de somno surgere

AD ROM., XIII, 11.

Con estas palabras exhortaba S. Pablo á los primeros cristianos al exacto cum­plimiento de la Ley, y he de valerme yo de las mismas para excitaros á reanudar nuestros Ejercicios Espirituales, no inte­rrumpidos, pero sí muy decaídos y flojos durante el excesivo calor del verano.

Y EN PRIMER LUGAR EL CATECISMO

Doy preferencia á esta obra, siguiendo la norma de Su Santidad Pío X, de feliz memoria: La obra del Catecismo es la más excelente á que podemos dedicarnos: me­jor que predicar y confesar, y dar misio­nes, y enseñar en el Seminario y otros ministerios. La asistencia media durante el verano, ha sido de unos treinta niños y cincuenta niñas, y casi completas las vaca­ciones de las Srtas. Catequistas. Esto no puede seguir así, y no seguirá. Es nece­sario de toda necesidad, que los Padres y Maestros se preocupen de esta obra y cuiden de la puntual asistencia al Cate­cismo, de sus hijos y discípulos. Las Cela­doras del Apostolado de la Oración, las Marías, las Socias de la Conferencia de San Vicente, y cuantas personas tengan un poco de celo por la salvación de sus hermanos, no olviden que la principal obra

Precio de s u s c r i p c i ó n : Cualquier limosna

para las obras sociales de la Parroquia

de misericordia en nuestros días, es la enseñanza del Catecismo. Para resolver­nos á trabajar por la gloria de Dios y la santificación de las almas, será útilísimo

EL RETIRO MENSUAL

No fui yo quien lo dispuse, fuisteis vosotras mismas, convencidas, á raiz de los Ejercicios, de que era preciso caldear frecuentemente nuestras almas en el santo retiro, para emprender las obras de celo. Dios mediante, comenzaremos su práctica el día 18, con los actos que se dirán en otro lugar de esta HOJITA, continuándolos los terceros jueves de cada mes.

LA ASISTENCIA Á LA IGLESIA

El excesivo calor del estío, es una atenuante de vuestro retraimiento; pero ya pasó, y es menester reanudar la asis­tencia á la Santa Misa, al Rosario y demás ejercicios piadosos que se celebran en la Parroquia, pero sobre todo, á

LA HORA DE ADORACIÓN,

hermosa práctica que comenzamos con tanto fervor, y que son ya contadas per­sonas las que la continúan. ¿No tenéis nada que pedir al Buen Jesús? ¿Ni nada que consultarle? ¿Ni nada que aprender de Él? Pues avivad vuestra fé y sabed que Él continúa en el Sagrario siendo Dueño de todos los bienes, y Luz del mundo, y Ejemplar de toda virtud. Buscad la Pa­tente ó pedid otra y escuchad su invita-

HOJITA PARROQUIAL DE ALORA

ción: Nuestro Buen Jesús la espera en el Sagrario los.... á tal hora. Su trato es muy dulce y encanta pasar un ratito con El.

SOBRE TODO, LAS MARÍAS

de los Sagrarios abandonados, ¿qué hacen? ¿qué oficio tomaron? Si no pueden ir al Sagrario que les cupo en suerte, vayan al de nuestra Iglesia, y desde allí, en espí­ritu, á aquel pueblo, á aquel Sagrario en que Jesús no tiene quien le visite, ni quien le hable, ni quien le pida. Esa fineza y atención, no quedará sin recompensa. El Director diocesano quiere venir pronto á imponer las insignias; pero antes es me­nester dar señales de vida.

LOS EJERCICIOS MENSUALES

del Apostolado de la Oración y de la Asociación de Hijas de María, así como sus Comuniones generales, tienen también mucha importancia, puf s en esos días se ha de hacer como el programa espiritual de todo el mes. Si aun proponiendo mucho adelantamos tan poco, ¿qué será cuando nos abandonemos y nada propongamos? Seamos humildes y estemos convencidos de que necesitamos todos estos medios, y aun más, para conservarnos en gracia.

ANTES DE LA PROCESIÓN

de despedida de la SANTÍSIMA VIRGEN DE FLORES, vayamos á visitarla, y, ante su altar, ordenemos los propósitos que nos sugiera á cada uno esta paternal exhortación. Ni nos desanimemos ni aco­bardemos., porque ya otras veces hicimos idénticos propósitos, que luego no hemos cumplido: confiemos en la gracia divina, no en nuestras fuerzas; pero el acue­ducto de esa gracia es la SANTÍSIMA VIRGEN. Acudamos, pues, á Ella, y con la Iglesia, repitámosle la plegaria:

Ruega por nosotros, santa Madre de Dios, Para que seamos dignos de las promesas

[de Cristo. Y no olvidemos las palabras del Após­

tol: Hora es ya que nos levantemos de nuestro sueño.

INDICADOR PIADOSO

DÍA 15. — Termina la Novena de la Santísima Virgen, con Manifiesto y Ben­dición.

DÍA 18.-RETIRO MENSUAL.—I.0: Meditación y Misa, en la Parroquia, á las siete.—2.°: Exámenes y Plática, de diez á once.—3.°: Meditación y preparación para la muerte, de cuatro á cinco de la tarde. Estos dos últimos actos, en la Iglesia de la Concepción.

DÍA 26.-PROCESIÓN DE DESPE­DIDA DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN DE FLORES.

DOMINICA 17 DE PENTECOSTÉS (19 DE SEPTIEMBRE)

Envidiosos los Fariseos de la virtud y sabiduría de Jesucristo, se acercaron á Él, y uno de ellos, Doctor de la ley, por ten­tarle, le preguntó: ¿Cuál es el gran man­damiento de la ley? Esta pregunta dió á Jesucristo ocasión de reasumir todas sus enseñanzas en brevísimas palabras: Ama­rás a l Señor, tu Dios, dé todo tu corasón y con toda tu alma, y con todo tu entendi­miento. Este es el mayor y primer manda­miento; y el segundo es semejante á éste: Amarás á iu prójimo como á tí mismo. En estos dos mandamientos está contenida toda la ley y los profetas. Admirable y

I HOJITA PARROQUIAL DE ALORA 3 divina sínteis de todos los mandamientos. En la vida doméstica, en los pueblos, en los Estados, no serían menester otras ¡eyes, si en todo y por todos se cumpliera la ley de la caridad. Por eso dice S. Pablo, que el amor es el cumplimiento ó plenitud de la ley; y S. Juan, que el que no ama, permanece en la muerte; y S. Agustín: Para caminar, necesitamos de los dospiés; para ir al cielo y á Dios, son menester los dos amores, de Dios y del Prójimo.

Mas de tal modo están unidos estos amores, que no existen el uno sin el otro. Lo atestigua S. Juan, diciendo: Si alguno dice que ama á Dios y aborrece al pró­jimo, este tal miente; y S. Jerónimo: El que ama á Dios, no puede aborrecer al pró­jimo; y el que odia at prójimo, no puede amar á Dios. YL\ amor del prójimo es, pues, la mejor piedra de toque del amor de Dios (Spirago), Cón la caridad de Dios viene juntamente á nuestros corazones la cari­dad del prójimo. Ambas son propiamente un solo amor, solo distinto por los dife­rentes objetos á que se dirige. Son dos arroyos que brotan de una misma fuente, dos ramos que salen de una misma raiz. ¡Oh, qué gran felicidad sería,—exclama el Crisóstomo,—gwe en todas partes reinára esta caridad! No sería menester entonces ni más leyes, ni tribunales, ni castigos. Ninguno harta entonces agrado á otro. Los homicidios, pendencias, tumultos, la­trocinios y otros males, no serían cono­cidos n i aun de nombre. No habría pobres, porque todos recibirían lo que necesiíáran.

BUZÓN DE LA HOJITA 45. \ . ~ ¿ Q u é castigo impone el Có­

digo á los blasfemos? El Código vigente, no hace mención

expresa de la blasfemia, y algunos publi­

cistas han creído, por eso, que no la con­sidera como delito; pero si bien es cierto que no habla expresamente de ella, tam­bién lo es que está incluida entre los delitos relativos al libre ejercicio de los cultos. Los blasfemos incurrirán, por con­siguiente, en las penas de prisión correc­cional en sus grados medio y máximo, y multa de 250 á 2500 pesetas, que el artículo 240, en el aparte 3.°, señala á los que escarnecieren públicamente alguno de los dogmas ó ceremonias de cualquiera reli­gión que tenga prosélitos en España, toda vez que la blasfemia tiende al escarneci­miento de Dios, y la religión católica es por fortuna la de la casi totalidad de los españoles, mucho más cuando en la blas­femia se castiga, no solo la ofensa hecha á la Divinidad, sino también el escándalo y mal ejemplo, que tan fatal influencia ejercen en las costumbres públicas y que tan hondamente perturban á la sociedad,

J. P. ANGULO.

Entre los difuntos que se anotan en la Estadística de la 2.a Quincena de Agosto, merece especial mención

D. BENITO S U Á R E Z CASERMEIRO (Q. E. P. D.)

¿Razones? En el ánimo de todos están y no he de repetirlas yo. Bástame pagar tributo de admiración al modesto Profesor y querido amigo que se ha sacrificado por la instrucción de sus discípulos. Recibió muy fervorosamente los Satos Sacramen­tos, que le llevé desde el Santuario-de Flores, y, para que siga enseñando aun después de muerto, en otro lugar de este número se transcriben unos versos que escribió en sus últimos días y han encon­trado en su bolsillo.

4 HOJITA PARROQUIAL DE ALORA

ípunles IÍSÍÓFÍGOS de llora

(Continuación)

Su personalidad. El Excnio. Sr. Gene­ral de División D. Juan José Nieulant Rivera Vlllavueva, es primogénito de los Excmos. Sres. D. José Nieulant y Sánchez-Pleytés, Marqués de Villamagna, Grande de España de 1.a clase, Alcalde Corre­gidor que fué de Madrid y Caballerizo Mayor de S. M. la Reina D.a Isabel ÍI, y de D.a María del Pilar Rivera Villanueva y Carbonell, Condesa de Albarreal, el cual nació en Madrid el 17 de Septiembre de 1847, poseyendo desde 1870 el Marque­sado de Sotomayor, también con grandeza de l,a clase, y cuyos méritos y servicios, extractados de la Gaceta de Madrid, del 11 de Septiembre de 1913, son á saber:

Prévia aprobación de su idoneidad, fué nombrado Alférez de Caballería en 19 de Diciembre de 1864, destinándole al Regi­miento de Alcántara.

Formó parte en 1865 de ¡a columna móvil de las orillas del Ebro, y trasladado en Julio de 1866 al Regimiento de la Princesa, perteneció á la División que fué á Badajoz mandada poii el General Xi -ménnez de Sandoval.

En Julio de 1867, se le nombró Ayu­dante del Capitán general de Castilla la Nueva, y en Abril de 1868 del Ministro de la Guerra, destinándole en Septiembre al Regimiento' de Pavía y concurriendo el 28 del propio mes ála batalla de Alcolea, á las órdenes del Marqués de Novaliches, reconpensándole, por el mérito en ella contraído, con el grado de Teniente.

Quedó de reemplazo, alcanzando por antigüedad el empleo de Teniente en Marzo de 1871, y permaneció separado del servicio hasta Febrero de 1873, que volvió á ser alta.

Colocado en Abril en el Regimiento de la Princesa, obtuvo en Agosto su licencia absoluta á petición propia.

En Enero de 1875 volvió al servicio, nombrándosele Ayudante del General Echevarría, Jefe de Estado Mayor del Ejército del Centro.

A. B. M. (Se continuará.)

Estadística de la 2.a quincena de ¿gesto

BAUTIZADOS. — Día 20: Fernando Fernández Díaz.—21: Eduardo ReyesMar-tín.—22: José Díaz Fernández, Antonio Casermeiro Pérez, Teresa Guerrero Mo­lina y M.a Dolores Reyes Enriquez.—23: María Cruzado Navarro y José Merchant Manceras.—26: M.a Dolores Reinoso Gar­cía.—27: Luís Fernández Alba.—28: Josefa Rengei Muñoz, Alonso Carrión Aranda y Catalina Cruzado Cruzado.

DESPOSADOS.-Día 23: D. Miguel Pérez Hidalgo, conD.a Ana García Díaz. —27: D. Francisco Rodríguez Muñoz, con D.a María Mayo García—30: D. Francisco Moreno Moreno, con D.a Catalina Alba Pérez.

t I D I I P T J J N J T O S

ADULTOS.-Día 20: D.a Francisca Martínez Navarro y D.a Antonia Sánchez Bravo.—22: D.a M.a del Pilar Morales Pérez—23: D.a Ana Sánchez Bernal.—27: D.Benito Suárez Casermeiro.—29: Doña Mariana Romero Martín—30: D. Alonso Estrada Casermeiro. —(D. E. P.)

PÁRVULOS—Día 16: María Martín Manceras,—17: -Benito Suárez Gómez.—-18: Dolores Perea Díaz.—20: Ricardo Pérez Maceo.—21: Manuel Romero Ma­clas.—23: Antonio Casermeiro Pérez.-25: José Vergara Rodríguez.

HOJITA PARROQUIAL DE ALORA

¡POBRE BENITO!!

Unas notas para D. Benito me pedía, suplicante, un niño huérfano de su querido Maestro.

Pues... siéntate..., toma la pluma, y... escribe..., escribe, que yo te dictaré su última lección. Pero... ¿qué mejor nota ofrecerte puedo, que la bella y delicada nota que me estás tú dando? Siéntate... escribe..., escribe..

Hay figuras, niño querido, en este mundo, que, aunque ocultas, viven en la atmósfera limitada de su ignota aldea; sin querer y sin sentirlo apenas, se ensan­chan, rompiendo los pliegues de su mo­destia, y se elevan altas, muy altas, sobre sus convecinos, adquiriendo fama y justa celebridad. Figuras que, al encuadrarse en el marco de una humana actividad cualquiera, se estampan, se clavan y se incrustan tanto, que no se concibe el marco sin el lienzo que sostuviera; pre­claras inteligencias é instituciones presti­giosas que, aunque se agiten en el vacío de un pueblo, llegan á fundirse lo mismo que en el humano sér se amalgaman la materia y el espíritu, en forma tal, que las etapas de la vida del uno, son jalones en el decurso de la existencia de! otro.

Benito y su Colegio, el Maestro y los Niños, alma y cuerpo. Hé ahí el marco, y hé ahí el cuadro.... ¿Verdad que no es fácil concebir la existencia del uno sin el otro? ¿Verdad que no se puede explicar la separación de ambos factores?

Los niños de Alora, el más puro amor de sus amores, habían nacido para Benito, y Benito fué el humilde Fenelón de los niños de su tierra.

Un cuarto de siglo de su vida exangüe, fué un cuarto de siglo que recibió su pue­blo, desde el viejo camarucho que servíale

de escenario, el fruto de todas sus ener­gías y de todas sus actividades.

¡Pobre Benito! En la humilde casita que hace esquina á la calle del Postigo, yo lo vi perecer y consumir en lenta y peno­sísima agonía, una á una y gota á gota, toda la hiél de su mísera existencia. Un día del pasado mes de Mayo, con la piza­rra alta, junto al techo, sin fuerzas ya, y ya consumido y agotado por la fiebre, le vi lenta y trabajosamente erguirse descar­nado y esquelético del lecho humilde donde á ratos descansaba, para enseñar, con sus ojos extraviados por la asfixia, el último capítulo de la lección que encomen­daba á un niño.

Víctima de su desgraciado alcanzaba á comprender que aquel era el eterno capí­tulo de su eterna y desgraciada historia. La terrible grandeza de la historia de Ugolino, célebre capitán toscano que in-rnortalizára el Dante, es la misma anónima grandeza de la historia de Benito.

La naturaleza ingrata, implacable, había acumulado contra él todas las injus­ticias, y perdió los mejores días de su vida luchando y luchando sin cesar, hasta des­garrarse él mismo sus entrañas.

¡Pobre Benito! El que como yo le que­ría con toda el alma, veía en sus ojos una melancolía infinita, y en su cara risueña y bondadosa algo de ultranatural. Mil veces sentí á su alrrededor el trágico aleteo de la muerte, pero... nunca... nunca me resig­naba á comprender que se moría. Y es que hay hombres como él, en quienes la muerte parece un contrasentido, como hay tam­bién muchos que parecen incompatibles con la vida.

Bien lo recuerdo desde niño, en la célebre tertulia de Suárez, donde fué la admiración de todos y de todos el encanto. Hombre ya, supo templar su alma siempre para el bien dispuesta, y cuajó su enten­dimiento claro en un cerebro bueno y

6 HOJITA PARROQUIAL DE ALORA

candoroso. Era sentimental, creyente hu­milde, devoto fervoroso, buen cristiano y mejor que amante, apasionado de la Belleza pura. Pero ¡qué desgracia! Misteriosos designios de la Providencia dieron á tan dilecto y escogido espíritn una naturaleza pobre, carcomida, transpa­rente, casi etérea. Puede decirse de él, que era un alma sana, grande, generosa; pero un alma siempre expuesta á la intem­perie. Aquella jovialidad tan dulce y tan fresca, aquella vasta inteligencia, que hizo célebre y amena su charla en la puerta del Casino, le fué creando afectos y cariños por donde quiera que él pasaba. Su habi­tual modestia, unida á su aristocrática elevación de pensamientos, le rodearon de sólida y firme admiración. Jamás le v causar á nadie la más ténue ni mínima molestia. Ésta fué la mejor cualidad con que adornaba siempre su carácter alegre, afable y cariñoso.

Tenía el pobre una obsesión: doblar el cigarrillo que fumaba en sus tímidos enfados, y procurarse alivio con el aire de los campos.

En cuanto me vaya,—me decía hace un mes,—le escribiré á diario, y... mi última carta se la haré á V, en versos. No la pudistes mandar, mi pobre amigo; pero has cumplido tu palabra. El frío del co­lapso embargó de repente su lúcido cere­bro y heló la sangre que le daba sus des­tellos. Cumpliste tu pulabra, sí; en el bolsillo de tu modesta americana, se halló la última y postrera lección; lección sa­brosa de moral. Héla aquí:

^ - 5 Á ID I O S ^

Si la desgracia se ensañó comigo, Haciéndome sufrir cruel tormento, Mi fé no ha vacilado ni un momento. Ni tu Justicia, airado, yo maldigo.

No vislumbro el por qué de este castigo Por mucho que torturo el pensamiento; Sólo sé que el suplicio que en mí siento. De Tí viene, y llorando te bendigo.

Y mientras ruedan, como lava ardiente. Las lágrimas que queman mis mejillas. Mi corazón te alaba reverente.

Y esperando la muerte que me acaba, ' Me abrazo, doblegando las rodillas, A santa Cruz en que el dolor me clava.

B. SUÁREZ CASERMEIRO.

Son tus versos, francos como tu carác­ter, sencillos como tu alma, sentimentales y contritos como tu corazón; pero menu­dos, delicados, casi transparentes, finos como tu perfil, tus versos, caro amigo, destilan toda la hiél amarga de tu amarga vida, y sin querer, se siente en ellos los tímidos aleteos de un alma dolorida, el vago resplandor de veladas tristezas. Tus versos lloran, sin lágrimas, como yo te lloro; tus versos gimen, como gime ino­cente, saltando de rama en rama, el pin­tado pajarillo á quien le falta el nido; tus versos se quejan, como se queja, con su manso arrullo, la tórtola amante que se esconde herida entre la selva humbrosa; pero ungido de santa resignación, con­trito y fervoroso, te entregas á tu Dios, por el que sufres y lloras. Él te perdone. A mi alma atribulada, que fué en vida hospitalario asilo de tus últimos ensueños, permítele que hoy escoja en el puro cora­zón de este inocente niño, tu discípulo querido, el altar en donde se evoque y se conserve siempre vivo y eterno tu recuerdo.

Descansa en paz, y que ese Dios á quien en vida tú tanto le temías, de tí se apiade y sea misericordioso contigo en su presencia.

F. TRUJILLO. Málaga. —T!p. de J . Trascastro.—Molina Lario, f>