Año II - Boletín informativo número 15 Hasta siempre ...

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Año II - Boletín informativo número 15 Hasta siempre Sensei Víctor

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castellm

Año II - Boletín informativo número 15

Hasta siempre Sensei Víctor

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N o sé cómo comenzar. No sé cómo decirle que jamás me hubiese imaginado estar así, sólo. No sé a quien reclamar, o

preguntar, o tal vez recriminar. No sé. Ayúdeme. “Compañero”. Esa la frase que le carecterizaba. Conocida no sólo en Venezuela, sino en todo lo el mundo. Desde Cuba y España, hasta Brasil e Italia. Compañero de vida, quien junto a Adriana, su amiga y firme esposa, lograron hacer brillar gracias al fruto del más puro amor dos grandes estrellas, Ken y Valeria. Compañero de superaciones, ya que con una infancia humilde pero llena de amor familiar, logró con su “cajita” y cepillo, conocer la necesidad del trabajo y el sacrificio para lograr los resultados. Compañero y ejemplo, donde la rectitud y las buenas acciones protagonizaban una vida intachable. Compañero y más.

¡Cómo me alegra haberlo conocido!.

Estimados amigos, lamento informarles que mi Sensei y gran amigo Víctor Urbina (el más reconocido entrenador de Judo en el país) falleció víctima de una enfermedad que padeció por espacio de 2 semanas. El Club de Judo de la UCV y más aún, yo mismo, siento la necesidad de escribir este

Para Ud., “compañero”

por José Castelli

texto para participar tan incomprensible e inesperado hecho. El Sensei Victor Urbina fue ejemplo vivo de trabajo, humildad, y rectitud. Muchos proyectos iniciamos juntos. Muchas "aventuras" por los escenarios más importantes del Judo mundial festejando, llorando y soñando. Se me fue un padre, una persona llena de vida que estimulaba el amor y los buenos deseos de lucha y sacrificio necesarios, según sus propias y sabias palabras, "para lograr el éxito". Se me fue un amigo, en quien podía apoyarme siempre para mi bienestar, no importándole su condición. Se me fue un confidente, amigo íntimo de mi vida, soñador de eventos de los que algunos no llegamos a concretar. Se me fue una ilusión, esa que te permite ver detrás de lo lejano, ofreciéndote la posibilidad de proyectar un futuro sin barreras y con un interés específico. Se me fue un entrenador, quien logró en mi, un joven con visión integral, donde los estudios, familia, y la sociedad misma, formaban parte del gran entrenamiento diario que te ofrecería la más valiosa de las medallas. Se me fue, sí. Pero yo rescataré su imagen deteriorada por inescrupulosos e insensibles para ubicarla donde debió estar siempre. Juro que llevaré su imagen por cada rincón donde me presente, soñando con la ilusión de tener algún día un hijo y poder formarlo como él lo hizo conmigo: lleno de vitalidad, respeto, amistad y confianza. Un hijo al que pueda besar todas las mañanas, y pueda recordar a mi Sensei con sólo llamarlo, porque su nombre será Víctor José.

Lo quiero mucho.

Amigos de Venezuela

y el mundo

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el Sensei Urbina con Jeon Ki Young 3 veces Campeón Mundial y

Campeón Olímpico

Junto a Yasuhiro Yamashita

Su colega y gran amigo: Justo Noda.

Entrenador Jefe del equipo Nacional Masculino de Cuba

David Douillett, tri Campeón Mundial y Campeón Olímpico

Cho In Chul, medallista de oro en el Campeonato Mundial de París

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por María Elena Villapol Quiero comenzar estas cortas líneas dedicadas a quien fue mi entrenador y amigo por largos años, Víctor Urbina, con una carta que le envié algunas semanas atrás:

“Melbourne, 20 de Septiembre de 1998.

Sensei Víctor: Dejo deslizar mis dedos suavemente por el teclado de mi computador para imprimir unas palabras a quien fue y siempre será para mí no sólo un entrenador, sino un amigo. Al escribir estas cortas líneas no puedo dejar de recordar aquella tarde cuando retornando de los Juegos Panamericanos de Argentina 1995, con quizás la última medalla internacional guindada en mi cuello, le dije que no iba a seguir compitiendo. Otros sueños y otras metas me arrancaban del equipo que durante trece años fui miembro. En aquel instante una cascada de momentos y emociones compartidas vinieron a mi memoria, y la tristeza de saber que no habrían más de esos momentos embargó todo mi cuerpo. Sin embargo, cuando retrocediendo en el tiempo todos esos hermosos instantes que habíamos compartido pasaron por mi mente, supe la suerte que la vida me había dado de haber podido vivir todo eso.

Así, a cientos de millas de Venezuela, no puedo más que levantar mi mirada al cielo azul de Australia, hoy

iluminado por un sol radiante de primavera, para expresarle a quien fue y será por siempre mi entrenador y mi amigo, mi apoyo en estos momentos que sé son difíciles. Apoyo que supo brindarme durante todos aquellos años que competí como miembro de la selección. Que esa fuerza que siempre brindaste y has brindado a todos aquellos que como yo hemos tenido la suerte de ser tus alumnos y atletas no se termine, y que la luz que iluminó el camino de nuestra enseñanza no se apague y en cambio, ilumine el camino que tú tienes que seguir.

Con cariño, se despide,

tu alumna y

amiga por siempre,

María Elena ("Villa")” Ahora, con una inmensa tristeza en mi corazón, no puedo más que decir, que esas huellas que el Sensei Víctor Urbina dejó en cada uno de quienes como yo fuimos sus alumnos y discípulos, en el Dojo de la UCV, que más que un simple sitio de entrenamiento fue el hogar del Sensei Víctor, y en general en el Judo venezolano, nunca se borren. El mejor homenaje que se le puede brindar a una persona que como el Sensei Victor honró con largos años de práctica y dedicación al Judo, es que el Judo siga viviendo por siempre en la “Casa que Vence las Sombras” y que su enseñanza se transmita a través de muchas generaciones a todos los judokas que lleguen al Dojo de la UCV.

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Sensei Víctor Urbina

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L a s a b i d u r í a popular repite sin equivocarse que siempre a los

mejores suceden las cosas peores. Y he aquí una nueva demostración. Víctor Urbina, la humildad en persona, la bondad a toda prueba, se nos fue. Así de repente. Casi desapercibido. Escondido detrás del telón como solía hacer para reservar a otros, a sus discípulos, los méritos de l o s t r i u n f o s , l a s satisfacciones del juego ganado. Se nos fue sin un grito de dolor. Nadie sabe la intensidad de su sufrimiento durante la semana de postración en la cama de enfermo irreversible. Sólo se le aguaban los ojos cuando José Miguel le hablaba de Judo, de los proyectos a breve plazo, de los Juvines de noviembre para demostrar que la UCV no se doblega ni siquiera frente a las i n j u s t i c i a s m á s i r r e v e r e n t e s d e f e d e r a t i v o s poli t iqueros que subordinan a sus intereses mezquinos las glorias para el país. Así se nos fue. Como era. Taciturno e inexpresivo. Conservaba, sin embargo, en el corazón generoso, un crisol de sentimientos que se irradiaban de inmediato a

c o m p a r t i e r o n m i adolescencia. Hoy lo lloran con lágrimas sinceras, como si se tratase de un hermano de toda la vida. Se fue Víctor Urbina. Pero sólo se marchó su cuerpo, porque su alma vivirá sin límites de tiempo ni de espacio en el corazón de José Miguel y de todos nosotros. La habitación de los trofeos hace tiempo que está impregnada de su presencia. Las medallas de oro que también son suyas, los cinturones del blanco al negro que llevan su huella, las fotos que tapizan las paredes se quedarán allí para siempre. Hasta después que Víctor José reconstruya la historia y a través de ella entienda lo hermoso que es la

a m i s t a d desinteresada y sin límites. Por eso, V í c t o r , n o s seguiremos hablando c o m o s i e m p r e h a c í a m o s . Seguiremos soñando con Sydney 2000, con los grandes proyectos del Judo Nacional, con la justicia que algún día se impondrá cuando los cambios que se

avecinan reestablezcan el poder de los mejores. Soñaremos Víctor. Porque t a mb i é n l a s u t o p í a s contribuyen a hacer grandes a los hombres. NOTA: Este texto fue escrito

Homenaje a Víctor Urbina

por Michele Castelli

pesar de la timidez que a veces le impedía sostener la mirada del interlocutor. Un ejemplo elocuente: bastaron dos día en una aldea desconocida de Italia donde lo h o s p e d a m o s l u e g o d e l a

participación con mi hijo y los hermanos Mangles en el Torneo “Guido Sieni” de Sassari, para que conquistara con su sola sonrisa al resto de mi familia que allí reside, y a la multitud de amigos que

Carta Abierta

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Estimados miembros del Club de Judo de la Universidad Central de Venezuela, me uno al dolor que los aflige por la pérdida de su entrenador, amigo y líder. Pérdida que jamás podrá ser reemplazada. Víctor fue para mí uno de los mejores entrenadores no sólo de nuestro país sino del mundo. Se los digo no con el corazón del amigo, sino del judoka que fui por muchos años. Víctor tenía la técnica del mejor entrenador japonés o de Europa. Quiero compartir con ustedes algo que sucedió hace treinta y cinco o treinta y seis años: yo estaba para ese entonces buscando a mi hermana Anna que era estudiante de Derecho un día Sábado. Escuché el ruido del trampolín de la piscina, era la primera vez que visitaba las instalaciones de la Dirección de Deportes de la UCV, hecho este por casualidad. Encontré a un niño más joven que yo por uno o dos años con una caja de limpiar zapatos y una camisa blanca con una cinta amarilla alrededor. Le pregunté qué era eso, y él me respondió que un traje para practicar Judo. Luego me dijo los horarios de entrenamientos del club. Así pues dos días después de ese encuentro con Víctor yo estaba practicando Judo. Nuestra amistad creció a través de los años. Víctor y yo no éramos amigos solamente, nuestra amistad pasó a ser una relación de hermanos. Relación que duró todo el tiempo que viví en el país. Juntos pasamos a ser campeones nacionales e internacionales en representación de nuestros respectivos estados y luego del país. Nuestra amistad se fortaleció con el tiempo. La ultima vez que vi a Víctor fue en los Pre-Olimpicos de Macón Geórgica en 1995; me dio una foto de su niño. Mi familia y yo pasamos unos dos o tres días con la delegación de Venezuela de la cual Víctor era uno de los entrenadores del grupo. Así pues pasé un grato tiempo con Víctor. Luego hace unos seis u ocho meses me llamó por teléfono y compartimos a través de esa vía una grata conversación. Qué más les puedo decir queridos amigos sobre esta pérdida que no sólo enluta al Judo Ucevista, sino al Deporte Nacional y en fin a todas las personas que fueron sus amigos o admiradores.

Por Gerardo Marrazzo

De momento me atropellan las ideas y no sé qué escribir al quererte dedicar unas pocas palabras. Se me llenan los ojos de lágrimas, el corazón se me pone chiquitico y me es muy difícil ordenar tantos momentos vividos. Tu pasión era el Judo, llevabas más de 36 años practicándolo. Lograste comprender la esencia misma del Judo al aplicar “el camino de la suavidad” a tu cotidianidad y querías que cada uno de tus alumnos aplicara esa misma filosofía a sus vidas. Ese punto era el que más admiraba de ti. El Judo no lo veías sólo como ir al Dojo, entrenar, sudar, gritar, ordenar. Tu Judo se salía del tatami, lo compartías con los atletas en los lugares que frecuentaras con ellos. Aquí quedamos Víctor con un vacío muy profundo al separarte físicamente de nosotros. Te prometo que no descansaré hasta ver que Valeria y Ken comprendan ese “camino de la suavidad” que tú también me enseñaste cuando era tu alumna. Te llevamos siempre en nuestras mentes y en nuestros corazones:

Ken, Valeria y Adriana

por Adriana González Estados Unidos

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Había una vez una hermosa ciudad, llena de árboles, esculturas de renombrados artistas nacionales e internacionales, famosa por sus hermosas nubes (las de Calder) recordadas por quienes visitan su Aula Magna, con un raro y hermoso reloj encargado de aligerar el tiempo de los miles de estudiantes, el chichero, el Orfeón, la piscina y las instalaciones deportivas, son parte de la historia de esa Ciudad Universitaria. Allí, hace muchos años llegó un joven de apariencia serena y contextura delgada a recorrer las instalaciones deportivas en la planta baja de la Dirección de Deportes, y se encontró con una disciplina cuya vestimenta y manera de entrenar le llamó poderosamente la atención; y desde ese día junto a sus compañeros de faena, observaban los entrenamientos de Judo dirigidos por el encargado de la Sala: el Sensei Manolo García. Uno de esos días apostó con uno de sus compañeros que él podía vencer a uno de aquellos practicantes, pero lo dijo tan fuerte y decidido que uno de los judokas más avanzados le escuchó, por lo que le tomó la palabra y le consiguieron un traje. La apuesta se había transformado en su primera victoria en el Dojo de la U.C.V. Víctor Julio Urbina Ortega había comenzado el camino, el de convertirse en un gran atleta y en mejor persona. Llegó a dominar las categorías infantiles, juveniles, y en adulto merecidamente representó al país en diversas justas internacionales. Asume por completo el “Camino de la Suavidad”, y con su trabajo incesante inculcó en cada uno de sus alumnos y en aquellos que viajaron en selecciones donde él estuvo al frente, el significado de conceptos como honestidad, respeto, justicia y amistad, como bases para la formación integral de un individuo. Se esforzó sobre manera en hacer entender la importancia de llevar un paralelismo entre actividad académica y actividad deportiva, pues éstas siempre habían sido características de quienes se dedican a la práctica del Judo, resaltando así la necesidad del “juego limpio”, apartado de engaños e injusticias.

*** Había una vez un niño, quien llegó a la Universidad Central de Venezuela, para emprender un camino, hacerlo de la mejor manera y enseñar a muchos sus conocimientos y vivencias. Había una vez un amigo a quien recordaré por las muchas horas que juntos pisamos lo que consideramos el mejor Dojo; por aquellos combates que libramos en la búsqueda de los primeros puestos, por la alegría de formar parte de la primera delegación que visitó la meca del Judo: Japón, y que durante cuarenta y cinco días se prepararon para los Juegos Centroamericanos y

del Caribe que se realizarían en Medellín, donde se alzó con la medalla de Bronce. En ese viaje por tierras asiáticas recibió clases de Kata del Maestro Abe, quien en ese momento coordinaba la enseñanza del Kata en el Kodokan. Recordaré a ese amigo cuando siendo parte de la única delegación venezolana de Judo que ha viajado en un avión Hercules de la Fuerza Aérea Venezolana para realizar un intercambio deportivo en la Isla de Guadalupe, disfrutaba de las anécdotas de ese viaje. Quiero recordar a Víctor Urbina con la alegría en su rostro al relatar a sus alumnos el coraje, la autoridad y la belleza técnica que evidenció Natasha Hernández, cuando en 1984 se tituló Campeona Mundial. Y allí estaba el sensei Víctor con toda sabiduría, formando parte del equipo de entrenadores que asistió a nuestra única Campeona Mundial. Me encargaré de contarle a los niños ucevistas de los próximos años, que en nuestra Sala había un Maestro que con la cinta blanca y roja en su cadera, estuvo a cargo de la preparación de los judokas que asistieron a los Juegos Olímpicos de 1992 y hasta ahora, los tres séptimos lugares alcanzados por esos tres judokas, se considera la mejor actuación de nuestro seleccionado en un evento de esa magnitud. Haciendo justicia a su trabajo, me sentiré orgulloso de poder conversar con las nuevas generaciones de judokas y decirles que Víctor Urbina estuvo involucrado, en la preparación de las dos únicas judokas venezolanas que han disputado medalla en un Campeonato Mundial de nuestra disciplina. Amigo lector, cuando usted vea en cualquier parte de nuestra geografía franelas con diseños publicitando lo que es el Judo, entonces recordará que nadie pudo hacerlo mejor que el Sensei Víctor Urbina. “Lo que soy se lo debo al Judo y a la UCV”, dijo en una oportunidad en una entrevista de un periódico de circulación nacional (Marzo 1977) . Como para reafirmar esas palabras contrajo nupcias con una excelente judoka ucevista Adriana González, profesional en el campo de la Odontología, además con estudios en motores diesel y una muy buena ejecutante de un instrumento musical: el Saxofón . De esa unión nacieron dos pequeños Ken Alejandro y Valeria Alejandra. Había una vez o más bien hay un compadre en mi recuerdo que al igual que Aquiles Nazoa “creyó en la amistad como el invento más grande del mundo” . Mientras el destino me lo permita, hablaré, escribiré de un amigo cuya preocupación por formar personas y a su vez mantener un alto rendimiento deportivo, era su norte en la preparación de los judokas. Por todos estos años, cuentos, hechos y verdades, siempre estarás con nosotros.

Por el Sensei Hernán Jansen Maneiro

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por siempre Ucevista

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“Los muertos se olvidan”. Eso decía Teresa de la Parra en sus “Memorias de Mamá Blanca”. Y en este momento amigo, quiero que así sea para poder olvidar tu muerte, para poder quitarme este sabor amargo de la garganta, este inmenso deseo de llorar, esta tristeza que me encorva los hombros, esta opresión en el pecho que me hace ver qué tan injusto es todo lo sucedido y así empezar a recordarte en vida, a recordarte con alegría, con tu rostro sonriente, con tu judogi blanco y tieso en el Dojo que tanto amaste, donde viviste tantos momentos y dejaste tantas enseñanzas, porque ¿sabes algo amigo? en cada uno de nosotros se queda algo de ti, de tu experiencia, de tu ser, de ese ser que con sus fortalezas y debilidades supo andar por la vida impartiendo sin mezquindad todos sus conocimientos, todas sus vivencias toda su calidad humana. Amigo, siéntete orgulloso porque tu vida tuvo razón, cumpliste tu misión: dejaste una enseñanza en todos los que te conocimos, hasta en el momento en que ascendiste a otro nivel, nos hiciste recapacitar sobre el significado de la vida, de la familia, sobre el aquí y el ahora, sobre el devenir; nos paraste de “sopetón” para evaluar la vida y calibrar lo que esperamos de ella. Pusiste a prueba nuestra solidaridad humana, nuestro compañerismo; nos recordaste que podemos funcionar como la gran familia que somos y compartir no sólo los momentos de gloria y éxito sino también los momentos de tristeza y de apoyo moral, donde se pone de manifiesto la importancia del abrazo, del hombro para llorar, del apretón de mano para fortalecernos, de la palabra oportuna para reconfortarnos y consolarnos; y estoy segura que para esos muchachos para los cuales fuiste el gran Maestro serás la eterna inspiración, el impulsor de sus futuras metas, el “alguien” a quien no se puede defraudar. Te has ido físicamente pero basta cerrar los ojos para que la mente te traiga a nuestro lado, sonriente, corriendo con tus pasos cortos pero rendidores, haciendo combates y hasta con tu gesto característico: apretándonos la oreja. Será grato que nos des la bienvenida cuando sea nuestro momento, y la alegría será aún mayor cuando nos presentes a tu nuevo amigo Jigoro Kano.

El eterno recuerdo para el gran amigo

En Nombre de la Academia Kodan Taekwondo y de todos los miembros de la International Jidokwan Federation, damos nuestro más sentido pésame al Club de Judo de la Universidad Central de Venezuela, así como a los familiares y amigos del desaparecido Sensei Víctor Urbina. Sólo esperamos que su enseñanza perdure por siempre en todos sus alumnos y familiares.

La Habana, Cuba

Lamentamos de todo corazón, la desaparición física del Sensei Víctor Urbina, pues fue un excelente compañero y amante del Judo, por lo que la familia del J u d o c u b a n a siempre lo recordará por su modestia y sencillez.

Recuerdo cuando en 1997 lo concocí en Italia, en el Trofeo Guido Sieni, y desde entonces siempre lo consideré un formidable amigo de sus amigos, lo que pude comprobar en la siguiente edición, en 1998, al igual que en el Campeonato Mundial de París.

La Federación Cubana de Judo me pidió que les hiciera saber que también lo lamentaba, al igual que sus amigos personales Justo Noda, Lázaro Chica y Mesa, los dos primeros muy impresionados, pues tuvieron el honor de compartir con él en los recién finalizados Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, donde me fue imposible asistir por dificultades económicas.

Quisiera que sus familiares también conocieran que su pérdida es sólo física, pues siempre estará presente en el corazón de sus amigos, entre los que me incluyo. Toda Cuba está con Uds.

Saludos.

Lic. Carlos González Rego (Periodista)

por Nereida Brito Subcampeona en Juegos Panamericanos (Caracas, 1983)

Ex integrante de la Selección Nacional

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Era apenas un niño cuando lo conocí. Le sacaba música a su caja de ilusiones y se quedaba distraído, embelezado, viéndonos jugar a luchar. Después creció. Crecimos. Rumbos diferentes. Él se mantuvo firme, al lado de su destino. Se convirtió en un as. En un profesor. Siempre me decía con respeto “Señor Joaquín”. Y yo, “Sensei Urbina”. Porque la mala leche impidió que este muchacho, ahora un Maestro, tuviera tantos hijos igual que él: virtuosos, deportistas, señores. La semilla quedó, Víctor. Y la rabia también. Tú, al perder este combate, ganaste el recuerdo eterno de todos tus hermanos. Más quisiera yo en esta aciaga hora nos dijéramos “¡ Hayime !”, oir golpes en el Tatami, y no ver los judogis vacíos, el Dojo sólo, o las puertas cerradas, los cuerpos exánimes, díscolos, exultos, en espera de la presencia del amigo perdido. Después de todo, recios como somos, a Dios le pagamos devolviendo en la contienda a “cien como tú”, que nacerán todos los días hasta que acabe el estigma de “Muéranse los hombres sanos”. Convencido estoy que esta será la respuesta del Creador: “me equivoqué. Por cada malo, enviaré mil buenos”. Venciste. La tristeza será alegría, la derrota, victoria. Y todos tus afectos: “Los Ángeles del Señor”.

A los quince años siendo apenas un adolescente, llegué a esta gran familia. Fui recibido, al igual que muchos otros, con la ilusión de que mi cintura se llenara de colores. A pesar de la rudeza, las estrangulaciones, el sudor, y el instinto de superación, se respiraba armonía, amistad y prosperidad. Me encontré con las mejores personas del mundo, y entre ellas, la mejor de todas. Conocerte era quererte. Me enseñaste a caminar por la vida. Todavía escucho tu voz, y veo tu sonrisa. Sé que donde quiera que estés, estarás bien y cuidarás de tus hijos y hermanos. Eres el laso que une nuestros corazones. Nos enseñaste que el Judo podía ser utilizado para mantener el equilibrio de nuestras vidas, a ser solidarios, perseverantes, y luchadores. Ahora nos dejas la prueba más dura: vivir sin ti. Dejaste tu cuerpo, pero no nuestros corazones. Y por eso, tu sonrisa siempre estará en cada momento hermoso de triunfo en nuestras vidas. Tu hijo,

Alejandro Viloria

Para mi padre

por Joaquín Jiménez Judoka UCV

Estimados lectores:

Muchos son los artículos recibidos de todas partes del mundo en un gesto solidario con el Sensei Víctor Urbina, sin embargo quiero que sepan que fue imposible colocar todos los artículos. Quiero en definitiva agradecer a los diferentes medios de comunicación social: Venezolana de Televisión, Meridiano Televisión, El Nacional, El Universal, El Diario de Caracas, Últimas Noticias, El Meridiano, Hora Universitaria, Agenda Universitaria, etc. Así como a los amigos judokas de Cuba, España, México, Guatemala, Aruba, Colombia, Estados Unidos, Italia y por supuesto Venezuela, por su amable gesto. Quiero además invitarlos a disfrutar en la página Web de “El Judo Ucevista”, de un extenso material fotográfico sobre el Sensei Víctor Urbina.

http://www.ucv.ve/judo.htm

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El Club de Judo de la Universidad Central de Venezuela agradece el gesto de solidaridad mostrado por la Dirección de Deportes y clubes deportivos de nuestra Máxima Casa de Estudios, e igualmente a los diferentes amigos judokas de todos el país congregados en lo que fue la Misa de despedida del Sensei Víctor Urbina.

A todos, mil gracias.

Judo Club U.C.V.

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“El Judo Ucevista” es reproducido en SADPRO (Vicerectorado Académico)

Universidad Central de Venezuela

http://www.ucv.ve/judo.htm E-mail: [email protected]