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CATEQUESIS. 1.

LA FAMILIA: UN ESPACIO PARA LA CONVIVENCIA

(Las catequesis pueden ser dirigidas e impartidas por un matrimonio misionero o por un catequista)

En esta primera catequesis, entendida como un primer contacto muy en diálogo con las personas que asistan a las charlas sobre familia cristiana en la Misión Parroquial Evangelizadora pretendemos:

- Ver la necesidad de consolidar la familia como lugar de acogida y escuela de valores para la persona.

- Potenciar las buenas relaciones y la convivencia entre sus miembros.- Reconocer que la familia es la mejor solución para el desarrollo de la persona y de la

sociedad.

IMPORTANTE. Esta primera catequesis no trata de ir dando respuestas a las cuestiones, sino de plantearlas, inquietar sobre ellas y abrir un abanico de temas, que serán profundizados en las catequesis siguientes. Por lo tanto, aunque su desarrollo está organizado como una reunión de grupo, habrá que cuidar el que no alargar ni el diálogo, ni las aclaraciones, ateniéndose estrictamente a los puntos que se señalan.

Comenzamos por la escucha de la Palabra de Dios.

LECTURA BÍBLICA

“Aunque hablara la lengua de los hombres y los ángeles, si no tengo amor, soy como campana que suena o címbalo que retiñe. Y aunque tuviera el don de hablar en nombre de Dios y conociera todos los misterios y toda la ciencia; y aunque mi fe fuese tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente y bondadoso;no tiene envidia,ni orgullo, ni jactancia.No es grosero, ni egoísta;no se irritani lleva cuentas del mal:no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad.Todo lo excusa,todo lo cree,todo lo espera,todo lo aguanta.El amor no pasa jamás”

(1 Co 13, 1-8

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I. PRESENTACIÓN DEL TEMA

La familia viene experimentando una profunda transformación. Hoy son muchos los que pasan largo tiempo fuera de casa por motivos de trabajo, estudio… En esta situación la convivencia y los encuentros entre los miembros de la familia son difíciles.

Aunque en todas las encuestas, la familia aparece como la institución mejor valorada, cada vez son más frecuentes situaciones irregulares que, hasta hace poco tiempo, era la excepción. La sociedad contempla en actitud indiferente cómo se multiplican los casos de matrimonios separados o divorciados, parejas de hecho o personas que viven juntas sin casarse, parejas del mismo sexo, madres y padres solteros, hijos sin familia estable o abandonados. No juzgamos ni condenamos a las personas, sólo constatamos estas situaciones.

A esto se añade que los medios de comunicación social, a veces falsean la realidad familiar, porque elevan a norma de convivencia lo llamativo, lo novedoso, lo excepcional. Ofrecen imágenes de familias rotas o desunidas. Introducen en los hogares opiniones principios contrarios a la familia y a los valores considerados fundamentales, favoreciendo el divorcio, el aborto, las parejas irregulares, el amor libre.

La familia, aun con sus fallos, ha de seguir siendo la mejor escuela de humanidad, el mejor hogar para el amor y el mejor refugio contra la sociedad.

II. COLOQUIO CON LOS PARTICIPANTES

1. VIVIR EN FAMILIA

La familia es el mejor ámbito y espacio para el desarrollo integral de la persona. La sociedad actual produce corrientes de ideas y de costumbres que pueden anular el influjo benéfico y el valor integrador del hogar. Hablemos de los aspectos positivos y negativos que vemos en la familia.

¿QUÉ ASPECTOS CONSIDERAIS POSITIVOS Y CUÁLES NEGATIVOS EN LA FAMILIA ACTUAL?

Tiempo para el diálogo.

ACLARACIÓN DEL MATRIMONIO O CATEQUISTA MISIONERO

A/ Entre los aspectos positivos podemos señalar:

- El cariño y la acogida amorosa entre padres, hijos y hermanos; valores afectivos que satisfacen las aspiraciones más íntimas de la persona.

- La igualdad entre los esposos, tanto fuera como dentro del hogar; menor subordinación de la mujer al hombre y superación de las actitudes autoritarias en la familia.

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- La comprensión y la capacidad de diálogo con los hijos, reconociéndoles más amplia participación en las tareas y problemas familiares.

- Mejora en medios humanos y materiales al alcance de la familia, para crear mayor interés por la cultura y la formación, prestigiar el tiempo y la convivencia.

B/ Entre los aspectos negativos podemos señalar:

- Una fuerte pérdida de valores humanos y cristianos.- Las nuevas circunstancias sociales, como la organización del trabajo, distancia

del centro educativo, horarios de las diversiones y otras imposiciones de la sociedad de consumo no favorecen la relación y el encuentro entre los esposos y entre padres e hijos.

- El clima social, cada vez más favorable al divorcio, a la infidelidad conyugal, al aborto, debilita la institución familiar.

- El eterno conflicto generacional entre jóvenes y mayores.

2. LA CONVIVENCIA FAMILIAR

La sana convivencia familiar, no siempre fácil de conseguir, es un bien necesario en la familia. Hablemos de ello.

¿QUÉ HACER PARA MEJORAR EL CLIMA DE CONVIVENCIA ENTRE LOS DISTINTOS MIEMBROS DE LA FAMILIA?

Tiempo para el diálogo.

ACLARACIÓN DEL MATRIMONIO O CATEQUISTA MISIONERO

La base de la sana convivencia familiar es el amor. La familia nace del amor y ha de expresar amor. Esto requiere encuentro, confidencia, comunicación confiada y serena.

La comunicación familiar y el compartir íntimo hallan el mejor cauce en el diálogo entre los esposos, entre padres e hijos y demás miembros de la familia. Hay que dar menos protagonismo a las voces de la calle y escuchar más las voces de las personas que forman el hogar.

Los jóvenes, al programar su vida y más sus diversiones, han de evitar hacerlo al margen de la convivencia familiar. Los padres no han de “exasperar” a los hijos, tomando decisiones sin dialogar con ellos (Cfr. Ef 5, 25-6-4). Pactar normas comunes en el hogar, la colaboración en las tareas domésticas, celebrar los acontecimientos familiares…

Mayores y jóvenes están llamados a ofrecer sus valores respectivos y buscar juntos solución razonable a sus diferencias. Refugiarse en el grupo de amigos o en los lugares de ocio puede ser una salida fácil, nunca una solución a los problemas.

3. EDUCAR PARA LA VIDA

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El mejor patrimonio que hoy se puede dar a los hijos no es la riqueza, sino la educación plena o formación integral. Y los padres no deben olvidar que son los primeros y principales educadores de sus hijos.

- ¿QUÉ VALORES CONSIDERAS FUNDAMENTALES PARA UNA ADECUADA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS?

- ¿Y QUÉ DIFICULTADES ENCUENTRAN LOS PADRES?

Tiempo para el diálogo.

ACLARACIÓN DEL MATRIMONIO O CATEQUISTA MISIONERO

Algunos suelen se suelen señalar ciertas dificultades prácticas: la falta de tiempo, el mucho trabajo, el cansancio al volver a casa, los conflictos familiares.

Otros dicen que ellos no están bastante formados y se sienten sin capacidad para educar.

Una dificultad grande viene del ambiente actual de la calle, que tanto influye en los hijos. Resulta decisiva la calidad del grupo que frecuentan para bien o para mal.

Muchas familias viven con preocupación y tensión el abandono de la práctica religiosa de algunos de sus miembros.

A pesar de estas y otras dificultades, los Padres han de afrontar con esfuerzo y generosidad su misión de educar a los hijos. Para educar bien se necesita un poquito de ciencia, un poquito de sentido común y máximo de afecto.

Una educación positiva e integral de la persona no puede olvidar los valores fundamentales de la vida: la justicia, la honradez, la verdad, el respeto, el diálogo, la solidaridad, la austeridad, la vida de fe, la responsabilidad, la libertad.

La educación recibida, o la falta de ella, es lo que va a dejar más huella en los hijos.

4. FAMILIA ABIERTA Y COMPROMETIDA

La familia no es un reducto aislado. Forma parte de la sociedad en la que vive, y de la comunidad cristiana a la que pertenece. La familia está llamada a transformar el mundo y dar vitalidad a la Iglesia.

¿CÓMO PUEDE CONTRIBUIR LA FAMILIA A MEJORAR LA SOCIEDAD Y A HACER UNA IGLESIA MÁS VIVA?

Tiempo para el diálogo.

ACLARACIÓN DEL MATRIMONIO O CATEQUISTA MISIONERO

A) Servicios de la sociedad:

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- La familia es la célula principal de la sociedad; le da los hijos y los educa para vivir e integrarse en ella provechosamente. La sociedad está asumiendo muchas funciones propias de la familia, especialmente en el campo educativo. Sin embargo, la familia sigue siendo el espacio humano más adecuado para la formación de la persona en los valores de sociabilidad o convivencia, de justicia y respeto, de colaboración y solidaridad.

- En un mundo cada vez más deshumanizado, la familia ha de crear un espacio entrañable y acogedor, en el cual la persona se encuentre a gusto, física, afectiva y psicológicamente.

- Los padres han de hacerse responsablemente presentes en las instituciones que se ocupan de la educación de los hijos en los diversos campos: científico, cultural, deportivo, religioso…

- La familia procurará atender y aportar su solución a los problemas de su entorno: asociación de vecinos, familias con dificultades, el paro, la delincuencia…

B) Servicios a la Iglesia:- La familia cristiana es “la iglesia doméstica” y tiene la misión de educar en la

fe. Ha de reinar en ella un clima religioso que favorezca el desarrollo progresivo en la fe, tanto en su conocimiento como en su práctica. Educar en la fe es el mejor servicio que presta la familia.

- El hogar cristiano ha de ser la escuela de oración. Hay que buscar tiempo y forma adecuada para la oración familiar, la lectura del Evangelio y las celebraciones, especialmente la del domingo. Los signos religiosos ayudarán a conseguirlo.

- Todo hogar creyente está llamado a ser ejemplo y testigo de la fe hacia los demás, desde un sincero esfuerzo por vivir cristianamente en familia. Y cada uno de sus miembros ha de participar, según sus posibilidades, en las tareas parroquiales y en los planes de ayuda al necesitado.

III. CONCLUSIÓN

Un artista insatisfecho de su trabajo le dijo un día a su esposa: Me voy a ir de viaje. Necesito encontrar inspiración para pintar mi obra maestra.Viajó por muchos países. Contempló mucha belleza, pero no encontró lo que andaba buscando. En una ocasión detuvo a la novia en el día de su boda y le preguntó: Dime, por favor, ¿qué es para ti lo más hermoso del mundo?Ella contestó: El amor.El artista continuó su camino pensativo: ¿Cómo pintar el amor?Poco después, encontrando a un soldado que volvía de la guerra, le dijo: ¿Cuál es la cosa más bella del mundo?El soldado le contestó sin dudar: La paz.Y el artista, apesadumbrado, se preguntaba: ¿Cómo pintar la paz?Siguiendo la búsqueda, se acercó a un creyente que iba camino del templo y le hizo la misma pregunta.

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El creyente contestó: La fe es la cosa más bella del mundo.Y el artista continuó pensativo: ¿Cómo pintar en el cuadro la fe?Casi desesperado, después de tanta búsqueda de inspiración, volvió a su casa, cansado. A su llegada, la esposa lo recibió con ternura y calor. Y el artista encontró el amor del que le había hablado la novia. Todo su hogar respiraba tranquilidad y seguridad. Era la paz de la que le había hablado el soldado.

Y cuando sus hijos le besaban, vio en sus ojos de niños…la fe del creyente. Había encontrado en su hogar la inspiración que andaba buscando afanosamente fuera de casa: la familia.

En el hogar encontró este hombre lo que no encontró fuera.

Desde esta parábola nos reafirmamos, al terminar este tema, en la convicción de que la familia es el ámbito de cariño, de acogida, de diálogo, de comunicación y de fe que facilita el desarrollo integral de la persona.

IV. ORACIÓN

Señor, y Padre nuestro,que eres amor y vida.Te bendecimoscon todas las familiasque pueblan la tierra.

Ayúdanos a formara nuestros hijosy a ser testigos de tu amor,en nuestras familiasy en la comunidad cristiana.

Danos fuerzaen los desalientos.Comparte nuestras alegrías.Bendice, Señor,nuestros hogares. Amén.

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CATEQUESIS 2.

LA FE Y CÓMO EDUCARLA EN FAMILIA

Introducción

“La familia cristiana está llamada a tomar parte viva y responsablemente en la misión de la Iglesia de manera propia y original, es decir, poniendo al servicio de la Iglesia y de la sociedad su propio ser y obrar, en cuanto comunidad íntima de vida y amor”1.

Todos necesitamos la fe para vivir de una manera lúcida y despierta en medio de un mundo donde la increencia es la atmósfera que respiramos. Antes lo religioso lo invadía todo y se vivía tranquilamente en la fe. Ahora esto cuesta porque la increencia se va proclamando como modernidad.

Los cristianos en general, y la familia en particular, necesitamos convertirnos a una fe robusta, que no tema; alegre, que dé paz y gozo al espíritu y lo irradie a los demás; humilde, que se apoye en la fuerza del Señor; y activa, que nos saque de nuestra comodidad y nos proyecte donde están las necesidades de nuestra parroquia o de nuestro barrio.

LECTURA BÍBLICA

“Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.” (Ef 5, 21-31)

2.- CHARLA DEL MATRIMONIO O CATEQUISTA MISIONERO.

(A ser posible asimilada y preparada según la forma de ser y hablar de cada uno de los ponentes. Se procurará no hacer una lectura directa).

1 S. Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 50.

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a.- El don de la fe

La fe es siempre un regalo de Dios, y nadie puede creer en Jesucristo si el Padre no lo atrae2, pero también es una decisión personal; y abarca todas las dimensiones de la existencia, nos introduce en la búsqueda de la verdad. La fe es algo vivo, por lo que hay que fortalecerla, aunque se vea amenazada una y otra vez. Se trata de dejarse conducir por el Espíritu Santo, de confiar en Dios y ponerse en sus manos.

Hay situaciones que vivimos y hacen que nuestra fe se debilite: el ritmo de vida agitado, las preocupaciones e intereses, la búsqueda de lo inmediato, el mundo del consumismo y de los medios de comunicación obsoletos… ¿En la vida no hay sitio para Dios? ¿No tenemos tiempo para Él?

“(…) es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre. Porque una luz tan potente no puede provenir de nosotros mismos; ha de venir de una fuente más primordial, tiene que venir, en definitiva, de Dios. La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida”.3

b.- Educar en la familia

Cada vez en España son menos los matrimonios que se unen en sacramento con unas mínimas condiciones de fe, y sin un proyecto de vida común cristiano. Si añadimos que cada vez tenemos menos hijos, y los padres se casan cada vez más tarde, vemos que hay pocas familias cristianas jóvenes con hijos.

Ser padres es mucho más que traer hijos al mundo. Educarlos es tanto un derecho como un deber de los padres, es tratar de sacar a flote lo mejor de cada uno de nuestros hijos, ayudándoles a liberarse de las esclavitudes que le vienen de fuera, ayudarles a que lleguen a ser personas que puedan satisfacer sus necesidades biológicas, afectivo-relacionales y espirituales. Educar es favorecer el desarrollo como persona en sus conocimientos, en sus comportamientos, en sus convicciones y sus actitudes. La persona se logra cuando se siente amada y puede amar. Sólo quien ama educa de verdad.

Vamos a comparar el educar con plantar un árbol: ambos requieren cuidados. Es necesario quitar las hierbas dañinas y la maleza, echar abonos, proporcionar apoyo para que crezca recto, estar pendiente de si llueve o hace calor… Necesitaremos “podar” con manos sabias, firmes y amorosas, aunque en ocasiones se precise de una disciplina constructiva con la que el hijo no esté de acuerdo. Sólo así será posible que el árbol crezca y dé un día hermosas flores y sabrosos frutos, construyendo así una sociedad mejor. También los ritmos de los árboles se parecen a los de los seres humanos: hay un tiempo para ser plantado, un tiempo para crecer, un tiempo para dar flores y frutos, y un tiempo para morir.

Educar en la fe resulta en realidad un poco más difícil que educar sin más. Algunas familias se sienten frustradas porque no ven en sus hijos aprecio a las creencias y los valores

2 Jn 6, 443 Papa Francisco, Lumen fidei 4.

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cristianos que para ellos significan tanto. Algunas incluso piensan que la fe de los hijos ha de ser una opción libre cuando lleguen a ser mayores, y no les quieren influenciar.

“La transmisión de la fe, que brilla para todos los hombres en todo lugar, pasa también por las coordenadas temporales, de generación en generación. Puesto que la fe nace de un encuentro que se produce en la historia e ilumina el camino a lo largo del tiempo, tiene necesidad de transmitirse a través de los siglos. (…) El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia (…) En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia: los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe”.4

Para poder transmitir valores a los hijos es muy importante la comunicación en el hogar, muchas veces escasa e insuficiente. El trabajo de ambos padres fuera del hogar, la ausencia de uno de los progenitores, la televisión, el ordenador o las redes sociales,… no son factores que ayuden en la tarea de educar. Hay que buscar el tiempo de calidad cuando se esté en familia, y proponer actividades en conjunto, tanto lúdicas como religiosas, que ayuden a la progresión de valores y actitudes cristianos. La acogida, el respeto, la justicia, la gratuidad, la generosidad, la capacidad de sacrificio, la no-competitividad, el amor solidario… todo esto lo aprendemos principalmente en la familia, por lo que no hay ninguna institución en la sociedad que pueda sustituirla. Más al contrario, si estos valores no se cultivan en su seno, es posible que nadie lo haga en su lugar, porque en la sociedad son ignorados o manipulados.

3.- De modo práctico: la oración conyugal

El niño imita lo que ve. Cuando los padres son capaces de orar, es más fácil que el hijo aprenda de ellos también a rezar. Al igual que se les enseña a comer, a vestirse, a comportarse… de la misma manera hay que enseñar a los hijos a rezar. Ellos verán la importancia de la oración cuando vean que sus padres también lo hacen.

Para ello, hay que buscar un momento y lugar tranquilo dentro del hogar, con alguna imagen de la Sagrada Familia, de la Virgen María, o una cruz que nos ayude a ponernos en situación. Es importante que los padres oren juntos: se puede leer un pasaje de la Palabra de Dios y reflexionarlo ambos, dar gracias a Dios por todos los dones recibidos, incluso hacer alguna petición sobre algún aspecto familiar importante.

4.- Para Dialogar.

1. ¿Hemos valorado los católicos suficientemente el papel de la familia en el servicio a la fe de las nuevas generaciones?

2. ¿Qué valores y virtudes humanas nos transmite la familia, y no cualquier otro grupo humano? ¿Cuál valoramos más y por qué?

3. ¿Nos hemos planteado alguna vez rezar los esposos juntos?

4 PAPA FRANCISCO, Lumen fidei 38-53.

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5.- Para orar: Señor Jesús,has amado a la Iglesia, tu esposa, con un amor perfecto,has dado tu vida de Hijo de Dios, para que ella sea santa e irreprochable ante tu mirada, en el Amor.

Por la intercesión de la Virgen María, Madre tuya y Madre nuestra, Reina de los hogares,con José, su casto esposo,te rogamos que bendigas a las familias cristianas.

Renueva sin cesar la fuente de bendiciones que es el Sacramento del Matrimonio.Concede a los maridos ser como San José, humildes y firmes servidores de su esposa y sus hijos;Concede, por María, a las esposas, una reserva inagotable de ternura y tesoros de paciencia;Concede a los hijos dejarse guiar por sus padres en el amor, como Tú, Jesús, obedeciste en todo a tu Padre;Sigue uniendo en Ti a los hogares,Como la Iglesia y Tú sois uno,En el amor del Padre y en la comunión del Espíritu Santo.

Te pedimos también, Señor,por las parejas divididas, separadas y divorciadas,por los hijos heridos y por los hijos rebeldes.Concédeles tu paz, ¡Te lo suplicamos con María!;concede a los que han recibido el sacramento del matrimonio, la gracia de sacar de él la fuerza de ser fieles, para la salvación de su hogar.

Señor, Padre amado, tan rico en misericordia,por el vínculo de tu Espíritu, reúne en Jesús y María a todos los hogares,unidos o rotos,para que un día tengamos todos juntos parte en tu alegría eterna. Amén.

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CATEQUESIS 3

LA TRANSMISIÓN DE LA FE EN LA FAMILIA

INTRODUCCIÓN

Si la Iglesia puede ser concebida como una familia, también la familia puede ser concebida como una pequeña Iglesia. La familia cristiana, por el sacramento del matrimonio y por el bautismo de los padres y de los hijos, es “Iglesia doméstica” y, la primera y principal comunidad encargada de iniciar a los hijos en el misterio de Dios. Los padres son los primeros transmisores de la fe de sus hijos.

LECTURA BÍBLICA.

“Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndolos preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él les contestó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. El bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su Madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.” (Lc 2, 41-52).

Una vez leído, tomamos conciencia de cómo era la familia de Nazaret, el papel de los padres, el hijo que acude a la Casa del Padre,… Cada persona puede aportar una pequeña reflexión sobre el texto.

2.- CHARLA DEL MATRIMONIO O CATEQUISTA MISIONERO.

(A ser posible asimilada y preparada según la forma de ser y hablar de cada uno de los ponentes. Se procurará no hacer una lectura directa).

a.- La familia cristiana: “Iglesia doméstica”

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En los países donde los cristianos han sido perseguidos durante mucho tiempo, la fe se ha conservado y transmitido en los hogares. En los primeros momentos del cristianismo, la familia cristiana era el lugar donde la Iglesia transmitía la fe, y ahora ocurre lo mismo en muchos países de misión. “Los padres han de ser los primeros educadores de la fe de sus hijos mediante la palabra y el ejemplo”5. El testimonio constituye la más adecuada y eficaz invitación a la fe. El testimonio de vida cristiana de los padres deja en los hijos una huella que dura toda la vida porque va envuelto en cariño y respeto6.

La familia, es una comunidad de fe, esperanza y caridad. Por eso le podemos llamar Iglesia doméstica.  La familia cristiana es una comunión de personas, que reflejan la comunión que existe en Dios entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser más plenamente padres. Por tanto uno de los campos en los que la familia es insustituible es ciertamente el de la educación religiosa, gracias a la cual la familia crece como "iglesia doméstica". La educación religiosa y la catequesis de los hijos sitúan a la familia en el ámbito de la Iglesia como un verdadero sujeto de evangelización y de apostolado. Se trata de un derecho relacionado íntimamente con el principio de la libertad religiosa. (Pontificio consejo para la familia).

La familia como “Iglesia Doméstica” es una familia que: Cree y espera en Jesús de Nazaret Reza sabiendo que la oración es tan necesaria como la respiración Celebra los Sacramentos de Cristo, como momentos de gracia y fortaleza

cristiana Ama y es solidaria con las demás familias y con los sufrimientos humanos Evangeliza y anuncia con obras y palabras el Reino de Dios y su justicia

¿Quién nos ha enseñado a rezar?, ¿cuándo y dónde y cómo hemos aprendido a creer en Dios, en Jesucristo, a invocar a la Virgen María?, ¿quién nos ha enseñado a distinguir el bien del mal?, ¿dónde hemos ido aprendiendo a vivir como cristianos? Una sencilla observación sobre nuestra propia vida, nos hace caer en la cuenta de que la mayoría de nosotros hemos nacido a la fe gracias a la ayuda de nuestra familia. Ellos nos llevaron al bautismo y ellos se encargaron de que creciera en nosotros personalmente la fe recibida. En la mayoría de las familias cristinas, con la primera educación y las primeras ayudas para despertar en nosotros la vida consciente, se nos ofrecían las realidades de la fe, invitándonos a aceptarlas y tenerlas en cuenta con plena naturalidad. De este modo hemos recibido el anuncio y la presentación de las realidades divinas desde el inicio de nuestra vida consciente, junto con las demás aperturas hacia la realidad. 

Durante siglos, la fe ha ido pasando de padres a hijos sin tener en cuenta la importancia que tenía esta transmisión en la vida de la Iglesia, ahora lo echamos de menos y lo valoramos. La transmisión familiar de la fe era el núcleo de la educación. Los padres no se conformaban con dar la vida, sino que lograban también dar a sus hijos el sentido de la vida. Educar en la fe no es sólo para cuando los niños son pequeños, sino que dura toda la vida. Nunca podemos interrumpir esta transmisión de la fe en la edad de la adolescencia y la juventud, aunque parezca complicado. La paciencia y la confianza que hayamos dado a

5 Lumen Gentium 11, Gaedium et Spes 48, Familiaris Consortio 39.6 Directorio General de Catequesis 226.

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nuestros hijos durante toda su vida, dará respuesta a muchas de sus dudas. Aunque muchos padres quieren bautizar a sus hijos, la mayoría les apoyan para que celebren su primera comunión, pero no todos tienen la necesidad de despertar y desarrollar en sus hijos actitudes religiosas. No consiste sólo en una transmisión de conocimientos de carácter religioso, sino que hay que ayudar a los hijos a construir su vida desde la fe y el Evangelio, para que ellos mismos busquen su identidad religiosa.

Los padres son colaboradores de Dios en la generación de los hijos, colaboradores en la apertura de sus hijos al mundo de la redención. Los hijos de los matrimonios cristianos deben ser los primeros candidatos para la evangelización. El hecho de nacer en una familia cristiana es ya una primera conexión con la realidad de la Iglesia, la esperanza real de que esos niños crezcan en un ambiente cristiano y les ayude a entrar naturalmente en la vida de la fe y de la comunión eclesial.

b.- Algunas cuestiones prácticas en el hogar cristiano

- Es necesario hablar de Dios y decir a nuestros hijos lo que ese Dios significa para nosotros; y hablar con Dios, enseñar a orar, aprovechando los buenos momentos de antes de las comidas o previos al sueño. Crecer en familia es crecer en oración.

- No olvidar los signos religiosos externos, la fe los necesita. Una cruz, alguna imagen de la Virgen, ambientación en la Navidad… son signos que educan en la fe y favorecen la vivencia religiosa.

- Procurar participar en familia de la Eucaristía dominical, de las celebraciones sacramentales, del Sacramento de la Reconciliación en tiempos fuertes del año litúrgico…

- vivir en coherencia y con honradez, entre lo que creemos y lo que vivimos. Servir de testimonio a nuestros hijos en palabras y obras.

Con todo: la familia cristiana no se distingue de las restantes familias por ser familia, sino por tomar en serio el Evangelio e intentar vivirlo de forma contagiosa y comprometida. Esto pide apertura generosa a la Palabra de Dios y dejarnos interpelar por ella para descubrir nuestro proyecto familiar.

c.- Coordinados con el colegio y la parroquiaLos padres, en general, se preocupan mucho de la formación humana y académica de

sus hijos por las consecuencias que puede tener para su futuro. Quieren para el hijo lo mejor. Sin embargo, no se da la misma importancia a la educación en la fe. Un niño que participa en la catequesis parroquial o recibe formación religiosa escolar sin tener en su hogar referencia religiosa alguna, es difícil que asimile e interiorice la fe. Si en casa Dios no tiene importancia alguna, si Cristo no es punto de referencia, si no se toma en serio la religión, si no se viven las actitudes cristianas básicas, la fe no enraizará en él. El clima familiar es absolutamente necesario para interiorizar el mensaje religioso que el niño recibe en la catequesis o en el colegio.

Es mucho lo que se puede hacer: a. Preocuparse de que el hijo reciba una educación religiosa en el colegio y tome parte

en la catequesis parroquial. Luego, seguir muy de cerca esa educación que el hijo está recibiendo fuera del hogar, conocerla, y colaborar desde casa apoyando, estimulando y ayudando al hijo.

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b. En el hogar, actuar sin complejos, sin esconder o disimular la propia fe. Esto es importante para los hijos.

c. En la educación de la fe lo decisivo es el ejemplo. Que los hijos puedan encontrar en la familia «modelos de identificación», que no les sea difícil saber como quién deberían comportarse para vivir de manera sana, gozosa y responsable, la fe.

d. Conocer el mundo de los hijos, sus gustos, sus amigos, dónde van cuando salen… e. La televisión y el internet requieren también una atención y un tratamiento adecuado. f. El uso del dinero es otro aspecto importante para la educación cristiana en una

sociedad consumista. g. Estar abiertos y colaborar como cristianos a la solidaridad con los más pobres y

necesitados de nuestro mundo.

4.- Para el diálogo y reflexión

1.- ¿Cómo entendemos nosotros la expresión “La familia es la Iglesia doméstica”?2.- ¿Cuáles serían los rasgos principales de una familia cristiana?3.- ¿Cómo puede ayudar nuestra comunidad parroquial a las familias y qué podemos hacer nosotros para colaborar con la parroquia en bien de una pastoral familiar?

5.- OraciónJesús, María y Joséa vosotros, Santa Familia de Nazaret,dirigimos hoy la mirada con admiración y confianza;en vosotros contemplamosla belleza de la comunión en el verdadero amor;a vosotros os encomendamos todas nuestras familias,para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.Santa Familia de Nazaret,escuela atrayente del santo evangelio:enséñanos a imitar tus virtudescon una sabia disciplina espiritual, dónanos la mirada límpidaen la que se reconoce la obra de la Providenciaen las realidades cotidianas de la vidaSanta Familia de Nazaret,custodios fieles del misterio de la salvación:haced renacer en nosotros la estima por el silencio,que nuestras familias vuelvan a ser cenáculos de oración,transformadas en pequeñas Iglesias domésticas.Renueva el deseo de la santidad,sostén la noble fatiga del trabajo, de la educación,de la escucha, de la comprensión recíproca y del perdón.Santa Familia de Nazaret,devuelve a nuestra sociedad la concienciadel carácter sagrado e inviolable de la familia,bien inestimable e insustituible.Qué cada familia sea morada acogedora de bondad y de pazpara los niños y para los ancianos,para quien está enfermo y solo,para quien es pobre y necesitado.Jesús, María y José

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os rezamos con confianza, y nos ponemos con alegríabajo vuestra protección. Papa Francisco a la Sagrada Familia de Nazaret.

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