Antropología Guatemalteca
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Breves apuntes sobre la antropología guatemalteca
Autor: Jairo Alarcón Rodas
Antecedentes:
El estudio antropológico de hombres y mujeres de Guatemala, dada su complejidad,
requiere de un enfoque dialéctico que permita que los hechos suscitados, muestren con
claridad las contradicciones que hicieron posible los acontecimientos antes y después de la
conquista española. Y es que toda interpretación de los fenómenos sociales y económicos
actuales tiene vínculos directos con el pasado. Es decir, que en este breve trabajo, se
analizarán las estructuras de poder que, desde la base económica, y a través de la historia,
han generado los cambios en este país. En igual forma, los aspectos enraizados en la
supraestructura. Para ello se hará una breve referencia a la situación histórica de la región
mesoamericana y puntualizando en el territorio guatemalteco. Tal interpretación tomará en
cuenta el desarrollo histórico y las contradicciones de clase existentes, así como otros
factores de la esfera económica y los factores ideológicos que ha influido en el devenir de
la historia del país.
Toda sociedad requiere para su subsistencia, de satisfactores básicos que propicien su
bienestar. Ello determina la importancia que tienen los medios de producción como
elemento esencial de los núcleos sociales. Los medios de producción son los mecanismos
que emplea una sociedad para generar satisfactores. Es decir, la forma como se logra
solventar las necesidades que tienen los miembros de una comunidad.
La producción de bienes requiere del concurso de las Fuerzas Productivas y las Relaciones
de Producción que de ahí se deriven. La Fuerza Productiva es la capacidad que poseen los
seres humanos para generar bienes y con ello, obtener satisfactores. En este caso se hace
mención a la fuerza de trabajo que emplea un ser humano para la elaboración y finalización
de un producto, sea este físico o mental. Además requiere de los Medios de Producción y la
materia sobre la que se ejerce una acción por medio de instrumentos o herramientas de
trabajo.
Las Relaciones de Producción, constituyen la forma como se desarrolla el trabajo en
sociedad, es decir, como se organiza la sociedad para la obtención de los satisfactores que
sus habitantes demanden. En tal sentido, siempre que se emprende una labor de este tipo se
piensa en las relaciones sociales que existen en determinado territorio. En este caso el
trabajo solo es posible con el concurso de varios hombres. De allí que a las relaciones que
los hombres establecen entre sí en el proceso de producción de bienes materiales se le
denomina Relaciones Económicas de Producción.
El lugar que ocupan los seres humanos dentro del proceso productivo divide a éstos en
dueños de los medios de producción y en personas que no son dueñas de esos medios. A
partir de allí surgen las clases sociales que por la posición que ocupan dentro del proceso
productivo se convierten en clases antagónicas. Los sectores poseedores de los medios de
producción se apropian del trabajo generado por los que no poseen dichos medios. Por lo
éstos tienen que vender su fuerza de trabajo para subsistir, surgiendo con ello la explotación
del hombre por el hombre.
La historia del hombre, decía Carlos Marx, es la historia de la lucha de clases. Ello
constituye el motor del surgimiento y desarrollo, de las distintas etapas que ha vivido la
humanidad. En él ha tenido capital importancia las estructuras sociales y la historia. Por
ello para comprender los fenómenos ocurridos en Guatemala es necesario recurrir a la
historia, analizarla, y así encontrar las contradicciones que han posibilitado los diversos
cambios en el interior de la sociedad. El pasado nos muestra errores cometidos que
podemos evitar en el futuro. Así, las contradicciones, propician los cambios sociales y ésta
constituye la primera ley de la dialéctica: Ley de unidad y lucha de contrarios. A la unidad
y lucha de contrarios, le sigue, como forma de interpretar los sucesos sociales, la ley de
saltos cuantitativos en saltos cualitativos y viceversa. Ley que evidencia los cambios
dentro de los procesos sociales.
El método dialéctico también nos dice que lo viejo es sustituido por lo nuevo, pero esa
sustitución no es la negación total de lo viejo sino más bien la sustitución de las viejas y
caducas estructuras sociales que se convierten en obsoletas y un freno para la plena
vigencia de lo nuevo. Esta constituye la tercera ley de la dialéctica: ley de la negación de la
negación. La nueva estructura toma de lo viejo, lo valioso, lo que puede servir en la
construcción de lo nuevo. Eso ocurrió con la burguesía al convertirse en la clase
revolucionaria en momentos que el feudalismo campeaba por doquier e imponía su ley.
Donde quiera que haya conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones
feudales, patriarcales, idílicas.
Tomando por bandera la libertad económica, la burguesía ha establecido una explotación
abierta, descarada, directa y brutal. Y es que con el paso a la industrialización mercantilista,
el ser humano se convierte en mercancía. Los seres humanos para poder subsistir tienen que
vender su fuerza de trabajo, emplearse a cualquier costo pues no poseen los medios de
producción para poder vivir independientemente. La burguesía al posesionarse de los
medios de producción, sean estos la tierra y los instrumentos, limitan la autonomía que
puedan lograr aquellos que no los poseen.
Cada vez son más sofisticados los instrumentos de producción pues la burguesía no puede
existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y,
por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. En
tal sentido las formas de explotación se modifican siendo cada vez más crueles. Así,
mediante la explotación del mercado mundial la burguesía ha dado un carácter cosmopolita
a la producción y al consumo de todos los países. Las industrias se convierten en
transnacionales y son utilizadas las materias primas de los países más recónditos del planeta.
Y es que el proceso de industrialización crece aceleradamente y lo que antes requería de un
radio de acción pequeño ahora se amplía enormemente, esa es la fuerza del capital y de su
motor, el lucro. Cada vez son más los perdedores en el libre mercado, las industrias más
poderosas hacen quebrar a los pequeños artesanos y pequeñas empresas, los perdedores
aumentan significativamente. De esa forma la riqueza se centraliza en un número reducido
de personas y la pobreza se esparce por todo lugar. Ese es el precio que se tiene que pagar
por el crecimiento desmedido de la producción industrial y con ello, la explotación del
hombre por el hombre llega a su máxima expresión.
Sin embargo, sentencia Marx: las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al
feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía, los viejos modos de producción
feudal tenían que ser sustituidos por otro más ágil que produjera a mayor escala y
satisficiera de ese modo las necesidades crecientes de la población. Pero la burguesía no ha
forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también a los hombres
que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios. Los proletarios se
convierten en el sector opositor de la burguesía al ser los más afectados, ya no solamente
por ser explotados, sino por ser desplazados, cada vez más significativamente, por las
máquinas. Y es que el creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al
trabajo del proletario todo carácter propio y le hacen perder con ello todo atractivo para el
obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las
operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje.
El uso acelerado de las máquinas viene a favorecer a la oligarquía dominante pues les da la
pauta a que empleen cada vez más a mujeres y niños, en el proceso de producción. Los
cuales son empleados con sueldo mucho más bajos produciendo con ello que el plus
producto, es decir la ganancia, sean mayores. Cada vez aumenta el empleo de mano de
obra no calificada y por consiguiente, son más las personas que quieren emplearse. Y a
mayor oferta de mano de obra, los sueldos que pudiesen ganar éstos, son más bajos. La
miseria recorre el mundo obligando a los sectores desposeídos a organizarse y luchar contra
los opresores.
Ante eso Marx señalaba: proletarios del mundo unidos en la lucha, sabiendo que la
condición esencial de la existencia y la dominación de la clase burguesa es la acumulación
de la riqueza en manos de particulares, la formación y acrecentamiento del capital” y que
“la condición del capital es el trabajo asalariado. Al parar el trabajo de los obreros, se
detiene el desarrollo del capital. La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros.
Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables. Esta sentencia de
Marx, en la actualidad ha generado muchas críticas pues no se avizora en el escenario de
las naciones una transformación de ese tipo.
Sin embargo, el mundo es cambiante, nada permanece estático. Bajo éste supuesto, la
realidad irrumpe en nuevas formas, modelos y procesos. De ahí que también los modelos de
producción no sean permanentes, con el tiempo y a partir de la agudización de sus
contradicciones, tienden a transformarse, posibilitando el surgimiento de lo nuevo que más
tarde será lo viejo que deberá renovarse. En el caso particular del capitalismo los
antagonismos que incuba, determinarán que en su momento, entre en crisis y con ello
emerja un nuevo modelo de producción que supere las contradicciones anteriores y
posibilite el desarrollo de las sociedades haciéndolas más humanas.
Vivimos tiempos en los cuales el capitalismo es considerado el paradigma económico del
mundo. Sistema capaz de generar riqueza a partir de la libre competencia, se le ha investido
como la solución para los males sociales del mundo. Sin duda no hay sociedad alguna que
pueda subsistir sin generar riqueza o que se sirva de ésta. Pero que sea generada por
algunos, no supone que llegue a todos los estratos sociales. Por consiguiente, el supuesto
confort y bienestar de las sociedades no se hace efectivo con sólo producir riqueza, ésta
debe humanizarse. Al igual que los otrora modelos de producción, el liberalismo
económico se instaura poniendo en práctica sus reglas, ello le da permanencia por algún
tiempo.
El fin de la guerra fría, modificó el escenario político, concentrando el poderío en una sola
nación. A partir de ese momento histórico las reglas del juego cambiaron a criterio del
imperio del norte. Las democracias fueron juzgadas a partir de si se ajustaban a los
requerimientos del liberalismo. Países que hace unos años eran gobernados por dictaduras
militares recibieron la presión internacional para iniciar el proceso de reconversión a partir
de instaurar la democratización liberal bajo pena de ser sancionados económicamente.
Cabría hacer un análisis: si es factible llamarle democracia al liberalismo, dado que esta
concepción del mundo concentra la riqueza en unos pocos y que de esa forma, se sirven de
la justicia pervirtiéndola. Definiéndola, al estilo del sofista Trasímaco: como el poder que
ejercen los más fuertes, sobre los más débiles.
Así, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, brazos visibles del capitalismo
comprometieron nuestra soberanía a través de presiones económicas, en contubernio con
los gobernantes de nuestras naciones. Ello sumado al voraz e insaciable apetito de lucro de
las oligarquías criollas ha sumido a más de una nación de la región, en el caos económico y
el consecuente empobrecimiento. El predominio del capitalismo no determinó el fin de las
contradicciones antagónicas que se manifiestan al interior de las sociedades expoliadas por
la economía de mercado.
El capitalismo, en nuestras naciones, sólo ha generado mayor pobreza, ensanchando la
brecha entre los que poseen mucho y los que no tienen lo mínimo para vivir. Alimentando
el afán de lucro, los valores humanos se pervierten al grado de producir enfrentamientos
por el logro de bienes particulares. De ahí que, mientras hallan injusticias, miseria,
explotación y hambre, las luchas por reivindicar la dignidad del ser humano continuarán y
por consiguiente los procesos de transformación de las sociedades no se detendrán.
La historia de Guatemala no es ajena a los procesos sociales y transformaciones acaecidas
en el mundo. De allí lo importante que representa, para la interpretación de los procesos
sociales de determinado país, la interdependencia causal del método dialéctico. Ningún
fenómeno social es ajeno a otro, por distante que parezca. Las condiciones geopolíticas han
influido directamente en el devenir social y económico de Guatemala. El asalto español, en
1492, la Controversia de Valladolid, la Revolución Liberal de 1871, la Revolución
Burguesa 1944, la invasión estadounidense 1954, las dictaduras militares en las décadas de
los años 70 y 80, la firma de los acuerdos de paz, entre otros, son sucesos en los cuales
intereses externos han tenido ingerencia directa sobre los destinos del país.
El fin de la guerra fría determinó también, el final del conflicto Este-Oeste, sin embargo, las
condiciones de miseria y desigualdad, en cuanto a oportunidades de vida, persisten. La
contradicción se traduce ahora en países ricos y pobres. El conflicto es, Norte-Sur.
Desproporcionadamente los países pobres aumentan y los ricos cada vez son unos cuantos.
La expoliación se traduce en el robo de las riquezas nacionales y la explotación de mano de
obra barata, así como la consolidación de empresas transnacionales en monopolios de
servicios. Ello sumado a la inexistente organización de los pueblos oprimidos, a la
proliferación de sectas fundamentalistas, a la división de las etnias a través de etéreos
proyectos de emancipación de las minorías, determina la improbable solución a corto plazo
de nuestros problemas.
La problemática antropológica guatemalteca presenta aspectos que deberán contemplarse
para enfrentar de forma científica su solución. En tal sentido, la cultura de sumisión y terror,
la discriminación y exclusión, la proliferación de sectas fundamentalistas religiosas, la
multiculturalidad son condiciones que a lo largo de la historia ha afectado el devenir de los
procesos sociales y que a partir de un enfoque dialéctico podemos analizar. La historia y las
contradicciones que han motivado la transformación de los distintos momentos
socioeconómicos que se han suscitado en el país, permitirán un mejor control de esos
fenómenos. Categorías como de lo simple a lo complejo,
El método dialéctico requiere, para hacerse efectivo, del análisis de los hechos ocurridos en
el pasado, de las contradicciones existentes a lo largo del devenir histórico y del
conocimiento de las distintas teorías que se han vertido sobre determinado tema. Es por eso
la importancia que tiene la Historia para replantear la problemática existente al interior de
las etnias que comparten el territorio guatemalteco.
Muchas han sido las teorías sobre el origen del hombre americano, por una parte se habla
de que su génesis se da dentro del propio continente americano. Esta teoría afirma que el
hombre americano surge en América, más concretamente en el sur de este continente. Tal
aseveración se hace por una serie de restos fósiles encontrados en la región de la Patagonia,
al sur de la República de Argentina pertenecientes a los inicios de la era cuaternaria finales
de la era terciaria. Sin embargo dicha teoría no parece ser la más acertada y se tiene
contemplado como la más verosímil la que señala que América se pobló a partir de
migraciones provenientes del nordeste asiático, a través del estrecho de Bering, en el
período glaciar hace aproximadamente 20 mil años.
Recordemos que en el período glaciar la tierra se congela en sus dos terceras partes y por lo
tanto el flujo de animales y seres humanos entre continentes, más concretamente entre el
asiático y el americano se hizo más factible. De allí que se calculan que esas migraciones
duraron cerca de 8 mil años. A esta teoría hay que agregar las similitudes físicas que tienen
los habitantes de América con los asiáticos, tipo de sangre e idiomática. Otros piensan que
las migraciones fueron a través del océano Pacífico desde Oceanía, en la región de la
Polinesia, hasta las costas del oeste americano. Tales teorías no son excluyentes pues muy
bien pudieron llevarse a cabo ambos tipos de migración creando con ello diversos grupos
étnicos.
La migración de seres humanos de otras latitudes al continente americano, supone cierto
grado de organización ya establecida por estos pueblos, así como rasgos característicos en
cuanto a su comportamiento y visión del mundo, que se fueron transformando o afianzando
en el Nuevo Continente. Creencias, estilos de vida que combinados con las exigencias que
demandaba el nuevo territorio dieron por resultado una determinada idiosincrasia, es decir,
un carácter propio. Pero ¿qué hay al respecto de Centro América y más específicamente de
Guatemala?
La región que comprende los países centroamericanos y entre ellos Guatemala, es la de más
reciente aparición sobre la faz de la tierra, aproximadamente 60 millones de años. Tal
hecho determinó que pudieran unirse las dos grandes porciones del continente, Norte
América y Sur América. Así fue que la región centroamericana sirvió de corredor entre
estas dos regiones y el flujo de habitantes se acrecentó enormemente y por ende el
intercambio entre las culturas.
Guatemala formó parte de lo que se ha dado en llamar Meso América, que más que una
región geográfica es una región cultural. Esta comprende la parte del Sur de México, desde
el Río Pánuco, Yucatán, Belice, toda Guatemala, el norte de Honduras, parte de El Salvador
y una pequeña porción de Nicaragua y Costa Rica. Culturalmente existen muchos vínculos
similares en esta región que los distinguen de las demás etnias existentes en el continente.
Los vestigios humanos más antiguos hallados dentro del territorio guatemalteco datan de
aproximadamente 10 mil años y fueron encontrados en un lugar llamado Los Tapiales
ubicado en el occidente del país. De ahí que tengamos, relativamente, poco tiempo de vivir
en estas tierras. Los saltos evolutivos de primer orden no se dieron en esta región y más
que y todo fue un acomodamiento a nivel socio-histórico.
Se habla de vestigios humanos de hace 10 mil años en territorio guatemalteco pero, ¿puede
eso referir a una cultura ya definida en esa época? Al hablar de cultura, se hace referencia a
un grupo establecido de individuos que habitando en un mismo territorio, hablan un idioma
común y se conducen siguiendo normas de comportamiento que obedecen a una particular
forma de ver las cosas, a una idiosincrasia. Cultura constituye cualquier transformación que
el ser humano hace de la realidad que es susceptible de ser transmitida en sociedad. En tal
sentido una determinada cosmovisión representa un rasgo cultural que a su vez establece
una forma de comportamiento de un pueblo.
¿Cuál es el grupo cultural más antiguo que se conoce en Guatemala? y ¿cuál fue su
situación socioeconómica? Entre las diversas teorías que se han formulado al respecto se
habla del origen de los llamados mayas, de tribus migratorias de los Olmecas del sur de
México, cultura ésta que ya anunciaba las grandezas desarrolladas más tarde por los mayas.
Gran parte de la región mesoamericana, más concretamente “los estados mexicanos de
Yucatán, Quintana Roo y Campeche; regiones de Tabasco y Chiapas; Repúblicas de
Guatemala y Belice, y diversas zonas de Honduras y El Salvador”. Esta zona fue donde se
situó la cultura maya que abarca el período comprendido entre los años 2,500 antes de
nuestra era, hasta el año 900 después de nuestra era. Que va desde el período Formativo,
Clásico hasta el Post-Clásico. Durante todo ese tiempo existieron diversos cambios dentro
de la cultura de esta etnia, que va desde su comportamiento, desarrollo tecnológico y
expresiones artísticas.
Originariamente el hombre mesoamericano era nómada, tenía que ir en busca de su
alimento a través de cacerías, de la llamada caza mayor. Ese período comprendía la llamada
etapa preagrícola dividida en “dos amplios períodos: Lítico (30,000 a 7,000 a. de E) y
Arcaico (7,000 a 2,000 a. de E.)”. En el período Arcaico se escenifico un cambio
substancial en las relaciones de producción que coincidió con el deshielo glaciar. En dicho
período se escasea la caza mayor, aumentando con ello la recolección de semillas, raíces y
diversas plantas silvestres que dio origen a una especie de seminomadismo en función de
la explotación de los recursos silvestres. El paso de la domesticación de animales y el
cultivo de plantas a través de la agricultura determinaron la condición sedentaria de los
habitantes de esta región, e indudablemente modificaron toda la estructura social de los
mismos. Con el sedentarismo, las condiciones sociales se hace más establece y comienza a
estratificarse las sociedades.
La estratificación social de los mayas puede dividirse en dos grandes sectores: sacerdotes y
campesinos. Una casta elitista aristocrática con fuerte orientación teológica era quien
gobernaba, mientras que la gran mayoría de habitantes se dedicaba a labores agrícolas y de
servicio. Sin embargo, actualmente se considera que los mayas se organizaron en familias
extendidas regidas en forma patriarcal que dieron origen a su vez a grupos mayores
denominados linajes o patriclanes según la categoría del sitio. En el transcurso del período
Formativo los grupos sociales se aglutinaron en núcleos cada vez más grandes y complejos
surgiendo con ello diferentes estratos sociales.
Durante el período Clásico los grandes centros fueron ocupados por dinastías hereditarias,
mientras que los asentamientos más sencillos eran gobernados por dirigentes del linaje o
del clan. Tras el linaje dirigente surgió el sector administrativo, estrechamente vinculado a
éste por lazos de parentesco. Este sector era encargado de garantizar la gobernabilidad del
Estado a partir de la organización de los tributos, del trabajo, etc. Un tercer sector fue el
sector de especialistas e intelectuales; en éste se incluían a la casta sacerdotal, ingenieros,
arquitectos, médicos entre otros. A ellos siguieron los artesanos. Al final de la pirámide
estaba la población dedicada a las labores agrícolas que eventualmente era utilizada para
otras labores como la edificación de templos. En fin puede notarse la existencia, dentro de
la cultura maya, de un sector privilegiado y de una masa poblacional sometida a los
designios de aquella.
Sea cual fuere el origen de los llamados mayas, de su admirada civilización, es importante
señalar que a la venida de los españoles al continente americano, en el año de 1492, los
mayas ya no existían por estas latitudes. A la llegada de los conquistadores en Guatemala
existían etnias descendientes del pueblo maya quichés, cakchiqueles, kekchis, mames,
tzutuhiles entre otros.
El colapso maya no borró del territorio guatemalteco a sus habitantes, más bien trajo
nuevas formas de accionar por parte de sus herederos directos, ejemplo de ello lo
constituyó, la no-inversión en obras monumentales de arquitectura, edificaciones político-
religiosos más pequeñas y menos ornamentada, ya no se tallaron estelas, la organización
política fue más confusa en cuanto a su jerarquización. No es comparable por tanto el
período maya al post maya con relación al desarrollo de expresiones culturales. La
estratificación social entre estos pueblos continuaba privilegiando a los señores y caciques
y sometiendo a sus designios a la gran mayoría, al resto de pobladores.
Existió entre las tribus del territorio guatemalteco, el deseo por mantener su hegemonía, su
supremacía a través de las armas por lo que continuamente estaban guerreando “de hecho,
las sociedades de mayor grado de poderío sojuzgaban y explotaban a las otras, luego de su
dominación por las armas”. La historia de la humanidad decía Karl Marx, es la historia de
la lucha de clases, donde los más poderosos explotan y esclavizan a los débiles.
Las tribus mayoritarias: quichés y cakchiqueles, a la llegada de los españoles se
encontraban en luchas internas. En el año 1493, estas tribus estaban iniciando la última
batalla tribal que pretendía derrocar al rey Quicab de los quichés. Ambas tribus se
encontraban en la última fase del desarrollo gentilicio, es decir, que su estructura social era
a través de “gens”. Los quichés estaban constituidos por veinticuatro familias, en las que
predominaba el clan totémico, agrupadas en nueve organizaciones más amplías, nueve
tribus. Los cakchiqueles formaban parte de cuatro gens, donde el predominio patriarcal,
guerrero y militarista, se perfilaba ya con más claridad y con notoria tendencia hacia la
hegemonía.
Los quichés regularmente sometían a los cakchiqueles, de ahí la enemistad latente entre las
tribus. No existía conciencia de que en última instancia, ambos grupos tenían mucho en
común: tenían un mismo tronco étnico, habitaban en una misma región mesoamericana y
tenían similares costumbres. De por sí, la enemistad y rivalidad sobresalía entre estos
grupos mayenses. Era de esperar que con pueblos desunidos y en luchas internas, su
vulnerabilidad fuera mayor, máxime si la invasión provenía de países con más experiencia
en el asalto, dominación y conquista.
Frecuentemente ocurre que las guerras las ganan los pueblos que poseen mayor potencial
bélico y que a su vez, están mejor organizados. De ahí que el ganador de la guerra someta a
los perdedores a sus designios, lo que incluye su cultura y en un territorio donde existían
luchas intestinas entre las tribus, como Guatemala, era de esperar que los conquistadores
españoles salieran victoriosos. La conquista fue brutal y a través de la, en primera
instancia por la espada y más tarde por la cruz, los indígenas vieron mancillados sus
dominios y relegados a una posición de esclavitud. Vastos territorios que otrora eran de su
propiedad pasaron a manos de los conquistadores, fue así como se escribió la historia de
Guatemala.
Fue impuesto un idioma, una religión, una forma de entender las cosas. Salvajemente los
españoles efectuaron su labor de conquista, tomando como criterio de acción la violencia.
El afán de conquista lleva consigo una fuerte carga etnocéntrica. En consecuencia, todo
aquello que no fuese similar a su forma de ver las cosas que poseían los españoles, era
considerado una aberración y como tal, tenía que ser destruido. Los etnocentrismos
tuvieron su efecto, descalificando, persiguiendo y aniquilando a todo aquello que fuera
diferente a lo establecido por el reino español. Ese fue el pensamiento que se empleo en la
conquista, comprensible quizá en pueblos que, como el español, constituían una nación
imperialista de indomable espíritu guerrerista.
No obstante la conquista fue emprendida con el apoyo de los señores feudales. Al cabo del
tiempo fue la floreciente burguesía española la que la financió con el objetivo de extender
sus dominios comerciales y acrecentar, aún más, su capital. Con ello puede afirmarse que
los fenómenos sociales no son aislados, son producto de toda una serie de hechos que,
concatenados, producen un efecto cualitativamente significativo. La conquista de
Guatemala sólo reflejó lo que son capaces de hacer los países ávidos de poder y riqueza.
Hechos significativos para tomarlos en cuenta en la conquista de Guatemala los constituye
Primero: la población indígena no era un grupo homogéneo socialmente integrado sino por
el contrario, dentro del territorio existían tribus que peleaban la hegemonía y control del
territorio, así como el poder; Segundo: el poderío bélico de los españoles era muy superior
al de los aborígenes de estas latitudes por lo que la lucha fue desleal; Tercero: Muy cerca
del territorio de lo que actualmente es Guatemala se encontraban tribus expansionistas,
sanguinarias como los mexicas, que estaban prestos a invadir y someter a las tribus
guatemaltecas.
En tal sentido, no existe cultura alguna que permanezca inalterada, que se mantenga
estática. En el planeta continuamente se da un flujo de personas que indudablemente
modifican las estructuras de una determinada comunidad. Vivimos en un planeta donde
habitan seres humanos y como tales, existe algo mucho más preciado que la diversidad
cultural eso es: la esencialidad humana.
Otras anotaciones de la conquista de Guatemala
En la Patria del Criollo, Severo Martínez, nos indica que la disparidad que existía entre los
conquistadores españoles y las tribus que vivían en territorio guatemalteco era abismal. “A
principios del siglo XVI era España uno de los países más desarrollados del mundo”,
poseían la marina más temida del viejo continente, conocían muy bien las técnicas del
trabajo del acero y el uso efectivo de la pólvora, así como la domesticación de caballos para
la guerra. En fin, los españoles constituían una maquina devastadora capaz de derrotar a
cualquier reino poderoso de la tierra.
Lo más relevante de la conquista no fue la derrota que sufrieron los indígenas en el campo
de batalla, sino lo ocurrido posteriormente, es decir, el sometimiento absoluto de las tribus
por parte del imperio español. Con la apropiación de las tierras, el esclavismo a que fueron
conducidos los perdedores, se dio paso a la verdadera conquista. Primero fue la destrucción
de los pueblos a través de la guerra; posteriormente la usurpación de las tierras y sus
riquezas, conjuntamente con el sometimiento a la esclavitud y como tercer elemento la
catequización. De ahí que la conquista tuviera tres fases: la primera que consistió en
someter por las armas a la población indígena, una segunda fase que fue el sometimiento
económico y una tercera fase que fue el sometimiento ideológico a través de la religión.
Con ello se pretendía borrar todo pasado histórico, todo patrón de conducta, toda
idiosincrasia, llámese a eso cultura, que poseían las tribus indígenas derrotadas y que en el
proceso de conquista les fue conculcado. La finalidad no era otra que mantener sojuzgados
a esos pueblos para expoliarlos, arrebatarles paulatinamente todas sus riquezas. Con
relación a eso, continua señalando Severo Martínez: “La correcta comprensión de la
conquista como proceso complejo, en el cual el momento económico es el determinante y
decisivo, tiene una importancia extraordinaria para la correcta comprensión de la
inferioridad -económica, social e intelectual- en que vinieron a quedar los indios para el
resto de la vida colonial”. ¿Cómo puede pensarse que la población indígena se podría
desarrollar bajo esas miserables condiciones en que fueron relegados?
¿Puede alguien acaso pensar que los españoles sometieron a los indígenas guatemaltecos,
simplemente porque los consideraban una etnia inferior? Los acontecimientos ocurridos en
la conquista indican que el fondo del asunto fue puramente económico. Al margen de que
los pueblos que conquistan se consideran superiores a los conquistados, el interés
fundamental de los países imperialistas es expandir sus dominios para obtener mayores
riquezas, ganancias económicas.
La conquista fue brutal y no debe ser borrada de las mentes de los que por una u otra razón
nacimos en este país. Pero el tener presente las bestialidades cometidas por el hombre en
contra del hombre a lo largo de la historia, debe hacernos reflexionar no con mentalidad
revanchista, sino más bien con sabiduría para no volver a cometer esas atrocidades. La
historia, al mostrarnos el pasado con toda su crudeza nos enseña como corregir los errores
del pasado, para tener una vida más armoniosa y digna en el presente. El apelar a la razón
como la forma más adecuada de resolver los problemas dará la oportunidad de ejercitar el
poder creativo de los seres humanos para la búsqueda de soluciones más idóneas.
Muchas cosas fueron modificadas en la conducta de los habitantes de estas tierras, como
consecuencia de la invasión española. El choque entre dos culturas bosquejó un nuevo
ensayo cultural de contrastes por demás curiosos. Al imponerse un modo de vida, ejemplo
de ello lo constituyeron, las llamadas “reducciones” que no fueron otra cosa que,
concentraciones de pueblos construidos al estilo español, en donde existe una plaza, un
palacio de gobierno o municipal, un mercado y la iglesia, los indígenas pasaron de un
esquema de vida abierto, a uno cerrado.
La religión fue otro elemento ideológico empleado en la conquista. Luego de discutir por
largo tiempo si los indígenas tenían alma, se concluyo que si pero debía que enseñarles la
palabra de Dios. Lo cual se hizo por medio de todo tipo de crueldades. Sin embargo el
espíritu de religiosidad cultivado por largo tiempo por los nativos de estas tierras no fue
fácilmente quebrantado, por el contrario dio origen a una mezcla entre las dos creencias: el
sincretismo religioso. Mismo que pervive actualmente en Guatemala. Rituales ancestrales
se mezclan con elementos cristianos para dar por resultado una conducta particularmente
compleja.
A lo largo de la historia de Guatemala se observa ciertas constantes que bosquejan de
alguna forma a la sociedad. Entre esas, quizá la más importante sea, la lucha encarnizada
que han librado los sectores dominantes para mantener su hegemonía en el país. Todo ello
ha traído al país, violencia y destrucción. De ahí la lucha entre los distintos grupos étnicos,
entre conquistadores y conquistados, criollos y españoles, ricos y pobres. Siguiendo con un
orden cronológico, después de la conquista, se dio inicio al período denominado, época
independiente. Este período se caracterizó por la separación de los criollos (hijos de
españoles nacidos en Guatemala), del dominio, desde la esfera de poder, por parte de la
corona española. Por mucho tiempo, criollos y españoles mantuvieron una peculiar pugna
de intereses que se reflejaba a través de odios y envidias, no obstante el interés esencial era
económico.
Sucedieron cambios en el país a partir de la ruptura entre los criollos y españoles, pero
estos no fueron substanciales. Al interior de la sociedad continuaba la explotación del
indígena, continuaba el “repartimiento” y “la encomienda” como el elemento fundamental
de la producción del país. Tanto el repartimiento como la encomienda, “las implantó
Cristóbal Colón en las Antillas, y en su forma primitiva pasaron al continente con las
empresas de conquista ulteriores. El repartimiento tenía dos aspectos, pues consistía en
repartir tierras y también indios para trabajarlas; y como este segundo aspecto se justificaba
diciendo que los indígenas eran entregados para que el favorecido velase por su
cristianización -le eran encomendados para ello-.” Los criollos tenían bajo su dominio, no
sólo las tierras sino también a indígenas, para que las hicieran producir. Todos estos
elementos de dominación de los pueblos se hicieron a través de la violencia, quebrantando
la voluntad de los sectores marginados.
La época independiente no varió en nada la situación de los indígenas pues las directrices
que siguieron en el país estaban plenamente definidas, y en ellas las etnias naturales no
contaban. Explotación, esclavitud y represión fue el denominador común que escribió con
sangre la historia de Guatemala. Sin duda, la población indígena guatemalteca tiene mucho
rencor, no olvida las atrocidades sufridas en el pasado inmediato. Será de menos más de
500 años de sufrimiento y explotación, los cuales dejan huella. Sin embargo no se puede
vivir en el pasado, no se puede estar alimentando odios, cuando el país requiere de la
integración de sus habitantes, de una vida digna para todos sus moradores.
No obstante, ser un país complejo, donde existen 23 etnias con una cultura propia, se deben
buscar los mecanismos para poder convivir en paz. El diálogo consensuado para resolver
las diferencias debería ser el medio a emplear. Y es que siendo la realidad una, material y
objetiva, la hacen múltiple los seres humanos que, desde una particular perspectiva la
observan e interpretan. Pudiendo ser el juicio que estos emitan equivocado. La diversidad
de criterios sobre las cosas es conveniente, siempre y cuando esta diversidad no se
transforme en conflicto. Basta ya de buscar pretextos para ser una sociedad disgregada, ello
únicamente beneficia a aquellos, que por largo tiempo se han servido de este país para
alimentar sus bajas pasiones y su apetito desmedido de lucro.
Pero para poder consensuar, se debe tener el criterio para determinar que, si los argumentos
de la otra parte son más valiosos para el conglomerado social, deberán ser aceptados por
todos. Es decir que el camino a seguir por los integrantes de la sociedad estará determinado
por el grupo o persona que presente los mejores argumentos al respecto. Para ello se debe
estar preparado para escuchar y someterse al imperio de la razón cualquier diferencia de
opinión. Cómo es posible que se pretenda que, grupos sociales que no logren entenderse,
puedan resolver sus diferencias. Se hace necesario, por consiguiente, una unidad lingüística
que permita hacer efectivo ese diálogo. Como criterio de escogencia deberá ser tomado en
cuenta el funcionalismo que pueda tener el idioma dentro del concierto de las naciones.
Más allá de la diversidad étnica, política y religiosa existe la igualdad entre los seres
humanos. Todos buscamos lo mismo, el vivir cada vez mejor en sociedad. El no hacerlo,
significa estar destinados a nuestra destrucción, a nuestra extinción. Teniendo la capacidad
racional como ningún otro animal, los seres humanos tienen la obligación de encontrar
formas racionales para resolución de problemas y conflictos. Dejando por un lado el
aspecto emotivo, pasional y egocentrista, que puede desembocar en conflictos imprevisibles,
nuestra actitud deberá estar centralizada en buscar los puntos de convergencia que hagan la
vida en sociedad más armónica.
Sin duda para alguien que no ha sufrido en carne propia las atrocidades de la
discriminación, la explotación y muerte de sus seres queridos le es fácil decir que el
consenso racional deberá ser el mecanismo para la resolución de conflictos. No siendo igual
para aquellos que los han sufrido por largo tiempo. Sin embargo, después de meditar por
largo tiempo sobre ese tema, no existe otra forma para lograr la consolidación de un
Estado-nación donde nuestra existencia sea más armoniosa y la violencia engendrada por la
descomposición social, sea cuestión del pasado. Ese es nuestro reto.
Notas breves sobre la cultura en Guatemala:
Siempre los pueblos que han sido oprimidos, resurgen de sus cenizas, de su sufrimiento y
dolor para convertirse en poderosas fuerzas que escriben gloriosas páginas de la historia.
¿Será que eso les espera a los habitantes de Guatemala? Pensando en el desarrollo social
del país es conveniente dejar atrás la diferencia entre indígenas y ladinos, indios o mestizos
como se les quiera llamar. Ante todo Guatemala es una región que posee un territorio
delimitado con recursos propios y con un potencial humano definido. ¿Qué es lo que hace
que una persona sea guatemalteca? Las leyes convencionales del país señalan en la
Constitución de la República que son guatemaltecos las personas nacidas dentro del
territorio o bien que por su propia voluntad escojan, tras llenar ciertos requisitos, la
nacionalidad guatemalteca. Son dos las formas de ser guatemalteco: por nacimiento o
adopción.
Sin embargo los guatemaltecos hemos vivido en constantes pugnas que van desde la
discriminación racial, hasta el exterminio a través de la violencia institucionalizada. En
Guatemala se cuentan 23 etnias, es decir, que existe diversidad de grupos que conviven
dentro de un territorio, teniendo cada uno, una visión particular de la realidad. Los grupos
mayoritarios son las etnias herederas, consanguíneas, de los mayas y los ladinos o mestizos.
Siempre los grupos vencedores imponen su cultura, más bien existe un predominio de
aquellos sectores que adquieren el poder. Eso sucedió en nuestro país con la conquista
española y es por eso el predominio de la cultura de occidente.
El choque entre dos culturas en Guatemala revistió características de singular importancia,
ya que los españoles no borraron totalmente las costumbres y tradiciones propias de las
etnias de la región. En vez de ello fueron adquiridas ciertas costumbres, fusionándose en
una sola. No obstante, quedó latente la cosmovisión ancestral de los indígenas generando
con ello, por ejemplo, el sincretismo religioso, que no es más que la unificación o
conciliación de religiones contrarias. Por un lado la religión aborigen con todas sus
creencias, por otro, la religión católica propia de la conquista española.
La cosmovisión occidental penetró hondamente en todos los ámbitos de la sociedad y se
constituyó en la cultura dominante. Para tal efecto y siguiendo los planteamientos del
materialismo dialéctico, donde la infraestructura determina a la superestructura, el modo de
producción vigente en el país se sirvió de los mecanismos necesarios para tener vigencia.
Así la educación se encargó de difundir lo que el sistema quiso que se difundiera siguiendo
las directrices que la situación histórica les demandaba. En ello tuvo capital importancia la
comunicación. Es por medio de la comunicación donde se pueden lograr cambios en el
comportamiento humano.
El flujo de información a través de los medios de comunicación posibilitó el conocimiento
de nuevas formas de entender el mundo, formas más precisas de hacerlo que por tal motivo
se convirtieron en la forma institucionalizada de accionar. Guatemala no fue ajena a tal
fenómeno y asimilando ciertas convenciones internacionales, necesarias para la
convivencia en el mundo se incorporó al concierto de las naciones. Y es que la convivencia
en el mundo obliga a someterse al convencionalismo internacional, eso significa que para
entendernos en el mundo y poder intercambiar bienes se debe adoptar ciertos criterios que
hagan posible la comprensión entre las naciones.
Cada vez más se estrecha la posibilidad de que se tenga acceso a los descubrimientos,
conocimientos y secretos de la realidad. El flujo de información permite que nos enteremos
de lo que está surgiendo en el mundo de la ciencia y la tecnología. Ningún país en el
mundo debe cerrar los ojos a tal avance, de lo contrario estaría relegándose al papel de isla
ignorante y retrograda. Pero que la información fluya no significa que se adopte
sistemáticamente. Toda información debe ser cuestionada, adaptada al medio descartando
todo aquello que sea nocivo para el desarrollo cualitativo de la sociedad.
Tras un nuevo milenio la historia demanda que nos incorporemos a las naciones
desarrolladas y civilizadas del mundo. Eso significa el reconocimiento de que el
intercambio de opiniones y el consenso racional sobre la realidad debe ser el criterio a
seguir. Ello significa dejar atrás sentimentalismos que distorsionan la realidad en función
de criterios particulares o juicios de valor que deberían situarse en la esfera privada pero no
pública.
Quizá el problema medular que deriva la situación étnica en Guatemala sean las
contradicciones existentes entre indios y ladinos. Pero ¿quiénes son los indios y a quiénes
les corresponde la denominación de ladinos? No obstante que el término “indio” es
producto de una equivocación motivada por la creencia de Cristóbal Colón de haber llegado
a las Indias occidentales. Este término, no obstante, tiene una connotación peyorativa
adquirida en tiempos de la colonia. En este caso, indio significa un ser inferior, ignorante y
destinado a la esclavitud. El ladino, por el contrario, son aquellas “personas que no era
indígenas ni españolas o descendientes puros de españoles”, es decir, un grupo no definido,
quizá una de los rasgos que los caracterizaba era el hablar castellano.
De ahí que, tanto el término indio, como el de ladino tengan una dimensión histórica.
Surgen en un momento determinado y desaparecerán en otro. ¿Cuál será el fundamento de
toda esta terminología? Todo esto es producto de la conquista y colonialismo español que
con la soberbia que lo caracterizó, adjudicaban un nombre a los grupos sociales diferentes a
ellos. En ello iba incluida una mezcla de inclinaciones etnocéntricas e intereses de clase.
Con la ruptura de lo que se denomino las dos españas, los criollos tomaron la hegemonía
política y económica en Guatemala, se constituyeron en el sector dominante. Un pequeño
grupo de “nobles familias” ostentaba la riqueza del país. Así fue que criollos, indios y
ladinos constituían la sociedad guatemalteca. Paulatinamente esa sociedad se fue
polarizando en dos sectores, ricos y pobres, sin embargo las categorías de indios y ladinos
continuaron creando la diferencia superficial. Y es que bajo la diferencia superficial de
indios y ladinos, se esconde la diferencia esencial que lo constituye el poder económico.
Actualmente persisten todavía los términos de indios y ladinos. Donde el indio representa el
atraso, la ignorancia, la haraganería y el ladino, por el contrario, la vanguardia, la sapiencia,
la laboriosidad. Tal distinción son resabios de la dominación colonial que a través de la
educación institucionalizada se fue consolidando en las conciencias de los habitantes de
este país a partir del triunfo de los regímenes liberales que se han mantenido en el gobierno.
Conviviendo en un mismo país indios y ladinos ocultan las verdaderas contradicciones que
los afectan y que no permiten que el desarrollo se disemine por todas las latitudes del
territorio. ¿Por qué seguir llamándonos indios y ladinos si dentro del país existen como
bloque heterogéneo una mezcla de razas que dan o por resultado a los mestizos? Sin duda
esa perspectiva evidenciaría que el problema es otro y consecuentemente tendría que tener
otra solución.
Recordemos que la dominación se ejerce desde distintas esferas de poder y una de ellas,
quizá la más importante sea, la ideológica, instrumentalizada a partir de la educación
institucionalizada. En ella se conduce a la población por los senderos que el sistema desee.
La oligarquía establecida dentro del territorio guatemalteco a partir de la usurpación llevada
a cabo en tiempos de la colonia, necesitó permanecer en el poder y para ello influyó
grandemente en la idiosincrasia de la población, distorsionando, tergiversando, cambiando
la historia.
Eso constituye lo manifiesto de la problemática social de Guatemala en cuyas raíces se
oculta lo latente que representa el origen, las causas efectivas de lo acontecido y que
acontece en nuestro país y que tiene un denominador común: la miseria. Tal perspectiva no
significa que se deje por un lado las diferencias culturales que existen dentro de cada grupo
social. Las mismas persisten y tiene que ser resueltas para bien de todos los habitantes de
este país.
El enfoque que se haga sobre esta problemática determinará las soluciones que se
implemente. ¿Qué es lo esencial para una convivencia armoniosa? Dirimir el aspecto
superestructural que involucra la esfera cultural o resolver el aspecto económico, que parte
de la importancia que tiene subsanar las necesidades más vitales de la población. Tanto uno
como el otro aspecto pueden ser tomados en cuenta a partir de la puesta en marcha de una
metodología que supere la visión economicista y étnica del problema social en Guatemala.
Definir bien que es lo esencial y que es lo accidental permitirá enfocar de mejor manera ese
problema. Todo estudio científico requiere que no se soslaye ningún aspecto y que se
encuentren las relaciones de dependencia entre uno y otro.
Los hechos ocurridos en la península de los Balcanes traen a relucir la serie de odios que es
capaz de generar el etnocentrismo. La desmesurada exaltación a la identidad, con todo lo
que ello representa conduce a la división, aún más acentuada, entre los seres humanos. La
diversidad étnica, que originalmente propició el crecimiento y desarrollo de hombres y
mujeres sobre la tierra, en la actualidad ha producido más de un conflicto. No obstante que
la serie de interpretaciones sobre la realidad enriquecen a ésta, también conducen a la
incomprensión. Y muchas veces a la intolerancia entre los pueblos.
La identidad ha sido por mucho tiempo la forma de exaltar el espíritu de los habitantes de
las naciones. Se habla de que sólo un pueblo unido por vínculos culturales, puede alcanzar
el desarrollo. Se pretende con esto, que cada individuo acentúe los rasgos que les son
propios, que los hacen diferentes a los demás. Que a partir de ahí se integren como nación,
que se organicen y busquen la forma particular de alcanzar el desarrollo. Tal sentimiento
inculcado únicamente ha propiciado la sobrevaloración de lo propio y el desprecio de lo
ajeno.
La identidad es la reafirmación de las peculiaridades que le son propias a cada individuo,
producto de su acervo cultural. Ello significa que, como cada cultura tiene una visión
diferente sobre las cosas, una valoración distinta, el entendimiento entre los pueblos se
dificulta. El tener presente que la realidad es una y que es la razón el medio para su
comprensión, dará mayor criterio para tolerar las diferencias. Buscando conjuntamente, los
nexos que posibiliten el entendimiento mutuo sobre aquello, que siendo uno, se hace
múltiple. De ahí que fomentar toda una serie de cosmovisiones, tradiciones, formas de
comportamiento, muchas de estas distantes de la realidad, sólo haga que nos desunamos
más como especie.
Como seres humanos debemos comprender que, por encima de aspectos accidentales como
color, tamaño, costumbres, existe algo esencial que nos unifica el pertenecer a la misma
especie. El ser humano, debe representar el eje principal de nuestro accionar en el mundo.
Por consiguiente, más que una identidad es necesario tomar conciencia de todos aquellos
aspectos que nos unen. Con los cuales podamos construir, conjuntamente, el desarrollo de
la especie.
Y es que la historia es rica en hechos, donde la irracionalidad de los seres humanos ha
dado por resultado salvajes enfrentamientos étnicos. Latente está en la memoria de muchas
personas, las masacres emprendidas por el partido nacional socialista de Alemania. La
limpieza étnica emprendida por Adolfo Hitler. Más recientes son lo hechos ocurridos en el
África Central. En Rwanda donde las tribus hutus y tutsis, libraron una guerra dantesca de
origen étnico que dejó por saldo más de un millón de muertos y centenares de miles de
desplazados. En Yugoslavia, las luchas étnicas, producto de nacionalismos exacerbados,
propició su desintegración, tras todo un caudal de sangre. Actualmente la lucha se ha
reiniciado entre la mayoría servia y la minoría de habitantes de la provincia del Kosovo, de
origen albanes. Como denominador común entre estos conflictos, prevalecen los odios,
producto de las diversidades étnicas. Persisten las guerras como forma de resolver las
diferencias entre los pueblos.
En Guatemala, país de características multiétnicas y plurilingües, la exaltación de la
identidad, fomentada desde diversos sectores, puede conducirnos a un distanciamiento. Que
en vez de propiciar la integración como nación, nos desuna aún más. Con ello, el tan
deseado desarrollo, imprescindible para eliminar todo vestigio de guerra, será un sueño
imposible de realizar.
Todo aquel que no sea miembro de una determinada cultura, será tomado como diferente.
Será un extraño. Por ejemplo, para el indígena mayaense, el llamado ladino, no puede
comprender su mundo. Aquellos que no sean originarios de esa etnia, son ajenos a la
cosmovisión mágico-religiosa, propia de esa cultura. Por consiguiente, así como los ladinos
no puede comprender, ni aceptar lo proveniente de las etnias mayaenses. Estos, a su vez,
no aceptan los criterios de aquellos. Dada la incomprensión existente, los mundos de cada
grupo son diferentes y el entendimiento, que es vital para la convivencia en sociedad, se
hace inexistente.
Las medidas extremas a tal desavenencia son las guerras, la discriminación racial y las
limpiezas étnicas. Confiemos que entre los seres humanos, el buen criterio prevalezca sobre
la brutal barbarie. Que el consenso y la búsqueda de puntos de convergencia, sustituyan a la
exaltación irracional de la identidad de los pueblos. Sólo así, puede tenerse una esperanza
de paz para la humanidad. En el caso particular de Guatemala, los hechos ocurridos a lo
largo de la historia, deberán servir para no cometer los mismos errores.
Antecedentes teóricos:
Constantemente la diversidad étnica ha suscitado innumerables enfrentamientos en más de
una región del planeta. Las causas han sido comportamientos explosivos en países
compartidos por más de una etnia o grupos sociales que, obedeciendo criterios irracionales,
perturban ostensiblemente el ideal de una coexistencia pacífica en el planeta. Más aún, lo
vital que representa la armonía social, para la subsistencia de la humanidad. Guatemala no
ha sido la excepción. Pero ¿qué motiva tal situación? ¿Cuál ha sido su origen? Tales
interrogantes deberán ser respondidas tomando como punto de partida el devenir de la
historia y las condiciones socioeconómicas que han imperado en el país pues, de esa forma,
se tendrá un enfoque más preciso sobre el tema.
Desde la consolidación del hombre sobre la faz de la tierra, éste se diseminó en distintas
regiones del globo terráqueo, logrando a través de la interacción con el medio, diversas
formas de desarrollo. En ellas influyó directamente la región donde habitaban, el clima y la
dieta alimenticia que cada grupo tenía. Lo que trajo consigo una peculiar forma de
comportamiento y diferentes códigos para comunicarse, es decir, diversidad de
cosmovisiones, costumbres, formas de conducta e idiomas de los habitantes. Parafraseando
a Ortega y Gasset, el ser humano es él y su circunstancia, de modo que éste influye en la
naturaleza y ésta a su vez incide en él. De hecho el medio donde se desarrolla influye
directamente en su comportamiento, forma de vida y apariencia física. Hombres y mujeres
tuvieron que adaptar su piel a climas donde el sol los afectaba con más rigor. Fue así que su
epidermis se oscureció en el continente africano y se aclaró en las regiones nórdicas, donde
el sol se mantiene oculto por más tiempo. Sin embargo, hay algunos antropólogos que
sugieren que las razas humanas hicieron su aparición en los albores de la especie, en el
origen mismo del hombre.
Era comprensible que, a diversas circunstancias existentes en las que se desenvolvieran los
seres humanos, les correspondería diversos grados de adaptación. Las cosas fueron muy
difíciles para nuestros antecesores, pues el dominar a la naturaleza les representaba un
obstáculo grande por resolver. La selección natural determinó, en un primer instante, que
los grupos mejor dotados y organizados prevalecieran sobre los menos aptos y de un
período de adaptación se diera paso a otro de reproducción, donde lo primordial lo
constituye la armonía social.
Adaptados al medio ambiente, los seres humanos tenían que vivir armónicamente en
sociedad y producir bienes para satisfacer sus múltiples necesidades. En ese momento
histórico la circunstancia en que la que se encontraban influyó en su desarrollo. Situación
geográfica, barreras naturales, alimentación y posteriormente la intercomunicación con
otros pueblos y culturas, así como la condición interna determinaron, en su momento, el
adelanto o atraso tecnológico existente entre los pueblos. De esa forma surgieron culturas
dedicadas a las artes y a la ciencia como la ateniense y culturas con espíritu guerrerista
como los espartanos, ambas interpretaban la realidad de diversa forma, sus valores eran
diferentes. Así, un mismo objeto de conocimiento fue interpretado en forma distinta. Cada
núcleo social tuvo una serie de valores que generaron a su vez comportamientos,
costumbres, tradiciones, en fin, la idiosincrasia de los pueblos.
Interpretar la realidad de distinta forma, la enriquece pero en igual forma la distorsiona. De
ahí que muchas veces no se mire la realidad sino lo que se quiere ver de ésta. A la realidad
se le sobrepone otra, de tipo artificial, producto de particulares motivaciones humanas. Por
consiguiente, las personas toman por valiosas las peculiares interpretaciones que hacen de
la realidad, sean éstas acertadas o equivocadas, a eso se le podría llamar sub culturas. De
esa forma ha construido la historia, con tropiezos y adelantos, con magia, fantasía, arte,
ciencia y filosofía. En un principio los mitos y la religión eran la forma para dar respuesta a
las interrogantes que al hombre primitivo le surgían, posteriormente la ciencia y la filosofía
hicieron lo propio. Tomando como criterio del accionar evolutivo de la especie humana,
las interpretaciones fueron de lo simple a lo complejo.
Aunque en la actualidad persisten visiones míticas, religiosas, científicas y filosóficas sobre
la realidad, ésta se mantiene con su complejidad y simpleza, con sus maravillas y enigmas
por desentrañar. Cada pueblo se identifica con una determinada visión de las cosas, lo que
para unos es importante para otros puede que no lo sea. Los caminos de la humanidad se
dividen, se separan y cada sociedad adopta el criterio que, la interpretación que poseen es la
mejor, la más conveniente, la más acertada. Todo ello le da un significado peculiar a las
cosas, una riqueza interpretativa, sin igual, a la naturaleza pero a la vez, disminuye la
posibilidad de entendimiento entre culturas.
Se debe tener presente que existe un egoísmo natural en cada ser humano, que se manifiesta
en el aprecio o amor que se tiene uno mismo. Frecuentemente el límite de lo permisible
rebasa lo racionalmente aceptado; surgiendo con ello, el egoísmo irracional, que no es otra
cosa que el satisfacer apetitos propios sin importar que ello afecte a otros. A partir de ahí, el
individuo se cree superior y no sólo eso, paulatinamente piensa que los miembros de su
comunidad también lo son. Su egoísmo se extiende a los miembros de su sociedad. Cada
grupo se cree poseedor de la mejor forma de ver las cosas y todo aquel que tenga otra
visión, está equivocado y por lo tanto es marginado y despreciado. Comienza aquí el
etnocentrismo, Que no es más que la sobre valoración irracional que tiene un grupo social,
que los hace despreciar lo ajeno y exaltar, desmedidamente, lo propio.
El sentido de la vista decía Aristóteles, es el que más nos provee de mayor información
sobre la realidad. Apreciamos más a todo aquello que, al percibirlo por medio de la vista
nos agrada, nos cautiva, nos hace sentir bien. Sin embargo, no sólo la vista nos provee de
información sobre la realidad, existen otros sentidos igualmente importantes y desde luego,
la reflexión intelectiva, que es la que realmente pone al descubierto el ser de las cosas, el
valor de las mismas. El juzgar en función de los sentidos, el valorar a partir de lo accidental,
únicamente evidencia la pobreza evolutiva que poseemos y nos relega a simples entes
cosificados. Más allá de lo aparente se oculta lo esencial y eso no se puede ver, se puede
comprender. Entendemos el valor de los seres humanos, lo que es y pretenden en la vida,
no obstante el esfuerzo es mayor, requiere de un análisis, de una indagación, de una
asimilación como lo planteaba Karel Kosik. La ignorancia, la precaria existencia de valores
humanos es lo que posibilita el surgimiento del etnocentrismo.
En una sociedad tan compleja como la de nuestro país, cabe preguntar: ¿Existe realmente
un problema étnico en Guatemala? Y si lo hay, ¿cómo se originó? Actualmente se han
generado una serie de discusiones sobre la situación social del país, tras el momento
coyuntural que se vive, siendo la diversidad étnica una de ellas. Al realizar un análisis sobre
la situación de Guatemala, son notorios una serie de indicadores que muestran, fríamente,
cual es la situación del país en diversos aspectos. Indicadores que desnudan la pobreza en
que los sectores mayoritarios viven.
El territorio guatemalteco ostenta características muy especiales. Con 23 etnias, en las que
mayoritariamente comparten el mismo territorio los ladinos, Quichés, Cakchiqueles,
Mames y Kekchis las implicaciones que trae esa diversidad étnica suscita a su vez
innumerables interrogantes y polémica para la integración de un Estado-nación. ¿Qué
depara el futuro para este país que por mucho tiempo ha estado sumido en conflictos
sociales y cruentos hechos sangrientos?
La historia nos cuenta del pasado:
Necesariamente hay que hacer un recuento de lo sucedido en el pasado, de lo que aconteció
en la historia inmediata de Guatemala para tener una mejor interpretación del problema que
nos atañe. Por muchos años los indígenas de este país han sufrido la discriminación,
explotación saqueo y usurpación de bienes por parte de brutales conquistadores del pasado
y oligarcas del presente. El marginamiento y opresión del más débil se consolidó como
práctica comúnmente empleada por los sectores dominantes, a partir de la independencia
de Guatemala, del reino de España en el año de 1821. Los usurpadores continuaron
sometiendo a la población natural para satisfacer sus propios intereses.
La historia señala que a la llegada de los españoles a estas latitudes, la población indígena
no estaba unida, estaban en constantes luchas intestinas, no existía conciencia de unidad.
Siendo así, fue fácil para un grupo organizado y militarmente mejor dotado tomar el control
del país, enriquecerse a expensas de estos y consolidar su hegemonía. La lucha fue cruenta
y salvaje, logrando su cometido: con el sometimiento y esclavitud de la población indígena.
Lo que en un principio se logró con la invasión del brutal conquistador español, más tarde
significó la apropiación de tierras por los llamados criollos. Ello fortaleció la marcada
división entre ricos y pobres. Guatemala se convirtió en un país en el que un número
reducido de sus habitantes tenía acceso a la alimentación, a la salud, vivienda y educación.
De allí los índices de analfabetismo, salubridad, expectativas de vida que existen en el país.
Históricamente Guatemala fue condenada al atraso en el que se encuentra. Contadas
familias concentraron la riqueza de la nación impidiendo que el capital fluyera para
beneficio de las mayorías. No es de extrañar, por lo tanto, que la desnutrición hiciera presa
de millares de niños guatemaltecos, afectando con ello la posibilidad de tener una vida
acorde a la condición humana.
La población indígena, al cargar bajo sus hombros la derrota, indudablemente fue el sector
más afectado. Sin embargo, posteriormente el deseo de atesoramiento, riqueza y lucro
desmedido por parte de la floreciente oligarquía, no discriminó sector alguno en su afán de
acumular fortuna y ya no fue solamente la población indígena la que sufrió tales efectos;
surgiendo con ello el proletariado: sector asalariado del campo, los obreros como la clase
explotada. Este sector para sobrevivir tenía que vender su fuerza de trabajo a cambio de
mínimos satisfactores. Era mucha la población ávida de empleo por lo que a mayor oferta
de trabajo menor la remuneración por el mismo. Tal hecho ya no fue exclusivo de los
indígenas, en el se acogían, tanto indígenas como ladinos (mestizos) marginados.
Las condiciones socioeconómicas existentes en el país continuaron concentrando la riqueza
en pocas manos y el abismo entre ricos y pobres se hizo aún más grande. La discriminación
fue más patente a causa de la condición socioeconómica de la población, aunque la
discriminación indígena continuó dentro de los distintos estratos de la población.
Terratenientes, comerciante e industriales discriminaban tanto a indígenas como ladinos
pobres; éstos a su vez discriminaba al indígena pero ¿qué repercusión, dentro de la sociedad
tenía, que un pobre discriminara a otro por el hecho de ser de diferente etnia? Ninguna pues
el poder lo ejercían los que contaban con los recursos para hacerlo efectivo, es decir, los
ricos.
Es importante resaltar que la discriminación que se efectuaban en la base de la pirámide
social guatemalteca, obedecía a la falta de valores sociales inculcados en dicha población
propiciados por el limitado acceso a la educación. Y es que una sociedad educada con
valores sociales, donde no existan criterios de superioridad en función de diferencias de
color, raza, sexo o cosmovisiones, no tiene lugar la discriminación racial, étnica o de
cualquier tipo. Las sociedades y los individuos deben entender que accidentalmente
tenemos distintos colores de piel, costumbres y modos de entender la realidad, pero en
esencia, todos somos seres humanos, con potencialidades racionales y afectivas que nos
diferencian del resto de animales que existen en el planeta.
La racionalidad faculta a los hombres para poder dirimir sus diferencias, en procura del
bien común y la superación de la especie. Y es que la razón se consolida con los seres
humanos. Fue ésta la que, en la especie humana, marcó la diferencia con los demás
animales que habitaban la tierra. De ahí que todo acto de estos esté marcado por la razón.
Aún siendo instintivas ciertas actitudes, están concatenadas a una serie de actos de tipo
racional. E ahí la importancia que tiene la razón y el por qué remitir a ella todo posible
conflicto.
Por consiguiente, aunque cada cultura piense que posee la mejor visión sobre la realidad,
debe someter ese criterio al imperio de la razón y con ello al consenso. De lo contrario, el
mundo se traducirá en un escenario donde la comunicación sería imposible y con ello, los
conflictos personales y luchas étnicas aflorarían por doquier. El Planeta sería un lugar
donde el etnocentrismo sería el causante de la destrucción humana.
El vivir dentro de un mismo país obliga a sus miembros a ser más tolerantes, a ser más
amplios de criterio y críticos en cuanto a su forma de comportamiento dentro de la sociedad.
Por ello se debe someter a los distintos sectores que conviven, dentro de un mismo
territorio, a respetar las reglas de convivencia a partir de la aceptación del árbitro que
juzgue plenamente las directrices a seguir, para el bien de la población. En este caso la
razón puede desempeñar un papel preponderante y beneficioso para todos.
Con tales premisas el problema étnico en Guatemala, debería ser planteado desde otras
perspectivas, sin embargo, el mismo es visto con claros criterios de revanchismo que en
nada resuelven la situación social del país, a saber: La independencia trajo al país que
grandes extensiones de territorio quedaran concentradas en un pequeño número de “nobles
criollos”, quienes a partir de la posesión de estas tierras vieron acrecentada su fortuna a
expensas de la pobreza de la mayoría. Los aborígenes de estas tierras sufrieron la
usurpación de su territorio y con ello la posibilidad de subsistir en una mejor forma.
Origen de la lucha armada y sus consecuencias:
Paulatinamente, la pobreza en el área rural, trajo consigo la muerte. La lucha por la
sobrevivencia condujo a muchos indígenas a engrosar las filas de los distintos
movimientos revolucionarios que, en 1954, enarbolaban la bandera de la lucha armada para
reivindicar los derechos de la población marginada del país. El descontento y la necesidad
de una vida digna traen consigo efectos de subversión. Se dio inicio a la lucha guerrillera
que sembró de muerte y destrucción a Guatemala.
La lucha en nuestro país no sólo se libró dentro del territorio guatemalteco, se libró
también en la mesa de negociaciones entre las superpotencias, que en ese entonces se
disputaban la supremacía del mundo. Recordemos que en la década de los sesenta se
agudizó la guerra fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. La lucha entre estos
países se libró en naciones del tercer mundo, donde la crisis social propiciada por el hambre
y la explotación, había detonado la confrontación bélica. Tal fenómeno coincidía con los
postulados marxista-leninistas, cuyo objetivo consistía en derrotar al enemigo a través de la
lucha armada para transformar a la sociedad donde la justicia y equidad prevalecieran.
Así los movimientos reivindicativos, revolucionarios en Guatemala, enarbolaron al
marxismo como ideología, ese fue su basamento filosófico. Ello determinó que países de la
órbita socialista los apoyaran y que el imperialismo norteamericano hiciera lo propio con
las fuerzas reaccionarias del país, concretamente, el ejército y los escuadrones de la muerte
y países con notoria influencia yanqui.
El temor que tenían los países capitalistas era la posibilidad de triunfo del “comunismo”, en
las regiones conflictivas del planeta. En ese entonces la Organización de Naciones Unidas
(ONU), ostentó un magro papel, una actitud pasiva e intranscendente en la resolución de
conflictos. La ONU, en nada intervino para frenar la devastadora y brutal campaña de
contrainsurgencia empleada por el ejército de Guatemala y los escuadrones de la muerte. El
respeto a los esenciales derechos humanos era letra muerta.
Son cientos de aterradores relatos que la historia ha registrado, donde el ejército y los
escuadrones de la muerte se ensañaron, en contra de aquellos que se opusieran al sistema
implantado. Miles los muertos, los huérfanos y los habitantes que huyeron del país para
salvar sus vidas. Fueron tiempos difíciles para los campesinos, obreros e intelectuales; con
ello la población indígena fue la más afectada, pues en el interior del país los gobiernos de
los militares, Carlos Arana Osorio con el plan de exterminio masivo, masacraron a familias
completas de campesinos que en el campo demandaban mejores salarios.
Continuaron los gobiernos militares de Kjel Eugenio Laugerud y Romeo Lucas García con
todo un plan para destruir a toda costa a la insurgencia, con el apoyo del Departamento de
Estado de los Estados Unidos y la Central de inteligencia (CIA). Muchos de los miembros
del ejército de Guatemala recibieron entrenamiento en los Estados Unidos, en la Escuela de
las Américas. Allí se especializaron en tortura, lucha contra las guerrillas, espionaje, en fin,
guerra sucia. Sin ningún escrúpulo se pusieron en práctica este tipo de tácticas de guerra y
en muchos casos los miembros del ejército superaron a sus maestros, a lo aprendido en los
Estados Unidos. La arremetida fue devastadora.
A partir del gobierno de Arana Osorio, un sector del ejército se convirtió en parte de la
oligarquía, ya no simplemente resguardaban las riquezas de ésta, se mezclaba con ella. De
ahí su afán en perpetuarse en el poder a través de los fraudes electorales, de la imposición
de militares en el gobierno, de la represión.
Secuelas de la guerra fría:
Con el fin de la guerra fría, las condiciones geopolíticas variaron y el papel de las Naciones
Unidas y del Gobierno de los Estados Unidos cambió con relación a las regiones en
conflicto. Se exige el fortalecimiento al respeto de los derechos humanos , se presiona, so
pena de sanción, que se democraticen los países violadores de los derechos humanos, como
el caso de Guatemala. Que se reduzcan los ejércitos, que hayan elecciones libres y honestas,
en fin que se restablezca el Estado de Derecho. Ello posibilitó que algunos sectores
democráticos del país pudieran organizarse y emitir opinión con cierto margen de libertad.
Se inicia “el proceso de paz en Guatemala”.
Con el gobierno de Vinicio Cerezo se inicia la nueva era civilista en Guatemala. Quedando
casi intacta la estructura social del país, este gobierno tuvo como sinónimo la corrupción,
no obstante es con la Democracia Cristiana donde se inician, formalmente, las platicas de
paz. A este siguieron los gobiernos de Jorge Serrano Elías y el otrora Procurador de los
Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio. En cada uno de estos gobiernos fue notoria la
injerencia del ejército, sin embargo en el gobierno de Ramiro de León se ampliaron más los
espacios para otros sectores del país; la presión internacional así lo demandaba. Todos los
gobiernos civiles de la última época en Guatemala tuvieron un denominador común:
pretendieron establecer una democracia formal liberal que no se hizo efectiva ni fue
representativa.
La firma de los acuerdos de paz se concretó en el gobierno de Álvaro Arzú. Con ello se
puso fin al conflicto armado que por más de 36 años la URNG y el ejército de Guatemala
mantenían. Tal hecho trajo consigo acontecimientos relevantes como el acuerdo de
Identidad y Derechos de los pueblos indígenas. El cual puso en el tapete de la discusión
nuevamente el problema étnico en Guatemala. Al margen de la insatisfacción que generó,
dentro de diversos sectores de la población, los términos en que los acuerdos fueron
firmados, los mismos presentan reivindicaciones nunca antes contempladas para la
población indígena, para el sector más marginado del país.
Sin embargo, la incongruencia entre los acuerdos suscritos y las políticas gubernamentales
emprendidas por el Presidente Arzú, muestran a su vez la inviabilidad de lo acordado, al
menos en ese momento. En un país donde el principal problema es la miseria, la mala
repartición de la riqueza. ¿Cómo resolver el virtual estado de guerra si no se reestructura a
fondo el país? ¿Cómo pacificar a una sociedad acostumbrada a la muerte el terror?
El fin de la guerra fría generó transformaciones en países que, como Guatemala,
continuamente se constituían en Estados violadores de los derechos humanos. Lo que antes
se hizo con la ciega mirada de las Naciones Unidas y el aval de los Estados Unidos, ahora
es considerado un crimen de lesa humanidad. La lucha en contra del fantasma del
comunismo hizo permisible que en nuestros países se cometieran innumerables excesos que
tuvieron como denominador común la tortura, el irrespeto a la dignidad humana, la muerte.
Al desaparecer la Unión Soviética no había razón para seguir manteniendo regímenes
represivos.
Surge un nuevo problema en el país:
En Guatemala concluyen 36 años de conflicto armado, sin embargo, la sola idea de que a
través de la paz (fin del conflicto armado) el país pudiese organizarse, a partir de la
integración de los sectores oprimidos y desposeídos en un solo frente de lucha
reivindicativa, determinó que el imperialismo norteamericano y los sectores hegemónicos
propiciaran el resurgimiento de otro problema de singular importancia para la convivencia
en armonía de los guatemaltecos: El problema étnico. La academia de lenguas mayas,
financiada en sus inicios por los Estados Unidos, plantea la necesidad de preservar el
idioma y la cultura maya como derecho inalienable de los distintos grupos étnicos que
habitan en territorio guatemalteco. Tal planteamiento no se discute, desde la función
valorativa que tiene cada pueblo. No obstante, una cosa son los valores de cada núcleo
social y otra muy distinta pretender anteponerlos ante la imperiosa necesidad de conformar
un estado-nación, donde el disfrute de los beneficios sea para todos sus habitantes.
Más que el derecho a una determinada cosmovisión del mundo y de la realidad, los
guatemaltecos tienen derecho a comer, a ser respetados y tratados como seres humanos. El
problema de la miseria, de la insalubridad, del acceso a los elementales recursos para la
supervivencia, es minimizado para que prevalezca la lucha por la reivindicación de la
cultura maya. Pero ¿tiene sentido que en un nuevo milenio, se revaloricen culturas que, aún
teniendo un valor extraordinario como legado histórico de la humanidad, constituyen para
el presente, simples resabios de grandeza y de orgullo desmedido?
No hay que olvidar que las condiciones materiales de vida influyen grandemente en la
forma de pensar de los pueblos. Y que una nación que es coartada de los mínimos
satisfactores de sobre vivencia no puede desarrollar una cultura de grandes expresiones
científico-tecnológicas, es más, no puede vivir en armonía pues se encontraría en un virtual
estado de guerra.
A todo esto ¿qué es la cosmovisión maya?, ¿por qué se desea volver al pasado?, ¿se piensa
a caso que con ello va ser vengada la discriminación sufrida por la población indígena de
Guatemala? Cada grupo étnico ha tenido una interpretación de la realidad que ha hecho que
la misma sea vista con cierto relativismo cultural. Fueron muchos los factores que
incidieron en ello que puede resumirse en que su circunstancia determino que cada pueblo
tuviera una determinada cosmovisión que a su vez generó una particular idiosincrasia, una
forma de ver y apreciar las cosas. No obstante la realidad es una, existen diversidad de
formas de apreciarla, de darle un sentido humano de acuerdo a un esfuerzo interpretativo de
cada persona o grupo de personas.
No obstante, cada interpretación de la realidad tiene su momento en el tiempo, así se ha
desarrollado la existencia de los seres humanos. Recordemos que somos seres históricos,
que nos corresponde un lugar en el tiempo y que nuestro paso por la vida únicamente es
parte de un eslabón que al unirse con otros produce la huella que dejamos como testimonio
de nuestra existencia. Lo que hicieron nuestros antepasados, grande y glorioso o nefasto y
oprobioso solamente puede ser juzgado como un antecedente para nuestro presente y
porvenir. La realidad es dialéctica, cambia continuamente y así como ésta se mantiene en
un eterno movimiento, los seres humanos son seres indeterminados, seres que están en
proceso constante de desarrollo. Por ello no se deben evocar glorias pasadas, éstas son
potestad de sus protagonistas, de sus muertos.
Necesariamente el esfuerzo interpretativo de la realidad, en la antigüedad, estaba
estrechamente ligado al funcionamiento de la sociedad. Funcionamiento que a su vez iba
acorde a las exigencias e inquietudes de sus pobladores. De ahí que a primitivas formas de
convivencia, primitivas formas de interpretación de la realidad y viceversa. El hombre de
las cavernas, por ejemplo, obedecía a formas de interpretación de su entorno de una
manera simple, juzgando a través de lo que le informaban los sentidos.
Es por ello que se habla de adelanto o atraso en las distintas culturas. Es importante tener
presente que no obstante, cada pueblo tiene derecho a tener una forma propia de expresarse,
las demandas actuales requieren de la interacción entre las naciones. El mundo no está
constituido por islas, por el contrario, existe una relación de interdependencia que exige a
cada momento la consolidación de nexos económicos, científico-tecnológicos y artísticos-
culturales. Requieren de una coexistencia armoniosa dentro de las naciones. Recordemos
que todos somos seres humanos y por ende requerimos del otro para existir.
Pero ¿cómo concretar tal exigencia si cada país, cada nación o cultura se cree poseedora de
la mejor fórmula para lograr su desarrollo? y cada pueblo exige que se respete su forma de
interpretar la realidad aunque sea equivocada. La solución a tan grave problema sería que
todas las naciones del mundo se sometieran a la mediación de un árbitro, que pudiera
determinar en un tiempo perentorio, cual sería la acción a seguir y que tal disposición fuera
respetada por todos. Arbitro que no diera lugar a dudas. En tal sentido y ya que el ser
humano es un animal racional de conducta socialmente adquirida, sería la razón la que
tendría que imperar, es decir los argumentos racionales que presente cada cultura en
función de la búsqueda de una vida armoniosa del desarrollo pleno de la especie.
Pero ¿cómo es que se plasma ese adelanto? ¿Es acaso en función de lo producido por una
elite? o ¿más bien una cultura es altamente desarrollada cuando es notorio su crecimiento
en cuanto expresiones artísticas, armonía social, ciencia y tecnología y ello redunda en
provecho para todos sus miembros? Los criterios sobre ese tema son diversos, sin embargo
no se puede hablar que una cultura es desarrollada si no mantiene niveles significativos de
producción humana que contengan dentro de sí, aspectos vitales para el bienestar de la
sociedad. Indudablemente cuando una cultura es desarrollada, existe cierta armonía social
que permite ese desarrollo.
Identidad, identidades:
Partiendo que la realidad en su origen es una, material, dialéctica e independiente de la
conciencia. Ello significa que las cosas se manifiestan para todos como son. Sin embargo,
las interpretaciones que de allí surgen, sean vertidas por un individuo, individuos o sector
social, son diversas. Esto hace que la realidad sea una, desde la perspectiva ontológica, y
múltiple en la conciencia de los sujetos. Sin embargo, esa multiplicidad de interpretaciones
que se dan en la conciencia, ya sea por el interés particular sobre un determinado aspecto de
la realidad o bien por una deformación de la misma a causa de prejuicios culturales,
dificultan la comunicación y el entendimiento entre los pueblos.
Tal esquema interpretativo, abre las puertas al relativismo gnoseológico que en su posición
más extrema dificulta la comprensión, el diálogo y tolerancia entre los grupos sociales,
agudizando las contradicciones antagónicas entre los seres humanos. De hecho las barreras
de interpretación, tendrían que ser superadas, en aras de una comunicación efectiva y la
búsqueda de una convivencia más placentera entre los pueblos. De no ser así, el futuro de la
especie peligrará.
En la antigüedad, la visión socrática sobre el ser humano, desde el punto de vista ético,
confrontaba los argumentos señalados, por el sofista Protágoras en su homo mesura que
desde la perspectiva cultural mostraba las diferencias de apreciación sobre la realidad. El
hombre es la medida de todas las cosas, señalaba el pensador de Abdera. Cada pueblo tiene
su forma particular de ver las cosas, de juzgarlas. Ante eso, ¿debemos acaso analizar al ser
humano tal cual es, aceptando sus flaquezas y potencialidades?, o ¿es conveniente que se
señalen aspectos por superar, a partir del descubrimiento de sus fortalezas y debilidades? Es
decir, ¿es pertinente buscar un método que nos permita efectuar una interpretación más
certera de la realidad, que a su vez nos posibilite una mejor comprensión y entendimiento
entre nosotros o debemos aceptar las múltiples interpretaciones sobre las cosas, sean éstas
producto de creencias inciertas, la fantasía o la imaginación? ¿Se debe aceptar la
multiculturalidad y lo que ella implica gnoseológica y socialmente o, a partir de ese
fenómeno, buscar puntos de convergencia que superen tales dificultades?
Las diferencias interpretativas son superables a partir de la convención natural de los seres
humanos: la razón. Esta cualidad determina que podamos crear un universo figurado, un
lenguaje articulado necesario para toda socialización del conocimiento. Que argumentemos
y contra argumentemos; que estructuremos a partir de lo concreto, lo abstracto y nos
convirtamos en animales simbólicos. Permite a su vez, que en todo juicio se pueda
argumentar en favor de una determinada concepción de las cosas, que se demuestre lo que
se afirma. En tal sentido, o nos empecinamos en seguir en las sombras o buscamos la luz.
Con esto no se pretende señalar que una u otra postura sea la luz o la oscuridad más bien se
quiere enfatizar en la actitud reflexiva y amplitud de criterio a la hora del encuentro con la
realidad.
De allí que exista lo que constituye la realidad natural, donde los fenómenos se muestran y
reflejan tal cual son. Y otra, que surgiendo de ésta, se diversifica a partir de la visión y
particulares concepciones que posean los pueblos. Así se origina la realidad cultural y al
relativismo gnoseológico. Quizás las necesidades existenciales fueron el inicio de tales
interpretaciones. El deseo natural por preservar la vida, por subsistir, preparó el camino de
esas cosmovisiones. Lo importante era establecer vínculos con la naturaleza, que
permitieran, a partir de nociones y juicios elementales, la convivencia. Con el
fortalecimiento de las relaciones sociales, el cambio de sociedades nómadas a sedentarias.
Con la especialización del trabajo, se estratificaron los núcleos sociales y a su vez, se
diversificó la visión del cosmos. Tal fenómeno determinó que posteriormente, los intereses
de clase prevalecieran, planteando la versión oficial de las cosas y con ello: la realidad fue
disfrazada. Como consecuencia, la verdad fue sustituida por las verdades y el ser de las
cosas por lo que queremos ver de éstas.
La información proveniente de la realidad fue acomodada, en función de particulares
intereses y circunstancias determinadas. Grupos hegemónicos se arrogaron el criterio y
decisión sobre los juicios y valores de las cosas. Éstos establecieron sus opiniones como
modelos interpretativos de la realidad fuesen o no acertados. Con tales apreciaciones se dio
paso a una abundante, pero a la vez riesgosa, gama de modelos de la realidad, vestigios del
accionar contingente de los seres humanos sobre la tierra.
Interpretar la realidad de distintas maneras, la enriquece pero en igual forma la distorsiona,
aumentando el margen de error. Muchas veces las lecturas que hacemos de las cosas son
equivocadas y anteponemos nuestros intereses a lo que estas nos informan. Juzgamos en
función de nuestro particular horizonte, buscamos lo que se adecue a nuestra forma de ver
las cosas. Tenemos una concepción de las cosas que queremos reafirmar con lo que vemos
y oímos, de esa forma, cerramos nuestra mente a todos aquellos planteamientos que se
postulen contrarios a nuestras creencias.
En fin, no observamos en su justa dimensión la realidad sino percibimos únicamente lo que
queremos ver, oír, palpar. A la realidad le sobreponemos otra, de tipo artificial, producto de
particulares motivaciones etnocéntricas. Por consiguiente, las personas toman por valiosas
peculiares interpretaciones de la realidad, sean éstas acertadas o equivocadas, construyendo
así un micro mundo donde la estructuración lógica se subordina a las creencias y la certeza
es sustituida por la suposición. Donde las tradiciones y concepciones mágico religiosas se
convierten en el telos de nuestras acciones y al prevalecer los dogmas, se cierran las
puertas al diálogo y a la tolerancia.
De esa forma se ha construido la historia de la humanidad, con tropiezos y adelantos, con
magia, fantasía, ciencia y filosofía. En un principio los mitos y la religión constituyeron a la
forma de dar respuesta a las interrogantes que al hombre primitivo le surgían. Mitos y
religiones que se construyeron a partir de creencias y pensamientos ingenuos que buscaban
más el convencimiento que la demostración de las cosas. Posteriormente la ciencia y la
filosofía hicieron lo propio dejando patentes vestigios de las inquietudes de personajes de la
historia que no se conformaron con lo evidente o lo que la costumbre pretendió hacer
evidente. A partir de la reflexión racional y la experimentación estos hombres y mujeres
buscaron una forma de interpretar el cosmos al margen de toda influencia mágico religiosa
y lo lograron.
Con base a cuidadosos mecanismos de observación y experimentación sintetizados por un
proceso de abstracción, hemos podido apropiarnos de algunos secretos de la naturaleza. De
ahí surgen la ciencia y la filosofía. La ciencia emerge como construcción humana, para
descubrir las constantes que se manifiestan en la realidad y de esa forma, describirla y
poder mirar al futuro. La filosofía, por otra parte, es la búsqueda constante de respuestas a
lo que es la realidad, en su totalidad. Son esfuerzos, al margen de influencias mágico-
religiosas, por determinar lo que son las cosas. En éstos confluyen la especulación racional
y la actitud crítica, por parte de la filosofía y la observación, la experimentación y la
síntesis lógica por parte de la ciencia.
En los albores del pensamiento humano, los filósofos antiguos, buscando respuestas más
generales, se dieron a la tarea de encontrar un principio generador de todas las cosas que les
sirviera de base para toda una construcción cosmológica. De ahí que a todo conocimiento
de la realidad le presuponga una teoría sobre ésta. La vieja dicotomía entre el idealismo y el
materialismo resurge como problema ontológico, que a su vez deriva consecuencias de
orden gnoseológico. En la actualidad los grandes sistemas han sido sustituidos por
esquemas particularizados que tomando como base a la ciencia, han construido todo un
modelo racional que se orienta para la filosofía en el deber ser. Tanto los hombres de
ciencia como los filósofos pretenden, desde su particular orientación y herramientas, una
interpretación más certera y honesta de la realidad.
En consecuencia, a partir de mediciones más fiables, estos representativos de la humanidad
elaboraron constructos que les permitieron tener una lectura más acertada de la naturaleza.
Surge la ciencia tomando en cuenta principios como los de flexibilidad, falibilidad,
falsación, causalidad, entre otros. El hacer científico ha podido penetrar en esferas de la
realidad, hasta hace algunos años, insospechadas. Los criterios de verdad que ésta ha
esgrimido no son absolutos sino perfectibles, la verdad se modifica a partir de los avances
que tenga la ciencia. Es ese carácter correctivo de la ciencia es el que le permite ostentar
una actitud más tolerante y crítica sobre las cosas. La realidad es fuente inagotable de
conocimiento que los diversos tipos de éste no pueden agotar.
Siendo la naturaleza cognoscible, fue el antes y después lo que marcó la pauta. Con el
apoyo de la imaginación, la filosofía, la ciencia y la tecnología, para su desvelamiento.
Tomando como criterio del accionar evolutivo de la especie humana la racionalidad, las
interpretaciones fueron de lo simple a lo complejo, de lo superficial a lo profundo, de lo
cognoscible a lo conocido. Se debe tener presente que la realidad, es susceptible de ser
aprehendida por la razón. En consecuencia, todo aspecto de la realidad es susceptible de ser
comprendido y asimilado a través del intelecto. La comprensión abre el camino a la
tolerancia y tolerar constituye el inicio al diálogo.
Aunque en la actualidad persisten interpretaciones míticas, religiosas, es la ciencia y la
Filosofía las que marcan el trayecto, no sólo del mundo occidental, sino de la especie en el
planeta. Con esto no se quiere decir que los mitos y creencias ancestrales no tengan valor,
por el contrario, todas estas interpretaciones sirven de guía a la ciencia y a la filosofía en su
ardo camino que va de lo desconocido a lo conocido. El bagaje cultural de los pueblos
proporciona a la humanidad una serie de modelos interpretativos que en su encuentro con la
realidad afirman o niegan su fortaleza.
Las creencias y los mitos, que en su momento se constituyeron en claros ejemplos de
dominación, abrieron el camino a la ciencia y la filosofía. Como ocurrió en la antigua
Grecia, en el Renacimiento, el pensamiento dogmático, dejó su lugar al ejercicio de la
razón y la experiencia. De una visión sacrosanta y teocéntrica, se dio paso al
antropocentrismo. Las respuestas acerca de las cosas ya no provenían del cielo. Para saber
sobre nuestro entorno y el de los otros, era imperioso preguntarle a la naturaleza.
Entablándose así un diálogo entre ésta y los hombres y mujeres de ciencia. El Renacimiento
trajo nuevas respuestas y nuevas verdades, motivó el despertar de la ciencia, las artes y la
filosofía. Sin embargo con el Renacimiento no se enterraron las creencias, ni los mitos,
éstos continuaron bosquejando una interpretación sobre las cosas.
La realidad se nos manifiesta con su complejidad y simpleza, con sus maravillas y enigmas
por desentrañar. Buscando una explicación humana para hacer visibles sus secretos, para
reafirmar su grandeza. No obstante que las respuestas pueden llegar a través del mito la
religión, la filosofía o la ciencia, es ésta última la que permite con su rigurosidad, llevar a
nuestro alcance lo que es para los humanos el cosmos. Las construcciones con las que se
vale la ciencia para configurar una imagen más certera del cosmos, son comunes para todos.
Sin embargo, cada pueblo se identifica con una determinada visión de las cosas, lo que para
unos es importante para otros puede que no lo sea. Los caminos de la humanidad se dividen,
se separan y cada sociedad adopta el criterio, de que la interpretación que poseen es la
mejor, la más certera, conveniente y útil para sus acciones. Todo ello le da un significado
peculiar a las cosas, una abundancia de matices a la naturaleza que con leves destellos la
muestra, pero otras más la oculta.
Pero existe una constante esencial en la naturaleza humana: la razón. Cualidad que unida a
la condición social, permitió que una especie insignificante, físicamente débil, pudiera
sobrevivir en un mundo hostil y adverso. Con la razón, la evolución humana tomó
derroteros significativos que culminaron con el dominio del hombre sobre las demás
especies. Con la racionalidad unida al sentimiento, la vida de la especie humana se hizo
más placentera. Por medio del pensamiento racional se pudo penetrar en los secretos de la
naturaleza, a través de las cosmovisiones. La razón le permitió hacer ciencia, arte y
filosofía. La racionalidad da cobijo a la espiritualidad, a un accionar ético y estético. Pero
no sólo eso le proporcionó, inicialmente hizo posible el lenguaje articulado y con ello el
constituirse en el animal simbólico que aprende y transmite, que construye un universo
pensado.
En medio de simbolismos, los seres humanos podemos entendernos, logramos crear formas
de comunicar lo que sentimos y conocer la realidad. La razón se convierte en la convención
natural de esta especie para poder erguirse como dominadora del medio. De ahí surge el
pensamiento y como el último eslabón, la sabiduría. ¿Qué sería de la humanidad si no
poseyera tal cualidad? Seguramente viviría en un caos. En tal sentido, las diversas
interpretaciones culturales sobre la realidad, pueden entenderse a partir de dicha
convención natural. El conocer, el saber, el tener una visión más panorámica de las cosas y
también más acuciosa, determina que los seres humanos sean más tolerantes. Nos
proporciona mayor criterio sobre las cosas y nos hace más humanos.
Por eso, identificarse fanáticamente con una visión de la realidad, pretender que sea la
única y mejor entre todas, sin tomar el criterio racional que señale las virtudes y errores de
la misma, constituye elemento de discordia que conduce a la disgregación, a la
confrontación y al exterminio. Las visiones sobre la realidad se complementan siempre y
cuando se tome como referente a ésta y no se le pretenda enmascarar con suposiciones
particulares que obedezcan a criterios subjetivos o culturales. La realidad no es lo que
queramos ver de ella, es lo que leamos de ésta en función de nuestros intereses a partir de
una búsqueda y encuentro. En consecuencia, la tarea y el objetivo finales de la actividad
científica es la construcción de un sistema deductivo y axiomatizado. Deductivo pues con él
podemos dar una explicación racional del todo y axiomático pues debe reflejar un orden
imprescindible para su conocimiento, transformación y comunicación.
La identidad ha sido por mucho tiempo la forma de exaltar el espíritu de los habitantes de
las naciones. Se habla de que sólo un pueblo unido por vínculos culturales, puede alcanzar
el desarrollo. La cultura es la forma que traducen y transforman la realidad hombres y
mujeres de determinada región del planeta. Esas lecturas van desde aspectos secundarios
como gustos y apetencias, hasta elucubraciones de la realidad que derivan aspectos
creenciales y axiológicos. De ahí que veamos un mundo donde multiplicidad de colores y
formas de vida se patentizan a raíz de un enfoque particular. Con ello se puede ampliar y
diversificar la interpretación de la realidad, pero también se distorsiona haciendo difícil la
comprensión intercultural.
Con la identidad se pretende que cada individuo acentúe los rasgos que les son propios, que
lo hacen diferente a los demás y los distinguen. Que a partir de ahí, se integre con otros de
su misma condición dentro de un territorio, que se organicen y busquen la forma particular
de alcanzar el desarrollo. Sin embargo, tal sentimiento inculcado, únicamente ha propiciado
la sobre valoración, el etnocentrismo, el aprecio desmesurado de lo propio y el desprecio de
lo ajeno y como último eslabón el racismo y la xenofobia. Fijar patrones de conducta a
partir de creencias, derivan una serie de problemas que se reflejan en la intolerancia y
exclusión. Cosa contraria supone la construcción de valores basados en la comprensión de
la realidad, a través de la observación, experimentación: la investigación. No importa la
forma que escojamos para vestirnos, la predilección por determinados alimentos, el sistema
de vida que adoptemos, las formas estéticas de expresar lo que sintamos, siempre y cuando
todos estos factores no vulneren la dignidad, ni pongan en peligro la existencia de los otros.
Así entendida, la identidad es la reafirmación de las peculiaridades que le son propias a
cada individuo, producto de su herencia ancestral y cultural. Ello significa que, como cada
etnia tiene una visión diferente sobre las cosas, una valoración distinta, el entendimiento
entre los pueblos se dificulta y los acuerdos se imposibilitan ya que los mismos no
obedecen al común referente que es la realidad. ¿Cómo ponernos de acuerdo si cada cual
mira de la realidad lo que le conviene? ¿Es acaso posible crear una convención que nos una
a partir del relativismo cultural?
El tener presente que la realidad es la misma para todos; que la razón, con sus limitantes
temporales es el medio para su comprensión y entendimiento entre los diferentes grupos
culturales, permitirá que las brechas se acorten. La racionalidad, la reflexión sobre la
historia humana, su cultura y valores dará mayor criterio para tolerar las diferencias.
Buscando conjuntamente, los nexos que posibiliten el entendimiento mutuo sobre aquello,
que siendo uno, se hace múltiple, la convivencia en el planeta será más placentera. De ahí
que fomentar toda una serie de cosmovisiones, tradiciones, modos de comportamiento,
ajenos, distantes a la realidad y adoptarlos como la única vía, sólo conducen a que nos
desunamos más como especie.
Como seres humanos, debemos comprender que por encima de aspectos accidentales como:
color, tamaño, costumbres, existe algo esencial que nos unifica, el pertenecer a la misma
especie. El ser humano, debe representar el eje principal de nuestro accionar en el mundo.
Por consiguiente, más que una identidad es necesario tomar conciencia de todos aquellos
aspectos que nos unen. Con los cuales podamos construir, conjuntamente, nuestro
desarrollo.
Y es que la historia es rica en hechos, donde la irracionalidad de los seres humanos ha
dado por resultado salvajes enfrentamientos étnicos. Latente está en nuestra memoria, los
genocidios emprendidos por los españoles en tierras americanas, las masacres emprendidas
por el partido nacional socialista de Alemania. La limpieza étnica emprendida por Adolfo
Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Más recientemente los hechos ocurridos en el
África central, en Rwanda donde las tribus hutus y tutsis, libraron una guerra dantesca de
origen étnico que dejó por saldo más de un millón de muertos y centenares de miles de
desplazados. En Yugoslavia, las luchas étnicas, producto de nacionalismos exacerbados
que propició su desintegración, tras todo un caudal de sangre continúa confrontando a
servios y cosobares de origen musulmán.
En Guatemala, país de características multiétnicas y plurilingües, la exaltación de la
identidad, fomentada desde diversos sectores, puede conducirnos a un distanciamiento que
impida nuestro desarrollo. Identidades que en vez de propiciar la integración como nación,
nos desuna aún más. Con ello, la tan deseada integración, imprescindible para eliminar todo
vestigio de guerra, será un sueño imposible de realizar. Por otra parte, el exaltar las
diferencias culturales, oculta las diferencias socioeconómicas, que son las que realmente
laceran la existencia de los guatemaltecos y las que deben desaparecer en el planeta.
Todo aquel que no sea miembro de una determinada cultura, será tomado como diferente.
Será un extraño. Por ejemplo, para el indígena maya, el llamado ladino, no puede
comprender su mundo, o mejor dicho las interpretaciones que estos hacen sobre el cosmos.
Aquellos que no sean originarios de esa etnia, son ajenos a la cosmovisión mágico-religiosa,
propia de esa cultura. Por consiguiente, así como una gran mayoría de los ladinos se han
empecinado en no comprender, ni aceptar lo proveniente de las etnias mayas, estos, a su
vez, no aceptan los criterios de aquellos.
Dada la incomprensión existente, los mundos de cada grupo son diferentes y el
entendimiento, que es vital para la convivencia en sociedad, se hace inexistente. Lo mismo
ocurre entre las religiones, para los autodenominados cristianos evangélicos, sólo ellos
tienen la potestad de ser llamados cristianos. Sumidos en el dogma de una religión
importada, crean grupos cerrados donde prevalece el etnocentrismo y la intolerancia. El
irracionalismo islámico en sus extremos crea formas de conducta que mancillan la dignidad
humana. Así son evidentes las continuas luchas que mantienen pueblos enteros enarbolando
banderas religiosas y étnicas donde el fanatismo es sinónimo de virtud.
Las medidas extremas a tal desavenencia son las guerras, la discriminación racial y las
limpiezas étnicas. Es por ello que se hace necesario buscar puntos en común que sólo son
permisibles a través del buen juicio mismo que se hace patente a partir de una
estructuración adecuada del pensamiento, de una argumentación y contra argumentación.
Confiemos que entre los seres humanos, el buen criterio prevalezca sobre la brutal barbarie.
Que el consenso y la búsqueda de puntos de convergencia, sustituyan a la exaltación
irracional de la identidad de los pueblos. Sólo así, puede tenerse una esperanza de paz para
la humanidad y para la pervivencia de la especie. En el caso particular de Guatemala, los
hechos ocurridos a lo largo de la historia, deberán servir para no cometer los mismos
errores.
La identidad cultural debe ser vista como una serie de valores y características particulares
de un determinado grupo social, que obedece a situaciones históricas y circunstanciales.
Pero más allá de éstos valores, existe la posibilidad de descubrir el ser y por qué de las
cosas, de una manera integral, como legado histórico de la humanidad. Dada su
esencialidad la ciencia y la filosofía constituyen las herramientas para tales alcances, a
partir de éstas se desvirtúan creencias erróneas, se posibilita el encuentro certero con la
realidad.
La apertura que tiene la ciencia a la perfectibilidad, la hace ser cauta en sus afirmaciones y
tolerante con las demás interpretaciones que se hagan sobre el cosmos. Lejos quedaran las
sentencias dogmáticas de verdades reveladas que apagan la llama del saber y adormecen las
inquietudes de búsqueda. Con ello, reducen a las personas a entes irreflexivos, incapaces de
dirimir las diferencias a partir del diálogo. Que en vez de argumentar suponen
categóricamente; en vez de iniciar siguen la opinión de los demás; y en vez de cuestionar,
callan. Para quienes la existencia es el resultado de un plan divino de causas inexplicables y
por ende incuestionable.
La variedad de opiniones que las interpretaciones culturales hacen sobre la realidad se verá
sustituida por la diversidad de criterios que se puede esgrimir sobre los distintos aspectos
que ésta posee y que surgen a partir del interés que se tenga. Cabe recalcar que la realidad
tiene infinitos aspectos por conocer, aristas que los seres humanos descubriremos,
ampliamos y profundizamos. Las interpretaciones culturales que dan origen a las
identidades, conducen a resaltar las diferencias entre los seres humanos y con ello a limitar
nuestros nexos como especie. Por ello, más que una identidad, se requiere una conciencia
de especie, más bien conciencia planetaria que en vez de distanciar, una a los hombres y
mujeres en la diversidad. La parte medular de tal planteamiento es que lo esencial, lo que
poseemos en común todos los grupos étnicos es ser humanos. Distintivo que constituye un
andamiaje común.
El diálogo y la tolerancia sobre las distintas esferas de la realidad, propiciarán un
enriquecimiento de mayor relevancia que la intolerancia y prepotencia que encierran las
inclinaciones etnocéntricas de una identidad cultural. Cuál debe ser el límite para el respeto
a nuestras diferencias culturales, la agresión en cualquiera de sus formas. Y para
contrarrestar tal distanciamiento, sólo la argumentación racional que motive la discusión y
el consenso entre los grupos posibilitará el desarrollo.
Un reencuentro con el pasado para enfrentar el futuro:
El problema étnico en Guatemala, surge producto de una serie de fenómenos histórico-
sociales que, pudiendo ser canalizados y resueltos en forma más adecuada para la
convivencia armoniosa, como un torbellino avanzan desordenadamente produciendo más
estragos al país y a sus habitantes.
Actualmente se piensa, por parte del sector indígena, en la reivindicación de muchos
aspectos que en el pasado les fueron conculcados y que como etnias tienen derecho. Se
piensa en el rescate de sus valores culturales: idioma, costumbres, tradiciones, religión,
cosmovisión, etc. Sin embargo se debe tener presente que en este país, en este territorio no
sólo existen indígenas y que esencialmente se requiere, para el desarrollo de una nación
como Guatemala, del concurso de todos sus habitantes, de la integración como un Estado
que persigue intereses comunes, llámese a ello, su bienestar.
La convivencia obliga a adoptar formas comunes de accionar en función de la satisfacción
de necesidades. No se puede convivir si se tienen distintos criterios sobre la realidad pues el
entendimiento se dificulta. La historia ha mostrado que las naciones o países que han
logrado su desarrollo. Que poseen dentro de su territorio más de una etnia, encuentra la
forma de unificarse en la diversidad, aceptando elementos convergentes que tienen mayor
relevancia. Lo esencial desplaza a lo accidental o circunstancial y de esa forma se enfrentan
los problemas de una manera satisfactoria para todos.
Todo consenso parte de un entendimiento y éste de la aceptación de una convención que
sea de índole racional para beneficio de la sociedad. Para ello, la argumentación racional
sustituirá al empecinamiento emotivo y el deseo de convivir en paz a cualquier atisbo de
etnocentrismos. No obstante en Guatemala, el sector indígena demanda que sea respetada
su cosmovisión del mundo. Exigiendo para tal efecto una serie de disposiciones que
afectarían la congruencia que se pretenda exista dentro del territorio. Ese es el caso de la
pretendida sustitución del derecho positivo, que rige al país, por el derecho
consuetudinario.
La fuerza de la costumbre sustituiría a convenios suscritos para el bien común. La
experiencia, por tanto desplazaría a la razón. En países como el nuestro tal circunstancia
tiene, hasta cierto punto, su razón de ser, pues las leyes que se han creado no son el
producto del discurso racional sino más bien, son el reflejo de intereses sectarios, de
sectores que por mucho tiempo han detentado el poder. No olvidemos que el tiempo avanza
y al hacerlo las sociedades y sus habitantes se modifican a razón del intercambio de
información que efectúen.
No se puede estar ajeno al desarrollo científico-tecnológico, hacerlo significaría entrar de
nuevo a la caverna. El poseer información, el tener acceso a ésta, al margen de otorgarnos
la posibilidad de tener el controlar de la realidad, obliga también hacer buen uso de lo que
se está asimilando. Y es que como señala Mc Lughan, estamos viviendo en una “aldea
global”, todo lo que se haga o se produzca en el mundo nos afecta. En tal sentido, como
parte de ésta debemos encontrar los mecanismos para poder entendernos y ser tolerantes
con la visión que puedan verter cada pueblo sobre la realidad.
La unidad dentro de la multiplicidad propiciará que los seres humanos podamos vivir en
armonía y a partir de allí, que los logros sean mejores para el desarrollo. Sin embargo, no se
puede quedar al margen la diversidad de interpretaciones de la realidad, costumbres y
tradiciones que, como efecto del proceso de hominización, los seres humanos
desparramaron en la historia. En el caso particular de Guatemala la riqueza en costumbres y
tradiciones servirán para tener diversas aristas sobre la realidad que al confrontarlas le
darán mayor riqueza a las mismas.
La llamada cosmovisión Maya, con sus aspectos particulares podrá ser contrastada con
visiones diferentes sobre la realidad. Con visiones que la ciencia convencional y la de otras
culturas presenten para el uso colectivo. Así, las que superen la prueba de fiabilidad serán
las tomadas en cuenta para la interpretación y transformación efectiva de la realidad. Y es
que los seres humanos debemos por esencia, encontrar criterios más certeros, que permitan
conocer los secretos de la naturaleza y con ello, el control de la misma. El fin esencial es
vivir en armonía y lograr el desarrollo pleno de la especie. Esto conlleva un compromiso no
solo con la sociedad sino también con la naturaleza y porque no decirlo, con el cosmos.
Pero ello sólo se logra a partir de la tolerancia, de una actitud amplia y sensata que sepa
canalizar la diversidad de opiniones sobre un mismo objeto de conocimiento. De un espíritu
libre de prejuicios, que tome como valedero todo aquello que redunde en provecho de la
sociedad. Aspecto que indudablemente incluye a la naturaleza. De esa forma las fronteras
culturales desaparecerán para dar paso a un flujo de informaciones, criterios y pareceres
que determinarán el progreso, entendimiento y solidaridad en la humanidad. De una
humanidad que requiere identificarse con ella misma para construir su desarrollo, para
pervivir en el futuro.
Conocimiento, educación e interculturalidad:
En países donde la multiculturalidad está presente, se hace necesario buscar la forma de
resolver las distancias que pueden establecerse entre una cultura y otra para lograr la
armonía entre los pueblos y, consecuentemente, su desarrollo. Las culturas se enriquecen a
partir del intercambio que pueden lograr con otras. Las culturas están investidas de matices
etnocéntricos que resaltan más las diferencias que las similitudes, sobredimensionando lo
propio y despreciando lo ajeno. Y es que, mientras más se aprende la propia cultura, más
difícil se vuelve tenerle simpatía a la cultura ajena. Naciones ricas en diversidad cultural,
incuban en su seno problemas de integración y, consecuentemente, de desarrollo.
Fenómeno que es comprensible ya que a mayor heterogeneidad, mayor complejidad. Hay
una constante histórica, por parte de ciertos grupos sociales, de distinguirse de los demás a
partir de la construcción de rasgos particulares que se constituye en su identidad.
En su proceso de consolidación, las culturas constituyen grupos cerrados que no permiten el
intercambio de cosmovisiones, ideas y formas de convivencia diferentes. Lo que es
comprensible ya que la adopción de modelos distintos al propio, pone en riesgo la identidad
y en consecuencia, su permanencia como grupo cultural. De ahí que las culturas basan su
subsistencia, a través de la identidad que como pueblo poseen, es ésta la que las fortalece y
distingue de otros grupos sociales. La identidad puede ser interpretada de dos formas:
1. La primera: como la unidad que logran determinados grupos sociales a partir de
características particulares y comunes que los distinguen de los demás.
2. La segunda, como la diferencia que se establece, con relación a otros grupos y por
ende, la distancia que se establece entre estos, que no permite la posibilidad de incorporar
esquemas interpretativos ajenos a los propios.
Históricamente la identidad de los pueblos se construye a partir de las interpretaciones que
hacen sus habitantes sobre el horizonte circunstancial que los afecta, que se transmite y fija
en sociedad. Con relación a esto, Claude Dubar señala que la identidad no es otra que el
resultado a la vez estable y provisorio, individual y colectivo, subjetivo y objetivo,
biográfico y estructural, de los diversos procesos de socialización que, conjuntamente,
construyen los individuos y definen las instituciones. Y es que los seres humanos
transformamos la realidad y a su vez ésta nos modifica determinando así que no se pueda
hablar de una identidad cerrada y estable. La identidad en los seres humanos es dialéctica,
abierta al cambio. Al ser abiertos, no consolidados su identidad se transforma
continuamente, se nutre de lo que aprende y conoce a través de la educación, que es el
mecanismo por el cual se socializa la cultura. Como humanos poseemos una identidad
inestable, como individuos que pertenecemos a un grupo social en particular, la identidad la
constituye los rasgos que permanecen y se hacen patentes en nuestra forma de actuar y ver
las cosas.
La convivencia de más de una cultura en un mismo territorio, complejiza las relaciones
sociales, y en consecuencia, incide en aspectos que van desde su integración como nación,
hasta el entendimiento entre los pueblos. El creer poseer criterios y verdades distintas,
sobre los mismos objetos de la realidad, impide que se establezca una comunicación
efectiva y con ello, criterios unificados para el conocimiento de las cosas. Sin embargo,
tales interpretaciones, pueden traducirse en fortalezas si se construye un proceso educativo
que forme individuos críticos, abiertos y respetuosos de las opiniones ajenas, a partir del
conocimiento efectivo de la realidad y de ellos mismos. Se parte del supuesto que el
conocimiento libera, pero se debe tener claro que no todo juicio que emiten las personas
son producto del conocimiento, muchos de ellos constituyen juicios de valor que nacen de
la emotividad y las creencias. Por lo que se hace necesario aclarar que hay diferencia entre
el conocimiento y las creencias. El conocimiento es público, se puede verificar, falsear,
complementar, mientras que las creencias son privadas, no necesariamente requieren ser
certeras. El conocimiento confronta la realidad con los datos de conciencia a partir del
criterio de verdad, en consecuencia no es relativo, surge de la realidad y se instala en el
intelecto del sujeto.
En los actuales momentos, donde la globalización está presente, donde las comunicaciones
han acercado a los pueblos, donde la economía de mercado se extiende por todos los
continentes, la búsqueda por lograr la unidad en la diversidad, constituye el objetivo
esencial. No obstante la mundialización, en donde se busca la unidad, ésta, no debe
quebrantar la peculiaridad que cada pueblo posee, más bien, a partir del conocimiento y la
educación, diferenciar lo que corresponde a la esfera pública y la que es parte de la esfera
privada. Distinguir asimismo, lo esencial de lo accidental, lo que nos unifica de lo que nos
diferencia. Las dificultades para alcanzar tales objetivos son muchas pero, a partir de la
convención natural de la especie humana: la razón, estaremos facultados para encontrarle
solución a tales dilemas. Llamamos racional a una persona que interpreta sus necesidades a
la luz de los estándares de valor aprendidos en su cultura; pero sobre todo, cuando es capaz
de adoptar una actitud reflexiva frente a los estándares de valor con que interpreta sus
necesidades. Lo cual convierte a la persona no solo en sujeto de conocimiento sino
también, objeto del mismo.
Se debe recalcar que el problema no es la diversidad cultural en sí misma, sino el
hermetismo y sobrevaloración que adoptan los pueblos a partir de su identidad cultural. El
pretender que lo propio es lo mejor, trae consigo que lo ajeno sea lo equivocado. Por ello la
razón debe acudir en nuestro auxilio por medio de la educación, señalándonos que las
visiones particulares de la realidad obedecen a la circunstancia que los afecta y muchas
veces a criterios de índole emotivo. No es lo mismo el horizonte interpretativo de un
esquimal de la antártica que un beduino en los desiertos del África, ni para los habitantes de
la jungla amazónica. Mientras para aquellos existen muchas formas de nominar la nieve,
para los demás, ninguna. Ello no significa que la nieve sea un concepto que deberá estar
ajeno a los habitantes del África y la amazonía, simplemente es un término que no esta
dentro de su horizonte existencial de esos pueblos.
La especie humana tiene como característica esencial, socializar formas de comportamiento,
en consecuencia, se hace sumamente difícil la presencia de culturas puras, grupos cerrados
que no permitan la incorporación de formas más generalizadas de accionar frente a
determinadas circunstancias. Hoy en día, cuando se vive en la era de las comunicaciones,
existe un flujo constante de ideas, formas y modos de comportamiento que pueden ser
asimilados o rechazados por el común de los seres humanos. De hecho, cabe recordar, sólo
existe una especie humana y ésta, posee rasgos esenciales comunes. Las diferencias entre
los distintos grupos culturales, guardan más distancia de forma, que de esencia. Sin
embargo, son esas diferencias de forma las que ocultando las verdaderas contradicciones,
nos distancian convirtiéndose en esenciales para cada grupo cultural en particular.
¿Por qué lo superficial o accidental para unos es fundamental para otros? La importancia de
las cosas debería estar ligada a la naturaleza humana, es decir, enraizadas en aspectos
comunes, universales de la especie. Siendo así, no habría relativismo en estos temas pues la
razón determinaría argumentalmente qué es lo esencial y lo secundario. Por ejemplo, la
preservación de la vida es esencial para la humanidad a menos que nos encontremos con
juicios equivocados. En este caso, el valor sustituye al conocimiento y los sentimientos a la
razón. Comúnmente lo que a mi criterio es valioso para mi vida, lo considero fundamental
aunque para otros represente lo contrario. De ahí que se valora en función de los intereses
particulares, pero también, en función de las experiencias y conocimientos adquiridos. A
mayor conocimiento de la realidad, mayor criterio sobre la importancia de las cosas. Sin
embargo, es frecuente que la realidad origine una extensa variedad de interpretaciones que
atomizan el criterio sobre ésta. Pero, partiendo que la realidad es una, no tendría que ser la
interpretada en forma arbitraria y diferente sino complementaria. Es decir, en vez de que
cada grupo le agregue a la realidad lo que quiere ver en ella: ficcionándola, deberían buscar
lo que realmente es, pudiéndose originar una infinidad de juicios y aspectos por declarar
dada la inagotabilidad de conocimiento de los objetos a causa de sus constantes
transformaciones. De esa forma, la realidad no perdería su riqueza en matices, pues la
perspectiva e interés en determinado aspecto de ésta, brindaría una información
complementaria que nos daría una imagen más certera de las cosas. Actuando de esa forma,
ganarían los seres humanos en su comprensión y entendimiento sobre el horizonte en el
cual se desenvuelven.
Toda acción humana se ejecuta en función de saberes universales, circunstanciales y
domésticos, los primeros tienen validez general, principios verificables que la ciencia ha
construido para tener una idea más certera del mundo y sus habitantes. Estos son de tipo
formal, es decir, se basan más en principios generales que en contenidos particulares, por lo
tanto, forman parte de la esfera pública y constituyen la serie de conocimientos que la
ciencia ha postulado, como patrimonio de la humanidad. Los circunstanciales se orientan a
los aspectos culturales que, cada grupo social ha acumulado a lo largo el tiempo y que les
sirve de esquema interpretativo y comunicativo dentro de su respectiva comunidad. Los
domésticos son los utilizados dentro de los intercambios familiares y corresponden a la
esfera privada de cada persona. La sabiduría de los pueblos consistirá en distinguir, valga la
expresión, cada uno de estos saberes y determinar las correspondientes acciones que le
deben seguir a cada uno de ellos, sin pretender extrapolarlos a esferas que no le
correspondan.
De ahí que existan niveles de comprensión de la realidad, comunes y particulares a cada
grupo cultural. Buscar nexos comunes de interpretación, determinará que se utilice el
método adecuado para la comprensión de la realidad ya que ésta, como lo diría Heráclito,
es una e igual para todos. Tal método será el racional, entendido como el poder de
deliberación entre distintas alternativas, para la escogencia de la más satisfactoria a los
intereses sociales, a través de la argumentación. La racionalidad tendrá que constituirse en
árbitro mediador de las contradicciones que surjan a partir de las distintas interpretaciones
de la realidad. Siendo la educación la que permitirá establecer los espacios de discusión y
mediación del diálogo argumentativo entre culturas, para dirimir sus diferencias.
Argumentar es tomar una posición frente a un tema controvertido, exponer una opinión,
defenderla, y convencer a uno o a varios interlocutores, presentando argumentos y contra
argumentos. Si es necesario argumentar para hacer aceptar una conclusión, es porque es
posible una contestación por parte del interlocutor. Así, la argumentación busca reducir un
desacuerdo o producir un cambio en el comportamiento o en la opinión del destinatario. La
argumentación puede ser considerada como un diálogo con el pensamiento de otro para
transformar sus opiniones. Pero ¿que hay de las culturas, donde sus miembros, por
circunstancias específicas, no pueden argumentar? De hecho, los sitúa en desventaja con
relación a aquellos que si lo pueden hacer. En consecuencia la educación tendrá otra tarea,
preparar a los individuos de distintas culturas en el arte de argumentar. La argumentación
requiere del ejercicio de la razón subjetiva e instrumental si no, por el contrario, de la
normativa, la que contempla al otro en la toma de decisiones. Pero la educación tiene
relación directa con las condiciones materiales de vida, por lo tanto, si estas no se
modifican, todo intento por transformar a los individuos fracasa.
No se le puede pedir a una persona que reflexione sobre formas y no contenidos de la
realidad y a su vez, los ponga a discusión, si su pensamiento está ligado significativamente
a la búsqueda de satisfactores para su pervivencia. De hecho las condiciones materiales de
vida influyen sobre el conocimiento. Las personas que no han resuelto la satisfacción de
necesidades vitales de subsistencia, concentran su atención en alcanzar tales satisfactores.
De allí la importancia de proveer a los seres humanos de esos satisfactores para construir el
interés de estos por develar los secretos de la realidad.
A través de la historia nos enteramos que culturas dominantes, han sometido a las más
débiles a partir del imperio de las armas. La hegemonía de esos pueblos se evidencia a
partir de su poderío militar y la debilidad de los otros por sus desventajas en ese orden. Las
conquistas de los pueblos tienen esa característica: someter no solo militarmente sino
también económica y culturalmente. No obstante, no se puede negar que imperios
expansionistas han logrado establecerse como tales a partir de su integración coronaciones
y su desarrollo tecnológico.
Quizás la respuesta a esa actitud nos la dé la historia. A raíz de la conquista española, el
establecimiento de la Corona en América y lo derivado, posteriormente, en la época
Colonial e independiente, se invisibilizó a los pueblos indígenas a razón del predominio
económico de los sectores hegemónicos, criollos. Marginación, discriminación, explotación
y negación de su identidad cultural, hace que los pueblos se cierren en sus propios
esquemas de interpretación. Con relación a esto, Octavio Paz señala: Conquista es un hecho
histórico destinado a crear una unidad en la pluralidad cultural y política. Aquí no se habla
de fusión entre culturas, más bien del sometimiento de grupos culturales ante el poderío de
la violencia y las armas. La negación del otro, formó parte de la Conquista española y como
corolario, la hegemonía de una cultura.
Sabemos que la primera instrucción que adquieren los seres humanos se da en la familia, de
hecho somos mitad herencia y mitad asimilación. Una parte la heredamos de nuestros
padres y la otra la adquirimos interactuando en sociedad. El primer ejercicio cognitivo,
donde aprendemos las primeras estructuras de pensamiento, que se fijan en lo que
constituye nuestro carácter, representa uno de los aspectos esenciales de todo aprendizaje.
Se debe tener en cuenta que el carácter se forma esencialmente por las experiencias de la
persona y, en especial, por las de su infancia y es modificable hasta cierto punto por el
conocimiento de uno mismo y por nuevas experiencias. Durante el aprendizaje, hábitos
que adquirimos de nuestros padres se asimilan para poder entrar en contacto con otras
personas, ello es lo que se denomina, socialización. De tal forma que aprendemos como
interactuar con otras personas a partir de modelos establecidos, que nuestros padres y
circulo inmediato han recibido a su vez de los suyos, constituyendo así las micro-culturas.
Estos son esquemas de comportamiento que parten de la idiosincrasia familiar, extendida
en grupos mayores donde se ven involucradas concepciones religiosas, tradiciones,
esquemas de pensamiento que se ubican dentro de lo que se denomina juicios de opinión o
idiosincrasia de los pueblos.
Toda una tradición mágico religiosa se convierte en obstáculo para adquirir nuevos
conocimientos si no se comprende la diferencia entre valor y conocimiento, es decir,
distinguir que una cosa lo constituyen la serie de creencias que valoramos emotivamente y
otra, muy diferente, el conocimiento de la realidad el cual podemos compartir y acrecentar.
Así, ante la presencia de nuevos conocimientos muchos estudiantes ven vulnerada su
identidad con la serie de contenidos que en determinado momento, no sólo cuestionan sus
creencias sino en igual forma, exigen una actitud reflexiva frente a la realidad. De tal modo
que ya no es un ser trascendente el creador y rector del universo, no somos simples piezas
que se mueven dentro de un plan divino, por el contrario, a través del pensamiento
reflexivo nos constituimos en artífices de nuestro propio destino, en agentes de cambio, en
proveedores del desarrollo e interlocutores del universo. Pasamos así de una concepción
teocéntrica a una antropocéntrica, donde los seres humanos recobran su poder de decisión y
de búsqueda.
Guatemala cuenta con 23 etnias que ostentan concepciones de la realidad diferentes, pese a
que muchas de éstas provienen de un origen común. Sumidas en tradiciones ancestrales,
estas etnias pretenden subsistir a partir del fortalecimiento de su cultura luego de que por
muchos años sufrieran persecución, marginamiento y exterminio. El período del conflicto
armado trajo como consecuencia que los sectores más perjudicados fueran los provenientes
de las etnias mayas en el occidente, norte y sur del país. Tras la firma de los acuerdos de
paz, algunos espacios se lograron propiciando que muchas de estas etnias se unificaran
dentro de denominado sector Maya y como estrategia, se convirtieron en núcleos
etnocéntricos, valorando excesivamente lo propio, en detrimento de lo ajeno. El
etnocentrismo imposibilita que se adquieran nuevos conocimientos dentro de lo que se ha
denominado multiculturalismo, con ello se cierran estos grupos a otras formas de ver las
cosas, al extremo de negar e incorporar lo que denominan, visión occidental del cosmos.
Tradiciones culturales, formación mágico-religiosa donde valores sustituyen al
conocimiento, donde la complejidad de la comprensión del universo, de la realidad física y
social es sustituida por doctrinas dogmático-religiosas que facilitan el entendimiento del
por qué de las cosas y de lo que es nuestra finalidad, pero que no muestran la complejidad
del universo.
La educación intercultural tiene por finalidad buscar, a partir de los consensos, la forma
más adecuada de comprender la realidad. La interculturalidad no pretende imponer una
visión de las cosas, busca, a partir del diálogo y la apertura hacia el otro, el encuentro
conjunto de respuestas a los dilemas que nos presenta la realidad. Sabedores, como lo
señala Edgar Morin, que la realidad es compleja, y por consiguiente, requiere de formas
complejas de comprensión y asimilación, que van más allá de las convencionales, se debe
hacer acopio de cualquier método que interprete el cosmos, socializándolos y poniéndolos a
prueba en el contexto real. Con tal aseveración, Morin alerta sobre el monopolio de la razón
y de la exclusión que ésta hace de otras formas de comprensión de las cosas, formas que
por su naturaleza están íntimamente ligadas a las culturas ancestrales, a los movimientos
culturales, etc. No obstante, la razón es el medio que permite mostrar las ideas,
argumentarlas y refutar aquellas que sean contrarias, ese es el juego dialéctico. Se pueden
defender esquemas de interpretación de la realidad a partir del sentimiento, pero ello
conduce al fanatismo y a cerrar cualquier posibilidad de diálogo o intercambio de ideas.
El aprendizaje de nuevas formas de conocimientos, de nuevos saberes, altera en alguna
medida, la identidad del que se ve sometido a nuevos formas de ver las cosas. Sin duda que
la transformación de la realidad, por parte de los seres humanos, a través de su asimilación,
igualmente los transforma, cada instante que conocemos, ya no somos los mismos, es el
resultado del juego dialéctico del que nos hablaba hace mucho tiempo Heráclito. El ser
humano tiene la particularidad que es alterado a partir de lo que conoce. Y es que con el
aprendizaje, nuevos paradigmas sustituyen a los que se poseen, sin embargo se podría
cuestionar si esta forma de aprendizaje, lo es realmente. En el documento: “Sobre el
significado y los usos de los conceptos de interculturalidad y multiculturalidad”, Rafael
Pulido Moyano nos dice que se puede definir el asimilacionismo como un paradigma, un
sistema de pensamiento y de acción política basado en la creencia de que hay un código
cultural, el que sostienen el grupo dominante y/o mayoritario, que es socialmente –e incluso
moralmente- superior a los demás, o dicho de otro modo, la creencia de que existe una
forma de hacer las cosas, de organizar la vida, que es la más correcta, adecuada y
conveniente para el conjunto de la sociedad. Sin duda que lo referido por Rafael Pulido es
un hecho histórico, grupos que han alcanzado cierta hegemonía imponen sus rasgos
culturales arrastrando a pueblos enteros a una forma de ver las cosas.
No obstante que esa visión constituye una forma imperialista de ver las cosas, es importante
señalar que lo que debería determinar y hacer pensar los caminos a seguir para la
construcción de un mundo mejor e intercultural, deberá ser la argumentación racional al
mejor estilo popperiano o habermasiano, sin olvidar que lo argumentado, por sólidas que
sean sus estructuraciones, nunca deberán ser tomadas como la última palabra. Se parte del
supuesto que la realidad es la misma para todos y aunque cada quien la interprete en forma
diversa, en su origen, no puede ser distinta para cada grupo cultural. De esa forma, la razón
será el árbitro que posibilitará el diálogo intercultural será, la razón la que con sus
limitaciones temporales, constituya el medio para comprender y hacernos entender entre los
diversos grupos culturales. No existen culturas en plural, porque no se pueden dibujar los
límites que presuntamente separan a unas de otras, aunque si existen diferencias de tipo
cultural entre las personas, con ello se quiere decir que la cultura es patrimonio de la
humanidad y se construye con el aporte que cada grupo social brinda.
Es probable que eso suceda muy a menudo dentro del proceso de aprendizaje, el pensar que
con una sola visión del mundo podemos, autoritariamente trasladar conocimientos y hacer
que sean asimilados por los demás sin poner reparo alguno. Sin embargo, ello no debe
soslayar que existen formas de accionar comunes y que son patrimonio de la humanidad, no
de una cultura alguna, que han logrado mejores resultados para la humanidad. El pretender
tener una sola visión del mundo, de las cosas, estaría en el campo de la ideología, más no
en el de la ciencia y la academia. Pretendemos cambiar el pensamiento ideológicamente
para lograr el poder sobre los otros y someterlos; en igual forma nos resistimos a hacerlo
por temor a estar sometidos al otro. Pero si tenemos conciencia que el saber se construye
con todas y cada una de las formas de pensamiento y que interculturalidad significa,
interacción entre culturas como una interacción para el enriquecimiento mutuo de las
culturas que están en relación, las cosas adquieren un carácter positivo. Por ello
interculturalidad significa estar abierto a cualquier posibilidad que enriquezca nuestro
acerbo cultural, olvidando los resabios etnocéntricos que se convierten en barreras para el
conocimiento y el cambio.
Una de las soluciones que presenta la educación intercultural es lograr que se dé la
posibilidad de generar aprendizajes significativos, en estos, como lo señala Benjamín
Berlanga, el significado no existe ni en nosotros, ni en el mundo, sino en la relación
dinámica de vivir el mundo. Relación que parte de una práctica social comunicativa donde
se aprende aprendiendo. Siendo así, se debe tomar en cuenta en los procesos de enseñanza-
aprendizaje:
• Si tiene sentido y significado para el sujeto
• Si el conocimiento se incorpora a la estructura preexistente (estructura cognitiva), es
decir, parte de los conocimientos previos.
• Si es funcional en la vida cotidiana.
• Si incorpora elementos afectivos-emotivos-corporales.
• Si se genera en la interacción social.
• Si implica una transformación en las estructuras mentales.
Sin embargo, muchos de los conocimientos que adquirimos no llenan a cabalidad estos
requerimientos y no por ello, deben ser desechados. De hecho el significado de los distintos
aspectos de la realidad cobra sentido si el sujeto, quien los aprende, muestra interés en ellos,
criterio que se desarrolla a partir de la instalación de valores de aprendizaje, en vez del
simple utilitarismo cotidiano y pragmático. Sin duda que al ser los seres humanos entes
históricos, todo aprendizaje que se adquiere esta unido a conocimientos previos, la
negación de la negación, no significa que se destruya lo anterior, sino por el contrario, que
utilicemos lo bueno de lo viejo para construir lo nuevo. Lo acumulado por la humanidad ha
sido producto de un largo recorrido histórico, donde se han mezclado una infinidad de
experiencias que han dado por resultado el compendio de saberes del que actualmente goza
la humanidad. Todo conocimiento transforma al sujeto que lo adquiere, pues incorpora
nuevos saberes y experiencias para poder ser puestas en práctica. En consecuencia,
tendríamos que estar abiertos a cualquier tipo de conocimientos nuevos, incluso aquellos
que destruyan o pongan en duda nuestros paradigmas.
El saber que se posee una determinada cultura y la identidad que ello deriva, no significa
que se enclaustre a sus miembros dentro de esquemas cerrados de pensamiento y
comportamiento, por el contrario, el poseer una determinada identidad implica también que
se reconozca la posibilidad de adoptar nuevas formas de interpretar las cosas en aras de la
convivencia pacífica y el desarrollo de los habitantes del planeta. La educación, en tal
sentido está obligada desmitificar y liberar de esquemas alienados y fanatizados a los
miembros de la sociedad, no se puede permitir que se siga impulsando pensamientos
acríticos y domesticadores que fomentan la alienación y el etnocentrismo, como resultado
de ello, atomizar y enfrentar en contradicciones antagónicas a sus respectivos miembros.
La didáctica, entendida como sistemas y métodos prácticos de enseñanza, tendrá que
mostrar sus virtudes, dicho de otra forma, por ejemplo, se ha demostrado que contenidos
teóricos que se vinculan a aspectos vivénciales de los grupos a los que se les pretende
compartir nuevas enseñanzas, adoptan una mejor actitud frente a los nuevos conocimientos
que cuando los contenidos están alejados de su horizonte existencial. El aprendizaje
significativo, hunde sus raíces en la actividad social, en la experiencia externa compartida,
en la acción como algo inseparable, de las representaciones mentales. Es pues preciso
recuperar la conexión de la mente del ser en el mundo con el mundo. Pero en determinados
aspectos de la realidad, que requieren métodos abstractos de entendimiento, que se
constituyen en principios generales e inteligibles, el esfuerzo es mayor si se quiere lograr la
conexión mente y ser en el mundo. Aspectos como los referentes a los criterios de verdad,
el conocimiento, los valores, o bien, la realidad en sí, constituirán temas de discusión
constante que requerirán de una actitud crítica y reflexiva que aleja del pensamiento
sectario y acerca a criterios universales.
La tradición cultural, dentro de la cual se da la socialización y la endoculturación, imponen
criterios que son difíciles de modificar por lo que los métodos de aprendizaje tienen que
estar investidos de técnicas innovadoras de socialización de nuevos conocimientos para
trasformar a las personas. El aprender a aprender constituirá la primera misión de la
incorporación de nuevas formas de ver el mundo donde no se informen contenidos sin
formas de interpretación que pueden ser variadas, complementarias y en proceso. La
enseñanza debe centrarse en el desarrollo de capacidades formales, operativas y no en la
transmisión de contenidos. Son aquellas las que potencian la capacidad del individuo para
un aprendizaje permanente (aprender a aprender, aprender a pensar). Dotar a los
estudiantes de habilidades que les permita abrir mundos y respetar las diferencias entre
estos.
La educación debe convertirse, por ello, en árbitro, en mediador de las distintas formas de
juzgar las cosas, que se traducen en visiones culturales. Lo que únicamente se puede lograr
si se parte del principio de la apertura hacia el otro, bajo el criterio que, los humanos,
poseemos nexos más fuertes que nos unen que el que los que nos separan. Más allá de la
diversidad étnica, política y religiosa existe la igualdad entre los seres humanos en cuanto a
potencialidades, cuyo denominador común es el ser seres humanos. Todos buscamos lo
mismo, aunque por caminos y medios diferentes: El vivir cada vez mejor en sociedad y el
pretender una existencia placentera, donde perviva la especie humana, es quizás el objetivo
que nos une y por el cual debemos luchar.
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Notas